¿Flores a mí? Resulta por demás curiosa la imagen que las clases medias y altas europeas tienen de sí mismas: hablamos de esa típica burbuja socioeconómica apuntalada en ideales utópicos de perfección que funcionan como fachada de las miserias habituales de la humanidad en su conjunto, aunque en este caso volcadas hacia la autoindulgencia, la sequedad emocional, el seudo progresismo de siempre, la reverberación discursiva y una gran insensatez en lo que respecta a las relaciones familiares. Cuando el fuego de las protestas comunales y la marginalidad circundante amenaza con acercarse a sus mansiones, una y otra vez regresan cual infante caprichoso a la fantasía de la “metrópoli imperial” de antaño, situación que reinstala la xenofobia y despeja el terreno para una nueva victoria electoral de la derecha. La “cinematografía nacional” que más ha trabajado estos tópicos es la francesa, ya que los galos son unos verdaderos especialistas tanto en el retrato del egoísmo snob de raigambre sectorial como en la apología -más o menos consciente- de ese ombliguismo pedante que termina derivando en una autodestrucción simbólica o reconversión moderada en lo que hace a los intereses/ estrategias de clase. Los ejemplos son cuantiosos y se parecen mucho a nivel formal, al punto de que en ocasiones cuesta diferenciarlos. La presente Antes del Frío Invierno (Avant l’hiver, 2013) no sólo combina las perspectivas crítica y celebratoria en igual medida sino que además no se decide entre el drama de alcoba, el thriller de invasión de hogar y la tragedia rimbombante centrada en el “crepúsculo” de otro burgués soporífero. Aquí nos reencontramos con dos figuras harto repetidas en esta suerte de “subgénero” que definitivamente tiene una gran llegada en el circuito de festivales internacionales del viejo continente: hoy Daniel Auteuil y Kristin Scott Thomas interpretan a un matrimonio acomodado que entra en crisis en primera instancia por el arribo de misteriosos bouquets sin remitente y luego por la aparición de Lou (Leïla Bekhti), una joven -que trabaja en un bar y ejerce la prostitución- a la que el personaje de Auteuil adjudica la responsabilidad de las inmerecidas flores, lo que conduce a un andamiaje ciclotímico de amor/ odio por parte del hombre hacia la señorita. La linealidad narrativa y la torpeza con la que se administra el triángulo amoroso impiden un desarrollo verosímil de la “conciencia social” en cuestión. Lamentablemente Philippe Claudel, un escritor devenido guionista y director, encasilla el relato en una levedad indeterminada, no profundiza en los aspectos más grises de los protagonistas, divaga demasiado con escenas inconducentes y para colmo establece un pulso aletargado que ni siquiera podemos calificar de “meticuloso”, gracias a que en realidad se asemeja a su homólogo de la comedia indie norteamericana de inflexión abúlica. Desaprovechando el catalizador por antonomasia, la tercera en discordia, y obviando en buena medida la premisa inicial vinculada al suspenso hitchcokiano, refritada por ejemplo en Caché (2005), lo único que queda en pie para rescatarnos del tedio es la interesante actuación del elenco, el cual ayuda a que lleguemos a regañadientes al final de la película…
Pequeña amapola. Una vez que la vida es recorrida hasta su hartazgo solo los sueños permanecen, incumplidos, impolutos, deshaciéndose tras la brisa de un tiempo que se esfuma. Antes del Frío Invierno, el tercer film del director y guionista Philippe Claudel, es una historia sórdida sobre el amor y los sueños en la que la vida se les escurre a los personajes mientras siguen viviendo sus pequeñas mentiras íntimas. Paul (Daniel Auteuil) es un respetado neurocirujano con un buen pasar económico. Junto a su esposa Lucie (Kristin Scott Thomas), viven en una hermosa casa en el campo una existencia desprovista de complicaciones. El cariño entre ambos parece genuino, pero un encuentro inesperado con una muchacha que dice haber sido su paciente trastoca todo. Paul comienza a recibir flores en el hospital, en su consultorio y en su casa, y comienza una sospecha paranoica que lo lleva a perder el control. Con una cadencia sobria, la película va destruyendo el idilio manchando la felicidad, poniendo obstáculos que crecen exponencialmente; así los personajes son ignorantes de todo lo que ocurre a su alrededor. La verdad es sugerida al espectador pero ocultada a los protagonistas, que viven en la más completa oscuridad. Una vez que los sueños ya no están, y antes del frío invierno, las brisas del otoño llenan el ambiente de indagaciones sobre la vida y todo llega a su fin. Sin definirse, Antes del Frío Invierno recorre el drama y el suspenso con silencios, gestos, ausencias y presencias que en realidad están en otro lugar para crear un relato cuya profundidad se va perdiendo a medida que la historia demanda una definición. Las actuaciones de Daniel Auteuil, Kristin Scott Thomas y Leïla Bekhti son muy buenas. La música acompaña templadamente la historia que transcurre bajo la excelente labor de fotografía de Denis Lenoir y un gran diseño de interiores de Samuel Deshors. Como una especie de contracara del director de nacionalidad austríaca Michael Haneke, Philippe Claudel ofrece una salvación ad hoc a todo este drama. Lo que parece no ir a ningún lado en realidad tiene una razón y al final hay una explicación que redime. Lo que parecía perfecto vuelve a una aparente normalidad, pero nunca es lo mismo. Las experiencias de quiebre y límite siempre transforman a los individuos. La muerte se mezcla así con la nostalgia y los protagonistas bailan una danza embriagadora de la que no pueden escapar. En el final, llega el verdadero homenaje a Caché (2005) de Haneke y al espíritu de su cine desesperanzador. Toda la vida es una búsqueda, tal vez la respuesta a todo esté en una pista, en una pequeña amapola perdida en un cassette.
Antes del frío invierno (Avant l’hiver) es la nueva película de Philippe Claudel (Il y a longtemps que je t’aime), un drama con tintes de thriller protagonizado por Daniel Auteuil y Kristin Scott Thomas. Boquitas pintadas de rojo carmesí Paul (Daniel Auteuil) es un adinerado neurocirujano y está casado con Lucie (Kristin Scott Thomas). Ella es jardinera y ha organizado su vida en función de su marido para acompañarlo. Tienen un matrimonio estable, pero desgastado, hecho que se hace evidente cuando llega una joven a la vida de Paul. La joven en cuestión se llama Lou (Leïla Bekhti), trabaja en un bar y allí aborda a Paul diciéndole que ella su paciente hace muchos años. Él no le presta mucha atención a este comentario, pero más tarde se encuentra con ramos de rosas rojas en su consultorio médico y en su casa, regalo que se repetirá una y otra vez. De aquí en más, Paul entabla una extraña relación con Lou y empieza a comportarse de manera rara, lo que preocupa mucho a Lucie. Boquitas azules, violáceas, negras La premisa inicial funciona, sobre todo porque en la primera escena de la película lo tenemos a Paul respondiendo preguntas sobre una joven, en lo que parece ser una comisaría. Claramente, esta joven es Lou, y le pasó algo. Pareciera que el drama le deja su lugar al thriller, pero se queda a mitad de camino, sin profundizar en los aspectos más interesantes. El manejo del triángulo “amoroso” no se sostiene muy bien, hay escenas que no llevan a ningún lado y poco aportan al film. A su vez, es poco verosímil el comportamiento del personaje de Daniel Auteuil, pasa del enojo por las docenas y docenas de rosas que le regala Lou, a pasarse una tarde entera hablando con ella, sin indagar en el porqué de dichos regalos, que más que halagar, asustan. Entonces se vuelve muy difícil identificarse con Paul (no descarto que esa sea la intención de la película). A nivel actoral, no hay nada que achacarle, Daniel Auteuil (que cada día está más parecido a Tom Wilkinson), Kristin Scott Thomas y Leïla Bekhti están correctos en pantalla y son el sostén de la película. Por un momento pensé que iban a buscar una excusa en la trama para que Kristin Scott Thomas hablara en inglés (como pasa con Gabriel Byrne en El tiempo de los amantes), por suerte no sucedió. Conclusión Antes del frío invierno es un drama soporífero, que no profundiza demasiado en lo más rico de las emociones de los personajes y maneja a duras penas el supuesto triángulo amoroso. A su vez coquetea con el thriller, pero no se le anima. La película se sostiene por las actuaciones de los protagonistas y por el planteo inicial. Lamentablemente, Antes del frío invierno pasa sin pena ni gloria.
La casa del silencio Antes del frío invierno (Avant l'hiver 2014), la nueva película dirigida por el afamado escritor francés Philippe Claudel, es una exploración profunda a lo que yace debajo de la vida de un hombre que está en la cúspide de su vida. Con un lenguaje pausado y detallado que poco a poco llena el film de intensidad y misterio, los elementos se van volviendo dudas a lo que solo se responde con silencio. Así el espectador tiene que producir sus propias respuestas. Iniciando como una historia de amor, se convierte en un thriller psicológico para sigilosamente llegar a la tragedia. Paul (Daniel Auteuil) es un neurocirujano de unos sesenta años que tiene una vida rutinaria, muy bien organizada. Todos los días va a trabajar y luego regresa a casa donde lo espera Lucie (Kristin Scott Thomas) su tranquila esposa, quien cuida el jardín y disfruta de una vida casera. Ambos son y parecen felices pues tienen una vida, si bien silenciosa, cercana a la perfección. Sin embargo, un día Paul comienza a recibir ramos de rosas rojas en cada lugar que son parte de su rutina. Lo que al principio solo parece un detalle curioso se va volviendo un misterio que va socavando en su estado mental, hasta que aparece Lou (Leïla Bekhti), una chica que asegura haber sido operada de amígdalas cuando era chica que le guarda aprecio al doctor. Desde ahí, toda la vida de Paul en su inmensa y onírica casa, parece comenzar a temblar y a desbaratarse. Sin duda lo más llamativo es la presencia de Daniel Auteuil quien es perfecto para interpretar este tipo de personajes, ya que la mirada y el silencio, hacen justamente que todo lo oculto y lo no dicho, se vuelva más relevante. Además su integridad se pone en juego cuando algo se sale de las normas sociales. Paul comienza a interrogarse y a sentir emociones, que si bien pudieron quedarse en su juventud, vuelven a su vida en un momento crucial. Tan versátil, Auteuil se manifiesta a lo largo de la historia acompañado por una puesta en escena que lo envuelve, una ciudad apacible que lo va atormentando, una noche llena de personajes marginales que lo van absorbiendo. Así Claudel logra un thriller muy seductor por las diferentes capas y puertas que se abren, y no solo del presente de los personajes sino también del pasado. Un hecho intrascendente, en un primer momento, sirve para demostrar que la vida de todos no es tan perfecta: Lucie tiene una hermana que roza la locura y la rutina exitosa de Paul parece estresarlo. El desenlace es un gran cierre para esta película de Claudel, ya que le da una vuelta ideal para la caída de una familia o lo que hubiera sido la crisis más fuerte en una pareja. Algo se abrió, y para Paul, la herida se abre con una vieja canción que canta Lou.
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El discreto desencanto de la burguesía Vaya a uno a saber de dónde proviene la fascinación de gran parte de los cineastas franceses por las costumbres de las clases más altas de su país. Generalmente de tono crítico y siempre dispuestos a deconstruir la aparente felicidad detrás de la riqueza, estos films encuentran a su exponente más reciente en Antes del frío invierno. Dirigida por el también guionista Philippe Claudel (el mismo de Hace mucho tiempo que te quiero y Tous les soleils), la película tiene a un matrimonio compuesto por Paul (Daniel Auteuil) y Lucie (Kristin Scott Thomas) con la vida resuelta. O, al menos, esa es la imagen que transmiten puertas afuera de su caserón vidriado, ya que adentro las cosas no andan del todo bien. Víctimas de una serie de verdades silenciadas de común acuerdo y del paso de los años, llegarán al punto máximo de su crisis cuando aparezca una joven mesera interesada en el protagonista. A partir de ahí, y con la triangulación amorosa en un estado siempre latente, Antes del frío invierno se convertirá en una suerte de Caché/Escondido menos ominoso y más volcado al drama intimista, con regalos sin remitente incluidos. Sostenido principalmente por las enormes actuaciones de la dupla protagónica, el film desembocará en un final apresurado, simplista y demasiado tranquilizador.
¿Es posible que un actor se repita en su personaje? ¿Ver un film con ciertos aspectos similares a otro y protagonizado por el mismo actor? La pregunta se responde afirmativamente por sí sola, y en el nuevo film de Phillippe Claudel pareciera que partimos del mismo punto que otro film interpretado por Daniel Autiel, Caché-Escondido de Haneke; eso sí, para derivar por otras rmas más reflexivas. Paul (Auteuil) vive el sueño francés, lleva una carrera exitosa como cirujano, no necesita realizar cambios en su vida (aparentemente en un primera impresión), vive acomodadamente, tiene una esposa (Kristin Scott Thomas, a esta altura más francesa que inglesa) con la que lleva una relación sino apasionada, tranquila, apacible; no hay nada que pueda turbar su felicidad; pareciera ser un ejemplo de esposo folletos con publicidades de vidas ejemplares. Pero esa perfección muestra una grieta ante un hecho simple, que no debería merecer mayor importancia; a Paul le empiezan a llegar ramos de rosas en distintos lugares que frecuenta, sin quedar claro de donde provienen; pero en fin, son rosas no cuchillos, pero… Seguidamente aparece en escena Lou (Leïla Bekhti) una joven que demuestra su aprecio al doctor por haberla operado hace muchos años de amígdalas. Estos dos hechos, que se van revistiendo de misterio, trastocan la vida de Paul, y le/nos va a demostrar que no todo es tan perfecto debajo de la superficie. Antes que director de cine, Claudel es escritor, y eso se nota a la hora de construir la narración. Al igual que en aquella joyita Hace Mucho Que Te Quiero, Claudel parte de personajes, no de hechos. Las circunstancias serán los que rodean al personaje que deberá transcurrir un camino, doloroso, hasta llegar a su interior. Si en aquella, el rígido personaje de Kristin S. Thomas mostraba el secreto detrás de la muerte de su hijo; en esta, Paul deberá también recurrir a su pasado para cerrar el análisis. Clkaro que en una película de personajes son fundamentales los personajes, y Auteuil se carga el film al hombro. Su director tomó la decisión de plagar el film de gestos y silencios, momentos sofocantes y un ritmo algo críptico y gélido; pero la luz de Auteuil alcanza para iluminar las escenas. Ductil en comedia y en drama, nada parece complicado para l tremendo actor de El Placard. Ante tanto peso protagónico el resto de los personajes lucen algo deslucidos por el propio guión, aunque Scott Thomas (que esta vez acompaña) se las rebusque para tener escenas propias de brillo. Si Antes del frío invierno no llega a ser tan perfecta como Hace Mucho que te quiero es por la propia coraza que armó Claudel alrededor de ella. Su frialdad (¿un guiño el agregado en el título local?) es útil para mostrar la esencia de la vida de Paul, pero también llega a dejar afuera al espectador al que le costará compenetrarse. Esto, sumado a algunos hechos que pueden adelantarse antes de lo previsto, más un ritmo narrativo desparejo y algo enrarecido le restan a lo que podría haber sido una maravilla. Aún así, con todo, Antes del frío invierno es un intenso drama, que se siguen con cierto interés, y que retoma las fuerzas sobre el final. Imperfecta, pero realmente potente.
Obligado a tomarse unas vacaciones, al detectarle sus compañeros de trabajo la pérdida de la “mano” para operar, el cirujano Paul (Daniel Auteuil), ve como el agobio de la rutina de su casa lo hunde en una profunda depresión en “Antes del frío invierno” (Francia, 2013). Sin saber qué hacer con su tiempo, en contraste con su mujer Lucie (Kristin Scott Thomas), que ocupa su tiempo entre el jardín y la cocina, Paul (Auteuil) avanza en una historia paralela con una joven camarera llamada Lou (Leïla Bekhti), de la que se siente atraído inmediatamente. Pero esa moza de un pequeño y concurrido bar, no solo le despertará algo dormido en él, quien hasta hace poco tiempo solo se ocupaba de su trabajo, sino que además originara un sinfín de contratiempos con los que intentará lidiar hasta, claro está, esa historia clandestina toque a su puerta. Philippe Claudel dirige y escribe esta clásica historia de stalkeo y adulterio, encarnándola en cuerpos actuales y avejentados que se deslumbran por la frescura de lo prohibido ante la inminencia del ocaso o, en este caso, la llegada del invierno. Paul asume la protección de Lou, quien en la clandestinidad aporta su cuota de erotismo a una trama que a través de extensos planos secuencias y el detalle de la naturaleza (por oposición al encierro de Lucie), y principalmente en silencio, van conformando el universo sobre el cual la historia avanza. Lucie a su vez verá como el mejor amigo de Paul, Gérard (Richard Berry) aprovechará la situación de indefinición y desconcierto de su marido para intentar avanzar sobre ella y así cumplir con el sueño de ser su hombre aunque sea por un instante. La tranquilidad versus el torbellino es otro de los contrastes que destaca Claudel, hábil constructor de relatos, quien además emparenta su filme a otro que hace unos años también protagonizó Auteuil "Cache", de Michael Haneke, y que en lo que no se muestra y las claras suposiciones que el espectador va infiriendo es en donde la afinidad con la historia se impone. Película de tempo lento y planos sofisticados, con un claro espíritu desorientador, el debacle de la institución matrimonial francesa y el avance de la migración en la sociedad, son solo dos de los tópicos con los que Claudel quiere trabajar. Hábil narrador, apoyado en las sobrias actuaciones del trío protagonista (Auteuil, Scott Thomas, Bekhti), no sólo entrelaza suposiciones sino que afirma algunas cuestiones relacionadas, principalmente, a la confianza en las parejas y a la manipulación de las personas en favor de una versión de la historia. Pero claro está que en esa elección temática se esconde una necesidad más profunda, la de poder hablar sobre algo superior como lo es el irrefrenable deseo de sentirse amado, en los peores momentos, aún por un desconocido al menos. Intensa y envolvente.
En el 2008, el director Philippe Claudel filmaba Hace Mucho Tiempo que te Quiero (Il y a Longtemps que Je t’aime), una película desgarradora sobre la reinvención de una mujer luego de su paso por la cárcel, con la actriz Kristin Scott Thomas. Ahora, vuelve a trabajar con ella y con Daniel Auteuil en Antes del Frío Invierno (Avant l’Hiver) y es con esta película que se lo relaciona muy directamente con el gran director francés Claude Sautet por retratar las relaciones amorosas dentro de la clase burguesa. Claudel, presenta a un matrimonio de clase acomodada que vive en una estupenda casa. Paul es neurocirujano en tanto Lucie se dedica al cuidado del jardín. Su hijo, recién convertido en padre, y el psiquiatra Gérard, un antiguo amigo, son los pocos personajes cercanos a la pareja. Todo parece tranquilo, hasta que aparece la joven Lou que altera la vida de Paul y desequilibra todo su entorno. La representación de un matrimonio feliz es solo la fachada que da un marco a su imponente casa, esa especie de cárcel de cristal que encierra a Lucie. Así mismo, ella esconde un antiguo secreto que será revelado sin demasiados sobresaltos y poco a poco los triángulos amorosos, pasados y presentes, empezarán a tomar forma. Philippe Claudel cada vez más cerca de la mirada de Claude Sautet. Philip Claudel juega con los recursos del drama y del thriller para llevar adelante esta historia a modo de flashbacks ya que empieza a narrarse con su desenlace. Antes del Frío Invierno alude directamente a la decadencia del matrimonio e indirectamente a Un corazón en invierno de Sautet, que paradójicamente la protagonizó Daniel Auteuil junto a Emmanuelle Beart. Es maravilloso como Claudel elige y dirige a sus actores con la misma maestría que su antecesor, como si la presencia de Schneider, Beart y Scott Thomas, se fusionaran en una misma representación artística.
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Corte quirúrgico sobre la burguesía francesa La película empieza súbitamente, como un thriller, con una declaración en una sede policial. Una mujer ha fallecido de muerte violenta y un hombre común, ya sesentón, shockeado por la situación, intenta explicar su relación con el caso. Es un plano frontal, seco, casi quirúrgico, que recuerda un poco a los de Ciudadano bajo vigilancia (1981), donde Michel Serrault debía comparecer frente a un interrogatorio implacable. Pero de inmediato, el film dirigido por Philippe Claudel tomará otro rumbo: el gran flashback que es la película toda se inclina hacia un melodrama –valga la paradoja– asordinado y reflexivo, donde Daniel Auteuil demostrará una vez más su inmensa calidad de actor, de esos que no necesitan mucho más que su mirada para expresar la complejidad de sus personajes.Todo parece en su lugar en la vida de Paul Natkinson (Auteil), prestigioso y respetadísimo neurocirujano, a quien sus pares se refieren como “profesor”. Tiene una casa magnífica en las afueras, donde su refinada esposa (Kristin Scott Thomas) se dedica a la jardinería y a su pequeño nieto, en ese orden. Son gente culta, toman buenos vinos y escuchan ópera durante la cena. Hay algo tan monolítico como rutinario en esa feliz cotidianidad, que sin embargo irá sufriendo algunas pequeñas, incisivas fracturas.Ella recibirá la visita de su hermana, cuyo desequilibrio emocional no le impide ver con claridad el “ataúd de vidrio” en el que vive esa pareja, en alusión a los grandes ventanales con vista al parque tras los que se refugian de la realidad. Y él comenzará a recibir –en su casa, en el hospital, en su consultorio– una inquietante sucesión de ramos de rosas rojas. ¿Serán de esa chica que le sirvió un café en la barra de un bar y le agradeció por una operación que él ni siquiera recuerda haberle practicado? Al comienzo, ni Paul ni su esposa Lucie le prestan importancia, pero poco a poco, cuando la presencia de esa joven (la franco-marroquí Leïla Bekhti) comience a hacerse sentir –en un concierto, en el consultorio vecino, en la calle– el equilibrio de la pareja comenzará a bascular.No conviene adelantar más. No es que Antes del frío invierno se trate, en rigor, de un film de suspenso, pero hay ciertos mecanismos del relato que van develando poco a poco zonas oscuras, como si toda la ciencia de Paul no fuera suficiente para saber qué pasa realmente dentro del cerebro humano, que él está acostumbrado a manipular diariamente. “Una a veces puede ser frágil”, le dice esta desconocida a Paul. Y lo que Paul tardará en reconocer es que él –siempre tan firme, tan seguro de sí mismo– también puede llegar a serlo.Hay algo menos evidente, más complejo que el mero affaire sentimental del que comienza a sospechar la mujer de Paul. Y hay también algo más que una previsible crisis existencial de ese hombre que no ha hecho otra cosa en su vida que dedicarse obsesivamente a su trabajo. Se diría que el film de Claudel va poniendo, sobriamente, el acento en una cuestión de identidad. De la pregunta de quién es esa chica se pasa a otros interrogantes: de dónde proviene, cuáles son sus raíces... Son un poco, también, las preguntas que Paul nunca se hizo a sí mismo.Elegante, sólida, fluidamente narrada, Antes del frío invierno sufre un poco de lo mismo que le aqueja a su protagonista: le falta imaginación. La película, como Paul, se queda un poco corta. Si no fuera porque Daniel Auteuil es capaz de darle una ambigua densidad a su personaje, el film de Claudel dejaría más expuesto el rígido armado de un guión que siempre pesa más que su puesta en escena. A pesar de la deliberada distancia y frialdad de todo el proyecto, en el epílogo, que se prolonga en los créditos finales, asoma sin embargo un toque de emoción, que tiene también un sentido dramático: la canción “Comme un p’tit coquelicot”, interpretada por la cantante argelina Biyouna, acompañada apenas por un laúd árabe. No conviene levantarse de la butaca hasta haberla escuchado toda. 6-ANTES DEL FRIO INVIERNO Avant l’hiver,Francia/Luxemburgo, 2013.Guión y dirección: Philippe Claudel.Fotografía: Denis Lenoir.Música: André Dziezuk.Duración: 102 minutos.Intérpretes: Daniel Auteuil, Kristin Scott Thomas, Leïla Bekhti, Richard Berry.
Los enigmas de la pareja Daniel Auteuil y Kristin Scott Thomas tienen una relación que es inercia en este filme metafórico. El francés Philippe Claudel se hace preguntas universalmente autobiográficas en Antes del frío invierno, su última película. Para ello se escuda en la historia de Paul, el personaje de Daniel Auteuil, un neurocirujano de renombre casado por años con la bella Lucie (Kristin Scott Thomas, actriz fetiche de Claudel sólo hasta esta película) en una relación que es pura inercia y comodidad. Pero entre ellos se interpone Lou (Leïla Bekhti), una joven descendiente de inmigrantes que dice haber sido paciente de Paul. Y allí arrancan los enigmas. Los de la película y de la pareja. El espectador nunca sabe más que el personaje principal, y viceversa. Y eso favorece la identificación con ellos, un logro clave. Amante de los símbolos, Claudel teje una trama con varias lecturas y referencias culturales. Partidos de tenis que son duelos, metáforas con las profesiones, La Boheme como “ópera de amor, muerte y chicas fáciles”, y una casa vidriada que es casi una prisión de lujo para la linda y culposa Lucie. Autor de libros como El nieto de la señora Linh y Aromas, su obra se ha vuelto cada vez más autobiográfica. Aquí recurre a preguntas anticipadas sobre una pareja que vive en la provincia de Francia (como Claudel), encerrada en dramas domésticos que empiezan a aflorar. Claro, también está la historia de la provocativa Lou, una jovencita de otra clase, otro mundo, aunque intente mostrar lo contrario. Pero la película es casi un inventario de vida sobre esta pareja. Una pareja bien burguesa que enfrentará su propio invierno, su bruma, frente a la posibilidad cierta de cambiar el rumbo de su construcción. Con actuaciones brillantes, y una historia bien contada, el único pecado de la película tal vez sea el exceso de metáforas. Las discursivas y las que llegan desde la imagen. Pero se percibe el frío que les entra a los personajes, perfectamente trabajados, quizá, desde la propia experiencia del autor. Una historia contada desde el balance de cualquier pareja, cualquier hombre o mujer, que de vez en cuando, sienten que les llegó su invierno.
Claudel tras los pasos de Sautet No todo es tan armónico y calmo como parece en el día a día de Paul, el cotizado y prestigioso neurocirujano protagonista de esta historia en la que se hace muy visible la influencia de Claude Sautet. Basta que un incidente bastante banal altere la cómoda rutina de este sesentón adinerado y exitoso para que en él y, consecuentemente, en quienes lo rodean la paciente y bella esposa de la que sigue reposadamente enamorado y el amigo y colega que parece inseparable de los dos se pongan en duda muchas de las que hasta ahora se vivían como certezas. Lo que desencadena esta inesperada crisis existencial ni siquiera puede considerarse un trastorno. De un día para otro empiezan a llegar al elegante domicilio conyugal anónimos envíos de rosas rojas, casi al mismo tiempo en que una bella y misteriosa desconocida de 20 años (la sugestiva Leïla Bekhti), que se dice ex paciente del doctor, empieza a cruzarse repetidamente en su camino. Esa súbita irrupción femenina no genera en el hombre un interés erótico, sino, en todo caso, cierta inquietud, como si de pronto sintiera tambalear su hasta entonces confortable vida cotidiana y la plácida felicidad hogareña se revelara repentinamente frágil ahora que están aproximándose al invierno de sus vidas. Un titubeo en el pulso, un vago malestar interior, una sombra de alarma, cierta confusa irritación, son pequeñas señales de una turbulencia que de una u otra manera todos probablemente percibían pero preferían esconder o negar. Quizá les ha llegado la hora de preguntarse si el bienestar de que se han rodeado no los ha sumido en una especie de sopor, si han vivido realmente las vidas que soñaban vivir o si lo que creían felicidad fue apenas una larga y placentera modorra. Con la ayuda de actores tan excepcionales en su economía expresiva y su elocuente contención como Daniel Auteuil y Kristin Scott Thomas, Philippe Claudel expone con una sutileza que es su mayor mérito, aunque a veces de tan extrema roza lo incoloro, el vacío de lo cotidiano: la rutina del cirujano hecha de la jornada en el hospital, los partidos de tenis con su amigo de siempre, las noches de ópera, la armónica convivencia con una mujer a la que ama pero con quien poco dialoga. Ella acepta y quizá compensa tanta parquedad con la atención que el fiel amigo, que la ha amado desde siempre en silencio, está dispuesto a prestarle. En los pocos trazos con que dibuja al otro personaje masculino (Richard Berry, otro gran actor), Claudel muestra claramente cuánto aprendió de Sautet para pintar "las cosas de la vida" aunque haga aquí cierto abuso de lo no dicho y no siempre llegue en Antes del frío invierno a la penetración psicológica del maestro de Un corazón en invierno y El placer de estar contigo.
Film calmo y poco emotivo a tono con su protagonista Philippe Claudel vino en septiembre al 6° Filba, Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires, donde sostuvo una charla pública con Hugo Salas y Claudia Piñeiro. Acá se conocen sus novelas "El informe de Brodeck", "Almas grises", "La nieta del señor Lihn", y también "Hace mucho tiempo que te quiero" (Il y a longtemps que je t'aime, 2008), destacada película sobre el conflicto entre dos hermanas, una de las cuales ha vuelto de la cárcel. Ese fue su debut como realizador, que lo llevó a ganar el César a mejor opera prima. Después se probó en una comedia sentimental no tan comedia, "Tous les soleils", y ahora reaparece entre nosotros con una historia en sordina. El título viene a ser "Antes del invierno", pero acá alguien le agregó "frio", para acentuar un poco el clima. Hizo bien, porque la obra de por sí es demasiado templada. Estable como el otoño, no se percibe su intensidad hasta después que llegamos al desenlace, como en ciertas relaciones no se percibe lo que está muriendo hasta que ya es tarde para calentar el fuego. Hay un neurocirujano en crisis. Antipático, distante y rutinario, cerca de la jubilación y del estrés, solo sonríe con su asistente, suerte de hija deseada que habrá de sucederlo. Con su familia real no demuestra mayor afecto. Suponemos que también están en crisis su nuera con el hijo, y sobre todo su esposa con él, que la tiene abandonada. Un amigo de la familia, psiquiatra, quisiera cobijarla. Siempre quiso. De pronto, una jovencita rara se mete como un soplo inquieto e incierto, que él rechaza y requiere alternativamente, quizás en busca de una sensación lejana que las tomografías no pueden registrar. Solo podría ayudarlo su amigo psiquiatra, pero no piensa decirle nada. Se lo dirá, quizás, a los oficiales de policía que llamen a su puerta. La intriga policial es mínima y de resolución apurada y algo antojadiza. Claudel no es autor de policiales. Eso lo aleja de Claude Chabrol, con quien pretenden asociarlo. Más bien se acerca al cine calmo, elegante y reflexivo de Claude Sautet. Pero todavía le falta emoción, y le sobran circunloquios. Aún así, la obra entrega suficiente material como para salir pensando, sobre todo si el espectador ya tiene sus años y ha ido al cine con su señora. Además, Daniel Auteuil, Kristin Scott Thomas (protagonista de "Hace mucho tiempo...") y Richard Berry son intérpretes de primera línea. Rodaje en Soleuvre, Schuttrange y otros lugares lindamente parquizados de Luxemburgo.
La aparente armonía de un matrimonio se resquebraja inevitablemente por un tercero, por un secreto. Lo mejor son las actuaciones de Daniel Ateuil y Kristin Scott Thomas. El guionista y director resuelve fácil y rápido.
Conflictos vidrios adentro Suerte de prima hermana de cualquiera de las películas de Claude Chabrol, el viejo maestro que dedicó buena parte de su obra a criticar a la alta burguesía francesa, Antes del frío invierno de Philippe Claudel (Hace mucho tiempo que te quiero, Tous les soleils) hace lo propio desde un estilo más suave, menos feroz, y retrata –con cierta fascinación por el vacío existencial– el proceder de una clase social que lidia con sus demonios siempre puertas adentro de sus siempre confortables lugares de residencia. La casa de Paul y Lucie (extraordinarios Daniel Auteuil y Kristin Scott Thomas) entonces está ubicada necesariamente en las afueras de la ciudad, es hermosa, vidriada, cómoda y fría, el lugar donde apenas se encuentra, se ve, ese matrimonio mayor, una pareja que construyó una vida en común aunque no demasiado cercana. Mientras que Paul es un exitoso cirujano totalmente dedicado a su trabajo, Lucie se queda en la casa cuidando el extenso jardín y los afectos más cercanos son apenas un hijo de 30 años preocupado casi exclusivamente por su carrera en la bolsa, Mathilde, con problemas pero lúcida a la hora de evaluar la vida de Lucie –"¿cuánto hace que vivís en este ataúd de vidrio?" le pregunta a su hermana– y Gérard, amigo de ambos y vértice filoso de un triángulo amoroso que nunca llega a ser. Ese juego de relaciones comienza a tambalear con la llegada a la vida de Paul de Lou (Leïla Bekhti), una mesera que persigue al protagonista justo cuando atraviesa una crisis y debe tomarse unas vacaciones forzadas, y explicita el malestar de todos los personajes de ese pequeño universo en aparente orden, profundamente insatisfechos con sus vidas acomodadas. A pesar de que la historia tiene una resolución un tanto torpe, que no se corresponde con el resto del relato, Antes del frío invierno fluye sin problemas, es distante, fría y precisa en su objetivo de recorrer las miserias de sus criaturas y tiene una deliciosa cuota de maldad para ir desmontando las complicidades, silencios y conveniencias de los protagonistas, rehenes voluntarios de su propia desdicha.
Burguesía desencantada El invierno como término que juega con el título (Antes del frio invierno) de este tercer opus del francés Philippe Claudel obedece quizá al ocaso existencial del protagonista de esta historia, mezcla de policial y drama burgués, interpretado sin mayores complicaciones por el argelino Daniel Auteuil y secundado por la siempre sobria y elegante Kristin Scott Thomas, ambos en el rol de una pareja consolidada y aburrida. Él es un cirujano y ella solamente arregla el jardín de su casa; no pasan penurias económicas, ven ópera en el teatro y viven en un círculo de confort envidiable para muchos. Entre ellos, la relación de pareja parece estancada, fiel al desgaste del matrimonio con hijos ya grandes y fuera de casa hace tiempo. Sin embargo, las máscaras de la típica familia feliz comienzan a perder brillo cuando aparece en primer lugar el insistente envío de un ramo de flores, sin remitente, primero en el lugar de trabajo y luego en el propio hogar. Indicios del acoso de una ex paciente del cirujano, Lou (Leïla Bekhti), a quien supuestamente había operado cuando era una niña. Los encuentros secretos entre el cirujano y ella llevan al protagonista a involucrarse en una suerte de triángulo amoroso con ribetes de crisis existencial. Basta con que algo detone para rápidamente sacar a relucir la insatisfacción y el inconformismo, así como resaltar los conflictos menos visibles en el matrimonio. Lejos de que el invierno con la presencia de la joven Lou que implica aventura o riesgo se convierta en primavera y florezca un nuevo hombre, el film de Philippe Claudel opta por un camino sin retorno que mezcla las reflexiones y las frustraciones con la misma dosis que se apoya en la composición actoral de Auteuil y Scott Thomas, que si bien no deslumbran en sus papeles cumplen a rajatabla con sus sendos personajes. El defecto tal vez se vea recién hacia el final con una vuelta de tuerca no moralista pero aliviadora y forzada para justificar el policial y al personaje masculino y su desvío en la toma de decisiones, tan transgresoras desde su óptica burguesa como un paseo nocturno por una zona roja en plena ciudad luz.
La misteriosa nostalgia de la burguesía Philippe Claudel, coquetea con el policial y el melodrama filosófico. La originalidad reglamentaria suele ser una de las mayores virtudes y uno de los mayores defectos del cine francés. El horror al lugar común ha producido muchas cosas peores que lugares comunes, pero también muchas obras inolvidables. Antes del frío invierno puede ser descrita como un policial de misterio, como un melodrama conyugal de la edad madura o como una reflexión sobre el destino. Esa ambición narrativa y filosófica va desplegándose de escena en escena como una flor que se abre lentamente. Antes de que el proceso se complete, hay varios incidentes, episodios y conductas que no sólo parecen inverosímiles sino pretenciosos, incapaces de soportar una comparación con la vida cotidiana. Sin embargo, una vez que el dibujo muestra todos sus detalles, se justifican incluso los trazos más absurdos. Un prestigioso neurocirujano (Daniel Auteil) empieza a recibir ramos de rosas de un día para el otro. Su vida era un remanso hasta ese momento. Tiene una esposa (Kristin Scott Thomas) que lo ama, vive en una casa de ensueño en las afueras de París, juega al tenis con su amigo de la vida que es psiquiatra (Richard Berry), y lo único que parece no cuadrar del todo es la relación con su hijo quien no obstante le ha dado una nieta preciosa. Las rosas tienen la fuerza de impacto de un aerolito en ese mundo de rutinaria comodidad que se suele describir despectivamente como "burgués", pero que el director Philippe Claudel lejos está de presentar a través de personajes satisfechos de su estatus social y autocomplacientes. La inquietud que produce la irrupción de una extraña joven marroquí (Leila Bekhti) en la vida del médico –parece sugerirnos Claudel– se corresponde con cierta disponibilidad interna, cierta sensibilidad que ni el dinero, ni el prestigio, ni el afecto pueden aletargar. Esa parte maldita, que la cultura francesa ha adoptado como una especie de sombra o de reflejo invertido de su cacareada civilización, es la que se asoma en la tersa superficie de la película y hace gestos desesperados desde el otro lado de su estética de cine de calidad. Pero la ambigüedad aparece sostenida por una trama que no deja de ser rocambolesca aun cuando esté oculta la mayor parte del tiempo. Tan inteligente es Claudel que se anticipa a las objeciones y trata de equilibrar su artificio con algunos personajes más simbólicos que necesarios. El problema es que su inteligencia le quita poder de fuego al enigma central de la película: ¿por qué vivimos con nostalgia de la vida?
CIRUJANO CON TEMBLORES Empieza como un film de suspenso (un interrogatorio en sede policial por una extraña muerte) pero termina siendo se un melodrama crepuscular que deja ver las grietas de un matrimonio que es pura apariencia: él es un cirujano prestigioso consagrado a su profesión; ella cuida su jardín y su nieto. Tienen una hermosa casa, toman buen vino, van a la ópera. Gente acomodada y cultivada. Pero un día aparece el otro (la otra, en este caso) y desde allí verán reflejada una vida amorosa que parece haberse agotado. La otra es una muchacha que empieza a acosarlo con flores, la extraña que se entromete en su mundo repetido y que le mostrará sin querer la cara melancólica de una vida matrimonial taciturna y repetida. El film es frío, distante, desganado. Se habla mucho, se dice poco, no crece ni profundiza nada. Todo es forzado, hasta la actitud de ese colega, que está enamorado de la esposa del cirujano, que se lo dice y que, bueno, todo sigue igual. Un film inconsistente y elegante donde se luce, como siempre, Kristin Scott Thomas, una mujer que no merece sufrir por desamor. Auteuil, un médico que sólo ama su profesión, empieza a titubear en el quirófano y acaba temblando en el matrimonio. “Antes del frío invierno” es la lánguida y desganada incisión de cirujano que solo sabe ver las heridas que le muestran sus pacientes. Las que hay en casa, no las ve.
Nos habíamos amado tanto Tras el estreno de Caché, quizá su primer gran éxito comercial, el austríaco Michael Haneke declaró haber elegido a Daniel Auteuil, el protagonista, por su rostro; “el rostro de alguien que oculta algo”. Auteuil y la actriz anglo francesa Kristin Scott Thomas, con quien Philippe Claudel, ante todo novelista, debutó como director en Hace mucho que te quiero, forman una pareja que sortea sus últimos obstáculos hacia la tercera edad. Y aquí la cara de póquer de Auteuil vuelve a ser preponderante. Paul (Auteuil) es un neurocirujano que, inesperadamente, empieza a recibir flores de una desconocida, hasta atar cabos y concluir en que la sospechosa es Lou (Leila Bekhti), una joven inmigrante a quien en sus inicios operó de peritonitis. Inicialmente sorprendido, luego ofuscado, Paul finalmente acepta los embates pero intenta encaminar la relación hacia algo incierto, no precisamente sexual. Sin embargo, los encuentros secretos, las visitas a hurtadillas, terminan provocando celos en su esposa Lucie (Scott Thomas), de quien, para retribuir sospechas, Paul cree que mantiene relaciones con un amigo común, Gérard (Richard Berry). Antes del frío invierno logra atrapar, con un ida y vuelta entre el thriller y la comedia dramática en la línea de Claude Sautet y algunos films de Claude Chabrol.
El otoño de una vida Paul (Daniel Auteuil), en los sesenta, lleva una vida tranquila entre su trabajo de neurocirujano exitoso y su linda mujer Lucie (Kristin Scott Thomas). Esta, ama de casa, dedica su tiempo a esculpir su jardín casi como una paisajista profesional. Cada tanto, Paul juega al tenis con Gérard (Richard Berry), el amigo psiquiatra de toda la vida, mientras Lucie se ocupa de su nieto en compañía de su nuera. Esa rutina apacible se ve interrumpida cuando Paul empieza a recibir rosas en su servicio en el hospital, en su consultorio y hasta en su domicilio, sin poder identificar quién se las está mandando. Al mismo tiempo, empieza a toparse cada vez más seguido con una misteriosa joven árabe, Lou (Leïla Bekhti). En esa mezcla entre drama íntimo y thriller (desatado desde la primera escena que deja entrever el final de la película), el director francés Philippe Claudel pretende abordar ese momento en el cual una persona, que ha sido exitosa en todo, se para y se pone a reflexionar sobre su vida. En el caso de Paul, el disparador será su encuentro con Lou. En ella, vislumbra de nuevo lo que fue y lo que ha perdido, ese momento en el cual todo estaba todavía latente, del orden de lo posible, antes de la vida en pareja, antes del éxito profesional. Sin embargo, para retratar esa crisis existencial que atraviesa Paul, el director mezcla demasiadas historias sin que se perciba claramente la pertinencia que pueda tener una para las otras. Entre el triángulo amistoso y amoroso que componen Paul, Lucie y Gérard, la relación conflictiva entre Paul y su hijo, los problemas de este con su mujer, la relación problemática entre Lucie y su hermana, el relato se diluye y pierde fuerza. Esa pérdida de intensidad hace que la hibridación entre el drama íntimo y el thriller no fluya completamente. Si la revelación final no se esperaba, se puede apreciar de dos maneras, como suele ocurrir. Por un lado, como se busca preservar el misterio sobre Lou y su relación con Paul a todo costo, el espectador no entiende casi nada de lo que está pasando durante toda la hora y media anterior, dando cierto eco a lo que dice Paul en un momento a su mujer: “no me entiendes”. Por otro lado, esa revelación da un nuevo enfoque sobre todo lo que sucedió antes entre Paul y Lou, y ese juego de las reinterpretaciones resulta ser bastante entretenido, sin ser desprovisto completamente de interés en sus implicaciones (hace pensar hasta cierto punto y en modo menor al Caché de Michael Haneke). A pesar de eso, Antes del invierno queda en la encrucijada, el drama íntimo siguiendo en definitiva un curso demasiado tranquilo para volverse un thriller atrapante.
Una fábula ilusoriamente antigua como el universo humano es lo que utiliza el director como subterfugio para realizar varios tipos de disecciones de los personajes que presenta en un medio que los contiene y también los anula. En realidad, termina por ser un pronóstico de lo que ocurre cuando uno se ha olvidado vivir. Tal como decía mi abuela, el desamor es un producto de la rutina en la pareja, sino la sorprendes a diario, y sino estas abierto a ser sorprendido, al final se sigue junto al otro por inercia. Pero todo comienza con una especie de intriga. A un hombre de familia bien constituida le comienzan a llegar diariamente arreglos florales de agradecimiento, sin remitente. Hasta se podría pensar en algo del orden del filme “Cache” (2005), de Michael Haneke, pero eran videos de su propio domicilio que generaba interrogantes y angustias. Pero rápidamente el suspenso que instala se va diluyendo, y lo que podría haber sido casi un homenaje a Claude Chabrol pasa a ser un drama cotidiano. Las flores son enviadas por una joven ex paciente del doctor, quien parece ahora estar en búsqueda de otro tipo de atención, aunque la diferencia de edades se presente como una barrera insoslayable. Todo esto en los primeros minutos de la historia. Daniel Auteuil, el siempre eficaz actor francés, compone a Paul, un cirujano (no es casual esa profesión), que tarde comprenderá las razones de su crisis existencial, no obstante será incompetente a la hora de descubrir a cuanto de su destino renunció y se le escurrió entre sus manos. Kristin Scott Thomas es Lucie, su esposa, una abnegada jardinera que vivió al servicio de su hogar, y a la que los años la ponen en el supuesto lugar de dejar de ser deseada, sin darse cuenta que ella misma jugo un juego en el que no manejaba la variable del tiempo y dejo de manejar la variable del espacio que ocupaba en la vida del otro. A esta pareja que muestra hacia afuera un halo de perfección que cualquier haz de luz un poco más clara que la normal dejaría al descubierto la anestesia en la que se encuentran y, a la postre, la falacia que es su vida. Pero el texto no termina por profundizar tampoco en esta variable de los personajes y empieza a derivar en un intento de radiografiar a la clase alta, pero se queda en eso, en intento, incluyendo, casi sin justificar, una ola de secretos y mentiras en esa familia. Ahí es donde el filme se transforma en inocuo, algo así como el que mucho abarca poco aprieta. Aparece un cuarto personaje, Gerard (Richard Berry), un medico, amigo de la familia desde siempre, con el que Paúl compite, tal cual un duelo en un western, pero jugando al tenis. Posiblemente lo mejor de la realización se encuentre en lo tiempos narrativos y no en el discurrir del relato, ya que nunca termina por definir el género y nada es demasiado profundizado. Claro que un lugar de mucha importancia lo ocupa la puesta en escena, con encuadres minuciosamente aplicados, un vestuario que denota, exclama, elementos de lo relatado (presten atención a la indumentaria de los personajes cuando juegan al tenis, sobre todo al uso de los colores). Como asimismo el diseño de sonido y la banda sonora, utilizada por momentos de manera empática y en otros como anticipando el desarrollo, y no es casual la inclusión de la ópera como registro auditivo. Todo esto proporciona el espacio ideal, el sostén perfecto para que se desarrolle un increíble duelo actoral entre Kristin Scott Thomas y Daniel Auteil, lo más sobresaliente de ésta producción. La deuda pendiente, tomando como parámetro todo lo anticipado metafóricamente desde el titulo, está en el guión, sobre todo en los diálogos, raro proviniendo del director de la sorprendente “Hace mucho que te quiero” (2008), de profesión de origen escritor y novelista devenido en guionista y realizador cinematográfico
Hay que agradecerle al realizador Phillippe Claudel tomar los lugares comunes del melodrama burgués francés y ver hasta qué punto mantienen cierto atractivo, si no hay algo más detrás de la mera fórmula. Y lograr con ello films sumamente emotivos, como esta “casi película de infidelidad” con Kristin Scott-Thomas y Daniel Auteuil como dos pilares infranqueables. Emociona sin caer en la fácil, toda una virtud.
El director y guionista Philippe Claudel (52), vuelve a convocar a la actriz británica Kristin Scott Thomas para co-protagonizar, en este caso junto al gran actor francés Daniel Auteuil (64), “Antes del frío invierno”, un drama que se acerca bastante a un thriller psicológico. Todo gira en torno a un matrimonio. Lucie (Kristin Scott Thomas) vive en su hermosa casa, es abuela, cuida de su jardín y su familia; se encuentra en muy buena posición económica viviendo junto a su marido, un reconocido neurocirujano llamado Paul (Daniel Auteuil), quien pasa muchas horas en su trabajo (se podría decir que es un adicto) y pocas con su esposa, por lo tanto la comunicación entre ellos es muy limitada. En apariencia son felices, y pasan parte de su tiempo con Gerrard (Richard Berry), un amigo común de la pareja que se encuentra enamorado de ella en secreto. Paul suele concurrir a una cafetería y eventualmente conoce a la joven Lou (Leïla Bekhti), una camarera, en ese lugar mantienen una pequeña charla; a partir de ese momento comienza a cruzarse en su vida y a recibir rosas rojas en los distintos lugares donde Paul se encuentra. El matrimonio se resquebraja pero en realidad ya estaba roto hace mucho, debido al paso del tiempo y a varios conflictos sin resolver. Cuando uno ha dejado todo por el otro, los sueños postergados, la rutina, las mentiras, los secretos, son algunos de los elementos que comienzan a salir a flote. Se ha terminado la fantasía y todo se acrecienta cuando al hogar ingresa un algo anónimo. Van surgiendo las dudas en una historia saturada de falsas sospechas y recelos y el director astutamente ha elegido dos buenos actores que nos ofrecen un duelo actoral, va creando buenos climas y utiliza colores que resultan reveladores, volviendo a sumergirnos en un ambiente helado, grisáceo y seco. Tiene algunos giros abruptos y algunas escenas forzadas.
Avant l’Hiver (Before the Winter Chill), the third outing by French novelist turned film-maker Philippe Claudel, whose début film Il y a longtemps que je t’aime / I’ve Loved You So Long was an inspired and sensitive work, now returns with another character study. This time, however, he doesn’t focus on an individual but on a bourgeois married couple and an unknown outsider, a third party who attempts to break the apparent bliss enjoyed by husband and wife. The bad news is that leaving aside the remarkably professional performances by Daniel Auteuil and Kristin Scott Thomas, there’s little heart and even less soul in this icy series of scenes from a marriage. Be it because the tone is too aloof or because the characters themselves are little more than what you see at first sight, Avant l’Hiver comes across as a failed slow burner with a mystery that promises more than what it actually delivers. This is the story of Paul, a 60-something thriving neurosurgeon married to Lucie. They have been together for some 30 years, which explains the lack of sparkle and a certain tediousness. Nonetheless, Paul and Lucie are happy enough entertaining friends, going to the opera and spending weekends with the family. But one afternoon Paul starts receiving bouquets or red roses from a unidentified admirer. So Lucie thinks Paul is having an affair and starts investigating on her own. In time, Lou, a good-looking young Moroccan woman, enters the scene with an unusual story all of her own. Not long into the film, the story becomes heavily plotted. So you’d think there would be deep and rich ramifications to the many dramatic possibilities poised. But few of them are actually really examined. Because the narrative becomes sort of panoramic and it eschews scrutinizing key elements. Lucie as played by Kristin Scott Thomas is imposing, but it’s because of her screen persona, for the character is indeed underdeveloped. Pretty much the same goes for Paul according to Daniel Auteuil, though there are a few more nuances here. As for the third party, let’s just say that too many ideas have been put into a single character, and so the end result of the many dramatic exchanges is often artificial, meaning things happen because the script says so. On the other hand, there’s a certain emotional connection between Paul and the unknown admirer that does ring true and touches somewhat significant emotional chords. But the solemnity that envelops much of the film is actually quite off-putting. Production notes Avant l’hiver / Antes del frío invierno / Before the Winter Chill (France, Luxembourg, 2013). Written and directed by Philippe Claudel. With: Daniel Auteuil, Kristin Scott Thomas, Leïla Bekhti, Richard Berry. Music: André Dziezuk. Cinematography: Denis Lenoir. Editing: Elisa Aboulker. Produced by Yves Marmion, Romain Rojtman. Distributed by: CDI. NC16. Running time: 102 minutes.
Solución quirúrgica para un problema existencial Philippe Claudel, escritor y director de cine, otra vez pisa fuerte con su tercer largometraje, “Antes del frío invierno”, en el que despliega, como ya lo hiciera en “Silencio de amor” y “Hace mucho que te quiero”, sus cualidades narrativas, orientadas a describir la complejidad de las relaciones humanas, poniendo el foco en personajes y situaciones que se encuadran en una vida social organizada. La historia que Claudel cuenta en esta oportunidad refiere a un matrimonio de edad madura, perteneciente a la burguesía acomodada francesa, que tiene un muy buen pasar económico y mantiene un delicado equilibrio emocional basado en un afecto que perdura, aun cuando la pasión parece haberse apaciguado hace ya mucho tiempo. Paul (Daniel Auteuil) es un prestigioso neurocirujano, especialista en enfermedades cerebrales, que dirige una importante clínica de una ciudad de provincia. Su esposa, Lucie (Kristin Scott Thomas), es una mujer muy distinguida que se ocupa de atender la suntuosa residencia rural en la que habita el matrimonio. Ella se encarga del jardín, de la casa, la comida y también de su hermana, su nuera, su hijo y la pequeña nietita, cada vez que requieren su atención. Lucie es un ama de casa perfecta, es la reina del hogar y se lo hace sentir a quien sea que se arrime, ya sean amigos, invitados o intrusos indeseados. Ella y Paul mantienen a su vez una estrecha amistad con Gérard (Richard Berry), un médico psiquiatra, quien además de haber estudiado en la universidad junto a Paul, es su socio en los consultorios donde cada uno atiende su especialidad. Los tres parecen ser inseparables y tienen una relación de mucha confianza. Pero de pronto, algo, un hecho insólito, inesperado, quiebra la rutina y amenaza con resquebrajar toda la estructura de esta pequeña organización social, que a simple vista parece exitosa y funcional. Paul conoce casualmente a una joven camarera, quien al servirle una bebida en una cafetería, le dice que fue su paciente siendo una niña y que lo recuerda muy bien. La muchacha es Lou (Leïla Bekhti), una inmigrante de origen magrebí, que empieza a cruzarse con llamativa asiduidad en el camino de Paul. Siempre trata de hablar con él y le cuenta cosas de su vida. Un relato que después se descubrirá que es falso. Al mismo tiempo, Paul empieza a recibir ramos de rosas rojas en la clínica y también en su domicilio familiar, que le envía un personaje que permanece en el anonimato. Paul empieza a experimentar una sensación muy inquietante, no sabe si asociar los dos hechos: la irrupción de esta muchacha que dice conocerlo y los ramos de flores. Y decide encarar a Lou, lo que termina por perturbarlo aún más, al punto de que su mujer descubre la relación y el matrimonio parece desmoronarse. Sin embargo, las cosas tomarán un rumbo impensado, mezclándose la historia de la crisis de pareja madura con una trama policial, producto del roce entre el ambiente marginal al que pertenece Lou y la aséptica vida burguesa a la que pertenecen Paul y Lucie, y hay que mencionar que también Gérard se verá involucrado. Pero el cimbronazo, que sacude un poco los cimientos de la estructura familiar, no llega a provocar la catástrofe que se veía venir y más bien parece fortalecerla con renovadas energías, aun cuando queden algunos interrogantes sin respuestas. “Antes del frío invierno” relata el encuentro inesperado entre una visión del mundo organizada, previsible y refinada, y el misterio, la intriga y la amenaza de otra visión del mundo, más anárquica y riesgosa, lo que tendrá sus consecuencias, que serán más graves para la parte más débil de la ecuación. Todo narrado de un modo reposado, elegante, de rasgos clasicistas, en el que Daniel Auteuil y Kristin Scott Thomas sacan a relucir sus muy ponderadas dotes histriónicas. Un trabajo lleno de sutilezas, gestos, miradas, silencios sugerentes y ninguna estridencia.