Una bioquímica cincuentona atraviesa una crisis personal y de pareja mientras lidia con la ilusión de un amor nuevo, encarnado en la figura de una persona (mucho) más joven. ¿En qué medida influye en la percepción de esta trama la condición homosexual de la protagonista, es decir, el hecho de que también sean mujeres la amante histórica y el flamante objeto de deseo? Bastante, a juzgar por algunas de las críticas publicadas cuando Margen de error se proyectó meses atrás en el 21º BAFICI: sus autores celebraron el cuarto largometraje de Liliana Paolinelli como obra consecuente con una carrera cinematográfica dedicada a la visibilización lésbica. Desde esa perspectiva, se destacó el aporte de la nueva película a la descripción del universo que la realizadora cordobesa expuso cuando dirigió Lengua materna en 2010 y Amar es bendito en 2013. Ambos films también aprovechan la crisis de pareja de las protagonistas para abordar, en el caso del primero, las dificultades de una de ellas a la hora de sincerar su orientación sexual ante la madre (es entrañable el trabajo de Mara Santucho y Claudia Lapacó) y, en el caso del segundo, la consideración de la opción bisexual o poliamorosa en una relación lesbiana que siempre fue de a dos (aquí también brilla Santucho, esta vez con Claudia Canteroy Carlos Possentini). A diferencia de lo que ocurre en sus predecesoras, en Margen de error es casi anecdótica la condición sexual de la protagonista y sus dos amores. En palabras de un crítico que publicó su nota en tiempos baficianos, “a pesar de transcurrir en un universo lésbico, todos los personajes podrían intercambiarse por heterosexuales”. Acaso radique aquí el nuevo aporte de Paolinelli: recordar que homosexuales y héteros nos parecemos más de lo que algunos sostienen. Sin dudas, la también autora de Por sus propios ojos recrea con tino el universo de amigas gays de larga data, con años de experiencias en común, que –como ante todo amague de separación– se solidarizan con una u otra integrante de la pareja afectada. Victoria Carreras, Elvira Onetto, Daniela Pal, Mónica Gonzaga se lucen en tanto miembros del coro que asiste con más o menos comprensión al enamoramiento progresivo que la joven a cargo de Camila Plaate provoca en la protagonista interpretada por Susana Pampín, y a la sensación de traición imperdonable que invade a la pareja añeja a cargo de Eva Blanco. El desempeño de las actrices protagónicas también es impecable, así como la fotografía de Soledad Rodríguez (dicho sea de paso, un dato no menor: éste es el primer largo que Paolinelli filma en la Ciudad de Buenos Aires). A estas virtudes corresponde agregar la dirección de arte de Mariela Ripodas y Lola Rubinstein que obtuvieron un merecido reconocimiento en el BAFICI. Como los críticos mencionados, algunos espectadores también celebramos que Paolinelli siga visibilizando. En cambio tomamos distancia de aquel elogio generalizado cuando apartamos la lupa de la cuestión lésbica y descubrimos una comedia previsible. Desde esta otra perspectiva, la crónica de los equívocos de Iris con la veinteañera Maia, y por carácter transitivo con su pareja Jackie, resulta menos interesante que Lengua materna, Amar es bendito y Por sus propios ojos.
Iris, una mujer que ha pasado los 50, está en pareja con Jackie hace 23 años. Pero su vida y relación cambiarán cuando comience a alojar en su casa a la hija de una amiga, una joven de 18 años que se muda de Tucumán a Buenos Aires para estudiar. Entre ellas se forjará un vínculo tan especial y apegado que hará que Iris dude de si son solo amigas o si les pasa algo más. “Margen de error” acierta a la hora de construir a sus personajes, sobre todo el de Iris, una mujer que tiene una rutina establecida hace tiempo, tanto en lo laboral como en lo personal, y que la presencia de una joven empieza a transformarla. Se permite un autodescubrimiento impensado a esa altura de la vida donde reina la estabilidad. Esto sería imposible imaginarlo sin la presencia de Maia, la estudiante, que le genera a ella esa duda y ambigüedad. Ambas se complementan de una buena manera, a pesar de la diferencia de edad que se observa en varios aspectos. La película logra, también, crear un vínculo muy potente entre ellas, que confundirá hasta al propio espectador. Uno queda atrapado en esa semilla de duda sin saber concretamente cómo será la resolución final. La relación se vuelve cada vez más íntima e intrigante con el correr del metraje, provocando cierta tensión en el ambiente. Resaltamos entonces, además, las interpretaciones de Susana Pampín (Iris) y Camila Plaate (Maia), quienes consiguen transmitir estás sensaciones de una manera muy correcta. Además de las protagonistas, todo el elenco (básicamente conformado por mujeres) se encuentra muy bien en sus papeles, generando un círculo social particular, que también tendrá sus secretos. Por otro lado, si bien mencionamos el clima de tensión reinante que se va creando poco a poco con el correr del film y con la evolución del vínculo entre las protagonistas, también tenemos variados momentos cómicos, sobre todo durante las confusiones o las actitudes infantiloides que presenta Iris frente a ciertas situaciones. Asimismo, se observa este tono al abordar temáticas como el matrimonio, los celos, la infidelidad, entre otras cuestiones relacionadas a las comedias románticas. En síntesis, “Margen de error” es una película que se vale principalmente de sus protagonistas y del vínculo que forjan para contar una historia de confusiones que despertarán tanto tensión como gracia y que intrigará al espectador de principio a fin.
Un metejón que es caída Liliana Paolinelli ya se había encargado de desarrollar historias donde la visibilidad del tópico lésbico no cayera en el estereotipo o los clichés de la representación cinematográfica comenzada con las películas LGBTIQ. En ese sentido, Margen de error expone las aristas de un triángulo amoroso y poco importaría que estuviese protagonizado por mujeres. La idea base del opus de Paolinelli tiene por objeto manejarse en el territorio de la mirada de la protagonista, interpretada por Susana Pampín, al verse atraída por una joven, en la piel de Camila Plaate, con quien tiene cierto parentesco pero también afinidad de gustos e ideas algo diferentes a las que tiene la actual pareja, rol reservado para la actriz Eva Blanco. El título provoca alguna reflexión porque un margen de error alude a un defecto en un cálculo, o también es el error permitido y desde ese “permitido” el deseo y la necesidad de sentirse seducida -y a la vez amada- llega a la vida de la protagonista, bioquímica, quien transita por los cincuenta años y pretende generar nuevos desafíos a su rutina, no necesariamente al lado de su pareja, aunque sí apoyada en las amigas, en sus costumbres y modos de entender la sexualidad femenina. La película de la directora de Lengua Materna nunca pierde el horizonte en función al deseo y a esa tensión irresuelta entre el círculo de confort y la fuga hacia la inestabilidad emocional se columpia hasta a veces lúdicamente. Por ese motivo cuaja desde el planteo inicial, desde la diferencia de edades y también en la esfera interior de este personaje atribulado de contradicciones, elementos que la vuelven mucho más interesante aún.
Desear y sentirse deseado. Crítica de “Margen de Error” de Liliana PaolinelliInicioEstrenosDesear y sentirse deseado. Crítica de “Margen de Error” de Liliana Paolinelli 28 agosto, 2019 Bruno Calabrese Cuando la hija de una amiga le confiesa que está enamorada de una mujer mayor, Iris sospecha que se trata de ella y se ilusiona inevitablemente. Pronto la duda tomará el control de su vida, deteriorando su relación actual y llevándola a cuestionar todo dentro de ese margen de error. Por Bruno Calabrese. Con un estilo que nos remite al cine de Almodóvar, la directora Liliana Paolinelli, nos inserta en el micro mundo de un grupo de mujeres lesbianas. Una de ellas, Iris (Susana Pampin), lleva 23 años de noviazgo con Jackie (Eva Bianco) con libertad absoluta, cada una viviendo en sus respectivas casas. Toda esa armonía existente entre las dos se desmorona cuando Maia (Camila Plaate), la hija de una amiga le confiesa que está enamorada de una mujer mayor. A partir de ciertos indicios Iris comienza a creer que es ella, lo que empieza a generarle un sinfín de cuestionamientos a su relación, a todo lo que sucede en su entorno. A la par se obsesiona con Maia. La película devela cuestiones como la necesidad del deseo y el sentirse deseado. ¿Cuánto influye en Iris esa necesidad en la interpretación de los hechos que suceden alrededor de Maia? La directora maneja de manera inteligente las situaciones ambiguas logrando que las mismas se sucedan con fluidez con el fin generar en el espectador la duda sobre si lo que sucede es como Iris piensa o es un malentendido. Nada de eso sería posible de no ser por las muy buenas interpretaciones de la dupla protagónica (Susana Pampin y Camila Plaate), quienes se lucen en sus papeles. Excelentemente secundada por Eva Bianco como la tercera en discordia dentro de los sucesos. Los diálogos entre las amigas, las situaciones incómodas y los desencuentros amorosos; todo encaja a la perfección en una comedia con tintes dramáticos muy entretenida. Puntaje: 90.
Una historia de mujeres en la que prevalece el amor, el riesgo y las nuevas conquistas es la que dispara la nueva película de la guionista y directora cordobesa Liliana Paolinelli -Por sus propios ojos, Lengua materna y Amar es bendito-, quien explora los vericuetos sentimentales de una mujer madura. Margen de error narra la historia de Iris -en una destacada labor de Susana Pampín-, una mujer que está en pareja desde hace más de veinte años y cuyo mundo cambia cuando una joven tucumana -Camila Plaate-, hija de una amiga, se instala en su casa e intenta probar suerte en Buenos Aires. Entre un cumpleaños, salidas amistosas y los preparativos de casamiento de una pareja amiga en una estancia, la película retrata a un grupo de amigas lesbianas que se ven con continuidad y mantienen el vínculo más allá de algunas diferencias y conflictos. Iris empieza a sentirse distante de la relación que durante tanto tiempo le dio estabilidad emocional y la aparición de la jovencita, sobre quien posa su mirada, agita su corazón y también siembra el caos. La realizadora cuenta una historia sencilla, narrada entre el drama y situaciones graciosas, pero mantiene siempre la mecha encendida del deseo. En ese sentido, el filme funciona por el retrato minucioso de los personajes y por las actuaciones de la dupla protagónica, además de la presencia de Eva Bianco, la pareja de Iris en la ficción, quien impone su máscara de sospecha, silencio y entrega eterna. La historia también trae una subtrama de celos que desemboca en violencia, secretos compartidos y palabras no dichas, y está atravesada por el paso de los años y el choque generacional entre la mujer madura cuya actitud proteccionista para con la chica se transforma a lo largo de la propuesta, entre paseos por la ciudad y a la espera de respuestas vía e-mail. Los roles secundarios aportan buenos momentos a esta película atendible que habla sobre los afectos y las sorpresas emocionales que aguardan en cada esquina.
Un modestamente ejecutado triángulo amoroso. Las intenciones narrativas de Margen de Errorrecuerdan a las de Lolita, con la diferencia de que en esta no hay un morbo tan acentuado como había en aquella. Sí, los deseos de la carne están, pero acá puede verse un deseo mucho más claro: un énfasis de mostrar su raíz más romántica. Crítica realizada durante el BAFICI 21 Un margen no tan grande Margen de Error se muestra como una historia clásica y su título es una clara alusión al rol que tiene dicho concepto dentro del conflicto dramático. Los personajes consideran el costo-beneficio de lanzarse a una historia de amor, pero algo se les escapa siempre, algo que ni sus mejores planes pudieron anticipar: ese margen de error que los hace inevitablemente humanos en lugar de actores que simplemente recitan líneas. Esta odisea de una mujer que -sabiéndose entrada en años- busca un amor más joven, tiene una decidida línea dramática. Sin embargo no pierde la oportunidad de arrojar un breve momento de comedia. Es una historia que nos devuelve a todas esas decisiones de las que nos arrepentimos, en particular por ser drásticas y apresuradas, y que cuando resultan no tener remedio son las más dolorosas. Es una historia simple, de medios simples y recursos visuales que no buscan llamar la atención sobre sí mismos, pero que toca los sentimientos precisamente por la labor interpretativa de sus dos protagonistas: Susana Pampín y Camila Plaate. Esa dinámica de buscarse la una a la otra, algo que empieza como simple amistad, se sostiene a base de un vínculo cuasi materno en su protección y de la competencia con otras chicas. Y luego termina por extenderse, en un manto de incertidumbre, tanto a la reciprocidad de ese amor como a las consecuencias de animarse a vivirlo.
Sostenida en la menor El cine de Liliana Paolinelli (Amar es bendito, Lengua Materna) es uno de los pocos que se ha encargado de visibilizar lesbianas en el cine argentino. Margen de error (2019) mantiene algunos de los tópicos con los que la directora ya venía trabajando, pero potenciados desde la comedia, fortaleciendo la narración y haciéndola mucho más verosímil. En esta oportunidad Paonelli bucea en la vida de Iris (Susana Pampín), una científica que ve cómo su vida cambia drásticamente al sentirse atraída por Maia (Camila Plaate), la joven hija de una amiga, quien se hospedará unos días en su casa. Margen de error propone una historia que se consolida en pequeños detalles, en aspectos que hasta el momento narraciones de temática LGTBYQ no se habían propuesto trabajar, pensados aquí como parte clave de las historias, escapando a encasillamientos de propuestas que apuestan por lo seguro, por lo trillado para construir sentido Acá las mujeres protagonistas del relato, y las secundarias también, aman, bailan, cantan, comen, se emborrachan, festejan, desean, gozan, con la misma intensidad de historias heteronormativas y reproducciones clásicas de discursos patriarcales, pero con la sencillez y claridad que solo una directora como Paolinelli puede impregnar en las acciones. En ese animarse a crear un universo diferente para Iris y Maia, en explorar la ciudad en la que viven de una manera casi turística, la propuesta comienza a transitar ya otros aspectos que no solo el cine gay, sino el cine en su más amplia definición, prefiere alejar de sus discursos. El género para contar la historia de amor y desamor de Iris y Maia es la comedia, con algunos gags y diálogos únicos que sólo en el marco de este relato posibilitan un disfrute mucho más acertado y que además enmarca la historia en una clase social específica, alta, de la que tampoco existe mucho representado y que en interpretaciones de actrices como Mónica Gonzaga, Victoria Carreras, Elvira Onetto, entre otras, suma verosimilitud y fuerza. El mundo de Margen de error es el de la frescura, el de la llegada del otro para transformar y el de atravesar el arco del guion con estados que alteran los personajes, pero también con la seguridad y el aplomo de la mirada y dirección potente de una realizadora clave para la cinematografía local que le suma a una extraordinaria actriz como Pampín, la rebeldía y novedad de Plaate, descubrimiento maravilloso y único de la película.
Liliana Paolinelli describe un micromundo de mujeres lesbianas en tono de comedia, sin prejuicios, inhibiciones ni dictados de la corrección política, sin caer en la solemnidad, sin pedir permiso. Los recursos son los del cine clásico (el coming-of-age, los ritos de iniciación de una adolescente tucumana de 18 años que llega a Buenos Aires para estudiar, las diferencias generacionales, los amores obsesivos propios de la comedia romántica, los celos, los secretos, las traiciones, los equívocos, los malentendidos, el matrimonio en crisis y la oportunidad del re-matrimonio), pero la realizadora cordobesa los retoma, los recicla y los redefine para una historia que solo podría ocurrir en el ámbito de ese grupo de amigas. Todo empieza con una fiesta de cumpleaños sorpresa y tiene su clímax en otra fiesta, pero de casamiento, en el ámbito de una estancia. La protagonista es la espléndida Susana Pampín, quien desde hace 23 años está en pareja con una mujer (Eva Bianco) con la que no comparte casa y en cuya relación ya parece quedar poco margen para la sorpresa. Cuando la hija de una amiga (Camila Plaate) se instala primero en su casa y luego en otro departamento, ella se enamora y cree por ciertos indicios que podría ser correspondida. Llamadas, e-mails, encuentros y desencuentros... La película (en la que casi no hay hombres) fluye en la mayoría de las escenas con gracia, ritmo y desparpajo, apelando a buenos diálogos y a intérpretes muy dúctiles. Una agradable sorpresa.
Como en las clásicas piezas del malentendido, las que nutrían al cine de Éric Rohmer inspirado en la dramaturgia de Racine, la vida de Iris se ha tornado un laberinto imprevisible. La llegada de Maia, la hija de una amiga tucumana, despierta en esos días de intermitente convivencia un deseo inesperado. Su vida con Jackie y el perro Caruso era tan tranquila hasta entonces que hasta las fiestas sorpresa parecían programadas. Pero Iris quiere vivir algo, no le teme al vértigo de los acontecimientos sino a la monotonía de la vida, a los mismos sábados de bochas, al amor acostumbrado. Liliana Paolinelli demuestra que lo que había ensayado con humor y cierto tono agridulce en Lengua materna aquí encuentra su mejor forma. La precisa composición de los planos fijos permite insinuarnos esa mirada incompleta que conduce a Iris a confundir apariencia con verdad, y al mismo tiempo a soñar con la aventura de su vida. Como todas las mujeres de Paolinelli, que aquí cobran vida en pinceladas corales durante un cumpleaños o un juego de cartas, Iris nunca deja de moverse, de sortear ataduras, de confiar en una búsqueda incesante hacia donde quiera que la dirija. Y Susana Pampín la viste de una fascinante desorientación para afirmar la filiación con la comedia y para combinar de manera excepcional el humor con esa conciencia del paso del tiempo que asoma en su interior.
Liliana Paolinelli (Córdoba, 1968), llega a su cuarto film con una madurez narrativa y visual destacable. Sus tres películas anteriores la afirmaron en cierto lugar distinto por su modo particular de abordar los vínculos y la cuestión de los afectos. Nos referimos a Por sus propios Ojos (2008) y Lengua Materna (2010) y Amar es bendito (2013), todas vistas, disfrutadas, reseñadas y recomendadas desde leedor.com - Publicidad - La historia plantea un problema romántico central: la cuestión del desencuentro amoroso a partir de la percepción de una situación ambigua, y el deseo que nace de esa zozobra, donde la diferencia de códigos por cuestiones etarias también es central. Iris (Susana Pampín), una mujer que ha pasado los cincuenta años, se descubre perturbada por el posible enamoramiento de la hija veinteañera de una amiga a la que cuida estudiando lejos de su casa en Buenos Aires. Con una pareja de 23 años en su haber (Eva Bianco), y un entorno de amigas con las que comparte rutinas que también ocultan pasiones internas secretas, su vida parece ser estable. Pero el encantamiento de la expectativa irá alterando su vida cotidiana de profesión científica y andar metódico, interrumpiendo su racionalidad. La peripecia, una vez más, no tiene moral, ni constituye un conflicto dramático, sino que pareciera ser más un aprendizaje y una consecuencia más de ser sensibles al amor y a sus pliegues. Continúa la línea de su película anterior en cuanto a la legalidad propia que tiene el film, que crea su propio hábitat donde hacer transcurrir la historia. Una vez más, no se pone aquí en conflicto la cuestión de las elecciones sexuales. Si como dijimos en su momento, en Amar es bendito “las formas de ser ya no piden permiso, los personajes se mueven libremente, con el sólo límite de sus propios prejuicios”, la amenaza aquí parece ser justamente, la propia fantasía que construye el deseo, desde mujeres que son libres, responsables de sus pulsiones y absolutas protagonistas de sus vidas. Destacamos especialmente algunos elementos que convierten a Margen de Error en una película muy interesante, que debe verse sin dudas. Por un lado, la acertada elección y dirección de actrices (los tres papeles centrales, Pampín, Bianco y la joven tucumana Camila Plaate arman un trío que sostiene la solidez narrativa de la película a la perfección), por el otro, la precisión del guión, su tiempo justo, perfectamente entramado desde el montaje (a cargo de otra mujer, Lorena Moriconi, presente en este festival con dos películas que también despiertan nuestra expectativa, La excusa del sueño americano y El sueño del Planeta verde); y finalmente, el conformar un nuevo jalón de la directora en torno al tema de los vínculos y fantasías entre mujeres, siendo sus películas únicas en el tema, que además, es totalmente sensible a los nuevos modos de pensar y representar los deseos de les mujeres en los debates contemporáneos que nos atraviesan como sociedad.. Esta nota se publicó originalmente el 6-04-2019 durante el BAFICI
Un film escrito y dirigido por Liliana Paolinelli que se rige por las reglas de una comedia romántica de enredos, pero con mucha gracia, gran poder de observación, grandes actrices y una mirada entre melancólica y emotiva de las relaciones humanas, que impregna el humor, los malos entendidos y los sentimientos . Cuenta la directora que se inspiro en un grupo de amigas lesbianas de un promedio de cincuenta años, en una época en que una mujer con esa elección sexual no era bien vista, y trasladando esa base, esa manera de conducirse, ideó esta historia de Iris. En pareja estable, sin pasión ni convivencia. Ese mundo consolidado es sacudido por la llegada de una chica, hija de su mejor amiga, que primero convive con ellas y le confiesa que se enamoro de una mujer mayor. Un disparador para los sentimientos de Iris que siente que puede ser ella y se ve envuelta en el deseo irrefrenable de vivir una pasión. Una mujer grande con el impulso despierto y olvidado. Una chica que explora su camino de vida. Las amigas de siempre. La relación estable que entra en crisis. Deliciosa historia con fragilidades e inteligencia, que se ve también con gran placer por el trabajo de una talentosa Susana Pampin, muy bien acompañada por Eva Bianco, siempre dúctil e increíble, María Pessacq, Mónica Gonzaga, Victoria Carreras, Daniela Pal, Elvira Onetto. Y el descubrimiento de Camila Plaate.
Margen de error: el malentendido La realizadora de Lengua materna vuelve a retratar un universo excluyentemente femenino, en el cual los vínculos lésbicos han salido del clóset hace rato y no le deben explicaciones a nadie. Iris llega a su casa como cualquier otro día, pero ese día en particular no es cualquier día. La fiesta de cumpleaños sorpresa (las velitas no se cuentan, pero serán algo más de cincuenta) la espera agazapada y las “invitadas” son todas mujeres, amigas de la vida. La organizadora, Jackie (Eva Bianco), es bastante más que eso, desde hace al menos un par de décadas, aunque hayan evitado de común acuerdo la cohabitación. Habrá otra sorpresa esa misma noche: la presencia de Maia, la hija de una amiga, recién llegada de Tucumán con las intenciones de seguir una carrera universitaria, a quien Iris hospedará hasta que la joven encuentre un lugar para alquilar. Así comienza Margen de error, cuarto largometraje de la cordobesa Liliana Paolinelli que, como las anteriores Amar es bendito y Lengua materna, vuelve a retratar un universo excluyentemente femenino, en el cual los vínculos lésbicos han salido del clóset hace rato y no le deben explicaciones a nadie. La apuesta de la realizadora, de la cual sale más que airosa, no es sencilla: las formas narrativas, los ritmos, los modos del diálogo, la fotografía, hasta el uso de recursos como el chroma keypara un par de escenas dentro de automóviles, remiten al universo del cine popular (con claros rasgos de la comedia romántica). A tal punto que la misma historia podría perfectamente transcurrir en un universo heterosexual, con uno de los personajes centrales cambiando de sexo y, desde luego, de preferencia sexual. Quien lleva adelante el punto de vista, la mirada del deseo, es Iris, una impecable Susana Pampín en un papel que, en otras manos y con otro guion menos afilado, podría haber caído en la caricatura costumbrista. Paolinelli construye en esa bióloga, con una vida profesional y personal completa y aparentemente feliz, un personaje complejo que comienza a mostrar sus aristas con el correr de los minutos. Algo similar, aunque en menor medida dadas su edad y experiencia, puede afirmarse sobre Maia, interpretada por la casi debutante Camila Plaate (El motoarrebatador) con iguales dosis de candor, coquetería y autosuficiencia juvenil. Luego de un paseo por Buenos Aires en uno de esos autobuses amarillos (buena escena, que logra hacer de la ciudad un sitio al mismo tiempo familiar e inesperadamente desconocido), de algunas comidas compartidas y de la búsqueda de un depto para la visitante, Iris comienza a darse cuenta de qué algo aparentemente dormido está despertando dentro suyo. Si es algo epidérmico, platónico, o algo más intenso y profundo todavía no lo sabe, ni ella ni el espectador. Allí comienzan, con la fidelidad necesaria a ciertas convenciones del género, una serie de malentendidos (el “margen de error” del título), motores de la trama hasta las escenas finales, con un clímax que se desarrolla durante otra fiesta, un casamiento campestre. Paolinelli maneja con precisión los resortes de la comedia que, a pesar de no ser desembozada, incluye más de un gag visual y verbal, utilizando con rigor y gracia a los personajes secundarios. El drama, en tanto, es amable y nunca agresivo: ningún personaje –mucho menos el de Iris– recibe una pátina de patetismo como gancho para la empatía instantánea. La plena confianza en la materia con la cual está construida la película (las ideas, la historia, las intérpretes) logran evitar cualquier tipo de exceso de cálculo. Badur Hogar, de Rodrigo Moscoso, otra película estrenada este mismo año, y Margen de errordemuestran que es posible hacer un cine de ambiciones populares desde afuera del mainstream sin morir en el intento.
Iris (Susana Pampín) acaba de cumplir 50 años y tiene ideas y venidas con su pareja (Eva Bianco). En eso llega Maia (Camila Plaate), la hija de una amiga, procedente de Tucumán, para estudiar en la facultad. Iris y la joven logran congeniar al instante: comparten paseos, chismes sobre aventuras sexuales, y la mujer termina enamorándose de ella. Un sentimiento que se intensifica cuando Maia le cuenta que siente algo por una mujer mayor que ella y no se atreve a confesárselo. Margen de error tiene como núcleo el amor. El amor de un adulto hacia una persona más joven. El amor entre mujeres. El amor en secreto. El amor y el riesgo a no ser correspondido. El amor a secas. Esto, en el marco de una nueva exploración que la directora Liliana Paolinelli hace del universo femenino. De hecho, casi todo el elenco está compuesto por mujeres y sus sentimientos. En este caso, por su tema y su tono de comedia dramática, se acerca más a Amar es bendito, su película anterior, en donde también cuenta las consecuencias de un inesperado triángulo amoroso. La película está contada mayormente desde el punto de vista de Iris, de modo que cobre fuerza la intriga sobre si ella es la mujer que enloquece a Maia. Sin embargo, dos escenas específicas entorpecen la fuerza de ese misterio. Un detalle que le resta al resultado final, aunque no consigue romper su encanto principal. Pampín le saca el jugo a un papel aquejado por la inseguridad que le genera confesar sus sentimientos, devorado por la ansiedad. La química con la interesante Camila Plaate es el punto fuerte del film y lo que termina tapando sus escasas falencias. No menos destacada es la actuación de Eva Bianco; en pocas escenas, y mediante recursos específicos, podemos advertir la complejidad de ese personaje, que de pronto cree no saberse querida por su amada. Margen de error triunfa desde sus principales armas: las actuaciones y la química entre los intérpretes. Eso, más algunas escenas cómicas y emotivas, le alcanza para sobresalir como una pequeña oda al amor.
“Margen de error”, de Liliana Paolinelli Por Marcela Barbaro Cuál es el margen de error en el amor? Ese porcentaje desfavorable que nos hace pisar el palito y confundirnos. En esa línea, la realizadora cordobesa Liliana Paolinelli (Por sus propios ojos, 2007; Lengua materna, 2010 y Amar es bendito, 2013) presenta Margen de error, una comedia romántica que ahonda sobre el universo femenino y las dificultades del amor entre mujeres. Iris (Susana Pampín) tiene 54 años, es bioquímica y está en pareja desde hace 23 años con Jackie (Eva Bianco). Ellas no conviven y preservan su independencia. Pero la vida organizada y tranquila de Iris se altera con la llegada de la hija de una amiga tucumana, Maia (Camila Plaate), de 18 años, que viene a estudiar a Buenos Aires. Durante unos días la aloja en su casa hasta conseguir un departamento. Maia comienza la facultad y se vuelve muy cercana a Iris, mientras explora su homosexualidad con distintas chicas que conoce, hasta enamorarse de una mujer mayor. Iris, que acompaña esa etapa iniciática, intuye que “esa mujer mayor” podría ser ella. La mera posibilidad o margen de error, la desestabiliza y comienza a ilusionarse y fantasear como una adolescente. La mirada femenina y detallista de Paolinelli construye un relato clásico bien llevado, donde combina el humor, el drama y el romance de forma bien dosificada y efectista, a través de los diálogos y las distintas situaciones que se van sucediendo. A la trama, se suma un destacado trabajo compositivo y estético en las imágenes, como también, la buena elección del grupo de actrices, encabezado por Susana Pampín y Eva Bianco. La historia gira en torno a encuentros y desencuentros, confusiones y enredos. En casi toda la película, la presencia masculina es ínfima, poniendo el foco en el universo lésbico y en algunos temas de sus trabajos anteriores. El triángulo amoroso, por ejemplo, recuerda los conflictos de Amar es bendito, donde el deseo y el amor se entrelazan. Presentada en la Competencia Argentina de la última edición del BAFICI 2019, la realizadora destaca el origen de la película: “Cuando era joven me juntaba bastante con un grupo de lesbianas de 50 años. En la película quise evocar el contraste generacional, tal vez por haber llegado a la edad que tenían mis amigas de entonces y a las que yo veía muy mayores”. Margen de error juega con esa confusión que le da nombre a su título, para explorar con libertad los sentimientos de una mujer adulta que se permite dudar, experimentar y desconocerse en el caos sentimental que le produce alguien nuevo. Un caos interno e íntimo, que está contenido en una puesta en escena tan calculada, que le resta pasión a esa adrenalina, del querer atreverse. MARGEN DE ERROR Margen de error. Argentina, 2019. Dirección y guion: Liliana Paolinelli. Intérpretes: Susana Pampín, Camila Plaate, Eva Bianco; María Pessacq, Victoria Carreras. Montaje: Lorena Moriconi. Fotografía: Soledad Rodriguez. Sonido: Leandro de Loredo y José Caldararo. Música: Juan Ignacio Bouscayrol. Duración: 82 minutos.
Una mala interpretación Margen de Error (2019) es una comedia dramática y romántica dirigida, escrita y producida por Liliana Paolinelli, siendo ésta su cuarta película luego de Por sus Propios Ojos (2007), Lengua Materna (2010) y Amar es Bendito (2013). Protagonizada por Susana Pampín (La Luz Incidente, La Flor) y Camila Plaate, el reparto se completa con Eva Bianco, Daniela Pal, Cristina Coll, Victoria Carreras, Mónica Gonzaga, Pipi Onetto, entre otros. La cinta fue presentada en la última edición del BAFICI, donde estuvo nominada al Premio al Mejor Montaje de la Competencia Argentina. La historia gira en torno a Iris (Susana Pampín), una señora que acaba de cumplir 50 años. Jackie (Eva Bianco), su pareja desde hace 23 años, decide armarle una fiesta sorpresa con el grupo de amigas que comparten. Entre los invitados se encuentra Maia (Camila Plaate), una joven tucumana que se vino a Buenos Aires para comenzar a estudiar ciencias políticas en la universidad. Maia es hija de Raquel (María Pessacq), vieja amiga de Iris, por lo que la cumpleañera no tiene problema en que la chica pase los primeros días en su casa hasta que consiga un lugar para alquilar. Luego de tener una conversación sobre las relaciones amorosas, Iris creerá que Maia, a pesar de la diferencia de edad, está enamorada de ella. De esta manera Iris se irá alejando cada vez más de Jackie y el hecho de sentirse deseada la hará meterse en bastantes problemas. Entre confusiones, el miedo a no ser correspondido, secretos y una idealización que va creciendo, Liliana Paolinelli construye sin ningún tipo de prejuicios una trama alrededor del universo femenino. Gracias a las naturales actuaciones de Susana Pampín y Camila Plaate, al espectador le resulta muy sencillo dejarse llevar por las situaciones que viven estas dos mujeres. La empatía se hace presente durante todo el metraje, en especial porque los personajes nunca dejan de ser reales, haciéndonos sentir que tranquilamente tanto Maia como Iris y sus amigas podrían existir en la actualidad. A través de mails y charlas cara a cara, las protagonistas desarrollan una relación que desde el afuera se ve de una forma muy distinta a lo que se piensa Iris. No obstante, la idea que va creciendo en la cabeza de Iris sigue siendo entendible ya que así actúa una persona que está enamorada: se obsesiona, no comparte sus sentimientos con su círculo más íntimo y cambia sus actitudes. El filme fluye sin problemas aunque en varias ocasiones puede llegar a sentirse que no está pasando nada relevante. Por otro lado, la directora también se permite jugar con el clima. En el comienzo, cuando Iris y Maia pasean en el autobús turístico por las calles de Buenos Aires, la luminosidad del Sol hace que todo se vea mucho más lindo. A medida que avanza la historia el cielo pasa a ser nublado y lluvioso, lo cual está relacionado con el estado emocional en el que se encuentran las mujeres en ese momento. Tan fresca como simple, Margen de Error se deja ver a pesar de contar con un desenlace muy poco satisfactorio en donde queda algún que otro cabo suelto que tranquilamente podría haberse cerrado con unos minutos más de metraje. No obstante, la película abre el camino a que más producciones nacionales aborden el lesbianismo desde una perspectiva 100% acertada: sin tabúes, natural y, por sobre todo, humana.
Iris está en sus 50 y su vida es una rutina fríamente calculada. Su pareja de hace 23 años, su perro, su casa. Pero todo este esquema se desequilibra cuando la hija de una amiga se muda a Capital para estudiar y se entera que se enamoró de una mujer mayor. Margen de Error es la última película escrita y dirigida por Liliana Paolinelli que, con un humor muy peculiar, narra una historia simple y entretenida.
Iris recibe en su casa a Maia, la hija de una amiga tucumana. Lo que parece un evento simple es el chispazo de una nueva etapa en la vida de ella. Iris vive con Jackie y con su mascota, el perro Caruso, en una existencia ordenada y sin sorpresas. Pero cuando la juventud asoma, también asoma la seducción, la vitalidad, la picardía. Comedia agridulce con momentos de gran inspiración. Una mirada inteligente y nada solemne sobre la fragilidad de los vínculos, sus espacios oscuros y la brisa vital del enamoramiento. La directora muestra este mundo de mujeres en escenas que no se parecen al tono habitual del cine argentino. Todo parece auténtico y cinematográfico a la vez. En cada instante hay verdad. Esta comedia sobre las relaciones humanas consigue la complejidad necesaria para asombrar pero sin perder por eso una narración transparente y sencilla. Cuando alguien sabe lo que quiere contar, se nota en la pantalla, y cuando alguien es auténtico con respecto al tema que trata, eso también se ve.
Iris (Susana Pampín) es una mujer mayor, en pareja hace años con Jackie (Eva Bianco). No viven juntas, pero comparten un grupo de amigas de similar edad: vínculos muy asentados no exentos de celos, engaños y oportunismos varios, pero ocultos bajo la cordialidad general. En la vida de Iris aparece Maia (Camila Plaate), la hija de una amiga del interior, quien viene a hospedarse temporalmente en su casa. Entre Iris y Maia se establece un intenso vínculo: Iris es una elegante amiga de las costumbres, mientras Maia está inmersa en un vaivén permanente, tan producto del desarraigo como de amantes de cuestionable estabilidad emocional. Cuando Maia le revela a Iris que está enamorada de una mujer mayor, su mundo se da vuelta: ¿qué pasaría si se involucraran? ¿Será esta la posibilidad de renovar una vida cómodamente estancada en la seguridad? A partir de este punto, Iris entra en un espiral desopilante en el que la directora apuesta decididamente por la comedia romántica: hay enredos, equívocos, recasamiento; todo de la mano de esta pareja despareja que abre el juego de manera generosa y vital. Margen de error es una muestra de cómo los géneros son recipientes inmortales de historias y un marco perfecto para proponer otros personajes, otros universos, otros amores, a través de lo que es por cualquiera conocido y querido.
Tras su paso por la Competencia Argentina en el último Bafici se estrena Margen de error de Liliana Paolinelli (Lengua materna, Amar es bendito). Iris (Susana Pampín) vive en pareja, desde hace más de 20 años, con Jackie (Eva Bianco), pero en casas separadas. Se las ve bien. Recibe en su hogar a Maia (Camila Plaate), la hija de una amiga, que viene de Tucumán a vivir y estudiar en la Capital. Una a una, las situaciones cotidianas de la convivencia se van engarzando para que la mujer mayor comience a sospechar que la más joven puede estar interesada en ella. Y entonces las cosas se empiezan a complicar y las relaciones a entrar en duda y replantearse. Con mano ajustada Paolinelli desarrolla una comedia de enredos y un comig of age de amores y desamores entre mujeres, donde esto no es lo central ni lo que hay que explicar (aunque las diferencias generacionales y epocales tengan sus similitudes y diferencias), y el conflicto pasa por repensar los deseos en los individuos y en cómo los resuelve. Las buenas actuaciones de todo el elenco, con una Susana Pampín descollante, llevan adelante una historia que no es original pero si honesta en su tratamiento, que fluye y que entretiene. Fresca, divertida, sensible, Margen de error es una comedia popular que no subestima al espectador.
La directora cordobesa Liliana Paolinelli sorprende con una divertida, inteligente, comedia de lesbianas. Una película en la que casi no hay hombres y que se centra en una pareja que lleva años unida, aunque no convive, y cómo su relación de confort, algo rutinaria, se sacude con la llegada de una joven de la que una de ellas se enamora. Con la estupenda Susana Pampín en el centro del asunto, que por momentos se parece a una comedia de enredos (y por otros, a una observación de diferencias generacionales), un film bien concebido y ejecutado por un conjunto de mujeres talentosas en estado de gracia. Que merece encontrar su público.
Uno de los aciertos de “Margen de error” es que, si bien la trama tiene como protagonistas a una pareja de mujeres, lo que cuenta podría pasar en cualquier tipo de relación, homosexual, heterosexual o lésbica. En este caso, la directora Liliana Paolinelli se interna nuevamente en una pareja de mujeres maduras en crisis, tal como lo hizo en “Amar es bendito” y “Lengua materna”. Aquí se trata de una científica y una médica veterinaria que tienen una relación estable y sin convivencia desde hace 23 años. La relación, sólida y sin sobresaltos, entra en crisis con la aparición de una joven que es hospedada temporalmente en la casa de una de ellas. Paolinelli dedica un tratamiento sutil a la descomposición de la relación y hace cómplice al espectador de esa transformación que nunca termina de mostrarse. Acompañada por un elenco de buenas actrices encabezado por Susana Pampín y Eva Bianco (foto), la directora evita el estereotipo y el trazo grueso y se permite algunos flashes de humor. Con una puesta en escena cuidada en la que muestra tanto esmero como la dedicada a los rubros técnicos, entre los que se destacan la fotografía de Soledad Rodríguez, el filme muestra que domesticar el deseo puede ser un buen plan a largo plazo.
La trama gira en torno a un grupo de amigas lesbianas que tienen un buen pasar económico. Allí encontramos a la bioquímica Iris (Susana Pampín, una vez más vuelve a lucirse) quien hace varios años que mantiene una relación con Jackie (Eva Bianco, una estupenda interpretación) y pese a que viven en casas separadas, se quieren, se cuidan y comparten gratos momentos con sus amigas. Pero todo entra en un grado de confusión cuando aparece una jovencita de nombre Maia (Camila Plaate, le da al personaje los matices que le pide) que llega desde Tucumán para instalarse por un tiempo en Buenos Aires estudia ciencias políticas y es la hija de Raquel (Maria Pessacq) amiga de estas mujeres. Al tiempo Iris ya no será la misma, Maia la comienza a inquietar, la hace sentir joven y diferente. Iris hasta llega a interpretar que Maia se puede enamorar aunque le lleve varios años, comienzan a jugar otros valores como el deseo, lo prohibido, vive otras aventuras, vuelve a sentirse atractiva y seducida, incluso a ser perseguida por Eliana un viejo amor de Maia. La cinta tiene buen ritmo, es graciosa, emotiva, con personajes, diálogos bien construidos y buenos matices. Posee una buena ambientación que va generando interesantes climas y un buen giro al final. Muy Buena.
La cuarta película de Liliana Paolinelli es un dardo arrojado al centro mismo del deseo. Tiene la puntería de un atleta olímpico, la precisión de un relojero y el ritmo de un músico minimalista. Todo está bien en Margen de error, pues la hermosa meditación transgeneracional que pone en escena la directora cordobesa es suficiente para entrever el surgimiento del deseo amoroso, la ardua tarea interpretativa que conlleva combinar el deseo propio con el del otro y el tiempo necesario para comprender lo que se quiere (y se puede). Para todo esto, le alcanza con indagar acerca de los efectos impredecibles que suscita la aparición de una joven en la vida de una mujer de más de cincuenta años.