Diversión garantizada para toda la familia, aunque es una película difícil de analizar ya que hay que considerarla desde dos puntos de vista: suponiendo que nada tiene que ver esta película técnicamente impecable con los personajes Potter, el film va a...
Humano versus conejo Las travesuras de Peter Rabbit (Peter Rabbit, 2018) es una película familiar dirigida por Will Gluck, quien también se encargó del guion junto a Rob Lieber. Está basada en los cuentos infantiles escritos e ilustrados por Beatrix Potter. Aparte de los animales hechos por computadora, cuenta con las actuaciones de Domhnall Gleeson (Tim en Cuestión de Tiempo), Rose Byrne (Kelly en Buenos Vecinos) y Sam Neill. Las voces originales son de James Corden, Daisy Ridley, Elizabeth Debicki y Margot Robbie. Peter Rabbit vive en el campo con sus tres hermanitas y su primo Benjamin. Para alimentarse recurren a la cuidada granja del señor McGregor (Sam Neill). Esto hace enojar al hombre hasta tener ganas de matarlos, pero los conejos son salvados por Bea (Rose Byrne), una pintora que los quiere como si fueran sus hijos. Con la inesperada muerte de McGregor, su pariente Thomas (Domhnall Gleeson) hereda la huerta por lo que se aleja de Londres, donde justo fue despedido de su trabajo en una juguetería. Bea empezará a establecer una relación con su nuevo vecino, sin embargo Peter no soportará ser reemplazado y le hará la vida imposible a Thomas. Como se puede ver, el film cuenta con un argumento sencillísimo y súper predecible. A pesar de ello, Will Gluck se apoya en las situaciones desopilantes para que el espectador nunca pierda el interés por Peter Rabbit. Los chistes funcionan tanto en chicos como en grandes, lo que la convierte en una comedia ideal para toda la familia. A lo largo de los 90 minutos se puede llegar a la conclusión de que no está sucediendo demasiado, ya que siempre se muestra al conejo contra el humano, en una especie de competencia por ser el dueño absoluto del afecto de Bea. Los animales están bien diseñados y no quedan raros frente a las personas, sin embargo cuando en ciertos momentos se muestran las ilustraciones originales de la autora resulta casi imposible comparar y darse cuenta que éstas son mucho más enternecedoras. La música moderna y la fotografía que remarca los tonos verdes del campo le dan a la película una frescura irresistible, aparte de que Rose Byrne resulta la perfecta opción para encarnar a una mujer amante de los animales. Domhnall Gleeson infunde a Thomas una personalidad histriónica, llena de enojo que no puede controlar. Su tire y afloje con Peter Rabbit en varios momentos nos recuerda a “Tom y Jerry” y/o al “Coyote y el Correcaminos”. Las chaquetas que usan los conejos, sus movimientos o que se comuniquen entre ellos no hacen más que humanizarlos para que logremos empatizar con ellos. Sin embargo, aquí ni los animales ni las personas son perfectos, por el contrario los errores se cometen de ambos bandos lo que logra un mensaje más relevante sobre el pedir perdón y aprender a convivir. Las travesuras de Peter Rabbit puede que abuse de las escenas que pretenden dar gracia utilizando la electricidad, no obstante cumple con lo que se propone: hacer pasar un rato divertidísimo en la sala de cine.
Peter Rabbit, dirigida por Will Gluck (Annie) es la nueva propuesta live action de Sony. Mezcla actores reales (Rose Byrne como Bea y Domhnall Gleeson como Mr. McGregor) con personajes generados digitalmente. Peter Rabbit es, como su nombre lo indica, un conejo que viste una chaqueta azul heredada de su padre. Lidera una pandilla integrada por sus hermanas Pelusa, Pitusa y Cola de Algodón y su primo Benjamín. Pasan los días robando alimento de una huerta vecina. Creen que el dueño es su peor enemigo porque convirtió al padre de Peter en un pastel. Pero cuando muere de un infarto y Mr. McGregor hereda la finca, se encuentran con un rival más peligroso. Además de querer exterminarlos, empieza un romance con Bea, que provoca los celos de Peter. Si bien la acción es simple y lineal, la película es muy entretenida. Tiene un buen ritmo narrativo que hace que nunca te aburras pero tampoco te satures. Maneja un humor que va desde chistes físicos para los más inocentes hasta gags un poco más subidos de tono. Cuando se recomienda a una película “para toda la familia” se apunta a esto mismo. Los chicos la disfrutan de principio a fin y los adultos no se duermen de aburrimiento. La animación se mantiene dentro de los niveles que estamos acostumbrados a ver. No es una propuesta descollante pero tampoco es mala: se ve correcta. El plus es que tanto Peter Rabbit como los otros animales que aparecen desbordan carisma. El cerdo que se la pasa comiendo y prometiendo ponerse a dieta, los pajaritos que cantan y todos los otros habitantes del campo tienen sus personalidades y sus expresiones bien definidas y actúan como un excelente complemento de la trama principal. Hay también a través del personaje de Bea un sentido homenaje a Beatrix Potter. La autora, creadora de Peter Rabbit entre otros personajes, también vivió en una finca, dedicándose al arte. Venía de familia acomodada y podría haber vivido de herencias, pero quiso escribir. Se dedicó a crear todo un mundo de fábulas infantiles inspiradas en los animales que veía en sus visitas al campo. También las ilustraba, y estos dibujos originales cobran vida en la película. Estos dos elementos demuestran el cariño y respeto hacia ella, algo que merece ser mencionado. Sintetizando, Peter Rabbit es una película simple y sencilla, pero llena de humor e incluso cariño. No subestima al espectador saturándolo de chistes fáciles ni explicándole lo mismo tres veces. Amena y sin mayores pretensiones, es una muy buena propuesta para grandes y chicos.
Un conejo revolucionario. Con dirección de Will Gluck (Annie, Easy A, Friends with Benefits), Las Travesuras de Peter Rabbit es la adaptación cinematográfica de la obra infantil que Beatrix Potter escribiera e ilustrara a principios del siglo XX. Fusionando recursos técnicos que combinan la animación moderna con algunos toques en 2D y la presencia en pantalla de reconocidos actores como Domhnall Gleeson, Rose Byrne y Sam Neill, la película se presenta como una buena mixtura entre lo real y lo animado que logra entretener a grandes y chicos por igual. La película se plantea como una especie de altercado entre el dueño de una finca en la Gran Bretaña rural y un simpático grupo de animalitos que intentará hacerse con los productos allí cultivados como fuente de alimento. Se trata de un grupo bastante revoltoso de conejos que, liderado por el valiente Peter, lucha por conseguir los codiciados vegetales de la granja del gruñón señor McGregor. Pero resulta que este anciano debe abandonar su hogar en un altercado que involucra a un camión de helados bastante colorido por lo que su casa se la queda su sobrino, un ex empleado de Harrods que tiene intenciones de venderla, generando así un nuevo dolor de cabeza para Peter y sus amigos. En un análisis macro, la película de Will Gluck cumple y con creces el doble propósito que el cine moderno le exige a este tipo de producciones. Su público objetivo, es decir los más chicos, podrán disfrutar de hora y media de aventuras muy coloridas, con personajes bien construidos desde su atractivo y carisma, buenas dosis de carcajadas y una historia que no aburre en ningún momento; mientras que los más grandes que los suelen acompañar a la sala de cine podrán decir que tampoco se aburrieron con una película que técnicamente es impecable ya que se toma muy en serio la difícil tarea de combinar personajes enteramente realizados en computadora con actores de carne y hueso al tiempo que no descuida una historia que está equilibradamente salpicada de guiños y referencias algo más adultas. El carácter revolucionario del intrépido Peter, el buen antagonista que encuentra en el señor McGregor (Gleeson) y el componente romántico que aporta la adorable Bea (Byrne) terminan de redondear una obra que no se olvida tampoco de la estética y las bases de donde proviene, cosa que podemos ver en el detalle de que haya un personaje llamado Bea, alguna que otra escena animada con los recursos de la vieja escuela 2D y otros pequeños homenajes que vale la pena descubrir in situ a la obra de principios del siglo XX de la autora Beatrix Potter. Un apartado curioso de esta película tiene que ver con un detalle en particular de uno de sus personajes que es alérgico a las moras, de hecho hay una escena donde es “atacado” con ese fruto, acto por el que algunos protestaron alegando que se toman los síntomas de una alergia como defectos o debilidades. “Es muy real que las personas experimentan el miedo y la ansiedad durante una reacción alérgica (a menudo referido como una sensación inminente de fatalidad) y esto es un asunto serio. Permitir esta condición (presentada en la película) perjudica a nuestros miembros porque alienta al público a no tomarse en serio el riesgo de reacciones alérgicas y esta actitud despreocupada puede hacer que actúen de forma tal que podrían poner en peligro a una persona alérgica”, cita parte de un comunicado realizado por la asociación Kids with Food Allergies. Inclusive en algunos medios circuló el rumor de la orquestación de un boicot contra la película por este motivo, a lo que la productora principal de la cinta, Sony, junto a su realizador Will Gluck se disculparon alegando que nunca fue su intención transmitir ese mensaje. En última instancia esto quedará a discreción del espectador pero resulta interesante que películas pensadas para chicos aborden este tipo de temas tan serios y actuales aunque por supuesto desde una óptica inclusiva que fomente la diversidad y no ataque con bases discriminatorias. Polémicas al margen, la sensación que queda después de ver Peter Rabbit es que la película recrea un maravilloso mundo literario de buena manera, conquistando el corazón de los más chicos mientras les guiña el ojo a los más grandes con una historia entretenida, graciosa y de notables recursos visuales.
Es el debut cinematográfico del adorable personaje de la maravillosa Beatrix Potter que supo escribir y especialmente dibujar con talento estas historias para niños que se transformaron en clásicos. Para aquellos que crecieron leyendo sus libros esta versión les puede poner los pelos de punta. Para el resto de los mortales, este film con humanos y animación digital de resultados sorprendentes, con telones de fondo naturales, y un conejo con tendencia a chico malo más que travieso, que se sale del imaginado por la autora puede ser un buen entretenimiento. El director Will Gluck que hizo la última versión de “Annie” con afroamericanos, que escribió el guión con Rob Lieber, buscó el impacto de la acción, todas las ventajas de una animación excelente, y se propuso ponerle ritmo, tono de comedia alocado, escenas que se repiten, golpes, gags, que si bien no tienen un camino progresivo, divierten. Un toque hollywoodense innegable y de impacto, que se nota desde el comienzo. Lo demás un conejito huérfano que encuentra en una humana a su madre substituta y hará hasta lo imposible por quebrar su romance con un candidato que considera a los de su especie una plaga a extinguir. Algo que intentó en vano un tío que le dejo en herencia su propiedad. Complot y luego arrepentimiento, la segunda parte es un poco mas floja. Sin embargo le alcanza para hacer pasar un rato grato a grandes y chicos.
Tras los pasos de Paddington, llega al cine otro emblemático personaje de la literatura infantil británica: Peter Rabbit, creado por Beatrix Potter en 1902. La técnica es parecida a la utilizada en las películas del osito -animaciones computarizadas que interactúan con actores de carne y hueso- y el resultado es aceptable, pero sin el irresistible encanto de los filmes dirigidos por Paul King. La galería de criaturas antropomórficas es adorable: tanto los conejos (Peter, su primo Benjamin, sus tres hermanas) como la señora puercoespín, el mapache, los ratones y demás criaturas parecen muñecos de peluche animados. Lo que no está a la misma altura es el guión: Rob Lieber y el propio director, Will Gluck (Annie, Amigos con beneficios) escribieron una historia muy básica, por más que toma algunos elementos de dos de los primeros libros de Potter, The Tale of Peter Rabbit y The Tale of Benjamin Bunny. Los conejos, liderados por Peter, se meten una y otra vez a robar frutas y verduras del huerto del señor McGregor (Sam Neill); una vez muerto este, le harán la vida imposible a su sobrino nieto y heredero, Thomas McGregor (Domhnall Gleeson), para recuperar el terreno, que ellos consideran que les pertenece. Su aliada humana es Bea (Rose Byrne), un personaje inspirado en la propia Beatrix Potter. En Gran Bretaña, algunos puristas amantes de la obra de Potter pusieron el grito en el cielo con el argumento de que esta película no respeta el espíritu de los libros originales. Algo de cierto hay: por su frenesí, este conejo parece más pariente de Bugs Bunny en sus correrías con Elmer que de aquel Peter Rabbit de trazos naifs. Todo está basado en el humor físico y en gags característicos de los viejos y queridos dibujitos animados de Merrie Melodies: pasos de comedia que parecen destinados a chicos no mayores de ocho años. Pero si hay algo que conspira contra el disfrute que pudiera tener un adulto con Las travesuras de Peter Rabbit es el ineludible -no hay versión subtitulada- doblaje mexicano: directamente insoportable.
Inspirada en los personajes creados por la escritora inglesa Beatrix Potter, Las travesuras de Peter Rabbit combina el espíritu de aquella fábula con una mirada más irónica adaptada a los nuevos tiempos. Aquella tensa convivencia entre el subterráneo mundo de los traviesos conejos y la enérgica y despótica figura del viejo señor McGregor (Sam Neill), custodio de su huerta repleta de vegetales, cobra vida en clave de humor y juegos amorosos tras la llegada del joven heredero Thomas (Domhnall Gleeson) a la vida en la campiña. El director Will Gluck ( Amigos con beneficios, Se dice de mí) recupera su experiencia en la comedia romántica para delinear un inesperado triángulo amoroso entre el seductor Peter Rabbit, líder de la banda de conejos animados, y el yuppie Thomas por el cálido corazón de Bea (Rose Byrne), la pintora de la casa vecina. Con algunos gags previsibles y cierto espíritu infantil, la batalla imaginada en aquella Inglaterra victoriana por la libertad y la desobediencia encuentra en el presente (como sucedía con Paddington, historia que también retrata arquetipos de la tradición británica) cierto desparpajo propio de un Peter de adolescencia tardía. La dinámica entre humanos y animales funciona con alguna que otra rusticidad logrando sus mejores momentos en las alianzas de las distintas especies frente a la dislocada amenaza del invasor, enviado -como era de esperarse- desde la moderna metrópolis.
Cupido en la granja Tras su inocente fachada de película infantil o familiar, Las travesuras de Peter Rabbit (Peter Rabbit, 2018), de Will Gluck (Annie), esconde una de las comedias románticas más logradas y entretenidas de los últimos años. Inspirada en la exitosa saga de libros de la naturalista Beatrix Potter, el relato se centra en el choque entre el campo y la ciudad cuando el obsesivo Thomas (Domhnall Gleeson) tome posesión, en las afueras de Londres, de una propiedad heredada sorpresivamente de un ermitaño tío (Sam Neill). Dicha vivienda esconde un pequeño huerto, que hace de “supermercado” de todos los animales que habitan el lugar, y, principalmente, de Peter Rabbit, sus hermanas y su primo, quienes moran en una pequeña madriguera lindante al mismo. Nada le haría suponer a Thomas que debería comenzar a luchar entre dos fuerzas diferentes entre sí, el amor por su vecina Bea (Rose Byrne), por un lado, y el instinto de protección y supervivencia frente a una horda de conejos, encabezados por Peter Rabbit, quienes no permitirán ni que concrete con su amada, y mucho menos, que se quede con la vivienda y el huerto. Desdoblando el protagonismo entre Thomas y Peter, hábilmente, la narración conjugará la clásica comedia de situaciones, con dosis necesaria de romance, para que el guión avance progresivamente entre ambos paradigmas, y, lo que lo hace aún más interesante, no prime uno por encima del otro. A la lograda animación, de un nivel de realismo increíble, se suma el oficio y expertise de Domhnall Gleeson y Rose Byrne, quienes se toman en serio el rol que les ha tocado en esta aparente propuesta infantil que, al igual de otros productos como Paddington (2014), o Babe, el chanchito valiente (Babe, 1995) que toman un personaje de la cultura popular inglesa para llevarlo a la pantalla con respeto y sin trazos gruesos. La comedia física presente, además, propone un juego de similitudes con episodios clásicos del humor universal, los que suman, también, un espíritu lúdico y relajado, quitándole solemnidad a la adaptación y construyendo una estructura de precisión en la que cada gag y cada línea desencadena una reacción potenciadora de la misma. Las travesuras de Peter Rabbit podría haber sido un falso intento de llevar a la pantalla la historia del conejo huérfano, pero Will Gluck se permite ir más allá para narrar una historia de amor, de perseverancia, de trabajo en equipo, de entendimiento, y, principalmente, de amor por el otro. Aquello que en su anterior película, la remake de Annie, faltaba para consolidar una mirada sobre el mundo que contenía, aquí se desarrolla en armonía con cada uno de los personajes animados que presenta, los que, sumados a la incorporación de fuerzas contrarias a los protagonistas (compradores de la vivienda inescrupulosos, jefes de tienda que exasperan al protagonista, etc.), refuerzan los tópicos necesarios para que la moraleja final de esta fábula, con el triunfo del amor incluido, llegue a buen puerto.
Peter Rabbit se ganará el corazón de varios, como lo viene haciendo hace mas de 100 años en el viejo continente. Basada en la obra literaria, de nombre homónimo, de la escritora inglesa Beatrix Potter, llega a los cines de Argentina “Las travesuras de Peter Rabbit” (Peter Rabbit, 2018). Peter, quien nada tiene que ver con Roger (Who Framed Roger Rabbit?, 1988), es un conejo que vive a las afueras de la gran ciudad de Londres con sus tres hermanas y un primo suyo lejano. Ellos pasan sus días intentando y, casi siempre logrando, saquearle el jardín de frutas y verduras de un viejo gruñón del campo, vecino de donde está su madriguera y de su amiga humana protectora Bea (Rose Byrne). Todo cambiará cuando a la casa que usualmente saquean, se mude un joven maniático y controlador llamado Thomas McGregor (Domhnall Gleeson) que hará lo imposible para detener a los temerarios y esponjosos conejos. Entre toda la abundancia de los últimos años por hacer diferentes transposiciones del mundo literario ingles a la pantalla grande, Peter Rabbit no dista mucho de lo último que se pudo ver en Paddington 2, si bien las historias no se asemejan demasiado, la relación fábula-moraleja, es constante en estas historias. En el caso puntual de esta peli, el mensaje es muy simple y al mismo tiempo, muy bien llevado a cabo por su director Will Gluck. Si bien el film está destinado casi exclusivamente a los más chicos, no hay razones para que los que son más grandes se pongan a recapacitar y por qué no, cambiar algunos aspectos de su cotidianidad. Uno de los puntos positivos que tiene la peli, es el tremendo elenco que presenta. No solo por sus protagonistas de carne y hueso, sino por aquellos que prestaron sus voces para la versión en idioma original. Entre todos estos, hay actores y actrices de primer nivel como Sam Neill, Margot Robbie, Daisy Ridley y James Corden, entre otros. De la mano con su maravilloso trabajo prestando sus voces, los aspectos visuales de la película están muy bien. Por muchos pasajes de la historia, los conejos parecen que son de verdad y sin exagerar. Es bueno destacar estos aspectos porque los efectos visuales, no siempre resultan teniendo un nivel de ejecución tan alto, como fue el caso de El Pájaro Loco. De hecho, en muchos momentos, las imágenes actuales se mezclan de una manera muy fluida con fragmentos de los libros y dan una vuelta de tuerca a la animación, para familiarizarnos con el material original. Esta comedia para chicos termina resultado efectiva y entretenida para todo el público que se acerque a verla, con mucho humor y un buen mensaje. Peter Rabbit se ganará el corazón de varios, como lo viene haciendo hace mas de 100 años en el viejo continente.
Según los libros de Beatrix Potter, Peter Rabbit es un conejo que anda vestido con una camperita todos los animales de esta historia tienen alguna prenda de vestir- y vive obsesionado por robar, junto a toda su familia, las verduras de la huerta del viejo McGregor muy cerca de su madriguera. Luego de enloquecer casi por completo a McGregor, interpretado pro Sam Neill, el hombre tiene un patatús y la propiedad es heredada pro su sobrino (Domhnall Glesson), el empleado mas obsesivo e insoportable de Harrods que ahora tendrá que vérselas con los conejos liderados por Peter. Hay algo que no se puede discutir con respecto a esta película familiar, y es la calidad de la animación. Los personajes animales tienen rasgos realistas excelentes y sus movimientos están logrados, al igual que sus características antropomórficas típicas de los dibujos animados. Otro aspecto notable es la perfecta integración entre los seres humanos y las criaturas animadas, que tienen una realización formidable en lo técnico. También hay buenos gags que, lamentablemente, se desdibujan a medida que avanza la película por una trama no demasiado interesante sobre las distracciones que provoca Peter en el joven McGregor, quien intenta poner una tienda de juguetes.
Durante los últimos 20 años más o menos, los realizadores del cine ATP tratan de adoptar una propuesta inclusiva. Es decir, que los adultos disfruten a la par de los niños. Esto ha traído como resultado que no pocas veces los guiones hayan madurado, sin necesidad de caer en una oscuridad excesiva pero tampoco cayendo en una nube rosa. No obstante, es algo que debe ser vigilado, sino se corre el riesgo de exponer a los chicos a un humor (aunque efectivo) que dificilmente puedan asimilar. Es en este debate donde encontramos a Peter Rabbit Temporada de Conejo Peter Rabbit vive con sus hermanas en una madriguera bajo un árbol. Están bajo el cuidado de Bea, una pintora que es como una madre para ellos. Paralelamente tienen una relación antagónica con el Señor McGregor, dueño de la huerta vecina, escenario de muchas de sus travesuras. Todo cambia cuando fallece McGregor y su estricto sobrino, Thomas, hereda la propiedad, la cual desea vender. La cosa se complicará cuando se enamore de Bea, y esto cause no pocas fricciones entre Peter y Thomas. En materia guion debe concedérsele a la película que es entretenida y goza de sendos obstáculos que el protagonista debe superar, aparte de que genera muchas risas en dicho recorrido. El desarrollo de personajes es, durante la gran mayoría del metraje, prolijo: protagonista y antagonista tienen motivaciones muy claras. Es esta oposición de deseos lo que permite la fluidez dramática y, desde luego, será la principal fuente de humor. Sin embargo, hay dos inconvenientes que señalar. Primero: la película tiene logrados momentos de humor, pero su búsqueda del mismo puede ser tan frenética que a veces no pueden evitar sucumbir a un humor subido de tono que excede a la premisa ATP en que está inscripta. El segundo inconveniente tiene que ver con el desenlace, que está basado en una enorme contradicción a la propia lógica establecida. En materia actuación tenemos una labor sólida de Domhnall Gleeson: ya ha incursionado previamente en la comedia, aunque aquí prueba que el humor absurdo le sienta todavía más. Sam Neill está tan irreconocible como eficiente en el breve rol antagónico que la película deposita en él. Por otro lado debemos destacar el gran trabajo de voces donde figuran James Corden, (como el conejo protagonista), Daisy Ridley y Margot Robbie, con esta última tomando también el rol de narradora del film. El cuanto a lo técnico debe decirse que es impecable. Habitualmente cuando el live action convive con lo digital, la animación de este último apartado suele ser exagerada. Sin embargo Peter Rabbit no toma ese camino. Si bien adopta un claro antropomorfismo, en su mirada de los animales, las texturas, los pelajes y las expresiones guardan cierto nivel de realismo. Conclusión Aunque a menudo incurra en un humor que dista del ATP al que claramente apuntaban y tenga un desenlace que pudo ser mejor, Peter Rabbit es una entretenida propuesta que va a sacar no pocas risas. Si es para niños ya es materia de otro debate; pero de ser así, se tendría que decir que no es para los muy chicos.
Peter Rabbit representa una de las grandes obra maestras de la literatura infantil que esa gran artista que fue Beatrix Potter creó a comienzos del siglo 20. Los cinéfilos más memoriosos tal vez recuerden que hace unos años se estrenó una excelente biografía de la autora que protagonizó Renée Zellweger en Miss Potter. Una propuesta que narraba el origen de este simpático personaje. En la animación se hicieron muy buenas adaptaciones con las aventuras del conejo rebelde y aunque esta película no es la mejor de todas, tampoco resultó el desastre que parecía presentar el avance promocional. El estudio Sony tuvo problemas con esta cuestión porque los trailers fueron masacrados por los medios de prensa de Inglaterra, donde Potter es una artista muy querida. Las reacciones eran comprensibles porque en un principio parecía que el film de Peter Rabbit iba a ser otra producción mediocre del nivel de Garfield o Alvin y las ardillas. Si bien la película no está a la altura de los que fueron las brillantes entregas de Paddington, que hoy representa la excelencia en el género infantil, tampoco es un completo desastre. En Peter Rabbit se nota que hubo una puja entre los realizadores y el estudio por ser respetuosos con la obra de Potter pero al mismo tiempo adaptar al personaje en una propuesta moderna. La irreverencia del conejo está claramente presente en la trama y tiene una presentación muy divertida que captura de un modo original su personalidad. Aunque la trama no tiene nada que ver con los cuentos originales y juega por momentos con el humor negro, la película está plagada de referencias a la obra de Potter. Sobresale especialmente una secuencia magnífica, donde se narra la historia del padre de Peter, que fue realizada con animación tradicional y utiliza las ilustraciones originales que presentaban los cuentos de la artista. Rose Byrne inclusive interpreta a una ilustradora que se llama Bea y está claramente influenciada por la creadora de Peter Rabbit. Un personaje que establece una muy buena dupla con el rol que encarna Domhnall Gleason (Star War Episodio 8), quien se luce en un divertido rol cómico. La historia de amor entre estos dos personajes por momentos resulta más atractiva que los enredos de los animales, que estuvieron impecablemente diseñados por los efectos especiales. Peter Rabbit tal vez no llega a capturar del todo la magia y poesía del arte de Beatrix Potter pero tampoco resulta tediosa como la mediocre película de El pájaro loco que era horrenda desde todo punto de vista. Para los más chicos es un espectáculo atractivo y los adultos que los acompañen en el cine encontrarán un film ameno que logra ser entretenido.
La adaptación al cine del famoso personaje creado por Beatrix Potter, "Las travesuras de Peter Rabbit", por el director de "Amigos con beneficios", Will Gluck, es un híbrido infantil tan incómodo como fallido en varios aspectos. Escrito en 1893 por la autora Beatrix Potter (cuya vida puede revisarse en el film "Miss Potter" con Reneé Zelweeger interpretándola), Peter Rabbit se convirtió rápidamente en una serie de libros infantiles aclamados tanto por su simpática historia, como por las célebres ilustraciones de la propia autora. En los libros se describe a un conejo travieso, juguetón, aniñado, con un claro propósito de divertirse y comer. Personajes como Bugs Bunny tienen una inspiración en su figura. Peter Rabbit ya tuvo otras adaptaciones, en "The Tales of Beatrix Potter", allá por los ’70, y en la serie de los años ’90 de la BBC junto a otros personajes de la autora. Pero por primera vez logra un film para él sólo, un liveaction que lo podría haber homenajeado como se merece. Sin embargo "Las travesuras de Peter Rabbit" termina acumulando una serie de errores que muy probablemente lleven a este film a su olvido. Ya de por sí, el guion, realizado por su director Will Gluck junto a Rob Lieber, es una mezcla en la que se cuenta una historia similar a la original, pero llevada a la actualidad, y reconociendo las historias antiguas como pasado del personaje. Un pastiche que a quienes vayan por seguimiento del personaje poco simpatizará. Peter vive junto a los suyos en el campo, y su medio de vida es alimentarse de los vegetales que cosecha el viejo McGregor (Sam Neil), robándoselos. A muy poco de iniciada la película nos chocamos con la primera alerta. McGregor fallece en plena cacería ¿Se acuerdan de la sensibilidad de películas infantiles como "Coco", "Up", o hasta "El cadáver de la novia para tratar la muerte"? Bueno, "Las travesuras de Peter Rabbit" destroza esa posibilidad en pocos segundos, con uno de los momentos , supuestamente humorísticos, más incómodos y de mal gusto que se puedan recordar en una película dirigida al público menudo. A partir de ahí, todo irá en picada. Cuando McGregor fallece, los conejos y otros animales, como un cerdo con bléiser , se apoderaran de la granja para darse la gran vida, sin preocuparse ni un poco en las consecuencias (ni hablar de la congoja del luto). Pero esta dicha dura poco. El heredero del viejo McGregor, Jeremy (Domhall Gleeson), un hombre empresarial de ciudad, es embaucado en una de esas tretas típicas de comedias sin muchas vueltas, y llega al campo con la inteción de cambiar de aire y ver qué hace con la tierra. Sí, Jeremy será el nuevo oponente a vencer por Peter &Cia. Hay una historia romántica entre Jeremy y la vecina Bea (Rose Byrne), amiga de los animales. Pero nunca importa demasiado. Quienes conozcan algo de Peter Rabbit y lo quieran ver plasmado en la gran pantalla, deberán contentarse con unos pocos minutos en los que este personaje recuerda su pasado, y se recurre a una secuencia animada que emula las ilustraciones del libro y la historia de aquel. Por el resto, es un desierto. El guion apela a contar la misma historia del cuento, con Peter cometiendo travesuras para poder comer, pero el traslado a la actualidad, como ocurre muchas veces, se entiende como cambio de espíritu, llevándolo a referencias pop, chistes de muy mal gusto, y un ritmo frenético que agota a los cinco minutos. Will Gluck viene precedido por el clásico de las estudiantinas de este siglo Easy A (que había adaptado ligeramente con éxito "La letra escarlata"), y la mencionada "Amigos con beneficios", que posee varios tramos entretenidos. El problema con "Las travesuras de Peter Rabbit" es intentar hacer el mismo tipo de película en un contexto totalmente diferente. "Easy A" y "Amigos con beneficios" son películas con muchos chistes sexuales, lenguaje de doble sentido, y una vorágine que le quedaba muy bien para una propuesta adolescente veinteañera. Hacer lo mismo con la historia de Peter Rabbit es decididamente un error, porque la película no es Ted, que se dirige a público adulto, sigue siendo un film para niños, por lo cual se ubica en una zona gris que la convierte en muy incómoda. La interacción entre humanos y animación no es mala, pero los movimientos de los personajes son extraños, frenética y espasmódicos. La narración crece de fluidez, y repetimos hay una falta de sensibilidad total. El doblaje al español hace imposible disfrutar de las voces de James Corden, Sia, Daisy Ridley, o Margot Robbie. También dificulta la apreciación de actores como Gleeson y Byrne, de probada eficacia en la comedia. "Las travesuras de Peter Rabbit" ofrece muy pocas satisfacciones, y la sensación de haber podido aprovechar mejor una base muy potente, solo dificulta más la experiencia. Mala suerte para este conejo
Tras demostrar con Easy A y Friends with Benefits que tenía la comedia subida de tono en el bolsillo, Will Gluck eligió el camino apto para todo público para su siguiente proyecto, una decididamente fallida versión moderna de Annie. Cuatro años más tarde el director vuelve a la carga en terreno similar, con otra adaptación cinematográfica de un “querido” personaje destinado al público infantil, y esta vez su talento no se ve malgastado. Peter Rabbit tiene el dinamismo, frescura e irreverencia que se ha llegado a esperar del cine del realizador, pero sin perder de vista a quién se dirige la película.
Tomando un personaje de cuento clásico ingles creado por la escritora e ilustradora Beatrix Potter en 1902 -que sirvió de inspiración para que la Warner de vida a Bugs Bunny muchos años después-, el director Will Gluck -Annie- le rinde tributo con esta adaptación contemporánea que mezcla con eficiencia personajes y entornos reales con animación, para narrar las aventuras de este rebelde, travieso y adorable conejo que viste chaqueta azul -al estilo Paddington- y que junto a sus hermanas y primo luchan por conseguir los preciados productos de la granja del malvado señor McGregor. Ambientada en Inglaterra, y con numerosas referencias a la obra original de Potter -como las atractivas y oportunas animaciones en 2D y cuadros que aparecen-, Las travesuras de Peter Rabbit se destaca por una extraordinaria animación de los animales con chaquetas que los vuelven completamente verosímiles -con marcadas influencias del oso Paddington-, y una trama sencilla que avanza de manera fluida. Una entretenida comedia familiar, con algunos clichés melodramáticos al estilo Disney y bastante predecible pero que va equilibrando, al ritmo de hip hop y éxitos musicales Pop del momento, la aventura, humor, cierta parodia a los clichés de películas de acción y hasta una historia de amor. Las travesuras de Peter Rabbitno llega a ser tan encantadora como el oso Paddington, pero cumple con su cometido de entretener a niños y adultos por igual sin mayores pretensiones. Una mención aparte para el guiño adulto que reposa sobre el atormentado y depresivo gallo, que cada mañana vuelve a despertarse lamentando y padeciendo sus actos cometidos el día anterior a la espera de que cada noche sea su última.
Esta película no es, verá por el puntaje, la mejor de la semana. Sin embargo, sirve para ver una cierta tendencia en el cine comercial estadounidense de hoy que es útil señalar. Los libros sobre Peter Rabbit de la británica Beatrix Potter son bellezas ilustradas con algo de humor y bastante ternura (a veces demasiada, es cierto). Pero carecen de esa mezcla de ironía y astracanada que, traducida a porteño básico, podemos llamar “piolada”. Y aquí Peter es un piola bárbaro, aunque con bastante torpeza. El territorio de los conejitos tomado por humanos y que debe reconquistarse se transforma en una película que intenta la comicidad directa a través del golpe y porrazo, el guiño para adultos, la velocidad y cierta -cierta, subrayemos- ironía lateral. Resultado: queda bastante poco de la ternura del original, y si bien está bien bajarle la sacarina al asunto, aquí el realizador se pasó de la línea. Por cierto tiene buenos momentos, lugares donde se ríe de modo franco y la animación es perfecta, pero eso ya no es novedad. Lo que queda es la idea de la adaptación de todo a la sensibilidad contemporánea más ramplona, cuando el mérito es transmitir al espectador de hoy otras sensibilidades que parecen extintas. Da un poco de tristeza ver a Domnall Gleeson haciendo papeles cada vez peor dirigidos, cuando es un actor con méritos incluso para ser aprovechados en la comedia reidera. Los chicos se divierten, eso sí, y alguna entrada se vende.
Hay veces que las llamadas películas infantiles se permiten ciertas libertades fáciles de detectar por el adulto, libertades apenas escondidas en personajes y en situaciones inocentes. Las travesuras de Peter Rabbit se hace interesante gracias a esos momentos intervenidos casi siempre por personajes simpáticos. ¿Qué decir del gallo que se lamenta por un nuevo amanecer y que la vida siga su curso un día más? Este es un personaje que desencaja en la historia dirigida a toda la familia. Pero la clave está en hacerlo gracioso, como para que no se note el trasfondo pesimista de lo que está diciendo. Las travesuras de Peter Rabbit tiene como protagonistas a unos conejos liderados por el joven conejo Peter, que todos los días entran sin permiso a la huerta del señor McGregor (Sam Neill) a robar frutas y verduras. El anciano trata de combatirlos tendiéndoles trampas o ahuyentándolos. La guerra está declarada, y cada vez que McGregor atrapa a uno de ellos aparece la vecina Bea (Rose Byrne), una artista de dudoso talento que ama a los conejos, para rescatarlo. En una de esas correrías en la huerta, el señor McGregor fallece y la casa queda, como herencia, para su sobrino Thomas (Domhnall Gleeson), un obsesivo del orden y la limpieza que trabaja en una juguetería de Londres. Cuando Thomas viene a conocer la propiedad de su tío abuelo para venderla, se encuentra con los animales librando una fiesta épica. Pero Thomas conoce a Bea y se enamoran. Y el conejo Peter se ve en la obligación no sólo de echar al nuevo intruso, ya que considera a la huerta como un terreno propio, sino de hacer todo lo posible para que no conquiste a Bea. Así queda conformado un triángulo amoroso inesperado y divertidísimo, donde prima el gag físico, las escenas desopilantes y esa inocencia propia de las fábulas infantiles. Lo más interesante del filme dirigida por Will Gluck, y basado en los cuentos infantiles ingleses de Beatrix Potter, es cómo desplaza el centro de la trama (la conquista de la huerta para obtener alimentos) hacia ese costado amoroso de terceros en discordia en el que termina, que involucra al conejo digitalizado con los dos personajes humanos principales. Si bien tiene muchos momentos burdos y diseñados para cumplir con las reglas básicas de los productos para niños, la película gana cuando pone el foco en la feroz pelea entre Peter y Thomas, siempre a espaladas de Bea. Es cierto, hay un poco de violencia atenuada por el humor y la ridiculez, y también hay algún que otro mensaje para adultos. Pero también hay auténtico entretenimiento y escenas hilarantes.
Definitivamente estamos en un año lleno de sorpresas con respecto al 7mo arte. En esa gran variedad de géneros los grandes estudios se arriesgan a intentar de nuevo con películas cuyos personajes principales son digitales. Tenemos grandes triunfos y grandes decepciones, desde Paddington hasta El Pajaro Loco, pero en esta crítica nos encargamos de Peter Rabbit. La historia es simple: Peter Rabbit (James Corden) es un conejo que vive con sus hermanos en una madriguera junto a la casa del Viejo McGregor (Sam Neil) y Bea (Rose Byrne). Peter es intrépido y posee un humor – para sorpresa de muchos y muchas – ácido; este joven conejo pasa sus días con su familia y amigos tratando de robar la comida de la plantación del viejo McGregor. Los días son rutina para Peter y para McGregor; Peter trata de entrar, McGregor se enoja, lo perisgue y falla en alcanzarlo… pero un día lo logra y por misterios de la vida en ese mismo instante el viejo campesino cae muerto en el acto por un paro cardiaco. Todo este hecho es celebrado por Peter y sus amigos de forma descontrolada – convierten la casa del viejo McGregor en su propia casa -, pero de tanta fiesta y descontrol se olvidan que el recientemente fallecido McGregor tiene decendientes y uno de ellos (Domhnall Gleeson) se dispone a arreglar y vender todos los bienes de su tío (incluyendo la famosa casa). La película cumple en su premisa básica y sorprende en su desarrollo, francamente uno al ver el tráiler espera algo del montón, nada fuera de lo común, pero Peter Rabbit entretiene y mucho, este tipo de películas generalmente desembocan en el factor primario de producir sentimientos falsos; la ternura, emoción, la lágrima – y en un par de casos, lo irritante – se hace presente, pero en Peter Rabbit todo significa diversión y good times sin golpes bajos. Es notable el trabajo de efectos especiales. Todo animal en pantalla se ve como un verdadero espécimen; cada uno de estos personajes animados cuentan con un detallado seguimiento en sus reacciones. Obviamente estamos hablando de animales parlanchines que dicen y hacen lo que piensan pero afortunadamente Peter Rabbit no es Alvin y las Ardillas, estamos frente a un film que se puede exprimir en una futura franquicia sin llegar a lo absurdo. En resumen: Peter Rabbit cumple, entretiene y brinda un nuevo prometedor peldaño en esta moda de “Animales parlantes digitales”. Gracias a la dirección de Will Gluck (Annie, Fire up!) y buen trabajo del elenco al igual que del equipo técnico, esta película es una simpática sorpresa en las salas de cines. Valoración: Buena.
Este simpático personaje fue creado en 1902 por la ilustradora y escritora inglesa Beatrix Potter, quien publicó 23 libros de Peter Rabbit a lo largo de 28 años. Con el transcurrir de los años cosechó muchos seguidores y conocedores las travesuras de este conejo, sus hermanas, padres y amigos, acompañados por liebres, patos, venados y puercoespines, entre otros. El cineasta norteamericano Will Gluck (“Annie”) logra entremezclar muy bien a los humanos y la animación digital, la historia tiene mucho ritmo, es dinámica, posee un gran despliegue, se encuentra llena de situaciones alocadas, gags y varios personajes. Es una linda comedia familiar. Los efectos visuales son excelentes, en varios momentos se van recreando con imágenes actuales que se mezclan con fragmentos de los libros, eso le da un toque distinto incluyendo material original. Contiene mucho humor, es emotiva, contiene lindas canciones, momentos bien coreografiados, se encuentra llena de mensajes y de humanos encantadores como la dulce y protectora Bea (Rose Byrne, “Buenos vecinos 1 y 2”), un viejo gruñón y malhumorado Mr. McGregor (irreconocible Sam Neill, “Jurassic Park”) y el joven Thomas McGregor (Domhnall Gleeson) que quiere conquistar a Bea. Hay distintas persecuciones y peleas con el conejo Peter similares a las del coyote y el correcaminos, también hay algo de Bugs Bunny, entre otros. En idioma original están las voces de: Sam Neill, Margot Robbie, Daisy Ridley y James Corden, entre otros. El film se desarrolla sobre escenarios naturales, y un recorrido por Londres, aquí se divierten todos, chicos y adultos. Te recuerdo que entre los créditos finales hay escenas extras.
Crítica emitida por radio.
Will Gluck (“Friends With Benefits”, “Easy A”) nos ofrece esta mirada aggiornada y actualizada del clásico cuento infantil concebido por la escritora inglesa, Beatrix Potter. Quizás por estas pampas no son tan conocidas las historias de Peter Rabbit o Pedro el conejo como se lo conoce en ciertos países hispanohablantes. El cuento de Potter es una fábula que relata las travesuras del roedor del título, el cual siempre logra meterse en problemas a pesar de los consejos de su madre. Su familia le advierte sobre mantenerse alejado del jardín del Sr. McGregor, ya que su padre fue atrapado y cocinado en forma de tarta. No era de extrañar que luego del éxito que tuvieron las películas del oso Paddington, otro querido personaje de la literatura inglesa, se pusieran en marcha otras producciones de la misma índole. Es así, como este año pudimos ver al conocido conejo en el siguiente largometraje que se estrenó un par de meses atrás. El film cuenta la historia de Peter (James Corden) y sus hermanas que viven metiéndose en la huerta de McGregor (Sam Neill) hasta que éste muere y los animales toman el control del lugar. Sin embargo, la casa la hereda Thomas McGregor (Domhnall Gleeson), el sobrino del amargado granjero. Siendo un hombre de ciudad ajeno a los beneficios de la vida rural, Thomas siente que debe vender la casa para volver a la transitada Londres y ganarse la vida en la gran urbe, no obstante, conoce a su tierna vecina, Bea (Rose Byrne), una artista amateur y defensora de los animales que lo hará debatirse sobre sus aspiraciones interesadas y chabacanas. Al decidir quedarse en la granja, Thomas deberá enfrentarse a los roedores que buscan alimentarse de sus vegetales y hortalizas. “Las Travesuras de Peter Rabbit” es un largometraje que apunta al público infantil, pero que llamará la atención de los adultos por medio de varios gags logrados y ciertos momentos políticamente incorrectos en una obra de esta índole. Por momentos, la película puede contar con cierta originalidad disparatada y algunos instantes de violencia caricaturesca. Obviamente, la historia resulta algo predecible e incluye ciertos clichés inherentes al cine infantil, pero Will Gluck termina dándonos una propuesta entretenida, que actualiza y mantiene vivo el espíritu del cuento original. Uno de los grandes atractivos de la obra (si se la disfruta en su idioma original) tiene que ver con las correctas actuaciones de Byrne y Gleeson, pero especialmente las voces de las criaturas animadas que resultan bastante desopilantes por momentos. James Corden compone al protagonista, mientras que tambien son de la partida Sia, Margot Robbie (“Suicide Squad”), Elizabeth Debicki (“Guardians of the Galaxy”) y Daisy Ridley (“Star Wars: The Force Awakens”). “Las Travesuras de Peter Rabbit” es un film entretenido para disfrutar en familia, que si bien puede resultar algo previsible e infantil, sale airoso gracias a su talentoso elenco y a una animación destacada, donde interactúan humanos y animales antropomórficos. Algunos puristas de la literatura dirán que la cinta no le hace justicia al material original, pero lo cierto es que el personaje del título mantiene la esencia literaria y la actualiza a los tiempos que corren.
Beatrix Potter ha sido otra de las tantas creadoras en el mundo que ha elegido algún animal para contar sus historias y hacer dinero. Fueron libros, historietas, dibujos animados y ahora película. Peter Rabbit, creado en 1902, no es otra cosa que una versión zoológica de los arquetipos humanos y de la idiosincrasia británica, como el ratón Mickey lo puede ser de la sociedad conservadora norteamericana. Al igual que Paddington, en Inglaterra es un personaje archiconocido y forma parte de su cultura. ¿En qué nos compete a nosotros? No mucho, la verdad. Es como si en Londres se estrenase una de Patroruzú. Si bien la trama toma parte de algunos de los libros originales escritos hace más de un siglo, la adaptación al cine es lo primero que falla. Arbitraria y efectista, despojada de la verdadera esencia totalmente ingenua, otrora la característica principal de este conejo, la producción se parece más a una propuesta de humor físico que a la pacífica idea de su autora. Trampas disparatadas al estilo de las pergeñadas por Macaulay Culkin contra Joe Pesci en “Mi pobre angelito” (Chris Columbus, 1991), corridas, explosiones, cercas electrificadas y un par de enredos es la forma elegida por Will Gluck, director y co-guionista junto a Rob Lieber, para aggiornar la cosa. Así y todo, “Las travesuras de Peter Rabbit” se las arregla para conformar la curiosidad de un público menudo que no debería superar los 8 ó 9 años, dada la inocencia del tratamiento de los personajes. El conejo, sus tres hermanas y su primo viven al lado de la casa del señor McGregor (Sam Neill), hombre hosco que odia a los intrusos ávidos de comerse sus hortalizas. Todo lo contrario a la joven y naif vecina Bea (Rose Byrne), quién ama a los animales y confía en su total inocencia. En una de sus rabietas al viejo le da un infarto y sus pertenencias pasan por herencia a su sobrino Thomas (Domhnall Gleeson), un hombre obsesionado con ascender a gerente de Harrod’s, cosa que le es denegada, y cuyo plan con la propiedad es venderla para abrir una juguetería y hacerle la competencia. No tendremos la sutil ironía del humor inglés pero algunos gags funcionan muy bien (el del ciervo con los autos por ejemplo), y el despliegue del juego del gato y el ratón que se propinan entre animales y humanos dentro de un mismo set suele emular a los viejos Looney Tunes. Otras situaciones calan apenas más profundo, como la culpa y la intolerancia que siente Peter Rabbit al ver que llegó demasiado lejos. El costado tecnológico está bien logrado (pese a verse un par de costuras). La combinación entre actores y efectos de la digitalización de los animales (no hay ninguno real) funciona, y la música junto al montaje se suman a una propuesta vertiginosa correspondiente a esta época. El futuro de la franquicia probablemente esté más presente en el viejo continente, y por una cuestión de identidad cultural. Por estos lares, más allá de resultar un entretenimiento pasajero, no da la sensación que Peter Rabbit haya llegado para quedarse.