Lightyear: Cuando faltan ideas Toy Story llega al rescate. Voy a respirar hondo porque de entrada al enterarme que el filme estaba en desarrollo, simplemente pensé en el peor de los motivos: marketing. Pixar, aquel estudio al que Disney le daba libertades para hacer lo que quisiera porque solía brindarnos propuestas originales, en los últimos años sufrió un bajón creativo por lo que la vimos repetirse con secuelas de sus más grandes éxitos. En el caso de Toy Story, con tres filmes eran más que suficientes y si una cuarta parte era innecesaria, ¿qué pasaría con un spin-off de dudosa continuidad? Bueno, ahí es donde empieza Lightyear (2022). Bajo esas expectativas, los créditos de entrada te aclaran que es un filme ficticio, que inspiró al muñeco de Buzz Lightyear. Esto es como si de pronto a alguien se le ocurre hacer película a la cinta que veía Kevin en Mi pobre angelito. ¿Pero qué aporte tenemos? ¿Nos mete más en el universo Toy Story? Sin duda. Ahora dejando de lado todo prejuicio y relación con la saga, vamos a focalizarnos en el filme de manera independiente. De nuevo tenemos una narración que en lo visual no defrauda y demuestra una vez más que Pixar sigue siendo el líder en materia de animación. Ahora en materia argumental es otra cosa. Buzz Lightyear y su equipo se encuentran en un planeta inhóspito donde la misión es volver a la Tierra, pero un viaje que trasciende el espacio-tiempo complicará las cosas. Mientras tanto, Buzz conocerá a su némesis, Zurg. Con obvias referencias a Star Wars y personajes atractivos como Sox, un gato robot, o Alisha Hawthorne, colega de Buzz en la que el filme también se sostiene por la química entre ambos. Pero no de la manera que creen: no sólo hay compañerismo sino también una gran amistad en la que Pixar nos brinda en esta aventura intergaláctica el típico momento sad, y también nos aborda de forma orgánica la homosexualidad de Alisha. Un gran acierto donde siento que por primera vez Disney no se encarga de vender el filme por aquel contenido y así es como las cosas salen mejor. Con respecto al villano fue un buen giro su origen, pero luego el filme se cae por completo, con giros previsibles en contraste al primer acto de la película. Seguramente tenga que ver con el debut cinematográfico en solitario del director Angus MacLane, que había co-dirigido Buscando a Dory y algunos cortos de Pixar. Va tener bastante que pulir, no dudo que la gente va a ir a verla por “la franquicia”, pero como historia es bastante genérica. ¿Qué sigue? ¿Un western de Woody? ¿Una comedia romántica del Señor y Señora Cara de Papa? Todo es posible en el mundo de Pixar, pero detrás de una historia de marketing también deberían darnos algo que aporte originalidad. ¿No creen?
Lightyear es un entretenimiento de aventuras espaciales familiar, con identidad propia, que mantiene su ritmo durante toda su duración y no defrauda.
Lightyear se presenta, a todas luces, como una manera de explotar la demolida franquicia de Toy Story, nacida en 1995. La película dirigida por John Lasseter, nacimiento de los largometrajes de Pixar, marcó un antes y un después en la historia del cine de animación, generando dos secuelas más que dignas y una última que apenas con los justo se salva del bochorno. Esta nueva ramificación con aires de precuela tenía todo para perder, excepto dinero, por lo cual no les importó nada y siguieron adelante. El resultado es prolijo y convencional. Lo que vemos es la película favorita de Andy, el niño que tenía el juguete de Buzz Lightyear en Toy Story. Tanto le había gustado la película que quiso tener el juguete. Todo el encanto de aquel largometraje acá se deshace en una película de aventuras y ciencia ficción para entretener con lo justo y dejar sabor a poco al final de la historia. Citas y referencias a Toy Story, un simpático gato que funciona como alivio cómico y una historia de amistad y sacrificio que intenta copiar la emoción de otros films de Pixar sin conseguirlo. Cuando veía Toy Story sentía que había algo real, profundo, conectado con la experiencia humana a pesar de que todos eran juguetes. Acá no existe ni por asomo un elemento humano. La historia cobra ritmo y luego lo pierde, es anticlimática en su estructura y juega con una modernidad que no le queda cómica en su condición de relato clásico con un poco de naftalina. Si todo sale bien, pronto tendremos Lightyear 2 o la película de Woody, lo que los estudios de mercados indiquen más prometedor para la taquilla.
Este jueves 16 llega a los cines la película del origen de Buzz Lightyear, el legendario héroe que inspiró al juguete, y que acabaría contando con generaciones de fans.
llá por 1995, un niño llamado Andy vio una película que le voló el bocho y salió de la sala de cine pidiendo el muñeco del astronauta protagonista de la película. La película que vio Andy se llamaba «Ligthyear» y el muñeco que recibiría Andy de regalo era el de Buzz, al que conocemos por Toy Story. Esta historia aparece en pantalla antes de que el espectador vea lo nuevo de Pixar, que es la película aquella que fascinó a Andy. Bueno, ahora hay que hablar de Lightyear. La productora Pixar había prometido no volver a atrás con sus películas a partir del momento en que fuera controlada por Disney. Alguien puede decir que no cumplieron con la promesa, pero en realidad hay que decir que este nuevo relato se despega de Toy Story. Es un spin off que no va a echar mano de la nostalgia ni al golpe bajo. Buzz Ligthyear es un guardián galáctico que comanda un viaje espacial que sufre un accidente. Los primeros minutos de la película son un gran homenaje a todas las películas de ciencia ficción que se conocían en 1995, desde Alien hasta Star Wars, pasando por 2001 y La guerra de los mundos (la original de l953, no la de Spielberg que todavía no se había filmado). La misión termina por accidente -producido por Buzz- en un planeta recóndito. Los más de mil colonos que viajaban quedan varados, mientras Buzz se impone a la obligación de sacar de allí a la misión. Buzz (Chris Evans) no está solo al mando de ese viaje, su compañera se llama Alisha (Uzo Aduba), que es lesbiana y afroamericana. Cuatro años después, los colonos logran reproducir el cristal líquido que la nave usa como combustible y Buzz sale de viaje a probarlo, para volver y una vez que lo ha probado usar ese combustible para la nave madre. El viaje es un éxito y Buzz logra la velocidad que necesita y vuelve. Pero lo que para Buzz llevó apenas unos minutos en el planeta donde está su misión han pasado cuatro años. Su compañera lo recibe diciéndole pensando que había muerto y le presenta su pareja. Buzz se va a seguir esforzando en sacar de allí a su misión y repite el viaje hasta que en uno de sus regresos ya hay una nueva generación de habitantes del planeta y el nuevo comandante le dice que han desarrollado un rayo láser para protegerse de los bicharracos hostiles del planeta. Buzz quiere que la misión siga, el nuevo comandante le dice que no, que hay otras prioridades y ahí empieza el segundo acto de la película. Buzz junto a la nieta de Alisha que se llama Izzy (Keke Palmer), y que es una novata que con otros cuatro personajes intenta revivir el espíritu de los Guardianes galácticos y aquí empiezan los cambios para Buzz que hasta acá intentó llevar adelante su misión, apelando a su profesionalismo pero ahora va a tener que aceptar la ayuda de cuatro inexpertos para intentar sacar de allí a la expedición. Todo este segundo acto es divertido y las escenas de acción y de comedia son muy efectivas. En el espacio hay una nave enorme llena de robots con el gran antagonista de Buzz que todos sabemos que es el Emperador Zurg. La vuelta de tuerca final le reserva varias sorpresas al protagonista y nos enfrenta a todos a una de esas paradojas temporales que harán las delicias de los nerds que tengan ganas de discutir esa clase de cuestiones. Lightyear es una película divertida que escapa de los clichés habituales de los spin off, que agrega a su fauna de personajes queribles de Pixar a una gato que se llama Sox, del que seguramente se venderán un montón de muñequitos porque se roba las mejores escenas de la película. Hay varias razones por las cuales la película está lejos de lo mejor de Pixar, lejos de Toy Story, lejos de Rattatuille y muy lejos de Up. Pero estética y técnicamente, es una película de la famosa productora. El problema principal es que a uno le cuesta creer que esta película sea para los chicos de la última década del SXX lo que fue Star Wars para los niños de 1977, pero eso puede ser tema para una nota aparte y algún debate aparte. LIGHTYEAR Lightyear. Estados Unidos, 2022. Dirección: Angus MacLane. Guion: Jason Headley y Angus MacLane. Fotografía: Jeremy Lasky eIan Megibben. Edición: Anthony Greenberg. Música: Michael Giacchino. Con las voces de Chris Evans, Keke Palmer, Peter Sohn, Taika Waititi, Dale Soules, James Brolin, Uzo Aduba, Mary McDonald-Lewis, Isiah Whitlock Jr., Efren Ramirez y Keira Hairston. Distribuidora: Disney. Duración: 100 minutos. Apta para todo público.
El primer acierto del filme es su presentación, apenas comienza, nos informan que este filme en cuestión es el mismo que “fanatizo”, (en el mejor sentido), a Andy Davis, el niño de la legendaria “Toy Story” (1995) con el personaje de Buzz Lightyear. Este hecho marca casi indefectiblemente la identificación inmediata, sobre todo de los adultos, niños en 1995. La historia cuenta que Mientras pasa años, muchos, intentando regresar a casa, el Space Ranger Buzz Lightyear se encuentra con un ejército de robots despiadados comandados por el emperador Zurg, (el otro personaje que aparece en la zaga de Toy Story a partir de la 2, James Brolin reemplaza a Andrew Stanton en este rol), que intentan robar su fuente de combustible. Contará para enfrentarlo con su equipo, Izzy Hawthorne (Keke Palmer), Darby Steel (Dale Soules), Mo Morrison (Taika Waititi) y Sox (Peter Sohn) el gato robot que se roba la mayoría de las bromas. La historia del origen de Buzz Lightyear, el héroe que este filme nos da a conocer, el legendario Guardián Espacial que acabaría contando con generaciones de admiradores, no es una historia sobre la figura de acción de Toy Story (1995), sino la "película" que existe dentro del universo que generó el juguete. Chris Evans le presta su voz al personaje principal, reemplazando a Tim Allen, quien hizo la voz de Buzz Lightyear en la franquicia "Toy Story", además Buzz Lightyear cuenta con una serie de tv del año 2000, en lo que parece sin demasiado éxito, en la que tampoco participo Tim Allen. El filme es de una casi perfección narrativa y de imagen, es entendible aunque haya demasiados cortes temporales, el personaje viaja en el tiempo, entrando en otra dimensión, a su regreso, no pasaron solo 4 minutos. La otra garantía reside en la presencia de Pete Docter, en este caso como productor, Michael Giacchino en la composición de la banda sonora. Tuve la sensación que en algún momento aparecería la canción “Forever Young”, cantada por Bob Dylan, claro. Por suerte no, hubiese sido muy burdo. Un filme muy bien contado, con muy buena factura técnica, plena para los niños y con guiños permanentes para los adultos. Calificación Muy Buena
Este 26° largometraje de Pixar es un spinoff eficaz y entretenido a partir de una propuesta básica para el consumo del público infantil (sobre todo de varones), pero queda a años luz del encanto, la sensibilidad, la gracia y la creatividad que convirtieron a la saga de Toy Story en un clásico no solo del cine animado sino dentro de la historia grande del séptimo arte en general. Luego de más de dos años Pixar vuelve a los cines. Tras el efímero paso -pandemia mediante- de Unidos (Onward) por las salas en marzo de 2020, Disney decidió que las tres siguientes producciones de ese estudio (Soul, Luca y Red) fueran a alimentar la oferta de su plataforma de streaming Disney+. Y justo este esperado regreso a las pantallas grandes es con una película que perfectamente podría haber ido de manera directa a los dispositivos hogareños. No porque este 26° título de la factoría sea fallido o carezca de espectacularidad, sino porque ha perdido buena parte del encanto y la capacidad de sorpresa que caracterizaron desde siempre a Pixar. Es una historia básica que se ubica entre lo más convencional de su rica historia junto con la secuela de Cars. El prólogo nos informa que en 1995 el pequeño Andy recibió el muñeco de Buzz Lightyear luego de haber visto un film sobre el heroico guardián del espacio que se convirtió de inmediato en su título favorito. Lightyear es esa película. Y, lamentablemente, pese a ser la apuesta más contundente de Pixar por el género de ciencia ficción, resulta también una de las más previsibles. Buzz Lightyear (ahora con la voz de Chris Evans en lugar de Tim Allen) sigue siendo el piloto arrojado e individualista de siempre y una de las premisas de esta historia será aprender a ser paciente (el tiempo transcurre de forma muy diferente en el espacio) y a trabajar en equipo a-la-Star Trek con sus nuevos colaboradores: Izzy Hawthorne (Keke Palmer), Darby Steel (Dale Soules), Mo Morrison (Taika Waititi) y el gato-robot Sox (Peter Sohn), que es el más logrado comic relief. Más allá de algunos hallazgos propios del cine de aventuras con misiones en principio fallidas, escapes de último segundo o redenciones cuando todo parece perdido, quizás la mayor audacia de toda la película sea la naturalidad y dulzura con que se muestra que la capitana Hawthorne (Uzo Aduba) tiene como pareja a otra mujer (esa “osadía” le valió la prohibición para que el film pueda estrenarse en varios países árabes). El problema es que en medio del vértigo y la acumulación de estímulos constantes el film va perdiendo su audacia, originalidad y creatividad. A la enésima aparición de unas enredaderas gigantes que arrasan con los distintos personajes uno no hace más que confirmar que el guion coescrito por Jason Headley y el aquí también director Angus MacLane no tiene demasiado para innovar ni sorprender en un film que en muchos sentidos tiene más sello de Disney que Pixar. De todas formas, la excelencia de la animación, el carisma de su protagonista y la buena combinación de los distintos elementos de la fórmula convierten a este viaje interplanetario en una experiencia que la platea infantil (en especial la masculina) sabrá disfrutar sin demasiados esfuerzos (ni exigencias).
Lightyear no es la precuela de Toy Story. Tampoco un desprendimiento en sentido estricto de una de las historias más logradas, emotivas y brillantes que Pixar supo darnos en sus 26 años de historia animada. En cambio, un par de concisas placas nos informan al comienzo que en 1995 (fecha de aparición de la primera Toy Story), al pequeño Andy le regalaron un muñeco de Buzz Lightyear, el personaje protagónico de su película favorita, una aventura espacial y de ciencia ficción. Y lo que vamos a ver es precisamente esa película. Entonces, Lightyear es otra cosa. La primera película de Pixar estrenada en los cines argentinos desde marzo de 2020 es una aventura de 100 minutos dinámica, entretenida y sobre todo visualmente perfecta. En estas dos décadas y media de asombrosa evolución, Pixar llegó a una instancia de creatividad digital tan admirable que ya no sabemos si lo que estamos viendo es animación o realidad. A esta altura parecen lo mismo. Y al mismo tiempo, en línea con el viraje que el estudio empezó a hacer desde la salida de John Lasseter y el estreno de la innecesaria Toy Story 4, es una historia en la que ciertos “mensajes” explícitos se imponen por sobre la audacia, la originalidad y el ingenio de su época de oro. A propósito de cambios, ¿por qué cada nuevo estreno de Pixar no llega ahora acompañado como ocurría en el pasado por alguno de sus extraordinarios cortos animados? Podría decirse que Lightyear se resiste al exceso de psicologismo que le dio corto vuelo a las flojas experiencias de Intensa Mente y Soul. La trama se inspira sobre todo en ciertos mundos de ciencia ficción con estilo vintage que conocimos sobre todo en las películas de Viaje a las estrellas protagonizadas por su elenco original entre 1979 y 1991. Hay unas cuantas sorpresas y hallazgos muy divertidos en cada puerta que se abre y en cada botón que se oprime dentro de las sofisticadas naves espaciales en las que transcurre buena parte de la acción. Pero lo que no se hubiese concebido de ninguna manera en una aventura de ciencia ficción con viajes interplanetarios destinada en 1995 al público infantil es la presencia de un personaje como el de la capitana Alisha Hawthorne, que construye una familia a partir de la unión con otra mujer. Lo que en una historia de nuestros días resulta perfectamente natural (y que se muestra en la película a través de una extraordinaria secuencia sobre el paso del tiempo, tan conmovedora y lograda como en Up, una aventura de altura) no cuaja en la mirada retrospectiva de Lightyear y solo se entiende como respuesta a la necesidad de dejar sentada una toma de posición bien visible sobre temas importantes de la actualidad. Lightyear, a la vez, es la historia de un personaje que hace todo lo posible por sobreponerse a sus errores y a no quedar atrapado por ellos, como le pasa a nuestro héroe tras una fallida misión en un planeta no habitado. Este aspecto de la personalidad del space ranger termina ocultando el atributo más celebrado que siempre tuvo en Toy Story, ese egocentrismo a toda prueba, lleno de vanidad y obstinación, realzado en cada nueva aparición por el talento vocal de Tim Allen. En esta película, Allen es reemplazado por Chris Evans, cuya voz contribuye a la construcción de un personaje mucho más serio y consciente de su misión, pero a la vez menos interesante en términos de conducta. Solo quienes vean Lightyear en su versión original subtitulada (en la inmensa mayoría de las salas se proyecta la copia doblada al español) percibirán ese matiz fundamental. Curiosamente, aquí no hay tanto lugar para las clásicas bromas y referencias visuales de Pixar como sí ocurría en WALL-E, la otra gran aventura espacial y futurista de Pixar, que solo en apariencia parecía más fría y deshumanizada. Lo mejor de Lightyear aparece después de una serie de intrincadas peripecias que estiran demasiado el relato y antes de un final demasiado parecido al de Top Gun: Maverick. Ocurre cuando nuestro héroe se asocia a una nueva y multifacética tripulación en la que brilla un gato robot llamado Sox, el mejor personaje de toda la película y también el más divertido. Aquí, en el encuentro entre dos personajes que reconocen lo que tienen en común más allá de sus diferencias, es donde Pixar regresa a las fuentes y parte de la inspiración de sus mejores momentos. Eso sí, todavía bastante lejos en todo sentido del mundo creado alrededor de las tres primeras películas de Toy Story. Nuestro recuerdo más entrañable de Buzz Lightyear sigue asociado a esa experiencia insuperable. Hasta el infinito y más allá.
No podemos evitar ser reticentes cuando anuncian un nuevo estreno dentro del mundo de la franquicia más querida de Pixar: ‘Toy Story’. Nos pasó en 2019 con ‘Toy Story 4’ y nos volverá a pasar este jueves 16 de Junio con el estreno de ‘Lightyear’, la película que cuenta la historia de Buzz Lightyear, nuestro agente espacial más querido. La película comienza con una frase muy concreta; “En 1995 Andy recibió una figura de acción de Buzz Lightyear, personaje de su película favorita. Esta es esa película”. Con Chris Evans como la voz de Buzz, aportándole frescura al personaje, conocemos la película que tanto amaba Andy en este spin-off /precuela de ‘Toy Story’. En este 26° largometraje de Pixar seguimos la historia de Buzz, un agente espacial que se encuentra explorando el planeta T’Kani Prime con su compañera y comandante espacial, Alisha. Al querer regresar, luego de algunos obstáculos en este inhabitable planeta, la nave espacial se rompe y quedan varados. Mientras el resto de sus compañeros rehacen sus vidas en este nuevo mundo, la vida y el tiempo pasa para ellos, mientras que Buzz se enfoca, únicamente, en arreglar el problema. Esto le toma unos cuantos viajes al espacio y le cuesta unos pocos años ya que el tiempo no pasa igual en el espacio. Esta es la primera película de Pixar que llega a las pantallas grandes desde el inicio de la pandemia. La animación y composición digital tan destacables, y a la altura de ‘Toy Story 4’, son el medio para desarrollar esta historia que parece empezar con una fuerza y épica notable pero que se desinfla a medida que avanza, hasta dar la sensación de que lo único que la lleva adelante es la carga nostálgica del personaje. Tiene una fórmula ya conocida y efectiva: personaje principal carismático con el que empatizamos y mascota u personaje no-humano que aporta humor y ternura. A pesar de esto, es clara la escasez de solidez de los personajes secundarios. Aunque no la hace menos disfrutable, ‘Lightyear’ desarrolla un guión que no llega a cumplir las expectativas de sensibilidad y encanto para los más fanáticos de ‘Toy Story’, cosa que no será un gran problema para los más chicos y podrán disfrutar de esta eficaz fórmula sin demasiadas pretensiones.
Se supone que esta película es la que transforma a Andy, el niño y luego adolescente de Toy Story, en fan de Buzz Lightyear. Es decir, esta es una película de Pixar que se ve dentro del universo Pixar. Lo que le permite ser libre en más de un sentido: volverse al mismo tiempo homenaje y parodia de la ciencia ficción y sus tropos (y clichés) más burdos y repetidos, reírse del propio personaje y producir una aventura vertiginosa sin atarse demasiado a un esquema preexistente aunque, claro, todo se trata de esquemas preexistentes. La historia de las aventuras de este héroe espacial cuya voz (otro rasgo paródico) pone esta vez Chris “Capitán América” Evans (y Evans es un muy cumplido comediante, quien haya visto Scott Pilgrim o las dos primeras 4 Fantásticos lo sabe) funciona muy bien si la tomamos en serio y mucho mejor si no, aunque hay momentos de tensión y aventuras en los que es imposible no estar al filo del asiento. Es cierto: el balance hacia el humor lo da el robot/gato Sox y en general la ensalada funciona. ¿Qué es lo que hace que esta no sea una “gran película” sino solo una muy buena película? Justamente, el guiño, la mirada un poco de soslayo que apenas se sobrepone con esa idea de que “somos Andy mirando la película que lo cautivó como niño”, un grado extraño de inmersión que requiere formar parte de una especie de “equipo cultural”. Es decir, más allá de su excelencia visual, hay algo de gueto en la propia idea, algo que requiere un poc
Llegó un momento en la historia del cine en el que no alcanzó con darle a la maquinita de fabricar secuelas: nacieron las precuelas, los spin-off y cuanta estructura narrativa imaginable, con el único objeto de poder seguir, no siempre continuando una historia, sino mantener una franquicia viva y que esta rinda (económicamente). Es simple. Es un modelo. Es una ecuación. Tampoco esto constituye algo exclusivo de las franquicias; también de las series episódicas, aquellas en las que alcanzada la fatiga -algo que ya todos habremos experimentado- derivan en cancelaciones y anulación de todo proyecto vinculado. A su vez, este modelo tampoco constituye ninguna novedad. Ya el serial clásico o el “lado B de la clase B” (tal como describe Faretta en este texto) proveía la segmentación de sus productos en capítulos y hasta la noción del hoy tan utilizado cliffhanger, elemento narrativo que explicaba muy bien la Annie Wilkes de Misery, antes de destrozar los pies de Paul Sheldon con un martillo. ¿Qué tiene que ver esto con Lightyear? Hoy le toca a Toy Story y el desprendimiento que se analiza es aquel ideado a partir de uno de sus dos personajes principales: Buzz Lightyear. Lightyear no se detiene en el juguete (muñeco), sino en el personaje animado sobre el que se diseñó el objeto. Ya en los títulos iniciales, Pixar/Disney se ataja con que este es el film a partir del cual el Andy de Toy Story recibió su muñeco de Buzz, tras ver el film que nosotros veremos a continuación. Por lo tanto, ya sabemos que no estarán Andy ni Woody, ni se sabrá de ellos más que por esta línea de crédito inicial. Pero eso no es todo. No importa que no estén presentes estos personajes icónicos de la franquicia en absoluto, pero sí que exista “una falta mucho más presente” y que es la base en relación a la nostalgia, cimiento principal de toda la franquicia de TS. Lightyear es una animación, una de aventuras sobre el personaje que llega con una misión a un planeta desconocido y que, luego de la exploración y eventual fracaso, termina varado indefinidamente en el lugar junto a una colonia, al mejor estilo Marooned, de John Sturges. Buzz tiene una nueva misión que es tomada como objeto de vida y consiste en emprender con su nave una vuelta al sol de tal manera que logre alcanzar la velocidad de la luz. Para esto deberá contar con su destreza de vuelo y una combinación de combustible. A modo de El día de la marmota y El planeta de los simios, Buzz se encuentra viviendo en loop una y otra vez la misma misión, con la diferencia que con cada retorno al planeta, la duración de trayecto, que para él significan minutos, para la colonia se traslada a años. Dentro de las complejidades varias que deberá combatir Buzz, y una que determina uno de los conflictos del film, es que en uno de sus tantos arribos al planeta encuentra que ha sido tomado por las fuerzas de Zurg, un malvado intergaláctico que, por alguna razón que se develará, la tiene con Buzz. Lightyear es un film anodino e insustancial. Es una producción apartada o carente de emociones, a la que hasta le impusieron una mínima cuota de corrección política, un cómic relief con un gato y en el que se usa un personaje por demás querible, aunque sin llegar al destino de la emotividad buscada. La historia de vida de Lightyear en cierto modo se asemeja al Maverick de la reciente Top Gun: Maverick y la noción del hombre que ve pasar su vida de largo a causa de una misión, un ideal o una profesión, así como el aferrarse a individuos de un grupo de trabajo como su único nexo con el exterior, tomar a otro como hijo propio y superar una pérdida afectiva. Además, Lightyear no llega a estar a la altura de otros proyectos de Pixar, que no solo cuentan con éste como su único fracaso. Quizás tras la adquisición de Disney algo se haya perdido y como único objetivo esté la concesión de Pixar por entregar un producto tan light como la gaseosa sin azúcar.
Varios alzamos una ceja cuando nos enteramos de que se nos venía una película spin off de Toy Story, centrada en el personaje de Buzz. Pero cuando se nos explicó por donde iban a ir los tiros, la cosa se puso un poco interesante. Finalmente llega a nuestros cines Lightyear, y ahora pasamos a contarles que nos pareció. La película es justamente, la película que inspira al muñeco de Buzz Lightyear, donde nuestro protagonista es miembro de los Rangers Espaciales; que, tras un error cometido por él, quedan varados junto a la tripulación en un planeta bastante hostil. Ahora será tarea del propio Buzz lograr la ecuación perfecta del cristal que funciona como combustible para poder sacar a todos de ahí y continuar con la misión. Estamos ante la típica historia espacial de redención, donde nuestro personaje principal se cree el único capaz de solucionar el error que cometió, y por ende no confía a nadie; es decir, una película de aprendizaje donde lo importante es saber trabajar en equipo, en lugar del propio individuo luciéndose ¿Esto les suena de alguna trama de Toy Story? Y hasta ahí llegan las semejanzas con la saga madre, porque por suerte, Lightyear crea su propio camino; siendo una aventura espacial de esas que cada vez nos llegan con menor frecuencia a nuestras salas. Algo que se agradece bastante, pese a que el resultado final es bastante simplista. Y eso se lo adjudicamos a un pobre elenco de secundarios. No solo que muchas veces terminan siendo un lastre, tanto para el protagonista como para el espectador, sino que entran en reemplazo de otros personajes que se nos había presentado inicialmente, y que si eran lo bastante carismáticos como para que los extrañemos. Pero de este comentario quiero dejar afuera al gato Sox, quien seguramente se convierta en el juguete de moda en estas vacaciones. Poco más tenemos que agregar sobre Lightyear. El elenco de voces cumple y ya, haciendo un trabajo competente, pero sin sobresalir. La animación se ve colorida pero no es algo que no hayamos visto antes; y de la historia y los personajes ya hablamos. En conclusión, Lightyear es una película entretenida. Sin demasiadas pretensiones, cumple con su propósito de ampliar el lore de Toy Story, teniendo la suficiente personalidad como para que no se sienta como algo hecho para seguir sacando juguetes. Ideal para irla a ver con los más peques de la casa.
Buzz Lightyear es un legendario Space Ranger que queda atrapado en un planeta hostil a 4,2 millones de años luz de la Tierra junto a su comandante y tripulación. Buzz hace todo lo posible por encontrar una manera de volver a casa. Su único objetivo es completar su misión, pero se encontrará con varios obstáculos en el camino y cuándo llega una misteriosa nave su regreso a casa será amenazado. “Lightyear” es un largometraje animado de Pixar estrenado el pasado 17 de junio de 2022. Esta película sigue la historia de “Buzz Lightyear” un personaje de la película “Toy Story”. El film comienza con la siguiente leyenda: “En 1995, Andy recibió un juguete de su película favorita. Esta es esa película.” Con momentos dramáticos y cómicos estamos ante un film que emociona pero que también hace reír. Años después de haber visto las películas de “Toy Story” se sintió nostálgico encontrarnos con la historia original de un personaje emblemático. Uno de mis personajes favoritos de este Spin-off fue Sox el gato robótico acompañante de Buzz, su personalidad y sus frases se robaron la gran pantalla. La historia está muy bien resuelta y el guión es excelente. Cómo siempre la animación hecha por el estudio de Pixar es impecable y es increíble ver la textura que tienen los personajes y los objetos. No se pueden perder esta película. Actualmente se encuentra disponible en cines.
Tres años después del estreno de Toy Story 4, la pieza más adulta de la saga animada que vio a los juguetes protagonistas tomar diferentes rumbos en otra historia plasmada de temas como la amistad, la madurez, la lealtad y el compañerismo, Pixar vuelve a apostar por su franquicia estrella con Lightyear, una aventura espacial centrada en el personaje del entrañable Buzz. Search Alta Peli Alta Peli CRÍTICASLightyear (REVIEW) ByGiuliana BleekerPublished on 16/06/2022 El muñeco astronauta de Toy Story regresa en Lightyear, una pseudo historia de origen con una animación digna de proeza cósmica, pero carente de alma. Crítica, a continuación. Tres años después del estreno de Toy Story 4, la pieza más adulta de la saga animada que vio a los juguetes protagonistas tomar diferentes rumbos en otra historia plasmada de temas como la amistad, la madurez, la lealtad y el compañerismo, Pixar vuelve a apostar por su franquicia estrella con Lightyear, una aventura espacial centrada en el personaje del entrañable Buzz. Lightyear Dirigido y co-escrito por Angus MacLane, antiguo animador de los estudios Pixar que se desempeñó como co-director de Buscando a Dory (2016) y de dos cortometrajes ambientados dentro del universo Toy Story, este relato de ciencia ficción posee la particularidad de haber sido concebido como un producto independiente de la saga. Como bien rezan sus títulos de apertura, se trata de la película que vio Andy, el niño protagonista de la Toy Story de 1995, y que inspiró a la creación de aquella figura de acción de plástico de Buzz que le es regalada por su cumpleaños. Con claros guiños a Star Wars, Star Trek y otros iconos de la cultura pop, esta especie de historia de origen del heroico astronauta en clave de comedia de acción intenta resucitar la esencia de Toy Story. Una tarea complicada partiendo de la premisa de que aquí Buzz ya no es un muñeco. Lightyear: al Infinito y más allá Search Alta Peli Alta Peli CRÍTICASLightyear (REVIEW) ByGiuliana BleekerPublished on 16/06/2022 El muñeco astronauta de Toy Story regresa en Lightyear, una pseudo historia de origen con una animación digna de proeza cósmica, pero carente de alma. Crítica, a continuación. Tres años después del estreno de Toy Story 4, la pieza más adulta de la saga animada que vio a los juguetes protagonistas tomar diferentes rumbos en otra historia plasmada de temas como la amistad, la madurez, la lealtad y el compañerismo, Pixar vuelve a apostar por su franquicia estrella con Lightyear, una aventura espacial centrada en el personaje del entrañable Buzz. Lightyear Dirigido y co-escrito por Angus MacLane, antiguo animador de los estudios Pixar que se desempeñó como co-director de Buscando a Dory (2016) y de dos cortometrajes ambientados dentro del universo Toy Story, este relato de ciencia ficción posee la particularidad de haber sido concebido como un producto independiente de la saga. Como bien rezan sus títulos de apertura, se trata de la película que vio Andy, el niño protagonista de la Toy Story de 1995, y que inspiró a la creación de aquella figura de acción de plástico de Buzz que le es regalada por su cumpleaños. Con claros guiños a Star Wars, Star Trek y otros iconos de la cultura pop, esta especie de historia de origen del heroico astronauta en clave de comedia de acción intenta resucitar la esencia de Toy Story. Una tarea complicada partiendo de la premisa de que aquí Buzz ya no es un muñeco. Lightyear: al Infinito y más allá La aventura comienza con Buzz Lightyear (voz de Chris Evans) del equipo de elite Space Rangers y su compañera al mando, la Capitana Alisha Hawthorne (Uzo Aduba), aterrizando forzosamente en un planeta lejano y hostil plagado de serpientes asesinas que emergen del suelo. En su intento por regresar a la Tierra, el cristal de combustible de la nave que les permite viajar a hipervelocidad resulta dañado, razón que los obliga a permanecer por años habitando ese territorio alienígena junto a la tripulación espacial. Mientras todos rehacen sus vidas adaptándose al nuevo entorno, obstinado y sin ayuda, Buzz continúa tratando de volver a su planeta natal, diseñando nuevos cristales y poniéndolos a prueba en sus misiones. El problema es que cada vez que el protagonista emprende sus viajes experimentales se aleja años luz de sus compañeros, por ende, lo que para él representan apenas unos minutos, para los colonos significan más de cuatro años. Search Alta Peli Alta Peli CRÍTICASLightyear (REVIEW) ByGiuliana BleekerPublished on 16/06/2022 El muñeco astronauta de Toy Story regresa en Lightyear, una pseudo historia de origen con una animación digna de proeza cósmica, pero carente de alma. Crítica, a continuación. Tres años después del estreno de Toy Story 4, la pieza más adulta de la saga animada que vio a los juguetes protagonistas tomar diferentes rumbos en otra historia plasmada de temas como la amistad, la madurez, la lealtad y el compañerismo, Pixar vuelve a apostar por su franquicia estrella con Lightyear, una aventura espacial centrada en el personaje del entrañable Buzz. Lightyear Dirigido y co-escrito por Angus MacLane, antiguo animador de los estudios Pixar que se desempeñó como co-director de Buscando a Dory (2016) y de dos cortometrajes ambientados dentro del universo Toy Story, este relato de ciencia ficción posee la particularidad de haber sido concebido como un producto independiente de la saga. Como bien rezan sus títulos de apertura, se trata de la película que vio Andy, el niño protagonista de la Toy Story de 1995, y que inspiró a la creación de aquella figura de acción de plástico de Buzz que le es regalada por su cumpleaños. Con claros guiños a Star Wars, Star Trek y otros iconos de la cultura pop, esta especie de historia de origen del heroico astronauta en clave de comedia de acción intenta resucitar la esencia de Toy Story. Una tarea complicada partiendo de la premisa de que aquí Buzz ya no es un muñeco. Lightyear: al Infinito y más allá La aventura comienza con Buzz Lightyear (voz de Chris Evans) del equipo de elite Space Rangers y su compañera al mando, la Capitana Alisha Hawthorne (Uzo Aduba), aterrizando forzosamente en un planeta lejano y hostil plagado de serpientes asesinas que emergen del suelo. En su intento por regresar a la Tierra, el cristal de combustible de la nave que les permite viajar a hipervelocidad resulta dañado, razón que los obliga a permanecer por años habitando ese territorio alienígena junto a la tripulación espacial. Mientras todos rehacen sus vidas adaptándose al nuevo entorno, obstinado y sin ayuda, Buzz continúa tratando de volver a su planeta natal, diseñando nuevos cristales y poniéndolos a prueba en sus misiones. El problema es que cada vez que el protagonista emprende sus viajes experimentales se aleja años luz de sus compañeros, por ende, lo que para él representan apenas unos minutos, para los colonos significan más de cuatro años. A través de una secuencia que recuerda al inicio de la celebrada Up (2009) de Pixar, somos testigos de cómo el paso del tiempo impacta emocionalmente en Buzz, quien en cada regreso de sus viajes observa a su amiga Hawthorne transcurrir con felicidad las diversas etapas de la vida: su enamoramiento con otra compañera, el casamiento, la crianza de su hijo, la llegada de su nieta Izzy (Keke Palmer), y finalmente, su desaparición física. Un siglo en el futuro, Buzz junto a Sox (Peter Sohn), un ingenioso robot con forma de gato, parece haber encontrado la forma de volver a casa. Sin embargo, antes deberá enfrentar las fuerzas malévolas del Emperador Zurg (James Brolin) y sus imponentes robots. Para ello contará con el apoyo de una improbable pandilla de improvisados cadetes espaciales, integrada por la nieta de Hawthorne, una ex convicta anciana llamada Darby (Dale Soules) y Mo (Taika Waititi), un joven temeroso y torpe. Search Alta Peli Alta Peli CRÍTICASLightyear (REVIEW) ByGiuliana BleekerPublished on 16/06/2022 El muñeco astronauta de Toy Story regresa en Lightyear, una pseudo historia de origen con una animación digna de proeza cósmica, pero carente de alma. Crítica, a continuación. Tres años después del estreno de Toy Story 4, la pieza más adulta de la saga animada que vio a los juguetes protagonistas tomar diferentes rumbos en otra historia plasmada de temas como la amistad, la madurez, la lealtad y el compañerismo, Pixar vuelve a apostar por su franquicia estrella con Lightyear, una aventura espacial centrada en el personaje del entrañable Buzz. Lightyear Dirigido y co-escrito por Angus MacLane, antiguo animador de los estudios Pixar que se desempeñó como co-director de Buscando a Dory (2016) y de dos cortometrajes ambientados dentro del universo Toy Story, este relato de ciencia ficción posee la particularidad de haber sido concebido como un producto independiente de la saga. Como bien rezan sus títulos de apertura, se trata de la película que vio Andy, el niño protagonista de la Toy Story de 1995, y que inspiró a la creación de aquella figura de acción de plástico de Buzz que le es regalada por su cumpleaños. Con claros guiños a Star Wars, Star Trek y otros iconos de la cultura pop, esta especie de historia de origen del heroico astronauta en clave de comedia de acción intenta resucitar la esencia de Toy Story. Una tarea complicada partiendo de la premisa de que aquí Buzz ya no es un muñeco. Lightyear: al Infinito y más allá La aventura comienza con Buzz Lightyear (voz de Chris Evans) del equipo de elite Space Rangers y su compañera al mando, la Capitana Alisha Hawthorne (Uzo Aduba), aterrizando forzosamente en un planeta lejano y hostil plagado de serpientes asesinas que emergen del suelo. En su intento por regresar a la Tierra, el cristal de combustible de la nave que les permite viajar a hipervelocidad resulta dañado, razón que los obliga a permanecer por años habitando ese territorio alienígena junto a la tripulación espacial. Mientras todos rehacen sus vidas adaptándose al nuevo entorno, obstinado y sin ayuda, Buzz continúa tratando de volver a su planeta natal, diseñando nuevos cristales y poniéndolos a prueba en sus misiones. El problema es que cada vez que el protagonista emprende sus viajes experimentales se aleja años luz de sus compañeros, por ende, lo que para él representan apenas unos minutos, para los colonos significan más de cuatro años. A través de una secuencia que recuerda al inicio de la celebrada Up (2009) de Pixar, somos testigos de cómo el paso del tiempo impacta emocionalmente en Buzz, quien en cada regreso de sus viajes observa a su amiga Hawthorne transcurrir con felicidad las diversas etapas de la vida: su enamoramiento con otra compañera, el casamiento, la crianza de su hijo, la llegada de su nieta Izzy (Keke Palmer), y finalmente, su desaparición física. Un siglo en el futuro, Buzz junto a Sox (Peter Sohn), un ingenioso robot con forma de gato, parece haber encontrado la forma de volver a casa. Sin embargo, antes deberá enfrentar las fuerzas malévolas del Emperador Zurg (James Brolin) y sus imponentes robots. Para ello contará con el apoyo de una improbable pandilla de improvisados cadetes espaciales, integrada por la nieta de Hawthorne, una ex convicta anciana llamada Darby (Dale Soules) y Mo (Taika Waititi), un joven temeroso y torpe. Como bien mencionamos anteriormente, Lightyear comprendía una apuesta complicada tratándose de una película sobre el personaje que inspiró al juguete en vez de, quizás, un spin-off de la figura de Buzz. Más aun teniendo en cuenta que el encanto cómico de Buzz residía en su creencia de ser un astronauta con una misión interplanetaria cuando en realidad solo era el juguete. Sin embargo, la carencia de aquella naturaleza lúdica que ha caracterizado a la saga de Toy Story no es el único defecto que manifiesta este trabajo, uno de los menos interesantes dentro de la historia del estudio de animación. El humor, en varios casos demasiado pueril para una película que apunta al público adulto que creció con la franquicia, los momentos emotivos poco inspirados y las cuestiones universales de la vida humana que la trama evita profundizar, son algunos de los puntos más flojos del film de MacLane. Esto sumado a la falta de desarrollo de personajes y sus vínculos, como así también, las escenas repetitivas que hacen que la acción se sienta estancada y parezca una película larga cuando en realidad solo cuenta con 100 minutos de extensión. Search Alta Peli Alta Peli CRÍTICASLightyear (REVIEW) ByGiuliana BleekerPublished on 16/06/2022 El muñeco astronauta de Toy Story regresa en Lightyear, una pseudo historia de origen con una animación digna de proeza cósmica, pero carente de alma. Crítica, a continuación. Tres años después del estreno de Toy Story 4, la pieza más adulta de la saga animada que vio a los juguetes protagonistas tomar diferentes rumbos en otra historia plasmada de temas como la amistad, la madurez, la lealtad y el compañerismo, Pixar vuelve a apostar por su franquicia estrella con Lightyear, una aventura espacial centrada en el personaje del entrañable Buzz. Lightyear Dirigido y co-escrito por Angus MacLane, antiguo animador de los estudios Pixar que se desempeñó como co-director de Buscando a Dory (2016) y de dos cortometrajes ambientados dentro del universo Toy Story, este relato de ciencia ficción posee la particularidad de haber sido concebido como un producto independiente de la saga. Como bien rezan sus títulos de apertura, se trata de la película que vio Andy, el niño protagonista de la Toy Story de 1995, y que inspiró a la creación de aquella figura de acción de plástico de Buzz que le es regalada por su cumpleaños. Con claros guiños a Star Wars, Star Trek y otros iconos de la cultura pop, esta especie de historia de origen del heroico astronauta en clave de comedia de acción intenta resucitar la esencia de Toy Story. Una tarea complicada partiendo de la premisa de que aquí Buzz ya no es un muñeco. Lightyear: al Infinito y más allá La aventura comienza con Buzz Lightyear (voz de Chris Evans) del equipo de elite Space Rangers y su compañera al mando, la Capitana Alisha Hawthorne (Uzo Aduba), aterrizando forzosamente en un planeta lejano y hostil plagado de serpientes asesinas que emergen del suelo. En su intento por regresar a la Tierra, el cristal de combustible de la nave que les permite viajar a hipervelocidad resulta dañado, razón que los obliga a permanecer por años habitando ese territorio alienígena junto a la tripulación espacial. Mientras todos rehacen sus vidas adaptándose al nuevo entorno, obstinado y sin ayuda, Buzz continúa tratando de volver a su planeta natal, diseñando nuevos cristales y poniéndolos a prueba en sus misiones. El problema es que cada vez que el protagonista emprende sus viajes experimentales se aleja años luz de sus compañeros, por ende, lo que para él representan apenas unos minutos, para los colonos significan más de cuatro años. A través de una secuencia que recuerda al inicio de la celebrada Up (2009) de Pixar, somos testigos de cómo el paso del tiempo impacta emocionalmente en Buzz, quien en cada regreso de sus viajes observa a su amiga Hawthorne transcurrir con felicidad las diversas etapas de la vida: su enamoramiento con otra compañera, el casamiento, la crianza de su hijo, la llegada de su nieta Izzy (Keke Palmer), y finalmente, su desaparición física. Un siglo en el futuro, Buzz junto a Sox (Peter Sohn), un ingenioso robot con forma de gato, parece haber encontrado la forma de volver a casa. Sin embargo, antes deberá enfrentar las fuerzas malévolas del Emperador Zurg (James Brolin) y sus imponentes robots. Para ello contará con el apoyo de una improbable pandilla de improvisados cadetes espaciales, integrada por la nieta de Hawthorne, una ex convicta anciana llamada Darby (Dale Soules) y Mo (Taika Waititi), un joven temeroso y torpe. Como bien mencionamos anteriormente, Lightyear comprendía una apuesta complicada tratándose de una película sobre el personaje que inspiró al juguete en vez de, quizás, un spin-off de la figura de Buzz. Más aun teniendo en cuenta que el encanto cómico de Buzz residía en su creencia de ser un astronauta con una misión interplanetaria cuando en realidad solo era el juguete. Sin embargo, la carencia de aquella naturaleza lúdica que ha caracterizado a la saga de Toy Story no es el único defecto que manifiesta este trabajo, uno de los menos interesantes dentro de la historia del estudio de animación. El humor, en varios casos demasiado pueril para una película que apunta al público adulto que creció con la franquicia, los momentos emotivos poco inspirados y las cuestiones universales de la vida humana que la trama evita profundizar, son algunos de los puntos más flojos del film de MacLane. Esto sumado a la falta de desarrollo de personajes y sus vínculos, como así también, las escenas repetitivas que hacen que la acción se sienta estancada y parezca una película larga cuando en realidad solo cuenta con 100 minutos de extensión. En materia de animación, indudablemente la compañía subsidiada de Disney continúa siendo potencia. La película no escatima en detalles, texturas y una paleta de colores vibrante a la hora de retratar este mundo remoto, su diversidad humana y sus variopintos androides. Por otro lado, también es importante destacar la gran labor de los actores, quienes aquí hacen lo que está a su alcance para transmitir un poco de esa magia de las historias de Pixar que el guion no logra. Tal es el caso de Chris Evans. El actor detrás del Capitán América evita emular el trabajo de Tim Allen, la histórica voz de Buzz, y le imprime al protagonista una personalidad fresca, segura y enérgica. Misma distinción cabe para Peter Sohn como el afectivo y ocurrente robot felino Sox, el personaje que más muecas recibe por parte del público y al que seguramente le destinen buena parte del merchandising. Lightyear definitivamente está lejos de capturar el espíritu de aquella saga que marcó un antes y un después en la animación y que se ha convertido en todo un ícono transgeneracional. Queda por ver si los resultados de taquilla le darán el visto bueno a Disney y Pixar para seguir escarbando con sus múltiples spin-off, precuelas y secuelas hasta el infinito y más allá. Toquemos madera.
"Lightyear": una aventura espacial hecha y derecha Dirigida por Angus MacLane, "Lightyear" debe enfrentar un problema autogenerado por sus creadores, que no es otro que la vara altísima establecida por sus mejores películas. Una clásica placa negra con letras blancas recuerda, al inicio de Lightyear, que en 1995 un chico llamado Andy recibió como regalo de cumpleaños un muñeco del guardián especial señalado en el título, su héroe favorito desde que lo vio en una película. Lo que ocurrió a partir de su llegada a esa habitación llena de juguetes de todo tipo es historia conocida, pues difícilmente a estas alturas del partido alguien no haya visto –o al menos no sepa– de qué va Toy Story, el primer largometraje de Pixar. Concluida aquella saga luego de su cuarta entrega, que con 6,6 millones de espectadores es, desde 2019, el título más visto en la historia de los cines argentinos, llega esta derivación que se presenta como la película que hace casi 30 años encendió la llama del fanatismo en Andy. Es, entonces, lo que ocurrió antes del encuentro de Buzz con el vaquero Woody y compañía. O, por qué no, lo que ocurrió antes de que Pixar fuera Pixar. No parece casual que Lightyear sea uno de los exponentes más alejados del habitual universo temático y narrativo de la factoría del velador saltarín. Si hasta ahora casi todas las películas del estudio fueron, en mayor o menor medida, fábulas de aprendizaje concentradas en tiempo y espacio, desde el barrio de Andy hasta los autódromos y las rutas de Cars, pasando por la cocina parisina de Ratatouille, el “Más allá” de Coco y las costas italianas de Luca, Lightyear propone una aventura espacial hecha y derecha, con la búsqueda de la supervivencia y la superación de un sinfín de obstáculos como principales propulsores narrativos. Nadie aprende demasiado durante los casi 100 minutos de una película cuya idea de los viajes supersónicos como generadores de temporalidades recuerda a Interestelar y Misión rescate. Así le ocurre a este guardián que, debido a un error de pilotaje a la hora de escapar de un planeta ubicado a miles de años luz de la Tierra, queda varado allí junto a su compañera Alisha y el resto de su equipo. Obstinado con salvar su honor y a su gente, intenta alcanzar esa velocidad con la esperanza de poder salir de allí, sin saber que los siete minutos de viaje que vivencia abordo significan más de cuatro años en ese planeta. Mientras su compañera va envejeciendo y, con ello, formando una familia con otra mujer –aunque con esa leyenda inicial Lightyear se presente como una película de principios de los ’90, este personaje connota su apego a la agenda contemporánea–, el bueno de Buzz se sube a la nave una y otra vez, y siempre falla. Justo cuando parece que está por dar en el clavo, sus superiores deciden que ya es hora de aceptar el error y hacer un borrón y cuenta nueva formando una comunidad en ese planeta. Algo que, desde ya, Buzz intentará impedir con la ayuda de la nieta de Alisha y tres criaturas que vehiculizan los mejores momentos humorísticos de una película más preocupada por entregar un espectáculo circense a gran escala, con un diseño visual y sonoro apabullante, que por la profundidad emotiva y las aristas más sensibles que caracterizan (¿caracterizaron?) la filmografía de Pixar. Dirigida por Angus MacLane (co-director de Buscando a Dory y parte del equipo de animación de Toy Story 2, Los increíbles y Wall-E, entre otras), Lightyear debe enfrentar un problema autogenerado por sus creadores, que no es otro que la vara altísima establecida por sus mejores películas. Es así que el resultado final deja un retrogusto un tanto ácido, solo suavizado por la sinfonía cómica a cargo los secuaces de Buzz: esa ex convicta con libertad condicional que se niega a empuñar un arma para no volver a la cárcel, un soldado con cara de susto constante y sobre todo el gato-robot que Alisha le regala a Buzz y, además de compañero fiel, funciona como herramienta multiuso llena de gadgets tecnológicos y un gran rematador de chistes.
"Al Infinito...y más Allá" es la frase que nos remite a la exitosa "Toy Story", creada por John Lasseter en 1995, un verdadero éxito de Pixar, que impulsó tres películas más repleta de los entrañables juguetes de un niño llamado Andy. Este spin-off con dirección de Angus MacLane nos permite adentrarnos en la historia de Buzz Lightyear (Chris Evans) y al principio se aclara que "Por este film, Buzz conquista el corazón de Andy". El guion cuenta la historia de Lightyear, el Guardián Espacial que queda atrapado en un planeta inhóspito y desconocido a 4,2 millones de años luz de la Tierra junto a su colega y amiga Alisha Hawthorne (Uzo Aduba) y su tripulación. Esto sucede por un error de cálculo de Buzz que él no puede perdonarse y que lo obliga a encontrar la manera de volver a su hogar a través del espacio. Hay varias cosas que el protagonista necesita aprender y este uno de los valiosos mensajes de la película, dejar el orgullo de lado y aceptar ayuda. El grupo que lo acompaña en sus distintos viajes es gracioso y carismático. Comenzando con Alisha, quien brinda, por fin, una historia LGTBQ+ hermosa y emotiva, sus graciosos colegas Izzy (Keke Palmer), Mo (Taika Waititi) y Darby (Dale Soules) para desembocar en el mejor personaje del film, que amerita YA su propia película: el gato robot Sox (Peter Sohn), divertido, ocurrente y adorable. Un hallazgo que se roba el protagonismo, sin dudas. Volver a la Tierra no va a ser fácil por la aparición de Zurg (James Brolin), el villano robot que guarda un secreto y junto a su ejército complicará la misión. "Lightyear" está repleta de buenos momentos, es emotiva, entretenida y deja varios mensajes con respecto a la amistad, el trabajo en equipo y la madurez. Lo único que puede hacer un poco de ruido es que quizás en niños muy pequeños, algunas cuestiones del guion como el espacio-tiempo no sean tan simples de entender. Los rubros técnicos de Disney-Pixar son asombrosos e impecables como siempre, es para toda la familia y es muy diferente a Toy Story, pero igual de atrapante.
Volver al futuro. Quien disfrutó de la saga Toy Story, por supuesto que no le será indiferente Lightyear, uno de los muñecos predilectos del pequeño Andy. Un guardián del espacio sumamente heroico y arrojado, con una gran historia detrás. Y de esto se trata esta especie de spin off, narra las hazañas del hombre que inspiró al juguete. Claro que, en clave animada y de la mano de la dupla Disney-Pixar. Todo comienza cuando el arriesgado Buzz, al querer salir con su tripulación entera de un planeta algo hostil, queda varado allí por un error que comete. Gracias a que cuentan con una tecnología super avanzada y con las mejores mentes del planeta Tierra, crean en este lugar una especie biosfera para poder vivir, relacionarse, y poder crear nuevamente el combustible adecuado para volver a su hogar. Los años pasan y la misión primigenia parece imposible. La comunidad evoluciona y las personas parecen acostumbrarse a este planeta con enredaderas e insectos carnívoros. Todos, menos Lightyear, quien necesita a toda costa remendar el terrible error: los tiene que sacar de allí. Insistiendo con repetir la misión en fase de prueba, lo intenta una y otra vez en su nave; con el pequeño detalle de queda vez que sale al espacio sideral, pasan cinco o seis años. Los demás envejecen menos él. Lightyear, tiene un hallazgo asombroso que es su compañero gatito robot, Sox, quién le añade el grado de comicidad al relato. Sox es muy divertido en su interacción con el guardián del espacio, y es una pena que este tópico no se haya explayado más en una narración que se apoya principalmente en la ciencia ficción. Es básicamente una película con mucha acción y aventuras, sin contemplar (como en otras cintas de Pixar) la complejidad de los personajes. Es innegable el carisma de nuestro astronauta (aquí con la voz de Chris Evans), y la propia mística que conlleva solo por ser uno de los protagonistas de la saga Toy Story; aparte de esto, y narrativamente hablando, hay escenas redundantes y cansadoras. Falta la magia y la sensibilidad que le aportaban Andy, Woody, Rex y Jessy (entre otros), a nuestro heroico compañero. Buzz, te preferimos como juguete.
El origen del guardián espacial Luego de cuatro largometrajes de Toy Story y algunas producciones televisivas, ha llegado a las salas de cine Lightyear (2022). La propuesta inicia sobreimprimiendo la frase “En 1995 Andy recibió un juguete de su película favorita… Ésta es esa película”. De este modo metadiscursivo el relato anuncia que se trata de una especie de precuela (o más precisamente un spin-off) que narra la historia de origen del personaje de Buzz Lightyear. La presente película animada, dirigida por Angus MacLane, aquel de Buscando a Dory (2016) y el corto Toy Story de Terror (2013), quien escribió el guión junto a Matthew Aldrich (Coco, 2017) y Jason Headley (Unidos, 2020), se enmarca dentro del género de la ciencia ficción. Después de un infortunio tras intentar explorar un planeta desconocido rico en recursos, Lightyear (con la voz de Chris Evans), su comandante y amiga Alisha Hawthorne (Uzo Aduba) y toda la tripulación quedan varados allí a 4.2 millones de años luz de la Tierra. Tras sentirse responsable por lo ocurrido, Lightyear emprende viajes experimentales con el fin de alcanzar más velocidad para poder retornar al planeta de origen. El problema es que al realizar los viajes se produce una “dilatación temporal”, por ende, mientras el tiempo de Buzz se ralentiza cuando viaja, el tiempo del resto sigue transcurriendo. Como resultado, el protagonista debe enfrentarse a la soledad y la pérdida de sus afectos. En dicho sentido, la película ofrece momentos emotivos y subraya el carácter humano de Lightyear (por ello no era imprescindible recurrir a la voz de Tim Allen), pues ya no estamos frente a un juguete “ególatra” sino ante un astronauta que debe enfrentar problemas reales y existenciales. En este viaje de autoconocimiento, el héroe se tornará vulnerable y aprenderá lo que siempre le costó, trabajar en equipo. Esta cuestión es la moraleja principal que desea transmitir la obra, porque “lograr grandes cosas requiere de la colaboración de numerosas personas: se trata realmente de un trabajo en equipo”, al igual que la dedicación en grupo que implica la realización de una película. El colectivo está conformado por “marginados” e incluye a una ex convicta, pero también será de la partida Sox, un adorable gato-robot. Este personaje, como se suele decir popularmente, se roba la película, puesto que es un eficaz comic relief con la mezcla justa de simpatía y ternura. Quienes estén esperando un producto similar a Toy Story (1995) no estarán del todo conformes porque este relato acertadamente se desprende de sus predecesoras, contando una nueva historia que poco tiene que ver con la anterior. Solo recurre lo justo y necesario a Toy Story (dirigida por John Lasseter, quien escribió el guión original junto con Pete Docter y Andrew Stanton) y sobre todo tiene guiños para con Toy Story 2 (1999) y el villano Zurg (Josh Brolin), además del latiguillo “to infinity and beyond” (“al infinito y más allá”), que aquí más que carga cómica posee un tono emotivo, incluso hay un plano que remite metafóricamente a los dedos de la obra pictórica de Miguel Ángel en la bóveda de la Capilla Sixtina. También hay algunos elementos que remiten a clásicos intergalácticos de la cultura popular como Star Wars y Star Trek y a las viejas consolas de video juegos (al respecto hay un chiste atinado orientado a los adultos -quizás ya padres- que verán el film). La animación incluye con austeridad varias cuestiones explotadas por el cine mainstream actual, elementos cercanos al multiverso, los problemas temporales y las aventuras galácticas. Además, a tono con la “corrección política” actual, esa que Disney pretende homologar de forma superflua en todas sus producciones, la representación en Lightyear de la homosexualidad, a través de una pareja de lesbianas integrada por Alisha (una comandante de ascendencia afroamericana) y su esposa (con rasgos “exóticos”), no resulta forzada. En esta ocasión se reconoce que el gesto, a pesar del cliché y la saturación de la superposición de minorías sociales, las sexuales o las étnicas, tiene la osadía de incluir un beso en una producción ATP y mostrar una familia diversa compuesta por dos madres y un hijo, otorgando un mensaje de inclusión social. Dicha escena fue reincorporada tras el escándalo mediático, cuando los empleados de Pixar presentaron una carta criticando a la compañía por censurar el “afecto abiertamente homosexual”, misiva cuyo origen fue el intento fallido de Disney de eliminarla del film. Sin embargo, lamentablemente el estreno de Lightyear fue prohibido en algunos países como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Líbano, Egipto, Jordania, Malasia, Indonesia, China, Kuwait, Omar, Qatar y Bahréin. Finalmente, la narración ofrece un buen equilibrio entre los momentos emotivos y la comicidad, aunque por momentos el desarrollo de la acción se ve entorpecido por abusar del recurso de colocarle dificultades constantes al protagonista, lo cual se torna algo reiterativo. En conclusión, a pesar de este desatino, Lightyear es una propuesta muy entretenida tanto para grandes como para chicos que resulta más graciosa en su idioma original, aunque los remates no pierden su efectividad en el doblaje al español. Por último, recuerden que posee tres escenas extras post créditos, dos gags y algo que parece dejar la puerta abierta para una secuela. En suma, para los amantes del detrás de escena se recomienda ver el documental de corta duración Más Allá del Infinito: Buzz y el Viaje hacia Lightyear (2022), disponible en Disney Plus.
Al comienzo se aclara que el chico de Toy Story fue a ver una película que le gusto mucho y que de inmediato se compró un juguete con la imagen del héroe. Y que ésta es la película. Como se ve un corte total y rápido con el cordón umbilical que une a este personaje con la inolvidable saga de Toy Story. Se trata de un film totalmente independiente que se mete en el mundo de la aventura y los viajes espaciales. Un grupo de humanos varados en un mundo que no les pertenece que se han quedado sin el combustible necesario para regresar. Ante las tribulaciones, hay quienes comienzan a imaginar cómo establecerse en ese lugar hostil y otros, como Lightyear, que empecinado y valiente solo quiere probar una y otra vez que puede volver a su misión, estar con las estrellas en espacio a investigar. En cada viaje que intenta en vano, él envejece minutos pero para su grupo, significan años. Y esa no es la única utilización de la relatividad del tiempo, ya que también viene perfecto para resolver problemas familiares fundacionales hasta para sentar posiciones, como que la heroína que termina acompañando a Lightyear tiene dos mamás. El equipo que queda sueña con secuelas y seguramente vendrán. Las aventuras espaciales con robots enemigos y plantas peligrosas entretiene y muy bien. El despliegue técnico y de animación es asombroso. Pero justo es decir que está lejos de la magia de Toy story. No obstante es muy efectiva y entretenida.
CUANDO LO ESPACIAL TAMBIÉN ES TEMPORAL Es fácil analizar a Lightyear desde la premisa de que es un film menor dentro de la potente filmografía de Pixar. Lo es también porque algo de cierto hay en esa afirmación. Sin embargo, la película de Angus MacLane posee unas cuantas capas de sentido que van bastante más allá de su carácter de spinoff de Toy Story y su reenfoque sobre ese personaje genial que es Buzz Lightyear. El arranque de Lightyear es con un pequeño texto explicativo donde se asevera que estamos por ver la película favorita de Andy, el dueño de Woody y Buzz. Eso, que puede parecer anecdótico, es también una toma de posición, donde la gente de Pixar deja en claro que no solo apelan a la nostalgia, sino que también están apuntando a un público infantil al que no subestiman. No lo subestiman porque asumen que pueden aceptar, disfrutar y apropiarse de un relato que, con todos sus componentes de aventura y diversión, no deja tener elementos que sobrevuelan relacionados con nociones sobre el paso del tiempo, la muerte y la pérdida. En Lightyear, la misión que se le presenta al protagonista no es una más, y no solo porque es especialmente difícil, sino también porque lo interpela sobre el cómo, por qué y para qué de su propia existencia. Ese interrogante personal y subjetivo empieza a configurarse cuando, luego de un accidente en una exploración aparentemente rutinaria, Buzz (voz de Chris Evans) y la numerosa tripulación que lo acompaña en un viaje de investigación quedan varados en un planeta hostil. Entonces, con la ayuda de su compañera, Alisha Hawthorne (voz de Uzo Aduba), deberá hacer múltiples viajes para lograr que una tecnología de hipervelocidad sea efectiva y les permita a todos salir de ahí. Claro que esa aventura estará repleta de obstáculos y consecuencias temporales que lo pondrán a Buzz en una especie de senda paralela a la de su gente. Su percepción del tiempo será diferente a la de los demás y eso lo colocará en un no-lugar, tanto espacial como temporal, que terminará incidiendo en su auto-percepción, afectada además por los constantes fallos, que van contra una personalidad que no suele admitir el error como parte del plan. La película resume buena parte de estos conflictos exteriores e interiores que afectan al protagonista -que incluye el extremo que es el conocimiento y la asimilación de la muerte, más el proceso de duelo- con una secuencia de montaje tan estupenda como desoladora. Es un tramo que acerca a Lightyear a esa obra maestra que es Up, y que nos recuerda que el paso del tiempo es un tema muy habitual en Pixar, el cual sus integrantes están revisitando cada tanto. Acá, el estudio hace esa operación discursiva releyendo -al igual que ya hizo antes con otros géneros y subgéneros- la aventura espacial, para allí transformar lo abismal del espacio exterior y las implicancias de los avances tecnológicos en sinónimos de soledad, que se acrecientan en un héroe marcado por la acumulación de fracasos en pos de una posibilidad difusa de éxito. Por todo eso, es que, a pesar del dinamismo en el que se inscribe su aventura primero individual y luego grupal, el de Lightyear es finalmente un relato marcado por la amargura que puede incluir el aprendizaje sobre lo que se pierde y gana con cada decisión que se toma. En eso es clave el surgimiento de su antagonista inesperado, que interpela a Buzz sobre las implicancias de sus decisiones y cómo no afecta solo a él, sino también a quienes lo rodean. Se puede argumentar que el film no tiene el esplendor visual o la solidez narrativa de otras creaciones de Pixar. Pero, al mismo tiempo, es innegable la capacidad que despliega la película para construir personajes atractivos -el gato SOX (voz de Peter Sohn) se lleva todas las palmas- y hasta ideas visuales que son casi declaraciones de principios. El cuento que nos presenta Lightyear no es sumamente original, pero aún así se siente nuevo y estimulante. No sorprende entonces que queramos ir, nuevamente, al infinito y más allá.
Al infinito… Una película que se desprenda de la saga de Toy Story supondrá siempre un éxito comercial para Pixar y Disney. Por más que exista ese miedo de arruinar algún producto, los números dejarán bien parada a la compañía. Pero como es costumbre para Pixar, la empresa de animación no defrauda en cuanto a calidad en esta nueva cinta. Sin entrar en mucho spoiler, Lightyear nos trae la historia del héroe del espacio que inspiró el juguete que tanto nos enamoró en Toy Story. Justamente, a partir de este encanto previo que la audiencia tenía, es donde se refuerza un sentimiento muy profundo dentro del espectador y acaba por enamorarlo nuevamente. Inteligentemente, los guionistas van marcando detalles durante todo le metraje que brindan recompensas constantes a quienes están sentados en las butacas, pero sin perder la organicidad ni embarrar la trama. Es una película de ciencia-ficción que se vale de recursos narrativos bastante utilizados en el género pero consigue sorprender en más de una ocasión. Los nuevos personajes están a la altura (párrafo aparte para el gato robot), siempre apoyados en el incansable guardián del espacio, con voz de Chris Evans. La música, si bien es sutil por momentos, es uno de los elementos que mejor funciona, sustancial en las escenas que nos emocionan, porque claro, no olviden que a Pixar le gusta ir al hueso. Por último, la película no se olvida que es una comedia: mucha risa y hasta carcajadas en toda la sala. Lightyear es un film distrutable desde muchos aspectos, con personajes entrañables y con el auténtico Buzz, que nos hace reír, tensiona y nos llena de recuerdos inolvidables. Y de esto último también se trata un poco la película. Puntuación: 8/10 Por Manuel Otero
Aventuras en el espacio con el astronauta de “Toy Story” Este spin-off del compañero de Woody no busca crear un multiverso al estilo Marvel sino bucear en la prehistoria del heroico personaje. CRÍTICAS Emiliano Basile Por Emiliano Basile Viernes 17 de junio de 2022 Una placa al inicio de Lightyear (2022) anuncia el origen del film, “el juguete que recibe Andy en 1995 (fecha de estreno de la primera Toy Story) está inspirado en una película. Ésta es esa película”. La aclaración explica que esta aventura no surge del universo ficcional de Toy Story sino de la ficción imaginada dentro de ese universo, dejando atrás toda conexión con la película fundacional. Así, y al contrario de las franquicias de superhéroes que buscan cruzar personajes e historias, esta película funciona como apartado, como paréntesis a la saga principal, que ayuda a forjar las bases y fundamentos del comportamiento del legendario juguete Buzz. Una suerte de nota al pie del guionista que ahora sale a la luz en forma de película. La versión “real” del personal que inspiró al muñeco comienza en un planeta lejano donde Buzz Lightyear (voz en inglés de Chris Evans) debe cumplir una misión, pero por esas cosas del destino todo se complica y queda varado junto a una peculiar tripulación (voces en inglés de Keke Palmer, Dale Soules y Taika Waititi), y su divertido compañero robot Sox (voz en inglés de Peter Sohn), en ese territorio intergaláctico donde suceden infinidad de peripecias. Lightyear tiene el encanto de las sagas de aventuras espaciales de antaño, donde la figura del héroe en tierras lejanas debe sortear múltiples obstáculos con naves espaciales y rayos láser. El estilo PIXAR balancea como siempre, humor y aventuras en la medida justa, con la dosis precisa de emoción y encanto para componer a sus personajes, sea el del título o los nuevos aquí presentados. De esta manera se centra en su personaje y en todo el imaginario cósmico a su alrededor, sin forzar otras lineas narrativas del universo Toy Story para contentar a los fanáticos. Por eso, al final queda la sensación de que la película está más preocupada por la nueva historia que elabora, que por sacar provecho de la nostalgia del reencuentro.
La buena noticia es que al menos resultó un poco más llevadera que las continuaciones de Cars, sin embargo no deja de ser un producto terriblemente insípido para un estreno que integra la filmografía de Pixar. El film previo de la productora, Turning Red, que no tuvo promoción y terminó en la plataforma de streaming del estudio, al menos contó con un contenido más elaborado además de brindar un buen entretenimiento. En este estreno no hay demasiados elementos para resaltar y los niños que no se queden dormidos en el cine tal vez la disfruten un poco más. Dentro de la franquicia la trama presenta el film que Andy vio en 1995 e influenció su devoción por Buzz Lightyear. El problema con este concepto es que despoja de entrada todas las características que hicieron memorable y divertido al personaje. Cuando a Buzz le quitás su ego exagerado, el sentido del humor y la interacción con el cowboy Buddy queda un héroe de aventuras aburrido que tal vez llegó a entretener la miserable infancia de Andy pero difícilmente consiga lo mismo con el resto de la humanidad. El perfil serio de Lightyear simplemente no es atractivo y el director Angus McLane (responsable de la olvidable Buscando a Dory) no hace el menor esfuerzo para cautivar al público con el mundo del ciencia ficción que rodea al protagonista. El pobre Buzz además de ser más insulso tiene que lidiar con la ausencia de un reparto secundario carismático que lo ayudó a brillar en la saga original de Toy Story. Los nuevos personajes son roles acartonados sin personalidad que se limitan a cumplir con la cuota de diversidad que demandan los contenidos de Hollwyood en la actualidad. El único miembro que levanta un poco la historia con sus intervenciones es un gato androide que no en vano protagoniza los spots promocionales de televisión. En general el contenido humorístico es malo y está dirigido a ese público "especial" que festeja a carcajadas los chistes tontos en las películas de Marvel. Obviamente una propuesta de Pixar que no roba ideas ajenas de otros artistas no sería lo mismo, ya que la piratería siempre fue parte del ADN tradicional de esta compañía. El hurto en este caso se centró en el argumento de Interestellar, de Christopher Nolan, y como les daba fiaca crear robots villanos también copiaron a los androides de las fuerzas de Hordak, en la serie animada de She-Ra, de Fillmation. La pereza llegó a tal nivel que ahora ni siquiera producen los cortometrajes que solían presentarse antes de las películas y que en el pasado brindaron algunas historias simpáticas. Si al menos esta producción hubiera presentado alguna sátira del estilo de cine hollywoodense que se hacía hacia mediados de los ´90, la trama podría haber sido más entretenida pero nunca se explora esa cuestión. Motivo por el cual cuesta bastante comprar que los niños de 1995 se volvieron locos por Buzz luego de verlo en esta propuesta. En resumen, una película de Pixar realizada en piloto automático con el único fin de ocupar una fecha en el calendario de estrenos.
El concepto tan simple de Lightyear me parece sensacional, ya que hace casi tres décadas que conocemos a este personaje pero en realidad no. Conocemos al juguete y sus historias en la franquicia Toy Story. Así que la premisa de este film es mostrarnos a nosotros, los espectadores, la película favorita de Andy, la cual desencadenó una línea de juguetes. Eso le dio a Pixar la libertad de crear una historia nueva, pero respetando ciertos puntos establecidos por ese primer Buzz, aquel que desconocía que era un juguete. Y con esa excusa nos metemos en una aventura especial pura y dura, pero pasada por el filtro Disny/Pixar. Es decir, una película para toda la familia, con un mensaje de vida y coyuntura actual (esto último desentona un poco ya que supuestamente este es un film previo a 1995). Lightyear trata sobre la autosuperación y el aprender a valorar lo que se tiene. El vivir el presente y no estar pendientes del mañana. Cada uno de los personajes periféricos aportan un poco a la construcción de ese relato mediante acciones muy concretas o chistes de diferente índole (algunos para niños y otros para adultos). Amén de la increíble animación que siempre nos tiene acostumbrados la compañía, Lightyear es una feel Good movie que cumple con su cometido. No puedo opinar sobre Chris Evans y el cast de voz original ya que vi la película doblada. Pero disfruté los diálogos y me sacó más de una sonrisa. Dicho esto, debo aclarar que no me emocionó y que eventualmente quedará en el olvido salvo por la figura enorme de Buzz en el colectivo imaginario. En síntesis, Lightyear es una buena idea que se convirtió en una película más que decente y un gran “companion” a Toy Story.
¿Necesitabamos este spin off de Toy Story? A los pocos minutos de iniciado el relato la respuesta aparece. NO. En un año donde la nostalgia es uno de los elementos más convocantes para las salas, viajes en el tiempo, trabajo en equipo y luchas espaciales, alejan a Buzz de sus relatos predecesores, resintiendo en el dialogo con este y complicando, innecesariamente, su trama. Una suerte de Interestelar para niños.
Lightyear, es el nuevo Spin Off que trae al Space Ranger que cautivó a Andy en 1995, viene cargado de aventura, acción y comedia al estilo de Pixar. Esta historia de origen, lleva a Buzz Lightyear a transformarse en una leyenda, luego de una serie de eventos que desatan un gran conflicto en su vida y en la de sus allegados. Al infinito… La trama introduce a Buzz (prestando su voz Chris Evans) con una personalidad muy similar a la que tiene el juguete en la saga de Toy Story. Siendo alguien muy calculador, aventurero, inteligente y que siempre está grabando todas sus acciones en la bitácora. La película se va construyendo como una aventura intergaláctica y se va anudando cada vez más para el protagonista. Lo que llena al héroe de conflictos que le cuesta resolver solo. Con el pasar del tiempo, y a medida que él aprende también de sí mismo, la cinta toma un buen giro que explora mucho la mentalidad de Buzz. Lo que hace más atractiva a la trama llegando a su parte final. Una ventaja de 5 minutos Para acompañar a Buzz, se introducen otros personajes que le dan el tono Pixar. Este tono, a pesar de que se puede concluir que es más de lo mismo, incorpora personajes que son necesarios, porque que hacen evolucionar al mismo protagonista y también le dan un toque más descontracturado a aquellos hechos dramáticos o tensos. Izzy Hawthrone (Keke Palmer), que es la nieta de Alisha (Uzo Aduba), mejor amiga de Buzz, presenta el camino de la adolescente que debe perder el miedo y qué, mediante sus errores, aprende a ser mejor, algo típico pero necesario en la trama, porque muestra como alguien joven gana experiencia a base de golpes. Pero el personaje más Disney, es Sox (interpretado por Peter Sohn), el gato robot de compañía que Alisha le obsequió a Buzz. Este mismo, es la parte más cómica y dulce de la película, no puede faltar un elemento así, porque son de los que gustan y cautivan a la gente. Algunos quizás crean que estos personajes que la película trae, sean más de lo mismo y hay algunos que sí, pero al menos cada uno tiene su propia esencia y los dos nombrados, son los pilares para que Buzz tenga éxito en su misión. …y más allá Las escenas de acción son muy buenas y están bien construidas. Hay miles de referencias a Toy Story, claro está, pero con un tono mucho más adulto. El filme trata de sacar lágrimas del público, siendo armas viejas que Pixar siempre implementa. Y su comedia, volviendo a la fórmula de siempre, no aburre, divierte y es muy entretenida. Una excelente animación, muy buena banda sonora y cabe destacar las interpretaciones de cada uno de los actores que prestaron su voz, principalmente la de Chris Evans. Podría decirse que Lightyear, no es una película para niños, ya que no tiene el elemento de ser una cinta infantil, sino de acción animada, tal y como lo fueron Los Increíbles. Tiene un desarrollo mejor estructurado, nada complicado de entender, pero quizás no entretenga a un público mucho más joven, sólo hablando desde lo argumental. Esto es un gran punto a favor, ya que el desarrollo que tenía Toy Story para las personas que la vieron en aquel momento, Lightyear se acopla perfecto para ellas, que disfrutaron la saga de los juguetes durante su infancia. Una película que sirve para el público infantil y adulto, muy entretenida y divertida, siendo esta una gran historia de origen para Buzz Lightyear.
Cada vez es más difícil encontrar en el cine o en la televisión historias sumamente originales y diferentes. Las compañías buscan constantemente recrear la popularidad de aquellas películas que fueron exitosas en su momento a través de remakes, reboots o secuelas, para conquistar tanto a los nostálgicos como a las nuevas generaciones con tramas adaptadas a la modernidad. Esto no ocurre solamente con clásicos interpretados por personas de carne y hueso, sino que también son casos que se dan en la animación y nadie queda fuera de ello. Por ejemplo, «Toy Story», una de las sagas más sólidas y queribles de Disney-Pixar, nos sigue ofreciendo distintos productos a pesar de que en dos oportunidades creíamos ya haber visto todo lo que tenían para contarnos. Hace unas semanas llegó al cine su spin-off «Lightyear», una cinta que se centra en la película favorita de Andy, el chico de «Toy Story» que imaginaba diversos mundos con sus juguetes preferidos: Woody y Buzz. Esta vez nos vamos a centrar en las aventuras del legendario Guardián Espacial. A pesar de que nos encontramos a priori con una historia innecesaria y pequeña, el resultado de «Lightyear» es bastante logrado, ofreciéndonos una aventura espacial entretenida y con mucho corazón. Sin dudas podemos notar un homenaje a varias películas de ciencia ficción que marcaron un antes y un después en el género como «Interstellar», «Star Trek», «Star Wars» o «Volver al Futuro», donde se toman ciertos elementos como los viajes al espacio o el paso del tiempo para contar esta historia. El director es un gran fanático de los films de este estilo y eso se ve plasmado en la pantalla. Tal vez por momentos se vuelve un poco técnica, algo que puede perjudicar el disfrute de los más pequeños por la falta de comprensión o interés, pero de todas maneras funciona a la hora de brindarnos una aventura entretenida. Es una historia divertida, con varios obstáculos para atravesar, que lo complicarán las situaciones a los personajes principales. Además, logra equilibrar de buena manera los momentos graciosos (sobre todo los protagonizados por Sox, un gato robot que busca ayudar a Buzz) con otros más emotivos. Es una trama que habla sobre la perseverancia, el transcurso del tiempo, la inclusión, el aceptar la realidad, aprender de los errores, el trabajo en equipo, entre otras cuestiones. Probablemente no se vuelve tan filosófica o profunda como las últimas incursiones de Disney-Pixar, pero consigue transmitir mensajes optimistas y reflexivos. En cuanto a los aspectos técnicos, las voces originales están encarnadas por Chris Evans, Keke Palmer, Uzo Aduba, Peter Sohn, Taika Waititi, entre otros, que hacen un buen trabajo para plasmar a sus personajes. La parte animada también cumple con lo propuesto, generando un buen ambiente espacial con los paisajes, los objetos y los vestuarios. Lo mismo ocurre con la banda sonora a cargo de Michael Giacchino, que con su música le agrega una mezcla entre épica y nostalgia al argumento. En síntesis, a pesar de que «Lightyear» no era una historia demasiado necesaria para contar, logra entretener tanto a chicos como a grandes, con una aventura divertida, emotiva y que deja varios mensajes lindos para reflexionar.
Lightyear es un filme correcto, pero no entusiasma, no tiene la magia que tenía Toy Story, ni su corazón, ni su profundidad, por ,o tanto decepciona. La película no es mala en sí misma, de hecho es buena, pero la caída entre las expectativas y el resultado final es tan alta que se siente floja. Si este filme, tal cual está, hubiera tenido el personaje con otro nombre, y el traje un poco cambiado, como para no asociarlo con Buzz Lightyear de Toy Story, ni ese filme, probablemente hubiese tenido una mucho mejor acogida y la gente la recomendaría. Además tiene otro problema, este Lightyear no es el Buzz Lightyear de Toy Story, es otro personaje, en el cual supuestamente se basa el juguete, pero ese cambiazo es raro, y la nueva personalidad no es tan rica, graciosa, y delirante como lo era Buzz, por ende eso desengacha, además el personaje es mucho más plano, es valiente siempre, siempre tiene en claro lo que quiere y hace, y entonces termina siendo menos interesante, tiene menos aristas, menos conflicto que Buzz, y pierde en la comparación. La historia no es muy atrapante tampoco, una nave que explora un planeta queda varada por la rotura de su cristal de energía, y Buzz debe hacer una serie de pruebas en su nave con cristales de reemplazo, lo curioso de todo esto es que por la expansión del tiempo a alta velocidad, Buzz demora 4 años en hacer cada viaje al rededor de una estrella, y cuando llega cada vez que fracasa, todo ha cambiado 4 años, pero el solo un día. Ese argumento, quizás inspirado en Interestelar, no entusiasma mucho, ni está explorado de manera profunda, y luego la película deriva en un conflicto con una nave nueva, y el jefe que tiene, un argumento poco claro, que es simplemente una excusa para escenas de acción y aventuras, pero ninguna de las escenas de acción logra ser trascendente, sorprendente, o tener algo novedoso, tampoco llegan a los niveles emocionales de Toy Story que parten el corazón como cuando Andy vista a Bonnie, o cuando los juguete están cayendo al horno. La maldición del filme, no es el beso lésbico, que es la nada misma, dura un segundo si pestañeaste no lo viste, ni tampoco cierta acusación a vender ideología de género porque su colega tiene una relación con una mujer, que no es trascendente al argumento, la maldición es la expectativa, sabiendo que Pixar fue pionera en la animación 3D, que sus creativos son de primer nivel, que Toy Story y su segunda secuela ganaron el Oscar, que había cientos de millones para este filme, que los guionistas de Pixar son creativos y nos han estrujado el corazón varias veces, y que se basaban en un personaje bien desarrollado, gracioso, conflictuado, valiente, y con capacidad e camio, con todo eso, esperábamaos más mucho más. Lightyear no es mala, de hecho es buena película, pero no por eso no deja de ser la decepción del año. Cristian Olcina La crítica radial completa abajo en los reproductores de audio solo, o de YouTube con video en el link.
La nueva gran apuesta del gigante Pixar saca provecho del creciente advenimiento del spin off, remixes y reversiones que no acaban de agotar el encanto de viejos clásicos de la gran pantalla. O no tanto, la historia de “Toy Story” se remonta a 1995. Con su arribo, gracias al film dirigido por John Lasseter, ganador de un Premio Oscar, el panorama del cine de animación cambiaría drásticamente. Lo complejo es saber hacer lo sencillo divertido, y la presente propuesta, bajo el comando de Angus MacLaine, ofrece fascinante fluidez y un digno regreso al típico espíritu de ciencia ficción que bebe de las fuentes de un precursor. Nada fue igual para un género decidido a correr riesgos artísticos, acotando límites ridículamente realistas. Con música de Michael Giacchino y guión de Jason Heatdley, “Ligthyear” empaqueta bajo los códigos del séptimo arte del nuevo milenio la perfecta excusa rendidora en taquilla. La nostalgia encuentra a la creatividad en un cruce de caminos. Al infinito y más allá…
Hacia el infinito… y hasta ahí ¿De qué va? Buzz Lightyear, un Ranger espacial de elite, queda varado junto a su compañera Alisha en un planeta inhóspito. Tratando de emendar su error, Buzz intenta encontrar la formula correcta para alcanzar la velocidad de la luz y así volver a casa, pero una amenaza intergaláctica se opondrá a sus planes. Placa en negro. Unas letras blancas nos dicen que la película que sigue a continuación no es cualquier cinta, sino que es la favorita de Andy, aquel niño que acompañamos en su niñez y adolescencia. Tras el visionado, el fanatismo acérrimo del pequeño hace desear para su cumpleaños la figura de Buzz, logrando que la familia de juguetes que descansa en su habitación se agrande. Tras esta presentación, y posicionándonos en el lugar de Andy como ese espectador ansioso, comienza la aventura. Siguiendo los pasos del experimentado Buzz Lightyear, un Ranger espacial casado con su profesionalismo e individualismo (no por nada la selección del capi Chris Evans para poner su voz), el film nos posiciona en un planeta desconocido, lejos de la Tierra, de casa. Acompañado por Alisha (Uzo Aduba), su mejor amiga, Buzz intenta comprender la importancia del liderazgo, pero su egoísmo e imprudencia intrépida lo estancan tanto a él como a toda la tripulación en aquél planeta deshabitado. Ahora, sin otra opción que enmendar lo hecho, Buzz se compromete a terminar la misión, ignorando las advertencias de sus superiores como las necesidades de sus más allegados. Con compañeros tan erráticos como serviciales, el viaje de Buzz para vencer a la amenaza robótica que acecha al planeta y así poder volver a casa se apoya tanto en el poderío del personaje y su transformación como en la evolución visual de los paisajes que lo rodean. Los diversos horizontes que recorre nuestro protagonista como sus colores se transforman a medida que avanza la trama, consecuente a los logros y fracasos de la misión. Desde el atardecer más cálido a la noche más fría, Buzz atraviesa un lienzo exquisito, que saca a relucir el poderío de una animación que destaca por el detalle y la espectacularidad. No se puede decir lo mismo de la banda de sonido de Michael Giacchino, un compositor que se perdió en la acumulación de proyectos, sin lograr un tema que trascienda en lo más mínimo. Con una composición tan monótona como anticlimática, la banda sonora se estanca en acompañar al apartado visual genéricamente, sin preocuparse en el trasfondo ni de los personajes o su travesía. Algo similar sucede con el ritmo del film, que peca de una aceleración exhaustiva, logrando que muchas escenas climáticas no logren respirar, perdiendo así peso en el visionado. Tras el primer punto de giro, momento en el que se plantea el conflicto a resolver, la película inicia una cuenta regresiva, generando una velocidad que avasalla hasta en los momentos catalíticos, aquellos que son puestos para dar un descanso al relato. De todas formas, la transformación de Buzz como su conflicto interno logran sobreponerse ante las mencionadas fallas, logrando un personaje que empatiza. Corriéndose de la formula “From Zero to Hero” (De Cero a Héroe), el viaje de Buzz funciona a la inversa. Atrapado en el pasado, culposo por ser el responsable del estancamiento que puso a toda su tripulación en riesgo, Lightyear lucha con su yo interno, obsesionado en cumplir la misión que ya nadie le exige. Es así que el Ranger se pierde del presente que lo rodea, una civilización que aprende de sus errores y avanza en el nuevo territorio, sin intenciones de volver a ese planeta que alguna vez llamaron “casa”. Paulatinamente, el objetivo de “regresar” se transforma en el de comprender que ese destino estuvo siempre bajo sus pies, acompañándolo durante toda la aventura. Tanto la herencia de una amistad que perdura hasta el liderazgo aprendido, lejos de la individualidad heroica que lo definía, los regalos que obtiene Buzz en esta travesía lo convierten en el héroe insignia no solo de su gente, sino de aquel Andy, el niño que mira esta película al borde de la butaca.
El estreno de este spinoff de la saga Toy Story trajo buenas noticias. La decisión de estrenar un film de Pixar en cines, antes que en plataformas (Soul, Luca y Red fueron al streaming), le abrió las puertas a las vacaciones de invierno. Así, pudimos disfrutar de un lógico homenaje a la altura de un personaje querido por varias generaciones de la audiencia global. La pospandemia dio la posibilidad de convertir este hecho en el gran evento que sin duda es. Incluso la polémica por la censura de la película en diversos países, a causa la relación lésbica entre dos personajes (la capitana Hawthorne, en la voz de Uzo Aduba, está en pareja con otra mujer, con la que forma una familia), puede servir para dejar en evidencia esos anacronismos entre distintos mundos que parecen transcurrir en épocas distintas. Acaso algo caprichosa en la trama general, o respondiendo a decisiones de corrección política antes que funcionales a la historia, esa inclusión funciona con absoluta y lógica naturalidad en la historia. La “polémica” también sirvió para hacer pública una interna entre Pixar y su casa madre, Disney, en torno al tratamiento de la sexualidad diversa. Lightyear es la película que vio un niño llamado Andy en 1995, se informa en el comienzo. Un niño que salió de la sala pidiendo que le compraran el muñeco, y ya sabemos cómo siguió la historia. Es así como los niños de hoy querrán al del “nuevo” Buzz y el de su mascota, el simpático gato robótico Sox. Esa breve introducción es una puerta de entrada, el regreso a uno de los universos más entrañables que ha logrado construir el cine de animación, y Lightyear es depositaria de esa carga emotiva. Como corresponde, entonces, de Buzz es una película de aventuras en el espacio, que comienza con la guardia que Buzz lidera a puro entusiasmo individualista. Tras un accidente que los deja varados en un planeta, a merced de unas lianas gigantes bastante insistentes, Buzz se lanza al vuelo, para atravesar la ultravelocidad que les permitirá volver a casa. Fracasa, y cuando vuelve descubre que, en lugar de unas horas, para los demás pasaron varios años. En esas idas y vueltas con distorsión temporal se estructura la aventura, según el guión escrito por Jason Headley y Angus McLane, el director. Un marco que acompaña la necesidad de tomarse un tiempo para mirar a los demás, de incorporar la idea de paciencia para el unilateral Lightyear, que contará con la compañía de Sox, el gato robot, y de un trío de novatos con ganas. Sí, la trama guiña el ojo a varios films de su género, la ciencia ficción. Y no, no es una de las obras maestras que hicieron de Pixar la gran fábrica de historias creativas, originales y sorprendentes que es. Pero la menor capacidad de sorpresa tampoco implica, de ninguna manera, un resultado mediocre. Lightyear es entretenida, inteligente y, como siempre, humana. No alcanza esos picos de emoción e inspiración de films como Toy Story (uno, tres o la que quieran), Ratatouille, Up, Monsters Inc. o Los Increíbles. Acaso porque es un film más acotado, de aventuras espaciales. El que vio un niño llamado Andy, en 1995.
Un héroe espacial que no sorprende ni emociona La buena noticia es que Pixar volvió a los cines. Después de dos años sin pasar por la pantalla grande (“Soul”, “Luca” y “Red” se estrenaron directamente en Disney+), el estudio que creó joyas como “Toy Story”, “Ratatouille” o “Cars” regresó a las salas con “Lightyear”, la película que se centra en la historia del astronauta Buzz, uno de los personajes más emblemáticos y queridos de “Toy Story”. La mala noticia (tristemente) es que este estreno _uno de los más esperados y publicitados del año_ está muy lejos de la creatividad y la originalidad que han caracterizado a Pixar, e incluso se ubica un escalón por debajo de la innecesaria “Toy Story 4”. Dirigida por Angus MacLane (codirector de “Buscando a Dory”), “Lightyear” no es exactamente una precuela ni un spin off de la saga de “Toy Story”. Al comienzo de esta nueva historia se nos informa que en 1995 al pequeño Andy le regalaron para su cumpleaños un muñeco de Buzz Lightyear, el personaje protagónico de su película favorita. Y lo que sigue a continuación es justamente esa película. Conciso y bien simple. De golpe nos encontramos con este Buzz de “carne y hueso”, un heroico guardián del espacio que va a quedar varado en un planeta hostil y remoto. A esta altura no hace falta aclarar (pero sí recalcar) que la evolución técnica de la animación de Pixar es admirable. El nivel de detalle de cada escena de “Lightyear” es notable. El problema es que la historia y los personajes no están a la altura de esa excelencia. La película es entretenida en sus primeros 45 minutos: es una aventura espacial sin muchas pretensiones con claras referencias a “Star Wars” y a “Viaje a las estrellas”. Hay una reflexión sobre las tensiones entre los afectos y la búsqueda de la gloria personal, pero en general es una clásica aventura con pruebas de supervivencia que funciona bien hasta que hacia el final agota. Los escapes a último minuto y las misiones fallidas se repiten demasiado, y así el metraje resulta excedido. Por otro lado, los personajes prometen más de lo que entregan. Al protagonista le faltan aristas y profundidad, y por momentos es opacado por algunos personajes secundarios, como el gatito robot que aporta la cuota de humor (un tanto pueril) o los compañeros de Buzz en sus intentos de escape, desde una ex convicta con libertad condicional hasta un soldado torpe que vive muerto de miedo. Con respecto al personaje de la capitana Alisha Hawthorne (que forma pareja con otra mujer, algo novedoso en el universo de Pixar) sólo se puede decir que responde exclusivamente a una agenda de actualidad y no la historia en sí misma. Además, ¿si “Lightyear” es la película que vio Andy antes de “Toy Story”, que es de 1995, cómo se entiende a este personaje? En los 90 de inclusión ni se hablaba. Pixar ya no es lo que era. Lo sabemos desde la fallida “Cars 2” (2011) o de productos menores como “Un gran dinosaurio” (2015). Y “Lightyear” pertenece a esa categoría. De Pixar queda la excelencia en la animación, pero lo demás pasa por la maquinaria de Disney (propietario del famoso estudio), donde las cuestiones creativas están fuertemente atadas a los cálculos de mercado. Acá la apuesta pasaba por la nostalgia y un personaje que brilló en la pantalla durante 15 años. Sin embargo la jugada no funciona, no sorprende ni emociona. Y el mundo seguirá recordando a Buzz como un juguete entrañable, inseparable del vaquero Woody y toda la pandilla.
Soledad infinita Buzz Lightyear encabeza su propia aventura galáctica animada sin los muñecos compinches de “Toy Story” en “Lightyear”. Propulsado al género que sugiere su carcasa de astronauta, Buzz Lightyear protagoniza su propia película espacial en Lightyear, nuevo tanque animado de Disney/Pixar. El personaje salido de la franquicia Toy Story (voz en inglés de un simbiótico Chris Evans) aterriza en un planeta inhóspito en una época distante junto a la comandante Alisha Hawthorne, con quien integra una patrulla de exploración intergaláctica. Ya allí se hacen evidentes las ambivalencias heroicas del personaje, focalizado en su llamado altruista con seriedad terca y escaso ánimo de equipo: a la hora de combatir contra unos tentáculos alienígenas, rechaza la asignación del cadete al que llama “ojos tristes”, proyectando en él la exigencia que se prodiga a sí mismo y que parece emerger de un solitario miedo al fracaso. Esa neurosis y su antítesis grupal acompañan el mensaje de la película entera, que acaba de ese modo replicando el tono de Buzz, algo monótono sin sus colegas de Toy Story. Los gags son contados (la existencia de alarmas de auto y lapiceras en el futuro, la poco práctica evolución del sándwich con el pan en el medio y el relleno afuera), a la vez que el filme salta de una aventura a otra como si temiera enfrentarse a su vacío de spin off. Hay algo triste gravitando de fondo en Lightyear, quizás el extravío creativo de Pixar en tiempos pandémicos o la refutación de todo porvenir en el retorno regresivo a la vieja ciencia ficción. Dicho esto, se agradece que no haya golpes bajos emocionales como los de Coco, al tiempo que es innegable la exquisitez técnica y la fidelidad conceptual en la invención del universo inferido del muñeco: Lightyear es Buzz Lightyear. Es justamente para mitigar la sequedad del héroe que el director y guionista Angus MacLane y su coguionista Jason Headley introducen al gato Sox, un robot inteligente que hace más simpático el argumento y de paso salva las papas cuando es necesario. Será junto a él y a una pequeña tropa compuesta por la nieta Izzi Hawthorne, el dubitativo Mo Morrison y la veterana Darby Steel que Lightyear emprenda la misión crucial del filme, la de liberar al planeta ahora civilizado de la invasión de unos autómatas hostiles, allí donde la hipervelocidad se enlaza con el viaje temporal. No sorprende que en una historia tan cerrada el enemigo termine siendo él mismo, y que de esa silueta doble asome una secuela.
Reseña emitida al aire en la radio.
En 1995 esta era la película favorita de Andy y razón por la cual adquiere el muñeco de Buzz Lightyear, uno de aquellos a los que vimos cobrar vida en la ya clásica película Toy Story (y sus secuelas). Lightyear es además la primera película de Pixar que se estrena en salas desde el inicio de la pandemia. La película dirigida por Angus MacLane entonces gira en torno al personaje de ficción dentro de la ficción y tiene alguna mínima referencia, en especial con un par de diálogos, al muñeco que conocemos. Pero estamos ante una película de ciencia ficción que reúne varios tópicos del género: el viaje espacial, los alienígenas, los robots, vueltas en el tiempo. Lightyear es un comandante del espacio que queda varado, junto a su compañera y una nave cargada de tripulantes dormidos, en un extraño y hostil planeta. Salir de ese lugar depende de él y de una misión que parece imposible. Pero si algo caracteriza a Lightyear es que nunca deja una misión sin completar. El problema es que en cada intento, en un viaje alrededor del sol a velocidades inhumanas, el tiempo corre distinto en aquel planeta donde la gente empieza a habitarse, construyendo defensas para las criaturas alienígenas con tentáculos y creando algo parecido a un hogar. En cada intento, se pierde cuatro años de la vida de los demás, en especial de la vida de su compañera y mejor amiga que, al quedarse, comienza a armar su propia vida sin esperar lo que quizás nunca suceda. Las cosas se complicarán cuando ya parezca demasiado tarde y se encuentre con un nuevo equipo, más joven e inexperto, en el planeta ahora tomado por un villano al que conocen como Zurg. Se suma la compañía de un gato robot que cumple el rol que hoy siempre se busca en este tipo de películas, el de ser tierno y robarse las escenas; hay que decirlo: lo cumple con creces. Pero en general, es una historia que apela al compañerismo, a entender que en equipo las cosas siempre van a funcionar mejor. Pixar se afirma una vez más como el más grande en calidad de animación. Desde lo técnico, es impecable. A nivel guion la película se pierde en esas muchas películas que quiere ser. Y salvo por algún detalle no se parece en nada una película de los 90s, o incluso anterior, como se supone que es si Andy la vio en 1995. Todo se siente demasiado moderno y artificial. Si la película se ve en su idioma original (cosa poco probable en salas), las voces de Chris Evans, Uzo Aduba, Taika Waititi y, en especial, James Brolin como el villano sobre el cual no conviene adelantar mucho más, le brindan un aporte extra. Pero si bien estamos ante una galería de buenos personajes, ni siquiera Sox, sin duda el más marketinero (porque es el más probable de ser replicado en juguetes a partir de este momento), promete convertirse en aquello que supieron ser los inolvidables juguetes de Toy Story. Quizás porque el acercamiento es distinto, porque una no crece con ellos, porque se los percibe menos cercanos. Hay una magia que no está, que se perdió. En Lightyear hay una película cargada de, además de las ganas de seguir haciendo dinero, claro, buenas intenciones. Hay diversidad -en muchos países resulta ridículamente polémica por la inclusión de una historia homosexual con un personaje femenino-, referencias a clásicos del cine que amamos -la de Star Wars es tal vez la presencia más fuerte-, y hasta, probablemente de manera inconsciente, algo de Maverick. Pero todo esto con un filtro que la presenta demasiado liviana y superficial, por eso es incapaz de generar lo que Toy Story, de la cual pretende despegarse pero es imposible no querer comparar; no capta nunca su esencia. En Lightyear pasan muchas cosas y tiene alguna vuelta de tuerca y hasta ¡tres! escenas post-créditos, y todo de una manera volátil, con personajes y sus relaciones sin un desarrollo profundo; es entretenida pero de un modo muy pasatista. Sin dudas estamos ante otra película que no tiene mucho para aportarle a una saga a la cual le tenemos mucho cariño. Eso no quita que Lightyear sea una película entretenida que haga pasar un buen momento, en especial a lxs niñxs. Pero el tiempo dirá si aquellxs se quedarán con estos personajes como nos quedamos con los muñecos.
Cash grab. Es el término que usan los yanquis para algo cocinado de apuro cuyo único propósito es hacer dinero rápido, generalmente explotando una marca conocida o de prestigio. En ese sentido podría repetir textualmente lo que puse al inicio de Jurassic World: Dominion: los tiempos post-pandemia van a llenar los cines de productos mediocres que explotan reconocidas IPs y cuyo único propósito es llenarse los bolsillos rápido para apagar los rojos de los libros contables que dejaron meses (y años) de cuarentenas y demoras causadas por el Covid. Algunos son proyectos demorados de larga data, pero otros parecen escritos un fin de semana. Y Lightyear es el último título que se sube a esta desgraciada tendencia. Claro, hay un problema de comunicación entre los medios, la realidad y los grandes estudios. Si uno ve el 75% de aprobación del filme en Rotten Tomatoes uno dice “esta gente está loca: ¿de dónde sacaron que el filme es tan bueno?”. Ah, sí, el temor reverencial a ofender al Imperio del Ratón, no le digas que el producto es malo porque sino te niega el acceso a entrevistas o no publicita en tus radios / canales de TV / revistas / portales, etc. Por el otro lado vos leés las explicaciones de la gente de Disney sobre el fracaso de la película en taquilla (costó 200 millones y recaudó – incluyendo el box office internacional – 215 palos… lo cual no es nada y la deja en pérdida porque siempre hay 100 / 200 millones de gastos extras, invisibles, que deberían sumarse al costo de producción y tienen que ver con masivas campañas publicitarias en todo el mundo), y los tipos te muestran gráficos y te dan explicaciones técnicas sobre que no era el momento adecuado, que faltó publicidad focalizada, que quizás el cambio de Tim Allen por Chris Evans (en la voz del personaje) afectó la recaudación, que los conservadores hicieron campañas masivas por el beso lésbico de una de las protagonistas… puros bolazos. La gente no es estúpida y, si el filme no tiene una positiva recomendación espontánea boca a boca (bah, lo que ocurrió fue lo contrario, que todo el mundo la tildó de aburrida) jamás te va a ir el público a verla. Ni Evans ni el beso. Lightyear no era necesaria en la mitología de Toy Story, no tiene una historia super original ni que te queme la cabeza, ni siquiera tiene mucho humor. Es simplemente chata, rutinaria, prolija, sólida en lo técnico pero nada excitante. Una película que pertenecía al streaming antes que al estreno en cines, sólo que sobreproducida. Debo reconocer que la primera hora es sólida. No guau, pero está bien escrita y plantea el drama de nuestro héroe y el esfuerzo de su sacrificio. Buscando un planeta habitable – con una nave cargada de colonos (que nunca se explica el por qué, si la Tierra sufrió algún desastre o por qué no estudiaron antes a dónde querían aterrizar en vez de ir al tun tún) – Lightyear y su co piloto Alisa terminan en un planeta saturado de fauna y flora hostil. El intento de escapar de un ataque falla, rompen el motor y se ven estancados en el planeta durante meses. Como tienen todo tipo de maquinaria a bordo montan una pequeña ciudad e incluso una base de lanzamiento. El drama es que los motores de hiperpropulsión (que fueron los que se rompieron) usan un cristal único (¿dilithium?) que no tiene reemplazo, por lo que hay que experimentar con la fórmula para poder recrearlos. Buzz se ofrece como voluntario – total, todos están estancados ahí por su culpa, él debe enmendar las cosas de alguna manera -, y empieza a hacer viajes de prueba con fórmulas diferentes alrededor del planeta. El drama es que cada viaje de 4 minutos representa 4 años transcurridos en el planeta (por culpa de la teoría de la relatividad de Einstein) y, lo que es peor, Buzz no consigue obtener el 100% de impulso en los motores. Basta diez viajes para que a Alisa se le pase la vida, se case con otra chica, tengan un hijo, envejezca, incluso muera (momento lacrimógeno al estilo Up) y Buzz siga dejando la vida para obtener una fórmula perfeccionada. El último intento funciona pero cuando Buzz vuelve ya pasaron mas de veinte años en el planeta. Un imperio del mal ha encontrado la colonia y desea aniquilarla y Buzz – y una pandilla de soldaditos rasos que han quedado por afuera del escudo que protege a la colonia e impide que los robots del villano irrumpan en la misma – son los únicos capaces de emprender una misión suicida y salvar a los colonos. Y esto es, infiltrándose en el crucero imperial y tirarlo abajo ya que, en otro insufrible cliché abusado en los últimos tiempos por los filmes de ciencia ficción, si destruís la base, los invasores se paralizan / dejan de funcionar de manera automática (¿remember los Chitauri de Los Vengadores?). Los mayores problemas con Lightyear – aparte de su poco humor (y el que hay es poco inspirado) – tienen que ver con esa segunda parte. La pandilla de novatos es intragable – la nieta de su amiga co piloto, una vieja que explota cosas, un veterano torpe, un robot inútil -, las aventuras que corren para entrar a la nave no son excitantes y cuando llega la revelación del villano… carece absolutamente de sentido. En realidad las explicaciones que da el filme te queman la cabeza y no tienen lógica alguna. Y ése es el clavo final en el ataúd de una película que venías tolerando con lo justo ya que la música era pasable y la animación es un lujo… pero la historia y los personajes son huecos y nada atractivos. Decir que ésta es la película que le quemó la cabeza a Andy en 1995 – el protagonista original de Toy Story -y lo llevó a manguearle a su madre para que le compre el juguete de Buzz Lightyear es ponerle el moño al insulto final. En la proyección en que estuve un montón de pibes querían irse a la media hora de iniciada la película y los adultos se la pasaban viendo los relojes. No entendían lo que pasaba en pantalla o no tenía gracia como para engancharlos. Así que, chicos Disney (y sobre todo tú, Pixar, que sólo dabas a luz grandes películas!) piensen bien si van a seguir con esta onda… o si planean otro spinoff con Woody como vaquero de la vida real. Los FX ya no son excusa suficiente para que la gente vaya en masa a ver una película mediocre; después de todas las cosas que pasamos lo que queremos es un buen espectáculo. Y Lightyear, aunque no sea un desastre bíblico, no cumple con el requisito mínimo que precisa un show (ni está a la altura del prestigio de la marca que explota), que es entretener aunque sea de manera pasable durante unos meros 90 minutos.
Este «spin-off» de la saga «Toy Story» funciona como la película original que inspiró el personaje de Buzz Lightyear en aquella serie de films. Estreno en Disney+. Si bien, a esta altura de la producción seriada de los grandes estudios de Hollywood, nada sorprende ni termina por incomodar, hay ideas que llegan a la pantalla sin uno entender bien cuál es la estrategia comercial detrás de ellas. Se sabe que todos los productos que funcionan en taquilla una vez van en camino a convertirse en «universos». Son los llamados IP (Propiedad Intelectual), que pueden venir del cine o de materiales previos (libros, juguetes, lo que sea) y que se instalan en el mercado y se los exprime de todos los modos posibles. Aún dentro de ese contexto, películas como LIGHTYEAR resultan un tanto incomprensibles. No por su funcionamiento per se, sino porque no parecen estar demasiado relacionadas con el mundo TOY STORY en el que supuestamente se insertan. Designada como spin off de esa saga, LIGHTYEAR es claramente definible en el párrafo inicial que la abre: es la película que vio Andy, el protagonista de la original TOY STORY de 1995, y por la cual compró el juguete de Buzz que luego sería uno de los protagonistas de esa saga. Y LIGHTYEAR es exactamente eso: un film que poco y nada tiene que ver con ese clásico de Pixar y que se siente más como un modo de abrir puertas a otro tipo de relatos dentro de ese universo. Es que más allá de algunos personajes curiosos y algunas simpáticas bromas al paso, el film está más cerca de ser un spin off de STAR WARS que del film de animación que le dio su razón de ser. No es casualidad, suponemos, que ambas sagas sean parte de la misma compañía. Si uno se olvida de la conexión con TOY STORY y toma a LIGHTYEAR por lo que es, por su propuesta específica, se encontrará con una medianamente interesante historia de amistad y compañerismo entre una serie de personajes voluntariosos pero torpes y desamparados en medio del espacio y de planetas inhabitables. Con su clásico tic de hablarle a un supuesto grabador que está en su brazo a modo de relato y su famoso «al infinito y más allá«, Buzz es un space ranger muy serio y aplicado que intenta reparar un error cometido cuando una de sus exploraciones espaciales sale mal y obliga a toda la tripulación de su nave a quedarse un extraño planeta habitado por peligrosas criaturas sin poder salir de allí. Para reparar su error, Buzz se obsesiona con viajar superando la velocidad de la luz, pero al regresar sin poder lograrlo se da cuenta que en su poco tiempo de viaje pasaron cuatro años en la colonia humana que se fue formando ahí. Y así sigue, el hombre, intentando conquistar el tiempo mientras toda su gente –incluyendo su gran amiga Alisha Hawthorne– envejece, tiene hijos y muere. Y eso es solo el principio de la historia, ya que Buzz termina conectándose con Izzy, su nieta, y su grupo de torpes ayudantes cuando una enorme nave espacial aparece sobre ellos y envía amenazantes robots a liquidarlos. Todos comandados por Zorg, un personaje conocido ya de la saga TOY STORY. Pero lo principal pasará por el switch mental que Buzz debe hacer para aprender a trabajar en equipo, más allá de que sus colaboradores sean principiantes que no hacen más que meterlo en problemas. Además de Izzy contará ahí con Darby Steel (una veterana ex presidiaria) y Mo Morrison (Taika Waititi), un inexperto y nervioso sujeto que siempre toca lo que no tiene que tocar y se apoya donde no tiene que apoyarse. Además de ellos, su gran compañero es un gatito robot llamado Sox que funciona casi a la manera de un combo entre R2-D2 y C-3PO, si quieren seguir con las comparaciones con la saga de George Lucas. El problema del film es que el esquema narrativo se siente copiado de otros títulos similares (incluyendo UP!, también de Pixar, ya que la secuencia de su desfasaje temporal imita a la famosa de esa película pero sin lograr los mismos resultados emocionales) y sus trampas, trucos y traumas también se sienten ya vistos mil veces en películas similares. Son algunos apuntes visuales, ciertos gags (no todos, el personaje torpe que encarna vocalmente Waititi es agotador) y este espíritu de amigable familia sustituta los que mantienen a flote cierto espíritu lúdico que la comunica con los otros títulos de TOY STORY. Por lo demás, se trata de una película que se toma demasiado en serio a sí misma y que apunta más a un público preadolescente que al infantil, pero sin lograrlo del todo. No está mal, en los planes, que la película quiera escaparse un poco de lo previsible y de lo que se hizo en TOY STORY, pero el problema de LIGHTYEAR es que es más convencional que sus antecesoras y que no propone nada demasiado nuevo a cambio. Por culpa de la pandemia –o por cálculos comerciales de Disney– títulos mucho más creativos y ricos de la empresa, como LUCA o RED, fueron directo a streaming mientras que este producto mucho más genérico tuvo una salida comercial enorme, demostrando quizás que le tenían más fe a este tipo de propuesta que a las otras, que no se originan en los citados IP y que por eso lograron sorprender. Su relativo fracaso comercial en salas de cine en todo el mundo sirve al menos como evidencia de que el público rápidamente se dio cuenta que había poco acá de todo eso que les había fascinado en la saga TOY STORY. No creo que ese mensaje sea captado por los estudios –cuyos planes de estreno quinquenales cada vez se parecen más a los esquemas de lanzamiento de los nuevos modelos de Apple o Samsung–, pero al menos uno advierte que la gente sabe distinguir entre lo que se les vende y lo que finalmente les ofrecen.
Una aventura espacial simple y pochoclera. Tiene todos los condimentos que son moneda corriente en este tipo de historias como amenazas constantes y personajes secundarios con carisma. Entretiene con lo básico.