En Damas en guerra las mujeres son mucho más reales que en el resto de las comedias de este tipo, donde por lo general se las muestra en actitudes y diálogos bastante artificiales. El guión está plagado de diálogos ocurrentes, humor grueso, escatología, lenguaje vulgar y gags muy divertidos que van entretener mucho a todos aquellos que buscan...
La comedia que no fue Son escasas hoy en día las comedias ingeniosas y de humor inteligente. Damas en guerra (Braidsmaids, 2011), dirigida por Paul Feig, no es la excepción. Este film tiene un comienzo tragicómico representado por su protagonista que con su actuación atrapa al espectador. Aún así, en ciertos fragmentos de la película se confunde al humor ácido con un humor vulgar que genera una tensión innecesaria en vez de provocar la risa. Estos momentos hunden a una comedia que pudo haber sido muy buena. Annie (Kristen Wiig) cree que ha tocado fondo. Se siente infeliz por tener más de 30 años y estar en una relación superficial y tener un trabajo que no le agrada. Todo empeora cuando su mejor amiga Lillian (Maya Rudolph) le muestra su anillo de compromiso y le pide que sea su dama de honor. A partir de allí, la trama se complica cuando Annie tiene que soportar rituales pomposos que requieren de una cantidad de dinero exagerada. Pero la verdadera complicación reside en soportar a las demás damas de honor, en especial a Helen (Rose Byrne) que compite con Annie por el afecto de Lillian. Wiig, además de ser una de las escritoras de esta comedia, es la actriz que mejor encarna a su personaje y el eje de los momentos más cómicos, como sus escenas con el policía Nathan Rhodes (Chris O'Dowd). Explota sus habilidades de comediante que ya ha demostrado en Saturday Night Live, junto a Rudolph, e ilustra los conflictos e inseguridades de Annie de una forma muy genuina y fresca. Pero el resto de la película tiene como pilar a un humor burdo, por ejemplo la escena del baño, que tiene como centro a Megan (Melissa McCarthy). En ésta y en tantas otras, la trama queda olvidada y camuflada por momentos que no aportan. Melissa McCarthy, ganadora del premio Emmy 2011 a mejor actriz de comedia por Mike & Molly, no fue aprovechada en esta película; quedó sumergida en un papel que seguramente genere en el espectador tensión en vez de hacerlo disfrutar de las escenas. En Damas en guerra se desperdició a un elenco que ya tiene experiencia en series o en filmes de comedias. El leitmotiv quedó escondido bajo escenas en extremo triviales, dando la sensación que en vez de hacer énfasis en los conflictos femeninos -que es el eje de la película- se trató de adaptar más a lo que iba a generar gracia. Damas en guerra pudo haber sido una comedia muy buena, pero que terminó siendo una más.
Durante los últimos años, parece haber nacido un subgénero en la comedia que se lo podría definir como “Comedia Absurda”. Y enseguida se nos viene a la cabeza el nombre de Judd Apatow. Apatow se encargó de dirigir, producir o escribir muchas de las “Comedias Absurdas” más reconocidas de los últimos años, como Virgen a los 40, Ligeramente Embarazada, Supercool o Pineapple Express. Quienes vieron alguna de estas películas, sabrán que las flatulencias, drogas, misoginia, amistad, nerdés, idiotez e inmadurez son temas recurrentes en la filmografía de Apatow. Y siempre se enfoca en personajes masculinos, relegando a las mujeres al papel de florero u objeto del deseo del protagonista. Por eso eran varios —me incluyo— a quienes les llamaba la atención Damas en Guerra, su nueva obra (en esta ocasión, como productor), donde el protagonismo pasa a caer en las mujeres y los hombres son puestos en el lugar que las femeninas dejaron vacante. Annie es treintañera, tiene un trabajo mediocre y está soltera. Lillian, su única amiga, le pide que sea su dama de honor en su inminente boda. Intentando estar a la altura de las circunstancias, Annie ve como la nueva amiga de Lillian, Helen, no sólo empieza a opacarla, sino a arrebatarle a su mejor amiga. Tanto la amistad como la inmadurez surgen como temas principales. En este caso, es este último el que logra dominar el film, ya que estamos viendo a una mujer que está pisando los cuarenta años pero que aún piensa en la vida como un cuento de hadas. Esto se ve más que nada en la primera mitad, que está dominada por un tono humorístico, con un muy buen ritmo a la hora de distribuir los gags, haciendo que la película ilusione al lograr verdaderas risas desde el comienzo. Entrada la segunda mitad es cuando la amistad cobra más fuerza, tornándose la película más dramática y relegando a la comedia, y ahí está el mayor fallo de Damas en Guerra, ya que dicho dramatismo no está del todo conseguido y termina desdibujando los logros de la primera parte. Una pena, ya que de haber mantenido el ritmo inicial, estaríamos hablando quizás de la mejor comedia desde ¿Que Paso Ayer?, pero como a muchas películas de este género, al intentar meterse en el sentimentalismo, se desinflan y terminan dejando un producto fallido. En este caso, peor aún, haciendo que la película se sienta bastante más larga de lo que es. Otro punto a favor —y que también se nota en las películas de Apatow— es que los secundarios son establecidos rápidamente. Cada uno tiene su momento para lucirse, lo que los hace más ricos en personalidad; no estén sólo para llenar la pantalla. De todas maneras, habrá quienes no disfruten de este tipo de humor, ya que, como es recurrente en Apatow, el humor escatológico hace acto de presencia, quizás demasiada presencia para quienes tengan estomago frágil. Damas en Guerra es una aceptable película humorística, con algunos gags muy logrados y personajes bastante interesantes, pero que al mezclarse con el drama pierde bastante fuerza, logrando que el film sea solamente bueno, cuando podría haber sido mucho mejor que la boda más planeada.
Kristen Wiig, crack de la comedia n términos futbolísticos, durante años, en Argentina, se solía decir que Velez, River y Newell's eran el semillero de los grandes jugadores que luego son comprados por clubes más grandes o triunfan en el exterior. Sin embargo, en muchas ocasiones, esos jugadores decidieron, contra viento y marea, mantenerse en el club que los vio nacer, acaso jugar a préstamo pero volver lo antes posible. Esa nobleza de mantener la individualidad y originalidad, de jugar en vez de competir deportivamente, es la que uno puede encontrar en Kristen Wiig, lo más parecido a un crack actoral, básicamente una gran actriz pero que el lugar común nos obliga a poner el mote de “gran comediante” porque básicamente la hemos visto hacer comedia. Bueno, con Damas en guerra se cruzan fuertemente dos mundos: el del humor físico y bocasuscia que Wiig vino trabajando desde el semillero que la vio nacer, es decir, el Saturday Night Live, y -por el otro- el humor agridulce de la llamada Factoría Apatow. Como resultado de ese cruce tenemos un híbrido inconstante, pero a la vez plagado de sorpresas. Por un lado, una situación típica de la productora Apatow, casi especialista en períodos transicionales (de la adolescencia a la adultez, de la adultez en soltería al casamiento son las preferidas de la casa) que en este caso cambia el frente y se dedica a contemplar la transición en un grupo de mujeres de 30 y largos (un poco más también) que pasan de la soltería al compromiso. Dentro de ese submundo de posibilidades se concentra el problema que se desata cuando Annie (Wiig, fantástica: estoy siendo redundante) se ve tomada por sorpresa porque su amiga Lillian (Maya Rudolph) se casará en breve. Todo el periplo que va desde la sorpresa inicial al rechazo a las convenciones cursis de un matrimonio forma parte de ese tan típico y conservador aprendizaje apatowiano donde casi siempre los personajes terminan sentando cabeza de un modo bastante poco feliz. Pero bueno, como mencioné antes, el sándwich tiene panes Apatow…pero la mayonesa es de otro tipo. Ahí es donde el tono desbordante de SNL aparece de la mano de Wiig (aquí también guionista). Damas en guerra promete dos cosas que saludablemente no cumple: una de ellas, una guerra intestina absurda entre dos damas de honor (entre ellas hay tensión y gags geniales de competencia pero no hay tal guerra) y, la otra, es el casamiento, que en la película es resuelto saludablemente con una elipsis concentrándose sólo en la post ceremonia. Eso permite que la película sea menos una suerte de análisis sociológico o una comedia más sobre un tema trillado y miles del veces abordado como los celos entre amigos y se concentre más específicamente en el dolor de crecer y ver irse a las personas que fueron importantes en nuestra vida. Lo notable es que la película logra sostener ese postulado, más propio de una comedia dramática que de una comedia a secas, con una serie de recursos claramente reconocibles en la tradición de la Nueva Comedia Americana: escatología, humor físico, incorrección política y humanismo frente a los personajes (quizás los únicos que escapen a esa visión y sean cruelmente retratados sean los compañeros de vivienda de Annie y el amante ocasional, interpretado por Jon Hamm). De ahí que la película no nos escatime en gags sobre diarrea, vaginas, penes, vómitos sumado a un inclaudicable humor físico (la despedida de Annie en la fiesta pre-boda es notable). Si algo sale mal en la película, además de la misantropía con los personajes mencionados líneas arriba, es esa tendencia que anticipé al principio y que es tan determinante en las películas producidas (aunque también dirigidas) por Apatow: la necesidad de forzar a los personajes a tocar fondo y a “realizar” un aprendizaje. La necesidad de forzar un desarrollo en la trama en vez de dejarla fluir. Entiendo que, si bien el guión no le pertenece a Apatow su mano, si está presente (y sospecho que habrá tenido incidencia en la versión final del guión). Quizás sea por eso que toda la locura que supone el “trance” de la protagonista hasta entender su lugar en el mundo se sienta incómoda cuando se la obliga a un aterrizaje forzoso. A veces, una marca de producción, una necesidad de reconocimiento de producto puede arruinar potenciales obras maestras. Es hora de que Apatow vuelva a jugar y deje jugar al resto, como en el potrero: sin presiones, como si el futuro no existiera, como si fuera el patio trasero de la casa.
Apatow inaugura el género "Vom com" Todos sabemos del impacto en cifras del fenómeno "The hangover I y II" en la taquilla. La "nueva comedia americana", se viene nutriendo de éxitos repitiendo más o menos la misma fórmula (recordemos, la línea es contar historias donde hombres entre 30 y 40 inmaduros -losers- se enfrentan a algún ritual social de impacto y viven situaciones divertidas donde prima lo escatológico, con alto contenido sexual y alguna secuencia bizarra como estandarte) y ya era hora de que las mujeres se subieran a la tendencia. Judd Apatow produce "Bridemaids" con esa intención: juega a traspolar el cine predominantemente masculino que le da rédito, en el género femenino. El resultado, un pastiche denso y sádico que abruma por duración y lo pobre de su naturaleza: intenta ser una romcom (romantic comedy) pero casi nunca hay romance y ni hay comedia (y si me preguntan, por ahí leí que podríamos definirla como una "vom com" con todas las letras!!). "Damas en guerra" es un ejercicio de reflexión sobre la condición femenina de un grupo de chicas con problemas. En eso coincidimos, y hasta le dimos la derecha cuando el film se presentó bajo esa premisa y buena crítica internacional, antes de caer rendidos con su soporífera trama. Lo que no le perdonamos a Paul Feig (su director, un hombre de la tevé americana) es que no sea divertida. A nadie le dejo pasar eso en un producto de este tipo y no hay excusas. No me reí en ningún momento de la cinta a lo largo de los eternos 125 (!!!!!!) minutos de duración, lo cual es preocupante. Que quede claro que a mi me gusta el género. Y hasta me cae bien Kristen Wiig, a quien seguía en aquellos delirantes episodios de "Saturday Night Live" allá por mediados de la década pasada. El problema aquí, es que estas mujeres no tienen gracia alguna, sus vidas son miserables y la cadena de eventos que viven son desagradables. Todo gira sobre un evento importante que nunca parece llegar y al que marchamos consiguiendo abundante quitamanchas para nuestro vestuario, porque el film se salpica todo amigos. Ya se, ustedes dirán..."pero no es así en otras cintas de este estilo e igual funcionan?"... Es cierto! Creo que Apatow y Feig quisieron imitar algo de la fauna de "The hangover" (perdón por volver a esta referencia pero la veo clara y es útil para entender la comparación) y hasta generaron "caracteres mellizos" como el del personaje jugado por Melissa McCarthy que es, increíblemente, el alter ego del gordito retardado que hace Zach Galifianakis en la otra franquicia... Pero aquí, no tiene nada de gracia. "Bridemaids" es la historia de una chica que se casa, Lilian (Maya Rudoplh) y que organiza a sus damas de honor de cara a su compromiso. Dentro de ese grupo, seguimos con atención a Annie (Wiig), quien es la histórica mejor amiga de Lilian y debe ocupar (según ella cree) un lugar de decisión a la hora de la planificación de los eventos que anteceden a la gran fiesta. Sí, Annie es una rubia simpática que no tiene suerte en la vida. Bue, digamos que sus decisiones no la ayudan mucho (se hace camino al andar), está sola (su novio la dejó), quebrada económicamente (invirtió sus ahorros en un negocio y se fundió), tiene problemas de vivienda (vive con dos hermanos freaks que pretenden desalojarla todo el tiempo) y odia su único y actual empleo en una joyería donde le ladra a los clientes delante de sus propios jefes. Esta en la mala, pero siente que su amiga del alma la necesita e intenta liderar a este raro grupo de mujeres (cada personaje tiene su tema!) compitiendo con la nueva "buddy" de la novia, la impecable y delicada Helen (Rose Byrne) quien choca social y afectivamente con ella de mala manera todo el tiempo. Veremos varios eventos en los que las "damas de honor" participan antes del casamiento y en cada uno de ellos sufriremos una tanda de fuertes gags escatológicos de diversa intensidad. Porque en el medio de todo esto, Annie encima va a enamorarse. Algunas mujeres dicen que lo bueno de "Bridemaids" es que explora la amistad femenina. No lo creo. Durante más de dos horas solo verán vómitos, ruidos nauseabundos de origen estomacal, fluidos corporales que van y vienen, mujeres borrachas y agresivas en distintos planos y un puñado de escenas donde los golpes bajos se hacen presentes con fuerza (al final, especialmente). Ni hablemos de cómo se presenta a las mujeres desde el punto de vista del género. En pocas palabras, lo que los varones hacen en propuestas similares, las chicas pueden recrearlo y subir la apuesta (!!!). Una enorme decepción. Más de dos horas de mi vida en la sala... Desaprobada, lisa y llanamente.
Un film que celebra con humor las amistades femeninas La escena transcurre en un bar a la hora del calórico desayuno, desproporcionado premio por los minutos de gimnasia matutina. Annie (Kristen Wiig) le cuenta a Lillian (Maya Rudolph), su mejor amiga desde la infancia, sobre el hombre con el que está saliendo, un egocéntrico aunque bellísimo galán que no la aprecia como se merece. Lillian también aporta lo suyo, preocupada porque su novio de siempre últimamente está medio raro, distante. Una se ríe de la otra y finalmente concluyen que lo mejor será casarse entre ellas. Es una broma, apenas un diálogo de los muchos que sostienen estas dos mujeres que son el corazón de Damas en guerra. Es que, más allá del chiste al pasar, este film explora con un humor a veces zarpado, delirante y también sutil los misterios de la amistad femenina. Además de proponer una sensible mirada sobre la realización personal y los sueños de las mujeres de más de treinta. La tarea no era sencilla, especialmente porque las comedias protagonizadas por mujeres al borde de un ataque de madurez, si existen, suelen poner el foco en el romance, en la fiesta de bodas y la novia y no en lo que le sucede a la mejor amiga de ella. Que en este caso es Annie, una pastelera cuyo negocio quebró, a la que su novio abandonó y está viviendo con un par de hermanos británicos que cada tanto leen su diario íntimo como si fuera "una novela muy triste escrita a mano". Así, mientras Annie pasa su peor momento, a Lillian no se le ocurre mejor idea que casarse y nombrarla dama de honor en su cortejo matrimonial. Un grupo de mujeres que incluye a Meghan (Melissa McCarthy), la cuñada impresentable; Rita (Wendi McLendon-Covey), la prima casada hace una eternidad; la inocente Becca (Ellie Kemper), y la preciosa Helen (Rose Byrne), empeñada en ayudar a organizar las futuras nupcias. Sin un dólar que le sobre y ninguna perspectiva de éxito en el trabajo que le consiguió la mamá (una perfecta Jill Clayburgh que falleció poco después de terminar de filmar esta película), Annie intentará cumplir con los pedidos de su amiga. Los resultados serán tan desastrosos como graciosos, escenas inspiradas que irán del humor más sutil -como esa en la que Annie y Helen se disputan la última palabra y el micrófono en el homenaje a Lillian-, al más escatológico que algunos podrían encontrar de mal gusto pero que las protagonistas resuelven de manera extraordinaria. Especialmente Wiig, que en su doble rol de actriz y guionista se construyó un personaje perfecto y a su medida e hizo lo mismo por sus colegas. Cada una tiene su momento para brillar y hasta "robarle" escenas a la protagonista. Ahí está el personaje de McCarthy (flamante ganadora del Emmy) recordando sus tiempos de estudiante secundaria con tanto humor y dolor que conmueve; el de Rudolph luchando por llevar adelante su casamiento sin perder a su mejor amiga, o el de Byrne, que pasa de la egoísta villana a la tierna perdedora que sólo quiere que le presten un poco de atención. Todas mujeres terribles, graciosas, odiosas, perfectas.
Las mujeres a la comedia Por fin llegó el momento de que esa comediante inigualable que es Kristen Wiig tuviera su primer protagónico. Hija (por lo menos para el gran público) de Saturday Night Live, Wiig venía trepando por los papeles secundarios de distintas películas hasta que a nuestras pantallas llega esta película coescrita por ella y dirigida por Paul Feig (veterano de la televisión, no tanto del cine, asociado a Apatow). Como en toda película-Apatow, la apariencia es la de una comedia más o menos tradicional, siempre en la línea Nueva Comedia Americana. Personajes niño-adultos, plétora de personajes secundarios, perfiles exagerados, trayectorias de iniciación en la vida adulta, momentos con aires de improvisación, tramas de amistad, antihéroes. Como en toda película-Apatow, lo importante son las variaciones, la carnadura de los personajes, la sinceridad y, por supuesto, la comedia. Una novedad fundamental para el universo Apatow es la entrada de lleno en el mundo femenino. En Damas en guerra, las mujeres son todo. Wiig es todo, pero está acompañada por un gran seleccionado de mujeres comediantes: Maya Rudolph (otra figura de Saturday Nighy Live, que acá interpreta a la amiga de infancia de Wiig, que está a punto de casarse), Rose Byrne, Melissa McCarthy, etc. Esta es la primera película Apatow de mujeres, pero también hay otro aspecto muy importante. Si la serie de películas Apatow había abierto la exploración de la amistad masculina (un campo que el cine no solía frecuentar, fuera de las películas de infancia), la amistad femenina no era ajena al cine. Sin embargo, las películas que trataban la amistad femenina solían ir cargadas por un tono "rosa", un tinte dramático para mojar pañuelos, lo que se suele llamar chick flick. Damas en guerra está lejos de todo eso. Si bien no falta el giro final hacia lo sentimental, esta es una gran comedia que se puede ganar cualquier público. La historia es una que ya vimos varias veces en la pantalla grande: dos amigas de la infancia que se quieren mucho, una de pronto va a casarse y le pide a la otra que sea su dama de honor. Lo que sigue, el cuerpo de la película, es el camino hacia ese casamiento, lleno de peripecias. Pero, como ya dijimos, lo que parece una fórmula más pega un pequeño desvío. A medida que se van sucediendo las escenas desastrosas (no excentas de escatología), poco a poco el personaje de Wiig se va comiendo la película. Lo que parecía una carrera hacia el matrimonio se vuelve la historia de este personaje, cuya vida va en picada. Al final, el casamiento casi que no importa, porque en cine los casamientos nunca importan, lo que importan son los personajes que atraviesan ese camino. Ese es el gran acierto de esta película. El problema de Damas en guerra es que, a pesar de estos ligeros desvíos que hacen a la película, en ciertos puntos cruciales uno siente los engranajes del guión, que están intentando encauzar esta historia dentro de los moldes de lo que debería ser una comedia mainstream. Las vueltas, las peleas, los reencuentros. En ningún momento cae, en ningún momento aburre, pero en algunos trechos la película se arrastra más de lo necesario. El resultado, de todas formas, es una muy buena película, en la que por fin podemos ver a Kristen Wiig lucirse en la pantalla grande.
Anexo de crítica: La impronta de la mirada políticamente incorrecta mezclada con sentimentalismo de Judd Apatow dice presente en esta comedia hardcore Damas en guerra (Bridesmaids) de Paul Feig, director más relacionado con el ámbito televisivo en series como Nurse Jackie, The office, entre otras. Sin embargo, a pesar de este dato alentador el resultado final de un producto que se excede tanto en la acumulación de escatología, chistes viejos y metraje termina jugándole en contra a una buena idea. Puede verse en el concepto de Damas en guerra la misma fórmula aplicada a Qué pasó ayer pero con roles invertidos, dado que aquí las mujeres se comportan como varones y practican los mismos rituales sin mucho más que agregar ni decir. Quien vaya a ver esta comedia anti romántica seguramente se reirá con una serie de gags que funcionan y lamentará una duración y estiramiento innecesario de una trama que podría sintetizarse en 90 minutos y que no pasa el estatus de anécdota.
Mujeres celosas Hay que reconocer que existe un universo femenino que no pocas mujeres detestan, aunque lo miran de reojo. Obviamente a los hombres ese universo les resulta totalmente ajeno e incomprensible. Dentro de ese mundo se desarrolla esta historia, protagonizada por Annie, una perdedora en varios aspectos de la vida, especialmente en el amor, quien debe oficiar como dama de honor de su mejor amiga Lillian pronta a casarse. El problema es que Lillian tiene una nueva mejor amiga llamada Helen, también elegida como dama de honor, que es millonaria y gracias a esa condición puede encargarse de los arreglos de su boda con mayor facilidad. El conflicto radica en la rivalidad manifiesta entre Annie y Helen, presentada sin sutilezas en la primera escena que comparten. En medio de esta lucha de celos, Annie debe resolver su vida. "Damas en Guerra" nunca llega a ser la comedia que promete ser porque se queda a mitad de camino entre una pretenciosa mirada al mundo femenino al que jamás llega siquiera a acercarse y algunas secuencias de humor de trazo grueso, no exento de la cuota de escatología que parece mandar en los últimos tiempos. Morosa en sus tiempos e ineficaz en sus pocos momentos humorísticos, la película sólo puede despertar alguna sonrisa y cierto interés en mujeres que pertenezcan a ese universo insondable e incomprensible para todos aquellos que consideren tener dos dedos de frente.
Con amigas así... Divertida comedia sobre los caóticos preparativos de una boda. En la comedia hollywoodense a lo largo de la última década se ha generado un espacio cada vez mayor para las llamadas “comedias de amigos”, siendo la factoría de Judd Apatow la principal proveedora de este subgénero que algunos dan por llamar /“bromance”/ (juego de palabras entre /“brothers”/ y /“romance”/ o “romance entre amigos”). *Virgen a los 40* y *Supercool* (por citar algunas generadas por Apatow) o los amigos de *¿Qué pasó ayer?* y tantos más son los ejemplares más conocidos. Pero hasta *Damas en guerra* , producida por... Apatow, parecía que este género no era apto para lmujeres, a quienes se las marginaba bastante en las otras películas y a quienes parecían dejarle el género de la comedia romántica tradicional como su “quintita”. Aquí, el director Paul Feig y la protagonista (y guionista) Kristen Wiig probaron que sí se pueden hacer películas de amigas que no respondan ni al modelo *La boda de mi mejor amigo* ni al de *Sex and the City* . Esto es: una comedia ácida, zarpada, un poco absurda y física (con gags, digamos, algo “ecatológicos”) que, sin dejar el juego de las relaciones de por medio, pone el acento en las amigas. Más que amigas, recién se conocen muchas de las protagonistas de *Damas en guerra* . Son las “damas de honor” de la boda de Lillian (Maya Rudolph), amiga de la infancia de Annie (Wiig), quien debe lidiar con el caos y el descontrol que se desata entre ella (bastante neurótica, solitaria, ácida) y las demás a la hora de preparar la despedida de soltera. Las “demás” son la hermana del novio (la descontrolada y graciosa Melissa McCarthy), la casada que quiere “guerra” (Wendi McLendon-Covey), la inocentona (Ellie Kemper) y, principalmente, la nueva amiga de Lillian, Helen (Rose Byrne), esposa del jefe de su marido, una millonaria que se quiere adueñar de todos los planes, generando infernales celos en Annie... y actitudes que harán que la propia boda corra peligro. Pero salvo por un policía que quiere conquistar a Annie, los hombres casi no aparecen. Y está bien que así sea. Esta es una película sobre y para mujeres, con las que los varones también se identificarán por motivos obvios. Si bien se expresan de diferentes maneras, los conflictos y celos entre amigos no son tan distintos. Lo que sí es curioso en *Damas en guerra* es que, pese a la comedia absurda, el filme no abandona del todo el drama de la protagonista, una chica cuya vida –en otro contexto- podría dar casi para una drama de cine independiente. El caos, el humor físico, la hilarante escena cuando se prueban vestidos o la competencia de discursos a la novia no dejan de lado que Annie está al borde de la depresión. Y que, más que ninguna otra cosa, necesita de su amiga. El problema es que Lillian es la que se casa, lo que no implica que Annie pueda dejar sus conflictos de lado. Feig se las arregla para no mostrar las escenas más obvias, desde eludir momentos claves hasta mostrar al novio como alguien que tampoco parece ser “la gran conquista”. Esas mujeres imperfectas son las que hacen de *Damas en guerra* una gran comedia, mucho más real y palpable que las que traen a chicas glamorosas paseando por Manhattan.
Chicas de la nueva comedia americana Despedida de soltera, preparativos para una boda, desbordes, incorrecciones y situaciones desopilantes en esta película dirigida por Paul Feig que viene del riñón de la televisión y le imprime el timing necesario. La denominada Nueva Comedia Americana (NCA) lleva varios años modificando el género para actualizarlo, claro, con algunos elementos como el humor físico y momentos donde los personajes se involucran en situaciones ridículas –y derrapan en momentos escatológicos–, drama detrás de infinidad de chistes tontos y desnudez afectiva. Ahora bien, la novedad de Damas de guerra es que incursiona en el mundo femenino y, aun así, se alinea dentro de la NCA, un territorio poblado de hombres, donde casi de manera excluyente las mujeres ocupan un segundo plano.El universo que aborda la película está delimitado por mujeres bordeando los 40, a partir de Annie (Kristen Wiig), que quebró su negocio de repostería, que sobrevive en un empleo que odia, que tiene por amante a un miserable macho-alfa, que a falta de recursos comparte su departamento con dos freaks. En ese contexto su mejor amiga, Lillian (Maya Rudolph), sorpresivamente le anuncia que se va a casar y que por supuesto, ella va a ser la dama de honor.Lo que sigue son los rituales de los preparativos para la boda que incluyen: conocer al resto de las amigas, elegir vestidos para el evento, almuerzos para “estrechar lazos entre el cortejo” –escena divertidísima y asquerosa de las chicas probándose el vestuario después de una comida con alimentos en mal estado– y la despedida de soltera. En el medio la desbordada Annie, insegura, luchando por organizar el casamiento con otra de las damas de honor y al borde del colapso afectivo, tanto por las relaciones que establece que no van a ninguna parte, como por la felicidad de su amiga a punto de casarse, que es un reflejo de todo lo que no logró en su vida.En suma, una comedia agridulce dirigida por Paul Feig que viene del riñón de la televisión (The Office, Nurse Jackie, Bored to Death, Parks and Recreation) al igual que la fantástica Wiig, que por caso y tal como Tina Fey, se formó en Saturday Night Live para desplegar en el cine todo su capacidad para la comedia, aquí no sólo como protagonista sino como responsable del guión junto a Annie Mumolo.A todos estos elementos que hacen de Damas en guerra una buena película hay que agregar el factor Judd Apatow, director de Hazme reír, Funny People, Ligeramente embarazada y Virgen a los 40, que desde la producción debe haber influido para que se cumpla con las necesarias cuotas de desborde, drama e incorrección política, es decir, la NCA en todo su esplendor.
Una comedia ligeramente bizarra En esta comedia de puro humor físico, sólo faltan los tortazos de las películas mudas y al clan de chicas, se uma Judd Apatow, el de "Ligeramente embarazada". Lilian y Annie son las clásicas "amigas muy amigas": Infancia, adolescencia, secretos y picardía, un mundo clase media encantador y bastante simple, al menos hasta iniciar la adolescencia. Pero ahora LIlian se casa y la nombra organizadora de boda a Annie y Annie se encuentra no sólo con esa gran responsabilidad, sino con una situación personal complicada, problemas económicos, amigovio imbancable y reciente negocio quebrado con su capital incluido. Si a esto se suma la aparición de una nueva amiga de Lilian, perfecta, bella y rica, con todas las armas para sacarle "el título" de "mejor amiga" la grilla está completa. Con un poco más de visión se aprecia la responsabilidad del futuro, las distintas formas de vida en juego etcétera. "Damas en guerra" es una comedia atractiva, de buen ritmo, pero con algunos momentos francamente discutibles. La escena de la intoxicación hace temblar la columna del buen gusto. Mala tendencia que se extiende, con más groserías y detalles escatológicos. EN APUROS Imaginen una comedia elegante, chicas amigas y futuras damas de honor encantadoras y bien vestidas, salvo una "bombera" caída en la troupe por ser cuñada de la agasajada. Piensen en una prueba de vestuario de la mejor moda, en la mejor casa, con los más finos accesorios y ahora vean a la futura novia, a las futuras damas de honor, que no pueden digerir un almuerzo latinoamericano y tienen que aterrizan en el toilette destinado a tres siendo seis y con la inmediata demanda, de sacar tanto horror del estómago. Bueno, esa es una de las sorpresas de la película de un mal gusto lamentable, pero muy acompañado por la risa, porque la catarsis es lógica. Claro que también hay despedidas de soltera aceptables, gags, situaciones divertidas y buenos actores y actrices, algunos personajes imbancables y la tal Megan, suerte de "Cumbio" adulto, de fuerte personalidad y bien dispuesta para la lucha. En síntesis, una comedia con sólidos comediantes, una Kristen Wiig que ahora también es guionista y cada vez hace recordar más a Meg Ryan y personalidades como Melissa Mc Carthy, Maya Rudolph, como la amiga en crisis, o el simpático policía interpretado por Chris O"Dowd. En esta comedia de puro humor físico, sólo faltan los tortazos de las películas mudas y al clan de chicas, se uma Judd Apatow, el de "Ligeramente embarazada".
Hacía falta una película como esta para que Kristen Wiig tuviera su reconocimiento por fuera de la pantalla chica. Hace años que es parte de Saturday Night Live, aunque el éxito lejos del selecto grupo cómico nunca ha estado garantizado. Por más mínimo que sean sus papeles, Adventureland, Walk Hard: The Dewey Cox Story o Knocked Up para nombrar algunas de las películas en las que participó, siempre cumple aportando su cuota de talento, como una versión femenina de Bill Hader, a quien bien le vendría un protagónico. De a poco ha ido ganando más tiempo en cámara, Paul por ejemplo, pero Bridesmaids es la oportunidad que estaba esperando, por un lado para mostrarse como una guionista muy capaz, pero también como una gran comediante con posibilidades de encabezar un proyecto por su cuenta. Y el film con el que lo hace es un clásico Apatow que, por primera vez, está protagonizado por mujeres. El abanderado de la bromantic comedy, a base de divertidas historias sobre la amistad entre hombres, abre las puertas para que surja un cine femenino diferente, disfrutable por cualquiera, sin caer en la previsibilidad de una chick flick. Annie está en un mal momento de su vida. Su panadería fue a la quiebra gracias a la situación económica del país, no tiene novio, el hombre que frecuenta la hace sentir miserable y, por sobre todo, Lillian está a punto de casarse. Ella puede soportar esto en forma estoica, pero no tolera que la perfecta Helen trate de arrebatarle a su mejor amiga. En un sentido tiene eso que volaba por encima de Superbad, ese saber que la vida sigue y que el momento en que se encuentran no es el mismo de antes. Esa escalera mecánica que distanciaba a Seth y Evan para transportarlos a otra etapa en la que su amistad atravesaría su prueba más difícil, es lo que ve Annie en cada propuesta de la otra, un obstáculo más en una relación de años, una brecha que se agranda en forma inevitable. Con esto pensado la película se desenvuelve sola. El único problema del film de Paul Feig es el mismo que afectó a otra gran película como es Funny People, una extensa duración que magnifica los tiempos muertos y resalta la falta de gracia de ciertos fragmentos. No obstante, con un buen grupo de actrices para acompañar, notable Melissa McCarthy, diálogos originales, situaciones desopilantes y una carga emocional que en más de una ocasión estalla, Bridesmaids se presenta como una de las mejores comedias de la temporada.
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Gracias a la factoría Apatow tenemos pequeño atisbo de que las mujeres no sólo sirven para hacer simples comedias románticas. Lillian (Maya Rudolph) se va a casar, y decide que su amiga de la infancia Annie (Kristen Wiig) sea su dama de honor y la ayude a organizar todo lo relacionado a la boda. Pero para esto Annie va a tener que conocer a las nuevas amigas de Lillian, lograr ponerse de acuerdo con ellas y, encima, soportarlas. Esta simple trama sobre la nueva película de Paul Feigg, co – guionada por la mismísima Kristen Wiig y producida por Judd Apatow lamentablemente se queda a la mitad. Ya que desde aproximadamente la mitad de la película, realmente pareciera que se convierte en otro filme distinto. Esta original chick-flick comienza haciéndonos parecer que vamos a ver una especie de “The Hangover” femenina, con un humor que no estamos acostumbrados a ver en manos de mujeres, pero que acá se banca tranquilamente debido a las dos diosas que cumplen los roles principales, Maya Rudolph y Kristen Wiig, salidas de la cuna de SaturdayNight Live, que hasta ahora nunca nos falló con los actores que nos hizo conocer. Con un fuerte guión que contiene muy buenos diálogos, mujeres un poquito más reales que las de “Sex and the city” y el humor al que Judd Apatow nos tiene acostumbrados, con un lenguaje un tanto vulgar por momentos y humor escatológico por otros. Ayudados también por una excelente elección de casting y buenos gags utilizados a lo largo de las aventuras que Annie va a pasar para llegar sana y salva (o no) al casamiento de su mejor amiga. Pero una simple trama sin mucha originalidad y nada más que eso. Y esto se nota con el correr de los minutos, en una segunda parte que no le llega ni a los talones al cómico principio. La historia comienza a decaer, la comedia comienza a desaparecer y se dejan de lado actores secundarios que podrían haber sido muchísimo más explotados. Todo se termina convirtiendo en otra comedia romántica más, gracias al enamoramiento de Annie hacia Nathan (un poco utilizado Chris O’Dowd), que lleva a la película a los clichés típicos y escenas que ya conocemos de cientos de películas más. La película se salva gracias a una Kristen Wiig increíble y a algunos actores secundarios geniales como Josh Hamm (Mad men) y Melissa McCarthy (Una excelente interpretación de la actriz de la serie Mike & Molly) entre otros, que podrían haber aportado muchísimo más a la tramaya que la construcción de sus personajes era muy adecuada al estilo de comedia que produce Apatow. 125 minutos que son demasiado largos para la trama de este filme que va decayendo a lo largo de ese tiempo, con algunos de los errores que suelen tener algunas comedias de Apatow, pero con un comienzo y unas actrices que yo creo que pueden llegar a valer la pena. Y sobre todo, una pequeña mirada para ver que el futuro puede depararnos más comedias femeninas que se atrevan a ser distintas y se alejen un poco de lo que todas ya conocemos.
Compromiso y enredos con bajas de guerra Damas en Guerra está producida por los mismos de Ligeramente Embarazada y Virgen a los 40 y es el primer largometraje del director Paul Feig, realizador y actor que pudo verse en Malas Enseñanzas, como el padre del Carwash y tiene en su haber series como The Office o Nurse Jackie. La historia gira en torno a Annie (interpretada por Kristen Wiig) una mujer que cada vez que parece que va a tocar fondo, se da cuenta que puede llegar más profundo. Y mientras está con un hombre que le hace daño, un trabajo que no le gusta, compartiendo una casa con unos personajes al estilo Notting Hill, se debe encargar con unas amigas de la boda de su compañera de toda la vida, Lilian (Maya Rudolph). Todo obviamente se complicará más cuando aparece una adinerada acompañante de Lilian que pondrá en juego la amistad de Annie. Bridesmaids que sería su traducción “Las Damas de Honor” y que en algunos países se conocerá como “La boda de mi mejor amiga” tiene momentos ocurrentes y simpáticos. Si bien le juega en contra la extensa duración (125 minutos) resulta llevadera y cumple con el objetivo de entretener. Además de tener un final con cameos incluidos y minitape de Actividad Paranormal. Sin demasiadas pretensiones, Damas en Guerras es mujeres luchando por conseguir lo que desean y, en el camino como en toda guerra, hay bajas.
La compañía de Apatow nos trae nuevamente una comedia, esta vez enfocada en un punto de vista femenino. La caótica preparación de una boda teniendo como protagonista a la dama de honor. Con algunas reminiscencias de The Hangover, conocemos a un grupo de mujeres que buscan más llamar la atención de la novia que del resto de los invitados. El papel de la mujer en el cine ya no es lo que era, ya no se casan a los veinte ni tienen hijos antes de los treinta. Ya no, y Damas en Guerra se encarga claramente de marcarnos los nuevos parámetros de la vida de pareja. Hay que casarse después de los treinta y, seriamente se replantea la idea de la felicidad de la mano de los hijos propios. A medida que crece la expectativa de vida también se aleja la edad del compromiso, casi de la mano se mueven. Entonces, tenemos la historia de Lillian y su mejor amiga Annie, se conocen desde la primaria y conservan su amistad cual relación de hermanas. Cuando a Lillian le proponen casamiento Annie es la primera en saberlo, y también pasa a convertirse en la dama de honor; encargada de organizar la despedida de soltera y los detalles del casamiento como el vestido de la novia, invitaciones y demasiados etcéteras. El problema llega de la mano de otra de las amigas de Lilliam, la perfecta Helen, quien no tiene nada mejor en qué invertir el tiempo y decide competir con todo su poder económico para organizar un casamiento exorbitante, ridículo, exagerado y presuntuoso por demás. Annie, hace todo lo posible porque las cosas salgan como ellas las planeo, pero Helen siempre logra ir un paso más allá y anticiparse al problema siendo ella la solución. La película roza por momentos el humor escatológico, cae en algunos lugares comunes y ciertas escenas son demasiado largas. Más allá de eso tiene momentos muy efectivos como la escena de la borrachera en el avión o los primeros momentos de la protagonista con su fuckbuddy, interpretado por John Hamm en un papel que lo saca un poco de esa seriedad estereotipada que lo rodea.
Las chicas al poder La "comedia made in América en cines argentinos" es realmente toda una materia en sí. Las distribuidoras no han estrenado casi nada de la nueva comedia americana, y así se vienen perdiendo pequeñas joyas. Dentro de esa ola cómica, la factoría de Judd Apatow es la que mejor ha salido parada ya que no ha sufrido el total e incomprensible desprecio para su proyección en las salas (pero esa maravilla tragicómica llamada Funny People paso de largo). La última perla bajo el ala protectora de Apatow se llama Damas en Guerra (Bridesmaids en el original). Pero sería injusto decir que el mérito de esta película es solo de Mr. Apatow. La genialidad de este film cae sobre los hombros de Kristen Wiig (Annie). Aquí disfrutamos la consagración de una genial actriz que, siempre devolviendo el gesto justo, la venía descociendo desde hace mucho. Se puede recordar la recientemente estrenada Paul, como joven con el parche en el ojo; Adventureland, como dueña del parque de diversiones; o Whip It como una desquiciada patinadora. Esas entre tantas otras. Una grande de verdad. En esta película esta intratable y desde el comienzo Wiig y Jon Hamm la descosen a puro sexo y humor, de ahí en más, imposible que desaparezca la sonrisa de nuestros labios. Pero Damas en Guerra no es solo la confirmación de Wiig sino que también es el descubrimiento de otra gran comediante, de Melissa McCarthy (reciente ganadora del Emmy a mejor actriz cómica) que con sus apariciones brutales y sin filtro juega a ser el Galifianakis de ¿Que paso Ayer?. Si sumamos a una acertada Rose Byrne (Helen, a quien se le declara la guerra) y una troupe que no desentona podemos asegurar que estamos en presencia de una gran comedia. Y también de que ya era hora de dar lugar a esa gran cantidad de buenas comediantes al que solo le permitían robar momentos. Nombrar esa obra maestra que es ¿Qué paso Ayer? no es casual. Con esta película hay varios puntos en común: grupo de amiga/os, casamiento de por medio, un humor políticamente incorrecto, el amiga/o delirante. Pero son esencialmente diferentes (así lo declara el fallido viaje a las Vegas). En ¿Que paso Ayer? la amistad ya existía y aunque se suma Galifianakis, en realidad no lo hace (como vemos al comienzo de la segunda), nada cambia, por eso se puede repetir una segunda parte casi calcada, ellos son los mismos. Damas en Guerra es un viaje personal que se apoya en la amistad como principal argumento. En la pasada y en la futura. Hay crecimiento y cambio, es más esencial que una anécdota de Las Vegas (es cierto, es LA anécdota de Las Vegas) y por eso la batalla entablada entre Helen y Annie es puro corazón, no hay maldad en sus personajes, son seres imperfectos buscando a los tropezones, y como se sabe, cuando uno es amigo siempre hay regreso. Finalmente se puede señalar que posee algunas escenas innecesarias (así se explica el extenso metraje de 127 min), que la abundancia de personajes hace que en muchos casos se terminen diluyendo y que el ritmo decae en la última parte, tornándose más romántica que delirante, pero aún así, no cambia el hecho de que estamos ante una de las grandes comedias del año.
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Descubre las zonas erróneas de tu vida Primer protagónico de Kristen Wiig, recibida con honores en la usina del programa de TV Saturday Night Live, la comedia dirigida por Paul Feig tiene un humor irreverente, hasta que se vuelve conservadora. Llegó el momento de las mujeres, parece decir la cola publicitaria de Damas en guerra, promocionada como una suerte de ¿Qué pasó ayer? con faldas (¡el marketing cinematográfico y sus deliciosas sutilezas!). No hay mucho de eso, aunque sí es cierto que una boda funciona como excusa para la ¿fraternidad? de un grupo de mujeres durante un período determinado. En última instancia, la película está más cerca de Sex and the City luego de un consumo intensivo de ácido, subiendo el volumen de locura generalizada, al menos hasta el convencional final. Más allá de las características colectivas de esta descripción, la protagonista excluyente de la historia es la treintañera Annie, primer protagónico de Kristen Wiig, comediante recibida con honores en la usina del programa televisivo Saturday Night Live. Tal vez no pueda hablarse propiamente de “proyecto personal”, pero Wiig es además la coautora del guión original y resulta evidente que el personaje fue pergeñado a la medida de su talento humorístico. Ese es, sin dudas, uno de los méritos notorios de Damas en guerra, producida por el ubicuo Judd Apatow y dirigida por Paul Feig, creador de la serie Freaks and Geeks. La vida de Annie es, por decirlo de una manera suave, un desastre, particularmente en lo que respecta a aquellas zonas erróneas de su vida sentimental. La primera secuencia la muestra disfrutando de una sesión de sexo gimnástico que, de la noche a la mañana, deviene en el nuevo desencanto amoroso de una larga lista. En lo económico, las cosas no andan mejor: el emprendimiento gastronómico en el cual invirtió todo su dinero terminó bajando las cortinas debido a la crisis inmobiliaria y apenas si sobrevive gracias a un empleo conseguido por su madre (Jill Clayburgh, en su película póstuma). Su mejor amiga, Lillian (Maya Rudolph, otra veterana de SNL), está a punto de contraer matrimonio y le pide ser una de las damas de honor en el casorio; ocupación que, lejos de transformarse en un intermedio de felicidad, complicará aún más la desdichada existencia de nuestra heroína. Entra en la ecuación Helen (Rose Byrn), la bella y rica mujer del jefe del novio, dispuesta a competir a la hora de conseguir el mejor vestido nupcial, la despedida de soltera perfecta, la recepción ideal. ¿O será pura paranoia de Annie? Traspasando la barrera de las dos horas, Damas en guerra sufre de un metraje sobredimensionado y, una escena temprana, lo grafica a la perfección. Annie y Helen rivalizan por el discurso más emotivo en un crescendo humorístico que toca su propio techo y comienza luego a describir una curva descendiente, extendiéndose hasta el agotamiento. Cosa extraña para un colectivo creativo que, si conoce de algo, es precisamente de timing cómico. El film continúa mezclando cal y arena y encuentra momentos luminosos e hilarantes con otros que no terminan de cuajar. Los personajes secundarios están construidos en base a dos o tres trazos funcionales y, como es de esperar, algunos funcionan como perfecto mecanismo bufo –en particular el interpretado por Melissa McCarthy– y otros quedan apenas en esbozos humanos. La escatología, menos trepidante de lo que aparenta, está contenida fundamentalmente en una secuencia central: luego del almuerzo en un restorán, al que le vendría bien un control bromatológico, las chicas van a probarse vestidos a una de esas boutiques ultra refinadas. Los resultados podrán no ser del paladar de todo el mundo pero, ¿existe acaso una imagen más surrealista que la de una novia en uniforme defecando a la vista de todos en plena vía pública? Annie/Wiig muestra su costado más amenazante en una escena a bordo de un vuelo que, inevitablemente, termina en desastre. Hay algo cercano a la psicosis en el personaje que la película no oculta pero dispensa, y es esa tensión entre lo entrañable, lo inquietante y lo patético lo que motoriza el corazón de Damas en guerra y le hace ganar una humanidad que no es posible encontrar en muchas comedias contemporáneas. De todas formas, la maldita exigencia de incluir una subtrama romántica que solucione, al menos temporalmente, el contratiempo sentimental de Annie y la obsesión por cicatrizar todas y cada una de las heridas transforma al último tramo del film en un manual de “corrección guionística”. La cursilería autoconsciente le da un baño de inmersión conservador a una película que veía describiendo curvas inesperadas.
Damas en guerra matan la comedia Una duración de dos horas nunca es recomendable para una comedia, salvo excepciones de corte épico que no es precisamente este caso. Aquí lo único épico es la falta de coherencia en el sentido del humor, y los abruptos cambios de tono que nunca permiten que el espectador llegue a sentirse cómodo, ni mucho menos interesado en esta historia satírica del universo femenimo, a la que se podría ubicar en algún intermedio o híbrido entre «Sex And The City» y los dibujos de la muñeca Barbie. El asunto es de lo más frívolo, tanto que como tópico ni ha llegado a interesar nunca a las editoras de revistas femeninas. Una chica se casa y, a la hora de elegir a su dama de honor, reparte ese privilegio entre demasiadas amigas, todas de idisoncracias diferentes, lo que genera desplazar totalmente el interés del punto central de la boda -es decir la novia y su futuro marido, la fiesta, etc.) a una especie de enfrentamiento cada vez ams agresivo por entronizar a la verdadera mejor amiga entre las distintas damas de honor. Las actuaciones no son del todo descartables, y a veces mantienen el interés más allá de que no pueden no seguir los distintos cambios abruptos de estilo impuestos por el guión y la floja dirección de Paul Feig. Hay algún colorido típico de las películas sobre bodas, y algún chiste suelto eficaz, pero no mucho más.
Señores: la comedia disparatada en clave femenina requiere mujeres a tono. En este caso, comedia rosa brillante (especialmente brillante). Es una de esas películas que parecen adolecer de cinismo –porque toman ciertos rituales de la vida contemporánea para reírse de su costado ridículo– pero que en realidad tienen corazón de oro. Aquí se trata de una mujer joven –no demasiado joven– que, tras fracasos amorosos y una vida con poco glamour, es invitada por su mejor amiga a ser dama de honor de su boda, algo que le resultará bastante extraño. La protagonista es Kristen Wiig, no una “comediante”, sino algo más: una comediante y una actriz cómica. Una cómica, vamos: también escribe (de hecho, es la guionista de esta película). Contar sus gags es demasiado. Lo que importa es, justamente, que el film no se coloca por encima de sus personajes ni de la situación, sino al mismo nivel de sus protagonistas. Lo que implica que el espectador pueda reírse libremente, encontrando esos pequeños o grandes detalles ridículos que transforman en algo absurdo el paisaje cotidiano. No hay aquí excesos sentimentales (lo que no implica que no haya sentimientos) ni una falsa corrección política, de esas que atacan todo porque no creen en nada. No: aquí hay una ética que termina justificando, desde el sentimiento, hasta la mayor ridiculez. Esto es el mundo, explicado desde la risa.
Ensayo sobre la Soledad II Hace un mes atrás decía que me había impresionado mucho la interpretación de Lesley Manville en Un Año Más de Mike Leigh y la mirada que tenía el director acerca de la soledad femenina, cuando llegan a los cuarenta. Salvando distancias visuales (Paul Feig no aporta una sola idea cinematográfica, lo cuál contrasta con el poder de sugestión y sutileza de Leigh),e intenciones sobre la forma en la que Judd Apatow, productor, trata de vender Damas en Guerra, es muy interesante la mirada que Kristen Wigg, en su calidad de intérprete, guionista y co productora tiene sobre el mismo tema, en la sociedad estadounidense. Hace tiempo vengo siguiendo a la actriz de Saturday Night Live, sucesora natural de Tina Fey acaso, por su versatilidad creativa, pero menos cínica y depresiva. De hecho, lo que hace más interesante a Wigg que Fey es que esta última no puede salir de un personaje. Siempre estuvo atada a un estereotipo creado para sí misma, mientras que Wigg tiene mayores facetas, que le permiten tener niveles de comicidad diversos, lleno de matices. Además posee un talento mucho más natural y verosímil a la hora de afrontar desafíos dramáticos. En este momento podemos disfrutar en cartel toda su versatilidad en la comedia Paul. Pero esta vez, al ponerse al hombro toda una película la responsabilidad se duplica y si la misma realmente logra mantener el interés durante las alargadas dos horas, es porque Wigg es tremenda. Si bien comparte similitudes con obras como Virgen a los 40, del propio Apatow, que a través del humor burdo, y situaciones surrealistas, el director podía ahondar en la soledad masculina en los 40, Wigg no construye un guión contrastado (la película tenía una hora muy divertida y otra muy dramática), acá el código es mucho más equilibrado. La película es una especie de montaña rusa entre momentos patéticos y absurdos hilarantes, con otros realmente depresivos. Este contraste permite que la obra sea más original. Uno de los pocos logros de Feig como director es no haber puesto música de fondo para en varias escenas humorísticas para resaltar el efecto. Los gags tiene elementos básicos, Keatonianos (el principio) y otros televisivos (los sketchs en la Casa de Novias o en el avión). Feig no se da con mucha imaginación para filmar escenas sexuales de forma sensual. Es un poco deprimente ver relaciones con los intérpretes vestidos como en una sit com. Más allá de eso, es verdad que hay momentos muy buenos e inteligentes y sobretodo un elenco muy sólido encabezado por supuesto por Wigg, Maya Rudolph (espero que su boda con Paul Thomas Anderson no haya sido así) y Melissa Mc Carhy. Una lastima ver a la gran Jill Clayburgh en un rol menor (fue el último, ya que falleció en noviembre del 2010). También se destaca Chris O’ Dowd, el gran protagonista de la serie inglesa The It Crowd. Rose Byrne, por otro lado resulta un poco más simpática en comedia que en drama (tratando de olvidar su personaje de X Men: Orígenes). Gracias a ingenio, buenos diálogos y la inteligencia para convertir la crisis interna y económica (infiltrada sutil, pero astutamente) en humor, Kristen Wigg sorprende como escritora. Damas en Guerra resulta una interesante crítica a las mujeres y costumbres estadounidense, pero también hacia la misoginia y la discriminación sexual. Se puede decir que hay algo de ¿Qué Pasó Ayer? y especialmente Despedida de Soltero, pero detrás del humor, se esconde la misma incertidumbre que Un Año Más: “Estoy sola, tengo 40 años y trabajo en un lugar que no me gusta. ¿Qué hago?” Wigg pone la otra mejilla y responde positivamente, con esperanza, valorando el significado de la amistad y creyendo que el cambio es posible. Básicamente, el sueño americano.
MUJERES CELOSAS Judd Apatow, productor de esta película, es uno de los responsables que ha direccionado la comedia clásica estadounidense hacia otros rumbos. Si uno recuerda "Pineapple Express", "Super Bad", "Hermanastros", "Año Uno" y "Virgen a los 40", entre muchas otras, se podría decir que, además del nombrado productor, todas ellas comparten un mismo estilo de humor, basado en lo absurdo y en lo ridículo. Aquí, si bien el trabajo realizado en muchas escenas es realmente sorprendente e inteligente, se vuelve a repetir esa misma fórmula que por años ha marcado la identidad de dicha persona, restándole un poco de originalidad a la chispa de sus inspirados intérpretes. Annie es una mujer que mantiene una relación casual con un hombre. Un día se entera que su mejor amiga se va a casar y que será la dama de honor de la ceremonia. Es así como, además de la envidia que reprime al verla feliz, se va a encontrar con otras cuatro mujeres, también damas de honor, que le van a hacer la vida imposible. Entre ellas se encuentra Helen, una hermosa mujer que dice ser la mejor amiga de Lillian y quien va a intentar arrebatarle el puesto y ser siempre mejor que ella. La característica que aquí prevalece sobre el resto es el maravilloso trabajo realizado por las actrices con sus personajes. Kristen Wiig es una sorpresiva revelación, no solo porque afirma que tiene el talento para llevarse al hombro un papel protagónico, sino porque le aporta mucho entretenimiento y expresión a lo que aquí muestra. Su rol pasa por varios estados de ánimo y cada uno de ellos está muy bien interpretado por la actriz. Maya Rudolph también está muy bien, en especial en las escenas que comparte con Wigg y en ese preciso momento, al comienzo en una escena en el bar, cuando ambas logran llevar adelante un nivel de improvisación increíble, que le aporta mucho realismo a la relación que une a sus personajes. Quienes las acompañan, ya sean Ellie Kemper, Jessica St. Clair, Rose Byrne y Melissa McCarthy, están correctas en sus papeles secundarios. La historia junta todas las características de las películas de Apatow, es sencilla, tiene un final previsible, el humor es absurdo e innecesario por momentos (baño y los escenas con los compañeros de departamento de la protagonista) y no presenta sorpresas en lo que refiere a lo argumental. Pero, y es allí donde la cinta logra lucirse, son varios los momentos en los que el guión deja relucir algunas secuencias muy divertidas y originales, que entretienen, hacen lucir a sus intérpretes y, en especial, se alejan de sus propios estereotipos. La escena en el avión, el ya nombrado momento en el bar y algunas tomas con el policía, son algunos de los ejemplos en los que la inteligencia aparece y se luce en esta propuesta. Técnicamente esta película está muy bien fotografiada; la música acompaña correctamente el desarrollo de la historia y es de suma importancia en varias escenas; la dirección, pese a algunas elecciones del humor (hay personajes secundarios que no se lucen) es correcta, en especial en lo que respecta a la dirección de actores. "Bridesmaids" es una cinta entretenida, bien escrita, con un aprovechamiento y lucimiento impecable de sus intérpretes (Kristen Wiig está excelente), y con un humor logrado e inteligente por momentos. Una propuesta dirigida hacia el público femenino que no decepciona y divierte, algo que muchas comedias parecen haber olvidado. UNA ESCENA A DESTACAR: bar.
Mucho más que una comedia para mujeres Hay dos grandes aciertos en Damas en Guerra, película-hermana de aquellas dirigidas por Judd Apatow (Virgen a los 40, Ligeramente embarazada): el primero es que es una película de mujeres pero no exclusivamente para mujeres. Es como si los groseros, brutos y chiquilines protagonistas de aquellas películas ahora tuvieran su equivalente femenino. Hay dosis por igual de situaciones donde los personajes deben tomar decisiones y madurar (como en Supercool, también producida por Apatow) que se alternan con otras de humor decididamente grotesco y poco sutil. Esto permite que, salvo algunas pequeñas situaciones, no nos riamos de los personajes sino con ellos. Sufren, sí, pero anhelamos que puedan superar sus problemas. En este caso, todo pasa por un casamiento, y cómo dos amigas de toda la vida se ponen a prueba. La protagonista es Annie, una ex-cocinera de pasteles (con local propio) que ahora vive en un departamento alquilado con otros inquilinos, su relación amorosa no parece estar mejor (está con un hombre que la trata como un objeto sexual) y su vida no parece encontrar un buen rumbo. Su madre le dice que lo mejor de tocar fondo es que no se puede caer más bajo, pero parece que el fondo todavía está unos kilómetros más abajo. Ella, con el advenimiento de la boda de su mejor amiga, se pone celosa con la inclusión de otra de las "damas de honor": Helen es la chica perfecta. Esa mujer snob que habla en inglés y francés, planea la boda de la amiga (con todos los detalles tan edulcorados y costosos) y en definitiva, es insoportable para la mayoría de los mortales. Es, como la describe uno de los afiches de personajes, "Little Miss Perfect". A partir del encuentro entre ambas, la película toma un rumbo distinto a la primera media hora y empieza a utilizar los mejores gags (algunos de ellos poco originales, hay que decir). Más tarde se transforma en una película de compañeros: todas las películas de Apatow duran mucho más que las comedias normales (siempre de una hora y media, mientras que estas, al menos, de dos horas). Pero también es cierto que hay "varias" películas en una. Esta no es la excepción. El otro gran acierto de la película, uno que de por sí solo vale el film, es Kristen Wiig. La comediante de Saturday Night Live hace suya la historia: construye un personaje multifacético, capaz de hacernos reír y emocionar. Es simpática e insegura, y ella es Annie, la chica que deberá encarrillar su vida mientras compite, digamos, con la mujer perfecta. No vale la pena arruinar las sorpresas que depara el film, pero uno casi nunca ve a la actriz, sino al personaje. Eso es muy bueno.
Las comedias rosas han tenido siempre un público cautivo y que se ha visto interpelado por los créditos de los hacedores de este filme. Las dos películas de "Legalmente rubia" marcaron un estilo que se intentó respetar aquí, aunque con un poco más de desparpajo en su humor. Aquí dos chicas se pelean por la atención de una de sus amigas que se casará pronto. La pelea llegará a los límites de poner en duda la propia fiesta de matrimonio. En ese marco, son explícitas las menciones sobre la idas y venidas de chicas de 30 sin novio, sus padecimientos y sus alegrías. Pero todo queda allí, en una comedia que no es tan risueña, no tan original como las cintas que lo anteceden y no tan interesante como para recomendarla. A tal punto que la protagonista, que debería difundir simpatía, termina dando un poquito de lástima.
...”El mal gusto se caracteriza por una ausencia de medida”... ...”definición de mal gusto ...en arte, como prefabricación e imposición del efecto”... …. “el proyecto fundamental es involucrar al lector en una aventura, obligarlo con fuerza advertir un determinado efecto”…. …”En este sentido, la situación antropológica de la cultura de masas se configura como una continua dialéctica entre propuestas innovadoras y adaptaciones homologadoras, las primeras continuamente traicionadas por las segundas: con la mayoría del publico que disfruta de las segundas, creyendo estar disfrutando de las primeras”…. Estos fragmentos extraídos del ensayo “Estructura del Mal Gusto” escrito por Umberto Eco, definiría cabalmente mi opinión sobre “Damas en guerra” que acaba de estrenarse. Hay más para citar. Ludwig Giesz respecto del mal gusto, en “Fenomenología del Kitsch”, afirma que se trata de “...vulgar pacotilla artística, destinada a compradores deseosos de fáciles experiencias estéticas”…. Pero, en definitiva, no estoy justificando concretamente mi opinión, sólo utilizando textos de otros que la definirían, pues soy de aquellos que piensan que seguramente lo que tenga que decir alguien ya lo habrá dicho antes y seguramente de mejor manera. Pero este es un trabajo, a veces insalubre, tal el caso que nos convoca, de ver y además comentar esta producción típicamente hollywodense. Alguien a la salida del cine, no recuerdo quien, me dijo: este es un producto característico realizado para la audiencia media de los Estados Unidos. Pero entonces ya no estaríamos dentro de la cultura de masas que plantean Umberto Eco y Zygmunt Bauman entre otros, sino en la llamada “midculture”, es una verdad a medias, ha pasado medio siglo desde que vio a luz por primera vez el texto escrito por el italiano y desde entonces han cambiado mucho las estructuras culturales, todo se ha banalizado, y ahora todo se consume indiscriminadamente. La historia se centra en dos amigas, intimas, desde la infancia, más que amigas, hermanas: Annie y Lilian. Hacen todo juntas. Saben todo la una de la otra. Annie acaba de romper con una relación amorosa libre de toda atadura, en la que no había proyecto alguno, al mismo tiempo Lilian le anuncia que se ha comprometido con su novio y la ha elegido como su dama de honor. ¡Que menos! Pero no tendrá el privilegio en forma univoca, no será la única. Hay otras, todas quieren ocupar un lugar de privilegio en el acontecimiento y esto da origen solamente al titulo. “Damas en Guerra”. Entonces lo que se plantea en principio como una comedia romántica termina por cruzar varias veces y de distinta manera la línea del buen gusto. (Ahora estoy explicando la inclusión de los textos, no?). Deja de ser una comedia para a ser un catalogo de lugares comunes, pero atravesados por fallidos intento de incluir el grotesco, o la parodia, utilizando un humor mucho más burdo que efectivo, no mueve a risa sino que provoca malestar. Otro de los puntos a revelar es no sólo el discurso, por momentos bastante misógino, sino igualmente la construcción de los personajes masculinos, pero que en definitiva no deja ser una mancha más al tigre. Si a todo esto le agregamos que ni siquiera es original el planteo del relato, hubo en los últimos años varias producciones del estilo, todas tratando de acercarse, sin lograrlo a esa inteligente comedia que fue “La Boda de mi Mejor Amigo” (1997), entonces termina por ser un clishé extremadamente aburrido. Pero no se queda ahí. El cúmulo de errores cometidos en esta producción, tampoco es fácil lograr que actrices que han demostrado ser muy buenas comediantes, en esta película fallen sistemáticamente, por lo que también se podría definir al filme como un desperdicio de talentos.
Have fun! Damas en guerra es, a priori, la enésima película acerca de las vicisitudes que debe atravesar una “dama de honor” para que la boda de su mejor amiga sea “perfecta”. Sin embargo es, además, un retrato plural sobre la mujer moderna norteamericana, una crítica corrosiva de las costumbres y rituales burgueses como el matrimonio, y un entretenido conjunto de chistes y gags, algunos pasados de rosca e incomodísimos. En resumen, todo lo que no son las películas de Sex and the city. En principio nos encontramos con Annie (una dulce y melancólica Kristen Wiig), que está pasando por un mal momento: no le gusta su trabajo, está con un tipo que la desprecia, vive con una pareja de ingleses insoportables y encima su mejor amiga Lilian (Maya Rudolph) se compromete. Por lo cual, comienza el relato de cómo la vida de Annie va cambiar debido a esta boda de la cual ella y otras cuatro mujeres serán las damas de honor. Paul Feig, quien anteriormente ha dirigido en la televisión norteamericana, por ejemplo en The office o Nurse Jackie, se mete de lleno en subrayar lo estresante y absurdo que suele ser la ceremonia de matrimonio para las mujeres de clase media estadounidenses. Tanto las bodas o los funerales, y hasta Navidad y Acción de Gracias, son rituales de gran importancia y tradición en la sociedad biempensante en general. Forman identidad y tienen fuerte presencia en la cultura. La comedia suele encargarse de disparar contra estas tradiciones, la mayoría caducas, demostrando que tanta pomposidad y solemnidad hacen que carezcan de sentido. Esto es ni más ni menos lo que hace Damas en guerra una vez más: se ríe de todo lo que supuestamente se debe hacer de una manera determinada para ser “perfecto”. Pero no sólo se queda con eso, más interesante es la mirada que posa sobre Annie, una persona que se ha abandonado, o que se está abandonado. Que piensa que no puede estar peor, y sin embargo, la vida le pasa por al lado y se va hundiendo aun más en su propio patetismo. Damas en guerra trata sobre Annie pero no la observa de manera paternalista y compasiva, sino que la critica, mostrándole que mucho de lo malo que le pasa es más bien por su culpa, por su pasividad, más que por lo mal que le hacen los demás. Y también se ríe de ella, la pone en situaciones, a veces, incómodas y terribles, y la ridiculiza sin atenuantes. El film dura algo más de dos horas, y tiene algunos baches que la vuelven un poco tediosa, aunque nunca cae en un aburrimiento insostenible, por el contrario, recompensa la espera con algún chiste explosivo o desquiciado. Feig no teme en llevar bien lejos las posibilidades de las situaciones que construye. Traducción, si algo puede salir mal, va a salir bien mal en Damas en guerra. Además, un gran punto a favor son la mayoría de los diálogos, todos con buen ritmo y contribuyendo a estirar, a veces, hasta el hartazgo la incomodidad de las situaciones cómicas. Y quizás a lo último nos encontremos con un final demasiado convencional, que desentona con la historia en general, pero que mejora si esperamos los títulos y vemos un video sorpresa que nos dejará mejor sensación de esta comedia. Damas en guerra nos deja una vez más con la certeza que la mejor forma de enfrentar la vida y el mundo, es riéndose a carcajadas de ambos.
Insensatez y sentimientos. Hay una fuerza intempestiva que atraviesa Damas en guerra de punta a punta: el fracaso. En los primeros minutos de la película, una sesión gimnástica de sexo cede melancólicamente el paso al abandono cuando la protagonista vuelve en bombacha y corpiño de acicalarse en el baño para que su compañero la encuentre espléndida al despertarse. El tipo, en cambio, le hace saber en cuanto abre los ojos que se quiere deshacer por el momento de ella y la siguiente escena la muestra de espaldas recorriendo descangayada el caminito que conduce al portón de la casa. La tristeza cómica de ese momento se convierte en un gag de una sencillez y precisión descomunales: la chica pega un manotón para abrir rápido y escaparse pero la puerta no cede. Corte a un plano del lado de afuera de la casa en el que se ven las manos de ella que se asoman mientras se trepa al portón; cuando termina de subirse, y queda montada arriba, la hoja de la puerta se empieza a mover y ella va girando resignada justo para ver cómo una mujer la observa con un rictus de desaprobación desde adentro de un auto a punto de franquear la entrada de la mansión. Como esa risible tragedia en miniatura dispuesta en tres actos se encarga de anunciar, en Damas en guerra hay todo el tiempo una risa llena de piedad, el mar de fondo que acompaña las desventuras de la protagonista como una doble sombra. Kristen Wiig, actriz, coguionista y coproductora de la película, es uno de esos prodigios engañosamente prosaicos surgidos de la escuela –si es que existe tal cosa– de Saturday Night Live. Como vedette dilecta y centro de gravedad insoslayable de Damas en guerra, su figura irradia una vitalidad brutal sobre todos los rincones de cada plano de la película, que parece dedicarse sin descanso a develar un doble fondo sutilmente aureolado de angustia, un parpadeo de modales más bien púdicos con el que la comedia anuncia su tema sin condescender al sentimentalismo ni renunciar a sus variantes bestiales de humor físico. La película de Wiig/Feig termina siendo una fiesta con epicentro en su protagonista cuyas variables oscilan entre el colapso anímico y la insensatez desatada de los cuerpos, que parecen obedecer a una lógica marciana de la que a veces incluso se convierten en víctimas. Es que la actriz resulta un torbellino feliz que no se guarda nada, que no repara en gastos: ni las caídas, ni las corridas, ni las morisquetas talladas en su hermosa cara brevemente festoneada de arrugas le son ajenas; pero también, su inteligencia como intérprete le permite por momentos exhibir una fragilidad apabullante sin que por ello la película vea lesionada su energía ni disminuya su talante incorrecto y muchas veces animal. Cuando su personaje está borracho y empastillado dentro de un avión en vuelo y lo van corriendo una y otra vez de primera clase a turista, la frase disparada entre mohines “Help me, I’m poor!”, alcanza una comicidad auténticamente desesperada. Es que Damas en guerra es una comedia triste llena de desastres: en la vida amorosa, en la amistad, en la economía. Parte de la gracia formidable de la película es hacer de esos y otros descalabros de parecida índole una especie de fuerza radioactiva que luce como un todo amalgamado donde la bancarrota, el abandono, la soledad, los celos y la insatisfacción son un mismo murmullo terrible, un banquete de desgracias cocidas con un barro común. El falso final con número musical es un desliz de autoconciencia kitch que pasa a toda velocidad para dar lugar a un breve respiro para la chica, esta vez a bordo de un patrullero. ¿Happy ending? Probablemente, pero no arriba de una montaña de prosperidad y buenos augurios sino debajo de todo, casi en el fondo de un pozo del que hay que ver cómo se sale: Damas en guerra tiene demasiado orgullo en su corazón como para descender del todo a la cursilería.
Boda con mi mejor amiga Una comedia sobre una boda, protagonizada por una mujer, implicaría algunos ejes ya clásicos del género: las dudas de la chica, el amor consagrado, los rituales parodiados. Pero Damas en guerra es una película sobre la amistad de dos mujeres, una buddy movie protagonizada por chicas, con los códigos de las películas de amistad de Judd Apatow (Supercool, Virgen a los 40, Funny people). Las adolescentes suelen tener una única mejor amiga, hasta que consiguen un novio o marido. Pero en este caso, Annie (Kristen Wiig) supera los 30 y sigue viviendo como a los 15: su mayor relación de intimidad es con su "más mejor amiga", Lilian (Maya Rudolph). Lilian se está por casar y Annie, que está a punto de tocar fondo en su vida laboral, sentimental y anímica, no tiene celos del futuro de marido, sino de la nueva mejor amiga de Lilian, una elegante chica rica que le roba su mayor tesoro: su amistad de la adolescencia. Como si a los 30 años siguieran en la secundaria, Damas en guerra se centra en el dolor de los cambios y pérdidas en la vida adulta de estas mujeres. Hay escenas muy divertidas (desde la primera, una escena de sexo que parodia al macho alfa de los galanes típicos) pero también espacio para el desarrollo del personaje y su tragedia. Wiig, guionista y protagonista, es la mayor perla del filme. Con armas de comediante sutil, la actriz crea un personaje con el carisma para hacer reír y sumamente tierno, que nunca se ridiculiza para llegar al humor. Rudolph, su compañera en Saturday Night Life, acompaña pero con austeridad y lo mismo pasa con el resto del equipo femenino, que protagoniza el afiche de difusión de la película. Los arquetipos femeninos están apenas esbozados y no aportan grandes momentos en el filme. Un error del guión más que de las actrices. El que se luce (y sorprende) es Jon Hamm (Mad Men), como un galán pelmazo y machista, que se roba escenas enteras con Wiig. Damas en guerra funciona, es divertida, tierna y hasta realista en el relato del derrotero de una mujer en crisis. Sólo que la historia se vuelve tibia hacia la mitad, se pierde en algunas escenas que no llevan a ningún lado, y peca de extensa. Pero es un buen comienzo para Wiig, la nueva Tina Fey, sin dudas.
Damas en guerra es la mejor comedia del año. Momento uno. Annie (Kristen Wiig) brinda un discurso en honor a su mejor amiga Lillian (Maya Rudolph), que está a punto de casarse. Pero la intromisión de la repelente Helen (Rose Byrne), hace que Annie tome una y otra vez el micrófono con el objetivo de dejar en claro que ella es la mejor amiga de Lillian. La escena, totalmente hilarante, hace recordar al universo cómico de Mike Myers: un estiramiento del chiste, que va haciendo una curva descendente y ascendente a la vez, generando en el trayecto mucha incomodidad. De hecho, es el primer momento en el que Annie y Helen demuestran la competencia por la lealtad que se viene, pero el guión de la propia Wiig no esconde la miseria que su personaje puede derrochar. Annie está más cerca de la anti-heroína de comedia romántica a lo Julia Roberts en La boda de mi mejor amigo, que a la Meg Ryan de Sintonía de amor. Momento dos. La novia y sus cuatro damas de honor están en una casa de alta costura, dispuestas a comprar sus vestidos. Pero la previa ingesta de comida en mal estado comienza a hacer estragos: pedos, vómitos y cagaderas varias acecharán a estas damas. La escena, contada a velocidad rayo y con una energía singular por Paul Feig, es sumamente escatológica, pero de una escatología que va más allá de la flatulencia: en esta gran secuencia Damas en guerra planta bandera y dice que el territorio del humor escatológico, habitualmente propiedad del hombre, puede ser también de la mujer. Y estas damas dejan al cuarteto de ¿Qué pasó ayer? como pobres ingenuos. Los vómitos y las cagaderas sobre caros vestidos, incluso un vestido de novia (¡sacrilegio!), destruyen los símbolos y se burlan de los ritos establecidos en estos casos. Momento tres. Para intentar llamar la atención del oficial Nathan (Chris O’Dowd), Annie y Helen pasan una y otra vez frente a él con su auto. Cada vez que lo hacen, simulan cometer algún tipo de infracción. La secuencia, larga, permite la improvisación a la manera de un Will Ferrell, sacando todo el jugo posible a una situación por demás ridícula. Esta escena es una de esas que en los extras del DVD descubrimos que había mucho más que quedó en la sala de montaje, pero además es una demostración del virtuoso estilo humorístico de Wiig, la mejor actriz cómica del cine norteamericano en mucho tiempo. Comentamos tres escenas, pero hay mucho más en Damas en guerra, la mejor comedia del año. Lo más interesante del film de Feig, producido por Judd Apatow, es que si bien contiene estos notables momentos de humor, estas grandes piezas cómicas, la película logra introducirlas dentro de una historia interesante, corrosiva y, fundamentalmente, emocionante aunque sin sensiblerías. Damas en guerra tiene momentos, pero es mucho más como film que sus partes. Y esto es así porque Wiig aprovecha enormemente su primer protagónico: como guionista escribe unos personajes caricaturescos pero creíbles, especialmente su Annie, una mujer decididamente desdichada en el amor y en la vida en general, que preparándose para la boda de su mejor amiga descubre algunos de los motivos de sus desdichas. Annie es una mina que no encuentra su lugar en el mundo, ¡pero caramba! que el mundo se ha convertido también en un lugar extraño. Comparada erróneamente con ¿Qué pasó ayer?, Damas en guerra la supera no sólo porque sus chistes son más perfectos, sino además porque logra tener una mirada humanista sobre sus criaturas y sobre el mundo, algo no demasiado fácil para la comedia que la mayoría de las veces tiende al cinismo. Es ese fundamental elemento que Wiig propone, Feig organiza y Apatow dispone a partir de su marca más reconocible como productor, por el que Damas en guerra se anima a hacer con la comedia romántica lo que quiere.
Los Celos son Divertidos Bridesmaids es la nueva comedia de los productores que nos trajeron "Virgen a los 40" y "Ligeramente Embarazada", con el director y actor Paul Feig a la cabeza de este proyecto en el que claramente se puede ver la influencia del humor bizarro de aquellas películas y el estilo Saturday Night Live. Feig ha estado a cargo de la dirección de capítulos de series para la TV con un humor ácido y desopilante como "The Office", "Arrested Development" y "Nurse Jackie", lo que se trasluce en momentos de comicidad realmente espectaculares. La historia se centra en la vida de Annie, una mujer madura que por algunos reveses de la vida, se ha convertido en un desastre andante, lo que empeora al enterarse que su mejor amiga va a casarse. En un intento desesperado por demostrar que no ha tocado fondo y que puede ser la mejor madrina de bodas del mundo, se ve envuelta en situaciones realmente absurdas pero divertidas, a las que arrastrará a las demás damas de honor, cuyas personalidades son bastantes particulares también. Protagonizan el film la actriz formada en SNL y recientemente vista en la cinta "Paul" Kristen Wiig (Annie), la también SNL Maya Rudolph (Lillian, la que se casa), Rose Byrne (Helen, la nueva mejor amiga), Wendi McLendon-Covey (Rita, ama de casa desesperada), Ellie Kemper (Becca, la tierna) y Melissa McCarthy (Megan, la gordita machona y ordinaria). A decir verdad, esperaba mucho menos de "Damas en Guerra" que pensé sería otro subproducto fallido del humor SNL (Saturday Night Live), pero sorpresivamente la pasé muy bien y me reí bastante, sobre todo con la protagonista Kristen Wiig que se come la película. Hasta me animo a decir que es la nueva Gran Comediante de la pantalla cinéfila, que de seguro será tentada para aparecer un muchas comedias más. La historia no es de lo más original y la trama no es una locura, pero utiliza un humor que camina por la cornisa de lo ordinario sin caerse nunca de ella, lo que la hace muy atractiva. A diferencia de películas como "Pase Libre" donde se utiliza un humor de mal gusto, este film logra equilibrar muy bien lo safado para nunca irse hacia el extremo de lo asqueroso. Trata los celos en la amistad vista con una mirada muy divertida, y también ofrece una pequeña historia de amor para los más romanticones. No es un humor para todo el mundo, pero si la acidez y el humor físico te entretienen, "Damas en Guerra" te va a gustar mucho. Tiene la característica de ser políticamente incorrecta y bizarra, pero siempre con "buena leche", muy al estilo "Virgen a los 40".
No hace mucho con motivo del estreno de The Hangover 2, Diego Lerer hacía una magnífica reflexión sobre esto de la ahora tan mentada nueva comedia americana, artículo con el que realmente- y considerando cuánto han comparado este film sobre damas de honor con la de aquellos perdidos señores- no puedo menos que sentirme sumamente identificada. Básicamente decir que para ir a ver Bridesmaids, hay que ir pensando en querer ver una comedia, entretenerse, disfrutar de una estupenda actuación de su protagonista (Kristen Wiig) y dejar de lado esto de que es una genialidad, casi una obra maestra del humor. Bridesmaids no plantea nada nuevo, no lo plantea de una manera nueva tampoco, sí tiene grandes momentos de humor y una cierta frescura que se agradece pero a no engañarse que sigue siendo más de lo mismo, una historia que conocemos a pie juntillas. Los primeros 60 minutos de los 125 que dura son ciertamente los mejores. Annie (K.Wiig) y Lilian (Maya Rudolph) son dos cuarentonas amigas desde la infancia, se conocen demasiado y se ven todos los días. Finalmente y luego de lo que parece un noviazgo eterno, Lilian consigue la proposición de matrimonio tan deseada y cae de maduro que Annie será su dama de honor. La mejor escena del film Pero en plena celebración del compromiso entra en escena Helen (Rose Byrne), una nueva amiga de Lilian que es lo opuesto a Annie. Sofisticada, hermosa, casada y de gran posición económica, Helen termina por minar de a poco la seguridad de la protagonista con respecto a la importancia que tiene en la vida de su amiga. Esa rivalidad que ambas empiezan a desarrollar desde la escena del discurso- impagable por cierto, lo mejor por lejos del film- termina en lo que todos ya preveemos, un desastre mayúsculo del que parecería no hay vuelta atrás. Pero la cuestión no se centra solo en eso, sino que entre preparativos de bodas y otras yerbas la protagonista vive su peor momento, parece perderlo todo (no sólo la amistad añeja con Lilian) sino que entra en escena un dulcísimo oficial de policía que hará finalmente de esta historia una más de las tantas tiernas comedias románticas que pululan por la industria. La tropa completa de las "Damas" El film a juzgar por como arranca podría ser realmente algo nuevo, insuperable, cómico pero real. ¿Quién de nosotras no se ha sentido alguna vez, por ejemplo, desplazada, celosa de nuestras mejores amigas, amenazadas por esa- "la nueva"?, ¿quién disimuladamente, como las protagonistas, no ha tenido alguna competencia por el cariño de alguien?; el tema es que no desarrollan esta idea sino que el humor real y fantástico, sutil pero presente, que tiene la primera parte se desvirtúa por ese festín físico que - pensarán siempre los realizadores- son garantía de "comedia" : pedos, cagadas, torpezas de la protagonista que se cae en público, etc, etc. Vamos que no me voy a rasgar las festiduras por escenas como esas, yo, una de las más grandes seguidoras de las comedias de Will Ferrel ¡imagínense!. Gracia hacen y uno se ríe pero en la dinámica que lleva este guión no lo hace, repito e insisto, algo nuevo, moderno, diferente. La comedia funciona, uno se ríe y se divierte porque está bien hecha, bien actuada, porque tiene escenas que garantizan pasarlo bien y ahí nos plantamos; pero de ser LA comedia aun dista bastante en un género nada fácil de renovar. En Argentina se espera su estreno alrededor del 22 de Septiembre y será una grata opción para ir al cine a pasarla bien. Por lo demás me uno al cada vez más acrecentado grupo de personas que ven en Wiig una capo cómica de gran futuro. ¡A estarse atentos!
No vamos a ingresar en la polémica sexista que se pregunta si las mujeres pueden ser graciosas (que de hecho lo son), pero si es cierto que determinado estilo de humor o comediante puede ser efectivo en sketches de seis minutos los sábados por la noche en el legendario Saturday Night Live, pero no en una película de casi 120 minutos. Protagonista y guionista, Kristen Wiig se encargó de alinear un muestrario de varios estilos de mujer moderna: la soltera con el corazón roto, la futura esposa, la madre de adolescentes, la recién casada y la arpía femme fatale. Sin embargo, los chistes escatológicos están por completo fuera de lugar, restando más puntos de los que logró sumar. No hay ponzoña más terrible que aquella que se esparce en medio de un grupo de amigas en donde no todas poseen el mismo nivel de intimidad, confianza y cariño. Pero de allí a que este grupo de competitivas damas de honor se comporte como adolescentes tardías, hay un abismo de diferencia. Sin dudas todas son buenas actrices y con la misma certeza se puede asegurar que necesitan estar acompañadas de figuras de mayor importancia para tener momentos destacados. “Damas en guerra” es una película íntegramente encabezada por actrices de reparto sin una protagonista de verdadero peso.
Annie (Kristen Wiig) es una cuarentona que ha ido de fracaso en fracaso, ya sea en el plano amoroso, como en el profesional. Su presente la encuentra como empleada en una joyería y compartiendo departamento con dos hermanos de lo más aparatosos. Cuando su amiga de toda la vida le anuncia su compromiso para casarse, Annie se embarca en generar y participar de todos los rituales prenupciales: conocer a las demás amigas de la novia que serán damas de honor como ella; elegir los vestidos que deberán usar; ir de viaje a Las Vegas como despedida de soltera, preparar la fiesta de compromiso, y más. Lógicamente, cada una de estas secuencias está plagada de situaciones risueñas, alocadas y disparatadas. Cada una de las damas de honor tiene marcadas particularidades (una estirada de clase alta bastante arpía; una muy inocente recién casada; una ingeniera nuclear machona y buenaza; y una casada con hijos, harta de sus 3 varones) que el director explota en diversos momentos para provocar la risa. Con cinco actrices y una guionista con experiencia en el mundo de la comedia improvisada, era obvio que Damas en Guerra iba a combinar el libreto con ese género cómico. El oficio de estas mujeres se hace notar, pero en todas ellas hay rastros constantes de actuación estilo sitcom, y ése sería el máximo reproche que podría hacérsele al filme. Wiig es lo suficientemente efectiva como para llevar adelante el rol de antiherohína, y tiene la particularidad de mascullar frases para ella misma, profiriendo algunos simpáticos mohines, especialmente cuando se enfrenta a la villana del filme: la malvada nueva amiga de la novia (Rose Byrne). El filme entretiene muchísimo, abusando, tal vez, del estilo algo televisivo antes referido, no sólo por los actores protagonistas y secundarios, sino por darle más preponderancia al uso constante de gags (muchos de ellos escatológicos en su máxima potencia) y diálogos chispeantes y alocados. En aparición especial está la legendaria actriz Jill Clayburg (recientemente fallecida), como la madre de Annie, y hacia el final hay una canción muy famosa de los 90´s: "Hold on" del famoso trío de chicas Wilson Phillips, cantado por ellas mismas en plena fiesta de casamiento.
De las mechas Una agradable sorpresa y significativa esta comedia americana situada un tanto más lejos y por ello más politicamente incorrecta que la serie "Sex and the city", quizás por que mentora es esa estupenda Kristen Wiig, tan protagonista de la historia como adecuada guionista, surgida del fabuloso ciclo de tv: "Saturday night live". Su Annie está siempre al borde de un ataque de nervios por segura y mordaz competencia en el rubro "Dama de honor" de la boda de su amiga Lillian, pero el objeto de sus desavenencias es Helen (la bella Rose Byrne), que conforma algo en extremo de mina insufrible, melosa y a la vez jorobada, este enfrentamiento feroz en clave de hilarante comicidad, que incluye a Kristen con sobrados conocimientos del "slasptick" -ver su genial aparición al inicio del filme cuando debe saltar una puerta incaccesible-, y algunos meritorios gags que parecen recordar al antiguo Keaton y al más contemporáneo Jackie Chan. Quizás le pateé en contra a la peli, su algo extensa duración, pero no quita tener y mostrar también un elenco integrado por las talentosas: Maya Rudolph y Melissa McCarthy -más comediantes de SNL-, en una trama donde los tipos ni aportan ni son tan necesarios o importantes. "Damas de honor" constituye la mejor y más reciente prueba que las mujeres son una raza aparte, tan divertidas como feroces y/o crueles.
No supe ver, no supe ver. En una primera visión, No supe ver Damas en guerra. Uno ve, y puede no ver lo evidente. La vi por segunda vez y las objeciones se diluyeron: las buenas películas son las que resisten más de una visión, por estructura, reenvíos de sentido, detalles de construcción y, sobre todo, por el placer que generan. Pueden no ser malas las películas que se agotan en una primera visión pero sus placeres son tan efímeros que su recuerdo es velozmente menguante, y su revisión tiene mucho de resignación. Damas en guerra es, de hecho, una película para rever: la segunda vez es mejor. Ya sabemos que no estamos ante una comedia superficial sino ante una abisal: Annie (Kristen Wiig, una actriz insoslayable) es un personaje oscuro, al borde –lado externo– del colapso en varios frentes. La comedia –en este caso particular una constelación de escatología, celos, canciones, neurosis, explosiones emocionales e inteligencia– prueba otra vez en esta temporada su vitalidad en Estados Unidos, su capacidad de sumergirse en todo tipo de crisis y oscuridades. Protagonizada por seis mujeres y guionada por dos (una es Kristen Wiig), Damas en guerra es un prodigio de timing, con situaciones construidas en función de la incomodidad cómica de la duración prolongada (los discursos, por ejemplo), y otras en función de la explosión (la fiesta de tema parisino, por ejemplo). Si no la vieron, véanla, y con ojos de segunda vez. O con más lucidez que yo en la primera.
Elogio de la amistad La comedia (norte)americana, nueva o vieja, ha sido prácticamente el único género pasable de la temporada cinematográfica de Hollywood, una tendencia que se puede rastrear en los últimos años, y que entre otras cosas confirma que el humor es cosa seria. Títulos como ¿Qué pasó ayer 2?, Malas enseñanzas, Medianoche en París y en menor medida otros como Pase Libre, Paul, Una esposa de mentira o Quiero matar a mi jefe, confirmaron durante este ajetreado 2011 que la llamada Nueva Comedia Americana (NCA) no sólo está más que consolidada (con Jud Apatow como gran padrino), sino que logró parir nuevas apariciones que siguen revitalizando al género, que acaso se encuentre estimulado por la crisis económica y cultural que atraviesa el imperio del norte. La comedia siempre ha servido para pensar al mundo, para desnudar la dimensión absurda de nuestra cotidianeidad y problematizar aquellas estructuras simbólicas que regulan nuestra existencia y naturalizan el status quo de la sociedad, aún a costa de sus miembros. Y por esto son tiempos propicios para la NCA, cuyo núcleo esencial es una vocación natural por la irreverencia. Su último ejemplo es Damas en Guerra, del debutante Paul Feig (director de la serie Freaks and Geeks), bajo el manto directivo del propio Apatow (que oficia como productor), y la invalorable Kristen Wiig (estrella del programa Saturday Night Live), aquí protagonista además de coguionista. Filme desparejo y por supuesto desmedido, capaz de apostar a la más incómoda escatología y luego terminar con un giro conservador, Damas en Guerra es sin embargo una obra plena de humanidad, que explora en clave paródica (y lúcida) los vínculos femeninos en pleno siglo XXI, con la crisis económica como un fondo difuso, que se cuela obstinadamente a través de los conflictos que vive su protagonista. Wiig (en un papel tal vez consagratorio) interpreta a Annie, una mujer que ronda los cuarenta años y se encuentra en una situación cúlmine: ha perdido su negocio con la crisis de 2008, trabaja en un oficio que no le gusta ni le interesa, comparte departamento con desconocidos, y vive penando su soltería por caer en brazos que no le convienen. Por suerte, Annie tiene una amiga de la infancia que le sirve de sostén para los avatares de su existencia, llamada Lillian (Maya Rudolph, también de SNL), aunque pronto sobrevendrá lo inesperado. De un día para otro, Lillian pasará a estar comprometida, y su nueva situación desatará una crisis fulminante en Annie, que penará no tanto porque su amiga se case, sino porque comenzará a integrar un nuevo círculo social en el que ella no encaja. Habrá una complicación adicional: la aparición de una nueva “mejor amiga” de Lillian, la frívola pero perfecta Helen (Rose Byrn), quien mostrará una empatía inusual con la novia y monopolizará la organización de su fiesta, y con quien pronto se instalará una competencia feroz. El resultado será una lenta caída en desgracia (y en el ridículo) de Annie, que por supuesto se distanciará cada vez más de su amiga hasta llegar a tocar fondo, típico esquema narrativo de las obras de Apatow. Comedia de aprendizaje y maduración, Damas en Guerra no se destaca por su planteamiento formal, donde domina el clasicismo industrial: el plano /contraplano es norma al filmar los intercambios sociales, así como el plano medio se impone en la puesta en escena general. Sus signos distintivos están más bien en la voluntad de transgredir el buen gusto (a pura escatología incluso, aunque hay sólo una escena no apta para espíritus susceptibles, que transcurre en una lujosa tienda de vestidos) y ridiculizar los ritos sociales, así como en el modo en que se desmarca de ciertas convenciones: la boda misma y la despedida de soltera son dos grandes fuera de campo que permiten concentrar la atención en el desarrollo del drama de la protagonista. Y es que lo más importante en Damas en Guerra es su humanidad, su gran capacidad para captar la complejidad de los vínculos personales, de problematizarlos sin llegar a la caricatura ni la ridiculización gratuita (marca distintiva de productos similares, caso Sex and the city), sino más bien con el objetivo de comprender a sus protagonistas, de ponerse a su altura y reflejar sus motivaciones, miedos e inseguridades. Un final por demás convencional, con videoclip y moraleja incluidos, no hará más que contrarrestar estos logros y dejarlos en un segundo lugar.
Lo primero que llama la atención de Damas en guerra es su protagonista: Kristen Wiig (también responsable del guión, como aclaramos en el prólogo) no es una cara conocida por nuestros pagos y sin embargo posee una química en pantalla que engancha al espectador de inmediato. Salida de la hiperprolífica cantera de Saturday Night Live (al igual que su coprotagonista Maya Rudolph), esta muchacha no sufre ningún pánico escénico a la hora de saltar a un protagónico en la gran pantalla y, sencillamente, se come la película. En una comedia esencialmente femenina y muy "moderna" (con ese estilo tan despreocupado y tan semi improvisado de las películas humorísticas de estos tiempos), su simpatía es el primer rasgo destacable del filme y que hace que Damas en guerra sea una película que uno puede recomendar, con reservas. La historia dice que Lillian (Maya Rudolph, protagonista de Away we go) se va a casar y su amiga de toda la vida Annie (Kristen Wiig) va a ser su dama de honor, junto con otras 4 mujeres, entre las cuales se encuentra Helen Harris (Rose Byrne), una amiga de la novia que se ha hecho muy cercana en los últimos tiempos. Annie era repostera, pero tuvo que cerrar su tortería cuando las cuentas dejaron de cuadrar. Y su novio la abandonó. Y se tuvo que mudar y compartir un departamento con un inglesito bastante peculiar, que llevó a vivir a su hermanita al hogar pero no quiere que contribuya con la renta. Y trabaja en una joyería convenciendo a cada pareja que va a comprar alianzas que en realidad el amor nunca es para siempre. Y su madre le recuerda que "lo bueno de estar en el fondo es que no se puede seguir bajando"... Cuando Annie conoce a Helen, la nueva preferida de Lillian, una cheta agrandada y superficial que se la pasa fanfarroneando de sus viajes y sus billetes, no puede más que odiarla. Y el asunto empeora cuando los planes de cada una para organizar los eventos previos a la boda empiecen a contradecirse. A partir de allí comenzarán los clásicos enredos que toda comedia tiene que irán increscendo a medida que avanza el metraje. Como no puede ser de otra manera en una comedia estadounidense, el espectador es sometido a -cuanto menos- una escena de humor escatológico: si esto no sucediera, no estaríamos frente a una comedia yanqui (¿será una regla impuesta por las productoras?). En este caso, la secuencia llega a límites insospechados (se incluyen vómitos, vómitos sobre vómitos, una mujer subida de peso haciendo sus necesidades en un lugar insospechado y frente a otras damas muy paquetas... en fin) y posiblemente sea la más recordada del filme: ustedes sabrán catalogar eso como bueno o malo. Los personajes secundarios que acompañan a la historia (en especial el resto de las damas de honor) contribuyen con algunos momentos cómicos en el filme aunque su desarrollo en sí no esté del todo logrado: dentro del conjunto tenemos a Rita (Wendi McLendon-Covey), una mujer harta de su matrimonio y, especialmente, de sus salvajes hijos; a Becca (Ellie Kemper), una recién casada hiper inocente y positiva -estos dos personajes tienen un pico de protagonismo y se esfuman sobre el final-; y esencialmente Megan (Melissa McCarthy, de la serie Mike and Molly), la desquiciada cuñada de la novia, una indescifrable mujer dispuesta a cualquier cosa y cuyos intereses nunca están demasiado claros. También forma parte del elenco el irlandés Chris O'dowd (protagonista de la serie The IT crowd, que se transmite por I-Sat, por lejos el mejor canal del cable convencional) como el muchacho común que puede enamorar a Annie y sacarla de sus miserias. ¿En qué falla Damas en guerra? Principalmente en el largo de su metraje (más de dos horas para una comedia tontuela siempre parece demasiado, y aún más si el resultado final es tan igual a todo el resto de las comedias que podamos encontrar) y en un guión que acierta más en el desarrollo de cada conflicto que la disposición de los mismos. ¿Y por qué acierta en el desarrollo de los conflictos? Porque en cada uno de ellos aparece una Kristen Wiig brillante, atractiva, chispeante, alocada. Su personaje sí está bien desarrollado, sí tiene profundidad, sí logra preocuparnos y hacernos sentir empatía. Tanto en su personalidad explosiva (Annie puede discutir como una niña con una adolescente en su puesto de trabajo o destruir todos los arreglos de una lujosa fiesta -ojalá esa sea la escena más recordada del filme- y siempre nos ponemos de su lado), en sus celos ante Helen, en su desconcierto ante sus extraños compañeros de casa o ante el amor abrasivo de su madre o en su desconfianza para con todo el género masculino, el personaje siempre nos da algo con lo que nos podemos identificar. Damas en guerra es todo lo buena que es porque Kristen Wiig está en ella y es todo lo mala que es porque ella misma falló al desarrollar el guión. Con esos elementos en la balanza, termina pesando más el primero y, con reservas, podemos decir que estamos ante una buena comedia. Entretenida, a veces chistosa y con una humorista muy talentosa en pantalla durante casi toda la historia. Y con eso nos quedamos.
Una Soltera menos Todos entendemos que hay una nueva búsqueda, una nueva corriente, dentro de la comedia americana actual y ya existen algunos nuevos referentes dentro del género. Judd Apatow es claramente uno de los mentores en la necesidad y el encuentro de un nuevo estilo de comedia, trabajando con algunos apuntes interesantes y con temáticas poco visitadas en el cine. Es así como surgió con trabajos interesantes como "Virgen a los 40" que le dio el espaldarazo definitivo en la pantalla grande a Steve Carell, "Ligeramente Embarazada" con un muy buen timing para desarrollar ese tema desde un punto de vista completamente diferente con Seth Rogen y Katherine Heigl y exploró con muy buen tino, al universo adolescente de "Superbad". Ahora ya no como director sino como productor, aparece como mentor de "Damas en Guerra / Bridesmaids" otra comedia perteneciente a esta nueva ola. Quizás planteada desde el punto de vista opuesto a la taquillera y también muy bien vista por la crítica "Qué paso ayer? / The hangover", en este caso serán las mujeres las que tomen el poder y protagonicen el relato. El centro de la historia es Annie (Kristen Wiig,comediante superestrella del Saturday Night Live) en cuya vida comienzan a aparecer nuevos replanteos y cambios cuando se entere que su mejor amiga Lillian (Maya Rudolph de "Son como niños" y la inédita "Away we go" de Sam Mendes) le informa que dejará de pertenecer al bando de las solteras: se casa y por lo tanto arrancarán los preparativos de la boda, con todo lo que ello implique. Annie formará parte del equipo de las damas de honor - las Bridesmaids del título original- acompañada por Rose Byrne, Melissa McCarthy -nominada finalmente al Oscar de este año como mejor actriz de reparto y protagonista de la serie "Mike & Molly"-, Wendi McLendon-Covey y Ellie Kemper, un grupo que se aprovecha de la heterogeneidad para contar diversas historias y diferentes puntos de vista. Si bien la mayoría de los chistes están puestos en los preparativos del casamiento, despedida de solteras, rivalidades entre amigas y algunos otros apuntes de color, el guión gana en ingenio cuando se enfoca más puntualmente a la incapacidad de Annie por sostener sus proyectos propios cualquier sea, desde un proyecto laboral que no pudo ser y no se anima a reflotar hasta poder encontrar una pareja a la altura de sus deseos -en este punto, la radiografía que hace el guión sobre la dificultad de encontrar a la "media naranja" sin caer en el conformismo o en la mediocridad, tiene momentos inteligentes y divertidos- y muchos de los mejores momentos son jugados con Nathan (Chris O'Dowd), el policía que quisiera tener una historia con ella. ¿Pero qué es lo peor que le puede pasar a una comedia? Estirar situaciones y terminar aburriendo. Y eso es lo que pasa por momentos con "Damas de Honor". El guión tiene situaciones que podrían evitarse por completo y que además no tienen la altura de otros guiones con los que Apatow había trabajado (hay una escena de un viaje en avión donde la protagonista intenta todo el tiempo pasar de clase turista a primera clase, que es donde estaban sentadas sus amigas que termina aburriendo por absurdo, increible y fuera de contexto) y que hubiesen ganado impacto evitándolas o bien, acortándolas en su duración. Tampoco logra definir si la mirada está enfocada en poner la lupa sobre las relaciones de pareja, una institución como el matrimonio y los valores tradicionales que se intentan sostener desde la sociedad, los que han caído completamente en desuso ... o si no quiere profundizar en ninguna de ellas para tratar de darle rasgos de comedia alocada sin demasiada profundidad. El guión de la misma Wiig y de Ann Munolo (a mi gusto, insólitamente nominado para el Oscar) vira por momentos a un humor escatológico lindante en la verguenza ajena, completamente fuera de registro, opuesto a la estudiantina casi adolescente que pretende con la rivalidad que se presenta entre dos muy buenas amigas de la novia por organizar todos los festejos y cubrir un rol preponderante en los preparativos. Pivotando entre el absurdo, el desenfado, la comedia más tradicional y una mirada hasta naif de algunas situaciones, la historia no termina por anclar en un estilo definido y su extensa duración (125 minutos y máxime tratándose de una comedia) atenta contra el interés general del filme que entra en algunos tramos en donde parece perder el rumbo, para luego retomarlo y volverlo a perder. Paul Feig, director de sobrada trayectoria en la televisión con capítulos en "Arrested Developement" "Nurse Jackie" y "The Office" trata de imprimirle ritmo y delirio aunque confunde delirio con desborde, le cuesta retener a alguna de las protagonistas para no rayar en la exageración y el tono estridentemente sobreactuado y hace lo que puede con un guión confuso y errático. Una película que evidentemente la crítica americana ha puesto en un lugar de preferencias porque ha sido referente en más de un rubro en esta temporada de premiaciones y como ya fue señalado, corre en la carrera de los Oscar en dos categorías. Quizás un poco mucho para una película tan divertida como vacía y falta de sagacidad al poner en juego algunos mecanismos del humor más básico y menos elaborado.