Cicatrices del tiempo Y el cine industrial argentino lo hizo de nuevo: teniendo los recursos que les faltan -o se les niegan- a las otras ramas del enclave nacional en un movimiento pendular que acompaña a los caprichos de la logia televisiva y gubernamental de turno, no consigue redondear un producto que esté a la altura de lo que el mercado global contemporáneo del séptimo arte reclama. Aquí reaparecen una vez más problemas de siempre que se resumen en diálogos excesivamente declamativos y en un desnivel pronunciado en cuanto a las actuaciones, una combinación que con los años logró atenuar sus efectos nocivos a fuerza de una progresiva profesionalidad en materia de los rubros técnicos, no obstante estos inconvenientes se resisten a morir y el hecho parece estar vinculado a una cuestión cultural que -por más que el modelo general sea el cine yanqui y europeo- impide un verdadero desarrollo de fondo. Perdida (2018), una coproducción nada menos que con España, tampoco llega a ser mala como sí lo fue por ejemplo la reciente y espantosa Los Olvidados (2017), otro exponente de género que pretendía salir a pelearle a los norteamericanos en su propio terreno -una meta siempre noble- y que terminaba cayendo aún más bajo en lo que respecta a los resultados. Este opus de Alejandro Montiel es una adaptación de una novela de Florencia Etcheves que retoma un esquema clásico del horror y el policial negro, el de dos personajes centrales que comparten una amistad y luego se separan vía algún acontecimiento traumático que los lleva a estar en veredas opuestas, planteos éticos contrastantes de por medio. La trama sigue al pie de la letra el formato y la supuesta construcción de suspenso pasa del “misterio” principal -ese que descubrimos de inmediato- al sutil acecho del esbirro violento de turno. Ahora la debacle emocional se produce por la desaparición de una tal Cornelia en un viaje escolar a la Patagonia, lo que marca la vida de todas sus compañeras adolescentes y en especial la de Manuela (Luisana Lopilato), su mejor amiga, quien por supuesto 14 años después se transforma en policía y decide reabrir el caso a raíz de la insistencia de la madre de la joven, que se niega a aceptar que la susodicha esté muerta porque nunca encontraron el cadáver. Ya desde el inicio, cuando vemos que una inescrutable mujer -la cual luego descubriremos que responde al nombre de Nadia (Amaia Salamanca)- se presenta en una misa en honor a Cornelia, comprendemos que el enigma duró lo que un soplido y que nos tenemos que conformar con las andanzas del sicario/ socio de la señorita, quien pretende evitar a toda costa que Manuela dé con la verdadera identidad de Nadia y su trágico pasado. Sinceramente la experiencia podría haber sido mucho peor porque a la poca presencia escénica de Lopilato como agente de policía se suma el hecho de que varios de sus colegas son directamente de madera, ante lo cual la mínima eficacia de la actriz protagónica logra que el barco no se hunda (de todas formas, el mejor desempeño es el de la española Salamanca, una profesional que se mueve en un rango que nadie del elenco argentino alcanza jamás). El apenas correcto guión de Jorge Maestro, Mili Roque Pitt y el director nos va contando el devenir de Nadia vía flashbacks que corren en paralelo a la pesquisa de Manuela, tratando con solvencia -y desde el realismo más crudo- la temática de la trata de blancas. Lamentablemente las buenas intenciones no nos salvan de un desenlace muy flojo que deja muchos cabos sueltos, resulta tan estandarizado como el resto del relato y en suma no está a la altura de las cicatrices del tiempo que arrastran las mujeres, frente a las cuales la película recurre a soluciones narrativas un tanto erráticas que carecen de imaginación…
Los entramados de la trata El realizador argentino Alejandro Montiel regresa a la dirección con Perdida (2018), una coproducción entre Argentina y España filmada en Buenos Aires, San Martín de los Andes y en las Islas Canarias, basada en la novela Cornelia, de Florencia Etcheves, editada en 2016. El sexto largometraje de Montiel fue adaptado por el propio director junto al experimentado guionista Jorge Maestro y Mili Roque Pitt, que trabajó en el guión de El Desafío (2015) y Extraños en la Noche (2012). El film narra la obsesión de una oficial de la policía, Manuela Pelari (Luisana Lopilato) por la recuperación de chicas secuestradas por las redes de trata de personas, producto de la culpa por la desaparición de su mejor amiga, Cornelia, durante un viaje de estudios en su adolescencia en los bosques de la Patagonia. Catorce años después Manuela descubre nuevas pistas sobre el caso y presiona al comisario de su seccional (Rafael Spregelburd) para que lo reabra y le permita investigar la conexión con una prostituta española y su socio. El pilar del relato es la narración de la investigación a partir de la necesidad de Manuela de cerrar un capítulo traumático de su vida que ha marcado todas sus decisiones desde esa época, incluida la de convertirse en policía, justamente bajo la protección del mismo oficial asignado años atrás a la investigación del caso de la desaparición de su amiga, Cornelia Villalba. A nivel narrativo el film resulta demasiado previsible y deja cabos sueltos por doquier o los resuelve a medias sin realizar un desarrollo cabal que concluya los capítulos y ejes narrativos que se relatan. Por otra parte, la obra incluye una gran cantidad de personajes secundarios sin justificación ni preámbulo dejándolos a la deriva en una historia que cada vez se vuelve más enrevesada y caótica, producto de los errores que dejan expuesta la narración La actuación de Lopilato es inverosímil y fluctuante, no conformando en las escenas más dramáticas ni en algunas escenas anodinas, pero tampoco está desnivelada con respecto al resto del elenco, que tampoco logra levantar el nivel de las interpretaciones, salvo en el caso de Amaia Salamanca, que otorga una gran actuación a puro carisma muy lejos de la media de la propuesta. La fotografía a cargo de Guillermo Nieto, responsable de No Dormirás (2018), es muy buena y la dirección de Montiel es correcta en términos generales, pero el opus se pierde demasiado en los detalles de la novela, extendiendo la duración exageradamente en una película que no lo demanda, con demasiadas cuestiones secundarias que terminan minando la coherencia interna del relato sin aportar realmente nada a la coherencia interna de la narración. Si Perdida mantiene un nivel irregular en la mayor parte de su duración, la conclusión de toda la historia realmente destruye todo lo que el film había construido en su nudo narrativo con una resolución que desanda toda la complejidad con una simpleza apabullante e incoherente para con toda la propuesta. Así la obra de Montiel no consigue realmente traducir la novela de Etcheves al formato cinematográfico ni crear una historia sobre la trata de personas ni sobre la prostitución que rasgue más allá de la superficie una cuestión mucho mejor trabajada en otras películas centradas más en la construcción de una historia de la trata que en el intento de posicionar a una actriz.
El cine y la literatura argentina se vuelven a unir para traernos Perdida, un thriller basado en la novela “Cornelia” de Florencia Etcheves. Gran producción y un elenco con importantes nombres son parte de esta película que cumple con lo que promete y, no carente de errores, sale bien parada del desafío de contar una historia compleja. De qué de trata Perdida Pipa (Luisana Lopilato) es una agente de la policía comprometida con los casos de trata. Detrás de su empeño por resolver los casos del presente, hay un misterio sin resolver: qué fue de Cornelia, su mejor amiga, quien desapareció durante un viaje de estudios 14 años atrás, en la Patagonia. Un aniversario pondrá en escena a personas que pueden ser clave para saber qué pasó: una misteriosa española (Amaia Salamanca) y la madre de Cornelia (María Onetto). En un mundo oscuro, Pipa tendrá que saber en quién confiar. Perdida, la complejidad El director Alejandro Montiel tuvo ante esta historia varios desafíos. Uno es hablar de la trata de personas en el tono adecuado. Podría haber optado por un relato oscuro, denso, más cercano al realismo social que al thriller. En vez de eso, optó por hacer una película accesible para el gran público pero no por eso liviana. Perdida consigue manejar bien los tiempos y la estructura del relato en general. La segunda mitad, sobre todo, es la que toma velocidad y atrapa más. La complejidad de la trama, que logra condensarse en 90 minutos, deja, aun así, algunos cabos sueltos. Varios personajes que no terminan de ser claros en su función, su rol y su destino. Un detalle. El elenco de Perdida Luisana Lopilato se pone saca el glamour que la caracteriza para ponerle el cuerpo a una policía que trepa, pelea y pone lo necesario para dar batalla. Es raro verla distinta, pero con el correr de la película convence y demuestra mucho girl power. Otra parte del elenco argentino genera expectativa. Sí, porque Oriana Sabatini y Julián Serrano tienen un ejército de fanáticos en las redes y están ansiosos por ver Perdida. “¿Cómo está Oriana? ¿Cómo está Julián?” Me preguntaban por Twitter. Es que Perdida es el debut cinematográfico de ambos. Así que -fans ansiosos- acá va. Oriana Sabatini, como Lopilato, está muy caracterizada. Se quitó todo rastro del glamour que muestra a diario en Instagram para lucir tan distinta que hasta cuesta reconocerla. En su papel se desenvuelve segura y está muy bien. Un detalle que en las películas suma: tiene buena voz para cine. Sobre Julián Serrano, su papel es muy pequeño, pero da con el physique du role, cumple muy bien con lo que le toca y es creíble. O sea, la dupla debutante pasó la prueba. Muy bien, chicos, aprobados 😉 Amaia Salamanca es otra de las actrices que se transforma para interpretar a Nadine, una española con historia que es puro misterio detrás de sus gafas de sol. Hay algo de falso en su personaje, quizás demasiado, incluso siendo adrede. Y no puedo decir más porque es spoiler. Sabiendo lo buena actriz que es, no logra lucirse del todo. Nicolás Furtado acompaña a este elenco de mujeres fuertes, sin tener grandes desafíos pero cumpliendo con lo que su papel pide. Rafael Spregelburd y María Onetto, los más experimentados del elenco, sin embargo, tienen la dura tarea de hilvanar algunos diálogos que suenan forzados hasta en los mejores. Cosas que a veces pasan en las transposiciones de la novela al cine. Cierta falta de fluidez y de realismo le juegan en contra. Un elenco parejo, un gran despliegue de producción y una historia que vale ser contada son los puntos fuertes. Perdida resulta un thriller correcto y sin grandes errores. Puntaje: 7.5/10 ¿Querés chusmear la conferencia de prensa de Perdida? Acá te la dejo. Duración: 90 minutos aprox. País: Argentina / España Año: 2018
Todos nos sorprendimos al ver la gran cantidad de carteles y publicidades de la nueva película de Alejandro Montiel, “Perdida”, con actores de mucho renombre en el cartel como Luisana Lopilato, Nicolás Furtado y Amaia Salamanca. Con el lema “NUNCA DEJES DE BUSCAR”, la cinta generaba una gran intriga. Bien podría ser muy mala como muy buena. Como espectador, se esperaba ver un gran film, principalmente por el buen nivel que viene teniendo el cine argentino en el último tiempo, pero lamentablemente el largometraje no cumplió con las expectativas. El film cuenta la historia de Manuela “Pipa” Pelari, una agente de policía de la sección de Trata, quien está muy arraigada con los casos. Este compromiso con las víctimas que manifiesta la protagonista se debe a que, 14 años atrás, en un viaje escolar a San Martín de los Andes, su mejor amiga, Cornelia, desapareció y nunca más supieron de ella. El conflicto comienza cuando la madre de Cornelia le pide que retome la búsqueda, porque todavía hay esperanza, por lo que Pipa se empeña en hacerlo junto con una amiga. La historia empieza lenta y un tanto extraña, pero durante el segundo acto la película levanta notablemente el nivel, siendo muy intrigante y entretenida. Pero al cierre, ya en el tercer acto, vuelve a presentar el ritmo pausado con nudos muy rebuscados para llevar la trama a un lugar innecesario que tira por la borda todo lo que se construye anteriormente. Sin embargo, el relato tiene varios puntos interesantes, se mete mucho en el mundo de la trata de personas y de una forma muy verosímil, captando de gran manera nuestra atención. También nos ofrece otro mundo, el de los policías, desde la óptica de una mujer agente, quien se empeña en sus búsquedas y en hacer las cosas bien y así vemos tanto las dificultades que impone el sistema como los conflictos que ella tiene con sus compañeros por el simple hecho de ser mujer. A la par de una historia irregular, la película cuenta con un elenco de las mismas características. La interpretación de Lopilato no es buena, comienza siendo poco verosímil, pero esto cambia durante el relato. Su personaje se mantiene igual todo el tiempo y logra que al final le creamos por completo y nos genere una cierta empatía, es decir, no se destaca pero de cierta forma cumple. Exceptuando algunas malas actuaciones, la cinta tiene papeles muy buenos y muy bien encarnados, principalmente el de Amaia Salamanca y el de Carlos Alcantara. Lo que sí es importante destacar de la película es la ambientación. Una música de gran nivel en una total concordancia con el film; pero el punto más fuerte está en la fotografía, tanto en interiores como en exteriores. Con locaciones de una belleza increíble, como San Martín de los Andes y las Islas Canarias, este largometraje nos da imágenes hermosas que nos dan ganas de salir del cine e ir ahí donde está siendo filmado a relajar y disfrutar. En conclusión, “Perdida” es una película con una historia irregular que no termina de cerrar, actuaciones que no se se destacan, pero con el punto fuerte de una fotografía y música impecables.
Ausencia eterna Anclada en el género policial, e inspirada por el best seller Cornelia de Florencia Etcheves, Perdida (2018), dirigida por Alejandro Montiel (Extraños en la noche), propone un viaje dinámico y consistente hacia la desesperada búsqueda de una joven que desapareció de una manera inexplicable años atrás. Tras la intimista y lograda Un paraíso para los malditos (2013), Montiel teje los hilos para desarrollar un relato ambicioso, que encuentra en su primera parte la consistencia necesaria para luego desentrañar el misterio tras una joven llamada Cornelia en un viaje de escuela. En medio de conflictos personales y profesionales, la agente Manuela Pelari (Luisana Lopilato) decide encarar una vez más la investigación que podría dar con el paradero de su amiga, aun a expensas de involucrarse en una siniestra, internacional y gigantesca red de trata de personas. Sin saberlo Manuela, avanza con su idea, enfrentándose a su jefe (Rafael Spregelburd) y compañero de trabajo (Nicolás Furtado), chocando con la madre de Cornelia (María Onetto), pero sabiendo que poco a poco la pesquisa comenzará a dar sus resultados. Desconociendo sus consecuencias y daños colaterales, Manuela ve cómo los recuerdos comienzan a interpelarla, aunque los mismos son confusos, y, muchas veces son reforzados por otros interlocutores, por lo que nunca sabe si los vivió o no. El rompecabezas comienza a encajar las piezas, y el guion desanda en dos planos la historia de Cornelia, Manuela y el grupo de adolescentes que en la última noche de un viaje de estudio pudo ver a esa joven que permanece hace casi 14 años desaparecida. El guion construye los personajes con trazos simples pero definitorios, y aún en la rudimentaria presentación de alguno de ellos, potencian la funcionalidad de cada uno dentro del relato. El vestuario los termina por configurar. Los malos son malos, y los buenos son buenos, pero por momentos esa función puede cambiarse, y ahí está la clave de Perdida, la capacidad de no inmovilizar a los actantes, quienes pueden pasar de un bando a otro en cualquier instante de acuerdo a aquello que le toque vivir. Luisana Lopilato compone con madurez su rol, sale de su zona de confort, y del glamour de las revistas del corazón, al igual que algunos actores secundarios, como Oriana Sabatini (Pipa), una amiga de Manuela que tiene conocimientos de informática y que la ayudará durante los primeros pasos de la investigación. El elenco se completa con una serie de actores extranjeros, que además de potenciar, claramente, la venta al exterior del producto, dotan de cierto cosmopolitismo al relato, destacándose Amaia Salamanca como una siniestra y fría madama, y Cachín Alcántara, como un asesino a sangre fría que no dudará enfrentarse con quien sea para mantener en secreto la red de trata de personas en la que está involucrado. Técnicamente precisa, con algunas escenas ampulosas y necesarios flashbacks para contextualizar el presente de la protagonista, Perdida es un correcto ejercicio de género, que tal vez precipita hacia el final una serie de giros de la historia, pero que no renuncia a su necesidad de generar un producto nacional de calidad sin traicionar el localismo y hablar de un tema de agenda e interés social.
“Perdida” llega con un arsenal publicitario muy importante y un elenco de renombre, pero no todo lo que brilla es oro. A saber: tenía mucha expectativa y no se vio del todo cumplida. La producción se comparte con España y es una adaptación de la novela “Cornelia” de Florencia Etcheves, periodista con una gran trayectoria en policiales devenida escritora. La historia es la de dos mejores amigas, Manuela Pelari o “Pipa”, su sobrenombre (Luisana Lopilato) y Cornelia Villalba, quienes junto a otras amigas comparten un viaje al sur hasta que todo termina en tragedia cuando la última noche, en la que salen a bailar, Cornelia desaparece y nunca más es encontrada. Ante el pedido de su madre (María Onetto) mucho después, cuando Pipa ya es policía, ésta decide reabrir el caso, aún ante la negativa de su superior (Rafael Spregelburd). Todo se complica cuando, con motivo de una misa en honor a Cornelia van apareciendo nuevos personajes como Nadia (Amaia Salamanca), luego ”sus chicas”, y sus secuaces que se dedican a la trata de personas. Todo con trazo grueso y algunas peleas. Los flashbacks nos irán relatando el pasado de todo el grupo de amigas y el presente de la investigación. Su jefe sigue protegiendo a Pipa, su colega Martín (Nicolás Furtado) es casi un obstáculo en su búsqueda porque no se llevan bien...y de algo que prometía, se va enredando bastante en su propia trama. Aunque tiene algo de acción y suspenso. Algo. Dirigida por Alejandro Montiel y filmada en Buenos Aires, San Martín de los Andes y las Islas Canarias destaco la actuación de Amaia Salamanca por sobre todas y la fotografía, sobre todo en exteriores. ---> https://www.youtube.com/watch?v=bdVS8PHjEow ACTORES: Luisana Lopilato, Nicolás Furtado, Amaia Salamanca, Julián Serrano, Oriana Sabatini DIRECTOR: Alejandro Montiel. GENERO: Suspenso , Drama. ORIGEN: Argentina. DURACION: 105 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 16 años con reservas DISTRIBUIDORA: Buena Vista. FORMATOS: 2D. ESTRENO: 19 de Abril de 2018
Perdida nos presenta a Pipa (Luisana Lopilato) una mujer policía que se saltea los procedimientos en pos de rescatar victimas de trata de blancas. El origen de esta vocación se debe a que, en un viaje con sus amigas al sur, Cornelia, una de ellas, desapareció. En una nueva misa de aniversario, la madre de Cornelia le pide a Pipa que reabra el caso. Y ella aprovecha todos los recursos a su alcance para darle un mejor cierre a la historia de su amiga. La principal fortaleza de Perdida es su actualidad. Propone una protagonista fuerte y una antagonista (Sirena, interpretada por Amaia Salamanca) que ganó su lugar en un negocio de hombres. La presencia femenina, además de mover la acción, aparece con respeto en el tratamiento del tema de la trata. No polariza a los personajes entre buenos y malos, sino que introduce conflictos internos y motivaciones. Al ubicarse dentro del policial, la acción requiere dinamismo y ritmo. En ambos aspectos la película logra un muy buen resultado. La narración no es lineal, sino que intercala lo que pasó aquella noche de la desaparición con el presente. Al combinar ambas temporalidades el espectador va recibiendo dosificada la información, resolviendo el caso a la par de Pipa. Resumiendo, en los apartados técnicos los elementos se mantienen dentro del estándar de las producciones nacionales: no aporta nada nuevo, pero tampoco atrasa. Sin embargo, Perdida tiene muchas debilidades. Luisana Lopilato no termina de convencer. Se la ve hacer un esfuerzo muy grande por mostrarse ruda y se aleja de la naturalidad. En materia actoral los trabajos de la española Salamanca y de Nicolás Furtado son lo más destacable. Antes decíamos que los personajes tenían matices y eso sumaba. En el caso de Pipa, se vuelven un poco contradictorios. Oscila entre haber olvidado a Cornelia, deberle su vocación y no haber superado su pérdida. Como es la que lleva la acción adelante, nos cuesta identificarnos porque nunca entendemos lo que siente. Como el motivo principal es una búsqueda la acción avanza a medida que Pipa ata cabos. Muchos de estos cabos son en realidad imposibles de deducir con las pistas expuestas. Lo mismo los vuelcos que da la acción. Las revelaciones se acercan mucho más al melodrama que al policial, rompiendo su propio código y desorientando al espectador.
Una trama policial, que establece una buena intriga y tiene como telón de fondo nada menos que el tema de la trata. La gran ventaja de la autora de la novela Cornelia, Florencia Etcheves es que su experiencia en temas policiales, su especialidad por mucho tiempo, le da al relato la crudeza necesaria del tema, amen de una intriga muy bien armada. En la película, el suspenso subrayado en la realización, funciona con imágenes poderosas, un tanto lenta al principio, más intensa en la segunda parte y una conclusión un poco precipitada. Pero no quedan cabos sueltos. Uno de los grandes atractivos de la película, que tendrá seguramente gran repercusión comercial, es el elenco. Luisana Lopilato, construye pacientemente a su personaje, se despoja de todo glamour y le otorga a su mujer policía fuerza y verdad. Cumple con creces con su rol. (Si tiene éxito el film ¿estará la fantasía de continuar con su personaje?). Oriana Sabatini es una sorpresa, su hacker la muestra transformada y realmente eficiente en su trabajo, buen debut en el cine. Amaia Salamanca aporta frialdad y elegancia. Spregelburd y María Onetto en personajes secundarios que ellos engrandecen. El director cumple con la buena base del libro y con los buenos rubros técnicos en brindar un entretenimiento con un suspenso que mantiene la atención del espectador del principio al fin. Un cine industrial de calidad. Un lanzamiento de primer nivel y una intriga que se plantea con toda la inquietud que produce: un viaje de fin de curso, una estudiante que desaparece sin dejar rastros, una crónica dolorosa de la realidad que se agiganta con el tema de la trata de personas.
Perdida es un policial basado en la novela de la Florencia Etcheves “Cornelia”, protagonizado por Luisana Lopilato, Amaia Salamanca, Nicolás Furtado y Rafael Spregelburd. Con un comienzo atrapante, Perdida nos mete en el mundo de una policía: Manuela Pelari (interpretada por Lopilato). Un día común de trabajo en el que “Pipa” (apodo del personaje) se manda sola, en la casa de un tipo que tiene secuestrado una nena. Los policías aparecen después. A partir de allí, tras el aniversario de la desaparición de su mejor amiga de la infancia, Manuela decide volver a investigar el caso por el cuál su amiga desapareció. Llena de clichés y estereotipos, la cinta va avanzando con varios tropiezos, actuaciones y diálogos solemnes y situaciones forzadas. Se destacan la música y fotografía, que generan climas interesantes. Durante el comienzo del primer acto y el segundo, funciona la narrativa, hay un suspenso y misterio que nos mantienen alerta, pero se disuelve drásticamente con la resolución del final. Las escenas de pelea, están muy bien coreografiadas y filmadas. Hay decisiones de parte de la producción y/o dirección que no me terminaron de convencer, como que la propia Lopilato no se interprete a ella misma (con unas extensiones se podría haber resuelto magníficamente) en su adolescencia. Con su cara aniñada, que de por sí da menos edad de la que tiene, es chocante ver a otra actriz en su lugar, pudiendo hacerlo ella misma. Oriana Sabatini sale airosa de su debut en pantalla grande, despojándose del glamour que la caracteriza, encarnando a una junkie hacker que ayuda a Manuela en la investigación.
Un crimen dormido. Basada en Cornelia, la novela de Florencia Etcheves, Perdida es un thriller policial muy dinámico que salta entre dos líneas temporales mientras su protagonista intenta resolver un caso de desaparición que la tuviera como una de sus principales implicadas cuando solo era una niña. La dirección está a cargo de Alejandro Montiel mientras que el estelar elenco está liderado por Luisana Lopilato, Amaia Salamanca, Rafael Spregelburd, Nicolás Furtado, Oriana Sabatini y María Oneto. Luisana Lopilato interpreta de muy buena forma a Manuela Pelari, una investigadora de la policía federal a quien sus amigas conocen como “Pipa”. Y es a través de las amigas de Pipa que la película avanza. O retrocede. Catorce años antes del momento que la historia nos plantea como “el presente”, Pipa hizo un viaje a la Patagonia junto a sus mejores amigas, entre las que se encontraba Cornelia Villalba, personaje que le da nombre a la novela en la que está basada la producción de Alejandro Montiel. Una noche, el grupo escapó inocentemente de la hostería donde se alojaba junto a un joven de la localidad con el fin de ir a bailar a uno de los boliches de la zona. Todas regresaron. Menos Candelaria, que desapareció para no volver. Con base en una fuente tan nutrida de elementos como es una novela, la película aprovecha muy bien ese origen para construir sus personajes de manera muy sólida. La protagonista de la historia, su grupo de amigas a quien dejó de frecuentar desde la desaparición de Cornelia, el oficial encargado de la fallida búsqueda que ahora ascendió a jefe de policía, una brillante hacker que ayuda a Pipa en sus investigaciones, un colega dentro de la fuerza que la confronta permanentemente y una organización criminal internacional que parece estar implicada en el asunto son los complejos componentes de una trama que no para ni un segundo mientras va y viene entre sus dos líneas temporales, no solo de manera equilibrada y sólida sino generando el suspenso y la intriga con cada escena. En términos narrativos, tal vez las dudas aparecen cuando, catorce años después del suceso que marcara la vida de Pipa, las pistas para retomar la investigación empiezan a caer como en avalancha. Una foto que esconde más de lo que muestra aparece en la misa conmemorativa por Cornelia, un enigmático aviso anónimo es publicado en todos los diarios y la madre de la desaparecida decide hacerle una visita a Pipa en su trabajo para pedirle que aproveche su profesión de policía para buscar a su hija. “Nunca dejes de buscar”, reza el slogan de la película cuando parece que eso es exactamente lo que hizo Pipa cuando la madre de su amiga la aborda, solo para que sean las pistas las que la busquen a ella. Indicios misteriosos que parecen trazar un camino a cuentagotas estilo Hansel y Gretel, personajes dormidos que reaparecen al unísono, una organización todopoderosa que llamativamente no es rival para una investigadora boicoteada por sus traumas del pasado y sus colegas del presente son solo algunos de los intrincados elementos que le dan forma a una trama que parece tomar lo mejor de distintos casos célebres pero que reunidos en una sola intriga parecen demasiado.
Basada en la novela Cornelia de Florencia Etcheves, Perdida es un policial puro, que sin embargo tiene un estilo propio y reconocible. Desde que empieza, nos sumerge en el mundo particular de sus protagonistas, un mundo tan bien diseñado y construido que cuesta salir de él hasta mucho después de abandonar la sala. El ambiente de tensión y suspenso que rodea el caso de Cornelia Villalba trasciende la pantalla para generar un vínculo con el espectador que no deja a nadie indiferente. Manuela “Pipa” Pelari es la protagonista de esta historia, una comprometida policía encarnada por Luisana Lopilato en el papel más logrado de su carrera. La actriz le pone el cuerpo, la voz y el corazón a este personaje que se despega de todo lo que vimos de ella hasta ahora, para entregarnos una mujer absolutamente decidida y perseverante, que -como anuncia el tagline de la película- no va a dejar de buscar lo que quiere hasta las últimas consecuencias. Pipa está obsesionada con el caso de Cornelia, su amiga de colegio secundario que desapareció en un viaje de estudios al sur del país catorce años atrás. A partir de ese momento, la vida de Pipa quedó marcada por este hecho, y todas sus decisiones giraron en torno a la resolución del misterio, desde hacerse policía hasta reabrir el caso a pedido de la madre de Cornelia. Aunque al principio parece que no hay nada que encontrar, la protagonista va descubriendo una red de trata de personas que de alguna manera está vinculada a la desaparición de su amiga. Como en toda buena novela de misterio, las pistas están escondidas a plena vista, pero colocadas de una manera en que generan más preguntas que certezas. Narrada con un ritmo impecable, todo (desde el guión hasta el diseño de producción) funciona para crear un ambiente de tensión implacable y conmovedor, que rompe con muchos vicios del cine nacional. A pesar de caer en ciertos lugares comunes inevitables para el género, la temática es tan genuina que nos involucra con la historia y las motivaciones de cada uno de los personajes. Además, la belleza de las imágenes se nos queda instalada en la retina, con escenas filmadas en Buenos Aires, San Martín de los Andes y las Islas Canarias. La española Amaia Salamanca se luce en el papel de la enigmática “sirena”, una mujer tan deslumbrante como fatal que se interpone en el camino de Pipa y constituye su carta más fuerte para encontrar a Cornelia. El resto del elenco acompaña muy bien y cada uno destaca en lo suyo, formando un conjunto que se sostiene con relaciones orgánicas y diálogos creíbles. Desde el compañero de Pipa, interpretado por Nicolás Furtado, hasta el mafioso compuesto por el peruano Carlos Alcántara, pasando por la elección del elenco adolescente y el sorprendente debut actoral de Oriana Sabatini. Perdida, en definitiva, puede considerarse entre lo mejor que ha dado nuestro cine reciente, lo que no es poco.
Policial con ilusión perdida Quizá por respetar demasiado los ingredientes del género, Perdida termina pareciéndose más a un trámite que a un film que sorprenda al espectador. Lejos de los mohínes de Casados con hijos, Lopilato entrega una actuación sólida como la detective protagonista. Hay un policial argentino de exportación. De exportación a España, prioritariamente, y eventualmente también a otros países latinoamericanos. Es posible que la corriente se haya iniciado con El secreto de sus ojos (ni hablar de las de Adolfo Aristarain, cuya consideración como autor en la península fue justamente posterior a ellas, ni tampoco de las de Fabián Bielinsky, teniendo en cuenta que hasta los críticos hispanos consideraron que El aura era una suerte de abstracción incomprensible). Después vinieron coproducciones, sobre todo con Ricardo Darín, adorado por allí, como se sabe. Los casos de Tesis sobre un homicidio, Séptimo y Nieve negra (2013/ 2017). Coproducción argentina-española en la que interviene Telefé y que distribuye Disney, Perdida apunta a ese nicho. Basada en la novela policial Cornelia, de Florencia Etcheves, y dirigida por Alejandro Montiel (realizador de la comedia ligeramente policial Extraños en la noche, y del policial Un paraíso para los malditos), Perdida presenta a Luisana Lopilato en el papel de una detective obsesionada por reflotar el caso de desaparición de su mejor amiga de la adolescencia. Como en muchas series extranjeras, que pueden verse sobre todo por Netflix (Marcella, Collateral, Happy Valley), Lopilato hace aquí de inspectora de policía. Cuando estaba en el cole, Manuela, o Pipa (Lopilato) viajó a Bariloche junto a un grupo de amigas, con una docente a cargo. Su mejor amiga, Cornelia, desaparece en ese viaje, y cuando una partida policial da en medio de la nieve con una cadenita que Cornelia llevaba siempre al cuello determinan que se trata de un caso cerrado. Catorce años más tarde, Manuela, perseguida por los fantasmas de la adolescencia, pide a su superior, el único que la apoya en la repartición (Rafael Spregelburd), reabrir el caso, y aquél la autoriza, ante el recelo de sus compañeros. Manuela reinicia la investigación y ésta la pondrá en la pista de una red de trata con conexiones en España, una de cuyas cabecillas es Nadia (Amaia Salamanca). Obviamente que cuanto más escarbe Manuela más esqueletos saldrán del armario, tanto del pasado vivido en Bariloche catorce años atrás como de la red de trata y la institución policial, dejando a la nieve negra y roja, de mugre y de sangre. Un problema de Perdida es la falta de suspenso y tensión. Las incidencias policiales no se viven como algo sorpresivo o shockeante, que ponga el mundo patas arriba, sino como si se tratara de marcar con un tilde cada nueva vuelta de tuerca. Tal personaje ajusticia a otro. OK. Tal otro elimina a sangre fría a tales otras. Anotado. Ése que se pensaba eliminado de la trama estaba vivito y coleando. Ah. El otro que uno suponía del lado de los buenos resulta que no tanto. Bien. Éste mata al otro, aun cuando el otro bajó su arma. Mmmhhh. Perdida es un trámite, no una película. El trámite de filmar un guion que a su vez cumplió el trámite de adaptar una novela previa, escrita por una autora de policiales que trabajó durante mucho tiempo en Canal 13 y TN. Perdida aspira, en verdad, a hablar de las ilusiones idas de la adolescencia. Del paso del grupo de amigas, lleno de esperanzas, a las individualidades de la madurez, puro escepticismo y cuidado del interés personal. De la traición de los pretendidos maestros y la consecuente decepción de los discípulos. De la soledad y el refugio en el trabajo de quienes no tienen otra vida que no sea ésa (el caso de Manuela, a quien no se le conoce novio, ni novia, ni nada). Todo eso está muy bien como segundo relato siempre y cuando el primero, el policial, funcione. Y no funciona como relato (en cuanto éste supone la participación del espectador) sino como línea de puntos, que se va siguiendo sin remezones mientras se tildan las estaciones visitadas. Caso no precisamente infrecuente, la actriz que el sentido común podría suponer como “no-actriz” (Luisana Lopilato, signada por su pasado en la serie Casados con hijos) pelea su papel con uñas y dientes, mientras que el actor, autor y director de prestigio teatral, Rafael Spregelburd, no llega a proporcionar algún necesario matiz de sordidez u oscuridad a su comisario demasiado bueno.
Publicada en edición impresa.
Nuevo ejemplo de thriller, policial argentino, sobre el siniestro mundo de la trata de mujeres, basado en la novela de Florencia Etcheves. Un film que saca provecho de la fotogenia de una esforzada Luisana Lopilato, como la policía que investiga la desaparición de su mejor amiga, décadas atrás. Pero su guión, entre otros problemas, como los de casting, tiene demasiados agujeros, y serias dificultades para avanzar y convencer. Los abundantes clichés de los que echa mano no ayudan.
Perdida: Nunca dejes de buscar. “Nunca dejes de buscar” es el subtexto que atraviesa la trama de “Perdida (2018)”, el thriller dirigido por Alejandro Montiel basado en la novela “Cornelia (2016)”, escrita por la periodista Florencia Etcheves; especialista del género policial. Primer punto a favor de Montiel que rompe elípticamente con su mirada antecesora de historias de vida ingenuas que dio génesis a “El hilo rojo (2016)“ y aborda, cómo la leyenda japonesa explica, que el destino une a dos almas gemelas. Al unísono, destierra la visión tragicómica adolescente que planteó en “Abzurdah (2015)” protagonizada por Eugenia “La China” Suárez basada en un relato autobiográfico de la autora Cielo Latini donde una joven padece anorexia y tiene una dependencia sexual con un hombre diez años mayor. En esta ocasión, “Perdida” también presenta un tema de agenda pública, impactante y cotidiano que merece estar latente: la trata de personas y la violencia de género. Sin embargo, a sus 47 años, el director argentino logra darle un correcto tratamiento al desarrollo del tópico y no se queda solo en la performance de su protagonista: Luisana Lopilato. En este sentido, el guión a cargo de Montiel, Jorge Maestro y Mili Roque Pitt mantiene estilísticamente la impronta, ritmo y eje de la trama de Cornelia: Hay una investigación en curso a raíz de una adolescente Cornelia Villalba (Amaia Salamanca) de 14 años, que desapareció en el sur. Según el informe policial, una noche se la comió un puma durante un viaje de estudio con amigas. Según su madre (María Onetto) y la inspectora del caso Manuela “Pipa” Pelari (Lopilato) hay datos incongruentes por rever. Sobre todo, el por qué la dan por muerta si nunca se halló el cuerpo y no como desaparecida. De este modo, la acción pivotea constantemente sobre el presente de la búsqueda de Cornelia con el pasado de los hechos mediante flashbacks. Entretanto, avanzan los minutos y la trama se tiñe de suspenso. El espectador, a cuentagotas, obtiene datos cruciales para descifrar el enigma: frases de la madre suplicándole a Pipa que la ayude porque eran mejores amigas, fue parte de su vida y encontrarla es su trabajo. Un aviso publicado en el diario a catorce años de su desaparición que dice “la mitad de la vida es tu amor”. Y la mafia que opera con la trata de mujeres. Este espíritu tiene el propósito de inquietar al espectador y brindarle un viaje introspectivo hacia lo más profundo del ser, invitándolo a reflexionar y repudiar -cual efecto terapéutico- este acto criminal, transmitiendo la angustia e impotencia buscada por Montiel y Etcheves. Hasta aquí, por momentos el hilo conductor y premisa del relato recuerda el tinte del director estadounidense Clint Eastwood en “Río Mistico (Mystic River, 2003)”. A nivel técnico, cámara en mano, fx, drones, planos y contraplanos se recorre el críptico contexto sureño en Los Andes y la ciudad de Buenos Aires en la piel de Pipa -que desde aquella noche no deja de preguntarse qué pasó con su mejor amiga-. Las locaciones son acertadas. El vestuario, el montaje y la utilería también. El espectador conecta con los climas bien logrados en la piel de Pipa, sin mayores pretensiones que palpitar su odio y resentimiento a medida que investiga con fervor los archivos de la Policía Federal Argentina y sigue de cerca la mafia circundante que opera detrás del delito de la trata de mujeres. Párrafo aparte para la acertada performance de Luisana Lopilato en el rol de “una mujer de armas llevar”, como definió su personaje en la conferencia de prensa que brindó pre-estreno del film en el hotel Intercontinental. Aquella teenager que surgió en la tira televisiva “Rebelde Way”, supo brillar en “Casados con hijos” y luego desapegarse de ése emblemático personaje en su protagónico de “Los que Aman odian (2017)”, del director Alejandro Maci, ratifica su compromiso artístico y personal: “me gustó la idea de una mujer policía que se compromete con la causa, su trabajo, que de manera perseverante lucha y justifica el ‘nunca dejes de buscar’, que se mete en esta profesión pensando que en algún momento iba a encontrar a su amiga, y al mismo tiempo se mete en la trata de personas. Me gustó que el personaje esté preparado para la acción y sepa de defensa personal”, asegura que entrenó con la Policía Federal y estudió el manejo de armas. Al elenco lo completan la española Amaia Salamanca, recordada por su participación en series como “Velvet”; el peruano Nicolás Furtado protagonista de la serie “El Marginal”; junto a Julián Serrano, María Onetto, Rafael Spregelburd y el debut actoral de Oriana Sabatini. “Perdida” logra con éxito posicionarse como una adaptación digna de ver, con un mensaje intrínseco que traspasa la pantalla: involucrarse en los casos de violencia de género y trata de mujeres. Entrelineas, la propuesta de Alejandro Montiel al igual que Florencia Etcheves, es tomarlos como algo personal y no confiar en nadie hasta resolverlos.
Búsqueda por mano propia “Perdida” es una película policial coproducida entre Argentina y España. Está dirigida por Alejandro Montiel, que también la co-escribió junto a Jorge Maestro y Mili Roque Pitt. La historia se basa en el best seller “Cornelia” de la periodista Florencia Etcheves, que fue publicada por primera vez en 2016. El reparto está compuesto por Luisana Lopilato (Los que aman odian, 2017), la española Amaia Salamanca (reconocida por la serie “Gran Hotel”), Nicolás Furtado (“Diosito” en “El Marginal”), Carlos Alcántara, Laura Laprida, Rafael Spregelburd (Eduardo en “Abzurdah”), María Onetto, Oriana Sabatini y Julián Serrano. Catorce años atrás, cinco chicas, estudiantes de secundaria, viajan al sur con una de sus profesoras. El regreso será con una menos, ya que Cornelia Villalba desapareció misteriosamente. Ahora Manuela “Pipa” Pelari (Luisana Lopilato), que era su mejor amiga, trabaja como policía en el área de la trata de personas. Debido a detalles raros que ocurren en la iglesia donde se rememora la “muerte” de Cornelia, aparte de la insistencia de la madre (María Onetto), Pipa le pide a su jefe (Rafael Spregelburd) reabrir el caso. La respuesta será negativa, sin embargo Pelari no se dará por vencida hasta descubrir qué fue lo que realmente le sucedió a Cornelia. Filmada en Buenos Aires, San Martín de los Andes e Islas Canarias, la película se luce por su fotografía, de la cual se encargó Guillermo Nieto. Los paisajes nevados están retratados de tal manera que consiguen transmitir el frío, a la vez que hacen un buen contraste con las locaciones soleadas. Lamentablemente en lo demás la cinta deja mucho que desear. Y es que a pesar de lograr mantener el interés, los variados giros que da el relato no terminan de encajar, haciendo que todo se vuelva tan rebuscado como incoherente. Por otro lado, algunas actuaciones no ayudan a que podamos tomarnos en serio lo que está pasando. Luisana Lopilato no da una buena interpretación, al punto de que su función de policía nunca llega a ser creíble. El guión también es gran parte del problema, en especial durante las escenas de Pipa y la madre de Cornelia. María Onetto supuestamente debe ser una mujer dolida por no saber qué ocurrió con su hija, sin embargo sus líneas inverosímiles consiguen que al espectador se le haga imposible conectar con ella. En la mayoría de las escenas de acción se nota muchísimo que de antemano hubo un armado de coreografías. Además uno se queda desconcertado por la falta de explicaciones: de la nada los buenos son malos o los personajes no se sabe cuándo o cómo viajaron a otro continente. Los datos proporcionados se dan todos juntos, como queriendo meterlos muy rápido para ya descubrir lo que sucede. La modelo Oriana Sabatini debuta en la pantalla grande con su papel de “Alina”, amiga hacker de Pipa. Ella sí logra dar una buena interpretación a pesar de sus cortas escenas, por lo que dan ganas de verla en futuros proyectos cinematográficos. “Perdida” tenía una temática compleja para explorar como lo es la red de trata. Aunque en un comienzo la mecánica de los proxenetas logre impactar, las absurdas vueltas de tuerca terminan de hundir una historia que daba para mucho más.
Una exitosa novela como punto de partida ( Cornelia, de Florencia Etcheves), una propuesta ligada al cine de género (un thriller psicológico con elementos perversos), un director con experiencia y profesionalismo como Alejandro Montiel ( Las hermanas L., 8 semanas, Extraños en la noche) y una protagonista de indudable popularidad (Luisana Lopilato). La unión de todas estas características y talentos debería desembocar en una película entretenida pensada para un público masivo, pero el cine no es una fórmula matemática y esta vez el resultado final está bastante por debajo de las expectativas. Perdida narra la historia de Manuela Pelari (Lopilato), una policía que -como le dicen una y otra vez- se involucra demasiado con cada caso que aborda. Y, pese a las advertencias y obstáculos, volverá a investigar el caso de su mejor amiga, desaparecida catorce años atrás durante un viaje estudiantil en pleno invierno patagónico. Así, entre 2003 y 2017, entre Buenos Aires, San Martín de los Andes y las islas Canarias (porque hay una oscura organización dedicada a la trata de jóvenes para su explotación sexual), transcurre una película que -en sus mejores pasajes- remite a La chica del dragón tatuado, pero que en varios otros pasajes carece de la tensión, el suspenso, la profundidad psicológica, la potencia interpretativa, y la coherencia y las justificaciones suficientes como para que los bruscos giros del final no resulten arbitrarios y caprichosos.
Es cierto: la originalidad está sobrevalorada. Y, a esta altura del partido, exigirle innovación a una película (o una obra de teatro, o una novela, o una serie) sea quizá pedir demasiado. Pero no por eso deja de esperarse -las expectativas, ese gran problema- algún tipo de creatividad, de mirada propia, de identidad. Algo de lo que carece por completo Perdida, que se inscribe dentro de un cine nacional industrial que se limita a adoptar fórmulas probadas, remanidas, ya vistas infinidad de veces, en general en títulos made in Hollywood. Más allá de estar basada en la novela Cornelia, de la periodista Florencia Etcheves, una de las principales fuentes de inspiración estética y narrativa de este producto parece haber sido el policial negro escandinavo en general, y en particular la serie sueco-danesa Bron/Broen. Que también miraba, en más de un aspecto, a los estadounidenses, pero tenía un gran hallazgo: una protagonista, la detective Saga Norén, con síndrome de Asperger (que en los últimos años se propagó por varias ficciones). Aquí Saga Norén es Pipa (Luisana Lopilato, masculinizada y afeada ex profeso), que no padece ninguna condición especial, pero sí es solitaria, hosca, extremadamente eficiente y peligrosísima en el combate cuerpo a cuerpo. Y también tiene una relación casi filial con su jefe (Rafael Spregelburd). Ahora Pipa está ante su caso más difícil: la desaparición de Cornelia, su mejor amiga de la adolescencia, hace catorce años, en un viaje por la Patagonia que ellas dos compartían con otras tres amigas del secundario. La investigación se cerró sin resultados, pero en un nuevo aniversario del trágico suceso, Pipa decide reabrirla. Se produce una combinación letal: flojas actuaciones y un guión cargado de lugares comunes, extraídos del universo yanqui. Están los villanos malísimos; la cartelera en la que el obsesivo investigador pincha todas sus pistas; la loquita que hace dibujos extraños en su habitación del manicomio; hasta la escena en la que el díscolo y recto policía es suspendido y debe entregar el arma y la placa. Y, desde ya, la paradoja de los esperables giros sorpresivos. Perdida es tan impersonal que podría suceder en Buenos Aires, Malmö, Milwaukee o cualquier parte, menos en la mente y el cuerpo del público.
Una pelea a trompada limpia y otras gentilezas entre Luisana Lopilato y el peruano Carlos Alcántara, un fino abrecartas en manos de Amaia Salamanca (de la serie "Velvet"), muertos y muertas por docena, trata de blancas, maltrato, la heroína que se corta sola y el carilindo acribillado a tiros que en la escena siguiente solo tiene un brazo en cabestrillo, todos y todas en modo tieso estilo mala película clase B, y un gasto clase A en materia de elenco, vestuario y locaciones allá por San Martín de los Andes. Eso es lo que se aprecia en este policial con protagonista femenina y libreto a seis manos, que navega entre pasado (o pasados) y presente, Capital Federal, Islas Canarias y cercanías de un supuesto volcán Tunik (¿homenaje a la geóloga Maisa Tunik?), lo que no estaría nada mal si no fuera porque la historia también navega. Entre la lógica realista y el disparate. Y hace agua. Un poco mejor es la novela "Cornelia", de Florencia Etcheves, que esta película toma como base. Fuera de eso, se pasa el rato. Luisana cumple, Amaia es perturbadora, Oriana Sabatini también pelea pero pronto hace mutis, y no precisamente por el foro, y un buen actor, el tunecino Pedro Casablanc, hace de egipcio más malo que Yul Brynner. Lástima que aparece poco.
¿Dónde te has metido? El policial quizás sea el género más transitado por el cine argentino junto con el drama, por lo menos en lo que a estructuras comerciales se refiere. Perdida probablemente escriba unas nuevas líneas dentro de ese juego. La película basada en la novela Cornelia de la periodista Florencia Etcheves, y dirigida por Alejandro Montiel, hace una apuesta fuerte por capturar a un público adolescente. Tanto desde sus actores, como en su tratamiento. No, esto no es David Fincher. No esperen ningún entramado complejo, ni personajes sórdidos capaces de ganarse tanto nuestra simpatía como antipatía. En Perdida las cosas son más simples, a la fórmula, por más vueltas de tuercas que se impriman. Manuela Pelari es el personaje que Etcheves creó como duo junto a Francisco Juánez para ser el par de detectives protagonistas de sus relatos policiales ficticios. Si bien Cornelia es la tercera novela en la que aparece Pelari, Perdida es su primera aparición cinematográfica. Lo hace con pie firme, con una historia que la tiene como protagonista central. Manuela “Pipa” Pelari (Luisana Lopilato) es un personaje fuerte, con características que comúnmente se le otorgan a personajes masculinos; terca, decidida, poco amable e inquebrantable. Perdida nos puede llegar a mostrar el por qué de ese carácter. Años atrás, en el Sur argentino, un grupo de amigas fueron a un viaje escolar. Allí el estudio dio lugar a la diversión, hasta que una noche, una de ellas, Cornelia Villalba de catorce años, desapareció. Durante un tiempo la investigación no arrojó pistas, dándose por abandonada pensando que quizás fue víctima de lobos feroces. Ya en la actualidad se cumplen años de la desaparición, y en plena misa conmemorativa aparecen nuevos indicios. Culpa e investigación Manuela se emperrará en reabrir el caso, pero ante la negativa de su jefe y mentor (Rafael Spregelburd) y la desconfianza de su colega (Nicolás Furtado), emprenderá un camino solitario. ¿Por qué la insistencia? Cornelia Villalba no es un caso más para Pipa: ella era una de las chicas en ese viaje, la mejor amiga de Cornelia. La aparición de la madre de Cornelia (María Onetto), más el cruce con una mujer misteriosa (Amaia Salamanca), removerán los deseos de justicia de Manuela. Probablemente también por culpa de lo sucedido esa noche y posteriormente. Pipa contará también con la colaboración de una ¿hacker?, o experta en informática (Oriana Sabatini), con la que mantiene una relación de amistad ambigua. El guion escrito por el más televisivo Jorge Maestro (junto a Mili Roque Pitt y Montiel) intenta disimularlo, pero Perdida forma parte de un conjunto ya iniciado. Esta circunstancia hará que la presentación de personajes sea más bien ligera, con un equipo ya formado, y sin demasiadas explicaciones. El ritmo del relato es sostenido, y aunque se planteen varios planos que nos llevan del presente al pasado, y de la historia de Manuela a la de esta mujer misteriosa, todo siempre se entiende. El entramado de Perdida quizás se adelante demasiado. La historia de Sirena nos permitirá saber de antemano qué pasó con Cornelia, pero se sobreentiende que el propósito del film no es desafiar nuestras mentes: esto es entretenimiento puro y liso. La apuesta por actores jóvenes populares (algo que quizás no se veía desde El Desvío, y aún estos eran más grandes) le otorga a la par una estética moderna, ágil. Lopilato se adapta bien a este rol seco, y salvo en algunas escenas su rendimiento es efectivo. Es de destacar también que Amaia Salamanca, como la figura sexy de la propuesta, es quien luce más contundente y convincente. Los intérpretes secundarios cumplen, aunque la historia decida no otorgarles el peso necesario (sobre todo al elenco adulto). Por último, algunos errores para los más meticulosos se contraponen a un giro final que -si bien no es novedoso- puede verse inesperado. Conclusión Perdida es una propuesta más enfocada por capturar un público masivo que por innovar dentro del género. Con sus fórmulas aplicadas y la rutina del profesionalismo, le alcanza para ser correcta y pasar el desafío.
Perdida, de Alejandro Montiel Por Jorge Bernárdez Perdida es el debut cinematográfico de Louisiana Lopilato cómo protagonista absoluta es una gran producción, en cuya base se encuentra la novela policial de la periodista Florencia Etcheves “Cornelia”, que es un best seller para el mercado local. Habría que leer la novela para saber cuánto quedó del texto original pero eso no es realmente importante, porque ya se sabe que un libro llevado al cine pierde y gana cosas lo guionistas y el director se ven metidos en el ejercicio de encontrar lo verdaderamente cinematográfico en cualquier novela, ya sea “Crimen y castigo” o “Cornelia”. Hay un grupo de chicas que en el pasado viajó al sur y que vivió una situación traumática que fue la desaparición de una de las integrantes del contingente. Catorce años después, la madre de la desaparecida aun hace misas en la fecha del aniversario y las amigas no se ven demasiado. Una de ella Manuela “Pipa” Pelari (Lopilato) se especializa en buscar chicas perdidas y lo primero que se ve en la película es uno de esos rescates. Enseguida nos enteramos que estamos sobre la fecha aniversario y que la protagonista está invitada a la misa en memoria de su amiga. A partir de allí los acontecimientos se aceleran y claro, Manuela vuelve al pasado para desentrañar que pasó con su amiga Cornelia. La historia reúne elementos que son un claro signo de los tiempos que corren, tráfico de personas, empoderamiento y sororidad de las protagonistas. Desgraciadamente el misterio no es demasiado difícil de dilucidar. Si el suspenso no funciona demasiado, hay que decir que alrededor de la protagonista muere casi todo el mundo. El elenco funciona bien y como ya hemos dicho los rubros técnicos responden al nivel de producción que es alto. Así que hayq ue decir que si bien la previsibilidad es la norma para ir acomodando los múltiples cierres, el loable la voluntad de realizar un policial de la industria, un género que mejorará a medida que se produzcan más películas. PERDIDA Perdida. Argentina/España, 2018. Dirección: Alejandro Montiel. Guión: Alejandro Montiel, Jorge Maestro y Mili Roque Pitt. Intérpretes: Luisana Lopilato, Amaia Salamanca, Rafael Spregelburd, Nicolás Furtado, Oriana Sabatini, Julián Serrano, María Onetto, Carlos Alcántara, Pedro Casablanc, Sara Sálamo. Producción: Mili Roque Pitt, Cindy Teperman, Matías Levinson, Axel Kuschevatzky y María Luisa Gutiérrez. Distribuidora: Buena Vista. Duración: 110 minutos.
Enigmática y tenebrosa, "Perdida" nada a las oscuros recuerdos de un grupo de adolescentes que viven una tragedia que marcará sus vidas para siempre. Una de ellas desaparece sin dejar rastros y 14 años después, Manuela (Luisana Lopilato, que interpreta el rol con gran éxito), decide ser policía e investigar el caso de su mejor amiga. El filme está basado en la novela de Florencia Etcheves "Cornelia", donde una profesora de un prestigioso colegio de Buenos Aires realiza un viaje de estudios con cinco de sus alumnas, pero sólo regresa con cuatro. Es Cornelia Villalba, la hija de un reconocido médico quién desaparece misteriosamente. A lo largo de esta historia se entrelazan temáticas densas como la trata de jóvenes y la explotación sexual, la mafia, las drogas y la connivencia policial, lo que transforma al filme en un thriller psicológico con elementos perversos que mantiene la tensión hasta el final. Otro gran acierto del filme es su elenco, que además de contar con Lopilato, destaca a Amaia Salamanca, famosa por sus roles en las series de Netflix "Gran Hotel" y "Velvet". Oriana Sabatini también demostró que le espera un gran futuro en la pantalla grande. Además, es clave destacar el trabajo del director Alejandro Montiel ("Un paraíso para los malditos") que coloca elementos y giros a la trama para hacerla más laberíntica aún, dignos de los mejores policiales negros escandinavos.
Lo que el tiempo se llevó Lamentablemente la originalidad en el cine argentino, sobre todo en lo mainstream, se está perdiendo de a poco. Casi siempre terminamos percibiendo una especie de refrito de la versión estadounidense de lo que estamos viendo. Perdida de Alejandro Montiel tiene todas las características típicas de un policial del país del norte y por eso peca de poco original, a pesar de estar basada en la novela “Cornelia” de Florencia Etcheves. Trata internacional de personas, una policía osca con un pasado oscuro, un caso policial que vuelve todo el tiempo y unas flojas actuaciones son la receta para Perdida. Entre todo esto, un guion que termina siendo flojo por terminar siempre en los lugares típicos y un final (SPOILER ALERT) con una de las protagonistas, supuestamente argentina, pero con un inentendible acento español perfecto que parece que hubiese nacido en el medio de la Puerta del Sol, en vez de Plaza Flores, hacen repensar la idea de originalidad en las películas de gran presupuesto en Argentina. Pero, porque siempre hay un pero, si te gustan los thrillers y disfrutas de la belleza de Luisana Lopilato, podes ir al cine a verla, porque a pesar de todo, hay que seguir apoyando a la industria nacional.
El film está basado en la novela “Cornelia”, de Florencia Etcheves, editada en 2016. Este es el sexto largometraje de Montiel (“Un paraíso para los malditos”, “Extraños en la noche”), se encuentra filmada en Buenos Aires, San Martín de los Andes y en las Islas Canarias. A Manuela “Pipa” Pelari (Luisana Lopilato) la persiguen los fantasmas de un pasado doloroso, sin medir ninguna consecuencia sigue buscando incansablemente a su amiga de la adolescencia en cada caso que se le cruza, a pesar de todo se la ve una mujer perseverante, fuerte, hasta desobedece a sus superiores sin importarle nada. Dentro de su narración se va intercalando información a través del flashback y de varios personajes secundarios, algunos se pierden en la historia, además de ciertos diálogos que resultan forzados. La actuación de Lopilato es muy buena y se nota su preparación, para manejar armas, luchar y en general esta correcta. Una buena interpretación de Amaia Salamanca aunque no logra lucirse demasiado y Oriana Sabatini (es su debut cinematográfico) compuso un personaje correcto y el resto del elenco es algo desparejo. Este es un film comprometido, toca un tema muy difícil que lamentablemente sigue pasando sobre la trata de personas, está el dolor de esas familias que sufren y siguen esperando una respuesta mientras viven situaciones muy angustiosas. Es un film compuesto por un gran elenco que te hace pensar y a la vez entretiene. La buena fotografía se encuentra a cargo de Guillermo Nieto (“Dormirás”, 2018).
La Argentina -es una pena tener que aclararlo, pero tal es la falta de conocimiento sobre nuestro cine- tiene una larga tradición de cine policial, de suspenso y de melodrama. Esta película se inscribe en esa tradición adaptando la novela Cornelia, de Florencia Etchéves. La historia gira alrededor de la desaparición de una adolescente, de la búsqueda por años de una de sus amigas y de una red de trata de personas con vínculos con el poder. Es decir, una exposición de temas relevantes a través de un drama personal. En varias secuencias el asunto funciona; en otras, no. El problema consiste en que hay una delgada línea entre complejidad y acumulación: los motivos de Pipa -Lopilato-, la policía obsesionada durante años con la desaparición de su amiga mezclan todos los temas que el film quiere tratar, y eso diluye el tema (una obsesión motivada por la culpa) en pos de un tratamiento que intenta “decir algo importante sobre un tema candente”. Es un problema de dirección, aunque cuando la trama se concentra en la búsqueda, especialmente hacia el final, todo funciona mejor. Narrar es mejor que denunciar, siempre. Lopilato está muy bien, aunque el elenco no deja de tener desequilibrios y muchos elementos aparecen solo porque deben mencionarse, sin tener peso en la trama. Un intento conseguido a medias. Nota aparte: poco afortunado cambiar el título por uno que, además, fue usado para la última (y extraordinaria) película de David Fincher.
Una película que es necesaria y fallida La moda de la industria cinematográfica hoy es ceñirse a adaptaciones para llevar a la pantalla grande historias que ya tienen fama o éxito comprobado en otra estructura, plataforma o en la misma, como es el caso de las “remakes”. Y en el área local la frecuencia es similar, por lo que la adaptación de la novela “Cordelia”, best seller de Florencia Etcheves, llega al cine hoy como “Perdida”, con dirección de Alejandro Montiel. Hoy, el movimiento feminista creció exponencialmente, y las marchas contra la violencia machista y los femicidios son cada vez más frecuentes, como una manera de gritar “basta”, la película, y el debate o la reflexión consiguiente, llegará a muchas personas. “Pipa” ( Luisana Lopilato) es una agente policial que se dedica pasionalmente a rescatar chicas secuestradas para la redes de trata, algo que sus compañeros creen loable, pero peligroso. La forma de actuar de Pipa se debe a la obsesión con encontrar a Cordelia, su amiga de la adolescencia, quien desapareció en San Martín de Los Andes hace 14 años. Cuando la madre de la joven desaparecida le pide su ayuda para encontrar el cuerpo y poder enterrarlo, la agente se dedicará nuevamente a ello a tiempo completo, pero varias pistas la conectarán con una proxeneta española (Amaia Salamanca). Si bien sus intenciones desde el suspenso y el drama son buenas, con personajes complejos y descriptos sin prejuicios, el filme se ata demasiado a la narrativa de la investigación y ahí falla. Se supo que existía un corte mucho más largo que el que llega a las salas y, víctima de la edición comercial, probablemente se hayan perdido escenas que justificaban el proceso, que en el resultado final termina siendo insustancial. Como ejemplo, el punto de quiebre, cuando la historia cambia en su punto más alto por un suceso, pasa completamente inadvertido, algo imperdonable en el género en el que se sumerge el largometraje. Es destacable por demás la actuación de Luisana, quien hasta el momento, en tantos años de carrera, jamás se había mostrado de esta manera, comprometida incluso físicamente con el rol (los cambios de postura y gestuales son muy logrados en ella).
Perdida es un buen thriller. Pero lamentablemente primero debo hacer una salvedad y aclaración como consecuencia de comentarios de cierto sector de la prensa. Me parece muy injusto que se le pegue de más a una película argentina por el solo hecho de ser de género y estar protagonizada por una actriz popular. Porque si Perdida fuera un producto de Hollywood con un elenco encabezado por Emma Watson, los comentarios serían otros. Nos encontramos ante una buena película más allá de su procedencia e idioma. No tiene nada que envidiarle a una producción extranjera. Lo único para criticar son algunas arbitrariedades y deus ex machina que podrían haber sido resueltas de otra manera. Fuera de eso funciona todo muy bien. Desde la gran maquinaria de producción en tres países diferentes, un despliegue de arte impresionante y una gran fotografía. El director Alejandro Montiel está a la altura de la circunstancia pese a ser su primera película de este calibre. Por momentos noté algo de estilo del tipo hermanos Cohen, y las secuencias de acción están muy bien, la tensión se mantiene. Hay que destacar el laburo de Luisana Lopilato, su papel no es nada fácil y el registro es completamente diferente al que nos resulta más familiar verla. Si bien en Los que aman odian (2017) ya nos había mostrado otra faceta, aquí está mejor aprovechada y la acción le sienta bien. Amén de que “es muy linda para ser policía” o que “esa comisaria es imposible que sea real”, tal como se comenta. Es el universo planteado, y hay que aceptarlo. Es verosímil, aunque no sea real. Amaia Salamanca es otra para destacar, y su popularidad va creciendo gracias a las series españolas que podemos ver en Netflix. El resto del elenco está bien, pero con algunos personajes te quedas con un poco de ganas de más, tal como es el caso de Oriana Sabatini, quien tiene un gran futuro en el cine. Con un par de puntos de giro medio obvios y otro totalmente inesperado, Perdida cumple en entretener y también en poner en boga un tema muy jodido y delicado como lo es la trata de personas. Y como la película está destinada más que nada a un público adolescente, me parece muy positivo. En resumidas cuentas, es un buen film y gran exponente del cine de género.
Crítica emitida en Cartelera 1030 el sábado 21 de abril de 2018 de 19-20hs. por Radio Del Plata (AM 1030)
Perdida es una co-producción argentino española, que llegó a las salas el jueves 19 de mayo. Dirigida por Alejandro Montiel con el protagonico estelar de Luisana Lopilato. Una jóven policía obsesionada por rescatar a las victimas de trata, ve al pasado volver. Reabre el caso de su amiga desaparecida en la adolescencia. Investiga y llega a lugares inesperados. La película es entretenida, mantiene espectante al público y a alguno que otro espectador podría llegar a conmoverse. Sin embargo el film no convence. Esta plagado de flashbacks, que son el medio por el que cuentan la historia central, ocurrida en el pasado y resuelta en el presente. Los plantados que irrumpen unas cuantas escenas, apenas funcionan con elocuencia. El resto son demasiado impuestos, irreales y superficiales. Deja entrever los hilos del titiritero, hace alejarnos de esa verdad ficcional. Sobre todo con la interpretación protagonica. Lopilato, pone el cuerpo y lo hace correctamemte. Maneja el caminar de esta policía con total naturalidad, pero solo queda en esa facultad física. Luego la interpretación vocal es lo más alejado del personaje que interpreta. No da en la nota en ningún momento. Pareciera que solo la eligieron para el papel por la convocatoria que tiene y no por su buen desempeño. No así el caso de la novata Orellana Sabatini, que sorprendió con su pequeño papel. Le queda justo y se desenvuelve con precisión. Al igual que el genial Rafael Spregelburd, que si bien siempre mantiene su misma tonalidad en cualquiera de sus papeles, se luce con su interpretación. Lo que no queda para nada claro es por qué se llama Perdida. ¿Por que llamar perdida a alguien secuestrada? Tópico central, que aunque develaría cosas de antemano, es imposible no cuestionarlo. Como si una joven que se pierde en un bosque patagonico y no aparece nunca más, fuese exactamente igual a una joven mujer a la cual privan ilegitimamente de su libertad. Como si el poder que ejercen unos pocos, poderosos, adinerados y hombres sobre el cuerpo (que pareciera ser solo eso) de una niña pre-adolescente, sea exactamente igual a que ingenuamente una niña caminando sola por el bosque se perdió. Tema para repensar como domestican el lenguaje cotidiano este tipo de falsas películas de denuncia y comerciales.
LO QUE SE PERDIÓ FUE EL CINE El cine nacional “industrial” (las comillas están porque intenta, pero no consigue ser verdaderamente una industria) va construyendo, sin prisa pero sin pausa, una especie de sub-género al que podríamos denominar “adaptaciones de policiales literarios exitosos”, con nuevas entregas cada año. La fórmula es lógica en su mercantilismo: films como Betibú, Los padecientes y ahora Perdida (basada en la novela Cornelia, de Florencia Etcheves) se construyen sobre la repercusión de bestsellers literarios que garantizan un público de antemano, ciertas temáticas sensibles y nombres en sus repartos que pueden elevar la taquilla. Sin embargo, falta el elemento más importante: el cine. Esa necesidad de una construcción cinematográfica, que podría parecer obvia, o es ignorada por las responsables de estas películas o se revela como una meta demasiado difícil de alcanzar. La causa más probable sea la dificultad para superar el respeto y la fidelidad extremos al material literario original, que lleva a que todo sea extremadamente impostado, especialmente en los diálogos. Pero hay un problema extra, que pasa por el verosímil: géneros como el policial requieren de puestas en escena sólidas, ensamblajes narrativos fluidos y actuaciones convincentes en función de lo que se está contando. Es decir, no basta con llevar a la pantalla grande las páginas del libro, hay que construir un relato que pueda asimilar las herramientas del cine. Esos dos problemas confluyen de manera catastrófica en Perdida: la historia de Manuela (Luisana Lopilato), una joven policía que trabaja en la división de Trata de Personas y que se ve obligada a reabrir el caso de una amiga desaparecida catorce años atrás durante un viaje de estudios, falla por completo desde el minuto uno, porque nada en su relato es creíble y nada sale de la mera reproducción del texto literario. Esa ausencia de credibilidad está dada porque la película está demasiado ocupada en tratar de remarcar que es un thriller policial con toques dramáticos pero nunca se ocupa de trabajar los climas de suspenso, los aspectos que hacen a una investigación policial o las variables que sustentan el drama. Eso empieza por el tremendo error de casting que implica la elección de Lopilato para el protagónico: interpretar a una policía no es simple, y menos en la Argentina, donde la institución policial carga con un terrible desprestigio. Se requiere una presencia física particular, un abordaje de lo gestual y la fisicidad muy precisos, y hasta cierto carisma innato, que no viene solo y que a la vez es difícil de construir de la nada. Lopilato lo intenta, le pone garra, pero nunca llega a la credibilidad pertinente, porque no pasa de la gestualidad a reglamento: quiere parecer ruda, compleja, ambigua, obsesiva, pero cae en todos los lugares comunes y los riesgos de la impostación. Pero la performance de Lopilato es apenas un emergente, la punta del iceberg de la sumatoria de problemas que arrastra Perdida: nadie en el elenco está bien (es sorprendente lo mal que están Rafael Spregelburd y María Onetto, por ejemplo), como un reflejo fatal de la ausencia de dirección de actores; las tramas y giros de guión se van acumulando con un facilismo y arbitrariedad alarmantes (hay un par de vueltas de tuerca que se pretenden astutas pero se ven venir a kilómetros de distancia); y hay una multitud de escenas que parecen salidas de un policial filmado por un amateur. A Perdida se le notan todas las costuras, todos los elementos genéricos copiados sin imaginación, toda la pose sensible y a la vez simplista sobre un tema complejo como es el de la trata de personas. Y también su voluntad pseudo reflexiva, que va de la mano de una operación de marketing muy obvia y banal. La película de Alejandro Montiel quiere presumir de ser seria, importante, necesaria, cruda, pero sus imágenes son de publicidad barata, sus diálogos son de informe apurado de noticiero de la mañana, su narración es caótica y su fisicidad es inexistente. En Perdida no importan los cuerpos, sus historias y dilemas, ni los contextos que los rodean, y eso queda ratificado en su cierre, que avala la mentira y el ocultamiento luego de haber promovido exactamente lo contrario. En el medio queda extraviado el cine, en un producto sin alma, totalmente vacío, que nunca se atreve a hilvanar algo propio.
Dispares resultados en la adaptación cinematográfica de un bestseller ofrece Perdida. La temprana desaparición de Cornelia Villalba en un viaje al sur argentino cuando se encontraba junto a cuatro compañeras de colegio, marca a fuego la vida de Manuela Pelari (Pipa). El hecho, ocurrido 14 años atrás, vuelve a inquietar a su mejor amiga, ahora convertida en policía. Luego de una misa en memoria de la chica que se esfumó, una serie de extraños hechos, que dan más pistas sobre la adolescente, más el pedido de la madre de Cornelia, la ahora agente del orden decide reabrir el caso. Una trama que involucra trata de personas, complicidad policial y lazos de traiciones y lealtades. Perdida se basa en el bestseller de Florencia Etcheves, Cornelia. Su traspaso a la pantalla grande cae en la tentación de llenar todos los casilleros para cumplir con los requisitos de ser un policial que entretenga con un dejo de denuncia en un tema muy grave como lo es la trata de personas. El problema es que se convierte en un copiar y pegar todos los cliches que se han visto en otras películas y series. Si hasta el personaje de Oriana Sabatini parece un remedo de Lisbeth Salander, la heroína de Stieg Larsson. La tensión y el suspenso son demasiado leves, en lugar de avanzar hacia un final de resolución total se decanta por pequeños núcleos que se van resolviendo. Eso le quita a la trama una electricidad que lleve a un clímax final. Filmada en Buenos Aires, Canarias y San Martín de los Andes, no basta la grandilocuencia de algunas escenas para lograr un buen producto. En este sentido, el reciente cine argentino industrial está haciendo un abusivo uso de las grúas y los drones que resulta vistoso, pero que expresivamente no significa nada. Quizás si se gastara esa plata en consultores de guiones, los resultados serían otros. Con un dispar protagonismo de Luisana Lopilato, por momentos se la nota muy forzada queriendo salir de su zona de confort, aunque es indudable su fotogenia. Resulta extraño que actores de mayor solidez, como Rafael Spregelburd o María Onetto tampoco acierten con el tono de sus personajes, quizás debido a esforzados textos. A ellos se agregan demasiados secundarios, algunos de origen tan diverso como el youtuber Julián Serrano, en un papel cuestionable para su debut en cine, sobre todo teniendo en cuenta que su público es adolescente. La española Amaia Salamanca es quien mejor acierta en el desempeño de su personaje.
El cine nacional viene experimentando un proceso de expansión a nuevos mercados y es en ese contexto que algunos productos de su cosecha, ganan distribución internacional. Se busca actores conocidos, elencos mixtos (ya sea de latinoamericanos populares o ibéricos), y tramas policiales, en mayor medida. Son los más fáciles de ubicar. En estás épocas plagadas de series largas en Netflix sobre chicas desaparecidas (cuenten y después me dicen), inaugurada quizás allá hace tiempo por "The Killing" (que en realidad está inspirada en la danesa "Forbydelsen"), se imponen algunos elementos que sí o sí deben estar presentes en toda realización que trabaje este género. Debe tener un clima opresivo. Nada es lo que parece. Tus amigos son tus posibles enemigos. Y tus pecados de juventud (o adultez) vuelven cuando menos te lo esperás. Lo que descubras nunca es un crimen común, sino forma parte de un plan orquestado encubierto de maravaillas. ¿Posee "Perdida" todos esos elementos? Sí. Los tiene. Lo cual no significa que logre el voltaje de las producciones anteriores, más que nada porque es un largometraje y el éxito de esas series es que tienen un extenso tiempo para dedicar a la construcción de personajes. Aquí, eso no sucede. En este opus de Alejandro Montiel ("Un paraíso para los malditos", "Extraños en la noche" y muchos guiones de realizaciones importantes como "Abzurdah"), se busca explorar el poder de las redes delictivas y su impunidad, pero además invita a la reflexión sobre el pasado adolescente y su mirada desde la madurez, con resultados aceptables. Esta es la historia de Pipa (Luisana Lopilato), una mujer policía cuya vocación se definió cuando en un viaje al sur con una profesora, una compañera y amiga, Cornelia, desapareció. Cuando Pipa concurre a una misa para recordarla, la mamá de la "perdida" (María Onetto), le pide que reabra la investigación porque sospecha que puede su hija, estar viva. Catorce años más tarde (porque eso pasó entre el hecho y la nueva búsqueda policial), autorizada en la repartición por su jefe (Rafael Spregelburd), Pipa vuelve al escenario y comienza a desandar esa desaparición aplicando al caso lo que ella ahora puede hacer. Sin anticipar lo que irá descubriendo en esta pesquisa, podemos decir que hay un iceberg debajo, como en la mayoría de los casos de este tipo. Hay una banda detrás liderada por la convincente actuación de Amaia Salamanca (a quien conocemos de "Gran Hotel" y "Velvet", ámbas españolísimas), quien le hará la vida imposible a Pipa cuando la investigación llegue a su punto sensible. "Perdida", basada en la novela "Cornelia" de Florencia Etcheves, es un buen producto nacional. Ofrece cierto nivel de producción interesante, hay un elenco competente (Nicolás Forutado, Pedro Casablanc, Oriana Sabatini) y una historia previsible, aunque un poco fría. Quizás ese sea la mayor debilidad de la propuesta. Tiene todos los elementos para ser un gran policial, pero adolece de cierto clima opresivo, oscuro. Esto es quizás porque estamos acostumbrados a la protagonista conflictuada (el policía que incia en general la búsqueda), vencida por la vida, desalineada, y con temas graves que la acosan. Nada de esto se percibe, actoralmente de Lopilato. Ella hace un enorme esfuerzo por estar a la altura de su rol y es encomiable su progreso y la curva de aprendizaje positiva que vemos en su tránsito de la comedia al género dramático (ya evidenciada el año pasado con "Los que aman odian"). Sin embargo, esta construcción lleva tiempo y en ese camino estamos. El resto del elenco acompaña con solvencia pero a pesar de ser una historia realmente sórdida y contener crímenes, traiciones y vueltas de tuerca, no logra traccionar un producto vibrante. Sí, "Perdida" es un paso adelante para la industria sin dudas. Y creo que vendrán muchos productos que tomarán este peldaño como terreno para subir. Se deja ver y a muchos, les va a gustar.
DESAPARECIÓ UNA NOCHE ciudad del mundo. Tal vez es culpa de otras producciones que caen demasiado en estereotipos, pero nos acostumbramos a un “cine local” ampliamente reconocible desde su lenguaje y personalidad, de los cuales “Perdida” carece un poco. Igual, estos son detalles de estilo y percepción que poco tienen que ver con la trama. Por ese lado, el director y los guionistas (Jorge Maestro, Mili Roque Pitt y el mismo Montiel) logran construir el suspenso y una historia que se va desarrollando poco a poco, develando diferentes giros, algunos más acertados que otros. En resumen, “Perdida” es una buena película policial pergeñada para un mercado comercial y un público masivo acostumbrado a la violencia y las tramas truculentas que acompañan al género, aunque no se la juega al 100% con los temas más profundos que enarbola. La elección de los actores no es mala, sólo que se quedan cortos a la hora de crear esa empatía necesaria, justamente, porque se los percibe un tanto “artificiales”, algo que puede resultar muy bien en el papel, pero no en la pantalla grande. LO MEJOR: - Una historia accesible pensada para el público masivo. - Algunos climas que genera. - La crudeza de la trata. LO PEOR: - Las actuaciones no terminan de convencer. - La falta de personalidad del relato.
Con Perdida llega el gran primer estreno nacional de la temporada. Luisana Lopilato protagoniza esta adaptación de la novela “Cornelia” de Florencia Etcheves, un relato neo noir que toca en lo más profundo de los traumas de la sociedad, en este caso la trata de personas. El film dirigido por Alejandro Montiel (Un paraíso para los malditos, Extraños en la noche) apuesta a un despliegue fuertemente anclado a una puesta policial muy propia de los dramas televisivos; y a pesar de las fallas que puedan encontrarse logra un resultado muy favorable dentro del género.
Crítica emitida por radio.
El thriller protagonizado por Luisana Lopilato y Amaia Salamanca no alcanza las expectativas que plantea. Una historia interesante, que se podría haber resuelto mejor. Hace 14 años, Cornelia Villalba se perdió en medio de los bosques patagónicos durante un viaje de estudios y jamás la encontraron. Manuela Pelari (Luisana Lopilato), su mejor amiga, emprende una nueva búsqueda utilizando sus herramientas de mujer policía, lo que desata un rompecabezas de poder y amenazas. Basada en la novela de la periodista Florencia Etcheves y dirigida por Alejandro Montiel, Perdida (2018) trata un tema sensible, muy presente en la sociedad actual. El comienzo es interesante y atrapa al espectador, pero con el correr del tiempo, la atención disminuye dado que las escenas se vuelven largas y un poco tediosas. Además, hay elementos que rozan lo ridículo y no le aportan veracidad al argumento. Lopilato y Salamanca consiguen interpretaciones correctas, sin llegar a lucirse demasiado. Completan el elenco Rafael Spregelburd, Nicolás Furtado, Oriana Sabatini, Julián Serrano, María Onetto y Carlos Alcántara. Perdida es una película que no deja demasiada huella en el público. Aunque puede servir como puntapié inicial para debatir sobre la trata de blancas y todas las aristas que atraviesan esta problemática.
El director Alejandro Montiel se basa en la novela “Cornelia” escrita por la periodista Florencia Etcheves para incursionar en el género del thriller con pequeños detalles autóctonos. Nunca logra instalarse definitivamente en el género. Dejando de lado algunas cuestiones técnicas y narrativas, específicamente, igualmente el texto fílmico se empieza a hundir desde un principio. Las primeras imágenes del filme, con una posición de cámara cenital, nunca justificada, bello plano y nada más, nos muestra un grupo de personas en la búsqueda de alguien en la nieve hasta que hallan una cadenita identificada como de propiedad de la persona extraviada. Estamos en San Martín de los Andes, el sur de la Argentina Un cartel nos anuncia el paso de 14 años. Esta segunda secuencia presenta a nuestra heroína, Manuela Pelari, alias “Pipa” (Luisana Lopilato), una oficial de policía obsesionada y dedicada exclusivamente al rescate de niños secuestrados. Luego sabremos que no es por casualidad. En esta segunda secuencia la lluvia torrencial es puesta como un elemento para aportar más dramatismo-suspenso, el problema es que nuestra protagonista circula bajo la lluvia mojada, pero no se moja mientras circula, no solo eso, cuando entra a la casa donde finalmente rescatará a la niña la lluvia sigue en pantalla por varios segundos más. Si eso fuera todo uno podría ser más condescendiente con el producto final, pero no, los agravios al cine continúan desde la presentación de los demás personajes, lo que intentan ser una imitación del cine policial hollywoodense, sin lograrlo. Su posterior construcción y desarrollo ulterior no instalan nada del orden de lo verosímil, ni hablemos de alguna sensación de verdad. Empezando con el Jefe. y mentor de “Pipa”, (Rafael Spregelburd) cuya postura corporal, voz y rostro tienen más que ver con un psicólogo que con un policía. Luego aparece en escena otro oficial, Martín (Nicolás Furtado) en pose de modelo publicitario, intentando ser antagonista sin poder ocultar estar enamorado de “Pipa” (¿Quién no?). Todo remite a la historia personal de la heroína. En el año 2003 la desaparecida era Cornelio, su mejor amiga, un caso cerrado sin hallar ni culpables ni cadáver. El aclarar el caso nunca dejo de ser un objetivo, es más, fue el motivo por el cual ahora es oficial de la ley. Ellas dos, junto con otras tres compañeras, sumada la profesora de geografía, salen en viaje de egresados. En la última jornada del viaje las 5 amigas con la profesora van a reventar la noche a un tugurio al que Rambo no entraría desarmado, y es ahí que Cornelia desaparece. Ya presentados los principales, no se toma su tiempo para incluir los secundarios menores, y así aparece la madre de Cornelia (Maria Onetto) invitándola a la misa de recordación de su hija y demandándole que reabra el caso. Es en esa misa que nuestra heroína, y nosotros los espectadores, descubrimos un personaje de apariencia siniestra y el filme vuelve atrás al año 2010 en las islas Canarias, para presentarnos a Nadia (Amaia Salamanca), toda una sobreviviente de un poderoso grupo de proxenetas y tratantes de blancas, la que será el inicio de la búsqueda de nuevas huellas para la resolución del caso. De esta manera la historia se diversifica por innumerables temas, trata de blancas, secuestros, droga prostitución, corrupción policial, sin profundizar en ninguno. En contra de la voluntad de su Jefe ella se pondrá a investigar, para eso recurre a su amiga, una hacker informática (Oriana Sabatini), todo un personaje casi calcado de Lisbeth Salander, la gran figura de la serie “La chica del Dragón Tatuado”. En tanto rubros técnicos y la dirección de fotografía es lo mejor del filme, bien sostenido con el apoyo del diseño sonoro. Lo peor es el guión, el ultimo dialogo entre “Pipa” y su Jefe es para guardarlo en los “anales” del cine, esto en tanto significado biológico del termino. Para ser justos digamos que Luisana Lopilato defiende su personaje con buenas herramientas hasta que debe angustiarse, ahí patina, luego Amaia Salamanca más allá de su buena actuación el problema es que su personaje es increíble, o dicho de otra manera, no creíble. Oriana Sabatini muestra algunas dotes interesantes, además de casi emular a Penélope Cruz, la cámara parece amarla. Respecto de lo peor en tanto performance actoral María Onetto recita su parlamento con menos emoción que una ameba.. Retomando displicencias narrativas, volvamos a la cadenita del principio, debería haber sido un objeto Mcguffin hitchcockiano, pero termina por ser sólo un elemento decorativo con propósitos de implicarse en el relato, sin éxito, claro. Escasea la tensión, el suspenso nunca aparece, el thriller psicológico, padece de superficialidad, no tiene buenas interpretaciones, salvo las nombradas con anterioridad, no hay demasiada coherencia en el relato, pero si demasiados cabos sueltos y ausencia de justificaciones, por lo que los últimos forzados giros de la narración resultan absurdos más que improcedentes.
Una oportunidad "Perdida" La película nacional con Luisana Lopilato, encara un género poco visitado por el cine vernáculo, pero las flojas actuaciones y un guion desparejo la hacen naufragar Pipa es una joven policía que trabaja en el departamento de trata de personas de la policía federal. Hace catorce años, la desaparición de su mejor amiga Cornelia en un viaje de estudios, la marcó a fuego. Ahora algunos elementos del pasado vuelven a su vida para atormentarla y empujarla a investigar qué fue lo que ocurrió con la chica desaparecida. Basado en una novela de la periodista Florencia Etcheves, Perdida es un relato que se enmarca dentro del thriller de suspenso, un género poco frecuente en nuestra filmografía, con mucha aceptación entre los concurrentes a las salas. Lamentablemente, el guion, plagado de diálogos imposibles, personajes secundarios poco desarrollados y vueltas de tuercas inverosímiles no ayudan al clima de tensión e intriga que la trama necesita para funcionar. El director Alejandro Montiel cumple en los apartados técnicos, dotando al filme de una estética en tonos fríos y una paleta de colores en la gama de los azules (gentileza del fotógrafo Guillermo Nieto) que transmiten el clima opresivo que se espera de un tema tan sórdido como este. Sin embargo, falla en la dirección de actores, pieza fundamental para la credibilidad de la obra. El elenco recita sus diálogos en un tono declamativo, "tirando texto" más que componiendo. Luisana Lopilato logra un gran trabajo físico, destacándose en las escenas de acción, pero luce afectada en los momentos dramáticos. Los únicos puntos altos en el rubro actoral se lo reservan Oriana Sabatini, como una hacker (eso sí, demasiado inspirada en Lisbeth Salander); y la española Amaia Salamanca, que hace gala de su oficio para salir bien parada. Para que un filme de suspenso mantenga al espectador atento y al filo de la butaca es necesario desarrollar la intriga el máximo tiempo posible, algo que aquí no sucede, rápidamente descubrimos quién es quién y los giros argumentales están lejos de ser sorpresivos. Perdida era una buena oportunidad para demostrar que en nuestro país el cine de género es posible… habrá que esperar otra película y no perder las esperanzas.
Desde hace algunos años, la periodista de policiales Florencia Etcheves se dedica a escribir novelas del mismo género. Comenzó con “La Virgen en tus Ojos” (2012), siguió con “La Hija del Campeón” (2014), y “Cornelia” (2016) fue su tercer libro, antes de “Errante” (2018), el cual publicó hace unas semanas. Antes de hacer una comparación entre “Cornelia” y su adaptación cinematográfica que llegó este abril bajo el nombre de “Perdida”, hay que tener en cuenta que si bien estamos ante una historia individual y autoconclusiva, la misma pertenece a un universo compartido de todas las novelas de la autora. Manuela Pelari, la protagonista, es una policía que acompaña y ayuda a Francisco Juánez, el detective encargado de investigar cada caso propuesto. Es decir, que lo ideal es leer los libros en orden para poder entender los guiños que aparecen en esta trama. Particularmente, “Cornelia” se centra en un viaje de estudios que realizan cinco adolescentes junto a su profesora a El Paraje, un pueblo en el sur, que se vio perjudicado por la explosión de un volcán y cuyos habitantes tuvieron que rebuscarselas para sobrevivir. Una noche, las jóvenes se escapan para ir a bailar con el hijo de la dueña del hotel, pero solamente cuatro vuelven y no se sabrá más nada de Cornelia. Años después, se realiza una misa en nombre de la desaparecida y frente a la sospecha de una nueva línea de investigación, Manuela Pelari, ex compañera de Cornelia, decide reabrir el caso e indagar por su cuenta. Luego de leer el libro y de ver la película, nos encontramos con que “Cornelia” y “Perdida” tienen varias diferencias, algunas de ellas sustanciales. En primer lugar, podemos decir que la cinta busca contar los hechos de una manera más simplificada, sin dejar de lado los giros del final, pero tal vez el film peca de no entregar toda la información al espectador que sí tenemos profundamente desarrollada en la novela. Claramente es difícil adaptar un libro en menos de dos horas de largometraje, sobre todo si tenemos en cuenta este hecho de que es el tercero de un universo bien amalgamado. Es así como personajes esenciales como Francisco Juánez no tienen lugar en esta historia. Probablemente esta sea una de las grandes pérdidas que tiene la cinta, ya que a partir del segundo acto este personaje toma un rol protagónico y hace que los hechos avancen, de modo que en la película deben hacerlos otros papeles secundarios o la misma protagonista tiene que justificar nuevas motivaciones para hacer que se realicen las acciones. Por otro lado, esta simplificación de la trama hace que se omita uno de los giros más importantes del libro, que también genera que el argumento vire hacia otro camino, que la cinta no toma en un primer lugar, y no consigue tener esa fuerza que caracteriza a la novela. Y cuando lo hace, no le dan el mismo lugar ni tiempo en pantalla. En cuanto a los personajes secundarios, existen algunos muy interesantes como Alina o la Fantasma, que están mejor desarrollados y/o profundizados en la novela. Si nos quedamos solo con la adaptación, tal vez no entendamos bien la relación que tienen con otros protagonistas o su importancia dentro de la investigación. Ambos tienen un rol fundamental, que no están tan aprovechados en la película. Con respecto a los giros finales, en ambos casos tenemos resoluciones sorprendentes (tal vez en el film sea un poco más previsible por la carencia de tantos personajes fuertes) que impactan al espectador con un rebuscado desenlace. En el largometraje también tenemos la sensación de algunas incoherencias o inverosimilitudes, como el tratamiento sobre la corrupción dentro de la policía, que no fue abordado anteriormente y de la nada aparece dicha trama, o la identidad de un personaje que no termina de cerrar. Nuevamente mucho tiene que ver con el hecho de quitar las cuestiones más elaboradas de la trama o ciertos personajes que servían como hilo conductor o elemento clave para cerrar esos cabos sueltos. ¿Esto hace que “Perdida” sea una mala película? Seguramente para quienes no hayan leído el libro previamente, muchas de estas cuestiones no se noten, sino que quede esa simple sensación de cabos sueltos, falta de veracidad en ciertos pasajes, falta de información o profundización en algunos personajes. De todas maneras, la cinta logra generar ese clima tensionante propicio para que se desarrolle una temática compleja como la trata de blancas, a partir de una gran fotografía (sobre todo los momentos en el sur) y una buena banda sonora. En cuanto al elenco, Luisana Lopilato interpreta a Pelari, demostrando una nueva faceta dramática en ella que no habíamos visto previamente. Si bien existen algunos instantes poco convincentes, en general, realiza un buen trabajo. Lo mismo ocurre con el resto del elenco, con un óptimo trabajo de Amaia Salamanca (el hecho de que su personaje sea española hace un poco de ruido), Nicolás Furtado, Rafael Spregelburd, Oriana Sabatini. También ocurre que algunos actores o actrices tuvieron que lidiar con estos personajes más desdibujados que en el libro tenían mayores fortalezas. Es difícil que una película pueda igualar o superar a su obra original. En este caso, “Perdida” hace una buena labor para presentar una historia atrapante, fuerte, que impacta al espectador a través de su temática y clima propuesto. Sin embargo, en comparación con la novela, falla a la hora de simplificar la trama y de omitir ciertos giros y personajes importantes (y de sacarle mérito a otros), que le podrían haber otorgado una mayor riqueza al argumento.