El mundo íntimo femenino Si hay algo que no puede negarse es que la película de la realizadora polaca Malgoska Szumowska es altamente provocativa por el tema que aborda, aunque la forma de hacerlo no siempre resulta convincente. Elles retrata el mundo íntimo de Anne (Juliette Binoche), una periodista de la revista que da título al film, madre de dos hijos, que se ocupa como puede de ellos (uno menor, adicto a los videojuegos y otro adolescente, cercano al consumo de drogas) y de un marido ausente. Anne emprende una investigación para escribir un artículo sobre prostitución estudiantil, y a través de flashbacks aparecen sus entrevistas con dos chicas universitarias que ejercen el oficio más viejo del mundo, Alicja (Joanna Kulig ) y Charlotte (Anaïs Demoustier ), que pertenecen a clases sociales diferentes. Ese contacto despertará su mundo íntimo. Con este planteo, la realizadora tiene un buen material entre manos (ni que hablar de Binoche, una actriz de múltiples recursos) para explotar los deseos de la protagonista y de su entorno. Sin embargo, todo se reduce a una sucesión de escenas sexuales (fuertes) y mucho morbo que resultan inncesarias para comprender la humillación a la que se someten las chicas que financian sus estudios gracias al uso del cuerpo. Elles tiene buenas interpretaciones y muestra un panorama familiar donde reina la incomunicación y donde la comida también funciona como elemento de unión de piezas que funcionan por separado. Una mirada que habla sobre la búsqueda del deseo en sus diferentes formas y el descubrimiento de la autosatisfacción. Lástima que la excitación no siempre se traslada al público.
Para ser sincero, nunca antes había visto una película de la directora polaca Malgorzata Szumowska. Sabía que éste, junto a sus tres films anteriores habían sido premiados en diferentes festivales, que había sido coproductora de Anticristo, de uno de mis directores preferidos como lo es Lars Von Trier, y que en éste cuarto film que hoy se estrena, contaba con el protagonismo de una actriz a la que admiro muchísimo: Juliette Binoche. No sobraban motivos para crearme cierta expectativa a la hora de ingresar a la sala a ver "Elles". Al finalizar la proyección, lamentablemente, todo quedó en una promesa y si bien no estamos ante un mal film, el resultado final está lejos de lo que esperaba, más por la falta de un guión consistente (escrito por la misma Malgorzata) que por su dirección. El film cuenta la historia de Anne (Binoche), una periodista que escribe como colaboradora de la revista francesa Elle, inmersa en su último trabajo que consiste en un artículo sobre las adolescentes que ejercen la prostitución para poder pagar sus estudios, carreras, o simplemente crecer económicamente. En el transcurso de los poco más de 90 minutos que dura, nos va mostrando en una larga suceción de plano tras plano, pero sin un hilo conductor que haga más fluído el relato, la rutina de esta ama de casa que Juliette Binoche compone con la enorme solidez a la que nos tiene acostumbrados. En esta rutina diaria, la vemos transitar por todo tipo de estados y realizar todo tipo de tareas. Prepara el desayuno mientras piensa que va a cocinar en la cena a la que van a asistir los jefes de su esposo, reniega con sus hijos, limpia, cocina, la vemos ir al baño, hacer pilates, escuchar música clásica, etc.... Pero (al menos en su casa) nunca la vemos sonreir y cuando descarga una especie de ira contenida contra la puerta de la heladera que se niega a cerrar del todo, intuímos que algo no anda bien. Para escribir el artículo, Anne consiguió una larga serie de entrevistas con dos chicas que ejercen la prostitución por diferentes motivos o nececidades. Charlotte (Anaís Demoustier) poseé toda la sencillez y timidez que trae del campo de donde proviene y trabaja de esto ma? por nececidad, que por placer. Alicja (Joanna Kulig) es todo lo contrario. Seductora, sexy y llena de ambiciones, no le importa cruzar cualquier límite (sexualmente hablando) con tal de escalar en la sociedad y forjarse un futuro prometedor. Ellas, entre los relatos de sus experiencias sexuales, que son mostradas en algunos casos de forma un tanto explícita en vez de relatarlas y dejar que el espectador forje su propia imagen de los acontecimientos, de a poco van haciendo que Anne se planteé si su matrimonio va por el camino correcto con respecto al sexo, y porqué no en el amor también. En compañia de estas chicas comienza a soltarse un poco más, a sonreir (hay algo más hermoso que la sonrisa de Juliette Binoche?), a beber cuando nunca antes lo había hecho en una entrevista. Surgen las fantasías y las dudas entorno a la pareja y al tiempo perdido. Con muy buenas actuaciones del trío protagónico, (el resto del elenco pasa completamente desapercibido), algunos pasajes que están demás y otros bien logrados, sobre todo en el tramo final, "Elles" está lejos de ser un gran film, pero no deja de ser una interesante propuesta para el público adulto. Y además, (llámenme baboso si quieren) ver a la hermosa Juliette Binoche, bien vale el precio de la entrada.
¿Lo que ellas quieren? No es fácil entrar en la cabeza de las mujeres, especialmente cuando se trata de sexo y romance. Son dificiles de entender. Por eso, la directora polaca Malgorzata Szumowska, pretende investigar el universo sexual de tres mujeres. La protagonista, Anne (Binoche) es una periodista de la revista “Elle” que está entrevistando a “damas de compañía”, dos jóvenes mujeres de diversos orígenes: Alicja (Kulig) es una muchacha que se escapó de Polonia y empezó a prostituirse para pagar su estadía en Francia. Por otro lado, Charlotte es un joven universitaria del campo, que mantiene sus estudios de la misma manera. Ambas prefieren mantenerse en el anonimato, pero ser abiertas y francas con Anne, que no las juzga, sino todo lo contrario empieza a sentir empatía por ellas, casi a envidiar su vida libertina. Szumowska narra simultáneamente la vida sexual de las tres mujeres protagonistas como si fueran viñetas independientes. Cada una, cuenta sus aventuras a la pobre Anne, que debe conformarse con una rutinaria e insatisfactoria vida familiar, sirviendo a su marido y a sus hijos, uno infante, otro adolescente. Trabajar y ser ama de casa contrasta con la bon vivant y el espíritu liberal que ve en Alicja y Charlotte. En la primera hora de película, la directora muestra episodios como si narrara fantasías eróticas estilirizadas, cuidando la fotografía y los encuadres, realentando los tiempos, seduciendo fragmentando los cuerpos, pero sin un hilo narrativo sólido que justifique el empalme de las escenas. Es bastante azaroso el criterio para montar, y tomando en consideración que esto sigue así durante más de la mitad del film, cuesta seguir el ritmo. Se comprende, que la lentitud con que avanzan las narraciones, forma parte de la estética, pero no hay una evolución, no hay avance. Es pura monotonía y pretensión estética. Esta caja china, donde un relato evoca otro no termina por convencer hasta la media hora final, en que nos enteramos que todo sucede para explicar la insatisfacción de Anne frente a la vida que le tocó y la falta de atención que le pone el marido. A partir de este momento, ella y los demás personajes empiezan a tener un poco más de alma, y dejan de ser solo cuerpos. Empezamos a conocer un poco más de ellas, pero no lo suficiente para lograr empatizar con el film, que sigue siendo pesado y repetitivo. Descubrir que la vida de los personajes no es un lecho de rosas adquiere cierto interés, conocer sus miedos, humillaciones, la forma en que el sexo se vuelve un arma de doble filo; pero la provocación de las escenas eróticas y el tema se termina en la adecuada utilización del recurso fuera de campo, que aporta un poco de sensualidad y sutileza a una obra impunemente gráfica, y la suficiente información para no caer en lo chabacano. Si en lo visual e interpretativo se puede decir que Szumowska da en el clavo, es en el plano narración, donde no logra ni conmover ni convencer. El drama de Anne no se profundiza demasiado, adquiere un tono banal. Quizás fue la intención de la directora generar una sátira social. Aún así, ¿cuántas películas vimos donde se critica a la burguesía a través del rol de mujeres insatisfechas? Muchas, con menos pretensiones y más divertidas. Solo hace falta volver a ver La Ceremonia, La Flor del Mal o cualquier otra obra maestra de Chabrol, que no solo criticaba a la burguesía, exhibiendo sus miserias en la vida conyugal, sino además le agregaba algún misterio, alguna muerte para enganchar al espectador desde la primer escena hasta la última, sin necesidad de adquirir un tono pretencioso, solemne y melodramático como lo hace Szumowska en Elles. Irónicamente, las ideas más interesantes empiezan a aparecer en los minutos finales del film. Tampoco son escenas que brillan de creatividad, pero aportan, al menos un poco de ironía, a un film falto de humor. Juliette Binoche sigue siendo sensual y creible en todo momento. Su sencillez eleva un poco la calidad de esta obra mediocre. También es cierto que si todo la película, hubiese sido meramente el relato de Alicja y Charlotte, respetando hasta el último momento la asimetría temporal, al menos hablaríamos de un film más vanguardista y arriesgado, pero la directora decidió en la última media hora seguir una linealidad temporal, que por un lado es necesaria para anclar un poco las imágenes y darle sentido al “relato”, pero por otro le quita cierta rebeldía a la hora de narrar el cuento clásico, que la convertiría al menos en un propuesta más trascendental. Y si bien, yo prefiero que haya elegido el anclaje, también admito que esta indecisión le juega completamente en contra con todo lo visto previamente. Así, Elles es un film falsamente provocador, que se queda en el camino medio entre una obra que podría haber roto un poco el conservadurismo de la cartelera comercial, con otro más convencional, y terminan diciendo algo que ya se ha expresado demasiadas veces en el cine contemporáneo. En cambio, si de repente se hubiese abierto un placard y caía de la nada un cadáver… bueno, al menos tendríamos el espíritu de Claude Chabrol revoloteando como ave de rapiña por encima de las cabezas burguesas.
El dedo en la llaga Esta película de la polaca Malgoska Szumowska probablemente sea más interesante como aporte a la discusión sobre cuestiones como la prostitución, el machismo generalizado y el lugar de la mujer en la sociedad contemporánea que por sus valores estrictamente cinematográficos, pero cuestionarla (y minimizarla) como lo ha hecho la inmensa mayoría de mis colegas varones con textos desganados y elementales habla de la escasa formación de muchos de ellos y de la falta de más mirada femenina (y feminista) en la crítica argentina. Sí, Elles es bastante árida, algo caótica en sus saltos temporales, a veces demasiado explícita y puede que no del todo convincente en su espíritu confesional y en la construcción psicológica de sus personajes, pero siempre es de agradecer (al menos para mí) cuando una película se mete en zonas provocadoras, incómodas y pone el dedo en la llaga con recursos honestos, con situaciones reconocibles, con verdades que a los hombres muchas veces nos cuesta admitir y enfrentar. El punto de partida del film encuentra a Anne (una Juliette Binoche despojada de todo glamour que se expone mucho en pantalla), una periodista que inicia una investigación para la revista Elle sobre una tendencia bastante en boga: jóvenes que se prostituyen para costearse sus estudios universitarios. Anne se acercará a (y se movilizará con) los casos de Charlotte (Anaïs Demoustier) y la polaca Alicja (Joanna Kulig). Casada con un ejecutivo bastante machista (Louis-Do de Lencquesaing) y con dos hijos (uno de ellos un típico adolescente conflictivo), Anne se involucrará de forma muy intensa con ambas historias de vida y ese paulatino descubrimiento generará al mismo tiempo una toma de conciencia y un profundo replanteo respecto de su femineidad, de su sexualidad, de su propio lugar como mujer, como madre, como esposa. Esta exploración del universo femenino resulta bastante audaz y perturbadora porque no juzga a sus personajes, porque ofrece más preguntas inquietantes que respuestas tranquilizadoras sobre las relaciones de poder, sobre el deseo y los prejuicios sociales. En ese sentido, aunque esté lejos de ser una película redonda, se trata de un estreno no sólo recomendable sino también -y perdonen el término- necesario.
Et tu, Juliette? Elles (Elles, 2011) dice que “ellas, las mujeres” están condenadas a la prostitución. Según este film, se es prostituta de cuerpo o prostituta de mente, y el único derecho de la mujer es hacer la elección. Malgorzata Szumowska está convencida de que su película es feminista, quizás porque despotrica contra la frivolidad del matrimonio burgués, pero el mensaje último es profundamente machista, porque no ofrece otro modelo que la venta de cuerpo o espíritu. La protagonista es Anne (Juliette Binoche), esposa y madre de una familia desinteresada, tanto de ella como de sí mismos, y reportera para la revista Elle. Ha propuesto un artículo sobre la prostitución universitaria, y ha grabado un par de entrevistas para substanciarlo. Ni bien se van todos, se dispone a oír sus cintas y ponerse a escribir. La película alterna entre Anne, fascinada; las entrevistas en cuestión, y los sucesos que las mismas recuentan. Las entrevistadas son Lola (Anaïs Demoustier) y Alicja (Joanna Kulig), dos prostitutas improbablemente sabias, simpáticas y risueñas; en fin, el estereotipo de la “prostituta de corazón de oro” que Hollywood explota desde los mudos años del Western. Lola es una pecosa sílfide que prefiere prostituirse antes que trabajar en McDonald’s; Alicja es una rubia escultural recién llegada de Polonia que piensa que todos los hombres quieren lo mismo, ¿y por qué no cobrar, de paso? Anne no puede escribir. Comienza a trazar paralelos entre las truculencias sadomasoquistas a las que se exponen las damitas de la noche, y su propia relación esclava con su marido y sus dos hijos. Sí, su marido es una lacra, y sus hijos son unos malcriados enfants terribles, pero la analogía es un poco exagerada, considerando que Anne tiene todos los medios para no dejarse prostituir por nadie. Su impotencia se debe más a una falla de carácter inventada por el guión que a una auténtica pulsión de la naturaleza del mundo retratado. Demoustier y Kulig están a la altura de sus personajes y dan a entender que son capaces de papeles más atractivos y recompensantes que estos (o no: Hollywood ya les ha absorbido en un par de blockbusters en pre-producción). La verdadera decepción es Juliette Binoche, una gran actriz que suele interpretar papeles con potencia y autoridad. Anne no es la excepción, y su interpretación es verosímil hasta que el guión le fuerza a la resignación. El final, además de contar con un epílogo redundante, termina por desperdiciar el personaje de Anne y la actuación de Binoche, cuyo poder de acción se reduce a reconocer o no reconocer una verdad imaginaria. Es fácil entender el predicamento de Anne, en verdad se trata de una premisa interesante y hasta cierto punto sostenida, pero difícil compartir su resignación. Que Anne se descubra prostituta es trágico. Que no haga nada al respecto es patético.
El aburrimiento sexual de la burguesía Con una película de narración accidentada, la directora polaca Malgorzata Szumowska, se introduce en el mundo de la prostitución que ejercen chicas jóvenes en París para solventar sus estudios universitarios. El personaje central es Anne, muy bien interpretado por Juliette Binoche, una periodista de la revista "Elle" que encara una investigación sobre el tema y entrevista a dos jovencitas, una francesa y la otra polaca, que brindan estos servicios. Los clientes son señores de buena posición económica, y se contactan con ellas a través de avisos en Internet, por lo que no se aprecia una situación de marginalidad. Lo que ellas le cuentan de sus trabajos, y el impacto de este en sus vidas, es lo que se refleja en el film, pero en el orden en que va afectando a Anne, a medida que desgraba las entrevistas. Y es que si bien en un primer acercamiento se puede interpretar -y de hecho algo hay- como una denuncia al machismo burgués, y su utilización de estas chicas para satisfacer las fantasías pendientes, en realidad lo que se termina viendo es la profunda insatisfacción que vive Anne, perteneciente a la misma clase social que esos clientes. Casada, profesional exitosa, madre de dos varones -un adolescente que es el único capaz de reaccionar frente a los defectos familiares, y otro más chico que no le hace caso nunca- su vida sexual está suspendida en un limbo del cual la sacan los testimonios sobre las prácticas y demandas de esos hombres, que podrían ser iguales a su marido. Uno de los problemas de la película es su narración intercalada, que en ciertos momentos puede resultar algo confusa. El filme comienza luego de que las entrevistas fueron realizadas, y lo dicho en ellas -ilustrado en escenas de sexo arriesgadas, claras por los planos elegidos, que no muestran más que lo estrictamente necesario para ilustrar los testimonios-, se va colando en la cotidianeidad de Anne permanentemente. El otro es que, al adentrarnos en las nuevas fantasías y deseos que surgen en la periodista, no queda lo suficientemente claro, o al menos no se expresa con solvencia, si se intentaba algún tipo de denuncia social. Finalmente la película deja un sabor confuso que resulta de una propuesta endeble, sin una idea clara que la guíe.
Objeto y persona Una periodista (Juliette Binoche) investiga a jóvenes europeas que eligen la prostitución para solventar sus gastos. No deja de ser curioso cómo una investigación cambia casi de cuajo la vida de la periodista que interpreta Juliette Binoche, madre de familia y con algunos problemas de pareja. Anne trabaja free lance para la revista Elle y la intriga el, llamémosle, fenómeno de las estudiantes europeas que eligen la prostitución para solventar sus gastos. Entrevista a dos, una francesa y otra polaca. Y ninguna de las dos jóvenes parece tener inconvenientes con su profesión. Son abiertamente francas en contar por qué hacen lo que hacen. Dirigida por Malgoska Szumowska, no es Elles una película a la que se pueda tildar de feminista, porque no toma partido. No se pone la realizadora en el lugar de sermonear, de decir qué está bien y qué mal. Prefiere dejar planteadas, en la conciencia del espectador, de manera más sutil qué dice todo esto de la sociedad que las cobija. Y también la directora polaca pone el centro en la percepción que Anne tiene con respecto a las chicas. En las entrevistas se muestran confidentes. Y Anne descubre, no sin sorprenderse, que Charlotte (Anais Demoustier) y Alicja (Joanna Kulig) son felices en sus vidas. Más que ella. La película ofrece escenas de fuerte contenido, en cuanto a diversas prácticas sexuales entre el sadismo y masoquismo, que pueden resultar shockeantes, aunque están dentro de un marco orgánico. Las jóvenes ¿viven su profesión como una sumisión o con la libertad de disponer del cuerpo como les plazca, más que como lo deseen? El filme sugiere, esboza la diferencia entre objeto y persona con el compromiso y el riesgo que conllevan. También habla de la soledad -de Anne, y de su esposo, de sus hijos, uno adolescente-. Binoche tiene un personaje para nada sencillo, del que sale adelante que su consabido aplomo.
El discreto encanto de la burguesía Sobre un tema siempre riesgoso como el de la prostitución, el film de la directora polaca aporta un punto de vista diferente, una mirada feminista que intenta comprender, sin prejuicios, qué se esconde detrás del tráfico de cuerpos y billetes. Tema siempre difícil el de la prostitución: salvo en el caso de los viejos y grandes maestros (Mizoguchi, Buñuel), que además filmaban en otro contexto muy diferente al actual, el cine que aborda la cuestión siempre camina por la cornisa que separa la condena moral de la lisa y llana explotación, para terminar cayendo muchas veces en ambas. En Elles, segundo largo de ficción de la documentalista polaca Malgoska Szumowska (Cracovia, 1973), aparece, en cambio, un punto de vista diferente, una mirada feminista que intenta comprender, sin prejuicios, qué se esconde detrás de un fenómeno en aparente expansión, el de las chicas universitarias que se pagan sus estudios apelando al alquiler de sus cuerpos. De hecho, la película de Szumowska tiene como punto de partida una investigación periodística sobre el tema: Anne (Juliette Binoche) es columnista estrella de la revista femenina Elle –una publicación que en Francia nadie calificaría precisamente de progresista– y está trabajando sobre un artículo que le da más trabajo del que ella quizá inicialmente suponía, al punto de hacer bascular toda su vida familiar. Burguesa asumida, madre de un rebelde, conflictivo hijo adolescente y de otro aún en edad escolar, Anne no parece estar pasando precisamente por su mejor momento en la relación con su marido (Louis-Do de Lencquesaing, el estupendo protagonista de El padre de mis hijos, de Mia Hansen-Love). Y las entrevistas con dos estudiantes universitarias que se prostituyen le harán replantear su lugar en la casa y el mundo. El film de Szumowska tiene la inteligencia de no caer en la alegoría: juega con las intenciones de su protagonista pero no por ello la convierte en una heroína. Ni siquiera hacia el final, cuando la conducta de Anne parece seguir los pasos de la legendaria Nora de Casa de muñecas, de Ibsen, una decisión sin embargo demasiado grande para una burguesa pequeña, pequeña como es Anne. Más allá del retrato de la vida doméstica de Anne, alienada entre la presión por entregar en término su nota y cumplir con todas las obligaciones familiares (que incluyen preparar una cena de negocios en su casa, para el jefe de su marido), el núcleo dramático de Elles está en las entrevistas a esas dos estudiantes/prostitutas, que logran cambiar la perspectiva de la protagonista. Una (Anaïs Demoustier) parece la típica chica francesa de clase media baja, que encontró casi por casualidad la manera de hacerse de unos euros extra, a partir de la debilidad de sus clientes, hombres maduros, casados, tristes, que pareciera le pagan no sólo por tener sexo sino también para ser escuchados, como si fuera una sesión de terapia. La otra (Joanna Kulig) es una polaca más audaz y emprendedora, capaz de liarse con clientes menos mansos y más exigentes, a quienes sin embargo ella parece poder controlar a su gusto. Lo que se ve y se escucha de ellas está tamizado siempre por la subjetividad de Anne: es su mirada la que resignifica esas entrevistas, por lo cual el espectador nunca llega a saber realmente hasta qué punto si eso que se materializa en la pantalla son, en definitiva, las fantasías, los deseos y los miedos de la protagonista. Además de esta ambigüedad esencial de Elles, hay otro factor que la vuelve levemente incómoda, perturbadora, y es su dicotomía. Por un lado, el film de Szumowska (que se dio el lujo de contar con Krystyna Janda, la protagonista de tantos films de Andrzej Wajda, para un papel que es casi un cameo) tiene una pátina visual lustrosa, de revista de ilustración, como si todo estuviera visto a través de las páginas de la publicación para la cual escribe Anne. Pero por otro, hay algunas escenas de una franqueza sexual que no se corresponden con ese estilo publicitario y que vienen a rasgar en parte la tersura del relato. Son las actrices (Binoche incluida) quienes se exponen a esa tensión a la que las somete un film no siempre logrado pero asimismo paradójico, infrecuente.
La discreta perversión de la prostitución Anne (Juliette Binoche) es una inestable periodista de la revista Elle que conocerá a dos jóvenes que financian sus estudios trabajando como prostitutas. Un mundo rutinario que se opone a otro novedoso e inquietante. Directora polaca de renombre ya financiada por el pulpo industrial francés, una estrella como protagonista, dos jóvenes actrices que en cualquier momento emigran a Hollywood y una historia sobre la prostitución estudiantil concebida a través del "toquecito de calidad" que caracteriza a buena parte de la producción gala. El mundo que rodea a Anne (Juliette Binoche) es a pleno confort "risqué" pero inestable desde el punto de vista afectivo: periodista de la revista Elle, con un marido entre machista y interrogador, un par de hijos (uno de ellos, el clásico adolescente "con problemas de niño rico") y una investigación que la llevará a conocer a dos chicas que financian sus estudios trabajando como prostitutas. Entre la languidez de Charlotte (Demoustier) y la seducción infantil de Alicia (Kulig) fluctúan los misterios que deberá revelar Anne, metida de lleno en su labor, olvidando al resto del mundo, comprometiéndose cada vez más en las historias de vida que relatan las jóvenes. Elles es una película astuta pero esta afirmación no implica que se trate de un buen film. Describe a un mundo rutinario (el de Anne y su familia) en oposición a otro novedoso que seduce a la inquieta periodista. La vida familiar es mostrada a través de quehaceres domésticos, discusiones e interrogantes como pueden observarse en docenas de films. Pero frente a ellos, están los espacios abiertos, los monoambientes de supervivencia en barrios obreros y un tono descontracturado y misterioso que identifica al dúo de jóvenes prostitutas. Las escenas de sexo, por su parte, pese a los excesos de filtros y lentes especiales que bordean un peligroso tono publicitario, resuenan como creíbles y necesarias para mostrar el lado oscuro de las cosas. Sin embargo, subyace algo impostado y sentencioso en el desarrollo de la trama, hinchada de presuntuosidad y elegancia decorativa que no vacila en ostentar marcas importantes de diferentes productos. Esa astucia que manifiesta Elles también se contrapone al tono solemne que elige la directora para articular su discurso, construido desde la inestable Anne, repleta de incertidumbres y enigmas sin respuestas. Por eso la vuelta de tuerca del final, que no será revelada, encontrará admiradores y detractores por igual. Pero, una vez que se descubre la (supuesta) sorpresa, semejante resolución queda como otra astucia más del guión, acaso inútil y arbitraria. Quien suscribe estas líneas se declara un voraz admirador de Juliette Binoche, y no sólo como actriz, ya de por sí, extraordinaria. Sería imposible imaginar Elles sin ella y sus dudas, su pelo revuelto y desprolijo, su rol de madre, su faceta de periodista, su vestido negro en contraste con su piel blanca. Elles es otro ejemplo donde Juliette Binoche supera a la película en sí misma.
Sexo, mentiras y dinero Sin tapujos, ni especulaciones, despojada de todo esteticismo, Malgorzata Szumowska, realizadora polaca -muy poco conocida por estos confines de la tierra- aborda en Elles (traducido como Ellas) el mundillo de las escorts universitarias en la ciudad de París. Más allá de los lugares comunes cada vez que se habla del tópico de la prostitución, lo interesante del film es que adopta el punto de vista femenino a partir de un doble cruce de miradas: por un lado, la protagonista es una periodista que tiene que entregar en fecha límite un informe sobre el fenómeno de las chicas que se prostituyen para ganar más dinero del que podrían conseguir con otro tipo de trabajo. A partir de una serie de preguntas a un grupo de entrevistadas que aportan el otro punto de vista, específicamente dos de ellas, la periodista se va conectando no sólo con un universo completamente desconocido para su comodidad burguesa sino perturbador, al punto de confrontarla con sus propios prejuicios, insatisfacciones sexuales y esa aplastante vida matrimonial que la aleja de todo tipo de felicidad. Hijos poco comunicativos, marido ausente y la chatura extrema son elementos que entran en conflicto al vincularse la periodista con las historias ajenas en un intento más que de comprensión, de catarsis o excusa personal para indagar sobre su propio deseo. Juliette Binoche encara este papel desde un compromiso absoluto con el personaje y saca a relucir su talento innato para dotarlo de intensidad y dolor contenido, sin llegar a la exageración, gracias a la excelente dirección de la realizadora polaca que mantiene una distancia adecuada entre los personajes y una cámara fisgona que a la hora de resolver escenas de alto voltaje –que no llegan a ser de sexo explícito- logra generar las atmósferas ideales cuando se trata de mostrar tensión, erotismo, sexualidad y sensualidad. De esta última cuota se encargan las jóvenes actrices Anaïs Demoustier como Lola y la magnética Joanna Kulig en el rol de Alicja. Elles es un film sin concesiones que en vez de regodearse en lo morboso se encarga de cuestionarse su aparente morbosidad a partir de un abandono consciente de toda moralina salvadora y retrógrada, haciendo foco tanto en los roles sociales que encorsetan a las personas; en la hipocresía y las culpas burguesas, sin un ápice de redención.
Cómo desaprovechar un tema interesante En esta película hay una señora de su casa, dedicada a su marido y sus dos hijos. Y también hay dos chicas que nadie definiría como «señoritas de su casa». Tampoco son de «esa clase de casas». Simplemente, viven dedicadas a los maridos. De las señoras de su casa. La primera habita un lindo departamento en pleno París, lástima que deba compartir techo y comida con los tres pelmazos malenseñados que ella misma crió. Fuera de eso, escribe para «Elle», pero no debe ser periodista profesional. Tarda muchísimo para entrevistar a las chicas y resumir la entrevista en dos páginas. Eso que se trata de algo sencillo, una semblanza de sólo dos de las 40.000 estudiantes universitarias que cada año, en Francia, se ganan sus euros atendiendo gente necesitada. Bueno, en este caso hay una francesita y una rubia polaca. Se alternan entonces las charlas de las señoritas con la señora, las labores cotidianas de ésta en su hogar, y las labores también cotidianas pero más variadas de las niñas. Una se siente algo a disgusto con los suyos, y las otras arriesgan algún disgusto con un cliente sádico o una madre severa. Nadie es feliz del todo en esta vida, y tampoco los espectadores, porque las situaciones se repiten sin mayor crecimiento dramático ni precisión narrativa. Llegado cierto punto, cabe sospechar que varias experiencias íntimas que ahí vemos no pasan realmente en ninguna cama, sino en la imaginación de la señora. Puede ser, y tendría sentido. Pero, ya que estamos, las libretistas bien podrían haberse imaginado una historia mejor contada. En fin, algo similar ocurre en muchos matrimonios (y encuentros extramatrimoniales). Intérpretes, Juliette Binoche, que ha estado en películas mejores, Anais Demoustier, con carita de buena, y Joanna Kulig, que también impresiona de frente. Coguionista y directora, Malgorzata Szumowska, que es hija de un periodista y una escritora, pero no se nota.
Atreverse a un tema muy duro El filme plantea un tema que suele ser encuesta en los diarios y replantea el debilitamiento de la ética y los valores tradicionales de una sociedad. El título de la película parafrasea el nombre de la revista "Elle", para la que escribe la protagonista, Anne (Juliette Binoche), una mujer de mediana edad, que por determinadas actitudes, revela ciertos prejuicios que lo vivirá irán derribando. Su nota sobre la prostitución juvenil, con ciertas particularidades como la de utilizar el oficio para pagar los estudios universitarios, la lleva a conocer a dos jóvenes que la ingresan, al menos imaginariamente, a un universo prohibido pero real. La exhibición de cómo se desarrolla el inicio de las actividades eróticas de las chicas, la importancia del caudal de dinero que va tirando abajo cualquier valoración ética y las vejaciones que especialmente una de ellas sufre, transparentan una interesante visión documental sobre lo que ocurre en la vida real. Y decimos la vida real porque muchas exhibiciones de casos ya sea en televisión, o cine implican preconceptos como "lo hago porque no encuentro trabajo", "es un trabajo como cualquier otro", o "nunca lo haría si tuviera un trabajo digno". LOS HOMBRES Pocas veces se presenta la total degradación que sufre Charlotte (Anais Demoustier) por parte de hombres de clase media, casados y profesionales. En contraposición, la inmigrante polaca muestra mayor suerte en sus elecciones y un especial gozo de su "profesión". Película que revela una tendencia feminista, pero desnuda impiedades del "oficio más viejo del mundo". "Elles" tiene cortes abruptos, ciertas evanescencias de aspiraciones estéticas, algunos diálogos filosos, escenas de sexo explícito encuadran una película al borde del "cine verdad", con mucho de documental y actrices interesantes. A la notable Juliette Binoche, como Anne, la periodista, que llega a cuestionar su vida tradicional de esposa y madre con un trabajo regular en una revista de modas, se suma Joana Kulig, como Alicja, la chica polaca, línea Lolita, que concentra a la cámara con su sola presencia. En síntesis "Elles" plantea un tema que suele ser encuesta en los diarios y replantea el debilitamiento de la ética y los valores tradicionales de una sociedad.
Una de la películas más interesantes, intensas y polémicas de la semana. La directora polaca Malgoska Szumowska, y grandes actrices, en especial Juliette Binoche. Ella es una periodista que investiga a las universitarias que no dudan en prostituirse, sin ninguna culpa. Se costean sus estudios y viven con gran poder económico. Amparadas en el anonimato cuentan libremente sus experiencias, llegan a un nivel de convivencia con la periodista que por sus entrevistadas comienza a cuestionarse sus valores y hasta su propia vida sexual. Intensa, por momentos cruda, pero también honesta y fresca.
Solo por dinero Doce mil caracteres tiene Anne para escribir sobre la prostitución estudiantil. Anne, interpretado por Juliette Binoche, es una periodista de la prestigiosa Revista Elles que se encuentra con dos jovencitas para entrevistarlas sobre sus vidas paralelas. Para este ping-pong, la directora polaca Malgorzata Szumowska ha planteado la narración de la película con saltos cronológicos que va desde el momento previo en que Anne tiene para entregar la nota entrelazándose con flashbacks con las entrevistas a las chicas. Así, vamos conociendo a Lola en acción y en estado de reposo. En un diálogo, en un testimonio a cámara, en una escena en la cama o en un mensaje de voz, descubrimos los motivos por los que la llevó a tener que ejercer la prostitución. De la misma manera conocemos a Alicja, una estudiante polaca que llega a París. Si bien el dinero es el único motivo por el cual estas dos chicas comienzan a tener sexo por plata, ninguna de las dos proviene de una familia humilde. Comprendieron que en una hora llenan más sus bolsillos que trabajando en una casa de comidas rápidas o como niñeras, y, además, se divierten y no se consideran prostitutas, solo son chicas que les dan a sus clientes lo que sus esposas no hacen. Por su propia descripción, Lola o familiarmente Charlotte, supo mantener su perfil y conducta ante la mirada de sus allegados, en cambio, Alicja dejó de ser la muchacha extranjera para convertirse en una chica transgresora y desafiante. Pero ambas saben que ese aspecto de su vida en algún momento se va a derrumbar, que lo que poseen ahora es una fachada de la realidad y que las mentiras pronto dejarán de sostenerse por si solas. Entre la calma de las pecas que le trasmite Charlotte y las sensualidad y provocación de Alicja, Anne redacta la publicación y trata de llevar su vida adelante con un marido que poco atiende, interpretado por Louis-Do de Lencquesaing (Le Père de Mes Enfants); un adolescente que poco aprecia la vida burguesa y una hijo menor adicto a la playstation. Elles tiene unos magníficos encuadres y planos dedicados netamente a retratar el rostro de Juliette Binoche que a medida que avanza la película se va resquebrajando como símbolo de cansancio. La banda sonora también marca muy bien las situaciones, en una escena donde vemos a Alicja y Anne bailando libremente la canción Pass this on de Knife (la misma melodía fue usada en Los Amores Imaginarios de Xavier Dolan), el ritmo genera una estado de éxtasis entre los personajes, y en ese acercamiento cuerpo a cuerpo la cámara toma distancia, se aleja, lentamente, para dejar a Ellas, solas, en su momento de intimidad.
Como un espejo insidioso, atrevido y revelador. Así actúa sobre Anne, una burguesa profesional, madre de familia y periodista freelance, el objeto de la investigación que le han encargado. El tema son las jóvenes que han elegido la prostitución como medio para pagarse los estudios y, además, para alcanzar una situación económica desahogada que les permita satisfacer las necesidades de consumo que el mundo actual ofrece como garantías de felicidad. Las protagonistas de este fenómeno creciente nada tienen que ver con el cliché de la prostituta sufrida y maltratada que han frecuentado la literatura y el cine; aquí no hay rufianes ni madamas, y el trabajo no sigue otras reglas que las que ellas mismas acuerdan con sus clientes. Las dos que Anne contacta y con las que mantiene sucesivas entrevistas (una, francesa de origen modesto y lectora de Proust; la otra, inmigrante polaca que apenas conoce rudimentos del francés) cuentan historias similares: empezaron porque era la manera más fácil de conseguir fondos para pagar vivienda y estudios; después se hicieron adictas al dinero que les permite responder a las tentaciones de la sociedad de consumo. Y no niegan que, más allá de las prácticas escabrosas que les proponen algunos de sus clientes, también encuentran placer en el ejercicio de una profesión de la que por supuesto nada saben sus familiares o novios. A estos personajes que Annaïs Demoustier y Joanna Kulig prestan belleza, frescura y naturalidad puede faltarles algo de credibilidad, pero lo importante es que el film se atreve a hablar de un tema tan espinoso como la prostitución, de internarse sin temores en la sexualidad femenina y -al confrontar las experiencias de las entrevistadas (y su actitud despreocupada) con la de la periodista- extender su observación al lugar que el mundo actual reserva a la mujer. La visión de la directora y coguionista polaca Malgoska Swmowska se concentra en la madre de familia (aparentemente) modelo para percibir cómo los testimonios de las muchachas y sus perturbadoras confidencias ponen en cuestión las serenas certezas de la periodista, cómo la colocan cara a cara con su propia intimidad, con su propia vida. Es una revelación dolorosa que podría pecar de simplismo si no fuera por el espesor que Juliette Binoche confiere a Anna y al intenso compromiso y la riqueza de matices con los que transmite la toma de conciencia que vive el personaje. El film -que incluye imágenes cuya crudeza y explicitud no son precisamente recomendables para todo tipo de público- se desarrolla en tres planos, no siempre claramente engarzados por el montaje: uno abarca la jornada de la acción actual en la casa de Anne y da cuenta de su realidad cotidiana y de los arduos preparativos de una comida de negocios que su marido considera importante; el segundo, las entrevistas que ella ha mantenido a lo largo de un tiempo no precisado con las dos chicas; el tercero ilustra varios de esos relatos poniendo en escena los encuentros de cada una de ellas con sus clientes (ocasionales o frecuentes). En este sector, claro, es donde predominan las imágenes más fuertes. Sin embargo, es probable que resulte mucho más perturbador y provocativo el rostro en primer plano de Juliette Binoche en la escena clave de su autosatisfacción.
AUDACIAS Artificiosa y calculada incursión en el alma femenina a partir de un tema que prometía más: una periodista, buena señora y buena madre, inicia una investigación para conocer el submundo de esas estudiantes que se prostituyen para costear sus estudios. El film no omite escenas audaces, pero son apenas golpes de efecto alejados del tono general de un texto que no profundiza ninguno los muchos temas que aborda: ¿qué es una mujer, casada, qué es la prostitución, cómo buscar el placer, qué lugar tiene la sexualidad, que necesitan ellos? Los testimonios que va recogiendo, la buena señora la harán replantear dudas y fantasías. Tiene un matrimonio sin gracia, hijos que no le hacen caso. Esas chicas le enseñarán que sus clientes son maridos hastiados, como el de ella. Por eso, al final decidirá ser como ellas. Quiere recuperar en casa tanto terreno perdido. El tema, daba. Pero el libro es superficial, la actuación desganada y las audacias expositivas sólo sirven para que una directora sin gracia se disfrace de artista audaz.
¿Feminismo? Bueno, más o menos: una periodista investiga una red de prostitución de estudiantes universitarias. Cuando conoce a dos de ellas, todo lo que pensaba del asunto se le desdibuja. Ella misma se “conoce a sí misma”, digamos. El film busca construir una mirada amplia sobre un tópico complejo, pero termina siendo apenas una exhibición del talento actoral de su estrella, sin mucho más para ofrecer que algunos lugares comunes y planos bellos pero inútiles. Paisajismo parisino trascendente.
Difícilmente el espectador que asista a ver “Elles” salga con una idea clara de la visión-opinión que la realizadora Malgorzata Szumowska tiene sobre la prostitución adolescente, de todos modos, como los que nos sentamos frente a la pantalla somos nosotros, se supone que depende de nuestra predisposición para formar la propia. Anne (Juliette Binoche) es una periodísta trabajando para la revista de moda “Elle”, una publicación (real) dirigida a un tipo de lector muy específico, el consumidor de clase media-alta, quizás consumidora sería más apropiado dado el contenido. Luego, la cantidad y calidad de las notas que allí se publican ganan prestigio adicional por estar rodeadas de publicidades de ropa carísima, joyas, perfumes, y todo lo que conforma el mundo de la alta costura. Un artículo sobre jóvenes mujeres que se prostituyen para pagar sus estudios publicado en esa revista parece más cercano a alimentar el “¡que-barbaridad!”, comentado en una mesa de té con masas, que a concientizar sobre el asunto, pero es cierto, el nombre de esta revista hace juego con el plural del título refiriéndose a “Ellas”. De hecho Anne es una criatura interesante pues las entrevistas a Charlotte y Alicja (animadas por las prometedoras actrices Anaïs Demoustier y Joanna Kulig, respectivamente), dos adolescentes que le darán de comer una vez publicada su historia, funcionan como disparador para darse cuenta de otras dificultades e inquietudes dormidas en su propia rutina. Guionistas y realizadora logran instalar la dualidad entre pensar si es un relato sobre dos prostitutas, con inserts de una periodista que les hace preguntas, o si es exactamente al revés. En esa dualidad narrativa es donde el discurso también parece ambiguo pero, en definitiva el mundo, planteado como está, también tiene sus contradicciones. Juliette Binoche está sensacional otra vez. En ella y en su trabajo gestual es donde encontramos esos mundos que se chocan. La rutina y la inquietud; la negación del deseo y la excitación; la denuncia y la ignorancia. Ninguna de las dos entrevistadas parece sufrir lo que les toca vivir, pero tampoco se quejan. Sus relatos tienden más a la crónica que a la revelación de un proceso interno. Bien puede uno preguntarse qué quedará publicado en ese artículo de “interés general”, quién lo va a leer y qué consecuencias tendrá, pero esto es otra historia.
Aborda un tema dedicado y tabú: la prostitución estudiantil con un toque social y desde la mirada de una periodista mujer. Gira en torno de Anne (Juliette Binoche), una mujer que tiene una vida acomodada, vive en París, es madre de dos hijos (estos viven sus conflictos con las adicciones a las drogas y a los videojuegos) y está casada con un marido ausente. Ella es periodista de investigación de la revista "Elle", para la cual está escribiendo un artículo sobre la prostitución estudiantil. Se encuentra con dos universitarias: Charlotte (Anaïs Demoustier) y Alicja (Kulig), estas se prostituyen para poder estudiar, como asi también satisfacer otras necesidades viviendo en una sociedad de consumo. Como estas mujeres se pueden volver adictas al dinero, ella va descubriendo a estas dos jóvenes bastantes distintas entre sí, y que pertenecen a diferentes clases sociales. Sus relatos se van analizando a través de la utilización del flashback. Es cuando a esta mujer se le irán presentando diferentes planteos: un profundo desvelo, su realidad y relación con el dinero, la familia y el sexo. El film muestra escenas crudas y fuertes no solo desde su contenido sino también por su desnudez y audacia, hasta la escena muy jugada de Binoche en una autosatisfacción, donde se habla de la hipocresía de la sociedad, como se vive ante una sociedad consumista. Todo desde una visión bien adulta. Como resolver los problemas ajenos, cuando uno no puede resolver los suyos.
Ser o no ser (prostituta), esa es la cuestión Elles es una película que avanza a partir de los contrapuntos que genera. Por un lado, sus contrapuntos son temáticos: periodista burguesa prejuiciosa de vida aburrida entrevista a chicas que se prostituyen para escapar de alguna manera a esos destinos prefijados por el sistema. Pero por otra parte esos contrapuntos son formales: escenas de sexo bastante jugadas con un trabajo visual más cercano al qualité que al realismo sucio o sórdido con el que habitualmente se retratan estos momentos. De esos choques, el film de la habitual documentalista polaca Malgorzata Szumowska saca algunos pasajes de intensidad bien construida y otros que bordean el lugar común o el cliché. Aunque se podría decir que el mayor acierto de la realizadora fue haberse alejado de la denuncia social en la que podría haber caído su película, encontrando en el camino, incluso, algunas reflexiones polémicas sobre la prostitución y su rol dentro de una sociedad. Es que Charlotte y Alicja (Anaïs Demoustier y Joanna Kulig, respectivamente), las dos prostitutas entrevistadas por Anne (Juliette Binoche, excelente), son jóvenes que llegaron a la prostitución para bancarse sus estudios y encontraron, de paso, una vida más suntuosa y difícil de abandonar: “como el cigarrillo”, dice una de ellas. Está claro que Elles, que parte del nombre de la revista en la que trabaja Anne y llega hasta las “ellas” que habitan este film por momentos incómodo y por otros confuso y excesivamente cuidado estéticamente, se mete con una de las posibles variantes de la prostitución y deja de lado otras mucho más arduas que tienen que ver con las redes de trata de blancas, por ejemplo: aquí tanto Charlotte como Alicja disfrutan de su trabajo. Y es ahí que uno puede acusar al film de superficial o banal -incluso de reaccionario-, pero estaría desantendiendo precisamente una de las lecturas más interesantes que aporta Szumowska, y que tiene precisa relación con la glamorosa Revista Elle y con esas secuencias de sexo que se ven en el film, construidas desde la puesta en escena como con una pátina brillosa y qualité más parecida a las producciones del mencionado magazine que al mundo real. Por lo fragmentario del relato, uno no sabe si los encuentros sexuales de ambas prostitutas pertenecen al universo real o sólo están en la imaginación de la periodista Anne, contaminada estéticamente por el estilo de la revista para la que escribe. Y es que ese embellecimiento idealizado de los encuentros sexuales, algunos sórdidos y violentos, podrían ser tranquilamente instancias de fuga de la frustrada profesional y ama de casa Anne. Allí también se podrían encontrar algunos lazos con L’Apollonide, de Bertrand Bonello, en su añoranza de clase media hacia la prostitución como una forma de vida con determinado códigos sociales. Por cierto que Elles podría meterse así en problemas: en esa dirección va cierto giro final del personaje de Binoche, y uno duda si es lo suficientemente liberadora para el universo femenino o machista en la necesidad de convertir a las mujeres en putas como único medio para encontrar algo parecido a la felicidad. Pero Elles es una película que deja picando muchas preguntas y aporta muy pocas respuestas. Lo único concreto, tangible y con peso físico en el film es la actuación de Juliette Binoche, una de esas actrices que a esta altura puede hacer cualquier cosa y todo le sale bien. Con su habitual aplomo logra que algunas instancias que bordean el lugar común (el hijo rebelde, la mujer que encuentra en la masturbación la sublimación del deseo) puedan ser toleradas de mejor manera. Porque para el mundo complejo que parece retratar el film, y el tema con el que se mete para contrapesar a la protagonista, digamos que los conflictos cotidianos que se ven en la película son bastante simples y recurrentes. Por momentos la estética pretende decir más que lo que la película propone, y es ahí cuando el film de Szumowska luce afectado por demás. Pero, como decíamos, siempre aparece Binoche para salvar las cosas.
Un ejercicio de autoconocimiento Juliette Binoche protagoniza una película incómoda. "Elles" aborda el tema de la prostitución ejercida por estudiantes universitarias En medio de una cartelera liderada por superhéroes y comedias ligeras, Elles devuelve al público adulto la posibilidad de ver una historia destinada a interpelar al espectador. La directora polaca Malgorzata Szumowska incomoda, al exponer la práctica de la prostitución en un contexto social alejado de los clichés. Anne (Juliete Binoche) escribe para una revista un artículo periodístico sobre la prostitución ejercida por estudiantes universitarias en París. Sus fuentes son la francesa Charlotte (Anais Demoustier) y la polaca, Alicja (Joanna Kulig). La película entrelaza las entrevistas y raccontos, con la vida cotidiana de Anne, una mujer de clase alta, casada, con dos hijos. Mientras realiza las tareas domésticas por el amplio departamento, las conversaciones con las chicas minan sus certezas. La directora lanza el tema valiéndose de las preguntas de Anne, interrogantes sobre las condiciones que llevan a la prostitución, pero la película evita el maniqueísmo y el apunte condescendiente, en uno u otro caso. Anne va cambiando de expresión ante la experiencia. Se limita a escuchar y comprender, sin conceder. La película incluye escenas eróticas y desplaza el eje hacia el impacto que acusa Anne cuando enfrenta la pantalla de la computadora. En la escritura del artículo se completa su ejercicio de autoconocimiento. Elles transita el tema con naturalidad, mostrando chicas aparentemente frágiles que no justifican sus decisiones. Abundan los primerísimos planos de rostros y cuerpos, la vivacidad de las miradas, la sencillez para contar las preferencias sexuales de los clientes, en un ambiente sobre el que ellas creen tener control. Elles habla de la libertad y no aconseja ningún camino, aunque el tema del consumo surge como una imposición que algunas acatan con el cuerpo.
Debería llamarnos la atención la facilidad con que, en muchas críticas de cine (pero no solo en la crítica de cine), se usan palabras como “burgués” o “feminista” de manera automática, sin preguntarse nunca por el significado, la pertinencia o la validez misma de los términos. Sobre Elles, muchos críticos dijeron que cuenta la historia de una burguesa y que lo hace desde una postura feminista, pero casi ninguna de esas notas explica realmente cómo se plasma eso en la película. Lo que hay más bien es el pegarse a la seguridad de los temas sin involucrarse realmente con el cine, ni con la forma (parece que es demasiado pedirle a una crítica de diario que hable de planos) ni con el tratamiento específico del asunto. Lo cierto es que en ningún momento de Elles se pronuncia la palabra “burgués”, sin embargo muchas críticas, al menos en este sentido, leen correctamente algo que está en la superficie de la película: la directora Malgoska Szumowska señala a Anne, casi de manera despectiva, como burguesa, aunque nunca se la nombre de esa manera. Lo hace subrayando cada momento ingrato de su rutina: el desinterés de su esposo, su rol de cocinera y anfitriona de una cena de la que no desea participar, el desapego impostado del su hijo que habla de emancipación (tiene un póster del Che en la pieza que la cámara encuadra con mucho cuidado: no sea cosa que se nos escape el rol que cumple el personaje), la presión a la que la someten sus editores en la revista, la manera en que los artefactos de la cocina se le rebelan, los secretos que su marido esconde de ella, su insatisfacción sexual. En la descripción que Szumowska hace de la vida de Anne hay un tufillo que huele a condena fácil de su carácter de “burguesa”, como si le dijera: “mirá, estas putas jóvenes, con todas sus frustraciones y el maltrato que padecen, viven mejor que vos, burguesa”. Las putas en cuestión son dos chicas que, por motivos diversos, dejan los estudios y se dedican a la prostitución. El acercamiento de orden casi periodístico (Anne las conoce cuando las entrevista) escamotea la verdadera tesis de la película: esas chicas, aunque parezcan conformes con su vida, aunque no se muestren insatisfechas, son miserables. Si dicen y se exhiben como medianamente felices, la película habrá de develar insistentemente su verdadero rostro de mujeres sometidas a los caprichos sexuales y a las humillaciones de sus clientes mediante flashbacks. Entonces, esa pretendida neutralidad que la película exhibe al principio acerca del tema, recubre una posición tomada y firme desde el comienzo. Si la directora quería decir lo que dice de esas adolescentes que se prostituyen, debería haberlo hecho sin apelar a una estética cercana a lo documental o al relato de una periodista que, como nosotros, entra en un mundo desconocido no para descubrir algo (la investigación de Anne le sirve a la película para impartir algo parecido a una lección ética y social). En este sentido al menos, Elles es poco honesta, porque se disfraza de exploración de un territorio para transmitir después una opinión clara sobre el tema que hasta contradice el discurso de las propias entrevistadas (“no importa que digas que sos feliz, este flashback donde se ve a un tipo que te mete una botella va a demostrar que mentís, que estás mal, que lo que te pasa es una calamidad”). La directora no respeta el discurso de sus protagonistas, más bien lo cuestiona y trastoca a su gusto para poder utilizarlas como casos de su tesis, como ejemplos que vienen a sostener una opinión sobre un tema importante: a Szumowska esas chicas no le importan más que como argumentos que puede maniobrar a su gusto. En Elles importa mucho el sexo. Hay varias escenas de sexo, y en algunas se muestran prácticas totalmente atípicas para una película más o menos mainstream. Las escenas están construidas de determinada manera según se trate de un testimonio de las entrevistadas o de una fantasía de Anne: a las primeras les corresponden planos únicos, casi fijos, que miran desde la distancia y nos colocan en el lugar de voyeur; a las segundas, imágenes lustradas y cercanas cuya prolijidad y cálculo remiten a un horrible lenguaje publicitario. Hasta en eso, Szumowska señala la pobreza de Anne y hace hincapié en sus carencias de burguesa: su imaginación no le permite fantasear más que en los términos visuales de algo que se parece a una propaganda de perfume; nada de sexo salvaje o un poco más libre como el de las dos chicas. De todas formas, la supuesta postura feminista de la película se cae a pedazos cuando aparece el sexo: resulta que la directora, en vez de cuestionar las transacciones físicas que hacen sus protagonistas, las replica y amplifica cuando acude a un sistema estético que se remonta hasta los comienzos mismos del cine: como mirones, la cámara nos introduce sigilosamente en la intimidad de una pareja, observamos casi siempre de lejos, desde la seguridad de la distancia y muchas veces con objetos puestos delante, como si estuviéramos escondidos. Elles, que opina sobre lo mal que están las mujeres en sus relaciones con los hombres y el sexo, sean burguesas o prostitutas, cae en la trampa de usar el sexo como objeto de atracción; la directora quiere atrapar el ojo del público, lo encandila y le regala las imágenes de un intercambio que la propia película califica de espurio. Brevemente: hace un espectáculo de eso que condena. Lo que se juega acá es una cuestión moral: si voy a condenar la vida y el sexo que tienen mis protagonistas y las condiciones en las que se dan esos contactos, no puedo utilizar esas mismas relaciones sexuales para cautivar al público y tratar de atraparlo. Elles se contradice: quiere ser feminista pero tiene una mirada increíblemente machista cuando sus propias mujeres no pueden ser más que esposas y madres o putas. Su pose feminista también se desarma cuando explota aquello que condena: el sexo de las chicas que se prostituyen es tanto objeto de crítica como de deseo, Szumowska quiere hacer “pensar” a su público mientras que trata de excitarlo, de colocarlo en ese lugar tan caro al machismo como es del voyeur. Una película con ínfulas de feminismo debería comenzar por aprender a escuchar lo que tienen para decir sus protagonistas (las dos entrevistadas) y no reducirlas a meros argumentos a favor de una postura, tratar de entenderlas antes de criticarlas y demostrar que mienten, que en realidad no son felices ni están satisfechas. Esas chicas aplastadas, cosificadas, que por momentos no funcionan más que como herramientas de un debate, ponen al descubierto de la peor manera el supuesto feminismo de Szumowska y su pretendida intención por tratar de comprender el problema de la prostitución de mujeres jóvenes. No hay nada para comprender en Elles, solo una condena que no se corre demasiado del lugar común y que se disfraza de exploración desprejuiciada.
Dudas de una burguesa Anne (Juliette Binoche) es una burguesa parisina que escribe para una revista y aborda el tema de la prostitución en el ámbito universitario. Cuando la mujer comienza a investigar las vidas de dos jovencitas que encontraron un modo expeditivo para financiar sus estudios, descubre que la actividad no tiene los ribetes escandalosos de otros tiempos. El tema —que no es ajeno a ninguna de las sociedades occidentales contemporáneas— perturba mucho más a la periodista que a sus protagonistas, al punto de que la mujer verá temblar su sólida estructura de vida. Como una mujer con una vida matrimonial que no está exenta de los problemas que debe enfrentar una pareja madura, el descubrimiento más terrible para la periodista se produce cuando advierte que las jóvenes que viven del comercio de su cuerpo no se consideran víctimas de nada y, al contrario, admiten que lo que hacen es un modo más de permitirse una vida que no lograrían con otro tipo de trabajo. Una película que permite que Juliette Binoche siga convenciendo como actriz con los papeles que aborda y que exhibe algunas escenas verdaderamente fuertes, que pueden herir alguna susceptibilidad. Una manera inteligente de afrontar un problema que las sociedades netamente consumistas toman demasiado a la ligera.
La mirada de las prostitutas Anne (Juliette Binoche) es periodista y escribe para la conocida revista Elles. Justamente ahora está concentrada en su próximo artículo que refiere a la prostitución estudiantil en París, ciudad donde vive y trabaja. Anne está casada con el ejecutivo de una firma privada, Patrick (Louis-Do de Lencquesaing), con quien tiene dos hijos: un adolescente y un niño más pequeño. Esta película es la segunda realización de ficción de la documentalista polaca Malgoska Szumowska, quien es también coautora del guión. Pero hay que decir que pese a calificar como ficción, “Ellas” está pensada como un trabajo de investigación por parte del personaje protagónico, quien se involucra un poco más de lo conveniente, llegando a sentir una influencia en su vida privada a partir de esa experiencia. Es que Anne se ha introducido en el territorio de las jóvenes que alquilan su cuerpo para pagarse los estudios universitarios. Ha realizado entrevistas con algunas de ellas y la cuestión quizás empezó a tomar un sesgo más inquietante cuando la periodista recurre al truco de pagar, como si fuera un cliente, por el tiempo que las jóvenes le deben dedicar para contar sus experiencias. Siendo Szumowska de origen documentalista es de suponer que este recurso narrativo no es casual ni inocente. La prostitución, aun cuando se considera la profesión más antigua del mundo, sigue siendo una cuestión tabú incluso para las sociedades más evolucionadas. Lo que intenta hacer esta película es ponerle voz a la mirada femenina sobre este asunto y más particularmente, a la mirada de las prostitutas. Mientras Anne anda con el artículo en la cabeza todo el tiempo, tiene que seguir cumpliendo con los otros roles: madre y esposa. Cada uno de sus hijos plantea desafíos diferentes, pero igual reclaman su atención. El marido, una figura un tanto light y bastante ausente, parece mentalmente secuestrado por sus obligaciones laborales, por lo que la organización del hogar resulta ser casi de la exclusividad de ella. Es así que el relato va alternando entre los testimonios de Charlotte (Anaïs Demoustier) y (Alicja) Joanna Kulig, y las otras tareas que debe llevar adelante Anne cada día. La primera proviene de un hogar parisino típico de clase media baja y la posibilidad de obtener dinero rápido fue lo que más la sedujo, aunque a medida que avanza el relato, se percibe que el contacto con clientes de otro sector social, más elevado, pareciera hacerle olvidar por un rato sus orígenes humildes. En tanto que Alicja refleja otra realidad: es polaca y ha llegado a París para estudiar. Sus gastos están a cargo de su madre (residente en Polonia), pero como la joven es ambiciosa y aventurera, se involucra en la prostitución de alto perfil, más por lujuria y el placer de darse gustos caros que otra cosa. Invitación a pensar Las dos chicas, sin embargo, ocultan ese aspecto de sus vidas a sus familias y en el caso de Charlotte, también a su novio, un chico del mismo origen que ella, atisbándose allí el germen de conflictos, por el momento apenas incipientes, pero que podrían desencadenar alguna crisis en cualquier momento. Al comenzar su investigación, Anne pretende asumir un papel profesional y distante, pero poco a poco irá aflojándose hasta intimar con las prostitutas casi como si fueran amigas. Ello produce efectos en su vida privada y le aporta un nuevo punto de vista acerca de las relaciones sociales, incluso las de su entorno más cercano. Szumowska solamente trata de mostrar de manera explícita una realidad a la que generalmente se alude mediante rodeos y eufemismos, poniendo en evidencia que es más común de lo que uno puede imaginar y tal vez no tan ajeno, ya que la mayoría de los clientes de estas chicas son “maridos maduros aburridos”, hombres que provienen de hogares aparentemente normales. El film no juzga, no sanciona, no cuestiona, simplemente invita a pensar en varias cuestiones, pero sobre todo, en el lugar que se le da al erotismo en la vida cotidiana y a las posibilidades de explotación y los riesgos que ofrece.
Publicada en la edición digital #243 de la revista.
Mirada polémica sobre el tema de la trata de personas. Anne, casada, dos hijos, mujer de clase acomodada, vive en París y desarrolla periodismo de investigación para la revista “Elle”. Está escribiendo un largo artículo sobre la prostitución estudiantil. Descubre que muchas chicas se prostituyen sin la menor culpa para pagar sus estudios y darse algunos gustos. Sus encuentros con Alicia y Charlotte, dos universitarias extranjeras con actitudes muy independientes, producirán un profundo desasosiego en Anne, que hasta ese momento se ha manejado fiel a códigos inalterables. Sus convicciones sobre el sexo, el dinero y la familia se derrumbarán. De pronto, todo es relativo. Anne siente que vivió equivocada y entra en crisis. Una mirada femenina descarnada que destierra maniqueísmos y no deja cabos sueltos. Juliette Binoche se lleva el aplauso. Film distinguido en los festivales de Berlín, Toronto y Tribeca.
Reflexión sobre la condición femenina Cuarto largometraje de ficción de la directora y documentalista polaca Malgoska Szumowska, nacida en 1973 en Cracovia. El anterior, 33 escenas de vida , ganó el premio del Jurado en el Festival de Locarno. El guión también le pertenece, en colaboración con la danesa Tine Byrchel. Elles es un proyecto nacido por iniciativa de la productora Marianne Slot, con un trabajo previo de investigación resumido en el documental titulado Escort, de Hélène De Crécy. La protagonista es Anne, periodista free lance de clase media alta, que escribe para "Elle" , la revista sobre moda, belleza, salud y espectáculos orientada a las mujeres, fundada en 1945 por Pierre Lazareff y su esposa Hélène Gordon. Anne está casada con Patrick, un hombre de negocios que padece de celularitis, y tiene dos hijos: Florent, en plena crisis adolescente, y Stephane, atrapado por los videojuegos. Y como periodista, está dispuesta --dice-- a pagar lo que sea para realizar su trabajo. En el contexto de la película, Anne realiza una investigación periodística sobre estudiantes europeas que se prostituyen para solventar sus gastos y disponer de un departamento en París mientras cursan sus estudios en la universidad. Tom Wolfe publicó en 2004 la novela Soy Charlotte Simmons , en la que expone el "carnaval sexual" de los estudiantes universitarios de su país, pertenecientes a las clases media y media alta. Según el autor, los protagonistas de su novela están más interesados por el sexo, las drogas, el alcohol, las fiestas, los deportes y "su ranking en el podio social, que los rigores del estudio". Pero Elles no trata este tema y tampoco sobre la explotación sexual, sino la prostitución voluntaria. La idea de las autoras de realizar el filme les surgió de la publicidad que relaciona el sexo con el confort y el bienestar. Pero a partir de esta idea, también plantean una reflexión sobre la condición femenina. Anne logra reportear a dos estudiantes: la francesa Charlotte, con quien se encuentra en un parque de París; y la polaca Alicja, a quien entrevista en su departamento. Ambas revelan por qué hacen lo que hacen. También confiesan que sus clientes son hombres casados de clase media o media alta, aburridos, tristes, "buenos" padres de familia, que se convierten de hecho en "padrinos" de sus carreras universitarias. Hombres que se creen libres, pero son esclavos de sus dependencias. La directora grafica mediante flashbacks las confesiones de las dos estudiantes. Y lo hace sin eufemismos. Son imágenes que muestran el extremo materialismo de las entrevistadas, que llegan a conmover la estructura moral, intelectual y psicológica de la protagonista. Pero lo que el espectador ve y escucha está filtrado por la subjetividad de Anne. Porque en esas imágenes, la periodista proyecta sus fantasías sexuales, temores, represiones y frustraciones. La película posee una pátina visual estilo revistas de moda y una aceptable actuación de Kulig (Alicja), Demoustier (Charlotte) y Binoche (Anne), aunque es evidente que el suyo no es el personaje que mejor le cuadra. En un escena breve aparece Krystyna Janda (la madre de Alicja), quien en otros tiempos fue la actriz fetiche de Andrzej Wajda.