Qué se hace cuando la persona más buena del mundo logra un avance significativo, sin embargo termina perjudicando la situación aún más. Aunque no se está hablando de El Increíble Hulk, esta pregunta constituye la base de Morbius, la nueva entrega perteneciente a la asociación entre Sony y Marvel, que se estrena en cines el 31 de marzo. El Dr. Michael Morbius (Jared Leto) sufre de una rara enfermedad genética que lo tiene a mal traer, y dedicó su carrera médica en encontrar una cura -además de crear sangre artificial, por lo cual salvó a mucha gente y rechazó un Premio Nobel-. Su amigo de la infancia, Milo (Matt Smith), ayuda a financiar esta búsqueda, la que lo lleva a atrapar murciélagos (pobres animales, siempre la ligan ellos) en Costa Rica. Pero lo que podría ser un descubrimiento que le puede salvar la vida, también tiene el poder de destruirla. La queja no recaerá en los efectos especiales ni en las escenas de acción, ambas cosas bastante bien logradas con una interesante mezcla entre Matrix, Daredevil (la serie) y Smallville (sí, esa serie). El gran problema de esta película es el guion: tiene una estructura un poco desordenada, el desarrollo de los personajes es mínimo, y tiene un climax tan repentino que ni siquiera se digna en tomarse su tiempo en cerrar la película. Se tomaron decisiones y se crearon vínculos que no se explican en lo absoluto, lo que se dice “tirado de los pelos”. No mucho se puede esperar de quienes escribieron Dioses de Egipto (2016). Las actuaciones son correctas: la relación y el antagonismo entre los personajes de Jared Leto y Matt Smith está muy bien hecha; mientras que el personaje de Jared Harris (el actorazo de Chernobyl) no tiene mucha participación y el de Adria Arjona (hija de Ricardo) queda relegado como el interés romántico y no mucho más -cosa que trae recuerdos de la Dra. Christina Palmer en Doctor Strange-. Talento hay y se ve en pantalla, pero los actores no pueden hacer mucha magia con el material provisto. Vale aclarar que tiene dos escenas post-créditos que a pesar de brindar información que puede atraer al público, no ayudan a salvar el final y dejan al espectador con bastantes dudas. La verdad que sería raro que se armen teorías conspirativas después de ver Morbius.
Jared Leto al frente de una propuesta que se inspira más en el clásico Drácula, de Bram Stoker que del comic de Marvel y decide profundizar en la psicología de sus personajes, sus dolores, padecimientos, explotando en impactantes escenas de acción el poderío de su origen comercial, y descansando en escenas íntimas los vínculos.
Antes de que marzo llegue a su fin, desembarca en las salas de nuestro país la nueva apuesta pochoclera de la mano de Sony y Marvel. La multinacional japonesa continua su idea de adaptar al cine las historias de villanos del universo conocido como Spider-verse, y en esta oportunidad es el turno de «Morbius». Protagonizada por el amado y odiado Jared Leto, la cinta relata la historia del doctor Michael Morbius, un bioquímico que sufre una extraña enfermedad en la sangre. Al intentar curarse y dar una respuesta a su trastorno, se infecta con una particular forma de vampirismo. Antes de seguir ahondando en el contenido de la película, conozcamos un poco del contexto. Existen muchos motivos por lo que la producción está siendo recibida con mucho malestar por parte de los fanáticos y la crítica. El principal inconveniente es su retraso. La fecha original de estreno era julio del 2020 pero, 7 retrasos después, terminó siendo esta semana sumando un total de casi dos años de espera. En el medio aconteció el segundo motivo de incomodidad: a finales del pasado año, llegó a la pantalla grande «Spider-man: No way home». El enorme éxito de taquilla del crossover arácnido dejó la vara demasiado alta. Llegar inmediatamente después, con un metraje dedicado a un personaje desconocido por la mayoría y sin mucho que aportar al multiverso, resulta perjudicial. Por último, el tercer factor que influye negativamente es que durante todo ese tiempo en stand bye, fluyeron rumores de todo tipo en torno a lo que pasaría en el film. A fin de cuentas, tanto revuelo e hipótesis terminaron en decepción para la mayoría ya que no se trata de una cinta abundante de fan service. Por otra parte, comienza a engendrarse un problema que ya varias producciones pertenecientes al universo cinematográfico de Marvel (UCM) han sufrido. El haber entregado películas tan gigantes como lo fueron las últimas dos de «Avengers» y la ya mencionada «Spider-man», se convirtió en algo difícil de repetir. El público espera que los estudios redoblen la apuesta y originen películas cada vez más grandes, llenas de personajes e historias a nivel macro. Frente a esta realidad, traer cintas más pequeñas de nuevos personajes en solitario, termina siendo una jugada arriesgada que tiene muchas chances de no estar a la altura. Eso no quiere decir que necesariamente sean películas de mala calidad, simplemente no coinciden con lo que el público se espera. Analicemos el caso particular de «Morbius» para entender un poco más a qué nos referimos. El largometraje es una historia de origen. Vemos cómo es que un bioquímico agonizante se convierte en una especie de vampiro y, junto a él, descubrimos cuáles son sus habilidades y problemáticas. El objetivo primordial es presentar al personaje y establecerlo dentro de lo que ya conocemos. Jared Leto es un actor inestable que disfruta de grandes aciertos y grandes errores. Aquí, realiza una correcta interpretación del doctor y es quien mantiene a flote el relato. Lamentablemente la historia no lo acompaña y cuenta con varios traspiés de guion. Solo por nombrar algunos: se nos presenta un antagonista sin motivaciones claras que pasa sin pena ni gloria – aunque hay que admitir que Matt Smith tiene carisma y reaviva ciertos momentos -. Otro detalle negativo es el poco peso dramático de sus personajes secundarios. Incluso el gran Jared Harris se ve limitado en su participación. Esa situación podría haber tenido otro resultado si se dedicaba varios minutos más a la construcción del primer acto, donde se expresa el vínculo entre personajes. La escasa duración de 104 minutos (actualmente las películas de superhéroes no bajan de los 120) evidencian que el estudio fue decisivo a la hora de recortar escenas. En consecuencia, la primera etapa se siente apresurada y el espectador no logra empatizar con los protagonistas por lo que pase lo que les pase, poco interesa. Dejando de lado ese aspecto de la obra, en términos visuales sí nos brinda un buen espectáculo. En líneas generales el CGI es bueno. La construcción de la apariencia de Morbius y la forma de representar sus poderes es acertada. Logran generar una imagen atractiva y que se diferencia de muchas otras películas ya vistas. Tal vez, en secuencias de pelea se torne un poco confusa la imagen, pero no llega a los niveles de desbarajuste que tienen películas como «Venom» o «Transformers». Un recurso muy utilizado es el slow motion, lo cual nos regala imágenes impactantes que hacen ver las habilidades del vampiro como lo más cool de los últimos tiempos. Lamentablemente, se vuelve un poco repetitiva y termina siendo desfavorable. En cuanto al tono general del film, podemos decir que no busca ser una repetición del clásico estilo Marvel con acción, humor y un poco de drama. Se toma a sí misma como una historia seria y cuenta con muy pequeñas dosis de comedia. Incluso tiene momentos que se acercan al terror que están bien ejecutados. En conclusión, «Morbius» es un nuevo intento de Sony por aprovechar el asombroso éxito del universo arácnido, colgándose de los triunfos de Marvel. Con varios problemas de guion y una profunda falta de emocionalidad, busca satisfacer al público con buenas visuales y promesas a futuro. Una vez más, el villano devenido en héroe momentáneo invadirá las pantallas e intentará ganarse nuestros corazones. Para un mejor disfrute, recomendamos ir a las salas sin demasiadas expectativas. No olviden quedarse hasta al final porque hay sorpresas.
Apenas medio año después del estreno de Venom: Carnage liberado y a tres meses del arrasador éxito de Spiderman: Sin camino a casa, Sony y Marvel siguen alimentando la franquicia con un nuevo spinoff dedicado en este caso a otro de los antagonistas de El Hombre Araña, que ahora alcanza el estatus de personaje protagónico. Si la primera parte de esta película del director de Protegiendo al enemigo, Crímenes ocultos y Life: Vida inteligente no es particularmente brillante al menos nos permite conocer los orígenes del personaje. Michael Morbius y Milo son dos niños que comparten una extraña enfermedad genética que los mantiene prácticamente postrados. Más allá de sus dificultades para caminar, Morbius tiene atributos dignos de un genio que con el tiempo lo convertirán en una eminencia en el campo de las investigaciones sobre la sangre. Tan eminente que este bioquímico ganará incluso el premio Nobel aunque terminará desairando a los suecos y rechazando la distinción. Lo que realmente obsesiona al doctor Morbius es encontrar la cura a su dolencia (y la de su amigo Milo, que ya de adulto se ha convertido en millonario y es interpretado por Matt Smith). Y la encuentra combinando su ADN con el de los murciélagos para convertirse en poderoso vampiro, pero dependiente cada 6 horas (luego cada 4) de ingerir sangre humana. Las consecuencias, por supuesto, serán inmanejables. Sí, Morbius tiene muchos puntos de contacto con Drácula, Batman, Crepúsculo y la larga saga de películas sobre murciélagos y vampiros, pero el film nunca alcanza a convencer dentro de los cánones del terror, de la estética de cómic ni de la épica romántica (la colega y objeto del deseo de Morbius es la Martine Bancroft de Adria Arjona). Tras la presentación del universo de la historia, los dos amigos se irán distanciando con la atractiva Martine primero y con el mentor Emil Nikols de Jared Harris después como terceros vértices de sendos triángulos dramáticos. Pura fórmula dominada para un creciente enfrentamiento y sostenida con un despliegue de efectos visuales que a esta altura no resultan demasiado convincentes ni espectaculares. Ni Venom ni Morbius cumplieron con las expectativas, pero ambas han logrado cautivar a un público lo suficientemente masivo como para que este multiverso se siga anabolizando. De hecho, las escenas que se intercalan durantes los créditos finales (con la aparición, por ejemplo, del Adrian Toomes de Michael Keaton) no hacen más que prometer nuevos spinoffs, crossover y todo aquello que haga que la máquina de producir (y recaudar) no se detenga jamás.
La era de la supremacía de las adaptaciones de cómics al cine implica una forma nueva de entender los géneros cinematográficos. No todos los cómics son iguales, ni sus protagonistas corresponden a un mismo tipo de superhéroe o villano. Esto le permite a los estudios hacer películas de distintos géneros, manteniéndose dentro de ese universo de los superhéroes que atrae al gran público. Spider-Man es el personaje ideal para una comedia adolescente sobre las dificultades de crecer y Batman para un film noir. El público abraza estas películas, tal como sus taquillas lo demuestran, siempre que vengan junto con un nombre y una figura reconocibles. Y que tengan superpoderes o habilidades que rozan lo sobrehumano, claro. Morbius, basada en un cómic de Marvel, podría ser una película de terror sobrenatural, más específicamente, “una de vampiros”, con condimentos de “una de científico loco”. Porque son esos arquetipos del terror clásico en lo que se convierte Michael Morbius, interpretado por Jared Leto, menos escondido en el maquillaje y vestuario que de costumbre, un hombre que sufre desde su infancia una enfermedad de la sangre, que lo mantiene en un estado general debilitado y le garantiza una muerte temprana. Como tantas otras películas basadas en cómics, Morbius es una historia de origen del personaje. El film, dirigido por Daniel Espinosa, presenta a su protagonista en su infancia, en una clínica en Grecia, donde conoce a otro chico que tiene la misma enfermedad, al que apoda Milo. Michael tiene una inteligencia extraordinaria, por lo que el médico que cuida a ambos niños, encarnado por Jared Harris, lo envía a estudiar a Nueva York. Así, se convierte en médico y dedica su vida a encontrar una cura para su enfermedad, con la ayuda de la doctora Martine Bancroft (Adria Arjona) y el apoyo financiero de Milo (Matt Smith). La creación de una sangre artificial parece acercarlo a la solución, pero, por supuesto, todo se complica. “No crees en estas cosas, ¿no?”, le dice Martine a Morbius, luego de leer un libro sobre vampiros. Tal vez esa línea sea un guiño para despegarse del terror sobrenatural, aunque la explicación “científica” sobre lo que le sucede a Morbius sea tan improbable como las historias de vampiros. Sin embargo, lo mejor de la película es cuando sigue las pautas del género de terror y fantástico: una escena en un pasillo con la luz titilando escondiendo un peligro inminente; la transformación física de hombre a monstruo; hasta la referencia a Murnau, director de Nosferatu, en el nombre de un barco. Morbius pierde cuando intenta ser una película de superhéroes grandilocuente, con sexualidad contenida y una investigación policial conducida por un agente latino “gracioso” y Tyrese Gibson haciéndose el serio. Mientras es un poco ridícula y humilde en sus pretensiones, la película ofrece algo con que divertirse. Pero cuando llega la hora de las peleas con efectos visuales poco efectivos y planos en los que literalmente no se entiende lo que se está viendo, acecha el aburrimiento y deja al descubierto la vacuidad de todo el proyecto.
Tras muchos retrasos, por culpa de la pandemia del coronavirus, finalmente llega Morbius, con Jared Leto, que debió estrenarse antes que Spider-Man: Sin camino a casa. Este hecho no es superfluo para los fans que amaron la última de Peter Parker, y que quedaron con la vara muy alta. Igual, a las películas hay que medirlas por lo que son, y a Morbius le fallan unos cuantos glóbulos blancos para defenderse de los fanáticos. Porque este vampiro de Marvel (y no estamos hablando de Blade) no es un héroe, menos un superhéroe, sino que se trata más que nada de un antihéroe. El cantante de 30 Seconds to Mars y ganador de un Oscar por El club de los desahuciados, que lucía irreconocible en la reciente La casa Gucci, interpreta al Dr. Michael Morbius. Desde pequeño sufre una rara enfermedad de la sangre. Una mente brillante si las hay, transformado en bioquímico, tiene pocas pulgas. Así como es capaz de rechazar el Premio Nobel en la mismísima premiación, con la misma vehemencia puede enceguecerse cuando advierte que la posibilidad de curarse es inyectarse una suerte de cocktail experimental de ADN de murciélago. Corta, pero se hace larga Estamos resumiendo todo demasiado rápido, porque la película también es corta, tal vez no demasiado porque se hace larga. En verdad dura 104 minutos, una rareza en tiempos en los que las películas de Marvel o DC Comics superan con holgura las dos horas. Tampoco hay mucho para contar de Morbius, más que Michael adquiere una fuerza sobrehumana y se convierte en un pseudo-vampiro. ¿Y qué hacen los vampiros? Beber sangre. Michael bebe sangre artificial, pero Milos, su amigo de la infancia, enfermo como él, ahora multimillonario (Matt Smith, que fue el Príncipe Felipe en la serie The Crown) lo financia y quiere tener los mismos resultados que Michael. El problema con Morbius es que es una película de acción en la que las escenas de pelea son… feas. Hay mucha, demasiada animación, no cuando Morbius se convierte -el efecto de CGI o maquillaje, o la combinación es buenísimo-, pero después, en los combates y los ataques, nadie puede creer nada de lo que ve. Porque la incoherencia es un término un tanto fuerte cuando hablamos de situaciones planteadas en el universo del cómic, pero si nos referimos a la incoherencia interna del relato, bueno, ahí sí hay con qué darle a Morbius. No es nuestra intención spoilear nada a quienes van a ir a ver la película. No se detengan en ver quiénes acompañan a Leto, Smith, Adria Arjona (la hija de Ricardo) o Jared Harris (Chernobyl), el médico que cuidaba a Michael y a Milo. Ahórrenselo. ¿Se acuerdan de Crímenes ocultos, o Child 44, con Tom Hardy y Gary Oldman? ¿Y de Life: Vida inteligente, con Jake Gyllenhaal y Ryan Reynolds, que era como un Alien descafeinado? Los que se ve que no se acordaron fueron los productores de Morbius, que fueron a llamar a Daniel Espinosa, el director de nombre latino porque su padre es chileno, pero nacido en Suecia. Bueno, Protegiendo al enemigo no estaba nada mal, con Ryan Reynolds y Denzel Washington. Pero pasaron diez años. ¿Hay escenas entre los créditos finales? Las hay. Son dos. Y una más desilusionante que la otra.
Morbius no aburre pero es una película insípida, predecible y olvidable. Una presentación del personaje sin sorpresas, que dura casi dos horas pero cuya historia se podría haber resumido en veinte minutos del inicio de alguna entrega del superhéroe arácnido.
Un vampiro de laboratorio no tiene el romanticismo de un vampiro clásico. Toda mitología termina donde empieza la ciencia. Y la presentación de Morbius en el SSU (Universo de Spider-Man de Sony) es eso: una fórmula aplicada. La película no intenta actualizar al héroe trágico del gótico, sino que toma su iconografía para crear una figura monstruosa sin relieve. Es el paso de un ser maldito, sofisticado y orgulloso a un ser maldito, acomplejado y lleno de culpa. Si para Drácula la maldición era la eternidad, no poder morir, para Morbius el vampirismo es una maldición en sí, solo desea no matar. Es un engendro en la era de la corrección política.
Jared Leto y un villano carente de pasión Jared Leto se transforma en vampiro en este film que continúa expandiendo el universo de Spider-Man. Morbius (2022) fue uno de los productos cinematográficos que más sufrió la pandemia por el COVID-19. Los cambios de fechas y las constantes postergaciones generaron que, una película que se pensó para estrenarse en julio del 2020, llegue casi dos años después a las salas. Luego de siete retrasos, este antihéroe sale a la luz y el resultado final hace sospechar que tanto desgaste lo perjudicó. Jared Leto se pasa a Marvel para ponerse en la piel del Doctor Michael Morbius, un bioquímico con un intelecto admirable que padece una extraña enfermedad en la sangre. Con el objetivo de poder curarse, Morbius llegará al límite de sus posibilidades. La cura tiene un costo altísimo: pese a sentirse fuerte y con habilidades increíbles, el vampirismo se apodera de él a través de una irresistible necesidad de consumir sangre. A partir de allí, se encuentra entre la espalda y la pared ya que la cura va en contra de su humanidad. Los sucesivos retrasos debilitaron el producto final. Si bien el film tiene todos los condimentos posibles para poder funcionar, la obra termina resultando una especie de tráiler extenso en donde el desenlace podría desencadenar lo más interesante. Jared Leto está correcto como el Dr. Morbius, al igual que Adria Arjona (Triple frontera), quien ocupa el rol de su interés amoroso. Matt Smith (Última noche en el Soho) es quien rompe todos los moldes y se luce encarnando a un villano que nos va a sorprender. Este show de vampirismo dirigido por Daniel Espinosa (Protegiendo al enemigo) carece de sentido. Si bien es entretenido, la intención de combinar simbolismos y géneros al introducir un nuevo personaje debe estar muy controlada para que sea efectiva. El comienzo nos recordará el inicio de Doctor Strange: hechicero supremo (Doctor Strange, 2016), el desarrollo nos propone un largometraje de horror con un hombre vampiro sediento de sangre y el acto final, repleto de clichés, intensifica la acción a través de un cumulo de batallas poco atractivas e inentendibles. Sin dudas, el corte final de Morbius sufrió modificaciones de cómo se ideó desde el origen. Por un lado, el quedar ubicado luego de la última aventura de Peter Parker generó que se revieran algunas decisiones. Por otro lugar, los distintos pases que se habrán efectuado antes del estreno pudieron contribuir para que varias escenas se extraigan. El producto final de Morbius se siente, por momentos, vacío e inconexo (sobre todo entrando a la segunda mitad de la película). Los recortes con el fin de bajar la duración (quedó en una hora y cuarenta y cuatro minutos), y priorizar el entretenimiento en detenimiento de la historia, hicieron que este futuro villano de Spider-Man carezca de pasión y de sangre -vaya ironía: algo indispensable para su funcionamiento-.
Pobre Jared Leto, una vez que no derrapa con sus sobreactuaciones termina saboteado por un estudio que no da pie con bola en el género de superhéroes, salvo que se trate de una película de Spiderman. Al ver este film es evidente que tomó nota de las críticas negativas que recibió por su encarnación del Joker y en esta oportunidad evitó que el vampiro Morbius fuera percibido como un personaje ridículo. Lamentablemente, pese a que su labor es decente y de hecho representa uno de los pocos aspectos rescatables de esta producción, el proyecto resultó fallido. Una vez más, al igual que ocurrió con los horrendos filmes de Venom, Sony desperdició una gran oportunidad para trabajar el género desde una perspectiva diferente. Morbius es un personaje interesante que habilitaba la posibilidad de romper con las fórmulas argumentales familiares al centrarse en la figura del anti-héroe. Un concepto que el mediocre film del director Daniel Espinosa (Life) desperdició por completo con el fin de ofrecer una propuesta genérica e insulsa que encima resulta anticuada. Por momentos parece una producción filmada a fines de los años ´90 antes que llegaran los X-Men de Brian Singer y frente al standard de las propuestas actuales la calidad de su contenido es muy inferior. El personaje contaba con un enorme potencial para sorprender con algo diferente, sobre todo por su vínculo con el género de terror. Sin embargo, la obra de Espinosa toma la figura del vampiro para desarrollar un producto desapasionado que podrían haber sido un capítulo mundano de series de televisión como Grimm, Supernatural o cualquiera que contenga elementos fantásticos. El primer acto que introduce el drama que vive el protagonista consigue despertar cierto interés gracias a la interpretación equilibrada de Jared que evita arruinar al superhéroe con sus clásicas "leteadas" y la participación de Matt Smith (Doctor Who), quien compone un villano con una motivación interesante. Hay un concepto con potencial en la figura de Morbius, sin embargo el espectáculo enseguida se desinfla con la paupérrima ejecución del director, donde sobresale una notable falta de creatividad inclusive en la presentación de la acción. Pese a que la gran mayoría de los efectos especiales son decentes y el personaje principal tiene el aspecto del cómic, las secuencias de peleas luego resultan redundantes debido a la pereza de la realización. Morbius cuenta con dos bochornosas escenas post- créditos donde el director saca un conejo de la galera que no tiene el menor sentido. Se trata de una situación forzada que no tiene coherencia con el perfil que tuvo el vampiro hasta ese momento y resulta un burdo manotazo de ahogado para intentar vender una futura continuación. Si bien la ausencia del humor estúpido de Venom le otorga un poco más de dignidad a este personaje, en términos generales Sony ofrece un film pobre cuyo visionado se puede relegar para la televisión.
El nuevo tropiezo de Jared Leto Aesta altura podemos decir que se trata de la maldición de Jared Leto: no logra demostrar, por un motivo que no logro discernir, todo lo que supuestamente puede dar. El director Daniel Espinosa toma con Morbius una de las imágenes simbólicas más representativas de DC (la de los murciélagos, por si no quedó suficientemente claro) y no hace nada. Entrega una película pobre, sin alma. La construcción del argumento sobre este personaje nacido en los comics de Spider-Man a inicios de la década del 70 se siente como arena movediza; las piezas que construyen el relato se desarman mientras la película avanza. Este tipo de proyectos tiene una estructura sencilla y personajes fácilmente identificables, con marcadas características, en fórmulas que no pueden fallar. Entendiendo ello, y con la muñeca que han tenido todo este tiempo en la construcción de MCU, no se puede comprender cómo, primero y antes que nada, aprobaron este proyecto así como finalmente pudo verse; y luego cómo no revisaron otra vez la edición. Al parecer público hay y eso puede significar que el plan que se desprende del final de Morbius y sus escenas post créditos (no hay spoilers, porque son cuestiones que se caen de maduras) implica al menos una secuela. Dependerá de ello, muy probablemente, la recaudación obtenida el primer fin de semana, y de lo que viene no nos salvará crucifijo ni agua bendita ni ayuda similar alguna.
Por favor, dejen de chuparnos la sangre El universo cinematográfico de Sony se expande con la que podría ser su peor pieza hasta el momento. ¿De qué va? Michael Morbius, un científico con una enfermedad degenerativa, logra encontrar la cura a su problema, aunque los efectos secundarios despertarán en él una sed de sangre voraz. Tras la montaña rusa de No Way Home y el callejón gótico de The Batman, llega a las pantallas grandes otra figurita del álbum de Marvel. Pero esta figurita es de esas que te vienen tres en el mismo paquete y encima nadie la puede cambiar porque todos “late”. Sin generar ninguna expectativa con su trailer, y dando casi arcadas con sus afiches, Morbius llega 30 años tarde, queriendo plantear un conflicto de “Héroe o Villano” y dando como resultado un pastiche somnífero y desabrido. Qué ganas de que se llene el álbum para así no comprar más figuritas. Desde los primeros minutos del film, presenciamos el mundo que rodea a Michael Morbius (Jared Leto), un científico de la hostia que sufre de una enfermedad degenerativa desde muy pequeño. Junto a su lado está su colega Martine (Adria Arjona), que lo “ayuda” en sus diversos procesos de investigación. Por otra parte, el amigo de Michel, Lucian AKA Milo, (Matt Smith) sufre de la misma enfermedad -o de una muy similar, ya que ni se molestan de aclarártelo- y tras largos años, Michael parece descubrir la cura para semejante tormento. Claramente, las cosas no van a salir como él quiere, aunque Milo demuestra un interés muy malévolo y vengativo. Así, tan estrepitosamente y sin tapujos, se presenta el plot que seguimos hasta el final, sin ningún tipo de sorpresa, sobresalto ni movilidad alguna en la butaca. Con un villano que es malvado porque así fueron con él en el pasado, con una damisela en apuros que se destaca por su belleza hegemónica más que por lo que puede aportar a la aventura, y con una trama policial tan básica e innecesaria que hace que nos olvidemos de que hay dos policías dando vueltas en ella. Morbius sufre de la enfermedad -sí, de otra- de ser una entrega sin ningún tipo de condimento ni pasión alguna por un simple hecho: agregar trasfondo a un personaje secundario no lo hace apto de ser un protagonista ni de contar con una transformación propia que se excuse de robar minutos en pantalla. Esta edición, al igual que las dos horrendas de Venom, es como si se pasara a guión el bosquejo de brainstorming sobre estos personajes que cumplen, cumplieron y cumplirán un solo rol; “ser el villano de”. Hay metrajes que logran mostrar una mirada interesante sobre el origen del mal, tal como se vio en la tan hablada Joker o mismo en animaciones como Megamente o Mi Villano Favorito, brindando personajes que no tienen miedo de pararse frente a la pantalla y decir “Soy malo, me mando cagadas porque esa es mi labor y lo recontra disfruto”. En Joker, por ejemplo, complejizan este concepto atravesando la psiquis rota de un personaje que intentó pertenecer a una sociedad disruptiva, encontrando su lugar en ella generando un poco del caos que él absorbió de la misma. ¿Estoy diciendo con esto que con Morbius estábamos esperando una Joker 2? Por favor, no, pero es necesario recordar que pelis sobre villanos abundan y que no debemos comer vidrio, por más colorido que sea. Volviendo a lo que nos compete, esta nueva entrega marvelita, protagonizada por un villano que pertenece a una basta galería de sujetos deformes que buscan destruir al arácnido, tenía la doble responsabilidad de construir un personaje coherente y apto para seguir un protagonismo dentro de una trama estable, con dificultades y una trasformación aparente para dicho personaje. No logra ninguna. El origen de Michael se apoya en el altruismo de un enfermo que quiere darlo todo para curar a su mejor amigo que, casualmente, sufre la misma enfermedad que él. El nacimiento del villano del «villano» es deducida desde el minuto uno, y sin que este sea el mayor problema, sí lo es su entera presentación a lo largo del metraje. “Voy a dañar a aquellos que me dañaron”. ¿En serio? ¿Toda una vida en muletas y de repente sos un asesino chupa sangre no por necesidad sino por una maldad contenida? La trama policial, liderada por el cuatrochi (Al Madrigal) y el negro desabrido (Tyrese Gibson), es un conglomerado de escenas que reorganizan la información para escupírsela al espectador dormido que fue al baño a lavarse la cara y la mera aparición de la doctora Martine nos hace preguntar qué tan arcaico y estúpido se puede ser para seguir ubicando intereses amorosos y así emparchar una trama que necesita orden, no más plastilina. Tras lo dicho anteriormente, es importante pensar el futuro que se plantean estas películas alrededor de lo que pueden contar y ofrecer. Es moneda corriente, y no por eso coherente, que estas entregas funcionan enteramente en merced de una entrega mayor, en la que el héroe con más follows se enfrente, finalmente, a estas figuritas que tuvieron sus dos minutos de fama en una superproducción de millones de dólares. Pero el quid de la cuestión es qué queda tras eso. Es sabido, y sin buscar debate alguno, que el verdadero propósito de toda esta movida es invertir millones para recaudar billones, pero donde antes había un espacio para demostrar una autoría desde lo actoral hasta lo técnico -desde Raimi con su arácnido y sus enormes villanos hasta Singer con sus mutantes multifacéticos – ahora solo están estas películas, y series, que se concentran hasta el hastío en ser un relleno consciente. Y a partir de esto, el público de la media busca refugio en la “originalidad y frescura” de una aventura gótica que esconde sus deficiencias en la oscuridad de tres horas de duración. De esta forma, este círculo de “novedad, hartazgo, descubrimiento” devela que nos conformamos siempre con lo mismo, apretando la naranja de ese árbol ya seco hasta que ya no queda más que una cascara de la que todos agarran desesperados. Es la misma cáscara de la misma fruta, agarre quien la agarre, la corten como la corten. ¿Lo bueno de Morbius? Dura hora cuarenta. La corta duración no debería de ser un factor positivo, pero en donde estás superproducciones duran más de dos horas y media, que un copy-paste dure menos es un alivio para nuestro cerebro.
Morbius, del director Sueco Daniel Espinosa, es una producción que narra la vida del Dr. Michael Morbius, desde su niñez, como para establecer parámetros, perola mayor parte circula cuando es presentado como un prestigioso investigador, tanto que rechaza el Premio Nobel; todo un anti héroe, que termina adquiriendo habilidades vampíricas e hiper desarrollando las humanas como resultado de un experimento fallido. Sabemos desde un principio que su compromiso con la investigación, tiene poco de altruismo, lo impulsa el descubrir el remedio para su rara enfermedad en la sangre, que padece desde niño, al igual que su mejor amigo de toda la vida Milo (Matt Smith). En tanto construcción y estructura narrativa el filme no deja de ser demasiado clásico, no hay busqueda de ninguna naturaleza, algo mismo sucede con el guión que se establece como algo ya visto miles de veces, todo un catalogo de lugares comunes con formulas establecidas para el cine de acción. Si no deja de entretener, o dicho de otra manera, no termina por aburrir demasiado, se le puede atribuir al diseño de montaje, que en realidad no le agrega ritmo ni impulsa al relato, aunque por momentos parezca que si, que esta bien logrado. La que fluye en buen resultado es la dirección de fotografía dentro del diseño de arte en general, sin embargo lo que queda relegado, postergado es el trabajo realizado respecto de los efectos visuales, dan la sensación de poca elaboración apostando a la actuación de sus protagonistas. Aunque hay mucho de maquillaje las actuaciones son buenas, ninguna queda descolgada, hacen lo que pueden con o que les toco. Párrafo aparte para Adria Arjona, en el rol de Martine Bancroft, se puede decir que es lo mejor que hizo su padre Ricardo Arjona en colaboración con Leslie Arjona (su madre). Reviendo sobre que versa la cinta, esto es el relato en si mismo, se puede estipular que intenta establecerse desde una lucha entre el bien y el mal, lo cual no tiene nada de original. En definitiva y sintetizand se puede establecer a esta producción como un nuevo Drácu a, pero de laboratorio, en el que se estipula que el remedio solo promueve l desarrollo de las cualidades intrínsecas de cada person je, como sucedía en el filme “La Mascara” (1994) pero sin humo casi. Calificación: Regular
Morbius no es una buena película. Es tan mala como muchas otras que se han estrenado, pero es uno de esos casos donde la mala prensa y los rumores le juegan en contra desde un comienzo, incluso antes de estrenarse. No es necesario defenderla de las acusaciones injustas, basta con hablar de todo aquello que no funciona en la película. El personaje protagónico no es fácil, pero la historia es lo suficientemente sencilla como para ceñirse a dos o tres puntos básicos y no intentar nada más. El doctor Michael Morbius (Jared Leto) es un científico brillante que ha llegado a ganar el premio Nobel, aunque en la ceremonia de entrega finalmente lo ha rechazado. Tiene una rara enfermedad en la sangre que lo ha impulsado a descubrir una cura para él, así como para su mejor amigo de la infancia que posee la misma enfermedad. Michael y Milo (Matt Smith) fueron criados y cuidados por el doctor Emil Nikols (Jared Harris) pero los destinos de ambos han sido muy distintos. Luego de muchos experimentos Morbius y su colega Martine Bancroft (Adria Arjona) llegan a un resultado positivo, pero con un revés inesperado que transforma a Michael en un monstruo sediento de sangre. La historia es pequeña, pero la narración la destruye. El diseño de los efectos visuales no encuentra el camino y es una mezcla de un muy sofisticado trabajo digital con aspecto de vampiro de las películas de terror de la década del ochenta. No tiene misterio, no tiene horror, es casi una broma como vemos el rostro monstruoso de los personajes. No es la única decisión estética fea, pero es la que más expulsa al espectador. La película tampoco logra la unión entre el elemento fantástico y lo cotidiano. No se integran héroes y villanos al mundo real. Todo se ve forzado y roto, una película que falla de forma clara, a diferencia de muchas otras que fallan pero lo hacen de forma menos evidente.
Dark Blood. ¡Por fin el Morbius de Jared Leto vio la luz! El archienemigo de Spiderman también es blanco de una historia en solitario, como ahora se estila con todos los personajes de la franquicia marvelita. El film, como tantos otros, indaga los orígenes de este ser devenido en vampiro (con ADN de murciélago). Indaga la niñez de un chico con un grave trastorno sanguíneo que lo impulsa en su madurez a convertirse en un doctor genio que tiene como única finalidad encontrar la cura de su enfermedad (que también debilita sus articulaciones). En medio de esta intensa tarea, Morbius es merecedor de un Nobel debido a que crea sangre artificial que contiene las mismas propiedades que la humana, pero no cumple con el cometido de sanar su estado y el de su amigo Milo (Matt Smith). Por lo que sigue con su intensa investigación junto a la Doctora Martine Bancroft (Adria Arjona), a su vez un interés amoroso del monstruo vampiro. Cuando cree tener el suero mágico, lo prueba consigo mismo y esto desata la transformación del correcto Doctor Michael Morbius. Ojos rojos, colmillos afilados y una sed de sangre insaciable. ¿Evoluciona? en una especie mutante al que le cuesta mantener el control de su lado animal. Comencemos por Leto, para sorpresa del espectador no está sobreactuado, por el contrario, lo vemos contenido, correcto, creíble en su papel de niño sufrido que emana una oscuridad insoportable. Otro punto a favor es la construcción del vampiro, lejos de un romanticismo a lo Drácula, Morbius adquiere superpoderes y un físico extraordinario; y en su conducta explosiva y agresiva se refleja esa dolencia corporal y física contenida por años. Festín de sangre. Pero… cuesta mucho desde lo narrativo. La historia conductora tiene grandes vacíos, lo cual resta para que entendamos las motivaciones del futuro malhechor para seguir sosteniendo su nueva condición. Así como quedan desdibujadas las intenciones de su fiel amigo Milo. Y a pesar de que los FX lucen bien, la apoteótica pelea final (característica de Marvel) no lo es tal. Es sosa, poco atractiva y un tanto incomprensible. A no levantarse de la butaca, porque hay dos escenas posts créditos que arrojan un haz de luz al futuro del multiverso (los Seis Siniestros asoman).
Las adaptaciones de cómics siguen su curso, y esta vez le toca el turno a un personaje que estoy seguro, la gran mayoría conoce por su participación en la serie animada de Spider Man de los 90. Estamos hablando de Morbius, un antihéroe que tiene su primer paso por el cine; veamos cómo salió la cosa. La trama sigue a Michael Morbius, un científico prodigio que sufre una enfermedad degenerativa desde el momento de su nacimiento; por lo cual, dedicó toda su vida a encontrar una cura. Y dicha cura parece estar en la mezcla de ADN de murciélago con el de humano, pero el experimento, como era de suponerse, sale mal. Si, la premisa parece sacada de una película de ciencia ficción barata de los 70, y no es para menos. Y antes que alguien diga que esto también sucede en los cómics, les decimos que estamos hablando de la película como tal, y, por ende, se debe poder sostener por sí sola, cosa que como verán, no sucede. Porque no solo tenemos el porqué de los poderes de los personajes, sino que volvemos a caer en lo mismo, de ver como el villano controla las habilidades que al protagonista le costó media película dominar. Y todo esto acompañado de un CGI que, a pesar de ser aplicado en escenas nocturnas, se sigue viendo feo, en especial, cuando intentan emular el bullet time; algo que a día de hoy ya se siente obsoleto. Pero ahí no termina lo malo. Pese a que nos quiera hacer pensar lo contrario, Jared leto no es mal actor, y mucho menos lo son Jared Harris o Matt Smith (a quienes los guionistas de Morbius aman tras decir que nunca entendió el guión). Ninguno de los tres logra dar una performance como mínimo aceptable; quedándose en los típicos casos de que cualquier otro actor podría haber hecho lo mismo. Pero es que hasta las escenas post créditos no tienen sentido. No las vamos a spoilear, pero más de una vez nos encontramos con que dichas partes eran mejores que las propias películas. Este no fue el caso. En conclusión, no estamos ni a mitad de año, pero sin dudas podemos afirmar que Morbius se va a colar entre las cinco peores películas del 2022. Poco más se puede agregar.
Elegir a Jared Leto para darle vida a un antihéroe tan especial como Morbius, es un acierto, el sabe de matices, de darle una dimensión trágica a un personaje que se mueve con algunos problemas en el argumento. La historia de una persona que sufre una enfermedad en su sangre y se convierte en brillante científico para ayudar a quienes sufren como él toma elementos de mito de Drácula y demasiadas imágenes que se asocia a Batman con revuelo de murciélagos. La primer parte del filme está bien resuelta con los niños enfermos que se transforman en amigos entrañables y los esfuerzos del protagonista para encontrar la solución a sus problemas usando su propio cuerpo para experimentar. Pero cuando llega la transformación en un oscuro vampiro el guión de Matt Sazama y Burk Sharples se apura, o en la mesa de edición decidieron que la película solo debía durar una hora cuarenta. Hay demasiados saltos y situaciones que se resuelven como en un resumen y ahí el esfuerzo de Leto se diluye. Mejor luce su compañero y luego oponente Matt Smith que le pone pasión y fuerza de villano a sus intervenciones. Con los efectos especiales ocurre que entre tantas luces y vapores se contribuye a la confusión en la acción, aunque el clima nocturnal y ominoso esté logrado. Se completa bien el elenco con Jared Harris y Adriá Arjona. Para esta historia que toma el modelo de un vampiro con muchos dientes que tiene destino de antihéroe y por los adelantos post final un camino de villano, cuando se integre al mundo de Spiderman. Un entretenimiento intenso pero módico.
Finalmente, después del retraso de dos años debido a la Pandemia, llega este film del con dirección de Daniel Espinosa que se centra en el Dr. Michael Morbius (Jared Leto), un médico brillante que sufre una rara y grave enfermedad en la sangre. Con el objetivo de encontrar alivio y cura para su mal, experimenta con ADN de murciélagos. Pero las cosas no salen como esperaba al obtener una fuerza sobrenatural que lo convierte en un hombre-vampiro, con irrefrenables deseos de sangre humana. Aunque Michael no quiere matar a nadie, habrá consecuencias. El responsable del desastre que se avecina es Lucien (Matt Smith) su mejor amigo y protegido desde la infancia en el Hospital, quien sufre el mismo mal. El problema de Morbius es el guión de Matt Sazama y Burk Sharpless, al sobrevolar varios temas sin profundizar en ninguno. Como positivo, la película tiene ritmo, grandes escenas como la del barco (recuerden esa), no es tan extensa (1h 44') y es visualmente atractiva. Las actuaciones son buenas, Leto cumple aunque no impacta como en algún otro film. Pero el que sí lo hace es Smith, a quien se lo ve súper cómodo en el rol de villano. Correctos Adria Arjona como el interés amoroso del protagonista y Jared Harris como el Dr. Emil Nikols. Como ya es habitual, hay dos escenas post-créditos
La Fase 4 del conocido MCU (Universo Cinematográfico de Marvel) está a toda marcha y desde el inicio de la pandemia, el asunto del universo expandido de los personajes de ese sello abarca plataformas y pantallas de cine. Se supone que todo está combinado con uno o varios personajes de las franquicias. Morbius es, para los no iniciados, un personaje lateral que ha oficiado como enemigo nada menos que Spiderman. El proyecto viene complicado desde que se anunció su realización, atrasos, problema de agenda y una vez terminada, no se estrenó enseguida ya que según se supo no terminaba de convencer. El asunto es que desde el inicio Jared Leto fue el elegido para darle vida a Michael Morbius y es quizás lo único que funciona y está bien de la nueva película de Marvel que es incluso más irrelevante que Venom, que ya de por es bastante débil. Morbius es un personaje que carga con una enfermedad en la sangre y desde chico sufre pero se pone en la cabeza solucionar su tema de salud y de paso mejorar su vida y la de su amigo Milo (Matt Smith), un chico con el que se hace amigo en los días en que compartían sus días como pacientes hospitalarios. De alguna manera Michael y sus estudios científicos lo llevan a ganar el Nobel de medicina, pero el rebelde les dice a los de la academia que se guarden el premio, porque en realidad su investigación aún se encuentra en pleno desarrollo. Lo cierto es que Morbius investiga la cura para su condición manipulando elementos genéticos de vampiros. Por supuesto que la idea original del científico se va por el incierto camino de los tomates y se termina transformando en una especie de vampiro superpoderoso, así que enterado su amigo de la infancia, se toma el potaje y entonces tenemos dos vampiros sueltos por la ciudad y luchando por un interés amoroso interpretada por Adria Arjona. No tenemos nada con las películas clase B pero en este caso, se trata de un enchastre difícil de entender, con una actuación ajustada de Leto, que esta vez y se ajusta a lo que necesita el personaje y no agota al espectador con sus despliegues desaforados. Los problemas seguramente surgieron a la hora de la edición, donde claramente destrozaron el relato y dejaron retazos de lo que debería haber sido una película de origen. Lo que queda después de ver la historia de este científico Emo torturado es que la única razón para filmar Morbius es agregar un villano al universo de Spiderman. Quizás las únicas ventajas de esta película –con peleas que apenas se entienden y los efectos especiales son bastante molestos- es llegar al momento de las escenas post créditos y vincular a través de la aparición de Michael Keaton para adelantar una alianza de villanos en próximos relatos. Los fanáticos del asunto seguramente van a ir a las salas sin importar lo que digamos, pero el resto, si no siente la necesidad imperiosa de ver todo lo que se relaciona con esta clase de películas pueden evitarla y verla alguna tarde en su casa desde alguna señal de cable y listo. MORBIUS Morbius. Estados Unidos, 2022. Dirección: Daniel Espinosa. Intérpretes: Jared Leto, Matt Smith, Adria Arjona, Jared Harris, Al Madrigal y Tyrese Gibson. Guion: Matt Sazama y Burk Sharpless, basado en el comic de Roy Thomas y Gil Kane para Marvel. Fotografía: Oliver Wood. Edición: Pietro Scalia. Música: Jon Ekstrand. Distribuidora: UIP (Sony). Duración: 104 minutos.
A pesar de sus problemas, Morbius, la nueva película de Marvel-Columbia-Sony, protagonizada por Jared Leto y dirigida por el competente Daniel Espinosa (Life: Vida inteligente), se sostiene gracias a la nobleza de su planteo y a la eficacia de su ejecución. El director la hace fácil, y en menos de dos horas logra plantear con claridad y pragmatismo (y muchas licencias y trazo grueso) el nacimiento del antihéroe vampírico. Lo mejor de Morbius es que no parece una película de Marvel, es decir que no necesita apoyarse en películas previas para tener sentido, ya que es una película autosuficiente, que funciona independientemente del resto de los filmes del universo al que pertenece. La historia se limita a narrar el nacimiento de Morbius, incluyendo a quien será su villano, a su novia, a los detectives que lo persiguen y nada más. De hecho, es la primera vez que las escenas poscréditos no interesan tanto como en anteriores entregas, como si estuvieran metidas por exigencias de la industria. Y he aquí el sutil atrevimiento de Espinosa, quien cuida lo suyo para salirse con la suya. La película, que pertenece al multiverso de Spider-Man, tiene algunas escenas innecesarias, incoherencias varias y momentos fallidos, pero funciona lo mismo porque se circunscribe al esquema de un género preciso y a desarrollar una narración clásica, con los efectos visuales a los que nos tiene acostumbrados la casa, siempre respetuosos de la estética de los cómics. Se agradece también su duración, algo que nunca habían hecho las anteriores películas de Marvel: durar menos de dos horas. El otro acierto es que se maneja con pocos personajes. Están el bueno y el malo, Michael Morbius (Jared Leto) y Lucien/Milo (Matt Smith), y un par de secundarios que dan sostén a la historia y al personaje principal, como la doctora Martine Bancroft (Adria Arjona) y el doctor/mentor Emil Nikols (Jared Harris). El esquema simple ayuda a que el espectador no se sienta saturado con tanta información. Morbius es una película de fórmula, que narra con cierta eficacia la historia del doctor Morbius y cómo llega a transformarse en un monstruo chupasangre. En los primeros minutos, se remonta a la infancia, al encuentro con su hermano del alma Milo, quien padece la misma rara enfermedad, y aprovecha para presentar al mentor de ambos, Nikols, quien descubre el talento de Michael y lo manda a estudiar medicina. Una vez recibido y convertido en científico, Morbius experimenta con sangre de murciélagos y descubre la cura para su enfermedad, pero la solución trae consecuencias indeseadas. Cuando se inyecta la dosis de su descubrimiento, se siente mejor, rejuvenece y empieza a tener una fuerza sobrehumana. Y, a su vez, descubre que cuando no se alimenta de sangre humana, se transforma en un murciélago antropomórfico con instinto asesino. La actuación de Jared Leto cumple con las exigencias de un guion sin complejidades argumentativas, y de una historia que puede ser disfrutada tanto por los fans como por el público no familiarizado con el universo del superhéroe. Morbius tiene escenas poco logradas, carece de humor, por momentos peca de solemne y es asexuada (la relación entre Morbius y su novia está desperdiciada, ya que nunca se animan a consumar el amor). Sin embargo, es una película noble, directa y autosuficiente, que cuenta una historia que entretiene con algunos momentos inspirados.
SANGRE FRÍA Esta producción de Sony ya tenía muy cantado el espacio que ocuparía para quienes siguen acérrimamente los relatos interconectados de Marvel. Nadie apostaba nada, pero algunos se toman la labor de acercarse a la sala más cercana y comprobar si es el desastre que se pronosticaba. Morbius está muy lejos de ser una buena película y las causas de esto no son las que se esperarían específicamente. Desde que ganó un Oscar, para muchos usuarios de redes sociales Jared Leto se convirtió en una de las tantas estrellas que reciben repudio por cualquier proyecto masivo en el que comulguen. No importa cómo, ni dónde, si aparece, ya es motivo de queja. Leto no es el menor de los males que aporta este estreno, de hecho, aplica muy bien para el rol del doctor Michael Morbius. Aun en el caso contrario, las empresas que producen estas películas saben cómo esquivar los cambios de casting cuando se lo proponen, siempre que encuentren que una buena parte de sus públicos esté conforme con los resultados. Tomemos como ejemplo al Peter Parker de Andrew Garfield: en su primera encarnación como el alter ego del arácnido, las burlas estaban al orden del día, con la salvedad de sus defensores; para su secuela, los dardos apuntaron a los aspectos argumentales y narrativos, pero nadie discutía que a Garfield se lo notaba más cómodo en su papel sin máscara; asimismo, fue casi unánime que lo más aplaudido de Spider-Man: Sin camino a casa estaba más vinculado a las acciones de este actor, que a las de sus otros dos colegas. Nadie del elenco está descolocado en su función y el que más tiene para lucirse es Matt Smith. Sin embargo, ahí sí tenemos uno de los pilares flojos de Morbius, porque sus personajes son, en principio y en su finalidad, funcionales. Es decir, cuando hay escenas con experimentos científicos –esas que mueven al dispositivo clave del relato, que es la sangre artificial diseñada por Morbius para aplacar la condición que lo vuelve minusválido a él y a su mejor amigo- están bien contadas, con buena puesta de cámaras, con buena edición, pero con diálogos que aceleran el conflicto para sacarse esos momentos de encima. Este tipo de escenas tiene que convivir con peleas computarizadas, no solo de presupuesto bajo, sino también carentes de diseños que se destaquen por encima todos los relatos de vampirismo conocidos desde principios del siglo XX hasta la actualidad, y en consecuencia todo es pura transición con nula solución de continuidad. En una obra cinematográfica -cara para su época, pero noble en su puesta en escena- como El Protegido, nos queda claro hasta el nombre de la enfermedad padecida por Elijah Price (Samuel L. Jackson) y el peso del contraste entre él y su rival, David Dunn (Bruce Willis), es más que legítimo en el tan citado punto de giro del desenlace. Hay quienes discuten que eso sucede solo porque es una película “lenta” y, en cambio, otra, como Morbius, es fugaz en ritmo para ir descartando conflictos. Por el contrario, el conflicto de la segunda es uno solo y no está mal que así lo sea, por lo general ese nivel de contención favorece a la totalidad narrativa y poética. El problema está en sus ritmos, más que en la carencia de escenas –mal llamadas- lentas o de efectos prácticos, como el hecho de que no haya una sola máscara prostética y todo se solucione digitalmente. El problema también está en sus diálogos, no en la ejecución de quienes actúan. Las frases están para la función y, como se está señalando en casi todas las reseñas virtuales de todo el mundo, el elenco hace lo que puede para darle vida a sus escenas. A veces se logra, aunque son logros aplastados por una continuidad sin filtros. Se entiende que el protagonista tiene una necesidad de urgencia con el consumo de la sangre a bajas temperaturas y fabricada por él mismo. Los altibajos de cómo progresa su dominio en esa condición resalta por la disparidad narrativa. Algo que, si somos francos, también ocurre un poco con el Bruce Banner de Mark Ruffalo en la primera Avengers, un obstáculo que en el de Edward Norton se lo había tratado un poco más de persistencia. Y nunca falta la palmada por el empleo de referencias del género tan citadas y puestas en práctica por y en el medio: “Estoy hambriento y no soy yo cuando tengo hambre”, en alusión a Hulk; o que en la escena que Leto es rodeado por murciélagos cual Bale en Batman inicia se oigan unas primeras notas musicales similares a las de Hans Zimmer y James Newton Howard. Citas simpáticas, pero que caen en saco vacío. Quien haya ido a los cines locales en las últimas semanas ya ha visto varios tráilers de Morbius. Pocas personas no saben qué personaje de otra película del palo tiene presencia en esta. No faltará quien diga que este estreno “por lo menos tiene eso”, en otras palabras, otro atisbo para llevar a la pantalla grande una adaptación de Los Seis Siniestros, que tanto se viene anticipando desde 2014. Con esto, el Marvel de Sony encuentra la posibilidad de que el vampirismo de Jared Leto termine de enamorar a la mayor porción del público a futuro y la oportunidad más reciente ha sido desperdiciada en un film que, lejos de ser sufrible, solo se vale de un manotazo de ahogado que le hace la vista gorda a las normas planteadas en la última Spider-Man (que a la vez son un tanto lábiles), como también de un compendio de talentos delante y detrás de cámaras que (desgraciadamente coincidimos con el supuesto consenso) hace lo que puede.
Morbius: hincarle los dientes al cringe Jared Leto y su mala elección de personajes basados en comics La caterva de héroes y heroínas del mundo de los comics es mínima al lado de sus enemigos, enemigas y sus puntos intermedios. En tiempos donde todo se adapta se empieza a escarbar en los pasajes más oscuros y desde allí aparece Morbius, el vampiro. ¿De qué va? Uno de los personajes más convincentes y conflictivos de Marvel llega a la pantalla grande, el ganador del Oscar® Jared Leto se transforma en el enigmático antihéroe Michael Morbius. Peligrosamente enfermo con un trastorno sanguíneo raro, y decidido a salvar a otros que sufren su mismo destino, el Dr. Morbius intenta una apuesta desesperada. Lo que al principio parece ser un éxito radical pronto se revela como un remedio potencialmente peor que la enfermedad. Daniel Espinosa es un director sueco sin muchas películas en su haber. En 2012 dirigió Safe House, esa con Ryan Reynolds y Denzel Washington que tenía algunas escenas de acción copadas y cero historia. Bueno, volvió fiel a su estilo pero sin las escenas de acción copadas. Morbius es un personaje reconocible de la factoría de Marvel, precisamente del universo de Spider-Man. Los y las fanáticas lo pueden tener de la serie animada del arácnido (esa de los 90s) o de algunas sagas comiqueras. El personaje es una mezcla de Drácula y Lizard: un doctor con una enfermedad sanguínea hace un experimento con murciélagos para curar su condición y se termina transformando en una suerte de vampiro. Dentro del canon actual del MCU es un personaje que queda un poco fuera de tono. Sobre todo teniendo en cuenta que no se presentó a Blade aún. PEEEEEEEEERO ¿dónde está la trampa?, esta película está en el mismo universo de Venom, diferente al del Spidey de Tom Holland. Eso permite más libertad, y estrellarla toda… como le gusta hacer a Sony. Jared Leto es el protagonista, le gusta estar sin remera para mostrar como trabajó su cuerpo como cada película que hace. Si alguien tiene que decir QUIEN es el personaje sólo diría: es inteligente. Pero no tanto como para cubrir sus huellas. Matt Smith (Doctor Who) es Milo, el antagonista. Hace poco dijo en un medio de USA: “La verdad es que no conocía la gran historia del personaje en muchos aspectos. Porque el guion que me presentaron no profundiza en su pasado, ni tampoco en su futuro. ¿Y no es otra persona la que lo interpreta? Todo es un poco confuso para mí, para ser sincero. Tomé como Biblia solamente el guion en sí, es la verdad. Y todo era un poco confuso sobre si era Loxias [Crown] o no. Todavía no estoy muy seguro, para ser honesto” Y esa confusión rodea todo el relato. Morbius también es una historia de amor, pero ese arco es RARÍSIMO y su final no tiene mucho sentido. Igual Adria Arjona (que interpreta a Martine Bancroft) le intenta poner algo de carisma a un personaje chato. Uno puede disfrutar de una buena película no-brainer, el cine nació como un artificio de feria, y es tanto arte como entretenimiento. Podemos ir a ver Transformers y maravillarnos con los efectos visuales mientras masticamos pochoclo (no sean malxs y mastiquen bajito), el problema es cuando nada funciona. El guion no tiene sorpresas y todo es bastante arbitrario, los diálogos parecen sacados de una serie de Adrián Suar, y las peleas NO SE ENTIENDEN NADA. Cuando los poderes del protagonista se activan, dejan una suerte de estela al utilizarlos, esa estela ensucia el plano y lo hace ilegible. Imaginen que sucede si tenemos a dos personajes con esos poderes… Jared Leto viene de capa caída en su decisión de personajes: entre lo que fue su versión del Joker y la sobreactuación en House of Gucci (que le valió un premio Razzie por su mal desempeño), parece no estar en buena racha. ¿Hay conexiones con el MCU? Les diría que esperen al final y vean VARIAS escenas que nada tienen que ver con el desarrollo de la película, pero buscan indagar un poco más en este sonyverse.
TAMPOCO PARA TANTO Prácticamente la totalidad de la crítica, en especial la norteamericana, se apresuró a vapulear a Morbius, incluso calificándola como la peor película de Marvel. ¿Acaso es buena? No, está muy lejos de eso, es indudablemente mediocre, pero la energía destinada a destrozarla es un poquito exagerada. De hecho, la primera parte de Venom es bastante peor y esta nueva entrega del universo de antihéroes de Marvel que lleva adelante Sony confirma que su piso está muy cerca del techo. El film del limitado Daniel Espinosa -que luego de la interesante Protegiendo al enemigo no metió ni una buena- presenta a Michael Morbius (Jared Leto), un brillante médico (que hasta se da el lujo de rechazar el Premio Nobel) que sufre un raro trastorno sanguíneo y que, para encontrar una cura, decide experimentar con sangre de murciélago. Sin embargo, lo que al principio parece un éxito sublime, que incluso le da poderes sobrehumanos, termina siendo una maldición, ya que se convierte en una especie de vampiro sediento de sangre. Si esa historia sobre un ser brillante que se encuentra frente al dilema moral de cómo lidiar con las repercusiones de su propia invención ya se contó miles de veces, Morbius tiene poco para aportar y la sensación de que nada de lo que vemos es mínimamente original domina toda la narración. El problema de la película no está tanto en la convicción con que aborda su conflicto, sino en las herramientas y formas que despliega. Empezando por el componente humano, ninguno de los personajes posee consistencia suficiente para generar empatía: Morbius -a quien Leto interpreta en piloto automático- tiene su inteligencia, su ética entre heroica y maldita, su interés romántico (Adria Arjona), su mentor (Jared Harris) y un amigo destinado a convertirse en antagonista (Matt Smith), pero todos ellos deben explicar qué les pasa, qué piensan, cuáles son sus propósitos. Y eso afecta a otros elementos de la trama: la puesta en escena no encuentra un rango de equilibrio estético y debe recurrir a cada momento a la cámara lenta, lo que resta fisicidad y anula todo vínculo con la corporalidad que insinuaba el relato. Del mismo modo, la construcción y lo emocional nunca confluyen para involucrar al espectador en la experiencia que supuestamente propone el film. En Morbius hay una historia que involucra diversos temas y subtramas: el aprendizaje doloroso, el recorrido del protagonista lindante con lo trágico, una hermandad quebrada, un romance maldito, un thriller que coquetea con el horror corporal, un análisis de lo heroico y lo villanesco. Y, a la vez, no hay nada, o a lo sumo un conjunto de superficies genéricas que no terminan de aparecer en la dimensión adecuada. Por más que los personajes se muevan de un lado a otro, no hay movimiento ni dinamismo en el film, no hay una sensación patente de evolución o cambio, lo cual se retroalimenta con la constante enunciación y explicación de todo lo que pasa. Espinosa, por más que le pone ganas, no consigue encontrarle la vuelta al relato y superar la sensación constante de repetición, de que todo ya se vio antes y desarrollado con mayor potencia. Por eso también todo se siente como otro capítulo obligado de una franquicia que no se decide a despegar. Quizás el gran inconveniente no esté tanto en la película individual que es Morbius, sino en ese universo que integra, que se supone que está cimentado en un conjunto de antihéroes, pero que todavía no parece tener claro qué es un antihéroe. Si bien Sony viene insinuando que puede zambullirse en la noción del poder como una maldición, no termina todavía de aprovechar por completo a los villanos de Marvel y por eso queda muy dependiente de lo que pueda llegar a aportar el choque de estos personajes con Spider-Man. Mientras tanto, no encuentra un tono concreto que le dé coherencia a su propuesta. Morbius, en ese marco, es otro experimento fallido.
Nueva película de Marvel a través de la plataforma Sony, y retorno a la gran pantalla del cine super heroico de franquicia que jamás agota…¿su encanto? Universo paralelo que se expande, equiparándose con el estilo de propuestas que abunda en la cartelera, en la variación no está el gusto. Desde el archivo empolvado de “Amazing Spiderman” (“Morbius” nació en 1971) surge el enésimo abordaje al cine que comulga con las referencias del cómic creado por Roy Thomas y dibujado por Gil Kane. Se sitúa en la línea de “Blade” o “Ghost Rider”, recurriendo a la siempre grandilocuente puesta de Daniel Espinosa, el director de “Life” (2017). El vampirismo reinterpretado bajo mediocres pretensiones escasea en calidad y cantidad de ideas que no equiparan la espectacularidad digital. Con un dejo de “La Sombra” (1994), de Russel Mulcahy y otro tanto de un estilo que referencia a “La Liga de los Hombres Extraordinarios” (2003), canto de cisne de Sean Connery, nos trae este film la abundancia de habilidades sobrehumanas y búsqueda de sangre para sobrevivir. La trama familiar que ha sido contada infinidad de veces, en libros, films y series, desde “Drácula” a “Twilight”, encuentra la fórmula para renacer. A cien años del estreno de “Nosferatu” (F.W. Murnau), la afrenta parece una herejía. El menú nos ofrece un villano y un antagonista. No hay héroes puros aquí, solo conflictos de moral desdibujada. La dinámica de rivalidad entre ideologías está en marcha, como público sentimos compasión. El dúo actoral no está nada mal; Matt Smith intenta aportar carácter y lo logra, mientras que el carisma de Jared Leto lo convierte en un fiable protagonista que puede cargar el peso entero de un film, como lo demostrara en The Outsider” (2018). ¿Qué puede diferenciar a “Morbius” del resto de sus sucedáneas? La ausencia de una personalidad auténtica. Huellas de una tibia propuesta saturarán el metraje de escenas prescindibles y flashbacks francamente innecesarios.
Hay algo con respecto a Morbius que no logró comprender en lo que refiere a la crítica y cierto sector del fandom. Resulta que la vienen matando desde bastante antes de su estreno y si bien el film no es una maravilla, le saca un par de vueltas a las de Venom (la decadencia misma). Y la comparación es más que atinada ya que son películas de SONY dentro del mismo universo, al cual ya deberíamos llamar Spiderverso cinematográfico. Morbius entretiene y punto. Es pasar el rato. Tiene unos cuantos problemas estructurales y se nota que recibió mucha tijera. Los VFX podrían ser mejores y la puesta e ideas del director Daniel Espinosa son de manual. ¿Jared Leto? Está bien en un personaje que desde el guión no pretende mostrar muchos matices. Él queda peor por lo apresurado de la historia y la imposibilidad de empatía que genera como consecuencia de esa velocidad. No mucho más que agregar, solo que hay dos escenas post créditos que tranquilamente podrían ser una sola. Es una película intrascendente dentro del género de superhéroes, pero no es mala de por sí. No se merece el escarnio que le están haciendo en redes y cierta parte de la crítica.
Morbius en es un filme que no llega a su pleno potencial, sin embargo puede llegar a disfrutarse, es una mezcla entre la ciencia ficción, el cine de superhéreos y el género de vampiros; lleno de efectos, y con un correcto Jared Leto, escuchá la crítica radial completa en el reproductor en el link.
Reseña emitida al aire en la radio.
Morbius, el Vampiro Viviente es un villano de Spiderman que data de 1971. En esa época Marvel estaba a los manotazos con las modas cinematográficas del momento – desde el Kung Fu (Shang-Chi, Iron Fist) hasta el blaxploitation (Luke Cage) – así que era lógico que pretendiera succionar algo del género del horror que los estudios Hammer habían explotado hasta el hartazgo durante la década del 60. Así que se despachó primero con Morbius y dos años mas tarde con Blade, metiendo vampiros en su universo comiquero. Con capa roja, traje de spandex y solapas anchas era como un híbrido entre Drácula y Doctor Strange. Morbius también llegó en una época en donde el Comics Code Authority – que ponía las reglas a respetar por parte de la industria, algo así como el Código Hays de los comics – había levantado las restricciones para que las tiras pudieran incluir seres sobrenaturales. Por si alguien no recuerda, el Comics Code Authority apareció en los 50s como un intento de moralizar la industria y, en especial, controlar el escándalo producido por las tiras de terror de William Gaines que incluían sadismo, sexo, seres monstruosos y todo tipo de temas tabú en publicaciones como Cuentos de la Cripta y La Bóveda del Horror. Haciendo apariciones esporádicas en Spiderman – y teniendo durante un par de años su propia tira en magazines de terror de Marvel -, Morbius languideció con el paso del tiempo hasta que la editorial lo revivió en 1992 con un perfil mas heroico. Habiendo pasado de villano a antihéroe, era lógico que Sony le tirara el ojo para armar una aventura en solitario y poder ir formando, de a poco, su demoradísimo proyecto de Los Seis Siniestros – un equipo de supervillanos que terminaría peleando contra arañita en el grand finale de lo que es una especie de Universo Cinemático Spiderman, y que la Sony quiere montar desde la época de Andrew Garfield -. Para ello cuenta con Venom, el cual arrancó en punta; con el cameo (inexplicable, incomprensible) de Michael Keaton aquí, recién importado como Adrian Toomes / Buitre desde el MCU; le sigue en la cadena de producción Kraken el Cazador (con el tronco de Aaron Taylor Johnson como protagonista), Madame Web con Dakota Johnson y un tercero que terminará por ocurrírseles en el camino. El drama con semejante armado es que Sony carece por completo de buen ojo para elegir un equipo de directores talentosos (sobre todo que sean baratos y desconocidos) como los que fueron construyendo el MCU de Marvel. La pegó con Ruben Fleischer en la primera Venom, zafó con la secuela de Andy Serkis pero acá planchó mal con Daniel Espinosa (Life). Literalmente nadie fue a ver a Morbius, apenas hizo 140 palos verdes entre EE.UU y resto del mundo – algo que es una moneda hasta para la entrega mas floja de Marvel -. Incluso el filme fue victima del escarnio público con gente ridiculizando escenas del filme y haciendo memes, algo que los ejecutivos de la Sony malentendieron – como que el filme era popular para ser objeto de semejante movida viral -, lo que los motivó a reestrenarla sólo para recaudar algo mas de 85.000 dólares en el segundo intento. Mientras que la fallida respuesta del público pone en seria duda el hacer una secuela – y no garantiza que la hilera de films para llegar al clímax de Los Seis Siniestros esté asegurado -, honestamente no entiendo todo el odio hacia la película salvo que se trate de una cuestión personal con Jared Leto. Es cierto que Morbius no va a hacer historia pero dista años luz de ser el peor filme de superhéroes que haya pisado la pantalla. Es prolija, entretiene, las perfomances están bastante bien y no termina por crisparte los nervios con sus ocurrencias. Por supuesto hay agujeros de lógica, la trama no es un dechado de originalidad y la dirección va tan apurada vomitando escenas que no termina de crear clima – salvo cuando ocurren las secuencias de acción – pero no es un bodrio que te hace rechinar los dientes como, por ejemplo, Eternals o Los Inhumanos. Te da la impresión de haber sido dirigida por un tipo que viene del ramo de los efectos especiales ya que Espinosa solo pone énfasis cuando le llega el turno de coreografiar CGIs. Eso no quita que el filme tenga su cuota de pavadas, como el instituto de sanación pegado a una escuela que desborda de bullys, la mágica aparición de una jaula gigante con cinco millones de vampiros en el laboratorio de Jared Leto (sin que su compañera de trabajo de todos los días se haya dado cuenta), que Matt Smith pueda meter de contrabando un sachet de sangre a la cárcel sin que nadie lo detecte o poniendo a un mexicano con cara de nabo como comic relief y compañero de un extremadamente serio Tyrese Gibson. Incluso el filme entra en cierto espiral de clonación de escenas de filmes superiores y mas conocidos que casi te dan ganar de hacer una competencia de tragos con “¿adiviná de qué película rob… tomaron esta secuencia?”: sea Leto rodeado de vampiros y llamándolos a la distancia (Batman Inicia), Matt Smith recuperado pero fingiendo una cojera para entrar a la cárcel (Keyser Soze de Los Desconocidos de Siempre), secuencias con bullet time a lo Matrix o citando a Rutger Hauer en Blade Runner, eso sin contar la carnicería en el barco clandestino que parece sacada del malogrado viaje del Demeter en Drácula. Pero aún con todo eso Morbius me parece pasable. Por supuesto el final carece de sentido – si Leto pensaba terminar con su vida, ¿por qué vaga por el campo y cómo diablos Michael Keaton / Buitre (caído de otra dimensión y utilizando su equipo de vuelo que se había desintegrado en De Regreso a Casa) sabe de él y quiere reclutarlo para pelear contra un superhéroe… que Leto ni siquiera ha visto? -. Leto luce intenso, es adecuado, es dark y romántico al mismo tiempo. Matt Smith se va de mambo varias veces – la cara de ese tipo es una caricatura – y Jared Harris está criminalmente desperdiciado. Es posible que esté pasando por un momento de embole supremo, cosa de que Morbius me resulte aceptable pero aún con ello, hablando con objetividad, no me parece la atrocidad que todos dicen. Quizás el problema es que llegamos a un punto en que vimos demasiadas historias de origen de superhéroes y ya sabemos de sobra los puntos por los cuales va a pasar; y cuando llega algo como esto, rutinario y escrito por un programa de computadora, nos resulte repulsivo hasta lo intolerable, mas cuando al intérprete le tenemos ganas de linchar desde que arruinó al Joker en Suicide Squad y lo vimos capaz de sobreactuar a niveles estratosféricos en La Casa Gucci.