El asco Algunas películas lo hacen todo mal. La Noche de la Expiación dura 85 minutos y tiene la innoble suerte de sólo sumar mediocridad al mismo tiempo que decrece en interés. La historia tiene lugar en un futuro cercano en el cual Estados Unidos está asolado por la delincuencia y las cárceles están abarrotadas de criminales. El gobierno da la orden, una vez por año, para que durante doce horas toda actividad ilegal -incluyendo asesinatos- sea permitida. No pasará mucho tiempo hasta que un grupo de fanáticos de “la purga” quiera entrar en la casa de los Sandin (Ethan Hawke, Lena Heady, hija adolescente, hijo más chico y con cuestiones psicológicas incluidas) para atrapar a un supuesto delincuente que se ha introducido en su hogar, amenazando tanto al intruso como a los integrantes de la familia...
Cómo desaprovechar una muy buena idea De los productores de Actividad Paranormal y dirigida por James DeMonaco, llega The Purge, un thriller futurista con tintes de suspenso/terror y con un muy buen ingenio desde el planeamiento de la historia. El relato nos sitúa en el año 2022, donde la sociedad norteamericana parece haber renacido contando con una tasa de desempleo de un 1% y con el crimen más bajo que nunca. Todo ello se debe a un día anual en el que todo está permitido, la transgresión cobra un carácter legal por un período de 12 horas en lo que se denomina “la noche de purga”. En esa jornada, los individuos que deseen saldar cuentas y descargar su ira y odio interno tienen la oportunidad de afilar sus cuchillos, cargar sus armas y salir a las calles a desatar un caos. Y para quienes no sientan la necesidad de hacerlo, como es el caso de Ethan Hawke, el protagonista, nada mejor que asegurar su casa con dispositivos de seguridad (que él mismo vende y con los cuales abasteció a su barrio) y encerrarse mansamente hasta que “el campanazo” dé fin al toque de queda. La idea central es sumamente original, creativa y despierta curiosidad en el espectador. El punto de inflexión tiene lugar a partir del momento en que el hijo de Hawke deja ingresar a un hombre que intenta escapar de sus perseguidores, sin imaginarse que dichos sujetos arribarían al paradero de nuestra familia principal amenazando con ingresar y aniquilar a cada uno de ellos. La película, hasta esta instancia y con esta suerte de sinopsis (que también se resume en un jugosisímo y perfectamente editado tráiler), nos invita a verla casi en una reacción espontánea. El guión se muestra sólido, llamativo y enigmático; y las pocas escenas que visualizamos en su avance (combinadas de una banda sonora estimulante) prometen un estado de tensión y suspenso que pareciese nos vayan a ocasionar grandes saltos. Pero, lamentable y decepcionantemente, The Purge está bien montada hasta la primera mitad, y lo que aparentaba proveerle al espectador decenas de sustos, tirantez y grados elevados de nerviosismo se echa por la borda a partir de resoluciones súper previsibles y un final estrepitosamente ridículo. La película es un claro ejemplo de cómo desaprovechar un proyecto o un boceto interesantísimo y absolutamente inventivo cuando de la teoría se vuelca a la práctica un desencadenamiento de sucesos a los que no se les supo sacar todo el jugo y en donde sólo se rescatan las actuaciones de Hawke, Lena Headey y unas tétricas secuencias producidas por las macabras máscaras de los que operan de “villanos”. LO MEJOR: la idea original, el tráiler, el reparto, las caretas. LO PEOR: se torna tan previsible que la decepción en el espectador es mayor. Incoherencias, resoluciones ridículas. Lo desaprovechada que está la historia. PUNTAJE: 4,6
ASESINOS POR UNA NOCHE Si tuviéramos que ubica La noche de la expiación dentro de un género este debería ser sin duda la ciencia ficción. En un futuro cercano, Estados Unidos ha creado un sistema para resolver el creciente problema de la violencia. Para esto una noche al año se decreta “The Purge”. En esa noche está permitido matar y los ciudadanos deben decidir si encerrarse en sus casa prácticamente amuralladas o salir a matar por las calles. James Sandin (Ethan Hawke), su esposa Mary (Lena Hadley) y sus dos hijos, viven en una lujosa casa que han obtenido por el éxito laboral de él. Su trabajo es vender sistemas de seguridad para que la gente adinerada pueda protegerse en la temible noche de la expiación. Todos parecen tomarse con naturalidad el siniestro sistema y se prepararan rutinariamente para atrincherarse en sus casas. James y su familia delatan, de parte de los hijos principalmente, algunas grietas y contradicciones. A las 19 hs comienzan las doce horas de la ceremonia de violencia de cada año. Y por supuesto no habría película si las cosas no se complicaran mucho en esa noche. El tema de la película sin duda tiene que ver con la naturaleza humana. ¿Es el ser humano naturalmente violento y egoísta o por el contrario es pacífico y solidario? La película encuentra el argumento ideal para plantearse este interrogante. También alude a la idea de las desigualdades sociales, la ineficacia del gobierno para equilibrar esas diferencias y el crecimiento de la violencia en la sociedad. Aunque las máscaras del afiche prometan terror, la película no pertenece a este género y su costado de fantasía tiene que ver con el discurso más que con cualquier otra característica. Las acciones transcurren en el futuro y se adivina un futuro clásico de la ciencia ficción. La distopia (o como otro la llaman, la antiutopía) que hemos leído y visto en 1984, Brazil, Un mundo feliz, Fahrenheit 451Blade Runner y otras historias del género. Acá es llamativa la forma en que no hay ni un solo elemento tecnológico, ningún detalle de escenografía que nos haga creer que es un mundo alejado del nuestro. Ese futuro que describe la historia no podría ser más presente. La ciencia ficción está en la idea de un día legal para el asesinato y en las noticias cuando se habla de “Los nuevos padres fundadores”, pero no pasa de ahí. Tampoco necesita hacerlo. La situación de encierro y opresión, a luz, el sonido, e incluso la violencia, son lo que la acerca al cine de terror al que, como ya se dijo, no pertenece. Algunos lugares comunes, algunas obviedades y ciertas vueltas de guión no muy ingeniosas pueden atentar contra la película, pero a pesar de eso el film de James DeMonaco sale airoso y sus personajes adquieren poco a poco inesperada complejidad. No es agradable ni tranquilizadora, pero justamente en eso radica su encanto.
La noche de la expiacion te predispone muy bien desde el comienzo y te hace pensar que estás frente a una excelente historia, y aunque los primeros cuarenta y cinco minutos están llenos de clichés y algunas incoherencias te mantienen atento y expectante, pero bruscamente el argumento comienza a desinflarse para concluir con unas secuencias absurdas y ridículas, tipo...
Fuego a discreción Si bien ejemplos de conceptos interesantes desperdiciados hay muchísimos en el ámbito cinematográfico, uno no puede dejar de señalar la decepción que genera un proyecto prometedor que cae en la típica mediocridad del Hollywood estándar. Si aclaramos que estamos hablando de un representante del amado terror, género que a nivel mainstream se encuentra en crisis desde hace tiempo, la desilusión se magnifica y dispara de inmediato interrogantes relacionados con las razones detrás del fracaso. La noche de la expiación (The Purge, 2013) pone en evidencia la necesidad de un desarrollo dramático acorde con el sustrato temático a trabajar. Por supuesto que no ayuda demasiado que aparezca un tal “Michael Bay” en la lista de los productores aunque ese no es problema principal de la película en cuestión. La historia se centra en un futuro no muy lejano en el que el gobierno estadounidense permite que todo crimen sea cometido con plena impunidad durante una noche al año, período en el que se suspenden la asistencia social, los servicios de emergencia y el accionar del aparato de represión estatal. Bajo la excusa de descomprimir la violencia inherente a todo ser humano, la llamada “purga” funciona como una suerte de “temporada de caza” acotada a 12 horas. Así las cosas, lo que en las primeras escenas prometía ser una mixtura irónica de horror y suspenso volcada al comentario social, rápidamente licua su propensión satírica para arrimar de a poco el devenir narrativo hacia el terreno del thriller de invasión de hogar, corriente que va desde Perros de Paja (Straw Dogs, 1971) hasta Caché (2005). Tal volantazo no le jugaría en contra al film si a partir de ese punto no cediese ante la clásica catarata de clichés vetustos y situaciones de manual que pretenden replicar, con escaso éxito, la atmósfera de pesadumbre de la excelente Los Extraños (The Strangers, 2008). Lamentablemente el guión de James DeMonaco, aquí además oficiando de director, no puede remontar vuelo por sobre el planteo inicial de la familia burguesa, encabezada por James Sandin (un Ethan Hawke eficiente aunque en piloto automático), que ofrece asilo a un pobre hombre de color perseguido por una turba de nenes ricos y educaditos. En una trama sustentada en personajes unidimensionales, las “sorpresas” se ven venir a kilómetros de distancia, el gore brilla por su ausencia y la torpeza pasa a ser la regla. El descalabro interno no se corrige con tanto “fuego a discreción” sino con más inteligencia formal…
¿Que pasaría si por una noche pudieras sacar todas tus perversiones mas ocultas?, esas que estas reprimiendo desde la niñez, todas esas cosas horribles que todo el mundo dice que son moralmente incorrectas. ¿Que pasaría si nadie te juzga al hacerlas, si no existiese la ley por unas horas, podrías realmente sacar años de represión a la luz? Nuevos Fundadores: La Noche de la Expiación (The Purge, 2013) es un thriller de ciencia ficción. Nos sitúa en el año 2022 donde una nación estadounidense esta pasando por su “mejor” momento, la pobreza es casi nula y el crimen en las calles casi es inexistente, pero todo esto tiene una explicación. Una noche al año se realiza lo que se llama “la purga” y por doce horas todo crimen (asesinato, violaciones, torturas, etc) es valido, todos los sistemas de emergencia son suspendidos y el pueblo se tiene que defender solo de sus propios enemigos. Esto es lo que nos explica la radio que va escuchando James Sandin (Ethan Hawke) de regreso a su casa antes de que la purga empiece. La familia Sandin se prepara para pasar una noche segura dentro de su casa devenida en una fortaleza, pero algo se complica. Charlie el hijo de la familia, todavia no comprende exactamente porque motivos se lleva a cabo “La Purga” y deja entrar a un desconocido a su casa para darle refugio. Este refugiado es un vagabundo y es el objetivo de un grupo de adolescentes de clase alta, los cuales quieren ejercer su derecho a purgar sus perversiones. El punto de giro en la película esta mas que claro, los adolescentes le piden amablemente a la familia Sandin que entregue a esta persona de bajos recursos de lo contrario entraran en la casa y mataran a todos los que se encuentren en ella. No Way Out El film escrito y dirigido por James DeMonaco posee una gran premisa utópica, ligada claramente al capitalismo, donde las personas que no son útiles al sistema son descartadas y convertidas en objeto de usa por la clase mas alta. Pero todo esto tiene un opaco reflejo en el metraje. La producción solo costó 3 millones de dólares (esto es muy, muy poco para el sistema de producción estadounidense) y recaudó en su semana de estreno 34 millones de dólares, debido a esto el estudio dió luz verde para una segunda parte. La película se basa en el suspenso y en las decisiones que va a tener que tomar esta familia que al principio de todo estaba de acuerdo con la noche de la purga. El problema radica en la transformación de mirada moral/ética que transitan los personajes, que tan solo en una hora y media cambian de pensamiento, como si todos sus ideales fueran muy endebles, todo esto es muy poco verosímil. Inclusive el padre de familia (un encargado de venta de equipos de seguridad) se convierte casi en un héroe de acción en quince minutos de metraje. Quizás el otro error de “La Noche de la Expiación” es los diferentes conflictos que la familia Sandin tiene que atravesar durante la noche, en vez de centrarse en uno solo y resolverlo de manera adecuada, hay en la totalidad el film cinco conflictos subsidiarios que no suman al argumento principal y diluyen el problema central, convirtiéndolo solo en una espera casi sin suspenso. Conclusión La Noche de la Expiación es un film que contiene una buena premisa, una buena idea desde donde partir, pero que con sus pobres argumentos no puede terminar de motivar al espectador a preguntarse que pasaría si esto ocurriera realmente, sino que como toda gama de películas donde el aspecto comercial esta puesto solo al servicio de la ejecución, sigue sin dejarnos esa sensación de incomodidad que tanto nos gusta experimentar con este tipo de films pertubadores.
Si hay algo que no abunda en el cine actual son los conceptos novedosos o, por lo menos, interesantes. Peor es cuando ese concepto novedoso, o interesante, por fin aparece, pero está mal aprovechado. La Noche de la Expiación parte de una premisa inquietante. En el año 2022, Estados Unidos es una utopía, donde la pobreza y la inseguridad son cosa del pasado. Un logro conseguido por los nuevos líderes gracias a un singular procedimiento: una vez al año, durante 12 horas, cada ciudadano es libre de cometer los crímenes que se le antojen. Torturas, violaciones, asesinatos, todo está permitido en lo que se denomina La Purga. James Sandin (Ethan Hawke) y su familia son de los que prefieren encerrarse en su residencia en vez de salir a cometer locuras por ahí. Y ese es el plan para la Purga Anual de esa noche, hasta que la aparición de un vagabundo perseguido los convertirá en blanco de un grupo de adolescentes con ganas de despedazar al prójimo. El correcto James deberá tomar las armas y proteger como sea a sus seres queridos...
La noche de la expiación es un thriller de ciencia ficción que trabaja un concepto estúpido pero atractivo. En el año 2022 Estados Unidos logró reducir los índices de criminalidad al implementar "La purga", un período de 12 horas, una vez al año, donde todos los delitos, ya sean asesinatos, robos o violaciones están permitidos. La única regla es que no se pueden usar armas de destrucción masiva ni matar a funcionarios del gobierno. La purga tiene el obejtivo que los norteamericanos puedan hacer una catarsis de sus emociones negativas. Esta idea es un delirio absoluto que no se puede tomar en serio pero brinda un buen material para construir un thriller. El film es una producción de Michael Bay que representa la ópera prima de James DeMonaco, quien fue guionista del clásico popular de los ´90, El negociador (Kevin Spacey) y más recientemente la remake de Masacre en el precinto 13, que también estuvo protagonizada por Ethan Hawke. En este caso tomó el concepto bizarro de "La purga" para trabajarlo dentro del subgénero de invasion de hogares. Este estilo que ya cuenta con una larga filmografía suele presentar conflictos donde un grupo de personajes están atrincherados en sus casas y tienen que defenderse como pueden de los psicópatas que quieren matarlos por alguna razón. El gran clásico de esta temática por supuesto es Perros de paja (1974), de Sam Peckimpah, aunque la pionera fue De repente (1954), con Frank Sinatra, donde el cantante acechaba la casa de una familia que le permitía tener la ubicación perfecta para asesinar al presidente de los Estados Unidos. Desde entonces se hicieron muchísimos filmes de este estilo donde podemos citar también Funny Games, Alta Tensión (Alexandre Ajá), La habitación del pánico (jodie Foster) y más recientemente Los extraños (Liv Tyler) y Caceria macabra, que por estos días está en cartel. La noche de la expiación es un thriller decente que se deja ver pero me quedó la sensación que el director no llegó a explotar por completo el concepto de "La purga" que proponía el conflicto y el film se encaminó por un estilo de relato que ya vimos varias veces en el cine. La idea conceptual de la esta producción daba para mucho más pero se limitaron a enfocarse únicamente en las situaciones violentas que volvieron a la trama más predecible. De todos modos el director manejó bien la tensión de los hechos que les toca vivir a los protagonistas y la película se deja ver y llega a ser entretenida. Tampoco es tan terrible como se había anunciado en las críticas norteamericanas. Además brinda actuaciones decentes de Ethan Hawke y Lenna Headey. Pese a que en Estados Unidos no contó con buenas reseñas la película funcionó bien en la taquillar al recaudar más de 83 millones de dólares. Michael Bay la produjo por 3 millones de dólares por lo que le fue bien en el aspecto comercial y por ese motivo ya se anunció la continuación.
Las malas decisiones Un ensayo de 85 minutos de duración sobre la problemática de una sociedad enferma se nos presenta crudamente en La noche de la expiación (The Purge, 2013), de la mano del talentoso guionista James DeMonaco, responsable de reconocidas comedias y thrillers para la pantalla chica y el cine. En el contexto de un Estados Unidos devastado por el delito, la inseguridad y las cárceles colapsadas, dentro de la casa de la familia Sandin parece ser todo perfecto, como si fuera un microuniverso apartado de todo mal. Esta ilusión se ve truncada cuando una noche un grupo de jóvenes disfrazados irrumpe en el lugar burlando los más sofisticados métodos de seguridad del mundo. Aquí, por primera vez en la historia, el gobierno estadounidense sanciona una ley que habilita a toda persona a desatar su furia durante 12 horas sólo una vez al año, día en el cual todo es legal. De esta manera durante el resto del año, se controla todo hecho ilícito. Luego de una jornada fatal, todo volvería a la normalidad. Lo efectivo del argumento que construye James DeMonaco es que se basa en un hecho posible. La identificación del espectador para con lo que ve es casi inevitable. Además resulta una trama convenientemente original que nos aleja de todo lo ya visto del género, recurriendo al terror y jugando con lo psicológico. El elemento que atraviesa a todo el film es la lucha de esta familia por decidir hasta dónde están dispuestos a llegar cuando se enfrenten a un hecho traumático. La película no se anda con rodeos pero adiciona una buena cuota de misterio y deja al espectador petrificado en su silla. Más allá de su mensaje, la cinta resulta porque sabe cómo mantener el interés y la tensión. La noche de la expiación o "La purga", como lo indica su nombre en inglés, quizá haga alusión también a una mala decisión por parte del estado que deja a la ciudadanía expuesta y sola. La violencia es la verdadera protagonista y las altas dosis de suspenso culminan en un desenlace que sorprende.
Purgante Fábula provocadora basada en una fantasía presente en cada ser humano: cruzar un límite prohibido sin sufrir consecuencias. En el año 2022 los EE.UU gozan de una economía floreciente, la tasa de desocupacion es nula y la seguridad reina en las calles. El nuevo Estado gobernante logró este nuevo y exitoso estándar gracias a una ley revolucionaria, que permite a todos los ciudadanos cometer todo tipo de crímenes -incluído el asesinato-, durante doce horas al año. Ese día, entre las 7 PM y las 7 AM, el país es tierra de nadie; sin policías, sin bomberos, sin hospitales, cada uno librado a su suerte. Aquellos que no desean participar de tamaño desquicio deben encerrarse en sus casas y tomar las medidas de seguridad más extremas. Precisamente, a vender esos sistemas de seguridad se dedica el protagonista de la historia, James Sandin, un amoroso padre de familia que cree en "la purga" como método para mantener en orden al país. Todo está listo para que inicie la noche más violenta y brutal del año. Entonces el bueno de James se pone a resguardo junto a su familia en su casa, pero cuando cree tener todo bajo control algo sale mal y el terror que debería estar afuera se apodera de su hogar. Es interesante y provocadora la idea de la anulación del pacto social, en virtud de facilitar una válvula de escape para la violencia contenida por el individuo. Maquiavelo y Hobbes, entre otros, bien trataron el tema de que el hombre es malo por naturaleza y por ello se hace indispensable el contrato social. Pero no hay que esperar de este filme que vaya tan lejos. Apenas si esboza la idea, y con trazo grueso presenta personajes maniqueos que pronto se volverán simples protagonistas de una película de terror más, con los giros y clichés del género. El resultado es una tibia crítica a un sistema donde todos creen ser libres y decidir sobre sí mismos, cuando en realidad solo viven para servir a ese sistema, incluso dando sus vidas.
Es una película bien hecha pero que provoca no poca perturbación en el espectador. Lo que se plantea de entrada, en un próximo futuro, es la existencia de una sociedad que solucionó temas sociales, y logra logró esto porque hay una noche libre al año con licencia para matar. Negocio olímpico para un hombre dedicado a vender sistemas de seguridad. Pero en esa larga noche todos los valores se subvierten y todos se transforman en lobos sin piedad. Durísima, mantiene la tensión.
Violencia es nuestro nombre Imaginen que el Gobierno (en esta caso el estadounidense) avale cualquier acto de violencia durante doce horas de un día determinado del año. El castigo es abolido y se puede matar a mansalva sin pena alguna. Eso sí, se prohíbe el uso de armas de guerra y atacar a magistrados calificados. En fin. Entre las siete de la tarde hasta la madrugada, es la “noche de purga”, donde los habitantes del país expulsan toda su violencia y odio con el prójimo sin piedad. Parecía interesante la idea de los productores de Actividad paranormal, a quienes les gusta que el miedo se esparza dentro de una vivienda. Sólo simple apariencia. La víctima en el filme es la familia Sandin, con papá James (Ethan Hawke) a la cabeza, quienes se recluyen en su mansión (incalculable la cantidad de ambientes que tiene), pero algo falla. Las cadenas televisivas anuncian el comienzo de la purga con un “que tengan una noche segura”, y un complejo (pero no inexpugnable) sistema de seguridad bloquea la vivienda. La expectativa del comienzo promete un interesante perfil dramático y psicológico en base al encierro. Pero no. Este thriller futurista (es el año 2022) se va al pasto con soluciones predecibles y cero suspenso: persecuciones a indigentes (afroamericano, no hay caucásicos pobres por lo visto), rencores y envidias entre vecinos (adinerados), traiciones (recuerden que se podía matar a cualquiera), y un largo etcétera. Lo poco logrado del filme -donde la sucesión “oscuridad-ruido-susto”, se repite- son los villanos, un grupo de jóvenes ricos con máscaras sonrientes. En el grupo hay una rubia con un hacha u otra que le hace caritas a una cámara de seguridad mientras un machete afilado recorre su cuello en señal de degüello. Escalofriante. Lo mejor del filme es el líder del grupo (Rhys Wakefield), quien con una diabólica sonrisa negocia y comanda la invasión en la casa. Pero allí adentro el guión se fragmenta en la familia tipo: Charlie (un hijo emo y existencialista), Zoey (la hija hot con pollerita escocesa incluida) y mamá Mary. Algunos mensajes del filme dejarán pensando al espectador: Dallas logrando el récord en la matanza anual. “Este país me lo ha quitado todo”, expresa un ciudadano. Verdades de película.
El fin de la metáfora. La Noche de la Expiación (The Purge, 2013) es un claro ejemplo de una buena idea que no llega a buen puerto. En apenas 85 minutos se encarga de sepultar todas sus pretensiones sin ponerse de acuerdo en que género profundizar. Un thriller que juega por momentos a ser una película de terror y que no logra conformar en ninguna de esas dos facetas. Films como éste reafirman la importancia de la sutileza en la narración cinematográfica. Cuando se deja de lado la metáfora y se pasa al plano de lo explícito, la libertad discursiva puede jugarnos una mala pasada. Lejos parecen quedar aquellos directores que intentaron (con éxito) hacer una crítica de la sociedad estadounidense, creando alegorías y dejando al espectador pensando acerca de su obra. Sin duda uno de los más grandes exponentes fue George Romero y su saga de los muertos vivientes. Sin embargo, en este caso no tenemos tiempo ni lugar para la metáfora, podríamos resumir en una frase el mensaje, si es que la película lo tiene: los americanos son violentos y podrían serlo aún mas. O lo que es peor aún, la frase contraria, y que funciona como alma máter de la película: los americanos serían menos violentos si contaran con total impunidad una noche al año. El director y guionista James de Monaco juega a querer darle solución, por decirlo de alguna forma, a aquello que nos muestran el documental Bowling for Columbine (2002) de Michael Moore, y Elephant (2003) de Gus Vant Sant. ¿Que pasaría si por una noche fuesen legales esas matanzas que le suceden a los estadounidenses periódicamente? Según de Monaco (y bajo el ala protectora de Platinum Dunes, la productora de Michael Bay) sería la solución a todos los problemas del "Gran país del norte". El resultado: casi una utopía. Pleno empleo, la tasa de criminalidad más baja de la historia, disminución de la pobreza y un florecimiento del mercado. La vuelta de "El sueño americano". Salvo por esa noche, o mejor dicho, salvo para aquellos que sufren y mueren esa noche. Aquí vemos como en 2022, el padre de familia James Sandin, encarnado por Ethan Hawke, cree tener su vida bajo control. Es el exitoso vendedor de los sistemas de seguridad que usan las casas de familias acomodadas la noche de "La purga" (traducción del título original de la película), siente estar a salvo de la rabia que se desatará en las calles y que según el Gobierno y la gente que lo apoya, engrandece a la toda la nación. Todo parece marchar bien hasta que aparece un extraño pidiendo ayuda en su umbral. La entrada de este afroamericano en escena es el quiebre de la película, en sentido literal. A partir de ese momento se convierte en una caída libre hasta su estrepitoso y poco digno final. A la caza del afroamericano se presenta un grupo de jóvenes enmascarados que se muestran como psicópatas: ¿acaso no lo serían todos en una sociedad que avala y festeja esta fiesta de auto regulamiento? Es allí donde el guión intenta poner el toque de terror en un relato donde está todo dicho desde el minuto cero. Esto es, por lo menos, la cosa mas inverosímil del film. ¿Hace falta sembrar terror en la noche donde el terror es la moneda corriente? Sin temor a equivocarme, el mayor mérito que tiene La Noche de la Expiación es no durar más de 85 minutos. No esperen moralejas coherentes y sí muchas obviedades, porque en este juego de esquivar la metáfora sólo nos queda lo más probable y predecible.
Año 2022. Durante una noche el gobierno norteamericano permite a sus ciudadanos cometer cualquier delito punible para que el pueblo desahogue sus ansias homicidas. Doce horas sin ley. Detrás de la atractiva máscara que presenta The Purge se esconde ni más ni menos que el desperdicio más grande que el género ha tenido en años, en donde un concepto de alto vuelo se ve aplicado a los confines de un barrio cerrado estilo country club, en donde una familia adinerada deberá enfrentarse en carne propia a unos de los males más nocivos generados por su patria renacida. Las fallas del segundo film del director y guionista James DeMonaco no parecen notarse al comienzo. Presentando a los personajes, el marco situacional que transita el país y los ánimos casi festivos que se viven en las vísperas de La Purga, la narrativa se nota tensa y la crítica social se palpa en el aire. Los ricos que se pueden permitir un sistema de seguridad costoso sobreviven, mientras que los pobres ahí se las arreglan, siendo las principales víctimas de la masacre popular. ¿Cuál es el fin entonces? Desde el inicio de esta cuestionable y violenta táctica la tasa criminal ha disminuido y la economía comienza a aflorar. "Funciona", dice el personaje de Ethan Hawke, pero para algunos más que para otros. Y cuando suena esa alarma escalofriante, dando el pistoletazo de largada a unas doce horas interminables, es cuando la película se le escapa de las manos al director y el cúmulo de situaciones apiladas una encima de la otra sin mucho tino y con cierto tufo a moralina se nota, y mucho. Si ochenta minutos de metraje se hacen pesados, poco se puede hacer para remontar vuelo. DeMonaco confunde mucho el suspenso lento, el slow burn con intriga y desesperación, llevando escenas a caminos muertos, aderezándolo con un poco de tiros, golpes y malas decisiones. La otra razón de que The Purge pese tanto son los personajes, quienes deciden comportarse como completos idiotas y deambular por toda la casa a oscuras y sin objetivo aparente. Hawke y Lena Headey intentan mantener el barco a flote, aportando diferentes opciones para dar dimensión a quienes interpretan, mientras que los retoños familiares -encarnados por Max Burkholder y Adelaide Kane- son los responsables de que uno se agarre la cabeza, agite sus puños a la pantalla y busque traspasar la pared de celuloide para hacer un poco de justicia por mano propia. Para igualar la balanza, por fuera del cerrado grupo tenemos al macabramente correcto Rhys Wakefield como el jefe de la banda que toma prestadas por un rato las máscaras de otro tipo de invasión hogareña, The Strangers, y al refugiado indigente de Edwin Hodge, quien también se somete a jugar a las escondidas en la casa a oscuras. Rascando las puertas de otra gran crítica social contra la violencia y la muerte sin sentido -la brutal Funny Games de Michael Haneke- The Purge nunca vive a la expectativa que provoca leer su sinopsis. ¿Qué pasa en el mundo exterior? ¿Qué tan caótica es la situación? Por cuestiones de presupuesto no lo sabemos, pero con la recaudación excesiva que se consiguió y el anuncio de una secuela, esperemos que se puedan corregir algunos errores de esta fallida propuesta.
Sobre la violencia con los recursos adecuados En el año 2022, en EE.UU., la festividad más importante ya no es el 4 de Julio, ni el Día de Acción de Gracias, ni el Superbowl. Los buenos deseos ya no se expresan diciendo "Feliz Nochebuena", y en cambio se acostumbra decir "Que tengas una noche segura". Es que una noche al año todo el mundo puede matar a su prójimo sin que eso implique cometer ningún delito. Ese extraño feriado más terrorífico que Halloween se llama "La Purga" y se supone no sólo sirve como catarsis colectiva para expresar la ultraviolencia propia del american way of life, sino también para potenciar la economía a través de la venta de armas y sistemas de seguridad, por lo visto más redituables que los regalos navideños, el consumo de pavos y los disfraces y golosinas de las efemérides más populares de tiempos pasados. Por otro lado, algunos sospechan que La Purga sirve para que los sectores de clase baja que no tienen medios para protegerse encerrándose en sus casas con sofisticados sistemas de seguridad puedan ser diezmados por los de mayor poder adquisitivo. El director y guionista James DeMonaco es un gran fan de John Carpenter, lo que se vio cuando escribió la competente remake de "Asalto al Precinto 13", film esencial del director de "Noche de brujas", que también es una notable influencia en "La noche de la expiación". Este es un film de bajo presupuesto que, al no poder narrar la historia de masacres masivas que propone el audaz planteo argumental, sintetiza todo el asunto en la lujosa casa del vendedor de sistemas de seguridad Ethan Hawke, cuyo hijo da asilo a una víctima de La Purga poniendo en peligro a toda su familia. Este es uno de los principales problemas de la película, que sin embargo logró el cometido de los primeros films de Carpenter: con un presupuesto de 3 millones de dólares, ya lleva recaudados más de 60 millones sólo en EE.UU. El film es interesante por ser uno de los pocos que gira en torno a la violencia que explota permanentemente en las matanzas que todos conocemos. SI bien la idea es más potente que su ejecución, "La noche de la expiación", de todos modos, es un film realmente fuerte con momentos de terrible violencia y suspenso. Ya se está preparando una secuela donde seguramente DeMonaco podrá plasmar su idea con el despliegue de violencia masiva indispensable del caso.
Escuchá el comentario. (ver link).
"Al que podría ser un mero film de suspenso sobre una familia acechada por extraños, se le adosa una capa de sentido que lo hace más provocador, que ofrece lecturas sobre la violencia social e interpela con dilemas morales. Entretenimiento inteligente". Escuchá el comentario. (ver link).
Arrolladora cinta de acción y horror, con un planteo súper original y un manejo de la tensión que crece a medida que avanza el metraje. Hay sangre (mucha), asesinos con mascaras que ponen los pelos de punta, secuencias de suspenso extremo y obvio… un final con vuelta de tuerca Ethan Hawke, un cada vez más habitual del género, se toma muy en serio su papel de padre acosado y su labor actoral es fundamental para que la película resulte creíble. Horror urbano directo y contundente.
Este segundo largometraje de James DeMonaco ( El estado de la mafia ) fue otro de los fenómenos comerciales recientes del cine de terror de bajo presupuesto en el mercado de los Estados Unidos. A partir de un esquema ya bastante trillado dentro del género (una familia resiste dentro de su casa el ataque de extraños), le agrega en su planteo inicial lo que en principio aparece como un interesante componente sociopolítico: estamos en 2022 y las tasas de criminalidad, desempleo y pobreza han llegado a un mínimo histórico ¿Las causas? Todos los años, durante 12 horas, el gobierno con el apoyo casi unánime de la sociedad avala "la noche de la expiación" a la que alude el título, período en el que están permitidos todos los crímenes. En efecto, los habitantes están autorizados a robar, violar y matar para descargar toda su frustración, su furia, su resentimiento... Así, podrán ser ciudadanos ejemplares los 364 días restantes. El protagonista es James Sandin (Ethan Hawke), exitoso ejecutivo de ventas de sistemas de seguridad para hogares y ejemplar padre de una familia que vive en un barrio cerrado y que se completa con la madre/ama de casa (Lena Headley), una hija adolescente que está en pleno despertar sexual (Adelaide Kane) y un hijo menor experto en tecnología (Max Burkholder). Pero, claro, las cosas no salen como estaban previstas. Un desconocido afroamericano ingresa a la casa en plena noche y, al poco tiempo, un grupo de jóvenes racistas de clase alta llega para cazarlo. El dilema para James es acuciante: ¿sacrificar al extraño para preservar a sus seres queridos o defenderse (todos están armados hasta los dientes) hasta las últimas consecuencias? El film arranca con una inquietante mirada a la paranoia burguesa a-lo-Michael Haneke, luego deriva hacia el homenaje a La naranja mecánica (el carismático líder de los invasores parece concebido a semejanza del Alex de Malcolm McDowell), y finalmente cede a la tentación del baño de sangre con excesos sádicos que celebrarán algunos y abrumarán (decepcionarán) a otros. Más allá de la distinta sensibilidad de cada espectador, no se trata de una propuesta del todo desdeñable, pero también es cierto que deja una sensación frustrante. Muchas buenas ideas poco desarrolladas y aprovechadas.
Resulta interesante el caso de esta nueva producción de Michael Bay y los responsables de Actividad Paranormal, que consiguió colocarse 1ª en la taquilla estadounidense y recaudar 63 millones de dólares considerando que su producción solo costo 3. Es sabido que el éxito en la taquilla esta ligado al universo que la precede y al contexto en que se da, más allá de su producción. Y es en la propuesta inicial desde lo argumental junto a la combinación de géneros que propone, por lo menos al comienzo, que ayudaría a comprender por qué ha sido esta la seleccionada por el espectador estadounidense. Escudándose en la ciencia ficción, genero cuyas reglas permiten verosímiles muy diversos, La noche de la expiación plantea un futuro diatópico no muy lejano en Estados Unidos, donde la desocupación y la criminalidad casi no existen gracias a una ley que permite una vez al año, durante 12 horas, que todo crimen sea cometido con plena impunidad y donde se suspenden la asistencia social, los servicios de emergencia y el accionar del aparato de represión estatal para que la ciudadanía se autorregule por sí misma sin pensar en el castigo ni en las consecuencias. Logrando con esta “purga” (The Purge es su nombre original) descomprimir la violencia inherente a todo ser humano y garantizando la idílica vida en armonía durante el resto del año. Ideas parecidas ya hemos visto en la magistral 1984 de George Orwell o incluso la reciente Los Juegos del Hambre, donde el estado toma una medida excepcional para detener la creciente delincuencia, aunque utilizando para ello acciones moralmente inaceptables. Pero la propuesta futurista es solo argumental y pasados los minutos introductorios se convierte en un thriller de terror, al mejor estilo Funny Games (1997) mezclada con de Terror en Amityville, La masacre de Texas, Viernes 13 o Pesadilla en lo profundo de la noche y El coleccionista entre otras, que sigue a un familia en el transcurso de la noche de purga, durante la cual se verá puesta a prueba para ver hasta dónde son capaces de llegar para protegerse cuando las viciadas nuevas reglas del mundo exterior amenacen su casa. Esta interesantísima idea, donde la violencia es admitida y controlada por el gobierno de una manera curiosa para lograr su utopía, bajo la que se esconde una fuerte y contundente crítica social y política y que podría dar lugar incluso a apasionantes lecturas, no tarda en desvanecerse y dejar paso a una catarata de clichés donde la violencia es la verdadera protagonista, con llamativa ausencia de escenas de sexo y situaciones de manual sumamente predecibles, con diálogos forzados y personajes de un simplismo atroz que inexplicablemente se esfuerzan en parecer zombis. La siniestra expresividad facial del poco conocido Rhys Wakefield, que tiene la misma cara con la máscara que sin ella, suma un punto a favor dentro de una galería de personajes donde un niño de rasgos latinos que parece adoptado y una hija adolescente que inexplicablemente se esconde de sus padres, no resultan creíbles ni contribuyen a ponernos en la piel de los protagonistas. Una casa gigante para esconderse (con mas habitaciones que la casa blanca), psicópatas con uniforme de colegio privado usando mascaras sin sentido (ese noche el delito es legal) y otras situaciones como estas son las que van desmereciendo el film durante su relato. Pero hay que reconocer el mayor logro del film, y es que a pesar de no desarrollar su única y ambiciosa buena idea, a través de la puesta en escena que combina distintos formatos como el de los informativos del principio, movimientos exagerados de la cámara en mano y una banda de sonido que acentúa constantemente las acciones, consigue captar la atención desde el minuto uno y sabe cómo mantener el interés y la tensión para entretener durante la hora y media que dura la película. Queda la sensación de que podría haber sido uno de esas películas que quedan en nuestras retinas, pero solo consigue un predecible y efectivo entretenimiento pasajero. La anécdota, tal vez esté dada por las imágenes del comienzo, no tan alejadas de la realidad especialmente en esta parte del continente, y por la época en que se sitúa podríamos estar ante un verdadero documental autóctono.
El título correcto Antes de ver este film me chocaba la conversión del título original (The Purge) en La Noche de la Expiación, sin embargo, después de ver la nueva película de DeMonaco queda claro que está más cerca de la variante latina que del título original. La palabra Purga supone una acción directa e inmediata, una expulsión del organismo o en este caso del organismo Estado de lo que resulta tóxico. DeMonaco deja en claro con ese trazo grueso que lo caracteriza que lo que se expulsa es a las clases bajas. Ya con su guión de la remake de Assault on Precinct 13, este director (acá oficiando de guionista) cercenaba la obra de Carpenter en pos de una literalidad salvaje en cuanto a crítica social que terminaba diluyéndola. La Noche de la Expiación es tan rebuscada como su título latinoamericano. DeMonaco no puede sostener una premisa que se le va de las manos y empieza a dejar baches argumentales en cada giro del guión. Por otro lado, otro acierto de esta fatal traducción, radica en la doble moral encerrada en la palabra Expiación. Ese olor religioso que despide parece ser el espíritu de un film que usa como base el "que mal está nuestra sociedad" pero termina revelando que la única salvación posible está en armarse hasta los dientes (no olvidarse nunca de poner un revolver en manos de tu hijo menor). Esa misma doble moral esta explícita en el término mismo que designa la acción por la cual una persona puede limpiar sus pecados a través de un tercero al que necesariamente debe sacrificarse (y acá hablamos de matar). En la película los personajes caen en el absurdismo de un Dios Director que los obliga a realizar actos injustificados y en donde un sistema de compuertas cerradas herméticamente y mostradas con detalle pueden convertirse en una simple reja de un plano a otro para que su guión continúe funcionando. En donde puede tomarse a un personaje rico por su carácter enigmático como fue el asesino rubio de Funny Games y calcarlo en otro contexto como si funcionara por sí mismo y en donde un film que debería pertenecer al género de terror intenta convertirse en un drama con moraleja a base de clichés. Los montajistas intentan ponerle onda a las secuencias de acción para hacerlas (aunque sea) funcionales pero lo rodado, rodado está y no hay mucho por hacer para mejorar este film flojo que arrancó con una excelente premisa. Felicitaciones a los encargados de poner los títulos a los films porque esta vez realizaron un magnífico trabajo al interpretar a esta flojísima película.
El texto de la crítica ha sido eliminado por petición del medio.
En estado salvaje Si una noche, cada año, podrías cometer cualquier crimen sin tener que enfrentar las consecuencias, ¿qué harías?, es el planteo del filme “La noche de la expiación”, un thriller dirigido por James DeMonaco. Los protagonistas de esta historia son un padre, una madre y sus dos hijos, que viven en un barrio privilegiado de Estados Unidos, siendo víctimas y victimarios de su propio sistema. A través de esta “noche de purga”, que dura 12 horas, el gobierno permite que los ciudadanos saquen su rabia y maten a quien le parezca necesario para mantener su economía y bajar la criminalidad. Una película escalofriante y estremecedora que deja al descubierto el lado más salvaje del ser humano y adhiere a la máxima de Thomas Hobbes: “El hombre es un lobo para el hombre”.
Terror y lucha de clases Por la fuerza de las circunstancias económicas que vive el mundo desde 2008, parece que el concepto de lucha de clases volvió a filtrarse en los libros de los guionistas norteamericanos. No se supone que provoque una revolución, pero sí alguna buena película, si es que esa película ya no fue hecha en 2005, y se anticipó a su tiempo, tanto que hoy se ha transformado en un emblema de la resistencia radical: V de vendetta. En La noche de la expiación también hay máscaras, aunque estas no representan un ideal de liberación como la careta blanca con bigotito de Guy Fawkes, sino sólo una forma de ocultar la identidad de sus portadores, quienes a la vez encarnan el ideal opuesto de que las cosas sigan como están. Sin embargo, el emisario del mal -esa clase de personajes insuperables de la imaginación anglosajona- actúa a cara descubierta (la de Rhys Wakefield, que parece la del Guasón sin maquillaje). En un futuro cercano, la estabilidad de Estados Unidos depende de un ritual que dura 12 horas, desde las 19 del 21 de marzo hasta las 7 del 22. Durante ese período, vale todo: se puede matar, violar, robar sin recibir ninguna clase de castigo. Unos supuestos "padre fundadores", que son mencionados pero nunca mostrados, han establecido esta especie de catarsis colectiva como una forma de concentrar el horror en un único día. El resultado no pudo ser mejor: sólo hay un uno por ciento de desempleo y todos los índices del país van precedidos de un signo más. Claro que para los habitantes de ese sueño que parece surgido de la mente de Thomas Hobbes (el hombre es un lobo para el hombre) el problema radica en cómo sobrevivir a la noche catártica, y aquí es donde se introduce el tema de la lucha de clases, porque obviamente son los más ricos los que están en condiciones de defenderse y de atacar mejor. En un titánico esfuerzo de reducción de ese conflicto nacional a las dimensiones de una casa, La noche de la expiación muestra cómo una familia que prefiere pasar las 12 horas encerrada antes que salir a jugar con sangre se ve enfrentada a dilemas éticos y decisiones extremas en medio de esa guerra de todos contra todos. Sin dudas se trata de una idea excelente, y si bien enseguida se nota que el único objetivo es convertir en espectáculo la lucha de clases, es decir fetichizarla -algo que no puede objetársele a una ficción-, la cosa funciona bastante bien mientras la violencia se mantiene en un estado de inminencia. Después, cuando la tensión se libera, y empiezan los tiros y la sangre, la película se ciega, y eso significa que uno puede cerrar los ojos porque lo que queda por ver ya fue visto mil veces.
Visita inesperada Tras media hora de transcurrida la película, uno entiende a dónde va La noche de la expiación: las intenciones, la demarcación de los personajes e incluso el giro que se puede dar. Pero la razón de que esto suceda no es sólo porque es previsible, sino porque el concepto y la idea sumergen al guión en acciones que se van haciendo cada vez más forzadas a medida que nos acercamos al final. Aún así, y esta es la cuestión, es necesario, no queda otra, es la excusa para llevar al espectador a reflexionar que la violencia genera más violencia. El problema es que esta excusa termina empantanando el relato y el imaginario de distopía que había construido hábilmente, para terminar siendo un thriller del montón. La noche de la expiación relata cómo durante un acontecimiento anual llamado “la purga”, a una familia que apoyaba la iniciativa y que al mismo tiempo se veía beneficiada por la venta de sistemas de seguridad domésticos para afrontarla, se les da “vuelta la tortilla” inesperadamente. ¿En qué consiste “la purga”?: hay un día del año en el cual está permitido cualquier tipo de crimen, incluso el asesinato. Para garantizar que las consecuencias del crimen sean concretadas no se encuentran disponibles ni la policía ni los centros de salud. La calle se hace un enorme escenario donde el ser humano libera sus oscuros instintos desquitándose con todo lo que tiene a su paso o resolviendo una venganza pendiente hacía tiempo. En el mundo que plantea el film -aunque no se sustenta demasiado bien cómo- esta medida ha garantizado el bienestar social e incluso ha favorecido el sistema económico. Este argumento, que por momentos recuerda al mejor Ray Bradbury, no tarda en diluirse rápidamente para transformarse en un pastiche digno del peor cuento de Robert Silverberg. Sin embargo, si la película logra sobrevivir a los agujeros de la trama (que se explica principalmente en la llana superficialidad con la que todo es aceptado pasivamente) es gracias a la acción y la exposición del imaginario en torno a la purga. Si bien por momentos cae en la tentación de una explicación que nos llega por gentileza del padre estructurado interpretado por Ethan Hawke, el detalle del color de las flores, los informativos y las horas de pánico en la intimidad antes del incidente hacen que este elemento fluya en la narración hasta la media hora, en que la carga moral pone a los personajes en una situación límite que se hace cada vez más forzada hasta el inverosímil final. Con algún destello creativo y actoral, pero un guión disperso, La noche de la expiación demuestra que no siempre una buena idea hace a una gran película.
Año 2022. El gobierno de los Estados unidos de América ha autorizado una ley que se conoce como "La Purga". Una vez al año, durante 12 horas, se suprimen todas las leyes y está permitido matar, violar, secuestrar e ingresar a casas (excepto las de funcionarios de gobierno de un alto rango). Durante una noche, los servicios de emergencia se suspenden y se permite a la gente matar (excepto con armas de destrucción masiva) y "limpiar" las calles de delincuentes y desahogar sus frustraciones. James Sandin (Ethan Hawke) es un vendedor de sistemas de seguridad para casas. Con ellos, garantiza la seguridad de sus clientes durante la noche de purga. Sin embargo, debido a un "error" de su hijo, deberá vivir en carne propia las atrocidades de las que son capacez las personas en busca de satisfacer ese instinto asesino que todos tenemos oculto. James DeMonaco (State Island), produce, escribe y dirige este thriller de suspenso en el que los demonios internos de la gente "bien" salen a relucir mientras se trata de defender a su familia, o al menos ese es el pretexto que ponen. Con una premisa bastante interesante, planteamos el dilema de, ¿qué nos hace humanos?¿Hasta donde somos capaces de llegar por el bienestar de los que amamos?¿Existe el bien y el mal dentro de nosotros?. Lo malo, es que se limitan a mostrar lo sucedido dentro de una familia acomodada, sin desarrollar a los personajes. No sabemos quienes son, como son, como actúan. Simplemente nos presentan la "ley de la purga", y de inmediato vamos por los asesinatos. Total, a la gente le gusta el suspenso y la sangre y eso es lo que le damos. Y es un reflejo del hollywood actual: vamos por el dinero, la calidad es lo que menos importa. Interesante para aquellos que gustan del suspenso y la sangre. Mala para los que buscan un poco de calidad en cualquier producción. P.D. Nunca se vayan con la finta cuando los carteles dicen "Del productor de...". Los productores solo ponen dinero, y esperan que se les regrese con inversiones. No son responsables del producto final. P.D. Ya se anunció una segunda parte. Dado que el futuro que plantea es interesante con esta extraña ley, ojalá no se limiten a otra familia, sino a algo más global.
Para que quede claro sobre a qué nos enfrentamos, ya está en pre- producción, de la mano del mismo realizador, la segunda “The purge 2”, la que sería protagonizada por Carlos Gallardo, el actor mejicano que fuera conocido por el publico de la mano de Robert Rodriguez animando el personaje central de “El mariachi” (1992). También podría pensarse como una remake para la sociedad latina, ¿mejicana específicamente?, de la que se estrena ahora. ¡Quién lo sabe! Pero los buenos dividendos producidos provocan éste tipo de reacción. Si bien la idea que sustenta y luego desarrolla es inquietante, movilizante, hasta desestructurante, son tantos los desaciertos que termina por ser un producto menor. Esa idea primaria se diluye cuando el filme hace un despliegue de violencia glamorosa, anticipada por los diálogos y la presentación de los personajes. Nos encontramos en el año 2022 (no falta mucho) en los Estados Unidos de América, país que se encontraba desolado por la creciente ola de delitos cotidianos, y con las cárceles superpobladas. El nuevo gobierno, los llamados “nuevos padres” de la Nación, ha encontrado un modo de frenar la violencia incontrolable. Para ello se sancionó una ley que permite durante un período de 12 horas, de las 7 de la tarde a las 7 de la mañana siguiente, en un día determinado del año, que toda actividad violenta, criminal, incluyendo asesinatos, se vuelva más que legal, necesaria. Todas las fuerzas de seguridad dejaran de responder a los llamados de auxilio o a recibir denuncias, y los hospitales suspenden la atención, nunca se aclara si los que ya están internados quedan desprotegidos y abandonados a su suerte o si sólo a los que se registren en esas “horas desesperadas”. Es una noche en la que la ciudadanía se autorregula sin pensar en el castigo, ¿tampoco en las consecuencias de sus actos? En esta noche invadida por la violencia consentida, casi una morbo de delito transformado en pandemia, cada persona y cada familia deberá decidir que hacer, si “purgarse” de toda la violencia contenida durante un año o encerrarse, atrincherarse, y protegerse de posibles ataques. Entonces nos encontramos con James Sandin (Ethan Hawke), un exitoso hombre de negocios, padre cuasi ejemplar de una familia tipo, con una hija adolescente, Zoey (Adelaida Kane), en plena ebullición del deseo sexual, un hijo puber, Charlie (Max Bulkholder), quien es todo un genio de la electrónica, o cosa similar, y una esposa, Mary (Lena Headey), toda una ama de casa de las de antes. Esta familia decide encerrarse en su mansión fortificada a pleno, ya que él es un vendedor de sistemas de seguridad, y se hizo rico al haber sido el instalador en todas las casas del barrio privado en el que vive, e incluso haberlo hecho extensivo en todo el perímetro, de esa pequeña ciudadela asimismo fortificada. Pero algo sale mal, la orden, la pauta, es que no se abre ni se desconectan los sistemas bajo ninguna circunstancia, pero Charlie observa por medio de las pantallas que reflejan lo que las cámaras exteriores captan, a un hombre negro (el único de toda la película), también hay un latino que trabaja para el barrio, en peligro, que lastimado y perseguido pide auxilio, todo un homeless, al que, por acto humanitario, le abre las puertas para que ingrese a la casa. Eso hará que la familia sea atacada furiosamente por un grupo de jóvenes, blancos, neo nazis tácitos durante 364 días, que les exigirá la devolución de su “objeto” (el negro) elegido para descargar la ira contenida. Planteada la disyuntiva, la familia debe decidir si entrega o no a quien parece ser quien los puso en peligro, o si decide defenderse del ataque exterior. Claro que para que la trama se siga desarrollando James debe confesarle a su familia que el sistema de seguridad no es infalible. Ergo, la irrupción de los “malos” es inminente. El realización es un ejemplo claro del guión al estilo Hollywood: todos los tiempos están respetados, los puntos de quiebre aparecen en el momento adecuado, las acciones promueven el desarrollo del relato, la música y el diseño de sonido suscita y acrecienta los momentos de tensión, ayudados por el montaje tanto del sonido como de la imagen, apoyándose en la dirección de arte, específicamente la fotografía y el manejo de la luz que están al servicio del supuesto suspenso, todo es un despliegue de catalogo, incluso los diálogos se constituyen en ese orden. El problema principal es que la producción termina siendo casi atractivo por mostrar aquello que en un principio intenta denunciar, pero el otro punto débil que casi pasa desapercibido es la incongruencia entre las primeras imágenes, esas que instalarían las razones de la instauración del “Dia de Des - Gracia” con lo que los personajes, todos, los principales y los secundarios, dicen de la experiencia. Ya que constantemente parece que estamos ante otro día de purga, y en realidad, si tomamos esas primeras imágenes, presentadas en el registro de un archivo de noticias, de documental, esta noche de marzo de 2022 sería la primera. Pero digamos que eso queda soslayado por la intención primordial de posible denuncia que plantea el texto. Todo lo demás es ya visto, hasta los giros expresivos, narrativos y las supuestas sorpresas que depara, sólo sostenidas por las buenas actuaciones, tanto del siempre eficiente Ethan Hawke como de los otros actores casi desconocidos por el gran publico, situación que ayuda a la credibilidad.
Un thriller futurista y atractivo que contiene: suspenso, tensión, terror y un planteo interesante. El film comienza mostrando un país violento y devastado, en las calles se ve solo muerte, agresiones, el delito crece día a día y las cárceles se encuentran colmadas de presos. El mundo cada día se ve más violento, el ser humano para sentirse superior o cuidarse de algunas situaciones compra más armas. Para conseguir lo que quiere organiza guerras, muchas de estas son por el territorio ya que esto da más poder, aumenta la agresión, el desorden y el descontrol. Hasta que llega 2022,en un futuro no tan lejano, la economía de los Estados Unidos se ha recuperado, bajó el desempleo, la pobreza y la tasa del crimen, y esto parece que es porque el gobierno autoriza solo una vez al año durante 12 horas a las personas a matar, violar o cometer cualquier delito, y esto es totalmente legal, nadie puede acudir ni: a la policía, bomberos, los hospitales u otro tipo de ayuda y nadie será castigado, todo es legal, esto se lo conoce como “la purga”. De esta forma ingresamos a un barrio agradable en las calles de San Francisco, California, en la mañana Grace Ferrin (Arija Bareikis) le señala a Mary (Lena Headey), que muchos de los vecinos comentan lo importante que se ve su casa, y que eso se lo deben a ellos que le han comprado el sistema de seguridad a su marido James Sandin (Ethan Hawke) y que la vida acomodada y su riqueza se la deben a los muchos que contribuyeron. Hasta que llega la noche de “la purga”, James es pacifista y no va a participar ,Mary lo apoya, ellos tienen dos hijos Zoey (Adelaide Kane) una adolescente que sale a escondidas con un joven más grande que ella llamado Henry (Tony Oller), y Charlie (Max Burkholder) que es el más chico, se divierte con su robot que pasea por toda la casa con una camarita incorporada y es el único que cuestiona la necesidad de la purga, entretanto sus padres tratan de explicarle porque ellos no van a participar. Ellos a través de los monitores ven lo que sucede a fuera, es una noche plagada de violencia y el problema surge cuando Charlie ve a un hombre de color lleno de sangre (Edwin Hodge), fuera de la casa pidiendo ayuda, el chico desactiva el sistema de seguridad y lo deja entrar. A raíz de esto surge el conflicto dentro y fuera de la casa porque un grupo de personas piden su derecho de purga. Se despierta el odio, la envidia y las broncas, las desigualdades económicas que juegan un rol importante, todo se transforma en un dilema moral, se envuelve en un ambiente siniestro, claustrofóbico y de desesperación, aparecen las culpas, sale a la luz la bestia que tenemos adentro, ¿todos somos un poco monstruos? y ¿Qué harías por salvar a los tuyos? Este film tuvo un costo de 3 millones de dólares y ya lleva recaudado más de 85 millones, está bien pensado, para entretener y reflexionar, una inquietante lectura sobre la violencia social; interesante desde la acción y el mensaje. Ya anunciaron que habrá secuela, se viene “The purge 2” para el 2014.
Atrapador de principio a fin En el año 2022 la sociedad norteamericana se ha vuelto casi perfecta. No hay robos, no hay pobres, no hay violencia. Todo gracias a que los nuevos fundadores del orden institucional del país han decretado que una vez al año desde las 19 hasta las 7 de la mañana siguiente, la gente tiene 12 horas para expiar, para purgar toda su violencia y su odio contenido. Por esto todo aquellos que maten, golpeen o linchen, ya sea solos o en grupo, a otra persona o familias no serán acusados de ningún cargo. Tampoco la policía, las ambulancias y los bomberos atenderán llamadas en ese lapso para que todo el salvajismo del que es capaz el humano sea descargado en esas 12 horas, después vivir el año en paz y armonía. James Sandin es vendedor de sistemas de seguridad para que no ingresen en las casas esas noches marcadas por el sadismo. Pero un hecho fortuito provocado por uno de sus hijos pondrá en jaque a toda su familia. “La noche de expiación” (o “La purga” tal su traducción literal) es un film que tiene la gran virtud de hacer que, un film previsible, mantenga atrapado al espectador. Uno sabe que es lo que va a venir, esta todo como anunciado ya que son muchos los clichés del genero que usa su director, sin embargo esto no va en desmedro de lo atrapante, de lo claustrofóbico y ágil del film. Sin lugar a dudas las actuaciones, con a de Retan Hawke a la cabeza, ayudan y mucho, lo mismo que la música y el manejo de a cámara como para que “La noche de expiación” se convierta en un film atrapante desde el principio hasta el final.
El discreto encanto de la Burguesía Película perturbadora, más allá que uno ya ha visto todo y de todo, que aún se pueden rememorar filmes de calidad -ya muy lejanos y productos de la explosión reaccionaria de los años 70, donde se hizo un cine de crueldad- con ejemplos del nivel de "La naranja mecánica" de Kubrick o "Los Perros de paja" de Peckinpah, aquella y no la absurda e innecesaria "remake" del 2011. Ahora llega "The Purgue", retitulada como "La noche de la Expiación", donde un guión propone un thriller futurista. Es el año 2022 los EE.UU gozan de una economía floreciente, con absoluto control de la seguridad callejera y cero desocupación (muy buen chiste). Una vez al año se le permite a cualquier ciudadano que se le "Suelte la cadena" y salga pegar, violar o matar a quien desee durante 12 hs.. Fantasiosa y fascistoide parábola donde la violencia se desata a raudales, y la bestia interior aflora crudamente, se sabe que vivimos dentro de una posible sociedad enferma pero esta de la purga anual las sobrepasa a todas. La propuesta tiene sus ratos entretenidos pero también surgen algunas cosas inverosímiles y carentes de sentido (Lo de las máscaras de los atacantes, que sentido tiene...???). Ethan Hawke ha hecho cosas mejores que este padre de familia exitoso y que puede cambiar de idea propia en un rato nomás, si el año pasado conocimos los "Juegos del hambre", estos bien podrían ser "Los juegos de la Abundancia", hay un remarcado muestreo de la pensada, racista y armada sociedad burguesa de USA. Más allá del dicho retrato el filme es regular, entretiene perooo.....
El problema de esta película es técnico, no de ideas. En efecto: la idea da para un film más breve, un cortometraje largo o un mediometraje. En el formato de “largo”, pierde algo de efectividad. Sin embargo, no deja de ser una obra de las que se solían llamar “provocadoras”: en un futuro no lejano, los EE.UU. han resuelto sus problemas de desempleo y violencia por el simple trámite de permitir que una noche al año se cometa cualquier crimen sin castigo. Un poco exagerado, es cierto, pero funciona: una familia acomodada que se encierra para pasar esa noche, por el acto de piedad de un niño, se ve envuelta en la misma violencia que rechaza. La película utiliza los modos y mucha de la iconografía de cierto terror reciente (la vertiente “extraños nos vienen a matar, qué les hicimos”) y, si bien como fábula política es interesante, se dijo: los efectos comienzan a reiterarse y a ocupar el centro de la escena. Ethan Hawke, perfecto, mantiene el tono de cuento moral que la historia necesita, y se agradece.
La violencia está en nosotros En 2022 la sociedad norteamericana ha decidido darse una noche por año en la que se puede delinquir libremente. Durante esas 12 horas, una familia alberga a un perseguido en su casa y debe tomar la decisión de entregarlo para que lo maten o sufrir las consecuencias. El título original refleja con precisión el sentido del planteo conceptual de la película: "The Purge" (La Purga) es precisamente lo que pretende lograr esta sociedad violenta (los EE.UU. en 2022) a través de 12 horas en las que los asesinatos, los robos y las violaciones quedarán impunes para vivir después 364 días de "normalidad" social. La idea (descabellada, por cierto) permite encarar distintos enfoques, y el director James DeMonaco parece rumbear al principio hacia una dura crítica al sistema y a la violencia social. Muestra entonces algunas intervenciones de analistas en la televisión que señalan que, si bien la existencia de "la noche de la expiación" ha permitido bajar los índices del delito en el resto del año y hasta ha impulsado positivamente la actividad económica, la concreción de estas "purgas" no hace más que ahondar la brecha entre los poderosos que pueden sustraerse a los efectos devastadores de estas cacerías humanas y los desposeídos que, en definitiva, son las únicas víctimas de toda esta violencia desatada. Pero rápidamente, el director (y también guionista) lleva al filme al terreno de la tantas veces explotada situación de una o más personas asediadas y sitiadas por un grupo de violentos absolutamente irracionales. Y en este terreno, la película se vuelve previsible y chata; a través de una serie de situaciones encadenadas caprichosamente, DeMonaco se preocupa exclusivamente por sorprender al espectador, pero lo hace con golpes de efecto tantas veces vistos ya en la pantalla que resultan muy poco eficaces. A la trama se le notan de tal manera los hilos que pretenden justificar las situaciones de violencia que las sorpresas desaparecen y la sensación que va ganando al espectador se parece mucho al aburrimiento. Ethan Hawke y Lena Headey (conocida por los seguidores del éxito televisivo "Juego de Tronos") intentan darles matices a sus personajes, pero la linealidad del guión les deja poco material con el que trabajar. Como contraparte, Rhys Wakefield apela al manual completo para interpretar a un villano en la piel del jefe de los jóvenes que intentan asaltar la casa de los protagonistas, con el mismo resultado que todo el filme: poca originalidad y demasiadas convenciones.
Una noche de furia y terror con poco nuevo para ofrecer Estados Unidos es una nación renacida. El desempleo es del 1 por ciento y la delincuencia se encuentra en su nivel histórico más bajo. Tan preciada utopía se logró gracias a "la purga" implementada por un nuevo gobierno autodenominado como Nueva Fundación de los Padres de América -Dios salve al resto del continente de él- y que consiste en la realización, una vez al año y durante 12 horas, una suerte de toque de queda para los agentes de seguridad. Durante ese lapso que sucede por la noche, todos los crímenes son legales y la ciudad se convierte en un literal "terreno de nadie" donde la única regla vigente es el "sálvese quien pueda". Un padre burgués que ha encontrado en este nuevo mundo el ideal de vida, es James Sandin (Ethan Hawke), un alto empresario de negocio de seguridad. Fiel a su oficio, el hombre vive con su familia "tipo" en un barrio exclusivo y en una mansión plagada de alarmas y puertas blindadas. Su mujer (a cargo de Lena Headley), una hija adolescente (Adelaide Kane) y un niño del 2022 que sabe más de teconología que de juego (Max Burkholder). "Esta noche permite que toda la gente libere el odio y la violencia que llevan dentro", adoctrina este hombre ejemplar a sus dos hijos, y su mujer lo acompaña destacando los beneficios de un método de "purga" de los males -sentimientos socialmente peligrosos y personas de similar índole- y procurando preparar a sus dos hijos para lo que vendrá en las horas venideras. Pero si el mundo alrededor resultara ideal, ni la película, ni el terror del género que la encuadra, ni la crítica que intenta sin mayor profundidad, tendrían razón de ser. El conflicto surge cuando los adultos se descuidan metidos en sus quehaceres y asistiendo a la televisación en vivo del desmán externo como a un programa musical. En esos instantes, la hija decide socorrer a un afroamericano que pide ayuda desesperada abriéndole las puertas de su casa, y al mismo umbral no tarde en llegar un grupo de racistas decididos a atrapar al "objetivo" de su noche de expiación, sin detenerse en las consecuencias. Para Sadin, un hombre que afirma no tener motivos para matar a nadie ni aprovechar la impunidad de "la purga", la amenaza a su bienestar y el de su familia para defender a un extraño es una encrucijada a resolver. El planteo seduce y como espectador se espera que los permisos de violencia explícita que se toma el director James DeMonaco (Asalto al precinto 13, también con Hawke). El título con que fue traducida, donde se habla de "expiación", un término directamente relacionado con lo religioso -la Expiación de los pecados de la humanidad a través del sacrificio de Cristo- alientan a un compromiso del relato, mucho mayor del que finalmente realiza. Armas mediante, la historia se convierte en una cacería sin más sentido que el de matar o morir, que sigue manteniendo el suspenso pero se vuelca definitivamente a la acción por sobre cualquier atisbo filosófico y sociológico. Termina, entonces, tratándose de una película con más aspiraciones que resultados.
Mundo salvaje "The Purge" es una película bastante más provocativa de lo que se aprecia a simple vista. Sí, plantea un mundo ridículo y violento, pero ¿nos pusimos a pensar que tan ridículos y violentos podemos llegar a ser en la vida real? Creo que acá está el punto fuerte de este trabajo del director James DeMonaco, más conocido en el mundo del cine por sus labores como escritor en “Asalto al distrito 13” y “El Mediador”. El planteo puede gustar más o menos, pero indefectiblemente es un concepto original, que no se ve todos los días en el cine, sobre todo en el género del terror que tiene muchas fórmulas agotadas, como por ejemplo las posesiones y los espíritus malignos. En "The Purge" se supo captar bien la creciente turbulencia que estamos viviendo en el mundo actual, con hechos violentos cada vez más comunes en las comunidades, y a eso se le agregó un toque de humor negro. Tiene algunas locuras que también se agradecen, bizarras y hasta cómicas, un tanto parecidas a las que presentó esa joyita llamada “The Cabin in the Woods” (salvando las diferencias, por supuesto). Pero no todo es color de rosa con esta película. Más allá del nuevo concepto atractivo, muchas de las secuencias de terror terminan cayendo en los lugares comunes de la mayoría de los trabajos de este tipo. Hachazos, cuchillos varios y apariciones sigilosas detrás de puertas y ventanas seguidas de un fuerte golpe de sonido para hacer saltar a los más vulnerables en sus butacas. Otra cuestión también un tanto floja tuvo que ver con los villanos del film, que están poco desarrollados y en muchos casos nos termina dando igual si mueren o desaparecen de la pantallas como por arte de magia. Por su parte, la familia compuesta por los actores Ethan Hawke (papá Sandin), Lena Headey (mamá Sandin), Max Burkholder (Charlie Sandin) y Adelaide Kane (Zoey Sandin) están muy bien en sus roles, sobre todo los adultos que ya tienen una larga experiencia en cine y TV. Ethan se sigue consolidando en el género del terror y el suspenso, mientras que Lena acrecienta su perfil de chica dura de la gran pantalla. La trama por momentos atrapa pero pierde fuerza cuando se incluyen algunas vueltas de tuerca demasiado concentradas en lo visual, en vez de apuntar a aterrorizar mentalmente al espectador, algo mucho más efectivo por estos tiempos. Una buena opción de terror que sin ser fabulosa, entretiene y hasta deja reflexionando (un poquito) sobre nuestro comportamiento como seres humanos.
No explora lo más interesante que introduce, y los personajes, al igual que el director, son rodeados por una oscuridad difícil de iluminar.
Matanza, disfraz y redundancia Entré pensando que iba a ver otra película, literalmente. No me pregunten qué ni por qué, pero no estaba esperando del todo este film. “La noche de la expiación” (The Purge) es una fiesta gore de muertes abominables, sólo que se disfraza de otra cosa. En ese disfraz, uno de los más sofisticados del mundo, pueden verse los puntos altos y bajos de la historia de una familia de muy buen pasar que se encierra en su casa el único día del año en el que está permitido cometer cualquier crimen durante 12 horas sin que haya condena alguna. El país es Estados Unidos, el futuro es cercano y factible. ¿Salir a matar para liberar la furia interna y hacer catarsis? Es lo que discuten los especialistas en los noticieros del film mientras nos compenetramos con su premisa. Esa teoría y la posibilidad de revelar, desatar un perverso costado de la naturaleza humana sin sentir culpa. Este argumento no es nuevo. “La noche de la expiación” lo une ferozmente a la tendencia que puedan tener los sectores más altos de la sociedad de querer eliminar la parte ‘improductiva’ del sistema (el sector bajo) por rechazarla, por tenerle asco, vaya uno a saber. La resultante –intencional o no- sería el florecimiento de la economía y la reducción de la violencia. Todo esto es la premisa ideológica de la película y se nos deja claro en los primeros minutos. Lo que se revela en el transcurso del film es que la precisión de ese discurso es innecesaria y que el director/escritor James DeMonaco no puede llevar más lejos esa premisa. Desde el diálogo, hay un clímax mitad de transcurso del film en la escena de presentación del villano de turno; un personaje que se explica bien y justifica la idea que la historia pone en juego. Luego nada tiene ese nivel de relevancia y es como si DeMonaco lo supiera pero no lo quisiese admitir. Por eso sostiene ese discurso hasta el final introduciendo a un negro pobre (así, negro pobre; o un pobre que ‘justo’ es negro) como elemento de desequilibrio. ¿Quién lo quiere salvar? ¿Merece ser salvado? ¿Qué tan mal está matarlo si eso me permite salvarme a mí? Lo cierto es que el cine de este tipo maneja dos lugares: el de la explicación y el de la ausencia de sentido. “Los Extraños”, una superior película que tiene muchas similitudes con esta, elegía este último camino y su recorrido era una impredecible montaña rusa. No sabíamos tanto sobre los protagonistas, menos sobre los asesinos, y no importaba. Cuando se elige el primer lugar, como en “La noche de la expiación” se precisa no abusar del psicologismo; o sea, no sobre explicar, que no parezca que todo tiene un correspondiente y perfecto por qué. Eso anula la emoción. La elección de la locación única es concreta. Todo sucederá adentro de la casa. Una vez que encerraste a todos los personajes ahí y la matanza es inminente, asumiste un riesgo ante el espectador atento. Las resoluciones argumentales en “La noche de la expiación” son predecibles y los giros sobre el final son muchos y se hace largo. El disfraz tiene peso suficiente para calmar la ansiedad, de modo que DeMonaco se despacha con dos aciertos que merecen felicitación. El primero es la realidad del tiempo. La sensación es la de que todo está sucediendo en un tiempo similar a lo que entendemos como real y eso aumenta la tensión en la sala aunque uno pueda presentir que en la película pasará tal cosa o tal otra. Además está el genial villano de Rhys Wakefield. Australiano, de 25 años y de trayectoria televisiva, Wakefield es una bestia contenida que se roba la pantalla porque el director sabe cuándo y dónde ponerlo (en qué momento debe aparecer y en qué lugar exactamente), cómo filmarlo y qué es lo que el actor tiene que hacer para que su desagradable figura se vuelva inolvidable. La película trabaja los personajes desde el burdo estereotipo. El villano recientemente alabado y su gente son chicos ricos en el sentido más obvio: peinados con gomina, ecos de fraternidad, buen vestir y fino andar. Puertas adentro, un matrimonio rutinario y cómodo, un tanto distante (Ethan Hawke y Lena Headey, de “Game of Thrones”); hijos con dificultad de comunicación con un padre en piloto automático. La hija adolescente (preciosa la australiana Adelaide Kane) es la colegiala madura y rebelde –vestida bien de colegiala americana: falda verde escocesa, corbata roja y medias blancas hasta las rodillas- que sale con alguien más grande; el hijo más chico (Max Burkholder) es un rarito que se mide las pulsaciones del corazón a toda hora. Tienen mucho dinero. Reaparece el componente moral cruzado con la clase social. ¿Hasta donde puede llegar una persona de estas condiciones si se ven forzados? En ese lugar pendulan los interrogantes de la película. De todos modos, en el último tramo de su recorrido, antes de un epílogo innecesario, “La noche de la expiación” ajusta el discurso redundante con el pulso necesario de sus actores y eso es lo que la salva. Se señaló que el disfraz es muy imponente, que el componente ideológico no puede desaparecer aunque pierda efecto, pero el espacio es tan reducido y el film está tan fascinado con esa familia, sus lujos (la casa y el barrio en el que viven están bellamente fotografiados por Jacques Jouffret en su primer trabajo como director de fotografía) y su perturbadora tranquilidad, que –por suerte- se escapa sin querer el componente universal. El discurso lógicamente se va diluyendo pues la naturaleza humana siempre está antes de toda explicación. Podemos tener un asesino adentro todos, ricos o pobres, negros o blancos. También puede que no nos llame matar a nadie, como lo decide esta familia al momento de encerrarse durante la noche que describe el título del film. Es decir, sea más o menos efectivo el discurso elegido, estos actores tienen el pulso necesario del sufrimiento y están lo suficientemente solos y expuestos como para fallar, pero construyen, desde el burdo estereotipo, una muestra del corazón. El film, aunque tardíamente y no con total conciencia de ello, pone las cosas en ese lugar mientras sucede otra cuestión. Esa otra cuestión es la masacre, la matanza pura; el verdadero núcleo detrás del disfraz, lo que todos queremos ver sin que se esté justificando tanto. Bueno, en el medio de esa situación extrema, la vida de una familia peligra y los actores captan esa emoción y desde allí terminan elevando el material. Ethan Hawke, por ejemplo, entrega un padre de familia para ver una y otra vez. Verifiquen ustedes si el corazón de Ethan Hawke no es el centro escondido de “La noche de la expiación”.