Los años ¿maravillosos? El cine francés sigue regalándonos auténticas radiografías veraces sobre el estado actual de su sistema educativo. Títulos que no deberían pasar desapercibidos para los amantes del buen cine social como Entre los muros (2008), de Laurent Cantet, Ser o tener (2003) de Nicholas Philibert o la más dicharachera Los coristas (2004) de Christophe Barratier son solo la punta de lanza de un género en el que el país galo sobresale y de qué manera. El director francés Rudi Rosenberg se apunta a la corriente y consigue plasmar en su primer largometraje todo aquello que ya se vislumbraba en sus dos cortos anteriores: 13 ans (2008) y Aglaée (2010). En ambas obras de iniciación se centró en el convulso mundo de la adolescencia para hablarnos de sentimientos y rechazos, bien en la figura de un chaval enamoradizo que no duda en robarle el diario a su objeto de amor y deseo o bien en la cruel peripecia de otro jovenzuelo que tendrá que pedir a una chica discapacitada si quiere ser su novia como pago de una apuesta perdida.
Nadie quiere ser el nuevo en el colegio. Nadie quiere cargar con el estigma de ser el recién llegado, ese al que todos apuntan con el dedo. Y muchos menos nadie quiere esforzarse por caer bien cuando saben, que en el fondo, siempre algún estigma o estereotipación penderá de ellos cual espada. Rudi Rosenberg explora el mundo infantil en el preciso momento en el que el cambio hacia la adolescencia se hace evidente en una película que trabaja de manera fluida su propuesta narrativa. Las notables actuaciones del grupo, destacándose Réphaël Ghrenassia, Joshua Raccah y Géraldine Martineau, quienes otorgan a sus papeles la naturalidad necesaria para hacer aún más creíble esta entrañable historia de amistad e integración a pesar de los obstáculos y la mirada ajena.
En el estilo de John Hughes y Richard Linklater “Le Nouveau” sigue la vida de un adolescente parisino en la difícil tarea de construir su grupo de pertenencia. La ópera prima de Rudi Rosenberg no escatima sentimientos agridulces para traducir la experiencia adolescente a la pantalla grande. La euforia del primer amor y el primer dolor, y la amistad como red contenedora. Benoît (Réphaël Ghrenassia) es “el nuevo” en la escuela. Allí trata de hacerse amigo de los chicos populares, el rechazo lo llevará a descubrir su nuevo destino y su lugar en el mundo. Siguiendo el consejo de su tío, da una fiesta para toda la clase, a la cual se presentan sólo tres personas: el raro Joshua (Joshua Raccah) Constantin (Guillaume Cloud-Roussel) que están constantemente tratando de armar un coro, y Aglaée (Géraldine Martineau) otra “nueva” en la escuela. Contada desde el punto de vista de Benoît y sus intentos de socialización, en un ámbito donde ser aceptado e integrado, es una cuestión de vida o muerte, se nos permite descubrir una pequeña galería de personajes secundarios, que a puro carisma terminan acaparando la película. El guión deja de lado deliberadamente al mundo adulto, el único adulto presente es el “inmaduro” tío Greg (Max Boublil) que será quién termine uniendo al grupo de freaks y geeks. “Le Nouveau” es intencionalmente vaga en su temporalidad, sólo hay unas pocas referencias a las redes sociales que nos muestran que el relato está sucediendo hoy. Una historia sobre los horrores de las interacciones sociales de la escuela secundaria, los primeros besos y la lealtad, una temática universal que, sin embargo, el film mira desde un lugar distante en su acercamiento tierno e idealizado de una realidad donde el racismo y otros problemas sociales son cosa de todos los días. Para bien o mal “Le Nouveau” tiene un tono naturalista, no realista. Sin juicios de valor, y sólo hablando de la construcción de un grupo de amigos, la historia no intenta hacer de Benoît el héroe, sus acciones confusas y terrenales se sienten tan naturales que por momentos el film parece un documental. Hacia el final “Le Nouveau” muestra que el miedo a la marginalidad social a veces acomoda las cosas en el lugar correcto.
Esta ópera prima se destaca claramente por su alegría, generosidad, efervescencia y, sí, su frescura. Varios de estos términos han sido usados hasta el cansancio para definir las comedias, pero en este caso le sientan increíblemente bien. Se trata de una high school comedy acerca del típico chico nuevo que llega a una escuela y al que nadie le presta atención, y empieza a armar un grupo de pertenencia con otros “descastados” del colegio. Es Freaks and Geeks, en versión francesa, digamos… El espíritu de John Hughes y del primer Judd Apatow sobrevuela esta historia de Benoît (Réphaël Ghrenassia), un chico tímido de 13 años que llega de una ciudad de provincia y tiene que empezar una nueva escuela en París en la que, literalmente, nadie le presta el mínimo de atención. De hecho, cuando alguno lo hace es finalmente para aprovecharse de él, como es el caso de los clásicos “chicos populares” de colegio que en esta ocasión no son terriblemente densos sino apenas un tanto “cancheros”, molestos e irritantes. Una de las grandes decisiones de la película es que los problemas de Benoît nunca son excesivamente tremendos, sino los clásicos inconvenientes de ser “el nuevo del colegio”, que debe encontrar su lugar en el “ecosistema”. Para llegar a eso –y tras un desengaño amoroso con una chica también nueva que llega al colegio desde Suecia– Benoît termina conociendo a otros personajes, igualmente marginados como él, con los que de a poco va formando una suerte de comunidad o familia sustituta, con la que encuentra su lugar en el mundo. El grupito de amigos incluye al bizarro Joshua, al supernerd Constantin y a una chica con una dificultad física, Aglaee, que es casi la voz cantante de la banda. Su primo –otro loser ya más grande que ve TV y juega a los videogames todo el día, de esos que uno ve en las posteriores películas de Apatow–, completa por momentos el batallón de amigos que encuentran uno en otro algo parecido a un lugar de pertenencia y de felicidad compartida. Le nouveau transmite y contagia esa felicidad: el humor es constante e ingenioso (muy alejado de lo más bien básico que muchas veces tiene la comedia francesa), los personajes son queribles a más no poder, las escenas funcionan todas con un timing propio de un profesional en la materia y hay momentos musicales de lo más divertidos que recuerdo haber visto en mucho tiempo. Sí, es cierto que Le nouveau no representa una “nueva búsqueda” en la materia y que, en cierto sentido, es una aplicación perfecta, en Europa, de un tipo de comedia que en los Estados Unidos se viene haciendo muy bien en las últimas décadas, pero lo novedoso dentro de la competencia de los festivales es que ese tipo de films sí son originales en ese contexto. La película es de una ternura que desarma, de esos films que seguramente alguno querrá hacer una remake pero le será difícil, ya que esos chicos, con esas particularidades y ese perfecto beat cómico que la historia tiene de principio a fin, no es fácil de copiar, repetir o imitar. Es la película perfecta para cualquier chico o adolescente que cambió (o cambiará) de colegio o de ciudad, que no se sintió cómodo fácilmente entre los nuevos amigos y que se vio enfrentado a situaciones complicadas en su adolescencia. Pero más que nada es un film sobre la amistad, una celebración de ese lazo que nos ayuda –entonces y después también– a hacer nuestras vidas un poco menos complicadas y mucho más disfrutables.
Amistad e identidad El director Rudi Rosenberg busca en un grupo de amigos pre adolescentes en París una historia universal sobre el primer amor inocente, la maduración emocional y el encuentro de los primeros amigos, retomando a uno de los personajes de su anterior cortometraje, Aglaée (2010). Benoit es un niño tímido a punto de entrar en la adolescencia que se acaba de mudar a París junto a su familia. En la escuela se enamora de una compañera sueca que habla un francés precario y se encuentra en la misma condición de extrañeza que él. El niño tropieza rápidamente con varios obstáculos para hacer amigos y termina socializando con los excluidos y “freaks” de la clase mientras que la niña comienza a congeniar con algunos de los chicos más populares del colegio. Esta amena comedia combina la dificultad de los docentes para lidiar con los niños en la actualidad, la incapacidad de algunos adultos de comportarse como tales y la pérdida de la noción de la niñez en la propia mente de los ellos repitiendo un discurso sexual que sobrevuela toda la sociedad. La ópera prima de Rosenberg logra una gran calidez a través de un excelente guión y unas estupendas actuaciones de todos los protagonistas. El miedo a amar, los celos, los equívocos y el surgimiento de los primeros lazos de amistad y complicidad están plasmados de forma admirable en esta historia sobre la búsqueda de la identidad en una etapa de grandes de cambios. Le Nouveau logra de esta manera una interesante aproximación en clave de comedia sobre las nuevas problemáticas de los niños en la actualidad y deja una enseñanza sobre la vida y el maduración personal a través de la amistad.
Le nouveau, tuvo su estreno en el Bafici (Festival internacional de Buenos Aires), y si bien muchas de las películas que desfilaron por las salas, quedaron por debajo de las expectativas de lo que se espera en cuanto a calidad en un festival, algunas con una gran cantidad de público acompañando brillaron por su calidad en relato y realización. En línea con esa calidad existe un film de procedencia francesa, el cual fue una verdadera sorpresa, aquella que se tilda como una película chiquita, la cual en realidad termina siendo una gran y destacable película. Le Nouveau (el nuevo) de Rudi Rosenberg, aborda el tema universal de la pre adolescencia y todo aquello referido a ese mundo inacabable de situaciones, sensaciones, y experiencias que se desarrollan en la edad donde no sabemos bien ni quienes somos ni que queremos. Benoit es un chico de 14 años, tímido, recién mudado del campo a la ciudad de París, a quien le cuesta mucho hacer amigos, catalogado como el nuevo en la escuela, salir de ese mote y lograr pertenecer a un grupo será una tarea que nuestro increíble protagonista tendrá que llevar a cabo. El director logra un trabajo exquisito con los actores, dando esa sensación de no estar viendo ficción, sino solo contemplando el día a día en un colegio, y en la vida de un grupo de chicos, llenos de miedo, inseguridades. Las actuaciones son el punto más alto junto a un inteligente guión, plagados de diáolgos fenomenales, pero sin duda cada uno de los personajes tiene un trabajo de desarrollo y de guión que hace que funcione a la perfección el relato. Temas cotidianos como el encuentro con el primer amor, la necesidad de sentirse parte de algo, la incondicionalidad de las verdades amistades, la gente que se cruza en nuestro camino por alguna razón y la valentía para saber que elecciones tomar en un camino que nadie sabe cual puede ser el correcto. Benoit intentará ser amigo de los chicos cool, aquellos que uno reconoce porque todos fuimos o tuvimos como compañeros al chico que aparenta una seguridad frente a todos cuando en realidad solo busca ser querido con desesperación, secundado por amigos que en lugar de afecto posiblemente le tengan algo de miedo. Al no lograr encajar, se hará muy amigo de otra chica nueva en la escuela, una sueca que habla poco y mal el francés, el amor no tardará en florecer, claro que de un solo lado de la historia. Y entonces sí, en ese instante queda expuesto de manera perfecta donde y cómo surge aquello tan valedero, tan honesto que tiene esa etapa escolar, nos encontramos con personas con las mismas dudas que nosotros, afines a la manera en que creemos mejor vivir nuestra corta vida, y empezamos a brillar. a sentirnos seguros, afianzamos lazos que si tenemos suerte nunca más vamos a soltar. Le Noveau, trata temas de enorme peso como el bullying, la ausencia de los padres en el crecimiento de sus hijos, la figura de los maestros a veces invisibles para sus alumnos, la inocencia de la niñez que no queremos perder al convertirnos en adultos, todo eso y más hacen de esta comedia francesa una experiencia cinematográfica imposible de no disfrutar, convirtiéndola en una de las grandes pequeñas películas vistas.
Ser la minoría La ópera prima de Rudi Rosenberg (ganadora del Premio del Público en el 18 Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente - BAFICI y de la sección Nuevos Directores del 63 Festival de San Sebastián) se concentra en la llegada de “un nuevo” a una escuela secundaria parisina. Benoit (Réphaël Ghrenassia) es un chico de trece años que acaba de llegar a París desde otra ciudad frencesa, por motivos laborales del padre. Su arribo a la escuela lo ubica en el rol del “nuevo”, una situación bastante conflictiva para todos los adolescentes. Y más aún cuando son tímidos, como en este caso. Le Nouveau (2015) explora ese microcosmos que es la escuela secundaria, con su escalafón de popularidad y la persistencia ante la necesidad de ser reconocido y ganar amigos. Se trata de una temática que hemos visto una y mil veces en el cine y en la televisión estadounidenses, pero que va ganando ejemplares en otras cinematografías. A diferencia de lo que con frecuencia ocurre con el cine americano, aquí estamos frente a un film que si bien aborda estereotipos (el gordito bonachón y torpe, la chica linda, el rebelde…) lo hace con frescura y sin subrayados, volviendo siempre al novato y mostrando cómo con cada encuentro, con cada mínimo conflicto, en su interior algo se mueve, algo se transforma. La película de Rosenberg cumple además con otra fórmula para que esta clase de películas funcione: el casting efectivo y la empatía que deben generar los jóvenes actores. Además del formidable trabajo del protagonista, hay un puñado de pequeños talentos (¿será esta película un nuevo semillero de actores?) que entablan un romance con la cámara. No sólo porque se integran con naturalidad y frescura a la puesta en escena, sino porque logran llegar al público gracias a una serie de gags que son el resultado de cada una de sus personalidades y no meros artilugios del guion para sacarnos una risa de tanto en tanto. Por la película circulan con organicidad un puñado de acontecimientos iniciáticos: la primera decepción amorosa, la elección del delegado del curso, el enfrentamiento a los chicos malos, la primera borrachera, etc. Son como viñetas ya vistas, pero a las que se les puede encontrar una vuelta de tuerca que le aporta singularidad al tratamiento de la historia. Pero más allá de este abordaje, lo que le da a Le Nouveau su mayor encanto es la celebración de la amistad que se va gestando y finalmente se afirma; la decisión del guión de mostrar cómo en el vincularse desde la minoría se pueden construir vínculos sólidos, para crecer acompañados y hacer de la llegada del mundo adulto un lugar más feliz.
Esos chicos son como bombas pequeñitas. Una de las cuestiones clave de la narrativa contemporánea radica en cómo reformular aquello que la hiperproducción de relatos convirtió en tópicos o clichés, de modo de devolverles la frescura que alguna vez tuvieron. Es lo que hace la guionista británica Sally Wainwright con el motivo de la mater dolorosa en la excepcional serie Happy Valley. Lo que acaba de lograr la argentina Lorena Muñoz con la historia de la maestrita que quiso ser artista en la biopic de Gilda, y lo que consigue Rudi Rosenberg con su ópera prima Le nouveau, historia si se quiere típica del chico “impopular” en un colegio secundario dominado por los más cancheros de la clase. Historia típica, materia nada típica: lo que se gasta son las historias, no los materiales con los que están hechas. Nunca antes hubo en el cine un protagonista como el Benoît de Le nouveau. O su amigo Joshua. O Aglaée. O Constantin, o el tío Greg. O el propio Charles, que vendría a ser algo así como “el malo” de la película. Nunca antes hubo nadie como ellos, porque se les permite ser del modo en que sólo ellos saben ser. Benoît (Réphaël Ghrenassia) es nuevo en París. Viene de Le Havre, el mismo puerto en el que Aki Kaurismäki situó la más reciente de sus fábulas de perdedores a mucha honra. A Benoît le cuesta hacerse amigos. Para peor, en el primer día de clase su hermano menor hizo ocho. Es la primera escena, la única en la que aparece su familia. En el resto de la película, los únicos adultos que se ven son dos o tres profesores, además del tío del protagonista: está claro que lo que le interesa a Rosenberg son los chicos en su propio mundo. “Convidá a tus amigos con chocolates”, recomienda el padre, y ahí está Benoît en el aula, con una caja gigante de Ferrero Rocher, sin animarse a ofrecerlos y sin que ninguno de sus compañeros se entere de él ni de sus chocolates. En las primeras escenas es desesperante la impotencia de Benoît para entrar en cualquier conversación de sus pares: penetrar ese bloque parece, para él, como perforar el granito con caramelos. Benoît deberá atravesar varias humillaciones hasta que los favores de la linda chica sueca (que también es nueva, como él) y el círculo de chicos freakones que se va formando a su alrededor lo vaya consolidando como un pibe más dentro de esa constelación escolar. No el mejor sino uno más: ésta no es una de Hollywood. Como corresponde a una historia de adolescentes, Le nouveau –ganadora del Premio del Público en el último Bafici– está hecha de encuentros y desfases. Un encuentro mayor, a partir de un fracaso mayúsculo, es la fiesta que organiza Benoît en casa de sus padres por sugerencia de su tío, un tipo más o menos vagoneta y por eso mismo con buena sintonía con su sobrino y amigos. Da la sensación de que más que los personajes son los actores los que la pasan bomba en esa fiesta con DJ (el tío), y el aporte de un perro pug es esencial, como siempre que intervienen estos primos lejanos de ET. Otro tanto sucede durante unas jodas telefónicas, clásica broma de tiempos analógicos. A propósito, toda Le nouveau parece transcurrir en una era predigital, libre de celulares, tablets y otros dispositivos, en la que apenas hay lugar para alguna que otra Playstation. Altos desubiques son los de otra fiesta, en la que Joshua –entre cuyas costumbres figuran las de hacer listas de mil cosas, tocar el acordeón y traficar electrónicos– entra sin estar invitado y se manda una macana que es para matarlo, antes de calzarse con Benoît sendos forros en la cabeza. “Estábamos borrachos”, se excusa Joshua, antes de enterarse de que la cerveza era sin alcohol. Los chicos tienen 13, 14 años: si no se comportan como pavotes a esa edad, cuándo.
Fresco de adolescencia Graciosa y tierna, fresca y colmada de verosimilitud en su pintura de una etapa de la vida (la adolescencia), en la exageración de cuyo retrato el cine suele buscar el efecto reidero y el chiste fácil antes que la autenticidad, Le nouveau no sorprende por la presunta novedad del tema que trata sino en todo caso por la forma en que lo hace: dejando atrás los lugares más comunes del género y apoyándose sobre todo en la precisión de sus pinceladas. El ambiente en que la historia transcurre es precisamente el de una escuela secundaria; el protagonista, un chico de 13 años que acaba de cambiar de ciudad (de Le Havre a París) y, por supuesto, de colegio, con todos los problemas que acarrea ingresar en un grupo ya establecido, y su hilaridad proviene de lo reconocible de las situaciones que presenta ¿Quién no recuerda haber armado listas al proyectar una reunión? ¿O haber colaborado por ejemplo en esos correos clandestinos que atraviesan el aula de mano en mano con mensajes más o menos secretos? ¿Y cuántos han sabido de quienes se las ingeniaban para colarse en una fiesta organizada por los más cancheros de la clase, tipos tan envidiados por su popularidad como detestados por el mismo motivo? ¿Y quién que haya sido "el nuevo" aunque solo fuera una vez, no sufrió alguna broma pesada de parte de la misma banda? Esas y otras situaciones parecidas que contiene Le nouveau en medio de un clima de ligera diversión avivarán la nostalgia de muchos espectadores y al mismo tiempo, más allá de sus pequeñas crueldades, también despertarán su ternura. Rosenberg (él también fue un "nuevo" como el tímido Benoit de su película), habrá querido evocar aquellos momentos (los del primer enamoramiento, de una linda chica también recién llegada, pero de Suecia),o de cuando supo descubrir que en medio de una pequeña comunidad que se mostraba hostil al principio, había tres o cuatro compañeros que podían ser sus pares -marginados como él, aunque por razones diversas: un grandulón ingenuote y un poco tonto, una tierna chica minusválida, un charlatán sabelotodo-, que le compensarían la desazón del primer frustrado romance. La afinidad, al fin, no se revela de inmediato. Y bien puede ser que de ella nazca una futura amistad. Sin duda, además de un realizador sensible e inteligente que tiene muy fresca en la memoria la experiencia adolescente (acaba de cumplir 37 años) el film se ha beneficiado por el gran trabajo de su equipo de casting. De los intérpretes -todos, pero en particular Réphaël Ghrenassia y Joshua Raccah- depende en buena medida la natural empatía que se genera con la platea, y el clima fresco del espíritu adolescente. De la propia historia del cineasta, y de la de Benoit más sus nuevos amigos, incluido el tío juvenil que le da una mano al protagonista, se desprende que lo importante, al fin, es despreocuparse de la opinión de los otros y saber disfrutar de lo que la vida ofrece.
Inocencia y crueldad En esta comedia francesa, la preadolescencia está contada con ternura, delicadeza y un agudo poder de observación. El ambiente escolar, esa reproducción a escala de la sociedad, con su intrínseca heterogeneidad de personajes y su sistema de castas propio -siempre hay básicamente tres grupos: los populares, los perdedores y los neutros-, es tan tentador para contar historias que la estudiantina por sí misma es todo un subgénero. Hay muchas películas ambientadas en colegios o universidades, pero no tantas fueron filmadas con la ternura y la delicadeza de Le nouveau. La familia de Benoît se mudó de Le Havre a París y él se enfrenta a una de las peores pesadillas de la infancia: ser “el nuevo” de la clase, un mote que reemplaza al nombre propio y del que es difícil desprenderse. Benoît es tímido, le cuesta integrarse y hacerse de un grupo de amigos (como se sabe, la única forma de dejar de ser “el nuevo” rápidamente) y se encuentra con la infaltable pandilla de cancheritos que se burla de él. Pero aquí está uno de los grandes aciertos de la película: no hay villanos ni héroes. Ni los populares no son tan malos, ni los perdedores tan buenos. Todos tienen una cuota de inocencia y también de crueldad. Así que en su opera prima, el actor Rudi Rosenberg no cae en la tentación de la épica o la redención tan propios del cine industrial. Eso no significa que Le nouveau se vaya al otro extremo y sea una película apática, carente de emotividad o conflictos. El tono es de comedia, pero sin eludir las angustias propias de la pubertad, con la búsqueda de aceptación social (y su contracara, el rechazo) como tema abarcador. Es un ensayo sobre esa edad, al punto que el mundo adulto brilla por su ausencia: a excepción del tío piola de Benoit, que conserva su niño interior intacto, los mayores están desdibujados. Rosenberg tiene un gran poder de observación para reparar en los detalles del comportamiento preadolescente y en los conflictos de la edad -las lealtades, las traiciones, el desconcierto sexual-, y los narra de manera que es imposible no sentir empatía con estos estudiantes y sus circunstancias. Y, en la dirección de actores, saca a relucir su conocimiento del oficio: consigue actuaciones tan naturales y encantadoras que se hace muy difícil no querer a ese grupo de cachorros.
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EL NUEVO DEL COLEGIO Dirigida por Rudi Rosenberg, la película se centra en la experiencia del “nuevo” en una escuela en una edad, definida por el director como “todavía no han aprendido a disimular como los adultos”. Es la primera semana de Benoit, lo suficiente como para conocer a “la chica de sus sueños” que pronto le romperá el corazón, para sufrir el desprecio de “los populares”, y refugiarse en los que están en su misma situación. Encantador retrato de una época de la vida, con pequeños grandes actores, sin almibarar las situaciones, con las dosis justas de desengaños, descubrimientos, dolores y felicidades. Imposible sustraerse al atractivo de esta película, donde su director también es responsable del guión con Igor Gotesman y Bruno Muschio. Lejos de la mirada norteamericana que conocemos tanto, es muchas veces cruel y sádica, cerca de la universalidad.
Simpática historia de un adolescente La historia es simple: un chico de ciudad chica debe mudarse a la gran ciudad con su familia. Nuevo hogar, nuevo barrio, nueva escuela. Y en la escuela, nuevos amigos. Ahí está el problema: ¿cómo hacer nuevos amigos? El pibe es tímido, lo pueden tomar de pajuerano, algunos lo verduguean un poco, pero otros lo ven con simpatía. Capaz que hay hasta una noviecita en ciernes. El asunto es saber elegir. Por ahí va el proceso, de modo natural, y del mismo modo llega la moraleja. Todo se ve bastante reconocible, fresco y muy simpático. De veras es una obra simpática, con momentos graciosos y también de los otros, para que el público piense y recuerde alguna cosita. Para mejor, no hay estridencias, ni chistes demasiado ordinarios, ni otras molestias y degradaciones habituales en el subgénero de cine de adolescentes. Y como si esto fuera poco, los chicos actúan que da gusto, seguramente porque el director de la película ha sabido manejarlos. Ese director es un debutante, pero lleva años ejerciendo de actor. Se llama Rudi Rosenberg y acá apenas lo hemos visto en una que se dio en Alianza Francesa, "Le tango des Rashevski". Conviene anotar su nombre. Su comedia quiere recuperar el estilo de Pascal Thomas, de Michel Lang, de esos hombres que supieron pintar la adolescencia y la preadolescencia allá por los 70, y después quedaron relegados.
Cine francés que llega a salas porteñas y esta semana con una interesante novedad. ¿Se acuerdan de Rudi Rosemberg? Aquel actor popular (les recomiendo “Je nevous oublierai jamais”, donde hace tándem con la deliciosa Fanny Valette, gran drama de misterio) ha devenido en director y esta es su ópera prima: una sólida comedia de iniciación (el paso de la infancia a la adolescencia) en la que acierta no sólo con la historia que propone, sino claramente, con su cast y el clima de narración. No es sencillo recrear el mundo desde la perspectiva de un chico de 14 años. Es la etapa donde se despega el individuo de la protección de sus padres y sale a explorar el mundo y relacionarse con el sexo opuesto. Como esto es nuevo (en términos de conquista y seducción), genera un stress importante que da pie a films divertidos, cálidos, que siempre conectan al espectador con su propia historia, lo cual establece una empatía fuerte y directa. Exactamente es lo que sucede con “Le Nouveau”. Rosemberg arma un equipo de preadolescentes naturales y carismáticos y cuenta una historia de comienzos, errores, estrategias, derrotas y triunfos. El protagonista es Benoit (Réphaël Ghrenassia), quien debe mudarse a una escuela nueva porque su padre ha cambiado su destino laboral. Allí, no tiene un recibimiento amable. Benoit no logra dar con la estrategia al principio, pero algunos consejos oportunos, lo pondrán en sintonía para tratar de volverse popular y conseguir el favor de las chicas. Lo mejor del film son los simpáticos contrapuntos de la banda de chicos y la ternura que emana de esos encuentros. Rosemberg dirige con solvencia un film que entretiene y divierte en dosis superiores al promedio. Muy buena.
El club de los cinco Benoit es un niño retraído de trece años que acaba de mudarse a París con su madre y debe enfrentarse a los bullies, a las dificultades de hacer nuevos amigos, de integrarse a un grupo y también a las primeras decepciones. Atrapado entre los populares y los freaks de la escuela, Benoit dirige su atención hacia otra novata: Johanna, una chica sueca que habla un francés precario y se siente igual de aislada y perdida que él. Lo que en un comienzo se presenta como un relato clásico de iniciación, se va alejando cada vez más de los clichés del género para dar paso a la incorrección política y generar en determinados momentos una cierta incomodidad en el espectador. El género es utilizado como una excusa para realizar una detallada radiografía del proceso de crecimiento y de la complicada relación de cada uno de los personajes con el mundo que lo rodea en esa etapa tan incierta que es la adolescencia. Se trata de un relato cálido y amable, pero no exento de una buena dosis de crueldad propia del ámbito escolar. Es muy difícil lograr lo que consigue Rosenberg: seducir al espectador a través de las convenciones propias del género en el que se inscribe la historia, encontrando el tono adecuado para conmover sin necesidad de recurrir a golpes bajos o lecciones morales. La potencia de la película radica entonces en su precisión cinematográfica y en el magnetismo irresistible con el que está contada. Le nouveau pide ser vista más de una vez y contiene uno de los momentos musicales más disfrutables y logrados en años. Su humor la acerca más a la comedia americana que a la francesa, algo que quizás tenga que ver también con la inclusión y el peso de la figura del primo de Benoit, un slacker que parece salido de una película de Apatow. Narrada con tanta belleza que resulta imposible no enamorarse de estos freaks and geeks, la de Rosenberg es indudablemente una de las películas más tiernas y alegres que haya celebrado el rito de hacerse grande.
Luego de ganar chapa con el premio del público en la última edición del BAFICI, llega a las salas comerciales Le Nouveau, coming to age francés que divierte y no defrauda. A la gilada ni cabida: Le NouveauTe mudaste a una ciudad, es el primer día de escuela y sos el nuevo de la clase. Después de una incomoda introducción del docente, te sentás en el banco y rápidamente encontrás al típico compañero cancherito junto a su séquito de aduladores; también hallás fácilmente a la piba más linda del curso y al toque te das cuenta que en tu vida te va a dar bola. El resto de la comisión se compone por un enjambre de caras genéricas y difusas salvo por tres o cuatro personajes muy extraños y con movimiento espásticos. En el fondo pensás “debo evitar formar parte de este grupo si quiero sobrevivir en la jungla” pero ya es muy tarde, uno de ellos te empezó a hablar y cuando te diste cuenta hace diez minutos te estás riendo del chiste más estúpido y mala leche que escuchaste en tu vida. Listo, sos del grupo que nadie quiere, el que no tiene “onda”, el que no sale a la noche, las minas no te van a dar pelota, la gente linda te va a defenestrar, pero te da lo mismo porque tenés un grupo de amigos, música, películas, cómics y ya no te importa “ser parte”. Si ésto te resulta familiar, es porque el mismo escenario se repite acá, en la China y como lo demuestra Le Nouveau, en los colegios públicos de París. Es cierto, no es la primera vez que se cuenta este tipo de historia en el cine y la televisión, podemos evocar incontables series y películas durante las últimas tres décadas que narran las desventuras de adolescentes alienados y oprimidos. Desde El Club de los Cinco de John Hughes hasta los Freaks and Geeks de Apatow y Paul Feig. Pero a diferencia de aquellos púberes americanos con contextos tremebundos y arcos argumentales hiperdramáticos, los protagonistas de Le Nouveau limitan sus problemas a la cotidianidad tediosa de una institución educativa. Cosas simples ancladas en el aburrimiento, nuevas experiencias u hormonas alteradas. Hasta se podría decir que no pasa nada en todo el film, pero hay algo de esa normalidad mundana que todos buscamos cambiar, que pega más en el espectador que cualquier otra trama estrambótica. Básicamente, cualquier se puede identificar y divertirse con estos pibes, ahí está el gran mérito de esta película. Vamos los pibes: Le Nouveau no funcionaría si no fuera tan buena la química entre el reparto principal. Al igual que en Stranger Things, los y las adolescentes en los que se centra el relato se comportan con la suficiente simpatía y naturalidad como para querer acompañarlos en sus vicisitudes diarias. El otro acierto del film es que no hay caracterizaciones estereotípicas en cada personaje; sí, son los perdedores pero ninguno se encasilla en las etiquetas clásicas del cine yankee. Todos/as tienen una particularidad y algún que otro detalle bizarro, pero ninguno por fuera del verosímil. Incluso los bullies, lo más cercano a figuras antagónicas que posee el largometraje, son representados con bastante mesura y humanidad. Pese a la escasez de grandes giros o eventos espectaculares, el guión ordenado y con situaciones divertidas e irreverentes logra un ritmo fluido y el metraje parece extenderse muy por debajo de los noventa minutos reales. A su vez, su fotografía y puesta moderada sin aspiraciones fastuosas no distrae al espectador y logra resaltar la genialidad de los escenarios que dispone el argumento. Acá lo realmente importante es la dinámica de los personajes y sus interacciones. Conclusión: Le Nouveau es lo que podría llamarse como una hang out movie, una pequeña gran película para divertirse a lo grande y verla cualquiera sea el dispositivo y el contexto.
Esta es la ópera prima del actor y cineasta francés Rudi Rosenberg (37). Es una comedia fresca, dulce, divertida y emocionante, donde muestra casi a la perfección los avatares cuando ingresa un nuevo a la Escuela, estos son chicos de 13 años donde muestran su amistad, la conquista, el primer amor y el descubrirse. Muy buenas actuaciones y un personaje encantador el tío Greg (Max Boublil) grandioso. Ha ganado premios como: del Público en el último BAFICI, el máximo galardón en el Indie Lisboa y la sección Nuevos Directores del Festival de San Sebastián.
Chico nuevo, colegio secundario, chica hermosa y extranjera, estrategia desesperada para adaptarse. Pues bien, vio esto en todas las cinematografías pero en este film francés, que ha aprendido (¡Bien!) las lecciones de ejemplos como Supercool, las cosas fluyen con gracia y con ternura sin subrayar ninguna de las dos características. Una película que suena a frescura en una cartelera demasiado precocida.
Se estrena Le nouveau, ópera prima de Rudi Rosenberg. Un Coming of Age a la francesa que participó de la Competencia Internacional del último BAFICI. Cómo ganar amigos y no morir en el intento, debería haber sido el verdadero título de la ópera prima del actor Rudi Rosenberg. Siempre es difícil ser el nuevo de la clase, y más cuando se atraviesan los primeros años de la adolescencia. Benoit –notable Réphaël Ghrenassia- acaba de llegar de Le Havre a París. Lleva una semana en una nueva escuela y todavía no consiguió un solo amigo. La marginalización de los adolescentes puede ser dura y Benoit, además es tímido y retraído. Pero Le nouveau está muy lejos de pretender ser un drama sobre los conflictos de la edad, el contexto cultural-social-político y mucho menos sobre el bullying. Pronto, el protagonista descubrirá a otros marginados de la clase, típicos estereotipos. Aunque al principio, cada uno es una célula intentado incluirse en los diversos grupos populares, pronto se darán cuenta que si se juntan no necesitan formar parte de los hostigadores. Rosenberg apela a varios clisés para romper rápidamente con las fórmulas preestablecidas, y los pocos lugares comunes o previsibles a los que recurre funcionan como mecanismo de una narrativa fluida y transparente, que apunta justamente al público que protagoniza el film. Hay muchos méritos formales en la exhibición del coming of age. El despertar sexual es sutil, y no necesita ser sobre explicado. Rosenberg no subestima ni la inteligencia ni la autocomprensión de los personajes, acerca de los cambios físico-psicológicos que están sufriendo. Los protagonistas aprenden a madurar entre ellos, en su propio ámbito. El film no apela ni a golpes de efectos melodramáticos ni tampoco pretende generar gags artificiales para generar empatía en el espectador. La misma se logra dando a comprender que a los adolescentes de 13 años de hoy en día no se les necesita explicar que es el sexo, las drogas o el alcohol. El internet y las redes sociales, tampoco forman parte protagónica de la comunidad, sino que se convierten en parte de un contexto lógico e innato. Le nouveau tiene un registro clásico, pero no por eso convencional: como vive un sector medio de adolescentes, que intentan encontrar su lugar y su propio tribu urbana, que organizan fiestas, se divierten, enamoran, se decepcionan y descubren el crecimiento de las hormonas. Aprenden de sus errores, saben personar, pre sobretodo disfrutan el proceso.
LA JUVENILIA DE LOS FRANCESES La adolescencia es, para el joven realizador Rudi Rosenberg, una moneda de dos caras: la pelea de opuestos (cool – nerd) mantiene la tensión de una comedia que cierra por donde se la mire. En Le nouveau los adultos forman parte del decorado y los jóvenes son juez y parte de una historia vista desde los ojos de los perdedores; un tío desempleado oficiará de comodín entre los grupos etarios siendo a veces la reserva moral e inmoral de la sociedad. La sensibilidad de la obra para demostrar la irrupción en lo desconocido nos carga de metáforas. De modo que podremos asociar esa primaria parisina con algún lugar que transitamos y esa crueldad infantil con cualquier opresión injustificada o sin razones aparentes. El film se nutre de lo naif para lograr desde el momento cero en el espectador una extrañeza estilo Lovecraft: los otros huyen de mí, pero no desconozco los motivos. Con actuaciones colosales y precedentes tan bien logradas como en Hugo, Submarine y Stranger Things, anhelamos ser parte de esos bandidos que desde el bullying y la incomprensión terminan revelándose de una manera explosiva y bizarra. Los enamoramientos precoces saben pegar los giros adecuados al momento de caer en un lugar común y salir corriendo a soldadear a uno de los nuestros, encabeza la lista de preocupaciones de estos chicos que no pretenden más que celebrar una fiesta donde ninguno se quede afuera. Lo que hace más entrañables a los personajes es su capacidad de reírse de ellos mismos y los límites de su inocencia. También es interesante el modo que se apropian de ciertos elementos de la cultura pop que desde el prejuicio les son ajenos, terminan cantando en un aula una versión inaudible y cómica de un hit del DJ David Guetta. La historia amorosa flaquea en algunos momentos pero no marca mesetas en una película que se dota de un buen guión para contar una historia en 80 minutos y hacerlo bien. Es una apuesta innovadora entre la sobreabundancia de sagas que poblaron las carteleras este 2016. Humor negro y perseverancia son los engranajes principales de la maquinaria humilde pero potente llamada Le nouveau. Rosenberg firma una carta de amor muy sentida y vinculante a la adolescencia, ese período inexplicable donde nos sentimos solos hasta que de pronto llegan otros para hacernos compañía. Promete risa, emoción y reflexión de lo cotidiano.
¿A X S? (AMIGOS POR SIEMPRE) Nueva ciudad. Nueva escuela. ¿Nuevos amigos? Bueno, sin poseer el carisma de su hermano menor, Benoit lo intenta: lleva chocolates al colegio, invita a los chicos populares a su casa, se ríe de sus chistes inexistentes, busca su compañía. Pero ellos, sobre todo uno con una risa insoportablemente burlona, no están interesados más que en reírse de él. Frente a este panorama desalentador y hostil, Benoit, por casualidad, se junta en un trabajo práctico con Johanna, una chica sueca también nueva e ignorada. En ese momento, se podría pensar que sus problemas se acabarán: nueva amiga y primer amor. Sin embargo, Johanna se aleja de él cuando “conoce mejor” a los populares. Benoit, más solitario que nunca, decide armar una fiesta para restablecer el vínculo con Johanna y ganar la aprobación de su clase. Tanto las situaciones como los personajes de Le Nouveau están trabajados en capas. Es decir no hay una determinación fija o un criterio acabado sino una constante revelación de matices, sutilezas o gestos que construyen complejidades y variaciones. La fiesta, por ejemplo, si bien marca un quiebre, no delimita de forma tajante los comportamientos posteriores de los personajes; más bien los moldea, oculta, habilita otros intercambios o réplicas. El director Rudi Rosenberg también le imprime un valor especial a los objetos: las figuritas de Barbie del cuarto de Benoit, aún en período de mudanza, el disco que le regala Johanna, los chocolates, la afición a las listas, entre otros, que completan a los personajes y funcionan como puntos de fuga, de liberación. Por ejemplo, las calcomanías en la habitación del protagonista actúan como ruptura a su intención de pertenencia al grupo de los populares, luego de las reiteradas burlas en la escuela. De esta forma, el trabajo minucioso, por recortes y capas se articula, discute y dialoga tanto en el colegio como en las casas de los chicos haciendo del mundo pre-adolescente, un micro-universo con sus propias reglas, estereotipos y mutaciones, al que vale la pena experimentar para descubrirse a uno mismo y al otro. Por Brenda Caletti @117Brenn
Generalmente cuando uno se incorpora a un grupo que ya está armado, al recién llegado se lo observa con recelo, midiéndolo tanto en su aspecto físico como en el trato con los demás para saber si es aceptado o no en ese grupo. Eso es lo que le ocurre a Benoit (Rèphaël Ghrenassia), un preadolescente que ingresa a un colegio parisino luego de vivir con su familia en una provincia francesa. En esta comedia dramática el director Rudi Rosenberg narra las peripecias de un chico que intenta ser aceptado por sus nuevos compañeros, pero que la mayoría de ellos no lo acepta por ser “el novato”, y de alguna manera le hacen pagar el derecho de piso discriminándolo, excluyéndolo, burlándose de él, etc. La crueldad tan peculiar a esa edad de un grupo de chicos, liderados por Charles (Eythan Chiche), quien es el típico cancherito que tiene sus seguidores, se manifiesta a lo largo del film y se contrapone con otros dos clanes, y los neutros que hacen la suya y no les interesa ser populares uniéndose por no poder pertenecer a ninguna de esas dos agrupaciones. Con esos marginados es que el protagonista puede entablar un acercamiento, aunque a él le interesa ser integrado por todos sus compañeros. La lucha de aceptar y ser aceptado por los demás es la misión que tiene Benoit en esta historia que transcurre tranquilamente, sin buscar grandes emociones, donde no hay proezas, desafíos, ni actos heroicos. Esta obra está filmada principalmente en locaciones interiores, con marco en una universalidad, por lo que bien puede desarrollarse en París, Nueva York o Buenos Aires. Al director no le interesa focalizar un problema determinado que sucede en las escuelas francesas, para realizar una denuncia social sobre el tema, sino que todo lo refleja con bastante liviandad, narrando las formas de vincularse de un conjunto de escolares que tienen sus primeros bailes, amores, frustraciones, desencantos, etc., con un tono amable, distendido, en forma dinámic, sustentada por los ágiles diálogos y apoyada por la iluminación, fotografía, encuadres clásicos, escenografía, vestuario, que producen en el espectador una mirada tranquila y apacible, alejada de la angustia que muchas veces genera este tipo de producciones.
Como un retrato claro de la edad donde las amistades, en su mayoría, son frágiles y fugaces, Le Nouveau muestra esa difícil etapa de un niño donde la confusión impera y él se debate entre cambiar su modo de ser para que lo acepten o seguir manteniendo todo lo que lo hace especial, pero que los otros rechazan. Benoît (Réphaël Ghrenassia) es nuevo en la escuela y en la ciudad. Luego de mudarse del campo a París, a causa del trabajo del padre, los mayores ven con cierta preocupación el hecho de que este preadolescente de catorce años no logre ser como su hermano menor: un mocoso carismático y social. El poco esfuerzo del chico por ser integrado en el bando de “los populares” de su escuela, queda justificado cuando conoce a Johanna (Johanna Lindstedt), su nueva compañera sueca de la cual queda completamente enamorado. Ambos comienzan una amistad llena de risas, charlas y música en vinilo. Ella tiene el mismo interés que él de ser aceptada por el resto, pero un día eso cambia y al niño no le queda otra que buscar nuevo amigos.
The trite high-school transfer story gets an infusion of raw energy and a genuine flavour Points: 07 “When I was young, I was a Benoît, too — a little shy. I was the new kid in the classroom and I always had a hard time fitting in. It’s something painful for a lot of people, and everybody was ‘the newbie’ sometime in their life,” said French actor-turned-filmmaker Rudi Rosenberg about his debut film Le nouveau (“The New Kid”), a lightweight yet very enjoyable tale about discrimination, tolerance and acceptance that won the New Directors prize at San Sebastián as well as the Audience Award for Best International Feature at the BAFICI. The story is pretty well-known: a coy teenager comes as a transfer in a new school, where he faces the tricky task of making friends, standing up against the bullies, becoming one of the cool guys, and, if possible, having a pretty girl fall for him too. Basically what every high-school boy wants given those circumstances. Yet despite so well-trod a premise, Rosenberg is sensitive enough to infuse it with a good deal of raw energy and emotional truth as he has his so-called geeks and freaks find out that being who they really are is hip and ultimately outdoes being who others expect them to be. Such revelations won’t come easily, as the road to self-approval is often arid and not devoid of a good deal of suffering, but in the very end it’s a path that pays off in a down-to-earth, trustworthy manner. And it’s for keeps. Benoît (Rephael Ghrenassia) is a shy 13-year-old from Le Havre who moves to a Parisian junior high-school where the popular kids are cute, rich, and well-dressed — that’s no surprise. Like everywhere else, some of them relentlessly bully the underdogs, namely the plain weirdo Joshua (Joshua Raccah), the brainiac Constantin (Guillaume Cloud Roussel) and the handicapped, self-confident Aglaee (Geraldine Martineau). There is also Swedish Johanna (Johanna Lindstedt), a young beauty for whom fitting in won’t be much of a problem. Needless to say, Benoît is infatuated with her — which is no good news, to be honest. Though Rosenberg never goes for harrowing realism and its multiple complexities, you could still say that his portrayal still is authentic and familiar enough, without ever being manipulative, as to elicit sincere empathy from viewers at large — even those who were bullies as kids, I dare say. This is partly due to a gifted cast of emerging young actors who know what ensemble acting is all about, to a catching sense of humour that makes children’s cruelty more digestible. Also, a transparent mise-en-scène and clean editing that are never distractive and instead allow the drama to breathe at ease. Some situations may be too trite and obvious when trying to convey a message — i.e. Benoît organizes a big party, but only three students turn up, so losers are always shunned — but for the most part they nevertheless work out, mainly because they rely on simplicity and common sense. And though the ending might feel too optimistic at first glance, then think it’s only fair that these uncool kids get what they strive for, meaning to feel good about themselves, have friends with whom to enjoy life, and not care about fitting in. Granted, in real life it takes much longer than a term to pull off such a feat — and many people never get even close — but thanks to the magic of the movies you get the picture anyway. And that’s what really matters. Production notes Le nouveau (France, 2015) Written and directed by Rudi Rosenberg. With Rephael Ghrenassia, Joshua Raccah, Geraldine Martineau, Guillaume Cloud Roussel, Max Boubil. Cinematography: Nicolas Loir. Editing: Julie Lena. Running time: 81 minutes.
La idea de este novato no es original, tampoco tiene gancho decir que se trata de un grupo de adolescentes que quieren hacerse su lugar en la escuela en la que aterrizaron, en su aula, en su barrio. Qué podemos destacar entonces de este estreno que empieza con un pie izquierdo: lo primero, que habla sobre el bullying en el colegio; lo segundo, que explora la integración en un mundo competitivo y donde no se perdona la timidez, lo diferente, el extranjero, la falta de habilidades sociales y todos aquellos ítems que rompen con el paisaje cotidiano que tiene instalados a los que se creen reyes y a los que son contemplados como súbditos o condenados a la indiferencia. Benoît llega a París con su familia compuesta por padre, madre, hermanito-que-todo-le-sale-bien y un tío un tanto atorrante. Desembarca en el colegio donde hay una bandita de púberes encargados de hacer sentir mal a todo aquél que no los siga, pasando de la humillación verbal hasta la física. Luego, están los sueltos, los que quieren hacer la suya a pesar de perder o ser marginados. El conflicto comienza porque Benoît no sabe cómo acercarse a estos chicos populares pero bastante desagradables. Harto de desplantes y bromas pesadas, se empieza a refugiar en los que quieren acercarse a él pero también son rechazados y en esta cruzada actuará de aglutinante: allí estarán Joshua, Aglaée, Constantin y Johanna. El primero quiere ser delegado de clase y tener un coro en su estilo nerd. Con Aglaée, una jovencita con problemas neurológicos, harán una pareja especial, y sus diálogos sobre sus capacidades diferentes, tan francos, derriban todo problema de integración. Constantin parece el gordito tonto al que todos le escapan y es uno de los primeros que sienta amistad con Benoît y le abre su casa, lo ayuda con sus planes; mientras tanto, el tío, también pondrá su cuota de sabiduría para atravesar esta etapa linda que tiene sus altibajos emocionales y hormonales. Por último está Johanna, quien para Benoît, será esa amigovia inolvidable, que lo hace sufrir y al mismo tiempo querer progresar y salir de la timidez. Los jóvenes actores se desenvuelven con soltura y como viviendo un capítulo de su vida. Acierto de Rudi Rosenberg, el director del filme. En donde no llega a acertar es que cae en lugares comunes de este tipo de películas, como afrontar el despertar sexual, los ganadores y perdedores del comedor escolar, etc. Si vieron "Los Goonies" o "Cuenta Conmigo" no creo que ésta sea su película. Nuevamente, vuelvo a repetir que sí puede llegar a ser efectiva si se trabaja con jóvenes a partir del tema del ataque y crueldad, que es algo presente desde edades más tempranas. No todos los niños son tan inocentes como pensamos que son a tierna edad. Puede notarse la ausencia de los mayores responsables, -padres, maestros-, tópico que se toca indirectamente aunque se infiere mediante la figura del tío, único ¿adulto? que aconseja, a su sobrino y amigos a hacer cosas que desencadenen efectos a veces deseados y a veces desastrosos en sus destinos. La trama se desarrolla en su mayor parte entre pares. No hay mucho más que decir, salvo que tuvo buena recepción en varios festivales independientes, entre ellos, el BAFICI y que tiene una muy buena banda sonora con una versión coral de "When Love Takes Over", de David Guetta, que logra su objetivo de que uno se quede hasta el final.
Ser nuevo en una escuela no es fácil, la incertidumbre de no saber con lo que uno se va a encontrar dentro de esas “terroríficas” puertas,establecimiento queserán nuestra segunda casa por el resto del año puede llegar a ser desesperante y, aúnpeor, cuando ya es la segunda semana y no sucedió absolutamente nada interesante. Ni nuevos amigos, ni chicas que llamen la atención, ni maestros que sepan tu nombre… Esto es lo que le pasa a Benoit, el joven protagonista de esta historia. Transportándonos a la época de usar guardapolvo y no pensar en el futuro Le Nouveau,película dirigida por el director francés Rudi Rosenberg,enfoca la mirada hacia los constantes esfuerzos de Benoit por ser aceptado en su nuevo espacio escolar. Humillado por su hermano menor y presionado por sus padres, Benoit se dispone a hacer todo lo posible por encontrar un grupo al que pueda pertenecer.Tras varios intentos fallidosde interacción social, un encuentro con los Bullies de la escuelay el descubrimiento de un primer amor imposible, Benoit,con la ayuda de su tío (Max Boublil dando una gran actuación como tío desempleado y vago)se dispone a realizar una fiesta en su casa para lograr ser conocido y dar finalizada esa búsqueda frenética de un amigo. A pesar de su esfuerzo, sólo tres personas asisten a la fiesta, ellos son:Joshua - una fusión entre Nelson de Los Simpson y Alan de ¿Qué paso Ayer? -, Constantin, el Millhouse del grupo y Aglaée, una chica con deficiencia motriz. Este trio genera un punto de quiebre en el film,porque el espectador quiere ver a Benoit “triunfar” en la escala social de su escuela, pero al empezar a ver a estosco-estelares y conocer sus modos, sus acciones y reacciones ante las cosas que suceden, la atención hacia el protagonista empieza a disiparse y la balanza comience a inclinarse del lado de estas nuevas figuras. Estos jóvenes actoresgeneran gran vitalidad la película. Un film francés con dosis de humor justa (si se llega a apreciar), una gran banda sonora y un argumento al mejor estilo Richard Linklater, nos relata una simple etapa de la vida, sin principio ni final. La frustración, la alegría y la esperanza de saber que no todo está perdido se van a demostrar en estos 81 minutos de duración. Una correcta opera prima, que deja al espectador esperando un posible anuncio de serie de televisión para continuar la historia de este extraño, pero increíble, grupo de amigos.
LA PIEL DURA SIGLO XXI Como primer acercamiento a la opera prima de Rudi Rosenberg podría decirse que es un film simpático, eficaz, agradable de ver y efímero en su duración. El segundo comentario refiere a la impensada repercusión que tuvo la película en su país de origen (ay, el cine industrial francés, en el exterior, en el mundillo de los festivales y en la opinión de la crítica, estimo que en los cuatro ítems, más que exagerada y poco común. El tercer punto, por su parte, es un interrogante sin respuesta: daría la impresión, por lo que se observa en las imágenes, que el director y los guionistas no vieron nunca o no les interesan los diversos acercamientos al rol de la niñez y la adolescencia que dejó Francois Truffaut para la gran historia del cine. En el recuerdo comparativo Le nouveau aun pierde con la liviana La piel dura (1976), relato sobre la adolescencia en un colegio que Truffaut realizara entre el melo La historia de Adela H y la autobiografía no declarada de El hombre que amaba a las mujeres. Se dirá que los conflictos no son los mismos de hace cuarenta años y por supuesto que es así. Sin embargo, el espacio (el colegio), el punto de vista (los chicos) y las idas y vueltas de la trama (los primeros acercamientos en el amor, las disputas entre los adolescentes por un espacio de poder, el casi silencio o segundo plano que ocupan los mayores, los miedos y los temores por conocer a otro), siguen siendo los mismos. O muy parecidos. Es lo que le ocurre a Benoit, un chico ajeno a París y recién llegado a la capital que ingresa en un nuevo colegio. Solitario, silencioso pero seguro de sí mismo, Benoit armará un grupo con Constantin (el tonto nerd), Aglaee (una chica con inconvenientes motrices) y Joshua (el personaje más jugado y poco políticamente correcto). Frente a ellos, otro grupito, el de los chicos piolas, las bromas pesadas y el acoso permanente con un líder que se postularía a delegado de la clase. Pero hasta ahí, sin entrar en la agresión fuerte ni en el cinismo por el dolor ajeno. En ese sentido, Le nouveau toma el lado más transparente de La piel dura: nada de crónicas de niños solos, ni olvidados ni tampoco de mirar al mundo desde el malestar que padece el otro. Pura visión dietética del asunto. Pero la narración es eficaz, los personajes tienen carisma (especialmente, Costantin y Joshua) y hasta surge la posibilidad de que Benoit se enamore por primera vez, en este caso, de Johanna, una compañera de origen sueco. Una fiesta oscura y poco feliz para el resto pero agradable y risueña para Benoit y Joshua se convierte en una gran escena, momento en que se establece una amistad que daría a entender será para toda la vida. Pero hasta ahí, ya que Rosenberg roza la superficie de los conflictos, arma y desarma una escena para que ésta no llegue a la incorrección, acomodándose en un tono más que liviano, efectivo, pero carente de riesgos. Pensándolo bien, algunas escenas de La piel dura, en comparación con la tibieza Le nouveau, reconvierten a la película de Truffaut en un manifiesto anárquico sobre la etapa adolescente. LE NOUVEAU Le Noveau. Francia, 2015. Dirección: Rudi Rosenberg. Guión: Igor Gotesman, Bruno Muschio y Rudi Rosenberg. Producción: Eric Juhérian y Mathias Rubin Música: Jonathan Morali. Fotografía: Nicolas Loir Montaje: Julie Lena. Intérpretes: Réphaël Ghrenassia, Joshua Raccah, Géraldine Martineau, Guillaume Cloud-Roussel, Johanna Lindstedt, Max Boublil, Eythan Chiche, Gabriel Nahum, Ismaël Mandile. Duración: 81 minutos.
Seguimos recomendando películas estrenadas durante 2015/2016, que pueden verse online desde las plataformas más usuales. En este caso, se trata de una producción francesa dirigida por Rudi Rosenberg, cuyo tema es la adaptación de un chico de 14 años, Benoit (protagonizado por Réphaël Ghrenassia), en una escuela secundaria de Paris, con, por un lado, una fuerte timidez, y por otro, una actitud de maltrato de los chicos que lideran el curso. Más allá de tratar el tema del bullying, tan de nuestros días, de una manera interesante, la película es fresca (ningun actor ni actriz del grupo juvenil es aún profesional, pero sin dudas las actuaciones son muy buenas), divertida, transitando esa edad indefinida donde se busca tener tantos rasgos del mundo adulto al mismo tiempo que se mantienen cosas infantiles. La conducta de los niños se vuelve errática a momentos, y nada es lo que parece. Lo interesante es el valor de la amistad, y los descubrimientos en cuanto a códigos y éticas, que convierten a la película en una pequeña reflexión sobre cómo andar por los márgenes rescatando los afectos y los valores. Puede ser pensada también como una película de iniciación, un bildungfilm. El elenco se completa con más nombres de adolescentes que seguramente reaparecerán luego en otras películas, entre los que destacan Guillaume Cloud-Roussel, Géraldine Martineau, Johanna Lindstedt y Joshua Raccah. Una buena opción para ver cine después de los estrenos y para recuperar grandes películas que nos perdimos durante su proyección en pantalla grande, justamente, en esta sección en la que buceamos recomendaciones para ver online.