La leyenda de Hércules es una película que se deja ver y entretiene a pesar de su poca originalidad. Es de rescatar que entre tanta batalla bien coreografiada hay una historia bastante interesante, pero lamentablemente los actores, sobre todo el protagonista, trasmiten poca emoción y ofrecen demasiada sobreactuación. El guión está bien armado como...
Hallmark no se murió, Hallmark no se murió… Casi un mes atrás, se vio una nueva versión del mito japonés, 47 Ronin, película que contaminaba la historia original con ribetes poco imaginativos de fantasía y hasta incluía un protagonista inexistente, el personaje de Keanu Reeves. Hace una semana se estrenaba Yo, Frankenstein; pastiche fantástico y suerte de crossover temporal del clásico romántico de Mary Shelley. Hoy es el turno de La Leyenda de Hércules, deudora de la corriente que comenzó con 300, centrada en la recuperación de la épica pero mezclada con la fantasía y los mundos creados por computadora, no sólo en las imágenes de lugares inexistentes sino también en la representación artificial de elementos como la sangre y ralentís.
Mitología de andar por casa Existen directores a los que el paso del tiempo no les ha sentado nada bien. El finlandés afincado en Hollywood Renny Harlin es uno de ellos. Encumbrado por el público (aunque nunca fue muy del agrado de la crítica) con títulos tan exitosos como Duro de matar 2 (1990); Riesgo total (1993); Alerta en lo profundo (1999) o La isla maldita (2004, estrenada directamente en video en Argentina), su prestigio como cineasta experto en películas de acción fue decayendo progresivamente mientras sus trabajos eran cada vez peores. Los buenos tiempos en los que actores como Sylvester Stallone, Bruce Willis o Samuel L. Jackson eran fijos como cabezas de cartel pasaron a mejor vida, y ahora cuando vemos asociado su nombre a subproductos tan sonrojantes como Pacto infernal (2006); 12 desafíos (2009) o la reciente La leyenda de Hércules, film que ahora nos ocupa, no podemos más que echarnos las manos a la cabeza y darle la razón a quien acuñó la frase de que cualquier tiempo pasado fue mejor (Jorge Manrique en las Coplas por la muerte de su padre). Harlin intenta de manera infructuosa servirnos un peplum (género fílmico que puede conceptualizarse como cine histórico de aventuras que tuvo su época gloriosa allá por la década de los años sesenta del siglo pasado) recargado de efectos especiales bastante chapuceros y unas tres dimensiones tan cutres que podrían servir para mil y una parodias. La historia de Hércules y de algunos de sus doce trabajos le sirve como excusa para proponernos un ejercicio fílmico rodado de manera torpe y desaliñada, con un guión de culebrón tan simple y bochornoso que podría estar escrito por cualquiera que pasara por allí. Y qué decir de un elenco actoral que parece elegido de cualquier obra de teatro de final de curso, la mayoría de ellos dotados de mucho más músculos que cerebro, destacando sobremanera la poca expresividad del protagonista del film, un Kellan Lutz (visto en Inmortales y famoso después de haber aparecido en la saga Crepúsculo) que cada vez que mira a cámara parece estarse preguntando cómo demonios ha podido caer tan bajo. Estamos sin duda ante una mala mezcla de Gladiator, de Ridley Scott y 300, de Zack Snyder; una muestra de serie Z que alguien debería explicar cómo ha podido llegar a estrenarse en casi todo el mundo cuando muchas buenas películas jamás llegarán a ver la luz de una pantalla. Menos mal que la crítica ha sido unánime y ha condenado a esta infumable pérdida de tiempo a las mismas galeras en las que los protagonistas deben sudar la gota gorda. Escenas como la lucha con el León de Nemea, del que se cuenta que después de matarlo lo despojó de su piel parecen sacadas de cualquier pelea que tenía el Tarzán de Johnny Weismuller con aquellos cocodrilos de pega. O qué decir de aquellas otras en las que siguiendo la estética de videojuego debe enfrentarse a un sinfín de luchadores invencibles mediante alardes infográficos que parecen sacados de la peor de las películas de artes marciales chinas. En fin, un auténtico disparate disfrazado de periplo mitológico sin pies ni cabeza que viene a demostrar lo desorientado que el realizador se encuentra en este momento de su carrera. Y parece que la cosa no va a quedar ahí, porque ya tiene preparado un nuevo proyecto (la cinta de terror The Dyatlov Pass Incident) a punto de estrenarse que ya se ha podido ver en algún certamen de prestigio (concretamente en el Festival Internacional de Cine Fantástico de Catalunya que tiene lugar en Sitges) y que ya ha sido vapuleada por aquél que ha tenido la oportunidad de sufrirla.
Ya sabemos que Hollywood siente un placer especial por devorarse los orígenes clásicos en los que basan varios de sus relatos, y convencernos de que esa idea, esa nueva historia o versión que inventaron ellos es mejor que el relato lo que se creo originalmente y que por algo alcanzó el “status” de clásico. Así, por ejemplo, se me viene a la memoria ahora, recordar una frase de la olvidable Tomb Raider: La Cuna de la vida “¿La caja de Pandora?,-el mito griego- eso es sólo un cuento de niños”. Esto servía para dar pie a un argumento en el que una cajita con FX’s desplegaba virus mortales y hacía que la gente mutase, en fin, vemos cuál de los dos es un cuento de niños. La leyenda de Hércules es otra prueba más de este mal del cine mainstream, y lo más significativo es que en las últimas semanas se estuvieron agolpando vatios ejemplos como 47 Ronin y Yo, Frankenstein; y en los últimos tiempos podríamos sumar a Jack, el Cazagigantes, Hanse & Gretel cazador de monstruos, o Blancanieves y el cazador. La fórmula parece sencilla, se toma sólo el lineamiento general, se le agregan datos que supuestamente la hacen más “terrenal”, una buena dosis de violencia y efectos digitales, una cámara de estilo Matriz, y pasamos por caja a cobrar. Veamos, en esta oportunidad se toma al mito de Hércules, pero sólo sus orígenes, y por supuesto con muchísima “inventiva” capaz de alterar hechos o mezclar la mitología griega con la romana. El Rey Amphitryon es un déspota que somete a su pueblo y vive entre combates sangrientos. También somete a su esposa Alcmene que recurre a la ayuda divina sucumbiendo ante la lujuria de Zeus por lo que quedará embarazada de un semi-Dios cuyo destino es ser el salvador. Pero el rey desprecia al pequeño desde el comienzo, niega la pretensión de Alcmene de llamarlo Hércules y por el contrario lo llamará Alcides, que crecerá bajo la sombra de su hermano (o medio hermano en verdad) Ificles. Pasan 20 años y las cosas no cambiaron más allá de que ahora los bebés son muchachos musculosos y aceitados. Alcides se enamora de Hebe, princesa de Creta... pero esta tiene un compromiso con Ificles que complicará todo. En medio de un conflicto Amphytrion hará desaparecer a Hércules/Alcides, se lo dará por muerto, pero no, terminará como esclavo desde donde se pergeñará una venganza para reclamar su amor a Hebe y terminar con la tiranía del rey y su medio hermano. Hay más situaciones, pero esto es lo principal. Los hechos se narran con gravedad, música y ritmo grandilocuente, desde ahí todo parece enorme. Lo que se contrapone con una puesta en escena más propia de un film clase B. El director finés radicado hace añares en EE.UU. Renny Harlim tiene basta experiencia en este tipo de películas, films de aventuras menores, de argumentos sónadamente inverosímiles. Su capacidad radica en tapar los agujeros con entretenimiento, y aquí lo vuelve a hacer. La película hace uso de todos los recursos ya conocidos para estas películas, objetos que se nos vienen encima (sea 3D o no), un tono mate permanente, combates porque sí, escenas polvorientas, lluvia copiosa y digital, ralentis sn ninguna lógica, y hombres exhibiendo pectorales trabajados. Pero de alguna manera no resulta tan sobrecargada como las dos Furia de Titanes (nueva versión) ni tan vacía y ensamblada como 300. Con muchas ideas tomadas de Gladiador, ese sentido Clase B termina beneficiándola, el ritmo de la narración se asemeja a las miniseries noventosas para televisión, y los efectos lucen baratos pero desprejuiciados, claro sin acercarse si quiera a la magia de Ray Harryhousen. En cuanto al rubro actoral, es poco lo que hay para destacar, a Kellan Lutz Hércules le queda enorme principalmente porque adolece de carisma; Gaia Wess como Hebe aporta sólo belleza, y Scotr Adkins se presenta sobreactuando como el pérfido rey. Podríamos decir que Harlin impuso su marca en un típico producto de la última era hollywoodense. La leyenda de Hércules, para quienes desconozcan qué es la mitología puede ser un producto apenas pasable, superior a los dos films basados en leyendas clásicas estrenados en lo que va del año, pero no mucho más que eso. Un entretenimiento que no profundiza demasiado, no tiene reparo en tomarse todas las libertades posibles... pero en definitiva que cumple con la premisa.
“Gladiador”, a la griega “Una película que reinventa los orígenes del épico héroe”, reza la gacetilla de prensa sobre La leyenda de Hércules. Un mal presagio en un momento donde Hollywood no se toma en serio la Historia (sí, con mayúsculas) y la deforma a gusto y piaccere . Con Yo, Frankenstein ya se vivió el absurdo de “reinventar” una novela. Pero la falta de respeto, en este caso con la mitología griega, estremece con esta producción cuasi épica, donde la solución se buscó en la media sonrisa y ojitos seductores de su protagonista (Kellan Lutz), una linda chica (Gaia Weiss) y cuerpos varoniles bien trabajados (todos los demás hombres que aparecen). Y listo. El argumento es conocido: la reina Alcmena invoca a Zeus, el dios de la guerra heleno, quien le dará un hijo: Hércules. Su marido, el temible rey Anfitrión, al sospechar del origen sobrenatural del niño, lo envía a una misión a Egipto para que lo asesinen. Pero sus victimarios, obvio, fallarán. Y desde ese momento, La leyenda de Hércules pasa a ser Gladiador (2000), versión griega. Aquel que vio el derrotero del guerrero Maximus Décimo Meridio lo emparentará con Hércules por su destino de esclavo-a-salvador. Y en el cobarde Ificles (Liam Garrigan), medio hermano de Hércules, verá reflejado al traicionero emperador romano Cómodo (Joaquín Phoenix). La doncella en cuestión, Hebe (sí, Gaia Weiss), es casi un doble de Lucila (Connie Nielsen), adaptada por Ridley Scott. Pero, obviamente, Gladiador tiene un 10% del componente fantástico de La Leyenda de Hércules. Las copiosas lluvias digitales, los sonidos épicos, las lenguas de fuego que buscan atravesar fortalezas inexpugnables y, el colmo del absurdo, llega en el uso y abuso del slow motion aplicado a cada salto sobrenatural del protagonista con las gotas de barro que se desparrama lentamente por toda la pantalla. Ni hablemos de las cualidades únicas para la lucha del fortachón Hércules. Su escudo, lanza, espada y demás artilugios bélicos... sí, también recuerdan a Gladiador. La fuerza de Zeus, con su rayo benefactor, podría acercarla a la vikinga Thor. ¿Ante que estamos? Frente a un collage que ni la serie televisiva Spartakus o la producción Furia de Titanes puede igualar desde lo irreal. Sólo se codea con la espartana 300 y su ejército de hombres invencibles.
No en vano Renny Harlin fue repetidas veces candidato a ganar el Razzie correspondiente a la categoría dirección en los premios que distinguen cada año a lo peor de la producción. El hombre viene dispuesto a revalidar esos pergaminos y cuenta para ello con un presupuesto bastante generoso, con los suficientes efectos generados por computadora para abastecer a un relato épico lejanamente emparentado con la mitología, con un par de libretistas capaces de reinventarle nuevos orígenes al mismísimo Hércules y con un galán-modelo-carilindo que ha dejado atrás la pálida balleza vampírica de Crepúsculo para llenarse de músculos y lucirse en medio de un ejército de gimnastas como le cabe a un semidiós que se respete. Del héroe más famoso de toda la mitología se conservan algunos detalles. Nada hay de los fastidiosos trabajos, pero éste sigue siendo hijo de Anfitrión y Alcmena, matrimonio, por cierto, muy mal avenido, aunque su verdadero padre, en realidad, es Zeus, que como se sabe aprovechó la ausencia del jefe de la familia para colarse en el lecho de la señora en una noche que Harlin concibe ventosa y febril. Este Hércules es hombre de una sola mujer, por eso sólo tiene ojos para la rubiecita Hebe, que es además la princesa de Creta. Lo malo es que también su (presunto) hermano gemelo Ificles -con quien nuestro héroe se lleva como perro y gato- se ha fijado en ella, lo que -sumado al despotismo del (presunto) papá humano de los dos- resulta ser origen de todos los conflictos. Habrá batallas, luchas cuerpo a cuerpo, torturas, venganzas, muerte; Hércules podrá sacar a relucir su fuerza sobrehumana (aunque en algún momento niegue su condición divina y se defina apenas como un hombre), en los combates se enfrentará a tropas innumerables (tan innumerables como lo hacen posible las computadoras) y llegará el momento en que el propio Zeus tenga que intervenir para que su hijo, convertido en una especie de Sansón de las pampas, pueda dispersar a una multitud de rivales a boleadora limpia. El ridículo está ahí a un paso, pero Harlin se toma todo demasiado en serio como para que el ridículo promueva la risa. Como se ve, lo que nunca llega es la oportunidad para el director haga honor a su presunta fama de experto en escenas de acción. En cambio sí se ve que la lucha más dura que deben enfrentar los actores es contra los torpes diálogos que el guión les hace pronunciar.
La mitología de vuelo rasante Si bien la película tiene algunas buenas escenas de acción, su guión resulta demasiado elemental, de igual modo el diseño de personajes. Nuevamente Hollywood acude a la mitología griega para dar su versión. Esta vez elige a un héroe, Hércules o Heracles (Kellan Lutz) y cuenta a su manera, cómo su madre, la reina Alcmene (Roxanne McKee), para luchar contra su esposo, Anfitrión (Scott Adkins), que estaba hundiendo el reino, entre guerra y guerra, tiene un romance con Zeus (Júpiter, Dios de Dioses) y es madre del famoso niño. Como se sabe, la característica del chico fue su fuerza increíble y los "doce trabajos" que le encomendaron para mostrar su fortaleza. De éstos, sólo alguno que otro se ve en el filme, como la lucha con el León de Nemea. LA SOSPECHA La película se refiere al odio que despierta el joven en Anfitrión, quien sospecha que no es hijo suyo y las artimañas que organiza con su verdadero hijo Ificles (Liam Garrigan) para matarlo. Enamorado de la princesa Hebe (Gaia Weiss), el pobre Hércules, que para colmo, para disimular su origen, fue llamado Alcides (como el cantante de cumbia), debe luchar para lograr fama y seguidores que lo ayuden a derrocar al esposo de su madre. La leyenda de Hércules retoma la línea de filmes como "Furia de titanes 2" y en vez de dioses o semidioses, centra su atención en un héroe de origen divino. Se detiene en sus aventuras épicas, en sus peleas que apelan desde la arquería, a la práctica de artes marciales con mucho "ralenti" para detallar golpes y patadas. Quien interpreta a Hércules es Kellan Lutz, un chico de Dakota, tan inexpresivo como Sam Worthington, el Perseo de "Furia de titanes 2". Si bien el filme tiene algunas buenas escenas de acción, su guión resulta demasiado elemental, de igual modo el diseño de personajes.
Dirigida por Renny Harlin (Riesgo total, Duro de matar 2), La Leyenda de Hércules busca “reinventar” el mito del héroe griego con un resultado bastante lastimoso. Hércules con anabólicos La película muestra la leyenda de Hércules, o mejor dicho una de las leyendas, ya que es el héroe más conocido de la mitología griega, y por lo tanto, asociado a distintas leyendas y versiones. En este caso, la leyenda viene así. La Reina Almecne y el Rey Anfitrión tienen un hijo, Íficles, y la noche en que Anfitrión conquista Argos, Almecne engendra un hijo de Zeus, enviado para poner fin a la tiranía del rey. Hera lo bautiza Hércules (curiosidad: “Hércules” significa “a la gloria de Hera”), pero nace bajo el nombre de Alcides. 20 años después vemos a nuestro héroe (interpretado por Kellan Lutz) en una relación amorosa con Hebe (Gaia Weiss), princesa de Creta. No obstante, Anfitrión y el rey de Creta arreglaron el casamiento de la princesa con Íficles, y Hércules es enviado a pelear a Egipto. El héroe le promete a la apenadísima Hebe que volverá y contraerá matrimonio con ella. Sin embargo, a Hércules lo espera en Egipto una emboscada orquestada por Anfitrión. De allí en adelante vemos los distintos obstáculos que deberá atravesar Hércules mientras busca la manera de volver a Grecia. Exageración de las formas En lo visual es bastante berreta, demasiado ambiciosa para la calidad de efectos especiales que maneja. Se nota muchísimo el uso de las imágenes generadas por computadora. Me resultó muy inverosímil la locación que eligieron para representar Tirinto, demasiado verde y boscoso como para ser griego. Hay un abuso descarado de la cámara lenta, de la lluvia y las tormentas en las escenas de mayor dramatismo, y de las “pelusitas” (parece una nieve finita) en el aire y el cálido sol alumbrando en los momentos felices. La musicalización es excesiva, todo está exagerado, todo es demasiado solemne, parece una parodia. Es más, hasta el cuerpo del protagonista es demasiado musculoso (tiene más tetas que las mujeres de la película, eso es muy raro). Los actores no brillan por su trabajo, sino que sobreactúan y van muy a la par de la exageración general que presenta la película. Los malos son de lo peor y los buenos son honrados, la esperanza los mantiene vivos, etc. Muy cursi. Párrafo aparte para el personaje de Almecne, que parece de la misma edad en las dos líneas temporales que maneja la película. Hércules crece 20 años pero ella sigue pareciendo de veintipico, un maquillador a la derecha por favor. Y la personificación de Hera es desastrosa, parece salida de una película de terror. Conclusión La leyenda de Hércules me pareció tan mal hecha que daba risa, es más, creo que no me aburrió precisamente por eso. Visualmente deja mucho que desear, se ven muy artificiales los escenarios creados por computadora y se abusa de manera grosera de los recursos visuales. Las actuaciones son muy pobres, no aportan nada. La historia resultaría menos molesta si no estuviera contada de manera tan redundante y extremadamente dramatizada. Los diálogos son muy cursis, todo es muy obvio. Si fuera adolescente y quisiera ir al cine a chapar, iría a esta película. Manéjenlo ustedes. Y para Hércules de bajo presupuesto, me quedo con éste. - See more at: http://altapeli.com/review-la-leyenda-de-hercules/#sthash.sIm8bX7l.dpuf
Para fanáticos de la epopeya Apenas comenzada la película y luego, con el correr de los minutos y confirmando las sospechas que se disparan al inicio, La leyenda de Hércules se asienta en un principio curioso, algo así como que cada posible espectador es virgen en cuanto al cine y de esa manera puede digerir toda la extensión del film sin tener ninguna referencia. Entonces, bajo esta presunción, el artefacto dirigido por el finlandés Renny Harlin se dedica a saquear películas del noble y vapuleado péplum (el género que se asienta en historias de aventuras en la antigüedad clásica) en una producción sin alma que cuenta el nacimiento de un héroe, Hércules, hijo del dios de la Guerra Zeus y de la reina Alcmena, que con el tiempo se enfrentará a su padrastro Anfitrión, un tirano sediento de poder. Suerte de prima bastarda de Gladiador, la historia protagonizada por Kellan Lutz (Crepúsculo), sin ningún escrúpulo copia prácticamente sin modificaciones la línea argumental del film de Ridley Scott –el protagonista es vendido como esclavo, el hijo del rey cumple el papel del pérfido y envidioso personaje que le arrebata la gloria, el héroe lucha no sólo contra una tiranía que agobia a su pueblo sino para estar junto a la mujer que ama– y por supuesto, tiene una puesta calcada de la sobrevalorada 300 u otros subproductos televisivos como la serie Espartaco. La epopeya que construye Harlin (El exorcista: el comienzo, Máximo riesgo), lejos de cualquier referencia seria a la mitología griega, se compone de muchísimos ralentis, una interminable proliferación de músculos inflados y convenientemente depilados, esteticismo berreta para las escenas de acción, una historia de amor sin pasión ni empatía, un elenco anodino, elementos que conforman una puesta sin alma, que deja poco margen para conformar un producto con algún atractivo para el espectador medio, salvo para los fanáticos del género para quienes puede ser entretenida.
El especialista en cine de acción RENNY HARLIN nos sumerge en el universo del "peplum" en una cinta que remite a los clasicos "clase b", tipicos de las tardes de "Sabados de super accion". Con un logico aggiornamiento en las formas, (muchas de las escenas, y cierta estetica remiten a "300"), el filme mantiene la escencia de los clasicos del genero. Hay sobreactuaciones, dialogos melodramaticos y ciertos anacronismos. Pero en estos "defectos" se encuentra el encanto de un tipo de cine incombustible, que siempre encontrara fervientes seguidores entre los amantes del bizarro.
De la mitología a una buena película de acción "No me gustan las películas en las que el héroe tiene pectorales más grandes que la estrella femenina". El famoso chiste de Groucho Marx se aplica especialmente a esta nueva aventura fílmica de Hércules, donde el joven y musculoso Kellan Lutz retoma el personaje que hizo famoso a Steve Reeves en esas producciones italianas que hicieron rico al magnate Joseph Levine y que en algunos casos contaban con el talento de cineastas como Mario Bava. Pero lo cierto es que Renny Harlin tambien es un cineasta de enorme talento, de hecho entre sus créditos se puede contar una de las mejores entregas de la saga de "Duro de matar" (la primera secuela). En "La leyenda de Hércules", Harlin parece haberse concentrado en algunos aspectos mitológicos de personaje, dándole mucha seriedad, tal vez, más de lo que hacía falta. La película empieza con un combate a todo despliegue entre el rey Anfitrion y su rival el rey de Argos. La esposa de Anfitrion está harta de tanto derramamiento de sangre y, al encontrase con una misteriosa pitonisa, acepta ser parte de la profecía que dice que si ella concibe un hijo con Zeus, el vástago de esta unión traerá un poco de paz al mundo. La escena de la concepción del futuro Hércules con Zeus abordando a la reina en su lecho en forma de rayos erotizantes está muy bien armada por Harlin, que realmente hizo un gran trabajo no sólo con la acción (rubro en el que siempre se destacó), sino en todo lo que tenga que ver con la dirección de arte. Los decorados, las locaciones y hasta el más mínimo detalle del diseño de los cascos de los distintos ejércitos que desfilan a lo largo de la película casi justificarían por sí solos el precio de la entrada al cine. Luego, la historia de Hércules enamorado de la princesa Hebe, entregada a su malísimo medio hermano, y traicionado por su supuesto padre (el rey Anfitrion) para terminar vendido como esclavo y obligado a pelear como gladiador, se parece más a la de la más actual serie "Spartacus" que a los viejos péplums que vienen a la memoria no bien se pronuncia el nombre Hércules. En todo caso, estas escenas de luchas de gladiadores son lo mejor y más violento del film, con dos grandes momentos, una pelea terriblemente cruenta en un circo de Sicilia con un diseño especialmente tétrico, y una lucha imposible entre Hércules solo contra los seis guerreros más terribles de toda Grecia (que tiene la extraña particularidad de incluir una mujer en el sexteto). El 3D está muy bien utilizado por Harlin, sin abusar, y con un momento culminante cuando el héroe rompe las cadenas que lo atan a unos pilares y con las rocas aplasta a sus enemigos (lo que recuerda justamente al clásico del péplum "Hércules sin cadenas"). Lamentablemente al film le falta humor y picardía, y un buen elenco, con el actor que encarna a Anfitrion (Scott Adkins) entre lo mejor de un cast muy pobre, sobre todo en actores secundarios.
Si uno ve el trailer de La Leyenda de Hércules -cosa que quien les escribe no lo hizo- ya sabe con qué se va a encontrar si elige entrar a la sala. La cuestión es la siguiente: cuando las expectativas son tan bajas, ¿qué queda esperar de un film que parecería ser que se hizo con el sólo propósito de lavar dinero? No confiaba mucho en la nueva aventura histórica de Renny Harlin, solo lo suficiente. Después de todo, el finlandés ha entregado disfrutables películas en los '90 como la secuela Duro de Matar 2, Cliffhanger con Sly Stallone y otras. El resultado fue aún peor de lo que me imaginaba... Tengo que imaginar que Harlin está impedido mentalmente o que le secuestraron a la familia hasta que no terminase este mamotreto que se hace llamar película, porque no se explica de otra manera que un director caiga tan bajo para ponerle la firma a un producto tan insípido como insalvable. Una rápida visita me dice que los costes de producción fueron de $70 millones de dólares y lo que vi en pantalla me dice lo contrario. Fue una bendición de los dioses no haberla visto en un lamentable 3D -ciertas escenas delatan el pobre uso de la tecnología que ya grita basta a viva voz- pero el 2D digital no deja lugar para las medias verdades: la calidad del film apesta y no vale ese coste anunciado. Digna heredera de los sábados de superacción de cualquier canal de aire, La Leyenda de Hércules podría inaugurar la categoría de "quemadora de retinas", por la cantidad de atrocidades cometidas en sus agonizantes 99 minutos de duración. Desde un Hércules con bronceado en spray carente de emoción pero con el cuerpo envidiable -solo el cuerpo- de Kellan Lutz hasta el tufo maloliente del guión de Sean Hood -vamos, que tiene en su currículum asquerosidades como Halloween: Resurrection y Conan, el Bárbaro- todo en pantalla da vergüenza ajena. La trama es tan tópica que uno se puede dormir quince minutos en la sala, despertar y no haberse perdido de nada. A sabiendas de que con los costes de producción tranquilamente se podría tornar la trama hacia un costado más autoparódico para salvarse a si misma, es tan solemne que se termina perjudicando. Imagino que podría seguir enumerando los increíbles errores y desafortunadas elecciones de esta producción que no se gana siquiera el calificativo de fallida. No es gracioso seguirle pegando a un caballo que está muerto desde el pistoletazo de largada, pero es necesario, para que estos engendros no vuelvan a producirse nunca. Quizás con The Rock y su próxima Hercules: The Thracian Wars nos podremos quitar finalmente el mal gusto de boca que ha dejado esta miserable reimaginación del héroe de la mitología. Están avisados.
Alumbrada quizás por el éxito de “300″, con nostalgia del cine llamado “peplum” esas de forzudos italianos que usaban túnica y eran de madera como actores, este film se centra en un Hércules reinventado, puro músculo, con efectos en 3D, con amores y muchas batallas.
Hércules es el personaje de la mitología griega que más adaptaciones tuvo en el cine. Desde 1957 a la actualidad se hicieron numerosas producciones que en algunos casos brindaron un auténtico festival bizarro. Un clásico que logró mantenerse vigente con el paso del tiempo. De hecho, en un par de meses llegará otra película con este héroe protagonizada por The Rock, con dirección de Brett Ratner (X-Men: La batalla final). La leyenda de Hércules fue dirigida por Renny Harlin, un realizador que en un pasado lejano hizo filmes decentes de acción como Riesgo total (Stallone), Duro de matar 2 y El largo beso del adiós (Genna Davis). Sin embargo, desde hace muchos años, no logra estrenar una película por la que valga la pena pagar la entrada al cine. Como ocurrió en el pasado con casi todas las producciones que se hicieron sobre Hércules (tanto europeas como hollywoodenses), esta versión también ignora por completo la leyenda tradicional del personaje. Eso no es un problema y hasta me atrevería decir que ya es tradición obviar la mitología griega en la pantalla grande. El gran inconveniente que tiene este film es que no tiene identidad propia. La película es un refrito barato de 300, Los inmortales, Gladiador y la serie Espartaco. Parecería que mezclaron todas esas producciones en una licuadora, le agregaron un par de personajes griegos y salió esto. El director Harlin abusa impunemente de la animación computada para construir escenarios artificiales que por momentos parecen haber sido creados para un video juego. Por otra parte, todas las secuencias de acción son iguales, algo que resulta agotador de ver, y el cineasta satura hasta el hartazgo con el uso de la cámara lenta en las escenas de pelea. No ayudó tampoco que los efectos digitales quedaron completamente truchos y se ven como un típico film del canal SyFy. Kellan Lutz (Crepúsculo) interpreta un personaje que se llama Hércules, pero en realidad su rol es un refrito de Maximus (Gladiador), que no tiene nada que ver con el héroe griego. Es claro que a los productores no se les cayó una idea y se limitaron a robar elementos de películas conocidas para desarrollar esta historia. De esa manera terminaron por presentar un film olvidable. Larga vida a Kevin Sorbo.
Se dice Heracles Algunas películas no valen el precio de su entrada. Ésta no vale el precio de la ley. La leyenda de Hercules (The Legend of Hercules) es una apología a la piratería. Si alguna vez alguna de las personas asociadas a este fiasco lamenta en público el declive de audiencias en el cine, acúsenla de hipocresía. Esta película es más pirata que Pirate Bay. Comenzamos con una batalla que parece la cruza entre el desembarco de Troya (Troy, 2004) y la saturación digital de 300 (2006). El Rey Anfitrión desafía al rey enemigo a un mano-a-mano para evitar más muertes y vence, en lo que resulta ser una de muchas violentas conquistas. Su mujer desaprueba. Desea criar un hijo para destronar al rey de ahí a 20 años. Es menos práctico que apuñalarlo esa misma noche. De hecho trata de apuñalarlo 20 años más tarde, como último recurso. ¿Por qué no lo hizo antes? En fin. Huye a un templo y solicita un hijo a Zeus, lo cual parece extraño. Zeus violaba mujeres por naturaleza, no por favor. Veinte años más tarde, el rey y la reina y hasta el anciano consejero de la corte se ven exactamente igual, pero el hijo ilegítimo de Zeus y la reina ha crecido para convertirse en Kellan Lutz, el vampiro fornido de Crepúsculo (Twilight, 2008), que hace de Hércules. Lo habrán elegido por asociación a un éxito de taquilla, y por sus pectorales, porque tiene el rango dramático de una percha de madera (y el carisma de una de plástico). Así que dos perchas. No se necesitan muchas luces para interpretar a un héroe de acción, ¿pero cómo excusar la falta de carisma? Tiene un hermanastro de aspecto enfermizo, el pusilánime Íficles. Hay esbozos de Thor y Loki (los de Marvel) en su relación, sólo que no tienen un ápice de química. “Entre los dos no hacen uno” va el dicho. El rey quiere desposar a Íficles con la novia de Hércules. Los amantes intentan huir, son apresados y Hércules es exiliado. Luego pasamos por el ciclo Gladiador(Gladiator, 2000). Nuestro héroe va a la guerra, pasa por la esclavitud, se convierte en gladiador, prepara una rebelión contra el vil tirano y siempre que llovió paró. Voy a dejar de citar plagios cuando la misma película deje de hacerlo. Suerte con eso. Lo único bueno que tiene la película son las cosas que plagia de otras, algunas de las cuales son mejores sin ser particularmente buenas. Seguro hay una forma de hacer una película divertida acerca de Hércules, sin importar que los actores sean malos, el montaje apure escena tras escena sin un segundo de alivio para establecer ideas (ni hablemos de explorarlas) y el guión sea un descerebrado monstruo de Frankenstein forjado de partes robadas. El problema fundamental es la figura de Hércules, y cuan poco Hércules se siente. ¿Qué tiene de Hércules? ¿Dónde están los hiperbólicos despliegues de fuerza bruta? ¿El descenso al inframundo? ¿La lucha con la muerte en persona? Digan lo que quieran de Furia de Titanes (Clash of the Titans, 2010). Allí Perseo mata a Medusa, ¿y qué más quieren de Perseo? En La leyenda de Hercules, el héroe cumple sólo uno de sus famosos 12 Labores. Mata al León de Nemea porque se lo cruza de casualidad camino a casa. No, en serio. Eso es al principio. El resto de la película podría ser Gladiador 2, o 300 2.5, o Narnia 7. Pensándolo bien ese león se parecía a Aslan.
Una de togas para no tomársela en serio Caso curioso el de La leyenda de Hércules. Basada muy pero muy libremente en el popular héroe de la mitología griega, el film del finés Renny Harlin bebe directamente de las fuentes de 300, adosándole un dramatismo y superficialidad digno de los telefilms melodramáticos de los ’90. Queda sobrevolando la duda sobre la intencionalidad del proyecto: hacer una película “en serio” o una gran sátira de las péplum (término que agrupa a aquellas películas de toga) norteamericanas. El poderoso Hércules es producto de la unión de la una reina germinada por Zeus. Pero nadie sabe eso más allá de ella. Mirado de reojo por su padre Amphitryon, el forzudo está, por si no fuera suficiente, enamorado de la princesa de Creta con la cual quieren casar a su hermano, por lo que se lo sacarán encima enviándolo a un frente de batalla en Egipto para una muerte segura. Muerte que no llega, ya que sobrevivirá convertido primero en esclavo y luego en un poderoso luchador. Tanto que hasta que obtiene su libertad en una de esas peleas, ganándose así el derecho de volver a casa por su revancha. La revancha incluirá una serie de batallas rebosantes de efecto digitales, todas interconectadas por una serie de diálogos altisonantes (“Estuviste en sus últimos suspiros”, “Lo único que temo son cada una de tus partidas”, etcétera) y un elenco siempre listo para la sobreactuación. El premio mayor se lleva Kellan Lutz, un protagonista cuya musculatura es inversamente proporcional a su talento.
La simplificación de un mito clásico Película rara La leyenda de Hércules. Rara porque está hecha con un desgano e ineptitud inhabitual para una industria a la que podrán achacársele los mil y un defectos, pero difícilmente la falta de profesionalidad. Quizá la berretada más cara del cine americano de los últimos años (casi 70 millones de dólares de presupuesto), deudor directo de la estilización épica de 300, Spartacus, Furia de titanes, Inmortales y demás, apropiación simplona y superficial de un mito clásico, ganador indiscutible al premio a los diálogos más graves y sobreescritos en la historia de las “películas de togas” hollywoodenses –peplum–, el film impone, entonces, la necesidad de una visión dispuesta a no tomarse nada demasiado en serio. O, aún mejor, a tomarse todo como un gran ejercicio humorístico y autoconsciente perpetrado por Renny Harlin, cinco veces candidato a los premios Razzie (suerte de anti Oscar entregado un día antes de la gran velada) al peor director. El reloj avanzó quince, veinte minutos y en la película ya pasó de todo. A saber: Amphitryon invadió Argos, desafió a su rey y lo destronó. Su mujer, la reina Alcmena, desesperada por la tiranía del hombre, le pide ayuda a Zeus y éste, cual Espíritu Santo, germina en su vientre a un hijo al que ella llamará Hércules. Veinte años después, la criatura mitad humano y mitad Dios es todo un hombre (un tronco absoluto con pinta de modelito de Calvin Klein llamado Kellan Lutz, cuyo antecedente más notorio es el de haber sido el chongo de Miley Cyrus en algunas fiestas a fines del año pasado). Que además está enamorado de la princesa de Creta, a quien quieren casarla con el “hermano” de Hércules. ¿Cómo eliminar la variable del corazón ante un matrimonio por conveniencia? Fácil: mandando al musculoso a un frente de batalla en Egipto para que lo masacren. Corte y al plano siguiente llega el escuadrón a una muerte segura. Porque La leyenda de Hércules desplaza a sus personajes de un escenario a otro –todos impúdicamente digitales, por supuesto– sin siquiera una escena que le confiera al asunto un mínimo gramaje emocional o progresión dramática, convirtiéndose en la película con menos escenas de transición que se haya visto en mucho tiempo. Ya podrá suponerse que si todo saliera según lo planeado no habría película, así que el tipo sobrevive convertido primero en esclavo y luego en un poderoso luchador, condición que le permitirá negociar su participación en una suerte de Champions Lea-gue sanguinaria en Grecia y, con ella, el regreso para la revancha y el reencuentro con la amada de turno. Reencuentro que se dará con el aura intensa del sol bañándolo todo. ¿Pero por qué un cinco y no menos? Porque es inevitable, al menos para este cronista, no rendirse ante la gracia causada por una película chorreantemente grasosa, irresponsable de sus propios actos y siempre al borde del ridículo –el borde del otro lado, no de éste–. Artefacto con destino de trasnoche en cineclubs habitués de lo bizarro, La leyenda de Hércules es tan mala que termina arrancando algunas sonrisas. Que ése sea el efecto buscado es otra cuestión.
El Hijo del Rayo Groucho Marx decía: “nunca voy a ver una película donde los pechos del hombre sean más grandes que los de la mujer”. Habría que hacerle caso a Groucho. La Leyenda de Hércules es nueva película de Renny Harlin, un realizador finlandés, que además de tener el reconocimiento de haber sido marido de Geena Davis, hizo alguna que otra buena película de acción en los ’90, dígase Duro de Matar 2, Riesgo Total, El Largo Beso del Adiós – con su mujer – y la simpática Alerta en lo Profundo. Ninguna de ellas gozaba de buenos guiones, pero al menos, sus “estrellas” la sacaban adelante. La excepción vino en 1995 cuando realizó La Pirata, en 1995 y su carrera prácticamente se hundió. Ahora, este nórdico imitador Uwe Boll, nos trae la historia del hijo de Zeus nuevamente, intentando competir con la película que a mitad de año el mediocre Brett Ratner estrenará con The Rock. Sin embargo, acá Zeus está representado solo por rayos y nubes como si fuera el espíritu santo. El rey Anfitrión conquista todo lo que tiene a su paso como si fuera el rey Leonidas de 300, pero versión villana. Su esposa engendra dos hijos: el mayor es Ificles, el heredero natura, el segundo es Hércules – también conocido como Alcides, el rey de la bailanta – hijo bastardo de Zeus o el manto sagrado. Pasan 20 años y ambos hermanos luchan por el amor de la Princesa de Creta, quién obviamente elegirá al musculoso rubio ojos claros de Hércules, y no a su debilucho hermanastro morocho. Es rubia pero no tonta. Cuando Anfitrión le pide a Ificles que elija a su esposa, el muchacho desea a la mujer de su hermano, desatando la ira de Hércules, al que el rey lo mando bien lejos – a Egipto – para sacárselo de encima. Junto con el Coronel Sotiris, Hércules atravesará una especie de camino del héroe – que incluye luchar solo contra un ejército, ser vendido como esclavo, y nuevamente ganarse los laureles como gladiador… esperen, esto suena familiar – para volver por su amada, vengarse de Ificles y destronar a su padrastro. Más de allá de que todos los personajes son de cartón y no tienen ningún tipo de conflicto interno, sorprende que la propuesta sea más pobre que las películas de género peplum de los años ’60 filmados en España por italianos. Acá uno puede leer un guionista italiana, seguramente criado en Cinecitá y un elenco compuesto por actores y extras rusos. Se nota que es para reducir costos. Igualmente es difícil dilucidar donde fueron a parar los 70 millones de dólares de presupuesto porque cada rama técnica, incluyendo efectos especiales son realmente muy pobres. Existen películas malas que son insalvables. Otras que provocan risa incondicional. La Leyenda de Hércules está una línea medio del absurdo inconsciente y un cine berreta. No hace falta aclarar lo pretencioso y ridículo que suena cada diálogo, la inverosimilitud – más allá de la fantasía – de cada secuencia, incoherentes a más no poder. Pero lo que más llama la atención es la pereza de Harlin para darle un tono al relato. El realizador no hace más que imitar fórmulas recientes que funcionaron y carece de todo tipo de identidad: el conflicto de hermanos podría haber salido de Gladiador o Thor, a nivel visual intenta calcar a 300, hay algo de Espartáco – más de la serie que de la película de Kubrick, pero en una versión apta todo público, realmente espantosa – y así podemos seguir detallando. Quizás lo más molesto es su pretensión religiosa, querer contar la historia de Cristo a través de la de Hércules, haciendo un paralelismo con los personajes claves de ambas historias. O quizás no hay que darle tantas vueltas. Es falta de imaginación a la hora de crear un producto solvente, que aunque sea clase B, sea conciente de alguna manera de su pobreza. El muñeco Kellan Lutz, cuyo único antecedente es haber “trabajado” en la saga de Crepúsculo, no logra transmitir suficiente carisma, emociones para llevar adelante la película. Al menos Victor Mature tenía un poco más de expresiones guardadas. El resto del elenco también deja bastante que desear, y realmente es muy triste ver al gran Rade Serbedzija entre las filas, como una suerte de guía moral para nuestro héroe. “La imitación es la expresión mas elevada del halago”, dice Anfitrión. Debió haber aclarado, la “buena” imitación, porque Ridley Scott, Zack Snyder y los precursores del género, después de ver La Leyenda de Hércules, deben sentirse insultados.
El lado rubio de la fuerza La leyenda de Hércules convierte al héroe griego en un personaje que hará lo posible para liberar a un pueblo, superar escollos y quedarse con la chica. Si en imdb.com, la base de datos de cine a la que recurre medio mundo, encuentra a esta película con una baja calificación de los usuarios, no se quede con la primera impresión. Renny Harlin es un director con una carrera muy particular en Hollywood, y el público norteamericano probablemente tiene una visión muy teñida por eso. Concretamente, es una especie de ídolo caído de la industria. Este finlandés emigrado estuvo en la cúspide cuando dirigía películas como Duro de matar 2 y estaba casado con Geena Davis, una chica del momento. Pero dio algunos pasos en falso y entró en ese triste mito del talentoso malogrado del que aparentemente no pudo salir. Para colmo, en este 2014 tiene que enfrentar un nuevo caso de competencia a cara de perro dentro de Hollywood. Dos películas con casi idéntico tema que se enfrentan por el mismo público. Esta Hércules que acaba de estrenar, y otra que protagoniza Dwayne Johnson, John Hurt y Joseph Fiennes y dirige Brett Ratner, con más espalda gracias a la presencia de dos majors como Metro Goldwyn Mayer y Paramount por detrás. Sin embargo, La leyenda de Hércules es una película entretenida, y para el que va al cine a que le cuenten bien una historia eso es bastante. Comienza en la cuna de este personaje de la mitología griega y recrea la historia de este hombre, hijo de Zeus "el dios de dioses" y una reina mortal, que sea cría entre la desconfianza de su padre y los celos de su hermano. Luego, por imperio del amor compartido con Hebe, a quien quieren obligar a casarse con el que debería ser su cuñado, se ve obligado a enfrentar a su dinastía en una revolución campesina contra la opresión gobernante. Quizás hay detalles que harían mejor esta película, pero se las arregla para disimularlo y a medida que el metraje avanza lo hace mejor. Como esas personas que caen mejor cuanto más se las conoce. O esa ropa sin marca que da los mejores resultados. La distinción, la poesía y el romanticismo de algunos diálogos le dan un contenido especial al filme de Harlin. Las buenas escenas de acción en varias oportunidades hacen de la simpleza su secreto. Si hasta se nota que quisieron hacerla lo más grandiosa posible, gastando el último centavo del costo de la forma más ingeniosa. Además, cuenta con buenas actuaciones, entre ellas la de Scott Adkins, como Anfitrión. Buena fotografía y diseño de arte, con varios de los recursos que patentó antes la exitosa 300 (en camino a convertirse en un ícono del género) hacen de La leyenda de Hércules un filme de aventuras y acción épica para tener en cuenta a la hora de elegir qué ver de la cartelera.
Este engendro constituido a partir de imagen y sonido no debería entrar en la categoría de películas, menos aun estrenadas comercialmente, pero hay tantas injusticias al respecto, tanto por lo fáctico como por la omisión, y esta se fija en la primera de las variables, aclaro por las dudas. Pero entrando de lleno en esto que nos convoca podría decirse que, “ni olvido ni perdón”, sólo que en apariencia parece que los guionistas (de un modo hay que nominarlos) se limitaron a tomar los datos en alguna ignota pagina de internet, ni siquiera Wikipedia, de uno de los personajes más importantes de la mitología griega, y de la literatura del mismo origen con obras escritas por Eurípides, ”Heracles” “La Locura de Heracles”, etc. De todo esto apenas queda los nombres, no todos, de los personajes que participan de la historia, y de los trabajos encomendados a Hércules sólo los que se forjo en su leyenda, como la pelea con el león, con una estética trabajada desde lo digital que promueve más a broma que a credibilidad, y tampoco lo logra. El relato se centra en nuestro héroe, eso es innegable, el problema es que en la estructura narrativa no vislumbra el mínimo de construcción, todo va a los saltos, por momentos de manera incoherente, y esto parecería que se debe a la cantidad de películas de las que se sustrajeron ideas, escenas, estética y acciones, tales como “Gladiador” (2000), la pelea con el león, el transformarse en gladiador, “300” (2006), algunas puestas en escenas, “Espartaco” (1953), la italiana no la de Stanley Kubrick, pues es netamente filme cercano a la clase B, pero peor realizada, “Furia de titanes”.(2010), donde el trabajo con luz y la fotografía es casi un plagio. Un párrafo aparte seria para la mención de la banda de sonido, y cuando se habla de manera discriminada, en la buena acepción del termino, es para elogiar, pero en este caso es todo lo contrario, especialmente la música grandilocuente, empática, edulcorada e insoportable hasta el hartazgo. Sumémosle las actuaciones, o las presencias de seres humanos en una profesión que por lo visto les queda demasiado grande. Así Kellan Lutz (Hércules), un “modelo” conocido por el público como uno de los vampiros de la saga “Crepúsculo” (2008) es su gran antecedente, quien no da cuenta de ninguna aptitud histriónica y no genera nada en el espectador. Acompañado por Gaia Weis (Hebe), en su tercera película, quien no denota talento y la belleza dura poco; Scott Adkins (Rey Anfitrión), Liam Garrigan (Ificles), ambos con cara de malos por constipación a lo largo de toda la narración; Roxanne McKee (Reina Alcmene) la madre de Hércules, quien en la escena en la cual Zeus, al que no se lo ve, le genera al hijo prodigo, parece estar en trance o tener un ataque de epilepsia de Gran Mal más que estar haciendo el amor con un Dios, aunque muy bella por cierto, más que la futura novia de Hércules. Por último, el doloroso pesar que significa ver a Rade Serbedzija (Chiron) en el papel de un maestro, especie de Aristóteles en relación a Alejandro Magno, venido a menos. Es una pena ver a éste gran actor que nos deslumbrara en filmes como “Antes de la Lluvia” (1994), entre otros, transitando por este pastiche, ¿Lo haría por el cachet? Plata en la producción no falto. El mayor logro de Renny Harlin, el director, fue haberse casado con Gena Davis, pero será recordado por haber estado nominado, en el rubro de dirección, cinco veces a los premios “Razie”, los antípodas del “Oscar”, en que premian a lo peor del año ¿Será esta su sexta vez? ¿Querrá establecer un record? Me olvidaba del relato, de que va lo contado. Desesperada por liberar a su pueblo del reinado de su marido y encontrar la paz, la reina Alcmena pide consejo a los dioses. La diosa Hera le presta a Zeus, el Dios de la Guerra, para que le conceda un hijo, Hércules. En la verdadera historia, Hera odiaba a Hércules por la infidelidad de Zeus, pero eso parece ser una de las nimiedades. El rey Anfitrión se sabe engañado, sabe de la infidelidad de la mujer (en mi barrio con una palabra se lo cataloga), molesto por la ilegitimidad de Hércules favorece a su hijo mayor Ificles. Veinte años después, mediante una elipsis un poco forzada, Hércules se enamora de la hermosa Hebe, pero su padre los separa y proclama que Ificles debe casarse con la princesa. Los amantes planean huir y casarse, pero los guardias del rey Anfitrión lo capturan y éste lo envía a morir en la guerra contra Egipto, tal cual hizo el rey David con el General Urias para casarse con Betsbabe, con mejores resultados. Hércules escapa a la muerte y se une a su compañero, el “¿Coronel?” Sotiris, ambos primero esclavizados, luego como gladiadores vuelven a Grecia, como los hacedores de la revolución triunfante contra le tirano y su casta. De la leyenda de Hércules, solo el nombre.
La cuestión destructiva Iba a proceder a destruir cada uno de los apartados de este desastre cinematográfico que implica La leyenda de Hércules, que tiene el dudoso honor de ser una de las peores cosas que vi en los casi siete años que llevo escribiendo crítica y/o comentarios de cine (aparentemente, utilizar algunas palabras para definirse en su labor puede ser problemático), pero me encontré en un dilema: escribir una crítica cínica no aportaría nada más que el regodeo por aquello que es obvio con los primeros 15 minutos. Que las actuaciones son terribles, los efectos digitales son arcaicos, el guión es un desastre, algunos planos son inentendibles y un largo etcétera, pero lo que me sorprendió es cómo puede ser que esto llegue a estrenarse. No se peca de ingenuo, se conocen las políticas de las distribuidoras, pero en el contexto de la cantidad de estrenos que han pasado de largo con atributos superiores a este telefilm que parece digno del SyFy Channel (pero menos divertido), con un 3D manejado toscamente (¡ese travelling introductorio!), uno no puede pasar por alto el reclamo. No hay mucho más que decir de este bodrio que de alguna forma no se haya dicho salvo el siguiente detalle: es una adaptación libre del mito griego de Hércules de proporciones inéditas en la historia. Mirar esta película recuerda lo peor de la prepotencia norteamericana en la industria del entretenimiento: no sólo se banaliza (e incluso cristianiza) el mito original, sino que se subestima al espectador con innumerables muestras de ignorancia y atropellos históricos. Hay momentos hilarantes, como el terrible león digital o una batalla en la que, abandonando el “realismo” (¿?), Hércules lanza rayos con su espada. La lista es extensa pero, como planteé al comienzo de la crítica, me niego a hacer un repertorio cínico de lo terrible que es esta película. Intentando ser constructivo, hay que rescatar la labor de Liam McIntyre, un actor que desconocía pero que en el pantano de esta película es el único asidero sólido: su Sotiris es el único personaje más o menos interesante y la calidad interpretativa está a millas de la mayoría del elenco restante. Finalmente (y ya que me tomé la licencia de utilizar más marcas subjetivas de lo habitual), creo que lo mejor es decirle a quienes lean esto que no se acerquen a ver esta película. Es mala, pero mala en serio, ni siquiera puede dar el placer de algo realizado con la consciencia de hacer algo clase B.
Mucha acción, efectos especiales y pochoclo, solo eso. La historia está relacionada con la mitología griega, un guerrero sanguinario gana poder desafiando a la lucha a distintos Reyes, luego se queda con los territorios conquistados y se hace súper poderoso. Rey Amphitryon (Scott Adkins, "La noche más oscura") su esposa es Alcmena (Roxanne McKee, “Game of Thrones”- TV Series), tienen un hijo Iphicles (Liam Garrigan). Una noche la Reina Alcmena quiere que todos vivan en paz, quiere liberar al pueblo de tantas luchas organizadas por su esposo, y le pide a los dioses, Hera (es como si fuese el arcángel Gabriel) la paz, Zeus, el Dios de la Guerra le concede un hijo que será Hércules (Kellan Lutz, “Inmortales”, “Crepúsculo”). El Rey Anfitrión (parece el Rey Leónidas, de “300”pero acá versión muy malo) no le reconoce como hijo legitimo, por eso beneficia en todo a su hijo mayor el cobarde Iphicles, aunque este no sea un gran guerrero. El Joven Hércules (Para su padre y en un principio para el pueblo lo conocen como el Príncipe “Alcides”) se enamora de la bella princesa Hebe (Gaia Weiss), ellos son novios en secreto, su hermano mayor quiere sobresalir en todo pero le falta mucho, por eso ahora su padre los separa anunciando el casamiento entre Iphicles y la Princesa Hebe, una serie de hechos desafortunados suceden y el Rey envía a Hércules con el joven guerrero padre de familia Sotiris (Liam McIntyre, "Spartacus: Blood and Sand" -Tv series) y un grupo de hombres a la guerra a un lugar tan inhóspito, que es imposible el regreso y menos con vida. Ellos deberán salvar sus vidas, salvar al pueblo de la tiranía de Anfitrión, recuperar su amor y tomar su lugar. El personaje mitológico de Hércules se representó muchas veces tanto en cine, como en series, ahora el encargado de esto es el cineasta finlandés Renny Harlin (54), quien tiene en su filmografía varias de pura acción como: "Duro de matar 2"; "Riesgo total"; "Alerta en lo profundo"; entre otras. La historia no se sostiene, lo que ofrece no resulta para nada novedoso, ya se vio por ejemplo en: "300"; "Furia de Titanes”, “Inmortales”, “Gladiador”, entre otras. Se encuentra llena de efectos especiales, luchas, torturas, venganzas, asesinatos, una pelea increíble con el León de Nemea, buena fotografía y diseño de arte, las actuaciones son muy flojas, solo bellas mujeres y hombres corpulentos, momentos para un video juego, llega a molestar tanta cámara lenta en varias escenas de peleas, algunos errores en las tomas y también en el guión el personaje de Rey Anfitrión dice “…te presentaron mi curriculum “y toda muy previsible.
El sueco Renny Harlin, que alguna vez demostró gran inventiva para el cine de acción (El largo beso del adiós o Alerta en lo profundo, grandes películas) aquí toma la leyenda del semidiós griego y hace una película clase B basada exclusivamente en las posibilidades de la tecnología. Al revés de Agosto, no contiene un ápice de humanidad o de empatía actoral. El resultado es igualmente poco interesante. ¿Dónde está el justo medio?
Una farsa épica Pareciera ser que las mitologías griegas están hechizadas, embrujadas, engualichadas para que cada intento por llevarlas al cine en la nueva era resulte un fiasco. Recientemente tenemos las flojas "Clash of the Titans", "Wrath of the Titans" y la safable pero poco trascendente "Inmortales". Ahora para peor fama se suma "La leyenda de Hércules", un trabajo muy berreta del director finlandés Renny Harlin, cuya carrera ha sido bastante turbulenta, con éxitos y fracasos. Fue el responsable de películas malas como "The Covenant" y "Driven" pero también nos entregó trabajos entretenidos como "Die Hard 2" y "Cliffhanger". Esta aventura del fortachón mitológico, se podría contar entre lo más bajo de su filmografía. Para empezar, Kellan Lutz como protagonista... No digo que sea pésimo actor, pero definitivamente le falta un golpe de horno o el director debió estar más encima de su interpretación para que no fuera tan poco creíble e inexpresiva. Esa cara de niño arriba del cuerpo de un gladiador no le jugó para nada a favor, de hecho me parece que se cometió un error parecido al de "10.000 A.C." (de Roland Emmerich) cuando se pusieron en pantalla a cavernícolas de ojos claros y rastas... Kellan Lutz debería dejar su pose de niño lindo y empezar a verse más real si quiere sobrevivir como protagonista del género de acción. Por otro lado, se notó una falta muy grande de ideas originales. Había escenas claramente robadas de "300" que encima no eran de buena de calidad. Los planos en cámara lenta de parte de algunas peleas y la batalla contra el ejército de Anfitrión son algunos ejemplos del hurto descarado. En cuanto a la historia, no era mala, pero fue llevada a la gran pantalla con tanta desprolijidad que se opacó todo, la historia de amor, su relación conflictiva con Zeus (que prácticamente no existió) y la transformación en héroe. Para que se den una idea, hay algunas escenas románticas de Kellan Lutz con Gaia Weiss que parecen sacadas de "Crepúsculo". Por último voy a despotricar contra los aspectos técnicos y de producción. Mucho uso de CGI de baja calidad, como por ejemplo en la escena que pelea con el león de Nemea... la bestia parece una mezcla de perro chow chow, con Aslan de Las Crónicas de Narnia y un osito cariñoso... un horror. Locaciones pobres plagadas de artilugios digitales que lejos de complementarlas dejaban en evidencia el abuso de efectos. Edición un tanto pobre y un diseño de vestuario y maquillaje que se notó estaba corto de presupuesto. No se la recomiendo a nadie.