Un (nuevo) placer culposo El comienzo de Último Viaje a Las Vegas (¡ay estos títulos locales!) retrata una amistad, versión Hollywood. Los cuatro protagonistas –en sus años preadolescentes- se vengan de un bravucón y logran escapar con un objeto que tendrá un valor dramático a futuro. Como si nada, hay una elipsis de cincuenta y ocho años, que muestra a los cuatro señores ya entrados en la tercera edad. Kevin Kline hace ejercicios acuáticos de mala manera, acompañado de su mujer y un séquito de gerontes. Morgan Freeman aparece como el más enfermo físicamente de los cuatro, tratado como un niño por su hijo. Robert De Niro es un viudo ermitaño que convirtió su casa en un santuario en honor a su mujer fallecida. Michael Douglas hace de lo que hace mejor: de un millonario aburrido. Una decisión tomada con algo de premura es la que motoriza el reencuentro de los cuatro amigos, como así también el relato...
Mis amigos de siempre La ciudad del juego se convierte una vez más en el escenario de una comedia que reúne a un grupo de amigos que añora tiempos pasados y enfrenta un presente con dificultades. Último viaje a Las Vegas es la historia de siempre pero impulsada por cuatro grandes nombres del firmamento hollywoodense: Michael Douglas, Robert De Niro, Morgan Freeman y Kevin Kline. Ellos deciden olvidarse de su edad y reviven los mejores años cuando el soltero del grupo (Douglas) decide contraer matrimonio con una mujer mucho más joven que él en la ciudad del juego. La película de Jon Turteltaub (El aprendiz de brujo) va a lo seguro y no se arriesga demasiado al entregar un producto del estilo de ¿Qué pasó ayer?, pero menos episódico y con más moralina, alimentado por personajes que están alrededor de los setenta y que arrastran sus propias tristezas. Paddy (De Niro) es el viudo que a último momento, y a regañadientes, se suma a la aventura; Archie (Freeman) es el anciano que se escapa de su hogar con la excusa de un retiro espiritual de la iglesia y preocupa a su hijo; Sam (Kline) busca la manera de alejarse de su mujer para reactivar su matrimonio y, finalmente, Billy (Douglas) que vive como el eterno galán. Con guión de Dan Fogelman (Loco estúpido amor), el relato crece cuando entra en acción Mary Steenburgen, la amiga que enciende la pasión y los viejos "acuerdos" de un pasado que vuelve de manera diferente. Entre la búsqueda de un hotel donde hospedarse, dolores físicos, juegos, fiestas en una lujosa habitación y camas giratorias, el film acierta con algunos gags e impone además su mirada melancólica. Ni más ni menos.
Últimamente, parecen haberse puesto de moda las películas sobre viejos, sobre personas de la tercera edad que sienten que tienen su última oportunidad en la vida, hombres mayores que deciden hacer un viaje o embarcarse en una aventura alocada para sentirse “vivos” una última vez. Las consecuencias de esto pueden ser, cuanto menos, nefastas, en especial cuando se da por sentado que poner a cuatro o cinco gerontes haciendo ridiculeces, o burlándose de temas etarios es, intrínsecamente, gracioso. En general, no lo es. Porque se recurre a tópicos relacionados con el envejecimiento (achaques físicos, impotencia, anacronías, etc) y se los usa una y otra vez como talismanes del humor. O se pone a los actores a hacer el ridículo porque supuestamente es gracioso ver a viejos (no a cualquier viejo) bailando, consumiendo alcohol o drogas o intentando coger con pendejas. Nada de todo esto es gracioso si no hay un buen director atrás, un ojo que guíe todo hacia la comicidad, que acompañe a los actores por el camino del humor. Y que tenga amor y oficio. El año pasado se estrenó Tres Tipos Duros (Stand Up Guys), con Al Pacino, Christopher Walken y Alan Arkin, una suerte de buddy movie en la que tres viejos criminales amigos se reencontraban para perpetrar un último trabajo y sentirse de nuevo como en su gloriosa juventud. Al Pacino era una especie de caricatura de sí mismo, con la cara deformada, totalmente desbocado, con esos manierismos y latiguillos otrora simpáticos -ahora devenidos en patéticos-, víctima de un director que solo sentía desprecio por él y lo ridiculizaba de todas las formas posibles. Resultaba también un poco triste ver a Christopher Walken secundando a Pacino en ese rol, conformando una dupla de viejos cansados, acabados por la vida, que casi ni coger podían. Alan Arkin salía un poco más airoso de la situación, acaso porque lo conocimos más bien de grande -y el proceso de reconocimiento de la vejez del otro que se produce en nuestra mente de espectadores es distinto-, acaso por esa cuota de impasividad que tiene Arkin, una serenidad que es sinónimo de sabiduría y aplomo en ese rostro aún cinematográfico. Este año, la benevolencia navideña y la misericordia divina nos obsequian Último Viaje a Las Vegas. Last Vegas se vale de una premisa similar a la de Tres Tipos Duros: viejos amigos (y amigos viejos) que se van de parranda por una última vez, nada menos que a Las Vegas, en ocasión de la despedida de soltero de uno de ellos. El resultado: una sucesión de situaciones previsibles y bobas, de gags totalmente estúpidos, episodios vergonzosos, falta de timing, malas actuaciones, música iterativa en tonalidades menores en los momentos supuestamente “emocionales, serios y profundos” (que no son pocos, ya que hay un tema del pasado que viene a hacer ruido en el presente), solemnidad de la peor calaña, y una cámara que no sabe qué hacer en ningún momento. Situaciones forzadas dentro de vínculos de amistad forzados, que utilizan la vejez y los mega clichés de la vejez como chistes que jamás funcionan: que la próstata, que la medicación, que el Viagra, que los boliches y la música actual, que la vista y los anteojos, que el Speed con Vodka, que las pendejas y el sexo con las pendejas. Como si esto fuera poco, hay humor físico del más torpe (la escena en la que Michael Douglas tira a De Niro a la pileta y en la que un DJ le refriega las bolas al actor de Buenos Muchachos por la cara casi me hacen llorar de tristeza) y ni un atisbo de originalidad. Nuevamente, al igual que con Stand Up Guys, uno siente pena al observar a los actores: De Niro, por supuesto, en piloto automático, incapaz de abandonar el ceño fruncido, marca heredada de la saga Los Fockers; Michael Douglas, un muñecote bronceado, con el pelo color “almendra” y la cara rígida por las cirugías; Kevin Kline en modo expansivo, con casi un único tagline que repite hasta el hartazgo; Morgan Freeman, el más decente de todos. Hay una cuestión con ver a estos tipos envejecer y hacer el ridículo como lo plantean estas películas: fueron demasiado para nosotros, tienen mucha historia atrás, muchas grandes películas que se convirtieron en obras de culto gracias a ellos. Personifican una sensación de nostalgia por el cine del viejo Hollywood, son parte de esa historia. Llama la atención que ciertos directores del mainstream hollywoodense agarren a estos actores y los pongan en comedias pésimas, que simplemente no funcionan, con una dirección de actores fallida, provocando así una sensación de extrañamiento en el espectador: uno no puede evitar preguntarse qué hacen estos grandes actores acá y dónde está el supuesto humor. Pareciera que la industria de Hollywood se la está agarrando con quienes fueron íconos de una generación y los trata con un desprecio inusitado, los humilla en vez de aprender de ellos, aprender de esa tradición y transformarla justamente en humor, pero desde la nostalgia por el pasado, por ese pasado glorioso (pensemos en Space Cowboys), que ya no vuelve, pero que encuentra en estos grandes actores sus huellas más palpables. No hay aprendizaje ni redescubrimiento del tiempo pretérito, solo un distanciamiento cínico que no da lugar a otra cosa más que la ridiculez absoluta. Cuando hay amor y un buen director atrás, estos actores son el nexo entre presente y pasado (Sie7e Psicópatas), capaces de impregnar una obra con esos códigos, esa épica, esa grandeza y esa tradición. No son viejos gagás haciendo el ridículo, sino piezas de nuestra historia, de nuestra vida, de nuestra cinefilia, que vienen a recordarnos que todavía siguen vivos y que tienen tanto o más que antes para darnos.
Los cuatro fantásticos ¿Cuáles son las expectativas en relación a una comedia protagonizada por Robert De Niro, Morgan Freeman, Michael Douglas y Kevin Kline? Gran parte de lo que se espera de estos reconocidos actores ganadores del Oscar se cumple en Último viaje a Las Vegas (Last Vegas, 2013), dirigida por Jon Turteltaub. Momentos divertidos y situaciones en las que afloran sentimientos profundos, también relucen con la interpretación de Mary Steenburger. Para poner en órbita al espectador, Último viaje a Las Vegas comienza con un pantallazo de la niñez de los protagonistas, época en la que eran conocidos como “Los cuatro de Flatbush”. Pero rápidamente la historia se traslada a la actualidad, cuando 58 años después, Archie (Morgan Freeman), Paddy (Robert De Niro) y Sam (Kevin Kline), deciden juntarse para realizar la despedida de soltero de Billy (Michael Douglas). El lugar de la celebración es la ciudad de Las Vegas, sitio ideal en el que se generarán grandes momentos, tanto disparatados como reflexivos. Aunque a veces cae en lugares comunes, la historia permite realzar la experiencia y versatilidad de los cinco ganadores del premio de la Academia (vale mencionar que Steenburgen obtuvo el Oscar a la Mejor Actriz de Reparto en 1981). Desde los primeros instantes, se percibe una “química” entre ellos, lo que permite disfrutar, aún más, de la naturalidad con la que transitan la comedia. Los actores saben de qué se trata. Y Jon Turteltaub logra resaltar lo mejor de cada uno al asignarle los personajes: el baile de Freeman, la sensibilidad de De Niro, la picardía de Douglas, la necesidad de libertad de Kline y la delicadeza de Steenburgen, son muestra de ello. Si bien existen numerosas películas de temática similar, como por ejemplo ¿Qué pasó ayer? (The Hangover, 2009), la novedad de Último viaje a Las Vegas es la edad de sus “galanes”. Porque la capacidad de hace humor con las problemáticas que surgen después de los sesenta y pico, es una de las claves de la película. El film de Turteltaub representa muy bien su género, razón por la que en ocasiones el público podrá adivinar algunos giros típicos. Sin embargo, no decepcionará a los amantes del cine hollywoodense, ni tampoco a aquellos que quieran distraerse con una película entretenida, que además cuenta con el trabajo de excelentes actores.
Viejitos no tan piolas A principios de año se estrenó Tres tipos duros (Stand Up Guys), con Al Pacino, Alan Arkin y Christopher Walken como tres veteranos ex mafiosos que vuelven a las andadas. Y 2013 termina con otros viejos amigos (Michael Douglas, Robert De Niro, Morgan Freeman y Kevin Kline) reencontrándose luego de mucho tiempo para la despedida de soltero de uno de ellos -que se está por casar con una jovencita- en Las Vegas, en una suerte de versión geriátrica de ¿Qué pasó ayer? en la que uno de cada diez chistes o diálogos funciona y genera alguna mínima sonrisa. Demasiado poco para intérpretes de pasado glorioso que aquí parecen estar actuando “de taquito”, como sobrando el penoso material que les toca en suerte, como quien va a la cola del banco a cobrar la jubilación (sus cheques, claro, son bastante más jugosos). Lo peor -además de las bromas berretas, la misoginia y los malos cameos (como el del rapero 50 Cents)- es que todo termina en una moralina decididamente conservadora, reivindicando el papel de la esposa o la pareja madura y “condenando” cualquier encuentro entre un hombre veterano y una mujer joven. Una comedieta rancia hecha con piloto automático.
El principal mérito de esta especie de ¿Qué pasó ayer? de la tercera edad encierra también su mayor misterio. No es poca hazaña que sus productores hayan logrado reunir por primera vez en un elenco a cuatro pesos pesados de Hollywood como Michael Douglas, Robert De Niro, Kevin Kline y Morgan Freeman: hasta ahí llega el mérito. Que lo hayan conseguido ofreciéndoles un guión tan magro en ingenio ya forma parte del misterio. Quizás eso explica que, puestos a responder al compromiso, los cuatro pongan en juego más su oficio de comediantes, que ya se sabe dominan, que verdadera voluntad de divertir y divertirse, y que en el balance final resulte Mary Steenburgen la que mejor sabe sacar provecho de un papel relativamente menor: el de la veterana cantante que se cruza en el camino del cuarteto para que se repita cuarenta años después una situación similar a la que puso en conflicto a dos de los viejos compinches y determinó su destino. Uno es Paddy (Robert De Niro), de eterno duelo desde que perdió a su mujer y escasísima voluntad de salir de casa y menos para cruzarse con el otro, Billy (Michael Douglas). Éste, que ha hecho carrera como abogado en California, se siente todavía en condiciones de seducir señoritas que podrían ser sus hijas y, ya pisando los setenta (quizá consecuencia de la muerte de su socio en el estudio), calcula que ha llegado por fin la hora de casarse y decide hacerlo con su circunstancial pareja. Es la excusa para que se produzca el reencuentro con sus amigos desde la infancia: para que haya despedida de soltero y para que sea en Las Vegas, lugar donde sobreabunda la oferta de bodas y la promesa de juergas. Con lo cual ya está todo listo para que las situaciones y los chistes respondan al más previsible humor geriátrico, Viagra incluido, y para que el cuarteto de jubilados se vea rodeado de tentaciones, desde la del juego, que se le da muy bien al simpático Archie (Morgan Freeman), liberado por pocos días de la vigilancia sanitaria de su hijo, hasta la de la pródiga oferta de compañía femenina a la pesca de jugadores afortunados, lo que pone a prueba hasta qué punto el juicioso Sam (Kevin Kline) se atreverá a aprovechar el permiso de infidelidad que le ha concedido su comprensiva esposa. Hay ciertos momentos divertidos, algún intento de emotividad y está el atractivo de la presencia de las estrellas, aunque nada es muy novedoso y el convencionalismo abunda. El film también muestra, lamentablemente, el vuelo corto de Jon Turteltaub como director y las limitaciones de su presunto desenfado.
Son gente grande Con el condimento que le aportan los apellidos (Douglas, De Niro, Freeman y Kline), el filme entretiene sin mayores ambiciones. No importa que alguna vez los cuatro hayan ganado un Oscar por trabajos más meritorios. Tampoco que sus edades (Morgan Freeman a sus 76 años le lleva diez a Kevin Kline, que tiene 66) sean disímiles y la trama los haga pasar a todos como amigos de la misma generación. Ni que los chistes que el libreto les haga decir sean más viejos que ellos. Ultimo viaje a Las Vegas se sostiene gracias a Michael Douglas, Robert De Niro y los ya nombrados, porque esa camaradería que sienten sus personajes saben trasladarla hasta que llegue a la platea. La excusa para que los Cuatro de Flatbush , amigos de la infancia de un barrio de Brooklyn, vuelvan a reunirse es el casamiento de Billy (Douglas), un abogado que ahora reside en Malibu y va a esposar a una mujer que tiene la mitad de su edad. Archie (Freeman), que tiene problemas de salud, y Sam (Kline), que vive ya retirado con su mujer en Miami, deben convencer a Paddy (un como de costumbre huraño De Niro) de abandonar su departamento en Nueva York, algo que no hace desde que enviudó. Pero lo consiguen y, ya en Las Vegas, viejos enfrentamientos con Billy le pondrán el azúcar al asunto. O al menos, la sacarina. ¿Qué pueden hacer cuatro jubilados en la ciudad del pecado? Eso que el lector imagina, y más. El director, Jon Turteltaub (realizador de La leyenda del tesoro perdido, Aprendiz de brujo, entre muchas otras películas) suma más y más disparates a la despedida de soltero del último amigo que quedaba por casar, no ahorra chistes gruesos y otros de salón, mucho descontrol, mujeres que increíblemente se sienten atraídos por los gerontes y humor al estilo de Jorge Corona. Para que haya algo de romanticismo se agrega al plantel una cantante (Mary Steenburgen, reconocible aún pese a sus cirugías), que destapará algo -lo único- que quedaba oculto. Sumado a Tres tipos duros (Al Pacino, Crystal y Alan Arkin) y a la secuela de Red, este filme no es un póker de ases, pero tampoco son cuatro cartas negras. Ultimo viaje a Las Vegas entretiene sin mayores ambiciones a su público destinatario, aquél que vio a los cuatro actores en su esplendor cuando no había cines con proyección digital.
Una comedia geriátrica que se toma muy en serio La gacetilla de prensa habla de “cuatro oscarizadas leyendas del cine, con seis Oscar, con películas que han recaudado casi 16 mil millones de dólares, juntas por primera vez en la gran pantalla”. El gancho comercial, parece, está encaminado. Lástima que no hay nada en Ultimo viaje a Las Vegas más allá de ese concepto: Michael Douglas, Robert De Niro, Morgan Freeman y Kevin Kline sueltos en la ciudad de la perdición. Sería un error del espectador pedirle a cada película situada allí el grado de salvajismo de ¿Qué pasó ayer?, pero sí un poco más que una serie de chistes sobre los achaques de la edad, la sexualidad (otro más sobre el Viagra y van...) y la imposibilidad de comprender las costumbres de “los jóvenes”, todo atravesado por ese empecinamiento adoctrinador de las bondades de la experiencia típico de las cada vez más habituales comedias geriátricas. El cuarteto está unido desde hace años. Muchos. 58, para ser más precisos. Ahora superan los 70. Uno de ellos (Kevin Kline) hace ejercicios acuáticos con su mujer y una horda de jubilados. Otro (Morgan Freeman) es cuidado con recelo por su hijo mientras se recupera de un derrame cerebral. El tercero (Robert De Niro) vive encerrado en bata en su departamento, signo inequívoco del dolor de una viudez reciente. El último la pasa bárbaro: es un pendeviejo con plata, una mansión y una mujer de treinta y pico que está buenísima. Está interpretado, obvio, por Michael Douglas, el único que hace lo que debería hacerse en este caso de películas, que es no tomársela demasiado en serio. El casamiento de este último disparará el reencuentro de la manada en Las Vegas. Manada que está resquebrajada: Douglas no fue al entierro de la mujer de De Niro porque, hace mil años, estaba enamorada de ella y sin embargo se la cedió en bandeja a su amigo. Marche un pase de facturas para el desenlace. El viaje no será más que un encadenamiento de situaciones, en el mejor de los casos simpáticas, en cuyo norte está la idea del descubrimiento de que ser viejo no está tan mal. En ese sentido, el defecto principal de Ultimo viaje a Las Vegas es que no puede esconder la óptica propia de la etapa biológica de sus creadores, todos ellos sub 50, reduciendo todo el asunto a una referencialidad constante de la edad, como si el principal meollo de los post 70 sea justamente ése, que son post 70 y viven pendientes de eso. El resultado, entonces, no es un retrato sobre la vejez, sino sobre los temores de cómo sería llegar a ella. Así, fallada desde su misma concepción, imposibilitada de comprender a sus personajes, la película irá elevando su tono de moraleja boba, con uno dándose cuenta que ama a su mujer, el otro que su hijo es un rompebolas, el tercero que tiene que seguir adelante y el último que no tiene demasiado que hacer con una pendeja. Bastante poco –casi nada– para “cuatro oscarizadas leyendas del cine”.
Pues si, hay aquí un intento de explotar el filón de la trilogía de “¿QUE PASO AYER?” en clave de tercera edad. Pese a carecer de originalidad, se agradece el intento de Hollywood por darle el protagónico a actores de una generación no tan comercial como los adolescentes y noveles actores que hoy dominan las pantallas del mundo. El resultado es simpático, con gags logrados, aunque el filme nunca termina de explotar y por la tanto no llega al nivel de salvajismo humorístico que uno puede esperar de una historia que se desarrolla en Las Vegas. Como tributo a toda una generación de glorias de "La Meca del Cine", funciona, y no es poco.
Uno puede entender las necesidades económicas de los actores, pero -al menos desde acá- cuesta bastante justificar algunas de sus elecciones, especialmente tratándose de un elenco de estrellas que, uno supone, no le debe estar costando llegar a fin de mes como para tener que sumarse a cualquier propuesta que circule por ahí. Robert De Niro, Morgan Freeman, Michael Douglas y Kevin Kline deben haber recibido suculentos salarios (o “una oferta que no pudieron rechazar” aparentemente de los dueños del Hotel Aria donde transcurre buena parte de esta promo, digo, película) para ponerse al frente de ULTIMO VIAJE A LAS VEGAS o le debían un favor a alguien (agente, productor, director, lo que sea). De otra manera no se entiende cómo este equipo de lujo dedicó semanas de su vida y arriesgó su reputación (aún en el caso de De Niro, que no le hace asco a nada) para sumarse a este subproducto comercial, suerte de versión geriátrica de QUE PASO AYER?, sin ni siquiera una pizca del humor zarpado que caracterizó los mejores momentos de esa saga. Cuatro amigos de la adolescencia se juntan cuando todos promedian los 70 para ir a Las Vegas a hacerle una despedida de soltero y luego participar del casamiento de uno de ellos, Douglas, con una mujer mucho más joven que él. De Niro ha quedado viudo hace poco y odia a Douglas por no haber ido al funeral de su esposa: entre ellos hay problemas de toda la vida. Freeman tuvo problemas de salud (un ACV) y le recomiendan no salir de su casa, mientras que Kline también tiene problemas físicos (cadera, espalda, etc.) y pasa sus días aburrido con otros jubilados en la Florida. Douglas es el millonario que parece rejuvenecido gracias a su noviazgo con una chica bella de 32 años. LASTVEGASLa película pone a los cuatro talentosos actores a jugar una serie de pasos de comedia que eran viejos en las épocas de Abbott & Costello, centradas especialmente en el choque de edades entre ellos y el público más joven de Las Vegas. Digamos que la película es una larga serie de chistes malos en los que ellos enseñan a los más chicos ciertas “sanas costumbres” de otras épocas, mientras los más jóvenes los sacan de la autoconmiseración y de la idea que ya no les queda mucho por vivir. Así, entre chistes sobre próstatas, Viagras, whiskies añejos y concursos de belleza, los cuatro “viejitos” (los actores son más jóvenes que sus personajes, lo cual es raro) pasan unos días “de locos” en Las Vegas. Más allá de tres o cuatro bromas simpáticas o algunos momentos donde parece reinar cierta improvisación (Kline y Mary Steenburgen, como una cantante que conocen allí, se destacan), el filme apuesta consistentemente al más bajo denominador común posible. Desde las imágenes de publicidad turística a lo predecible de su historia, nada hay en ULTIMO VIAJE A LAS VEGAS que genere el mínimo interés por fuera de ver caras famosas. En cierto modo es como cuando una gran figura, por esas vueltas del destino, termina trabajando en algún programa de televisión tipo BAILANDO POR UN SUEÑO: el que lo mira lo hace con cierto morbo, sin poder del todo creer que hayan aceptado esa oferta. Last-Vegas-Douglas-Freeman-Kline-De-NiroSi los espectadores no vieron o no guardan buenos recuerdos de TAXI DRIVER, TORO SALVAJE, PECADOS CAPITALES, SUEÑOS DE LIBERTAD, WALL STREET, LA GUERRA DE LOS ROSES o LOS ENREDOS DE WANDA -por citar sólo algunas de las más conocidas películas protagonizadas por el cuarteto de estrellas de este filme- tal vez esta película les haga menos ruido. Pero es de suponer que si van a ver una película con estos actores es porque los conocen y aprecian. La apreciación no cambiará (ni tampoco los 5 Oscars ganados y las 14 nominaciones que tienen entre los cuatro), pero la sensación un poco triste que dejará el filme es que son capaces de hacer casi cualquier cosa por un billete. Es cierto: el mercado cinematográfico últimamente favorece a espectadores mayores de 60 años. Es por ellos, los niños de la animación y los adolescentes de las sagas de superhéroes que están vivos los cines, comercialmente hablando. Los mayores son los menos “digitalizados” que aún siguen yendo a las salas ya que no tienen mucha idea de cómo bajar películas vía torrent. Y Hollywood tiene una tradición ya larga de exitosas películas de jubilados, como COCOON, DOS VIEJOS GRUÑONES, ANTES DE PARTIR, entre otras. No es una tradición caracterizada por los desafíos cinematográficos y ULTIMO VIAJE A LAS VEGAS, tan potencialmente exitosa aquí como lo fue en Estados Unidos, no tiene ninguna intención de quebrar esa tradición de mediocridad.
El elenco lo es todo. Juntar a Michael Douglas, Robert De Niro, Morgan Freeman y Kevin Kline es un lujo sin dudas. Pero el libro no está a la altura de sus famas individuales. Cuatro amigos, uno pollerudo, otro enfermo, un viudo inconsolable y un Don Juan se juntan en Las Vegas para la despedida de soltero del único que nunca se casó. De ahí en más, una comedia como tantas otras, que se toma a broma la vejez y los achaques.
Un film que se mantiene sobre los hombros de su cuarteto protagónico. Billy (Michael Douglas), Paddy (Robert De Niro), Archie (Morgan Freeman) y Sam (Kevin Kline) son mejores desde la infancia. Cuando Billy, el último soltero del grupo, decide por fin contraer matrimonio con una joven varios años menor que él, los cuatro amigos se dirigirán a Las Vegas para revivir sus años de gloria y organizar una inolvidables despedida. Pero a su llegada, los cuatro amigos descubren que el paso del tiempo transformó completamente a la ciudad y esto pondrá a prueba la amistad del grupo en formas que no imaginan. Senilidad y Locura en Las Vegas Ultimo Viaje a Las Vegas es el nuevo trabajo del director Jon Turteltaub, un hombre conocido por films como Fenómeno con John Travolta, la comedia de John Candy Jamaica Bajo Cero y la saga de La Leyenda del Tesoro Perdido que protagonizó Nicolas Cage entre otras. Este nueva película no se aleja demasiado del resto de su filmografía ya que, una vez más, logra un producto entretenido y bien actuado pero sin demasiada profundidad ni complejidad. No es que el guión de Ultimo Viaje a Las Vegas carezca de sentido o alguna que otra buena idea, pero en todo momento da la sensación de que la historia es una mera excusa para reunir al gran cuarteto protagónico encarnado por Michael Douglas, Robert De Niro, Morgan Freeman y Kevin Kline. La trama se apoya fuertemente en chistes sobre la edad de sus actores y difícilmente deja de explorarlos durante todo el film. Si la película nunca llega a aburrir es por dos sencillas razones: el buen pulso de su director y, en mayor medida, su elenco, que se completa con una inspirada Mary Steenburgen (Clara Clayton de Volver al Futuro III). Antes y last-vegasdespués de su estreno Ultimo Viaje a Las Vegas tuvo una buena cuota de comparaciones con Que Pasó Ayer?, y aunque comparten el escenario y algunos detalles de la trama, este film apunta a una diversión un tanto más familiar, cosa que termina quedando (muy) en claro en su tercer acto, cuando no puede evitar enviar un mensaje moralista y llevar la historia a un terreno sentimentaloide. Sin dudas el gran atractivo de Ultimo Viaje a Las Vegas está en su elenco de grandes figuras. Michael Douglas interpreta a Billy, soltero rico del grupo que está a pocos días de casarse con su novia treintañera. De Niro es Paddy, quien luego de la muerte de su mujer (también parte del grupo cuando eran chicos) se volvió una especie de ermitaño malhumorado. Morgan Freeman y Kevin Kline son Archie y Sam, uno divorciado en varias ocasiones y de salud frágil y el otro (in)felizmente casado y viviendo en Florida en una comunidad conformada por otra gente de la tercera edad. Todos interpretan sus respectivos papeles a la perfección aunque sin demasiado esfuerzo ya que el guión nunca les exige verdaderamente. Aunque son ellos la gran razón de que el film funcione, da la sensaciones de hicieron su trabajo en modo “piloto automático”. Por último, Mary Steenburgen interpreta a Diana, una ex contadora que hoy pasa sus días cantando en un casino de mala muerte. Steenburgen hace un gran trabajo como la mujer que llega para causar algo de problema entre los amigos y entrega una de sus interpretaciones más encantadoras. Conclusión Ultimo Viaje a Las Vegas es una comedia liviana e inofensiva que el poco impacto que causa es gracias a sus protagonistas. A pesar de algunas buenas ideas y aunque difícilmente aburre durante sus 100 minutos de duración, los chistes parecen ir siempre por el lado de la edad, lo que termina ocasionando que las risas vayan disminuyendo a medida que las bromas comienzan a repetirse. Recomendada para aquellos espectadores que busquen algo para matar el rato y sin demasiadas pretensiones.
Un “Qué pasó ayer” de la tercera edad Sin duda esta versión de la tercera edad de "Qué paso ayer" hace reir. Hay gags buenos y contundentes, interpretados por un elenco difícil de reunir: De Niro, Michael Douglas, Kevin Kline y Morgan Freeman por algún motivo, nunca habían compartido una película-. Sin embargo, entre chiste y chiste "Last Vegas" también resulta bastante deprimente. Esta contradicción casi podría ser explicada por algunos de los mejores diálogos del film. "Esto tal vez le pueda hacer bien a mi rodilla, pero le está haciendo muy mal a mi espíritu", asegura Kevin Kline en medio de una sesión de gimnasia geriátrica. Más adelante, ya en medio de la juerga propia del título de la película, Morgan Freeman, gran bebedor y mayúsculo tarambana, experimenta una nueva sensación: "vodka mezclado con bebida energizante". "Esto es como estar borracho y electrocutado al mismo tiempo." Semejante reunión de pesos pesados hollywoodenses merecía un guion mejor. Michael Douglas es un exitoso hombre maduro decidido a casarse con una mujer mucho más joven. Esto implica invitar a sus mejores amigos del barrio, la pandilla inseparable formada 58 años atrás. De Niro es el amigo gruñón ofendido con justa razón por conflictos previos realmente no muy interesantes-, y Kevin Kline y Morgan Freeman son los que en verdad se hacen cargo de casi todo lo divertido del film aunque cuando la cosa podria arder en serio, el guionista se las arregla para arruinarlo todo. Y lo cierto es que la que se roba la película es la asombrosa beldad madura Mary Steenburgen, que en su papel de cantante del bar de un casino le pasa por arriba a todos sus colegas talentosa, y ahora, más linda que nunca-. En cambio De Niro y Douglas están muy desaprovechados. Incluso cada vez que tiene la oportunidad de rematar bien una escena, el director Jon Turteltaub se las arregla para que una comedia sobre adultos mayores pasándose de la raya en Las Vegas casi no tenga una sola escena que no sea apta para todo público.
Sólo un poco de su talento Cuatro amigos se vuelven a reunir tras 58 años. Sam (Kevin Kline), Archie (Morgan Freeman) y Paddy (Robert De Niro) son convocados por el millonario y soltero Billy (Michael Douglas) cuando este último les comunica que se va a casar y decide hacer un viaje con ellos a Las Vegas. La fórmula parece estar demasiado a la vista: cuatro estrellas del cine que ya hayan cumplido unos cuantos años y califiquen de veteranos, metidos en una aventura que podría ser la última. De esta clase de films se han hecho muchos, algunos muy inspirados, otros muy aburridos y mecánicos. Algunos son films de acción, como Red, y algunos son comedias, como Último viaje a Las Vegas. ¿Se puede hacer una película de esta clase, que valga realmente la pena más allá de la idea? A juzgar por aquella obra maestra llamada Jinetes del espacio con Clint Eastwood, Tommy Lee Jones, James Garner y Donald Shuterland, sí se puede. Pero se necesita algo más que una idea ingeniosa o cuatro excelentes actores. Acá sólo vemos un material muy mediocre, con situaciones muy trilladas, con elementos más destinados a crear una construcción estándar que a plantearse con verdadera convicción los posibles conflictos surgidos de la historia. Entonces cada tema, partiendo siempre de la avanzada edad de los protagonistas, se vuelve tan básico que da pena. El sexo, el amor, la pareja, los hijos, la muerte, todo apenas tratado con un discurso tranquilizador y sin matices. Se podría decir que la película cumple con su objetivo mínimo y no busca más. Pero el film mencionado antes era una excelente comedia y una visión lúcida e impiadosa de los temas tratados. Y claro, como estaba hecha de corazón, tenía una banda de sonido acorde a sus protagonistas y una para vender artistas de otra generación. Finalmente, y como cierre, hay que decir que los cinéfilos aun sabemos por qué Robert De Niro, Morgan Freeman, Kevin Kline y Michael Douglas son grandes, y que da un poco de tristeza que se conformen con tan poco, aun cuando nos regalen aquí un poco de su inmenso carisma y talento. Tanto los espectadores como ellos, estamos para más.
La clave de esta película está muy bien retratada en el afiche que anticipa claramente lo que vas a encontrar en esta propuesta. Último viaje a Las Vegas es una comedia para disfrutar de todos estos grosos juntos en un mismo proyecto. La presencia de ellos y sus interpretaciones son los responsables de brindar un film muy ameno que entretiene y te hace pasar un buen rato en el cine. No es una producción memorable que será recordada en las filmografías de los protagonistas pero cumple con lo que se propone ofrecer esta propuesta. Por momentos se hace difícil no verla como una "version senior" de ¿Qué pasó ayer? porque tiene algunos elementos que alientan esa comparación, pero acá el humor y el conflicto va por otro lado. En este film en particular me pareció mucho más interesante y mejor trabajado los elementos dramáticos que los cómicos. Toda la subtrama que se desarrolla entre el personaje de Michael Douglas y el de Robert DeNiro es buenísima y resulta mucho más interesante que los enredos humorísticos. El director Jon Turteltaub, responsable de los filmes de La leyenda del tesoro, con Nicolas Cage, estuvo a cargo de la dirección y con este proyecto de alguna manera volvió a sus fuentes, ya que comenzó a trabajar en Hollywood dentro de la comedia y luego se volcó a otros géneros. Último viaje a Las Vegas no es una película que califique entre lo mejor del año, pero es entretenida y brinda una oportunidad para pasarla bien en el cine con un gran reparto de actores.
Hasta hace poco tiempo tuve un jefe de esos que por algún motivo de su proceso de maduración evitan asumir la edad que tienen. Vestido como un adolescente siempre intentaba mostrarse “cool” a pesar que sus años y real apariencia decían otra cosa. Esto es porque como dice el viejo refrán “el hábito no hace al monje”, o algo por el estilo. En “Last Vegas” (excelente juego de palabras) ó “Último viaje a Las Vegas”(USA, 2013), tal como se la conocerá por acá, Jon Turteltaub habla de este tipo de anciano, conocido como “pendeviejo” y lo cristaliza en Billy, personaje interpretado por Michael Douglas, un millonario que decide casarse con una joven que tiene 31 años, a pesar que la doble en edad. Y si hace años se mostraba a la “tercera edad” en la pantalla grande como seres estáticos, en las últimas y sin ningún proyecto o deseo por cumplir, a menos, claro está, que viniera algún extraterrestre (“Cocoon”, “Milagro en la Calle 8”) o que el racconto de alguna historia los tenga como protagonista (“Tomates Verdes Fritos”), en esta mezcla de “¿Qué pasó ayer?” y filmes corales que intentan dar un mensaje sobre la importancia de la amistad, esas viejas fórmulas son descartadas. Al notificar Billy a sus amigos de toda la vida Archie (Morgan Freeman) y Sam (Kevin Kline) de la noticia, deciden hacerse una escapada a Las Vegas para realizarle la despedida de soltero. Al grupo se unirá con mucha reticencia Paddy (Robert De Niro), quien enfrentado con Billy, tratará de arruinar el esperado y descontrolado adiós a la soltería de su compañero. Cada uno de los personajes es dotado de determinadas características que los hacen bien diferenciables entre sí y que además conformarán la dinámica de acción a lo largo de la duración del filme. Así Billy (Douglas) será el “canchero”, el que todo puede conseguir a base de su dinero, Archie (Freeman), el racional, el cerebro del equipo, Sam (Kline), el “humorista” o bufón (que tendrá la función de desestructurar los momentos dramáticos) y Paddy (De Niro), el ermitaño y gruñón. Y si en algún momento del pasado, como se revelarán en un momento del filme, Billy y Paddy estuvieron enfrentados por un amor, en este viaje a Las Vegas ambos serán deslumbrados por una cantante (Mary Steenburgen) de un bar de mala muerte que hará tambalear algunas decisiones tomadas. “No rendirse”, “Avanzar a pesar del cuerpo”, son algunas de las máximas que se van pronunciando para construir el eje narrativo de la película, que deambula entre la comedia más descontrolada (fiestas, juegos) y situaciones divertidas apoyadas en la edad de los protagonistas (viagra, hemorroides, etc.). Hay dos mundos que se construyen, por un lado el mundo de los ancianos, con remedios, estudios médicos, batas y mucha tranquilidad, y por otro lado el mundo de la juventud (al que constantemente “educan”), de las personas que están “vivas” y que trabajan y desean todo el tiempo. Billy (Douglas), está ubicado en el medio de los dos. Con impecables actuaciones (aunque De Niro destaca por encima del resto) protagónicas, y la participación de un elenco secundario de lujo (Rogert Bart, Jerry Ferrara, Romany Malco, Joanna Gleason) y una correcta dirección de Turteltaub (“Mientras Dormías”, “Fenómeno”, “En busca del tesoro perdido”) esta divertida y entrañable historia de amor, de amistad, de superación y de crítica al progreso (los ancianos no entienden la tecnología) es una buena opción para disfrutar en el cine.
Cuatro actores de lujo actuando de manera distendida, divirtiéndose y riéndose de ellos mismos; sin embargo, lo mejor de Último Viaje a Las Vegas se encuentra detrás de cámara, la dupla John Turteltaub y el guionista Dan Fogelman que entendieron claramente cuál era el producto que tenían en mano. Promocionada como una suerte de ¿Qué pasó ayer? Con personajes de la tercera edad, el resultado, por suerte, no llega a ser tal; pero tampoco estamos frente a la típica película de ancianos en su última etapa intentando recobrar algo de vida, no esperen ningún golpe bajo. Fogelman y Turteltaub, hombres experimentados en la comedia crearon una tradicional comedia norteamericana, con todos los tics, varios de sus lugares comunes, y algunos obligados toques de modernidad (esas escenas de trailer). Amigos desde la infancia, el tiempo, como suele suceder, los fue separando. Ahora es el casamiento de uno de ellos, Billy (Michael Douglas), hombre al que le cuesta sentar cabeza y propone matrimonio a su jovencísima novia casi como una señal de alerta en medio de un discurso funerario. Enterados de la noticia, Sam (Kevin Kline) y Archie (Morgan Freeman) deciden llevarlo a Las Vegas para celebrarle la debida despedida de soltero... y de paso darle algo de brío a sus apagadas vidas. El problema será convencer a Paddy (Robert De Niro), encerrado en su departamento desde que enviudó y enemistado desde entonces con Billy. Una vez en Las Vegas, cada uno potenciará su personalidad y sus deseos de tener otra oportunidad. Los cuatro, por acción es propias y algo del azar cinematográfico se convertirán en reyes de la noche y le darán una lección a los más jóvenes. También conocerán a Diana (Mary Steenburgen), una abogada devenida en cantante que reavivará las disputas entre Paddy y Billy. El argumento, premeditadamente maneja todos los clichés del género, esos que conocemos desde hace varias décadas, pero que en buenas manos no dejan de ser efectivos. El humor pasa casi en su totalidad por los diálogos y parlamentos. Hay muchísimos chistes sobre el sexo después de los sesenta, pero todo está medido y controlado para ser gracioso y a la vez agradable; propio para el público adulto al que esta película va dirigida. Del sólido cuarteto quien más se destaca es Kevin Kline por ser el de mayor experiencia en la comedia pura, le alcanza solo una mirada, un gesto, para despertar risas. Freeman por el contrario, más acostumbrado al drama, luce algo forzado y ajustado al guión; de todos modos dentro del grupo convence. Douglas y De Niro repiten sus viejos roles en comedia y lo vuelven a hacer con soltura. No es la comedia del año, tampoco es una película que busque el humor por lo chabacano, Último Viaje a Las Vegas es una comedia como las que Hollywood viene desarrollando hace más de cincuenta años, y con eso le alcanza para que sus espectadores pasen un rato divertido plagado de un muy buen humor.
En papel, la idea de un viaje épico estilo The Hangover pero con personajes entrados en edad debe haber funcionado de maravillas para los productores. Si a eso luego le sumamos el casting de cuatro estrellas ganadoras del Oscar en algún momento de sus vidas -con catorce nominaciones entre todos-, el combo parecía sumamente interesante y arrasador, teniendo en cuenta el auge que están teniendo por estos días las películas con personajes en la tercera edad. ¿Cual es el problema entonces de Last Vegas? Prometía desde su tagline que éste sería un viaje legendario y, más allá de las leyendas que son su cuarteto protagonista, el film está lejos de ser memorable, incluso cuando su elenco le entrega lo mejor de sí a estas costosas vacaciones en la Ciudad del Pecado. Un moderno híbrido entre ¿Qué pasó ayer? y Stand by Me, cuatro amigos inseparables que se conocen desde pequeños reciben la noticia de que uno de ellos va a casarse -a estas alturas- y no se lo pensarán dos veces para reunirse como en los viejos tiempos y lanzarse a la aventura en la alocada ciudad. Cada uno de ellos recae en un estereotipo diferente: Michael Douglas es el mujeriego empedernido que finalmente ha sido cazado, mientras que la contra se la lleva un desgastado Robert De Niro, el cual todavía carga un problema de polleras desde hace años. Por otro lado, Morgan Freeman y Kevin Kline son dos viejos sobreprotegidos por sus familias, que encontrarán la oportunidad para salir de fiesta y descontrolarse sin que nadie los esté vigilando. El director Jon Turteltaub presenta la historia tratando la amistad y la vejez como temas fundamentales, lo que hace que el humor adquiera cierto cariz dramático en algunos tramos. Hay puntos cómicos y escenas hilarantes -Freeman se roba cada una de ellas mientras está ebrio- pero la dirección y ritmo empleados no es tan alocada, sacrificando comicidad por entrañabilidad. Esto hace también que el público potencial aumente de rango, desde jóvenes hasta gente cercana a la edad de los protagonistas. Por el contrario, la trama escrita por Dan Fogelman no ofrece nada nuevo para considerarla atractiva, ya que los conflictos que arrastran los protagonistas, que ya de por sí suenan poco atrayentes, se resuelven de forma previsible y convencional. Se puede decir que el argumento no arriesga, se queda atado a sus propias limitaciones al revivir esquemas gastados y arquetipos ya vistos hasta el cansancio, pero no se puede decir que su elenco no salve las papas del fuego con sus interpretaciones, sintiéndose como una verdadera reunión de amigos que hace añares que no se ven y que sacan a relucir todas las aventuras compartidas. El quid de Last Vegas está en simplemente dejarse llevar y disfrutar con el carisma que desprende el elenco y sus varias escenas relevantes. Pasando por alto la floja historia, la adecuada duración y la no repetición de chistes, la sonrisa complaciente del espectador es una constante para apreciar.
Los actores como emblema La semana pasada mi compañero Mex Faliero se refería a la película La esencia del amor como una “comedia dramática con viejos envueltos en situaciones ridículas y extraordinarias, que de tan simpáticas podrían ser denunciadas por extorsión”. Ultimo viaje a Las Vegas bien podría amoldarse a esta clasificación de géneros de moda, pero cuenta con un valor agregado que es -para mí lo que la define y la hace soportable- su elenco, conformado por Robert De Niro, Kevin Kline, Morgan Freeman y Michael Douglas. Que la industria hollywoodense ha explotado como ninguna otra el “aura” de sus actores no es ninguna novedad y de hecho, en los últimos años existe una tendencia a la producción de películas hechas “a la medida” de grandes figuras (tanto en edad como en trayectoria). Entre estas, destacar Antes de partir (Rob Reiner, 2007), protagonizada por Morgan Freeman y Jack Nicholson; o más recientemente Tres tipos duros (Fisher Stevens, 2012), con Al Pacino, Christopher Walken y Alan Arkin. Sin embargo, lo que hace llamativo a Ultimo viaje a Las Vegas es que acá tiene más peso lo que estos actores simbolizan, que la historia que interpretan. Esta comedia dramática de viejos, pero famosos, explota lo que cada uno de estos figurantes sabe hacer mejor, lo que se podría considerar como “la marca actoral”. Así, De Niro (Paddy), es el tipo duro, que aunque se encuentra deprimido por la reciente muerte de su esposa, no deja nunca de mostrar ese aspecto de rudo que lo ha caracterizado siempre; Douglas (Billy) no puede ser otra cosa que el galán del grupo; para Kline (Sam) queda reservado el papel más picaresco muy en la onda de Los enredos de Wanda; y por supuesto, el siempre almighty Freeman (Archie), es el encargado de llamar a la reflexión al resto de los personajes, ubicando, por ende, a los espectadores ante el típico sermón aleccionador de sus interpretaciones. Lo que ocurre entonces es fácil de adivinar: la historia se diluye en una serie de hazañas que buscan remarcar los más preciado del talento de estos actores y la dinámica del film se apoya plenamente en ellos (o sería mejor decir, vagamente). Todo termina ganando fuerza gracias al “aura” de los intérpretes -incluso el exceso de diálogos minados de lugares comunes y chistes poco felices-, que acaban por ser los verdaderos personajes de la historia. Pero las estrellas, claro está, nunca envejecen (y tampoco mueren) y de allí que los problemas de la edad pasen a ser cosa del pasado. Es acá donde la película pierde su magia y empieza a ser un catálogo de falsos valores hacia la felicidad. Se pasa de un estado de senilidad a uno de adultez plena como por arte de magia. Los gerontes se vuelven adultos sanos y felices, que todo lo consiguen, pero sólo a costa de ser reconocidos como leyendas en una ciudad que como simples viejos nos los valoraba. Situación paradójica, en tanto que este “reconocimiento” lo alcanzan (plenamente en la gran fiesta que dan en la suite del hotel) mediante la apropiación de características que refieren no tanto al pasado de los personajes en el film, sino más bien a los personajes interpretados por estos actores a lo largo de sus carreras cinematográficas. Apelando de esta manera a todo el peso emblemático (todo aquello que los une a otras películas, la prueba -según el gran Serge Daney- de su pertenencia a la Historia del Cine) de los míticos actores, cosa que honestamente, no alcanza para hacer un buen film.
Un pleno a la buena vida Y sí. La prolongación de la expectativa de vida llegó a Hollywood. El cine comercial yanqui también tomó nota del llamado "público adulto mayor" y cada vez filma más con ellos y para ellos. Último viaje a Las Vegas es otro jalón más en ese camino de retratar sus vivencias e intereses y que en los últimos años marcaron películas de todas partes y para todos los gustos como Chicas de calendario, Las chicas de la lencería, Red, ¿Y si vivimos todos juntos?, El excéntrico hotel Marigold, entre otras. ¿Qué la hace diferente? Para empezar, que tiene a cuatro cartas matadoras en su baraja. Michael Douglas, Robert De Niro, Morgan Freeman y Kevin Kline son en sí mismos un atractivo tan grande como la ciudad norteamericana de la diversión por antonomasia que es Las Vegas y, al mismo tiempo, una gran puerta de acceso que la industria utiliza para entrar en estos temas. El guion del filme captura la atención y está lleno de buenos remates, así como de situaciones desopilantes y muchas extravagancias de las que se asocian con el "paraíso del juego", los casinos, hoteles y locales nocturnos donde transcurre la acción. Todo comienza cuando Billy (Douglas) llama a Paddy (De Niro), Archie (Freeman) y Sam (Klein) para decirles que piensa abandonar la soltería en su séptima década de vida, "contra" una chica de 32 años. Para qué. Los muchachos, aunque han hecho cada uno su vida, han estado unidos desde su infancia por más de 50 años como mejores amigos. Y ese vínculo merece celebrar la tan mentada despedida de soltero que nunca le hicieron a Billy. Pero cuidado. No todo es banal es esta película. Paddy, es un poco matón, y acaba de enviudar. Archie, se recuperó de un ataque y sus familiares lo tienen entre algodones. Y Sam, está atravesando una crisis con su amada esposa de tantos años. Todo eso meten los muchachos en las valijas hacia su nueva fiesta especial. El cuento es dinámico, los personajes siguen creciendo, como grupo y cada uno por su lado, por lo que la historia estira varias ramas desde el mismo tronco, sin perder su coherencia, elegancia, el buen humor y el suspenso, porque hasta que expiren los últimos minutos no se sabe bien cómo van a terminar cada uno de ellos. Buen trabajo del guionista Dan Fogelman, quien curiosamente acredita en su haber algunas excelentes historias para niños, como son Cars; Bolt, un perro fuera de serie y Enredados. Buena performance también del director John Turteltaub, conocido por Mientras dormías, Fenómeno o El aprendiz de brujas, entre otras.
"Último Viaje a Las Vegas" tiene un elencazo... si no lo hubiera tenido, se ahogaba en un segundo, porque la historia es simple, demasiado simple (y podría haber sido genial) lo que la hace atractiva es ver a Michael Douglas, Robert De Niro, Kevin Kline y el genial absoluto de Morgan Freeman, juntos interactuando y demostrando lo profesionales que son. Vas a reírte, obvio, pero los chistes o pasos de comedia no son la genialidad de la película. Es una peli más para un domingo a la tarde para que este de fondo y de vez en cuando ver alguna que otra escena. Espero la veas y saques tus propias conclusiones.
Es para prestar atención. Un afiche que auspicia a Michael Douglas, Robert De Niro, Morgan Freeman y Kevin Kline no va a pasar desapercibido. Como en los viejos tiempos, un súper elenco es convocante, hagan lo que hagan, lo cual, por cierto, no siempre significa garantía de buen cine. “Último viaje a Las Vegas” arranca con una secuencia en la cual vemos a Billy (Michael Douglas), Paddy (Robert De Niro), Archie (Morgan Freeman) y Sam (Kevin Kline) como una barra de pibes de barrio unida por la amistad, y en tal caso por el amor de Sophie (Olivia Stuck) a quien sólo veremos de niña, pero sabremos, al momento de situarnos sesenta años más adelante, o sea en el presente, que se casó con Paddy pero falleció hace dos años. El tiempo ha sido bueno con los cuatro, pero por alguna razón Billy conserva un estilo jovial, pujante y activo en su escena de presentación, mientras que los otros tres están de una u otra forma sumidos en una suerte de claustro. Sam está aburrido con su rutina, Paddy no puede cerrar el duelo, y Archie anda enfermo y sobre-cuidado por su hijo. Con la tecnología les va bien, así que luego de una conferencia telefónica Billy comunica que se va a casar, y que su prometida es unos 30 años menor que él. Adivine dónde es la despedida de soltero… Los cuatro parecen deslumbrados con la ciudad, y eso que un par de ellos debe tener edad suficiente como para haberla visto cuando era un desierto. En el ínterin de organizar la despedida de soltero aparecerá Diana (Mary Steenburgen), una cantante, quien revivirá una vieja rencilla muy útil para darle algo de conflicto al asunto. Si el espectador evita hacerse preguntas, le espera un guión de comedia con algunos gags reciclados, y otros que bien podrían ser el lado azucarado de la saga de “¿Qué pasó ayer?” iniciada en 2010, o sea, sin escatología ni vómitos de vodka con nachos. Por caso se podría llamar “Cuatro viejos picarones”, y también estaría todo dicho, como ocurrió éste año con “Tres tipos duros” (2012) con el trío Al Pacino, Alan Arkin, Christopher Walken. “Último viaje a Las Vegas” significa disfrutar un rato de cuatro enormes actores divirtiéndose mientras manejan sus personajes de taquito. ¿Si ellos no estuvieran en el elenco? Y, no, habría que buscar el guión en algún tacho de descarte en la oficina de los productores.
Cuatro figuras y una incógnita: ¿qué pasó treinta años después? Michael Douglas, Morgan Freeman, Robert De Niro y Kevin Kline se embarcan en un viaje a la Ciudad del Pecado para probar que el tiempo no pasa en vano, pero también da revancha. ¿Qué será de Doug, Stu, Phil y Alan, treinta años después? Una noción del futuro de los protagonistas de la trilogía de Todd Phillips, ¿Qué pasó ayer?, puede encontrarse en Ultimo viaje a Las Vegas, película filmada por John Turteltaub. El guión de Dan Fogelman --escribió los de Enredados y Cars para Disney-- parece tomar a un grupo bastante aproximado al de aquellos personajes y trasladarlo hacia el futuro, para reencontrarlos en la Ciudad del Pecado, donde vivieron sus aventuras con un tigre de bengala y un oriental, bajo los efectos narcóticos de drogas de alto impacto. Dejando de lado aquella saga --que en varias líneas aparece aludida--, en esta comedia reciente los personajes son Billy, Paddy, Archie y Sam. Amigos de la infancia según un prólogo que informa sobre rasgos de personalidad, son convocados a la despedida de soltero de uno de ellos, a punto de casarse con una mujer de 32 años. La propuesta es divertirse como los adolescentes que fueron en 1959, sólo que en el presente estos hombres lidian con los achaques de la edad, ya sea que hayan decidido disimularlos o no. Si de drogas se trata, en el bolsillo sólo llevan sus píldoras para bajar el colesterol. Pero un par de días en Las Vegas los pondrán al tanto de mil y un placeres --no siempre gratuitos-- que ofrece ese paraíso de la diversión y el descontrol. “Hace treinta años que no estoy en una despedida de soltero”, dice un extenuado Sam, un Kevin Kline, quien amalgama con Morgan Freeman, Robert de Niro, y el eterno galán Michael Douglas, en una cinta que tiene mucho de lugares comunes, pero brilla por la experiencia de quienes los visitan. Si la propuesta busca entretener desde la picardía de sus protagonistas, el objetivo está cumplido.
Ultimo viaje a Las Vegas no será una película memorable, pero si una buena oportunidad para pasar un rato distendido en el cine. Lo mejor que tiene la historia, es que a pesar de que sus protagonistas son hombres entrados en años, no tiene ningún golpe bajo, muerte o enfermedad, temas muchas veces recurrentes en las comedias Hollywoodenses sobre...
UN VIAJE FALLIDO Duele verlos a De Niro, Kline. Douglas y Freeman (el mejor de los cuatro) en papeles tan ingratos, con chistes viejos, caras descuidadas (o demasiado cuidadas), haciendo el ridículo en esta estudiantina con tela de arañas que trata de contarnos las diversiones de estos viejos amigos en una lección paseo por Las Vegas. Cuesta imaginar cómo semejantes actores le han dado el sí a un guión con tan poca cáscara, tan cursi y tan lleno de lugares comunes. Cada uno tiene su historia, incluso hay un viejo recelo que a dos de los viajeros (Douglas y De Niro) los mantiene alejados, aunque al final, como enseñan las comedias, harán las paces. Anacronismos, achaques, viagra, borracheras, una cantante madura que se interpone entre dos pretendientes, caídas al agua y fiestas alocadas, alargan una historia que por arriba parece exaltar el desenfreno, aunque en el fondo termina siendo una apología gastada y conservadora sobre la vida matrimonial, sus ventajas y sus conveniencias. La dirigió Jon Turteltaub y la escribió Dan Fogelman, dos nombres para olvidar.
Saldando deudas en la Ciudad del Pecado “Último viaje a Las Vegas” es más unas vacaciones para los actores que encabezan el elenco que para los personajes que interpretan en la historia. Cuatro estrellas del firmamento hollywoodense, destacados por ser particularmente activos a edad madura, se animan a reírse de sí mismos, encarnando a cuatro veteranos que se atreven a desafiar los achaques de la edad y confrontar con el universo de la juventud que debería expulsarlos: la música electrónica, las turgentes carnes de las señoritas, el vodka con energizantes y la fiesta permanente que se puede encontrar en la Ciudad del Pecado. También se ríen de los estereotipos que han sabido construir: Robert De Niro es por supuesto el gruñón con matices sensibles, Michael Douglas es el galán en busca de mujeres jóvenes, Morgan Freeman es el cool y mentiroso y Kevin Kline el cómico sin esfuerzo. Aquellos cuatro pibes La historia arranca con cuatro chicos neoyorquinos en la década del 50, sacándose fotos en una máquina automática. Son Billy, Paddy, Sam y Archie, “los cuatro de Flatbush”, una barrita de pibes de Brooklyn en tiempos humildes pero más fáciles. La quinta pata del grupo es Sophie, adorable niñita a la que Billy y Paddy ya quieren darle besitos. Unos 58 años después, la vida los llevó por distintos caminos. Billy es un hombre de negocios, bronceado y bien teñido, que vive en Malibú con su novia treintañera; nunca se ha casado. Sus amigos parecen más achacados: Sam vive en Florida con su esposa de cuatro décadas, el lugar donde se retiran muchos jubilados a esperar la muerte. Archie se ha divorciado dos veces, ha tenido un ACV y su hijo no le deja hacer nada. Y Paddy se la pasa en bata y calzoncillos rodeado de retratos de Sophie: sí, la niñita lo eligió a él y estuvieron casados toda la vida, hasta que ella murió hace un año. Cuando su mentor muere, Billy decide pedirle matrimonio a la joven Lisa, cuyo padre tiene más o menos su edad. La idea es una pequeña boda en Las Vegas, y decide notificar a sus viejos amigos. Rápidamente, surge la idea de Archie y Sam de organizar la despedida de soltero, yendo unos días antes a la ciudad de la joda y la timba, un poco también para escapar de sus vidas cotidianas. El problema va a ser llevarlo a Paddy, entre su ensimismamiento y algunas deudas pendientes con Billy, que serán claves para la historia. Entre el ayer y el hoy Sin demasiadas pretensiones, el guión de Dan Fogelman (autor de varios filmes animados como “Cars” o “Enredados”), bajo dirección de Jon Turteltaub (que saltó a la fama con las dos cintas de la franquicia de “La leyenda del tesoro perdido”) juega en los límites del verosímil (como mucha comedia liviana que se hace por ahí) pero trabaja a varias bandas: por un lado, está la comedia pura que surge de la tensión de cuatro viejos sueltos entre pulposas chicas bolicheras, transformistas, acróbatas del Cirque du Soleil (buena promoción para el espectáculo “Zarkana”) y todo lo que debería ser opuesto a estos pasados de moda, que tendrán que ponerse al día, o aún mejor: “tener onda” sin negar su historia, como cuando eligen los trajes para la fiesta. Pero la contracara de esto es la tragedia de ser viejo en un mundo que parece promover la juventud eterna, y de que la vida se haya pasado tan rápido: “Hace un pestañeo teníamos 17 años, ¿qué pasó?”, dice Billy. Una vida atravesada por cosas que están entre Billy y Paddy, algunas que Sophie se llevó con ella, le dará arquitectura dramática a la cosa. Y en relación con esto, no faltará el costado de comedia romántica, cuando se les sume una nueva quinta: Diana Boyle, una abogada que cuando se quedó sin trabajo y envió a su hija a la univesidad, consiguió un puesto de cantante en el bar de un casino a cambio de asesoramiento a uno de ahí adentro. Encantadora, humana y “vivida”, Diana pondrá en crisis la relación entre los dos viejos competidores, e incluso la razón misma de estar ahí. Póker de actores Todo fluye naturalmente para que los cuatro actores se diviertan y nos diviertan a nosotros en el proceso, para que se luzcan con lo que mejor saben hacer. Sus personajes les quedan comodísimos: Douglas mirando escotes, De Niro quejándose y mirándose los nudillos frente al espejo, Freeman con sus sonrisas de nariz fruncida y tirando bailecitos y Kline como el achacado feliz por “estar disponible”. No necesitan más, podrían hacerlo hasta dormidos. Allá por 2009, cuando en estas páginas comentamos la comedia romántica “La propuesta”, hablábamos de que Mary Steenburgen demostró que podía ser la mejor mamá del mundo audiovisual gracias a la serie “Joan of Arcadia”, y que en la película de referencia estaba a la altura. Por suerte para ella y para nosotros, “Último viaje a Las vegas” la recupera como mujer, y como qué mujer. Steenburgen (que la última vez que fue “interés romántico” fue en “Volver al futuro III”, más o menos), con su acento del medio oeste, su voz suave al cantar (¿una Anita O’Day, una Rosemary Clooney?) y su porte (un metro y 73 centímetros muy bien ocupados) se convierte en una mujer deseable para un par de veteranos y, por qué no, para todas las edades. Una señora de varias décadas no apta para exabruptos anatómicos a lo Ricardo Arjona: a fin de cuentas, a Ted Danson le sigue gustando, y permanece allí donde Malcolm McDowell gustó de estar. El resto del elenco acompaña bastante bien desde su segundo plano: destaquemos aquí a Bre Blair (Lisa, la novia de Billy), Michael Ealy (Ezra, el hijo de Archie), Joanna Gleason (Miriam, la esposa de Sam), Andrea Moore (la joven soltera también en despedida), April Billingsley (su dama de honor), Jerry Ferrara (Dean, un jovenzuelo al que agarran de máquina y terminan “educando”), Romany Malco (Lonnie, el empleado del hotel Aria, otro que se promocionó con la película) y Roger Bart (Maurice, el transformista que hace de Madonna), más las apariciones de figuras de la música como 50 Cent y Redfoo. Con todo esto se construye una pequeña fábula sobre cómo encarar la vida independientemente de lo que se supone que vaya a durar.
Veteranos de Oficio Reunir en una misma producción a veteranos actores de larga y consagrada trayectoria siempre suele ser un desafío, aunque sabemos que termina no siendo más que un divertimento simpático, hecho a la ligera, sin demasiado vuelo argumental y que se deja ver, apenas eso. Sin desagradarnos, iremos adivinando como llegarán las situaciones típicas, rutinarias del genero comedia. Historia de un grupo de amigos desde su juventud que vuelven a reunirse en la actualidad para hacerle la despedida de soltero al más "cool" y canchero de todos (Michael Douglas), y obvio el sitio elegido será la luminosa y eterna "Las Vegas". Esta banda casi de geriátrico está conformada también por el más jovato Morgan Freeman y su personaje lleno de achaques, por un renegado y amargado Robert de Niro y el más divertido y que prácticamente se afana la peli: Kevin Kline y que en verdad es mucho más joven que el resto. Con muchos gags, y bastante humor se irá hilvanando una idea argumental nimia, intrascendente, casi invisible, y que sobre el final -algo usual en la comedia norteamericana- deriva casi todo para el lado de lo conservador y lo políticamente correcto -el ejemplo más claro es el del personaje de Kline que desea todo el tiempo tener sexo con alguna chica y que cuando está a punto de lograrlo... reflexionará si esta o no bien eso-, es decir todo está servido como para que el publico la goce y la pase bien en lo que dura la propuesta. Nada más ni nada menos...
Lujuria geriátrica Nunca es tarde para la lujuria, el amor y la aventura. Y de eso trata "Ultimo viaje a Las Vegas", una historia de cuatro viejos amigos que deciden emprender una última visita a la ciudad del pecado. Protagonizada por cuatro actores consagrados del cine; Michael Douglas, Robert De Niro, Morgan Freeman y Kevin Kline, esta comedia, por momentos emotiva y por otros cómica, logra su objetivo a la perfección: entretener al espectador con actuaciones de lujo. Resulta que este cuarteto setentón decide viajar para celebrar la despedida de soltero de Bill (Douglas) que está por contraer matrimonio con una chica treinta años menor. Experimentados e ingenuos al mismo tiempo, los cuatro se chocan con la generación del descontrol, y allí es cuando surgen las situaciones más divertidas que incluye ser jueces en un certamen de bikinis o su primera toma de Red Bull con vodka. Aunque por momentos, el filme se asemeje a "¿Qué pasó ayer?", estos gigantes del cine se reúnen para recordar cómo es una resaca después de treinta años con su impronta única e insustituible.
Despedida de soltero categoría senior Cuatro amigos de la infancia, con mucha historia en común, están ya pisando los 70 años y viven realidades distintas aunque con lógicos puntos de coincidencia. Deciden encontrarse en Las Vegas para concretar la despedida de soltero de uno de ellos, que está a punto de casarse con una joven de poco más de 30 años. Suele definirse el “ángel” como ese imponderable que hace que un actor o una actriz subyugue a los espectadores desde el escenario o la pantalla, sin mayores explicaciones racionales. Suele relacionárselo con el carisma o la simpatía, y tiene mucho que ver con estas características, pero el “ángel” es menos explicable y tangible y, por lo tanto, absolutamente misterioso. Es precisamente sobre esta mágica condición que adorna a los cuatro protagonistas (habría que poner en primer término a Morgan Freeman y añadir a Mary Steenburgen) que se asienta esta comedia; de otro modo, el guión más que previsible y muchas de las situaciones que se plantean no resultarían siquiera soportables. Esta historia de los cuatro amigos de la infancia (la presentación sobre viejas fotos en blanco y negro durante los títulos anuncia que el filme no va a aportar mayores novedades al género) que deciden darse un fin de semana de parranda en Las Vegas para celebrar la boda de uno de ellos ya se ha visto demasiadas veces en la pantalla, con abordajes más o menos desenfrenados. En esta oportunidad se la propone desde el punto de vista de la tercera edad, pero resulta excesivo (y conspira contra la eficacia humorística del relato) el repiqueteo de las situaciones alrededor de la senectud de los personajes. Es cierto que algunos chistes verbales dan en el blanco, pero también lo es que, una vez planteado el esquema argumental, no se detectan mayores originalidades y todo se resuelve dentro de lo que ya se ha visto y oído demasiadas veces. Y también queda claro que no habrá ningún desvío por fuera de lo aceptado como válido por los convencionalismos morales. La comedia está pensada para proponer poco más de una hora y media de diversión liviana, sin planteos perturbadores ni excesos que ofendan a nadie. Dentro de esos carriles, el filme cumple con los objetivos, y no es poca cosa. Pero deja en el espectador la sensación de que disponía de un elenco de “pesos pesados” que, de haber tenido entre manos un material dramático más consistente, hubiera podido entregar algo más que un entretenimiento aceptable.
La cruza de dos géneros: la comedia geriátrica (viejos actores quejándose de sus articulaciones) y la comedia alocada de viaje a Las Vegas. El resultado es, como corresponde, proporcional al profesionalismo de los actores, que aquí son Michael Douglas, Robert De Niro, Morgan Freeman y Kevin Kline, cuatro tipos que sacan esto de taquito e incluso le insuflan ciertas posibilidades para el placer. El director es el oscilante (a veces inepto, a veces no arruina el film) John Turteltaub. Sí, ya imaginó y sabe todo.
Crítica de cine: Último viaje a Las Vegas 4 actores increíbles y una comedia que nos hará pasar un buen rato... ¿No vamos a esperar demasiado, no? El viaje de amigos descontrolados es un formato que está muy explotado, pero en este caso el director John Turteltaub nos permite ver en la pantalla grande al odioso de Robert De Niro, al galán de Michael Douglas, al multifacético Kevin Kline y al divertidísimo Morgan Freeman en un fin de semana de locura (de la tercera edad) en la ciudad del lujo y el pecado. ¿Pagaste para ver "Los indestructibles" y no vas a reírte un rato con estos grandes? Sentate a divertirte y comer pochoclos, que para eso vale la pena!
Viejitos piolas Últimamente al gran De Niro se lo ve en este tipo de papeles triviales, autoparódicos. En Last Vegas se le suman Michael Douglas, Morgan Freeman y Kevin Kline. Cuatro vejetes inmiscuidos en una comedia menor, de tono simpático y sin mayores atractivos que la mera presencia de sus protagonistas. La historia, trillada, parte de una anécdota de nuestros intérpretes principales cuando niños. La placa nos enseña que, 58 años más tarde, algo los volverá a reunir: Michael Douglas anuncia su casamiento con una mujer a la que prácticamente dobla en edad, organizando qué mejor celebración que una despedida de soltero en Las Vegas. Si se la analiza como un producto que invita al puro entretenimiento, la película es pasable, agradable y pasajera; tampoco posee una dinámica o desenfreno importante en sus escenas como para enlazar con fuerza al espectador. Si se la observa como comedia (género en que se encuadra), Last Vegas tiene sus pros y contras: no se trata de una cinta de carcajadas aunque alterne entre buenos y muy buenos gags; por otro lado, esos tintes humorísticos de a ratos pecan de previsibilidad, de inofensivos y de ampliamente conocidos. Curiosamente, los momentos más divertidos quedan a cargo de Kevin Kline, concibiendo al personaje con mejores salidas y pases a la humorada. Robert De Niro no necesita esforzarse demasiado y le basta con sus clásicos ceños fruncidos y alguna que otra mueca que destile disgusto hacia una determinada situación. A Douglas le toca el rol más canchero de los cuatro, mientras que Morgan Freeman se percibe sobrio dentro de sus pasajes jocosos. No hay nada que nunca se haya visto en el desarrollo argumental de la proyección, de hecho Jon Turteltaub le añade unas pizcas de drama y romance que desvían un poco la atención hacia una ladera que roza lo cursi. Factiblemente a la narración le falte el mismo vigor que al estado físico de las figuras, en un film que refleja burlonamente los achaques de la vejez y resalta la lealtad y los códigos de la amistad. LO MEJOR: lejos de sus papeles recordables, pero los cuatro protagonistas. Algunos que otros momentos graciosos. LO PEOR: no innova. Le falta fuerza, los gags son mayoritariamente tibios. Predecible. PUNTAJE: 6,1
El desliz de algún dinosaurio hollywoodense Uff... ¿Vieron cuándo todo sale mal? bueno, "Last Vegas" es peor. Es increíble como artistas de altísima calidad se prestan para este tipo de películas patéticas, sin sentido, que no aportan nada al cine ni al arte en general. Robert De Niro, protagonista de films como "Casino", "Taxi Driver" y "Good Fellas", Michael Douglas, protagonista de "Un día de furia" y "The Game", Morgan Freeman, actor principal de "Driving Miss Daisy" y "Cadena Perpetua", y finalmente Kevin Kline, galardonado por "A fish called Wanda"... No me cabe en la cabeza la posibilidad de que no se hayan dado cuenta cuando leían los guiones, que estaban frente a un verdadero fiasco, una historia tan artificial como el photoshop que le aplicaron al poster promocional. Seguro que debe haber algún favor de por medio, un compromiso comercial con el estudio o simplemente es un forma de llegar a un mercado muy particular, uno con pocas ganas de vivir cine en serio... Bueno, la cuestión es que el director Jon Turteltaub ("National Treasure", "El aprendiz de brujo") disneysificó un producto que debería haber ido por un lado totalmente distinto. Disculpeme Jon, pero si va a filmar una película de veteranos que se descontrolan en Las Vegas, lo ideal es que ponga en pantalla algo de descontrol o al menos le sugiera al espectador que va a hacerlo. En "Last Vegas", desde el minuto 3 ya sabemos que no va a pasar nada alocado, por lo que el viaje a la ciudad del pecado prácticamente pierde su sentido. El elemento de tensión entre el grupo de amigos es realmente débil y se termina solucionando de manera poco inteligente e improvisada. Si tenemos que hacer alusión al humor, directamente parece como si se hubiera juntado un grupo de 6 dinosaurios hollywoodenses de no menos de 60 años y se hubieran puesto a escribir las escenas tomando te frío en un condominio de Florida... Son muy pocas la veces que algún diálogo saca una tímida sonrisa, pudiendo rescatar un poco el rol de Kevin Kline. De Niro, Freeman y Douglas directamente parecen como si nunca hubieran hecho alguna comedia en su vida. Sin dar muchas vueltas más, este rejunte de grandes nombres del cine al servicio de una historia pésima, no hace más que confirmar que hay ciertos productores y escritores de la meca del entretenimiento que ya están para el retiro. No recomendable ni para un domingo a la siesta.
VIEJAS LOCAS Aunque suele sorprendernos con novedosos estrenos, hay que admitir que Hollywood está envejeciendo. A veces se le olvidan cosas, como que ya contó una misma historia mil veces. Otras, necesita la ayuda de los demás para hacer algo que antes le resultaba muy fácil. Por ejemplo, una buena comedia. En vez de pensar, filmar y estrenar algo con lo que no nos hayamos reído antes (Cof cof EL LOBO DE WALL STREET cof cof), Hollywood decidió colgarse de varias de las modas de hoy en día para darle forma a ÚLTIMO VIAJE A LAS VEGAS (LAST VEGAS, 2013), una película innegablemente divertida, pero que decide quedarse en lo cursi y lo cliché para volverse olvidable. En este nuevo film del director Jon Turteltaub (LA LEYENDA DEL TESORO PERDIDO), varias tendencias actuales se entrelazan en un guión que se escribió prácticamente solo: Alocadas despedidas de solteros (¿QUÉ PASÓ AYER?, DAMAS EN GUERRA, DESPEDIDA DE SOLTERA) + Los abuelos aun se la bancan (TRES TIPOS DUROS, RED, PLAN DE ESCAPE, la próxima a estrenarse GRUDGE MATCH) + Eventos cinematográficos con elencos enormes (LOS VENGADORES, X-MEN: DÍAS DEL FUTURO PASADO, THE EXPENDABLES, ESTE ES EL FIN). Así tenemos una despedida de solteros en la Ciudad que Nunca Duerme, protagonizada por cuatro veteranos interpretados por las leyendas Robert De Niro, Michael Douglas, Morgan Freeman y Kevin Kline, quienes nos hacen creer que estamos viendo una verdadera reunión de verdaderos amigos de la infancia. Además de mostrarnos que siguen manejando el drama sin problemas, fue una placentera sorpresa descubrir la enorme cantidad de química que comparten y contemplar a estos cuatro oscarizados en situaciones que implican resacas, boliches, petes y concursos de bikini. Aun así el libreto les queda chico a estos grandes. Los conflictos personales de cada uno (incluyendo el de DeNiro y Douglas que más peso tiene en el film) son pequeños y se resuelven fácilmente, lo que obliga a la historia a ser rellenada con escenas cómicas inconexas que hacen poco y nada por el desarrollo dramático. Y dejando de lado a la encantadora Mary Steenburgen (Diana), todos los secundarios que interactúan con el cuarteto son insoportables. Pero volveré a los conflictos de los personajes porque es ahí donde radica el problema de ÚLTIMO VIAJE A LAS VEGAS. No está mal querer contar historias románticas, moralistas y con lecciones de vida y amistad. Pero, ¿había que hacerlo en el mismo lugar en el que, hace unos años, tres amigos resacosos, un bebé abandonado y un tigre compartían habitación? Turteltaub amaga con darnos situaciones zarpadas o delirantes (hay un cameo de 50 Cent que no le llega ni a los talones al de Mike Tyson), pero termina optando por un camino más predecible, inocente, sentimental y medianamente desubicado, hasta llegar a un final sin sorpresas y con muchos “Awww, que tiernos los viejitos”. Pero, a pesar de todo, el film nunca deja entretener. Sí, puede ser que los chistes de abuelos y sus roces con la actualidad terminen gastándose, pero la química y el humor entre sus protagonistas sigue y sigue (¡Kline y Freeman se roban el show!). No habrá tetas o drogas en este viaje, pero sí un film simple, honesto, nostálgico, con gran corazón y que muestra que los sexagenarios aun saben divertirse. Ah, ¿querías tetas y drogas como yo? Tal vez somos demasiado jóvenes y “fiesteros” como para disfrutarlo. Bueno, Hollywood no siempre nos entiende. Ya está viejo. Y al igual que los abuelos, lo queremos… pero a veces dan ganas de mandarlo a un asilo.
¿Qué pasó ayer?… Que no me acuerdo. Kevin Kline, Morgan Freeman, Michael Douglas y Robert DeNiro. Si ninguno de esos nombres le suena, entonces lo invito amablemente a que se retire, porque esta historia no es para usted. Con la misma premisa que la más famosa comedia (y trilogía) sobre resacas, este film reunió a algunos de los actores más destacados y oscarizados del cine contemporáneo para que se rieran un rato de su vejez. Todo comienza hace 58 años para ‘los cuatro fantásticos’, quienes desde entonces han forjado una amistad de esas que hoy escasean. Cada cual con su personalidad y temperamento, recibe los años como puede. Sin embargo, ninguno de ellos es totalmente feliz con lo que le ha tocado, y es por eso que cuando Billy (Michael Douglas) toma la decisión de contraer matrimonio con una mujer 30 años menor que él, invita a sus viejos y queridos ‘fellas’ a que lo acompañen a su despedida de soltero en Vegas. Y ya saben que todo lo que pasa ahí, se queda ahí. El desafío para este cuarteto de canosos son dos días de supervivencia en la ciudad más luminosa que existe sobre nuestra Tierra. Cuerpo Aunque bastante predecible, Último viaje a Las Vegas (Last Vegas, 2013), regala lindos momentos de camaradería entre tipos a quienes los años les han dado la experiencia suficiente como para pasarle el trapo a cualquiera. Personalmente estoy un poco cansada de ver a Robert DeNiro gruñir en cada papel que ha optado desde hace ya un buen tiempo. Quizás el que más simpático se presenta es Kevin Kline, con ese humor a lo ‘Inspector Clouseau’. Como siempre, Morgan Freeman es un gigante absolutamente querible y respetable… Por su parte, Michael Douglas demuestra que todavía tiene muchas ganas de vivir, y lo hace con un estilo inmenso. Me hubiera gustado ver más referencias al cine que involucró a tremendos actores, pero entiendo la imposibilidad de mi deseo, ya que cada quien interpretó a un personaje ficticio que no tenía por qué parecerse a sí mismo. De todos modos, la película tiene tantito de eso. En lo que respecta al templo de hoteles y casinos en Nevada, no hay nada nuevo para ver. Hemos sido testigos de cientos de films rodados en esa ciudad; con sus fiestas alocadas y su falta de noción temporal incluido. Los gags están acordes a la edad de los protagonistas, y eso mezclado con todo lo moderno y descontrolado que implica Las Vegas, los hace aún más divertidos. Cuerpo1 Se trata de una película que, más que nada, nuestros padres (y por qué no, abuelos) sabrán disfrutar mejor que nadie. La importancia que ellos le dan al amor de verdad, y a valores como la amistad, el compañerismo, la fidelidad, el respeto… Son cosas que, lamentablemente, han dejado de ser moneda corriente entre la sociedad joven. Así que, si esperabas ver un resacón sin parangón y pérdida temporaria de la memoria, te equivocaste de sala. Bah, lo segundo pasa bastante. Acá abundan los problemas auditivos, los dolores de rodilla y cadera, las cenas a las 4 de la tarde, e infinitos tarros de píldoras PARA TODO. ¡Pero! Mis queridos amigos, no hay que ser joven para saber parrandear con una pandilla de buenos muchachos.
Cuando caen los titanes Es triste ver a los grandes caer; esas leyendas que siguen siendo actorazos, pero que, por "X" motivo toman malas decisiones. Este es el caso del soñado elenco de Último Viaje a Las Vegas (Last Vegas), que cuenta con las actuaciones de, nada más ni nada menos, Robert de Niro, Morgan Freeman, Michael Douglas y Kevin Kline. Todos ganadores del Oscar; todos actores increíbles. Pero algo falla en esta película. Último Viaje a Las Vegas narra cómo tres amigos de mediana edad optan por tomar un descanso de sus rutinarias y aburridas vidas y emprenden camino a la Ciudad del Pecado, para organizar una despedida para su último amigo soltero, que está por casarse con una mujer más de 30 años menor (Michael Douglas). Entre chistes sobre cánceres, osteoporosis y Viagra, los cuatro tratan de escapar de sus problemas de "ancianos" para sentirse jóvenes de nuevo. Así, el personaje de Morgan Freeman decide hacerle caso omiso a su hijo controlador, y se empeña en pasar un fin de semana de alcohol y apuestas, mientras que Kline se dedica a buscar a una candidata que quiera ayudarlo a serle infiel a su mujer- ojo, con permiso de su esposa. Douglas interpreta a su ya característico tipo rico y seductor, que esta vez intenta sentar cabeza, con muchas dudas, luego de más de 60 años de soltería. De Niro, en cambio, parece dispuesto a seguir con su seguidilla de interpretaciones de personajes enternecedores (El lado Luminoso de la Vida, La Gran Boda), y encarna a un viudo que no puede reunir las fuerzas para seguir adelante luego de la muerte del amor de su vida. No hace falta decir que en cuanto a actuaciones no hay nada que criticar –un aplauso especial al siempre fantástico Robert De Niro- pero este film no logra salir de la mediocridad, a pesar del gran esfuerzo del reparto. El guión es simplemente catastrófico –llega un punto en que ya no aguantamos más otro chiste sobre el colesterol o los problemas de cadera. Este film, que podría llegar a ser un ¿Qué pasó ayer? versión abuelitos, es una queja constante de lo que implica ser viejo, hasta los últimos 10 minutos, en los que de golpe los cuatro al mismo tiempo logran darse cuenta de lo maravilloso que es todo. Esto lleva al interrogante de por qué estos actores se prestan a semejantes fracasos. ¿Por dinero? ¿Por placer? ¿Por compromiso con los estudios y las productoras? Lo cierto es que es doloroso ver a las estrellas de Taxi Driver, Sueños de Libertad, Wall Street y Un Pez Llamado Wanda interpretar estos papeles, pero ya vimos errores fatales como éste en el caso de Jack Nicholson en ¿Cómo saber si es amor?, y en el de Harrison Ford en Paranoia, por nombrar sólo algunos casos. De esta manera, Último Viaje a Las Vegas se une al repertorio de maestros malgastados en guiones mediocres e ideas poco interesantes, aunque, para una tarde de películas con lluvia, nos hace sonreír en nostalgia de esos brillantes films que supieron aprovechar el talento de cuatro de los mejores actores de Hollywood de los últimos tiempos.