La hija de la Novia Basta una llamada de su hermano Nick en nochebuena para que Bridget vuelva de urgencia a la casa de sus padres en Chicago, arrastrando consigo a su hija adolescente. Su madre con Alzheimer lleva horas perdida, pero ella también tiene otros motivos para querer alejarse de su casa por un tiempo. El estado mental de la mujer se ha deteriorado y no es mucha sorpresa enterarse que pasó horas viajando en transporte público antes de que alguien notara su presencia, pero Nick está decidido a que sea la última vez. Está convencido de que necesitan instalarla en un lugar donde reciba atención permanente y ya tiene reservado un lugar en la mejor institución de la ciudad; pero su padre se opone a separarse de ella alegando que él puede darle los cuidados que necesita. Nick cree que solo convenciendo a su hermana puede tener la fuerza necesaria para imponerse, pero Bridget carga con sus propios problemas familiares y necesita tiempo para reconectar con su padre, una fuerte figura de autoridad a quien no puede oponerse abiertamente. Misa de Gallo La premisa de Lo Que Fuimos tiene todo para convertirse en una secuencia de golpes bajos y situaciones emotivas, pero la salva la virtud de saber ir más allá que eso. Sin ser terriblemente complejos, todos los personajes tienen su profundidad y están bien desarrollados, generando que cada momento emotivo sea por esa conexión con ellos más que por efectismo genérico. Las tres generaciones de esta familia cargan con conflictos que necesitan resolver, y se van exponiendo en esos pocos días que pasan juntos por primera vez en mucho tiempo. Por un lado está la larga historia de amor entre los padres; una que la madre (Blythe Danner) empieza a olvidar y que el padre (Robert Forster) se niega a dejar escapar, con una tozudez que lo ciega a la realidad. Sus hijos al mismo tiempo nunca aprendieron a liberarse de la férrea voluntad paterna para cuestionar sus mandatos y seguir su propio camino. Siempre necesitando de su aprobación, Bridget (Hilary Swank) terminó en un matrimonio gris, y Nick (Michael Shannon) no puede disfrutar de estar cumpliendo el sueño de tener su propio bar solo porque su padre no lo valora como un éxito. Encadenada en la secuencia, la nieta Emma (Taissa Farmiga) continúa el ciclo, incapaz de revelarle a su madre que no desea continuar con el camino que le fue trazado. La mayoría no son grandes estrellas pero todas son caras conocidas en roles secundarios o producciones chicas, y resulta fundamental el afinado trabajo que hace todo el elenco para sostener un tono justo de dramatismo que se mantiene al borde del melodrama sin nunca cruzar esa línea. Mientras habla con ternura de una historia de amor que duró décadas, Lo Que Fuimos ataca directamente los conflictos que generan las expectativas de lo padres sobre los hijos, sin juzgar sus buenas intenciones pero cuestionando la inflexibilidad de pretender que alcancen el éxito según sus propios estándares. Sin ponerse en una posición superada ni victimizada cuenta una historia que es muy íntima y personal sin dejar de ser bastante universal, tocando con sutileza y emotividad temas que pueden estar en la vida de cualquiera, a la vez que esquiva la tentación de ser efectista.
Un día cualquiera Contando desde varios puntos de vista simultáneos, Hotel Mumbai: El Atentadocomienza narrando un día como cualquiera para la rutina de turistas y trabajadores del hotel Taj Mahal, quienes no sospechan que acaba de llegar a la ciudad un pequeño grupo de terroristas planeando una serie coordinada de ataques a distintos lugares públicos. El primer ataque es en una concurrida estación de trenes: dos terroristas utilizan ametralladoras y explosivos para asesinar a varias personas, antes de seguir el recorrido que le fue asignado. Encerrados en el lujoso hotel, los distintos huéspedes protagonistas de esta historia no se enteran de lo que sucede afuera. El caos se va apoderando de las calles a medida que los ataques se suceden ante una fuerza policial local completamente sobrepasada, la cual no tiene el entrenamiento ni el equipo para enfrentar una situación de este tipo, debiendo esperar que lleguen las fuerzas especiales desde la capital. Durante toda la noche los atacantes recorren el enorme edificio asesinando a los que encuentran, mientras los trabajadores del hotel intentan esconderse y proteger a los huéspedes que pueden, manteniendo la esperanza de que recibirán desde el exterior una ayuda que tarda demasiado en llegar. Encierro de lujo La historia que cuenta Hotel Mumbai: El Atentado no abunda en detalles sobre los atacantes, le preocupa más enfocarse en el calvario por el que debieron pasar las víctimas y sobrevivientes durante las horas que permanecieron encerrados y escondiéndose en el lujoso hotel. Sin embargo, los momentos en que se concentra en los terroristas no los muestra como los caricaturescos villanos sádicos que suelen ser en el cine. Sin duda fríos y violentos, pero los jóvenes que desatan la masacre son presentados como simples campesinos, cooptados por un líder religioso que los entrenó y envió a ejercer su furia contra una ciudad que nunca habían pisado, aunque igualmente están convencidos de que allí habitan los responsables de todas sus penurias. En continuo contacto telefónico con el cerebro de la operación, queda planteada la idea de que son manipulados y engañados para que lleven adelante su agenda, aprovechando su juventud e ignorancia. Lejos de ser la clásica película de acción occidental donde el conflicto se resuelve por la valentía y las balas de gente de uniforme, Hotel Mumbai: El Atentado cuenta una historia de angustia y desesperación, pero sobre todo de impotencia. Los terroristas están siempre en una clara superioridad táctica y el resto no puede hacer más que esconderse o correr, dejando el heroísmo para gente común como Arjun (Dev Patel), un simple trabajador del hotel que se arriesga por esconder a los huéspedes o guiarlos por pasillos en búsqueda de una salida. El clima opresivo y de tensión está muy bien construido, pero va perdiendo esa fuerza inicial al extenderse invariable por demasiado tiempo. Se estira de más la llegada del desenlace, repitiendo secuencias con un coro de personajes de los que sabemos poco como para conectar lo suficiente con ellos.
Ni yankees ni marxistas En plena guerra fría, un físico argentino hace una descarada declaración en un programa de televisión donde está invitado: no solo afirma que los soviéticos le robaron uno de sus diseños, sino que también está convencido de que el país tiene las condiciones para competir con las superpotencias en la carrera espacial y poner una persona en la luna por primera vez. Ni su mejor amigo lo toma muy en serio, pero logra una reunión con el gobierno. Los convence de crear un ministerio dedicado al desarrollo aeroespacial, uno con todos los recursos necesarios para continuar su investigación y construir el cohete al que dedicó su corta carrera. Aunque le ofrecen todo lo que pide, el cargo de ministro lo va a tener otra persona. En un principio lo ve como una ofensa a su ego, pero el tiempo le enseña que no tuvo en cuenta el verdadero significado de esa decisión, mientras va comprobando no tener tanto control sobre el proyecto como le habían prometido. Astrogauchos de la triple última frontera Desde el primer plano, Astrogauchos de Matías Szulanski(En Peligro, Recetas para Microondas), destaca por su imagen. Se sostiene a lo largo de todo su metraje con una muy sólida propuesta estética que, aunque reconstruye una época determinada, también se permite licencias al romper con el historicismo. Hay algo de artificial en esta versión de la década del sesenta donde todo es brillante y prolijo, como a la vanguardia de la época. Esto puede sonar a crítica negativa, sin embargo tiene mucho sentido para representar la pequeña burbuja de clase alta intelectual donde habita un protagonista que realmente se cree entre la élite del mundo. Dentro de ese círculo semi real se arma una historia dedicada a satirizar la burocracia estatal, ese mundo donde alguien alcanza un cargo no por capacidad sino por tener los contactos correctos. Ver cómo otro se lleva el crédito, aunque no tenga idea de lo que está haciendo, es la pesadilla de este joven brillante pero algo inocente, sin nada de humildad, que se considera el único inteligente pero todo el mundo le saca ventaja o se aprovecha de él sin que logre reaccionar. Es manipulado, denigrado y burlado por todos los que lo rodean, se va hundiendo cada vez más en una pesadilla de burocracia en la que mientras más gente aparece, menos se produce. La trama de Astrogauchos no necesita de grandes complejidades. Los hechos que cuenta son el marco para desarrollar su humor, con un estilo bastante ácido y sutil que resulta efectivo tanto cuando plantea gags instantáneos como cuando construye situaciones a lo largo de más de una escena, a veces con cierto discurso clasista o misógino que le quita un poco de brillo. Es cierto que no hay nadie realmente bueno en esta historia, pero cuando todos los trabajadores son vagos y todas las mujeres son objetos puestos para lucir bellos y jóvenes frente a cámara, se siente cierto patrón que no alcanza a contrarrestar un par de chistes para el otro lado. Tampoco cierran del todo algunos anacronismos que parecen más para justificar un discurso que alguna cuestión narrativa, dejando la sensación de que en los cuadros de las oficinas públicas el director imaginaba a otro General pero no le daban las fechas para ponerlo. Eso se sospecha porque no resulta muy coherente plantear un ministerio dedicado al avance científico lleno de empleados en el ´67, época donde estaban más de moda las reducciones de personal público y los bastones largos; esa neutral extranjerización de la estética que suma por un lado, se le va un poco de las manos y acaba restando.
Un Danés contra la naturaleza. Quién sabe hace cuánto que el avión de Overgård se estrelló en el ártico; todo parece indicar que no fue hace poco, porque ya tiene armada una rutina dedicada a garantizar su supervivencia hasta que alguien venga a rescatarlo. Refugiado en los restos de la avioneta, tiene acceso a agua y comida como para mantenerse indefinidamente, volviendo preferible esperar en vez de aventurarse a buscar ayuda y perderse en el camino. Un helicóptero llega y Overgård se desespera haciendo señales. Confirmando que es mejor no subirse a cualquier cosa que vuele, el clima lo derriba. Entre los restos del aparato estrellado encuentra el cadáver del piloto y a una tripulante gravemente herida, a quien se dedica a cuidar durante algunos días. Con un mapa que saca del helicóptero identifica la ubicación de la base más cercana, a varios días de distancia caminando. Ella no puede caminar y tampoco puede dejarla sola, por lo que prefiere quedarse convencido de que alguien vendrá a buscarla. Sus heridas no mejoran con el tiempo y pronto le queda claro que solo puede sobrevivir con atención médica real, entonces se prepara para la riesgosa travesía que deberá enfrentar cargándola hasta donde puedan atenderla. Rambo en el hielo Con su protagonista atrapado en soledad y una compañera que pasa la mayor parte del tiempo inconsciente,El Ártico lógicamente tiene muy pocas líneas de diálogo y todo lo que cuenta lo hace con las acciones de su personaje, del que no sabemos casi nada. No sabemos quién es ni qué hace allí, pero es evidente que no es una persona cualquiera puesta en una situación extrema. Overgård parece muy seguro de lo que hace, no improvisa buscando formas de sostenerse como haría cualquier náufrago de cine. Ese punto ya pasó, está establecido y su supervivencia no debería correr riesgo salvo que suceda algún imprevisto, como el que ocurre para poner en movimiento a la trama. Esto es todo lo que se puede esperar de El Ártico, donde la construcción de un clima está por encima del contar una historia o desarrollar personajes. Todas las acciones de su protagonista son medidas, lógicas y calculadas, hasta cuando lo sorprende algún peligro. Su único rasgo importante es la determinación, se propone una meta y la lleva adelante cumpliendo con su rutina metódica, sin gran parafernalia ni las escenas de acción irreal que suelen poblar esta clase de películas de supervivencia. Y por algo lo hacen; es muy difícil sostener el interés con un único personaje al que no le sucede casi nada, o que debe sentirse en peligro real pues al no conocerlo no nos llega a preocupar demasiado.
Parecido, pero no igual Siendo apenas una niña, Molly presenció cómo los dos agentes que buscaban al alienígena escondido en su habitación le borraron la memoria a sus padres. Creció siendo considerada delirante por contar esta historia, pero nunca dejó de creerla cierta y dedicó veinte años para comprobarla. Podría haber entrado al FBI como una novata brillante en todos los campos, pero solo le interesaba formar parte de esa sección de la que nadie había oído hablar. Su suerte cambió cuando su persistencia finalmente dio frutos. Rastreó una nave que acababa de aterrizar clandestinamente en la ciudad, dándole la chance de seguir a los agentes hasta su oficina secreta. Allí impresionó a la directora, lo suficiente como para tener una oportunidad de probarse en Hombres de Negro: Internacional con la identidad de Agente M (Tessa Thompson). Sin darle detalles, la envía a investigar algunos problemas en la oficina de Londres, donde junto al Agente H (Chris Hemsworth) queda implicada en una trama de intriga intergaláctica que puede resultar en la destrucción del planeta. Negro, Hombre de Negro Si hay algo que suena a la primera película, tiene sentido. Nada mejor para presentar un universo extraño que introducir a un personaje nuevo, uno que accede a ver detrás de las cortinas que esconden a los aliens viviendo en la tierra, metiéndolo de lleno en una misión que parecía sencilla pero se complica a niveles globales. De esa forma comparte la ignorancia y, de alguna manera, es nuestro representante desde el otro lado, porque Hombres de Negro: Internacional tiene que hacer equilibrio entre continuar la serie y al mismo tiempo volverla a presentar para ese público que quieren atraer sin obligación de que hayan visto las tres películas anteriores. Por lo tanto hay chistes y referencias a ellas, pero no hacen falta para entender lo importante de esta nueva historia, que es bastante simple y previsible pero no deja de ser entretenida. Hay algunos giros que se ven venir de lejos aunque pretendan esconderlos: sumaría que no los remarcaran tanto, o que al menos no repitieran detalles subestimando la atención o la comprensión del público, pero tampoco alcanza para arruinar el resto de la propuesta. Se nota también la voluntad de hacer un cambio de tono respecto a lo previo. Aunque existe el choque entre la novata rígida contra el agente caótico y canchero, el componente de comedia buddy-movie queda un poco en segundo plano, haciéndose más importante la trama de espionaje internacional con un estilo que recuerda al Bond pre-Craig, con traficante de armas en una fortaleza mediterránea y todo. Por suerte también abandona mucho de ese humor exagerado que aportaba Will Smith y que debería haberse quedado en el siglo pasado, reemplazado por otro un poco más sutil y visual. El guion tiene algunos agujeros y el CGI no es de lo más destacable, pero la buena química entre los protagonistas y una acción que no decae más que lo justo para explicar algunas cosas de la trama o los personajes, sostienen una propuesta que sin grandes pretensiones resulta entretenida. Hasta se permite tocar superficialmente la cuestión de género sin caer en el dramatismo ni en posturas fingidas o tribuneras como otros estrenos recientes.
Con buena imagen El histórico tema principal de la saga desaparece casi por completo en X-Men: Dark Phoenixy parece que finalmente la discriminación ya no es un problema para los mutantes. Después de años de esfuerzo y sacrificio, los mutantes gozan de buena imagen ante la población humana: por primera vez los admiran y confían en ellos. Sin embargo, el profesor Charles Xavier sabe que la realidad es menos optimista y que aún falta mucho por avanzar, temiendo que todo pueda revertirse en cualquier momento. Por eso mantiene los X-Men a disposición del gobierno, enviando al grupo ni bien las noticias anuncian que un transbordador que acaba de abandonar la atmósfera sufrió daños importantes al cruzarse con lo que parece ser una tormenta solar. La operación avanza sin contratiempos y llevan la mayoría de los astronautas a su propia nave. Cuando intentan rescatar al último de ellos que estaba en otro sector, la energía cósmica termina de destruir la nave e impacta de lleno contra el cuerpo de Jean Grey (Sophie Turner), a quien dan por muerta pero milagrosamente parece ilesa. Ya de regreso en la Tierra el equipo es recibido con festejos, sin sospechar que dentro de Jean se están gestando una serie de cambios que la volverán incluso más poderosa que antes. Un poder que no parece capaz de controlar. X-People La caótica línea temporal de la saga da un nuevo paso en su reiterada reescritura, narrando una historia de origen diferente para Jean Gray y su llegada a la escuela de Charles, algo que a esta altura ya hemos tomado la decisión de no tratar de hacer encajar. Así como la criticada The Last Stand tomó la primera versión de la historia, X-Men: Dark Phoenix incluye el componente cósmico aunque solo de forma parcial, al menos hasta ahora. Este estreno se había retrasado en parte por la fusión Fox/Disney y sobre todo por una postproducción particularmente larga, pero recientemente uno de sus protagonistas confesó que debieron rehacer todo el final porque se parecía demasiado a otra película de Marvel estrenada después de que ellos terminaron el rodaje principal. Quizás nunca nos enteremos de los detalles ni de qué tan profundos fueron los cambios, pero los problemas narrativos están a lo largo de toda la película y no solo en su tercer acto. De hecho ese es el único momento donde la acción despega un poco, después de una hora y media de charlas intrascendentes entre personajes sin suficiente peso como para sostener el interés. Todo incluyendo un comentario de género metido tan a la fuerza que, aunque parezca un chiste, ya lo hizo más en serio Deadpool y sin causar verguenza ajena. No queda clara la intención detrás de X-Men: Dark Phoenix: intenta contar varias historias sin desarrollar realmente ninguna, y a la vez tiene muy pocas escenas de acción, algo que no sería un problema si no fueran tan aburridas.Loganya demostró que no hace falta una acción frenética para lograr una buena película de mutantes, pero en este caso a la falta de acción o de una buena trama se le suma una fuerte escasez de carisma en los intérpretes con más tiempo de pantalla. Habiendo visto los antecedentes, no sorprende el poco peso dramático de la protagonista principal, pero al menos se esperaría que esté rodeada por otros personajes que pudieran complementar sus falencias. No sucede, y a los pocos con algo de capacidad probada para llenar ese hueco no les dieron material para hacerlo. Las películas de superhéroes pueden ser muchas cosas: pueden estar sostenidas en la acción, en una trama interesante, o hasta en la comedia. Pueden teneragujeros de guión o romper las reglas de la física sin que se lo cuestionemos demasiado. Lo que no pueden es ser aburridas. Y ese es el pecado de X-Men: Dark Phoenix.
Padre nuevo, padre viejo Toda la vida que Laura recuerda fue en Argentina, tierra a la cual llegó con su madre y siendo apenas una niña de cuatro años, cuando fueron abandonadas por su padre. Aquí rehicieron sus vidas, y Laura fue criada por otro hombre que la ama como a una hija. Ella nunca tuvo relación con la familia paterna y apenas recuerda esos años, pero décadas más tarde viaja de inmediato para participar del funeral cuando recibe la noticia de que el cadáver de su padre fue encontrado en las cercanías del pueblo. Allí se entera de la teoría policial de un hecho ya prescripto y que por lo tanto nadie tiene motivos para resolver. La historia oficial no cambia demasiado: el hombre planeaba fugarse del pueblo, pero fue asaltado y asesinado en las afueras para quitarle el dinero que acababa de sacar de la cuenta familiar. Parece un caso cerrado y Laura ya está por volver, pero se ve obligada a cuestionar la historia que todo el mundo creía como cierta cuando descubre un seguro de vida contratado pocos días antes de la desaparición, develando una trama mucho más compleja. De etarras y fascistas La intriga propuesta por Cuando dejes de Quererme es interesante y la resolución del misterio no decepciona, pero el problema es todo lo que pasa en el medio y cómo se llega a esa respuesta. Cada avance que logran para acercarse a la verdad suele ser más por coincidencia que por deducciones acertadas de los indicios que van encontrando, y pocas de las acciones de los personajes tienen mucho sentido, quizás porque nunca se toman el tiempo de desarrollarlos como para justificar lo que están haciendo. Parecen indecisos sobre lo que pretenden contar, demorando demasiado en sumar datos a la trama policial, sin usar ese tiempo para profundizar el drama familiar ni desarrollar la ya de por sí innecesaria historia de amor (obvia desde la primera aparición de quien será el interés romántico de Laura). No colabora un elenco con poco brillo, donde hasta el siempre correctoEduardo Blanco tiende a quedar fuera de tono, aunque sea el más sólido de los tres roles principales. Mientras tanto, la mayor parte del tiempo es difícil entender qué siente o piensa Laura (Florencia Torrente) detrás de esa máscara imperturbable que solo se quita para estallar o porque el joven agente de seguros local la sigue a todos lados como perro faldero, perdidamente enamorado de una persona con la que no cruzó más que unas palabras. Recién durante los últimos minutos de Cuando dejes de Quererme todo repunta, recibiendo de golpe toda la información que hasta entonces estaba oculta, pero también eso termina siendo poco relevante porque ya a nadie parece importarle realmente cómo ni por qué murió el padre de Laura. Nada cambia cuando descubren cómo fueron sus últimos días. Ni siquiera la reconstrucción de una época, donde la ETA comenzaba a enfrentarse al franquismo, llega a tomar suficiente fuerza como para darle volumen a una historia que muestra tener mucho potencial desaprovechado.
Renacer de los titanes Fueron muchas las vidas que se perdieron durante el enfrentamiento entre Godzilla y los dos M.U.T.O.s al final de laprimera entrega, pero fue una en especial la que devastó a la familia Russell, un matrimonio de científicos empleados por la organización secreta Monarca. Tras la muerte de su hijo menor durante la destrucción de la ciudad, Mark (Kyle Chandler) renunció y se alejó de su familia, pero Emma (Vera Farmiga) continuó perfeccionando un prototipo que permitiera comunicarse con los Titanes o incluso dominarlos. Cinco años después y con Monarca habiendo dejado la clandestinidad, está preparada para probarlo con la criatura que tienen bajo custodia en una base de China, bautizada Mothrapor los científicos que la estudian. Con un sentido de la oportunidad único, pasan apenas minutos desde que el experimento es exitoso y la base secreta es asaltada por un grupo comando de ecoterroristas que se llevan a Emma junto a su hija, dejando un tendal de cadáveres y una criatura gigantesca a su suerte. Como tiene que ser en estas películas, su ex esposo es el único capaz de rastrear la señal del prototipo robado. Monarca vuelve a reclutarlo para que participe de la misión de rescate, temiendo que planean financiar su organización robando alguna de las criaturas que hibernan en las distintas bases secretas desparramadas por todo el planeta. Sus sospechas resultan acertadas, y un monstruo terrible es liberado en la Antártida sin que puedan hacer nada por contenerlo… más que observar cómo Godzilla emerge del mar para hacerle frente en otro capítulo de una milenaria rivalidad. Godzilla 2: Elefante en un bazar Siguiendo la línea de inspirarse principalmente en la versión japonesa antes que en la olvidable remake occidental de 1998, el titán protagonista de Godzilla 2: El Rey de los Monstruos está más cerca de ser una fuerza de la naturaleza que un villano que tiene a la humanidad como enemiga. Pero al mismo tiempo escucharon las críticas de la primera parte, y por más que hay algo de drama humano en el medio, la presencia de los titanes es mucho más frecuente y variada: y eso es lo que realmente queremos ver en una película de estas. Pedirle otra cosa que monstruos gigantes peleando y destruyendo todo a su paso es un absurdo, por lo que resulta fundamental verla con esos ojos para disfrutar de lo que propone. La trama es simple y funcional, lo suficiente como para disparar el conflicto mayor y llevar a encontrar una solución. Pero tanto los diálogos como las actuaciones son olvidables, por más de que pongan a la piba de moda (Millie Bobby Brown) para que figure en el poster. La mayoría de los personajes ni siquiera necesitan tener nombre, y algunas frases hasta pueden dar algo de vergüenza ajena, aunque también se sienten intencionalmente ridículas como parte de un chiste donde un lagarto gigante es capaz de pararse en pose de superhéroe o aparecer en el momento exacto para que sea más épico. Todo lo visual está diseñado para aprovechar el 3D en las escenas de acción, logrando que por más que sea de noche o estén en el medio de una tormenta, todo se vea y entienda más allá del caos de escombros. Algo fundamental para divertirse con los combates sin tener que andar adivinando quién está haciendo qué cosa. Si, lo digo por vos Michael.
Un pollo congelado Una maestra de escuela en un pueblo de La Pampa se larga a la ruta sin destino definido, apenas con lo puesto, un rifle y un embarazo muy avanzado. No tiene decidido hacia dónde va, pero sabe que tiene que huir de ese pueblo donde su violento marido es uno de los hombres más poderosos y solo la considera una servidora de sus propios deseos o necesidades: el mismo hombre al que acaba de dar por muerto en el piso de su cocina después de dispararle con su propio rifle de caza, evidentemente harta de los maltratos y abusos que recibe a diario. Un encuentro fortuito en la ruta le hace recordar el pequeño pueblo donde nació pero que debió abandonar al quedar huérfana de niña, un lugar tan recóndito que no figura en los mapas y ni siquiera recuerda el camino. Ese Niacó parece el lugar ideal para desaparecer y volver a empezar, pero cada persona a quien le pregunta por el pueblo intenta convencerla de que no debería ir, cada cual con distintas historias sobre las cosas terribles que pasan por esa zona. Nada de ello alcanza para intimidar a María, que sabiéndose perseguida pone rumbo tenazmente hacia la casa que la vio nacer, con la meta de que sea donde nazca su hijo. Te cuida Chachao Cuando comienza el viaje de María (Guadalupe Docampo) no sabemos mucho de ella, pero se intuye lo suficiente. Unas pocas imágenes nos ponen en contexto y no pierden tiempo en explicaciones, salvo por una narración en off que rara vez aporta algo realmente necesario para la historia. Ya habrá tiempo para completar las piezas que faltan con flashbacks, mientras tanto lo que importa es el presente y los problemas a los que tiene que enfrentarse en la ruta. No hay grandes complejidades de trama, pero alcanzan para sostener una película que dura justo lo que necesita y que apuesta mucho al contexto para completar lo que muestra, construyendo un clima de western pampeano que merece ser explorado más a menudo. Esta vez con detalles de realismo mágico que aluden a la mitología regional, aportando mucho carácter a la propuesta de Infierno Grandemientras recorre los inhóspitos rincones de la provincia. Los pocos personajes que acompañan a la protagonista están bien construidos y son interesantes hasta cuando caminan por el borde del absurdo. Desafiando esa idea de que los secundarios no necesitan tener más de una dimensión, el abusivo puede ser sumiso, el cobarde puede mostrar lealtad, y la figura de autoridad puede cargar terrores desde la infancia con la misma naturalidad que la protagonista puede encontrar fuerza en su miedo. Todos aportan para construir el interesante mundo que rodea a María en Infierno Grande, dándole los pequeños empujoncitos que necesita para cumplir con su destino, de la misma forma que cada detalle de la película aporta para convertirla en una propuesta humilde pero original e interesante.
Una villa chica en Kansas Los Breyer son un matrimonio joven que vive relativamente feliz en su granja de Brightburn, Kansas. La felicidad no es completa porque no logran cumplir su gran anhelo de tener un hijo, por más que lo intentan. Por eso, ellos reciben como señal divina cuando desde el cielo cae una nave trayendo un bebé al que inmediatamente adoptan como propio. El pequeño Brandon crece normalmente, criado por sus amorosos padres, convirtiéndose en un niño inteligente y afectuoso a pesar de cierto maltrato que recibe de algunos de sus no tan comprensivos compañeros. Todo cambia cuando cumple los doce años y su naturaleza alienígena se despierta, dándole habilidades sobrehumanas pero también disparando voces que le hablan en una lengua extraña dentro de su cabeza, las que lo llevan a encontrar su nave, oculta en un sótano durante todos esos años. Sin percibir que los cambios por los que su hijo está pasando son mucho más profundos de lo que parece a simple vista, los Breyer le confiesan su verdadero origen, sin sospechar que el chico bueno que solía ser quedó enterrado bajo una nueva personalidad, una bastante más oscura que ya no siente la necesidad de ajustarse a las reglas que le enseñaron durante la crianza. Elseworld Clandestino Ya sabemos lo que hubiera pasado si caía en Ucrania o en La Matanza, pero esta vez toca imaginar qué pasaría si el viejo y querido Kal-Elresultara ser un sociópata al cual no le importa la crianza recibida, decidiendo utilizar sus poderes para satisfacer sus propios deseos, y sin tener reparos en desquitarse con sus vecinos del pueblo de Brightburnpara lograr lo que quiere. Las referencias con el clásico superhéroe son evidentes e intencionales, proponiendo una especie de parodia de humor negro y terror que aunque suena muy bien como premisa, cumple a duras penas con las expectativas. Comienza tomándose demasiado tiempo para presentar una serie de personajes que son tan chatos como el estereotipo del terror acostumbra, por más que al mismo tiempo parece pretender que la historia sea un poco más profunda que eso. Tampoco ayudan las actuaciones, que en el mejor de los casos alcanzan a ser correctas para acompañar una narración sin mucho vuelo. Ese es el mayor problema de Brightburn; cumple con entretener pero deja la sensación de que había más para ofrecer, mientras se resuelve con una serie de lugares comunes que no la diferencian mucho de otras propuestas centradas alrededor de un “niño malvado”. Toda la originalidad de la premisa no se replica a lo largo del resto de la película y -aunque lo intenta- le cuesta construir climas de tensión que le sumen valor a una narración que no sorprende nunca, con lo cual termina dependiendo demasiado de las referencias o los sustos para poder sostenerse.