Madraza Hernán Aguilar es un audaz. Cuando podría haber debutado con otro tipo de film elige hacerlo con una propuesta corrosiva que plantea un universo único atravesado por la realidad, pero dejando que la misma fluya acompañando a sus personajes. La clave de “Madraza” es su código, cercano al cine de Robert Rodriguez y Quentin Tarantino, por lo explosivo e irreverente, y más allá de alguna cuestión que podría cuestionarse sobre su mirada de clase, la excepcional Loren Acuña explota en un personaje ideal para demostrarle a todos que merece un lugar en la Industria local más allá de los estereotipados personajes para los que siempre la convocaron.
Sobre la descarga emocional El cine argentino de género de los últimos años se viene imponiendo como una alternativa necesaria y muy interesante con respecto a las tres patas históricas de nuestra producción, léase los tanques tradicionales de financiamiento televisivo, los trabajos arties que apuntan al tour detrás del calendario de festivales internacionales y finalmente ese conjunto de documentales que año a año continúa dando batalla desde los márgenes del sistema con las idas y vueltas lógicas de un mercado oligopólico y en eterna crisis interna, donde la semi ausencia de un público local que consuma de manera masiva las películas impulsa la intervención del estado para crear artificialmente un circuito autóctono de producción y exhibición. Films como Madraza (2017) ayudan a subsanar estas deficiencias y a despertar el interés de un público argentino que suele olvidarse de su cine en favor de Hollywood. Hablamos de una verdadera sorpresa que combina el costumbrismo y los melodramas por un lado con el cine de acción y la dialéctica de los policiales por el otro, un esquema insólito por estas pampas que rinde sus frutos y consigue destacarse por mérito propio sin recurrir a las referencias intra géneros o la desproporción del trash. De hecho, llama la atención que el realizador debutante Hernán Aguilar opte por un naturalismo hiper prolijo como marca formal excluyente en vez del grotesco exacerbado, ese que podríamos catalogar como la “idiosincrasia latina” por antonomasia en lo que al pastiche se refiere. El humor negro está presente en el relato pero nunca llega a dominar el desarrollo porque el director y guionista se mantiene aferrado en todo momento al personaje femenino principal, un cariño que le impide volcar el asunto hacia los arrebatos irónicos o la sátira lisa y llana. La antiheroína de turno es Matilde (la paraguaya Loren Acuña), una mujer de clase baja a la que le asesinan en un robo a su esposo remisero y pronto cae en la miseria. Un día, luego de canjear una campera por una garrafa de gas, es encarada en la calle por el homicida y amenazada para que no diga nada a la policía, frente a lo cual la mujer responde matando al susodicho de un golpe en la cabeza con la garrafa y llevándose su campera, dentro de la que encontrará un papel con instrucciones que serán el primer paso para tomar el lugar del hombre y empezar una suerte de carrera en el submundo de los sicarios. Más que necesidad de venganza o justicia (Matilde se entera que su marido le era infiel después de su deceso), aquí lo que prima es la canalización de las frustraciones domésticas y existenciales de la protagonista en una profesión de lo más particular que le permite salir de la marginalidad. Precisamente, en plan de descarga emocional Matilde va acumulando cadáveres por dinero a la par que profundiza su relación con el detective asignado al caso (interpretado por Gustavo Garzón) y comparte su tiempo -entre trabajito y trabajito- con su ahijada Vanina (Sofía Gala Castiglione) y su nueva amiga de la alta burguesía Teresita (Chunchuna Villafañe). Aguilar obtiene un desempeño muy parejo por parte de todo el elenco, deja el espacio suficiente para el lucimiento de una Acuña perfecta en su personaje y hasta logra descollar él mismo en el apartado técnico vía la destreza demostrada tanto en ocasión de las secuencias intimistas como en las escenas de acción, las que a su vez consiguen revitalizar los inserts furiosos de cámara lenta como hace tiempo no se veía. La eficacia y el sentido de la oportunidad del cineasta resultan inobjetables ya que nos regala una propuesta muy lúcida y aguerrida que denuncia la corrupción del poder político y policial mientras subraya la ausencia total de perspectivas de progreso para la enorme mayoría de los argentinos…
En la vida cotidiana se le suele llamar "madraza" a las mujeres que, con un gran amor y vocación de servicio, ayudan en comedores o instituciones de beneficencia, siendo ellas también de clase baja o carenciadas. Lo que en primera instancia resulta llamativo al acercarse a la opera prima de Hernán Aguilar, es que la Madraza de su afiche nos apunta con una pistola, despertando nuestra curiosidad y haciéndonos sospechar que la propuesta no es un drama social. No solo confirmamos nuestra sospecha sino que además nos sorprendimos ante una historia original que construye personajes valientes. Matilde (Loren Acuña) es una madraza que colabora con un comedor y además cuida de Vanina (Sofía Gala) como si fuera una hija propia, y de su esposo, quien trabaja en una remisería. Es una ama de casa de tiempo completo cuya rutina se ve alterada cuando, en un robo aparentemente al voleo, su esposo es asesinado. La urgencia económica sumada a una serie de casualidades la terminan empujando a convertirse en una asesina que ejecuta crímenes según misteriosas instrucciones. No solo deberá ir perfeccionando sus técnicas y adquiriendo más aptitudes, sino que además intentará evitar que el Detective (Gustavo Garzón), quien coquetea con ella a la par que investiga el crimen de su esposo, descubra su doble vida. Tras una breve presentación de los personajes, la acción tiene un pico de tensión en el crimen del esposo, acertadísimo: si estuvieras viéndola en tele o internet, te atraparía y te quedarías mirando. Luego retoma un ritmo más lento, con el que se desarrollará toda la historia, aunque en el segundo acto hay una serie de encargos que, como no le suponen mayores desafíos a nuestra Madraza, el avance de la trama se vuelve más lento. El principal atractivo es la transformación que opera sobre Matilde: va evolucionando de ser una ama de casa devota como cualquier otra a convertirse en una auténtica profesional del crimen, lo que se refleja no solo en la actuación de Acuña sino en su físico, sobre el que opera un excelente trabajo de caracterización. La relación que va estableciendo con el Detective es también uno de los principales aciertos. Se genera una dualidad en el personaje de Garzón que lo coloca como interés amoroso y oponente al mismo tiempo. Al no saber el espectador de manera clara qué sabe o qué desconoce el Detective, sentimos a nuestra heroína en peligro constante pero queremos que se siga arriesgando al verlo; sabemos que se merece una historia de amor. La película se adentra en barrios carenciados y villas por las cuales desfilan delincuentes, gente humilde de buen corazón y drogadictos. Sabe hacer de este abanico de personajes y lugares un relato dinámico, con toques de humor negro y algunos giros argumentales imprevistos que sorprenden y reivindican la fuerza de las mujeres. VEREDICTO: 8.0 - MADRAZA LUCHONA Partiendo de una interesante premisa que mezcla elementos de policial y humor negro, Madraza reivindica a las mujeres que toman la iniciativa y se abren camino por su cuenta. Sí, aunque hablemos de una criminal la película no es apología del crimen, sino que su mensaje pasa por otro lado
La ópera prima de Hernán Aguilar muestra a una mujer que toma prestada la vida de un delincuente y desata una ola de violencia. Buenos recursos técnicos para una comedia negra salpicada por los destellos policiales. Menos sofisticado que el personaje encarnado por Geena Davis en El largo beso del adiós, donde una mujer común desplegaba su pasado de espía salvaje, e inmerso en un contexto más realista y cercano, Matilde -Loren Acuña- es un robusta ama de casa que trabaja como cocinera de un comedor y que luego del asesinato de su pareja, comienza un camino de violencia por venganza y justicia por mano propia. Madraza, la ópera prima de Hernán Aguilar que se presentó en el 31 Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, acerca al público una propuesta entretenida que transforma a la protagonista en una mujer peligrosa que toma prestada la vida de un delincuente para involucrarse en un mundo mafioso donde reparte balas a domicilio. Ella cambia la bolsa de las compras, se entrena, y decide portar una pistola 45, dejando atrás sus días de penuria económica y despertando las sospechas de un detective -Gustavo Garzón- que le sigue los pasos y algo más. En este mundillo cotidiano que se enrarece y empieza a estar habitado por personajes marginales, aparecen Vanina -Sofía Gala Castiglione-, la amiga fiel de Matilde, y un comisario -Osmar Nuñez- que hace alarde de su poder y lleva adelante el caso. El film transita cómodamente por la comedia negra salpìcada por los destellos policiales, recurre a la cámara lenta para potenciar imágenes y convierte a la "mujer de armas tomar" en una heroína que no tiene el menor remordimiento en el momento de apretar el gatillo. En su camino de cambios -tanto físicos como emocionales- radica justamente el atractivo principal del relato, que cuenta con un elenco que cumple con las expectativas y con escenas de violencia bien resueltas que salpican sangre a diestra y siniestra. La historia no deja de lado su mirada social -violencia e inseguridad cotidianas- dentro del marco de la acción y de los toques a veces ingenuos que resultan funcionales a la trama. Entre garrafas, cuchillazos y balas, Madraza funciona como una olla a presión.
Pepita la Pistolera Madraza (2016), ópera prima de Hernán Aguilar, se presenta en el 31 Festival Internacional de Cine de Mar del Plata y desde acá te contamos de qué va este film que no escatimará en balas, sangre y violencia. Una mujer humilde, con problemas de peso, sin dinero, sin educación, se encuentra en un grave dilema cuando su esposo muere a sangre fría por un ladrón de poca monta. Su vida cambia de forma drástica. Sus valores penden de un hilo y el destino le tiene preparado un camino insospechado. ¿Qué harías si días después te encontras con el asesino, la persona que te arruinó la vida? A Matilde, personaje interpretado por Loren Acuña (Carancho), se le presentó este evento y su vida no volvió a ser la misma. Realizada con una impronta llamativa a base de escenas a pura acción, una mujer común y corriente se convierte en la asesina más buscada y, sus asesinatos anónimos por dinero, cada vez evolucionan más en materia de profesionalismo. Hernán Aguilar, el encargado del guion y la dirección del film, concreta una obra que se goza, entretiene y deja esa enseñanza que no muchas lo hacen. Primero, el personaje principal, la Madraza, nos produce empatía desde los primeros cinco minutos. En imposible no ponerse en la piel de ella, que siente que lo perdió todo, y con sus límites a cuestas, se venga de quien le arruinó la vida. Como segundo punto, la transformación de este personaje. Remitiéndonos en la construcción del héroe que Vince Gilligan realizó con Walter White en Breaking Bad, Aguilar determina un meteórico cambio al arriesgarse en pecar de inverosímil pero acertando en cada una de las aristas del mismo. Un cambio preciso y rotundo, por dinero o por amor propio, sostenido por el tercer punto fuerte del film: el sólido reparto. Gustavo Garzón en la piel del detective cuyo fin es el de encontrar a esta asesina anónima es el interés amoroso de Matilde. Chunchuna Villafañe como Teresita y la destacada interpretación de Sofía Gala Castiglione como Vanina son las amistades de esta mujer que a paso firme comienza a conseguir todo lo que se propone. Se destaca otra vez el cambio en el personaje, ya que la transformación no solo va desde el accionar, sino también desde lo físico y en la relación con los otros protagonistas de la historia. El guion no admite huecos, la explicación de todo es visible y permite la interpretación de acciones que se entienden por el sólido personaje principal. Aguilar logró lo que se propuso y eso está más que evidente. Destacamos los efectos especiales de las escenas de acción. Los tiros, ver la sangre brotar, es algo para el aplauso y para ver una y otra vez. Habrá que seguir el camino de Hernán Aguilar. Su opera prima es para entusiasmarse y ansiar más films de acción como estos, con sólidos personajes como Matilde. Exponiendo las miserias humanas, la vida cotidiana, viendo a alguien elegir su camino sin limitarse por los principios éticos, Madraza es una película que bordea la violencia, desparrama justicia por mano propia y, así y todo, no pierde emoción, ni gracia ni sorpresa. Se disfrutan films así, que no están preocupados en arriesgar, que lo hacen y punto. A Hernán Aguilar se le presentó este evento y seguro que su vida no va a volver a ser la misma.
Hernán Aguilar nos ofrece una ópera prima de género, original y vibrante que sorprenderá por su ritmo, narrativa y originalidad con la que se desarrolla. Empecemos por lo que nos propone el film, “Madraza” cuenta la historia de Matilde (Loren Acuña), una ama de casa de clase baja que enviuda cuando unos delincuentes asesinan a su marido delante de ella. La mujer, lejos de deprimirse y verse conmovida por la situación, por accidente le quita la vida a uno de los culpables. Ante este hecho, su vida dará un giro de 180º y asumirá el rol de asesina a sueldo (tomando el lugar del asaltante) para poder “ganarse” la vida y poder subsistir en ese ámbito tan precario y carente de recursos. Este film se puede catalogar como una sorpresa dentro de la cartelera nacional, ya que corresponde a uno de esas alternativas de género que nos viene ofreciendo el cine argentino hace un tiempo. Realizadores como Aguilar nos declaran que hay alternativas al cine hollywoodense o a las producciones nacionales festivaleras o puramente comerciales. Nos encontramos ante una comedia negra, mezcla con policial, que nos brinda a una antiheroína clásica con la que uno logra empatizar por todas las penurias por las que atraviesa. Tal como se puede ver en algunos relatos de superhéroes, la mujer sufrirá una transformación tanto interna como externa, lo cual logra dotar al personaje de una tridimensionalidad necesaria para enriquecer al relato. El film maneja algunos códigos o recursos característicos al cine del estilo de Tarantino o Robert Rodríguez, o incluso a aquellos film de Exploitation de bajo presupuesto, donde la cuestión pasa por los temas moralmente inaceptables y socialmente escandalosos. El personaje de Matilde, gran labor de Loren Acuña que nos otorga un trabajo impecable, no busca una venganza clásica, sino que sufre un proceso donde redime sus frustraciones, no solo porque se aleja de la situación de adulterio que involucraba a su difunto marido, sino que además busca canalizar las frustraciones sociales por la que atraviesa. “Para que voy a hacer la denuncia, si no lo van a agarrar. Además, mi nombre va a quedar registrado en la declaración y me van a venir a buscar”. Esta frase se la dice al detective personificado por Gustavo Garzón, con quien tendrá una breve historia de amor que también vendrá a modo de saldar cuentas pendientes en el marco afectivo. La película presenta un relato entretenido, pero por otra parte también hay una crítica social y cultural latente que se ve presente, más que nada, en las subtramas con los personajes de la ahijada Vanina (Sofía Gala Castiglione) y su nueva amiga de la clase alta, Teresita (Chunchuna Villafañe). Se tratan temas como la desigualdad, la corrupción, las máscaras sociales que usan las personas para aparentar frente a los demás. En el plano técnico la cinta cumple, mostrando un gran desempeño en el manejo de la cámara y en la edición que termina componiendo un recurso característico del film (quizás a veces se abusa del recurso del corte directo para elidir tiempo, pero es un aspecto estético propio del relato). También hay que destacar la destreza empleada a la hora de realizar las escenas de acción y el buen uso de la cámara lenta para determinadas secuencias. En síntesis, “Madraza” nos propone un gran relato de género, muy entretenido, con buenas actuaciones y una sobresaliente dirección de Hernán Aguilar. Más allá de algún cuestionamiento que se le podría hacer al film con respecto a ciertas ideas sobre las transgresiones, la película cumple y nos presenta un crudo relato de denuncia sobre corrupción y la falta de recursos de la clase baja. Puntaje: 4/5
Madraza, con guión y dirección de de Hernan Aguilar, fotografía a cargo de Marcelo Lavintman y música de Guillermo Guareschi. Tal vez no todos sean aciertos dentro de este relato, sin embargo, sorprende y propone historias nuevas dentro de un cine nacional tan repetitivo. Primera apuesta que gana: la protagonista de este “gangster folklorico” (si se me permite el invento) es una mujer. Una mujer es la que empuña el arma, y una mujer es la que se encarga de asesinar a unos cuantos. Loren Acuña es la madraza de una joven (Sofia Gala) del comedor del barrio. Una serie de hechos y necesidades la llevan a ser una asesina a sueldo. A través de un montaje, por momentos no habitual, y escenas sangrientas, pero estéticas, nos muestran la transformación de esta madraza. Que a su vez toma otro color en cuanto se relaciona con un detective (Gustavo Garzón). En general las actuaciones son regulares. La protagónica no se ve sólida. Parece no muy trabajada en algunas escenas. Gustavo Garzón se luce en un personaje seguro, sin grandes riesgos. Y una hermosa Chunchuna Villafañe que le calza a medida el personaje. Con algunos pequeños pasajes que parecieran feministas, la película camina sobre una linea muy delgada que puede llegar a confundir. Para reverlo. Muy buena música. Una mezcla rara de folklore, un charango y algún bombo de fondo con sonidos modernos que acompañan la locura del montaje, las balas y los golpes. Un film distinto para entretenerse y ver algunas escenas de la cotidianidad de Buenos Aires. Propone, arriesga y no se queda con más de lo mismo.
La femme Mati. El cine de género puro creció en nuestro país (tal como lo demuestra nuestra nota AQUÍ), al punto de ser capaces de adaptar las fórmulas clásicas a historias propias, que hablen nuestro idioma, respeten nuestra forma de ser, sin apartarse de lo que el género pide ni entregar un producto ajeno. Madraza es un claro ejemplo de cómo hacer un buen thriller policial con altas dosis de acción, en un entorno de comedia que no cae en la parodia, y que abraza los localismos sin subestimarse con el tan mentado y más de una vez perverso “acá también podemos hacerlo…imitando lo que en Hollywood hacen mejor”. No, Madraza no quiere ser una de acción a la altura de las grandes super producciones del norte, ni siquiera lo intenta. Es un film bien argentino, con el que no nos va a costar empatizar ni reconocernos, que no podemos imaginar provenga de otro país, y con todos los elementos vibrantes para traer buen entretenimiento adrenalínico a nuestras butacas. ¿Pero cómo logra todo eso una ópera prima? La historia escrita es, en esencia, sencilla. Matilde (Loren Acuña) vive en un barrio humilde de la Ciudad de Buenos Aires. Ella es puro corazón, no solo cuida de su marido remisero (Gabriel Almirón), es la madraza – tutora en un comedor comunitario – de Vanina (Sofía Gala Castiglione) que prácticamente vive en su casa. El barrio está lleno de peligros y uno de esos días fatídicos se cobra la vida de su pareja a manos de un grupo de delincuentes menores que dominan la parada. A partir de ahí, la vida de Mati se derrumba, su aspecto que no era muy cuidado se descuida más, no tiene para comer ni pagar los servicios, nadie la ayuda, y encima la policía le pide una colaboración como testigo que ella teme dar. Cansada de la vida que lleva, habiéndose enterado que su marido no era lo que ella pensaba, el destino está a punto de darle una revancha. Cuando accidentalmente asesina a quien le arruinó la vida, dará un giro liberador. Una llave la llevará a tomar el lugar de aquel hombre y convertirse en una asesina a sueldo. Madraza es a su modo también un film de denuncia. Mati no actúa solo por venganza de muerte, no es El vengador anónimo, lo suyo es una revancha a la vida injusta. Matar la libera, la hace sentir con ese poder que nunca tuvo, por su condición social, económica, de mujer, y ama de casa. Con la ayuda de una amiga casual, Teresita (Chunchuna Villafañe), se transformará físicamente, una femme fatale, vestida para matar. Es una protagonista que puede tener antecedentes en la Silvia Peyrou de Asalto y violación en la Calle 69, en la Edda Bustamante de Correccional de mujeres, o en Andrea Tenuta y La Búsqueda; exuda personalidad, sexualidad, cuerpo, y fatalidad. Pero allí donde ellas buscaban venganza fría, Mati le suma un grito liberador desde la marginalidad y el género femenino. El guión, también en manos de Aguilar, no descuida ningún frente, y hasta se encarga de entregar una historia de amor destinada al fracaso con un detective en la piel de Gustavo Garzón. Relación que irá mutando de roles a medida que Mati cambie su personalidad. Más allá de un montaje algo entrecortado o no del todo prolijo, sobre todo al inicio del film, el apartado técnico es destacable. Las escenas de acción tienen vigor, fuerza, y no apabullan; los encuadres son perfectos para mostrar lo imponente de la figura de la asesina, y poder disimular más que solventemente un presupuesto que puede no ser de los mayores. Es es una película ágil, que vibra tanto en la acción como en la comedia, sin crear estereotipos, ni inclinarse a la parodia del género o la condición social de sus personajes. La marginalidad es expuesta con naturalidad, permitiendo que podamos reconocernos entre los personajes. Loren Acuña le pone el cuerpo a Matilde, lo suyo es la presencia. Ya sea desde la transformación física y de postura, como en la catarsis gestual que despliega, Acuña realiza una gran labor protagónica que tendrá mucho que ver con el resultado final de Madraza. La actriz de origen paraguayo es de esas caras reconocibles en secundarios tanto en cine como en televisión, destacándose siempre por una actitud arrolladora que le sirvieron para acaparar la mirada en varios planos. Madraza, Matilde, necesitaba de una actriz así, y Acuña aprovecha otra oportunidad para hacerse notar en un rol que hasta pareciera compuesto para ella, se lo adueña y no podemos imaginarnos a otra actriz ocupando su lugar. Claro que no está sola, Sofía Gala Castiglione y Gustavo Garzón componen diferentes botones de fuga para Mati, y demuestran nuevamente estar a la altura con grandes interpretaciones. Osmar Nuñez también se suma a un elenco fuerte como el comisario, volviendo a confirmar que no hay rol que no pueda asumir con un gran compromiso. Todos están correctísimos, pero quien se destaca de entre los principales es Chunchuna Villafañe y una Teresita tan tierna como desopilante, con una gran escena para su entero lucimiento. En participaciones más chicas, Mónica Ayos, Atilio Pozobón, Silvina Bosco y Mónica Lairana, se convierten en piezas infaltables de un rompecabezas en que cada actor se ajusta a su personaje. Conclusión: Madraza es un gran policial cargado de acción, con fuertes y logrados elementos de comedia. Si bien bebe de potentes orígenes como el cine de Danny Boyle, Robert Rodriguez o Guy Ritchie; se siente bien nuestra, desde la localidad de la historia como desde la construcción de personajes. Sumemos logradas interpretaciones y un ajustado rigorismo para las escenas de acción, y tenemos no solo una ópera prima para celebrar abiertamente; sino, además, uno de los policiales que cómodamente se ubican en la panacea actual junto a títulos como Diablo, Nacido para Morir, 8 Tiros, o Tiempo de valientes. Argentina tiene a su nueva heroína de acción, y es una que no tardó en ganarse nuestros corazones.
Una buena sorpresa esta película de género del debutante Hernán Aguilar, también responsable del guión. Aciertos por el lado de la historia, la elección del elenco, en especial su protagonista, y la manera en que esta filmada, aun con pequeños defectos de fluidez. La historia ubica como a una ama de casa de una villa de emergencia, que en un asalto pierde a su marido, baleado por un delincuente aparentemente sobrepasado. Con esa muerte comienza la presión de la policía que ella quiere eludir por temor a represalias, la novedad de una doble vida de su esposo con amante incluida y la peor miseria. Un día cuando canjea una campera por una garrafa de gas, el asaltante la intimida y se va confiado. Ella lo mata (de un garrafazo) y se queda con su campera, su teléfono y una flamante tarea de sicaria que cumple con eficiencia. Mientras tanto mejora su posición económica, coquetea con un policía, y sigue su relación con su hija de corazón y una amiga aristocrática venida a menos. En esa historia entretenida del comienzo al fin, esta la denuncia de la corrupción policial, la falta de alguna perspectiva de mejora entre los de menos recursos, el humor negrísimo y la confianza en esta heroína impensada. Loren Acuña es perfecta para el papel y su personaje que parece sacada de una historia de Tarantino ambientada en Sudamérica, se transforma, se la ve frágil, poderosa y sensual. Un verdadero hallazgo. Se lucen Sofía Gala, Chunchuna Villafañe, Gustavo Garzón y el siempre impresionante Osmar Nuñez. Veala.
CRUCE DE REGISTROS La premisa de Madraza es un tanto particular, pero aún así se sostiene: luego de que asesinan a su marido, una mujer comienza a matar, primero accidentalmente, luego por dinero, ocupando el lugar de asesino a sueldo que le quitó a su primera víctima. Un policía que se enamora de la mujer sin saber lo que hace, será el encargado de la investigación, con lo que se entablará un retorcido juego de gato y ratón. La película escrita y dirigida por Hernán Aguilar tiene dos registros: el primero sigue los lineamientos del cine policial, entrando en el subgénero del hitman o asesino por encargo; el otro registro es el de la comedia, llevando a que muchos de los elementos tradicionales del primer registro sean trastocados en el segundo. En este diálogo -que es también una confrontación- entre las dos vertientes es donde se juega el destino del film, que posee un transitar tan desparejo como atractivo. Madraza tiene un arranque dubitativo, con algunas actuaciones estereotipadas y diálogos superficiales que parecen anunciar lo peor. Sin embargo, cuando el personaje de Gustavo Garzón comienza a frecuentar a la madraza del título (gran actuación de la paraguaya Lorena Acuña), el relato adquiere fluidez, logrando sus mejores momentos, en los que nos regala grandes pasajes de comedia. De ahí en más, una vez entendido el juego que Aguilar propone desde la puesta en escena y la narración, la película se vuelve un hallazgo interesante, que incluso supera las expectativas iniciales. Madraza posee unas cuantas fallas, pero no es tímida con su apuesta y termina posicionándose en un lugar distintivo dentro del panorama del cine nacional.
Nueva ocupación para el ama de casa. “Por el poder de la pasión de Matilde, diosa del amor y la locura, hagan que mi amiga se coja a una madura. ¡Rompela!”, le grita Vanina (Sofía Gala Castiglione) a su amiga y tutora Matilde (la paraguaya Loren Acuña), señalándole la foto de su marido asesinado durante un asalto a mano armada. La herencia consistió en deudas y la noticia de que tenía un amorío con una compañera de trabajo, y ella acaba de volver a casa tras apuñalar a un hombre en su debut como asesina a sueldo y ahora está prendiendo fuego a la ropa ensangrentada. El “rito espiritista”, y lo que dice el personaje de la hija de Moria, no parece tener mucha coherencia en el contexto de su protagonista. No es la única decisión de Madraza que suena arbitraria. Podría decirse que toda la película está despegada de cualquier lógica, lo que la vuelve un objeto bastante extraño en el cine nacional de género. La ópera prima de Hernán Aguilar no le teme al ridículo y sostiene sus decisiones hasta las últimas consecuencias. El resultado es un film arriesgado y con indudable apetito narrativo, pero que nunca termina de armarse. Y no por falta de ambición, ya que bebe tanto de las aguas del costumbrismo barrial de la primera etapa de Nuevo Cine Argentino como del melodrama, la comedia negra y el policial, entre otras fuentes. A ese último le debe la estructura de un relato presentado de forma algo desprolija, como si Aguilar quisiera empezar a contar lo quiere cuanto antes. Al comienzo abundan las escenas con “microcortes” de edición que rompen la continuidad sin que se sepa muy bien para qué. De todo eso surge con fuerza la figura de Matilde, quien después del asalto de la primera escena recibe el acoso por parte de uno los ladrones. Él termina muerto después de que ella rompa la cabeza con un matafuegos, escena que el realizador muestra en un ralentí que transmite una perversa pasión. Lo que ella descubre al quedarse con su celular es que, además de robar, el muchacho mataba gente a cambio de dinero. Matilde duda, pero se involucra en el negocio: recibe un mensaje de texto, va al chino del barrio y en un locker encuentra la paga y un papel con la dirección del “encargo”. Madraza será, pues, la historia del descenso moral y asenso económico de esta mujer. Las cosas no serán fáciles, ya que la policía, encarnada en la figura del detective del caso (Gustavo Garzón compone a uno de los pocos detectives de la historia del policial que parece conforme y feliz con la soledad y la vida gris), le sigue de cerca la huella. También quiere seducirla haciéndose el simpático. Por ahí también anda una señora paqueta (Chunchuna Villafañe) que se convierte en su nueva amiga, mientras sigue matando con más brutalidad y precisión. Técnicamente impecable, con juegos de cámara que muestran a un director con ideas y un nivel actoral correcto, el problema de Madraza es que somete todos sus componentes a un grotesco que no termina de cuajar. Y contra eso no hay rito que valga.
Un monstruo habita en nosotros Matilde es una porteña de clase media cuyo marido es asesinado por dos individuos. Misteriosamente se verá envuelta en una serie de muertes encomendadas por una organización que la convierte en alguien tan sádica como vengativa. Un detective que investiga esos delitos se cruzará en su camino y comenzará un extraño romance que culminará de forma trágica. El director Hernán Aguilar elaboró un atractivo film que oscila entre el suspenso y la acción. Loren Acuña y Gustavo Garzón aportan calidad a esta trama que habla de la forma en que alguien común puede transformarse repentinamente en un ser sin escrúpulos en medio de una constante violencia.
Una mujer de armas llevar Loren Acuña protagoniza este policial devenido en comedia negra, que potencia en exceso su violencia. El policial suele recurrir a grandes premisas, como el hombre común envuelto en situaciones extraordinarias o la confusión de identidades. En Madraza, el debutante Hernán Aguilar decide apoyarse en estas cuestiones para subvertir el género. Y acá los cambios son mucho más profundos que el reemplazo de ese tipo común y corriente por una ama de casa: Aguilar transforma su policial en comedia negra con crítica social y le agrega una buena dosis de ese cine de superhéroes vernáculo donde, como en Kryptonita, marginales dispuestos a todo se convierten en héroes. Matilde, la madraza del título, enviuda durante un violento asalto y recurre a la justicia por mano propia. Al saber que mató a un asesino a sueldo, y acorralada por su situación económica, decide empuñar un arma para ocupar su lugar y descubre una llamativa pasión por su nuevo oficio. El detective asignado al caso de la muerte del esposo de Matilde además corteja a la mujer e investiga los violentos asesinatos en serie que ella comete. La transformación de Matilde es completa tanto desde el plano físico como desde el mental. Madraza estiliza al máximo la violencia y, como esto no se limita a los vistosos baños de sangre que provoca Matilde, hasta las agresiones verbales entre los personajes se exacerban. Esta excitación permanente termina perjudicando las actuaciones, que no parecen encontrar un equilibrio en el tono por más que se luzcan, cada uno a su manera, tanto la protagonista Loren Acuña como sus laderos Gustavo Garzón, Sofía Gala y Chunchuna Villafañe, e incluso el debutante Ricardo Canaletti, que le pone el cuerpo a una opereta periodística contra la heroína. El principal problema de Madraza aparece cuando Aguilar limita el interés de la película a la resolución del conflicto policial, y las vueltas del guión se vislumbran a la distancia cuando quedan en pie tan pocos personajes con desarrollo gracias a la efectividad de Matilde.
Con varias escenas que podrían estar salidas de una película de Quentin Tarantino el director Hernán Aguilar presenta Madraza, su opera prima. La vida de Matilde (Loren Acuña), una mujer de clase baja, da un giro inesperado luego de que en un asalto asesinen a su marido. Después de estar un tiempo en un cuadro depresivo, la protagonista encuentra una razón para seguir viviendo: asesinar personas. Tras partirle una garrafa en la cabeza al asesino de su marido, Matilde se adentra en el mundo de los sicarios. Además, paralelamente, comienza un juego de seducción con el detective (Gustavo Garzón) encargado de investigar los crímenes que se están cometiendo. El director no sólo realiza una película entretenida y muy bien lograda a nivel técnico (en especial en las secuencias de acción), sino que además hace foco en la corrupción que se esconde detrás del poder de la policía. El guion presenta una mezcla entre el policial, la acción, la comedia y el drama. Esto hace de Madraza un film llevadero y atrapante. Las escenas de acción parecen dignas de una película de Quentin Tarantino: sangre por doquier, violencia extrema y una música que va de la mano con cada disparo que realiza la protagonista. Además de una cámara lenta que realza cada acto violento. Junto con unas grandes actuaciones, un arte completamente cuidado y una fotografía destacable, Madraza logra una armonía perfecta en todas sus partes. Las diferentes historias se complementan entre sí y todo consigue un cierre verosímil y entretenido.
Film nacional negro que regocija al público Regocijo puro. Eso es lo que provoca esta originalísima comedia de humor negro, acción intensa y reivindicación femenina, que su autor anuncia como "una fábula de crecimiento personal". Así es, su personaje crece y mejora a medida que disminuye la cantidad de habitantes. Tal como anuncia la publicidad, en su lista de provisiones figuran tomates, huevos, y balas. También son muy útiles las garrafas de gas y los muslos fuertes. Ella es una mujer de barrio que por esas cuestiones de la inseguridad se ve repentinamente viuda, amenazada y sin plata. ¿Estamos ante un drama realista de denuncia social? No. Acá hay mucho realismo en el ambiente, los modales y los diálogos, y hay denuncias de varias clases, pero el tono elegido es regocijante. La viuda encuentra un trabajo muy redituable y saludable (salvo para sus víctimas), mejora de aspecto, de ánimo, de autoestima, de electrodomésticos y de puntería. Y hasta tiene un galán que le arrastra el ala, un detective de la bonaerense que le recita versos de Neruda. Gustavo Garzón es el galán de doble intención. Osmar Núñez, el comisario nada romántico. A la par, Sofía Gala, Chunchuna Villafañe, Mónica Ayos. Y al frente, Loren Acuña, que viene remando desde hace tiempo y al fin tiene su primer protagónico, que aprovecha a pleno con un personaje inolvidable. Toda una revelación, igual que el director Hernán Aguilar, debutante con buena experiencia en varios rubros y mucho sentido del humor. A tener en cuenta: esto se hizo como un film independiente, nacional y bizarro, lo vieron de casualidad unos ejecutivos, y ya tiene distribución internacional de Disney. Lo que se dice, un balazo.
Madraza, de Hernán Aguilar Por Jorge Bernárdez Acción, violencia, drogas, humor en un salvaje marco natural: la Capital Federal y la villa. Madraza llevó cuatro años de producción y de filmación, muchos de los involucrados en la historia tenían poca confianza en que llegara a terminarse, pero como si fuera una historia de esas que se cuentan y uno no termina de creerse, los responsables de la película y su elenco lograron convencer a Disney para que a través de una de sus empresas financiara parte de la producción y así llegar a estrenarse en un centenar de salas en este jueves 25 de Mayo. Matilde (Loren Acuña), ve como hieren a su pareja en plena calle. El buen hombre muere en la sala del hospital y Matilde se niega en principio a declarar contando quienes fueron los responsables del asesinato. Sin embargo el detective encargado de investigar el caso logrará sacarle a Matilde un identikit del asesino y así empieza una trama policial, que la lleva a Matilde a convertirse en la vengadora de la muerte de su hombre. En el medio hay una trama de transas, policías y corrupción generalizada que harán que el espectador no se aburra en ningún momento. Si el detective que protagoniza Gustavo Garzón se enreda sentimentalmente con Matilde, lo cierto es que no pierde nunca su olfato policial, así que la sangrienta venganza de la mujer está constantemente en peligro de ser descubierta. Digamos que además de la actriz paraguaya y Gustavo Garzón, Madraza completa su elenco con Osmar Nuñez en la piel de un corrupto jefe de policía, Chunchuna Villafañe y Sofía Gala Castiglione, demostrando que le sobra frescura y talento para llevar adelante un papel como el que el director Hernán Aguilar pensó para ella. Madraza es una propuesta novedosa, que muestra una Buenos aires desde el punto de vista de esa ciudad lejos del oropel y de las puestas en escena para conciencias tranquilas- Son las villas miseria, otros lugares de la urbe poco abordados por el cine -la zona financiera por ejemplo-, son los lugares por los que se mueven Matilde, los canas y los transas de las drogas. Hay escenas de marcado realismo y otras en las que el tono de la película alcanza grandes momentos de comedia. MADRAZA Madraza. Argentina, 2017. Dirección y guión: Hernán Aguilar. Intérpretes: Loren Acuña, Sofía Gala Castiglione, Gustavo Garzón, Osmar Núñez, Chunchuna Villafañe, Mónica Ayos, Matías Cabrera, Nacho Giménez, Gabriel Almirón y Claudio Pazos. Fotografía: Marcelo Lavintman. Edición: Anabela Lattanzio y Hernán Aguilar. Música: Guillermo Guareschi. Duración: 97 minutos.
Acción, comedia negra y drama son los géneros que nos encontramos en esta ópera prima del director Hernan Aguilar. El resultado de esa mezcla de géneros, algo arriesgado en el cine nacional, resulta muy interesante. La acción aparece casi de entrada cuando el esposo de la Madraza es asesinado por unos ladrones en un robo que aparentemente salió mal, comienza la decadencia en la vida de ella hasta que se cruza con el asesino de su marido, y ahí cambia la bocha. Con un inspector de policía, interpretado sutilmente por Garzón, que se le hace el lindo, mientras la investigan (porque alguien tiene que caer) por el asesinato de su marido y una Sofía Gala que hace una actuación superior que la que hizo en “Hipersomnia”. Las actuaciones hacen que la película sea bastante entretenida. Las escenas de acción, con mucha sangre, están bien hechas y quizás a algunos les puede parecer que cae en el ridículo pero hacen al estilo de película que estamos viendo, quizás se la puede llamar de clase “B” pero una de esas bien hechas que atrapan, puede que caigan, pero remontan. El film toca temas complicados, algunos muy explícitos (como la corrupción policial) y otros de una manera más sutil, un comentario de una señora mayor diciendo “Si el aborto fuera legal y seguro, no habría tantos mal nacidos” o el reproche del comisario hacia el inspector “¿Qué sos, machista vos?” son algunos de estas puntas y reproches sociales que el director y guionista nos cuenta. Mi recomendación: Una película nacional bien contada, y con un tema interesante. Mirala en el cine, te vas a reir, te vas a sorprender y seguro la pasas bien.
Antiheroína violenta y seductora Luego de encarnar papeles secundarios en Carancho (2009) y El Hombre de Al Lado (2009), entre otros, la paraguaya Loren Acuña es toda una “mujerota” de armas tomar, sensualidad y carisma en Madraza (2017), opera prima de Hernán Aguilar. Aquí la podemos disfrutar en su máximo esplendor interpretando a una madre adoptiva, esposa vengativa y prototipo de mujer para un comisario un poco veterano pero inteligente. Una combinación que parece perfecta para una actriz en ascenso. Matilde, una ama de casa común y silvestre, acaba de ver cómo dos malvivientes asesinaron a su esposo en plena vía pública. El hecho la deja paralizada primero, para luego irse transformando, en un contexto de profunda inseguridad, corrupción y traición, en una fría sicaria, profesión que la ayuda a salir de su miseria económica (y emocional). Acuña, en un principio un poco acartonada, va construyendo un personaje que no es fácil de encarar. Ese “acartonamiento” le vino al pelo para meterse en un personaje femenino que llega al extremo, pero que también -en algunas escenas- puede brindar una sonrisa cálida, un abrazo o un beso. La película de Aguilar reúne varios elementos por demás interesantes: alto impacto visual en los momentos de pura acción, comedia negra y una trama policial irregular que se apoya fundamentalmente en los personajes de un Gustavo Garzón imperdible y un Osmar Núñez que ha tenido tiempos mejores. En Madraza también podemos encontrar ese tinte espectacular de los films de Robert Rodriguez, por su trabajada corrección de color que realza los colores primarios, y además una clara sátira de los tiempos que corren, que pasea por la moral, el discurso de denuncia social y el realismo crudo. Pese a su discurso costumbrista, idiosincrásico y estereotipado en sus personajes -emblema de muchas producciones nacionales-, Madraza no se vuelca a la exacerbación de todo esto ni al grotesco, sino que es más independiente en sus formas y logra dejar un sorpresivo sabor agridulce.
Esta es la ópera prima de Hernán Aguilar, que nos trae una comedia y policial negro, además con una buena dosis de acción y un poco de romance. Narra los momentos que le tocan vivir de golpe a Matilde (Loren Acuña), ama de casa, quien realiza tareas en la cocina para un comedor, una mujer común, sus ingresos son escasos, cuando fallece su marido Carlos después de un asalto y su vida da un vuelco de 180 grados. Le toca vivir distintas situaciones, su esposo era remisero y no le deja ni un centavo, esto la lleva a convertirse en una sicaria. El guión mezcla policial, suspenso, comedia, acción, romance y diversión con un toque al cine de Quentin Tarantino, una banda sonora que acompaña a la perfección y estética muy urbana. Este es el segundo protagónico de la actriz paraguaya Loren Acuña (“Betibú”, “Carancho”, “El Hombre De Al Lado”, “Gilda, no me arrepiento de este amor”. Se destaca esta maravillosa) para interpretar este personaje debió engordar unos 15 kilos; después adelgazar durante la película. El resto del elenco lo conforman: Gustavo Garzón como el detective, Sofía Gala como la ahijada de Matilde, Osmar Núñez como un jefe policial, Mónica Ayos como una amiga de Matilde, Chunchuna Villafañe como una señora de clase alta, el periodista de policiales Ricardo Canaletti como él mismo, entre otros. Si bien la trama se encuentra satirizada, nos habla de personas en búsqueda de la superación, también están los marginados y una crítica a la realidad sociopolítica y el vivir en una permanente crisis económica.
Matilde sale de su casa con su marido cuando la pareja es abordada por tres ladrones; al marido lo tiran al piso y uno de ellos, apodado Chapita, le dispara a quemarropa. Seguidamente, en el entierro, Matilde (Loren Acuña) se entera por su ahijada Vanina (Sofía Gala) de que el marido la traicionaba con la dueña de la remisería para la cual trabajaba. Un poco después recibe la visita de un detective (Gustavo Garzón) que la acosa sexualmente y, como corolario, Chapita vuelve a abordarla por la calle para advertirle que no declare, pero Matilde, que venía de comprar una garrafa en la villa, esta vez da media vuelta y liquida al malviviente de un garrafazo. Hasta aquí, parece este otro film de José Celestino Campusano sobre la vida marginal, pero el director y guionista Hernán Aguilar, como la protagonista, pega aquí un giro y convierte a Madraza en un engendro inclasificable, mezcla de thriller absurdo y comedia dramática. Porque Matilde se queda con la campera, la plata y el celular de Chapita, y al regresar a su casa empieza a recibir encargos anónimos para matar gente. El lugar secreto es siempre un cofre de supermercado; allí la mujer encuentra un sobre con la dirección del sujeto a asesinar, y al día siguiente en el mismo cofre encontrará dinero. Parte del encanto del film pasa por la actriz Loren Acuña, que parece verdaderamente salida de un film de Campusano. Algo conocida por un pequeño rol en Carancho, de Pablo Trapero, Acuña puede componer a una señora de barrio que sin que le tiemblen las pestañas encara a policías y tira a quemarropa. Claro que con los nuevos ingresos su situación económica cambia y Matilde se transforma en una asesina glamorosa. Hay una escena particularmente lograda, que la muestra desde sus botas altas y estilizadas contemplando el blanco de dos o tres narcos; no cabe duda de que Aguilar estaba buscando una parodia a Kill Bill. Y lo que sigue, con una persecución verdaderamente hollywoodense, termina de ganar al espectador más escéptico. El resto del elenco acompaña acertadamente la performance de Acuña: Sofía Gala como la amiga compinche pero un poco pesada, Garzón como el detective que sospecha algo pero va para adelante porque “le tiene ganas”, y Chunchuna Villafañe como una veterana cheta a la que le sale el barrio cuando conoce a Matilde en un colectivo. Las curiosidades no terminan ahí; hay participaciones del periodista de policiales Ricardo Canaletti, y la película acabó comprada por Disney para ser distribuida por Buena Vista International. En suma, un combo demasiado extravagante para perdérselo.
Fracaso exitoso Madraza es una comedia policial con tantos defectos evidentes que resulta encantadora y divertida. Hay un ensayo célebre y extraordinario del crítico norteamericano J. Hoberman titulado “Películas malas”, en el que reivindica ciertas películas “objetivamente malas” que, dice, pueden triunfar en su fracaso. A veces una actuación fuera de registro, un corte torpe, errores groseros de continuidad o berretadas varias pueden resultar atractivos porque dejan en evidencia el artificio del cine y nos ponen en un estado de alerta, nos sacan de la pasividad, nos interpelan. Pensaba en eso durante los primeros minutos de Madraza. Después de una introducción en la que vemos las manos de una señora (ajadas, uñas pintadas, anillos) manipulando un arma en cámara lenta y con mucho detalle, pasamos a una escena pretendidamente costumbrista: una cocina de clase media-baja en la que una señora gorda y morocha alimentada a harinas (Loren Acuña) discute con su marido también gordo y machista (Gabriel Almirón) y con una chica joven con exagerados modismos barriales (Sofía Gala Castiglione). No solo las actuaciones son un desastre (Hoberman diría que es como un documental que muestra a personas imitando a gente pobre) sino que Hernán Aguilar, el director, hace cortes bruscos cuya única finalidad parece ser la de “corregir” algún furcio. En seguida nos damos cuenta de que no estamos ante una típica película mala. Un par de escenas después hay un asalto en la calle y el esforzado lunfardo de los chorros, la cámara lenta que pone a los personajes en poses y expresiones risibles, la música totalmente fuera de estilo con lo que estamos viendo dirigen nuestra atención lejos de la trama. Hoberman compara esta sensación con el surrealismo. Puede sonar esnob, pero no lo es. Basta con experimentar la primera hora de Madraza. Es tan mala como divertida, pero es divertida precisamente porque es mala. Los modismos de Sofía Gala Castiglione son tan caricaturescos que resultan un espectáculo en sí mismo y los diálogos imposibles alejan a la película de su pretendido naturalismo, dotándola de un interés mayor. Madraza es un policial en el que Matilde (Loren Acuña), un ama de casa de clase media-baja, se involucra con el submundo del delito luego del asesinato de su marido en un asalto y termina trabajando de asesina a sueldo mientras inicia una relación con el policía (Gustavo Garzón) encargado de investigar sus crímenes. Paradójicamente, cuando la película empieza a encontrar el tono y a dedicarse más a resolver cuestiones de la trama que a jugar con libertad errando casi siempre, pierde interés. Es decir: cuando mejora, empeora. Así, el último tercio es apenas un mediocre policial carente de interés. Si así hubiera sido toda la película, se trataría de una película mejor pero que quizás no merecería siquiera estas breves líneas. Pero como Madraza es mala en serio, resulta encantadora y fascinante.
Madraza: Una caída que es liberación. “Lo que todavía nos falta a las mujeres aprender es que nadie te da poder. Simplemente lo tienes que tomar tu“. Roseanne Barr. Es el primer trabajo que Hernán Aguilar, en largometraje, que encara. Apenas un par de cortos anteriores y sin embargo ha sabido construir un relato tan coherente como vertiginoso, una historia que habla de una caída que es liberación, dejando que la muerte sea el tránsito hacia algo más. En la primera escena, en la cocina de un hogar tan propio a nuestra idiosincrasia argentina, se encara el embrollo de entrada cuando Matilde, preparando el desayuno, de un manotazo y distraída mata una mosca. Toda ella es un estereotipo, todo ella es un tic de mujer hogareña, esa que se pierde en el orden para el otro y que hace que lo extraño emerja reventándolo todo. Matilde es una ama de casa que queda viuda cuando un par de ladrones asesinan, ante sus ojos, a su marido, Carlos. Lejos de verse carcomida por el impacto de la media cama vacía y quedarse llorando enroscada entre las sábanas usadas, la protagonista de Madraza mata por accidente… Accidente, como si la causalidad de esta mujer se midiera por eso, sin sospechar que siempre se ocultó esa fuerza en la quieta esposa de alguien. Porque aquí nada es casual, así lo iremos viendo a lo largo de la historia que nos relata Aguilar con una sorprendente mirada, y que Loren Acuña construye en Matilde con esos ademanes y matices que confunden, un bellísimo personaje que evoluciona a tropezones, empujada por las circunstancias. Lo que vemos es un cine de acción, un desmadre que crece al calor de un policial que recuerda a los personajes salidos de los filmes de Danny Boyle. No son personajes de superproducción, son ellos, casuales enfrentando la locura de una aventura que los supera pero no los derrota. Y no solo es la acción, es la propuesta que hace con el marco general, adentrándonos en el gris mundo de la policía, ladrones y esa endémica corrupción que lo devora todo. Es Matilde la que muta a lo largo de la película, recreándose y asumiendo ese rol activo que saborea siendo ahora una fuerza que tiene la vida en sus manos, mostrado deliciosamente, una vez más, por la increíble performance que realiza Loren Acuña. Venganza, no solo por la pérdida personal, venganza por el sitio que tuvo que soportar como mujer, como Madraza de un comedor y testigo de la injusticia que el sistema, el hombre, cometen. Es de destacar el trabajo de ese triángulo de mujeres; con Acuña están Sofía Gala y Chunchuna Fillafañe. Ellas son como los estadios, las edades de la mujer y a la vez el disparador para libertar lo que son a pesar de lo que se espera que sean, además del alivio cómico que Matilde utiliza como motor impulsor. Es por ellas y para ellas, mujeres que encaran ese destino tanto impuesto como abrazado a un momento de su vida. Y nuestra protagonista está para reivindicarlas. Que un policía, destacado trabajo de Gustavo Garzón, se enamore de ella es como esa otra causalidad que hace picante la vida. Que se transforme y emerja esa mujer fatal que vemos es consecuencia de una historia narrada con brío, con algunos espasmos que pronto dejamos atrás. En definitiva, una película que hace su suerte a base de una buena historia, personajes que se pegan a uno haciéndonos padecer y alegrarnos de sus devenires. Una historia solvente que por más policial, acción y comedia no deja de lado la realidad que bien conocemos y compartimos. Porque no duda en meterse en las villas y no por eso dejar una caricatura de los personajes, al contrario, es comprensiva, es auténtica, tanto como la ficción lo permite. Es el primer filme de Hernán Aguilar, que también escribe, y sin embargo lo lleva a cabo con un empaque codiciado.
Madraza: Blaxploitation Nac & Pop. La ópera prima de Hernán Aguilar es un entretenimiento puramente cinéfilo, con pinceladas de crítica social. Si te acercás al cine a ver Madraza tenés que tener en cuenta es mucho más que una “comedia negra de acción”. Se nota que Hernán Aguilar bebió del cine Clase B de los 70 del que tanto hace escuela Quentin Tarantino en esta época. Otro gran ejemplo de la gran obra cinematográfica que es Madraza, es que lo que sucede en la hora y media de metraje fluye con tanta naturalidad que en un momento podés estar reflexionando sobre los dilemas morales de la venganza y el asesinato, y en el otro, disfrutando como Matilde (Loren Acuña) asesina casi “por accidente” a un dealer de droga. Decir “por accidente” es casi ingenuo, ya que desde el primer fotograma Matilde es capaz de matar a una mosca, contrariamente a lo que piensa (y dice, literalmente) en un primer momento el magnífico detective de policía interpretado por Gustavo Garzón. La rutina, la represión patriarcal, la sociedad, todo eso que tantas veces nos hace estallar en una puteada, logra que Matilde lo canalice a través de sus trabajos de sicaria a sueldo. Así el drama, la comedia negra y la acción fluyen tan naturalmente al son de una banda sonora, para este humilde servidor bastante funcional pero que de otro tipo de género le hubiese aportado más épica. La fotografía, las tomas en cámara lenta y los FX hacen de esta producción un deleite visual muy pocas veces visto. En el apartado actoral tanto Sofia Gala como Chunchuna Villafañe (¿Viva?) y el siempre gran Osmar Nuñez se mueven como si sus personajes fuesen la otra personalidad de sus vidas. Pero quiero detenerme en Gustavo Garzón y Loren Acuña, los enormes protagonistas de esta historia “de amor y de espanto”: La dupla es magnifica y se siente una química tan particular que nos hace recordar a esa extraña relación que tenían Robert Forster y Pam Grier en “Jackie Brown (1997)”. Y no es casual que nombre en esta review al film menos personal de Tarantino, pero que homenajea a uno de los géneros que más amó: el Blaxploitation. Este género de cine Clase B fue muy popular en los 70’s, donde se intentaba contar la vida en los ghettos y como los afroamericanos sobrevivían con su situación social. Con el correr del tiempo este sub-género fue mutando, convirtiendo a los hombres y mujeres negros en héroes de acción, cuya figura icónica sin lugar a dudas fue Pam Grier y su “Foxy Brown (1974)”. Por esto, no creo casual tampoco que Aguilar haya elegido a Loren Acuña para protagonizar este film: la sensualidad (y la cabellera) podrían fácilmente confundirse con la impronta que dejó Grier al blaxploitation, y uno de los mejores ejemplos es cuando el personaje de Acuña finalmente se ve con su determinación final, en su transformación absoluta en esa Femme Fatale y vengadora, mujer de acción al que el encargado de la cámara decide hacerle una toma contínua a sus botas de cuero negra, para luego subir y descubrir a esa Madraza cambiada para siempre por las circunstancias que la hicieron víctima, pero también victimaria.
Como intento de realizar una comedia negra con algo de trasfondo social, “Madraza” pasa la mitad de camino pero no llega a su meta. Bien actuada, la historia de una mujer con demasiados problemas económicos que se transforma un poco a su pesar –y un poco no– en asesina a sueldo sirve para contar lo peor del mundo que nos rodea. Pero cierto exceso aleccionador por el absurdo termina lastrando un poco el resultado final. Prometedor film.
Matilde es una mujerona del conurbano que no ha tenido una vida fácil. La muerte violenta de su marido la deja sola, y encima con la noticia de que el difunto la engañaba. Por si fuera poco, el policía a cargo (Gustavo Garzón, divertidísimo) le recita Neruda apenas la ve e intenta seducirla sin miramientos ni freno. Amenazada, aterrorizada, la madraza de "la Vani" (Sofía Gala), hija de una adicta que no pudo criarla termina matando, y así, transformándose en la asesina gozosa del póster"tarantinesco" de la película. Opera prima de Hernán Aguilar, Madraza tiene la impertinencia de meterse en un territorio poco explorado en el cine argentino, el de la comedia negra, y sus apuntes sociales, presentes en toda su dureza pero también tratados con desparpajo y bienvenida naturalidad, lo acerca también al cine de un Campusano, una rara cruza entonces, tanto de parentescos posibles como de géneros. La paraguaya Loren Acuña, aún con su raro acento argentino, es una presencia arrolladora en cámara. Su personaje evoluciona -adelgaza, gana en coraje y confianza- mientras se profesionaliza en el sicariato, y la relación con el detective enamorado suma ambiguedades, sospecha y matices que hacen al suspenso del asunto. Aguilar sabe también aprovechar y sacar partido de su buen elenco, parejo en personajes con tremenda personalidad, para nada menores. Divertida y fresca, esta Madraza da la bienvenida a una heroína distinta.
Crítica emitida por radio.
De pobre a asesina sin escalas Matilde trabaja en un comedor de una ONG y rasca la olla para llegar a fin de mes. Hasta que un día a su marido lo matan en la calle tras un robo y su vida cambia abruptamente, tan abruptamente que aquí reside el error clave de la película. Es que esta mujer, algo subida de peso y muy compinche de Vanina (Sofía Gala Castiglione), se conecta casi por casualidad con el crimen organizado y se convierte de la noche a la mañana en una asesina serial. Esa mutación, que atraviesa hasta su look y su silueta, es muy poco creíble. Porque Matilde (floja labor de Loren Acuña) no muestra ninguna crisis psicológica, ni complejo de personalidad, ni dudas. Ella cobra un dinero por adelantado, que le dejan en el casillero de un supermercado, mata por encargo y sigue con su vida. Quizá alguno asocie esa doble personalidad a la que lucía Walter White en “Breaking Bad”, pero Vince Gilligan construyó una criatura atormentada, ambigua, que se excitaba y sufría cuanto más se metía en el fango. Aquí Matilde vive como en un cuento de hadas. Quizá Hernán Aguilar quiso hacer una pintura bizarra de la clase baja porteña con aire de comedia negra. Pero su tiro no dio en el blanco.
Éste filme quedara en la historia del cine argentino por ser el primero protagonizado por una actriz paraguaya, eso dicen. En el comienzo, en la presentación del personaje, la producción tropieza con su mayor defecto. A partir del montaje abusando de pequeños cortes temporales, esto es, saltos de segundos dentro de la misma imagen, continuando con la misma acción de los personajes, nunca está justificado, sólo puesto porque es posible hacerlo, para luego dejar de lado esas formas y no retornar. Lo mismo ocurre con la banda de sonido, mezcla de géneros musicales dentro de la música incidental, que más que aportar, molestan. El mejor ejemplo es el malambo en una escena dentro de una villa en medio de la ciudad. Del mismo modo ocurre con la ausencia total de explicación del recorrido que realiza el personaje principal, y la poca o nula constitución de un verosímil, en ella y en los personajes secundarios. El relato gira en torno a Matilde (Loren Acuña), una ama de casa de clase baja, cocinera en un comedor popular, dirigido por la esposa de un diputado nacional. Ella va a ser víctima de un robo en plana calle y testigo en la misma acción del asesinato de su marido, un invisible conductor de remises. Todavía en el hospital, se hace presente el detective (Gustavo Garzon) a cargo de la investigación del hecho, sin nade que medie y antes de saber quién es quien, su actitud de poeta seductor para con Matilde, en intento de inyectarle algo de humor al texto, termina por ser patético. Matilde se queda sin sustento económico, todo se hace sin salida, hasta su hija putativa (Sofia Gala) desaparece, sólo para mostrar, a partir del paso del tiempo (otra utilización de algún mecanismos del montaje porque se puede), la decadencia anímica de Matilde. En ese andar es que se produce una primera acción de violencia ejercida por nuestra heroína, sólo respaldando su accionar por reacción de “supervivencia”. De ahí a convertirse, sin explicar, justificar, testimoniar, demostrar, alegar, etc, en una mezcla de Paul Kersey el de “El vengador anónimo” (1974) con el León de “El perfecto asesino” (1994), entre muchas otras posibles elecciones de asesinos a sueldo, sicarios sueltos, coloca todo en el orden de lo “no creíble”. En relación al personaje del detective, a falta de presentación, luego de pasada la tres cuarta parte de la proyección, se lo empieza a aceptar, pero ahí mismo se desdibuja y se transforma en caricaturesco. La presencia o ausencia del personaje de Sofia Gala da lo mismo, esté o no, su importancia es nula en relaciona la progresión dramática del relato, ni siquiera por la idea subyacente de mostrar lo trágico de la realidad argentina, que en cambio si ocurre con el personaje de Teresita (Chunchuna Villafañe) que al menos sobre el final retorna para darle un cierre posible al relato. El otro personaje del que nunca se sabe porque esta, (digamos que pito toca), aunque se sospecha desde la primera imagen del filme, es el comisario mayor (Osmar Nuñez), quien es la encarnación misma de la corrupción policial y política del país, también cumple funciones de cierre. Digamos, que el filme termina cerrando. Otro orden de lo aleatorio es que es todo está puesto en las actuaciones, Loren Acuña tiene una buena performance, su transformación sólo ella la hace veraz, el texto nunca, Sofia Gala demuestra ser Sofia Gala, Osmar Nuñez siempre eficiente, y Gustavo Garzon demuestra ser un gran actor a partir de los diálogos que le imponen y lo hace sin inmutarse. Todos los intentos, todos, están puestos en tratar de realizar una comedia negra que no mueve una sonrisa y nunca se instala, ni llega a gris. Un policial que no provoca el mínimo suspenso, y una denuncia que personaliza, no generaliza por lo que es deficiente. El desarrollo es lineal, progresivo y a los saltos. Lo dicho que dicen que, éste filme pasara a la historia como el primero protagonizado por una actriz paraguaya, lo cual no significa demasiado, claro que, siempre y cuando alguien se acuerde en el futuro, de la existencia de la película. Ahora que lo pienso, Matilde, cuya traducción seria Mathilda, ¿no era el nombre del personaje de Natalie Portman en “El perfecto asesino”? ¿Necesitaré cambiar la medicación?
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MARAVILLA DE MUJER Mientras todos esperan con ansías la nueva película de DC Comics, Wonder Woman (La Mujer Maravilla), emerge entre las profundidades de la cinematografía nacional, una anti heroína descomunal, inesperada. Una joya en bruto encarnizada en la piel de la exquisita actriz Loren Acuña, quien compone un personaje sublime en Madraza, ópera prima de Hernán Aguilar. Antes algunas comparaciones con el cine de la dupla Tarantino – Rodríguez, las cuales sin duda son más que atinadas, Madraza sobresale y destaca con algo que las películas de referencia no tienen: el factor sorpresa. Todos sabemos con que nos vamos a encontrar ante una historia del director de Tiempos Violentos, situación que, también nos sucede habitualmente con muchos directores argentinos, incluso con un tipo de cine que se repite en fórmulas una y otra vez, y es en su originalidad donde Madraza se lleva todos los premios. Su director podría haber caído en lugares comunes, sean los del género policial, o aquellos que se abocan a un cine realista estereotipando de manera burda a sus personajes acorde a su nivel social, sin embargo esta propuesta dotada de un naturalismo impecable se corre de todo lo visto, se supera en cada escena de violencia y acción (los efectos especiales son de una calidad notable, poco vista en la oferta local), y entrega en primera instancia un personaje femenino avasallante, un regalo que nuestro cine merecía desde hace tiempo. En la misma línea actoral cada personaje se exprime perfecto, todos bailan al compás de la protagonista y cada escena fluye sutil hacia la otra, dejándonos siempre con ganas de más. Loren Acuña interpreta a Matilde, a quien le cabe el apodo homónimo que da título al filme, ya que es madrina de una chica que vive en una de las villas aledañas (Sofía Gala Castiglione). Es justo mencionar el crecimiento actoral de la joven actriz, quien le imprime a su personaje una frescura y naturalidad, convirtiendo las escenas con Acuña en un duelo actoral destacable. En un robo callejero Matilde ve como asesinan a su marido para robarle, pero lejos de quedarse en el rol de víctima, el cual le cabe por donde se mire, ya que no solo queda viuda y sin dinero, sino que también es una mujer engañada, una serie de hechos fortuitos convertirán a esta sensible y sencilla ama de casa en una asesina a sueldo brutal. La investigación policial quedará en manos del detective que interpreta un entrañable Gustavo Garzón, quien, en paralelo, intentará resolver todos los crímenes que se van sucediendo así como conquistar el corazón de esta increíble mujer. Loren Acuña es literalmente madraza, la actriz se apodera de su personaje y lo eleva en cada gesto sutil, en las escenas de tiros, en la violencia explícita, en el abrazo con su ahijada, hasta en una amistad forjada con una mujer, quien aparentemente nada tiene que ver con su nivel social. Su interpretación puede generarnos la misma empatía ya sea que tenga un arma pronta a matar en la mano o una cafetera lista para ofrecer un café. La actriz, de origen paraguayo, compone en cuerpo y alma a Matilde, ya que tuvo que subir veinte kilos para su personaje, los cuales luego fue bajando a lo largo del rodaje. No cabe duda que este es el inicio de un futuro con muchas más propuestas para una actriz que se impone y merece un lugar de mayor protagonismo del que ha tenido hasta ahora. Madraza, es un filme que se mueve cómodo entre varios géneros para no encasillarse en ninguno. La ópera prima de Hernán Aguilar es una soberbia muestra de cómo poder hacer una crítica de la sociedad sin ser hipócrita. Una oportunidad para ver un cine que plantea las pocas posibilidades que pueden tener las personas con menos recursos, pero no los condena ni los juzga, si no que los desafía, y a través del humor, incluso, se anima a romper el molde y pensar en un cine menos condescendiente y mucho más arriesgado. La sorpresa y categoría de estas películas que aparecen de vez en cuando, nos invade en cada vena cinematográfica que nos late y nos envuelve en una estimación invaluable dentro de tanta copia y refrito que anda dando vueltas por allí. Por María Paula Putrueli @mary_putrueli
Ópera prima de Hernán Aguilar, Madraza es una curiosidad dentro del cine argentino. Si bien el cine de género es explorado cada vez en mayor cantidad y con más ganas, en Madraza se conjuga una película de acción con realidad social y al mismo tiempo mucho humor negro, sabe generar risas y al mismo tiempo no escatima en sangre y violencia en las escenas que así lo necesitan. Una mezcla de ingredientes extraña, de la que cualquier cosa podía surgir, y el resultado termina siendo una muy entretenida e interesante película que vale la pena ir a ver. Madraza empieza con el personaje de Matilde (Loren Acuña, quien es LA película) siendo víctima de una situación tan violenta que le termina arrebatando la vida a su marido, un intento de robo. De repente se queda sola y asustada, hasta que decide que tiene que hacer algo, que no puede seguir soportando eso. Pero las cosas se suceden también de un modo inesperado, y su simple venganza termina viéndola convertida en una sicario. A medida que el film se sucede, la madraza a la que interpreta Acuña va sufriendo una transformación tan física como personal. Mientras ella logra desenvolverse con éxito en su nuevo papel, su confianza aumenta y su apariencia física también se va modificando. De humilde mujer sin mayores ambiciones hasta terminar, casi sin quererlo, tomando el lugar de un asesino a sueldo. Madraza pone en foco el mundo de la clase baja social, las villas, logrando crear un retrato de diferentes gamas de grises. Allí dentro hay un mundo de personajes, desde sucios y oscuros hasta aquellos de un enorme corazón como lo es Matilde, quien cocina para un comedor social. A nivel actoral, la interpretación de Loren Acuña es demandante y ella logra llevarla adelante con mucha fuerza. Se carga la película al hombro y nos seduce, ya sea desde su frágil apariencia hasta los momentos en que no duda en mostrarse como la mujer de armas a tomar que en realidad. No obstante, también saben acompañarla unos buenos secundarios, como Sofía Gala en el personaje de una especie de hija postiza para ella y Gustavo Garzón en el del detective que además, rendido ante sus encantos, intenta seducirla. Ellos dos, por separado, logran generar muy buena química con la protagonista y así, unas divertidas escenas. Una película que más allá de sus limitaciones no deja de ser una entretenida y modesta comedia. Una propuesta valiente, como su esa mujer fuerte que tenemos como protagonista. Si bien es muy divertida y sabe generar muchas risas, también expone sensaciones más profundas relacionadas a lo social.