Sophie es una pequeña niña huérfana. Pasa las noches rondando por el hogar, ordenando las cosas y leyendo. Pero todo cambia cuando una noche decide romper las reglas de un cuento, y es atrapada por un gigante con el que simpatizará rápidamente. Ahora, en La Tierra de los Gigantes, Sophie y su nuevo amigo BAG deberán atrapar sueños y esconderse del maltrato de otros gigantes, que lejos de ser amistosos, comen gente. Sophie y BAG deberán detenerlos cuando los gigantes carnívoros empiezan a secuestrar personas en Inglaterra. Siempre que Steven Spielberg estrena un nuevo film, es un acontecimiento. Ya sea si son de corte serio con aspiraciones a temporada de premios, o sin mayores pretensiones que sólo las de entretener, cada película suya llama la atención y merece ser vista. El Buen Amigo Gigante pertenece a este segundo grupo, y desde luego, no decepciona. Esta película se encasilla en el grupo de “criatura fantástica amistosa”, categoría que le calzarían perfecto a varias realizaciones de Steven Spielberg, y que, de hecho, las semejanzas que encontramos entre El Buen Amigo Gigante y ET saltan de inmediato. Pero con esto se da un problema, que es lo que le va a terminar jugando más en contra al film de cara a la taquilla. Porque si bien hay personajes ficticios, aventura (aunque a veces se parece más a un videojuego de plataformas que a una película) el tono del film queda poco definido. Por un lado nunca hay una amenaza real para los protagonistas, y sabemos que siempre saldrán ilesos por más peligrosas que pueden ser las situaciones. Pero el mayor defecto viene cuando pese a parecer un film infantil, no lo es. Los más chicos quizás hasta se aburran con una película, que no sólo peca de ser larga para lo que cuenta, tampoco presenta personajes carismáticos, y el tono de humor y comedia no pasa más de golpes o flatulencias. Y para los chicos un poco más grandes, seguramente se sentirán tentados por ir a ver a tortugas expertas en artes marciales, o películas con explosiones e invasiones extraterrestre. Este tono poco definido hace que si bien la idea y la realización en general sea buena, quienes más van a disfrutar en la sala de cine son los adultos que tienen un niño interno. La generación que creció viendo ET o más cerca en el tiempo, El Gigante de Hierro, va a salir de la sala con una sonrisa de oreja a oreja, pero seguramente muchos lleven a sus hijos o a los más pequeños de la casa y estos son los que se van a terminar aburriendo. El Buen Amigo Gigante es una buena película, de una factura técnica impresionante, pero con un guión bastante simple que nunca llega a impactar demasiado en el espectador. Esto, sumado a que no se sabe a qué tipo de público quiso apuntar Steven Spielberg, hacen de la película una apuesta incierta a la hora de ir al cine acompañando a los nenes de la casa.
Jackson Healy (Russell Crowe) y Holland March (Ryan Gosling) son detectives privados, pero parados en veredas opuestas. El primero es bastante violento pero efectivo en su trabajo, el segundo un carismático borrachín que no duda en sacar ventaja y aprovecharse de sus clientes. Pero cuando un caso los lleva a trabajar juntos, no sólo tendrán que soportarse mutuamente y aprender a ser un equipo, también deberán enfrentarse con gente demasiado peligrosa y poderosa. Shane Black se ganó el odio de muchísima gente luego del desastre que resulto ser Iron Man 3, pero quienes sabían del trabajo que había realizado previamente, lo perdonaron de todas formas. Y es que no se le puede negar talento a alguien que filmó Kiss Kiss Bang Bang, y que fue una de las mentes detrás de la ya mítica saga de Arma Mortal (entre otras cintas de acción de culto). Y con Dos Tipos Peligrosos, Shane Black vuelve a mostrarse como el rey de las buddy movies. Algo que sí o sí debe funcionar en el sub género de las buddy movies, es la química entre la dupla principal. Y en este caso, tanto Ryan Gosling como Russell Crowe se lucen tanto individualmente como en pareja. No sólo el feeling que tienen los actores es palpable, y se nota al primer fotograma juntos, los personajes les calzan perfecto con el tipo de actuación que suele realizar cada uno. Además que en esta ocasión son secundados por una grata sorpresa, la pequeña actriz Angourie Rice, quien lejos de ser un lastre para la trama, resulta ser la voz de la razón en esta dupla de detectives. Pero no sólo los personajes están bien construidos, Dos Tipos Peligrosos cuenta con algunos de los mejores gags vistos en el año, que difícilmente sean superados. Y por suerte, en esta ocasión, se los guardaron para la película, evitando mostrarlos en los trailers. Quizás lo más flojo del film sea el guion, el caso a investigar es bastante genérico y lo vimos miles de veces; además que la película en su tramo final (en especial en el 3º acto) adolece de estirarse demasiado, quitándole bastante ritmo a un relato, que pese a su simpleza, venía siendo bastante divertido y dinámico. La falta de un villano de peso también afecta bastante al desenlace del relato; si bien cuando aparece Matt Bommer su personaje se siente intimidante y una amenaza real para los detectives, su aparición en la película se da muy sobre el final, dejándolo únicamente como un villano que mete miedo por su presencia, pero del que no conocemos nada. En cuanto al giro de quién es el malo maloso intelectual, es bastante obvio y también carece de peso. Dos Tipos Peligrosos es una de las películas más entretenidas en lo que va del año, y no debería asombrar a nadie si aparece en los top ten anual de varias personas. Con una dupla que desborda química, una sucesión de buenos momentos cómicos, al menos quien les habla se las recomienda mientras piensa “¿Estaremos ante el inicio de una saga?”
El primer ataque extraterrestre a la Tierra no es un mero recuerdo. La humanidad aprovechó la tecnología alienígena para mejorar la propia y prepararse para otros posibles ataques. Y eso está a punto de darse. Ahora la civilización se encuentra al borde de la extinción y la única esperanza es un grupo de pilotos y un puñado de científicos, quienes en inferioridad numérica y tecnológica, son la última esperanza del ser humano. A esta altura no hace falta que digamos nada sobre Día de la Independencia, film que es amado por muchos, respetado por otros y ninguneado por varios, pero que a día de hoy ya podríamos decir que es una película de culto de los 90. Tampoco podemos decir demasiado sobre Roland Emmerich, alguien que goza de romper ciudades enteras en sus obras, en especial edificios históricos. ¿Ofrece algo nuevo Día de la Independencia: Contraataque? La verdad que no, y dudo que esa sea la meta de la cinta. En el cine vamos a ver lo que ya presenciamos en el trailer, es decir, el retorno de varios personajes de la primera entrega, el agregado de algunos nuevos, muchas explosiones, destrucción y efectos especiales (esta vez sí bien pulidos, no como en cierta película con unos reptiles ninjas). De todas formas a pesar de la sinceridad que propone Día de la Independencia: Contraataque, tiene algo bastante criticable, y es que se toma demasiado en serio a sí misma. Esto no tiene nada de malo porque constantemente se quiere transmitir un tono de “epicidad” y casi a cada momento se nos da a entender que la humanidad está al borde de desaparecer. Pero al mismo tiempo la trama está plagada de personajes que son comic relief (aquellos que son desahogo cómico), quienes tanto por sus acciones como por sus líneas de diálogo, cortan el tono serio que quería imponer Roland Emmerich. El resto de los apartados en el film cumplen a secas. El guión es una excusa para ser una sucesión de explosiones y batallas aéreas; las actuaciones son todas de manual sin nadie que sea un punto flojo, pero tampoco nadie que destaque; aunque esto también se le puede achacar al guión y su nula construcción para los roles importantes. Día de la Independencia: Contraataque es una película súper simple que promete entretener y lo hace. De los blockbusters sin pretensiones que salieron este año, quizás sea uno de los pocos que cumplió. ¿Eso es suficiente para que sea un buen film y opción para ir al cine? No y no, pero al menos el que pague la entrada sabe qué va a ver y lo va a obtener, mientras que con otras realizaciones recientemente estrenadas, hasta cuando no se esperaba nada no se obtuvo nada.
Marc y Kelly siguen con su vida, su hija está creciendo y esperan otro bebé, por lo que deben conseguir una casa más grande. Luego de encontrar compradores y ellos conseguir un nuevo hogar, tienen treinta días de prueba donde los nuevos habitantes pueden arrepentirse y cancelar la compra. Todo se complica cuando en la casa de al lado aparece Shelby, una fiestera adolescente que acaba de crear una nueva fraternidad donde la única regla es pasarla de festejo en festejo. Y para colmo de males, un resentido Teddy volverá a aparecer. Sorpresivamente nos llega Buenos Vecinos 2, secuela de aquel film bastante mediocre del 2014 y que algún productor de Hollywood pensó que debería tener una secuela. Si bien en taquilla le fue más que excelentemente bien, tanto la crítica especializada como la opinión general no la trató demasiado bien, pero acá estamos, y para colmo, viendo como repiten la fórmula sin intentar aportar algo nuevo. Estamos ante casi la misma película, nada más que ahora los fiesteros ruidosos son un grupo de chicas encabezados por Chloe Moretz (ya hablaremos de ella más adelante). Así que de nuevo vamos a ver ideas absurdas de uno y otro bando para poder ganar esta especie de guerra por el barrio (porque al parecer a los demás vecinos no les molesta el constante griterío que sale de la fraternidad). Si la historia no propone nada nuevo, la construcción de los gags es igual de simplona. Los chistes a base de flatulencias, golpes y gente drogándose vuelven a ser moneda corriente, y muy pocos son efectivos. Peor aún es cuando quienes los dicen o hacen es gente que NO es graciosa, y me refiero a dos actores en particular. Por un lado Zack Efron vuelve a demostrar que la comedia no es lo suyo, no tiene ni timming ni carisma para resultar gracioso. Chloe Moretz de nuevo da pruebas de que se esperaba muchísimo de ella como actriz, y no está a las alturas de la expectativa. Puede ir olvidándose de la comedia al menos por ahora hasta encontrar su género, mientras parece ser que solo la recordaremos como Hit Girl. Así que todo queda en manos de Seth Rogen, quien es el que aporta los escasos momentos graciosos que vamos a ver, siempre con el humor fácil que mencionamos más arriba. Buenos Vecinos 2 es una mala película. No solo es una comedia que no causa gracia, a nivel historia tampoco se ve demasiada construcción como para intentar contar algo por debajo de la trama principal, cualquier posible subtexto que se podría esperar, es desperdiciado o desechado a los pocos minutos que se plantea. Recomendable solo para tener como última opción a la hora de ir al cine.
Los Warren siguen luchando contra demonios, ya sea como consultores de la Iglesia o como particulares. Esta vez es la propia Iglesia quien les pide que chequeen un nuevo caso paranormal, para ver si es verídico o un fraude. De a poco, los Warren irán adentrándose en un nuevo hecho paranormal, pero una premonición que tuvo Lorraine (Vera Farmiga) así como la supuesta farsa que es este caso, pondrán la fe de ambos en dudas. Estamos ante la secuela directa de El Conjuro, quizás una de las mejores películas de terror de los últimos años, y que mostró que el género no estaba muriendo sino que sólo unos pocos directores saben encontrarle una vuelta de tuerca (ya sea desde el apartado técnico, o de la historia) para revitalizarlo. Y con alegría puedo decir que James Wan sigue en su mejor forma. En este nuevo caso, los Warren no son los mismos personajes que conocimos anteriormente, y no sólo nos damos cuenta por el paso del tiempo (nuevamente, gran recreación de la época), ambos se dejan ver vulnerables, como si a cada exorcismo fueran sufriendo los golpes tantos físicos como mentales que van recibiendo. El mayor defecto que tiene esta película, es que innova muy poco con respecto a la anterior, más allá del virtuosismo de James Wan detrás de cámara, o la ya nombrada merma que se nota en Ed y Lorraine Warren. La historia es prácticamente la misma que la vista en El Conjuro, con una familia siendo acosada por una entidad que habita en la casa donde ellos se encuentran (aunque esta vez se siente un poco aleatorio el momento en que la fuerza paranormal se hace notar). Los Warren en un principio se muestran reacios a actuar en favor de los damnificados, pero finalmente lo hacen. Lo dicho, nada nuevo bajo el panorama. Pero donde el film pierde en originalidad, gana en calidad técnica. James Wan vuelve a lucirse con la dirección, jugando con todas las herramientas que tiene como realizador: planos secuencias, travelling, fuera de campo, fuera de cuadro. Prácticamente todo lo que a uno se le ocurra como espectador, James Wan lo implementa. Además, nuevamente evita los sustos a base del “chan”, jugando con el clima sugestivo y creando una tensión constante en el espectador que va a terminar igual de tensionado que en la primera entrega. A nivel actoral nuevamente el elenco cumple. Vera Farmiga y Patrick Wilson siguen estando sobrios en sus actuaciones y los nuevos personajes cumplen su rol. Algo que también se repite, es que los personajes de los chicos más pequeños son bastante creíbles, cuando por lo general, en estos films, los más niños no logran estar a la altura de los demás. El Conjuro 2 es una buena y sólida película de horror. Peca de ser básicamente igual a la anterior, pero entre la maestría de James Wan para dirigir, y algunos recursos agregados a la hora de asustar, ponen a El Conjuro 2 como uno de los mejores films de terror del año, compartiendo pedestal con La Bruja. Y los fans tienen motivos para festejar, ya que ambas propuestas son bastante diferentes, y por fin, después de mucho tiempo, se puede elegir con que asustarse.
Australia, años 50. Tilly Dunnage (Kate Winslet) vuelve a su pueblo natal, Dungatar, luego de que la expulsaran tras ser acusada de algo terrible en su infancia. Después de pasar gran parte de su vida como modista en París, su buena mano para diseñar vestidos a las lugareñas le dará una oportunidad de arreglar las cosas con el pasado, o al contrario, empeorarlo todo definitivamente.Sí, el nombre que le pusieron a The Dressmaker en Latinoamérica no es uno de los más motivadores para gran parte del público. Pero primero que nada les quiero avisar que no estamos ante un film centrado únicamente en la moda, con todos nombrando a grandes diseñadores que quizás muchos (me incluyo) no conozcan.No, de hecho El Poder de la Moda trata sobre otra cosa. Y mientras uno ve el film se da cuenta que la moda está usada como excusa para contarnos una historia de aceptación tanto personal como con la comunidad donde uno vive, y qué tanto nos importa lo que digan de nosotros. Bien podría ser moda, alguna virtud deportiva o la pericia para fabricar algo que mejore el estilo de vida de los lugareños.Como suele pasar en las poblaciones rurales pequeñas, los chismes corren y cualquiera que no caiga bien a alguien puede ser objeto de alguna difamación; y esto es lo que padece nuestra Tilly Dunnage; quien usando sus conocimientos de alta costura empieza a ganarse el corazón de todos, principalmente las mujeres.Pero no todo es bueno en El Poder de la Moda. El problema más evidente que notamos es que la guionista Jocelyn Moorhouse (que a la vez fue la directora del film) nunca se decide si quiere contarnos un drama de redención, o una comedia de situación. De hecho el film tiene varias escenas dramáticas, que cuando empiezan a hacernos sentir empatía con la sufrida Tilly, son seguidas de algún gag que seguramente sacará de contexto al espectador, que no entenderá que acaba de pasar.A esto hay que sumarle que a la película se la siente un poco larga en metraje para lo que quiere contar, y en más de un tramo vamos a sentir que se rellenó más de lo necesario. Si bien no leí la novela en que está basado el film, algo más de ritmo le hubiera venido bien para agilizar la trama y no se sienta tanto esa sensación de rara mezcla entre comedia y drama que nunca termina de funcionar del todo.El Poder de la Moda es entonces una aceptable película, a la que quizás le sobren unos veinte minutos, pero que de todas formas puede conectar con cualquier tipo de público, pese a que la temática de la moda a muchos hombres no les inspire demasiada confianza para ir a verla al cine. Eso sí, si son parte del público masculino que irá a ver la película en pantalla grande, seguro no se van a quejar cuando las mujeres usen determinados vestidos.
Lee Gates (George Clooney) es la estrella del show El Maestro del Dinero. En su programa habla de economía de forma dinámica y entretenida, e invita a los espectadores a apostar en la bolsa. Pero cuando una de sus predicciones falla y una empresa pierde un total de 800 millones de dólares, mucha gente que confió tanto en Lee como en la empresa dueña de dichas acciones perdió todo. Y hay algunos dispuestos a tomar medidas extremas con tal de recibir explicaciones. Estamos ante la cuarta película oficial dirigida por Jodie Foster. Luego de haber incursionado por los dramas, la actriz y directora esta vez decide meterse de lleno en el terreno de las finanzas y como mucha gente que busca hacer una diferencia económica, es aplastada por la maquinaria de valores, subas y bajas y demás tecnicismos. Pero irónicamente, lo más importante que tiene para ofrecer El Maestro del Dinero, no es esta crítica sino otra mucho más sutil y que se siente más orgánica. La historia de la persona promedio que pierde todo y quiere que alguien pague por haber arruinado a tanta gente está mil veces vistas. El cliché es obvio, y ya sabemos que va pasar: entra por la fuerza a determinado lugar, pese a tener razón en su reclamo se comporta como un criminal, obviamente tiene una familia que sostener y quedó en la quiebra. Todos elementos obvios para que el espectador empatice con él. Pero esta vez, el accionar de esta persona se da en pleno programa televisivo en vivo, por lo cual uno de los personajes, Patty (una correcta Julia Roberts) tiene que seguir transmitiendo, en primera instancia, y luego ella misma decide seguir haciéndolo pese a que ya no entra en las demandas del captor. Mientras el espectador está pendiente si Lee Gates logra salir vivo de su captura y si aparecerá alguien para darle alguna explicación a las miles de personas dignificadas, por debajo y de forma sutil, los guionistas Jamie Linden, Alan DiFiore y Jim Kouf nos dicen que en el mundo actual, SIEMPRE hay que seguir filmando a riesgo de que eso entorpezca el accionar de la policía o ponga en riesgo la vida de alguien. Es una lástima que ese sea el gran acierto del guion, porque lo demás es bastante común y mil veces ya visto. George Clooney interpreta un tipo de personaje que ya conoce a la perfección y hace de taquito, mientras que el resto del elenco no tiene demasiadas exigencias en cuanto a personajes. Quizás lo mejor del guion además de lo comentado en el párrafo anterior, junto con algunas líneas de diálogos cargadas de un humor muy cercano a la cultura pop actual. El Maestro del Dinero dista de ser una mala película, pero se queda a medias aguas entre una crítica ya vista al mundo de las empresas y las finanzas, y una muy acertada pero poco explotada a la manía de filmar y transmitir todo, sin importar lo que termine pasando. De todas formas para ver esto último de forma magistral, siempre tendremos a mano Primicia Mortal.
Pese a que lograron detener al peligroso criminal Destructor, las Tortugas Ninjas deben seguir ocultas en las cloacas, aunque casi todos los miembros del equipo desean darse a conocer. Pero luego de que Destructor escape, y consiga nuevos y mutados secuaces, estas tortugas ninjas adolescentes deberán madurar, aliarse con nuevos y viejos compañeros y detener no sólo a Destructor, también a un peligro que podría exterminar toda la vida en la Tierra. Las Tortugas Ninjas 2: Desde la Oscuridad tenía la fácil tarea de dar un producto más digno que su predecesora, la gran pregunta que todos se plantean es si en verdad lo logró… Y la respuesta es que pese al bochorno que fue la primera entrega, esta secuela apenas puede superarla. La verdadera cuestión sería: ¿Con tan poco alcanza para hacerla buena? La respuesta es un rotundo no. Las Tortugas Ninjas 2: Desde la Oscuridad tiene un montón de fallos en prácticamente todos los aspectos. El diseño de las tortugas sigue siendo horrible, pero a esta altura uno ya se acostumbró a verlas tan feas. En este sentido sí logran un aprobado las apariencias de los nuevos Bebop, Rocksteady y Kraang, mientras que al parecer las quejas por el aspecto visto de Destructor dieron resultado, y esta vez vemos algo bastante alejado de esa imagen de navaja suiza con esteroides que habíamos visto. También logra salir bien parado el pobre de Stephen Amell, que a base de carisma logra sacar adelante un personaje chatísimo y muy mal escrito por los guionistas. Y acá, por desgracia, se acaban las cosas positivas que ofrece Las Tortugas Ninjas 2: Desde la Oscuridad. Pese a que la mano de Michael Bay apenas se nota (por suerte), y que el film está claramente apuntado a un público infantil, no se pueden dejar pasar algunas cosas que a nivel guión dan vergüenza ajena. Los planes de los villanos, así como algunas creaciones de estos, rozan lo ridículo, como si nadie hubiera trabajado y filmaron el primer borrador de guión que tuvieron en la mesa. También hay que recalcar que aunque esta vez no estamos ante un “April O´Neal y sus mascotas”, la presencia de April sigue siendo en muchas ocasiones innecesaria, y se sigue notando que la sobreexplotación del personaje sólo se traduce en poder mostrar a Megan Fox de forma sexy la mayor cantidad de veces posibles que se pueda, y si a esto le sumamos que sigue actuando igual de mal que en sus inicios; tanta importancia en la trama le termina jugando en contra a la película. Las Tortugas Ninjas 2: Desde la Oscuridad es un mal film, eso no se puede poner en duda. Pese a ser superior a la primera parte (tampoco tiene demasiado mérito hacerlo), y apelar a la nostalgia del fan ya adulto con alguna canción conocida o líneas de diálogos, no alcanza para sacar a flote una película que pese a ser espectacular desde lo visual, se queda en eso. Como las luces del arbolito de navidad, que son lindas de ver pero son esos, lucecitas de colores.
Celina (Cecilia Rainero) decide tomarse un tiempo de su matrimonio en crisis, y se va a visitar a una amiga en un pueblito alejado de todo. Así es como conoce a un grupo de chicas, amigas de Paula, la hijastra de su amiga. De a poco este extraño circulo de mujeres ira sumiendo a Celina en un misterioso viaje de aventura, autodescubrimiento y misterio, mientras ella comienza a padecer extraños sueños que la hacen replantearse su salud mental. Algunas Chicas es la libre adaptación de Santiago Palavecino, de la novela “Entre Mujeres Solas”,publicada en 1949 por el escritor italiano Cesare Pavese. Algo que salta a la vista a los pocos minutos de ver Algunas Chicas, es que no estamos ante un film convencional. Casi de inmediato observamos algunas situaciones o diálogos que nos hacen encender las alarmas, y notar que si prestamos atención, se nos va a presentar un film psicológico muy de a poco. Quizás el gran problema de la película también venga de la mano con esto. Los espectadores acostumbrados a cintas convencionales, seguramente no van a entender algunas situaciones, o el tono opresivo que maneja toda la película (pese a que tiene muchas escenas en exteriores). Esto se nota principalmente con la protagonista, Celina, que de a poco empieza un viaje de descenso cuasi onírico mientras se relaciona con el extraño grupo de mujeres al que hace alusión el titulo; dando como resultado situaciones en la que ella misma se sorprende de estar involucrada. Esta atmosfera entre densa y lisérgica donde se sumerge Celina es lo mejor que nos muestra Santiago Palavecino en su cinta. A algunos espectadores esto quizás les parezca algo ligth ya que todo es demasiado sutil y no hay nada dicho de forma explícita, pero para quienes sepan captar algunas situaciones que se repiten, y en especial, algunos momentos que parecen fuera de lugar con lo que se venía viendo, salta a la vista de forma natural. Algunas Chicas es una película bastante pequeña y se nota, pero por la buena mano de su director Santiago Palavecino a la hora de construir el guión, se hace bastante llevadera y hasta disfrutable cuando juega con lo psicológico y lo surrealista. Sin ser una obra maestra, se muestra como buena opción entre el mercado de películas argentinas que se toman de escándalos en la vida real entre sus protagonistas, o alejándose de grandes tanques súper heroicos que venimos recibiendo en la sala más que a menudo.
Luego del evento que involucró al ex Presidente Nixon, todos los mutantes encontraron su lugar en el mundo. Charles lleva adelante su Instituto, Erik se cambió el nombre y formó una familia exiliado en Polonia y Raven viaja por el mundo liberando a mutantes mientras es una heroína para todos. Pero todo cambia cuando una fuerza milenaria es despertada; ahora las viejas alianzas deben reafirmarse, y nuevos mutantes tienen que asumir el riesgo de detener al Primer Mutante, Apocalipsis. A esta altura parece redundante repetir lo mismo a cada film de X Men que sale, pero bueno… Antes de hacer el análisis recuerden que Bryan Singer se toma de forma bastante libre los cómics, ya sea a la hora de adaptar personajes, trajes o arcos argumentales; o que el sentido de realidad contínua entre sus películas parece no existir. Aclarado esto, empecemos. La opinión general previa a esta X Men: Apocalipsis era bastante tibia. A la mayoría nos daba bastante temor lo que podía resultar de esta nueva entrega, ya que la mitad del elenco se renovó, introduciendo nuevos actores en personajes que ya conocemos, y el plus de traer a la gran pantalla al villano más esperado y pedido de los mutantes. Aquellos que esperan ver un Apocalipsis como el visto en la serie animada de los 90, les digo que a menos que quieran odiar esta cinta, vayan sacándose esa imagen de la cabeza. Este Apocalipsis poco tiene que ver con el que está en el imaginario popular, teniendo un pastiche de poderes pocos claros, o peor aún, que se van revelando cuando el guión los necesita. Pese a todos estos factores en contra, hay que admitir que X Men: Apocalipsis es bastante entretenida, y mejor de lo que se venía rumoreando en las críticas provenientes de Estados Unidos. No estamos ante la sorpresa del año, pero cumple con su objetivo de divertir. Por un lado el protagonismo está bastante repartido a nivel grupal, cosa que aporta bastante dinamismo a la historia, que pese a extenderse dos horas y media, casi en ningún momento se hace larga o densa. La acción también esta dosificada; y al igual que en X Men: Días del Futuro Pasado donde no había una escena de acción memorable, tampoco se echaba en falta porque todo lo que se cuenta tiene un motivo de ser (aunque sí hay un par de escenas que se sienten un fanservice puro y duro, en especial a lo referente a determinado personaje). También juega a favor que al igual que en Capitán América: Civil War, el conflicto ya sea a nivel mundial, dándole bastante más importancia al villano y qué pasaría si cumple su plan (que en este caso no queda del todo claro). Es una pena que de las nuevas adquisiciones para el grupo, no todos salgan bien parados. Sophie Turner es quien más sorprende como la joven Jean Grey, mientras que Tye Sheridan y su Cíclope vuelven a mostrar que debe ser el personaje menos querido por Bryan Singer. En el medio queda Olivia Munn y una Psylocke que pedía mucho más protagonismo, y varios mutantes que seguramente no pasarán de este film. X Men: Apocalipsis aprueba con la misión de entretener, pero hasta ahí llegan sus méritos. Lamentablemente desaprovecha mucho a un villano con un potencial enorme, y vuelve a cometer errores que ya parecen ser el sello característico de Bryan Singer, en lugar de aprender de viejos errores. Eso sí, al menos se toman su tiempo para pegarle un hermoso golpe bajo a la tercera entrega, que hasta los mismos responsables de la saga reconocen como la peor.