La condición de estrella de Tom Cruise y su talento como actor es lo que permite sostener esta película de ciencia ficción que está protagonizada por él de forma no exclusiva, pero casi. Un soldado veterano ha sido asignado a una misión en un planeta Tierra abandonado por los humanos luego de una gran guerra contra alienígenas. Jack (Tom Cruise) y Julia (Andrea Riseborough) son un equipo que se encarga de patrullar el planeta destruido para asegurarse que se puedan seguir aprovechando los últimos recursos disponibles. Jack patrulla y Julia desde su base-hogar controla toda la operación mientras son supervisados a su vez por sus superiores. Todo parece ser un trabajo rutinario, donde Jack, por momentos de forma visible, por momentos en secreto, posee una enorme nostalgia acerca del planeta que se ha perdido décadas atrás. Pero en sueños el tiene sueños que lo perturban, habita en él una sospecha, una inquietud, algo que no termina de cerrar. La fría vida cotidiana con Julia y la perfección de toda la operación no le aporta a él ninguna forma de tranquilidad, al contrario. Con ese punto de partida al espectador y a Jack solo le queda esperar que pase algo. Y algo, claro, pasará. A la presencia indiscutible del protagonista masculino, hay que sumarle el excelente clima logrado por el director (Joseph Kosinski, el mismo de Tron: El legado), capaz de ir llevando la trama con interés cada vez mayor, con un aprovechamiento de las locaciones abandonadas y los espacios abiertos al estilo del western. (A partir de acá se contarán puntos clave de la trama, se invita al lector a dejar de leer si no quiere enterarse de esos detalles.) Los fanáticos de la ciencia ficción verán todos los tópicos favoritos del género, con la calidad técnica y el asombro visual del que son capaces las películas actuales. Pero aun dentro de esa tecnología, Oblivion no se olvida nunca de crear climas y personajes y eso es lo que le da mayor fuerza e interés. El espectador verá también la conexión con títulos clásicos del género y como el héroe tiene también esa nostalgia demodé propia de los personajes de la ciencia ficción. Pero hay el sueño recurrente de Jack –Jack, un nombre de héroe popular- algo que sabemos lo cambiará todo. Por eso cuando una nave se estrella en la Tierra y Jack descubre en esa nave criogenada a la mujer con la que sueña, sabemos al instante que todas las certezas que él tenía están a punto de desmoronarse. La frialdad de su compañera, el discurso mecánico de los superiores, todo aquello que nos inquietaba estalla a partir de ese momento. Jack luchará entonces por recuperar su humanidad perdida. Sosteniendo la idea de que detrás de cada ser humano, por más básico y parecido al resto que parezca, siempre hay algo que lo lleva a su condición de tal, con sus valores, sus deseos y sus sueños. Una metáfora sobre la que ha insistido mucho el género a lo largo de los años y que no por eso ha perdido vigencia. Para que todos nos veamos reflejados en Jack, es indispensable que el protagonista sea una estrella como Cruise, cuyo carisma vuelve a quedar en evidencia en esta película. Aunque bordea el western Oblivion sigue siendo principalmente un film de ciencia ficción. Y el cliché de que su protagonista esté fascinado por el pasado, no solo está justificado por la trama, sino que además nos lleva a sentirnos más identificados con él aun. Seamos únicos o uno más entre millones, cada uno de nosotros vive su vida como la única disponible.
El olvido del entretenimiento En su crítica sobre Cloud Atlas, el crítico Michael Phillips -del Chicago Tribune- escribió: "La película realmente no funciona pero es fascinante ver las formas en las que no lo hace". Es cierto que hay algo de saña en lo que dice el periodista pero si su inclusión sirve de algo es para trazar un paralelismo entre el film de los Wachowski y Tom Tykwer y la nueva aventura de Tom Cruise. Ambos films comparten una misma cara: se trata de dos obras enormes y exageradas como fácilmente rechazables. Sin embargo, también hay una clara diferencia ya que la desmesura de Cloud Atlas se relacionaba con la pasión de contar no una ni dos, sino seis historias a lo largo de diferentes épocas. En definitiva, una película tan ambiciosa que resultaba apasionante y divertida...
La nostalgia del ayer Una premisa básica como la devastación del planeta Tierra a causa de una guerra contra alienígenas que vinieron a conquistarnos marca el prólogo en off donde el protagonista Jack Harper (Tom Cruise) narra cuál es su función en el nuevo panorama en el que según sus palabras los sobrevivientes humanos ganaron la guerra pero perdieron el planeta. Jack es algo así como un encargado de seguridad y mantenimiento de drones programados para aniquilar al enemigo extraterrestre que aún persiste con sus ansias de conquista y que se denominan carroñeros. Trabaja día a día explorando la geografía y las ruinas de lo que quedó tras las batallas -y no fue alcanzado por la radiación- junto a su compañera Vika (Andrea Riseborough) bajo las órdenes de la autómata Sally (Melissa Leo), quien se encarga de dejar todo preparado para que ellos partan hacia Titán, el nuevo planeta cerca de Saturno donde los humanos sobrevivientes comenzarán de nuevo. Sin embargo, a pesar de que la memoria de Jack y de los otros soldados fue borrada totalmente, un recuerdo recurrente se niega a desaparecer y lo conecta de cierta manera con un pasado en el que el rostro de una misteriosa mujer (Olga Kurylenko) ocupa el centro de sus sueños en los que se lo puede observar feliz y menos frio de lo que es actualmente. Todo tomará otro cauce cuando Jack, en una misión extra oficial, descubre unas cápsulas con presencia de personas, quienes a pesar de ser humanas son objetivo de los drones y entonces ese recuerdo cobrará otro sentido en su vida desde el momento que se reencuentra con Julia, la mujer misteriosa del sueño. Poco más se puede agregar (sin revelar información sustancial) sobre esta historia que toma como punto de partida la lucha de un hombre por preservar sus rasgos de humanidad contra la mecanización y la deshumanización en un futuro muy cercano, dominado por un poder en la oscuridad y por manos invisibles que digitan operaciones secretas y manipulan el relato para no perder el privilegio de la dominación sobre la sociedad. Tópico que la ciencia ficción ha desarrollado desde Un mundo feliz hasta 1984 pasando por Blade Runner por citar los casos más paradigmáticos donde siempre hay un grupo que resiste al orden instaurado en pos de una lucha desigual por la libertad. Tom Cruise se luce en este rol de héroe melancólico y su carisma aparece cada vez que la película lo necesita, aunque el diseño de producción y la puesta en escena son las estrellas del film, dirigido por Joseph Kosinski, quien ya con su trabajo en Tron: el legado demostrara talento para este tipo de megaproyecto en el que los efectos visuales juegan un rol trascendente pero siempre en función a la trama y no a la exhibición gratuita. El mayor problema de Oblivion... es la extensa duración teniendo en cuenta un prólogo y una introducción demasiado larga para lo que se quiere contar, defecto que arrastra a lo largo de los 126 minutos de metraje al que le sobran por lo menos 30 minutos y le falta algo más de acción porque no puede negarse la estructura del western impregnada en un producto de ciencia ficción como éste. Los personajes secundarios están bien construidos, ninguno desentona pero tampoco brilla por sí mismo como es el caso de las dos actrices principales que se disputan a Jack en un pseudo triángulo amoroso, que no aporta mucho al argumento pero alcanza para disfrutar de dos rostros muy fotogénicos que -por decir de alguna manera- calientan la fría imagen saturada de blancos y falta de personalidad en un mundo donde los sentimientos y las emociones parecen haber quedado en el olvido hasta que un nostálgico se acordó de su humanidad.
Los olvidados La nueva incursión cinematográfica de Tom Cruise viene de mano del director de Tron: El Legado, y la elección de Joseph Kosinski no es errada considerando la puesta en escena ofrecida. La historia de Oblivion: El Tiempo del Olvido cuenta que la humanidad para defenderse de una raza invasora utiliza sus bombas atómicas dejando la mayor parte de la superficie inhabitable, por eso, lo que resta de ella espera en una nave espacial para viajar a otro planeta. Antes de irse, necesita llevarse el agua de la tierra a través de unas máquinas extractoras. Un equipo formado por Victoria (Andrea Riseborough) desde una base estratégica y Jack (Tom Cruise) desde el terreno, son los encargados de cuidar que estás máquinas sigan funcionando. Para ayudarlos también están los Drones, unas naves robot poderosamente armadas, que patrullan el territorio ya que el enemigo extraterrestre sigue ahí, oculto entre la devastación. La historia funciona porque ese relato oficial se va desenmascarando a cuenta gotas, la verdad se filtra y el misterio logra mantener nuestra atención lo suficiente para que sigamos atraídos (aunque no sea tan interesante lo que sucede en pantalla). Lamentablemente, cuando se acerca el final, lo que era motor y duda se convierte en una explicación total. Entiendo que la idea es dar todo masticado, pero la excesiva explicación sin dejar lugar a la imaginación resulta poco gratificante. En el aspecto técnico uno sabe que está frente a una pila de dinero, o sea, hay una impecable visión futurista. Por fortuna en medio está Tom para transpirar la camiseta y hacernos creer todo lo que sucede, lo explicado y lo que no nos importa tanto. Del lado de las actrices que lo acompañan ya es más complicado el tema, Victoria (Riseborough) con su cibernética actitud cobra vuelo en su celo frente a la aparición de Julia (encarnado por Olga "no se me cae un gesto" Kurylenko) reforzando la ambigüedad de su personaje y sus reacciones inesperadas. Pero del lado de Olga, ¡qué difícil!, se pasa de frialdad soviética. Lo de Morgan Freeman (Beech) es repetitivo, como dios o presidente, se las sabe todas, y aún en piloto automático, cumple con su rol de líder templado. Al parecer lo del director Joseph Kosinski es la desolación y el ascetismo, a diferencia de Tron: El Legado, aquí no es la aridez de una matriz de computadora, este es la era post nuclear donde solo hay lugar para el vacío y un desierto de arena radioactiva. Con una puesta en escena desangelada y por momentos estimulada con música electrónica (a veces invasiva en el relato) el director arma su película con un par de vueltas de tuercas, algunas escenas de acción y claro, Tom Cruise. Porque cuando la esterilidad visual empieza a agotar está el actor de Jack Reacher: Bajo la Mira que no afloja en actitud ni en su fisicidad, él nos permite mantenernos en el relato. Oblivion: El Tiempo del Olvido queda entre una visión lánguida y un Cruise que desea inyectarle pasión a pura sonrisa, y sin ser una aventura memorable, entretiene de manera inocua. Lo que resulta seguro es que si no estuviera Tom para meterle chicle a un robot o golpear un motor para hacerlo funcionar, ese futuro sería aún más frío y descarnado.
Equipo Efectivo Con su sonrisita carismática, su mirada “penetrante”, sus esforzadas expresiones para escapar de explosiones o sorprenderse ante la idea de que acaba de descubrir el secreto de un complot internacional para destruir el mundo, Tom “Ethan Hunt” Cruise regresa para salvar el planeta. Esta vez no es Jack Reacher, sino Jack Harper, pero algo guarda del agente paramilitar que nos divirtió en el verano: una gorra de beisball de las yanquees, que aún en un futuro devastado, guarda en una cabaña junto al lago. Lo que más bronca me da de Tom Cruise no es el hecho de que es un MAL ACTOR, que no importa lo que pretenda hacer tiene un número limitado de expresiones faciales a las que acude ante cada situación porque no sabe como conectarse con cada personaje en forma interna, sino el hecho que las películas que elige, y los directores con los que trabaja no son malos. Está bien, lo admito, en los últimos años, Tommy ha mejorado un poco. La calidad de los films termina por conseguir que valoremos sus interpretaciones, o quizás los realizadores entendieron como debían dirigirlo para que no se note que es un MAL ACTOR y que pueda rendirles en la taquilla. Irónicamente, en los últimos tiempos, sus mejores actuaciones fueron aquellas en las que era una caricatura de sí mismo, donde el chiste estaba en verlo a Cruise “transformado” como son los casos de Una Guerra de Película o La Era del Rock. Pero viendo Oblivion, realmente no puedo entender como puede haber un grupo selecto de críticos que entienden que es un buen actor. Como sucede con De Niro o Pacino, que hoy en día son solamente una suma de tics y expresiones que nos sabemos de memoria – a veces igualmente nos sorprenden - Cruise sigue apelando a los mismos rostros… pero lo hace desde sus primeros films. Es posible, que con otro intérprete, Oblivion, segundo trabajo de Joseph Kosinski – quizás con Ryan Gosling – este trabajo de ciencia ficción que se nutre de diversas fuentes como 2001, Odisea del Espacio, Wall E o La Guerra de las Galaxias, tendría un tono menos solemne, menos romántico y optimista, y sobretodo pretencioso. Pero el hecho es que Cruise roba toda la atención, tiene dos mujeres peleándose por él, y la trama termina siendo secundaria, por detrás de su figura, de su personaje, que no tiene la profundidad que el mismo amerita. Aún así es una interpretación más contenida y austera que otras, lo que demuestra que Kosinski no es solamente un visionario audiovisual, capaz de crear universos y mundos propios, con códigos que cierran completamente, sino también un buen director de actores. Le saca incluso una verosímil interpretación a Olga Kurylengo, algo que hace pocos años creíamos imposible. Pero la verdaderamente destacada es Andrea Risebourgh con sutiles expresiones y sensualidad, tiene el personaje más difícil y consigue una notable interpretación. Ahora bien. Poco importan las actuaciones en una obra que pretende sobretodo entretener con la magia de los efectos visuales. Entre persecuciones y momentos más reflexivos sobre el cuidado del planeta, la ecología y la crítica armamentista, transcurre un film que respeta las reglas del género y tiene un par de sorpresas rondando alrededor de esta tierra deshabitada. La utilización del Empire State como núcleo de la relación de Jack y Julia (Kurylenko) es un factor interesante, así como el diseño de los diferentes espacios, elección de colores – otro interesante trabajo del chileno Claudio Miranda como director de fotografía en film con muchos efectos como Una Aventura Extraordinaria – y sutiles elecciones musicales, que le aportan una identidad retro a la obra. Quizás esta idea new age y la música tecno sean lo único que vincula a Oblivion con Tron: El Legado, pero hay que aceptar la idea, de que Kosinski consigue hacernos creer que este universo paralelo, este futuro apocalíptico esta ahí. El mito de la invasión y las guerras nucleares tiene cierta lógica hasta los últimos minutos del film, donde se deja llevar por un enfrentamiento digno de Ronald Emmerich o Paul W. Anderson. Y esto lo digo en forma peyorativa. Sobre la segunda parte del film, cuando empiezan a develarse los “secretos” del film, aparece un mundo subterráneo liderado por Morgan Freeman, que carece de desarrollo y profundidad dramática. Termina siendo parte del decorado del film. Aún así, termina siendo un producto aceptable, menor en calidad a Tron: El Legado, pero que los fanáticos de la ciencia ficción apreciamos debido a los homenajes – literales – a los innovadores films de Kubrick de 1969 y Lucas en 1977 (hablando en términos técnicos). Oblivion no será recordada como una obra innovadora, pero tampoco merece ser olvidada. Lástima que está Tom Cruise…
Hacia otra tierra prometida Frente a tanto ruido a partir de la llegada de Tom Cruise a Buenos Aires con la excusa de promocionar el último film que protagoniza, no se puede negar que las expectativas por lo que nos brindaría Oblivion: El tiempo del olvido (Oblivion, 2013) no eran menores, o al menos existían. La ciencia ficción se vale aquí de la escena espacial para contarnos una historia que lucha consigo misma para que lo atractivo y atrapante que tiene prevalezca sobre su, a veces, retorcida complejidad. El estadounidense Joseph Kosinski, también director de lo que fue su ópera prima Tron: El legado (TRON: Legacy, 2010), nos lleva a una realidad futurista y postapocalíptica, en el año 2077 (fecha poco convincente por su proximidad) y en la que Jack Harper (Tom Cruise) y Vika (Andrea Riseborough) tienen la tarea de controlar y reparar los distintos Drones que sobrevuelan un ya inhóspito planeta tierra amenazado por la presencia de una especie a la que llaman “carroñeros”. Ambos acatan diariamente las órdenes de Sally (Melissa Leo), quien se encuentra en una estación espacial a la que ellos irán una vez terminado su trabajo. Sin embargo, Jack Harper, en una de sus expediciones se topa con otros seres humanos, tras la caída de una nave, en la que se encuentra Julia (Olga Kurylenko). Ella hará que Jack comience a descreer de todo lo que lo rodea, su pasado, la autoridad a la que obedece, y en definitiva de la vida que lleva adelante. Con el agregado de grandes efectos especiales y una fotografía extraordinaria –digna de guardar en la retina- Oblivion: El tiempo del olvido mantiene al espectador expectante hasta su último plano, en particular por los continuos giros que va adoptando el relato. En un momento, uno ya no sabe con qué se encontrará, y si bien esta idea puede resultar interesante, tampoco se puede negar la posibilidad de que derive en una historia con asteriscos inabordables. Queda en cada espectador llevar la balanza para un lado u otro. Nos encontramos con un Tom Cruise en su versión más Misión Imposible, inmerso en la acción y aventuras desafiantes, con su hombría envuelta en neón, factor ayudado por las dos bellas actrices (Kurylenko y Riseborough) que lo rodean. Lógicamente, dentro de la relación entre estos tres personajes vemos la esencia más melodramática del film, que por momentos, insiste en aparecer y cae en el exceso. Kosinski muestra en esta superproducción que la ciencia ficción puede salir del simple desenfunde de efectos y la artificialidad estridente. Los logros técnicos están al servicio de un cuento, cuyo conflicto navega entre la conciencia, la noción de la realidad y el tiempo, y las relaciones humanas. Oblivion: El tiempo del olvido nos remite, en algunos aspectos, a La isla (The Island, 2005), film protagonizado por Ewan McGregor junto a Scarlett Johansson, en la que también encontramos personajes que por alguna razón se distinguen, cognoscitivamente hablando, de su entorno y tienen el propósito de ir a algo así como un lugar mejor que se les anticipa continuamente con una gran sonrisa. Claro está que no estamos frente a una seguidilla de tiros láser y movimientos o saltos imposibles. También vale decir que, en la búsqueda de la originalidad, Jack Harper y compañía se enroscan más de lo que, tal vez, esperábamos.
Joseph Kosinski es uno de los directores nuevos más interesantes que surgieron en estos últimos años en Hollywood. El cineasta sobresalió primero en el mundo de la publicidad por sus comerciales realizados con animación computada y en el cine se destacó con lo que fue su ópera prima, Tron: Legacy, en mi opinión, una excelente secuela del clásico de Disney. En este caso presenta Oblivion, que es la adaptación del cómic homónimo que escribió junto con Arvid Nelson, que todavía no se publicó. Esto es muy loco porque Kosinski tardó menos tiempo en hacer la película con Tom Cruise que en tener editada la novela gráfica en las librerías. Su nuevo film es una producción muy influenciada por el viejo cine de ciencia ficción de los años ´70, al que este estreno parece rendirle homenaje. Me refiero a clásicos memorables como La amenaza de Andrómeda (1971), de Robert Wise, La máquina del Día del Juicio Final (1972), Naves misteriosas (1972), con Bruce Dern, y Zardoz (1974) por mencionar algunos casos. También está un poco presente el espíritu apocalíptico de El planeta de los simios, pese a que acá no hay monos ni monstruos involucrados en el argumento. Me quedó la sensación que este tipo de historias tuvo un peso importante en la concepción de Oblivion. El director Kosinski nuevamente presentó otra obra impecable en materia de realización que tiene algunos puntos en común con lo que fue Tron: Legacy en materia de música y fotografía. Lo interesante de este film es que el cineasta durante el 80 por ciento de la trama sostiene todo el relato y el misterio del conflicto con tres actores: Tom Cruise, Olga Kurylenko y Andrea Riseborough. Después se incorporan más personajes en la trama pero el núcleo de la historia se concentra en la relación de los tres protagonistas. Las secuencias de acción están muy bien logradas, al igual que los escenarios futuristas y pese a que el film puede traer al recuerdo a numerosas producciones clásicas que se hicieron en el pasado, Oblivion es una propuesta de ciencia ficción que brindar un buen entretenimiento.
Batallas entre humanos y robots, realidad virtual, viajes en el tiempo, sofisticada tecnología, historia futurista de corte apocalíptico, planetas colonizados, poderes que controlan y someten al individuo, memorias que son borradas e implantadas... En Oblivion: El tiempo del olvido conviven casi todos los grandes tópicos de la ciencia ficción y las referencias, por lo tanto, son inevitables y evidentes: desde 2001, odisea del espacio hasta Alien , pasando por THX 1138 , la animada WALL-E y un film menos conocido como En la Luna. Joseph Kosinski -que venía de realizar otra superproducción dentro del género como Tron: El legado - coescribió y dirigió esta película protagonizada y narrada en off por un Tom Cruise que interpreta al comandante Jack Harper, responsable del mantenimiento de unos drones programados para combatir a los aliens (aquí denominados carroñeros) que pretenden aniquilar a (lo que queda de) la humanidad. La película transcurre en 2074, seis décadas después de una guerra contra los invasores extraterrestres que ha devastado a la Tierra luego de múltiples explosiones atómicas. De hecho, los pocos sobrevivientes se han trasladado hacia Titán, una de las lunas de Saturno. Durante la primera mitad de la película (bastante minimalista y, por lo tanto, a contramano de la tendencia a la acumulación y al estímulo constante de la inmensa mayoría de la oferta hollywoodense) hay sólo tres personajes en pantalla: Harper, su asistente/amante Vika (Andrea Riseborough) y Sally (Melissa Leo), quien vigila y supervisa todo desde el control central. Sin embargo, durante la segunda mitad del relato, la película cambia por completo de tono, registro y estilo. Aparecen en escena un grupo de rebeldes liderados por Morgan Freeman y Nikolaj Coster-Waldau, una misteriosa y bella mujer (Olga Kurylenko) y el relato se torna mucho más recargado con abundantes diálogos, una subtrama romántica y una vuelta de tuerca con "mensaje" (y moraleja) que resulta demasiado subrayada. En esa segunda hora, por supuesto, surgen unas cuantas escenas de acción (incluidas persecuciones aéreas a toda velocidad por estrechos cañones) que le imprimen a la narración un mayor vértigo. La música electrónica también acompaña ese vuelco tornándose cada vez más permanente y grandilocuente. Si bien no todos los elementos conviven con armonía (la película es un poco "esquizofrénica", como si tuviera una doble personalidad que la hace pendular todo el tiempo entre el drama psicológico "serio" y el cine de entretenimiento "ligero"), Kosinski regala unas cuantas escenas que, tanto desde la puesta en escena como desde el inteligente uso de los efectos visuales, resultan muy sofisticadas y atrapantes. Extraña propuesta de ciencia ficción (casi todas las imágenes, por ejemplo, son diurnas) con un discurso entre místico y new-age, Oblivion es un film anómalo en más de un sentido. De todas maneras, en una industria con tanta producción en serie, se trata de un mérito, más que de un defecto.
Recuerdos del futuro La película empieza ambiciosamente, y no es para menos si lo que se va a ver es un filme de ciencia ficción. Un planeta Tierra deshabitado en un futuro posapocalíptico, por 2077, luego de que unos aliens invasores -malos como siempre- llevaron a la devastación, por la utilización de armas nucleares. Así que los humanos que sobrevivieron se exiliaron en Saturno, ya que la luna, que quedaba más cerca, está destrozada, y mientras se pueda extraer agua, Jack Harper y su pareja se quedarán cuidando los drones que aseguran el abastecimiento ante probables ataques extraterrestres. Pero hay una fecha. Faltan dos semanas para que Jack Harper y Vika se vayan y dejen la base flotante en el aire. Y a Jack esto le trae recuerdos, o sueños, sobre una mujer que no (re)conoce. Con algo de WALL-E -la Tierra devastada, pero con más violencia y sin el humor de la película de Pixar- y, habrá que decirlo, otro tanto del espíritu de Philip K. Dick y su Blade Runner: Jack se asemeja a Deckard en cuanto a las preguntas que se hace sobre su propia existencia. Y que tal si… Al universo de la ciencia ficción mejor se ingresa sin prejuicios, o sino, no se entra. Así que obviamos que el director Joseph Kosinski es el de Tron, el legado. Lo bien que hacemos, porque Oblivion no tiene estructura de videojuego y sí una realización visual impactante. La fotografía es del chileno Claudio Miranda, el mismo iluminador de Una aventura extraordinaria, por la que ganó el Oscar, y que ya había trabajado con Kosinski en Tron…. Rodada en Islandia, entre otras locaciones, es una película de pocos personajes, con -eso sí- un Tom Cruise omnipresente en los 140 minutos de proyección. La aparición de más personajes, que conviene no adelantar para no atentar con las sorpresas que le deparan a Jack y al espectador, intentan conferir al relato un sesgo de aventura humanista. Pero está claro que la segunda parte del filme -la vuelta de tuerca- resulta mucho menos rigurosa e interesante que la primera, en la que Jack sobrevuela con su nave ultramoderna cual helicóptero del futuro, y todo es mucho menos discursivo de lo que vendrá después. Lo mejor de Oblivion es la imaginería visual. Y como se ve en el filme, hay que creer y/o reventar.
Olvido, sorpresa y déjà vu. El atractivo de la ciencia ficción es el de un eterno cuestionamiento: “que pasaría si...”. Una chispa sobre lo que no existe hace explotar de repente un nuevo territorio, que le da espacio a las grandes ideas así como a las historias masivas. Es en la unión de estos dos últimos elementos en la cual lo irreal se vuelve cercano, y en la que una obra más se transforma en un clásico. El cine ya nos dió decenas de grandes relatos como estos, llevando al espectador a lugares tan recónditos como los confines del espacio pero, al mismo tiempo, sumergiéndolo en las profundidades de la naturaleza humana. Ahora, Oblivion: El tiempo del olvido (Oblivion, 2013) presenta pretensiones de llegar a estas alturas y, a la vez, entretener a las audiencias con una aventura de misterio y acción. Si bien la película no puede lograr lo primero, tiene bastantes aciertos en el segundo como para dejarla pasar. El film se transporta a la Tierra post-apocalíptica de 2077, solo consistente en restos de la guerra interplanetaria que 60 años atrás arrasó con todo. En el área de Nueva York, quedan Jack (Tom Cruise) y Victoria (Andrea Riseborough), quienes tienen la tarea de limpiar el desastre y juntar recursos naturales para transportarlos al resto de la civilización, ahora mudada a una de las lunas de Saturno. Por fortuna para ellos, solo quedan dos semanas más de trabajo, pero la curiosidad de Jack y la llegada de una sobreviviente con secretos (Olga Kurylenko) iniciarán una serie de revelaciones que cambiarán sus perspectivas y al mundo que conocen. Joseph Kosinski (Tron: El Legado) plantea una historia de descubrimiento con un ritmo más lento que el de los tanques hollywoodenses habituales -casi moviéndose como un western clásico-, para construir los interrogantes y al mundo que rodea a Jack. Aunque la lentitud pierde sentido cuando aparecen las respuestas hacia la parte final del film, el diseño visual de la producción es espectacular, haciendo gran uso de la mezcla del relieve estéril de Islandia y unos excelentes efectos especiales, llevando a la pantalla un futuro digno de ser visto en la pantalla grande. No sorprende el hecho de que el realizador haya sido profesor de arquitectura: los mundos de sus dos films están meticulosamente armados; en este caso, uniendo en protagonismo a la desolación de desiertos y montañas con la frialdad geométrica de las máquinas y hogares del mañana, al mismo tiempo que deja en lugar secundario a las ruinas de La Gran Manzana. Otros recursos de Kosinski para mantener el interés son escenas de acción bien fluidas y enfocadas, una pulsante banda de sonido por M83 (variando entre el tecno noventoso y el estilo bombástico de un seguidor del compositor Hans Zimmer) y con el amuleto que es su protagonista principal. Cruise siempre fue una estrella clásica con los pies en el presente, al estilo de George Clooney: su personalidad básica provee suficiente carisma para sostener el film, a pesar de no estirarse más allá de eso (excepto, claro, por casos como Colateral y Magnolia). Pero claro, en la segunda mitad empiezan a notarse los problemas, principalmente cuando el director (quien también fue autor de la historia original, luego reescrita por reconocidos como William Monahan y Michael Arndt) continúa apuntando a lo grande, todo mientras sigue tomando elementos obvios de más y más clásicos de ciencia ficción de los últimos 50 años: desde imágenes de 2001: Odisea del Espacio y Star Wars a temas y personajes vistos en Solaris, Matrix y En la Luna. Este el punto en que muchos se dividirán, diciendo si es un manifiesto de influencias o un atraco a plena vista. De todas formas, Kosinski parece evitar lo último, compensando con su coherencia estilística para atar su universo. Eso sí, es inevitable pensar la gran frase de comparación: “Esto ya lo ví en algún lado”. Es una lástima que, a pesar de todo el esfuerzo puesto en la experiencia sensorial del film, no se haya elaborado lo mismo en lo ideológico y lo argumental. Temas como la voluntad propia, la existencia del alma y la lucha del individualismo contra la convención social son introducidos pero no desarrollados, dándoles sólo una resolución veloz. Y la historia del film, si bien es interesante, tiene varios baches y no demasiada profundidad con la historia de los humanos aparte de Cruise, dejando a los actores para valerse por sí mismos: mientras Riseborough y Kurylenko salen a flote con lo poco que les da su material, una subtrama con un grupo de sobrevivientes liderado por el personaje de Morgan Freeman (quien aparece por aproximadamente 15 minutos), queda oculta excepto por cuando se necesita desesperadamente su uso. A fin de cuentas, Oblivion es una de esas grandes producciones que, a pesar de estar hecha de partes usadas, tiene suficiente espectáculo y ritmo para entretener y distraer por un par de horas. Si podrá esquivar el olvido, se verá más adelante. @JoniSantucho
Visualmente impactante, esta cinta de ciencia ficción dialéctica, presenta un argumento laberintico, plagado de intrigas que se van revelando a medida que avanza el metraje. Cercana a las historias de Ray Bradburry, se luce por su utilización de escenarios naturales, fusionados con elementos digitales de diseños futuristas. Bien actuada, climática, atronadora por momentos, resulta ideal para los amantes de la ficción clásica.
La mujer entrevista en sueños La obra de Joseph Kosinski se destaca exclusivamente por su llamativo diseño audiovisual, explosiones de efectos especiales e imágenes casi oníricas con gran preponderancia del blanco en superficies heladas. La acción se ubica en los próximos sesenta años. Seres extraterrestres (Aliens) invadieron la tierra, se produjo el caos y casi todo quedó en ruinas, mientras los humanos fueron expulsados hacia distintos sectores del espacio. Uno de ellos es Jack Harper (Tom Cruise), miembro de una misión que se ocupa de controlar los robots ocupados en salvar los últimos recursos del planeta, antes de la partida final. A Harper se une su ayudante Victoria (Andrea Riseborough), con la que forma un team ideal, pragmático y vital. Pero en algún momento del tiempo, una mujer venida del espacio Julia (Olga Kurylenko) comienza a cambiar el panorama de la pareja y Jack parece olvidar el llamado de Sally (Melissa Leo), la supervisora de la misión interestelar. PARTIR JUNTOS La idea de partir juntos, con Victoria, no parece ser el próximo objetivo. Jack cree reconocer en Julia, la navegante estelar como la mujer que aparece en sus sueños y que le revelará la verdad, una verdad del pasado. Algo que le hará cambiar el hilo de su historia y lo transformará en un ser diferente. El filme de Joseph Kosinski se destaca exclusivamente por su llamativo diseño audiovisual, explosiones de efectos especiales e imágenes casi oníricas con gran preponderancia del blanco en superficies heladas (una de sus locaciones es Islandia). Hay una multitudinaria exhibición de objetos aéreos, naves-cápsulas y robots esféricos aéreos, que vigilan el aire. RELACION AMOROSA Lo problemático es que el apoyo temático se pierde, lo formal se impone y la historia queda en una aproximación amorosa entre Julia y Jack, una relación aparentemente empezada antes del caos nuclear y que trata de reanudarse en momentos en que la guerrilla se desencadena, sin demasiado sustento imaginativo. Tom Cruise, como sabemos es el héroe y no tiene demasiadas oportunidades de ejercer dramáticamente en un filme de efectos especiales, que se desarrolla en superficies glaciares, tan glaciares como el tono general de la historia. Habrá reacciones insospechadas, con robots rebeldes y un Morgan Freeman inesperado en el papel de Beech, un líder de la resistencia. Olga Kurylenko, tan bella como en "Quantum of Solace", hace aquí el papel de la extraña Julia, capaz de cambiar la vida del reparador estelar y alejarlo de Victoria (Andrea Riseborough), su compañera hasta el momento.
Ciencia ficción al nivel de los clásicos En un futuro no tan lejano, la raza humana enfrentó una invasión extraterrestre. Luego de una guerra terrible, ganó la raza humana, pero el planeta quedó inhabitable y los sobrevivientes tuvieron que migrar a Titán, una de las lunas de Saturno. En la Tierra sólo quedan ruinas, y unos pocos artefactos voladores armados de poderosos cañones vigilan nuestro planeta combatiendo las escasas, dispersas fuerzas invasoras que aún puedan quedar en pie. Estos guardianes finalmente son máquinas que deben ser arregladas de vez en cuando, y ése es el trabajo del técnico que interpreta Tom Cruise, que en una misión descubre algunas cosas que lo obligan a replantear toda esta premisa. Dado que por cuestiones emocionales todos los seres humanos en misiones de este tipo tienen la memoria borrada en lo relativo a sus experiencias pasadas antes de la invasión, y que hay severas regulaciones sobre los objetos y lugares con los que pueden tener contacto durante la estadia en lo que fue nuestro planeta, cualquier pista o duda que pueda tener el protagonista es confusa, además de severamente reprimida por su oficial superior y pareja (Andrea Riseborough). Pero el protagonista deambula por lugares derruidos y es asaltado por todo tipo de sueños extraños que parecen significar algo. Hay más ataques enemigos que de costumbre, y hasta encuentra una señal de radio que parece indicar un punto geográfico. El técnico se dirige ahí justo para ver caer una nave humana de antes de la guerra, de la que logra salvar a un tripulante hibernado. En este punto, luego de una serie de secuencias impactantes de las andanzas del protagonista en la tierra desolada (el director y guionista, el mismo de la secuela de "Tron" hace un uso superlativo de la imagen y el sonido) el film se pone aún más interesante al plantear todo tipo de conflictos enigmáticos que no siempre son fáciles de seguir, y que por momentos tienen una complejidad a la altura de la ciencia ficción de vanguardia digna de Philip K Dick o Stanislav Lem. Lo interesante de "Oblivion" es que el argumento es realmente imprevisible, aunque para el espectador de una película de ciencia ficción con Tom Cruise, esto quizá sea más un defecto que una cualidad. En todo caso, la compleja trama permite superacción, una emocionante historia de amor, y sobre todo, momentos visuales de una riqueza e imaginación antológica (los reconocimientos aéreos y en moto de Tom Cruise por paisajes increíbles acompañados de la música tecno de M.8.3 justifican por sí solos la película). Y, además, teniéndole un poco de paciencia al metraje de más de dos horas, la trama cierra perfectamente. Y aparte de un Tom Cruise que sabe cómo interactuar con efectos especiales, hay un sorprendente Morgan Freeman convertido en un temible líder blaxploitation del futuro. Por momentos, "Oblivion" parece una obra maestra, a pesar de que su trama hipercambiante pueda ser un poco anticlimática. Sin duda es un gran film, imperdible para todo fan de la ciencia ficción pensante.
"¿Is it safe?" (Christian Szell, Marathon Man, 1976) Looper y, en menor medida Prometheus, supusieron un jugoso vistazo hacia lo que estaba por venir, un 2013 que llegaría cargado de ciencia ficción, con propuestas originales de alto calibre en continuado como no se veían desde hacía décadas. Este año marcará un punto de quiebre para el género, es una nueva época en la que convergirán destacados realizadores detrás de una variedad de proyectos que tienen en sus manos la posibilidad de dar vida nueva a un sci-fi necesitado de aire. Pacific Rim, Star Trek Into Darkness, Elysium, After Earth, Gravity, Europa Report, Ender's Game y más adelante Interstellar, RoboCop, All You Need is Kill y, sobre todo, una nueva trilogía de Star Wars, muestran que este tipo de cine ha vuelto y con la contundencia propia de aquellos eventos que abren otro período en la historia cinematográfica. El futuro llegó hace rato. La tecnología avanzó al punto de poder hacer cualquier cosa delante de cámaras. Ni el cielo es el límite. Y Oblivion sería la prueba de esto. Joseph Kosinski sitúa a los protagonistas de su nuevo film, el cual está basado en una novela gráfica que él mismo escribió, por encima de las nubes. Estas, al igual que todo lo que se ve en pantalla, se sienten en extremo reales. Es que, como bien se ocupó de señalar Tom Cruise en todas las entrevistas que le realizaron en medios argentinos, el equipo técnico se trasladó a un volcán en Maui para filmar el cielo con todo tipo de iluminación y así luego proyectarlo. Este nivel de preocupación por el cómo se muestra la imagen en pantalla es la clase de marca personal que distingue a un realizador como el de TRON: Legacy, a la vez que señala fuertemente su alcance acotado. Oblivion no es una gran película, pero es una digna contendiente para abrir el año. En principio es una producción irregular, con un comienzo potente que empieza a perder fuerza hacia la segunda parte para desembocar en un final que es, a la vez, correcto pero poco satisfactorio. Uno de sus problemas más graves es su larga duración, principal causa de los serios altibajos que afectan la narrativa. Es que literalmente sube y baja. Jack vuelve a su hogar por encima de las nubes, baja a la zona de conflicto, vuelve hacia el lugar donde siente que algo no está bien, desciende hacia su paraíso individual, la repetición en las acciones del protagonista demoran el concreto avance en su desarrollo personal y, con esto, el de un argumento que se enloda y pierde el dinamismo de la apertura. Kosinski es un realizador que se concentra especialmente en lo visual. La secuela de TRON ya lo había dejado en claro y en esta oportunidad lo vuelve a hacer manifiesto. A nivel estético es una película impactante, lograda tanto desde el uso de vastas locaciones en el cielo o la tierra, hasta lo que se refiere a diseño de vestuario, armamento, ambientes y transporte. El cuidado al detalle no se percibe en la trama en sí, que está libre de complicaciones o improbables vueltas de tuerca, pero cae presa de su propia retórica al construir un ente omnisciente que controla todo desde una especie de panóptico extraterrestre, pero que casualmente hace la vista gorda siempre que la historia lo necesita. Es entonces una producción que se ve perfecta como el retrato de un futuro distópico, pero cuya historia no termina de estar a la altura de la épica que se proponía. Tom Cruise tiene sobrados méritos como para ponerse al hombro una propuesta semejante y su interacción con Andrea Riseborough no hace más que mejorarla, poniendo en escena los elementos más dramáticos, tensos y proactivos de una película que apura el sabroso primer plato y luego se demora en servir el resto. No ayuda la presencia de Olga Kurylenko, quien no parece haber despertado nunca de su sueño Delta y no termina de ofrecer el contraste suficiente para Jack y Victoria. El guión de Kosinski, Karl Gajdusek y Michael Arndt, por otro lado, hace un trabajo descuidado a la hora de abordar al personaje de Morgan Freeman y a su ejército rebelde, que también se beneficia de la ocasional vista gorda de la tétrica Sally (Melissa Leo) y su peligroso latiguillo "¿son un equipo efectivo?". Por las pretensiones de su director, Oblivion es una película limitada. El realizador propone un espectáculo visual pero descuida la narrativa. Tiene el presupuesto y las ideas como para que todo lo que se vea en pantalla luzca real, con un uso privilegiado de los efectos disponibles, pero alarga su segundo acto a tal punto que la historia llega debilitada a su cuestionable final. Su preocupación prioritaria por el cómo se cuenta en lugar de qué se cuenta es lo que hace que esta no sea la gran apuesta de ciencia ficción que pudo haber sido.
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Las últimas películas de Tom Cruise fueron cosas "raras". Dejando de lado la excelente Misión Imposible IV, se metió en géneros confusos y con historias arriesgadas, siendo que su carrera comercialmente hablando no está siendo "como era antes". Creo que eso es un error, pero es Tom Cruise y tiene derecho a cualquier cosa. Tom es un grande. Pero Oblivion caminó sobre terrenos más firmes que varias de sus últimas películas y el resultado es muy bueno. Es una película difícil no solo por ser del género de ciencia ficción, sino porque se sostiene mayormente por sus 3 protagonistas en la mayor parte del tiempo. Destaco la presencia visual de Andrea Riseborough, que sin lugar a dudas para el director fue fundamental en la construcción de ese mundo "perfectito". Algo muy bueno que logró el director también es el sonido que le puso a toda la película, desde una brillante banda sonora que tiene momentos increíbles, hasta una buena mezcla de efectos sonoros. La película logra entretener si te gusta el género. Hay que aclarar que no viene a ser revolucionaria ni nada por el estilo. Este género es difícil y ya hemos visto muchas historias que se pueden parecer en partes a Oblivion. Pero esto no es una contra para mi. Oblivion entretiene con muy buenos recursos y con un producto muy sólido, que hace que se disfrute plenamente su desarrollo en una sala de cine. Una buena para Tom.
Casi un homenaje a la ciencia ficción 2077 – La Tierra fue desvastada por una guerra con una fuerza extraterrestre. Los sobrevivientes están viviendo en una Luna lejana para lo cual una misión esta llevando los recursos vitales, como el agua, hacia allí. Jack es quien esta a cargo de cuidar que todo funcione bien y su mujer trabaja junto con él. Dentro de dos semanas ellos serán trasladados dando por finalizado su trabajo de tanto tiempo en la tierra para ir a vivir con los demás coterráneos. Cuando una nave es atacada y cae en la tierra Jack podrá rescatar solo a uno de los sobrevivientes, una bella mujer que le trae algunos Deja Vu. A partir de ahí ya nada será igual para Jack ni su entorno. Esta esa, tratando de no rebelar datos lo que en síntesis narra este nuevo film de Ciencia Ficción y que el mismísimo Tom Cruise se encargo de estar presente en la Avant Premiere Mundial realizada en la Argentina y a la que algunos periodistas pudimos concurrir. Pero más a eso que es solo un hecho anecdótico el film es un compendio de muchas películas de ciencia ficción unidas con un buen hilo conductor con lo cual se puede tomar como que Joseph Kosinski (director e autor de la idea original) realiza con “Oblivion” un homenaje a esos films. Cada uno que vea la película ira recordando a esos films pero igualmente se sentirá atrapado por el film ya que esta muy bien filmado, con excelente fotografía y magníficos efectos especiales. Tom Cruise sigue cumpliendo en esos papeles que tan bien le sientan y este acompañado por dos muy buenas actrices que hacen que la película sea un verdadero festín para los amantes de la acción y de lo fantástico. “Oblivion” es una buena película para divertirse y para ver como si fuera un gran homenaje a los films de ciencia ficción.
Las vueltas de la vida Es el año 2077, la tierra ha sido devastada luego de que la luna fuera destruida y Jack (Tom Cruise) patrulla lo que queda del planeta para evitar que los "carroñeros" ataquen las bases dedicadas a extraer el agua que queda. Junto a Vik (Andrea Riseborough) forman un equipo eficiente al servicio de altos mandos que operan desde una estación espacial. Jack tiene un sueño recurrente que transcurre en un mundo que ya no existe y ese sueño puede ser la clave de lo que vendrá. La aparición luego de una nave con cuerpos humanos en estado de suspensión pone al protagonista en una disyuntiva cuya resolución cambiará el curso de su existencia. La historia se va desprendiendo de capas para dejar al descubierto otras y eso la vuelve interesante, algo que es meritorio en tiempos en que se busca mantener la atención del espectador a tiro limpio y explosiones. No es que este filme no ofrezca escenas de acción, pero estas se encuentras justificadas y subordinadas al relato, por momentos algo confuso, pero en definitiva bien resuelto. Se trata de un filme bellamente fotografiado, armonioso en su montaje y que jamás pierde el tono ni el ritmo. Tom Cruise, quien parece tener formol en sus venas en lugar de sangre, cumple con suficiencia el rol de héroe sensible y no defrauda como la estrella taquillera que es. Se destaca Andrea Riseborough en un papel al que supo sacarle el jugo, en tanto la rusa Olga Kurylenko es totalmente prescindible; ella, no su personaje, que merecía mejor interpretación. Recomendamos no ver el trailer, ya que es demasiado revelador.
Se olvidaron de mencionar al autor Desde Blade Runner, el cine de Hollywood de ciencia ficción no ha hecho más que adaptar, oficial u oficiosamente, a Philip K. Dick. O de saquearlo sin siquiera una mención en los créditos, como es el caso de esta aventura futurista y ultradigitalizada. Dado que el género es tan proclive a las especulaciones y los interrogantes, bien vale la pregunta: ¿qué sería del cine de Hollywood de ciencia-ficción si no hubiera existido Philip K. Dick? Quizás un paisaje tan yermo y desolado como el de la Luna, una suerte de inmenso horror vacui, considerando la influencia abrumadora que el autor de ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? ejerció sobre todo el cine de ficción-científica posterior a Blader Runner (1984), estrenada paradójicamente unos meses después de la muerte de Dick. Allí se impuso la noción de “replicantes”, esos androides que duplicaban a los seres humanos y aspiraban a sentimientos y recuerdos como los de cualquier hombre o mujer. Y desde entonces Hollywood, en sus más diversas variantes, desde las adaptaciones oficiales (El vengador del futuro, Minority Report, A Scanner Darkly) hasta las versiones oficiosas (The Truman Show, Abre los ojos), pasando por las que se inspiran en su universo ficcional (eXisTenZ, Inteligencia artificial), no ha hecho sino “replicar” a Dick, abrevar en él. O, lisa y llanamente, saquearlo sin siquiera una mención en los créditos. Este último es el caso de Oblivion: el tiempo del olvido, protagonizada por nuestro reciente, fugaz visitante, Tom Cruise. Según los títulos de la película, la fuente de Oblivion sería el comic-book homónimo del propio director, Joseph Kosinki. Pero el concepto remite a Blade Runner y Total Recall, desde un futuro distópico hasta un personaje que –obsesionado por unos recuerdos que no sabe de dónde provienen– se pregunta por su identidad y la de los que tiene a su lado. ¿Qué es lo humano? ¿Qué es lo real? ¿Dónde está el mundo y cuál es su simulacro? fueron siempre preguntas centrales en la obra de Philip K. Dick, que ahora Oblivion vampiriza una vez más, como para darle una pátina de importancia y reflexión filosófica a una película concebida básicamente como vehículo de lucimiento para Cruise en plan de héroe interestelar. Si en El vengador del futuro, el holandés Paul Verhoeven partía de una estética trash (empezando por su protagonista, Arnold Schwarzenegger) y de un formato de film de acción para ir “contrabandeando”, como le gusta decir a Martin Scorsese, los inquietantes interrogantes de Dick, en Oblivion el neoyorquino Kosinski sigue el camino inverso: de entrada, imbuye a su película de un aire de significación y trascendencia para ir, poco a poco, mostrando la hilacha y revelar finalmente que le importan más los gadgets, las naves espaciales y las explosiones digitales que la pregunta por la cosa. Desde su primer sueño –en obvio blanco y negro– se entiende que Jack Harper (Cruise), ese eficaz mecánico del futuro encargado de reparar unas naves robots que custodian lo que ha quedado del planeta Tierra después de una guerra nuclear contra un enemigo exterior, tiene una historia detrás de sí que no es la que le han hecho creer. Y que su impoluta compañera actual (Andrea Riseborough), esa con quien despierta mecánicamente cada mañana y que lo auxilia en su tarea, quizá no sea quien se supone que es. Y que el amor de Jack está en otra parte, en esos sueños en los que aparece recurrentemente una cara bonita (Olga Kurylenko). Allí abajo, en esa querida Tierra que Jack se resiste a abandonar, a pesar de las órdenes que le llegan desde una suerte de Big Brother estacionado en la estratosfera, los “carroñeros”, en apariencia sus enemigos, serán los encargados de mostrarle que hay otro mundo posible, distinto y mejor que el que él cree conocer. Como ya lo había manifestado en Tron: Legacy (2010), su primer largometraje, continuación del famoso film maldito de la Disney Co., el director Kosinski tiene predilección por las superficies cristalinas, pulidas y brillantes, como si estuviera filmando un publicitario de algún producto de limpieza. Y si no desentona en los momentos de acción, tan eficaces e impersonales como los de cualquier otra producción actual de Hollywood, se vuelve fatalmente cursi en las escenas románticas, que no son pocas.
Acción y ciencia ficción y la mejor alta definición para unas imágenes hipnóticas que resaltan en especial todo lo que tiene que ver con un futuro apocalíptico de belleza destructiva. Y luego las sorpresas para cumplir con las leyes del género. Tom Cruise cumple como el héroe obligado. Ideal para fanáticos de mundos futuros y negros.
Con elementos reconocibles de otras piezas de ciencia-ficción –cosa que a esta altura de la historia de este género quizás ya resulte inevitable- llega ahora este exponente con grandes logros estéticos y expresivos y no demasiados argumentales. El tema de una tierra devastada en el futuro ya ha sido desarrollado de manera exhaustiva, y si bien Oblivion: El Tiempo del Olvido intenta establecer algunos toques distintivos, no alcanzan a tener la significación que sus artífices se propusieron. Porque en esta historia de ese soldado asignado a patrullar un planeta desolado y destruir los últimos vestigios de una raza hostil y aparentemente alienígena, en el que la presencia de dos mujeres aportan subtramas, al menos existen propuestas y búsquedas. Joseph Kosinski, realizador de la aceptable secuela de Tron, contó con varios guionistas para desarrollar sus ideas, extraídas de su propia novela gráfica, pero ninguno parece haber dado en la tecla, porque lo mejor de la película es su aspecto visual y expresivo, mérito excluyente del director. También es mérito suyo no tener un texto propio lo suficientemente llamativo, o acaso plasmado sin ingenio por sus colaboradores. Sea como fuere, es un placer contemplar la película; la iluminación, los escenarios capturados en paisajes reales, el diseño de las naves, drones, estructuras, trajes y vestuario. Algunas escenas, pocas, son vibrantes, como una de persecución entre montañas que recuerda a Star Wars. Pero la confrontación entre el protagonista y los rebeldes, y las menciones a la memoria –con ciertos trazos de poesía- daban para más. Tom Cruise no decepciona, se pone al hombro todas las películas en las que actúa y entre él y los climas expresivos de Oblivion, la experiencia visual y heroica es factible.
Este es un film de ciencia ficción basado en la novela gráfica homónima de Joseph Kosinski (“Legacy”), dirigida y coproducida por el propio Kosinski, protagonizada por Tom Cruise, Olga Kurylenko, Andrea Riseborough, Morgan Freeman, Melissa Leo, Zoë Bell y Nikolaj Coster-Waldau. Su relato comienza con voz en off de Jack Harper (Tom Cruise), quien cuenta que en un tiempo lejano hubo una gran guerra contra alienígenas que vinieron a conquistar el planeta Tierra y en la cual los humanos ganaron. Él es uno de los últimos mecánicos de aviones y se encarga del mantenimiento de drones programados para destruir al enemigo. No recuerda mucho de su pasado dado que su memoria ha sido borrada, como también la de otros, (algo similar sucedía en "El vengador del futuro" 1990 que se desarrollaba en 2084, a Douglas Quaid -Arnold Schwarzenegger- le implantaban una vida falsa). Pero Jack algo siente y se le presentan una y otra vez distintas imágenes entre ellas: el rostro de una mujer en distintos lugares, no puede entender que misterio oculta esta. Estos momentos son felices pero también existe cierta desesperación por no comprender su significado. Todas estas escenas se encuentran en un blanco y negro bien artístico, marcando el pasado y cambiando al presente. La acción se desarrolla en 2077, Jack recorre y patrulla el cielo a miles de metros de altura, todo se encuentra prácticamente en ruinas, bien apocalíptica, cuenta con la ayuda de su fiel compañera Vika (la inglesa Andrea Riseborough, fue Wallis Simpson “El Romance del Siglo”), ellos viven juntos en una base que también es su vivienda, tiene una gran vista panorámica, y se encuentran bajo las órdenes de Sally (Melissa Leo, “21 gramos”), es quien autoriza y prepara para que ellos vayan a Titán un nuevo planeta que se encuentra cerca a Saturno, allí los sobrevivientes comenzarán una nueva vida. Un día su vida cambia cuando sale a patrullar la zona por cierta necesidad interna, no se encuentra en ninguna misión, y es cuando todo se desploma en su ser al encontrar dentro de una nave una mujer, Julia (la bella ucraniana Olga Kurylenko, trabajo en "007 Quantum of Solace"; "Hitman, agente 47”) casualmente con ella sueña una y otra vez. Y también se encuentra con otros sobrevivientes. Entonces Jack siente la necesidad de cumplir sus sueños y recuperar la humanidad pérdida. Los espectadores seguidores del género de ciencia ficción la van a disfrutar, porque el director Joseph Kosinski, el mismo de “Tron: El legado”, sabe mantener la tensión y la trama, una banda sonora estupenda, hay alguna sorpresa, clones, robots voladores, naves espaciales sofisticadas, visualmente es muy atractiva, excelente fotografía, llena de tecnología y de metáforas, con algunas vueltas de tuerca. Todo se encuentra inmerso en locaciones grises ofreciendo al protagonista su tristeza y ese lugar colorido lleno de felicidad. El protagonista masculino Tom Cruise logra sostener la historia por su carisma y profesionalismo. Dos actrices principales que se disputan el amor de Jack , un triángulo amoroso que no convence demasiado, una acotada participación del actor Morgan Freeman (Beech) que sabe aprovechar, y otro de los problemas del film es que le sobran unos treinta minutos, aunque no deja de ser una película para pasar el rato y entretener.
Un olvido seguro El director de TRON: Legacy, Joseph Kosinski, regresa con un nuevo film de ciencia ficción que adapta una novela escrita por él mismo, donde en un futuro distante un soldado exiliado en un desolado planeta trata de sobrevivir a los últimos restos de una primitiva raza alienígena. En Oblivion, la historia se centra en un planeta Tierra devastado luego de una guerra entre los humanos y alienígenas donde la raza humana gano la guerra pero perdió el planeta y vive en Titán, una de las lunas de Saturno. Sólo quedan dos personas en el planeta, Jack Harper (Tom Cruise) y su compañera Vika (Andrea Riseborough), que forman parte de una operación masiva para extraer los recursos vitales del planeta para llevarlos a Titan. Pero la recurrencia de un sueño perturbador comenzara a cobrar sentido en Jack cuando en una misión extra oficial rescate a Julia (Olga Kurylenko), la mujer misteriosa del sueño, que reavivara sus sospechas y cuestionara sus convicciones sobre la aparente realidad. Con una puesta en escena y un diseño de producción que sabe aprovechar bien los decorados naturales de Estados Unidos e Islandia, sumado a la espectacular resolución digital de 4K con que fue rodada, logra conformar ciertos clímax y pasajes visualmente interesantes. Tras una extensa introducción y pocas escenas de acción, el relato va dosificando información y logra mantener cierto misterio sobre la verdad casi hasta el final, donde una vuelta de tuerca comienza a explicar el previsible desenlace. Mas allá del tópico, abordado por multiplicidad de films como la emblemática Blade Runner, Moon, El vengador del futuro o Solaris, por citar algunos y de los cuales Kosinski alguna referencia ha tomado a la ligera, Oblivion no desarrolla grandes escenas de acción (salvo la persecución entre una nave espacial y dos robots vigías) y las contrarresta agregando personajes y subtramas que no desarrolla y hacen decrecer el interés notoriamente. T. Cruise, que ya había salido airoso en el género de la mano de Spielberg en Minority Report: Sentencia Previa y Guerra de los Mundos, se carga el film al hombro y logra un personaje creíble, acompañado de dos actrices poco gestuales que solo le aportan la cuota de belleza a la pantalla y un correcto Morgan Freeman, cuyo papel se asemeja más a una participación que un rol secundario. A pesar de ser un género atrapante y abordar un tema conocido, la escasa acción y personajes poco interesantes hacen de Oblivion un film que deja verse pero no consigue ser entretenido, y sobre el final, la inexplicable fascinación del cine hollywoodense por explicar todo sin ceder un mínimo de espacio a la imaginación del espectador ávido de ilusión, cierra con un clásico "happy end" al estilo Disney apto para todo publico, que muy probablemente sentencie el film al olvido.
Siempre se arranca de una idea, un libro o en este caso la adaptación. Oblivion es eso, la adaptación de la novela gráfica homónima escrita por el propio director de esta película y Tron El Legado, Joseph Kosinski Novelita Después de una fallida “Tron El Legado” (digo fallida ya que es igual que su antecesora solo con mejores efectos y un Jeff Bridges mas viejo), Joseph Kosinski andaba en busca de un pichon que comprara su novela grafica para poder llevarla al cine y como había quedado todo bien con la compañía del ratón Mickey (ósea Disney por si no entendieron) estos adquirieron los derechos. Obviamente en esta historia no todo es color de rosa y Disney empezó a presionar al pobre Joseph para que hiciera una película apta para todo publico, por lo cual Joe se puso los pantalones y le dijo que no al raton. Finalmente Universal Pictures le compró los derechos a Disney y por fin salió a la luz la película que todos vamos a ver. Les cuento toda esta historia de problemas legales simplemente porque la película casi termina siendo apta para todo publico. De no ser por algunos desnudos todo seguiría igual y es una de los films mas naif de ciencia ficción que vi últimamente. ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? El argumento de Oblivion es simple, Jack (Tom Cruise) y Victoria (Andrea Riseborough) fueron enviados a la tierra con la memoria borrada para que se concentren en un trabajo y solo en uno, reparar los Drones (Vehículos aéreos no tripulados) que son atentados por los carroñeros que quedaron de la guerra. Estos “drones” cuidan las plataformas que extraen el agua oceánica para poder generar una colonia humana en una luna de Saturno. Victoria vigila y cuida a Jack quien es el que baja solitariamente para reparar estas especies de armas voladoras y todo lo que sucede se lo reportan a Sally quien es la que esta a cargo de toda la operación. Pero Jack tiene sueños, sueños que perturban su tranquilidad y que le dificultan seguir con la misión. Técnicamente la película es impecable, se nota que todo se cuidó hasta el mas minimo detalle, inclusive el director con su equipo subieron a la cima de un volcán para poder tener tomas aéreas de las nubes y los atardeceres descampados. Tiene secuencias realmente buenas sobre todo las de persecución. Musicalmente y como “Tron El Legado” tiene una banda sonora genial pero utilizada de modo abusivo y épico en secuencias que no lo favorecen para nada. Jack Reacher, digo Harper Tom Cruise se pone esta película al hombro (como lo hizo Will Smith con “Soy Leyenda”) ya que se encuentra solo en gran parte del metraje y sale airoso ya que pocos actores pueden mantener la tensión y el interés en una película como esta. El resto de las actuaciones son correctas pero definitivamente Andrea Riseborough sobre sale del resto. Esta película contiene varias vueltas de tuerca por eso no me quiero explayar mucho más, pero la gran decepción es Morgan Freeman, no por su papel ni por como lo interpreta, sino que aparece pocos minutos y si ponían cualquier actor interpretando ese papel hubiese sido lo mismo. La película no falla en estas instancias sino que falla en su ingenuidad del futuro, en como visualiza lo que queda de la raza humana. El humano, el ser mas dañino y egoísta que existe sobre la faz de la tierra tiende a sobrevivir de cualquier manera. Estadísticamente es mas probable que nos comamos unos a otros a que nos unamos como iguales y es eso, como un ruido muy bajo pero constante que molesta todo el tiempo en la película. Me gusta pensar la ciencia ficción post-apocalíptica con esta frase: “Todo esta bien mientras funcione el 911″ Conclusión: Oblivion no es una mala película, es disfrutable y con una visión un tanto naif del futuro. Si sos una persona fanática de este tipo de películas no creo que veas nada nuevo o que te sorprenda demasiado, sin embargo me gusta pensar este tipo de películas como si fueran una atracción de un parque de diversiones, pagas, te subís, disfrutas y te olvidas.
Nostalgia del paraíso La película de ciencia ficción “Oblivion”, con Tom Cruise en un rol protagónico, imagina la (casi) extinción del planeta Tierra y la supervivencia de la especie humana en una de las lunas de Saturno. Nuestro comentario. 2077 no es inimaginable, pero el paisaje postapocalíptico del filme de Joseph Kosinski (Tron: El legado) resulta desolador, sobre todo para esa parte de la audiencia que es testigo potencial. El planeta azul en el que vivimos prácticamente ha muerto; después de varias explosiones atómicas, la biosfera reorganizó su equilibrio al son de terremotos y tsunamis. De la civilización y los ecosistemas quedan escombros, y los seres vivos brillan por su ausencia. La humanidad sobrevivió a una guerra, tras una invasión alienígena, y el costo fue la pérdida del planeta. Los homo sapiens viven en Titán, una de las lunas de Saturno, y para poder hacerlo hay que transformar el mar en energía. Es por eso que Jack (Tom Cruise) patrulla unos enormes reactores alojados en la Tierra; acompañado por su mujer y supervisado desde Saturno por una oficial que les da la bienvenida todas las mañanas, pasa sus días. Son un equipo perfecto, y muy solitario, pues literalmente viven en un penthouse flotante en las nubes, fuera del alcance de los “carroñeros”, los viejos enemigos provenientes de algún planeta lejano que residen en nuestra Tierra baldía, siempre intentando sabotear las tareas técnicas que sostienen la vida de nuestra especie. Pero no todo es lo que parece, como se intuye en la repetición de una escena onírica: un sueño recurrente con una bellísima mujer y el Empire State en un tiempo remoto, casi mítico, perturba a Jack. La ciencia ficción suele predisponer a la metafísica y a la actividad filosófica. En ese sentido, la película carece de la fuerza conceptual de filmes como En la luna, Solaris e Inteligencia artificial y, más que exponerlas con inteligencia, balbucea algunas ideas. Su punto fuerte está en la resolución visual de un mundo sin entidades vivientes, una existencia extenuada. Más que Oblivion (Olvido), el filme podría llamarse “Nostalgia”. Jack parece añorar un tiempo paradisíaco: una cabaña, un par de libros, un tocadiscos. No se trata de un mito de origen, sino de un tiempo preciso, anterior a la digitalización de nuestro mundo. Más allá de las vaguedades teológicas con las que se cierra Oblivion, es en ese contraste antitético entre lo digital y lo analógico en donde se percibe la virtud característica del género: acicatear la especulación filosófica mediante el libre ejercicio de la imaginación. Entre tiros y efectos visuales, a veces asoma el pensamiento.
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Los trucos de la memoria Los filmes de ciencia ficción suelen decantarse (a grandes rasgos) en dos grandes grupos: los que sólo pretenden mostrar aventuras y acción por un lado, y por el otro, los que intentan trazar parábolas para esbozar teorías más o menos complicadas sobre la naturaleza humana o sobre nuestro destino como especie. El problema principal de esta producción es que navega sin rumbo fijo entre ambas alternativas, con el riesgo fuerte de decepcionar en igual grado a los fanáticos de una o de la otra vertiente. Lo que el director pretende asegurar es la popularidad de su filme: para eso cuenta con la calidad de estrella de Tom Cruise, con el carisma innegable de Morgan Freeman, y con lo que sin dudas es el aspecto fundamental de la propuesta: el aspecto visual. Todo lo que se ha puesto en la pantalla resulta atrayente o espectacular: desde la nave que pilotea Cruise, pasando por los paisajes post apocalípticos de la zona cercana a Nueva York, hasta el cuartel-refugio en el que viven los protagonistas o las cavernas que sirven de guarida a los "carroñeros" están estudiados hasta el mínimo detalle y realizados con enorme talento. Los rubros técnicos (fotografía, encuadre, edición) son sobresalientes y la música (algo obvia y grandilocuente de a ratos) contribuye a crear una atmósfera acorde con el relato. El problema está en la exposición de la trama y en la narración, excesivamente complejas. El director pretende abordar casi todos los temas que suelen dar pie a los argumentos de los filmes del género y abusa de los saltos en la línea del relato, por lo que no logra evitar la confusión del espectador. Es cierto que en este tipo de películas no hay que cuestionar demasiado lo que se presenta en la pantalla, pero es tarea del director seducir al público para que acepte sin reparos lo que propone el relato. Debe destacarse que el filme entretiene desde el principio hasta el final de sus más de dos horas de extensión, fundamentalmente gracias a los aspectos formales de la propuesta, pero no está respaldado por una estructura dramática sólida, como la que puede proporcionar una novela (recuérdese la excelente "Blade runner", entre muchas otras que podrían servir como ejemplo). El espectador debe tener en claro que la película no está en la línea de Solaris (la de Tarkovsky, en 1972) o de la fundacional "2001, odisea del espacio" y tampoco en la de "La guerra de las Galaxias" o "Viaje a las estrellas", aunque en algunos tramos recuerde a estas (y a muchas otras) películas del género. Pero si la idea es pasar un par de horas de genuino entretenimiento con contenidos de alta calidad visual, este es el programa adecuado.
Tom Cruise vuelve a la ciencia ficción en esta distopía humanista. Oblivion: El tiempo del olvido sigue la vida cotidiana de quienes parecen ser los únicos humanos que viven en la Tierra, pero se comportan como autómatas: Cruise pasa sus días como un solitario mecánico de naves que vive bajo el control de su esposa, con quien no termina de conectarse. Hasta que una nave se estrella con una misteriosa mujer como sobreviviente y Cruise comienza a cuestionarse su lugar en el mundo. Oblivion: el tiempo del olvido se agiganta con cada impactante secuencia de acción, pero se vuelve cansina cada vez que se detiene para resaltar alguna cualidad obvia sobre la condición humana.
El estreno de “Oblivion: El Tiempo del Olvido” marca la primera (¿y última?) vez que Tom Cruise -junto a sus coprotagonistas Olga Kurylenko y Andrea Riseborough- visitan la Argentina como parte de su tour promocional para el film de Joseph Kosinski. ¿Qué otras cosas marcará este estreno? Con un guión ideado en parte por el propio director, “Oblivion” es un film de ciencia ficción cargado de suspenso y con una cuota de misterio. Pero el problema principal que sufre este largometraje es la falta total de originalidad ya que recuerda a otros trabajos que están enmarcados dentro de su mismo género. Otra problemática de la película es la relación contenido-duración ya que el relato de “Oblivion: El Tiempo del Olvido” se estira demasiado, en parte por su ritmo lento y en parte por los puntos de giro, que se acumulan en la última porción de la narración. Por suerte, algunas cuestiones están bien resueltas por parte del director Joseph Kosinski, como por ejemplo la prolija edición, la elegancia visual que el film contiene y los espectaculares diseños y efectos visuales necesarios para la historia que se quiso contar. Las actuaciones de Cruise y Kurylenko son regulares pero al menos Riseborough y Freeman cumplen en sus respectivos papeles. “Oblivion: El Tiempo del Olvido” no es un trabajo memorable pero al menos puede lograr con su cometido de entretener al público con sus giros en el guión y sus deslumbrantes escenarios y efectos visuales.
"Ganamos la guerra... pero perdimos el planeta", dice el protagonista en la introducción que le anticipa al espectador lo que ocurrió hace 60 años en esta notable propuesta de ciencia ficción ambientada en el 2077 y basada en la novela gráfica de 12 páginas creada en 2005 por el director de esta producción, el realizador Joseph Kosinski ("Tron: El Legado"). Y es que en ese tiempo, la Tierra fue invadida por una raza extraterrestre -a la que lo humanos llaman "carroñeros"- dejando a nuestra Luna destruída y a la mitad del planeta desvastado y con altos niveles de radiación que lo hicieron inhabitable. Antes de unirse con el resto de los sobrevivientes que han sido evacuados hacia una colonia en Titán, una de las lunas de Saturno, Jack Harper (Tom Cruise), un técnico de mantenimiento y reparación de drones, y su compañera Victoria (la actriz británica Andrea Riseborough), deben completar las tareas que les fueron asignadas y que tienen que ver con la seguridad y limpieza. Un sueño constante que lo remite a supuestos recuerdos de una vida antes de que la Tierra se destruyera, y la aparición de una mujer -Julia Rusakova (Olga Kurilenko)- a la que rescata tras el impacto de una nave no identificada, hacen que la existencia de Jack se desmorone por completo. Claro que entre ellos hay una conexión que trasciende la lógica y allí reside la clave de esta historia que va desencadenando una serie de eventos que obligan al personaje de Cruise a cuestionarse todo lo que pensó que sabía. Además, el líder de un grupo de humanos rebeldes (interpretado por Morgan Freeman) aporta lo suyo para que se inquiete aún más con una realidad distinta a lo que le hicieron creer. Aunque se reconocen elementos clásicos de otras películas del género ("El Planeta de los Simios", "2001: Odisea del Espacio" , "Star Wars", "Matrix" y hasta incluso "Wall-E" por nombrar sólo a algunas), "Oblivion - El Tiempo del Olvido" no deja de sorprender por su excelente estética visual y una historia atrapante.
TURBULENCIAS Todos los días, Jack (Tom Cruise) se despierta en la alta torre en medio de las nubes en la que vive junto a su compañera Vika (Andrea Riseborough). Después de desayunar y de hacer algo de ejercicio, sube a su nave espacial y desciende sobre las ruinas de la Tierra, que quedó devastada luego de un ataque extraterrestre. Él se encarga del mantenimiento de unos androides que son parte de una operación para extraer los recursos del planeta y llevarlos a una luna de Júpiter, a donde se mudó la raza humana. Pero todo cambiará cuando una mujer con la que sueña constantemente caiga a la Tierra en una nave espacial. Es por medio de sus impactantes paisajes, del carisma de Tom y de lo intrigante del punto de partida de su historia que OBLIVION: EL TIEMPO DEL OLVIDO (OBLIVION; 2013) atrapa al espectador. Sin embargo, la forma en la que el guión presenta la resolución a ciertos misterios resulta algo confusa, desordenada: el film, además, explica demasiado cuando no es necesario (por ejemplo la penosa, detallada e innecesaria exposición que hace Jack sobre su situación al comienzo) pero se demora en hacerlo cuando el público ya está ansioso de respuestas. Visualmente no hay nada que pueda reprochársele a OBLIVION: EL TIEMPO DEL OLVIDO: las construcciones (edificios, estadios, monumentos) destruidas y carcomidas por el tiempo están muy bien realizadas y logran generar una mezcla de extrañeza y fascinación. También es para destacar el diseño de las naves, robots y hasta de los uniformes que usan los personajes. El guión es lo que no convence del todo: elementos ya vistos en otras producciones del género, ciertas cursilerías sobre el amor, la poca participación de los personajes secundarios y un final medio tramposo son aspectos que le bajan unos cuantos puntos a este film. Algo parecido pasaba con TRON: EL LEGADO (TRON: LEGACY, 2010), la anterior obra del director Joseph Kosinski, en la que se le prestaba más atención al aspecto visual que al narrativo. Después de un buen despegue, la trama de OBLIVION: EL TIEMPO DEL OLVIDO sufre algunas turbulencias y decae hacia la mitad, para llegar, casi en picada, hacia un desenlace no del todo satisfactorio.
Oblivion, el tiempo del olvido, es un entretenimiento válido con muy buenas actuaciones, siempre y cuando te guste la ciencia ficción. Si éste no es tu género y te acercas al cine sólo por Tom Cruise, es posible que te aburras un poco. Durante los primeros 40 minutos, salvando obviamente las distancias, pareciera que estuvieras viendo una especie de Wall-E para adultos, no lo digo....
Lejos de trascender en el género Como si el nombre de la película fuese a generarnos ese sentimiento adrede, Oblivion, que significa olvido, nos termina dejando esa sensación. Difícil resulta escarbar buscando algún elemento trascendente que nos permita almacenarla en la mente como un producto memorable. Joseph Kosinski apuesta prácticamente todas sus fichas en deslumbrarnos desde la puesta en escena, a partir de efectos especiales ciertamente impactantes, pero parece haber distribuido sus pocas monedas restantes entre la historia y su respectiva forma de explicarla. Oblivion: el tiempo del olvido no es una mala proyección, pero comete el error de poseer un pasaje bastante denso en cuanto al transcurso de los acontecimientos, combinado y acompañado en muchos momentos de una musicalización adormecedora. La cinta prometió desde su promoción y su intrigante tráiler, venderle al espectador un concierto célebre y digno de ver, pero con el correr de los minutos lo que aparenta tener un carácter enigmático importante se va diluyendo lenta y cansinamente, como si al relato le costase encontrar la transición o el “punch” justo como para entusiasmar y hacer reflexionar al público. Más allá de unos buenos recursos de flashback en blanco y negro del personaje encarnado por Tom Cruise, Oblivion recurre más de la cuenta a lo romántico, a una historia de amor que parece primar por sobre la ficción y la fantasía propia que debería contener como elemento principal. Pero el problema principal está dado en la forma que adoptan los giros de la narración: si bien son buenos, el modo en que se presentan no logra conmover ni encandilar por completo. Impecable y llamativa desde lo técnico pero regular, la película no logra trascender ni siquiera para fanáticos de un género que ha sabido cosechar éxitos como Blade Runner, Alien y por qué no la última joya Looper. LO MEJOR: Tom Cruise y Morgan Freeman cumplen, como siempre. Efectos especiales. LO PEOR: recae en lo cursi, da la sensación de nunca terminar de arrancar. PUNTAJE: 5,5
Videoclip filosófico Detrás del nombre enigmático Oblivion (una forma poética de decir olvido en inglés) se esconde una película que, en la línea de un gran porcentaje del cine actual, desborda ideas y creatividad para proponerlas pero, a la hora de ejecutarlas, transmite una inevitable sensación de deja vú. Si a esto sumamos que no hay búsquedas demasiado jugadas y la edición y la música parecen remarcar precariamente el estado emocional de las situaciones, estamos ante una película que se sostiene gracias al trabajo de sus actores , las efectivas secuencias de acción y el desolado paisaje que a veces se puede rescatar entre el barullo de planos inexpresivos. La cuestión de la película es que detrás de toda su estructura basada en el imaginario de ciencia ficción que han desplegado los últimos 30 años de cine, televisión y literatura; la historia que realmente logra cerrar efectivamente es la romántica. Es así que todo el contexto que se sale del triángulo entre Jack (Tom Cruise)-Julia (Olga Kurylenko)- Victoria (Andrea Riseborough) parece más un hermoso decorado que un relato distópico. ¿Por qué sucede esto?: para empezar es un film que cuenta con unos extensísimos pasajes en off que a menudo repiten información, siendo los cinco minutos que abren la película con Jack explicando su tarea y el estado lastimoso de la Tierra, y el punto de giro del nudo, con Julia explicando el origen de Jack, dos momentos que si no resultan densos es porque hay música y movimiento constantemente. Pero como si fuera un aparato de relojería descompuesto, todo parece calculado en su irregularidad, los momentos artificiosos con emociones que afloran inexplicablemente, se interponen con algún que otro diálogo interesante y buenas secuencias de acción. Una de cal y una de arena, una de cal y una de arena, y así sucesivamente. Pero lo que quizá más torpe resulta son las secuencias donde Joseph Kosinki demuestra que le faltan herramientas para trasladar al cine su propia novela gráfica. No me refiero solamente al recurso del off y los extensos diálogos, sino al uso de planos publicitarios en pequeños videoclips que aparecen ocasionalmente en el medio de la película. Por ejemplo, no suma en absoluto esta elección estética para la secuencia romántica entre Jack y Victoria en la piscina al comienzo del film, principalmente porque lo que la música remarca con grandilocuente dramatismo es poco y nada desde lo visual, haciéndola un artificio redundante. Pero donde hace más agua el film es en el esqueleto: el relato futurista que amenaza con algunos giros interesantes se muerde la propia cola con una explicación tan incoherente como la frase final de Jack, tratando de eliminar a Sally “de donde sea que vino”. Es así que el cuento de autodescubrimiento (tópico central de la ciencia ficción) y la revelación que define la identidad de Jack se diluye rápidamente en un vaso de mediocridad del cual lo único que parece genuino es la relación (y lo que implica esa relación) entre Jack, Victoria y Julia. El resto es sólo un vistoso adorno con algunas ideas originales de puesta en escena. Pero poco más.
Con la sonrisa de Tom Cruise en primer plano Nada peor que Tom Cruise clonado. Pero si bien esta sola pesadilla sería motivo suficiente, mejor explicar más. A ver cómo. Oblivion aparece como la nueva incursión del actor en otra vez lo mismo de siempre. Porque poco es lo que pueda decirse de Cruise por fuera de su estampita de gelatina dura, con sonrisa de soldadito feliz. Quizás algunas excepciones, pero que lejos están de alterar su lugar en tanto emblema de actorcito pedante, repleto de dinero, capaz de expulsar directores de sus películas, así como de decidir el corte final de montaje. Ello no significa negar su carisma, acorde con lo que una estrella de Hollywood, más o menos, debiera ser. Potencial descubierto tempranamente, y que fuera también señalado por el propio Billy Wilder a Cameron Crowe, en el magnífico libro Conversaciones con Billy Wilder. Pero de allí a justificar sus films, hay una distancia de abismo. Al menos en lo que respecta a la mayoría, encargada de acentuar su sonrisa de primer plano, así como de respaldar aquí lo verdaderamente molesto una misma concepción de mundo. Esta mirada, este lugar que organiza semánticamente e ideológicamente, se traduce en la figura de un héroe que, al menos, la serie Misión imposible tuvo el buen gusto de parodiar. O, por lo menos, la primera de ellas, capaz de desarticular lo que tan ordenado parecía para descubrir su cara oculta. Pero ese es cine de Brian De Palma. Mientras que Oblivion es un refrito, pobre, de ciencia-ficción. En este sentido, agregar todas las películas que se recuerden y mezclar bien. Entre ellas, por ejemplo, citar Blade Runner, Mad Max, El planeta de los simios. Pero no desde la coincidencia temática o el espíritu afín, sino desde la cita hueca, en tanto rasgo de superficie, que adorna a una historia que es contada con todos los vicios aburridos del cine de acción contemporáneo, para el lucimiento físico de su actor, desde la réplica pobre hacia el mundo paranoico de Philip K. Dick. Tanta y tan buena supo ser la ciencia ficción norteamericana, pareciera decir Oblivion con sus ecos de lo que alguna vez fue un gran cine. Todo esto porque, entre otras cosas, si algo hizo tanta narrativa brillante como la que el género tuvo, fue denunciar, criticar, alertar, filosofar, acerca de la relación entre ser humano-máquina-naturaleza. Todo un abanico de autores se abre desde este vínculo. Mirada de desencanto -James Ballard mediante- que Oblivion atrae hacia sí para vaciar de contenido, llenar de "vueltas de tuerca" argumentales, y culminar con la reinstauración de la familia feliz. Algo de develación argumental esta nota contiene, pero, la verdad, ¿qué película de Tom Cruise podría terminar sin él? ¿Y encima estando clonado? Lo que significa, ¿de qué buena ciencia ficción se podría hablar en estos términos?
Otra más para salvar al mundo Con “Oblivion, el tiempo del olvido” se está ante otra nueva (¿nueva?) película de ciencia ficción, cuyo personaje central intenta salvar al mundo. El filme del director de “Tron: el legado” parte de la historia de Jack Harper (un siempre inexpresivo Tom Cruise), que está en medio de una misión especial y espacial. El objetivo es reparar lo que quedó del planeta Tierra y defenderlo del ataque de los “carroñeros”. El relato transita el año 2077 y Harper se muestra como un agente muy eficiente, que no puede borrar de su cabeza imágenes de su pasado. En compañía de la bella pelirroja Vika (Andrea Riseborough), Jack descubrirá que no todo es lo que parece. Será a partir de su encuentro con Julia (otra belleza, Olga Kurylenko), cuando comprenderá que su vida es poco más que el reality de “Truman Show”. Lo que hace engorrosa a la película son los vaivenes del guión, que quizá para los amantes de la ciencia ficción pueda ser atrapante, pero que termina siendo algo confuso. ¿Y todo para qué? Para que entre algunos llamativos efectos especiales, la historia desemboque en esos finales edulcorados que tanto nos tiene acostumbrados la industria del cine estadounidense.
Nada nuevo bajo el sol. Este filme precedido de una impresionante campaña publicitaria, que incluyó la visita de Tom Cruise como representante más importante en función de promoción, deja bastante que desear. En primer lugar, debe ser encuadrado dentro del género de la ciencia ficción, y en este sentido cumple con todos los requisitos, seria deshonesto decir lo contrario; en segundo lugar, posee una muy buena premisa de instalación de la verosimilitud del relato y una mejor presentación de los personajes; en tercer lugar, la buena actuación de Tom Cruise, quien en el rol protagónico mantiene cierto interés sobre lo observado. El problema radica en que esa verosimilitud tan bien instalada se va a pique sobre el segundo punto de quiebre del relato (el conocido Plot Point), ya que lo único que logra es romperlo desde lo temporal, pues hay algo de los tiempos establecidos que no cierra. Otro tema es que, si bien no es del orden de lo desestimable, hay en esta producción claras referencias a otras tantas películas, no sólo relativas al género, sino que dentro de la historia que intenta contarnos, el discurso inclusive. El punto es del orden del desorden y la acumulación de acciones que van construyendo la narración, no sólo por lo ya visto, sino por lo repetitivo dentro de sí misma, lo que torna al producto como previsible por ende, a partir de la extensión del mismo, aburrido La historia ubicada temporalmente en el año 2077, en un planeta tierra desvastado por una guerra contra una civilización alienígena, que tuvo lugar 60 años antes, que dejo al planeta inhabitable para la raza humana, incluida la destrucción de la luna. En sí el relato se centra en Jack (Tom Cruise), capitán de una nave espacial que tiene la tarea de continuar vigilando al planeta desde una plataforma espacial en la que vive con Vicky (Andrea Riseborough), una partenaire que mientras él sobrevuela el espacio en su nave reparando los artefactos que los ayudan a conseguir los elementos necesarios para la supervivencia de todos, ella comanda la acción desde la plataforma, al tiempo que ambos son vigilados por el gobierno instalado en otra plataforma gigantesca llamada Titán, donde residen los humanos sobrevivientes. Ambos funcionan como una pareja, fría, distante, casi instintiva, mecanizada, y ambos sufren de amnesia o tienen recuerdos demasiados similares, sólo que Jack sueña un sueño de manera recurrente, con el que abre la historia. En ese sueño se transporta a un tiempo pasado donde todo fue mejor, en una Tierra donde la vida era posible, y en ese sueño se ve, y ve a una mujer, siempre la misma, que tiene acciones de calidez y cariño para con él. Jack se preserva para si pequeños secretos dentro de sus recorridos diarios, donde hay terrenos que él conoce pero cuya existencia Vicky ignora. Lugares realmente paradisíacos que algún día se los tendrá que mostrar, cuando el peligro de los alienígenas haya desparecido totalmente. Todo cambia cuando aterriza una nave espacial con sobrevivientes humanos, no es una nave enviada por el gobierno y esto cambiara la perspectiva del bueno de Jack. De estructura, en términos narrativos, muy clásica, con una muy buena banda sonora, sobre todo en la función de creación de climas, pero que falla en un guión que se dispersa por infinidad de subtramas, personajes que se agregan sin demasiada convicción, revolucionarios (sólo para poder ver a Morgan Freeman en acción, un maestro), algunos hasta juegan de posible antagonista del héroe, pero dura demasiado poco temporalmente, y no hacen progresar en nada al relato, y para reinstalar el verosímil perdido recurre al elemento tan en boga de nuestro tiempo, los clones. También, y gracias a la pericia del director, no se hace confusa, presenta mezcla de géneros, como escenas de acción, de drama romántico, aventuras, ideas sin desarrollar demasiado, menos cerrarlas y finalmente algunas, sobretodo la trama principal, sin justificar que termina por dar por tierra, valga la redundancia, con el resto sobreviviente del verosímil. Cuenta en su haber imágenes subyugantes, muy bien filmadas, desde las más funestas de un mundo post apocalíptico, hasta las más bellas de la posible recuperación del mismo, muy pastorales. Pero con eso no alcanza.
Buena idea sustentada en los efectos visuales El origen de esta historieta futurista fue una novela gráfica que el propio director Joseph Kosinski comenzó a escribir en 2005 para la editorial Radical Comics, cuando se mudó a Los Angeles. Curiosamente, la novela nunca se publicó. Fue adquirida por la factoría Disney, pero no la filmó y el proyecto lo asumieron los estudios Universal. La historia se desarrolla en el año 1077, después que una guerra atómica que destruyó el planeta Tierra. Ganamos la guerra, afirma el protagonista, pero al precio de la devastación y contaminación. Eso ocurrió en 2017 por causa de una invasión de alienígenas. El protagonista es el comandante Jack Harper (Cruise), uno de los pocos sobrevivientes, cuya misión es vigilar la Tierra y combatir a los aliens y enemigos conocidos como "carroñeros". Harper vive en una estación espacial, donde dispone de todas las comodidades, se moviliza con un aparato similar a un helicóptero, pero ultra veloz; responde a las órdenes de Sally, quien dirige las operaciones desde la Misión, una suerte de "gran hermano" estacionado en una de las lunas del planeta Saturno; y cuenta con el eficaz apoyo de naves robots denominadas "drones". El brioso Harper es asistido por la joven y bella Victoria, alias Vika (Riseborough), quien también es su amante. Ella se ocupa de las comunicaciones y de protegerlo en sus riesgosos regresos a la Tierra para la eventual reparación de los drones dañados por los enemigos. Esta primera parte de la película, la más agradable de ver, dura 45 minutos. En ese momento el relato sufre un quiebre. Eso ocurre cuando Harper descubre a una muchacha de nombre Julia (Kurylenko), cuyo apellido se conocerá hacia el final de la película. Julia se mantuvo en una estado de invernación durante sesenta años (se habla de "sueño delta") y a Harper le trae recuerdos de su vida anterior a la guerra nuclear. Luego Harper también se topa, en la Tierra, con integrantes de un grupo insurgente, fuertemente armado, liderado por Malcolm Beech (Freeman). La evolución de la historia se sostiene sobre la interacción del protagonista con esos personajes. En ese trajín, Harper --quien también oficia de narrador en off-- se interroga una y otra vez sobre su verdadera identidad, siempre obsesionado por recuerdos que no sabe de dónde provienen y tampoco alcanza a encasillar. Inclusive se podría hablar de un sujeto de doble personalidad. La película fue rodada en gran parte en fantásticos escenarios naturales de Islandia, fotografiada por el chileno Claudio Miranda (el mismo de Una aventura extraordinaria ), quien realiza un excelente trabajo. Pero el principal sustento son los efectos visuales digitalizados. El filme incluye todos los tópicos del cine de ciencia ficción y demuestra que la condición humana no se modifica a pesar de eventuales cataclismos. El director también reconoció influencias de 2001, odisea del espacio , de Stanley Kubrick; y Avatar, de James Cameron. Aunque es evidente que también vampirizó ideas de la obra de Philip K. Dick, como viene ocurriendo desde que su novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? le sirvió a Ridley Scott para realizar la inolvidable Blade Runner. Como es habitual en esta clase de filmes, las actuaciones pasan a segundo plano, aunque se puede decir que tanto Cruise como Freeman cumplen bien su cometido, cada uno con su perfil. Además, como sostenía Dick, el verdadero protagonista de una relato futurista es una idea y no un personaje. Aquí hay varias ideas y el convocado a descubrirlas es el espectador.
Museo de ciencia ficción Visualmente bella y estéticamente irreprochable, OBLIVION, la nueva película de Joseph Kosinski, el director de TRON: LEGACY, protagonizada por Tom Cruise, parece más un homenaje y cita permanente a otras películas de ciencia ficción que una película en sí misma. Es como si Kosinski y su equipo hubieran decidido hacer un museo vivo del género y poner a Cruise a recorrerlo con algunas compañías ocasionales, aquí y allá. El museo pinta muy bien -Kosinski diseña maravillosos escenarios y Cruise tiene una presencia magnética que ayuda a recorrerlos-, pero ninguna de las dos cosas logra evitar que la película se sienta sin demasiado pulso cardíaco. Las películas de ciencia ficción tienen que vivir a la sombra de otras que han creado esos universos antes que ellas, por lo cual es muy difícil que cada nueva película no parezca citar a muchas anteriores. Kosinski se tomó el trabajo de diseñar algunos espacios de manera más o menos original, pero es una pena que no se pueda decir lo mismo de la forma en la que construyó la trama que se desarrolla en ellos. oblivionOBLIVION comienza como una cruza entre WALL-E, SOY LEYENDA y MOON, con un hombre que está en un futurista planeta Tierra que ha sido devastado por una guerra contra un ejercito extraterrestre. Según nos dice la voz en off de Tom, los humanos ganaron la guerra pero el planeta quedó tan deshecho que tuvieron que irse a vivir a Titán, una de las lunas de Saturno. Cruise encarna a Jack Harper, un hombre que junto a su compañera Victoria (Andrea Riseborough) es enviado por muchos años a una base flotante en la Tierra como una suerte de guardia de seguridad que cuida que algunos extraterrestres que siguen por ahí no destruyan los pozos desde donde los humanos exiliados del planeta extraen sus recursos. La pareja ya está por retornar a Titán, pero Harper no está seguro de querer irse. El hombre recorre el planeta devastado limpiándolo como Wall-E mientras que Victoria hace las veces del robot femenino Eve. Pero Harper tiene un extraño recuerdo en el que él está en el Empire State de Nueva York con una mujer (Olga Kurylenko) que no es la suya, y no sabe de dónde viene ese sueño/pesadilla. Cuando una nave aterrice por accidente en el planeta, la vida rutinaria de Harper cambiará por completo y descubrirá que no todo es como el creía. Más bien, nada… Oblivion-Tom-CruiseTratando de no revelar más de las sorpresas que, una atrás de otra como en fila (la película compite por el récord de vueltas de tuerca), nos va otorgando el filme, diremos que ahí WALL-E se termina y el museo pasa a recorrer otras películas de las que podemos citar a 2001, MATRIX, EL VENGADOR DEL FUTURO, EL PLANETA DE LOS SIMIOS, ROBOCOP, AVATAR, YO ROBOT, ALIEN, MAD MAX e incontables obras literarias del género. OBLIVION pasa de la ciencia ficción existencialista y casi soviética (SOLARIS anda por ahí también), a la post-apocalíptica y bélica, a la mística/interplanetaria y a la que se te cruce por la cabeza, en una concatenación de hechos que parecen digitados más como formas para pasar de uno a otro esquema que por necesidades dramáticas reales de los personajes. Es así que la película, cuya primera mitad (la más, digamos, WALL-E) promete un ejercicio de sci-fi seco y reflexivo va girando y girando sobre sí misma, agregando actores como Morgan Freeman y Nikoaj Coster-Waldau, sin decidirse nunca adonde quiere ir. Esa primera mitad, visualmente fuerte, con música de la banda electrónica francesa M83 para cubrir los silencios y con Cruise recorriendo lo que quedó de la Tierra es sin duda lo mejor, un espectáculo audiovisual propio del Planetario, pero muy disfrutable. oblivion-tom-cruise-morgan-freemanCuando el Kosinski guionista -o los guionistas que le pusieron para darle “garra” a la película- toman el control del asunto, el estilista visual que hay en él parece perdido, y la película se desvanece al mismo tiempo que su control sobre ella, desperdiciando de a poco la credibilidad que había conseguido. Y ni todo el carisma de Cruise (que lo tiene, seguramente es uno de los pocos actores de Hollywod capaces de ponerse al hombro una superproducción que durante buena parte de su metraje tiene poquísimos diálogos) puede sostener este producto, cuyo carácter solemne y elefantiásico queda ahí -en su zona más mística y, admitámoslo, un poco absurda- más que nunca en evidencia. OBLIVION son cinco películas en una (para los que quieran hablar de todas ellas, debatamos sobre con spoilers en los comments) cuando con dos, o a lo sumo tres, alcanzaba y sobraba. O, tal vez, hacer OBLIVION como miniserie televisiva. Así, posiblemente, todas las abruptas transiciones que hay en la película se podían ir acomodando menos bruscamente.
Una guerra confusa y el problema de la verdad Joseph Kosinski es un actor y director comercial de televisión estadounidense, principalmente conocido por su trabajo con imágenes generadas por computadora. Debutó como director en la gran pantalla con la película de ciencia ficción digital 3-D “Tron: Legacy”, secuela del film “Tron” de 1982. “Oblivion” fue originalmente una novela gráfica escrita por él mismo, hasta que los estudios Universal lo contrataron para llevarla al cine, con Tom Cruise como protagonista. Se trata de una historia de ciencia ficción futurista. Los hechos ocurren en el planeta Tierra en el año 2077, un lugar totalmente devastado por una guerra nuclear contra alienígenas que querían invadir el mundo de los humanos. Si bien éstos ganaron la guerra, destruyeron por completo el hábitat y los sobrevivientes tuvieron que emigrar a Titán, una luna de Saturno, con la esperanza de alguna vez encontrar un sitio mejor donde vivir. Mientras tanto, necesitan agua que una complicada tecnología les lleva desde la Tierra, donde una red de técnicos vigilantes, ubicados en bases distribuidas de manera estratégica, controlan que todo funcione bien y mantienen los equipos, que sufren constantes sabotajes de los “carroñeros”, un grupo de supuestos alienígenas que conspiran contra las planes de los humanos. Jack (Tom Cruise) y Vika (Andrea Riseborough) están a cargo de la unidad 49 y cuentan con la ayuda de drones que colaboran en la defensa, mientras Jack recorre las instalaciones reparando averías y asegurando que la estación espacial que abastece a los humanos refugiados en la luna de Saturno funcione como corresponde. Pero, ¿quiénes son Jack y Vika? ¿Qué clase de criaturas son? Parecen humanos, sin embargo, a medida que avanza la película el espectador empezará a dudar de la verdadera naturaleza de los personajes. Problemas con los recuerdos, sueños extraños que tiene Jack, una versión de la historia que muestra muchos puntos oscuros, contradicciones. Ella acepta las reglas sin cuestionar pero él se deja llevar por su curiosidad y va más allá de los límites establecidos por Sally, la imagen y voz en la pantalla que imparte órdenes desde donde sea que esté el control. La historia que narra “Oblivion” está contada desde el punto de vista de alguien que, luego se sabe, no es totalmente humano, y si bien no queda claro por qué Jack y Vika son instrumentos encargados de mantener una versión falsa de la historia, como se descubre después, el conflicto principal parece ser la incorregible ambición humana que termina volviéndose la peor amenaza contra sí misma. El argumento no es muy sólido, ni tampoco tan original, el enemigo no es lo que parece y los buenos no son tan buenos. Los semihumanos sienten nostalgia de un mundo que nunca les perteneció en realidad, es como si tuvieran un componente psicológico implantado, que no corresponde a su verdadera naturaleza, detalles que no se explican debidamente. Pero el despliegue de los trucos visuales y una que otra vuelta de tuerca del argumento, más la eficacia de Cruise en el tipo de personajes que sabe hacer, siempre acompañado de bellas mujeres, conforman un producto de entretenimiento que satisface el gusto del público afecto a esta clase de propuestas. En consecuencia, la película mezcla una historia de supervivencia, en medio de una guerra un poco confusa, con historias románticas aún más confusas, en un ambiente donde la más sofisticada tecnología compite con lo poco que queda de naturaleza terrestre todavía viva. Y si bien el final es esperanzador en el sentido de que parece prometer un resurgir de la civilización humana en su casa, la Tierra, la historia deja varios cabos sueltos.
Abre tus ojos Memoricen el comienzo de la enigmática Vanilla Sky donde David Aamies (Tom Cruise) despertaba de un largo sueño (lúcido, pero sueño al fin) y se encontraba intermitentemente con Sofía Serrano (Penélope Cruz) y Julie Gianni (Cameron Díaz). Ese triángulo de confusión y egocentrismo (¿o acaso hay muchos filmes donde Mr. Cruise pase a segundo plano?) podría resumirse en Oblivion: el tiempo del olvido donde las damiselas mutan a Julia (Olga Kurylenko) y Victoria (Andrea Riseborough) pero en una ambientación fría, postapocalíptica, donde el tiempo parece no ser tal en el no tan lejano 2077. Los escasos sobrevivientes de una Tierra devastada emigran hacia Saturno donde reside la base-hogar donde Jack Harper y Vika pasan tediosas jornadas de exploración. Desde allí comandan la reparación de drones, las máquinas que se encargan de sobrevolar y explorar el inhóspito planeta anteriormente poblado por humanos. Pero no están solos, se enfrentarán a los "carroñeros", unos monstruos mutantes (estilo Depredador), que buscarán exterminar todo a su paso. Este tanque de Holywood rodado en Islandia y con promoción inédita –la tan publicitada visita al país de los artistas principales a excepción de Morgan Freeman (Beech)- tiene varios rasgos de las películas de ciencia ficción de los ´70 con una pulcritud ambiental (todo es blanco, atención a los interiores de la nave) y tecnológica que asusta. Las armas que porta Tom Cruise pueden remitir a la opera prima del director Joseph Kosinski: Tron: el legado con todo el aspecto futurista que ello conlleva. Los enfrentamiento entre el protagonista y los "malos" le pone la cuota de acción necesaria a una película minada de hostilidad escenográfica. Todo es gris. Las órdenes y traiciones a cargo de Sally (la pétrea Melissa Leo), la crisis de identidad (con clones incluidos) que sufre Jack -que remite a la adaptación de Alejandro Amenábar (Abre los ojos)- y el encuentro con algunos sobrevivientes humanos (depositados en cápsulas) y que es la semilla de un confuso amor, son lo más interesante de este film donde la omnipresencia de Cruise (a lo Misión imposible, fortuito o no) se roba la película. Una vez más. FICHA TECNICA Calificación: Buena Oblivion: El tiempo del olvido Acción Estados Unidos, 2013, 140´, SAM 13 De Joseph Kosinski Con Tom Cruise. Morgan Freeman, Olga Kurylenko Salas Village Caballito, Cinemark Puerto Madero, Cinema City General Paz.
La Reconstrucción (espacial) La ciencia ficción ya a esta altura en el cine es como el género de la comedia, casi no quedan recursos nuevos por explotar, ergo se hace complejo buscar aristas atractivas o sorprendentes para enganchar al público. Y si por un lado se sabe como aquí diseñar un paisaje infinitamente desolador, extraño, casi real, cosa que ayuda y mucho a que una propuesta sea al menos bien presentada, pero con eso solo no alcanza. La historia que ofrece el director Joseph Kosinski muestra una especie de guerrero solitario del cosmos -La tierra ha sido hecha pelota y quedan solo vestigios ruinosos-, que patrulla para tratar de salvar los pocos recursos que quedan para sobrevivir y además combatir a unos alienígenas denominados "carroñeros", a su vez él tipo lleva una vida tranquila, apacible junto a una mujer que oficia de ayudante, conviviendo en una suerte de satélite.Pero hay sueños, casi premoniciones, y una visita inesperada de otra mujer, y allí la supuesta monotonía se trastocará. El guión pegará un volantazo y la trama planteará situaciones que no dejan de ser atractivas para el público. Hay que decir que a la inmensidad fría e infinita del paisaje, se la puede casi ver copiada del más puro western, aquello del hombre frente a lo gigantesco del panorama, unos escenarios futuristas que están maravillosamente logrados -el alto costo de este filme- pero si hablamos de "refritos y concomitancias" para el lado de la CF, la peli se relaciona con títulos casi olvidados como "La amenaza de Andrómeda" (1971, Robert Wise), "Naves Misteriosas" (1972, Douglas Trumbull) y algunas más actuales que de citarlas uno podría adivinar algo de su resultado, y esa no es jamás la intención de comentar una película de nuestra parte. Odiamos los "Spoilers". Las actuaciones son correctas , Cruise está ajustado a su rol protagónico, hace bien los deberes acompañado por Morgan Freeman, casi como un si "refrito" de él mismo, y dos bellezas bastantes distintas entre sí: la rusa Olga Kurylenko -tiene mucho de Catherine Zeta-Jones- y la británica Andrea Riseborough. Todo lo que compete a esta producción en diseño, arte, fotografía, música, edición, sonido, es de primer nivel, hablamos de calidad relevante, pero hay algo del guión en su historia que no termina de cuajar, cosas o bien ya remanidas y utilizadas en tantas pelis o recursos timoratos de cierre de filme.
Una película de ciencia ficción postapocalíptica con Tom Cruise y Morgan Freeman no puede ser mal prospecto. En este caso, la parte “espectáculo” funciona muy bien, con bellos movimientos y elementos de acción que provocan una emoción genuina. El problema es que la intención de dejar un mensaje clarísimo respecto de la ecología, el armamentismo, el lado oscuro de la Humanidad, los peligros de la ciencia, etcétera conspiran constantemente contra la aventura. La Tierra ha sido devastada por la guerra contra unos aliens, Cruise es de quienes se encargan de hacerle cierto mantenimiento al planeta, y un accidente lo lleva a descubrir que la historia oficial podría estar equivocada. Contra lo que luchan los protagonistas, pues, es contra un guión que intenta, cada cinco minutos, establecer la utilidad del film en lugar de dejar que estos personajes vivan por sí mismos y nos contagien sus reacciones. Aún así, el director Joseph Kosinsky (responsable de la casi soporífera “Tron: el legado”) demuestra buen gusto, interés por sus protagonistas y deseo lúdico a la hora de la aventura, lo que compensa la pesadez filosófica (e inútil por lo trivial) de ciertos sectores del film. Cruise y Freeman, como siempre, causan un placer enorme a la hora de verlos, uno de esos placeres que –¡caramba!– andan escasos hoy día.
¿Son un equipo eficiente? Película de ciencia ficción donde en un futuro no tan lejano la tierra ha sido devastada por una invasión alienígena y cuyo protagonista Jack Harper debe encargarse de garantizar los trabajos de refacción del ambiente para que la humanidad puede volver a repoblar la tierra. Una historia bastante sencilla cuyo comienzo es tal vez lo más logrado de la misma, ya que cuando empiezan las revelaciones todo se vuelve demasiado complicado y sus resoluciones terminan siendo más efectistas que interesantes. A pesar de ser una película muy bien cuidada desde lo técnico contiene una trama demasiado torpe para sus pretensiones. Claramente "Oblivion" se divide en dos mitades muy diferenciadas. Una primera parte donde una pareja de técnicos se encarga de reparar y mantener unos robots mientras son vigilados por una tercera persona a través de un intercomunicador. En estos momentos se vislumbran las actividades diarias tanto como también con mucha sutileza y habilidad se plantean interrogantes sobre la identidad y la razón de su trabajo mientras asimismo se introducen diversos conflictos entre los tres personajes. A pesar de ser algo repetitiva o un poco trillada en su forma de narrar las idas y vueltas entre las tareas del protagonista, sin lugar a dudas la trama logra describir con mucho asombro y precisión el universo en el cual se va a desatar la acción. Sin embargo, la segunda mitad es donde se empiezan a vivenciar los diversos problemas o giros fallidos que hacen a la película caer en desgracia. Es a través de las apariciones de los personajes de Morgan Freeman y Olga Kurylenko que la película empieza a disponer de resoluciones sensacionalistas que a pesar de generar asombro en el espectador, solo terminan dinamitando una historia la cual se vuelve inverosímil o simplemente infantil. El personaje de Kurylenko es la parte más débil de la historia ya que como sub-trama romántica es de lo más elemental y, aún más importante, prácticamente su existencia casi no tiene peso dramático y siempre es arrastrada de un lugar a otro. Por otro lado, Morgan Freeman expresa la parte más descuidada y banal de la historia. Es en él donde se materializa la parte más torpe y efectista de la trama, ya que son sus estereotipadas acciones y diálogos lo que hacen del conflicto bélico final un mal chiste cuyo descenlace está tan sobrecargado en banalidad que choca profundamente con sus pretensiones de seriedad. Aunque es verdad que sería algo muy arriesgado y difícil hubiera sido mejor que la historia se desarrollara en escenas como Tom Cruise enfrentándose a unos droides voladores.
Wake up Tom "Oblivion" del director Joseph Kosinski ("Tron Legacy") es una película de ciencia ficción bastante bien elaborada, con toques sociales interesantes y con una narración correcta que va conectando los cabos poco a poco. La historia se sitúa en un futuro no tan lejano en el que la Tierra ha sido invadida por extraterrestres y que, como resultado de la cruenta batalla entre humanos y marcianos, se encuentra ahora prácticamente inhabitable, ¿o no es así?. La trama juega bastante con algunas vueltas de tuerca y lleva de manera inteligente al espectador hacia una zona de espejismos donde nada es lo que parece. Ahí, en esa zona, Kosinski despliega su pericia y hace pasar un buen momento de ciencia ficción clásica. Quizás el problema más palpable de este film tuvo que ver con los personajes que en general fueron poco atractivos y de un carisma medio. Más allá de que la historia resultaba interesante, los personajes individualmente no produjeron un impacto fuerte en el público. Quizás la frialdad que propone la trama se extrapoló a la personalidad de los protagonistas y eso derivó en que ninguno sobresaliera demasiado. Es el típico problema en el que pensamos que si muere tal o cual protagonista no nos afectará mucho, y eso habla del nivel de involucramiento generado por el film, que en este caso creo que fue bastante bajo. Otra sensación que me surgió mientras veía la peli, era de sentirme ante algunos elementos muy palpables de Matrix, como por ejemplo la condición de elegido del personaje de Tom Cruise, la personalidad profética de Morgan Freeman muy a lo Morpheus, los drones y algunas otras similitudes más que no quiero contar para no spoilear. Se nota un clara influencia de la trilogía Matrix tanto en la trama como en algunas cuestiones estéticas, lo que no es malo por cierto, pero le quita un poco de originalidad. Creo que se abordó una trama compleja, que fue bien desarrollada a lo largo de metraje, pero en el cierre se notó bastante que les costó redondear la historia. En cuanto a lo técnico no tengo quejas, se nota que se hizo un buen trabajo visual y de edición. Más allá de los inconvenientes marcados, creo que en general "Oblivion" se ubica por encima de la media de productos de ciencia ficción y a muchos fans del género les va a gustar bastante.
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Oblivion es refrescante ciencia ficción de la buena. Sí, está Tom Cruise (que será un tipo medio loco y detestable en la vida real, pero sin dudas es un intérprete que elige con mucha inteligencia sus papeles y siempre es garantía de buen cine) y hay algunas balaceras, pero aquí la historia es mucho más densa de lo que el trailer aparenta. Esta es sci fi pensante y, por Dios, se trata de un buen ejemplar, aunque hay que admitir que tiene su cuota de problemas. El resultado final es muy satisfactorio, aún cuando los detallistas intentarán engolosinarse con las inconsistencias del relato. En sí, Oblivion es un relato esencialmente dickiano. Hablamos de la memoria, de confusión de identidades, de realidades alteradas, de sueños que no son tales sino que son recuerdos. Oh, sí, Phillip K. Dick se deleitaría con la mayoría de las vicisitudes del libreto, el cual está firmado por Joseph Kosinski, el mismo que dirigió Tron Legacy. Hay un fuerte sabor a sci fi setentosa en todo el asunto, filmes en donde el clima lo era todo y había que madurarlo a fuego lento. Y acá las cosas se toman su tiempo para comenzar a despegar. En sí, la primera parte es simple de entender. Tom Cruise vive con Andrea Riseborough (¿no había otra actriz más linda para el papel?) en un domo ubicado en lo alto de una montaña, sobre la superficie de una Tierra devastada por una antiquísima guerra ocurrida entre humanos y alienígenas. Tomás sale todas las mañanas a ver si algún robot de vigilancia se rompió, y Andrea lo guía desde su central. Ellos están en servicio, el cual está a punto de expirar en dos semanas; después de eso, abordarán la misión colonizadora a Titán, en donde la humanidad espera asentar sus reales y comenzar a reconstruir su historia desde cero. Las cosas se salen de control cuando una cápsula espacial aterriza en la zona que vigilan, tras lo cual Cruise va a investigar y descubre que su cargamento es un montón de seres humanos en estado de hibernación. Para colmo, uno de ellos es una chica con la cual Tom sueña todas las noches desde hace años. Los drones acuden al mismo tiempo al lugar y, en vez de proteger a los humanos, los confunden con enemigos y terminan masacrándolos. La bella sobreviviente - Olga Kurylenko, la ex chica Bond de Quantum of Solace - es rescatada por Tom, quien se la lleva para su base ante la fea mirada de su compañera / concubina, quien cree que las curvas de la refugiada le han calentado las hormonas a Tomasito o, bien, que el flaco planea hacer algún tipo de trifecta no muy santa. Pero Tom está atormentado por los recuerdos, porque sabe que hay un vínculo con la chica pero no logra descifrarlo. ¿Acaso la caja negra de la cápsula en donde venía la Kurylenko podrá aportar algún dato revelador sobre el nexo que los une?. Oblivion se toma su tiempo para llegar al nudo de la historia. La idea es tridimensionalizar los personajes, en especial el de Tom Cruise, el cual es un amante de la vida sana y natural - ha encontrado un pequeño fragmento de tierra impoluta cerca de un lago y ha montado su propio refugio, en donde cultiva plantas y escucha viejos discos de vinilo -, y quien comienza a cuestionarse la necesidad de abandonar todo ese pequeño paraíso para ir a colonizar un territorio desolado en la otra punta del sistema solar. La macana que el enfoque no resulta todo lo efectivo que debiera, especialmente cuando empiezan las revelaciones acerca de la relación que hay entre el protagonista y la Kurylenko. Quizás el problema pase por los flashbacks, los cuales fallan en establecer un vinculo sentimental entre el espectador y la pareja, posiblemente porque son repetitivos y les falta profundidad - Kosinski no es Peter Jackson o Quentin Tarantino, iluminados capaces de armar guiones que ilustren de manera emocional (y de cuerpo entero) a un personaje en apenas dos o tres frases -. Y cuando Morgan Freeman hace acto de presencia - comenzando a anudar los cabos sueltos que tiene Cruise, y presentándole una perspectiva radicalmente diferente del mundo que lo rodea -, el filme empieza a tropezar. (alerta: fuertes spoilers) Quizás el punto sea que, para el espectador entrenado, uno olfatea al toque de qué peliculas Oblivion ha tomado ideas prestadas para elaborar el segundo y tercer acto, las cuales van desde El Planeta de los Simios - "la verdad está en la zona prohibida" - hasta Moon y Día de la Independencia (de la cual hacia una copia flagrante de secuencias enteras), eso sin contar ciertas inconsistencias de lógica. ¿Acaso la persona es el ser de carne y hueso, el alma que lo contiene, o el conjunto de recuerdos que define su personalidad?. Oblivion no profundiza demasiado en el tema, y quizás trata el punto de manera demasiado expeditiva, cosa de darle un cierre rápido y relativamente optimista a todo el asunto. Por otra parte uno se hace preguntas obvias - ¿todo el plan de Morgan Freeman se reducía a provocar el encuentro entre Cruise y la Kurylenko?; ¿es por eso que recuperaron la sonda?¿qué pasa con el resto de patrullas que pulula en el resto del planeta? ¿después de 60 años de distancia ocurren todas estas coincidencias? -. Incluso la explicación final sobre las características del ejército invasor - conformado por un montón de caras conocidas (intento ser criptico lo más que puedo para no arruinar las sorpresas; después de todo... ¿qué hace usted leyendo estas líneas? ¿no leyó la advertencia en rojo de que había spoilers?). - deja su cuota de preguntas en el tintero. Porque, después de la invasión, ... ¿volvieron a poner a todos los especímenes dentro de un frasco y los archivaron? (fin spoilers) Aún con su narración algo lenta y su cuota de inconsistencias Oblivion se deja ver. Abunda en ideas, y tiene un enfoque fresco. Es cierto que al final empieza a tomar cosas prestadas de otros filmes, pero sigue siendo inteligente y mantiene su conducta, incluso arriesgándose a tomar un par de decisiones valientes a la hora del cierre. Lo que sí, sólo resulta recomendable a aquellos que tienen paciencia y piden un producto más cerebral que de costumbre. Porque, si bien no cataloga como gran ciencia ficción, al menos es sólida y prefiere las ideas a los efectos especiales.
Pueden pasar los años pero yo cada vez estoy más convencido y firme en mi postura sobre cuál es el mejor género cinematográfico: Creo fervientemente que no hay con que darle a la ciencia ficción. Como marco es perfecto para una liberación artística de un realizador o guionista, porque permite la expresión de ideas en forma de alegorías, críticas e imágenes, todo en un combo donde además convergen de forma necesaria algunos de los aspectos más importantes del séptimo arte, como lo son el campo visual y sonoro. No quiero irme del tema, pero piensen en cualquier gran película de ciencia ficción y verán que lo visual y lo sonoro tiene que estar a la misma altura de lo argumental. Cuando se rompe ese balance, estamos frente a propuestas que encajan en otros géneros o subgéneros y no propiamente en el de la ciencia ficción. Hace un par de años cuando Joseph Kosinski hacia su debut tras las cámaras con “Tron: El Legado” (2010) me resultó muy interesante la forma en que logró aprovechar al máximo una historia impresionante (personalmente la considero un lobo con piel de cordero) no solo para demostrar su talento, sino también para darle un sello personal muy marcado y esencial a ese producto a través de la fotografía y la utilización de la música. Junto a Neill Blomkamp, director y guionista de “Sector 9” (District 9, 2009) y Duncan Jones, responsable de “En la Luna” (Moon, 2009) y “8 minutos antes de morir” (Source Code, 2011), me parece que Kosinski forma parte de una nueva y prometedora camada de realizadores que aportarán mucho al género de la ciencia ficción desde un punto de vista muy personal y original en los próximos años. En ese contexto es donde aparece “Oblivion”, su primer trabajo cinematográfico 100% personal, ya que está basado en un cómic que él mismo escribió mientras trabajaba en “Tron: Legacy” y que, luego del éxito de aquella producción, fue visto con buenos ojos por parte de algunos de los grandes estudios de Hollywood, dándole luz verde a este proyecto. “Oblivion: El tiempo del olvido” es un buen exponente del género, no solo porque su historia sirve para reflexionar sobre aspectos presentes que sin dudas serán determinantes en nuestro futuro (la carrera armamentística, el cuidado ambiental, los avances tecnológicos y su impacto) sino porque también se permite ofrecernos visualmente un espectáculo soberbio, acompañado de una brillante banda sonora. El responsable de lo visual es, nuevamente, Claudio Miranda (ganador del oscar por su trabajo en “Life of Pi” de Ang Lee), con quien Kosinski ya había trabajado en su anterior proyecto. Aquí, una vez más, el realizador y el director de fotografía se pusieron nuevamente de acuerdo para impactar con imágenes hermosas, desoladoras, muy coloridas y planos que parecen cuadros pintados a mano. Por otro lado, los responsables de la impecable banda sonora, son los integrantes de la banda M-83, liderada por Anthony Gonzalez quien contó también con colaboración de Joseph Trapanese para brindarnos una serie de melodías nostálgicas, amargas, imponentes y estruendosas a medida que avanza el relato. Sin embargo no podemos dejar que el envase opaque al contenido, el cual es ni más ni menos que su argumento. Si bien arranca de forma ascendiente durante su primera parte y arremete y sorprende durante el clímax, una vez que llega el momento del cierre parece que el guión firmado por Michael deBruyn y Karl Gajdusek se conformara con lo mostrado previamente y ofrece una floja resolución, en comparación a lo que uno podría esperarse de semejante historia. Porque si hay algo que “Oblivion” tiene a su favor es que a través de un interesante y dinámico prologo que da inicio a dos primeros actos bastantes, logra su objetivo de hacernos pasar un muy buen momento dentro de un futuro desolador y solitario. Quiero remarcar algo que no me parece coincidencia, debido a que es la segunda vez que Kosinski lo hace, y es la forma en que este realizador logra insertar elementos muy humanos de forma acertada a relatos de ciencia ficción fríos y distantes. Nuevamente el amor, la relación entre creador y creación, la subversión y la búsqueda de la perfección son algunas de las aristas que se tocan de forma no tan sutil en la trama que presenta “Oblivion”. Gran parte de eso también se debe también a tres piezas claves del elenco: Tom Cruise (quien ya es una cara repetida dentro de algunas muy buenas producciones de este género), Andrea Riseborough y Olga Kurylenko, quienes se cargan al hombro casi el 75% de la película sin tambalear en ningún momento. En otras palabras, “Oblivion: El tiempo del Olvido” ofrece un pasatiempo de factura técnica notable, digno de ser disfrutado en las mejores condiciones que puede ofrecer una sala de cine, como así también una historia que entretiene porque atrapa, sorprende y reflexiona sobre temáticas interesantes dentro del amplio espectro que puede ofrecer la ciencia ficción. Sin embargo, durante su parte final, la historia pierde consistencia y le cuesta aterrizar de forma cómoda, optando así por una salida viable, pero que no está a la altura de lo ofrecido previamente. La sombra de “Tron: El Legado” es muy grande para Kosinski y eso está bueno, porque seguramente a medida que vaya ofreciéndonos nuevos trabajos intentara superar aquella impresionante carta de presentación. Esta vez se quedó en el medio.
El director Joseph Kosinski (Tron: el legado) dirige a Tom Cruise en Oblivion: El tiempo del olvido (Oblivion, 2013) y consigue impactar desde el punto de vista visual pero deja mucho que desear desde lo narrativo. La acción transcurre en el año 2074; la Tierra quedó devastada luego de que los seres humanos utilizarán su poderío atómico para repeler una invasión extraterrestre. Y si bien la raza humana ganó la batalla, la mayoría de los habitantes perdieron la vida y los pocos sobrevivientes escaparon hacia Titán, una de las lunas de Saturno. El personaje de Tom Cruise es un ex comandante cuya misión consiste en reparar unos drones encargados de mantener unas máquinas gigantescas responsables de extraer agua, el único recurso útil del planeta. Los sabotajes por parte de unos seres llamados "carroñeros" se vuelven frecuentes y para colmo, una nave cae y uno de sus tripulantes (Olga Kurylenko) pone de cabeza todas las creencias del protagonista del film. La película se puede dividir en dos partes bien distinguibles. La primera se hace entretenida principalmente desde el despliegue visual y por la espectacular fotografía a cargo Claudio Miranda, ganador del Oscar por Una aventura extraordinaria (Life of Pi, 2012). Todo el tiempo sobrevuela una sensación de que cualquier cosa puede pasar en este planeta desolado que parece estar habitado por el personaje de Cruise y por Vika (Andrea Riseborough), su compañera y amante que lo asiste constantemente desde la base. A su vez estos dos son monitoreados desde Titán por Sally (Melissa Leo). Ya en la segunda parte, cuando aparezcan los personajes encarnados por Morgan Freeman y Nikolaj Coster-Waldau, de los que no conviene adelantar demasiado ya que se arruinaría la vuelta de rosca que propone el director, es cuando la película comienza a derrapar y decae el ritmo que se venía manteniendo a fuerza de imágenes impresionantes, efectos visuales muy bien orquestados y un Tom Cruise que aparece en casi todas las escenas. El principal problema subyace en que el camino elegido por el director resulta demasiado previsible y de la ciencia ficción clásica del estilo de 2001: Odisea del Espacio, Blade Runner, THX 1138, y hasta Wall-E de Pixar, se cae en una película de acción que busca dejar una tibia moraleja en los espectadores. De un tono serio pasamos a una película de acción bastante liviana que puede defraudar al espectador que tenía otras expectativas. No obstante, la cinta logra sobresalir entre tanta superporducción y entrega varias secuencias realizadas en escenarios naturales y una puesta en escena muy bien lograda. Y si bien no se convertirá en una cinta de culto, Oblivion: El tiempo del olvido merece ser rescatada como un exponente más del género. 3/5 SI Ficha técnica: Dirección: Joseph Kosinski Guión: Karl Gajdusek & Michael Arndt Año: 2013 Estreno(Argentina): 11 de abril de 2013 Distribuidora: UIP Reparto: Tom Cruise, Morgan Freeman, Olga Kurylenko, Nikolaj Coster-Waldau, Melissa Leo, Andrea Riseborough.
Publicada en la edición digital #251 de la revista.