Llega la segunda entrega de la nueva saga perteneciente a El Mundo Mágico. Aquel que conocimos con la genial -y exitosa- franquicia Harry Potter. Animales Fantásticos y donde encontrarlos se estrenó en 2016, y fue la primera de cinco películas, situadas unos 70 años antes de los hechos que ya vimos con El Niño que Vivió como protagonista. Aquella cumplió lo que prometió: conocer más ese mundo, a través de los ojos y experiencias de nuevos personajes. Novedad y familiaridad. Al ser una primera película, se hicieron las pertinentes presentaciones y planteamiento del conflicto. Por ello, ahora se va directamente al hueso, y se deja de lado la poca inocencia que había. Tal como ocurrió con las pelis de Potter, las dos primeras fueron más naif y el resto para un público adulto. Y hablando de público, aquí queda bien claro que no solo se apunta a los mayores sino también a los fans. Esa es tanto una virtud, como un defecto. El film es demasiado Potterhead (fans de Harry Potter), lo que lo convierte en una gran experiencia para los que lo son, y un poco difícil para el público general. No es que este último grupo se queda afuera, pero no disfrutará de la misma manera. Lo mismo va a ocurrir para quienes no tengan bien aceitado los orígenes e historias de los personajes, sus relaciones y secretos. J.K. Rowling, la matriarca absoluta de todo esto, deleita a sus fans y pone en juego la memoria y concentración de los espectadores ocasionales. Hay muchos diálogos que pueden llegar a aburrir sino estás afilado con todo esto. En mi caso particular, disfruté mucho la película porque soy fan (sin llegar a ser Potterhead). Esta es la sexta vez que David Yates se pone al mando de una de estás películas, toda esta nueva saga dependió y dependerá de él. Al igual que las últimas cuatro entregas de Potter. Por ello, a esta altura es muy difícil determinar de quién es la impronta visual. O sea, si se trata de su interpretación de los libros (en la saga anterior), sus charlas con la autora (en la saga actual), o si él es el arquitecto, cuya narrativa predominó. El look es fantástico como siempre, con los mejores VFX y un score genial. De nuevo estamos a finales de los años veinte, pero esta vez en París. Aunque también hay un poco de Londres y un par de visitas a Hogwarts. Vestuarios, decorados, millones de detalles, junto con las criaturas, las que ya conocemos y las nuevas, causan deleite. Amén del fan service nostálgico en más de una secuencia. En cuanto al elenco, Eddie Redmayne se consolida como Newt Scamander. Ya lo conocemos más, sus modos y sus peculiaridades. Aquí se acentúa su lado romántico. Por un lado, con Tina Goldstein (Katherine Waterston), en un papel un tanto más reducido en esta oportunidad, y con Leta Lestrange (Zoë Kravitz), de quien habíamos visto poco y nada, y especulamos mucho. Dan Fogler (Jabob Kowalski) sigue siendo el comic relief, junto con Alison Sudol (Queenie Goldstein), pero esta última tiene una vuelca de tuerca muy interesante. Ezra Miller fantástico como Credence Barebone, su personaje y misterio crece. El actor sigue demostrando versatilidad, y que es uno de los mejores de su generación. En cuanto al villano, que incluso le da título a esta secuela, Gellert Grindelwald, la interpretación de Johnny Depp me dejo gusto a poco. No lo veo (aún) como un antagonista que esté a la altura. Pero las semillas están bien plantadas para el futuro. ¿Y qué opinamos del nuevo Albus Dumbledore? La versión joven encarnada por el gran Jude Law es muy correcta y tiene todo para dar. Fue el personaje que me dejó con ganas de ver más. Cada uno de ellos le da vida al guión escrito por Rowling. Una historia con altibajos, que tiene como único defecto el ser un puente entre lo que ya pasó y lo que vendrá. Me da la sensación de que todas estas películas se apreciarán aún más en el futuro, cuando ya estén las cinco disponibles y podamos verlas como parte de un todo. Animales Fantásticos: Los Crímenes de Grindelwald es un film muy entretenido, que te pasa por arriba desde lo visual y que te mete de lleno en ese genial universo. Pero queda bien en claro que el no fan no disfrutará tanto. En cambio, si lo harán los Potterheads, y sus derivados, como quien escribe estas líneas. El Mundo Mágico de J.K. Rowling es comparable con Star Wars. Llegó para quedarse, y para hacer soñar a varias generaciones.
MAGIA POTAGIA Y sí, un hechicero lo hizo. Al ver el nuevo capítulo de esta extensión de la saga mágica o nueva saga, como quieran llamarla, quedan varias cosas en claro. La primera, y a diferencia de la historia del niño que sobrevivió, es que J.K. Rowling no tiene la menor idea de lo que nos quiere contar y parece que va improvisando por el camino. Puede que estemos equivocados y haya un plan mayor donde está todo bien orquestado –al menos, así se sentían los libros de Harry Potter-, pero la autora ya empieza a manipular su propio canon, bien aceitado a lo largo de siete novelas y sus derivados, para que todo eso que “nos hace ruido” encaje a la perfección dentro de un argumento, de por sí, bastante embarullado. La otra cuestión, tal vez la más importante, es que ahora nos resulta clarísimo que esta NO es la historia de Newt Scamander (Eddie Redmayne) -magizoólogo responsable de ese librito de estudios conocido como “Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos”-, sino la de Gellert Grindelwald (Johnny Depp), el mago tenebroso más temido y peligroso, por lo menos, hasta la aparición de Voldemort (sí, acá lo nombramos porque somos corajudos). El buenazo de Newt, y su amor por todas las bestias, se convirtieron en una excusa para contar esta historia previa a la aparición de Harry y su archienemigo. Acá la cuestión es mostrar el ascenso al poder de este villano, y claro, llegar a la instancia donde el célebre Albus Dumbledore lo derrotó. Este último dato, de lo primero que aprendió Potter sobre su director de camino a Hogwarts al leerlo en uno de los cromos de las Ranas de Chocolate, se convirtió en el puntapié de “Animales Fantásticos: Los crímenes de Grindelwald” (Fantastic Beasts: The Crimes of Grindelwald, 2018) y, por lo menos, su secuela, porque acá la cuestión es detener a este poderoso hechicero que, sabemos, tiene una historia muy personal con el profesor. La última vez que vimos a Grindelwald, quien (se sabe) llevó a cabo una guerra mágica contra los muggles (siempre a favor de la supremacía de los magos), bajo el infame lema “por el bien mayor”, había quedado en custodia del MACUSA (ministerio de la magia de Estados Unidos), tras revelarse que se escondía bajo la apariencia del auror Percival Graves (Colin Farrell). Pasaron seis meses y, en vísperas de su traslado a Europa para ser juzgado por sus crímenes, Grindelwald logra escapar con la ayuda de sus secuaces y parte rumbo a París en busca de ese “arma” que tanto necesita: el Obscurial, también conocido como Credence Barebone (Ezra Miller), el huerfanito con problemas ‘de manejo de la ira’, que también huyó hacia la Ciudad Luz con la intención de encontrar a su verdadera familia. ¿Cómo encaja Newt en todo esto? Alejado de Tina Goldstein (Katherine Waterston), Scamander volvió a Londres para seguir con sus investigaciones, catalogando nuevas criaturas, pero tras los incidentes de Nueva York, el Ministerio de la Magia inglés le prohíbe el viaje a otras regiones, lo que va a dificultar bastante su próxima misión. El mismísimo Dumbledore (Jude Law) le pide que marche hacia París para encontrar a Credence y protegerlo. En pocas palabras, evitar que caiga bajo los influjos de Grindelwald, o sea asesinado por los aurores que lo consideran una verdadera amenaza. Esta es la trama que propone “Animales Fantásticos: Los Crímenes de Grindelwald”, un juego del gato y el ratón donde todos confluyen en Francia y se persiguen de acá para allá. En el proceso, Grindelwald va adquiriendo poder al convencer a nuevos seguidores de su cruzada, y Rowling nos plantea una colección de extraños parentescos, bastante retorcido y sin sentido. ¿O sí? El tiempo y las tres secuelas que nos quedan, lo dirán. Mientras tanto tenemos una historia desprolija que se esfuerza por planear a futuro y se extiende (demasiado) presentando situaciones y protagonistas que, en esta entrega particular, no tienen demasiado peso. Hay mucho y mal llevado, personajes que entran y salen de escena sin un objetivo claro, u otros que simplemente desaparecen dejando su “hilito” inconcluso. Lamentablemente, el foco está puesto en el villano -bien constituido, atrayente y con sus buenas justificaciones-, pero choca que sea Depp (como protagonista) al que se le da tanta cámara e importancia. ¿En serio no se podía recastear al actor? Por su parte, Law es todo encanto cuando se trata de Dumbledore, un personaje que, seguramente, cobrará muchísimo más protagonismo en las próximas entregas. Lo que no está demasiado claro, es cómo un personaje tan pacífico como Scamander va a encajar en este nuevo escenario, que poco y nada tiene que ver con sus amados animalitos. Sí, están ahí, y sirven a algún que otro propósito, pero el título ya les queda grande. Esta no es una saga al estilo Indiana Jones, donde Netw se pasea por diferentes continentes en busca de nuevos especímenes, es “Harry Potter para adultos”, donde el mundo mágico trascendió la escuela y las aventuras juveniles para concentrarse en personajes creciditos como los lectores de la serie. Una franquicia más “oscura” y “política”, si se quiere, que se basa en todos los conocimientos previos del espectador para entender cada uno de sus pequeños detalles. Ahí, otro gran problema para el público random que se acerca a la sala sin tener las herramientas necesarias sobre la creación de J.K. Rowling. “Animales Fantásticos: Los Crímenes de Grindelwald” es una película para el fan que, pocas veces explica su universo y da por sentado que todos conocen de hechizos, personajes y criaturas. David Yates, que a esta altura sólo dirige películas de Harry Potter y aledaños, se vuelve a poner tras las cámaras y, más allá de un montón de escenarios y una hermosa puesta en escena, no aporta mucho más. Esta entrega sigue expandiendo el universo, presentándonos nuevos lugares con un nivel de detalle que cualquier saga envidiaría, pero no todo debe ser “escenografía”, y ahí es donde más falla desde el argumento. “Animales Fantásticos 2” es una película de “relleno” que sienta las bases para lo que vendrá: ¿el esperado enfrentamiento entre Dumbledore y Grindelwald”. Si vieron el póster saben que esta es una historia recargada de personajes que, muchas veces, ni se llegan a lucir. Sobre todo, los femeninos. No es ninguna novedad, ya que Rowling es una narradora bastante clásica que se apega al modelo del camino del héroe (léase héroe, nunca heroína), un tanto extraño para una escritora que se calza la camiseta feminista, pero también le da su apoyo a un golpeador como Depp. Pero ese es un tema aparte. Este mundo mágico es un universo de hombres que provocan sus guerras y después las resuelven. Claro que hay mujeres en puestos de poder, pero acá ya quedan relegadas a meras sidekicks de sus contrapartes masculina, o como protagonistas de momentos anecdóticos que no tienen verdadero peso en esta historia más grande. “Animales Fantásticos: Los Crímenes de Grindelwald” cuenta muchísimas cosas, pero dice verdaderamente poco. Después de dos películas no entendemos el propósito de Credence –bah, mucho menos el de Newt-, pero nos quedamos con revelaciones de último momento que ponen patas para arriba todos nuestros conocimientos y sólo buscan ese golpe de efecto final. Básicamente, más de dos horas de película para llegar a ESE instante, que no todos compramos satisfactoriamente. En esto se convirtió la saga, un relato larguísimo, recargado de personajes, criaturas y escenarios coloridos, que deja la gran revelación para su final, como buena excusa para correr al cine ante el próximo estreno de la franquicia. Los fans súper chochos de ver como se sigue expandiendo este universo, ahora más oscuro y comandado por los adultos, pero sin una historia bien encaminada y de peso de fondo, como sí la tenía la epopeya del niño mago. Rowling está improvisando sobre la marcha, volviendo sobre sus pasos, retorciendo el canon para que las cosas encajen. Los hilos se notan en el argumento y un poquito, se va perdiendo esa “magia”. LO MEJOR: - La expansión y la atención a los detalles del mundo mágico. - Y sí, este Dumbledore “joven” suma muchos puntos. - A pesar de Depp, Grindelwald es un gran villano. LO PEOR: - Que Scamander y sus animalitos pasaron a un segundo plano. - No tiene muy en claro lo que quiere contar.
De magia somos Nada más acertado para los tiempos que corren que una buena dosis de magia y fantasía para refugiarse en una sala de cine. Ya no importa que aquellos pequeños niños que imaginó J.K. Rowling hayan crecido y mucho menos que el spin off de esa épica se vuelva más maduro como el caso de Animales Fantásticos: Los Crímenes de Grindelwald (Fantastic Beasts: The Crimes of Grindelwald. 2018) que regresa con todo volando con luz propia. Si en la entrega precedente la captura del villano Grindelwald (Johnny Depp) suponía una continuidad en la historia -y también la seguridad de saber que la saga permanecería viva- el trepidante comienzo con la huida de éste, y la búsqueda de secuaces que lo puedan ayudar a establecer un nuevo orden maléfico, potencia cualquier preconcepto sobre el devenir de los personajes en el film. Nuevamente nos inmiscuiremos en el mágico universo creado por J.K. Rowling, una vez más de la mano de David Yates (Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos), un artesano tras las cámaras para crear, gracias a un cuidado desarrollo de CGI, el contexto necesario para dar verosimilitud a la fantasía de la pluma de la escritora. Nunca descreeremos de aquello que se nos presenta, al contrario, todo tiene más verdad que el artificio con el que se lo ha construido. Y como tradicional cuentista, J.K. Rowling no sólo estructura esta secuela con los clásicos tres actos presentándolos como motores narrativos, sino que además, se suma la polarización de las fuerzas, necesarias para mantener en vilo a los espectadores con esos malos muy malos y buenos muy buenos. Así, entre las dos fuerzas antagónicas, más magos, no magos (muggles), asesinos, animales fantásticos y el entrañable Newt Scamander (Eddie Redmayne) y sus extrañas e hipnóticas criaturas guardadas en su valija, el relato transita lugares ya conocidos para reforzar el sentido de género dentro de la saga de Harry Potter, que con esta suma ya 10 historias hasta la fecha. De la magia se podrá inferir que perpetúan elementos de las Harry Potter, pero constituyendo un nuevo universo completamente independiente de ellas. A lo largo de Animales Fantásticos: Los Crímenes de Grindelwald se irán sumando secundarios saliendo de esquemas asociados al cine infantil y buscando posicionarse como entretenimiento para adultos “jóvenes”, tal vez el rango etario que más consume cine y sus derivados convirtiéndose en fans de la saga. Las criaturas fantásticas son presentadas de forma natural, al quedar alejadas del conflicto central y no ser el eje del relato -ya no es necesario explicar la continuidad de la magia en esos seres como en la entrega previa-, dando una continuidad lógica que, curiosamente al tratarse de un producto de Hollywood, escapa a los cánones impuestos. Visualmente brillante, con decisiones acertadas sobre cómo seguir atrapando a los espectadores, el relato sorprende con varios giros y cambios de perspectiva que intentan darle cierta frescura a la puesta.
Animales Fantásticos – Los Crímenes de Grindelwald: Es hora de elegir. El mundo de Harry Potter vive a través de Fantastic Beasts: The Crimes of Grindelwald. Todo fanático de Harry Potter le ha estado diciendo adiós a ese mundo por años. Primero a los libros, luego a las películas. Pero parece que ese universo fantástico aún tiene mucho para dar y, ya sea que nos haya gustado o no, siempre nos emociona ver llegar algo más. Esta vez, lo que se presenta es la secuela de Animales Fantásticos. Cambiando el foco de la primera por uno más oscuro; en esta ocasión el mundo mágico se prepara para batallar entre los suyos. Y es que siempre va a haber distintas ideas en el mundo. Es quizás la temática más antigua de la historia: aceptar a los que son diferentes. Luego de mostrarnos como Gellert Grindelwald (Johnny Depp) logra escabullirse de sus captores, se nos presenta a un Newt Scamander (Eddie Redmayne) que intenta no ser arrastrado dentro de las garras del ministerio (desde su punto de vista). Pero es difícil ser imparcial cuando el mismísimo Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore (Jude Law) te pide que te involucres para salvar la vida de un inocente. Y más aún cuando tus amigos y familia están en juego. Pero ese es solo el punto de partida. Porque esto es una montaña rusa. Una hermosa montaña rusa que, a través de la fantasía, nos mostrará lo fácil que es que cualquier idea parezca atractiva. Y lo mucho que las personas a veces están desesperadas por pertenecer o que sus relaciones sean aceptadas. Refleja de forma indirecta varias de las dolencias que la sociedad actual presenta, todo esto envuelto en una vorágine constante de magia y aventura. Pero la historia es el centro y trae más de una sorpresa consigo. Entre ellas, la enigmatica Leta Lestrange (Zoë Kravitz) que deja de ser una foto en la valija de Newt para convertirse en un personaje lleno de contradicciones y de remordimientos que la vuelven muy interesante y misteriosa a la vez. Por otro lado, Grindelwald es interpretado de principio a fin por Johnny Depp y es algo distinto dentro del mundo mágico. A muchos les va a gustar porque es Johnny Depp, pero parece un toque brusco en comparación a la calma general que parece rodear a los otros personajes. Aunque logra ser atrapante cuando empieza a promover su agenda y a atraer cada vez más seguidores a su bando. Porque si hay algo que los verdaderos villanos logran es ser carismáticos y apelar a los puntos débiles de quienes quieren atraer. Y luego tenemos a uno de los personajes que más amor y odio genera en los seguidores de la saga: Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore (Jude Law), porque si su nombre no es lo suficientemente complicado, es lo suficientemente poderoso. Y Law logra que con sus manerismos lo identifiquemos con el mago de barba que genera en todos sentimientos encontrados. Porque aquí lo tenemos, una vez más, jugando ajedrez detrás de escena. Pero con una elegancia que es innegable. De todas formas, el corazón del film son Newt, Jacob Kowalski (Dan Fogler), Queenie Goldstein (Alison Sudol) y Tina Goldstein (Katherine Waterston). Personajes que quieren salvar al mundo, ser entendidos y no tener nada que ver en el desastre que se le avecina al mundo mágico. Pero aquí están y es hora de elegir bandos. ¿Qué depara el futuro para Queenie, enamorada de un no-maj con quien no puede casarse porque es ilegal? ¿Para Tina, que fue ascendida a Auror y tiene la orden de cazar y matar a Credence a pesar que no esté de acuerdo con ese accionar? Como dijo Dumbledore alguna vez: “Muy pronto tendrán que elegir entre lo que es correcto y lo que es fácil”. Y para nuestros personajes, ese momento es ahora. Decisiones son muchas las que trazan la historia de Animales Fantásticos: Los Crímenes de Grindelwald. Entre ellas también encontramos a Nagini (Claudia Kim) y a Credence (Ezra Miller). La primera condenada a convertirse en serpiente permanentemente con el paso del tiempo. El segundo perdido y decidido a descubrir quien es, pero lidiando con los intereses que el mundo tiene sobre él. Aunque mucho queda por descubrir sobre el joven mago… (y no digo más porque como se viene diciendo en redes, tenemos que #ProtectTheSecrets). Como es de esperarse cuando la magia está de por medio, el film es colorido y oscuro a la vez. No para un segundo pero es imposible perderse de algo. Y visualmente es hermoso como trajeron a la vida a Inglaterra y París en los años 20. Sin contar que visitamos una vez más Hogwarts y eso, mis amigos, no tiene precio. Aunque no voy a negar que alguna que otra escena puede llegar a marear si no estás preparado. Y como es de esperarse, con Newt de por medio, los animales fantásticos con moneda corriente y ninguno quedará sin salvar o proteger. No mientras Newt “me llevo mejor con los animales que con las personas” Scamander esté cerca. Animales Fantásticos: Los Crímenes de Grindelwald logró lo que contados libros, series y films ha logrado en los últimos años: dejarme con ganas de quedarme sentada en el asiento hasta el año que viene porque no es posible que nos dejen pagando así. Pero lo logró. Y a pesar de que podemos llegar a diferir en el nivel de amor que nos genera el film, es lindo saber que la magia vive. P.D: Va a ser interesante ver la reacción del mundo una vez que se estrene. Ya verán…
El backstory del universo Harry Potter siempre fue digno de adaptarse de forma audiovisual. El laburo que J.K Rowling hizo en como los personajes mencionaban hechos del pasado en los libros (y películas) hizo que la curiosidad del espectador se vea totalmente estimulada. La primer película de estas cinco precuelas que ya estan en el horno fue un proyecto de gran calidad, con un reparto fuerte y una historia fresca que reutilizaba los mejores elementos de las adaptaciones cinematograficas del mago cuatrochi. ¿La secuela mantuvo la calidad? A grandes rasgos se podría decir que sí. Si bien hay un punto en el que la historia se torna muy enredada y repleta de giros argumentales al cuadrado (y hasta el cubo) los personajes mantienen el relato de forma sólida ya que se nos hace casi imposible no empatizar con alguno de estos. Newt Scamander es un personaje que desborda peculiaridad y misterio, en la primera entrega me gusto pero me costaba imaginarlo en cuatro secuelas mas … en esta continuación cambie de opinión. Johnny Depp como Grindelwald quedó bien gracias a las lineas que le dieron, se noto mucho como los problemas personales del actor influyeron en su desempeño interpretativo. Por otro lado Jude Law como Albus Dumbledore es un caso similar al de Ewan McGregor como Obi-Wan Kenobi, su interpretación no solo le hace honor a la original sino que hasta le ofrece una vuelta de tuerca propia que nos hace olvidar que ya sabemos como va a terminar la historia del personaje. El enredo argumental y el intento de ser epicos jugaron en contra haciendo un efecto de grandilocuencia excesiva similar al que afecto a la trilogía de ‘EL HOBBIT’. La trama pudo haberse complicado más llegando al tercer film, dejando ésta segunda parte como una introducción al villano y a lo que se viene. Considerando lo gradual que fué la saga Harry Potter en su caída hacia la oscuridad visual y argumental siento que hubiese quedado mejor y mas fiel a la poética de éste universo haber esperado una película más para que todo se desmadre. Hay unas subtramas muy interesantes, el hecho de dividir la historia en fuerzas en un BIEN vs MAL genero que ciertos personajes tomen caminos que los hacen mucho mas complejos de lo que pensabamos que podían ser. David Yates ya tiene re calado este mundo y hasta se toma el trabajo de innovar con unos planos muy locos a la hora de hacer diálogos íntimos entre los personajes, planos muy poco convencionales en el cine hollywoodense. La nueva película de ANIMALES FANTÁSTICOS está más que aprobada. El apresuramiento de los guionistas la tiró un poco abajo, pero lo visual y lo actoral corrige esto y me hace querer ver mas de este universo mágico que sigue conquistando generaciones. Calificación 8/10
Brillando en la oscuridad Tras el escape de Grindelwald (Johnny Deep), Albus Dumbledore (Jude Law) decide convocar a su antiguo estudiante Newt Scamander (Eddie Redmayne) para perseguir al villano antes que éste se convierta en la nueva figura que los purasangre buscan para gobernar el mundo mágico como también el de los muggles. Bajo la dirección de David Yates, Animales Fantásticos: Los crímenes de Grindelwald (2018) es una secuela adulta y mucho más oscura que Animales Fantásticos y dónde encontrarlos (2016), películas que dotan al mundo de Harry Potter de una perspectiva menos juvenil y con diferentes matices sociales y políticos. Muchas incógnitas se tornaban alrededor del nuevo universo creado por J.K. Rowling en referencia de este viejo/nuevo panorama mágico. En un primer punto, más interrogantes que certezas debido a que la primera entrega de Animales Fantásticos no tuvo una aceptación total ni de la crítica ni de los fanáticos, dejando en un camino no tan claro para Rowling y compañía sobre si este nuevo vistazo sería un éxito o un paso en falso. Por otro lado, la incorporación de Deep al cast como villano y personaje importante de esta segunda parte, llevó más controversia que apoyo debido a las diferentes denunciadas relacionadas al actor sobre violencia de género y acoso. Denuncias echadas por tierra por la propia Rowling, defendiendo al actor y su Grindelwald en pantalla, pese a la crítica y decepción de sus fanáticos. Después de muchas promesas y expectativa, Los Crímenes de Grindelwald llega a las salas y disipa todas las dudas que se elaboraron en torno a su producción final, llevando a la pantalla una versión renovada, madura y oscura de lo que se conocía en relación al mundo mágico. A diferencia de Animales Fantásticos, Yates propuso echar un vistazo más de cerca a las calles y vida de cada persona relacionada a la magia, en este caso, en un antiguo París, dotando a la saga de otra locación y una ciudad totalmente diferente después de la Londres tradicional o New York. Esa línea tan delgada, invisible y hasta imaginaria que divide un mundo con el otro se trasluce de una forma muy lograda generando una gran empatía con el público. Desde su argumento, Los Crímenes de Grindelwald plantea un movimiento político y social que sirve como reflejo de la última cultura Trump de ultra derecha estadounidense. Casualidad o causalidad, Grindelwald busca el poder y convoca a sus seguidores desde la base de la superioridad racial, en este caso, por su sangre pura, atentando contra todos los que no cumplan este requisito y sean descartables y necesariamente subordinados por alguien superior. Así, el universo de Animales Fantásticos vira para otro lugar mostrando una visión más adulta, oscura y problemática del mundo, tan cercano al real que aqueja hasta al mundo mágico de Harry Potter. En la composición de su villano, las motivaciones y desarrollo de Grindelwald es un punto fuerte de la película dejando bien en claro sus aspiraciones. Por medio de flashbacks, vamos conociendo parte del pasado de los protagonistas y cómo llegaron al lugar que hoy los encuentra, juntos en el pasado pero hoy enfrentados. En este caso, tanto Grindelwald como Dumbledore, desde su amistad y ahora rivalidad -¿y amorío?-. Sin embargo, la gran cantidad de personajes secundarios, tramas y sub-tramas crean una red que difícilmente se pueda desenvolver de manera natural y fluída. En este punto, pierde solvencia en su segundo acto y vuelve su resolución predecible, bajando el interés. Sin embargo, su narración pocas veces pierde intensidad y siempre atrae al espectador a que sea parte de este mundo mágico, desde la calidez de Redmayne y en cada aspecto que hacen de esta saga algo única. Su duración de 134 minutos tal vez haga un poco extenso su relato pero los detalles y referencias que enriquecen a su mitología logran disimularlo. No obstante, esto colabora a que la película esté destinada a los fans y el público promedio quede por fuera de estas cuestiones. Los Crímenes de Grindelwald es la segunda parte de una serie de cinco películas que presenta a los dos grandes protagonistas fundamentales: Grindelwald y Dumbledore creando las bases de la postura de cada uno y abriendo juego a un pasado que los une. En otra apuesta fuerte, Jude Law personifica a un joven director logrando una adaptación locuaz y productiva, abrazando a su personaje desde sus primeras escenas con un carisma propio del personaje. Enigmático, noble, leal y hasta rebelde, el joven Dumbledore es la gran figura de Rowling en la franquicia para desarrollar película a película, una dualidad tan íntima, personal y contradictoria entre él y su archienemigo y antiguo amigo Grindelwald. Sin embargo, Los Crímenes de Grindelwald no es una película que sólo marca las bases a futuro, sino que completa el desarrollo de Newt y parte de su elenco para comprender su personalidad y empezar a moldear el futuro de cada uno. Tanto su fotografía, como puesta en escena y vestuario son otro punto fuerte y ya característico en la saga: en este caso, tanto cada rincón de París como el vestuario de sus personajes está cuidado al más mínimo detalle, dotando a la ciudad de un aspecto encantador en su época antigua. Animales Fantásticos: Los crímenes de Grindelwald es una secuela que mejoró en todos sus aspectos a su predecesora y presenta una nueva perspectiva a la franquicia, entreteniendo en un primer momento mientras marca las bases de sus personajes a futuro ante un desenlace que sorprende y empieza a generar las nuevas teorías entre los fanáticos hasta la próxima película.
La magia sigue intacta En julio de 2011 se estrenó la última película de Harry Potter: Las Reliquias de la muerte parte 2 (Harry Potter and The Deathly Hallows – Part 2) y los fanáticos, al igual que los actores y todo el equipo que formó parte de la saga, creada por J.K Rowling, se sintieron devastados por el fin de un ciclo que los acompañó durante años. Algunos crecieron a la par de los personajes y los acompañaron durante todo el proceso de maduración. Otros, en cambio, se sumaron después a todo este universo mágico, pero no importa porque Harry Potter no discrimina a nadie. A pesar de que los libros escritos por Rowling sean catalogados como infantiles o juveniles, Harry Potter puede ser leído por cualquier persona, sin importar las edades. Sin embargo, dos años más tarde -para ser exactos en 2013- Rowling anunció que iba a producir una trilogía de Animales Fantásticos y dónde encontrarlos, el libro que escribió bajo el pseudónimo de Newt Scamander, donde detalla más en profundidad sobre las criaturas mágicas que aparecen en la historia del niño que sobrevivió. Aquellos que estén metidos en este universo y hayan leído los libros y cualquier otra información relacionada a la saga, saben que la cabeza de Rowling tiene mucho para dar: en vez de realizar tres, finalmente se convirtió en una saga de cinco películas dirigidas por David Yates, quien realizó las últimas cuatro películas de Harry Potter. La idea con estas películas es seguir manteniendo en auge al mundo mágico, con la intención de introducir a nuevos personajes, algunos que ya conocimos en los libros y películas, pero que no obtuvieron su cuota de relevancia. Además el contexto cambia bastante, esto ocurre mucho antes de lo que vieron en Harry Potter, la magia en los años 20 que tiene su particularidad impronta. En la primera entrega de Animales fantásticos y dónde encontrarlos (Fantastic Beasts and Where to Find Them, 2016) conocieron a Newt Scamander (Eddie Redmayne) un magizoólogo que se encarga de mantener a criaturas mágicas poco comprendidas por la sociedad, adjuntándolas dentro de su maleta. Él, al igual que Hagrid, tiene un amor y dedicación especial por esos animales. Imposible no quererlo. Además, aparecieron personajes nuevos como Tina Goldstein (Katherine Waterston), una ex aurora que trabajó para el MACUSA (Magicongreso Único de la Sociedad Americana) y su hermana Queenie Goldstein (Alison Sudol), una dulce y simpática bruja experta en Legeremancia (poder para comprender y leer la mente). También hubo lugar para los muggles o los No-Maj, (término que se usa en Estados Unidos para referirse a personas sin magia) y allí entra Jacob Kowalski (Dan Floger), quien trabaja en una fábrica de enlatados y sueña con tener su propia pastelería para no depender más de un trabajo que lo esclaviza. Un muggle muy adorable al que todos aspiramos ser algún día. A Jacob no le llegó la carta que deseamos, pero sí fue tocado con la varita. Animales fantásticos y los crímenes de Grindelwald Teniendo en cuenta como terminó Animales fantásticos y dónde encontrarlos, y el arresto a Gellerd Grindelwald (Johnny Depp), Los Crímenes de Grindelwald está situado en 1927, un tiempo después del final de la primera entrega. Grindelwald será trasladado a una cárcel europea para ser condenado en los Estados Unidos, lugar donde cometió varios delitos. Durante ese momento, el mago más tenebroso y poderoso, se las ingenia para escapar y reunir, de una vez por todas, a un séquito de magos y brujas que apoyen su idea: dominar y controlar el mundo mágico, por encima del de los muggles. ¿Podrá lograrlo? Newt Scamander parece ser el encargado para frenar a Grindelwald y detener toda esa locura que tiene en mente, sobre todo porque quiere reclutar a Creedence (Ezra Miller) y mantenerlo de su lado por conveniencia. Estén atentos a eso que es una pieza clave en esta nueva entrega. Todo se complica un poco porque Scamander violó unas reglas en su visita anterior a los Estados Unidos y, por ende, viajar al exterior se volverá caótico. Pero las reglas, ¿Para qué fueron hechas? Para desobedecerlas, parece. O al menos Albus Dumbledore (Jude Law) así lo prefiere, ya que no tiene en cuenta la prohibición que hicieron desde el Ministerio de Magia y manda al magizoologo a Francia para destruirle los planes a Grindelwald, ya que él no puede enfrentarlo. ¿El fin justifica los medios? Buena pregunta, pero compleja de responder. Todo tiene un motivo, pero dependerá mucho para qué quieren usarlo. Newt Scamander deberá responder eso y así como lo ven medio tímido, cabizbajo y en una posición neutral ante la batalla que se avecina, él ya tomó una decisión. 10 puntos para Hufflepuf. Durante dos horas y un poco más, verán algunos guiños relacionados a las películas y libros de Harry Potter. Hogwarts, profesores, clases que harán que se acuerden de escenas particulares de alguna de las otras entregas, todo eso se podrá ver en Animales fantásticos: los Crímenes de Grindelwald. Desde ya, si son muy fanáticos del mundo de Rowling, se van a emocionar y hasta se les pondrá la piel de gallina, ya que la música acompaña esos planos y son clave para sentirse, otra vez, parte del universo mágico. Además de la historia, los nuevos personajes, las nuevas criaturas que aparecen y las escenas que contienen humor (son pocas a comparación de la primera), la película no resultó ser una gran revelación. Puede que sea mejor que la primera, porque convengamos que Animales Fantásticos y dónde encontrarlos es el puntapié de algo más interesante. Por eso no abunda demasiado la oscuridad, ni peleas, es más bien light. En cambio, en Los crímenes de Grindelwald, vamos con la intención de ver eso y más también. No quiere decir que no suceda, pero quizás no resulte como lo esperaban. Tal vez sí, eso quedará a criterio de cada uno. Hay historias de personajes sumamente enriquecedores que quedan en segundo plano, no intervienen demasiado y eso hace que la trama pierda su equilibrio. Introducen nuevos papeles, pero no les dan el lugar que merecen, faltó explotarlos más. Cabe destacar que quedan tres películas más para ir desarrollándolos, pero espero que no se queden cortos. Si bien la estética, los efectos y la llegada de nuevas criaturas (las van a amar) hacen que la película sea un poco más llevadera, aún así le faltó más información. Son muy pocas las cosas que sorprenden dentro de esta nueva entrega. Los efectos cada vez se vuelven mejor, sobre todo teniendo en cuenta que los que conocían en la anterior saga, quedan un poco atrasados y acá eso remonta bastante. Respecto a la elección de actores está bien logrado. Eddie Redmayne como Newt Scamander sigue siendo sumamente acertado y correcto, otro no podía haberlo hecho mejor. El resto de los personajes acompañan muy bien, aunque quizás tienen menos participación que en la primera. Acá van a observar mejor a Johnny Depp quien tuvo su corta aparición en la anterior. Sabemos que a Depp todo le sienta bien, pero en este caso su labor me resultó poco atractiva, esperaba más por ser un mago al que la gran mayoría teme. Jude Law metiéndose en la piel de Dumbledore bastante bien, tiene las mañas y características que conocemos de ese personaje, siempre tan sutil para criarte como cerdo para el matadero. En definitiva, Los crímenes de Grindelwald logra transportarlos al mundo mágico y pasearlos un buen rato por algo que creían nunca más ver en pantalla grande. A pesar de lo mencionado anteriormente, la película es atractiva de apreciar y disfrutar. Quizás, insisto, se queda corta con todo lo que tienen para mencionar como lo hicieron en el trailer, pero una vez metido en el film te llevan para otro lado. A veces, querer entusiasmar y enganchar al público enseñándoles algo que no sabían como, por ejemplo, lo de Nagini, hubiese estado mejor que se sepa ahí dentro de la sala.
La saga/precuela de la historia del famoso niño mago supo presentarse en su primera entrega como una interesante nueva aventura que, al no estar anclada a ningún tipo de adaptación literaria, expandía con muchos logros el mundo mágico de Harry Potter. Sin embargo, en dicha primera parte se comenzaban a notar ciertos hilos que se volvían un inconveniente para el desarrollo narrativo, aunque no al nivel de arruinar el resultado final. Con esta nueva entrega, Los crímenes de Grindelwald comienza a sufrir muchos más traspiés que la primera, evidenciando que los verdaderos crímenes son los de David Yates y J.K. Rowling, en dirección y guion, respectivamente. En su concepción y desarrollo, esta segunda Animales Fantásticos resulta más que problemática, ya que poco conserva de los logros y el encanto de la primera, llevando la historia por otros horizontes que terminan quitándole relevancia al nombre de la saga. En esta nueva aventura, el experto en criaturas mágicas Newt Scamander (Eddie Redmayne) será impulsado por un joven Albus Dumbledore (Jude Law) a viajar a París con el fin de dar captura al mago tenebroso Grindelwald (Johnny Depp). Es así como la historia persiste en narrar una lucha entre el bien y el mal con muchas similitudes a la saga anterior, lo que hace también que el atractivo de seguir las aventuras de Newt y sus exóticas criaturas se desdibuje un poco en pos de llevar la historia a lugares mucho menos interesantes. El exceso de tramas y subtramas y la inmensa cantidad de personajes protagónicos y secundarios que son parte de ellas es lo que abarrota una historia que toma distintas ramificaciones. Eso hace que todo se vuelva mucho más intrincado para contar y para entender, perdiendo un eje central que genera confusión en el espectador y la marcada sensación de que las mentes responsables no saben qué quieren contar ni cómo hacerlo. Todas las subtramas que rodean a la principal y la presencia de algunos personajes como Nagini (Claudia Kim), Leta Lestrange (Zöe Kravitz) o el mítico Nicolas Flamel (Brontis Jodorowsky), no llegan a tener relevancia alguna más que cumplir la función de brindar referencias a los fans, haciendo que la narrativa se acomode a su forzada inclusión y por ende que la misma se vea afectada de forma negativa. Sin ir más lejos, Grindelwald, el propio villano de la historia, es un personaje que por interpretación y guion nunca transmite el poder de manipulación y convicción que supuestamente tiene para ir sumando poco a poco más aliados en su guerra. Pero las fallas del film se extienden mucho más allá del número de personajes o líneas narrativas, acrecentando las inconsistencias, siendo éstas mucho más grandes que el mundo mágico creado por Rowling. Y es que lo que hace la autora como guionista, cuando claramente el hecho de que sea novelista no la capacita para nada como escritora de guiones, es enredarse en sus propias creaciones. De allí nace esa sensación de inseguridad narrativa en la que las buenas ideas comienzan a diluirse. Algunas porque nunca llegan a poder desarrollarse del todo entre tantas idas y vueltas, y otras porque son eliminadas o echadas a perder debido a las contradicciones que desperdician su potencial, borrando con el codo lo que la misma autora escribió en principio con la mano. Y si bien lo cierto es que la mayor responsabilidad de que el film no logre funcionar debidamente es por su guion, muchas veces el poder disfrutar del mismo se ve imposibilitado por la despareja dirección de Yates, director que ya ha estado a cargo de seis entregas (las cuatro últimas de la saga de Harry Potter y las primeras dos de Animales Fantásticos) y que una y otra vez ha demostrado no ser capaz de contar adecuadamente a través de las imágenes. Esto se percibe más que nada en las secuencias de acción, las cuales no abundan en este film, pero que sin embargo resultan igual de confusas y desprolijas que la historia en sí. El gran fuerte de Animales Fantásticos continúa siendo la presencia de las criaturas, lo que debería ser exactamente el centro de sus historias. Y si bien aquí no terminan de ser lo más importante del film, son notables sus momentos en pantalla a la vez que supieron convertirlos en un elemento en la narración que se ve perfectamente integrado a la historia principal. A los seres que ya conocimos, como el simpático Bowtruckle o el escurridizo y divertido Niffler, se les suman otros nuevos como el demonio del agua Kelpie o el Zouwu, una gigantesca criatura china que sin dudas se lleva el absoluto protagonismo animal del film, protagonizando tanto momentos de tensión como de comicidad. La belleza con la que están tratados los momentos donde las criaturas mágicas deben brillar se presenta de manera alucinante, escenas dignas de ser admiradas pero que a la vez alimentan la lamentación de que la historia y la estética del film apele mucho más a ello, sabiendo que es lo que mejor le sienta y lo que resalta el poder y la inmensidad de ese mundo encantador. Es eso junto a la presencia de Newt, sus interacciones con ese gran y querible personaje que es Jacob (Dan Fogler) y los pequeños pero increíbles momentos en pantalla de Dumbledore los que dejan entrever la grandeza con la que cuenta esta historia y que lamentablemente solo puede alcanzarla tan solo rozándola un poco con la punta de los dedos. Animales Fantásticos: Los crímenes de Grindelwald es una Snitch dorada, la pequeña y veloz pelotita en el deporte mágico del Quidditch, que mientras no logre ser atrapada continuará negándole al film todo el esplendor que puede y debería tener.
Desde su título, Fantastic Beasts: The Crimes of Grindelwald da cuenta del curioso collage que se puso en funcionamiento para seguir al desarrollo del universo Harry Potter. Originalmente prevista como una trilogía, a meses del estreno de la primera parte se resolvió que en total serían cinco películas y ese ensamble se nota. Hay dos partes en funcionamiento, la de los animales fantásticos a cargo de Newt Scamander, y otra que se vincula al ascenso del mago tenebroso del título, lo que será el combustible de las próximas entregas de la franquicia. El nexo entre ambas puede ser conflictivo, la anterior sorteó esas dificultades al concentrarse principalmente en el primer factor, con lo que esta tenía una parada algo más difícil. No se puede decir que salga airosa. La visita al mundo mágico por sí sola no alcanza. Puede que sea suficiente para los potterheads, de hecho a muchos les explotó la cabeza con las sorpresas del argumento, pero en términos cinematográficos dejó mucho que desear.
El universo mágico se sigue ampliando e introduciendo nuevos personajes. El año pasado conocimos al autor de uno de los libros con los que Harry y sus compañeros estudiaban. Su vida y sus aventuras, su relación con esas criaturas maravillosas. Con Fantastic Beasts: The Crimes Of Grindelwald, van a explorar al villano que había sido introducido en la anterior y jugar con incontables referencias a la saga original que limita a los espectadores.
La imaginación de J.K. Rowling no tiene límites. “Animales Fantásticos: Los crímenes de Grindelwald” es la última prueba de ello. Y si bien es una película muy entretenida para todo el público, los giros narrativos y las referencias de franquicia del mundo “Harry Potter” la hacen un filme para seguidores. Ambientada como su predecesora en la década del 20’, en esta oportunidad la acción tiene lugar en las calles de París y Londres, donde el objetivo del oscuro Grindelwald (Johnny Depp) es reunir a sus discípulos y convertir a los que no piensen como él: los magos y los “muggles” no pueden convivir, la superioridad de los “sangre pura” es evidente. Es creíble el papel de Depp como el villano, aunque le falta bastante desarrollo. Distinto es el caso de Eddie Redmayne, quien se planta como un personaje de esos queridos y entrañables con su interpretación del tímido y dulce Newt Scamander. No es el nuevo Potter pero se acerca. Esta vez las criaturas mágicas son periféricas pero acompañan de manera muy vistosa, gracias a los maravillosos efectos especiales. Los primeros minutos de la película son imperdibles. Podremos ver nuevos hechizos en escenas cargadas de misterio y oscuridad que hacen de este film una aventura entretenida y llena de suspenso. Además la llegada del carismático Jude Law en el papel del emblemático mago Albus Dumbledore deja abiertas muchas dudas que se irán resolviendo a lo largo de los próximos rodajes. Es imposible pasar por alto el guión de J. K. Rowling que logra crear nuevas aventuras sin aquellos libros que la respaldaban en la saga Harry Potter. Entrelaza y une constantemente la historia que ya conocemos, reviviendo viejos personajes y dando giros desconocidos. Esta segunda entrega, también dirigida por el británico David Yates, llegó para plantarse como otra saga. Hasta ahora sabemos que van a ser cinco películas y que la ultima se estrenará en 2024. Todavía queda mucho mundo mágico para descubrir y más secretos por develar. (Agustina Lertora)
Secuela de la recordada "Animales fantásticos y dónde encontrarlos", basada en el libro de la imaginativa J.K. Rowling, creadora de "Harry Potter", la historia sigue al excéntrico mago Newt Scamander (Eddie Redmayne), que convocado por Albus Dumbledore (Jude Law), "su profe" en Hogwarts, perseguirá al mítico mago Grindelwald (Johnny Depp), que se escapó de la cárcel de Nueva York, en la que Newt ayudó a encerrarlo. En sus viajes irá acompañado de las hermanas magas Tina (Katherine Waterston) y Queenie (Alison Sudol), lectora de pensamiento y su hermano Jacob, más los animalitos del título y el inocente pastelero Kowalski (Dan Fogler). París aparecerá en una mágica reconstrucción con maravillas de la época como el circo Skender y sorprendentes integrantes, entre ellos la contorsionista Nagini, la serpiente mascota de Voldemort, en versión humana. El filme tendrá tiempo para todos, para el amor, el drama, la persecución y el horror; hasta para dar plazo a Newt Scamander para encontrar un Obscurial (brujo que oculta su magia por abusos anteriores) como Credence Barebone, que busca sus orígenes y es el medio hermano de la joven bruja Leta (Zoe Kravitz). A FAVOR Y EN CONTRA La dirección de David Yates, varias veces al frente de las películas de Harry Potter, asegura una constante de acción e intriga y un cuidado formal que se concreta en un diseño visual soberbio y en alucinantes peleas entre muggles (no magos) y magos, acompañados del bestiario mitológico de pequeños y grandes seres: el Pickett (sutil mamboretá), la Augurey (imponente lechuza), los nifflers (suerte de ornitorrincos) o la estrella de los animales de este filme, el Zouwu Chino, impresionante felino de cola multicolor que se desprende de toda agresividad ante la visión de una pluma acompañada de un sonido, quién sabe si imitación de alguna hembra compatible o un recuerdo de infancia. "Animales fantásticos: Los crímenes de Grindelwald" se inicia y finaliza con espectaculares escenas, como la fuga de la prisión desde Nueva York con los caballos alados al comienzo y la final, donde Grindelwald revela su odio por los "diferentes (muggles) y manifiesta sus poderes en una ceremonia alucinada. Así como las grandes concentraciones y los efectos especiales siguen siendo el fuerte de Yates, el filme pierde cohesión por la abundancia de subtramas y la profusión de personajes. Y estos, salvo el imponente Johnny Depp (suerte de Julian Assange en discurso hitleriano), no revelan todavía una personalidad sólida. Estos "Animales" deslumbran como los fuegos de artificio, pero todavía buscan una definición y personajes con carisma, el suficiente para que uno los siga como a Harry Potter y su recordada pandilla.
La segunda de las que serán 5 cinco películas llegó a las salas para alegría de los ultrafanáticos de la saga de Harry Potter que van a poder seguir la historia más al dedillo que los que no lo son. J.K.Rowling presenta demasiados personajes, como Tina Goldstein (Katherine Waterston), Leta Lestrange (Zoe Kravitz), Queenie Golstein (Alison Sudol), Nagini (Claudia Kim) con una condena increíble que si van al cine van a descubrir, Credence (Ezra Miller), entre otros y eso dificulta un poco el desarrollo de cada uno, así y todo, es una muy buena película, llena de acción y visualmente brillante. Estamos en los años 20, entre París y Londres, y en algún momento habrá una pasada por Hogwarts, (escuché gritos de emoción). Los dos grandes protagonistas son Gellert Grindelwald (Johnny Depp) y Albus Dumbledore (correctísimo Jude Law), con un pasado en común y un presente que los tiene en posiciones encontradas. Newt Scamander (Eddie Redmayne) es el magizóologo que poco a poco va delineando su carácter, aunque en ésta película no me atrapó demasiado. Es indudable que David Yates hace un gran trabajo amalgamando esta suerte de relato, lleno de secretos por descubrir. Grindelwald escapó rumbo a París y ahí será el gran encuentro. Lo mejor de la película es el gran festival de efectos que no cesan ni un minuto, la recreación de época y el elenco, lleno de figuras estelares. Lo peor, si no estás muy empapada/o con la historia, vas a poder seguirla, pero no es tan fácil. Igual, siempre vale la pena. ---> https://www.youtube.com/watch?v=346Za_5bLm8 ---> TITULO ORIGINAL: Fantastic Beasts: The Crimes of Grindelwald ACTORES: Eddie Redmayne, Johnny Depp. Jude Law, Katherine Waterston, Ezra Miller, Alison Sudol, Zoë Kravitz, Carmen Ejogo, Dan Fogler, Poppy Corby-Tuech. GENERO: Aventuras . DIRECCION: David Yates. ORIGEN: Reino Unido, Estados Unidos. DURACION: 134 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 13 años FECHA DE ESTRENO: 15 de Noviembre de 2018 FORMATOS: Imax, 3D, 2D.
Animales vs Bestias El malvado Grindelwald consigue escaparse en medio del traslado hacia una prisión de alta seguridad. Una vez libre se dirige a París siguiendo la piste del joven obscurus, Credence (quien está en la ciudad de las luces tras la pista de su identidad), para consolidar un poder lo suficientemente potente que le permita vencer a Dumbledore y la sociedad de los magos, y dominar el mundo no mágico. Dumbledore encomienda a Newt Scamander que se dirija a París para evitar que Dumbledore lleve a cabo su plan, y Newt aprovechará para reencontrarse con su amada Tina, quien debido a un malentendido cree que Newt se ha comprometido con otra muchacha. El relato dispone de un andamiaje estructural clásico que permite organizar eficazmente las acciones del protagonista en función de afrontar de modo convergente la misión principal como la situación romántica. En este aspecto esta entrega supera a la anterior, cuya estructuración dramática excesivamente difusa obligó a depender abusivamente de una batería de efectos visuales de gran atracción pero de escaso valor narrativo. En esta segunda entrega, por el contrario, los efectos visuales quedan enmarcados y supeditados a la acción del relato, y ello es -a mi modo de ver- el mejor logro del film. Sin embargo, esta entrega adolece de un mismo vicio narrativo que ya presentaba la primera entrega: la presencia irrelevante e injusitificada de personajes secundarios que tienen escasa o ninguna función estructural en la trama, justificación, y cuyas caracterizaciones son tan escasas que tienen apenas más entidad que un elemento del decorado. El encanto estructural que tenían en aquella entrega del 2016 Queenie y el regordete Kowalski, se pierde por completo en la del presente film, a lo cual se le agrega el personaje del hermano de Newt y la compañera de celda de Credence. Pienso que esta focalización excluyente en la pareja protagónica héroe/anti-héroe la ha restado la riqueza pintoresca que había hallado en la primera en la pareja de Queenie/Kowalski, en particular. Es recomendable tener alguna noticia de la historia del film anterior, al menos de las principales líneas narrativas. El relato no es completamente autárquico.
En la segunda parte de una serie que incluirá otras tres películas, la guionista y productora J. K. Rowling cambia totalmente el estilo del film original para relacionar las andanzas del zoólogo experto en animales fantásticos, interpretado por Eddie Redmayne, con detalles relacionados con el universo de Harry Potter. Empezando por Jude Law, que personifica a una versión joven de uno de los maestros esenciales en la historia de Potter, que habíamos conocido como un profesor anciano interpretado por Richard Harris. La historia comienza en Nueva York, con una vertiginosa fuga del maligno mago Grindelwald. Interpretado por un no siempre aprovechado Johnny Depp, este personaje intenta una especie de revolución fascista para dominar el mundo de los magos y esclavizar a los humanos. Para combatirlo, los mismos personajes del film anterior viajan a Londres y a Paris, lo que le da al asunto un tono de thriller de intriga de espías sobrenaturales bastante original pero a veces algo complicada. Hay escenas oscuras y siniestras, y algunos toques de humor bienvenidos en medio de tantas situaciones ominosas. Los efectos especiales dan lugar a imágenes asombrosas diseñadas para agregar algo nuevo al universo mágico de la Pottermania.
La nueva entrega de Animales fantásticos, escrita por J.K.Rowling y dirigida por David Yates, continua con los personajes de la primera película, casi en el mismo lugar donde los dejamos. Newt Scamander (Eddie Redmayne) regresa a Londres y se encuentra imposibilitado de seguir viajando con sus criaturas mágicas por el mundo, ya que, por todo los estragos que causó en Nueva York, recibe una sanción que se lo prohíbe. Sin embargo, muy pronto se le presentarán las razones que le harán romper su castigo para dirigirse a París junto a su amigo Jacob Kowalski (Dan Fogler), con el fin de encontrarse nuevamente con el joven Credence (Ezra Miller), responsable del Obscurus que Newt persiguió en su anterior viaje. Scamander asume los riesgos del viaje a pedido de su amigo y ex profesor, Albus Dumbledore (Jude Law). Èste lo incentiva a ir en busca del muchacho con el fin de anticiparse a los planes del malvado y extremadamente poderoso mago, Gellert Grindelwald (Johnny Depp), quien ha escapado de Azkaban con la intención de convocar a sus fieles seguidores para concretar su visión de dominio sobre el mundo muggle. Grindelwald planea atraer a Creedence a su bando, ya que, gracias a su Obscurus, es el único mago capaz de enfrentarse a Dumbledore. Credence, por su parte, se encuentra en búsqueda de sus orígenes, no solo para conocer su historia, sino porque hay rumores y teorías que sostienen que su identidad es de gran importancia para la comunidad mágica. En Animales Fantásticos: los crímenes de Grindelwald, recordamos la habilidad que posee J.K.Rowling para crear un mundo complejo y extraordinario, así como para entretejer múltiples historias que se van desplegando a medida que avanza el film. La intriga se mantiene desde muy temprano al introducir en la trama diversos interrogantes relacionados con la verdadera identidad de sus personajes y su historia familiar. Esta dinámica genera relaciones temporales que logran conectar personajes y sucesos tanto de Animales Fantásticos como de Harry Potter. Es realmente un deleite para los fanáticos de la autora ir rastreando estos vínculos que les permiten armar especulaciones y teorías acerca de las intenciones de los personajes y sus posibles desenlaces. Esta entrega es más compleja y mucho más satisfactoria que la primera, especialmente por el final bomba que hace desear que la próxima película salga ya mismo.
Mucho más bella y atractiva en lo visual que su predecesora, esta segunda de las cinco películas que tendrá Animales fantásticos, el spin-off de la saga de Harry Potter, tiene elementos que en la primera no estaban tan aceitados y que harán disfrutar a los fans del mago. Y ni que hablar de la revelación en el final de la película… Una película que empieza bien, pero bien arriba, con Grindelwald (un Johnny Depp no tan arriba: está varios decibeles por debajo de lo que suele, no sólo ha cambiado su aspecto físico para el filme, sino que está medido en su actuación) escapando de la prisión, donde está como un Hannibal Lecter, con un objetivo: encontrar a cierto joven, en París. Sería clave en el destino de muchos personajes. En este filme hay muchos menos animales, pero mucha fantasía. Y crímenes. El magi-zoologista Newt Scamander (Eddie Redmayne) sigue siendo el protagonista, pero ha cedido un poco de espacio. Igual, quienes no hayan visto ninguna de las películas de Potter se perderán muchos guiños, y por ende la gozarán menos. Y quienes no vieron la primera Animales fantásticos y dónde encontrarlos, tal vez se sientan un tanto perdidos con la irrupción de personajes, porque aquí no se explica nada. Es como si se viera una serie por streaming y se la engancha en el capítulo segundo. Gellert Grindelwald es un mago oscuro, con una sola lente de contacto extraña y un Depp teñido de rubio. Rechaza absolutamente la posibilidad de la coexistencia pacífica con los muggles, los seres humanos sin magia, por lo que cree en la tiranía. Para prosperar, hay que acabar con ellos. ¿Les suena? Es Europa, a fines de la década de 1920. Clarín ESPECTÁCULOS SUSCRIBITE INGRESAR Buena Crítica de “Animales fantásticos: Los crímenes de Grindelwald”: Menos animales, mucha fantasía Este digno spin-off de la saga de Harry Potter presenta a Dumbledore joven y a un Grindelwald muy, pero muy malo. Mago oscuro. Grindelwald, un Johnny Depp rubio y con lente de contacto. FOTO WARNER BROS. Pablo O. Scholz PABLO O. SCHOLZ 14/11/2018 - 20:17 Clarin.comEspectáculosCine Johnny DeppHarry PotterCríticas De CineSpot Mucho más bella y atractiva en lo visual que su predecesora, esta segunda de las cinco películas que tendrá Animales fantásticos, el spin-off de la saga de Harry Potter, tiene elementos que en la primera no estaban tan aceitados y que harán disfrutar a los fans del mago. Y ni que hablar de la revelación en el final de la película… NEWSLETTERS CLARÍN En primera fila del rock | Te acercamos historias de artistas y canciones que tenés que conocer. En primera fila del rock | Te acercamos historias de artistas y canciones que tenés que conocer. TODOS LOS JUEVES. Recibir Una película que empieza bien, pero bien arriba, con Grindelwald (un Johnny Depp no tan arriba: está varios decibeles por debajo de lo que suele, no sólo ha cambiado su aspecto físico para el filme, sino que está medido en su actuación) escapando de la prisión, donde está como un Hannibal Lecter, con un objetivo: encontrar a cierto joven, en París. Sería clave en el destino de muchos personajes. En este filme hay muchos menos animales, pero mucha fantasía. Y crímenes. Crítica de "El infiltrado del KKKlan": Reír para no llorar Mirá también Crítica de “El infiltrado del KKKlan”: Reír para no llorar El magi-zoologista Newt Scamander (Eddie Redmayne) sigue siendo el protagonista, pero ha cedido un poco de espacio. Igual, quienes no hayan visto ninguna de las películas de Potter se perderán muchos guiños, y por ende la gozarán menos. Y quienes no vieron la primera Animales fantásticos y dónde encontrarlos, tal vez se sientan un tanto perdidos con la irrupción de personajes, porque aquí no se explica nada. Es como si se viera una serie por streaming y se la engancha en el capítulo segundo. Crítica de "Pablo Escobar: La traición": Te amo, te odio, no me des más Mirá también Crítica de “Pablo Escobar: La traición”: Te amo, te odio, no me des más Gellert Grindelwald es un mago oscuro, con una sola lente de contacto extraña y un Depp teñido de rubio. Rechaza absolutamente la posibilidad de la coexistencia pacífica con los muggles, los seres humanos sin magia, por lo que cree en la tiranía. Para prosperar, hay que acabar con ellos. ¿Les suena? Es Europa, a fines de la década de 1920. A quien quiere buscar es a Credence (Ezra Miller). Está, decíamos, en París, justo ¿eh?, donde también está Tina (Katherine Waterston), de quien Newt está enamorado. Hubo un malentendido, porque ella creyó que Leta Lestrange (Zoë Kravitz), la novia de Theseus, el hermano de Newt (Callum Turner) tiene una relación con él. Y también está Jacob, el amigo de Newt, que no es mago ni nada de ello, enamorado de la hermana de Tina, Queenie (Alison Sudol). Escrita por J. K. Rowling, la autora de la saga de Potter, su universo mágico incluye referencias específicas al mundo de Hogwarts, como versiones más jóvenes de los personajes conocidos. Como un joven Albus Dumbledore (Jude Law), que fuera maestro en Hogwarts de Newt, lo convence de que vaya a París a hallar a Credence. Debe en cierta manera, enfrentar su destino, o su boggart, la forma de su peor miedo. Sabemos que Albus es gay, y se habla de una “relación intensa” con otro joven, con el que hubo un pacto de sangre. Pero Albus podría ser gay o hincha de Chacarita, y nada interfiere en la trama. Por ahora. Un asunto a resolver, quizá, sea el carácter de Newt, que no cambia ni ante la circunstancia más imprevista. No es que sea aniñado, o hasta seguro de sí mismo. Lo que ocurre hasta ahora es que el personaje no crece. No cambia. No emerge. No es para preocuparse, pero deberemos sentir que corre sangre por sus venas.
Con una dirección poco clara y una sobreabundancia de personajes y subtramas, Animales Fantásticos: Los Crímenes de Grindelwald apela más a la nostalgia por el Mundo Mágico, las conexiones con la saga Harry Potter y el cariño que le tenemos a los personajes ya desarrollados antes que contar una historia que conecte con el espectador. La gran saga basada en las aventuras del niño mago que sobrevivió a Lord Voldemort sigue expandiendo su ya inmenso lore y universo. Rowling no se contenta con quedarse encerrada en los muros de Hogwarts y busca llevarnos a explorar el Wizarding World de la mano de el magizoólogo Newt Scamander. En la primera entrega de esta nueva saga Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos (Fantastic Beasts and Where to Find Them, 2016) conocimos al entrañable personaje interpretado por Eddie Redmayne, su ejército de criaturas mágicas y el mundo mágico de los Estados Unidos. En esta nueva aventura desarrollada en Francia veremos la aparición del joven Albus Dumbledore, interpretado por Jude Law, y el mago oscuro Gellert Grindelwald tomará un rol más prominente. Newt Scamander (Eddie Redmayne) desea continuar con su investigación sobre animales fantásticos pero el Ministerio de la Magia británico le impide salir del país después de su pequeña aventura en New York. Tras un encuentro con Albus Dumbledore (Jude Law), su ex profesor de Hogwarts le encarga viajar a París para proteger a Credence Barebone (Ezra Miller) el joven portador de un poderoso obscurial, que es codiciado por el mago tenebroso Gellert Grindelwald (Johnny Depp). Grindelwald escapa al ser trasladado a Europa y se decide a reclutar nuevos seguidores a su causa de supremacismo mágico de cara a la guerra que se avecina. Quedará en manos de Newt, Tina Goldstein (Katherine Waterston), Theseus Scamander (Callum Turner) y Leta Lestrange (Zoë Kravitz) poner un freno a las ambiciones de Grindelwald y evitar que logre convencer a Credence de unirse a su bando. En la práctica Los Crímenes de Grindelwald funciona como una de esas películas “de transición” dentro de una franquicia (caso Iron Man 2 o Avengers: Age of Ultron, para comparar con una que conozcan todos), films que están más preocupados en setear futuras secuelas y presentar nuevos personajes que no hacen mucho pero podrían ser importantes más adelante antes que por contar su propia historia. Así como en el logo de esta nueva película las palabras “Animales Fantásticos” se ven más pequeñas, eso también sucede con la historia. Si nos guiamos por lo que plantea esta nueva película, la saga Animales Fantásticos ya no es la historia de Newt Scamander y sus adorables animalitos mágicos, el magizoólogo toma el asiento del acompañante y es Grindelwald quien se pone detrás del volante. La trama de la película gira en torno a él, su amenaza se siente latente aún cuando no se encuentra en la escena. Para llamarse Los Crímenes de Grindelwald, vemos muy pocos crímenes por parte del mago oscuro. Grindelwald es otro tipo de villano, más sutil y controlado que El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado. Prefiere mantener su figura en la sombras, utilizar su encanto y sus habilidades de persuasión para dejar a sus secuaces encargarse del trabajo sucio y cautivar a inocentes e ingenuos haciéndoles creer que su cruzada de supremacismo mágico es por una buena causa. Todo esto tiempo de metraje dedicado al villano termina dejando en segundo plano las historias de nuestros protagonistas y los nuevos personajes introducidos en esta película. Esta sobreabundancia de subtramas manejadas a los ponchazos hace que nos cueste conectar con aquellos que no conocemos desde la película anterior. Leta Lestrange, Nagini (Claudia Kim), Nicolas Flamel (Brontis Jodorowsky), Theseus Scamander y Yusuf Kama (William Nadylam) no podrían importarnos menos ni aunque lo intentaran. Tranquilamente podrían haber desaparecido de la película y el resultado sería el mismo. Eddie Redmayne sigue siendo tan adorable como ya lo demostró en la película anterior. Veremos una menor variedad de criaturas mágicas pero los favoritos del público (el bowtruckle Pickett y el travieso Niffler) regresan. Depp brinda una interpretación correcta en el papel del villano (sin caer en la repetición de sus gestos a la Jack Sparrow) pero la verdadera revelación es Jude Law como Albus Dumbledore. El actor parece haber estudiado al personaje en detalle y logra transmitir un aura de sabiduría, misterio y poder. Los momentos de mayor emoción que sin duda llevarán a los fans al borde de las lágrimas son las escenas en Hogwarts donde veremos a Newt y Leta en su juventud, acompañados por la genial banda sonora de James Newton Howard. Siguiendo por el lado técnico, David Yates utiliza algunos primeros planos confusos e innecesarios en el primer acto de la película, sumado a momentos íntimos donde la cámara se mueve demasiado, distrayendo al espectador. Animales Fantásticos: Los Crímenes de Grindelwald es una película que deleitará a los fans, pero su excesiva dependencia del factor nostálgico y la enorme cantidad de subtramas mal resueltas y personajes poco atractivos pueden hacer que sea difícil de seguir por el público casual. Y la impresionante revelación final dejará sorprendido a todo el fandom.
Un carruaje negro transporta a cuatro tripulantes con caballos alados “Thestrals” los llevan a un viaje donde la malicia, el miedo y el suspenso marcan el filme. La película “Animales Fantásticos, los crímenes de Grindelwald” en su trama sostiene la tensión en clave detectivesca y la incertidumbre sujeta a los fanáticos de por vida de Harry Potter. Por. Florencia Fico La sinopsis de ésta secuela comienza con el incumplimiento de su encarcelamiento Gallert Grindelwald(Johnny Deep) sale de la prisión, con el objetivo de dominar la magia y conseguir adeptos ocultando sus reales metas, que son, realzar a los magos pura sangre para liderar ante las criaturas y personas no mágicas. Sus crímenes en Europa y Estados Unidos ya presuponen una guerra en el mundo mágico. Un rejuvenecido Albus Dumbledore encarnado por Jude Law encomienda a un viejo alumno Newton “Newt” Scamander interpretado por Eddie Redmayne. El actor se hace protagonista por socorrer a los Animales Fantásticos sin tener en cuenta los riesgos que lo van a amenazar. Es un magizoologista, es decir, estudia las criaturas mágicas. El actor es versátil, la marcada gestualidad sensible, totalmente camaleónica y arriesgada. Scamander en 1926 culminaba su travesía por todo el planeta para hallar y registrar un compendio de criaturas mágicas. Entrando en Nueva York para realizar una pequeña pausa en su trayecto, lugar que posibilitaba su ingreso y salida sin altercados. Sin embargo, no para un Muggle(cero mago) de nombre Jacob Kowalski representado por Dan Fogler quien se convierte en fiel amigo de Newt. Una ocasión fallada y la huida de algunos animales de Newt, acontecieron percances en el universo mágico y el mundo real. Newt tiene una maleta llena de especies fabulosas mágicas que presienten peligro y son capaces de luchar a su lado por las más nobles causas. Pero algunos las consideran bestias que ponen el peligro a la vida humana y fue motivo de expulsión de la casa de hechicería en Howgwarts. Scamander comenta que son: “Sólo prejuiciosos ,no son raras criaturas” y propone tener mente abierta al descubrimiento de otras formas de existencia. El guión de Joanne Rowling o como la conocemos todos J. K. Rowling pone en palabras de Newt: “Tengo miedo profesor Dombledore” las sensaciones de pánico y calma cuando su profesor de Transformaciones lo ponía frente al armario de los horrores para practicar el hechizo ” Riddikulus”. “Esto es insólito, el mayor de los miedos del señor Scamander es …”, decía Albus a lo que respondió” Trabajar en una oficina”, una pizca de humor en la trama. La escritora se remonta a épocas de entreguerras ya sea la Primera Guerra Mundial y Guerra europea. Y la Gran depresión en Estados Unidos, años de crisis económica e ideológica. Escenarios violentos, mortales, criminales, donde los bandos eran aliados o potencias del eje o centrales. La derrota y los conflictos se mezclaban en la historia bélica y de agonía neoyorquina. Los argumentos del villano, eufórico Johnny Deep como Grindewald son: “La magia solo aflora en seres excepcionales”, “Aún así debemos ocultarnos en las sombras”, ” Pero lo que antes nos servía ahora a dejarlo de hacerlo”. La configuración de este mago inglés – búlgaro de sangre pura se relaciona directamente con las mismas tácticas de Lord Voldemort. Éste personaje lo revalidó su trayectoria actoral tan menoscabada últimamente. Un tirano que retumba en la conciencia de todos y congela la piel. Su oscuridad y destructividad lo ubican en el bando maligno. Solitarios, con secuaces, insignias como cuervos negros o serpientes, aspectos peculiares. Voldemort con ausencia de nariz y Grindewald con sus ojos uno gris y otro negro. Lo que busca son las Reliquias de la Muerte en formas como: la Varita de Saúco, la Piedra de la Resurrección y la Capa de Invisibilidad. Todas acentúan la memoria emotiva de los fanáticos de Harry Potter y las series de películas que se volvieron en éste filme, en nostalgia. El personaje de Nagini interpretado por Claudia Kim es una humana con una maldición sanguínea que concluye transformándola en una serpiente inmensa que luego se volvería el talismán y don sanguinario de Lord Voldemort. Kim se demuestra como una gran contorsionista convirtiéndose en una cobra. La fotografía de James Newton Howard conecta con la fibra sensible de los espectadores cuando los trasporta a revivir y rememorar espacios como el Castillo de Hogwarts. El Espejo de Oesed que muestra los más profundos, desesperados anhelos del corazón, donde Grindewald y Dumbledore hicieron un pacto de sangre y hermandad cuando eran jóvenes y aún estudiaban en la casa de magia. Ese juramento implicaba no pelearse entre ellos y se resumía en un collar que siempre conservaba Grindewald para extorsionarlo. Por eso Albus se reúne con Newt ya que asume que le han llegado los rumores de Grindewald con su misión de acaparar el mundo mágico y le pide atraparle debido a su acuerdo. Dumbledore le explica: “Yo no puedo actuar frente a Grinderwald, tienes que hacerlo tú”. Y le da una tarjeta con destino “París”. La ciudad parisina que lo refugiará cuando las cosas se pongan turbulentas y siguiendo el guiño cómico de Rowling, bromea Dumbledore ” ya sabes a tomar un té”. Las aulas también hacen rodar los recuerdos amorosos de algunos personajes como el de Newt con Leta Lestrange protagonizada por Zoë Kravitz; hija del cantante Lenny Kravitz. Él la lleva en su maletín, en una foto donde ella sonríe provocativamente. Leta es una bruja de sangre pura, su tía bisabuela política es Bellatrix. En una escena se encuentra un libro que porta en sus páginas un árbol familiar. Se vincula con el tapiz de la Casa de los Black. “Los mundos mágicos y no mágicos han estado en paz durante más de un siglo. Grindewald quiere destruir la paz”, le comentan en un encuentro a Newt un comité del Ministerio de Magia Neoyorquino, Británico y Europeo para que atrape a Grindewald. Aunque se niega por los evidentes asesinatos en ambos continentes se ve obligado a hacerlo por sus amistades Muggles. Y aplica todo su talento y estrategia en las artes de la curiosidad y el ingenio con el que investiga a sus “Animales Fantásticos”. Lo tradicional de la pericia policial y detectivesca está en un polvo de huellas que despliega Newt para encontrar a Propentina “Tina” Scamander el papel desvalorizado de Katherine Waterston, una bruja de Estados Unidos de sangre mestiza (mitad mago y humano). Ella es auror son hechiceros de altísima calificación para el Ministerio de Magia. Los objetivos de estos magos es capturar a los brujos tenebrosos como lo es Grindewald y en un futuro Voldemort que convertirá a Harry Potter en un auror más por su victoria contra el maléfico ser “Voldemort“, se asocian para matar a los Muggle(Mortífagos). La toma de evidencia como una pluma negra que los orienta en la aparición del hermano de Leta. “Corvus” fruto del segundo matrimonio de su padre, su madrastra fallece y su medio hermano fue apartado de su genealogía . El muchacho interpretado por Ezra Miller e identificado falsamente como Credence Baredone, era maltratado y reprimido por su madre adoptiva Mary Lou Barebone asociada a un grupo anti brujería “No-Maj”. Era torturado y abusado por su familia y construyó una personalidad introvertida y poco valiente. Al quitarle sus aptitudes mágicas lo hizo un Obscurial. Miller en pose tiene descontroladas formas de reacción. Es una lectura psicológica que hace Rowling quien le aporta a este personaje una forma de expresarse en forma explosiva, drástica y demoledora. El amor platónico entre la hermana de Tina Queenie Goldstein (Alison Loren Sudol) y Jacob Kowalski hacen una mixtura entre la comedia romántica y la tragicomedia. Ella bruja está locamente enamorada de Jacob y él cero mago pero muy simpático y leal hacen una dupla divertida que pende de un hilo muy delgado. Ella quiere casarse y el está indeciso lo que provoca una separación con fines poco agradables e inciertos. Una aliada a Grindewald le da un mapa y la seduce con la idea de poder contraer matrimonio de forma legal con Jacob. No muy diferente al Mapa Merodeador de los gemelos Fred y George Weasley. Jacob no quiere que Queenie caiga en la trampa de Grindewald y encuentra la dirección y en conjunto con Newt, van a la caza de Grindewald y su ejército perverso. Los siguen los empleados de los ministerios de magia tanto europeos como neoyorquinos. “Hermanos, hermanas el tiempo se acelera, mi sueño aquello que enarbolamos, la verdad, el amor. El momento ha llegado de asumir el lugar que por derecho tenemos en el mundo en donde nosotros los magos seamos libres. Únanse a mí o mueran “, dice en un auditorio Grindewald. Hechiceros y Muggles como: Jacob y Queenie. Algunos quedarán hipnotizados por la oratoria de Gallert y se unirán a sus filas y otros escaparán para encontrar un mejor destino. La duración de 133 minutos ya no es novedad en las películas producidas y guionadas por la británica J. K. Rowling. Son larguísimas y hay ganas de comer baldes repletos de pochoclos para seguir recargando pilas e intriga. La dirección de David Yates hace que cada instante siembre dudas, misterios, sin respiro y redobla la adrenalina de los espectadores hasta la última frase de Johnny Deep. El género policial acaparó al fantástico/mágico donde las preguntas eran las varitas iluminadas para seguir los caminos de la aventura cinematográfica anclada en un mundo más realista e intimista. PUNTAJE: 85
Nueva entrega de la saga que aprovecha el fandom de Harry Potter; "Animáles fantásticos: Los Crímenes de Grindenwald", dirigida otra vez por David Yates, no cambia demasiado las reglas de la primera entrega, las profundiza. ¿Es el cine un conjunto de elementos planeados previamente en una mesa de producción o necesita de la mano de un artista para conformarse como tal? Se habla de la mano “invisible” de los productores en el resultado final de una película, casi desde que el cine se convirtió en una industria. En los últimos tiempos, cada vez con mayor énfasis. La historia de Harry Potter en el cine es un buen ejemplo de esto. Tres primeras entregas inspiradas, que sumaron a los relatos originales de J.K.Rowling la marca de autor de la mano de Chris Columbus y Alfonso Cuarón. A partir de la cuarta, Mike Newel quizás no se encontró en el género, y desde la quinta en adelante, todo recayó en manos del novato David Yates cuya foto debe estar en el diccionario como referencia de piloto automático. Hasta alguien como Michael Bay tiene una marca, buena o no, de romper todo y retorcer metales. Yates, que salvo algunos telefilms ignotos previos y la igual de insípida "La leyenda de Tarzán", no ha dirigido otra cosa; no hace nada de nada. Es al cine a gran escala, lo que el hormigón armado al mundo de la arquitectura artística; algo útil para vender, pero liso y llano. Por supuesto, su labor es nuevamente, el principal problema de "Animales fantásticos: Los crímenes de Grindelwald". Para el que llega desde afuera, "Animales fantásticos" parte de un libro que J.K.Rowling escribió con posterioridad a la saga de Harry Potter, a modo de guía o catálogo de “monstruos” o criaturas fantásticas de ese universo. Hollywood, famélico del mago de Hogwarts, aprovechó esto para que la propia Rowling escriba una nueva saga, a modo de precuela, y seguir contando réditos. Este segundo capítulo nos ubica inmediatamente después de "Animales fantásticos y dónde encontrarlos", con Grindelwald (Johnny Depp) revelado y apresado; y una aparente calma entre los muggles/nomag y los magos. El cuarteto heroico se dividió. Jacob y Queenie (Dan Floger y Alison Sudol) son una pareja comprometida; y Newt Scamander (Eddie Redmayne) y Tina (Katherine Waterston), se distancian ante la negación del primero de formar parte de la institución rectora y controladora de la magia, y la aceptación de la segunda. Pero la calma no dura nada, Grindelwald se fuga – de un modo bastante inverosímil aún para este universo – y comienza una nueva orden rebelde con la idea de dejar de esconderse. Claro, hablamos de un villano, así que también tiene ínfulas de querer gobernar, y de aniquilar inocentes en el camino. Para esto, recluta secuaces. Los crímenes de Grindelwald es eso, más y más; con los pros y contras que esto conlleva. A los seguidores los lleva a un terreno seguro, a esta altura, les ofrece lo que quieren ver; también repite los mismos inconvenientes. Si "Animales fantásticos y dónde encontrarlos" ya era una propuesta que abarcaba demasiado y apretaba poco, esta no sólo va por el mismo carril, sino que acelera confiada. Es dispersa, no profundiza en nada, se empalaga visualmente, y aletarga la mayoría de los momentos de interés. "Animales fantásticos" se propone como una saga que acompaña a los seguidores originales de Harry Potter. Aquellos que eran niños pequeños en la primera mitad de la década del 2000, y hoy ya son jóvenes adultos; por eso el tono es más oscuro, dramático, y con pinceladas de policial fantástico. Coquetea con los tópicos, con el terror, con el suspenso, con el noïr inglés, con la aventura, y hace el intento por adentrarse e el drama de los personajes. Va por aquí y por allá, pero no amalgama, no logra hacer de todas sus pretensiones un conjunto. El resultado es un cambio de tono permanente, y una indefinición importante. Salvo Queenie (que ya era el mejor personaje de la entrega anterior), el resto no crece, no despliega nuevas capas; y haciendo caso omiso de la necesidad de reducir que se percibía, acá se agregan más personajes, más subtramas, más densidad, mayor desconcierto. Credence (Ezra Miller) que debería ser un personaje importantísimo en la película, sigue sin tener el peso necesario, aun teniendo más tiempo en pantalla y hablando más de u historia previa; y hasta la esperada aparición de Albus Dumbledore (Jude Law) está desaprovechada y algo incoherente en su presencia. La historia dramática, con mensaje y dilema incluido, hace acordar demasiado a X-Men, y en la comparación sale perdiendo en todos los niveles. Con Singer y compañía haciendo todo bien, logrando la comprensión y empatía necesaria, comprendiendo las posturas de un bando y del otro, manejando los grises y las ambigüedades discursivas. "Animales fantásticos: Los crímenes de Grindelwald" se ve además, ampulosa, tiene escenas de mucho despliegue, y hay rayitos y volteretas por todos lados. La estética de la anterior, más jugada que en Harry Potter, está otra vez presente, haciendo uso y abuso del CGI para que todo se vea complejo en un envase elegante, refinado, apabullante. Pero todo es cáscara. Yates no hace algo propio. La idea de que cualquiera podría estar detrás de cámara en constante. Todo se limita a los artilugios visuales, las referencias al universo Rowling, y las bases establecidas para pisar seguro, más el plus de dejar ganchos en todos lados para poder seguir aumentando las ganancias. De más está decir que interpretativamente no hay demasiado lugar para el lucimiento. No desentonan, cada uno hace lo suyo, aún Depp y sus ya habituales mohines (algo más medido, afortunadamente). "Animales fantásticos: Los crímenes de Grindelwnd" no es un film con errores notables, ni elementos molestos. Es algo que puede gustar, pero no encanta, y lo peor, aburre.
Sigue la magia, pero sólo para algunos Llega la segunda parte de esta nueva saga mágica, desprendida del mundo de Hogwarts y la cabeza de J.K. Rowling, que escribió el libro “Animales fantásticos y dónde encontrarlos”, como una suerte de apéndice de la estructura de Harry Potter, pero con un fin benéfico. Vale la aclaración, porque la historia del magizoólogo Newt Scamander (Eddie Redmayne) no estuvo pensada en principio como una ficción en sí misma, sino que el libro del que se desprende es un texto de estudio para magos que juega a ser real. Es por ello que al poner manos a la obra para el guión cinematográfico, J.K. Rowling tuvo que idear todo un nuevo mundo, ambientado en la década de 1920 (época de trabajo de Scamander) y al parecer el contexto se le extendió tanto, que le cuesta cerrar el hilo narrativo. En esta ocasión, todo el prólogo de una “guerra” por venir tiene como protagonista a Grindelwald (Johnny Depp), quien quiere formar un ejército de magos “pura sangre” para gobernar el mundo mágico y el mortal. Un joven Albus Dumbledore (Jude Law) buscará a Scamander, su antiguo estudiante, para que lo ayude, porque cree que es la única persona que no está en búsqueda de poder, sino de lo que es correcto hacer para el mundo. “Animales fantásticos: los crímenes de Grindelwald”, ya se diferencia por completo de Potter y compañía porque entendemos que estaremos detrás de un mismo argumento dividido en diferentes películas. Desgraciadamente, esto se desprende del conocimiento de esta construcción de historia, con una segunda película que funciona como presentación de personajes, obviamente de nuevas criaturas, y de lo que quizá suceda en las próximas continuaciones. Desde ese punto, puede parecer decepcionante para quien no esté metido de lleno en el universo fantástico, por lo que podría catalogarse el filme como un “servicio al fan”. Por otro lado, a pesar de carecer de conflicto fuerte, la película es entretenida por momentos gracias a las situaciones “cotidianas” que presenta: conflictos amorosos (infaltables a pesar de ya no tratar una historia adolescente), los problemas de Newt con su hermano, y las nuevas criaturas que convenientemente pueden ayudar a la trama con sus elegidas apariciones.
Hora de elegir bandos “Animales Fantásticos: Los Crímenes de Grindelwald” (Fantastic Beasts: The Crimes of Grindelwald, 2018) es una película de aventuras y fantasía que funciona como secuela de “Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos” (Fantastic Beasts and Where to Find Them, 2016). David Yates vuelve a estar a cargo de la dirección, siendo ésta su sexta cinta dentro del universo de Harry Potter. A su vez, la escritora J. K. Rowling continúa siendo la guionista luego de su debut en este rubro con la primera entrega estrenada en 2016. Protagonizada por Eddie Redmayne (Mi Semana con Marilyn, La Teoría del Todo), también retornan a sus respectivos roles Katherine Waterston, Alison Sudol, Dan Fogler, Ezra Miller, Zoë Kravitz (Divergente) y Johnny Depp. Además tendremos nuevas adquisiciones tales como Jude Law, Claudia Kim, Callum Turner, Victoria Yeates, entre otros. Ambientada en 1927, la historia comienza cuando el reconocido mago tenebroso Gellert Grindelwald (Johnny Depp) está en prisión gracias a que, en la primera parte, el magizoólogo Newt Scamander (Eddie Redmayne) logró desenmascararlo. No obstante al ser trasladado a otro establecimiento mediante un carro alado por Thestrals, el hechicero consigue escapar sin mucha dificultad. Tres meses después, Newt es contactado por Albus Dumbledore (Jude Law) para detener los planes de Grindelwald ya que él, por una razón hasta el momento desconocida, no puede encargarse del asunto. Sin poder salir del país y con la insistencia de su hermano Theseus (Callum Turner) para unirse al Ministerio de Magia Británico, Newt primero deberá reencontrarse con Tina (Katherine Waterston), que ahora está en otra relación y se convirtió en Auror. Luego de una primera entrega caracterizada por su sencillez y simpatía, donde no era ultra necesario haber visto los anteriores filmes de Potter para entender el argumento, “Animales Fantásticos: Los Crímenes de Grindelwald” llega a las pantallas para cambiar esa tonalidad que se venía manejando. Mucho más compleja, oscura y adulta, la película resulta fascinante desde el aspecto visual, donde la magia está más viva que nunca. Con unos escenarios imponentes de Estados Unidos, Inglaterra y Francia, los efectos utilizados son 100% creíbles lo que genera que nos sea súper sencillo volver a sumergirnos en el mundo no muggle. Por otro lado, tanto el diseño de vestuario como el maquillaje y peinado están cuidados al máximo detalle teniendo en cuenta la época en la que se desarrolla la trama. Las referencias para los más fanáticos están más que presentes en esta nueva producción, apelando a la nostalgia ya sea desde la música al entrar al Colegio de Hogwarts, los trucos de magia, personajes ya conocidos pero ahora con unos cuantos años menos y un villano que sería como el Voldemort de los años veinte. Johnny Depp se destaca con su interpretación de Grindelwald, personaje bien construido que tiene una mentalidad y objetivos súper claros. A la vez, este hechicero oscuro recuerda bastante a Adolf Hitler, ya que es increíble el poder de convencimiento que tiene al ser el centro de atención y dar un discurso. Eddie Redmayne sigue dándole a Newt Scamander la timidez que lo caracteriza, aspecto que se puede notar no solo en su manera de hablar sino también en sus movimientos corporales y miradas. Es casi imposible no empatizar con Newt, en especial por la relación que tiene con sus criaturas y la capacidad innata de ver siempre lo bueno en las demás personas, nunca buscando fama ni poder. A pesar de tener muchas escenas bien ejecutadas, que logran entretener y mantener el interés, la película dista de ser perfecta. Esto sucede en especial por la manera en la que está contada la historia, la cual no posee una edición que se caracterice por ser fluida. Es decir que, al haber tantos personajes con sus respectivas subtramas, los conflictos pierden peso y se entremezclan, dejando confuso al espectador. Además, la información relevante se otorga casi sobre el desenlace de una manera sumamente rápida y abrupta, lo que no la hace fácil de procesar para los que no están internalizados con las novelas de Potter. Aunque “Animales Fantásticos: Los Crímenes de Grindelwald” falle en su estructura narrativa y no tenga un título demasiado acertado, el espíritu extraordinario de la franquicia sigue estando presente, dejándonos expectantes por lo que vendrá. La aparición de nuevas criaturas tales como el Kelpie (caballo acuático con crines de junco) y el Zouwu (animal gigante originario de China), sumado al conocido y entrañable Escarbato, ya consiguen que su visionado en cine sea completamente placentero.
Les dejo una breve opinión sobre la segunda entrega de Animales Fantásticos 2: los crímenes de Grindewald nuevamente dirigida por David Yates (director de las últimas cuatro entregas de la franquicia de Harry Potter). En esta segunda entrega de una "especie de precuela de Harry Potter, crecen las referencias sobre todo hacía el final al primer mundo magico creado por creado por J.K. Rowling (Harry Potter) En esta ocasión seguimos en la década del '20 pero la escena se traslada a París, con avatares más entretenidos que la primera entrega pero que aún no terminan de explotar porque claramente están pensadas como saga y estas dos primeras parecen ser la presentación del conflico entre dos bandos claros de magos separados por la tradicional dicotomía de buenos y malos. Mientras en la primera entrega la división era más bien entre "magos y no magos" aquí los magos deberán elegir un bando dentro de su especie. En conclusión, si bien es entretenida lo más interesante sucede hacia el final, al igual que la participación del villano en cuestión ( j.depp) que está relegada principalmente al comienzo y final del filme, lo cual es paradójico teniendo en cuenta el título de la película. Además, le falta un poco de poder de síntesis para que no resulte extensa. Al igual que la primer entrega, se tiene la sensación de que carece de accion, que el argumento avanza y parece no suceder nada salvo hacia el final. Por supuesto su clausura nos deja expectantes para la próxima entrega donde parece aparecerá la acción propiamente dicha.
Los crímenes de Grindelwald": un filme atractivo, pensado para los fans de Harry Potter La segunda entrega de la saga creada por J.K. Rowling es una historia con tintes tenebrosos y atmósfera más gótica, que se aleja del clima festivo de la anterior película Después de asistir a la captura del poderoso mago oscuro Gellert Grindelwald en el final de la primera Animales fantásticos, el villano encarnado por Johnny Depp cumple su amenaza y huye dispuesto a reunir a su legión de seguidores para concretar su plan de gobernar a los seres no mágicos. Albus Dumbledore pretende desbaratar los planes de Grindelwald; así, convoca a Newt Scamander, su antiguo estudiante, quien acepta ayudarlo, sin saber los peligros que lo esperan. David Yates, especialista en trasladar el Universo de Rowling a la pantalla grande, hace su magia en este filme que da un giro de 180 grados con respecto a la entrega anterior, dejando de lado el humor físico y los climas coloridos para darle paso a una historia con tintes tenebrosos, una paleta de colores fríos y atmósfera más gótica. Depp es un Grindelwald fantástico, su presencia mete miedo, impone respeto y coloca al actor en un nivel interpretativo que parecía perdido en las aguas profundas y sobreactuadas de Jack Sparrow. Jude Law como un joven Dumbledore logra empatizar, en una composición que lo pinta a medio camino entre el docente ilustre y el investigador policial. Es sin dudas un personaje con muchísimos matices que todavía se reserva para las próximas entregas varios momentos de impacto. Eddie Redmayne vuelve al papel de Newt Scamander, y lo hace con ese carisma que lo vuelve irresistible. Noble, por momento dejando al descubierto cierta fragilidad emocional, valiente, apasionado, es sin dudas el alma de la historia. Junto a Katherine Waterstone, conforman una pareja cargada de química. Callum Turner (como el hermano de Newt), Dan Fogler, Zoë Kravitz, Ezra Miller (Credence es un personaje que seguro tendrá mucho más para dar) y el elenco en general acompañan al reparto principal en distintas secuencias en las que las bestias fantásticas también dirán presente, eliminando las limitaciones de los efectos digitales y logrando credibilidad y asombro. J. K. Rowling, autora del guion, indudablemente ha pensado en los fans del universo por ella creado, y ha plagado al filme de referencias, datos, nombres y hechizos que remiten a Harry Potter y la saga original. Los seguidores incondicionales disfrutarán de un plus que "Los Muggles" ignoramos. Una película mágica que hechizará a los espectadores desde el inicio hasta el último fundido a negro.
CUANDO LA REVELACIÓN NO SE PRODUCE Lo que ordena la puesta en escena de un film es el final. Y esto es así porque el final es ese lugar de llegada; es donde finalmente confluyen todos los sentidos del film. Así, la primera parte de esta historia termina en la bella confitería de Jacob. En sus delicias con forma de aquellos animales que cree haber visto, que intuye, que sueña; porque un hechizo se los hizo olvidar. En ese final, en esa confitería, en esas delicias con forma de animales, está cifrado quizá el sentido de Animales fantásticos y dónde encontrarlos. Es esa visión del mundo que sostiene la primera parte de esta saga, donde lo sagrado, aunque quiera ser ocultado, negado y destruido, permanece y aflora de las formas más extrañas y diversas. De formas secretas y milagrosas. Es la memoria borrada de Jacob la que guarda el secreto de eso misterioso que vio. Ya lo hemos dicho. La primera parte de esta saga es una verdadera delicia. La segunda en cambio no tiene rumbo. Y esto queda claro una vez que llegamos al final. Porque a lo largo del film se construyen unos cuantos enigmas que parecen tener un sentido definitivo; un sentido de revelación que nos permitirá comprender aquello que, al parecer, se oculta en los rincones del film. Sin embargo, nada de eso ocurre porque el relato no tiene final. O más bien tiene un final precipitado que busca explicar de manera burda y subrayada algo que ni siquiera intuimos, algo que no necesitamos. Podemos señalar muchas falencias del relato. Podemos decir que resuelve cosas sin explicar demasiado, que presenta excesivos personajes sin peso suficiente y que hasta tiene extrañas elipsis. Es decir, súbitos pasajes de una escena a otra, sin ningún tipo de continuidad espaciotemporal. Pero aun así durante la primera parte hay algo que mantiene al espectador con ansias de seguir a esos personajes que adoramos del film anterior. Pero, lamentablemente, una vez que llegamos al cementerio (gracias a un desprolijo corte de montaje), Grindelwald –con un aburrido discurso– nos explica por qué es malvado. Allí nuestras ilusiones se desvanecen como por arte de magia. Ya habíamos perdonado esos flashbacks ilustrativos que nos trasladaron un pasado sin sentido. Habíamos perdonado también la aparición de personajes que remiten a la otra saga, en pos de saber algo más. Pero esta secuencia final es imperdonable, como el maleficio. Que Grindelwald haga su despliegue de maldad, su discurso anti muggle, apelando a las imágenes de la Segunda Guerra Mundial y del hongo de fuego de la bomba atómica nos expulsa del mundo de la película. Nos impone una línea de relato que hasta ese entonces se mantenía fuera de campo. Algo que en la primera funcionaba a la perfección como parte de ese espejo entre el mundo mágico y el mundo no mágico; ambos cooptados por el capitalismo liberal, por la burocracia institucional, por la negación de lo sagrado. Situación especular que arrojaba como resultado la aparición de lo oscuro, lo sagrado, vuelto un ente demoníaco. En la parte final de este segundo film eso se vuelve alegórico, gritado, vulgar. Mientras que en la primera la guerra ocurría fuera de campo, aquí, al mostrarse de manera literal, se vuelve la obviedad más torpe del relato. Así, en ese desprolijo final donde nadie vence a nadie, donde los buenos se pasan porque sí al lado oscuro, donde el supuesto elegido para vencer al mal queda perdido entre tanto efecto especial, la película pierde su completo y absoluto sentido. La justificación de que es la segunda entrega de un relato en cinco partes no es suficiente para sostener semejante vacío en la trama. Tampoco para sostener un final que, lejos de realizar una construcción simbólica, nos deja afuera con una explicación burda y recargada. A lo que se le suma la vuelta de tuerca de la vuelta de tuerca, obviamente innecesaria. Si el film tuviera un verdadero punto de llegada, un final en el que los personajes, el pasado, el presente y los misterios confluyeran para construir un nuevo enigma, entonces esto daría paso natural a una tercera parte. Pero para que ello ocurra se necesita un film que entienda qué es lo que está narrando, y en cuyo final –más allá de aquellas cosas que quedan abiertas y a la expectativa del siguiente film– se cierren elementos fundamentales de la trama. Porque en esos elementos de la trama residen los misterios, reside el verdadero sentido del film. Una película sin final es una película sin dirección. La autora y el director se han olvidado de un aspecto central. De esa clave que es puesta en escena en la primera. Newt, el que entiende y sabe mirar más allá, el que protege y conserva a aquellos animales fantásticos, guarda en su bolsillo un pequeño animalito que es un tallo verde. Ese extraño ser, que tiene una relación especial con Newt, es el que posee ese sentido iniciático y secreto del primer film. Es el que resume el arco dramático que se construye a partir de Newt y los personajes que lo rodean. Porque el joven zoomago (como hemos leído por ahí) es en realidad un maestro iniciador que despierta a Jacob de su sueño no mago, llevándolo a recorrer los caminos de la verdad. Una verdad que se configura como lugar secreto y misterioso y que toma cuerpo en esas criaturas mágicas que Newt custodia. Eso, que era el eje central del primer film y que construía a Newt como el elegido para afrontar al mal, en este nuevo film queda apenas reducido a esa frase que dice Leta Lestrange: “Newt, en todo lo monstruoso ves algo bueno”. Aquello que Newt era en el primer film se ha perdido y olvidado en esta segunda entrega de la saga. Newt se pierde entre tantos personajes, vueltas de tuerca y referencias externas puestas para conformar a los seguidores del mundo Harry Potter. Perdido Newt en medio de tanta parafernalia, nos quedamos sin héroe, sin maestro iniciador y sin neófito –sin tallo verde– que iniciar. Y es que en la trama están latentes todas las posibilidades, porque ese joven Dumbledore podría ser el maestro del maestro, debido a que es, sin más, el maestro de Newt. Porque hay dobles pululando por la trama: hermanos de sangre, hermanos no reconocidos, hermanos separados por formas de mirar el mundo tan distintas como Newt y su hermano Scamander. Y sin embargo nada de esto se concreta más allá de frases sueltas que explican lo que la puesta en escena no logra elaborar. Quizá el único y verdadero momento sea cuando Newt doma a ese fabuloso dragón chino haciendo gala de sus conocimientos secretos. Es en esa grandiosa escena donde acción, personaje, sentido y efecto visual confluyen. El 3D es allí tan perfecto como pocas veces hemos visto, no por lo técnico sino por su función narrativa y dramática. Mientras miramos, los espectadores volvemos a vivir un poquito de aquél otro sentido; ese que se va perdiendo escena tras escena y que se desvanece en el final, cuando Gridelwald gana la película. Entendamos: el mal gana finalmente. Pero no en la trama sino en la operatoria simbólica del film. Gana la alegoría, gana el vacío y la literalidad. Entonces sentimos que todo está perdido. Y sin embargo, siempre podemos volver a mirar el primer film. Ver cómo Newt doma a esa tremenda rinoceronte en el Central Park, volver a mirar al fantástico hipogrifo, volver a la perfecta confitería de Jacob. Y allí sabremos que aunque nos lo quieran explicar de manera literal, nosotros ya lo entendimos antes. De manera secreta y misteriosa. Como ese perfecto neófito que tiene Newt guardado en su bolsillo.
“Animales Fantásticos: Los crímenes de Grindelwald”, de David Yates Por Jorge Bernárdez Animales fantásticos es el As en las manga que Warner y la creadora de Harry Potter sacaron para regalarle al público más historias de magos y a la productora una franquicia vinculada al joven brujo. Todo el proyecto se va a extender por cinco películas a razón de una cada dos años según el plan de negocios y hay que aclarar que la historia de Newt Scamander (Eddie Redmayne) se desarrolla años antes de la historia de HP. La primera película lograba captar a una parte del público que se había quedado afuera de la fascinación de la saga que hizo famosa a J.K. Rowling y lo hacía dando por sobreentendido que no tenía que explicar demasiado. Una de las quejas de los fanáticos de la saga original era que justamente no no había demasiados guiños para ellos. El asunto es que esta segunda parte subsana ese tema pero sigue adelante y al hacerlo gana. Lo primero que hace Los crímenes de Grindelwald es recuperar el territorio europeo como escenario de la historia y hasta hay un momento en el que lea trama pasa por Hogwarts (la academia donde se forman los magos) y claro, eso ya provoca debate en los foros de Harry Potter porque las minorías intensas son complicadas en política y en todos lados. Lo segundo que hace Rowling es darle protagonismo al villano, dejarle a Jhonny Deep espacio para abandonar definitivamente al personaje del pirata rockero y entonces el actor se hace cargo con soltura del asunto, dejando crecer a ese mago malévolo que odia a los que no lo son y que busca una linea de pureza entre los magos. Hay un descendiente de esa línea sin interferencia de la gente que no es del palo, huyendo por Europa que busca rearmar su árbol genealógico y hay un grupo de magos que lo busca. La película abandona el tono inocente de la primera parte, la comedia deja paso a una trama bastante oscura, Newt Scamander se encuentra con un amigo/jefe y es nada menos que Dumbledore que en su versión joven está representado por un muy firme Jude Law. Reaparecen los personajes de la primera pero atención, que al final hay sorpresas fuertes. Las dos horas veinte se disfrutan y el final deja con ganas de saber cómo sigue todo, pero para eso hay que esperar dos años, Mientras tanto en el mundo de Harry Potter se escuchan rumores de una posible película nueva con el elenco original para 2024 o algo así. Mucho menos tiempo que el que tuvieron que esperar los fans de Star Wars para volver a ver a Leia, Luke y Han Solo, así que no se quejen. ANIMALES FANTÁSTICOS: LOS CRÍMENES DE GRINDELWALD Fantastic Beasts: The Crimes of Grindelwald. Reino Unido/Estados Unidos, 2018. Dirección: David Yates. Int{erpretes: Eddie Redmayne, Jude Law, Johnny Depp, Katherine Waterston, Dan Fogler, Zoe Kravitz, Alison Sudol, Ezra Miller, Callum Turner, Claudia Kim, William Nadylam, Poppy Corby-Tuech, Kevin Guthrie, Brontis Jodorowsky y Victoria Yeates. Guión: J.K. Rowling. Fotografía: Philippe Rousselot. Edición: Mark Day. Música: James Newton Howard. Distribuidora: Warner Bros. Duración: 134 minutos.
Todo comienza de manera espectacular e impresionante debido a los efectos especiales, con el Escape de Grindelwald (Depp nuevamente en una atrapante interpretación, es un creador de personajes, a la vez es carismático y tiene un magnetismo especial con la cámara), este gran villano que se traslada a una París ambientada en los años 20, luego la acción va y viene por otras locaciones como: New York, Londres, Austria y Francia. En esta epopeya todo gira en torno a sus buenos personajes que van generando intriga, tensión y las luchas, con: Albus Dumbledore, quien regresa, él es Jude Law (tiene mucha presencia y se luce), Leta Lestrange (Zoë Kravitz), enigmática y misteriosa, Jacob Kowalski (Dan Fogler), Tina Goldstein (Katherine Waterston), Credence Barebone (Ezra Miller), Queenie Goldstein (Alison Sudol) y Theseus Scamander (Callum Turner), además siguen acompañando al protagonista las criaturas fantásticas. Se encuentra llena de personajes queribles y enmarcado dentro de una banda sonora, fotografía y una paleta de colores estupenda, se mantiene la magia y la fantasía, por momentos te conectas con la trama y en otros eso no se logra, porque su ritmo es algo irregular, las primeras secuencias son rápidas, luego cae la intensidad y nos encontramos ante momentos aburridos con un ritmo lento, y escenas demasiado largas con demasiados efectos, eso no siempre rinde. Esta es una de esas películas pensadas para los fans y con final abierto; nos resta esperar “Animales fantásticos 3” en el 2020, podría aparecer como niño el personaje de Hogwarts Rubeus Hagrid y de las ciudades elegidas podría ser Rio de Janeiro. Sigue “Animales fantásticos 4” en el 2022 y “Animales fantásticos 5” en el 2024, siempre bajo la dirección de David Yates (“Harry Potter 5 y 6, 7 Parte 1 y 2”).
La mueca distraída del mago Newt Scamander y su valijita llena de criaturas que despertaban más sonrisas que sobresaltos quedaron atrás. La segunda aventura de Animales fantásticos nos lleva cada vez más hacia un mundo oscuro, que exige de sus protagonistas decisiones mucho más serias. "Ahora sé en qué bando estoy", sentencia Scamander cerca del final. Quienes siguen con pasión las historias de J. K. Rowling saben muy bien hacia dónde nos lleva la historia. También David Yates, experto en el arte de distribuir sobre el tablero a los personajes (son cada vez más y de mayor complejidad) de un mundo que se va acercando cada vez más al origen, es decir a Harry Potter. El joven Dumbledore (un excelente Jude Law) es la bisagra maestra. Yates le da lugar y sentido a cada pieza, aunque a veces tenga que pagar el precio de algún exceso de sobreexplicaciones y sufra con la solemnidad de la Leta Lestrange de Zöe Kravitz. También saca lo mejor del gran villano encarnado por Johnny Depp, que después de mucho tiempo parece disfrutar de lo que hace. Y hay menos animales fantásticos que en la primera película, pero mucho más espectaculares. El relato funciona en su mítica grandilocuencia y hace inteligibles las razones que llevan a cada personaje a elegir su lugar y prepararse para las batallas que se avecinan. No es menor el mérito de insuflar de épica a una aventura que asume plenamente su condición de episodio intermedio.
MÁS CONFLICTOS, UN MUNDO MÁS REDUCIDO Las esperanzas que había generado Animales fantásticos y dónde encontrarlos se ven golpeadas por Animales fantásticos: los crímenes de Grindelwald, una secuela que deja un sabor amargo, porque pareciera evidenciar que hay ciertas lecciones que Hollywood, en su deseo de construir franquicias, no termina de aprender. Y cuando hablamos de Hollywood, también debemos incluir en este caso a J.K. Rowling, que parece enfrentarse a un dilema similar al que en su momento se enfrentó George Lucas con Star Wars: cómo expandir el universo que creó sin tener que estar constantemente retornando a la fuente de origen. Lo cierto es que Rowling elige la opción más cómoda, que es la de volver a tender puentes hacia la línea narrativa de Harry Potter, con el personaje del joven Albus Dumbledore (un Jude Law de taquito y apelando a todo su carisma) como lazo principal, aunque se sumen varios nombres y apellidos más. Esa supuesta comodidad en seguir explotando los orígenes y pasados de varios personajes emblemáticos no deja de tener sus complicaciones, porque implica acumular enigmas, eventos y revelaciones que apenas si se sostienen en su verosimilitud y que en verdad no dejan de funcionar como meros guiños. Es verdad que la autorreferencialidad ya estaba presente en la primera parte, pero ocupaba un lugar secundario, porque lo más relevante era la presentación de un mundo en expansión y varios personajes nuevos, donde el que claramente funcionaba mejor era el del muggle Jacob Kowalski, porque ocupaba el lugar del espectador en su mirada fascinada. Pero en Los crímenes de Grindelwald la cita pasa a ocupar un lugar primordial, relegando a la pulsión por la aventura y la fantasía que caracterizaban a su predecesora. Esto está también vinculado a un patente cambio de tono, porque el guión de Rowling se vuelca con decisión al drama atravesado por lazos familiares, pasados traumáticos, vínculos de lealtad y traición, y romances que coquetean con lo trágico. Pero esa apuesta no llega a funcionar apropiadamente porque depende demasiado de las vueltas de tuerca y revelaciones de último momento –la media hora final es un compendio de giros en la trama-, en vez de un desarrollo complejo y profundo de los conflictos que atraviesan a los personajes. Representativo de esto es lo que sucede con Grindelwald –ese villano al que todos siguen y persiguen-, al que Johnny Depp interpreta con la misma metodología que Law: es un personaje que la juega de ambiguo, elusivo y manipulador, pero que también es víctima de las idas y vueltas de la película, que no termina de atreverse a definirlo a fondo, como si quisiera esconder secretos que deberían salir a la luz en futuras entregas. Porque claro, Los crímenes de Grindelwald es un film demasiado consciente de que la partida es larga, que hay todavía tres películas más por estrenar para completar la saga y que se guarda muchas cartas, reservando lo mejor para otro momento. El problema es que eso lo condena a depender en demasía del espectador fiel y fanático, que es el que puede entender todo el conjunto enciclopédico de referencias que se van acumulando durante toda la narración. Fuera de eso, la película solo tiene para ofrecer solvencia técnica y chispazos aislados: una excelente dirección de arte; momentos imaginativos desde la presentación de criaturas fantásticas; una secuencia donde impacta apropiadamente la tensión romántica entre Newt Scamander y Tina Goldstein; sólidas actuaciones; y una puesta en escena impersonal pero que no desentona. De ahí que ocurra la lógica: a pesar de su gigantismo en su despliegue de tramas y personajes, Los crímenes de Grindelwald termina siendo reduccionista, desperdiciando el potencial de un universo con capacidad para expandirse mucho más.
Para no abrumar con tanta data, que podrán encontrar en cada minuto de Animales fantásticos: Los crímenes de Grindelwald, sólo conviene anticipar que este nuevo capítulo del spin-off de Harry Potter arranca en la instancia final de la detención del villano del título en Nueva York, y su inmediato traslado a Europa. Una espectacular fuga en los primeros minutos de esta película, encamina al oscuro mago (Johnny Depp) hacia París, donde pretende hallar al personaje clave para consolidar su poderío en el mundo. Mientras tanto, el buenazo de Newt Scamander (Eddie Redmayne), recibe por parte de su ex maestro de magia Albus Dumledore (Jude Law), la misión de interceder en ese encuentro. En primer lugar, es pertinente decir que este episodio de la saga Animales fantásticos no se caracteriza por ser abiertamente inclusivo. Dicho de un modo más directo, quien no haya visto la entrega inicial de la franquicia, se sentirá a la deriva en varios momentos del film. La autora y co productora J.K. Rowling se ocupa específicamente de mantener expectantes a sus incondicionales fans del universo de Harry Potter, y no se muestra interesada en ir a la conquista de nuevos adeptos. Aquellos niños y adolescentes que crecieron con las aventuras del joven mago entre 2001 y 2011, a lo largo de ocho capítulos, hoy están cerca de las tres décadas. Por lo tanto, la pátina lúdica de esos films muta ahora en una atmósfera más oscura, que incluye algunas alegorías políticas. La franquicia de Harry Potter fue labrada en la primera década del siglo XXI, tiempos atravesados por múltiples ataques terroristas que se extienden hasta nuestros días. Sin embargo, no resultaba pertinente ni orgánica la introducción tangencial de ese flagelo en la trama de la saga. En cambio ahora, esos pequeños de comienzos del nuevo milenio, son adultos jóvenes con una mirada empañada de información. Animales fantásticos coincide con ese umbral en que la inocencia es cosa del pasado, y se adentra en metáforas vinculadas al creciente brote de neofascismo en el mundo. Que el villano de la historia sea un Johnny Depp en su momento artístico y personal más cuestionado, tras las acusaciones de violencia doméstica por parte de su ex pareja, agrega una dosis de sombra y desconcierto. Recordemos que J.K. Rowling ha abrazado con fervor la causa feminista. En un comienzo, Animales fantásticos fue pensada como una trilogía, pero luego se optó por una ampliación a cinco episodios. Por lo tanto, la aún la flamante nave tiene tres eslabones más por recorrer. Como reflejo de una humanidad que deambula entre la frialdad y el escepticismo, esta nueva franquicia que mantiene conexiones con el universo de Harry Potter, ha perdido la frescura de su origen mágico, para transformarse en un rígido manual de datos para eruditos. Obviamente, en este capítulo hay varias secuencias espectaculares, incluyendo dos o tres rodadas con notable inspiración, pero la acumulación de información, nuevos personajes y múltiples subtramas, erosiona la segunda hora de esta entrega, que de todas formas termina por lo alto; y eleva las expectativas que había dejado el poco convincente film debut. Que David Yates vuelva a estar en la dirección, ya por sexta vez, si contamos las 4 películas de Harry Potter que capitaneó y las dos de Animales Fantásticos; es un sello que puede oscilar entre la garantía de excelencia y la inocuidad de la zona de confort. El realizador lleva más de una década navegando el universo creativo de J.K. Rowling, y todavía tiene seis años más por delante para completar su labor en esta odisea. Ser un profundo conocedor de cada detalle de los trucos de la escritora, y de la recepción de sus efectos por parte del público, es un poder que podría potenciar el resultado de los próximos films; o también llevar a que el interés caiga en el abismo de un formato demasiado esquematizado. De momento, Animales fantásticos: Los crímenes de Grindelwald es un digno puente hacia el porvenir de la saga. Seguramente el personaje interpretado por Jude Law cobrará mayor vuelo, así como también algunos secundarios que en esta oportunidad son apenas esbozados. También habrá que ver cómo evoluciona la bondadosa actitud de Newt y su valija de animales alucinantes, en el curso de un relato que avanza inexorablemente hacia zonas cada vez más tenebrosas. Teniendo en cuenta que esta historia se acerca a premisas y planteos del mundo adulto contemporáneo, queda como materia pendiente que las mujeres sobrepasen el rol de laderas de los protagonistas, para cobrar mayor entidad y autonomía. Por el momento, Rowling orquesta este nuevo episodio de su franquicia sobre conceptos como linaje y tiranía, anclados a fines de los años '20 del siglo pasado, es decir los tiempos del ascenso del fascismo; que conectan con la creciente amenaza de totalitarismo que atraviesa nuestros días. Más allá de la ficción, el universo mágico de la aclamada autora británica, también es reflejo de un cambio absoluto en la configuración de las plateas de las salas de cine. Hasta hace poco tiempo, el público que más sostenía la industria del entretenimiento en la pantalla grande, era el adolescente. Sin embargo en estos últimos años, ese espectador teen se ha volcado a consumir todo tipo de contenidos audiovisuales vía streaming o redes sociales. Por lo tanto, y como sucedió hace varias décadas tras la irrupción de la televisión, el adulto joven, ese segmento que hoy se ubica entre los 27 y los 34 años, parece ser el vehículo de salvación de un negocio que lucha con un espectro de competidores cada vez más variado. En el siglo pasado, la estrategia de Hollywood a fines de los '60 y principios de los '70, fue la de producir películas intensas y cuestionadoras, para atraer a ese público que no se sentía seducido por la conservadora propuesta de la TV. En aquella era, surgieron títulos que hoy resultarían impensables en la gran industria. Films potentes y sombríos como Busco mi destino, Perdidos en la noche, Los perros de paja y El graduado; amasaron fortunas en la taquilla, a la vez que produjeron un auténtico cambio de paradigmas, en medio de una sociedad que se mostraba abatida por la caída de la utopía hippie y la inminente derrota en Vietnam. En este presente, el planeta también gambetea en un escenario bastante convulsionado. Pero más allá de las mencionadas alegorías políticas, lo que define la conexión de este relato con los tiempos que corren, es la supervivencia y el bienestar de un selecto grupo. Lejos de la fresca masividad de Harry Potter, aquí no hay espacio para el disfrute de trucos ingenuos. Solamente los eruditos podrán pertenecer a la casta de Animales Fantásticos. Una pirueta que lejos de ser arbitraria, es fiel espejo de un mundo cada vez menos inclusivo. J.K. Rowling cumple con cuidar a esa legión de seguidores que optó por dejar atrás el asombro para instalarse en un cauteloso cinismo. Ya no hay lugar para foráneos ni advenedizos. Fuera del círculo de los elegidos, la magia se desvanece. Fantastic beasts: The crimes of Grindelwald / Estados Unidos-Reino Unido / 2018 / 134 minutos / Apta para mayores de 13 años / Dirección: David Yates / Con: Eddie Redmayne, Johnny Depp, Jude Law, Ezra Miller.
Una nueva parte de la historia del mundo mágico se ha revelado y nos revelan el preludio a uno de los eventos más importantes de la historia del mismo.
El mundo Harry Potter creado por J. K. Rowling vuelve este año con la segunda parte de Animales Fantásticos: Los crímenes de Grindelwald. El malvado mago Grindelwald (Johnny Depp) escapa de los aurores para poner en marcha su plan de crear un mundo dominado por los magos de sangre pura. Para eso busca el apoyo de Credence (Ezra Miller) un joven que sigue tratando de descubrir su verdadero origen. A la par, Newt Scamander es asignado por Dumbledore para encontrar al joven antes que Grindelwald, a pesar de que tiene el ministerio de magia en su contra. Toda precuela de una saga cae en el problema de que el espectador conozca el fin de la mayor parte de la historia que tratan de contar. Sucedió con El Hobbit y vuelve a pasar con Animales Fantásticos. Pero este no es el único problema del film. Mientras que la primera parte podía pecar de simple, sí intentaba construir el mundo de Newt Scamander y sus exóticas criaturas. En este nuevo film suma a personajes claves de la saga Harry Potter y comienza a demostrar que necesita del éxito de la original para mantenerse. En cuanto a los personajes, Scamander (Eddie Redmayne) sigue estando fuera de lugar en la historia. No tiene el protagonismo que intentan forzar en la película. No hay un dilema en su triángulo amoroso entra Leta Lestrange y Tina Goldstein. Jacob y Queenie juegan un papel totalmente secundario. Finalmente, Grindelwald (Depp) y Dumbledore (Jude Law) no tienen mucho tiempo en pantalla (seguramente para exhibirlos más en los próximos filmes). En cuanto a su historia, que gira en torno a la identidad de Credence, parece más una excusa para unir los eventos entre la primera y la próxima película, quedando en el olvido todo lo que sucede en esta segunda parte. El mundo creado por Rowling es cautivador, sus locaciones, animales y personajes son únicos. La vuelta a Hogwarts y el escape de Grindelwald son los puntos fuertes del film.
Hace dos años comenzó un nuevo camino cinematográfico de magia y hechicería, cuando se estrenó “Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos”, un spin off del mundo de Harry Potter. En este caso, llegó a las salas la secuela del mismo, donde sigue nuevamente las aventuras de Newt Scamander, un magizoólogo. Luego de su paso conflictivo por Estados Unidos, el Ministerio de Magia de Inglaterra no quiere darle permiso para salir del país para continuar con su investigación de animales fantásticos. Es así como será convocado por un joven Albus Dumbledore a viajar a París, con el objetivo de cuidar a Credence Barebone, un joven con un gran poder oscuro en su interior que busca su verdadera identidad y que será reclutado por el malévolo Grindelwald que recientemente escapó de la cárcel. Desde antes de estrenarse la primera parte de “Animales Fantásticos” se supo que esta nueva historia tendría alrededor de cinco films. Mientras que la cinta antecesora sirvió como una buena introducción al nuevo mundo fantástico y a los protagonistas y antagonista, esta segunda entrega funciona como una transición a lo que vendrá. ¿Por qué? Por un lado tenemos la presentación de muchos personajes secundarios, quienes generan que la trama avance pero que no están tan profundizados. Entre ellos nos encontramos a Nagini (una mujer que recibió la maldición de convertirse en serpiente, un famoso personaje que habíamos visto en “Harry Potter”, de una manera distinta y que fue una revelación desde antes del estreno de este film), Leta Lastrange (un apellido también muy conocido en el mundo de la magia), Theseus Scamander, el hermano de Newt; Nicolas Flamel (a quien recordamos por la piedra filosofal en la primera entrega del joven mago), entre otros. A partir de nuestro conocimiento previo podemos intuir algo de la historia de aquellos personajes relacionados con “Harry Potter”, pero en la película no se abordan más que sus acciones del presente. Se intenta ahondar en algunos de ellos a partir de flashbacks para generar algún tipo de empatía con el público, pero la realidad es que no se sienten tan cercanos como sí los personajes presentados en la primera película. Es por eso que podemos creer que en el futuro tendrán mayor peso en la trama, pero por el momento no sabemos mucho más de ellos. De todas maneras, la película nos mantiene tensos y atrapados durante las 2 horas 20 de duración, aunque recién en el tercer acto nos encontramos con la verdadera acción que involucrará a todos los personajes relevantes de la historia. Tal vez este ritmo también tenga que ver con el antagonista al que se enfrentan, ya que no es tan confrontativo como Voldemort, que iba más a los actos, sino que Grindelwalt es mucho más psicológico y manipulativo y, nuevamente, se encuentra recién en los primeros pasos de reclutamiento a sus seguidores. La guerra se siente latente pero todavía falta para que se desarrolle. Con respecto a la esencia del film, que son los animales fantásticos, no tenemos tanta presencia de ellos como en la primera parte. Se presentan algunos pocos más, donde uno de ellos tiene realmente relevancia dentro de la historia, y vuelven otros que supieron ser los más populares y queribles, que acá funcionan para descomprimir la tensión con su comedia y ternura. En cuanto a las actuaciones, ya habíamos visto anteriormente cuán funcional era Eddie Redmayne como Newt Scamander, plasmando esa inocencia, bondad y actitud aparatosa que le impide relacionarse completamente con los humanos (a diferencia de como lo hace con los animales) y que genera risas en varias ocasiones, pero esta vez se le suman de una manera muy correcta Johnny Depp como el villano y Jude Law, sobresaliendo como el joven Albus Dumbledore, retratando esa esencia que mezcla el misterio, el poder y la sabiduría. El resto del elenco también se encuentra muy bien. Por otro lado, en esta oportunidad tenemos varios guiños a las películas de “Harry Potter”. Además de los personajes mencionados anteriormente, escuchamos la clásica música en varias instancias, como también vemos, sobre todo en modo de flashbacks varios elementos de este universo, apelando a la nostalgia del público. De todas formas, la cinta se vale por sí misma. Con respecto a los recursos técnicos, no quedan más que halagos. “Animales fantásticos” es una superproducción en cuanto a los efectos especiales (la recreación del mundo mágico y la construcción de los animales). Sigue prevaleciendo el tono oscuro de la ambientación, haciendo alusión a la búsqueda de dominación total de Grindelwald. En síntesis, si bien “Animales Fantásticos: Los Crímenes de Grindelwald” significa una película de transición dentro de este nuevo universo, proporcionando una cinta sin tanta acción hasta su tercer acto y la presentación de una gran cantidad de personajes, con sus propias subtramas, que están un poco desaprovechados y profundizados, es una buena preparación para lo que vendrá en las próximas cintas. Una historia entretenida que se sustenta de las buenas actuaciones y actores reconocidos y una gran construcción de la ambientación y la utilización de efectos especiales. Y un final que dejará reflexionando y teorizando a todos los espectadores por su sorpresa e impacto.
Segunda entrega de la saga-precuela de “Harry Potter”, otra vez con Eddie Redmayne como el zoólogo fantástico devenido agente secreto de ocasión y un malvado (Depp) que quiere dominar el mundo, como corresponde a alguien con poderes mágicos y exceso de agua oxigenada en la cabeza. Pues bien, más allá de que hay giros sorpresa dando vueltas en la película especialmente insertados para fans, es otro ejemplo de cómo la Máquina Hollywood genera sus productos. Hay de todo: alguito de terror, animalitos tiernos y divertidos; animalotes peligrosos; el famoso “vamos a metaforizar sobre el mundo actual político y que Depp sea un demagogo a lo Trump, llegado el caso”, que tan bien viene para sumar al adulto que todos llevamos dentro; efectos especiales; algo de humor y mucho movimiento. ¿Es esto especialmente malo? No, el problema de un buen plato no reside en sus ingredientes sino en qué cantidad de cada uno lleva. En este sentido, “Animales…” se parece mucho más a una picada que a un plato gourmet: muchas cosas, un poco de cada una y falta de intensidad en general (muchas veces confundida con el excelente diseño de sonido, fruto de ingeniería, que suelen tener estas películas). Se la pasa bien, quizás alguno quiera saber qué viene en la próxima entrega, y se sale del cine pensando si el café lo vamos a pedir solo o cortado, o si mejor arrancamos por un helado y de qué sabor.
TIEMPOS DE BANDOS “Va a llegar un momento en el que todos tendremos que elegir un bando. Incluso tú Newt”, le confiesa su hermano mientras lo abraza en los pasillos del Ministerio de Magia británico y le advierte que lo están espiando. Si bien la escena aparenta ser trivial, en verdad anticipa la lógica narrativa de la película, es decir, una construcción fragmentaria donde se combinan micro- relatos, la aparición de numerosos personajes, subtramas no resueltas, nexos con Harry Potter y la idea de un tiempo muggle muy reconocible –el período de entreguerras con matices hacia la Segunda Guerra Mundial–pero pausado. Estos rasgos acentúan su carácter transitorio ya que la puesta en escena y el despliegue de personajes preparan a los espectadores para los siguientes tres filmes que cierran la historia previa a la saga del mago con cicatriz de rayo en la frente. Tal vez por eso, Animales fantásticos: Los crímenes de Grindelwald se distancia de la antecesora para asemejarse narrativa y visualmente con Harry Potter y la orden del fénix, Harry Potter y el misterio del príncipe y Harry Potter y las Reliquias de la muerte (parte 1 y 2). En principio comparten el empleo de un tono más oscuro a la hora de desarrollar la trama que no sólo enfrenta a los personajes contra sus propios miedos y deseos, sino también los obliga a seleccionar un lado que los define dentro de la comunidad y en medio de una guerra determinante para quienes poseen magia y los que no. Esto no quiere decir que los buenos y malos estén completamente fijados; por el contrario, muchos titubean, dudan, desconfían, se sienten rechazados o diferentes y se inclinan por algún camino gracias al poder persuasivo de los voceros, a un ideal o al miedo. Otro de los recursos reiterados tiene que ver con la vertiginosidad de ciertas acciones en las búsquedas personales, conquistas de poder o misiones para derrotar al enemigo. David Yates retoma, por ejemplo, el uso del Ministerio de Magia –en este caso, el francés– y al cementerio como lugares característicos de señuelos y de empoderamiento del mal. Al mismo tiempo, la visita de Credence y Nagini a una casa antigua maneja la misma tensión que aquella a la casa de Bathilda Bagshot y el escape de Grindelwald al comienzo mezcla velocidad, con cámara en constante movimiento y cambios de aspecto de los personajes que recuerdan a otras entregas. Estos movimientos bruscos y, por momentos excesivos, ya forman parte del sello del director en el filme anterior. El guion establece numerosos guiños con los libros de Harry Potter. El más evidente de todos es la aparición de Hogwarts con su música distintiva y el interior, donde a través de flashbacks se lo ve a Albus Dumbledore joven como profesor de Defensa contra las Artes Oscuras enseñando a los alumnos a defenderse de un boggart, una escena que remite al profesor Remus Lupin, aunque en este caso los no-seres no resultan tan atemorizantes como en la saga. El otro objeto importante es el espejo de Oesed, aquel que muestra los deseos más profundos de quien lo mira, que explica desde la intimidad del mismísimo director el vínculo con el villano. Hay una serie de elementos conectores más fugaces como la varita de sauco, la poción multijugos, la piedra filosofal, el trasladador, entre otros, y dos semejanzas entre los Señores Oscuros: por un lado, la mascota que lo acompaña (aunque la tire por el carruaje) y, por otro, la confesión de Newt al director hacia el final, es decir, que Grindelwald desprecia o descarta lo simple. Esa frase se vincula con el repudio de Voldemort hacia el amor y a los sacrificios por los seres amados. En esta oportunidad, título y relato no terminan de concordar porque los animales fantásticos quedan relegados a un segundo plano, aunque la cámara se detenga en los efectos visuales del estudio del magizoologista, en el circo o en un esporádico encuentro con alguno de ellos. Inclusive se desaprovecha la revelación de Nagini como maledictus, es decir, una mujer condenada a convertirse en serpiente por una maldición sanguínea hasta el momento en que permanecerá como reptil por siempre. Mientras que la figura de Grindelwald crece, a pesar de no ser un villano tan desbordante y de que los crímenes prometidos no sean más que muertes caprichosas para escapar de la cárcel, ocupar una casa o empezar a delimitar el círculo de aliados. De todas maneras, resulta indiscutible la necesidad de tomar partido. ¿Sabrá cada uno escoger la decisión correcta? Por Brenda Caletti @117Brenn
Una continuación que baja de calidad LLegó una de las películas más esperadas del año y la verdad es que dejó un gustito un poco amargo. No es mala, pero luego de la primera parte creo que todos esperábamos algo más compacto, de mayor impacto y calidad en la narración. El resultado final de "Los crímenes de Grindelwald" es irregular, un tanto disperso, con buenos y malos momentos, pero con algunos baches en la trama que terminan haciendo ruido. Vamos a desmenuzar un poco la cosa. En primer lugar, siempre es lindo volver a ver ese mundo mágico que creó la escritora J.K. Rowlings. Los linajes de magos, su relación con los no magos, los encantamientos, la organización social que tienen, la bestias fantásticas, los personajes y todo lo que tiene que ver con ese mundo de aventuras que nos transporta a un lugar increíble y del cual somos fans. Habiendo dicho esto, creo que en particular los personajes de la saga de "Animales Fantásticos" son más complejos y están mejor confeccionados que los de "Harry Potter", pero en esta segunda parte aparecen mucho más improvisados, artificiales y con exageraciones en sus personalidades. Por un lado el atormentado Credence (Ezra Miller) sigue sin conseguir lo que busca y se vuelve bastante pesado de ver, con una actitud infantil y que provoca más rechazo que empatía. La relación entre el joven Dumbledore (Jude Law) y su némesis Grindelwald (Johnny Depp), se mantiene muy en la superficie y el estudio no se anima a profundizar en esa especie de bromance entre ambos, lo mismo sucede con el triángulo amoros de Newt (Eddie Redmayne), Leta (Zoe Kravitz) y Theseus (Callum Turner). Si nos enfocamos la historia en particular, su premisa es ambiciosa y plantea un desenlace que logra tensionar, pero las motivaciones de varios de los personajes para estar de un lado o del otro (bueno o malo) son poco claras y hasta torpes. Hay algunas sorpresas que son bien recibidas en este sentido, pero la forma en que se manejó la selección de bandos me hizo un poco de ruido, sobre todo el melodrama que tiene lugar sobre la reunión de magos que convoca Grindelwald. En esta secuencia creo que el personaje de Leta llega a parecerse en pesadez al de Credence. Por lo demás, todo muy lindo y bien creado. Efectos especiales muy logrados, bestias fantásticas que se suman a nuestra biblioteca mental del cine y algunas escenas de acción muy dinámicas y entretenidas. Una continuación que si bien se deja ver y divertirá a sus seguidores, baja un escalón en lo que a calidad narrativa se refiere. Ojalá la siguiente entrega logre acomodarse nuevamente y nos entregue un producto más redondo.
Critica emitida por radio