La descomposición pragmática Resulta muy difícil en el cine contemporáneo llevar adelante un proyecto como Lo que Fuimos (What They Had, 2018) porque requiere paciencia y delicadeza, dos características que suelen faltar en casi todo lo que llega a la cartelera global de nuestros días. Sin embargo este debut de la directora y guionista norteamericana Elizabeth Chomko logra balancear los diferentes elementos que conforman un relato coral y así crea un interesante retrato de una familia en franca descomposición debido a que la madre de turno, Ruth (Blythe Danner), padece el Mal de Alzheimer. En esta oportunidad el film evita el enfoque esencialmente atribulado de -por ejemplo- Siempre Alice (Still Alice, 2014) para abrazar en cambio una combinación de lágrimas y risas en un derrotero bien heterogéneo que nos pasea por el sentir de cada miembro del clan y sus distintos dilemas en torno a la situación. Cuando Ruth, una ex enfermera que se dedicó durante 30 años a la geriatría en Chicago, sale de su casa sola en la víspera navideña, su desaparición alerta al resto de la parentela acerca del empeoramiento de la enfermedad y el sustrato sinceramente imprevisible de su comportamiento, el cual pone en peligro su vida (pensemos en el frío invernal y el mismo riesgo de ser atacada). Su esposo Burt (Robert Forster), un católico prepotente que la quiere con locura y considera que el amor es sinónimo de compromiso firme en las buenas y en las malas, no desea aceptar el agravamiento y se niega a la propuesta de su hijo Nick (Michael Shannon), el dueño de un bar, de internarla en un hogar de la tercera edad para que esté cuidada todo el día, optando por hacerse cargo él mismo a pesar de que el veterano tiene sus propios problemas, léase fallas coronarias que lo llevan a no poder agitarse demasiado. Nick llama por teléfono a su hermana Bridget (Hilary Swank) para que lo ayude en eso de intentar convencer al anciano no obstante la mujer, que vive en California, cae en la casa de los padres con su hija adolescente Emma (Taissa Farmiga), una joven que está a punto de dejar la universidad porque no se halla en el estudio. Entre un Nick algo cínico que se siente sobrecargado con toda la situación luego de años de velar en soledad por Ruth y Burt y una Bridget que no es feliz en su matrimonio con Eddie (Josh Lucas), un típico burgués aburrido que se maneja más por las apariencias que por la verdad, la convivencia familiar con el Alzheimer dará lugar a roces, discusiones y reproches varios que sacarán a relucir la idiosincrasia cambiante de cada individuo y sus intereses de base como seres humanos. Chomko se impone como una realizadora muy intuitiva que administra desde la sencillez y la franqueza cada secuencia, logrando que la interrelación entre los personajes se sienta siempre natural ya que subraya la impronta tragicómica de la vida y sus vueltas cotidianas. Tópicos infaltables de todo melodrama de pérdida como la distancia, la responsabilidad, el sometimiento, la culpa, el egoísmo, la desesperación y la dinámica de las relaciones intra clan aquí están en primer plano mediante una historia con un ritmo narrativo ágil -cercano a la comedia- que hasta incluye un semi affaire de Bridget con un ex compañero de la secundaria, Gerry (William Smillie), toda una curiosidad para este tipo de propuestas. Lo que Fuimos, por otro lado, también está sostenida en el excelente trabajo actoral de Forster, Shannon y Swank, a su vez acompañados por unas eficaces Danner y Farmiga, un elenco que en conjunto funciona a la perfección en cada una de las temáticas fundamentales que atraviesan a la película, ya sea que hablemos de la paternidad, el destrato cíclico, la vejez, la ausencia de “chispa” en la pareja o la recurrencia -tan clásica de estos tiempos- a un pragmatismo romántico vinculado no tanto al disfrute con el prójimo sino a un concepto vago de una seguridad social/ estabilidad económica que por cierto nunca llega del todo…
“Lo que fuimos”. Esta bella y emotiva historia retrata a una familia enfrentando el Alzheimer y sus propios conflictos personales. Bridget (Hilary Swank) recibe un llamado para regresar a su antigua casa en Chicago cuando su madre enferma Ruth (Blythe Danner) desaparece en medio de una tormenta de nieve. Con su hija rebelde (Taissa Farmiga) a cuestas, Bridget llega y se encuentra con una Ruth a salvo, pero cada vez más confundida y desorientada. Su última excursión es la gota que rebalsa el vaso para su hijo Nicky (Michael Shannon), quien considera que necesita estar en un centro de “cuidado de la memoria”, pero su esposo Bert (Robert Forster) insiste en que su lugar está con él, en casa, en la vida que han construido juntos. Bridget lucha con su propio matrimonio en problemas, su complicada relación con su hija y su culpa por haber dejado a su familia en Chicago. Mientras Nicky la presiona para poner a Ruth en un asilo de ancianos, Bridget busca una solución que haga felices a todos. Entonces, la familia se enfrenta a una crisis inesperada que la pone en una posición imposible. Luego de algunos roles en televisión, Elizabeth Chomko se lanza como escritora y directora con un tema que le es bien cercano, ya que el film está inspirado en sus abuelos y los problemas que han tenido que enfrentar a causa del Alzheimer. Esto, para mí, es la primer gran decisión a la hora de encarar su ópera prima: hablar de un tema que conocer bien y la atraviesa. Suele notarse cuando alguien habla con conocimiento de causa, cuando conoce el terreno y suele aportar algo nuevo. Chomko conoce la cotidianeidad de lidiar con una persona con estos síntomas y los efectos que provoca en quienes la rodean. Es interesante ver el modo en que esta enfermedad atraviesa la vida y los conflictos de cada miembro de la familia. Cómo cada uno tiene un punto válido y en algún momento de la historia llegaremos a entender y empatizar con cada uno de ellos. No se apellidan Skarsgård, pero esta familia está conformada también por enormes talentos actorales con la multipremiada Hilary Swank a la cabeza y Michael Shannon (asumiendo también el rol de productor) encarnando a su hermano. El mayor mérito está en el trabajo homogéneo que todos realizan funcionando colectivamente a la perfección. Quizás hemos visto ya demasiado este tipo de películas (hasta tenemos nuestra propia “El Hijo de la Novia”) y esta pieza tal vez pase cómo una más de ellas, cargada de excesivo diálogo, sin dejarnos una huella demasiado profunda. Sin embargo, no deja de ser una película trabajada con delicadeza, dónde todo está al servicio del film. Una pieza bien contada dónde fácilmente podremos empatizar y vernos reflejados ya que, del amor, los miedos y los conflictos familiares nadie está salvo. Por Matias Asenjo
Si sabés que no vas a sufrir demasiado al ver el deterioro que hace en una persona una enfermedad tan cruel como el Alzheimer, y en consecuencia, el dolor que le trae a su familia, te va gustar mucho. Todo lo que narra es tan real y tan sentido que...
Bridget (Hilary Swank) se ve obligada a regresar a su ciudad natal cuando su enferma madre Ruth (Blythe Danner), desaparece en medio de una tormenta de nieve. Con su hija Emma (Taissa Farmiga) a cuestas, Bridget llega para encontrar a Ruth a salvo pero cada vez más confundida y desorientada. La más reciente excursión de Ruth colma el vaso de su hijo Nicky (Michael Shannon), que cree que ella necesita ser tratada en una clínica especializada, pero su esposo Bert (Robert Forster) insiste en que su lugar es con él, en su hogar, y con la vida que han creado juntos. A su vez, Bridget lucha contra sus propios conflictos matrimoniales y la compleja relación con su hija. El reencuentro familiar expondrá algunos conflictos pasados, pero el mayor drama está en la decisión que deben tomar con respecto a la madre. Ambos argumentos son válidos, pero no queda mucho tiempo para tomar un camino u otro. El elenco tiene suficiente resto para darle fuerza a la película y es notable la recuperación de Hilary Swank, dos veces ganadora del Oscar pero con una carrera que se ha ido apagando con los años. Sin demasiada estridencia, con una notable sobriedad, la película escrita y dirigida por Elizabeth Chomko, toma la experiencia de la propia realizadora con su madre, lo que se nota en la autenticidad sin exageraciones de cada escena.
Enfrentarse al paso del tiempo. A través de un trabajo paciente y totalmente personal Elizabeth Chomko nos trae a la pantalla esta historia de amor y dolor en la que una familia se enfrenta a la difícil situación de convivir con una madre que padece Mal de Alzheimer. Con similitudes a Siempre Alice (2014) en cuestiones referidas a la enfermedad, este film se enfoca en el drama de un esposo (Robert Forster) que va a hacer hasta lo imposible para evitar la internación de su mujer (Blythe Danner) en un geriátrico, aunque esa lucha le cueste lo único que puede conservar. La película bucea en el enfrentamiento con su hijo (Michael Shannon), dueño de un bar y sumido en la depresión de no haber conseguido lo que siempre quiso, y el intento de su hija (Hilary Swank) por traer la calma y hacer lo que ella considera mejor para todos. En cuestiones de guión, el film es muy llevadero al poseer largos diálogos y escenas en la que solo hay palabras y el hilo conductor de todo es el padecimiento del Alzheimer trayendo roces y sacando a la luz la idiosincrasia que en todas las familias habita. El desenvolvimiento actoral es simplemente perfecto a partir de un trabajo tan personal como al que debió enfrentarse Chomko.
Elizabeth Chomko reúne a un elenco estelar para brindarnos un poderoso drama familiar cargado de sensibilidad y emoción sin caer en los golpes bajos que pueden traer este tipo de historias. La trama de esta ópera prima gira en torno a una familia quebrada por el paso del tiempo y las distancias. Bridget (Hilary Swank) cruza Estados Unidos de costa a costa para regresar a la casa familiar, a pedido de su hermano Nick (Michael Shannon), quien desesperado por la situación en la que se encuentran sus padres decide pedir su ayuda. La madre de ambos, Ruth (Blythe Danner), padece Alzheimer y durante la noche de Navidad se escapa de la casa como síntoma de un empeoramiento de la enfermedad. Igualmente, Burt, el esposo (Robert Forster), no quiere saber nada con la sugerencia de Nick de mudar a la mujer a un hogar donde sea asistida con los cuidados necesarios que requiere. Burt siente un apego demasiado enérgico para con su pareja y no ve los peligros que rodean al hecho de tener a su mujer en su propio hogar. Por otro lado, Nick le recrimina a su hermana la ausencia durante varios años y ahora quiere que lo ayude a convencer a la familia de tomar la decisión correcta. Mientras tanto, Bridget atraviesa por su propia crisis familiar con Emma (Taissa Farmiga), su hija que está a punto de dejar la universidad sin haberlo consultado con ella. Por otro lado, la mujer tampoco se encuentra feliz con su matrimonio y volver a su casa tras varios años harán que se replantee varias cuestiones. Con un guion simple pero funcional y un acercamiento sincero y realista sobre el mal de Alzheimer, la película transita por un camino sinuoso por el que sale airosa al motivar una perspectiva de drama con ligeros momentos cómicos que buscan descomprimir cada tanto para darle un alivio al espectador. Igualmente, la pieza clave de este film está en el casting, básicamente en todo su elenco, que se amalgama homogéneamente con el planteamiento convirtiéndose en parte fundamental para que la historia funcione. Swank y Shannon deslumbran con su duelo actoral completamente matizado con momentos catárticos y de introspección, al igual que Forster que defiende la posición de su personaje con pericia. Taissa Farmiga también se afirma como joven actriz en crecimiento pero los aplausos van para Blythe Danner que logra uno de los papeles más convincentes e inspirados de su carrera. Ardua tarea tuvo que afrontar la actriz con una enfermedad tan compleja como la que afecta a su personaje donde tiene que desarrollar una psicología sumamente enmarañada con una lógica interna muy particular. Por momentos se le puede recriminar al relato que tiene algunas escenas que reiteran continuamente situaciones que fueron planteadas previamente pero de todas maneras esto no empaña lo logrado por la directora en este largometraje. “Lo que Fuimos” es un film melancólico, sincero y sensible que busca darnos un pantallazo sobre las familias que tienen que afrontar el paso del tiempo tanto a nivel físico como emocional y psicológicamente. Una obra que funciona gracias al compromiso de sus actores, a un guion interesante y a la visión de Elizabeth Chomko.
Lo que fuimos. Dicen que cuando una persona se enferma en una familia, termina toda la familia de la misma manera, y este drama coral apunta a lugares comunes, pero con honestidad, apoyándose en el increíble cast. Aún con sus imperfecciones, en los detalles de la vida de esta mujer que entiende que su vida cambiará a partir de la enfermedad de su madre, se construye un logrado testimonio de la vida y la muerte
La hija de la Novia Basta una llamada de su hermano Nick en nochebuena para que Bridget vuelva de urgencia a la casa de sus padres en Chicago, arrastrando consigo a su hija adolescente. Su madre con Alzheimer lleva horas perdida, pero ella también tiene otros motivos para querer alejarse de su casa por un tiempo. El estado mental de la mujer se ha deteriorado y no es mucha sorpresa enterarse que pasó horas viajando en transporte público antes de que alguien notara su presencia, pero Nick está decidido a que sea la última vez. Está convencido de que necesitan instalarla en un lugar donde reciba atención permanente y ya tiene reservado un lugar en la mejor institución de la ciudad; pero su padre se opone a separarse de ella alegando que él puede darle los cuidados que necesita. Nick cree que solo convenciendo a su hermana puede tener la fuerza necesaria para imponerse, pero Bridget carga con sus propios problemas familiares y necesita tiempo para reconectar con su padre, una fuerte figura de autoridad a quien no puede oponerse abiertamente. Misa de Gallo La premisa de Lo Que Fuimos tiene todo para convertirse en una secuencia de golpes bajos y situaciones emotivas, pero la salva la virtud de saber ir más allá que eso. Sin ser terriblemente complejos, todos los personajes tienen su profundidad y están bien desarrollados, generando que cada momento emotivo sea por esa conexión con ellos más que por efectismo genérico. Las tres generaciones de esta familia cargan con conflictos que necesitan resolver, y se van exponiendo en esos pocos días que pasan juntos por primera vez en mucho tiempo. Por un lado está la larga historia de amor entre los padres; una que la madre (Blythe Danner) empieza a olvidar y que el padre (Robert Forster) se niega a dejar escapar, con una tozudez que lo ciega a la realidad. Sus hijos al mismo tiempo nunca aprendieron a liberarse de la férrea voluntad paterna para cuestionar sus mandatos y seguir su propio camino. Siempre necesitando de su aprobación, Bridget (Hilary Swank) terminó en un matrimonio gris, y Nick (Michael Shannon) no puede disfrutar de estar cumpliendo el sueño de tener su propio bar solo porque su padre no lo valora como un éxito. Encadenada en la secuencia, la nieta Emma (Taissa Farmiga) continúa el ciclo, incapaz de revelarle a su madre que no desea continuar con el camino que le fue trazado. La mayoría no son grandes estrellas pero todas son caras conocidas en roles secundarios o producciones chicas, y resulta fundamental el afinado trabajo que hace todo el elenco para sostener un tono justo de dramatismo que se mantiene al borde del melodrama sin nunca cruzar esa línea. Mientras habla con ternura de una historia de amor que duró décadas, Lo Que Fuimos ataca directamente los conflictos que generan las expectativas de lo padres sobre los hijos, sin juzgar sus buenas intenciones pero cuestionando la inflexibilidad de pretender que alcancen el éxito según sus propios estándares. Sin ponerse en una posición superada ni victimizada cuenta una historia que es muy íntima y personal sin dejar de ser bastante universal, tocando con sutileza y emotividad temas que pueden estar en la vida de cualquiera, a la vez que esquiva la tentación de ser efectista.
Cuando Ruth (Blythe Danner) enferma del Mal de Alzheimer se va de su casa durante una tormenta de nieve durante la época Navideña, su marido Burt (Robert Forster) aún enamorado y sin querer separarse de ella, acude a su hijo Nick (Michael Shannon), dueño de un bar, quien a su vez llama a su hermana Bridget (Hilary Swank) para que lo ayude, primero a buscarla, y luego, en la difícil decisión acerca de su salud y bienestar. Así es como Bridget viaja de California a Chicago, acompañada por su rebelde hija adolescente Emma (Taissa Farmiga) y en crisis con un marido del que ya no está enamorada, Eddie (Josh Lucas). Entre la obstinación de su padre de querer hacerse cargo y dejarla en casa y la insistencia de su hermano de ponerla en un Centro especializado en “atención de la memoria”, la hija debe mediar entre peleas familiares y sus propios problemas maritales y con Emma. Tres generaciones en el mismo hogar tratarán de ponerse de acuerdo en buscar una salida para una persona con una salud cada vez más endeble. Un día reconoce a sus hijos y al siguiente no sabe con quién está hablando o quién duerme a su lado. La debutante directora estadounidense Elizabeth Chomko logró un film sensible que trata un tema difícil como la enfermedad, la vejez y los hijos haciéndose cargo de sus padres, sin caer en golpes bajos y hasta permitiéndose cierta cuota de humor. Y sabe de qué habla, ya que se basó en la historia de sus abuelos para la escritura del guión. Un elenco sólido y comprometido que en el caso de los mayores muestra el deterioro y en el caso de los jóvenes, el dolor ante lo inevitable. ---> https://www.youtube.com/watch?v=kKJ9rMoazbQ ---> TITULO ORIGINAL: What They Had ACTORES: Hilary Swank, Michael Shannon, Robert Forster. Blythe Danner, Taissa Farmiga, Josh Lucas. GENERO: Drama . DIRECCION: Elizabeth Chomko. ORIGEN: Estados Unidos. DURACION: 101 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 13 años FECHA DE ESTRENO: 27 de Junio de 2019 FORMATOS: 2D.
Blythe Danner interpreta a una mujer con demencia en el que su hijo (Michael Shannon) y su hija (Hilary Swank) intentan persuadir a su padre de que después de un matrimonio largo y feliz es hora de que su madre sea trasladada a un hogar de cuidados o "centro de memoria." Lo que fuimos (What They Had) es una película realista ya que se trata de un miembro de la familia que está luchando contra el Alzheimer y esto puede sentirse como una sesión de improvisación de alto riesgo. En otras palabras, no poder recordar quienes fuimos. La dirección y el guion estuvieron a cargo del actor Elizabeth Chomko en el cual se inspiró en el matrimonio de sus los abuelos. Chomko arroja un montón de observaciones auténticas de la vida con Alzheimer. Al igual que el médico del hospital, que, con un desprendimiento profesional insulso, informa a la familia que a Ruth se le ha realizado un examen pélvico debido a que las mujeres con demencia son frecuentemente agredidas sexualmente durante los episodios donde su mente vaga en otro tiempo de su vida. El Film es sorprendentemente realista en donde cada personaje tiene que lidiar con su abuela, madre o esposa y llevar las riendas de esta enfermedad sin perder la compostura y comprendiendo lo que es mejor para las personas que viven con Alzheimer. La intimidad y la honestidad de la relación familiar, el agudo diálogo y, lo que es más inesperado, su humor arraigado mantiene a la película y a su historia compasiva y complaciente. El resultado de “Lo que fuimos” es un drama familiar único y sobre todo real.
En Lo que fuimos encontramos el clásico drama sobre enfermedades del canal Lifetime, con la diferencia que tiene un reparto de lujo que supo ser muy bien aprovechado por la directora Elizabeth Chomko. Una actriz que hizo la mayor parte de su carrera en roles secundarios para televisión y con este proyecto consiguió un gran debut como realizadora. Las historias que giran en torno a la demencia siempre son durísimas de ver por las situaciones que plantea el concepto de la afección degenerativa. El relato de Chomko explora las ramificaciones emocionales que tiene en una familia este tipo de conflictos desde una mirada muy realista que evitó el exceso de melodrama o los clichés hollywoodenses. La dupla que conforman Hilary Swank y Michael Shannon como los hermanos que deben lidiar la situación de salud de su madre, a cargo de una sólida Blythe Danner, representa la principal atracción de esta propuesta. Shannon especialmente está excelente en su rol y domina muy bien algunos momentos de humor negro que funcionan para descomprimir un poco la tragedia familiar que enfrentan los protagonistas. No es tan sencillo incluir ese tipo de diálogos en esta clase de películas y el guión de la directora es impecable en ese sentido. Juan Campanella en su momento hizo algo parecido en El hijo de la novia que comparte una temática similar. La mayor debilidad de Lo que fuimos es que por momentos se desbanda con las numerosas subtramas que incluye el relato de la directora, muchas de las cuales no son interesantes y alejan la atención del conflicto central que es lo importante. Este tipo de historias son muy especiales ya que hay gente que prefiere evitarlas directamente por los temas que se abordan. En ese sentido cabe resaltar que la dirección de esta producción nunca cae en golpes bajos ni manipula las emociones del público. Tampoco ofrece nada nuevo dentro de la temática, pero logra ser una película decente que se aprecia principalmente por la labor del reparto. ver crítica resumida
Este estreno es un drama que apunta al público mainstream adulto, de manera muy diferente a los estrenos más populares estrenados en las últimas semanas. Es un film de presupuesto medio/bajo, algo en especie en extinción en Hollywood, que está virando solo para el streaming y que va a dejar al cine, a la experiencia de ver películas en una sala comercial, con una tremenda carencia. Pero eso es parte de otro debate. Lo que fuimos plantea un tema muy común de una manera muy real e identificable. Una mujer con Alzheimer y la relación con su esposo, hijos y nieta. Cada uno desde su lugar, y de la manera que lidia con eso. La película brilla por las tremendas actuaciones de sus protagonistas. Es Robert Foster, alguien no tan popular, quien se lleva todos los aplausos por interpretar al esposo que no quiere aceptar las cosas como son y que hasta el último minuto deja todo. Asimismo, tanto Michael Shannon como Hilary Swank están geniales. Lo mismo Taissa Farmiga. Hay una realidad extrema y la demuestran ellos, porque no todo es llanto, también hay risas, miradas cómplice, peleas, desacuerdos. Lo que hace que el público se identifique aún más. Buen laburo de la debutante Elizabeth Chomko en manejar bien los climas y crear una atmósfera sombría cuando el guión (también escrito por ella) lo pide. Lo que fuimos no va a quedar en el recuerdo ni es uno de los mejores dramas de los últimos tiempos, pero es algo distinto que llega al cine, algo exclusivo para adultos y que vale verlo en pantalla grande.
El refugio Hilary Swank brilla en esta desgarradora película donde toda una familia debe reencontrarse para combatir con amor a la enfermedad. A veces el uso de problemas psicológicos en las historias termina decayendo en un cliché. Sin centralizarse en esa enfermedad ni en cómo termina afectando a toda la familia, estos dilemas resultan maquillaje absurdo para condimentar sin gusto. Este no es para nada el caso de Lo que fuimos (What They Had, 2018). Acá estamos en presencia de una película poderosa, contundente, que de a poco va desnudando sus intenciones y te envuelve para que contengas las lágrimas. En esta ópera prima de Elizabeth Chomko, la cual habrá que seguir bien de cerca sus próximos pasos, todo se desencadena con un escape. Ruth, interpretado con calidez por Blythe Danner, la madre con cierto desequilibrio mental, sale corriendo bajo una tormenta de nieve y su marido, un conmovedor Robert Forster, descubre su ausencia y va por ella. A partir de ese momento, cada miembro de la familia, la cual denota distancia, regresa a compartir momentos y decisiones con el fin de cuidar de la mejor manera a la damnificada. Volver a acercar los mejores recuerdos y recurrir al amor como ese puente que lo une todo son los vehículos para encontrar el rumbo. Todo se desencadenó con un escape, un escape a lo que fuimos. La actriz de Million Dollar Baby (2004) brinda su mejor actuación en los últimos años. Hilary Swank se luce minuto a minuto y logra verdad. Su personaje se encuentra desbordado: la enfermedad de su madre avanzó, su matrimonio no funciona y su hija no la soporta. Volver a su hogar, a su infancia, la reconcilia con sus pasiones. Volver a ver a su hermano, el siempre correcto Michael Shannon, la reconcilia con su sonrisa. Sonrisas y lágrimas. Amores y dolores. Refugios y miedos. La vida está repleta de esos pasos agridulces. Lo que fuimos despliega belleza al cuidar a cada personaje y no atemorizarse por su núcleo narrativo. La obra va a fondo con la historia de una familia que debe reencontrarse con el amor. Y, si algo resalta escena tras escena, es ese amor con el cual cada detalle está tratado. Eso, por más enfermedad que exista, puede contra todo.
Lo que fuimos es una película altamente combustible, casi una invitación a incendiar la pantalla con lugares comunes y golpes bajos: un paso exitoso por el Festival de Sundance, una enfermedad degenerativa, una familia disfuncional, dos hijos con relaciones amorosas problemáticas y atravesados por la soledad, y hasta una nieta adolescente en plena crisis vocacional. Sin embargo, durante gran parte de su metraje, el debut en la realización de Elizabeth Chomko –que se basó en hechos reales ocurridos con su madre para escribir el guión– se mantiene sobre los carriles de la sutileza y la sobriedad. En la primera escena, Ruth (Blythe Danner) sale de su casa en camisón en pleno tormenta de nieve y sin rumbo definido. Una llamada a Bridget (Hilary Swank), quien vive hace años en la otra punta de Estados Unidos, la obligará a volver a sus pagos junto a su hija Emma (Taissa Farmiga) para reunirse con su hermano Nicky (Michael Shannon) y el padre de ambos, Bert (Robert Forster), primero para buscarla y luego para decidir cómo continuar de allí adelante. Sucede que Ruth padece un Alzheimer avanzado y a su marido, más allá de los esfuerzos, le resulta imposible controlarla. Claro que después de 60 años juntos será muy difícil que acepte internarla en un geriátrico. Imposible no prender las luces de alerta ante ese panorama, pero Chomko toma dos buenas decisiones. La primera es eludir el dramón familiar facilista matizando el dolor del entorno ante la enfermedad degenerativa con bienvenidas dosis de humor negro (todo lo contrario a la circunspección desgarradora de Siempre Alice, otra película con el Alzheimer como disparador dramático). La segunda es dirigir a sus actores de forma tal que la distancia emocional que hay entre los personajes vaya diluyéndose a medida que compartan tiempo juntos. Lentamente irán tornándose más complejos y sus conflictos, aunque mil veces transitados (relaciones amorosas infelices, presiones familiares, la irreverencia de la adolescente), adquirirán matices y una profundidad poco habitual en este tipo de películas. Con un elenco impecable encabezado por Hillary Swank (la actriz contemporánea con dos Oscars menos conocida de Hollywood) y el siempre extraordinario Michael Shannon, Lo que fuimos pierde parte de su potencia cuando, sobre el final, incluya varias golpes de guión precipitados. No obstante, el resultado es un retrato sobre los vínculos tan noble como desgarrador, un relato madurativo en el que los integrantes de esa familia aprenderán a (con)vivir con la realidad que les toca.
"Toda la vida me dijiste que no hay flores ni bombones", le grita Bridget a su padre mientras él se empeña en llevarla al aeropuerto, de regreso a California y a su agonizante matrimonio. Pero para Bridget la vida de sus padres sí estuvo llena de flores y bombones, de un amor idealizado, de una pasión indestructible. Porque ahora que Ruth pierde su memoria día tras día, y regresa al tiempo perdido de su infancia, Burt se aferra a esa devoción con la firmeza que sostiene a los creyentes. Lo que fuimos -escrita y dirigida por Elizabeth Chomko- tiene el mérito de convertir la crisis de una familia, por la llegada de la vejez y las enfermedades, por los desencuentros que traen el tiempo y los egoísmos, en una lúcida reflexión sobre las relaciones humanas, sobre sus curvas y sus relieves, sobre sus goces y sus pérdidas. La enfermedad de Ruth une a sus hijos pese a la distancia, y ese encuentro que recrea las peleas de la adolescencia y los celos de la vida adulta adquiere la seriedad que solo el humor puede brindarle. Chomko confirma en cada decisión de puesta en escena que la vida de sus personajes está tanto en el llanto como en las risas, y su escritura es tan precisa que asombra, tan auténtica que emociona. Lo que fuimos consigue nutrir a su historia de la imperceptible melancolía del presente, esa sensación tan difícil de expresar que despierta el tiempo que estamos viviendo.
Amar en la salud y la enfermedad es uno de los votos maritales más conocidos que existen, uno que puede hacerse a la ligera al comienzo de un rosado matrimonio, pero que cobra un significado literal y figurativo cuando el insidioso germen de la vejez se inserta en un seno familiar, cambiando para siempre las dinámicas familiares. Ahondar en los cuidados especiales de un enfermo con Alzheimer es lo que se propuso la actriz Elizabeth Chomko, quien dramatizó las vivencias con su propia abuela en su primer y auspicioso film como guionista y directora en What They Had, un proyecto dramático sin muchas novedades pero con un eximio elenco al frente.
Un elenco de lujo en un drama familiar donde la madre de la familia sucumbe bastante rápido a los efectos del mal de Alzheimer y quienes la rodean deberán tomar decisiones drásticas, porque ella no solo pierde parte de su memoria sino que se escapa, frecuentemente, poniendo en peligro su integridad. Lo que se presenta como un drama familiar grupal, un padre y sus dos hijos, se corre de eje para centrarse en la hija de esa madre enferma, que tiene que ponerse a tono, y aprender, quizás por primera vez en su vida, que puede tomar su destino, y el de los demás, por su propia cuenta. El eje de la enfermedad de la matriarca de la familia, una especialista en males de la tercera edad, se corre, en este libro y bajo la dirección de Elizabeth Chomko pone foco en el carácter de una joven mujer, con problemas en su matrimonio y con su propia hija, con demasiadas cuentas pendientes en su haber. A diferencia de otras películas sobre este tipo de problemas, con la enfermedad en segundo plano, utiliza el humor como para alivianar el tema y disimular esa tentación de caer en escenas puramente lacrimógenas. Lo mejor del film es el elenco: El trabajo siempre profundo de Hilary Swank, Michael Shannon en la composición del hermano que siempre se hizo cargo de sus viejos, la emotiva composición de Robert Forster con el empecinamiento del marido que sostiene “la normalidad “de su esposa, una manera de defender su propio mundo, y la liviandad querible que Blythe Danner que le imprime a su labor.
El dolor del olvido forzoso Alejada del formato de la “enfermedad de la semana”, el énfasis de este drama con gran elenco está puesto en una reunión familiar urgente. Es indudable que la película de la debutante Elizabeth Chomko –actriz estadounidense cuya trayectoria se ha concentrado en el medio televisivo– tiene intenciones nobles al retratar desde la intimidad las consecuencias de una enfermedad tan terrible como el Alzheimer. El guion está basado en experiencias personales, elemento que se evidencia en pequeños detalles de la trama, tan minúsculos que sólo podrían haber surgido de impresiones tomadas de la vida real. Por otro lado, Lo que fuimos adhiere a las normas de aquello que solía llamarse Cine Independiente Americano, al menos a una de sus ramas más frondosas: la integrada por relatos con clanes cuya disfuncionalidad se ofrece al espectador en todo su esplendor. El estreno mundial en el Festival de Sundance no hace más que reafirmar esa identidad y, fiel a la tradición, su reparto está integrado por notables intérpretes de tres generaciones, todos ellos en perfecto control de la construcción y funcionamiento de los personajes. Relativamente alejada del probado formato de la “enfermedad de la semana” –con su registro de luchas, dolores, triunfos y recaídas de rigor–, aquí el énfasis está puesto en la descripción de una reunión familiar urgente, en la cambiante dinámica entre sus miembros. La causa es la escapada sin destino conocido, durante una fría noche de invierno, de Mamá Ruth (la gran Blythe Danner), quien como consecuencia del avanzado estado del mal ya no reconoce ni a los más cercanos y, en ocasiones, se imagina como esa niña que dejó de ser mucho tiempo atrás. Un llamado telefónico de su esposo, interpretado por otro notable actor eternamente secundario, Robert Forster, alerta a sus dos hijos de la situación. La convocatoria los reúne y provee el punto de partida de la discusión inevitable: la conveniencia o no de una internación. Bridget y Nick (Hilary Swank y Michael Shannon) entran en cuadro con sus propias y conflictivas agendas. La primera está terminando la segunda década de un matrimonio aparentemente ideal que, sin embargo, se ha transformado para ella en algo inerte –muerto, en sus propias palabras–, al tiempo que intenta aplacar la rebeldía de su hija adolescente; el segundo enfrenta una separación reciente y los rencores de haberse hecho cargo de facto, merced a la cercanía geográfica, de la delicada situación de sus progenitores. La película va construyendo así un microcosmos doméstico en el cual aflora, sin necesidad de pronunciarlo en voz alta, el dolor por todo aquello que ha comenzado a desintegrarse. En términos estrictamente dramáticos, ese corrimiento de un registro enfático es quizás el punto más fuerte de Lo que fuimos. Más de una escena incorpora elementos humorísticos que, de ninguna manera, están reñidos con el verosímil que Chomko construye pacientemente; no se trata de interrupciones o injertos sino, muy por el contrario, son reflejos cabales de lo agridulce de la existencia. Una ducha compartida por madre e hija invierte los roles establecidos y la presencia de todo el grupo en una misa (la familia es católica, dato de cierta relevancia en la historia) hace que la pérdida total de la inhibición genere un breve exabrupto en los usos y costumbres culturales. En otras instancias, en cambio, el trazo grueso toma por asalto la historia y durante el tercer y último acto las reglas nunca escritas de la corrección dramatúrgica comienzan a apretar los botones que “deben” presionarse para generar la emoción. “Este fue el momento perfecto. Un poco más tarde y lo hubiera olvidado, un poco antes y lo hubiera extrañado mucho”, se afirma cerca del final, punto de eclosión obligatorio de las lágrimas de la platea. Obligación autoimpuesta y estrictamente innecesaria.
Pocos temas son más tristes que el Alzheimer en el cine. Incluso más que el cáncer. Porque la pérdida de la memoria se lleva consigo recuerdos, nombres, porqués y para qué. Y esa persona que en algún un momento fue tan fuerte como el roble queda a la deriva. Y las decisiones de qué hacer, por lo general, parten de los hijos, sobre un cuerpo sano y un alma en blanco. Panorama duro, y más si la que debe lidiar con esta ironía del destino es Hilary Swank, una de las mejores actrices del momento, que logra que el sentimiento entre por todos nuestros sentidos, hasta golpear nuestra fibra más frágil. Escrita y dirigida por Elizabeth Chomko, "Lo que fuimos" muestra la encrucijada en la que se ve inmersa Bridget (Swank), una chef de California, cuando su hermano le pide que regrese a la casa de sus padres en Chicago, cuando entienden que la enfermedad de su madre (Blythe Danner) ya no tiene retorno. Por un lado está su padre Bert (Robert Forster), un hombre católico, conservador y heroico, quien se niega a que su mujer sea internada en un centro asistencial; y por el otro, su hermano Nicky (Michael Shannon), que vive en la misma ciudad que ellos y considera que otro episodio de su madre puede resultar letal para ella. HISTORIAS PARALELAS Lo que a priori podría resultar una catarata incesante de pesares, no lo es. El acierto de Chomko es incluir y darle fuerza a historias paralelas como para suavizar un poco. Entonces vemos la tirantés adolescente de Emma (Taissa Farmiga), la rebelde hija de Bridget; la periferia de Nicky, quien se gana la vida haciendo los mejores Manhattan en su bar de Chicago, y a un ingenuo y enamorado constructor que mete sus narices en la angustia existencial de la misma Bridget. Y todo resulta armonioso porque la grandiosa figura de Swank potencia la pantalla. Cada una de sus escenas es el vivo retrato de la tristeza, de la duda, de la alegría o la esperanza. Si "Lo que fuimos" es una película que queda en el recuerdo, incluso con un tema tan recurrente como el Alzheimer, se lo debe todo a ella. Imposible no creerle cada uno de sus gestos. El final es indefectible, aunque no lo querramos. Lógico, aunque haya un plus. Imaginado, cuando descubrimos al principio por qué esa mujer mayor se va de su casa solamente con un tapado en medio de una tormenta de nieve en plena madrugada. Y cuando todo nos lleva a un mar de lágrimas, Swank en complicidad con su directora, nos roba la última sonrisa.
Amores como los de antes Lo que fuimos es un drama profundo pero soportable, en el cual el cine vuelve a demostrarnos que lo principal en el mismo es una buena historia, y en este filme es contada de forma estupenda, después de todo lo importante es tener algo para decir. Por Denise Pieniazek Lo que fuimos (What They Had, 2018) es la ópera prima de la actriz Elizabeth Chomko, quien no sólo dirige, sino que también es autora del guión, el cual tiene algunos aspectos biográficos basados en su abuela que padeció Alzheimer. Esto es sorprendente porque logra un excelente trabajo, sobre todo para ser su primera película como realizadora. Lo que fuimos narra la historia familiar del longevo matrimonio compuesto por Burt (Robert Forester) y Ruth (Blyyhe Danner) y sus respectivos hijos Bridget (Hilary Swank) y Nick (Michael Shannon). El conflicto se plantea desde el inicio, la primera escena es una mujer que sale en plena noche invernal y nevada en camisón a deambular por la ciudad. A partir de allí, entenderemos que el personaje de Ruth padece de Alzheimer, por lo cual, debido al agotamiento de ayudar a su padre, Nick decide llamar para pedir apoyo a su hermana Bridget, quien vive hace años en otra ciudad. En este sentido la inteligencia del filme reside en exponer como la enfermedad de un familiar no sólo afecta a quien la padece, sino también a su entorno. En Lo que fuimoses audaz la forma en que va dosificando la información: un primer conflicto planteado es la enfermedad de Ruth, luego la sobreprotección de su esposo que, con gestos enormes de amor, no quiere internarla, y además su hijo Nick, quien está agotado de ayudar a ambos y relegar su vida personal. Por ende, él recurre a su hermana esperando que ella puede hacer a su padre cambiar de opinión, y por último conoceremos de a poco sobre la misteriosa vida de Bridget. Bridget, a pesar de que para sus familiares tiene aparentemente una vida perfecta, desde el comienzo recibiremos indicios que esconde algún secreto o que no todo en su vida es tan sólido como parece. A través del regreso a su casa natal, Bridget se reencontrará consigo misma y envidiará a sus padres por el amor incondicional y el matrimonio perfecto que tienen. En dicho sentido el titulo original es un aglutinador de sentido “What they had” cuya traducción exacta sería “lo que tenían” o “lo que ellos tenían” refiere a la pareja de Burt y Ruth desde el punto de vista de un otro. Mediante un estético uso del montaje, sobre todo, en lo que respecta a los recuerdos familiares a través de los flashbacks, se evidencia el cambio de roles de los personajes, es decir, el cuidado que antes era dado de padres a hijos ahora está invertido, cuidando los hijos de sus padres. Es consecuencia, el relato no solo reflexiona sobre el amor de pareja y la familia, sino también sobre los ciclos de la vida. En Lo que fuimos por más que recién se haya expuesto la trama, lo fundamental en ella es también cómo es contado. Pues en este relato entretenido y sentidamente emotivo, se expresa una historia simple que no es pretenciosa y por eso abunda en sinceridad. Dicha sinceridad, además es lograda mediante las excelentes actuaciones de sus cuatro protagonistas, cada uno de ellos hace verosímil su personaje destacándose, y a su vez logran componer en conjunto una verdadera familia, con sus diferencias y similitudes como todas. Lo que fuimos logra mantener intrigado al espectador de principio a fin y aunque es un drama exhaustivo no es un “dramón”, es decir que éste es soportable para el espectador y no deja una sensación de angustia. Además de que posee pequeños toques de humor muy acertados, incluso en el desenlace con una metáfora de un pavo que aporta su comicidad al final, recordándonos salvando las distancias a El Gran Pez (Big Fish, 2003).
La ópera prima de la directora y guionista Elizabeth Chomko es un sensible drama familiar protagonizado por Hilary Swank, Michael Shannon, Robert Forster, Blythe Danner y Taissa Farmiga. La película comienza con la familia viéndose reunida después de mucho tiempo a causa de la desaparición de la madre en medio de la noche que, desvariando, se fue de la casa. Aunque pronto la encuentran, ellos se ven teniendo que decidir qué van a hacer con ella, que no puede estar sola. A partir de ese reencuentro entre hermanos, padres e hijos, incluso abuelos y nieta, es que se van desplegando otras aristas que dejan en evidencia a un grupo de adultos que llevan sus vidas como pueden. Uno es dueño de un bar que atiende él mismo y solo, y acaba de separarse; otra se siente cada vez más alejada de su marido y de su hija y en este regreso a la casa de su padre se le cruza además alguien del pasado que también viene a removerle un poquito los estantes; y la más joven se encuentra perdiendo tiempo y el dinero de su padre en una universidad donde no planea quedarse. Y después, claro, está el hombre que se niega a dejar a su mujer en un asilo para ancianos, un lugar que conoce porque fue el trabajo al que ella le dedicó toda su vida. Aunque “Lo que fuimos” sea una película bastante predecible y esté cargada de muchos lugares comunes, el trabajo de su directora desde la sutileza y la sensibilidad sumado a las interpretaciones de su notable elenco la hacen muy disfrutable. Es un film con el que resulta fácil conectarse porque trata temas universales que tarde o temprano siempre nos toca transitar, de un modo u otro. Chomko va narrando su historia a través de un tono alejado al esperado culebrón y los personajes van mostrando sus conflictos personales a su tiempo. Se intuyen sus problemas matrimoniales o la inconformidad de la joven con la universidad, pero cada una de estas inquietudes son expuestas y desarrolladas a su tiempo. Al final, quizás, el tercer acto se siente un poco apresurado con alguna de sus resoluciones y decisiones del guion. Blythe Danner consigue resaltarse entre el elenco con su interpretación delicada de esta mujer que a veces se pierde en el pasado pero que también en cualquier momento lo perderá. Que se siente una jovencita hasta que se mira al espejo o al hombre que duerme al lado en su cama. A la larga nos encontramos ante un drama familiar sobrio, que no necesita forzar emociones ni dramas porque la vida ya tiene por sí misma los elementos necesario para generarlos. Cuidada y bien realizada, “Los que fuimos” intenta retratar los momentos más oscuros de nuestras vidas con una cálida luz de optimismo. Porque al fin y al cabo, lo más importante es haber vivido y amado.
SOBRIO MELODRAMA FAMILIAR Hay una madre que muestra la evidente degradación del Alzheimer. Hay una familia que se reúne, por unas horas, en un mismo espacio: el hogar fundante. Hay una celebración, la Navidad, merodeando y contagiando con su espíritu introspectivo. En Lo que fuimos, la ópera prima de Elizabeth Chomko, hay varios de esos elementos que ya vimos muchas veces en las películas norteamericanas (es una mezcla de film sobre reuniones familiares con film navideño y drama sobre enfermedades), algunos destinados al zamarreo lacrimógeno, pero que por algún motivo lucen aquí no sólo renovados, sino honestos en la forma en que articulan su discurso. Será que la propia directora confesó incluir muchos datos autobiográficos en este relato, pero lo cierto es que uno nota en las formas esa mesura y ese pudor para contener emociones que podrían descarrillar en cualquier momento. Alrededor de la madre con Alzheimer giran los conflictos principales del relato: un par de hijos absolutamente insatisfechos, una nieta sin metas y un marido que exacerba la fortaleza del vínculo para disimular la angustia existencial que lo carcome. Con todo esto, Chomko podría haberse hecho un festival de la misantropía y la miseria humana, pero Lo que fuimos -a partir de un sentido del humor bastante particular- se convierte en otro cosa, en una película que indaga en la familia, en esa construcción social idealizada, desarticulándola pero sin caer en golpes bajos ni lecciones de vida o moralinas. Hay personajes honestos, situaciones bien planteadas sin caer en subrayados, una mirada melancólica que no precisa de los excesos ni las provocaciones para exhibir un malestar. Lo que fuimos bordea el indie, pero se aleja de cierta pose maniquea molesta y afectada. Es un relato en la senda del drama familiar clásico y la directora se siente cómoda trabajando en esos límites del cine industrial sin someterse (más allá de algún giro) a sus manipulaciones. Si Lo que fuimos luce por una sobriedad infrecuente en el melodrama norteamericano contemporáneo, tal vez el combustible fundamental son las actuaciones de un elenco sin fisuras: Hilary Swank, Blythe Danner, Robert Forster (un actor de estirpe clásica como quedan pocos), Taissa Farmiga están perfectos, sutiles y magnéticos aunque sus personajes por momentos se puedan convertir en un cliché. Pero donde más se nota la mano de Chomko para dirigir intérpretes es en la presencia de Michael Shannon; actor que suele estar siempre un par de tonos más arriba de lo que la escena necesita, aquí aporta, como el hijo exhausto que busca terminar con algunos asuntos, una humanidad infrecuente en su registro. Humanidad que destila la película misma, y que la distingue por sobre todas las cosas. Decididamente Chomko es un nombre a seguir en el cine norteamericano.
“Lo que fuimos”, de Elizabeth Chomko Por Mariana Zabaleta Si hay algo que hace al cine masoquista entretenido, es el estilo. Historias sobre enfermedad y muerte son hirientes, más aún cuando el síntoma es el señalamiento del paso del tiempo. La patología y el tiempo se convierten en acosadores, rondando la calle y nuestras casas. Ante el acecho Hilary Swank interpreta una madre joven en plena crisis. Sabemos es una mujer fuerte y se la vuelve a ver interpretando a una luchadora. El guion apremia una reunión familiar luego de que su madre resultara desaparecida. La confirmación de la patología ya es un hecho y ante tal la familia se reúne para tomar decisiones. Una propuesta cargada de drama que construye tensión y acercamiento a través (y únicamente) de sus personajes, estos reconstruyen anhelos y recuerdos cruzando un enternecedor pasado y un futuro de separación. Una enfermedad que quita la memoria lentamente es una despersonalización paulatina. Un despegarse lentamente de la rígida línea temporal para divagar en el pensamiento. A pesar de sus momentos bajos la propuesta también es reflexiva y cómica. El choque generacional esta puesto en primer plano: un padre católico conservador discurre continuamente sobre el amor como compromiso. La distancia y el desconocimiento comienza a subsanar con el desarrollo de los personajes. El tiempo renueva su sentido en restricción cuando los hijos someten al padre a perder el cuidado de la madre. La historia de un romance, cuando es de toda la vida, siempre tiene final infeliz. LO QUE FUIMOS What They Had. Estados Unidos, 2018. Dirección y Guión: Elizabeth Chomko. Intérpretes: Robert Forster, Michael Shannon, Hilary Swank, Blythe Danner, Taissa Farmiga. Duración: 101 minutos.
La actriz Elizabeth Chomko debuta como guionista y directora de Lo que fuimos, una tragicomedia sobre una familia y cómo superar una enfermedad. Bridget (Hlary Swank) viaja a Chicago con su hija Emma (Taissa Farmiga). Van a visitar a Ruth, la madre de Bridget (Blythe Danner) que está enferma y perdiendo la memoria. Nicky (Michael Shannon), el otro hijo de Ruth, trata de convencer a su padre Bert (Robert Forster) de trasladar a su madre a un centro de cuidado de memoria. Mientras que Bridget trata de encontrar una solución para que todos estén conformes, ella también entra en conflicto con su hija depresiva y un matrimonio con problemas. Leyendo el argumento, Lo que fuimos pareciera apuntar al clásico drama familiar que cae en lugares comunes. Por momentos, esa hipótesis se mantiene pero por otros trata de romper la estructura. Hay un gran manejo en lo que se cuenta y lo que se da por sentado con el fin de no ser reiterativo a la hora de narrar los conflictos del pasado. Los diálogos inundan de información pero también hay un par de escenas que marcan lo que sienten los personajes sin decirlo como Bridget corriendo o Nicky en su bar. A diferencia de otros films que hablan sobre el alzheimer, Lo que fuimos mantiene un equilibrio justo entre el drama y la comedia con una buena dosis de diálogos y grandes actuaciones. El trabajo de Swank y Shannon es muy bueno, algo habitual en ellos. También se destaca Robert Forster como ese padre que piensa que el amor es un compromiso irrevocable y que no ve más allá de su forma de pensar.
¿Qué nos hace escoger una película? Lo único que conocía de Lo que fuimos (2018) cuando vi su afiche en la entrada del cine, aparte de su reconocido elenco, era que Blythe Danner había sido considerada durante la temporada de premios de principios de año para la categoría de actriz de reparto. Quienes hemos seguido los Óscars durante más de veinte años, sabemos que la Academia (como cualquier premio) adolece de ciertos vicios de los que les cuesta escapar, así como también emprende cambios que por lo menos nos hacen creer que sus organizadores siguen pensando el premio más de noventa años después de fundado. El vicio en cuestión en este caso no era uno solo. Primero, las categorías de reparto suelen funcionar como un premio honorífico camuflado en una categoría competitiva. Son los casos recientes de Allison Janney, ganadora por Yo, Tonya; Robin Williams por Good Will Hunting, Morgan Freeman por Million Dollar Baby o Alan Arkin por Little Miss Sunshine. Estamos claros que con estos ganadores tal ‘deuda de reconocimiento’ (quién duda de la calidad interpretativa de ellos) no era el único factor para premiarlos. Si algo comanda la historia de la mencionada Million Dollar Baby, por ejemplo, es la voz cavernosa de Freeman. O la sonrisa condescendiente de Robin Williams adquiere un matiz de madurez en su rol de profesor. Pero es donde caemos en la segunda razón, que vincula más aún a Blythe Danner, una actriz con larga trayectoria en distintos medios: los personajes que padecen una enfermedad son más atractivos para el Óscar. Desde Vivien Leigh hasta Cate Blanchett, ha habido muchos premiados o nominados por interpretar alguna incapacidad. La misma protagonista de Lo que fuimos, Hilary Swank, ganó un segundo Óscar (en gran medida) porque era incapacitada durante el desarrollo de Million Dollar Baby; y la primera nominación de Michael Shannon, quien interpreta a su hermano, fue por interpretar a un personaje con un problema psiquiátrico. Ahora, ¿qué pasa con la película de Elizabeth Chomko? Relata las enrevesadas vidas de una familia donde Ruth, la madre interpretada por Danner, padece de Alzheimer; el padre (Robert Forster) sufre del corazón y ayuda a su esposa con devoción, y la hija (Swank), quien vuelve a Chicago para ocuparse de su madre, está insatisfecha con ciertas decisiones de su vida. El único que parece estar satisfecho consigo mismo es el hijo (Shannon) quien se ha encargado de sus padres hasta entonces. La trama plantea varios conflictos a resolver y aquí está la primera complicación. Apelando al humor, en distintas ocasiones, confluyen varias discusiones entre ellos en una sola escena. Y lo que debería ser gracioso, en manos de Chomko se diluye y distrae. Esto pareciera ocurrir porque los personajes dan la impresión de estar emocionalmente amputados. Esta expresión puede ser ampulosa, pero es palpable por la escasez de primeros planos donde podamos hacer empatía con las expresiones de los actores. Chomko, ganadora del premio Nicholl por el guión, prefiere grabar las escenas de forma lateral o con planos medios para incluir a más de dos actores en una misma toma. El resultado genera impotencia, porque los diálogos no dejan de apelar a nuestra emocionalidad: las típicas escenas de “por favor recuérdame cuando me olvides” están, como también la manifestación de las insatisfacciones de los personajes o el reconocimiento por parte del padre hacia un hijo que parecería el menos exitoso de toda la familia. Los contados primeros planos ocurren en la intimidad de las camas donde se acuestan los personajes. La leve complicidad provocada por esta decisión llega tarde, de todas maneras. Sabemos que ‘lo lacrimógeno’ no es indefectiblemente un valor negativo, si bien la connotación peyorativa también remite al efecto molesto de tal arma en el organismo. En una entrevista del Globe and Mail, Chomko reconoce sin tapujos haber llorado persistentemente durante la filmación. Vemos películas no sólo para reflexionar, sino también para asustarnos, para reír y para llorar. Pero si no ocurre esto ante una obra a la que le pedimos tal sentimiento, surge la decepción. Sobre todo, si además el final de la película está matizado con una idealización de la enfermedad que es, francamente, engañosa. En un plano general, madre e hija están reunidas en medio de un jardín de rosas blanquecinas donde, por supuesto, la hija le muestra el colgante con la foto de sus padres para que los recuerde. Ahora, cuando Bridget arma todo un plan para reencontrarse con el que, intuimos, fue un amor de la adolescencia: Eddie (Josh Lucas). Su decisión es torpe, como también lo es la preparación de tal plan. Un plano/contraplano de ambos en el descanso de las escaleras del edificio nos asoma la historia que pudo ser y todavía pudiera ocurrir: Eddie, en un plano medio, tiene un muro de ladrillos de fondo y Swank, en otro plano medio, sonríe con su dentadura prominente que le da esa rareza a su fisonomía tan de ella, tan humana por su “rasgo distintivo”. Cada uno está en tomas diferentes y nos basta el diálogo de ella sobre las preguntas que se hace de noche, en la cama, junto a su marido. Es valioso porque lo que sigue es un gesto de cercanía frustrada y que será el motor del personaje. Podemos imaginar que ha quedado una grieta en el muro de ladrillos, en la expresividad hermética entre ambos, y no habrá más que estas pocas palabras cómodas del uno hacia el otro.
Toca un tema muy adulto. Una familia se reúne para decidir el futuro de una madre llamada Ruth (Blythe Danner, su actuación resulta sobresaliente. Varios trabajos se destacaron en el teatro y es la madre de la actriz Gwyneth Paltrow) que tiene Alzheimer, son momentos duros de decidir, los dos hijos adultos consideran que lo mejor sería llevarla a un lugar donde puedan cuidar de ella pero su padre se niega rotundamente y no quiere separarse de su esposa. Comienzan a salir a la luz ciertos problemas bien guardados sobre las personalidades de los hijos además de varios secretos. Padecer esta enfermedad es duro para los familiares que se encuentran a su alrededor, lo vemos en varias escenas, como el fuerte momento cuando ella desconoce a su hijo entre otras situaciones. Los cuatro actores principales resultan impecables en su interpretación, con buenos toques, tonos y matices, pero los diálogos caen en el exceso melodramático y a los personajes secundarios le falta un poco mas de profundidad. Elizabeth Chomko escribe y dirige su primera película que está basada en sus recuerdos familiares, con algunos cambios. A esta cinta le podemos encontrar cierta similitud con “Lejos de ella” y “Siempre Alice”, entre otras.
Las reuniones familiares conforman un subgénero en sí mismo, con fiestas como el Día de Acción de Gracias o Navidad como disparadores más frecuentes. En este caso la excusa convocante es una enfermedad: un episodio que marca el agravamiento del cuadro de Alzheimer de una madre hace que la hija cruce los Estados Unidos para tratar de ayudar a sus padres y su hermano. El conflicto visible es el choque entre el hermano (otro buen trabajo de Michael Shannon, el mejor de un sólido elenco) y el patriarca: uno quiere internar a su madre en un geriátrico y que el padre se mude a una residencia cercana, mientras que el otro se niega a separarse de su mujer e insiste en seguir cuidándola en la casa. Pero más allá de este contrapunto, el comienzo de disolución de la familia expone la dinámica que guió el funcionamiento de este grupo durante toda la vida. Por su insistencia en mostrar cómo los padres son capaces de marcar a fuego la vida de sus hijos, el guion de Lo que fuimos -escrito por la actriz Elizabeth Chomko, que hace su debut como directora- es un banquete para psicoanalistas. Pero, a pesar del dramatismo de los temas que aborda, la película se cuida de caer en la solemnidad: la fina línea que separa tragedia de comedia está hábilmente trazada. Casi todo está observado desde el punto de vista del personaje de Hilary Swank, esa mujer que ante la emergencia viaja a la casa paterna junto a su propia hija. El reencuentro con sus padres detona en ella la crisis de la mediana edad, con las consabidas preguntas de ocasión sobre su matrimonio, el vínculo con su hija, la vida que se forjó. En fin: cuestionamientos que llegan cuando se vislumbra que por delante queda menos tiempo que el ya transcurrido. A medida de que la memoria de la madre va desvaneciéndose, la hija parece por fin madurar, conectarse con su deseo y tomar las riendas de sus días. Como si la conciencia de que llegó ese momento en que debe ser madre de sus propios padres tuviera, al contrario de lo que podría esperarse, un efecto liberador.
Ruth (Blythe Danner) se prepara. Se maquilla, se arregla y sale a la calle de noche en el pleno y crudísimo invierno de Chicago. Pocas horas despúes, Bert (Robert Forster) llama a su hijo Nick (Michael Shannon) y a su hija Bridget (Hillary Swank), en el gesto de ambos vemos que saben que algo pasó, pero sobre todo que esta es una de muchas porque Ruth tiene Alzheimer. el comienzo de “Lo que fuimos”. Nicky anda desganado entre una vida que no quiere y el hecho de querer ayuda de su hermana para convencer a su padre de internar a su mamá, pese la negativa de éste luego de sesenta años de estar junto a su mujer que tiene el pelo entrecano y de vez en cuando suelta frases o situaciones simpáticas, de las que hacen reír a la familia (o al menos a parte de ella) .¿Le suena familiar? Pues sí, se podría decir que hay varios elementos del clásico “El hijo de la novia” (Juan José Campanella, 2001). Este drama familiar, como aquella nominada al Oscar hace más de veinte años, tira de la cuerda de los vínculos familiares y del deber ser apoyándosem como suele suceder en estos casos, en un elenco sólido que puede sostener la carnadura de los personajes y hacerlos crecer en los distintos vectores que plantea el guión. Si bien el eje central está puesto en las decisiones de los hermanos según sus distintas realidades, la directora (y guionista) Elizbeth Chomko se focaliza también en la construcción del personaje del padre como hombre que no puede soltar esa dependencia emocional que le provoca el hecho de ocuparse de todos los cuidados de Ruth. También es cierto que este es un drama sobre enfrentarse a las verdaderas razones de sostener los vínculos familiares, ya que Bridget vive lejos y es Nick quien anda lidiando con el trabajo de contención de su padre y su madre. En esto el relato se vuelve algo reiterativo en situaciones que no terminan de crecer del todo. Acaso porque hay un deliberado cuidado en no caer en el melodrama. Hay que destacar que casi lo logra, y si bien se esquivan sólidamente los golpes bajos al final no puede evitarse cierto edulcorante innecesario que desdibuja el buen planteo. Así y todo, “Lo que fuimos” (extraña traducción del original que sería “Lo que tuvieron”, refiriéndose a la relación matrimonial de Ruth y Bert) se deja ver, en especial cuando aparece un humor consecuente con las situaciones de Ruth, sin caer en la burla ni sensiblerías.
Los actores, todos brillantes, le ponen intensidad a esa idea de rodear a alguien cuyo pasado y presente se disuelve de modo irreparable por el Alzheimer. Los dramas centrados en el Alzheimer tienen la virtud de que en seguida golpean al espectador y el defecto de que uno ya sabe cómo esquivar el golpe. Aquí no tenemos excepción: los actores, todos brillantes, le ponen intensidad a esa idea de rodear a alguien cuyo pasado y presente se disuelve de modo irreparable. Se agrega el tema de cuestionar (no censurar, cuidado) la idea de “familia”, algo que también vimos pero aquí está bien dosificado.
Cuando una mujer mayor sale de casa, en medio de la noche y en plena tormenta de nieve, su familia se alarma y se moviliza. La señora aparece en otra localidad, y está claro que sufre signos de Alzheimer. Lo que fuimos, debut de Elizabeth Chomko como guionista y directora, es un drama que toma un tema duro, como el deterioro de esa mujer y todo lo que causa en la familia. Pero por suerte es también una especie de crónica de esa crisis vista desde sus personajes, los dos hijos, muy distintos, uno que se quedó cerca de los padres y otra (Hilary Swank) que llega desde la distancia con su hija adolescente. Además del marido/padre (Robert Forster) que no quiere separarse de su chica bajo ninguna circunstancia y se resiste a internarla. Claro que ellos también son individuos en crisis, que se sienten solos, que no encuentran lo que buscan, incluida la más joven del grupo, presionada por el mandato materno de ir a la universidad. Con buen ojo observador, y sus muy buenos actores, Chomko permite que el eje dramático se mezcle en esa dinámica natural de una familia disfuncional. Registrando sus momentos de humor, sus situaciones ridículas, sus miserias y pequeñas glorias, durante una convivencia patas arriba. Con inteligencia, la película usa esa verdad para encarar el drama sin echar mano de los clichés, ni del sentimentalismo golpebajista, que tenía a pedir de boca.
Critica emitida al aire