La productora Hammer vuelve a atacar y, luego de la fantástica reimaginación Let Me In y la interesante The Woman in Black, nos trae una nueva historia de apariciones sobrenaturales y estudios eruditos alrededor de ellas. Desafortunadamente, el arribo del film de John Pogue llega a caballo del éxito no muy lejano de James Wan y su impactante The Conjuring, motivo por el cual los pocos elementos a favor que podía tener The Quiet Ones se ven alienados por la escasa frescura en su propuesta. No es la intención comparar constantemente con otras compañeras del género, pero The Quiet Ones se siente desde la primera escena hasta la última un refrito de lugares comunes, visitados constantemente una y otra vez hasta el cansancio. Si funcionó una vez, ¿por qué no reutilizarlo unas veces más?, parecería ser el lema de los productores. La Hammer fue y es una entidad dentro del horror, pero los tiempos cambiaron y para sorprender ya no es posible seguir implementando los sustos fáciles uno detrás del otro, con el sonido amplificado, y así repetir el esquema. Sí, The Conjuring también los utilizaba, pero a su favor se encontraban la construcción de una sensación de desasosiego absoluto que iba escalando en energía conforme pasaba el tiempo, junto a un elenco sólido y humano por el cual realmente uno sentía pena y/o pánico de lo que fuese a suceder. The Quiet Ones tiene mucho de esos factores, pero en diminuta escala. Tanto el profesor, encarnado por un siempre satisfactorio y creíble Jared Harris, como Jane -una emotiva Olivia Cooke como la dolida paciente del experimento facultativo- prometen un costado humano para que el espectador empatice con ellos, aunque no lo logre el resto del equipo. Y sí, la ambientación de los años '70 -escenario donde transcurre también The Conjuring- se muestra medianamente inspirada, pero el guión escrito a varias manos con el director y tres autores más hace agua desde absolutamente todos los lugares posibles, condenando a la película a vivir en un segundo acto eterno, donde la repetición de patrones se suceden escena tras escena. Si no fuese por su frustrante linealidad, The Quiet Ones sería recordada por su público durante muchos meses, pero su comodidad en el nicho de la mediocridad la condena a satisfacer las ansias del espectador de saltar en la butaca durante hora y media, y luego olvidarse de ella en la cena posterior al cine. ¡Buena suerte para la próxima, Hammer!
El sello británico Hammer, responsable de joyitas del género, clase "B", originales y con centro en el terror "gótico", durante las décadas comprendidas entre el 50' y el 70' está de vuelta en el juego e intenta recuperar terreno en la industria desde su relanzamiento en 2007. Si bien tuvo una época de esplendor en los 60', lo cierto es que mucho de su material es clásico y su catálogo contiene auténticas joyitas de su tiempo, desde "The Curse of Frankestein" pasando por "The mummy", "The two faces of Doctor Jekyll" y la trilogía vampírica "The Vampire lovers", "Lust of a Vampire" y "Twins of Evil". Sin embargo, algunos se preguntan si el estilo de la productora, puede ser aggiornado a los tiempos que corren, donde el found footage reina y la cuestión explícita (al estilo "VHS") siguen dictando los reglas del mercado, al margen del suceso de James Wan. Cuando la máquina se volvió a poner en movimiento, con "Let me in" y "The woman in black", ámbos films recibieron moderada respuesta del público, aunque mostraron que la dirección artística de la compañía estaba intacta. Esa manera de transmitir el terror, bien a la inglesa, con muchos artilugios sonoros y de atmósfera, parece no haber perdido toda su eficacia y hoy se enfrenta al desafío de consolidarse como opción de taquilla. La historia nos lleva a la universidad de Oxford hacia principios de los 70. Un profesor de la facultad, Joseph (Jared Harris) está en la mirada de los que financian investigaciones en el campo de la psicología. Su trabajo es, en pocas palabras, decifrar lo que hay, detrás de lo que la gente corriente define como "exorcismo". El aporta un marco teórico sobre porqué ocurren estos fenómenos e intenta demostrarlo con el caso de seguimiento a Jane (Olivia Cook), una joven solitaria que sufre severos trastornos de conducta, la cual está bajo su cuidado desde el punto de vista médico. Pero la junta directiva cancela el proyecto y hay que encarar continuar con el experimento, ahora sin fondos para llevarlo a término. Junto a un par de alumnos de la casa de estudios (Erin Richards y Rory Fleck-Byrne), Joseph le propone a un camarógrafo local, Sam ( Brian McNeil) que registre en film el trabajo con Jane. El docente está convencido de que están a punto de hacer un gran descubrimiento para la psicología y necesita registrarlo de cualquier manera. Así es que los cuatro van a una mansión en las afueras de la ciudad para dedicarse a la recuperación de Jane y el registro del trabajo, siguiendo las premisas para su tratamiento que propone el catedrático local. La cuestión no es sencilla: Jane parece sujeto de posesión, es inestable emocionalmente y pronto se ve que es peligrosa para ella misma y para los demás. Podemos decir entonces que "The Quiet Ones" sigue la línea tradicional de films donde se sugiere más que se muestra. No habrá sorpresas pero tampoco imprevisibilidad. John Pogue, guionista de larga experiencia, es quien dirige la accion y se nota que no le costó apropiarse del estilo de la productora. Buena banda sonora, abruptos cambios de cámara, prolijidad en la fotografía y atmósfera sugerente son los elementos que utiliza para que su film luzca cuidado. Desde el guión, sin embargo, debemos decir, no hay muchas ideas originales a la hora del abordaje. La progresión de eventos es lenta y las subtramas no logran despegar, funcionando como meros detractores del ritmo de la narración. Es cierto que el reparto sabe lo que tiene que hacer y cumple sus roles sin deslumbrar. Lo que no hay que dejar de decir es que se nota que Pogue ha visto muchas más veces "The Conjuring" que los clásicos de sus productores . El director lo hace notar, innecesariamente. Lo cierto es que no sentimos nuevas ideas a la hora del tratamiento del suspenso y los giros del libro son previsibles y hasta poco felices, para el público especializado en el género. Podría decirse que si bien el envase es correcto, "Silencio del Más Allá" no logra transmitir la verdadera tensión que un film destacado debería generar. Hay demasiadas inconsistencias en el desarrollo para que eso suceda y a la hora del balance final, sólo podemos destacar sus rubros técnicos como lo más destacado de esta producción.
El efecto poltergeist Otro thriller sobrenatural que coloca al espectador frente a sucesos aparentemente inexplicables para la ciencia y articulados -una vez más- a partir del recurso del "material filmado encontrado" al estilo de El proyecto Blair Witch. De los mismos productores de Déjame entrar y La dama de negro, el film inglés cuenta con guión y dirección de John Pogue (Cuarentena 2: Terminal) y sigue la historia de un experimento poltergeist realizado en la década del setenta por el profesor Coupland (Jared Jarris, a quien veremos en la remake de Poltergeist el año próximo), quien reúne a sus estudiantes universitarios para investigar a Jane Harper (Olivia Cooke), una chica perturbada que ha canalizado toda su furia en una entidad conocida como Evey. Silencio del más alla acumula golpes de efecto (siempre potenciados por el sonido), cámaras que filman sucesos extraños y perturbadores, una joven aislada poseída por una extraña entidad, una casona que encierra un misterio y un pasado en "blanco y negro" que enfrenta a los personajes con un presente aterrador. El recurso ya fue utilizado en infinidad de producicones con mejor suerte. En la trama los sobresaltos y la locura a la que están sometidos los jóvenes transmiten un clima enrarecido que los pone a todos como sospechosos. El público encontrará una historia que ya fue contada -basada supuestamente en hechos reales- pero el lado débil es que las situaciones que se salen de control nunca llegan a generar climas o transmitir miedo.
¿Y dónde está el exorcista? ¿Qué obtendríamos de una cruza entre El exorcista (The Exorcist, 1973), El proyecto Blair Witch (The Blairwitch Project, 1999) y El conjuro (The Conjuring, 2013)? Probablemente algo muy cercano a Silencio del más allá (The Quiet Ones, 2014). Tal vez demasiado cercano. El film de un casi novicio director John Pogue narra la historia -situada en la década del ’70- sobre un profesor de Oxford especializado en los fenómenos paranormales, interpretado por Jared Harris (Cazadores de Sombras: Ciudad de Hueso, Sherlock Holmes: Juego de sombras). El profesor y tres de sus estudiantes buscan llevar a cabo un experimento para probar que ciertas manifestaciones sobrenaturales como los fantasmas y la telequinesis son en realidad obra de problemas mentales que generan energía negativa (sic), y utilizaran a una joven atormentada como conejillo de indias para probar su hipótesis. Como muchos de ustedes podrán llegar a deducir, las cosas dan un giro hacia lo siniestro y eventos extraños comenzarán a sucederse. La historia esta levemente basada en hechos reales, agotadísimo cliché dentro del género de terror contemporáneo. El estudio detrás de esta producción es nada más y nada menos que Hammer Films, mítica productora inglesa de terror que vivió su apogeo entre la década del 50 y fines del ’70; hace algunos años la Hammer –como se llama informalmente- fue rescatada del ostracismo de la industria cinematográfica y tras su resurgimiento ha llevado a la pantalla grande títulos como Déjame entrar (Let Me In, 2010) y La dama de negro (The Woman in Black, 2012). Los antecedentes eran sumamente favorables. Pero un sinfín de inconsistencias de guion –como por ejemplo pedir a los ayudantes que no interactúen en lo absoluto con la paciente y en la siguiente escena comparten todos un picnic (¿?)- sumado a un diseño de sonido que es una amenaza para la salud auditiva de los espectadores –literalmente- junto con actuaciones que exceptuando la de Harris dejan mucho que desear, se vuelven herramientas efectivas en el peor sentido que llevan al film a transitar de forma inevitable un espiral descendente, y nuestra buena predisposición comienza a agotarse iniciado el segundo acto, momento en que cualquier consideración por una lógica interna del relato ya abandonó el tren hace un buen rato. Silencio del más allá es una película que desde una estética que rememora el terror clásico de los ’70 intenta ser muchas películas al mismo tiempo y no logra satisfactoriamente ser ninguna, para terminar perdida en su propio laberinto narrativo y cerrar la cuestíon con un final tan genérico como insípido.
Sesiones más espiritistas que terapéuticas Como ocurriera el año pasado con El conjuro (James Wan), Silencio del más allá, del británico John Pogue, elige un pasado rico en imaginería para ambientar una historia de miedo. Como en el film de Wan, ese viaje a los años ’70 no es un detalle menor, sino un elemento central del relato. En principio porque esa década, si bien ya se encontraba regida por una visión moderna del mundo, aún conservaba estructuras de pensamiento que permitían sostener elementos y costumbres de tradición casi medieval. Para decirlo con ejemplos claros, en los ’70 convivían la llegada del hombre a la Luna y el asentamiento de la tecnología digital, con personajes como el mentalista Uri Geller y el auge de sectas místicas u ocultistas que encontraron en el hippismo y la psicodelia excusas ideales para renacer. Pero también hay motivos cinematográficos para que producciones del siglo XXI elijan volver a ese momento. En primer lugar que el cine supo ser un reflejo fiel de su época: títulos como El exorcista (William Friedkin, 1973) o La profecía (Richard Donner, 1976) dan perfecta cuenta de esa dualidad. Y en segundo término, porque en el actual apogeo de las tecnologías digitales aplicadas al cine, la posibilidad de jugar con formatos tan ricos como el fílmico de 16 mm o Súper 8, virtualmente obsoletos desde lo industrial pero todavía vigorosos desde lo artístico, permiten a los cineastas enriquecer sus trabajos. En esas columnas se sostiene estética y narrativamente Silencios del más allá, ahí se encuentran los cimientos del escurridizo discurso del protagonista. El profesor Coupland (Jared Harris) es psicólogo y dirige un experimento cuyo sujeto es Jane Harper, una joven afectada por un mal que incluye autoagresión, cierta histeria y la manifestación de una personalidad dividida, síntomas en los que también se reconoce el perfil de la posesión satánica. Lo que Coupland intenta probar es que aquello que la superstición achaca al Diablo es en realidad obra de un desorden subconsciente. El lidera un reducido grupo de estudiantes que lo apoyan, incluyendo a Sam, un joven camarógrafo encargado de filmarlo todo, y su trabajo es financiado por una tradicional universidad británica. Los edificios medievales y los acordes de “Cum on Feel the Noize”, en el original de Slade que escuchan los jóvenes investigadores, se combinan muy bien para graficar la dualidad de la época y generan el ambiente propicio para pegar unos cuantos buenos sustos. Pero los tornillos del relato se van aflojando y, aunque los sustos se sostienen, al final ya no alcanza con las imágenes de grano grueso tomadas por la cámara de Sam ni con los ambiguos métodos de Coupland, que afirma ser científico pero cuyas sesiones son más espiritistas que terapéuticas. Tampoco alcanza con el gran trabajo de Harris, porque cuando Silencios del más allá empieza a repetir lo que ya se vio muchas veces, se convierte en un film previsible y sin alma propia.
Hace ya unos cuantos años que Hammer Productions viene intentando reeditar sus viejos tiempos de gloria. Fundada en 1934, la productora británica tuvo su época dorada entre los 50 y los 70 con varios films de terror clásicos, empezando por la saga de Drácula protagonizada por Christopher Lee, compañero de Peter Cushing en La maldición de Frankenstein, primera película en color del estudio y otro éxito de taquilla. Luego de un largo paréntesis, la Hammer buscó reinsertarse en el mercado con Let Me In, una discreta remake de una gran película sueca, Criatura de la noche, de Tomas Alfredson, y ahora apuesta por una más claramente inspirada por El conjuro, otra de buena repercusión que le dio una pequeña inyección de vitaminas a un género que parece entrampado por la dependencia patológica de la cita. En este caso, un profesor de Oxford desarrolla un exótico experimento con una jovencita aparentemente poseída. Lo acompañan en el asunto dos jóvenes estudiantes enredados con él en un triángulo amoroso y un desprevenido cameraman que, mientras intenta capturar imágenes de los fenómenos paranormales provocados por la chica, se va interesando cada vez más en ella e intenta librarla del tortuoso régimen al que es sometida. Hay algo deliberadamente kitsch en los estilos de actuación que tiñe de un humor tenue y deja respirar a una historia plagada de lugares comunes, obvios golpes de efecto y torpezas de guión. Pero está claro que no alcanza. Hammer debe seguir intentando.
Una chica atormentada Una mansión semiabandonada, desconectada del mundo. Muchas tomas hechas con cámara en mano, simulando ser parte de material documental. Una adolescente pálida, de pelo largo, con conductas extrañas y presuntos poderes. Ruidos misteriosos, cortes súbitos de luz, gritos. Un ático oscuro. Es increíble que todos estos lugares comunes de las películas de terror puedan todavía asustar a alguien. Pero Silencio del más allá se nutre de todos estos elementos -algunos clásicos, otros hiperexplotados desde El proyecto Blair Witch (1999) y The Ring (2002) en adelante- y logra que funcionen. El toque de originalidad, si lo hay, está dado por la atractiva ambientación espacio-temporal: todo transcurre en 1974, en Oxford (Inglaterra). Un profesor de esa universidad (Jared Harris, el inglés de Mad Men) está obsesionado por estudiar y curar a una atormentada chica que, según él, creó una presencia fantasmagórica mediante poderes telekinéticos. Para realizar sus experimentos, se recluye en una casona de la campiña con la problemática paciente, dos de sus estudiantes y un joven camarógrafo. La cuestión es si la hipótesis del catedrático es acertada, o si en realidad está ocurriendo algo que escapa a la comprensión científica. El argumento se ve enriquecido por los vínculos entre los cinco ocupantes de la casa, que a la tensión de la experiencia (sobrenatural o no) le suman la de la convivencia forzada. Es una pena que, después de un comienzo prometedor, las situaciones empiecen a repetirse y todo desemboque en un desenlace trillado y berretón.
Curiosidad para los amantes del terror En una universidad inglesa se lleva a cabo un experimento de psicología muy poco ortodoxa: una adolescente que se considera a sí misma "poseída" es observada por un psiquiatra y sus jóvenes colaboradores intentando que pueda enfocar su energía negativa en una muñeca y curarse de su extraña psicosis. El espectador se acerca al experimento desde el punto de vista de un cameraman contratado para documentar el asunto, que parece descabellado, tanto para este cineasta como para los miembros de la universidad, que pronto dejan de sostener financieramente el experimento que termina aislando a la paciente y científicos involucrados en un ominoso caserón en la campiña inglesa. "Silencio del más allá es otra entrega de los nuevos estudios Hammer Films, que hace poco tuvieron un gran éxito con la excelente "La dama de negro", que contaba a su favor haberle dado el primer rol adulto al actor de "Harry Potter". En este caso, el director John Pogue trató de darle al film el look de aquel glorioso terror británico de los 70, quizá no tan relacionado con el estilo gótico de la Hammer, sino más bien con el de su más modesta competidora Amicus, experta en films en episodios como "Asylum", cuya huella se nota en este argumento en el que una hipotética enferma mental realmente sufre una auténtica posesión demoníaca. La ambientación en los años 70 ayuda a darle atractivo a las imágenes (y aporta excelentes temas de rock de la época, de T. Rex y Hawkwind, en algunos casos muy bien utilizados), y tambien redunda en que el material rodado por el cameraman sea en fílmico y no en video como en las actuales películas de "found footage" ("material encontrado") que viene saturando el cine fantástico moderno desde hace unos años. Justamente, el mejor momento del film es un recurso de proyección en celuloide tan bien utilizado que es capaz de provocar aullidos entre el público. Lamentablemente, este recurso magistral dura literalmente un solo segundo, y en cambio la película tiene muchos momentos desparejos, y se basa más que nada en el sólido trabajo de un muy buen actor como Jared Harris, que interpreta el desalmado jefe del experimento. Luego, la poseída tiene algunos buenos momentos gracias a la performance de Olivia Cooke, que parece una versión espectral de Christina Ricci. Con un guión mejor armado, este producto de los nuevos estudios Hammer podría haber resultado realmente contundente. Así, es mas que nada una curiosidad para fans, o una película de terror para ver en una razonablemente siniestra trasnoche de terror del cable.
Basada en supuestos “eventos reales”, es esta una cinta del estudio especialista en horror gótico HAMMER FILMS, una cinta que logra generar algunas escenas que harán saltar al espectador en la butaca, valiéndose de golpes sonoros, utilización del fuera de campo, y aparición repentina de personajes o entidades. Fusiona momentos de metraje clásico con segmentos de un supuesto estilo documental, para esto último utilizando película súper 8, lo que beneficia la estética corrosiva y sucia que ayuda a generar clima. Sin ser una maravilla del género, cumple con su cometido, y los fanáticos de la adrenalina y el horror fílmico la disfrutaran.
A Silencio del Más Allá le faltan cojones. Porque no basta con poner un poco de grano en los planos, un par de patillas y unos cuantos paquetes de cigarrillos para emular al género horror de los 70. Lo que se necesita son un buen par de cojones para asumir riesgos. Y si la película tiene que ser sólo apta para mayores, bienvenido sea. Pero claro que en estos tiempos de apuestas fáciles, plagados de súper héroes en las grandes ligas y de falsos found footage en las bicocas del género, asumir riesgos es para unos pocos. El equipo de The Quiet Ones, con una línea de tres guionistas clavados en el fondo capitaneados por el timorato John Pogue, sale a la cancha a mostrar su juego conservador pero levantando las banderas de los audaces. Y ahí la decepción. En el banco está la mítica Hammer, que se está aggiornando velozmente y volviendo a generar mosca (la película ya recaudó el doble de su presupuesto). En esta ocasión, vuelve a producir una película sin personalidad; quinta producción de la nueva Hammer que a pesar de todo es superior a sus dos predecesoras más famosas, una remake de Criatura de la Noche que no alcanza la densidad ni la atmósfera de la sueca original y una olvidable La Dama de Negro a la que también le fue bastante bien en recaudación. The Quiet Ones va hacia la apuesta fácil desde el principio. Tiene a la chica poseída tan de moda y unas dosis del falso found footage con el que se forraron todos. Hay punto de vista omnisciente pero también hay un camarógrafo que está para cumplir con la función de los planos actualmente redituables y no para jugar con el metalenguaje, y hay también algunas viejas cintas en blanco y negro. Y como en el horror de los 70 lo sexual era importante, entonces hay acá una guapa que se los coje a todos. Pero como lo primordial es la guita y esto tiene que ser apto para púberes que no deben ver diabólicas tetas ni mucho cachondeo, los cuerpos se nos niegan y los garches son a puerta cerrada. En Silencio del Más Allá todo queda a mitad de camino. La película nos vende un look que no es acompañado por la puesta en escena. Si Wan reproducía en El Conjuro una manera de encarar los planos y los tiempos en la creación del suspense -entre otros aciertos- acá el horror contemporáneo y su dependencia absoluta de los golpes de efecto contrasta con la intención de diálogo que parecía asomar a través de la estética superficial.
Es una de terror que gustará a los que se divierten con el susto: basada en hechos reales y partiendo de la base científica de que las posesiones, emanaciones y fenómenos paranormales son inventos de nuestra mente. El film se zambulle en esa investigación con vueltas de tuerca hacia el final que suenan un poco forzadas. Es mejor el durante que promete que el momento desencadenante. Igual entretiene y hace saltar al espectador
A comienzos de la década del treinta en Gran Bretaña surgía una productora de cine que llegó a marcar una impronta y estilo muy marcado para la realización cinematográfica : Hammer Films. De su mano se conocieron las reversionadas historias de Drácula,Frankenstein,La Momia y otros títulos que hoy son considerados unánimemente como de culto. Su apogeo llegó en los años cincuenta con una dupla interpretativa antológica : Peter Cushing y Christopher Lee . El éxito fue tal que la misma Universal le encargó la realización de una remake de Drácula poniendo a su disposición todo su bagaje de criaturas tenebrosas. La aceptación de estos films fue tan grande en el público como mínima para la crítica especializada quien consideraba que las obras daban una mirada poco seria a los personajes , casi caricaturesca. Los encargados de la Hammer siempre tuvieron en claro su objetivo:la aceptación del público y una buena taquilla , poco les importaba la “experta apreciación” de los críticos. El paso de los años hizo que este éxito decayera y la década del setenta los encontró trabajando en condiciones mas dificiles y con presupuestos más acotados. Por muchos años se dejaron de realizar films hasta que finalmente en el año 2010 y de la mano de Let me in , volvió al mercado con una adaptación de la original historia sueca de una niña vampiro ” Let the right one in” logrando la aceptación tanto del publico como de la crítica. Dos años después y de la mano del niño Potter Daniel Radcliffe ,que ansiaba dejar de serlo, llegó ” La Dama de Negro ” una interesante historia de fantasmas y apariciones que recordaba la estética de los años de oro de la productora. Así el 2014 nos encuentra con ” The Quiet Ones” historia basada en un hecho real ocurrido en Toronto en el año 1972 donde Alan Robert George Owen y un grupo de colaboradores trataron de demostrar que las situaciones paranormales que aquejaban a las personas no eran otra cosa que la materialización de los propios conflictos, algo así como emanaciones de los propios demonios interiores. El experimento original fue incluso filmado y transmitido por la televisión de esa ciudad y conocido como El experimento Phillip Sobre esta base ,y en una adaptación bastante libre, se erige la narración realizada por el director John Pogue que nos traslada a la universidad de Oxford en los años setenta donde un profesor obsesivo (interpretado magistralmente por Jared Harris) trata de demostrar el origen interno de los demonios que aquejan a una joven huerfana desde hace años. Para la realización de este experimento cuenta con una estudiante llamada Krissi Dalton(interpretada por Erin Richards) quien será la viva imagen de las mujeres de la Hammer: tentación carnal para los hombres que la rodean y el disparador de conflictos internos en el equipo de trabajo. A la partida paranormal se unirá un joven camarógrafo que será el encargado de documentar el experimento. El proyecto pierde la financiación de la universidad y deberá mover su base a una mansión abandonada en las afueras. A partir de este instante la atmósfera y el sello del estilo de la productora se hacen presentes con una inteligente utilización del fuera de campo, un montaje furioso y fuertes golpes sonoros. Una excelente reproducción de época cuidadosamente realizada termina por definir la estética del film donde se destaca el vestuario a cargo de Camille Brenda quien también participara en films como Batman Inicia y V de Venganza. El film cuenta con un interesante arranque que decae al final de la cinta, sin ser innovador respeta todos los elementos del género creando atmósferas bien logradas. Tal vez no se convierta en un film de culto pero cumple ampliamente con el objetivo de entretener al público en general y sobre todos a los amantes de una factoría cinematográfica que claramente apunta a un público masivo más que al beneplácito de la crítica.
Sé que te gustan las de terror, y sí, siempre funcionan muy bien en nuestra taquilla, sean buenas o sean pésimas... En esta oportunidad nos topamos con una peli muy respetable, que te va a hacer saltar de la butaca en varios momentos. Basada en hechos reales (eso dicen) - y ya te suma un plus de miedo - es que transcurre la historia de un grupo de estudiantes que deciden realizar un experimento. ¿La van a pasar bien? Olvidate, inclusive vos como espectador, la vas a pasar bien mal, pero sé que eso te encanta. Quizás la película podría haberse jugado a generar recursos/cosas nuevas, pero no, clásica peli de terror, con el clima de los 70´s (miedo asegurado), sin sorpresas, pero con un guión que no defrauda y eso ya es para aplaudir.
Silencio del más allá es la nueva película de la productora inglesa Hammer Films, que en el pasado supo estar a la vanguardia del terror gótico en el cine durante las décadas del ´60 y ´70. Desde el 2008 la compañía volvió a revivir con nuevas propuestas para la pantalla grande que hasta ahora dejaron un sabor bastante amargo, ya que no consiguieron estar a la altura de lo que representa el nombre Hammer para este género. Los únicos filmes decentes que evocaron bastante bien el espíritu de los viejos trabajos de la Hammer fueron Wake Wood (2011) y La dama de negro (2012), con Daniel Radcliffe. Después el resto de las producciones que hicieron, como la innecesaria remake de Déjame entrar y The Resident (Hilary Swank), resultaron filmes olvidables. Este estreno no cambia esa historia. El gran problema que tiene Hammer es que perdió su identidad y hoy la productora se limita a trabajar fórmulas trilladas del cine norteamericano que se repiten una y otra vez en la cartelera. Mientras sigan copiando al cine hollywoodense y hagan películas de horror no aptas para menores de 13 años va a ser muy difícil que puedan recuperar el nivel que supieron tener en el pasado. A Hammer le falta riesgo y creatividad. Sería injusto calificar a Silencio del más allá como una mala película, ya que tiene algunos méritos, pero lo cierto es que no vas a encontrar mucho terror en esta historia. La trama presenta una especie de thriller sobrenatural que pudimos ver mejor trabajado el año pasado en El Conjuro. Una historia que se hace principalmente llevadera por las interpretaciones del reparto, donde lograron destacarse Jared Harris (Mad Men) y Olivia Cooke (conocida por la serie Bates Motel), además del buen trabajo que hizo el director John Poge (Cuarentena 2) con las ambientaciones tétricas. Junto con la excelente recreación de los años ´70, estos son los puntos más interesantes de la película en material de realización. El problema de este estreno es que brinda una película de horror desapasionada, que más allá de los ruiditos de puertas que se abren lentamente, carece de escenas que nos recuerden que estamos viendo una propuesta de este género. La historia tiene que ver con hechos paranormales y cultos satánicos, pero no hay momentos intensos ni escenas memorables que se puedan resaltar. En lo personal me resultó bastante aburrida y no me entusiasmó como para recomendarla. Seguimos en la espera de un buen film de terror.
Una chica produce ruidos. Un profesor de Oxford cree que está enferma: todos sabemos que no, amigos, que hay un demonio suelto. Experimentos, gente que filma y la Inglaterra de los años setenta. Eso es lo que hay y si no fuera porque tenemos al gran Jared Harris (heredó de su padre Richard la enorme capacidad para mirar a la cámara e inquietarnos) sería otra película de terror más, parecida a todas. Bueno, lo es, pero al menos está Harris.
Buscando lo oculto Ser crítico de cine es, en parte, tener la pretensión de obtener de las películas algo más que su simple argumento, un análisis y búsqueda constante de lo que está más allá de la superficie. Por supuesto las películas son algo agradable que escudriñar, distinto es cuando se quiere analizar a una persona poseída, por ejemplo, que es lo que le pasa al profesor Joseph Coupland (Jared Harris) en Silencio del más allá. La película de John Pogue forma parte de la filmografía del resurgimiento de la mítica productora Hammer, que hasta el momento en esta nueva etapa sólo tiene una buena e innecesaria adaptación de Déjame entrar, vamos a dejar de lado a La dama de negro. Los setenta fueron, entre otras cosas un poco más importantes, una década que le dio su lugar al fenómeno paranormal, la gente estaba ávida de casas embrujadas y fantasmas; mejor dicho, estaba ávida de fotografías y sonidos grabados de fantasmas, entre otras cosas. En esa época tuvo lugar esa farsa conocida como los sucesos de Amityville, que fueron explotados en una gran cantidad de libros y películas; se hizo famoso el matrimonio de psíquicos Warren quienes estuvieron en Amityville y cuya historia es retratada en la interesante El conjuro de James Wan. Y también en esa gloriosa década apareció el caso de Carla Moran, quien al parecer era abusada sexualmente por un fantasma. Su caso fue documentado y estudiado científicamente, también inspiró una interesante película: The entity. Se manejaba la tesis de que ciertas afecciones mentales graves podían manifestarse de manera paranormal, es decir como si el enfermo pudiera materializar el síntoma, moviendo objetos cercanos o afectando el campo eléctrico circundante por ejemplo. En general, la gente que estudiaba “científicamente” estos casos eran un montón de entusiastas sugestionables que no entendían demasiado la tecnología que manejaban e intentaban vanamente sujetar el campo de lo desconocido mediante las riendas de la ciencia. La mayoría de las veces la verdad termina siendo la más patética de todas: no hay nada más allá. Y siguiendo con este caprichoso paralelismo, ser crítico de cine es ser un falso científico que no entiende del todo las herramientas con las que analiza. Porque ¿qué es aquello en lo que realmente me tengo que concentrar? ¿Cuáles son los mecanismos mentales válidos para analizar un film? No lo sé, no me interesa. No podemos culpar a Silencio del más allá por intentarlo, pero lo cierto es que falla. La presencia del bueno de Jared Harris no alcanza para levantar al resto del elenco medio pelo que lo rodea, mención especial para Sam Claflin que está particularmente tosco. Tenemos también a Olivia Cooke, la poseída, que es una reencarnación de Christina Ricci con todo lo que eso significa. Y a Krissi interpretada por Erin Richards, personaje plano con lógica de actriz porno que se la pasa seduciendo y desahogando sexualmente a los protagonistas. Más allá del estiramiento innecesario que sufre esta película que avanza bastante bien en su primera hora y se descalabra en la última media, Pogue no termina de decidirse en contar contundentemente el destino obvio de sus personajes. Lo sabemos desde Scream (en realidad lo sabíamos de antes): el que coge muere (Krissi), el obsesivo al estilo capitán Ahab (el personaje de Harris) muere, el bueno y dubitativo (Claflin) termina loco, la poseída se salva o muere horriblemente, pero la mayoría de las veces muere. Sólo hay que conducirnos amablemente al infierno final pero Silencio del más allá no lo consigue. También es más fácil ser crítico de cine que director, sólo hay que saber cómo arruinarle la fiesta a todos.
Esta es una historia sobre posesiones, experimentos e intrigas. Para hacerla más realista apenas comienza el film reza “inspirado en hechos reales”, eso le otorga un plus adicional y luego agrega que “lo experimental fue por consentimiento de los pacientes”. Todo transcurre en 1974 en la Universidad de Oxford, Inglaterra, cuando un profesor de nombre Joseph Coupland (Jared Harris, Resident Evil: Apocalypse, y la serie Fringe), en sus clases va mostrando distintos casos a sus alumnos. Luego junto a un grupo de alumnos sobresalientes decide realizar un terrorífico experimento. Con una joven Jane Harper (Olivia Cooke, la serie Bates Motel) perturbada mentalmente que los guiara a fenómenos desconocidos. Comienzan a surgir una serie espeluznantes acontecimientos, van liberando al mal y las fuerzas ocultas, que pueden provocar cierto descontrol y hechos considerados paranormales. Hay muñecas, cámaras subjetivas, sustos por todos lados, puertas que se abren y se cierran solas, objetos que se rompen, exorcismos, misterios por descubrir, momentos al estilo fenómeno poltergeist, en todo momento se intenta alterar los nervios del espectador con esta serie de situaciones. Es un film que tiene todos los toques para que el espectador se sobresalte pero para los conocedores del género no es difícil saber en que momento sucederá, no faltan los siguientes elementos: misterios, la poseída que seduce a algún integrante, vómitos y sangre y la chica del grupo que tiene alguna relación sexual y algo le ocurre. En estos tiempos es muy fácil lograr muy buenos efectos especiales y en este caso lo consigue, además cuenta con una buena fotografía. El personaje que desempeña Olivia Cooke es bastante creíble, la ayudan mucho sus gestos y cara, pero el resto del elenco no acompaña de igual forma, las escenas constan de una buena ambientación y los colores que utilizan se encuentran bien aprovechados, se incluye bien la simbología satánica , genera algunos climas pero le falta tensión, le faltaron toques al estilo Alfred Hitchcock, está presente la cámara en mano a un ritmo por momentos estrepitoso, contiene un giro cerca del final además de una narración trillada, para nada original y con un final que queda abierto.
Silencio del más Allá es otra de las películas pertenecientes a la nueva faceta de la productora Hammer y como tal, mantiene los aciertos y fallos de sus predecesores. Silencio_del_mas_Alla_EntradaLa estrategia del film se basa en combinar el terror found footage con la ambientación setentosa (siempre rica en imaginario), una propuesta que entre tanta película-esquema que brinda el género últimamente parecía al menos interesante. Desde el comienzo resulta acertado que la presencia de la cámara es sólo un Macguffin, una excusa para que un personaje ajeno (camarógrafo) entre en un círculo que realiza experimentos para comprobar que algunos fenómenos considerados paranormales son manifestaciones del inconsciente. Silencio del más Allá se cierra a sí misma en un espiral de lugares comunes que no la hacen avanzar para ningún lado y todo lo que gana en ambiente lo pierde en intentos de crear y luego justificar giros inesperados. El director, John Pogue, desestima tanto el recurso de la cámara diegetizada que las incursiones de la misma son las menos trabajadas de la película. Lamentablemente, los editores (o tal vez los productores) no compartieron esa postura y en el producto final quedo mucho material de este tipo, y muy pobre. Otro de los puntos negativos radica en que se evidencia que el guión fue muchas veces reescrito por diferentes autores. El resultado de este problema de pre-producción es un relato que pierde coherencia interna y en el cuál se abren temas y pautas interesantes que nunca se terminan de desarrollar y que pudieron haber hecho una gran diferencia. Las falencias en este punto causaron además uno de los errores (no hay otra forma de llamarlo) más desagradables de la cinta. Alguien pensó que al producto le faltaba terror (eso es cierto) y para resolverlo tomó el manual del terror berreta moderno y encontró que el sonido podía solucionarlo. El resultado de esta decisión es una edición sonora realmente insalubre que obliga a ver la película tapándose los oídos dado que los ruidos agregados tienen un volumen que resulta desagradable. A su favor el film logra la atmósfera que pretende (de eso la Hammer sabe y mucho) y si nos olvidamos del género resulta incluso un buen tratado sobre ética científica. Lamentablemente Hammer no puede adaptarse a los tiempos que corren y reinventar la fórmula que la ubico en un lugar de prestigio en la historia del cine, mientras continúa esa búsqueda sigue ofreciendo productos sin personalidad basados el cine efectista que ellos habían optado por combatir en sus inicios.
Ya he repetido hasta el cansancio ese axioma que reza cuando un filme comienza con la leyenda “inspirada en hechos reales”, el espectador debe leer entre líneas, adivinar que elemento o cual suceso es, o ha sido, parte de una realidad hasta este momento desconocida. El problema de la repetición del axioma se debe a que estos productos cinematográficos son un refrito, millares de veces visto en otras tantas películas. Si la invasión visual y auditiva es la misma, si no cambian en nada la canción ¿porqué razón yo debería escuchar algo diferente?). La historia se ubica temporalmente en el año 1971, espacialmente en principio en la universidad de Cambridge, para luego trasladarse a una casa casi abandonada en las afueras de Londres, situación que le proporcionará al filme una estética retro con la firme intención de seducir al espectador fan, utilizando además imágenes en fílmico de 16 mm y súper 8, muy en boga en aquellos tiempos. Estas imágenes estarán registradas por uno de los personajes. El relato se centra en la experiencia llevada a cabo por el profesor Joseph Coupland (Jared Harris) en la que intenta demostrar que los actos “demoníacos”. de la que es victima Jane Harper (Olivia Cooke), no son otra cosa que un muy buen ejemplo de cómo la mente puede dominar al cuerpo. Para llevar adelante esta empresa es ayudado por dos de sus estudiantes, y contrata a un joven para que filme el experimento. Planteado de esta manera podría hasta parecer un enfrentamiento entre ciencia y religión, pero todo deriva en un pastiche de ejercicios de exorcismo al que sólo falto el Padre Merrin (Max Von Sydow), el personaje de la maravillosa “El Exorcista” rodada en 1973, dos años después de los sucesos que narra “The quiet one”, titulo original de éste engendro dirigido por John Pogue cuyo único antecedente en tal función fue “Cuarentena 2, Terminal” (2011). La otra variable que podría sumarle interés, aunque finalmente no lo logre, es la casi centenaria productora Hammer Productions que supo hacer su nicho en el género del terror y tener su apogeo en la década del ´’60. Entonces nos enfrentamos a una historia ya contada mil veces, con poco desarrollo, repetición hasta el cansancio de paradigmas del género, con irrupciones sonoras de alto volumen que producen sobresaltos en el espectador, pero del miedo olvídense. El gran problema es que ese supuesto enfrentamiento entre erudición y culto está puesto en los personajes, específicamente en el profesor, que al no tener ninguno la construcción y evolución necesaria se va diluyendo hasta convertirse en lo mismo de siempre, o en nada. Sí se podrían rescatar las actuaciones, el siempre más que correcto Jared Harris, y la niña Olivia Cooke, quien involucra su cuerpo de manera increíble y muestra algunos recursos histriónicos más que interesantes, pero eso es todo, demasiado poco, aunque parezca un simple oxímoron.
Los afectos a este estilo de película no la van a pasar muy mal con Silencio del mas alla, pero seguramente tampoco la van a incluir en sus mejores películas vistas. ¿Qué es verdad en Silencio del más allá?: sólo la inspiración que tuvo el autor sobre el experimento Philip realizado en 1972 en Canadá por el Dr. Alan Robert George Owen y un grupo de ocho personas que buscaban crear una manifestación...
Falla en quedarse silenciosa ante un hecho real más que interesante. No asusta, ni intenta hacerlo; carece de suspenso, de un relato atrapante y novedoso. Como muchas otras del género, toma un hecho histórico, en este caso lo sucedido en Toronto en 1972, y lo transforma en un refrito sin alma y con muy poco para decir.