Percy Jackson y el mar de los monstruos es una buena opción para los jóvenes que buscan tener un rato ameno entre amigos, aunque olviden la película con facilidad. La premisa es simple y vista hasta el hartazgo: encontrar un objeto perdido de suma importancia, pero en este caso la falta de originalidad se compensa con una narración fluida y amena que les hará pasar...
Héroes eran los de antes La segunda parte de esta nueva saga adolescente está basada en el libro El Mar de los Monstruos de Rick Riordan, y es la secuela de Percy Jackson y el Ladrón del Rayo, estrenada en 2010. No habiendo visto la primera entrega, puedo afirmar que no hace falta hacerlo para comprender la trama de ésta ni para ser testigos de cómo ha llegado el cine concebido como producto para consumo adolescente, a minimizarlos hasta el punto de verse reducidos a tener que identificarse con los protagonistas descerebrados de esta entrega, en esencia sólo por su condición de adolescentes...
Un héroe todo terreno La nueva entrega de Percy Jackson redobla la apuesta de la primera: en su apropiación del universo mítico griego, no sólo adopta procedimientos propios de Harry Potter, en vistas de capitalizar a los fanáticos huérfanos por el fin de la saga, sino que desembarca en océanos fantásticos y le guiña un ojo a los seguidores de Piratas del Caribe. La palabra hybris, en griego, significa desmesura, pasarse de la justa medida. Para la civilización helena, que no concebía la moral como nosotros, a través de la tradición judeo cristiana, la ética consistía en un perpetuo término medio, en ninguno de los ámbitos de la vida se debía sobrepasar la medida razonable, sino que debía apegarse a la moderación. Luego el término mutó a híbrido: el resultado de mezclar diferentes especies, diferentes géneros, el mestizaje. La hibridez vendría a ser el término medio, la hybris, entre componentes heterogéneos, diferentes entre sí. En este sentido filológico, la saga de Percy Jackson se puede pensar como un experimento de hibridación. Percy Jackson y el mar de los monstruos (Percy Jackson: Sea of Monsters, 2013) es, ante todo, un ejercicio constante de mezcla. Un ensamblaje entre la estética helénica (centauros, columnas, ese imaginario que el Hércules de Disney resumía tan bien) y lo contemporáneo. Así, vemos cómo los papiros pasan a ser ebooks, cómo las armaduras pasan a ser ropa deportiva, y cómo el personaje del negro amigo que cuenta chistes (a esta altura casi un arquetipo cinematográfico) se convierte en un ¡fauno! Percy Jackson nació con este objetivo explícito, la difusión de la cultura griega. Su creador, Rick Riordan, profesor de mitología griega, escribió la saga porque se le habían agotado los mitos que le contaba a su hijo. Entonces decidió adaptar la cosmología griega a la actualidad. Esta secuela encuentra a Percy preocupado ante la posibilidad de ser un “one hit hero”: que la hazaña de la primera película de la saga, devolverle a Zeus su rayo, y salvar el mundo, haya sido una casualidad, sólo buena suerte. Además, su desempeño en el Campamento Mestizo, lugar de entrenamiento de héroes y semidioses, se ve opacado por el de Clarisse La Rue (Leven Rambin), la competitiva hija de Ares. Sin embargo, cuando las fronteras que protegen el campamento son vulneradas, Percy tendrá oportunidad de mostrar su heroísmo al enfrentarse a cíclopes, manticoras y toda clase de monstruos míticos. Incluso, enfrentará a Cronos, que vendría a ser algo así como su abuelo en términos de genealogía divina. Con efectos especiales brillantes, la nueva película de Thor Freudenthal funciona en la medida en que la aventura fluye. Percy enfrenta a un toro mecánico, Percy navega un barco de zombies, Percy surfea una ola gigante. Pero cuando vemos que Percy duda, reflexiona, se emociona, el hechizo se rompe y todo se torna pesado. Quizás la culpa, en definitiva, sea de Logan Lerman. No se entiende que alguien que demostró ser un gran actor en Las ventajas de ser invisible (The Perks of Being a Wallflower, 2012), no pueda convencer en este papel, que parecía mucho más fácil. De cualquier manera, Percy Jackson es un digno sucesor de Harry Potter.
Un decente entretenimiento del género fantástico. No leí ninguna de las novelas de Percy Jackson y la película que antecedió al título a ser reseñado la vi muy por encima; los personajes y la historia no me llamaron mucho la atención. Aunque mucho no puedo hablar de si esta segunda parte iguala o supera a la original, si puedo hablar de cuan efectiva es su narración. ¿Cómo está en el papel? percy-jackson-y-el-mar-de-los-monstruos-imagen-5Resulta que hace mucho tiempo, Thalía, hija de Zeus, dió la vida para salvar a sus compañeros del Campamento Mestizo del ataque de unos monstruos. En respuesta a esto, Zeus la convierte en un árbol que crea un campo de fuerza alrededor del campamento para proteger a sus miembros. La cosa se complica cuando un día, dicho árbol es envenenado y el campo de fuerza queda debilitado. Para restaurar la seguridad, los responsables del campamento deciden mandar a sus estudiantes en búsqueda del Vellocino Dorado, un manto cuyos poderes podrían curar a dicho árbol. De momento estamos ante la arquetípica estructura de El Viaje del Heroe, la cual es ejecutada paso por paso. ¿Es esto malo? No, precisamente; genera suficiente material para concebir escenas de acción que no están para nada al voleo y son la carne de estas películas. Eso lo tiene bastante en regla y mucho mas no me voy a meter Ahora bien, lo que no me cierra es la unidimensionalidad de los personajes y sus relaciones. La posibilidad de hacer algo, no original pero si memorable, estaba acá y no fue aprovechada. Hay un vago intento de tratar un tema, que es olvidado a mitad de camino, y las pocas escenas que se supone expanden sobre las emociones de los personajes no convencen del todo y hasta parecen forzadas. ¿Cómo está en la pantalla? La calidad visual de la peli es decente. La fotografía es rica en claroscuros, el montaje es prolijo y los efectos visuales no son una maravilla, pero están bien laburados y son funcionales auna-imagen-de-la-pelicula-percy-jackson-y-el-mar-de-los-monstruos la historia. En una palabra, Zafan. Cabe aclarar que el 3D no suma ni resta a la narración. Por el costado de la actuación, todos los miembros del reparto (Logan Lerman y Compañía) por igual entregan interpretaciones también decentes. Aunque no son de madera, no hay mucho para criticar, pero tampoco mucho para elogiar. Eso si, cabe destacar que Stanley Tucci se roba la película en el poco tiempo que aparece. Conclusión Una peli que cumple con su propósito de entretener en lo mínimo indispensable. Acá no hay mucho de épico, pero tampoco uno se aburre. Si te gustó la otra película, mirala. Si te gustan las pelis del género fantástico, tal vez quieras darle un changüí. Ahora al publico general, si esta a tu alcance y necesitas matar el tiempo, cumple, pero no más que eso. No es una rotunda porquería, pero al salir de la sala, te vas a acordar que la viste recién cuando la pasen por cable.
Menos de lo mismo Tres años después de Percy Jackson y el ladrón del rayo llega una secuela bastante peor (y eso que la primera entrega, dirigida por Chris Columbus, no era precisamente un dechado de virtudes). El protagonista, claro, es el mismo: Percy Jackson (un inexpresivo Logan Lerman) es el único hijo vivo de un Dios (Poseidón) y, por supuesto, deberá salvar nuevamente al mundo -con la ayuda de sus amigos, de su arrogante competidora Clarisse (Leven Rambin), y hasta de un hermanastro cíclope- de una fuerza todopoderosa que amenaza con arrasar con el campo Half-Blood, en el que conviven los jóvenes descendientes de los griegos. Fiel a la obsesión de Hollywood de bastardear la mitología (a esta saga hay que sumarle, por ejemplo, la más digna de Furia de titanes), hay aquí múltiples referencias y personajes surgidos de la historia antigua, pero el festival de efectos visuales no alcanza para maquillar una alarmante falta de capacidad a la hora de construir un relato de aventuras con un mínimo de tensión, suspenso, personajes empáticos y buenos toques de humor. Thor Freudenthal (Hotel para perros, El diario de un chico en apuros) parece haber filmado con el “piloto automático” siempre prendido, sin que la película logre trascender jamás una medianía demasiado anodina. Hollywood, por suerte, nos tiene acostumbrado a mucho más que eso. PD: El 3D no agrega absolutamente nada.
Todavía recuerdo, por el verano de 2010, que me dispuse a ver la adaptación fílmica de la primera entrega de la saga fantástica de Rick Riordan con bastante entusiasmo. Habiendo leído el material fuente, la novela tenía una personalidad propia, extravagante, que mezclaba el mito de los Dioses griegos con la modernidad del día a día americano, en un combo entretenido y pasatista. Siempre adhiero al plan de separar las diferencias entre el libro y la película, pero con Percy Jackson y el ladrón del rayo simplemente no pude, tal era el cambio abismal en la trama, que sólo se sostenía por un par de hilos argumentales. Este detalle no sé si habrá afectado a la taquilla, que aún así fue amable bordeando el caos, pero estoy seguro de que la base fanática de la saga -son cinco libros- se vio tocada de cerca por los estrafalarios cambios desde el guión. Tres años después, y con Chris Columbus como mentor de turno -fue el director de la primera, pero se queda en tareas productoras de momento- finalmente ha llegado la secuela, Percy Jackson y el Mar de los Monstruos. Para muchos, una sorpresa teniendo en cuenta que la anterior fue una pequeña piedra causando pequeñas olas en la laguna que es el género de la aventura fantástica. Para otros, es esa secuela que llega de la nada y no sorprende, pero sigue la línea de entretenimiento amable que cumplió su predecesora. Atrás quedaron las grandes figuras en el elenco como Pierce Brosnan, Sean Bean, Uma Thurman, Catherine Keener, Steve Coogan y un largo etcétera. Aunque el presupuesto apenas haya sido acotado, el star system ha desaparecido y dejado como caras visibles a los jóvenes protagonistas, apoyados en las apariciones de Stanley Tucci y un cameo básicamente de Nathan Fillion. Profecía mística de por medio, la aventura de Percy esta vez lo llevará a salvar a su hogar de un destino terrible, gracias a la intervención de un grupo de semidioses rebeldes que pretenden resucitar un poderoso ser arcaico, que desde hace siglos espera su venganza. El libreto de Marc Guggenheim puede decirse que le hace honor a la segunda novela de Riordan, con pequeños cambios aquí y allá pero con situaciones muy marcadas y un gran aire a videojuego en su introducción, nudo y desenlace, justo lo que se busca en una propuesta del estilo para adolescentes. El libro contaba con interesantes temas familiares, como superar la aparición abrupta de un medio hermano -para Percy, es el caso de un hermano cíclope-, temas que se tratan con liviandad en pos de una escena de acción frenética tras otra, aumentando el número de criaturas mágicas en pantalla para llenar la cuota de fantasía en pantalla. Quizás esto no interese a los jóvenes, pero los adultos acompañantes no tendrán asidero de una historia que olvidarán ni bien salgan de la sala. Más allá de unos efectos decentes y un 3D que uno olvida al poco tiempo de estar en la sala, Percy Jackson y el Mar de los Monstruos se presta a ser digerida con bastante mejor sabor de boca de lo esperado, ofreciendo 106 minutos lo suficientemente entretenidos como para no arrepentirse de haber comprado la entrada.
Volvió Percy Jackson, el héroe que siempre sangra y queda magullado en todos sus combates, pero sana sus heridas a los dos segundos por milagro de Hollywood y los dioses griegos. La verdad que da lástima lo que ocurrió con esta saga en el cine porque los estudios Fox nunca fueron conscientes del material que tenían en las manos y lo desperdiciaron por completo. Rick Riordan, el autor de los libros, creó una serie literaria interesante que volvió a conectar a mucha gente joven con la mitología griega. El concepto que propone Percy Jackson está buenísimo y las novelas presentaron conflictos atractivos que en el cine los volvieron más tontos. Lo que podría haber sido una gran saga de fantasía hasta ahora resultaron dos filmes completamente olvidables que nadie va recordar en un par de años. Si Fox hubiera tratado este material con la misma dedicación que Warner tuvo con Harry Potter, las películas de Percy Jackson podrían haber sido grandes producciones porque tenían desde lo argumental un enorme potencial. Quiero aclararlo bien esto. La nueva entrega no es una película mala pero no está a la altura del material que trabaja que podría haber brindado una propuesta superior. Esta continuación es un poco más decente que el film anterior, aunque tampoco nos encontramos con grandes novedades ya que en el fondo no hicieron otra cosa que ofrecer más de lo mismo. Pierce Brosnan, que interpretaba al centauro Quiron, se avivó y directamente ni participó de este film y fue reemplazado por Anthony Head, el Rey Pendragon de la serie Merlín. Hasta Chris Columbus le soltó la mano a Percy Jackson y esta vez delegó la dirección en Thor Freudenthal, cuyo antecedente más conocido era la comedia infantil Hotel para perros. El problema que tiene esta película es que repite la misma fórmula que la anterior y no hay un crecimiento o evolución del personaje principal. En la saga Potter con el transcurso de las secuelas las tramas se volvían más oscuras y veíamos crecer y desarrollarse a los protagonistas. En esta nueva producción incorporaron nuevos personajes pero no hay grandes novedades y desde la realización tampoco lograron que uno se apasione con el universo fantástico que propone este relato. Por otra parte los efectos especiales son irregulares. Hay escenas que están muy bien elaboradas como la batalla final con el villano Kronos y otras que se ven más truchas como el toro mecánico que aparece en el comienzo de la historia. Como entretenimiento pochoclero zafa pero es una pena que los dos filmes que hicieron con Percy Jackson hasta ahora no le hicieron justicia a la obra original.
Revancha de la mitología griega El segundo capítulo de esta saga está mejor logrado que “El ladrón del rayo”. Un comienzo azulado con medusas que buscan zambullir al espectador en un mundo de fantasía. Competencias medievales que recuerdan al aspecto lúdico de la saga Harry Potter, cuyo público huérfano captura Percy Jackson y el mar de los monstruos, una secuela cinematográficamente mejor lograda que la de El ladrón del rayo ( 2010), basado en el libro de la saga literaria Percy Jackson y los dioses del Olimpo, del escritor estadounidense Rick Riordan. Percy, único hijo vivo de un dios olímpico (Poseidón), protagoniza este filme que cayó en manos de Thor Freudenthal (El diario de un chico en apuros, Hotel para perros) donde se combinan recursos literarios, aspectos básicos de la mitología griega y una dosis de contemporaneidad: podran ver como los papiros se manejan en tablets o el temible Toro de Colchis es un bronceado diseño robótico. La leyenda cuenta que Thalia, hija de Zeus, se sacrificó para salvar a sus compañeros. Su cadáver se transformó en un pino y su poder mágico creó una barrera de protección del Campamento Mestizo, reducto donde viven Percy y sus amigos. Dicho lugar peligra por el envenenamiento del árbol. La misión: un grupo de estudiantes deberá rescatar el Vellocino Dorado, un manto mágico con poderes de sanación en manos del temible cíclope Polifemo. Para llegar a él, Jackson y cía deberá atravesar las aguas infectadas con infinidad de monstruos marinos. Nuestro héroe, por el frío carácter actoral de Logan Lerman y/o directrices del guión, no asoma la cabeza por sobre los papeles secundarios. El protagonismo viaja de mano en mano: pasa por la aguerrida y soberbia Clarisse (la blonda Leven Rambin) o recae en Annabeth (Alexandra Daddario), la semidiosa hija de Atenea. A ellos se sumarán el chistoso sátiro Grover Underwood (Brandon Jackson) junto al personaje más aprovechado: el ignífugo cíclope Tyson (Douglas Smith), medio hermano de Percy, que usa anteojos negros para que no lo burlen por su único ojo. En esta película se viaja vertiginosamente de una situación a otra sin perder jamás su atrapante halo mágico-mitológico. Aunque el suspenso escasea, podremos conocer a la fantasmal portavoz de Delfos, hacer un fugaz viaje con el Taxi de la Perdición de las hermanas Gray y hasta caer en las fauces del remolino devorador de Caribdis, de lo más impresionante del filme por su gran escala. Hacia el final del metraje, que en ningún momento se hace tedioso, las miradas se depositarán en la gran recreación de Cronos y su poder infernal. Percy Jackson... es ideal para que los más jóvenes se acerquen a la mitología griega. Y así no dejen de leer. Y saber.
No es demasiado frecuente, pero a veces las secuelas se presentan como guiadas por un propósito corrector: el de subsanar lo que en el original se hizo mal, o por lo menos mejorarlo. No es precisamente el caso de Percy Jackson y el mar de los monstruos , que llega tres años después de Percy Jackson y el ladrón del rayo . Que por cierto ofrecía un extenso campo para intentar perfeccionamientos. El torpe manoseo de la mitología en busca de entretenimiento para público juvenil no sólo continúa: quizás empeora un poco. Lo mismo pasa con la realización. Al rutinario Chris Columbus lo reemplaza un Thor Freudenthal, que parece completamente desinteresado de que lo que tiene que narrar debe atrapar el interés del espectador. Y algo parecido podría decirse respecto del multitudinario equipo encargado de los efectos visuales, cuyas invenciones no alcanzan a distraer de la mediocridad del relato. En otras palabras, que la secuela se revela como visiblemente innecesaria, lo que por cierto no es la primera vez que sucede en el cine actual. En fin, ahí está otra vez Percy (el impávido Logan Lerman) luchando con el compromiso de estar a la altura de su divina ascendencia (aunque sólo en un 50 por ciento, es hijo de Poseidón) y salvar al mundo, misión que, dados los poderes con que cuenta, debe formar parte de sus obligaciones. Ahora, como crece la amenaza de unos monstruos mitológicos que están desmoronando las fronteras mágicas del santuario donde residen y todos corren peligro, le ha llegado la hora de actuar. Deberá ir en busca del vellocino de oro, indispensable para lograr el triunfo, pero no lo hará solo, sino con sus amigos de siempre y hasta con un hermano cíclope que acaba de aparecer en su vida y que resulta la única novedad más o menos simpática entre tantos seres extraños, fruto de algún manual de mitología leído a las apuradas e interpretado con similar imaginación por el adaptador de las novelas (firmadas por un ex profesor de mitología de la secundaria) y por los presuntos expertos en generación de imágenes por computadora. El viaje los llevará a lugares tan míticos como la península de Florida, Washington y el mismísimo mar de los monstruos, que no es otro que el Triángulo de las Bermudas. Y en el camino se cruzarán con toda clase de peligros mientras la pandilla juvenil intenta seducir al vasto sector de la platea que ha quedado huérfano de las aventuras de Harry Potter. Un objetivo que parece quimérico aun para semidioses y héroes mitológicos como éstos, aunque de vez en cuando tengan la gentileza de recurrir al humor.
Saga sin gracia Cuando se estrenó Percy Jackson y el ladrón del rayo, película basada en una saga de novelas para adolescentes al estilo Harry Potter (pero peor), en la que el protagonista es un descendiente de los mismos dioses griegos, ante el pobre resultado obtenido y desde estas mismas páginas surgía una pregunta: ¿continuará? La respuesta, lamentablemente, es que sí. Tres años después llega Percy Jackson y el mar de los monstruos, basada en el segundo de cinco libros y no hay que ser el oráculo de Delfos para saber que si la idea es continuar la saga en esta línea, se trata de un mal augurio. La premisa es simple: el joven Percy se descubre hijo de Poseidón, dios del mar, y a partir de eso ingresa a un mundo secreto de semidioses que habitan en la Tierra protegidos por sus padres, pero nunca a salvo de su caprichoso comportamiento. La saga intenta trabajar un registro de aventura y humor mucho más ligero que el de sus exitosas antecesoras Harry Potter y Crepúsculo. Curiosamente, a pesar de ser la que toma como excusa la tradición más antigua y por lo tanto más universal, es la saga que más abusa de lo estadounidense. Si en la primera se mencionaba que el portal que comunica a la tierra con el Olimpo era un ascensor neoyorquino, aquí los jóvenes semidioses viven en un campus que reproduce lo más vacuo de la vida burguesa del estudiante estadounidense. ¿Esto es criticable de por sí? Claro que no: la reciente Monsters university de los estudios Pixar hacía algo parecido con su precuela de Monsters Inc. Pero lo hacía con verdadera gracia y sin segundas intenciones: en la saga Percy Jackson... todos los caminos conducen a jugar con la idea de que los Estados Unidos son una sucursal olímpica. Acá los dioses poseen multinacionales –Hermes, dios del correo (y patrono de los ladrones), acá maneja UPS, una de las empresas de encomiendas más grandes del mundo, un chivo burdo–, mientras sus hijos leen los mitos en tablets y confunden el Capitolio con la casa paterna. Los efectos especiales son otra cuenta pendiente: tal vez nadie lo recuerde, pero en 1998 se estrenó en Buenos Aires Spawn, pésima adaptación de un exitoso comic, que por entonces representó uno de los primeros intentos de intercalar personajes digitales con actuación tradicional. Puede decirse que, en comparación, algunos monstruos de esta película compiten en tosquedad con los de aquel film, hoy considerado prehistórico. Pero lo más penoso de Percy Jackson es la evidencia bastante clara de un proceso que podría denominarse de “disneychanelización” del cine. No sólo por instalar su relato en el insulso escenario antedicho, que también es habitual en las series producidas por el canal Disney, sino porque abona a una idea irritante de lo que es la actuación, en la que la superficialidad y el abuso gestual son la marca distintiva. No hay mucha distancia entre los actores de este film y, por ejemplo, las presentaciones recientes de Miley Cyrus, máximo exponente de esa escuela. Demasiados malos augurios para una sola película.
Mitos en la modernidad Las sagas literarias para adolescentes son un fenómeno que alcanza al cine de forma constante. En esa línea está Percy Jackson y los dioses del Olimpo, creada por Rick Riordan. La gracia del personaje, Percy Jackson, era que descubría que era hijo de Poseidón, y al hacerlo, descubría también que los Dioses de la mitología griega no eran ficción, sino realidad. Esta revelación daba el puntapié inicial para una combinación entre aquella mitología y el mundo contemporáneo. El primero de los films, Percy Jackson y el ladrón del rayo, presentaba al personaje y esta original propuesta entre dos mundos. El resultado era tan interesante en teoría como decepcionante en la práctica. En esa misma línea sigue, lamentablemente, Percy Jackson y el mar de los monstruos. El mar del título no es otra cosa que el triángulo de las Bermudas y hacía allí se dirigen los héroes de la saga para recuperar el Vellocino de oro y restaurar el orden quebrado al comienzo de la historia. Con ciertas ideas simpáticas acerca de los héroes de la mitología griega metidos en el mundo actual, la película intenta sostener la trama pero no le alcanza. El actor Logan Lerman es un Percy Jackson asustado, con poca credibilidad como héroe. La falta de fuerza define a la película y el humor, realmente lamentable, reduce notoriamente el interés. En estas épocas donde la saga de Harry Potter ha llegado a su fin, Percy Jackson podía ser la heredera del cetro, pero a juzgar por los resultados no de una, sino ya de dos películas, es imposible que lo logre. Eso sí, algunos monstruos, hay que reconocerlo, están muy bien.
Lejos de la calidad cinematográfica de la saga de Harry Potter, esta secuela apenas si alcanza el nivel técnico minimo. Los efectos especiales lucen rudimentarios, lo mismo que el 3D, a esta altura mas una molestia que una efecto que sume a la historia. Los actores hacen lo que pueden, en un filme rodado con pocas ganas, aburrido por momentos y que logra sus mejores instantes en las secuencias de acción, relativamente escasas para un filme del genero.
Para preadolescentes que ya vieron la primera y saben de que se trata. Chicos de padres dioses griegos y madres humanas en un campus que los protege, invadidos por monstruos y con sorpresas familiares peculiares. Bien hecha, naif , solo para seguidores.
“En Percy Jackson 2”, lo mejor son los efectos Percy Jackson es el hijo de Poseidon, y a pesar de haber salvado lo que queda del mundo pagano una especie de campamento para boy scouts con orígenes mitológicos-, nuestro héroe está lleno de dudas sobre su origen y sus verdaderas cualidades. Encima, de golpe le aparece un supuesto hermano, nada menos que una especie de cíclope hippie con lentes oscuros. Para salvar otra vez el campamento mitológico, Percy y los suyos deberán buscar el Vellocino de Oro, lo que le significará dirigirse directamente al Mar de los Monstruos, que según mitologías más actuales se llama Triángulo de las Bermudas. El film anterior estaba a cargo de Chris Columbus, experto en este tipo de fantasías que ahora sólo está acreditado como productor. El nuevo director, Thor Freudenthal, no contó con un guión provisto de los mismos chistes picarescos, ni tampoco con apariciones rutilantes de figuras como Pierce Brosnan o Uma Thurman. Apenas se luce Stanley Tucci animando las partes sin acción del comienzo, y luego, todo queda en manos de las efectos visuales capaces de darle fuerza a las mejores partes de la novela de Rick Riordan y sus personajes pensados para la generación de Harry Potter. Despareja y un poco más desabrida de lo necesario, teniendo en cuenta el paganismo de la historia y sus semidioses teenagers, no deja de tener material para una sólida función de matiné. Especialmente cuando la acción empieza a tener lugar en el Mar de los Monstruos del título, todo mejora con la intensidad adecuada, más toques originales como la aparición de un curioso navío fantasma de la Guerra de Secesión tripulado por zombies. El director se luce en todo lo que tiene algo que ver con la animación, con un cartoon breve y metido a la fuerza al comienzo, pero extraordinario de todos modos, y un magnífico desenlace con un monstruo gigantesco y horripilante digno del título del film.
En busca del Vellocino de Oro El cine de Hollywood vuelve a revisitar la mitología y eso permite memorizar nombres olímpicos y luego ver de que se ocupan cada uno de sus héroes. En este caso Percy es un adolescente, hijo de Poseidón (dios griego del mar), que habitualmente se dedica a proezas que le permiten salvar a otros semidioses, como él. Esta vez la tarea de salvataje también está relacionada con el Vellocino de Oro, que deberá tener implicaciones ambientales salvando al árbol de Thalia, la semidiosa que se sacrificó por sus compañeros y fue muerta por los habituales enemigos. El lugar donde todo se inicia es el Campamento Mestizo, en el que habitan los Semidioses, ahora protegido por la Muralla invisible que el Dios Mayor creó para premiar el salvataje por el que Thalia se inmoló. Por ahí anda Clarisse (Leven Rambin), descendiente de Marte, siempre disputándole protagonismo y el hermanastro, que Percy conoce en esta película, un simpático cíclope, capaz de mutar y ponerse un ojo más para no asustar tanto. EL TORO GIGANTE La película es ideal para los adolescentes. Es divertida, invita a vivir una aventura en la que sus personajes parecen arriesgar sus vidas, tiene muy buenos efectos especiales, como la aparición del toro gigante que expele fuego al comienzo, o del bello hipocampo que va a ayudar a los chicos en el viaje al Mar de los Monstruos (algo así como el Triángulo de las Bermudas) Por ahí aparece el mentor del campus, Quirón, un elegante centauro, siempre dispuesto a dar consejos y el habitual y simpático sátiro Grover (Brandon T. Jackson). También la encantadora Annabeth, interpretada por Alexandra Daddario. Logan Lerman es el insípido Percy, Jake Abel hace de Luke, el malo de la película, que quiere revivir a Cronos y como uno de los momentos más originales está el taxi arqueológico con tres brujas muy divertidas. "Percy Jackson y el mar de los monstruos" es un entretenimiento juvenil, está contada con buen ritmo y el atractivo visual de un imaginativo diseño de producción.
El joven semidios Percy Jackson avanza en esta segunda producción en una aventura monstruosa, alimentada a puro efectos especiales. La acción y la fantasía dominan a esta producción de Fox Pictures que no dejará indiferente a su público, trátese de niños, jóvenes o adultos. Los primeros minutos de adrenalina pura llegan a poco de iniciada la proyección. Un toro robótico manejado por el mismo diablo, irrumpe en una aldea sembrando la tragedia; es capaz de arrojar fuego tanto como de cercenar a los humanos mediante el empleo de sus cuchillas giratorias y sus cuernos. Sólo los nacientes súper poderes pero, sobre todo, la inteligencia de algunos de los chicos y chicas afectados, les dará alguna posibilidad de escapar a la agresión. Percy Jakcson y el mar de los monstruos es la segunda parte de una saga literaria que debutó en el cine en 2010, con Percy Jackson y el ladrón del rayo. Las novelas originales llegan firmadas por Rick Riordan, un escritor norteamericano de 49 años que encontró la manera de mezclar los mitos griegos con los efectos especiales y capturó la atención de sus lectores. Llegó a vender más de ocho millones de libros sólo en Estados Unidos; previo a ello fue varios años profesor de mitología griega para niños con dificultades de aprendizaje. Esta nueva entrega gira en torno a la posibilidad de que el protagonista y sus amigos, todos ellos semidioses hijos de los dioses del Olimpo griego, puedan recuperar un vellocino (manto sagrado) de oro y reparar las defensas del pueblo donde viven a salvo de los males que azotan al mundo. De un comienzo explicativo, la historia se precipita a una serie de aventuras y desventuras con buen ritmo y algunos muy buenos atractivos, como ser el de las criaturas imaginadas por los autores, o los efectos visuales de todo tipo con que experimentaron los cineastas. Una deliciosa secuencia aparece antes de la mitad de la película y es el uso de un vitraux que cobra movimiento propio, para explicar una vieja historia. Bello trabajo de animación, reproduciendo las texturas y diferentes colores de los vitrales. Hubo cambio de director. Afuera Chris Columbus, autor de Harry Potter y la piedra filosofal y Harry Potter y la cámara secreta, y adentro el joven talento de Thor Freudentahl. Pero a pesar del cambio, quedaron huellas de aquella magia en la atmósfera.
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Mitos modernos. Hace tres años debutaba en la pantalla grande Percy Jackson con El Ladrón del Rayo, la primera entrega cinematográfica que adaptaba, por supuesto, el primer libro de la saga escrita por Rick Riordan y que cuenta con cinco libros de gran éxito mundial. El problema es que en la pantalla, el éxito no fue tan grande. Si, logró más de 226 millones a nivel mundial, pero viendo los números que hacía en esos tiempos Harry Potter y la saga Crepúsculo, algo no terminaba de cerrar. De todas formas, a la saga se le dió una nueva oportunidad y hoy estrena en Argentina la segunda parte, El Mar de los Monstruos, que ya lleva recaudado, a nivel mundial, 152 millones de dólares; lo cual es un número aún más bajo que la primera, pero consideremos que aún le falta estrenar en mercados importantes. De todas formas, el gran punto es que pese a la actual fama de Logan Lerman y a una nueva aparición, el interés por Percy Jackson en el cine todavía no se hace físico, y eso es algo que, nuevamente, puede volver a atentar contra la saga, generando dudas en los productores. Pero la tercera parte es la tercera parte, ahora centrémonos en la segunda, que es la que nos interesa. En El Mar de los Monstruos volvemos a meternos en el mundo de los semidioses Percy (Logan Lerman) y Annabeth (Alessandra Daddario) que deben salvar su mundo y el nuestro del ataque de un Titán, para lo que necesitan tener en sus manos uno de los tesoros mitológicos más valiosos: El Vellocinio de Oro. El problema es que para conseguirlo deberán emprender un viaje lleno de peligros, en donde conocerán aliados y enemigos y bla bla... Ya conocen la historia. Y es que este tipo de películas no es muy distinta una de la otra. Lo que las diferencia es la ejecución. Se me hace difícil comparar la peor Harry Potter con la mejor Percy Jackson sin que Percy salga perdiendo. Y no es solo una cuestión de presupuesto (que también se nota) sino de alma. Los personajes no son demasiado llamativos, y el director Thor Freudenthal parece querer sacarse el trámite de encima. Pero pese a todo, si lo que los llama de la película son las aventuras, adelante, que hay para todos. En definitiva, Percy Jackson no llegó a sacarle el trono a Harry Potter, pero tampoco logró desarrollar una personalidad lo suficientemente fuerte como para soportar a sus espaldas el peso de un suceso comercial. Mientras tanto, como películas para divertirse un rato, la saga Percy Jackson funciona de maravilla.
La primera parte de "Percy Jackson", me había parecido livianita... Cómo demasiado infantil, plana, sin matices... No soy fanático de Chris Columbus y su estilo en la anterior me había parecido convencional, así que esperaba que Thour Freudenthal le diera otro giro a la saga. Indudablemente los estudios pensaron en ocupar el vacío que dejó Harry Potter en las taquillas mundiales. Confiaron en la orfandad de esa legión de pre y adolescentes que necesitan productos para consumir, en gran escala y se pusieron a reactivar esta saga, con mayor atención y compromiso por el resultado final. En caso de que no conozcan mucho de Percy Jackson, basta saber que es una pieza literaria pensada para transmitir mitos griegos (e historia clásica) a una nueva generación, visto que hoy en día hay poco interés por explorar ese costado de transmisión. Desde allí, saltamos a la pantalla, una vez más. Adaptamos, modificamos, integramos y presentamos un producto, acorde a lo que pide el mercado! "Percy Jackson, Sea of Monsters" va en busca de su público. Visualmente, intenta dinamitar la butaca, con muchos efectos visuales de calidad, simpáticos personajes y ritmo veloz y trepidante. Sí, es cierto que el cast no es de lo mejor y que la inexpresividad es su primera impresión, sin embargo, el despliegue que Freudenthal va construyendo, atrae y cautiva. Repito, no estamos frente a una franquicia con el valor de Harry Potter, o The Hunger Games (aunque esta hay que evaluarla después de algunas entregas más), no. Sólo decimos que aquí la idea que prima es ofrecer un producto directo, simple, sin muchas vueltas, que ofrezca cine de aventuras para adolescentes jóvenes. Hacia allí va Percy y lo hace con bastante dignidad. Vamos a la historia? Percy (Logan Lerman) arranca el film compitiendo con su rival natural, Clarisse (Leven Rambin), en una prueba de entrenamiento en el Campamento Mestizo. Ya sabemos que por sus venas corre sangre de héroe (es el hijo de Poseidón) y su nobleza hace que cuando las cosas comiencen a complicarse, su pasta de líder aparezca. Hay una amenaza externa que se materializa y pone en peligro la seguridad de todos allí. Y sólo puede ser detenida si se cruza el Mar de los Monstruos y se consigue el Vellocino Dorado, elemento que es capaz de reestablecer la defensa del lugar de entrenamiento del grupo, que ha sido violentada. Percy y sus amigos irán en busca de él, y deberána atravesar múltiples peligros para lograr que la paz vuelva a su comarca. Lo que encontrarán, son criaturas mitológicas (en un mix que suena hasta peligroso con la liviandad con la que se presenta), desafíos en diferentes territorios y varios secundarios que le ponen color a la cinta. No, no creo que esta sea una saga que tenga mucha vida por delante. Si digo que, a pesar de sus debilidades (que son muchas), en este episodio hay suficiente movimiento para entretener a un público no exigente, cuyas expectativas son sólo pasar un momento de entretenimiento liviano.
Pobre mitología A esta altura parece una verdad de perogrullo comprobar un axioma tan básico en Hollywood como los indicios de decadencia de la industria del entretenimiento: todo lo que pasa por el tamiz hollywoodense se bastardea, despedaza y banaliza. Pero si a eso le sumamos el vil negocio de seducir al público teenager, cautivo tras la finalización de la saga más sobrevaluada de la historia del cine como Harry Potter tenemos como resultado la apelación a otra saga dirigida al público menudo, que se mete nada menos que con la mitología griega para hacerse un picnic y quitar todo rasgo de complejidad y seriedad a relatos e historias de una riqueza narrativa sin parangones. Lisa y llanamente, eso es y será la saga Percy Jackson, cuyo origen literario se ancla a su par literario Percy Jackson y los dioses del Olimpo, del escritor estadounidense Rick Riordan, que cuenta con cinco novelas. El comienzo cinematográfico de este despropósito se remonta al año 2010 con la introducción del personaje en la primera película Percy Jackson y el ladrón del rayo, donde se cimentan las bases de esta mitología pocket con el protagonismo del hijo del dios Poseidón (Logan Lerman), quien además de enterarse de ese pequeño detalle también comienza a conocer que entre los mortales viven los semidioses y que Estados Unidos se parece mucho al Olimpo (no el equipo de fútbol). Más allá de la mediocridad habitual de todo tipo de relato para adolescentes, el principal problema de esta saga se multiplica en la segunda entrega, Percy Jackson y el Mar de los Monstruos, dirigida en piloto automático por Thor Freudenthal –recuérdese que su antecedente cinematográfico es Hotel para perros-, es decir, un héroe que no es héroe; villanos que tampoco tienen peso de villanos; referencias a la cultura pop estadounidense y torpeza narrativa en general. ¿Cómo salvar entonces un relato donde la palabra aventura parece un holograma defectuoso y las peripecias a las que se someten los héroes niveles de videojuego con baja resolución de pantalla? Eso sintetiza a grandes rasgos esta nueva propuesta en la que el grupo de descendientes de dioses del Olimpo, léase Percy, Clarisse (Leven Rambin) y Annabeth (Alexandra Daddario), hija de Atenea, acompañadas por el sátiro Grover Underwood (Brandon Jackson) y un nuevo personaje, medio hermano del protagonista que viene a representar al diferente porque tiene un solo ojo debido a su origen ciclópeo llamado Tyson (Douglas Smith) hacen de las suyas. La misión de estos muchachos no es otra que buscar el Vellocino de oro en manos del cíclope Polifemo para así recuperar la seguridad del campo mestizo y resucitar a Thalía (no la cantante que alguna vez fue virgen), hija de Zeus que se sacrificó para proteger a sus compañeros del ataque de un minotauro robotizado, pariente de algún Transformer segregado de la saga de Michael Bay. Así las cosas, y fieles a la premisa que reza la unión hace la fuerza, la aventura –término demasiado grande para el caso- nos traslada al ya mencionado Mar de los monstruos, donde se supone el público debería abrir la boca deslumbrado mientras ingesta pochoclo por ese despliegue visual sin precedentes que no es tal. El resto es más de lo mismo y claro tratándose de semi dioses nadie va a pretender que haya un muerto o algo parecido para que la emoción de la épica aflore y la misión se torna prácticamente imposible si dependemos pura y exclusivamente del carisma de Percy, que al igual que Harry Potter le queda bastante grande el traje de héroe pero a diferencia del mago con anteojos acá no hay magia que lo salve. Pobre mitología.
VideoComentario (ver link).
Continúa el viaje épico del joven semidiós en busca de su destino. A la hora de ir al cine esta es una buena opción para disfrutar en familia con adolescentes, cuenta con un gran despliegue tecnológico y posee más: ritmo que su antecesora, momentos una extraordinarias aventuras, enfrentamientos con todo tipo de criaturas mitológicas y la trama tiene secretos, intriga y nuevas situaciones. Ahora Percy junto a un grupo de amigos deberá salvar su aldea enfrentándose a todo tipo de peligros. La primera parte del film brinda una pequeña explicación acerca de los personajes y de la situación que atraviesan, aunque quienes vieron “Percy Jackson y el ladrón del rayo” van a comprender un poco más, (quienes hayan leído el libro se encontrarán con otras cuestiones, no es fiel al mismo), se conoce más a los personajes, la relación con sus padres y los conflictos que deben afrontar. El protagonista de la historia Percy (Logan Lerman, inexpresivo) vive en un Campamento Mestizo, junto a otros jóvenes: Annabeth (Alexandra Daddario) semidiosa hija de Atenea y novia de Percy, Luke (Jake Abel), Clarisse (Leven Rambin), Grover (Brandon T. Jackson), entre otros, viven protegidos en ese lugar debido a una fuerza magnética. Todo se encuentra en armonía, con las competencias entre ellos, a Percy le aparece un cíclope que resulta ser su hermanastro llamado Tyson (Douglas Smith) y continúan las diferencias con la competitiva y soberbia Clarisse (hija de Ares), pero el lugar se ve invadido por Toro de Colchis muy poderoso y fuerte, como un robot, esto terminara con la paz del lugar. Algo pasó, el árbol donde yace Thalia (Paloma Kwiatkowski) hija de Zeus, se encuentra envenenado, ella hace un tiempo para salvar a sus amigos sacrificó su vida, su cadáver se transformó en un gran pino y así se formo la barrera de protección del campamento. Ellos ahora tienen una dura misión, encontrar el Vellocino Dorado, que es un manto mágico con poderes de sanación algo nada fácil porque se encuentra en manos del temible cíclope Polifemo. De esta forma nos introducimos en una gran aventura fantástica, estos jóvenes deberán atravesar ciento de obstáculos, se van encontrando con distintas criaturas, se introducen en el mar y los ayudara un caballito gigante, en algún momento caen en la boca de Caribdis, se encuentra con Clarisse, en un barco y con una tripulación de zombie. Por momentos contiene escenas con mucho humor, como la de tres conductores de un taxi que son ciegos, una carga dramática, tragedia, situaciones y espectaculares paisajes mitológicos, no falta el villano, Luke (Jake Abel), tensión cuando quieren resucitar Kronos (voz de Robert Knepper) quien tiene serios planes para dominar el mundo. Llena de batallas entre los semidioses y gigantes, buenos diálogos, los actores principales no se destacan demasiado, otros personajes interesantes son los que componen: Nathan Fillion, Anthony Head y Stanley Tucci. Todos sabemos que esta historia continua y que actualmente cuenta con 8 libros.
Limpiando las manchas de su predecesora Bueno, acá tenemos un ejemplo claro de saga infanto juvenil irregular que la crítica especializada ama destrozar cada vez que puede. Es verdad que "Percy Jackson y el ladrón del rayo" fue bastante floja, con una exhibición pobre de efectos visuales y un guión que parecía sacado de algún programa matinal de Disney Channel, pero decir que esta secuela del director Thor Freudenthal es aún más floja que la primera, es simplemente necedad y amor puro a pegarle exageradamente a un trabajo que no nos gusta, sólo porque a nosotros no nos gusta. Debo admitir que prácticamente odie la primera peli dirigida por Chris Colombus, el director que se hizo cargo de las dos primeras entregas de la franquicia de Harry Potter. Más allá de que filmó "Percy Jackson y el ladrón del rayo" en 2010, parecía que se había quedado con los efectos visuales del 2001 cuando estuvo a cargo de "Harry Potter y la piedra filosofal"... fue bastante pobre. A su vez esperaba el nuevo gran proyecto del director de "Gremlins", "The Goonies" y las primeras pelis de Harry Potter... la expectativa fue grande y la caída estrepitosa. Con este antecedente fue que llegué a la sala a ver esta secuela, con pocas ganas y un descreimiento total de que fueran a mejor el producto, pero a decir verdad, me llevé una sorpresa cuando me encontré a mi mismo disfrutando la aventura de estos jóvenes semi dioses. Tampoco es que estuve super copado durante los 106 minutos de metraje, pero sí pude percibir un cambio importante en la forma de encarar la historia y un pulido sobre varios aspectos que habían fallado en la primera entrega. En primer lugar, se cuidaron mucho más los efectos visuales y sonoros, parte fundamental de un film de fantasía plagado de monstruos y seres mitológicos. Para resaltar, el muy buen manejo de este aspecto técnico en la lucha final de los muchachos contra el dios Cronos. En segundo lugar, la personalidad de los personajes fue más interesante que en "..el ladrón del rayo", aunque todavía se podían notar ciertos rasgos infantiles que deben desaparecer si piensan hacer una tercera entrega. Para resaltar acá, la incorporación de Douglas Smith como el medio hermano de Percy, Tyson, que trajo un poco de frescura al trío original. Como cuestiones negativas, se puede decir que aún hay algunas fisuras de guión, que los personajes no evolucionaron tanto con respecto a la primera película y que el aura infantil que rodea la historia cansa un poco, pero no estoy de acuerdo con los que aseguran que el producto es pésimo o inferior a su predecesora. El film se deja ver y por momentos entretiene mucho. Ojalá la tercera entrega (si es que deciden hacerla) llegue con más sorpresas y se comprometan con el crecimiento personal de los protagonistas como sucedió con la franquicia de Harry Potter.
Figuritas Percy Jackson y el Mar de los Monstruos (Percy Jackson: Sea of Monsters), film que juega con la mitología griega en clave teenager es la secuela de Percy Jackson y el Ladrón del Rayo (Percy Jackson & the Olympians: The Lightning Thief) del 2010. En esa primera parte, situada en la actualidad, contaba que los dioses tenían hijos con humanos. Percy Jackson (Logan Lerman), hijo de Poseidón, era uno de ellos. Frugal y liviano film de domingo, esa primera “aventura” encajaba para la poca pretensión del público al que estaba apuntado. Hoy enfrentarse con la segunda parte no cambia demasiado esa ecuación. Otra vez un problema que pone en riesgo el pequeño mundillo de hijos-de-dioses-y-otros que son perseguidos por seres maléficos (que uno no sabe bien de donde salen). Algo así como mitología de figurita, sin dimensión ni profundidad, solo para pegar. En este nuevo álbum se van a sumar otros monstruos, criaturas mitológicas y héroes. Todo en un envase 3D de efectos bastante sencillos. El detonante de esta secuela es la destrucción del campo de fuerza que protege al campamento donde viven nuestros héroes, obligándolos a buscar el Vellocino de Oro. Le encargan la tarea a la hija de Ares (la “rival” en cuanto a ser el más capo en el campamento) pero Percy se manda igual con sus amigos plus un hermano cíclope (que pobre, tiene el papel de ser comic relief y no pega una) hacía el Mar de los Monstruos. Ahí se viene un monstruo marino, un cíclope, y finalmente, el mismísimo Cronos, padre de los dioses del Olimpo (al menos de los que no se comió). Durante toda esta travesía, que debería ser una de aventuras, se dan situaciones a los tropezones, sin tangibilidad ni emoción. El ejemplo máximo es Cronos y su triste densidad, ese terror absoluto (eso dicta la historia y así lo dibujan) queda resumido a una figurita de computadora. Sin peligro, no hay aventura. Una saga apuntada claramente al mismo público mágico que el de la saga de Harry Potter pero que ni apoyada en todo el Olimpo logra ser divertida. La traslación al mundo actual de la mitología podía sorprender en la primera, pero ahora el truco ya no funciona, quedando expuesto el descuido narrativo en medio de un tono simpático que ni siquiera puede hacer funcionar el gran Stanley Tucci (en el papel de Dionisio). Toparse de casualidad con la primera podía sacar una sonrisa, ver una segunda parte donde se recorre el mismo camino pero con menos gracia, ya no da ni para la mueca.
Para disfrute de los adolescentes Vale considerar que la saga de Percy Jackson es, desde su origen literario de mano de Rick Riordan, un producto dedicado a acercar la franja juvenil, y que su traslado al cine sigue la tendencia sin involucrarse en complejidades de filosofía o fidelidad. Por ende, buscar en esta saga iniciada para la pantalla en 2010 algo más que entretenimiento con excusa histórica, resulta una pérdida de tiempo. Hecha la salvedad, se puede contar que Percy Jackson y el mar de los monstruos es el segundo título de la serie iniciada con El ladrón del rayo, dirigida por Chris Columbus (autor de las dos primeras de Harry Potter). Entonces, el protagonista se descubría como hijo de una humana y de Poseidón, el dios del mar y las tormentas, según los antiguos griegos. En su condición de semidios, Percy era trasladado al campamento Mestizo donde sus semejantes se entrenan para la guerra; conoce a Annabeth Chase y a Grover, sus laderos incondicionales y comienza su serie de aventuras cuando es enviado a recuperar el Rayo de Zeus. En esta entrega, con nuevo director, Percy se enfrenta a la profecía según la cual un hijo de los dioses destruirá o salvará al Olimpo.
Pareciera que hay gente que se niega a asumir que han hecho una mala inversión, y ése podría ser el caso de los productores de la saga Percy Jackson. Como parte de la mentalidad reinante en Hollywood en los últimos tiempos, han comprado los derechos de una franquicia de fantasía - esperando ser la próxima saga de éxito al estilo de Harry Potter -, y le han inyectado dinero suficiente como para presentarla en bandeja de plata - incluyendo al reclutamiento del patrocinador y primer director de las aventuras del mago, Chris Columbus -. El problema es que la franquicia de Percy Jackson es una pavada atómica de acá a la China, básicamente porque insiste en trasladar toda la mitología griega a la mediocre cultura norteamericana, creyendo que los estadounidenses son el centro del universo y sus alrededores. No conformes con haber obtenido tibios resultados de taquilla con el original, se les ocurrió engendrar una secuela, la cual tiene un fuerte tufillo a fracaso. Tal como pasaba con Las Crónicas de Narnia: La Travesía del Viajero del Alba, ésta es una entrega que llega demasiado tarde y que carece de energía, amén de que luce muy pobre en casi todos sus aspectos. En sí, Percy Jackson y el Mar de los Monstruos se siente como una sobreproducida secuela directa a video. Hay muchos efectos especiales de calidad mediocre, no queda ni una de las estrellas del primer filme - y algunos de los personajes remanentes han sido reemplazados por actores de cachet más barato, como Stanley Tucci y Anthony Head - y, lo que es peor, ni siquiera el grupete de adolescentes que pone la cara para los papeles principales parece demasiado entusiasmado con la tarea de regresar a los caracteres que les dieron sus 15 minutos de fama. Como quien dice, hay un clima de desgano generalizado, el cual resulta entendible cuando uno empieza a ver la pavada en la cual se han enrolado. Hace mucho tiempo una chica defendió con valentía la entrada del campamento que alberga a los semidioses - los hijos naturales y humanos de los dioses olímpicos, los cuales habitan una especie de versión camping de cuarta de Hogwarts - y pereció en la batalla, razón por la cual su divino padre la convirtió en un arbol mágico que protege al lugar de las presencias no deseadas. En la época actual hay internas entre los semidioses, algunos de los cuales desean dar un golpe de estado y voltear a todos los que moran en el monte Olimpo; esos infiltrados aprovechan la ocasión para envenenar al árbol y debilitar la barrera, con lo cual todos los chicos del campamento quedan a merced de los depredadores inmortales que acechan la zona. Ahora, para curar el árbol, hay que irse al fin del mundo y buscar el vellocino de oro, el único artefacto mágico que puede reestablecer su salud. Toda esta historia no estaría tan mal sino fuera que está salpicada por ocurrencias insultantes, las que van desde una isla poblada por cíclopes... en la cual hay montado un ridículo parque de diversiones (¿Interama?)(wtf?!!), barcos acorazados de la Guerra de Secesión que son capaces de emerger indemnes de las profundidades del mar como si fueran submarinos atómicos, ciclopes idiotas que son a prueba de fuego (lo cual incluye sus ropas y sus lentes de sol de plástico!), y la creencia que UPS es un servicio postal regenteado por Hermes y sus acólitos. Al menos, entre tanta imbecilidad, el cameo de Nathan Fillion como Hermes tiene su gracia (incluso se despacha con un guiño para los fans de la serie Firefly, al comentar sobre una serie televisiva basado en las aventuras de un héroe olímpico... "la mejor serie jamás creada... y cancelada después de la primera temporada!").
La primera Percy Jackson no logró el impacto suficiente para iniciar una serie inmediata, aún si su director era el mismo de las dos primeras Harry Potter (el ocasionalmente bueno Chris Columbus) y superaba a su modelo. En fin: los estudios siguen buscando el Santo Grial de la Serie Millonaria y van a por ello. Lo peor que se puede decir de este Mar de los Monstruos es que difícilmente encontremos algo original: adolescentes con mágicos poderes (son hijos de dioses y hombres) luchan por salvar el mundo de un conflicto universal en el marco de la mitología griega. Lo mejor que se puede decir es que el film mezcla en partes equilibradas acción y humor, que carece de esa autoironía “para adultos” que termina siendo un guiño canchero en la mayoría de los casos, y que es generosa en el rubro espectáculo. Pasan muchas cosas, hay muchos peligros y, en términos generales, la acción física está bien diseñada y mejor filmada. Los personajes son simpáticos, lo que implica que no nos cuesta demasiado identificarnos con ellos y preocuparnos por lo que les suceda. Es decir, un film no especialmente memorable pero que no nos deja con la sensación de no haber visto nada, e incluso promete que, en caso de haber una tercera película (la cuestión es un tanto peliaguda dado que no fue un gran éxito en los EE.UU.), puede ser mejor. Una golosina para los ojos, no más.
Hace aproximadamente tres años, se estrenaba la primera entrega de Percy Jackson, titulada El ladrón del rayo, y el resultado no fue el esperado ni por los productores, ni por el público, ni por la crítica. Un inicio irregular para una historia que se mete con la mitología griega (más bien la tritura) y que propone a un adolescente bastante particular: es nada menos que hijo de Poseidón, con todo lo que eso implica, sobre todo para la cabeza del escritor Rick Riordan y del guionista que adaptó el texto. El mar de los monstruos es el título de esta nueva incursión, etiqueta que de entrada no augura demasiada esperanza para el espectador. En esta oportunidad, el joven Percy (un monocromático Logan Lerman) tiene que salvar a la humanidad de unos monstruos amenazantes que están por salir del lugar que los contiene. Esa tarea deberá llevarla a cabo con la ayuda de sus compañeros y de un hermano cíclope que aparece en la vida del principal protagonista. Para lograr el éxito, deben ir en la búsqueda del vellocino de oro (en la mitología griega, era el vellón del carnero alado Crisomallo). Esta mescolanza de seres, dioses, semidioses y demás yerbas, seguramente es el resultado de pretender interesar a un público infanto-juvenil, pero es un pecado recurrente de la industria que termina como un pelotazo en contra. Anodino. Lejos de cumplir con la premisa de generar interés a lo largo del relato, El mar de los monstruos certifica aquel lugar común de que segundas partes nunca fueron buenas. En este caso, la sensación se potencia habida cuenta de que la primera película no fue precisamente una obra maestra. El director Thor Freudenthal parece haber trabajado a reglamento, al igual que el elenco completo de actores, y no se nota nada más que el propósito de tomar un trabajo, terminarlo y a otra cosa. Suele pasar en esta clase de filmes que la falta de contenido y la ausencia de buenas ideas trata de suplirse con una catarata de efectos especiales (y en este caso, también con el apoyo de la tecnología 3D). Pero en el actual universo de la cinematografía más pochoclera, la calidad de los efectos especiales pasó a ser una obligación, por lo que la corrección de El mar de los monstruos en este aspecto no puede por sí sola sostener una buena performance. Es cierto también que el género de aventuras debe cargar desde hace unos años con el peso de luchar contra el fenómeno provocado en su momento por productos como Harry Potter o Las crónicas de Narnia. De todas formas, es de esperar que a los productores se les caiga alguna idea mejor, o el rubro seguirá perdiendo un terreno que por ahora siguen ganando las cintas de animación.