Por el argumento y la forma en que está contada, está más cerca de los cortos que se acostumbran a dar antes de las películas animadas, que entre los típicos largometrajes, ya que prevalecen las secuencias...
Más corazón que odio Gru, el despreciable y a la vez querible malvado al que el gran Steve Carell le ha creado una voz que parece una mezcla entre un mafioso ruso y el Siegfried de Kaos de la serie El Súper Agente 86, es el gran protagonista y el mayor hallazgo de Mi villano favorito, la lograda primera incursión de varios ex ejecutivos y artistas de Fox en el lucrativo mundo de la animación digital para la compañía Illumination Entertainment y el estudio Universal Pictures. Si bien no alcanza el nivel de guión ni la excelencia visual de las cimas artísticas de Pixar, Mi villano favorito es mucho más que las ya demasiado mecánicas, agotadas sagas de La Era de Hielo (Fox) o Shrek (DreamWorks). Con un distinguido touch europeo (la idea original es de un español y la animación, pletórica de detalles y colores, fue realizada en Francia), Mi villano favorito apuesta por la incorrección política y por el delirio: un antihéroe dominado por los traumas que le ha generado su madre y por los celos hacia otro malvado más joven que ha conseguido mayores proezas que él se juega todo para dar el gran golpe (robarse… ¡la Luna!), pero al mismo tiempo termina adoptando a tres encantadoras huerfanitas que le ablandarán el corazón. No sé si en la Argentina la película se podrá ver en versión original subtitulada (sería un pena que se pierdan el unipersonal de Carell y deban soportar un doblaje molesto) y recomiendo apreciarla en salas 3D porque los efectos, esta vez sí, fueron concebidos en función de las múltiples posibilidades de dicho formato. En este sentido, no se pierdan la secuencia de títulos finales. Yo sé lo que les digo.
Dulce y detestable Hay vida afuera de Pixar y DreamWorks. Mi villano favorito (Despicable Me, 2010) es la nueva película digital animada (con opción de 3D) de Universal Studios. En un mundo donde ser súper villano es profesión y la competencia por ser el más detestable (el título original traduce a “Detestable yo”) abunda, curiosamente no hay súper héroes. Queda esperar a que nuestro villano favorito deje de serlo. Gru (voz de Steve Carell) es súper villano de profesión. Está interesado no tanto en dominar al mundo así como cautivarlo con megalómanos actos de maldad. Su nuevo plan está al nivel de un episodio de Pinky y Cerebro. Quiere robar la luna. El plan incluye un rayo reductor, un ejército de cómicos secuaces y un trío de huerfanitas – Margo, Edith y Agnes – que Gru pretende usar de testaferro. Nuestro villano favorito cuenta con un suntuoso laboratorio y la mejor tecnología que su inventor, el Dr. Nefario, puede crear. No está sin sus complicaciones. La competencia roba su rayo, sus secuaces roban sus escenas y las huérfanas roban su corazón. El camino para robar la luna es largo y arduo. La película ostenta el protagonismo de un villano, pero está claro desde el principio que se trata más de una historia de redención y menos de una mirada innovadora hacia el mal, que en el caso de Gru refiere a colarse en filas, eludir vendedores y burlarse del vecino. Nada que no hayamos hecho, o fantaseado con hacer. Incluso su lunatismo (en el sentido más literal de la palabra) cae simpático. Es un sueño de niño frustrado. Nuestro Cerebro y sus cientos de Pinkys caen en más de una situación Acme. Desopilan todo tipo de armas, explosiones y golpes que en películas ya no aptas para todo el público serían fatales. Por otro lado, nuestras impecables huérfanas compiten en certámenes de ternura que pondrían al Gato con Botas de Shrek en guardia. Así nos turnamos entre lo gracioso y lo conmovedor. No por ser golpes bajos dejan de funcionar. Entrega las risas, las lágrimas y el final feliz de toda digna película de animación digital. Alfred Hitchcock concluyó alguna vez que una película es tan fuerte como el villano que la protagoniza. Sin la altura de la complejidad dramática de Toy Story 3 (2010) o el tedioso sarcasmo de una franquicia cansada de sí misma como Shrek 4 (Shrek forever after, 2010), Mi villano favorito entra estas vacaciones en un cómodo y soso segundo lugar.
La maldad tiene dos caras La nueva película de los estudios Universal que se exhibe en 3D cuenta con la dirección de Chris Renaud y Pierre Coffin, quienes vienen del terreno de la animación. En su versión original se escuchan las voces de Steve Carell y Julie Andrews. En un barrio rodeado de vallas blancas se encuentra una casa tenebrosa, donde habita Gru (Carrell), un villano que planea el robo más grande jamás imaginado: la Luna. Sin embargo, su misión se altera cuando conoce y adopta a tres pequeñas huérfanas: Margo, Edith y Agnes. Armado con un arsenal pocas veces visto, el protagonista deberá apoderarse primero de un rayo reductor y, en su tarea, será ayudado por su ejército de inofensivos lacayos y por las tres niñas que alborotan el "orden" de su mansión. Mi villano favorito propone una mirada burlona sobre el mundo de los malvados y sus ansias desmedidas de poder. Gru, el personaje central, tiene dos caras: es capaz de pincharle el globo a un niño indefenso, colarse en los negocios y estacionar su gigantesco transporte a donde sea y como sea. Nada le importa. Su infancia no fue mejor con una madre que lo marcó por su indiferencia. Ahora planea solicitar un préstamo bancario para poder financiar su alocado proyecto. La trama despilfarra acción y ternura en buenas dosis y entrega un relato que conforma a chicos y adultos por igual. El rubro técnico, potenciado por la magia del 3D, es irreprochable: rico en el diseño de personajes y en los detalles; en la composición de los fondos y en el movimiento de las cabelleras (en especial la de la mujer que maneja el orfanato). Y, por supuesto, en el humor. El guión maneja los resortes de la sorpresa (cuando Gru regresa del parque de diversiones con las pequeñas y pintado como un puerta) y muestra que hay otro malvado peor que él: el hijo de un poderoso banquero que nunca se ríe, y se frota las manos para concretar buenos negocio. En síntesis, dos malos de película, muchos planes y tres niñas tan dulces que le robarán el corazón al espectador. Mi villano favorito es un perfecto andamiaje de alta tecnología y creatividad (la secuencia inicial de las pirámides funciona como un cortometraje independiente) al servicio del entretenimiento.
Despicable Me (traducción literal, Yo, el Despreciable) viene de la alianza entre los estudios Universal e Illumination Entertainment, los cuales están intentando hacerse un lugar en el nicho de la animación digital que lideran Pixar y Dreamworks. Para este proyecto contaron con Chris Renaud, el que viene del riñón de Blue Sky Studios, los responsables de la saga La Era de Hielo. El resultado final no sólo es muy superior a lo esperado, sino que termina siendo una delicia encantadora que hacía tiempo que uno no veía en pantalla. Acá hay una pequeña historia que sirve de excusa para el filme, pero que termina siendo lo de menos. Este es un mundo dominado por supervillanos de comic, más parecidos a Pierre Nodoyuna que a Lex Luthor. De hecho, el film abreva en las fuentes de Pierre Nodoyuna, que resultaba ser el profesor Fate de La Carrera del Siglo, el que terminaba inventando gigantescas armas inútiles que acababan por explotarle en sus narices. Acá Gru es un genio criminal asistido por su ayudante, el Dr. Nefario, y ambos terminan por inventar las cosas más disparatadas que a uno se le ocurran con el único fin de dominar el mundo. A su vez están asistidos por una multitud de secuaces idénticos, anónimos y torpes que a uno le hace acordar a los Oompa-Loompas de Charlie y la Fábrica de Chocolate, sólo que estos son muchísimo más simpáticos. Como Gru es un supervillano con complejo de inferioridad, decide ir al Banco del Mal para que le financien su proyecto de robar la Luna y transformarse así en el villano número 1 del mundo. Los del banco acceden, siempre que Gru desarrolle un rayo reductor (parte indispensable del proyecto), y el único que existe está en poder de Vector, un tipo al que Gru había despreciado cuando había comenzado en su carrera criminal. Lo que sigue es una galería interminable de intentos fallidos de infiltrarse en la mansión de Vector, hasta que Gru descubre que un trío de huerfanitas que venden galletas tienen vía libre para ingresar a la fortaleza. Gru adopta a las niñas mientras arma toda una serie de robots camuflados de galletas, los que servirán para desactivar las defensas de Vector y así poder robarle su rayo... pero en el medio las niñas empezarán a ablandar al antipático villano, haciéndole descubrir el tipo de buen corazón que estaba enterrado en él. Y, mientras tanto, el tiempo y los planes continúan su curso. ofertas en software de facturacion para empresas de Sistema Isis Pero más allá de su historia tonta y corta, lo que hace que Mi Villano Favorito termina por deslumbrar a la platea son los gags y la animación. Los personajes parecen una mezcla de Pocoyo y la versión original del comic de Los Locos Adams, y tienen una gracia impresionante. Tienen una expresividad notable y tienen unos diálogos graciosísimos. Es que en realidad el éxito de un dibujo animado se basa en que los personajes deben de tener un diseño cómico, ser graciosos sin siquiera hablar, y acá lo cumplen con creces. Gru es un gigante con piernas finitas - un hibrido entre el doctor Evil y el tío Lucas Adams - , y sus ojos tienen una chispa fabulosa. Las niñas son extraordinariamente adorables y dulces, y uno no tarda demasiado de enamorarse de ellas y del resto de los personajes. Sumen a esto una tonelada de secuaces - que hacen mil y una burradas y parecen una legión de clones de Los Tres Chiflados -, y verán de que a uno lo que le importa es ver los gestos de estos deliciosos caracteres, mas allá de si dicen algo con sentido. Por suerte los diálogos también tienen mucha gracia y a esto se suma el hecho - si usted tiene la suerte de verla con subtitulos y las voces originales - de la interpretación vocal, que es excepcional. Steve Carell hace que Gru suene como un pomposo villano alemán de caricatura, y se nota que la pasa bomba. El resto del cast lo acompaña de manera sobrasaliente, incluye a un irreconocible Russell Brand como el anciano científico que trabaja para Gru, y a Julie Andrews como la desagradable madre del protagonista. Mi Villano Favorito es deliciosa por donde se la mire. Todos sus personajes tienen una gracia magistral, y los gags son realmente cómicos. En realidad es pasar una hora y media de nuestro tiempo con una troupe de amigos encantadores, a los cuales uno empieza a extrañar cuando la película termina y se encienden las luces.
Los malos y la conquista de la Luna Mi villano favorito, una buena historia con simpáticos personajes que seguramente tendrá continuación Tras los éxitos de Disney-Pixar (como la saga de Toy Story ), Fox (la de La Era de Hielo ), DreamWorks (la de Shrek ) y Sony ( Lluvia de hamburguesas ), un nuevo estudio de Hollywood se suma al muy lucrativo e hipercompetitivo mercado de la animación digital: se trata de Universal que, de la mano de la compañía Illumination Entertainment y con el aporte de numerosos artistas europeos, debuta -con todos los honores- con Mi villano favorito . La primera audacia (y el principal logro) de este film pasa por Gru, el villano favorito del título en castellano porque, claro, se trata de un protagonista que es un gran villano y que, con el desarrollo de la trama, se convertirá en el verdadero favorito del público. Un personaje tan dominado por traumas, inseguridades, celos y delirios de grandeza que es capaz de plantearse una misión para muchos imposible (robarse la Luna), concretarla con la ayuda de su veterano ladero, el Dr. Nefario, y luego cambiar por completo de rumbo (no adelantaremos nada más). La película se permite ser en principio muy negra y despiadada (casi al borde de la incorrección política) y luego, profundamente sentimental (heredera del espíritu dickensiano) sin perder nunca el ingenio, la gracia ni la empatía de sus muy disímiles personajes, que van desde malvados que parecen salidos de un film de James Bond hasta unas pequeñas y encantadoras huérfanas capaces de ablandar el corazón más rocoso. Más allá de la solidez de la trama y de la simpatía de sus caricaturescos protagonistas, los principales aciertos de Mi villano favorito tienen que ver con la fluidez de la narración, la belleza de sus coloridos y extravagantes dibujos y el inteligente uso de las posibilidades de la animación tridimensional (véase ese verdadero demo de aplicaciones tecnológicas que es la secuencia de créditos finales). Puede que a este film le falten esos raptos de genialidad y de lirismo que aparecen en las películas de Pixar, pero sería injusto minimizar los logros de esta primera producción animada del tándem Universal- Illumination frente a la extensa trayectoria de los creadores de WALL-E . Por lo pronto, este villano animado ya tiene vuelo propio y, seguramente, mucho futuro dentro de lo que seguramente será una larga y fructífera franquicia. Lamentablemente, Mi villano favorito se estrena sólo en versión doblada al castellano. Por lo tanto, será imposible (por lo menos hasta la edición en DVD) disfrutar de las voces originales de Steve Carell como Gru, Will Arnett, Jason Segel, Russell Brand y Julie Andrews, entre otros grandes intérpretes. Una pena.
En busca del premio a la peor maldad Si en una película de Hollywood, animada o no, el protagonista empieza pinchándole el globo a un chico, téngase por seguro que a la larga terminará dedicando todo su amor a cuidar niños. De cómo se chupe ese caramelo depende el efecto que produzca Mi villano favorito, en la que una genuina voluntad de diversión (palabra que en el mundo infantil suele rimar con destrucción) convive con un sentido del cálculo empresarial que la hace sintonizar con reconciliación, regeneración y otras degeneraciones. Como una rama de Superman o Batman que se tuerce para el lado de Los autos locos, Mi villano favorito (primera producción animada de la Universal en 3D) hace enfrentar a un par de exuberantes archivillanos que buscan ganar el premio a la peor maldad, en un mundo de máquinas hiperreductoras, monstruitos domésticos, extraños objetos voladores y pistolas lanzapedos. Millonario excéntrico, irredimiblemente malo, cuando se entera de que algún rival desconocido hizo volar por los aires la pirámide de Giza, un tal Gru (voz de Steve Carell en copias subtituladas; en las dobladas viene con acento alemán) se propone subir la apuesta y robarse la Luna. Para ello pide ayuda a su inventor de cabecera, que aconseja conseguir una maquinita achicadora, reducir la Luna al tamaño de una pelota de tenis y traérsela a casa. Claro que para eso habrá que recuperar la máquina de manos de Vector (voz del comediante Jason Segel), nerd de anteojitos y flequillo, que no es otro que el tipo que hizo lo de Giza. En la línea disparatada con la que parte de la competencia busca moverle el piso a Pixar (recordar La familia del futuro, Horton, Lluvia de hamburguesas, Monsters vs. Aliens), tras ver alejarse de su lado a Dreamworks Animation, la Universal se lanza sin frenos a un mundo de deseos infantiles. En ese mundo, Gru parece un Fulgencio malaleche, Vector el nerd vengador y un ejército de ayudantes chirriantes, llamados minions, se roban el show, como los pingüinos de Madagascar, las ratitas de Shrek o la ardilla Scrat. Aunque si a algún bicho previo se parecen es a los gremlins. Tubulares, amarillos y gomosos, hablan en una jerga aguda y balbuceada, eventualmente con remedos de la lengua humana, y hacen absolutamente lo que se les canta. Conscientes de lo que tienen entre manos –y también de contra quiénes están compitiendo–, no por nada los productores empiezan la película, antes de los títulos incluso, con un minion que le toma el pelo a la lamparita de Pixar. Póngase la firma, de aquí en más habrá cortos de los minions, merchandising de los minions, serie de los minions y película de los minions. No les va a ir mal, por cierto. Se le moja la oreja a Pixar, pero a la vez se le roba descaradamente. Como Up, Mi villano favorito cruza a un gruñón con un chico. No con uno, en verdad, sino con tres. Huerfanitas, para más datos. Gru las adopta, primero por interés, más tarde por amor. La menor de ellas, morochita, de trenzas, amorosa, agarrada siempre de las piernas de este Pierre Nodoyuna llamado Gru, podría ganarse un juicio por plagio: es una copia desfachatada de Boo, la nena de Monsters Inc. Dejando de lado la copia y el cálculo, cuando Mi villano favorito se entrega al furor y la locura es tan disfrutable como podría serlo una banda de gremlins sueltos en una juguetería. Pero la copia y el cálculo no pueden dejarse de lado.
Gru es malo, y le gusta serlo Animación 3D con un maldito tan despreciable... y tan querible. Las buenas películas suelen ofrecer un plus. A los lineamientos generales de su trama le adosan miradas o subtramas, capas superpuestas para que, en una visión lineal, se vea el conflicto y lo más rudimentario, pero a poco que se escarbe en el relato se encuentren otros elementos más para disfrutar. Y eso es lo que pasa, al menos en la primera hora de Mi villano favorito , filme animado en 3D, cuya producción es de estadounidenses y la animación, francesa. Semejante combo redunda en una incorrección política de su personaje principal, un malvado que responde al nombre de Gru y que debido a los traumas que tiene por su relación con su madre, el exacerbado sentido de su egocentrismo, los celos por otro villano más joven y consentido, y su claro sentimiento de inferioridad lo vuelven tan despreciable como… querible. Gru es malo y le gusta serlo. Maltrata a todo el mundo, escapa de la Justicia y tiene un plan para convertirse en el villano más grande de la historia. Su deseo es robar la luna (!) y para lograrlo necesita un invento: con un rayo encogedor, se convertirá en el ladrón más importante, ejem, del universo. El problema es que Gru, que tiene a sus Minions –unos personajitos amarillos de uno o dos ojos, que en algo remedan a los marcianitos de Toy Story - y a un científico, el Dr. Nefario, que le fabrica los gadgets como si fuera el Q de James Bond, le falta aquel invento supremo, que ahora está en manos de Vector, el villano soberbio y más joven con el que compite. La película podría circunscribirse a la lucha descarnada entre estos dos maléficos personajes, pero –por fortuna del filme hay un pero- ingresan en la historia las tres hermanitas huérfanas a las que Gru adopta, no por sentimentalismo si no por una razón de necesidad: cree que con ellas logrará ingresar en la mansión guarida de Vector y robar el rayo encogedor. Entre los muchos puntos a favor que tiene Mi villano favorito uno que cuenta y mucho es el humor, el delirio de algunas secuencias –su visita al banco, sus intentos por ingresar a la mansión de Vector- y principalmente el hecho de que Gru no viva como otros villanos algo dementes en una isla alejada del mundo. No. Gru vive en una casa sin pasto en los suburbios de una ciudad, tiene vecinos y se mueve como pancho por su casa. Gru puede ser el hombre de la próxima puerta. Los más pequeños seguramente se perderán algunas de las humoradas de Gru, pero disfrutarán el triple con las huerfanitas (¿alguien dijo Las Trillizas de Bellville ?), con los Minions y con la escasa suerte de Gru. Que sí, empezará a encariñarse con Margo, Edith y Agnes –la más pequeña y cuyos ojitos enternecen tanto o más que los del Gato con botas de Shrek -. La composición de Gru (en el original, la voz es de Steve Carell) es magnífica desde lo visual, pero también desde la voz. Es una cruza entre un alemán y un ruso de la Guerra fría. No es el único malo. La Srta. Hattie, a cargo del orfanato donde estaban las hermanitas, también tiene lo suyo, y qué decir de la mamá de Gru. Mi villano favorito acerca a los chicos a un antihéroe, demuestra por enésima vez que los malos pueden ser más entretenidos que los héroes, descoloca los cimientos de la narración convencional de películas para niños y si bien no llega a la excelencia de Pixar en cuanto a los toques sentimentales, tampoco es la andanada de gags sin ton ni son de algunos títulos de DreamWorks. En fin, es una película que disfrutarán –y es la tercera vez que utilizamos el término- tanto los grandes como los chicos.
Las críticas siempre son subjetivas. No se puede medir una película matemáticamente ni arquetectónicamente. Ya lo había dicho Robin Williams en La sociedad de los poetas muertos... ;) Y no voy a hablar mucho de Mi villano favorito, porque indudablemente seré de la minoría que va a decir que no le gustó. ¿Habrá sido un mal día? ¿Me habrá descolocado el hecho de la adopción de 3 nenitas para utilizarlas? Mi villano favorito no me sorprendió por ningún lado y me aburrió bastante. Lo que mostraban los trailers de hace unos cuantos meses, no es lo que muestra la película, y lo que menciono de la adopción, realmente me molestó mucho, y lo paso a explicar: el malo para poder vencer al otro malo, adopta a 3 nenitas que son divinas y que están ilusionadas, no con una familia en si, sino con que alguien les de amor y cariño... y aparece este tipo despreciable para utilizarlas como mafia rumana de la calle Florida o para repartir estampitas y besos en el subte. Lo siento pero ese recurso de guión me pareció de cuarta y no puedo disfrutar una película así. Estimo que quienes puedan pasar esto por alto, verán una simpática película, con un lindo aprovechamiento del 3D que hará que los niños se entretengan hasta en los títulos de cierre. Lo mejor en materia de diversión indudablemente será lo de la montaña rusa en una sala digital. Pero quiero dejar en claro que me separo de la causa por imparcialidad (aunque siempre lo son las críticas) y mi fallo no debe ser tomado en cuenta. Vean Mi villano favorito... yo estoy bajo emoción violenta.
Malo, pero no tanto. Un film divertido e ingenioso en el que el protagonista es, como rara veces ocurre, un villano. El malvado Gru quiere robar la luna, algo que desea lograr desde que era pequeño. Para ello necesita un arma muy poderosa que empequeñece objetos; pero esta está en manos de Vector, su enemigo de siempre. Así, espiando al otro malo del film, descubre a tres niñas huérfanas que venden galletas en el bunker en el que necesita entrar. Entonces intentará tener a las niñas para llegar a su arma a través de ellas. Gru es hijo de una madre exigente a la que nada de lo que él hace parece satisfacer. Desde pequeño trata de impresionarla, pero sin embargo ella se encarga de hacerlo sentir fracasado y con muy poca autoestima. Detrás del personaje de villano se esconde un adulto inmaduro, que disfruta de sus maldades como un niño de sus picardías. La madre está caracterizada por un personaje caricaturesco, que demuestra signos de educación aunque con mal carácter y ambición. Se entromete en la casa –y en la propia vida- del hijo, como si éste no hubiera crecido todavía. A partir de la irrupción de Margo, Edith y Agnes –las tres huérfanas que adopta Gru- en la vida del protagonista, el personaje va evolucionando y madurando. Aparecen en él signos de cariño y necesidad de protección, y se asoma de a poco a una paternidad que irá descubriendo a costa de sacrificios y de las demostraciones que las mismas niñas le harán. De ser un malo común, Gru se va convirtiendo de a poco en un personaje interesante, querible; diferente del corriente de los villanos. La casa de Gru es una extensión de su personalidad; por fuera se ve oscura, abandonada, rodeada de pasto seco en un barrio de jardines impecables. Por dentro esconde muchos secretos; entre armas e inventos (desarrollados por el Dr. Nefario, un científico loco que trabaja con él) viven también seres amarillos pequeños, que son a la vez ayudantes y conejillos de indias de Gru y Nefario. Allí las niñas deberán luchar por encontrar un hogar. La casa de Vector, en cambio, es sofisticada y futurística; controlada electrónicamente parece una fortaleza imposible de violar. La profundidad con que cada imagen está lograda, sumado al tratamiento en 3D, amplía el sentido que cada ambiente tiene. La música que acompaña tanto las aventuras como los momentos más sensibles del film, no solamente agrega ritmo a las escenas, sino que las refuerza haciéndolas más divertidas, vertiginosas, o más nostálgicas según cada necesidad. Si bien Mi Villano Favorito es un film de villanos, hay en él muchos momentos de humor y de ternura. Divertido, no faltan las escenas en donde el vértigo y el suspenso están presentes.
Maléfico pero tierno Sin llegar a los niveles de calidad y contenido de Pixar pero muy cerca de los cánones de los últimos productos de la factoría Dreamworks, Mi villano favorito, primer proyecto de animación digital de la Universal Studios junto a Ilumination Enterteinment, cumple con los requisitos mínimos para ser considerado un buen producto. En primer lugar tener como protagonista a un villano, mezcla entre El Pingüino y Gargamel (el malo de la serie los pitufos), supone algo diferente frente al panorama de personajes cooptado por animales o héroes que últimamente saturaron la pantalla de la animación. Ese es el caso de Gru (voz de Steve Carell), quien se unió a las fuerzas del mal por resentimiento hacia su madre (voz de Julie Andrews) que nunca lo tuvo presente desde su más temprana infancia. Sin embargo, Gru planifica dar su gran golpe a fin de llamar la atención no sólo de su indiferente madre sino del mundo entero para convertirse en el villano número uno. Ese puesto se lo ha quitado otro despiadado más joven que se hace llamar Vector (voz de Jason Segel) y que acaba de robarse nada menos que la pirámide de Giza. La única debilidad de Vector son las galletitas que un grupo de niños huérfanos venden para poder mantenerse en un orfanato hasta que algún alma caritativa los adopte. Ese es el nexo que los unirá más adelante con su nuevo adoptante Gru, cuyas intenciones están lejos de la caridad y muy cerca de su propio beneficio al utilizarlos en un futuro como anzuelo para llegar a la guarida de Vector y así robarle un arma que le permite miniaturizar las cosas, como por ejemplo la luna. En una trama sencilla que se va contagiando de la empatía por el protagonista y que dosifica el humor con la reivindicación de los valores más esenciales como la solidaridad, el compañerismo, la familia, etc, los directores Pierre Coffin, Chris Renaud y Sergio Pablos demuestran habilidad a la hora de aplicar fórmulas y axiomas que nunca fallan. Por ejemplo la entrega de una interesante galería de buenos personajes secundarios, entre los que se destacan la mascota de Gru y sus colaboradores -parecidos a un desodorante con ojos- que se llevan las mejores escenas sin dudas. Otro punto favorable de este film lo constituye la elección del casting encabezado por el gran Steve Carell, que compone a un tierno villano con acento europeo parecido al de Gene Wilder en El joven Frankestein, o al Sigfrido del Superagente 86. Podría decirse que el Gru de Carell junto al Igor de Cusack (otra animación que juega con los mismos códigos que Mi villano...) pasan a encabezar el top de la lista de mejores personajes originales entregados por la animación digital de los últimos años. Mi villano favorito gratificará a niños y acompañantes por partes iguales por su buena variedad de personajes, humor, guiños cinéfilos, atmósferas burtonianas y demás elementos en un panorama de la animación en que el ogro verde de Dreamworks abandonó el trono hace tiempo y cayó en desgracia, mientras que el imperio Pixar seguirá sorprendiendo y demostrando su liderazgo por varios años más. Por eso Universal Studios a partir de ahora puede entrar en la carrera.
Si bien el debut en animación digital de Universal no pasa vergüenza, se nota la falta de ideas y cierta intención de reflotar el espíritu de los “cartoons” históricos de la Warner Bros. (precisamente esos que hacían foco en el humor directo, los gags físicos y las accidentadas peripecias de los villanos). El doblaje deja mucho que desear y lo más destacable resulta la parodia al 3D de los créditos finales; aún así la propuesta entretiene a condición de que no se le exija demasiado...
Mi querido maldito “Soy despreciable” sería la traducción literal de Despicable me, el título original de Mi villano favorito. Se trata de una producción norteamericana que antes de estrenarse ya tenía comprometida una secuela, que llegará en 2013 y que hasta donde se sabe repetirá a uno de sus directores (Pierre Coffin) y a su dupla de guionistas. Los reflejos de quienes tomaron la decisión no se equivocaron. Este filme de Universal Pictures duplicó en dos semanas en Estados Unidos el presupuesto de inversión y sigue contando día a día cómo se inflan los dígitos en sus arcas. Los escritores de Horton y los quién, otra cinta animada muy creativa que se vio en 2008, imaginaron en esta ocasión la forma de vida de un villano querible, como tantos de los que ha inventado el cine, por limitarnos sólo al séptimo arte. El sujeto en cuestión se llama Gru, y vive en una casa sombría, asentada sobre una base secreta desde donde planea dar el golpe genial que lo convertirá en el número uno del gremio de los malos. Allí abajo, los colaboradores de Gru son unos cuantos cientos, o miles tal vez, de “minions”, unos monstruitos amarillos, de uno o dos ojos y vestidos de overol azul, que destilan una mezcla de torpeza y picardía que les hace ganarse varias de las mejores palmas de la historia. Y que se postulan como candidatos a favoritos de los niños en lo que hace a merchandising de imágenes en juguetes y demás. Buena mezcla Diseño visual atractivo, con unas cuantas innovaciones y una miríada de gags, muchos de ellos sumamente graciosos, en un torrente de ritmo y agilidad muy potable para chicos y grandes, constituyen la materia prima de este largometraje que la casa cinematográfica Universal suma a la lista de sus producciones, que enlazan cine animado por computadora puro, como es el caso de 9, con producciones de acción viva protagonizadas por animales, al estilo de Alvin y las ardillas o La telaraña de Charlotte.
VideoComentario (ver link).
Gruñones, pero felices Gru es un supervillano que ha conocido tiempos mejores. Junto a su colega, el doctor Nefario, y su ejército de ayudantes miniatura (de especie desconocida) han ejecutado los mayores delitos y los planes maléficos más osados, pero están en un notable declive debido a la aparición de una nueva generación de villanos, más versátiles en cuanto a tecnología y mucho menos respetuosos de los viejos códigos. Enfrentado específicamente a uno de estos nuevos malvados, el joven Vector, Gru concibe un plan: atacar la guarida de su enemigo con la ayuda de tres huérfanas recientemente adoptadas, que venden las galletas preferidas de Vector, y así apoderarse de un rayo reductor que le permitirá robarse la Luna. Nada menos. Pero el plan se verá entorpecido porque estas tres huérfanas descubren en Gru a un padre potencial, y su influencia trae a la vida del villano un inesperado giro. Con el aval de Chris Meledandri, que tiene en su haber la producción de las cintas de Blue Sky "La era del hielo", llega este nuevo producto animado que constituye un debut promisorio para este equipo de directores y guionistas. La historia tiene una estructura bastante clásica y sus giros son previsibles, pero tiene momentos muy altos (los recuerdos de Gru y la intervención de su madre como personaje bisagra son un buen ejemplo) y puede convertirse en un buen clásico de estos tiempos 3D. A no dudarlo: "Mi villano favorito" y "Toy Story 3" son las películas de animación de esta temporada. Vale la pena verlas en cine y en familia, ya que no subestiman ni al espectador infantil ni al adulto.
Malo por historia, noble por elección Mi villano favorito es la primera película de la alianza entre Illumination Entertainment y Universal, y sin lugar a dudas, un motivo serio de preocupación para Pixar y DreamWorks, los gigantes de la animación. Si en el pasado el rubro estuvo dominado por Disney y Warner, más acá en el tiempo, los creadores de Toy Story, Up y Los increíbles (Pixar) o Shrek, Kung Fu Panda y Hanz (DreamWorks), se convirtieron en los jugadores más fuertes de los dibujos animados a nivel mundial. Y aunque cada tanto alguien se anima a pelearles el liderazgo –el intento más reciente fue el de los españoles, con Planet 51–, es difícil superar el nivel de sofisticación que alcanzaron ambos. Pero el film dirigido por la dupla Coffin-Renaud lo consigue con varios aciertos: humor inteligente y disparatado, emoción, ternura auténtica y sobre todo, personajes nobles y queribles. Empezando por su protagonista, Gru (con la voz de Steve Carrel), un villano de piernas flacas, torso enorme y cabeza afilada, una mezcla entre el tío Lucas de Los locos Adams y el Dr. Evil de Austin Powers, que quiere dejar su marca en el mundo con emprendimientos tales como robar las pirámides de Egipto o reducir y apropiarse de… la Luna. Para estas empresas megalómanas y dignas de Pynky y Cerebro (“¡Vamos a tratar de conquistar el mundo!”), cuenta con la ayuda de un científico convenientemente loco y lleno de recursos a la hora de fabricar los aparatos que necesita para sus fechorías, más un ejército de torpes criaturas idénticas y anónimas (al estilo de los Oompa Loompas de Charly y la fábrica de chocolates). La lucha por el liderazgo del mal contra Vector, un villano más joven, encuentra a Gru con un presente lleno de problemas que arrastra desde una infancia desdichada, en buena parte gracias a su tiránica madre (Julie Andrews). Pero tres huerfanitas que entran inesperadamente a su vida (recordar Una serie de eventos desafortunados, con Jim Carrey), lo ayudan a encontrar el punto débil de su rival, le dan la oportunidad de redimirse y encontrar el amor, y hasta logran que abandone la nociva práctica de pincharle los globos a los niños en la calle. Mi villano favorito es un film divertido, lleno de referencias cinéfilas y televisivas, que apuesta fuerte en un área monopolizada por unos pocos, con un respeto genuino por el género.
Un último film de animación se agrega a la larga lista de estrenos, cuyo objetivo es acaparar la mayor cantidad de gente en unas vacaciones de invierno con gran afluencia de público. Su título original (“Despicable me”) refiere a un ser despreciable o vil, al que aquí se tituló, algo libremente, como “Mi villano favorito”. Y el arranque este jueves no podría ser mejor, al ocupar el primer puesto de la taquilla con más de 50.000 espectadores en casi cien salas de cine, algunas en 3D. La gran perdedora fue “Shrek para siempre” que, por un desacuerdo entre su distribuidora (UIP) y dos de las cadenas más importantes de cine, llevaron a que éstas la retiraran de cartel. De esa manera, el film del ogro verde no tendrá ninguna chance de desplazar del primer lugar entre las más vistas a “Toy Story 3”, que al superar los 3 millones de espectadores se asegura prácticamente el privilegio de ser la más taquillera del 2010. Y seguramente la ganadora de algunos Oscars el año que viene por sus excelentes críticas y notable performance a nivel mundial. La que ahora nos toca comentar es el primer producto de animación de Universal que aquí se estrena, con lo que queda claro que Disney ya no está sola pues también otros sellos como Dreamworks (acá también distribuida por UIP), FOX (“La era del hielo”) y Sony – Columbia (“Lluvia de hamburguesas”), han venido incursionando en el muy rentable negocio del dibujo animado. Codirigida por los debutantes en el largometraje Chris Renaud y Pierre Coffin, de origen francés, introducen a una serie de personajes “nuevos” comenzando por el villano Gru que al final no lo será tanto. Mucho tendrá que ver un trío de huerfanitas que Gru adopta y que lo distraen de su objetivo mayor: nada menos que robar la luna, para superar a otro villano, Vector, su archienemigo. Para lograr su meta contará con un ejército de enanitos amarillos, los minions, con uno o dos ojos, y con el doctor Nefario, un científico que le provee una serie de artefactos al estilo de aquellos usados por James Bond. Como se ve, nada demasiado original, pese a tener a favor no ser pretencioso y lograr entre los más pequeños una notable adhesión, como este cronista pudo comprobar el jueves en una sala colmada. Por una vez, las voces en un castellano neutro o, en el caso de Gru, algo germánica están adecuadamente dobladas, aunque es probable que no logren superar a las originales de Steve Carrell y Julie Andrews, entre las más célebres. A diferencia de otras película del género, “Mi villano favorito” usa un esquema que se podría asemejar al de una serie de cortos de animación, como por ejemplo del “correcaminos”, yuxtapuestos. Por momentos parece conformado por capítulos entre los que se destacan el inicial (pirámide de Giza), uno que refleja los problemas psicológicos de Gru con su madre y un tercero con las niñitas en un parque de diversiones.
Un grandiulón que sólo aspira a ser el malo más admirado del universo. “Soy la mente criminal más grande del universo” exclama Gru. Una afirmación tan desmesurda suena graciosa en boca de ese personaje de mirada alocada, ceño fruncido y sonrisa permanente. que sueña con robar la luna. Para ello cuenta con la ayuda del doctor Nefario y los Minions, unos seres amarillos con tanta inocencia como entusiasmo para apoyar los planes más alucinados de su jefe. Sus planes se complican cuando aparecen tres huerfanitas muy simpáticas y perseverantes que amenazan con descongelar su corazón helado. Gru, un grandulón con aspecto de tío Cosa y una versión masculina de "Las trillizas de Beleville", y el carácter agrio del Scrooge de Jim Carrey, es el antihéroe de este filme que encuentra justificación a sus delirios en una madre que nunca lo valoró. A pesar de cierta linealidad inicial, “Mi villano favorito” se despega de otras animaciones por varias razones: no hay buenos y malos. Sólo hay un héroe muy malo (aunque en el fondo de corazón tierno) con lo cual rompe la estructura del relato tradicional. Su objetivo es utópico: robar la luna. Y sus secuaces, los Minions, tienen un efecto disruptivo, con su aspecto extraño y unos sentimientos contradictorios muy humanos.
Mi villano favorito es uno de los pocos estrenos de animación recientes capaz de hacer un manejo responsable de la autoconciencia, recurso que, en manos de muchas otra películas, cada vez se revela más como un comentario sobrador y despectivo sobre el mundo la historia del cine. La película de Coffin y Renaud articula de manera inteligente la parodia con un relato emotivo sin por eso ceder terreno a la solemnidad o el golpe bajo: hasta en los momentos más tristes (como cuando las tres nenas vuelven al orfanato después de un día difícil) los directores se las arreglan para construir humor sin restarle dramatismo a la escena. Es justamente esa tensión entre comedia y drama lo que hace de Mi villano favorito una película robusta que no se agota en la parodia fácil estilo Dreamworks o en el tono más trágico de algunas de las últimas películas de Pixar. Gru, un villano que está atravesando una mala racha, vive en la ciudad y tiene una rutina común y silvestre. Pasea por el parque, hace las compras y le avisa al vecino que su perro le estuvo dejando regalitos en el jardín. El chiste, claro, es que Gru hace todo eso apelando al mal y a la crueldad, ya sea congelando con un rayo a la gente que está delante suyo en la cola o amenazando al vecino con ahorcar al perro. El desparpajo y la vileza del personaje hacen que la balanza nunca se termine de inclinar hacia el lado de la parodia más ramplona: sí, es cierto que Gru es un villano descontextualizado, fuera de su ambiente natural (una película con superhéroes o espías, quizás) pero la perversidad de la que hace gala lo pinta como un villano hecho y derecho, siempre digno, aunque se vea obligado a habitar un mundo que no es el suyo. Y aunque al personaje no le cuaje del todo el complejo que se le adosa desde el guión (un trauma infantil que habrá de condicionar su destino), el ridículo con que está trabajado ese trauma hace que (por suerte) nunca termine de hacerse presente la psicología: el recuerdo de la indiferencia y la frialdad de su madre hacia él es más un motor de la historia y un disparador de gags que una parte constitutiva del protagonista. El amor hacia los relatos que muestran Renaud y Coffin es la prueba cabal de que no se está frente a otra película cínica y pretendidamente lúcida como Shrek. Esto se nota con claridad cuando Gru les lee un cuento a las nenas: ellas se saben la historia de los tres gatitos de memoria pero les fascina escucharla de nuevo, como si la puesta en marcha de ese relato fuera algo maravilloso, una manera de escapar de la tristeza y remontarse hacia un mundo mágico (Gru les lee en la cama para que se duerman, o sea que el cuento funciona efectivamente como pasaje a otro mundo, el de los sueños). El cuidado dedicado a la construcción de lo físico hace de Mi villano favorito un cine atento a los detalles, capaz de generar emoción (como lo hacía Número 9) a partir de la materialidad de las cosas. En la misma escena de la lectura del cuento, cobra una fuerza increíble el libro que lee Gru: colorido, de formas juguetonas y con los títeres de los tres gatitos que se manejan con los dedos al mismo tiempo que se pasan las páginas de cartón; ese libro y sus texturas cálidas, amigables, que casi invitan al contacto de la mano, condensan gran parte del drama y la inteligencia cinematográfica de la película. Y en esta línea física, muchos de los mejores chistes de la película están protagonizados por los secuaces de Gru, un montón de bichitos amarillos queribles a la vez que tontos y peligrosos (todos andan armados, uno hasta tiene un lanza-misiles) que se la pasan golpeándose o haciendo pavadas. Por momentos, la película abusa un poco de ellos, pero la gracia y la violencia con que están construidos les permite soportar una enorme cantidad de gags y los habilita a hacerse cargo de una buena parte de la comedia de la película. Presentes en los créditos finales y hasta en el logo inicial de una de las productoras, los ayudantes de Gru son de los personajes más queribles e inquietantes de los últimos años, a la par de los Oompa Loompa de Tim Burton. La cordialidad que se desprende de la película, de sus planos, de sus personajes y del mundo que habitan, también se siente en la manera de acercarse al conflicto del protagonista. En ningún momento la película fuerza a Gru a asumir el rol de padre de las tres nenas huérfanas, sino que el recorrido que realiza el personaje (de reacio y asqueroso a papá casi modelo) se percibe auténtico, personal, y nunca está en función de un discurso a favor de la familia. Lo mismo pasa con su profesión de villano: incluso haciéndose cargo de las nenas, Gru nunca renuncia a sus planes malignos, y la película respeta esa decisión sin obligar al personaje a llevar adelante un cambio de vida. Esa tolerancia general con el personaje termina haciendo de Mi villano favorito una película accesible y placentera como pocas, un viaje feliz que sigue las peripecias de un padre improvisado y entrañable.
Pariéndose a sí mismo Entretiene dignamente, aunque con la secuela finalmente sabremos hacia donde caminará esta saga. Mi villano favorito es como un Frankestein cuyas partes son tomadas de distintas fuentes, hasta formar un cuerpo poco lógico por momentos, no del todo armonioso, pero no por eso menos coherente. Es un ejemplo de cómo la sátira, el pastiche, la mezcla de géneros, el homenaje, la cita, la referencia, no son malas palabras o conceptos mal vistos, sino piezas dentro de un todo. Por eso, nada mejor que ir indagando en cada una de esas segmentos. Gru, el protagonista del filme, es un compendio de varias influencias: el Norman Bates de Psicosis, con todo su trauma materno-filial a cuestas; los villanos enfrentados a James Bond (aunque termina remitiendo más al Dr. Evil de la saga de Austin Powers); varios de los personajes conflictuados y tratando de ocultarse a sí mismos sus problemas, que tan bien ha ido desarrollando en su carrera Steve Carrell, quien le provee la voz; los malvados que en un punto son malditos y que no les falta un toque de nobleza, como Dracula, el Capitán Nemo o los enemigos de Indiana Jones; incluso un poco de Carl Fredricksen, el anciano gruñón que protagonizaba Up. Los minions son una rara pero acertada mixtura de los Oompa-Loompas de Charlie y la fábrica de chocolate; Scrat, la ardilla prehistórica de La era de hielo; más varios procedimientos vinculados con la labor de Chaplin o Buster Keaton. Asimismo su estética y trabajo formal se enlaza con una búsqueda de lo burocrático y absurdo de las organizaciones malignas, como en El superagente 86, donde KAOS es la entidad dedicada a imponer la anarquía en el mundo; aunque también se conecta con la actualidad política y económica, del mismo modo que lo hacían corrosivas comedias como Las aventuras de Dick y Jane o El reportero. Del mismo modo, la trama –que involucra a tres huérfanas que son adoptadas por conveniencia por Gru para apoderarse del arma de un enemigo y así llevar a cabo su maléfico plan: reducir a la Luna al tamaño de un pelota de tenis y robársela- ya ha sido concebida millones de veces en la historia del cine. La inserción involuntaria del mundo infantil dentro del adulto es una plataforma ya utilizada en diversos géneros. No nos olvidemos tampoco del basamento en el humor de Chuck Jones, el estilo narrativo de Pixar o Disney, o el guiño hacia la música de The Bee Gees. ¿Esta absorción permanente de otras fuentes le quita calidad a Despicable me, la inhabilita como película? No necesariamente, porque en la mayoría de los casos este “copiar y pegar” va estructurando un filme interesante, divertido, contado con ganas y cariño por los protagonistas. Por momentos, el relato que se nos presenta es un conglomerado de declaraciones de amor al cine y otras expresiones de la cultura popular. Es posmoderno, pero no cínico. Se podría decir que incluso realiza el mismo proceso que Shrek 1: si la historia del ogro proponía una relectura de los cuentos de hadas, ésta hace lo mismo con la comedia familiar en consonancia con la mirada habitual sobre el “malo de la película”. Lo que nunca termina por desarrollar apropiadamente Mi villano favorito es un mundo completamente propio. En todo momento se notan sus costuras frankestinianas. Es una criatura que no termina de respirar con vida propia. Le falta individualidad, una distinción particular, algo que la consolide como un sujeto fílmico. Es como un bebé que todavía gatea y no ha podido pronunciar su primera palabra. Ya está anunciada la secuela: ¿Hablará por fin? ¿Qué nos dirá? ¿Hacia dónde caminará?
No hay mal que por bien no venga Mi villano favorito tiene una contra desde que empieza: uno sabe que Gru, ese tipo desagradable, cima de la maldad, se reconvertirá y vivirá una especie de redención luego de que las tres huérfanas de las que se hace cargo le ablanden el corazón. Por eso, la forma en que los directores Pierre Coffin y Chris Renaud lleguen a ese final será termómetro suficiente para sopesar los aciertos o no de esta película, producida por una nueva escudería que se suma al profuso terreno de la animación digital: Universal. Con una cuota de incorrección política, bastante disparate, un buen trabajo sobre el espacio cinematográfico y un humor cercano al del cartoon clásico, de slapstick puro, Mi villano favorito se convierte en una agradable sorpresa plagada de aciertos, formales y temáticos. El universo de Mi villano favorito tiene sus reglas particulares, las cuales no son explicitadas sino puestas en funcionamiento a partir de la narración: ese es un primer gran acierto. El film imagina, al igual que lo hacía Los increíbles, un mundo totalmente integrado a la idea de convivencia con algo fantástico que pertenece al imaginario de la cultura pop: si en aquella eran los superhéroes, en este caso son los villanos. Y curioso: no parece haber en este mundo ninguna fuerza de seguridad que intente frustrar los planes maléficos de estos personajes entre sofisticados y despreciables, por megalómanos, egocéntricos y materialistas. Porque el mundo que se plantea es puramente economicista y material, y ahí algo más que la ata con aquel film de Brad Bird: Mi villano favorito encuentra la parte administrativa y burocrática de ese mundo fantástico y la convierte en su corazón. Porque si estos tipos tienen planes tan sofisticados como robarse la Luna, necesitan de alguien que los financie: ahí entran los bancos y uno de los mejores chistes del film. Gru va a buscar un crédito a una entidad que se presenta como “Banco del Mal: anteriormente Lehman Brothers”. Mi villano favorito resume en un chiste perfecto lo que a Tom Tykwer le llevaba casi dos horas en la notable Agente internacional. Y si los guionistas Sergio Pablos, Ken Daurio y Cinco Paul (estos dos últimos de la estupenda Horton y el mundo de los Quien) logran construir un universo coherente y con sus reglas internas bien definidas, desde la imagen los realizadores resuelven todo respetando cierto concepto visual del cine de espías de los 60 y 70, especialmente las primeras películas de James Bond: un concepto de elegancia sofisticada, un refinamiento cosmopolita y algo afectado hasta la parodia: esto se logra, principalmente, gracias a la velocidad con la que se imprime el humor, puro chiste físico, debido a su vez a unas creaciones magníficas, ya la invención cómica del año: los minions. Seres amarillos, esponjosos, casi unos chizitos con ojos, manos y pies, que farfullando un lenguaje casi incomprensible y recurriendo a una violencia contenida, redescubren la eficacia del humor animado de hace 70 años. Su graciosa irrealidad -son asistentes de Gru en su guarida maléfica- aporta el tono justo de disparate anárquico y alejado de toda convención que la película necesitaba. En ellos se respira el espíritu festivo de Mi villano favorito. Si ponemos en primer plano la forma de este mundo, es porque tal vez lo más flojo de la película sea su anécdota principal: cómo un tipo muy malo no se hace bueno, pero sí al menos da muestras de tener sentimientos. Si bien es cierto que elude casi por completo el sentimentalismo y se apoya en un protagonista muy fuerte como Gru, con chistes sobre niños huérfanos que a alguien le puedan resultar desagradables y un comportamiento digno de un capítulo de South Park, también es cierto que el arco de emociones de su personaje no se desvía de lo previsible. Aunque hay un pero, y este se refiere a la sutileza con la que está construida la redención: para achicar la Luna, Gru necesita un achicador de partículas -o algo por el estilo- que está en poder de su rival, Vector. Y para ingresar en su guarida se tendrá que valer de tres huérfanas a las que adopta sólo con un fin utilitario. Habrá que prestar atención entonces a cuáles son las experiencias que atraviesa este personaje para comprender su movilización interior -un parque de diversiones, leer un cuento, entre otras-, motivada por una visita recurrente al universo de la infancia. Desde ahí, el final se da por decantación, pero también porque hay una lógica que el film respeta y protege, y no porque se proteja cierto conservadurismo o se pongan en primer plano unos sentimientos por sobre otros, indicándonos que son malos o nocivos. Se sabe que algo está mal, pero no hay un subrayado: el film nos dice que hay actos malos y actos buenos, y gente que los comete sea buena o mala. Esa coherencia del film, que es tanto temática como estética, se complementa con un sentido del humor que raya lo desquiciado y que será, seguramente, su marca distintiva: tal vez el mayor pecado del film es que muchas veces la anécdota queda sepultada bajo capas y capas de referencias y gags, y no es que uno tenga nada contra la comedia pura, pero sí cuando atenta deliberadamente contra la narración. Es ahí, creo, donde Mi villano favorito queda relegada a un segundo lugar tras películas como Lluvia de hamburguesas, Horton y el mundo de los Quien, Cómo entrenar a tu dragón o Kung fu panda, las mejores películas en animación digital realizadas en la periferia de Pixar. Otro peligro que tiene Mi villano favorito es que, observando sus particularidades y teniendo en cuenta el éxito en el que se ha convertido, sus realizadores quieran hacer de esto una franquicia y estirar la anécdota y a sus personajes mucho más allá de lo recomendable. Los minions son una de las cosas más graciosas que existe sobre la faz de la Tierra -así nomás-, pero parecen construidos bajo el síndrome pingüinos de Madagascar o ardilla de La era del hielo. El film es encantador y funciona, pero su anécdota parece acotada y con no mucho más para decir, al menos que se pueda explotar el vínculo de las niñas y Gru, unidos por la maldad, por lo que pensar en una saga suena hoy poco interesante. Así como está, Mi villano favorito tiene todo para convertirse en un buen recuerdo: esperemos que no la transformen en una pesadilla recurrente. Porque el que se quema con Shrek, ve un ogro y llora.
Producto animado llevado adelante por una nueva compañía estadounidense y artistas franceses y españoles, Mi villano favorito surge casi al término de las vacaciones de invierno detrás de los éxitos arrolladores de las formidables Toy Story 3 y Shrek para siempre. Quizás sea porque este film cuenta con detalles en su factura estética y visual que pueden ser mejor disfrutados por espectadores adultos que otros títulos que presentan personajes ya conocidos y asimilados por el público infantil, pero como contrapartida no se podrá acceder a copias con subtítulos y así apreciar la tarea de actores como Steve Carell, Will Arnett, y la legendaria Julie Andrews. Lo que no amengua la posibilidad de disfrutar de un muy buen trabajo de animación digital, que busca ser diferente en su concepción y realización, fundamentalmente a partir de un auténtico archivillano de historieta como protagonista. Este maléfico ser al mando de un insólito ejército de criaturas, está siempre empecinado en dominar al mundo de las más estrambóticas formas, pero tres niñas huérfanas modificarán los valores de su vida y le harán aflorar un costado enternecedor. Con varios y hasta delirantes aciertos creativos e indisimulables toques ACME de los cartoons de la Warner, Mi villano favorito es una gran alternativa dentro del género.
Estupenda animación de la mano de Universal. Después de unas cuantas peleas cansinas entre productos Pixar-Diney- Dreamwork y el fanatismo emotivamente insuperable al que todos hemos sucumbido con la última entrega de Toy Story, cuesta mirar con buenos ojos una animación más de la mano de una distribuidora no tan dedicada a este mundillo cinematográfico. No obstante he de decir que antes de ver una 4ta entrega del ogro verde al que pocos laurearon decidimos ir por esta historia de un villano despreciable y unos pequeños personajes amarillos llamados minions con los que críticos y espectadores de otras latitudes parecían unánimes en adorar.Sabia decisión. Mi villano favorito es una historia a la que primero se agradece estar dirigida al público pequeño, no intenta ganar al adulto por medio de guiños complicados ni humor ácido que en algún punto deja de lado a los peques. Gusta de igual manera a grandes y chicos porque tiene una línea narrativa sencilla, divertida, llena de personajes graciosos y querendones. No es un film presuntuoso, va a lo simple y es efectivo en el cómo lo cuenta: Gru (Steve Carell) es un otrora niño que no ha sido del todo valorado y sus sueños de ser astronauta han quedado un tanto truncos. Ha crecido como un hombre amargo, malvado y dedicado a la ciencia del mal junto al Dr. Nefario (Rusell Brand). Juntos planean algo casi imposible que los deje en el top de los villanos: robar la luna. Para esto primero deberán enfrentar a un nada subestimable competidor, Vector ( Jason Segel), al que tratarán de engañar utilizando a 3 adorables huerfanitas que venden golosinas de puerta en puerta. Acá empieza lo divertido, pues para poder utilizar a estas huerfanitas sin problemas Gru deberá adoptarlas y entonces su vida comenzará a ponerse patas para arriba cuando compruebe que su corazón no es tan frío como pensaba. Quien diga que el film es previsible no está muy atento, desde el vamos sabemos lo que va a pasar y cómo terminará la historia, vamos que es un film para el público pequeño y los finales felices pesan. Lo bueno y original es comprobar con cuánta sencillez se puede igualmente divertir al público, entretener sabiamente y seducir con un cuidado armado de personajes: imposible no quedar embobados con las huerfanitas menores y no querer tener en casa un batallón de minions. Los pequeños la pasarán de maravillas y se reirán a más no poder, los más grandes también. Es un film que no deja de lado la parte emotiva aunque sin necesidad de golpes bajos ni cursis sino con verdadero corazón, escenas que derriten porque son tiernas y humanas antetodo. Para los que la vean en 3D, cuidado con la escena de la montaña rusa que está muy bien lograda y no se vayan rápido (porque nosotros sí lo hicimos aunque no es habitual) que dicen que al final de los créditos hay más escenas jugosas. Destacable también la banda de sonido que conjugan temas como Sweet home Alabama, Boogie fever o You should be dancing. Segunda entrega ya en pre producción y una promesa de miniseries con los minions como protagonistas, verdadero hit de esta obra.
Paternidades Dos películas sobre la paternidad están actualmente en cartelera. Una busca caminos laterales y divertidos (de diversión, también entendida como una estrategia distractiva); la otra se estrella de frente con su tema. 1. Mi villano favorito (estrenada en la misma semana que El origen) es una película de animación (3D o 2D, Ud. elige), que con formas geométricas simples crea un mundo lleno de matices. El villano protagonista (que es el héroe de la película, nada menos) tiene brazos y piernas finitos, nariz puntiaguda, torso compacto y carece de cuello. Es enternecedoramente malvado y tiene –como diría Pappo– un “satánico plan”: robarse la luna, previo achicamiento del satélite. El plan es más bien delirante (la película es toda un poco lisérgica), y el dispositivo narrativo para contar ese plan incluye personajes como un científico viejo, chiflado y distraído, un villano competidor ultratecnologizado, un banquero mucho más villano que los villanos, y un ejército de bichitos amarillos –algunos con dos ojos, otros con uno solo– que hablan un cocoliche muy simpático y que vaya a saber uno qué son. También están la madre del villano protagonista y tres huerfanitas que el villano decide adoptar por interés, para poder cumplir su plan. Mientras nos divierte (acá tienen cinco acepciones de divertir: “entretener, recrear, apartar, desviar, alejar”) con chistes, acción, competencia entre villanos, explosiones, montañas rusas, unicornios de peluche, un tiburón mascota, múltiples inventos y hermosos colores, la película de a poco empieza a contar la historia de alguien que se convierte en padre. Como siempre hizo el buen cine clásico, Mi villano favorito nos cuenta en la superficie una historia, y en el fondo otra. Mientras pasa, y pasa velozmente, nos mete en un mundo propio, distinto al nuestro aunque reconocible, y nos recompensa con una burbujeante felicidad. 2. Por su parte, Igualita a mí (dirigida por Diego Kaplan, el de Sabés Nadar?) es una película sobre la paternidad. Una y mil veces se nos dice que es sobre la paternidad, sobre madurar, sobre cómo convertir a un soltero playboy –y que se tiñe– en un “hombre de familia” según la más rancia tradición de las viejas telecomedias (no sé si de las nuevas, porque no las veo). El protagonista es Adrián Suar, que por suerte pestañea menos que antes para actuar (antes era su recurso interpretativo más saliente), aunque imita tanto pero tanto los modos de hablar de Francella que obtiene un registro artificial y que impide la empatía (a lo que ayudan sus mejillas, lustrosas e inmóviles). La película se apoya en situaciones convencionales: la operación inmobiliaria en la que hay alguien que no quiere vender, el abuelo que pasea con la nieta y Suar lo ve y recapacita, la mascota rechazada y luego aceptada, y muchos etcéteras, incluido el puntapié inicial: “al playboy le cayó del cielo una hija”. Abusa de personajes definidos convencionalmente (los hippies del bolsón, el propio personaje de Suar), en maneras de hablar que son de manual de estereotipia (a veces logran escapar de tanto automatismo, gracias a la naturalidad de sus gestos, Florencia Bertotti y Claudia Fontán). La película avanza paso a paso –como un Via Crucis– por una situación remanida tras otra, como si fueran obligatorias (encima vistas antes en muchas y mejores películas americanas) sin desviarse, sin divertirse, sin divertirnos, sin poder simbólico o metafórico alguno, creando un mundo hecho de retazos del nuestro pero que parece de plástico, definido por lo más exterior del viejo costumbrismo pero sin confiar en él (esto es “más moderno”, pero básicamente por cierto minimalismo del mobiliario, la imagen brillosa y el sonido claro): todo está de frente, en la superficie: plano, directo, sin gracia y sin fuga. Es increíble lo largos que pueden llegar a ser estos 110 minutos, y todo para llegar a la literalidad y superficialidad y obviedad aplastantes del diálogo final entre padre e hija. El plano final, por su parte, no está lejos de ciertas publicidades de productos navideños, de esas que gritan “así somos los argentinos”.
“Mi villano favorito” narra la historia de Gru, un villano que pese a su maldad, cuenta con una enorme cuota de carisma para perpetrar sus planes. Él, junto a la ayuda de su ejército de minions (unos simpáticos hombrecitos amarillos, algo similares a los muñequitos del juego pacman) busca realizar el robo más grande de todos los tiempos: apropiarse de la luna. Es a partir de ese momento que se desatan una infinidad de situaciones descabelladas y divertidas. Sin embargo, la aparición de un trío de huerfanitas que Gru adopta –como parte de su malvado plan- trastocarán bastante su vida, al punto de dejar de ser el villano que al comienzo conocimos. Dirigida por Pierre Coffin y Chris Renaud y producida por Universal, aparece en nuestro país en sus dos versiones: 2D y 3D. Si pudiéramos acceder a la versión original (aunque con subtítulos) podríamos disfrutar de las voces que Steve Carrel y Julie Andrews, les pusieron a los personajes de Gru y de la madre, respectivamente. Si en “Up” (2009) la audacia estaba en tener a un viejo cascarrabias como protagonista, “Mi villano…” transgrede como su título mismo lo indica, con un malo con mucha “onda”, que lejos de asustar, nos atrae. Aún así, la bajada política siempre está presente en las obras norteamericanas (también las orientadas al público infantil) aunque en este caso quizá de modo solapado. ¿En qué lo notamos? Gru no es norteamericano, y tiene un fuerte acento típico de algún país del este. En “Mi villano favorito” hay guiños y referencias a otras producciones, y es en esos momentos donde la realización pierde frescura y claro está, originalidad. Porque a medida que el conflicto avanza, la historia se hace más y más predecible, y el devenir del lado bueno y bondadoso del protagonista se vuelve ya inevitable. Si en un comienzo, parecía que Gru iba a llevar adelante su perverso plan, el cual se inscribía dentro de una trama compleja y curiosa, el ingreso en la historia de las tres niñitas huérfanas, hecha por tierra todo ello. Absolutamente alejada de la poética lograda por “Up” y especialmente por “Coraline”, en está producción, otra vez la técnica del 3D aparece vacía. ¿De qué? De una verdadera intención estética y por ende ética, utilizada en función a la acción dramática del film. El augurado futuro del cine en 3D, con este tipo de obras se presenta bastante endeble y poco ambicioso. Pero no abarquemos más de lo que esta película de animación puede dar de sí. “Mi villano favorito” es una propuesta apenas correcta y entretenida. Pero los niños desde hasta once o doce años, sin dudas deberían disfrutar más que la cuarta y última entrega de Shrek.
La primera incursión de Illumination Entertainment en el género de la animación no es una desagradable ni una inigualable experiencia cinematográfica, es sencillamente una correcta, divertida, pero poco original película en la que se reunen muchas de las características que identificaron a las grandes series televisivas de dibujos animados.