Dos armas letales es una excelente opción en la cartelera de cine cuando se busca pasar un buen momento con acción, buenos actores y una historia bien armada. Lo mejor por lejos es la brillante y creíble química entre Denzel Washington y Mark Wahlberg que te deja con muchas ganas de volver a verlos en cualquier otra...
Thunder buddies for life Si tuviera que definir sobre qué trata Dos Armas Letales, diría que es una película sobre quién la tiene más grande. Una película en la que todos se la pasan midiéndose las pijas durante la totalidad del metraje. Bobby (Washington) con su partner Stig (Wahlberg), con el narco Papi Greco, con el agente de la CIA que interpreta Bill Paxton, y como no podía faltar, hasta con un toro. Todos con (y contra) todos. La de Kormákur es una película construida exclusivamente para que sus estrellas brillen. Acá no importa nada, ni la trama, ni el giro principal -que ya se deschava en el tráiler de más de tres minutos- ni el desenlace, y menos que menos si alguno de los personajes secundarios muere. Lo único que importa son las actuaciones. Denzel Washington y Mark Wahlberg son las vedettes de esta película...
Si algo funciona en este thriller es su irrefrenable catarata de gags y la química existente entre sus protagonistas. Bobby Trench (Denzel Washiington) y Marcus Stigman (Mark Wahlberg) son un agente de la DEA y un oficial de Inteligencia Naval que trabajan de manera encubierta y tienen que robar un banco. Pero como de acción se trata, tras sus pasos se lanzan miembros de la mafia y agentes de la CIA que reciben porcentajes del dinero "non sancto". Dos armas letales, de Baltasar Kormákur (Contrabando, también con Wahlberg), logra mantener el interés del espectador hasta el último minuto en medio de una trama que tiene ola de traiciones, dinero sucio, un traficante mexicano (Edward James Olmos) y un agente siniestro (Bill Paxton) que busca a la dupla protagónica. El relato aparece atravesado por el humor y la tensión (ninguno de los dos conoce la verdadera identidad de su compañero), a los que se suman correctas secuencias de acción a las que el realizador imprime un ritmo frenético. El dinero funciona, una vez más, como móvil de las ambiciones desmedidas de agentes corruptos. Basada en una novela gráfica publicada en el 2008, el film encuentra - y une- a estos dos personajes que se encuentran a ambos lados de la ley: un policía que no vive según los códigos de honor y a un tirador que fue declarado desertor. Ambos se ven impulsados para obtener el dinero que pertenece a una peligrosa organización criminal y caen en sus garras. Y hasta son colgados ante un toro feroz. Dos armas letales sigue los pasos de los relatos clásicos de acción y agrega una refrescante catarata de chistes que el público disfrutará en medio de tanto peligro.
Opuestos complementarios El título Dos armas letales remite bastante al de Arma mortal y la asociación que buscó la distribuidora local no es antojadiza. Esta nueva película de ese sólido artesano del cine de género que es el islandés Baltasar Kormákur tiene bastante de esas buddy-movies como la que protagonizaron Mel Gibson y Danny Glover o 48 horas, pero también de los diálogos y las situaciones extremas del pulp tarantinesco, de la estilización de Tony Scott, del noir a-lo-Elmore Leonard, del desparpajo del cine clase B y, claro, del espíritu del cómic bien sangriento (está basada en la aclamada novela gráfica de 2008). Con todos esos elementos, y con la presencia de dos excelentes actores como Mark Wahlberg y Denzel Washington, podía esperarse más que un aceptable film, de esos que se disfrutan sin demasiadas exigencias, pero que nos dejan con gusto a poco, con ganas de algo más. Y no es culpa de los protagonistas. Los dos astros (sobre todo Wahlberg, que venía de trabajar con Kormákur en la superior Contrabando) son lo mejor del film porque entienden cómo combinar el humor y la acción, y jugar con las contradicciones de sus personajes opuestos (el desinhibido, algo irresponsable de MW vs. el serio, contenido y riguroso de DW). La trama es un delirio, una acumulación de confabulaciones, traiciones, vueltas de tuerca y golpes de efecto que incluyen desde millonarios robos de bancos hasta la presencia de agentes de la CIA, del FBI, de la DEA, de la inteligencia militar y de los carteles mexicanos de la droga, todos -por supuesto- persiguiendo a nuestros dos antihéroes que, a pesar de sus diferencias, no tendrán más remedio que unir fuerzas para sobrevivir. Si Wahlberg (se) divierte y Washington impone su habitual presencia en cámara, el director de Invierno caliente le dedica buenos momentos a los secundarios más delirantes (Bill Paxton y Edward James Olmos), pero por momentos diluye el disfrute de las coreográficas escenas de acción apelando a demasiados cortes de montaje. De todas formas, el uso más bien austero de efectos visuales y la apuesta al humor negro son dos características que se agradecen dentro de una película limitada, pero en definitiva bastante agradable.
Dos armas mortales El islandés Baltasar Kormákur vuelve a Hollywood con Dos Armas Letales (2 Guns) luego de filmar en su país de origen la asfixiante Lo Profundo (estrenada en el último Festival de Mar del Plata) con este thriller que lo vuelve a unir con Mark Wahlberg después de haber trabajado juntos en Contrabando (Contraband), que lamentablemente en nuestro país fue enviada directo a DVD. Dos Armas Letales seguirá la historia de dos agentes de la ley de encubierto detrás de un poderoso narcotraficante de México. La cuestión es que estos agentes no trabajan juntos y de hecho no conocen que uno colabora con la DEA y otro con la Inteligencia Naval. El problema para ellos se desata cuando roban unos cuantos millones de dólares ubicados en un pequeño banco de los Estados Unidos y sus identidades salen a la luz, poniendo un importante precio a sus cabezas por parte de la mafia, un misterioso agente y sus propias agencias que quieren silenciarlos para que tamaño desastre no salga a la luz. Este nuevo film de Kormákur se basa en la novela gráfica homónima publicada por Boom! Studios y parte desde la citada historia para desplegar un interesante thriller con muchos condimentos cómicos que luego derivarán en una buddy movie influenciada por aquel film de Michael Bay llamado Bad Boys. Sí, las firmas de Bay como la ampulosidad, los planos cancheros y los helicópteros sobrevolando los cielos son únicas de su cine (?) y por eso Kormákur sólo toma como referencias el tono cómico y la importancia de girar toda la maquinaria alrededor de la pareja protagónica, aunque a veces la fuerce un poco con algunas vueltas de tuerca algo innecesarias. Si desglosamos el nombre para nuestro país de Dos Armas Letales veremos que causalmente o casualmente corresponde a la citada Bad Boys (en España llamada Dos Policías Rebeldes) y también con Arma Mortal (que sería Lethal Weapon, pero cuya traducción literal es Arma Letal). Es que 2 Guns toma como punto de partida las citadas ideas del film de Miguelito Bahía, pero la relación de la pareja protagónica se corresponde bastante más a la buddy movie policial por excelencia que protagonizaron en el pasado Mel Gibson y Danny Glover. Allí en los clásicos de Richard Donner había un protagonista que seguía los procedimientos de manera minuciosa y el otro que era pura espontaneidad y locura. Acá en Dos Armas Letales encontramos un contrapunto y una amistad a desarrollar entre ambos al igual que en las Arma Mortal, algo que las distancia de las obras de Bay porque allí sus estrellas ya cuentan con una estrecha relación. Mark Wahlberg y Denzel Washington presentan un mismo objetivo (salvar su vida principalmente) y maneras totalmente opuestas para llevarlo a cabo. Están en ese tironeo cómico de quién la tiene más grande, el humor negro y en el entramado, traiciones y delirio de su historia, las principales virtudes de la película que presenta a un Marky que sigue en su franco ascenso y vuelve a demostrar que la comedia es un género que le queda cada día mejor y a un Washington que regresa para sacar a relucir ese característico carisma con un papel que es resultado de la mezcla del Tobin Frost de Protegiendo al Enemigo (Safe House) y el Alonzo Harris de la excelente Día de Entrenamiento (Training Day).
Efectiva súper acción Si de películas de acción se trata, Dos armas letales (2 Guns, 2013) es uno de los grandes films del año. En esta película quedan de lado los efectos especiales para darle carnadura a los personajes, base poderosa del relato, en una trama tan atractiva como funcional. Robert “Bobby” Trench (Denzel Washington) y Marcus “Stig” Stigman (Mark Wahlberg) están metidos en el tráfico de drogas. O en realidad no, porque ambos son agentes infiltrados, el primero de la DEA y el segundo de la Marina. Ni ellos lo saben. Sus irracionales personalidades los llevan a contactar al capo mafia de uno de los más grandes carteles de México. Al no lograr realizar la transacción roban el banco donde el tipo guarda sus 3 millones de dólares. Lo que descubren en el asalto es que hay 40 millones sobrantes en la bóveda. Cuestión que despierta una persecución asesina del verdadero dueño del motín (involucrado no sólo en el narcotráfico sino en cuanto negocio ilegal haya en la zona) hacia los protagonistas. Dos armas letales no busca el realismo ni el thriller de connotaciones políticas, aunque haya algún que otro diálogo áspero al respecto “No hay un mundo libre, sino un mercado libre” dice el agente de la CIA que interpreta Bill Paxton. Lo importante en este film de Baltasar Kormákur son los personajes (la dupla protagónica, la chica en cuestión, el villano con argumentos) y las relaciones que se tejen entre ellos como en los mejores exponentes del género, al mejor estilo Arma Mortal (Letal Weapon, 1987) o Duro de matar (Die Hard, 1988). Caras conocidas, tanto Denzel Washington como Mark Wahlberg (que cada vez demuestra mayor versatilidad en sus composiciones) aportan el oficio y carisma necesarios a la película. Por su parte Bill Paxton compone a un despiadado villano que disfruta aplicando métodos de tortura, y también tiene participación Edward James Olmos, en un papel menor. Todos en un nivel de actuación deliberada, para deleitarse con los avatares de la historia. Una manera eficaz de contar la trillada historia del infiltrado. La trama basada en la novela gráfica –o comic- de Steve Grant publicado en 2008, tiene los vericuetos apropiados para anteponer a la dupla protagónica a más de una situación irrisoria de la que deberán salir ilesos. En definitiva, acompañamos y disfrutamos de los personajes tanto, que queremos ver sus reacciones ante los difíciles obstáculos que la historia les impone. Divertida, entretenida y plagada de hilarantes diálogos, Dos armas letales tiene ese plus que debe tener toda película de acción para que la fantasía enfrente a la injusticia y salga victoriosa, una vez más.
Nada es lo que parece Las historias policiales (o similares) basadas en la improbable relación entre dos agentes que integran una pareja muy despareja, que armonizan poco y se desconfían mutuamente se cuentan por centenares. Dos armas letales no trae demasiadas novedades respecto de la fórmula salvo que se que acepten como innovaciones los delirios inverosímiles que se han permitido el guionista Blake Masters y sobre todo el autor del original, Oliver Grant, gracias a las libertades que les concedía el hecho de que aquél fuera una novela gráfica. Pero, en cambio, tiene dos importantes aciertos. Uno es la elección del dúo protagónico, Denzel Washington y Mark Wahlberg, que se divierten tanto representando esta ficción al punto de convertirse en el principal atractivo del entretenimiento y hasta logran contagiar a la platea que se siente integrada a la broma; el otro es el buen oficio del islandés Baltasar Kormákur ( Invierno caliente, Contrabando ), que sabe que el interés del thriller no depende solamente de la acción desarrollada a ritmo veloz y del aporte de los efectos visuales (aquí felizmente utilizados con prudencia), sino también de la cohesión narrativa y sobre todo de la generosa dosis de humor que domina las situaciones y se filtra en diálogos en los que abundan el cinismo y el desparpajo. En Dos armas letales (no es casual que el título remita a la exitosa serie con Mel Gibson y Danny Glover) nada es lo que parece. Ni siquiera los protagonistas, dos delincuentes que roban autos, asaltan bancos, tienen puntería infalible cuando disparan sus armas y salen indemnes de persecuciones y emboscadas, pero en realidad (y aunque cada uno ignora la verdadera identidad del otro) son agentes encubiertos que trabajan para diferentes servicios de inteligencia y andan detrás de la misma presa. O del mismo botín: los cuatro millones de dólares que un narcotraficante mexicano tiene depositados en un banco. Tampoco la cuantía del botín es lo que parece, sino muchísimo mayor, ni lo es el aparente dueño de la fortuna, sino otro muchísimo más poderoso que el temible capo del cartel. Y hasta la propia película, que aunque sólo parece uno más de los tantos films de acción tratados en tren de comedia es en el fondo una suerte de buddy movie . Con una pareja en la que, aun cuando ya se han destapado las identidades y las misiones coincidentes, perduran siempre las sospechas, y la posibilidad de la traición nunca se disipa del todo. Ni siquiera cuando, consumado el golpe, los dos se vuelven perseguidos. Por algo Bobby Trench (Washington) le avisa a cada rato a Stig Stigman (Wahlberg) que "cuando todo haya terminado, te dispararé". Hasta que eso llegue, si llega, el público disfruta de un buen rato de acción y diversión.
Una oportunidad perdida En su momento pasó con más pena que gloria: limitar a dos grandes actores como Steve Carell y Tina Fey a una somera comedia de enredos era un pecado imperdonable. Tres años después, y si bien Una noche fuera de serie mantiene inalterable su condición de película menor, debe atribuírsele el mérito de haber descubierto la comicidad que subyacía bajo la aparente tosquedad musculosa de Mark Wahlberg, quien allí se despachaba con un experto de seguridad ostentosamente rico que hacía de una inmadurez lúdica y autoconsciente su principal característica. Más o menos igual que el protagonista de Ted, un boludón de treinta y pico apresado en una adolescencia tardía cuyo mejor amigo era un osito de peluche marihuanero. Y también que el de Dos armas letales, en la que pone su prestancia a la cabeza de una buddy movie tan eficaz como efímera, construida sobre la base del disfrute generado por un grupo de actores en estado de gracia. No es casual que el nuevo trabajo del islandés Baltasar Kormákur (el mismo de Contrabando) esté basado en una novela gráfica. Al fin y al cabo, la génesis del film está apuntalada sobre las bases de una caricaturización manifestada a través de la exacerbación de los clichés del género. Esto se ve desde la mismísima premisa: si la traición, las falsas identidades, los secretos silenciados, la corrupción y las vueltas de tuerca son inherentes a este tipo de films, Dos armas letales tiene no uno, sino un par de protagonistas que planean en conjunto el robo a un banco sin conocer que el otro es agente secreto –Bobby (Denzel Washington), de la agencia antidrogas, y Stig (Wahlberg), de la inteligencia de la Marina– y la participación espuria de cuanta entidad norteamericana contra el delito exista (DEA, CIA y siguen las firmas), todas ellas representadas por algún cabecilla dispuesto a morder una tajada del botín. Botín que supuestamente pertenecía al líder de un cartel mexicano al que, claro está, no le cae muy simpática la metida de mano en su bolsillo, por lo que pretenderá recuperar lo suyo. Lo que vendrá después es pura fórmula: los dos del título dejando sus diferencias de lado para protegerse mutuamente y combatir la conspiración que los circunda, todo entre medio de un sinfín de malos que son buenos y viceversa. Recargada y delirante incluso dentro de su lógica interna, Dos armas letales elige limitarse a cumplir con lo que promete en lugar de expandir los límites de las comedias de acción tradicionales. Decisión no necesariamente errada, pero que tiene gusto a poco si se tiene en cuenta la materia prima. Porque Washington y Wahlberg encuentran la relación perfecta entre ambos géneros llevándose como esos matrimonios viejos en el que uno habla por el otro, elevándose ambos hasta la categoría de grandes, enormes actores. Porque los secundarios están de maravillas, con Bill Paxton en la piel de un agente de la CIA con sombrero de cowboy capaz de agujerearle la mano con tachuelas a un empleado bancario con tal de que confiese una supuesta complicidad, y Edward James Olmos jugando a ser la epítome del narco mexicano, dividiendo su tiempo entre la devoción familiar y el negocio. Pero no, Kormákur termina despachándose con una película apenas aceptable y pasatista, de esas que se olvidan cuando culminan los créditos. Es una lástima que no haya querido ir por más.
Este dúo ya lo vi, pero me divierte Denzel Washington y Mark Wahlberg reiteran la pareja despareja de una comedia de acción, entre narcotraficantes y la DEA. La combinación acción y humor en las buddy movies (películas de compañeros más que amigos que deben enfrentar, por lo general solitos, a ejércitos de malvivientes) tuvo en Arma mortal uno de los más logrados exponentes. Uno algo loco, el otro más racional. Mark Wahlberg y Denzel Washington, uno más adicto a la comedia que el otro, por cierto, cumplen casi esos roles que tenían Mel Gibson y Danny Glover, uno blanco y el otro negro, ahora en Dos armas letales. Si el título les suena a Arma mortal (Lethal Weapon) no es mera coincidencia. Hollywood viene apelando, ante la cabal, estricta e incuestionable falta de ideas, a cómics, o novelas gráficas. 2 Guns es una de ellas, con una trama que tiene más vueltas que una calesita, sí, pero también violencia exacerbada y un humor negro, negrísimo. Mínimamente digamos que Bobby Trench (Washington) y Stig Stigman (Wahlberg) se ven metidos en medio de una guerra impensada entre narcotraficantes mexicanos, la DEA y la CIA, en la que nadie debería confiar demasiado en nadie. La historia, bastante descabellada y traída de los pelos, es una mera excusa para darle cuerda al humor, en momentos políticamente incorrecto, y balaceras varias. El islandés Baltasar Kormákur -había dirigido a Wahlberg en Contrabando- nunca parece tomarse todo demasiado en serio, y así arma un filme con guiños para el espectador atento. Y le reserva a dos personajes secundarios, para los que pensó en Bill Paxton y Edward James Olmos, las escenas más paródicas, ejemplificando en ellos las dos caras de la maldad, sí, pero también de la corrupción, la ambición desmedida y el desdén por la vida. Tal vez no quiso hacer tanto, pero así le salió. Y el resultado es un entretenimiento al que, de no ser por las vueltas de la trama que mencionábamos al inicio, se le puede perder tranquilamente algunos fotogramas mientras se busca la gaseosa o se pide el pochoclo al compañero de butaca. Porque Dos armas mortales es bien, bien pochoclera. Mejor tener el estómago lleno ante las escenas violentas.
Ladrón que roba a ladrón que roba a ladrón Bobby Trench (Denzel Washington) y “Stig” Stigman (Mark Wahlberg) se asocian para cometer un delito por encargo: deben robar un banco para un traficante de drogas, pero cuando el botín resulta mucho más cuantioso que lo que creían, empiezan a sospechar. De ellos mismos y de todos. Así descubren que ninguno de ellos es en realidad un delincuente, sino que en realidad son un agente de la DEA y un oficial de la Marina respectivamente. El dinero proviene de manos bastante sucias, algo que los fuerza a unirse para escapar de los muchos bandos que los persiguen, a ellos y al dinero. El filme cumple a pie juntillas con lo que se espera de un buen ejemplar del género: tiene mucha acción, persecuciones, disparos en cantidad, y mucho humor. La combinación funciona, condimentada especialmente por todas las facciones, de orígenes legales y no tanto, que quieren hacerse de la nada despreciable fortuna, que, para colmo de males, Bobby y Stig ya no tienen consigo. El guión maneja un ritmo vertiginoso, muy bien dirigido por el islandés Kormákur, y, si bien llega al destino esperado para este tipo de películas, lo hace a través de ciertos giros no tan tradicionales que tornan interesante la propuesta. El elenco es destacable: Washington y Wahlberg se calzan sus personajes sin ninguna dificultad, Bill Paxton y Edward James Olmos aportan buenas actuaciones, y hasta el galán James Marsden sale de su rol habitual de “cara bonita”. Se los ve a todos muy cómodos en sus roles, unidimensionales, sí, pero la profundidad no es lo que se busca en esta película. Ágil, entretenida, dinámica; en fin, una buena película de acción.
Una efectiva combinacion de acción, suspenso y humor de la mano de dos grandes actores que saben lo que hacen, acompañados por un solido grupo de secundarios. La pelicula logra mantener un ritmo trepidante cargado de tension, salpimentado con secuencias de accion de gran despliegue escenico. Pochoclera hasta la medula, funciona como un entretenimiento cinematografico efectista y efectivo.
Acción y humor. Dos grandes actores como Denzel Washington (que siempre tiene muchos matices exactos) y Mark Wagkberg, que combina como ninguno al chanta simpático con el preciso y frío profesional, le dan a este film un handicap. El director Baltasar Kormákur maneja bien la dosis de acción con la relación de la pareja de actores y el resultado es humorístico y explosivo. Se solicitan secuelas…
Si hay un cómic que jamás hubiera esperado que llegara al cine era 2 Guns. No porque fuera malo, sino que no es una propuesta precisamente popular. Inclusive entre los aficionados a este arte, salvo que se trate de amantes del género policial, esta historia pasó inadvertida. La miniserie de cinco episodios, editada por la compañía Boom! Studios en el 2007, brindó una entretenida propuesta de policias encubiertos escrita por Steve Grant, quien es más conocido por su trabajo para la revista Punisher de Marvel. El conflicto no ofrecía nada nuevo que no hubieras podido leer antes en una novela de Elmore Leonard, pero era un cómic entretenido que te mantenía enganchado por los numerosos giros que presentaba la trama. Dos armas letales es una adaptación muy fiel de la historieta que sobresale principalmente por la buena dupla que formaron Denzel Washington y Mark Wahlberg. La dirección corrió por cuenta de Baltasar Kormákur, un realizador independiente cuya ópera prima, 101 Reykhavík, se estrenó en Argentina en el 2001. En el último tiempo empezó a trabajar en Hollywood y en este caso brindó una gran adaptación de la novela gráfica, donde inclusive calcó situaciones concretas, como la primera escena que tienen los protagonistas en una cafetería antes de los créditos iniciales. Con esta película pasa lo mismo que con la revista. Es decir, no representa uno de los trabajos imperdibles de Denzel Washington que uno va a recordar en su filmografía, pero dentro de todo la pasás bien con un buen entretenimiento policial, que logra engancharte con las distintas vueltas que toma el conflicto. Me gustó la dupla Wahlberg -Washington que representa lo mejor del film. En general las grandes escenas que tiene esta producción son las que aparecen ellos juntos y por eso también es divertida la película. 2 armas letales en definitiva es un buen exponente del subgénero de las buddies movies que está para recomendar y tener en cuenta.
El actor Mark Wahlberg y el director islandés Baltasar Kormakur hicieron un excelente thriller juntos, y luego del éxito de "Contrabando" (que lamentablemente en la Argentina no tuvo estreno en cines) no llama la atención que ambos volvieran a unirse para otro policial, esta vez con el aporte de un astro como Denzel Washington. Wahlberg y Washington son dos delincuentes que empiezan la película tratando de hacer un negocio, el intercambio de pasaportes por cocaína, con un gangster mexicano (Edward James Omos) pero el negocio no se concreta, y para colmo los protagonistas ven que la cabeza de otro amigo delincuente está metida en un bolso lleno de moscas. La venganza contra el gangster pasa por robar el dinero que tiene en un banco del otro lado de la frontera, pero mientras el asalto sale bien, las cosas se complican debido a que ninguno de los dos protagonstas es en verdad un criminal, y ambos son infiltrados traicionados por sus superiores. Apoyándose más que nada en el carisma de Washington y Wahlberg, el director muestra una serie de imágenes realmente originales, tanto de los Estados Unidos como de México, en una trama basada en una novela gráfica- realmente generosa en acción y humor. En un momento culminante del film ambos personajes deben entrar en los Estados Unidos desde México con un grupo de espaldas mojadas, y el tono se vuelve momentánemaente dramático, pero es el humor y la acción lo que prevalecen en este excelente policial dotado de un sólido elenco secundario, empezando por Edward James Olmos y un excelente Bill Paxton componiendo a un despiadado agente de la CIA. La película termina, como es de preveer, con uno de esos tiroteos nihilistas que no se veían desde los mejores tiempos de Sam Peckinpah y de Walter Hill, por lo que se comprueba que para armar un buen film de superacción es estos días, a Hollywood no le queda otra que traer a un islandés.
43 millones de razones para matar. “Nunca robes un banco que esté al otro lado de la calle de una cafetería con las mejores donas en tres condados”, le dice Trench (Denzel Washington) a su cómplice Stigman (Mark Wahlberg), antes de encender en llamas el lugar donde pidieron su desayuno. Esa línea, así como la discusión de pareja entre los dos criminales que la precede, marca el terreno (en deuda a las novelas pulp de Elmore Leonard y las buddy movies escritas por Shane Black) en el que se maneja Dos Armas Letales (2 Guns, 2013), del islandés Baltasar Kormákur. Para meterse en la historia, el film sigue su momento piromaniaco con una retroceso temporal que presenta el conflicto de sus dos protagonistas, quienes viajan a México para lidiar con el temido capo de la droga Papi Greco (Edward James Olmos). Tras un encuentro que cuenta con un toro semental, varias gallinas baleadas y una cabeza decapitada, los delincuentes deciden vaciar los ahorros de su jefe. Sin embargo, ninguno de los dos sabe la verdadera identidad del otro: Trench es un agente infiltrado de la DEA, mientras que Stigman trabaja como Oficial de Inteligencia Naval. La naturaleza de sus misiones secretas chocará cuando descubran que el lugar que hurtaron tiene la sorpresiva suma de 43 millones de dólares, cantidad que los pondrá en la mira del amenazador narcotraficante, un corrupto oficial de la CIA (Bill Paxton) y enemigos más cercanos a sus vidas. dos-armas-letales-2-locoxelcine Basada en la novela gráfica escrita por Steven Grant en 2007, la película se maniobra por el terreno de la acción y la incorrección política de los films de parejas policiales que abundaban por los años ochenta y noventa, donde los chistes y los insultos volaban a la misma altura que las balas. Mediante una visión limpia, clara y por la mayor parte libre de la grandiosidad actual del cine de tiros y explosiones, Kormákur pasa la prueba en su segunda producción comercial hollywoodense. Por supuesto, la mayoría de la apuesta se basa en la química de su dúo principal, y por fortuna esta producción tiene una unión que funciona perfectamente. Por un lado, está Washington, quien juega al alternar entre su falso estereotipo de gangsta (ese del diálogo roto, los dientes de oro y las conexiones eternas) y su clásica personalidad calculadora y segura. Mientras tanto, Wahlberg (quien ya trabajó con Kormákur en el olvidable thriller Contrabando) lo complementa con una versión más ilusa de su usual personaje confiado y canchero. Juntos, ellos forman una de esas verdaderas parejas del género, aquellas que no pueden vivir ni juntas ni separadas.dos-armas-letales-3-locoxelcine Claro que, igualmente, ambos están apoyados por un elenco secundario que tiene su parte en la diversión, incluyendo a un desaforado Paxton como un sádico villano texano fanático de interrogar mediante la ruleta rusa, y a Olmos como un líder criminal que se baña en la imagen negativa del vecino del sur de Estados Unidos, incluso en un punto orinando sus propias manos por costumbre familiar. De todas formas, todo esto no quiere decir que el film no tenga sus problemas. Como entra con tantas ganas en un subgénero ya conocido, la mayoría del film es bastante predecible y no salta, y, en su intento por sorprender, la cantidad de revelaciones, vueltas de tuerca y traiciones dramáticas del tercer acto pasa de normal a molestamente innecesaria. Pero cuando Washington y Wahlberg iluminan la pantalla, uno puede estar cómodo en la butaca, dejar pasar los balazos y las burlas, y simplemente disfrutar del show. Como divertimento, Dos Armas Letales aprueba tranquila. @JoniSantucho
Si fuera necesaria una prueba más de que la ideología no mejora ni empeora una película, Dos armas letales podría servir como ejemplo de que la actual tendencia hollywoodense a ver con peores ojos a los compatriotas que a los extranjeros no afecta lo que verdaderamente importa de una ficción. Claro que ese valor ejemplar está lejos de contarse entre las pretensiones de este producto de rapidísima digestión audiovisual dirigido por el islandes Baltasar Kormákur, por lo que no sería justo computarlo en la columna del debe o del haber. Sí corresponde ingresar en ese libro de contabilidad imaginario lo que sin dudas es un cálculo: la idea de que la combinación adecuada de acción y humor, más dos actores con un currículum que aún no se ha transformado en prontuario (Denzel Washington y Mark Walhberg), pueden garantizar un resultado positivo en términos de entretenimiento puro (esa quimera que ha generado tantos éxitos como fracasos en la industria del espectáculo). Lo cierto es que durante varios tramos de Dos armas letales, la violencia y la gracia se dan la mano y avanzan juntas, tal como la dupla de protagonistas, con el paso firme de las historias bendecidas por el talento, el azar y un guion digno. Pero así como entre Washington y Walhberg falta ese plus de conexión que vuelve memorable a un dúo de actores (desde Jack Lemmon y Walter Matthau hasta Owen Wilson y Vincent Vaughn), también la mezcla de comedia y acción empieza a sufrir convulsiones y se queda sin aire antes del final. Mientras aún respira con ambos pulmones, la película se sostiene en las peripecias de dos agentes encubiertos, a quienes no les queda otra opción más que aliarse para sobrevivir a las poderosos enemigos que los persiguen por un botín millonario: la Policía, la Marina, los narcotraficantes y la CIA. Lejos de esbozar una crítica a lo Steven Soderbergh sobre la trama de intereses de estas organizaciones paraestatales y paramilitares, a Kormákur sólo le interesa la diversión adicional que este tipo de complejidades le aporta a su argumento básico de cómo se hacen amigos dos hombres acorralados. Como nota al pie, es interesante comprobar cómo en un contexto de corrupción absoluta, el valor que se impone es el de la amistad. En ese sentido, Dos armas letales tiene una inesperada filiación con el Martín Fierro.
Los códigos de la camaradería Ágil película de acción en donde con mucho humor una pareja de agentes encubiertos deben sortear a todo tipo de organizaciones corruptas para salvar sus vidas. Narrada a través del carisma de sus actores, el relato consigue grandes picos de humor y acción que culminan en el perfecto entretenimiento. Sin embargo, la falta de un peligro tangible vuelve muy plana al historia impidiéndole desarrollar alguna emoción fuerte en el espectador. "Dos armas letales" es una muy buena historia policial con muchos giros y vueltas de tuerca que constantemente mantienen en suspenso al espectador. Las sorpresas se van develando con gracia y precisión mientras la química entre los protagonistas prueba ser perfecta. Ambos conforman un pareja dispareja muy divertida cuyas características no solo se complementan en función de la trama sino que también despiertan risas en el espectador. Las secuencias de acción son llevadas con mucha efectividad y todos los personajes de la historia son sumamente carismáticos. Ya sean malos o buenos, todos tienen su costado fresco y atractivo que hace a la película bien entretenida. No obstante, a medida que avanza el relato cuando los giros empiezan a agotarse y ya todos los personajes revelaron su verdadera identidad, la historia comienza a perder intensidad y los protagonistas pierden su encanto al continuamente salir indemnes de cualquier situación. En otras palabras, el desenlace de la historia carece del peligro o la tensión que hace a los clímax de las películas de acción tan excitantes como imperdibles. Asimismo, el delirio con que se llevan las últimas instancias debilita a los antagonistas y vuelve invencibles a los protagonistas. Es decir, no hay un verdadero duelo y por ende no hay emoción. De igual manera, "Dos armas letales" demuestra ser una muy buena comedia de acción cuya gracia y adrenalina solo se encuentra aquellas excelentes películas donde su grandeza no proviene del dramatismo sino del verdadero oficio de entretener.
El comienzo del fin de las diferencias en el buddy film La propuesta narrativa está correctamente realizada y resulta de suficiente eficiencia para sostenerse a lo largo de la exhibición. Cabe, además, destacar los buenos desempeños de los actores protagonistas, cuya química es realmente buena y aporta gran parte de la eficacia de los diálogos, a pesar de algunos defectos formales de los que el relato adolece. La película parece presentarse dentro de ese marco genérico de la comedia de acción y particularmente la sub-especie del buddy film, que surgió entre fines de los ´60 con la magistral química que aportaban en la pantalla Jack Lemmon y Walter Mathau (The Odd Couple; 1968; Grumpy old men, 1993, por citar los ejemplos más destacados de la pareja). La propuesta del buddy film es bastante simple: se ubica en una situación de convivencia (doméstica y/o laboral) a dos personajes cuyas características opuestas (desaliñado-pulcro, en el caso de los actores mencionados) redunda en una caterva de situaciones desopilantes, que son la resultante de una inherente –y sistemática- inadecuación entre los personajes (Samaja y Bardi; La estructura subversiva de la comedia: 2010). La estrategia de confrontar personajes de características antagónicas se hizo posteriormente famosa con las duplas interraciales, especialmente lograda por la asociación del genial Richard Pryor y Gene Wilder, a fines de los años ´70 (Silver Streak; 1976 y Stir Crazy; 1980), y luego popularizadas por Eddie Murphy durante los años ´80, y Will Smith y Tommy Lee Jones a fines de los ´90 (Men in black, 1997). Todas ellas reproducen la misma estructura de confrontación de caracteres inconciliables, que son la base del fundamento cómico de la estructura argumental. Si uno analiza con cierta atención los films de la dupla Pryor/Wilder advertirá que los caracteres enfrentados refieren a las diferencias étnicas, tematizando expresamente los componentes de la cultura negra norteamericana en relación a la población blanca (jergas, música, conductas corporales y actitudinales, etc.). Es probable que las películas de Eddie Murphy hayan sido las primeras en eliminar gradualmente la tematización de la black culture en la dinámica del buddy film, centrándose el fundamento cómico ya no en los modismos étnicos-colectivos, sino en características psicológicas individuales, estrategia que ha seguido muy exitosamente la saga de Hombres de negro. Pero hasta ahora se había conservado incólume la oposición inconciliable de los caracteres. El film que nos ocupa presenta, en cambio, un rasgo atípico: los personajes, lejos de presentarse con rasgos y características opuestas, se manifiestan estructuralmente idénticos. Dicha identidad se sostiene básicamente por una comunidad de situación laboral: ambos son agentes encubiertos; ambos están engañando al otro; ambos desconocen la verdadera identidad del otro. Las diferencias son apenas significativas; se nos presenta a Bobby como un personaje más adusto, serio y hasta formal, en relación con el más joven, informal y payasesco Stig. Pero aún así las diferencias son muy poco relevantes en el conjunto de una trama que ha decidido insistir especialmente en las coincidencias más que en los desencuentros. Desde esta perspectiva, resulta sintomática la escena final donde el personaje de Bobby –que viene amenazando con ello desde la mitad del film- dispara a Stig como respuesta al disparo que ha recibido por parte de su compañero. Este juego de simetrías manifiestas en el que se mueve el film hace de la propuesta un experimento cómico interesante y novedoso. Hasta dónde puede influir el contexto norteamericano de un presidente negro en estas decisiones narrativas, en donde el personaje negro ya no presenta ninguna diferencia apreciable con el personaje blanco, no lo podemos saber, aunque la correlación resulta muy tentadora. El único defecto del film, a mi juicio, es cierta torpeza en la distribución de la información que permite al espectador anticiparse excesivamente a los acontecimientos, haciendo de varios momentos potencialmente graciosos situaciones notablemente previsibles.
El dúo dinámico Imposible aburrirse. Dos Armas Letales deja un gran sabor, dulce como la venganza (como en algún momento citan algunos de sus participantes) y con ganas de degustar una rebanada más. Baltasar Kormákur (Contrabando) es el director y responsable de esta especie de buddy film súper ágil rítmicamente y abarcador de una mezcla perfecta de diversos géneros. El islandés emprende una filmación vigorosa desde lo técnico, con planos enérgicos y efectivas dosis de efectos especiales, sumándole una narrativa a pura adrenalina que no hace más que dar lugar al entretenimiento a escalas crecientes. La historia nos remite a un agente de la DEA (Denzel Washington) y a un oficial de Inteligencia Naval (Mark Wahlberg), quienes roban un banco haciéndose de un motín de más de 43 millones de dólares. Ninguno de los dos conoce la verdadera identidad del otro, y entre desvíos y virajes, se ven envueltos entre distintos tipos pesados, todos en busca del efectivo y sin escrúpulos ni flexibilidades para obtenerlo. El ingrediente principal, fuerte y picante de la película está dado en las actuaciones brillantes y contagiosas del dúo protagónico. Desbordantes de chispa y con un feeling majestuoso entre ellos, Wahlberg (impulsivo y canchero) y Washington (más frío y calculador) parecen divertirse y conocerse de toda la vida; la naturalidad con la que emprenden las intervenciones es la que logra meterse al público en el bolsillo. La acción, los tiroteos y un suculento y bien recibido humor (en ocasiones tan negro como gozoso) están a la orden del día, todo proyectado de un modo raudo, vivaz. Pero más allá de que los “héroes” conformen lo superlativo de la cinta, los secundarios (Bill Paxton y Edward James Olmos) también aportan lo suyo a base de un carisma irrefrenable. Kormákur termina concibiendo un film redondito, en donde además incluye unas cuantas hábiles vueltas de tuerca. A Dos Armas Letales, incluso, vale la pena perdonarle algunas falencias o resoluciones exageradas. LO MEJOR: Wahlberg y Washington, standing ovation para ambos. La química que tienen en el relato. Acción, excelentes gags. Musicalización. No para un minuto, entretiene. LO PEOR: determinaciones algo desorbitadas, algunas se pueden pasar por alto. PUNTAJE: 8,6
Una de tiros Hay películas que saben lo que tienen a disposición, lo que están en condiciones de contar y entregan justo lo que prometen. Dos armas letales pertenece a este grupo de films que Hollywood entrega cada tanto, con una estructura y diseño sin fallas, sólidos, que encuentran en su previsibilidad su mayor virtud pero también su límite. El film arranca en media res, en mitad de la acción, sin explicar demasiado, y a medida que se van sucediendo los saltos temporales nos vamos dando cuenta que Robert “Bobby” Trench (Denzel Washington) y Michael “Stig” Stigman (Mark Wahlberg) son un agente de la DEA y un oficial de la inteligencia naval, respectivamente, trabajando encubierto con el objetivo de desbaratar a un cartel de drogas. El problema es que ninguno de los dos conoce la identidad del otro y acaban tendiéndose mutuas trampas. Y cuando roben un banco que resulta tener mucho más dinero del esperado, se darán cuenta que tienen como adversarios no sólo a los narcotraficantes, sino además a sus propios colegas y hasta a la CIA. Obviamente, no les quedará otra que unirse frente a la adversidad. Dos armas letales toma como excusa y soporte una novela gráfica creada por Steven Grant para actualizar las típicas buddy-movies de acción, cuyos ejemplos más emblemáticos son Arma mortal, 48 horas, El último boy scout o Duro de matar 3-la venganza. La película no ahorra en violencia, desnudos, insultos y humor negro. Su apuesta hacia la diversión es lisa y franca: eso se puede ver, por ejemplo, en una escena totalmente arbitraria donde los dos protagonistas se persiguen en unas camionetas en el medio del desierto, que explora lo humorístico a través de la fisicidad. Para sostener un film como estos, se precisa que la pareja protagónica posea dos virtudes: carisma individual y química en el vínculo que establezcan. Washington y Wahlberg cumplen con creces esas metas. El primero ya es a esta altura especialista en hacer de tipos complejos en sus comportamientos, rudos, en extremo profesionales, con dosis precisas de masculinidad (coqueteando también con el machismo e incluso la misoginia, pero sin caer en lo burdo, incluso problematizando esas nociones). De hecho, si se repasa buena parte de su filmografía, entre la que podemos destacar a El demonio vestido de azul, Asesino virtual, Poseídos, Día de entrenamiento, El plan perfecto, Deja vú, Gángster americano y Protegiendo al enemigo, se puede ver cómo ha ido enarbolando toda una visión sobre la ley: sus contextos, visiones, sujetos, sus formas de aplicarla o romperla. El segundo ha sabido apartarse rápidamente del rol de galancito (de hecho, ya lo puso en crisis en Boogie nights), burlándose incluso de su físico y adaptándolo tanto al policial como a la comedia, hasta combinando ambas vertientes. Además, es en extremo ágil para los diálogos (en Ted alcanza la excelencia en este ítem) y se mueve en la pantalla con una naturalidad llamativa, como si no estuviera actuando. Del mismo modo, a pesar del estatuto de estrella que tiene cada uno, supieron en Dos armas letales complementarse con eficacia, sin pisarse en absoluto. El director islandés Baltasar Kormákur, realizador de Invierno caliente y que venía de realizar la mediocre Contrabando (también con Wahlberg), es lo suficientemente astuto como para darse cuenta que no importa tanto la credibilidad de la trama (por momentos demasiado enredada) sino el ritmo con que se la cuente y va a lo seguro, apoyándose en el desempeño no sólo de los dos actores principales, sino además en el resto del reparto: Paula Patton, James Marsden y Edward James Olmos están perfectos, pero el que se lleva todas las palmas es Bill Paxton, encarnando a un villano tan coherente como despreciable. Con su estilo seco y directo, sin concesiones ni demasiadas vueltas de tuerca morales, Dos armas letales es como un viaje en el tiempo hacia las dos últimas décadas del siglo pasado, que se disfruta sin culpas, aunque nunca pasa de la medianía. Tampoco lo intenta, porque es consciente de que le basta con lo que dispone y su honestidad es irreprochable.
SOMOS MUCHO MAS QUE DOS La idea de pareja despareja en el cine de acción parece agotada, pero los libretistas siempre le encuentran una nueva vuelta. Aquí se trata de dos tipos que andan disfrazados de ladrones para pagar antiguas cuentas y volver al sistema. Uno trabaja para la DEA y el otro para la Marina. Y por supuesto, no lo saben. La idea es robar, aunque lo que persigue cada uno es poder llegar a partir de allí a un pescado mayor. Pero claro, ignoran que ese montón de plata que se roban no es de un narco mexicano sino de la mismísima CIA. Y entonces todo se complica, porque serán perseguidos por los narcos, la marina y la CIA. Al resto se lo imaginan: con toques de comedia desaforada, mucha acción y gran despliegue, los dos agentes saldrán a flote y se empezarán a mirar con simpatía. El film entretiene y tiene un plus a favor: Denzel Washington, uno de esos actores que con su sola presencia mejora cualquier película.
Otra adaptación de comic. Otra película de Denzel Washington que inicia mostrándonos lo seductor que en escena entre las sábanas con una dama. Otra película de acción que intenta buscar una identidad propia. Pero se queda a medio camino y sólo logra volverse convencional, dentro del género que transita. Es que el realizador hispano/islandés Baltasar Kormákur sabe que lo mejor de “Dos Armas Letales” (USA, 2013) no la historia, es su habilidad para dirigir o plasmar en la pantalla las imágenes, sino, sus protagonistas, por un lado Washington y por el otro Mark Wahlberg (en una nueva colaboración entre el director y el actor luego de “Contrabando”). “Dos armas…” narra las peripecias de Bobby (Wahington) y Stig (Wahlberg), dos compañeros infiltrados durante largo tiempo en un cartel de drogas manejado por el hiperbolizado Papi Greco (Edward James Olmos). Pero en realidad tienen otra identidad, uno es agente de la DEA (Bobby) y el otro es una oficial de inteligencia de la marina (Stig). Hasta acá tenemos el clásico relato policial en el que un giro expondrá los verdaderos intereses de cada uno. Pero esta pareja infiltrada, se tienen aprecio, entonces, cuando comience el juego por intentar salirse con la suya (todo explotará luego del robo a un banco) y salvarse el pellejo mientras todos los bandos (mexicanos, DEA, marines), y hasta la CIA! intenten asesinarlos para recuperar su botín, se verán forzados a ayudarse mutuamente. Además, en el medio hay un romance entre Bobby y Deb (Paula Patton), una inspectora de la DEA, que le otorgarán aún más tensión a la historia. Wahlberg construye su Stig apoyándose en la reciente comicidad que adquirió tras su colaboración con Seth McFarlane en “Ted”(USA, 2012), o así parece. Es el gigoló que con su facha (y su guiño de ojo) logrará conseguir los beneficios de todas las mujeres que se le crucen (excepto una, sobre la cual no se profundiza). Washington crea su Bobby de manera desestructurada, risueña y despreocupada para lograr un tono cercano al de Wahlberg, y acercarse así entre ambos al universo creado en la novela gráfica de 2008 de Steven Grant. Y es en las actuaciones en donde “Dos armas letales” (horrible traducción) tiene su fuerte, porque la historia está filmada de manera tradicional, excepto por algún plano cenital por encima de un ventilador de techo o ralentíes. También otro gran protagonista de la película, además de los actores, es la música, estridente, símil filmes de acción de los años setenta, que le otorgará dinamismo a la chatura y mesura de las imágenes. El resto de los personajes están trabajados desde la exageración, los malos son muy malos (Bill Paxton, Fred Ward, Robert John Burke) y ellos dos (Washington y Wahlberg) manejan un poco más de grises (son buenos, pero son timadores). Algunos momentos logrados, el “duelo” cual western entre camionetas, alguna pelea entre Bobby y Stig, y otros no tanto (cuando los hacen pasar como “espaldas mojadas” por la frontera) y no mucho más, hacen de “Dos Armas Letales” una buddy movie clásica, filmada de manera tradicional y sin un nuevo aporte al género que sólo se rescata por la actuación de sus dos protagonistas.
Es indudable que la primera asociación que uno hace al ver una buddy movie de este estilo, es la saga de "Lethal Weapon" o, mucho más próxima y con menos brillo, "Bad Boys". Cintas donde dos tipos opuestos, por un hecho fortuito, se vuelven camaradas de armas, dispuestos a enfrentar a los malos y hacernos pasar un buen momento. Explosiones, persecusiones, peleas cuerpo a cuerpo, balaceras, digamos... ese es el menú habitual que se utiliza en estos casos, pero no olvidar que una película de "compadres", sólo funciona: 1) cuando hay química en sus personajes y 2) si el humor ocupa un lugar importante en el guión. "2 Guns" cumple con ámbas premisas. Denzel Washington y Mark Walhberg, si bien, un poco estereotipados, eligen un registro que le queda bien a ámbos: desinhibidos, simpáticos, juguetones. No se esfuerzan en crear roles elaborados sino en tratar de divertirse y que el público pase un buen momento. Lo logran? Sí, absolutamente. Arrancamos con el dúo conformado por Bobby (Washington) y Stig (Wahlberg), enfrente de un banco, desayunando. Ambos verborrágicos, llenos de ademanes y seguros de sí mismos: rápidamente nos adentramos en el objetivo, un dinero (importante) que se encuentra en las cajas de seguridad. Ambos son hombres de la ley encubiertos (se sabe viendo el trailer, no es spoiler), y forman parte de esta misión por diferentes motivos, aunque claro, ninguno sabe quien es realmente el otro. El plan es capturar a un narco llamado Papi Greco (Edward James Olmos) aunque no es todo lo que buscan... Bobby y Stig deberán sortear las dificultades del asalto en sí, y descubrirán que las cosas, no son como parecen... Ya de por si, comenzamos a ver que el tema de las "juridicciones" para intervenir se complica porque aparece un peligroso agente de la CIA jugado por Bill Paxton, quien a poco del asalto, tomará cartas en el asunto para dar con los responsables... y con lo robado (que depara alguna sorpresa). También aporta su cuota de seducción Paula Patton, quien trae el interés “romántico” a la cinta (de alguna retorcida manera). "2 Guns" es la segunda película en Hollywood de Baltasar Kormakur (quien ya dirigiera a Wahlberg en "Contraband") y se ve que el hombre tiene oficio para este tipo de productos. Su narración tiene ritmo y es bastante colorida (transcurre en la frontera mexicana y no cae en los habituales cliches), quizás esquemática, pero acorde al producto que ofrece. Los rubros técnicos lucen sólidos y la banda de sonido acompaña sin estridencias. No hay mucho más para agregar, si buscan una película de acción simple y directa, no duden en ir por ella. Si su interés es encontrar algo que los sorprenda o desestructure, como espectador, debemos reconocer que “2 Guns” está lejos de satisfacer al público exigente. Eso sí, cumple con lo que promete: hacerte pasar un buen momento.
Un más que efectivo entretenimiento que descansa en los hombros de sus dos protagonistas. En 1987, con Arma Mortal, el guionista Shane Black y el director Richard Donner parieron al subgénero de la buddy-cop movie, en donde dos policías, opuestos entre sí, se ven obligados a sobrellevar sus diferencias para resolver un caso. Sobra decir que la carne de este tipo de relatos ––y los que los hace grandes–– recae menos en el caso y más en la creciente amistad, no exenta de humoradas, que existe entre los dos hombres. Tan es así que muy poca gente recuerda con exactitud el caso que unió a Riggs y Murtaugh por primera vez. Me pareció oportuno traer esto a colación, dado a que el titulo con el cual se da a conocer la película a ser reseñada, hace una clara asociación a la película de Donner (sin ir más lejos, en España Arma Mortal fue estrenada como Arma Letal), principalmente porque ambas tienen en común el poseer una trama principal decentemente desarrollada, pero que resulta memorable, o por lo menos entretenida, por la relación entre sus dos protagonistas. ¿Cómo está en el papel? Film Title: 2 GunsTenemos a dos policías infiltrados, por un lado tenemos a Bobby (Denzel Washington) de la DEA, y por el otro lo tenemos a Stig (Mark Wahlberg) de la Inteligencia Naval. Durante mucho tiempo laburaron juntos, codeándose con cabecillas del narcotráfico, ignorando completamente que pertenecían a agencias opuestas. El problema se presenta cuando ambos le roban una considerable cantidad de dinero a un narcotraficante y descubren la identidad el uno del otro. Para empeorar más las cosas, sus respectivas agencias los traicionan; los jefes de Stig se roban el dinero, y Bobby es inculpado de matar a su jefe. Si, la trama es medio ensalada de explicar, pero cuando vean la película les va a quedar claro. El hecho concreto es que la peli tiene el guion en regla. Una historia sencilla sin pretensiones, que aunque tenga giros y sorpresas narrativos, no es nada que el espectador no vea venir desde la legua. Lo funcional de este guion descansa en dos elementos: Sus escenas de acción y los intercambios cómicos entre los dos protagonistas. El conflicto principal es solo un medio para un fin, pero al que se le da la suficiente bolilla para que no parezca que esta de adorno. Un desarrollo satisfactorio que llega con lo justo a buen puerto. ¿Cómo está en la pantalla? Una fotografía decente, que apela a la típica paleta de colores cálidos (amarillos más que nada), acentuando o tratando de acentuar el “desierto” en el que se encuentran los personajes.Film Title: 2 Guns Posee un montaje hiperquinético, pero que le permite recibir bien la información al espectador. Ahora bien, digamos las cosas como son, si esta película llega a donde esta es por la incuestionable química entre Denzel Washington y Mark Wahlberg. Un casting menos acertado habría hecho estragos. En sus escenas por separado son sobrios, pero sus intercambios, tanto de dialogo como físicos, tanto en las escenas de acción como en las de comedia, es lo que hace que valga la pena pagar la entrada. Párrafo aparte merece Bill Paxton, que encarna a un villano lo suficientemente temible y lo suficientemente creíble para representar un obstáculo para los dos protagonistas. Conclusión 2 Armas Letales es una película pochoclera hecha y derecha que cumple, y se mantiene fiel en todo momento, a su propósito de entretener sin descuidar el conflicto principal. Un logro del cual sus protagonistas son los principales responsables. Y quien crea que una película de acción no puede dejar un mensaje, permítanme estar en desacuerdo, porque esta película deja una valiosa moraleja: “Nunca robes un banco que está cerca de las mejores donas del estado.”
La formula de dos personajes contrapuestos por características de personalidad, unidos por un mismo objetivo, dio sobradas muestras de funcionar de maravillas atravesando todos los géneros, empezando por la comedia Laurel & Hardy, siguiendo por acción, aventura, el western, hasta el policial, ejemplos como “Adios al amigo” (1968), teniendo su auge posiblemente en la década de 1970 con películas del calibre de “El golpe” (1973), o a la que más recurre el pensamiento por identificación el titulo de esta producción “Arma mortal” (1987). En todas la variable que se sostiene es la relación de “camaradería” impuesta entre dos hombres, que puede terminar convirtiéndose en amistad, la mujer pasa siempre en estos casos a un segundo plano, a ser casi una figura decorativa sin peso ni dramático ni narrativo, sólo una excusa. Esta conjugación de géneros, así expuesta, en la cual de base puede asentarse en cualquiera para luego desplegar o aunar otros, incluyendo escenas de dinámica de acción, el montaje pasa a ser la vedette, con recurrencia a los efectos especiales, o el humor trabajado desde los diálogos chispeantes de los personajes, tanto principales como secundarios, o los actos mismos ejercidos por ellos. Todo esto se encuentra en “Dos armas letales” protagonizada por Denzel Washington y Mark Walberg, cuyas actuaciones, y la química entre ellos, termina por ser lo mejor del filme, muy bien acompañados por secundarios de la talla de Bill Paxton en el rol de un jefe de la CIA, o Edward james Olmos como el líder de un cartel mejicano del narcotráfico. Basada en el comic de Steven Grant: Denzel (Bobby Trench) es un agente de la DEA, serio, conspicuo, compenetrado, mientras que Mark (Michael Stigman) es un oficial de Inteligencia naval, muy seguro de si mismo, a punto tal que puede jugar a que todo es un juego. Ambos trabajan infiltrados, y de manera clandestina, en un doble caso que implica a la “irracional mafia” de una ciudad de frontera entre Mexico y los Estados Unidos. Uno y otro desconocen la auténtica identidad de su compadre, lo que implica control sobre el otro y natural desconfianza, pero para lograr su objetivo deciden robar el dinero de un banco en la que supuestamente el narcotraficante guarda su dinero mal habido. Pero todo se enredará cuando la existencia del dinero es diez veces superior al estimado y descubran que el botín robado no es de los narcotraficantes, sino que es pertenencia de un jefe de la CIA, en competición con otro jefe la inteligencia naval. Posiblemente este sea desde la idea lo más reaccionario del texto, no son malas las instituciones sino que en cada una hay alguna oveja negra, descarriada, y esto queda claro en el dialogo entre Stigman y el almirante Tuwey (Fred Ward), quien ante la denuncia de corrupción del superior inmediato del agente le aclara que no puede involucrar a la armada de su país. La construcción del filme, el diseño mismo de su estructura narrativa, mueve a que el espectador se enganche con los personajes. Son tantas las vueltas de tuerca, los imprevistos giros, tan descabellados y por momentos irracionales, que eso mismo por distracción sostiene el interés, incluyendo a los personajes de Bill Paxton (Earl), haciendo las veces del personaje del policía interpretado por Gary Oldman en el “Perfecto asesino” (1994), casi un Stanfield, pero sin la locura desatada, si el sadismo, mientras que el segundo en la piel del narcotraficante Pappy Greco, hace toda una creación donde no queda fuera el cinismo a ultranza ni la codicia que enceguece. En cuanto a los rubros en las que se debería apoyar la producción todos cumplen de manera más que eficiente o empática, según sea la fotografía o la música, sin demasiadas búsquedas de ninguna naturaleza. Lo dicho, película pochoclera por donde se la mira, bien realizada, casi un ejercicio para el director que demuestra ser un muy buen técnico, sólo para pasar agradablemente un buen rato.
Mentiras verdaderas El cine de entretenimiento, el cine de acción más puro, a veces da algunas sorpresas. Sin destellos, ni grandes dosis de originalidad, pero con la suficiente solidez como para creer que los antihéroes de carne y hueso todavía rinden en la pantalla grande. "Dos armas letales" es un buen ejemplo de esto, y también es una típica "buddy-movie", una suerte de "Arma mortal" aggiornada a los tiempos brutales que corren. Los protagonistas son un agente de la DEA y un oficial de Inteligencia Naval que trabajan encubiertos. Pero acá nada es lo que parece. Hay un robo a un banco que sale mal, narcotraficantes mexicanos, agentes corruptos de la CIA, militares infiltrados y todo tipo de traiciones, confabulaciones y persecuciones al por mayor. El director Baltasar Kormákur ("Contrabando") combina con pulso y precisión las escenas de acción, la violencia tarantinesca y el humor negro que destilan los personajes. Para esto se vale de las grandes actuaciones y la química de la dupla Denzel Washington-Mark Wahlberg, y de los pintorescos y delirantes roles secundarios que aportan Bill Paxton y Edward James Olmos. El único problema (para nada menor) es que la película abusa de las vueltas de tuerca y los "efectos sorpresa", y esto puede llegar a agobiar al espectador.
Una vez más se combinan el humor, la acción y tiene como protagonistas una pareja despareja: Denzel Washington y Mark Wahlberg. En la misma semana que se estrena “R.I.P.D. Policía del más allá”, llega esta otra película sobre una pareja de policías, distintas entre sí, acá se trata de dos socios Robert “Bobby” Trench (Denzel Washington) trabaja en las obras de la DEA y Michael " Stig " Stigman (Mark Wahlberg), un oficial de Inteligencia Naval, cada uno de ellos en un principio desconocen la verdadera identidad de su compañero. Ellos se involucran con un poderoso narcotraficante Papi Greco (Edward James Olmos) en México cuando roban más de 40 millones de dólares de un banco, ya que parte de su dinero está allí en una de esas bóvedas, le pertenece, se ven envueltos en una persecución peligrosa y sigue con enredos y secretos. Se encuentra dirigida por el actor,director y productor de cine y teatro, el islandés Baltasar Kormákur, 47 años ("A Little Trip to Heaven";"Contraband”, “The Deep”), tiene una gran capacidad para mostrar acción y en el policial sabe combinar los distintos recursos logrando un buen homenaje a aquellas películas de los años setenta y utilizando bien los rubros técnicos. Los protagonistas Denzel Washington y Mark Wahlberg tienen mucha química, cada actor brilla en su papel, buenos diálogos que van al ritmo de las balas, buenos paisajes, algo del western clásico, un buen pasatiempo. Las secuencias de acción son espectaculares con buenas coreografías, se combina una comedia policial al estilo “Starsky y Hutch”o “Arma mortal”, entre otras. Los actores secundarios cuentan con la solvencia de Edward James Olmos como Papi Greco, el agente norteamericano que persigue a los protagonistas interpretados por Bill Paxton, la bella actriz Paula Patton en el papel de Deb agente y novia del personaje de Washington, se la ve en ropa interior y en topless, no es relevante solo para la platea masculina (trabajo en "Misión: Imposible - Protocolo Fantasma en 2011", y la veremos en “Misión Imposible 5, en 2015”) y James Marsden como oficial de la Marina de los Estados Unidos. Su narración se apoya un poco con el flashback, técnicamente efectivo con buenos efectos especiales, explosiones, todo a pura adrenalina, buenos gags y una dosis de humor negro. Una musicalización perfecta acompaña en el momento preciso, aunque es bastante previsible, le sobran algunos minutos y es para pasar solo un buen momento.
Durante 12 meses el oficial de la DEA Robert "Bobby" Trench (Denzel Washington) y el de Inteligencia de la Marina Marcus "Stig" Stigman (Mark Wahlberg) se convierten a regañadientes en inseparables compañeros. Desconociendo sus verdaderas identidades, son agentes infiltrados en una banda de narcotraficantes y ambos desconfían el uno del otro tanto como de los delincuentes que intentan detener. Baltasar Kormákur nos acerca al mundo de 2 Guns en la forma de un explosivo thriller de acción pleno de humor, con un guión de Blake Master (de la serie de televisión Brootherhood) basado en las novelas gráficas de BOOM! Studios escritas por Steve Grant. El director nos presenta un material plagado de secuencias adrenalínicas donde la energía y la velocidad no se calmarán ni un segundo. Ofrece tanto un pasaje por la vieja escuela del policial negro, donde la historia se centra en agencias gubernamentales que persiguen sus propios fines independientemente de las consecuencias, así como también una efectiva buddy cop movie, en la que la comedia brotará en los momentos justos y necesarios, básicamente sin detenerse en ningún punto. El realizador demuestra sobriedad a la hora de cruzar estas dos líneas y nos obsequia un material realmente muy bueno, el cual nos mantendrá al borde de nuestros asientos durante todo su metraje. Uno de los rasgos a destacar es la gran dupla que conforman los dos enormes protagonistas de la película. Tanto Wahlberg como Washington se desenvuelven con naturalidad y a puro carisma frente a la cámara. Es increíble pensar que esta es la primera vez que trabajan juntos, ya que la química que se produce entre ambos se ve reflejada en los diálogos cargados de humor que nos ofrecen en toda la película. Sin opacar de ninguna forma a esta gran dupla protagonista, Paula Patton, James Marsden y Edward James Olmos dan su cuota de muy buenas labores. 2 Guns es una película que sabe llevar muy bien el equilibrio delicado entre drama y comedia, donde los personajes son humanos y nos permiten seguir su historia a pesar de que viven en un mundo de delito, un tanto exagerado aunque aún creíble. Las secuencias son de una calidad notable y sus dos protagonistas saben muy bien lo que hacen. Lo único que le quita mérito a este trabajo es que al momento de desenmarañar todo ese mundo de conspiraciones que había sabido tejer a lo largo del film, deja sabor a poco con un resultado que decepciona. Pero a no confundir, 2 Guns es una muy buena producción y es una de las opciones fuertes para esta primavera.
Quizás recuerde una película que se llamaba Invierno caliente (en realidad, 101 Reikjávik, donde un joven islandés se enamoraba de la novia de su madre), una comedia de costumbres en medio tono, bien realizada y cincelada. Su director era Baltasar Kormákur, que logró hacerse un pequeño nombre en el circuito de festivales. Trasladado a Hollywood, realiza esta película de acción sobre dos agentes encubiertos (Denzel Washington y Mark Wahlberg) incluso para ellos mismos, en una trama de acción, violencia y un sinfín de vueltas de tuerca. De aquel Kormákur, se nota que le interesan mucho más los personajes y actores (Wahlberg y Washington son un placer para la vista) que la historia, convencional incluso en sus sorpresas. La acción está realizada con solvencia pero solo eso, y lo que más importa es el show de sus protagonistas y el diseño de imágenes, que se acercan al estilo visual de la historieta sobre la que se basa la historia.
"Amistad explosiva" Así como en la vida hay cosas que entran por los ojos y nos vuelven completamente locos, impulsándonos a obtenerlas lo más rápido posible para satisfacer nuestra inmediata necesidad, en el cine también pasa lo mismo. Una película nos puede generar atracción previamente por su historia, por sus actores, por su director o por algún otro motivo en particular, pero también puede pasar lo contrario: No conocemos demasiado su historia, sus actores pueden ser buenos pero no sabemos si hay química entre ellos, su director tiene poco antecedentes y todo lo que completa el producto está oculto. Eso pasa con “2 Guns” de Baltasar Komákur, un film de acción basado en una novela grafica no muy popular, con dos actores de peso (muy distintos) como lo son Mark Wahlberg y Denzel Washington y con un apartado técnico muy prolijo y correcto, pero escondido en un segundo plano (al menos en la promoción del film). Conociendo esta situación, Komákur comienza su nuevo trabajo presentando los puntos altos del film para tratar de comprar al espectador desde el minuto cero dentro de la sala de cine. En primer lugar nos presenta la gran dupla formada por Washington y Wahlberg, sobre la cual se sostendrá todo el relato, tanto en las partes cómicas, en las secuencias de acción y en las vueltas dramáticas del film, que son las de menor presencia en el relato. La química que lograron ambos actores es fundamental, y si bien Wahlberg ya demostró en varias oportunidades su habilidad para la comedia, Washington es casi una revelación, confirmando el talento que viene demostrando desde hace varios años detrás de las cámaras. En segundo lugar, el director de “Contrabando” (2012) apela a lo visual: La fotografía, los planos largos y dinámicos y la composición de pequeñas unidades audiovisuales muy llamativas (la música de Clinton Shorter es clave) para adentrarnos a una historia que comienza a desenredarse de menor a mayor. Finalmente viene el relleno que nunca está de más, y al contrario, aporta mucho al film. Desde la terriblemente hermosa presencia femenina por parte de Paula Patton, hasta los personajes grises y ambiciosos interpretados por James Mardsen y Bill Paxton. Hasta el jefe narco de turno, interpretado por el mítico Edward James Olmos (el conocido Teniente Castillo de la serie Miami Vice), tiene pólvora para ofrecer en esta producción que tiene un sello que la define por completo. “2 Armas Letales” es la muestra perfecta de los buenos resultados que se pueden obtener a la hora de trasladar un cómic a la pantalla grande, exprimiendo al máximo todo lo que esta clase de trabajos pueden ofrecer. Es una película que tiene y se destaca básicamente por tener el ritmo de una novela gráfica, ya que al igual que en ella, todo cuadro es relevante, todo personaje aporta un granito de arena y los giros argumentativos están a la orden del día, igual que las soluciones imposibles a los pequeños conflictos y los finales estruendosos durante su última parte. Pero no solo es lo que toma del mundo de los cómics esta película, ya que “2 Guns” se caracteriza también por ofrecer esa ácida visión de la realidad que solo puede encontrarse en la actualidad en las páginas de novelas gráficas para adultos. Por ejemplo, que los personajes interpretados por Wahlberg y Washington, además de ser los tipos más incorrectos de todo el relato, tengan que volver a ingresar a su país y lo hagan cruzando la frontera como inmigrantes sin papeles debido a que, según ellos, es la forma más fácil de entrar a los Estados Unidos, no es algo que se vea en todas las producciones de Hollywood. El irrisorio, el absurdo y sobre todo las escenas de acción pueden confundir al espectador por momentos, pero si uno se concentra verdaderamente en lo que tiene para ofrecer “2 Armas Letales” se encontrará con una sátira y critica visión de la sociedad norteamericana, sobre todo en relación a términos de lucha contra el narcotráfico y el uso de armas. Sin frenar ni un momento, Komakúr se apropia de la historia de Steve Grant escrita para las viñetas y, a través de un guión que lleva la firma de Blake Masters (La ley y el orden), ofrece un film plagado de acción, personajes divertidos, giros inesperados, personajes llamativos, explosiones por todos lados y un final a todo trapo que recuerda y mucho al cómic “Wanted” de Mark Millar. Ese tiroteo final entre los narcos de un cartel mexicano, la CIA, la DEA y los Marines es un espectáculo en toda regla que merece ser disfrutado en la pantalla grande. Lo mismo pasa con el robo del banco con el que abre el film, la persecución que tiene como protagonistas dos camionetas en medio de un paisaje desierto y los incesantes tiroteos en los que se ven involucrados sus protagonistas. Como aspecto negativo de esta producción solo puedo mencionar ese pequeño bache argumental que une el segundo y tercer acto, algo flojo y poco elaborado, con poco peso para introducirnos al desenlace del film. De todas formas “2 Armas Letales” es una muy entretenida buddy movie que ofrece acción a raudales, altas dosis de humor y escenas espectaculares al servicio de una historia digna de un cómic, pero adaptada de gran forma a la pantalla grande. Una muy grata sorpresa que recomiendo fervientemente a todos aquellos que deseen pasar un gran momento dentro de una sala de cine. Voy a empezar a hacer lugar en mis repisas para el cómic escrito por Grant y para el posterior dvd de este film.