Zarpada por donde se la mire A veces tanto delirio, situaciones escatológicas, racismo y otras (impensadas) no resisten el menor análisis en este tipo de parodias que el cine puso de moda y cuyo máximo responsable es Peter Farrelly. El realizador de Tonto y Retonto, Loco por Mary y la más reciente Los tres chiflados se reserva tres segmentos de los once que intercala esta película con diferentes realizadores (Brett Ratner dirigiendo Happy Birthday, el episodio de los enanos) y un elenco de estrellas hollywoodenses colocadas al servicio del disparate. Dos adolescentes buscan, computadora mediante, el Proyecto 43, lo que sirve a la historia para acumular relatos cortos concebidos a manera de "sketches" donde aparecen sin anestesia el sexo, las relaciones prohibidas, el incesto, el despertar sexual y hasta la zoofilia. Como en toda película coral e integrada por cortos, algunos resultan más efectivos que otros cuando forman parte de la misma "ensalada" visual. En ese sentido, los dos dirigidos por Farrelly resultan los más acertados: The Catch, el primero que protagonizan Hugh Jackman y Kate Winslet en un restaurante cuando ella descubre que su compañero tiene "testículos" en la garganta; como así también Truth or Dare, con Halle Berry y Stephen Merchant, como una pareja que se somete a las pruebas y retos más inesperados. Zarpada y sin otras intenciones que las de hacer "blanco seguro" en el espectador, Proyecto 43 no ahorra situaciones desagradables, superhéroes y hasta un gatito animado (el corto Beezel se ve después de los títulos) que se enamora de su dueño. Los adolescentes la recibirán a las mil maravillas. Público adulto y prejuicioso, abstenerse. Elenco: Emma Stone, Anna Faris, Hugh Jackman, Kristen Bell (Supergirl), Josh Duhamel, Elizabeth Banks, Uma Thurman (Luisa Lane), Bobby Cannavale (Superman), Leslie Bibb (La Mujer Maravilla), Kate Bosworth, Richard Gere, Gerard Butler, Kieran Culkin, Aasif Mandvi, Johnny Knoxville, Justin Long (Robin), Christopher Mintz-Plasse, Chloë Grace Moretz, Liev Schreiber, Tony Shalhoub, Naomi Watts y Seann William Scott, entre otros.
Estrellas estrelladas “¡Un gran elenco reunido para la mejor comedia de la historia!”, asegura la gacetilla de prensa de la distribuidora argentina que lanzó el film. 19/100 indica -por el contrario- el penoso promedio de Metacritic según los puntajes otorgado a este film por los críticos norteamericanos. Entre la exageración de unos y la indignación de otros surge esta comedia negra que es una verdadera rareza. Producida con un muy bajo costo (6 millones de dólares) por Peter Farrelly, se trata de una acumulación de cortos (sketches) protagonizados por un verdadero dream-team de estrellas, que se atreven a todo. Incluso al ridículo. No tengo nada contra el humor crudo, esos dardos políticamente incorrectos que explotan la sexualidad primaria, la escatología, el machismo, las humillaciones y la estupidez propia de la adolescencia. El problema es que aquí la proporción de chistes inspirados sobre intentos es mínima (confieso, claro, que me reí un puñado de veces y me tapé la cara unas cuantas más). Algunos podrán sentir “placer” al ver a Hugh Jackman con los huevos (literalmente) en la garganta ante una asqueada Kate Winslet, a Chris Pratt tratando de defecar sobre Anna Faris (su esposa en la vida real), a Naomi Watts y Liev Schreiber (también un matrimonio fuera de cámara) educando con métodos sádicos a su hijo adolescente; o a Halle Berry sometida a situaciones extremas con su cuerpo, pero –sin caer en una mirada conservadora sobre el asunto- la experiencia en buena parte del film dista bastante de ser disfrutable y recomendable. Una pena, verdaderamente, porque participaron del proyecto gran cantidad de directores, guionistas y actores de relieve. Y porque a Hollywood le viene bien un poco irreverencia y provocación entre tanto producto bienpensante y aleccionador. El problema es que el resultado final, esta vez, no está a la altura de su idea inicial.
Del humor liviano al escatológico El relato se inicia con dos amigos adolescentes cuando se dan cuenta de que el hermanito menor de uno de ellos les ha jugado una broma en el día de los inocentes. Como venganza, los amigos planean llenarle de virus la computadora al niño, pero dado que éste jamás se separa de la computadora se deciden a distraerlo con una historia estrafalaria de un supuesto video prohibido por el FBI y la CIA llamado proyecto 43. Lo instan a que lo busque por la internet. El niño a lo largo de su búsqueda va encontrando una serie de videos cuyas extrañas historias son las que nutren el film en su conjunto. Como toda película episódica basada en la lógica de acumulación de segmentos, el resultado del conjunto siempre es menos impactante que la mejor de sus historias por separado. Esto ocurre bien porque sus anécdotas singulares son desparejas, o porque la mera conjunción de relatos no termina de madurar en una propuesta orgánica que vaya más allá de una serie de efectos localizados. Y Proyecto 43 que reúne a varios directores, entre ellos Peter Farelly y Steve Carr, no escapa a ninguna de estas prerrogativas. Los mejores segmentos son el de la “papada” (con Kate Winslet y Hugh Jackman), y el de la “educación en casa”. Son los más creativos a la hora de propender y desarrollar situaciones cómicas a partir de una única premisa básica. El resto de los sketch acompañan con dignidad (si bien destacan el de la cita de los superhéroes y el de la mascota celosa), pero no están a la altura de los primeros. La ventaja evidente de este film en particular es su general efectividad en la producción permanente de situaciones cómicas en todos los niveles posibles y pasando por varios estilos de comedia: desde el más liviano hasta el más escatológico. Sin embargo, aún en el caso de los relatos más escatológicos, el film se las arregla para nunca derrapar hacia el terreno del mal gusto. Cabe aclarar que este largometraje se ha distribuido en dos versiones: una primera en donde un guionista de cine le presenta a un productor una serie de historias como propuesta de trabajo; y una versión alternativa con los adolescentes buscando el video prohibido en la internet. Ambos segmentos van cosiendo el resto de las historias. En Argentina se ha distribuido esta última versión.
Los films corales y/o episódicos tienen una larga trayectoria en Hollywood, han transitado varios géneros y metodologías de realización diferentes. Puede que tengan alguna mínima unión entre sí, que se entremezclen en un mismo relato, o que sean totalmente independientes. Lo cierto es que más de una vez ha servido como motor para juntar a un gran elenco y poner a toda la crema y nata de la gran industria en una misma película, aunque en historias diferentes; pruebas de esto han sido varios films de Robert Altman, Woody Allen, los dos últimos trabajos de Garry Marshall, o la espléndida “Realmente amor”. Esta vez el asunto es la comedia, satírica, negra, y realmente zafada; estos elementos son los que hacen a Proyecto “43” un film tan particular. La cabeza detrás de todo el asunto parece ser el director Peter Farrelly que en su rol de productor general se encargó de reunir a un grupo de directores y a un cast actoral de lujo para que cada uno realizara un segmento de lo que es una película global. La película comienza con dos adolescentes haciendo una prueba estúpida para subir a Youtube y siendo engañados por el hermanito menor de uno de ellos, un cerebrito que vive pensando en sistemas informáticos. Para devolverle la broma, los amigos le hablan de un video prohibido que circula por internet, el cual el verlo es mortalmente peligroso, el Proyecto/Película 43; de inmediato el niño se obsesiona y comienza a encontrar distintos videos prohibidos – los diferentes segmentos del film – lo cual terminará en una suerte de conspiración internacional. Es difícil relatar los episodios de Proyecto 43, son todos cortos y se corre el riesgo del humor sorpresa; son variadísimos y no queremos anticipar mucho (tendremos por ejemplo, una cita a ciegas, unos padres educando a su hijo, una pareja con una petición especial por parte de la novia, etc, etc, etc –son una cantidad más que suficiente-). Entre los directores encontramos nombres de la talla del propio Peter Farrelly, Steven Brill, James Gunn, Griffin Dunne, Elizabeth Banks (que tanbién actúa), Brett Ratner y Steve Carr entre otros. El cast está integrado por Kate Winslet, Hugh Jackman, Jasón Sudaikis, Richard Gere, Halle Berry, Kristen Bell, Gerard Butler, Uma Thurman, Naomi Watts, Liev Schrieber, Kate Bosworth, Chloë Moretz, Emma Stone, Leslie Bibb, Anna Faris y Josh Duhamel entre otros; un verdadero dream team. Como todo film episódico su resultado es dispar, hay momentos brillantes destinados a ser clásicos, y otros de una gracia más moderada. Lo que sí es parejo es el estilo en el que todo está encuadrado. Los Farrelly hicieron la comedia zarpada y muy incorrecta su estilo, y aquí parecen subir la apuesta. Proyecto 43 puede ser desagradable, asquerosa, escandalosa, prejuiciosa, burlona, muy negra, pero (casi) siempre es divertida; aunque vale la aclaración que está destinada al público que ama este tipo de humor. Casi como un largo de SNL, un film de sketchs a lo yanqui, Proyecto 43 es una comedia tan divertida como guaranga, no busquen aquí rasgos de intelectualidad o una gran comedia verbal, se trata de un gag atrás de otro, y pese a que hay ciertas cosas que pueden no gustarnos, no podemos para de reir.
Movie 43 no es una película graciosa y eso hay que dejarlo claro desde el principio porque es algo grave. Tiene algún momento de inspiración, sí, pero estos sólo sirven para acrecentar el fracaso de un proyecto que quiso ser grande y falló miserablemente. Cultora del humor irreverente, comete el pecado de olvidarse de ser cómica, lo que implica que en las constantes incursiones en el terreno del absurdo, sólo se deje en ridículo a la mayoría de los involucrados. La conocen los que la perdieron y los realizadores de Movie 43: la libertad. Para la docena de directores y los casi 20 guionistas en plantilla hay carte blanche. Esto es porque no hay una unidad de criterio al momento de diagramar los diferentes segmentos, sólo un tronco básico –con énfasis en este adjetivo- que de alguna manera intenta justificar que cada 10 minutos se cuente una nueva historia. Cabe señalar que en la versión original, esto es para Estados Unidos, hay una idea general que tiene a Dennis Quaid como un escritor loco que presenta bocetos de películas a un ejecutivo interpretado por Greg Kinnear. Por un motivo que no se entiende, en los mercados internacionales –la Argentina, entre varios más- el planteo es otro, con un trío de desconocidos adolescentes involucrados en una trama de conspiraciones e idiotez total, un ejemplo de desinterés absoluto por parte de Steven Brill (Drillbit Taylor, Little Nicky). De vuelta al pase libre, el productor Peter Farrelly –quien está teniendo serios rebotes en su carrera, con mucha irregularidad durante la última década- da a los involucrados en la propuesta aquello que les ofrecía a los personajes de Owen Wilson y Jason Sudeikis en su película del 2011: un camino despejado para hacer lo que quieran. Con un elenco soñado –hay cerca de 40 figuras reconocibles-, con distribución a nivel mundial a pesar del bajo presupuesto y, sobre todo, ningún tipo de restricción de parte de un estudio, hay que romperse la cabeza pensando las causas por las que se llega a una película como esta. No es fácil hacer reír y menos lo es sostener la gracia durante una hora y media, pero cuando el proyecto se compone de 13 segmentos de escasos minutos cada uno, es difícil encontrarle la vuelta a lo que pasó. Como se dijo, no hay una línea argumental que los encadene -básicamente los cortos son de cualquier cosa que le plazca al realizador- y con la posibilidad abierta de lograr que reconocidas figuras de Hollywood hagan lo que sea por poco dinero, no se entiende cómo es que las ideas se agotaron al punto de no haber nada que se destaque –personalmente creo que Homeschooled, Super Hero Speed Dating y, por lo bien que James Gunn lo filma, Beezel, son lo que salen mejor parados-. Movie 43 es un fracaso rotundo de quienes no parecen entender el presente del género. Quiere ser una suerte de Saturday Night Live o Funny or Die, para poner ejemplos de conglomerados de segmentos humorísticos, pero sin ningún tipo de limitación hacia quienes están detrás de cada corto. En la búsqueda de una comedia restringida, evidencia que el énfasis estuvo puesto exclusivamente en la segunda parte del concepto, en el intentar impactar antes que en el hacer reír. Es, a fin de cuentas, una producción que indigna. No por la pacatería del espectador, sino porque no se comprende cómo decenas de personas pensaron que esto era gracioso.
La cantidad no hace a la calidad Imaginen que lo más rico de un suculento sandwich de jamón, queso, lechuga y tomate es la mayonesa, mostaza o condimento que utilice. Esto es lo que sucede con el proyecto coral de los productores Peter Farrelly y Charles Wessler (Tonto & Retonto, Loco por Mary) que incluyeron a varios nombres rutilantes de Hollywood para contar casi una docena de historias diferentes con un humor, digamos, dudoso. Lo más jugoso (no califica ni para gracioso) llega en los pseudo avisos publicitarios intercalados entre los sketches. Pero, ¿de qué versa el filme?: dos adolescentes enviciados con YouTube caen en la trampa de un precoz nerd que les hackea la máquina y hace creer que un video que ellos grabaron tiene un éxito inusitado de visitas. La “venganza” del dúo, hacia el pequeño conocedor de los rincones de Internet, es desafiarlo a encontrar una realización desconocida, única en la red de redes. Sí, la Película 43. El hacker se empecina en buscarla, se obsesiona, enloquece y encuentra un lugar en la web con 43 filmes al que verá uno por uno. Desde su notebook abrirá ventanas que desplegará cada una de las historias. Un singular comienzo. El primer filme muestra una cita entre Hugh Jackman y Kate Winslet, donde al actor de Los miserables se lo ve con testículos ¡en la garganta! El recurso del “chiste” estirado hasta el hartazgo (y a cualquier precio) es el sello distintivo en cada uno de los episodios. Con sólo ver el trailer, el espectador tendrá un pantallazo de una película sin sorpresas: el mal gusto, lo forzadamente incorrecto, la falta de remate en varias de las historias (vean el capítulo sobre la menstruación), la vergüenza ajena (papá -Liev Schreieber- que hace pasar malos momentos a su hijo) o la innecesaria escatología (el capítulo La proposición con Anna Faris). Hasta hay una golpiza a un gnomo en manos de Johnny Knoxville (de la tira Jackass), de lo más justificable del cast actoral. ¿Proyecto 43 tiene alguna salvación? Sí, la original propaganda donde se toma conciencia acerca del espíritu infantil de las máquinas y el uso violento que se ejerce sobre ellas, o en la creación del iBabe, un reproductor musical en un cuerpo de mujer. Allí Richard Gere oficia de jefe de la compañía y es de los pocos famosos que sale ileso de este olvidable filme.
Triunfo del absurdo y la chabacanería Artefacto curioso, que por momentos renguea debido a la irregularidad de sus componentes, pero en otros avanza seguro, traccionado por el placer de lo imprevisible, Proyecto 43 tiene sorpresas de las que sólo las buenas comedias se hacen cargo. La sumatoria de los factores invitaba a la peor de las presunciones. A saber: Proyecto 43 es película coral hilada por un argumento endebilísimo (tres púberes losers deambulando por la web) y compuesta por catorce episodios dirigidos por doce nombres a los que podría endilgárseles cualquier cosa menos prestigio o reconocimiento. Todos los cortos pertenecientes a ese género históricamente menospreciado como es la comedia. Por si fuera poco, la sinopsis oficial prodigaba términos como “zarpada”, “desopilante”, “increíble reparto” e “irreverente”, mientras que el antecedente del lanzamiento norteamericano había aunado a la crítica y el público para su escarnio. Escarnio que seguramente se repetirá aquí con aquellos espectadores empecinados en guiarse únicamente por una superficie pletórica de guarradas y cuanta escatología pueda imaginarse. Pero la cuestión cambia cuando se radiografía el núcleo, ya que la operatoria desplegada por el grupo de los doce es bastante más compleja. Epítome de la era digital, Proyecto 43 es lo más cercano a una película-Windows hecha a pura ventana y fragmentación, que además demarca el triunfo absoluto del absurdo y la chabacanería mediante un inteligente dispositivo en el que campea gran parte de las vertientes del actual panorama de la comedia norteamericana. Ya la escena inicial plantea las coordenadas para leer lo que vendrá. Allí se ve a dos amigos divirtiéndose a lo pavote mientras se filman reinvirtiendo el tiro al blanco. Es decir, con uno tirando el blanco a un dardo fijo en... la boca del otro. Que los chicos se rían a carcajadas después de ejecutar la maniobra no sólo es una reivindicación de la tontería, sino que exterioriza el placer de la generación y recibimiento del golpe digno del mejor Jackass. Después, la presentación de una premisa que de tan básica huele a mera excusa, ya que se trata de la búsqueda en la red del video del título original. Video prohibido en gran parte del mundo, según le dice uno de los dos amigos a su hermano menor, seguro de que éste no resistirá la tentación de encontrarlo. Lo que no deja de ser lógico tratándose de un geek marca Apatow. La fauna audiovisual 2.0 es retorcida, desprolija, libertina, revulsiva, plena de rostros conocidos (Hugh Jackman, Naomi Watts, Emma Stone, Kate Winslet, Halle Berry, Richard Gere y siguen las firmas) y por sobre todo rica en formas y estilos. El abanico abarca desde la habitual crasitud fascinada por la deforme de Peter Farrelly (el primero de sus tres cortos tiene al actor de Wolverine con los huevos literalmente en la garganta) hasta el absurdo willferrelliano del episodio de Batman y Robin en la casa de citas, pasando por la ignorancia loser alla Supercool del púber frente a la primera menstruación de su amigovia, el delirio de Padre de familia en la coda final e incluso las comedias fumonas estilo Hey, ¿dónde está mi auto? o la trilogía de Harold y Kumar. Así, Proyecto 43 se constituye como un artefacto curioso y pretencioso que por momentos renguea debido a la irregularidad de sus componentes, pero en otros avanza seguro, traccionado por el placer de lo imprevisible. Ese placer del que sólo las buenas comedias se hacen cargo.
Ni para alivianar un viaje en micro Proyecto colectivo, con la dirección de Peter Farrely, entre otros, sobre un un grupo de nerds que encuentra videos raros que poco tienen de divertidos. Con referencias a varios films pero sin siquiera rozar sus resultados. Proyecto 43 es una película colectiva. Con un hilo conductor que no disimula la realidad de que en esencia se trata de la suma de una serie de sketches sin ningún sentido. O tal vez el sentido sea simplemente buscar la transgresión, el choque y la ruptura. ¿Pero hay realmente una ruptura? Desde lo cinematográfico la película es insufrible. El hilo conductor son unos nerds tontos que para vengarse de un geek que se ha burlado de ellos le hacen buscar un tal Proyecto 43. En esa búsqueda es que van encontrando estos videos raros. Pero claro, no son videos de Internet, sino cortometrajes, ya que no tienen nada de película casera o video prohibido. Es decir, un sin sentido. ¿Pero no podría ser que ese sin sentido sea una cuestión de estilo? Acá es donde viene la asociación que todos los críticos han descubierto. El film es un versión en tiempos de Internet de Mujeres amazonas en la luna (1987) de Joe Dante, John Landis y otros. Aquel film era imperfecto, pero tenía momentos en los que el espectador se podía reír a carcajadas. Nada de eso pasa acá. Las risas son pocas y el asco se impone en la mayoría de las historias. Pero las desgracias no terminan ahí –aunque empiezan ahí, porque una comedia que no produce risas…– sino que se multiplican. El primer sketch es un plagio en versión escatológica de una edición de Saturday Night Live. No será el único plagio, no será el único problema de ahí hasta el final. Plagiar chistes, volverlos asquerosos, mal actuados y sin gracia. Otro problema es lo previsible de la estructura. Todas las historias arrancan de forma tradicional para luego tener una sorpresa asquerosa, fuera de lo común, polémica. Una vez podría funcionar –salvo por el plagio–, pero muchas veces es difícil de tolerar. Algunos hallazgos actorales le dan movimiento a algunas escenas, pero no mucho. Una curiosidad extra termina por dar por tierra el largometraje. La versión que vemos en Argentina no es la misma que en Estados Unidos. Allá, en lugar de los chicos, hay un director de cine. De esa manera se justificaba mejor que los sketches estuvieran narrados como lo están. Pero dudo que haya una idea tan compleja detrás de esto. Si quieren reírse, esta no es la película. Y si son impresionables, tampoco lo es. La suma de tantos nunca antes había producido tan pero tan poco. No vale la pena ni para el cable, ni el DVD, ni en un micro.
Llorar de risa! Hay muy pocas cosas más lindas que eso, y para las personas que aman las películas vivir esa situación en una sala de cine no tiene precio. Pero luego vienen las controversias donde no tendría que haberlas porque -como ya hemos dicho más de una vez- se trata de gustos, y estos son personales. Esta aclaración viene porque Proyecto 43 fue destrozada de manera casi unánime por la prensa norteamericana, algunos incluso la llamaron “la peor comedia de la historia”. El presente análisis dista mucho de esa infame declaración, a tal punto que es inentendible como se puede catalogar de esa manera a un trabajo bien realizado más allá de que si causa gracia o no. Vale aclarar que el film venía con mala prensa incluso antes de su estreno por todos los problemas que hubo durante su larga producción (siete años de rodaje), tales como que Richard Gere hizo de todo para poder bajarse y no pudo. El proyecto es ambicioso y casi sin precedentes porque si bien la premisa de juntar a grandes estrellas en un solo film ya se ha hecho, aún no había ocurrido en una película cómica llena de gags y humor escatológico. De esa manera es como Emma Stone, Richard Gere, Chloë Moretz, Hugh Jackman, Kate Winslet, Elizabeth Banks, Naomi Watts, Halle Berry, Gerard Butler, Johnny Knoxville, Christopher Mintz-Plasse, Anna Faris, Justin Long, Jason Sudeikis y Uma Thurman, entre otros, protagonizan varios cortos de diversas temáticas. Algunos son excelentes como el de Jackman y Winslet y otros no tanto, como el de Helle Berry. Otra cosa para destacar es la manera en la cual estos cortos están unidos porque hay dos versiones: la que se estrena en Argentina es acerca de tres adolescentes que buscan en internet una película secreta llamada “Movie 43” y así es como se topan con todos los videos. En tanto, en Estados Unidos se estrenó una versión en donde un guionista (Dennis Quaid) quiere vender una película y le cuenta todas estas historias (los cortos) a un productor. Es inexplicable que haya dos versiones diferentes en cine, esto suele suceder en DVD. Volviendo a la película en sí, hay que destacar que cada corto tiene un director y por lo tanto cada uno tiene su estilo, desde un Peter Farrelly muy acostumbrado a hacer este tipo de cine hasta un Brett Ratner, que si bien ha hecho comedias nunca las hizo en este tono. Gags sexuales, gags racistas, chistes fáciles y otros más elaborados junto a un par de escenas bastante escatológicas le dan identidad a un film que se lo podría desmembrar pero que forma parte de un todo. Es para reírse y reírse mucho. Una gran oportunidad para ver a grandes estrellas en situaciones disparatadas y sin sentido, y pasarla genial en una sala de cine.
Hay público para todo y por eso es conveniente saber con que te vas a encontrar con este estreno. Si mirás el afiche a las apuradas puede parecer que es una típica comedia de Garry Marshal del estilo de Año nuevo y Día de los enamorados, que reunía a muchas figuras famosas de Hollywood. Lo cierto es que esto va por otro lado. Proyecto 43 es una producción de uno de los hermanos Farrely, artistas mediocres si los hay, que la pegaron con Loco por Mary y luego no hicieron otra cosa que repetirse con el mismo estilo de humor idiota en todas sus producciones posteriores. Esta película parecería haber sido realizada por el fan club norteamericano del programa de televisión Jackass y apunta a un target de espectadores que recién están llegando a la pubertad y podrían calificar a esta comedia como un películón memorable. Algo entendible. Es difícil comprender en pleno siglo 21 por donde pasa la irreverencia de mostrar una teta o presentar situaciones escatológicas y supuestamente zarpadas que propone este film. La enorme gran mayoría de los cortos que componen esta película no sólo son pobres, sino que parecen concebidos por personas oligofrénicas. Las historias están muy lejos de ser irreverentes o políticamente incorrectas porque sólo se concentran en situaciones estúpidas a tal punto que cualquier llamada de Tangalanga es más creativa y tiene más contenido. Lo que ocurre con este tipo de filmes es que al tener un par de referencias a la cultura nerd, para algunos ya es una comedia cool, cuando en el fondo asistimos a la misma basura que Norbit con Eddie Murphy. Una producción, por cierto, a la que Proyecto 43 no tiene nada que envidiarle. Esta película es como esos humoristas que intentan ser graciosos pero no lo son, ya sea porque no tienen carisma o el material con el que laburan es antiguo. Salvo por los chistes con referencias a penes, vaginas y otras cuestiones sexuales que parecen haber sido escritas hace 40 años, los guionistas no tuvieron mucho más que ofrecer. Inclusive la parodia de Batman y los superhéroes ya la hizo más divertida Alfredo Casero hace 20 años y ni siquiera con esos temas se les cayó una idea. Todos los personajes masculinos son estúpidos y las mujeres son retratadas como idiotas, por lo que tampoco podés encontrar una conexión con los roles que trabajan los actores. En 1977 John Landis y los hermanos Zucker (¿Y dónde está el piloto?) fueron los pioneros en hacer este tipo de filmes con un “humor zarpado” con joyas como The Kentucky Fried Movie, que presentaba sketches con parodias al cine verdaderamente irreverentes para aquellos días. Proyecto 43, que intenta emular ese clásico del género, en cambio, es una producción sin gracia ni ingenio que cae en el humor fácil amparado por un reparto de figuras famosas. Después de verla uno entiende por qué Richard Gere se arrepintió de firmar para esta producción y actores como George Clooney rechazaron el proyecto al ver el contenido de los guiones. Pero bueno, si tenés claro con que te vas a encontrar el mal trago puede ser evitable. Si el año pasado te parecieron grandes peliculones Comando especial y Los tres chiflados seguramente no vas a coincidir con esta reseña y este puede ser tu estreno favorito del mes.
Hacer comedia no es fácil Producida por Peter Farrelly y Charles Wessler, creadores de Tonto y retonto (Dumb & Dumber, 1994) y Loco por Mary (There's Something About Mary, 1998), llega una comedia que reúne a un grupo de actores consagrados en catorce pequeñas historias. Con el objetivo de llevar a cabo una broma pesada, dos amigos inventan una película con el nombre Proyecto 43, convenciendo al hermano de uno de ellos de que es imposible encontrarla, ya que la misma es buscada por la CIA y el FBI. En un intento desesperado, el niño comienza a hackear distintos sitios de Internet, y en su búsqueda se encuentra con distintas historias cortas, encabezadas por actores como Hugh Jackman, Richard Gere, Kate Winslet, Emma Stone, Halle Berry y Naomi Watts, entre otros. El primer cortometraje describe la primera cita entre David (Hugh Jackman) y Beth (Kate Winslet). Al realizarse una introducción de lo absurdo en lo que hasta entonces parece una cita como cualquier otra, se genera un efecto cómico genuino, producido por lo inesperado de la situación. El problema (uno de los tantos) que se presenta en Proyecto 43 (Movie 43, 2013), es que una vez que la dinámica del uso de lo absurdo queda establecida, el factor sorpresa desaparece para dar lugar a lo predecible y, como consecuencia, a la pérdida de la comicidad a medida que van apareciendo el resto de las secuencias. Con algunas pocas excepciones en donde se logran describir situaciones paródicas que provocan la risa desde un lugar un poco más elaborado, como resulta con el corto que muestra la creación del I babe (un I pod con forma de mujer que genera contradicciones al confundir a los adolescentes en cuanto a su uso) la mayoría de las historias recurre al chiste fácil a través de temas como la masturbación, los genitales y la materia fecal, llevándolas además a un nivel tan reiterativo que genera un reemplazo de lo cómico por lo grotesco. Ni siquiera resulta posible destacar alguna de las interpretaciones de los actores premiados que hace su aparición convertidos en simples figuras que se diluyen en secuencias de lugares comunes y diálogos obscenos, que a la larga solo parecen estar ahí para llevar más gente a las salas. Por otro lado, el intento de utilizar una línea narrativa que una todas estas historias, simplemente no funciona y es inevitable preguntarse como el director no pudo encontrar la inspiración para idear una línea en donde los cortos se introdujeran de un modo un poco más justificado. Recordemos producciones como New York, I Love You (2009) o Paris je t'aime (2006), en donde también se trabaja la serie de historias cortas, y si bien el resultado puede gustar mas o menos, el núcleo central queda establecido desde el comienzo ya que se trata de cortometrajes cuyo tema central es la ciudad ¿Pero cuál es el denominador común en este caso? Finalmente, lo que descubrimos al ver Proyecto 43, es que se trata de un rejunte de gags en donde, para tratarse de una comedia, lo cómico se vislumbra en contadas ocasiones.
Actores en penitencia Sabido es que las empresas suelen tener un sector destinado a los empleados que cometen una falta, al que comunmente se le llama "siberia", o de otras formas que remiten a lugares inhóspitos. Esta película sin dudas es la "siberia" de Hollywood, porque si no es por ser castigados, entonces no se comprende cómo es que actores de la talla de los que integran este elenco se han prestado a ser parte de semejante basura. La película tiene como hilo conductor a un grupo de subnormales que la van de hackers y buscan en la web una película prohibida. En esa búsqueda se topan con videos "clasificados", que son los catorce sketches dirigidos y escritos por diferentes directores y guionistas contenidos en el filme. La mayoría de los segmentos tienen en común la escatología y la falta de gracia. Parecen escritos por adolescentes reprimidos sexuales, de esos que dibujan tetas en los cuadernos y creen que eructar es chistoso. Resulta apenas interesante el dirigido por Brett Ratner, y provoca alguna sonrisa el de Peter Farrelly, por lo desaforado de la propuesta y sus intérpretes. En general parecen guiones desechados del "Saturday Night Live", por obscenos e insultantes a la inteligencia del espectador. También podría ser un descarte de "Cha Cha Cha", especialmente el corto donde Batman y Robin están en un bar de citas. Hace poco llegó a nuestras pantallas "VHS", algo parecido a esto pero en clave de terror. Ahora con similar formato llega esta propuesta infame y carente de sentido, que no merece la mínima atención de su parte.
Entre la estupidez y la risa Esta película es realmente bastante curiosa, porque reúne una serie de sketchs dirigidos y guionados por distintas personas y con actores, en su mayoría, muy reconocidos por el público. Esta película es realmente bastante curiosa, porque reúne una serie de sketchs dirigidos y guionados por distintas personas y con actores, en su mayoría, muy reconocidos por el público. Lo que es difícil de explicar es cómo tan importantes actores (Naomi Watts, Kate Winslet, o Richard Gere, entre muchos otros) pudieron intervenir en tan lamentables secuencias de mal humor, escatología y tontería. Porque lo poco rescatable que tiene este filme se muestra con cuentagotas. La primera secuencia por lo corta, bien actuada y original, basada en un detalle aparentemente increíble, pero posible, es una de las mejores de la serie. El sketch se titula "El buen partido" y alude a algo así como que la Naturaleza se equivocó y cuando la protagonista acepta la invitación a cenar con un "hombre 10", cae en la cuenta que el muchacho es maravilloso, atento, sociable, pero tiene ubicado parte de sus órganos genitales en el cuello. Los protagonistas de este tramo son Hugh Jackman y Kate Winslet, quienes se manejan con gran altura frente a esta circunstancia que les tocó actuar y lo que pudo ser de mal gusto, se convierte en una curiosidad graciosa y con un final imprevisto. EL HUMOR NEGRO No ocurre lo mismo con el resto de los pequeños relatos y sólo se salvan algunos como "Babe", en el que una máquina, una suerte de reproductor de música de alta fidelidad, que también tiene la función de poder utilizarse para mutilar distintas partes del cuerpo, exhibe un buena dosis de humor negro y es protagonizado por Richard Gere. Otras dos historias a destacar son: "Veronica/CVS", sobre un romance que tiene lugar en un supermercado y dirigió Griffin Dunne, con Emma Stone y Kieran Culkin, la que resulta algo delirante y con un bien aceitado humor negro y "Cita de adolescentes", sobre un chico tomado como cobayo por su familia, que dirigió Elizabeth Banks. También puede mencionarse "Educado en casa", en el que una madre (Naomi Watts) decide educar ella misma a su hijo. Los sketchs restantes oscilan entre la pavada, el mal gusto, la apología al racismo en tono de broma, el sexo y la utilización de la mujer como objeto.
PROYECTO 43 vuelve a utilizar la fórmula del cine coral, pero en este caso uniendo un gran número de actores y rostros famosos de Hollywood, en un filme paródico de dudoso gusto. La historia se desata cuando Calvin y J.J. quieren gastarle una broma a Baxter, haciéndole buscar en Internet la película más prohibida del mundo. No están preparados para las consecuencias. Sin revelar mucho del argumento, ni de las escenas que les toca jugar, podemos anticipar que el público se encontrara con grandes estrellas del cine moderno haciendo en pantalla todo tipo de burradas. Con un esquema argumental distinto al tradicional, casi como si se tratara de un programa de tv de sketches, el filme recorre tópicos que van desde la sexualidad (obviamente) al papel de la violencia en nuestra sociedad. Surrealista, escatológica por momentos, es un filme que nunca se toma en serio a sí mismo, una parodia a la seriedad del show bussines, una película tan lisérgicamente incorrecta que puede ser amada u odiada por igual. Lo que está claro, es que jamás, pasara inadvertida.
La búsqueda de una película que no existe, episodios cortos de humor extremo y la sorpresa de grandes nombres que se atreven a la diversión de munición gruesa, pero en este caso casi siempre desopilante y creativa. Ver a Hugh Jackman con genitales masculinos en la garganta frente a la atónita Kate Winslet o a Halle Berry bizarra supecirugeada es sólo una muestra de lo que trae el film.
Estrellas prestan su cuerpo a guarradas En los años 70 y 80 proliferaron films cómicos en episodios, a veces dirigidos por varios realizadores que sabían usar un elenco heterogéneo para armar las cataratas de gags más delirantes, audaces, guarros y políticamente incorrectos de la época. Los ejemplos van desde Todo lo que usted quería saber sobre el sexo de Woody Allen hasta Locura yanqui (Kentucky fried movie) de los hermanos Zucker, y Mujeres Amazonas de la Luna de John Landis y Joe Dante. Peter Farrelly, uno de los directores de hits como Loco por Mary, obviamente conoce muy bien el formato y lo aprovecha al máximo con la ayuda de una docena de directores que agregan distintos toques de humor hilarantemente guarro a niveles jamás vistos en una película con un elenco tan cargado de estrellas como el de Proyecto 43. Para tener una idea de lo demente del humor, apenas pasado el tercer sketch, el espectador ya se habrá casi descompuesto de risa con chistes sobre incesto, sexo coprofágico y testículos anatómicamente desubicados, esto último a cargo de unos antológicos Hugh Jackman y Kate Winslet en el segmento que abre el film con toda la furia. Por supuesto, el nivel no siempre es el mismo, y no todos los gags funcionan del mismo modo, pero a grandes rasgos se puede decir que el efecto es como un bombardeo de chistes que puede provocar ataques serios de risa (basta señalar que en la función de avant premiere donde vimos el film, la proyección se cortó unos minutos por un problema técnico, que no impidió que el público siguiera riéndose como si estuviera influido por algún tipo de gas hilarante). El efecto se entiende cuando, ya sin problemas técnicos, la película amaga con terminar, la gente se prepara para levantarse de sus butacas, el film sigue con un increíble relato sobre un gato animado que tiene fantasías sexuales con su dueño. Lo mejor es la multiplicidad de talentos distintos dispuestos a mostrar todas las formas posibles de gags zarpados. Ver a Richard Gere como el dueño de una empresa que lanza la iBabe (una especie de muñeca inflable con reproductor de MP3) no tiene desperdicio, igual que a Uma Thurman haciendo de Luisa Lane mientras tratan de levantársela Batman y Robin a la vez, exponiéndose a la ira de un Superman acosador. Entre los directores se destaca Griffin Dunne armando una electrizante historia de amor entre el desquiciado cajero de un supermercado noctámbulo y su novia dark. Por su parte, Elizabeth Banks agrega un toque de guarrada feminista en un episodio que se burla de la eterna ignorancia masculina sobre temas femeninos. Volviendo a las estrellas, Halle Berry también sorprende como una chica dispuesta a todo con tal de divertirse en una de esas típicas citas a ciegas que no llevan a ninguna parte. Nunca se ha visto una madre tan cruel como la Naomi Watts que educa a su hijo en casa sin ahorrarle ninguna de las experiencas angustiantes del colegio secundario. Y a los dos duendes irlandeses ultraviolentos que encarna Gerard Butler no hay con qué darles. La excusa narrativa es tan o más elemental que el resto, pero funciona y no ocupa lugar en vano, ya que también arroja buenos gags. En síntesis, estamos ante una comedia de culto que lleva el humor de mal gusto al siguiente nivel, haciendo reír sin paz ni pausa.
La diversión y el humor hechos pedazos Desde su tráiler se sabía que se trataba de una película mega bizarra, políticamente incorrecta y demás, pero el hecho de ver a una importante cantidad de prestigiosos y buenos actores llamaba la atención y hasta nos podía parecer motivo suficiente como para disfrutarla. Pero, hecha la ley, hecha la trampa, Movie 43 termina resultando una terrible decepción inmersa en un sinfín de guarradas sin gracia alguna. Conociendo el humor de Peter Farrelly (Loco por Mary), se esperaba mucho más, no solo desde la calidad de acontecimientos y pasajes de la narración en sí, sino también (y primordialmente) desde la comedia. El film cuenta como condimento distinto (y positivo, si se quiere) el abordaje de una serie de mini historias, especies de pequeños sketchs en donde en cada uno de ellos se pueda aprovechar a los diversos integrantes de este reparto de ensueño. Pero la idea se hace trizas cuando se plasma a la práctica, porque Movie 43 falla notablemente al abusar del chiste grosero y escatológico en absolutamente todos los episodios que se llevan a cabo. El film logra que el espectador se vaya sintiendo, con el correr de los minutos, cada vez menos a gusto con lo que está soportando, al mismo tiempo que baja la esperanza por encontrar aunque sea en un capítulo del relato dos o tres gags que permitan una carcajada. Y quizás esta es la desilusión más fuerte que se encuentra: la carencia de humor, algo que el público no puede perdonar si fue a ver una “comedia”. LO MEJOR: la idea de reunir a tantas estrellas en una suerte de variados sketchs. LO PEOR: la idea del punto anterior queda trunca cuando se lleva a su realización. Excesivamente recurrente al mal gusto, grotesca. No entretiene, no causa risa. PUNTAJE: 2
Quizá las numerosas estrellas que integran el elenco de Proyecto 43 quisieron participar de esta torpe colección de episodios de humor escatológico del más grueso calibre para mostrar que son tan humanos como cualquier criatura y que su condición estelar nos los exime de las molestias de la fisiología. Quizá creyeron, como desdichadamente les habrá sucedido o les sucederá a algunos espectadores, que se trataba de otra apuesta, tal vez más arriesgada o desbocada, por ese humor llamado irreverente y por lo general bastante rudimentario que suele divertir a público habituado a la peor televisión. En fin: es difícil explicar el porqué de sus presencias. Y lo que más cuesta entender es que el proyecto de esta presunta extravagancia humorística anduvo dando vueltas varios años antes de concretarse -se dice que a la espera de coordinar los tiempos de actores tan sobrecargados de compromisos-, sin que ninguno advirtiera la puerilidad de los libretos, su irremediable estupidez. Aquí hay de todo menos gracia, salvo que se considere gracioso y agradable de ver cómo un enamorado sumiso se apresta a satisfacer los caprichosos deseos sexuales de su noviecita coprófila o asistir al penoso espectáculo de un Hugh Jackman que allí donde debería mostrar la prominencia de la nuez de Adán expone otros atributos de su masculinidad para los que la naturaleza reservó sabiamente un sector del cuerpo mucho menos expuesto. Los episodios -algunos todavía peores- están interconectados con el pretexto de que un trío adolescente anda a la pesca en el mar de Internet de la película más ultraprohibida del planeta. Apenas se generan esporádicas risas en el capítulo final sobre los arranques de celos de un gato animado y alguna línea de diálogo en el que muestra los temores de un equipo de basquebolistas negros que debe enfrentar rivales blancos. Lo demás -curiosamente a pesar de que los autores son diversos- exhibe una rara homogeneidad: todo es mediocre, tonto, y muchas veces tan desagradable que resulta ofensivo. Hay más voluntad de escandalizar que ingenio y no asoma ni una mínima intención de renovar este fatigado humor de baño, que, de todos modos, irrita más por su tontería que por sus "atrevimientos".
Chistes Viejos Aquellos que nos criamos en los años 80 aún recordamos una gran comedia episódica dirigida entre otros por John Landis y Joe Dante llamada Mujeres Amazonas en la Luna. Un título delirante para una comedia que satirizaba y criticaba la televisión estadounidense, buscando un perfil absurdo, grotesco y sexista, no llevándolo a un terreno escatológico, sino más bien hacia la sátira social, la comedia que ironizaba la mirada conservadora del estadounidense medio confrontando con la necesidad de darle un perfil provocadoramente sexual a todo. Era una película inteligente e ingeniosa, con algunos episodios realmente inspirados y otros no tanto, como sucede siempre, interpretada por grandes comediantes y algunos actores serios parodiándose a sí mismos. 25 años después llega Proyecto 43, acaso una especie de remake de aquello obra de 1987, pero con un humor puramente escatológico que si bien es zarpado, al mismo tiempo se basa únicamente en el chiste sexual, al punto que lo provocador de la propuesta, termina siendo banalizado por un humor demasiado superficial, que busca lo escatológico por ser nomás escatológico. Mientras que Mujeres Amazonas, se podía filtrar una crítica, acá lo que vemos es un episodio de Saturday Night Live con todos actores de primer nivel, la mayoría de ellos nunca relacionados con este tipo de propuestas, y mostrando todo aquello que para la televisión abierta estadounidense, sería tabú o de mal gusto. Llámese excrementos, violencia gráfica y/o desnudos. Nuevamente, acá vemos actores parodiándose a sí mismos. Algunos tienen mejor suerte que otros, como es el caso de la pareja Naomi Watts / Liev Schreiber en el episodio dirigido por Will Graham que incluye escenas incestuosas promovidas con bastante ingenio y humor negro. Dentro de todo, se trata del episodio más sutil. Otros dan vueltas únicamente alrededor del chiste como el que protagonizan Hugh Jackman y Kate Winslet, que solo da vueltas sobre el mismo gag hasta que se agota. La historia que une todas, es una de las más estúpidas. Esta vez, no es el control remoto sino el Internet y los videos sexuales los que comprimen todas las historias. Brett Ratner no queda tan mal parado con el segmento más violento de todos, que tiene a un Gerard Butler irreconocible como un duende. Al igual que Saturday Night Live, hay tres falsos comerciales, que no están tan mal y tienen su crudeza provocada por golpe de efecto final. Pero la mayoría decepcionan: Steve Carr, Steven Brill (director de las comedias de Adam Sandler), el veterano Griffin Dunne, Elizabeth Banks brindan episodios con chistes viejos, ávidos de humor. Las pobres interpretaciones y la falta de ideas a la hora de poner la cámara del segmento de Banks, terminan decepcionando e incluso aburriendo. Podría haber sido mejor aprovechado y no llevado hasta agotamiento, la idea de las Citas Rápidas de Super Héroes. Peter Farrelly logra con Verdad o Consecuencia, un episodio simpático, pero eso se debe al talento del comediante británico Stephen Merchant (socio de Ricky Gervais) y de Halle Berry en su mejor personaje en años. Para el final, queda sin dudas el episodio más enfermo, morboso, genuinamente divertido, personal y grotesco que es Beezell, dirigido por James Gunn. El realizador le aporta su talento y transgresión a esta historia que mezcla animación con actores. Pero es acaso, demasiado humor para cultos, para un producto total, tan desalmado, que muestra lo peor de la nueva comedia estadounidense. El resto de los episodios ni siquiera valen mencionarlos. La comedia pícara está pasada de moda. Esto demuestra Proyecto 43. No causa gracia, es anticuada. Y habría que debatir seriamente como recuperarla.
Una comedia coral que entrelaza varias historias y logra reunir a un gran elenco. La historia es la de dos adolescentes Calvin (Mark L. Young) y JJ (Adán Cagley), que idean un plan para meterse en el ordenador de Baxter (Devin Eash) solo para molestarlo. Para llamar la atención idean un film prohibido titulado ‘”Movie 43” (título original de la película), y de esta forma llenarle de porno y virus a su portátil logrando su venganza, pero veremos como se las ingenia el hacker precoz. Esta idea llega a los cines de la mano de los creadores de “Tonto y Retonto”, entre otros films, Peter Ffarrelly y Charles Wessler. A un gran grupo de estrellas de Hollywood algo les despertó la curiosidad para dar vida a un pobre guión. Divida en varias historias bien diferentes como las de Kate Winslet y Hugh Jackman (con su cita a ciegas); la novia romántica (Anna Faris y Chris Pratt), las discusiones de novios (Emma Stone y Kieran Culkin), las citas de los superhéroes (Uma Thurman, Kristen Bell, Leslie Bibb, Bobby Cannavale, Jason Sudeikis y Justin Long), la tecnología (Richard Gere y Kate Bosworth), el amor adolescente (Chloë Grace Moretz, Patrick Warburton y Matt Walsh), los duendes y las hadas (Gerard Butler, Seann William Scott y Johnny Knoxville), las citas a través de webs de contactos (Halle Berry y Christopher Mintz-Plasse), el baloncesto (Terrence Howard), entre otras y la última viene después de los créditos sobre las mascotas y un gato animado (Elizabeth Banks y Josh Duhamel). La película cuenta con un gran elenco coral, gran parte de ellos han ganado prestigio a través de los años y han sido galardonados con numerosos premios, ¿Por qué estos actores habrán elegido este guión? es un enigma. La narración cae en escenas de mal gusto, humor negro, escatológicas, mediocre, un humor muy obsceno, vulgar y secuencias desagradables. Las historias a algunos pueden resultarles divertidas debido a algunos sketches: cuando una joven se encuentra con un conocido por internet y este tiene sus testículos pegados a su garganta; o la de dos jóvenes enamorados, en la cual ella no quiere que le regale flores, una salida u otra cosa, solo quiere sus excrementos; o el encuentro de los superhéroes Batman y Robin grotescos, la superchica, entre otros; o los pechos grandes de Halle Berry; entre otras. Para ir redondeando, el cine nos sirve para divertir, entretener, distraernos y enseñarnos, pero en este caso es muy disparatada, atrevida, quizás destinada a los más jóvenes y con un humor solo para los que comulgan con el mismo.No te olvides de quedarte hasta el último crédito porque hay yapa y es posible que en unos años llegue “Movie 44 y 45”.
Cuando más es mucho menos Voy a arrancar con lo obvio: es un desastre. Eso ahorra trabajo a quien sólo pretenda saber si la película es o no es buena. Un desastre chato y ridículo, casi inexplicable. Cuesta comprender la gestación de semejante estructura cargada de tantos fallos y yerros, en particular con tantas oportunidades que puede dar el talento que hay en juego. El objetivo de Proyecto 43 es, al igual que lo hacía V/H/S con el terror, enmarcar una serie de cortometrajes en una historia central, como una especie de antología. Los nombres incluyen a debutantes (Elizabeth Banks, James Duffy, Will Graham), algunos que en la comedia han dejado películas entre mediocres y regulares (Griffin Dunne, Brett Ratner, Steve Carr, Rusty Cundieff), otros que rara vez han pisado el registro (aquí nuevamente Ratner, aunque también James Gunn), prácticamente ignotos (Patrick Forsberg y Jonathan van Tulleken) y los más experimentados (Peter Farrelly, Steven Brill). A estos nombres se suman los de un elenco multitudinario de estrellas que pertenecen a otros registros o están entre los mejores actores de la comedia contemporánea, un elenco realmente soñado de nombres que no vale la pena poner uno por uno, pero que prácticamente no necesitan presentación. ¿El resultado de esto?: un desastre, aunque eso ya se dijo. Los gags parecen haber apostado por la incomodidad y la escatología, con algunas dosis de incorrección política. Pero existe un nexo común a todos los cortos y no es solamente que fallen en este aspecto, sino que también demuestran una incomprensión abismal del género, porque no hay forma de reírse de un personaje si su presentación es más bien escueta y pobre. Es así que puede surgir alguna risa espontánea en un determinado momento, pero todos los cortos son sumamente precarios. El más interesante por su registro es un falso comercial sobre trabajo infantil dentro de máquinas (¿?), dirigido por van Tulleken, quien al venir del registro documental logra un saludable contraste. Pero los demás son apenas atendibles. Hasta el Regador regado de los Lumiere tiene más gracia. Ya saben. Esto puede ser más interesante como curiosidad que como comedia. Poco, muy poco.
Para los amantes de las comedias más populares de esta parte del siglo en donde la escatología, las vulgaridades de todo tipo y el humor negro (bien oscuro y sin sutilezas) cobran más importancia que el argumento, seguramente “Proyecto 43” no va a pasar desapercibida. En principio, los trece directores que intervienen en la realización están relacionados con este tipo de humor. Algunos ejemplos son Steven Brill con “El hijo del diablo” (2000) y “La herencia del señor Deeds” (2002); Steve Carr hizo “Dr. Doolitle 2” (2001); Brett Ratner estuvo detrás de “Robo en las alturas” (2011) y la segunda parte de “Quiero matar a mi jefe” (2013); ni hablar de Peter Farrelly que junto a su hermano tienen “Tonto y retonto” (1994), “Loco por Mary” (1998), “Inseparablemente Juntos” (2003) o “Pase libre” (2011). Además casi todos han tenido que ver con el mundo televisivo en series de diversa factura. El hilo conductor de esta producción son tres adolescentes que fluctúan entre lo nerd frente a una computadora y la idiotez fuera de ella. Por razones que no conviene revelar, se encuentran buscando el “Proyecto 43” del título (en realidad es “Película 43”). Como la búsqueda es en la web se van topando con las historias que conforman este trabajo coral. Hay de todo, desde una cita a ciegas con un deforme a un chiste con un gato animado que sería el lado oscuro de Garfield, y de una novia cuyo mayor deseo es que su novio le haga caca encima a un tipo que le regala un duende irlandés a su mejor amigo. Algunos de estos segmentos están mejor trabajados que otros. Los mejores son los separadores que simulan publicidades ficticias. Sin dudas el elenco multiestelar logra subir un par de escalones a guiones que de otra manera serían una ronda de chistes malos. La escatología y los genitales son los tópicos casi preponderantes, pero no espere ni por ventura algo de sutileza. Más bien estése listo para momentos donde la línea entre el humor negro y el mal gusto es finísima. Además, al ser coral “Proyecto 43” se presenta como un producto bastante dispar entre una historia y otra. Lo mismo sucede con la estética, pues cada director llevó a su equipo. No hay un sólo rubro técnico homogéneo en toda la producción, aunque tal vez no sean estos detalles lo que detenga al público de ir a verla. Para los espectadores que disfrutan con pedos, vómitos y comentarios sobre raza o religión, esta película funcionará bien. Para aquellos devotos de la comedia con argumentos y diálogos pensados y mas elaborados probablemente resulte olvidable. Oportunidades sobran. A juzgar por el nivel de producción y recaudación, pueden hacer diez más.
El pecado de una comedia ¿Cuál es el peor pecado que puede cometer una comedia? No hacer reír, definitivamente. Esto es lo que pasa con “Proyecto 43”, la película coral de los productores Peter Farrelly y Charles Wessler (“Loco por Mary”, “Tonto y retonto”) que desperdicia y expone al ridículo a un elenco de estrellas de Hollywood. El filme está estructurado como una acumulación de sketches, y el hilo conductor es imposible: unos nerds adolescentes buscan en Internet un tal “proyecto 43”, la película “más prohibida” de la historia. La crítica en EEUU destrozó a esta comedia, y ahora uno puede comprobar por qué: es un humor que intenta provocar desde el absurdo, pero sólo es chabacano y escatológico. También es reiterativo, porque la mayoría de los sketches tienen la misma estructura. Como no causa ninguna gracia, “Proyecto 43” aburre. En lugar de escuchar las carcajadas de los espectadores, uno escucha cómo la gente se va del cine. Otro punto inexplicable es la presencia de tantos actores con prestigio. ¿Qué hacen ahí Kate Winslet y Naomi Watts? ¿Es que nadie leyó el guión? Recién al final asoma un destello de humor genuino en una sátira de “Ted”. Pero llegar hasta el final es una cuestión heroica.
Jugando con la delgada línea “Proyecto 43” es una película ambiciosa que cuenta 13 historias distintas, protagonizadas por actores famosos de Hollywood. Aunque en cuestión de gustos no hay quién legisle, esta película trae consigo una abrumadora catarata de desprestigio, que no salpicará demasiado al espectador que quiera bucear en aguas sin control de seguridad. Si este último es su caso, pruebe y vea. Son alrededor de 13 historias, unos 18 guionistas, y aproximadamente 15 primeras estrellas de Hollywood las que participan en este banquete para gourmets del "humor loco" -como lo llaman los norteamericanos- que en este caso llega con un toque de negrura y escatología que juega permanentemente con aquello de pasarse de la raya, al estilo básicamente de Peter Farrelly, quien estuvo entre los más activos impulsores de este largometraje y acabó no solo dirigiendo sino produciéndolo, escollo tras escollo según parece. Peter Farrelly es quien viene de dirigir la primera adaptación de la tira cómica televisiva Los tres chiflados a la pantalla grande, aunque antes ciertamente se hizo famoso por cintas como Tonto y retonto o Loco por Mary, en las que desafió varias veces y de diversas maneras los límites del supuesto pudor público. Con Proyecto 43 logró poner en cartelera un proyecto que tenía más de 10 años paseándose por los hangares de Hollywood, y del cual se eyectaron precautoriamente unos cuantos participantes, como George Clooney, Colin Farrell o el director Jerry Zucker. A Richard Gere parece que ya le habían cerrado la puerta por dentro cuando intentó imitarlos. En el staff quedaron, sin embargo, varios actores que se animaron a dirigir, algunos, y a reincidir, otros, como, Elizabeth Banks, Steve Carr, Brett Ratner, o Griffin Dune, en orden aleatorio, lo cual es una de las posibles causas de que tantas estrellas de primera plana hayan accedido a participar en esta comedia independiente de bajo costo (poco más de 10 millones de dólares) como hoy pululan tantas en la industria yanqui. Reunirlos fue un problema, está claro: tardaron más de dos años en terminar las filmaciones, con meses de parate entre semana y semana de trabajo. Y sin que eso haya redituado mucho hasta ahora: reprobación altamente mayoritaria de crítica y público posterior al estreno, casi nula cantidad de premios ganados a la fecha, y todavía una cifra menor de recaudación a la que dicen que gastaron en hacerla.
Bizarro, con destino de culto La idea fundante de “Proyecto 43” es (salvando las distancias) la que usara Ray Bradbury en “El hombre ilustrado” (un recurso del editor para empaquetar una serie de cuentos bajo la forma de una novela). Aquí, Peter Farrelly y sus secuaces crean una historia marco como una excusa para disparar una serie de pequeños relatos totalmente disparatados, atrevidos y explícitos, estelarizados por figuras de la comedia y una larga lista de estrellas de Hollywood, habitualmente imposibles de reunir bajo el mismo cartel (especialmente desde que murió Robert Altman). La versión que nos llega a nosotros es la internacional, distinta que la de la versión británica. Aquí el relato ordenador (en lugar de “The Pitch”, con Dennis Quaid y Greg Kinnear), es “The Thread”: Calvin (Mark L. Young) filma una estupidez junto a su amigo JJ (Adam Cagley) y la suben a Internet; cuando creen que son populares, descubren que el hermano cerebrito de Calvin, Baxter (Devin Eash), los ha engañado. Para vengarse necesitan atraerlo. ¿Cómo? Convenciéndolo de que existe un video secreto y prohibido llamado “Movie 43”, que esconde inimaginables repercusiones. Baxter empieza a buscarlo, y mientras descubre que hay algo atrás de la idea va abriendo distintos videos, que se convierten en los distintos cortos. Historias de sábado Abre de ese modo una síntesis del humor estadounidense de los últimos tiempos, y eso se ve en los estilos de historias y protagonistas elegidos: la influencia de “Saturday Night Live” se puede apreciar en la historia de la primera cita (“The Catch”, protagonizada por Hugh Jackman y Kate Winslet, a partir de una idea absurda pero súper efectiva), en la parodia “Superhero Speed Dating” (imperdible Jason Sudeikis, un veterano de SNL, como Batman, junto al looser Justin Long como Robin, Uma Thurman como Lois Lane, Bobby Cannavale como Superman y Kristen Bell como Supergirl) y en algunas parodias publicitarias (“Tampax”, “Machine Kids”). Pero claro, con una fiereza que la televisión de prime time no puede mostrar. ¿Un ejemplo? El humor de diálogos (pero subidos de tono) en “Veronica”, (dupla de Emma Stone y Kieran Culkin). Por qué no asociar en esa línea también a la entremezclada iBabe, que empieza como parodia publicitaria y termina con la desopilante reunión de directorio en la que participan Richard Gere, Kate Bosworth y Jack McBrayer (el de “30 Rock”), sobre un reproductor de audio digital con forma de mujer desnuda, y las consecuencias de que la ventilación del mecanismo esté en una zona complicada. “Hey, dude...” También está el humor estúpido/fumado/borracho, que nació con “El mundo según Wayne” (originalmente un sketch de SNL) y “Tonto y retonto” (creación de Peter y Bobby Farrelly) y pasó por las comedias de Judd Apatow, el humor ácido a lo “Supercool” o “Arrested Development”, o franquicias como “American Pie”, “¿Qué pasó con mi auto?” y “¿Qué pasó anoche?”. Ahí estarían los fumones de la historia central, para empezar. Y “Happy Birthday”, la historia de los leprechauns interpretados por Gerard Butler, con los protagónicos de Seann William Scott (uno de los rostros de “American Pie”) y Johnny Knoxville (estrella de “Jackass”): un relato de sadismo y violencia absurda, parodiando relatos folclóricos irlandeses. El corto “The Proposition”, con Anna Faris y Chris Pratt, tal vez sea el punto máximo de recurrencia a la escatología y los fluidos desagradables, algo que en varias de las historias reaparece. ¿Qué decir del recurso a la menstruación como medio humorístico, en “Middleschool Date”, con Jimmy Bennett (Michael Cera estaría ideal, si no hubiese crecido), Patrick Warburton y la lucidez de Chloë Grace Moretz (la nueva adolescente favorita de Martin Scorsese y Tim Burton). “Homeschooled”, con lucimiento de Liev Schreiber y Naomi Watts, es una brutal parodia sobre cómo no perderse la porquería que es la secundaria, en un contexto de educación en casa (una opción que en Estados Unidos existe, fundamentalmente en la educación primaria), “tocando el pianito” en lo que respecta al incesto. “Truth or Dare” es una alucinación sobre cómo sería llevar el juego de verdad/conscuencia hasta sus últimas consecuencias, con Halle Berry y Stephen Merchant caracterizados con maquillajes terribles. “Victory’s Glory” es una burla sobre ciertas superioridades deportivas y de las otras que tendrían los afroamericanos, estelarizada por Terrence Howard, y “Beezel” vendría a ser una versión degenerada de Garfield, cruzada con el feísmo de Ren & Stimpy, mechado con violencia y escatología. Protagonizan Elizabeth Banks (que también dirigió “Middleschool Date”), Josh Duhamel y un demencial gato de dibujos animados. Vivos bárbaros Como decíamos, la escatología, el humor estúpido y brutal, las historias que se ocurrirían en una noche de excesos, la humillación de los perdedores, la chanza sexual, el comentario border (aborto, incesto) son los ladrillos con los que se edifica este filme coral (en actores, directores y guionistas). La clave del éxito del producto final radica en cómo consiguen darle forma elegante a los tópicos del humor que circula en vestuarios, recreos escolares y pasillos laborales; cómo convertir en algo respetable humoradas que acalorarían a los bienpensantes que se jactan de gustar del “humor inteligente”. Acá hay inteligencia, pero puesta al servicio del humor más primario. Seguramente, no es un filme para llevar a una chica como primera cita, pero se pueden imaginar reuniones para verla en grupo cuando circule en DVD o pirateada, con cierto destino de culto.
Proyecto 43 tiene a favor que los sketches son bien cortos (si alguno se está aburriendo o se está asqueando con uno rápidamente se pasa al siguiente) y muy diferentes entre sí, por lo tanto hay argumentos para todos los gustos. Si no sos amante de este tipo de humor vale aunque sea su visión para ver a grandes estrellas hacer cosas impensables. No te vayas después de los primeros títulos...
Moco épico Otro ensamble épico de actores desperdiciado para poner en pantalla cortos humorísticos que le hacen oda a la nueva comedia norteamericana, que dicho sea de paso, es una de las peores cosas que le pasó al género en lo últimos 20 años. Chistes fáciles y descerebrados, bizarreadas que en vez de resultar graciosas sólo hacen sonrojar al espectador que siente vergüenza ajena de lo que está sucediendo en pantalla. La pregunta sería, ¿por qué?, ¿cuál es la necesidad?... ¿Será que los bodrios "Día de los enamorados" y "Año Nuevo" no alcanzaron a darles la lección que debían a los productores de Hollywood? Me vuelvo loco sólo de pensar lo que podría hacer un groso como Sydney Pollack o David O. Russell con un cast de tanto talento como el que participó en este proyecto. Algunos nombres son Emma Stone, Hugh Jackman, Kate Winslet, Halle Berry, Chloe Moretz, Naomi Watts, Richard Gere y la lista sigue. Es algo muy extraño, pero de vez en cuando, parece que todos deciden tirar la chancleta al aire y aceptan participar en este tipo de películas que sólo confirman que después del género del terror, el de la comedia está pasando por un momento no muy auspicioso, con algunas excepciones claro. En esta ocasión, lo que se hizo fue preparar distintos sketchs a la onda "Saturday Night Live" pero un poco más subidos de tono y con menos creatividad en la escritura. Como tenían que justificar de alguna manera la seguidilla de cortos, decidieron incorporar un hilo central que los una apelando a una historia bastante básica que presenta a dos nerds que están tratando de encontrar la película "más prohibida" en la web. En total son 14 cortos, sí, 14! que intentan deseperadamente hacer reír al público con sobreactuaciones y gags bastante patéticos. Algunos momentos logran sacar una carcajada al espectador, por lo cual considero que no es un desastre total, pero si sacamos una estadística rápida, se podría decir que el 30% de "Proyecto 43" vale la pena, algo así como 28 minutos de los 94 que dura el film. Si ese porcentaje te satisface y andás con ganas de sacarte el cerebro y hacer jueguitos futbolísticos con él durante 1 hora y media, quizás esta comedia te divierta y haga pasar un buen rato. Personalmente, creo que el humor escatológico, sexual y bizarro funciona mucho mejor fuera de la gran pantalla.
"...Si ustedes por ejemplo, están en la Asociación Internacional del Masoquismo, y están con el cinturón marrón y quieren pasar al cinturon negro; bueno, esta es la película que le van a pasar en el examen final para el cinturón negro del masoquismo..." Escuchá la crítica radial completa en el reproductor, (hacé click en el link).
Los reyes del mal gusto En la búsqueda de gags para rodar una comedia, un productor (Greg Kinnear) escucha las sugerencias de Charlie (Dennis Quaid), un aspirante a director. A partir de allí se proyecta una miscelánea de escenas supuestamente hilarantes, cuyo factor común es la inclusión de celebridades y un notable mal gusto (que llevó a Gere, una vez visto el producto final, a aborrecer públicamente de su participación). Sabido es que el humor grosero de los Farrelly (Loco por Mary, Tonto y retonto) es el sello distintivo de sus producciones, pero Proyecto 43 supera todas las expectativas, con situaciones que bordean la humillación de los actores. El ejemplo más claro es el de Jackman, que protagoniza a un codiciado soltero del jet set. Beth (Winslet) se pregunta por qué estará solo; consigue una cita con él y cuando se sientan a cenar, descubre los testículos colgando en su nuez de Adán. Hay gags menos ofensivos, como el de Robin buscando novia en un local de speed dating, mientras Batman le “tira letra” escondido bajo la mesa (las coincidencias con nuestro Cha Cha Cha son más que elocuentes). Inspirada en Amazon Women on the Moon, de John Landis, Proyecto 43 tiene algunos aciertos (como la publicidad de tampones, que muestra a una morocha internándose al mar para ser engullida por un tiburón); el problema es que, para los Farrelly, el humor resulta secundario a las situaciones grotescas.