Candidata a ganar todos los premios que se vienen, Frozen, una aventura congelada, es un nuevo clásico Disney que sólo se puede disfrutar a pleno en pantalla grande. Un film donde todas sus cualidades son positivas, se mire por donde se mire. La película brinda una historia redonda y muy bien armada como para que entretenga al público de todas las edades. Sus personajes son...
Powerful Girls La historia de Disney demuestra que las fórmulas que siempre la sacan de cualquier pozo son las propias, por más que le compre a George Lucas los derechos de Star Wars, a Paramount los de Indiana Jones, y previamente haya adquirido -incluso- un competidor, los Estudios Pixar. La estructura símil cuento de hadas y el poder narrativo de sus películas más clásicas han renacido tres años atrás con Enredados, aquel film basado en Rapunzel. En Frozen, la gran aventura de una princesa se desarrolla de la misma manera que otros cuentos adaptados por Disney en su época de oro, casi a la par del clasicismo de Hollywood. Es el renacer de ese gusto por las narraciones clásicas, por las historias que se deslizan por la senda de un devenir preconfigurado pero cargado de variaciones, en un rango que va desde la sutileza hasta la evidencia firme. En este último extremo encontramos el riesgo tomado por el gigante de la animación, riesgo que funciona como un ajuste de la dioptría de los tiempos actuales...
No hay nada que le de más rédito a Disney que volver sobre ideas que lograron llevar a estos estudios a ser una de las factorías más prolíficas (ya imperio) de los últimos 50 años. "Frozen", su último lanzamiento, se inspira en varios de los clásicos de la compañía (más allá de estar basado en la obra de Hans Christian Andersen- La reina de la nieve-) pero su fuerte radica en los elementos nuevos que logra mixturar. Esta es una historia muy femenina de superación y resilencia, que posiciona a herederas reales atravesadas por pasiones más fuertes que las históricas. Un costado que se ve comienza a fortalecerse a la hora de encarar estas realizaciones. Desde "Valiente" para aquí, habrá que acostumbrarse a que las princesas de Disney tengan fibra, transmitan emoción en forma y se animen a superar a los hombres a lo largo de todo el film. Sin perder charme. Por supuesto. Debo reconocer que me gusta la visión, pero en particular, con "Frozen" no compartí el clima de musical (demasiado sobrecargado para mi opinión) y también debo decir que quizás el público masculino no la disfrutará tanto como las chicas de todas las edades. Hay una cosa de género por ahí que se juega eh! Bien, hay un reino, una princesa que no puede controlar su poder (Elsa) a punto de ascender al trono. Vive aislada, en el castillo y sufre por ese aislamiento impuesto para no generar problemas. Tiene una hermana, Anna, a quien ama, pero mantiene con ella una gran distancia para no ponerla en riesgo. En el pasado, un accidente marcó a fuego la relación y con los años la cuestión no se resolvió. Elsa llega a coronarse pero rápidamente su secreto se ve al descubierto. Luego de una discusión con Anna (ella quiere casarse con un príncipe recién llegado a su tierra), las cosas se complican... La flamante reina tiene el poder del hielo y cada vaivén emocional que la atraviesa, produce que su magia aparezca conformando un difícil escenario para su pueblo. Sin anticipar más, "Frozen" mostrará dos luchas distintas. Primero, la de Anna para recuperar a su hermana, y luego la de Elsa, para controlar su poder. Las cuestiones amorosas (que están) y los personajes divertidos (Olaf, el muñeco de hielo, por ejemplo) aparecen subordinadas a esta línea principal. Las dos mujeres cantan (Martina Stoessel hace la canción principal, "Libre soy") y son un deleite si te gusta el género. Ya dije que no es tan universal como parece a simple vista. Desde el punto de vista técnico, la animación es correcta, el 3D está bien y hay que reconocer que el film aporta simpatía, algo de humor, aventuras. Quizás para el público adulto no haya tantos guiños ni centros de atención como en otros productos de la empresa... Dato a tener en cuenta! La nueva línea de princesas de la factoría de Walt parece proponer un perfil más completo que las tradicionales, pero quizás ese enfoque aleje a los varones de las salas. Habrá que ver si ese es un resultado deseable. Es buena, y si ya probaron su soundtrack y les gustó, la van a disfrutar en forma.
Hay algo curioso en el nuevo filme animado de los estudios Disney titulado “Frozen: Una aventura congelada”(USA, 2013), y es que tomando distancia del mismo (filme infantil y particularmente femenino), se pueden detectar varias cuestiones que tienen que ver mucho más con un filme de género particular que con una simple animación para el verano. “Frozen…” es la puesta al día del melodrama más clásico, el más barroco, rosa y lacrimógeno, aquel que con tópicos como el amor a primera vista, el matrimonio por interés, la clásica historia entre una angelical heroína y un noble y humilde caballero (que por algún motivo no pueden estar juntos), la maldad exacerbada, el odio y la codicia y la pasión contenida, entre otros, han hecho de la delicia de un público que en la reiteración encuentra el placer de género. Además en la historia de estas dos hermanas (Ana y Elsa), que por una “maldición” de una de ellas no pueden compartir su vida en “hermandad” ni encontrar amor, hay una épica trágica detrás de los artificios que la animación pone al día, y que bien podría haber sido escrita por Federico García Lorca y no por Hans Christian Andersen (“La Reina de las Nieves”) como está. Es que “Frozen…” tiene muchos puntos en común con “La Casa de Bernarda Alba”, en esto de hermanas encerradas en una casa y que esperan algo, y eso que esperan, lo velado, es lo que también las hace moverse y es el objeto de deseo. También posee puntos en común con “¿Qué pasó con Baby Jane”(USA, 1962) en lo que respecta al encierro y la mirada del otro. En “Frozen…” hay una hermana que no puede encontrarse con la otra por una decisión de la primera, pero también hay una joven mujer que intenta liberarse de su miedo a amar, a querer y que en la soledad de una alejada montaña se sentirá libre (tal como reza el tema musical principal que en Latinoamérica interpreta Martina “Violetta” Stoessel) y sin miedo a tocar a alguien y congelarlo. Chris Buck y Jennifer Lee, sus directores, logran que además de lo visualmente atractivo del hielo, la nieve, las formas geométricas de los copos congelados, una serie de pegadizas canciones irrumpan sin mediar una previa preparación para cortar con la tensión dramática de la película. Creo que si en breve la adaptación de “Frozen…” a Broadway no llega es porque sería casi imposible superar la belleza de las creaciones logradas por los diseñadores y dibujantes de la Disney. En esta línea, de romper con la tensión dramática, también se encuentra el personaje Olaf, ese muñeco de nieve un tanto atolondrado, cuya principal función será la de liberar y hacer catarsis durante la progresión de la historia. Se habla de la necesidad de un “acto de amor de verdad” para poder así revertir lo negativo de esta dama que congela todo lo que toca y si se enoja demás puede llegar a congelar el mundo entero. Y en el melodrama siempre se está esperando por ese tipo de acto. Se puede criticar cierto exceso de discurso progresista clásico, en aquello de clasificar la normalidad de determinados comportamientos y en generar la exclusión de lo diferente (en este caso Ana), esa persona que no puedo sentir porque si lo hace podría dañar a los seres que ama, pero este tipo de análisis sería hilar muy fino. Visualmente impactante, con un diseño de personajes atractivos, esta puesta al día del clásico de Andersen merece ser vista no sólo por niños, sino por todos los amantes de las clásicas historias de amor.
Frozen no sólo es una de las mejores películas que se estrenaron dentro de la animación en el último tiempo, sino que además representa un gran regreso de Disney a sus raíces con la más grande producción que brindaron desde Tarzán. La historia estuvo inspirada por la obra maestra de Hans Christian Andersen, "La reina de la nieves", con la particularidad que tomaron algunos elementos de ese relato para crear una historia original. Se trata de un film que trae al recuerdo la segunda etapa de renacimiento de Disney a partir de 1989 (la primera fue en 1977 con Bernardo y Bianca), donde presentaron memorables musicales que marcaron toda una década como La Sirenita, La Bella y la Bestia o Aladino. Lo que cambió en este caso es la manera de trabajar los cuentos de hadas con elementos más subversivos que son un reflejo de los tiempos que se viven en la actualidad. Las princesas de Disney hace rato que dejaron el clásico rol pasivo en los conflictos que presentaban estas historias. Algo que comenzó sutilmente con Mulan, empezó a cobrar fuerza con Enredados y Valiente (de Pixar) y ahora se consolida por completo con Frozen. En este caso la gran historia de amor que presenta el film no tiene que ver con una relación de pareja sino que es una cuestión fraternal. Una historia de amor que se enfoca en la relación de dos hermanas en las etapas iniciales de su vida. Si bien hay príncipes, héroes aventureros y romance, la principal historia de amor se centra en la relación de las dos hermanas y el sacrificio que hace una de ellas para que puedan estar juntas. Un aspecto en donde se le rinde homenaje a la obra original de Dickens que tenía que ver con este tema, con la particularidad que los hermanos eran de distintos sexos. Chris Buck, quien brindó una joya memorable como Tarzán, una de las última películas grosas de Disney, antes que el nivel de sus producciones empezara a declinar, con este trabajo volvió a evocar esos grandes musicales que marcaron a toda una generación a fines de los ´80. El film está perfectamente equilibrado entre el drama, el romance, la aventura y el humor, que tiene su máximo representante en el muñeco de nieve Olaf, quien es un claro discípulo del cangrejo Sebastián, de La Sirenita. Frozen es genial porque resucita el espíritu que tenían las grandes producciones de Disney con un enfoque moderno en el tratamiento de los personajes y los aspectos visuales. Me pareció muy interesante también lo que hicieron con el tema de los poderes de Elsa, quien tiene que controlar y aprender a lidiar con su propia oscuridad. Una interesante vuelta argumental que le dieron a la "reina de la nieves", donde el rol de villano cayó en otro personaje que no hace mucho tiempo hubiera sido algo impensado de ver en una obra de Disney. Frozen es uno de los filmes animados más brillantes que se vieron en estos últimos años y probablemente uno de los mejores estrenos de estos primeros meses del año. Ojalá el estudio continúe por este camino y esta película represente una nueva etapa en las producciones de esta compañía. EL DATO LOCO: -Si hay un estreno que prácticamente es de visión obligatoria verlo en 3D es este por la excelente manera en que aplicaron el formato. En ese sentido cabe destacar el memorable trabajo que hizo la directora Lauren Mcmullan con el corto de Mickey, "Get a Horse" que es alucinante. Esta producción representó el gran regreso del ratón a los cines desde 1995, cuando apareció en el corto "Mickey y su cerebro en apuros" que precedió a la película de Goffy. La nueva historia que se puede ver antes de Frozen es conceptualmente brillante y sorprende por la manera que se le rinde homenaje a los primeros cortos de Walt Disney con una propuesta desopilante que brinda el mejor 3D que vi hasta ahora en el cine. -Cabe destacar también que gracias al estreno de Frozen se volvió a editar en Argentina, "La reina de la nieves", de Andersen, que era muy difícil de conseguir. Si te gustó la película y no conocías la fuente literaria que la inspiró recomiendo buscar la nueva edición que viene acompañada por otros dos cuentos del autor y no tiene desperdicio.
Una bocanada de aire fresco para la factoría Disney La película animada número 53 de Disney es una transposición de un relato de Hans Christian Andersen. Supervisada por John Lasseter, Frozen, una aventura congelada (Frozen, 2012) tiene varias marcas clásicas de Disney y marca un pico en la calidad técnica de la productora. Las hermanas Anna y Elsa viven una infancia plácida junto a sus padres, reyes de un reino próspero. Pero las cosas comienzan a complicarse cuando Elsa no puede dominar sus poderes innatos; jugando con Anna la daña involuntariamente. Obligada a mantenerse entre las sombras, nunca dejará de extrañarla. El tiempo pasa y los padres mueren en un accidente. Entonces, Elsa tendrá que aplacar sus propias fuerzas para asumir el mando real. Frozen, una aventura congelada tiene algunas singularidades, no obstante no subvierte las marcas de fuego de Disney. Están los números musicales (alguno que otro siempre antojadizo), el humor físico, el personaje-cómico-entrañable, la orfandad. Pero aquí el relato cobra peso al centrarse en el elemento ambiguo; la dualidad interna que doblega a la reina electa y, en consecuencia, la imposibilidad de nominar al Mal. Claro que se trata de un film para niños y no tardará en revelarse un “villano” que, otro mérito, durante la primera hora creíamos como parte “de los buenos”. Con un notable trabajo técnico (orientado seguramente por la mano del gran John Lasseter), Frozen, una aventura congelada es una digna competencia para los productos con la firma de Pixar, esa máquina de sueños proveedora de clásicos contemporáneos como Ratatouille (Brad Bird, 2007) o Wall-E (Andrew Stanton, 2008). Algunos pasajes abundan en pintoresquismo, pero la nieve cobra sentido psicológico en el desarrollo de las dos heroínas. Por su oscuridad, hay un leve alejamiento del tono naif que caracteriza a los productos de Disney, que de todas maneras no implica una “traición” para el público de menor edad. Párrafo aparte merece la inclusión del cortometraje Mickey Mouse: Get a horse, dirigido por Lauren McMullan. Se trata de un relato que comienza como una cinta de la época del ’20, con Mickey y otros personajes enfrentados al malvado de turno. En determinado momento -3D mediante-, todos saldrán de la pantalla y pasarán del blanco y negro al color; Se sucederán una serie de gags cómicos. Una idea sencilla, sí, pero que en su proyección entusiasmó a los grandes y chicos por igual.
Espíritu clásico bajo cero LLega esta aventura de Disney de la mano del experimentado realizador Chris Buck (Tarzán) en co-dirección con Jennifer Lee (guionista de "Ralph El Demoledor"), la primera mujer en dirigir un film animado del sello. Frozen: Una aventura congelada, basada en el popular y sombrío cuento “La reina de las nieves” de Hans Christian Andersen, remite a los clásicos de la primera etapa de Disney con una historia que aparece atravesada por canciones en medio de aventuras, emoción, traiciones y hechizos bajo cero. La heroína Anna (Kristen Bell) se une al alpinista Kristoff (Jonathan Groff) y su fiel reno en una travesía llena de obstáculos para encontrar a la hermana de la protagonista, Elsa, que huyó a una fortaleza helada de soledad luego de haber sido coronada Reina y desatar sus poderes que prometen un "invierno eterno" para todos. La trama incluye también a un personaje entrañable como Olaf, un muñeco de nieve que se arma y desarma constantemente. Apuntada al público más pequeño, esta es una fábula alimentada por dos hermanas, la buena y la mala, que desean transformar sus destinos a veces confiando demasiado en quienes las rodean. La película tiene ocho canciones originales de Robert López (famoso en Broadway por The book of Mormon y Avenida Q) y su esposa, Kristen Anderson López, además del tema cantado por Violeta en los créditos para el mercado latino. Sin ser lo mejor de Disney, pero con la intención de retrotraerse a las viejas atmósferas musicales de los clásicos, la nueva producción entretiene con los poderes "descontrolados" de Elsa; la construcción de un puente helado que lleva a una mansión y la aparición de un amenazante y gigantesco monstruo de nieve. Antes de la proyección del film, el espectador se encontrará con una verdadera joyita: el cortometraje Get a Horse!, un eterno "juego del cine dentro del cine" que combina las viejas y nuevas técnicas de animación. La parte en blanco y negro presenta a Mickey Mouse, Minnie y otros personajes que luego salen de la pantalla y se los puede ver en colores. El corto está inspirado en la famosa La rosa púrpura del Cairo, de Woody Allen.
Un cuento de hadas que atrasa ostensiblemente Nueva incursión de Disney en el que fue durante décadas uno de sus sellos al agua –la adaptación de cuentos de hadas tradicionales–, Frozen se basa libremente en La reina de la nieve, de Hans Christian Andersen. Hasta tal punto la película dirigida por el dúo Chris Buck & Jennifer Lee (ella, primera directora mujer en la historia entera del estudio, tuvo también a su cargo la escritura del guión) cumple con todas y cada una de las marcas de la casa (un mundo atemporal de castillos y princesas, romance, fantasía, canciones, animalitos fieles a sus dueños, algún personajito cómico, la mismísima muerte trágica de papá y mamá) que parece casi al borde de la parodia. Límite que, sin embargo, ni por asomo Frozen osa trasponer. Con lo cual termina siendo el Disney más retro en mucho tiempo... hasta que de pronto y sin previo aviso, por pura imposición de guión, se viola una de las imposiciones intocables del canon poniendo un tema o motivo central patas arriba. ¿Qué tema, qué motivo? Obviamente no se dirá. Nadie tiene derecho a privar a nadie del efecto sorpresa. Pero es justamente la condición de efecto sorpresa la que hace que esa violación produzca un sedimento apenas marginal, que altera poco o nada el conjunto. A diferencia del cuento original, es doble el protagonismo femenino de Frozen, que en países hispanohablantes se estrena con el subtítulo Una aventura congelada. Huerfanitas tempranas, como le gusta a Disney, Anna (voz de Kristen Crepúsculo Bell, en versiones subtituladas) es la romántica y soñadora, mientras que Elsa (Idina Menzel) esconde –o no tanto– un lado oscuro. Elsa tiene poderes sobrenaturales, que afloran en momentos de ira. El poder de congelar las cosas, más precisamente. Lo cual hace de ella una potencial X-Woman o Avenger suplente. Sorprendida como freak en el momento mismo de su ascenso al trono, Elsa decide huir y refugiarse en su mundo de hielo. Pero la buena de Anna, que el día de la coronación conoció a un príncipe de un reino no tan cercano, se enamoró a primera vista y aceptó su propuesta de casamiento (todo seguido), parte en busca de Elsa, con intención de traerla de nuevo al mundo. Se le suma un joven y noviable leñador, un reno que recuerda a perros, caballos y otras bestias amigables del planeta Disney y un hombre de nieve, que llamado a cumplir la rutinaria función cómica que en otras ocasiones cupo a ratoncitos, enanitos y tazas de té con leche, parece salido de otra película (las líneas de su dibujo son de un estilo totalmente disímil al del resto). Este cronista ve todo esto como pernos de un modelo que atrasa ostensiblemente, no pudiendo percibir las razones por las cuales Frozen ha llegado a ser considerada “el mejor musical de Disney en más de veinte años”, como disparó alguien por ahí. Atrasa más aún si se tienen en cuenta Encantada (2007) y Enredados (2010), relecturas de los cuentos de hadas que se atrevían a hacer coexistir con lucidez y valentía lo clásico y lo moderno. Aquí, en lugar de eso surge de pronto lo que parecería casi un brote de esquizofrenia diegética, introduciendo la sospecha y la paranoia en medio de un contexto que no le hace lugar. Sospecha y paranoia que se diluyen, como la nieve o el hielo.
Desde la llegada de John Lasseter a la dirección creativa de Walt Disney Animation Studios, este pionero de Pixar ha logrado combinar el clasicismo que ha sido desde siempre la marca de fábrica de la productora más tradicional de Hollywood con una impronta, guiños y un look más modernos. Es paradójico que, justo en momentos en que esa compañía en muchos sentidos revolucionaria que es Pixar recibe todo tipo de cuestionamientos por cierto achatamiento de sus películas (sobre todo por apostar más a las secuelas de sus éxitos que a films originales), las mayores sorpresas provengan del ala supuestamente más conservadora del holding. Luego de la audaz y nostálgica Ralph el demoledor , Disney regresa a un terreno que le dio muy buenos resultados con Enredados y que continúa la línea histórica de sus princesas que luchan por conseguir independencia y libertad. Si en aquel film de 2010 el punto de partida fue un cuento de hadas de los hermanos Grimm, aquí la inspiración original proviene de La reina de las nieves , del danés Hans Christian Andersen. El resultado es narrativamente impecable (las casi dos horas que suman entre el también notable corto previo en homenaje al ratón Mickey y este largometraje transcurren a toda velocidad y con enorme fluidez) y visualmente prodigioso. Pocas veces la tan mentada "magia", los poderes sobrenaturales y los elementos fantásticos fueron captados y transmitidos con el despliegue de recursos y el virtuosismo formal que a cada instante aflora en Frozen . Los directores Chris Buck ( Tarzán, Reyes de las olas ) y Jennifer Lee (guionista de la mencionada Ralph el demoledor ) cuentan la historia de dos hermanas: la entusiasta e impulsiva Anna y la fóbica Elsa. En el caso de esta última, debe hacerse cargo del trono de Arendelle tras la muerte de sus padres, pero tiene pánico del alcance de sus poderes (es capaz de congelar todo con una facilidad asombrosa), ya que nunca ha podido controlarlos cuando se pone nerviosa o se enoja. La tensión entre estas dos hermanas de personalidades opuestas crece cuando deben abrir el palacio al pueblo y cuando Anna empieza a tener sus primeras experiencias amorosas. El poder de Elsa se convierte en su peor enemigo y en el sino trágico de sus súbditos, que sufren un invierno desolador e interminable. Tras un arranque típico de intrigas palaciegas con números musicales algo convencionales, en la segunda mitad llegan los múltiples momentos de comedia (que los espectadores más pequeños sabrán agradecer), sobre todo con la aparición de un reno y de un muñeco de nieve con nariz de zanahoria llamado Olaf. Pero, más allá de su logrado reciclaje de la simbología de una típica historia de amor del siglo XIX con enfrentamiento entre el Bien y el Mal, de esas que contraponen la inocencia y la codicia, lo que distingue por sobre todo a este 53º largometraje animado de Disney es su belleza deslumbrante, aquí amplificada por el uso del 3D y el trabajo esplendoroso con imágenes en pantalla ancha.
Clásica por donde se la mire Disney es, polémica más, polémica menos o más allá de gustos personales, el estudio cinematográfico de animación por excelencia. De un tiempo a esta parte, Pixar le arrebató el podio aunque finalmente terminaron trabajando juntos. Pero en esos casos se trata, igualmente, de productos Pixar. Con Frozen, una aventura congelada, Disney –dirigida por Chris Buck, Jennifer Lee– retoma el mando de su estilo, salva su esencia y a la vez entrega un producto de una calidad narrativa inusual. Como cuando en 1989 La sirenita recuperó la fuerza y la belleza de los films Disney, Frozen supera claramente la monotonía y la producción estándar para brillar con potencia y autenticidad. Basada en el cuento La reina de la nieve (1845) de Hans Christian Andersen, posiblemente uno de los más logrados de este autor, Frozen construye la historia con los ingredientes más memorables del cine Disney. Humor, amor, oscuridad, aventura y canciones, logrando una vez más reinventarse y no quedar fuera de época. En la versión de Disney se trata de dos hermanas. Una de ellas, Anna, emprende una aventura gigantesca para ir al encuentro de su hermana Elsa, quien tiene en su poder una maldición por la cual ha congelado al reino entero. Ya no un personaje femenino enorme, sino dos, contiene esta gran película. Incluye, claro, un arriesgado héroe que acompaña, Kristoff, y un alivio cómico, un hombre de nieve llamado Olaf. Hay villanos, hay muchas buenas y efectivas canciones y por supuesto mucho humor. Incluso hay espacio para el melodrama. Pero lo que hay que destacar una vez más es la manera en la cual el relato va hacia adelante sin fisuras y sin desvíos inútiles, manteniendo el ritmo y el interés, generando en cada nueva escena un verdadero placer para los espectadores. Eso hizo en su momento grande a los estudios Disney, y Frozen lo recupera. Películas de animación muy mediocres han tenido éxito y es una pena, pero teniendo la certeza del éxito que Disney se esfuerce por hacer un producto así, da esperanzas para pensar el cine taquillero como un cine aun con gran dignidad por parte de sus realizadores. Si un film Disney tiene que tener éxito este año en la taquilla, ojalá sea Frozen, porque por encima de cualquier otra consideración, se trata de buen cine, además de una gran historia.
Princesas modernas No son días fáciles para las princesas de Disney. Los tiempos cambiaron y no parece sencillo aggiornar a la realeza femenina del estudio del ratoncito sin caer en los lugares comunes del sarcasmo revisionista o en la corrección política. Frozen, la 53° animación de la historia de Disney, toma el saludable camino del clasicismo y maquilla cada una de las históricas imperfecciones del universo de las princesas. En este musical animado dirigido por Chris Buck (Tarzán) y la debutante Jennifer Lee, la Princesa Anna no requiere la salvación de un Príncipe Azul: es ella quien deja pagando a su príncipe para salir en busca de una aventura. Durante su coronación como reina, la Princesa Elsa sufre un brote de furia parecido al de Carrie y congela al reino con sus poderes. Huye y se recluye en un castillo de hielo y hacia allá va su hermana Anna en pos de la salvación de todo su pueblo, acompañada por un amoroso tarambana que vende hielo y un histriónico muñeco de nieve, como si se tratara de una moderna reversión de El Mago de Oz. El mero hecho de adaptar el tradicional cuento La reina de las nieves, de Hans Christian Andersen a estos años denota el espíritu tan clásico y moderno de Frozen. Las historia se siente demasiado familiar, aunque Buck y Lee aciertan al narrarla sin guiños a los adultos, típicos de las animaciones. Y los cineastas aprovechan el conocido camino de su historia para detenerse en casi una decena de canciones, muchas sobre la superación personal, donde suena Demi Lovato en la versión original y Violetta en el doblaje latino. Estas princesas de Disney buscan el amor verdadero y encuentran lecciones de vida, como sus once antecesoras. Pero a las chicas de hoy no les alcanza con el amor a primera vista o con sobreponerse al miedo de ser uno mismo. Ellas no son como Blancanieves, que no tenía empacho en cantar Mi príncipe vendrá ni tampoco parecen muy cercanas a la Cenicienta que entonaba Soñar es desear. Las princesas de Frozen son aventureras y modernas, por clásico que quiera ser el relato. Por eso el foco está puesto en la aventura, salvo cuando el muñeco de nieve busca robarse la película con algún chiste o las princesas se toman un descanso musical. Pero el mayor signo de modernidad está en el impacto visual del gélido universo creado por Buck y Lee. Y en aprovechar las infinitas posibilidades de los avances tecnológicos. Es recién cuando Frozen consigue rejuvenecer en serio a las históricas princesas de Disney.
"Frozen" es una de las películas de Disney más esperadas, y llega en este 2014. Hemos visto los cortos de promoción y ya auguraba muy buen material... ok, se supera a lo que vimos como adelantos. Impecablemente realizada, desde los detalles de la nieve sobre las pieles, cabellos y demás, hasta la historia, que no aburre en ningún momento. Tiene canciones (varias) que están ubicadas justo cuando los chicos se empiezan a mover de las butacas (los hipnotiza nuevamente), tiene humor, para que los grandes la pasemos bien, tiene acción y claro, tiene moraleja, como cualquier película de estos estudios. Hermosa película animada para toda la familia, y para refrescarnos un poco, al menos desde la pantalla con un poco de frio invernal, que mal no nos vendría.
Sólida recreación de un clásico infantil Aunque cualquier cosa que tenga que ver con nieve hielo y frío será especialmente bienvenido este caliente fin de año argentino, una superproducción de los estudios Disney deformando libremente el clásico de Hans Cristian Andersen "La Reina del Hielo" es algo muy interesante. La historia original es extraña y fascinante, incluso más allá del famoso autor de "cuentos para niños". La lucha entre hadas y todo tipo de seres maravillosos para descongelar un invierno eterno derivó en varias adaptaciones al cine, empezando por lo más parecido a Disney que haya surgido de la ex Unión Soviética: "La Reina de la Nieve" (1957) de Lev Atamanov hacía maravillas con el extraño melodrama nevado, con un estilo de animación muy similar al de los hermanos Fleischer. El film ruso inspiró a genios como Hayao Miyazaki (el de "el viaje de Chihiro"), y la cautivante y compleja historia de Andersen también fue convertida en serie de TV y hasta en una "Sailor Moon" nevada. Independientemente de este detalle, la idea de traer a la "Reina de las nieves" a los estudios Disney daba vuelta hace tiempo. Esta versión se anima a dejarse llevar por los conflictos más extraños de Andersen, mezclados con muchos aportes minimalistas y detalles picarescos (todo generalmente relacionado con el muñeco de nieve Olaf, y a las muy estilizadas protagonistas, una responsable de eternizar el invierno, la otra decidida a romper el hechizo). A esto se suma una sobredosis de canciones que pueden llegar a resultar insoportables (es que es una especie de retorno a los films hipercantados de la era prePixar, como "Aladino" o "El rey Leon"). Esto a pesar que el productor ejecutivo es John Lasseter, justamente el fundador de Pixar. Algunas canciones son buenas incluso dobladas al castellano- pero cuando se juntan varias, pueden ser una pesadilla. El score de Cristophe Beck es excelente y equilibra los demás exabruptos musicales. No será un hito como el clásico ruso del 57, pero es una sólida película animada para chicos, que por momentos, los grandes también podrán disfrutar. En todo caso, muchas de las formidables imágenes de "Frozen" redimen cualquiera de estos detalles. Sobre todo los planos generales de paisajes, y los diseños de decorados "góticos-maravillosos" recreando a todo lujo la estética de la fuente literaria.
Mi temor más infundado fue que Frozen se pareciese demasiado a Tangled y así sería Disney copiando una fórmula que le sirvió hace unos años para seguir recaudando a puro merchandising. Con mucha felicidad es que reporto que solo dos aspectos permanecen intactos en ambas películas: el primero, una animación de primer nivel, cuidada al cien por ciento, y la segunda, una intención de innovar en las historias de la productora como nunca antes se había notado. No tuve el placer de leer La reina de las Nieves, relato de Hans Christian Andersen en el que se basa el film, pero sé a ciencia cierta que el guión de los escritores y directores Chris Buck y Jennifer Lee distorsiona la historia original para jugar un poco más con los vínculos fraternales y el significado de la aceptación de uno mismo, mientras hacen historia presentando a las princesas de Disney, que ya no son las típicas damiselas en peligro. Mucho se ha hablado de que Frozen es la gran vuelta del estudio hacia las ligas mayores, a su Edad de Oro con producciones como La Sirenita, La Bella y la Bestia o Tarzan, film que Buck co-dirigió en 1999. Siendo no tan fanático de las puestas musicales de la compañía -en mi niñez no paraba de cantar, ahora parece que he perdido esa capacidad de volver a sumergirme en una historia donde los personajes entonan sus penas- debo admitir que el repertorio de temas tiene una frescura (ejem) inesperada, llena de potencia y vigor, muy concisas y con la capacidad de volverse clásicos de acá a unos cuantos años. Mucho del poderío musical del film recae en la fuerza de su historia, donde las princesas hermanas Anna y Elsa se ven unidas por la capacidad de la última de crear y manejar hielo, hasta que un pequeño pero casi fatal accidente las separa de forma irreversible para siempre. El peligro de ser visto diferente por una sociedad temerosa de lo desconocido -algo así como una X-Men vendría a ser la pobre Elsa- hace mella en el espíritu de ambas y así Anna crece con un ímpetu aventurero incapaz de contenerse, mientras Elsa, la sucesora al trono, teme el día en el que finalmente conozca a sus seguidores y sus poderes se salgan de control. Esta relación eclipsa cualquier otra presente en la trama, de tan fuerte que es el vínculo que se expresan las hermanas. Casi no hay lugar para los personajes masculinos como el vendedor de hielo Kristoff o el príncipe irresistible Hans. Simplemente son accesorios a una historia que hace brillar a sus personajes femeninos en vez de reflejarlos bajo una luz tenue y solapadamente machista. La aventura de los mismos, sin adelantar mucho, verá varios contratiempos en su trayecto, con una combinación de narrativa convencional con giros modernos, algo visto recientemente en una de mis favoritas del año pasado, Wreck-It Ralph, la cual contó con un escrito de la aquí presente guionista y directora Jennifer Lee. Esta sensación de imprevisto, el no tener al principio una clara figura de villano, funciona de maravillas, pero Frozen no está desprovista de pequeños escalones hacia abajo. Una vez que el conflicto se presenta, ir construyendo la trama de a poco afecta al ritmo de la película, que finalmente sufre un incremento notable con la presentación de Olaf, el alivio cómico en la forma de un hombre de nieve con vida propia con una propensión rayana en lo suicida por el verano. Desde el momento que aparece en pantalla, es imposible que los chicos no aplaudan con su actitud optimista, con una sonrisa siempre en su cara y con más de un manierismo que hará las delicias de la platea. Amén del excelente uso del recurso 3D -que siempre destaca en las películas de animación-, Frozen se beneficia de una trama interesante, personajes ricos en carácter y un despliegue técnico y musical para la antología. Disney nuevamente vuelve al ruedo y de una manera avasallante. Un verdadero triunfo, en todo sentido.
Volvieron las princesas! Disney volvió a los clásicos. Este filme se inspira en "La Reina de las Nieves" de Hans Christian Andersen, y comienza en un hermoso castillo donde juegan dos pequeñas princesas, Elsa y Anna. Las hermanas se adoran, pero Elsa, la mayor, ha nacido con el poder de convertir todo lo que la rodea en hielo, un poder que aún no puede controlar, y a veces se torna peligroso, tanto, que sin quererlo un día lastima a su hermanita. Llena de culpa, Elsa decide recluirse en su habitación para alejarse de su familia, y así evitar herirlos. Anna no comprende el ostracismo de su hermana, y es tan positiva y perseverante que jamás dejará de buscar el modo de acercarse a ella y recuperar la relación que tenían. Luego de la muerte de sus padres Elsa debe heredar el trono, esta situación de exponerse a la vista de todos la aterra, ya que no sabe si será capaz de dominar su poder. Las cosas no salen bien, los nervios la traicionan y sus poderes se descontrolan de tal forma que condena a su pueblo a un invierno eterno. Ante semejante desastre huye hacia lo más alto y alejado de las montañas, donde despliega sus fuerzas por todo lo alto, sin lastimar a nadie, creando un castillo de hielo donde es feliz y lo expresa coreográficamente, al mejor estilo Disney. Preocupada por su hermana y por el reino, la temeraria Anna se lanza a una aventura montaña arriba, para encontrarla. Acompañándola estarán Kristoff, un habitante de las montañas, y Olaf un muñeco de nieve. La película es un mix de lo mejor de Disney de los últimos 50 años, la esencia de los clásicos con princesas que aman, sufren, cantan y bailan, pero que al igual que en "Enredados" o "Valiente" ya no esperan que un príncipe venga a rescatarlas, sino que consiguen lo que desean por sus propios medios. Más haya de que ambas protagonistas tienen la belleza de princesas clásicas como "La Cenicienta", tienen siempre algo torpe, o gracioso en su personalidad, que las saca de esa perfección irreal, y las convierte en personajes más accesibles. Ya no hay héroes y caballeros, sino personajes tan graciosos como un vendedor de hielo en los alpes y un muñeco de nieve que quiere conocer el verano. Técnicamente es sublime, el 3D es impecable y visualmente es tan hermosa e intensa, que casi hasta sentimos frío cuando la vemos. Es un filme que pasa volando, entre drama, comedia musical, malos, buenos, muchas aventuras, trolls encantadores, y un amor verdadero que puede curarlo todo, pero que no está en el beso de un príncipe, sino en el amor entre hermanas.
"Frozen, una aventura congelada" aporta a la esta tórrida temporada de verano una historia bien planteada, con música, imágenes impactantes y lo mejor de la tradición Disney. Trate de ser puntual porque el cortometraje que precede a la película es fantástico. Comienza como una vieja animación de Mickey en blanco y negro y termina con un show a toda orquesta en colores. Y algunos gags son directamente geniales. Después de este plato de entrada a lo Disney, comienza la función principal de Frozen, una aventura congelada, y lo primero para confirmar que se nota la mano de una mujer en la dirección del filme. Jennifer Lee se llama esta realizadora y en el libreto -también suyo- adaptó un relato (La reina de las nieves) de Hans Christian Andersen , un escritor danés que es uno de los clásicos de la literatura infantil y vivió en el siglo XIX. La primera parte de Frozen, entonces, contiene una pequeña historia de princesas que no es como la de Rapunzel, por ejemplo, sino que tiene ese algo femenino único que sólo puede darle una artista. Recién después comenzará la aventura. Una de las princesas tiene ciertos poderes que paradójicamente le traen problemas. Sucede que cuando se enoja se descontrola y puede congelar todo a su alrededor. Así ocurre un día y escapa, por lo que su hermana tiene que viajar a buscarla, mientras en el corazón sucumbe ante un mal encantamiento y se debate entre los sentimientos por dos pretendientes. En ese recorrido suceden varias de las situaciones más emocionantes de la película, como la visita al castillo de Elsa, la princesa encantada, y el encuentro con el temible gigante helado. Las maravillas que hacen los animadores con la nieve y el hielo, son innumerables: escarcha, colchones de nieve, aludes, copos, témpanos, estalactitas, y muchas veces con formas caprichosas. Los paisajes, los distintos climas dentro del invierno, ya sean las tormentas, los vientos o la claridad del sol polar, son para imprimirlos y pegarlos en las vidrieras de una agencia de viajes. Los chistes con nieve también abundan. Y también los personajes descocados, en este caso un muñeco de nieve, un caballo, un reno y una aldea de trolls que se hacen pasar por algo nunca visto. Las andanzas del muñeco de nieve se vieron mucho en las publicidades, pero hay otros hallazgos también, como la zanahoria que quiere comerse el reno, que es la vedette de la relación entre ellos. El elenco de protagonistas también promete: Ana, la hermana que corre a salvar su familia, es atolondrada, impulsiva, inteligente y sincera. Kristoff, el vendedor que la ayuda, es torpe, ingenioso y sociable. Muchas veces, la simpatía mutua está matizada por los tropiezos de ambos. Tratándose de Disney, canciones por supuesto que hay y van creando los distintos climas, ya sea para ponerle más sentimiento a la escena de las princesas al ser separadas, para reforzar el romanticismo de los galanes o para presentar con ímpetu a los estrafalarios trolls y su bondadoso brujo mayor.
Por siempre primavera Todo se manifiesta feliz y encantador cuando las hermanas Elsa y Ana se divierten en un enorme salón real. No faltará un descuido para que ese poder incontrolable atente con la salud de unas de las niñas. Poseída con un don sobrenatural, Elsa deberá permanecer escondida por años para no lastimar a sus seres más queridos con el frío que la alimenta por dentro. Un gesto enfurecido, un momento de desesperación, el hielo se explota de su cuerpo, suficiente para congelar un corazón. Frozen: Una Aventura Congelada, la nueva película animada de Disney, llega para derretir la pantalla con una historia de amor que congela la platea juvenil. Cuando el rey y la reina desaparecen, el gigante hombres de las nieves ataca o cuando Ana es convertida en estatua, son momentos donde los más chicos de la sala consultan por lo sucedido. ¿Existe otra manera de explicarle a un niño que todo se soluciona mediante el canto y el baile? A modo de tragedia musical los personajes expresan sus sentimientos para aliviar sus desgracias o para declarar su amor verdadero en un abrazo. Así las tensiones desaparecen y los colores inundan en destellos. Tampoco falta el personaje divertido: un encantador muñeco de nieve que ayudará en el esperado encuentro. En este largo, se detectan homenajes a Fred Astaire o al film Laberinto entre sus divertidas coreografías que convierten a esta historia de princesas y copos de nieves, sumamente entretenida. También, entre sus canciones, no falta oportunidad para que las niñas canten al unísono “el tema de Violetta”, personaje de carne y hueso creado por la misma factoría.
La princesa que quería vivir El ideal de princesa de cuentos de hadas ha ido reinventándose al ritmo de los cambios de paradigmas sociales y la reinvención del lugar de la mujer. De a poco las herederas al trono que sólo anhelaban encontrar a su príncipe azul para vivir felices para siempre fue desdibujándose para dar lugar a nuevas protagonistas que cumplían en el relato un papel mucho más importante que ser objetos decorativos del galán de turno o elemento de disputa entre el héroe y el malvado de turno. Frozen: una aventura congelada, si bien mantiene la estructura narrativa de los clásicos relatos a los que Disney nos acostumbró y que grandes regalías trajo a su industria, supo ver este cambio de los tiempos y plasmarlo en la historia de las dos hermanas protagonistas. Inspirado en los relatos de Hans Christian Andersen, Frozen: una aventura congelada nos narra la historia de dos princesas que compartían en el palacio real juegos y diversiones cimentadas en los mágicos poderes de una de una de ellas (Elsa) que podía convertir en hielo lo que tocara. Pero un día, accidentalmente los poderes le juegan una mala pasada y termina lastimando a su hermana Ana en medio de una intensa sesión de juegos. A partir de entonces el contacto entre las princesas se verá cercenado y la relación entre ambas se volverá cada vez mas distante. Por un encantamiento Ana no recordará aquel lúdico pasado juntas y tampoco tendrá conciencia de los poderes de su hermana, quien será enclaustrada para no causar mas daño atento el acrecentamiento de sus poderes. Pero llegará el día que por un evento fortuito Elsa deberá salir a la vida pública y aquel poder latente y silenciado se hará presente de la forma más evidente posible: sometiendo al pueblo entero a un invierno cruel como pocas veces se ha visto. La nueva reina se autoexiliará y será entonces cuando la autentica aventura comience: Ana saldrá a su búsqueda y con ella al encuentro con ese vinculo tan vapuleado por los años. Entonces el camino del héroe empieza a ser recorrido por Ana, quien en esta travesía se verá acompañada por un joven humilde, un reno y un inefable muñeco de nieve llamado Olaf que se convertirá inmediatamente en la diversión de los espectadores mas pequeños. Así la guionista Jennifer Lee (quien ya nos deleitara con la bellísima y nostálgica Ralph, el demoledor) nos entrega una reversión del clásico cuento La reina de la nieve, de Hans Christian Andersen por demás lograda. Tornándola en una maravillosa aventura donde las mujeres conforman el centro de la escena y el romance es uno de los elementos que forman parte de la narración sin ser el eje de la misma. Frozen: una aventura congelada posee una autoconciencia tal de los clichés del género romanticoide de la industria (el inmediato flechazo romántico, el amor casi como un hecho químico) que los abraza y los desmitifica con una claridad en el discurso que debe ser por demás celebrada por su espiritu de ruptura. Más allá de los elementos que hacen a la estructura narrativa en si, el tratamiento de la imagen y del artificio digital es también digno de mención. El cuidado del vestuario de las protagonistas (párrafo aparte merecen los atuendos de Elsa) y los paisajes helados son otra muestra de que cuando la tecnología es puesta al servicio del relato y no como un reemplazo del mismo los resultados son por demás convincentes.
Chicas modernas Desde que Disney compró a Pixar y le dio el cargo de director creativo a John Lasseter hubo una evidente renovación y rejuvenecimiento en los estudios del ratón más famoso del mundo. Algo de esa sinergia entre las empresas revitalizó a la casa Disney y la volvió a colocar en los primeros lugares de la taquilla y en la atención crítica que había ido perdiendo en manos de la novedosa Pixar. Frozen, una aventura congelada es otra demostración de ese avance. Después de la mirada entre melancólica y tecnológica puesta en evidencia en Ralph el demoledor, Frozen… recupera el espíritu de Enredados y revisita la mirada sobre las princesas, basándose en un cuento de Hans Christian Andersen (La reina de la nieve). Y vuelve a incorporar las canciones y cuadros musicales ofreciéndoles un lugar preponderante en la trama como en aquellos films animados de la década del ’90 (La Bella y la Bestia, Aladino, La sirenita, y más) y recuperando la tradición de un género como el musical donde la fábrica de los sueños se mueve a sus anchas. Dos princesas-hermanas que se adoran desde niñas ven su relación interrumpida por causa de cierto poder de una de ellas que le causa un accidente, que pudo haber sido mortal, a la otra. A partir de ese momento el encierro se vuelve la cotidianeidad y el don (un legado paterno) una especie de maleficio. Hasta que el destino las ponga en una situación nueva: Elsa -antes de convertirse en reina-, vuelve a verse superada por ese poder de convertir todo en hielo al no poder controlar sus sentimientos y emociones y prefiere alejarse antes que hacerle daño a Anna, pero no sin antes dejar al reino sumido en un invierno eterno. Sólo que no cuenta con el cariño inmenso de su hermana que hará todo lo que esté a su alcance, y más también, para ayudarla, recuperar la relación que las unió y salvar al pueblo. Los cuadros musicales se conjugan con la aventura épica, con el humor y el melodrama. El equipo de rescate formado por Anna, el rústico, sensible y algo conservador Kristoff, su reno y Olaf, el muñeco de nieve (que funciona como el comic relief), son de esos grupos de freaks que se juntan menos por elección que por su posición marginal y que terminan logrando atravesar las diferencias no sin aportar antes gran parte de las risas y la cuota de romance que uno espera en estos casos. Hay por ahí también engaños y personajes que no son lo que parecen y traiciones de poder por traumas familiares no resueltos. En general cada uno de los protagonistas y antagonistas deben ver qué hacen con esas cuestiones que en la infancia los han marcado y los han convertido en lo que son, casi sin querer. Con una utilización de los efectos especiales que tornan los paisajes nevados de una belleza encantatoria y un ritmo que no decae en ningún momento, Frozen… consigue atrapar al espectador en un cuento de hadas que aún así nos sabe muy cercano y posible. Y especialmente construye chicas que no necesitan de salvadores sino de compañeros. Esas mujeres al mejor estilo de las screwball comedy de los ’30 y los ’40: lanzadas, sin miedo, sin filtros ni pruritos sociales, sin responder a lo que se espera de ellas, capaces de todo y no solamente por un amor de pareja. Ese amor está como una parte de la vida pero es evidente, y cada vez más explícito, que hay otros vínculos que también son motores imprescindibles para ser y hacer. Intuyo que en cualquier momento los príncipes se volverán un clásico y serán historia. Estas princesas cada vez se dan más cuenta de que sólo siendo lo que quieren ser podrán encontrar un par y que el azul es un color que no siempre está de temporada.
Clásica y moderna Reinas, princesas, príncipes, castillos, animales parlantes (o casi), un bufón bien gracioso y villanos llenos de maldad. Todos los elementos están a la orden del día para que Disney nos entregue otra de sus historias clásicas. Sin embargo, así como Pixar nos brindó hace poco en Valiente una heroína más moderna, la empresa del ratón más famoso también acomodó su historia dándole un par de vueltas de tuerca a los tópicos tradicionales. Es como si hubiera tomado nota del video que se viralizó en los últimos meses en donde una niña acusaba a las princesas de Disney de ser “unas boludas” que esperaban a que su príncipe las salvara en vez de tomar la sartén por el mango. Frozen: Una Aventura Congelada cuenta la historia de Elsa, la futura reina de Arendelle, y su hermana Anna. Elsa tiene el desafortunado poder mágico de congelar todo lo que toca y por eso se ha distanciado de su hermana. El día de la coronación, Elsa provoca por accidente que todo el pueblo se congele y Arendelle deba sufrir un invierno eterno. Empecinada en alejarse de Anna para no lastimarla, la Reina escapa a las montañas y su pequeña hermana hará todo lo posible por encontrarla y deshacer el hechizo de hielo. En el camino, conocerá a Kristoff -un vendedor ambulante bastante gruñón-, a Sven -su simpático reno- y a Olaf -un muñeco de nieve algo tontuelo, pero de gran corazón-.
Ya en franca y directa competencia creativa con Pixar, los estudios Disney presentan su tercer film de animación digital propio, luego de las atrayentes Enredados y Ralph El Demoledor. En verdad sólo Ralph se puede calificar como “pìxariano”, ya que Enredados, basado en la historia de Rapunzel y su larga cabellera y esta nueva producción, se acercan más a la impronta de los clásicos tradicionales de Disney, con jóvenes princesas en apuros, galanes principescos, castillos y realezas. Pero enmarcados por un notorio aggiornamiento, como lo demuestra claramente Frozen: una aventura congelada, aventura en 3D repleta de alternativas, personajes, sorpresas y un aspecto visual que brinda desafíos expresivos a cada escena, entre paisajes helados y situaciones vividas a bajo cero. Llevada adelante por Chris Buck, co director de un clásico de los estudios como Tarzán, y por Jennifer Lee, co guionista de la mencionada y creativa Ralph, Frozen cuenta con una trama dinámica y con variadas ramificaciones, a través de esa temeraria adolescente heredera que sale en febril búsqueda de una hermana reina dotada de extraños poderes freezantes. La ayudarán un enamoradizo alpinista, su entusiasta reno y otros divertidos seres, como el muñeco de nieve Olaf y los gnomos-roca trols. La trama irá desembocando en un fuerte momento emotivo, como para redondear un nuevo y formidable producto de una marca legendaria.
EL PODER A VECES ESCLAVIZA Elsa es una reina con extraños poderes: cuando se enoja, todo lo que la rodea, se hiela. Por eso su comarca vive un eterno invierno. Su hermana Anna intentara librarla del maleficio para que el sol pueda volver a este reino del frío y la nieve. El nuevo producto de Disney está más cerca de sus viejos títulos que de las imaginativas obras de Pixar. Nada de relecturas, sino un acercamiento clásico a una historia clásica. Parte de un relato de Hans Christian Andersen para poder retornar al territorio predilecto de sus filmes más tradicionales: un cuento de hadas con canciones, animalitos buenos, paisajes, unas gotas de humor y la promesa de un buen amor. Y de fondo, los viejos peligros de siempre: el odio, la envidia, la codicia, los tramposos, la muerte y la soledad. La técnica es impecable. El 3D luce a pleno en esta producción de hermosos efectos visuales que tiene acción, aventuras, suspenso y la vieja enseñanza que al final sólo el amor es capaz de doblegar los inviernos que todos llevamos dentro. Una película llevadera y atractiva que además tiene de prólogo un corto encantador sobre el cine de ayer y de hoy. La moraleja de “Frozen” es simple: los poderes al final terminan esclavizando a quiénes lo detentan; la reina vive ese drama. Cuando se enoja (y las reinas se enojan muy seguido) su hechizo arrasa con todos… hasta con ella misma.
Una aventura épica que incluye: princesas, un hombre de la montaña, un reno y un muñeco de nieve. Todo comienza con el videoclip de “Libre Soy”, que interpreta Martina Stoessel (quien ganó popularidad por su papel debutando como Violetta Castillo en la serie de Disney Channel “Violetta”), y un corto dibujado a mano, un clásico de Mickey Mouse en "Get a horse" de Lauren MacMullan (serie animada “Los Simpson”), un claro homenaje (hace 85 años se estrenaba “Steamboat Willie”, un cortometraje animado dirigido por Walt Disney), donde chicos y grandes vivirán las aventuras de Mickey, Minnie con otros personajes primero en blanco y negro, con personajes que entran y salen de la pantalla, algo similar al film "La rosa púrpura del Cairo", de Woody Allen y se va mezclando con las nuevas tecnologías, como el 3D, es extraordinario. Con esta nueva historia Disney vuelve a un estilo que siempre la caracterizó desde "La Bella y la Bestia";"Aladdin"; “Lilo & Stitch”; entre otras, y las últimas que le dieron buen resultado “Ralph el demoledor”; “Enredados”; “Valiente”. “Frozen, una aventura congelada” inspirada en un cuento del siglo XIX por Hans Christian Andersen, “La Reina de las Nieves”. La historia apunta al público más pequeño (de 5 a 10 años) y con varias secuencias para entretener a los adultos, llena de emoción, humor, magia, fantasía, hechizos, poderes sobrenaturales y llena de canciones en medio de aventuras como ocurría en “Encantada”, una narración colorida y con bastante ritmo aumentando el interés de los niños y con canciones que tocan distintos temas como: el amor, la prosperidad, la superación, entre otros, (Demi Lovato en la versión original y Violetta en el doblaje latino). Cuenta la historia de dos hermanas princesas Anna (Kristen Bell, “Burlesque”) y Elsa (Idina Menzel, “Encantada”), del Reino de Arendelle, son inseparables y se aman, por una situación que nadie sabe el castillo se cerró y luego de algunos años vuelve abrirse ante la coronación como Reina de Elsa, pero sucede algo que no es del agrado de esta y se enoja, congelando todo el reino, muestra un poder que muchos desconocen. Huye, pero su Hermana menor Anna sale a buscarla, sin medir las consecuencias, además debe salvar a todo un pueblo. En esta gran aventura peligrosa conoce a varios personajes que la acompañan Kristoff (Jonathan Groff , “Taking Woodstock” ) un joven que vive en la montaña del norte, (tiene una familia muy especial) de buen corazón, algo tarambana que vende hielo, tiene un trineo con un reno, querible y luego se une un muñeco de nieve con nariz de zanahoria llamado Olaf (Josh Gad ,” Jobs”; “La era de hielo 4”) muy simpático y divertido (como el cangrejo Sebastián, de "La Sirenita"). Otros personajes son: Príncipe Hans (Santino Fontana); Duke (Alan Tudyk, "Ralph, el demoledor”), entre otros. Esta es una linda historia de amor enfocado a los sentimientos entre hermanas, el sacrificio que hace una por otra, está el miedo a enfrentar las virtudes, contiene varias lecciones de vida, se encuentra presente el optimismo, la bondad, la búsqueda de la libertad y la independencia. También hay un príncipe. El film es visualmente cautivante, técnicamente correcto y se podría resumir como un cuento de hadas modernizado.
Todos sabemos que el oscar ha sido injusto muchos años, tanto con los actores como con las películas. Apenas el año pasado, una de las grandes polémicas fue la coronación de Valiente como mejor película animada, por encima de Ralph el Demoledor, que a juicio de muchos (incluído el mío), era mejor que la mencionada. Ahora, en un año muy flojo en cuanto a películas infantiles, no sorprendería nada que incluso ganara alguna película extranjera, pero por lo conservador del jurado de la academia, son nacionalistas y por lo tanto ganará una película de animación norteamericana. Elsa y Ana son las hijas de un rey. La primera, está destinada a ser reina, mientras que la segunda, se divierte con los poderes de hielo de su hermana mayor. Un día sin embargo, se ven forzadas a separarse hasta la coronación de Elsa, y es entonces cuando tiene que huir y Ana emprender su búsqueda para hacerle entender que vivir sola no es lo mejor. Ya desde que regresaron a la animación tradicional Disney, es decir, con musicales e historias clásicas con la princesa y el sapo, se demostró que el estudio del ratón aún tiene mucho que dar. Frozen no es la excepción, y con personajes entrañables, musicales inolvidables (¿y si hacemos un muñeco?) y una historia que se sale del estándar tradicional. Si, habla del amor, y si tenemos la historia de un príncipe y una princesa que se enamoran y son felices, pero también hay otro tipo de amor que puede ser igual de fuerte para romper hechizos. Y esa es una lección muy valiosa. Lección aparte para el musical "Libre soy" (Let it go) interpretado en su versión original por Idina Menzel (que también va por el oscar a mejor canción), es para mi, la mejor escena del año, con una animación impresionante, algo nunca antes visto. Un logro visual y auditivamente magnífico. Ah! Y estoy enamorado de Elsa.
Notable comienzo para Disney este año. Con el estreno de “Frozen: una aventura congelada” parece haber logrado una amalgama casi perfecta entre el musical, la comedia y la animación 3D con efectos visuales deslumbrantes. Desde el punto de vista comercial, además de toneladas de merchandising, uno termina de verla y se hace muy fácil imaginar la versión para Disney On Ice girando alrededor del mundo. Tiene todos los condimentos, incluyendo ocho canciones nuevas con mucho aroma a Broadway. También, en consonancia con los últimos éxitos como “Enredados” (2010) y la ganadora del Oscar, “Valiente” (2012), los personajes centrales son mujeres. Ante todo es menester mencionar que si bien los créditos afirman que el guión está inspirado en “La reina de las nieves”, de Hans Christian Andersen, dicha inspiración dejó como nexo en común entre lo escrito y lo filmado las palabras: reina (eventualmente) y nieve. También el lugar donde ocurre. Por lo demás, no hay absolutamente nada de aquél clásico, es decir que no espere ver una adaptación con licencias como ocurría con “La sirenita” (1989) basada en un cuento del mismo autor. Estamos frente al primer cuento de hadas que la Disney aborda en más de 20 años después de “La Bella y la Bestia”. Esta es la historia de dos hermanas que se quieren mucho: Elsa (doblaje de Carmen Sarahí) y Anna (doblaje de Romina Marroquín Payró), hijas de los reyes de Arandelle, bien al norte de Europa. De niña Elsa desarrolla poderes para congelar y manejar la nieve a voluntad con sólo mover sus manos. Lejos de congraciarse con ellos, la niña siente vergüenza y miedo (gran metáfora del boicot a las propias virtudes). De todos modos, como esto también supone la posibilidad de sembrar pánico en el pueblo, sus padres tratan de ocultar esta capacidad aislándola. No conformes, además recurren a un hechizo para borrar la memoria de Anna como para mantener todo “oculto entre guantes”. No faltará el accidente (un naufragio esta vez) para que los padres desaparezcan; ni tampoco una canción para ilustrar la elipsis con la cual nos trasladamos unos años más adelante. Anna trata inútilmente que su hermana (heredera del trono), recluida en su habitación, le abra la puerta para ir jugar. Pero el secreto de los poderes debe mantenerse fuera del alcance de todos. Cuanta menos gente en el palacio lo conocen, mejor. Algo ocurrirá el día de la coronación y Elsa escapará hacia las montañas mientras que Anna tendrá un doble desafío: descubrir el amor por primera vez, tras la llegada a la fiesta de un joven noble llamado Hans (doblaje de Hugo Serrano),e ir en búsqueda de su hermana para que vuelva a ocupar su lugar. Para esto entrarán: Kai (doblaje de Sebastián Llapur), un vendedor de hielo acompañado de su fiel alce y un simpático muñeco de nieve llamado Olaf (doblaje de David Filio), éste último será quien cargará a sus espaldas la responsabilidad de proveer casi todo el humor del relato. “Frozen: una aventura congelada” funciona porque a esta altura de la soiree Disney sabe de memoria la fórmula del mundo de las princesas en adición a su capacidad para aggiornar los personajes a una época en la que las cosas ya no son tan solemnes. En todo caso, podría atribuirse un puñado de minutos de más cuando ya está todo dicho. También es cierto que los niños de diez para arriba probablemente se sientan un poco excluidos y prefieran ir en busca de algo con robots o zombis o ambas cosas. Por lo demás, es una propuesta visual impactante con grandes chances de integrar el grupo de semi-clásicos adaptables a otros formatos.
La mejor cinta animada del estudio del ratón en años, es un una historia de ribetes clásicos, con todos los tópicos de los mejores cuentos de hadas y aventuras. Un ramillete de personajes creíbles y queribles, una selección de canciones dignas de los mejores musicales de Broadway y una estética y dirección de arte para el asombro, que se vale de un excelente 3D para hacernos sentir el frio más extremo. Un despliegue visual y artístico, que los padres van a disfrutar tanto como los niños. Una gran cinta de animación, pero por sobre todo, una enorme película.
Frozen: la magia de Disney sigue intacta Indudablemente Disney fue y sigue siendo por lejos, cantidad y calidad, uno de los mejores estudios de animación a pesar de su esencia un tanto conservadora. Pero no hace muchos años atrás, las películas de Pixar, pusieron en peligro su podio, por esto Walt Disney Pictures no dudó, una vez que se terminara su asociación, en comprar la ex empresa de Jobs. Sin embargo seguía siendo ‘calidad Pixar’ lo que diferenciaba sus películas del resto. Esta percepción cambió en el 2010 con el arribo de Enredados (Tangled), una versión tan desenfrenada como graciosa de Rapunzel que le permitía a Disney sacarse el traje conservador y poner en la mesa las mejores cartas que la experiencia le había dado: cuando de personajes femeninos se trata, no hay nadie que pueda superar a Walt Disney Animation Studios. Esto, sumado a que el talón de Aquiles de Pixar es la incapacidad para construir personajes femeninos memorables, y la adición de John Lasseter (creador de Toy Story y director de la primera y segunda parte) como Director Creativo de Disney y Pixar, la balanza terminó favoreciendo al estudio con más trayectoria. Luego de Wreck-it Ralph y ahora con Frozen los hechos se vuelven a ratificar. El nuevo film de Walt Disney Animation Studios cuenta la historia de dos hermanas que por sus caracteres opuestos necesitan alejarse una de la otra. Elsa, la hermana mayor posee el poder de congelar cualquier cosa que toque y al crecer y no poder manejar esta capacidad, pone en peligro a Anna, su hermana menor atolondrada, que no sabe de su secreto. El día que Elsa cumple la mayoría de edad y le permite convertirse en reina de Arendelle, su secreto es descubierto, congelando el reino y obligándola a autoexiliarse para seguridad de todos. Pero Anna no lo puede permitir y va tras su hermana, creyendo que el amor fraternal puede vencer cualquier poder. Algo desarraigada de las clásicas historias de amor, Frozen ofrece no uno, sino ¡dos! personajes femeninos que sostienen la película por si solas, sin la necesidad de que personajes secundarios híper divertidos (ejemplos varios: minions, pingüinos, ardillas) levanten el ritmo de la película. La entrada del resto de los protagonistas, como el aventurero y tosco Kristoff junto a su venado Sven, y el melancólico y goofy muñeco de nieve Olaf, se da de forma muy natural para acompañar a Anna en busca de Elsa. La historia, basada levemente en el cuento La Reina de las Nieves de Hans Christian Andersen, dista de ser predecible o al menos los fascinantes efectos que posee Frozen le permiten a los mayores distraerse de pensar en cuál será el factor sorpresa. Un reino congelado se convierte en uno de los más maravillosos paisajes que el mundo animado nos puede haber dado, siendo un fuerte factor que deslumbrará tanto a chicos y grandes, sin importar si se ve en 3D o 2D. Otro gran factor por el cual Walt Disney Animation Studios es popular por excelencia es las escenas musicales que aporta. Y es por esto que Frozen supera a Enredados, una película que sí cumplía con la calidad estándar, pero que al final sus ritmos no resultaba tan pegadizos como en el caso de Frozen. Canciones como “Do You Want to Build a Snowman”, “For the First Time in Forever”, “Love Is an Open Door”, “Let it Go” y “In Summer”, todas ‘oscarizables’, tienen ese no se qué que despiertan al niño interior conocedor de todos los clásicos de Disney, apuntando al lado más sensible del corazón, con la promesa de un ritmo que se quedará estancado en nuestras cabezas por un largo tiempo. Cuando creíamos que estaba todo contado, que iba a costar años para que nos enamoráramos de nuevas princesas y de que Pixar estaba reescribiendo la historia de los mundos animados, Disney, desde el corto bipolar que homenajea Mickey Mouse en su introducción, repasando el leve enfrentamiento entre el bien y el mal en Frozen, es el amor fraternal, la historia principal, lo que subvierte este cuento de hadas y reinos mágicos, que prueban que Walt Disney Pictures no ha perdido el toque.
El Hechizo congelante de Disney Basada en el cuento clásico de Andersen: "La reina de las nieves" pero con bastante de versión libre acorde a las épocas que vivimos, este nuevo estreno de la factoría Disney ofrece aquello que siempre suele prometer, ni más ni menos. Es decir, no es novedoso que la peli tenga el éxito esperado, ni que se multipliquen las salas en los complejos con sus distintas versiones, y esto hay que resaltarlo, es quizás una de las mejores filmes que supo aprovechar la magia del 3D sin dudas. El guión tiene todo: la sempiterna lucha entre el bien y el mal, el marco decoroso de cuento clásico, los personajes secundarios que a veces cobran toda la importancia del protagonismo y que suelen ser divertidos, cómicos y tiernos, básicamente pensados en apuntar a los espectadores más pequeños como el muñeco de nieve Olaf -que todos creen al ver el afiche que se llama erroneamente "Frozen"- o los míticos "trolls". Esta aventura de las dos hermanas que necesitan ayudarse entre si son el eje de todo y el resto son la galería acompañante ya contada más arriba, y si hay alguna sorpresa...?? Si y aquí esta lo bueno, hay una vuelta de tuerca significativa, donde antes en cualquier filme disneyniano no habíamos visto, y que claro aquí no adelantaremos para no sacarle el factor sorpresa a los espectadores. Solo le juega en contra una serie de canciones y alegorías de musical-tipo Broadway que son en extremo repetitivas de otras similares en historietas de este origen animado al modo de "La sirenita" o "Mulan", pero menos efectivas. Es destacable pensar que con las altas temperaturas que estamos padeciendo por estos dias, la peli viene a ser una suerte de merecido y oasis frío para disfrutar en un sala acondicionada al caso.
Nuevamente los amigos de Disney toman de base un cuento del genio de Hans Christian Andersen (creador de El Patito Feo, La Sirenita y mi favorito de todos los tiempos, El traje nuevo del Emperador, entre otros) para realizar una de sus películas animadas. Ya lo habían hecho en el 89 con La Sirenita, momento que marcó un regreso a la gloria de Disney, que venía de capa caída (hacía años que no pegaba un hit). La Sirenita fue un éxito que luego se afianzaría con la trilogía de La Bella y la Bestia, Aladín y El Rey León (si, estuvo la segunda peli de Bernardo y Bianca antes que eso, pero ni la contemos). El punto es que, buscando inaugurar una nueva etapa de gloria, la megacorporación del ratón toma otra vez una obra de Andersen para su película, tratándose esta vez de La Reina de las Nieves, un cuento dentro de los más extensos del escritor. Y juzgando por como viene levantándola en pala esta película, la movida les resultó bastante bien, porque ya lleva recaudados unos 700 millones de dólares en todo el mundo (ya supera ampliamente a Enredados y a Ralph el Demoledor). Frozen: Una aventura congelada Complicada la posición de Elsa si al amigo se le ocurre ventilar… Pero en este caso la adaptación es mucho mas libre que en otras oportunidades, ya que lo único que queda del cuento original es la nieve. Chris Buck (director de Tarzan) y Jennifer Lee (una de las guionistas de Ralph, El Demoledor) nos traen la historia de dos hermanas (Anna y Elsa, princesas ellas) de las cuales la mayor nació con incontrolables poderes sobre el hielo. Para evitar que se arme revuelo por esto, termina prácticamente recluída en su habitación durante toda su vida, hasta que sus padres (los reyes) mueren y ella tiene que aceptar la corona. Y ahí es donde todo se descontrola, sus poderes se manifiestan en público y tiene que huir hacia el bosque para no terminar linchada por el pueblo, ante la mirada atónita de su hermana menor. Hasta acá (digamos que la primera mitad) la película está logradísima, a pesar de tener una sobre abundancia de musicales uno detrás del otro hasta llegar a esta parte, que terminan cansando bastante, pero son soportables. El efecto de los poderes de Anna es in-cre-i-ble, definitivamente lo mas logrado de la película y además una pesadilla para cualquier animador. Si en Valiente las loas se las llevaba la pelirroja cabellera de Mérida, acá el gran logro es el de las partículas de nieve y hielo en que se va manifestando su poder. El problema está en cómo seguimos desde acá. Frozen: Una aventura congelada En el palacio de hielo de Anna no precisan aire acondicionado, claramente Lo que ocurre es que lo que en un primer momento era la historia principal (los poderes de Anna y su control sobre ellos) se desactiva para mudar el foco a Elsa y su quest para encontrar a su hermana, y ahí es donde empieza un poco la avalancha. A partir de este momento pasamos a todos los clichés típicos de cualquier historia de princesas: La búsqueda del verdadero amor, la dicotomía entre el galán príncipe y el galán laburante (no necesito decir con quien se queda, ¿no?), la corrida para salvarla de los distintos peligros (no quiero spoilear nada) y demás cuestiones. Es decir, lo que en un principio parecía estar mas orientado al origen de un villano (tal vez), de pronto vira para otro lado completamente distinto. De hecho el nudo inicial de la película y el que ocasionó todos los problemas que vemos (el control de los poderes de Anna) se resuelve en 10 segundos al final de la forma más ridícula posible. Es como si un escuadrón estuviera toda una película intentado desactivar una bomba y al final alguien dijera “Que salame, acá está el botón de power”. Frozen: Una Aventura Congelada Aquí podemos apreciar las pocas luces de Olaff Lo que salva toda esta parte son las participaciones de Olaff, el hombre de nieve que cobra vida. Toda la movida marketinera de la película se hizo casi en su totalidad alrededor de este personaje, al punto que al menos yo creía que la película se iba a terminar tratando más sobre el amigo mágico hombre de nieve que sobre la bruja o cualquier otra cosa. Pero es realmente todo lo contrario. Olaff no aporta absolutamente nada a la trama central de la película, es un personaje completamente tercerón cuya única función es generar gags a lo largo de la segunda mitad de la historia. Y les funciona sorprendentemente bien, porque es sumamente gracioso todo lo que hace este personaje. Hay algunas secuencias que me sacaron carcajadas directamente. Y si, ya se que está insertado de forma absolutamente caprichosa con el único objetivo de lograr exactamente eso que estoy diciendo, pero bueno, cuando les sale bien, les sale bien. Frozen ¿El hombre de las nieves? En definitiva, la película termina con saldo positivo, pero no me pareció la GRAN nueva obra maestra de Disney, como la colocan en todos lados. Creo que si se hubieran animado a colocar a Anna como “princesa que se hace villana pero luego sale del lado oscuro” habría resultado mucho más interesante. Hacia ese destino parecía ir avanzando la historia, hasta que de pronto pega el volantazo. Igualmente me parece un muy buen paso hacia una “vuelta a los orígenes” de parte de Disney, que puede llegar a dar mayores frutos a futuro. Y como cereza de la torta (o cubanito del helado, como para seguir con la temática de la peli) previo a la película (y siguiendo la tradición vuelta a imponer por Pixar hace añares) se puede ver el corto “Get a horse!” de Mickey Mouse, que busca rendir tributo a los orígenes del ratón en los primeros cortos del tío Walt. Lo único que no entiendo es a quien se le ocurre que la mejor forma de rendirle tributo es haciendo que los dibujos blanco y negro y en 2D terminen convirtiéndose a color y en 3D, cuando justamente esa transición es la que terminó asesinado a la animación clásica. Frozen: Una Aventura Congelada ¿A mi solo me pareció que este viejecito tiene un aire a Stan Lee? De hecho Disney misma decidió cerrar todo el departamento de animación 2D en el 2004 (después de Vacas Vaqueras) para dedicarse exclusivamente a la animación por computadora (aunque después vino La Princesa y el Sapo). O sea, al margen de que está buenísima toda la parte de la pelea entre Mickey y Pete, a mi la historia me parece más una reconstrucción de la muerte de la animación tradicional en manos del CGI que un tributo. Pero bueno, a lo mejor soy un poco rebuscado para estas cosas…
Princesas al rescate Después del éxito de "Enredados" (2010) y "Valiente" (2012), Disney volvió a apostar por modernizar el clásico mundo de las princesas con "Frozen: una aventura congelada", y podemos decir que lo consiguió por tercera vez, aunque algunos brillos quedaron por el camino. Basada libremente en un cuento del danés Hans Christian Andersen ("La reina de las nieves"), "Frozen" se concentra en la historia de dos hermanas: la aventurera y simpática Anna y la problemática y casi fóbica Elsa, quien no puede controlar sus poderes especiales y congela un reino entero, dando lugar a una trama de aventuras, intrigas y enfrentamientos. Las hermanitas de "Frozen" no tienen el carisma ni el encanto de Rapunzel. Aquí el acento está puesto en lo épico y lo melodramático, y en ese sentido hay que remarcar que Disney busca evitar la fórmula. También hay humor (el personaje del muñeco de nieve, que funciona muy bien con los más chicos) y un planteo visual realmente deslumbrante, que aprovecha al máximo cada recurso de la tecnología. El ritmo narrativo es sostenido (hay poco espacio para las dilaciones) y el concepto de "musical animado" acá está más presente que nunca. El único problema es que, a veces, las canciones se esfuerzan demasiado en remarcar el carácter que a los personajes les falta.
Un gran cuento de hadas se distingue porque tiene magia, contiene de manera metafórica una lección sobre el mundo (que podemos aceptar o no) y todo está en la forma en que se narre más que en los conceptos que se viertan. Pues bien, Frozen, que es un análisis con escalpelo del amor filial, tiene varios elementos que lo hacen un film diferente. No, no son las muchas canciones y no, tampoco que haya galanes y villanos y monstruos y seres mágicos. No: lo que tiene es un personaje que parece un superhéroe (una superheroína, seamos precisos), pone en tela de juicio la cuestión romántica (el amor de pareja, seamos claros) como único garante del orden social o única llave de la construcción de una comunidad, y no deja de mantener uno tono medio, nunca demasiado dramático ni demasiado cómico, en el que cada una de las critaturas del cuento realmente parece humana. También contiene un gran trabajo de guión, muy sutil, en la construcción del villano, que explica totalmente por qué esta es una película de amor pero no un film “de novios”. Vaya y vea con la mente abierta.
Se asoma el Disney clásico "Frozen" marca una vuelta de Disney al cine más clásico que lo hizo famoso, pero sin perder los aspectos nuevos que lo mantienen vigente en el mundo de hoy. Momentos musicales pegadizos, una historia fastuosa de princesas y príncipes y toda la magia que a uno lo maravillaba de niño. La esencia de la historia está puesta en su dinámica clásica de princesa acechada por un gran peligro, pero con algunos ingredientes que la hacen mucho más interesante. Por ejemplo, en esta historia la princesa no es sólo una, sino que son dos. Cada una con su carisma particular, ofrecen protagonistas con marcadas características que permitirán a los espectadores identificarse con una o con otra. Una de ellas es torpe, vigorosa y aniñada, mientras que la otra es más adulta, controlada y tiene más responsabilidades en su espalda. Por otro lado, ninguna de las dos princesas se pone en el rol de doncella en apuros sino que, por el contrario, ambas demuestran ser fuertes heroínas. Acompañan también en la aventura, un leñador solitario, un príncipe inteligente y encantador y hasta un muñeco de nieve parlante que se roba varias escenas con sus ocurrencias tan inocentes como divertidas. Algo a lo que aún no me acostumbro es a la parte musical, y cuando digo musical me refiero a diálogos cantados de la vieja escuela, como los que podríamos encontrar en "La Bella Durmiente" o "Blancanieves". No soy muy fan de esta dinámica y no creo que llegue a serlo alguna vez. Si sos de los míos, puede que esto te irrite en algunos momentos. Otra cuestión que tampoco me copó tanto fue la resolución de algunos conflictos que parecían arreglarse como por arte de magia, con dos palabras de por medio. Acá creo que se les fue un poco de mambo el tema de los nudos narrativos y cuando tuvieron que hacer engranar todo, lo resolvieron como pudieron. Concluyendo diría que "Frozen" es una muy buena historia que Disney nos presenta mixando su personalidad clásica con algunos aspectos más modernos como el empowerment de la mujer y el humor más irónico. Tiene varios momentos musicales bien construidos, pero si sos de los que no les tienen mucha paciencia, puede que te agotes. De todas maneras es más que una buena opción para disfrutar animación de calidad para chicos y grandes.
Una de Cars y otra de nenas. Entre Disney y Pixar se van repartiendo las películas, cosa de abarcar ambos géneros infantiles. Por un lado tenemos ejemplos como ‘Cars’, ‘Toy Story’, ‘Bolt’, ‘Los Increíbles’, etc. Que apuntan más bien a los varoncitos. Por el otro lado están, básicamente, las princesas. Para estas navidades, la nueva apuesta del tío Walt no tiene a una princesa, ¡sino a dos! Las hermanas Elsa y Anna son las herederas de todo un reino que no abre sus puertas desde hace varios años. Y es que cuando pequeñas, una noche mientras jugaban solas, Elsa dejó escapar sin intención uno de sus poderes mágicos e hirió a su hermanita. La única manera de salvarle la vida, fue borrando todos sus recuerdos y obligando a Elsa a recluirse dentro de su habitación en el castillo, hasta tanto pudiera controlar su extremo poder de enfriarlo TODO. Finalmente, llega el día de la coronación real y la mayor de las hermanas deberá abandonar sus aposentos con el fin de convertirse en la emperatriz del pueblo. Lamentablemente, la fiesta se acaba rápido, cuando un nuevo y peligroso episodio vuelve a alejar a Elsa de su gente y de sus seres queridos. cuerpo Puedo asegurar que las niñas la van a amar; es musical por donde se la mire, es romántica, es tierna y es bella visualmente. Además hay magia y sueños hechos realidad; por ende, tiene todos los condimentos que un cuento de hadas debe tener (pero moderno, claro). No, no me olvidé del villano de turno… Sin embargo, opto por la faceta aventurera que Disney le ha dado a sus princesas en el último tiempo. Tal es el caso de ‘Enredados’ con Rapunzel a la cabeza, o ‘Valiente’, con la nueva princesa Mérida. Directamente prefiero no entrar en terreno de comparaciones con las viejas y queridas historias de las ya clasiquísimas niñas mimadas de Walt. ¡Esos sí que eran ‘fairy tales’! Como siempre, algunos personajes derrochan cataratas de dulzura, y no es coincidencia que siempre sean los papeles secundarios en quienes se deposite la mayor energía. Y es que son esos los que pueden librarse del ‘glamour’ de un cuento de princesitas y permitirse la torpeza y el humor sin dejar de ser absolutamente ‘abrazables’. El ejemplo aquí son el muñeco de nieve Olaf y el reno Sven. Pese a mi análisis, entiendo que es una firme candidata en la competencia por ‘Mejor Film Animado’, para la temporada de premios. Frozen funciona como debe hacerlo y cumple con las expectativas, es decir, está al nivel de un film de Disney, la casa donde cualquier fantasía puede hacerse realidad. Para todos aquellos que la vean en cine, van a ser testigos de un genial corto con el mismísimo Mickey Mouse como protagonista. El 3D funciona, porque nieva mucho durante toda la película, y la nieve y el hielo tienen un brillo muy especial que se aprecia mejor con la profundidad tridimensional que nos otorgan los ya famosos anteojitos. Como moraleja: Queridos Padres, preparen sus billeteras porque ahora esa princesa que tanto adoran sus hijas, se ha multiplicado por dos.
Publicada en la edición digital #257 de la revista.