Las monedas valacas. Las historias de vampiros han generado extraordinarios relatos, pero pocos de ellos se atrevieron a adentrarse en sus orígenes, la caótica época feudal del siglo XV. Casi todas las historias de vampiros actuales se basan en la novela Drácula, del escritor irlandés Bram Stoker. El libro, publicado en 1897, relata la historia de Vlad Dracul II, príncipe de Valaquia, un gobernante del actual territorio de Rumania, miembro de la Orden del Dragón, que luchó contra las fuerzas del Imperio Otomano para impedir su expansión en Europa. En el libro Vlad se transforma en el Conde Drácula, un vampiro cuya sed de sangre humana no tiene límites. La historia de Vlad, “el Empalador” es extraordinaria porque está situada en un margen, en la frontera entre el mundo ortodoxo, el mundo cristiano y el musulmán otomano. En esa frontera plagada de intrigas y matanzas indiscriminadas, Bram Stoker consiguió inspiración para construir su relato de terror más famoso e inmortalizar al vampiro Drácula. La opera prima de Gary Shore coloca la crueldad del monarca en el pasado remoto basado en su cautiverio y construye una historia en la cual el príncipe fue entregado por su padre como tributo al emperador otomano para ser formado en la ferocidad militar turca, basando esa parte de la película en hechos reales. Ya casado y con un hijo, y tras lograr mantener por diez años la paz con el Imperio Otomano, se le solicita que entregue a su hijo y otros mil niños para ser entrenados como soldados con el fin de asediar las ciudades europeas en un futuro cercano. Cuando Vlad se niega, el príncipe negociador le deja lugar al salvaje príncipe empalador que desea generar terror en sus enemigos y busca a un vampiro que vive en una cueva en una montaña de Transilvania para realizar un pacto y obtener los poderes que le permitirán salvar a su pueblo y a su familia. La adaptación de los debutantes Matt Sazama y Burk Sharpless introduce muchas buenas ideas respecto de la historia, especialmente en el comienzo, sobre el surgimiento de los vampiros en la época romana (por dar un ejemplo). La acción aporta la aceleración necesaria para impedir el estancamiento en las escenas dramáticas en las que solo Sarah Gadon se desempeña con soltura, mientras tanto en las secuencias de terror se destaca la frialdad de Charles Dance y su interpretación vampírica. Esta nueva versión, como tantas otras películas basadas en novelas o leyendas, es un intento -desgraciadamente- de construir una nueva franquicia de films basados en el personaje del Conde Drácula, y pone más énfasis en la creación de un mundo acorde a los parámetros actuales de comportamiento que en la investigación y la creación de un universo único como el que construyó Bram Stoker en su novela de terror. De todos modos, para que el vampiro pueda entrar debemos invitarlo…
Debut en la dirección de una promesa irlandesa en la que Working Title tiene mucha fe: Gary Shore. Luego de un trailer y un corto ("The Draft"), firmó contrato por tres cintas y la primera de ellas es "Dracula Untold", una de aventuras que funciona rápida y relativamente furiosa. Costosa (se dice que su presupuesto rondó los 100 millones de dólares) y pensada para disparar una franquicia (todo eso lo verán al final, que no anticiparemos aquí), esta nueva versión del príncipe vampiro tiene bastantes elementos de la obra original. A saber, el origen de Vlad (Luke Evans, en ascenso) como guerrero sanguinario (llamado, "El Empalador", para que no queden dudas) que se convierte en líder de su gente, luego de un pasaje por las líneas turcas, sirviendo como soldado. Eso se respeta y los fans de Bram Stoker se sentirán muy cómodos en este ambiente. Si bien este monarca ha querido dejar atrás su pasado, la cuestión es que en pocos cuadros (la peli vuela) se encuentra en una compleja situación: sus dominadores exigen la entrega de los niños para entrenarlos como su tropa, incluído, por supuesto, su propio hijo. Acceder sería perderlo y exponer a su gente a sufrir el abandono de todos sus vástagos, por lo cual, Vlad se rebelerá ante el poderoso imperio otomano y desatará la ira de Mehmed (Dominic Cooper), el líder expansionista que quiere someter a los pobladores de Transilvania a sangre y fuego. La pregunta es... ¿Cómo reunir el suficiente poder para enfrentar la multitud de tropas enemigas sin perecer en la contienda? Ahí es donde la historia nos ubicará en una cueva, donde habita un sujeto que puede ser la solución al problema, aunque el precio que Vlad deba pagar sea casi inimaginable... Hay en esta versión, un ritmo vertigionoso que no da tregua. Ese mismo frenesí provoca que los personajes casi no puedan desarrollar emociones y que su caracterización sea esquemática. El trabajo en CGI está bien (aunque sin descollar) y la banda de sonido aporta lo justo y necesario para crear una atmósfera acorde. Donde no funciona es la profundización de los conflictos internos (aunque Vlad esté atormentado, eso no se despliega a fondo). Sin embargo, hay que reconocer que "Dracula untold" se deja ver, ofrece un tratamiento respetuoso y honesto de la clásica historia y es muy entretenida de principio a fin. No es de las mejores adaptaciones que ha dado la historia del cine, pero está aggiornada a estos tiempos y ofrece muchos puntos de interés para seguidores clásicos también. Es una buena alternativa a tener en cuenta.
Antes que Bram Stoker publicara Drácula los vampiros ya habían debutado en el cine. George Méliès fue uno de los grandes pioneros en trabajar estos personajes en 1896 con su corto, The House of the Devil (Le Manoir de Diable), que representó el nacimiento del cine de terror. Si a esto le sumamos que hasta la fecha se hicieron más de 170 películas con Drácula, presentar a semejante ícono popular en el siglo 21 con un enfoque fresco la verdad que no es tan sencillo. La idea que ofrece este estreno es muy buena y no se había abordado en el pasado. En este caso fusionaron en un mismo conflicto al clásico personaje de Stoker con la historia de Vlad, el Empalador, el personaje histórico que sirvió de inspiración al famoso vampiro. Si bien este film precisamente no es un drama basado en hechos reales creo que esta versión de Drácula no consiguió explotar el concepto original que proponía. Desde los aspectos argumentales, el problema de este film es que trabaja a este personaje como si se tratara de otro superhéroe de Marvel. Un caso similar a lo que ocurrió hace poco con Maléfica. Vlad Tepes, con el perdón de la expresión, fue uno de los grandes hijos de puta en la historia de la humanidad. Un hombre extremadamente cruel y sanguinario que acostumbraba a almorzar frente a los cadáveres empalados de enemigos que había ordenado torturar. Una famosa anécdota que lo retrata a la perfección. Un día un monje caminó junto a Vlad sobre un campo donde había numerosas personas empaladas que se estaban desangrando. El monje, espantado por el horror de semejante escenario, se cubrió la nariz con un pañuelo debido al olor putrefacto que había en el lugar. Vlad le preguntó si estaba resfriado y el hombre cometió el error de decirle la verdad. El olor de los muertos lo afectaba. ¿Cuál fue la reacción de Tepes? Ordenó que empalaran al monje en el acto. El príncipe hizo torturar al hombre en un poste más largo que los demás, así el monje no tenía más problemas con los olores. El nivel de crueldad que tuvo este tipo era increíble y el cine todavía tiene una deuda pendiente con este personaje, cuya vida parece escrita por un guionista de filmes de terror. Lamentablemente en Drácula no le dieron bolilla a la figura histórica y lo convirtieron en un trillado superhéroe noble que se sacrifica por su familia y el bienestar de su pueblo. De acuerdo a los guionistas de este film, Vlad empaló un par de personas, pero lo más importante es que era un buen esposo y dedicado padre de familia. La culpa del surgimiento de los vampiros se debe a esos terribles villanos de Oriente Medio que fueron los turcos, la máxima representación del mal en la Tierra. Esta película abordó al personaje por ese camino donde Drácula terminó siendo un guerrero heroico que vuela y vence ejércitos enteros con un solo puño. El argumento la verdad que no me terminó de convencer porque distorsionaron a un personaje que no tiene gracia verlo como el bueno de la historia. La película en realidad tiene muy poco que ver con Drácula y mucho menos con Vlad, El Empalador. Sin embargo, como propuesta pochoclera también es justo destacar que resultó más entretenida que Yo, Frankenstein, estrenada hace unos meses. Lo mejor de este film pasa por el trabajo que tiene desde los aspectos visuales. Las ambientaciones y las secuencias de acción la verdad que están muy bien logradas. En estos días donde es moneda corriente encontrarnos con efectos digitales desastrosos acá por lo menos esa cuestión no resultó un problema e hicieron un muy buen trabajo. La película también está sostenida por un correcto reparto donde sobresale Dominic Cooper en el rol principal. La dirección corrió por cuenta de Gary Shore, quien debutó en el cine con este trabajo. Su narración se enfocó principalmente en la acción y apenas logra desarrollar bien a los personajes como si hubiera estado obligado a entregar un film que no superara los 90 minutos. De todos modos, si buscás un entretenimiento ligero para distraerte un rato zafa. Vimos cosas peores este año.
Un vampiro serio... y aburrido ¿Queda algo para contar sobre Drácula después de decenas de películas filmadas a lo largo del siglo y pico de historia del cine? La respuesta es, al menos para Hollywood, positiva, por lo que ahora se despacha con una nueva aproximación a las desventuras del vampiro más famoso con la humilde premisa de mostrar “la historia jamás contada”, tal cual anuncia con bombos y platillos su título. El factor novedoso está en el origen beligerante del personaje, encuadrándolo en el mismo grupo de reescrituras “realistas” de Blancanieves (Blancanieves y el cazador), Hansel y Gretel (Hansel y Gretel: cazadores de brujas) y la reciente –y muy divertida- Hércules 3D. La trama comienza a mediados del siglo XV, cuando el Imperio Turco está en plena expansión y se dispone a quebrar la débil tregua con Transilvania pidiéndole mil chicos para integrar el cuerpo de jenízaros. Vlad, el líder de la comunidad y famoso por empalar a los cadáveres de sus enemigos después de la batalla, dice que no. Pero sabe que la derrota es inminente, por lo que recorre a un vampiro –o algo así- igualito a Lord Voldemort, quien lo convierte en chupasangres, dotándolo además de una serie de habilidades extras, como un odio absoluto, visión infrarroja (!) y la capacidad para desmaterializarse y convertirse en una bandada de murciélagos. Ante semejante delirio, la ópera prima de Gary Shore podía haber desandado dos caminos diametralmente opuestos. El primero era hacerse cargo del absurdo riéndose con él y de él, algo parecido a Abraham Lincoln: cazador de vampiros. El segundo era tomarse en serio todo el asunto mediante una pátina grave y perentoria. Lamentablemente, Drácula: la historia jamás contada opta por esta última opción, construyendo un mundo inconsistente y arbitrario que hibrida la fantasía y la “suciedad” visual de Game of Thrones con la vacuidad de los chupasangres de Crepúsculo. El desenlace deja abiertas las puertas para una secuela. Están advertidos.
Colmillos afilados Un relato que combina aventura y terror para mostrar el origen del personaje clásico inventado por Bram Stoker, Drácula, quien reaparece en la pantalla como Vlad, el Príncipe de Rumania que necesita más fuerzas para enfrentar al imperio turco. Drácula: la historia jamás contada encuentra en Luke Evans (Nadie Vive) al intérprete ideal que deambula entre la oscuridad propia de "la criatura de la noche" y el guerrero que debe proteger a su mujer y a su niño de la violencia de la época. En ese sentido, la visión que le imprime el debutante Gary Shore al relato tiene momentos de tensión: el encuentro entre Vlad y un vampiro legendario (Charles Dance) que se esconde en una cueva y le ofrece un pacto que lo condena; espectacularidad en las batallas (parecen salidas de 300) y sentidos agudos que le dan al protagonista capacidades diferentes a las de los mortales. Todo esto se da en un marco de acción y lucha de poderes pero el film tampoco descuida el costado romántico de Vlad. La película, que navega entre precipicios, murciélagos, nubarrones que tapan la luz solar y monedas de plata como amenaza constante para Vlad, cumple con lo que promete y, en su tramo final, imprime una vuelta de tuerca que le sienta bien y se abrirá hacia nuevos rumbos. Drácula: La historia jamás contada está también protagonizada por Sarah Gadon, Dominic Cooper en el papel del villano de turno y Zach McGowan.
Un clásico filme de héroes Clásico filme de héroes, "Drácula..." tiene un impecable nivel formal, con buen diseño de producción, cuidado especial en las escenas de batallas y creativa utilización de efectos especiales. Drácula es un personaje popular que el mundo asocia a la sangre, los vampiros y las prácticas esotéricas. Pocos saben que el escritor Bram Stocker, que en 1897 escribió su célebre novela, se inspiró en un personaje real, Vlad Tepes, llamado el Empalador. El tal Tepes recibía ese seudónimo por su práctica de terror más usada, el empalamiento. La película que se estrena hoy se refiere a este Vlad Tepes, rey de Valaquia (hoy sur de Rumania) en el siglo XV, considerado un héroe nacional contra el poder turco. PATRIA Y FAMILIA "Drácula, la leyenda jamás contada" mezcla elementos históricos y mitológicos mostrando al príncipe como un justiciero real, amante de su patria y de la familia, capaz de todo por conservarlos. En realidad el comentario que completa el título de la película "la leyenda jamás contada" no es tal, porque el realizador rumano Doru Nastase ya contó fílmicamente sobre el tal Tepes a través de su guionista Mircea Mohor en el filme "Vlad Tepes", estrenado hace ya treinta y cinco años. Clásico filme de héroes, "Drácula..." tiene un impecable nivel formal, con buen diseño de producción, cuidado especial en las escenas de batallas y creativa utilización de efectos especiales. Convence en su papel Lucke Evans, que ya había encarnado a figuras míticas como Júpiter y Apolo, pero jamás con la calidad de Bela Lugosi, o Gary Oldman en películas draculianos. También esta Sarah Gadon, la estupenda actriz de "Polvo de estrellas", como Mirene, esposa de Tepes y el niño Art Parkinson como su hijo, Ingeras. Pero el que sobresale sobre todos por su poder carismático y seductor es Charles Dance, uno de los más interesantes villanos vampiros del mundo del cine.
Vlad el Empalador, mejor conocido como Drácula, vuelve a la gran pantalla en su historia jamás contada. Bajo la dirección de Gary Shore y con Luke Evans como el vampiro más conocido por todos, llega esta nueva producción que según Universal es el inicio de una gran franquicia. Que comiencen los juegos Dracula UntoldDrácula, La Historia Jamás Contada o Dracula Untold, nos narra la historia del Principe Vlad y su reino de Transilvania, que hasta el comienzo de la peli se encuentra en paz con todos los demás reinos e imperios del mundo. Pero lo que no sabe el tranquilo reinado de Transilvania es que algo muy oscuro y maligno vive en sus tierras. Ese ser maligno es descubierto por nada más ni nada menos que Vlad, quien al escapar de su muerte en la cueva donde habita esta criatura, promete nunca revelar lo que acababa de ver en ese lugar. La historia continúa normalmente hasta que el rey de los turcos, Mehmed (Dominic Cooper), le reclama a Vlad mil chicos jóvenes para su ejército, incluido su hijo como muestra de lealtad. Claramente Vlad se niega y después de matar a seis de los turcos que envío el Sultán para llevarse a todos los chicos, el Príncipe de Transilvania inicia una guerra contra los turcos. No obstante, sabiendo que sus fuerzas van a ser aplastadas por este mega-ejercito, Drácula vuelve a la cueva en busca de esa fuerza que tanto necesita para derrotar a los turcos y salvar a su reino. Allí es convertido en un Vampiro luego de beber la sangre de la criatura que ahora conocemos como El Vampiro Maestro. Éste le da una consigna: si aguanta tres días sin beber sangre humana perderá los poderes, pero si bebe sangre humana dentro de ese período, no solo será así para siempre sino que también liberará al Maestro Vampiro de su prisión en la Cueva. En consecuencia, luego de que Vlad adquiere esos poderes que tanto anhelaba empieza la “super-mega acción” de la película, la cual está muy bien lograda. Vemos murciélagos por todos lados acechando y destruyendo hordas de ejércitos turcos. Además, las escenas y la estética utilizada (todo transcurre de noche) está muy bien lograda, porque en cada escena se nota lo que estamos viendo, por ejemplo, vemos a Drácula destruir un ejército entero con sus propias manos. En cuanto a la historia, los 92 minutos que dura el film se pasan volando, debido a la buena narración y sucesión de escenas que lo completan. Sinceramente esto sorprende ya que llegamos al final muy rápidamente. El relato es conciso y está bien llevado a cabo. Las actuaciones están muy bien, Luke Evans hace de un genial Vlad y de un joven Drácula que está empezando a conocer sus poderes y cómo utilizarlos en un entorno de sed de sangre y venganza. Ahora bien, no sabemos si será un gran Conde Drácula, ya que en este caso no se ve. En cuanto al resto del elenco, la actriz Sarah Gadon -que interpreta a Mirena, la esposa de Vlad- realiza una buena actuación. El personaje está muy bien, cumple una función muy importante en el descubrimiento de lo que es Drácula y por cómo apoya a su marido en esta guerra. En cuanto a Charles Dance, que hace del Vampiro Maestro, vemos poco de él en sí, pero lo que vemos es genial. Conclusión Drácula: La Historia Jamás Contada, es una nueva mirada a la historia que todos conocemos. Tenemos acción, una buena historia de venganza y vemos cómo Dracula se va transformando. Una muy buena película e historia que promete continuar. Es recomendable si se quiere ver algo que no canse y que además entretenga.
Original vuelta de tuerca a la leyenda de Drácula Aquí hay algo original para agregarle a uno de los personajes más filmados a lo largo de las décadas. Es que esta nueva "Dracula Untold" casi no puede considerarse una película de vampiros, sino más bien algo bastante inédito, que podríamos definir como un film épico con elementos sobrenaturales (algo más fácil de encontrar en distintas variantes de cine oriental, sobre todo chino, que en una superproducción de Hollywood). Los que recuerden el flojísimo Drácula de Coppola coincidirán en que lo mejor era el breve prólogo medieval que daba una noción de la conversión del guerrero transilvano en vampiro. Bueno, esta película intenta darle a ese prólogo todo el peso de la historia durante vertiginosos 90 minutos que, si bien daban para más, nunca dejan de tener algún atractivo visual de índole épica o fantástica para mantener la atención del espectador. El concepto del guión es tratar de convertir al príncipe Vlad Tepes en una especie de superhéroe oscuro que sacrifica su humanidad para adquirir poderes sobrenaturales que le permitan defender a su pueblo del imperio turco. Aunque durante un prólogo animado un poco al estilo "300", la película explica que ya para entonces Vlad era conocido como "el empalador", e incluso se atreve a describir una dantesca imagen de esta práctica luego prohibida por la Convención de Ginebra, el argumento insiste en mostrar al protagonista como un personaje heroico, dejando que sólo el horrendo vampiro ancestral a quien Vlad recurre por ayuda parezca tener claro estos antecedentes sangrientos del personaje central interpretado con talento y convicción por Luke Evans. Pero estas vacilaciones del guión al enfrentar a Vlad Tepes también le quitan fuerza a su transformación en Drácula, lo que naturalmente también le resta garra a todo el conjunto, que plantea situaciones formidables que pocas veces aprovecha del todo, especialmente en todo lo que se refiere a los detalles macabros y al gore derivado de batallas donde siempre hay miles de soldados liquidados por este monstruoso héroe. A favor de Gary Shore, se puede decir que, dado que ésta es su opera prima, hizo un muy buen trabajo en todo lo que tiene que ver con la combinación de cine épico y terror, con una atractiva ambientación de época (el siglo XV), contundentes coreografías para las peleas con espadas, y dos muy buenas escenas vampíricas relacionadas con el encuentro entre Luke Evans y el horripilante monstruo que lo inicia, un maquilladísimo Charles Dance. Pero aunque esta "Dracula untold" es una buena y muy interesante película, la verdad es que un poco más de sexo, sangre y horrores en general, no le hubiera venido nada mal.
Sangre de sabor amargo Cuando Bram Stoker escribió su gran novela Drácula en 1897 no se pudo imaginar que ese fenómeno naciente llamado cine la iba a convertir en uno de los textos preferidos de las adaptaciones de todos los tiempos. Cientos de películas, del Nosferatu de Murnau al Drácula de Coppola, pasando por el incomparable Bela Lugosi y el gran Christopher Lee, han ilustrado en imágenes al doblemente inmortal personaje. Pero también se supo que Stoker se inspiró en la figura de Vlad Tepes (el empalador) el príncipe de Valaquia famoso por mandar a empalar a decenas de miles. La película Drácula (2014) busca conectar al personaje histórico con la leyenda del vampiro. Pero al hacerlo se encuentra con toda clase de problemas, sin duda. En primer lugar la fuerza del mito vampírico se encuentra, desde Stoker en adelante, en la carga sexual que subyace en todo el relato y su enfrentamiento con la doble moral de una sociedad, cualquiera sea. Pero la historia de Vlad es la historia de un líder que condenó a una muerte cruel a un número gigantesco de enemigos. La película no necesitaba ser leal a Bram Stoker, claro, pero no es sencillo identificarse con el sufrimiento de alguien capaz de cometer semejantes actos sangrientos. "Al empalar a un pueblo entero, salvé a diez más", dice el personaje, complicando bastante las cosas. Sí, el personaje sufre, sí, hay villanos, y sí, también surge el vampirismo, pero las contradicciones son muchas y se notan. La mezcla en un solo relato que aquí se hace entre Vlad y Drácula no suma, sino que resta y desarma cualquier interés.
Con más de 200 películas que lo incluyen como uno de sus protagonistas, Drácula no solo es el vampiro más famoso sino que además es uno de los personajes más revisitados en la historia del cine. Con esto en mente es difícil que Dracula Untold sea efectivamente la historia jamás contada, pero para el bien de la crítica será bueno seguirle el juego a los estudios. El objetivo de Universal Pictures es un universo de monstruos y lo primero que se necesita es un film que narre el origen de uno de ellos, con lo que se toman elementos históricos libremente interpretados de la vida de Vlad Tepes, se lo cruza con lo escrito por Bram Stoker y voilá, he aquí su resultado. Dracula Untold hace el mismo recorrido que la reciente Maleficent. Se aborda el pasado poco familiar de uno de los villanos más reconocidos de la cultura pero se necesita suavizarlo y llevarlo hacia el terreno del "antihéroe", porque el público puede no soportar a un malo como protagonista y eso es grave para quienes ponen la plata. Santo para los que salvó, diablo para los que empaló, no hay medias tintas en esta película y es muy clara la posición que se toma respecto al príncipe Vlad: el fin justifica los medios. De esta forma la oscuridad viene solo por el lado de la fotografía. No hay grandes conflictos existenciales o internos, dado que el camino podrá ser novedoso pero el destino es el de siempre. Música lúgubre, terrenos desolados, no son más que maquillaje gótico para una producción que falla en su guión y dirección. El debutante Gary Shore es quien la tiene a su cargo y lejos está de demostrar algo de valor. Puede ser competente, pero si con un presupuesto de 100 millones de dólares no se puede lograr que una pelea sea clara, es un problema serio. El guión de la dupla Matt Sazama y Burk Sharpless tampoco lo ayuda. Sin ser detallista, es acomodaticio a las necesidades del argumento y torpe al momento de su ejecución –"una estaca al corazón puede matarte… como a cualquiera"-, se mueve dentro de férreas líneas de conducción que no permiten ahondar seriamente en los conflictos que expone y siente la necesidad de incluir "guiños" a la obra original que lo ridiculizan. Aún con una película floja, el gran beneficiado sigue siendo Luke Evans. La carrera en pantalla grande del galés recién comenzó en el último lustro, cuando él ya había pasado los 30. Tras tener roles secundarios de importancia en franquicias grandes como The Hobbit o Fast & Furious, le toca tener una superproducción sobre sus hombros, prácticamente en escena durante los 90 minutos. Y si el film falla, puede decirse que él no. Hay buenos efectos especiales, una lograda ambientación, pero no sale por ningún momento de la medianía con que se ruedan las secuencias de acción y eso es grave para una película que depende tanto de ellas. Tampoco se puede ser injusto y decir que aburra, es breve y su narrativa dinámica, pero con hechos que se mastican y digieren al servicio del espectador, no hay ningún tipo de suspenso. La historia inédita es harto conocida y no se hace ningún esfuerzo para demostrar lo contrario. Evans sale bien parado, pero aún así será una de las caras de la idea de Universal de llevar un universo cinematográfico de monstruos clásicos a la gran pantalla, porque si Marvel lo hizo y DC Cómics está en camino a hacerlo, se presume que cualquiera puede emprender una tarea así. De esta forma, el próximo tiempo verá un relanzamiento de The Mummy que estará conectado con Dracula Untold y habrá que esperar que Frankenstein, El Hombre Invisible y muchos más tengan sus propias historias jamás contadas. ¿Qué medios justifican estos filmes?
Si lo que estás buscando es una película con excelentes efectos especiales y una historia que todos conocemos pero que está genial para ver nuevamente, "Drácula" puede ser tu opción para estos días. Totalmente pochoclera, con escenas de batallas increíbles y para quienes no conocían podrán disfrutar la verdad sobre la vida de Vlad y todo lo que tuvo que pasar hasta convertirse en el conde Drácula. Luke Evans y Dominic Cooper, lejos, los mejores del film. El primero se carga la película a los hombros y el segundo, Cooper, un malo bien malo, de los que disfrutás en pantalla grande. Ya sabés... pochoclos y efectos especiales, una combinación perfecta.
Elecciones oscuras Esta nueva versión de Drácula combina la historia real del príncipe Vlad Tell, con el personaje creado por Bram Stoker. El príncipe Vlad, conocido por su brutal costumbre de empalar a sus enemigos, es ahora un hombre casado y con un hijo a quien aún lo torturan los recuerdos, no solo los sangrientos recuerdos de la guerra, sino los de una infancia en la que fue entregado por su padre como rehén al rey turco, donde fue criado y entrenado como guerrero. Sus peores pesadillas se hacen realidad cuando un enviado del imperio Otomano llega a cobrar el tributo, como todos los años, pero esta vez no se conformará solo con oro y plata, sino que también reclama mil niños para engrosar su ejército, y así poder tomar más ciudades europeas; entre esos niños, también se incluye al hijo de Vlad. Sin un ejército para poder hacerles frente -y desesperado ante la idea de que su hijo corra la misma suerte que él-, Vlad recurre a una extraña criatura que vive en una cueva en las montañas, una cueva de la que nadie ha salido vivo. La feroz criatura es nada menos que un vampiro; ambos hacen un pacto, Vlad consigue las fuerzas necesarias para enfrentarse a sus enemigos, pero desconoce el precio que tendrá que pagar por tales beneficios, como la sed de sangre, la oscuridad, y el rechazo de aquellos a quienes a salvado que ahora lo consideran un demonio. La película combina con buen equilibrio batallas épicas, sangre, acción, algunas escenas de amor, y como eje, un personaje trágico que no disfruta de su condición sanguinaria, sino que la vive como una tortura, como el daño colateral de una difícil elección que ha tomado para salvar a su familia y a su reino. Luke Evans hace una buena interpretación del mítico personaje, y si bien ninguna actuación es descollante, nadie a su alrededor desentona. Gary Shore ha realizado una aceptable primera película -probablemente no tan buena para quienes pretendan un Drácula clásico o fiel al libro- estética y técnicamente impecable, donde se destacan las batallas al estilo "300", de esas que aseguran público y pochoclo, con un final abierto, por si los números permiten que una secuela sea posible.
Leyenda desangrada La historia de Vlad III, el sangriento principe rumano, en sus tiempos de conquista. Con superpoderes y gran corazón por el pueblo de Valaquia, el suspenso y el terror dicen ausente. “La historia jamás contada”. Pretencioso. Arrancamos mal. Si hay que hacer referencia al período conquistador y guerrero de Vlad Tepes, el legendario principe de Valaquia, con sólo ver el comienzo de la inigualable Drácula de Francis Ford Coppola, basta. Y sobra. Lo que hizo el debutante Gary Shore fue amplificar y transformar el lado histórico del señor Dracul en una versión péplum a puro CGI y cámara lenta, como si fuese el filme 300, Hércules o alguno de ellos. El carácter aventurero de esta película también puede emparentarse con el derrotero del hobbit Frodo en las historias de J.R.R. Tolkien, nada más que Vlad III tendrá colgado un anillo de plata, cuyo material -como a todo vampiro- lo afecta. El resto, ya se vio en varios documentales sobre el sangriento líder rumano. Perteneciente a la Orden del Dragón, este noble deberá defender a su pueblo del asedio otomano. Hasta allí todo bien. Pero el aspecto romántico, siniestro y malvado del protagonista original, escasea en esta adaptación de Luke Evans, al cual sólo en los primeros planos (y cuándo está vampirizado) puede sembrar algo de miedo. Vale aclarar que la leyenda de Drácula siempre se emparentó con el terror, el suspenso, algo de drama, pero jamás con la acción. Este príncipe “empalador” está edulcorado. Por más que se vean cientos de enemigos atravesados por estacas gigantes, la sangre tendrá protagonismo sobre algunas palomas o fruto de los colmillazos de Tepes y su futuro ejercito chupasangre. Las escenas de las batallas cuerpo a cuerpo son los escasos momentos de interés. Las capacidad de lucha de Vlad III con la fuerza de 100 hombres, el control de la naturaleza (vampiros incluidos, los cuales forman parte de su humanidad) junto a sus sentidos híper desarrollados, transforman a este personaje de novela gótica en un superhéroe de ciencia ficción, más digno de la factoría Marvel que de la mente del escritor irlandés Bram Stoker. Si se necesita terror, habrá que adentrarse en las cuevas del Master Vampyre (Charles Dance, lo más lúgubre del filme), quien le otorga el poder de la inmortalidad al curioso de Vlad. Eso sí, no pregunten cómo ese personaje apareció allí. Es tan sólo un agregado fantástico del realizador de esta película que, jugando con el título que encabeza este artículo, dicha historia jamás debió haber sido contada. Al menos así.
DRACULA, LA HISTORIA JAMÁS CONTADA se aparta del vampiro creado por BRAM STOKER, para hacer pie en la historia de VLAD TEPES, el príncipe rumano que sirvió de inspiración para la creación del famoso chupasangre. Así uniendo datos históricos com fantasía, la cinta se presenta como una original propuesta plagada de acción, escenas épicas y de batallas. Pero también obvio, sangre, murciélagos y elementos fantásticos. LUKE EVANS, da vida a un Dracula tan temible como humano, logrando matices interpretativos de acuerdo a la escena que le toca jugar. La estética, la dirección de arte grandilocuente, ligeramente inspirada en GAME OF THRONES, ayuda a generar climas. Los efectos, correctos, abundan pero no cansan. Quizás no sea la película de vampiros más memorable, pero sin dudas es la más fresca y entretenida de los últimos tiempos.
Hubo una época en la que el logo de la Universal al comienzo de un film ligado al nombre de uno de sus grandes monstruos (llámese Dracula, Frankenstain o El hombre lobo entre muchos otros) era un sello de confianza. Inclusive la Hammer allá por la década del 60 y 70 supo entregar interesantes y frescas readaptaciones de estos clásicos de la mano de Christopher Lee como el temible Conde Dracula y el eterno Peter Crushing como su archi-némesis el Dr. Van Helsing. Pero en el siglo XXI y varias adaptaciones después (lo admitimos, no todas fueros buenas, ni siquiera en ese revivir de la Hammer de los monstruos clásicos) a los guionistas parece costarle cada vez más entregar un producto satisfactorio con el Conde Dracula como protagonista. Aunque en este caso sería más justo referirse a él como Vlad Tepes (el empalador) ya que la historia supone contar sus orígenes de cómo éste se convirtió en el chupasangre más famoso de la literatura fantástica y el cine. Dicho esto, en su primera película, el novato director Gary Shore orienta su historia hacia el retrato de un Vlad Tepes ennoblecido que se esfuerza mucho en ser un héroe lejos de un demonio. Pero en el fondo, del mismo modo que si vemos una película de Jesucristo sabemos que al final termina crucificado, aquí comprendemos que su destino es convertirse en el vil chupasangre que todos conocemos. El problema es que el acercamiento del guión apenas se inclina por recrear el presuntamente perturbado perfil psicológico de un príncipe que en el afán de salvar a su pueblo y familia debe convertirse en un monstruo. En el camino, por supuesto, abundan las escenas de acción con efectos especiales (que de especiales poco tienen ya que todo parece disimulado por el ya a esta altura trillado recurso de la cámara en mano) y batallas épicas repletas de soldaditos mal rendereados en 3D. Si analizamos el título del film resulta curioso que al "Dracula" le siga un "La leyenda jamás contada". Basta con entrar a IMDB y advertir que existen más de 400 títulos que involucran de manera directa al personaje, comenzando por la mítica Nosferatu (1921) de F.W. Murnau. ¿Cuánto nuevo puede haber en esta adaptación? No mucho realmente.
Una película sin alma para un gran monstruo Este año ya nos trajo la "historia jamás contada" de Maléfica y ahora la de Drácula. ¿Cómo fue que Maléfica llegó a ser Maléfica? ¿Cómo fue que Vlad Tepes, el empalador, llegó a ser Drácula? Bueno, Vlad Tepes llegó a ser Drácula gracias a la imaginación -a partir de algunos hechos históricos- de Bram Stoker. Y Drácula es Drácula gracias a la literatura y a mucho, pero mucho cine. Mucho cine aplicó -en modo poético, desatado y memorable-Francis Ford Coppola a su Drácula de Bram Stoker, de 1992. Esa película llena de pasión, de sangre y de colores, esa película imponente, no es negada por esta Drácula del debutante Gary Shore. De hecho hasta la cita con algunos planos breves: el de los empalados, el del jardín con el lobo y Mina, los de las entradas y salidas del castillo. Y la canción que irrumpe de forma anticlimática tiene cierto parecido con la de Annie Lennox que Coppola, con sabiduría, ponía en los créditos. Por su parte, la música de Ramin Djawadi juega a ser trepidante con reminiscencias de la de Klaus Badelt y Hans Zimmer para Piratas del Caribe (Djawadi fue uno de los siete otros músicos que colaboraron en esa película). Esta Drácula se centra en justificar la crueldad de Vlad y su necesidad de "convertirse en Drácula" para defender a su pueblo del expansionismo turco. La puesta en perspectiva de las atrocidades necesarias que "la época demandaba", la fascinación complicada por el hombre de poder, nos trae a la memoria las dos películas de Eisenstein sobre Iván el terrible. Pero Coppola y Eisenstein son puntos de conexión casi exclusivamente informativos. Esta superproducción sin grandes estrellas del debutante Gary Shore es apenas otra película sin alma, otra de esas que para seducir en los primeros minutos se valen del atractivo de un personaje (Drácula debe estar en el top ten de los grandes mitos de la historia del cine) y de los paisajes, el vestuario, los castillos, la violencia y la fuerza vampírica. Y que luego se debilitan al exponer una sucesión de eventos que podrían dar lugar a grandes aventuras, a grandes pasiones románticas y a grandes momentos de fascinación, pero que no lo hacen porque se confunde narración con mera exhibición extendida de efectos especiales en forma cada vez más obscena (la caída eterna, las nubes de murciélagos, la destrucción de los cuerpos). La "historia jamás contada" se convierte así en apenas una nota al pie apuntada por un director que no demuestra mucha personalidad ni tampoco gran sentido del espectáculo (las batallas pierden gracia cuanto "más poder oscuro" tienen) o de sutileza o claridad expositiva (la relación entre Vlad y el vampiro de la cueva y sus planos injertados). Estas "historias jamás contadas" deberían entender que la misión del arte es la de proveer más misterio y no la de hacer cada vez más crasos los mitos.
El conde Drácula, heroico y épico Los ríos de tinta roja que Bram Stoker (el autor de la novela Drácula) expandió sobre la imaginación moderna aún tienen mucho caudal para explorar. Tan así que siempre que parece que la legendaria criatura del escritor irlandés ha perdido el filo de sus colmillos y ha cerrado la tapa de su ataúd, aparece un director que lo devuelve a la vida con alguna propuesta aggiornada y sanguínea. Drácula, la historia jamás contada, de Gary Shore, es una apuesta, por lo menos, distinta. El director optó por retornar a los orígenes del vampiro, situando la acción a finales de la Edad Media, en el marco de las luchas entre los principados de la Europa Oriental y el Imperio Otomano. Si bien dicho enclave es la punta inspiradora de la novela de Stoker, lo singular del relato de Shore es que clava estacas en ese contexto para llevar a la pantalla grande a un Drácula heroico y épico. El fornido Vlad (traslación a la ficción de Vlad Tepes, el príncipe de Valaquia conocido como “El Empalador”) se rebela contra el Emperador de los turcos cuando le exige el tributo de mil niños, incluido su propio hijo, para ser formados como soldados del ejército otomano. Tras la negativa el príncipe rumano (Luke Evans) debe defender a su pueblo del inminente ataque de un enemigo superior en número de hombres y poderío económico. La salida de la encrucijada está en una oscura caverna de Transilvania, donde Vlad hace un pacto con un diabólico vampiro. Ese personaje cavernoso, interpretado por Charles Dance, una cara conocida de las historias medievales (Tywin Lannister en Juego de tronos), es el único que bebe de las venas del thriller. Los demás personajes se ajustan a una caracterización más propia de las epopeyas heroicas que de las películas de terror o inspiración gótica. Y ese es el tratamiento que prima en toda la cinta. El suspenso cede ante el ritmo frenético de la acción y las íntimas escenas en castillos son desplazadas por el esfuerzo que una mega producción volcó en la recreación de grandes batallas. La dinámica versión Shore se libra de algunos clisés de las historias vampirescas para servirse de otros: los del héroe que se sacrifica para salvar a su pueblo y su familia. Fiel a su afán de contar “la historia jamás contada”, el director trae de vuelta a Drácula, con una apariencia más cercana a los príncipes románticos que a los vampiros emblemáticos.
Con la cara de Luke Evans (el de “Rápido y Furioso 6?), esta película intenta unir la verdadera historia de Transilvania y la ficción de Bram Stoker. Así, el príncipe se hará vampiro para impedir la invasión de los turcos. Con buenos efectos especiales, un entretenimiento válido.
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De Vlad a Drácula, sin escalas Acosado por el poderoso Imperio Otomano, Vlad Tepes se encuentra en una encrucijada. ¿Debe entregar a su hijo como prenda de sumisión o llevar a Transilvania a una guerra de pésimo pronóstico? Fuerzas oscuras pueden ayudarlo a encontrar la respuesta... Hay llamativas similitudes entre la conversión de Vlad Tepes en Drácula y la de Anakin Skywalker en Darth Vader. Son dramáticas historias de amor salpicadas por la tragedia y la traición, y con idéntico final. Corazones nobles arrastrados a la monstruosidad. La diferencia es que Drácula está anclado en la novelística gótica del siglo XIX y Darth Vader es el villano por excelencia de la cultura cinematográfica pop. Los hermana el sufrimiento y, por supuesto, el descenso a la oscuridad. Este nuevo enfoque (y van...) del número uno de los vampiros se basa en algunos rasgos de la obra de Bram Stoker, pero es una versión absolutamente libre y obedece a la imaginación de los guionistas Matt Sazama y Burk Sharpless. Para ellos, Vlad Tepes es una víctima del tiempo histórico, un enamorado de su familia, de su pueblo y de su Dios acorralado por el destino. Hasta los empalamientos a los que sometía a sus enemigos encuentran justificación. Que Vlad se transforme en la bestia que todos conocemos termina siendo un desafortunado accidente. En fin. Lineal y escasamente imaginativa, por momentos la narración se pone pomposa. Y el epílogo es absolutamente previsible. Flaquezas de una película pensada para reflotar una franquicia de la que el cine viene alimentándose desde hace más de 80 años. Hay acción, un maestro vampiro que se las trae, turcos malísimos y actuaciones irrelevantes, en especial la de Luke Evans, un Drácula de cotillón comparado con Bela Lugosi, Christopher Lee, Frank Langella o Gary Oldman.
Conde... nado. Hay que ir por partes. Primero que nada es difícil pensar en una historia sobre el temido chupasangre que jamás hubiésemos visto, oído o leído, porque en especial el cine se ha encargado de disfrazarlo una y otra vez con el fin de plasmar su historia y por qué no, recaudar unos pesitos entreteniendo a la plebe; (ni hablar de sus herederos, los vampiros “en general”). Esta película nos sitúa en un tono épico, prácticamente medieval, en el que un príncipe llamado Vlad (el magnífico Luke Evans), deberá poner en peligro a su reino y arriesgar la vida de su familia en una despiadada guerra contra los turcos. Viéndose imposibilitado de reducir la amenaza por sus propios medios, decide acudir a fuerzas oscuras y malignas que habitan en esas zonas prohibidas existentes en cualquier parte y/o época del universo. De esa manera, el apuesto dueño de la tierra, abandonará el castillo con una inminente desesperación por realizar un pacto, y beberá de ese “fruto” prohibido que lo convertirá en una criatura infernal e insaciable, ante la cual luego nos hincaremos llamándola: Drácula. cuerpo2 En segundo lugar y en cuanto a efectos especiales, el film está más que correcto; detalle que hoy en día no se le escapa prácticamente a ninguna producción. Lo más débil de todo, yace en la necesidad de contar la lucha interna que un hombre padece contra sus propios demonios, y no poder expresarlo a pleno en los tres cruciales días en que la familia de Vlad corre peligro de muerte, culpa de la insistente sed de hemoglobina del hombre de la casa. Y pese al poder bestial que él tiene, igualmente debe escapar a las ya conocidas limitaciones de un vampiro: la luz del sol, la plata, las estacas en el corazón, etc. Eso quizás lo hace un poco más cansador y le impide al personaje de Transilvania desplegar todo su potencial. Lo cierto es que la trama deja en claro que la principal intención es demostrar los orígenes del sangriento linaje que el Conde nos dejó. Y más allá de algún que otro pequeño detalle propio del “color” que acompaña a este largometraje en particular; las batallas que se desatan, no tienen nada nuevo para ofrecernos. Por último, y como lo mencioné anteriormente, Luke Evans es un actor con capacidad necesaria para cargarse toda una película al hombro, en especial cuando se trata de hombres fuertes que esconden ciertos secretos. Tiene ese algo que lo hace encantador… Resto del cast, yo diría, normal. A excepción de Charles Dance que construye un buen amo de las tinieblas. cuerpo Una vez más, el cine nos “arrastra” a las salas bajo el ala de un nuevo murciélago que ni siquiera es Batman. ¡Pero! Al tratarse del film debut del director Gary Shore, está más que aceptable y merece nuestra calurosa bienvenida al rubro mágico del arte. Y si por esas cosas de la vida, a este señor se le ocurriese rodar una secuela, deberá tener en cuenta que el final de Drácula Untold nos deja parados en un momento del cual, ya existe continuación.
La sangre es vida. Tal vez sea tiempo para finalmente aceptar que el cine de terror actual se encuentra bajo un nuevo enfoque que omitirá de sus historias a los clásicos monstruos que hace varias décadas asustaban a las audiencias de todo el mundo, dejando marca en la cultura pop de manera permanente. Tal vez desde el inicio de la saga Twilight, para bien o para mal, la icónica figura del vampiro en el cine ha cambiado totalmente y no ha vuelto a ser la misma. Si estamos listos para aceptar que falta mucho para poder volver a ver una adaptación digna de la vasta mitología vampírica al cine (tal vez el último recuerdo fresco de una buena peli con estas fascinantes criaturas es 30 Days of Night), enonces no tendremos problema en digerir la primera cinta que protagoniza Luke Evans en su carrera, quien ya había demostrado ser un interesante elemento en películas de acción, como The Hobbit: The Desolation of Smaug y Fast & Furious 6. Parte de una nueva iniciativa por parte de Universal para traer de vuelta a su galería de monstruos a la pantalla grande, Drácula: La Historia Jamás Contada, nos presenta una reinvención del origen del personaje alguna vez mitificado por el gran Bram Stoker. Es obvio para aquellos cinéfilos amantes de la obra de Stoker que esta nueva película está totalmente alejada de dicha novela y se centra mucho más en el género de acción y prácticamente olvidando su lado de terror. Si de por sí entrar a ver una peli con Vlad el Empalador de protagonista sabiendo que no es de miedo es bastante decepcionante, la cinta dirigida por Gary Shore no es, sorpresivamente, una causa perdida. Como mencioné antes, si eres capaz de aceptar que Dracula Untold es une cinta de acción, entonces podemos analizarla correctamente. El guión inicia de manera débil y obedeciendo a los clichés de toda película épica (con todo y su narrador y secuencia animada) va creciendo en complejidad y desarrollando a los personajes de manera rápida, y si bien no muy completa, lo suficiente para entretener al espectador y a partir de ahí presentar esta nueva versión de Drácula. En uno de sus mayores aciertos, la cinta nunca trata de presentar a un príncipe Vlad “bueno”, simplemene como un ser atrroz que está dispuesto a cambiar y de ser posible, evitar que su hijo crezca sólo con la imagen de un guerrero despiadado como figura paterna. Nos guste o no, este enfoque es que se manejará en esta la franquicia, claro está, si los números en taquila son positivos. Los diálogos entre pesronajes son inteligentes y directos, lo cual es de mucha utilidad cuando se trata de una película de relativa corta duración, permitiendo que los mensajes principales de la trama se establezcan sin mayor complicación. Los efectos especiales son satisfactorios, sin embargo, y de manera inexplicable en la era del cine digital, el espectador pasa mucho tiempo en la oscuridad. Y no me refiero a una oscuridad estética, sino a una oscuridad que literalmente te hace difícil disfrutar la escenas nocturnas como quisieras. Este error en la iluminación es tremendamente evidente durante unos largos 15 minutos que cansan a la audiencia antes de llegar al clímax. A pesar de lo anterior, las secuencias de batalla están bien realizadas y coreografiadas, siendo tal vez el mayor atractivo del filme: ver como Drácula solito puede contra miles de turcos. En cuanto a las actuaciones, cabe destacar que son sólidas incluso cuando no hay muchos nombres de peso completando el cast. Luke Evans no ofrece un cambio mayor en su matiz de interpretación, lo cual puede no ser directamente su culpa., sino de una dirección que no deseaba llevar a Drácula a un plano más profundo de identidad. Atención con Sarah Godon, quien interpreta a la esposa del príncipe, un talento que ya habíamos visto brevemente en The Amazing Spiderman 2 y próximamente veremos mejor en The Girl King. Personalmente, Dracula Untold superó mis expectativas iniciales, que si bien eran bajas, perfila a esta nueva visión como una entretenida manera de presentar a la leyenda a nuevas generaciones, con un interesante giro al final de la cinta que tal vez fue dedicado a complacer -y tratar de tranquilizar- a los miles de lectores que aguantaron toda la pelicula para disfrutar de un pequeño guiño al clásico Drácula que todos conocemos, y en secreto, idolatramos.
Crítica emitida por radio.
De empalador a chupasangre Como el Drácula de Coppola, esta enésima versión no pertenece al género terror. Y ahí terminan las comparaciones. Si la primera es un drama romántico con excelente desarrollo y efectos impactantes para la época, este film del debutante irlandés Gary Shore es, simplemente, una película de aventuras. Shore se arroja crédito al pretender contar la historia desde el punto de vista del guerrero en el cual, cuenta la historia, se inspiró la leyenda del vampiro. A mediados del siglo XV, Transilvania es asediada por los turcos. El príncipe Vlad (Luke Evans), conocido como “el empalador” por colgar a sus víctimas de una picota para sembrar terror entre sus adversarios (el único hecho real de la leyenda), es obligado a entregar mil niños, entre ellos su propio hijo, al sultán turco Mehmed (Dominic Cooper). Superado en número, Vlad escala una montaña para encontrarse con un vampiro que le hace una propuesta: con su sangre podrá enfrentar al ejército turco. Pero el efecto dura dos días. Si Vlad logra su objetivo sin necesidad de beber sangre, volverá a ser humano; si no, estará condenado a la eternidad. Pese a que la idea es buena, la película se pierde con un desarrollo trivial y actuaciones pobres, con un Luke Evans más cerca de Arjona que del príncipe de las tinieblas.
Con más voluntad que inteligencia, Drácula: La historia jamás contada se distancia de la caracterización habitual del personaje y el mundo de Bram Stoker y, en cambio, parece tomar como punto de partida el comienzo del Drácula de Coppola, cuando se narra el pasado del protagonista en clave estilizada y excesiva. La película del debutante Gary Shore cuenta la infancia del protagonista en manos de los turcos, su ascenso en el ejército del sultán y su regreso a Transilvania. El tema y el personaje resultan demasiado atractivos como para que las torpezas del guión hagan demasiada mella en el relato: a los tropezones, entre detalles inverosímiles y huecos narrativos, de alguna manera la historia avanza y se sostiene durante una hora y media. El gran problema es el carácter contradictorio de Vlad, al que se presenta como una bestia asesina y, al mismo tiempo, como un padre y esposo amoroso que además resulta ser un gobernante amable y generoso. El motivo del hombre y el monstruo, un poco a lo Jekyll y Hyde, no alcanza para explicar esa dualidad, más bien parece que Shore no cree que el público pueda interesarse por un guerrero despiadado y por eso hace que su Vlad alterne entre esa cara y la otra, la que lo muestra como el más puro de los héroes. Esa contradicción es suficiente para derribar la consistencia del relato, pero Luke Evans (mejora con cada película) consigue volver creíble a ese Drácula partido en dos. La trama familiar, que incluye una esposa frágil y una serie de dilemas éticos totalmente extemporáneos, pone trabas a la línea narrativa principal que cuenta cómo Vlad se convierte en vampiro para enfrentar a las tropas del sanguinario Mehmed, un malo ejemplar capaz de hacer marchar a sus soldados vendados hacia una muerte segura. El imperio turco y el sultán tiránico funcionan como una amenaza perfecta que el guión podría haber descrito con mayor detalle; pendencieros y detestables, congregados en torno a una interminable hilera de tiendas de campaña (como los persas de Jerjes en 300), los soldados turcos funcionan como una suerte de villano colectivo capaz de despertar tanto desprecio como fascinación. Los puntos altos de la película, entonces, son aquellos en los que Vlad, apodado sugerentemente “El empalador”, hace frente él solo a todo un destacamento turco o vence a casi la totalidad del ejército de Mehmed con una mortal nube de murciélagos. En esos momentos, Shore demuestra algo de habilidad para filmar el combate caótico y desordenado: la carga de Vlad contra cientos de soldados es resuelta con un montaje rápido que alcanza a transmitir la confusión y la violencia de la escena. Pasado el primer combate, la película entra en una meseta narrativa de la que ya no se logra salir. El relato conserva algo de la potencia visual del comienzo gracias al trabajo de la fotografía y de la (re)construcción de época: ambas producen un mundo áspero y brutal en el que sus habitantes llevan una existencia tan precaria como incierta. La película pierde la potencia cinematográfica de la primera parte y apuesta por los diálogos para explicar los motivos y los estados emocionales de sus personajes. Así, el relato se transforma en el mero planteo de un conflicto moral (¿Vlad debe condenarse para salvar a su pueblo y a su familia?) que se escenifica en forma pesada y sin mucha gracia.
El Hollywood chupasangre Vampiros, vampiros, vampiros, no nos cansamos de ellos pero sí quizá del retrato chato e intrascendente que nos suelen ofrecer, sobre todo, las películas bajo el maligno sello PG-13. En el caso de esta nueva incursión en el vampirismo, lo que tenemos es una búsqueda en torno a la figura en la cual se basó Bram Stoker para gestar la obra que lo hizo conocido y lo habría hecho el hombre más rico del planeta, si acaso estuviera vivo: Drácula. La propuesta a priori suena interesante, después de todo puede ser tentador profundizar en la figura balcánica que inspiró al relato del escritor irlandés, aún si el mismo Stoker no definió los límites entre ficción y realidad. El interés comienza a desvanecerse con los primeros minutos de este pastiche audiovisual de CGI y diálogos infantiles, combinados a un guion sin ningún tipo de relieve. Esta opera prima de Gary Shore tiene dos o tres motivos para no ser olvidada con la próxima semana de estrenos: algunas pinceladas de Charles Dance, unas secuencias ridículamente torpes con puntos de vistas absurdos (una bala de cañón o un soldado anónimo muriendo en el medio del batallón del sultán se llevan las palmas) y la belleza natural de Sarah Gadon. El resto es una llanura a la que sólo la actuación estoica de Luke Evans puede levantar a lo largo de sus 90 minutos. Pero eso no es suficiente cuando hay diálogos donde la condición de vampiro parece ser aceptada pasivamente -insólito para una película que pretende dar un tono realista a la leyenda- y donde no se sabe nunca cómo, por ejemplo, personajes como el sultán interpretado por Dominic Cooper saben que la plata es el peor enemigo de los vampiros. Es que, para pretender recontar una leyenda desde un tono realista, la película de Shore parece demasiado autoconsciente de lo que es un vampiro y este es su bache más grande. Olvidémonos de las torpezas del guión. Supongamos que veremos una de acción que se toma el asunto de la leyenda de Drácula con sorna y es sólo una excusa para ver espadas y batallas ridículamente montadas como un videojuego. Si obviamos que en este caso deberían devolvernos el precio de la entrada porque la película se vende como otra cosa, aún así resultaría igualmente decepcionante. La violencia está lavada hasta el último detalle, el marco hiperbólico que se le da a las habilidades del Vlad de Luke Evans, algo así como un superhéroe occidental que lejos de estar atado a una crisis existencial por una maldición cumple con el deber de combatir las costumbres “bárbaras” de los turcos, resulta decepcionante a la hora de generar el suspenso de las batallas y, finalmente, la resolución de las batallas en la edición parece una oda ridícula al plano detalle que pretende compensar lo inentendible que es la captura de las coreografías. Poco más que decir de esta nueva entrega del mito vampírico, salvo que en los flashbacks de otras ediciones cinematográficas de Drácula resultaba mucho más contundente e interesante el asunto de Vlad. Olvidable e irrelevante.
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Dracula, la historia jamas contada, es una película que quizás desilusione un poco a los que están acostumbrados al clásico vampiro de Bram Stoker, pero que entretendrá mucho a los amantes de esta nueva camada de películas épicas con poca historia pero repletas de acción cuerpo a cuerpo. Si se le quitan las grandilocuentes escenas de lucha, estaríamos viendo un...
Drácula muestra su lado humano, como así también el lado oscuro, protagonizado por el británico Luke Evans (35). Se realizaron muchas películas relacionadas con Drácula, más de ciento cincuenta y por lo general ha resultado rentable, y en esta ocasión se ve un poco más rentable ya desde su subtitulo “la historia jamás contada” el espectador al leer esto se siente intrigado y quiere saber que le van a contar de diferente. El director Gary Shore es oriundo de Artane en el lado norte de Dublín, este es su primer largometraje, donde va mezclando el drama con el terror, lo muestra a Drácula con sentimientos, más humano, lo pone más como un superhéroe (algo similar ocurrió con “Malefica”), y no como un terrorífico vampiro. Su narración combina la verdadera historia de Vlad Tepes, el Empalador (fue príncipe de Valaquia, hoy el sur de Rumania, entre 1456 y 1462), y lo combina con la mitología de vampiros que relata los orígenes de Drácula que termina no siendo el monstruo que conocemos. Va narrando la historia en off del joven príncipe, Vlad Dracul, hijo del príncipe dragón de Transilvania. Es padre de familia y protector de su pueblo, acá los villanos y el mal están corporizados en los turcos, estos reclaman el pago de impuestos y además el Sultán Mehmet II quiere mil jovenes para la guerra incluyendo a su hijo pequeño Ingeras (Art Parkinson, “Juego de tronos”), al negarse, todo indica que se aproxima una terrible guerra. Vlad (Luke Evans, “Immortals”, “Furia de titanes”, “Rápido y furioso 6”), conoce a la perfección sus limitaciones, se encuentra preocupado por su familia y su pueblo, va a la montaña para encontrar una salida, allí se encuentra con la criatura del mal algo similar ocurría en el clásico “Fausto” (que hace un trato con el diablo), de esta forma adquiere fuerzas sobrenaturales, él tiene la potencia de mil hombres. Las batallas son impresionantes, con muchos matices de fantasía fiel al estilo estadounidense, un ejército de murciélagos, él vale 1000 hombres a la hora de luchar, apoyada con: efectos digitales, secuencias de acción y buenos escenarios, el entretenimiento está asegurado en una película bien pochoclera. Como actores secundarios: Sarah Gadon (Como Mirena, la esposa del Conde), Dominic Cooper (Mehmed, el villano), Art Parkinson (Ingeras hijo de Drácula) y Zach McGowan (es Shkelgim), le dan una vuelta de tuerca y queda abierta para una segunda parte.
La hora del espanto Hubo un tiempo en que los monstruos eran monstruos, los malos eran los malos y Drácula era un símbolo del horror. Pero parece que ese tiempo ya pasó. En esta vorágine de revisitar clásicos desde otras perspectiva (de ahí ese subtítulo de La Historia Jamás Contada) se hizo un mamarracho de Frankestein (Yo, Frankenstein), se mimetizo a Juana de Arco con Blancanieves (Blancanieves y el Cazador) y se sensibilizo a la mala de La Bella Durmiente (Maléfica). El problema de estas nuevas visiones no es que sean edulcoradas, confortablemente fantásticas o burdamente mainstream, sino como son ejecutadas. Con Drácula (Dracula Untold) estamos frente a una experiencia traumática. Ojala pudiera decir que es traumática como cuando me encontré con la Nosferatu de Werner Herzog. Aquel miedo infantil de enfrentarme con la espeluznante criatura deforme que encarnaba Klaus Kinski. No, esto es otro tipo de trauma. Una experiencia de profunda frustración. ¿Qué otra cosa puede surgir de una película que pone a Drácula como un X-Men? Un superhéroe que se enfrenta a todo un ejército y manipula murciélagos como una extensión de su cuerpo. Una historia que pretende ser densidad y espanto. Cumple. Causa espanto ver a un monstruo legendario que ahora es bueno, sensible, y ante todo, justo. Porque hacer eso con el empalador en el cual se basa el personaje, sepultando su fragor en la anécdota. Este Vlad/Drácula se muestra pacífico. ¿Donde habitan los monstruos ahora? Creo que uno debe buscarlos fuera de la gran industria, en directores que entienden que un icono de horror está hecho para crear miedo, no para ser Aragorn de El Señor de los Anillos. Para eso está Aragorn de El Señor de los Anillos. No Drácula. La muerte del horror a manos de los efectos digitales épicos, de una maniquea historia de amor. Con Drácula: La Historia Jamás Contada estamos frente a una experiencia traumática. Pero esto no es culpa del amor. El Vlad (Luke Evans) que ama a Mirena tiene razón de ser. Que se sumerja en demonio chupasangre cuando ya no la tiene es correcto. La cuestión es su apático desarrollo. El mejor ejemplo es el momento cúlmine de su relación. Se intenta transmitir emoción mediante la espectacularidad para subsanar su carencia de espíritu. Hay caminos. Hay formas. Me viene a la memoria la gran Drácula, de Bram Stoker dirigida por Francis Ford Coppola. Ahí estaba el amor conviviendo cinematográficamente con la lascivia. Una pasión monstruosa acorde al personaje. Aunque en el comienzo de esta Drácula pueda percibirse algo de terror, presentado con un mal antiguo que habita una caverna de Transilvania (y donde acude Vlad a buscar la salvación a la invasión turca), nunca logra transformarse en horror. La película elige las batallas junto a una inútil y vacua grandilocuencia. El enfrentamiento con los turcos (la diferencia entre buenos rumanos y malos turcos es la buena pronunciación del inglés, algo para pensar acerca de su visión del bien y del mal) resulta insignificante. Tomar al vampiro por antonomasia para mostrar batallas, poderes y un burdo dramatismo, deja, me quedo con el terror.
La culpa la tiene la Marvel. Estos comiqueros del alma tomaron un puñado de superhéroes, los pusieron en manos de auténticos entusiastas, visionaron un universo compartido por dichos personajes, y buscaron a los actores mas carismáticos del momento para encarnarlos. Crearon un movimiento formidable, admirado por la crítica y el público, el cual se transformó en una máquina imparable de hacer millones. Al toque los estudios restantes comenzaron desesperadamente a buscar la manera de hacer algo semejante, sea la Fox - poseedora de los derechos remanentes de Marvel sobre otros personajes como Spiderman, los Hombres X, etc. -, la DC Comics - acostumbrada a trabajar a paso de tortuga, y ahora viéndose obligada a disparar una tonelada de vaporware (grandes anuncios y largas sagas proyectadas), cuando apenas rodaron titulos de éxito para un par de personajes (Batman y Superman), y habiendo fracasado de manera miserable en otros intentos como Linterna Verde o Jonah Hex -; y la Universal, el último estudio en subirse a la la movida con la extraña idea de hacerse un universo compartido con su panteón de monstruos clásicos (o una versión expandida y pulida del concepto subyacente en ese bizarro proyecto que terminó resultando Van Helsing). Dracula Untold es el primer paso de la Universal en tal sentido, esperándose nuevas versiones de la Momia, el Hombre Lobo y Frankenstein (y alguien por ahí dijo el Monstruo de la Laguna Negra?) en próximos años y algún mash up con todos ellos presentes, muy a la onda de Los Vengadores en un futuro cercano. En tal sentido, Dracula Untold hace las veces de Dracula Begins. Para gente que recién nos lee (y ha vivido en otro planeta hasta hace un rato), diremos que Drácula es la creación literaria de Bram Stoker, surgida de su pluma en 1897. No es el primer chupasangre de la historia - Sheridan LeFanu lo antecede con sus crónicas de Carmilla en 1871 -, pero sin lugar a dudas estableció el modelo prototípico de vampiro - una criatura sexual y sedienta de sangre, un noble de antigua estirpe y oscuro pasado, un ser temeroso a los símbolos religiosos, la plata, el sol, etc, etc -, el cual sería copiado hasta la saciedad. Y si bien Drácula no es el primer villano de la literatura de ficción, por lejos debe de ser el más popular ya que su tragedia ha sido objeto de innumerables versiones, revisiones y copias, fruto de la fascinación que el personaje ejerce sobre las multitudes. Yo soy un particular enemigo de las adaptaciones de Drácula. No entiendo la idea de adaptar una historia ultraconocida hasta el hartazgo, mas allá de la marketinera explicación de que se trata de un nombre popular disponible en el dominio público (y por lo cual no hay que pagar un céntimo por derechos de autor). Hay un puñado de versiones memorables, sea Nosferatu, la de Bela Lugosi, la de Christopher Lee, la de Frank Langella (que a mi juicio es la mejor y mas equilibrada) y la de Francis Ford Coppola... y el resto va de lo descartable a lo fallido y lo soberanamente aburrido. Dracula Untold toma un par de ideas de la versión de Coppola - la armadura roja, la visión romántica / trágica del protagonista (un héroe envuelto en el desencanto y convertido en un ser maldito por culpa de haber perdido a su gran amor en una circunstancia desgraciada) -y se dedica a elaborar una historia de origen. Es curioso notar que, de los miles de adaptaciones que hay de la historia de Dracula, ninguna se ha dedicado a explorar las causas que lo convirtieron en un vampiro (partiendo de las referencias que hace Stoker en la novela y que lo vinculan con Vlad Tepes, un tirano genocida que vivió en el reino de Wallachia - o Valaquia - en el siglo XV, y que asesinó a mas de 100.000 hombres, mujeres y niños mediante el empalamiento, convirtiendo a su reino en un espectáculo dantesco que aterrorizaba a sus enemigos). Digo: era un ser cruel cuyo vampirismo terminaba siendo la evolución natural de su ferocidad y su maldad - y que, como precuela, debería resultar tan fascinante como la historia narrada en la novela de Stoker -. El dato anecdótico es que Stoker no hizo una gran investigación de campo respecto al personaje sino que pasó un tiempo en una biblioteca, vió que este tipo había sido muy cruel, y optó por Tepes porque su sobrenombre - Dracula, que viene a ser "hijo del dragón" y que era el mote dado a los miembros de una orden de cruzados que combatían a los impíos infieles musulmanes - le parecía cool. No busquen explicaciones profundas, ni intenten razonar las contradicciones que existen entre la realidad histórica y la novela de Stoker; la verdad es mucho mas superficial. Hasta Stoker cometió el error de reubicar a Tepes en Transilvania en vez de Valaquia, algo que todas las adaptaciones (incluso ésta) insistieron en mantener por una cuestión de fidelidad con el original literario. Y mientras las discrepancias se acumulan ya desde el mismísimo origen novelesco del personaje, ¿por qué pedirle fidelidad a una nueva versión que, para colmo, intenta transitar un camino nuevo e inexplorado?. A mi juicio, tan sólo por el hecho de animarse a contar la historia de origen de Drácula este filme merece una medalla desde el arranque. Resta ver hacia dónde apunta, y si lo hace con mayor o menor tino. Ciertamente Dracula Untold es una falacia de enormes proporciones... pero la historia de Dracula narrada por Stoker también lo es, y no entiendo el por qué la necesidad de rasgarse las vestiduras. En todo caso, uno tiene que tomar las cosas en sus propios términos y darle tiempo para ver como se entronca con los pre-conceptos que todos tenemos sobre el personaje. Ciertamente la versión de Dracula: La Leyenda Jamás Contada es mas parecida a un comic de la Marvel que a la historia de Stoker. En vez de ser un bestial genocida sediento de poder - como te dice la Wikipedia -, este Vlad Tepes es un héroe atormentado que hace las cosas mas brutales con tal de defender a su pueblo. Para él, el empalamiento no es un hobby sino una estrategia de marketing para asustar a sus enemigos. Terminado el trabajo a las seis de la tarde, cuelga el sayo de empalador y se transforma en un saludable hombre de familia. Ciertamente es una versión que bordea lo absurdo, al menos si uno la analiza en términos sicológicos - semejante personaje debería ser como minimo un sociopata, de manera de carecer de culpa por matar a miles de tipos de semejante manera y continuar su vida con normalidad sin necesidad siquiera de tomarse un Valium a la noche; ¿cómo hace alguien para tener compartimientos estancos en su conciencia? -. Yo no tengo problemas en aceptar a Dracula como héroe legendario e incluso a Dracula como super héroe... pero es dificil empalmar esas visiones con la de Dracula empalador. ¿Primero los mataba y después los trinchaba como una brochette, lo que lo hacia mas humanitario? ¿O los empalaba vivos, demostrando un sadismo inmensurable?. Como es un lider dedicado en cuerpo y alma a su pueblo, este Vlad Tepes decide aliarse con el demonio - el vampiro maestro que mora en la montaña y el cual le otorga sus poderes a cambio de una maldición eterna - para evitar la masacre de sus connacionales. En esos momentos - si uno se despega de la imagen clásica de Dracula y le da oxigeno al libreto para ver hacia donde va - Dracula: La Leyenda Jamás Contada obtiene un puñado de buenas escenas. Quienes se cargan sobre sus hombros el filme son Luke Evans y Charles Dance, los cuales destilan carisma y se relamen con sus parlamentos. A mi no me interesa que este tipo sea demasiado bueno y honorable como para después termine convirtiéndose en un tipo de smoking y capa roja que deprede virgenes en Inglaterra 4 siglos después; en todo caso cuatro siglos es tiempo suficiente como para armarle un capitulo intermedio que muestre la evolución de héroe trágico a figura oscura corrompida por el mal. En ese sentido esta génesis de Dracula está mucho mas lograda que la de, por ejemplo, Anakin Skywalker a Darth Vader. La versión de George Lucas de cómo un niño bobo que corría carreras en Tatooine evolucionó en el supremo asesino de la galaxia es, como minimo, lamentable y traída de los pelos, y eso que se tomaron el trabajo de rodar 3 peliculas para contarlo. Aquí las cosas tienen un justificativo y resultan creíbles, al menos en sus propios términos. Dracula: La Leyenda Jamás Contada tiene buenas escenas. Este Dracula superhéroe se transforma en una bandada de vampiros, tiene visión térmica y ecodoppler incorporado, sana al instante, es alérgico a la plata y a los simbolos sagrados... Mientras que semejante frase hace parecer que todo esto es una verdadera idiotez (tal como suena), los resultados en la práctica son mucho mejores que lo esperado. El director Gary Shore obtiene escenas de formidable impacto visual - como Dracula en solitario enfrentándose al ejército turco en medio de una noche de tormenta, en donde las nubes iluminadas por los rayos semejan demonios flotando en el cielo -, hay buenas actuaciones, hay buenos diálogos y hay un trasfondo trágico que resulta bastante efectivo. Luke Evans es un notable actor y eleva con su perfomance la calidad del material; y si bien el filme tiene inconsistencias - mas que nada en el tono respecto del personaje, y le cuesta encastrarlo dentro de la mitología que ya conocemos de Dracula -, la historia es valida y entretenida si uno la ve con un espíritu alto y una mente abierta. No es ni por asomo el desastre que toda la critica clama y, en todo caso, éste pasa a ser otro ejemplo de un filme premiado por la asistencia del público, el cual lo valora como un entretenimiento válido sin centrarse demasiado en sus defectos de construcción. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/dracula-untold.html#sthash.wZtEcm6i.dpuf
El anti héroe de Transylvania "Dracula Untold" fue una grata sorpresa, ya que como la mayoría de los espectadores tenía cero expectativas con respecto a otra película sobre el icónico personaje. La mayoría de los últimos trabajos que se llevaron a la gran pantalla sobre Dracula y los vampiros eran realmente deprimentes como "Dracula 3D", "Van Helsing", "La reina de los condenados" y ni hablar de la saga "Crepúsculo", por lo que estaba bastante descreído sobre otra adaptación del vampiro más famoso del mundo. ¡Ojo!, tampoco es una joya del cine, pero es muy entretenida y está bien realizada. Para empezar es atractiva la vuelta de tuerca que decidieron darle al personaje hacia monstruo/héroe, es decir, un tipo que se convirtió al lado oscuro pero por una buena razón como proteger a su familia y pueblo de una masacre segura en manos de los turcos. Para esto se va en busca del demonio que vive en la montaña y le vende su alma. Es un concepto nuevo, que no habíamos visto en la gran pantalla y está bien desarrollado. Los actores cumplen bien sus roles, Luke Evans como Dracula, Sarah Gadon como Mirena, Dominic Cooper como el villano Mehmed y Charles Dance como el vampiro supremo, pero no maravillan. Está bien, los productores no estaban pensando mandarse la nueva Bram Stoker's Dracula, pero creo que podrían haberse jugado con alguna cara más estelar, sobretodo con una historia sólida entre manos. En al apartado de los aspectos técnicos creo que en general se hizo también un muy buen trabajo aunque por momentos de abusó un poco del uso de CGI. Hay muy buenas secuencias de acción en las que su uso era necesario, pero por momentos de utiliza en otras en las que se podría haber resuelto de otra manera. El cierre de la historia es bueno y conecta con la implacable búsqueda de su amor a través del tiempo, algo que se explotó también en el film de Francis Ford Coppola, pero a la vez, ya sobre el último, da la sensación de un cierre con ganas de secuela sacada de manual, lo que siempre resulta un tanto molesto. Un entretenimiento que nos muestra un historia distinta de un personaje mítico del cine, con un buena construcción de la trama, secuencias de acción de calidad y una producción que si bien tuvo un presupuesto medio (u$s70.000.000) se las arregló para parecer mucho más cara. Recomendable para divertirse un rato con cine de acción.
"El superhéroe" “Drácula: La historia jamás contada” es la última gran producción de Universal, que explora los orígenes de este monstruo clásico. Pero si están muy apegados a la historia de toda la vida, está no es su película. Sin embargo, la novedad es echar una nueva luz sobre un villano de siempre y los motivos detrás de sus actos crueles. Es una fórmula que empezó hace un tiempo, pero recién ahora los villanos son protagonistas. Esto lo habíamos visto por ejemplo con Maléfica de Disney, o en un nivel un poco más adulto en la Gatúbela de Nolan. La historia de nuestro héroe Vlad (Luke Evans) empieza cuando los turcos se lo llevan de Transilvania siendo un niño para pelear en sus filas. Vuelve como adulto a su reino, se convierte en príncipe amado, y viven con prosperidad. Eso hasta que vuelven los turcos y le piden a Vlad que entregue los niños de su pueblo. Como nuestro Drácula tiene buen corazón (y un hijo), no lo hace. Entonces, Vlad se pone en pie de guerra con Mehmed (Dominic Cooper), el líder turco, y sus posibilidades son peores que las de Leónidas y sus 300 espartanos. Así que va a hacer un pacto con el demonio, un vampiro que encuentra en una cueva (ponele, Charles Dance). Pero véanlo con la mente abierta, considerando que en esta película Lord Tywin viene maquillado de Caminante Blanco. Esto me recuerda la muy impopular teoría de que “Lord Stoneheart” podría existir en Poniente (¡no me golpeen!). Pero volviendo a Drácula, una novedad de Vlad es que si resiste la tentación de beber sangre humana por tres días, dejará de ser un vampiro y todo volverá a la normalidad. Así que la idea es ganar la guerra en tres días. Este Drácula heroico está concebido como un superhéroe al estilo Marvel o DC. Eso claramente no es casual cuando las franquicias de héroes de cómics están teniendo tanto éxito. Veamos, un padre y esposo que trata de proteger a su familia y a su pueblo, moralmente contrariado, hace un pacto por un poder útil pero que no le gusta del todo, tiene ciertos problemas con su esposa (Sarah Gadon) hacia el final, le gustan los murciélagos… vamos, hemos visto esto antes y no justamente en Transilvania. El Drácula estilo superhéroe no está sólo, ya que Universal Studios anunció que está película es sólo la introducción de un nuevo universo compartido de monstruos clásicos. Estos son por ejemplo Frankenstein, la Momia, el Hombre Lobo, y todos esos que marcaron el inicio del género en el cine. Las películas existirán en el mismo universo y tendrán referencias unas a otras. Esto ya se le había ocurrido a Marvel con Iron Man, Hulk, Capitán América, y la serie “Agents of S. H. I. E. L. D.“, o como se supone que hará con Deadpool y X-Men. Me lo imagino como la respuesta de Universal a Avengers, y que acabe siendo una versión alternativa de un grupo de superhéroes que está vez son monstruos. Podría ser la League of Doom o algo así, como son monstruos malos. Esto nos da la pauta que quizá los otros clásicos también pasen de villanos a héroes. Es más, la siguiente pieza de este multiverso ya fue anunciada, será “La Momia” y está planeada para estrenarse el 22 de abril de 2016. Me gustó especialmente el papel de Sarah Gadon, que interpreta a Mirena, la esposa de Vlad. No es una guerrera, pero aún así lograron correrla del papel de damisela en peligro y hacer un personaje femenino fuerte. El giro del final nos deja la posibilidad de seguir viendo a Vlad en otros lugares y épocas, siguiendo la idea del multiverso. Pienso que probablemente la nueva versión de Drácula no es para todos. Si están muy apegados al clásico, va a ser que no. Y por otro lado, si son fans de Batman quizá Vlad les caiga mal. Pero si ustedes son fans de los superhéroes van a amarlo. ¿La idea es los Avengers monstruos? Seguramente. Pero me gustan los cómics y los multiverso, así que compro de todos modos. Agustina Tajtelbaum
entre realidad y ficción, la libre historia de un mito Drácula narra la trágica vida de Vlad, qué dilemas tuvo que afrontar y cómo se convirtió en un vampiro. "Mi padre era un gran hombre; un héroe, según dicen. Pero a veces el mundo no necesita otro héroe. A veces, lo que necesita, es un monstruo". Con esta introducción comienza Drácula, la leyenda jamás contada, película que engrosa una cartelera local con cinco estrenos. El debutante en las lides Gary Shore dirige la propuesta sobre un guión que se anuncia adaptado a partir del clásico de Bram Stoker, y al parecer también en la adaptación realizada por Francis Ford Coppola, dado que remite a los orígenes históricos del personaje de ficción. La leyenda jamás contada explica cómo Vlad Tepes, príncipe de Rumania, llegó convertirse en Vlad "El Empalador". En 1400, en pleno dominio otomano sobre Europa, Vlad fue entregado a muy temprana edad y en nombre del honor real a las exigencias del sultán para engrosar su ejército conquistador. Castigado como un esclavo hasta desear la muerte ajena sin razón, Vlad se convirtió en uno de los soldados más sanguinarios y selló su fama empalando a los habitantes de todo un pueblo, "para salvar a otros diez", según argumentaría más tarde. Entonces, se retiró de los campos de batalla para gobernar a los suyos en paz. Pero una década más tarde, una nueva avanzada de los turcos lo devuelve a los tiempos de crueldad y devastación. Hasta allí lo atractivo de este relato que desbarranca en un vacío entre la realidad y la ficción, transformándose en un híbrido que dista mucho de los actractivos de las musas que cita. Sus esfuerzos argumentales, similares a los de la lograda Maléfica, caen en similitudes más cercanas a las de la ya lejana Van Helsing, o las más recientes Abraham Lincoln, cazador de vampiros o Yo, Frankenstein. La fotografía que de tan oscura torna en indescifrable, y los efectos especiales y pantallas verdes demasiado obvias opacan el naturalismo romántico necesario para darle pátina a la transformación del ser monstruoso en un héroe mitológico, ejemplificador y hasta deseable. Una vez más, la tecnología aplicada al lenguaje cinematográfico arrasa con las buenas intenciones del cuento, como lo haría un tornado de furiosos murciélagos con las huestes del ejército más poderoso del mundo occidental y oriental.