“La noche mágica” Crítica. ¡Qué noche Tete! Natalia Oreiro junto con Diego Peretti, Pablo Rago y Esteban Bigliardi regresan a la pantalla grande con una comedia dramática con toques bizarros y de humor negro dirigida en su debut cinematográfico por Gastón Portal. Una nochebuena diferente donde un ladrón Cachete( Diego Peretti) ingresa a una vivienda para robar pero no viene solo sino con la compañía de un amigo muy cercano a la pareja, Cachete ( Pablo Rago) e irrumpen en la casa donde vive un matrimonio con esquirlas en la relación, conformado por Kira (Natalia Oreiro) y Juan (Esteban Bigliardi). ¿Es una comedia? ¿Es un thriller? ¿Es un policial? ¿Es un drama? La realización con libro de Gastón Portal y Javier Castro Albano, es una combinación de todos estos géneros, logrando retratar el tema de la violencia de género y otro tópico más escabroso de una manera no convencional, pero que no se develará para no spoilear al futuro espectador de la primera realización nacional anunciada para disfrutar en las salas de todo el país, distribuida por Buena Vista Internacional, filial latinoamericana de la major de Walt Disney Estudios. El film aborda varias aristas, donde la trama en casi un 99% transcurre en una vivienda de una de clase alta, donde lo único que tiene resuelto el matrimonio con su pequeña hija es su economía, pero donde la relación entre ellos está prácticamente en su etapa de agonía y la intromisión de un ladrón de poca monta develará secretos no revelados de una familia. En los últimos minutos finales de la trama de la producción emula con un estilo kitsch las películas de Almodóvar con bailes y canciones italianas interpretadas por el cuarteto de la actriz y los tres actores protagónicos. Una película distinta en la filmografía nacional donde seguramente Portal en su primera incursión como director de películas sale airoso, abordando tópicos en la agenda mundial mediática , contado desde otros puntos de vista con la combinación de muchos géneros logrando una atractiva propuesta para volver y disfrutar en una sala de cine con grandes actuaciones de los protagonistas. Puntaje: 80
La noche mágica es el primer gran estreno del cine argentino de 2021, tras casi un año con las salas cerradas. Natalia Oreiro y Diego Peretti protagonizan esta película en la que no hay que dejarse engañar por el afiche: nada es lo que parece. ¿De qué se trata? Nicola (Diego Peretti) es un ladrón que en la víspera de Navidad decide dar un golpe en la lujosa casa de un matrimonio de artistas. Allí se encontrará con Kira (Natalia Oreiro), quien engaña a su esposo Juan (Esteban Bigliardi) con “Cachete” (Pablo Rago). Pero el robo no solo estará marcado por la infidelidad, sino también por la aparición de Alicia (Isabela Palópoli), la pequeña hija del matrimonio. La noche mágica: no es lo que parece Dispuesta a ver lo que creía que sería una comedia ligera, “La noche mágica” resultó una película con muchas más capas, que mezcla géneros y va ganando en complejidad a medida que avanza. Los primeros minutos no parecen muy prometedores: algunos gags de variada efectividad en lo que promete ser una comedia de robos y no mucho más. Pero la película da su primer giro cuando aparece Alicia, esta niña que se convertirá en el centro de la historia. La pequeña Isabela Palópoli está estupenda en el papel, desplegando carisma y ternura frente a este ladrón que ella cree que es Papá Noel. Pronto, la comedia de robos que creíamos estar viendo empieza a recorrer, de a poco, otro camino. Uno mucho más interesante. Así como «La noche mágica» arranca casi con cierta torpeza (tal vez deliberada), con cierta liviandad, culmina en el extremo opuesto, con un final sorpresivo, profundo y muy bien ejecutado. Hay delicadeza en la resolución, la necesaria para que, aun transitando varios géneros, el cambio de tono no sea brusco. Natalia Oreiro y Diego Peretti, asociados más a la comedia pero con amplia experiencia en otros registros, tal como lo demostraron juntos en Wakolda, usan eso a su favor. No sabemos qué esperar de ellos y eso contribuye al relato. Por su parte, Pablo Rago y Esteban Bigliardi funcionan como contrapunto uno del otro, el primero desde el humor y el otro, desde la rigurosa frialdad. Con extensa trayectoria televisiva, Gastón Portal debuta en la dirección de cine aportando algunos elementos que escasean en la cinematografía argentina: historias navideñas y mezcla de géneros. No va por lo seguro y eso es un gran mérito. La noche mágica: conclusión ¿Vale la pena? Sí, pero no vayas a verla esperando ver una comedia que te haga salir del cine a pura carcajada. Hay comedia, sí. Hay suspenso, un poco. Pero también hay drama, de ese que se va cocinando a fuego lento. En esa complejidad inesperada radica la mayor fortaleza de “La noche mágica”, una película que arriesga y gana. Puntaje: 7 / 10 Duración: 93 minutos País: Argentina / Uruguay Año: 2021
Nicola (Diego Peretti) es un ladrón que aprovecha la Nochebuena para hacer un raid delictivo. Se mete en un departamento pero sin darse cuenta interfiere en un situación incómoda. Una pareja de amantes ve interrumpido su encuentro por la llegada del marido de la mujer, así que el amante sale al balcón buscando esconderse pero se encuentra con Nicola, que le propone actuar como cómplice y le presta una capucha. Es eso o morir, por lo que el hombre acepta un poco sorprendido. Kira (Natalia Oreiro) se encuentra de repente atrapada de distintas formas, mientras que su marido le pide que termine de cambiarse para salir rápido al festejo navideño, Nicola y su amante irrumpen en el departamento. Así que Nicola procede a esposar a Kira y a Juan (Esteban Bigliardi) mientras el cómplice lo ayuda en el atraco, pero no pasa mucho tiempo para que la situación del improvisado compañero de fechorías se descubra y entonces Juan se entere de que Kira le es infiel con Cachete (Pablo Rago), su mejor amigo. A partir de ese momento el trío se ira echando en cara cosas del pasado y sacando trapitos sucios a relucir. Mientras eso ocurre, Nicola sigue con su trabajo de saquear el departamento mientras les pregunta si hay alguien más en el domicilio. Todos dicen que efectivamente no hay nadie más pero en realidad hay otros personajes que aparecen en el momento más inoportuno, uno de ellos es Alicia, la hija de Kira y Juan, una nena con problemas de comunicación. Alicia no habla casi con nadie pero como Nicola tiene barba blanca y un gorro rojo, lo confunde con Papá Noel y para sorpresa de todos, conecta con él y habla, se suelta, lo toma como compañero de juegos. Nicola está encantado y la relación con la nena lo lleva a entretenerse del robo y ponerse a jugar. De ahí en más el juego entre los personajes se va volviendo tortuoso y lo que empezó como una especie de comedia policial deriva en algo más turbio. Cualquier cosa que se agregue arruinaría las sorpresas que Gastón Portal y su socio y compañero histórico, Javier Castro Albano, prepararon para los espectadores. El clima tenso, la historia retorcida, los estallidos de violencia todo hacen de este debut cinematográfico de Portal una agradable sorpresa. Saca a los actores de sus papeles habituales y todos cumplen muy bien con una película que les exige un bienvenido cambio de registro, que se agradece. LA NOCHE MÁGICA La noche mágica. Argentina, 2021. Director: Gastón Portal. Guión: Gastón Portal, Javier Castro Albano. Intérpretes: Natalia Oreiro, Diego Peretti, Pablo Rago, Esteban Bigliardi. Montaje: Guillermo Gatti. Director de Fotografía: Rodrigo Pulpeiro. Música: Pablo Borghi. Sonido: Fernando Soldevila. Arte: Marina Raggio. Duración: 98 minutos.
DESEO RITUALIZADO La noche mágica se comporta como una potencial comedia vacía en sus primeros minutos, pero no es hasta ocurridos algunos puntos de giro que la película logra consolidar su verdadero propósito. A nadie le pasará desapercibida su capacidad de demoler apariencias iniciales y sus cambios de tono, ni su afán por la sorpresa y situaciones excesivamente incómodas. El disparador de la historia podemos sintetizarlo así: durante una Nochebuena, un hombre armado (Diego Peretti) se infiltra en la propiedad de una familia de clase alta. En su intención de hurtar cronométricamente los objetos de valor de la casa, toma de rehenes al matrimonio residente (Natalia Oreiro y Esteban Bigliardi) y al amante de la mujer (Pablo Rago), hasta que de pronto conoce a la pequeña Alicia (Isabela Palópoli), quien asume que el invasor es Papá Noel –ya que su aspecto general ofrece ciertas similitudes con la figura convocada- y el colado a la fiesta parecería abandonar su posición de ladrón una vez que recibe la lista de deseos de la niña. Todo eso está exhibido en el tráiler estrenado varios meses atrás. Este primer largometraje dirigido por Gastón Portal fue rodado en el último tercio de 2019, postergado por la tesitura mundial que nos atraviesa desde el año pasado y convertido en el primer estreno nacional que se proyecta en cines desde la más reciente reapertura de salas en el país. No ver el mencionado tráiler es una buena recomendación porque contiene situaciones que podrían catalogarse como spoilers, aunque, dado el proceder de la película, las mismas terminarán desorientando y en beneficio de la obra. Destacado aquello, por el momento nos reservamos los comentarios relacionados a las participaciones de Laura López Moyano y Hernán Jiménez, puesto que en los roles de sus personajes se ciñe buena parte de las claves con las que se maneja La noche mágica y ameritaría a un análisis más extendido en concomitancia con otra película argentina: Claudia. Si algo tienen en común las dos, preliminarmente, es la reducción geográfica en la que ambas se expresan. Una lo hace en una finca alquilada para festejar una boda, mientras que el estreno en cuestión dispone del lugar en el cual el casamiento ya ha sido festejado. Estos dos escenarios comparten la cualidad de que –voluntaria o involuntariamente- no pueden ser abandonados por los protagonistas, inclusive cuando tienen todas las posibilidades para retirarse con total impunidad. Nicola (como se llama el personaje encarnado por Peretti), bien lejos de optar por darle a su supuesto San Nicolás un valor que no le corresponde, se asume como un ángel exterminador en esta víspera navideña. Esto no lo decimos para referenciar al film de Luis Buñuel, con el que este y el de Sebastián De Caro coinciden en el trance, supuestamente tan absurdo como inverosímil, de que las personas estarían dispuestas a morir de la forma más ridícula. Se supone que el accionar de Nicola y las consecuencias en la familia no se pueden explicar ni científica, ni racional, ni sentimentalmente, cuando lo primero que hace es oponerse a la petrificación del arte coleccionado del hogar (uno de los ejemplos lo tenemos en las “instalaciones” del hombre de la casa) y exponer el valor agregado de la caja fuerte en su condición sagrada. Estos son los dos elementos que se ritualizan mediante la puesta en escena, con un falso Papá Noel que le ofrece dos oportunidades de confesión al triángulo amoroso y una tercera encubierta con un agasajo lisérgico. La noche mágica ha sido clasificada para un público mayor de 16 años. Tal vez por sus escenas de desnudez (siempre a contraluces o fuera de foco), tal vez porque pone a la niñez navideña en un territorio que haría temblar a Shane Black, incluso con todas las quejas moralistas que recibió El depredador por la escena en la que Jacob Tremblay es parcialmente responsable de la muerte de su vecino drogadicto, pero si hay un lugar en el que no se planta es en el de condicionar las creencias y valoraciones personales, independientemente de la edad de sus públicos. Eso hubiera sido algo muy cómodo para una película de Papá Noel.
El debut en la realización cinematográfica de Gastón Portal, transita con expertise por varios géneros, sosteniendo un relato que comienza como vodevil para luego ir transformándose en una película dramática que nunca pierde su humor. Nicola (Diego Peretti) es uno de esos ladrones de guante blanco con códigos. El cine lo ha representado en una infinidad de producciones en las que siempre la hidalguía y el respeto por los demás marcan su accionar. Ya en su presentación, podemos identificar el estereotipo con el que el guion lo define. El día de noche buena decide robar una casa, desconociendo si dentro de la misma habría algún habitante presente, pero sabiendo que es una oportunidad en el caso que nadie se encuentre dentro. Al ingresar se topa con una situación bastante particular, Cachete (Pablo Rago), escapa del dormitorio en el que estaba con Kira (Natalia Oreiro), ya que el marido de ésta (Esteban Bigliardi) llegó mucho tiempo antes de lo previsto. Aquello que con humor se plantea en el inicio, casi como una comedia de enredos, en donde una alianza forzada entre Nicola y Cachete buscaría terminar rápidamente la jornada de robo, comienza a complicarse ante la aparición de personajes secundarios (Laura López Moyano) y, particularmente, de una niña (Isabella Palópoli), hija del matrimonio y que, aparentemente, posee problemas de comunicación con sus padres. Seguir avanzando en los detalles de la propuesta restaría el factor sorpresa con el que Portal ha desarrollado su historia, la que, gracias a su extensa experiencia previa en materia de producciones televisivas, sale airosa de su estructura de película filmada en una sola locación, sosteniéndose, además, en las logradas actuaciones del quinteto protagónico. La noche mágica (2020) saca de la zona de confort y lugares transitados recurrentemente a los actores protagónicos, ofreciendo colores diferentes a una historia en sus interpretaciones que comienza a teñirse de oscuridad, atravesando cada momento del relato con una mirada lúcida acerca del mundo del arte y los vínculos. Oreiro dibuja a Kira con pinceladas, en partes iguales, de inocencia y ferocidad, Peretti impregna a su Nicola de una luz que trasciende la pantalla, Rago se compromete al punto de salir del lugar clásico del amante, y Bigliardi se encoleriza para representar lo peor de la sociedad machista existente. ¿Cuánto vale una instalación? ¿Qué sentido tiene mantener una obra valiosa en una vivienda sabiendo del peligro que sea robada? ¿Cómo se consagra en el ámbito privado el arte? ¿Cuál es la finalidad de mantener en un domicilio objetos valiosos? Algunas preguntas que se harán los espectadores al reflexionar sobre el universo que La noche mágicaplasma. Portal se arriesga en su película, y gana, evita transitar lugares comunes, y profundiza en el complejo entramado de sensaciones de los personajes, potenciándose junto a los del espectador, quien deberá ir acompañando los cambios de puntos de vista de un relato que, en el fondo, propone una mirada diferente acerca de una clase privilegiada, que esconde bajo la alfombra a sus muertos y que, en un punto, replica lo peor de todas las sociedades con tal de mantenerse en la misma posición de por vida, con decisiones marcadas por una doble moral, la que, en manos de Nicola, se verá desnuda y expuesta.
Una película argentina totalmente por fuera de lo que estamos acostumbrados a ver. Una comedia negra con código propio, que te succiona o te aliena. No hay puntos medios. En mi caso particular, la pasé muy bien y me enganché enseguida. Pero hay que tener en cuenta de que a medida que va avanzando el metraje muchos espectadores pueden llegar a salirse de sintonía. El film mezcla varios tipos de humor y es muy acido. Al mismo tiempo, juega con la suspensión de verosímil y el pacto de realidad-ficción. Hay un muy delgado hilo entre la solemnidad y lo absurdo. Sin grandilocuencia para narrar, Gastón Portal hace su debut en la silla de director con una película muy sólida. Deudor del neorrealismo italiano, plasma en sus personajes un “algo” totalmente hipnótico. Todo el elenco es excepcional y se agradecen todas las capas y vueltas de tuerca que cada uno interpreta. Sin dudas el personaje más rico es el de Peretti, pero Oreiro también tiene grandes momentos y Pablo Rago vuelve a demostrar lo gran actor que es. Esteban Bigliardi es el catalizador. Su personaje está para desatar la ira del espectador y lo logra muy bien. La noche mágica es una película navideña. Algo muy común en Hollywood, pero raro en la filmografía nacional Desde ese lado también está bien explotada y logra escapar a las convenciones de ese subgénero. Queda bien claro que quien escribe disfrutó de la propuesta, pero se reitera de que no es un film para todos los paladares.
La noche mágica es el primer estreno de cine argentino que podremos ver en las salas de cine luego del cierre de los cines debido a la crisis sanitaria que hemos sufrido en el 2020. Con las actuaciones de Natalia Oreiro y Diego Peretti nos encontramos con una comedia dramática en dónde se lleva a cabo un robo en la noche de navidad, y termina sucediendo cosas poco esperadas. En un principio me resultó bastante extrano tener que ver un film con un contexto muy navideño estrenandose en marzo. Es posible que al film lo hayan pensado para una época más cercana a fin de año, y que por motivos de público conocimiento, no pudo estrenarse antes. Pero al fin y al cabo, no es un film que tiene como único objetivo, darnos algo de espíritu navideño, sino más bien es un contexto dónde sucede lo relevante del film. El film tiene como inicio un robo, que lo lleva a cabo el personaje de Diego Peretti, la cuestión es que cuando este ingresa se encuentra con situaciones bastante particulares, ya que aquí vemos enredos en la pareja víctima del atraco y es donde los amantes también entran en el juego del robo. Claramente estás situaciones están hechas para que se pueda desnudar los conflictos internos que existen dentro de una pareja de clase alta, dónde se expone la infidelidad, los abusos y la violencia de género, todo endulzado con una buena cuota de humor negro. En cuanto a las actuaciones, vemos un trabajo correcto y muy coordinado entre los actores. Tenemos a un Peretti que calza con su personaje, que cuenta con el característico de estar usando una gorra de Papá Noel, que tendrá una relevancia dentro de la historia cuando interactúa con la niña de la casa. Las participaciones de Natalia Oreiro, Pablo Rago, Esteban Bigliardi se encuentran muy bien coordinadas, con algunas vueltas de tuercas que funcionan y en los que cada personaje deja plasmada su personalidad aunque actúen sobre los hechos. La noche mágica es una película que resulta una grata sorpresa para ser el primer film de cine argentino que se estrena en salas después de tanto tiempo. Quédense tranquilos que no es la típica comedia con tintes navideños, puede que estemos muy a marzo, pero el tiempo es relativo. La historia que nos cuentan está trazada con un buen sentido del humor, pero que no se olvida de su toque dramático, dónde se desnuda la violencia a través de sus personajes. Calificación 7.5/10
Gastón Portal, se nota al ver su debut cinematográfico, es un gran devoto del género. Y en esta película nacional navideña (algo que no se ve en nuestra industria) lo que hizo fue jugar. Jugar con su tándem de artistas que lo dan todo: Natalia Oreiro, Diego Peretti, Pablo Rago, Esteban Bigliardi y la presentación de la dulzura en persona Isabella Palópoli. Jugar con los planos y contraplanos, la escenografía, los recursos constantes, el ritmo y la relantización de secuencias, la gran música. Jugar con el espectador a invitarte a ver un producto que arranca de una manera y se desarrolla sinuosamente por diferentes tónicas. Así, jugando, construye en LA NOCHE MAGICA una película que seguramente no es para cualquier espectador, es de esas cintas que son dignas de amor o de odio; pero que indudablemente marca un estilo muy particular y germina en la industria Argentina una nueva era en donde podemos romper estructuras al sentarnos en una sala de cine (protocolos mediante). Suspenso hay, comedia también, neo-realismo por doquier, influencias al cine italiano se agradecen y un relato incómodo disfrazado de luces de navidad. Quizás peca de no desarrollar cada sub-trama que se plantea y se toma a la ligera, por ejemplo, elecciones sexuales y relaciones interpersonales pero en un balance general, se la pasa muy bien generando preguntas que resuenan todavía una vez que se encienden las luces y el fin haya pasado. Bigliardi construye un villano detestable desde el momento uno, Rago demuestra que sabe hacer lo que hace en sus sutilezas, Oreiro es siempre garantía de solidez y Peretti es un camaleón. No es apta para todo público y prepárense para recibir algunos golpes que hacen mella al alma. Se celebra sobre todo que algo tan original sea el primer estreno argentino en este esperado regreso al cine. Y Gastón Portal abre así una puerta al género que seguramente tendrá un promisorio y venturoso camino a futuro.
Es una noche especial pero los protagonistas aún no lo saben. Kira alcanza a ver una estrella fugaz después de acostarse con su amante al que rápidamente tiene que echar a las escondidas cuando su marido cae antes de lo previsto pero aunque todos pidamos deseos ante esas situaciones, quién piensa que realmente se cumplirán. Desnudo y descalzo, Cachete se cruza en las afueras de esa casa de gente adinerada con un ladrón que está planeando entrar. Este excéntrico hombre no lo deja ir y decide que van a hacerlo juntos. Así empieza una película que podría vislumbrarse como algo parecido a lo que viene haciendo Ariel Winograd aunque el tono ya se percibe menos familiar y de hecho no es apta para todo público. Sin embargo no será el robo lo que lleve adelante la trama principal, así como tampoco el triángulo amoroso que se encuentra de repente forzosamente enfrentado. La historia cambia cuando Nicola, el ladrón, encuentra a Alicia, la hija del matrimonio, y ésta lo confunde con Papá Noel y le empieza a hablar de sus deseos. Algo en el hombre se enciende y decide que esa noche no sólo se llevará el botín sino que cumplirá cada una de esas cosas que ella desea y escribió en una nota que mantiene escondida de su padre. Son muchas las cosas que van sucediendo esa noche y sería aburrido que las lean en este texto. La película que escribe Portal junto a Javier Castro Albano está llena de sorpresas y apuesta por un tono de comedia dramática, por momentos un poco negra, pero no prepara para lo que llega ya cerca del final, cuando la última revelación desentone un poco con el resto de la propuesta por más indicios que haya habido en el medio y el tono in crescendo de la oscuridad planteada. La idea es la de generar incomodidad y eso se cumple. Personajes ricos que llevan adelante su vida como si fuesen mejores y los otros que terminan dependiendo de sus acciones, que viven de apariencias pero esconden personalidades y lazos quebrados porque a la larga pueden ser frágiles como esas esculturas exhibidas con tanto cuidado que es imposible acercarse a ellas. Hablemos de personajes. Natalia Oreiro interpreta a una mujer deseante que dejó de encontrar en su marido aquello que la había enamorado, es una mujer seductora y decidida pero con ilusiones rotas. Esteban Bigliardi es un marido y padre obsesionado con las obras de artes que despliega a lo largo de su casa y que no permite que nadie toque, lo que se la pasa alejándolo de las personas, pero lo peor son los rasgos machistas que siempre salen a relucir de sus comentarios y actitudes. Pablo Rago es el tercero en discordia, amigo de uno y amante de la otra, alguien de cierta ingenuidad para el mundo que lo rodea. Para el personaje infantil, Isabella Palópoli es una niña retraída que por una vez se permite, gracias a este Papá Noel, jugar y explorar como una niña de su edad. Y, claro, el personaje que termina decidiendo casi todo lo que sucede esa noche mágica, el de Diego Peretti: el más importante pero también el menos desarrollado, una especie de espejo ante quienes los demás se ven como realmente son y alguien de quien se puede intuir un interés muy humano y que sabe lo que hace porque lo viene haciendo hace mucho tiempo; es además quien genera las mayores cuotas de un humor intermitente. Y después están los dos personajes que, además de Nicola, son los que no encajan en ese mundo de lujos y riquezas: la mujer que se encarga de las cosas de la casa y el de seguridad. La noche mágica es despareja pero también ingeniosa y no teme ser políticamente correcta (algo que en esta época es más valioso que nunca). Por momentos genera risas y durante tantos otros, silencios incómodos. Entre los actores se genera una dinámica adecuada, creíble. Y aunque provenga del palo televisivo, Portal se desenvuelve con soltura y eficacia en el rol de director, sobre todo teniendo en cuenta que toda la película se sucede dentro de las paredes de esa enorme casa. Lo más interesante de esta película es que no es para nada lo que uno podría haber esperado. El tono humorístico, de enredo entre estos peculiares personajes, se va tornando cada vez más oscuro pero no me termina de convencer la decisión de terminar dejando en evidencia una temática tan compleja y delicada, aunque Portal la presente de manera sutil y no menos impactante. Es un efecto sorpresa que la película no necesitaba y se siente un poco forzosa. Entendimos que estamos ante un oscuro retrato del trato que generan las clases privilegiadas y eso ya resultaba lo suficientemente perturbador. Osada, original, divertida e incómoda al mismo tiempo pero también un poco despareja, La noche mágica es una película que se mueve entre muchos géneros, no te deja indiferente y seguramente genere opiniones dispares. No es la apuesta segura que se podría esperar del primer gran estreno argentino en salas en época de pandemia, y eso es para agradecer.
DESCARRILADOS La ópera prima de Gastón Portal se construye, al menos inicialmente, desde lo paradójico: si por un lado su construcción argumental es mínima, con un puñado de personajes y una sola locación principal; por otro hilvana un relato que busca poner toda la carne al asador tanto en lo formal como en lo temático. Y si bien por momentos arma un artefacto potente, incluso atractivo en su efervescencia, lo cierto es que también toma una serie de decisiones que llevan a que esa apuesta que es La noche mágica conspire contra sus propias virtudes y termine descarrilando. El film transcurre en la casa de una familia de alto poder adquisitivo durante la Nochebuena. Allí están Kira (Natalia Oreiro) y su amante, Cachete (Pablo Rago), quienes escuchan llegar a Juan (Esteban Bigliardi), el marido de ella. Cuando Cachete intenta huir por el balcón, se encuentra con alguien más con sus propios planes: Nicola (Diego Peretti), un ladrón bastante particular que tiene un aspecto que lo podría confundir con Papá Noel, dispuesto a robar el lugar. Nicola arrastra a Cachete nuevamente al interior de la casa y, si ya el asunto se había complicado con su ingreso en la ecuación, todo se enreda más cuando se encuentra con Alicia, la pequeña hija de Kira y Juan, quien apenas lo ve le entrega una lista de deseos. Y allí va entonces Nicola, dispuesto a cumplir con lo que solicita Alicia, aunque eso implique poner patas para arriba la vida de todos los demás en un par de horas. En La noche mágica hay que hacer un esfuerzo considerable para dejar de lado ciertos cabos sueltos que ponen en riesgo el verosímil, empezando por el hecho de que Nicola obliga a Cachete a ponerse una máscara, pero él mismo entra a robar a cara descubierta. Y así con varias cosas más, aunque sea precisamente el comportamiento errático, imprevisible, definitivamente antojadizo de Nicola el que le da impulso a la narración: es como una especie de Hannibal Lecter más risueño, que opera con un sentido ético y moral que arrastra a todos los demás personajes. Sus acciones llevan al relato por la senda de la anarquía y un sentido del riesgo que colocan a la película en un territorio un tanto incómodo, definitivamente manipulador, pero también desatado y en unos cuantos pasajes bastante divertido. Cuando el film se concentra en su relación entre amistosa y paterno-filial con Alicia, todo fluye por el lado lúdico y hasta permite que aceptemos unas cuantas arbitrariedades del guión a partir del sostén de la comedia autoconsciente. Lamentablemente, en La noche mágica no solo están Nicola y Alicia con sus comportamientos caóticos, sino también Kira, Juan y Cachete con sus miserias y frustraciones que amenazan con estallar por los aires. Cada vez que la película se concentra en ellos -incluso dejando por completo de lado a Nicola y Alicia-, se vuelve pesada, sentenciosa, falsamente impostada, con algunos parlamentos insoportables, conductas insostenibles y carente de una reflexividad consistente. En el caso de Juan, hay un maltrato permanente por parte de la narración, una voluntad incluso llamativa por hacerlo caer bien bajo, por mostrarlo como alguien miserable, desamorado, maltratador y un largo etcétera. En sus minutos finales, La noche mágica se plantea a sí misma un dilema: el centrarse en esa especie de cuento de hadas que se desarrolla entre Nicola y Alicia; o el cuento moral -o más bien moralista- que se configura entre Nicola y el resto de los adultos. Y si bien en un momento parece decidirse por la primera alternativa, finalmente toma un giro que la coloca en la segunda senda. Y allí toma unas cuantas decisiones que rozan lo indignante, particularmente con el personaje de Juan, al que amaga con darle una chance de redención, para luego condenarlo definitivamente. Portal tenía al alcance de la mano la comedia negra, pero escoge el drama moralista, sacrifica el humor en aras del mensaje y pierde la oportunidad de concretar un debut en el cine realmente potente.
Lo que comienza como una comedia de enredos navideños en la línea de, digamos, Mi pobre angelito, con robos e infidelidades, se convierte luego en un thriller sobre la invasión a la privacidad a-la-Michael Haneke para finalmente, sin jamás dejar de lado un humor negrísimo, despiadado, derivar hacia algo todavía más siniestro y perverso. No puede acusarse al reconocido productor Gastón Portal de falta de audacia en su debut como coguionista y director. La noche mágica es una apuesta anómala, desconcertante, dentro del cine mainstream argentino. Y, más allá de sus evidentes desniveles dramáticos y actorales–y hasta de un desenlace que puede irritar a más de uno–, es para celebrar su permanente apuesta por el riesgo, sus cambios de registros, de tonos y hasta de géneros. En La noche mágica hay un matrimonio burgués (Natalia Oreiro y Esteban Bigliardi) en plena crisis, un tercero en discordia (Pablo Rago), que es el mejor amigo de él y el amante de ella; y un ladrón profesional (Diego Peretti), que irrumple en plena Nochebuena y confunde a la pequeña hija de la pareja con su look de Papá Noel. Portal se da todos los gustos (desde un flashback en el que filma una caótica fiesta de casamiento) hasta secuencias musicales con canciones italianas de los años 60 y 70 de fondo (Peretti termina cantando “El último romántico”, de Nicola Di Bari). El resultado, quedó dicho, está lejos de ser enteramente satisfactorio. Hay buenos gags y otros pasajes en los que reina el artificio y escasea la fluidez. Pero con todos sus resbalones y hasta tropiezos parciales, Portal demuestra que tiene muchas ideas, ganas de sorprender, de trasgredir y de incomodar. En ese sentido, La noche mágica apela a fórmulas reconocibles para luego traicionarlas y trascenderlas. Bienvenido sea, entonces, ese espíritu lúdico y provocador en medio de un panorama general del cine argentino bastante previsible y hasta anquilosado.
Charlotte es una olvidada actriz de cine español que, al enterarse de que el director que la llevó a la fama filmará su última producción en Paraguay, decide viajar hasta ese país en una derruida casa rodante acompañada por Lee, un joven chino que le sirve de mandadero y de confidente. El viaje es largo y esa famosa exestrella confía en que su pasado de esplendor puede volver a colocarla en la cima de la popularidad, pero a pesar de su mal humor y de las aventuras y desventuras que se le imponen en esa travesía sabrá, en definitiva, que la vejez y la posibilidad del olvido están siempre presentes en su fuero íntimo. En esta anécdota, relatada con emoción y calidez por el director Simón Franco, sobresale la necesidad de poder dejar atrás una imagen propia que no volverá para suplantarla por el autoconocimiento, por el mirar el pasado y comprobar de que no hay un antes y un después, sino sólo un presente. Con enorme ternura el realizador, apoyado por una excelente fotografía y por una música de suaves ritmos, compuso su film al estilo de una road movie que va pautando cada una de las circunstancias por las que atraviesa esa mujer que necesita sobrevivir frente a sus tiempos de fama. Angela Molina compone con enorme ternura su personaje que, en definitiva, representa el fin de una búsqueda de todo ese mundo emocional, de valentía y de entrega artística.
Si no fuera porque se trata de una película sólo apta para mayores de 16, el afiche de La noche mágica llevaría a pensar que estamos ante una comedia familiar navideña. Ahí se ve a una dupla probada de comediantes (Natalia Oreiro y Diego Peretti, él con un gorro símil Papá Noel), entre ambos una niña sonriente, una estrella fugaz y el lema “Cambió robar por cumplir deseos”. Pero la opera prima de Gastón Portal busca desconcertar. El comienzo parece apuntar en la dirección de los enredos. En las horas previas a Nochebuena, un hombre (Pablo Rago) sale semidesnudo al balcón terraza de la casa de su amante (Oreiro) porque el marido de la mujer (Esteban Bigliardi) llegó antes de lo previsto. Pero una vez afuera es sorprendido por un ladrón (Peretti) que está a punto de entrar a robar a la casa, y que lo obliga a ser cómplice en el atraco. Así que entran juntos y encañonan a la pareja. El clima olmedo-porcelesco pronto se empieza a disipar porque el delincuente da señales de no ser tan simpático ni inofensivo como lucía a primera vista. A medida de que ese hombre que podíamos confundir con el querible ladrón de El robo del siglo se va pareciendo más a uno de los psicópatas de Funny Games, la comedia se oscurece hasta dejar de serlo casi por completo. La tensión aumenta cuando entra en juego la nena de la casa (la debutante Isabella Palópoli), que por aquel gorro rojo del afiche confunde al ladrón con Papá Noel y le pide que le cumpla su lista de deseos. Lo que sigue es una contracara de Mi pobre angelito: una niña y un ladrón en una casa para ellos solos (los adultos son rehenes en su dormitorio), pero en este caso aliados en las travesuras. La audaz mezcla de géneros se complica cuando sobre el guion empiezan a soplar los vientos de la época y la pretensión de dejar sentadas posturas sobre grandes temas. Porque lo que hace el personaje de Peretti es funcionar como un lente de aumento sobre los problemas matrimoniales de la pareja de dueños de casa. Y, en épocas en que la violencia de género está al tope de la agenda pública, resulta que el marido es un machirulo maltratador. Esto es subrayado una y otra vez no sólo mediante su actitud durante esta larga noche sino también con flashbacks y hasta un video casero. A esta altura, el suspenso es más efectivo que los chistes negros, pero si nada termina de funcionar, otros bocadillos de reflexión social -hay un par de ironías sobre la pequeña burguesía, las diferencias de clase, el esnobismo en el arte moderno- vuelven todo demasiado ambicioso. Cuanto más ahonda en los mensajes morales, menos luce y más fallido resulta el saludable riesgo –infrecuente en el cine industrial, ya sea nacional o no- que tomaron Portal y su coguionista, Javier Castro Albano, al elegir este tono mixto, entre macabro y festivo al estilo de Parasite. En el intento por sacar al espectador de su zona de confort y alejarse de los lugares comunes, La noche mágica pierde el rumbo. Y el desbarranque definitivo llega al final, cuando se banaliza un tema delicado en pos de conseguir un efecto sorpresivo. Así, más que perturbadora, la película termina resultando revulsiva en el peor de los sentidos.
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El debut de Gastón Portal como realizador de cine y co-guionista con Javier Castro Albano, es sorprendente y promisorio. Lo que más llama la atención de la película es la cantidad de riesgos que toma el realizador, que además tuvieron que ser defendidos por sus actores, cuando parte de la producción pretendió introducir cambios. Lo que pinta desde un comienzo como una film de enredos, una comedia típica donde un ladrón se encuentra en el balcón del hogar que pretende robar, con el amante semidesnudo de la dueña de casa. Es víspera de Navidad y el marido llegó antes de lo esperado. A partir de ese momento todo parece encaminado a la risa amable, hasta que comienzan los giros: la muerte, la sangre, el humor negrísimo, los cuestionamientos al estilo de vida ambicioso, la relación con una nena que no habla, salvo con el intruso, la música, los escapes y cautivos. De lo simpático a los oscuro con la complicidad de grandes actores Natalia Oreiro, Esteban Bigliardi, Pablo Rago y muy especialmente Diego Peretti que le encuentra el equilibrio justo a su personaje. Hay momentos de meseta y algunos personajes están mejor delineados que otros, pero el film tiene sus aciertos y mucha valentía.
Poco antes de irse para asistir a la cena de nochebuena con sus parientes, una familia es tomada de rehén por Nicola (Diego Peretti), un excéntrico ladrón de intereses muy particulares, quien se divierte con la extraña situación que pone en evidencia su aparición. Porque de no haber sido por su oportuna llegada, Cachete (Pablo Rago) hubiera escapado justo a tiempo por la ventana y evitado que Juan (Esteban Bigliardi) descubriera que su esposa Kira (Natalia Oreiro) está teniendo una aventura con su mejor amigo. En cambio, Nicola lo convierte en su primer rehén y lo obliga a volver a entrar en la casa, disfrazado como su cómplice. Lo que hubiera terminado como un robo cualquiera cambia de rumbo cuando Nicola encuentra a la pequeña Alicia (Isabela Palópoli). En su inocencia, la niña lo confunde con Papá Noel y despierta en él un extraño impulso de cumplirle la lista de deseos que ella tiene para convertir esa Navidad en una noche mágica, la que siempre quiso pero que su familia nunca pudo o quiso ofrecerle. Mientras ambos se divierten en la planta baja cumpliendo con la lista, a los adultos encerrados en la planta alta no les va a quedar otra que sacar a la luz muchas de esas cosas que llevan años evitando decirse. La Noche Mágica de San Nicola Hay contradicciones en La Noche Mágica y es una película un poco más compleja de lo que prometen tanto la premisa como el trailer, quienes la venden como una comedia liviana. No es que mienta: lo es durante el primer acto, pero pasados esos primeros minutos de chistes fáciles y enredos comienzan los indicios de que hay algo bastante más turbio sucediendo debajo de la superficie de esta familia tan blanca y pura. El evidente comportamiento egoísta y violento de Juan es solo la punta de un iceberg que esconde toda una serie de otros abusos más sutiles con los que controla a su familia para que sigan sus reglas sin cuestionarlas, un sistema en el que Kira alterna entre víctima y cómplice. En ese punto, el tono de La Noche Mágica muta hacia la comedia negra y el thriller, un cambio que le hace muy bien a la propuesta y la corre de lo que hubiera sido un eje bastante previsible. Teniendo en cuenta que su director es Gastón Portal, que aunque debuta en el cine con La Noche Mágica ya había trabajado en series tan interesantes y atípicas como Babylon y Las 13 Esposas de Wilson Fernandez (recomendada AQUÍ), tampoco debería ser una gran sorpresa. Cuando entra Alicia en la ecuación de La Noche Mágica, la trama y Nicola se parten en dos: mientras está con ella se convierte en el Papá Noel que ella quiere que sea, pero cuando vuelve con los adultos recupera su costado más tétrico. Nunca hace explícito cuánto sabe realmente sobre lo que sucede en esa casa pero es evidente que sospecha una buena parte y que por eso decide quedarse. Se lo ve genuino tanto torturando a los adultos como divirtiéndose con la niña y justamente esa ambigüedad lo convierte en un personaje tan interesante, sosteniendo hasta el final las dudas sobre las verdaderas intenciones de todo lo que está haciendo. ¿Es un sádico villano que disfruta causando sufrimiento o un antihéroe, de métodos cuestionables, decidido a obligar a esta familia a enfrentar sus propios secretos para poder resolverlos? Pero no todo son aciertos, porque lo que funciona muy bien en el papel no siempre sale igual en el traspaso. Lamentablemente, algunos de sus planteos se desarman un poco a medida que se acerca el desenlace de La Noche Mágica, que llega de forma un tanto apresurada para resolver demasiado rápido algo que quizás merecía algunos minutos extra para cerrar con mayor solidez. A la película no le faltan incongruencias entre lo que parece que pretende y lo que realmente logra, además de un nivel desparejo tanto en las actuaciones como en el desarrollo de los personajes. Así como se destaca mayormente el Nicola de Peretti y Oreiro tiene un par de momentos donde lucirse con el limitado margen que le deja su personaje, menos suerte corren los otros dos adultos atrapados en personajes casi planos que acompañan solo con lo justo. Y recordando que nunca es fácil dirigir a niños pequeños, se merece elogio el trabajo de la pequeña Isabela Palópoli, que se muestra capaz de expresar miedo, alegría y hasta angustia con un nivel de verosímil bastante alto. Quizás el mayor problema de La Noche Mágica es que mantiene un código visual y actoral al borde de lo televisivo, un estilo muy mainstream que se siente compatible con esa falsa idea de comedia liviana que engaña con ser al principio, más que con la historia de violencia intrafamiliar hacia la que muta después. Plantear el contraste entre ambas cosas es una alternativa muy válida, pero siendo que hasta se atreve a tocar temas tan complejos y poco mencionados como la competencia por el amor dentro de una familia y la tolerancia al maltrato en nombre de ese amor deforme, probablemente se hubiera beneficiado de alguna transformación más notoria de la propuesta visual, acompañando a la transformación narrativa y de los personajes que está retratando. Una vuelta de rosca extra en la sutileza para que gane en potencia todo el conjunto. De todas formas, La Noche Mágica resulta una película interesante que corre más riesgos de lo que se podría prejuzgar de antemano, escapando de lo que suele ser aceptable en productos de este tipo, algo que siempre es elogiable pues hasta deja margen para la crítica.
"La noche mágica", entre la pesadilla y la fábula (anti)navideña El film, que tiene estreno en salas, opta por el camino más ripioso ante cada encrucijada posible. Negrísima durante sus primeros dos tercios, incluye varios pasos de comedia absurda notables. La industria audiovisual argentina sale con los tapones de punta a recuperar el espacio perdido en las salas luego del cierre XXL obligado por la pandemia de Covid-19 con la producción local de aspiraciones mainstream más arriesgada desde La cordillera, de Santiago Mitre. En la película ambientada en una cumbre presidencial en Chile había un arco dramático no conclusivo que coqueteaba con la fantasía oscura y dejaba a aquellos espectadores (mal) acostumbrados a películas cerradas y abrochadas con moñito preguntándose qué era lo que acababan de ver. Las cosas son más unívocas en La noche mágica, menos adaptables a interpretaciones distintas de las que propone el guion escrito a cuatro manos por Javier Castro Albano y Gastón Portal, que aquí hace su debut en la realización de largometrajes luego de décadas dedicado a producción y dirección de contenidos para la pantalla chica. El riesgo surge por oposición: si la búsqueda de masividad se traduce en concesiones, tranquilidad y abstracciones marcianas por las que pocas películas argentinas de esta envergadura parecen transcurrir en la Argentina, La noche mágica opta por el camino más ripioso ante cada encrucijada posible. La película de Portal tiene un tono extrañísimo, partes iguales de pesadilla y fábula (anti) navideña, y propone un menú cuyo postre es una cazuela de incomodidad. Durante los créditos finales, llega el retrogusto con la pregunta por la pertinencia de esa incomodidad: ¿se trata de una consecuencia verosímil del desarrollo narrativo o un golpe de efecto por debajo del cinturón, una manera burda y talibán de autocolgarse el cartel de película que habla de “cosas importantes”? La báscula se inclina hacia la segunda opción, aunque no deja de ser una buena noticia una apuesta de este tipo en un contexto donde correrse de lo esperable, coquetear con el filo de los límites, puede ser castigado con el menosprecio o la cancelación, una tendencia cada vez más peligrosa que abarca desde actrices, actores y directores hasta personajes históricos de la animación (allí está Pepe Le Pew como flamante ejemplo). La incomodidad muestra todos los dientes durante una revelación en el último acto que no conviene contar, más allá de que una imagen previa –bastante subrayada, por cierto– se encargó de encauzar la subjetividad hacia la suposición de que hay otros motivos operando como motor de las acciones de uno de los personajes centrales. Concentradísima en tiempo y espacio -todo transcurre en un par de horas y en una misma locación, un lujoso caserón de San Isidro-, La noche mágica tiene mucho de noche pero poco de magia, al menos para los cuatro protagonistas adultos. No así para la más chica, que ve cómo ante sus ojos se materializa el sueño de todo sub-10: el mismísimo Papá Noel llega hasta su habitación para una visita personalizada en vísperas de Navidad. No puede saber que el hombre de barba y cabellera canosa es un experimentado ladrón de guante blanco llamado Nicola (Diego Peretti). Menos que no fue hasta ahí por ella sino para concretar un atraco y que, en lugar de la chimenea, entró por la ventana de la habitación de papá Juan (Esteban Bigliardi) y mamá Kira (Natalia Oreiro). Pero cuando Nicola asomó al balcón, Kira no estaba acostada con Juan: entre las sábanas retozaba Cachete (Pablo Rago con bigote de camionero redneck yanqui), el mejor amigo de él y padrino de la nena, que ante el arribo prematuro del marido escapa, como típico pata de lana, por la ventana. La secuencia culmina con pareja y amante maniatados en la habitación, y la promesa de Nicola de que todo terminará pronto. Algo que obviamente no ocurrirá, por varias razones. Negrísima durante sus primeros dos tercios, La noche mágica incluye varios pasos de comedia absurda notables, como aquel con una empleada doméstica con características de zombie, y otros a cargo de un Peretti cada vez más infalible en el manejo del humor antigestual, de expresiones mínimas. La última parte queda reservada para un abrupto e inesperado cambio de enfoque y tono, del que cada quien determinará su valía.
Quien haya seguido los trabajos de Gastón Portal ('Las 13 esposas de Wilson Fernández', 'La última hora') en televisión, sabrá que nada de lo que nos muestra en realidad es. Que siempre tiene un giro inesperado con el que sorprender y demostrar así que sabe como pocos los artilugios del entretenimiento. Por eso su ópera prima con Natalia Oreiro, Diego Peretti y Pablo Rago en principio asusta, aunque el bagaje artístico termina generando confianza. Es más, hasta lo ecléctico del reparto podría plantearse como un desafío porque los protagonistas tienen chapa de sobra, pero deben estar dirigidos a la perfección para brillar. Lo demuestran sus muchos trabajos y sus contados éxitos. La historia cuenta que en la víspera de Navidad un delincuente (Peretti) entra en una casa a robar y a llevarse puesto todo lo que encuentre: mujer, marido, amante, empleada, etc. Parece tener todo controlado, hasta cuando por error aprieta el gatillo. Sin embargo, se siente en la historia que una realidad paralela toma cuerpo y que el final será revelador. Entonces hay que estar atento a todo, porque en los detalles puede ser que esté la verdadera trama. SIN HORIZONTE 'La noche mágica' nunca termina de definirse. Tiene momentos de thriller hollywoodense del mejor, y otros de comedia grotesca de calidad improvisada. Algo es cierto: desde que empieza hasta que termina la tensión no afloja. Pero no por lo que vemos sino porque no sabemos hacia dónde va el filme. Cada segundo que pasa es un nivel más de nerviosismo, sobre todo cuando entra en acción Alicia, la niña de la película, un correcto trabajo de la pequeña Isabella Palópoli. Ella adopta al ladrón como Papá Noel y es a él a quien le pide que cumpla los deseos que sus padres ignoran. El problema fundamental del filme es que Oreiro y Rago están siempre fuera de tono. Peretti es una burbuja que flota sola (para bien y mal); Hernán Jiménez está desperdiciado en su personaje, y Esteban Bigliardi, quien hace de Juan -marido de Kira (Oreiro) -, está lejos del registro del resto. Hay diálogos que parecen ser de pasada de letra en pleno ensayo. Pero aun así la tensión nunca afloja. Excelente trabajo de posproducción y gran libro, que nunca logramos descifrar. 'La noche mágica' no es el filme ideal para convencer al público de volver al cine luego de un año de salas vacías. Sin embargo, que sea producción nacional es saludable. Los fanáticos de Natalia Oreiro la verán en pantalla gigante, y no mucho más. El final, discutible, opinable e inesperado, es acorde al código Portal.
Alicia y un día de maravillas. La apertura de los cines en medio de la pandemia, nos trae el primer estreno argentino, La Noche Mágica. La ópera prima de Gastón Portal, que cuenta con un gran elenco, entre ellos Natalia Oreiro, Diego Peretti, Pablo Rago, Esteban Bigliardi, y el debut de la pequeña Isabela Palópoli. Y que nos ofrece una experiencia coral, en cuanto a género se refiere, porque atravesamos por varios: desde la comedia navideña de humor negro, pasando por el absurdo, para desembocar en un verdadero drama. La historia se concentra en una casona de clase alta situada en el barrio de San Isidro, cuando un ladrón entra a robar en plena Nochebuena. Allí se encontrará con una escena inesperada, a la dueña de la casa (Kira) con su amante (Cachete), quien sale disparado al balcón cuando escucha que llega el automóvil del marido de Kira (Juan), y también su amigo. Al toparse con el caco (Nicola) desnudo y en el exterior, este lo obligará a entrar juntos a la habitación. A partir de aquí nos embarcaremos en un verdadero trip emocional. Lo que comienza como una comedia ligera, de situación, gradualmente se va enturbiando al ir cambiando de matices la narración y también los personajes. Por ejemplo, Nicola puede a llegar a parecer un ladrón inofensivo, a no sentir remordimientos si tiene que matar; convertirse en una especie de gurú vengador; o en un Papa Noel que concede deseos, cuando descubre que en la casa también se encuentra la pequeña Alicia (¿alusión a la famosa novela de Lewis Caroll?), la hija de Kira y Juan. Una noche que se convertirá en una verdadera pesadilla, más que por el robo en sí, porque saldrán a la luz los secretos más turbios de esta familia. Sin dudas el director nos quiere mostrar un Nicola empático, desde el momento en que a la empleada que casi mata la convierte en un zombie, o cuando le otorga el don de redentor. Si ponemos atención en ciertos indicios que va planteando esta historia, que de la comedia, el humor negro y el límite con el absurdo, muta a un thriller tenso y dramático, no nos debería asombrar la sorpresa final. Una vuelta de tuerca que aborda un tema demasiado delicado, justamente para ser un giro argumental intempestivo. Estamos ante una película que desconcierta e incómoda al espectador por la cantidad exacerbada de recursos utilizados. Recursos que sirven para manipular una narración (tanto para hacernos reír como para estrujarnos el corazón), que no logra encontrar su equilibrio. Lo momentos más logrados sin dudas son los de la interacción ente Nicola y la pequeña Alicia, pero claro que la cinta aborda mucho más que esta instancia. “El que mucho abarca, poco aprieta”, dice el famoso refrán que aquí se aplica a regla.
La noche mágica es una película de encierro, un claustrofóbico cuento de navidad que busca sorprender al espectador y tenerlo en vilo durante toda su trama. Se anuncia como una historia navideña y lo es. Pero el afiche promete un tono liviano que difiere mucho de lo que finalmente se ve. La única verdadera sorpresa que se llevará el espectador es esa, una vez empezada la película las vueltas de tuerca no asombran porque ya queda claro que es una película solo para público adulto dispuesto a soportar municiones gruesas y temas complicados. En la noche de navidad un ladrón llamado Nicola (Diego Peretti) entra a robar a un caserón. Una pareja (Natalia Oreiro y Pablo Rago) acaba de tener sexo y el espectador imagina que ese será el trío protagónico. Pero cuando el ladrón está por entrar, aparece un hombre en escena, es el dueño de la casa (Esteban Bigliardi) y por donde el ladrón iba a entrar, un hombre huye. Ambos se encuentran. Ladrón y amante. Obviamente no podrá irse. El ladrón le dará una máscara y lo convertirá en su cómplice. Cada minuto de película tiene un giro. Es decir que pasados estos minutos iniciales, todo lo que se analice contando escenas es avanzar demasiado sobre la trama. Como el afiche lo muestra, también hay una niña. Esa niña, que es reacia a hablar, cree que Nicola es Papá Noel y le pide que le cumpla los deseos de su lista. Entre el violento policial de los adultos y el espíritu liviano de la relación entre el delincuente y la pequeña se desarrolla el resto de la película. Lo mejor que tiene es la tensión. Una serie de recursos inteligentes y una puesta en escena correcta permiten que la película nunca aburra, que aun lo que nos molesta sea motivo de interés. Indiferencia no produce, eso seguro. Si tiene muchos diferentes momentos y elementos de incomodidad. No porque sean perturbadores, algunos lo son, sino porque las obviedades se multiplican. Las pistas, que son docenas, acerca del muy previsible final, son una notable subestimación al espectador. La parte ligera de la película, aun sabiendo la oscuridad que rodea a estas escenas, funciona porque Diego Peretti hace lo que quiere y cambia de tono sin problemas. Su talento es claro, es comediante y también es un personaje oscuro. Demasiado oscuro para ser tan amable, demasiado amable para ser tan oscuro. Hay que perdonarle a la película sus arbitrariedades. La mayoría son para entretener. Pero en su búsqueda de humor negro, denuncia, comedia tierna, cuento navideño, policial y film de suspenso la película deja cabos sueltos, se carga personajes sin medir las consecuencias, salta la lógica y fuerza la máquina al máximo. Los flashbacks están muy mal y el recurso del video del casamiento es insólito. El villano es tan villano que no se le permite nunca tener matices, algo que sí tienen los otros personajes. El entretenimiento se impone, pero no resiste un análisis en profundidad. Para el cine argentino entretener nunca fue una prioridad, tomemos como algo positivo que para algunos directores sí lo sea.
Ópera prima del productor Gastón Portal La Noche Mágica se enfoca, justamente, en una noche de celebración con una vuelta de tuerca. Protagonizada por Natalia Oreiro, Diego Peretti, Pablo Rago y Esteban Bigliardi las sorpresas están a la orden del día o mejor dicho… en la noche. La celebración de noche buena se detiene cuando Nicola (Diego Peretti), un ladrón sin escrúpulos, irrumpe en una casa y se encuentra con una situación de infidelidad entre Kira (Natalia Oreiro) y Cachete (Pablo Rago) en coincidencia de la llegada de Juan (Esteban Bigliardi), marido de Kira, en el lugar. En un principio La Noche Mágica se muestra de esta forma, como una comedia negra de tono navideño fuera de la temporada de fiestas; la idea es simple pero poco a poco los secretos se van revelando, la tensión se da a lugar y el descontrol se apodera del lugar. Lamentablemente ese mismo descontrol imposibilita que la película se defina correctamente ya que encontramos un volantazo al finalizar el segundo acto (aproximadamente al llegar a los 60 minutos) que confunde la experiencia total; todas las acciones que los personajes realizan previamente dejan de importar por el pésimo cuidado que Portal exhibe en el guión (no sólo él dirige, sino también pone lápiz y papel). El elenco funciona correctamente (se destacan Peretti y Oreiro) pero por las absurdas circunstancias que Portal pone en guión las cosas no terminan de convencer a la hora de darle un cierre al asunto y el talento, que ayuda a que la experiencia sea más placentera, queda opacado. La Noche Mágica se disfruta no obstante falla al intentar cerrar con broche de oro el festejo, es más, esa celebración se arruina por un final con sabor amargo. De todas formas hay que destacar el trabajo de Rodrigo Pulpeiro como director de fotografía. Él se encarga de mostrar espacios laberinticos en una casa que tiene mucho que contar; exteriores que muestran celebración e interiores que parecen sagrados y lejanos a lo que el espíritu de la navidad transmite. Una película coral que se brilla por sus actores pero no por mucho más, y si se llega a un punto justo La Noche Mágica intenta darnos algo nuevo mezclando cosas que ya vimos pero las vimos tantas veces que el intento se aprecia… pero tristemente no funciona. Valoración: 50/100.
La noche mágica es la ópera prima de Gastón Portal, de larga trayectoria como productor televisivo, protagonizada por Natalia Oreiro y Diego Peretti, quienes vuelven a trabajar juntos por tercera vez. Completan el elenco Pablo Rago, Esteban Bigliardi, Laura López Moyano, Hernán Jiménez y el debut actoral de la niña Isabela Palópoli. Basada en un guion del propio Portal, junto con Javier Castro Alvano, cuenta la historia de Nicola (Peretti), un ladrón que ingresa a robar a una casa de familia la noche de Navidad toma y de rehenes al matrimonio formado por Kira y Juan Damato, junto con Cachete (Rago), amante de ella y mejor amigo de él. Pero Alicia, la hija del matrimonio, lo confunde con Papá Noel, razón por la que decide ayudar a cumplir su lista de deseos sin que sepa lo que en realidad está ocurriendo. Lo primero hay que destacar de esta película es cómo su director logra fusionar en forma armónica la comedia negra, del estilo El quinteto de la muerte, con el suspenso, sin dejar de lado la violencia explicita. Alcanzando así un equilibrio difícil de lograr, que se logra desde el comienzo, cuando se encuentran los personajes de Cachete y Nicola en el balcón, en una situación incómoda donde ninguno de los dos quiere ser descubierto. Pero el principal problema llega con el tercer acto, donde la historia pierde fuerza con giros dramáticos que le restan verosimilitud, trayendo como consecuencia un final forzado. Un párrafo aparte merece el diseño de producción, a cargo de Marina Raggio, por esa casa museo de arte moderno, similar a la de Parásitos, que refleja el gusto y la personalidad de Juan. Así como también la fotografía de Rodrigo Pulpeiro, cuyos tonos fríos, reforzados también con la iluminación artificial, muestran cómo era la situación de los personajes previa a los acontecimientos narrados. En conclusión, La noche mágica es el debut en la dirección de Gastón Portal, que sorprende gratamente al espectador con esta comedia negra enmarcada en el estilo de Relatos salvajes. Permitiendo el lucimiento de cada uno de los actores que participan, quienes logran aprovechar esta compleja fusión de géneros.
Critica emitida en radio. Escuchar en link.
Gastón Portal, quien siempre ha ocupado un lugar dentro de la producción audiovisual, se anima con “LA NOCHE MÁGICA” a ponerse detrás de la cámara, en un estreno que particularmente también suma el atractivo de ser el primer título del cine nacional estrenado luego del largo período de pandemia donde las salas permanecieron cerradas por casi un año. En el afiche promocional del film, están las dos estrellas protagónicas, Natalia Oreiro y Diego Peretti, con un aire de film navideño que se refuerza con un cielo lleno de estrellas doradas y el gorro rojo con pompón que luce Peretti, resaltado en un primer plano. Para que no nos quedase ninguna duda de la propuesta, en una caligrafía infantil y algo desprolija, debajo de la figura de una niña se lee “cambio robar por cumplir deseos”, lo que indicaría a primera vista y para cualquier desprevenido, que la receta típica de la comedia navideña está servida. Sorprende, y mucho, entonces, que previo al inicio de la película aparezca la placa del INCAA en donde se lee que la película ha sido calificada como sólo apta para mayores de 16 años. Pero este es recién el inicio de una serie de “sorpresas” que Portal prepara, tanto en sus elecciones como director ce plasmar el relato con una puesta casi teatral, con prácticamente una única locación, sino también como guionista, apostando a tomar riesgos sin encasillarse en recetas o géneros, junto con su co-guionista, Javier Castro Albano, conocedor del oficio por su participación en varios capítulos de series televisivas como “Las 13 esposas de Wilson Fernández” o productos Disney como “O11CE” o “Junior Express”. Todo arranca con la intromisión de un avezado ladrón de guante blanco (Peretti) justo en una Nochebuena, en la casa de una familia que indudablemente tiene un excelente pasar económico, la propuesta es que si todos colaboran, su trabajo será limpio y rápido y terminará antes de que se acabe el tiempo que marca un particular reloj de arena que trae consigo. Los enredos comienzan cuando se choca, a medio vestir y en el balcón, a quien en la escena anterior habíamos visto en la cama de la dueña de la casa (Oreiro). Rápidamente sabremos que no se trata de su marido como habíamos pensado en un primer momento, sino de su amante (rol a cargo de Pablo Rago), que debe huir ante la llegada, más temprano de lo previsto, del esposo (Esteban Bigliardi), y el ladrón lo obliga a entrar junto con él a la mansión. Lo que en un principio tiene un viso de tono humorístico y de comedia de enredos, va mutando rápidamente en un desarrollo tenso, con mucho suspenso y con permanentes cambios de registro dentro de la misma historia. Así Portal teje un ambicioso entramado de varios géneros, sin que ninguno prevalezca por sobre los otros, y pasa del thriller de encierro a la comedia bizarra y hasta se da el gusto de incluir un par de cuadros musicales en donde Oreiro además, puede lucirse y abrirse aún más al juego. Apenas ingresa a la casa, el ladrón pregunta si hay más gente: obviamente le mienten, con lo cual, cuando aparece la mucama comienza a generarse una mayor tensión dentro de un clima oscuro que se enrarece cada vez más. Todo volverá a dar un giro cuando se descubra que además, en la casa, está la hija de este matrimonio y vuelva a cambiar el eje y el tono de la historia. Volviendo a los “enredos”, el gorro rojo hace que la nena piense que el ladrón es Papá Noel y comience a proponerle hacer realidad su lista de deseos que permitirá un vínculo cómplice entre ambos, desafiando a la autoritaria figura del padre que cuida más a sus obras de arte que a su propia hija. En este momento ya el espectador que hubiese pensado en ver una comedia, estará defraudado, el que se haya enganchado con la trama de suspenso se sentirá desorientado y tampoco este vínculo tierno entre Papá Noel y la nena puede sostener una comedia familiar porque una vez que irrumpe un trasfondo negro en la historia, jamás se abandona. Como si la mezcla de géneros no fuese suficiente, el guion se obstina en ennegrecerse más todavía cargando las tintas sobre el personaje del padre de familia, que se demuestra despótico, agresivo, violento y mediante reiterados flashbacks se nos irá develando un secreto que sobrecarga la historia de esta pareja ya fracturada, a la manera de esas ópera prima en donde el director no quiere dejar ninguna de sus ideas por fuera de la trama. El elenco aporta solvencia, Peretti resolviendo a la perfección los distintos tonos de su personaje –resolviendo muy bien tanto el thriller como la comedia-, Rago y Bigliardi en un notable contrapunto disputándose tácitamente a la heroína de turno y Oreiro, con una magnética presencia en pantalla y siempre dueña de un encanto único, pasea su personaje con una rigidez en la que no pareciera sentirse demasiado cómoda. “LA NOCHE MÁGICA” seguramente no dejará tibios a los espectadores: por un lado encontraremos a aquellos que entren en su juego, se dejen llevar por los distintos giros de una propuesta inclasificable y caleidoscópica que se basa en no encasillarse en ningún género y por otra, estarán quienes se fastidien con los permanentes “volantazos” que, pretendiendo ser arriesgados y creativos, terminan generando un extremo desconcierto, no quedando bien en claro cuál es la historia se pretende contar. Quizás hubiese funcionado aquí el lema de “menos es más” porque hay momentos en los que parece que Portal hubiese sobrepuesto todos los elementos a su alcance sin poder depurar y enfocarse en una idea fuerza. Lo que en algunos casos es riesgo y apuesta a un nuevo lenguaje, en otros como el de “LA NOCHE MÁGICA” se traduce en un ambiente caótico, por momentos sin rumbo cierto y con una acumulación imprecisa de elementos que no logran ninguna cohesión y el descontrol deja el gusto amargo de una película mayormente fallida. POR QUE NO: “Por momentos sin rumbo cierto y con una acumulación imprecisa de elementos que no logran ninguna cohesión”
La Noche Mágica: risa, sangre, asesinatos, baile y Papá Noel El regreso a las salas de cine ya es una realidad, y comienzan a llegar los estrenos que se venían cocinando en la parrilla de los cines y que hubo que dejarlos enfriar en el freezer. Una de las primeras películas argentinas que llega acompañando la esperada reapertura de los cines es La Noche Mágica, protagonizada por Natalia Oreiro y Diego Peretti; con dirección de Gastón Portal. Una experiencia diferente, un híbrido entre comedia negra, musical, o película turbia europea… un relato que se puede sobre-analizar o disfrutar sin pensar y sorprenderte con lo que pasa. ¿De qué va? Nicola (Diego Peretti), un excéntrico ladrón de guante blanco que, como Papá Noel lleva una barba blanca y un gorro rojo, se dispone a realizar un atraco en la víspera de Navidad. Elige una casa de San Isidro, en la que sorprende a Kira (Natalia Oreiro), Juan (Esteban Bigliardi) y a su mejor amigo Cachete (Pablo Rago), en una incómoda e inesperada situación. Nicola procede a esposar a todos los presentes pero el atraco se complica cuando se encuentra con Alicia, la pequeña hija del matrimonio, quien apenas lo ve le extiende una lista de deseos… Si uno lee la sinopsis puede pensar que es una suerte de comedia de situaciones con algo de corazón… bueno, diría el Comandante Ackbar: “¡Es una trampa!”. Cuando arranca el relato vemos a Kira fumando un cigarrillo, con un hombre en la cama de su habitación. De ahí pasamos a Nicola, que se mete al lujoso complejo en donde se encuentra esta pareja para llevar a cabo un hurto de guante blanco. Pero cuando está por entrar desde el balcón, sale el hombre de la cama a medio vestir que se descubre como un amante de Kira, que salió disparado al llegar Juan (el marido) al hogar. Nicola lo obliga a punta de pistola a ayudarlo a llevar a cabo el hurto y arranca el juego. Claro que al instante descubrimos que Cachete, el pata de lana, es en realidad el mejor amigo de Juan. Ya desde ahí podríamos tener una suerte de comedia de enredos europea, medio de Alex de la Iglesia, con un ladrón carismático y un entorno que van revelando sus cartas a medida que avanza la historia. Pero no… Porque alguien toca la puerta, y con total desdén Nicola dispara, matando al instante a quien tocaba: una mujer que parecía la encargada de cuidar el hogar. Ahí la cosa se enturbia cuando el ladrón descubre que hay alguien más en la casa: Alicia, la hija del matrimonio. Nicola en lugar de asesinarla, decide cumplirle una lista de deseos. Entonces allí se empiezan a descubrir secretos escondidos que involucran: sexo, homosexualidad, drogas, abusos, violencia de género, violencia doméstica, asesinatos… Lo que parecía sólo un típico robo a una familia de clase alta argentina, se convierte en una ficción más rica que la muerte de Nisman. Dónde una sexualizada Natalia Oreiro actúa exageradamente como una de las actrices hollywoodenses del cine Noir, Pablo Rago hace de Pablo Rago, Diego Peretti la rompe (y es el único que parece entender COMPLETAMENTE el tono de la película) y Esteban Biligardi sobreactúa teatralmente a un sorete de marido de esos que queres cachetear ni bien conoces. No se puede contar mucho para no spoilear, pero cuando crees que ya es mucho: alguien asesina a sangre fría sin remordimiento a otra persona, todxs bailan drogados una canción italiana de los 60s, Kira dice “los pezones no mienten” y besa a quien no debería, la película se ríe / crítica (elija su propia aventura) al servicio doméstico y su relación con quienes contratan, uno pregunta “¿pero vos no eras gay?”, alguien camina por las paredes… La noche mágica es una suerte de Frankestein, que se mantiene básicamente por la interpretación cínica pero de buen corazón de Peretti, la belleza hegemónica de Oreiro (que se anima a algo parecido a la desnudez) y por el constante volanteo a un lado del otro de la ruta mientras vas manejando en el relato. No se aconseja cerrar un segundo los ojos, porque no sabes qué te vas a encontrar… El final, que medio se va adivinando a medida que conoces a los personajes, termina sellando una pregunta en quien miró completa la película “¿por qué no tomaron un sólo camino y lo alimentaron?”. Con situaciones divertidas, otras muy efectivas de humor negro, momentos de cringe extremo, otras tantas situaciones fallidas y un número musical sacado de la galera, La Noche Mágica es un extraño batido milkshake de mil ideas que al mezclarlas pierden su sabor.
Esta opera prima del productor y director de televisión argentino Gastón Portal se ubica en la línea de los primeros filmes que se estrenan abriendo las salas de cine luego de un duro año de receso y cierre de todas las salas nacionales. Con amplia trayectoria en el ámbito televisivo Portal se sumerge en su primer filme abordando una comedia protagonizada por dos figuras muy convocantes del cine comercial en la pantalla nacional, Diego Peretti y Natalia Oreiro. Junto al guionista Javier Castro Albano – que tiene una vasta producción escribiendo series de tv como Babylon, Las 13 esposas de Wilson Fernández y O11CE – se unen para crear el guion de esta comedia negra, que mezcla el absurdo y el grotesco sumando tintes de melodrama y enlanzado la trama con golpe de efecto que aborda una temática coyuntural de áspera crítica social. El resultado de este guion ambicioso y arriesgado deja una huella despareja en la trama aun cuando se luce con varios intentos audaces de traernos a la pantalla de hoy un híbrido de géneros. La historia se dispara de forma simple y casi liviana, mientras en la víspera de la navidad un amante (Pablo Rago) se escapa por la ventana de los brazos de su amada (Natalia Oreiro) un ladrón (Diego Peretti) intenta ingresar a la lujosa mansión conminando al prófugo amante, a hacerse cómplice del robo en ciernes. El ladrón barbudo y con gorro rojo –cual un falso Papá Noel– arrastra a Rago, ahora encapuchado y llamándose Napoleón, al interior de la casa donde el remate de la escena de comedia es que a la masión ha llegado el marido, encarnado por Esteban Bigliardi. Luego faltará presentar tres personajes más, Gladys la mucama, el guardia de seguridad, y la estrella del relato, la hija del matrimonio, la pequeña Alicia. Es atípico e interesante que un filme nacional se enmarque en los relatos de comedia navideña, etiqueta con la que se puede vincular a títulos tan disímiles como Mi pobre angelito (Home Alone, Chris Columbus, 1990) o El día de la bestia (Álex de la Iglesia, 1995). Así de distintas son las referencias que propongo, porque así de disímil es la yuxtaposición de tonos y estilos en el filme. El disparador por un lado se nos propone en apariencia como ingenuo o light, pero al sesgo se observa que hay un camino hacia el absurdo/grotesco que intentará crecer a lo largo del relato. Este sesgo de género lleva una marca tanto en las situaciones dramáticas, como en algunos planos, de la evocativa impronta del poderoso realizador español, Alex de Iglesia y también la huella de su co-equiper y guionista Jorge Guerricaechevarría. Ese ir hacia lo que bordea lo imposible, ese camino hacia el desborde, el exceso y la no verosimilitud realista dan vueltas por toda la película. Esa desmesura e imposibilidad van y vienen en el filme ante todo de la mano del ladrón y su comportamiento, que luego será enfatizado por el vínculo que Peretti –llamado Nicola– entabla con la pequeña Alicia. Este ladrón con aura de redentor o justiciero familiar, también nos lleva a recordar en el otro extremo de las asociaciones al espíritu y los personajes de la afamada serie argentina Los simuladores, donde al fin de cuentas el dinero era secundario y todo arribaba en una suerte de altruismo justiciero donde se intentaba reparar y cambiar la vida de los otros. En La noche mágica el camino al absurdo va chocando, al mismo tiempo, con una subtrama oscuramente dramática, densa, de corte realista y con carácter de denuncia que estalla al final de la historia. Tal vez una decisión controversial y extrema para un filme que ya ambiciona llevar al hombro muchos géneros. A su vez hay un vaivén actoral que se da de manera evidente por los cambios de tono narrativo, en donde los actores van de lo cómico a lo dramático sin mucho sustento, generando climas ambiguos en las escenas de manera poco orgánica. Eso produce que lo cómico no crezca por la presencia del drama, o el drama no se cristaliza por los gags o pulsiones de la comedia. No es solo el guion el responsable de las irregularidades del filme, sino también la puesta de cámara que navega entre planos de provocadora desfachatez con cuadros más televisivos que cinematográficos para el caso. Una ópera prima suele ser el momento donde se desea poner todo, literalmente todo, sobre la mesa, y esa intención muchas veces peca de perder de vista las jerarquías narrativas. El filme, aun con sus imprecisiones y rupturas, propone algunas escenas atractivas, excesivas y lúdicas que nos permiten transitar varios momentos disfrutables e inesperados. Ojalá este intento primero del realizador argentino traiga nuevas propuestas para la pantalla nacional.
Esta comedia dramática nacional se emplaza en una apacible Nochebuena. En un selecto barrio de San Isidro, todo luce con absoluta normalidad. La velada transcurre en silencio, hasta que hace su aparición un excéntrico ladrón de guante blanco. Un atraco que sale mal hará mutar a esta comedia de enredos en un ejercicio de suspenso con suficientes ingredientes de oscuridad. La cultura norteamericana de hacer films navideños como un subgénero de culto no ha sido un camino transitado de modo prolífico por nuestro cine. Es la intención de abocarse a dicho sendero la del opera primista Gastón Portal, un realizador de destacada labor como productor de proyectos televisivos. Sin embargo, el disparador festivo no implica que estamos a punto de ver una propuesta que se caracterice por ser naif. “La Noche Mágica” mixtura géneros sin encontrar jamás el tono. Explota el grotesco pero termina luciendo absurda y previsible. No persigue un tono precisamente liviano; por el contrario, prefiere un matiz siniestro que coloque al espectador en una zona poco confortable. Los resultados son escasos, contando con un subtexto en completo pueril. Portal fracasa rotundamente y su propuesta estética es insuficiente. Diego Peretti y Natalia Oreiro son dos de los mejores intérpretes de nuestro medio, pero lucen desangelados. Sin una mínima justificación, Papá Noel no dejó regalos esta vez. Ingrato de su parte.