En el 2000 Steven Soderberg se llevó el premio Oscar a la Mejor Dirección por su trabajo realizado en "Traffic", una cinta dramática con un gran elenco y con un relato basado en la relación entre las drogas y la política. Aquí, contando una historia totalmente distinta, pero manteniendo la soberbia elección de los actores y el realismo, se logró llevar adelante un argumento que presenta muchos puntos de vista sobre un mismo hecho y que, en especial, se convierte en una verosímil narración por la intensidad de cada uno de sus pasajes.
La forma en que se va desgranando la historia es muy buena, sobre todo cuando se muestra cómo se va contagiando la enfermedad de una persona a otra. En este caso el elenco de primera línea no es un gancho para atraer más espectadores ya que el guión es muy bueno y sólido, y por lo tanto los actores pueden hacer un ...
Estamos ante supuestamente la última —o una de las ultimas— películas de Steven Soderbergh. Teniendo en cuenta los diversos temas y tonos de sus diferentes obras, no asombra que nos presente otra historia coral, con múltiples puntos de vista sobre un mismo tema.
Ahí viene la plaga... Se sabe que Steven Soderbergh es uno de los pocos directores de Hollywood que hace (casi) lo que quiere. No sé si es por su prestigio, por su imagen o por su poder de convencimiento, pero lo cierto es que -cuando no filma proyectos experimentales e hiper independientes- se las ingenia para convocar elencos pletóricos de figuras. En su nueva película, el prolífico realizador de La gran estafa, Traffic y Erin Brockovich consiguió nada menos que a Matt Damon, Kate Winslet, Jude Law, Gwyneth Paltrow, Laurence Fishburne, Marion Cotillard, Elliot Gould y varios más para que trabajaran en este thriller apocalíptico sobre un arrasador virus (originado en Hong Kong por una combinación entre murciélagos y cerdos) que causa millones de víctimas. Película coral (el protagonista es Matt Damon pero no está demasiados minutos en pantalla), Contagio pasa de personaje en personaje (y va y viene en el tiempo) para exponer los estragos de la pandemia y el caos que se genera también en una sociedad dominada por el pánico y la paranoia. Es extraño ver a grandes estrellas de Hollywood (Winslet y Paltrow lo son) muriendo en pantalla a los pocos minutos (a la cabeza de Gwyneth, pobrecita, se la hace una autopsia que generará más de una repulsión) o a Jude Law interpretando a un blogger de San Francisco dueño de un cinismo y de un oportunismo rayano con lo enfermizo. Incluso cuando parece que cerca del desenlace va a ceder a la tentación del lugar común sentimentalista del melodrama familiar, lo gambetea a-lo-Bochini y entrega una impecable escena final. Es que Contagio es un film que se aleja por completo tanto del amarillismo como de la demagogia. Soderbergh resulta un digno heredero del cine de los años '70 y propone una narración seca, tensa, urgente y visceral, sostenida por un gran trabajo de cámara (digital), una edición vertiginosa y una climática banda sonora compuesta por Cliff Martinez. Puede que la película perturbe a cierto sector del público (a mí hasta me incomodaban las toces de otros críticos durante la proyección de prensa) más habituado a películas condescendientes, que generan una mayor empatía con los personajes y que entregan un "mensaje" conciliador y bienintencionado, pero creo que en el actual contexto de Hollywood poder apreciar un film tan a contracorriente y a la vez inteligente resulta una verdadera rareza. Bienvenida sea.
Babel Viral El escritor de ciencia ficción Brian Aldiss alguna vez le criticó a su colega John Wyndham sus “catástrofes cómodas”, en las que sus personajes no han de temer el apocalipsis, ya que un aura metatextual les protege hasta el final por ser los protagonistas. Se podría decir lo mismo del film clásico, en el que la fama del actor es garante de su importancia y por extensión, su supervivencia. Steven Soderbergh remata esta falencia estructural en Contagio (Contagion, 2011), en el que un elenco estelar de oscarizados se enfrentan a una pandemia global cuya disipación el film cronometra en días y millones de muertes. Los personajes incluyen una parejita suburbana (Matt Damon y Gwyneth Paltrow), un renombrado científico (Laurence Fishburne), un deificado blogger (Jude Law) y dos epidemólogas de trinchera (Kate Winslet y Marion Cotillard). La tensa premisa del film es que cualquiera puede enfermarse y morir en cualquier momento. Las subtramas de los personajes se interconectan, cartografiando la evolución de la enfermedad y los esfuerzos de unos pocos para analizarla, contenerla y curarla. El esquema recuerda al de Traffic (2000), también de Soderbergh. En ella, una red de tramas interconectadas por la droga crea un pintoresco mosaico de un mundo sumido en caos, mientras sus personajes relevan historias fragmentadas “al nivel de nuestros ojos”. Contagio se hace del mismo procedimiento y le estetiza hiperrealistamente. Jamás recae en el tibio efectismo de lo espectacular o el despliegue banal de efectos especiales. Thriller viral redolente del H1N1, la crónica de lo que parece ser la extinción del hombre se desenvuelve metódica y fríamente, haciendo hincapié en las numerosas fases de deducción científica, prueba y error, y los gajes políticos y burócratas que parecen impedimentar la salvación de la humanidad. Mientras tanto, la paranoia colectiva pone en cuestión cuan civilizada es la arquitectura social sobre la que montamos día a día. El film posee dos debilidades comunes al género: en primer lugar, ciertas líneas narrativas no terminan de encajar del todo en el orden mayor del film, ya sea porque no son lo suficientemente interesantes o relevantes a la trama principal. En segunda instancia, Soderbergh clausura su film con un improbable final que contrasta con el tono primordial de la película. Su lenguaje episódico busca delinear un fenómeno omni-catastrófico a partir de selectas “porciones de vida”. Entonces, ¿cómo plantear un final creíble a una historia sin inicio ni medio? Ver Traffic. Contagio se presenta como un thriller efectivo y original, listo para capturar la atención del público, capitalizar sobre la reciente fobia colectiva al virus pandémico, y dejar una o dos observaciones agudas sobre una realidad actual llena de paranoia y recelo.
En palabras del propio Steven Soderbergh, Contagio podría significar una de sus últimas películas debido a que su retiro se encuentra a la vuelta de la esquina. Lo que no aclaró Soderbergh en su momento son los metros que le quedan hasta el final de la calle, debido a que tiene pendiente para estrenar en este año el film de acción llamado Haywire, mientras que en los próximos dos ocupará las carteleras mundiales con otras tres películas y quién sabe si no agregará alguna más. La cuestión es que Contagio nos narrará como un letal y contagioso virus se está cargando a buena parte de la población mundial. Basado en un esquema de película coral, Soderbergh intentará a lo largo de sus más de 100 minutos mostrarnos como afecta esta implacable enfermedad desde distintos puntos de vista que abarcan a funcionarios de la Organización Mundial de la Salud y el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos, a las autoridades militares y gubernamentales, a los periodistas amarillistas y por último a las personas comunes y silvestres que pueden o no portar la temible pandemia. Es llamativo como Soderbergh no realiza ningún tipo de crítica sobre las principales instituciones interventoras en este conflicto, pero si lo hace sobre el portavoz del cuarto poder, dando el rol más mercenario, oportunista y canallesco al blogger interpretado por Jude Law, mientras que los militares y los funcionarios son toda gente leal que se encuentra trabajando activamente para encontrar la cura. Incluso deja totalmente de lado el obvio negociado que puede haber con los laboratorios al momento de fabricar la ansiada cura para el mortal virus, algo que me resultó contrastante contra el nivel de realismo que venía mostrando el film. A tal punto llega el positivismo de Contagio sobre algunos funcionarios que existe un subrayamiento sobre el corajudo personaje de Kate Winslet al momento de morir cediendo su frazada, que genera nuevamente una momentanea desconexión con el realismo que viene mostrando la película. Winslet deja en claro en todas sus apariciones que va a fondo con lo que demanda su profesión de doctora, no hace falta mostrar que fue una heroína incluso hasta el último instante de su vida. Por último no quiero dejar de destacar el repetitivo e innecesario flashback final que nos revelará con imágenes el origen de la pandemia, algo que el guión se había encargado de narrarlo en varios pasajes de la obra. Más allá de las cuestiones mencionadas arriba, la primera parte del film dotada con ritmo imparable es brillante (donde juega constantemente con el tiempo narrativo) y es allí justamente donde se puede apreciar el talento de Soderbergh para ir mostrando los distintos ángulos de una tremenda crisis, dotando a la mayoría de los intérpretes de un contexto y una pequeña evolución que justifica de alguna manera su inclusión en la cinta. Otro punto a favor de Contagio es que mientras avanza su metraje es imposible para uno no vivir el film y ponerse en la piel de los personajes. Esto se da gracias al gran realismo y a la intensidad que le imprime a la narración la dirección del siempre interesante realizador de la trilogía La Gran Estafa. Dentro del reparto plagado de estrellas se destacan Matt Damon, Kate Winslet y Jude Law, siendo este último el encargado de llevar adelante una excelente caracterización totalmente distinta a las que nos tenía acostumbrados.
Maní: ¿con cáscara o salado? ¿Cual es el punto en común que tiene la película Mi novia Polly y Contagio? El maní. En la primera, Ben Stiller le prohíbe comer a Jennifer Aniston de una compotera de la barra de un bar porque es una fuente de cultivo para la trasmisión de enfermedades mientras que en la película de Soderbergh "el ente infeccioso" después de toser mete su mano en un recipiente igual ubicado en un aeropuerto. Resultado: todos los que arriben o desembarquen en Chicago están contagiados. El director de Traffic retrata de manera realista la propagación de un virus, hasta entonces de origen desconocido. El largometraje es ficción pero digo realista porque a los diez minutos de película cuando se sabe que la enfermedad se trasmite por el tacto el 70% de la sala estaba tosiendo como si de manera visual ya estuvieran contagiados (pánico que quedó en nuestra sociedad después de la gripe A del 2009). En algunos puntos coincido con el editor de esta página cuando hace referencia al ritmo del film. El montaje y la banda sonora generan una fluidez igual que la expansión de esta nueva pandemia. Pero a nivel general la película redunda, explica de manera verbal hechos que ya se contaron anteriormente con imágenes o como el momento en que Matt Damon encuentra la cámara de fotos de su difunta esposa, Gwyneth Paltrow, que por cierto hermosa como siempre, se destaca hasta en su peor momento de caracterización del personaje. Soderbergh no hace ninguna crítica, de manera explícita o no, a las instituciones que se nombran y tampoco comparto la actitud que tuvo el personaje interpretado por Jude Law cuando se encuentra en la puerta de su casa a su ex editora embarazada. A lo mejor me senté a ver la película con la esperanza que terminara con un final heroico/trágico como lo es The Mist de Frank Darabont.
¿Y ahora quién podrá salvarnos? n virus que se multiplica en todo el mundo a pasos agigantados sirve para un entretenimiento sostenido. Steven Soderbergh es de esos realizadores que son capaces de sacarle agua a las piedras, con el tema que sea. Ducho tanto con una biografía del Che Guevara como con una trama de intriga y humor, como la saga de ladrones capitaneados por George Clooney, el director de sexo, mentiras y video toma la locura generalizada por la aparición de un virus que está contagiando de manera impresinante a seres en todo el planeta, y sabe cómo imprimirle el ritmo para que el relato no decaiga nunca. Y eso que tenía vericuetos por donde trastabillar. La culpa de que el virus ingrese a los Estados Unidos la tiene la linda de Gwyneth Paltrow. Regresando de un trabajo por Oriente, donde en un casino se contagia sin saberlo, hace una escala no prevista en Chicago para serle infiel a su marido (Matt Damon) y esparce el virus que sólo Dios sabe quién podrá detenerlo. Porque las medidas de seguridad del Gobierno no alcanzan, nadie sabe a ciencia cierta -nunca mejor utilizado el término- cómo neutralizarlo, y cuando las empresas farmacéuticas ven allí la panacea, con lo cual se harían millonarios, todo entra en duda. Soderbergh cuestiona un poquito a todo el mundo a la hora de endilgar responsabilidades, sin olvidarse de un periodista -se sabe: los periodistas somos los culpables de todo- que cuando en un diario en San Francisco no le dejan publicar lo que cree va a estallar, se dedica a mentir desde su blog y volverse, claro, millonario. Son muchísimos los temas por los que Contagio sobevuela sin profundizar prácticamente en ninguno. Y no son menos los actores de renombre que participaron del filme. A los mencionados súmenle Kate Winslet, Laurence Fishburne, Jude Law y Marion Cotillard, y no se cansarán de ver estrellas en la pantalla, mientras niños se mueren, la mugre se acumula en las calles y algo parecido a la solidaridad pasa a ser el bien más (o menos, según el caso) preciado. Lo que es indudable es que al salir del cine uno antes de agarrar el pasamanos en el colectivo o el subte, lo pensará dos veces. No servirá como campaña de salud pública, pero Contagio , a la larga, tiene sus beneficios...
Esta vez no son zombies, ni vampiros, ni usurpadores de cuerpos, ni malintencionados alienígenas. El alarmante thriller de Steven Soderbergh concibe una amenaza más verosímil y por eso más inquietante: es una enfermedad desconocida (y por lo tanto, sin remedio) que, presuntamente originada en Oriente, se expande a toda velocidad por el mundo; produce casos mortales casi simultáneamente en Minneapolis, Japón, Londres o Chicago; pone a los científicos, los políticos, los laboratorios, la industria farmacéutica y la prensa en estado de emergencia y no tarda en sembrar el pánico y generar un caos que parece un anticipo del apocalipsis. Soderbergh adopta para su ficción la misma urgencia del informe periodístico, y si bien organiza su relato coral en torno de una decena de personajes no se detiene, a diferencia del cine catástrofe de los años setenta, en las historias personales, salvo en algunos apuntes esenciales y muy escuetos. Es el temible virus, con su velocidad de propagación, el que impone el ritmo: la pesadilla de la pandemia exige respuestas inmediatas. Pero ese ritmo no se transmite en cámaras nerviosas sino en planos breves, secos, vibrantes y en el vértigo de un montaje que tiene sólido apoyo en la estimulante música electrónica de Cliff Martínez, administrada con sabia moderación. La estructura se aproxima a la de Traffic, en cuanto apunta a desarrollar el tema abarcándolo desde distintos ángulos. El relato va y viene en el tiempo (es necesario reconstruir el camino desarrollado por el virus en busca del origen de la infección) y de un punto a otro del planeta para seguir las acciones que se emprenden para atacarlo, para paliar sus efectos y para describir todo lo que su aparición ha puesto en marcha, desde los movimientos de quien ve en la situación una oportunidad de hacer negocio a quien busca ganar fama desde su blog denunciando presuntas conspiraciones, anunciando presuntos remedios y sembrando falsas expectativas en la gente. Una tos primero y la imagen de una enfermiza Gwyneth Paltrow después son las primeras señales. Se la ve en un casino de Hong Kong levantando copas o comiendo maníes, elementos que después se volverán terroríficos en la medida en que se sepa que basta el contacto con una persona enferma para que haya posibilidad de contagio. Es el día 2, avisa una leyenda, lo que anticipa que el día 1 llegará al final (al cabo de los ciento treinta y tantos que habrán dejado millones de muertos), con la solución del enigma: cómo "en algún lugar del mundo, el cerdo equivocado se cruzó con el murciélago equivocado", según explica algún epidemiólogo después de que ha sido posible aislar el virus y estudiarlo. La minihistoria de Paltrow, que incluye a Matt Damon como su marido, es una de las que merecen un mínimo desarrollo dramático, Las otras involucran a los jefes del Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Atlanta (Laurence Fishburne y Kate Winslet), a la médica que la OMS envía a Oriente (Marion Cotillard), al aludido e inescrupuloso blogger (Jude Law) y al investigador que logra aislar el virus en San Francisco (Elliott Gould) y a quien le corresponde la mejor línea de diálogo cuando define a los blogs como "grafitis con puntuación". Las presencias estelares y sus impecables labores son un atractivo extra de este eficaz thriller que Soderbergh conduce son pulso firme y sin ceder, sobre todo en el final, a la amenaza del sentimentalismo.
La paranoia en estado puro Así como al comienzo es difícil sustraerse a la atracción que genera no sólo la dinámica del film, sino también su premisa, pasada la mitad de su metraje algo comienza a fallar en el mecanismo, como si la narración fuera un ciclista pedaleando en el vacío. Lo primero que se escucha en Contagio, cuando la pantalla todavía está a oscuras, es apenas una tos, como la de un resfrío cualquiera, de esos que se curan con un par de días de cama, como mucho. La escena inicial, a su vez, transcurre en el aeropuerto de Chicago y de allí el espectador salta a Hong Kong, Londres, Tokio, Minneapolis y Atlanta, sin contar con la sede central de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en Ginebra, Suiza. No han pasado diez minutos de película y uno de sus personajes principales ya está muerto, después de haber sufrido vómitos y convulsiones. Y a los quince lo están sometiendo a una autopsia, que incluye levantarle la tapa de los sesos. Por la expresión de los médicos patólogos, lo que ven allí no lo han visto nunca antes. “¿Llamo a alguien?”, pregunta uno. Y el otro le responde, aterrado: “Llamá a todos”. Así empieza Contagio, la nueva película de Steven Soderbergh: a una velocidad que va tanto o más rápido que la pandemia de la que se ocupa. La idea, claramente, es poner al espectador en la misma situación en la que están aquellos –médicos, científicos, agencias de seguridad– que deben frenar el brote: corriendo siempre de atrás, perdiendo por varios cuerpos (literalmente) la carrera contra ese virus que parece peor que el SARS y el H1N1 juntos. El guionista Scott Z. Burns (el mismo de Bourne: el ultimátum) sabe cómo encadenar situaciones, personajes y lugares disímiles de forma tal que vayan tejiendo una red apretada y compacta, de esas de las que no es fácil liberarse. Aquí incluso, a diferencia de lo que sucede en la saga Bourne, Burns no requiere siquiera de la suspensión de la incredulidad: las pandemias de las gripes porcina y aviar están demasiado frescas en la memoria de todo el mundo como para no aceptar como cierto o posible un brote similar, o aún peor. Y de acuerdo con las denuncias que se dispararon en su momento a raíz del rédito que habrían sacado algunos grandes laboratorios internacionales con la producción de las vacunas, tampoco cuesta demasiado imaginar el negocio que puede esconderse detrás. “Donde hay una necesidad, nace una oportunidad”, pronuncia alguien en Contagio. A su vez, Soderbergh –quien ya había trabajado con un libreto de Burns en El desinformante– tiene el pulso justo para este tipo de historias. La cámara, que él mismo opera (muchas veces al hombro), consigue ubicarse siempre en el centro mismo de la escena, como si registrara todo en tiempo presente, vibrando a la par de sus personajes. O de sus microscopios: la sucesión de planos-detalle hace que allí donde hay manos, vasos o manijas, uno sólo vea bacterias. El montaje, a su vez, es vertiginoso: no hay tiempo de reflexionar, sólo de actuar, parece decir la película, mientras Kate Winslet organiza la evacuación de toda una ciudad, Elliot Gould analiza compuestos para crear una vacuna, Marion Cotillard investiga el origen del virus en Asia y Laurence Fishburne sale corriendo de su despacho para una reunión de emergencia con los altos mandos de la seguridad estadounidense. “¿Y si alguien hubiera iniciado una guerra bacteriológica?”, pregunta un general entorchado de condecoraciones. A lo que el científico le responde: “No es necesario, los cerdos ya lo han hecho”. En determinado momento, sin embargo, todo ese vértigo empieza a cansar. Así como al comienzo es difícil sustraerse a la atracción que genera no sólo la dinámica del film, sino también su premisa, pasada la mitad de sus 106 minutos algo comienza a fallar en el mecanismo, como si la narración fuera un ciclista pedaleando en el vacío. Lo que la película tenía para decir ya lo dijo, y muy bien, en sus primeros tramos, cuando la paranoia se expande más rápido que el virus. Pero luego, o bien se repite, o bien incorpora –como en el viejo cine catástrofe– algunas situaciones que pretenden mostrar la escala humana de sus personajes. Hay héroes (Matt Damon) y hay villanos (Jude Law), aunque Soderbergh se las ingenia para conseguir, dentro de lo posible, alguna escala de grises entre medio. El determinismo de la brillante secuencia final –que se retrotrae al día uno de la pandemia, con su implacable cadena de causas y efectos– hace sospechar que Contagio pudo haber sido mejor película de la que es. Se extraña esa síntesis de la que es capaz en su epílogo y que parece incompatible con el rosario de rutilantes nombres propios que pueblan su elenco.
Historia de una epidemia - Beth (Gwyneth Paltrow) regresa de un viaje de negocios en Hong Kong fuertemente engripada y con un dolor de cabeza terrible. Menos de tres días después, está muerta. La gente que la acompañó en el avión, en el transporte público, en la oficina e incluso en casa comienza a presentar los alarmantes síntomas. La enfermedad aparece con fuerza en otros puntos del globo: una semana después, infectados y muertos saltan de los gráficos de las salas de control de epidemias gubernamentales a los medios de comunicación. El viudo de Beth, y potencial infectado Mitch (Matt Damon), un periodista conspiranoico (Jude Law), un médico (Lawrence Fishburne) y dos epidemiólogas (Kate Winslet y Marion Cotillard, cada una en locaciones diferentes según la prosecución evolutiva del virus) son los extremos visibles del drama humano que se gesta detrás de este fenómeno explosivo, que descalabra a las sociedades más desarrolladas cuando sucede. ¿Cómo se origina una epidemia? ¿Cuál es el momento preciso en que un virus rompe las previsiones de una sociedad altamente organizada y esparce el terror en la población? Sobre estas preguntas parece estar construída la columna vertebral de la última película de Steven Soderbergh, experto en plantear de manera muy realista escenarios problemáticos de actualidad. El resto del esqueleto lo conforman los personajes, el elemento humano al que Soderbergh también es muy afecto. Entre su lista de vicios de director está el permitirse contar con un elenco de notables, no sólo para una mejor performance narrativa, sino para atraer a un público más amplio que el que sólo convocaría el mero interés por el tema. A dos años de la paranoia desatada por el virus H1N1 (conocido como Gripe A), distancia que lo salva de ser tildado de oportunista, Soderbergh y su guionista Scott Burns se permiten deconstruir el itinerario de un misterioso virus, barajando en el medio todas las teorías que en su momento se elucubraron y cerrando, en una escena impecable (exactamente, en el minuto final de película) con una conclusión más cercana a la navaja de Occam que a lo políticamente correcto en términos cinematográficos. Nuestra calificación: Esta película justifica el 80% del valor de una entrada
Para evitar decepciones dentro del cine con la entrada comprada, lo primero que hay que saber de esta película es que los trailers que hicieron para promocionarla no tienen absolutamente nada que ver con lo que vas a encontrar después en este trabajo de Steven Soderbergh. Si esperabas ver una película como Epidemia, de Wolfgang Petersen, vas por el camino equivocado ya que si bien la trama está relacionada con una pandemia que amenaza el mundo el enfoque de esta producción fue totalmente distinto a ese film de 1995. Por eso los trailers son engañosos, ya que venden otra cosa. Los primeros 40 minutos de este estreno son realmente soberbios. La manera en que el director presenta el conflicto y construye la tensión y el suspenso en la trama es extraordinario y es donde más se resalta el talento de Soderbergh como realizador. Con una enorme y lograda rigurosidad científica, el film describe con mucho realismo y una narración minimalista lo que sucede con distintos personajes cuando el mundo enfrenta una pandemia que los científicos no tienen idea cómo controlar. La película cumple con creces en trasmitirle el pavor al espectador ante una posible crisis sanitaria como la que se plantea en este relato. Ya el sólo hecho de escuchar a alguien toser te va a poner los pelos de punta a la salida del cine y en ese aspecto el film logra su cometido. La narración del director sumado a un excelente manejo de la música incidental son los elementos que más sobresalen en esta producción a la hora de trabajar este conflicto. La edición también es genial porque es muy dinámica y favorece la falta de acción que tiene la historia. Queda la sensación que el director intentó evocar un poco los viejos filmes del cine catástrofe de los años ´70 como Terremoto, Aeropuerto y La Torre del Infierno que tenían un ensamble de los mejores actores de Hollywood que había en ese momento. Con el reparto de Contagio se da algo similar y la película tiene el lujo de tener en roles breves a muy buenos artistas como John Hawkes (Lazos de sangre) y Gwyneth Paltrow. Un inconveniente del film es que el argumento presenta algunas subtramas que nunca se llegan a profundizar y tampoco tienen la misma fuerza que los conflictos que viven otros personajes. El mejor ejemplo de esto son los hechos que tienen como protagonista a Marion Cotillard, totalmente desaprovechada en este film, que parecen formar parte de otra película y no encaja demasiado con el conflicto central. Caso distinto es la historia del periodista blogero que interpreta Jude Law, cuyas acciones plantean cuestiones interesantes dentro de la película, como los engaños de las instituciones gubernamentales y las fallas que se cometen para controlar la pandemia. Contagio es un film que presenta un concepto trillado en el cine estadounidense, pero que fue trabajado desde una óptica distinta y en definitiva eso es lo que hace atractiva a esta propuesta.
Dos factores centrales conspiran negativamente con Contagio, thriller apocalíptico paranoico que por contar con la dirección de Steven Soderbergh se da el lujo de dilapidar un elenco estelar inmejorable que reúne a Matt Damon, Gwyneth Paltrow, Jude Law, Kate Winslet, Marion Cotillard, Lawerence Fishburne, entre otros, y una interesante idea que con el correr del metraje se acomoda en el terreno de la obviedad para terminar con una visión edulcorada de una temática profunda. Si bien se trata de un film coral, el escaso trabajo sobre la construcción de los personajes se ve reflejado en un guión, a cargo de Scott Burns, que acumula anécdotas y digresiones más que historias con solvencia y para el que sólo existen apuntes mínimos para los personajes principales que se dividen entre: ambiciosos, abnegados, héroes y antihéroes. En ese derrotero, donde irán cayendo como moscas varios actores importantes, se desarrolla una trama que tiene como contexto la expansión de un virus letal que amenaza con propagarse a la velocidad de la luz por todo el planeta y para el que no se conoce antídoto o el origen de la fuente contaminante. A partir de allí, el relato adopta el camino de lo que podría encuadrarse como film testimonial y de investigación científica en el medio de un entramado donde tibiamente se describen los componentes de un negocio que involucra laboratorios a expensas de la muerte de millones pero sin quedar demasiado claro el qué y el cómo. Sin ahondar en detalles, se puede identificar algunos roles de vital importancia como: epidemiólogas en la piel de Kate Winslet y Marion Cotillard; un periodista incisivo (Jude Law) que mediante un blog de internet denuncia una conspiración de la que se hace eco el gobierno y bajo todo intento de cerrarle la boca comienzan a dejar cabos sueltos que el propio film de Soderbergh se encargará de unir. El resto de los personajes jugaría el rol de víctima y hombre o mujer común como puede ser el caso de Matt Damon, Gwyneth Paltrow, para completar este despropósito de grandes actores en una película menor que solamente apelará al nombre de ellos con una más que evidente intención mercantilista. No obstante, a pesar de sus desniveles Contagio mantiene una tensión apropiada para no volverse sobre dialogada pero se embrolla bastante a menudo cuando pretende mejorar a nivel narrativo con un relato endeble por donde se lo mire.
La visión del Apocalipsis según Soderbergh En las últimas décadas el cine ha trazado de diversas maneras el tema apocalíptico y como a través de extraños sucesos e inminentes epidemias el mundo entra en caos, como en Exterminio de Danny Boyle, Hijos del Hombre de Alfonso Cuarón o El Fin de los Tiempos de M. Night Shyamalan; en Contagio, nuevo film de Steven Soderbergh, se planteará la desaparición de la humanidad a través de una pandemia provocada por un virus de carácter mortal...
Habría asustado más en tiempos de gripe A La mejor escena de «Contagio» dura apenas unos segundos, y muestra a un hombre del gobierno segurísimo en su armadura blanca anti-virus dejando un ramo de flores en una fosa común. Un par de años atrás, este tipo de thriller hubiera tenido un impacto mucho mayor. De hecho, hubo algunos ejemplos menos serios pero mucho más intensos que éste, incluyendo una contundente remake de «The Crazies» de George Romero (la escena citada anteriormente parece calcada de aquel film de principios de los 70). Pero esta película de Soderbergh no sólo está un poco desfasada, sino que por momentos no ofrece mucho suspenso ni intensidad dramática. A su favor hay que decir que al tratar el asunto con tanto realismo, logra que el espectador salga de la proyección con los fantasmas de la gripe A a flor de piel. Empezando por el «día 2» de una epidemia, la trama avanza día a dia de manera bastante previsible contagiando a un montón de gente a diestra y siniestra. Matt Damon nunca se contagia pero la pasa realmente mal, Jude Law es un blogger que vio venir la epidemia y anuncia que tiene una cura, provocando caos y paranoia, y Laurence Fishburne es un científico un poco corrupto pero humano al fin, decidido a dar una gran actuación a pesar de no entender ni la mitad de las cosas científicas que menciona el guión (sin duda, es el gran actor de la película, salvo un gran momento forense de Gwyneth Paltrow). «Contagio» a veces funciona bien, pero por momentos provoca nostalgias de otras películas mejores, como «Epidemia» de Wolfgang Petersen o «La amenaza de Andrómeda» de Robert Wise (sobre todo en las escenas con Elliott Gould con su traje anti-virus en un laboratorio). La música tecno de Cliff Martinez es excelente y, sobre todo, ayuda a generar tensión en escenas donde no pasa gran cosa.
Ensayo general del fin del mundo La posibilidad de que una peste elimine un porcentaje considerable de la humanidad es la idea que desarrolla Contagio , la nueva película de Steven Soderbergh, un director que ya ha demostrado su versatilidad para narrar historias corales en Traffic . Es la vida de varios personajes y varias ciudades la que está implicada en la trama de esta infección viral, una epidemia que también crea una red a medida que se extiende por el mundo en una progresión geométrica letal. Pese al título fríamente clínico, no se trata de una película catástrofe, sino de una especie de ensayo general sobre las conductas humanas frente a un eventual flagelo. A Soderbergh siempre le ha interesado el poder, mejor dicho, las relaciones de poder, que de una manera u otra se establecen en todo tipo de vínculos, sean éstos privados o públicos. Por eso si bien la escala es mundial, con varios puntos rojos en el globo terráqueo (Estados Unidos, Inglaterra, China, Francia), el foco está puesto en microhistorias individuales o familiares. Soderbergh se centra en ese núcleo de alta intensidad donde se funden los grandes acontecimientos con las vidas singulares. En su forma de explorar por dentro las agencias y los laboratorios estatales, los comités de riesgo y las organizaciones internacionales de la salud toca el sistema nervioso de las grandes burocracias y en ese sistema nervioso los hombres y mujeres reales no se comportan como simples autómatas. Desde cierto ángulo, puede decirse que se trata de una mirada paranoica, ya que todo aparece conectado con todo. Pero Soderbergh se libera de esa visión conspirativa atribuyéndosela a un periodista mesiánico (Jude Law). Este presenta a la epidemia como el producto de un complot de la industria farmacéutica, los medios de comunicación ?y el gobierno de los Estados Unidos. En cambio, el director, antes que al modelo paranoico, parece recurrir a la teoría del caos para mostrar cómo personas separadas por la distancia de un hemisferio pueden interrelacionarse sin conocerse entre sí. La compleja historia que tiene entre manos no se escapa nunca del control de Soderbergh, quien puede pasar de una escena introspectiva a una panorámica de los cadáveres en la nieve sin que ese salto resulte vertiginoso o modifique la atmósfera de documental que impregna todo el relato. Lo acompaña un gran elenco, en el que sobresalen Matt Damon, como un hombre que intenta conciliar su destino de padre sobreviviente con la conciencia de que su esposa muerta lo ha engañado, y Kate Winslet, como una médica que padece en carne propia la tragedia que pretende atenuar. También hay personajes y situaciones discutibles, como un primer plano de la cara de un niño muerto (el hijo del personaje de Matt Damon) o la rara simbiosis moral de una funcionaria de salud (Marion Cotillard?) con un pueblo chino. Esos defectos son lógicos en una película tan ambiciosa como es el caso de Contagio y no afectan la verdad del experimento conjetural que plantea en su laboratorio de imágenes.
Globalización y tragedias particulares Con un elenco de grandes estrellas, Steven Soderbergh centra el relato en el desmoronamiento de una sociedad afectada por una pandemia. Seres humanos que, con sus conflictos a cuestas, intentan sobrevivir a esta situación límite. La amenaza que significó para el mundo entre 2009 y 2010 el virus H1N1 o gripe porcina, es el punto de arranque de Contagio, que recorre 135 días de una pandemia global de origen desconocido que con un avance progresivo y aparentemente incontenible, cobra la vida de millones de personas. Steven Soderbergh se aleja del habitual tratamiento apocalíptico del género y si bien muestra desde el comienzo los efectos devastadores de la enfermedad, la película se desenvuelve dentro de la estructura del thriller, desde lo particular a lo general, con un villano silencioso y letal que es virus, y en primera instancia, los protagonistas, todos, que tratan de sobrevivir mientras el mundo se desmorona. El relato coral y un elenco de estrellas son los elementos básicos de la apuesta de Soderbergh –un procedimiento que remite a Traffic y en menor medida a la saga de La gran estafa–, que ubica en el centro de la historia a un matrimonio con problemas (Matt Damon y Gwyneth Paltrow), dos médicas epidemiólogas (Kate Winslet y Marion Cotillard), un científico a cargo de la investigación del virus (Laurence Fishburne) y un blogger paranoico y oportunista (Jude Law). Este corto abanico de personajes, todos y cada uno aterrorizados por el contagio, con sus conflictos personales y su red de afectos en peligro, le bastan al director para conformar un bosquejo de la naturaleza humana ante el peligro global. Mientras que se van sumando días y víctimas por millones del enemigo desconocido, el film muestra las luchas burocráticas y de poder en los centros de decisión, como la Organización Mundial de la Salud y las fuerzas de seguridad, asiste al derrumbe de una familia en la que se revela un secreto, explicita la ambición a prueba de catástrofes de un personaje que ve en la tragedia una oportunidad única y, al fin, rescata el sacrificio de algunos profesionales que no perdieron el norte. El mosaico moral que va construyendo la película, a través de un timming tenso y seco, prescinde de los juicios de valor ante sus criaturas, por el contrario, asiste casi de manera aséptica ante el desarrollo de la historia, dando por sentado que los personajes creados por y para el relato tienen su propia autonomía y de esa manera dan lo mejor y lo peor de sí ante una situación límite, en una película que bajo el caparazón del género catástrofe, encierra una complejidad poco frecuente.
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Avanzó un virus hongkonés A uno lo deslumbró hace muchos años "Sexo, mentiras y video",los posteriores filmes de Steven Soderbergh lo encuadraron como un interesante realizador con películas como "Traffic" o "Erin Brockovich", en general destinatarios de muy buenos éxitos de taquilla. Esta vez un tema convencional y propio del cine catástrofe, un contagio internacional, lleva al director, con un importante elenco, a los avatares de la enfermedad, las compañías farmacéuticas, las medidas de la OMS, la necesidad de parar con el horror. Y la comprensión final de que el hombre amenazado es el peor enemigo de otro hombre amenazado. En este caso, el virus viene de Oriente, de Hong Kong. Es un producto misterioso surgido de combinaciones de cerdos y murciélagos y mientras descubren el origen y experimentan vacunas, la gente se muere y para colmo, muy rápido y sin explicaciones. LO DESCONOCIDO Comienza la desconfianza, la mentira, el aislamiento, la locura, el ocultamiento y el miedo a lo desconocido. Ahí está el bueno de Matt Damon, esposo de la primera víctima de la pandemia, Gwyneth Paltrow; la patóloga, integrante de Inteligencia Epidemiológica interpretada por Kate Winslett, un blogger que es la amenaza multimediática que hay que acallar y que el guionista Scott Z. Burnes, pinta bastante pedante, desagradable y soberbio; el investigador a cargo y otros protagonistas como Marion Cotillard (Piaf), como una prestigiosa médica de la OMS. Filme realista que no decae a pesar de la obviedad temática, con ritmo incesante, aunque efectivo en el comienzo, excelente manejo técnico y la atrapante música de Cliff Martinez. "Contagio" replantea los ancestrales miedos bíblicos y lo hace sin concesiones, con una narrativa apretada y ninguna sorpresa adicional. Retoma al tema del hombre inerme ante peligros inimaginables y advierte cómo el mal puede propagarse con rapidez, impunidad y sorpresa en las sociedades más modernas, donde el hombre llega en cortos períodos a los lugares más alejados.
Nadie esta exento Un relato diferente para una historia conocida que aprovecha un temor instaurado en la sociedad. Basta con pensar en la gripe Aviar o H5N1, que en el 2009 puso en jaque al mundo provocando pánico y dando luz al famoso Tamiflú, para que CONTAGIO nos recuerde que una pandemia está a la vuelta de la esquina. Contagio narra de una manera muy realista el rápido progreso de un virus letal que se transmite por el aire y mata en cuestión de días. A medida que va creciendo la epidemia, el miedo comienza a ganar a la población y la comunidad médica mundial lucha contra reloj para encontrar una cura y controlar el pánico, que se extiende incluso más rápido que el propio virus. Una historia conocida si recordamos OUTBREAK (Epidemia-1995) de Wolfgang Petersen, donde un virus parecido al ébola que proviene de África de la mano de un simio contagiado, cobra víctimas en los Estados Unidos y el equipo de Control de Enfermedades Infecciosas del Gobierno (capitaneado por Dustin Hoffman) busca las causas de la plaga mientras militares intentan arrasar la ciudad infectada con una bomba. Pero el prolífico Soderbergh, director surgido del cine indie con Sex, Lies, and Videotape en 1989 y con gran capacidad para variar de géneros y temáticas (Erin Brockovich (2000), Traffic (2000), Ocean´s Eleven (2001), Solaris (remake del clásico de Tarkovsky), El buen alemán (2006), Che:El argentino y Che: Guerrilla (2008), toma un tema trillado dentro del genero de cine catastrofe para darle nueva forma con sus rasgos distintivos y su propia estética narrativa. Contagio repite la fórmula narrativa que le dio el éxito a Steven Soderbergh en Traffic, película por la que ganó el Óscar en el 2000. Con un montaje acelerado y sirviéndose de pequeñas historias va retratando distintos aspectos de una realidad, pero sin profundizar dramáticamente en ellas y cediendo todo el protagonismo de la historia al origen de la misma: el virus. En ese contexto, Soderbergh retrata cómo afecta el virus a un padre de familia que ha perdido a su mujer y su hijo, al equipo de médicos que lo investiga en busca de una cura, al bloguero crítico con el Gobierno que ve una conspiración y a otros personajes menores. De forma muy realista, con una puesta en escena fría y aséptica y los suficientes tecnicismos para dar verosimilitud a lo contado pero sin abandonar al espectador, Contagio nos muestra los diferentes puntos de vista que intervienen en todo el proceso expansivo de una pandemia en un mundo globalizado donde las comunicaciones y la tecnología han reducido las distancias. Soderbergh hilvana una trama con un estilo tipo documental, sin grandes escenas ni efectos especiales destacados, con fluidez narrativa y un gran elenco, en el que se suceden las tensiones y momentos de escalofrío a medida que el virus, el miedo y el pánico avanza. El director consigue contagiarnos ese pánico, tan sólo con unos primeros planos de objetos que ha podido tocar la gente Steven Soderberghinfectada, y logra influenciarnos aun pasados los créditos finales del film. Con un reparto de grandes estrellas como Matt Damon, Kate Winslet, Jude Law y Gwyneth Paltrow, donde cada uno contará y vivirá su historia entrecruzándose con la de los demás y explotando los rasgos definitorios de sus personajes (Kate Winslet su sacrificio, Jude Law sus principios, Matt Damon su sufrimiento, Marion Cotillard su rigor, Laurence Fishburne su bondad, Gwyneth Paltrow su ingenuidad, Jennifer Ehle su heroicidad, Elliott Gould su ambición...), pero nunca por encima de la historia. Soderbergh consigue que estupendos actores tengan un destino trágico en cualquier momento del filme sin importarle la popularidad del intérprete. No alcanza a construir complejos personajes, pero tampoco pretende hacerlo ni que al espectador le importe, de tal modo que prestamos más atención a sus papeles que a las estrellas que están detrás de ellos. Tal vez la ausencia de cargas emocionales, como el momento en el que Matt Damon recibe la noticia de la muerte de su esposa, resulte demasiado aséptica, provocando que nos alejemos de los personajes. Pero en Contagio no hay héroes, tan solo personas como nosotros que ante una emergencia no se para a pensar cuál será la mejor manera de salvar el mundo, sino cómo nos podremos salvar a nosotros mismos y a nuestros seres queridos. CientíficaA diferencia de la referenciada Epidemia, Soderbergh no se concentra en filmar tomas espectaculares ni grandes escenas dramáticas, sino de exponer, de manera fría y sin implicación emocional alguna, el mecanismo por el que un virus muta y se disemina por todo el mundo en un tiempo récord. El miedo, el terror, la solidaridad, el coraje, encarnados en pequeños gestos de gente que lucha por sobrevivir y resguardar a sus seres queridos en una situación de crisis global. Un valioso retrato de la realidad social, política y mediática que demuestra que la naturaleza muchas veces va mas alla de teorías conspiratorias y los fundamentalismos. El temor a las pandemias continúa presente en la población mundial y Soderbergh juega con este miedo y nos introduce de lleno en una situación que, por desgracia, no estamos exentos. La realidad es el miedo al contagio y hará que uno mire donde toca y se lave las manos seguido después de ver el filme. Parrafo aparte merece la llamativa y moderna banda sonora de Cliff Martínez, que con excelentes arreglos electronicos mezcla de Bangelis con Paul Oakenfold, logra generar climax que atrapan al espectador e innovar musicalmente un genero acostumbrado a otros sonidos. Aquí les dejo un link para escuchar un tema de Paul Oakenfold y asociarlo con el film. Paul Oakenfold: - Signs http://www.buenamusicagratis.com/electronica/paul-oakenfold/ PD: Haciendo memoria, creo que la unica vez que un virus salvoóa los humanos fue en WAR OF THE WORLDS (La Guerra de los Mundos-1953) de Byron Haskin, donde los marcianos son derrotados por las bacterias de nuestra atmósfera, para las que los invasores no tenían resistencia.
Steven Soderbergh vuelve a rodearse de sus amigotes, los pesos pesados de Hollywood, para pequeños papeles en una película coral sobre una pandemia. Matt Damon, Jude Law, Kate Winslet, Laurence Fishburne y Marion Cotillard son algunos de sus protagonistas en una película que combina el thriller tecnológico con una bajada de línea sobre “cómo están las cosas” en este planeta 2.0. La narración de Contagio se resiente cuando queda a mitad de camino entre esos dos universos, uno de denuncia cansina y el otro de impacto visual, pero Soderbergh se luce al describir la paranoia y hasta consigue esparcirla entre los espectadores como si fuera una especie de virus incontrolable. ¡Salud!
Anexo de crítica: Si Contagio (Contagion, 2011) resulta una exitosa aproximación a la ciencia ficción apocalíptica y los pormenores del caos se debe exclusivamente a la destreza y claridad de ideas de Steven Soderbergh, un cineasta camaleónico como pocos: aquí una vez más ejecuta con mano maestra un guión estándar, desnuda la narración al extremo y reúne un elenco inobjetable. Aunque el desenlace pro- estatal le resta eficacia discursiva, cabe señalar que hacía tiempo que no nos topábamos con un retrato tan elocuente de la paranoia contemporánea…- Emiliano Fernández (7 puntos)
En lo personal, después de las "Ocean's eleven", le perdí un poco el respeto a Steve Soderbergh, amé su primer gran hit ("Sexo, mentiras y video") y también valoré positivamente la larga pero intensa "Traffic", por la que ganara el Oscar como mejor director. Pero cuando empezó con la banda de amigotes famosos a rodar por Europa y a hacer films para entretenerse, dejé de ver su cine. Volví con las "Che", y tampoco me cerraron demasiado. Pero, viendo el elenco que reunió en "Contagio", no había otra opción que ir a verla. Soderbergh habitualmente se luce cuando construye historias corales. Sin dudas, tiene la habilidad para tejer y proyectar tramas en las que el peso se reparte cuidadosamente en partes iguales y todas funcionan como dedicado mecanismo de relojería. Esa capacidad es la que pone en juego al pensar “Contagio”, thriller que se presenta en salas en esta semana en Buenos Aires. Inevitablemente tendremos que conectarla con la última película importante que aborda el mismo tema, “Outbreak”, de 1995, donde el conflicto es parecido, en otro recorte temporal. Aquella “Epidemia”, que protagonizaban Dustin Hoffman, René Russo y Morgan Freeman hablaba de un virus (creo que una variante del ébola) que se expandía letalmente en EEUU y ponía en jaque al equipo epidemiológico encargado de enfrentarlo. Aquí, la cosa deja de ser regional y se pone global. Luego de haber vivido hace dos años las consecuencias del H1N1, a través del esparcimiento que hicieron los viajeros, quienes desparramaron por el mundo la gripe porcina (se acuerdan?), y haber visto en el escenario real cómo los Estados la enfrentaron, esta película abre el lente para mirar que sucedería en otra epidemia, a gran escala. en los complejos tiempos que corren, mucho más potente que la vivida… “Contagio” muestra el proceso completo de desarrollo de un virus (el MEV 1), desde su caso 0 hasta el control de la epidemia. A diferencia de las cintas que centran toda la acción en un reducido grupo de científicos que lucha contrarreloj para encontrar una vacuna y salvar vidas, en este film, la cámara del director se posará un poco a ámbos lados del mostrador, caracterizando tanto a funcionarios del área de salud, como a sujetos normales atravesados por la amenaza. Habrá, como es esperable, un numeroso equipo de trabajo para abordar la emergencia y la contención, que contará entre sus filas a médicos y epidemiólogas (Lauren Fishbourne, Kate Winslet, Marion Cotillard) quienes se dispersarán por el mundo a fin de conseguir la información necesaria para detener la enfermedad. Contarles cómo trabaja la historia sería complejo, porque son varios nodos que se van ramificando y muchos se relacionan entre sí. Pero sí les digo, es una película que vale la pena ver. Dentro de los roles de la gente que sufre (directa o indirectamente) la epidemia, aparecen Gwyneth Paltrow (figura importante al que siempre se vuelve a lo largo de la historia, con flashback que aportan datos importantes) y Matt Damon (su esposo, quien sufre pérdidas importantes y representa a la población sana). Por otra parte, Jude Law (famoso blogger anti-sistema) se une a la banda para hacer ruido y advertir al mundo de la peligrosidad de la industria farmacológica, al mismo nivel que la epidemia misma. Una cosa que me llamó la atención viendo “Contagio” es el registro que elige para narrar un tema tan movilizante. Uno no puede despegarse de la paranoia vivida durante la gripe A en nuestro país (Argentina), por lo que quizás, muchos de ustedes esperen una catarata de saqueos, violencia callejera, clima explosivo (las cifras de infectados y muertos van aumentando acorde al avance de los días)… Y no. Soderbergh elige un guión (de Scott Z Burns, autor de la última “Bourne”) que utiliza toda su energía en mostrar la convicción de un grupo humano al servicio de la lucha común, en pos de contener la situación. Si bien hay un coqueteo con detenerse en la discusión acerca del negocio que significaría la producción a escala de la vacuna, lo cierto es que no es una línea que se desarrolle mucho. Aquí la mirada está puesta en la acción de cada miembro del equipo y cómo encara la tarea en una situación crítica. No hay estridencias, sino un prolijo desarrollo metódico que va registrando, a modo de diario, como avanza el proceso global de la enfermedad y la lucha individual y colectiva para mitigar sus efectos. Hay mucha humanidad en la cinta y si bien no hay tiempo material para profundizar en los conflictos y motivaciones personales de cada persona de este relato, lo cierto es que el pantallazo que nos da, nos ubica en contexto y le permite a cada personaje aportar a la historia material necesario para sostener la trama. Esto va tejiendo una red sólida que hace que el relato transcurra lineal, efectivo y sin necesidad de apelar a grandes escenas de destrucción y tragedia. No esperaba eso y me gustó como lo pensaron. Los rubros técnicos, impecables y el montaje, exacto. Las actuaciones, breves (a Kate Winslet filmar su participación le tomó 10 días), correctas, dentro de lo esperable para la categoría del cast. “Contagio”, en definitiva, corporiza una de las peores amenazas que la humanidad podría enfrentar a la hora de luchar por la supervivencia. En ese sentido, cumple con el objetivo de contar una buena historia coral sobre sujetos que hacen primar su sentido de bien común por sobre sus subjetividades. Auspiciosa cinta de un gran Soderbergh que amenaza dejar de filmar, justo en un momento en que debería continuar esta línea. Vale la pena dejarse contagiar por esta película, les va a gusar si disfrutan del buen cine.
Steven Soderbergh nos da un panorama realista sobre el fin del mundo. Calificación: 3/5 El cine nos llevó de viaje a través de los últimos días de la humanidad muchísimas veces: holocaustos zombies, guerras interminables, invasiones extraterrestres y otras intervenciones exteriores amenazaron con acabar a la raza dominante del planeta muchísimas veces. En esta oportunidad, Soderbergh nos pone en un lugar cercano, probable, que inquieta y, a su vez, nos parece mundano: un virus. En el mundo se vivieron decenas de epidemias que estuvieron más cerca del golpe mediático que de la amenaza real, y el director toma ambas posibilidades para crear Contagio, uno de sus últimos trabajos en la pantalla grande, antes de retirarse de la industria. Contagio nos cuenta cómo, a causa de una serie de casualidades (¿causalidades?) una mujer (Gwyneth Paltrow) se infecta con una extraña mutación de un virus que combina enfermedades de los cerdos y de los murciélagos, creando así una enfermedad nueva y sin cura. Ella es el detonante de una pandemia que amenaza con acabar a una buena parte de la población mundial. Este es el disparador para que Steven Soderbergh se centre en un puñado de historias: por un lado vemos a una científica que viaja a oriente (Marion Cotillard) para ver de dónde pudo salir este virus; por el otro, seguimos a los científicos más brillantes del planeta (Laurence Fishburne, Kate Winslet) en una carrera por descubrir el antídoto contra esta enfermedad mortal. Las historias más interesantes, sin embargo, recaen en el marido del personaje de Paltrow (Matt Damon) y en la de un Blogger (Jude Law) que denuncia que el gobierno esconde cosas en esta historia y que, por su lado, promueve una droga que asegura que es la cura definitiva, pero que no tiene apoyo oficial. Este es el escenario de lo que podría ser el fin del mundo: hombres comunes luchando contra una amenaza terrible, pero también común. El espectador es un infectado más en esta película, en donde no se nos da información adicional y que nos pone en el mismo lugar que los protagonistas: en lo incierto. Esto convierte a Contagio en una película sumamente humana, en donde los hombres son los peores enemigos de los hombres, en donde la miseria humana sale a la luz luego de que todos seamos condenados por ese virus desconocido. En donde la vida es algo efímero y donde la incertidumbre de un nuevo día recae en nuestras espaldas. Si bien, por momentos, la película se torna larga y aburrida, hay que reconocer que Soderbergh supo crear un espacio de miedo real en donde todos podemos identificarnos. La paranoia y la muerte son las protagonistas de esta historia, en donde no hay más cuco que el que cada uno lleva adentro. @JuanCampos85
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Manuales de comportamiento Caso digno de análisis el de Steven Soderbergh, un director que saltó a la fama desde el ámbito independiente con Sexo, mentiras y video, que le hizo acreedor a la Palma de Oro en el Festival de Cannes de 1989. Luego comenzó a desarrollar una ecléctica -despareja sería mejor decirlo- en los sectores más mainstream de Hollywood, aunque buscando conservar siempre cierta aura de outsider. Lo favoreció su capacidad para filmar con estrellas de todo calibre, más una habilidad para darle cierto plus a la puesta en escena de sus films, todos ellos con algún rasgo de estilización y distanciamiento cuasi paródico respecto de los personajes, pero sin apartarse de los cánones comerciales. Esto se puede ver en la construcción funcional pero no realmente comprometida de la pareja de George Clooney y Jennifer Lopez en Un romance peligroso; el desfile cool y las vueltas de tuercas astutas de la serie de La gran estafa (excepto en la segunda parte, donde todo, absolutamente todo, es un desastre); y en todas las piezas puestas al servicio de Julia Roberts en Erin Brockovich. La peor vertiente de su cine había podido verse en Traffic, donde los retoques estéticos en la fotografía y la supuesta vocación de polémica estaban al servicio de una trama tan falaz como esquemática, con todos los lugares comunes disfrazados de innovadores: la estupidez disfrazada de inteligencia. Cierto es que Soderbergh había dado un vuelco interesante con algunos de sus últimos films, como el díptico del Che Guevara, o El desinformante, donde se percibía una real pulsión por salir de los esquemas del biopic o las historias reales. Hay que decir primero que nada que Contagio no está nada mal, que se ve sin problemas y que su primera mitad tiene algunos excelentes momentos. Soderbergh vuelve a recurrir a su característico distanciamiento, yendo por un camino diferente al que iba una película de temática similar como Epidemia. La cinta dirigida por Wolfgang Petersen y protagonizada por Dustin Hoffman era antes que nada un relato de pura acción, de drama tensionante, donde Hoffman se erigía prácticamente en un héroe de acción bienpensante. Distinto es lo que vemos en Contagio, no sólo por su escala global y cuasi apocalíptica. De hecho, también se diferencia de exponentes del género catástrofe, ya que evita la espectacularidad. A Soderbergh no le importan (al menos en primera instancia) las personas, los hechos o los espacios afectados más que como elementos funcionales a algo más, que son los procedimientos o normativas. Los múltiples protagonistas de la película -que en la mayoría de los casos no se cruzan- son individuos (muchos de ellos verdaderos profesionales) siguiendo reglas pautadas de antemano, aunque no estén escritas en papel. Burócratas, científicos, políticos, militares, periodistas, incluso las víctimas, todos se guían por pautas preestablecidas. Soderbergh se dedica a contemplarlos, analizando sus códigos y midiendo la solidez de ciertas construcciones institucionales y tradicionales que forjan al ser humano, incluso frente al dolor. Esto se ve de forma muy patente en el escudo que parece construir el personaje de Matt Damon, que pierde a su esposa e hijastro, y se concentra en seguir adelante para proteger a su hija. Donde demuestra ser muy efectivo el film es en la exploración de los límites de las leyes humanas, hasta dónde cada individuo, grupo o núcleo social puede aferrarse a las nociones que se construyó (o le construyeron) previamente. Esto se refuerza gracias a un elenco donde todos están bien, donde sorprende cómo nadie exagera la nota, ni siquiera actores que en el pasado han demostrado que, si no hay un director que los controle, pueden irse al demonio. Todos, desde Damon hasta Marion Cotillard, pasando por Laurence Fishburne y Kate Winslet, están en el tono justo. Da hasta para pensar que si aparecía Al Pacino, tampoco hubiera estado desbordado. El problema es que en la segunda mitad el conflicto central del virus matando millones de personas y destruyendo los cimientos de la humanidad no parece ser suficiente. Y surge cierta necesidad de crear drama, de incorporarles a los personajes un lado humano, personal, incluso ideológico, que termina siendo bastante forzado. Esto se nota especialmente en el caso del personaje de Jude Law, con su declamación permanente, pero también con los de Fishburne y Cotillard. Donde ese factor encaja con mayor lógica, creando empatía, es en el caso de la historia de Damon, lo cual no deja de ser coherente, porque desde el principio esa subtrama está marcada por la pérdida, el duelo y el miedo. Clínica, seca, Contagio funciona como tratado sociológico aunque no tanto como drama humano. Aún así, su mecanismo narrativo avanza como un relojito, con total precisión. Su lógica, casi innegable, no deja de ser inquietante.
El virus está en nosotros mismos No es la primera vez que el cine encara el tema de una epidemia global incontrolable y describe los esfuerzos de los científicos para lograr rápidamente una vacuna que permita conjurar la amenaza. El principal mérito de Soderbergh está en la estructura narrativa que eligió para construir el relato y en el acento que pone el guión en las distintas reacciones que provoca la amenaza sobre la especie humana en general y, en particular, sobre los protagonistas de cada una de las historias paralelas que se desarrollan en la pantalla. La tensión no deja de crecer desde que se advierte que las simples toses de los distintos personajes implican algo más que un simple resfrío; la preocupación de las autoridades sanitarias, el planteo de los jefes de seguridad acerca de la posible existencia de un arma bacteriológica, el descuido de la gran mayoría de los seres humanos ante los agentes de contagio, los dramas particulares de cada uno de los infectados, la denuncia destemplada de un bloguero, los intereses políticos, los esfuerzos de los científicos para lograr la vacuna se van entrecruzando para crear el tenso escenario en el que el director va a mostrar lo más contundente del filme: el peligroso comportamiento "en manada" del que somos capaces los seres humanos cuando nos domina el pánico. El espectador juzga desde la seguridad de la platea las actitudes mezquinas y egoístas de algunos personajes, hasta que advierte que tal vez esa sería su propia actitud ante una situación límite como la que se plantea en la pantalla. Y se convence de que, en muchos casos, el más letal de los virus no puede rivalizar con los efectos sociales de una comunidad regida por el "sálvese quien pueda". En una nueva muestra de su capacidad para manejar con habilidad y solvencia varias líneas narrativas de manera simultánea, Soderbergh conduce el relato sin tropiezos, y aplica eficaces golpes de timón sobre el relato para mantener al público bajo una tensión creciente.
Uno se pregunta cuáles habrán sido las razones que entronizaron, allá lejos y hace tiempo, a Steven Soderbergh como un “autor”: lo único constante en su cine es la inconstancia. Que quede claro: no implica que no tenga buenas películas, pero en cuanto a coherencia estética o visión del mundo (hablamos de algo menos superficial que decir “el gobierno es malo, los narcos son malos”, etcétera: el cine es arte, no periodismo). “Contagio” es otro más de esos films nerviosos, falsamente inquietantes, que hablan de un mal global: aquí una pandemia que se esparce por la Tierra, mostrada desde múltiples personajes (algo habitual en el realizador –recordar “Traffic”– pero no excluyente –recordar “Erin Brockovich”–). Sí, es un thriller paranoico (no necesariamente es una virtud) y funciona como entretenimiento. Eso sí: hay algo molesto, algo que suena –ya que a Soderbergh le gustan las declamaciones– a sórdido, a reaccionario incluso. El personaje más antipático es aquel que esparce la información sobre lo que está sucediendo. Como si la libertad de expresión fuera el auténtico virus que acaba con la Humanidad, lo que termina transformando el film en algo así como un alegato larvado en favor del control de los medios y la información por parte del poder (que no es solo el Gobierno). Esto se complementa con lo bien parados que quedan los laboratorios, y la única “concesión” anti Hollywood es la ausencia de final feliz (que en el cine es siempre una prueba de maestría: la vida carece de final feliz y solo el arte puede proveernos de ellos). Si quiere paranoia, ahí tiene.
En Hong Kong, Beth (Gwyneth Paltrow) se encuentra a punto de embarcar rumbo a su hogar en Minneapolis. Antes de subir a su vuelo, hace una pequeña llamada telefónica en donde confiesa no sentirse del todo bien: tos, náuseas, síntomas típicos del jet lag. Pero estos indicios serán el comienzo de una pandemia que no conocerá de fronteras. Nos encontramos en el segundo día de la enfermedad más mortal de la era moderna. Dos días después, Beth muere y su esposo (Matt Damon) es contactado por personal del Centro de Control y Prevención de Enfermedades norteamericano (Kate Winslet y Lawrence Fishburne) ya que hasta ahora ha sido la única persona en no infectarse habiendo estado expuesto al virus. Las muertes en Chicago, Londres, París, Tokio y Hong Kong ascienden a 26 millones y este virus biológico desconocido por la sociedad científica continúa mutando. Mientras un blogger (Jude Law) declara que al público no se le está diciendo la verdad sobre lo que realmente está pasando, una empleada de la OMS (Marion Cotillard) viaja a Oriente para desentramar el origen de la plaga que amenaza con extinguirnos del planeta. Inspirada seguramente por los recientes hechos relacionados con el virus H1N1 y la paranoia que el mismo generó, “Contagio” se involucra con las espantosas ramificaciones de la propagación de una enfermedad a escala global y con todos los interrogantes que surgen de allí en más. ¿Cómo se contiene una pandemia de esta envergadura? ¿Qué pasaría si nos enfrentáramos a una enfermedad sin tratamientos ni vacunas? ¿Hasta qué punto las compañías farmacéuticas son responsables de los virus que se propagan por el mundo? La desesperación no conoce de sociedades del primer mundo: frente al caos somos todos iguales. La sensación de desolación y fragilidad ante un enemigo invisible es aterradora. El filme cuenta con escenas muy fuertes no recomendables para después de cenar: la descompensación, muerte y autopsia del personaje de Paltrow es una secuencia que sirve de ejemplo. El sello distintivo del director Steven Soderbergh, en la puesta en escena y en el montaje, hacen que celebremos cada uno de sus nuevos trabajos.
El generalizado virus de la corrección política La corrección política es el virus letal. Ha afectado también, ya sin novedad, al cine de Steven Soderbergh. Se la respiraba en títulos como Erin Brokovich (2000) o a través del ejercicio de estilo vacío que suponen sus "grandes estafas" (Ocean's Eleven y secuelas). De todas maneras y cuando quiere, Soderbergh sabe brillar. Como es el caso de su díptico sobre Che Guevara o con dos de sus últimos y mejores títulos: El desinformante y Confesiones de una prostituta de lujo (ambos de 2009). Pero también hay momentos donde cae en lo banal. Merced a ello, quizás Traffic (2000) sea su peor película. Algo de este sesgo reaccionario se nota también en Contagio, desde el mismo inicio de la epidemia. Allí cuando la situación de adulterio sea la encargada de traer la enfermedad a la familia, a través de Gwyneth Paltrow y su aventura con un hongkonés. Inmediatamente, microfísicamente, el virus se expande y con él la paranoia y, más letal aún -el mismo film así lo enuncia-, el propio miedo. No tocarse el rostro, lavarse, no sociabilizar, acunarse en celdas virtuales, todas maneras de tratar de paliar lo que no se puede frenar, mientras científicos estudian vacunas y otros divulgan curas milagrosas. La población, en tanto, sigue decreciendo de una manera que, matemáticamente, será grave. Lo que podría ser escenario de mirada desolada, despiadada (como mejor ejemplo bastará cualquiera de las películas de George Romero y sus zombies), se vuelve aquí, por un lado y otra vez, ejercicio narrativo a la Soderbergh (se disfruta, pero...), y por otro, atención precisa hacia la mencionada corrección. Si el escenario mediático es el lugar que inmediatamente cualquiera y desde un sano juicio relacionaría con el miedo y su difusión, Soderbergh lo sintetiza en la sola figura del blogger que interpreta Jude Law, un oportunista que mezcla denuncias con falsa información. Aquí, dos instancias. Por un lado, la aseveración de Law al sentenciar la muerte rápida del periodismo convencional y corporativo ?-reticente a publicar, por "prudencia", lo que sabe-?, y por otro la frase lapidaria que Elliot Gould, científico soderberghiano, le refiere: los blogs son "graffitis con signos de puntuación". El virus social, el virus informático, asociaciones en verdad fáciles, que en verdad nada dicen de lo aparentemente mucho que el film pretende. Es por esto que Contagio se queda en un mero juego de apariencias, las cuales culminan por asumirse como tales y necesarias al todo social. Como si el registro pretendidamente realista que Soderbergh imprime, liberara al film de segundas intenciones. La develación final del "Día 1" dará por tierra la hipótesis del adulterio virósico, no sin antes remedar a la nueva generación desde mismos patrones rituales y moralistas (el baile de la hija y su novio ante la mirada del padre). Mejor cualquiera de los episodios de la serie The Walking Dead o del cómic, afortunadamente comprable en cualquier local de historietas.
Steven Soderbergh es, curiosamente, uno de esos directores cuya carrera es como una montaña rusa: rápida, vertiginosa y con muchos altibajos. Claro, no debe ser fácil para ningún realizador debutar en cine con una película que se lleva la Palma de Oro en Cannes y después tener que sostenerlo en el tiempo. A él le pasó con “Sexo, mentiras y video” (1989). De ahí en adelante fue de delirios como “Kafka” (1991) a comedias livianas como “Un romance peligroso” (1998), y de estar nominado a dos Oscar el mismo año (2002) por dos películas (“Erin Brockovich” y “Traffic”, ganándolo por esta última), a filmar una saga con un mega reparto de súper estrellas (las tres de “La gran estafa”, 2001). Si uno analiza la carrera completa de Soderbergh se dará cuenta que es un director mucho más funcional a Hollywood que a él mismo. Vale decir, cuando quiere volver a filmar lo que a él le gusta, o algo más personal, suele dar pasos en falso como, por ejemplo, ver en su casa “Solaris” (1972) de Tarkovsky y luego hacer una película del mismo nombre, en 2002, para explicársela al público americano despojándola de metáforas, simbolismos y demás. El estreno de “Contagio” parece un resumen de todo lo expuesto anteriormente, o sea un muestrario de la carrera de Soderbergh en todos los sentidos. Algo parecido al racconto de la filmografía de Spielberg claramente visible en su versión de “La guerra de los mundos” en 2004. Punto. Hollywood se las ha arreglado siempre para describir lo bestial, poderoso, tremendo e invencible. Esa amenaza generadora de miedo y paranoia en cualquiera de sus formatos, ya sea un gorila gigante, un terremoto, un avión fuera de control, un tornado, un meteorito que va a chocar contra el planeta, y ni qué hablar de los extraterrestres o el terrorismo. Todos fantasmas que rondan el inconsciente colectivo convirtiéndose en lo que se conoce como cine catástrofe. La mayoría de las veces han sido amenazas palpables o visibles. ¿Pero qué pasa cuando esa amenaza no se puede ver ni controlar? Bien, Soderbergh usa dos generadores de paranoia colectiva al mismo tiempo en “Contagio”: Una enfermedad letal, peor que la gripe A, y la histeria colectiva disparada desde los medios de comunicación con hincapié en las redes sociales. En los primeros 40 minutos el realizador se las arregla para ser absolutamente contundente en su propuesta. Se sabe que el virus N1H1 no sólo no pasó desapercibido para la opinión pública; sino que además instaló en los medios y en la calle una reacción en cadena como pocas veces se ha visto. Así, el espectador se va conectando con todo aquello que vio y escuchó respecto de la transmisión del virus, y asiste a un in crescendo ansioso con planos detalles de gente estornudando, tocando puertas, ventanas, caños de subte, manijas, maníes, y ¡vaya a saber cuanta otra cosa!. Vivo como el hambre, el director instala el miedo y la desesperación en el espectador a partir de conocer perfectamente los mecanismos mediáticos, y la reacción de la población mundial ante semejante epidemia. El guión de Scott Z Burns (quién ya había trabajado con Soderbergh en “El desinformante” en 2009) arranca inteligentemente con en inicio del contagio y un cartel que dice “Dia 2”. El espectador sabrá que falta información y no estará de más pensar en una suerte de McGuffin en este sentido, o sea ese interés generado en el espectador por algo que en realidad no es lo importante. A partir de que Beth (Gwyneth Paltrow) sale de China con síntomas de gripe contagiando a gente que va a otros destinos del mundo, y comienzan a crecer un manojo de historias que no siempre están resueltas al mismo ritmo. El cruce de intereses por el manejo de la situación por parte de las autoridades, científicos calificados (animados por Lawrence Fishburne, Marion Cotillard y Kate Winslet) con la tarea de diagnosticar y tratar la pandemia, un blogger (Jude Law) que empieza a tener millones de seguidores a partir de publicar el nombre de un remedio, además de tirarse contra los laboratorios incluidos en el sistema médico estadounidense y, finalmente, la marca de las consecuencias de semejante catástrofe personificada mayormente en Mitch (Matt Damon), el esposo de Beth. Una historia vertiginosa al principio, con algunos altibajos en la mitad y un desenlace en el cual parecen haber chocado el deseo del director con el bolsillo de los productores, dada la resolución de algunas de las situaciones planteadas tendientes a corregir la incorrección política del realizador como, por ejemplo, instalar a los grandes laboratorios como villanos ocultos y luego desviar culpas hacia el personaje de Jude Law. De todos modos, “Contagio” es una producción entretenida que se da el lugar para algún mini debate, café mediante, a la salida del cine. Tenga cuidado con tocar el pocillo, la cucharita, el respaldo de la silla y el vuelto del mozo...
La última película del director estadounidense Steven Soderbergh nos sumerge en el mundo del miedo, gracias a la paranoia. Enfocándose en el miedo generalizado y el caos que provoca una enfermedad que comienza como un caso aislado y termina siendo una pandemia. el realizador de Traffic nos propone una película conflictuada por demasiadas historias corales. Otro caso de, quien mucho abarca, poco aprieta. Parece que el fin de la humanidad se está convirtiendo en uno de los temas más trillados de los últimos años; el apocalipsis se avecina y siempre de distintas formas: calentamiento global, meteoritos, inundaciones bíblicas y, ahora, una enfermedad de contacto directo que se esparce a la velocidad de la luz. Empieza en China y se expande por el mundo en semanas, estimando que a lo largo de algunos meses el 1% de la población morirá bajo los efectos de este virus desconocido. Gran elenco, demasiados grandes actores con pocos momentos para lucirse, ese es el más básico de los problemas de Contagio. Al tener en la pantalla seis protagónicos con casi seis historias distintas, el foco de la película corre riesgos y tropieza. Las historias oscilan entre una familia destrozada por el virus donde el único que no murió parece ser el único inmune en el mundo; una doctora enviada a estudiar la enfermedad en Chicago, otra doctora enviada a China con el mismo fin, el responsable del Centro de Control de Enfermedades de USA y, por último, un blogger periodista ecologista que se manifiesta en contra de los laboratorios y la forma en que lucran con las enfermedades masivas. El problema principal de la película reside en como por querer contar tantas historias a la vez, el espectador termina sin cerrar ninguna, sumergiéndose en más dudas que certezas. Solo dos historias tienen finales concluyentes, las demás no tienen eso y además tampoco permiten dilucidar aspectos básicos sobre el cómo, cuándo y dónde. Contagio es, al fin de cuentas, una película que genero más expectativa de la que puede satisfacer.
Los aciertos de la primera hora se diluyen sobre el final cuando el filme, incluso, entre en contradicciones. Steven Soderbergh parece haber nacido para filmar esto: un virus avanza velozmente en el globo y mata a gran parte de la sociedad. Su estilo visual, áspero y cercano, con cámara en mano y próxima a los actores, sirve para profundizar en el drama humano. Contagio, que quiere ser thriller pero es, antes que nada, un drama político, está filmado con la urgencia que el director ha sabido imprimirle a otros productos de su factoría. Y es cuando el estilo, por encima del tratamiento, sobresale, que el film encuentra sus mejores pasajes: el comienzo, veloz y sumiendo al espectador en un universo frío, distante y al borde del cataclismo, es ejemplar. Lamentablemente, Contagio se pierde posteriormente un poco por la claudicación de Soderbergh a terminar construyendo algo parecido a un drama convencional y otro tanto porque tras una primera hora donde se pone el ojo sobre los manejos de instituciones como la OMS, la película decide ponerse del lado de las entidades y lejos de la gente. Puede sonar incorrecto, pero es apenas conformismo. Soderbergh, se sabe, es un hombre que ha venido del cine independiente y que ha sabido instalarse en la industria como una rareza o anomalía: no otra cosa fueron películas como Un romance peligroso, Vengar la sangre o su versión de Solaris. Pero también ha sucumbido con productos como Traffic o La nueva gran estafa, películas complacientes y poco disfrutables, mucho menos personales. Contagio parece ser una extraña fusión del Soderbergh más popular (el aspecto de thriller, el gran elenco, el tema caliente) con el menos convencional (los personajes carecen de lazos emocionales, todo está mostrado con mucha distancia merced a la fragmentación del relato coral, el ritmo es propio y personal, no hay un final feliz ni redenciones a la vista), y lo que queda es un film que si bien tiene sus momentos felices y acertados, tanto desde lo formal como desde lo temático, termina complicándose por sus propias indefiniciones. Como ejemplo sirva el personaje de Matt Damon, un padre que no logra caer en que su mujer y su hijo han muerto, mucho menos en que la esposa lo estaba engañando. Mitch, así se llama, atraviesa todo el film con una intensidad marcada, tratando de sostener un “está todo bien, sigamos para adelante” que lo termina enterrando en una necedad inconducente. Pero al igual que del resto de los personajes, de Mitch sólo vemos algunas actitudes, intuimos un poco su interior. Y esto es así porque Soderbergh decide contar todo episódicamente, sin hacer centro en ninguno de sus personajes y sin tomarse el tiempo suficiente como para que podamos identificarnos con los dramas de sus criaturas. El inconveniente es que a la hora de cerrar el asunto, llegada cierta instancia definitoria, Contagio exige un compromiso, una emoción, que invariablemente se escabullen. Y el film se queda un poco congelado en su cáscara hermosa pero vacía de contenido, sin saber qué decir ni cómo concluir esto. La falta de centro donde anclarse es el gran acierto de la primera parte de Contagio, pero a la vez su cruz cuando se exige otra cosa. Sin un centro emocional, la solución o no de los conflictos se nos hace poco relevante, mucho más cuando desde lo político el film parece condenar la libertad de expresión y defender el punto de vista de las empresas farmacéuticas, centrales en el asunto. Y allí otra vez, en otra de las contradicciones en las que incurre Soderbergh, cómo negar la belleza de la última secuencia, una sucesión de causas y efectos que desembocan en un final pesimista, si está usada para el mal.
La carrera de Steven Soderbergh es despareja y Contagio se hace eco de esa irregularidad. Película y director se homologan. Efectivamente, esta última película es despareja e irregular, y de hecho sería todo un hallazgo que no lo fuera porque abre tantas subtramas que termina perdiéndose por los vericuetos de las distintas historias y varias líneas quedan resueltas de manera apurada; el buen pulso narrativo de la primera mitad se acelera torpe en la segunda. Hay una mayor pericia para contar el caos y el pánico; en esos momentos la película vuela, fluye, entretiene. El argumento es tan trillado como atractivo: un virus se propaga cual peste, no importa mucho cómo ni qué síntomas lo declaran sino que la gente muere y rápido. Hoy por hoy solo basta con un par de tweets para que el pánico se apodere de la sociedad y no hay posibilidades de que nada se esconda demasiado. “Viralizar” ya no se aplica meramente a la ciencia ni es un concepto que manejan dos anteojudos con bata de laboratorio. Las palabras obedecen a una lengua que es social y muta, se transforma junto con la manera de comunicar y comunicarnos, como un virus, y de eso se trata Contagio. La hipótesis principal parece postular que es mejor que bajemos un cambio porque nada, ni siquiera la muerte, es para tanto. Así, personajes que sugieren convertirse en protagonistas absolutos, quedan a mitad de camino sin mayor preámbulo ni consecuencias, nadie es imprescindible. Lo mencionábamos antes, Contagio trabaja muchas líneas argumentales, como si fuera un esquema de enlace químico, se desprenden dos más importantes: la gente –ese colectivo inclasificable que está tan de moda usar–, la individualidad, la enfermedad y la supervivencia vividas en tanto personas; y las instituciones, el gobierno, los medios de comunicación, que a su vez están integrados por personas. Todo se conecta al tiempo que se desglosa. Por el lado de las instituciones se baraja demasiado. El gobierno –que siempre es el norteamericano– no quiere que este tema llegue a los medios, pero un periodista con un blog muy visitado hace desastres por Internet con la simple tarea de contar todo lo que se le cruza por delante –intereses aparte, la película lo deja claro–, y el miedo se apodera de la población, al menos de la que habita al norte del continente que como bien sabemos para algunas películas representa el mundo todo. Se trabaja en la creación de una vacuna, se aísla gente, se mueren miles, se trata de explicar cómo es que se genera una pandemia, pero nada de eso importa mucho y de todo ese gran conjunto lo interesante es cómo nos informamos, y cómo los medios tradicionales pierden poder en manos de las redes sociales que suponen ser las únicas democráticas con llegada masiva. Soderbergh no parece tener una opinión formada al respecto porque al mismo tiempo nos dice que ese exceso de información en determinados casos no genera otra cosa que estar más desinformados –no por nada el personaje más revulsivo es el periodista–, y si se mete en un conjunto desinformación más miedo el resultado es el caos absoluto y la vuelta a un estado de naturaleza en el que solo sobrevive el que tiene más balas. Por toda esta mirada de la sociedad es que el final, tranquilizador y de gente prolija esperando por una vacuna, es tan idiota como inverosímil. Por el lado de la gente hay varias historias más o menos débiles, pero solo basta ver los ojos de Matt Damon para quedarse con esa. Su personaje es un tipo desempleado al que se le muere la mujer, que resulta ser nada menos que la primera infectada luego de un viaje a Hong Kong; él es inmune y queda solo con una hija adolescente fruto de un matrimonio anterior. Todo su trabajo consiste en sobrevivir y evitar que la hija se contagie. En torno a Damon (Mitch) giran los mejores momentos de Contagio. Son instantes en los que el vértigo de contar mil cosas se detiene y la película descansa en un simple gesto de Mitch o de su hija, en una bajada de cabeza al saber que su esposa le fue infiel justo cuando ya no tiene sentido enojarse. Mucho de lo que puede decirse sobre ese pobre tipo que de la nada perdió casi todo se dice a través de un emoticon en una pantalla de celular; la hija habla poco pero escribe, no puede ver al novio y su único contacto y regularidad con eso que antes era una vida adolescente es un mensaje de texto. Sabemos que vacuna mediante –inverosímil también– la sociedad volverá lentamente a la normalidad. En ese instante Contagio pone en pantalla una de las escenas más bellas del año: Mitch le arma a su hija en el living de su casa una fiesta de promoción con más voluntad y amor que guirnaldas y a la que solo asiste el noviecito recién vacunado. Mientras la hija baila, Mitch encuentra la cámara fotográfica, sentado solo en la pequeñez de un armario revisa las fotos y ve a su mujer en diferentes momentos del viaje, feliz, sabemos que fue más o menos por ahí que le fue infiel al marido y se genera una leve tensión con cada imagen de ella. Nadie quiere ver lo que ya se sabe y por ese mismo motivo la cámara de Soderbergh se aleja, respetando la intimidad y el llanto desgarrado de un tipo que no da más. No llora por lo que quizá puede haber visto, sólo llora por ella que no está. Contagio termina ahí, con el padre de ojos llorosos yéndose por un pasillo después de sonreírle a la hija. Lo más parecido a la cotidianeidad y la vida, lejos de la catástrofe y el caos. Para cerrar los círculos en ese esquema hiperconectado, mientras pasan los títulos se muestra la cadena de contagio, pero quizá solo sea para que se te desestruje un poco el corazón después de ver llorar a Matt Damon.
H1N1 con delay Contagio es el nuevo trabajo como director del reconocido Steven Soderbergh, que logró juntar a un gran número de estrellas para entregar un drama de suspenso, que es bueno, pero que nada tiene que ver con el despliegue que uno se imagina después de ver el Trailer que nos venía machacando la cabeza por todos lados, sobre en You Tube donde lo vi al menos, 15 veces. La película tiene el sello de su personalidad, imprimiéndole seriedad y credibilidad a la historia que quiere contar. Un ejemplo parecido a este, aunque con distinta temática (y ritmo) es "Traffic", también dirigida por Soderbergh, con la que se ganó a sí mismo en el 2000 por la competencia del Oscar al Mejor Director (también estaba nominado por Erin Brockovich). El tipo tiene talento para la filmación, eso es innegable, logrando que el espectador se crea totalmente lo que está queriéndole vender. El manejo del contagio de la epidemia, los organismos que intervienen, la composición de los personajes que se exhiben, son todas aspectos muy bien logrados que hacen que uno se de cuenta que está ante una producto de calidad. Ahora... hay una cuestión donde es bastante irregular y donde a veces no logra enganchar al público... Esto es, en el impacto de la historia, que en este caso parece el relato de un noticiero durante la gripe A H1N1, pero actuado por grandes luminarias de Hollywood. Definitivamente le faltó un poco de más de suspenso, de drama, de chimi churri, de picante.. no se si se entiende. Leí por ahí que Steven Soderbergh estaba super divertido con el hecho de matar a sus estrellas en el film, cuestión que está muy bien, porque impacta y desconcierta de una manera interesante, que no pasa desapercibida para el público, pero por otro lado un se queda pensando... se le subió un poco los humos y se creyó que sólo con su narración y puesta en escena le bastaba para generar el gran "boom" taquillero... hay algunos artistas que están poco aprovechados y que parecen colocados en la historia por puro capricho del director, como diciendo... "miren los lujos que me puedo dar con mi reputación", "puedo matar a Gwyneth Paltrow en los 5 primeros minutos de la película". El trailer vende otra cuestión, otra participación de los actores, que seamos sinceros, fueron el atractivo principal para asistir al cine a ver esta cinta. Bueno.. si esperás más de 10 minutos de Kate Winslet o Gwyneth Paltrow, te vas a decepcionar, aunque si superás ese tema, hay otras cuestiones interesantes. Una peli disfrutable, que engañó un poco por haber vendido un trailer que no es, pero que plantea un tema actual como lo son las epidemias, con madurez, precisión y pericia fílmica. En el campo de la trama picante... se quedó un poco corta.
Publicada en la edición impresa de la revista.
Una de Virus Steven Soderbergh dirige esta historia de pandemia y crisis sanitaria, no lo hace ni con estridencias o barullo marketinero de escenas tremendas sino con austera pretensión de entregar un guión que atrae por ratos, y otros no tanto. Desde iniciada la trama -con Gwyneth Paltrow en un aeropuerto de Hong Kong con rasgos de haber contraido algún virus enfermizo- y hasta bien entrada la historia, este realizador muestra un atractivo filme de inmejorable edición -el montaje es bueno-, pero luego todo se aletarga un poco con demasiado discurso y búsqueda nerviosa de lo que produjo la cosa. Hay en el medio, un periodista rebelde bloguero que denuncia (Jude Law), un médico responsable y ético (Laurence Fishburne), el marido del personaje de la primera enferma (Matt Damon), otra especialista (Kate Winslet), una médica más que viaja adonde parece está el origen de todo (Marion Cotillard) en la parte que quizás parece más descolgada de la historia, y tambien en breves roles actores de la valía de Elliot Gould o John Hawkes, sin dejar de mencionar a esa estupenda actriz -va de Dra. también- llamada Jennifer Ehle, que parece un calco total de Meryl Strepp en lo físico y rostro, y que es quién más se juega en el relato como "Conejito de indias" de la ansiada vacuna. Sin las dosis elementales de espectacularidad ni de escenas tensionantes, Soderbergh contruye un filme que al espectador por momentos sorprenderá un tanto con las dudas del mundo sobre el cual estamos parados y a expensas de cualquier situacion límite, nadie dejará de relacionar todo esto con la pasada Gripe porcina del año 2009.
El abismo de lo inexplicable En “Traffic”, Steven Soderbergh ya había mostrado su habilidad para realizar filmes corales, con historias que se tocan apenas, o se reúnen en torno a una temática; por supuesto reuniendo un destacadísimo elenco. En “Contagio”, lleva esta idea al extremo, en torno a una plaga que se multiplica exponencialmente por el mundo. La historia arranca en el “Día 2” de la expansión del virus. Beth Emhoff, una estadounidense que vuelve a Minneapolis desde Hong Kong (con una particular “escala” en Chicago), comienza a manifestar síntomas de enfermedad, al igual que el joven chino Li Fai, una escort ucraniana que vive en Londres, un japonés y un hombre llamado John Neal, curiosamente de Chicago. La muerte los sorprende a todos y a algunos de sus allegados. En el caso de Emhoff, su marido Mitch parece inmune a la enfermedad. Rápidamente llegan las reacciones: el Centro de Control de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) empieza a desplegar su respuesta: liderado por el doctor Ellis Cheever. Otro tanto hará la Organización Mundial de la Salud (OMS), enviando al Asia a la doctora Leonora Orantes. Así se empiezan a despegar diferentes historias interconectadas, pero nucleadas en torno a esas tres principales: la del viudo y su hija (alguna clave hay en la viajera fallecida), la de los implicados en la búsqueda de la vacuna, y la de la médica que se verá retenida en Hong Kong por imprevistos factores. Todo esto mientras el mundo amenaza con desmoronarse ante la crisis: como rezan los afiches promocionales, “nada se expande como el miedo”. En medio del caos, no faltará el comunicador inescrupuloso, el blogger amarillista Alan Krumwiede, dispuesto a beneficiarse en medio de la catástrofe. Falibles y mortales La cinta se convierte así en una mezcla de “Y la banda siguió tocando” con un filme catástrofe clásico, pero la mano de Soderbergh y el guión de Scott Z. Burns ponen distancia con los productos de Roland Emmerich. Porque acá no hay científicos ni militares devenidos héroes, ni el típico personaje que desde el vamos uno sabe que se va a morir. Acá la clave es la suerte, o un genoma que predispone a resistir al violento virus. Se despliega así un relato ágil, lleno de flashbacks, donde las cámaras retratan lo que no se ve fuera del microscopio: congelando por un segundo una mano, un roce, un estornudo, cualquier momento de transmisión del escurridizo germen. Y la carnadura humana se apoya en un conjunto de actores que logran darles dimensión a sus personajes, a pesar de que por las características del filme no puedan lucirse. Tal vez Damon se muestre más (como lo hiciera en “Más allá de la vida”, el también coral relato contado por Clint Eastwood): él representa al hombre común, la pasiva víctima que sólo quiere proteger a su hija, lo único que quedó de su familia. Laurence Fishburne le da vida a un falible Cheever, Kate Winslet encarna a una esforzada doctora Erin Mears, Marion Cotillard le pone el cuerpo a la sensible Orantes y Jude Law hace lo propio con el detestable Krumwiede. Jennifer Ehle da la sorpresa con su doctora Ally Hextall, capaz de experimentar sobre sí misma, y Elliott Gould hace de taquito a su doctor Ian Sussman. Gwyneth Paltrow tiene poco margen, pero lleva la responsabilidad de encarnar a la “index pacient”. Como curiosidad, los fanáticos de CNN verán al conocido presentador médico Sanjay Gupta haciendo de sí mismo. Con ese arsenal se teje una trama que tal vez no sorprenda demasiado (puede que alguno se decepcione con el final “lineal”, más allá del ingenioso último flashback) pero que se encarga de mostrar en todas sus luces y sus miserias a un grupo de humanos mortales, y sus reacciones ante el miedo a la muerte invisible: el aterrador abismo de lo inexplicable.
El caos mismo Steven Soderbergh sabe lo que es trabajar con elencos rutilantes, ya lo hizo en Traffic y en la saga de La Gran Estafa. La coyuntura elegida para Contagio, su nuevo friso coral, no podía ser más espeluznante. Las pandemias que sacudieron el mundo en la última década, así como el pánico a gran escala que aquellas ocasionaron, aparecen exaltadas aquí bajo la apariencia de un virus devastador que se esparce frenéticamente alrededor del globo...
Una Pandemia puede surgir en cualquier momento, sin que nosotros seamos concientes de ello hasta quizás cuando sea muy tarde para hacer algo. Aún así vivimos normal, sin preocuparnos por un hecho tal. Pero películas como “Contagio” hacen que uno de repente entre en una paranoia total respecto a los peligros que representan actos de la vida cotidiana tales como saludar a una persona o viajar en el subte. Steven Soderbergh ha hecho un trabajo genial al llevar a la pantalla una situación tal como una epidemia que todos sabemos que puede pasar pero sobre la cual no reparamos para tomar conciencia. De todas formas no hay mucho que podamos hacer para prevenir ya que la mayoría de los contagios son por actos ingenuos y quizás inintencionados. Por ese motivo uno termina perseguido al ver el film porque por mas que lo intentara, en una situación así, seria prácticamente imposible evitar la propagación y por sobre todos sentirse protegido. La película, que cuenta con un elenco bastante amplio, trata de reflejar la vida de varias personas en una situación en la cual un virus nuevo comienza a tomar vidas alrededor del planeta y no existe una cura que pueda evitar la propagación. Es así que un problema que se creía controlado de a poco comienza a convertirse en un caos. La linealidad de la historia es muy buena ya que desde el primer momento se centra en la trama principal, arrancando con una intro que presenta situaciones de la vida diaria que podrían llevar a un posible contagio. De esta forma el film pone desde un comienzo el tono de la historia para preparar a la audiencia sobre el tema. Juega a favor, y es muy acertado, que cada uno de los personajes principales no se cruzan (salvo en breves momentos) haciendo que cada uno tenga su propia historia y su protagonismo. Ademas mantiene el film bastante dinámico ya que constantemente vemos situaciones diferentes en la que cada uno de ellos se ve involucrado. Las actuaciones son bastante buenas, cosa que generalmente no es así cuando hay un elenco tan grande, pero esta vez debo admitir que lo que se apodera de uno es mas que nada la propia temática de la peli, la historia y el hecho de que uno pueda sentirse victima de una situación así, lo cual juega a favor del film. Simplemente prometió y cumplió. Es una buena recomendación dentro de la cartelera de esta semana. Estoy seguro de que cuando vayan a verla y vuelvan van a tener ganas de bañarse en alcohol en gel ;)
Steven Soderbergh es un gran director, esto no es ningún descubrimiento, pero hay que destacar el trabajo que hace en su última película “Contagio”. Soderbergh nos mantiene pegados a la pantalla, con un clima muy tenso, y una premisa tan simple como el egoísmo y como toda una civilización, supuestamente hiper-evolucionada, puede derrumbarse en segundos. Una película con un elenco de súper estrellas, donde todas están bien, y donde cada personaje es importante, desde el pequeño papel de Gwyneth Paltrow (acá Soderbergh hace la gran Hitchcock con Janet Leigh) hasta Matt Damon. Todos están geniales, pero voy a destacar a Laurence Fishburne, que interpreta a el Dr. Ellis Cheever, quien tiene que soportar en sus hombros las miradas del mundo entero cuando lo juzgan por cuidar a sus seres queridos. Kate Winslet, también esta genial como siempre a pesar de tener un papel que se puede llamar chico, ella refleja al profesional que ama su vocación y lo lleva hasta las ultimas consecuencias. Y Matt Damon, es un hombre cualquiera, que debe soportar el dolor de perder a su familia y tratar de defender lo ultimo que le queda. También es destacable Jude Law, que representa a un Bloguer que se dedica a desmentir a las grandes corporaciones farmacéuticas. De todas maneras, hay algunas historias que no se terminan de desarrollar bien, como la de Marion Cottillard. La paranoia y la supervivencia están perfectamente representadas por Soderbergh y el guión de Scott Z. Burns. También el estilo del director se ve en los planos estilizados el uso de los colores y la cámara intimista. La película esta muy bien lograda, pero de todas maneras deja la sensación que podrían haber ido mas allá. “Contagio” no es nada nuevo bajo el sol, pero en estos momentos de remakes hay que aplaudir un guión original. Quizás algo para decir en contra, es que la peli tiene una meseta donde cae un poco, pero levanta en los últimos minutos. La película te remonta en todo momento a la mini paranoia vivida por la gripe H1N1, y eso no es nada comparado a lo que pasa en la película. Pero en ese momento vimos lo que una enfermedad puede hacerle a nuestra sociedad. Todo se paralizo, y las empresas especularon, tuvieron su rédito mientras nosotros nos volvíamos locos por un poco de alcohol en gel y un barbijo.
Esta es otra película de Steven Soderbergh, artesano inteligente y todo terreno si los hay. Pareciera que no hay género que le resulte intocable ni en el que pueda generar, al menos, una gran película. Contagio quizás no sea lo mejor de la obra de Soderbergh - el tema no es original, y hay un par de vueltas de tuerca discutibles -, pero es un gran filme y uno muy recomendable cuando uno quiere entretenerse con algo que le flexione los músculos a las neuronas. Contagio es la crónica de una epidemia, y es posible que haya surgido de las pesadillas sufridas por el libretista Scott Z. Burns tras el incidente de la H1N1, la dichosa gripe porcina que pareció estar regada por todo el mundo. Es cine catástrofe pero hecho de una manera científica y seria, con los pies en la tierra: acá no hay conspiraciones ni héroes (y me gustaría decir que no hay villanos ni curas de último momento, pero lamentablemente los hay y con ello la película intenta fabricar el climax) y todo transcurre de manera normal, lenta pero inexorable. Eso no quita que en un momento se vean paisajes apocalípticos, con filas interminables de coches pretendiendo salir de las ciudades, gente enfundada en trajes atmosféricos recorriendo calles oscurecidas por montañas de bolsas de basura, y larguisimas fosas comunes a donde van a par mas de uno de los protagonistas. Porque aquí, si bien el elenco es multiestelar, también es cierto que caen como moscas. Gwyneth Paltrow es la primera de la lista, y no dura ni cinco minutos en pantalla. La Paltrow regresa en flashbacks, ya que a través de ella seguimos el origen de la enfermedad. Mientras tanto tenemos a: 1) autoridades de la salud, políticos imbéciles, y burócratas de la seguridad nacional peleando por obtener el manejo de la situación; 2) vivillos de turno que quieren sacar una tajada monetaria a todo el asunto; 3) científicos abnegados que van tras la cura, desoyendo órdenes si fuera necesario; 4) una investigación cuasi policial para dar con el origen de la enfermedad; 5) el drama familiar del esposo de una de las víctimas, quien pierde a media familia de la noche a la mañana y debe encargarse de pelear por la superviviencia de la única hija que le queda en medio del caos generalizado. Todo esto culmina en un ensamble dramático muy bien aceitado. Uno puede seguir cada una de las historias a la perfección, aunque hay un par que - por su efectismo - desentonan con el resto del relato. Por ejemplo, un blogger - interpretado por Jude Law - que maneja a sus 12 millones de seguidores y los manda a comprar un placebo, diciéndoles que es la cura de la enfermedad mientras se llena los bolsillos con coimas de los laboratorios que lo fabrican. El otro punto es el secuestro de la investigadora de la OMS Marion Cotillard, que es un dispositivo del libreto para diferir hasta último momento la revelación del paciente cero (o del dia 1, cómo se originó la enfermedad). Las actuaciones son uniformemente buenas, pero se destaca Matt Damon - como el padre que debe sobrevivir no sólo a la muerte de su esposa e hijo, sino también a las revelaciones de la vida secreta de su mujer y debe proteger como puede a su restante hija - y, en especial, Lawrence Fishburne. Su personaje - como director del Centro Nacional de Enfermedades - está cargado de humanidad y paternalismo; aconseja, protege a los suyos, entiende la carga de sus subordinados y les presta un oído, y es capaz de realizar sacrificios impensados. Es un rol interpretado con mucha sutileza. Contagio es una película entretenida y muy inteligente. Es un thriller cerebral, así que no esperen acción o efectos especiales; lo suyo pasa por lo sicológico, por recrear la situación de paranoia que todos vivimos con la H1N1 y llevarla un par de pasos más allá. Quizás el final - supuestamente feliz - se vea forzado por esa necesidad que tiene Hollywood de darnos si o si una luz de esperanza a una situación angustiante pero, por lo demás, es un filme más que competente que intenta demostrar una tesis y lo hace con éxito.
¡Hipocondríacos y paranoicos a abstenerse! Si hay gente que le tiene pánico a las cosas de todos los días (a ese contacto que en cuestión de segundos puede transmitirnos desde lo más leve hasta lo más grave), el nuevo film de Steven Soderbergh ("Erin Brockovich", "Tráfico", trilogía "La Gran Estafa"), lo aumenta. ¿Por qué? Porque el director elige resaltar el realismo de algo que puede sucedernos en cualquier momento y con dimensiones inimaginables, lo cual nos deja pensando en los asuntos relacionados con la higiene. Un claro ejemplo es lo sucedido con la reciente Gripe A (H1N1). "Contagio", escrita por Scott Z. Burns ("Bourne: El Ultimátum", "El Desinformante"), sigue el rápido progreso de un virus que se encuentra en el aire, que es mutable y que mata en cuestión de días. La narración, se inicia en el día número 2 de lo que será rápidamente el estallido de una pandemia mundial y nos presenta a la "paciente cero", que resulta ser una ejecutiva de una empresa (interpretada por Gwyneth Paltrow) que regresa a su hogar en Minneapolis tras asistir a reuniones de negocios en Hong Kong. Lo que aparenta ser sólo el cansancio normal del viaje (el famoso "jet-lag", síndrome de los husos horarios), o los síntomas de una gripe común y corriente, a los pocos días se transforma en algo fatal, por lo que su desconsolado esposo (encarnado por Matt Damon), ni los propios médicos, logran entender la causa. Horas después, el pequeño hijo de ambos, se contagia y repite la historia. A medida que la epidemia crece en otras ciudades como Chicago, Londres, París, Tokio y obviamente Hong Kong (donde los números se multiplican con rapidez debido a la fácil propagación del mismo), los directivos, investigadores y médicos pertenecientes a los Centros de Control y Prevención de Enfermedades y a la Organización Mundial de la Salud, luchan junto con las autoridades del Departamento de Seguridad Nacional para encontrar una cura y controlar el pánico que se extiende más rápido que el propio virus. Claro que al mismo tiempo, y mientras un bloguero y activista británico (a cargo de Jude Law) declara que al público no se le está diciendo la verdad sobre lo que realmente sucede y su posible cura, la gente común lucha por protegerse a sí misma y por sobrevivir en una sociedad en descomposición que refleja -como en toda catástrofe y a través del "sálvese quien pueda"- el caos, los saqueos, la violencia y lo peor del ser humano. A medida que se presentan los hechos, la película también plantea, con tono dramático, el proceder de las autoridades del mundo, el estudio y análisis del virus, el proceso de creación de una posible vacuna y los intereses que se persiguen alrededor de la misma, por la que se generará un debate sobre quién la recibe primero. Nadie es inmune al miedo dice el lema de "Contagio", película que sin duda nos provoca ese sentimiento porque esta ficción toca un tema real. Si bien no nos presenta nada nuevo en lo que respecta a la temática de las pandemias, el principal atractivo de este thriller de tono apocalíptico es la estructura de la narración (se destacan la edición y los aspectos técnicos), la cual desarrolla historias paralelas y diferentes perspectivas de lo que genera este virus mortal. Por supuesto que a ésto se suma el elenco de estrellas que forma parte del mismo. A los ya mencionados Paltrow, Damon y Law, se suman Laurence Fishburne (como el director adjunto del CCE), Kate Winslet (como una oficial del Servicio de Inteligencia Epidémica del CCE), Marion Cotillard (como una epidemióloga de la OMS), Bryan Cranston (un militar que trabaja en el CCE) y Jennifer Ehle (como una científica a cargo de la investigación del virus). ¿Un consejito? Ni bien se retiren de la sala de cine, vayan directo a lavarse las manos, no tomen colectivos, pásense alcohol en gel y no toquen ni hablen con nadie.