Lamentablemente, la franquicia Transformers se convirtió en sinónimo de una calidad terrible, ya que las últimas películas que la integran realmente han sido decepcionantes. En cada película Michael E. Bay se alejó cada vez más de lo que supo cautivar al público. Todo esto cambió con Bumblebee, una precuela de Transformers de 2007 y la primera de toda la saga que no es dirigida por Bay.
Un robot desmemoriado En un giro en la estrategia de mercado, la última entrega de la saga fílmica de Transformers, Bumblebee (2018), apela al público más infantil y adolescente en una precuela de las películas dirigidas por el especialista en escenas de acción y gran enemigo de los relatos coherentes, Michael Bay, un verdadero terrorista del cine capaz de destruir cualquier historia. Mientras que en los anteriores cinco films de Bay la acción parecía cobrar una inusitada preeminencia por sobre la trama, creando una sensación de batalla perpetua sin ningún correlato, aquí la guionista Christina Hodson le imprime el característico sello nostálgico de los años ochenta que puso de moda la serie Stranger Things para crear una historia anodina, innecesaria, previsible y francamente demasiado aburrida. A punto de ser derrotado en la guerra por el control del hogar de los robots que se transforman, Cybertron, el líder de los Autobots, Optimus Prime envía a uno de sus más fieles lugartenientes, B-127, a la Tierra con el fin de instalar un puesto de avanzada para la resistencia que sostiene en el exilio la lucha contra los Decepticons, liderados por Megatron. La trama se centra en la relación de Bumblebee con una joven de dieciocho años, Charlie (Hailee Steinfeld), afligida por la prematura muerte de su padre hace un par de años. La chica entabla amistad con el Transformer que no puede recordar su misión y se comporta tímidamente como un niño miedoso y juguetón. Ella lo esconde, lo ayuda y le enseña a comunicarse a través de letras de canciones, ya que el robot ha perdido la capacidad de hablar y su función de memoria en una batalla con humanos y un Decepticon apenas ingresado en el planeta Tierra. Como en las otras entregas, el descubrimiento de la tecnología que se aplicaría años después como Internet y la confluencia de datos es endilgada a la cooperación del ejército norteamericano con los Decepticons, que se aprovechan de los humanos para encontrar al renegado Autobot amarillo con el fin de descubrir la locación de Optimus Prime y destruir la resistencia. Ambos sacan provecho así de la tecnología del otro en una sinergia que denuncia las complicidades bélicas y puede aplicarse a muchas alianzas militares de la historia reciente en una operación demasiado redundante a esta altura. Sin aportar mucho a la historia de Transformers ni apelar a la nostalgia de los fanáticos de la serie animada de los ochenta basada en los juguetes de Hasbro, a su vez creados a partir de los juguetes japoneses de la fábrica Takara, Bumblebee prefiere asentarse en la melancolía de finales de los años ochenta, donde se sitúa la acción, con constantes canciones de la época de bandas como The Smiths y Duran Duran, entre otras, y menciones a films como El Club de los Cinco (The Breakfast Club, 1985), todos iconos de la cultura pop de la década que le sirven al director para construir la historia de una adolescente con una pequeña necesidad de aventura que se manifiesta en un carácter levemente rebelde. El film de Travis Knight no intenta imitar a los de Michael Bay sino crear su propia historia, al igual que los repetitivos spin-off de la saga de Star Wars, lamentable sin demasiado éxito, desaprovechando todo lo que otros films que homenajean a los años ochenta consiguen a través de la música y los guiños cinematográficos y culturales. Los problemas son precisamente la repetición de escenas de films como E.T. El Extraterrrestre (E.T. The Extra-Terrestrial, 1982), por nombrar una obra muy similar que también trabaja la historia de un humano que esconde a un ser de otro planeta, y la falta de credibilidad de una trama que claramente no necesita de los Transformers ni de sus batallas absurdas. Hasta ahora Transformers parece mantener su carácter de producto destinado al fracaso rompiendo fórmulas que otrora funcionaron, esta vez con un espíritu un poco más apto para todo público pero igualmente insulso.
Imperdible. Una película que ofrece entretenimiento puro al 100%. ¿Me puede llegar a gustar?: Si te van las historias con robots y no te molesta que algunas escenas parezcan recicladas de las entregas anteriores, pienso que....
“Bumblebee” es una película dirigida por Travis Night y escrita por Christina Hodson. Está protagonizada por Hailee Steinfeld, Megyn Price, John Cena, Jorge Lendeborg Jr., entre otros. La historia nos sitúa en el año 1987, donde Bumblebee encuentra refugio en un depósito de chatarra en una pequeña ciudad en la costa Californiana. Charlie (Hailee Steinfeld), a punto de cumplir 18 años y tratando de encontrar su lugar en el mundo, descubre a Bumblebee, dañado durante una batalla y descompuesto. Cuando Charlie lo revive, aprende rápidamente que éste no es un VolksWagen amarillo normal. “Bumblebee” es la mejor entrega de “Transformers”, no solo porque la película se basa en uno de los personajes más queridos de la saga después de Optimus Prime, sino por todo lo que la cinta representa y muestra en su hora y cincuenta de duración. La historia no es 100% original, ya que podemos notar ciertas temáticas y hasta escenas con referencias de “E.T.”, “El Gigante de Hierro”, “Gigantes de Acero”, entre otras. El humano que conoce al alien y que, a su vez, comienzan una historia de amistad que será más fuerte que todo lo demás. En eso podemos resumir la trama de “Bumblebee”. Hailee Steinfeld logra un grandioso papel, no sólo interpretando a una típica adolescente de 18 años sino que su punto más fuerte es la relación que ella tiene con el Transformer, que está muy bien contada y con un gran desarrollo de por medio. Los demás personajes no tienen demasiada profundización, pero tampoco se busca eso en el film, para acompañar a la protagonista funcionan bastante bien. En cuanto al papel de John Cena, no es nada del otro mundo, pero podemos observar que es un personaje que dentro de todo le queda bien. No tenemos tanta carga de peleas en esta cinta como sí vimos con las anteriores de “Transformers”, pero las que están presentes son magníficas y espectaculares. Los efectos especiales logran ser un punto muy positivo junto también a la banda sonora, que es de lo mejor de la película por cómo está manejada gracias al humor presente en el film. En resumen, “Bumblebee” es lo más destacable de la saga de “Transformers”, con una bella historia entre humano y máquina que combinados con la música ochentosa y los geniales efectos especiales, los espectadores recibimos un muy buen regalo de Navidad.
Sin Michael Bay tras las cámaras, y legando a un excelso animador como Travis Knight, que hace unos años nos regaló la maravillosa “Kubo”, una nueva entrega de la saga Transformers, en esta oportunidad enfocada en uno de los personajes, el más entrañable, llega para demostrar que el talento y las buenas ideas pueden revertir años de malos productos. Con su aire nostálgico, su mezcla de coming age y ciencia ficción, su amor por “E.T” (homenajeada en varios momentos) y su interés por demostrar que aún se pueden narrar historias de amistad entre seres diferentes, “Bumblebee” sorprende porque se toma en serio la difícil tarea de entretener y a la vez construir un relato tenso y apasionante sobre el encuentro de dos sujetos que tienen mucho por compartir y perder. La impecable elección musical, el logrado trabajo de Hailee Steinfeld, la decisión de volver al robot en su fase automotor en un bug, hacen de la película mucho más que una agradable sorpresa. Para disfrutar en familia.
Bumblebee es una película que nos trae una historia dentro del universo de Transformers, la franquicia cinematográfica iniciada en el 2007 por el director Michael Bay. Cabe destacar que se trata de un spin off que nos relata las aventuras de Bumblebee, el simpático Autobot amarillo convertido en Camaro, aunque su historia pasa antes de convertirse en ello. Poco se extraña los excesos de Bay, ya que esta cinta resulta la más entretenida de la saga. El conflicto principal es muy similar a lo que vimos en las anteriores entregas, la guerra entre Autobots y Decepticons está en pleno auge, y parece que la última esperanza para nuestros queridos Transformers es enviar a uno de ellos a la tierra para plantar una base y así organizar una resistencia. El Autobot enviado a la tierra, luego de una batalla donde pierde la memoria y su voz, logra convertirse en un automóvil beetle y es donde conoce a Charlie y comienza su amistad. Ahí arranca una persecución donde intentan atrapar al ahora apodado Bumblebee, que es la clave para el refugio de la resistencia. La película se apoya mucho más en la comedia, aunque sin olvidarse de la acción y las peleas de robots, sin muchos excesos como ha sucedido en las anteriores entregas. Lo que la hace entretenida, es que se trata de un historia simple y poco pretenciosa ejecutada de una manera correcta , manteniendo perfectamente el equilibrio entre la comedia familiar y la acción. También cabe destacar el carisma de Hailee Steinfeld, quien comparte el protagonismo en vez de resultar un estorbo dentro de la lucha de robots. Las anteriores películas se han caracterizado por una marcada acción frenética, que ha llegado a grandes absurdos argumentales, agotando cada vez más el interés por la saga. Este film es más íntimo, pausado y centrado en la comedia , mostrando también su lado emocional. El director Travis Knight (Quien también dirigió la fabulosa Kubo) realiza un trabajo más que correcto al cambiar de aires a una saga repleta de acción, centrándose en una aventura sencilla y entretenida. Las escenas de acción , aunque sin grandes sobresaltos, resulta efectiva y acorde al ritmo del relato. No hay que olvidarse de la nostalgia ochentosa , siempre es un buen añadido dentro del cine de aventuras. Bumblebee es un soplo de aire fresco para una saga que se veía realmente agotada por los excesos de su director. Travis Knight consigue dirigir una película sencilla en el buen sentido, mostrando una película familiar más que entretenida, sin olvidarse de las peleas entre los Transformers, que son el alma de la fiesta. Es hora de que Michael Bay de un paso al costado, al menos detrás de las cámara, porque en esta ocasión lo han hecho muy bien. Calificación 7.5/10
Que levante la mano aquel que se aburrió viendo alguna(s) de las películas de Transformers. Debemos ser unos cuantos. La buena noticia con Bumblebee, el spin-off de la franquicia que también sirve como una suerte de precuela de la saga de cinco películas, todas dirigidas por Michael Bay, es que si bien los Autobots y los Decepticons, robots originales del planeta Cybertron, se la pasan peleando cuerpo de metal a cuerpo de metal, hay alguna que otra idea, sobrevuela cierto humor y hasta se destaca la inocencia y/o ingenuidad del personaje que le da su nombre al título. Sin Shia LaBeouf ni Megan Fox, que duraron hasta la tercera y la segunda Transformers -en la primera, de 2007, Bumblebee se transformaba en un Chevrolet Camaro- ahora que la acción transcurre en 1987, la adolescente que se hace amiga del robot bueno y amarillo es Charlie (Hailee Steinfeld, la ex niña candidata al Oscar por Temple de acero, de los Coen). El filme plantea cómo Optimus Prime envía a la Tierra a B-127, para que prepare todo y allí desembarquen los Autobots, que son los buenos, que son atacados por los Decepticons. Los robots, para los neófitos, se transforman por lo general en vehículos, sean autos, camiones, aviones o helicópteros. Y aquí, los efectos son perfectos, y la música ochentosa, genial. Charlie sufre por la pérdida de su padre, no entiende cómo su madre y su hermanito rehicieron sus vidas con la nueva pareja de su mamá y hará lo que sea, como defender a Bumblebee y atacar hasta las fuerzas del orden estadounidenses (que son buenas/malas, depende del contexto). El director Travis Knight (Kubo y la búsqueda del samurai, candidata al Oscar al mejor filme animado y efectos visuales hace dos años) le pone brío a una (¿nueva?) saga a la que la anterior tiene mucho que envidiarle.
Luego de cinco películas de duraciones kilométricas, cada una más grande, desprolija y confusa que la anterior, la saga Transformers pega un giro de 180° con este spinoff (y precuela) centrado en los inicios del conflicto en la Tierra entre los Autobots y los Decepticons. Más allá del cálculo en la decisión de sumarse a la ola de títulos ambientados en los ’80, Bumblebee es un digno entretenimiento familiar. Las razones del cambio hay que buscarlas, ante todo, en el alejamiento momentáneo de Michael Bay de la dirección. El responsable de las cinco entregas anteriores, que aquí oficia como productor, cede el mando a Travis Knight. Formado en el terreno de la animación bajo el paraguas del estudio Laika (Coraline y la puerta secreta, ParaNorman), el director de Kubo y la búsqueda samurái abraza las postas habituales de los relatos de aventuras juveniles y le imprime a Bumblebee una escala humana. La acción transcurre en 1987, cuando Optimus Prime (el líder de los Autobots) envía a este pequeño robot amarillo a buscar refugio para su especie en la Tierra. Luego de años de abandono en un taller mecánico, este por entonces viejo Escarabajo amarillo cruza camino con Charlie (Hailee Steinfeld), una jovencita fierrera que descubre la verdadera identidad de este robot noble y juguetón. Ambos deberán luchar contra un grupo de soldados que, guiados por los Decepticons, intenta cazar a Bumblebee por su supuesta peligrosidad. Si las películas anteriores eran puro chapa contra chapa, esta reduce los enfrentamientos a la mínima expresión posible. Knight está más interesado en el núcleo emocional del vínculo entre la chica y el robot, al tiempo que evita cualquier atisbo de seriedad mediante el uso autoconsciente de chistes y situaciones cómicas. El resultado final es, entonces, un entretenimiento liviano que se asume como tal, a diferencia del resto de una saga que se tomaba demasiado en serio a sí misma.
Después de cinco películas abrumadoras con el sello de Michael Bay, el cambio en este relanzamiento de la franquicia navega entre el aire fresco y nostálgico que se necesitaba. Ahora con la dirección de Travis Knight -Kubo y la búsqueda del samurai-, Bumblebee funciona con spin off y hasta como precuela de la historia ya conocida en la eterna lucha entre Autobots y Decepticons, los robots del planeta Cybertron. Con aire ochentoso y música que acompaña a la perfección Optimus Prime envìa a Bumblebeea la Tierra y encuentra refugio en un depósito de autos en una pequeña ciudad en la costa californiana. Quien encuentre al auto amarillo que se transforma en robot es Charlie -Hailee Steinfeld-, una adolescente que busca su lugar en el mundo y lucha por componer la situación familiar con madre enfermera que tiene su nueva pareja y un amigovio que la acompañará en su aventura. El peso del relato descansa en ella y en los divertidos personajes secundarios que funcionan bien dentro del contexto de luchas, persecuciones y una Tierra que corre peligro. La película tiene el espíritu ochentoso de títulos como ET o la más reciente Gigantes de acero, poniendo el acento en la relación de amistad entre una humana y una máquina que cree que es capaz de esconderse en la arena o asustarse como un niño, causando alboroto a su alrededor. Entre destellos de acción, reconstrucción afectiva y una adolescente que encuentra en el robot del título al mejor compañero para combatir a las fuerzas enemigas, se construye esta película pensada para consumo familiar que no resulta ni tan cansadora ni abrumadora como las anteriores de la franquicia. Es más clara en su concepto y divertida en su desarrollo, sin otras pretensiones que las de entregar un producto ameno respaldado por generosos efectos visuales.
Bumblebee es la primera película de Transformers que dura menos de dos horas, a diferencia de los cinco films de la serie cinematográfica esta película no está dirigida por Michael Bay y, como dato que se nota en la pantalla, es la que tiene el presupuesto más bajo, aun sin ser una película barata. Las tres cosas sumadas terminan siendo un beneficio cinematográfico que se ve en la pantalla. No hay excesos agotadores, ni una estética insoportable, ni la sensación de ruido y confusión con la que los films anteriores intentaban construir un espectáculo tan aparatoso como soporífero. Es más, si alguien no sabe que es un Transformer puede ver esta película sin problemas y disfrutarla con todos sus méritos. En el año 1987, en una pequeña ciudad de California, vive Charlie Watson (Hailee Steinfeld) una adolescente de casi dieciocho años, solitaria y angustiada. Aun abrumada por la muerte de su madre y peleada con su madre que se ha vuelto a casar, Charlie convive también –no podía ser de otra manera- con un hermano menor gracioso, clásico alivio cómico ochentoso. La vida de la solitaria Charlie cambiará cuando descubra un Volkswagen Beetle en un depósito de chatarra. El escarabajo amarillo de la década del sesenta es en realidad un Transformers. El robot y la joven entablaran rápidamente una amistad. Más cerca de E.T. que de la saga de Transformers, la película enseguida se vuelve divertida y emocionante, con personajes bien desarrollados que nos generan empatía. Es una película de los ochenta hecha hoy. Es que la ubicación en esa década le queda muy bien a la película. La música, la ambientación, el tono general, todo evoca al cine de aquellos años, en particular a Steven Spielberg, pero no solo a él. Fue la década de muchas películas sobre adolescentes incomprendidos, de parejas cinematográficas desparejas, de fantasías inocentes y emocionantes a la vez. Bumblebee logra, en los primeros minutos, ubicarse muy lejos del universo cínico, excesivamente brilloso e irónico de los films de Michael Bay. Es difícil saber si este cambio rotundo se debe al deseo de realizar una nueva serie de películas o simplemente al hacer un guión con una historia más pequeña ya la película consigue acercarse a su objetivo. El director es Travis Knight, el mismo del gran film de animación Kubo y la búsqueda del samurai (2016), y tal vez ese sea uno de los motivos por los cuales la película funciona. No es que siempre menos sea más, sino que siempre tener algo para contar es mucho mejor que gastar fortunas para no decir nada. Bumblebee es la mejor película de Transformers, en realidad la única buena.
Corazón musical. En 1987, el Autobot Bumblebee encuentra asilo en un basurero de una ciudad costera en California. Por otro lado, Charlie (Hailee Steinfeld), una adolescente que no logra superar la muerte de su padre y menos aún encajar en la escuela ni en su familia, se refugia en la mecánica y en la música; recibe como regalo de sus dieciocho años, un viejo escarabajo de parte de su tío. Rápidamente se da cuenta de que no se trata de un automóvil ordinario, sino de un robot de otro planeta cuya misión es salvar a la tierra. Charlie y Bumblebee vivirán una aventura en la cual se convertirán en amigos inseparables; ella lo ayudará en su misión y él le devolverá la motivación y las ganas de vivir. Si bien la película está dirigida al público infantil, es probable que atrape además a los más grandes dado su trasfondo dramático. Esta es una historia más entre un ser humano y una máquina, -tópico recurrente en varios films-, sin embargo, aquí funciona muy bien y es creíble. Los efectos especiales sorprenderán a los niños, quienes, además, se divertirán mucho. Es un film de acción, ambientado en los ´80, desde la banda sonora, -The Smiths estará muy presente, entre otras- escenografía y vestuario. Charlie ama la música y arregla coches, actividades que compartía con su padre y continúa aferrada a ellas. Asi, encontrará en el robot el pilar que necesitaba para volver a sonreír, comenzar el duelo, reconciliarse con su familia y recuperar la confianza en sí misma como clavadista. Se transmiten varios mensajes, quizás el más importante sea que la relación entre un ser humano y una máquina puede ser más sincera y amorosa que entre humanos. Sin lugar a dudas, la conexión entre seres de toda índole va más allá de las palabras y siempre existen formas de comunicación, como en este caso, en el que Bumblebee se expresa a través de letras de canciones. Él resulta ser el único que sabe escuchar, comprender y contener, asemejándose, si se quiere, a una naturaleza pura e intuitiva como la de un animal, sin prejuicio alguno, dándonos quizás una lección en estos tiempos de indiferencia hacia el dolor ajeno.
Cinco minutos. Ese es el tiempo que necesitó el director Travis Knight (Kubo y la búsqueda samurái) para restablecer la dignidad perdida de los Transformers en el cine, a través de una memorable secuencia inicial en Cibertrón que no es otra cosa que un pasional homenaje a la serie animada de 1984. Bumblebee a partir de ese momento sumerge a los espectadores que crecieron en la infancia con estos personajes en una experiencia de regresión infantil donde volverán a tener siete años otra vez. La gran paradoja de esta cuestión es que el film fue producido por los mismos responsables de la infame saga original (Steven Spielberg y Lorenzo di Bonaventura) y hasta se incluyó a Michael Bay en los créditos. No se entiende por qué no pudieron corregir el rumbo de la franquicia antes y de esa manera evitarnos esos filmes mediocres que vimos entre el 2004 y el 2017. Muy especialmente a partir de la segunda entrega. El caso de Bumblebee es muy curioso porque no pasaron diez años del reboot de la franquicia sino que el último bodrio se estrenó el año pasado. En apenas un año el estudio Paramount revirtió una serie que sufría un enorme desgaste en los cines con un resultado excepcional. No recuerdo un antecedente similar. Esta es una película realizada por un fan de la serie animada para los fans de los personajes. El público general por supuesto puede disfrutarla pero los seguidores de esta legendaria línea de juguetes la vivirán con otra intensidad. El director Knight desechó todos esos elementos nefastos que me atrevería afirmar la gran mayoría del público odió de los trabajos de Bay. Los chistes idiotas, escenas de acción donde se no se entendía nada, incoherencias argumentales y los personajes femeninos hipersexualizados que parecían concebidos por un adicto crónico a la masturbación. Bumblebee evoca el cine de fantasía y ciencia ficción clásico de los años ´80, estilo Cortocircuito, con una sensibilidad más cercana a lo que suelen ser las obras de Spielberg, quien parece haber tenido una influencia notable en esta producción. El director Knight logra capturar la esencia pura de la serie animada de los Transformers al concentrar su relato en un punto que Michael Bay jamás llegó a entender. El protagonismo pertenece a los robots. La gente paga la entrada para ver a los Autobots contra los Decepticons y a nadie le importa los enredos humorísticos de los personajes humanos. El nuevo film consigue resolver esta cuestión pero además presenta una excelente co-protagonista como Haylee Steinfeld (Temple de acero), quien encarna a la versión femenina de Spike, el adolescente que acompañaba a los robots en la serie animada. El personaje de Charlie tiene un muy buen desarrollo y las interacciones de ella con el Autobot hasta consiguen brindar algunos momentos emotivos. No obstante, la gran figura de esta película es Bumblebee, quien tiene una mayor capacidad expresiva que Jason Momoa, pese a ser un personaje recreado con efectos digitales. El film de Knight no complica la narración con un exceso de robots sino que se concentra en un grupo más reducido de personajes que sobresalen en la secuencias de acción. Finalmente se puede disfrutar escenas de peleas donde los movimientos de los personajes se pueden distinguir sin problemas. El director Knight tampoco presenta esas secuencias ridículas que solían filmar Bay centradas en la destrucción masiva, sino que la acción está más contenida y es funcional a conflicto que se presenta. Otro detalle impecable de esta película es el modo en que se trabajó el contexto de los años 80 sin excederse en la nostalgia. Si bien hay guiños a elementos clásicos de la cultura popular de ese período nunca se destacan de un modo forzado sino que fluyen con la historia. Algo que también se da con las situaciones humorísticas y el uso de la banda de sonido y canciones clásicas que es brillante. Nos encontramos ante una inesperada resurrección de los Transformers en el cine que por este camino podrían brindar películas más decentes de lo que se hizo hasta ahora. En materia de producciones centradas en el puro entretenimiento Bumblebee es una de mis grandes favoritas del año y recomiendo no dejarla pasar en el cine.
Mezclar Transformers con la nostalgia de los 80 resulta mejor de lo que suena en Bumblebee, una película con espíritu lúdico y noble. Esta nueva incursión en la saga de los robots que se transforman en vehículos le debe gran parte de su atractivo a la heroína que la protagoniza y apuesta todo a ella. Interpretada por la talentosa Hailee Steinfeld, Charlie es una adolescente angustiada y con conflictos como cualquiera, pero el guion de Christina Hodson se encarga de que sea más que un prototipo visto mil veces. Triste y enojada por la muerte de su padre, alejada afectivamente de una madre y un hermano que intentan seguir adelante, Charlie tiene como único objetivo arreglar el Corvette 57 que ha heredado e irse lejos. Pero la adolescente se encuentra entre la chatarra de su tío a un VW Escarabajo amarillo, que es en realidad un robot extraterrestre enviado por Optimus Prime para salvar a su especie. Excepto por las secuencias del comienzo y del final, Bumblebee se parece más a esas películas de los 80 en las que un niño o joven encontraba un amigo peculiar al que debía esconder, como E.T., el extraterrestre y Cortocircuito, que a Transformers. La inspiración en ese cine le da a Bumblebee encanto, pero resulta un poco repetitiva y forzada la insistencia en la nostalgia de aquella época, con referencias constantes a la cultura popular del momento como Alf, El club de los cinco y la música de los Smiths, entre otros.
Suerte de Spin-Off, o sexta entrega de la saga "Transformers", "Bumblebee" de Travis Knight gana terreno al bajarle un cambio al barullo general de la franquicia Cuando en 2007 finalmente se estrenaba la adaptación cinematográfica live action de la serie animada y franquicia de juguetes ochentosos Transformers, sin saberlo, algo estaba cambiando dentro del sistema de tanques hollywoodenses. Michael Bay que hasta entonces venía más ligado al nombre del productor Jerry Bruckheimer, se asociaba al niño dorado Steven Spielberg (a decir verdad ya habían probado suerte infructuosa con "La isla") para entregar una película que resultó un híbrido entre dos estilos diferentes bien marcados. La primera mitad recordaba al clásico spilbergiano E.T. en versión adolescente, prevaleciendo la relación entre el chico y su amigo extraterrestre protegiéndolo de los militares que quieren cazarlo. La segunda, (demasiado) bombástica, más afín al estilo Bay, con peleas entre robots en la que costaba diferenciar qué era lo que sucedía. El éxito fue inmediato, y Transformers hizo escuela. Muchos tanques copiaron el estilo, Hasbro comenzó a llevar al cine muchas de sus franquicias de juguetes, y el cine pochoclero se hizo cada vez más ruidoso. Sí, en la puja de ese híbrido, ganó la segunda mitad. Cuatro secuelas, Transformers se volvió un ícono de películas que rompen la taquilla, pero a la vez reciben comentarios terribles, aún del público. Quizás sea que la última entrega, "El último caballero" (2017) ya no fue tan taquillera como el resto, y el sabor general fue el de la risa como consumo irónico. Los alertas se encendieron más fuertes que nunca, y el resultado es "Bumblebee", un claro manotazo de volante buscando cambiar el trayecto. El primer cambio es Bay ahora sólo como productor, y en el lugar de director Travis Knight, conocido por la película de culto "Kubo y la búsqueda del samurái". ¿Qué es, o que hace "Bumblebee"? Volver a los inicios. Finalmente oyeron al público que le había gustado la primera película, y estaba odiando cada vez más a las secuelas. Es la que más se parece aquella, aplicando una fórmula muy similar. Otro agregado es, en tiempos de "Stranger Things" y la utilización de la cultura pop de los ’80 como gancho referencial, llevar la acción a esa época; por lo cual, "Bumblebee" es una precuela. Veamos, todo comienza en Cybertron, el planeta de los Transformers. Se desarrolla una guerra sin cuartel en la cual, como si fuese Terminator, se decide enviar a la Tierra a un emisario para que prepare el terreno de una futura llegada de los Transformers como refugio. Claro, ese emisario es Bumblebee, el amarillo que hasta ahora en la franquicia siempre se transformaba en un Chevrolet Corvette, y se caracterizaba por ser el más amistoso y casi comic relief de la saga. Robando un poco más a Terminator, los Decepticons también envían a los suyos, para continuar la batalla e impedir el plan de Bumblebee y los suyos, con la secuaz de Megatron, Shatter a la cabeza. Luego de un explosivo encuentro con militares estadounidenses en donde ya conoceremos al villano humano de la historia, el Agente Burns (John Cena pisándole los talones a Dwayne Johnson pero aún muy de lejos), finalmente Bumblebee sobrevive y encuentra un doble nuevo refugio. En la serie animada Bumblebee se convertía en un Volkswagen Escarabajo, y como acá la cosa es guiñarle el ojo a la nostalgia, adiós Corvette, hola Escarabajo. Luego de una serie de hechos, conoceremos a Charlie (Hailee Steinfeld), la nueva poseedora del Escarabajo y amiga de Bumblebee. Todo se repite. Charlie es una adolescente medio rebelde (no entendí bien por qué) que vive en un pueblo californiano en 1987, con su madre, su hermano, y su padrastro; los tres comic relief. Ella quiere un auto, pero no. Hay un chico de la escuela, Memo (Jorge Lenderborg Jr.), que anda atrás de ella toda la película, se suma a la aventura (formando un power trio con el hermanito), ella lo histeriquea permanentemente, y con eso crean otra veta humorística. Así, avanza esta "Bumblebee", recordando en gran parte al primer film, y teniendo todo el tiempo presente la idea de entregar lo que el público pide. Hay más humor, ganchos ochentosos insertos con fórceps por todos lados, personajes que quieren ser carismáticos (hasta los villanos), en el medio una relación de amistad (porque empieza y termina con el barullo de siempre pero un poco más calmo), y un argumento simple. ¿Funciona? Funciona mejor que las secuelas anteriores sin dudarlo. Probablemente se ubique a la par de la primera entrega o casi. Pero pasaron once años, ya no hay sorpresa, y algo huele a fórmula vieja a intento de forzar demasiado las situaciones. Los personajes tienen carisma, se fuerza todo para que demuestren ese carisma al estilo Marvel Films; pero el desarrollo de los mismos no los acompaña. Siguen siendo clichés planos, estereotipos; por lo cual la empatía con los mismos no es tan sencilla. La historia, aún obviando las incongruencias con la saga, es limitada, y no genera la menor intriga. Ya se sabe todo lo que va a pasar, se simplifican cuestiones, y nuevamente, hay cuestiones demasiadas forzadas para introducir humor o el gancho ochentoso. En cuanto a las escenas de acción, son menos que antes, y un poquito menos pesadas, pero sigue entregando esa sobrecarga de CGI que huele a coctel de píxeles y metales doblándose porque sí. "Bumblebee" cambia parcialmente el recorrido. lo hace más disfrutable, pero el destino aún pareciera ser el mismo. A diferencia de las anteriores, aprueba ¿Alcanza?
Y la sexta fue la vencida. Bumblebee, el primer desprendimiento de Transformers, es por lejos la mejor película de la franquicia. No solo en términos comparativos con las otras cinco, sino que en líneas generales es un muy buen film que abraza un espíritu que antes se eligió ignorar. Uno conectado a títulos como The Iron Giant o E.T. the Extra-Terrestrial, con los que comparte un núcleo emotivo que pone en primer lugar al corazón, con lo que la acción tiene sustento y no es un mero choque descerebrado de chatarra. Quizás era cosa de prestarle atención a Steven Spielberg, que fue productor ejecutivo de todas las entregas de esta serie cinematográfica. Pero lo que indudablemente motivó el cambio de rumbo hacia pasturas más verdes fue la elección de otro director en Travis Knight (Kubo and the Two Strings).
Luego de media docena de películas, por fin la serie de "Transformers" baja un cambio en su interminable serie de peleas de robots del espacio sideral en nuestro planeta. Esta precuela, que transcurre en 1987 y se centra en la amistad de una chica problemática y un simpático transformer que queda medio bobo después de ser dado por muerto por los malvados de siempre. Como el robot estelar es un escarabajo Wolkswagen amarillo, el asunto tiene hasta un toque de “Cupido motorizado”, el rey de los “films–chivo publicitario“ que en 1969 consagró a Robert Stevenson, también director de “Mary Poppins” (y de “Me casé con un comunista") como el director estrella de Disney. También hay guiños a “E.T”, “Cortocircuito” y otros films ochentistas, y hasta un poco de Guerra Fría. Hay escenas entretenidas, muchos diálogos y situaciones tontas, de modo que la estrategia de la franquicia es lograr que las niñas de la audiencia se enamoren del robot autito. La película es fluctuante en ritmo y no maneja bien su narrativa de los 80. Por supuesto hay un final a toda acción robótica.
Bumblebee: Entretenido y enternecedor spin-off del bólido amarillo. De a poco a ido acaparando la celebridad que un día tuvo Optimus Prime, hasta que se ganó su propia película. Aquí te contamos qué nos pareció este film que tiene a nada menos que Travis Knight como director. De más está decir que las expectativas habían crecido cuando al proyecto se sumó el director Travis Knight, que para quienes no lo tienen muy visto es el realizador de la fantástica Kubo and the Two Strings (2016). Aunque no lo parezca, esa es su única producción como director, ya que el mismo se desempeñaba en el departamento de animación de Laika, con la que colaboró en casi todas sus películas. Por otro lado, el guion es trabajo de Christina Hodson, de la desestimada por la crítica Unforgettable (para más dato, actualmente está trabajando en el guion de Birds of Prey y se rumorea Batgirl, ambas de DC/Warner Bros.). Pero, como suele decirse, aquí triunfó el aspecto visual y ciertamente nostálgico que propone Knight, uno que mucho le debe a que la acción se sitúe en la década de los ochentas, en 1987 para ser más precisos. Pero vayamos por partes; la película es considerada un spin-off de la saga que iniciara Michael Bay en 2007, que particularmente a nosotros nos resultó un revuelo patriotero y de grueso amor por lo armamentístico/militar, que mucho se alejaba de ciertos parámetros que supo tener el original animado. Y tiene como protagonista al inseparable compañero de Optimus Prime (una vez más con voz de Peter Cullen), Bumblebee. El pequeño bólido amarillo escapando de los decepticons y humanos es gravemente herido, perdiendo su voz y la memoria. Tiempo después en un taller mecánico será rescatado por Charlie Watson (Hailee Steinfeld), dando comienzo a la aventura, por un lado emocional, como amigo de una jovencita que batalla cada día con la muerte temprana de su padre y los cambios hacia el mundo de los adultos, y por otro con sus enemigos, ahora aliados de los humanos que lo persiguen. Esta vez, lejos del aparatoso despliegue visual de Bay y más cercano a una comedia Spielbergriana, como podría ser E.T. the Extra-Terrestrial (1982) o por qué no, valgan las referencias en el mismo film, la serie ALF (NBC – 1986), la película se aboca a una historia mucho más intimista, en el sentido de hacer a los personajes criaturas atractivas y simpáticas, con particularidad a Bumblebee, creando así una aproximación menos violenta y guerrera. Y funciona, lo hace tanto en lo visual como el coming-of-age que plantea en el robot como en los protagonistas humanos; tanto Charlie como Memo (Jorge Lendeborg Jr.), que más que nada funciona como alivio cómico. Resulta que los diseños de los autobots y decepticons, tomados de los originales animados que conocimos en nuestra niñez (para los que tuvieron una a finales de los ochentas) juega en favor de este ejercicio evocativo que realiza el espectador, dándole a la franquicia, por demás desgastada, cierto aire fresco, y sumándole el soundtrack, que por momentos pueda que sea apabullante en la cantidad de canciones escuchadas, resulta en una entretenida e inocente aventura, sin llegar a ser infantil. Es particularmente sensible en los matices de sus protagonistas, aunque sigamos sin entender por qué los films deben durar dos horas promedio. Porque es allí donde puede que se vuelva algo cansino. Humor no le falta y posee cierta dosis de socarronería, con la representación de las autoridades que hace, muy propia de los films ochenteros con niños en sus elencos, en que son mostrados como un montón de bravucones e inútiles gigantes que poco colaboran con la acción y provocan en todo momento los estropicios necesarios, parodiando además la era Reaganista con militares obtusos y guerras frías. En definitiva, una película que trascendió a sus antecesoras en la saga que puebla y que da a los personajes creados por Hasbro y Takara Tomy que supimos ver en la serie animada estrenada en 1984, la posibilidad de ser más que solo maquinas en medio de una guerra. Una aventura, tal vez un poco extensa, entretenida en la que no descuidan la humanidad que ellos, pura lata y pistones, poseen a fuerza de acciones nobles. Y que equilibra la historia de la niña que encuentra su lugar, a través del dolor y la aceptación, en ese mundo poblado de adultos un tanto perdidos. Disfrutarla sin cuestionarse, como lo hicimos con los Goonies o E.T., es lo más atractivo de este film que ojalá sea considerado base para nuevas películas, porque las habrá, de eso no cabe ninguna duda.
La joven Charlie casi que padece su adolescencia. Se siente dejada de lado por su familia, a su amado padre lo perdió hace unos años, tiene un trabajo miserable, y no puede reparar el auto que con junto a su papá querían poner a punto. Todo cambia en el día de su cumpleaños, cuando apiadándose de ella, su tío le regala un viejo y destartalado automóvil; lo que ella no sabe es que dicho vehículo es más de lo que parece. Después de varias películas de cuestionable calidad, pero buena recaudación, nos había llegado la noticia de un spin off centrado en Bumblebee. El escepticismo era obvio, pero al recibir las primeras buenas críticas, había un poco de luz al final del camino. Y por suerte podemos confirmar esas impresiones. La mayor virtud de Bumblebee es su simpleza. Atrás quedaron enormes batallas con decenas de robots y una cámara con movimientos epilépticos que nos hacía adivinar que estaba sucediendo en pantalla. Un claro ejemplo del cambio de rumbo, es que, en toda la película, solo tenemos guerreros: el héroe y los dos villanos. Otro punto a favor, es que al final de los créditos, vemos que uno de los productores ejecutivos era Steven Spielberg, y después de ver el film y pensándolo bien, nos damos cuenta que el Señor Spielbergo seguramente metió mano en el proyecto; porque durante las dos horas de metraje, tenemos una sensación a E.T difícil de sacarnos. A esto debemos sumarle un acertado protagónico por parte de la joven Hailee Steinfeld. La muchachita vuelve a mostrar que es una de las mejores actrices de su generación, y que se puede bancar un protagónico sin dificultades. De hecho, esta en un 90% de toda la película, siendo quizás el inicio la única secuencia donde no la vemos. Y si bien sabemos que John Cena no es ni de cerca un buen actor; el acertado papel que le dieron, le sienta bien al ex wrestler. Pero no todo está bien en Bumblebee. Parece ser que es una obligación, que, si se tiene a una protagonista adolescente, se la debe mostrar siendo humillada por los populares de su instituto (y es ley que la “mala” sea rubia prototipo de Barbie). Y en este film eso sigue estando presente, pese a que no aporta nada a la trama principal, y solo come minutos de puro relleno que estira el metraje sin necesidad. Siendo la más simple y sencilla de todas las Transformers hasta la fecha, Bumblebee se posiciona como la mejor y por mucho margen (tampoco la tenía demasiado difícil). Si les gusta la saga, es de visionado obligatorio en el cine; y si solo buscan pasar unas entretenidas dos horas, es una buena opción también.
Bumblebee es una precuela de las cinco películas que forman la saga de Transformers, dirigida por Travis Knight, en su primera película live action luego de una larga trayectoria en el cine de animación. El elenco está conformado por la joven actriz nominada al Oscar Hailee Steinnfield, John Cena, Jorge Lendeborg Jr, Jason Drucker, Pamela Adlon, Stephen Schneidery John Ortiz. La historia transcurre en 1987, cuando B – 127, un soldado rebelde del planeta Cybertron que forma parte de la alianza rebelde de Autobots, se refugia en el planeta Tierra con el objetivo de armar una base donde reagruparse y así poder vencer a los Decepticons. Pero su plan es descubierto, y debe pasar desapercibido, ya que sus enemigos se unen a fuerzas militares con el objetivo de capturarlo, y se transforma en el auto de Charlie, una joven rebelde pero apasionada por la mecánica. El principal motivo por el que esta película funciona es la actuación de Hailee Steinfeld, que compone de forma verosímil a esta persona común que se convierte en heroína cuando se ve envuelta en situaciones extraordinarias. Y Travis Knight utiliza su experiencia como animador para crear el personaje de Bumblebee y hacer que sea posible que el espectador sienta empatía con este robot que se transforma en auto. Por eso resulta imposible no pensar en E.T. El extraterrestre, que tiene un argumento similar, pero con logradas escenas de combate . Desde el punto de vista técnico vale la pena destacar el diseño de producción a cargo de Sean Haworth, quien logra reconstruir de forma nostálgica la década del ’80, y asombrarnos en la escena inicial donde se nos presenta el planeta Cybertron en guerra. Además el uso de tecnología en 3D y los asombrosos efectos especiales hacen que valga la pena verla en cine para disfrutar del espectáculo. En conclusión, Bumblebee es una película que funciona a modo de precuela, por lo que no hace falta haber visto el resto de la saga para entenderla. Y es ideal para ver en familia, porque apunta a un público infantil, utilizando tecnología de punta al servicio de una historia entretenida.
Durante las cinco anteriores películas de “Transformes”, su director y productor Michael Bay nos acostumbró a que el acento siempre estuviera en la acción, en las guerras y peleas mostradas con detalle, en los efectos especiales que primero nos quitaron el aliento pero luego se convirtieron en un sin fin de espectaculares efectos especiales que nos llevaron a la monotonía y también al aburrimiento. Mas de lo mismo frente a cada estreno, especialmente para el público adulto. Pero esta vez, esta película, técnicamente una precuela de la saga, pero el primer “spin off” de la franquicia, es distinta, personal, la mejor sin dudas. Si bien Bay sigue como productor de esta entrega, la llegada de Travis Knight en la dirección y el guión de Christina Hodson marcan un cambio fundamental. Se le da a los humanos la posibilidad de desarrollar sus personajes, la del transformer llegado a la tierra como adelantado, el interactuar con su anfitriona adolescente, establecer un verdadero lazo humano y solidario entre ellos y hasta algunos deliciosos pasos de comedia. Para esto es fundamental la elección de la protagonista Hailee Steinfeld (“Temple de acero”, “Ritmo perfecto”) que a pesar de tener que actuar con un personaje creado por computadora, nunca tuvo un actor frente a ella, logra una interpretación profunda de los problemas, manera de ser y creencias de una adolescente que acaba de cumplir l8 años en un mundo familiar y socialmente hostil. Para ella y el pequeño transformer será el tiempo de adaptación y crecimiento en un entorno que le hará las cosas cada vez más difíciles. Y no es que las escenas de acción, enfrentamiento y guerras falten, pero no ocupan el centro de la escena, aunque al comienzo y al final son realmente muy logradas. Ambientada en los ochentas con una gran banda de sonido.
Nuevamente aparecen en la pantalla cinematográfica los robots Transformers, esos en los que el Mal y el Bien estaban representados por los Autobots (los Buenos) y los Decepticons (los Malos, muy malos). Nacidos hace más de doce años, estos extraterrestres tienen un poder extraordinario, cambian de forma convirtiéndose en máquinas de transporte comunes: autos, camiones y aviones. En esta historia ambientada en 1987, el líder Autobot, llamado Optimus Prime (del planeta Cybertron), envía un Súper Soldado B 127 a nuestro planeta para preparar el terreno terráqueo (valga la redundancia) y preparar el campo a los Autobots que deberán defender la Tierra de los Decepticons. El problema es que cae en un campo Sector 7 de una agencia secreta del gobierno, que investiga actividad extraterrestre. Como lo creen enemigo, Jack Burns (John Cena), un capo de la zona, lo daña, pero el Soldado se transforma en un Volkswagen Beetle sesentista. Así lo encuentra en un depósito chatarrero la nueva heroína de la historia, de nombre Charlie, una linda adolescente que vuelca su amor en Bumblebee, el Volsks Beetle que se transforma una y otra vez, formándose así una suerte de unión ET-Elliot de la época de Steven Spielberg (productor ejecutivo de esta película). EFECTOS ESPECIALES Entre enfrentamientos de Decepticons, que finalmente llegan, y Autobots representados por Bumblebee, que tiene como aliada a la efervescente adolescente Charlie, la película une efectos especiales de primera línea, bromas ingenuas o alguna humorada levemente sofisticada, rompiendo la seriedad de ciertas actitudes que caracterizaban las anteriores "Transformers". Y es precisamente en ese punto en que "Bumblebee" tiene sus mayores logros, en no tomarse demasiado en serio, en burlarse de ella misma, gozar de la iconografía de los "80 y sus temas musicales. No olvidemos que Bumblebee habla por sus inserts musicales, todos de la época. Una nueva "Transformer" con bocanadas frescas, con amistades que unen especies diferentes para trabajar y ayudarse mutuamente (Charlie y Bumblebee), con reconciliaciones familiares (Charlie y su madre, a la que no perdonaba su nueva unión amorosa) y con mucha comprensión más allá de lo humano. Por supuesto que hay mucha acción, luchas interestelares en tierra, abundante juego pirotécnico, pero lo humano sobresale en todo el filme y da solidez y ternura a la película. Un hallazgo Hailee Steinfeld, la Mattie Ross de "Temple de acero", que contrataba a Jeff Bridges para vengar a su padre. En esta, el recuerdo paterno y su ausencia física la precipitan al cariño de Bumblebee y en su condición de partenaire en la fiera lucha contra los Decepticons.
Para quien escribe, la saga Transformers estaba acabada. Como consecuencia de una película mala tras otra. Y salvo por la última entrega (Transformers: The Last Knight, 2017), a todas les había ido muy bien en la taquilla. ¨Pero se notaba un cansancio por parte del público, y llegó una renovación, que debo decir, que me sorprendió para bien. Bumblebee es una buena película que mezcla los géneros aventuras, ciencia ficción y coming of age, de manera muy eficaz y con golpes certeros. De todos modos, se arrastran varios de los errores y cosas que molestan de la franquicia, tales como las caracterizaciones acartonadas de los militares, one-liners muy tontas y vaivenes en el humor. Aquí está un poco más medido porque se muestra mucho sentimiento. Pero por momentos los chistes muy malos se hacen presentes. El film gana por los sentimientos y por haberle choreado bastante a la excelente película animada The Iron Giant (1999). Es en la relación entre Bumblebee y Charlie en donde está todo lo bueno. De hecho, cuando no se está explorando su vínculo, el film decae. Hailee Steinfeld está muy bien en su rol. Demuestra que puede hacer lo que sea. Indies y mainstream, cantando o no. Posee una sensibilidad muy particular, de esas muy sinceras y que conectan con el público, aún cuando su relación principal sea con un robot hecho de CGI. El director es Travis Knight, quien antes hizo Kubo and the Two Strings (2016), y tranquilamente se pueden trazar paralelismos entre esa película y este estreno, en lo que refiere a manejo de climas y personajes. En cuanto a los VFX están muy bien, y al haber menos batallas que en Transformers, no se satura tanto. Y en cuanto a los Autobots y Decepticons, los fans saldrán satisfechos porque por fin se puede ver más de la Guerra de Cybertron, en un opening muy bueno. Además, los diseños son más ochentosos y fieles a los originales. Justamente, ayuda mucho que el film se sitúe en los 80s, tanto por la historia, la inocencia de sus personajes, los diseños, y la música. Hay mucho hit y referencias a la pop culture muy bien usados. Bumblebee es una película buena, que se aleja para bien de su franquicia madre, y que recomiendo mucho para los más chicos y adolescentes.
Reviviendo la nostalgia Bumblebee es el regreso de las películas de los Autobots al mundo del cine. Ahora bajo la dirección de Travis Knight (Kubo and the Two Strings) y con un reparto compuesto por la joven Hailee Steinfeld (True Grit), John Cena y Jorge Lendeborg Jr. La película se dispone como una precuela a todo lo sucedido en las cinco películas anteriores. Comienza de nuevo con una lucha entre los Decepticons y los Autobots, que luego de una orden de Optimus Prime (líder de los Autobots), Bumblebee es enviado malherido a la Tierra para poder esperar a que luego todo el equipo vuelva a reagruparse en ese lugar. Al llegar al planeta se encuentra en el año 1987 y conoce a Charlie (Steinfeld), una adolescente que lo ayudará a que se adapte a este nuevo mundo mientras unas tropas militares lideradas por el teniente Jack Burns (Cena) lo buscan por considerarlo una amenaza hostil. Al ir corriendo la primera mitad del film uno se va sorprendiendo un poco, sabiendo que fue a ver una película del mundo de los Transformers y que todos tenemos una idea de lo que son estas películas. Esto ocurre debido a que el director Travis Knight le dio una vuelta de 180° a la franquicia y le devolvió el valor del desarrollo de personajes, algo que se había perdido totalmente en las entregas que conocemos. Personajes descartables, saturación de colores pero con escenas de acción impactantes y espectaculares, era eso lo que representaba Michael Bay en las cinco películas en las que fue director. Ahora con este spin-off del más pequeño de los Autobots la trama nos presentó algo más cercano a películas como E.T, The Iron Giant o King Kong. Lo que sí supieron elegir también bien es el contexto donde fue narrado, dado que al elegir que sea una precuela pudieron explotar por completo a los años 80’s, una fórmula que últimamente fue saturada por películas y series. Y te lo tratan de dejar en claro en todo momento llenándote de referencias a la cultura pop y con hits musicales de The Smiths, Duran Duran, A-ha, etc. Pero volviendo al gran cambio de paradigma de esta película, fue el mencionado desarrollo de personajes y la relación humana que se creó entre Bumblebee y Charlie. Es que la personalidad de pureza e inocencia que tiene el Autobot, te compra y hasta podés llegar a sentir lástima por el en ciertos momentos. La relación con el personaje de Steinfeld es algo que lo vimos miles de veces en el cine, y no es para nada algo original ya a esta altura. También algo que no terminó de cuadrar muy bien en la película fue la figura de John Cena que termina siendo un villano de relleno que no llega a acomodarse bien al lugar donde iba la película y los Decepticons bueno… ya a todos nos quedó claro que son los malos a los que se los puede eliminar fácilmente. Bumblebee es una película que nos llamó la atención a la mayoría por el tono que se decidió utilizar ya que contrasta a lo que veníamos acostumbrados. Donde las escenas de acción son solo un componente que ayuda a la película pero que no es la atracción principal. La historia que se quiere contar sí que no resulta familiar, no es innovadora pero te deja un buen sabor de boca, y la mayoría seguramente lo disfrutarán. En resumen, Bumblebee es un viaje de nostalgia, y que logra contar satisfactoriamente una historia de vínculos de amistad y amor.
En esta ocasión los personajes secundarios que no logran destacarse, son: Memo (Jorge Lendeborg, “Spider-Man: Homecoming”), que está enamorado de Charlie (la protagonista que es el centro de la historia, junto a B-127, es una actriz y cantante estadounidense, Hailee Steinfeld) y quien debe guardar el secreto, el Agente Burns (John Cena) y el Dr. Powell (John Ortiz), dejan entrar al enemigo de manera accidental. Están Otis el hermano menor de Charlie, Sally la madre y Ron (Stephen Schneider) el padrastro, que no aportan mucha a la historia. Una trama sencilla, ambientada en los 80, con una bella fotografía, visualmente es atractiva, llena de efectos especiales, tiene momentos épicos, espíritu de aventuras, llenos de acción, con varios momentos para la nostalgia, bien de los ochenta, tiene un toque más familiar y varios mensajes. En la producción ejecutiva está Steven Spielberg que es toda una garantía.
Amigo de fierro Contra todos los pronósticos y después de cinco películas -en escala claramente descendente- parecería que la franquicia cinematógrafica de Transformers aún tiene algo de energía corriendo por sus placas y circuitos. Luego del último traspié con Transformers: El último caballero (Transformers: The Last Knight, 2017) Michael Bay dejó libre la silla de director de la saga y trajo al prometedor Travis Knight (Kubo y la búsqueda del samurai, 2016) para hacerse cargo de Bumblebee (2018) el primer spin-off de los guerreros robóticos con el personaje del título como protagonista. Pero no es sólo un spin-off, también se trata de una precuela. Ambientada en el año 1987, la historia comienza cuando Optimus Prime, líder de los Autobots, envía a Bumblebee a la Tierra en busca de un refugio para los suyos, ante el inminente ataque de los malvados Decepticons. Tras un arrivo con no pocas complicaciones, Bumblebee sufre un daño severo en su dispositivo del habla y pierde la memoria, pero logra asimilar la forma de un viejo “escarabajo” amarillo Volkswagen y se esconde en un cementerio de autos viejos de un pueblito californiano. La joven Charlie (Hailee Steinfeld) se vuelve la inesperada dueña del auto, un regalo inesperado por su cumpleaños número 18. Por supuesto al descubrir la verdadera naturaleza del vehículo empezará al forjar un vínculo particular con el robot alineígena, quien debe protegerse tanto de amenazas externas como terrestres, mientras evita una invasión a gran escala. El marco temporal del relato abre el juego a varios homenajes, con el cine de Steven Spielberg y John Hughes de la época dentro de las influencias más fuertes, sumando una banda sonora que exprime cada melodía pegadiza del período al máximo. La chica común maltratada por las populares, el vecino tímido, los suburbios norteamericanos donde los chicos se meten en líos ignorados por los adultos y demás tropos clásicos del cine de los 80s. Todas cuestiones que conforman la identidad del film. Probablemente lo más polémico a nivel casting haya sido la creación de dos nuevos decepticons (Shatter y Dropkick) especialmente para la película, considerando la infinidad de personajes que componen el universo Transformers. Steinfield aprueba con buena nota, especialmente en esa siempre difícil tarea de interactuar con un personaje 100% CGI, hecho por computadora. Gracias a sus roles en Mi vida a los diecisiete (The Edge of Seventeen, 2017) y la saga de Ritmo perfecto, parece canalizar sin problemas el espíritu adolescente, independientemente de la época. Al mismo tiempo se convirtió en la primer protagonista femenina de una saga conocida por su poco disimulado machismo, duplica puntaje! Con mucho menos drama humano, sexismo gratuito, testosterona, explosiones y toda esa parafernalia marca Bay, la más reciente entrega de la saga se acerca como nunca antes al espíritu original de la serie animada de los ochentas. El vínculo humano/máquina le da un toque personal que apenas vislumbramos en Transformers (2007), en un marco mucho menor que los films previos que permite otro tipo de acercamiento a los personajes. Con un acto final que cumple la doble de función de unificar la trama con las entradas previas y dejar la puerta abierta para más capítulos de esta micro historia, mientras desnuda uno de los momentos más sutiles de “friendzone” que el cine ha entregado en los últimos años. Si bien está lejos de ser un film que llegó para romper esquemas y paradigmas, Bumblebee aprovecha lo bajo que había quedado la vara tras las últimas secuelas de la saga para entregarnos una historia con corazón, que demuestra que no siempre se necesitan grandes explosiones (o al menos no TAN grandes) ni interminables escenas de batalla en medio de una urbe para mover la aguja de la taquilla.
Cuando tu mejor amigo es robot y extraterrestre El spin off de "Transformers" es un film mucho más humano que los anteriores. La historia se sitúa en 1987, cuando el robot llega a la Tierra. Travis Knight es el responsable de “Kubo y la búsqueda del samurai”, una de las mejores películas animadas de los últimos tiempos. No fue un filme muy famoso porque no perteneció a la factoría Disney/Pixar, y quizás ese semianonimato haya sido el secreto para traerlo a una franquicia tan diferente a sus demás trabajos. La saga “Transformers” aprendió de sus errores y trae un filme mucho más humano, aunque suene contradictorio al hablar de una historia de robots extraterrestres. En “Bumblebee”, la historia se sitúa en 1987, cuando el robot llega a la Tierra. Aquí, mucho antes de ser el Camaro que se hizo conocido en 2007, primera parte de la saga, el Autobot toma la forma de un Volkswagen Escarabajo (como aparecía en los primeros juguetes y la serie original de Hasbro). Optimus Prime envió a la Tierra a B-127, para que prepare todo para la llegada de los demás Autobots, pero queda muy averiado tras una batalla con un Decepticon que lo perseguía. De esta manera conoce a Charlie (Hailee Steinfeld), una adolescente sin amigos que conoce de reparación de autos gracias a lo que le enseñó su fallecido padre. La joven consigue el auto, casi como chatarra, y lo hace funcionar, algo que “cura” a Bumblebee y decide presentarse con la pequeña al sentirse seguro, y se hacen amigos. Obviamente no habrá mucho tiempo de paz, y los Decepticons vendrán a buscar a B-127, ayudado por el cuerpo militar a cargo de Burns (John Cena) porque claro, no hay película de Transformers sin militares que defiendan la patria estadounidense. El filme cambia por completo la esencia de la saga con humor e inocencia, a diferencia de todas las otras, dirigidas por Michael Bay, un cineasta virtuoso para hacer escenas de acción pero con ningún otro talento conocido. Más allá de la chatarra y la historia espacial, la amistad entre Charlie y Bumblebee hace recordar por momentos al filme animado “Big Hero 6” de 2013. Sin las peleas de robots eternas, aunque con varios momentos de acción destacables, este spin off es sin dudas la mejor de las películas de la franquicia.
ADIÓS MICHAEL El escarabajo amarillo devenido en robot espacial (¿o es al revés?) se corta solo para una precuela que intenta borrar todos los errores cometidos por Michael Bay. “Transformers: El Último Caballero” (Transformers: The Last Knight, 2017) fue un completo fracaso comercial -excepto por los 228 millones que recaudó en China, siempre salvando las papas de Hollywood- y de crítica, hundiendo la franquicia de Michael Bay hasta lo más profundo (bueh, tampoco para tanto). Paramount Pictures y Hasbro decidieron tomar cartas en el asunto y hacer lo que se estima en estos casos: rebootear la saga y empezar de cero con un enfoque totalmente diferente. Así, Bay da un paso al costado dejando que Travis Knight se quede con la silla del director. Este realizador debutante en materia de live action es el responsable de la maravillosa “Kubo y la Búsqueda Samurái (Kubo and the Two Strings, 2016), en resumen, un tipo más afecto a la animación que a las historias con actores de carne y hueso… o robots. La idea de Knight y la guionista Christina Hodson -la misma de “Birds of Prey (And the Fantabulous Emancipation of One Harley Quinn)”- es llevarnos al pasado, más precisamente a 1987, dos décadas anteriores al estreno (y los acontecimientos) de la primera entrega de Transformers, donde en algún lugar de la galaxia, los Autobots liderados por Optimus Prime llevan adelante la resistencia en medio de una guerra civil contra los Decepticons. Cybertron está a punto de caer, y la única opción que les queda a los robots bonachones es encontrar refugio en algún otro planeta. El joven y entusiasta B-127 (voz de Dylan O'Brien) debe seguir las órdenes de su líder y partir hacia la Tierra con la esperanza de sentar una base para reagruparse y evitar la extinción de su especie. Nuestro extraterrestre amarillo favorito tiene la mala suerte de caer en medio de un ejercicio de entrenamiento del Sector 7, una agencia secretísima del gobierno de los Estados Unidos que se encarga de monitorear, justamente, las señales de vida más allá del planeta. Como estamos en medio de la Guerra Fría y la paranoia de los rusos está a flor de piel, el coronel Jack Burns (John Cena) presupone que B-127 es el enemigo y, claro, primero dispara y después pregunta. Bumblebee logra escapar sin saber que el decepticon Blitzwing le siguió los pasos con la intención de descubrir el paradero de Optimus y los rebeldes. La confrontación pone aún más alerta a los humanos desatando una masacre, y dejando al robotito sin memoria y bastante estropeado. Lo último que B-127 logra antes de apagarse, es tomar la forma de un viejo Escarabajo amarillo modelo 1967. Yo soy tu amigo fiel No muy lejos de ahí, en algún lugar de San Francisco, vive Charlie Watson (Hailee Steinfeld), adolescente apática que todavía no logra superar la muerte de papá y el hecho de que mamá Sally (Pamela Adlon) haya seguido adelante con su vida de la mano de una nueva pareja. Lo único que quiere la chica (además de que la dejen en paz) es un auto propio, un símbolo de independencia y autonomía bastante difícil de alcanzar. Todo cambia cuando encuentra a B-127 arrumbado en el depósito de chatarra de su tío Hank, quien lo convierte en su regalo de cumpleaños. Charlie pone manos a la obra para reparar el destartalado vehículo y pronto descubre que su Escarabajo es mucho más que un simple y modesto autito. En el proceso, B-127 se convierte en Bumblebee (claro, porque se parece a un abejorro), y sin recordar mucho de su origen, y sin querer queriendo, envía una señal de auxilio que pone en alerta a los malvados Shatter (voz de Angela Bassett) y Dropkick (voz de Justin Theroux). Los decepticons enfilan para la Tierra y hacen buenas migas con los agentes del Sector 7, convenciéndolos que Bee es un peligroso fugitivo. Así comienza la cacería, mientras Charlie hace todo lo posible para proteger a su nuevo (y único) amigo. “Bumblebee” (2018) es por lejos la mejor película de la franquicia, aunque eso no es mucho decir teniendo en cuenta la debacle de CGI y súper acción descerebrada que nos entregó Bay a lo largo de cinco entregas. Knight y Hodson deciden encarar por el lado más humano, haciendo uso y abuso de cuanta referencia ochentera se les cruza por el camino. Ahí reside una de las constantes (y fatigas) de la historia, una que se agota a los pocos minutos, más que nada, por su eterno exceso musical. Ok, ya entendimos, es 1987 y hay que desplegar todos los hits del momento. Nadie está a salvo cuando se trata de robots gigantes Desde “Transformers” (2007), Bumblebee se convirtió en un favorito, gracias a su lealtad y “humanidad”, si se quiere. La película explota esta faceta del robotito y su relación con Charlie, en busca constante de una conexión emocional tras la pérdida de su papá. Pero esto ya lo vimos, y con mejores resultados, en “El Gigante de Hierro” (The Iron Giant, 1999), una comparación que no podemos evitar, sobre todo, aquellos que veneramos el “clásico” animado de Brad Bird. A su favor, “Bumblebee” rescata la inocencia y la aventura de los éxitos cinematográficos de la década del ochenta con una visión más moderna, pero bebe demasiado de sus influencias -alguien dijo “E.T., el Extraterrestre”-, olvidándose de contar una historia un tanto más original. Igual, triunfa a la hora del entretenimiento, de bajarle un cambio a los excesos de CGI y batallas robóticas, pero no logra escapar de los lugares más comunes y los arquetipos, como los soldados malos y los científicos ineptos. Lo más importante, y destacable, es la personalidad de este abejorro gigante, y su conexión con la humana de turno. Una experiencia mucho más accesible para el público menudo y no tanto para el target gustoso de peleas entre robotitos y desmadres. De eso también hay, pero los enfrentamientos y la destrucción no son el foco para los realizadores que, con esta precuela, intentan cambiar el tono de Michael Bay y, tal vez, acercarse un poco más a la serie animada de mediados de los ochenta. Acá no hay lugar para el romance, ¿o sí? Steinfeld nunca decepciona, es la que se carga la película al hombro y aporta los momentos más emotivos junto a Bee, a pesar de que muchos de los personajes que la rodean sean un tanto caricaturescos. Los efectos, el humor, la banda sonora de Dario Marianelli -que poco se puede lucir entre tanto hit de Música Total-, están puestos al servicio de un relato que no trata de innovar (lo siento), pero sí de borrar el mal sabor de boca de las últimas entregas. Acá, los realizadores se concentran en contar una historia simple y precisa para poder expandir el universo de los Transformers, apelando a la nostalgia que tanto supieron explotar otras producciones como “Stranger Things” o “It (Eso)” (It, 2017).
Esta nueva entrega sobre los transformers, que afortunadamente no está dirigida por Michael Bay sino por Travis Knight (más ligado al mundo del cine de animación), es una especie de precuela en donde nos cuentan cómo llegaron los autobots a instalarse en el planeta Tierra: Cybertron está en guerra, los Decepticons luchan contra los Autobots, y, para proteger a los suyos, Optimus Prime envía a Bumblebee a buscar refugio en un nuevo planeta adonde los demás lo seguirán cuando el robot amarillo encuentre un lugar indicado y lo proteja. En esta película, entonces, vemos los primeros pasos de un transformer en estos pagos y presenciamos, además, cómo Bumblebee pierde la voz es y también cómo adquiere la forma del beetle amarillo que será, tiempo más tarde, descubierto por Charlie (Hailee Steinfeld), una adolescente que vive en San Francisco. Ella es quien bautiza al robot con su conocido nombre y ambos forjan una amistad que, por momentos, se asemeja no solo a la de E.T. (película a la que esta, de una u otra forma, cita) sino también a la de un amo con su mascota (aquí Bumblebee tiene bastante de perro, y eso es lo más flojo del relato). Estamos en los 80 y la película hace bastante alarde de la temática cultural ochentosa. No solo en los clarísimos gustos musicales de la chica, sino también en los programas de televisión que ve su familia (Alf, por ejemplo) o en las películas que ella tiene en VHS (The Breakfast Club, también citada en varias partes del relato). Por momentos, esto parece una especie de Adventureland mucho más bruta, aunque no por eso mala. Bumblebee es adorable, y lo mejor es que se aleja de las cinco películas de Bay, donde el CGI no genera mucho más que una montaña rusa de metal comprimido y uno termina mareado entre tanta parafernalia de hojalata contra hojalata. En esta película no está la dama escultural y despampanante (que tanto le gustaba a Bay a la hora de crear personajes), está la chica-heroína, la chica más de verdad. Esa es Charlie y tiene 18 años, dato que le da un toque muy importante al relato, imprimiéndole una personalidad. Sí, por momentos demasiado ingenua pero, principalmente, una personalidad adolescente (con todo lo que ello implica). Bumblebee sueña, sufre y siente mientras narra, y parece que eso es algo que siempre le faltó a la saga de Transformers: ser más humana. Por eso el film de Knight elige partir de la etapa etaria más crítica de un ser humano y, desde allí, acompañar con un humor que funciona y que va de la mano de ese tono adolescente que casi siempre está en la medida justa. Es cierto que, de a ratos, casi todo lo que pasa alrededor de Charlie es aniñado e ingenuo pero la película no se toma esto muy en serio sino que lo presenta con risa y algo de ternura, sin burlarse pero casi como, adrede, queriendo desbordar de emoción. Y es que en el fondo toda ciencia ficción tiene algo de mágico, y eso es lo que esta película se encarga de llevar de la apariencia al corazón, y del choque a la emoción, logrando un relato mucho más humano, mucho más mundano. Y, sí, mucho más centrado en sus protagonistas humanos que en sus protagonistas extraterrestres (principal crítica de muchos fanáticos de Transformers). Sin embargo, aunque la relación entre este autobot roto y esta chica rota sea un poco literal, resulta hermosa. Porque mientras se arreglan entre sí, sucede que nos entretienen, nos emocionan y nos recuerdan lo buena que está la amistad. Y también sucede, claro, que hay algo de lucha, porque vuelven los Decepticons y entonces intervienen los humanos pero, sobre todo, los humanos adolescentes. Ahí es donde entra Memo (Jorge Lendeborg Jr.), el vecino de Charlie, quien hace tiempo quiere invitarla salir pero no se anima a hacerlo. Este es un personaje al que le falta desarrollo pero que rellena momentos con humor y ese toque de nerdismo infaltable en toda película de ciencia ficción. Además, Memo tiene una de las mejores líneas de la película, esa que define un poco la actitud de este relato entero: después de violar la ley, entrar en una base militar, rescatar a un Transformer, “enfrentarse” a soldados y presenciar (desde muy lejos) la pelea entre Bumblebee y dos Decepticons, Memo–algo lastimado- mira a un comandante que le cuenta que “el mundo ya fue salvado” y le responde: “¿Podés llamar a mi mamá?”. Entonces la película se enciende, porque tiene mucho de eso que aquella frase sintetiza: de personajes que no pueden solos, que necesitan ayuda sobre todo porque necesitan tiempo. Para crecer, para sanar, para aprender pero, principalmente, para encontrar su espacio y construirlo como mejor les salga, ya sea a base de canciones, de películas, de fotos, de filmaciones caseras, de recuerdos o, incluso, de piezas de metal, pero siempre en compañía de seres (humanos o no) que vuelvan grato ese proceso.
LOS OJOS DEL AUTOBOT Hay que reconocer que la vara que tenía que superar Bumblebee era muy baja: de la mano del infame Michael Bay, la saga de Transformers ya había nacido, desde su comienzo, ruidosa, prepotente e inconsistente; nunca había aflojado en esa tónica (salvo en contados pasajes, como el prólogo de El lado oscuro de la Luna); y había alcanzado cumbres de aturdimiento, berreteada y aburrimiento en El último caballero. Por eso que al film de Travis Knight (que venía de dirigir la estupenda Kubo y la búsqueda samurái) no le cuesta mucho imponerse como la mejor entrega de la franquicia, con un puñado de decisiones lógicas e interrelacionadas. La primera es concentrarse, esencialmente, en los personajes, o más precisamente, en el dúo protagónico: el Autobot Bumblebee, que escapa de Cybertron rumbo a la Tierra con instrucciones de Optimus Prime para instalar una base aliada, pero perdiendo la memoria en el camino y encontrándose por accidente con Charlie (Hailee Steinfeld), una joven que luego de perder a su padre trata de sobrellevar su solitaria adolescencia dedicándose a la mecánica amateur y ahorrando dinero con un mediocre trabajo de verano. El cruce entre estas personalidades marcadas por la pérdida y la dificultad para expresarse (literal y psicológicamente) es el foco central de la película, que se va configurando como una reversión apenas ajustada de relatos como ET, Los Goonies, El gigante de hierro y hasta Super 8, con la década del ochenta como referente. Las siguientes decisiones vienen de la mano de la primera: configurar una estructura narrativa mucho más simple y directa, sin demasiadas complicaciones vinculadas a la mitología de los Transformers o hechos puntuales de la historia mundial, donde lo relevante es el cuento de amistad, aprendizaje y crecimiento; y establecer unos pocos pasajes marcados por la espectacularidad, con una selectividad que alienta una preocupación por armar una puesta en escena consistente (de hecho, es la primera vez que en una película de la franquicia podemos entender las peleas y escenas de acción). Las ambiciones de Bumblebee como película son pequeñas y su relato en cierto modo funciona como una recopilación de viñetas típicas de las aventuras de ciencia ficción de los ochenta: el grupo protagónico marcado por la amistad y la lealtad; el núcleo familiar un tanto distante pero en última instancia empático; la banda de jóvenes populares despreciable y fácilmente repudiable; el poder militar amenazante; los antagonistas despiadados; la otredad con la cual se encuentran puntos de contacto; la banda sonora capaz de pintar una época y diversos estados de ánimo; el humor marcado por lo físico y destructivo (hay una escena donde se demuele un auto que es notable); y claro, el recuerdo y la carga de lo que se perdió o está ausente. La diferencia puntual parte del hecho de que el personaje principal es una mujer (que, hay que decirlo, se maneja en contextos marcados por la masculinidad), a la que Steinfeld le otorga la humanidad exacta desde su mirada y gestualidad. Pero lo femenino sería apenas un gesto para la tribuna si el film de Knight no exhibiera una real preocupación por lo que está narrando, en vez de ser una mera acumulación de estereotipos estéticos y genéricos. Ese cuidado a veces se expresa de maneras sutiles, que van más allá de lo discursivo, compensando aquí algunos baches narrativos o personajes algo desdibujados. En este caso, la sutileza expresiva va por el lado de los ojos, particularmente en los del Autobot amarillo: de un brillo celeste y fulgurante, atraviesan una variedad de emociones que crean una empatía instantánea por un guerrero que no deja de ser un niño. Esos ojos, capaces de decir todo sin recurrir al habla, dicen mucho sobre las virtudes de Bumblebee como película imperfecta pero honesta, y de las potencialidades que se abren para la saga de Transformers.
Un prolijo entretenimiento que sobrepasa a sus antecesoras. En 2007, con la primera Transformers, Michael Bay hizo la que fue su última película en donde si bien había una sobrecarga de efectos digitales y cortes a lo pavote, tenía personajes queribles y un guion de solidez aceptable. Después vinieron las secuelas que crecieron en duración y presupuesto, donde no solo carecían más y más de ese básico detalle, sino que ni siquiera eran entretenidas. 11 años más tarde, con Bay dando un paso al costado, parecieron recordar estos detalles en la realización de Bumblebee. Tengo un tractor (ok, auto) amarillo. Cybertron ha caído bajo el yugo de los Decepticons, por lo que los Autobots liderados por Optimus Prime deben escapar a la Tierra para resguarecerse e iniciar su contrataque. B-127 es el robot elegido por dicho líder para venir a nuestro planeta y establecer dicha fundación. Su llegada no es lo que se dice silenciosa y es inmediatamente perseguido por el Ejército Norteamericano. Termina encontrando refugio en Charlie, una joven de 18 años en busca de un auto, quien lo bautiza como Bumblebee. Bumblebee es un prolijo guion de acción y aventura, con un personaje querible adelante de todo. La relación entre la chica y este robot producirá no pocos momentos muy conmovedores. Los antagonistas robóticos que siguen a nuestro protagonista desde Cybertron proveen una parte de los momentos de tensión, mientras que la otra la aporta la desesperación de la pareja protagónica al mantener encubierto el secreto de la verdadera forma de Bumblebee. El único defecto en esta prolijidad es el antagonista humano, un personaje que aporta una comicidad no emparejada tonalmente con el resto de la película, y que si era removido de la historia se podía seguir contando igual. En materia actoral, Hailee Steinfeld lleva cómodamente el protagónico sobre sus hombros a base de mucho carisma y de la mano de un personaje que no necesita ser definido por un interés romántico. John Cena, el antagonista humano, hace lo que puede con un personaje que no aporta, ni siquiera toda su destreza física consigue un resultado que haga pensar lo contrario. Por el costado técnico, es grato encontrar una película deTransformers con luchas de robots que se puedan ver claramente, en vez de ser una incomprensible ensalada de tuercas digitales, sin sucumbir al corte picado e hiperkinético. Por lo demás, mantiene una paleta de colores cálida para los momentos diurnos, mientras que adquiere una más fría para los nocturnos. O sea, lo mismo que viene haciendo la saga desde siempre, pero con un poco más de sutileza.
Los Transfomers fueron parte de la generación de los 80′-90′ en materia de juguetes, cómics, videojuegos y series animadas. Fue un fenómeno que comenzó en su país de origen (Japón), para acabar amplificándose a escala mundial. Tal es así, que la famosa empresa norteamericana, Hasbro, termino adquiriendo todos los derechos autorales. Su paso al cine, sin embargo, se hizo esperar mucho tiempo. Llevar adelante semejante producción, demandaba de un despliegue económico colosal que no muchas productoras estaban dispuestas a arriesgar. El que si se animó fue el megalómano Michael Bay (“La roca”, “Armagedón”), quien dio inicio a la muy extensa franquicia de “Transformers” en el 2007, con el tándem protagónico de Shia LaBeouf- Megan Fox. La colosal recaudación, no hizo más que activar el deseo de continuar esta saga, la cual se estiró -yendo de mayor a menor- a cinco entregas en total, todas ellas dirigidas por el propio Michael Bay. Con las ideas agotadas, aparece “Bumblebee”, el primer spin-off de la saga “Transformers”, que hace hincapié en la llegada del primer transformer a la Tierra, allá por 1987. El autobot más pequeño y carismático. Por primera vez, Michael Bay no dirige el film, y solo se límita a ejercer de productor. Su lugar fue ocupado por Travis Knight, director de la cinta animada (nominada al Oscar en 2016), “Kubo y la búsqueda samurái”. En esta sexta entrega, Bumblebee, uno de los autobots, huye de su planeta en busca de encontrar refugio en la Tierra. Una vez llegado, lo encuentra la joven Charlie, con la que enseguida surge una amistad puesta en peligro. Cuando parecía que la saga estaba perdida en un nivel deplorable, llega “Bumblebee”, la mejor cinta de la franquicia. Claro que tampoco necesitaba de mucho para superar a todas las entregas filmadas por Bay, pero justamente es en ese cambio de cineasta donde se produce su primer trinufo. Travis Knight es decididamente un mejor narrador y un buen administrador de recursos. Allí donde las películas de Michael Bay derrochaban millones de dolares en parafernalia, Knight prefiere esparcirlos en un relato que posee mucho del cine de Spielberg, -o al menos algo de esa ternura-, y una noción equilibrada entre historia-espectáculo. Otra prueba de que a veces ‘menos’ es más. El tercer punto por el que también triunfa es su duración. “El último caballero” y “La era de la extinción” pasaban las 2 horas y media. Esta, por su parte, establece una postura totalmente distinta, dura 110 minutos. Decisión correcta que permite a Knight mantener su película bien justa a lo que propone, sin entrar en la necesidad de estirar el relato de una forma exhaustiva y exagerada. La mayoría de las actuales películas comerciales tienen como gran problema su excesivo metraje, y “Bumblebee” sale muy airosa. El hecho de transcurrir en los años 80′ le permite al realizador jugar con la nostalgía de la época. Suena un repertorio de hits musicales y vemos posters de films clásicos como “La cosa” o “Alien”. No es que la historia los requiera en algun momento, pero es uno de esos lujos que el film se da. La película se divide en tres tramas paralelas, una es la relación de Bumblebee con Charlie, la otra es la típica trama militar, y por último esta la de los autobots que vienen a destruir la Tierra. Todo fluye con coherencia, clasicismo, y una muy buena distribución de las escenas de acción a lo largo de la estructura. Nunca hay un empache de efectos, e incluso las batallas estan filmadas con mayor claridad y calidad. “Bumblebee” es la mejor película de la saga. Travis Knight logró darle todo lo que las anteriores entregas no tenían o padecían. El exceso nunca es una buena herramienta en las producciones de acción, y Knight lo entendió mejor que nadie. Muy correcta. FABIO ALBORNOZ para OCIOPATAS (@FABIOALBORNOZ).
Parecía imposible que ocurriera con una saga que pese a haberse agotado argumental, estética y cinematográficamente, desde hace muchos años, pero el estreno de “Bumblebee” tiene cierto aire de frescura que en todo caso recupera el aire inocente perdido por completo desde aquella primera entrega en la cual, como en este caso, da la sensación que Steven Spielberg se dio una vuelta por el set durante el rodaje. Argumentalmente nos ubicamos antes de los hechos narrados en la original hace ya once años. Estamos en 1987. Cybertron, el planeta de estos robots, ha colapsado producto de la guerra entre Decepticons y Autobots, y en este contexto Optimus Prime (voz de Peter Cullen) envía al pequeño pero aguerrido Bumblebee (voz de Dylan O’Brien) a nuestro planeta para tratar de encontrar refugio. Es perseguido por Decepticons, pero finalmente logra esconderse “disfrazado” del tradicional, Volsk Wagen modelo “escarabajo, porque recordemos que al ser robots de la altura de un edificio de 5 pisos la forma que encuentran para camuflarse es transformarse en vehículos terrestres que van desde un camión a un jeep y desde un avión a una lancha. Pero esta introducción da paso a la verdadera historia que le da eje dramático a este tipo de aventuras. Charlie (Hailee Steinfled) es una adolescente que atraviesa el dolor por la muerte de su padre y el distanciamiento afectivo de madre. Autodidacta (la tiene muy clara con la mecánica y otras cuestiones) e inerme al mundo adulto que le es esquivo, la joven está también pasando por una “transformación” tanto de edad como de etapa de la vida. Cuando en el lote-depósito de su tío descubre un viejo “escarabajo”, le pide a su pariente la posibilidad de repararlo ella misma. Claro, al llegar a la intimidad del garaje de su casa el robot se manifiesta (al principio sólo para ella) y comienza la aventura de salvar la tierra, por un lado, y salvarse ella de la soledad. Esta relación, este vínculo entre dos seres que por distintas razones viven con miedos, es donde el guión de Christina Hodson (autora de “Mío o de nadie” estrenada el año pasado) hace hincapié y se vuelve mucho más interesante. Como si de alguna manera siguiese esos argumentos de la década del ochenta en los cuales niños o adolescentes se encontraban de repente con seres o universos fantásticos ante la incredulidad de los adultos, en “E.T”. (Steven Spielberg, 1982) como ejemplo universal y salvando las distancias, por supuesto. Aparecen el humor por contraste, situaciones insólitas, y por primera vez en esta franquicia la parafernalia de los efectos especiales dejan de ser la estrella. Un enorme trabajo de Hailee Steinfeld que tiene todo realmente para convertirse en una gran actriz y. sobre todo, una inteligente dirección de Travis Knight, el mismo realizador de la excelente “Kubo y las dos cuerdas mágicas” (2016) que el año pasado fue nominada al Oscar a mejor película animada. Cuesta pensar en esta como una saga sobre el simpático robot, porque además la historia queda casi pegada en tiempo a la que dio inicio a todo, pero al menos siembra esperanza para que si siguen adelante con la franquicia principal, se den lugar para escribir y dirigir mejor.
Pocas películas logran tener la dosis justa de acción, ternura y emoción, como la tiene "Bumblebee". Y como si todo eso fuera poco, que se pueda escuchar a The Smiths durante todo el filme. Esta mezcla de precuela y spin-off de la saga de Transformers, de Michael Bay, es una opción realmente valiosa para grandes y chicos porque convierte a estos robots, en seres con vida e intenciones concretas. En este sentido se nota la impronta del director Travis Knight, que ya había incursionado en el cine infantil con "Kubo y la búsqueda del samurai" (2016) y como animador en "Los mundos de Coraline" (2009), entre otras. La historia de este filme está situada en 1987 y se centra en Bumblebee que se encuentra refugiado en un desarmadero cercano a una playa de California. Charlie, de 18 años y buscando su lugar en el mundo, lo descubre destruido y con las consecuencias de la guerra encima. Decide llevarlo pero una noche en su garaje descubre que no era sólo un antiguo auto amarillo, sino un robot de enorme tamaño, lo que la entusiasma por completo. A partir de ese momento, esta adolescente interpretada por Hailee Steinfeld, que se lleva todos los aplausos por su frescura, comenzará una especie de guerra con los transformers malos que quieren adueñarse de la Tierra y matar a los humanos. Pero Bumblebee y su dueña harán todo lo posible para que esto no suceda. Así, entre escenas de amistad, juegos y aventuras en la playa hasta persecuciones a gran velocidad y explosiones, esta película promete 114 minutos de pura diversión.
El amigo que necesitaba “Bumblebee” (2018) es una película de ciencia ficción que funciona como spin-off de las cinco producciones anteriores de Transformers. En esta oportunidad Michael Bay deja de lado la dirección, la cual pasa a estar a cargo de Travis Knight (Kubo y La Búsqueda del Samurái). Con un guión escrito por Christina Hodson (Shut In, Unforgettable), la voz del autobot es puesta por Dylan O’Brien. Protagonizada por Hailee Steinfeld (True Grit, The Edge of Seventeen), el reparto se completa con John Cena, Pamela Adlon, Jorge Lendeborg Jr. (Love, Simon), Jason Drucker, Stephen Schneider y John Ortiz (El Lado Luminoso de la Vida). Durante una guerra civil en Cybertron, el líder Optimus Prime (Peter Cullen), viendo que su grupo de autobots está perdiendo contra los Decepticons, decide enviar a B-127 a la Tierra para que encuentre un lugar donde establecerse y luego los demás puedan seguirlo. El robot de ojos azules cae en nuestro planeta en 1987, justo en un bosque donde se encuentra una agencia de gobierno secreta encargada de detectar actividad extraterrestre. Comandados por Jack Burns (John Cena), los soldados creen que el autobot es peligroso para la humanidad por lo que no dudarán en perseguirlo. Mientras corre por su vida, el robot amarillo se topará con el Decepticon Blitzwing (David Sobolov), un enemigo que le dañará su sistema de memoria y lo dejará mudo. Convertido en un Volkswagen Beetle, la joven cumpleañera Charlie (Hailee Steinfeld) lo hallará en el depósito de chatarra de su tío Hank (Len Cariou), el cual la hará la más feliz del mundo al regalárselo. Este será el comienzo de una amistad sin igual entre la adolescente y Bumblebee. Sin embargo, el peligro está a la vuelta de la esquina ya que los Decepticons Shatter (Angela Bassett) y Dropkick (Justin Theroux) no se darán por vencidos hasta capturar a B-127. Ambientada en 1987, la precuela de Transformers fácilmente logra convertirse en una de las mejores películas de la saga. Esto sucede gracias a que la guionista no se limitó a mostrarnos reiteradas secuencias de acción, sino que aquí el foco está puesto en la relación que van forjando la protagonista y el autobot. Charlie tiene un gran peso en la trama y como espectador nos es muy fácil empatizar con ella: con 18 años recién cumplidos, la chica no encaja en su familia, más teniendo en cuenta que aún le cuesta asimilar la pérdida de su padre debido a un ataque al corazón. Mientras su madre parece haber superado esa muerte ya que está feliz con su nueva pareja, Charlie se encuentra sola. No obstante desde que se queda con el Volkswagen no solo tendrá un coche nuevo, sino que Bumblebee será su mejor amigo. Con un diseño cuidado en gran detalle, los movimientos y acciones del robot ayudan a que nosotros también lo consideremos como una persona más. Como Bumblebee no puede emitir palabra, la manera que encuentra para comunicarse con Charlie se vuelve muy entrañable, así como sus ojos también expresan bastante cariño. Por otro lado, la subtrama entre la protagonista y su vecino Memo (Jorge Lendeborg Jr), que está enamorado de ella, funciona gracias al realismo con el que está tratada. Teniendo en cuenta la música, pósters y objetos ochentosos junto a la espléndida actuación de Hailee Steinfeld, “Bumblebee” tiene todo el entretenimiento que se necesita para pasar un buen momento familiar en el cine.
No soy enemigo de la saga de los Transformers, a pesar de que la mayoría de la crítica la detesta. Los primeros tres filmes fueron una orgía de destrucción sin precedentes en la historia del cine con secuencias que te dejaban la boca abierta y que mas de uno copió (desde Los Vengadores hasta San Andreas). La historia era un pastiche pero eso era lo de menos – por eso a algunas le pusimos 5 atómicos, no porque fueran buenas sino porque eran tan magníficamente prepotentes y ridículas que era imposible no divertirse con ellas -. Después la ambición llevó a resucitar la franquicia con el tipo mas aburrido e inoperante del planeta (Mark Wahlberg) y todo se vino abajo. Aburrida, detestable, rebuscada, ridícula, la última película era una cosa intragable (a los quince minutos la corté en seco y la saqué del reproductor de DVD) hasta el punto que los mas fanáticos de la franquicia terminaron por soltarle la mano. Y cuando la saga parecía muerta. Michael Bay – que no tiene un pelo de tonto – decidió dar un paso al costado y hacer la gran Tom Cruise, llamando a un tipo del mundo de la animación (Travis Knight, de la excelente Kubo y la Búsqueda del Samurai) para darle el mando e inyectarle una bocanada de aire fresco a la serie. El resultado es, por lejos, la mejor película de toda la franquicia, no porque destruya cosas de manera creativa sino porque tiene onda, historia sólida y un corazón enorme. Es un viaje en el tiempo a nuestra infancia y a la época donde se filmó el mejor cine: los dorados años 80. Los años 80 son los nuevos años 50 en la nostalgia millennial de los norteamericanos. Ya sea por la música, los filmes, los últimos (y peligrosos) estertores de la Guerra Fría, la inocencia aún no perdida de una juventud en ciernes y la frescura de la originalidad artística – no la cultura de la superficialidad, remakes y reciclamientos eternos de historias, el cinismo y el aislamiento social que prolifera en los tiempos actuales -. Es la era de oro de las comedias adolescentes de John Hughes pero también el momento de esplendor de Steven Spielberg, experto en fantasías infantiles y permanente Peter Pan del cine. Bumblebee tiene mucho de filme spielberiano – de esos barrios suburbanos idílicos habitados por adolescentes aventureros – pero mucho también de Hughes – de chicos con el corazón destrozado por una dolorosa pérdida, de comunicación cortada entre padres e hijos, de esa urgencia no satisfecha de sanar cicatrices emocionales -, cosa que Knight combina a la perfección. No es difícil reemplazar al gigantesco, torpe y tierno robot amarillo por E.T. el extraterrestre, el Gigante de Hierro, Número 5, el alienígena amable de Starman y hasta el horrible engendro de Mi Amigo Mac. Los adolescentes quebrados por una profunda pena merecen grandes amigos y mejor si son inusuales. Y si en la era Bay todo era destrucción creativa y banalidad dramática, acá tenemos una historia de amistad profunda y emotiva. El robot amarillo es un ladrón de escenas constante, ya que es manso como un cachorro o feroz como un samurai desquiciado, y su mal entendimiento de las órdenes que le da su compañera humana da lugar a las secuencias mas graciosas de la película. Pero es Hailee Steinfeld el corazón del filme: es una adolescente con actitud, una que no ha podido resolver el duelo por la muerte de su padre, que tiene un padrastro al cual considera un impostor (aunque sea un buen tipo), que no se entiende con su madre (sobre todo, por la velocidad con que ha recompuesto su vida), y que tiene un empleo de porquería en un parque de diversiones en donde las malcriadas de la escuela van a basurearla. Fierrera de alma – con su padre arreglaban autos juntos -, desea un coche a toda costa (ese ideal norteamericano de que el auto significa libertad e independencia) y termina encontrándolo sin querer en el desarmadero de su tío. Lo que no sabe es que ese vetusto VW Escarabajo amarillo que ha trasteado es la versión alienígena de Herbie, miembro de una raza de robots vivientes que pelea por la supervivencia de su planeta contra una facción sanguinaria conocida como los Decepticons y que ahora, seriamente dañado, ha llegado huyendo hasta la Tierra, embarcado en una hibernación de urgencia mientras comienza un lento proceso de autorreparación… hasta que la Steinfeld lo encuentra. Todo lo que sigue es sumamente previsible, pero no por eso deja de ser delicioso y hasta emocionante. Porque Bumblebee se basa en personajes y en drama humano mas que en destrucción masiva. El robot malherido es la figura paternal que la adolescente precisaba, y su sentimiento de compasión y protección es la medicina que su corazón clamaba a gritos en este momento. Todo esto no sólo funciona porque la Steinfeld es una actriz de la hostia que desborda carisma y se hace con el personaje hasta el punto de que uno termina por adorarla, sino porque Knight matiza todo con una formidable dosis de nostalgia, comenzando por la exquisita banda sonora ochentosa que tiene desde A-ha hasta el himno Don’t You Forget About Me de Simple Minds (de The Breakfast Club, filme que Bumblebee adora), y siguiendo por la puesta en escena, la moda, los autos, la estética. Pero Steinfeld es la pieza mas importante de toda esta maquinaria, y el 80% del filme está dedicado a ella y a su relación con el robot amarillo, una decisión herética considerando los antecedentes de Michael Bay. Pero curiosamente eso es lo que la saga precisaba, y es el as ganador de Bumblebee, porque estos personajes importan y se ven reales, auténticos y uno puja por ellos. Knight no escatima la masacre y la destrucción masiva, pero acá todo está reducido a tres robots (uno bueno y dos malos), y hay un tufillo a duelo western (tipo A la Hora Señalada) flotando en el ambiente, en donde el héroe deberá enfrentarse en soledad a los pistoleros que han venido – desde millones de kilómetros – a matarlo. Bumblebee es una magnífica precuela de la franquicia de Michael Bay, pero odiaría que todo esto terminara en una sola entrega. La Steinfeld es tan formidable que uno clama por su regreso, aún cuando eso se lleve de los pelos con la lógica de su drama personal (que queda superado al final del filme). Por la excelsa química entre una magnifica actriz joven y un ser inexistente hecho en CGI (y que la chica debe imaginar, mérito aún mayor para su perfomance) que destila humanidad y cariño (y es donde se ve la mano de Knight, que viene del mundo de la animación), Bumblebee es una película formidable, un espectáculo familiar super recomendable y un soft reset fresco y ambicioso de la franquicia, en donde menos es mas y el resultado queda a la vista.
No era tan difícil hacer una buena película con los Transformers. Autitos que se vuelven robots gigantes y que pelean al lado de chicos con buen corazón: eso alcanzaba para hacer algo divertido, emotivo y bello. Pero tuvimos a Michael Bay, el hombre que cree que crear emociones es tirarnos pólvora en los ojos, ruido en los oídos y mover la cámara sin ton ni son. Bumblebee es un regreso al cine emocional y fantástico de los años 80, aquel que producía Spielberg entonces, pero no es nostálgico -a la manera de esa gran película que fue Super 8- sino que ubica el “aquel tiempo” como una zona donde lo fantástico es posible. El auto en cuestión es de una simpatía alucinante -hablando de los 80...¿Recuerdan Corto Circuito, por ejemplo?- pero el filme no se concentra exclusivamente en él sino en la protagonista, una gran y carismática Hailee Steinfeld a quien habría que seguir con atención. Justamente, el film juega más alrededor del mito de la muchacha y su mascota que esos ruidos enormes que hacía Bay. Básicamente, no pone diálogos para que esperemos una nueva secuencia de batalla sino que hace que todo funcione de manera fluida. Incluso el encuadre tiene un clacisismo que le hace honor al relato y nos evita salir con la cabeza destrozada por la confusión visual. Bastaba, pues, con poner amor por el cine y corazón para que estos robots autitos y sus jóvenes amigos nos comunicaran fascinación y emoción.
La peli de Transformers que SÍ vale la pena ver Wow... cuando estaba seguro de que todo estaba perdido para esta franquicia, llega "Bumblebee" y me llena de alegría ver que se puede hacer algo lindo, entretenido e inteligente con un ícono de mi niñez que creía arruinado por el verborrágico de Michael Bay. Esto es lo que debería haber sido "Transformers" desde el inicio, lo que debía representar, lo que debía hacerle sentir al espectador. ¿Tiene aspectos para mejorar? Sí, seguro, varias pero no tantas como sus predecesoras, aún así significa un giro de 180 grados en el camino correcto de la recuperación de esta saga. Para empezar el guión es bueno, con una historia interesante de amistad y superación, que sin ser algo super original, permite al público sentir una brisa fresca y reconfortante en la cara, reírse y hasta por momentos casi emocionarse con la trama. Un gran acierto haberla situado en los 80s, una época que para los fans de los juguetes y dibujos animados fue dorada. Por otro lado, tenemos la acción. No sé si les pasó lo mismo, pero me sentí mucho menos mareado y pude disfrutar muchísimo más las secuencias de peleas, transformaciones, disparos y explosiones. Si tuviera que hacer una metáfora, es como si hubieran agarrado la torta llena de merengue, fondán de todos los colores, chocolate, dulce de leche, duraznos, azúcar impalpable y caramelo de Michael Bay y la hubieran convertido en una simple pero deliciosa torta de chocolate. No empalaga ni confunde con tantos sabores, sino que te permite centrarte y disfrutar de un sólo rico sabor. Por el lado del elenco creo que fue muy bien seleccionado. Hailee Steinfeld ("True Grit", "Ender's Game") como la protagonista Charlie, la rompe. Ya sé que las comparaciones son odiosas, pero mucho más empática y menos histriónica que Shia LaBeouf en las tres primeras entregas. Se sintió mucho más natural, más fácil de conectar con ella. Por su lado, los actores que componen la familia de Charlie también estuvieron muy bien y cada uno aportó lo suyo para los momentos de mayor comedia. John Cena, si bien le dio marco al protagonista masculino por el lado del ejército estadounidense, no se destacó demasiado. Diría que hizo un trabajo más bien correcto, pero nada grave como en las entregas anteriores. El director Travis Knight, responsable de otro gran titulo como lo es "Kubo and the Two Strings", logró algo que parecía imposible a estas alturas... darle corazón y nuevo impulso a una saga que parecía más hundida que el Titanic. Definitivamente lo voy a seguir en sus próximos pasos.
Una historia con aventuras, acción y corazón, emulando el estilo de películas de aventuras de la década en la que se desarrolla la historia. Cuando en 2007 Steven Spielberg en su rol de productor se refirió a la primera cinta de Transformers dijo que en el fondo era una historia sobre un joven y su auto. Tuvo que pasar más de una década y cinco películas live action (de calidad cada vez más dudosa) para que esa idea, pura y casi intima e iniciática vea la luz en cines. En 2017, antes del estreno de la quinta entrega de la saga: The Last Knight, Paramount y Hasbro tenían planificadas muchas más películas y spin offs. Pero fue el fracaso de esa quinta entrega, la que puso a la franquicia en estado crítico: Todos los proyectos se cancelaron, quedando solo en pie la película en solitario de Bee, que ya estaba en producción avanzada. Y es así que a finales de 2018 llega Bumblebee, la película que nadie hubiera apostado antes del primer trailer ni después, ya que los fans dudosos (ya temerosos de comer tanta basura de la factoría Bay) no se confiaban de lo que prometían los trailers: una vuelta estética a las raíces y un setup ideal para contar una buena historia; Los 80’s. Cybertron está en la etapa final de su cuasi eterna guerra civil. Los Autobots, al borde de la derrota optan por huir del planeta para juntar recursos y preparar un contraataque para recuperar el planeta de las manos de los despiadados Decepticons. Luego de una última y épica batalla, Bumblebee escapa de Cybertron en una cápsula de escape rumbo a la Tierra para refugiarse oculto, esperando la llegada del resto de su facción. Es así que de manera fortuita cruza su camino con Charlie Watson (Hailee Steinfeld), una joven con 18 años recién cumplidos, muchos sueños frustrados y tristeza en su corazón adolescente. Quien pasa de ser la flamante propietaria de un viejo VW Beetle, a ser la compañera de aventuras del pequeño Autobot, quien es perseguido por la fuerza militar secreta conocida como Sector 7 con su implacable Teniente Jack Burns (John Cena), y por dos implacables Decepticons: Dropkick (Justin Theroux) y Shatter (Angela Bassett) que siguen el rastro de todos los Cybertronianos fugitivos para saber el paradero de Optimus Prime y acabar con los Autobots de una vez, luego de Eones de guerra. Con esta premisa como argumento, uno podría esperar algo similar a lo que ya vio en anteriores entregas de la saga, pero hay que remarcar la labor del director Travis Knight, quien siendo un hombre venido del campo del cine de animación (animador en Coraline, productor de ParaNorman y director de Kubo and the Two Strings) tomó el proyecto como propio, siendo su primer película live action y despegándose de la estética de los filmes anteriores, para basar los diseños de los robots en elementos de la serie animada de los 80s que hoy se conoce como la Generation 1 o G1 (de la cual se declaró fan confeso en entrevistas). Sobre todo en la escena inicial, de la cual los fans más hardcore podrán reconocer guiños al gran videojuego que es “Fall of Cybertron” o a la legendaria película animada de 1986, que sigue siendo aún por lejos, la mejor historia de Transfomers hasta la fecha. Pero el film no se queda solo en lo estético; el guión de Christina Hodson (primera mujer detrás de un guión de la saga) nos presenta una protagonista adolescente solida, creíble, una piba de suburbio con sus problemas de la edad, una pérdida familiar y sueños que quedan en el camino. Lejos, muy lejos del enfoque ornamental y sexista que tenían los personajes femeninos bajo la dirección de Michael Bay o lo insufrible que era Shia LaBeouf como protagonista (ni hablar de los pseudo chistes casi xenófobos en esas películas), Hailee Steinfeld (nominada al Oscar por su trabajo en el western de los hermanos Coen, True Grit) como protagonista pone todo, sentimiento, carisma y emoción. Interpretando a una chica fuerte y de carácter, la cual no se nota como algo impuesto por la corrección política de hoy en día. Acá no cambian un personaje de los 80s a estos tiempos, acá la protagonista vive en los 80’s; con su música, su moda, su cultura popular y hasta con la paranoia de que la guerra fría termine con el mundo. Y si bien el filme peca de clipero por momentos, metiendo varios hits musicales de la época o las ya infaltables referencias ochentonas, acá son legítimamente validas, ponen en clima al espectador joven y llenan de sensaciones nostálgicas a quienes consumieron G1 desde chicos. No estamos viendo otro producto que “roba” con la estética y nostalgia, porque los Transformers son parte de la cultura popular de los 80s. Jorge Lendeborg Jr compone un buen personaje adolescente que ayuda a la protagonista en su aventura y John Cena pese a lo limitado de su actuación, cumple como el humano antagonista que no deja a los protagonistas en paz durante toda la cinta. Las interpretaciones de voz de Justin Theroux y Angela Bassett como el dúo Decepticon antagonista son muy buenas y expresivas acorde con la animación, y escuchar al gran Peter Cullen volviendo a interpretar al estoico Optimus Prime, vuelve a movilizar emociones como en la época de la serie animada. Estamos ante una historia que se aleja del enfoque que tenía Michael Bay de la franquicia. Una película que debía actuar como precuela, pero que luego del fracaso de la pésima Last Knight, ya está ganando su derecho legitimo para ser la punta de lanza de un reboot integral de la saga, gracias a una historia solida, de inicio y de personajes. Una historia con aventuras, acción y corazón, emulando el estilo de películas de aventuras de la década en la que se desarrolla la historia. Todo gracias a la nueva mirada de un director y una guionista que por primera vez trabajan en la saga, dándonos la mejor película live action de Transformers hasta la fecha.