Aquellos buenos viejos tiempos Vi Enseñanza de vida hace casi un año, durante su première en la Berlinale 2009, y guardo un excelente recuerdo de aquella experiencia. No sé si la película es tan buena como me pareció entonces (me debo una segunda visión para llegar a una conclusión definitiva), pero en medio de un festival plagado de films “difíciles” un logrado crowd-pleaser como éste resulta ya no sólo bienvenido sino casi un bálsamo para el espíritu. Ante mi reacción -y la del resto de la audiencia- me di cuenta al instante de que estábamos ante una historia encantadora, frente a un éxito en potencia, pero jamás pensé que, además, podría ser una sólida aspirante a los por entonces lejanos premios de fin de año (con nominaciones al Oscar incluídas que se definirán dentro de muy pocas horas). Típico relato de iniciación de una adolescente (consagratorio trabajo de Carey Mulligan, una actriz con destino de estrella) ambientado en el swinging London de los años ‘60, Enseñanza de vida explora con encanto, simpatía, buen humor, viñetas logradas, notables diálogos (cortesía del guión escrito por el gran Nick Hornby, responsable de Fiebre en las gradas, Un gran chico y Alta fidelidad), ritmo y ductilidad (mérito en este caso de la realizadora danesa de Italiano para principiantes Lone Scherfig), las contradicciones entre, por un lado, el entorno familiar bastante tradicional de la protagonista que tiene un inminente futuro universitario en Oxford y, por el otro, las tentaciones de la bohemia parisina, el jazz, los cafés, la literatura y el sexo que le propone un playboy/bon-vivant bastante más grande y, claro, mucho más experimentado que ella (un irresistible Peter Sarsgaard). Si a esa historia romántica, de rebeldía frente a los padres, los maestros y las convenciones conservadoras, se le suma una colorida reconstrucción de época, muy buena música y convincentes intérpretes secundarios (Alfred Molina, Dominic Cooper, Rosamund Pike, Olivia Williams y Emma Thompson, entre otros), estamos ante una película que -sin grandes ambiciones, pero no pocos logros- permite que uno salga de la sala con una sonrisa y un poco más reconciliado con la vida. En el contexto actual (del cine y del mundo), no se trata de un mérito menor.
Entrenamiento elemental para mujeres Ya la traducción local del titulo original advierte: Enseñanza de vida (An Education, 2009) es un relato de descubrimiento, tan obvio como predecible, cuya carga de moralina empalaga y su tono aleccionador enoja. La adolescencia de Jenny (Carey Mulligan) trascurre en la soporífera y opresiva vida familiar y la rectitud de una educación ultra conservadora: en los suburbios londinenses de los 60, la mujer es apenas un vehículo para la paternidad de los hombres, un ser condenado a las quehaceres domésticos y al cuidado del hogar. Ella pretende trascender. Tiene la capacidad y el conocimiento suficiente para ingresar en la prestigiosa universidad de Oxford. Pero todo cambia cuando la joven conoce a David (Peter Sarsgaard) y sucumbe ante su aparente éxito y espíritu libertario. El aura de misterio que envuelve a David y a sus intenciones durante la primera parte del metraje es quizá lo más interesante de Enseñanza de vida. Irrumpe de sopetón, conduce un auto de lujo en un barrio de clase media, tiene una vasta formación cultural, y su personalidad oscila entre el más tierno paternalismo donde aparenta subyacer la maldad propia de un corruptor de menores. Si encima porta el rostro perverso de Sarsgaard, y el objeto de su fascinación es Jenny y su impoluta inocencia, David es un auténtico villano en potencia. Pero después empieza los soliloquios acerca del respeto, la libertad y las decisiones que acarrea el traspaso hacia la adultez. Allí irá Jenny aprendiendo a los tortazos las durísimas lecciones que la realizadora danesa Lone Scherfig, junto con encargado de adaptar a la pantalla grande el libro de memorias de Lynn Barber, el guionista Nick Hornby, le imponen en ese ríspido camino. Como en La Sonrisa de la Mona Lisa (The Mona Lisa Smile, 2003), gran parte del didactismo corre a cargo de la profesora “inspiradora” y de ínfulas “correctivas” para con la desviación de la alumna ejemplar. Jenny (y el espectador, obvio) aprenderemos que ser mujer es mucho más que limpiar y cuidar chicos, que debemos leer, instruirnos y letrarnos para adquirir la mayor cantidad posible de elementos que nos permitan desenvolvernos en la vida. Pero si el espectador desprevenido no captó la lección, el combo moral-guía de autoayuda de Enseñanza de vida incluye a Helen (Rosamund Pike), la esposa del socio de David, construida como una verdadera pelmaza que limita la lectura al pasatiempo adormecedor de ver las fotos de las revistas faranduleras. Enseñanza de vida no es una mala película pero sí fallida. Concebida para agradar en festivales, se ahoga en su propias aspiraciones, se hunde por el tono de manual que inunda la narración. Apenas la belleza luminosa de Mulligan, poseedora del rostro más extraordinariamente común que dio el cine en los últimos años, la exoneran del tedio absoluto. Una lección que no vale la pena aprender.
Moralina barata y perfume francés ¿Qué puede tener de interesante la historia de una adolescente de colegio privado inglés, estudiosa y de su casa, que allá por los años 60 conoce a un hombre y da un mal paso? La pregunta más que un interrogante es retórica porque no hay otro atractivo –aunque lo de atractivo es un eufemismo- en esta tibia película inglesa dirigida por la danesa Lone Scherlig, sobrevalorada en demasía Enseñanza de vida (título local para An education) nos muestra de una manera demasiado elemental la conflictiva relación entre dos ámbitos: la escuela de los libros y la escuela de la vida a partir de un nexo en común, en este caso su protagonista Jenny (Carey Mulligan, nominada al Oscar). A sus 16 años, como toda jovencita de su edad, la muchacha que vive con sus padres en los suburbios londinenses pretende vivir otra vida que la que le toca en suerte, distante de aquella que se le presenta en el claustro educativo donde se prepara para poder ingresar a la Universidad de Oxford en la carrera de Literatura Inglesa. Más que un anhelo lo de Jenny obedece exclusivamente al mandato paterno (Alfred Molina en el rol de padre). Este considera la educación de su hija como parte de una inversión y la garantía de un éxito futuro. Sin embargo, entre traducciones de Virgilio, interpretaciones de la obra de Shakespeare y un compendio de reglas estrictas aparece en la vida de la muchachita un hombre con aires de bohemio y bon- vivant (Peter Saasgard) quien la deslumbra y la introduce en un mundo rodeado de cuadros, jazz, lujos y buenos restaurantes. El resto no hace falta contarlo dado que no hay nada novedoso, ni siquiera en una vuelta de tuerca previsible, para remarcar de un relato bastante anodino que busca desesperadamente contagiarse del espíritu de los 60; del cine de la nouvelle vague en sus comienzos y de la frescura de cualquier comedia teenager pero sin lograr arribar a ninguno de estos objetivos y lo que es más grave aún revestido por un manto de moralina y corrección política alarmantes. Con esta película recientemente nominada al Oscar en varias ternas (incluida la de mejor película) y, basada en las memorias de la periodista Lynn Barber, uno como espectador experimenta en los primeros minutos algo así como un romance idílico en perfecta sintonía con el que vive la protagonista. No obstante, luego de un lapso breve le sucede lo mismo que a ella: esa perfecta conexión se desvanece en un abrir y cerrar de ojos con un ligero sabor amargo que perdura en el paladar y solamente puede ser saciado con una sobredosis de buen cine y pochoclos.
Revolución íntima El filme, nominado al Oscar, se centra en una adolescente seducida por un hombre de 35. Nick Hornby, que en Enseñanza de vida (fea traducción, con aires de autoayuda, de An Education) adapta las memorias de la periodista Lynn Barber, se caracteriza por su estilo literario basado en la fresca perspicacia, el sentido del humor, la aparente levedad, la ausencia de academicismo, aunque él sea egresado de la carrera de Letras de Cambridge. Ese tono -con un humor más cálido que irónico- y esa contraposición -educación de claustro vs. educación sentimental- dominan esta película de Lone Scherfig (Italiano para principiantes), candidata al Oscar a mejor película. Enseñanza ... está ambientada en Inglaterra, a principios de los '60. Aunque sería más justo hablar de los últimos reflejos de los '50: de una sociedad, satisfecha en su conservadurismo, austera en su recuperación de la Segunda Guerra. Jenny (extraordinaria Carey Mulligan, también candidata al Oscar) es una estudiante, de 16 años, con futuro de Oxford. Pero sus fantasías están en otro lugar, menos estructurado, más vital, menos conformista. Geográficamente, en Francia: ella sueña con conocer París; admira a Jacques Brel, la Nouvelle vague, Albert Camus. "El libro trata sobre un hombre que no se conmueve ni por la muerte de la madre ni por asesinar a otro", les explica, a sus pueblerinas compañeras, lejanas al existencialismo, para acercarlas a El extranjero. Falta poco para el Mayo del '68. Pero el mundo de Jenny -que vive con sus padres; interpretados por Alfred Molina y Cara Seymour- se revuelve y estalla -ideológica y hormonalmente- cuando conoce a David (Peter Sarsgaard): un bon vivant que la dobla en edad, un seductor despreocupado, capaz de impostar con encantadora naturalidad -como todo seductor-, un tipo que sólo deja ver -y esto lo hace más interesante- la punta de un iceberg. Su extrema facilidad para mentir, simpática a la hora en que seduce a los padres de ella, se va volviendo cada vez más misteriosa e inquietante. El ambiguo David -siempre acompañado por una pareja de su edad: sofisticada, sibarita, extraña- es un tipo al que muchísimas mujeres le perdonarían casi todo, incluso los pequeños delitos. En una secuencia notable, tratada con deliberada ligereza, él y sus amigos -que se dedican al negocio del arte- roban un cuadro. Jenny amaga con indignarse y separarse. Pero un rato después le dice a David: "No sabés lo aburrida que era mi vida antes de conocerte. Acción es carácter: sé lo que significa, pero nunca hice nada de mi vida". Sin personajes maniqueos, ni diálogos forzados, ni contrastes extremos, Enseñanza ... es una delicada historia iniciática, un fresco de época, un filme romántico que no tensa en extremo su dramatismo. Mantiene un predominante tono luminoso (estilo La felicidad trae suerte), aunque con necesarias dosis de desencanto y amargura. Las (muy) buenas actuaciones, la recreación -poco ornamentada- de época y la ausencia de giros pretenciosos la convierten en una película sensible, pero no enfática, elegantemente británica, para el goce cosmopolita.
Educación sentimental en la Inglaterra de los 60 Su protagonista, Carey Mulligan, nominada al Oscar Si se lo viera sólo como el retrato de un personaje admirablemente definido y mejor interpretado Enseñanza de vida ya exhibiría (por coherencia, agudeza y vivacidad) méritos suficientes para descollar entre tantas historias sobre jovencitas que inician su educación sentimental al lado de un hombre maduro. Pero el film de Lone Scherfig va más allá: en medio de la aventura personal, expuesta con refinada sensibilidad y llamativa fluidez, se filtran precisas pinceladas que describen una sociedad -la inglesa de los primeros años 60- a punto de experimentar cambios decisivos. El trabajo de la realizadora danesa (la misma de Italiano para principiantes ) se apoya en dos sólidos puntales: el guión de Nick Hornby -que proporcionó formato dramático a la autobiografía de la periodista Lynn Barber- y la extraordinaria transparencia de Carey Mulligan, verdadera revelación que acaba de ser nominada, con justicia, al Oscar de la Academia. Imposible no destacarlos porque si Hornby supo calibrar con mano maestra la evolución vivida por la protagonista entre la adolescente inteligente y un poco ingenua del comienzo y la joven que debe sobrellevar su primer fracaso, la actriz hizo visibles cada una de las etapas de esa transición con pasmoso dominio de los matices. A Jenny le gusta verse como sofisticada mujer de mundo que habla francés y adora a Juliette Greco, pero es la estudiante destinada a Oxford (aunque no resigna otras inquietudes), que a la salida del colegio debe esperar el ómnibus bajo la lluvia. En casa, la esperan una madre indulgente y un padre que vigila sus progresos con vistas al futuro. Hasta que aparece David, con su auto lujoso, su parla elegante y su aire mundano y la seduce. A ella y a toda su convencional familia: vale la pena renunciar a Oxford por un candidato semejante. Ya habrá tiempo para descubrir sus costados oscuros. Hasta entonces, las encandilantes experiencias de Jenny (conciertos, restaurantes suntuosos, museos, un viaje a París) irán conduciéndola paralelamente a un lento proceso de aprendizaje de la vida real. El film acusa cierta concesión en el epílogo, que puede soslayarse ante la cantidad de sus aciertos: entre ellos la sutileza con que son retratados el clima de la época pre-Beatles y algunos rasgos sociales (incluidos la hipocresía y el solapado racismo); el impecable diseño de producción y la excelencia de un elenco en el que también brillan Peter Sasgaard y Alfred Molina.
Caperucita Roja se abandona a las fauces del lobo “–Ves, todo es hermoso acá; descansa –dijo él– y quita ese delantal. Mientras el delantal caía, él se transformó; ella lo desconocía. Lo veía negro, ahora, brillante, como con disfraz, como con máscara, y con otra pierna, otro brazo, un gajo en la mano, pero de sí, con la punta quemando, florida.” El fragmento pertenece a las primeras páginas de Camino de las pedrerías, libro de relatos eróticos de la uruguaya Marosa di Giorgio y es posible encontrar infinitas referencias similares a lo largo de toda su obra. Brutal, siempre en femenino, Di Giorgio persiste en alucinar el fin de la inocencia describiendo el despertar sexual como un pacto diabólico, y a la adolescencia como un infierno que de una forma u otra se acaba por habitar. Basada en las memorias de la periodista inglesa Lynn Barber y nominada a los Oscar como mejor película y guión adaptado, Enseñanza de vida discurre sobre esa etapa en la que el mundo termina de abrirse y va adquiriendo una forma nueva y definitiva, mientras los delantales caen exponiendo la carne aún tierna. Ese estar desencajado es el mal que afecta a Jenny: ningún lugar es su lugar; y si en la escuela se destaca entre niñas abúlicas, no es porque ahí esté a gusto. Es la inercia de un padre más ansioso que ocupado, la que la empuja a conseguir una vacante en la privilegiada universidad de Oxford. A pesar de sus dulces 16, de entrada se nota que Jenny tiene encendidas de sobra las luces que en Jack, su padre, parecen haber estado siempre apagadas. Ante el asedio constante de ese padre obsesionado, la aparición de David representa para Jenny la posibilidad de acceder a un mundo cuyo deseo implica despreciar el suyo propio. Pero David no es un chico de la edad de Jenny. Es un hombre, un seductor que sabe cómo deslumbrar a esa voraz y frustrada familia de clase media, que entre conformismo y racismo pretende ser decorosamente victoriana, aunque es capaz de entregar a la primogénita al sacrificio con tal de arañar la salvación. A diferencia de Humbert Humbert, David no parece tener ningún conflicto con su deseo y ahí está, disfrutando de la vida de igual a igual junto a su Lolita. La niña se ve en la encrucijada de elegir entre lo “malo” conocido y la fascinación de lo por descubrir. Y todo parece guiarla en la misma dirección: la vista gorda de sus padres, la afectuosa pero no inocente complicidad de David, la lógica zoncera de sus iguales y la falta de argumentos de sus educadores. Pero sobre todo su propia suficiencia, esa candidez que hace que los adolescentes se crean mayores. Aunque la película del hombre lobo se estrena la semana que viene, en Enseñanza de vida no tardará en aparecer uno, cubierto con un edredón de tibia lana. Hasta allí, la directora danesa Lone Scherfig había conseguido llevar adelante su película de manera soberbia, haciendo gala de un pulso narrativo medido, en el que se destaca un inteligente uso del humor y una atractiva representación de época, que incluye tanto vestuarios y locaciones como una precisa banda sonora. Y un elenco impecable, desde la luminosa Jenny que compone Carey Mulligan –también nominada con justicia al Oscar como mejor protagonista femenina– al notable conjunto de secundarios, en donde es difícil destacar a uno sin olvidar injustamente a otros. Pero sólo hasta allí. El final de la película, si bien mantiene los méritos enumerados, no consigue dar con el recurso adecuado para cerrar el cuento de la Caperucita Roja. O lo que es peor, cayendo en algunos otros que lesionan la solidez con que se llega a ese tercer acto, cediendo a la tentación del final feliz (ese infierno del cine, tan útil en tiempos de Oscars). Desde el tono aleccionador con que se reparten responsabilidades al mito de la autosuperación, y los esperables mea culpa, todo conspira para que el espectador sienta, después de haber sido agasajado y seducido, que un poco también se lo ha engañado como una colegiala a la que le piden que se quite el delantal.
La educación no tan sentimental “Después de la universidad voy a ser una francesa. Voy a ir a París, voy a fumar, a vestirme de negro y a escuchar a Jacques Brel. Y no hablaré más. Seré elegante”. Jenny tiene 16 años y, aunque lleva el mismo uniforme gris que sus compañeras de colegio, no es como las demás. En plena formación-ebullición, la chica tiene los ojos brillantes de la inteligencia, una mirada crítica sobre lo que la rodea y una cultura con la solidez suficiente como para sostener conversaciones eruditas con adultos refinados. Es una estudiante diez. El latín y el francés son para ella, más que materias, objetos de deseo y de placer. Jenny está para comerse el mundo. Ese que sus padres se encargan de custodiar para que se amolde a su única nena, firme candidata a entrar en la Universidad de Oxford. Pero es difícil ser un proyecto de futuro. Sobre todo cuando se echa un vistazo a lo que hay afuera del aula. An Education/Enseñanza de vida es la adaptación -nominada al Óscar, junto a Mejor Película y Mejor Actriz- que hizo el gran Nick Hornby de las memorias de pasaje de la periodista británica Lynn Barber. Una historia que pone en primer plano la tensión entre esas dos placas tectónicas del crecimiento: educación formal versus escuela de la vida. Aquí, las coloridas tentaciones de la segunda, que amenazan con desviar a Jenny del camino a Oxford, se concentran en David, un playboy encantador (Peter Sarsgaard) que la seduce sin solución. El hombre le lleva unos cuantos años a la adolescente y, desde su primera entrada “accidental”, impone la intriga. El espectador está esperando el momento en que, irremediablemente (¿o no?), este sujeto se revelará como un depredador sexual, un pervertido o un mafioso encubierto. Todo gracias al ajustado guión de Hornby, que va sumando, como serenas pinceladas, escenas de la relación de noviazgo que hará de la Jenny patito un cisne con aire de Audrey Hepburn. Si David es un chanta, la astuta Jenny sabrá restarle importancia, fascinada por todo lo suyo, nuevo y maravilloso: conciertos de música clásica, viajes relámpago a su París soñada, subastas de arte en Christie’s, cenas tardías en los mejores restaurantes, siempre junto a su pareja de amigos fiesteros, Helen (Rosamund Pike) y Danny (Dominic Cooper). Es la vie en rose opuesta a la de la envarada Londres de principios de los 60, donde no habían llegado aún los raros peinados nuevos. La vida de martinis dry, coches de colección, jazz clubs y picnics a la orilla del Sena. Aunque Jenny dejará los estudios y (elipsis mediante) la virginidad por tanta diversión, Barber, Hornby y el director danés Lone Scherfig evitan la condena y, muy cuidadosamente, cualquier dramatismo. “¿Por esto que dura tan poco se escribieron tantas canciones y poemas?”, dirá Jenny después de su primer sexo. Menos aguda resulta la prolija puesta en escena, tan desangelada como el punto de vista. Y con evidente –y por lo visto satisfecha– voluntad de Oscar y de éxito. Punto y aparte merece la deslumbrante Carey Mulligan como Jenny. La actriz, una desconocida, se carga la película al hombro para ofrecer el generoso espectáculo de ver a su personaje crecer y transformarse ante nuestros ojos. A medias invencible, a medias naif y vulnerable, su Jenny respira. Y nosotros con ella.
Si bien lo que sucede con esta pareja no va a dejar boquiabierto a nadie, está narrado de tal forma que atrapa y entretiene, además de mantener un suspenso interesante, ya que si bien podemos sospechar ...
Una educación por otra A Jenny (Carey Mulligan) la espera un futuro brillante. En la Inglaterra de los años ´60, ella sólo tiene dos prospectos: casarse con el mejor partido posible, o volcarse a la vida universitaria en Oxford. Teniendo en cuenta que Jenny es una jovencita excepcionalmente madura e inteligente, la opción Oxford es su mayor aspiración y sus profesoras la alientan a tomar ese camino. Al menos hasta el día en que se cruza con David (Peter Sarsgaard), un hombre bastante mayor que ella, con chispas de sofisticación y deliberadamente ostentoso, que comienza a cortejarla sin disimulo. A partir de ese momento esta colegiala aplicada comienza un nuevo camino, una suerte de educación alternativa compuesta de salidas a cenar, viajes, bailes y conciertos. Jenny siente que su vida ordinaria se le vuelve doblemente pesada, y que quizá haya posibilidad de combinar sus aspiraciones académicas con otras más mundanas. Sin embargo, hasta el mejor de los sueños revela sus dobleces, y Jenny no tardará en enfrentarse a una decisión capaz de torcer su destino. Con un notabilísimo guión (no podía ser menos viniendo de Nick Hornby, ampliamente reconocido en este terreno desde háce más de una década), la eficaz Lone Scherfig se mete con un tema atemporal: el dilema de la educación (o no) de las jóvenes. Viene bien recordar que el progreso académico femenino recién se volvió una cuestión naturalizada a partir de los años ´70, y su Jenny es en más de un sentido un personaje de avanzada para su época, aunque la paradoja que le toca vivir la acerca más a la realidad de su época y su sociedad de lo que le gustaría. La puesta en escena, fotografía y ambientación son maravillosas, muy adecuadas para enmarcar una historia donde ningún personaje es totalmente secundario. Por ejemplo, esa directora de instituto que compone Emma Thompson. O ese padre ciclotímico y melindroso que encarna Alfred Molina. Todos con su propio relieve y espacio, contribuyen a esta historia que abre y cierra como el mejor de los cuentos. Casi, casi con moraleja y todo. "Enseñanza de vida" es, pese a lo remanido e inadecuado de su título como avance, una de las mejores propuestas que ofrece la cartelera este verano.
De adolescente a mujer Se estrena una de las películas nominadas en el rubro de mejor film para los próximos premios Oscar. Una interesante comedia romántica ambientada en la Gran Bretaña de la década del sesenta, en un colegio conservador, y en un ámbito en el que una adolescente de 17 años (Carey Mulligan) está a punto de convertirse en mujer. A pesar del ambiente rígido de clase media de su hogar, ella comienza a salir con un playboy treintañero (Peter Sarsgaard) que le muesrta París, mientras sueña con llegar a Oxford. Sin embargo, la realidad no tardará en golpearla. El film mantiene la mirada cálida de la directora Lone Scherfig que expone los conflictos adolescentes con firme mano dramática y sumerge a la joven en un mundo de adultos, en el que se verá inflcuenciada por la cultura francesa. Para lograr su cometido, la realizadora está respaldada por buenos intérpretes: Emma Thompson, como la directora del colegio; Dominic Cooper, en el rol del amigo del novio prometedor, y el excelente Alfred Molina como el padre estricto que ablanda finalmente su corazón. Todos contribuyen para que el relato llegue a buen puerto y, deja en claro, que el corazón también puede recibir una buena educación. Cueste lo que cueste.
Sospecha Nuestro cerebro cinéfilo (lloren modernos y postmodernos) es maniqueo. Nos sentamos a ver una película y no nos tranquilizamos hasta saber quién es el bueno y quién es el malo. Todos necesitamos solidarizarnos con el héroe o simpatizar oscuramente con el villano, y para eso queremos establecer qué personaje se para del lado oscuro y cuál del lado luminoso en una película. Enseñanza de vida (traducción al castellano medio pelo del más sobrio An education, tal como se la tituló en inglés) juega con estas necesidades conservadoras y nos hace burla, porque nos pasamos palpitando una vil traición que, cuando aparece, no resulta tan condenable porque ni la víctima es tan inocente ni el victimario tan crápula. La historia es simple: en la Inglaterra pre-hippie de los 60, Jenny (Carey Mulligan) pinta para cerebrito. Se prepara para hacer los exámenes de admisión a la Universidad de Oxford, toca el chelo, estudia latín, entiende los clásicos de la literatura británica, en fin, es el orgullo de padres y docentes. Hasta que un buen día se le cruza un señor 20 años mayor y la deja deslumbrada. El señor es encantador y promete mostrarle lo que es la buena vida que, al parecer, no se condice con el futuro brillante que le auguraban a la joven. Suspicaces, entonces, identificamos al malhechor de la historia, el personaje que encarna Peter Sarsgaard es simpático, caballeroso y elegante, pero tiene algo de siniestro. Sin duda, decimos, es el lobo disfrazado de cordero esperando el momento indicado para hincarle los dientes a caperucita. Pero ese momento tarda en llegar, cuando creemos que por fin va a mostrar la hilacha resulta que no, que el hombre se porta bien. En An Education sobrevuela el espíritu de Suspicion de Hitchcock donde Cary Grant interpretaba a un Don Juan al cual adoramos y de quien desconfiamos en proporciones idénticas. La idea es similar, el seductor de esta película no sube las escaleras con un brillante vaso de leche presumiblemente envenenado, pero hace regalos en lindas cajitas y lleva a la dama de paseo romántico a París, todos posibles anzuelos hacia la perdición. El guión escrito por el formidable Nick Hornby es juguetón pero riguroso. De a poco, vamos viendo que la chica no es tan inocente y el galán no es tan maduro y manipulador. Cuando esperamos que la menor sea seducida y abandonada, de pronto descubrimos que es ella quien impone las condiciones de su debut sexual y el señor las respeta, incluso él se muestra más infantil y nervioso ante la prueba. Jenny crece de golpe, se comporta como una mujer que sabe lo que quiere y cómo lo quiere, y su novio en cierto modo se somete y la complace. Ahora si estamos desconcertados, ¿dónde nos paramos? Solamente algo sensorial nos pone en alerta. Los actores están tomados en persistentes primeros planos y la pantalla grande del cine nos muestra claramente las arrugas de él y la piel nueva y con algunos granitos de ella. En esas caras, ya gastada una, radiante la otra, hay algo que nos habla de la madurez y nos mantiene en guardia y sospechando. Imágenes y conductas se contradicen y no sabemos qué pensar. No vamos a anticipar el final, basta con decir que la película, casi llegando a la meta se viene abajo, pero quizá sea demasiado pedirle que llegue a la estatura del antecedente hitchcockiano. Las cosas terminan con una enseñanza moral un poco trucha pero ya no nos importa, porque hasta este derrumbe, la trama nos mantuvo con nuestros cerebros maniqueos vacilantes, cumpliendo con su cometido. Bien podemos resignarnos a final gris cuando por bastante rato nos pasamos desesperados por encontrar dónde estaban los blancos y dónde los negros.
La educación. Todos en nuestro sano juicio, inclusive al ser pequeños y afrontar con rechazo las a veces interminables horas de estudio, sabemos que, el estudiar apremia. Si quisieramos posicionarnos en la mirada de la sociedad, el tener un titulo a veces es confundido con inclusive ser una mejor persona. En ese “todos sabemos”, me incluyo e intuyo, que podemos discernir y distinguir que el educarnos nos dignifica, a nivel personal. Con el paso del tiempo, las distintas épocas, se han caracterizado de establecer cánones dentro de los sistema educativos. Ya no es lo mismo estudiar en un determinado instituto frente a otro, mejores salidas laborales, mayor prestigio, en fin, cuestiones que se acercan en muchos casos a la frívola y moderna manera de enseñar. Los sacrificios de familiares, padres en la mayoria de los casos, por obtener una educación que tal vez no hayan podido tener en sus vidas, siempre fue tarea encomendable, intentar brindarles a sus hijos la mejor educación posible, para que prosperen, mejoren, algo que ha de servirles en todas sus vidas. Una educación. Qué ocurre cuando el estudiante se enamora y decide dejar todo por ese amor? Esto, dentro de otras premisas, es algo que plantea Enseñanza de Vida, el nuevo film de Lone Scherfig, directora del recomendable Dogma#12 Italiano para Principiantes. Amabientada en 1960, Jenny (Carey Mulligan) es la adolescente estudiante, destacada entre sus pares, presionada por sus padres, con quienes convive, para lograr el ansiado ingreso a Oxford. Las horas de estudio no bastarán frente a la nueva experiencia en la que se ve envuelta Jenny, algo que los libros no le han enseñado ni por asomo: conocer a David. David (Peter Sarsgaard) es un hombre ricachón, que desborda de simpatía, un dandi, que lleva a la adolescente a conocer con sus propios sentidos todo aquello que veia reflejado en libros de enseñanza, arte, música, pinturas, juntos visitan un museo, una subasta, una ópera, un viaje a Paris. Se plantea el temino de cuánto tiempo hay que esperar para poder disfrutar de los placeres de la vida, vivirlos, no posponerlos, el tiempo es ahora. Algunos personajes enarbolan los distintos estereotipos a seguir: David representa lo que algunos padres desean para sus hijas mujeres, un hombre que les brinde tranquilidad económica, ¿para qué seguir estudiando?. Su recta profesora Miss Stubbs (Olivia Williams) se encamina hacia el tipo de mujer culta de la cual su vida no ha sido mas que abarcada totalmente por el estudio, soltera, independiente, fiel a los valores morales. La rectora, interpretada por Emma Thompson es la que finalmente le hace frente a Jenny, en uno de los mejores diálogos concebidos en el film. Es muy interesante poder acceder al desarrollo que el film va concadenando, de un clásico drama escolar, el vinculo con otras temáticas y géneros va acrecentándose, teniendo siempre a Jenny como el eje de todo asunto. Encontrè en Enseñanza de Vida, un hermoso film, pintorezco, narrativamente cálido al igual que el gran salto actoral que ha implicado para Carey Mulligan, una actriz que de ahora en más veremos hasta en la sopa. No obstante discrepo con los diversos válidos planteos que hace el film a ciertas circunstancias, y que luego el mismo, dá completamente por aludidas y rechazadas, por otros argumentos. Cambios abruptos en la intención del film y visualmente desde el punto de vista de vestuario o carácter de la protagonista. Un film que temina a las apuradas luego de haber disfrutado de casi su totalidad.
La buena enseñanza es un concepto muy discutido dentro de las ciencias didácticas, de hecho hay varias corrientes que plantean postulaciones muy opuestas acerca del proceso de enseñar y aprender que ocurre en la transmisión de saberes, valores y destrezas. Van desde el educador que ve en el alumno una tabula rasa a la cual hay que llenar de conocimiento, a aquellas teorías que plantean que el acto educativo depende sólo de la espontaneidad y del deseo del aprendiz siendo el enseñante sólo un acompañante que funciona como guía al sostener esta práctica. La película se monta sobre estas cuestiones, para desarrollar una comedia dramática por momentos muy romántica, que aborda el alcance que tiene en el sujeto el sistema educativo formal, y la enseñanza no formal, como aquellas experiencias de vida que modifican nuestra existencia. De todos modos la cineasta Lone Scherfig no puede evitar caer en las mismas contradicciones que tienen los montones de escritos que estudian a la educación en sí misma. Jenny es una adolescente de la rígida Londres allá por comienzos de los años 60, que se destaca por ser la más brillante de su clase, responde puntillosamente a la demanda paterna, de ingresar el próximo año en la prestigiosa Universidad de Oxford, amante de las artes y el conocimiento. Afortunadamente el azar la sorprende y se cruza con David un hombre bastante mayor, de muy buen pasar y conocedor de los grandes placeres de la vida, así esta chica ejemplar queda cautivada con su príncipe azul. A partir de ahí, Jenny puede olvidarse un poco de los libros, baja su rendimiento académico, enfrenta al padre y a sus superiores y se entrega a su amado, que es él quien ocupa ahora el rol de principal educador, enseñándole otros aspectos de la existencia, dentro de un exclusivo circulo social y codeándola con gente que al parecer la tiene más clara, en cuanto al deseo se refiere, que lo rígidos e impecables modelos que ella tenía hasta el momento. Claro que no todo es como parece y cuando la limosna es grande hasta el santo desconfía, este nuevo abrir de ojos de Jenny viene acompañado de un enceguecimiento en otros terrenos. La película funciona muy bien como entretenimiento, no aburre en ningún momento, se disfruta, conmueve y fascina, las situaciones cómicas son muy efectistas y hacen reír realmente, el punto más alto, son los personajes que desfilan en todo film, cada uno con los mecanismos de defensas a flor de piel, presentan una imagen y posición en el mundo firme pero que esconden muchísimas dicotomías e inseguridades en sus vidas. Esto se logra, gracias a la dirección de excelentes trabajos interpretativos que realizan todos los actores. Se destacan Carey Mulligan en su papel de Jenny siendo una verdadera revelación; lo de Alfred Molina, como ese padre que encarna al Super Yo (los mandatos y el ideal) pero que luego flaquea ante el deseo de su hija es brillante, y Emma Thompson con cortas apariciones pero contundentes. Sin embargo queda ahí, en el pasatiempo, por momentos está plagada de recursos clichés: Jenny es estereotipadamente la típica chica hermosa e inteligente, admirada por pares y superiores, con dos amigas, no tan agraciadas, que no tienen vida propia, sólo les queda el ser espectadoras de las hazañas de su bella compañera; unas cuantas escenas archivistas en películas románticas o telenovelas, como lo es, a modo de ejemplo, la noche en la que él le pide casamiento. El film hace agua cuando intenta alejarse del mero esparcimiento y quiere dar un mensaje, se contradice, pierde lógica, eso que cuestiona tan vehementemente como mandatos sociales al principio, luego no puede sostenerlo, da un giro de 360 grados y se vuelve a foja cero, queda atrapado en el conflicto amoroso y el relato se reduce a una dicotomía entre el ideal de Oxford vs. la vida frívola de la alta sociedad. En este punto, me alivia que después hallan llegado Los Béatles, Los Stones, Pink Floyd o La Naranja Mecánica que hicieron un poco de ruido en una sociedad tan conservadora como lo era la inglesa.
Enseñanza de vida es una película bastante incómoda por donde se la mire, pero ésto no es algo malo y seguramente fue la intención de su director Lone Scherfig. La historia de amor es muy bella mientras los protagonistas se van conociendo, pero es inevitable sentir cierto rechazo al ver a una muchachita coquetear con un hombre casi veinte años mayor que ella. En la crítica de Vivir al límite mencioné que hay muchos films que no están destinados a divertir y esta afirmación se puede aplicar para esta película también, aunque gracias a varios momentos de humor y el muy buen ritmo que posee el relato hacen que su hora y media de duración sea un rato más que agradable en el cine. Incluso esas escenas de cierta comicidad hacen que se eleve un poco el malestar que genera la incomodidad mencionada arriba. Hay dos apartados que merecen ser resaltados y estos son la ambientación y la música. La primera realmente me encantó por la gran elección en el vestuario, peinados y autos que van apareciendo mientras transcurre la trama. La segunda le da un toque particular a cada escena y la acondiciona de manera sencilla, pero muy efectiva. El guión es acorde a lo que el film necesita y la adaptación del libro es bastante satisfactoria, debido a que muchas veces dichos traspasos de novelas a películas quedan a mitad de camino. Las actuaciones le dan un gran valor agregado a la película y voy a comenzar a destacarlos uno por uno de menor a mayor destaque. Emma Thompson realiza una labor a la altura de lo talentosa que es su figura en las pocas escenas que aparece y Cara Seymour, madre de Jenny, lleva adelante una caracterización adecuada a lo que necesita su personaje. Olivia Williams interpreta a la maestra que intenta ayudar a la protagonista, con bastante soltura y demostrando estar a la altura del difícil papel de ayudar a una jovencita que cree que todo lo puede desde la rigidez que marcaba la educación en esa época. Peter Sarsgaard tiene una completa filmografía y aquí lleva una muy buena labor interpretando al conquistador de la bella adolescente. La reciente nominada a Mejor actriz, Carey Mulligan, tuvo una actuación consagratoria que seguramente hará que le lluevan proyectos de aquí en adelante. Sinceramente me encantó como lleno de vida, madurez y carisma su Jenny. Deje para el final la brillante labor de Alfred Molina que considero como la más destacada. En la cinta se lo puede ver interpretando a un anticuado padre que esta obsesionado con el ingreso de su hija a Oxford, con momentos de drama, ira y humor sorteados con un nivel excelente. Mención aparte para la conmovedora escena de Molina llevándole comida a Mulligan a la puerta de su cuarto. Fue en esa secuencia cuando la película me terminó de encantar. Enseñanza de vida es una excelente opción para aquellos que quieran ver una interesante pero incómoda y controvertida historia de amor llevada adelante con grandes actuaciones.
Crecer de golpe Enseñanza de vida es del tipo de películas que no interesa por ser audaz o renovadora, sino por desarrollar apropiadamente un personaje con el que los espectadores simpatizamos inmediatamente y por introducir un tema para la discusión. El personaje es Jenny, una chica de 16 años linda y perspicaz, hija única y buena estudiante (la excelente Carey Mulligan), cuyos planes de ingresar a la Universidad –en la Londres de 1961– tambalean cuando conoce a David, un joven bastante mayor que ella, seductor y convincente (Peter Sarsgaard), que le permite compartir una continuidad de viajes, conciertos, subastas y cenas en sitios donde se fuma y se canta jazz, experimentando, en definitiva, cierto espíritu de aventura y de disfrute de las cosas mundanas. Allí aparece, precisamente, la cuestión que el film invita a debatir: ¿son suficientes los estudios sistemáticos que brindan un colegio o una universidad en la formación de una persona? ¿o el aprendizaje que brinda la “universidad de la calle” (como dice en una oportunidad David) es superior a los esfuerzos que pueden llevar a la obtención de un título? Preguntas que comienzan a rondar, antes que a nadie, a la propia Jenny, impulsándola a pensar en voz alta: “Si nunca hiciéramos nada no seríamos nadie”. Lo destacable de Enseñanza de vida es que evita los previsibles lugares comunes: no estereotipa a sus personajes (los padres y el pretendiente adolescente de Jenny, por ejemplo, hubieran sido motivo de escarnio en otras manos), resuelve sin solemnidad algunos acontecimientos de la vida de la protagonista (sus primeros encuentros con David, las discusiones con sus padres, su iniciación sexual) y no limita su contenido a la confrontación entre dos opuestos (intelecto vs. experiencia, deber vs. placer). Incluso, si bien hay cierto regodeo con el look de época (ropa, peinados, muebles, automóviles, canciones), no pierde de vista la historia a contar: los breves travellings del comienzo, por ejemplo, mientras transcurren los títulos, describen ámbito, tiempo y circunstancia de manera clara sin agregados innecesarios. En algún momento, el film parece inclinarse hacia una defensa de la frivolidad y del dinero como medio que justifica cualquier fin, pero ciertas vueltas de tuerca finales le devuelven sus matices para la discusión y salvan a la querible protagonista de resoluciones sórdidas o altisonantes. Enseñanza de vida exhibe una honestidad y una modestia con las que no cuentan otras candidatas a mediáticos premios (como el Oscar o el Bafta) este año. No obstante, es una lástima que la directora Lone Scherfig (1959, Copenhage, Dinamarca) haya plasmado esta historia con un estilo tan cauto y anticuado, como si se hubiera contagiado un poco del carácter rígido de la rectora del colegio inglés (interpretada por Emma Thompson) al que Jenny asiste como si se tratara de un mal necesario.
Pasiones domesticadas La Inglaterra de posguerra, asociada a la herencia puritana y a las tradiciones políticas y religiosas, son el marco para recrear la historia de una adolescente con aspiraciones de independencia. Fanática de la cultura francesa, a la que asocia a la sofisticación y el refinamiento, sueña con superar la monotonía familiar. Lo consigue cuando conoce a David, un hombre mayor que con su encanto la conquista a ella y a su familia. Pero la relación amenaza con acabar con su brillante futuro cuando deja sus estudios para vivir una vida más excitante. La película, de muy buena factura estética, con excelentes actuaciones y tres candidaturas al Oscar, resulta por momentos aleccionadora sobre las inconveniencias del desatino y pinta un fresco sobre el paso de la adolescencia a la vida adulta.
Camino que has de recorrer... Esta película es como una de esas pequeñas joyitas que uno encuentra, disfruta, y con el tiempo vuelve a ver con el mismo cariño que la primera vez. Es una historia romántica bien contada, con personajes queribles y actuaciones memorables. Hay una gran atención por el detalle (noten cada mirada, cada gesto) y una gran química entre ellos. Quizás en el último acto (o mejor dicho, en los últimos minutos) todo se convierta en un desfile de clichés con enseñanzas de vida incluídas (y ahí justifican un poco el pomposo título con el que se tradujo en este país). La historia es sobre una chica de 16 años, Jenny, linda, inteligente y energética. Mucha de su energía la vuelca en los libros. Estudia para conseguir un lugar en la prestigiosa universidad de Oxford. Su padre (estupendos en su trabajo Alfred Molina) quiere que ella asegure su futuro. Nada de escuchar música francesa o dejar las prácticas de violín. Ella debe encajar en la etiqueta de Oxford. Jenny es estupendamente encarnada por Carey Mulligan, una chica que sabe como enamorar al espectador. Solamente con una sonrisa y algunos tics esnobs (las frases en francés que ni ella sabe por qué las dice) puede comprar a cualquiera. Una de las secuencias claves de la película, y donde consigue sin dudas, la mejor tensión romántica, se produce cuando la jovencita sale de la escuela. Llueve, y la chica está empapada con su violonchelo (nota al margen: quien escribe está encantadisímo con la pronunciación inglesa de ciertas palabras, que sale de la flema inglesa de estos actores). Pero en ese momento aparece David (Peter Sarsgaard) un bon vivant que maneja un Bristol deportivo y es, claro, el móvil a la sofisticación y la vida de lujo. No hablo del auto, sino del concepto del personaje de David. Es lo que la muchachita llena de estudios necesitaba. Nada de compañeros temblorosos ante la presencia familiar. O de una vida de clase media condenada al esfuerzo fútil. Ese encuentro tan romántico bajo la lluvia (con una fotografía predominantemente azul) es la clave, el punto de inflexión en la vida de esta chica con ganas de vivir y aprender lo que no está en los libros. De ahí el título en inglés, que también viene de los dichos de la verdadera protagonista Lynn Barber (en base a sus memorias se elaboró el guión de la película). El relato se constituye luego por el misterio, el romance, y el suspenso. Está, claro, la iniciación sexual, pero no se profundiza demasiado. Uno sospecha que el pretendiente de la adolescente inglesa puede tener otras intenciones. Ella también, pero la sonrisa de David y sus modales hacen que uno acepte su guiño y sea cómplice. De todas maneras, vale aclarar que esta no es una película de asesinatos o violaciones (por si alguno resaltó la palabra suspenso) sino de un amor, podríamos decir, platónico. Y no el de Jenny con David, sino el de Jenny con una idea, un estilo de vida. En este aspecto (y en el ritmo, el trato) la película es un drama elegante y sutil sobre el lugar de la mujer en la Inglaterra de los '60. Los actores son, quizás, el punto más alto de Enseñanza de vida: basta un par de miradas, gestos o intercambio de palabras para saber, intuir, que sucede entre ellos. Miren sino la tensión erótica que hay entre Jenny y Danny, uno de los amigos con dinero y estilo de David. La película se llena de esos pequeños, pero intensos e inteligentes momentos. No abusa del montaje ni la música (que es muy buena) para subrayar una idea. Es dinámica, simple, y "chiquitita". Casi como la joven Mulligan, una actriz a tener en cuenta.
La decisión de Jenny En el umbral de la vida universitaria, una joven enfrenta el mandato familiar y hace honor a los prometedores años de 1960. Basada en un relato autobiográfico, Enseñanza de vida traza el recorrido conflictivo de Jenny, la adolescente que entra al mundo adulto por la vidriera más prometedora. Jenny (Carey Mulligan) vive en los suburbios de Londres; sueña con París; adora las canciones y películas francesas y fuma a escondidas. Ella se esfuerza para calificar como estudiante de Oxford bajo la vigilancia sofocante de sus padres. Pero afuera hay un mundo que ha estallado y al que ella desea pertenecer. Es 1961 y para una chica inteligente, el latín y la educación victoriana suenan a eterno aburrimiento. El relato de iniciación comienza cuando Jenny conoce a David (Peter Sarsgaard) un hombre joven, que rompe el cerco conservador de la casa y le descubre Londres, el jazz, las subastas de arte y el glamour a bordo de su Bristol color borravino. Carey Mulligan controla su personaje de chica encantadora y rebelde. La rodean Alfred Molina, impecable en el rol del padre; Emma Thompson, la directora de la escuela; Olivia Williams, como la profesora que ve cómo el camino de Jenny peligra, y Peter Sarsgaard, en el papel del seductor patológico. Enseñanza de vida plantea el espíritu de época como escenario para la historia de Jenny y David, que se disfruta por los apuntes costumbristas, la fotografía y el nivel actoral, pero, el planteo va perdiendo paulatinamente complejidad. La adolescente tiene que elegir entre Oxford o el casamiento, dilema que refleja un mandato social que en la película aparece esbozado. La tentación del mundo sin restricciones choca con los consejos de la profesora pero hay cierto apuro por cerrar el conflicto que se desarrolla ante los ojos del espectador. Así, se desaprovecha el filón riquísimo sobre educación sentimental y liberación femenina. Queda en el aire el envión feminista que proclamó la necesidad de que las mujeres entraran al mundo por sus propios medios, cita obligada a la adorada Virginia Woolf.
Como todas las películas del Oscar, Enseñanza de vida no es la excepción en materia de sobrevaloración, pero un filme que supone una discreta defensa del derecho de las mujeres al saber (y al placer) y, más importante aún, una película que argumenta a favor del conocimiento y el esfuerzo, merece algún que otro asentimiento. Basada en las memorias de Lynn Barber, y con guión del novelista Nick Hornby, la película de la directora danesa Lone Scherfig, responsable de Italiano para principiantes (Dogma #12), es clásica en su relato y mucho más ambivalente de lo que resulta en una primera mirada. Su principal virtud, sin duda, está en la transformación subjetiva en pantalla de Carey Mulligan, quien interpreta a Jenny, una joven de 16 años de clase trabajadora inglesa que intenta ganarse un lugar en Oxford a principios de la década del ’60, con el riguroso apoyo de sus padres, hasta que una especie de aristócrata de unos treinta y pico aparece en su vida. Lo que podría resultar indebido para los progenitores (no muy lejos en el tiempo y la forma del caso Polanski) es visto como un ascenso social sin escalas, al mismo tiempo que la escuela a la que asiste Jenny desaprueba (y castiga) la nueva compañía con la que se vincula una de sus estudiantes más brillantes. Scherfig jamás juzga las decisiones de su personaje, más bien sigue su aprendizaje moral, estético e intelectual (lo que puede verse en cada gesto facial y corporal de Mulligan), aunque sí contrasta conscientemente la relación y la experiencia de la joven con las obras de arte, la música y la literatura respecto de sus nuevos compañeros de salida, todos ellos pertenecientes, al menos en apariencia, a una clase más acomodada que consume arte, no lo experimenta. El sexo queda en fuera de campo y hay una que otra sorpresa en el devenir del relato, y si bien algunos parlamentos no están a la altura de la inteligencia de Hornby, declaraciones como “Ya no es suficiente que nos eduquen. Nos tienen que decir por qué lo están haciendo” remiten fielmente al autor de Alta fidelidad.
Desde el título, ya sea "Una educación" o "Enseñanza de vida", la película reflexiona sobre distintos ámbitos de aprendizaje: el de las instituciones académicas, y el de las relaciones; todo mientras el personaje central atraviesa el pasaje de la adolescencia a la adultez. En la linea argumental, que transcurre en 1961, Jenny (Carey Mulligan) es una estudiante de secundaria de 16 años cuyo principal objetivo es ingresar a la Universidad de Oxford. Vive con sus padres (A. Molina y C. Seymour) en Twickenham (al suroeste de Londres), toca el violonchelo y sueña con la vida bohemia y sofisticada de París, quizá como una forma de escapar de la rígida escolaridad y del caracter conservador de su vida familiar. En un día como tantos otros de su rutina, al salir del ensayo, bajo la lluvia, ve aparecer a David (Peter Sarsgaard), de unos treinta años, en su exclusivo auto, quien se ofrece a llevarla hasta su casa. Éste es el punto inicial de una relación de gran trascendencia en la vida de Jenny, y donde palabras como descubrimiento, iniciación y decepción cobran mucha relevancia... El guión, escrito por Nick Homby, está basado (con bastante precisión) en las memorias de la reconocida periodista inglesa Lynn Barber, que hoy cuenta con 65 años y desde 1996 trabaja en "The Observer". Al referirse a sus memorias Barber dijo: "Siempre pensé que en algún momento debía acordarme de escribir la historia completa de mi primer novio, ya que siempre pensé que fue extraordinaria". "A la única persona a la que le había contado fue a mi esposo, porque era una historia larga y complicada, no se podía contarla a alguien de manera casual en una cena o algo así. Fue casi como un secreto que llevaba conmigo" (traducido del sitio web oficial). La directora, Lone Scherfig, nacida en Estocolmo, es quien realizó "Italiano para principiantes" (2000), la quinta película danesa del DOGMA que recibió el Oso de Plata (Gran Premio del Jurado) en el Festival Internacional de Cine de Berlín. Como elementos a destacar en el filme podemos enumerar un logrado trabajo de fotografía (a cargo de John de Borman), ya sea al retratar los suburbios de Londres, la casa familiar, la orilla del Senna o un club nocturno; actuaciones elocuentes (Emma Thompson tiene dos breves apariciones como la directora del Colegio); y una banda de sonido con buenos momentos de jazz vocal. La reflexión mencionada al comienzo, donde de alguna manera entran en conflicto la academia tradicional y la "escuela de la vida", es retratada por momentos de una manera demasiado simplificada. Sin embargo la película muestra como se inscribe en el imaginario de muchos la educación formal: un camino para ascender en lo social antes que el disfrute de aprender. En éste sentido Barber decía en sus memorias: "Mis padres eran la primera generación de inmigrantes, de clase media, y todas sus esperanzas estaban puestas en mí, su hija única". La frase textual "All that poetry and all those songs about something that last no time at all..." / "Toda esa poesía y todas esas canciones sobre algo que no dura nada..." (Jenny)
CUANDO UNA DECISIÓN TE CAMBIA LA VIDA Las decisiones marcan el camino de una persona y a veces equivocarse puede ser de gran ayuda, pese al mal momento que esta pueda originar. Ese es el foco de este film, una historia muy sencilla que sin tener pretensiones conmueve y deleita los sentidos con su tenue desarrollo y su calidez visual. Jenny está a punto de cumplir 17 años, es una calificada estudiante, respetuosa y muy correcta en todo sentido. Su familia, autoritaria y poco conciliadora, quiere que ella lleve adelante una vida de estudios y diplomas. Una tarde lluviosa conoce a un muchacho mayor que le va a ir cambiando poco a poco la manera de ver la realidad, cuyas consecuencias van a dar un giro en su vida. La película se centra solamente en contar dicha anécdota, limitándose a entrar en el desarrollo profundo de los personajes secundarios, lo cual fue un gran acierto. Es así como poco a poco el espectador, y gracias al increíble trabajo direccional del film, se va sintiendo cómplice de la protagonista, va emocionóndose y riéndose junto con ella. Teniendo siempre una intención muy marcada que se desplaya muy sutil y duramente en los diálogos finales, la cinta va desarrollando diferentes cualidades que la enriquecen visual y actoralmente. La labor realizada por cada uno de los intérpretes es increible y si bien Carey Mulligan (Jenny) es quien se destaca por encima de todos, quienes la acompañan hacen un trabajo muy destacable. Dicha actriz dota a su identidad ficticia de un carisma maravilloso combinando la inocencia de una chica de su edad con la madurez que ella misma dice tener. Un personaje muy tierno y una actuación que va de la mano en todo momento del mismo. Peter Sarsgaard (David) hace un trabajo muy correcto, la química con Carey está muy bien lograda y él, en sus momentos protagónicos, mimetiza las necesidades de su personaje. Alfred Molina, indudablemente el mejor trabajo masculino de esta cinta, logra otorgarle la seriedad, la experiencia, la dureza y el disfrute (cuando aparece David) que Jack necesitaba. A su vez, en personajes secundarios pero importantes, Olivia Williams y Emma Thompson, como la maestra y la directora respectivamente, plasman en sus pocas palabras las intenciones de sus personajes. El film no es más que una enseñanza de vida, con el propósito de hacer pensar al espectador, identificarlo con alguna expresión o escena y atraerlo con ese maravilloso mensaje desarrollado al final. Cuan importante es la educación en nuestras vidas y pese a que las personas tengan diferentes ideologías, esta es la base del respeto, la honestidad y la fidelidad. Por el lado técnico logra destacarse el increíble trabajo de ambientación de la década de los sesenta en Inglaterra, respetando las modas, las expresiones y ese aroma a seriedad y respeto que se siente en el escritorio de la profesora. La música es muy bella y el trabajo de dirección muy correcto. “An Education” es una película sencilla, que dura lo justo y que desarrolla una historia para debatir luego de terminada la misma. Un film muy delicado desde lo visual, lo actoral (bellísimo trabajo por parte de Carey Mulligan) y lo dramático. Una bella cinta que hay que experimentar y disfrutar. A veces es mejor tomar el camino más largo y no el incierto y fácil atajo hacia la felicidad. UNA ESCENA A DESTACAR: los 15 minutos finales
Nominada como Mejor Película Extranjera en los próximos Independent Spirit Awards, este es un drama romántico sobre la relación entre una joven de 16 años y un hombre de 35 años. Ambientada en los años 60 en Inglaterra, la joven Jenny es una chica madura (en su ultimo año de colegio) que conoce a David, un hombre mayor que ella. A pesar de la diferencia de edad, el es educado y consigue la aprobacion de los padres de Jenny. David le presenta una pareja amiga a Jenny y juntos le hacen conocer cosas nuevas. Desde el inicio uno percibe que David oculta algo y que la cosa no va terminar bien. La historia se desarrolla sin grandes sorpresas pero igual es interesante. El guión fue escrito por Nick Hornby, guionista de "High Fidelity" y "About a Boy". Los mas importante para destacar es el elenco, nominado para los próximos SAG Awards. Carey Mulligan, en su primer papel protagonico, viene obteniendo nominaciones para los SAG, Golden Globes, los British Independent Film Awards y otros tantos por su interpretación. Una actriz poco conocida que se luce en el papel de la joven Jenny. Una firme candidata al Oscar. Peter Sarsgaard saca perfecto el acento ingles para interpretar a David y hace querible a su personaje, a pesar de su historia con la menor. La otra buena actuación es la de Alfred Molina, como el padre exigente. Pero la principal razón para verla es Carey Mulligan y es gracias a ella que la película es reconocida.
Ínfulas de pasión Con una ambientación muy formal y que no sobrepasa los cánones de lo políticamente correcto, nos llega este anodino drama romántico con aspiraciones a tocar la puerta del corazón cerrado con candado de algún espectador que logre conmoverse con esta historia teenager, aún cuando la dirección de Lone Scherfig es muy buena y la actuación de la joven y bella Carey Mulligan sea excelente. ¿Qué me atrapó del filme? Practicamente nada. La historia, al finalizar, resulta ser un retazo de la vida de una niña cegada por una vida reprimida, principalmente ocasionada por su conservador padre, que vive demasiado pendiente del qué dirán y apunta, más que a un futuro digno de su hija, a una comodidad lograda por las buenas conexiones superpuestas a esa "educación" tan discutida (digamos) en la Londres de los '60 y retocada con perfume francés y sueño liberal en esta cinta. Tanta filosofía barata, maquillada por el buen apartado técnico, termina por seducir a un espectador que quizás se encuentre atrapado en los primeros 30 minutos de metraje (Scherfig no pierde tiempo, y manda toda la carne al asador en el minuto 5), pero que después verá como todo se termina disipando solo, por culpa de un final malogrado y absurdo, demasiado tierno para la crudeza que merecía el relato, actuado medianamente bien por un reparto demasiado global como para ponerse de acuerdo con el acento inglés. El papel de Alfred Molina es aceptable, así como el de Cara Seymour, y el de Olivia Williams interpretando a la señorita Stubbs. Quizás el personaje más significativo sea el de la directora del colegio, que logra ponerse en el papel de juez entre tanta irreverencia y petulancia por parte del gran papel encarnado por Mulligan, cuyo personaje se roba todos los planos. Peter Sarsgaard está muy pobre en su actuación, desilusionando completamente. No está a la altura del que quizás sea el personaje más importante de la historia, después de la joven Jenny, claro. En fin, tenemos un muy buen desempeño en la dirección de arte y fotografía, con bellísimas tomas, así como la musicalización y el vestuario. En cuanto al guión, voy a ser menos permisivo y le doy un regular, ya que en definitiva, la historia se hace pesada por culpa de unas líneas aburridas y sin contenido, salvando algún que otro intento de forjar una enseñanza que se queda en la moralina fácil por no tener la suficiente profunidad. Se pasa el rato, pero la trama termina por ser pobre, floja y hasta innecesaria. La verdad, no comprendo la nominación al Oscar. Me parece que esta historia está tan sobrevalorada como pasa con The blind side, filme que se mide más por la actuación de la renacida Sandra Bullock que por lo que sucede durante el desarrollo propiamente dicho. Pero bueno, hay para todos los gustos. Esta que nos compete, sabe a poco.
An education es una suerte de prototipo de cierto cine europeo (británico en particular), que apunta a brindarnos, con cierta discreción formal, historias de enseñanzas de vida, habitualmente enmarcadas en épocas de profundos cambios sociales. La década del sesenta, por el cambio de mentalidad que supuso en los jóvenes, es una época recurrente en este tipo de películas. Este film narra el vínculo que establecen una joven estudiante de 17 años y un elegante bon vivant que la dobla en edad, a comienzos de los sesenta. La vida de Jenny parece reducirse al tiempo que le queda hasta poder ingresar a la Universidad de Oxford, hasta que se cruza con David, un hombre que la lleva a conocer la “educación de la vida” (el lector sabrá disculpar, pero no hay forma de eludir aquí esta trillada expresión). Como estamos ante un film británico, esta educación no se reduce a la iniciación sexual (que, afortunadamente, tarda en llegar), sino a la posibilidad de probar el sabor de la vida adulta, de acceder a los lugares prohibidos, de viajar sin preocupaciones. Jenny sabe que ya llegará el momento de encerrarse en la vida universitaria, y antes de acceder a ella, aprovecha para asomarse al mundo, un mundo que se aproxima a una revolución sociocultural que definirá una nueva dimensión de libertad para los jóvenes. Para este relato autobiográfico de Lynn Barber, la directora Lone Scherfig presenta una puesta prolija y delicada, y consigue que la película se sostenga, en buena medida, gracias a la dupla conformada por Peter Sarsgaard y Carey Mulligan, y especialmente gracias a la candidez de esta última. El guión del reconocido autor Nick Hornby (Alta fidelidad, About a boy), cumple pero no llega a brillar, y lo mismo sucede con el resto del elenco, muchas veces víctima del esquematismo de algunas situaciones. La ingenuidad que recorre el film por momentos es su carácterística más preciada, y por momentos, la causa de un relato carente de riesgos, que sólo demuestra cierta complejidad cuando pone en paralelo las dos formas de educación y de vida, en ese preciso momento previo al inicio del quiebre generacional. Es precisamente eso lo que se aprecia en el cambio de comportamiento de Jenny. Al final, importa mucho menos la forma en que evoluciona el vínculo amoroso entre ella y David, que las experiencias que ha acumulado Jenny antes de volver a la rigidez de la educación formal.
Puede considerarse un acierto la libre traducción del título del film inglés “An Education” como “Enseñanza de vida”, al ser un fiel reflejo del contenido de esta historia ambientada en Londres a principios de los’60. Fue dirigido por Lone Scherfig, una realizadora danesa de cincuenta años, de cuya filmografía (seis películas) sólo se estrenó una, la interesante “Italiano para principiantes”. Como es habitual en la cinematografía británica, hay aquí un nivel parejo en las interpretaciones, comenzando por la casi desconocida Carey Mulligan (“Orgullo y prejuicio”), que pese a tener veinticuatro años en la vida real, asume el rol de Jenny de apenas dieciséis. Jenny es una brillante estudiante secundaria además de virtuosa ejecutante del cello, que a causa de este instrumento y una fuerte lluvia traba relación con David Goldman, quien la duplica en edad. Su rol lo asume el actor Peter Sarsgaard (“La huérfana”, Soldado anónimo”), que pese a su apellido y dicción es nacido en los Estados Unidos. El padre de la chica, un excelente Alfred Molina, la trata con bastante severidad pero rápidamente se vuelve permisivo al caer en las redes de David, de una escala social superior como lo revela su muy exclusivo auto deportivo y aparente poder económico. Convence a los padres para que junto a su socio Danny (Dominic Cooper) y la algo vulgar novia de éste, bien retratada por Rosamund Pyke (“Otro día para morir”, “Orgullo y prejuicio”) frecuenten restaurants y clubes de jazz a la moda. El problema se planteará cuando Jenny empiece a descuidar su educación, su aprendizaje del latín necesario para ingresar a la carrera de literatura en Oxford flaquee y sus profesores vean con malos ojos lo que consideran una regresión. Particularmente estricta resultará la directora del colegio, una corta y bienvenida presencia de Emma Thompson. La situación se volverá crítica cuando David convenza a los padres de llevarla a Paris, cuyo idioma ella domina y adora. A su regreso, le ofrecerá un perfume (Chanel Nº 5) a su principal profesora (buena actuación de Olivia Williams), quien se verá obligada a rechazar el presente. Algunas pistas sobre el origen “non sancto” del buen pasar económico de David y otras que se irán conociendo en la última parte del film llevarán a un desenlace que por respeto al potencial espectador se prefiere no revelar. Habrá alguna vuelta de tuerca final que no desmerece a un conjunto muy sólido donde, como se decía al inicio, las interpretaciones resultan un factor descollante. Carey Mulligan, que en algún momento recuerda a Audrey Hepburn por su figura y pelo, es la gran sorpresa de “An education”. Ya fue nominada a los Globos de Oro (ganó Sandra Bullock) y ahora compite por el Oscar.
Atípicamente nominada al Oscar, esta sobredimensionada "Enseñanza de vida" resulta un encantador filme que plantea cuán importante puede ser la formación universitaria para una adolescente inglesa de los 60´s. Basándose en un texto de Lynn Barber, “An education” gira en torno a Jenny (Carey Mulligan), una joven de 17 años que reside en los tranquilos suburbios de Londres. Coincidiendo con el surgimiento de la cultura de la época, su realidad se tambalea cuando conoce a un hombre casi 20 años mayor (Peter Sarsgaard), que la corteja con elegantes cenas, clubs y viajes, poniendo en peligro su futuro en la Universidad de Oxford. Así, la muchacha, recibirá una educación en la escuela de la vida, asistiendo a conciertos, participando de subastas o cenando y bailando en carísimos restaurantes. Extrañamente, sus padres apoyan al 100% la relación, pues significa un futuro asegurado para su hija, a pesar de que su camino a la universidad se vea truncado. La joven actriz protagonista brilla en su papel, mostrándose inteligente como alumna de secundaria; madura, cuando se relaciona con su nuevo amor; desafiante ante las autoridades de su colegio (gran escena juega junto a Emma Thompson, la directora); pero también vulnerable, cuando descubre un secreto que oscurece sus románticos planes. Precedida de varios premios a Mejor Filme y Mejor Actriz en una larga lista de festivales, tal vez resulte algo excesiva la nominación al Oscar como Mejor Filme del año; no así las otras dos nominaciones a guión adaptado y actriz protagónica. Lo mejor del filme es su puesta en escena y la gran labor de Mulligan, como la niña que fue mujer por un rato, para darse cuenta que, los pasos, en la vida, es mejor darlos de a uno.
Una obra significativa más allá de los altibajos narrativos Una realización imperdible, con guión del conocido Nick Hornby (adaptado de la autobiografía de la periodista Lynn Barber) y dirigida por Lone Scherfig. Scherfig, a diferencia de lo que muchos creen, es una MUJER, ha realizado numerosos cortometrajes, seriales para la radio y series de televisión. Además, esta directora danesa supo cosechar muchísimos premios por sus largometrajes, especialmente por “Italiano para principiantes” (“Italiensk for Begyndere”, 2001), quinta película perteneciente al movimiento Dogma `95. “Enseñanza de vida”, nominada al Oscar en los runros mejor película y mejor actriz (Carey Mulligan), cuenta como Jenny, una jovencita de casi 17 años, ve “maravillosamente” trastocada su aburrida vida de estudios en los suburbios de Londres a partir de la llegada de David, un excéntrico y sofisticado treintañero que consigue no sólo seducirla a ella sino también a sus padres. El inminente futuro de Jenny en la Universidad de Oxford comienza a tambalear y sólo sus profesoras de escuela parecen preocuparse por ello. La historia es excelente y aún más el elenco que le da vida a los personajes. Mulligan es toda una revelación, su trabajo es impecable… ¿Y que decir de Alfred Molina? Soberbio. También la pequeña participación de Emma Thompson es contundente, como nos tiene siempre acostumbrados. Sin embargo, la producción cuenta con varios puntitos flojos y los mismos radican en cierta inconsistencia o contradicciones que se hacen presentes en diversos momentos, ya sea en los diálogos, en el actuar de los personajes, o en la mismísima lógica interna que se supone debería tener todo film. No creo que la “magia” de una obra descanse en la perfección, nada más lejos de ello. Pero cuesta entender cómo los padres de Jenny pasan del control absoluto sobre su hija, a dejarla viajar a París con un casi desconocido. O por qué una jovencita de 16 años, criada a la vieja usanza, a penas si se espanta un poquito al descubrir la verdadera profesión de su galán… A lo largo de la narración no sabemos si estamos ante protagonistas hipócritas, ignorantes, egoístas o inocentes de espíritu. Quizá sean algo de todo ello a la vez, lo cual no estaría nada mal, se parecería mucho a la realidad, incluso a la de los años `60 en donde se desarrolla la historia. Pero como decía antes, Scherfig y Hornby nos dejan muchos cabos sin atar, y no sólo no terminamos de saber que pasa con un personaje menor como el noviecito del comienzo, sino que mucho más grave, no logramos enterarnos si nuestra Jenny alguna vez se enamoró de David o si estuvo solamente interesada en la diversión y snobismo que él le proporcionaba. Hacia el final, en una escena memorable la protagonista pone en jaque el discurso de la directora de la escuela, sus argumentos son brillantes, la directora queda sin respuesta y nosotros espectadores quedamos suspendidos ante semejante alegato, metidos aún en la historia, pero muy probablemente pensando en nuestra “propia historia”. Son de esos momentos geniales que nos permiten obras que, si al menos no son geniales, poseen escenas que sí lo son. Lamentablemente el efecto dura poco, porque unas escenas después Jenny, como si se tratara de una persona diferente, adhiere desesperadamente al pensamiento de la docente. Las cosas cambian… ¿¿¿Pero tanto??? En fin, repito: aún con las inconsistencias marcadas y algunas más que ustedes mismos podrán encontrar, “Enseñanza de vida” es una muy buena película que debería perfilarse- más allá del resultado en los premios de la Academia- como una de las mejores producciones conocidas en lo que va del año.
Preparando un examen final, largo, pesado, me despierto y mi única actividad segura en el día es estudiar. Me tomo un descanso y me voy al cine a ver Enseñanza de Vida (An Education), nominada recientemente al Oscar, por guión, actuación protagónica femenina y dirección. Una de las razones que mas me llevan a ver la película es que su guionista es Nick Hornby, autor de Un gran chico, Alta Fidelidad, Fiebre en las gradas, novelas que fueron llevadas al cine y también la de edición nacional reciente Todo por una chica (Slam), que leí y disfruté mucho, por lo que al leer su nombre en los créditos del film crecieron mis ganas de verlo. En la película Jenny (la revelación del film, Carey Mulligan) es una joven de 17 años que vive en los tranquilos suburbios londinenses con su familia, en plena década del 60. Un día de lluvia (en una muy buena escena) conoce a David (Peter Sarsgaard, quien sabe jugar el rol de seductor), de 35 años. Desde ese día su vida cambia, él empieza a seducirla con su modo de vida y hace que Jenny piense de otra forma su futuro, hasta ahora en la Universidad de Oxford, para pensar otras opciones de vida. Enseñanza de vida es de esas películas que obtienen buenas criticas y premios internacionales, es la nueva película no-americana que logra eso como fue el año pasado (tal vez en menor escala) Happy -Go- Lucky. Lona Scherfig ya había conquistado al público con Italiano para principiantes y ahora con su segundo film conquista a quienes no vieron su opera prima. La directora logra que desde la secuencia de títulos (muy buena y divertida de chicas haciendo lo que una chica de 17 debía hacer en esa época), mantenernos con los ojos en la pantalla. El guión esta formado por diálogos excelentes, llenos de comicidad y líneas que solo pueden salir de la genialidad de Nick Hornby. Si tenemos que criticar algo puede ser que hay escenas un tanto clichés pero necesarias, lo peor es el final donde decae un poco al dar una moraleja, pero a su vez pienso que es difícil cerrar esta historia de otra manera, aunque claro hubiese sido muy interesante. Carey Mulligan, protagonista absoluta del film, esta excelente y la cámara la ama, tanto en sus momentos de niña como cuando se transforma en una mujer acorde a su acompañante, preparémonos para ver a Mulligan en muchas películas porque este fue su gran despegue (una de las películas será Wall Street 2 de Oliver Stone). Alfred Molina como el padre de Jenny también esta increíble. Doomic Cooper, Olivia Williams y la genial Emma Thompson también se destacan dentro de roles secundarios. Incluso podemos destacar la pequeña aparición de Sally Hawkins (Happy- Go- Lucky) como un gran acierto. Un film para pensar y disfrutar, de lo mejor que hay en este momento en cartelera, veremos como le va en los premios Oscar pero sin dudas tiene merecido estar nominada. Y si estás sin ganas de estudiar, tal vez te ayude y cuando vuelvas a casa lo primero que hagas sea agarrar los libros.
Disquisiciones sobre la educación Hay miles de maneras de contar una historia. Hay autores que opinan que los relatos son tan sólo un puñado y de ellos surgen todos los cuentos que se hayan contado. La historia de Enseñanza de vida no es demasiado original, pero plantea problemáticas interesantes y muy bien llevadas a partir de su premisa inicial: una jovencita estudiosa de un colegio inglés que se enamora de un hombre mayor que la lleva a conocer un mundo que su rígido padre le tiene negado. Desde ese lugar, la historia disparará una serie de interrogantes muy evidentes, que son planteados directamente por la protagonista a los demás personajes, que tienen que ver con el valor de la educación. La realizadora encargada de este proyecto es Lone Scherfig, una directora danesa que ha ganado notoriedad por filmar bajo los principios del Dogma 95 y también por un filme que ha tenido bastante circulación, llamado Italiano para principiantes, estrenado en nuestro país en el año 2002. En Enseñanza de vida se la ve cómoda en su trabajo, alejándose de los estrictos postulados del manifiesto danés. Carey Mulligan es la gran sorpresa de este filme, como Jenny, la joven estudiante, súper aplicada y cuyos padres obligan a dedicarse full time al estudio como única vía para un futuro próspero. Pero Jenny conocerá de casualidad a un encantador hombre mayor, llamado David (Peter Sarsgaard) que la convencerá de a poco y a fuerza de buenos modales, delicadeza y elegancia, de que el mundo del que la han privado y que ella anhela conocer -el mundo exterior, el mundo del arte, de los recitales, de las salidas nocturnas-, vale la pena. Pero, para ello, David deberá también persuadir a los padres de Jenny de que es un hombre decente y con buenas intenciones. Su encanto es tal que no tardan en caer rendidos a sus pies, pero lo interesante es cómo, de repente, el estudio deja de tener la importancia primordial que tenía en un comienzo. Y ese cambio, esa puja entre ganarse un futuro de la mano de una enseñanza superior o de la mano de un hombre rico que la quiera como esposa es la clave de la historia. Jenny le pregunta a su padre: "¿Por qué en vez de a la mejor escuela no me enviaste a un bar?" y en esa pregunta está la esencia del relato y lo que quiere disparar. A pesar de que Sarsgaard no da de inmediato el perfil de hombre encantador, se defiende bastante bien en su rol. Alfred Molina está muy bien en el papel de padre rígido y también hay buenas participaciones de Rosamund Pike -como Helen, una amiga de David que viene a ser la imagen del futuro de Jenny, una rubia superficial y completamente hueca, que hace honor a su lugar de mujer de un hombre rico- y de Emma Thompson como la directora del colegio, otro de los personajes interesantes que nos brinda el filme. Si Enseñanza de vida pierde algo de terreno es porque termina recurriendo a soluciones facilistas en el climax de la película. Construye un gran momento con una serie de circunstancias que terminan reacomodadas por circunstancias demasiado simples en el momento en que los problemas más feos se ponen. Pero, sin dudas, es valorable el buen trabajo del guión que va desarrollando con intensidad el relato y lo mantiene en un buen nivel hasta los últimos minutos. El final no es decididamente malo, pero pareciera ser demasiado liviano para un desarrollo que suponía algo más arriesgado. Enseñanza de vida es una buena historia, contada de una manera interesante y con una actriz que saltará próximamente a la fama, con un encanto muy particular y gran talento para la interpretación. Hay mil maneras de contar una historia y Lone Scherfig eligió una muy buena forma de meternos dentro de esta y que nos importe lo que sucede. Probablemente sea eso lo que la hace merecedora de una nominación a un Oscar.
Educando a Carey Una jóven de 16 años (Carey Mulligan), vive en los suburbios londinenses dentro de los lineamientos de una familia tradicional y algo rígida. Casi accidentalmente conoce al Sr. Brit (Peter Sarsgaard) quien, a pesar de la notable diferencia de edad, comenzará a seducirla con cenas elegantes, clubs y viajes -incluido una visita a Paris, con su grupo de amigos-. Obviamente Jenny dudará en su firme objetivo de ingresar a Oxford o si dejarse llevar por esta nueva vida que descubre de la mano de su enigmático enamorado. Lone Scherfig, la directora de "Italiano para principiantes" logra una exacta pintura de época ayudándose de rubros técnicos de muchísima calidad (vestuario, fotografía, banda de sonido) y un guión del talentoso Nick Hornby ("Un gran chico" "Alta fidelidad") donde se resalta de una forma sutil, la importancia en sostener ciertos valores que diferenciaban las clases sociales del Londres de los '60. Pero la figura excluyente y absoluta es Carey Mulligan, que maneja con enorme talento un papel protagónico para nada fácil, con múltiples aristas. Desde la adolescente sobresaliente en su estudio, alumna modelo en el colegio, pasando por la explosión adolescente de lo nuevo y un despliegue de seducción hasta transformarse casi en una lolita parisina. El resto del reparto acompaña sobresalientemente en papeles pequeños pero interesantes como los de Emma Thompson (la directora del colegio), Olivia Williams (brillante en la profesora que aconseja y acompaña a Jenny en esta transformación de niña a mujer, de abrirse a estas nuevas experiencias), Alfred Molina como su padre y Rosemund Pike como la amiga compinche que Jenny encuentra en su "nuevo mundo". El otro rol protagónico está a cargo de Peter Sarsgaard ("Plan de Vuelo", "Kinsey", "Soldado Anónimo") quien acierta en rodear a su personaje con el halo de enigma que necesita el desarrollo de la trama, pero que no logra transmitir la pasión a la que se entrega mostrándolo algo distante en escenas claves del film. Sin duda gracias a todo este elenco, "Enseñanza de Vida" logra conformar una historia diferente de la típica coming-of-age-movie americana, donde la transformación de la protagonista va mucho más allá de un simple romance sino la complicada elección ante todo un nuevo mundo que se abre ante sus ojos. Y como plus, las tomas de París están deliciosas!