Seguramente vas a tener la sensación de que viste un corto de muy buena calidad, como los que podías ver en el programa argentino de Caloi en su tinta, y no te equivocás, ya que ésta es la versión larga producida por Tim Burton del corto original de Shane Acker que fue nominado para el Oscar y que se vio en ...
Hace varios meses atrás, en la página de Apple, ví el trailer de esta película, y realmente me dieron muchas ganas de verla, lo cual es bastante raro porque en ese entonces no me gustaban mucho las películas animadas. Luego de ver el trailer, imaginé más o menos cómo venía la trama, pero por suerte me equivoqué, y me sorprendí mucho al verla en la pantalla grande! :) "9" es la primer película animada que veo que tiene escenas de acción muy buenas, que tranquilamente podrían haberse hecho con actores reales, lo cual ayuda a que uno mientras mira la película, deje de creer, por un rato, que está viendo "dibujitos". La historia me resultó sumamente entretenida e interesante, aunque no esperaba que terminara de esa manera... Tuve la suerte de verla en su idioma original (doblarla al español le quita mucho), y poder apreciar mejor las voces de cada uno de los personajes. Muy buen trabajo por parte de los actores! "9" es una película sumamente llevadera, y es un muy buen modelo a seguir para futuras películas del género ;)
Shane Acker expande su premiado corto animado 9 con este largometraje homónimo, luego de que el proyecto consiga el padrinazgo de Tim Burton y del cineasta ruso Timur Bekmambetov. Lo cierto es que, si esta es la oportunidad perfecta de Acker para pasar a las grandes ligas en el terreno de la animación, y para el público de conocer a las particulares criaturas originadas en el cortometraje de 2005, la película no deja de exponer los defectos de un relato que evidencia su estiramiento para la ocasión. Cuando uno ve el corto de Acker (se puede encontrar fácilmente en Youtube), encuentra un universo visual particular, en el que queda claro que este relato postapocalíptico no está dirigido en absoluto al público infantil. El corto se beneficia por su mutismo y su falta de necesidad de explicar el desolado mundo que allí se describe. En 9, la película, se profundiza en el mundo pesadillesco en el que viven los muñecos de trapo sobrevivientes, y lo que más se destaca es el cuidado diseño visual, y la violencia de algunas escenas, que hacen que 9 deje definitivamente afuera de su círculo de espectadores al público infantil. Por otro lado, si bien la película hace bien en profundizar algunos aspectos de la historia, como el modo y el propósito por el que fueron creados estos muñecos, gran parte de la acción del relato se ve afectado por la necesidad de que la película llegue a la duración de un largometraje, muchas de las situaciones pierden fuerza en la traslación de una duración a la otra, y no parece que el respetar gran parte de la estructura narrativa original haya sido la mejor elección. Si al ver el corto podemos concluir que “daba para más”, este largometraje, sin ser una mala remake del corto (está muy lejos de eso), no termina de ser todo lo que se podía esperar con sólo ver el corto. Para colmo, el mutismo, que tan bien le hacía al cortometraje porque colaboraba en la descripción de su universo, desaparece ante la necesidad mercantilista de ponerles a los personajes voces de famosos, elemento tradicional de las últimas producciones animadas, que aquí ayuda demasiado poco. Pensemos en la hermosa primera parte de Wall-E, que prescinde por completo de voces, y logra construir de manera puramente audiovisual un mundo algo parecido a este. Sí, definitivamente a 9 le hubiese hecho falta sostener la propuesta radical del cortometraje, y narrar evitando describir con palabras los hechos y situaciones que se suceden, un elemento que hubiese potenciado la fuerza de esta propuesta, siempre y cuando no se hubiese convertido en una limitación obstaculizante, como lo fue el trasladar la narración de diez minutos a poco más de una hora. El resultado, una película de animación que tiene sus aciertos en la esmerada construcción visual y cierta originalidad en su premisa, pero pese a tener el sello Tim Burton en su producción, carece de la magia de los productos animados de Burton y de Henry Selick (9, con todas sus virtudes, no se acerca al nivel de la reciente y maravillosa Coraline), y hasta se extrañan los elementos más repetitivos del toque Burton, en una propuesta que, al inflar el cortometraje homónimo, termina entregando algunas pocas escenas originales (especialmente las más violentas y “espantaniños”), pero no logra estar a la altura del corto, extendiendo los códigos de aquel sin poder salir de la orbita dictaminada por el material original. Suele decirse que “lo bueno, si breve, dos veces bueno”. Evidentemente Shane Acker, que tiene mucho futuro por delante en la industria, desconoce por completo esta frase.
Todo empezó con un cortometraje. Luego de cuatro años de preparación, el por entonces universitario Shane Acker le pudo mostrar al mundo 9, un trabajo de animación acerca de robots en un mundo que ya no es tal. Tanto éxito tuvo el corto, que hasta fue nominado al Oscar en 2006. No ganó la estatuilla, pero sí la atención de pesos pesados de la industria del cine. Como Tim Burton, a quien le interesó la propuesta de Acker de expandir el universo e incorporar más personajes. Pronto se sumó el ruso Timur Beckmambetov (director de las Guardianes de la Noche, Guardianes del Día y de la soberbia Se Busca) también como productor, y la guionista Pamela Pletter, quien había escrito El Cadáver de la Novia para Burton. 9, un pequeño robot, despierta en medio de un mundo postapocalíptico: el paisaje no es más que ruinas, destrucción y soledad. Pronto descubrirá dos cosas. Que hay otros seres igual que él (también numerados)... y que la amenaza que acabó con la vida en la Tierra todavía anda por ahí. Se trata de una máquina otrora creada por los humanos para hacer un bien pero que consiguió todo lo contrario debido a su rebelde “fase Hal 9000”. 9 y el resto de sus hermanos deberán detenerla. Una de las grandes diferencias entre el corto y el largo reside en que el primero era mudo y el segundo cuenta con las voces de actores como Elijah Wood (que apreciarán siempre y cuando vean la versión original con subtítulos en castellano). Número 9 es, ante todo, un entretenimiento que no da respiro, que hace valer cada uno de los 70 y pico minutos de duración, y con personajes tan imperfectos como queribles. Un producto exacto y nada pretencioso, pero rico en imaginación e ideas. Su nivel narrativo y su sensibilidad (en un comienzo, más que nada) remiten a los productos de Pixar, más precisamente a Wall-E, que también era un ente cibernético moviéndose en un contexto posterior al fin del mundo conocido. En la interacción entre los robotitos hay reminiscencias a los juguetes de la saga de Toy Story, pero sin nunca copiar a la fuente de inspiración, sólo tomando su sabor. ¿Si se nota el sello Burton? Sí y no. Por un lado, 9 amaga con ser el prototípico personaje burtonesco: una suerte de Frankenstein inacabado en un entorno diferente. Como Edward en El Joven Manos de Tijera. Y los Hombres Inescrupulosos, la Autoridad, son vistas como los culpables de la caída de la civilización. Pero 9 está acompañado por las otras criaturas numeradas, así que no podemos hablar como un marginal ni de él ni de todo el grupo: la sociedad no los mira mal porque están casi todo el tiempo solos. Más allá de todo eso, Acker demuestra tener una personalidad propia y muy potente, sin importar la influencia de los célebres productores. Número 9 es otra muestra de que el reciente cine de animación surgido de Hollywood supera en talento y audacia a muchas de las modernas superproducciones con actores reales. Por otra parte, Burton y Beckmambetov se llevaron tan bien que producirán juntos otro proyecto: Abraham Lincoln: Vampire Hunter, basada en la novela de Seth Grahame-Smith, en donde descubrimos que el presidente estadounidense cazaba chupasangres. ¿Faltará mucho para verla?
Es complicado hablar de Número 9, no porque sea un film complicado sino porque esta constituido por una extraña mezcla de elementos muy buenos y otros bastante flojos. Básicamente uno no puede evitar decir que es una película que se quedó a mitad de camino. Veamos, por un lado el guión, los personajes están muy bien logrados, muy bien construida cada una de sus personalidades, lo cuál, dada la historia que narra el film no es poca cosa, por otro lado esta el conflicto principal, el disparador, aquello que le da sentido a la película, el famoso “de que se trata” y ahí es donde esta el desacierto más grande. Si bien la película entretiene lo suficiente como para no estar pensando constantemente en el hueco que hay a nivel narrativo, cuando uno ve el final, se queda pensando si no se perdió algo, y al salir de la sala se da cuenta, inequívocamente, que no solo no se ha perdido de nada si que a la historia, de hecho, le falta algo. Lo cual es una verdadera lástima. El vacío antes mencionado deriva en otro tema “el malo” no solo es difícil de definir quién es, o porque lo es, sino que también le falta fuerza. Si bien esta serie de detalles pueden condonarse al tratarse de un film destinado a un público infantil, el resultado final no es tan así, uno puede ir con los chicos, pero los más pequeños se van a asustar, y la película pretende tener un subtexto destinado principalmente a los adultos, y es solo por eso que tomo el atrevimiento de cuestionar estos detalles, aunque no puedo evitar recordar que el cine para chicos debería ser el más cuidado. Por otro lado, la calidad de la animación es muy buena, no solo por el diseño, sino porque se han tomado ciertas licencias y han dotado a la película de un realismo bastante particular y, debo confesar, bastante efectivo. La música y los efectos sonoros están por encima de la media. Prácticamente en todo rubro técnico el resultado es vistoso y sobresaliente. Como decirlo, Número 9 esta bien en muchos sentidos, pero falla en otros, no pudo sacarse de encima el karma de haber sido un corto hecho largo. Pero aún así, sirve de ejemplo para guiar a muchas películas de animación hacía la búsqueda de la excelencia. No será Pixar, pero es bastante digna.
Una imagen vale más que todas las palabras El mundo, tal como lo conocemos, ha sido aniquilado. Las poderosas e implacables máquinas han ganado la batalla contra los humanos y el planeta -como en WALL-E, film con el que mantiene más de una similitud- luce devastado. Pero, aunque parece no existir ninguna forma de vida, allí aparecen unas diminutas criaturas, algo así como el alma, la reserva que un científico ha dejado para que el espíritu de los hombres subsista incluso después de la hecatombe. El héroe de este relato apocalíptico es el inexperto y valiente 9 (la voz de Elijah Wood en la versión original), pero junto a él estarán también el líder 1 (Christopher Plummer), el cobarde 5 (John C. Reilly), la impulsiva y femenina 7 (Jennifer Connelly) y algún que otro personaje más (Martin Landau, Crispin Glover). El guión de Pamela Pettler (Monster House) -que tiene algo de Terminator, de El señor de los Anillos y de la apuntada WALL-E- no es nada del otro mundo -más allá de su veta filosófico-existencialista que gustará a algunos e irritará a otros-, pero a nivel visual Número 9 vuela a una altura bastante considerable dentro del panorama reciente de la animación CGI. Este film de Shane Acker -basado en su propio corto de 2004, que fue nominado al premio Oscar- tiene, claro, algo de la animación de Tim Burton (coproductor del film), pero también del cine de Jan Svankmajer, de los hermanos Quay y del animé y el manga nipones. El film -bastante aterrador y, por lo tanto, no apto para niños pequeños- se alarga demasiado (se nota que es un corto muy estirado) y no tiene el encanto de una producción Pixar ni el talento desbordante de un trabajo original de Burton o Henry Selick, pero para los amantes de la animación resulta, sin dudas, una propuesta para tener muy en cuenta.
Un buen día, nuestra creación, logrará despertar Es sabido que a Hollywood le gusta (y sobre todo le es rentable) filmar una y otra vez el fin de los tiempos. Sucede que cuando ya vimos entera la saga de Terminator (James Cameron), Avatar (Cameron otra vez) y hasta, por qué no, Wall-E (2008), lo que viene después debe ser –cuanto mínimo- audaz como para captar la atención de los espectadores. Así, con semejantes antecedentes, Número 9 (9, 2009) desliza su dinámica perspectiva sobre un tema por demás explorado: el hombre contra la máquina. En un futuro próximo (¡ejem!) un invento conocido como La Gran Máquina activa energías y da vida a un grupo de robots que se revelarán contra los humanos (¡ejem! ¡ejem!) aniquilándolos con un gas letal. No tardarán en destruir todo, pero –pese a ello- un pequeño montón de títeres de trapo intentará revivir a la humanidad. Relea: títeres de trapo con alma humana salvan a la Tierra de la destrucción. Aquí puede andar lo interesante. El John Connor, por llamarlo de una manera ‘familiar’, es Número 9 (Elijah Wood). Un stitch-punk (googlee y deléitese) con ínfulas de líder, el más listo y habilidoso de los ‘sobrevivientes’, quien deberá buscar al grupo que lo secunde (así, irán apareciendo paulatinamente: Número 1, Christopher Plummer; Número 2, Martin Landau; Número 3 y 4, dos mudos en ahorro financiero; Número 5, John C. Reilly; Número 6, Crispin Glover; Número 7, Jennifer Connelly y Número 8, Fred Tatasciore) para hacerle frente a los malvados aparatejos. La esperanza de supervivencia en manos de 9 muñecos de estética steampunk (visualmente de la época victoriana pero desde el llano futurista sci-fi). Distinto. Con una gran cantidad de escenas de acción (tengan en cuenta que es una película PG-13), la ópera prima de Shane Acker continúa la idea del cortometraje 9 (2005), dirigido en conjunto con Pamela Pettler (guionista, entre otras, de Monster House: la casa de los sustos y de El Cadáver de la Novia), donde una muñeca de trapo se enfrenta a un monstruo que ha robado el alma de su pueblo. Además, como gran aditamento, podemos señalar que el largometraje de Acker cuenta con música del gigante Danny Elfman. Buen cast de voces, buena música incidental y una entretenida nueva (¿nueva?) forma de ver el futuro. Tal y como fuera retratado en Inteligencia Artificial (Artificial Intelligence, 2001), lo desangelado del robot (llámese: máquina, autómata, aparato o iPod) se contrapone a los sentimientos humanos (claro, de vez en cuando se lobotomizan pero sentir, sienten). De esa forma, esta cinta de animación post-apocalíptica, producida por el gran Tim Burton (obviamente le perdonamos Alicia en el país de las maravillas) y llena de influencias notables (habría que ver cuándo y cómo es choreo), se defiende como una interesante posibilidad de ver al mundo –repetidamente- en CGI. Otra más.
El legado Burton Son conocidos los rasgos y componentes distintivos que utiliza el consagrado Tim Burton para recrear los clímax, ambientes y caracterización de sus personajes, como puede verse en la recientemente estrenada Alicia en el país de las maravillas 3D. Pero es Numero 9, opera prima de Shane Acker, Escritor, director y animador del cortometraje de igual nombre que fuera nominado a los Premios Óscar en 2004, quien parece presentarnos el legado de Burton. El film nos ubica en un mundo post apocalíptico, en el que la especie humana fue aniquilada totalmente por las maquinas (Terminator, James Cameron, 1984), y donde los únicos sobrevivientes son unas criaturas hechas de trapo, botones, cierres y otros resabios de la civilización, que se refugian de la bestia robótica que los persigue. El misterio, instaurado desde el comienzo cuando vemos elementos de sastrería hilvanando la hechura de un muñeco de trapo con un número, será un factor determinante durante todo el relato. Cuando 9 (voz de Elijah Wood) cobra vida, emprende un viaje en el que va descubriendo otros pares, también identificados por números (ver comentario aparte), y en el cual asumirá la responsabilidad de investigar quienes son, como llegaron allí y que ha sucedido en un mundo donde solo las máquinas parecen haber sobrevivido, desatando nuevamente el Apocalipsis. Conocer el pasado será determinante para encontrar respuestas a sus interrogantes existenciales y descubrir que el futuro de la civilización puede depender de ellos. Lejos de las maquinas y efectos especiales de Terminator (James Cameron, 1984) y mas cerca de los planteamientos filosóficos de Blade Runner (Ridley Scott, 1982), Acker nos presenta una visión oscura y un poco metafísica de un futuro donde la humanidad gobernada por un estado fascista se ha destruido a sí misma con la creación de maquinas inteligentes en busca de la perfección. Un escenario retrofuturista donde cada uno de sus componentes nos remite a un pasado no muy lejano y bien conocido por todos. El universo visual de 9 (Nueve) esta cargado de íconos industriales de la Europa de post guerra, donde los escenarios y personajes están inspirados en una estética steampunk, subgénero de fantasía y Ciencia Ficción que propone una retorcida idealización de una época (finales siglo XIX y la Inglaterra de la era victoriana, aunque abarca también parte del siglo XX hasta el final de la I Guerra Mundial) donde los problemas de superpoblación, racismo, pobreza y desempleo conviven con los más extraños inventos propulsados por carbón y vapor. Un mix de elementos predominantes de la ciencia ficción o fantasía, inventos tecnológicos ficticios como los encontrados en las obras de H. G. Wells y desarrollos tecnológicos reales como la computadora. La apocalíptica realidad de 9 NUEVE y sus personajes, plantea una interesante critica al pensamiento positivista y su incidencia en las guerras, instalando reflexiones sobre el valor, la solidaridad, la amistad y esperanza. Explora la voluntad de vivir, el poder de la unión y cómo el alma puede cambiar al mundo. Una revalorización de lo humano simbolizado a través de cada uno de los personajes, especie de replicantes (Blade Runner) dormidos que tras la llegada de su verdadero líder se unen cual grupo revolucionario en busca de respuestas. El abanico de criaturas que componen el espeluznante mundo de 9, diseñadas en base a texturas reales, tecnología antigua y desechos del pasado, se traslucen en personajes muy humanos en sus interacciones. Los modismos, sus diseños y actitudes logran atrapar al espectador en su mundo. Tanto la maquina como el hombre están representados principalmente en dos criaturas contrapuestas que buscan lo mismo, asimilar la esencia, el alma. Encontrarla significará para Nueve (Elijah Wood) su lugar en el mundo y para La Gran Máquina (una especie de araña mecánica gigante salida de la novela La guerra de los mundos de Herbert George Wells, 1898, con la capacidad de inventar mas maquinas para gobernar el mundo) la perfección. Ocho personajes más acompañan a 9 en la búsqueda de la verdad, simbolizando cada uno facetas diferentes del ser humano: Número 1 (Christopher Plummer), un veterano de la guerra, de carácter dominante y líder del grupo hasta la llegada de 9 (nueve) Número 2 (Martin Landau), un generoso y frágil inventor Número 3 y Número 4, gemelos eruditos que se comunican gestualmente entre sí Número 5 (John C. Reilly), un ingeniero leal Número 6 (Crispin Glover), un artista atormentado por las visiones Número 7 (Jennifer Connelly), una valiente guerrera autosuficiente y de armas tomar. Número 8 (Fred Tatasciore), el musculoso y poco listo guardaespaldas de Número 1. La excelente puesta en escena, los asombrosos personajes y efectos especiales y la muy buena banda sonora, acompañada de una temática que invita a la reflexión, son las características sobresalientes de este film animado que puede marcar el comienzo de un legado. La Kábala esta presente Pareciera que la numerología ocupa un lugar significativo en los nombres de los personajes. Basta inmiscuirse un poco por la Kábala (ciencia de los números, cuyo padre es el gran maestro griego Pitágoras y en la cual cada numero representa un aspecto de nuestro ser, de nuestra realidad, de nuestra relación con nosotros y con el exterior y con un significado determinado), para descubrir la coincidencia entre el perfil de los personajes y el significado de sus números. Según esta, el 9 (Nueve) simboliza el idealismo, los sentimientos y la nobleza, Confiere una visión de la verdad impersonal, pero justa, generosa, benévola y paciente. Es el número del amor incondicional, el amor universal, el sanador y el perdón. Llamado por los pitagóricos "El Alfa y la Omega", la Enéada, el primer cuadrado de un número impar (3x3=9). También se le ha llamado el número del Hombre, porque su gestación dura 9 meses. Es el único número capaz de "dar vida" a cualquier otro número. Al sumar todos los números de nuestro sistema numérico (1-9) se obtiene 45, que sumado da 9, de aquí que se le llame "El Perfecto", por ser un número que nunca se destruye. El 9 se halla preparado para devolver en cierta medida al universo lo que aprendió durante los ocho grados previos del ciclo. Cuando se acepta así, la perfección alcanzada bajo el 9 aporta sólo alegría como un regalo de la vida, además de la libertad para entrar en el próximo ciclo sin impedimentos. La coincidencia que surge de comparar los números de los personajes con sus respectivos significados según la Kábala, pone en evidencia que dicha asociación fue buscada deliberadamente por su realizador como una manera de enriquecer el perfil de sus criaturas y dotar al relato de un alo de misterio que sustenta gran parte del film. Las particularidades de los números descriptas en la Kábala pueden verse reflejadas en los personajes de la película durante todo el relato, fundamentando claramente el final. Para aquellos curiosos e interesados en Pitágoras los dejo con la Kábala 1* DOMINIO, EMPUJE, DOTES DE MANDO El Genio, el inventor, el líder, el solitario. Tiene que aprender a estar solo, pero también la compañía, porque sino se puede convertir en Ermitaño. Es el pionero. *2* LA PAREJA Es el número de la decisión, la cooperación y la diplomacia. Es el poder detrás del trono. Equilibra los dos pares de opuestos, por eso es el diplomático, el mediador y la capacidad de decisión *3*EL PODER GENERADOR Creatividad. La expresividad, la auto expresividad. También puede ser la dispersión de energía. *4*PERFECCION, SOLIDEZ, EQUILIBRIO (Es el albañil, el que construye). Le llaman la sal de la vida. La construcción. *5*EL CAMBIO No soporta la rutina, necesita fluir continuamente. Es un camino de encrucijada es como la Y. Suelen ser escritores, periodistas, viajantes y aventureros. *6*UNION FAMILIAR Y FIDELIDAD Es el amor a la familia y el servicio a los demás. Se puede dedicar a las cosas artísticas y a la sanación. *7*EL DOLOR Es un número muy espiritual, el místico. Es el arquetipo del Buscador, el que se hace continuamente preguntas (por qué), pero no se hace la pregunta adecuada (para qué). Es el filósofo que busca a Dios. En negativo es el científico pragmático. *8*TRIUNFOS MATERIALES Es la fuerza, el poder, el dinero, la ambición, la responsabilidad y la vejez. *9*EL GRAN LOGRO Es el número del amor incondicional, el amor universal. Entrega a los demás. El sanador. El perdón.
La humanidad enfrentada a La Máquina Apadrinada por el creador de El cadáver de la novia, la película animada del debutante Acker combina, al estilo de Brazil de Terry Gilliam, el relato futurista con un mundo apocalíptico que remite claramente a la iconografía de los años ’40. Basada en un cortometraje titulado simplemente 9, nominado a los premios Oscar en el año 2006 en el rubro Mejor Corto Animado (puede verse completo en YouTube), Número 9 resulta una interesante carta de presentación para el debutante Shane Acker. Apadrinado por el cada vez más acomodado director ruso Timur Bekmambetov y el ya consolidado Tim Burton (extraña pareja que ya planea su segundo paso con un proyecto tan extraño como su unión: Abraham Lincoln, cazador de vampiros), Acker expande la historia de aquel corto suyo, manteniendo el ambiente oscuro y distópico pero al fin esperanzador del original. Film animado de estética cyberpunk (o steampunk), Número 9 combina, al estilo de Brazil de Terry Gilliam, el relato futurista anclado en un mundo que remite claramente al de los años ’40. Con ese perfil resulta curioso que la trama desarrolle una visión que tiene mucho del imaginario cristiano, a pesar de que cuestione cierto dogma, sin dejar de ser ella misma una película dogmática. Como en 2001, Odisea del espacio o la saga Terminator, las máquinas construidas para servir al hombre se han vuelto contra él y en una guerra total la humanidad es aniquilada. Un científico es el responsable de haber creado a La Máquina, un robot diseñado a imagen de su capacidad intelectual, pero que manipulada por el poder político (una nueva representación del régimen nazi) ha sido el primer motor del exterminio. Lleno de culpa, el científico intenta reparar su error en soledad, forjando una serie de pequeños autómatas artesanales a los que él mismo infunde vida a costa de la propia. Ellos son su legado, su esperanza de preservar la esencia humana. El número 9 es el último de ellos: librado a ese mundo desolado, comenzará a encontrar a los de su clase y a recibir algunos consejos. El número 2 le advierte al asistirlo entre las ruinas: hay cosas que es mejor no tocar. Del mismo modo le dirá que no están solos, una afirmación que tiene un triple valor que se irá confirmando a lo largo de sus breves 79 minutos. No están solos porque hay otros siete como ellos habitando ese espacio muerto y ajeno; no están solos porque aún subsiste el enemigo implacable. Pero sobre todo no están solos porque ese universo (la película toda) no podría existir sin el soporte y la certeza de un más allá, un mundo supernatural que justifica no sólo la existencia de los pequeños monigotes animados, sino que constituye la génesis del nuevo orden creado. Sobre ese concepto descansará la posible (imaginable) reconstrucción. Pero antes de eso, 9 no comprenderá el consejo de número 2 y será él mismo, mezcla de Prometeo y Pandora, quien reactive la máquina de destrucción y la nueva raza volverá a combatir al viejo enemigo dormido. Aunque de escasa aparición, en el personaje del científico se apoya lo más importante de la estructura narrativa de Número 9. En él descansa el papel de demiurgo todopoderoso, cuyo carácter dual es comparable al de viejas deidades asirias o persas e incluso al del mismo dios judeocristiano: fuente de toda destrucción, pero también hacedor de toda vida nueva. La voz del científico está a cargo de Alan Oppenheimer, veterano intérprete de famosas voces del pasado, como el Súper Ratón, alguno de los cien Pitufos o el diabólico Skeletor en aquel hito de los ’80 que fue la serie de dibujos animados He-Man. Lo curioso de la elección es que Oppenheimer es primo del mucho más famoso Robert Oppenheimer, líder del proyecto Manhattan y padre de la bomba atómica: dos hombres de ciencia de currículos bastante similares. Un dato que no modifica en nada lo que Número 9 es como película, pero de potencia suficiente como para acentuar el perfil del personaje y resignificar los detalles de la historia, sosteniendo la certeza de que el mundo fuera de la pantalla no ha dejado nunca de ser un polvorín. Gran trabajo de animación tanto en lo técnico como en lo estético, Número 9 no es sin embargo un film que haya sido pensado con el público infantil como principal objetivo. Lo cual no quiere decir que los chicos no pueden llegar a disfrutar de su propuesta, sobre todo aquellos que gusten de los cuentos de misterio y de horror gótico, de los robots, los monstruos más estrafalarios y uno que otro susto bien dado. Claro que hoy en día ese perfil encaja con la mayoría de los menores de 12 y aún más si son varones: la generación Burton. De todas formas no está de más advertir que algunas escenas pueden resultar algo perturbadoras; aunque no tanto como ver Policías en acción por la tele.
Número 9, ciencia ficción animada y para adultos Producida por Tim Burton, esta película de animación muestra un futuro muy próximo en el que un invento conocido como la Gran Máquina activa y aporta energía a las máquinas que se han lanzado contra la raza humana diezmando a la población antes de que ella comience a apagarse. El mundo pronto quedará destruido, pero un grupo de pequeños seres intentarán salvar lo poco que queda de civilización. Son nueve criaturas a las que un científico infundió vida poco antes de la catástrofe y el Número 9 será el que demuestre tener fuerza de líder y cualidades que, quizá, los ayuden a sobrevivir en un territorio devastado. Los demás miembros del grupo son el Número 1, un veterano de la guerra de carácter dominante; el 2, un generoso y frágil inventor; los 3 y 4 son gemelos provistos de una gran erudición que se comunican sin palabras y sobre todo entre sí; el 5 es un inquebrantable ingeniero; el 6 un artista errático atormentado por pesadillescas visiones; el 7 una guerrillera valiente y autosuficiente y el 8 un musculoso y no muy listo guardaespaldas del Número 1. Sobre la base de una animación en el que sombras tenebrosas cubren la misión de esos seres el film recorre, a veces con alocadas situaciones, el camino por el que esos pequeños individuos se empeñarán en salvar a la humanidad. El director Shane Acker logró su propósito de entretener y de dejar sentada la moraleja de que el bien siempre triunfa sobre el mar, aunque los encargados de ganar sean esos individuos de extraña apariencia y frágil contextura.
Trapito Producida por Tim Burton, unos muñecos de arpillera son la esperanza en un mundo devastado. Cuando abre los ojos, 9 no entiene absolutamente nada. Estamos observando, en verdad, su nacimiento. Pero no tiene apariencia humana, aunque sentimientos. 9 parece hecho de arpillera, con pedazos de madera tallada y cobre moldeado. Es la creación de un hombre, que ha fallecido, y antes le ha bordado ese número en su "cuerpo", y tiene casi la obligación de salir a un mundo exterior devastado, a ver qué pasa. Es que cuando el mundo tira para abajo, o se está acabando, alguien tiene que seguir. Número 9, producida por Tim Burton, tiene toda un aire retro. Pero es algo que va más allá del diseño artístico, los automóviles desvencijados, las chimeneas humeantes, el hollín. Se respira en el relato la solidaridad propia de los filmes estadounidenses posteriores a la Segunda Guerra Mundial, en los que en plena Guerra Fría los ataques extraterrestres servían para unir ante la invasión externa. Aquí los trapitos -9 es precisamente la novena creación de un científico, cuyos hermanos tendrán características bien definidas- deben actuar y rápido ante el accionar de las máquinas, que han aniquilado a la humanidad y están a punto de apoderarse de la Tierra. Hay muchas referencias religiosas -los muñecos trapitos enfrentan primero a la Bestia, antes que a la Máquina, y 9 descubre que todos se refugian en una catedral, con 1 al frente de los trapitos, asumiendo el rol del conductor, cual Papa. "Todo grupo debe tener un líder", expresa 1, pero ¿qué pasa si está equivocado? Hay quienes dan todo por el otro, sin mediar consecuencias. Si bien es cierto que los 79 minutos que dura Número 9, se nota, están algo alargados, con varios finales -la historia estaba contenida en un cortometraje, con el que el director, por entonces alumno de la UCLA, llegó a una nominación al Oscar-, el optimismo que muestra 9 es admirable y digno de imitar por los espectadores más jóvenes. Hay escenas algo violentas, por lo que no es recomendable para los más chicos, y algo del universo de El joven Manos de Tijera, como homenaje o simple muestra de influencia. Tiene todo para ser un filme de culto.
Tim Burton es el nombre del momento en la cartelera de cine. Como si fuera poco con su Alicia en el país de las maravillas, ahora llega al cine Número 9, película post apocalíptica animada con producción de Burton. Los puntos más altos de este debut de Shane Acker se relacionan más con el aspecto visual y el prolijísimo trabajo en la animación que con los matices de la historia: no hace falta saber que Número 9 está basada en un enorme corto ganador del Oscar del propio Acker para sentir que alguna que otra cosa sobra en la película. Queda clarísimo que Número 9 es una película ideal para dejarse llevar por la belleza de las imágenes, sin prestar demasiada atención al entorno, y disfrutar cómo Acker consigue condensar mucho de los mundos de Burton y el enorme checo Jan Svankmajer.
Lo que el apocalipsis animado nos dejó La animación es ese territorio donde todo, absolutamente todo, es posible. Por eso es un lugar peligroso: como se puede hacer cualquier cosa, hay que tener el cuidado de, justamente, no hacer cualquier cosa. Número 9 es un buen ejemplo de hallazgos y pérdidas en ese terreno: una buena idea –de hecho, se trata de un corto ampliado al nivel de un largometraje– que utiliza las peripecias para deslumbrar con su aspecto visual, pero que, en el fondo, carecen de una necesidad profunda desde la trama incluso si uno se entusiasma al verlas. En el cuento, la humanidad ha desaparecido a manos de las máquinas. Sobrevive, además, una especie de muñequitos de arpillera que llevan consigo algo así como el alma, la última reserva de lo humano. Se tratará, pues, de que sobrevivan y algo más, una misión entre física y filosófica. Cada uno de estos muñequitos tiene una personalidad definida y cumple con alguna clase de estereotipo; el film tiene la ventaja de combinar una excelente animación a la hora de transmitir emociones con un preciso trabajo de voces. El aspecto es más bien oscuro y las peripecias tienen algún costado perturbador y para nada infantil, más allá del aspecto de los personajes. Lo paradójico del film consiste en que los momentos superfluos en el nivel de la trama atraen por su belleza o por lo complejo de su diseño. Literalmente, siempre hay algo para mirar y eso genera cierto encanto. Pero esas imágenes, al retrasar artificialmente el desarrollo del relato, generan admiración plástica esquivando la emoción. Porque no estamos necesariamente detrás de un cuento, es decir de una narración donde los elementos adventicios tomen fuerza y realcen el mundo que muestran, sino de una fábula donde lo que termina contando es la moraleja final. En esos casos, el equilibrio entre el qué se cuenta y el cómo se cuenta es difícil y el film termina cayendo en las garras de lo alegórico. En algunas secuencias –y especialmente en la manera como cada personaje del film representa un tipo humano bien reconocible– se cae en ese defecto. Sin embargo, la belleza visual y la fuerza de muchas secuencias neutralizan estas taras. Número 9 es, además, una película original donde la animación digital trata de cubrir un territorio nuevo. Ése no es un valor menor y constituye un enorme atractivo.
Nuevos trapos Y nuestro héroe despierta en un edificio destartalado a los pies del cadáver de su creador. Rápidamente deduce que no es fácil ser un robot minúsculo con una cubierta símil “muñeco de trapo” en un contexto post apocalíptico, donde todos los humanos han muerto en manos de su propia producción armamentista. Sin voz y colgando de un brazo, el pequeño logra liberarse y para su sorpresa descubre un cierre relámpago en su pecho, dentro del cual incorpora un extraño objeto que encuentra en las ruinas. Al salir del lugar se topa con un mundo estéril controlado por distintos autómatas, baluartes de la “inteligencia artificial”. De hecho, máquinas feroces con apariencia animal continuamente amenazan a un temeroso cónclave de su misma especie. Con un “9” pintado en la espalda y un poco de valor en las entrañas, este androide con piel de arpillera pronto deberá hacer frente a un sinfín de peligros vinculados al misterio de su existencia... Número 9 (9, 2009) es la ópera prima de Shane Acker, maximización concreta de su corto del 2005 nominado al Oscar. El film entrega un espectáculo visual de una extraordinaria belleza en función de una historia plena de alusiones políticas y sutiles puntos oscuros librados a la imaginación del espectador. Con la producción de Tim Burton y Timur Bekmambetov, el enajenado detrás de Guardianes de la noche (Nochnoy dozor, 2004) y Guardianes del día (Dnevnoy dozor, 2006), el equipo técnico ha construido una metáfora sobre la vida de los refugiados, el estado de guerra permanente y los peligros inherentes al mecanicismo. El clásico arquetipo de las fábulas distópicas “humanoide con alma en lucha contra armamentos fuera de control” está bien desarrollado a partir de un minimalismo concienzudo de muy pocas palabras. La animación en CGI ofrece originalidad, matices opacos y fuertes contrastes. Quizás el guión de Pamela Pettler, responsable de los libretos de El cadáver de la novia (Corpse Bride, 2005) y Monster House (2006), por momentos se pasa de etéreo y cae en algunos clichés, pero Acker con celeridad corrige estos detalles imponiendo un ritmo narrativo intenso basado en una maravillosa puesta en escena y numerosas secuencias de acción. Precisamente la trama se sostiene y avanza gracias a componentes varios como un suspenso de pulso riguroso, personajes carismáticos y la insólita crudeza de las circunstancias (artilugios macabros, cementerios por doquier y coprotagonistas asesinados). El elenco reúne muchos apellidos ilustres: Christopher Plummer, Martin Landau, John C. Reilly, Elijah Wood, Jennifer Connelly, Crispin Glover, etc. Sin embargo es la propuesta en su conjunto la que se luce debido a que siempre domina un tono entre sereno y alegórico (los diálogos son parcos y el humor está bastante acotado). Otro elemento a destacar es la referencia final a El cristal encantado (The Dark Crystal, 1982), la inolvidable obra maestra de Jim Henson y Frank Oz. Cargada de una profundidad implícita y un preciosismo excepcional, Número 9 ennoblece sus harapos con valentía y de ellos extrae esperanza...
Una más que interesante distopía animada que recoge influencias tanto en lo conceptual como en lo narrativo de películas como Terminator, pasando por 1984 y hasta Brazil de Terry William, por citar sólo algunas. La animación presenta texturas muy atractivas visualmente y la impronta Burtoniana se respira en cada plano, como así también el apego -filosófico- a elementos de la religión judeo-cristiana y sobre todo de la cábala. Si bien el resultado final no concreta todo lo que se propone desde el comienzo (y haciendo la salvedad que no está destinada al público infantil) se puede concluir que el film es más que atendible y vale la pena acercarse...
Cuerpos sin almas Esta película está basada en un corto de animación, que fue nominado al Oscar en el 2005 (y que se puede ver haciendo clic acá). Ese cortometraje se desarrollaba en un mundo desolado en el cual sólo 3 seres tenían vida, y gracias a sus almas. Bah, uno de ellos se encargaba de robar el alma de los demás. Mutismo absoluto de parte de los protagonistas, que aún así no necesitaban del habla. Era claro cuando tenían miedo y cuando investigaban. Lo que se sugería, era mejor que un voice-over o intertítulos explicativos. Después de todo, la imaginación del espectador se disparaba y así uno podía oscurecer (o no) más la historia. En el largometraje, la misma historia se alargó, y se le agregaron más detalles. Pero eso no necesariamente es algo bueno. Primero, la idea del mundo devastado acá se explica: una especie de gobierno fascista, comunista o alguno de esos gobiernos que alteran la paz y el orden mundial, en su afán por desarrollarse y ser la potencia bélica número 1º, llevó al mundo a la ruina. Sólo quedan muñequitos de trapo creados por un científico, que guarda algo muy valioso. Y para hacer(les) la vida imposible, están las máquinas primas de Skynet, la malévola computadora de la saga de Terminator. Cómo revive la máquina principal y para qué los muñecos tratan de encontrar el mcguffin de la película (una especie de disco recolector de almas) es algo desintencionadamente gracioso. Digamos que el caos se desata por la misma "misión" de los héroes, para que estos tengan, ahora sí, la misión de restaurar el equilibrio. O algo así. Los puntos más altos de Número 9 no son tanto los aspectos técnicos (que están bien) sino el diseño de todas las criaturas, desde las afiladas garras de los siniestros robots (con secuencias "shockeantes" para una película "para chicos", título molesto si los hay) hasta el diseño de los muñequitos de trapo, que reflejan sus personalidades. Pero, aún así resulta muy difícil conectar con cualquiera de estos personajes. No sólo porque sus movimientos y párpados (y ojos) son muy de stock, carentes de cualquier atisbo de gracia y humanidad, sino porque el doblaje (en inglés, según esta crítica) no hace otra cosa que empeorar todo. Los distintos actores-estrellas que pusieron las voces son John C. Reilly, Elijah Wood (Happy Feet), Jennifer Connelly y Christopher Plummer (también la voz de Muntz en Up). Será que uno está acostumbrado a sus voces, puede ser. Será que cada voz se siente distintate, que el voice-acting es débil, y que parece una grabación en un estudio de sonido, donde cada uno grabó en un día distinto, seguro. No sé si fue así, pero poco me importa: las voces no suenan como si fuesen las de dos personajes dialogando, sino que lo hacen como si fueran dos actores recitando líneas para cobrar el cheque de turno. El lado bueno de la película es su medianamente innovadora apuesta por el género de acción animada. Las correrías, explosiones y escapes al borde de la muerte están bien. Pero toda la película carece de alma. Una lástima, si uno se pone a pensar que bien podrían sacrificar un par de muñequitos más para que el film este tenga algo de vida.
Aclaro de arranque que a pesar de ser una película de animación, no es para un publico infantil. En Estados Unidos fue calificada prohibida para menores de 13 años, lo cual esta bien ya que chicos menores de esa edad se pueden pegar algunos sustos. Evidentemente Tim Burton eligio producir este trabajo porque se sintió identificado, ya que el estilo de animación y arte de este film (oscuro y depresivo) es similar al de "Corpse Bride" que Burton dirigió. Algo totalmente distinto a las películas de Pixar, pero igual de bueno. El director Shane Acker, quien trabajo anteriormente en los efectos visuales de "LOTR: The Return of the King", baso este film en un corto con el mismo nombre que dirigió en el año 2005 y el cual fue nominado al Oscar. El trabajo de animación y diseño/arte de los personajes y escenarios es impresionante. Por un lado, están los simpáticos muñecos con esos ojos grandes muy expresivos y por el otro, las maquinas asesinas con forma de bichos. Todos estos rodeados de una ciudad destruida y oscura. La historia es simple y corta (la película dura apenas hora y cuarto) , pero esta repleta de escenas de ciencia ficción y acción, las cuales me recordaron bastante a "Terminator Salvation". Ideal para ver en un buen cine o home theater.
A todo trapo No se trata de una película para niños. Y para darse cuenta no hace falta atender a la calificación SAM 13 (solo apto para mayores de 13 años). Queda claro al principio. No hay nada de infantil, pese a sus simpáticos protagonistas animados, en esos escenarios en ruinas, en esos cielos grises, crepúsculos en llamas y noches tenebrosas donde acechan bestias mecánicas. Y tampoco lo hay en un relato que parece simple pero que recoge multitud de elementos e influencias, y donde los encantadores pero indefensos protagonistas lidian constantemente con el miedo y la muerte. Mucha oscuridad para un infante pero muy disfrutable para niños grandes. En un futuro post-apocalíptico, un grupo de pequeñas criaturas, cuya apariencia es la de un muñeco de trapo pero con una maquinaria que los anima, viven ocultos entre los restos de una humanidad devastada y extinta, escondiéndose de monstruos mecánicos de apariencia animalesca que los cazan, viviendo en conflicto entre la necesidad de saber y el miedo que los paraliza. En ese contexto llega 9, el último en incorporarse al grupo, que viene a cuestionar al líder, 1, quien con mitra, báculo y actitud oscurantista mantiene su rebaño en la ignorancia y el temor al exterior, (según él por su propia seguridad, aunque no duda en dejar atrás a quien caiga en peligro). 9 desafía la autoridad de 1 y empuja a la pequeña comunidad de muñecos de trapo a salir a hacer frente a los monstruos y a averiguar quienes son ellos mismos y por qué están ahí. Ese camino no será sin peligros y tampoco sin bajas. 9, el largometraje, está basado en un corto homónimo, también de animación digital, del mismo director (se lo puede ver en youtube y paginas similares). En este ya estaba presente el núcleo de la propuesta, pero al ampliarlo al formato largo se sumaron unos cuantos elementos e influencias. En principio uno puede advertir el toque Tim Burton (que es uno de los co-productores), en su estética oscura, en su reivindicación de los outsiders y su cariño por los freaks, e incluso en la música (hasta Danny Elfman compuso algunos temas). De hecho hay algunas escenas que parecen de una influencia clara, cuando no una cita directa: Al comienzo, con 9 descubriendo al despertar el cadáver de su creador y saliendo al mundo como en Edward Scissorhands, o en el funeral de uno de los protagonistas muy similar al del Pingüino en Batman Returns. Lo más rico e interesante será seguramente el particular universo que fue creado para ambientar la historia. Una tierra post-apocalíptica producto de una guerra que no tiene nada que ver con las habituales pesadillas nucleares y radioactivas de los films de los 70 y 80 ni con la actual guerra teledirigida, sino que recuerdan más bien a los más terrenales combates y bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, donde los principales responsables son un científico (curiosamente la voz que lo interpreta es al de Alan Oppenheimer cuyo apellido es igual al del padre de la bomba atómica) y un canciller que recuerda mucho al Adolf Hitler. Así es que se juega con una tecnología entre mecánica y eléctrica a la que se suman elementos de magia y religión cuya simbología remite directamente a la alquimia (“ciencia negra” dirá 1 con temerosa aprensión). Una operación de mezclar ciencia y ocultismo ya la había hecho el expresionismo alemán en films que tomaban el tema de la creación de vida artificial como Metrópolis o el serial Homunculus. Y ahí tenemos entonces el tópico de humanidad vs tecnología, donde las maquinas se rebelan contra la humanidad y la exterminan, pero donde a su vez los protagonistas son criaturas producto de la tecnología pero que tienen un alma y son los herederos del espíritu humano. Hay muchas ideas y el relato avanza con fuerza e interés al principio aunque al final se vuelve algo redundante. Aún así la imaginería visual y el universo creado para el film son tan personales y atractivos como para justificar la experiencia de verlo.
Muñecos de trapo post apocalípticos Bajo el padrinazgo de Tim Burton, Shane Acker hace largo el cortometraje que le valió una nominación al Oscar en 2006, Número 9, una historia post- apocalíptica sobre unos muñecos de trapo que pueden esconder la clave para salvar al mundo. Una vez más el cine hace que nosotros, los espectadores, miremos de reojo a nuestra querida pc. Es que en Número 9, son otra vez las máquinas las que hacen que el mundo tal como lo conocemos deje de existir. Pero entre esas ruinas, todavía hay vida. Por un lado, 9 (con voz de Elijah Wood), un muñeco de trapo que despertó de un largo sueño, que descubre que no es el único títere viviente del mundo, ya que existe un santuario regido por 1 (Christopher Plummer), el líder autoproclamado de estas nuevas formas de vida. Y por el otro, La Bestia: una especie de esqueleto felino robótico, un último e inoportuno recuerdo de la guerra que alguna vez los hombres y las máquinas llevaron hasta al mismísimo fin del mundo. Cuando 9 despierta, tiene la suerte de encontrarse con 2 (Martin Landau), quién le explica que no están solos. Pero la calma dura poco, ya que La Bestia secuestra a 2 y se lleva un extraño artefacto que 9 traía encima sin saber de que se trataba. Ahora 9 debe convencer a la tribu liderada por 1 que tienen que rescatar al pobre 2 de las garras del gato-robot-salvaje, a pesar de las insistentes negativas del líder de la tribu, quien prefiere pensar que 2 ya es alimento para robot. Con Numero 9, Shane Acker retoma un proyecto que realizó en la universidad, con el que fue nominado al Oscar en el rubro Mejor Corto Animado en el año 2006. Esa vez perdió la terna, pero la vidriera de la alfombra roja le sirvió al animador para mostrar su trabajo, en el cual se interesaron puntualmente Tim Burton y Timur Bekmambetov, el director de Se Busca (Wanted, 2008). Ellos dos apoyaron a Acker a realizar una expansión al mundo que había creado en 9, su corto, que relataba las aventuras de este muñeco en la lucha contra el robot- gato quién perseguía a los pobres muñecos para robarles su alma. A diferencia de la película el corto, de apenas 11 minutos, era mudo, y solo aparecían unos pocos personajes apenas comparables con los que se pueden ver en esta película. Por eso Acker, con la ayuda de Pamela Pettler (colaboradora de Burton en El Cadáver de la Novia) expandieron ese universo. Y tanto lo expandieron que, según sus creadores, podría haber más historias de estos muñecos de trapo post- apocalípticos. ¿Quién te dice?, capaz que en la segunda parte se cruzan con Neo o con John Connor. Bonus Track - En casi todo el resto del mundo, la película se estrenó en la oportuna fecha del 9 de septiembre de 2009 (9/9/09). - Pese a que la película esta prácticamente animada por computadora (CGI), el director decidió darle estética de animación stop motion.
Shane Acker es un animador que presta una increíble atención a las texturas: hay veces en las que Número 9 se convierte en una película puramente física, inclinada sobre todo al trabajo con lo material. Ese cuidado puesto en el detalle de las superficies que componen el mundo desolado por la guerra de Número 9 hacen de la película de Acker una suerte de film microscópico que ofrece sus mejores momentos cuando se entrega a la exploración de la tela, la madera o el metal. Así, está bien que la película utilice mucho el primer plano: permanecer cerca de la acción es la mejor forma de estudiar el universo físico de los personajes, que al ser chiquitos parece que estuvieran más expuestos al contacto con la materia del mundo y entablaran una relación de otro orden con ella. El asombro que surge de la contemplación de un cierre metálico, de un entrelazado de hilo o del choque visual entre madera tallada y metal brillante (así son las manos de 9) se potencia todavía más al tratarse de una película animada: Acker reconstruye con minucia cada detalle, cada elemento que conforma el espacio vital en el que sobreviven 9 y sus compañeros, y de a ratos podría pensarse que se está viendo una película de stop motion, sino fuera por la fluidez y la enorme expresividad de los movimientos. Seguramente, el elemento de mayor dramatismo surja del contraste entre el enorme abanico de posibilidades que representa la visión microscópica de las cosas y la destrucción y el vacío interminables que azotan al universo de Número 9. Ese cambio de escala es aprovechado inteligentemente por Acker: así, se genera una suerte de desfasaje entre, por ejemplo, las fibras que componen cada uno de los hilos de los cuerpos de los personajes con el paisaje devastado y repleto de basura que se extiende hasta el infinito. 9 despierta en ese mundo destruido por una guerra humana (humanidad de la que, como en el principio de Wall-E, solamente quedan huellas), y la pregunta acerca de su vida y la de sus compañeros va a ser uno de los puntos de tensión más fuertes del film. ¿Por qué existen, qué tienen que hacer? Mientras la película mantiene esa incertidumbre, Número 9 resulta misteriosa y de una tristeza inconmensurable: la carencia total de certezas hace de la vida de los protagonistas una lucha cotidiana por la supervivencia a veces carente de significado. La muerte es sólo una amarga desaparición, un no estar acá que nada tiene de esperanzador descanso en otro mundo. Hay algo muy terrible en ese consumirse sin saber de los personajes que hace de la visión de Número 9 una experiencia dolorosa, casi angustiante. Ese tono entre melancólico y desconsolado es lo mejor que tiene para ofrecer la película de Acker, porque cuando el film se entrega a la búsqueda de acción y aventuras, el ritmo se vuelve forzadamente trepidante y la confusión se apodera de la pantalla. En esos momentos se huele algo de concesión a las exigencias del cine de animación más chato y mainstream (estilo Dreamworks, quizás), y el contraste con la historia que se venía desarrollando es tan grande que nos parece estar viendo otra película. Sin embargo, la velocidad y el caos gratuito de algunos de esos pasajes no alcanza a dañar la poética desplegada por Acker: pocas películas, animadas o no, pudieron arrancarle tanto dramatismo a un pedazo de hilo. Aunque todo esto ya podía verse (con un grado menor de detalle, seguramente debido a una cuestión de presupuesto) en el corto 9 del mismo director; con el plus que allí la ausencia de diálogos hacía que el clima fuera todavía más inquietante.
No queda nada Buenas intenciones y valores (solidaridad, espíritu de grupo, entrega desinteresada, valentía, amor) en una épica entretenida aunque no alcance para redondear una gran película. En un mundo post apocalíptico donde ya no queda ni un atisbo de vida, donde todo es desolación y destrucción, donde la violencia parece haberse impuesto como dueña y señora, unos pequeños muñequitos de trapo, madera y metal aportarán el rasgo de humanidad que se ha perdido. El número 9 lanzado a la aventura encontrará en su camino a otros de su especie con diferentes números y capacidades (el tímido, la arriesgada, el inteligente, el gracioso) y un pedacito del alma de su creador en cada uno de ellos y procurará vencer a las máquinas que pretenden aniquilarlos. Bajo la égida de Tim Burton que apadrinó el proyecto produciéndolo, el mundo que el director Shane Acker elabora tiene mucho de su mentor en la imaginación desbordada y el mundo extraño construido, en la oscuridad que lo cubre y los rasgos freaks y los apuntes de humor y sentimientos que despliega en los pequeños seres que inventa. Toda una aventura épica, con cierta simbología religiosa, para un público más juvenil que infantil, que no da respiro y que como montaña rusa no se detiene sino recién con el último plano (lo que es su virtud y a la vez su problema, porque llega a agotar), el film derrocha técnica pero también alguna frialdad que no ayuda a provocar una empatía emocional fuerte de los espectadores para con los protagonistas y una sensación de alargamiento en su duración a pesar de sus 79 minutos. Hay mucho y muy buenas intenciones (solidaridad, espíritu de grupo, entrega desinteresada, valentía, amor) pero algo falta para redondear una gran película.
Desde que la ciencia ficción es lo que es uno de sus grandes temas es el enfrentamiento, hipotético, entre las máquinas y los hombres. De eso se trata la saga de “Terminator” y también la de “Matrix”, sólo por citar un par de las franquicias más exitosas de Hollywood. Como “Número 9”, la animación de Shane Acker que llega a la pantalla grande con la bendición de Tim Burton. La historia es simple, aunque no por ello menos efectiva: un científico inventa una máquina que ayudará al hombre a evolucionar, pero el engendro, que cobra conciencia propia, se vuelve contra su creador y se propone destruir a la humanidad. El creador busca revancha y crea un pelotón de muñecos de trapo para que destruyan a la máquina, su aventura es la razón última de la película. Oscura, sombría, asfixiante, “Número 9” intenta reflejar que pasaría si el hombre se abandona a su ambición. El futuro asusta.
Sombras en un mundo lleno de óxido En el cortometraje origen, de 2005 aquél que suscitara muchos premios, una nominación al Oscar, y el interés de Tim Burton para la producción del largometraje , el particular homúnculo con el número 9 encuentra, con la ayuda de número 5, la forma de recrear una antorcha eléctrica. Quita, para ello, el foco de luz de una lámpara de pie, idéntica a la del signo identitario de los estudios Pixar. Aún cuando la referencia pueda parecer forzada, nada impide pensar en cierta deuda de admiración hacia el mejor sello animado de los últimos tiempos. En este sentido, Número 9 comparte con Pixar inteligencia narrativa, pero prefiere -aquí sí la diferencia nodal otros rumbos estéticos. Si la primera aparición de 9 nos recuerda el mismo clima melancólico del pequeño robot Wall E (2008) y su mundo desolado, rápidamente la melancolía se vuelve mayor y más pesada. El mundo apocalíptico industrial que el realizador Shane Acker delinea para sus pequeñas criaturas se nutre de tintes frankensteinianos, de toques burtonianos, de la leyenda del Golem, y del hacer pesadillesco y expresionista de animadores maestros como el checo Jan Svankmajer y los hermanos norteamericanos Timothy y Stephen Quay. En otras palabras, el planeta que habita 9 -último de una serie, que deberá encontrar a los números precedentes es consecuencia de un proceder humano victoriosamente fascista. La máquina ha pisado, finalmente, al hombre. Queda 9, con sus ojitos de obturador, como depositario de algún resquicio pensante, en un mundo que se ha poblado de seres monstruosos, posibles a partir de los restos de esa misma humanidad olvidada: muñecas tuertas, cabezas plásticas, cráneos rotos, garras de metal, huesos desarticulados, monumentos fabriles. El recorrido de 9 no sólo explicará lo que hubo de ocurrir -aquello que el cortometraje supo tan bien esquivar , sino que también le significará un descubrimiento gradual y personal. No podrá evitar errores, algunos de ellos fatales. Lo que equivale a pensar Número 9 como un film atípico, donde la muerte juega un rol fundamental, con una presencia que no duda en ser terrible, tan ajena de esta manera a tanta película infantil que se asume y define desde este mismo adjetivo. Sólo molestan, apenas, ciertos momentos de acción rápida, de piruetas de héroes acrobáticos, que desentonan con el espíritu del film. Pero no logran, de todos modos, interferir con el clima general de lluvia oxidada. Número 9, en este sentido, es sorprendentemente oscura, mucho más cercana -paradójicamente al mundo burtoniano que lo que supone la reciente y fallida Alicia en el país de las maravillas. La gratitud del realizador hacia Burton, el productor, se manifiesta de un modo explícito en la participación musical de Danny Elfman, en la escritura del guión (Pamela Pettler es también guionista de El cadáver de la novia), y desde un lugar particular en la confección de uno de sus personajes, adicto a las descargas eléctricas y tan gratamente parecido al Oogie Boogie de El extraño mundo de Jack.
Tierra de las máquinas vivientes En un tiempo impreciso, los homo sapiens ya no pueblan la biósfera, aunque no hay signos de vida biológica alguna. El alma humana esta diseminada en unos muñecos (de trapo) mecánicos y robóticos cuyos nombres son números. 9 es el protagonista y, tras “despertar a la vida”, irá conociendo a sus congéneres y a sus enemigos. Número 9 es una batalla y una persecución dispersas entre dos especies de máquinas, aunque la radicalidad humanoide de una de éstas influenciará respecto de la identificación del espectador. La misión es conocida: salvar el mundo, después de haberlo destituido de sus maravillas. Los nueve misioneros son criaturas de apariencias similares pero diferenciados por su psicología. 9 es valiente y curioso, y hace muchas preguntas, como suele desaprobar 1, que oficia de líder y prefiere la seguridad del santuario, un refugio físico y simbólico. Entre ellos hay disidentes, obedientes y hasta un posible lunático, que dibuja símbolos extraños, una clave casi metafísica para descifrar el mítico origen de todo. En el fondo, son criaturas como nosotros: quieren saber de dónde vienen y a dónde van. Un par de flashbacks explicarán parte de esta tragedia cósmica: los hombres inventaron las máquinas y, como sucedía en Matrix, éstas se apoderaron del mundo de los hombres, quienes sucumbieron, previamente, a la seducción del totalitarismo. No es precisamente un escenario desconocido, y mucho menos novedoso. Producida por Tim Burton y dirigida por Shane Acker, la fuerza de Número 9 radica en la profusión visual de una distopía, o cómo luciría un planeta convertido en escombros. En los detalles vive la película, y con sus combinaciones impensables compensa su trama filosóficamente atractiva pero jamás desarrollada con eficacia. Número 9 no es Wall-E: ni es un filme familiar, ni tiene una historia de amor que articule su guión. El rasgo más conmovedor remite al Yepeto de Pinocho, aunque en el desenlace un incoherente toque esotérico y platónico evidencia un objetivo dramático y sentimental: las máquinas tienen espíritu y son libres cuando mueren. Un exceso de humanismo trasnochado, pues el imaginario dominante de Número 9 es apocalíptico y sombrío. La única esperanza concebible es una gota de lluvia.
Rápido y tedioso: reto en el apocalípsis. Hace poco más de cuatro años, Shane Acker realizó un corto denominado 9, que trataba sobre la hazaña de un muñequito de trapo luchando con una máquina que se había cobrado la vida de su amigo. El corto fue nominado al Óscar, y por su estética atrajo la atención del reconocido director Tim Burton, por lo que éste decidió producir un largometraje basado en la joyita creada por Acker con nada más que el programa Adobe. Sin duda esto fue un error, ya que por más de que sea interesantísimo el contexto apocalíptico en el que se desarrolla la película, nos encontramos ante una versión extendida de aquella cinta, que encima no cumple con lo que tanto se prometía. Tenemos una historia contada a las apuradas, para focalizarse únicamente en la acción -- con unos efectos especiales impresionantes, por cierto -- y en el desenlace de una trama casi inexistente a causa de la velocidad del filme. Elijah Wood le pone la voz a 9, mientras que el resto de los desventurados muñequitos también son representados por las voces de reconocidas estrellas, como pasa con 1 (Christopher Plummer), 5 (John C. Reilly) , 6 (Crispin Glover) y 7 (con la hermosa Jennifer Connelly). Se le da mérito a la producción por semejante puesta de animación, pero la historia realmente opaca todo intento de deslumbrar al público con dichas cualidades. Cuando empezamos con una interesante escena de descubrimiento de la vida por parte de 9 -- una suerte de héroe que llega al mundo para concientizar a sus compañeros sobre la lucha, la esperanza y la autoestima -- de repente nos vemos en una especie de persecución terrorífica que saca completamente de contexto el clima que se venía obteniendo cuando el protagonista conoce a 2. Lejos de ser una película infantil, 9 plantea ciertas dicotomías por parte de unos personajes que se encuentran en un mundo de post-guerra, solos y con la responsabilidad (rebuscada) de "salvar a la civilización". Dichas dicotomías no van más allá de la típica reflexión entre "pensar o hacer", "esconderse o luchar" que muy dificilmente llegue a dejar algún tipo de enseñanza a algún desprevenido que se detenga a ver este factor. Para colmo de males, luego de toda una hora de film oscuro, tenemos un final sentimentaloide y completamente cursi, que tira abajo todo lo "logrado" hasta el momento. En resumidas cuentas, hubiese sido bueno quedarse con el corto, pero parece que a Burton le atrajo lo que podía llegar a vender este tipo de proyectos. En lo que a mí experiencia respecta, es decir, saliendo de lo poco objetivo que se puede ser en estos comentarios, me aburrió sobremanera este film, quizás por la hora en la que lo ví (cerca de las 23:00 hs, un miércoles). Sin dudas es una de las decepciones que me dejó este año.
Un lujo esta peli. Desde el guión hasta la animación. Ésta última con una textura que me fascinó, tanto para las imágenes de los humanos como para la de los muñecos. Una peli apocalíptica, donde la raza humana es exterminada por máquinas, una suerte de Terminador animada y endulzada por unos preciosos muñecos de trapo que contiene alta tecnología en su interior. Algunos elementos de la trama generan preguntas que no se resuelven del todo, pero esto no se ve como un bache en el guión, que para mi gusto se presenta bastante sólido, sino más como elecciones en cuanto a qué contar y qué no, ya que estas respuestas no son necesarias para entender qué pasa, por lo que podemos zambullirnos en la historia con gusto y apreciarla ampliamente. Todo el diseño de los muñecos es excelente y coherente. Poca movilidad en las expresiones y mucha en las articulaciones, tal como los muñecos de trapo a los que se asemejan. Cabe destacar que manteniendo los movimientos mínimos que puede tener uno de éstos en el rostro, trasmiten a la perfección los cambios de ánimo y las emociones. Pero hay más, las reflexiones o mensajes que pueden resumirse en las siguientes: lo creado por el hombre es lo que más podría destruirnos; es posible intentar revertir las cosas; muchas veces la flexibilidad no es signo de debilidad sino de grandeza y poder de adaptación; lo material es el envase de algo eterno, etc, etc. Otro tema aparte es el color, también coherente y narrativo. Y un final, extraño pero precioso, hasta uno piensa que un epilogo luego de los créditos hubiera sido grandioso. Un párrafo aparte merece la psicología de los personajes. No es azarosa la elección de las características que definen a estos nueve muñecos, no es una aglomeración por que sí de diferentes personalidades. Si pensamos en los seres humanos como diamantes en bruto (recordemos que estos muñecos son creados con el alma del científico), no es extraño pensar que lo primero que aflore sean los miedos (un fantástico muñeco número 1), y más si tenemos en cuenta la historia del científico que le dió vida, que ya tenía a sus espaldas una gran macana hecha con sus inventos. Y seguimos con un número 2, bruto y algo grosero. Y así sucesivamente, hasta llegar a nuestro protagonista, el más noble y pulido de los muñecos. Todos y cada uno están delineados de forma exquisita, y las relaciones entre ellos también. Vamos, que justamente el miedo, tiene como aliado al más violento y menos pensante de todos ;-) El artista sigue su rumbo incomprendido, tratando de comunicar algo, y señalado como loco. Y así con todos, las historias que cada uno encierra son ricas desde todo punto vista. Y ya dejo de escribir, que esta reseña resultó bastante extensa. Recomendadísima peli, no dejen de verla!!!!
Shane Acker, uno de los encargados de la dirección artística de El señor de los anillos, El retorno del rey, dirigió en el 2005 un corto que este año nos llega finalmente en un largo adorable. Con producción del siempre reconfortante, al menos visualmente, Tim Burton, Número 9 despliega desde el vamos un reparto increíble: Elijah Wood, Christopher Plummer, Martin Landau y Jennifer Connelly entre otros. La historia es quizá simple, ya vista, secundaria. El mayor acierto es ese lujo visual, esa adrenalina argumental, esa fotografía inigualable que bien hace pensar que ahora junto a Coraline, Burton tendrá asegurado al menos un par de estatuillas en sus anaqueles. Esta animación se ambienta en un mundo de post guerra, el mundo como tal ha desaparecido como resultado de una inevitable confrontación con las máquinas que se han rebelado contra el ser humano. Pero el científico que logró crear el cerebro madre de estas máquinas, dadas las terribles consecuencias que prevee en su creación ha inventado también los "Stitchpunks" (algo así como muñecos de trapo hechos con resabios de cosas inútiles) y les concede a cada uno una parte de su alma como última esperanza de salvación. 9 (Elijah Wood) es el último en ser creado antes de morir y emprende junto a los otros de su "especie" la aventura de recuperar no sólo un talismán imprescindible que le da vida a las malvadas máquinas sino que libera las almas de los amigos que ha perdido en el camino. Vale decir que el film a pesar de ser una animación, ha sido calificado para mayores de 13 años en los EEUU. No es que realmente halla escenas sangrientas pero si sobresaltos varios, peleas tenaces y un tanto violentas e impresionables para el ojo infantil. Así como muchos hicieron aclaraciones pertinentes con respecto a Coraline, con esta me parece que caben aun más. Cuando hablaba en su momento que con Coraline mi hija de 5 años había disfrutado del film a pesar de la intensidad de su argumento, con esta película hubo sustos varios y gemidos que me hicieron preguntar: - ¿te está gustando?, ¿querés que veamos otra cosa?. Pero ya comprobé lo entusiasta que es esta niña con respecto al mundo Burton asique terminó de verla tan entusiasmada como con Coraline. De cabo a rabo el film se nos plantea dinámico, escénico, muy bien armado. Las escenas de pelea, escape y aventura están llenas de adrenalina y muchos de los diálogos planteados entre 9 y 1, una especie de líder acobardado por la situación de constante amenaza, son sumamente destacables. Cierta escena final da el toque de emoción a una cinta que intensifica sus puntos de acción y sobresalto y muchos de los personajes son bien identificables al lado de otros anteriores a la factoría Burton, presten atención sino a esa especie de guardia que tiene 1, es igualito al Boogieman de Pesadilla antes de Navidad. Recibida tíbiamente en metacritic con un promedio de 6.4 la realidad es que lo que más sobresale de esta película es el aspecto visual y su dinamismo argumental. Los detalles mínimos tan bien manejados son impecables, no así la historia central que bien podría asemejarse a un cúmulo de otros títulos similares como Terminator o Yo robot. No obstante es muy digno entretenimiento, de seguro capaz de crear un innumerable grupo de fans y merchandising asociado a estas adorables criaturas de ojos saltones. En argentina se espera su estreno hacia fin de mes. Pero como realmente encontré casi de casualidad esta obra en buena definición y en idioma original, la comparto con ustedes aquí mismito en vez del trailer. Espero la disfruten.
Inquietante mirada a un mundo en destrucción Cuando en el año 1977 se estrenó “La guerra de las galaxias”, pocos creyeron que este tipo de cine con los años se iba a convertir en material de culto, los críticos de entonces no soñaban con que este cine tendría el esplendor que ha adquirido en las últimas décadas. En los 80 con la llegada de ET ocurrió otro tanto. Hoy ambas producciones son materias de estudio y de revisiones. Con “Número 9” ocurrirá lo mismo. Esta realización que ha llegado a las carteleras porteñas nos habla de un mundo post-apocalíptico, en donde casi no existen los seres humanos y los que gobiernan son seres de trapo. “Número 9” no es una película para chicos, aunque seguramente se van a sentir cautivados por las animaciones y los seres no tan humanos que por momentos semejan ser muñecos de trapo. La visión de un mundo en destrucción, la fotografía y la trama inquietante nos acercan a un futuro muy cercano. A pesar de ser cine, “Número 9” es una obra que va a pasar a la historia por seguir sosteniendo que el cine, además de contar muy bien una historia, como en este caso, es un entretenimiento puro. Un detalle, los muñequitos se dejan querer. ¿Será el futuro o recuerdos solamente de un futuro no tan lejano?
Nuevos seres salvando el planeta... y más más más de lo mismo No pasan muchos minutos de "9 / Númeor 9" cuando ya uno sabe con certeza qué es lo que está viendo e ineludiblemente adónde nos llevará la trama. Una vez terminada la película, lo peor que puede decirse es que se cumplieron todas las sospechas... y la historia no nos sorprendió en lo más mínimo. La historia de "9" transcurre en un futuro próximo y desarrolla una historia conocida: máquinas que se han alzado contra la raza humana y han logrado hacerla desaparecer. El mundo está próximo a su destrucción, reina una especie de caos y apocalipsis y sólo un grupo de pequeños seres intentará salvar lo poco que queda en el planeta. El guión extremadamente endeble, parte de un cortometraje nominado al Oscar y se va alargando para llegar al largometraje. El problema principal es que las situaciones se van anexando a la historia sin una organicidad que haga a una trama que pueda tener un seguimiento y desarrollo, lo que indudablemente atentará contra la platea infantil, que puede quedar perdida en el intento de seguir las aventuras del personaje principal. Una línea argumental poco amigable y complicada de seguir para los más chicos y demasiado obvia para que pueda cautivar al público más adulto, quien queda relegado a hilvanar el collage de situaciones "intercaladas" entre un primer planteo inicial de la historia y un obvio, demasiado obvio, final. Y alguno de los fanáticos del cine de ciencia-ficción podrán disfrutar un poco más por algunos guiños que la película tiene reservados para los amantes del género. Si bien la estética de este film de animación es impecable y totalmente compatible con el universo Burton y todos sus tipicos elementos recurrentes (la aceptación del diferente, el científico creador y todas sus criaturas, la visión apocalíptica del futuro en un mundo gobernado por las máquinas) en esta nueva producción se lo ve alejado de la excelencia de "El Extraño Mundo de Jack" y sólo ofrece algunas cuántas bellas imágenes pero no mucho más que eso.