Cuando la burbuja estalla La primera película como director y guionista de Santiago Segura que no es un eslabón de la querida saga centrada en Torrente era una gran incógnita a priori no sólo por la novedad de por sí sino también por el tipo de proyecto del que estamos hablando, nada menos que un film destinado a retratar al universo femenino en vez de al masculino, el que le valió precisamente la fama al español mediante el ya legendario personaje del policía más vicioso, presumido, conservador y sexista del séptimo arte, una criatura que ha sobrepasado por mucho a su propio creador y su país hasta convertirse en un icono de todo lo negativo de las sociedades hispanoparlantes. La propuesta que hoy nos ocupa, Sin Filtros (Sin Rodeos, 2018), resulta todo un éxito y a la vez que reconfirma el talento e inteligencia del cineasta, además pone al descubierto su versatilidad para amoldarse al enclave femenino y sus necesidades retóricas, las cuales poco tienen que ver con sus homólogas del masculino. En esta oportunidad Segura se sirve de una vieja fórmula de las comedias en general, la de la metamorfosis existencial por algún disparador en la vida del protagonista de turno, y de una premisa tomada de la simpática Mentiroso Mentiroso (Liar Liar, 1997), aquella obra del período de auge comercial de Jim Carrey, con el objetivo de aunar ambos enfoques y volcarlos hacia el campo de los melodramas rosas, el cual -como era de esperar, tratándose de un genio de la parodia como el madrileño- aquí es astutamente subvertido para que lo que suele ser un tono light y pasatista adquiera una inusitada fuerza discursiva que apunta a denunciar diversas características nocivas de nuestros días: la obsolescencia programada trasladada a los seres humanos como si fuesen productos del mercado, el fetiche con la apariencia más superficial, la hipocresía permanente en los vínculos sociales, el egoísmo en la cotidianeidad y finalmente la ponderación del marketing por sobre el contenido valioso. Hoy el eje del relato es la sublime actuación de Maribel Verdú, una intérprete todo terreno que brilla a lo largo del metraje con una luz que resulta el complemento perfecto para el ingenioso guión de Segura, Marta González de Vega y Benigno López: donde antes teníamos un protagonista odioso, ahora nos encontramos con una pobre publicista, Paz (Verdú), que es ninguneada y/ o maltratada por su pareja, el pintor argentino Dante (Rafael Spregelburd), por el hijo de éste, Tolouse (Daniel Medina), por su jefe Borja (David Guapo), por su nueva y más joven supervisora, la “influencer” de redes sociales Alicia (Cristina Pedroche), por su hermana fanática de los gatos Bea (Toni Acosta), por su mejor amiga Vanessa (Cristina Castaño) y hasta por un técnico de Internet y sus vecinos, entre otros. El catalizador del cambio es el gurú Amil Narayan (compuesto por el propio Segura), quien le brinda un elixir mágico que la lleva a una sinceridad brutal que destruye su apatía. Segura respeta en todo momento el armazón de la comedia femenina pero va suplantando los lugares comunes en materia de diálogos y situaciones por homólogos suyos marca registrada, planteo que conlleva una irreverencia escalonada francamente prodigiosa que escapa tanto de la corrección política del mainstream internacional como de los insultos bobos y gratuitos del Hollywood actual tracción a comedias grasientas y sin un gramo de honestidad o verdadero inconformismo social. Aquí en cambio los palazos que pega el realizador se sienten como lo que son, golpes fulminantes al entumecimiento ideológico contemporáneo, y no pretenden vendernos una concepción utópica o mentirosa de la feminidad por fuera de todo el resto de los ingredientes de la comunidad, ya que de hecho pasan a analizar de igual a igual la soberbia masculina y femenina así como la estupidez compartida, la manipulación recíproca y la falta de empatía en general entre los seres humanos, cada día más encerrados en las burbujas de sus propios problemas sin mirar al prójimo y mucho menos tratar de comprenderlo. Sin Filtros nos acerca un retrato hilarante de la enajenación polivalente de una humanidad que se sumerge en la negación masoquista o por el contrario cae en una serie de sincericidios que la aíslan al punto de condenar a los mortales a tristes islas individuales, sin nada en el medio que nos permita decidir por cuenta propia y sin condicionamientos ni imposiciones y que a la vez nos deje un margen para entablar acuerdos con nuestro entorno laboral, familiar y sociopolítico a nivel más macro…
El estrés de cada día El quinto largometraje como director de Santiago Segura, emblemático actor cómico español y de la cultura independiente de España, es una comedia romántica que lo saca de su divertido personaje de desagradable policía corrupto, Torrente, para construir un film sobre el estrés femenino como respuesta psicofísica ante las patéticas manifestaciones del machismo y la enajenación que circunscribe la más que ridícula y cruel etapa de acumulación del capital que atraviesa nuestra sociedad. Atrapada en sus rutinas, en un trabajo y una pareja que no la valoran como persona, ni aprecian su dedicación, cariño y capacidades, Paz (Maribel Verdú), una publicista de treinta y nueve años, es presa de un ataque de pánico a partir de que su jefe, el heredero de una empresa familiar de marketing y publicidad, contrate a una chica de veinte años con muchos seguidores en las redes sociales para supervisar su trabajo y darle un toque juvenil a la empresa. El film es la adaptación en España de Sin Filtro (2016), la comedia escrita por el realizador chileno Nicolás López y el guionista Diego Ayala, dirigida por el primero y protagonizada por Paz Bascuñán, de gran éxito de taquilla en Chile. Marta González de Vega, Benigno López y el propio Segura participaron en la traducción del film a la idiosincrasia española, creando una obra propia, que respeta la historia original pero que le agrega algunos toques distintivos, especialmente de crítica social y del particular estilo inconformista de Segura. En Sin Filtros (Sin Rodeos, 2018) Santiago Segura encuentra una forma de escapar de sus personajes habituales para ceder el protagonismo a Maribel Verdú, quien realiza una actuación encantadora en un film muy cómico, que deja muy mal parados a todos los hombres que se aprovechan de la buena voluntad de las mujeres o no son capaces de tomar decisiones por sí mismos y a las mujeres que se dejan llevar por las modas pasajeras que el mercado impone. Con un protagonismo avasallante, Verdú monopoliza la pantalla con diferentes planos, entregando una divertida y sensible labor actoral que expresa vulnerabilidad y ternura pero también furia y agresividad contra las condiciones sociales injustas, e incluso absurdas, que tienen lugar en la actualidad. Con una fórmula simple para hacer reír y la agudeza cínica y sardónica que lo caracteriza, Segura construye una película profunda en su desarrollo, basada en la premisa de films como Mentiroso Mentiroso (Liar Liar, 1997), de Tom Shadyac, y The Invention of Lying (2009), de Ricky Gervais y Matthew Robinson. En este caso la protagonista, más que obligada a decir la verdad, toma coraje a través de una pócima para abandonar los condicionamientos sociales y enfrentar sin rodeos algunas de las manifestaciones de estupidez de la cultura contemporánea, trama trabajada muy acertadamente en el capítulo Caída en Picada (Nosedive) de la popular serie inglesa sobre la tecnodependencia, Black Mirror. La dependencia a los artefactos tecnológicos, la vida atrapada en las redes sociales, la renuncia a la búsqueda de la libertad, la futilidad como concepto en sí mismo para entender la cultura, las nuevas medidas del éxito, y por sobre todo, una crítica feroz a la idea postburguesa de la felicidad en el nuevo capitalismo son algunas de las cuestiones que Sin Filtros aborda con los detalles cómicos que caracterizan a la concepción social de Segura y su estilo directo para cuestionar las construcciones sociales a través del grotesco de lo real.
El fenómeno de las remakes no es precisamente nuevo, pero en los últimos tiempos se está expandiendo la idea de hacer una versión distinta para cada mercado. Ocurrió con la italiana Perfectos desconocidos, está pasando con la coreana Miss Granny y por estos días se viene el aluvión a partir de la chilena Sin filtro. En efecto, la exitosa y mediocre comedia dirigida por Nicolás López en 2016 (actualmente disponible en Netflix) tuvo esta remake española a cargo de Santiago Segura titulada originalmente Sin rodeos y que ahora llega a los cines locales como Sin filtros. Pero eso no es todo: dentro de tres semanas desembarcará Re loca, con Natalia Oreiro, que no es otra cosa que la versión argentina de la fórmula. Y ya se estrenaron las producciones en México (Una mujer sin filtro), en Panamá (Sin pepitas en la lengua) y se viene la de Estados Unidos (a cargo de la compañía de Eva Longoria). La otra tendencia -igualmente preocupante- tiene que ver con dos directores otrora provocadores del cine español que se han convertido en serviles realizadores de remakes impersonales, personal por encargo que cumple mansa, cansinamente con productos sin vuelo. Pasó con Alex de la Iglesia con Perfectos desconocidos y ahora con Santiago “Torrente” Segura con Sin filtros/Sin rodeos. Aunque algo más fluida y elegante en lo visual que la original chilena, Sin filtros/Sin rodeos es una suerte de repetición del esquema de Después de hora, de Martin Scorsese; o Un día de furia, de Joel Schumacher (o sea, todo lo que puede salir mal saldrá peor), con protagonista femenina y la debida actualización temporal (en este caso, una apelación recurrente y bastante torpe de la “dictadura” de las redes sociales). La encantadora Maribel Verdú hace lo que puede (y es bastante) con el papel de Paz, una mujer casada y con un trabajo fijo en una agencia de comunicación. Sin embargo, las cosas con su insufrible marido artista plástica (un desaprovechado Rafael Spregelburd) no marchan nada bien y en lo laboral su jefe mujeriego le pone a una influencer juvenil por encima porque ella ya es un espécimen “vintage” (el personaje tiene 39 años y Verdú, 47). El trazo grueso, los diálogos a los gritos, las situaciones obvias y el escaso ingenio imperan en Sin filtros/Sin rodeos, una comedia que no irrita, que por momentos incluso se puede seguir con cierto agrado en su ligereza, pero que no aporta nada nuevo. Esperemos que la versión argentina con Oreiro ofrezca algo más de riesgo, de audacia, de provocación.
Ya no me callo más Sin filtros es una comedia española dirigida y co-escrita por Santiago Segura, reconocido por la saga de Torrente. La película funciona como remake de la producción chilena homónima de Nicolás López, que fue estrenada en 2016 y se convirtió en todo un éxito en su país, sacando a Star Wars del primer lugar de la taquilla durante su primera semana de estreno. El reparto está compuesto por Maribel Verdú (Lola en El faro de las orcas), Rafael Spregelburd (Abzurdah, Perdida), Toni Acosta, Daniel Medina, Diego Martín, Bárbara Santa-Cruz, David Guapo, Cristina Pedroche y Cristina Castaño. Paz (Maribel Verdú), una mujer de 39 años, está en un momento de su vida en el que su entorno la exaspera: su marido Dante (Rafael Spregelburd) ronca, se dedica a pintar cuadros aunque no le va bien y ni se molesta en realizar las compras o abrirle la puerta al técnico del Internet; Tolouse (Daniel Medina), su hijastro, es un maleducado que no la respeta; su hermana Bea (Toni Acosta), una fanática de los gatos, y su mejor amiga (Cristina Castaño) les hablan de sus problemas y sin embargo cuando Paz quiere contarles cómo se siente ellas no le prestan ni la mínima atención; el jefe (David Guapo) de la agencia publicitaria para la cual trabaja decide reemplazarla por Alicia (Cristina Pedroche), una joven superficial con millones de seguidores en Instagram. Harta de sentirse invisible para los demás, Paz decide ir a ver a Amil Narayan (Santiago Segura), un “sanador” hindú que vio por la televisión. El hombre le receta una poción que la ayudará a relajarse y le advierte que debe tomarla en pequeñas dosis. Paz no sigue las reglas, por lo que desde que la ingiere se convertirá en una mujer que expresará sus enojos, disgustos y molestias. Nos encontramos ante una comedia feminista ultra divertida gracias a su guion y la fresca actuación protagónica de Maribel Verdú. La actriz logra empatizar con el espectador ya que uno puede sentirse identificado con alguna de las diversas cosas que le suceden. Paz es una mujer que siempre, ante lo que estaba en desacuerdo, prefirió callarse a alzar la voz e iniciar una discusión. Luego de tomar la pócima ella no puede evitar decir lo que piensa, lo que la lleva a sacarse un peso de encima, liberación que también se logra transmitir hacia fuera de la pantalla. Varios son los personajes secundarios que aumentan cada vez más el estrés de Paz. Con la ordenada aparición de éstos, Santiago Segura logra dejar varias críticas a nuestra forma de vivir en la actualidad: el estar siempre apurado, sin que alcance el tiempo, las desventajas de las redes sociales, donde se es relevante cuantos más “me gusta” y seguidores se acumulan, los insultos en la vía pública, el abuso de poder que existe en el ámbito laboral, el poco respeto que existe entre los vecinos, etc. Gracias a situaciones así no se pierde el interés durante la hora y media de duración. Párrafo aparte para un giro buenísimo que se da sobre la segunda mitad del film, el cual recuerda a algo que le sucede a Ron Weasley en Harry Potter y el misterio del príncipe (Harry Potter and the Half-Blood Prince, 2009). Además, el desenlace se aleja de todo tipo de clichés, dejando un gran mensaje sobre la independencia de la mujer. Aunque algunas escenas presentan fallas, en especial la de un gato que se nota demasiado que no es real, Sin filtros entretiene y es la mejor opción si buscás una película sencilla para dejarte llevar.
Sin Filtros: Libera tu mente, libera tu vida. Santiago Segura se aleja de “Torrente” y dirige una comedia sin muchas pretensiones. Solo hacer reír. Y lo logra. Sin Filtros nos presenta a Paz (Maribel Verdú), una mujer que vive con un hombre y su hijo adolescente y, que su vida está bastante llena de, parece, hijos de su buena madre: tiene un trabajo en la que es ninguneada constantemente, una hermana obsesionada con su gato, una amiga que no la escucha, un vecino que tiene fiestas interminables en la noche y un ex-novio inmaduro atrapado en una relación tóxica. con el que se manda whatsapp histeriqueándose todas las noches. Tantas presiones guardadas hacen que Paz estalle y tenga un ataque de pánico, a lo que su psiquiatra le manda más pastillas que no solucionan el problema de raíz, el desocultar el verdadero problema. Como por obra de la casualidad, Paz llega a un supuesto curandero hindú que le da una brebaje para liberar lo que lleva dentro. “Solo unas gotitas, pócima muy potente”, advierte el Mago; pero, sin darse cuenta y con un problema tan cotidiano como lidiar con un operador telefónico para que le arreglen la internet, Paz toma todo el frasquito, lo que supone una nueva personalidad, más liberada, lo que, finalmente, le supone la vida que por fin merece y la “paz” que tanto quiere. La adaptación de Segura del éxito chileno del 2016 del mismo nombre (pero en singular) pronto tendrá su versión local llamada “Re-Loca” y protagonizada por Natalia Oreiro. En verdad no encuentro la razón de tantas adaptaciones para este film, que sin menospreciar, no es una obra maestra. Es una comedia. Lisa y llanamente. Nos hace reír, nos toca algo no muy profundo en nuestro ser por las situaciones cotidianas de la protagonista, pero no mucho más. Lo particular en la dirección de Segura es la impronta gamberra que le da, sus personajes y amigos que siempre aparecen para recordarte el “Universo Torrente” y, en este caso, una extraordinaria Maribel Verdú. El mensaje, al final, es menos dramas y más diversión. Al final y al cabo, de eso se trata la vida: no de suprimir lo malo, sino de aminorarlo y aprender que es parte de la cotidianidad afrontar los problemas con una sonrisa.
Este año veremos este relato de mujer desesperada que intenta encajar en un mundo que la ve vieja, agobiada por la tecnología y con problemas para relacionarse con el sexo opuesto. En esta oportunidad, Santiago Segura se pone tras cámaras para que Maribel Verdú brille. Si bien la corrección del film, a pesar de la impronta de revolución que desea manifestar, le juega en contra, la séptica visual y la linealidad del relato, sumado a la interpretación de Verdú le suman algunos puntos.
Las comedias del cine español saben, a veces, conjugar lo reidero con lo casi fantástico. Y Santiago Segura es un exponente de ello, aunque en Sin filtros no parta de una idea original suya, sino de un filme chileno del que compró los derechos. Y en un mes veremos esta misma historia, pero con otro título: Re loca, con Natalia Oreiro en el papel que aquí cumple con total eficacia Maribel Verdú. La actriz de Belle Epoque y Sin hijos es Paz, que lo que precisamente no tiene es eso, paz. Ni en su casa, donde su novio es un artista que no vende un cuadro desde hace años (Rafael Spregelburd), ni en su edificio -no puede dormir porque un vecino siempre está de fiesta-, ni en la calle -le pasa de todo-, ni en su trabajo, donde en el mismo día se entera de que una influencer está robándole su espacio en la agencia de publicidad. Hasta que asiste a la casa de una suerte de gurú espiritual hindú (Santiago Segura) y, tras beber un brebaje, comienza a decir (y a hacer) todo lo que piensa y lo que cree que debe responder y actuar ante cada situación que la incomode. Sin filtros es, en definitiva, cómo uno quisiera ser si no estuviera peleando con su Superyó, y el Ello se apoderara de nuestro ser. Sin llegar a psicologismos baratos, la película de Segura tiene sus buenos momentos, la mayoría con la actriz madrileña jugando a la confusión. Y también se luce en los contraplanos con Segura, que por algo se quedó con el rol del falso gurú. A la gracia innata del creador de Torrente se le suma un elenco que se prende a cada gag, con algunos personajes bastante esquematizados (el del jefe de Paz; la influencer, que interpreta la bonita Cristina Pedroche) y otros, como la conductora de auto violenta que compone Candela Peña. Las comparaciones (odiosas) llegarán en breve, cuando veamos a Oreiro y Diego Torres en estos mismos papeles.
La idea que articula Sin flitro, una discreta comedia del chileno Nicolás López que se encuentra en Netflix, ha tenido una repercusión inusitada: luego de esta remake de estética pop y humor ramplón que ha dirigido el español Santiago Segura llegará a los cines locales Reloca, una versión con Natalia Oreiro cuyo trailer sugiere resultados similares. Segura dice haber filmado una "comedia de empoderamiento", protagonizada por una atribulada mujer madura (Maribel Verdú) que sufre sin anestesia el mundo que la rodea: su pareja es un charlatán con ínfulas de artista plástico; su superior en la agencia de publicidad en la que trabaja, un granuja más interesado en las figuras que en la capacidad de sus empleadas; una de sus amigas más cercanas vive obsesionada con su ex y su celular; y su hermana solo le presta atención a un gatito que terminará sufriendo un bizarro shock de glucosa. La pretensión feminista del director tambalea a la hora del recuento de los personajes femeninos, formateados a puro estereotipo y resueltos con eficacia dispar (no es lo mismo una actriz experimentada como Candela Peña que la presentadora televisiva Cristina Pedroche, dotada de menos recursos). Por fortuna, Alaska aporta su particular épica kitsch a los títulos del final con "Dramas y comedias", de Fangoria.
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Libérate a la española Remake del éxito chileno de 2016, Sin filtros (Sin rodeos, 2018) es la versión española de esta comedia que también tuvo su versión mexicana y el mes próximo, la argentina protagonizada por Natalia Oreiro. Paz (Maribel Verdú), de paradójico nombre ante la debacle posterior, es una publicista de casi cuarenta años opacada por una veinteañera que hace furor en las redes sociales. Su ex novio trabaja con ella y está a punto de casarse con una mujer que lo humilla a diario. Ella está en pareja con un artista plástico de dudoso talento (Rafael Spregelburd) que no es capaz de pagar las cuentas, mientras su hijo es insolente y maleducado. Su amiga vive encerrada en su celular y no la escucha, mientras que su hermana tiene una excesiva fascinación por su gato. Un día ve un anuncio televisivo de un chamán que garantiza soluciones mágicas a sus problemas. Esta comedia rosa sobre una mujer que llega a un punto de hartazgo insostenible por su actitud sumisa frente al resto, y que explota mediante un conjuro fantástico, tiene su punto fuerte en la adaptación al localismo de su país de producción, en este caso, España. Protagonizada por Maribel Verdú, que se carga la película al hombro, y dirigida por Santiago Segura, la película cuenta con la idiosincracia característica que estos nombres sugieren. Sin filtros es una comedia de manual, construida sobre una fantasía que se hace realidad en pantalla para que el espectador proyecte sus anhelos personales. La película funciona por partes, nos identificamos con la frustración inicial, nos reímos con la catarsis y perdonamos los giros veloces hacia el final para cerrar los conflictos planteados. El estilo irreverente y escatológico del director de Torrente, el brazo tonto de la ley (1998) se oculta detrás de un formato políticamente correcto, sólo vislumbrado en algún que otro pasaje (los personajes estrafalarios de la fiesta del vecino, el promiscuo hijo de su pareja, o el surrealista final) que son lo mejor de la película. Sin filtros funciona porque Maribel Verdú hace funcionales situaciones forzadas y porque distintos chistes despredigados por los noventa minutos son efectivos. No tanto aquellos que buscan el golpe de efecto sino los otros, puestos al pasar. La fotografía del chamán que personifica el propio Santiago Segura junto a Rajoy es uno de ellos.
Hace un par de años me enteré de que la película chilena Sin filtro (2016) estaba rompiendo todos los récords de ese país, y que se harían remakes en varios territorios (Argentina incluida). Me interesé mucho ya que su guionista y director es Nicolás López, quien es el responsable de una de mis películas latinas preferidas, la coming of age nerda Promedio rojo (2004). Así que ni bien pude la vi. Mi ilusión se deshizo de manera rápida ya que no conecté con la historia ni me reí casi nada, y lo mismo me sucede con esta remake española pese a que detrás se encuentra Santiago Segura. Es por ello por lo que espero mucho la versión argentina dirigida por Martino Zaidelis y protagonizada por Natalia Oreiro. Porque la idea y guión es tan original como ligera, pero me doy cuenta de que también muy autóctona y propia de una cultura para enganchar al espectador. Este estreno funciona en cada aspecto formal, y la producción es impecable. Pero no es una película de Santiago Segura, no noté su impronta salvo en un par de secuencias en las cuales él mismo hace un cameo. Maribel Verdú está genial pero no me hizo estallar como supuestamente tendría que haberlo hecho. En cambio, me encantó el papel de Rafaél Spregelburd, pero claro, es argentino, así que vuelvo al inicio de esta reseña. Sin rodeos (título que se le dio en España) es una gran comedia, pero no para el público argentino, cuya cartelera se prepara para recibir a Re Loca.
Moda, marketing o tendencia, da la casualidad de que Sin Filtros, remake española de una película chilena que puede verse en Netflix, se estrene aquí pocos días antes de Re Loca, con Natalia Oreiro, su versión argentina. ¿Tan irresistible es la historia de la cuarentona al borde del colapso que toma una pócima y se convierte en la más empoderada de las mujeres? Con la dirección de Santiago Segura, que se reserva el papel del gurú, esta versión saca provecho de la frescura y el atractivo de Maribel Verdú, que soporta la convivencia con un pedante artista argentino -Rafael Spregelburd- que vive de ella, la competencia con una instagramer contratada como estrella por su jefe miserable, veinte años menor, y el multitasking que termina por provocarle un panic attack. Un catálogo de situaciones bastante obvias que subrayan, sin sutilezas, lo que queda claro desde un principio y resulta previsible desde la otra mitad: cuando la protagonista trague el líquido mágico, capaz de borrar su represión de un plumazo, y se dedique a mandar al diablo a todo el mundo. Además de Verdú, son los chispazos de irreverencia que uno podía esperar del creador de Torrente -escasos- lo que salva a Sin Filtros de lo llanamente exasperante: desde la gastada contra la petulancia argentina que encarna con brillo Spregelburd y sus divertidos secundarios, la gran Candela Peña o Enrique San Francisco y, por supuesto, la invitada musical de postre, Alaska.
La sociedad española vista en tono humorístico made in Santiago Segura que presenta a una diseñadora de marketing (Maribel Verdú) con todas en contra: un jefe que no valora su experiencia en la empresa, una amiga que no la escucha, una hermana con un excesivo apego por los felinos y un esposo que está viviendo con el hijo bajo el mismo techo, ambos la ignoran. Ante tan desesperante situación acude en busca de ayuda a uno de esos gurús que prometen una vida mejor en la tv de trasnoche. En el análisis del tipo de humor de Sin filtros nos encontramos con la comedia más accesible de Segura, con humor cotidiano, muy guionado y sin mucho espacio para despliegue actoral, esto no quiere decir que no cause gracia porque momentos logrados tiene y más de uno. Cara bonita pero poco util En contra de Sin filtros, hay que marcar su narrativa demasiado clásica, jamás se sale del molde, no hay inventiva y cuenta con un final predecible/chato/complaciente. El personaje que debería ponerse la 10 (ya que estamos en época mundialista) es el gurú y no termina siendo tan interesante, Verdú no flaquea y su trabajo está bien, el libreto la tiene histriónica e involuntariamente caricaturesca. Sin filtros tendrá sus seguidores y detractores, de corta duración, al menos podemos decir que su visionado no es difícil, más bien agradable, colorido y con un desfile de personajes que sacarán alguna que otra sonrisa. Más que eso no se puede pedir.
Todo comenzó en Chile con el éxito desmesurado y único de una comedia dirigida por Nicolás López, que se convirtió en un fenómeno generacional en su país, fue la película mas vista en la historia de ese país y provocó que muchos países compraran los derechos para hacer su versión local. Como México, Argentina (se conocerá dentro de poco como “Re-loca”) y España. Quizás eso explique porque aunque el filme lo dirija alguien tan admirado como Santiago Segura, lo haya tomado como “por encargo” para hacer rutinariamente una remake calcada de la chilena con algunas modificaciones para el tono local y no mucho más. Y aunque la protagonista sea la siempre talentosa Maribel Verdú, esta no deja de ser una comedia apenas pasable sobre la rebelión de una mujer que un día decide decir basta y nadie la comprende. Parece que el mundo masculino solo tiene una explicación que se repite como chiste, que la protagonista esta con la menstruación como única manera de comprender un hartazgo demasiado evidente. El resultado es leve, intrascendente.
El otro día alguien me preguntó por "Perfectos desconocidos", esa peli que nació como una obra de teatro y ahora tiene versiones de varios directores en distintas partes del mundo... Le contesté..."¿qué versión?". "La italiana" me respondieron. "Ah, no, yo ví la española!", le respondí. "Ni pienses que voy a ver muchas versiones de la misma película", troné. Creo que una vez que ya accediste a la historia que generó todo, no tiene mucho sentido de volver a estrenar cintas que ya fueron versionadas hace muy poco tiempo. Esto es lo que sucede con "Sin filtros". La historia original fue un éxito en Chile. Y en España compró los derechos Santiago "Torrente" Segura, el popular cómico emblema de Alex de la Iglesia... En Argentina, pronto tendremos (en tres semanas creo), la versión que encabeza la popular Natalia Oreiro. Si quieren comparar las diferencias, ya pueden ver dos (porque la primera parece estar en Netflix), mientras esperan la versión argentina. A mi me parece bien que haya distintas versiones de un buen guión, adaptadas al gusto local. Mi única duda es... ¿hay mercado para tanto? Digo, estrenando en el mismo semestre... Aquí lo que tenemos es la historia de Paz (Maribel Verdú), quien aparentemente lleva una vida plena. Es ejecutiva en una agencia de publicidad, está en pareja, tiene amigas simpáticas y accesibles y parece que todo está en orden en sus días. Pero no. Si miramos un poco con más profundidad, Paz la tiene complicada. Las cosas no son tan positivas como aparentan, más bien, todo lo contrario. En ese esquema de enojo y desasosiego que la agobia, (cuando le cae la ficha que todo le viene saliendo mal, y que la gente no la tiene en cuenta y la desplaza de sus centros de interés) decide buscar ayuda externa. En esa vuelta, dará con un gurú (jugado por el mismísimo Santiago Segura), quien le recomendará una pócima para ponerle fin a todos sus males. Ese elixir, una vez bebido, generará una implosión energética en Paz, quien comenzará a revolucionar su pequeño mundo, quitando todos sus frenos inhibitorios al servicio de lo que cree que es justo. Segura hará pequeños retoques a la historia que conocemos (la versión chilena) y pondrá en foco varios temas : la sociedad de consumo, el uso de las redes sociales y la superficialidad de las relaciones en función del tiempo. "Sin filtros" tiene sus puntos altos, cuando Verdú cambia radicalmente las reglas del juego y desarrolla un histrionismo que se ve, divertido y altisonante. Hay contrapuntos coloridos en el accionar de la protagonista que acompañaremos con entusiasmo. Es difícil no sentir algo de identificación por ella! En definitiva, siento que "Sin filtro" ofrece una propuesta simple, directa, esquemática y previsible, pero no por ello sin gracia. Es divertida, está bien filmada y tiene un centro neurálgico bárbaro: Verdú la rompe. La peli parece hecha a su medida. Tendrán ustedes que decidir cuál es su preferida de todas estas versiones que tendrán disponible en pocos días. Este guión, estoy seguro, funciona con una gran comediante. Ergo, aquí el resultado garantiza entretimiento y sonrisas en igual medida.
Remake española de una película chilena que luego tendrá una versión argentina protagonizada por Natalia Oreiro, se trata de una comedia acerca de una mujer que –tras beber una poción supuestamente mágica– empieza a decir todas sus verdades y a no tolerar más abusos y agresiones. Es una película fallida plagada de situaciones y personajes desagradables que solo mejora un poco gracias a la presencia de Maribel Verdú. La historia es más o menos así. Nicolás López, popular cinesta chileno, hizo una película llamada SIN FILTRO en 2016 que se convirtió en uno de los grandes éxitos de taquilla de la historia de ese país. Acá no se estrenó, pero la idea se vendió a varios países para remakes locales. En México se llamó UNA MUJER SIN FILTRO y se estrenó a principios de este año. En España, en tanto, se la llamó SIN RODEOS y también se vio en febrero allí. Tendrá su versión argentino que, ya habrán visto la publicidad, se llamará RE LOCA, con Natalia Oreiro en el papel principal. Y me imagino que habrá más en otros países ya que la fórmula es clásica y, además, es muy actual por su tema, más allá de que su manera de entender el feminismo sea un tanto curiosa y contradictoria. Para agregarle confusión, la que se estrena ahora acá se llama SIN FILTROS pero en realidad es SIN RODEOS. Es decir, la española. Con Maribel Verdú como protagonista y Santiago Segura como director y en un papel secundario. Y si quieren ver la original chilena… está en Netflix. A juzgar solo por la española queda claro que es una película de sencilla formula que, bien ejecutada, tiene todo para funcionar comercialmente. En manos de Segura lo que falla es exactamente eso: la ejecución. La película se centra en Paz (Verdú), una mujer que se acerca a los 40 y que vive en constante estado de stress, ocupada con su casa y su trabajo mientras el mundo alrededor suyo parece estar o bien abusando de su sacrificado profesionalismo (su pareja, su jefe, etc) o directamente maltratándola. Su pareja es un artista pedante que no hace nada mientras busca inspiración (Rafael Spregelburd haciendo todos los mohines y cliches que hace por algún motivo cada vez que actúa en cine) y que carga con un hijo veinteañero insoportable; su jefe es un baboso acosador que contrató a una “community manager” idiota de 20 años para que supervise a Paz en su trabajo; en la calle una vecina (Candela Peña) vive tirándole el auto encima, su amiga no le escucha sus problemas, su hermana le pide que se ocupe de su gato día y noche y para colmo su vecino se la pasa haciendo fiestas electrónicas todas las noches. Pero Paz sufre y no reacciona. Hasta que un día, guiada por un aviso bastante trucho en la tele de un gurú (Segura) que dice poder sanar este tipo de stress cotidiano, va allí, bebe una pócima y de golpe empieza “a cantarle las cuarenta” a todo el mundo que la molestaba, acosaba y torturaba día a día, un catálogo de imbéciles e insoportables que habla bastante mal también de sus elecciones de pareja, trabajo y amigas. Y las cosas empiezan a cambiar. Para bien, para mal, pero cambian. De un día para otro Paz es otra persona: liberada, incapaz de quedarse callada y agresiva, con los potenciales problemas que esto puede también traer. La fórmula, lo decía, es probada y debería ser efectiva, pero el problema aquí es que la comedia es tan ampulosa, los personajes tan caricaturizados e insoportables, las situaciones tan absurdas y la mirada sobre el mundo tan desagradable, que causa más irritación que risa, más molestia e incomodidad que gracia. La forma en la que retrata a todos sus personajes (salvo al veterano vecino fiestero, con el que claramente siente Segura alguna afinidad y al que le hace decir la mejor frase de la película) es tan agresiva y cruenta que más que comedia negra es un catálogo de maldades. En cierto punto la idea no es tan diferente a la de RELATOS SALVAJES –en la que varios personajes eran agredidos hasta que explotaban– pero casi nada del humor y de la pericia narrativa de Damian Szifron sobreviven en esta película de Segura. No me atrevo a ver la chilena, la verdad, o tengo la sensación que será otra pérdida de tiempo. Y, tras ver esta, mis expectativas respecto a RE LOCA bajaron también. Pero hay que esperar. Natalia Oreiro puede sacar oro en donde otros solo ven piedritas…
“No quiero más dramas en mi vida… solo comedias entretenidas” Las remakes no son cosa solo de Hollywood. Bien curioso es el caso de Sin Filtro que, tras convertirse en una de las películas chilenas más exitosas de la historia, consiguió acuerdos para ser reversionada por todo el mundo. Es que más allá de las apreciaciones que se pudieran hacer sobre su calidad, es indudable que toca las meras fibras del zeitgeist, del llamado espíritu de la época. Hay una protagonista en sus 40 años, una que en silencio soporta todo tipo de situaciones indignantes, desde lo familiar a lo laboral, hasta que en cierto punto se produce un quiebre. Una mujer que levanta la barrera y dice todo lo que se le cruza por la cabeza, sin ningún tipo de restricción, es una premisa demasiado atractiva para los tiempos que corren. Así es que ya se estrenó la mexicana Una Mujer sin Filtro, se viene la argentina Re Loca, habría que esperar que avance una versión norteamericana y ahora nos ocupa la española, Sin Rodeos.
Todo gira en torno a Paz (Maribel Verdú, sublime su actuación, llena de matices), una mujer de unos 39 años en plena crisis profesional, social y en su vida cotidiana, que trabaja en una Agencia de Publicidad, no es reconocida y su jefe Borja (David Guapo), la quiere reemplazar por una empleada más joven, una experta en las redes sociales, una youtuber de nombre Alicia (Cristina Pedroche). Paz vive en pareja con un artista fracasado que se hace llamar Dante (Rafael Spregelburd), éste tiene un hijo, Tolouse (Daniel Medina) bastante grosero, de las tareas de su casa es la única que se ocupa y es quien sustenta el hogar. Tiene una hija un poco más joven que es fanática de los gatos y cuyo nombre es Bea (Toni Acosta) y su mejor amiga es Vanessa (Cristina Castaño), ninguna de las dos le prestan atención. Tiene conflictos con el técnico de internet, su vecino,que todas las noches realiza fiestas y aturde con su música, entre otras situaciones. Pero a ella se le cruza una especie de gurú, Amil Narayan (Santiago Segura, un personaje secundario que logra una buena composición) un mago que le enseña a ver otras cosas de la vida, que la liberación esta dentro y que debe sacar su diablo interior. Su narración muestra a ciertas personas asfixiadas por no decirle a los otros lo que piensan y sienten y esta mujer está a punto del colapso por reprimir tanto sus frustraciones. Se plantea una crítica a las redes sociales, la dependencia a los teléfonos móviles, al capitalismo, a una sociedad que se acelera para ir rápido a ninguna parte, entre otras situaciones. Una comedia donde dentro de la diversión, esta la reflexión, la crisis de los 40, seres que se olvidan de los valores y dejan atraparse por la sociedad moderna. Propone que las personas se liberen sin rodeos, haciendo lo que piensan y sienten. Esta es la remake de la película chilena “Sin Filtro” (2016), dirigida y escrita por Nicolás López.
Hay películas que se convierten en moda, estallan en cierto sector cinéfilo, rebota en gente que dice “está buena la peli” porque la vio en Netflix y los productores compran los derechos y la hacen en un país, y en otro, y en otro más. Eso pasó con “Sin filtro”, así, sin s, que se convirtió en la segunda película más vista en Chile, y luego mutó en “Una mujer sin filtro”, en México; en julio será “Re loca” en Argentina, con Natalia Oreiro; y ahora se estrenó “Sin rodeos” en España, que aquí se conoció como “Sin filtros”. Desde ya que la original, lejos de ser una maravilla del séptimo arte, es entretenida y alguna que otra sonrisa arranca. Pero esta película dirigida por Santiago Segura se queda a mitad de camino, porque ni llega a explotar el humor bizarro que el actor supo desplegar en la saga de Torrente, ni hay gags divertidos que al menos le hagan honor a la original. Esta es la historia de Paz, una mujer que está al borde de los 40 y parece que se le cayó un edificio encima. Su marido es un artista que siempre está esperando las musas para pintar su mejor obra y mientras tanto nunca va al supermercado, ni repara que su hijo está filmando una porno en la pieza de al lado, y mucho menos que su mujer está al borde de un ataque de pánico. Como si fuera poco, Paz tiene un vecino insoportable que no la deja dormir, una amiga que nunca la escucha, una hermana que sólo le importa cuidar a su gato y hasta un ex novio que la coquetea pero se va a casar con otra. Encima en la agencia de publicidad donde trabaja llega una joven que maneja al dedillo las últimas tendencias de las redes sociales y le quitará el puesto de un plumazo. Un gurú aparecerá en su camino y Paz comenzará a decir todo lo que siente, sin filtro. A Maribel Verdú le falta oficio para hacer reír y eso le pone filtro al humor y no libera la carcajada. Un detalle clave para que la película nunca levante vuelo.
La vida secreta de las palabras Esta producción, segunda versión del homónimo chileno del año 2016, dirigido por Nicolás López), cuenta en su haber como guionistas a un dúo formado por Marta Gonzalez de Vega y Benigno Lopez, al que se sumo Santiago Segura, el director de esta versión, para realizar un traslado del personaje central a la idiosincrasia de la realidad cotidiana y cultural de España. Si algo sobrevuela por encima de la media, y posiblemente el gran logro del realizador, es la idea de transitar por el fino filo que divide la comedia simple con el grotesco de la manera más sutil posible. En esta variable es en la que se va desarrollando el relato que se sustenta a partir de personajes secundarios, algunos rayanos en la sátira más clásica como Amil Narayan (Santiago Segura), un curandero oriental fariseo pocas veces visto, más falso que un billete de 3 dolares, o esa hermana amante de su gato por imposibilidades afectivas. En línea paralela a aquellos, otros personajes nos circundan a diario de manera patética, algunos viejos conocidos, los hijos de papá inútiles por definición que heredaron la empresa, Borja (David Guapo) al que encontramos como jefe de nuestra heroína. Alicia (Cristina Pedroche), una jovencita veinteañera, toda una "influencer", como se le llama ahora, con menos formación intelectual que Forrest Gump. y que pasa a ser su supervisora A ellos se le suman Dante (Rafael Spregelburd) como la pareja de nuestra heroína, un supuesto artista plástico que se cree él mismo un innovador genial, o el hijo adolescente de éste, a la deriva por la crisis de los adultos, además de otros personajes tan patéticos como ridículos, el vecino "pendeviejo, o la amiga, todo un icono del nuevo síndrome, la "celulopatia", sumado a un psicoanalista poco profesional. Nada queda en nuestra realidad cotidiana sin ser vapuleado por la mirada critica y cínica del director, siempre afecto a lo políticamente incorrecto. Todos unidos por nuestra heroína, Paz (Maribel Verdu), una publicista de 39 años de edad, y casi con la mitad de esos años trabajando en la empresa aguantando todo tipo de abusos por parte del jefe, ninguneo de parte de su pareja, maltratos de su supuesto hijastro, siempre callando pues no es afecta a la violencia hasta que un día explota de la manera menos saludable, una especie de ataque de pánico que casi la paraliza. Sin soluciones posibles a la vista termina por recurrir a Amil Narayan, conocido por su programa de TV, éste le da un elixir que hará de Paz una versión femenina de Fletcher Reede, el personaje de Jim Carrey en "Mentiroso, mentiroso" (1997) con agregados, no sólo dirá la verdad, sino que no tendrá barreras sociales y/o morales. Todos los rubros técnicos son de muy buena factura, empezando por el diseño de sonido, incluyendo la banda sonora, la dirección de arte y la fotografía como impulsadora del mismo, pasando por un guión muy inteligente, si bien hay demasiado de repetición con su original chileno en este rubro la magia está en las elecciones de los planos y el tipo de montaje, más cercano a la comedia ligera que a la dramática u romántica. A la construcción del relato se le debe sumar todas y cada una de las actuaciones, deslumbrando claro, la genial interpretación de Maribel Verdu, lo que hace mucho dejo de ser sorpresa. Lo que si deparo en sorpresa fue la ubicuidad de Santiago Segura, primero para el traslado desde sus cuatro filmes anteriores, centrados en un personaje machista y retrogrado, para realizar una radiografía del mundo femenino sin caer en estereotipos machistas, casi funcionando en homenaje a ellas, sin juzgar a ningún personaje, es más, casi que los trata con clemencia. En síntesis, un filme que lleva a la risa pero deja pensando, con un final para nada condescendiente, aunque sí esperable. Como nota de color hay una tercera versión mejicana de la misma cinta, no se asombre si antes de fin de año se estrena la versión hollywoodense. Anticipese y vea esta. (*) Realizada en el 2005 por Isabel Coixet.
Con la comedia liviana Sin filtros, Santiago Segura se pone la camiseta de director nuevamente para traernos una comedia liviana y pasatista, pero con muchos gags. Paz (Maribel Verdú) es una mujer en lo que debería ser el punto más alto de su vida. Sin embargo su novio no la tiene en cuenta, el hijo de él la acosa sexualmente, su amiga la utiliza para descargar sus ridículas y rebuscadas teorías sobre su ex pareja y, para colmo, su jefe le impone de supervisora a una veinteañera sin ningún talento pero con muchos seguidores en Instagram. En medio de ataques de pánico y dolores de pecho, visita a un gurú (interpretado por Santiago Segura) que le da una pócima que le permitirá decir todo lo que siente, lo que hace que Paz finalmente pueda, sin ningún tipo de freno, enfrentarse a todos los que la rodean. Sin filtros es una película divertida, de eso no cabe dudas. Pero el guion es flojo. La idea la hemos visto hasta el hartazgo, a veces incluso contada con cierta gracia, aunque aquí los chistes se suceden sin mucha unión entre ellos. La trama es de por sí bastante rebuscada y poco creíble. Lo mejor es que Maribel Verdú es una actriz carismática, que ya tiene ganado al público argentino, y la película depende totalmente de ella. Segura por otro lado queda chico como director, desde muy obvios errores de continuidad, hasta la estética de programa cómico de los ochenta, pasando por pésimos encuadres y problemas de edición, da la sensación de que el film se hizo sin mucha preparación. Además, está tan alejado del humor que hizo el director/actor, tan característico en la saga de Torrente, que sus seguidores no van a encontrar a la película demasiado interesante.
Aclaración Pertinente. Esta película española, cuyo títulos original es Sin Rodeos, es la remake de un título chileno llamado Sin filtros, la cual pueden ver en Netflix. Próximamente se estrenará su correspondiente versión argentina con el nombre de Re loca, y está protagonizada por la actriz uruguaya Natalia Oreiro. Tanto en México como en Panamá ya estrenaron sus propias versiones. Un caso extraño se da con esta nueva producción del director Santiago Segura ya que originalmente se llamaba Sin rodeos pero, tal vez, para ser vendida al mercado nacional, se le cambio el título a Sin Filtros, o sea el título de la primera versión. Sea como sea el resultado es igual de mediocre. Esperemos que la versión argentina sea buena y supere el nivel, por el tráiler ya casi se puede confirmar que así será. ¿Y porque es mediocre esta nueva remake? Santiago Segura, quien dirigió la excelente saga de Torrente, no hace nada para volver interesante a esta propuesta. Es el famoso caso de una película hecha en “piloto automático”. No se trata de pedirle al director que despliegue su humor políticamente incorrecto, pero sí que logre alguna risa, algun tipo de gag de buena comedia, pero NO, el guión no ofrece novedad alguna, sólo desarrolla sin humor la tagline “¿A quien pondrias en su sitio?”. Lo mismo ocurre en el plano visual, su puesta en escena termina siendo más televisiva que cinematográfica. No hay riesgo, ni nada similar a la hora de afrontar el aspecto más importante de una película. Esta desidia termina afectando a los actores, la mayoría desaprovechados, a excepción de su protagonista, la gran Maribel Verdú, pero sus esfuerzos son en vano ya que el grupo no ayuda y no aporta nada. Tal vez esté siendo muy duro e incluso injusto con una película sincera. Sin Filtro se puede ver y puede hasta parecer divertida pero sólo en apariencias. Viendo las versiones anteriores, incluso la original, que no han logrado ser buenas, uno se pregunta cómo puede ser que una película así se haya vendido a todo el mercado, incluso el norteamericano. Y tambien uno se cuestiona cómo un director tan talentoso como Segura se implicó en una historia que no tiene nada que ofrecerle a su estilo de humor, salvo un suculento cheque creemos. Tal vez alguna de las otras versiones termine, por lo menos, escapando de lo simplona que es su primera versión. El gancho de “mujer que no caya nada, pero NADA” no ayuda. Esperemos que Re loca si lo logre, sobre todo por el timing cómico que tiene su actriz principal, Natalia Oreiro.
Crítica emitida por radio.