Jason Statham es indudablemente uno de los actores exponentes del cine de acción de Hollywood, no solo por la gran cantidad de películas del género que realizó en los últimos años, sino también por cómo encara sus roles con personalidad y destaque, pese a que muchas de las cintas no fueron muy buenas. Aquí, en un papel muy similar a los muchos de su carrera, protagoniza una propuesta con muy bien logradas escenas de acción, con una falta de sentimentalismo impresionante, pero con un guión que no expresa algo que no se haya visto con anterioridad.
El código del miedo es un imperdible thriller de acción para disfrutar especialmente en pantalla grande, realmente es un desperdicio que la veas en tu casa tengas el Home Theater que tengas. La historia está bien pensada, y si bien es sencilla, sumamente irreal y tiene muchos clichés, está diseñada especialmente para dar paso a grandes secuencias de acción muy bien filmadas....
Qué lindo! De nuevo una peli de acción! Y cuánta acción! “Safe” (nombre original e infinitamente más corto que “El código del miedo”), hace muy bien lo que se propone. Te vas del cine con olor a pólvora y hecho un trapito, porque lo que descargás al ver tanto tiro y muertes, no tiene nombre! TRAMA NUMÉRICA La trama se centra en el personaje de Jason Statham, Luke, un luchador clandestino, el cual por no perder cuando debía, la mafia mata su mujer y lo condenan a no tener ningún tipo de relación con nadie, ya que si habla con alguien acaso para pedirle la hora, la mafia rusa, matará a esa persona. Sí, malos, muy malos! Luke deambula por el mundo, como un zombie, durmiendo con vagabundos, hasta que en el momento en el que se va a quitar la vida, en el subte, algo cambia. Ve como persiguen a una pendex asiática de 10 añitos llamada Mei. Reconoce a los perseguidores, los rusos malos! Decide defenderla, y ahí se mete de cabeza, en una lucha entre mafia china, mafia rusa, policías corruptos y las altas esferas políticas, que llegan hasta el alcalde mismo y su ayudante personal, este último, personaje clave en la trama. ¿Por qué quieren a la niña oriental? Porque es una especie de calculadora humana (suena no solo cliché, que hagan a una asiática superdotada con los números, sino también un poco ofensivo a nivel étnico, racista, bah!), pero es un dato menor, y de última, el cliché es algo bueno. Digamos no es el actor negro que sí o sí, o es chorro, o muere en los primeros 15 minutos de película. Bueno el tema es que Mei, tiene en su cabecita el número de una caja fuerte (Safe, en inglés, ahí está el juego de palabras), que tiene 30 millones de dólares. Eso es todo. Luke va a defender a esta niña con uñas y dientes. Pero cómo hace este luchador para matar tan fácil y tan certeramente! Fácil, resulta que es un ex-policía. Pero eso no es todo, resulta que es un ex-asesino secreto del gobierno, el cual fue llevado a la policía para limpiar ciertos elementos. O sea. Una maquina de matar. PISTOLAS, ESCOPETAS, PUÑOS Y PATADAS Las escenas de acción son lo mejor de la peli. Statham se luce en estos papeles, que le quedan muy bien. Lamentablemente no lo hacen legendario, pero todos los que encara, los hace bien. Este no es excepción. Lo lindo es cómo esta representada la violencia en este film. Las peleas se ven reales, los tiros crudos, directos e inapelables. Caen mafiosos chinos, mafiosos rusos, canas buenos, canas malos, y transeúntes. Todos mueren por intoxicación de plomo en altas dosis y a gran velocidad! Y suma mucho mucho, porque eso es lo que uno quiere ver cuando va a ver estas pelis. No queremos ver las meditaciones metafísicas del personaje, no. Queremos verlo partir melones y patear traseros. Statham lo hace y muy bien. Repito, la peli no pasa a la historia, pero se disfruta mucho. De la trama no les cuento más nada, pero se la imaginan. Lo que sí les dejo como perlita es la resolución de la pelea final con el más malo de todos! Es IMPERDIBLE! Dirige esta peli Boaz Yakin, director de la genial “Titanes” (Remember de Titans), y la olvidable comedia con Dakota Fanning y Brittany Murphy, de la cual no recuerdo el nombre, ni tampoco me esfuerzo en recordar. Le queda bien esta peli que además escribe. Definitivamente veré otra de acción de este buen caballero. CONCLUSIÓN No hay mucho más que decir, pero no por decir poco, eso quiere decir que este mal. Esta peli logra todo lo que se propone, como ya dije más arriba, entretiene, te llena de olor a pólvora, te hace disfrutar de muertes a tiros y golpes, tiene una trama correcta, no tiene golpes bajos ni escenas de más. Sus puntos altos son Statham repartiendo a cuanto tipo se le cruce, protegiendo a la niñita. No pasará a la historia, pero definitivamente si quieren divertirse y ver una de tiros, El código del miedo, es más que recomendable, y de lo mejor que se ha estrenado en cine últimamente. No se olviden llevar cargadores extras!
Otra del pelado Cada vez que uno tiene la posibilidad de ver una película con Jason Statham sabe con qué se va a encontrar. Un código de sinceridad de género, en este caso, del de acción. Películas sencillas. Lo único importante para estas películas y que uno pueda disfrutarlas es encontrar un digno representante de esa estirpe llamada "héroe de acción". En este último tiempo no quedan demasiados, Jason es de esos pocos que restan. Actores que son pura carisma, que te filman una de venganzas, tiroteos, persecuciones, puño (a veces patadas) y cuyos antihéroes de corazón sincero no nos resultan ajenos. Te meten de cabeza en la historia que venden. Esta empieza con dos relatos que se desarrollan paralelos. En uno está el bueno de Jason que pelea para sobrevivir (en Vale todo, la última tendencia en peleas legales), en el otro, una chinita llamada Mei y que resulta ser un genio. Una mala jugada con apuestas hace que nuestro querido Jason pierda todo, y para no dañar a más gente, se transforma en vagabundo. La niña mientras tanto la pasa peor aún, sin comerla ni beberla la toma la mafia para utilizarla como "contadora". El comienzo del film va a los tropezones, corte, edición rápida para tratar de dar un vértigo que narrativamente no existe, atropella burdamente con la ansiedad de saberse deudora de lo que vendía en el póster. A eso de la media hora llega el punto en el que en pleno escape la pequeña Mei (ya bajo persecución de la mafia rusa, competidor de la mafia china) a través de los subtes neoyorquinos se cruza con el gran Jason. Tenemos película. Cuando estalla la velocidad de Statham en los enfrentamientos, sumado a la dureza y seguridad de movimientos ya es otra cosa, él se encarga de que una "típica de tiros" nos resulte atrayente, carisma lo que se dice. Porque el resultado no difiere de ninguna otra de acción, si uno desea tiros, ahí están, también peleas (aunque esta más enfocada al policial que al mano a mano) y alguna vuelta de tuerca, o sea, lo que prometía. El embrollo de mafia china, rusa, policía corrupta, terroristas y agentes secretos poco interesa, es una forma de mostrar que son todos lo mismo, nada de "los de afuera son los malos", todo es por guita, después de todo, es América. Si algo hay que rescatar, además del siempre solvente Jason Statham es la franqueza de la propuesta, el póster y el trailer no engañan: una de acción del pelado del transportador. Si eso estás buscando, no hay porque sentirse defraudado.
Acción sin límites Una niña china superdotada, con la capacidad de memorizar largas series numéricas y, entre ellas, la del código de una caja fuerte, se convierte en el blanco de la mafia china y la rusa. En su camino se aparece un ex policía y luchador al que persigue todo el mundo. Este es el comienzo de la nueva película que tiene como protagonista al ícono del cine de acción, Jason Statham, quien se mueve muy cómodo dentro del género. La trama depara muchas escenas vertiginosas y los aciertos de la película consisten en la manera "no lineal" y fragmentada de contar la historia en la que se cruzan dos personajes que se encuentran en peligro. Este imparable luchador de jaula, Luke (Statham), ha dejado perdedores de apuestas algo enfurecidos, a la policía en descubierto y trata de salvarse y proteger a la niña que pasa de mano en mano, como una suerte de botín. Safe (su título original) no da respiro al espectador y tiene acción garantizada. El director Boaz Yakin, el mismo que también mostró en Fresh la vida de un niño en un submundo peligroso, privilegia acá las escenas de luchas, las persecuciones automovilísticas y un verdadero golpe a las mafias de turno. El elenco cuenta además con la presencia de Chris Saradon, el actor que brilló en los ochenta con Chuchy, el muñeco diabólico y La hora del espanto. El código del miedo gusta y entretiene, además de conmemorar a León, el recordado personaje del film de Luc Besson.
Statham contra Todos Es un goce saber que la vieja escuela de acción sigue activa. En los último años, el cine de artes marciales ha mermado en su calidad: el arribo de coreógrafos orientales que combinan coreografías de artes marciales con efectos especiales ha desprestigiado un poco las tradiciones. Luc Besson y sus obras ya han agotado -exprimido- el género. ¿Dónde están los artesanos? Donner, retirado, McTiernan, rodeado de juicios, Tony Scott sigue deleitándonos cada dos años -por suerte-; pero el problema es que no aparecen caras nuevas. O, al menos, no lo han hecho hasta ahora...
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Siempre dije que el guión y la dirección son la columna vertebral, los cimientos de toda película. Ahora, que sucede si construímos un edificio y los cimientos están mal hechos? Sin dudas se vendría abajo. A cualquier film se le puede perdonar que falle en diferentes rubros (ya sean técnicos o artísticos) pero hay que saber que cuando un guión ofrece poca sorpresa y nos lleva por lugares previsibles, el género se transforma en rutinario y no despierta mayor atención. Temí que esto pasara con "Safe", cuando ya a los primeros minutos, el relato no despegaba, aunque claro, Statham se las ingenia para captar la atención de la audiencia sin problemas, más allá de lo que se cuente, en sí. Boaz Yakin, quien ha tenido mejor suerte en la dirección con títulos como "Duelo de Titanes" o "Simplemente amigas" entre otros y en su trabajo como guionista de "El Príncipe de Persia", "Del crepúsculo al amanecer 2" o "El principiante", asume acá ambos roles y el resultado final deja mucho que desear. Todo comienza con una larga introducción que ocupa un tercio del film y nos muestra mediante un desprolijo trabajo de edición paralela, los caminos que conducen al encuentro de sus dos protagonistas. Mei (Catherine Chan), es una niña oriental prodigio con los números, que es sacada del colegio para luego ser adoptada en forma ilegal por la mafia china y utilizada para almacenar en su joven memoria todo tipo de datos, llevar el conteo de las inversiones, ganancias, pérdidas y así saber quienes se están quedando con algún que otro vuelto. Luke Wright (Jason Statham, que repite una vez más el personaje al que ya nos tiene acostumbrados), es un hombre que lo ha perdido todo y a punto de tomar una drástica desición, se le cruza en su camino esta niña y le encuentra un nuevo sentido a su vida. Mei logró escapar de los chinos con un extenso código, que ellos están dispuestos a recuperar a toda costa y si a esto le sumamos que tras el código también está la mafia Rusa y un grupo de policías corruptos, el resultado es la tipica carrera de persecución y el todos contra todos. Statham una vez más se enfrenta el solito a un malón de delincuentes a fuerza de puño y arma. Y adivinen quien gana? Con un guión simplón (aunque efectivo si no tenés mucha preocupación en él) abundan frases como "Porqué me salvaste?", "Yo no te salvé, tú me salvaste a mí"... que en otro contexto hubieran resultado algo dramáticas, pero acá pierden al repetirse como estrategia de vinculación entre los personajes... Sí, hay algunas escenas de acción bien filmadas y que los consumidores de este tipo de cine van a agradecer; pero lástima que no se haya arriesgado más con un guión menos directo, en el cual hubiera algunas vueltas de tuerca para mantener la tensión. Quiero decir, lo que veremos, será lo que siempre ofrece Statham, así que si sos su fan, elegirás verla. Y sino, esperarás un título que ofrezca, tal vez, una historia con más vuelo que "Safe".
La china y el vagabundo La nueva película de Jason Statham, El código del miedo (Safe, 2012), enfrenta al musculoso héroe de acción moderno a la mafia rusa, la mafia china y a la policía. Todo por salvar a una niña prodigio en matemáticas de origen chino buscada por un código secreto. Acción, golpes y resoluciones fantásticas a la altura de las circunstancias. La historia es de por si ridícula: Luke (Jason Statham) es un luchador callejero que, tras engañar a la mafia rusa en una pelea arreglada, pierde a su mujer como venganza. Sólo e imposibilitado de dialogar con nadie –con quien hable será dado por muerto por la mafia- deambula cuan vagabundo por las calles de Nueva York. Deprimido y al punto del suicidio, encuentra a la niña mandarín a quien decide ayudar y enfrentarse por ella a quien se interponga en su camino. La nueva película del actor de El transportador (The transporter, 2002) no es más que “La nueva película del actor del transportador”. Todo lo que pueda esperarse del personaje que supo construir el héroe de acción del nuevo siglo, sucede en el film. Aunque violento y sin tupe para golpear, o incluso matar a quien sea, el tipo tiene códigos que respetar. Hay determinadas barreras que no se deben cruzar. Una de ellas es el peligro que corre una niña de once años por el afán desmedido de la mafia de hacer negocios. No señor, eso no se hace, y nuestro amigo Jason pondrá las cosas en orden nuevamente. Eso si, a los golpes. El personaje pasa por todos los estadios del héroe. Se ve reducido, en inferioridad de condiciones, para luego sacar fuerzas sobrenaturales y hacerle frente a cuanto tipo lo apunte con un arma. En la cresta de la ola, es astuto, hábil, y hasta se permite fanfarronear a sus oponentes en alguna que otra situación. La inverosimilitud del relato no importa: que el tipo esté profundamente deprimido y encuentre en una niña desconocida la fuerza necesaria para patear a media ciudad. La historia es una excusa para poner en acción al héroe y repartir golpes justicieros a cada paso. En fin, persecuciones de autos bien logradas, coreográficas peleas y buen pulso narrativo en una trama demasiado complicada sin motivo, pero que no desentona con la carrera del protagonista.
Redención a los tiros Jason Statham ya no requiere de una carta de presentación para que sepamos lo que es como estrella del cine de acción y lo que puede entregar en una película. Más allá de las objeciones que se le encuentren al guión, El Código del Miedo quedará en el recuerdo de los adeptos al género como uno de sus mejores vehículos (quizás el mejor). El vigor físico del actor en pocas ocasiones ha sido utilizado con tanto nervio y eso que ya cuenta con 44 años de edad (le alcanza, no obstante, para ser el menos veterano de Los Indestructibles). La larga lista de títulos que el inglés ha rodado en la última década le ha forjado un merecido status como el último gran héroe de su generación. Desde El Transportador (2002), su primer gran éxito internacional, para acá la carrera de este ex modelo y deportista ducho en varias disciplinas (no sólo de artes marciales) ha ido en constante ascenso. En el ínterin, entre película y película, logró desarrollar exitosamente su propio prototipo de duro. El haber formado parte de proyectos audaces y alejados de las convenciones, como las aventuras de Chev Chelios en Crank y su secuela, así como algunos roles no protagónicos, incluyendo el villano de Celular, le ganó el respeto de la industria que lo descubrió gracias a Juegos, Trampas y Dos Armas humeantes y Snatch, Cerdos y Diamantes, ambas de Guy Ritchie. En los últimos tiempos se han destacado dos modos contrapuestos de formular estos productos perpetuamente bien recibididos por la excitable muchachada de la platea. Por un lado tenemos esos relatos que con cualquier excusa desencadenan el accionar de los personajes: puede ser una venganza, un rescate o un ataque terrorista; da lo mismo, aquí todo vale. Este tipo de modelo responde a la más elemental de las rutinas y mucho depende del carisma de la figura central, de sus antagonistas y del talento que pongan de manifiesto sus creadores en todo lo concerniente a coreografía, edición, producción y, en particular, la dirección. Esta receta está plagada de lugares comunes, diálogos horrendos y actuaciones que oscilan entre la macchietta y el cliché. Trascender todas esas limitaciones cuesta lo suyo y por supuesto que rara vez ocurre. A lo sumo, y de acuerdo a los gustos de cada uno, el filme puede aspirar a la categoría de placer culposo. Por otro lado aparece una aproximación al género mucho más inédita que prioriza la elaboración del entramado de la historia prestando especial atención a los giros sorpresivos y complejizando, tal vez demasiado, lo que en principio era un simple enfrentamiento entre buenos y malos. Estos filmes son autos conscientes, un poco cancheros y en aras de sorprender con la guardia baja a su audiencia no dudan en perder de vista el verosímil cinematográfico si eso les asegura el impacto. Swordfish: acceso autorizado, con sus diálogos ampulosos y mordaces, fue un ejemplo perfecto de esta tendencia y El Código de Miedo es otro. Las capas de cebolla con que diseñaron al personaje de Statham, que da un giro de 180º a la media hora de metraje, son un delirio absoluto pero con semejante acción… ¿a quién le importa? Eso sí, en comparación con la saga de Los Indestructibles o con otras obras de Statham esto parece escrito por Sir William Shakespeare. Luke Wright (J.T.) es un luchador de artes marciales combinadas de segunda línea que se desgracia con la mafia rusa al ganar una pelea que debía perder, mandando encima a su contrincante a terapia intensiva… ¡con un solo golpe! Para castigarlo le quitan todo lo que aprecia en la vida obligándolo a vivir como un homeless e instigándolo a cometer suicidio. En un clásico momento de quiebre (está a punto de tirarse a las vías del subte), Luke detecta en la estación la presencia de una niña china, Mei (Catherine Chan), siendo perseguida por sicarios al servicio del ruso Emile Docheski (el actor húngaro fallecido el año pasado, Sándor Técsy), responsable de todos sus infortunios. Perdido por perdido Luke decide intervenir para redimirse de un pasado turbio y darle una oportunidad de vivir a la pequeña (cualquier semejanza con El Profesional no es casualidad). Como pronto descubre nuestro hombre, Mei posee un código en su memoria que buscan varias facciones, entre ellas la tríada y un grupo de policías corruptos y mercenarios que cambian de bando de acuerdo al porcentaje que les ofrecen unos u otros. Las vueltas de tuercas que se van suscitando a partir de este punto son improbables pero también muy divertidas. Luke esconde varias cartas baja la manga y su relación con Mei está tan bien planteada que uno se olvida de lo rebuscada que es la premisa para disfrutar de lo que todos queremos ver: Statham bajando muñecos con una precisión de cirujano y prodigando ese humor imperturbable que hemos aprendido a apreciar. Marcando el pulso a todo este desenfreno de acción se encuentra Boaz Yakin, en su doble carácter de autor y director, magníficamente secundado por el editor Frédéric Thoraval, el director de fotografía Stefan Czapsky (asiduo colaborador de Tim Burton en los 90’s), el coreógrafo y coordinador de dobles J.J. Perry y el director de segunda unidad Chad Stahelski. El reparto no luce grandes nombres con excepción de una perlita: siempre es bienvenida la presencia de Chris Sarandon en una producción mainstream. Larga vida al vampiro Jerry Dandrige de La Hora del Espanto y larga vida a Jason Statham, luminaria del género que debería ser contratado por Raid ya que cumple a rajatabla con su célebre eslogan: “los mata bien muertos”.
Una de acción, que no otorga respiro Con un imponente Jason Statham, que se lleva todo por delante, el filme muestra una Nueva York oscura y peligrosa. Más cerca de los guerreros de Walter Hill que de “Sex and the City”. Una nenita oriental deambula asustada por una estación del subte neoyorquino. Así empieza El código del miedo y, por lo general, si la primera escena de una película está situada en un subte, su director está insinuando que se va a meter de lleno en el submundo de una ciudad, en las profundidades de su costado más oscuro e infernal. El código del miedo enseguida lo confirma al develarse que la nenita trataba de escapar de la mafia rusa porque, como niña prodigio que puede retener cualquier combinación en su mente, es una pieza fundamental para la mafia china. Ahí mismo, en el subte, Jason Statham decide defender a la nena cuando reconoce a los mismos rusos que asesinaron a su esposa -y le aseguraron que harían lo mismo con toda persona con la que entable relación- porque el ex policía dejó en coma al luchador que debía vencerlo en una pelea arreglada. Juntos se refugiarán en una Nueva York tomada por el crimen organizado, custodiada por la más sucia policía y al servicio de los políticos más corruptos. Hacía años que el cine no mostraba una Nueva York más afín a Los guerreros de Walter Hill que a la idealización de Sex and the City y las comedias románticas con las “calles limpias” por la “tolerancia cero” del ex alcalde Giuliani. Esta Nueva York peligrosísima de El código del miedo se muestra anacrónica, muy parecida a la ciudad de las décadas de los 70 y 80, pero al mismo tiempo se siente en absoluta sintonía con los múltiples casos de gatillo fácil de los últimos días. Esa extraña mezcla entre los lúgubres tiempos pasados y el presente rabioso es una de las mayores virtudes de El código del miedo . Boaz Yakin ( Duelo de titanes ) filma a Jason Statham como si fuera Charles Bronson, en busca de cargarse al mundo entero por una venganza, pero con todos los códigos visuales y la brutalidad del cine contemporáneo. Los planos breves con movimientos abruptos y las ejecuciones en primer plano son moneda corriente en el filme y sobresaltan a un espectador que de antemano adivina los vaivenes previsibles de la historia. El código del miedo es esa película de acción que se vio mil veces, pero con más y mejores piñas, patadas, huesos rotos y tiros. Y el director Boaz Yakin no es el único responsable. Jason Statham es la gran estrella de acción del presente. En El código del miedo no recurre a esa locura desaforada de Crank ni demuestra la eficaz precisión de El transportador . Aquí el actor británico demuestra que tiene la versatilidad para llevar la película por un camino que comienza con la venganza más salvaje y, a mitad de trayecto, muta en una conmovedora búsqueda de redención que se acerca a El perfecto asesino , de Luc Besson. Sin que se note forzado, Statham se lleva a todos por delante sin que importe que sean mafiosos, policías o políticos, pero jamás ocultará su costado tierno al relacionarse con una nena. Así son los héroes modernos. Como los de antes, pero mejor adaptados a los tiempos que corren.
Con el vértigo de la violencia Jason Statham (algo así como el 75 por ciento del atractivo de esta película) está firmemente establecido como el gran protagonista actual -y en forma- del cine de superacción. Es así: en Los indestructibles (en las dos) el jefe Stallone le da el segundo lugar en importancia. Statham corre, salta, vuela, pega piñas y patadas con precisión y fuerza, maneja armas de fuego y armas blancas, tiene la mandíbula hecha de puras líneas rectas y la frase sarcástica siempre lista y mascullada con prestancia. En El código del miedo , a Statham le quitan todo, con maldad maligna, como en los thrillers "de venganza" de los setenta y los ochenta. Así, la reacción, cuando aparezca, aunque no por venganza sino por tener alguien a quien cuidar, será todo lo decidida y pertinaz que el género merece en esta variante. ¿Cuál variante? La de la disposición de disparates apilados para que el héroe emerja con claridad junto a su protegida, y hagan frente a una absurda acumulación de malos, malvados, pérfidos, sádicos y corruptos que no vacilan en traicionar y matar con velocidad realmente llamativa. Los buenos, bah, el bueno, también es veloz para la tarea, y no hay en esta película esos estiramientos de "esperá que ahora te mato". Acá las decisiones para disparar las balas son tan veloces como éstas. Y si bien por momentos se sufren algunos excesos en los temblores de los planos y se padece un poco de velocidad cool en la edición de los segmentos de mate y rompa, hay buena mecánica narrativa para que se entienda -si se está atento y sin pavear con el celular- quién mata a quién y también a cuántos, incluso en los momentos de mayor aceleración de cadáveres por segundo. ¿De qué trata El código del miedo ? De un hombre rudo y cuesta abajo que vive en Estados Unidos y de una niñita china que vive en China y posee una tremenda habilidad para los números. En algún momento se juntan (en Nueva York), por obra y gracia de un guión que les mete en la cabeza a unos villanos que la mejor manera de guardar unos códigos largos es que la niña prodigio los memorice (¡!). En medio de una acumulación de chinos malos, rusos malísimos, políticos resbaladizos y untuosos y corruptos, policías neoyorquinos súper corruptos y agentes con pasados turbios y asesinatos en su haber, el argumento se complica innecesariamente, y por momentos se nota el "acá ponemos líneas de diálogo a pura explicación". Lo que importa en un producto como El código del miedo , sin embargo, es que en muchos momentos se sienta el vértigo festivo del movimiento violento y desatado. Y eso está, con el agregado de la fotogenia y el carisma de Statham. Si quieren más y mejor, tienen Los indestructibles 2 . Pero si ya la vieron, El código del miedo es una buena manera de engañarse y creer que el cine de acción de hoy se parece al de los ochenta, al de línea media confiable, ese que iba directo a video pero por suerte en este caso, para mayor espectacularidad del disparate, rescatado en el cine.
Desbocada pero honesta El pelado Jason Statham es el motor que propulsa esta película de género, con persecuciones y matanzas muy bien coreografiadas. Dentro de lo suyo, está bien resuelta. Desde hace unos años, el actor Jason Statham es el intérprete y la fuerza motora de muchas películas del cine de súper acción aggiornado a los tiempos que corren. Desde que Guy Ritchie lo puso en el centro de la escena con Juegos, trampas y dos armas humeantes y luego Snatch: cerdos y diamantes, el pelado se convirtió en un actor confiable del género que participó en varias sagas exitosas como El transportador, Crank y recientemente en Los indestructibles, además de títulos más endebles como El gran golpe, El mecánico o Carrera mortal. Este breve repaso de la carrera del ropero británico no hace más que confirmar su lugar de estrella de este tipo de producciones, el remplazo afinado y ciertamente mejor actor que dinosaurios como Jean-Claude Van Damme o Dolph Lundgren. Y ubicado en lo más alto de los thriller plagados de violencia, antihéroes y una particular moral, Statham ya logró que cada producción que lo tiene como protagonista sea su película, más allá del director de turno. En El código de miedo se trata de Boaz Yakin, que dirigió a Denzel Washington en Duelo de titanes, a Brittany Murphy en Pequeñas grandes amigas y fue guionista de El príncipe de Persia. Pero poco importa, se trata de una película del pelado. Aunque el film arranca con la historia de Mei, una niña china que es un genio en matemáticas y un prodigio de la memoria, que es secuestrada por la mafia de su país para utilizar sus talentos que permiten prescindir de las computadoras, muy pronto Luke Wright (Statham, claro) irrumpe en el relato y se convierte en el protector de Mei frente a la carnicería que se desata en Nueva York entre las mafias chinas, la rusa y la corrupta policía por el control de la niña y los secretos que guarda en su cabecita. Claro, como no podía ser de otra manera, Luke es un perdedor, un luchador de de artes marciales que dejó en coma a su oponente, lo que pone muy nervioso a los grandes apostadores (también rusos) que le hacen saber su mal humor de la manera más salvaje. Lo que sigue son persecuciones, matanzas muy bien coreografiadas en hoteles y calles de la ciudad, en una película de género que si bien en algunos momentos se detiene para reflexionar sobre el sinsentido del mundo, cumple con dignidad su cometido desde la violencia más desbocada pero honesta, sin pretender ser otra cosa que un producto de género bien resuelto.
Una niña con memoria prodigiosa Mucha violencia, sangre a borbotones en situaciones sorpresa y ciertos elementos que recuerdan la estupenda "El perfecto asesino", la de Luc Besson que con Jean Reno, lanzara a la fama internacional a Natalie Portman ("El cisne negro"). Mei (Catherine Chan) es una niña realmente asombrosa, un portento para las matemáticas: su facilidad para el cálculo la hace destacarse en la escuela. Lástima que viva en una alejada aldea china y sus condiciones de niña prodigio no le brinden mayores beneficios. Ni para ella ni para su familia. No parece haber novedades en su vida rutinaria pero, algo malo está por pasar. La mafia siempre alerta también se entera de sus condiciones y luego de probarla es raptada y pasada a Estados Unidos, donde las tríadas tienen sus negocios importantes. La memoria prodigiosa de la chica hace que se transforme en una computadora ambulante que sirve para la vida sucia de sus nuevos patrones. Han Jiao (James Hong) piensa exprimir sus capacidades hasta el final. Pero un nuevo obstáculo, la mafia rusa aparece en escena. Y un desclasado, Luke Wright (Jason Statham), luchador de artes marciales, echado al abandono luego del asesinato de su mujer por la mafia rusa, será el ángel custodio que la pequeña Mei conseguirá por tener ambos un enemigo común. EXTRAÑA PAREJA Esta es una típica película de acción de la que no es necesaria la causa y consecuencia de los sucesos, sino el movimiento que realicen para terminar con los obstáculos. Filme con personajes atractivos, la niña china y el hombre con cara de bueno. Hay de todo, peleas, persecusiones, abundantes tiroteos y exhibiciones de artes marciales en peleas multiétnicas, donde se confunden los fortachones rusos y los ágiles orientales en una vorágine que se mantiene a lo largo de toda la película con excelente ritmo, buen montaje y humor. Mucha violencia, sangre a borbotones en situaciones sorpresa y ciertos elementos que recuerdan la estupenda "El perfecto asesino", la de Luc Besson que con Jean Reno, lanzara a la fama internacional a Natalie Portman ("El cisne negro").
Que Jason Statham es, hoy por hoy, el menos prescindible de los Expendables junto a Bruce Willis –aunque este haya visto directamente las estanterías en cuatro oportunidades durante los últimos meses-, no es ninguna noticia. La secuela de Los Mercenarios trató de evidenciar que al inglés le pesan sus casi 45 años, algo que ningún otro de sus trabajos deja asomar, pero lo cierto es que todavía demuestra una condición física óptima como para ponerse al hombro cualquier película de acción. En este caso lo hace con Safe, lo nuevo de Boaz Yakin, guionista y director que atenta contra sí mismo sobrecargando el primero de sus roles. Un montaje paralelo abre la historia y plantea, en unas pocas imágenes, la forma en que Luke Wright y la joven Mei llegan a su conflictiva situación. Al mismo tiempo revela lo que serán sus dos caras: con el pelado con los puños en alto avanzando hacia cámara dispuesto a comerse crudo a quien se pare enfrente, y los primeros atisbos de su confuso guión. Safe es contundente en su puesta en práctica, con sus movimientos repentinos, los golpes constantes y sus armas que disparan de a tres tiros a la vez –"te matan tres veces antes de que toques el suelo", diría la madre de Skinner-. Encuentra en las corruptas calles de Nueva York, donde literalmente matan por unas zapatillas, un tablero en el que desarrollar un peligroso juego de azar, en el que mafias, policías y políticos se disputan el premio que supone atrapar a la atípica dupla. Relato repetido hasta el hartazgo, funciona y supera las expectativas como fuerza de choque, con el imparable y perpetuo avance de Statham para mantener a su protegida a salvo, eliminando en el camino a todo aquel que ose presentarle resistencia. La falta de experiencia dentro del género le juega una mala pasada al realizador detrás de Remember the Titans y de la adorable Uptown Girls. Todo aquello destacable que consigue desde el puesto de director, logros que tendrían menor resultado si no fuera el británico quien repartiera los golpes, pareciera no ser suficiente para Boaz Yakin, quien trata de darle una complejidad innecesaria a su guión y sólo acaba por generar confusión. Es que como al código en cuestión, rodeado de números inútiles que buscan esconder al árbol en el bosque, este acompaña a su muy lograda persecución permanente, repleta de destacadas secuencias de combate, de una trama que se pretende intrincada, pero que sólo sirve para dejar en evidencia múltiples huecos, desde el pasado del protagonista a la nula motivación de un importante grupo que lo persigue o la incorporación de personajes "relevantes" hasta en los minutos finales. El director no se contentó con obtener una sólida película de acción, con un protagonista que no encuentra en la venganza la razón de seguir viviendo, sino en su rápida conversión en tierno protector, llegando a desarrollar una amistad poco corriente con su pareja inesperada. Su aspiración hacia algo más trascendental lo arrastra hacia un resultado corriente, y pierde sus logros en el camino por no ponerlos a resguardo.
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Solo contra todos Luke Wright (Jason Statham), es un expolicía que ha tocado fondo. Luego de un problema de apuestas que termina en el asesinato de su esposa se ve obligado a vagar por las calles, solo, sin nada, y al borde del suicidio. Pero un día en el subte encuentra a una niña china que es perseguida por unos cuantos maleantes, nuestro héroe salta a defenderla y es así como proteger a esa niña indefensa le vuelve a dar sentido a su vida. Mei (Catherine Chan), la niña en cuestión, tiene una mente prodigiosa, es capaz de hacer cálculos imposibles y de retener enormes cantidades de información. Por eso la mafia china la tiene cautiva, trabajando para ellos como una especie de computadora humana. La niña retiene en su memoria un código secreto muy importante tanto para la mafia china, como para la mafia rusa y la policía de Nueva York. Exactamente los mismos enemigos que tiene su protector. En adelante la película no hace más que mostrar todas las habilidades pugilísticas del protagonista, que puede limpiar a 10 rusos, 5 chinos, y 3 patrulleros en cuestión de minutos, y como si esto fuera poco, mientras reparte patadas y piñas a discreción, planea una estrategia perfecta y redonda para engatusar a todos sus enemigos, y alzarse con un botín. Está de más decir que a la película le sobra acción, y le falta contenido, hay peleas coreográficas, autos que salen volando y toda clase de recursos típicos de las películas del género con gran presupuesto. Statham hace una vez más el mismo personaje, que siempre le da resultado, y no hay ninguna actuación sobresaliente entre los muchos personajes típicos que tiene la película, como polícias corruptos y mafiosos despiadados. Podría decirse que es más de lo mismo, mucha acción, muchos efectos especiales, mucha sangre, un sonido que aturde, un poco de humor y una película que pasa rapidisímo y entretiene.
Un guión que une a dos perseguidos: un luchador condenado por la mafia rusa, una niña prodigio que sabe demasiado para la mafia china y en el medio, el héroe de acción del momento, Jason Statham, que intenta salvar su vida y la de la chiquita con todos sus trucos de golpes, persecuciones y engaños. La acción es vertiginosa y entretenida.
No la salva ni Statham Que Jason Statham es uno de los grandes intérpretes del cine de acción no es, a esta altura, nada demasiado novedoso. Para mi gusto, es de esos actores cuya sola presencia levanta (mínimo: un par de puntos) cualquier producto por mediocre que sea. El problema es que este film escrito y dirigido por Boaz Yakin es tan poco sorprendente, tan poco creíble, tan atado a las fórmulas, que ni siquiera la nobleza, el carisma y la potencia física de Statham alcanza a salvarlo. El astro británico encarna a un alma en pena, un peleador callejero que lo ha perdido todo (desde su esposa hasta su dignidad) y coquetea cada vez más con el suicidio. Hasta que en su camino se cruza una niña de 11 años de origen chino con una capacidad proverbial para memorizar números. La pequeña es utilizada por la mafia de su país, mientras que a JS lo sigue también la mafia, pero rusa. Todos ellos (más unos cuantos corruptos que pululan por Nueva York) perseguirán al insólito dúo. Lo que sigue son -claro- unas cuantas escenas de acción, coreografías de lucha construidas con cierto esmero, indudable profesionalismo, pero ningún sello verdaderamente distintivo. La película "se deja ver", una categoría que no le hace honor a un actor como Statham, quien ya ha demostrado que con buenos directores, guiones sólidos y set-pieces mejor diseñadas es capaz de grandes cosas. Esta vez, hace lo que puede con el material que tiene en manos y, por lo tanto, apenas cumple.
Jason Statham contra la tríada china, la mafia rusa y los policías corruptos de Nueva York. ¿Es necesario agregar algo más? Si no trabajara en esta página eso es todo lo que yo necesitaría saber para ir al cine. El código del miedo es una gran producción de Lawrence Bender, el eterno socio de Quentin Tarantino, que fue responsable de todos sus filmes, junto con Del crepúsculo al amanecer y sus secuelas para el dvd. En este caso presenta un tremendo policial de acción que estuvo desarrollado en la misma línea de lo que fueron las primeras películas de Steven Seagal a fines de los ´80. Una particularidad que en su momento lo hizo destacar al rompe huesos Seagal de otros colegas suyos como Stallone, Bruce Willis o Schwarzenegger es que sus trabajos eran policiales oscuros ultra violentos. Los primeros filmes que hizo antes de que engordara y entrara en su etapa decadente, como Nico, Difícil de matar, Marcado para la muerte y mi gran favorita, Furia Salvaje, eran policiales muy negros que tenían una violencia brutal que no era común de ver en Hollywood por aquellos días. La nueva de Statham trae al recuerdo estos filmes y creo que esta producción es uno de sus trabajos más brutales que se vieron de él hasta la fecha. Son esa clase de películas donde te sentás en la butaca del cine literalmente a esquivar balas. Boaz Yakin, guionista de ese inolvidable clásico que fue The Rookie, con Clint Eastwood y Charlie Sheen, estuvo a cargo de la dirección y su labor con las secuencias de acción es impecable. En este aspecto redimió lo que hizo en El Príncipe de Persia. Yakin evidentemente se lleva mejor con los tiroteos que con los combates de espadas. La trama es bastante convencional y hemos vistos cosas parecidas en el pasado, pero esta película está realmente muy bien hecha y Statham se luce como no lo hizo en otros trabajos recientes. Dentro del género de acción El código del miedo es una de las mejores películas que se estrenaron este año.
En este film dirigido por Boaz Yakin ("Pequeñas Grandes Amigas"), Jason "el pelado" Statham vuelve a lucirse -y a deleitarnos- con lo que mejor sabe hacer: repartir patadas y todo tipo de golpes a través de espectaculares peleas coreografiadas. En esta ocasión, el actor que en el pasado fue deportista profesional (perteneció al equipo británico de Natación con especialidad en saltos ornamentales) y que en la actualidad es un verdadero experto en artes marciales y kickboxing, encarna a Luke Wright, un luchador de segunda categoría en estas disciplinas (luego nos enteramos que también fue agente de policía) que cruza su camino con Mei (la debutante Catherine Chan), una niña china de 12 años que es perseguida por la tríadas de su país, la mafia rusa e incluso la policía de la ciudad de Nueva Jersey. Él, que "arruinó" una pelea previamente arreglada, la mafia rusa decide ajusticiarlo para usarlo de ejemplo, matando a su esposa embarazada y amenazándolo con eliminar a cualquier persona con quien entable una relación. Obligado a deambular por las calles como un indigente, el protagonista se convierte en un fantasma al borde del suicidio. Ella, es una prodigio de las matemáticas que es secuestrada de su casa en Nanjing por las Tríadas, para luego ser trasladada a los Estados Unidos de la mano del líder Han Jiao (James Hong). Allí, la pequeña es utilizada como "contadora" en sus chantajes y extorsiones. Sin computadoras, sin papeles, ella puede contabilizar todos los números en su cabeza, por lo que le dan la combinación que pertenece a una caja fuerte (de allí "Safe", el título original del film) para que lo memorice. Claro que esa valiosa información también le interesa a los rusos. Entre secuestros y extorsiones, Mei logra escapar y es encontrada por Luke, quien se compromete a proteger a esta joven que no conoce, lo que lo lleva a enfrentarse con las mafias china y rusa, con policías corruptos y con el alcalde de la ciudad y su "asistente". Violentas situaciones que durante el transcurso de una noche lo llevarán a recorrer el bajo mundo de la ciudad para salvar la vida de Mei y redimir la suya propia. A diferencia de los trabajos previos de Statham, lo que aquí menos importa es el guión, cuya historia resulta un poco floja. Lo que indudablemente sobresale, sobre todo para los que somos seguidores de Statham, son las increíbles escenas de acción a las que se ve inmerso su personaje.
UNA DE JASON STATHAM Jason Statham se ha convertido en un héroe de acción bastante solicitado. El pelado es groso y sabe pegar, pero labura tanto dentro del género que corre el riesgo de que su currículum se llene de films similares. Así, como a algunos les cuesta diferenciar un chino de otro o a un pelado de otro (imagínense un chino pelado), las películas de Statham ya se empiezan a parecer demasiado entre sí. EL CODIGO DEL MIEDO (SAFE) incluye tiros, patadas, piñas y un protagonista pelado y silencioso con cara de malo. Nada nuevo. El guión trata sobre Mei (Catherine Chan), una chinita superdotada (con mucha capacidad para recordar números y hacer cálculos) que es secuestrada por la mafia de su país y llevada a Estados Unidos: allí, los criminales asiáticos se aprovecharán de sus capacidades. Mientras tanto, el ex-luchador de MMA (Artes Marciales Mixtas) y ex-policía Luke Wright (Statham) se va a vivir a la calle: es que el tipo quedó muy deprimido porque la mafia rusa mató a su esposa en venganza por haber arruinado una pelea que estaba arreglada. Entonces, los caminos de Mei y Luke se cruzan y juntos tendrán que escapar de los chinos, de los rusos y de policías corruptos. Con esta premisa, bastante parecida a la de ALGUIEN SABE DEMASIADO (MERCURY RISING, 1998), se desarrolla EL CÓDIGO DEL MIEDO, film con un ritmo vertiginoso y varias secuencias de acción que no aportan nada nuevo al género. Aunque la interpretación de Statham es convincente (da de esos golpes que parecen doler de verdad), el pelado hace el papel de siempre. La chinita sale bien parada en su debut actoral: se banca los largos minutos en pantalla al tratarse de uno de los personajes principales del film (aunque queda algo olvidada en el último tercio), lo que la obliga a mostrar una amplia gama de emociones, algunas de gran intensidad como el miedo y la tristeza. Hay algunos intentos del director y guionista Boaz Yakin por ofrecer algo diferente desde lo visual, como una larga escena en la que Mei es secuestrada de un auto: la cámara se queda adentro del vehículo y gira una y otra vez para mostrar el tiroteo que sucede afuera. Se trata de un acertado recurso con el que el cineasta lograr transmitir toda la intensidad del momento. Pero ese detalle de estilo es apenas un rulo solitario en la desértica superficie creativa de esta película, que está tan desprovista de originalidad como su protagonista de cabello.
Temible policial negro con Statham De Jason Statham se esperan películas de acción al estilo de sus compañeros de «Los indestructibles». Pero, en realidad, se trata de un actor que puede protagonizar películas con mayores matices, ya sea comedias negras de Guy Ritchie o un temible policial negro ultraviolento como esta «Safe», que en sus mejores momentos recuerda la sensación de que todo podía pasar que provocaban los films chinos de John Woo. Aquí hay una nena china secuestrada por las tríadas debido a su capacidad prodigiosa para recordar y analizar cifras, lo que la convierte en una computadora humana infalible y también sin disco rígido a ser analizado por la ley o las bandas rivales. Justamente es la mafia rusa la que empieza a querer tener la información que sólo posee la nena, y mientras rusos, chinos y policías corruptos se pelean entre sí. la chica escapa y es econtrada por un ex policía ahora convertido en una especie de linyera humillado por todo el mundo. La trama está bien construida para que estas dos almas torturadas se encuentren y armen una formidable alianza, y a partir de ahí, una furibunda e interminable catarata de secuencias violentas que tienen la particularidad de transcurrir en lugares llenos de transeúntes inocentes (este toque también recuerda las viejas películas policiales de Hong Kong, de las que por lo visto el director es realmente fanático). Hay tiroteos en hoteles, restaurantes rusos y casinos chinos, cada uno más intenso e impresionante que el anterior, y también hay una buena dosis de humor muchas veces aplicado por la pequeña Catherine Chan, cuyo personaje tiene más sensatez que todos los personajes adultos. La fotografía y todos los rubros técnicos son de primer nivel, y el reparto recupera a dos excelentes actores olvidados, Chris Sarandon y el alguna vez Robocop, Robert John Burke.
Lo hemos dicho muchas veces: Jason Statham es la mejor noticia que tuvo el cine de acción en la última década y media (y uno de los actores a los que mejor les queda un traje negro). El tipo anda siempre con cara adusta y siempre resulta simpático: un auténtico misterio. Aquí tiene que defender a una nena de mafiosos, policías y algunos otros peligros, y de paso redimirse. La historia es lo de menos: larga vida (y muchas patadas) para el señor Statham.
Chicos en peligro y gente rara Es una de esas películas de acción que necesitan apenas un pretexto argumental para poder desplegar un desfile interminable de puñetazos, balazos y persecuciones. En el centro está una nena china capaz de recordar para siempre una cifra de treinta dígitos, la combinación clave para llegar a una caja fuerte repleta de billetes. La mafia china la protege y los rusos la persiguen. Ella escapa y conocerá a un vagabundo que está de vuelta de todo y que decide salvarla cuando ve que los asesinos de su esposa andan detrás de la memoriosa. Y bueno, lo de siempre: ellos dos, huyendo por todo New York, perseguidos por los rusos, los chinos, la policía corrupta y un poder político que hace la vista gorda. Nada nuevo, pero bien servido. Jason Statham está muy bien. Y el filme tiene suspenso, espectacularidad, corridas y salvadas sobre la hora. Un filme de género que no decepciona
Sin nervio ni sensibilidad Se ha ido creando un consenso bastante general respecto a que Jason Statham es la mejor estrella de acción de la actualidad, superando incluso en carisma a Dwayne Johnson. El tipo ha recuperado cierto estilo de las figuras que cimentaron el género en los ochenta y noventa, combinando los mejores elementos aportados por Bruce Willis, Jean Claude Van-Damme, Arnold Schwarzenneger y Sylvester Stallone. Posee un extraño carisma, construido a partir de su cara de piedra bajo la que oculta una pátina de ironía y sensibilidad en dosis saludables, además de patear traseros como los dioses. Por algo Stallone lo puso en el papel del segundo al mando en el grupo de mercenarios de Los indestructibles. Eso sí, a pesar de su abundante producción (básicamente lo único que hace son films de acción), todavía no consiguió hacer esa gran película consagratoria y emblemática. Willis tuvo a Duro de matar, Schwarzenneger a Terminator, Stallone a Rambo, Statham…. Algunos podrán decir que El transportador es un gran protagonista para una gran saga, aunque estarían exagerando bastante. El código del miedo, lamentablemente, no va a ser ese film que ponga al actor en la Historia. Hay que reconocer al menos que el relato intenta desestabilizar un poco al espectador, combinando varias franjas temporales y espaciales. El objetivo es ir hilvanando la historia de Mei, una niña con una llamativa habilidad para realizar cálculos matemáticos y memorizar todo lo que ve, que es perseguida por las tríadas chinas, la mafia rusa y un grupo de policías corruptos, y que es protegida y ayudada, casi por casualidad, por un ex luchador y agente especial, Luke Wright (Statham), cuya esposa fue asesinada, cayendo por completo en desgracia y quedando al borde del suicidio. Se ve indudablemente una intención de presentar a protagonistas caracterizados básicamente por la pérdida o la soledad, que consiguen seguir adelante gracias a la mutua compañía, rememorando en parte a films como Nikita y El perfecto asesino, pertenecientes a la etapa en que Luc Besson daba la impresión de tener un corazón en su interior y no solamente una caja registradora. Pero tanto esas películas como otros ejemplos de aventuras sostenidas en los vínculos humanos (Mundo acuático, todo el cine de James Cameron) necesitaban de instancias de pausa y construcción de las relaciones. Eso no pasa nunca en El código del miedo: todo va rápido, sin pausa y, lo más grave, sin justificación para las sensaciones y decisiones de los personajes. Como muestra sirve una escena en donde Luke le explica a Mei que la está ayudando porque al verla volvió a encontrar una razón para vivir, pero para el espectador es casi imposible entender cómo llegó a esa conclusión tan rápido, así nomás, de forma absolutamente arbitraria. Es que pocos realizadores pueden avanzar velozmente y aún así construir instancias dramáticas. Uno de ellos es Steven Spielberg, y Boaz Yakin, director de esta película, definitivamente carece del talento que posee el realizador de E.T.. En consecuencia, la amistad entre Luke y Mei nunca hace progresar realmente la trama, que sólo avanza en base a las escenas de acción y pelea, que tampoco son precisamente una maravilla. Sin la pulsión de espectacularidad suficiente, pero tampoco con la sensibilidad requerida para introducir un tono intimista, El código del miedo queda envuelta en la intrascendencia y mediocridad. Lo bueno es que, al menos, Statham sigue teniendo mucho para dar.
Cuando toda la acción viene de la mano de Jason Statham, seguramente no te dará ni un minuto de tregua. Este film se encuentra dirigido por Boaz Yakin (“Pequeñas grandes amigas”; "Death in Love"), aquí el actor convocante es el británico Jason Statham (44) quien sabe artes marciales, conocido por sus papeles en las películas de Guy Ritchie Lock, Stock and Two Smoking Barrels, Blitz, Snatch y Revólver, así como en Crank, 1 y 2, y la trilogía de The Transporter; y lo sigue el elenco co-protagonizada por Robert John Burke, James Hong y Catherine Chan. A la hora de elegir una película de la cartelera y si su género es de acción con la presencia como protagonista de Statham, ya desde esa información sabes lo que vas a ver y no vas a exigir mucho más que eso, es bien pochoclera, luchas cuerpo a cuerpo, patadas voladoras, puñetazos, maneja armas de todo tipo, explosiones, persecuciones, un film clásico de acción, con toques de thriller y dramatismo. La historia es simple Luke Wright (Jason Statham), es un luchador “jaula” ex-policía en Nueva York, vive en un mundo de peleas callejeras, con altos y bajos pero un día todo se complica cuando echa a perder una pelea arreglada. Es cuando la Mafia Rusa asesina a su esposa embarazada y lo amenazan con matar a todas aquellas personas que se vinculen con él. Este hombre se siente abatido, deshonrado, angustiado, sin dinero, sin vivienda y atormentado por la culpa y para colmo se siente vigilado. Por otro lado hay una niña china Mei (Catherine Chan) de 12 años, considerada prodigio porque puede recordar cualquier número y hacer cálculos con sólo observar las cifras por unos segundos y no la está pasando del todo bien, ella guarda en su memoria un código numérico de cajas fuertes que contiene un secreto muy importante por el cual las Tríadas, la Mafia Rusa y un grupo corrupto del Departamento de Policía de Nueva York , entre ellos Chris Sarandon (Noche de miedo), son expertos en matar. Cuando esta intenta huir de todos en el subterráneo se encuentra con Luke, y de ahí en más todos lucharan por sus vidas.
Historia sólida y acciones bien filmadas para solaz de los degustadores del género Por suerte todavia quedan, o siguen asomando, realizadores del genero de acción que entienden y aplican los códigos correspondientes con precisión y, de vez en cuando, con algo de ingenio. “El código del miedo” arranca con lenguaje cinematográfico puro y perfectamente codificable por parte del espectador. El mismo tipo de plano y movimiento de cámara conecta a Mei (Catherine Chan), una niña en Shangai, con Luke (Jason Statham), un hombre en Nueva York. Ella es un prodigio con las matemáticas y las fórmulas (ademas de una memoria extraordinaria), él es un ex boxeador con un pasado incierto y un presente en el cual tiene problemas con la corrupta policía newyorequina, por una pelea que les hizo perder mucho dinero en apuestas. ¿Cómo se conecta todo, involcurando también a la mafia china y la rusa? Eso es lo que el espectador va a poder transitar en esta muy buena muestra de cine de acción. Boaz Yakin, con más trabajos de guionista que de director (todos de regular para abajo), puede que haya encontrado su norte si continúa por esta vía, ello por varias razones. El fluido manejo de los tiempos cinematográficos en el montaje paralelo, un buen equipo técnico que demuestra solidez e importante mesura para no caer demasiado en los estereotipos y darse el lugar para ofrecer una mayor riqueza en los personajes. Una de las claves para logar una buena realización es saber seleccionar actrices y actores para cibrir tanto los personajes protagónicos como los secundarios y los circunstanciales. Saber elegir para integrar un reparto siguiendo las pautas emergentes de las determinadas características en el perfil de cada personaje resulta muy funcional a la historia que se quiere narrar, por ende se transforman más fácilemente en buenos actores. Schwarzenegger hubiera hecho un verdadero papelón como protagonista de “El padrino” (1972), lo mismo que le hubiera pasado a Marlon Brando interpretando a un robot del futuro en “Terminator” (1984). Cada cosa en su lugar. Muchas veces encontrarla ajustada al requerimiento del proyecto puede ser clave para jerarquizar el producto una vez elaborado. Jason Statham está varios escalones arriba como el actor que en este siglo representa el máximo exponente de las películas de piñas y tiros, además de tener muchos más recursos que sus predecesores de las décadas del ‘80 y el ‘90. “El código del miedo” es de esas producciones a las que uno que guste del género puede ir confiado. Encontrará una historia sólida, aunque no totalmente original, acción bien filmada, y un verosímil que nunca se traiciona.
Mei posee un coeficiente intelectual superior y una habilidad para las fórmulas matemáticas sin precedentes en una niña de su edad. Apartada de su familia en China y llevada hasta el mundo del hampa neoyorquino, la niña logra escapar tras memorizar un extensísimo número. Perseguida por las tríadas chinas, la mafia rusa y la policía de la ciudad, el destino la cruza con Luke Wright, ex luchador conocido como el “recolector de residuos”, un hombre de pocas palabras pero masculladas en el momento justo. Ambos idearán un plan para alejarse de sus perseguidores y aniquilar a quienes se interpongan en su camino. Cuando uno ve a Jason Statham rodeado de cuatro maleantes armados, se sabe que esa situación no puede arrojar nada positivo para los villanos de turno. Un hombre triste, abatido y con sed de venganza puede transformarse en un arma mortal. Statham es el gran atractivo de “Safe”, donde hay una acumulación de malos, sádicos y perversos de distintas nacionalidades que les harán la vida imposible a nuestro héroe y a la pequeña con cerebro de disco rígido. Tal vez demasiados enemigos para una sola película. En rasgos generales, el argumento endeble subestima la inteligencia del espectador en reiteradas oportunidades, sin embargo la acción está tan bien lograda y dosificada que se llegan a perdonar esos errores. La introducción se decide por la narración veloz, fragmentada y sin explicaciones intrascendentes, y una cámara vertiginosa nos inserta en el centro de la acción en varios de los tiroteos y combates a puño limpio.
A la medida de Statham "El código del miedo" es un producto que ya se puede decir, está particularmente pensado y hecho para el nuevo duro de las pantallas, el pelado Jason Statham. Dedo reconocer que bien ganado tiene su título de nuevo héroe de acción, aunque varios de sus trabajos no sean parte del tipo de cine que más disfruto. Este trabajo en particular es como "El Transportador" pero con algunos retoques más cools y menos hollywoodenses, con un poco de internacionalización (algo que siempre es bienvenido, al menos por mi parte) en el uso de los idiomas nativos de los personajes intervinientes en el film, en este caso rusos y chinos, y el agregado de violencia fuerte y bien coreografiada. La trama no es de lo más original... ya hemos visto esta historia varias veces: Una niña genio es perseguida por peligrosos mafiosos que buscan sacar provecho económico de sus habilidades analíticas y matemáticas, matando a todo aquel que intenta interferir con sus planes. Es un concepto muy parecido a de la película "Mercury Rising" de Bruce Willis, en la que debió proteger a un niño autista acosado por asesinos profesionales, para lo cual se trompeó y tiroteó con todo el mundo. El ritmo de la historia es bastante dinámico y con buenas secuencias de acción, lo que la hace disfrutable más allá de la poca originalidad de la trama. Por suerte "El código del miedo" utiliza algunos buenos recursos fílmicos para mantener interesado al espectador como por ejemplo la frialdad de los protagonistas para asesinar dándole un clima más tenso y menos "pop", los combates cuerpo a cuerpo mezcla de "vale todo" con el kung fu más clásico y por supuesto, un entramado de traiciones y canalladas que llegan a lo más alto de las instituciones que supuestamente están para protegernos (FBI, Policía, Gobierno). El problema sea quizás la sobre explotación del concepto del "uno contra todos", el anti héroe invencible que saldrá victorioso de todos sus encuentros con sólo algunas lastimaduras menores. Si no se le aplican algunas vueltas de tuerca e innova en la manera de presentar al protagonista, los Transportadores, los Bournes, los Mecánicos y demás cintas de acción, terminarán por contaminar el género como sucedió con las posesiones en el cine de terror. Con esta zafan, pero hay claras señales de agotamiento en lo fórmula de acción que se viene implementando. ¡A pensar historias creativas!.
La fórmula de romper todo En todas las películas de acción protagonizadas por Jason Statham pasa más o menos lo mismo. Se plantea una situación compleja y él la resuelve a las patadas. El código del miedo insiste con la fórmula. De modo que el resultado de la ecuación es tan previsible como acertado. El detalle: la acción viene espolvoreada con una pizca de matemática, como para evitar la acusación de que esta clase de cine tiende al exterminio de la actividad cerebral de los personajes y los espectadores. La experta en números es una nena china superdotada que queda en el centro de un triángulo formado por la mafia china, la mafia rusa y la policía corrupta de Nueva York. Está sola en el mundo, perseguida por criminales y organizaciones poderosas, y sabe que su vida depende de las cifras secretas que conserva en su mente. De forma simultánea, se desarrolla la historia de Luke Wright (Statham), un peleador profesional fraudulento que noquea por error a un oponente con el que debía perder. En venganza, la mafia rusa asesina a su esposa y a él lo dejan vivir con la melancólica sentencia de que cualquier persona que le hable será ejecutada. Durante los primeros minutos, El código del miedo propone dos biografías paralelas, contrastantes y complementarias, que son expuestas con verdadero virtuosismo mediante un montaje sincronizado, rápido y brutal. Una vida es extremadamente valiosa y la otra no vale nada. Sin embargo, tanto la niña como el peleador están condenados, y eso es lo que termina conectándolos una vez que convergen en sus respectivas fugas. Hay que aclarar que se trata de una película de acción pura, en la que los sentimientos apenas son enunciados para pasar a lo que realmente importa: las peleas y los tiros. Está a años luz de El profesional, por ejemplo, donde un asesino a sueldo y un niña generaban entre ellos un vínculo hecho de necesidad afectiva y ambigüedad sexual. El código del miedo carece de ambiciones en ese sentido. El único tipo de sentimiento que le importa es un sentimentalismo de identificación rápida. Basta con entender que la niña es frágil e inteligente y el hombre es fuerte y honesto. La levísima complejidad del planteo inicial se derrumba en cenizas como esas estructuras que se utilizan para lanzar cohetes espaciales. Sin innovar en las escenas de persecución y sin proponer una coreografía arriesgada en las peleas y los tiroteos, toda la apuesta de la película se concentra en la velocidad vertiginosa de las imágenes y en la figura de Statham, el único actor que da la sensación de ganar incluso cuando pierde.
El corazón tierno de un héroe Jason Statham está asociado al cine de acción y en este caso reitera el género, pero con una vuelta de tuerca de tipo redentora. Aquí interpreta a Luke Wright, un ex policía devenido en paria del sistema, al punto de que ve en el suicidio la única salida. Y es justamente ese episodio desesperado el que paradójicamente lo salva cuando, a punto de tirarse bajo un tren, ve que una nena de doce años está en evidente peligro. El instinto hace que salga en su defensa y ambos terminan formando una pareja muy peculiar: un tipo que es pura fuerza y reacción y una chica cuyo más grande tesoro es la capacidad de su mente de memorizar largas y complicadas series de números. Perseguida por delincuentes de toda calaña y dispuestos a todo para recuperarla, no contaban con que la pequeña indefensa tendría tan aguerrido defensor. Lejos de las sutilezas narrativas que mostraron los trabajos de Statham junto al director inglés Guy Ritchie, en “El código del miedo” el actor de “El transportador” cumple con el objetivo de poner en pantalla a un héroe duro al mejor estilo de Hollywood, con elementos más que probados y un ojo en la taquilla.
Publicada en la edición digital #244 de la revista.
El secreto de su mente Luke Wright (Jason Statham) transcurre la vida como un luchador de segunda categoría en el circuito de artes marciales de Nueva Jersey. Pero cuando arruina una pelea previamente arreglada, la mafia rusa decide ajusticiarlo y, como castigo ejemplificador, matan a la esposa y lo amenazan con eliminar a cualquier persona con quien entable relación. Así su devenir pasará a ser el de un indigente, un fantasma urbano cuya única salida parece ser el suicidio. Hasta allí El Código del Miedo (Safe), un filme de 94 minutos del director Boaz Yakin (Duelo de titanes que también guionó El principe de Persia: las arenas del tiempo, The Punisher o la segunda parte de Desde el crepúsculo hasta el amanecer), parece ser una película que mostrará las peripecias del infortunado ¿justiciero?. Pero no, una señal lo ilumina cuando su vida toca fondo y se encuentra al borde de las vías del metro estadounidense. Una señal, en el momento más crítico de su existencia donde sólo un paso divide la vida del fin, él tiene una visión, real: una nena oriental de 12 años escapa de las garras de la mafia rusa en pleno anden del metro neoyorquino. Y allí aparece el mejor Statham, el luchador, el que rompe huesos y pelea con una fiereza implacable llevándose todo por delante. Este experto en el arte de los golpes brilló en Los Indestructibles 2, donde a Lee Christmas jamás lo tocan y hasta le sugiere a Sylvester Stallone (Barney Ross) que aprenda a pelear. La otra protagonista de la película es Mei (Catherine Chan), una niña con una mente prodigiosa para las matemáticas, perseguida también por la tríadas chinas e incluso por la sobornable policía de la ciudad quienes están al servicio de políticos corruptos. Pero ¿porqué tanto interés por Mei?, ella guarda en su mente un código secreto que servirá como llave para concretar turbios negocios. La película tiene algunos guiños con Al rojo vivo (Mercury Rising), la peli protagonizada por Bruce Willis donde tiene que proteger a un niño autista de nueve años que tiene una increíble capacidad para descifrar códigos. Y también se la puede relacionar con Ni una palabra (Don´t Say a Word), la película protagonizada por Michael Douglas, un psiquiatra infantil, y Britanny Murphy, una chica con trastornos psicológicos que memorizó un código de seis dígitos. Cuando se cruza una mente inigualable, el dinero, la mafia y un actor de la talla de Statham se garantiza acción por doquier con fracturas (algunas tomas impresionan por su crudeza), velocidad y mucha destreza física. Con una de las mayores inversiones hollywoodenses en casquillos de balas, Luke se enfrenta por igual a las mafias como a los agentes policiales. Y sin temor a nada.