Apocalíptica y desintegrada Para traicionar la consigna que constituía la esencia genética del serial, la traición debía ser bestial, feliz, desfachatada. Y eso es lo que había ocurrido en [REC]3. La cuarta entrega decide olvidarla (salvo por la referencia a una fiesta de casamiento y algún personaje) y vuelve sin demasiado convencimiento a la lógica de las camaritas omnipresentes y la pretendida mirada documental de las dos primeras. Ahora la trama transcurre en un barco donde se encuentra la periodista que dio origen a todo esto y en el que se investiga una posible cura para evitar nuevos brotes zombis. No es que el disparate y los caprichosos giros en la narración sean necesariamente malos per se; lo que molesta es el desgano que desnuda el intento de explotación vicaria de un producto que ha funcionado comercialmente y la ausencia de un mínimo de coherencia, aun en el marco de aquel disparate o capricho. Si el punto de partida es que nosotros no podemos ver sino lo que filman las múltiples camaritas que forman parte del universo del film, al menos ese elemento debería ser respetado. La peor de la saga.
Monos enjaulados en aguas profundas. La gran calidad del terror español, y especialmente la habilidad de los catalanes en este género para construir relatos escalofriantes e ingeniosos, es parte de la recuperación de una tradición cuyos mejores exponentes fueron Narciso Ibáñez Menta con actor y su hijo Narciso Ibáñez Serrador como director, a través del extraordinario ciclo televisivo Historias para no Dormir. Heredera de ese linaje, Rec 4, la última obra de Jaume Balagueró, es la continuación de la segunda parte de Rec (2007). Después de la extraordinaria Mientras Duermes (2011), el director y guionista vuelve a Barcelona, al rústico edificio en cuarentena infestado de seres rabiosos, para intentar contener el brote que se desató en la primera parte y que reveló sus secretos en el caos de la segunda. Tras la contención del brote, la conductora de televisión Ángela Vidal (Manuela Velasco), única sobreviviente del virus que convierte a las personas en zombies, despierta en un barco carguero español en alta mar en una especie de clínica clandestina donde unos científicos buscan un antídoto para el virus. Mientras que en las primeras dos entregas Balagueró unió fuerzas con Paco Plaza, las dos películas siguientes quedaron a cargo de ambos por separado. Plaza escribió y dirigió la tercera parte junto a Luiso Berdejo (coguionista de la primera entrega también) y David Gallart, dejándole a Balagueró el final de la saga junto a Manu Díez (coguionista de la segunda parte). A pesar, o debido a las fallas de la tercera parte, Balagueró decidió volver a los orígenes del terror zombie: a la experimentación indiscriminada, a la falta de ética y moral de los científicos y a los guiños cinematográficos al género, para convertir el último viaje del Capitán Ortega y su tripulación en una pesadilla con una estética claustrofóbica y una construcción de personajes similares a las de las dos primeras partes. Si bien faltan sorpresas, la cuarta parte de Rec logra colocarse como una digna secuela de la saga a través de un humor cínico, grandes labores actorales, un sólido guión, grandes escenas y efectos visuales y sonoros muy bien logrados. Con esta entrega final, Balagueró confirma su talento como artesano del terror y cierra la saga fuera del edificio con un regreso a las fuentes del terror español para dejar en claro que esta tradición es mucho más que una moda. De esta forma, Balagueró logra transformar los temores de la sociedad encerrándolos y mezclando distintos factores para poner lo escalofriante al servicio de una historia atrapante y de gran calidad estética y técnica.
No caben dudas de que Rec es uno de los mejores exponentes del cine con zombies de los últimos años. La mezcla de El Proyecto Blair Witch y Exterminio, de Danny Boyle, a cargo del tándem Jaume Balagueró- Paco Plaza, llenó los cines, provocó escalofríos y generó secuelas, como la flamante Rec 4: Apocalipsis. Esta vez la acción no se desarrolla ni en un edificio (Rec y Rec 2) ni durante un casamiento (Rec 3: Génesis) sino en un barco en medio del mar, donde un grupo de científicos trata de encontrar la cura para la enfermedad que convierte a las personas en criaturas hambrientas de otras personas. Allí es trasladada la principal sobreviviente: Ángela Vidal (Manuela Velasco), la periodista que sufrió el ataque en el edificio… y que tuvo un encuentro muy cercano con la Niña Medeiros (Javier Botet), el ente poseído que comenzó todo. ¿Habrá heredado Ángela la esencia del Mal? En tanto, un mono infectado escapa del laboratorio e inicia una nueva epidemia de monstruos sanguinarios. Y si las posibilidades de escapar se reducen debido a la cantidad de agua alrededor y a una tormenta inminente, entonces las cosas no pueden más que empeorar. Así como la tercera parte fue dirigida por Paco Plaza en solitario, en Apocalipsis le tocó el turno a Balagueró. Al igual que su coequiper en el film anterior, reduce al mínimo el recurso found footage (sólo al registro de cámaras de seguridad) y elije un estilo más clásico, pero siempre al servicio de las emociones fuertes. Ya había dirigido películas en clave solista, y de gran nivel: Los Sin Nombre, La Séptima Víctima, Frágiles y Mientras Duermes. En la cuarta pesadilla zombie vuelve a demostrar su talento tanto para los momentos gore como a la hora de construir personajes y situaciones de pura tensión, donde los seres en apariencia más inocentes (La Niña Medeiros a lo largo de la franquicia, un mono capuccino en esta oportunidad… y también otra sorpresa en el final) son el disparador del horror, o parte del horror. También se da tiempo para citar a clásicos como La Cosa/ El Enigma de Otro Mundo, de John Carpenter, y Braindead, de Peter Jackson, además de la clara referencia al Demeter, el barco que trasladaba a Drácula en la novela de Bram Stoker. Pero el mayor logro es la manera en que desarrolló la mitología de la saga, siempre doblando la apuesta, sin traicionar la esencia original y sin que se agoten las ideas. Valiéndose de un ritmo implacable, personajes con oscuros secretos e inteligentes giros en el guión y buenas dosis de hemoglobina, Rec 4: Apocalipsis logra renovar el aire de un subgénero que siempre parece agotarse, sobre todo en la actualidad, cuando los zombies se consagraron como íconos multitaquilleros y estrellas del prime time gracias a la serie The Walking Dead. Sin embargo, como en aquella etapa dorada de los ’60, el terror español tiene con qué para igualar -y hasta superar- a las producciones anglosajonas.
El eterno retorno al edificio “REC 4: Apocalipsis” comienza de vuelta en el edificio de la primera entrega de la saga, donde unos militares rescatan a la periodista Ángela Vidal (interpretada, como siempre, por Manuela Velasco). Luego ya aparecemos en un barco-laboratorio que se encuentra en alta mar, y hay una suerte de cuarentena con todos los que estuvieron expuestos al virus. Sin embargo, un barco controlado por militares y médicos que buscan encontrar una solución a esta epidemia desatada, entra en caos cuando el virus se propaga dentro de la embarcación. (Me gustaría contarles más pero siempre me limito a la información brindada en el trailer y las sinopsis publicadas. Es para no spoilear, ¿vió?) Otra más y van… Esta nueva entrega de la saga REC está dirigida solamente por Jaume Balagueró (parece que se van turnando con Paco Plaza que dirigió la tercera, pero han co-dirigido las dos primeras películas) y mantiene un nivel aceptable, aunque se despega completamente de la estética original de found footage. En lo que respecta al guión, es para destacar que hayan realizado una cuarta entrega tan digna. Hasta el momento parecía que esto sólo lo lograba Hollywood, e incluso ellos le pifiaban muchas veces. La historia continúa su curso luego de lo ocurrido en la primera entrega y se hace muy llevadera, con algunos altibajos que la hacen levemente larga pero no llega a ser densa. La estética se conserva con todos los rasgos y tips del género aunque, como dije antes, esa presentación de material grabado de forma casera, o periodística en este caso, no se conserva e incluso se aparta completamente de ese formato. En cuanto a las actuaciones tienen un muy buen nivel. Quizás lo que más hay que destacar, que no es común en las películas hispanoparlantes, es la verosimilitud de las actuaciones de todo el reparto de la película. Conclusión “REC 4: Apocalipsis” es una película que gustará a los fans de la saga pero no enloquecerá y no vayan pensando que se puede llegar a aproximar al nivel que tiene la primera película. Es recomendable para pasar el rato y asustarse un poco, nada más. Por eso, si cuentan con el tiempo y el dinero, es un buen plan para verla durante el fin de semana y continuar con la historia de este virus.
Así naufragó Zaratustra. Aunque el furor por las secuelas venía de antes de la década del 80, la edad dorada del VHS le dio un gran impulso a las interminables sagas de las películas de género. Y el cine de horror supo encontrar un nuevo mercado para colocar sus productos que rozaban o pertenecían a una nueva ola de explotación. El tiempo pasó y el Video Home System terminó en manos de coleccionistas nerds o en volquetes en la puerta de un video club quebrado, pero las sagas de género continuaron rebosantes de vida. Y la vieja frase popular “las segundas partes nunca fueron buenas” puede tener su remate en “pero las cuartas sí” o las quintas o la que sea. Porque las actuales continuaciones de una gran idea madre que funcionó ya no son exploitation de nicho ni salen pensadas para el divertimento casero, las continuaciones son gestadas con la seriedad y, a veces, más presupuesto que la primera; con todo lo que ello implica: más pre y postproducción, más horas de montaje, más nombres, explosiones, CGI de calidad y toda la bola. Rec 4 forma parte de estas producciones grosas de la nueva moda de continuaciones grandilocuentes. No por ello buenas, claro; pero, en este caso, se da todo para bien. Atrás de esta cuarta entrega está un magister del terror como Jaume Balagueró, responsable en parte de la genial movida del renovado “paella horror”, y de los mismos pagos que el mítico Jorge Grau. La decisión de abandonar por completo el falso found footage de las dos primeras y de escupir en la tumba de aquel pastiche sin alma que dirigió en soledad Paco Plaza unos años antes son dos grandes aciertos de Balagueró, conseguidos mediante la adopción total del punto de vista omnisciente y del destierro de la tercera parte casi por completo. Si en Génesis los amplios espacios en donde se desarrollaba la acción atentaban contra la claustrofobia y enfriaban las corridas zombies que no aportaban tensión, en Apocalipsis el viaje en barco al infierno logra todo en pocos minutos. Como en la primera Rec, funciona mejor el encierro teñido de rojo y la persecución individual a los miembros de un pequeño grupo de buenos personajes que el gigantismo de la tercera. En esta última todo pasa en el Zaratustra, un real navío expesquero ruso lleno de óxido que transporta a la periodista Ángela Vidal (sobreviviente de la primera), a sus héroes rescatistas, a una viejita senil (única referencia a la tercera parte) y a un grupo simpático de tripulantes junto a un grupo antipático de milicos. Y lo que sigue lo sabemos, ese inoxidable camino encantador que inauguró Romero y actualizó O’Bannon: suspense/ zombies corriendo gente/ gore. Los diálogos a veces trillados y un poco sobreactuados no hacen mella en tan redonda puesta; las buenas películas podrían ser mudas, no todo debe ser culto al diálogo excesivo del posmodernismo tarantinesco ni apología de las sobreexplicaciones subestimadoras de audiencias ni vueltas de tuerca innecesarias. De hecho, Rec 4 sólo cae cuando en el desenlace se pasa de diálogos explicativos y traiciona su historia directa. Estamos ante otra muestra de lo brillante que es, en líneas generales, el horror español. Nos enseña cuán lejos estamos de su industria y talento en materia de género y le da aire a un año con varias producciones pésimas que pasaron por cartelera sólo para facturar con aquellos que van a ver “una de terror” sea cual sea. Bueno, ésta no es cualquiera, ésta respeta al género y, por añadidura, nos respeta a todos.
Zombies en un Bote [REC 4]; Apocalipsis (2014) es el final más digno que se le podría haber dado a la serie española de terror iniciada con [REC] (2007). La dispar evolución de la serie pesa sobre los hombros de la película, así como la incoherente trama conspirativa detrás de la infección zombi, pero el film hace bien endescartar el disonante elemento religioso introducido en [Rec] 2 (2009) y los intentos de comedia negra de [REC]³ Génesis (2012). El resultado es satisfactorio. La trama sigue nuevamente a Ángela Vidal (Manuela Velasco), la desafortunada periodista y “final girl” de las primeras dos películas. Luego de sobrevivir el brote zombi original, ambientado en un tétrico edificio de apartamentos en Barcelona, Ángela es rescatada – y raudamente enjaulada – a bordo de un buque transatlántico, donde un grupo de científicos busca desesperadamente desarrollar un antivirus capaz de frenar otra posiblepandemia. Estos zombis son de la escuela de28 días después… (Exterminio, 2002): son más veloces que sus víctimas y su mordida es altamente infecciosa, transmitiendo el virus en materia de segundos. Una bala en la cabeza todavía sirve pero las municiones no abundan y hay que ponerse creativos con nuevas y dolorosas formas de matarles. Se podrían describir con el oxímoron “exquisitamente repugnantes”, embebidos en sangre color diésel, cubiertos de pústulas mutantes y chillando a unos 115 decibeles mientras arrancan yugulares de raíz. Se ven, se oyen y se mueven temiblemente, y no hay un solo atisbo de magia computarizada a la vista. La criatura más espeluznante, no obstante, sigue siendo la “niña Medeiros”, el emaciado ser que velaba silenciosamente el ático de [REC]. A esta altura no tiene mucho sentido lamentar la pérdida del formato “falso documental” que solía ser el emblema de la serie, aunque vale aclarar que la nueva película lo ha abandonado definitivamente (no sea que la gente vaya con otra expectativa). Lo que [REC 4]; Apocalipsis recupera es otra cosa: la angustia, que se construye muy bien durante la primera mitad de la película, trabajando la paranoia viral y el pavor de la claustrofobia, y el horror, que se desenvuelve naturalmente ya en la segunda mitad del film. Así que el horror de esta película de horror está excelentemente planteado y ejecutado. Es fácil lidiar con la muerte de la mayoría de los personajes de la película, tratándose dentro de todo de gente estúpida o desagradable. Ni siquiera Ángela es una protagonista muy entrañable, ya que estamos en duda si aún lleva en su vientre o no el parásito que lidera las huestes zombis, y cuán dueña de sus acciones realmente es. El único personaje simpático es el operador de radio Nic (Ismael Fritschi), aunque sea porque aporta cierto entusiasmo y tiene un gusto excelente en remeras. La película sufre cuando tiene que lidiar seriamente con la ridícula e incoherente mitología que Jaume Balagueró y Paco Plaza han construido a lo largo de cuatro films muy dispares en tono, forma y contenido a lo largo de siete años (dirigieron juntos los primeros dos; Plaza se hizo cargo del tercero y Balagueró de éste). Pero al final del día, [REC 4]; Apocalipsis lleva la serie a buen puerto.
En el cine de terror no son frecuentes las sagas que consiguen tener un final decente. Por lo general cuando una película se convierte en un suceso comercial y luego se desarrollan varias secuelas, la calidad de las historias empieza a decaer con el paso del tiempo o directamente distorsionan la propuesta original. Los últimos filmes lisérgicos de Chucky, me refiero a su etapa familiar cuando empezó a tener novia e hijos, son un claro ejemplo de esta cuestión. En el caso de REC el inconveniente que tuvo la serie fue que el primer capítulo resultó tan bueno que a los directores Paco Plaza y Jaume Balagueró se les complicó superar su propio trabajo. De todos modos creo que los realizadores españoles consiguieron presentar continuaciones bastante dignas. La última producción, Genésis, terminó siendo la menos favorita del público pero tampoco era una película mala. REC: Apocalipsis presenta un film que retoma el tono oscuro y claustrofóbico de la primera entrega, pese a que el director Balagueró esta vez abandonó en su narración el recurso de la cámara subjetiva. La nueva película se desarrolla como un thriller de supervivencia que se enfoca a pleno en la acción y las intensas escenas de violencia. El director presenta en los primeros diez minutos el conflicto principal, que reúne a personajes de los tres capítulos anteriores, y enseguida captura la atención del espectador con un soberbio dominio del suspenso. La idea que la historia se desarrollara en un barco que navega a la deriva es realmente muy buena y Balagueró consiguió convertir al escenario principal en un personaje más de la trama. Las mayores virtudes de Apocalipsis las encontramos en la elaboración de las secuencias de acción y los efectos especiales que superan claramente a muchas producciones hollywoodenses de terror que vimos en el último tiempo. Otro aspecto interesante de este film es el trabajo de Manuela Velazco quien volvió a interpretar a la periodista Ángela Vidal desde una óptica diferente. La sobreviviente del primer film en esta ocasión tuvo una participación mucho más activa en la peleas contra los zombies y resultó el personaje más destacado de esta producción. Inlcusive hay un par momentos donde se comporta como una discípula de la teniente Ripley de Alien. Los viejos lectores de la página ya lo saben. Tengo una debilidad especial por las historias de zombies y no me aburren aunque en el fondo veamos siempre lo mismo. REC: Apocalipsis me pareció una muy buena conclusión de esta saga y por ese motivo merece su recomendación.
A los españoles les encantan las sagas. Sino basta observar las últimas producciones de ese país y la mayoría apuestan a la continuidad de alguna historia que haya funcionado correctamente. En el caso de “Rec 4: Apocalipsis” (España, 2014), la épica sobre la niña Medeiros de Jaume Balagueró encuentra una nueva posibilidad en la franquicia. Habiendo ya explorado la expansión del virus dentro del edificio y llevando en la tercera parte la infección al festejo de bodas más bizarro y gore del mundo, en esta oportunidad la saga encuentra en un bote en altamar la posibilidad de seguir narrando los acontecimientos que se iniciaron allá hace tiempo con la visita de Angela Vidal (Manuela Velasco) a la propiedad vertical en la que todo se inicio. El barco en el que transcurre la acción de “Rec 4: Apocalipsis” es una suerte de Arca de Noé con los sobrevivientes de los hechos. Aislados se los ha convocado sin su consentimiento para una suerte de protocolo de seguridad dirigido por un doctor (Héctor Colomé) que a fuerza de ciencia quiere encontrar la cura para el letal virus. La película deambulará entonces en una suerte de epopeya por parte de los “sobrevivientes” por encontrar respuestas en el hermético entorno en el que se encuentran y así poder comprender qué paso no sólo con ellos sino también con el resto de sus conocidos. Angela (Velasco) no estará sola, la acompañarán dos especialistas en catástrofes (Críspulo Cabezas y Paco Manzanedo) y a su vez también un miembro de la tripulación del barco (Ismael Fritschi), especialista en tecnología, que cuando la pesadilla se desate en el mar, intentarán juntos poder escapar de esa prisión en medio de la nada. Balagueró apuesta una vez más al terror más efectivo, aquel que en la propagación del virus hace que la tensión crezca, principalmente buscando una vía de escape a la pesadilla, con flasbacks en forma de videos recuperados (la cámara de la primera entrega es presentada como una fuente de conocimiento sobre la verdad de lo que pasó en el edificio) y la mediatización de imágenes. Es que “Rec” construyó su verosímil a fuerza de imágenes capturadas por soportes que de alguna manera, y más allá de su función original, controlando a los demás brindaron luz sobre la enigmática situación particular de cada lugar en los que la pesadilla estuvo presente. En “Rec 4” nadie está a salvo, menos en un lugar sin posibilidad de escapatoria más que el adentrarse en aguas profundas, con el claro y seguro destino de naufragar sin ningún tipo de garantía. Balagueró se afirma como un conocedor del género con grandes momentos y una tensión in crescendo que gracias a las buenas actuaciones de sus protagonistas (Velasco inmensa) y una edición vertiginosa, como así también una estructura narrativa sólida hacen de “Rec 4: Apocalipsis” una fiesta visual para los amantes del género.
Momento de decirle adiós a una de las sagas de terror mejor elaboradas de los últimos tiempos. Aquella que inició en 2007 como una inteligente entrega de ese recurso tan gastado y tan mal utilizado en general como es el Found Footage. Aquella que abandonó ese formato en [REC]3 Genesis, y se convirtió en todo un emblema del mejor horror fuera de los cánones hollywoodenses (sino observen lo fallido de la remake Cuarentena). En [REC 4]: Apocalipsis se promete que todo llega a su fín ¿Pero es realmente así? Será cuestión de verla. La acción comienza poco tiempo después de los hechos de los dos primeros films (y por ende, también del tercero que ocurría en paralelo con el primero), cuatro agentes entran al edificio de Barcelona con la idea de terminar con todo, en su interior se encuentran con la única sobreviviente; sí, es ella, Ángela Vidal (Manuela Velasco cada vez más parecida a Marisa Tomei) la reportera que tres entregas antes había entrado a ese edificio siguiendo la crónica de unos bomberos para toparse con una cuarentena zombi devastadora. Ángela y los agentes sobrevivientes despiertan en un barco, en medio de alta mar, y junto a ellos hay también una sobreviviente de la boda sucedida en la tercera entrega. De inmediato, y antes que “los durmientes” sabemos que ese barco es una suerte de laboratorio andante ¿pero cuáles son sus reales fines? Más personajes, buenos y malos, entradores y escondedores; todos se verán envueltos en un nuevo caos cuando el virus se desate nuevamente allí. Según las órdenes de las tareas divididas, esta cuarta entrega quedó bajo el mando de Jaume Balagueró, a esta altura un eximio en el tema de crear los climas perfectos, mover los hilos del suspenso, y dentro de esta saga jugar al gore extremo. El director de Darkness y Mientras Duermes es un maestro de la técnica, con grandes hallazgos en la fotografía de manera sutil y al servicio de la suciedad necesaria para el asunto. También se encarga del guión nuevamente junto a Manu Diez, y si bien no presenta grandes hallazgos narrativos, no deja cabo suelto, se maneja paso a paso en un crescendo increíble, y se destaca loa fluidez de los diálogos y personajes chispeantes como los de María Alfonso Rosso e Ismael Fritschi, los dos puntos de fuga hacia el humor y descargo de tensión de film. [REC 4] es pura adrenalina, es vértigo y diversión asegurada para quienes no temen de mancharse con sangre, al contrario, quieren más y más. Y eso es lo que nos da esta entrega, más, no se anda con largas explicaciones, con vericuetos y complejidades de argumento; desde el minuto cero y hasta en las escenas en las que no hay muertes y zombis se respira nervio y una idea de que cualquier cosa puede pasar a la vuelta de la esquina. Los personajes conquistan la pantalla, aún los más antipáticos, y verlos cazar todo tipo de herramientas filosas o de fuego será la gloria para el espectador. Algo más inclinada a la acción (sobre todo en el primer tramo) que sus entregas anteriores; en sus bases podemos encontrar huellas de clásicos o films muy reconocidos para los gustosos del género como Aliens, Agua Viva, Barco Fantasma, y hasta Virus. No esperen un gran argumento, no esperen enormes sorpresas, si lo que buscan es divertirse y reírse con lo desbordado del asunto, [REC 4] será el film para ustedes, sin dudas el más inclinado al gore de los cuatro. ¿Momento de decirle adiós a la saga? Esperemos que no.
Y un día se iba a terminar... y llegó!!! Rec 4 es la última peli de esta saga de terror, que no defrauda en absoluto, te hace divertir y saltar de la butaca en varias oportunidades. Llegar a realizar una cuarta parte no es tarea fácil, sobre todo si tenes que mantener a todos los seguidores con ganas de ir a disfrutarla, y lo hace. Te aseguro que la vas a pasar más que bien. Si sos impresionable, hay varios momentos para taparse los ojos, pero una vez que entendiste el código, nada puede alarmarte. Un gran barco es el set central de este cierre que apunta a... ¿realizar una parte más? No se sabe, nadie ha dicho nada aún, lo que tenes que hacer es, si te copa el género, ir a verla.
El director Jaume Balaguero dice que es la última, pero el final parece abierto. Esta vez, en un barco (como la serie “Helix”), con acción, infectados, malos y buenos. Entretiene a los fanáticos.
Epidemia en alta mar La primera Rec, de 2007, fue una grata sorpresa: explotaba con maestría el recurso de la cámara en mano puesto de moda por El proyecto Blair Witch. El éxito hizo que se filmaran secuelas y ahora, siete años después de la original, la saga se cierra con esta Rec 4: Apocalipsis. El mismo número ya nos anticipa que buscar innovación aquí es estéril. En todo caso, lo que hay que esperar es entretenimiento y eficacia a la hora del susto, algo logrado a medias. A diferencia de lo que ocurre con otras sagas de terror -o franquicias, ese término más comercial y sincero que se les aplica en Hollywood- que repiten sus recursos ad infinitum, Jaume Balagueró (codirector, junto a Paco Plaza, de la 1 y la 2) tuvo la astucia de abstenerse de filmar con cámara en mano. La narración es convencional; sólo se repite el espacio cerrado. La acción transcurre en un barco que funciona como laboratorio móvil. Hasta allí han sido llevados los sobrevivientes de las tres películas anteriores, para ser sometidos a estudios que permitan encontrar la cura a la infección. Pero algo saldrá mal. Quedó dicho: aquí no hay originalidad. En la delgada línea entre el homenaje y el plagio, Rec 4: Apocalipsis les hace guiños a clásicos del género -Alien, sobre todo- y a las entregas anteriores, y consigue que pasemos un buen rato... siempre y cuando dejemos las grandes pretensiones de lado.
Rec 4 o cómo disfrutar de un virus contagioso En 2008 se estrenaba en los cines argentinos [Rec], una película española de terror que contaba la historia de la periodista Ángela Vidal (Manuela Velasco) y su camarógrafo que, mientras realizan una noche una nota acerca de la vida y trabajo de los bomberos, los siguen cuando responden a una llamada de emergencia de un edificio. Cuando llegan allí se encontrarán con algo para lo que no están preparados: una infección que convierte a las personas en criaturas terroríficas. [Rec] era un filme que se iba a estrenar directo a video y rompió absolutamente todo: estuvo entre las 100 películas más taquilleras fuera de Estados Unidos, ganó premios en cada festival fantástico en que se presentó, se hizo una versión norteamericana -bastante mala- protagonizada por Jennifer Carpenter titulada Cuarentena y, debido al éxito, se hicieron dos secuelas más [Rec]² y [REC]v: Génesis. Ahora llega la cuarta parte, [REC] 4: Apocalipsis, que, según palabras de su director Jaume Balagueró, cerraría la franquicia. A modo de homenaje a la saga, los infectados retornan para atacar. El filme comienza con un comando que rescata a Ángela del edificio, siendo la única sobreviviente. Cuando despierta, se encuentra en un barco que navega en alta mar junto a Guzmán (Paco Manzanedo) y Lucas (Críspulo Cabezas), dos de los oficiales del grupo que la sacó; y una anciana (María Alfonsa) que fue la única sobreviviente del casamiento del film anterior. Todos ellos fueron llevados allí para que estén en cuarentena, estudiarlos y por las dudas evitar que el virus se propague. En la embarcación hay cinco tripulantes, un enorme número de soldados, y un grupo de científicos, liderados por el Dr. Ricarte (Héctor Colomé), que buscan una cura para evitar que haya una pandemia. Por supuesto que el Diablo meterá la cola y una nueva horda de infectados desatará el caos. Es loable que se hayan hecho cuatro películas de esta saga. Primero y principal porque no es común que esto ocurra fuera de Hollywood, segundo porque habla del buen momento -artísticamente hablando- del cine español. Jaume Balagueró es uno de los directores que le dio un aire fresco al cine de género de terror. Sus films La Secta de los sin Nombre, La Séptima Víctima) y Frágiles, le dieron la oportunidad de llegar a realizar [Rec]). En esta parte no usaron el recurso de cámara en mano y volvieron atrás en la historia para tratar de dar todas las explicaciones posibles de las preguntas que quedaron pendientes con las tres anteriores. Manuela Velasco, atractiva como siempre, vuelve para encantar la pantalla. El maquillaje es una de las mejores cosas que tiene la película, y que no tiene nada que envidiarles a las grandes producciones estadounidenses. Hay un mix de terror, acción y humor que no logra ubicar bien al film. Con esto quiero decir: las dos primeras eran de terror puro, y la tercera se iba en excesos tanto que invitaba a la risa. Esta cuarta parte combina todo y, parece ser, más un guiño para los fanáticos de la saga que un film que se toma algo en serio. El largometraje es muy divertido, trata de respetar lo que ya se contó -queda dudoso el tema del sacerdote que mediante la ciencia quería curar los exorcismos- y termina por cerrar todo (al menos por ahora, ya que nunca se sabe). [REC] 4 no tiene más pretensiones que su público pase un buen momento. Hay que agradecerle algo: en épocas del Ébola, es la mejor forma de disfrutar de un virus contagioso.
En la nueva “Rec” todo es más serio, pero aún entretiene Luego de "Rec 3" en donde el tono era directamente cómico, todo un festival de humor negro y masacres de zombies, el director Jaume Balagueró decidió retomar su muy exitosa franquicia tuvo hasta una remake hollywoodense, la eficaz "Cuarentena"- desde el principio de la historia, por lo que esta cuarta parte nos vuelve a traer a la heroína de las primeras dos películas, la sufrida periodista que interpreta Manuela Velasco. La película empieza donde terminaba "Rec 2", y no sólo soslaya los hechos ocurridos en "Rec 3 Génesis", sino que también elimina todo aspecto cómico cambiándolo por un tono mucho más serio incluso que el de las dos primeras entradas en esta saga que empezó siendo una mezcla de las películas de "found footage" con el popular e inmortal género de los muertos vivientes. Justamente hay una vieja tradición española en este género, que en su momento fue un éxito internacional, las películas de los "muertos sin ojos" que dieron fama a Amado de Ossorio a partir de "La noche del terror ciego" (eran zombies de malvados caballeros medievales), y en aquel momento los ubicó en un barco para la secuela "El buque maldito". Bueno, esta vez las matanzas de zombies de Balagueró ocurren en un ominoso barco donde están atrapados los protagonistas. La acción es realmente claustrofóbica y está filmada con un presupuesto mucho más generoso que la modesta producción del 2007 con el que comenzó toda esta saga. En esta "Rec 4 Apocalipsis" el director va directo al asunto de los zombies y aprovecha todas las posiblidades del género, con métodos para masacrar muertos vivos realmente originales y muy divertidos , aunque a decir verdad por momentos se toma todo el asunto demasiado en serio. Hay terror fuerte y bien gráfico para conformar a los fans del gore, y realmente la película está muy bien filmada, más allá de las repeticiones que supone una tercera secuela y que quitan casi toda posibilidad de sorpresa. Pero, al fin y al cabo, el que va a ver una cuarta parte de "Rec" sabe a lo que se expone, y lo cierto es que la película es intensa y entretenida.
Los zombies en los tiempos del ébola Estrenada justo en momentos en que el ébola no sólo encendió la alarma mundial, sino que también se cobró su primera víctima allá en España, REC 4 (que se filmó antes de que todo esto se desatara) cobra una inesperada actualidad. Con el estreno de la cuarta entrega de la saga REC, el cine español vuelve a mostrarse como una plaza importante en la producción de cine de terror, al mismo tiempo que confirma a Jaume Balagueró como uno de los directores más eficaces del género y uno de los renovadores de la temática zombie junto al inglés Danny Boyle, director de Exterminio. En este capítulo cuatro, la serie retoma el final de la entrega original en la que Angela, una periodista, quedaba atrapada en un edificio donde tenía lugar el brote de una enfermedad desconocida que convertía a los integrantes de la vecindad en muertos vivientes. Que a diferencia del clásico estereotipo creado por George Romero en La noche de los muertos vivos (pero en consonancia con los de Boyle), son rápidos y furiosos, lo cual los vuelve una amenaza mucho más inmediata, acorde con los tiempos modernos. Todo es más veloz en las películas de Balagueró si se las compara con las de Romero: el contagio, la respuesta sanitaria, la certeza de la ineficacia de los controles preventivos, la propagación de la epidemia y de la información, los mismos zombies. Un cambio nada menor. Si en el modelo romeriano los zombies acaban convertidos en una subcasta sobre la cual es posible mantener una ilusión de control y donde el poder todavía respeta un orden vertical, acá los infectados responden al modelo global, tejiendo una red que atraviesa cada espacio, volviéndose incontrolable en todos los niveles justamente a partir de la velocidad con que los cambios se van dando. La película empieza con un grupo de elite rescatando a Angela, que en la escena final del film original era arrastrada hacia la oscuridad por una mujer aparentemente poseída que habitaba el ático del edificio y que parecía ser la causa de la epidemia. Pero enseguida la chica y su liberador despiertan en altamar, encerrados en un barco con un rígido sistema de seguridad, supervisado por un médico que lidera un grupo de científicos en busca de la cura para el mal. Estrenada justo en momentos en que el ébola no sólo encendió la alarma mundial, sino que además se cobró su primera víctima allá en España, luego de que el primer infectado llegara a la península desde el otro lado del Mediterráneo, REC 4 (que se filmó antes de que todo esto se desatara) cobra una inesperada actualidad. Sin embargo, se trata de una actualidad aparente, que sólo responde a esa sincronía entre ficción y realidad. Más allá del muy buen nivel técnico, que no tiene nada que envidiar a producciones norteamericanas mucho más costosas, como Guerra Mundial Z, la misma velocidad de los tiempos que corren hace que en cuatro películas las peripecias que los protagonistas van padeciendo se vuelvan un poco obvias. Algo que no pasa con los trabajos de Romero, quien siempre encuentra una vuelta de tuerca oportuna para renovar la metáfora zombie. Pero tal vez en esas reiteraciones se encuentre el éxito del terror, un género más conservador de lo que se supone. De la misma manera en que los chicos piden escuchar una y otra vez el mismo cuento, porque el goce se encuentra en la repetición de los momentos placenteros, las películas de terror proponen una estructura fija que los fanáticos esperan sea respetada. Todo el mundo sabe que si en el barco hay un cocinero filipino y un maquinista negro, alguno de ellos será el primer infectado: así y todo, cuando llega el momento y si todo está en su lugar, la cosa funciona de nuevo. No es extraño que este tipo de films sean sobre todo consumidos por adolescentes y jóvenes, quienes para alejarse del niño que fueron eligen cambiar cuentos de hadas por cuentos de miedo, pero todavía siguen demandando la mecánica de la repetición. Balagueró acierta en la elección de un barco para montar su nueva escena, un espacio cerrado y sin salida aparente que recuerda mucho a los escenarios que suele elegir John Carpenter para sus historias. Sin embargo, si se lo piensa bien, se trata de la reiteración más evidente de todas: al fin y al cabo estar encerrados en un edificio o en un barco es más o menos la misma cosa.
Largo viaje para los infestados En Rec 4, un regreso al horror clásico, la lucha por la supervivencia viaja en un barco donde se busca un antídoto para combatir un virus que produce zombis. Nuestro comentario. El retorno al cine de horror clásico que ya se insinuaba en Rec 3 termina de confirmarse en Rec 4. Si bien la anterior era dirigida por Paco Plaza y esta por Jaume Balagueró, es evidente que los dos integrantes de la sociedad que firmó las impactantes Rec y Rec 2 van en la misma dirección estética. Este retorno –paralelo al de buena parte de la industria del género en los últimos tres o cuatros años y visible en títulos como El conjuro, Sinister, Posesión, Líbranos del mal o Anabelle– parece tener en la saga de los españoles una razón más profunda que la moda o el negocio. Y esa razón es narrativa. Hay que recordar que en la primera Rec todo se veía a través del foco de una sola cámara; en Rec 2, a través de varias cámaras incorporadas en los cascos de los rescatistas; y en Rec 3 ya se introducía –aunque de manera intermitente– una narración visual clásica. Un dato significativo: en las cuatro, el camarógrafo es Pablo Rosso, un ejemplo de ductilidad técnica. Rec 4 se desarrolla en un barco plagado de cámaras de vigilancia, y Balagueró explota al máximo esos dispositivos visuales, pero las cámaras ya no son el instrumento del horror (no tiemblan, no caen, no ruedan, a lo sumo titilan o se prenden y se apagan). Es decir vuelven a ser sólo artefactos de visión; testigos, no protagonistas. Es probable, más que probable, que no se trate únicamente de una renovada confianza en el cine de vieja escuela, sino de una cuestión de presupuesto. Para filmar como filma ahora, Balagueró ha necesitado varios millones más en el rubro producción. Pero lo que importa es que ha gastado ese presupuesto de una manera digna, contando una historia que está a la altura de la saga y que tiene las dosis de suspenso y de acción suficientes como para dejar conforme a la mayoría de los espectadores de esta clase de productos. Esa decisión –que puede parecer reaccionaria, concesiva y sumisa a los principios de eficacia estética y económica de Hollywood– es en última instancia la constatación de que sólo excepcionalmente es posible narrar una historia de manera original y de que tarde o temprano hay que volver a las fórmulas tradicionales. Respetuosa no sólo del pasado en general sino también de su pasado particular, esta cuarta Rec también se inventa su propia versión del infierno, un infierno aún más aislado que los anteriores. En este caso, es un barco contratado por un equipo de científicos, quienes han montado un laboratorio en la bodega para hallar un antídoto al virus que convierte en zombis furiosos a los infestados. Además de los científicos, sus guardas y los tripulantes, viajan en el Zarathustra (¿un guiño a Nietzsche?), tres personajes secundarios de las películas precedentes y uno principal, la periodista Angela Vidal (Manuela Velazco), que vuelve a ser la protagonista. La pluralidad humana y Ña atmósfera de encierro le dan otra densidad a la lucha por la supervivencia, el relato básico que vuelve a contar Balagueró.
Llega Halloween el cine se viste de horror y sangre con títulos que llegan para recambiar la cartelera y vestirla con elementos de ésta fiesta pagana. Con "REC 4" Jaume Belagueró, se despide de ésta saga española muy exitosa que cuenta la historia de la única sobreviviente de una pandemia que se desata dentro de un edificio y convierte a los infectados en criaturas violentas sedientos de sangre. Cine zombie, nunca pasado de moda, que no tiene nada que envidiarle a producciones pochocleras americanas.
Herencia de sangre La dupla de directores conformada por Jaume Balagueró y Paco Plaza supo revitalizar el transitado subgénero del falso documental de terror con la primera entrega de [REC] en el año 2007, y repetir el éxito con una versión recargada que multiplicaba puntos de vista en la segunda parte, antes de tomar caminos separados. Paco Plaza se ocupó de la tercera parte, una lúdica y desmedida precuela, y Balagueró dirigió la inquietante Mientras Duermes (2011). Ahora en solitario retoma la historia de REC allí donde terminaba la segunda parte, con el rescate de la periodista Ángela, interpretada nuevamente por Manuela Velasco. La acción se traslada a un barco en donde se pretende aislar el supuesto virus que ha causado tantas muertes, pero la idea sigue siendo la misma, disponer de un espacio limitado y plagado de rincones mortales. El escenario marítimo sólo sirve para renovar los elementos que se utilizarán para eliminar a los zombies, desde arpones hasta un motor fuera de borda. Desbordarse parece ser la premisa. El uso de cámaras para registrar lo que ocurre es absolutamente secundario, aparece como un guiño a las entregas anteriores. La historia, con sus causas y consecuencias, ya se había contado y vuelto a contar en las tres entregas anteriores, por lo que era de esperar que esta vez el argumento sea de cuarta, pero sigue siendo lo de menos. El terror también cede su lugar a la acción y el suspenso, y lo que queda es una dosis razonable de entretenimiento y una sobredosis de sangre para fanáticos del género.
El sentido de un final [REC] (Paco Plaza, Jaume Balagueró, 2007) apareció en un momento particular del cine español de terror pre-crisis de 2008, cuando se estaban produciendo gran cantidad de películas del género, muchas de ellas con calidad internacional; incluso tenían su propio Masters of horror, con la serie Películas para no dormir, impulsadas por el mítico Narciso Ibañez Serrador. Jaume Balagueró y Paco Plaza combinaron la incipiente popularidad de las películas de zombis con la naciente popularidad de las películas found footage o cámara en mano, y le pusieron una estrella de la televisión local (Manuela Velazco) como gancho. El resultado fue una asfixiante y aterradora película de zombis, y quizás de lo mejor que se haya filmado con el recurso de la cámara en mano, incluso más memorable que la sobrevalorada Cloverfield. En resumen, un éxito que impulsó una interesante y también exitosa secuela donde estos inquietos directores aprovechaban para ensanchar el universo creado en la primera película, privilegiando la acción por encima de la claustrofobia y dando un audaz giro argumental. Envalentonados por el éxito comercial y de crítica, Balagueró y Plaza le pusieron más ambición al asunto, y propusieron para cerrar la historia de REC una precuela dirigida por Plaza y una secuela final dirigida por Balagueró (sumándose también a la popularidad de las sagas eternas). Es posible que en las pretensiones de estos muchachos estuviera la idea de reescribir el género de los muertos vivos en clave española. Una mención a [REC] 3: génesis Que los autores hayan decidido dirigir las secuelas de [REC] por separado implica que tenían ideas diferentes de cómo continuar la saga. Se nota que Plaza quería complejizar un poco más el asunto y en su sorpresiva [REC] 3 lanza por los aires la cámara casera y hace una película convencional de gore festivo. Se atreve a la comedia, a burlarse del género, de sus propias películas, de los íconos españoles como el Quijote, de la Iglesia, etcétera. Filma una boda salvaje (ojalá alguien le hubiera avisado a Szifrón para que saque un par de ideas) y se ríe de nosotros, que perplejos esperábamos absolutamente lo contrario de lo que estábamos viendo. Estaba buenísimo lo que hizo en aquel entonces Paco Plaza. [REC 4]: apocalipsis Balagueró se encuentra con el desafío de encarar el final de una saga que tiene menos presupuesto y muchas más pretensiones. Vuelve a la protagonista original e intenta volver a la propuesta original, sin cámara en mano pero sí en ambiente reducido con estos monstruos desquiciados y muchos (demasiados) estereotipos. Pero el problema principal al que se enfrenta es un guión que hace agua por todos lados. Intenta ligar argumentalmente [REC] 1 y 2, y de pasada mencionar a [REC] 3 y meterlo todo en un barco para iniciar lo que digamos es la fiesta gore final. Pero Balagueró no se anima nunca al disparate total, por lo que los segmentos solemnes le quedan grandes y pesados. Hay una escena en el puente de mandos del barco donde se empiezan a acumular personajes que es tan desastrosa que recuerda a algún momento de La dueña, con Mirtha Legrand sentada en una habitación donde entran cada vez más personajes sin sentido. Balagueró tiene un déficit en cuanto a captar cómo se expresa la gente mediante el lenguaje -déficit que se disimulaba con la cámara en mano frenética y desprolija-, y en consecuencia los diálogos son antinaturales siempre. Sin embargo, entiende cómo es la gente cuando se mueve. De ahí que [REC] 4 avanza cuando los protagonistas pelean o escapan de los zombis. [REC] 4 es entretenida en tanto film de acción pero es ínfima en comparación con las otras entregas. Como final es un final forzado, quizás necesario pero intrascendente.
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Zombies con pasajes de ida Las expectativas para los fanáticos de Rec (que incluye a quien suscribe esta crítica) apuntaban a que se elevara la calidad de la saga luego de una segunda parte con excesivas explicaciones teológicas y una precuela de inmediato olvido. La imbatible Rec de 2007, con la camarita al hombro de Pablo, los zombies de pasillos y escaleras, los climas asfixiantes e insoportables y la seducción y posteriores miedos y gritos de Ángela Vidal (Manuela Velasco), la periodista televisiva nocturna, permitían albergar ciertas esperanzas sobre el fin de la saga creada por Jaume Balagueró (también director de un film interesante como Mientras duermes) y Paco Plaza, este último ahora sólo en el rol de productor ejecutivo. Pero la frustración golpeó la puerta otra vez, las cámaras ágiles no están, los sustos se hicieron previsibles y el contagio por un virus fatal ya se parece al de otras películas con argumentos parecidos. Ahora la peste se aleja de la ciudad para ubicarse en un barco custodiado por científicos, patovicas de seguridad bien armados y algunos invitados ocasionales. La excusa es una boda adonde concurre Ángela sin saber que podría ser utilizada como experimento de laboratorio ya que se sospecha que algo extraño le quedó en el cuerpo luego de trances semejantes. Algunas escenas de la primera parte recuerdan lo mejor que hizo el terror español en las últimas décadas, exhibidas por un looser experto en computación, personaje que levanta un tanto el nivel del film, quien admira con ingenuidad adolescente a la atribulada periodista. La tripulación, que desconoce un destino fijo, poco a poco se irá convirtiendo en esos famélicos y violentos zombies, pero ya son demasiados, poco sorpresivos, sin la filosa ironía de antaño. Pero la zancadilla más importante al seguidor de la saga se relaciona a que las cámaras en mano desaparecen, el fuera de campo no existe y la trama se circunscribe a exhibir algunos sustos y litros y litros de hemoglobina por las instalaciones del barco. Sólo quedan Ángela y su musculosa salpicada de sangre para describir un apocalipsis del que se esperaba mucho más. Qué pena.
La saga del edificio REC 4: Apocalipsis es la primera secuela formal de la saga comenzada en 2007 por Jaume Balagueró y Paco Plaza. Como se sabe, las anteriores jugaban con un eterno presente paralelo en un llamativo continuum (en cuanto a término matemático más que dialectico) no sólo desde lo formal-narrativo sino también desde lo simbólico. Las dos primeras [REC] juntas son de lo mejor que dió la tercer ola del cine zombie (el tòpico traspasó las fronteras del género) junto a El Amanecer de los Muertos (Dawn of the Dead) de Zack “La-voy-a-romper-con-Batman-vs-Superman” Snyder. La tercer parte, dirigida únicamente por Paco Plaza, pateaba en una dirección totalmente diferente y eso resintió el destino de la serie. De esta manera, con menos expectativas hacia esta nueva entrega que con las que ví la tercera parte llegamos al episodio final (o al menos eso dicen), el último retorno (o partida) al edificio. Teniendo en mente que con las dos primeras entregas sus directores habían comenzado a crear un universo, es decir, un contexto mítico para el desarrollo de la acción, puede decirse que el argumento en [REC] 4: Apocalipsis no sólo no aporta a esta construcción sino que la delimita gruesamente y luego la reduce. Si bien el desarrollo de las tramas y el pulso narrativo son virtudes notables en el cine de Balagueró el cierre de su saga es bochornosamente linealista y encorsetado en el dictamen del género. En una obra que se distinguió por el uso de la temporalidad un cierre como este merece un análisis aparte. Las cuatros [REC] juntas son un gran homenaje a buena parte del cine y sus géneros. El soporte operativo-estético mediante el cual elige contarnos el final de las aventuras de Ángela Vidal también cambia. Balagueró reduce considerablemente el uso de la cámara diegética planteando una puesta de cámaras formalista que por momentos se quiebra en una cámara que pretende moverse como la del found footage. Con este temblequeo se intenta compensar torpemente la falta de ritmo. A pesar de estas fallas que tienen que ver con el pulso en cuanto a relación narración- trama el director se permite llenar la puesta en escena de referencias a clásicos del cine. Puedo decir en este aspecto, que a pesar de lo desparejo de las entregas, los cuatros films juntos son un gran homenaje a buena parte del cine y sus géneros. Podemos encontrar terror, comedia, épica (mágica e histórica en [REC] 3), drama, aventura y en gran medida la historia misma del cine español. Esta unión cerrada por este último film resignificó para mí varias escenas en apariencia aisladas o de ruptura de la coherencia interna en varios pasajes a lo largo de toda la serie. REC 4: Apocalipsis es un final demasiado correcto y contenido para una saga que arrancó a lo grande. A pesar de su irregularidad, las [REC] forman uno de los conjuntos más dignos del género de los últimos años.
Después del resultado final de “Rec 3”, nadie podía imaginar el deseo de revivir al muerto; de manera que es saludable el retorno de Jaume Balagueró a la saga creada por él mismo en 2007. “Rec 4: Apocalipsis” retoma los hechos dejados abiertos en la segunda parte, lo cual nos lleva a recordar brevemente cómo venía la mano. La idea básica era la de un falso documental en el cual una reportera y su camarógrafo arreglaban una nota, en un cuartel de bomberos, para registrar y mostrar cómo es una noche en la vida de la dotación de turno. Esa vez acuden a un llamado de emergencia en un edificio, el que termina siendo una suerte de madriguera de gente infectada por un virus propagado desde un laboratorio secreto que un sacerdote tiene para tratar de curar a una nena poseída, situación que se mantiene y amplía en “Rec 2”. Pasamos por alto la pésima tercera parte y así llegamos a este punto. La policía especializada y armada hasta los dientes ingresa en el edificio maldito del cual rescatan a la reportera Angela Vidal (Manuela Velasco en su retorno al papel). Lucas (Críspulo Cabezas) y Nic (Ismael Fritschi) son los héroes del operativo. Elipsis. Los tres aparecen en los camarotes de algún barco so pretexto de estar aislados en cuarentena. Entre ellos, el capitán de la nave, su lugarteniente, y un científico en busca de una cura. Se descubre que nada es lo que parece y que las intenciones tienen muchos giros. Jaume Balagueró es lo mejor que le pasa a esta saga porque conoce su propio producto como para manejarlo al dedillo o modificarlo a su gusto, empezando por el abandono casi completo de la estética de falso documental para volver a una narrativa clásica. Es cierto que la fórmula lugar-del-cual-es-imposible-escapar sólo cambia de forma. De edificio pasa a ser un barco con pasillos laberínticos que hasta se podría decir, que funciona mejor todavía. La producción camina por peso propio. En especial por su efectiva forma de instalar el verosímil que justifica (¡al fin!) algunos cortes de luz o acciones de los personajes durante los momentos de tensión. Hasta una suerte de humor seco aparece con buen timing. Por supuesto que los rubros técnicos están a la orden del día, bien facturados y en connotación con el relato, aunque hay cierto abuso del diseño del sonido y de la mezcla cuando los “zombies” gritan o algunos objetos caen al piso. “Rec 4: Apocalipsis” no inventa la pólvora, ni se reinventa a sí misma, pero constituye un buen exponente del género que no teme repetirse porque así es como funciona. Los fans agradecidos.
[REC] 4: Apocalipsis es la cuarta (¿y última?) entrega de la saga REC, creada por los españoles Jaume Balagueró y Paco Plaza. Para los fans de la historia, o para los que al menos la conocen y saben de qué van las tres primeras partes (yo pertenezco al segundo grupo), la acción retoma el final de la segunda película, en la que un grupo de rescatistas entran a un edificio a salvar a los posibles sobreviventes de la propagación de un virus que convierte a la gente en zombies. Una de las personas que está ahí adentro es Ángela Vidal, protagonista de la primera REC, una periodista que llegó al lugar a investigar, quedó atrapada con su equipo y su cámara en medio de la crisis sanitaria, y de paso se dedicó a filmarlo todo. De ahí el nombre de las películas. Volvamos. La acción comienza, entonces, cuando el equipo de rescate, ya rendido después de muchas bajas, empieza a colocar bombas dentro del edificio y se dispone a retirarse. Entonces, uno de ellos escucha a la periodista en los pisos superiores y corre a rescatarla. Lo siguiente que vemos es a Ángela atada en una camilla, con médicos y científicos a su alrededor que le hacen pruebas para estar seguros de que ella no porta el virus. A través de las cámaras de seguridad, llegamos al camarote del rescatista que la salvó, Nic, que no sabe bien dónde está, así que sale a investigar un poco. Se encuentra entonces con una anciana, que conocemos de la tercera REC (que transcurre en un casamiento en la que hay un estallido del virus), que le pregunta por su nuera y le pide que les avise a todos que no se tienen que olvidar de ella. Nic le promete volver y sigue su camino hasta que se topa con Ángela, que logró escaparse y es perseguida por los guardias; él la defiende y siguen corriendo hasta que llegan a estribor y se dan cuenta de que están en un barco. Los rodean, se llevan a Ángela, Nic se hace amigo del Capitán, que le cuenta que están completamente aislados (la radio no funciona), y que será así hasta que bajen órdenes de parte de los científicos. Hasta acá, se podría decir que el argumento de REC 4 es el resultado de las tres primeras películas: lograron aislar el virus, tomaron a los únicos sobrevivientes de los estallidos, los pusieron en cuarentena en un barco en el medio del mar y empezaron a hacer estudios para desarrollar una vacuna. Es una película de terror, no cuestionaremos las implicancias morales. Los efectos en general están muy bien logrados, tirando más al grotesco y al morbo que a la credibilidad. En este sentido, hay escenas forzadas desde el guión, que tiene bastantes problemas de obviedad y algunos errores de concepto, aunque para los amantes de las imágenes fuertes puede estar bien. Eso sí: no es una película que dé miedo, y tampoco abunda demasiado el factor sorpresa. Un domingo de lluvia, puede andar entre las primeras 10 opciones.
Cuando una película logra una buena recaudación por lo general se realizan varias secuelas y en esta ocasión ya vamos por la cuarta, desde la producción dicen que es la última aunque su final deja una puertita abierta. Durante los primeros minutos del film el espectador se encuentra atento, luego va prestando mayor atención a ese barco que se encuentra a la deriva al igual que sus personajes porque desconocen que puede suceder. Hay una crítica a la ciencia que no sabe qué hacer cuando un virus se les escapa de las manos y tiene un pequeño toque político. Esta contiene escenas de violencia, sangre, gore, acción, tensión, suspenso, buenos efectos especiales, estupendos escenarios y todo envuelto en un ambiente de: claustrofobia, asfixia, incertidumbre y sorpresas.
¿Cuándo es el momento adecuado para decir a una saga de películas "basta, no más", antes de seguir agonizando? Pareciera que ese síndrome sólo se da en Hollywood, pero de repente hay ciertas producciones a las que les pasa lo mismo. Esa es la saga Rec, iniciada en 2005 con un filme que revolucionó el cine de terror, pero que con el pasar de los años, se devalúa más y más. En esta cuarta parte, que prometía ser la última, pero que sin embargo el final dice que habrá más, sigue la historia directamente de Rec 2, considerando que Rec 3 es como un spin-off: es el mismo mundo, pero un lugar diferente y cuyas acciones repercuten poco, pues la única sobreviviente de la boda aparece aquí para dar un toque "cómico", y sigue la historia de Ángela Vidal, quien, tras ser rescatada del edificio donde todo da inicio, ahora se encuentra recluida en un barco aislado del mundo, en donde se trabaja para encontrar una cura para este "virus" que transforma a las personas en seres sedientos de carne humana. Dirigida por Jaume Balagueró (mismo responsable de la 1 y la 2 en conjunto con Paco Plaza), Rec 4 intenta retomar el ambiente claustrofóbico característico de las primeras dos entregas, pero dejando de lado el found footage y conviertiéndose en una película común. Y es que, aunque los pasillos y cuartos del barco sean pequeños, se pierde la adrenalina y la sorpresa, e incluso presentan mayor confusión, pues ahora ya no se sabe si es un virus, una posesión o un parásito. Y de ahí deriva todo lo malo de la película: alargar la franquicia por ganar dinero parece absurdo e innecesario. Es cierto que mejora con respecto a la tercera entrega, y como lo mencionamos, por la escena final pareciera que planean seguir con una 5ta parte. pero por su bien, esperemos que le den una explicación coherente y que el terror no solo suceda por que si, sino que sea capaz de atrapar y sorprender al espectador como lo hicieran con aquella maravillosa primera parte