Todos a cubierta Si bien no es precisamente una coyuntura del todo popular dentro del enclave del cine de terror, las barcos han sido sede de diversas películas más o menos memorables que van desde las excelentes El Triángulo (Triangle, 2009) de Christopher Smith y Barco Fantasma (Ghost Ship, 2002) de Steve Beck hasta las entretenidas Virus (1999) de John Bruno y Agua Viva (Deep Rising, 1998) de Stephen Sommers, un mini catálogo del séptimo arte reciente que ha sabido aprovechar la aislación paradigmática de alta mar y los enigmas que esconde una vastedad acuática transformada en amenaza. La Posesión de Mary (Mary, 2019) es un representante bastante endeble del rubro aunque -vale aclararlo- se torna algo disfrutable porque sintetiza todas las características de la clase B de antaño, esa que más que sólo copiar al mainstream en esencia prefiere moverse en un universo de reglas propias y plagado de desniveles que se condicen con los pocos recursos y cierta torpeza de fondo. La Mary del título alude a un velero que arrastra una maldición por su antiguo mascarón de proa con forma de sirena, unas señoritas considerabas las “brujas del mar” dentro de la trama: a posteriori de una introducción que nos aclara que todo lo que veremos se explica por el accionar de unos puritanos que mucho tiempo atrás apartaron a una hechicera de sus hijos y la ahogaron en el mar, por ello mismo el alma condenada de la mujer anda por la inmensidad celeste con ganas de llevarse a los purretes de quien sea que ose aventurarse en el océano, la historia en sí comienza con el relato de Sarah (Emily Mortimer) ante la Detective Clarkson (Jennifer Esposito) acerca de la desaparición de su esposo David (Gary Oldman) y de su socio/ amigo Mike (Manuel García-Rulfo) en un periplo que el primero encaró como un “festejo” por haber adquirido el barco para utilizarlo como crucero para turistas, después de que apareciese flotando vacío y con la tripulación previa desaparecida. Desde ya que la maldición de a poco carcome las vidas de todos los que supieron pisar cubierta, empezando por Tommy (Owen Teague), el novio de la hija adolescente de David, Lindsey (Stefanie Scott), quien ataca a su suegro con un cuchillo y termina abandonado en tierra. Más allá de los clásicos sobresaltos por pesadillas y hechos insólitos en medio de la oscuridad, la sirena fantasmagórica símil J-Horror tomará posesión de la hija pequeña del matrimonio protagónico, Mary (Chloe Perrin), y del mismo Mike, desencadenando la esperable violencia a bordo de la embarcación. Sinceramente ni Michael Goi, un director de fotografía con una amplia experiencia televisiva reconvertido en realizador, ni Anthony Jaswinski, un guionista cuya única verdadera obra interesante sigue siendo Miedo Profundo (The Shallows, 2016) del gran Jaume Collet-Serra, consiguen rescatar a la propuesta de una medianía algo mucho deslucida a pesar del excelente elenco de turno y una premisa grata. Como decíamos antes, la película cuenta con todos aquellos rasgos de la clase B de otras épocas, a saber: latiguillos quemados del género en cuestión (curiosamente los jump scares están bastante bien ejecutados pero se ven venir a kilómetros a la distancia), una buena dosis de inoperancia en algunos apartados concretos (la fotografía marítima del propio Goi es correcta pero la edición de Jeff Betancourt rankea como flojísima), un sutil encanto trash y bien inverosímil (la misma Detective Clarkson le dice a Sarah que podrían haber bajado del barco o cambiar la dirección hacia la cual el espíritu los estaba llevando) y la presencia de grandes actores en los papeles principales (Oldman y Mortimer desde hace rato se han sumado a la lista de profesionales que trabajan en producciones de bajo presupuesto como la presente para variar un poco con respecto al gigantismo del mainstream mundial). A decir verdad La Posesión de Mary podría haber sido mucho peor de lo que es y a pesar de sus múltiples inconsistencias y un final hiper fofo que se pasa en su pretensión minimalista, el film no cae en el ridículo involuntario y a nivel del desarrollo dramático cumple con una inusitada dignidad porque consigue que simpaticemos por los personajes y su derrotero…
Uno imagina que un actor tan importante y prestigioso como Gary Oldman luego de ganar el Oscar por Darkest Hour iba a ponerse selectivo con los proyectos a filmar. La realidad es que no, más bien lo contrario. Luego de interpretar a Winston Churchill el actor hizo de todo. Una docena de proyectos que incluyen cine, televisión y videojuegos. Todo en dos años de trabajo y con varios proyectos sin terminar pero en camino. Tal vez no sea tan malo, a veces es mejor no tomarse tan en serio y buscar proyectos de bajo perfil. Pero bajo perfil es una cosa y bodrios sin remedio es otra muy diferente. La posesión de Mary era un proyecto que iba a protagonizar Nicolas Cage pero que finalmente terminó en manos de Oldman. Cage hace rato que se pasó al prolífico campo del cine berreta y si este proyecto estaba en su agenda ya era un motivo para desconfiar. La posesión de Mary es un film de terror con varias ideas interesantes pero sin que ninguna consiga un buen resultado. La película arranca con los gritos de una mujer en un barco en medio de una tormenta. Ha sobrevivido al desastre pero la policía la entrevista porque hay algo no les cierra. Ella (Emily Mortimer), que desea ver nuevamente a sus hijos le cuenta toda la verdad la Detective Clarkson (Jennifer Espósito) que la interroga. Pero le advierte que la historia es difícil de creer. Junto con su marido (Gary Oldman), meses atrás, han comprado una embarcación que apareció sin tripulación. La nave está en mal estado pero David es un navegante experimentado y el barco le recuerda a su padre y a su propia infancia. Por eso Sarah acepta la locura y apoya a su marido. Lo compran y lo restauran, pero cuando salen a navegar comienzan los problemas. El barco Mary tiene un secreto y un espíritu maligno que los llevará al desastre. No solo ellos dos estarán en riesgo, sino principalmente sus dos hijas. La casi ausencia de efectos especiales de terror es el único mérito que puede destacarse de esta película. El lujo de la pareja protagónica es excesivo y no se justifica. Es poco lo que los actores pueden hacer aquí para salvar la historia. El suspenso arranca bien arriba pero se va apagando y el desenlace es de una pereza absoluta. Todo empeora en esta película insólitamente mala si uno tiene en consideración el lujo actoral que posee.
A la deriva. Crítica a “La posesión de Mary” de Michael Goi Una familia emprende un viaje que parece tener un único destino: la muerte; ya que el barco en donde viajan esta endemoniado por una vieja bruja Julian Esteban Hace 11 mins 0 1 Gary oldman (David) está casado y tiene dos hijas. David es un gran navegante a quien se le presenta la oportunidad de comprar la navegación Mary , un barco antiguo y algo venido a menos que podía resultar una inversión ante los problemas económicos que acarreaban a la familia. A modo de inauguración del navío,la familia, el barco y un par de amigos comienzan un viaje por el Atlántico hacia las Bermudas (lugar maldito si los hay).Allí los sucesos inesperados y paranormales irrumpen, cuando el barco parece que se “rebelara” contra ellos. Algunos correctos jumpscares y la importancia de los actores no tapan la pobre historia, el montaje poco logrado y la lentitud del film. La posesión de Mary es una película pasable para los amantes del terror.
por Nahuel Tulian “Naufragio al olvido” El director estadounidense Michael Goi, con previa experiencia en series (Swamp thing, 2019) o (Chilling Adventures of Sabrina, 2019), nos sumerge en una historia de terror y suspenso basado en posesiones, como indica el título. Sin embargo se queda muy a la deriva a la hora de llevar a cabo la trama del mismo. Guionada por Anthony Jaswinski (The Shallows, 2016). Mary(2019), inicia con el rescate del naufragio e interrogatorio a Sarah (Emily Mortimer), la misma relatará lo sucedido en 4 meses atrás cuando su esposo, David (Gary Oldman), decide comprar un barco para llevar a cabo un negocio familiar, este barco llamado Mary, contiene una maldición que sale a relucir solo en mar adentro. Es una película que hace un buen trabajo de ambientación en sus primeros minutos, ya que nos sumerge de lleno en lo que está por suceder una vez que están navegando, pero atravesando esta sensación de espera, la película recae en cuanto comienza el desarrollo de la trama. Utilizando como recurso escasos jumpscares y demasiado básicos, logrando caer en una meseta y debilita así, la amenaza a la que se enfrentan. Gary Oldman y Emily Mortimer hacen lo que pueden para sacar a flote esta producción, pero no es suficiente. "Nos encontramos con un film de buen nivel técnico, pero a la hora de llevar a cabo su propuesta más narrativa y de “terror”, no lo logra, careciendo de innovación y empatía." Puntaje: 4/10 Título original: Mary Año: 2019 Duración: 84 min. País: Estados Unidos Dirección: Michael Goi Guion: Anthony Jaswinski Música The Newton Brothers Fotografía: Michael Goi Productora: Tucker Tooley Entertainment Género: Terror | Sobrenatural. Aventuras marinas
El cine de terror funciona muy bien en nuestro país, de los grandes tanques hasta películas que en USA van directo a video… nuestro pueblo bien al sur lo recibe con los brazos abiertos. Y dentro del gran entramado de este género hay un sub-mundo que nunca falla: las películas de posesiones demoníacas. Será por la educación mayoritariamente cristiana, por el miedo a lo desconocido, o porque ya hemos pasado por tantos monstruos que necesitamos asustarnos con algo nuevo. Por eso, no es de extrañar que si sale una película de terror, sobre posesiones y protagonizada por Gary Oldman… sea estrenada en cines comerciales. Pero ¿es La posesión de Mary una película a la altura? Es una película de posesiones. Como bien dice una de las protagonistas al inicio: “el mal mas poderoso necesita un vessel (la traducción puede ser recipiente o buque) para vivir, en este caso fue un barco”. Sí, estamos frente a una película de un barco embrujado; y esto podría ser (saltando los tiburones del “buen gusto“) una grata experiencia… pero no. En realidad estamos frente a un fantasma que vive en el bote. Y ahí ya entramos en mares conocidos: jumpscares con el sonido fuerte e híper predecibles, personajes unidimensionales, una nena que dibuja cosas terroríficas y camina dormida… PERO ADEMÁS lo aderezamos con malas actuaciones y un problema realizativo impensado: más de la mitad de los planos están fuera de foco… ¿La historia? Una familia con problemas decide invertir lo que no tiene para comprarse un barco que permita transportar pasajeros que anden vacacionando, es un último tiro por la borda del patriarca de la familia (Gary Oldman) que cree que sino seguirá toda su vida navegando para su jefe. Aparece este barco que se llama Mary, como la hija menor, y deciden restaurarlo haciendo el primer viaje con familia completa: pareja, dos hijas, amigo del padre/inversor y novio de la hija. Entonces… cuando se encuentran en mitad de la nada: comienza a acechar el fantasma. Tener a personajes con claros conflictos entre ellos, teniendo que convivir en un espacio reducido en el medio de la nada con una presencia poderosa acechándolos no suena a una mala idea, incluso podría tener mucho potencial. Pero en este caso, lo chato del guión, las frases hechas, los giros previsibles, los lugares comunes del género… todo va llevándote por un río rápido repleto de piedras que conoces de memoria si viste muchas películas de terror y pierde toda la emoción. Nada puede hacer un sobreactuado Oldman, o una exagerada Emily Mortimer: el relato tiene el ancla puesta desde el inicio, y aunque pongan el motor a toda velocidad nada ocurre. Incluso hay informaciones confusas, mal construidas y preguntas que quedarán para siempre sin contestar. La posesión de Mary viene a marcar el ritmo de algo que es una (in) sana costumbre en nuestro cine: importamos películas de dudosa calidad en lugar de potenciar nuestro propio cine de género, sin importar nada más que sea de USA. Ahora, si sos de esas personas que se asustan con facilidad y gustan de pasar malos/buenos momentos en la oscuridad de un cine, ésta puede ser una buena opción durante la temporada de premios…
Desde tiempos ancestrales que el cine y el mar han generado producciones plagadas de tensión, misterio y terror. El subgénero de travesía inconclusa por asesinatos, muertes, y ahora posesiones, permite construir relatos con narración sintética y potente. No es el caso de esta película que originalmente en el nombre de su barco, esconde una maldición que se apodera de los más vulnerables, como un “Diez indiecitos” a lo Agatha Christie, los protagonistas irán desapareciendo. No entendemos qué hace Gary Oldman aquí, pero está, y también Emily Mortimer, que hacen lo que pueden con sus roles e historia.
Naufragios, leyendas marítimas y todo tipo de misterios relacionados con las embarcaciones son algunos de los temas más interesantes que podemos pensar para tener en un film de terror. Si a eso le sumamos la presencia de grandes actores como Gary Oldman («Darkest Hour») y Emily Mortimer («The Bookshop») están dados todos los condimentos para tener, por lo menos, un film entretenido. No es el caso de «La Posesión de Mary» («Mary»), que desperdicia todo el talento involucrado en una trama genérica con espíritu Clase B que incurre en jumpscares de manual, situaciones sin explicación y momentos involuntariamente absurdos. La historia gira alrededor de David (Oldman), un navegante que decide separarse de su empleador para abrir su propio negocio de transporte marítimo. Es por ello que decide invertir el dinero que ahorro con mujer, Sarah (Mortimer), en un pequeño y viejo navío que esconde un terrorífico secreto en su interior. El problema es que tanto la pareja como sus hijas descubrirán la maldición que esconde la embarcación una vez que el buque se encuentre mar adentro. El director, Michael Goi, proveniente de la dirección de fotografía, y solo oficiando como realizador de series como «Nashville» y «Swamp Thing», no logra hacer pie en este pequeño relato de bajo presupuesto donde nada tiene sentido ni justificación aparente. La leyenda es comunicada mediante un poema marítimo introductorio en el comienzo del film y luego no es retomada de ninguna una forma, muchos aspectos deben ser imaginados por la audiencia y la misma nunca llega a empatizar del todo con los personajes. Muchas escenas parecen una serie de acontecimientos inconexos sin relación aparente. El ritmo narrativo que lleva la cinta es de lo más dispar, alternando entre los fatídicos acontecimientos y el presente donde el personaje de Sarah es interrogada por una oficial de policía. Oldman y Mortimer hacen lo que pueden con un material bastante pobre y muchas veces sus interacciones parecen vacías y exageradas. Sus intentos por mantener al largometraje a flote son en vano ya que el guion está muy por debajo del potencial de la obra y su puesta en escena. «La posesión de Mary» es una de esas películas en las que uno espera un entretenimiento efectivo por todo el talento involucrado pero se lleva una desagradable sorpresa al encontrarse con una historia poco inspirada y paupérrimamente ejecutada. Un thriller insulso que no se salva del naufragio.
En algunas ocasiones los escenarios se comen y envuelven a los personajes como ocurrió con el Hotel Overlook de El respllandor y la casona de Amityville, que se encumbraron como exponentes del género de terror. En La posesión de Mary ocurre algo similar pero sin llegar a esos resultados. El director Michael Goie -director de fotografía que realizó algunos capítulos de American Horror Story- centra el ojo de la tormenta en Mary, el velero adquirido porDavid -Gary Oldman-, un capitán que quiere emprender su nuevo negocio y dejar las excursiones turísticas como empleado de una empresa marítima. A pesar que su esposa Sara -Emily Mortimer- no está de acuerdo, acepta finalmente su decisión, y emprenden junto a sus hijas, el novio de una de ellas y el amigo de la familia un viaje inaugural hacia Hamilton, en Bermudas, que se convertirá en una verdadera pesadilla. Con más suspenso que terror, el relato recurre al estilo de las realizaciones del género de décadas pasadas, coloca el acento en el cambio de comportamiento que afrontan los personajes al permanecer a bordo de la embarcación que arrastra un pasado truculento y aprovehca los recovecos oscuros del velero para generar tensión. Los tripulantes no están solos en este barco fantasma que encierra secretos y leyendas. El filme, narrado de manera no lineal, comienza con Sarah contando los hechos ocurridos a bordo y frente a la incrédula Detective Clarkson -Jennifer Esposito-. Entre máscaras de proa, leyendas de sirenas y de una bruja que volverá por los hijos de todos, La posesión de Mary acumula sobresaltos, algunos efectivos, y se encamina hacia un desenlace que no está a la altura de lo que prometía. Gary Oldman entrega convicción a su personaje, un hombre de famiia atormentado por fuerzas que no comprende en medio de un elenco que cumple con las expectativas de una historia liviana con algunos acertados momentos para no quedar a la deriva.
Dirigida por Michael Goi, la película sigue a David (Gary Oldman) y Sarah (Emily Mortimer), un matrimonio con serias dificultades financieras. David compra un viejo barco para iniciar un negocio de carga pero se ve atraído por otro y, sin pensar en lo económico, lo compra también sin consultarle a su esposa. Terribles secretos acechan en las vastas áreas marinas. Michael Goi es un director acostumbrado al formato televisivo (series como Showtime's Web Therapy). Ahora se animó a salir de su zona de confort, con La posesión de Mary, su tercer largometraje. No obstante, y, en este caso, resultó ser una fallida y mediocre película de terror. Varios son los errores, pero el peor, radica en el guion a cargo de Anthony Jaswinski, que nos brinda una información crucial al comienzo que debería descubrirse al final, de allí su fatal fracaso. Debido a ese desacierto, el film será predecible y nos predispone de otra manera al verlo. Las expectativas eran altas debido al protagonista, reciente ganador del Oscar por Las horas más oscuras (Darkest Hour, 2017), que aquí fuerza sin éxito su interpretación para que el film funcione. Dicen que los grandes actores luego de ser premiados se sumergen en un declive de su carrera, se relajan. No sabemos si es cierto, pero es el caso de Gary Oldman en esta película. Como sea, esperamos verlo interpretando otros papeles más adelante y que reencuentre su rumbo. Tampoco se aprovecharon de manera correcta los recursos como la fobia o encierro que podría provocarnos un barco embrujado en el medio del océano, ni el mar que funciona sólo para ubicarnos una y otra vez allí, "en el lugar de los supuestos hechos". En el medio del océano, no hay manera de correr, de salir o de escapar. Y los espectadores en la sala de cine, corremos la misma suerte.
Dirigida por Michael Goi y escrita por Anthony Jaswinski, “Mary”, o como se tituló aquí “la Posesión de Mary”, tiene sólo dos puntos a favor: que está ambientada en un barco, situación que no es tan común en una película de suspenso y su elenco, encabezado por Gary Oldman en el rol de David Greer, un padre de familia que se ve entusiasmado por comprar un barco y comenzar un negocio por su cuenta, que ya viene bautizado con el nombre del film y Sarah (Emily Mortimer) su mujer y madre de sus dos hijas, quienes se ven envueltos en una historia sobrenatural. Al principio podemos deducir que ella y sus hijas han sido rescatadas por la Guardia Costera y Sarah es llevada bajo sospecha de asesinato y sabotaje entre otros delitos y debe prestar declaración testimonial ante la Detective Clarkson (Jennifer Esposito). Las preguntas de la investigadora nos retrotraen al principio de la historia y mediante flashbacks iremos conociendo qué sucedió, desde la compra del barco aún sin el consentimiento de su mujer, que finalmente lo apoya y ponen manos a la obra junto a sus hijas Lindsey (Stefanie Scott) y la pequeña Mary (Chloe Perrin) quien es la que primero presenta signos extraños en sus dibujos y en su actitud. Luego de arreglar el barco, zarpan hacia Bermudas los cuatro junto a Tommy (Owen Teague) el noviecito de Lindsey, y la mano derecha de David, Mike (Manuel García-Rulfo). Todo lo que relata Sarah nos hace suponer que el barco trae una maldición y va “tomando posesión” de cada uno de sus integrantes. El tema es que en un barco no hay adónde escapar, y eso es lo que al principio mencionaba como atractivo. Es un ambiente claustrofófico y algunos jump-scares si les gustan éste tipo de films están bien logrados. No llega a ser un film de terror, pero se puede catalogar a esta película como un drama con algo de suspenso. El elenco, como dije al comienzo, es sólido, y eso la eleva, al igual que la fotografía del mismo Goi y la música de The Newton Brothers, pero todo lo que va sucediendo es bastante previsible. ---> https://www.youtube.com/watch?v=a2azVgFbhZM TITULO ORIGINAL: Mary DIRECCIÓN: Michael Goi. ACTORES: Gary Oldman, Emily Mortimer, Stefanie Scott. GUION: Anthony Jaswinski. FOTOGRAFIA: Michael Goi. MÚSICA: The Newton Brothers. GENERO: Terror . ORIGEN: Estados Unidos. DURACION: 85 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 16 años DISTRIBUIDORA: BF + Paris Films FORMATOS: 2D. ESTRENO: 23 de Enero de 2020 ESTRENO EN USA: 11 de Octubre de 2019
Un barco puede ser el lugar ideal para una película de terror. No hay exterior hacia donde escapar, el océano resulta el límite absoluto de todos los miedos. En Yo caminé con un zombie (1943), un viaje en barco era el prólogo del horror de la isla: "Todo le parece hermoso porque no lo comprende. Esos peces voladores no viven felices, saltan de terror porque el pez mayor se los quiere comer", anunciaba el lúgubre navegante. En Terror a bordo (1989), el mar también se convertía en el escenario de la locura, prisión única de pasiones desatadas. Pero La posesión de Mary nunca aprovecha la inmensidad del agua ni la superstición de los marineros para alimentar las angustias de una familia que decide embarcarse en un viejo yate hacia las Bermudas. Anunciado como el inicio de una nueva vida para los Greer (Gary Oldman y Emily Mortimer, totalmente desaprovechados) y sus dos hijas, el viaje se convierte en el despertar de viejas maldiciones y conjuros de brujas resentidas que la película adosa al relato como la excusa perfecta para estridencias musicales, pisadas misteriosas o planos caprichosamente inclinados. El director Michael Goi no logra trascender desde la puesta en escena el pobre argumento -plagado de giros entre absurdos y previsibles-, ni definir una atmósfera inquietante y opresiva; apenas salpica de ansiedad el derrotero dramático de sus personajes y convierte en una excursión aburrida ese salvaje crucero que prometía ser más interesante.
Un barco es hallado desierto y a la deriva por la guardia costera en el sur de los Estados Unidos. Se trata de un yate doméstico en condiciones de abandono con el agregado, pintoresco digamos, de un antiguo mascarón de proa adornando su delantera. El barco sin dueño conocido es adquirido por David (Gary Oldman) con la idea de abrir su propio emprendimiento de transporte turístico, pero sobre todo como un nuevo intento de unir a su familia que viene bastante cascoteada. Parte de esa inestabilidad se origina en una pasada infidelidad de Sarah, su esposa (Emily Mortimer), un desliz que parece perdonado pero ya veremos que no tanto. La familia sale en viaje inaugural con una tripulación integrada por padre, madre, hija menor, hija mayor, el novio de la nena y un asistente amigo de la familia. Los incautos tripulantes creen que salen en crucero de placer y sanación pero todos sabemos desde el comienzo que ese viaje está condenado por el mal que habita el barco y que, se irá descubriendo después, se remonta a una maldición de más de trescientos años. Mary es el nombre que porta el barco ya desde su hallazgo, un posible guiño al misterio del Mary Celeste, legendario barco que se descubrió abandonado en 1872. En cualquier caso, La posesión de Mary es un relato típico de posesiones y lugares embrujados, que en vez de una mansión se emplaza en un barco con la especificidad del caso: la movilidad, el espacio más acotado y el aislamiento en altamar. La idea de los buques fantasmas y las embarcaciones condenadas tampoco es tan nueva y original. Podemos remitirnos incluso a la antigua leyenda del Holandés Errante, pero si no queremos ir tan atrás (ni ponernos tan pomposos) podemos recordar films como El buque maldito (1974) del nunca bien ponderado Amando de Ossorio o Barco fantasma (2002). Tampoco el realizador, Michael Goi, ni el guionista, Anthony Jaswinski, hacen demasiado por agregar algo nuevo y una vez establecida la situación principal arrancan los lugares habituales del lugar embrujado/poseído/maldito:pesadillas aterradoras, niños que hablan con amigos imaginarios que sabemos que no son ni amigos ni imaginarios y que hacen dibujos oscuros que sabemos que no son pura fantasía infantil, personajes progresivamente perturbados con pinta de extraviados que en algún momento van a hacerse daño a sí mismos, a los otros, o a sabotear las posibilidades de ser rescatados. Y, para coronar el asunto, el descubrimiento tardío acerca del origen de la entidad maligna que los arrastra a la perdición. Cuando dicha entidad maligna aparezca, lo hará con la apariencia reconocida, y a esta altura gastada, de los fantasmas del J-Horror. El film está contado como un largo flashback desde el interrogatorio policial posterior a la tragedia, así que además ya arrancamos sabiendo quien sobrevivió y quién no. A la trama de terror se le agrega el drama familiar en tanto el grupo está unido sólo en apariencia y con el conflicto siempre a flor de piel. Como señalamos anteriormente, la idea inicial de David era la de lanzar un nuevo proyecto para sanar viejas heridas pero ya sabemos cómo suelen funcionar esos planes. Igualmente estos conflictos no se desarrollan demasiado y no cumplen más rol que de ofrecer un piso de relaciones inestables y provocar algunas discusiones fuertes. Film bastante menor, cuenta sin embargo con una fuerte pareja protagónica en Gary Oldman y Emily Mortimer, quienes aportan su profesionalismo y sostienen con su talento una propuesta bastante endeble. Ahí está también Jennifer Esposito, quien interpreta como de taquito a la desconfiada detective a cargo del caso, un tipo de papel que viene repitiendo en series como NCIS o la muy interesante The Boys con mucha más sustancia. El realizador, Michael Goi, que además se hace cargo de la fotografía, viene con experiencia en el género de terror en series como American Horror Story o Swamp Thing. Su puesta, de todos modos, es correcta y funcional pero no muy imaginativa. Cuando se reseñan films ambientados en barcos es frecuente la tentación de usar metáforas náuticas y una de las más comunes es decir que el asunto anda a la deriva. La situación aquí es exactamente la contraria. Se podría decir más bien que al igual que Mary, el barco, Mary, la película, no se aparta un milímetro de un trayecto predeterminado, dirigiéndose derecho y sin desvíos por un recorrido moroso hacia un final previsible. LA POSESIÓN DE MARY Mary. Estados Unidos, 2019. Dirección: Michael Goi. Reparto: Gary Oldman, Emily Mortimer, Owen Teague, Stefanie Scott, Manuel García-Rulfo, Chloe Perrin, Jennifer Esposito. Guión: Anthony Jaswinski. Fotografía. Michael Goi. Música: The Newton Brothers. Montaje: Jeff Betancourt. Dirección de arte: Elizabeth Boller. Producción: Scott Lambert, D. Scott Lumpkin, Mason McGowin, Alexandra Milchan, Tucker Tooley. Diseño de producción: Kara Lindstrom. Distribuye: BF + Paris Films. Duración: 84 minutos.
Un poema de marineros del siglo XVIII habla de una bruja que secuestraba niños tras haber sido asesinada en alta mar. Actualmente en Florida una familia compra el velero Mary a un precio de ganga. Esa oferta imposible de rechazar esconde una tragedia por venir. La policía logra rescatar a los sobrevivientes pero comienza a investigar qué ocurrió a bordo y cómo fueron los pasos desde que la nave apareció flotando a la deriva hasta que fue adquirida por David, el padre de familia. “El mal necesita un cuerpo para vivir, ese bote era el cuerpo”, dirá la principal sospechosa de haber hecho explotar el velero cuando es interrogada por la policía.
Según determinadas religiones una posesión demoníaca es cuando un espíritu maligno entra en un cuerpo u objetos. Estas historias o leyendas son muy antiguas por ende podremos encontrar millones. Las posesiones o exorcismos fueron muy explotados en el cine de terror generado un desgaste del mismo a través de los años, algunas películas son magistrales y otras para el olvido. En este caso con un libro de Anthony Jaswinski, el Director Michael Goi nos trae la ‘’La posesión de Mary’’ una historia un poco particular. La trama no es sobresaliente, una familia costera quiere comprar un barco para manejar mejor su economía, pero en vez de adquirir un buen barco, David (Gary Oldman) compra un bote viejo, y decide arreglar la nave para poder zarpar junto a su familia. Lo que no sabía es que esa embarcación ocultaba una terrible historia. Hasta acá todo medianamente bien, pero a medida que van avanzando los minutos la historia se hace agua, no tiene hechos concretos, y varias escenas son bastantes pobres. Desde el inicio sabemos que ha sucedido, puesto que el desarrollo de la película se da de forma intercalada con la declaración de Sarah al FBI. En este sentido, no existe el elemento sorpresa en cuanto a quienes van a sobrevivir o no. La forma de contar los acontecimientos está mal abordada ya que tenés un espíritu maligno que quiere sangre en medio del océano donde no hay como escapar, es un concepto interesante que podría estar mejor, algunos planos son confusos que no cuentan ni expresan nada, la personificación del supuesto demonio es mala y muy pobre. La travesía del barco no está bien definida y lo que podría ser una gran historia de terror se convierte en un viaje aburrido y monótono que ni siquiera el capitán Gary Oldman es capaz de llevar a flote, terminando así hundiéndose en medio de la nada. La mayoría de las interpretaciones son buenas (Gary Oldman, Stefanie Scott, Emily Mortimer, Owen Teague, Manuel Garcia Rulfo, Chloe Perrin), los personajes están bien logrados y los FX son pocos pero repetitivos. La fotografía se puede decir que está bien, pero definitivamente el conjunto de todo da resultado negativo. "La posesión de Mary" es la clase de película que con un argumento interesante promete una hora de horrores y claustrofobias en el mar, pero que se queda en los giros típicos y es una mezcla barata de "La Llorona' con "El resplandor" convirtiéndose en 85 minutos que no valen la pena ver. Por Keila Ayala
El bote embrujado “La posesión de Mary” (Mary, 2019) es una película de terror dirigida por Michael Goi y escrita por Anthony Jaswinski. Protagonizada por Emily Mortimer (Match Point, Lars and the real girl) y Gary Oldman, el reparto se completa con Stefanie Scott, Chloe Perrin, Owen Teague (Patrick Hockstetter en It), Manuel Garcia-Rulfo, Jennifer Esposito, entre otros. Cuando David (Gary Oldman) compra el barco destartalado “Mary”, su esposa Sarah (Emily Mortimer) en un principio se enfada por la decisión apresurada que tomó. Sin embargo, ella decide apoyarlo en la idea de usar el bote como herramienta de trabajo para conseguir dinero de los turistas que quieran dar un paseo. Con la ayuda de sus hijas, la niña Mary (Chloe Perrin) y la adolescente Lindsey (Stefanie Scott), la pareja empieza a hacer las compras necesarias de pintura y limpieza para restaurar el navío. Junto al novio de Lindsey y el guía Mike (Manuel Garcia-Rulfo), la familia se dispone a navegar hacia las Bermudas. No obstante, durante el trayecto cada vez irán pasando más cosas extrañas. Es un hecho: este mes las películas buenas en cartelera escasean. Con alguna que otra opción pasable para ver en familia, “La posesión de Mary” llega para demostrarnos cuan desastroso puede llegar a ser un filme de terror. Contada a través de flashbacks, la historia no aporta nada novedoso al género: un barco con un oscuro pasado sobrenatural, luces que titilan, puertas que se cierran solas, una nena que pinta dibujos sombríos, personas que empiezan a actuar como si no fueran ellas mismas, pesadillas, etc. Como estos aspectos ya se vieron cientos de veces en el cine, el susto no se consigue; en especial porque el director recurre al sonido estridente y la aparición rápida del espíritu de turno para lograr que saltemos de la butaca. En un principio puede funcionar, cuando este recurso se torna tan repetitivo ya no. Aparte de las malas decisiones tomadas para generar terror, el guión hace agua ni bien la familia está a mar abierto. Sin tener mucho contenido por contar, la edición y montaje no ayudan en lo absoluto para que el ritmo y el interés se mantengan, haciendo que los menos de 90 minutos de metraje se vuelvan eternos. Sin una buena explicación del trasfondo de la bruja malvada que acecha al navío, y con una infidelidad tratada de la forma más superficial, el filme se convierte en una serie de “sustos” tan mal logrados que en varias ocasiones hacen reír. Con respecto a las actuaciones, realmente resulta incomprensible cómo es que actores de la talla de Gary Oldman y Emily Mortimer se involucraron en este proyecto. Lo peor de todo: sus interpretaciones ni siquiera están a la altura. La pareja protagonista se la pasa peleando y gritando a más no poder, generando que sus escenas provoquen tedio. Cuando deciden calmarse, pasa lo de siempre: la mujer expresa sus preocupaciones por lo que sucede dentro del bote y el marido trata de convencerla de que solo es imaginación suya, dándole más importancia al vehículo que adquirió y su meta de recorrer varias millas en él. Cliché tras cliché. Desastrosa por donde se la mire, “La posesión de Mary” es un ejemplo de todo lo que no hay que hacer a la hora de concebir una obra de terror. La espantosa utilización del sonido, el precario guión, un montaje hecho así nomás y personajes mal diagramados constituyen una película destinada al naufragio.
El terror a mar abierto, zona de legendarias historias de piratas, tiburones, sirenas y barcos perdidos en el tiempo, hace una pequeña y fallida reaparición en la pantalla grande de la mano de La Posesión de Mary (titulada originalmente como Mary), un filme de 2019 estilo clase B que logró colarse en nuestra cartelera nacional en plena temporada de estrenos tardíos de nominadas a los Premios Oscars. Dirigida por Michael Goi- cineasta del palo televisivo y conocido por su trabajo en series del momento como The Chilling Adventures of Sabrina, Riverdale y American Horror Story- y escrita por Anthony Jaswinski (guionista del thriller náutico The Shallows), La Posesión de Mary no solo desperdicia a un actor de nivel como Gary Oldman, quien desde su galardonado papel de Churchill en Darkest Hour (2017) se ha visto maldecido por una seguidilla de thrillers inconsistentes, sino que arrastra todos los clichés del género en una trama soporífera y floja de papeles. El filme presenta a David (Oldman) un capitán marítimo y padre de familia que decide comenzar su propio negocio invirtiendo dinero en un barco pesquero. Pero el día en que se presenta a una subasta en el puerto, David se ve seducido por Mary, nombre que recibe un antiguo y extraño velero alemán que luce la siniestra figura de una mujer similar a una sirena en el mástil. Luego de comprarlo con el fin de realizar viajes turísticos por la costa de Florida, el hombre convence a su esposa, Sarah (Emily Mortimer), de dar un primer recorrido hacía las Islas Bermudas junto a sus hijas, la adolescente Lindsey (Stefanie Scott) y la pequeña Mary (Chloe Perrin), y dos de sus hombres de confianza. Pronto, los tripulantes comienzan a verse afectados por la presencia de un ente sobrenatural que intenta desviar su destino. No hace falta ser muy astuto para intuir que la niña que lleva el mismo nombre del velero será el principal conductor de los planes malignos de este supuesto espíritu femenino. Sin embargo, desde un principio se deja constancia de que es este barco de dueño desconocido y vinculado con un extenso historial de desapariciones el que se encuentra poseído. Una chatarra con vida propia que remite a Christine de Stephen King, que cautiva y obsesiona a David al igual que el automóvil lo hacía con el joven protagonista de aquella historia. Lamentablemente, lejos se encuentran los responsables de esta película de querer profundizar en el drama psicológico de David o alguno de los otros personajes, ya que aquí todos los problemas son retratados de manera superficial. Ni siquiera se vislumbra un intento por generar una atmósfera inquietante a partir de todos aquellos elementos que brinda un escenario tan rico como el mar, con sus múltiples leyendas y seres mitológicos. En su lugar, deciden recurrir a los típicos sustos fáciles y lugares comunes dentro del cine de terror, con jump scares previsibles, dibujos amenazantes, puertas que se cierran solas, un espectro inexplicablemente análogo al de Samara de The Ring y un plot twist que no es más que una burla para todos los amantes del género. La Posesión de Mary es una película de tamaña pereza creativa que uno como espectador quisiera poder entrar en escena solo para rescatar a Oldman de esa pendiente por la que viene descendiendo su carrera en estos últimos años. Un filme insípido incluso para el público menos exigente y aquellos desdichados que vayan al cine sin mucha información.
Un entretenimiento que más que en el terror se siente más cómodo si se lo califica como misterioso con toques paranormales. Desde el titulo en castellano (Se llama “Mary” en el original) y antes de los créditos se sabe que una bruja fue separada de sus hijos y hundida en el mar, muy lejos de la costa. Un lugar que coincide con el legendario triángulo de las Bermudas. Y que el barco en cuestión viene con un historial extraño y se remata para ser comprado compulsivamente por el padre de una familia. De ahí a reformarlo y lanzarse al mar para sufrir hechos raros, ominosos y en algunos casos sangrientos es de lo que va la película. Como ocurre con tantos films en el pasado aquí no hay una casa tomada, sino todo un barco en el medio del océano. Dos historias entrelazadas, la madre del grupo que sobrevivió es interrogada por una policía escéptica que le exige el relato que nosotros vemos. Nada nuevo en este tipo de película que igual tendrá sus seguidores y que cuenta con la ventaja en su elenco de grandes actores como Gary Oldman y Emily Mortimer que hacen lo suyo muy bien aunque el libro Anthony Jaswinski y la dirección de Michael Goi ( de mucha experiencia como director de fotografía en televisión) no les deja mucho margen en la profundización de sus personajes. Pero hay que decirlo, en el panorama de pelis de “terror” o “susto” con mercado propio es un poco mejor a la media que suele presentarse cada semana.
"La posesión de Mary": el diablo metió la cola Posesiones, demonios, exorcismos: todos esos tópicos se amontonan cuando alguien los invoca en La posesión de Mary, el título local de una película que originalmente solo se llama Mary. Augurios que luego se cumplirán a medias, o directamente no lo harán, porque la mentada posesión nunca tendrá lugar, o no al menos en los términos clásicos del género, y por lo tanto tampoco habrá ningún exorcismo. En cuanto a la figura del demonio, bueno, ahí está y es justamente la que termina de hundir a esta película, que en una realidad alternativa podría haber sido (un poco) menos peor. “El mal necesita un cuerpo”, dice Sarah, sobreviviente del naufragio de un velero en el que viajaba junto a su marido David y sus dos hijas, Lindsey y Mary. La mención de ese último nombre puede hacer que el espectador potencial comience a tomarse la cabeza pensando en la obviedad del título, pero denle tiempo a la sinopsis. Porque resulta que el propio velero en el que viajaba la familia también se llama Mary y es a la nave a la que se refiere Sarah cuando habla del cuerpo del mal. El detalle resulta modestamente promisorio, porque la idea de un objeto inanimado como sujeto de una posesión demoníaca se corre de los lugares más comunes del asunto. Incluso uno puede llegar a ilusionarse pensando en antecedentes como Christine de John Carpenter, película de 1983 en donde el poseído era un auto. Un auto que comparte con el velero de esta película el hecho de ser dueños de un nombre de mujer, porque parece que en el cine el mal no puede habitar ni proceder de otro género que no sea el femenino. Todos esos esbozos de reflexión se disparan con la sola mención del barco diabólico, pero la película se encarga de pulverizarlos más bien rápido. Apenas pasaron ocho minutos cuando La posesión de Mary encadena sus dos primeros sustos, uno atrás del otro, recurriendo primero al truco del ruido inesperado que en la mezcla sonora suena más fuerte que el resto y luego a la aparición sorpresiva de algo que sale de un mueble que antes estaba vacío. Trucos fáciles, cómodos, que comienzan a mostrar cuál es el camino elegido por la película para generar miedo. La búsqueda del impacto por el impacto, aspiración que va relegando a la creación de climas a un espacio menor en la lista de prioridades narrativas. El problema es que el impacto sin clima se vuelve anticlimático y se desvanece con el flujo mismo de las imágenes, en lugar de amontonarse hasta convertirse en angustia, sentimiento esencial para lograr un funcionamiento eficaz del género del terror. A partir de ahí es posible trazar el itinerario de la película con la misma certeza con la que Gary Oldman, capitán del Mary y pater familias, traza la ruta de su travesía hacia las Islas Bermuda. Que, por si hacía falta otro lugar común, es el destino de ese viaje familiar que va a terminar mal, pero que la película nunca consigue hacer que le importe a nadie.
Mar adentro La posesión de Mary (Mary, en el título original) es la primera gran decepción del año en materia de terror. Decepción considerando que en algún momento hayamos estado esperando realmente algo… que no es el caso. Porque Michael Goi, en su rol primordial de director, no alcanza (perdón por la alegoría obvia) a llevar a buen puerto a la nave en que la familia que componen como pareja Gary Oldman, Emily Mortimer y en que llevan a sus hijas a un futuro teóricamente mejor, viaja. Los sustos muy previsibles, la construcción floja, flojísima, de los personajes hacen que la película no genere la menor empatía con sus protagonistas y deje librado al azar la historia que se pretende contar. El objeto inanimado desde el cual la maldición proviene y se proyecta sobre los tripulantes de la nave no provoca mucho más miedo que el empujado por los efectos de sonido para lograr forzadamente lo que no se consigue de manera natural a través del guion. Una de las preguntas más fuertes que me nacen es por qué Gary Oldman aceptó protagonizar este horroroso film (y no horroroso por lo que se supone debería ser). La pregunta casi no tiene respuesta, más allá de la que se desprende por lo natural; un actor de la talla de Oldman ni siquiera debería figurar en la nómina del elenco de esta película menor, fallida, mal construida, oportunista y creo que se me terminan los adjetivos. Pobres del resto del elenco, Mortimer incluida, quienes tal vez, solamente tal vez, se merezcan algo mejor para su futuro profesional. Ojalá la suerte los acompañe. La verdad es que podría seguir argumentando mi apreciación pero creo que es más que claro que es una película por la que no vale para nada la pena pagar una entrada de cine y ojalá que Goi pueda en un futuro más o menos cercano pueda reinvindicarse, y esta película quede rápidamente en el olvido. La posesión de Mary es una película obvia, mal pensada y mal construida, con una pareja protagónica sumamente desperdiciada y una idea del terror que no llega a ser ni lo mínimo esperable.
Terror predecible. Cuenta la leyenda, que una bruja fue apartada de sus hijos y ahogada en el medio del océano. Desde entonces su espíritu atrae a los marineros en busca de venganza. Así comienza y anuncia “La Posesión de Mary”, escrita por Anthony Jaswinski y dirigida por Michael Goi. David (Gary Oldman), un buen empleado y aficionado a los botes, decide gastar todos sus ahorros en un velero para llevar a su familia por el medio del caribe. Lo que él no sabe, es que un espíritu vive en ese barco y quiere quedarse con sus hijas, particularmente la más chica, llamada igual que el velero: Mary. La idea es interesante, una posesión dentro de un barco donde los personajes no pueden escapar. Sin embargo ¿dónde comienza realmente el problema? Michael Goi, director de televisión en American Horror Story, The Rookie, y algunas de las series juveniles de Netflix, intenta con mucho empeño ponerle vida a esta historia, con planos de horizontes infinitos en el mar, atardeceres y muchos momentos emotivos, pero no llega siquiera a quedarse a flote. Un guión acartonado con escenas totalmente irrelevantes y un terror predecible que ya vimos reiteradas veces. Se apagan las luces, se cierran las puertas solas y cuando menos se lo espera —o sí— hace aparición el espíritu. El por qué está maldito el barco queda resumido en la simple oración con que comienza la película, y el único momento donde se descubre la verdad, donde puede haber un desarrollo interesante, queda en el aire. Es obvio. A los pocos minutos ya nos dimos cuenta que el destino de este velero no es el correcto. ¿Y respecto al de la tripulación a bordo? Por un lado, si bien el texto no ayuda mucho, Gary Oldman, uno de los actores más premiados y nominados del cine, tampoco marca la diferencia. Gran parte de sus escenas se reducen a gritos y a diálogos, casi recitados, explicando más de lo mismo. Por otro lado, Emily Mortimer, quien interpreta a Sarah, la verdadera protagonista de esta historia, al principio un poco dura en su papel, empieza a soltarse y llevarse toda la atención, haciendo del film un poco más llevadero, con incluso de a ratos, escenas que se merecen destacar. Claro que simplemente la fotografía y la actuación de Emily no son justificativo suficiente para ver cómo este barco, Mary, se hunde en el medio del océano. Y me atrevo a afirmar, en opinión personal, es mejor dejarlo bien hundido.
A LA DERIVA Actualmente gran parte del terror que llega a nuestras salas, proviene de lo paranormal. Aquello que está fuera de la comprensión humana y, por ende, uno no sabe cómo defenderse. Generalmente el camino hacia vencer dicho mal, comienza en creer que existe, para luego conocer su origen y finalmente, vencerlo o salvarse de este. Este subgénero de posesiones y exorcismos goza de sus buenos años, The black cat (1934) con Boris Karloff y Bela Lugosi, pasando por las películas de Mario Bava en los 60’s, hasta llegar a las recientes Actividad paranormal. Se ha convertido en el vehículo más propicio para cortar tickets. En el caso de La posesión de Mary nos aventuramos a un viaje donde, en los primeros minutos, nos desinteresamos en llegar a destino. Una familia de tradición marina que afronta problemas económicos, decide invertir su dinero y esperanzas en la compra de un barco velero, con el fin de utilizarlo como atractivo turístico. El padre, David (Gary Oldman), consigue a “Mary” a un módico precio, la embarcación fue encontrada en altamar sin tripulación. Ignorando el antecedente, David la adquiere, y tras una serie de restauraciones junto a su esposa Sarah (Emily Mortimer), estrenan el navío. Con sus dos hijas, trazan ruta bordeando el Triángulo de las Bermudas, viaje del cual sólo regresa la madre. Una versión de La Llorona, pero en mar abierto, que no aprovecha esa condición para crear el clima de aislamiento, y aumentar el ahogo de los protagonistas, fuera de lo paranormal. Un Oldman desmotivado cuya meta es llegar a destino pese a todo, y una Mortimer que se carga la película al hombro, enloqueciendo de a poco por una “extraña” presencia. Llegando a ser la única sobreviviente, narrando lo ocurrido mientras es interrogada por las autoridades. Su director, Michael Goi, ha frecuentado el género, dirigiendo episodios de American Horror Story, teniendo a los 60 años una carrera más televisiva. Desde el 2011, con Megan is missing, se inició en el cine y junto a La posesión de Mary notamos que su rumbo es hacia el terror. Pese a su experiencia, vemos relajo a la hora de utilizar jump-scares y el abuso de la mezcla de sonido para aumentar el susto. Un ABC utilizado frecuentemente, algunas veces efectista, pero que ya notamos el desgaste al verlo semana tras semana en cine y series. Cuando ocurre el desgaste de un subgénero, más en el terror, generalmente se lo lleva a lo absurdo, logrando reírse de sí mismo. Ejemplos: Return of the living dead y Scary movie. En todo caso, me muestro más motivado en esperar una película de ese tinte, que otro rejunte de sustos refritos.
En "La posesión de Mary" nada funciona. Ni su premisa trillada, su ejecución lamentable o su elenco con algunas estrellas. Una película lamentable desde el inicio hasta el final. Escrita por Anthony Jaswinski y dirigida por Michail Goi llega a los cines de nuestro país La posesión de Mary (Mary, 2019), una película de terror que se centra en la vida de una familia que por una cosa u otra siempre ha estado ligada al mar. Como eje central de la trama tendremos en primera persona el relato de cómo dicha familia cayó en la perdición luego de haber adquirido un barco bastante antiguo llamado “Mary” y que muchas bitácoras pasadas muestran que el destino de sus antiguos tripulantes siempre termino siendo el mismo: la muerte. Gracias a Sarah (Emily Mortimer), quien naufragó recientemente, podremos ver qué fue lo que le pasó a su familia y cómo casi todos sus tripulantes terminaron cayendo en la maldición del antiguo navío. La premisa de esta película no podría ser más simple: un barco embrujado y una familia que lo habita. A partir de allí y habiendo establecido un verosímil bastante frágil, lo mínimo que se le puede pedir a sus realizadores era una buena ejecución y un guion lo suficientemente estable como para no acabar siendo una película previsible y corriente. Pero no sólo estas dos últimas apreciaciones terminan siendo parte del metraje sino que incluso logran superarlas decretando una película que podría tranquilamente ser catalogada cómo una de las peores de la última década. En ésta nada funciona, ni el terror, ni la ambientación, los personajes o las situaciones que van más allá de la realidad. Yendo paso por paso, la cinta en ningún momento logra brindarle ningún tipo de propósito al espectador como para que se interese en la historia que se está contando. El ritmo es lento y su montaje torpe, produciendo un filme totalmente aburrido e insoportable. No contentos con eso, la edición de sonido es paupérrima siendo ésta sólo una mezcla de ruidos fuertes y estridentes como para que el espectador se “asuste” por ellos. Un método anticuado, obsoleto y ridículo que hace valorar cada vez más producciones como Midsommar (2019). En relación a esto último, la calidad de los jumpscares que se intentan generar no podría ser peor, literalmente no hay un solo momento en donde la tensión se haga presente y se pueda jugar de manera efectiva con la cordura del espectador. Todo es obvio, previsible y de muy mala resolución. Los personajes tienen un problema muy notorio y es que a nadie, nadie de verdad, le podría interesar lo que hacen o dicen porque no se logra construir esa relación con el espectador. En parte por la muy floja escritura de sus diálogos y también en el poco trasfondo que sabemos de ellos cómo para poder empatizar con cada uno de los protagonistas. Al mismo tiempo, las interpretaciones de los actores son cuanto menos pobres. No es comprensible cómo Gary Oldman o Emily Mortimer acabaron en esta producción e incluso ellos mismos, con su basta experiencia y comprobado talento, logran hacer de sus papeles algo, por lo menos, digno. Y si lo de ellos fue malo, lo de los demás es lamentable. La posesión de Mary es una de esas películas de terror que no provocan sustos, no provocan suspenso ni generan enigmas. Pero sí es una de las que logran que el espectador se pregunte a sí mismo : ¿Por qué la hicieron?
Impacto 24 Inicio Cinefilos Los estrenos de cine de la semana CINEFILOS Los estrenos de cine de la semana Por Susana Salerno - 26 enero, 2020 55 0 FacebookTwitter «PARASITE» (2019). Dirección: Bong Joon Ho. Actores: Song Kang Ho, Lee Sun Kyun, Cho Yeo Jeong, Choi Woo Shik, Park So Dam, Lee Jung Eun, Chang Hyae Jin, Género: Comedia Dramática. Origen: Corea Del Sur. Duración: 132 minutos. Apta para mayores de 13 años con reservas. Tanto Gi Taek como su familia están sin trabajo. Cuando su hijo mayor, Gi Woo, empieza a dar clases particulares en casa de Park, las dos familias, que tienen mucho en común pese a pertenecer a dos mundos totalmente distintos, comienzan una interrelación de resultados imprevisibles. Mi Opinión: Narra las vivencias de Kim Ki-taek (Kang-ho Song), que se puede parecer a cualquier habitante de cualquier país moderno que se encuentra sin trabajo. Su hijo Kim Ki-woo (Woo-sik Choi) da clases particulares a Park (Lee Sun Gyum) integrante de una familia de posición económica holgada. Rápidamente notamos las diferencias entre ricos y pobres, situación que está marcada a lo largo de todo el film, al igual que la humillación y desprecio hacia el otro. La clase baja está condenada a continuar siempre igual, a vivir a disposición de los ricos, a ser esclavos del capitalismo y a vivir como si fueran parásitos. Esta es una comedia negra que contiene un fuerte contenido tanto desde lo social como desde lo político y a medida que corre la cinta se genera tensión e intriga, es inquietante, perturbadora y te lleva a una profunda reflexión. También se da sus tiempos para el humor, los enredos, la tragedia y la emoción. Cuando nos acercamos al final pasamos a un thriller fuerte y audaz. Impecable el manejo de cámara con diferentes tipos de planos para acentuar los distintos acontecimientos y escenarios naturales expresando como los ricos viven bien arriba en la cima y los pobres abajo casi en lugares profundos y oscuros. Otro de los puntos para destacar son las muy buenas actuaciones, la dirección Bong Joon Ho (Mother, The Host y la más reciente Okja) y la fotografía, entre otros elementos. Nos encontramos ante una de las mejores películas del año y por suerte tenemos la posibilidad de verla en nuestro país luego de haber pasado triunfante por Festivales, como el de Cannes y el de Toronto, además de recibir varios premios internacionales como el Globo de Oro en la categoría de “Mejor película Extranjera” entre otros. Excelente. «DOLITTLE» (2020). Dirección: Stephen Gaghan, Actores: Marion Cotillard, Ralph Fiennes, Tom Holland, Robert Downey Jr., Emma Thompson, Michael Sheen, Antonio Banderas, Octavia Spencer, Craig Robinson, Selena Gomez, Rami Malek, Kumail Nanjiani, John Cena, Jessie Buckley, Género: Comedia / Fantasía. Origen: Estados Unidos, Duración: 106 minutos. Versiones: Subtitulada / Doblada. Formatos: 2D / 3D. Apta para todo público. Después de perder a su esposa siete años antes, el excéntrico Dr. John Dolittle (Robert Downey Jr, “El juez”), famoso médico y veterinario de la Inglaterra de la Reina Victoria, se refugia detrás de los altos muros de Dolittle Manor con su colección de animales exóticos como única compañía. Pero cuando la joven reina (Jessie Buckley, Wild Rose) enferma gravemente, un renuente Dolittle se ve obligado a embarcarse en una aventura épica a una isla mítica en busca de una cura, recuperando su ingenio y coraje mientras encuentra viejos adversarios y descubre criaturas maravillosas. Mi Opinión: Esta es una nueva adaptación de aquella “Dr.Dolittle” que protagonizada con gran éxito por Eddie Murphy. En esta oportunidad, el doctor John Dolittle (Robert Downey Jr., «Iron Man», «Sherlock Homes») tiene la virtud especial de poder comunicarse con los animales y comprender su lenguaje. Ahora se enfrenta a la dura misión de buscar una cura para la Reina Victoria de Inglaterra (Jessie Buckley, “Judy”) y como es de prever su misión estará llena de obstáculos y situaciones peligrosas. En esta nueva aventura lo acompaña un aprendiz llamado Tommy Stubbins (Harry Collett, “Dunkerque”) quien junto a un gran grupo de animales enfrentarán al temible villano Rassouli (Antonio Banderas, “Dolor y gloria”), entre otros. Esta es una cinta de aventuras, una comedia sencilla, entretenida, con personajes humanos que interactúan con los animales y que se mueven a través de técnica digital logrando mantener la atención de los espectadores, incluyendo escenas atractivas en escenarios naturales. Este film está claramente dirigido a un público infantil. Si la ves en la versión subtitulada tenes la oportunidad de disfrutar de las siguientes voces: Ralph Fiennes es Barry el tigre; la jirafa Betsy Selena Gómez; Emma Thompson un loro de la Polinesia; el pato Dab-Dab Octavia Spencer; el gorila Chee-Chee es Rami Malek; entre otras. Buena. «LA POSESIÓN DE MARY» (2019). Dirección: Michael Goi, Actores: Emily Mortimer, Gary Oldman, Stefanie Scott, Manuel Garcia-Rulfo, Chloe Perrin, Owen Teague, Jennifer Esposito, Género: Terror. Origen: Estados Unidos, Duración: 84 minutos. Versiones: Subtitulada / Doblada. Apta para mayores de 16 años. Una familia que pretende abrir un negocio de transporte marítimo compra una nave que encierra un terrorífico secreto en su interior. Por desgracia para ellos, éste sólo sale a la luz cuando el buque se encuentra mar adentro. Cuenta con la participación de Gary Oldman, Emily Mortimer, Owen Teague, Stefanie Scott, Manuel García-Rulfo, Chloe Perrin y está dirigida por Michael Goi quien participo en American Horror Story. Mi Opinión: Narra los momentos complicados que vive una familia en altamar. David Greer (Gary Oldman, “Las horas más oscuras”, “Dracula”) con el deseo de comenzar una nueva vida y tener su negocio compra un viejo barco bastante deteriorado, eso no le interesa dado que su idea es arreglarlo y llegar a obtener ganancias del mismo. Cuando su esposa Sarah (Emily Mortimer, «El regreso de Mary Poppins», «La librería»), se entera no está de acuerdo pero junto a sus dos hijas complace a su marido y zarpan. Esta embarcación lleva el nombre del film “Mary” y a medida que corren los minutos notamos una historia bastante trillada de sirenas y brujas en altamar, con personajes que se mueven en medio de la nada y en estos casos, como siempre sucede, nunca vuelve la tripulación completa. Varios secretos esconde esta embarcación, entre otros el de un mástil donde se ve una imagen que se muestra una y otra vez para generar tensión. Pero pronto descubren que hay algo oscuro y aterrador esperándolos en el mar, todo acompañado por una banda sonora espeluznante, con pocos sobresaltos, horror y los actores Emily Mortimer y Gary Oldman, que intentan sacar a flote la propuesta. Es bastante previsible, un montaje poco logrado y un ritmo lento. Otro de los problemas que tiene es que el espectador apenas comienza sabe quien se salvó y el desafío de la cinta es buscarle una vuelta de tuerca.
No sé que estaban fumando Gary Oldman y Emily Mortimer cuandi decidieron hacer esta pelicula
La posesión de Mary es esa clase de películas en las que Gary Oldman se involucra cuando se atrasó con la cuota del colegio de los hijos o le quedó colgado algún cheque y necesita efectivo. No hay otra manera de explicar su presencia en este exponente de la mediocridad cinematográfica. Nos referimos a un artista que no hace mucho se llevó el Oscar al mejor actor por su gran interpretación de Winston Churchill. No se entiende que a Oldman no lo convoquen para proyectos importantes y termine en el reparto de una película de terror mala del cine clase B. Su presencia junto a la de Emily Mortimer es lo único destacable de esta labor del director Michael Goi, quien no ofrece otra cosa que un festival de clichés durante 84 minutos. No dejó pasar una. Durante el desarrollo de la trama te encontrás con los fantasmitas vengativos con tiempo libre que acechan a una familia, la niña que ilustra dibujos macabros, los jump scares burdos para generar miedo y efectos de sonido que intentan construir una atmósfera tétrica que brilla por su ausencia. Goi quiso combinar el clásico Dead Calm (1989) de Philip Noice con El conjuro y no le salió. El resultado es el típico estreno de terror sobrenatural malo que está más para el canal Space que para gastar una entrada de cine.
Un elenco de nombres importantes en una película de terror permite pensar en algo con mayor envergadura que el puro susto enhebrado a repetición. Y aunque hay una historia y una situación potencialmente fuertes (un barco en alta mar y una presencia vengativa), aparece la rutina o, peor, no aparece la imaginación. El elenco de clase hace lo que puede para evitar un naufragio y lo logra en alguna que otra secuencia.