Son pocos los directores japoneses contemporáneos conocidos en Argentina. Si se excluyen los nombres de Kore-Eda Hirokazu, Naomi Kawase y Hayao Miyazaki (más veterano), es poco lo que se ha visto en Argentina de otros realizadores nipones. Ryusuke Hamaguchi cobró cierta notoriedad en 2015 durante la presentación de Happy Hour (cinco horas de duración) en el Festival de Locarno, pero hubo que esperar hasta 2018 en que Asako I & II, su siguiente obra, se presentara en Cannes. Recién entonces los franceses se animaron a estrenar la de 2015 en salas y lo hicieron en mayo, de una manera algo insólita, en tres partes (espaciadas a lo largo de tres semanas). Las llamaron “Senses” que por otra parte no es una palabra francesa, sino un título alternativo al más conocido (Happy Hour). Por el Festival internacional de cine de Mar del Plata pasó algo desapercibida Asako I & II y es de desear que no acontezca lo mismo con la que ahora nos ocupa (de allí esta nota). El título (en inglés), utilizado en la reciente Berlinale donde se llevó el Gran Premio del Jurado (Oso de Plata), no es muy afortunado. Preferible el original en japonés, que se podría traducir como “Coincidencia e imaginación”, ya que de eso trata el film. O mejor sería decir los tres mediometrajes de los que se compone, con casi idéntica duración, para totalizar dos horas. Hamaguchi reivindica aquí, de alguna manera, los films de menor duración, pero logra que cada una de las tres partes tengan una unidad, cerrando completando las historias que desarrolla. En cada una de ellas los intérpretes y personajes son diferentes, aunque se adivina que el foco central, como en sus films anteriores, es el mundo femenino. El primero titulado “Magic” está centrado en dos mujeres: una modelo (Meiko) y la productora Gumi, con esta última relatándole en un taxi su reciente relación con Kazu. La clave de este primer episodio está en la palabra “coincidencia” del título original. El segundo “Door Wide Open”, involucra al joven estudiante Sasaki, quien se siente humillado por el profesor Segawa, que ha ganado recientemente un importante premio japonés de literatura. El joven sostiene una relación con Nao, una mujer algo mayor, y a modo de venganza le pide a ésta que vaya y seduzca al profesor. Cuando Nao lo va a visitar, llevando un ejemplar del libro premiado, le pide un autógrafo en una de las páginas más eróticas y explícitas del texto. Lo notable es que se pone a leer dicha parte, descolocando al autor. “Once Again” cierra el tríptico con un encuentro casual de dos mujeres en una estación de tren. Una de ellas, Moka, cree reconocer a una compañera (Aya) con la que tuvo una relación íntima hace unos veinte años. Aya la invita a su casa y a medida que con el diálogo profundizan lo acontecido en el pasado, ambas mujeres llegan a una sorpresiva conclusión. Pero, a diferencia de los dos capítulos precedentes, las revelaciones no adquieren aquí un tinte dramático sino más bien todo lo contrario, como lo revela la escena final, nuevamente en la estación ferroviaria. El nivel de los tres episodios es muy parejo y de similar nivel de excelencia, revelando que Hamaguchi es un eximio director de actores, donde se destacan los personajes femeninos. En más de un punto su cine tiene puntos de contacto con el de Rohmer, cuya espíritu y segura influencia no pasará desapercibida.
Los sentimientos pueden ser retratados bajo la coartada de las costumbres y las convenciones que tipifican la angustia, el amor y la felicidad...
“La Rueda de la Fortuna y la Fantasía” de Ryûsuke Hamaguchi. Crítica. Tres historias, tres mujeres, una película. Matias Frega Hace 1 día 0 8 Sin dudas el 2021 fue el año del director japonés Ryusuke Hamaguchi gracias al estreno de dos películas que dieron mucho qué hablar: “Drive My Car” (que acaba de ganar el Oscar a Mejor Película Internacional) y “La Rueda de la Fortuna y la Fantasía”. Esta última, ganadora del Premio del Jurado (Oso de Plata) en el Festival de Berlín. El film presenta tres historias diferentes protagonizadas por mujeres en distintos momentos de su vida. Cada capítulo es unitario, sin relación con los otros, pero sutilmente algo los une. A través de estos fragmentos el director desarrolla varios temas: la infidelidad, la sexualidad, las relaciones amorosas y, como plantea su título, el azar y la fantasía, abordándolos desde varias perspectivas y realidades. ¿Casualidad o destino? Muchas veces suceden cosas en la vida que cambian el rumbo de las cosas, algunas de forma positiva y otras no tanto. En otras ocasiones simplemente un hecho fortuito puede llevar a replantear el presente. Sin importar qué, cada persona afronta esos momentos de forma diferente y esto es con lo que juega este film. Mujeres con sus pasados, preferencias, miedos, anhelos que por razones inexplicables quedan frente a un nuevo camino que recorrer. El Texto y los actores son la base de esta película, pocos escenarios, pocos personajes, todo recae en las espaldas de los intérpretes y su capacidad para reproducir de forma excepcional las líneas escritas por el mismo Ryûsuke Hamaguchi, quien al cumplir el doble rol director-guionista logra sacar todo el potencial de su obra. “La Rueda de la Fortuna y la Fantasía” es una gran exponente del cine de autor, un film tan interesante como hermoso que merece la oportunidad de llegar al público y que, por supuesto, más de uno disfrutará.
La Rueda de la Fortuna y la Fantasía es una película de conversaciones lánguidas y prolongadas que pueden resultar tediosas para aquellos espectadores que estén acostumbrados a catarsis bien enunciadas
Con una estructura episódica, en donde los personajes protagónicos utilizan la palabra, cada vez menos valorada en el cine, claro, como vehículo para transmitir emociones y sensaciones frente a los encuentros que el guion les propone, Ryūsuke Hamaguchi, reciente ganador del Premio Oscar a la Mejor Película Extranjera por Drive my car, desarrolla una magnética y poética propuesta en donde la imprevisibilidad del accionar de sus personajes genera más empatía para seguir sus pasos, mientras las coincidencias, de la fortuna y la fantasía, los abrazan.
El reciente ganador del Oscar a Mejor Película Extranjera con su film «Drive My Car» fue, además, el responsable de este otro relato titulado «La Rueda de la Fortuna y la Fantasía» («Guzen to Sozo») que también fue presentado el año pasado. Quizás en apariencia esta obra parezca menor en comparación con la otra, sin embargo, también deja entrever lo maravilloso que es Hamaguchi como narrador y la sinceridad que le imprime a sus historias. Ryûsuke Hamaguchi («Happy Hour», «Asako I & II») está pasando por un gran momento. Además de haberse llevado el reconocimiento de la Academia de Cine y Ciencias de Hollywood, también obtuvo el Oso de Plata en Berlín por el film que este jueves llega a las salas argentinas. El largometraje compone un tríptico de historias cortas, protagonizadas por personajes femeninos que van experimentando una serie de coincidencias o hechos fortuitos que las llevan a tomar decisiones y/o convivir con ellas. La primera historia se titula «Magic» y nos relata una amistad entre dos mujeres que parecen coincidir en un triángulo amoroso, la segunda «The Door Wide Open» aborda un plan entre dos amantes para tenderle una trampa a un profesor universitario y el tercero titulado «Once Again», cuenta un encuentro entre dos viejas compañeras de facultad que resulta ser un completo malentendido. Obviamente, que estas breves líneas no son más que la superficie de estos tres relatos de alrededor de 40 minutos de duración que buscan profundizar en el mundo femenino, con la habitual solidez a la que nos tiene acostumbrados Hamaguchi, y priorizando ese halo de cotidianeidad que abrazan sus relatos. No obstante, estas tres historias son atravesadas por las coincidencias o la «fortuna» como dice el título internacional, así como también cierto halo de fantasía (a veces literal como en el tercer episodio, a veces de forma más abstracta como en los dos previos) e imprevisión que atraviesan sus personajes. Generalmente las películas compuestas por distintas historias autoconclusivas tienen la particularidad o la desventaja de resultar bastante irregulares por el solo hecho de estar compuestas por historias que pueden atraer más o menos al espectador, lo cierto es que en esta ocasión esto no sucede y Hamaguchi logra mantener tanto su estilo en las tres historias como un mismo tono en la totalidad del largometraje, aprovechando para transmitir su percepción del mundo femenino a través de las épocas (todos los relatos además de presentar coincidencias y las cosas antes mencionadas, tienen en común hablar de las relaciones a través del paso del tiempo). Con ciertos pasajes que recuerdan al cine de Hong Sang-Soo en la forma en que nos describen largas charlas entre sus personajes y la habitual sensibilidad con la que suele abordar a sus personajes, Hamaguchi demuestra que incluso en estas historias cortas y pequeñas vuelve a reflexionar sobre temas complejos (cuasi existenciales) con una naturalidad que pocos directores suelen alcanzar. Un director para seguir descubriendo y un mundo de historias para apreciar con detenimiento.
El origen de esta película del realizador japonés que acaba de ganar un Oscar con Drive My Car fue una conversación con Mary Stephen, montajista habitual de las películas de Éric Rohmer, cineasta francés que es una influencia evidente para él. Stephen le contó a Ryūsuke Hamaguchi que a Rohmer le gustaba mucho el cortometraje como formato narrativo, y esa constatación lo impulsó a producir las tres historias de unos 40 minutos que integra La rueda de la fortuna y la fantasía, con personajes y situaciones diferentes pero un hilo conductor relacionado con el rol determinante del azar en la vida cotidiana. Los tres están protagonizados por mujeres en proceso de una búsqueda que nunca aparece del todo explicitada. Todas parecen perturbadas por esos cuestionamientos y todas terminarán envueltas en tramas en las que resultan claves las coincidencias y casualidades. Todas también manifestarán de distintas maneras su individualidad, un asunto central en el cine de Hamaguchi: “En la sociedad japonesa no es habitual subrayar la propia identidad y oponerla a la identidad del grupo. Está considerado un signo de egoísmo y arrogancia. Me resulta agobiante la represión del individuo que impera en mi país”, declaró el director cuando se estrenó este film en Europa. Las referencias de Hamaguchi no se agotan en Rohmer. La inclinación por filmar a los personajes mientras viajan remite a la obra de Abbas Kiarostami y Wim Wenders, dos verdaderos expertos en escenas en el interior de automóviles. Muchas veces, las relaciones entre ellos se modifican en sintonía con los cambios que experimenta el paisaje: de ese tipo de sutilezas están cargadas las películas de este realizador de 43 años que también admira a Quentin Tarantino, Wong Kar-wai y John Cassavetes, tres cineastas mucho más explosivos y barrocos que él. En Magia, Puerta abierta y Una vez más, los tres movimientos de esta delicada suite cinematográfica que también tiene sus picos de intensidad, hay pequeñas epifanías provocadas por el trabajo a conciencia con la palabra compartida, más que por alguna revelación mágica o inesperada. Lo más importante en esta trilogía es lo que cuentan sus protagonistas, incluso por encima de lo que sucede en concreto, y la puesta en escena es siempre rigurosa y austera: apenas algún zoom para reforzar un clima, una sensación en planos por lo general estáticos donde la alteración de la lógica suele provenir de una mirada a cámara que ya es un sello en el estilo del director. Aunque a primera vista esas mujeres atravesadas por los conflictos existenciales de los tres relatos parezcan excesivamente centradas en sí mismas, es justo notar que pueden aliviarse, al menos pasajeramente, gracias a la interacción con los demás: en el encuentro final del último capítulo, las dos protagonistas juegan a desdoblarse a sí mismas, encarnando el papel de una desconocida que les permita aproximarse a la otra. Es una escena magnífica, un epílogo muy emotivo ejecutado con la gracia de la música de cámara.
El realizador japonés ganador del Oscar a Mejor Película Internacional por “Drive my car” (2021) ofrece una película compuesta por tres episodios, independientes entre sí, atravesados por una red de casualidades, equivocaciones y conexiones. La rueda de la fortuna y la fantasía (Guzen to sozoakaÂ, 2021) tuvo su estreno en el Festival de Berlín 2021, donde ganó el Gran Premio del Jurado, apenas unos meses antes que Drive my car, presentada el mismo año, se hiciera con el premio al mejor guion en el Festival de Cannes y eclipsara por completo a una obra notable en la que Ryûsuke Hamaguchi (Asako I & II) vuelve a demostrar una innegable capacidad para crear atmósferas emocionales, de infinitas posibilidades, a partir del empleo de imágenes naturalistas, diálogos formidables, largas escenas y un impecable desarrollo de personajes. La primera de las historias cortas que componen este film colectivo presenta a una joven hablando con una amiga durante un viaje en taxi luego de una sección fotográfica. Le cuenta que conoció a un hombre que podría ser el amor de su vida. A medida que el relato avanza se devela que en realidad ese hombre no es otro que el ex novio de la mujer que escucha. En el segundo episodio, una estudiante de literatura en la universidad le tiende una trampa a un profesor. Al enterarse de que recibió un importante galardón por una novela, acude a su despacho para hablar del libro, del que lee en voz alta un largo fragmento erótico. La conversación resulta académica, pero por el azar tendrá un desenlace impredecible. Finalmente, en el tercer capítulo, una mujer asiste a un reencuentro de egresados. Pero la única persona que quería ver, su mejor amiga de entonces, no fue. Decide irse y en la calle la encuentra, o al menos eso cree. El planteo de cada uno de los cortometrajes que componen esta trilogía de relatos sobre la insatisfacción, protagonizados por personajes femeninos que se cruzan en espacios determinados y se relacionan en breves lapsos de tiempo, parte de una situación que estando bajo un aparente control termina desbordada frente a la intervención del azar, una fuerza que se torna imprevisible, generando caos o una mejora del contexto. Hamaguchi, que parte de la cotidianidad para distorsionar el realismo y convertirlo en una serie de juegos de representación e imaginación, logra con La rueda de la fortuna y la fantasía un magnífico ejercicio narrativo, un tríptico de historias independientes entre sí, pero con una misma estructura tripartita (breve introducción, largo nudo y breve desenlace con efecto sorpresa), unidas por el azar y el talento de un realizador que rechaza los límites del cine.
Una galería de encuentros inesperados El cineasta, flamante ganador del Oscar a la Mejor Película Internacional, presenta aquí una trilogía de historias atravesadas por el azar, el deseo, los amores pasados y presentes. 2021 fue el gran año de Ryusuke Hamaguchi, coronado hace apenas unos días con el Oscar a la Mejor Película Internacional para Drive My Car (ver crítica aparte). Pero apenas tres meses antes del estreno mundial en el Festival de Cannes de su último largometraje, que tiene su lanzamiento en la plataforma MUBI (ver crítica aparte), el realizador japonés presentó en Berlín La rueda de la fortuna y la fantasía, film de ninguna manera menos ambicioso que la adaptación de los relatos breves de Haruki Murakami. Como antes lo hicieron otros cineastas en la historia del cine, Hamaguchi se amolda al formato de la “antología” de relatos, absolutamente independientes en términos narrativos pero unidos por un tema o concepto unificador, aunque en este caso el código no sea tan sencillo de descifrar. En las tres historias, sin embargo, existen encuentros inesperados entre los personajes principales, en su gran mayoría mujeres, algunos casuales, otros todo lo contrario. El azar y la causalidad son aquí amos y señores, aunque no menos que el deseo, los amores presentes y pasados y el erotismo. Tesis de fácil comprobación: el automóvil como unidad de espacio para la conversación íntima está presente en la mente creativa del director de Asako I & II y Happy Hour desde hace bastante tiempo. En el primer cuento, titulado Magia (o algo menos tranquilizador), un viaje en taxi de dos compañeras de trabajo es la excusa para la confesión en primera persona del comienzo de un romance. El hecho de que el joven en cuestión no sea en lo más mínimo un desconocido para la oyente de la anécdota dispara el centro emocional de lo que ocurre a partir de ese momento. Hay algo del cine Éric Rohmer y, por extensión, del de Hong Sang-soo, y un zoom violento hacia el rostro de uno de los personajes ofrece un guiño directo al realizador coreano, una filiación de la cual Hamaguchi desea dejar constancia filmada. El doble final destaca la posibilidad de la fantasía (¿cuál es el real, si tal cosa existe?), al tiempo que la angustia y el reproche le cede (¿o no?) el lugar a la reconciliación con los acontecimientos del pasado y el futuro. La segunda historia, Una puerta totalmente abierta, es la obra maestra del tríptico. Un alumno despechado desea vengarse de su profesor, que anda disfrutando de un súbito éxito luego de la publicación de una novela. Para ello, el joven empuja a su amante, una maestra auxiliar varios años mayor que él, para hacerlo caer en la trampa del escarnio público. El núcleo del relato descansa en una extensa escena en el interior de la oficina del docente, mientras la joven lee en voz alta un pasaje sexualmente explícito del texto en cuestión. Hamaguchi hace gala de una gran maestría en el uso del suspenso cinematográfico, entendido este como un patrón rítmico de respiración entre planos, diálogos y miradas. El remate de Una puerta totalmente abierta llega bajo la forma de una coda, tiempo después del resto de los acontecimientos, un cierre perfecto e inesperado, en el cual nunca queda claro quién ha reído último y mejor en el esquema vengativo. Una vez más cierra La rueda de la fortuna y la fantasía con una trama que se acerca al tema del doble de una manera absolutamente novedosa. Una mujer regresa a su ciudad natal con la intención de reunirse con las excompañeras de escuela veinte años después del egreso. Hay un detalle no menor que impide prácticas hoy cotidianas: un súper virus informático derribó el uso de Internet, por lo que los contactos humanos deben necesariamente volver a los modos del pasado reciente. En la estación de tren que la lleva de vuelta a Tokio, la protagonista reconoce a una compañera que no estuvo en el encuentro la noche anterior, cuyo vínculo en el pasado regresa como un torbellino de emociones. Aunque… no todo es lo que parece. Nuevamente, el azar mete la cola en el final, broche de oro de una trilogía de historias que demuestran, sin duda alguna, el enorme talento de Hamaguchi, uno de los cineastas indispensables del cine nipón contemporáneo.
Este filme viene precedido de premios y criticas elogiosas por demás, podría ser que la expectativa se apoye en que el otro filme del mismo director “Drive my Car” este en el grupo de películas nominadas al premio Oscar. La cual todavía no vi. Construido a partir de tres historias cortas, que tienen en común la variable del feminismo bien entendido, sin embargo el otro punto en común es más importante desde lo cinematográfico. Podría decirse que el contenido de las tres, o sea el guión literario, que intenta ser original pero no lo es, prepondera el contenido sobre las formas en cuanto a imagen. Los tres mediometrajes, duran aproximadamente 40 minutos cada uno tienen en común el casi nulo movimiento de la cámara. Todos son planos fijos, desde primerisimos primeros planos hasta generales, por momentos hay corrección en la toma, un pequeño paneo que deriva en rectificación del plano. Solo una vez en todo el filme existe un travelling lateral siguiendo a un personaje caminando sobre la vereda, da la sensación de haber puesto la cámara en un auto y acompañar al personaje. Asimismo hay travelling de seguimiento o anticipacion, pocos pero hay, el cuadro no se altera. En cuanto a las historias, la primera con el subtitulo de “Magia, o Algo Menos Certero” nos muestra a dos amigas en un taxi, (esto reza la sintesis argumental), luego de una sesión de fotografiá, en realidad son dos compañeras de trabajo, si fuesen amigas el verosímil se iría de paseo, donde una de ellas cuenta el encuentro con un joven que la lleno de expectativas, incluso narrando lo que este habla de su ex-novia y de su infidelidad. Luego de descender del vehículo, la pasajera oyente retorna en busca de su ex-novio, el mismo hombre que conoció su amiga. Cuanta originalidad. Ni siquiera el desenlace lo es. El segundo, cuyo sub titulo es “La Puerta Abierta” termina siendo el más interesante, convengamos que tampoco destila innovación, igualmente involucra a tres personas, dos hombres y una mujer. Ella es quien retorna a la facultad luego de varios años y se involucra con un joven que ha tenido problemas con un profesor, quien no le perdono una falta a la ética grave y de quien planea vengarse manipulando a la mujer. La característica de este profesor es que no permite que cierren las puertas de su oficina cuando hay mas gente dentro de ella, de ahí el sub titulo. Nada sale como fue planeado, lo fortuito se hace presente. El tercer episodio, “Una Vez Más”, podría catalogarse como inverosimil, una leyenda aclara que en 2019 un virus produjo un colapso en la web, no hay mas secretos, el mundo se desconecto de internet, produciendo un retorno al correo tradicional y al telégrafo. Esto mismo fue lo que produjo desocupación y una caída en la oferta laboral a nivel mundial. (ni quiero pensar los estragos en Argentina si esto ocurriera). Una mujer retorna a su ciudad natal para el encuentro de egresados de su generación, 1998. Su intención es la clara búsqueda de encuentro con otra persona, situación que se frustra. Al día siguiente, en la estación de tren para retornar a Tokio, se cruza con la persona buscada, o eso parece, en principio. En medio una escena en un restaurante que no tiene ninguna trascendencia narrativa. ¿? Todo lo que ocurre a posteriori transita entre lo inverosímil, lo no creíble y el ridículo, mas allá de querer instalarlo como un juego posible. Todos los segmentos están unidos por una pieza musical empática, ejecutada en piano, es lo único en cuanto banda de sonido, ya que el diseño sonoro, de buena resolución, va de la mano de la estética instalada desde las imágenes. Por supuesto que para instalarse dentro de lo que hoy se considera políticamente correcto, debe presentar una historia donde la homosexualidad se haga presente, aunque carezca de toda trascendencia. Uno de los personajes se llama Kobayashi, igual que el secuaz del Kaiser Soce en el filme “Los Sospechosos de Siempre” (1995), aunque sospecho que debe ser un apellido común en Japón, no cuadra interpretar nada. En realidad el filme no aburre, los diálogos, algunos no tan trillados, mantienen el interés del espectador, también las actuaciones, pero termina siendo, a mi parecer, lo mas cercano a teatro filmado.
Contada en 3 partes esta colección está protagonizada por mujeres que han vivido una historia atravesada por tanto elecciones cómo arrepentimientos. Un triángulo amoroso, un engaño fallido y un encuentro que resulta ser un malentendido. Eso es lo que verán en esta película “La rueda de la fortuna y la fantasía” es un largometraje japonés escrito y dirigido por Ryusuke Hamaguchi. Fue estrenado en la edición 71° del Festival Internacional de Cine de Berlín el 4 de marzo de 2021. Con un estilo simplista estamos ante una antología romántica con toques de drama. Dentro de esta película hay 3 historias diferentes que tienen entre 2 y 3 personajes cada una. El eje principal es la relación o la no relación entre los involucrados en el relato y trae a colación temas importantes tales cómo el engaño, la homosexualidad, entre otros. Las actuaciones son tranquilas donde no hay grandes exageraciones. Lo que sienten los personajes parece genuino, eso habla de un buen trabajo por parte de los actores y del director. Me gustó el estilo de edición ya que se ponía el foco en la historia y no tanto en los cambios de plano. Durante la mayor parte del tiempo se mostraba a los personajes teniendo una conversación en escenas muy largas que tomaban gran parte de la historia. No es para cualquiera, pero estoy segura de que los amantes del cine van a ver una excelente obra en su simpleza y su estilo dramático. Actualmente se encuentra disponible en cines.
Para el director y guionista Ryusuke Hamaguchi estas tres historias de mujeres contemporáneas que transcurren en Tokyo son de “coincidencia e imaginación (…) una manera de considerar lo excepcional como la esencia del mundo”. Es lo que declaró cuando ganó el Oso de Plata en Berlín. Son historias donde lo imprevisto, la moneda que puede caer de un lado o del otro como imagino Woody Allen, construye una relación intensa, fundamental en la vida de las protagonistas. Quizás porque asimilar lo fortuito como entendimiento de la naturaleza humana es posible en sus manos, para construir con paciencia y calma momentos cruciales en esas existencias pobladas de angustia, egoísmo, complejidad de caracteres. Y el resultado puede ser deliciosamente cálido y comprensivo, desastroso por circunstancias inesperadas o gozosas aunque nazca de la confusión. Según los tres movimientos en que divide esta película el resultado para el espectador es entrañable y siempre lúcido. Un triángulo amoroso insospechado de tiempos presentes y pasados que se resuelve de manera dual, con una apelación a un mínimo de generosidad que los humanos pueden ejercer, ocupa la primera parte. La segunda es una trampa de seducción, ejercitada por una mujer presionada para que su joven amante tenga una venganza. Aquí el erotismo, la emoción que emanan las palabras pueden más que las malas intenciones, pero el destino final resulta más destructivo que cualquier plan. Y por último una historia de reconocimiento y duplicaciones que deriva en un fuerte sentimiento de reparación. Mujeres contemporáneas inmersas en sus mundos de conflictos y amores, deseos y alivios existenciales. Una película resuelta con maestría y mano segura en la comprensión de cada personaje, de cada movimiento, de cada situación, con un resultado delicado, sorprendente y por momentos fascinante.
Sin duda este es un gran momento en la carrera de Ryûsuke Hamaguchi. Una temporada de cosecha que se vio coronada recientemente por el Oscar a Mejor Película Extranjera para Drive my Car, algo que no sorprendió a nadie dado ya que era a todas luces la favorita. Este consagrado film es uno de los dos que el realizador japonés estrenó en 2021. El otro es este La rueda de la fortuna y la fantasía que ahora nos ocupa. Hamaguchi no es un desconocido para el cinéfilo local, de hecho La rueda… se dio a conocer en la edición del año pasado del Bafici, pero es recién ahora que uno de sus films se estrena en salas comerciales argentinas, y además con apenas un par de semanas de diferencia al de Drive my car en la Sala Lugones. Los focos que inevitablemente caen sobre Drive my Car podrían hacer pensar un destino de segundo plano, de hermana menor para La rueda… Esto no sería ni justo ni correcto, ya que este último film ha tenido también un recorrido exitosos en festivales (entre otros se hizo con el Gran Premio del Jurado en Berlín), obtuvo un importante consenso crítico y fue incluido en varias de las listas de lo mejor del 2021 junto a otras películas consagradas como… Drive my Car. La rueda de la fortuna y la fantasía es un film en episodios. Tres historias independientes cuyo nexo no es evidente a primera vista sino más cerca del final del recorrido. Lo que sí es claro de movida es que los tres están protagonizados por mujeres. Si bien dos de ellos tienen varones en papeles relevantes son las mujeres las que llevan adelante el relato y es su perspectiva la que predomina. Una joven escucha de una amiga el relato de una prometedora primera cita con un hombre, una estudiante intenta ayudar a un compañero a tenderle una trampa al profesor que lo humilló, dos mujeres se reconocen en la calle como ex compañeras de secundaria. En los tres episodios están presentes temas como el amor, el peso de las decisiones, la frustración y el desengaño. El otro elemento fundamental presente en todas las historias es el azar. Las circunstancias pueden producirse o reformularse por pura casualidad. Las protagonistas creen saber dónde están paradas y hacia dónde se dirigen y una simple coincidencia, un error o un malentendido pueden producir un vuelco inesperado, dispararlas a terreno desconocido y obligarlas a recalcular. El título del film sugiere algo de esto con la rueda de la fortuna como metáfora de las vueltas imprevistas del destino. Pero también con la fantasía en tanto salida posible: un qué pasaría si, un pacto erótico, un juego de roles. Estos giros inesperados, casi jugarretas del destino, no aparecen como algo rebuscado o inverosímil sino como un devenir perfectamente plausible. Esto se debe en buena a parte a la naturalidad con la que los personajes se acomodan a las nuevos escenarios tras un primer remezón, a la precisión y la ausencia de subrayado en la dirección de actrices y actores y a una puesta en escena austera donde son los diálogos los que tienen preponderancia y donde se reservan para lugares específicos ciertos recursos como pueden ser un notorio zoom (casi una herejía en el cine contemporáneo) que se presenta en cada episodio en un momento decisivo. Posiblemente los únicos lugares donde algo se resalta de manera ostensible. Hamaguchi se mete con estos temas universales alejado de cualquier muestra de pretensión y solemnidad. El interés nunca decae y se relanza con cada nuevo giro. Hay a lo largo del film un tono de melancolía que se da por la sensación de pérdida, por lo que es y lo que podría haber sido, mientras el realizador siempre muestra para con estas mujeres, obligadas a jugar con las cartas que le van tocando, una mirada humana y empática.
Con algunas películas, todo se trata de la edición: un desfile enérgico de imágenes sorprendentes acompañadas de una partitura cinética. Y luego están películas como Wheel of Fortune and Fantasy (La Rueda de la Fortuna y la Fantasía) y Drive My Car, de Ryûsuke Hamaguchi, en las que la cámara se queda quieta y observa a los artistas mirándose unos a otros mientras hablan, porque la conversación es la verdadera protagonista. Las escenas de diálogo largas, estáticas, significan que cada pequeño zoom, edición o panorámica llama la atención en el momento indicado, destacando el cambio en la mirada del director. Películas como ésta sacan a relucir el voyeurismo esencial del cine.
El poder del deseo. Ryūsuke Hamaguchi, el director recientemente premiado con un Oscar a Mejor película extranjera por Drive my car, acaba de estrenar en Argentina La rueda de la fortuna y la fantasía, opus previo pero con copyright en el mismo 2021. Mediante tres historias distintas, el japonés Hamaguchi sumerge al público en distintos tópicos: la coincidencia, el paso del tiempo, la melancolía, la lujuria y el deseo. Estas aristas estarán presentes en cada uno de los capítulos que divide la película La rueda de la fortuna y la fantasía e invitan a reflexionar al propio espectador sobre sus vivencias y las consecuencias de cada acción que ha marcado su vida. El rol femenino juega un papel fundamental en la película, ya que las historias tienen protagonistas a mujeres, que, con sus diversos matices y roles en los capítulos, van a mostrar sus formas de enfrentarse al pasado, al arrepentimiento, a sus propios impulsos y como esto indefectiblemente marca un antes y después en cada una de ellas. El guion es realmente profundo, se anima a exponer sentimientos complejos para exteriorizarlos y cada una de las actrices lo hace muy bien, desde los celos, hasta la inseguridad en sí mismas y la certeza de haber tomado el camino equivocado durante mucho tiempo. Sin embargo, si hay algo que todas tienen en común es el deseo, ya sea por reflotar una relación dañada, mantenerla a flote, o reencontrarse con un ser amado. Este fuerte sentimiento irrumpe de repente en la vida de cada una de ellas y es un impulso imposible de negar y el cual va a ser el gran disparador del film. El director cuenta que estos tres capítulos forman parte de un total de siete, cuyos disparadores son la coincidencia y la imaginación, un elemento clave que se podrá notar en cada historia puntual. La imaginación, lo inesperado y lo frustrado, forman una parte crucial dentro de la obra, lo que la hace más que interesante, desde el punto en que toca el inconsciente de cada espectador. Desde la dirección se nota la convicción con la cual se llevó a cabo la realización, ya que además de ser su director, Ryūsuke Hamaguchi es el guionista y creador de esta obra. Estéticamente está muy bien formada, mostrando distintos puntos de Japón, desde los suburbios hasta una moderna oficina, aunque quizás la mejor escena es una conversación en el interior del asiento trasero de un auto. La rueda de la fortuna y la fantasía sintetiza un drama más que interesante para explorar los sentimientos que post pandemia, como en algún momento de la película lo sugiere, se han dejado florecer y tienen la necesidad de salir a la luz. Requiere paciencia y atención, para poder sacar el máximo jugo de esta experiencia de dos horas, pero sin dudas vale la pena inmiscuirse en una trama compleja que cuando muestra una punta del hilo por donde puede virar la trama, realiza un giro inesperado y toma otro rumbo.
Dirigida por Ryûsuke Hamaguchi, realizador japonés recientemente galardonado en los Premios Oscar por “Drive My Car”, confluye aquí tres historias diferentes, protagonizadas, en mayor grado, por personajes femeninos. La mirada de mujer omnipresente abundará en vínculos afectivos que, en su independencia individual, poseen un hilo conductor insoslayable. Cineasta de profusa trayectoria, Hamaguchi se volvió conocido en occidente gracias a “Happy Hour”, apostando aquí por reflejar instantes de una vida escenificados con espíritu poético y una intervención minimalista. “La Rueda de la Fantasía y la Fortuna” es una historia sencilla de magia intrínseca, que descansa en la potencia de la sensación. Transitan la pantalla personajes que guardan aspectos de su pasado por clausurar; los pesos se acarrean hasta quebrarnos, las heridas no acaban por cicatrizar. Hay en el presente episódico film un dejo del cine de Eric Rohmer. Podemos constatar cierta búsqueda formal concreta en una estética y fotografía naturalistas, que persiguen un matiz orgánico. La cámara intimista maneja el ritmo narrativo adecuado, camino a la profundidad reflexiva. La vida es una metáfora del propio artificio orquestado. La profundidad de este film oriental, lejos del clasicismo nipón, dialoga en el ir y venir cronológico. Los monstruos sagrados Rossellini, Kiarostammi y Linklater conviven entre planos suspendidos que anulan toda superflua acción. Solo importan los gestos y la autenticidad de un sonido que nos referencia tiempo y espacio, mientras las conversaciones entre personajes van incrementando la noción de aspectos particulares. Se lleva a cabo un problemático recorrido a través de la naturaleza de ciertas dinámicas sociales. Destaca, con sensibilidad, el abordaje al deseo de una mujer contemporánea sin anhelos de maternidad. La obra apuesta, con desigual acerito, a una intensidad filosófica que da cuerpo a la conquista cinematográfica con un tono casi mimético.
Ryusuke Hamaguchi dirige este filme que resultó ganador del Gran Premio del Jurado en el Festival de Cine de Berlín (2021). El filme rodado enteramente en Tokyo se divide en tres historias que si bien no tienen una estrecha relación o continuidad, hablan del amor, del azar y de la identidad en distintos tonos en un rango que va de la comedia a la tragicomedia, y de cómo el entrecruzamiento del amor y del azar transformará para siempre la vida de los protagonistas con mayor o menor fortuna… MAGIA Meiko (Kotone Furukawa), modelo publicitaria, y Gumi, productora de comerciales, después de una sesión de fotos, coinciden en un viaje en taxi en donde Gumi le cuenta, con lujo de detalles, sobre un hombre que conoció por medio de un chat. A medida que la conversación avanza, Gumi le confiesa que siente algo mucho más fuerte que una cierta afinidad con el hombre con el que ha mantenido conversaciones virtuales, pero que aún no conoce personalmente. Lo que hace que Gumi se sienta atraída por él es en parte algo que los une, el duelo, él se está recuperando de una relación con una misteriosa mujer que parece haberlo dejado muy herido. Meiko, a través del relato de Gumi, recuerda a su propio ex, e intrigada por la aparente coincidencia, en un ataque de celos irá a visitarlo… LA PUERTA BIEN ABIERTA Sasaki (Shouma Kai) se siente frustrado y quiere vengarse del profesor Segawa (Kiyohiko Shubukawa) que ha arruinado sus planes académicos. Segawa, además de catedrático es un escritor que acaba de ser galardonado por su última novela. Por este motivo Sasaki le ruega a Nao (Katsuki Mori), su amante que lo supera en años y responsabilidades, es casada y tiene una hija, que se presente ante Segawa en la universidad y lo seduzca para vengarlo. Nao se niega en un principio pero luego accede, se presenta ante Segawa para pedirle que le firme un autógrafo en la página más erótica de la novela y comienza a leer esas páginas en voz alta con el fin de tentarlo. Por eso mismo Segawa toma las precauciones del caso y le ruega que deje la puerta bien abierta. Sin embargo, luego de la lectura y de una breve pero reveladora charla el entendimiento entre el novelista y la vengadora resulta tan fuerte que Nao desistirá llegado el momento de llevar a cabo la venganza. Luego de la conversación que mantienen descubren semejanzas y coincidencias tan sorprendentes como inesperadas por lo que se establece entre ambos una poderosa conexión que ni Nao ni Segawa a partir de entonces serán los mismos. Sin embargo, transcurrido cierto tiempo, aquí el azar jugará de manera algo tortuosa, y por demás irónica, terminará torciendo los destinos de los dos protagonistas de forma tan arbitraria que resultarán modificados de manera algo absurda y por demás trágica… UNA VEZ MÁS Moka (Fusako Urabe) viaja en tren de regreso a su casa de una reunión de ex compañeros de secundario, cree reconocer en una mujer con la que se cruza en la estación de tren a un antiguo amor de colegio al que no veía desde entonces. Moka la saluda con entusiasmo y afecto, y Aya/Nana (Aoba Kawai) la mujer que aparentemente fue su primer amor, en retribución, la invita a su casa a tomar té. En el medio de la charla a través de una contrastación de nombres y lugares caen en la cuenta de que se encuentran frente a un no tan irremediable malentendido. Sin embargo, el desencuentro real dará origen a un verdadero reencuentro imaginario en el que ellas interpretarán cada una su papel y pondrán en escena un encuentro que si bien está más allá de lo real, les resultará más cercano a sus sentimientos… Si en el segmento “Magia” la coincidencia es una cuestión de azar que une y contribuye a propiciar el encuentro de las partes interesadas, la posibilidad de volver atrás el tiempo, le otorga a la protagonista la oportunidad de dejar de lado los celos y la mezquindad y aprovechar la situación a su favor como un acto de redención o de reparación; en “La puerta bien abierta”, el azar, que se invierte y revierte en un solo instante, el tiempo justo que toma presionar la tecla ENVIAR, actuará como una fuerza corrosiva que hará estragos en la vida de los personajes. En “Una vez más”, sin embargo, el capítulo más logrado, quizás porque se trata de una situación imaginaria, nos prueba que los sentimientos si son verdaderos pueden aflorar en cualquier circunstancia y lugar, incluso en las situaciones más inesperadas y con las personas menos pensadas…
¿AZAR O DESTINO? Ryusuke Hamaguchi goza de cierto prestigio dentro de la cinefilia desde -por lo menos- 2015, cuando sorprendió a todos con Happy hour. Sin embargo, 2021 significó su verdadero apogeo: además de la multipremiada Drive my car, el cineasta nipón estrenó La rueda de la fortuna y la fantasía, un tríptico que -de un modo bastante intimista- aborda una serie de episodios amorosos de tres mujeres japonesas. Atravesadas, como bien indica el título de la película, por la fantasía y la fortuna, las distintas historias exploran a su manera la irrupción de estas fuerzas divinas en la cotidianidad de las protagonistas y de qué manera se relacionan con su pasado (una constante en la filmografía del japonés). Pese a la disonancia argumentativa entre cada una de las historias, Hamaguchi logra mantener un equilibrio tanto temático como estilístico durante todo el metraje, lo cual vuelve realmente ameno su visionado. Este aspecto -a priori- elemental suele ser el principal inconveniente de numerosas antologías (como la reciente La crónica francesa), donde a medida que avanzan las historias, lo hace también la confusión. Ya desde el estreno de Parasite en 2019, los premios Oscar -y por ende, parte del público- han posado su mirada sobre el cine oriental. Y prescindiendo del evidente discurso político que se esconde detrás, quien escribe celebra que gracias a esto películas como La rueda de la fortuna y la fantasía lleguen a los cines de nuestro país.
El director japonés de «Drive My Car» narra tres historias protagonizadas por mujeres y centradas en desencuentros amorosos y en rol del azar en la vida cotidiana. El realizador japonés de HAPPY HOUR parece venir reduciendo cada vez más la dimensión de sus películas. De ese film de casi cinco horas que lo consagró a este que cuenta tres historias separadas de unos 35-40 minutos cada una parece haber una gran diferencia. Pero en los hechos no es tanta. Ambos films son dramas personales, de parejas y relaciones, de secretos y mentiras, con personajes femeninos fuertes y una mirada centrada en las complicaciones y misterios de este tipo de situaciones. Pese a tratarse de un drama psicológico –más bien de tres–, WHEEL OF FORTUNE AND FANTASY tiene, como su título parece discretamente indicarlo, algunos elementos que pertenecen al ámbito de lo fantástico. A primera vista uno podría decir que se trata de su película más claramente relacionada con el cine de Hong Sangsoo o, yendo más lejos, con el de Eric Rohmer. Y si bien hasta se da el lujo de hacer un guiño a los que leen esa referencia con un par de bruscos zoom a primeros planos, hay algunas importantes diferencias en su manera de trabajar este tipo de relaciones personales con el cine del realizador coreano y muchas más aún con el del francés. Diferencias que, finalmente, permiten dar por sentado que estamos ante un realizador con recursos formales y obsesiones temáticas propias. El primero de los tres episodios (titulado «Magic (or Something Less Assuring)«) se centra en un triángulo amoroso. Dos amigas viajan en taxi y una de ellas le cuenta a la otra, Meiko, la cita que acaba de tener con un hombre que le gustó. Mientras más detalles le da sobre el tipo, Meiko se va dando cuenta que le está hablando de su ex, con el que aún tiene una relación un tanto tormentosa tras una infidelidad de ella unos años atrás. No le dice nada pero cuando su amiga se baja se va a la casa del hombre a encararlo al respecto, generando una tensa situación que tendrá una resolución inesperada. El segundo episodio (titulado «Door Wide Open«) presenta a un alumno que, enojado por el éxito literario de un profesor universitario suyo que lo reprobó bruscamente tiempo atrás, planea una extravagante venganza al «mandarle» a una mujer –que es amante suya, casada y bastante mayor que él– con intenciones de manipularlo sexualmente de una manera inesperada. El asunto no sale como estaba planeado y, aquí también, las consecuencias serán bastante sorprendentes. El tercer episodio (titulado «Once Again») tiene una interesante premisa que sirve como marco: en un futuro cercano un virus entró a internet de un modo tal que obligó a todo el mundo a dejar de usarla y volver a las prácticas previas. Aquí lo que se narra es la visita de una mujer a su ciudad natal para un encuentro con viejos compañeros de colegio a los que dejó de ver hace veinte años. Al llegar a la estación para irse a Tokio se topa con una mujer y reconoce en ella a una compañera/amante de la escuela que no estuvo en la reunión. La mujer la invita a su casa y allí descubrirán, bueno, que las cosas no son exactamente lo que parecen. Más allá de sus diferentes historias y tramas específicas, los tres cortos de LA RUEDA DE LA FORTUNA Y LA FANTASIA proceden de una manera similar en cuanto a sus esquemas narrativos, con saltos amplios de tiempo internos (que a veces funcionan a modo de coda), giros que pertenecen al territorio de lo mágico/fantástico y una o dos escenas claves, centrales y extensas, en las que los temas principales se van descubriendo en conversaciones de a dos. Son azarosas historias de amor y desamor, de frustraciones, de venganzas, de dobles, de intentos de recuperar a personas queridas, de sensaciones compartidas con extraños y de sentimientos que no se van, más allá de que los personajes pretendan negarlos. Los personajes principales (siempre femeninos) pueden, de entrada, parecer algo fríos o demasiado egocéntricos pero, cuando se enfrentan a situaciones complicadas, empiezan a revelar fragilidades e intentos de encontrar dentro de sí recursos para empatizar con los otros. El tercer corto es el que mejor funciona: un cuentito perfecto de desencuentros y reencuentros con un cierre notable y muy emotivo. El primero es igualmente fascinante aún cuando algunas de las actitudes de la protagonista generen, por momentos, cierta exasperación. Y el segundo arranca muy bien, parece caer en un raro pozo narrativo pero tiene un inquietante cierre y una angustiante coda. Se trata de otro notable trabajo que sigue demostrando que el realizador de ASAKO I & II es uno de los realizadores más interesantes –ya no promisorios– de la actualidad.
Con una carrera de casi dos décadas, Ryûsuke Hamaguchi logró su máxima fama con su película Drive My Car (2021), por la cual ganó premios en todo el mundo, incluyendo el Oscar a mejor película extranjera. Pero otro film, comenzado antes, La rueda de la fortuna y la fantasía (Gûzen to sôzô, 2021) pudo también estrenarse en muchos países, aprovechando el éxito del otro título. La película está conformada por tres historias. En realidad, estos tres relatos fueron diseñados como tres de un grupo de siete que ya estaban escritas. Las primeras dos se rodaron en el 2019 y la tercera a mediados del 2020, cuando el rodaje de Drive My Car se vio interrumpido por la pandemia. Aunque con los años estas anécdotas se irán olvidando, es notable cómo una parte de la historia del cine se vio afectada de forma significativa. La rueda de la fortuna y la fantasía es una colección de historias protagonizadas por personajes femeninos. No son historias conectadas narrativamente, pero sí por sus temas. El azar, claro, tiene una importancia dentro de la trama. Pero también hay muchos otros temas que convierten al film en una delicada, inteligente y a la vez cinematográficamente bella. Aunque crezca a la sombra de Drive My Car, sin duda es mejor película que esta.
El japonés Ryusuke Hamaguchi debe de ser de las revelaciones más importantes del cine actual y un director que viene ganando una creciente aceptación crítica mundial. Su película Drive My Car le valió el Oscar a mejor película extranjera en 2022, suceso que opacó a nivel mundial el estreno de esta La rueda de la fortuna y la fantasía, lanzada en 2021, y que quizá sea tan buena como la otra, o incluso mejor. Hamaguchi se alza, con esta película, como un sucesor de un estilo naturalista y casual que pulieron y perfeccionaron Éric Rohmer y Jacques Rivette, y cuyo mayor heredero fue hasta el momento el coreano Hong Sang-soo.