Ola de calor, de humedad y de cortes luz en una Buenos Aires infernal. Axel Brigante (Nicolás Francella), de 27 años, se despide de su novia Martina (Paula Reca) y llega no sin esfuerzo a su rutinario trabajo en el call center de una compañía de telefonía e Internet. Pero pronto descubriremos que el protagonista no es solo un eficaz operador de atención al cliente sino que mantiene un affaire con Ximena Solis (Emilia Attias), su voluptuosa e insistente jefa en la compañía. Pero justo cuando la ejecutiva lo empieza a bombardear a mensajes para que suba a su oficina y así mantener otro fogoso encuentro sexual (toda esta subtrama erótica está rodada con una estilización publicitaria algo demodé), Axel recibe una llamada en principio pesada (le exigen de mala manera la baja de un servicio que él no puede otorgar sin antes cumplir unos cuantos pasos para intentar disuadirlo), luego inquietante y finalmente amenazante por parte de un cliente que se hace llamar Figueroa Mont (la voz de Gabriel Goity), quien asegura estar apuntándole a través de una mira telescópica adosada a un rifle de alta precisión y listo para volarle la cabeza a él y a sus compañeros. Para colmo de males, tiene todo el tiempo sobre la nuca a Gustavo Días (Maxi de la Cruz), un supervisor presumido, arrogante y abusivo. Si la premisa puede sonar un poco básica es porque En la mira, ya desde su título bastante genérico, está construido en función de fórmulas y recursos ya bastante transitados (hay, por ejemplo, algo de la reciente Culpable, remake de Antoine Fuqua con Jake Gyllenhaal, y otro tanto del espíritu de Relatos salvajes, de Damián Szifron). Si lo suyo entonces no es la capacidad de innovación y sorpresa, hay que reconocerle a los guionistas Adrian Garelik y Ricardo Hornos (este último también codirector con Carlos Gil) que las melodías conocidas al menos no suenan del todo desafinadas. La puesta en escena tampoco tiene demasiados alardes ni virtuosismo, pero también es funcional. Estamos ante un thriller trabajado con buen ritmo y aceptable dosis de tensión que Francella Jr. -que está en casi todos los planos de los concisos 85 minutos- sostiene con prestancia y convicción, sin excesos ni gestualidad impostada. Rodada en apenas 26 jornadas (el 90% se filmó en Uruguay) a partir de una premisa medianamente eficaz pero al mismo tiempo algo obvia y previsible, se trata de una producción resuelta en muy pocas locaciones (ideal para tiempos de pandemia) que parece más propicia para un consumo hogareño sin grandes exigencias que para una incursión en el cine.
Una tarde caliente En la mira comienza describiendo un día en la Ciudad de Buenos Aires en el que, para variar, está todo mal. A los problemas endémicos, se suma un verano tórrido que trae aparejados un porcentaje de humedad que pegotea la piel, cortes de luz y caos de tránsito. Pero para Axel, que despierta como si viviera enfrascado en un mundo propio, el panorama pinta distinto. Con una novia a la que no quiere demasiado, el mensaje de una amante, acompañado con una foto alusiva y la promesa de una horita de lujuria en el almuerzo, asoma como el combustible para poner primera rumbo al call center céntrico donde trabaja. Es una jornada laboral muy parecida a otras tantas, con una sucesión de llamados de clientes enojados por el servicio de cable que brinda la empresa, hasta que deja de serlo. El tal Figueroa Mont que habla del otro lado del teléfono pide que por favor le den de baja el servicio a un amigo, algo difícil ya que el puesto de Axel (Nicolás Francella) en el organigrama no le permite acceder a la base de datos. Ante la negativa, Figueroa Mont cruza la línea de la discusión oral asegurando que tiene al pobre muchacho en la mira de un rifle de francotirador. Obviamente, no le cree. Pero cuando le describa con lujo de detalles lo que está ocurriendo en ese mismo momento a su alrededor, Axel pasa de langa carilindo y canchero a pollito mojado amenazado por la posibilidad concreta de morir de un balazo en la cabeza. Así se plantean las cosas en esta nueva producción nacional de HBO Max con paso por la cartelera comercial previo a su arribo a la plataforma, cuyo envoltorio de thriller concentrado en tiempo (todo transcurre en unas pocas horas) y espacio (el epicentro narrativo es la oficina vidriada) recubre un relato no exento de autoconciencia. Se trata de un elemento clave cuando lo que se tiene entre manos es materia prima conocida, pues la idea narrativa de un personaje siendo observado sin saberlo por alguien dispuesto a matarlo podrá ser cualquier cosa, menos novedosa. Los realizadores Ricardo Hornos y Carlos Gil, provenientes del ámbito teatral y el publicitario, respectivamente, plantean un entramado dramático en el que la tensión va creciendo a la par que lo hace un humor cercano al de las comedias de enredos. La tensión, claro está, proviene de la desesperación de un Axel (Nicolás Francella) obligado a no decir nada acerca de lo que está ocurriendo y, por lo tanto, a mentir cuando el asunto escale. Los enredos se vinculan con las consecuencias de ese silencio forzado y, sobre todo, de las situaciones generadas por los personajes secundarios, como el jefe que odia a Axel y no hace absolutamente nada para ocultarlo, la amante furiosa por el desplante o esa compañera con alma de gremialista combativa que alinea a la oficina entera en defensa de su compañero. Un muchacho que vive así una auténtica tarde de furia.
Fallido intento de generar un thriller sorpresivo, narrado casi en tiempo real, sobre las desgracias de un empleado de call center que intenta resolver un particular pedido de un cliente. Nicolás Francella sale airoso de su primer protagónico en una propuesta que no logra transmitir todo lo que propone.
Aunque el pronóstico del tiempo hable de temperaturas sofocantes, Axel Brigante (Nicolás Francella) siente al despertarse que la vida le sonríe. Todo parece andar bien con su novia médica (Paula Reca), planes cercanos de boda incluidos. Y al mismo tiempo, el nuevo día le promete un nuevo encuentro con otra mujer (Emilia Attias) que le despierta unas cuantas fantasías. Enseguida lo vemos trasladarse a su trabajo como empleado del call center de una empresa internacional de telefonía. Allí, Axel muestra disposición, autocontrol y destreza para tratar del mejor modo a sus clientes. Tal vez no sea para él un trabajo ideal, pero tiene todo bajo control y un único obstáculo: un jefe engreído que trata de imponer en todo momento y con malos modos su modesta autoridad. Una orden superior, más la inoportuna demora de quien debía llegar a cubrir su turno, lo obligan a atender el llamado de un cliente muy enojado (Gabriel Goity) que de manera insistente, ceremoniosa y con un tono cada vez más amenazador reclama la baja del servicio. A Axel se le acaba la persuasión cuando su interlocutor dice que lo está apuntando con un arma desde un lugar imposible de localizar. Sus planes, su mundo y hasta su rutina empiezan a tambalear. Una primera versión de esta historia apareció en la apertura de Encerrados, serie creada por Benjamín Avila y Marcelo Müller en 2015 con episodios unitarios que permaneció inédita tres años, se estrenó en Netflix y hoy está disponible en la plataforma Contar. Ese relato es mucho más breve, apenas media hora que alcanzaba para exponer de manera compacta cuáles pueden ser los efectos de esta situación en el ánimo de una persona que trata por todos los medios de escapar de la rutina y no puede hacerlo. La versión extendida de la misma historia que propone En la mira dura, narrada casi en tiempo real, viaja por más escenarios (va del departamento de Axel al call center y desde allí hacia algunos otros espacios del edificio de la empresa, incluyendo algún flashback), cuenta con recursos de producción mucho más amplios (todos los rubros técnicos funcionan de manera impecable) y, en términos conceptuales, maneja un concepto más dinámico y moderno de ese espacio de trabajo. La lánguida angustia de Julián Ayala (Martín Slipak), el empleado del call center del episodio de Encerrados, le deja ahora su lugar a la imagen más cool y decidida de Axel, interpretado con mucha seguridad y determinación por Francella. En la superficie, la película parece apuntar hacia otras direcciones: un calvario interminable para el protagonista como castigo simbólico a quien sucumbe a ciertas tentaciones, mezclado con críticas veladas a un clima laboral tan agobiante como la temperatura exterior y un giro final aparentemente imprevisible, mientras se apoya todo el tiempo en una estética televisiva tan prolija como anodina (su destino inevitable es el streaming). En la mira, versión corregida y aumentada del primer episodio de una serie, no puede escapar del encierro que le impone ese formato.
Es la gran oportunidad para Nicolás Francella que vuelve con un protagónico absoluto. El film creado por Ricardo Hornos y Carlos Gil, es de una anécdota pequeña, “magra” según su definición, concentrada, en supuesto tiempo real. La anécdota parte de un cliente impaciente que se comunica una vez más con un call center para cancelar un servicio, ante el empleado lindo, atento y jovial que lo atiende y le ofrece un rosario de ofertas en vez de satisfacerlo. Frente a esa respuesta se instala una amenaza concreta: el empleado está en la mira de su rifle y la voz intimidante no deja lugar a dudas: le volará la cabeza a él o a sus compañeros si no se apresura a cumplir sus deseos. Rápidamente se vive el peligro y lo que sufrirá ese joven sometido a tanta presión, por jefes, compañeros, una femme fatal y un vengador anónimo que no le pierde detalle. Entretenimiento garantizado, con buen desempeño del protagonista y de quienes lo acompañan con la voz increíble de El puma Goity. Mantiene el interés del comienzo al fin.
Nicolás Francella debuta como protagonista en cine con este thriller psicológico que busca subirse a la premisa habitual de Hitchcock de poner a un hombre común y corriente frente a una situación extraordinaria. En la mira sigue a un empleado de un call center, que parece sentirse cómodo en un trabajo robótico, hasta que se enfrenta con la llamada de un cliente que exige ser dado de baja del servicio inmediatamente y le asegura que le está apuntando con un rifle desde un edificio vecino y va a gatillar si intenta cortar la llamada. Francella no parece el prototípico telemarketer, aquel oficio que hace un par de décadas, antes de la llegada de las aplicaciones de delivery de comida, era la habitual primera salida laboral de los jóvenes. Axel, su personaje, es un canchero que, a diferencia de sus compañeros, no tiene miedo de hacerle frente a su jefe. Nicolás interpreta a este picaflor con algunos de los tics actorales de su padre en la etapa cinematográfica seria de Guillermo, como si hubiera tenido la suerte de haber logrado fruncir el ceño con esa convicción sin necesidad de haber pasado antes por un sinfín de bodrios como bañero, exterminator o papá. El Puma Goity es la voz en el teléfono y cumple bien la función de darle diferentes matices a la furia del cliente que busca la baja del servicio, pero con el tiempo su presencia se vuelve tediosa al no privarse de ninguna observación obvia que anticipa las reacciones posibles del protagonista, al punto de parecer un espectador pesado en la sala que no deja de hacer comentarios sobre lo que pasa en la pantalla. Una voz en el teléfono La voz en el teléfono como motor constante del arco narrativo del héroe de la película es un recurso que utilizaron, no hace tanto tiempo, thrillers bastante parecidos en la trama, más allá de los resultados, como Enlace Mortal o Celular. En esos casos la voz en el teléfono inspiraba a los héroes a ser mejores y salirse de los moldes, pero Axel a duras penas logra alejarse del comportamiento básico del autómata, aunque con el correr de los minutos va perdiendo la calma y entra en un espiral de desesperación, que jamás consigue apartarse del todo del rígido manual que le impone el call center a sus empleados. En la mira podría haber sido un efectivo thriller clase b de los primeros años de este milenio, pero este debut como directores del productor Ricardo Hornos y el fotógrafo Carlos Gil está demasiado engalanado con su mensaje sobre la deshumanización de un sistema diseñado para transformar en víctimas a los dos victimarios, sin importar de qué lado del mostrador se encuentren en una eterna lucha de pobres contra pobres. El final llega con una maraña de vueltas de tuerca que termina de hundir la película mientras buscaba darle mayor profundidad. Hornos y Gil terminan remarcando sin mucho sentido el mensaje humanitario de En la mira, después de haber machacado sobre eso durante una charla telefónica de casi una hora y media.
En la Mira es una propuesta diferente dentro del cine nacional, no da un segundo de descanso y sumerge al espectador en un espiral de vertiginoso de acción y tensión
Un thriller nacional protagonizado por Nicolás Francella se instala en las salas para hacernos sentar al borde de la silla. Con un calor sofocante, un servicio que no funciona y un cliente furioso, nos convertimos en cómplices de una inquietante llamada.
Dirigida por Ricardo Hornos y Carlos Gil, #ENLAMIRA es una producción argentino-uruguaya que cuenta con el primer protagónico de @nicolasfrancella en la pantalla grande en el rol de Axel Brigante, un joven carismático con una vida tranquila y feliz. Está a punto de casarse con Martina (@paulinreca ), ultimando detalles de su boda mientras trabaja en el rutinario Call-Center de "Telefonía Del Sur". Allí se dedica junto a varios colegas a recibir distintos llamados, con dudas y preguntas, aunque en general son quejas. Su Jefe (@maxidelacruzok ) es el típico Superior insoportable con el que tiene que lidiar ya que lo presiona permanentemente con malos tratos, pero lo maneja... No sólo trabaja allí, también coquetea con Ximena (@emi_attias ), una jefa muy seductora con la que mantiene secretos encuentros en el piso superior. Un día como cualquier otro, y a punto de terminar su turno, Axel recibe el llamado del Señor Figueroa Mont (@elpumagoityok ), un hombre que exige que den de baja su servicio. Al principio la charla sigue los carriles normales entre operador y cliente, pero luego éste amenaza con que si no hace exactamente lo que pide va a poner en riesgo la vida de todos, empezando por Axel y su Jefe para continuar con los demás, advirtiéndole que su cabeza está en la mira telescópica de un rifle y que sin problemas, va a disparar. Lo que sigue es un juego de gato y ratón que mantiene el suspenso y dinamismo durante todo el film, sumando algunas vueltas de tuerca propias del género. El thriller psicológico con guion de Hornos y Adrián Garelik cuenta con buenas actuaciones de todo el elenco y la dosis justa de acción, un género no muy transitado en nuestro país.
Basta con tener algún servicio de internet, telefonía o cable, y haber intentado hacer algún tipo de reclamo, para entender la bronca justiciera que propone En la mira, la ópera prima de Carlos Gil y Ricardo Hornos, protagonizada por Nicolás Francella, Emilia Attías, Paula Reca y Gabriel Goity. En una Buenos Aires donde el calor azota sin piedad y los cortes de luz son una constante, Axel Brigante (Nicolás Francella) es un joven al que se lo ve más o menos conforme con su vida de empleado en el call center de una compañía de telefonía e internet. A pesar de que vive con su novia Martina (Paula Reca), Axel se permite encuentros fogosos con su jefa Ximena Solis (Emilia Attías), quien lo manda a llamar en horas de trabajo para encender el fuego que los mantiene al rojo vivo. Axel es expeditivo y demuestra paciencia con los clientes, y en uno de esos días laborales complicados recibe la llamada de un cliente justo cuando tiene que hacer el cambio de horario con un compañero que llega tarde. Quien entra en línea es Figueroa Mont (la voz de Gabriel Goity), un cliente que quiere dar de baja el servicio y que la empresa intenta disuadir con una serie interminable de pasos previos. Figueroa Mont está cansado de las vueltas que le dan y le dice a Axel que si no le da de baja el servicio le disparará en la cabeza, ya que lo está apuntando desde otro edificio con un rifle de alta precisión. De este modo, el protagonista queda atrapado en una situación en la que cualquier paso en falso puede costarle la vida. Con referencias a películas como La culpa (tanto la danesa como la norteamericana) y Relatos salvajes, de Damián Szifron, Gil y Hornos tratan de resolver el problema de la historia en sincronizados 85 minutos y en clave de thriller desesperante, que transcurre prácticamente en una sola locación. Sin embargo, las intenciones de los directores por hacer una película de género novedosa y contundente, en la que todo funcione como un relojito y el suspenso haga vibrar al espectador, no alcanzan para honrar a una tradición cinematográfica que tiene una larga lista de películas con mucho pulso narrativo, comprensión de la puesta en escena y claridad argumentativa, cosas de las que, por momentos, carece En la mira. La subtrama con el personaje de Attías tampoco llega a tener convicción dramática (como si entre los dos no hubiera química) y sus encuentros sexuales se parecen a una publicidad de lencería costosa. Todo indica que la relación de ambos está para justificar una vuelta de tuerca final que no hace más que hundir a la película en la obviedad. Además, el motivo que mueve al personaje de Goity no queda del todo claro. El hecho de que casi todos los personajes tengan algún rasgo despreciable puede ser considerado un acierto involuntario. Por ejemplo, la presentación y el desarrollo del supervisor engreído y medio idiota interpretado por Maxi de la Cruz es uno de los elementos más logrados. Por eso mismo, el villano que apunta con el arma tiende a empatizar más con la audiencia, quien se sentirá identificada con él de modo automático. Es esa cosa poco clara y ambivalente que tiene la película, y de miedo de dejar al personaje de Goity como un verdadero héroe, lo que la condena y, a su vez, lo que la redime.
Existe una casi máxima en el arte, en su versión sintética, “Si vas a copiar, copia bien”, no es que los directores Carlos Gil y Ricardo Hornos lo hayan hecho mal, pero vayamos por partes. En la presentación del filme se confesaron como admiradores de Tarantino, Scorsesse, etc. Sin embargo copiaron a Joel Schumacher. Que por definición no esta mal, sabia narrar. Trasladando el filme dirigido por Joel Schumacher “Phone Booth” (2003), (cuya traducción es Cabina Telefónica), pero que se estrenó acá con el titulo “Enlace Mortal” y en España “Ultima Llamada”, repito, trascribiendolo a la idiosincrasia autóctona. En principio en Buenos Aires, donde transcurren las acciones y donde no hay muchas cabinas telefónicas de ese estilo, por eso Clark Kent no conoce a la Reina del Plata. “En la Mira” comienza con una escena de alto voltaje erótico, casi, luego Martina (Paula Reca) se despide de Axel (Nicolas Francella) su novio, recordándole la cita por los detalles del casamiento. Axel mira el reloj, son las 5.45 de la madrugada, de un 21 de diciembre, el día mas largo del año respecto de la luz, en el hemisferio sur. La luz solar que ilumina la habitación, no una sino dos veces, es de mínima de las 10 AM. Detalles, pero quien se fija. Corte, Elipsis. Axel llega a su trabajo, en un centro de llamadas de una empresa de comunicaciones, es lo que se dice un tipo seguro de si mismo y de la imagen que presenta. Ni el malhumor de los usuarios, ni el maltrato de Gustavo (Maxi de la Cruz) su supervisor , ni el “acoso” de Ximena (Emilia Attias), una de las directoras de la empresa, lo pueden alterar. Hasta que ese día de muy alta temperatura, a ultimo momento recibe la llamada de un cliente disconforme, quien infructuosamente intento anular el servicio, pide que le de la baja. Se identifica como Figueroa Mont (Gabriel Goity), quien le hace saber que lo tiene en la mira telescópica de su rifle, si corta la comunicación, “Te vuelo la cabeza”. Ante el descreimiento de Axel, Mont le demuestra que no esta jugando, que es verdad. Esto sucede en los primeros 30 minutos, aproximadamente, luego es todo un juego de gato y ratón, donde los personajes laterales entran y salen de la trama. Si algo sostiene el relato son las actuaciones de ambos protagonistas, muy buena de Nicolas Francella, pero soberbia la de Gabriel Goity con solo la voz, el resto acompaña con desniveles. Respecto de las variables mal llamadas técnicas, la dirección de arte es correcta, sobre todo desde la fotografía, el diseño de sonido cumple, sin embargo la banda sonora se muestra empática respecto de la imagen, pero por momentos muy intrusiva en relación a las acciones. Respecto del montaje, se atiene a lo que marca el manual respecto del género, no hay inventiva. Que el final del relato sea de mínima inverosímil, que el cierre del filme presente un giro interesante no lo coloca como algo novedoso. Volviendo al principio, “Copiar esta bien, como estrategia, siempre que agregues valores al original”, no es el caso.
Axel (Nicolás Francella) es un empleado de un call center que domina a la perfección su trabajo. Tiene un jefe insoportable y una superior con la que tiene un romance clandestino. Un día atiende la extraña llamada de un cliente enojado que se quiere dar de baja del servicio. La burocracia de la empresa indica que solo se puede hacer ese trámite por internet. Pero el cliente dice que está apuntando con un rifle de precisión y si Axel no hace el trámite le volará la cabeza. El centro de la trama se parece demasiado a Enlace mortal (Phone Boot, 2002) de Joel Schumacher, con Colin Farrell. Pero si hubiera sido una copia fiel, el resultado hubiera sido mejor. La tensión del call center no es tal porque el prólogo y el epílogo del film ocurre fuera de ese lugar. Para peor, hay que sumarle un flashback de una fiesta de disfraces que es francamente bochornosa. Lo más logrado está justamente en la locación principal, a todo nivel, incluyendo el estético. Pero posiblemente sin esas salidas no se entendería la trama o la película quedaría demasiado corta. La actuación -en voz- de Gabriel Goity ayuda mucho a hacer más atrapante la trama, pero incluso su personaje no tiene demasiado lógica. Nicolás Francella sostiene todo lo que puede la trama, pero el guión no lo ayuda. La película carece de lo qué más necesitaba: coherencia y rigor con el planteo. Se deshace poco a poco y el personaje de femme fatale que interpreta Emilia Attías es sencillamente absurdo, más allá del ridículo.
Reseña emitida al aire en la radio.
En la mira es un buen thriller y una prueba más (ya van cientos) de que en el cine argentino puede haber de todo. Está bien desarrollado y bien ejecutado por la dupla Ricardo Hornos y Carlos GIl, quienes logran mantener intrigado al espectador. Pero aquí la clave en Nicolás Francella, quien en su primer protagónico demuestra grandeza bancándose la cámara en él un noventa por ciento del metraje, Ya hemos visto cosas así en el cine tales como Phone Booth (2002), Burried (2010) o la más reciente Culpable (2021), donde Jake Gyllenhaal está al teléfono tal cual sucede aquí. Pero en En la mira hay incluso más acción y más variantes que se abren y tal vez ese es su único error, el abarcar más de un arco argumental. Porque ello hace que el film tenga más de un final. En definitiva, es una película que cumple con su principal misión: entretener. Y lo hace bien. Así que merece ser vista.
Alta Tensión. Un empleado de una telefónica deberá lidiar con un cliente que usará los recursos más inesperados para que le den la baja del servicio. Inclusive amenazarlo de muerte. Esta es la premisa de partida, que en un principio suena un tanto inverosímil, pero que se pondrá más compleja conforme avance esta película con una narración que genera tensión constante. Los primeros planos nerviosos del protagonista denotan el clima opresivo. A destacar la actuación solvente de Nicolás Francella que sostiene toda la película logrando empatía con el espectador. Mientras que el Puma Goity con su sobrada experiencia, acompaña con su voz a la perfección.
Un guion que no deja piezas sueltas Dirigida por Carlos Gil y Ricardo Hornos, y con guion del último junto a Adrián Garelik, En la mira es una película directa y no deja momentos sueltos en su estructura. Pocas cosas pueden ir en contra del ritmo cinematográfico como una película que vaya en sentido contrario a su propio orden temporal. Y no se trata (en general) de la historia en sí, es decir, de lo que implica. Puede ser un drama melancólico o romántico. En este caso se trata de un thriller y es lo que le sienta mejor a la cuestión de la velocidad que describo. Erróneamente asociada al concepto de entretenimiento vacío, tal planteo narrativo suele ser poco valorado, asociado con un nivel menor en los peldaños de la producción cinematográfica, al menos y ocasionalmente en lo que tiene que ver con la mirada local. Carlos Gil, Ricardo Hornos y Nicolás Francella en un alto del rodaje de En la mira. Foto proporcionada por Carlos Gil. Un elenco cuidadosamente escogido, empata perfectamente con un guion milimétrico que no deja piezas sueltas; salvo, claro, las que el espectador irá develando con el transcurso de los minutos. Minutos que no se inflan para estadística de duración. Solamente son lo justo y necesario para una trama práctica y efectiva. En su primer protagónico Nicolás Francella tiene un desempeño excelente y acompaña las necesidades del personaje, sobre el que recae el conflicto y la acción inicial; y luego, en cada uno de los roles, Maxi De La Cruz, Emilia Attias, Gabriel Goity y Paulina Reca como secundarios de relevancia, junto al resto del elenco participante (entre los que se encuentran Mariano Prince y Gal Groisman), completan una elección perfecta para un film que sin duda cumple con las expectativas.
Hoy por fin se estrenó “EN LA MIRA”, una nueva súper producción que pone al cine nacional como protagonista. Está dirigida por Ricardo Hornos y Carlos Gil, y tiene un elenco encabezado por Nicolás Francella, Emilia Attias y Gabriel Goity. La historia cuenta cómo Axel (Nicolás Francella), a pesar de los obstáculos cotidianos de Buenos Aires, es un hombre carismático y se mantiene fresco, incluso durante su trabajo como personal de atención al cliente en un call center. Un día como cualquiera, luego de saludar a su dulce pareja, con quien está próximo a casarse, y un ardiente intercambio por mensaje con su amante, se vuelve testigo de una extraña situación: un cliente llama y le dice algo que cambiará su perspectiva; éste tiene el poder de arruinarle la vida. ¿Cómo saldrá Axel de esta situación? ¿Cuáles serán sus consecuencias? Esta película sabe jugar con nuestras emociones. Usa todos los recursos a su alcance para mantener un ritmo de relajación y tensión constante. La dirección, el montaje y el storytelling trabajan en conjunto para tener al espectador al borde de su asiento. En una charla durante la función de prensa, los directores mencionaron su afinidad por el estilo de directores como Tarantino, en donde el film es mucho más que solo la suma de sus partes, y eso es notorio. Hablemos de un tema muy importante: ¿Qué onda “el hijo de Francella”? Carismático, seductor y habilidoso, no lo habíamos visto como protagonista aún, sino, por ejemplo, como villano en “El Cuento de las Comadrejas” (2019). Muchas veces, el peso de un apellido y las expectativas construidas alrededor sobrepasan y abruman a un artista en desarrollo, nunca a la altura de sus progenitores. Esto no sucede con Nicolás, que se desenvuelve excelentemente, de manera aún más elegante que su padre, Guillermo, a su edad. El elenco, en general, trabaja adecuadamente. Hay diálogos que son un poco extra-dramáticos, por encima del tono de cada personaje, pero esto ayuda a brindarle algún trasfondo a una historia que, más allá de contar con una excelente visión cinematográfica, carece de profundidad. La motivación de algunos personajes no alcanza para explicar su comportamiento extremo, y los giros de la trama no son lo suficientemente grandes o notorios como para justificar una premisa que creemos durante casi toda la película. A nivel técnico, o sea, fotografía, sonido, arte, edición, música, está película la rompe. Nada está puesto al azar ni con desgano. Si hay algo que felicitar, es al personal desde detrás de las cámaras, que nunca reciben suficiente reconocimiento. Este es el nivel de cine nacional que merecemos, aunque sí, estaría bueno darle una vuelta de rosca a la profundidad con que se tratan las historias. Este fin de semana vayan a ver “En La Mira”, que no se van a arrepentir. ¡Aguante el cine argentino! Por Carole Sang
BALAS QUE PASAN LEJOS Recuerdo que, en su crítica de Betibú señalaba, acertadamente, cómo en esa película todo se enunciaba de forma explícita y remarcada, cómo el subrayado era la norma que conducía la trama hasta quitarle potencia al discurso que pretendía transmitir, que encima estaba repleto de lugares comunes. Viendo En la mira, no pude evitar una sensación similar, por más que sus ambiciones son bastante más acotadas que las del film de Miguel Kohan. Ambos films forman parte de una vertiente del cine argentino que, por más que exhiba cierto profesionalismo en la puesta en escena, también se aferra a una discursividad gritona propia del peor cine nacional de los ochenta y noventa. La película de Ricardo Hornos y Carlos Gil transcurre en uno de esos días que podría ser de absoluta furia para cualquiera: calor y humedad extremos, cortes de luz, piquetes y un largo etcétera. Pero no lo es para Axel (Nicolás Francella), un tipo que es capaz de manejar un trabajo habitualmente estresante como es atender las quejas en un call center con total solvencia, casi sin despeinarse, mientras lidia despreocupadamente no solo con su pareja, sino también con una amante que es directora en la empresa donde trabaja. Hasta que debe atender la última llamada del día y esa tranquilidad se va al demonio, porque el cliente, que se identifica como Figueroa Mont (Gabriel Goity), quiere dar de baja su servicio y no está dispuesto a aceptar las tácticas que Axel tiene aprendidas para disuadirlo. Es más, le informa que lo está observando a través de un rifle de alta precisión y que, si no le da efectivamente de baja el servicio, está dispuesto a asesinarlo. A partir de ahí, comienza un juego de nervios donde Axel queda expuesto frente a un psicópata que lo conoce mucho más de lo que parece inicialmente. Si En la mira consigue aprovechar en su primera mitad ese único espacio donde transcurre casi todo el relato para generar un aceptable nivel de tensión, lo cierto es que, a medida que pasan los minutos, las arbitrariedades del guión empiezan a ser demasiado evidentes, hasta poner en riesgo el verosímil de lo que se está contando. A eso hay que agregarle una sumatoria de frases y monólogos -mayormente en boca del personaje de Figueroa Mont-, pero también situaciones, que se pretenden provocadores, aunque en verdad son un compendio de lugares comunes sobre lo malas que son las empresas, lo indefensos que están los clientes, lo opresores que son los ejecutivos y cómo los trabajadores son, siempre, víctimas del sistema obligados a seguir las reglas. Hay, por ejemplo, una secuencia de rebelión de la clase trabajadora frente a la patronal que recurre a un simplismo que haría sonrojar a Jorge Altamira. Lo endeble del esquema argumental de En la mira pretende ser ocultado por un tono cada vez más gritón y supuestamente rebelde, aunque en el fondo no deje de evidenciar un conservadurismo ramplón. Eso queda más patente en la suma de resoluciones para el conflicto central, plagadas de arbitrariedad y facilismo, a la que se agrega un epílogo donde la remarcación -en particular en la última frase- vuelve a ser la variable dominante. Si encima tenemos en cuenta que al film le cuesta una enormidad conseguir aunque sea un puñado de planos que nos recuerden que estamos en el cine, no deja de ser lógico que ya esté pautado el lanzamiento en una plataforma como HBO Max: al fin y al cabo, estamos ante una película que se puede ver sin problemas a través de la pequeña pantalla de una computadora.
Axel (Nico Francella) es canchero, desenfadado, y su trabajo es atender quejas de clientes en el call center de una empresa de servicios, lo que hace con desenvoltura y eficiencia. Tiene novia pero además mantiene una relación con una de sus superiores en la empresa (Emilia Attias). Buenos Aires arde, hace calor y hay un corte de luz que dejó buena parte de la ciudad a oscuras. Un llamado justo, cuando está por terminar su turno, va a cambiar la vida del despreocupado empleado. Un cliente perturbado que dice llamarse Figueroa Mont (Gabriel Goity) le cuenta sus problemas con la empresa y cuando Axel empieza a enredarlo con su eficaz discurso de empleado estrella, el cliente le dice que lo tiene en la mira telescópica y que no se haga el vivo porque está dispuesto a disparar. Así arrancan los 85 minutos vertiginosos de esta película que marca el debut como protagonista de Nico Francella, a quien ya se le ha visto en algunas películas protagonizadas por su padre, pero también en En el cuento de las comadrejas y en varias series. En la mira es un eficiente producto de entretenimiento que mantiene al espectador en suspenso y que se permite alguna sorpresa adicional. Ricardo Hornos y Carlos Gil dirigen con buen pulso este thriller que da lo que promete. No es la primera vez que se ve esto en la pantalla, pero tampoco es que todas las semanas se descubra el agujero del mate en el cine comercial. Francella sostiene el relato y los que lo acompañan lo hacen con eficiencia. Es solo diversión, pero nos gusta. EN LA MIRA Argentina, 2022. Dirección: Ricardo Hornos y Carlos Gil. Intérpretes: Nicolás Francella, Emilia Attias, Paula Reca, Gabriel Goity, Maximiliano de la Cruz. Guion: Adrián Garelik, Ricardo Hornos. Música: Juan Ignacio Bouscayrol. Fotografía: Marcelo Camorino. Producción: AZ Films, Cimarrón Cine, MarVista Entertainment, Telefé Duración: 85 minutos
Adrenalina en el Call Center con Nicolás Francella La película de Ricardo Hornos y Carlos Gil es un thriller a contrarreloj con ritmo y eficacia que alterna con inteligencia deseos y temores con contexto social. ¿Quien no ha deseado alguna vez matar al pibe de atención al cliente? ¿Quien no ha padecido las interminables esperas y soportado un trato falsamente amable para nunca resolverte el problema? Bajo esta premisa desgraciadamente popular se arma el guion de Adrián Garelik y Ricardo Hornos de En la Mira (2022), coproducción entre Argentina, Uruguay y HBO Max. El calor insoportable genera cortes de luz en el centro porteño y esto produce un gran malestar social, un escenario nada propicio para que Axel (Nicolás Francella), un empleado de atención al cliente de la empresa eléctrica desempeñe su jornada laboral escuchando reclamos de los usuarios enfadados. Su carisma y actitud pendenciera lo hacen salir airoso de las conversaciones hasta que, recibe la llamada de un hombre que lo amenaza con volarle la cabeza si no le soluciona su problema con la empresa. En la mira utiliza con inteligencia la fantasía del género para poner en pantalla los deseos y temores de una situación archiconocida. Nos identificamos con ambos personajes, con sus argumentos y debilidades. Esto hace que entremos de lleno en la historia de marcada tensión narrativa: un plazo de tiempo para solucionar un problema a un cliente con un sistema que está diseñado para no solucionar nada. Esto agregado a la tensión laboral permanente de los Call Center donde reina la injusticia y la impotencia por doquier. Pero la película también hace una parábola moral de su protagonista, un personaje en la cima de sus posibilidades que juega con fuego y debe pagar las consecuencias. El ascenso y calvario del personaje tiene subrayados innecesarios y recae sobre el melodrama al final, siendo los puntos más flojos de la producción. Podemos pensar así a la voz del otro lado del teléfono como la voz de la conciencia o del todopoderoso que juzga desde un más allá. Sin embargo, algunos elementos del panoptico en el micro universo del Call Center están muy bien trabajados. Los ojos que todo lo ven y la voz que todo lo sabe, suman tensión al relato. Nicolás Francella está muy bien en su papel de fanfarrón que debe descender a los infiernos y enfrentar sus pecados y el Puma Goity brilla solo con su voz creando ese personaje amable y tenebroso a la vez, capaz de reaccionar de la peor manera en cualquier momento. Sobre todas las percepciones que se puedan hacer, En la mira es ante todo una película entretenida, que sortea el problema de los films a contrarreloj con un manejo inteligente de sus elementos constitutivos para no perder tensión en ningún momento.
La historia de un empleado de call center apuntado con un rifle para dar de baja un servicio, pero en realidad la historia de un pecador puesto en una situación angustiante, recuerda un poco a Enlace Mortal y, más cerca, a 4x4, el filme de Mariano Cohn. Pero funciona porque la lucha contra las empresas de servicios es normal en este país y el paisaje de imposibilidades vernáculas crea muchos mecanismos para el suspenso. Un thriller profesional.
Ricardo Hornos y Carlos Gil se lanzan a la dirección cinematográfica luego de una vasta tarea en labores de producción. Con guión firmado en coautoría junto a Adrián Garelik (“Vino para Robar”), esta coproducción argentina-uruguaya representa el primer protagónico de Nicolás Francella en la piel del joven Axel Brigante, empleado de un call center y cuya integridad física y psicológica se encuentra a merced de un cliente desquiciado (Puma Goity) quien cobra la forma de vengador anónimo en las sombras, sin atisbos de humanidad alguna. El hombre común y corriente en apuros cumple la máxima esperada. Angustiante, aunque no despojada de excesivas vueltas de tuerca enmarañados en el cliché habitual, “En la Mira” focaliza un relato que representa una auténtica lucha contra el tiempo. Relojes analógicos y digitales agilizan esta odisea que surca la vida metropolitana bonaerense. La velocidad casi nunca aminora, la tensión de sostiene y el calvario resiente su verosímil, la dupla de directores elige la inclusión de flashbacks que explican más de lo necesario. La profundidad reflexiva buscada apenas araña la superficie, a la hora de otorgar un mensaje moral acerca de un sistema perverso que enfrenta a víctimas con victimarios. La extenuación mental y el sometimiento infligido a partir de una llamada telefónica rastrea dos antecedentes en el ámbito audiovisual. Quizás, venga primero a la memoria el film “Enlace Mortal” (“Phone Booth”, 2002), dirigido por Joel Schumacher. Sin embargo, podemos vislumbrar llamativas similitudes narrativas con un capítulo específico (“Bajas”) de la serie “Encerrados”, de Benjamín Ávila, estrenada en 2018 y protagonizado por Martín Slipak.
Una tarde de furia. En la mira es un interesante thriller psicológico, de producción nacional y uruguaya, dirigido por los realizadores Ricardo Hornos y Carlos Gil, y protagonizado por Nicolás Francella, Emilia Attias, Paula Reca, Gabriel Goity y Maximiliano de la Cruz. Axel Brigante (Francella) es un carismático joven que trabaja como empleado en un Call Center de una empresa de internet y telefonía. Su rutinaria tarea consiste en lidiar cada día con las quejas y reclamos de los clientes, tanto como soportar la tensa supervisión de su jefe Gustavo Días (de la Cruz), un hombre arrogante y insoportable. También Axel tiene un reconocido noviazgo con Martina (Reca), una chica dulce y compañera, pero al mismo tiempo mantiene un oculto affaire con Ximena Solis (Attias), la sensual gerenta de la empresa donde trabaja. Una tarde después de tener un ardiente encuentro sexual con Ximena, justamente en la oficina de ella, al volver a su labor, recibe una llamada de un intenso cliente, de nombre Figueroa Mont (en la voz de Gabriel Goity), que desea dar de baja el servicio de la empresa. En la primera instancia la comunicación entre ambos se vuelve conflictiva, Figueroa no entra en razones y comienza a agredir verbalmente a Axel, pero todo se vuelve demasiado peligroso cuando el cliente le asegura al joven estar apuntándole a través de una mira telescópica de un rifle de alta precisión y que no le temblará el pulso para volarle la cabeza, si no le dan una solución a su problema con la empresa. La trama que nos proponen los directores Ricardo Hornos y Carlos Gil se apoya en la extrema situación de conflicto entre los personajes de Francella y Goity que, a un ritmo de contrarreloj, nos mantiene angustiantes y expectantes de su pronta resolución. Filmada en 26 días, la mayoría en el país vecino de Uruguay, la película es un adrenalínico thriller donde los espectadores seremos testigos de la presión con la que se vive y trabaja en las grandes ciudades. Por un lado tenemos a Axel, un muchacho de actitud risueña, seductora y juvenil, que sufre de su estresante trabajo, aunque trate de poner su mejor cara al asunto. Por el otro a Figueroa, un ciudadano más exacerbado por lo que considera un mal servicio, llevando el asunto al límite, y eventualmente exponiendo su psicótica y hasta criminal personalidad. El manejo de tiempo en el relato es notable. La tensión nunca decae, más bien al contrario, va in crescendo. Nicolas Francella, en su debut en un papel protagónico en cine, logra transmitir muy bien los sentimientos que le afloran en la piel: miedo, angustia y hasta arrepentimiento. Siempre se llevó el mundo por delante, y ahora le toca ser parte de una compleja situación, donde su vida y la de sus compañeros está en grave peligro. Para concluir, remarco que En la mira, es un film entretenido y llevadero, que expone la deshumanización de un sistema casi autómata (el de los Call Center) donde no hay ni víctimas ni victimarios, simplemente hombres comunes desbordados por situaciones particulares.
Parece que los directores se esforzaron por boicotear su propia película desde todos los aspectos. Un guion repleto de errores garrafales y actuaciones vergonzosas. Pero lo peor llega sobre los minutos finales con una resolución tirada de los pelos.
Dame de baja el servicio o te mato A un tipo como Axel la vida le sonríe. Joven, fachero, una novia médica con la que se va a casar y una amante que rankea como diosa, aunque el único problemita es que se trata de la directora del call center donde está empleado. Justo en el lugar de trabajo es donde su vida es un mundo de sensaciones. A veces placenteras, como cuando se escapa a tener sexo a escondidas, y a veces todo lo contrario, que es cuando un cliente insufrible le exige que le dé la baja al servicio o lo mata. Ricardo Hornos y Carlos Gil plantearon una idea que habían plasmado en un capítulo de “Encerrados” (hoy disponible en Contar), pero que falla en la falta de riesgo que deviene de un formato demasiado standard, más cercano a la estética televisiva que a la cinematográfica. Desde esa mirada es donde no cierra esta historia que, en principio, sí acierta en el concepto de la propuesta, que se mueve entre la denuncia a los sistemas burocráticos de ciertas empresas privadas que supuestamente son de servicios y cómo se reacciona ante una circunstancia límite, en la que una mala decisión puede definir la muerte propia o de algún compañero de trabajo. Esa tensión tiene buenos momentos. Incluso en la escena en la que la ira se apodera de Axel, en la mejor versión de Nico Francella. El cierre, que pretende ser sorpresivo, termina siendo previsible, por lo que las buenas intenciones del comienzo quedan fuera de la mira.
En la Mira es una película de suspenso, que en normas generales funciona bastante bien, donde un empleado de un call center que está atendiendo una llamada, de pronto es intimado por un supuesto cliente que quiere darse de baja en una cuenta, y que por cuestiones burocráticas no se la han podido dar de baja hace meses, y este cliente lo amenaza diciendo que tiene un rifle con mira telescópica apuntándole a la cabeza, luego prueba esto que dice, y eso genera que el personaje principal, interpretado por un correcto Nicolás Francella, tenga miedo y que deba hacer una serie de acciones bajo presión, sin a su vez contar lo que está sufriendo a sus compañeros ni a su jefe. La película tiene una premisa simple, pero bastante efectiva, funciona bastante bien en normas generales, no tiene un suspenso atronador cómo podría tener Breaking Bad, pero funciona bien en el sentido que siempre mantiene la tensión, y es muy entretenida; además de ser una película breve de menos de 90 minutos. Por otra parte. Se destaca que casi toda la película se desarrolla en esta oficina del call center dónde está el protagonista amenazado, y dónde hay grandes ventanales, donde si él no hace lo que dice, o se escapa, eso puede significar la muerte de un compañero. La interpretación de Nicolás Francella es muy correcta, la interpretación del tirador interpretado por Gabriel Goity también lo es, y la película nos hace acordar a Phone Booth que llegó a la argentina con el nombre Enlace Mortal, que era interpretada por Colin Farrell y Keifer Sutherland. Sí bien es cierto que el guion no tiene mucha más profundidad que la consigna, general funciona bastante bien, y logra mantener al espectador en suspenso durante 84 minutos, lo cual no es poco. Técnicamente está muy bien realizada, con una buena puesta de cámara, a pesar de las limitaciones del espacio, con personajes a los cuales a uno le importa que se salven, y con ciertas referencias a problemáticas de la vida diaria, en las cuales el espectador se podría sentir identificado por ser cosas que podrían llegar a molestar mucho. Una película qué no logra un punto de trascendencia en el suspenso, podría haber sido mucho más tensa, sin embargo, es efectiva, funciona, y es garantía de entretenimiento; por lo tanto, es recomendada.
Este thriller argentino que llega a HBO Max poco menos de dos meses después de su estreno en salas se centra en un joven que trabaja en un call center y es amenazado de muerte por un francotirador. Con Nicolás Francella, Gabriel Goity y Emilia Attías. El universo de los call centers ha sido muy utilizado en infinidad de cortos y largometrajes en los últimos años. Los amenazantes o complicados llamados telefónicos que se pueden producir en lugares como esos permiten imaginar distintos tipos de historias plagadas de tensión y suspenso. EN LA MIRA intenta sumarse a esa suerte de subgénero y durante un buen rato parece estar en control de lo que va sucediendo. Su historia puede no tener nada de novedosa, pero los recursos cinematográficos están lo suficientemente cuidados y las actuaciones son lo bastante convincentes como para enganchar al espectador en la propuesta. Axel (Nicolás Francella, cada vez más idéntico en voz, gestualidad y carisma al padre) es un joven que trabaja en el call center de una empresa llamada Telefónica del Sur que ofrece servicios de internet, telefonía y cable. Sí, el famoso y discutido «triple play». En un verano caluroso en Buenos Aires (la película fue rodada en Montevideo pero como casi todo es en interiores no hay grandes diferencias), los cortes de luz están afectando al servicio por lo que los chicos que trabajan allí están con los nervios de punta. Pero Axel parece relajado, tranquilo. Su único «problema» aparente es que está de novio con una chica con la que planea casarse pronto pero a la vez está teniendo un tórrido affaire con una de sus jefas, encarnada con casi paródica lascivia por Emilia Attías. Todo se complica cuando uno de esos llamados de rutina resulta ser el de un tal Figueroa Montt (con la voz de Gabriel Goity), un hombre severo y cansado de todo que se queja del servicio y que pide la desactivación de su cuenta luego de increpar a Axel respecto a todos los problemas que viene teniendo con la empresa. Y cuando el chico, cumpliendo con el libreto que le exigen, le diga que él no puede darle de baja sino que es algo que se debe hacer de otro modo, a través de sus superiores, el hombre amenazará con dispararle con un arma de largo alcance. Y a juzgar por los comentarios que le hace, es obvio que lo está viendo a él y a sus compañeros trabajar. EN LA MIRA, siempre dentro del mismo escenario de la empresa, va expandiendo su trama a distintas situaciones que se viven en las oficinas. Mientras Axel trata de calmar, manipular y a la vez investigar quién lo llama, se irán produciendo algunos hechos a su alrededor: problemas con sus jefes, con algunos colegas, temas sindicales y así. Como no puede atender su celular personal, su amante lo seguirá esperando y hasta su esposa vendrá a ver qué le sucede. Todo esto irá intensificando la cuestión ya que la paciencia del «cliente» se va acabando y todo parece indicar que de alguna u otra manera actuará. El film, que pasó por los cines locales hace poco menos de dos meses convocando a una discreta pero, en términos locales y pospandémicos, nada desdeñable cifra de poco más de 50 mil espectadores, llega a HBO Max como una de las apuestas locales de la compañía. Un poco como sucede con su «vecina» Netflix, las producciones nacionales que llegan a estas plataformas no parecen diferenciarse demasiado de lo que solían ser muchos de los mediocres thrillers nacionales que años antes iban a parar a las salas. Y este es uno de esos casos. Lo mejor que se puede decir de EN LA MIRA es que, en la comparación con muchos de esos otros títulos, sale bastante bien parada. Es efectiva, relativamente tensa –al menos durante dos tercios de su metraje– y, aún cuando el asunto se desbarranca por culpa de un final un tanto atolondrado y torpe, al menos jamás da vergüenza ajena, como si sucede con muchas de las películas con similares modelos de producción. No es un gran elogio, es cierto, pero en función de las bajas expectativas que uno tiene al adentrarse en este tipo de películas argentinas supuestamente aptas para el «consumo internacional» es bastante más que lo esperable.