Orna es la madre de tres hijos y esposa de Ofer, quien hace poco abrió un restaurante pero del cual todavía no pudieron ver muchas ganancias. Es por eso que decide conseguir un trabajo en bienes raíces para ayudar a mantener a su familia. Sin embargo, poco a poco se dará cuenta de que las intenciones de su jefe van mucho más allá de hacer buenos negocios. «El Acoso» es de esas películas que a través de su historia refleja una realidad y realiza una crítica social punzante. En este caso, y como señala el título del film, se centra en el acoso y abuso sexual laboral, uno de esos temas que cada vez se hablan más pero que siguen sucediendo en todas partes del mundo. La directora israelí logra situar a su personaje en una encrucijada con gran perspicacia: no solo tiene motivaciones personales para seguir creciendo laboralmente, sino que es el sustento económico de su familia. Así ante cada señal incómoda y provocadora de su superior, no solo se pone en juego la culpa de la sociedad patriarcal que nos enseñó el ‘que habré hecho’ o el juicio de los demás, sino sobre todo el tener que seguir adelante por sus hijos. La protagonista se calla, y lucha sola contra toda situación. La realizadora la muestra como la víctima que es, sin grises, y a su jefe como el victimario. Pero no lo señala como depredador, sino, como sucede en la realidad, como alguien carismático y querido por sus colegas. En este sentido, la historia se sustenta por su guión realista, fuerte y actual, como también por las actuaciones de su elenco, destacando sobre todo la labor de su protagonista Liron Ben Shlush, quien compone a una mujer contenida, con miedo a hablar pero que es lo suficientemente fuerte para poder salir de esa situación. Los aspectos técnicos acompañan de una manera sobria, casi no tenemos música, sino que el silencio se apodera de gran parte de la historia. Tanto la fotografía como la ambientación se ponen al servicio de la trama. En síntesis, «El Acoso» es de esas pequeñas pero poderosas películas que habla cuando su protagonista calla. Muestra una realidad que viven miles de mujeres en todas partes del mundo y que a veces son prácticas tan naturalizadas que no se le pone el foco necesario para combatirlas. Esta cinta lo hace con buenas actuaciones y una historia simple pero impactante.
El cine israelí continúa teniendo buena presencia en Argentina Mientras que numerosas cinematografías otrora presentes en nuestras pantallas (Europa del Este, China, Irán) han entrado en un cono de sombra, la israelí no ha perdido terreno. Con una producción anual que viene oscilando entre 20 y 30 títulos, la que llega a nuestro país varía entre dos y hasta cinco películas (año 2017) por año. En los últimos veinte años, la mitad de la producción aquí estrenada corresponde a la categoría “opera prima” y en varios casos dirigidas por mujeres. Esta última condición corresponde a El acoso de Michal Aviad, su segundo film de ficción pero con numerosos documentales en su haber. Otra de las características del cine de Israel es la variedad temática, donde no sólo se plantean cuestiones ligadas a la realidad política (la cuestión Palestina, el ejército, la población árabe) y religiosa, sino también social, en un sentido amplio. Los temas de diversidad sexual así como los casamientos concertados forman parte de esta última temática, la cual es abordada por el film que nos ocupa. Desde el comienzo mismo queda claro que toda la trama girará alrededor del personaje de Orna (Liron Ben-Shlush) y su trabajo en una empresa inmobiliaria y de construcción de edificios. Las “torres” a la venta están localizadas en la costa, al sur y muy cerca de Tel Aviv (Rishon LeZion), compitiendo con obras similares en Netanya, al norte de la mayor ciudad de Israel. Entre los compradores potenciales sobresalen los rusos y franceses, dando lugar a situaciones risueñas que no parecen preanunciar “conflicto” alguno. En verdad este aparece cuando el marido de la protagonista le comenta que las cuentas no cierran en el modesto restaurant de su pertenencia. Es entonces cuando cobra importancia Benny, el jefe de Orna, quien le propone a ella un incremento de sueldo más una comisión por ventas, elogiando las cualidades comerciales de la joven. Pero como dice el refrán “cuando la limosna es grande…”, aflora pronto un nuevo conflicto que desplaza al anterior. Sin dejar de plantear una cuestión algo convencional y relativamente habitual en las relaciones laborales, la situación se complicará para Orna y alcanzará su punto de máxima tensión cuando viaje con Benny a Paris para convencer a potenciales compradores galos. Casi monopolizada por el terceto central, la historia tendrá alguna participación de otras dos mujeres: la madre de Orna y la esposa de su jefe. No debería sorprender el peso de las protagonistas femeninas, teniendo en cuenta que a ese género pertenece también la realizadora del film. Y tampoco el planteo, en cierto sentido feminista, de un tema de enorme actualidad, perfectamente aplicable a muchas otras sociedades, sobre todo occidentales.
Cuando se sobrepasa una línea “El acoso” (Isha ovedet, 2018) es una película dramática israelí dirigida y co-escrita por Michal Aviad. Protagonizada por Liron Ben-Shlush, el reparto se completa con Menashe Noy, Oshri Cohen, Dorit Lev-Ari, Irit Sheleg, Corinne Hayat, entre otros. El filme fue presentado en el Festival Internacional de Cine de Toronto y en los Premios Ophir (conocidos como los Óscar israelíes) se alzó con el premio de “Mejor Actriz”. La historia gira alrededor de Orna (Liron Ben-Shlush), una madre de tres hijos pequeños que no está pasando por un buen momento económico. Como su marido (Oshri Cohen) acaba de abrir su propio restaurante y aún le cuesta asentarse, Orna decide buscar trabajo como agente de bienes raíces. Sin contar con horarios fijos, Orna consigue empleo en la oficina de Benny (Menashe Noy), un empresario reconocido dentro del ambiente inmobiliario. Lo que primero comienza como una gran oportunidad para crecer en el espacio laboral, pronto se convertirá en una pesadilla debido al abuso de poder por parte de Benny. Desde Israel nos llega una propuesta cinematográfica que representa de forma muy clara y genuina cómo cualquier mujer puede verse envuelta en una situación de acoso sexual durante las horas de trabajo. A partir de sugerencias desubicadas sobre qué le queda mejor a Orna, si el cabello suelto o atado, o con qué tipo de ropa debe presentarse al día siguiente, Benny va preparando el terreno para rozar el límite y cruzarlo, beneficiándose al ser el jefe. Gracias a la labor de cámara, que sigue a la protagonista todo el tiempo, nos es muy fácil sentir todas las preocupaciones que atraviesa Orna, que van desde la incomodidad y el miedo hasta la soledad. Liron Ben-Shlush se destaca con su interpretación, ya que logra generar empatía de inmediato. Por un lado Orna se siente honrada al recibir un ascenso que conlleva mayores ingresos, pero por otro lado a medida que pasan los días se va sintiendo cada vez más intimidada por su jefe, el cual no acepta que ella no quiera almorzar/cenar con él. Benny hace bromas que no causan ninguna gracia, se dedica a cambiar todos los planes laborales de Orna con tal de que ésta lo acompañe a ver una construcción y muchas otras cosas más que resultan patrones usuales de un abusador. El director también refleja con exactitud el temor de una mujer a contar lo que le sucede, ya que cuando finalmente se anima a expresarlo en palabras, las personas más cercanas a ella lo primero que hacen es cuestionarla, echándole la culpa de lo ocurrido y tratándola de infiel o aconsejándole que no hable más del tema y mantenga todo en secreto. De esta manera, Aviad realiza una crítica a la sociedad, que en vez de ponerse del lado de la víctima la hace sentir aún peor. Con un desenlace agridulce, “El acoso” se convierte en una película muy necesaria para los tiempos que corren, una que deja reflexionando al espectador sobre ciertas cuestiones que ya no deberían seguir ocurriendo y dejando bien en claro que cuando una mujer dice que no, es no.
por Nahuel Tulian "Realidad callada" Esta producción se intentó llevar a cabo por varios años, varios estudios se negaban a realizarla, debido a su tono muy gris en su historia, según relata su directora Michal Aviad (Invisible) 2011), y es que ese tono “gris” se dá por un relato que demuestra una cruda y actual verdad, que muchas veces se minimiza y al que no estamos acostumbrados a verlo retratado de una forma tan oscura en cine, en este caso, el acoso laboral. Ésta es una producción Israelí de drama, dirigida por Michal Aviad y guionada por la misma. Incluyendo nominación a mejor guión en los premios Ophir, premio de la academia de cine israelí. Isha Ovedet/ Working Woman (2018) En esta historia se nos presenta a Orna (Liron Ben-Shlush) y su esposo (Oshri Cohen), quien es dueño de un restaurante y tiene dificultades para progresar. En este contexto, Orna comienza a trabajar en bienes raíces, consigue un ascenso, y es acosada por su jefe Benny (Menashe Noy). Orna siendo madre de tres hijos y convirtiéndose en el sostén económico de su familia, debe luchar por desarrollarse en plenitud en su trabajo, y más importante aún, poder convivir consigo misma y su familia. El guión lleva la trama de una manera muy ligera pero acertada al fin y al cabo, y es que no recae en los clichés de películas de acoso sexual, estos momentos están trabajados de forma minuciosa y logran que el espectador se siemta incómodo. Las escenas de Orna y su jefe están cargadas de una tensión que traspasa la pantalla y le llega al espectador, sin dudas están muy bien logradas. Lo que también se consigue y se observa es el cuidado en la realización de los planos, los seguimientos de cámara y así en conjunto con el trabajo de luminosidad, trata de darle cierta profundidad al relato que queda muy bien logrado. En las actuaciones, se destaca la bella Liron Ben-Shlush como Orna, ganadora del premio Ophir a mejor actriz que se caracteriza aquí por transmitir todos los matices del personaje y comunicar más con una sola mirada, sin necesitar palabras. Luego se destaca Menashe Noy, llevando a cabo una tarea muy sutil en su labor. Es una película que llega con la esperanza de hacer escuchar las voces que menos se sienten, o que de a poco se están sintiendo. Nos lleva a pensar cuanta impunidad tienen los más poderosos, y cuanto está uno dispuesto a sacrificar por el bienestar de su familia. Puntaje: 8/10 Título original: Isha Ovedet Año: 2018 Duración: 93 min. País: Israel Dirección: Michal Aviad Guion: Michal Vinik, Michal Aviad, Sharon Azulay Eyal Fotografía: Daniel Miller Reparto: Oshri Cohen, Menashe Noy, Liron Ben-Shlush Productora: Lama Films / United King Films / Rabinovich Film Fund Cinema Project / Israel Lottery Council for Culture and Art Género: Drama
Una mujer trabajadora La realizadora israelí Michal Aviad desarrolla en El Acoso (Isha Ovedet, 2018) un desgraciadamente típico caso de acoso laboral de parte de un jefe para con su asistente femenina. Escrito por la propia Aviad junto a las guionistas Sharon Azulay Eyal y Michal Vinik, el film narra las penurias de la mujer ante los -al principio subrepticios y finalmente impetuosos- avances del dueño de una importante empresa inmobiliaria que le ofrece una oportunidad para aprender el oficio, confiando en su talento para ganarse la confianza de las personas, en su ética laboral y en su pasado en el ejército. Ante la imposibilidad de su esposo de conseguir el permiso para abrir un restaurant, emprendimiento en que la familia tiene puestas sus esperanzas, sus ahorros y créditos varios, las premuras económicas obligan a Orna (Liron Ben-Shlush) a buscar trabajo en la siempre redituable industria inmobiliaria. En una entrevista en una importante firma con emprendimientos varios para las clases altas, Orna se reencuentra con el comandante en jefe de la base donde realizó el servicio militar obligatorio en Israel, quien la contrata recordando su compromiso y responsabilidad laboral. Desde el comienzo Orna consigue importantes resultados y cuantiosas ventas, pero su alegría por el éxito obtenido es opacada por el acoso laboral por parte de Benny (Menashe Noy), el dueño de la inmobiliaria, completamente obsesionado con ella y que constantemente demanda su presencia y su tiempo. El film narra con paciencia cómo la mujer crece laboralmente y se convierte a su vez en el objeto de la obsesión de Benny, que la convence de quedarse a pesar de las reticencias de ella tras un beso prepotente durante un festejo, ofreciéndole un ascenso que incluye un aumento salarial, comisiones por las ventas y una ayuda con el permiso del restaurant del marido. El Acoso/ Isha Ovedet, cuya traducción exacta es Working Woman en inglés, Mujer Trabajadora en español, construye una trama opresiva sobre la situación laboral de Orna y sobre la fragilidad de la mujer trabajadora en el nuevo capitalismo, sistema económico, político, social y cultural que pretende borrar los derechos laborales de un plumazo bajo el pretexto de la necesidad de bajar costos para la ganancia de los accionistas. Liron Ben-Shlush realiza una interpretación extraordinaria, cargada de emotividad y sufrimiento por una situación perversa de parte de su jefe y por la incomprensión de su marido. En ambos casos el problema es el mismo, ven a la mujer como su propiedad y reaccionan como machos alfa que pretenden poseer algo o alguien, comportándose ominosamente. La madre de Orna, que aparece en dos breves escenas, también tiene una gran importancia, ya que menciona la cuestión de la inestabilidad laboral actual y le sugiere a su hija dejar pasar la situación con su jefe, cuestión que pone sobre la mesa los cambios generacionales ante las mismas situaciones. Desgraciadamente este tipo de casos de jefes que acosan a sus subalternas es muy común en el mundo laboral, y los hombres con algo de poder lo ven como una conquista de la femineidad que los ayuda a reforzar su masculinidad, identidades hoy en constante cambio e incluso en crisis debido a esta misma situación de violencia que las mujeres sufren a diario, asuntos a su vez interrelacionados que expresan los problemas sociales y los vacíos que anidan en el contrato social. El film de Michal Aviad crea así una historia sólida acerca de la ardua temática que aborda, dejando que la situación de violencia avance hasta estallar para también dar cuenta de sus esquirlas, del día después, de las explicaciones imposibles, la necesidad de alejarse, la negativa del jefe de dejar ir a su presa, y principalmente la dificultad de la protagonista de expresar lo sucedido y explicárselo a sí misma, aunque también abarcando la necesidad de superarlo y dejar atrás el acoso con el objetivo de recuperar la libertad y cerrar las heridas abiertas por la confianza en los jefes psicópatas que actúan protegidos por su dinero y su posición social.
Una mujer sometida, un jefe abusador, un marido poco presente y tres hijos en plena edad escolar. Esos son los factores que componen “El Acoso”, del israelí Michal Aviad. Mientras Ofer (Oshri Cohen), el hombre de la casa, intenta mantener un restaurant con poco éxito, su esposa Orna (Liron Ben-Shlush) consigue trabajo en una empresa constructora. A pesar del agotamiento que tiene por su empleo, la crianza de sus hijos y el cuidado del hogar, todo marcha normal. No obstante, su jefe (Menashe Noy) comienza a sobrepasarse con ella. Chistes subidos de tono, momentos incómodos y típicas actitudes correspondientes a la cultura patriarcal del país, no tardan en llegar. La autoestima de Orna recae notoriamente. Es que con el pasar de los días, el acoso sexual sistemático de su superior aumenta cada vez más. Y ella, con sus pocas herramientas, deberá intentar escapar de eso. A pesar de ser previsible por algunos momentos, “El Acoso” logra conmover al tocar un tema que - por suerte - ya no es tan tabú. De manera efectiva, puede contar la historia que a más de una mujer le tocó vivir. En cuanto a los aspectos técnicos, el film resulta correcto, aunque no llega a destacarse sobremanera en ninguno de ellos. Se trata de una película que en estos tiempos es necesaria para dejar en evidencia la posición que ocupan las mujeres en los diferentes rincones del mundo. ---> https://www.youtube.com/watch?v=F1dI9hs8JUU TITULO ORIGINAL: Working Woman DIRECCIÓN: Michal Aviad. ACTORES: Ben Shlush, Menashe Noy, Oshri Cohen. GUION: Michal Aviad. FOTOGRAFIA: Daniel Miller. GENERO: Drama . ORIGEN: Israel. DURACION: 93 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 16 años DISTRIBUIDORA: Mirada FORMATOS: 2D. ESTRENO: 09 de Enero de 2020
Infierno cotidiano En la película El acoso (Isha Ovedet, 2018), la directora israelí Michal Aviad, acompaña el padecimiento que debe atravesar una mujer generado por las actitudes abusivas de su jefe. Orna (Ben Shlush), madre de tres hijos, se encuentra en una situación económica apremiante. Su marido posee un restaurante que abrió recientemente, por lo que los ingresos de la familia son escasos. Decidida a trabajar, consigue un empleo en una importante empresa constructora. Allí, su jefe Benny (Menashe Noy), le dará la oportunidad de crecer en la empresa, pero al mismo tiempo comienza a ser abusivo con ella. El relato se construye a través de diversas situaciones que progresivamente irán configurando un mayor grado de violencia (sexual, física y psicológica) al que se ve sometida la protagonista. El acoso es un crudo retrato de las tremendas situaciones que deben sufrir algunas mujeres en su ámbito laboral. La originalidad del planteo, una de las mayores virtudes de la película, es reflejar cómo esa violencia repercute en los distintos aspectos de la vida de una mujer. La directora decide contar todas esas consecuencias “laterales” que se van sucediendo: las dificultades para contar lo que está pasando, la incomprensión, las presiones económicas, las tensiones en la pareja, y un extenso etcétera. Un final que desentona con el resto de la película, por poco da por tierra con lo que la realizadora fue construyendo, y debilita un poco esta terrible historia. Sin ser una obra maestra, la gravedad de lo narrado convierte a El acoso en una película necesaria toda vez que visibiliza una situación desgraciadamente habitual.
"Benny es un buen jefe", le asegura a Orna la secretaria de una importante empresa constructora dedicada a proyectos inmobiliarios de lujo en la zona de playa de Tel Aviv. Sin embargo, la entrada a ese mundo implica para Orna una serie de cambios decisivos: el aprendizaje de una nueva profesión, el equilibrio de sus horarios laborales con la vida familiar, y las tensiones de un entorno laboral demandante y competitivo. Y si Orna parece adaptarse con solvencia al principio, no todo resulta tan idílico. El eje de la película de la israelí Michal Aviad es el poder que paulatinamente ejerce su jefe bajo el velo de la recompensa primero , con la excusa del agradecimiento después, siempre amparado en las estrategias de un asedio que tiñe de angustia e indefensión la nueva vida de Orna. La precisa construcción de los encuadres -que ofrecen al espectador la decisión de qué ver y con qué ahínco- permite a la película hacer materia de la ficción lo que podría ser el mensaje de una denuncia. La notable actuación de Liron Ben-Slush brinda a Orna el creciente descubrimiento del mundo que la rodea, de las desventajas con las que debe lidiar, del poder que ella misma puede asumir cuando parecía impensado. Y todo ello se consigue con una asombrosa economía de recursos, explorando el vigor de los espacios vacíos donde no hay respuestas (tanto en la obra en construcción como en el hogar de Orna), y haciendo del silencio en las situaciones límites el mejor aliado para cualquier reflexión.
Ya desde su título en castellano, queda claro que El acoso es uno de los tantos cauces de expresión que, de un tiempo a esta parte, la ola feminista viene encontrando en el cine. Esta película bien podría funcionar como bandera de los reclamos de las mujeres, porque expone un caso de acoso sexual desde el grado cero y, con el ejemplo, responde didácticamente a casi todas las preguntas insidiosas que suelen plantearse ante cada nueva denuncia. ¿Por qué no renunciaste? ¿Por qué no lo denunciaste antes? ¿Por qué no se lo contaste a nadie? ¿Por qué él haría algo así, si tiene dinero y puede conseguir a cualquier mujer? La israelí Michal Aviad adopta el punto de vista de la víctima y consigue una empatía que nos hace comprender la mezcla de miedo, impotencia y vergüenza que puede sentir una mujer que es hostigada por una figura con poder (en este caso, su jefe). Un cóctel paralizante que es la respuesta para gran parte de las objeciones que suelen aparecer en estos casos. A diferencia de las protagonistas del MeToo, Orna es una mujer anónima de clase media, que necesita trabajar para mantener un hogar que incluye marido y tres hijos. Con este planteo, Aviad mata dos pájaros de un tiro y, de paso, pone en escena otro de los reclamos feministas históricos: la problemática de las madres trabajadoras. Que en este caso es compartida en parte por el marido, tan trabajador y padre como ella. Además de ser pedagógica -la directora también es docente universitaria-, El acoso tiene una alta carga de suspenso, que va más allá de su previsibilidad: sabemos -o creemos saber- lo que va a pasar, pero no en qué momento. Si no se trata de una gran película, es tal vez porque en su camino instructivo abandona la complejidad moral y, además, cede a la tentación de un final tranquilizador.
Michal Aviad construye en “El acoso” un relato que dialoga de manera directa con los tiempos de empoderamiento femenino y #metoo pero termina por traicionar la salida previsible del relato en un final que sorprende por lo arriesgado. En un momento en el que ya nada es lo que era, ni nunca volverá a ser lo que es, Aviad decide reflejar la vida de una joven madre, agobiada por rutinas asociadas al cuidado de sus hijos y el acompañamiento de su marido en un emprendimiento gastronómico. Cuando le llega la propuesta de comenzar a transitar junto a un poderoso empresario de la construcción el universo de la venta inmobiliaria, Orna (Gil Ben Slush) mira para adelante y redobla los esfuerzos diarios. Como en “Secretaria Ejecutiva”, la recién llegada irá transformando su vida, su manera, su cuerpo, su forma de transitar el día a día. En ese avanzar “El acoso” gana por, principalmente, la construcción de Orna, una mujer urbana, deseante, joven, bella que se paraliza ante el hecho que da nombre al título local de la película. Menashe Noy encarna a Benny, ese lascivo y oportunista jefe que aprovecha cualquier momento, hasta el menos pensado, para avanzar sobre la mujer, dos cuerpos que se rechazan pero que ante la necesidad continúan reunidos en el ámbito laboral. El guion trabaja sobre estos dos personajes, juega con algunos secundarios periféricos, y logra tensionar con un nervio único, los momentos en los que la soledad los invade. El fuera de campo, la oscuridad, todo construye un posible escenario para avanzar en la enfermiza relación que se termina por presentar. La película posee los tres actos clásicos, reservando el primero y segundo para las presentaciones y la dinámica entre ellos, hasta que, un hecho particular desencadene el tercero con dos miradas totalizadoras sobre ambos personajes. Si bien el guion no juzga nunca a ambos, prefiere que esa naturalidad con la que se presentaba un Israel urbano, moderno, retroceda con la resolución sobre ambos protagonistas. Allí, cuando comienza a cuestionarse el discurso de Orna, la película gana potencia y suma al me too desde la deserotización de la cuestión. Pero cuando “El acoso” prefiere ir por el lado más sensacionalista, el del subrayado de los hechos que determinarán los caminos de los protagonistas, pierde fuerza, pero no su valiente registro de una violencia ejercida diariamente sobre los cuerpos desde una posición patriarcal del empresariado y el mundo de la venta.
Mientras su marido tiene dificultades para mantener su restaurante, una madre de tres hijos encuentra trabajo como asistente de un poderoso agente inmobiliario. Al ser acosada sexualmente por él, ella deberá defender su trabajo y principalmente, su autoestima. La película consigue sus mejores momentos al describir el proceso sutil del acoso. Desde una frase inicial, un gesto, una mirada, para pasar luego a una serie de avances cada vez más graves. La idea de que el acoso no es algo que surja de forma total en un primer instante, sino que en algunos casos el acosador lo van construyendo. La protagonista no presta atención a los gestos iniciales y luego deja en claro las cosas cuando estos aumentan. La situación se complejiza por la culpa de ella, la necesidad de mantener el hogar y el éxito laboral que está consiguiendo en el trabajo junto a su jefe acosador. La película es muy angustiante y describe de manera implacable el funcionamiento del acosador. El final no funciona tan bien como la película y deja la sensación de mezclar la gravedad de la denuncia con una resolución más cinematográfica pero no a la altura del resto de la película.
Acá no progresa el que no quiere Más afianzada en el documental, con una fuerte perspectiva de género, la realizadora israelí Michal Aviad vuelve a la ficción luego de la prometedora Invisible de 2011; y lo hace, afortunadamente, sin correrse de su eje, poniendo el foco en el rol de la mujer frente a cuestiones sociales y en la problemática del mobbing o acoso laboral. Desde hace años, décadas, se viene denunciando cómo la inserción de la mujer en el mundo laboral es inequitativa en relación al hombre, por varios factores. No se respeta una paridad, no hay equiparación de salarios frente a igual tarea, y todavía se sigue considerando que la mujer debe cumplir con los quehaceres del hogar aún luego de cumplir una jornada laboral igual o mayor a la del hombre. Pero hay otro problema más, un padecimiento aún mayor. Cualquier estadística arroja que los casos de mobbing o acoso laboral son ampliamente mayores en mujeres que en hombres. Esto sumado a la sexualización y cosificación de la figura femenina en un ámbito laboral en el que se le exige mostrar una imagen de sensualidad. Aviad no aplicó eufemismos. En El acoso presenta un claro caso de mobbing que servirá como botón de muestra para algo que es expuesto de forma realista, sin ningún tipo de exageración dramática. Pero no solo eso; expandiendo esta mirada evidente, también desliza una posición de la clase media trabajadora, obligada a determinadas concesiones en pos de un progreso exigido por el sistema capitalista que no ve con buenos ojos el conformarse. Bajo falsos preceptos de méritos, esfuerzos, y valoraciones, debemos aceptar todo tipo de resignaciones con tal de tratar de estar en una posición (económica) mejor de la que estamos; porque si aceptamos que es suficiente, podemos quedarnos afuera. Total, todos partimos desde las misma condiciones, no importa la clase ni el género: solo importa cuánto empeño le pongamos a nuestros deseos materiales. Orna sale a trabajar Orna (Liron Ben Shlush) está casada con Ofer (Oshri Cohen), y juntos tienen tres hijos. Pertenecen a una clase media humilde y tienen deseos de avanzar. Sobre todo Ofer, que abandona su trabajo para ser un emprendedor poniéndose un restaurante. Claro, el negocio necesita de un tiempo para asentarse, y en el mientras tanto los gastos no frenan; por lo que Orna deberá volver al mercado laboral. Produciéndose no le cuesta mucho esfuerzo. Fácilmente consigue un trabajo como asistente en la constructora de Benny (Menashe Noy), un arquitecto que reconocerá su trabajo haciéndola ascender rápidamente; por supuesto, a cambio de… Aviad expone desde el principio lo que se conocen como señales de micromachismo. Claramente Benny contrata a Orna porque es atractiva, exigiéndole producirse, “cortejar” algún cliente, y también hacer labores de secretaria que no le corresponden. La empuja cada vez más, la lleva hasta el límite esperando que ceda, hasta que finalmente termine avanzando en un acoso concreto. Orna ve su sueño de progreso roto, pero su familia depende ella. ¿Hasta dónde está dispuesta a soportar? Así, en El acoso, se va tejiendo un juego de tensión en donde el hombre no acepta un no como respuesta, parece retroceder para luego avanzar más y más; y la mujer no puede salirse de su propio corset social. Siente la obligación de ese progreso. Retirarse es resignarse, estancarse, y eso en el sistema en el que vive no es posible. La tercera pata de este juego, Ofer, está tan metido en sus propio deseos que -indirectamente- también impone su condición de hombre frente a Orna. Imágenes del consumo Más allá de la lectura que flota sobre la superficie de la historia, Michal Aviad construye una sublectura mediante imágenes, gestos, y actitudes, que no necesitan ser expresadas en palabras. Orna y su madre, pequeñas, entrando a un shopping gigante, en una ciudad rodeada de fuerte consumo. Ahora ella puede acceder, ¿pero a qué costo? El trato que Benny le da a su propia esposa, como si fuese un adorno funcional. La degradación de la figura de Orna en su vida familiar mientras mejora la profesional. El cuerpo habla, no calla. Podemos encontrar un paralelismo entre El acoso y la recordada miniserie argentina Maltratadas que exponía diferentes casos de violencia de género. En especial los episodios La mejor y Acosada sin salida que abordaban un acoso sexual laboral, y un hostigamiento por cuestiones de género con exigencias fuera de lo racional. Hablamos de cuestiones universales del mundo en que vivimos. Orna intenta suplir su propio dolor y el descuido a su familia, comprándoles cosas, permitiéndose acceder. Aun dañando su integridad. ¿Será casualidad que su título global Working woman sea similar al título original de aquella oda al capitalismo mercantil disfrazada de comedia romántica Secretaria ejecutiva – Working girl? Mientras que aquella aceptaba a la sexualidad de la mujer como un arma para escalar, en El acoso se condena que la mujer sea relegada a esa situación. Una diferencia sustancial. Con una correcta progresión dramática, y sin remarcar las tintas sobre lo evidente, Aviad se apoya en las solventes interpretaciones de Liron Ben-Shlush y Menashe Noy. Ella consigue conmover, él se hace odiar. Ambos con naturalidad.
Una muy interesante película israelí sobre el acoso laboral de la realizadora feminista Michal Avid que elige una aproximación al problema que produce la tensión de un thriller psicológico pero que refleja profundamente las secuencias de lo que ocurre con la víctima y el victimario. Es una situación de acercamiento al problema de manera lenta. Donde la mujer queda atrapada, primero pensando que podrá frenar y dominar la situación. Segundo porque el trabajo es el que desesperadamente necesita ante la casi bancarrota del negocio de su marido y las necesidades económicas para mantener a su familia. El abusador tiende su telaraña y a atrapa a su víctima, con avances, rechazos, regalos, ascensos, sorpresas. Pero nunca cejara en su acción, el ataque llegará en una escena escalofriante. Y la mujer atrapada, se sentirá con culpa, pensará, como le confiesa a su madre, que cometió un error, comunicará mal lo que ocurrió a su marido. Ese estudio del manejo del lenguaje que refleja con exactitud lo que ocurre con una mujer abusada a la que el mundo interroga con rudeza, es lo mejor de un film sin estallidos, con dolores profundos y un final sorprendente y liberador. La directora y coguionista junto a Sharon Azulay Eyal y Michal Vinik, conto con grandes actores, en especial esa protagonista encarnada por Liron Ben-Shlush, que maneja todas las capas de complejidad que requiere su personaje.
"El acoso": el lugar de las mujeres en la sociedad El cineasta construye un universo que aunque pueda parecer excesivo por acumulación, es fiel a la realidad que la mayoría de las mujeres atraviesan de forma cotidiana. No hay temática social más actual que aquella vinculada a las reivindicaciones de los derechos de la mujer. El tema tiene su contraparte en el cuestionamiento del lugar que los hombres siguen ocupando dentro de la sociedad. En la intersección de ambas líneas se encuentran las diferentes formas de abuso que los unos suelen ejercer sobre las otras y que con obvias diferencias de grado signan las relaciones entre ambos. El universo de El acoso, segundo trabajo de ficción de Michal Aviad, cineasta israelí cuya obra visita con más frecuencia el documental, trabaja sobre la representación de distintas instancias en las que se da por sentado que las mujeres deben poner su tiempo, sus necesidades, sus deseos e incluso su libertad a disposición de lo que los distintos hombres que forman parte de su vida dispongan. Por ese camino construye un universo que aunque en algún momento pueda parecer excesivo por acumulación, no deja de ser fiel a la realidad que la mayoría de las mujeres atraviesan de forma cotidiana. Ya el punto de partida habla de la forma en que las mujeres tienen internalizado este mecanismo. Es que cuando Orna acepta un trabajo como asistente de un empresario de la construcción, lo hace en primer lugar para que su marido pueda mantener el proyecto de llevar adelante su propio y recién abierto restaurant. En el camino la protagonista descubrirá dos cosas. Que su nueva ocupación le lleva más tiempo del que pensaba, en parte por el carácter demandante de su jefe, pero también que le gusta lo que hace, que es muy buena en ello, y que además tiene la posibilidad de ganar mucho más que su esposo. Como ocurre muchas veces en la vida real, esta situación tiene consecuencias en ella, pero también en él, que se siente inseguro teniendo que ocupar un rol secundario en el sostén económico de la familia. Por eso no extraña que en lugar de disfrutar del éxito de Orna se sienta celoso, aunque luche contra la bronca que eso le genera. Aviad maneja la puesta en escena con austeridad, prescindiendo de elementos ajenos al universo de Orna, protagonista excluyente de El acoso. Esto se hace evidente sobre todo en la ausencia de música incidental, que hubiera aligerado o exagerado el impacto de las diferentes situaciones que el personaje se ve obligado a atravesar. Lo acertado de la decisión se vuelve evidente sobre todo en las escenas en las que el jefe de Orna comienza a manifestar un interés por ella que va mucho más allá no solo de lo laboral, sino de los deseos de la mujer. El uso de música para subrayar emocionalmente este tipo de escenas es una tentación que la directora elude con elegancia. También es cierto que el guión responde a una estructura rígida, demasiado pendiente de incluir los giros, quiebres y clímax donde el manual del buen guionista indica que deben ir, haciendo que el fluir de la narración se vuelva mecánico. Un exceso de prolijidad le saca algo de potencia al relato.
Mujer trabajadora se llama en hebreo y en inglés la película que se exhibe como El acoso en cuatro salas porteñas. Al parecer, la distribuidora local consideró pertinente adelantar un dato clave de esta ficción que, efectivamente, gira en torno a una empleada violentada por su jefe. La israelí Michal Aviad dirigió el guion que redactó con dos congéneres, Michal Vinik y Sharon Azulay Eyal. El largometraje describe con verosimilitud las distintas instancias de la experiencia traumática que padece la joven Orna: entusiasmo ante la oportunidad profesional que le ofrece Benny; dificultades a la hora de reconocer los indicios de inconducta del empresario inmobiliario sesentón; consecuente prolongación de una situación cada vez más peligrosa; reconstrucción de la autoestima con miras a una eventual desvinculación del agresor y a la reparación del daño sufrido. Esta crónica de un acoso presenta dos grandes virtudes. La primera: muestra los elementos psicológicos, económicos, sociales que preparan el terreno para la concreción del o los abusos. La segunda: señala la soledad de la víctima en un entorno que, por distintos motivos, no puede reconocerla como tal. Además de convertirse en presa de su empleador, la protagonista sufre el maltrato de su esposo. En este punto, El acoso avanza un casillero respecto de otros films que abordaron el mismo tema, Tierra fría por ejemplo. La composición de Orna constituye otro punto a favor. El año pasado la Academia de Cine Israelí le otorgó a Liron Ben-Shlush el premio a la mejor actriz, acaso por una interpretación capaz de expresar el padecimiento de una mujer forzada en el marco de un trabajo profundamente deseado. Algunos espectadores encontramos naïf, o al menos discutible el final. En cambio quedarán conformes quienes entienden que depende exclusivamente de la víctima la superación del trauma derivado del acoso sexual.
El Acoso: Abuso de poder. La documentalista israelí Michal Aviad dirige este sentido drama que muestra el reiterado acoso laboral que sufre una mujer en su nuevo trabajo. Un relato que se estrena en un momento más que indicado para representar el horror que sufren miles de mujeres hoy en día. Con el surgimiento del #MeToo y las crecientes denuncias de mujeres de todo el mundo ante una inmensa cantidad de casos de acoso, abuso, violación y todo tipo de conductas inapropiadas en el ámbito laboral, también es considerable la cantidad de relatos que llegan al cine y al resto de las artes en general para hacer eco de esta situación. En los últimos años, hemos tenido diversos films que intentan reflejar estos problemas, pero probablemente ninguno sea tan realista, medido y cuidado como El Acoso (o Mujer Trabajadora, si nos atenemos a la traducción estricta del título hebreo Isha Ovedet). Este drama con varios momentos de pura tensión e incomodidad busca ponerse en el lugar de Orna (Liron Ben-Shlush), una madre de tres hijos que acepta un puesto como asistente de un poderoso agente inmobiliario, Benny (Menashe Noy). Su marido (Oshri Cohen) tiene algunos inconvenientes para mantener su restaurante, el cual acaba de inaugurar. Orna comienza a ser acosada sexualmente por Benny, pero intentará hacerle frente a la situación ante el complicado panorama económico de su familia. Lo interesante del largometraje es que se centra en la raíz de la encrucijada en la que se ven envueltas muchas mujeres donde tienen que contraponerse ante la situación mencionada, pero también al escepticismo de la gente que las rodea, tirando frases del estilo de “¿por qué no renuncio?”, no solo demostrando una total falta de empatía, sino también un desconocimiento profundo de este tipo de situaciones. Los argumentos mencionados dan por sentado que las mujeres tienen un montón de oportunidades laborales pero en la mayoría de los casos esto no es así o por otro lado, este tipo de confrontaciones sin resguardo o sin denuncia pueden traerles consecuencias en sus carreras. Es por ello que esta obra pone el foco en todas estas cuestiones o problemáticas con el objetivo de brindar un relato reflexivo y de denuncia. Una película que pese a estar situada en medio oriente retrata una temática completamente universal. Para tal ardua tarea fue necesario un elenco poderoso en el cual se destaca Liron como la protagonista que lucha contra su jefe y también con la falta de contención de su esposo. Noy y Cohen también componen dos solidas interpretaciones para redondear un perfecto trabajo interpretativo del cast. El guion también es otro de los puntos fuertes de la obra que opta por un buen desarrollo de sus personajes, por una mirada realista y por exponer sus ideas de manera acertada sin incurrir en el mero melodrama, la exageración o una grandilocuencia desmedida que busque el golpe bajo. Asimismo, el trabajo de cámara de la cinta es bastante interesante ya que los planos fijos de larga duración, la cámara en mano, los detalles en profundidad que permiten varias capas de atención dentro de un mismo plano y los movimientos de cámara favorecen a esa mirada cuasi documental que busca la directora. En síntesis, El Acoso es un film potente y duro (incluso con algunas escenas impactantes), inquietante y sumamente relevante que viene a manifestarse a un tema muy vigente en la sociedad contemporánea. Una carta de denuncia pero que no se queda en el molde sino que busca trascender mediante sus destacadas actuaciones así como también un guion consistente y una mirada enfocada y determinante de su directora. Una película para reflexionar y debatir en las charlas post visionado.
Crítica de “El acoso” El universo femenino ante una sociedad machista En su segundo trabajo, el cineasta israelí Michal Aviad refleja el lugar de la mujer en una sociedad digitada por hombres, a través de una realidad laboral que afecta a un gran universo femenino. Por: Andrea Reyes Bajo la dirección de Michal Aviad, “El acoso” (con título original “Working Woman”) es un drama que representa el fiel reflejo de lo que muchas mujeres atraviesan en sus lugares de trabajo y que, por distintas razones, eligen mantener en silencio, a costa de la mirada acusadora de los demás. Orna Havih es una mujer casada con tres hijos que ingresa a trabajar en una empresa de construcción muy reconocida. Su jefe, Benny, es un agradable y generoso hombre de unos cincuenta y tantos años que poco a poco, va develando sus verdaderas intenciones con la joven, quien intentará sortear las presiones de su jefe creyendo tener todo bajo control. Interpretada por Liron Ben-Shlush, Menashe Noy, Oshri Cohen, Corinne Hayat y Dorit Lev-Ari, “El acoso” (2018) muestra el interés de su director en reflejar el rol de la mujer israelí dentro de una sociedad machista, no sólo en el ámbito laboral, sino también familiar y social. Al respecto, la película evidencia aspectos de la vida cotidiana, ya que en Israel es elevado el número de mujeres que forman parte de la fuerza laboral, normalmente con sueldos inferiores en relación al de los hombres, y que en un alto porcentaje sufren de acoso sexual. Escrita por Sharon Azulay Eyal, Michal Vinak y Michal Aviad, “El acoso” mantiene una estructura lineal, bajo la premisa de reflejar la evolución de los vínculos entre los protagonistas; narrada desde la perspectiva de quien padece el acoso, con un claro guiño hacia el movimiento femenino. Por lo tanto, en 90’ “El acoso” es una película bien resuelta que logra mantener la atención del espectador, y que habilita tanto la mirada acusadora como empática sobre cuál es la postura correcta ante una situación de abuso laboral. Puntaje: 70/100
CUANDO EL PODER SE VUELVE ABUSIVO Las discusiones sociales de estos últimos años analizan con mucho interés el rol que ha ocupado la mujer en la historia y el que tiene ahora. En este sentido El acoso se enfoca en el abuso de poder en el ámbito laboral. Michal Aviad hace foco en la construcción del sentimiento de culpa de una mujer que sufre acoso por parte de su jefe. Orna vive con su familia, que está compuesta por su esposo y sus tres hijos. Ellos tienen un negocio propio que no está rindiendo como debería. Es por esto que decide tomar un empleo dentro de una inmobiliaria, aún sabiendo que los horarios no serían tan claros. Estos límites desdibujados son el primer paso para que su jefe se tome ciertas atribuciones que no debe. Luego el film nos va mostrando cómo la protagonista, casi sin darse cuenta, va siendo cada vez más acorralada por este hombre. Vemos entonces cómo le dice lo que tiene que vestir y cómo comportarse, que en pleno trabajo pueden pasar como sugerencias necesarias. Esos pequeños detalles van generando una relación abusiva y difícil de distinguir para Orna. El acoso logra construir todas las piezas que van haciendo posible que se entienda por qué una mujer no se siente con poder de irse o defenderse al momento de sufrir un abuso sexual. Muestra el grado de confusión que Orna atraviesa gracias a todos esos pequeños abusos que recibe antes de que la situación se vuelva más grave. La película hace posible que se visualice la complejidad de la situación, no sólo desde los personajes involucrados sino también desde el esposo de Orna. Benny, el jefe, no tiene nunca remordimiento por sus acciones. Incluso este hombre se ofende, y es esa su principal arma, cuando ella no responde a sus pedidos. Este empresario hace todo para que el entorno de hombres de negocio registre que ella le pertenece. Orna oscila entre la necesidad laboral, sus motivaciones de crecimiento personal y cierto grado de convencimiento sobre lo que le debe a Benny por su amabilidad como empleador. Ofer, el marido de Orna, también juega un papel decisivo porque cuando ella le cuenta lo que le ha pasado, con todo el pudor de la situación, él no duda en juzgarla y ponerla en el lugar de la provocación. Son las situaciones que va viviendo la protagonista las que logran cierta tensión en el relato. Pero no está exenta de ser un tanto previsible en cuanto a los giros. Sin embargo, el gran problema del film es la resolución que plantea. Tomando un rumbo esperanzador realiza un cierre que parece poco verosímil a lo que se había planteado hasta el momento. Esto peca de considerar el empoderamiento con liviandad, como una especie de epifanía. Sin embargo, así como supo reconocer que son todos aquellos pequeños detalles -que parecen menores- los que construyen la sumisión, no logra mostrar cómo romper con esto es también un trabajo minucioso y lento.
Un matrimonio joven, Orna y Ofar, tiene algunos problemas de dinero. El pequeño restaurant que Ofar instaló luego de distintos trabajos en hoteles, parece no arrancar. Orna, emprendedora y dispuesta para nuevos oficios, se emplea como secretaria de un importante agente inmobiliario. En poco tiempo esta mujer, inteligente y atractiva, da muestras de que puede ser valiosa también en la venta de un nuevo emprendimiento de la empresa, lujosos pisos ubicados en las playas de Tel Aviv. La alegría por los progresos laborales va a empañarse con los avances sexuales del dueño de la empresa, Benny, con el que ha comenzado a formar una excelente dupla comercial. La directora Michal Aviad se ha preocupado hasta el momento por desarrollar contenidos sociales en sus documentales, cortos y largometrajes (éste es su segundo largo de ficción). Asuntos como la vejez, particularmente en el caso de la mujer; la violación, el conflicto palestino-israelí, han sido temas de sus filmes en una trayectoria que abarca más de treinta años. OSCURA SEDUCCION En este trabajo, el tema del acoso laboral femenino asume una dimensión especial luego de la salida a la luz del MeToo. La directora describe rigurosamente el proceso de acoso en un lugar de trabajo, cuando la figura que ejerce la agresión concentra el poder y puede tomarse el suficiente tiempo como para establecer un juego que se parece mucho al de la seducción. Inteligente juego donde se balancea la manifestación de la superioridad laboral dada por el cargo del empleador con su consecuencia de deslumbramiento en el empleado, el reconocimiento de los méritos de la empleada a través de la recompensa, actitud que genera en ella gratitud y solidaridad; para finalizar con distintos intentos de vencer las barreras morales con inmediatas disculpas que transforman a la víctima en un simple ratón perseguido por un gato astuto, hasta ese momento dueño del tablero. Es interesante considerar que esta situación es vista y desarrollada por una directora de 64 años e incluye también, como parte de la trama, una vuelta de tuerca en un negocio inmobiliario que permite que un grupo de ricos clientes religiosos cambien su actitud de compra ante una acción típicamente femenina de la vendedora que combina sensibilidad y sentido común. DIFERENCIAS DE GENERO Es este un filme de buen ritmo, que también permite apreciar las diferencias laborales que separan el trabajo masculino del femenino. En el caso de Orna, por ejemplo, a pesar de que su pareja ayuda en cierta cotidianidad hogareña, momentos de enfermedad de los hijos exigen -según el marido- que los compromisos laborales masculinos sean respetados, mientras que los femeninos ocupan un segundo lugar. También determinadas actitudes masculinas muestran ingenuidad o desconocimiento del manejo laboral entre hombre y mujer (insistencia del marido para que ella pida un adelanto de sueldo). Una película actual en sus enunciados, sin golpes bajos y con excelentes actores.
Es incontable la cantidad de mujeres que, en algún momento de su vida, fueron víctimas de alguna situación de acoso/abuso. Uno de los lugares más comunes en donde sucede esta vulneración sobre el cuerpo de la mujer es en el ámbito laboral. Michal Aviad, que previamente dirigió Invisible (film en el que habla sobre una violación), eligió la ficción para retratar esta situación. Orna, mujer casada y con tres hijos, consigue un nuevo trabajo como asistente de un importante empresario del rubro de bienes raíces. No sólo este nuevo empleo la ayuda a salir de su zona de confort (algo que deseaba), sino que además cuenta con una remuneración lo suficientemente alta como para ayudar a resolver la crisis económica de su familia. Todo parece ir sobre ruedas hasta que su jefe, Benny, comienza a mostrar otras intenciones con ella. En un comienzo son sólo “pequeños” comentarios acerca de su vestimenta, pero, poco a poco, las intenciones de este hombre dejarán de ser tan sutiles. Claro está que Orna vive en una sociedad (mundo) completamente machista. Por mucho que le explique a su jefe que se siente incómoda con sus actitudes completamente fuera de lugar, éste hace oídos sordos y se lo toma como si de un juego se tratase. El acoso es un drama que refleja la situación de vulnerabilidad a la que miles de mujeres deben enfrentarse en su día a día. Y no sólo pone el foco en la situación del acoso en sí (llamarlo sólo acoso es minimizar realmente lo que vive la protagonista), sino todo lo que rodea ese hecho, como el descreer (o ningunear) siempre de la palabra de la víctima. Una vez más, la mujer deja de ser la víctima para pasar a ser la victimaria. Michal Aviad evita caer en golpes bajos a la hora de relatar la historia. No necesita convertir la trama en un melodrama, la historia en sí es tan real y tan “moneda corriente” que con eso basta y sobra para poner la piel de gallina y generar impotencia frente a lo que se ve. Sin caer en golpes bajos, El acoso es un drama que logra mostrar de una manera sencilla pero eficaz una de las tantas situaciones a las que las mujeres deben enfrentarse en su día a día. No sólo muestra cómo son vulneradas en ambientes que deberían ser seguros, como el laboral, sino también cómo para la sociedad siempre son ellas las culpables.
Aquí la directora israelí Michal Aviad, quien venía realizando documentales, incursiona en otro género y nos presenta un film de denuncia sobre el acoso laboral. Los protagonistas son: Liron Ben-Shlush (secretaria Orna) y Menashe Noy (el jefe Benny) todo comienza con un beso robado y la incomodidad que produce en ella, parece que todo queda ahí pero las presiones crecen y durante un viaje a Paris exitoso en los negocios y crucial en lo personal el tormento se agita y lo miserable también. Nos encontramos frente a un film que intenta mostrar a una mujer que sale en busca de trabajo y pretende aliviar de esa manera el mal momento económico por el cual atraviesa su familia. A medida que corren los minutos resultan más preocupantes el acoso y el abuso de los cuales es víctima. Se entremezcla con el miedo de la protagonista, las inseguridades, la impotencia, la vergüenza y como ante tal situación cualquier persona se puede paralizar. Un film equilibrado, honesto y que llama a la reflexión, aunque le falte más fuerza y sea un tanto débil. Hace pocos meses se estrenó la película italiana «El valor de una mujer» (2018) de Marco Tullio Giordana, que toca el mismo tema.
Sin giros fantasiosos, con una apuesta directa al realismo, este drama israelí va más allá de lo que implica un acoso sexual y muestra consecuencias, disyuntivas y decisiones con mano de hierro. Es evidente que toma (sanamente) partido moral, pero respecto de lo que hacen y creen sus personajes, deja que el espectador tome sus propias decisiones. Una lección respecto de cómo plantear un tema complejo sin golpear bajo el cinto.