Tristes purgas monárquicas En el largo trayecto hacia la unificación del Reino Unido se dieron todo tipo de rivalidades entre los distintos soberanos de las regiones involucradas de las Islas Británicas y al interior de las noblezas de turno, siempre en un juego de poder tirante con el monarca y una ingenua voluntad popular que era manipulada desde las plataformas religiosas católica y/ o protestante. Así se sucedieron conspiraciones de toda índole, condenas interminables de prisión, asaltos caprichosos al trono, delirios vacuos de eternizarse, acusaciones falsas basadas en rumores diseñados al dedillo, ejecuciones de lo más sumarias y sobre todo un constante melodrama que hizo de los lazos de sangre, las influencias recíprocas y el viejo “quién se casa -o se encama- con quién”, sus recursos principales al punto de fetichizarlos como sólo las espurias clases altas y el clero pueden hacerlo cuando de hegemonía se trata. Dentro de este esquema de purgas monárquicas superpuestas una de las historias preferidas por los anglosajones es la de María I (1542-1587), la trágica cabeza del Reino de Escocia. La mujer se crió en Francia mientras el trono era dominado por regentes y cuando volvió a su tierra para convertirse en reina no terminó de juzgar en toda su dimensión los conflictos locales entre la nobleza protestante y la católica porque su objetivo de base era reclamar el trono de Inglaterra, en esa época en manos de su prima Isabel I. Siendo ella católica, María reconfirmó a su llegada a los políticos protestantes y la jugada eventualmente le salió muy cara porque cuando se casó con Enrique Estuardo/ Lord Darnley, otro papista, los futuros anglicanos le hicieron la vida imposible, la tildaron de adúltera y asesinaron al supuesto “tercero en discordia”, el secretario privado de la monarca David Rizzio. Del matrimonio surgió un hijo, quien se convertiría más adelante en Jacobo I de Inglaterra y VI de Escocia, no obstante María fue acusada del misterioso homicidio de su marido, casándose después con el principal sospechoso, Lord Bothwell, y obligada a abdicar y exiliarse en Inglaterra, donde Isabel la arrestaría y luego la ejecutaría alegando conspiraciones contra su persona. Considerando semejante recorrido histórico, el cual a su vez incluye un sinfín de detalles fascinantes, lo cierto es que Las Dos Reinas (Mary Queen of Scots, 2018) es una de las películas más tibias, sosas y aburridas que se podrían haber hecho sobre el tema, una mega decepción que sólo se sostiene por el gran desempeño actoral de Saoirse Ronan en el rol de María y una relativamente desperdiciada Margot Robbie como Isabel I. Sin duda el problema excluyente de esta ópera prima de la realizadora Josie Rourke no pasa por las muchas “libertades creativas” que se toma con respecto al periplo histórico verídico y las múltiples lagunas que existen en el mismo, como han señalado hasta el cansancio el público y la crítica británica y norteamericana, sino por el facilismo dramático y la simpleza del guión de Beau Willimon, aquel de Secretos de Estado (The Ides of March, 2011) y la serie House of Cards (2013-2018), el fetiche contemporáneo de incluir de prepo a intérpretes de diversas etnias en el elenco (algo mañoso y ridículo desde el vamos ya que hablamos de la corte inglesa del Siglo XVI, no precisamente abierta a tales menesteres) y la insoportable tendencia a omitir episodios muy jugosos para hollywoodizar la faena (sobre todo en el segmento final, en el que ni aparecen aquellos 18 años de encierro de María en Inglaterra). Sinceramente la versión de 1971 dirigida por Charles Jarrott y protagonizada por Vanessa Redgrave como María y Glenda Jackson como Isabel, sin ser tampoco una maravilla, resulta muchísimo mejor que este retrato bastante banalizado y resumido del derrotero de la mítica monarca y su competencia/ rivalidad/ disputa con su prima: si bien Las Dos Reinas consigue establecer que la más poderosa Isabel estaba un “poco mucho” paranoica con respecto a los reclamos y lo que podía hacer en concreto María para alzarse con el trono de Inglaterra, y hasta logra pintar de cuerpo entero a una protagonista escocesa muy porfiada y en cierta medida esclava de las estratagemas del bando político protestante, a decir verdad jamás termina de trazar un buen contrapunto entre los dos personajes femeninos cruciales y al concentrarse tanto en el trasfondo melodramático simplón termina obviando el hecho de que lo que está en juego a lo largo de toda la trama es la unificación de Inglaterra y Escocia a nivel administrativo bajo un único soberano, algo que se lograría recién con Jacobo. El gran trabajo en vestuario y maquillaje no consigue hacernos olvidar lo esquemático de un planteo que esquiva -por ejemplo- la farsa de la genial La Favorita (The Favourite, 2018) y apuesta a un revisionismo mal ejecutado digno de un triste manual de escuela primaria…
Hay personajes históricos sobre los cuales el cine vuelve una y otra vez. Mary Stuart (María Estuardo) y Elizabeth I (Isabel I) son dos de esas figuras. Hasta su majestad John Ford dirigió a Katharine Hepburn como Mary Stuart. Cada película tiene sus peculiaridades y su estilo, pero todas tarde o temprano hablan de la lucha por el poder y los mecanismos detrás de las grandes figuras de la historia. Mary Stuart (Saoirse Ronan) vuelve de Francia luego de enviudar y abdicar por obligación a la corona francesa. Ha decidido regresar a su Escocia natal para reclamar el trono que le corresponde legítimamente. Pero la reina de Inglaterra en ese momento es Elizabeth I (Margot Robbie) quien buscará hacer prevalecer sus derechos al trono. La lucha de estas dos mujeres por el poder es el centro de la historia y su desenlace no está escondido, ya que la película empieza con una ejecución. Con un trabajo de maquillaje fuera de serie, la película comienza su trabajo por obtener valor con todo aquello que no es ni el guión, ni la dirección, ni tampoco las actuaciones. La atención se la lleva el mencionado maquillaje, el vestuario y la dirección de arte, además de un cuidado uso de las locaciones. Puede parecer menor todo esto, pero sin duda tiene mérito el trabajar en ese nivel de excelencia en varios rubros. Pero quien ha visto muchas de estas películas no encontrará acá ni una sola novedad a destacar. Claro que el texto feminista es subrayado, porque aunque los anteriores films lo tenían, no creían necesario subrayarlo porque era evidente. También hay otros tantos detalles de integración pero el tener que hablar de esto significa que no hay más para comentar.
“Mary Queen of Scots” (título original del film) es un relato biográfico sobre la vida de María Estuardo de Escocia (Saoirse Ronan), que se enfrentó a su prima Isabel I (Margot Robbie) cuando, al volver de Francia tras haber enviudado, reclamaba su derecho a la corona de Inglaterra. Así se da comienzo a un drama de época bastante anodino en términos narrativos, con una puesta bastante teatral donde prevalecen diálogos y enfrentamientos verbales entre los monarcas y los nobles, observando todos los tipos de pormenores que había en esa época en relación al poder y la codicia. Las conspiraciones, las estrategias para derrotar al adversario y las relaciones por conveniencia que solían primar en el siglo XVI. Lo interesante del film es el protagonismo y el lugar que se les dio a las figuras femeninas y la revisión histórica que se hizo al respecto. María e Isabel son dos reinas sumamente desconfiadas de los hombres y por eso no quieren apresurarse a contraer matrimonio, por el lado de la monarca inglesa, ni a darle el título de rey a su esposo, por parte de la mandataria escocesa. Ambas tienen la inteligencia suficiente para saber que quieren ser desplazadas del poder bajo la excusa del matrimonio o la procreación de un heredero al trono que continúe el linaje familiar. Si bien las dos son muy distintas en algunos aspectos, tienen problemas similares que encima, a pesar de ser primas, las tiene en veredas opuestas y con la mala fortuna de tener que enfrentarse para poder alcanzar sus propios deseos. En ese aspecto de la dualidad y la confrontación es donde el largometraje convence y se torna atractivo. El problema es el ritmo dispar que tiene el relato, que muchas veces se vuelca a narrar solamente los problemas de María dejando de lado a Isabel y quitándole esa oposición tan necesaria para funcionar. Al mismo tiempo, los aspectos políticos menores de todos los súbditos y nobles que buscan perjudicar a la reina de Escocia hacen que el film se torne repetitivo y redundante en varios pasajes. El conflicto está y es seductor, pero muchas veces todo pasa por largos diálogos que, si bien varios pueden ser interesantes, solo sirven para el lucimiento de sus intérpretes. Más allá de todas las críticas que se le hicieron a la cinta por su veracidad histórica y por incluir actores de distintas etnias en la corte inglesa donde ciertamente eso puede verse como una libertad creativa, el film se sostiene por la impecable actuación de Saoirse Ronan, que básicamente se carga la película al hombro y pone el corazón en cada escena en la que participa. Por otro lado, si bien el tiempo de pantalla de Margot Robbie es más acotado, también cumple en el rol de la solitaria monarca inglesa. Lo que es innegable es el estupendo diseño de producción, la recreación de época del vestuario y el enorme trabajo de maquillaje y peinado, algo bastante común en este tipo de películas pero que también vale la pena destacar como algo a favor de la cinta. “Las Dos Reinas” se siente como un film a mitad de camino con una buena historia de base y un acertado tono feminista en consonancia con lo que se vive hoy en día, no obstante, en términos narrativos es bastante convencional y anticuada con una puesta teatral que se hubiera beneficiado de un trabajo de cámara más estilizado y un guion un poco más en favor de lo histórico/fáctico pero menos arraigado en lo verbal. Igualmente sus intérpretes y un excepcional trabajo en lo que respecta a la dirección de arte hacen que la película no sea una total decepción.
Con un notable trabajo de recreación, vestuario y maquillaje, Saoirse Ronan y Margot Robbie se sacan chispas en una historia que ya fue llevada al cine en otras oportunidades, pero que aquí cobra más fuerza por su subrayado sentido feminista.
Cine histórico de calidad. Las Dos Reinas está adaptada del libro de John Guy Queen of Scots: The True Life of Mary Stuart, pero queda claro desde un principio que la directora debutante Josie Rourke y el escriba Beau Willimon (también un dramaturgo, lo cual tiene sentido porque gran parte del ritmo de la película y los diálogos parecen creados directamente para la televisión), se toman algunas libertades creativas, específicamente con el rumor y la especulación de que las primas del siglo XVI, Mary y Queen Elizabeth, alguna vez tuvieron una reunión en persona. No creo que sea un engaño mencionar que algo así ocurre en el clímax (está en el tráiler, sin restricciones), pero en cuanto a los temas de la conversación, junto con lo que conduce a estos, son fascinantes verlos desarrollarse en esta película biográfica que, ciertamente, se ve con agrado la mayor parte del tiempo, calculada para iluminar el poder femenino regional y cómo su gobierno difiere de los hombres, yuxtaponiendo a dos reinas que luchan por el poder: una líder con ternura, empatía y compasión, y otra sucumbiendo a la paranoia y constantemente maquinando tácticas deshonestas para mantener el control. Incluso los aficionados a la historia moderada probablemente saben cuál es cuál; Saoirse Ronan interpreta a la homónima reina de Escocia, con sus penetrantes ojos azules que, al parecer, nos dejan saber todo lo que necesitamos saber sobre su próxima decisión. La actriz irlandesa presenta un fuerte acento escocés, pero es la profundidad con la que se dibuja el personaje lo que la hace sobresalir, desde su desafío a permanecer independiente buscando el verdadero amor en sus propios términos a sus intentos de tolerar a los protestantes, incluso como una difamada Reina Católica, a los numerosos actos de perdón y a entrar en contacto cara a cara con la reina Isabel (Margot Robbie, en lo que es una de las mejores actuaciones de su carrera hasta ahora, y no solo porque es capaz de poner un acento británico creíble, sino más por el hecho de que juega con las ansiedades y paranoias de esta persona de la vida real con sutileza y manipulación intrigante. Sin ser una obra maestra, Las Dos Reinas se proclama por méritos propios como la versión más notable, imprescindible, remarcable y deleitosa de estos hechos. Si bien tiene bastantes detalles a lo largo del metraje que menoscaban la calidad del film y le hacen impedir erigirse como una obra culmen, a nivel global su saldo es de sobra positivo y pesan más las grandes virtudes de la cinta que sus defectos. Por supuesto no voy a obviar que uno de los puntos fuertes del film es la temática argumental en la que se basa; un juego de ajedrez sanguinolento y estratega que deja a Juego de Tronos (2011-2019) en pañales (la realidad siempre supera la ficción), con reinos en disputa reclamados por hermanos, tíos y primos que jugarán sus mejores bazas para captar seguidores y guerrear o para concertar matrimonios tácticos que quitan o dan poder a sus rivales… siendo María Estuardo la más activa en sus ambiciones… pero también la más perdida en sus maniobras de casamientos, batallas y negociaciones. En este punto histórico tenemos la cara y la cruz de la moneda, siendo la cara Isabel I de Inglaterra que supo contemporizar sus ambiciones (que auto-justificó al igual que María Estuardo, pero sabiendo amoldarse a una corte y nobles con más tacto… y táctica). La trama histórica es en sí muy pero que muy potente… y pudo caer en desenvolverse en el guión como un culebrón de sobremesa (sí, me viene a la mente Elizabeth: La edad de oro de 2007). Pero por fortuna la película no cae en esos excesos y, cuando aterriza en el terreno más melodramático, lo hace con moderación y sin afectar demasiado al conjunto que ahonda más en las estrategias políticas y las reflexiones. El guión no es de matrícula de honor (es superado por el guión de la Elizabeth de Michael Hirst realizada en 1998), pero la pluma de Beau Wilimon es versada, deja fluir la trama con intelecto y astucia, y se acomoda con gusto a las situaciones racionales o emocionales de sus personajes.
Parientes y rivales Las Dos Reinas (Mary Queen of Scots, 2018) es una película de drama histórico dirigida por Josie Rourke. Basada en el libro de John Guy llamado Queen of Scots: The True Life of Mary Stuart, el guión corre por parte de Beau Willimon. Protagonizada por Saoirse Ronan (Brooklyn, Lady Bird), el reparto se completa con Margot Robbie (Suicide Squad, Yo Soy Tonya), Jack Lowden, Guy Pearce (Cuentos que no son Cuento), Joe Alwyn (La Favorita), Gemma Chan (Locamente Millonarios), Adrian Lester, David Tennant (Doctor Who), James McArdle, Brendan Coyle (Downton Abbey), entre otros. El filme recibió dos nominaciones a los premios Óscar, en las categorías de Mejor Diseño de Vestuario y Mejor Maquillaje y Peluquería. Escocia, 1561. La católica María Estuardo (Saoirse Ronan), viuda con tan solo 18 años, vuelve al Palacio de Holyrood, Edimburgo, luego de pasar bastante tiempo en Francia. Por derecho de nacimiento, María está decidida a reclamar el trono inglés en el que se encuentra su prima Isabel I (Margot Robbie), de religión protestante. Con la clara convicción de ser nombrada heredera, María se tendrá que casar, por pedido de Isabel, con un noble inglés. Mientras tanto, el movimiento protestante en Escocia liderado por John Knox (David Tennant) continúa aumentando y convenciendo al pueblo de que María, por el solo hecho de ser mujer, no está capacitada para gobernar. Con alguna que otra licencia hacia los hechos verídicos, la directora Josie Rourke nos sumerge en una historia de ambición al poder, tragedia, envidia, caprichos y astucia. Aquí el protagonismo pasa a estar puesto en María Estuardo, única hija legítima del rey Jacobo V. Muchas veces este personaje fue representado como el “malo de la película”, sin embargo Rourke consigue que antes de ver a María como una reina, la veamos como una joven mujer. Saoirse Ronan verdaderamente brilla en este complejo papel, al punto de que como espectador uno no quiere dejar de mirarla ni por un segundo. Con sus propios objetivos muy estructurados dentro de su cabeza, María tiene una confianza descomunal en sí misma, teniendo claro que ella merece los mismos beneficios que le darían a un hombre si estuviera en ese puesto. Por otro lado, Margot Robbie compone a una hosca Isabel, celosa no solo de la personalidad y belleza de su prima, sino también de su capacidad de procrear. Alrededor de sus consejeros, confidentes y su amante Robert Dudley, Isabel se verá afectada por la viruela. El maquillaje de la artista Jessica Brooks hace milagros al afear a la actriz australiana, ya sea por los prominentes granos o por la pintura blanca de textura gruesa que se utilizaba en esa época. Aunque el guión en múltiples partes divague y no se sepa a qué quiere apuntar, la película se torna muy entretenida e interesante gracias a la relación por correspondencia entre las primas (que en un principio está llena de cordialidad y afecto), la conspiración de nobles en la que estuvo metido Lord Darnley (marido de María) y el nacimiento de Jacobo Carlos Estuardo. El cuidado vestuario y la bella fotografía ayudan a meternos en la trama casi de inmediato. Las Dos Reinas se convierte en un relato feminista que otorga otra mirada hacia la vida de María Estuardo, mujer fuerte y obstinada que no se dejaba pasar por encima. Saoirse Ronan demuestra una vez más que sabe en qué películas meterse para escalar en su fructífera carrera.
Las dos reinas es una película de época, pero más a tono con la actual que con el siglo XVI por su alineamiento con la vigente tendencia de teñir los guiones de feminismo explícito. Eso la distingue dentro del subgénero y a la vez conspira contra su logrado clima y su notable realización. Aunque esta es la opera prima de Josie Rourke, se nota su vasta experiencia como directora teatral. La puesta de cada escena es de un cuidado y una precisión poco frecuentes, a lo que se suman las grandes interpretaciones de las protagonistas -Saoirse Ronan y Margot Robbie- y lo que suele brillar en toda película de época que se precie de tal: el vestuario, el maquillaje, los peinados (aspiró a dos Oscar por estos rubros). La atrapante historia de María Estuardo, reina católica de Escocia, y su enfrentamiento con su prima, Isabel Tudor, monarca protestante de Inglaterra, es oro para el guionista Beau Willimon, todo un experto en intrigas palaciegas: es el creador de la House of Cards estadounidense. Aquí se basó en un libro del historiador John Guy que rescata la figura de María I de Escocia: por lo tanto, la heroína es casi tan perfecta como Daenerys Targaryen (según algunas teorías, el personaje de Game of Thrones se habría inspirado en la reina escocesa y/o en Enrique VII). El toque moderno pasa por un elenco multiétnico y, quedó dicho, por el punto de vista feminista. Con audacia, Rourke plantea el uso del cuerpo femenino como herramienta política y rompe tabúes: muestra la menstruación, el goce sexual de la mujer durante el cunninlingus, el empleo del hombre como mero semental. Pero lo que en un principio es sutil termina siendo una bajada de línea subrayada y reiterativa, al punto de que entre los solemnes diálogos aparecen frases como “¡Qué crueles son los hombres!”. El poder y la sororidad -son primas, pero entre sí también se llaman “hermana”- de María e Isabel son aplastados por esa crueldad masculina: la hipótesis de la película es que si el mundo fuera gobernado por mujeres, la humanidad tendría más esperanzas. Una idea tan sexista y descabellada como su contraria.
Si no fuera por la potencia actoral de Saoirse Ronan (Mary Stuart o Maria Estuardo de Escocia) y Margot Robbie (Elizabeth I) ésta película sería una más acerca de las vidas de éstas dos Reinas que vivieron enfrentadas y se comunicaban mediante cartas, hasta que se produce el ansiado encuentro, casi al final del film. Con ésto, quiero decir que las actuaciones son muy buenas, lo mismo que el diseño de maquillaje (que llega a afear a la bellísima Robbie), el Diseño de Vestuario (éstas dos últimas categorías fueron nominadas al Oscar) y la Dirección de Arte. La Directora Josie Rourke, con guión de Beau Willimon, relata la llegada de Mary a Escocia, luego de enviudar en Francia a los 18 años. Ella es católica y estaba casada con el rey Francisco, y llega para ocupar el lugar que estaba gobernado por regentes, pero la lucha entre ella y Elizabeth, Reina de Inglaterra y protestante, las hace estar en permanente guardia por el poder, que consideran los católicos, pertenece a Mary. Ambas son desconfiadas y muy cautas, y las dos horas están plagadas de conspiraciones y traiciones. Cada una cree que ocupa el lugar que le corresponde y lo defenderán con astucia femenina. Los consejeros les recomiendan casarse para tener un heredero. De hecho Mary lo hace con Lord Darnley (Jack Lowden) y tienen a quien luego sería Jacob I de Inglaterra y VI de Escocia. A lo largo del film se ve que Elizabeth envidia a su prima por no poder ser madre y ese será un punto más de confronte pero también de acercamiento en un punto. En síntesis, una película más sobre intrigas palaciegas, guerra y crueldad, que no ahonda profundamente en las vidas de cada una pero relata una parte importante de la historia, aunque con ciertas libertades. Como mencioné al comienzo, lo mejor son las actuaciones de dos grandes actrices nominadas al Premio de la Academia como lo son Margot Robbie y Saoirse Ronan. ---> https://www.youtube.com/watch?v=_5kecps2gVc TITULO ORIGINAL: Mary Queen of Scots DIRECCIÓN: Josie Rourke. ACTORES: Saoirse Ronan, Margot Robbie. ACTORES SECUNDARIOS: David Tennant, Jack Lowden, Guy Pearce, Gemma Chan, Joe Alwyn, Brendan Coyle, Martin Compston, Eileen O'Higgins. GUION: Beau Willimon. FOTOGRAFIA: John Mathieson. MÚSICA: Max Richter. GENERO: Drama , Biográfica . ORIGEN: Reino Unido. DURACION: 124 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 13 años DISTRIBUIDORA: UIP FORMATOS: 2D. ESTRENO: 28 de Marzo de 2019 ESTRENO EN USA: 02 de Noviembre de 2018
No tuvo suerte Las dos reinas al ser estrenada en los Estados Unidos el mismo día que La favorita. Si bien le alcanzó para conseguir dos nominaciones a los premios Oscar (vestuario y maquillaje), la ópera prima de Josie Rourke perdió en la inevitable comparación frente a otra historia de mujeres e intrigas palaciegas mucho más audaz y moderna. Esto no quiere decir que Las dos reinas sea una película aburrida o anticuada, ya que -si bien su estructura épica con batallas, romances, confabulaciones políticas y religiosas, traiciones, enfermedades y destinos trágicos es bastante clásica- el guion de Beau Willimon ( House of Cards) sintoniza con estos tiempos de empoderamiento femenino. La heroína del relato es María Estuardo (Saoirse Ronan). Si bien el título original está centrado en su figura, el de estreno en la Argentina hace alusión también a su rival, la reina Isabel I de Inglaterra (Margot Robbie). La narración está construida casi siempre con un montaje paralelo algo forzado para asociar las pocas euforias y muchos padecimientos de ambas monarcas enfrentadas por cuestiones familiares (eran primas), de alcoba y, claro, religiosas. El resultado es un film incuestionable en su impronta visual y claramente revisionista en su acercamiento a la figura de María Estuardo, aunque no demasiado innovadora (y por momentos incluso bastante esquemática) en su forma de exponer los secretos, vicios, cinismos y mentiras de estos nobles... no demasiado nobles.
Opera prima debut para la directora artística del legendario Donmar Warehouse en Londres, Josie Rourke, "Mary Queen of Scots" es un film que pone en relieve las relaciones de poder entre mujeres, tema bastante en boga en este tiempo. La realeza británica, siempre ha ofrecido historias interesantes para el público a lo largo del tiempo, y han mostrado las complejidades de la política en una época donde la diplomacia y la guillotina hacían estragos en las clases dirigentes. Puedo arriesgar sí que esta producción podría definirse como una versión cuasi teatral de la pieza literaria de John Guy en la que está basada, subrayada por un guión fuerte políticamente escrito por Beau Willimon, responsable, entre otros hits, de "House of Cards". Ofrece dos perfiles opuestos de actrices (Saorise Ronan y Margot Robbie) y una trama en la que la intensidad, está dada por los manejos espúreos en los núcleos de poder de la realeza británica. Es fácil percibir que en estos tiempos, historias entre mujeres que han hecho historia, comienzan a hacerse visibles. Mary (Ronan) ha sido reina de Francia a los 16 e inicia la cinta, enviudando hacia los 18. Si bien sus asesores le aconsejan casarse, ella prefiere volver a su tierra natal a hacer oír su legítimo reclamo al trono. Claro, el problema es que Inglaterra y Escocia están bajo el reinado de Elizabeth I (Robbie), quien no quiere ni oir del tema. La pretendiente al trono comenzará un derrotero de búsqueda de apoyos políticos y militares para intentar negociar con la reina, pero todo este proceso estará plagado de traciones y complejidades que sostendrán el interés del espectador a lo largo de todo el metraje. Las dos son mujeres enfrentadas a circunstancias de emorme presión, consumidas por sus propias fantasías y agudas en el entrenamiento de conspiraciones y falsas pasiones. Rourke aporta el pulso teatral, se expone a pocas batallas y trata de que la acción sea dramática, puertas adentro. Willimon, es especialista en darle estatura a este tipo de conflictos (su vasta trayectoria lo acredita) y el film se vuelve entretenido, aunque tiende a ser repetitivo en cierta manera, por la dinámica propia de lo que presenta (que no anticiparemos aquí). "Mary Queen of Scots" es un ejercicio de reflexión sobre el poder femenino, en tiempos hostiles, enmarcado en un escenario interesante (vestuario, arte, con nominaciones técnicas en la pasada entrega del Oscar), que puede resultar de interés para todo tipo de espectador que quiera explorar esta temática.
El cine británico luce su famosa exquisitez formal para las películas de época en dos estrenos de esta semana: “Las dos reinas”, filmado en variedad de locaciones históricas y candidato al Oscar por vestuario, maquillaje y peinado, y “Los papeles de Aspern”, sobre texto de Henry James, rodado en Venecia con producción ejecutiva del venerable James Ivory, entre otros. John Mathieson y Philippe Gilbert son los respectivos directores de fotografía, que hacen de cada fotograma una pintura. Las actrices también se destacan: Saoirse Ronan y Margot Robbie como María Estuardo e Isabel I, las primas que se odiaban a muerte y ahora reposan una junto a la otra en la Abadía de Westminster, y Vanessa Redgrave y su hija Joely Richardson como las dueñas del secreto oculto en las cartas de amor de un poeta muerto. Dato curioso, en 1959 el padre de Vanessa, Michael Redgrave, protagonizó una versión teatral de “Los papeles...”. y en 1984 ella hizo, también en teatro, el personaje que ahora hace su hija. ¿Hará Joely alguna vez el papel con que acá se luce su madre? (otra curiosidad, en 1971 Vanessa encarnó a María Estuardo en cine, con Glenda Jackson como su antagonista). Por rara coincidencia, ambos estrenos son dirigidos por debutantes: Josie Rourke, de larga experiencia como directora teatral, y Julien Landais, cortometrajista. Gana ella, de lejos. Y amarán su obra las feministas, porque en esta versión las dos reinas son víctimas de los hombres, algo difícil de creer en el caso de Isabel I. Otra licencia histórica es el jugoso encuentro entre ambas, licencia que ya había empleado Maxwell Anderson en su pieza teatral, llevada luego al cine por John Ford, 1936, con un diálogo hermoso entre Katharine Hepburn y Florence Eldridge, diálogo que hoy muchas quemarían en la hoguera.
Eso ya se ha visto. Centrado principalmente en la figura de Mary Stuart (Saoirse Ronan), reina de Francia y legítima heredera del trono de Escocia, el film de la directora Josie Rourke se encuentra cargado de alianzas y traiciones típicas de las historias con problemáticas palaciegas. Es a través del increíble diseño de arte, maquillaje y la bella geografía de los espacios naturales escoceses, que se sostiene el fuerte peso dramático y el valor artístico del film, elementos que se encuentran en sintonía con la impecable interpretación de la joven actriz protagónica. Sin embargo, el film no logra percibirse o disfrutarse sin evitar recaer en muchos lugares comunes de los dramas de época —lo que lo convierte en uno más en una larga trayectoria de obras similares. Los arreglos y disputas entre la corona escocesa y la inglesa, entre la valiente reina Mary y la poderosa reina Elizabeth (Margot Robbie), destacan en su contenido pero no demasiado en su forma. Sin embargo, es interesante la manera en que la directora aborda el lugar de dos mujeres con mucho poder y el modo por el cual se refleja que las guerras, las traiciones y la avaricia son herramientas manejadas por el hombre y las instituciones eclesiásticas. Siendo Mary parte de la fe católica y Elizabeth de la protestante, la iglesia es un elemento no menor dentro de las diferencias entre las dos monarcas, pero sobre todo lo es en manos de los hombres que se encuentran por debajo de ellas y que ansían el poder del trono. Si la fe mueve montañas, entonces la iglesia mueve la política y rige al mundo —al viejo y al nuevo. Es así como personajes como el clérigo John Knox (David Tenant) o el secretario de estado William Cecil (Guy Pearce), desde el poder de la iglesia y el político respectivamente, son ejemplos de las nefastas fuerzas que rigen igual de poderosas y vehementes. Lo interesante de la figura de la reina Mary es la fuerza con la que prevalece ante todas las ataduras de poder y los actos deplorables llenos de injusticia que le van siendo impuestos a lo largo del film. Si bien la imagen de la monarca por momentos peca de ser idealizada como una persona noble y bondadosa ante todos los flagelos sufridos, lo cierto es que también es retratado para bien y con digna admiración la manera en que siempre intentó luchar por lo que es justo e independizarse de las imposiciones de su corte. Que destaquen dichas características de la fuerte personalidad de la protagonista, ayuda también a marcar las diferencias y la relación en oposición que surge de la reina Elizabeth, quien admira la valentía de Mary pero no evita ser más que una herramienta al servicio de los hombros que anhelan el control de las dos naciones. Es en relación a la cercanía y distancia que se halla entre ambas mujeres y los temas mencionados que la mejor escena del film y el mayor momento de despliegue actoral es en la única escena que las dos protagonistas se encuentran a solas frente a frente. En este momento destacado, se puede observar a cada una despojada de todo, desnudando sus sentimientos en una escena que lejos de la frialdad cortesana y los diálogos cuasi en soliloquios, logra inundar las imágenes con sentimientos y pasión. El film de Josie Rourke tal vez sufra del marco teatral y ceremonial con el que se suele asociar a esta clase de obras, y del que tiene en cuantiosa cantidad. Pero es gracias al talento y la energía con la que Saoirse Ronan demuestra haberse ganado el protagonismo, que el film logra prevalecer y no se vuelve sumamente tedioso de ver. Así, Las dos reinas no pasará a la historia como un clásico de la cinematografía pero la fortaleza de la figura de la reina Mary queda resonando con los ecos de su historia gracias al poderío de la actriz que se puso en sus zapatos y que llevó con honra la corona real.
Es sin dudas un atractivo juego de tronos entre dos reinas contemporáneas, pero que si bien se enfrentan, esa relación tiene una mirada de solidaridad femenina frente a un mundo de hombres en el poder político y religioso que no soporta que sean pensantes y decididas. Salvo que “se transforme mentalmente en un hombre” como se define la soberana inglesa y ya sabemos cuál es su destino. Aquí el guionista Beau Willimon (“House of Cards”) se basó en el libro John Guy sobre la verdadera historia de la reina Mary de Escocia, imaginó una partida que conoce, los enjuagues del poder potenciados por la mirada despreciativa masculina, con los religiosos como los peores enemigos. Y, además, una interpretación sobre el carácter de la reina escocesa, casada muy joven y viuda en Francia, que considera que por su rango todo está dado, y se niega al tire y afloje de cualquier interés, además de imaginar una convivencia religiosa y política. La directora Josie Rourke, debutante en cine, de gran experiencia teatral, le saca el jugo a este entretenimiento histórico, con sus licencias dramáticas y cuenta para ello con dos grandes actrices, que no se entiende que no hayan figurado como nominadas al Oscar, que son Saoirse Ronan y Margot Robbie. Pero además el film tiene una dirección de arte, algunas ideas muy atractivas de la utilización del color, el vestuario y la ambientación que sorprenden para bien. Y una mirada sobre la intimidad de estas soberanas que aprenden, a veces mal y otras dolorosamente bien, que tienen que hacer con sus cuerpos y sus deseos, que se sacrifica, que se satisface. Un entretenimiento vistoso, inteligente y muy bien actuado.
Drama histórico de orientación feminista, la ópera prima de la prestigiosa directora británica Josie Rourke muestra una visión personal sobre la reina María Estuardo de Escocia. La literatura y el cine eligieron a María Estuardo en visiones opuestas que la denigraron o la ensalzaron sin términos medios. Autores como Schiller y Walter Scott la llevaron a la ficción literaria y el director John Ford le dio el rostro fílmico de Katherine Hepburn. La película de Rourke da una interesante visión estética de la corte del siglo XVI en las Islas Británicas, con su cuota de austeridad, oscuridad y todo el aire que el espectador medio asocia a la literatura gótica de las hermanas Bronte. Aproximada a la realidad histórica, difícilmente esta verosimilitud coincida con esa integración multiétnica que la directora adjudica al grupo que sirve a la reina y abarca desde representantes del Lejano Oriente a la presencia africana. Sin embargo, estéticamente, la unión de contrastes funciona. Estuardo, Reina de Escocia y prima de Elisabeth I de Inglaterra, se enfrenta a ésta disputando la corona y alegando válidos derechos dinásticos. El fragmento de su vida que toma el filme comienza en reversa, con su marcha al cadalso, donde termina degollada luego de estar prisionera de su prima durante 18 años. Después de eso, el filme la va siguiendo desde su adolescencia, cuando llega viuda de un heredero francés a la corte. ORIENTACION FEMINISTA Relaciones amorosas, intimidades de escándalo (reales o no) matizan la vida de esta reina que según la visión de John Guy, autor del libro en que se inspira el filme, fue una mujer fuerte en sus decisiones, audaz en su vida personal y dotada de inteligencia. Inteligencia que tropezó con la fauna de experimentadas cortes y grupos de poder que desviaron sus objetivos llevados a un patético final. "Las dos reinas" tiene estupendas actuaciones de Saoirse Ronan y Margot Robbie, irlandesa una, australiana otra, dueñas de estilos opuestos de interpretación y antagónicos rostros (notable trabajo de maquillaje), que alcanzan su máximo nivel en la mejor escena de la película, en la que se enfrentan y dialogan. Paradójicamente, en la vida real, las dos reinas nunca se vieron, sólo se conocieron por retratos. Interesantes visiones de un país que se fragmenta y por cuya unión el poder real intenta la unidad. El filme, como en el caso de "La favorita", de reciente estreno, pertenece a la corriente de aggiornamiento feminista, que no siempre va acompañado de diálogos suficientemente sólidos a la importancia de la orientación que postula.
No hay mucho para diseccionar acerca de este estreno. Es una historia que ya hemos visto muchas veces, pero ahora desde una óptica de rivalidad interesante, en una coyuntura adecuada. Revistar a las reinas María e Isabel, tiene más que sentido en esta época, y la directora Josie Rourke hace un buen trabajo en su ópera prima, pero con algunos inconvenientes. El problema máximo de esta producción es que tiene un comienzo muy aburrido. Le falta ritmo y eso te aleja, hace que quieras mirar el celular a cada rato. Le cuesta mucho arrancar, y el tenor solemne de la historia no ayuda. Aún así, resulta interesante, y mucho más si te gusta este tipo de adaptaciones de época. Una vez que entrás en código, la película fluye. Y el elemento fundamental, su atractivo máximo, es la gran dupla protagónica. Es por ellas por lo cual este film tiene un valor. Tanto Saoirse Ronan como Margot Robbie están geniales en sus respectivos papeles. Ronan es la protagonista, y por lo tanto la que tiene más tiempo en pantalla. Tiene muy buenos momentos, pero Robbie se roba el show porque se transforma (más allá del maquillaje y prótesis). El resto del elenco está bien, y me gustó que no haya una contra figura masculina fuerte. Causan rechazo y hasta odio. Y ese sentimiento es el que te genera la cinta en general, y mucha bronca. Que un mundo así haya existido. El otro gran atractivo es la recreación de época y los vestuarios. No hay mucho más que pueda decir sobre Las dos reinas. Se deja ver y llegar hasta su climax medio abrupto si es que pasás el primer acto.
Una sororidad que dista mucho de ser amigable La clave de lectura de esta versión de la directora Josie Rourke sobre la clásica rivalidad entre Isabel I y María Estuardo pasa por el feminismo. En su momento de mayor acercamiento, María de Estuardo e Isabel I de Inglaterra se abrazan y se dicen “las hermanas no se abandonan”. Aunque eran primas. Probablemente este trato sea explicable por la intención de la realizadora, Josie Rourke, de constituir alrededor de ellas una sororidad, de la que tal vez también formarían parte las doncellas de María, que cuidan por ella. Lo curioso es que la relación entre las primas dista de ser amigable: a lo largo de un cuarto de siglo han sospechado una de otra, confinado largamente Isabel (la bella Margot Robbie, con un aplique nasal para afearla) a María (la escocesa “auténtica” Saoirse Ronan) para anular su peligrosidad, celado porque la escocesa es linda y la otra no, envidiado porque Mary puede tener hijos y Elizabeth no, acusada la linda de conspiración para derrocar y asesinar a la fea y finalmente decapitada una a manos de la otra. “Si esto es la sororidad, sigamos siendo primas”, podrían haberse dicho. Más allá de la desencaminada voluntad de la realizadora por forzar sentidos, lo que muestra Las dos reinas (basada en una biografía clásica escrita por el británico John Guy) es que el trono no es un lugar plácido, al menos en épocas de inestabilidad. La vida de la católica María Estuardo –que conoce dos rendiciones cinematográficas previas, la película del mismo título dirigida por John Ford en 1936, y una desechable Marie, Queen of Scots, de comienzos de los 70, con Vanessa Redgrave como María y Glenda Jackson en el papel de su rival– fue una montaña rusa. Tenía seis días de vida y ya estaba reinando en Escocia, ante la muerte de su padre. De niña se trasladó a Francia y a los 17 era reina consorte en ese país, ante la coronación de quien desde un año antes era su marido. Dejó de serlo un año después, al morir. Considerándose francesa, María volvió a su patria, a donde llegó reclamando derechos sobre el trono inglés (en este punto la toma Las dos reinas). Por ese motivo su prima Isabel, que era protestante, no le sacaría el ojo de encima. En el medio hay un permanente vaivén de sus súbditos, que ora la aman, ora la odian. E incesantes conspiraciones de quienes un día pueden estar de un lado, y días más tarde del otro. Para no hablar de Isabel, adherida al trono desde el momento en que su prima cruzó el Canal de la Mancha. Y convertida en algo así como una estatua de piedra, cuando las cartas están echadas. Sería injusto acusar de teatralidad a Mrs. Rourke, aunque ése sea su origen, con especialización en relecturas de obras clásicas. La clave de lectura parecería pasar en este caso por el feminismo, a estar de esa afirmación de fidelidad entre las primas repentinamente hermanas. Y también de otros detalles, desperdigados a lo largo de la trama. La unidad que forman María y sus doncellas, al punto de que un visitante no logra saber quién de todas ellas es la reina. La sensibilidad de ambas reinas, que en medio de un mundo viril hecho de violencia, misoginia (un predicador protestante quiere destronar a María por el simple hecho de ser mujer), ambición despiadada, intrigas, alcoholismo (de uno de los esposos de María) y crimen (uno muy desagradable, de uno de los servidores de confianza de María, que recuerda al de Julio César) son capaces de sentir, llorar y tener deseos de vida. Aunque conspiren tanto como los hombres, eso sí.
Sarsoire Ronan y Margot Robbie protagonizan una biopic sobre Maria de Escocia e Isabel I de Inglaterra, una pieza que fue arruinada por un guión basado en el concepto de sororidad que no existió jamás entre ambas reinas.
“Las dos reinas”, de Josie Rourke Por Mariana Zabaleta Un tratado político feminista, la historia de dos reinas llamadas civilizadamente (y no tanto) a pactar. Criticada por las amplias licencias tomadas, Josie Rourke resulta posicionada sólidamente sobre un campo social que no para de sumar adeptos. Equívocamente una película que podría ser mucho mas acertada en la nomina de Netflix se encuentra en nuestras salas. Este melodrama declamativo tiene su potencial en cierto estilo que ya se consolido en genero, aquel que estira lo posible a los limites de lo artificial apostando a las licencias como fuerte. Tratando de retratar las vicisitudes de la reina María, matrona de Escocia y su hermana Isabel regenta de Inglaterra. La relación se representara tensa; lucha de vanidades donde los cuerpos de las reinas soportan no solo las expectativas de la corona (de conquista y mantenimiento del reinado) sino también las vicisitudes propias del cuerpo femenino. La maternidad en sus múltiples significados, una madre para un hijo como una madre para un Reino. La suave pero firme mano de la soberana María debe pivotear entre la sensibilidad piadosa y la enérgica posesión del bastón de mando. Esta cruzada encuentra en el propio la enemistad y la paridad. El cuerpo de la reina soporta la performance de la soberanía, su temple se desdobla en acto y estrategia. La figura de Isabel, interpretada por Margot Robbie, nos devuelve la paradoja del arlequín. Un cuerpo entregado íntegramente al trono se ve convulsionado es una apariencia paulatinamente deshumanizada. Un punto llamativo y plenamente evidente es como la correccion política le gana a la construcción de un verosímil apegado a cuestiones epócales. Decisiones estéticas que se ahogan por cuestiones politico-economicas. La puesta en escena, maquillaje y vestuario son extremadamente pulcros. La luz blanca ingresa a la escena como polvo, Angel Face, una casa de muñecas en plena acción. Todos esos espacios del recuerdo infantil reestructurando dramas intrincados. Fotonovelas mas cercanas al comic que a la televisión. Desde Los miserablespasamos por Orgullo y prejuicio zombi para llegar escuetamente a los significantes de Juegos de Tronos, el campo se da licencias bajo el fecundo formato de la serie. Una película con marcadas tensiones en su puesta, su mayor virtud, sumado a un entretenimiento un tanto flaco. LAS DOS REINAS Mary Queen of Scots. Reino Unido, 2018. Dirección: Josie Rourke. Guión: Beau Willimon. Intérpretes: Saoirse Ronan, Margot Robbie, Guy Pearce, David Tennant, Jack Lowden, Joe Alwyn, Gemma Chan, Martin Compston, Ismael Cruz Córdova, Brendan Coyle. Producción: Tim Bevan, Eric Fellner y Debra Hayward. Distribuidora: UIP. Duración: 124 minutos.
LAS ÉPOCAS DEL CINE DE ÉPOCA Los tiempos han cambiado (afortunadamente) y Las dos reinas, la película de Josie Rourke, intenta ser muestra de eso y asimilarlo a partir de modificar estructuras de un tipo de cine avejentado: eso que conocemos como qualité y que se define en los decorados, peinados y maquillajes esforzados. No lo logra un poco por torpeza y otro tanto -repetimos-, porque los tiempos han cambiado, y entonces su apuesta por desapolillar aquellos viejos mecanismos resulta un tanto insatisfactoria. Hace unos veinte años Cate Blanchett aspiraba al Oscar por Elizabeth y hace once años lo volvía a hacer por Elizabeth: la edad de oro, aquellas dos películas de Shekhar Kapur que volvían con cierta energía al cine de reinas, palacios e intrigas palaciegas. Tuvieron su repercusión en el momento, pero está claro que ya lucen avejentadas. Y así como las princesas de la animación fueron reformulándose en la última década, al cine qualité ya no le alcanza con la imponente dirección de arte y una espectacular recreación (la película de Rourke hace un gran esfuerzo en todos estos campos), sino que deben, también, soplar los vientos de la época y convertir a sus personajes y su tiempo en un símbolo, en una metáfora de nuestro hoy. Vistas tantas veces estas historias en la pantalla, digamos que lo que moviliza ya no es tanto el carácter ilustrativo del pasado sino fundamentalmente el revisionismo y la actualización. Las dos reinas se mete con las internas entre María Estuardo, reina de Escocia, y su par Elizabeth, dueña del trono inglés. En la lucha por el poder, y en las idas y vueltas con las que la estrategia política condenó a ambas mujeres a ser víctimas del propio poder. Como decíamos, la película busca renovar ese aire acartonado del cine de palacios y miriñaques, y lo hace fundamentalmente a partir del guión de Beau Willimon, experimentado guionista de la serie House of cards. Willimon adapta Queen of Scots: the true life of Mary Stuart, el libro de John Guy, con carácter contemporáneo y construye una estructura que se asemeja mucho al de las series (ese objeto narrativo del presente), especialmente en el uso de giros que estiran el relato hacia delante. Es decir, Las dos reinas podría ser tranquilamente una miniserie, y cada dato que renueva el interés en la historia (engaños, traiciones, infidelidades, revelaciones) el final de cada capítulo que nos deje en suspenso. Hay que reconocer que esa dosificación de la información vuelve rítmico al relato, aunque eso no alcance del todo para convertirlo en una buena película. Decíamos que el film de Rourke es uno de decisiones estéticas y estilísticas. Hay otras decisiones, además, que son temáticas y discursivas, y que buscan volver a la película funcional a una época donde el discurso feminista viene a reconstruir un imaginario social, pero además de elementos que hablan de su apuesta por lo inclusivo. No hay nada de malo en ello, y el cine también puede valerse de la historia como metáfora del presente. El problema surge cuando eso se logra sin la mayor sutileza y recurriendo a eslóganes demasiado evidentes, como algunas líneas puestas en boca de Saoirse Ronan y Margot Robbie que lucen extemporáneas con el relato. La propia historia de María Estuardo involucra tantos elementos que cuestionan los roles de género y lo masculino, que Rourke y Willimon terminan demostrando con su remarcada discursividad la poca confianza que tienen en el espectador. La operación de Las dos reinas queda desvirtuada, además, cuando en la carrera por instalarse en determinado imaginario pierde contra La favorita, film de temática similar que impacta de manera más efectiva en el cine del presente. La película de Yorgos Lanthimos, aún con sus desniveles y desaciertos, resulta más áspera y moderna para plantear cuestiones similares. Por lo tanto, Las dos reinas sigue siendo cine avejentado por más que haga todos los esfuerzos por ser lo contrario y se cuelgue de los reclamos actuales con el fin de alcanzar un poco de prestigio.
El juego de las monarcas Cómo poner en juego la monarquía en Europa en el 1560 fue la difícil tarea del director Josie Rourke y para eso contó con una dupla actoral femenina de primera línea como lo son Saoirse Ronan (Lady Bird) y Margot Robbie (I, Tonya). Además de encarar un proyecto con una tarea exhaustiva por parte de la dirección de arte. La historia se centra en María (Ronan), la reina de Francia que vuelve a Escocia tras quedar viuda siendo apenas una adolescente donde busca encontrar pareja para poder tener un heredero del trono, no solo de lo que ella se encarga sino también de Inglaterra, donde por ahora se encuentra al mando su prima Elizabeth I (Robbie), pero que por el momento no tiene pareja ni hijos y esto determinará quien se queda con todo. Por momentos con tintes similares a Game Of Thrones, por una época muy antigua donde se pone en juego la política de boca en boca que define puestos, planes, emboscadas y traiciones. Un interesante -y explamado- plano sexual por el cual ambas reinas buscan al padre del hijo que deben engendrar, pero que pierde verosimilitud por momentos y nubla al espectador a creer en las acciones que llevan a cabo. Un trabajo actoral impecable de parte de ambas protagonistas, que se comen la película, a pesar de prácticamente no compartir escenas. Esto está complementado a la perfección con los encargados de vestuario y maquillaje que supieron estar a la altura. Dato no menor es que tuvieron su reconocimiento siendo nominados al Oscar por dicha área. El personaje encarnado por Margot Robbie está tan trabajado que ni siquiera se percibe que es ella. Lo más flojo parece ser el guion, que no se las arregla para volver la trama entretenida ni empática, por lo que no afecta lo que le pase a los personajes dentro de la narrativa. Las dos reinas es una biopoc más de época monárquica antigua que se vuelve olvidable sin tener en cuenta los aciertos nombrados anteriormente.
“Las dos Reinas” es una película dirigida por Josie Rourke, basada en la biografía de John Guy, “La reina de Escocia: la verdadera historia de Mary Stuart“. Un film de drama histórico que muestra cómo se vivió el reinado de Escocia en manos de Mary Stuart (Saoirse Ronan) y en Inglaterra con Isabel I (Margot Robbie). Ambas primas lejanas tienen una conexión muy personal por su poder, por lo que son capaces de hacer y por todos sus miedos.
Juego de Tronos No es particularmente novedosa la incursión en pantalla grande de ese pedazo de historia que cuenta sobre la rivalidad entre la Reina María Estuardo y la Reina Isabel I. Muchas películas, siendo tal vez la más conocida aquella de 1971 protagonizada por Vanessa Redgrave, y series, como por ejemplo la reciente The Crown, se han encargado de trasponer la mítica rencilla monárquica. En esta ocasión Josie Rourke, una experimentada mujer del mundo del teatro, hace su debut como directora cinematográfica y evidencia su falta de experiencia en un relato novelesco y plagado de incongruencias históricas. Las dos reinas (Mary Queen of the Scots, 2018) nos lleva a mediados del Siglo XVI, momento en que María Estuardo regresa a vivir a Escocia tras la muerte en Francia de su esposo Enrique Estuardo. Esta vuelta a su patria es tomada como una amenaza por la Reina Isabel I de Inglaterra, quien a partir de ese momento considera a María una amenaza para su trono. Y así comienza una guerra a distancia entre ambas mujeres que involucra poder, política, ambición y todos esos condimentos base para quienes luchan por estar y mantenerse en las altas esferas. Saoirse Ronan (Lady Bird) interpreta a María mientras Margot Robbie (Yo soy Tonya) le pone el cuerpo a la reina Isabel con prótesis de nariz de por medio y todo. Ambas entregan performances a la altura de sus capacidades, si bien Ronan da indicios de empezar a repetirse un poco, ya sea que interprete a una estudiante con crisis existencial o la Reina de Escocia. Las acompañan unos irreconocibles Guy Pearce y David Tennant, a raíz de la cantidad de barba y pelo tras los cuales esconden sus rostros. Andre Bazin fue el cultor detrás de la idea del famoso “montaje prohibido”. En resumen Bazin argumentaba que si filmamos una secuencia entre un cazador y un león, ambos personajes debían aparecer al menos una vez juntos en el mismo plano para dar credibilidad ante la audiencia. Según él, en esa situación el montaje o la edición están prohibidos. Las dos reinas nos invita a pensar todo el tiempo en la idea de Bazin, ya que durante prácticamente el 98% del film ambas protagonistas no comparten una sola escena. Si bien esto deriva del hecho real y simpatiza con aquellos historiadores detractores de un hipotético encuentro entre ambas, da como resultado un relato que genera poca tensión. Rourke parece no decidirse entre hacer una recreación dramática y novelesca o un thriller político filoso sobre dos de los personajes mas interesantes de la historia de las monarquías antiguas. Y hablando de recreaciones, la elección de actores de descendencia negra y asiática para interpretar personajes que supuestamente vivieron en la Inglaterra de 1561 no hace más que desconcertar. El resultado de la obra es un híbrido sin mucho vuelo, que no se la juega por la rigurosidad histórica ni por la libre interpretación.
Después de enviudar a los 18 años, Mary Stuart (interpretada por Saoirse Ronan) Reina de Francia y heredera del trono de Escocia, regresa a su tierra natal para reclamar su trono. En el otro lado de la isla británica se encuentra la poderosa Reina Elizabeth (interpretada por Margot Robbie), prima de Mary. La sola existencia de Mary pone en riesgo la soberanía de Elizabeth. Traiciones, rebeliones y conspiraciones forman parte de la turbulenta relación de estas dos regentes que cambió la historia.– Las Dos Reinas se convierte en espectacular repaso de historia europea, con algunas libertades por parte de Josie Rourke, donde (una vez más) Saoirse Ronan destaca en un drama de época y Margot Robbie sorprende en el papel de Isabel I, el guion de Beau Willimon ( House of Cards) encaja perfecto en este presente femenino que estamos viviendo y vemos a María Estuardo por primera vez como una joven Reina rozando el papel de heroína pero logra que también entendamos a Isabel desde su posición en Inglaterra. Ambas mujeres se ven rodeadas de los clásicos clichés de la época que van desde traiciones, fanáticos religiosos, confabulaciones políticas, etc, pero nunca se torna aburrido el relato gracias a debido a la gran actuación que proponen tanto Ronan como Robbie. Lamentablemente pasó casi sin pena ni gloria en USA al estrenarse el mismo día que La Favorita, con la cual perdió la pulseada ante la inevitable comparación pero logró dos nominaciones a los premios de la Academia en los rubros donde más destaca Mejor Diseño de Vestuario y Mejor Maquillaje y Peluquería. Si bien no quedará en la memoria de muchos, es una obra sobresaliente que no le queda nada grande la potente historia que carga, punto para la Rourke y una prueba más de que Saoirse Ronan sigue trepando alto en la industria.
La película trata de la clásica rivalidad entre María Estuardo e Isabel I. La rivalidad entre María Estuardo e Isabel I ha sido tema del cine en reiteradas ocasiones. Aquí se la narra con un brío menos teatral que en las versiones más clásicas (recuerden a Glenda Jackson y Vanessa Redgrave, por ejemplo) y toma en cuenta que los personajes “en la vida real” eran apenas adolescentes (María tenía 18 años, por ejemplo). Sin llegar a grandes cimas, la idea de que se metaforice con el pasado nuestro presente funciona sin demasiado subrayado (aunque, por cierto, nunca es una gran idea).
Inglaterra y Escocia siempre vivieron en conflicto. Antes de la unificación de ambos reinados, a María Estuardo le pasaron las mil y una. “Las Dos Reinas” (Mary Queen of Scots, 2018) tiene todos esos elementos que enamoran a la Academia de Hollywood a la hora de repartir sus premios. Sin embargo, el debut cinematográfico de la directora Josie Rourke, no pudo escapar de las típicas nominaciones a maquillaje y vestuario, dejando relegado lo más importante de la película, las actuaciones de sus dos protagonistas. Complicado, en un año donde los grandes personajes femeninos abundaron en la pantalla grande, olvidando este relato por completo. Rourke y el guión de Beau Willimon -basado en la biografía “Queen of Scots: The True Life of Mary Stuart” de John Guy- deciden sacrificar cierta exactitud histórica (¿acaso no lo hacen casi todas las películas?) para narrar el turbulento reinado de María Estuardo (Saoirse Ronan) y la distante relación con su prima, la reina Elizabeth I de Inglaterra (Margot Robbie); dos mujeres que intentaron cambiar el panorama en una época y un mundo regidos por el mandato de los hombres. El poderío y la férrea actitud de Isabel la ayudaron a gobernar por 45 años, algo que no logró su rival, obligada a abdicar y sentenciada a muerte por traición y conspiración para asesinar a la soberana. Todo arranca en 1561, cuando la joven y viuda Mary regresa a su Escocia natal para ocupar finalmente el trono que le corresponde por derecho. El linaje de los Estuardo le podría dar, incluso, la facultad de ocupar también la silla de Elizabeth -unificando los dos reinos-, que tampoco la tuvo muy fácil a la hora de la coronación. El problema es que María se crió en Francia bajo una fuerte doctrina católica, y ahora la isla británica se rige por los mandatos del protestantismo. El choque de religiones es lo que enciendo la llama, poniéndola en contra de los altos popes del clero que, en seguida, disparan la rebelión. De repente, Mary tiene enemigos en su propia corte y en la de su prima, que no quiere meterse en la disputa, pero tampoco que le vengan a usurpar su territorio. Si Estuardo se casa y concibe un heredero, este tendrá más derechos a reclamar el trono que (la soltera y sin hijos) Elizabeth, algo que tampoco cae muy bien entre sus consejeros. Sí, las intrigas palaciegas, las traiciones, los intentos de asesinato y los quilombos de la corte no son exclusivos de ficciones como “Game of Thrones”. A la hora de la inspiración, los autores buscan en los libros de historia, plagados de relatos truculentos como el que le tocó vivir a la verdadera reina de Escocia. Pensemos que estas mujeres, por herencia directa, tenían todo el derecho a reclamar el lugar de sus antecesores -Jacobo V en el caso de Mary, y su media hermana María I de Inglaterra para Isabel-, pero los hombres que las rodeaban no iban a permitir que el poder cayera en las manos de estas damas, que sólo debían casarse y tener hijos con la única finalidad de sentar a un rey en el trono. A la edad de veintiocho años, Elizabeth ya había decidido que este no iba a ser su destino, y en vez de entregarse al matrimonio y la maternidad, se convirtió en el “hombre” que su reinado necesitaba. Mary, por su parte, quiso el paquete completo, pero tuvo que sufrir las consecuencias de un casamiento impulsivo con Lord Henry Darnley (Jack Lowden), las presiones constantes de la iglesia y al tedioso John Knox (David Tennant), rebeliones planeadas por su propio hermanastro (James McArdle), amenazas, secuestros y hasta violaciones por parte de su “gente de confianza”. Ningún cuento de hadas, pero Estuardo jamás se coloca en el papel de víctima y, aunque “Las Dos Reinas” intenta mostrar una buena relación con su prima, la realidad es que jamás la ve como una igual, la menosprecia (como muchos antes que ella), y da demasiado por sentadas su ayuda y protección a futuro. Ninguna damisela en peligro Sabemos que la cabeza de María termino rodando por el suelo de Fotheringhay y la película Rourke intenta contar apresuradamente cómo llegamos hasta ahí. El relato resume más de veinticinco años de historia en apenas un par de horas y, muchas veces, no queda tan claro este paso del tiempo en la apariencia de las dos mujeres, más allá de esa nominación al Oscar por Mejor Maquillaje. El juego de conflictos nunca llega a ser entre Mary y Elizabeth (en la vida real jamás se cruzaron), sino más bien entre Mary y los hombres que la rodean, quienes quieren destronarla a toda costa. Isabel termina siendo un agente externo que, guiada por sus consejeros, a veces está a su favor y a veces en su contra. Al final, es Isabel la que juega mejor, aunque es el crecido Jacobo I de Inglaterra y VI de Escocia -único hijo de Estuardo- el que termina unificando ambas coronas. A Rourke tampoco le interesa el qué dirán a la hora del casting, sumando caras como la de Gemma Chan en el papel de Elizabeth Hardwick, amiga y confidente de la reina de Inglaterra; o Adrian Lester como el embajador inglés Lord Thomas Randolph. Claro que no había afrodescendientes o ciudadanos de origen oriental en las cortes británicas del siglo XVI, pero ese es un detalle que a la realizadora no le interesa, y prefiere ponerle el pecho a todos los reclamos de la policía de la “exactitud histórica”. Esto no deja de ser un relato ficcionalizado que potencia el drama de una relación “fraternal” que no fue tan así en la realidad. Por el contrario, intenta mostrar las dos caras de esta moneda que es la lucha femenina por el poder, con un pequeño manto de sororidad de por medio. Los inglese siempre complicando todo “Las Dos Reinas” no tiene el impacto de “Elizabeth” (1998), ni Ronan o Robbie la contundencia de Cate Blanchett. La película se hace un tanto tediosa por momentos, pero los discursos de estas soberanas a la hora de demostrar quien tiene los ovarios mejor puestos, bien valen este repaso por la historia de sus estados cuyos conflictos no terminaron ahí. Ver “Outlander” para más información.
El film, dirigido por la debutante Josie Rourke nos introduce en un drama histórico entre María Estuardo (Saoirse Ronan) conocida como María I de Escocia, la reina mártir e Isabel I (Margot Robbie), llamada “Reina virgen”. María Estuardo reina de Francia, regresa a Escocia para ocupar su lugar, pero tanto Escocia como Inglaterra están a cargo de Isabel I, una reina de gran temperamento. Para potenciar su lugar hasta tuvo un casamiento acordado entre María Estuardo y Lord Darnley (Jack Lowden). A la largo de su desarrollo podemos observar la terrible mezquindad humana, lo que se puede hacer por el poder, los ocultamientos, las mentiras, las traiciones, los secretos y los arreglos políticos. Se logran buenos climas y hay un duelo actoral entre Ronan y Robbie que se resalta desde interpretativo y movimiento físico, de gran entrega en ambos casos, también juegan un rol interesante los papeles secundarios masculinos (David Tennant, Jack Lowden y Guy Pearce). La directora de cine y teatro británica Rourke trabaja muy bien los primeros planos, la pérdida de la virginidad de María, la enfermedad de Isabel I, la rabia, va construyendo escenas brillantes, posee una muy buena la iluminación natural y está bien resuelto el encuentro entre las dos reinas que no se supo bien como sucedió. Acompaña un buen vestuario, maquillaje, peinados, locaciones y banda sonora. Uno de los problemas que tiene es que algunas partes de la historia no quedan del todo claras, por momentos tiene algunas imprecisiones y no termina de atraparte.
Los dramas históricos sirven muchas veces para demostrar que, a pesar de todo el tiempo transcurrido, las lecciones parecen nunca aprenderse, y seguimos repitiendo los errores que dejaron asentados las monarquías que nos precedieron. La fórmula parece no cambiar mucho, y por cada excelente e intrigante The Favourite tenemos una correcta Mary Queen of Scots, que sigue los preceptos del género respetando cada aspecto del mismo pero agregando variaciones para no sentirse del todo cansina y agobiante.
La puta y la santa ¿Dos reinas o la misma esquematización? Para desembarazarse rápidamente de esta pregunta, es necesario contestar que en esta película lo que prima es la segunda opción. Aprovechando los vientos epocales que corren (y en esto uno puede sospechar cierta falta de escrúpulos, como, por ejemplo, en la oportunista remake femenina de Ocean´s Eleven, Ocean´s Eight, que se escurrió entre los estrenos del año pasado), la ópera prima de Josie Rourke, veterana directora teatral inglesa, se sube a la ola –ya casi incontrolable– del trazo grueso pseudo feminista y regala una visión aggiornada del viejo maniqueísmo de escindir a la mujer en la puta y la santa. Aquí pierden las dos contendientes al trono de Inglaterra porque ninguna de ellas es respetada en su condición femenina. El que gana tampoco es de ninguna manera el espectador –quien, por bellas que sean las locaciones naturales, consigue aburrirse bastante en las más de dos horas de intrigas, intríngulis e innuendos palaciegos, que vienen acompañadas de actores con caras de estoy-intrerpretando-un-personaje-histórico-y-por-eso-mi-seño-fruncido-y-elucubrador–. Quien triunfa, entonces, no es otra que la supremacía del tema, el bendito contenido. Todo está dado como si lo importante, lo verdaderamente importante, fuera lo que se dice, lo que se cuenta y no cómo se lo cuenta, cómo se lo dice. Cualquiera diría que esta gente cree que es posible separar lo uno de lo otro, que existe el contenido sin la forma. Para afirmar este universo dicotómico planteado desde el comienzo por la película (al mejor estilo melodramático clásico pero sin los desbordes estéticamente atrayentes de aquel, sin su coraje y sin su osadía) se encuentra, de un lado, María Estuardo, la puta, interpretada por Saoirse Ronan, viuda reciente del monarca francés, que retorna a Escocia, respaldada por el catolicismo, para reclamar lo que por derecho sanguíneo cree que le corresponde. En la otra esquina, quien ha prestado su nombre a un período histórico, la reina Isabel, la santa, en la piel de Margot Robbie, se empeña en conservar su poder con la ayuda de la iglesia protestante. Más allá de las explícitas bajadas de líneas en diálogos escritos evidentemente por varones para conmiserarse de las mujeres (“¡Qué crueles son los hombres!”, dice Isabel en un momento), y sin contar que lo que el film entiende por la problemática de género parece extraído de Feminismo for dummies, la puesta en escena dramática se empeña en explicar esta división entre ambas mujeres en el vestuario, los decorados, los escenarios naturales y en cuanto detalle pueda exponer. La puta, con su belleza natural, se viste de rojo; cabalga por escenarios agrestes; es rodeada por fluidos y salpicada por sangre. La santa, en cambio, esconde su rostro tras el maquillaje blanco; no deambula por los espacios como su prima escocesa sino que se dirige resuelta por entre habitaciones fastuosas. La puta es madre; la santa es virgen. La tesis de la película –que en nada peca de original– propone a María e Isabel como la dos caras de una misma opresión, ejercida, claro está, por el patriarcado. Y para ello no escatima en paralelismos, de hecho, construye toda su narración bajo este principio: ambas reinas son filmadas de espaldas mientras caminan por largos pasillos de sendos decorados; o se ve a una y a otra, sucesivamente, mirar hacia el cielo; de las dos se muestra su relación con su séquito y con sus amantes. En definitiva, lo que se patentiza es que una, para sobrevivir, se ha tenido que doblegar, y la otra, para no ser doblegada, se ha tenido que masculinizar. A ninguna de las dos reinas le fue permitido ser plenamente mujer; y al relato no se le concedió poder ir un poco más lejos de lo obvio.
Relato biográfico de una etapa de Gran Bretaña, centrada en la vida de la reina María Estuardo de Escocia, que se enfrentó a su prima Isabel I cuando, al volver de Francia tras haber enviudado, con solo 18 años le reclamaba su derecho a la corona de Inglaterra. El filme explora la turbulenta vida de la carismática María Estuardo, Reina de Francia a los 16 años, enfrentando a Isabel I quien la desafía en su propia corte con la presión de casarse. María Estuardo claramente no acepta, casarse con quien le pongan adelante con el solo fin de poder manipularla. En cambio, ella sí regresa a su Escocia natal para reclamar su trono que considera en el orden de lo legítimo. El que todo esté bajo el dominio de la decidida Elizabeth I. es lo que instalará el conflicto inicial. Ambas jóvenes reinas, se piensan, se examinan, con miedo y sugestión. Rivales en el poder, con historias contrapuestas en relación al amor. Las dos mujeres terminan por ser gobernadoras en un mundo masculino, que lo que quiere es regirlas a ellas. Trazado todo el filme desde un punto de vista omnipresente, la directora, debutante en estas lides con vasta experiencia en otros rubros de la industria cinematográfica, tiene aquí como principal objetivo trazar un paralelismo de la historia real en rededor de un discurso netamente feminista. Es aquí donde el mismo pierde eficacia, se nota distante, frío, no permite que el espectador sienta empatía por ambas o por alguna de las dos. Claramente tiene mucho más desarrollo y peso, el personaje de María Estuardo (Saoirse Ronan), de hecho el titulo original del filme es “Mary Queen of Scots”. Ambas, deben decidir cómo jugar el juego del matrimonio, como elemento de sumisión o en camino de la independencia del hombre. Una, Isabel I (Margot Robbie) que actuara como Penélope, sin que nunca aparezca un Ulises, (esto es historia), A María Estuardo en cambio, la presentan con otro espíritu. Más rebelde, con mayor fortaleza para enfrentarse al mundo de los hombres. Decidida a gobernar sin aceptar ser solo una representación ornamental, intenta obtener el trono inglés, desafiando la soberanía de Elizabeth. La prevaricación, la insurrección y los complots dentro de cada corte pondrán en peligro ambos tronos, el sostenimiento de ambas cambiara la historia. El filme se sostiene desde su estructura narrativa, apoyada en una excelente recreación de época, a partir de una dirección de arte del mismo tenor, siendo en estos rubros el diseño de vestuario y la fotografía, sus vedettes principales. También el crédito está puesto en las actuaciones de ambas actrices. Si hablamos de excelencia, Saoirse Ronan está un pequeño paso adelante, pero claramente esto se debe a que el relato le da más oportunidades a su personaje. Si algo falla en el filme, es del orden del guión, la pretensión de abarcar todo desde el discurso y recurrir para ello a situaciones de un inverosímil aterrador, en donde la homosexualidad dice presente, sin justificación, siendo esto lo único que interroga sobre la verdad contada. Todo en medio de una clara manifestación de derechos de la mujer, el feminismo mal entendido como tumba del romanticismo.
La debutante Josie Rourke dirige este drama de época, basado en el libro de John Guy y adaptado por Beau Willimon, con Saoirse Ronan y Margot Robbie en un potente dúo protagónico. Las dos reinas comienza con una leyenda situándonos en el contexto político y religioso de la época. María Estuardo regresa a Escocia para reclamar el trono que le pertenece, pero tanto allí como en Inglaterra se encuentra gobernando la reina Isabel I. Este contexto de todos modos muchas veces va a terminar quedando en segundo plano cuando Beau Willimon opte por profundizar en las cuestiones más personales y no ahonde, por ejemplo, tanto en la relevancia política de los Estuardo o lo que sucede con el enfrentamiento entre dos posiciones religiosas como el cristianismo y el protestantismo. María Estuardo e Isabel I son retratadas como dos mujeres muy atípicas para la época. Dos mujeres con poder que no dependen ni quieren depender de hombres ni de los mandatos propios de su género, que saben que los hombres sólo quieren desplazarlas. Las dos reinas las retrata por separado, a partir de que María Estuardo regresa a Inglaterra, y luego especula, fantasea con un encuentro entre ambas. Si bien casi no comparten pantalla, tanto Saoirse Ronan (acostumbrada a ejercer diferentes acentos según el personaje lo amerite) como Margot Robbie logran elevar sus personajes -cuya dimensión varía a lo largo del relato- a base de interpretaciones tan fuertes como sutiles al mismo tiempo. Quizás un aspecto algo desfavorecedor le toca a Margot, con un maquillaje que a veces distrae. En cambio, en cuestión de vestuario se logra plasmar tanto sus fuertes personalidades como la época a retratar. Aunque estamos ante un drama de época, más allá de estar basado en dos personajes reales (y que con el paso del tiempo han cobrado mayor relevancia), se siente muy actual en cómo están retratadas. Dos mujeres en un mundo gobernado por hombres, hombres en su mayoría crueles, incapaces de permitir que una mujer tenga otro rol que no sea el de sumisa. Dos mujeres que compiten pero que, en algún momento, tendrán que aliarse, o al menos intentarlo, o al menos jugar a hacerlo. En el rol femenino es algo en lo que se hace mucho hincapié, en lo que se espera de una mujer y lo que se critica cuando se sale de ese camino. Una de esas voces es la del personaje que interpreta un desaprovechado David Tennant, acusándola a Estuardo de promiscua y adúltera, mientras que el film la retrata simplemente como una mujer: tiene curiosidades, menstrúa, tiene sexo por deseo, a veces es forzada, pero sobre todo se niega a ser un simple objeto o herramienta. Isabel I pasa a un segundo plano y poco de su conocida historia queda plasmada acá. “La reina virgen”, la que nunca se casó ni tuvo hijos, una mujer que se muestra siempre fuerte pero que, con el tiempo, el maquillaje y el vestuario excesivos intentan cubrir su fragilidad. Una mujer que se siente hombre. Pero antes que la rivalidad entre ambas, el centro de la película es la propia María. La dirección de Rourke es correcta, sin mucha personalidad y dejando en evidencia su experiencia en teatro. Así, en los interiores se destaca siempre la puesta en escena, pero el film otorga algunos lindos planos abiertos en el exterior.
Drama, Teatro, y un guión ajustado a los tiempos que corren La historia de María I de Escocia y su prima, Isabel I de Inglaterra, dos figuras de carácter fuerte que gobernaron en una época “de hombres” y rivalizaron tanto por sus convicciones religiosas como por sus derechos reales sobre la corona inglesa tiene infinitas y jugosas posibilidades cinematográficas. Dentro de las más recordadas se encuentra “María, Reina de Escocia” (1971), protagonizada por Glenda Jackson y Vanessa Redgrave, y aunque esta nueva versión sea diferente -sólo los personajes y el desenlace son iguales por razones lógicas- no tiene nada que envidiarle al increíble trabajo de dos grandes actrices de su generación: Saoirse Ronan y Margot Robbie. La encargada de llevar esta historia a la gran pantalla es la reconocida directora teatral Josie Rourke, quien hace un muy buen debut en la gran pantalla. Su influencia del teatro es notoria, y la puesta en escena es de un cuidado y mimo que escasean. La película no sólo destaca en lo que es obvio en el caso de las producciones de época, sino que impresiona: vestuarios, maquillajes, peluquería, locaciones y demás, son asombrosos, y ayudan a recrear un momento histórico fascinante. Lo elegante y lo sobrio abundan también en los aspectos técnicos de “Las dos reinas” -la fotografía de los paisajes escoceses son sencillamente hermosos-. En el plano de las actuaciones, la cinta de Rourke es muy interesante. Saoirse Ronan -siempre increíble- es María , la protagonista de esta historia, y aunque el título original se refiere a su figura, la traducción también incluye a su prima y rival, encarnada aquí por una contundente Margot Robbie. Una de las escenas más memorables es su encuentro que, vale aclarar, jamás sucedió en la vida real, pero en el terreno de la ficción representa un recurso excelente. En cuanto a los secundarios, Joe Alwyn, David Tennant y Guy Pearce acompañan con buenas interpretaciones. El problema de esta obra, que contiene romances, conspiraciones de toda índole y batallas, se ve en su despliegue de melodrama y su guión, a cargo de Beu Willimon -creador de House of Cards- muy adaptado a los tiempos que corren. La diversidad en el elenco y el punto de vista ajustado al feminismo son una herramienta importante para tocar ciertos temas políticos y relacionados con los “tabúes” femeninos de aquella época, pero en la película termina cayendo en algunos excesos que se traducen en inexactitudes y errores históricos y una fuerte bajada de línea. Por otro lado, el ritmo dispar se torna repetitivo, pero mejora sobre el final del metraje. En resumen, una película que aporta una revisión sobre estos personajes de la monarquía inglesa y que gracias a su belleza visual y el trabajo de Ronan y Robbie son suficientes para disfrutar de esta reinterpretación histórica. Puntaje: 6,5 / 10 Por Federico Perez Vecchio