Yo soy así, Tita de Buenos Aires: La mujer detrás del mito. “Se dice de mí… se dice de mí… Se dice que soy fiera, que camino a lo malevo, que soy chueca y que me muevo con un aire compadrón…” Música: Francisco Canaro Letra: Ivo Pelay ¿Cómo se reconstruye un personaje que existió? ¿Cómo traer de nuestra memoria el rostro visto y darle un nuevo ángulo, otra aproximación? Tal vez internándonos en la médula de una existencia que tiene sus oscuros, unos que podrían no ser públicos por esas mismas sombras que la distorsionan y que al ser representadas nos permiten leerlas sin juzgar. Teresa Costantini se interna, como lo hiciera con Felicitas (2009), en la biopic de una mujer, y se atreve a indagar en sus sombras, contando la historia como lo que es, un sinnúmero de anécdotas que se entrelazan en los grises. Tal vez no es casual, o podríamos decir “causal” que sus protagonistas sean mujeres que se atrevieron, que lo intentaron y que a pesar, lo han logrado en mayor o menor medida. El desafío de la realizadora es narrar la historia de Tita Merello, sus inicios, la infancia cruel, la juventud de una sobreviviente, intentando no juzgarla y permitiéndonos ser sus testigos. Acertadísimo acercamiento al que Mercedes Funes da cuerpo y alma, con una performance que sabemos será un antes y un después para la actriz. Estamos ante Laura, antes de que fuera esa Tita que arrollaba con su labia y su belleza a fuerza de espíritu, en los años en que se escribieron sus primeros recuerdos, como el amante, interpretado por Mario Pasik, que le enseñó a leer y escribir, la pobreza, el sucio Bataclán, las milongas y la calle. Es una narración de orígenes, contada con el sentimiento de un sobreviviente que se atrevió a rebasar los límites. Logrando que el espectador se identifique con esa joven, que al participar de la construcción siente y vive esa metamorfosis. Y también participamos de una visión, esa que la directora da a esta vida, donde la selección de momentos en la historia de la actriz parece sostenerse en la búsqueda de la construcción no de un mito, como lo es hoy, sino de una mujer que amó, que sufrió y combatió para hacerse de su lugar. Nos inmiscuimos en su intimidad para conocerla humana y frágil, porque de ello se alimenta la fuerza y el coraje que conocemos de su vida pública. Su relación con los hombres, su amor por Luis Sandrini, Eva y la revolución libertadora y su la lucha a través de un mundo en que, más que nunca, los hombres decidían el lugar que ellas ocupaban. Con una producción deslumbrante, caminamos a través de los primeros cincuenta años del siglo veinte de la mano de una mujer que se relaciona con él no de la manera en que el resto de su género estaba haciéndolo, y eso es lo interesante de perseguir los andares de Tita.
Una mujer emblemática del espectáculo argentino, combativa, una adelantada para su tiempo y un símbolo de supervivencia. Eso es Tita Merello y la película de Teresa Costantini muestra fragmentos de su vida, sus amores y su crecimiento en el mundo del tango, el teatro y el cine, en una tarea nada fácil para trasladar a la pantalla grande. Yo soy así: Tita de Buenos Aires cuenta con una buena reconstrucción de época, muestra una dura juventud junto a su amiga Silvia -Andrea Pietra-, la conflictiva relación con su madre Ana -Esther Goris- y con Simón -Mario Pasik-, un hombre casado, en un ambiente violento y marginal dominado por hombres. "No pienso morirme de hambre" asegura Tita adelantando su costado artístico y vislumbrando su estelaridad. Desde el conventillo donde vivía hasta el Teatro Bataclán, uno de los primeros donde trabajó y mostró sus piernas, hasta el encuentro con Eva -Soledad Fandiño-, la película es un recorrido ameno e ilustrativo con carteles sobreimpresos de los títulos de sus filmes y las famosas salidas de los teatros, entre flores, admiradores, luces y sombras del espectáculo. La directora de Felicitas alterna estos pasajes de vida con fragmentos musicales y la vida social y política de Argentina desde 1920 a 1960, con sus amigos Hugo del Carril -Ludovico di Santo- y Discépolo y su conflictiva relación con el actor Luis Sandrini -Damián De Santo-, su verdadero amor. La composición de Mercedes Funes en el rol central es el punto fuerte de la propuesta, con su impronta, gestos, posturas y su capacidad vocal para recrear las canciones más populares de la artista que expuso toda una época de manera áspera, brutal y sensual. Entre la nostalgia y la mirada triste y contemplativa, la película cumple con su misión, aunque por momentos algunos personajes secundarios no tienen el peso dramático que la historia necesita -sobresale Andrea Pietra-, el resultado es favorable e impone el estilo único de su estrella, el mismo que acuñó en la ciudad del tango y de la revista porteña, y a la que nunca quiso abandonar.
Una biopic sobre Merello tan cuidada como poco sorprendente. No hay nada que esté mal en Yo soy así, Tita de Buenos Aires. Incluso se nota una cuidadosa reconstrucción de época, un esmero en los diversos rubros técnicos y un inobjetable profesionalismo. El problema es que tampoco hay nada novedoso o sorprendente en la propuesta. Esta película sobre la legendaria Tita Merello luce demasiado clásica, contenida y, si se quiere, hasta un poco anticuada y conservadora. En tiempos en que las biopics provenientes de distintos lugares del mundo apuestan al riesgo, a la audacia, a la provocación y/o la experimentación, el film escrito y dirigido por Costantini apela a la prolijidad y el medio tono incluso cuando se sumerge en las supuestas aguas turbulentas del apasionado melodrama romántico. Más allá de reconstruir los inicios de Tita en cabarets de mala muerte (en un contexto machista que tenía a la mujer como objeto y víctima), la película se concentra sobre todo en el romance de la heroína (sólido trabajo de caracterización e interpretación a cargo de Mercedes Funes) con el no menos popular y mujeriego Luis Sandrini (Damián De Santo). La vida de Merello recorrió prácticamente todo el siglo XX (murió en 2002, a los 98 años), pero -si bien hay una larga escena con Juan Domingo Perón y Evita, y otra que muestra las dificultades para conseguir trabajo tras la Revolución Libertadora- tampoco se trabaja con demasiada profundidad su relación con la historia política del país. Película demasiado obvia y explícita, que dibuja conflictos y personalidades con trazo grueso, Yo soy así, Tita de Buenos Aires se queda siempre en la superficie. En ese contexto, y más allá del apuntado esfuerzo de producción para recrear grandes épocas del tango y el teatro, el mayor placer pasa por reconocer a figuras reales (de Carlos Gardel a Hugo Del Carril) y escuchar las más que dignas versiones de Pipistrela, Se dice de mí y otros clásicos que convirtieron en mito a La Morocha Argentina.
La Vie en Rose Teresa Costantini (Felicitas) realiza con Yo soy así, Tita de Buenos Aires (2017) una biopic de la legendaria actriz y cantante argentina Tita Merello quién falleciera a los 98 años de edad. Con un estilo de narración clásica, la película elige centrarse en los momentos dramáticos de la vida de esta mujer en paralelo con el ascenso al estrellato en el mundo del espectáculo. La historia no comienza por el inicio pero si desde abajo. La placa “Bajo Buenos Aires” es el primer espacio donde vemos a una joven Laura Ana Merello, antes de llamarse Tita (personificada por Mercedes Funes), bailar entre prostitutas en un antro de Buenos Aires. Ahí conoce a Simón Yriondo (Mario Pasik), un adinerado hombre que la apadrina y permite su ascenso en el mundo del espectáculo. Con este personaje la película inicia la cuenta de los amores de Tita hasta llegar a la conflictiva y recordada relación con Luis Sandrini (Damián de Santo), eje central de la trama. Yo soy así, Tita de Buenos Aires es una biopic convencional que no escatima en golpes bajos al marcar su ascenso y caída del estrellato. La cuidada reconstrucción de época más que ser realista, está idealizada, y la aparición de personajes de la primera mitad del siglo XX en la Argentina tampoco busca un parecido físico. Desfilan así Carlos Gardel, Juan Domingo Perón, Eva Duarte, y Hugo Del Carril, entre otros. Ninguna de estas elecciones son negativas en sí mismas, ya que la película cuenta el cuento que quiere contar: Una historia sencilla y previsible, guiada por todo aquello que se sabe sobre la vida y obra de Tita Merello. Si en cambio son cuestionables las elecciones que toma la película. La imagen que deja de la diva es la de una mujer vulnerable, frágil ante las rupturas amorosas y condenada a sufrir las desgracias que le tocó vivir. Una especie de mártir símil a la Edith Piaf de La Vie en Rose (2007). Noción extraña para una mujer que murió a los 98 años. También resulta paradójico que para contar la vida de la Merello se haya hecho una película, en la cual su carrera cinematográfica queda relegada a un plano menor, con apenas unos títulos escritos a su alrededor mientras canta un tango (los tangos son lo mejor del film). Dicho esto, se rescata la escena en la que sufre junto a Hugo del Carril la falta de trabajo por parte de la industria que ayudó a cimentar, por su simpatía con el peronismo. En épocas como la nuestra, en que se habla de grieta como novedad, no viene mal el reflejo histórico. De todas las aristas de la vasta vida y obra de Merello, Yo soy así, Tita de Buenos Aires prefiere centrarse en los vaivenes amorosos, con una marcada intención de explotar el melodrama pasional, y dejando para otras versiones la exploración de otras facetas –tal vez más interesantes- de la artista. Desde ese lugar funciona al fin propuesto, a pesar de los recursos trillados que utiliza.
El biopic es una materia desigual para el cine nacional. Si bien hubieron honrosas excepciones, el resultado casi siempre es el mismo: lo visual obtiene demasiada atención, mientras que lo narrativo no pasa de ser nacimiento, crianza, prosperidad, caída y muerte. Yo Soy Así, Tita de Buenos Aires se inscribe tristemente en este grupo. Vida y Obra: La película cuenta la historia de la legendaria Tita Merello, desde sus humildes inicios como cantante de cabaret, pasando por su carrera como cantante de tango, y finalmente su consagración como estrella de cine al mismo tiempo que somos testigos de su turbulenta relación con el actor Luis Sandrini. En materia guion no tiene otro hilo más que ser “Vida y Obra de Tita Merello” careciendo de un objetivo concreto. No percibimos, ni en la forma de un catalizador o en su desarrollo como un todo, los motores que impulsan a Tita a convertirse en la figura que fue. Los tres actos de la película son tres películas diferentes, y no en el buen sentido. El primero son los humildes inicios, el segundo (el bulto mayor de la narración) el affaire con Luis Sandrini y el tercero la prohibición que sufrió terminada la presidencia de Perón. No hay una evolución lógica donde un acto lleve al otro. Lo atractivo de propuestas como esta es que nos muestren al ser humano detrás de la leyenda mientras esta se genera. Infortunadamente, en el caso de Yo Soy Así, Tita de Buenos Aires vemos mucho de ser humano, pero poco y nada de leyenda. La carrera cinematográfica de Merello es reducida a un repertorio de los títulos de sus grandes hits sobreimpresos en la pantalla. Esto contribuye a que la veamos más como un personaje genérico y no cómo el personaje legendario que esta película intenta homenajear. No nos sirve ver que elija interpretar Filomena Marturano por sobre permanecer al lado de Sandrini si no se percibe como este obstáculo emocional repercute en el objetivo argumental. En materia actoral no hay problemas interpretativos, pero si hay sendos de Physique du Rol. Mercedes Funes es lo más logrado a nivel interpretativo de la película, haciendo un gran esfuerzo actoral y musical. Damián De Santo entrega un papel eficiente como contraparte romántica de la protagonista, pero si no lo identificaban como Luis Sandrini, no se me pasaba por la cabeza que se tratara del legendario actor. Soledad Fandiño si bien entrega el coloquialismo esperable a la hora de personificar a Eva Perón, es también el mismo caso, si no me la identificaban como tal en el dialogo ni cuenta me daba que se trataba de la misma. Esther Goris entrega una labor eficiente como la madre de Merello. En materia técnica quiero destacar la fotografía, y en particular a la gran dirección de arte de Juan Cavia y Walter Cornas por su milimétrica atención al detalle. Los decorados no sólo guardan verosimilitud con la época, sino que recorren el kilómetro extra para dar la imagen de que esos lugares fueron habitados durante un tiempo prolongado y sólo por estos personajes, una habilidad a menudo descuidada en los títulos nacionales en favor de crear viviendas que tienen más sentido en una revista de diseño que como escenario de una película. Conclusión: Yo Soy Así, Tita de Buenos Aires es una biopic genérica en su estructura, con un desarrollo inconexo y carente de gancho. Aunque no sufre de problemas interpretativos, la dirección no consigue que creamos de entrada que estos actores interpretan a estas figuras. Si bien su apartado visual es incuestionablemente sobresaliente, es solo una nota al pie si tu historia no tiene una línea de acción clara más que simplemente ser una historia de vida.
Es una película con virtudes y desaciertos. Entre sus virtudes, elegir nada menos que a Tita Merello, una de las mujeres más importantes del espectáculo argentino, que atravesó el siglo, que se construyó como mito, talentosa y única. Teresa Constantini eligió como guionista y directora mostrar algo de su infancia, con un episodio de abuso no documentado y sus comienzos en un triste tugurio, su amor por Sandrini y el regreso del exilio en una escena a pura emoción de corte fantástico. Otro acierto es haber elegido a Mercedes Funes como una protagonista que estudio, se entreno, no paro de trabajar desde antes de la confirmación del papel y todo el durante de la filmación: el resultado es una Tita entrañable, que canta como ella, que conmueve. Hay una reconstrucción de época lujosa, cuidada, vistosa, hecha con esmero y mucho presupuesto. Los tantos en contra van desde el casting donde salvo el trabajo conmovedor de Mario Pasik, muchos actores elegidos para roles de personajes muy famosos no cumplen con cierto parecido o presencia del personaje recordado y tiene que ser nombrados en el diálogo para ubicarlos. Hay inevitables omisiones, pero también una manera de ver la relación que tuvo con Sandrini, donde Tita solo queda como la engañada y él como un ser infiel y en un punto despiadado, que no condice con la verdad histórica. Y en otro aspecto es que se trata de un argumento lineal, sin crescendo dramático, que muestra viñetas de la vida de Tita, la relación con su madre (no aparece su hermano) en un acercamiento plano, salvo con el imaginativo y conmovedor final. Tradicional y sin vuelo, pero también por momentos emotiva en especial por la protagonista que tiene una entrega total.
Con una gran ambientación de época, "Yo Soy Así, Tita de Buenos Aires", es una biopic de una parte de la vida de la icónica Tita Merello. Para los que conocemos a Tita tan solo de nombre o de verla allá por los '80 hablar en entrevistas en la tv, veremos una película en donde descubriremos cosas, para nosotros desconocidas, de la actriz y cantante. Remarcable trabajo el de Mercedes Funes como Tita. Un trabajo excepcional en donde no solo actúa sino que interpreta con su voz las canciones más reconocidas de la morocha argentina. Una tarea difícil con una carga de responsabilidad absoluta. El film narra los inicios de esta mujer que se crió en un conventillo de San Telmo, pasando por su auge en donde filmó películas y se hizo famosa, hasta la dificultad que tuvo que enfrentar para encontrar trabajo durante la Revolución Libertadora. Ninguno de los temas es desarrollado en profundidad. Hubiese sido interesante ver cómo se filmaban esas películas o un poco más del costado político. Pero Teresa Costantini prefirió posarse sobre la turbulenta relación con Luis Sandrini. Adentrándose en un ritmo lento e insulso. Desconciertan las elecciones de los actores que representan a las figuras míticas de la Argentina como ser Perón, Evita, el propio Luis Sandrini, Carlos Gardel, Hugo del Carril, etc. Lo mejor de la película es sin duda la ambientación y vestuario junto a la gran interpretación de Mercedes Funes, a quién me hubiese encantado ver en muchos más números de canto.
Bajo la dirección de Teresa Costantini llega a las salas de cine Yo soy así, Tita de Buenos Aires, basada en la vida de Tita Merello, una de las grandes figuras del tango y del cine argentinos. A pesar de que Costantini muestra la mayoría de los acontecimientos por los que pasó Laura Ana Merello -mejor conocida como Tita Merello-, desde sus 17 hasta sus 51 años, la realidad es que hace demasiado énfasis en la relación que la cantante tuvo con Luis Sandrini. Si bien el amorío entre Tita y el actor es de público conocimiento, Merello fue mucho más que la simple amante del actor (interpretado por Damián de Santo), algo que, por momentos, la realizadora parece olvidar. Una de los puntos más flojos del guion son los múltiples saltos temporales por los que atraviesa la trama. Muchos de los acontecimientos que vivió Tita no terminan de tener una explicación certera debido a los baches temporales. Los hechos se resuelven de una manera abrupta. Para aquellas personas que decidan ver la película sin tener idea alguna sobre quien fue Tita Merello, este film no les será de mucha ayuda. Si bien muchos de los actores exageran demasiado sus personajes -y la elección de algunos para determinados papeles hace un poco de ruido-, Mercedes Funes se pone en cuerpo y alma en la piel de Tita Merello. Con una interpretación que emociona, la actriz hace justicia a la hora de traer nuevamente a la vida a la celebridad. El vestuario, el maquillaje y el peinado son otros puntos a destacar del film. Todos esos elementos, juntos con la ambientación, logran que uno sienta que está viviendo en esa época. La película es estéticamente hermosa por donde se la mire.
Vivir para el arte Yo soy Así, Tita de Buenos Aires (2017) narra, a través del biopic, la vida de una de las mujeres más polémicas y representativas del tango de nuestro país. Laura Ana Morello, quien es “salvada” de su vida de arrabal por una casualidad, pero que, víctima de una ideología poco amable con las mujeres, se transforma en una estrella del mercado… con todo lo que eso implica. Existe algo que caracteriza el cine de Constantini: la cuidada estética que pone en cada uno de sus planos. Allí emerge un conocimiento teatral que permite desplegar cada una de las canciones de Tita -que se entreveran con su vida personal- sin dejar ningún cabo suelto estético. La construcción del biopic se vuelve así sumamente funcional: a medida que vamos enterándonos de los recovecos de la vida -no tan agradable- de Tita de Buenos Aires, se van grabando sus canciones, como para darle a cada segundo de este nuevo material, la línea argumental justa para que la vida de Tita tenga sentido. Otra de las características del film es una suerte de doble plano que podría pensarse onírico; por momentos no se sabe exactamente dónde empieza la vida de Tita y dónde la de sus shows. La artista se funde a su deber de darse a los demás. La interpretación de Funes es precisa; en su primer protagónico en un largometraje, ella sale airosa. Otros actores que se roban la escena son Damián De Santo en el papel de Sandrini, el mítico Pasik y la siempre hermosa Esther Goris, con la que -como se ve en la película- Tita mantuvo, hasta el último día de su vida, un vínculo muy profundo (como si acaso su madre viviera, por momentos, a través de la luz de su fama). La película contiene un dejo de desesperanza. Al parecer, Tita también era una prisionera del tiempo. Y su voz arrabalera, que ella no quiso modificar jamás, le valió el rechazo de un ambiente para el cual el tango de arrabal y los juegos políticos de su tiempo la fueron dejando sin espacios donde expresarse. Al fin y al cabo, Tita se transformó en una figura cabal para las mujeres de su tiempo y sin su necesaria presencia muchas de ellas no hubieran sabido de la importancia de imponerse, de decir su verdad cueste lo que cueste, de decirle al mundo “Yo soy así” cada vez que alguien las criticara.
Merello, la de la pasión arrasadora Actriz de recio temperamento y cancionista de tangos arrabaleros, Tita Merello transitó durante ocho décadas el cine, el teatro y la televisión, logrando los aplausos y la simpatía de sus fervientes admiradores. Llevar a la pantalla su vida y su trayectoria no era tarea fácil, ya que ella se debatió siempre entre el éxito y sus penurias personales, pero Teresa Costantini, como directora y guionista, supo entrelazar la existencia de esa artista con una época en la que el mundo masculino no admitía que una mujer se destacara en esos escenarios suburbanos en los que comenzó su carrera. El film, que se toma algunas licencias respecto de la historia de Tita, la encuentra por primera vez cuando intenta salir de su pobreza a fuerza de talento y carácter. Ser escuchada por Gardel y conocer al amor de su vida, Luis Sandrini, son los dos momentos definitorios en sus inicios. Teresa Costantini, en su doble rol de guionista y directora, logró una excelente recreación de una época de oro en el espectáculo argentino y tuvo en Mercedes Funes una Tita insuflada de pasión y de dolor. La película retrata además la amistad de "la morocha argentina" con las más populares figuras de la época, recrea en estupendos cuadros musicales varios temas de su repertorio tanguero (como el que da título al film) y se detiene en algunas de sus notables creaciones para la pantalla grande, como Los isleros, Mercado de Abasto, Filomena Marturano y Guacho.
Nunca habrá otra igual Hay un esfuerzo de producción notable en todos los rubros, y gran actuación de Mercedes Funes como Tita Merello. Una figura como Tita Merello tiene en Yo soy así: Tita de Buenos Aires un retrato no del todo imparcial, objetivo o neutral. Difícil que fuera así, con el ímpetu y la pasión que le desbordaba a la artista, que debió pasar por vicisitudes varias, incidentes que podrían descolocar a cualquiera. La película de Teresa Costantini va y viene en el tiempo. La toma a Laura Ana Merello de niña, de adolescente, y de adulta en distintas etapas de su vida. Pero casi siempre víctima de algún desamor, sea de pareja -el de Luis Sandrini, el más notorio-, el de ocasionales acompañantes, pero con cierto poder, o el familiar. Todo eso enmarcó una infancia entre la pobreza y un asilo, hasta que comenzó a cantar tangos en el Bajo. Terca o insolente, nunca estudió canto ni educó su voz, aspectos que ayudarían a definir su carácter fuerte y su independencia. Con un notable gasto de producción en todos los rubros técnicos –hay apellidos de renombre desde el vestuario al maquillaje, de la iluminación a la escenografía y la música-, donde no se ha acertado ha sido en el casting. No particularmente en la elección de Mercedes Funes como Tita, sino en el resto. Quizá se privilegió buscar actuaciones y no similitudes físicas, pero si Damián De Santo no “da” Luis Sandrini, esperen a ver a Gardel, a Perón o Del Carril. Hay personajes que el espectador se entera quiénes son no por verlos, sino porque los nombran. Con la mencionada buena reconstrucción de época de fondo, Funes entrega una gran actuación en un filme que se va desarrollando entre raccontos y frases rimbombantes. Habría que ver qué diría la Merello.
El mundo fue y será una porquería Ya lo decía Enrique Pinti: pasan los años, quedan los artistas. Sí, los mismos artistas que, con el tiempo, han trascendido los escenarios y la pantalla de la televisión argentina; que han sabido ganarse un lugar en la historia del espectáculo, casi todos han tenido su merecido homenaje. Tita Merello, reconocida actriz y cantante de tango, se mantuvo como un ícono nacional durante muchos años, su carrera dejó mucha tela para cortar, y hoy estamos ante una película que, no sólo adapta su vida y cómo fue su largo camino al éxito, sino que plasma todos los trasfondos de una historia dura y conmovedora. Teresa Costantini volvió a centrarse en la biografía de una personalidad aclamada por el público, experiencia ya transitada en su anterior película Felicitas (2009), que no tuvo la mejor aceptación ni por la crítica ni por los espectadores. Las segundas oportunidades nunca están de más, por lo que Yo soy así, Tita de Buenos Aires podría haberse tratado de un regreso redentorio…cosa que no sucedió. El filme busca a toda costa edulcorar la historia de la cantante como si de una transposición de Cenicienta se tratase. Si bien la caracterización de Mercedes Funes como Tita es correcta, nadie acompaña lo suficiente como para ponerse a la altura de las circunstancias. Todo parece un armado de cotillón de bajo presupuesto, hasta el maquillaje brilla por su ausencia. El casting casi roza la falta de respeto para con las personalidades interpretadas; si bien es cierto que la película está centrada en Tita Merello, al menos el resto podría intentar ser mínimamente creíble, aunque sea un poco. Aunque la puesta en escena le otorga el brillo necesario para que la protagonista se luzca, es muy poco lo que se puede hacer con un elenco tan fuera de tono y un guion que es un compendio de clichés. Las canciones al menos están bien ejecutadas, musicalmente el tono del filme es correcto, lo suficiente como para hacer la narración fluida y con ritmo. La Merello todavía deberá esperar hasta que llegue su merecido reconocimiento, al menos uno digno del valor de una entrada de cine.
Prolija biografía de la gran Tita Merello, con una producción, y reconstrucción de época esmeradas, que se preocupa por retratar al personaje y su época, marcada por otros grandes que se cruzaron en su vida: Sandrini, Perón, Evita. Con una esforzada caracterización de Mercedes Funes como Tita sobre el escenario.
Una oportunidad perdida. Ni siquiera el logrado trabajo de arte y vestuario hacen que la quinta película dirigida por Teresa Constantini pueda servir de homenaje para una de las figuras más relevantes de la escena nacional. Al deambular en momentos seleccionados caprichosamente, y al intentar imponer una Tita Merello de Bronce, ni siquiera los esfuerzos de Mercedes Funes por parecerse a la cantante pueden lograr que esta soporífera película sea recibida con gratitud y benevolencia.
Tita Merello es y fue una leyenda porteña. Una mujer única, adelantada a su época. Comenzó su trayectoria artística en un momento en que su género no era el mejor para ascender en el mundo del espectáculo y se transformó en una estrella de enorme nivel internacional. No desplegó su carrera hacia otras latitudes, sencillamente porque ella amaba Buenos Aires e hizo nido, contagiando a todo su medio con su talento y creatividad. Teresa Constantini lleva adelante una biopic cuya mayor fortaleza es la perfomance de Mercedes Funes. "Tita de Buenos Aires" es un trabajo lineal sobre el ascenso de Merello desde el mundo de la pobreza y la violencia, en los cabarets de mala muerte, hasta el estrellato máximo, como ganadora de premios y con su lugar en las marquesinas siempre encendido sobre la mítica calle Corrientes. Se estructura también, con sus relaciones primarias, su madre (aquí Esther Goris), sus amigos (Andrea Pietra, Ludovico Di Santo como Hugo del Carril), su primer amante de distinta clase social (Mario Pasik) y el gran amor de su vida, Luis Sandrini (Damián De Santo). Constantini muestra como se fue forjando el carácter de Tita, a lo largo de los años, y cuál fue la manera (recordemos que es ficción basada sobre algunos aspectos comprobados de su biografía) en que la intérprete fue subiendo peldaños en la consideración popular. Primero su tortuosa relación con un medio hostil, y una vez que se encuentra con Simón Yriondo (Pasik), cómo esa asociación le permite comenzar a hacer sus primeras armas como artista. La trama siempre irá mostrando los pasos que le permiten a Merello en su vida ir avanzando hasta volverse una cantante y especialista del show business local. Párrafo aparte para la complicada relación que ella tuvo con el que sería uno de los máximos comediantes argentinos del siglo pasado, Sandrini, de quien se enamoró y con quien vivió una historia singular. Mercedes Funes le pone capacidad y entrega a su rol desde todos los ángulos. Logra ponerse en la piel de Tita y hasta canta todos los tangos que se escuchan en la cinta, siempre con profesionalismo y solvencia. Vibra cuando hay que hacerlo y enternece en igual proporción. Los rubros técnicos son sólidos y la ambientación es cuidada hasta en sus mínimos detalles. La banda sonora atrae y la película se disfruta aunque no seas fan de la artista ni hayas llegado a sala atraído por la leyenda porteña. En el debe, sólo puede señalarse que la historia es bastante esquemática, y si bien las actuaciones son solventes (Goris es la mejor, sin dudas), quizás nos hubiese gustado transitar más el devenir de Tita en su relación con el público y la política, tema que la atravesaba y que no termina de desarrollarse como polo de interés dentro de la biopic. Más allá de eso, "Tita de Buenos Aires" es una propuesta que rinde homenaje a una artista central del campo popular y la historia de nuestra ciudad y sólo por eso, su visionado es recomendado. Además, la encantadora presencia de Funes, potencia la invitación.
Teresa Constantini construyó su intento de La vida en rosa (el film sobre la vida de Edith Piaf que hizo famosa a Marion Cotillard) en este film que muestra a Tita Merello, Luis Sandrini, Enrique Santos Discépolo y otros artistas argentinos. Lo hace con una interesante reconstrucción de época como -quizá- único elemento logrado: los personajes están construidos con insoportables trazos gruesos, muchas veces a partir de los clichés de sus propios personajes. El desconocimiento de la complejidad dramática y humana y la reducción del film a escenas básicas o poco imaginativas -como highlights de un artículo de wikipedia- son francamente lamentable. Para Constantini, Discépolo es un joven común y corriente que le ofrece ‘tanguitos’ a Tita Merello, y no un inmenso autor desesperado ante la existencia. Mercedes Funes, buena actriz, poco puede hacer para convencer: es evidente que la dirección actoral ahoga cualquier talento. La película es un insulto a la memoria de grandes artistas argentinos que ni siquiera aporta un ápice novedoso. Tristísimo.
Yo soy así, Tita de Buenos Aires debutó en cartelera porteña el pasado domingo en el marco de la Semana del Cine Nacional. Por segunda vez, la directora Teresa Costantini construye desde la ficción un homenaje a mujeres que trascendieron los límites de su época y hoy son íconos históricos. Primero dirigió Felicitas (2009), cuya historia trágica de amor anclada al mundo aristocrático estuvo en su imaginario durante 20 años cuando el sobrino bisnieto de Felicitas le contó cómo el joven se enamora del hijo del jardinero y opone al mandato del patriarcado. Como es sabido, en este cruce de mundos paralelos, muere tras dar rienda suelta a sus sentimientos y, acto seguido, sus padres denuncian a la iglesia. Este mismo espíritu de denuncia se replica en la historia de Tita en contraposición al detrás de escena popular de cantante arrabalera que ladraba al ritmo del compadrito, mientras sufría en carne viva la soledad pese a su arraigo a Luis Sandrini. En este sentido, es interesante cómo Costantini muestra el empoderamiento de mujeres apasionadas que padecieron el amor y las humaniza. Desde esta arista amarra el contexto histórico de época a un espacio-tiempo latente, pese al abismo generacional, para que su legado trascienda y conecte en la modernidad como un despertar colectivo. A grandes rasgos, el guión transmite pasión artística y afectiva. Atraviesa tres ejes complementarios: soledad, profesión y empoderamiento femenino cuando sacó bandera al hablar del papanicolau y el cáncer de útero cuando eran temas tabú. Desde la ficción y el poco material de archivo de Tita (entrevistas, documentales y películas como por ejemplo: Tango y Guacho), Costantini arma su propio rompecabezas desde los vínculos que genera el elenco protagónico cuando vibra la energía de esta persona/personaje. Así inscribe la narración a un efecto mirilla para que el espectador espíe la intimidad de Laura Ana Merello lejos del Starsystem. La actriz Mercedes Funes es la encargada de interpretar esta figura emblemática nacida en el mundo orillero de San Telmo, carente de amor. Sin embargo, desde el primer minuto vemos cómo la causalidad de la vida la cruza en su adolescencia con un hombre casado (Mario Pasik -con quien Funes debutó en televisión en Nano-) que la saca del contexto bataclán y, sin imaginar que llegaría a ser Tita Merello, la ayuda a prepararse como actriz y cantante: le enseña a escribir, estudiar y entender de qué se trataba el escenario; tendiendo el puente hacia su popularidad y alejándola de aquella niña que trabajó duro en el campo a la par de los hombres donde adquirió su personalidad avasallante masculina. Este primer lazo fraternal de la trama, que Tita desconocía, al no tener padre y criarse en un orfanato; se refleja en la escena donde se despiden con un abrazo, eterno. A modo cassette, el lado b es su peculiar madre autoreferencial, a cargo de Esther Goris, que se proyecta en el triunfo de su hija e inconscientemente ayuda a tener los pies sobre la tierra por reacción más que por mimesis. Tita aprendió a defenderse sola, varias escenas dramáticas entre ellas dan cuenta de esto, por ejemplo: cuando recibe el premio por Filomena y la madre lo levanta, obnubilada, lo siente como propio mientras Tita está ahí, al costado… como si nada. A ellos se suma el debut cinematográfico de Soledad Fandiño en la piel de Eva Duarte y amiga de Tita; cuyos diálogos y gestos transmiten la vulnerabilidad intrínseca; fuera del protocolo político y accionar social. Sin embargo, la fuerza interior de ambas las potencia para atravesar obstáculos y lograr sus metas a través de una simple postura corporal (pose ante la multitud, Sandrini y Perón). Párrafo aparte para la dupla Funes-DeSanto que recrea a la perfección el amor-odio de Tita y Sandrini. En este recorte de hombre de época muy masculino, sexy y sensual en contraposición a una mujer dueña de un carácter atípico, fuerte, que las mujeres comenzaron a imitar, Costantini remarca cómo el narcisismo de ser estrellas veneradas por el público no implica felicidad plena. En efecto, Tita vive un amor no correspondido y lucha por dejar de ser la segunda y seducirlo; muy a su pesar, porque quiere casarse y no volver a su pasado donde era un cuerpo al servicio de mostrarse mediante escotes y transparencias para sobrevivir. Esta sinergia aporta un grado de rigor de época que en el constante desencuentro entre estos dos egos que cambió: Tita antepone el amor a lo carnal en pos de un compañero, estable, y que ambos lleguen a destino. En este transitar, Funes logra que la impronta musical se convierta en personaje tanto por su despliegue artístico como coral, que preparó la técnica vocal junto a sus coach Maximiliano Cruz y Marisol Gomez Alarcon. Su registro revela la esencia de los famosos tangos graciosos, como por ejemplo “Mi papito” en el bataclán donde Merello ironizaba con desdén el canto lírico anclado al decir, cómo pegarle a la mujer para que “no joda” al hombre mientras baila junto a dos compadritos y se arregla el moñito en movimientos coreografiados. Pero también el largometraje denota cómo ingresando a los años ’40/’50 (pre-censura militar) denota un cambio de registro vocal, su voz adulta era más rapera y del fraseo. La clave está en la pronunciación, cada letra le da carácter, sobre todo las consonantes y las ‘S’ del final jamás se le cae: Tita junto a Osvaldo Montes era mas cantada, por ejemplo: “Se dice de mí. Se dice que soy fiera, que camino a lo malevo, que soy chueca y que me muevo con un aire compadrón” o bien “Podrán decir y murmurar”. Sin embargo, en Cambalache de Discépolo deviene en proclamación “Qué vachaché. Piantá de aquí, no vuelvas en tu vida”; denota que creció y superó aquella etapa de ignorancia donde practicaba homeopatía (otro elemento alocado para la época). Así, Tita logra su objetivo: es una historia lineal que te deja firme en la butaca esperando qué es lo próximo pese a saber el final. Y al mismo tiempo denuncia un arco de juventud, soledad y éxtasis que culmina en la gloria. Costantini mediante lo bello y poético abre un abanico esperanzador en un campo artístico poblado de hombres, enalteciéndola; humanizando su decir y su alma. Por momentos, la trama se ancla al mensaje del film Lo que el viento se llevó (1940), dirigido por Victor Fleming, pero se distancia cuando conecta el arte como vehículo del ser con lo vital. En este sentido, el recorte elegido de una mujer que tenía todas en contra y, sin embargo, su creatividad y empuje equilibró su enorme soledad es esperanzador. Los personajes están al servicio del empoderamiento femenino. Ojalá el próximo largometraje de Costantini se inspire en alguna mujer icónica que esté viva para homenajearla y saber qué opinión tiene ese ícono luego de verse reflejado en un collage interpretativo.
Convincente Funes recrea a la Merello Lograda versión libre de los comienzos de este símbolo de Buenos Aires, y su mundo de bataclanas, fiolos y bohemios. Revalida Teresa Costantini su talento como directora y productora. Empeñada motu proprio en una "versión libre" de los comienzos de Tita Merello, ha sabido recrear un mundo de bataclanas, fiolos y bohemios, y ha hecho lucir prácticamente a todos los artistas y técnicos. Mercedes Funes hace el trabajo de su vida. En ella, las expresiones, la pasión y el timbre de voz de la Merello joven son más que convincentes, y se afirman con un repertorio bien elegido de temas canyengues: "Mi papito" (hábilmente colocado y dispuesto para la polémica), "Qué vachaché", "Yo soy así p'al amor" (no confundir), "Pipistrela", "La muchachada del centro" y el dúo "Ahora te llaman Lulú". La respaldan Mario Pasik (Simón Iriondo, síntesis de los señores que la ayudaron a salir del barro), Damian Di Santo (Sandrini), Esther Goris contenida (la madre), Lucas Rosasco (Discepolín), Javier Pedersoli (Canaro), Magali Sánchez Alleno (la del repertorio francés) y otros, aunque no todos salgan parecidos a sus personajes. Algunos, además, debieron ser doblados, porque daban la expresión pero no la voz. Al respecto, y sin desmerecer el trabajo de Ludovico Di Santo, es una pena que Hugo del Carril hijo no participase del elenco. Hugo Colace (fotografía), Walter Cornas y Juan Cavia (arte), Carlos Abbate (sonido), Julio Suárez (vestuario), Laura Bua (edición), Osvaldo Montes (música) y demás cabezas de departamentos, no sólo merecen ser destacados, sino también tomados como ejemplo por esta obra que algunos desdeñarán por su estilo "clásico", o porque solo conocen a la Tita Merello vieja. Ellos se lo pierden. Única observación, habría sido bueno un coguionista para pulir el último tercio, hecho a la manera de las viejas películas de tango.
"Yo soy así, Tita de Buenos Aires", Como toda mujer Las luces y sombras de la fama, en eso se centra esta película autobiográfica que cuenta la vida de la gran Tita Merello. Una mujer fuerte, de carácter dominante e irascible, pero que pese a eso, no le evita sufrir por amor. Lo cierto es que el trabajo de la protagonista, Mercedes Funes, es impecable y alcanza una cercanía con el espectador que trasciende la pantalla y emociona. El filme, con un estilo de narración clásica, comienza con los inicios de la actriz y cantante en cabarets de mala muerte y en una época en la que la mujer era cosificada. Por eso es admirable ver cómo la estrella se va haciendo su lugar. Pero el verdadero hincapié que realiza la directora Teresa Costantini es en el universo romántico de Merello, con el astro Luis Sandrini (Damián De Santo). De esta manera, el filme consigue mostrar la dualidad de esta estrella argentina tan omnipotente en el escenario como vulnerable en la vida, mientras desfilan íconos como Carlos Gardel, Juan Domingo Perón, Eva Duarte y Hugo Del Carril, entre otros. Así como la cuota política queda expuesta con una escena en la que no consigue trabajo tras la caída del peronismo.
IMITACIÓN DE UNA VIDA El biopic no es un género demasiado transitado en el cine argentino, especialmente el biopic que involucra una recreación del pasado. Se sabe, es un género bastante caro de producir entre diseños de vestuarios y de interiores, y la utilización de locaciones que no caigan en el anacronismo. Pero Teresa Costantini, la misma de Felicitas, parece tener la capacidad económica para hacerlo: Yo soy así, Tita de Buenos Aires, film que recorre un tramo de la vida de la actriz y cantante Tita Merello, luce en ese sentido. Desde los tugurios donde la artista transitó sus primeros pasos, hasta su ingreso en la alta sociedad del espectáculo porteño, Yo soy así… reproduce con fidelidad y exuberancia una Buenos Aires de antaño. Lo que no parece tener Costantini es la capacidad para hacer con eso algo interesante, incluso una película que viva o vibre y justifique el abordaje del personaje. El recorrido por la vida de la Merello no lo es tal en la película. En verdad, a Costantini le importa más que nada ese tramo de la vida que va del romance de la actriz y cantante con Luis Sandrini hasta su ruptura definitiva. Algo de los orígenes humildes se cuenta, pero el personaje es tan rico en matices vinculados con su personalidad y con un fuerte posicionamiento como referente del feminismo, que lo que hace la película es achicar la leyenda, acotarla y ceñirla a un molde cinematográfico que tiene una rápida asimilación por parte del público pero que pierde interés minuto a minuto. Porque lo que Yo soy así… hace en definitiva con aquel recorte es construirse como una suerte de melodrama con aires trágicos, donde se apela a lo lacrimógeno y sensiblero, sin ponerse a pensar en el peso de la figura abordada dentro de la historia del país que la contiene. Tita Merello vivió casi cien años y sin dudas la riqueza del contexto se pierde. Indudablemente el modelo que elige Costantini se parece muchísimo al de La vie en rose, con Marion Cotillard interpretando a Edith Piaf, película que tiene una estructura a la que esta se parece mucho; sospechosamente mucho. Aquella era también la historia de una figura legendaria del mundo del espectáculo trazada por un recorrido trágico, a la que se hacía un abordaje desde el melodrama clásico. La diferencia es que básicamente aquel film francés conocía mucho mejor los resortes que terminaban involucrando al espectador e impactaban en sus emociones. La de Costantini es una suerte de fiesta de disfraces en la que cada actor imita al famoso de turno, y donde el espectador asiste con una visión turística. Lo de las actuaciones es una buena síntesis de las motivaciones de esta película. La Merello de Mercedes Funes es una caricatura, una suerte de Merello 24 horas que termina agotando y deja en evidencia el esfuerzo que hace la actriz por parecerse al personaje. A partir de ahí, todo se resume a una suerte de imitación, nunca a una recreación. La directora no logra apoderarse de la historia, sino que la viste y la adorna sin poder dejar de demostrar la falta de vida del conjunto. Está claro que Yo soy así… cree en la prepotencia del diseño de arte antes que en las herramientas que brinda el cine. El final abrupto no hace más que dejar en claro lo antojadizo del producto en su concepción, y su falta de ideas respecto de lo que desea representar de su personaje principal.
Su trama gira en torno a Laura Ana Merellola más conocida como Tita Merello (Mercedes Funes), muestra sus inicios, su infancia, la adolescencia y su juventud. Una vida dura a la que le costó sobrevivir y en la que hizo de todo un poco. Tuvo una amiga Silvia (Andrea Pietra) ambas se apoyaban, se acompañaban y se querían pero esta decidió suicidarse. A partir de ese momento su vida cambio, comenzó lentamente a salir de la pobreza, tiene un romance con Yrigoyen Iriondo (Mario Pasik), quien le enseñó a leer, a escribir y que a sus 17 años la alentó, llegaron nuevos amores y se le fueron abriendo las puertas como artista. Esta la relación con su madre la uruguaya Ana Gianelli (Esther Goris, buena interpretación), el amor con los hombres y su gran amor Luis Sandrini (Damián De Santo) mostrando como cada uno de ellos vivía esa pasión y como la sentían. El film se desarrolla desde los años ‘20 hasta los ‘50, es decir desde los 17 hasta los 50 años. Hay un charla intima entre Eva Perón (Soledad Fandiño). Pasando por los duros momentos que vivió ella y Hugo del Carril (Ludovico di Santo) por sus inclinaciones políticas, donde está la famosa frase “La Merello de hambre no se muere más“. Esta época fue bastante importante en nuestro país y se podría haber desarrollado más, dado que tiene un contexto político bastante importante. Mercedes Funes se luce y esta sobresaliente, usa lentes de contacto ocultando sus ojos claros, sus movimientos corporales, canta y se nota que se ha preparado mucho para interpretar a Tita Merello. Algunos de los personajes no son del todo creíbles, aunque son buenos actores por caso: Hugo del Carril (Ludovico di Santo), Damián De Santo (Sandrini), Eva Perón y Perón. Otro de los personajes: Francisco Canaro (Javier Pedersoli), Carlos Gardel (Ivan Espeche), Enrique Santos Discépolo (Lucas Rosasco), entre otros. Su ambientación, dirección de arte y fotografía, entre otros elementos técnicos son impecables, muy cuidados (un rodaje que duro que se llevó adelante a lo largo de más de diez semanas). La directora hasta se dio un gusto al mostrarse en una secuencia detrás de cámara y con un look de la época.
Yo soy así, Tita de Buenos Aires: una biografía pipistrela inalmente llegó el estreno de la película Yo soy así, Tita de Buenos es Aires (2017), la cual pertenece al género de la biopic, basada en la vida de la inigualable actriz y cantante Tita Merello, una de las figuras más emblemáticas del cine argentino y de la cultura popular nacional. Por Denise Pieniazek Si me gano el morfi diario, Que me importa el diccionario, Ni el hablar con distinción. Tengo un sello de nobleza... Soy porteña de una pieza... Tengo voz de bandoneón (Arrabalera, 1950) Yo soy así, Tita de Buenos es Aires(2017) realiza una interpretación de la vida de la actriz y cantante Tita Merello, cuya selección se enmarca desde la década del `20 hasta 1955 aproximadamente, con la adición de algunos flashbacks que remiten a su infancia. Todo este recorte fue realizado desde el guión y la dirección por Teresa Constantini –Felicitas (2009)-, en dicho sentido se celebra que la biografía de una mujer tan importante de la cultura argentina haya sido llevada a la pantalla grande con el punto de vista de otra mujer, ya que uno de los elementos interesantes del largometraje es que expone el duro machismo de la época. Sin embargo, la primera observación negativa que puede hacerse sobre la elección de acontecimiento de la vida de Merello en la película es que deja de lado o mejor dicho esboza superficialmente la mayoría de la carrera cinematográfica de Tita, no puntualizando en filmes emblemáticos como ¡Tango! (1933) -el cual es además históricamente importante por ser el primer filme sonoro del cine nacional-, La Fuga (1937), Arrabalera (1950), entre tantos otros. Incluso enuncia vagamente como se codifica una estrella en el periodo del cine clásico nacional, aquí se lo limita a “te cambian el nombre y el pelo” cuando es un aspecto muy rico a desarrollar en las figuras femeninas de la época. Hay que reconocer que alejarse de los parecidos físicos de figuras tan reconocidas es una decisión artística muy riesgosa. Primero, porque al ser ídolos populares, todos los tenemos bien presentes en nuestro imaginario y en cierta forma tipificados. En segundo lugar, porque en el género de la biografía esa transgresión resulta poco inteligente, el llamado physique du rol siempre suma en estos casos. En consecuencia, aunque la interpretación de Mercedes Funes es correcta – sobre todo cuando canta- al menos quien escribe no logró ver a la Merello. Según el teórico y crítico Jorge Dubatti, un personaje es bien logrado cuando vemos al actor y al personaje al mismo tiempo en una especie de superposición, y en este filme creo que esa superposición no se logra (lo que sí sucedía, salvando las grandes distancias, con Natalia Oreiro interpretando a Gilda). A pesar de ello la talentosa Mercedes Funes es la que más se acerca, en comparación de todos sus compañeros de elenco que interpretan otros ídolos populares (Luis Sandrini, Hugo del Carril, Eva Perón, Carlos Gardel y Enrique Santos Discépolo) y con sus escenas musicales ofrece el mayor deleite para el espectador. Hay que reconocer que de todas las figuras nacionales Tita Merello representa un desafío enorme debido a su única impronta. Se destaca que enYo soy así, Tita de Buenos es Airesse realiza una excelente ambientación y vestuario, que permiten un deleite visual constante acompañados por la calidad de la imagen. A diferencia de ello, son notables las falencias desde la caracterización física de los personajes (principalmente el maquillaje), aunque se haya optado conscientemente por alejarse de los parecidos físicos reales de estas figuras populares, aun así, el maquillaje no es bien logrado, a excepción del realista envejecimiento del personaje interpretado conmovedoramente por Mario Pasik. En conclusión Yo soy así, Tita de Buenos es Aires,es una cuidada y entretenida biopic, con una belleza visual de época espectacular, pero que en cuestiones biográficas y cinematográficas profundiza poco. Si el filme fuese una mera ficción sería más que correcta, pero al tratarse de una biopic resulta insuficiente, sobre todo para los conocedores de la época y de la carrera de la gran Tita Merello.
Crítica emitida por radio.
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