La jerigonza políglota. Realizaciones como Minions (2015) sacan a relucir estrategias específicas, tanto artísticas como comerciales, de los grandes estudios de Hollywood en lo referido al empeño de exprimir una franquicia que ha probado ser redituable. En primera instancia descubrimos la doble maniobra de aislar al personaje más “celebrado” por el público infantil/ adolescente y colocarlo en el núcleo del relato de turno, en pos de jugar a seguro en taquilla. Luego tenemos la obsesión del mainstream de nuestros días con complicarse la vida gratuitamente ofreciendo -en vez de las clásicas continuaciones de antaño- una serie de películas que revolotean alrededor del régimen temporal de la saga y/ o hasta pretenden complementarlo. Por más que se cambien los ropajes de ocasión y el maquillaje formal pase al centro de la escena, lo cierto es que este amasijo de idas y vueltas no puede escapar a la promesa detrás de toda secuela, léase el servir en bandeja a los mismos notables en nuevas y cíclicas aventuras, circunstancia que redirecciona a los consumidores hacia el desencanto, en función de un “giro narrativo” que ya no es tal y que nadie pidió. En este caso, y como el título lo indica, los que regresan son los pequeños seres amarillos que hicieron de las suyas en Mi Villano Favorito (Despicable Me, 2010) y su corolario del 2013, ahora convertidos en protagonistas de una mixtura entre los módulos quemados de la precuela y el spin-off. Así las cosas, aquí somos testigos de todo lo que se podría esperar de una obra cuyo eje es una raza de criaturas apuntaladas en el humor físico, la ingenuidad y algún que otro detalle absurdo, siempre detrás del líder más “despreciable”. Más cerca de los Looney Tunes que del semblante torturado/ ambivalente de Gru, el señor que a posteriori se transformará en jefe de los minions, la propuesta presenta una versión caricaturesca de esa eterna vocación de servicio arruinada por la torpeza de los susodichos, quienes una y otra vez terminan provocando la muerte del héroe maligno a seguir. Por supuesto que la solución eventual, un autoexilio en la Antártida, no durará mucho y un grupito partirá en busca del próximo amo. Si bien el trío compuesto por los simpáticos Stuart, Kevin y Bob no pasa vergüenza en este viaje bufonesco y un tanto caótico, resulta evidente que el guionista Brian Lynch y los realizadores Kyle Balda y Pierre Coffin fracasan en su intento de reemplazar a Gru con Scarlett (Sandra Bullock), una villana que en 1968 planea manipular a los minions -como Gru manipuló a las tres huérfanas en la original- para robar la corona de la Reina Isabel II. Por más que se agradecen el costumbrismo británico y una banda sonora con canciones de The Who, The Kinks, The Rolling Stones, The Doors y The Beatles, la jerigonza políglota apenas si soporta esta epopeya de protagonistas poco desarrollados y muy esquemáticos…
Fiesta Amarilla Son entrañables. Nos enamoramos de ellos desde un primer momento. Tenemos en algún rincón de nuestras viviendas algún merchandaising evocándolos. Era lógico el paso a la pantalla grande en su propia película y no falto tanto desde la primera vez que los vimos hasta que "Minions" (USA, 2015) de Pierre Coffin y Kyle Balda ocurriese. Es que era cantado que el spin off de "Mi villano favorito" iba a construirse apelando a la gracia de los ¿huevos? ¿Tic Tacs? ¿Chizitos? amarillos. A su ingenuidad, torpeza, valentía y tezón. ¿Pero con eso alcanza? Veamos. "Minions" arranca su acción con la historia, narrada oralmente sobre imágenes, de la historia de estos peculiares personajes y de cómo fueron construyendo su propia "aldea" sometiendose a amos que sólo sacaban redito y provecho de su bondad. Siempre necesitaron un amo, al que lo ubicaban una y otra vez en la categoría de deidad y por la cual vivian. Sin ellos los minions se sentían vacíos, huecos, perdidos, desesperanzados. Al perder al enesimopialcuadrado amo y pese a poder haber armado un espacio de dispersión propio, tres de ellos Kevin, Stuart y Bob (cada uno con su particularidad) deciden ir en busca de un lider para su "manada". Y así es como recaen en NY, en el año 1968, para ser precisos, y por un accidente con la TV se enteran de una convención de Villanos a la que decidirán asistir para conocer a Scarlett, una bella y malvada mujer, a quien ven como su proxima ama. Pero los minions desconocen la realidad de esta mujer, y más allá de que en la convención pudieron superar a todos los seres más malignos del mundo para estar con ella, se verán envueltos en una serie de sucesos que terminarán coronando a Bob como nuevo rey de inglaterra y destronando a la reina vigente. Luego no hay mucho más que Scarlett tratandose de vengar de los minions, del resto de los minions tratando de llegar al trío "salvador" y de una representación de un estado de época interesante que se apoya en una elocuente banda sonora. Pero los minions no necesitaban de esta trama de recontraespionaje internacional. En la ambición por querer narrar algo superior quizás que hasta las dos entregas de "Mi villano..." se pierde el espíritu ideal y casi infantil de los minions, que por momentos vuelve en manera de gag breve y eficaz. "Minions" es una película bien narrada, con un potente conflicto central, pero que en la ambición de contar algo más que la vida de los adorables seres amarillos termina perdiendo el objeto disparador. Menos es más dice un viejo refrán, y en este caso, para estos hermosos personajes, queda muy bien recordarlo. Imperdible la escena de apertura con los minions cantando la canción de Universal. Puntaje: 6/10
Casi todas las sagas animadas que nos llegan desde Hollywood parecen tener esos personajes roba cámaras que, tarde o temprano, se terminan ganando su propia historia en solitario. “Madagascar” tiene a sus pingüinos, “Toy Story” unos aliens verdes que acompañan pero que, hasta ahora, no lograron pegar protagónico, el Gato con Botas compinche de Shrek ya tuvo su momento de gloria y ahora, por supuesto, le toca a los Minions, esta suerte de chizitos inteligibles destinados a hacer tantas maldades como travesuras. Pierre Coffin, director de las dos entregas de “Mi Villano Favorito” (Despicable Me), suma a Kyle Balda para contarnos el origen de estas criaturitas y su gran propósito como tribu: servir al malo más malo de turno. Nacidos como organismos unicelulares, los Minions fueron atravesando, y sobreviviendo, a través de los siglos aliándose con la especie dominante y ayudándolos en cualquiera fueran sus propósitos. Desde los dinosaurios del jurásico, pasando por el hombre primitivo de la edad de piedra, los faraones del Antiguo Egipto y hasta algún que otro malvado gobernante con delirios de grandeza como el pequeñín Napoleón Bonaparte, estos bichitos amarillos han hecho hasta lo imposible para servir a su amo. Claro que, la mayoría de las veces, esta relación simbiótica no resultó muy duradera obligándolos a pasar rápidamente al próximo villano de la lista. Pero hubo un tiempo en que los Minions quedaron aislados y sin un amo a quien servir. El aburrimiento extremo puso en juego su existencia hasta que un corajudo hombrecito llamado Kevin tuvo una gran idea: salir de la cueva hacia el mundo y no regresar hasta encontrar a ese “jefe” que los lidere. Kevin no logra gran apoyo de sus pares, salvo por el pequeño y entusiasta Bob y el distraído y soñador Stuart que es empujado a formar parte de esta aventura. El trío atraviesa medio mundo hasta desembarcar en Nueva York en los psicodélicos años sesenta donde descubre que existe una gran convención de malosos en algún lugar de la ciudad de Orlando. Hacia la Villano-Con (sí, así como leyeron) se dirigen con toda la intención de convertirse en los nuevos patiños de Scarlett Overkill, la primera mujer supervillana que ha conocido la historia. Ahí empieza la verdadera odisea de estos tres amigos que viajaran hasta la ciudad de Londres para cumplir los deseos y caprichos de su nueva ama y meterse en un sinfín de quilombos como ya nos tienen acostumbrados. “Minions” es, básicamente, una precuela enfocada en estos personajes amarillos, que (al parecer) ganaron más notoriedad que Gru, ambientada a finales de la década del sesenta lo que provee una infinidad de chistes y referencias a la cultura pop destinados más a los adultos que a los chicos que se sienten en la sala, así también como una gran banda sonora plagada de hits que se vuelven un poquitín insoportables cuando son interpretados por estos personajes que no modulan una sola palabra que podamos entender. “Minions” tiene algunos gags interesantes y muy graciosos, una gran apuesta visual (sobre todo cuando se trata de los paisajes londinenses) y una historia divertida para pasar un buen rato familiero, incluso su doblaje es correcto y no molesta (no llegaron copias en inglés a nuestro país, así que tenemos que conformarnos con Thalía y Ricky Martin), pero no deja de ser una película de animación genérica que no tiene mucho que aportar en materia narrativa o estética al igual que los spin-off ya mencionados. Incluso, para aquellos que no nos enamoramos de estas criaturas fanáticas de la banana en las entregas anteriores, la sobreexposición y el balbuceo constante (en una mezcla de idiomas y sonidos guturales) se vuelven un poquito insoportables en algún punto de la historia. Desde su relato y la aventura, “Minions” es estrictamente infantil y disfrutable para todas las edades. Más allá, podemos cuestionarnos cierta violencia desmedida y otras situaciones absurdas que se exponen ante nuestros ojos que, aunque tienen un carácter estrictamente de entretenimiento y comedia física, no dejan de ser un tanto sádicos y perturbadores para los niños (y adultos) impresionables. Eso, si nos lo ponemos a pensar, claro está, sino ¡BANANA!
Destinados a servir al mal, los minions deben encontrar a un nuevo amo malvado antes que el aburrimiento, literalmente, los termine matando. Chizitos parlanchines Luego de matar accidentalmente a sus últimos amos, los minions deben recluirse en una caverna congelada, tomándola como nuevo hogar. Pero el aburrimiento los esta matando de a poco, así que Kevin, Bob y Stuart deberán volver a salir al mundo y encontrar a un malvado amo al que adorar, y poder seguir haciendo de las suyas. Banana Luego de sorprender en Mi Villano Favorito, y de tener más protagonismo (demasiado) en la secuela de esta, nos llega Minions, spin-off de la saga, ahora centrada únicamente en esos chizitos que hablan en alguna lengua extraña, mezclada con sonidos guturales. Tengo que confesar que tenía cierto miedo ante este film por dos principales razones. La primera era a la que me acabo de referir: en Mi Villano Favorito 2 vimos como la sobreexposición de los minions muchas veces no era graciosa.Y la segunda es ¿como hacer una película sobre estos personajes que son cientos y casi todos idénticos? y al mismo tiempo ¿como lograr identificarse con alguno?. Bueno, ahí esta uno de los mayores méritos del guión escrito por Brian Lynch, quien decidió tomar a tres de estos personajes (con diferencias físicas), apartarlos de la manada y darles personalidad propia a cada uno. Si bien tampoco desbordan carisma, a los diez minutos en pantalla ya sabemos como es el comportamiento de Kevin, Bob y Stuart. Lynch también pensó en todo tipo público a la hora de trabajar los chistes que pueblan la trama. Vamos a tener muchas caídas, golpes y humor más bien físico para los más chicos, y también un poco más trabajado (atención a algunos cameos y referencias) para quienes llevan a los nenes al cine, o tan solo los usan como excusa. Para eso será importante tener frescas las dos anteriores entregas de la saga. La historia que podría haber sido una excusa para mostrar a los minions haciendo travesuras y golpeándose, se toma la molestia de querer contar algo y darle un contexto a estas criaturitas, mostrarnos de donde vienen y porqué siguen a gente que siempre los maltrata. Si la comparamos con un spin-off que vimos hace unos años, como El Gato con Botas, Minions resulta mucho más trabajada, y no se nota tanto que fue hecha solo para sacar provecho de unos personajes carismáticos. De todas formas es una lastima que a Argentina solo nos llegara la versión doblada al español con las voces de Ricky Martin y Thalía (si, sigue viva), y que no se nos de la opción de verla en idioma original subtitulada, para poder escuchar el trabajo vocal de Sandra Bullock, John Hamn, Geoffrey Rush o Michael Keaton. Conclusión Minions funciona como entretenimiento en estado puro para los más chicos y los más grandulones. Y quizás ese sea su mayor acierto: que no se le va a hacer pesada a ninguno de estos dos grupos. Lejos de otro maravilloso film de animación que vimos últimamente en las salas argentinas, Minions entretiene sin más y no se le debe pedir más que eso.
Al principio de todo, cuando no había casi nada, un organismo unicelular se come a otro y se hace más grande. Otros organismos, más chicos y amarillos, lo siguen. Evolucionan. Pasan de un primitivo anfibio a un tiranosaurio rex. Cuando, gracias a su irresponsabilidad en las tareas asignadas, eliminan a este dinosaurio, pasan a otro amo, el hombre de las cavernas. Y así avanzan en la historia: los egipcios y la construcción de las pirámides, Drácula y el festejo de su cumpleaños, un cañonazo certero al mismísimo Napoleón… Los minions, en realidad, no son malos. Quieren servir. Quieren estar a disposición. La falta de un amo (bueno o no) hace que no sepan qué hacer de sus vidas. Ya nada tiene sentido y es ahí donde la película adquiere su rumbo. Tres de ellos (Stuart, Kevin y Bob) se unen en un viaje de destino incierto: encontrar un nuevo amo. En Mi Villano Favorito (Despicable Me, 2010) los minions estaban ahí pero la historia iba por otro lado: Gru. En Mi Villano Favorito 2 (Despicable Me 2, 2013) ya la cosa cambia. Los minions ganan mucho tiempo en pantalla pero Gru sigue siendo el centro. En 2015 ellos son los protagonistas. Sin tantos guiños cinematográficos (en la primera entrega de Mi Villano Favorito hay homenajes a El Padrino, así como en la segunda parte hay citas a Batman de Tim Burton, Alien y World War Z, entre otras), podemos ver en este último eslabón a unos minions un poco menos irresponsables, menos impunes a los actos y más tiernos. Desde lo técnico, la película es impecable. El estudio Illumination se supera película tras película. Por momentos cuesta pensar que los paisajes que se ven de New York o Londres son animaciones y no filmaciones hechas con una cámara. De no ser por esa clásica deformidad que los directores Kyle Balda y Pierre Coffin imprimen a los seres humanos, tranquilamente la animación podría ser confundida con el cine clásico. Interesante asunto es el del idioma de los minions. Los directores tienen creado un diccionario con casi todas las palabras que dicen y su significado. La mayor parte del lenguaje que hablan son palabras mezcladas entre el inglés, francés, español e italiano. Eso genera que, en el medio de una charla entre dos minions en la que no se entiende nada de lo que dicen, aparezcan estas palabras mezcladas en el medio y carguen de sentido a lo que están diciendo. Es una pena que no haya copias dobladas al inglés para poder disfrutar de las voces de Sandra Bullock, Jon Hamm, Michael Keaton, Geoffrey Rush y Steve Carell, entre otros. De hecho, la película (para la mirada de un adulto interesado en apreciar la interpretación de los actores antes mencionados) pierde fuerza en los diálogos de los minions ya que, como se explica más arriba, la mezcla de idiomas le da un toque único a ese delirio. Llama la atención que en el doblaje al español hayan optado por traducir (en el idioma minion) al castellano sólo las palabras en inglés, dejando de lado las dichas en francés y en italiano. Una pregunta prevalece por sobre todo: ¿Minions es una película necesaria? O sea, en las primeras dos partes de la saga no sabemos de dónde salieron los minions o qué son. De hecho, hay un corto llamado Orientation Day, en el cual en un momento se dice que los minions están “todos diseñados con la misma cadena de ADN mutante”. La película muestra un supuesto origen, sí, pero se contradice con el corto antes mencionado. Entonces ¿aporta algo esta película a la historia de la saga o es sólo una sucesión de escenas graciosas y guiños para adultos? Lo seguro es que Pierre Coffin (quien además de ser uno de los directores, es también la voz de todos los minions) ya está trabajando en una tercera parte de Mi Villano Favorito, prevista para 2017. Habrá que esperar.
Pequeñitos pero rendidores Tras las dos primeras películas de Mi villano favorito (recaudaron entre ambas más de 1.500 millones de dólares en todo el mundo) y antes de la tercera entrega que se estrenará dentro de dos años, llega este spinoff dedicado a las simpáticas y encantadoras pequeñas criaturas amarillas, que a la vez sirve como precuela de los films anteriores (sobre el final encuentran al querible malvado Gru). Pero no será fácil la búsqueda de un amo al cual servir (que es la razón de su existencia). Tras intentar sin suerte con un dinosaurio T-Rex, con un hombre de las cavernas, con Drácula, con Napoleón y así, tres de ellos salen de su refugio en la nieve para -ya en plenos años ’60- buscar una nueva figura aterradora, que terminará siendo la siniestra Scarlet Overkill, quien planea -por ejemplo- apoderarse de la corona de la reina de Inglaterra. El problema es que cuando el trío llega a una convención de malvados en Orlando la película cae en la trampa con la que suele tropezar la mayoría de los films animados: la acumulación de situaciones y personajes y una tendencia a la derivación y a la dispersión que resienten el interés, la cohesión y la solidez del relato. El francés Pierre Coffin y el estadounidense Kyle Balda consiguen varios pasajes entrañables y divertidos, pero la película luce -aún con su escasa hora y media de duración- demasiado larga y estirada (igual es muy superior a, por ejemplo, Los pingüinos de Madagascar). De todas maneras, dado el tremendo éxito de la saga y la indudable simpatía de los Minions, el fenómeno está muy lejos de extinguirse.
Qué tiernos Minions (2015) celebra cuan adorables son las criaturitas de Mi villano favorito (Despicable Me, 2010), así como los pingüinos de Madagascar (2005) ahora tienen su propia película, y los Ewoks tuvieron dos, además de un show de televisión. “Ya saben, para niños”. La duda con la que van a ir todos al cine es si los minions (“secuaces”) pueden bancar por sí solos una película entera. De a cuentagotas en las dos películas anteriores estaban bien. Pero ahora el relevo cómico da un paso al frente y acapara el centro de atención, lo cual los vuelve menos especiales y les quita cierto atractivo. ¿No son más divertidos dejándolos en segundo plano? La mayoría de los gags de La pistola desnuda (The Naked Gun) funcionan porque ocurren entre candilejas y no se imponen en el espectador: es el espectador el que los busca y goza al detectarlos. La historia es que los minions han existido desde tiempos inmemoriales como una tribu que aparentemente ni envejece ni se reproduce, y cuyo único propósito es servir al “villano más malvado” que puedan encontrar. Un montaje inicial nos muestra cómo sirven (y frustran) los delirios de grandeza de cuanto maníaco déspota se encuentran a lo largo de la historia, desde los faraones egipcios hasta Napoleón, lo cual significa que también se hubieran sumado a Hitler si no hubieran pasado los siguientes 150 años convenientemente refugiados en una cueva. ¿Por qué no intentar invadir Rusia una segunda vez? Tres minions resurgen en 1968 y salen en búsqueda de un nuevo amo a quien servir. Se llaman Bob, Stuart y Kevin, y su compatibilidad es tal que funcionan como el id, ego y superego de una misma cabeza. Bob es puro impulso, Stuart es puro hedonismo y Kevin es puro cerebro y líder de facto del trío. Terminan sirviendo a una tal Scarlet Overkill, “la primera mujer súper villana”, que los manda a robar las joyas de la corona inglesa a cambio de someter a su necesitada tribu. La trama es una excusa para que los minions sean naifs, luzcan adorables, se tropiecen mucho y hablen en ese jeringoso extraño que mezcla un poco de todos los lenguajes y tiene un efecto enternecedor. Ese es el humor de la película, el cual es consistente pero empalaga. Debajo de las payasadas de los minions no hay nada que las sustente, ni siquiera una lección tan sencilla como aprender a trabajar en equipo, encontrarse a uno mismo, etc. Tampoco se hace nada interesante con el período histórico en el que transcurre la película, salvo algunos chistes obvios sobre los 60s (y sobre los ingleses. ¿Vieron cómo toman té todo el tiempo?). Nuestros protagonistas no cambian, ni aprenden, ni logran nada lo largo de sus aventuras. Lo deja a uno con cierta insatisfacción, por más entretenido que sea el slapstick. Es común recurrir a Pixar para vilipendiar las películas de animación menores, pero Minions ni se compara con Mi villano favorito en términos de emoción humana. Finalmente, Minions se estrena exclusivamente doblada al castellano, sin una versión subtitulada. Dado que el grueso de los diálogos ocurre en un jeringoso intraducible (voz de Pierre Coffin, quien co-dirige la película) y mucho depende de las gesticulaciones y el lenguaje corporal de las criaturitas, la pérdida no es terrible. En el peor de los casos nos deja las voces de Thalía y Ricky Martin en los papeles de Scarlet y Herb Overkill. No son la opción obvia para reemplazar las de Sandra Bullock y Jon Hamm, pero los personajes no padecen el cambio, lo cual es la idea.
Existe un momento en el cine infantil blockbuster que si un personaje secundario funciona requiere un film propio. Así parece haberle ocurrido a los minions, siguiendo el camino de Gato con Botas o los pingüinos de Madagascar.Así ocurrió con estos seres amarillos eternos servidores de Gru, con un idioma propio y un histrionismo desatado. Pierre Coffin nos entrega en esta aventura solitaria toda la historia y el surgmiento de este ejercito de bienintencionados seres que siempre terminan estropeándo las misiones que se le encarga. Así nos adentramos en su génesis desde el momento mismo de su concepción como seres unicelulares pasando por su interacción con los dinosaurios, los primeros hombres, la civilización egipcia, los vampiros y hasta incluso Napoleón Bonaparte. Todos fueron sus villanos designados y todos tuvieron la peor de las suerte derivada de la inoperancia de estos pequeñitos. El ostracismo se impuso entonces para los minions aunque su vocación era tal que sin un villano a quien servir nada era importante para ellos. Así cayeron en un estado de depresión masiva que llevó a Kevin, Stuart y el pequeño Bob a emprender la busqueda de su nuevo amo para salvar a la comunidad de su nefasto destino. Minions-stuart-kevin-bob-2015-Movie-wallpapers-hd-1366X768-Desktop-04 Y es aquí donde comienza el verdadero festival de referencias a la cultura pop de la década del sesenta dado que el trío de héroes amarillos desembarca en el epicentro mismo de la movida cultural hippie: Nueva York Los Beatles, Jimmy Hendrix, Warhol, todos serán parte de este gran relato en búsqueda del amo perfecto.Y si hablamos de cultura pop y de nerd no podía faltar la gran referencia obligada: la Comic Con solo que en este caso adecuada a los requerimientos se llamará Villano Con. Alló creerán encontrar a su ama perfecta Scarlett Overkill (doblada en castellano por Thalia) la primer supervillana de la historia. Imbatible toda una heroína al servicio del mal y con serios traumas infantiles que la hacen añorar poseer la corona de Inglaterra. De modo tal que los tres amigos se ven embarcados en esa alocada misión que los llevará a esos parajes y donde nuevamente tendremos los suficientes guiños para delirar al público adulto. Habrá una exquisita selección musical con temas de The Who, The Kinks, The Rolling Stones, The Doors y The Beatles que acompañará un relato simple y sin demasiadas sorpresas que termina funcionando a puro carisma amarillo.Un relato lleno de colores, música y cultura pop en estado puro. Y por sobre todo: BANANA. Les recomendamos no irse de la sala cuando termina el film pues como nos tienen acostumbrados nuestros amigos los créditos finales siempre deparan una agradable sorpresa.
Fiebre amarilla Cuando se estrenó Mi villano favorito en el año 2010, los delirantes secuaces del protagonista se robaban gran parte del show, lo mismo ocurría con la secuela del año 2013, cuando ya había quedado claro que los pequeños amarillos eran los favoritos de los niños y se convertían en un merchandising irresistible. Pero aunque los Minions también protagonizaron cortometrajes, publicidades y promociones cinematográficas, en el total del metraje de ambos films no eran nunca protagonistas. ¿Podrían resistir ser el centro de un largometraje ellos solos sin aburrir a los espectadores? La respuesta está en esta película y es no. Los Minions durante eternos noventa minutos agotan su gracia. De hecho lo mejor del film es el comienzo, que ya fue adelantado en los trailers del film. La búsqueda de un villano al que seguir genera algunos gags iniciales simpáticos y –con indudable prudencia- se detiene en Napoleón, para no mezclar a los Minions con villanos del siglo XX. Años más tarde, la búsqueda se reanuda y los lleva hasta Londres, donde viven una aventura tan pequeña como poco interesante. La comedia slapstick, esa comedia que cultivaban los cómicos del cine mudo, es el fuerte de los Minions. Los alocados personajes recuerdan a los Keystone Cops, esos policías que se metían en frenéticas persecuciones delirantes durante el período silente. Incluso en esta película, queda clarísima la influencia de Charles Chaplin, no solo en la comedia física, sino también en el uso de un idioma inexistente, como tan bien sabía hacerlo el cómico inglés. Pero con eso no alcanza, los chistes son repetitivos, la duración de la película apaga la euforia inicial y se hace muy complicado seguir con ganas de ver a los personajes. Noventa minutos son mucho para el trío protagónico y todos los demás miembros de su tribu. Los realizadores confiarán en el esfuerzo del espectador para reírse con los personajes aun cuando no causen gracia alguna. Si funcionaron antes, la inercia tal vez haga algo de magia para soportarlos en este largometraje, aunque queda claro que son mejores acompañantes que protagonistas. Como dato final hay que decir que la película lamentablemente se estrena solo con copias en castellano. Una pena, aun cuando las voces del doblaje incluyan a Thalia y a Ricky Martin. Teniendo en cuenta la pobreza de la película, el mejor consejo es esperar a verla en cable, al menos en su idioma original.
Seres en busca de un villano favorito No hacía falta ser Nostradamus para augurar, cinco años atrás, una creciente exposición mediática por parte de los minions. Como sucedió con los pingüinos de Madagascar en relación con su película madre, estas criaturitas que remedan gigantescas cápsulas farmacológicas de color amarillo se robaron, en buena medida, la primera y segunda Mi villano favorito. Era de prever que la Universal los iba a multiplicar en forma de merchandising, cortos y, finalmente, largo propio. Eso es lo que sucedió. Pero algo pasó entre esos minions que ponían patas arriba, como Ellos proliferantes, el ordenado laboratorio de ese tipo jodido llamado Gru, y estos que son más un mero producto que seres de alguna clase.Como prescribe el Manual de Películas de Relanzamiento (aunque ésta es más lanzamiento que relanzamiento), Minions se remonta al origen de estas cápsulas vivientes, ubicándolo en tiempos prehistóricos y repasando su Grandes Exitos a través de los siglos. Codirigida por el francés Pierre Coffin (codirector de Mi villano favorito), la película da un sentido a la vida de los minions, para decirlo con lenguaje trascendentalista. Como sabuesos en formato sintético, no saben vivir sin un amo. Pero el amo no tiene que ser bueno, sino todo lo contrario. Como los protagonistas de la serie El túnel del tiempo, los minions caen siempre justo en fechas clave para la humanidad, ocupándose de embarrarlas, producto de su torpeza infantil. Apresuran la extinción de los dinosaurios, despiertan a Drácula corriéndole la cortina por la mañana, derrotan sin querer a Napoleón. Simpático cortito de gags: hete allí una clave de por qué esa secuencia funciona y la película no.Como ciudadanos de un país dictatorial (¿involuntaria autorreferencia a Hollywood?), los minions son todos iguales. No sólo físicamente. Ninguno de ellos (y son montones) tiene alguna característica que lo distinga, que permita empatizar con él. Cuando funcionan como un único organismo quilombero –lo que sucedía en las Villano, y también en la secuencia inicial de ésta–, tienen gracia. Puestos en situación de protagonistas, con una determinada motivación a sostener durante 90 minutos, no. Mucho menos cuando de la masa indiferenciada se destacan tres que, con la misión de encontrar un villano a quien servir, van a parar a Nueva York, en plenos tiempos de Nixon, rock y Amor & Paz (drogas no, es un film infantil).Doble debilidad, en ese punto. Por un lado, la única diferencia entre los tres es que uno, ligeramente más alto, se comporta como hermano mayor. Por otro, la propia causa que los mueve (servir a alguien, como el tema de Dylan) denota su naturaleza de secundarios. Condición que la película, estirada y con una gracia esforzada, no hace más que confirmar. Echando mano del maniqueísmo dramático de rigor, Scarlett Overkill, la villana que se les opone, es tan poco pertinente como graciosa. De su mano, la película deriva al final bélico que toda producción clase A de Hollywood se supone debe tener, con superarmas, grandes explosiones y poderes de superhéroes. En el original, la voz de Scarlett Overkill es la de Sandra Bullock. En la versión doblada, única que llegó hasta aquí, Thalía. No es erróneo que la haya puesto de mala, pensándolo bien.
Una aventura que se desinfla rápido Como Los pingüinos de Madagascar, Minions es un spin-off. Es decir, una película que parte de personajes secundarios de otra u otras -las tres Madagascar en el primer caso, las dos Mi villano favorito en el que nos ocupa- que pasan a ser protagonistas de otro film hecho a su medida. Pero si los pingüinos lograban mantener su humor lunático y marxiano en su relato customizado, los Minions se desinflan. En parte porque -como plantea el punto de partida-, necesitan un villano que los cobije, necesitan de un discurso-personaje fuerte al que puedan comentar como nota al pie delirante (la jerigonza que hablan sigue siendo un gran hallazgo). Pero el principal problema de esta película es que ofrece apenas la puesta en una maquinaria sin alma de un concepto de venta, de una frase para ofrecer un guión: vamos a ver a los Minions desde el origen de las especies prehistóricas, y los vamos a ver incluidos en momentos clave de la historia y en diferentes países. Todo eso está ilustrado con una apuesta narrativa escuálida, desdeñosa: no hay conflicto, no hay cambio, los personajes no se apoyan en sus interacciones ni en móviles con alguna cohesión. Se le notan las costillas al argumento esquelético, no convertido en trama y sin tensión alguna. Hay una villana que se desarrolla a medias, un novio que es la mismísima falta de gracia (quizás sean mejores con las voces de Sandra Bullock y Jon Hamm, pero aquí no hay otra opción que la doblada) y un "plan" para robar la corona británica. En el cine ya se planeó otras veces ese robo, incluso está el antecedente, del año pasado, de Muppets 2: los más buscados. Pero el problema central de Minions no es que sea más o menos original sino su absoluta falta de consideración por narrar. Su disposición de meros chistes, mayormente basados en "qué cosa estos Minions", una fórmula que se agota pronto y luego se expone crudamente en su arbitrariedad para sumar situaciones y países de forma descarada y desganada, como el pase de Australia a la India, que podría ser un chiste sobre los propios mecanismos del relato si condujera a algún lado. Las situaciones se acumulan pero no se integran, y el mundo de Mi villano favorito -que empezó con una primera película notable- se va pulverizando en una hora y media que apenas disimula su aspecto de trailer largo, de publicidad de una serie de muñecos y otros productos amarillos.
Amarillos y divertidos Los compinches de Gru en “Mi villano favorito” llegan con película propia. Y tiene un arranque para llorar de risa. La apertura es, de lejos, lo mejor de Minions. Es una obertura histórica en la cual se repasa cómo estos personajes amarillentos, pequeños y simpáticos, de uno o dos ojos, corren detrás de quién creen es el mejor villano. Pueden pasar de un tiranosaurio a un hombre de Neanderthal, de un faraón a Drácula y hasta Napoleón Bonaparte. Es que Minions es divertidísima hasta que se le empiezan a terminar las ideas. Y cuando se le empiezan a terminar las ideas, se termina la película. Para aquéllos que están familiarizados con el malvado Gru, y con sus ingenuos compañeros Kevin, Stuart y Bob, aquí se los presenta en una misión importantísima. Recluidos en una cueva, deben salir a buscar un villano. Es 1968, terminan en Nueva York -con referencias a Nixon, a Hair, para los adultos- y de ahí a Orlando, en una convención de maléficos, donde conocen a Scarlett Overkill (voz de Sandra Bullock en el original en inglés, Thalía en la versión doblada) y a su marido (Ricky Martin). A partir de allí, serán sus secuaces, cuando la delgada quiera apoderarse de la corona británica. A veces crueles, como sus hermanos mayores, por una cuestión de color, Los Simpsons, el humor de los Minions es básicamente visual, y gutural. Apenas hablan y cuando lo hacen, lo hacen en su idioma con alguna que otra palabra suelta en castellano. Mantienen, entonces, la base de muchos cartoons, muchos dibujitos de otra buena época, como El Coyote. De los dos directores de Mi villano favorito, la original y la secuela, aquí sólo está Pierre Coffin, a quien acompaña el debutante en la dirección Kyle Balda. No se nota mucho un cambio de rumbo, pero al menos Minions no es tan zonza y tiene alguna historia por detrás, algo que la segunda de Mi villano por cierto no tenía. Atención: se recomienda no llegar ni un segundo tarde al cine, porque los gags aparecen ya con el logo de Universal al comienzo, y terminan con los títulos finales bien avanzados. Que los chicos se aguanten para ir al baño.
Hollywood necesita facturar y de unos años a esta parte, está muy atento con la aceptación de los personajes secundarios, principalmente en films familiares. Se hacen consultas y estudios de marketing para analizar la posibilidad de lanzarlos "en solitario" (por así decirlo!) y se les arman "spin-off", para aprovechar la llegada al público que poseen. Ya saben.... ejemplos abundan. Aunque nunca hay que dejar de lado que la historia que deberían presentar, tiene que ser muy atractiva, porque el punto de salida es alto y entramos a sala familiarizados ya con algunos protagonistas, lo cual ayuda, por un lado, pero quita sorpresa, por el otro. Con los "Minions" sucede algo similar a lo que vivieron los "Pinguinos de Madagascar" cuando salieron sólos a estelarizar su propia película: si bien nos tienen de su lado apenas arranca la película (y digo esto en relación al públio que los conoce y quiere), ese valor que se pone en juego y que está fundado en el humor que aportan como secundarios, dura poco ya que lo que importa en esta nueva aventura es que sea divertida, intensa y original. Y esta, créanme, (como la nombrada, por ejemplo) no lo es. Pierre Coffin (director de las dos primeras "Despicable me") hace team con Kyle Balda (co-director del "Lorax") para llevar adelante una historia sin demasiado interés ni ingenio. Recordemos quienes son los minions: criaturas simpáticas, dueñas de mucha personalidad, terriblemente torpes y con una interesante faceta: buscan un villano a quien servir. Son en la actualidad el grupo de apoyo de Gru ("Mi villano favorito") y lo que veremos en esta precuela es como llegaron a él, luego de un largo recorrido (en años, no en segmentos) en la historia de la humanidad. La trama presenta a los minions como seres que han existido desde comienzos de la humanidad y es cierto que promisoriamente, la película arranca con ellos avanzando a través de una linea de tiempo, en una serie de gags inocentes pero efectivos (en la prehistoria, luego el antiguo Egipto y así seguimos). Es así que arriban a un refugio natural nevado y alejado en una zona montañosa (venían de acompañar a Napoleón en su invasión a Rusia) y se instalan ahí a desarrollar su sociedad, por un tiempo, aislados del mundo. Claro, su razón de ser, es servir a un villano. Así es que uno de ellos, Kevin (el visionario del grupo, podríamos decir), decide salir al exterior a buscar un nuevo líder e invita a dos compañeros a sumarse (Bob y Stuart) a buscar ese Grial que serviría para dotar de significado la existencia de su comunidad. Ya en el mundo exterior (y hablamos precisamente del año 1968), dan en un programa de tevé con una conferencia de malvados donde su estrella máxima parece poder ser la necesaria: Scarlett (en la versión doblada, Thalía). La supervillana está casada con Herb (Ricky Martin) y tiene un arsenal de juguetes peligrosos que la posicionan como una criminal de las más encumbradas. Luego de conocerse, ella les dará una peligrosa misión a estos tres minions, como condición para trabajar juntos: deberán robar la corona real de la Reina de Inglaterra. Así es como el trío de criaturitas amarillas asaltarán la Torre de Londres para conmocionar al mundo y poner en jaque a la monarquía británica. Suena divertido ¿no? Pues no lo es. El humor físico y absurdo que practican, no está mal, de hecho son tiernos, pero el tema es que no hay emoción ni sentido en la historia. Hay persecusiones, mucho lenguaje gestual, golpes al por mayor con objetos o personas, un par de musicales cortos y cada tanto alguna escena simpática. El 3D aporta poco y quizás el punto más alto sea la setentosa banda de sonido. El problema principal de "Minions" es que no hay mucha definición en los personajes, Scarlett sufre falta de carisma en grado agudo y Herb aporta exageración y gravidez a todas luces, sin generar atracción en el público. El grupete trae el ruido pero la cuestión es que nadie se destaca demasiado (bueno, quizás Stuart se lleve los mejores gags). Esa medianía hace el film plano, sin matices y absolutamente previsible. Lejos de lo que uno espera, estos minions sólo suman, pensando que en 2017 Gru los traerá de nuevo a su lado, como buenos secundarios, en "Mi Villano Favorito 3". Paciencia
En MINIONS los divertidos personajes amarillos que conocimos en la saga de MI VILLANO FAVORITO, nos cuentan su historia a través del tiempo, sobreviviendo a la evolución de las especies, pasando por las distintas eras de la humanidad hasta llegar a conocer a su amo, el malvado GRU. En el camino deberán lidiar con SCARLETT OVERKILL, una supervillana de armas tomar. Plagada de chistes, momentos de gags físicos, y recreaciones de momentos clásicos de la cultura pop, la película es un entretenimiento familiar que funciona al 100% Más allá de los MINIONS, cuya sola presencia en la pantalla ya es mas que suficiente para que el filme sea efectivo, hay algunos personajes que están muy logrados: la familia de criminales que recoge en la ruta al trio de MINIONS resulta muy graciosa y original. No ocurre lo mismo con SCARLETT y HERB la pareja malos a que nunca logra el encanto ni la empatía de GRU. MINIONS la película, apela a la formula de la franquicia, un pasatiempo ideal para grandes y chicos, un filme animado que trasciende el genero para transformarse en un fenómeno.
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"Minions": En busca de un villano Allá por el 2010 se estrenó “Mi Villano Favorito”, película en la cual pudimos conocer por primera vez a los Minions. Pero estos eran en realidad los secuaces de un protagonista mayor, llamado Gru, cuyas intenciones eran apoderarse de la luna, hasta que adopta a unas niñas y su vida cambiará de rumbo. Los Minions se convirtieron rápidamente en personajes secundarios fuertes e incluso más carismáticos que el mismo protagonista. Es por eso que, cinco años después, consiguieron su propio film. “Minions”, del mismo director de “Mi Villano Favorito”, Pierre Coffin (junto a Kyle Balda), se sitúa sin embargo en otro espacio temporal. No los veremos acompañando a Gru, sino que la historia comenzará mucho tiempo atrás. Desde tiempos muy antiguos los Minions siempre buscaron a algún villano a quien servir, pero siempre terminaban fracasando. Consumidos en la desesperación y el aburrimiento, Kevin, un miembro de la tribu le dio esperanzas al grupo: junto a Stuart y a Bob se embarcará en un viaje para buscar a un nuevo villano. Muchas veces cuando se anuncia la película de un secundario se está en la duda si será tan fuerte como para sostener su propio film y estar a la altura de las circunstancias. Tal vez funcionaban solamente alrededor de otros personajes. Pero ya desde el principio los Minions generaron una gran expectativa y la cumplieron. La película de los Minions propone una aventura divertida con la presencia fundamental de los propios personajes, quienes tienen la misma esencia que en los films anteriores. A pesar de manejar su propio idioma y que no se les entienda del todo cuando hablan, son muy carismáticos, tiernos, graciosos y se superan cuadro a cuadro. Al situarse a fines de los años 60 podemos ver gran parte de la cultura de ese momento, sobre todo de Inglaterra, principal locación para la historia, como también una gran utilización de la música para llevar a cabo esta trama. Si bien no tiene situaciones profundas como en “Mi Villano Favorito”, donde veíamos tal vez la relación entre un padre adoptivo y hermanas huérfanas, que nos llevaban más para el lado de la emoción, la historia que se cuenta es muy entretenida. Es una trama pura y exclusivamente de aventura y acción, con buenos gags. El 3D vale la pena y los que la vean deben quedarse hasta el final. Tanto para chicos como para grandes y tanto para quienes vieron las dos primeras películas como para quienes recién incursionan en el mundo de los Minions, es un film que nos proporcionará mucha diversión y risa, de la mano de unos personajes muy simpáticos y adorables. Samantha Schuster
Pequeños, adorables y expresivos De tan bonitos y tan graciosos, los amarillentos secuaces de Gru se ganaron su propio filme, que narra los principios de estas criaturas con voz de corneta, hasta encontrar a su villano favorito. Así vemos a los Minions desde el principio de los tiempos tratando de servir a malévolos amos comenzando con un aterrador dinosaurio, pasando por el antiguo Egipto, Drácula y Napoleón hasta terminar recluidos en una cueva solos y deprimidos, luego de que su torpeza acabará con los amos a quienes querían servir y venerar. Uno de ellos, Kevin, decide terminar con la apatía y el aburrimiento y abandonar la helada cueva donde están refugiados en busca de un malvado ser a quien servir. Acompañado por el torpe pero entusiasmado Bob, y Stuart que no sabe bien que hace en la misión, recorren mar y tierra hasta finalmente llegar a Nueva York a finales de los años 60, una gran época que la película aprovecha para hacer varios chistes sobre la cultura de esos tiempos. Finalmente los Minions descubren que su objetivo es servir a la malísima Scarlett Overkill, la villana más malvada y famosa, junto con ella partirán hacia Londres con un complicado objetivo. Definitivamente estos pequeños seres son merecedores de su propia película; visualmente son adorables y muy graciosos, la historia no da respiro y los Minions hacen reir al espectador cada 20 segundos. Pero el guión no esta a la altura de las circunstancias, lo mejor de la película transcurre en la primera media hora, donde relatan los origenes e historia de los personajes, luego la trama se torna típica sin nada diferente a la mayoría de las películas infantiles, por lo cual funciona a las maravillas para el público más pequeño que disfrutará de la acción y el humor fisico, mientras los padres se aburren cuando la ironía y la gracia de los Minions decae. Técnicamente la pelicula es brillante, colorida y con un espectacular 3D, la época llena la pantalla de color, psicodelia y muy buena música, en este filme lleno de humor, con un guión que decae hacia la mitad de la historia, pero eso no le restará risas ni a los más chicos. Lamentablemente solo veremos de la versión doblada, así que en vez de disfrutar de las voces de Sandra Bullock, Jon Hamm o Geoffrey Rush, deberemos conformarnos con las de Thalia y Ricky Martin.
Un deleite esta precuela del ejército de minions, adorables en búsqueda del amo del mal y haciendo el bien sin querer. Muchos guiños, humor para grandes y chicos, risas garantizadas y no pocas ternuras. Una banda sonora impecable. Varios niveles de humor para ironizar sobre lo políticamente correcto. No hay que perdérsela.
En Estados Unidos suelen usar un concepto claro y contundente al que, por algún motivo, no le encuentro una traducción adecuada. El concepto es del one-note joke, que podríamos traducir literalmente como “broma de una sola nota” pero no alcanzaría a cubrir todas las posibles dimensiones de ese significado. Una one-note joke es, un punto, un concepto que se sostiene en un solo eje, que no se puede expandir o “tridimensionalizar”, sino que se reitera repetitiva y obsesivamente sobre una misma, sola, idea. Es un concepto que viene de la música y que se puede ejemplificar con la imagen de un pianista tocando una sola y misma nota durante mucho tiempo. La “broma de una sola nota” puede ser simpática, elegante, hasta brillante, pero tiene una sola nota y en un momento no va para ningún otro lado. Tomando en cuenta que estamos hablando de MINIONS, una película de animación para toda la familia que espera ser vista por millones de espectadores y no de una obra conceptual de John Cage, el problema es cómo hacer para encontrarle variaciones a esa nota en los noventa minutos que dura la película. Hasta hoy, los “minions” en cuestión (estas simpáticas y torpes criaturitas amarillas con un idioma inventado que toma de lenguas diversas y les suma otras “palabras” propias, y que se dedican a seguir a villanos y a comer cualquier cosa que encuentran por el camino) estuvieron siempre resguardados como “actores de reparto” en las dos películas de MI VILLANO FAVORITO y en varios cortos que hicieron sensación (se viralizaron) vía YouTube. Pueden adaptar una canción a su “idioma” (una de sus gracias más festejadas) o simplemente divertir con su combinación de inocencia y torpeza durante cinco, diez, quince minutos. Pero para hacerles una película hay que construir una historia alrededor, y allí es donde MINIONS le queda demasiado grande a los “minions”. minions1Tras una simpática y prometedora introducción que muestra su evolución a través de siglos y siglos, la película lleva a tres de ellos a Nueva York en 1968 para tratar de encontrar allí a un villano a quien servir. Si uno imagina que el choque entre la época y los bichitos dará para un encuentro psicodélico más propio de Bob Esponja está equivocado. La época solo sirve para dar un marco mínimo a una trama que luego los llevará a Orlando –a una convención de villanos– y de allí a Londres, donde serán los “minions” (los esbirros, digamos) de una supervillana que quiere quedarse con el trono de Inglaterra. El problema es que los nuevos personajes son muy poco interesantes (las voces, en castellano, son de Thalia y Ricky Martin, entre otros) y a los minions en cuestión se les acaba “la gasolina” muy tempranamente, tornando a una buena porción de la película (toda la segunda mitad, digamos) en un asunto casi interminable, con cada vez menos motivos para encontrar risas. Es probable, claro, que el público más pequeño al que apuntan los minions disfruten de todos modos de la película, pero se trata de uno de esos filmes que dificilmente superen el filtro de algún niño que ya superó cierta edad o que se acerca a la adolescencia. En cierto modo, puede funcionar como complemento a INTENSA-MENTE, una película que apunta más a los padres, a esos adolescentes y a los chicos más grandes. minions3Seguramente, MINIONS será uno de los grandes éxitos de las vacaciones de invierno (tal vez, el gran éxito de las vacaciones), pero lo cierto es que los realizadores Pierre Coffin y Kyle Balda no han logrado un filme que esté a la altura de MI VILLANO FAVORITO, especialmente de su muy lograda primera parte. Como suele pasar con muchos spin-offs, y terceras y cuartas partes de éxitos animados (salvo contadísimas excepciones, como TOY STORY 3), las películas aquí parecen diseñadas más por los equipos de marketing que por los artísticos. Y no hay dudas que venderán millones de los muñequitos en sus más variadas versiones en todo el mundo. Y ése será el principio y el final del asunto. La película es una anécdota. Un pequeño punto a favor del filme es su banda sonora de clásicos de los ’60. Si bien los temas elegidos no serán nada nuevo para los más grandes (Beatles, Hendrix, The Doors, The Kinks y The Who, entre otros), si esos temas logran generar interés en los chicos más chicos que van a ver la película –si la suerte y Spotify nos acompaña–, podrían convertirse en pequeños melómanos de jardín de infantes. Tomando en cuenta que todas las copias se ven aquí dobladas, al menos hay que agradecer que mantuvieron las canciones originales y no las cambiaron por unas de Thalía y Ricky Martin. Pero estoy seguro –apostaría dinero de hecho– que en algún momento, en alguna reunión de marketing y de producción de la película, alguien tiró la idea de hacerlo. Por suerte, prevalecio la cordura y el buen gusto musical…
Los “Minions” justifican con creces su protagónico Los pillos amarillos eran lo más popular de las dos "Mi villano favorito", por lo que no extraña que ahora tengan su propia película. Dado que los minions son engendros digitales que funcionan al por mayor y se comunican de modo casi monosilábico e ininteligible, tampoco debería llamar la atención que la película que los tiene como protagonistas casi ni intente narrar nada parecido a una historia más o menos coherente. Pero la verdad es que, igual que en tantos films animados, y más aún tratándose de estos descerebrados minions, ésta es una buena noticia: aquí se aplica como nunca la tesis que afirma que si no hay una historia genuina a mano, cuanto menor sea la intención de simular un argumento, mayor es la posibilidad de que el asunto pueda resultar realmente divertido. Por eso, un film animado que demora un tercio de su duración en ubicar al espectador en la trama principal, dedicándoles a sus protagonistas un increíble prólogo prehistórico, tiene como principal problema no haberse atrevido a seguir el disparate hasta el final. La primera media hora, comenzando con una magistral escena de créditos que explica la concepción de los minions con el comentario musical de "Happy Together" por The Turtles, anticipa la ambientación flower power que vendrá luego. La explicación sólo resulta convincente dada la explosión de humor, colores y música que pronto ubica al espectador en una especie de Paka-Paka flojo en rigor histórico, pero muy eficaz en vértigo visual y catarata de gags, siguiendo a los minions mientras se asocian obsesivamente a villanos y monstruos de todas las épocas. De un Tiranosaurio Rex al conde Drácula y hasta Napoleón los aceptan en su equipo, sin sospechar que la honesta y entusiasta ayuda minion siempre terminará arruinando sus planes. Al final, es Bonaparte el que se da cuenta del problema y manda a los minions a un gélido exilio en la Antártida. Deprimidos y congelados durante casi dos siglos, los minions un día se ponen las pilas y mandan exploradores a buscar en algún lado mala gente que los quiera contratar. Eso los lleva a fines de la década de 1960, primero en Nueva York y luego en el Swinging London, lo que permite la mejor banda sonora de una película animada desde "Yellow Submarine". Y aunque los minions aparecen en medio de Abbey Road, la música se nutre más que nada de The Doors, The Kinks (la secuencia/clip de "You Really Got Me" es una obra maestra en sí misma), The Who, los Rolling Stones, Donovan y Jimi Hendrix. Pero claro, cuando la música y los minions dejan lugar a la supervillana que quiere dominar el mundo y robar la corona de la reina de Inglaterra, las cosas no funcionan tan incoherentemente bien y de golpe el ritmo se detiene, sobre todo cuando el espectador se da cuenta de que están tratando de forzar sus neuronas a seguir algo parecido a un argumento. Si el público no cae en esa trampa seudoargumental y escapa a comprar pochoclo o lo que sea, regresando justo a tiempo para que el minion virtuoso del ukelele psicodélico intente interpretar "Foxy Lady", los pillos amarillos casi se saldrán con la suya. Tal vez sería el momento de que los cartoons vuelvan a ser cortometrajes a la vieja usanza y no largometrajes difíciles de sostener argumentalmente. En aquel viejo formato, los minions serían dignos rivales de Bugs Bunny y el Pájaro Loco.
Quienes hayan visto Mi villano favorito o su continuación sabrán que uno de los mayores atractivos de esas pelìculas son esos seres rarìsimos, amarillos, que hablan una lengua internacional incomprensible pero a los que se les entiende todo, los Minions, que son puro humor fìsico y absurdo en la mejor tradición del cartoon clásico. En este film que protagonizan (especialmente tres de ellos), se cuenta la historia, pero ese cuento es mucho menos importante que la enormísima cantidad de gags que se despeña en la pantalla desde la aparición del logo de la productora. Es cierto que no todos nos reímos de lo mismo, pero hay tanto humor para todo gusto que difícilmente el espectador se aburra o carezca de motivos de alegría. Hay ternura, pero nunca tanta como para que el conjunto resulte edulcorado. Y además hay un juego constante con las posibilidades de la animación (la secuencia inicial en dibujo animado 2D clásico, otra hacia la mitad del film con muñecos) que muestran la voluntad de los realizadores de jugar con todo y para todos. Como se dijo, el cuento es lo menos importante pero está bien contado: todo va directo al punto a una velocidad poco frecuente incluso en el cine de gran presupuesto contemporáneo. Vaya y ría. (Nota Bene: el film solo se estrena en castellano; podrá escuchar a Thalía y Ricky Martin pero no a Sandra Bullock o Michael Keaton. Así es el mercado).
Cuando Despicable Me 2 llegó a los cines, ya se avistaba lo que podría llegar a ser el problema de Minions. Como su nombre bien lo indica, estos personajes son secuaces y, como tales, no son protagonistas. No hay duda de que son quienes más han resaltado dentro de esta franquicia, como unas de las criaturas animadas más reconocibles de los últimos tiempos dentro de un cine competitivo y cada vez más exigente que produce decenas de propuestas así cada año. Pero la fácil identificación no es suficiente como para justificar lo que básicamente es la segunda película centrada en ellos –la secuela a la de Gru era una excusa para lucirlos-. No hay mucha vuelta que darle. Los minions se disfrutan en porciones reducidas, con apariciones ocasionales y controladas. Convertirlos en el núcleo de la historia lleva a que su gracia se extinga a una velocidad sorprendente, sobre todo cuando hay limitados recursos cómicos a la hora de trabajar a estas criaturas. Lo que se entiende por humor es poner a estos personajes en cuanta situación absurda se le ocurra a los realizadores, sin importar que esté o no justificada dentro de la acción. Pareciera que la conclusión a la que se llegó es que los minions son divertidos por el solo hecho de ser minions, por lo que se les construye un pasado –lo mejor de la película- y se les otorga un propósito en la vida, contenido que se estima suficiente como para que funcione a lo largo de 90 minutos, cosa que no hace. La introducción –básicamente revelada en su totalidad con los adelantos promocionales- explica que desde que eran organismos unicelulares, el objetivo en la vida de estas criaturas amarillas era el de servir al villano más despreciable que se pudiera hallar. Han fracasado miserablemente a lo largo de la historia, sea que hayan apoyado al Tiranosaurio Rex o a Napoleón, debido a que por su propia torpeza provocaron la muerte de su protegido, a manos de otro rival más fuerte o en forma accidental. Dejados a su suerte y sumidos en la depresión, su raza se dirige a una melancólica extinción hasta que una partida de tres decide volver al mundo en busca de un nuevo malo al que respaldar. Es una buena premisa para la película y si no resulta se debe a la propia naturaleza de los personajes, estas bananas de hablar inentendible que deben ser graciosas por el solo hecho de existir. Despicable Me era una historia de redención cargada de humor y emoción, que relegaba a los minions como eventuales comic reliefs. Al convertirlos en el centro de atención, la película pierde por todos los costados. No tiene un ápice de corazón, la villana Scarlett Overkill tiene un desarrollo mínimo y se apunta al absurdo como motor del film, pero sin demasiadas ideas como para que ello esté justificado. El guión de Brian Lynch (Hop) prefiere sumar un gag detrás de otro antes que hacer un progreso narrativo adecuado, mientras que los directores Kyle Balda (The Lorax) y Pierre Coffin (Despicable Me) parecieran haber olvidado qué era lo que funcionaba en las producciones anteriores. Hay ciertos méritos por fuera del comienzo, con algún chiste acertado, con un 3D bien aprovechado, con una ambientación en los '60 que da mucho espacio para jugar, con la Villano-Con que reúne a las personas más viles del planeta, pero todo queda corto en comparación a lo que es el resultado final. Uno que confirma que los minions no funcionan sin nuestro villano favorito y que es mejor disfrutarlos en dosis pequeñas.
Crítica emitida por radio.
Cuando en julio de 2010 llegaba a los cines Mi villano favorito todos los espectadores coincidieron de manera unánime que lo mejor de la película eran los simpáticos personajes amarillos (con forma de chizitos) llamados Minions. Las escenas más graciosas y mejores remates los tenían a ellos. Lo mismo sucedió tres años más tarde en la secuela. Por ello un film con los Minions como protagonistas absolutos era tan lógico como inevitable. Amados no solo por niños y adultos sino también por todas las marcas, a tal punto de que pareciera que hay una invasión de estos seres amarillos y nadie se opone, el estreno en cuestión es un fiel ejemplo de esta “moda Minion” que durará la vacaciones de invierno y por lo tanto será pasajera. Algo que no es malo, cumple el mismo objetivo de la película: vender mucho. Afortunadamente el producto es de calidad y disfrutable por todos, porque los más chicos se reirán a carcajadas por las situaciones de más acción (golpes y tropiezos) y los adultos por las sutilezas y referencias históricas. Ese es un aspecto muy piola por parte de los realizadores, darle a los Minions un back round desde el principio de los tiempos hasta la década del ’60, siempre detrás de un gran villano ya sea un dinosaurio o Napoleón. En este contexto, con secuencias musicales más que graciosas (una espectacular banda sonora) y el idioma Minión (mezcla de castellano, inglés, francés y sinsentidos) el film pasa rápido y entretiene mucho. Y ya que hablamos de idioma, mucho se está diciendo del doblaje latino encabezado por Ricky Martin y Thalia, no porque esté mal o esté bien sino porque no hay opción de ver la película en idioma original y estos artistas están promocionando el film. Por lo general los actores latinos doblajistas no son estrellas, y ahí radica el motivo. Para concluir remarco lo obvio y lo no tan obvio, lo primero es la muy buena animación y lo segundo el buen uso del 3D. En definitiva, Minions es para reír y disfrutar en el cine, ya sea con hijos, sobrinos, amigos o pareja.
La diversión se viste de amarillo llega a más de 320 salas. Hace unos años todos disfrutábamos en cine de “Madagascar” una película animada estadounidense que con el tiempo se fue transformando en una saga, sus protagonistas: Alex el león, Marty la cebra, Gloria la hipopótamo y Melman la jirafa, pero también participaban un simpático grupo de 4 pingüinos liderados por su jefe llamado Skipper y lo mismo sucedía con “Shrek” y “El Gato con botas”. Prácticamente lo mismo se ve con los Minions; personajes que se los veía en “Mi villano favorito” y formaban parte de la historia, pero estos personajes amarillos también captaron rápidamente el interés de los espectadores y ahora tienen su historia. Los Minions son pequeñas criaturas de color amarillo que han existido desde hace muchos años, estuvieron en todas las eras, destruyendo de forma accidental todos sus amos, incluyendo a los dinosaurios como un T. Rex. Estuvieron con el hombre de las cavernas, un faraón egipcio, un rey medieval, un capitán pirata, Genghis Khan, Napoleón y Drácula. Luego comienzan una nueva vida en la Antártida. Ya no tienen un amo, caen en una profunda depresión y un grupo debe salvar la tribu por lo tanto salen en misión a buscar un jefe maligno a quien servir. Kevin acompañado por el rebelde Stuart y el adorable Bob llegan a Nueva York en 1968 (42 años antes de Gru), se encuentran con una gran diversidad de personajes y a través de un programa de TV ven una super villana Scarlet Overkill (en la versión latina de este film con la voz de Thalía) y su esposo Herb Overkill (con la voz de Ricky Martin), emprenden un viaje para encontrarla y servirla en todas sus necesidades. Una gran aventura que se desarrolla en distintos escenarios (Nueva York, Orlando, Londres) y una sucesión de momentos alocados nos esperan. Es una historia muy divertida para toda la familia, la disfrutan los niños y adultos porque está llena de gags y referencias. Resulta muy graciosa, contiene muchos mensajes y personajes. La banda sonora con canciones de: The Who, The Beatles, The Rolling Stones, The Doors y The Kinks, entre otros. Escuchar los diálogos y discursos de los Minions resulta muy cómico con esa mezcla de indio, español, francés e italiano, además haciendo referencia a comidas es una fiesta. Muy colorida, bien narrada, te reís los 90 minutos, no decae nunca. Abundan las persecuciones y peleas. Una película a puro entretenimiento, con sorpresas, llena de aventuras y mucha acción. Quédate hasta el último de los créditos porque tenes escenas extras. Todas las proyecciones son dobladas al castellano. No hay copias en inglés, para eso deberemos esperar a que salga la copia en DVD y tal vez en versión extendida.
El origen menos interesante posible A esta altura, la saga de Mi villano favorito parece destinada a repetir el camino de la de Shrek: lo que era en principio una muy buena película pero cuya historia era mejor no continuarla, por obra y gracia de las ambiciones de los estudios de construir una franquicia, termina siendo estirada casi hasta el infinito, quitándole poco a poco todas las virtudes que poseía inicialmente. Minions es una nueva instancia de esta explotación un tanto descarada, una precuela que se beneficia de un público cautivo y que poco aporta no sólo al panorama de la animación sino incluso al universo al que pertenece. El arranque de Minions es realmente muy bueno: una voz en off nos introduce al nacimiento de esas criaturas tan inclasificables como divertidas, y cómo durante millones de años, desde el principio de la existencia de la vida en la Tierra, estuvieron buscando al villano más despiadado posible al cual servir devotamente. La narración atraviesa la época de los dinosaurios, la dinastía egipcia y muestra a Drácula, entre otros sucesos, en apenas unos minutos, con suma agilidad y gracia, explotando al máximo las capacidades hilarantes de los minions. El problema es que casi todo ese segmento ya estaba en los trailers. Es decir, no hay una verdadera sorpresa. Cuando el film tiene que contar su historia central -cómo tres minions, llamados Kevin, Stuart y Bob, emprenden una aventura para encontrar de una vez por todas al gran villano al que servir, para así salvar a su raza, que si no puede cumplir su propósito está condenada a la extinción- entra seriamente en problemas, exhibiendo una notoria escasez de ideas. Ahí, cuando se desata el conflicto, es que va quedando claro que los minions son excelentes comics reliefs, con un diseño y accionar donde se puede apreciar influencias del cine mudo y autores de animación como Chuck Jones, y que hasta utilizan el lenguaje como herramienta identitaria y graciosa a la vez, pero sus funciones pasan primariamente por el segundo plano, por el fondo, por pequeños recortes de tiempo. Son personajes de reparto y no protagonistas, y el formato del largometraje les queda demasiado grande. Y si había una chance de que ocurriera lo contrario, el guión la anula, porque nunca les da un relato que les sirva de marco adecuado. Minions es un film con una estructura deshilachada, que durante su primera mitad luce estirado y en su segunda quiere cerrar todo rápidamente, dejando numerosos agujeros en la trama. Donde más se nota esto es en el diseño de la villana Scarlett Overkill, quien recluta a los minions y debería ser tanto su contraparte como su complemento: termina aportando poco y nada a la película, básicamente porque es un personaje vacío, sin el más mínimo doblez, una sucesión de poses y arbitrariedades carentes de personalidad y complejidad. Es innegable que el film tiene algunos buenos momentos -hay una escena donde una sala de tortura se convierte, gracias a la creatividad de los minions, en una especie de sala de juegos, con un humor que por juguetón no deja de ser un tanto oscuro-, pero son excepciones dentro de un panorama pobre: Minions es una película demasiado perezosa y conformista consigo misma, que ni siquiera hace el esfuerzo por enriquecer el mundo que integra. Sus protagonistas merecían un mejor origen, y un mejor destino.
"Minions": amor amarillo En casi todas las películas animadas -más allá de la trama y los protagonistas- siempre se trata de tener personajes secundarios atractivos, cuyas apariciones o intervenciones sean graciosas. Los que más llegada tuvieron y enamoraron al público en los últimos años salieron de dos películas: "Madagascar" y "Mi Villano Favorito". En enero de este año, Skipper, Kowalski, Rico y Cabo estrenaron su propia película con "Los Pingüinos de Madagascar" , y ahora les llega el turno a los ayudantes de Gru, esos pequeños, ruidosos, adorables y queridos "chizitos" amarillos con "Minions". El filme sigue la historia de los Minions, desde que eran organismos amarillos unicelulares y cómo fueron evolucionando a través de los tiempos. Desde siempre, estas criaturas fueron buscando a los más despreciables y poderosos villanos que pisaran el planeta para servirlos. El T-Rex, Drácula, Napoleón, y muchos más han sido sus amos, pero por alguna u otra razón (básicamente, por su culpa) cada uno de ellos ha caído en desgraciada. Ahora, sin tener a quién más servir, se refugian en la Antártida y construyen su propio hogar. Pero, al cabo de un tiempo, caen en una profunda depresión porque se quedaron sin propósito en la vida. La esperanza llega con una idea que se le ocurre a un minion llamado Kevin: ir a buscar un nuevo amo, al más malvado que pueda encontrar, y ofrecerle sus servicios. Con la ayuda de otros dos (el adolescente rebelde Stuart y el pequeño y cariñoso Bob), el trío se embarcará en esta aventura que los llevará hasta la mayor convención de villanos del mundo. Allí conocerán a Scarlett Overkill (Sandra Bullock), la primera súper villana del mundo que está en busca de secuaces que la ayuden a robar las joyas de la reina de Inglaterra. No cabe ninguna duda de que los minions son muy graciosos. Sólo con verlos causan risa, y causan más carcajadas cuando hablan en ese lenguaje ininteligible. La comicidad del film se basa en el "slapstick" -humor físico- que tanto los caracteriza, pero por otro lado también nos encontramos con chistes políticamente incorrectos, como por ejemplo los que hacen con la Reina, que sorprenden bastante. El filme está situado en 1968, así que también se nutren bastante de ese período histórico para los gags. En "Mi Villano Favorito" y su secuela Pierre Coffin y Chris Renaud estaban detrás de cámaras. Renaud, que ahora oficia de productor, le deja su lugar a Kyle Balda, otro realizador con experiencia en películas animadas. No caben dudas de que Coffin conoce muchísimo a los personajes y sabe cómo sacarles el jugo para hacer reír a la audiencia. Astutamente, los tres protagonistas son parecidos o tienen cualidades que recuerdan a Margo, Agnes y Edith, las hijas de Gru. Un guiño sutil. Y hablando del villano, hace una aparición junto a su madre y el Dr. Nefario. Si llevan a sus hijos a ver la película, en la versión doblada Thalía y Ricky Martin ponen sus voces para Scarlett Overkill y su esposo inventor Herb. Por si se lo preguntaron alguna vez, hay 899 minions y el director Pierre Coffin es quien hace sus voces. Ah, quédense hasta el final de los créditos que hay una sorpresa musical. No lo duden ni un minuto: busquen hijos, sobrinos o vecinitos pequeños y úsenlos como excusa para llevarlos a ver esta película porque la van a pasar muy bien. Una muy buena apuesta para estas vacaciones de invierno.
Cuidado, son adictivos: Los simpáticos y torpes Minions merecían tener su propia película. Sin dudas esas adorables criaturas amarillas, ingenuas, torpes y simpatíquisimas que son los minions merecían una película propia, no sólo por el bien de los productores que con Mi villano favorito 1 y 2 recaudaron más 1.500 millones de dólares, sino por el de los espectadores de cualquier edad. Ahora Minions ya estrenó en la Argentina –como parte del menú cinematográfico de las vacaciones de invierno– y, por suerte, el resultado es una especie de bola de nieve de acción y risas que arrastra todo a su paso y cae como un alud desde la pantalla. El planeta de los Minions: lo que hay que saber antes de ver el estreno más esperado La velocidad es vertiginosa, no hay un instante de descanso, sólo movimientos y más movimientos, accidentes, peleas, persecuciones, bailes, etcétera, como si todas las leyes de la física se hubieran descontrolado al mismo tiempo. Así, en los minutos iniciales, asistimos a la evolución completa de los minions, desde que eran organismos unicelulares hasta que deben exiliarse en una gruta de Siberia perseguidos por la furia de Napoléon, víctima de la fidelidad excesiva de sus comedidos servidores. Es que la felicidad de estas criaturas también es su condena. Necesitan subordinarse a un personaje maligno, al peor de los villanos del mundo, y el punto de fusión entre la extrema obsecuencia e ingenuidad de los minions y la maldad de sus jefes tiene una fuerza cómica irresistible. Luego de esa introducción evolutiva (que recorre milenios de la mano de un dibujo lineal neopop), tres de ellos (Kevin, Stuart y Bob) salen de la gruta en busca de un nuevo amo para superar la depresión de estar librados a su suerte. Más por accidente que por previsión, llegan a la Nueva York de 1968. Allí, también por casualidad, se enteran de una convención de villanos en Orlando, donde se ponen al servicio de Scarlett Overkill, la más mala de los malos. Las fechas y las ciudades sólo son referencias fugaces, salvo Londres -donde se desarrolla la segunda parte de la trama– y la banda sonora que homenajea a las grupos de rock icónicos de fines de la década de 1960: The Doors, The Kinks, The Who, Beatles, entre otros. Acompañada por esa música, la energía inagotable de los minions se potencia hasta volverse alucinatoria. Nada menos que la corona de Inglaterra es la obsesión de la supervillana (un guiño al feminismo con el ojo derecho), y Kevin, Stuart y Bob moverán cielo y tierra para conseguírsela. La comedia física y el cine catástrofe se unen así en una especie de frenesí perpetuo. Los minions son como las reencarnaciones de los tres chiflados o de Buster Keaton en una juguetería donde nada ha quedado en pie. La energía que irradian es contagiosa. Peor: adictiva.
Minions es un film que no podés dejar de compartir con los chicos o de disfrutarlo vos mismo si te lo pasaste bien con Mi villano favorito. Los disparatados y bien pensados gags harán que los niños lo pasen bárbaro, ya que el ritmo es trepidante y no hay un minuto sin que suceda algo que mueva a risa, aunque los adultos...
Siguiendo el mismo camino que Gato con Botas de la franquicia “Shrek” y los pingüinos de “Madagascar”, personajes secundarios que debido al éxito generado entre los espectadores tuvieron su propia película, los queridos Minions de “Mi Villano Favorito” también. Y la ocasión sirvió para responder la pregunta que todos nos hicimos: ¿De dónde proviene el ejército caótico y leal de secuaces de Gru, y quiénes eran antes de conocer a su mejor amo? El argumento de esta precuela dirigida por Pierre Coffin (director de las dos entregas de “Despicable Me”) y Kyle Balda (co-animador de “El Lorax: En Busca de la Trúfula Perdida”), que llega a los cines de la Argentina una semana antes que en los Estados Unidos, toma lugar muchísimo tiempo antes de conocer al ex-villano Gru, más precisamente 42 años. Pero antes de las disparatadas situaciones que plantea la película, hay una introducción, narrada por que nos explica el origen de estos pequeños seres amarillos que se remonta a los mismísimos inicios de la historia, como organismos unicelulares que llevan habitando el planeta mucho antes que nosotros los humanos. Ellos evolucionan a través de los tiempos, siempre buscando servir a los villanos más despreciables. Siempre metiendo la pata al intentar servir a los amos que van encontrando -desde el Tiranosaurio Rex, pasando por un cavernícola, los egipcios, Drácula y Napoleón Bonaparte, entre otros- los Minions adictos a las bananas se quedan sin nadie a quien servir y caen en una profunda depresión. Así que el trío compuesto por Kevin, Stuart y Bob (Coffin les presta su voz) se aventuran en el mundo para encontrar a un nuevo jefe maligno a quien sus hermanos puedan servir. El trío se embarca en un viaje que comienza en la helada Antártica hasta la ciudad de Nueva York en 1968, para luego partir hacia Orlando donde asisten a una convención de villanos en la que son reclutados por Scarlet Overkill (voz de Sandra Bullock/Thalía en el doblaje latino), la primer super villana femenina que, junto su esposo inventor Herb (voz de Jon Hamm/Ricky Martin), idea un plan para que esta mujer con problemas no resueltos durante su infancia se adueñe de la corona británica y así tome el lugar de la Reina (voz de Jennifer Saunders/Martha Debayle). Allí, en la modernista Londres, los pequeñines se verán envueltos en su más grande misión: salvar a toda su especie de la aniquilación. A lo largo de la divertidísima aventura Minion, el film, lejos de intentar presentar un mensaje profundo como hacen otras producciones del género, se enfoca en desarrollar una efectiva seguidilla de chistes y guiños a la cultura pop, hippie y musical de aquella década (Los Beatles, Jimmy Hendrix, The Doors, Andy Warhol, etc). De principio a fin (ya desde el mismísimo logo presentación de los Estudios Universal musicalizado por estas criaturitas), “Minions” es un festival de carcajadas, mayormente para el público adulto que es capaz de comprender las referencias a las que apunta este fenómeno de la animación.
El origen El esperado spin-off de las graciosas y adorables criaturas, predestinadas a buscar el mejor malvado histórico al cual servir, regala una batería de gags basados en la parodia y guiños a películas y personajes que entretiene a niños y adultos por igual. Los Minions, aquellos atolondrados y graciosos pequeños seres amarillos que revolucionaron la pantalla como personajes secundarios de Mi villano favorito y su secuela, gracias a su simpleza, ingenuidad, su manera prácticamente incomprensible de comunicarse y gran habilidad para construir y deconstruir ellos mismos un gags, regresan con Minions, su propia película. Minions de cuenta de los orígenes de estos ingenuos siervos del Mal y como deambulan por el mundo buscando un amo a quien servir, reescribiendo la historia a su antojo hasta su exilio, en el que caen en depresión al no conseguir su objetivo. Sin embargo, el plan de un Minion para emprender un nueva búsqueda de un amo los embarcará en una aventura que se sitúa en plenos años 60' -en pleno movimiento hippie, los Beatles y la cultura pop-, en la que éstas entrañables criaturas amarillas se adentran en la civilización humana en busca de un jefe malvado a quien seguir y servir. Aquellos Minions de Gru, que reunían cierta ternura con una maldad simpática para poder servirle con amor y adoración, eran personajes secundarios dentro de una trama convincente, en la que cada aparición de un Minion desprendía la risa y adoración del espectador. Minions, su película, se cimenta en una consecución de divertidos gags basados en la parodia y guiños a películas y personajes de la historia, que tiene una trama secundaria que pasa por el robo de la corona de la reina de Inglaterra de finales de los 60.Pero los Minions nunca aprenden ni cambian por lo que siempre acaban metidos en variaciones de la misma situación, algo que con el correr de la película deja de sorprender y tener tanta gracia como esperamos. A pesar de tener varias parodias reservadas para los mayores -los citados Beatles; Nixon; los astronautas en la luna; la idiosincrasia inglesa; ese cuento infantil en stop motion absurdo y original al mismo tiempo y un homenaje a las series de TV El santo y Hechizadas, entre otros-, la mayoría del film esta destinado a un publico infantil que encontrará los mejores momentos cuando los verdaderos protagonistas son los Minions y no los humanos. Con una banda sonora confeccionada a partir de exitosos temas de los años sesenta, como "Revolution" de John Lennon y Paul McCartney, y sus entretenidos múltiples gags, Minions cierra muy bien la trama que dará origen a Mi villano favorito, aunque no hay que descartar futuras precuelas.
La razón de esta producción se instala en ambas películas en las que aparecen como secundarios pues lograron llamar la atención del publico en general, por lo que casi se les imponía, sobre todo desde la mirada de explotación económica, su propia película, tal cual sucediera con “Los pingüinos de “Madagascar” (2005), pero con mayor expectativa. Seria una producción donde estos inciertos personajes, sin definición, ni origen, ni proyección, pudieran expandir sin impedimentos todo el potencial de buenos malvados, del absurdo absoluto, puestos en función de la deconstrucción del chiste como lo inesperado, del gag como salto. Los “minions” podría ser la consecuencia de toda esa apuesta por personajes mudos que dicen mucho desde el manejo del acción de humor físico, con un físico que se los impide, tan absurdo como la teoría aerodinámica dada por tierra por las abejas, haciendo una comparación, así de efectiva. Pero varios son los problemas por los que atravesaría la producción: desde la estética apunta a un publico de primera infancia; desde la voz en off a los encuadrados en los primeros años escolares; desde la instalación temporal de la acción donde se desarrolla la mayor parte de la historia. Deja afuera a todos ellos e involucra a los adultos, para quienes ese tono humorístico se presenta como avejentado más allá de los guiños. Al ubicarse primordialmente en pleno año de 1968 de Los Beatles, Los Rolling Stones, el amor libre, los hippies, hasta Bee Gees estaba de moda, el surgimiento del pop, todas referencias en las que los niños quedan extrapolados. El otro problema es la destrucción a mansalva del discurso del texto de origen. Esta producción se presenta como una precuela, lo que sería conocer como llegaron los minions a ser los secuaces de Gru, el villano favorito. El corolario de la primera estaba sustentado en la relación tortuosa con una madre que no quería a su hijo, ni lo aceptaba, huérfano de padre, era una versión casi siniestra de “Don Fulgencio”, el hombre que no tuvo infancia, y de cómo la llegada de esas tres huerfanitas le hacían conocer eso que le estuvo vedado toda la vida y, consecuentemente, lo convirtió en eso de ser el mayor villano del momento. Posiblemente las niñas se hayan robado el protagónico de la primera, y encubiertamente los minions el protagonismo de la segunda, sin embargo todo se apoyaba en la estructura del personaje de Gru. “Minions” abre con escenas en el mar desde épocas inmemoriales; del origen de la vida en la tierra, allí ya se vislumbraban los primeros mininos, empezando como individuos conformando un organismo social, todos amarillos, (cualquier referencia religiosa universal o política argentina es pura coincidencia, en serio. ¡Eh!!!?), los minions evolucionan a través de los tiempos buscando servir en cada momento de la historia de la tierra a los villanos más despreciables. Siempre fracasando, ya que irremediablemente desaparecen los villanos, y en su afán de servir a estos amos no hacen selección alguna, desde el Tiranosaurio Rex hasta Napoleón, pasando por los Neandertales. Hasta que perdidos en el ártico se encuentran sin nadie a quien servir y caen en una profunda depresión colectiva. Pero luego de años de estatismo puro surge un minion llamado Kevin, quien tiene una idea: junto con el adolescente rebelde Stuart, y el pequeño y adorable Bob, se aventuran en el mundo para encontrar a un nuevo jefe maligno a quien sus hermanos puedan servir. El trío se embarca en una aventura emocionante que los lleva a su próximo amo potencial, Scarlet Overkill, la primera súper villana mujer del mundo. Viajan de la helada Antártica hasta la ciudad de Nueva York en 1968, terminando en la moderna Londres, donde deben enfrentarse a su mayor obstáculo hasta ahora: salvar a toda la especie minion de la aniquilación, por venganza de Scarlett, o algo así. Seguramente redituara económicamente, pero falló en el propósito de instalar a los personajes como primarios e independientes. Eso si la secuela de “Mi villano favorito 2” (2013) esta más que a disposición de los estudios. El humor inverosímil, el desestabilizante, el inesperado, el de lo infrecuente, el de la mudez más no del silencio, no logran sostenerlo en el tiempo, se acaba pronto, para luego convertirse en una aventura de las corrientes del cine de animación. Una Lastima
La invasión británica Y finalmente los Minions tuvieron su película. El debut estelar de estos malignos Kinder de antiparras amaga, sin embargo, con ser la precuela de Mi villano favorito. Pero, haya o no en el futuro una Minions 2, no cabe duda de que son las mejores criaturas de animación desde La era del hielo y en este film deslumbran no sólo con su potencial, sino con situaciones de excelente calibre. Como en un documental, una voz en off remonta la vida Minion hasta la prehistoria, cuando sirvieron al Tyrannosaurus Rex, luego a faraones egipcios, a Napoleón, y finalmente a un retiro en el polo norte. Sin líderes villanos, Kevin se lanza en una expedicionaria búsqueda con Bob y Stuart, y el trío desemboca en la Nueva York de los sesenta. En un programa televisivo conocen a Scarlet Overkill, la peor villana de la historia, y viajan a su encuentro en Orlando. Scarlet los adopta, les entrega superpoderes y los manda a robar la corona británica en la Torre de Londres. Y aquí empieza la mayor diversión. Cuando la mayoría de las películas de animación tienen mojones de aciertos sobre los cuales se monta la historia, Minions tiene un inmejorable arranque y desde ahí no hace más que robustecerse. Mientras los superpoderes del trío y la villana son un mano a mano de Illumination Entertainment con la lisérgica serie animada Adventure Time, en Londres las payasadas slapstick parodian en diversos ángulos a la cultura británica (en algún punto, hasta mimetizarse). Desde el problemático ingreso a la Torre de Londres, donde una empleada los confunde con hooligans, la película bromea con los lugares históricos, el tube, el acento inglés (una pérdida, como siempre las hay, en la versión doblada), Los Beatles y hasta Juana de Arco y Godzilla, con clásicos del rock como banda sonora. Imperdible.
Un gag detrás de otro, sin tanto vuelo La naturaleza de los minions es servir a un amo y si se trata de un villano, mucho mejor. Por eso, Kevin, Stuart y Bob emprenden la misión de encontrar un nuevo líder de la tribu. Llegan a Estados Unidos en la década del 60 y quedan deslumbrados por las dotes para el mal de la siniestra Scarlett Overkill. Saltar de personaje secundario a protagónico es cosa seria. Mientras los pingüinos de Madagascar superaron la prueba, a los minions les cuesta mucho más. Un apunte: los pingüinos tuvieron su serie de TV en Nickelodeon antes de jugar en las ligas mayores. Es un rodaje necesario. Una cosa es respaldar a “Mi villano favorito” desde la condición de divertidísimas y adorables criaturitas amarillas, nada que ver con sostener una hora y media de película. En especial cuando el lenguaje se limita a un rosario de exclamaciones guturales (por suerte en castellano). Hace falta un guión sólido para equilibrar y este no es el caso. La película echa luz sobre el origen de los minions, su devenir histórico y la obsesión por vivir a las órdenes de un villano que hace al espíritu de la tribu. A Kevin, Stuart y Bob les toca moverse por la época del flower power. Llegan a EEUU y los recibe un cartel de Richard Nixon con el eslogan: “por fin alguien en quien confiar”. Después se escuchará a los Doors, a los Who y a los Beatles, y Bob se animará a marchar con una columna de hippies. Son de las mejores pinceladas de la película. “Minions” se resume a un encadenamiento de gags, algunos muy buenos y otros de medio pelo. Extraño estando Pierre Coffin de por medio: dirigió las dos entregas de “Mi villano favorito” y además se divierte horrores haciendo las voces de los minions. No ayuda el doblaje, a cargo de los cotizados Thalía y Ricky Martin. Hay pasajes en los que ni siquiera se entiende lo que dicen. Entre esas voces se escucha también a Edgar Vivar, el inolvidable Señor Barriga. En el original el narrador de Geoffrey Rush y a Scarlett le pone voz Sandra Bullock. Demasiadas diferencias. Los minions siempre entretienen y a los chicos mucho más. Imposible no quererlos. Lástima que su película esté por debajo de la media que la animación propone hoy en día.
Alegría amarilla Cuando en el año 2010 se estrenó Despicable Me (Mi Villano Favorito), el público le tomó cariño a las criaturas amarillas que acompañaban a Gru, el malo en cuestión. Pero, ¿son mutantes? ¿extraterrestres? ¿bananas?. Algo de ese misterio se termina de resolver en esta nueva película en la que ya no son más personajes secundarios. Desde su creación tuvieron por objetivo estar bajo las órdenes de grandes villanos, pero no tenían éxito debido a su torpeza. La suerte comenzó a cambiar cuando encontraron a su nueva líder: Scarlet Overkill, quien en la versión doblada es interpretada por la cantante Thalía. El film está correctamente ambientado en todas las épocas por las que pasa, con colores brillantes e inclusive vestuarios acordes. Otra cosa a destacar es la musicalización, que seguramente los padres y los abuelos de los pequeños espectadores van a saber apreciar. Las secuencias tienen los gags justos y necesarios y a diferencia de Despicable Me, no hay grandes momentos emotivos, si no que predominan la acción y la aventura. Por otro lado, el lenguaje Minion, por más que no se entienda casi nada, se lleva todas las risas del público que ya los adoptó hace un par de años. De por sí una película únicamente de Minions, hubiera entretenido los primeros 15 minutos y nada más, por lo que agregarle un nuevo villano, es un acierto, aunque por momentos el argumento se cae. De todas formas, hacerle un análisis de estructura a una película infantil que cumple el objetivo de entretener, no importa demasiado.
Minions es una película que disfrutarán más los chicos que sus acompañantes adultos, es un filme bastante histérico lleno de ruido visual y sonoro; que es bastante efectivo, es gracioso, y cumple dentro de lo que se espera; pero falla en ser la película que muchos esperan. Afortunadamente se la pasa bien en el cine, pero no entusiasma lo suficiente si uno es adulto. La historia es, a nivel temporal, una precuela de Mi Villano Favorito y su secuela; pero en cuanto a los personajes, es un spin off, un desprendimiento de esos filmes, ya que los protagonistas son los secuaces de aquel villano favorito; Los Minions, que ahora descubrimos son seres aparentemente milenarios de una especie que existe desde millones de antes que la humanidad, con el propósito de servir a el más despreciable amo al que encuentren, según reza la introducción del filme y el primer tráiler que sirve de resumen de las primeras escena. Más allá de eso no sabemos mucho más de su origen. Estos amarillos personajes, al tener su propio filme y cobrar protagonismo, pierden fuerza en sus escenas. En los filmes anteriores, cuando estos personajes salían en escena, era una bocanada de aire fresco; pero aquí, donde todo es Minions, hay tanto aire, que a la gracia se la lleva el viento. Lamentablemente el filme no tiene el impacto emocional de su inmediata intercesora, Mi villano Favorito 2, que era un filme con mucho corazón, ni tampoco tiene su profundidad semiótica, ni el mensaje tampoco. Los Minions son personajes que se los puede denominar comic relief, o sea quienes alivian la tensión del argumento con escenas graciosas, pero al pasar a ser protagonistas, el ingenio y la profundidad del guion, ya sin un buen trozo de la parte humana, quedan relegados a una serie de acciones y de gags que al no tener una espina dorsal emocional que funcione muy bien, como en mi villano favorito 2, nos deja con una película más vacía, más superficial, y que no sostiene la tensión narrativa de forma pareja a lo largo de todo el metraje. Luego de un rato, cierta parte del público, la más adulta, quizás pueda cansarse sin un argumento interesante que hile todos los momentos de humor, que si bien es cierto son eficaces, uno detrás de otro producen un efecto de acostumbramiento, y pierden en la suma el potencial gracioso que tiene cada escena o cada gag por si mismo. Por algo las series dramáticas son de 1 una hora, y las sitcoms son de media hora, la tensión dramática, y su arco correspondiente. no son iguales de mantener, y sumados al hecho de que no hay personajes humanos protagónicos, y ni siquiera a los Minions se les entiende bien lo que dicen , eso produce un distanciamiento de la audiencia en la caracterización de los personajes que claramente daña al filme. En Mi villano favorito 2, Gru, un personaje humano, al cuidados de sus hijas le daba toda una humanidad al filme, e independientemente del argumento en sí mismo, uno quería al personaje, se sentía identificado con él y se enternecía. Cuando entraban los Minions en escena producían momentos humorísticos muy eficaces, que se destacaban más aún por lo especial de esos momentos, dentro de un argumento con escenas de drama humano, puesta en juego de sentimientos, y de situaciones cotidianas. Pero aquí ese marco no existe y quizás el filme puede parecer un compilado de escenas de humor y acción, perdiendo así la eficacia de cada gag, fuera de un contexto que potencie esa gracia por contraste; o sea: si todo es especial, pues nada lo es. Sumado a esto, el filme no tiene una la columna vertebral de unos personajes que realmente nos importen, ya que los Minions no solo parecen ser inmortales, sino que además parecieran no tener sentimientos, no son seres con los que uno realmente se pueda identificar, son más bien artilugios de guion para producir gags, y esa estructura de funcionamiento no se sostiene tan bien en un largometraje completo, sino que funciona mejor en una series de escenas esparcidas dentro de un filme con personajes identificables y un argumento que nos toque los sentimientos. Más allá de todas estas cuestiones que impactan negativamente a la hora de hacer un producto emocionante para los adultos, los niños en la sala disfrutan el filme, aunque quizás podrían disfrutarlo más aún si hubiera una chance más concreta de invertir nuestros sentimientos en personajes que sean más queribles. Los Minions son simpáticos, son queribles con la ternura que uno le tiene a una mascota; pero por más que a uno le encante ver una mascota pintoresca en un filme, ¿cuántos nos ponemos a ver filmes protagonizados exclusivamente por mascotas? ¿y cuantos clásicos y obras maestras hay así? Inclusive en filmes como Babe el Chanchito Valiente, donde el personaje es un cerdo, claramente este está humanizado, con habla, sentimientos y hasta una fuerte vocación inclusive. Y en otro filme que tiene un problema similar en el arco dramático, donde se diluye también al final es en Los Pingüinos deMadagascar, pero ahí los pingüinos protagónicos eran totalmente humanizados, con claras personalidades, bien definidas, y con una inteligencia superior inclusive a la de muchos humanos. Y eso que falta en los Minions hace que el filme pierda inteligencia, emoción, y que llegue a ser inclusive hasta un poco tonto por momentos; es casi como ver los 3 chiflados en muchos aspectos, pero estos al menos tenían más humanidad. Obviamente habrá quien no le moleste semejante característica del filme y se sienta satisfecho con el producto terminado. Y para quien quiera desenchufar el cerebro un rato quizás este filme sea ideal. Pero no se puede negar que la expectativa era mayor; y el film cumplió, pero no del todo. Muy buena para entretener a los chicos, aceptable para los adultos, pero entre tanto amarillo gracioso, falta el rojo del un filme que tenga un verdadero corazón. Cristian Olcina
Esto no es un film Así como Intensamente puso en evidencia que en Pixar también pueden escasear las ideas, el spin-off de Mi villano favorito va por el mismo camino y está muy lejos de ser una gran película, si es que puede decírsele a eso película, ya que el único motivo por el cual se plantea como un largometraje es puramente comercial. Minions apunta de manera directa y sin pudor alguno hacia el marketing dejando la calidad artística del producto de lado, como si no importara nada más que el “total tenemos a los minions en pantalla que es lo que vende”. La pantalla les queda grande y a cada minuto que pasa se hace más evidente la falta de contenido. De hecho, el propósito de Minions no es ser una película, sino una torpe acumulación de cortometrajes –que quizás funcionarían como tales de forma aislada– con el único objetivo de vender la mayor cantidad de merchandising posible, a la mayor cantidad de público posible. A diferencia de sus antecesoras, productos notables tanto a nivel visual como narrativo, la historia que rodea a estos cosos amarillos en su debut protagónico es muy pobre y poco interesante, por no decir de atractivo nulo. La villana de turno y su esposo –con voces de Thalía y Ricky Martin en la versión doblada y la única que podrá escucharse en las salas de nuestro país– son personajes tan narrativamente desamparados que dejan ver la desidia general hacia la creación de algo más o menos decente. Parte del encanto de los minions tenía mucho que ver con su condición de personajes secundarios, de brillantes comic reliefs. Sus apariciones en Mi villano favorito y su secuela eran una carta de amor a la comedia más pura y anárquica, al slapstick y al cartoon. Entonces, ¿qué es lo que falla ahora? Sucede que en esta ocasión su gracia viene con fecha de vencimiento, la cual caduca pasados unos minutos del comienzo de la película. Justamente, una de las grandes cualidades de la primera y la segunda Mi villano favorito era que no se agotaban nunca. Ambas películas mostraban un profundo amor hacia los relatos y una cuidadosa construcción del gag; no se trataba solamente de una situación atrás de otra sin ningún sentido más que provocar la risa por inercia en el espectador. El abuso de tiempo en pantalla de estos –alguna vez adorables– seres amarillos, les juega en contra y hasta logra despojarlos de su cualidad de queribles. Y si eso no les parece lo suficientemente terrible, el horror continúa: el amontonamiento de proto ideas escupidas como una máquina que lanza pelotas de tenis es tan atolondrado, básico y reiterativo que, en su afán por causar gracia, termina resultando aburrido y cansador. Sí, no parecía posible pero en su propia película, los minions aburren. Y la cosa sigue sin mejorar. A medida que avanza el metraje, los realizadores no parecen tener ni la más mínima intención de dotar a sus gallinas de los huevos de oro de alguna dimensión como personajes. La única motivación para sostener la película durante noventa y un minutos parecería ser exclusivamente la de seguir explotándolos como meros productos de merchandising. Incluso sucede algo que no pasaba en sus antecesoras: en esta ocasión, ni siquiera existe la posibilidad de empatizar con los pobres minions. Nacieron para ser actores de reparto y así deberían haberse preservado, en estado de gracia y empatía absoluta. Es una pena que, teniéndolo todo para convertirse en los más dignísimos herederos de personajes chuckjonesianos, hayan sido transformados en el reflejo de lo que pasa cuando la ambición de los estudios por recaudar a toda costa termina arruinando algo maravilloso.
Desde que el mundo es “minion” “Spin-off” de “Mi villano favorito” y su secuela, ya está en las salas bahienses una de las películas más esperadas de este año. En estreno simultáneo con otros países del mundo llegó a las pantallas de la Argentina --Bahía Blanca incluida-- Minions, una de las películas más esperadas del año por chicos y grandes. Spin-off o derivada de Mi villano favorito (2010) y su secuela de 2013, se centra en la comunidad de secuaces de Gru, el protagonista de esos filmes; esas criaturas redondeadas y amarillas que conquistaron al mundo con una voz y lenguaje propios y un desenvolvimiento entre inocente y desfachatado, y no exenta picardía y hasta cierta malicia. Tan personales resultaron estos "chicos" que merecieron este título con marca registrada de Illuminations Entertainment, encargado a los directores Pierre-Louis Padang Coffin --coresponsable de las dos precuelas y voz de los personajes cuyo lenguaje creó-- y Kyle Balda (con Mi villano favorito, El Lórax y Cazadores de dragones, en su haber). A Bahía Blanca vinieron con tres copias en 2D y dos copias en 3D, repartidas entre los complejos de salas Cines del Centro y Cinemacenter, todas dobladas al castellano, un favor para los más chicos del grupo familiar, y una pena para quienes hubieran deseado escuchar las voces originales de Kevin, Bob y Stuart (realizadas por Pierre Coffin), la villana Scarlet (Sandra Bullock) y su novio y cómplice Herb (John Hamm). Entretenimiento para la familia Los Minions son pequeñas criaturas de color amarillo que, según nos cuentan en la película que se les dedica, han existido desde el principio del tiempo. Evolucionaron de los organismos unicelulares de Pangea, y su naturaleza y propósito es servir al villano más malo que encuentren en su camino. La torpeza de algunos de ellos hizo que ningún jefe les durase demasiado, y eso que caminaron entre dinosaurios, hombres de las cavernas y sus sucesores genéricos, por todo el mundo civilizado. Tras una crisis de identidad, Kevin, el más inteligente del numeroso grupo, decide emprender un viaje acompañado por dos voluntarios, en busca de un nuevo malo a quien secundar. Entre Nueva York, Orlando y Londres, estos chicos viven una experiencia que los cruza con los criminales más temidos, la primera villana de la Tierra, y hasta la mismísima reina Isabel de Inglaterra. Para volver a ver Da la impresión de que Minons es la clase de películas que se disfruta mucho más en las segundas y terceras vistas que en la primera. No es éste un reproche a la idea y desarrollo de la historia. Por el contrario, es la ansiedad del espectador la que juega en contra del primer encuentro con este filme. La larga espera, los teasers, trailers y subsidiarios varios de la previa a la llegada de esta cinta genera en el cinéfilo un exceso de adrenalina que no encuentra el curso ante la pantalla. El resultado es una atribulación que no se condice con la oferta; cierta indecisión acerca de sI "lo que veo es lo que esperaba o, en verdad, no me convence". En principio, y como para disfrutar mejor de Minions, hay que relajarse y recordar que estos chicos amarillos, amantes de los malos y las bananas, sorprendieron con su aparición en Mi villano favorito y tomaron un mayor protagonismo en la acción de Mi villano favorito 2. Hoy cuentan su propia historia a través de un guión original, lleno de gags, algunos tiernos, como la adicción que Bob tiene por "le Puchi" --ver para saber y evitar el spoiler--, muchos escatológicos como corresponde a su conducta, y otros de hilado fino, por caso, una reina que se divierte tomando cerveza con los muchachos en los bares cuando se le quita por un rato la corona. Idea y espectáculo Hay mucho más, todo disfrutable en dos dimensiones y mucho más en tres, gracias a una labor de animación tan llena de detalles como cuidada. El de animación es el género por excelencia donde se produce la tan demandada conjunción de los planetas "ideas" y "espectáculo" que en el universo de Hollywood parecen pertenecer, en demasiadas ocasiones, a galaxias diferentes. En este segmento, la competencia juega a favor, y Minions es ejemplo de ello, siempre que se lo mire sin presión y con los ojos bien abiertos. Apunte aparte: los créditos finales, como los iniciales, forman parte de la narración y el relato no siempre concluye con el sentencioso "The end". Solo las luces de la sala encendidas a pleno dan pauta de que el espectador no se perdió ninguna escena por escapar antes de la sala.
Minions nos cuenta la historia de estas criaturas desde el inicio de los tiempos. Comenzando desde su génesis, pasando por la era de los dinosaurios hasta la época de Napoleón, los minions tienen una sola función en este mundo, una única razón para su existencia: encontrar al villano más grande, malo y despreciable y servirle –vale aclarar que “minion” en castellano significa secuaz-. Pasa que estos bichitos amarillos son muy torpes e ineptos y no son para nada exitosos en esta tarea de hacer el mal y, habiendo aniquilado sin querer queriendo a todos sus amos, ya sin nadie a quien servir, viven años y años en el exilio, sumidos en una gran depresión. Ya son los 60’s y Kevin, Stuart y Bob deciden salir al mundo a encontrar un propósito para su existencia, un “jefecito” a quien servir. En su camino encuentran a la malvada Scarlet Overkill (Thalía), la primer mujer villana de la historia que los reclutará y les pedirá que lleven a cabo una misión: robarle la corona a la Reina de Inglaterra. Estos chiquitines no saben en lo que se están metiendo, Scarlett quiere robarle el trono a la reina para hacer las maldades más malignas del universo y serán ellos quienes deberán salvar a la humanidad de esta villana. Los minions son unas criaturas muy graciosas que generan una sensación entre tierna y violenta, algo así como un gatito suavecito al que querés acariciar y estrujar fuerte, mientras tenés los dientes bien apretados. Esta precuela de Mi Villano Favorito (Despicable Me), más allá de ser simpática, no supera a sus predecesoras. El personaje de Scarlet Overkill es cero carismático, no le llega a Gru ni a los talones, y su marido, Herb Overkill (Ricky Martin) es flor de nabo. La única que tiene onda es la Reina de Inglaterra, algo que parece imposible, pero que acá Brian Lynch, director de la película, increíblemente logra. Scarlet Overkill no le llega a Gru ni a los talones. El principal atractivo de Minions radica en la ingenuidad de estos bichitos, en ver cómo rebotan, se estrellan, se caen y se chocan entre sí, muy a lo comedia del slapstick, y, por supuesto, su peculiar forma de hablar. La película se apoya mucho en este tipo de comedia física, en la torpeza y ternura de sus protagonistas. Más allá de todo esto, no deja de ser altamente disfrutable. No puedo parar de ver una y otra vez una escena en la que Stuart se chamuya a un hidrante de incendio amarillo diciéndole “hello papaguena, tu le bela con la papaia” mientras aprieto bien los dientes. Bruxismo en estado puro.
Crítica emitida por radio.
Los minions son esas extrañas criaturas indestructibles que han existido desde la vida misma. Son criaturas cuyo único propósito en la vida es servir al villano más malo que puedan encontrar, y cuando no están sirviendo a alguien, su existencia parece condenada al fracaso. Los conocimos en el 2010, cuando Universal estrenó Mi Villano Favorito, y de inmediato se convirtieron en los favoritos de muchas personas (no necesariamente niños). Por ello, después de la segunda parte, que seguía siendo un éxito sobre todo a estos personajes, decidieron sacar su "spin-off" sobre su propia historia, y de su aportación a la humanidad a lo largo de los años. Como película para niños, no hay que buscar mucha lógica. Tres pequeños son seleccionados para encontrar a un nuevo villano y salvar a su población de la desesperación y el tedio. Scarlett Overkill, la mejor villana del mundo es seleccionada, y con su torpeza e ingenuidad, son capaces de llevar a cabo obras que ni los mejores villanos han logrado. Pero cuando todo sale mal, se verán obligados a salvar su vida y la de toda Inglaterra. Es entretenida y disfrutable para los pequeños. Quizá no tanto para los adultos, a quienes sólo les gustará el soundtrack, lleno de rock clásico inglés. La intención es divertir a los amantes de las criaturas amarillas, y dado el éxito comercial y mercadotécnico, parece que lo lograron. No esperamos ver al filme entre lo más exitoso del año, pero cumple aquello para lo que fue hecho: entretener por hora y media a los más pequeños de la casa.
Las secuelas degradan a un producto genial; si la idea original no era la de contar una historia épica en varios capítulos, lo único que obtenemos es un desesperado intento de seguir lucrando con la memoria del público. Mi Villano Favorito es un ejemplo perfecto de esto; salió de la nada, se volvió en un éxito de público y crítica y pronto disparó una andanada de secuelas. La segunda parte fue mecánica pura con poco y nada del corazón que tenía el original, y ahora llega esta precuela, la cual es sólo una larga serie de gags protagonizada por un puñado de nuestros personajes favoritos. Oh, sí, los Minions (secuaces) eran lo mejor de Mi Villano Favorito pero, como suele ocurrir, lo mejor viene en cuentagotas. Es algo parecido a los que ocurrió con Piratas del Caribe en donde Jack Sparrow era un personaje secundario genial pero, cuando le dieron el protagónico exclusivo en Navegando en Aguas Misteriosas, toda la magia se murió por sobredosis. Sin Gru y las huerfanitas lo que queda en Minions son gags estirados en una historia que le queda demasiado corta. Honestamente, creo que toda la trama de Minions puede resumirse en menos de media carilla. Los bichos son simpáticos y ciertamente hay secuencias graciosas pero, por cada acierto, hay 5 o 10 que pifian el blanco. En particular, el seteo de la historia en la Inglaterra de los años 60, lo cual deberían disparar una tonelada de referencias poperas pero de las cuales tenemos sólo un puñado - los Beatles cruzando Abbey Road, o los policías tomando té mientras manejan patrulleros Austin Mini -. Ni siquiera la convención de villanos tipo Comic Con obtiene todo el jugo que debiera. Aparece la villana - una anodina Sandra Bullock - y lo único que hace es pavonearse en el aire durante media hora con su pollera - cohete. Mucho golpe, mucha caída, mucha comedia slapstick, pero ningún personaje interesante (a lo sumo Jon Hamm como el marido de Scarlett Overkill, el cual se relame con su acento british en las pocas líneas que el libreto le ha asignado); y si a eso se le suma el cocoliche que hablan los Minions - y que es gracioso durante un tiempo -, verán que la trama va a los saltos. Hasta el climax es estirado, con la villana que parece derrotada pero regresa... y regresa... y regresa... Una tonelada de chistes no alcanza para hacer una película buena y, sobre todo, en el caso de Minions que viene de una estirpe fílmica caracterizada por su sentimiento. Acá el gran momento emocionante figura en los cinco minutos finales, en donde los bichos se topan con un Gru pre adolescente, y en donde bastan un par de muecas del personaje de Steve Carell para meterse a la platea en el bolsillo. Si el film hubiera apuntado a ese Gru pre púber, el resultado hubiera sido mucho mas satisfactorio. Definitivamente Minions es para un público de un dígito de edad. No está al nivel de Mi Villano Favorito (ni por asomo), sino que está para generar merchandising. Pero los productos que olvidan su naturaleza de nacimiento terminan pereciendo y algo de ello es lo que pasa con esta saga, la cual viene apurando el grado de declive. No es necesariamente mala pero desborda de relleno, y eso es algo que termina resultando molesto incluso antes de que lleguen los títulos de crédito.
Un comienzo de franquicia básico pero efectivo Luego del gran éxito de "Mi villano favorito" y su secuela, era prácticamente una fija que en algún momento iba a haber un spin off de esas divertidas criaturitas amarillas llamadas Minions. Debo decir que no soy muy amigo de los spin off tirados de pelos, y cuando anunciaron que habría uno de estos bichitos pensé que sería pésimo y no tendría sentido justamente por el rol secundario y prácticamente mudo que tuvieron estos seres en la saga de Gru. Bueno, si bien no me pareció una de las películas animadas más brillante del año, creo que logró encontrarle la vuelta al hecho de contar una historia de origen y poder ofrecer una entretenimiento decente. Repito, no es brillante, ni te vas a retirar de la sala pensando "che, los Minions es un película bárbara, super recomendable con la que me despanzurré de la risa", no, pero tiene sus buenos momentos y logra encaminar una nueva franquicia que sin dudas tendrá al menos dos entregas más. La trama se centra en el pueblo Minion, cuyo único objetivo en la vida ha sido servir a los villanos más malos que han caminado sobre el planeta Tierra. Luego de acabar involuntariamente con todos sus amos, se encuentran finalmente en una situación estéril, de aburrimiento e inutilidad total. Ante esto, deciden enviar a 3 exploradores a buscar al villano máximo, aquel que los banque y no se muera en el proceso. Los 3 valientes resultan ser los conocidos Stuart, Kevin y Bob. En su aventura se cruzarán con una loca familia que está asistiendo a la Villain-Con, la convención más grande de villanos del mundo y posteriormente con Scarlet Overkill (Sandra Bullock), la malvada más fabulosa de todas. A partir de acá se arma el nudo que contiene el alma de la película, un alma que resulta básica pero efectiva, que despliega un repertorio de situaciones humorísticas que permiten que los bichitos amarillos se luzcan al 100%. No hay mucho que esto. Un compilado de humor físico que en la gran sala de cine resulta contagioso, aunque al salir y con la risa ya calmada, es inevitable pensar que lo que vimos bien podría haberse hecho para televisión y el efecto hubiera sido muy similar. Más para fanáticos que para espectadores ocasionales.