La condena siempre es terrenal. A veces resulta un tanto curiosa la reacción de buena parte de la crítica frente a películas de esencia netamente propagandística, un andamiaje que se remonta a la génesis del séptimo arte y cuyos “tentáculos” pueden abarcar casi cualquier género del catálogo tradicional. Ya sea que hablemos de convites sinceros, actos fallidos ideológicos, mejunjes sin pies ni cabeza o de un representante de ese típico oportunismo que pretende aprovechar el ensimismamiento de determinado público potencial, lo cierto es que el periodismo tiene por fetiche el mosquearse ante la misma existencia de films que se deciden explícitamente por tal o cual postura, como si el resto del cine fuera el súmmum de la objetividad más pulcra. De hecho, en esta especie de descarte automático amparado en el inefable sentido común, o la construcción social de moda, están en juego dos factores: por un lado encontramos la maniobra despolitizadora que niega todo análisis en función de la supuesta contaminación que trae aparejada esa intencionalidad discursiva colocada en primer plano, por el otro podemos llegar a descubrir en las notas distintas variantes de la teoría del “buen salvaje”, ahora aplicada a los exponentes del cine de género y su aparente vacuidad. Desde ya que el fantasma de los “grandes autores” constituye la frutilla de la torta y termina diluyendo la chance de examinar con cuidado el trasfondo del razonamiento de cada obra en particular. Innegablemente durante las últimas décadas la derecha cristiana ha capitalizado un espacio cultural muy importante en las sociedades de los países centrales, en lo que podríamos definir como un proceso que corre en paralelo con la segmentación de los consumidores y la banalización del acervo simbólico vía la publicidad, las utopías tecnológicas y la mediocridad cualitativa generalizada. En sintonía con propuestas impresentables como El Remanente (The Remaining, 2014) y Tierra de María (2013), Apocalipsis (Left Behind, 2014) es otra homilía soporífera y decadente sobre la crisis de fe, los recovecos de la espiritualidad, la “salvación eterna” y el ascetismo en oposición al conformismo reinante. Con elementos de exploitation religioso, drama familiar y thriller de ciencia ficción, el opus de Vic Armstrong deambula perdido por una debacle que busca captar a los adolescentes más piadosos. Hoy son los niños y algunos adultos quienes desaparecen para ir al “paraíso”, dejando a su suerte al piloto Rayford Steele (un inimputable Nicolas Cage) y a su hija Irene (Lea Thompson). Lejos de la sutileza de Señales (Signs, 2002) o el despropósito afable de Prueba de Fe (The Reaping, 2007), el fundamentalismo de la realización es francamente irrisorio, ya que homologa el libre albedrío terrenal con el infierno, se hunde en su ceguera anacrónica y hasta considera al ateísmo como una enfermedad sin redención admisible…
Nicolas Cage y una película que le da un nuevo significado a la frase “tan mala que es buena” Pare de sufrir Left Behind es el título de esta obra financiada por Cloud Ten Picutures, una productora cuyos fundadores siempre se movieron dentro del circulo de las películas y documentales religiosos, producidos para la iglesia cristiana evangélica y que, en su gran mayoría, giran al rededor de temáticas apocalípticas. El título original hace referencia a los dejados atrás, aquellos pecadores que por algún motivo decidieron ir en contra de la palabra de Dios y quedaron en la tierra para lidiar con todos los problemas que conlleva el apocalipsis, mientras que el resto de las personas (la minoría) fue mágicamente transportada al reino de los cielos. La cinta está centrada en las peripecias de la familia Steele, compuesta por papá Nic Cage, su hija atea Chloe, su esposa y fanática religiosa Irene, y su hijo ñoño de 12 años, Raymie. Cage interpreta a Rayford Steele, un adúltero piloto de vuelos internacionales que no está pasando por un buen momento en su matrimonio. Su esposa, tal como él insinúa, lo está engañando con otro hombre: Jesús. Para no ser menos, Rayford engaña a Irene con una sexy azafata que tranquilamente podría trabajar en el programa del papanatas de Guido Kaczka. De más está aclara que tanto Rayford como su hija Chloe creen que el fanatismo desmedido de Irene para con la religión es sinónimo de locura. Pero terrible sorpresa se llevarán cuando de un momento a otro la gente comience a desaparecer sin dejar rastro alguno, más allá de su ropa vacía en el mismo lugar donde estaban. Ambos Irene y Raymie (como todos los niños del mundo) son aducidos al reino de los cielos, mientras que Chloe y Rayford y el resto de los pecadores, quedarán atrás. Para hacer las cosas peor, Rayford se encuentra en medio de un vuelo internacional a Londres cuando esto ocurre, ahora no solo deberá lidiar con la desesperación de algunos pasajeros, tambien deberá aterrizar el avión como pueda mientras el mundo entero está en crisis. Tal como dije más arriba, El Apocalipsis es una película que de tan mala es buena y que funciona por todas las razones equivocadas. La temática religiosa está mostrada de la manera más burda que puedan imaginar y todo tiene una actitud muy pasivo-agresiva para con los no creyentes. Habrá también gente que se sienta ofendida con el film ya que bastante extremista. Por ejemplo, una pareja judía y un musulmán (que por como nos lo presenta la película es un hombre de Dios) son dejados atrás sin razón aparente, lo que lleva a pensar que le estaban rezando al Dios equivocado. El relato por momentos es similar en estructura al de una telenovela, ya que cuando se viene una revelación importante el director Vic Armstrong (¡ex doble de riesgo de Harrison Ford en la saga Indiana Jones y El Regreso del Jedi!) decide ir a la pausa -léase, concentrarse en otra de las diferentes sub-tramas- para minutos más tarde volver al punto exacto en donde había dejado y hacer dicha revelación. Los (d)efectos especiales son de tan baja calidad que hasta resultan simpáticos, y las actuaciones son tan poco inspiradas que nos sacan alguna que otra carcajada. Nicolas Cage, que accedió a trabajar en la película por pedido de su hermano quien es pastor evangélico (dato real), hace lo mejor que puede con lo poco que tiene y es una de las principales razones por la cual la cinta nunca aburre y hasta llega a divertir. Conclusión El sentido común me dice que debería haber optado por destrozar esta película, que con toda justicia se lo merece. Pero me fue imposible. Realmente la pasé muy bien viéndola. Me reí, me divertí y todo por las razones equivocadas. Para algunos podrá ser la peor película del año, para otros la peor de la década y hasta entendería a alguno que venga y me diga que es la peor película de la historia. Pero yo los invito a ver más allá de sus evidentes fallas, y que se dejen llevar por el entretenimiento clase B que derrocha, o por la magistral sobreactuación de Nic Cage, o por su aire a película que pasaría Virginia Lagos en su programa de la tarde. El Apocalipsis es una película con destino a clásico de culto que necesita ser vista con sentido del humor, de otra manera ni se acerque.
Si quiere ver un drama en serio ni se le ocurra invertir dinero en una entrada de cine para ver El apocalípsis, pero si es amante del cine B e increíblemente malo, no se la puede perder por nada. Si todas sus características negativas las analizamos desde el punto de vista de una sátira a las películas apocalípticas, sus falencias ...
En medio de la catástrofe, todos hablan de Dios No pasan más de diez, quince minutos desde el inicio de los créditos que ya es evidente hacia dónde irá El apocalipsis. Todo comienza con un periodista especializado en catástrofes naturales paseándose por el aeropuerto neoyorquino mientras recibe saludos y demás muestras de cholulaje, cuando una viajera lo increpa con una interpretación mística según la cual todo, pero todo es producto de la ira de Dios. Una rubia, muy bonita ella, salta desde el fondo del tumulto interpelándola con una pregunta inédita en la historia de los agnósticos: por qué pasan cosas malas si Dios existe. Después se sienta sola en una mesa y el periodista, ni lento ni perezoso, decide chamuyársela hablándole de religión. Así se entera de que ella es bastante cocorita porque mamá es ultrarrecontracreyente y papá... bueno, papá es un piloto de avión muy parecido a un actor en algún momento prestigioso llamado Nicolas Cage que recorre el mundo bajándose azafatas y al que ella piensa sorprender en el día de su cumpleaños. Lo sorprende, sí, pero apenas minutos antes de embarcarse rumbo a Londres para una suplencia asignada a último momento, tiempo suficiente para intercambiar algunos conceptos sobre, claro, Dios.El enésimo eslabón en la cadena de proyectos impresentables que el sobrino trash de Francis Ford Coppola viene enhebrando con prodigiosa coherencia desde hace más de diez años continúa con él subiéndose al avión, el periodista integrando esa jungla de excentricidades que es la clase business (un obeso, un árabe, dos viejos, algún negro y hasta un enano gruñón digno de sketch de Jackass) y la hija visitando a mamá para hablar ¡de Dios! Ese es el panorama cuando repentinamente desaparecen millones de personas de la faz de la Tierra, desatando así la tan temida –y para muchos esperable– situación del título y, con ella, una vertiente del cine de catástrofes áreas noventosas (Turbulencia, Avión presidencial) encarnada en la emergencia del pájaro metálico y la viabilidad de un aterrizaje forzoso. Emergencia ante la cual todos estarán menos dispuestos a salvaguardar su integridad física que a cuestionarse mutuamente la fe y a qué dios rezarle. Diez mil metros abajo, ni siquiera una recorrida por todos los hospitales de la ciudad le impedirá a la protagonista un momento de distensión para intercambiar conceptos con un párroco.La adaptación de la novela de Tim Lahaye y Jerry Jenkins apuesta por la apropiación de la simbología cristiana, convirtiéndose en otro exponente del cine de explotaition religioso. Pero a diferencia de Exodo: Dioses y reyes y Noé, que retorcían el relato hasta convertirlo en uno de aventuras clásico, aquí también se masifican –y magnifican– las intenciones doctrinarias para exhibirlas sin el más mínimo cuidado de las formas. La cereza del postre llega con la última escena, con la exposición definitiva del mensaje y la potencial apertura para una secuela. Que Dios nos libre y nos guarde. 4-EL APOCALIPSIS Left Behind/Estados Unidos, 2014Dirección: Vic Armstrong.Guión: Paul Lalonde y John Patus, sobre la novela de Jerry B. Jenkins y Tim LaHaye.Duración: 110 minutos.Intérpretes: Nicolas Cage, Rayford Steele, Chad Michael Murray, Lea Thompson, Nicky Whelan y Cassi Thomson.
El fin de los tiempos más chapucero y tedioso Hay películas malas, y hay casos descomunales como el de este apocalipsis: propaganda religiosa de un simplismo aniquilador, tontería supina en los diálogos, situaciones desesperantes en imbecilidad y chapucería, actuaciones penosas e involuntariamente paródicas. Hasta los extras están mal, y también los autos y el avión y los bolsos; plantas, sillas y butacas se quedan quietas y tampoco convencen. La iluminación es a puro cascotazo frontal, la musicalización es artera, el montaje no posee sentido conectivo ni de movimiento. El apocalipsis, después de un rato de tedio inicial, presenta una situación tediosa en la que mucha gente desaparece en un instante, para lo cual hay una explicación tediosa y espiritual. No hay explicación sencilla, sin embargo, para entender cómo se hizo algo así de abominable.
Disparatada y discutible Cómo se evalúa una película cuyas ideas –en esta caso religiosas– son tan definidas y tajantes, frontalmente contrarias a las que uno tiene? No es sencillo, porque si la película tiene genuinos méritos formales, estos no deben ser pasados por alto. Este es el caso de El Apocalipsis, explícito título local que arruina gran parte del suspenso de la trama. Left Behind es el título original de esta rara película, versión industrial con estrellas de los libros escritos por Jerry B. Jenkins y Tim LaHaye. Estos trece libros llegaron a la pantalla en forma de tres películas directo a video. La película con Nicholas Cage es un nuevo comienzo de la serie.Empieza con cierta lentitud, presentando personajes, como en los films de cine catástrofe pero hay de todo. Nuestro protagonista es un piloto de avión (Cage) que le es infiel a su mujer, una fanática religiosa (Thompson) que en cualquier otro film sería una delirante sin destino y que aquí es –sin ironías– la poseedora de la verdad. Algo ocurre en medio de la trama y los “Dejados atrás” deberán enfrentar como puedan el apocalipsis. Sí, nada más y nada menos que el apocalipsis. Creer en Dios permite el paraíso, el ateísmo –entre otras cosas terribles que puede afectar a los humanos– es la condena sin remedio. La ideología del film es bastante discutible, pero el director Vic Armstrong (famoso doble de riesgo) logra hacer que el disparate tenga momentos muy divertidos, algunos de buen suspenso y otros bastante delirantes. No alcanza, porque al final, la película se toma todo demasiado en serio. Los números han cerrado para los productores, así que pronto es posible que vengan las secuelas.
Dios nos libre Otra película con Nicolas Cage en la que el actor no da pie con bola. Alguna vez habría que estudiar seriamente el caso Nicolas Cage. ¿En qué preciso momento la carrera del actor de Educando a Arizona (de los hermanos Coen, 1987) y Corazón salvaje (David Lynch, 1990) se fue al descenso? ¿Habrá sido cuando empezó a preocuparse más por sus padecimientos capilares que por su trabajo? Si en los últimos años el sobrino de Francis Ford Coppola venía haciendo películas de la B Metropolitana -a excepción de El ladrón de orquídeas, de 2002-, ahora directamente se fue a la D con El apocalipsis. Propaganda cristiana de mala calidad, esta película está basada en una serie de exitosos libros que empiezan con un episodio surgido de una interpretación del Nuevo Testamento: la repentina desaparición de millones de personas en todo el mundo. En un segundo, los cuerpos se desvanecen y lo único que queda de esas personas es la ropa que tenían puesta. Se supone que esto desata un caos mundial, y decimos “se supone” porque la película se ahorra de mostrárnoslo: sólo vemos gente corriendo de acá para allá, un par de choques, un avioneta que cae, y punto. Lo demás tenemos que suponerlo, y eso que la acción transcurre en las afueras de Nueva York. Quizá sea para mejor, porque lo que sí vemos son algunos efectos especiales berretas. Y actuaciones flojísimas, empezando por la de Cage (¿seguirá habiendo un buen actor bajo ese quincho?), un piloto sorprendido en pleno vuelo por el episodio sobrenatural. Todo es poco creíble, artificial, forzado, colmado de moralina. Y es un mal remedo de viejas películas de desastres aéreos, como Aeropuerto. Igual, lo peor está por venir: hay doce libros, y los productores ya anunciaron que habrá dos secuelas. Dios nos libre y nos guarde.
Este tipo de películas con anuncios de la llegada del fin del mundo, con base en algunos enunciados de la Biblia, siempre tiene un atractivo especial que tiene su público. En este caso, por un lado un avión en pleno vuelo donde el piloto es un infiel, con una hija que lo descubre y una esposa muy creyente que anuncia los últimos días. Esa hija enamorada de un periodista que está en ese avión, descree de su madre, hasta los niños y los creyentes desaparecen dejando su ropa vacía. Nicolas Cage, con su cara de preocupación de siempre, encabeza un elenco coral sin aportar demasiado.
¿Creer? Mejor reventar. Si tuvieron la chance de ver este año la excelente serie de HBO The Leftovers habrán apreciado lo que implica ese evento bíblico llamado el Rapto, un singular momento donde millones de personas desaparecen de la nada, vaya a saber uno a donde terminan. La serie exploraba muchas tangentes y el misterio de la desaparición era el menor de los interrogantes. El dolor y la desesperación de los restantes era lo que llevaba la serie adelante, adentrandose en la mente de cada uno de los personajes. Ahora bien, en el otro lado del espectro tenemos a Left Behind, una remake de un telefilm del año 2000 basado en una larga saga de libros de corte apocalíptico religioso, que en vez de realzar la crisis de la situación, prefiere señalar a aquellos infieles que no son creyentes y que quedan rezagados en el horrible purgatorio que se desata en la Tierra. Es increíble lo que ha logrado el director Vic Armstrong: hacer un apocalipsis aburrido. Y no sólo porque la trama está plagada absolutamente con decenas de clichés religiosos, sino porque las situaciones -tanto en el aire como en tierra firme- se repiten una tras otra durante las casi dos horas de metraje. El esposo cuasi adúltero, el musulmán sospechoso, los saqueadores oportunistas, la drogadicta, todos los paganos que no creyeron en Dios quedan varados, culpándose entre ellos por la situación. Ni siquiera teniendo a Nicholas Cage, que es capaz de levantar una película en su espalda y volverla de tan mala buena, logra insuflarle su natural insanía en roles de este tipo. Se nota que firmó por el mero hecho de necesitar el vil metal y siquiera se molestó en darle un giro interesante a su piloto de avión. Y si no se aburrieron con el drama en el aire, Chloe -la hija de Cage, interpretada por Cassi Thomson- se dedica a transitar de un lado a otro buscando respuestas, peleando con su madre, una ferviente creyente -Lea Thompson, ¿qué has hecho?-. No molesta que una película con claros dejos cristianos se haga, si total el espectador promedio será un religioso que vea sus valores representados en pantalla, pero que dicha película sea aburrida para algún espectador incauto? Nunca. Cuesta creer que un film así haya llegado a las carteleras. De no ser por la poca chispa que le queda a Cage, la hubiésemos visto en el canal Space hace meses.
EL APOCALIPSIS es la adaptación de un best-seller de temática cristiana, que compone una saga de 16 ejemplares. Sucesos extraños e inexplicables pondrán a prueba la fe del planeta cuando el Apocalipsis se desate en la Tierra. Un grupo de supervivientes, encabezado por un incombustible NICOLAS CAGE se enfrentará al desconcertante futuro que les espera. Barata, delirante, kitch, al borde del ridículo siempre, es esta una cinta tan disparatada y mal actuada que funciona como una broma fílmica, con el encantó de esas cintas que se disfrutan mirando con amigos en una trasnoche después de algunas copas. Diálogos torpes, actuaciones amateurs y efectos visuales trash. CAGE se supera y logra su peor actuación en años y nos hace testigos de su Apocalipsis personal.
El apocalipsis va a suceder en la sala de cine, porque más de uno va a desaparecer antes de que termine la película El Apocalipsis es una película pobre, no hay nada en ella que nos deslumbre, genere intriga, miedo ni algún tipo de expectativa. Desde el momento que arranca ya sabemos cómo va a terminar, y no hay nada, absolutamente nada, que te invite a quedarte a verla. La historia de tinte temático religioso es adaptación del best-seller de Tim Lahaye y Jerry Jenkins, sobre algunos sucesos que pondrán a la humanidad a prueba sobre la fe cuando el apocalipsis llegue a la Tierra. Ray (Nicholas Cage) es un piloto de avión y marido infiel que decide tomar trabajo el día de su cumpleaños, viajando a Londres, a pesar de saber que su hija Chloe (Cassi Thomson) viene a visitarlo para festejar con él. Buck (Chad Michael Murray), un periodista de investigación y quien conocerá a Chole antes de embarcar, estará en ese avión cuando algunos pasajeros desaparecen misteriosamente dejando sus ropas y pertenencias en sus asientos. El Apocalipsis ha llegado; y los creyentes y los niños serán lo que han desaparecido o rescatados – depende de la lectura que hagamos-, mientras los demás deberán sobrevivir en el caos. Chad_-El-apocalipsis La película de Vic Armstrong no logra tomar altura, es pobre a nivel conceptual, la trama se pierde en las subtramas y lo que vemos son escenas de acción mediocres, y una falta absoluta de intención de parte del director de contar algo novedoso o aunque sea de explicarnos mejor lo que sucede. Pero no solo el guión es inconsistente y los efectos especiales malos, sino que las actuaciones no ayudan ni un poco. Cage está en declive hace un tiempo y al parecer, no está haciendo nada para revertirlo; quizás Lea Thompson (la mamá de Marty McFly en la década del 50 en Back to the Future) es quien con una corta participación hace una leve diferencia.
Una Apocalipsis aburrido y caótico Tal vez alguien se acuerde del actor Kirk Cameron. Protagonizó la serie "¡Ay! Cómo duele crecer" (Growing Pains, 1985-1992), en donde se ponía en la piel del adolescente Mike Seaver. Cameron fue una de esas estrellas juveniles de los ochenta cuya estela se fue desvaneciendo rápidamente hasta quedar en el olvido (tómense el trabajo de buscar una foto y les vendrá enseguida el recuerdo de quién era este muchacho). Lo cierto es que mientras su carrera se iba a pique filmó la película (lanzada directo a video) "Dejado atrás: El fin de los tiempos" (Left Behind, 2000), una adaptación del bestseller homónimo. Era el periodista Buck Williams que lidiaba con la profecía bíblica del Armagedón en la cual todas las personas que creían en Dios desaparecían instantáneamente de la faz de la Tierra y los que quedaban iban a tener que hacerse a la idea de que el Anticristo pronto iba a tomar el poder. El largometraje era bastante mediocre y casi olvidable, pero la serie "Left Behind" -o Dejados Atrás-, escrita por Tim LaHaye y Jerry B. Jenkins, dio lugar a 11 novelas. Kirk Cameron volvió a ese rol en dos oportunidades más: "Dejados atrás 2: Comando Tribulación" (Left Behind II: Tribulation Force, 2002) y "Dejados atrás 3: El mundo en guerra" (Left Behind: World at War, 2005). "El Apocalipsis" (Left Behind, 2014) es una remake de esa película de 2000 y, para ser sinceros, es peor que la original. Chloe (Cassi Thomson) vuelve a su hogar para pasar su cumpleaños junto a su familia. Está distanciada de su madre (Lea Thompson) debido a que ella se volcó totalmente a ser una ferviente creyente de Dios. Y su padre, Ray (Nicolas Cage), piloto de avión, tiene su "energía" puesta fuera de casa. Es que no hay azafatas feas, ¿no? Ambos se encuentran en el aeropuerto y ahí ella se entera que su padre aceptó hacer un viaje a Londres. Chloe queda triste por todo lo que pasa con su familia, pero allí está el célebre periodista Buck Williams (Chad Michael Murray) para darle un hombro para que ahogue sus penas. Chloe va a su casa con su mamá y hermanito, Buck toma el avión que pilotea Ray y todos siguen con sus vidas. Pero en unas horas un evento pondrá al mundo de cabeza: millones de personas en todo el mundo se desvanecen al instante de donde se encuentran, causando accidentes, incendios, que se produzcan saqueos, disturbios, una hecatombe total. Mientras Chloe busca desesperadamente a los suyos, Ray trata de lidiar con sus pasajeros y aterrizar el avión a salvo, y Buck se esfuerza por entender qué pasó. Pronto llegan a la conclusión de que esto es obra de Dios y se llevó a todas las personas buenas y creyentes para salvarlas del Apocalipsis. A esta altura ya casi no caben dudas de que Nicolas Cage tiene una deuda monetaria importante, sino no se entiende que un actor de su talento siga tomando esta clase de roles en filmes tan mediocres. El elenco es de segunda línea, los efectos visuales y especiales parecen hechos con una Commodore 64, el ritmo y tono del filme es digno de un largometraje del viejo y querido canal Hallmark. Nadie dice que no se puedan tocar temas religiosos en los filmes, el tema es cómo se hace. Más allá que durante el largometraje hay un dedo gigante que apunta y juzga a todos los "no creyentes" haciéndolos pagar por sus pecados -como promover el libre albedrío o hacerse cargo de su ateísmo-, el problema de la película es que es aburrida, sosa, poco inteligente y hasta caótica en sus planteamientos. La única manera que se provoque un Apocalipsis es si sus realizadores deciden hacer una secuela. Recémosle a Dios para que esto no ocurra.
Uno esperaría no sorprenderse a esta altura del año, pero Nicolas Cage se propone hacerlo lamentablemente con el estreno de El Apocalipsis de Vic Armostrong. Un pequeño grupo de sobrevivientes deben resolver qué hacer luego de que millones de personas repentinamente desaparecen y el mundo se sumerge en el caos y la destrucción. La sinopsis ha algunos les hará recordar a la reciente serie estrenada de HBO, The Leftovers de Damon Lindelof (Lost). Aunque alli el foco estaba puesto en el drama y no en un conjunto de ideas sueltas como en este caso. Enumerar todo lo malo que tiene la película daría una lista extensa y aburrida, solo resta reírse y tomar sin seriedad el producto al cual Nic Cage puso su cara (aunque sea solo en dos o tres escenas). Consideren que el astro de Hollywood hace cuatro o cinco películas por año… no todas pueden ser buenas. Algunos recordaran el canal Hallmark y su panorama de películas para televisión; un punto fuerte en la cadena, que tenía producciones buenas y malas (muy malas algunas, para llorar o dormirse con el control en la mano). El apocalipsis se cataloga como una de ellas. Música fuera de ritmo, incongruencias en el guión, momentos ñoños religiosos y personajes sacados de la cabeza de un director que fue doble de riegos de varios actores. Un realizador con la experiencia en ese tipo de profesión, podría realizar una película con escenas de acción, coreografías y efectos especiales; pero nada de eso se encuentra en el film. Nicolas Cage esquivando un avión y su hija corriendo entre llamas en cámara lenta son las únicas dos escenas que tratamos de olvidar antes que termine el año.
Un Apocalipsis que mueve a risa Esta película podría ser divertida en alguna función gratuita del estilo "cine de culto Bazofi", aclarando que "durante toda la proyección está prohibido no burlarse del peor film surgido del Hollywood durante los primeros dos decenios del siglo XXI". Con esa idea, y por sobre todo, sin tener que pagar la entrada al cine, "El apocalipsis" podría tener algún sentido. De otro modo, este engendro no da ni para un zapping de cable, salvo para atestiguar intermitentemente patéticos puntos bajos que dan vergüenza, y reírse de agunos detalles asombrosamete amateurs para una producción de este nivel. El apocalipsis llega por enésima vez (esta novela se filmó varias veces en la última década, generalmente con bastante menos presupuesto) y básicamente, mientras muchas personas desaparecen evaporándose dentro de sus ropas, otros son "dejados atrás" -tal como dice el título original- y deben enfrentar una confusión absoluta, dado que no sólo la situación es apocalíptica, sino que los diálogos y acciones de los "dejados atrás" carecen de sentido común y, encima, son ñoños hasta la náusea. La primera media hora es de un tedio insoportable, y cuando Nicolas Cage debe tratar de ver qué cuernos hace con el jet de línea que pilotea, los planos del avión volando en un cielo tempestuosos son tan berretas que casi se parecen a las de la nave de "¿Y dónde está el piloto?". Esto es increíble teniendo en cuenta que tuvieron un par de decenas de millones de dólares de presupuesto, que el director Vic Armstrong es uno de los mayores talentos a cargo de la segunda unidad de famosísimas escenas de acción, y que el director de fotografía, créase o no, es el mismo de "Los imperdonables" de Clint Eastwood. Da la sensación de que todos los involucrados de esta película agarraron el dinero de inspiración evangelista y se desentendieron absolutamente de un producto que ya desde el guión no podía salir bueno ni por milagro. Pero el que pone la cara es Nicolas Cage. Ojalá haya cobrado el doble de cuando trabajó con John Woo o Scorsese, ya que por momentos no puede disimular lo incómodo que es tener que pronunciar esas líneas blasfemas, no sólo por delirar a gusto sobre la imaginería cristiana sino, sobre todo, por idiotas.
Los problemas fiscales de Nicolas Cage deben ser muy serios, ya que de otro modo no se entiende que un artista de su categoría termine involucrado en una bazofia de este tipo. Hay mucha gente que lo detesta, pero creo que es un buen actor que tiene algunos trabajos geniales en su filmografía. Adaptación (Spike Jonze), Educando a Arizona (Joel Coen), Corazón Salvaje (David Lynch), Moonstruck (Norman Jewinson), La roca (Michael Bay), Contracara ( John Woo) y El señor de la guerra (Andrew Niccol) son algunos ejemplos. Cage brindó en todos esos filmes interpretaciones fantásticas y es un tipo realmente talentoso. Por eso no se entiende que una persona con tantos años de trayectoria lea el guión de El Apocalipsis y no se de cuenta que es una película extremadamente mala. Este trabajo es claro que lo hizo por una necesidad económica y si bien no hay nada malo en eso, es un artista que debería recibir mejores ofertas. El Apocalipsis fue una película concebida especialmente para la comunidad evangélica de los Estados Unidos. La historia se basa en una saga de novelas creada por el pastor Tim LaHaye y Jerry B. Jenkins. El primer libro ya se había adaptado en el 2000 en un film malísimo para la televisión, que en su momento fue masacrado por los propios medios de prensa evangélicos. Pese a las malas críticas, los productores hicieron dos continuaciones en el 2002 y en el 2005 que se estrenaron en algunas iglesias de los Estados Unidos. Ahora los hijos del rigor presentaron la remake para el cine y aunque que fue un fiasco comercial, que volvió a recibir malos comentarios de la prensa y el público, los realizadores ya anunciaron una nueva secuela. El Apocalipsis brinda una propuesta de cine catástrofe cuyo función principal es la de propagar un mensaje de fundamentalismo religioso. Lejos de ser un film espiritual lo que hace es difundir miedo a través de las creencias que se intentan comunicar. Con estas producciones el mensaje siempre es el mismo. Si no te convertís al evangelismo tu vida está condenada y cuando se desate el fin del mundo te vas a quedar sin tu ticket al Paraiso. Los drogadictos e infieles arderán en el planeta Tierra y sólo los buenos creyentes serán salvados por Cristo. Así de estúpida es la trama que plantea esta película donde está muy presente el miedo y el sensacionalismo a la hora de comunicar la bajada de línea religiosa. Por este motivo El Apocalipsis también fue muy criticada por algunos sectores del evangelismo norteamericano, debido a que terminaron por distorsionar con tanto fundamentalismo varios principios de esa religión. Al margen de esta cuestión, que no es un detalle menor, la película es desastrosa como propuesta de cine catástrofe. El director Vic Armstrong, quien en el pasado realizó secuencias de acción históricas para la saga de James Bond, además de dirigir esa joyita del género que fue Joshua Tree, con Dolph Lundgren, acá brindó un trabajo mediocre en materia de suspenso. Me dio lástima verlo a Nicolas Cage en este film porque es un artista talentoso que podría ser aprovechado en propuestas más decentes. El Apocalipsis no es otra cosa que la versión Sharknado de los filmes religiosos fundamentalistas y junto con Muerte en Buenos Aires fue una de las peores películas que vi en el 2014.
Un guion inexplicable es lo que atenta contra las posibilidades de esta película que cuenta dos historias en paralelo. En tierra, la de la familia de un piloto. En el aire, las maniobras de este para salvar a un avión de una catástrofe. Lo distorsivo surge de un elemento de fantasía usado de manera poco feliz. En medio del filme, un extraño hecho barre con todos los niños del planeta. Desaparece el hijo del capitán en un shopping. El vuelo pierde a sus infantes y los noticieros muestran la misma mala noticia en todas las pantallas. Este recurso a lo Stephen King no está tratado a lo Stephen King y ni aun con otros recursos. El relato se cae ahí donde debe empezar: desbaratando la incredulidad original. Sólo unas biblias, unos beatos santiguándose, y la conocida prédica acerca de las malas acciones del hombre y el castigo de las pestes, suenan vacíos, repetidos y eso destruye la credibilidad del relato. Una vez más el futuro ominoso para un mundo que no sabe hacer las cosas para mejorar. Un puñado de efectos especiales, un tramo al final cercano al ritmo del thriller, no alcanzan para justificar una producción de evidente bajo presupuesto, que se distribuye en cuatro o cinco escenarios poco dinámicos: la cabina y los pasillos del avión, un shopping, un hospital, un living, un aeropuerto. Allí dentro los personajes lo que hacen es conversar y conversar y para colmo no han tenido detrás a unos buenos proveedores de letra. Nicolas Cage, la máxima estrella del elenco, prácticamente hace la película sentado, y su papel carece de novedad. Se queda en el cliché del tipo con cara de atribulado que ya se ha explotado en productos de alta, baja y mediana calidad. El tipo de rebeldía que sabe transmitir frente a la cámara deberá esperar otra oportunidad para volver a brillar.
Nunca mejor puesto el título de una película... "El Apocalipsis" es justamente lo que sucede al verla. Creo que si realizaban la misma producción para televisión, hubiera sido más digna. Nicolas Cage no la viene pegando y con esta decisión la pifió feo. La historia taaaaaarda en arrancar, o sea, la gente desaparece a los casi cuarenta minutos de arrancada "la trama", cuando ya no queda más nada por contar (¿habían contado algo?), y cuando sucede, es un sinfín de situaciones tan irreales que no se puede creer. Les recomiendo que la vean con amigos, que sepan lo que van a ver y que se diviertan a lo loco porque estoy seguro que en unos años se va a convertir en una peli de culto. Los efectos especiales si los hubieran realizado estudiantes de primer año de la facultad habrían sido más dignos que lo que quedó en el corte final de la peli. Si tengo que destacar algo, que tampoco explota como actriz, es Lea Thompson, o mejor dicho (siempre lo será): Lorraine Baines McFly de "Volver al Futuro". En síntesis, una película totalmente olvidable...
¿Apocalipsis justo ahora? Ojalá El Apocalipsis fuera para Nicolas Cage lo que Terror a bordo (2006) para Samuel Jackson. En principio lo es, ya que la premisa es igual de disparatada: el relato se centra en un piloto (Cage) cuya familia está en crisis y que tiene la mala suerte de que la profecía bíblica del Apocalipsis se empieza a cumplir justo en pleno viaje entre Nueva York y Londres. Sin embargo, la falta de autoconciencia de este engendro demuestra que Nicolas tan sólo es un mercenario y no alguien que se divierte haciendo pavadas. El título original de esta cosa es Left behind, cuya traducción literal es algo así como “dejados” o “los dejados”, y que hace referencia al hecho de que al comienzo del Apocalipsis Dios, en su infinita arbitrariedad, se lleva al Cielo a los que él considera justos. En el caso de la película desaparecen masivamente todos los niños y creyentes fundamentalistas y se quedan todos aquellos que comenten pecados como ser infieles, ser jugadores, consumir drogas o no creer, o ser excesivamente lindos, exitosos, y generosos como el periodista Buck Williams (interpretado por Chad Michael Murray) que inexplicablemente es “dejado” por el caprichoso Dios que domina nuestros destinos, que además es evidentemente vanidoso. De factura televisiva hasta en el más mínimo detalle, desde el plano más intrascendente, pasando por la textura de la imagen, el pésimo CGI y las actuaciones de cartón, El Apocalipsis nunca debió estrenarse en salas comerciales no asociadas al cristianismo, ya que su mensaje de moralina católica berreta es realmente vergonzoso como para que la vea cualquier laico indeciso que ande por ahí. Pero hay que decir que la película de Vic Armstrong no es del todo aburrida, como suele suceder, por ejemplo, con algunas de producciones del canal Sci-Fy. Hay cierto atractivo en la acumulación de disparates que nos tira El Apocalipsis en la cara, sobre todo el aterrizaje de emergencia de manual y el plano final con los tres protagonistas parados en pose señalando el futuro donde vemos la ciudad en llamas. ¡La gran nube de Terminator! Esta película no sólo se carga a Cage sino también a Lea Thompson (la madre de Marti en Volver al futuro) que hace de una creyente recientemente iluminada. Además, hay que destacar a Martin Klebba, que interpreta al enano más insoportable y menos querible de la historia, que junto con Francella en Corazón de León han retrasado la lucha contra la discriminación de las personas bajitas al menos 20 años. Sepámoslo hermanos: el Apocalipsis nos va a agarrar in fraganti así que mejor recemos y gritémosle a los demás que lo que ellos hacen está muy mal. Sólo así nos salvaremos.
El Apocalipsis es una película de catástrofe (o al revés, uno se siente tentado de invertir los términos) que solo pudo haber gestado una industria titánica y con un siglo de historia en sus espaldas como Hollywood, donde un proyecto paupérrimo con actuaciones espantosas, mala dirección y peor guion puede ser en parte salvado por el oficio de iluminadores y camarógrafos entrenados en el arte de hacer lucir decentemente cualquier cosa. El Apocalipsis se puede ver en una pantalla, incluso en una grande, y eso ya representa toda una proeza de los rubros técnicos. El desastre se adivina rápido en una escena inicial, cuando un intercambio entre personajes reviste la forma de algo así como un debate for dummies acerca de Dios y sus poderes; de ahí en más, los diálogos y el trabajo de los actores no hará más que confirmar una y otra vez esa primera impresión. En El Apocalipsis todo está mal, todo es chato, sobreactuado, torpe. La protagonista, por ejemplo, se muestra tonta, afectada y parece de plástico con su cara que de tan brillosa recuerda más a una estatua de cera que a un rostro humano. El periodista canchero y ganador que se le acerca en el aeropuerto es un rejunte de clichés, y difícilmente ese personaje podría interesarse por una chica así de pava; el atisbo de romance entre los dos resulta imposible de creer.El padre de ella es Nicolas Cage, y cuando aparece en escena uno espera que la película gane algo de dinamismo, que el tipo rompa un poco esa pacatería visual y corta de ideas con su ya conocido gusto por las actuaciones excesivas y fuera de registro que viene cultivando desde hace varios años, muchas veces en películas berretas y de segunda línea como la propia El Apocalipsis. Pero no, Cage se presenta contenido, serio, apenas un poco sobresaltado porque su hija lo pescó in fraganti tiroteando a una azafata, nada más: justo cuando más lo necesitábamos, el actor hollywoodense más trash se echa para atrás y opta por una interpretación correcta, sin riesgos, igual de desabrida que la de sus compañeros. Vic Armstrong, un conocido doble de riesgo que dirige su segunda película en más de veinte años, no sabe cómo filmar ni siquiera un intento de levante: pone la cámara en cualquier parte, pierde una enorme cantidad de información dramática y no acierta a encuadrar como la gente a dos personas en una habitación de dos por dos. Si por lo menos El Apocalipsis pecara de autoconsciente y se riera de sí misma, de sus ínfulas de gravedad, de su incapacidad para narrar hasta el más intrascendente de los hechos, el asunto sería un poco más llevadero. Pero después de demostrar que el humor no es lo suyo (ver el “chiste” en el que una viejita confunde al joven periodista con Sinatra: la idea es ridícula, arbitraria, al que se le ocurrió el gag se le habrá cruzado por la cabeza que con juntar una anciana y a Sinatra en una línea alcanzaba para hacer reír a alguien), el director porfía en su intento de hacer cine catástrofe con resonancias bíblicas incluidas. Existen un par de intentos de romper con la medianía generalizada, en especial en los personajes del enano malo y del árabe que se defiende sin haber sido acusado por ningún otro pasajero (bueno, en realidad es el enano el que le revisa el bolso, pero ese no quiere a nadie) argumentando que los terroristas islámicos no tienen una tecnología para causar tal estrago, como si su origen automáticamente lo emparentara con ellos. Sin embargo, el conflicto principal no deja de ser una buena idea: que de golpe, sin que nadie sepa por qué, mucha gente se desvanezca en el aire dejando como restos mundanos solo su ropa y bolsos. ¿Por qué desaparecen? ¿Por qué ellos y no los protagonistas? Lamentablemente, la gruesa caracterización inicial de cada uno de los pasajeros del avión enseguida trasluce lo que debería ser un misterio hasta el final del relato: la gente que se esfuma, por oposición a los que quedan, parece estar alejada de vicios y malas intenciones, como si fueran portadores de alguna especie de pureza de la que los otros quedan excluidos (por si hubieran dudas, unas pocas escenas después de las desapariciones en masa, el guion nos dice insistentemente que ya no hay chicos, que todos se desvanecieron). De todas formas, cuando la historia echa a andar la película adquiere una fluidez impensada que hace que nos olvidemos del mamotreto que tenemos delante, al menos por un rato. La transformación resulta curiosa, es como si el arribo definitivo del cine de catástrofe le prestara a El Apocalipsis algo de su eficacia y de su pulso narrativo: hacer género permite apropiarse instantáneamente de algunas de las mejores cualidades del modelo sin importar lo mal director que se sea, parece. El espacio del avión en especial le imprime algo de tensión a los movimientos de los actores, que hasta el momento del despegue se mostraban balbuceantes y desconectados y solo se limitaban a ubicarse dentro del plano sin chocarse demasiado unos con otros. Pero ni siquiera en esto El Apocalipsis es original: últimamente muchas películas transcurren dentro de aviones, o cuentan historias relacionadas con ellos, como El vuelo, de Zemeckis, Non-Stop: Sin escalas o Amores pasajeros; ahora que el cine parece haber devorado todas las imágenes que el mundo podía dar, y ahora que gracias al digital puede reproducir cualquier lugar e imaginar paisaje, resulta entendible que haya directores que quieran volver a esos espacios pequeños, llenos de restricciones y de obstáculos que son los aviones, como si la claustrofobia del entorno resultara finalmente liberadora para el cine. De todas formas, este no es el caso de El Apocalipsis, donde la geografía del avión surge más bien como una imposición del género, un escenario obligatorio y nada más.
No es por menospreciar a ninguna religión, pero lo cierto es que Apocalipsis, la última película del avejentado Nicolas Cage, no tiene nada que envidiarle a aquellos videos paródicos que suelen verse en Los Simpsons antes o después de los encuentros dominicales del Reverendo Alegría. Con estricta bajada de línea moralista y un guión forzado hacía, no sólo lo inverosímil, sino también lo ridículo, el filme cuyo tráiler vende “una de acción”, decepciona desde el minuto uno. Con Cage a la cabeza de un elenco que parece no haber pasado nunca por una clase de actuación, la película, que cuenta la historia de cómo, ante el fin del mundo, Dios, decide salvar a los impolutos sin pecados, dejando en la Tierra a personas odiosas, pecaminosas y sucias como los adúlteros, los drogadictos, las prostitutas y, sobre todo, a los no creyentes, el filme intenta recrear un discurso “pedagógico” que imparta (y recuerde una vez más) a todos los fieles el mensaje de la redención y el perdón ante la catástrofe del día del Juicio Final. Por eso, es que desmaterializados en el aire, los elegidos abandonan sus pertenencias mundanas en la Tierra para elevarse al Reino de los Cielos, mientras que todos los demás mortales deberán quedarse para morir cruelmente. El cuestionamiento a la palabra del Señor es el pecado más grave e irreparable de este universo estrafalario en el cuál, los aviones aterrizan sin combustible, con una sola turbina, y en un reducido espacio de tierra iluminado por un fuego provocado por derrame de nafta. ¿Acaso Dios, no hubiera preferido que toda esta manada de pecadores muera incinerada? La respuesta es sencilla: No. No porque el Todopoderoso se haya apiadado de sus almas, sino más bien porque el director del filme los necesitaba a todos vivos, para que tomados de la mano, cual final de comedia barata, avizoraran cómo la ciudad se consume en llamas. Y si a esa altura, alguien aún recuerda que la película se llamaba Apocalipsis, la única justificación que habilita su nombramiento, es este plano general en el cual la destrucción masiva sólo se aprecia a lo lejos y realizada con efectos especiales de la década pasada. Llena de lugares comunes, viciada de falsa teología y con una estética “invisible”, Apocalipsis es uno de esos filmes que es preferible borrar de la memoria porque no sólo no brindan un goce cinematográfico, sino que dañan la imaginación e intelecto de todo aquel que la vea. Mis dos puntos van únicamente para el trabajo del equipo técnico que seguramente ha tenido que padecer durante todo el rodaje. Ellos sí que deberían ser los elegidos. Por Paula Caffaro @paula_caffaro
Tanto va el cántaro a la fuente… durante el último período este redactor se cansó de reseñar estrenos referidos a películas de género que “escondían” detrás de su (pobre)producción fuertes mensajes cristianos en forma de descarada bajada de línea. Cada vez que cae uno de ellos decimos lo mismo, son películas desprolijas, insulsas, que tienen como único fin la moralina religiosa, lo cual afecta severamente el resultado final. Pero tanto insistieron con el asunto que finalmente lograron una película (para algunos)aceptable. ¿El secreto? Haber hecho recaer en el protagónico a un actor como Nicholas Cage. El actor de Adios a Las Vegas y El Culto Siniestro vine ¿la última década? cimentando una carrera propicia a films de calidad dudosa, exagerados, lo que comúnmente se llamaría berretas, pero altamente divertidos como para formar una especie de culto alrededor de ellos. Digamos que, lo único que le faltaba a su currículum era hacer un film cristiano, y gracias al pedido de su hermano pastor, ahora puede cantar bingo. Pasemos rápidamente sobre qué trata El Apocalipsis, al igual que la estrenada hace unos meses El Remanente y una trilogía directo a video que lleva el mismo título que esta película, estamos frente a la llegada del fin del mundo, por lo menos tal cual lo conocemos; en el sentido más bíblico del término. Nic es Rayford Steele, piloto de avión, casado con Irene (Lea “Sra. McFly” Thompson) con dos hijos. La pareja se maneja en las antípodas, mientras que Irene es lo que el vulgo diría una “chupa sirios”, una fanática religiosa a ultranza, Rayford cansado de que su mujer lo relegue frente a Jesús se dedica a engañarla con una azafata. Los hijos también son polos opuestos, la hija adolescente es atea, el varoncito, un nene medio insulso y santurrón. De pronto, sin mediar demasiado, un grupo de gente empieza a desvanecerse así como así, desaparecen materialmente dejando sólo la ropa. Es la gente que tiene “permitida” el ingreso al Paraíso, los que queden en la Tierra, deberán afrontar El día final. ¿Y adivinen en la familia quién se queda y quién se va?. El apocalipsis irá intercalando varias historias de quienes son llevados al Paraíso, pero sobre todo, de los pecadores que deberán pagar sus culpas. Para colmo de males, a Rayford, el apocalipsis lo agarra en pleno vuelo. Para que quede claro, este film dirigido por Vic Armstrong (cuyo antecedente inmediato es haber sido doble de riesgo) es igual que los otros cristianos estrenados en los últimos meses. La bajada de línea es burda, hay cuestiones muy debatibles sobre quienes se salvan y quienes serán el remanente (aunque seas religioso, sino sos cristiano, fuiste), técnicamente es imposible de analizar con seriedad, y el argumento y ritmo y desarrollo del mismo es de pobre y bajando. Pero está Nicholas Cage, y eso sólo ya hace que se justifique cualquier punto débil. El actor le pone toda la garra posible a las escenas, él sólo le otorga dinámica al relato y termina por convertirlo, sí, en algo muy gracioso. El apocalipsis puede ser un film muy divertido, sino se hace el más mínimo intento en tomársela en serio. Se debe entrar a la sala sabiendo que veremos un film del estilo Clase B o Z, deliberado, y estar dispuesto a reírse de cualquier desborde. El mismo film es consciente de esto y, a diferencia del resto, no intenta ser algo profundo; sabe que muchos de quienes la vean se sentirán atraídos por su protagonista y su carrera actual. Casi como si estuviésemos viendo La vida de Brian, o cualquier otra sátira de tintes religiosos, El apocalipsis, adrede o no, se convierte en un film entretenido, aunque quizás su función principal, la de convencer adeptos religiosos, nunca llegue a cumplirse ni de lejos.
Hay una delgada línea que separa el ridículo de lo sublime, entendiendo esto como la expresión más acabada de una manifestación artística, la que sea o, por defecto, que de tan desafortunada termine convirtiéndose en un objeto “bello”. Y Con “El apocalipsis” (USA, 2014) de Vic Armstrong, remake del filme homónimo de 2001, que a su vez adapta una serie de libros, estamos ante la disyuntiva de estos dos polos. Hay algo en su esencia que de tan arriesgada propuesta, en la que se mezclan los recursos de todas las películas catástrofes, con el plus de un relato y una explicación bíblica, y que a través de efectos especiales intenta esconder su verdadero y obvio origen propagandístico cristiano. Un maniqueo piloto de avión (Nicolas Cage) ve como su mundo de engaños maritales y mentiras se derrumba cuando su hija (Cassi Thomson) lo descubre en pleno affaire previo a subirse a un vuelo. Paralelamente la joven conoce a un periodista (Chad Michael Murray), que aparentemente (por los indicios que se dan en la pantalla) es una especie de Tom Wolfe de la investigación. Entre ambos la química es inmediata, pero Buck (Murray) debe viajar en el avión que Cage pilotea. Ambos se separan con la promesa de volverse en algún momento, o no, a verse. El destino querrá que Rayford (Cage) y Buck estén en el aire cuando un hecho sobrenatural afecte a todo el mundo. En determinado momento la mayor parte de los seres humanos “desaparecen” literalmente de la faz de la tierra. Nadie puede encontrar una explicación certera, hasta, claro está, avanzado el metraje. La desesperación por encontrarlos y el inicio de una fallida búsqueda de sentido a todo lo que está sucediendo colocarán a Chloe (Thomson) en un lugar protagónico en la narración, convirtiéndose en el nexo entre lo que pasa en la tierra y en el cielo (en el avión). Vic Armstrong hace lo que puede con el escaso presupuesto para efectos especiales que claramente intentan capturar la atención de un público incauto que llegará a las salas por el carisma del otrora rey de las películas de acción. “El apocalipsis” deambula entre el panfleto bíblico (cuando intenta explicar hasta con salmos la razón de la misteriosa desaparición de las personas) y el cine catástrofe clase B con una habilidad para terminar de desconcertar al espectador. Chloe de amazona pasa a atribulada joven, y que si bien en el arranque demuestra una posición anti religión (discute en el aeropuerto con una mujer que indica el por qué de lo mal que le va al mundo, o cuando reniega de la religiosidad extrema de su madre –Lea Thompson-) luego revierte esto para mostrarse débil ante las “misteriosas maneras de obrar del señor”. En la tierra el infierno desatado, y en el aire Buck y Rayford intentarán mantener la calma de los pasajeros del vuelo que no han desaparecido con una impronta cercana a manual de consejos de Bernardo Stamateas y compañía. En síntesis “El apocalipsis” es una película para ir al cine y dejarse llevar por los estereotipos y lugares comunes de un género, que suma, además, una impronta religiosa que no termina por opacar la solemnidad de algunos diálogos que de tan armados suenan hasta disparatados. Para sorprenderse con un producto que termina siendo, de tan malo, con tan horribles actuaciones, bueno.
Una película basada en la fe con momentos bastantes delirantes. Esta es un remake de una versión de "Left Behind: The Movie" ("Dejados atrás" o "Lo que quedó atrás" o “Desaparecidos”), protagonizada por Kirk Cameron y que pasó por los cines en el año 2000 de forma rápida, seguido de un par de secuelas que fueron directo a DVD. Esta fue la primera película de la trilogía, es seguida por “Left behind II: Tribulation forcé”, y luego por “Left behind III: World at war”. Todos se basan en las novelas apocalípticas escritas por Jerry B. Jenkins y Tim LaHaye. Todo comienza cuando la hija de Rayford Steele (Nicolas Cage), Chloe Steele (Cassi Thomson) que estudia en la Universidad viaja para encontrarse con su padre que cumpleaños, pero no podrán pasarla juntos porque él recibió un mensaje de su trabajo (es piloto de una línea aérea) y debe volar de Nueva York a Londres en la noche. Su hija va hasta el aeropuerto donde trabaja su papá y allí lo ve en una situación dudosa con su compañera y azafata, una rubia y seductora mujer cuyo nombre es Hattie Durham (Nicky Whelan); a su vez Chloe conoce a un atractivo periodista en un bar del aeropuerto. En el encuentro entre padre e hija existen algunos diálogos relacionados con la religión, en los cuales él se demuestra bastante al margen y escéptico, ella tiene alguna confrontación con estos temas, y luego cada uno toma su destino: su padre y su joven amante, y el periodista Buck Williams (Chad Michael Murray) viajan mientras aquí se quedan Chloe y su madre Irene (Lea Thompson) quien se encuentra en su casa feliz porque en la biblia ha encontrado tranquilidad y felicidad. Después todo esto sigue una temática típica de un fanático religioso, donde la gente desaparece dejando su ropa y pertenencias, porque Dios se lleva a los puros de corazón que han sido llamados, llega el caos en todas partes, con impactantes efectos especiales, secuencias de pánico, destrozos y violencia. Se encuentra llena de diálogos ilógicos, vulgares, un mamarracho, con la peor actuación de Cage, que no se sabe porque acepto esta historia; los actores secundarios no aportan nada, posee momentos ridículos que dan risa, con un guión fallido y para el olvido. Si prestan atención el final queda abierto para una secuela. ¡Por favor no! Eso sí: llega con un tráiler bien editado y vendible.
Sabemos que la Navidad es un tiempo para dar. Conocemos de memoria el eslogan. Ahora, ¿hacía falta TANTA generosidad de la distribución local como para estrenar “El apocalipsis”?, porque solamente interpretado como un acto de bondad incondicional es que se puede comprender éste último mamarracho del año. Además de doble de riesgo en cine, nos enteramos que Vic Armstrong es director y fanático del catolicismo, lo cual no reviste ningún inconveniente si no fuera por la utilización del séptimo arte como vehículo para repartir panfletos básicos. Cuarenta minutos se toma éste señor para que suceda algo. Uno puede estar en la parada del colectivo ese tiempo, es aburrido, pero al menos hay expectativa. Un deseo implícito que genera sensaciones como ansiedad, nerviosismo, agobio, tedio, bronca… todo por esperar el transporte público, sin embargo ese aguante genera mucho más que en el inicio de ·El apocalipsis”. Durante estas cuatro decenas de minutos, el guión se ocupa de mostrarnos, en forma deliberadamente básica, una madre ultra católica (Lea Thompson); una hija (Chloe Steele) convencida de que su madre está perdiendo la chaveta con tanta prédica catequista; y un padre –piloto de avión a punto de embarcar (Nicolas Cage) que, ante semejante cambio de su mujer, anda coqueteando con azafatas. O sea, ejemplos de creyente, agnóstico y “pecador” respectivamente. Ni se quiera imaginar los diálogos mantenidos por esta gente. Se tiran los “pies” entre los actores como para que al espectador le quede todo bien clarito y dogmático. Hubiera sido más honesto pedirles que miren a cámara cada vez que terminan de decir sus líneas. Ese “algo” a los cuarenta minutos es que la gente desaparece espontáneamente. Sólo queda la ropa tirada en el piso, en el asiento del copiloto, etc. Desaparecen en especial los chicos (por esto de “dejad que los niños vengan a mí”), y por supuesto la mamá fanática de la biblia y todo aquel que crea en la iglesia. ¿Se entiende? El discurso panfletario no pasa sólo por los que “merecen” el cielo; sino por los que permanecen. Del avión en vuelo no queda ni un bebé (suponemos que están todos bautizados ¿no?); pero sí hay un hombre de negocios, un japonés que anda hablando de extraterrestres, un enano cascarrabias que se hace el guapo con todos… parece aleatorio, pero en realidad cada uno servirá como ejemplo del castigo del Señor. El peor de todos, el más insultante a la inteligencia del espectador es el de un musulmán que aun siendo el único que propone rezar mientras el avión en pleno vuelo se va quedando sin combustible, no mereció misericordia por ¿practicar la religión equivocada? ¿Rezar apuntando para otro lado? Patético. Un montaje despreocupado del ritmo, una fotografía que pretende instalar climas a fuerza de prender y apagar lamparitas, y un diseño de efectos de sonido tan artificial que nuestro Mc Phantom en vivo en la sala con un micrófono hubiera hecho un mejor trabajo. Hay tiempo para todo tipo de milagros en El apocalipsis: En un momento Nicolas Cage sale de la cabina y pone claridad ante la duda del espectador sobre su carrera actoral: “Sé que todos ustedes quieren respuestas, créanme yo también”. Ojalá las encuentre.
De lo peor que podés llegar a ver este año Algunas congregaciones religiosas apocalípticas se están armando de más dinero y recursos para llevar su propaganda a la gran pantalla, lo cual no está mal, pero el problema que están teniendo es que esos recursos que están consiguiendo no tienen la mejor calidad o conocimiento del mundo del cine. Seguramente varios se sorprenderán en saber que esta película es en realidad una remake de otro trabajo que se estrenó en el año 2000 con el mismo nombre que también era bastante mala. No sólo esto, sino que luego hubo una segunda y tercera parte, en los años 2002 y 2005 respectivamente, que también fueron muy malas. Por eso digo que hay que tener recursos y ganas para reflotar un producto como este y volver a ofrecer algo igual de malo o peor que el original. En primer lugar, si me querés transmitir algo tan delicado como una creencia religiosa, tenés que tener a un buen grupo de guionistas, que con sutileza e ingenio me hagan comprar la idea o parte de ella. Acá los escritores parecen gente con poco experiencia o poco profesionales, ya que sin ningún tipo de inteligencia nos vomitan toda la historia con diálogos tontos y bajadores de línea. No se remiten a ningún dato histórico, no le recuerdan al espectador lo que es el Apocalipsis, no vuelven sobre las lecturas de la Biblia más allá de alguna referencia, nada. Simplemente nos dicen que llegó el Apocalipsis y se llevó a los creyentes para dejar sobre la faz de la Tierra sólo a los condenados. No leí la novela del escritor Jerry B. Jenkins, pero si la trama del libro es igual a lo que nos ofrecen en la película, no entiendo como llegó a ser best seller. Hace poco salio otro film al estilo llamado "El Remanente", que también era malo y era aún más fundamentalista, pero al menos le había puesto un poco más de huevo a la producción, con algunos efectos visuales que zafaban. Acá directamente los efectos son pésimos y aburridos. Por ejemplo la desaparición de los creyentes es patética y las explosiones son super artificiales. Luego tenemos el tema de las interpretaciones... Bueno, Nicolas Cage parece que anda nuevamente corto de guita y aceptó hacer algo que le redituara unos mangos. Por supuesto que su rol es lo de siempre, tipo complicado que en realidad tiene buen corazón. Actuó en piloto automático. Los demás, Nicky Whelan, Chad Michael Murray, Lea Thompson, Cassi Thompson, Jordin Sparks, pierden aceite a lo loco. Aburrida, de producción pobre, mal guionada, con bajada de línea religiosa torpe. no hay mucho más para agregar. Esquívenla.
La mala racha de Nicolas Cage o la crónica de un fiasco anunciado El Apocalipsis llega a las pantallas con intención de reflexionar sobre las profecías bíblicas y la posibilidad de que la humanidad esté transitando el "fin de los tiempos". La Biblia, Nostradamus, la civilización maya... Dios lo anunció, y hombres de diversas épocas han profetizado sobre el llamado "fin de los tiempos". Misteriosas alegorías o pasmosas precisiones, nos han venido anunciando que, de un momento a otro, el planeta en que vivimos puede decidirse a devolvernos con creces el mal que le hemos hecho, o en términos cristianos, Dios segará el trigo y separará la paja del grano. Los creyentes rezan; los escépticos dudan; los agnósticos siguen adelante sin considerar más allá de su razón. El hecho es que, inserto en una u otra corriente, los cinéfilos tienen por delante El Apocalipsis, otra película-catástrofe, para el caso, de vertiente cristiana, que procura reflexionar acerca de las Sagradas Escrituras, a través de un relato de acción. Se basa en la serie de los libros religiosos Left behind (Dejados atrás), y es remake de la película protagonizada por Kirk Cameron en 2001, que tuvo dos secuelas con éxito relativo. No corre mejor suerte esta nueva versión, donde Cage interpreta a Rayford Steele, un piloto comercial que en el día de su cumpleaños decide tomar el mando de un vuelo hacia Londres junto con una azafata-amante, y para huir de su esposa, una fundamentalista religiosa que agotó la paciencia de su marido y sus dos hijos procurando convencerlos de la venida del Apocalipsis. Su hija mayor se cruza con él en el aeropuerto, donde la muchacha conoce a un famoso cronista de guerras y desastres ambientales. La cosa se vuelve mucho más seria cuando la noticia deja de ser ajena y sobre la faz de la Tierra y su cielo desaparecen, sin aviso previo ni explicación racional alguna, todos los niños y las personas de bien. La película parece avanzar, como el avión que se muestra, con poco y nada de combustible, las comunicaciones cortadas y el tren de aterrizaje roto, y un final que se salva por media nariz del desastre.
Si Hollywood ha depredado durante décadas temas importantes de la Biblia - y no hablamos sólo de la historia de Jesús o Noe, sino de los ángeles, los demonios, el Apocalipsis, la llegada del Anticristo y un largo etcétera - sólo para distorsionarlos, masificarlos y hacer buen dinero con ellos... ¿por qué no pueden abordarlos los tipos especializados en el tema?. Ese es el caso de la ficción fantástica cristiana, la cual toca temas sobrenaturales bibilicos y los refactura en un tono mas moderno y popular. Es una buena forma de propaganda religiosa y es una manera inteligente de llegar a un público joven y fresco, el cual nunca abriría una Biblia ni a palos. Left Behind pertenece a esa categoría de ficción: es una versión novelada de El Rapto - el momento previo al Apocalipsis en donde Dios se lleva a los justos al paraíso y deja a los impuros en el planeta, a la espera de la llegada del Anticristo y el padecimiento de siete años de dolor y muerte antes de la venida final de nuestro Cristo - escrito en la onda de La Dimensión Desconocida. El libro causó furor en Estados Unidos y disparó una saga con 16 secuelas, amén de fomentar toda una industria basada en ficción cristiana. Left Behind (Dejado Atrás) ya había tenido una primera (y vomitiva) versión en el año 2000, patrocinada por una iglesia y protagonizada por el insoportable Kirk Cameron - el cual se ha convertido en un pastor evangélico en la vida real -. El problema con la primera Left Behind es que era densa en su carga cristiana - ninguno de los personajes parecía una persona real sino que se la pasaban dando elaborados sermones sobre la importancia de Dios y la aceptación del destino divino -, lo cual la alejaba del espectador común. Los autores se pelearon con los productores, adujeron que era un filme muy berreta y querían una versión de gran presupuesto. Tras una amenaza de irse a juicio - especialmente porque los tipos produjeron dos secuelas no autorizadas -, llegaron a un arreglo, consiguieron mas plata y reclutaron a Nicolas Cage, el cual es una estrella de clase A... aunque venida a menos. Ciertamente la versión 2015 de Left Behind se ve mas solvente, es mas sólida y es menos densa con el mensaje cristiano, lástima que no termina de ser una historia redonda sino un capítulo cortado al medio cuya resolución habrá que esperar en una futura secuela (la cual dificilmente se concrete ya que casi nadie fue a verla al cine). Ciertamente los primeros 15 minutos de la cinta son fatales. Aparece un reportero estrella - Chad Michael Murray, a años luz del estoicismo de Kirk Cameron en el primer filme - el cual recién llega de cubrir el paso de un Tsunami en el Pacífico sur. Al toque se le cruza una fanática cristiana durante su conferencia de prensa, increpándolo por su falta de fe y por no aceptar al desastre como una prueba de Dios - es curioso ver que, tratándose de una película cristiana decidida a difundir valores religiosos, la "creyente" de turno tenga la apariencia de una chiflada recién salida del siquiátrico -. Por otro lado está Nick Cage como un piloto de aerolínea con romance intercontinental, el cual es descubierto por su hija. La frutilla del postre es la esposa de Cage, Lea Thompson, otra cristiana enardecida que usa hasta sábanas grabadas con versos de la Biblia, y la cual ha montado altares a lo largo de toda su casa (!). En serio: ¿los responsables de esto piensan reclutar cristianos pintando a los creyentes como tipos a los cuales les faltan varios caramelos del frasco?. Pasado el horrendo setup inicial, la película gana sus propios pies. Definitivamente no es una cinta para cualquiera, pero al menos se deja ver como si fuera una de cine catastrofe rodada para la TV - onda The Asylum -. Todo es medio barato y abundan los actores de relleno, los FX apenas zafan y algunos diálogos te hacen chillar los dientes. Al menos desnataron el grueso del discurso religioso y hay un par de pasos dramáticos / de humor que funcionan. Incluso ponen una situación de choque en el aire que le da un dramatismo inesperado y la hace ver como una copia de segunda de la saga Aeropuerto (las cuales tampoco eran muy buenas que digamos). software para estudios contables No me ensañaría demasiado con Left Behind 2015. Es mejor que la versión 2000, tiene mejores actuaciones - Cage se luce, y eso que labura aquí por el pancho y la coca -, está algo mas inspirada y es menos densa. El tema es que, descifrado que se trata de El Rapto bíblico, la cosa se frena y queda stand by a la espera de una secuela... y dudo mucho que los espectadores queden contentos con eso. Habrá que ver si los productores ponen el pecho y el bolsillo, consideran esto que es la gran causa cristiana, y deciden financiar los capitulos que faltan aunque la saga sea un fracaso - en la misma onda que Atlas Shrugged -... secuelas cuya existencia (o falta de ella) difícilmente me quiten el sueño.