Tentaciones navideñas Peter Hedges se hizo conocido en el ámbito internacional primero al firmar los guiones de Un Gran Chico (About a Boy, 2002), Mi Mapa del Mundo (A Map of the World, 1999) y ¿A Quién ama Gilbert Grape? (What's Eating Gilbert Grape?, 1993), y después pasándose a la dirección -a la par que retenía el control sobre las historias- en films como Fragmentos de Abril (Pieces of April, 2003), Dani, un Tipo de Suerte (Dan in Real Life, 2007) y La Extraña Vida de Timothy Green (The Odd Life of Timothy Green, 2012), todos trabajos que sin ser maravillas del séptimo arte lo posicionaron como un artesano atendible preocupado más por los personajes que por los latiguillos quemados industriales. La cuarta faena del señor como director, Regresa a mí (Ben Is Back, 2018), respeta esa senda y hasta la vuelca hacia el costado más dramático de su obra, hoy eliminando aquellos chispazos de comedia. La película se mueve en el mismo terreno de No te Preocupes, No Irá Lejos (Don't Worry, He Won't Get Far on Foot, 2018) y Beautiful Boy (2018) ya que su horizonte retórico se condensa en la descripción de las penurias de todo tipo que atraviesan los adictos para tratar de recuperarse y retomar una relación más o menos normal con sus respectivas familias, con el constante fantasma del maltrato, el robo y hasta la muerte en tanto consecuencias de una posible recaída. El núcleo de la trama es el vínculo entre Ben Burns (Lucas Hedges), un adicto y ex dealer en recuperación, y su madre Holly (Julia Roberts), una mujer que crió al muchacho, su primer vástago, y a su hermana Ivy (Kathryn Newton) en soledad luego de que el padre los abandonase, lo que derivó en una segunda relación con un afroamericano, Neal Beeby (Courtney B. Vance), con el que tuvo otros dos hijos más, hoy niños pequeños. Cuando el susodicho deja el centro de rehabilitación donde está internado y se aparece en el hogar familiar de manera imprevista en la víspera navideña, su presencia desencadenará fricciones entre Ivy y Neal por un lado, quienes no le perdonan a Ben comportamientos pasados, y Holly por el otro, una mujer que disfruta cada instante con su vástago y pretende que siga sobrio sí o sí a lo largo de las próximas 24 horas. El asunto se complica no sólo por la permanente tentación de volver a consumir -lo que sea, heroína, cocaína, pastillas, etc.- sino también porque en una salida de compras con su madre es reconocido en un mall por otro adicto y de este modo pronto desaparece el querido perro del clan, Ponce, el cual fue determinante para salvarle la vida en su última “casi” sobredosis mortal. El guión nos presenta el muy peligroso recorrido nocturno de madre e hijo en pos de recobrar al animal. Regresa a mí es una propuesta correcta y sincera que no exagera ninguna de las situaciones planteadas y respeta lo que en la praxis es una intentona de recuperación en la alta burguesía, asimismo condimentada por el melodrama familiar de fondo, el sentimiento de culpa del muchacho por haber introducido en la droga a su ex novia, la fallecida Maggie, y esos detalles símil policial negro vinculados al pasado cercano de Ben como traficante y a su principal empleador, el caponarco Clayton (Michael Esper). Otro ingrediente atractivo es la denuncia de la complicidad de las repugnantes figuras de autoridad en la adicción, como por ejemplo ese médico que le recetó a Ben unos analgésicos de niño por un accidente con una tabla de snowboard, recomendando aumentar la dosis, y ese profesor del colegio que le entregaba las drogas de su madre, una paciente oncológica, a cambio de favores sexuales. Si bien Roberts está perfecta y por supuesto acompaña en el fluir narrativo con sabiduría y experiencia interpretativa acumulada, esas que también dejó entrever en Extraordinario (Wonder, 2017) y en la interesante serie Homecoming, a decir verdad son los dos Hedges, Peter y Lucas, padre e hijo en la vida real, quienes sostienen al film y le otorgan una esplendorosa honestidad por más que sea de lo más derivativo para con otras propuestas semejantes. En este sentido, la película sirve sobre todo para reconfirmar a Lucas Hedges como uno de los mejores representantes de la nueva camada de actores de los últimos años, basta con pensar en lo hecho recientemente por el neoyorquino en Corazón Borrado (Boy Erased, 2018), Tres Anuncios por un Crimen (Three Billboards Outside Ebbing, Missouri, 2017), Lady Bird (2017) y la bella Manchester junto al Mar (Manchester by the Sea, 2016).
Regresa a mí, título poco inteligente para estrenar Ben is Back, es un drama acerca de una madre y su hijo adicto a las drogas. Julia Roberts interpreta Holly Burns, una mujer que junto con su familia está enfocada en los preparativos de Navidad. Ella está junto a su hija adolescente y sus dos hijos pequeños. Cuando vuelven a la casa descubren que ha vuelto Ben, el hijo de 19 años internado por su adicción. Toda la familia, incluido el nuevo marido de Holly –padrastro de Ben-, desconfía de ese regreso sorpresivo y no le creen que el supervisor de Ben lo ha autorizado a volver. La única que quiere creer y confiar es Holly. Pronto descubrirá que todo es más complicado, no solo por Ben, sino por todas las cuentas pendientes que él ha dejado entre adictos y dealers del lugar. La película es de una intensidad dramática importante, pero a la vez consigue construir un enorme suspenso, cercano al policial. La madre que contra viento y marea intenta creer en su hijo, pero a cada paso la familia parece tener razón en no confiar en el sorpresivo regreso. Julia Roberts, que a esta altura no merece presentación, realizar un papel extraordinario, generando una autenticidad extra en un número de escenas excesivamente concentradas, sin dudas con fines dramáticos. Desde el comienzo al final la película es una enorme historia de amor y compasión, aun también, posiblemente, de las debilidades humanas, no solo la de los adictos, sino las de aquellos que por amor no pueden ver la realidad que los rodea.
Aceptar lo que no se puede cambiar. Es imperante rever filmes de estas características, para alejarnos cada vez más de prejuicios y así lograr ayudar a personas con adicciones y, en el mejor de los casos, comprender que son el mejor reflejo de nuestras oscuridades. Cuando un integrante de la familia está enfermo/a, la familia está enferma y es nuestro deber aceptarlo para elegir -o no- sanar juntos. Ben is back (2018) nos relata un momento de Ben (Lucas Hedges), un adicto en rehabilitación, que desea pasar la víspera de Navidad junto a su familia y reparar el daño ocasionado en las anteriores. Ben, regresa después de varios meses de ausencia, puesto que se encuentra en el comienzo de su rehabilitación. Su madre, Holly (Julia Roberts), lo recibe con los brazos abiertos y teme que ceda una vez más a sus adicciones. Luego comienza una noche que pondrá una tensión en el amor incondicional de esta madre desesperada por proteger a su hijo. Es remarcable el trabajo del director y guionista Peter Hedges, que nos entrega una historia de adicciones con una vuelta de tuerca; recordemos que recientemente se estrenó con éxito Beautiful boy. En este caso, el adolescente, se encuentra en un estadío diferente del tratamiento, lo que nos hace más partícipes de la historia, la música y las locaciones acompañan de manera correcta. Con un impecable guion, que nos prueba lo innecesario de lo espectacular y golpes bajos o recursos que indudablemente provocarán emociones, para relatarnos una historia tan real y fuerte. Además, cuenta con las actuaciones excelentes de Julia Roberts, actriz de larga trayectoria y Lucas Hedges (Manchester by the sea), quién ya demostró ser un joven actor muy prometedor y ansiamos verlo nuevamente en pantalla grande, con papeles similares, tan imponentes y frágiles a la vez. Sin extenderme ni spoilear esta bella y dura película que recomiendo ver, sólo cabe destacar una vez más, que un adicto es un enfermo y debe estar contenido y rodeado de amor, paciencia y comprensión para lo que despierta en los demás: enojo, frustración, enfrentamiento, desilusión, injusticia, rabia, culpa, impotencia, y con Ben, en particular, sólo la madre y su perro Ponce creen en él y le dan una oportunidad más, ese voto de confianza que es tan difícil de otorgar, sobre todo luego de superar todos los límites y sentir que la familia corre peligro. “No puedes salvarlo, pero te arrepentirás si no lo intentas”… palabras de una madre que perdió a su hija por las drogas.
“Regresa a mí”, de Peter Hedges Por Jorge Bernárdez En las horas previas de la navidad todos nos ponemos emotivos y es lógico que un grupo familiar que se encuentra atravesando un problema grave se vuelva todavía más vulnerable, ese es el caso de la familia que es el centro de Regresa a mí. Ben Burns (Lucas Hodges) es el hijo mayor de una familia ensamblada, que vuelve a casa en esa fecha pero a los pocos minutos de llegar queda claro que no es una visita programada ni deseada y desde el padrastro hasta la hermana de Ben, todos prenden las alarmas porque Ben es un adicto en recuperación que no tenía planeado salir de la cínica en donde está recuperándose. Holly (Julia Roberts) es la sufrida madre que pide que le den crédito al hijo y tras un compromiso firme de control y de marcación de cerca la familia, acepta que el problemático Ben se quede a pasar la navidad y vuelva al otro día a su intenación. La madre trata de darle a la visita de Ben el carácter de un momento de paz y de normalidad en esa fecha, pero es obvio que nada puede salir bien y a poco de dar una vuelta por la ciudad para comprar regalos y esas cosas previas en esas fechas, empiezan los problemas en forma de fantasmas muy personales de Ben, pero también de sus viejos contactos que reaparecen algunos para echarle en cara actitudes de cuando era adicto activo, por decirlo de alguna manera, pero también en forma concreta de dealers y de traficantes porque resulta que Ben además de consumir había iniciado un camino delictivo. Así que el melodrama está servido y Julia Roberts como la madre de Ben, no deja de sufrir en ningún momento y ya se sabe que no hay nada como una madre para el martirio. El tono de la película se va poniendo cada vez más sombrío y hay que decir que la dirección de Peter Hodges (Fragmentos de abril, Un gran chico) es sólida y saca lo mejor de Roberts y de Hodges, pero además logra tensión cuando la historia se traslada del ámbito familiar a la calle y los suburbios donde se mueven los adictos y sus proveedores. Regresa a mí es un melodrama con todas las de la ley, con buenas actuaciones y ritmo sostenido para tratar un tema que es claramente uno de los grandes males de esto tiempo. No hay nada de reflexión sobre la problemática de las drogas desde lo político, ni nadie que diga que los adictos seguramente no se verían empujados al delito y a la sordidez del mundo del narcotráfico si su enfermedad no fuera castigada penalmente, pero bueno nadie espera eso de una película en la que Julia Roberts sufre y hace sufrir al espectador. REGRESA A MÍ Ben Is Back. Estados Unidos, 2018. Dirección y Guión: Peter Hedges. Intérpretes: Julia Roberts, Lucas Hedges, Courtney B. Vance, Kathryn Newton, Rachel Bay Jones, David Zaldivar, Alexandra Park, Michael Esper, Tim Guinee, Myra Lucretia Taylor. Producción: Peter Hedges, Nina Jacobson, Teddy Schwarzman y Brad Simpson. Distribuidora: Diamond Films. Duración: 103 minutos.
Excelente. La historia es cruda, tensa, sentida y real, a pesar de que ciertos momentos de la segunda mitad estén más cerca del thriller llegando al límite justo de caer en lo poco creíble, pero esa misma falencia....
Peter Hedges (“Dan in Real Life”) escribe y dirige este duro drama familiar en el que una madre hará todo lo posible para rescatar a su hijo de las drogas. “Ben Is Back” (título original de la obra) narra la historia de Ben Burns (Lucas Hedges), quien regresa a casa en la víspera de Navidad. Su madre, Holly (Julia Roberts), le da la bienvenida contenta, pero rápidamente se da cuenta de que está sufriendo. Durante las siguientes 24 horas, Holly hará todo lo posible para evitar que su familia se derrumbe. Neal (Courtney B. Vance), padrastro de Ben, y Ivy, su hermana (Kathryn Newton), desconfían de la vuelta del joven desde el primer momento pero su madre mantiene la esperanza de que esta Navidad sea diferente a las dos anteriores. Si bien el largometraje toca un tema un tanto trillado últimamente, sigue la línea de films como “Beautiful Boy” (2018), que buscan darle un lado más realista al enfrentamiento que tienen los adictos con las drogas y cómo sus familias lidian con ello. Esto hace que la historia se presente de una forma atrapante e inquietante, donde, aunque sabemos que probablemente el joven tenga algún que otro traspié en el camino, no sepamos hasta el final qué pasará con los personajes. El guion trabaja muy bien el manejo del suspense y la revelación gradual de la información al espectador, ya que sabemos que Ben ha decepcionado a su familia en el pasado pero no sabemos por qué tiene varios enemigos, por qué algunas personas lo quieren golpear, quién lo secuestró y revolvió toda la casa a la familia mientras estaban en la Iglesia, entre varias otras cuestiones. El trabajo de escritura de Hedges demuestra su pericia como guionista (de hecho comenzó en esa área con películas como “About a Boy” y “What’s Eating Gilbert Grape” y luego pasó a la dirección) al dedicarle más cuidado a sus personajes que a la historia que está contando en sí. Tanto Ben como Holly son individuos con psicologías bien definidas que se mantienen por sí solos y que son los responsables de que la trama vaya tejiéndose alrededor de ellos más que nada. Es por ello que la cinta necesita de dos interpretaciones tan maravillosas como acertadas como las que nos brindan Lucas Hedges y Julia Roberts. Ambos actores mantienen momentos sumamente emotivos entregando absolutamente todo en sus composiciones de madre e hijo. Especial mención para Roberts que otorga una matizada actuación de esa mujer que pasa por diversos sentimientos como la lucha, la frustración, la tristeza, el enojo y la ternura en cada pequeño momento que se va gestando desde el instante en que el personaje de su hijo aparece en escena después de un largo período de rehabilitación. “Regresa a mí” es un film potente, con unas interpretaciones excepcionales y con un sólido trabajo de escritura y dirección por parte de Hedges. Quizás, la familiaridad de la trama le juegue un poco en contra ante tantos puntos altos pero lo cierto es que el largometraje termina siendo una experiencia satisfactoria gracias al buen manejo del suspense, ante la sutilidad y la falta de exageración con ciertos elementos típicos de este tipo de relatos y a la atmósfera sombría que rodea al dúo protagónico que parece meterse cada vez más en el turbio submundo de las adicciones y la venta de drogas.
En la misma línea de “Beautiful Boy”, se estrena “Regresa a Mí”, siendo una realización de Peter Hedges que cuenta la historia de una familia compuesta por Holly Burns (la siempre amada por la cámara Julia Roberts), su segundo marido Neal Beeby (Courtney B. Vance) y tres hermanos, la primera Ivy (Kathryn Newton) de su primer matrimonio y Ben (Lucas Hedges), el mayor, más dos hermanos pequeños, hijos de Neal. El primogénito está atravesando un tratamiento por su adicción a las drogas. Su mamá, decidida a visitarlo el día de Navidad, se topa con la sorpresa que su hijo se le anticipa y vuelve al hogar el día anterior. Esa visita la desconcierta, la alegra y la preocupa, pues Ben comienza a tener conductas que, basamentadas en su adicción, podrían tornarse delictivas. Holly no le pierde pisada, quizás por desconfianza o por la avidez de ver si su hijo está en vías de mejorar; ello incluye estar literalmente “pegados” por las próximas 24 horas hasta la humillación de ir al baño dejando la puerta abierta. Un miembro más de la familia, su perro Ponce, desaparece en misteriosas circunstancias, lo que genera una búsqueda que hunde a todos en una gran angustia e incluye acción y algo de suspenso al poner a todos en peligro. No sólo por Ponce, sino por el estado de Ben, que se torna cada vez más preocupante. En el elenco se destacan los mencionados Lucas Hedges y Julia Roberts, con un interesante dueto actoral, siendo acompañados por sólidos trabajos del resto de los protagonistas. El guión es bueno, haciéndonos transitar emociones como el enojo, la desilusión, y la tristeza, aunque también una luz de esperanza. ---> https://www.youtube.com/watch?v=iENLHqiHlsw ---> TITULO ORIGINAL: Ben is Back DIRECCIÓN: Peter Hedges. ACTORES: Julia Roberts, Lucas Hedges. ACTORES SECUNDARIOS: Courtney B. Vance, Kathryn Newton, Rachel Bay Jones. GUION: Peter Hedges. FOTOGRAFIA: Stuart Dryburgh. MÚSICA: Dickon Hinchliffe. GENERO: Drama . ORIGEN: Estados Unidos. DURACION: 103 Minutos CALIFICACION: No disponible por el momento DISTRIBUIDORA: Diamond Films FORMATOS: 2D. ESTRENO: 09 de Mayo de 2019 ESTRENO EN USA: 07 de Diciembre de 2018
El melodrama lacrimógeno no está bien visto, no tiene prestigio ni buena prensa. Las películas sobre las adicciones, tampoco: dicen que son “espanta público”, que la gente no quiere ver conflictos duros en pantalla, que ya bastante con la vida real. Sin embargo, cuando se producen películas como Regresa a mí habría que romper con los prejuicios, con las prevenciones. No es que estemos frente a una obra maestra del cine contemporáneo, pero hay en este film de Peter Hedges (director de Fragmentos de abril, Dani, un tipo de suerte y La extraña vida de Timothy Green; y guionista de ¿A quién ama Gilbert Grape? y Un gran chico) una profundidad psicológica, una sensiblidad artística y una calidad actoral que no merece el desprecio de aquellos cínicos ávidos al rechazo automático. Ben is Back, afirma el título original, y eso es lo que ocurre: el Ben Burns que interpreta Lucas Hedges (hijo del realizador) vuelve sin avisar al hogar familiar un día antes de la Navidad, pese a que está internado hace varios meses en una clínica para tratar una adicción a las drogas duras que le han generado muchísimos y severos problemas en el pasado (mejor no spoilear). Ante la sorpresa de su madre Holly (Julia Roberts), su hermana Ivy (Kathryn Newton) y los integrantes de la nueva familia que Holly ha formado con su marido afroamericano Neal (Courtney B. Vance) y dos pequeños hijos, Ben -de 19 años- les asegura que está todo bajo control, que aceptará las reglas que le impongan, que no reincidirá en el consumo (lleva 77 días sobrio), pero nadie parece creerle demasiado. Será Holly quien lo siga a sol y sombra para que no se tiente ni se descarrile como tantas veces antes. Lo que sigue es una épica familiar sobre la culpa, el amor y las lealtades con trasfondo navideño que en su segunda mitad se sumerge en terrenos del thriller (y el submundo del tráfico de drogas). Más allá de algunos excesos (casi inevitables dentro de un género como el melodrama), Regresa a mí tiene como principal mérito que maneja con inteligencia las perspectivas -disímiles, claro- de los distintos personajes y desafía todo el tiempo las expectativas del espectador. Por eso, a pesar de los pruritos que este tipo de historias pueden generarnos, la película de los Hedges (padre e hijo) con un muy valioso aporte de Julia Roberts bien merece una oportunidad.
Holly Burns (Julia Roberts) es una madre que vive en una linda casa de un suburbio acomodado de Nueva York, y al regreso de las compras de Navidad con sus hijos (Ivy, y los dos más chicos de su segundo matrimonio) se encuentra con la inesperada visita de su hijo mayor Ben (Lucas Hedges) de 19 años, que sale del centro de rehabilitación por su adicción a las drogas para pasar las fiestas en familia. Ese es el punto de partida con el que arranca Regresa a mí, del guionista y director Peter Hedges (What’s Eating Gilbert Grape, About a Boy, Pieces of April). El cineasta construye una trama que aumenta en ritmo y potencia a partir de una serie de acontecimientos que se desatan en las 24 horas de la víspera de Navidad. A diferencia de lo que se puede suponer en un principio, el cuadro familiar idílico se convierte en un drama que atraviesa las vidas de madre e hijo, y tiene repercusiones en el resto de la familia y la comunidad. Si bien no alcanza la intensidad dramática de Beautiful Boy (otra película que en 2018 encaró la misma temática de un hijo adolescente atrapado por la adicción aunque desde otro enfoque narrativo), la película de Hedges (que es el padre del protagonista en la vida real) va de menor a mayor y gana en interés y profundidad a medida que se suceden situaciones cada vez más complicadas y dolorosas derivadas del infierno en el que está sumergido Ben y del que parece no poder salir. Las muy buenas actuaciones de Julia Roberts y Lucas Hedges, que construyen el vínculo madre/hijo suman para que nos compenetremos con el clima de la historia que se vuelve cada vez más desesperante. También conmueven los roles secundarios a cargo de Kathryn Newton como Ivy, la hermana de Ben, y Rachel Bay Jones como Beth Conyers, una madre vecina que perdió a su hija a causa de una sobredosis. Un planteo (y un final) que nos dejan pensando en lo vulnerables que son los adolescentes y en la desesperación de los padres de chicos que caen en la espiral siniestra del mundo de las drogas, tratando de imaginar qué haríamos si estuviéramos en ese lugar.
Hay sorpresas y sorpresas, la que se lleva Holly (Julia Roberts) en vísperas de una Navidad nevada quizá no tenga parangón en su vida. Allí, a pocos metros, cuando ella regresa con el auto a su casa, en los suburbios de Nueva York, se encuentra con Ben (Lucas Hedges), su hijo. Pronto, muy pronto sabemos que es una visita inesperada: Ben está o estaba internado en un centro de desintoxicación de drogas. ¿Están felices de verlo? Se diría que están más asustados. Otra sorpresa es la que se llevará el espectador que vaya al cine atraído por el nombre de la actriz protagónica, ya que la intérprete de Mujer bonita tiene aquí un rol dramático y cumple una de esas labores que muchos suelen tildar de “consagratorias”. Lo cierto es que Holly pasa por decenas de situaciones y de estados de ánimos diversos, cada vez que desea ayudar a su hijo en la breve estancia que compartirán, ya que debe alejarlo de cualquier tentación (desde pastillas en el botiquín a contacto con extraños) y por eso se le adhiere o adosa como estampilla. Pero nada es fácil, ni siquiera por todo el amor que le profesa, y hora tras hora Ben luchará, y con él, su madre, que ha ensamblado su familia con un hombre negro (Courtney B. Vance, de American Crime Story) y tiene otra hija adolescente que desconfía de Ben y de sus palabras de recuperación. Regresa a mí es, también, una historia de superación, pero como está centrada en una familia devastada por el flagelo de la droga, las mentiras a las que recurre el adicto van generando y transformando cambios en su relación con su núcleo más íntimo. Peter Hedges, que es el padre del actor que interpreta a Ben, y fue coguionista de Un gran chico (2002), con Hugh Grant, mezcla el almíbar con lo más agrio. La historia transcurre en pocas horas, y tal vez sea demasiado todo lo que le sucede a Ben y a su apenada y apesadumbrada pero siempre firme madre. La película irá intensificando esa ansiedad, la de todos, y en la que la pregunta es cuánto daño puede Ben hacerse y hacerle a su familia. Es un filme que no tiene golpes bajos, porque los que pega van directo a la mandíbula.
A fines de la década del 80, Canal 9 ofrecía un ciclo de cine denominado La película de la semana. En realidad, más que de cine, era de ese mestizaje conocido como "películas para televisión", en este caso unas ficciones de duración más o menos como las de las películas promedio, con iluminación estandarizada, musicalización y montaje adocenados, ausencia de grandes estrellas y temas-problema como eje. La película de la semana, como Regreso a casa, podía centrarse, por ejemplo, sobre "adicción a las drogas". En Regreso a casa tenemos a Ben ( Ben is Back es el título original), uno de los hijos de Holly Burns (Julia Roberts), que vuelve inesperadamente -desde un centro de rehabilitación- a la casa familiar para Navidad. Tensiones diversas y poco elaboradas en formato de drama doméstico, y la madre preocupada a cada paso por Ben; es lógico, Ben tiene un pasado muy tremendo. Luego, el perro de la familia desaparece y habrá entonces que transitar un poco los infiernos -en tosca presentación- del mundo de la droga en formato de tímido thriller. Un poco de enseñanzas, un poco de evangelización sobre la unión y los lazos familiares y muchos recursos tan adocenados como los de las "películas de la semana" salvo, claro, la iluminación, pensada para resaltar una actuación especialmente intensa de Julia Roberts, que ha sido muy elogiada en muchas críticas norteamericanas.
Una madre, casi una supermadre, que trata de salvar a su hijo de su adicción. En este rol donde Julia Roberts se luce realmente, y conmueve con esa mujer que ama y teme a su hijo al mismo tiempo pero que tiene la determinación de seguirlo y rescatarlo contra toda lógica. El film de Peter Hedges, como director y guionista, con su hijo Lucas en el otro protagónico, le escapa a las películas lacrimógenas usuales del tema, y aunque melodramática, tiene giros de suspenso y persecución y algunas originalidades. Como esa madre que descubre que en la ciudad donde vive nunca imaginó lugares ni situaciones que la asustan y la ponen en una realidad desconocida. Pero a pesar de estar tan lejos de su mundo de confort, no quiere perder a su hijo, que sabe que está más cerca de la muerte por sus adicciones que por sus amigos mafiosos. Además de la muy buena química entre esa madre intensa de Roberts y ese hijo de Lucas Hedges (Ya tuvo otra madre memorable en “Tres anuncios para un crimen” con Frances McDormand) la película tiene cierto humor y le escapa al discurso de lo moral y lo políticamente correcto en materia de hijos o familiares adictos. La historia no se centra en bucear en los porqués del flagelo. Es una realidad y frente a eso los hechos se complican y ofrecen un suspenso que entretiene, en una larga noche de la cual no se tienen todas las certezas del destino final.
Madre coraje A la reciente Beautiful Boy: Siempre serás mi hijo (Beautiful Boy, 2018) de Félix van Groeningen, se le suma Regresa a mí (Ben is back, 2018) como un claro exponente de películas dramáticas que bucean en la psicología de personajes atravesados por la adicción de uno de ellos y cómo esto afecta a su entorno, construyendo desde allí vínculos que plantean situaciones que posibilitan una moraleja final para cerrar la fábula. En este caso, el film de Peter Hedges (¿A quién ama Gilbert Grape?) propone el viaje hacia 24 horas en la vida de una madre y su hijo, y los intentos leónicos de la mujer por lograr que el joven se mantenga limpio de drogas, al menos, durante las celebraciones por Navidad. Como un extenso episodio de aquel reality en el que se hacían intervenciones familiares a personas adictas a las drogas, Regresa a mí construye su narración de manera simple, honesta y directa, apoyándose en las soberbias actuaciones de Julia Roberts y Lucas Hedges, más los secundarios de Courtney B. Vance y Kathryn Newton, que potencian cada una de las escenas y la transformación de los personajes a lo largo del relato. En el arranque de Regresa a mí, Holly (Julia Roberts), un nombre sugestivo y determinante de la historia, es presentada como una madre devota y aplicada que se desvive por sus hijos y marido, algo que a medida que avanza la historia comienza a perder peso, y esa figura estoica y segura de sí misma, comienza a desvanecerse ante la llegada de Ben (Lucas Hedges), su hijo, quien le pondrá una prueba dificilísima, la de decidir entre su vida calma y plácida, o la de acompañar en la transición hacia una recuperación al otro recién arribado. La principal virtud de la película es la de mantener en vilo al espectador ante cada paso que la dupla de en conjunto y en solitario dé, sumando capas expresivas al relato en tanto configurador de una estructura dramática que hace posible el visionado más allá de la previsibilidad y estereotipos que plantea. En esa superación de elementos narrativos, más la hábil propuesta cinematográfica de acompañar a los personajes con travellings y cámara en movimiento, el efecto de realidad documental que le aportan a Regresa a mí esas decisiones, son clave para que aquella anécdota de una madre que se desvive por recuperar a su hijo, o mejor dicho, a quien ella cree que es su hijo, crezca y posibilite su extensión más allá del refrán y bajada de línea que se incluye en el guion. Julia Roberts demuestra su habilidad para construir personajes basados en mujeres alejadas del glamour al que siempre se la asocia, ya que su Holly enfrenta una realidad casi imposible de transformar y cambiar, y en la negación de ese cambio, con un trabajo potente de Lucas Hedges como el hijo que le obstaculiza a la mujer su posibilidad de ser lo perfecta que se planteaba al comienzo, es en donde Regresa a mí fundamenta su sentido y relato.
Regresa a mi es otra película trillada relacionada con el drama de las adicciones a las drogas que logra ser amena por la interpretación de Julia Roberts. Su presencia en esta producción consigue sostener un relato que tiene todos los lugares comunes que se vieron infinidades de veces en propuestas similares. Sin ir más lejos, hace unos meses tuvimos el estreno de Beautiful Boy, con Steve Carell que trabajaba la misma temática. Un melodrama artificial donde se notaba la desesperación de sus realizadores por conseguir nominaciones al Oscar. Este estreno al menos cuenta con un trabajo superior en el tratamiento del conflicto y no tiene miedo en meterse en las zonas más oscuras del abuso de drogas y las consecuencias que genera en las familias de los adictos. En la película de Carell daba la sensación que cada escena estaba pensada para llamar la atención de los miembros de la academia de Hollywood y en esta producción los vínculos humanos especialmente se sienten mucho más honestos y realistas. El director Peter Hedges, responsable de aquella lacrimógena película de Disney que fue La extraña vida de Timothy Green, tuvo el ingenio de aprovechar muy bien el talento de Lucas Hedges (su hijo en la vida real) y Julia Roberts para atenuar los clichés del argumento. Las interpretaciones de los dos protagonistas elevan muchísimo un relato que se hace bastante predecible por la enorme cantidad de historias previas que abordaron el mismo conflicto. Los seguidores de Julia probablemente sabrán apreciarla con más entusiasmo, ya que el film presenta su mejor labor en el cine desde Agosto, estrenada en el 2013.
El pasado que condena El carisma de Julia Roberts eleva el potencial de Regresa a mí, el drama de un joven adicto que regresa a casa con una oscurísima historia latente. Esta no es una crítica de una película sino la celebración de una actriz. Un elogio –acaso desmesurado, de un muy poco objetivo fan– del talento y el carisma de Julia Roberts para hacer posible que cualquier película sea pasable o, al menos, tolerable, al tenerla como protagonista. Los que tenemos “cierta edad” la hemos visto nacer cinematográficamente en la pantalla en una película pasable, tolerable, seguramente mediocre llamada en Argentina Flores de acero, en 1989. Al año siguiente ya era una estrella mundial gracias a Mujer bonita (una película que hoy no pasaría ningún test feminista ni de corrección política, admitamos) y el resto es historia pública. Hizo algunas grandes películas (La boda de mi mejor amigo, Un lugar llamado Notting Hill, Erin Brockovich, Closer, y hay que esforzarse para encontrar otras) y muchas pasables, tolerables, mediocres: thrillers de acción, dramas familiares, películas infantiles y comedias menores, algunas de las cuales hoy se encuentran perdidas por los pasillos algorítmicos de Netflix. Fue la reina de la comedia romántica en los ‘90 y su reconversión como “actriz seria” nunca se produjo del todo, más allá del Oscar por Erin Brockovich. Allá donde todos empiezan a usar la calculadora del prestigio y eligen transformarse en nominados seriales engordando, afeándose, viajando a África y haciendo acentos extraños, Julia siempre fue muy parecida a Julia. De hecho, fue nominada apenas una vez más en las siguientes dos décadas… y como actriz de reparto. Acaso por preferir dedicarle más tiempo a su familia, acaso por “mala suerte” a la hora de elegir proyectos taquilleros, Roberts se convirtió en una presencia constante e inolvidable sin tener en su haber grandes superproducciones (debe ser de las pocas no “marvelizadas”) ni otras películas ganadoras de premios. Si uno mira los títulos de su filmografía, la mayor parte de las veces hay que hacer un esfuerzo para recordar qué películas fueron. Y si uno mira su historial de taquilla, su éxito comercial más grande sigue siendo Mujer bonita. Es lo que podríamos llamar, una actriz de catálogo. ¿Y por qué seguimos hablando y alabando a Julia Roberts? Acaso sea una cuestión generacional –lo admito–, pero creo que va más allá de eso. Es la clase de actriz que nos recuerda la magia de un star system que ya casi no existe en su manera tradicional (hoy se habla de celebrities, pero eso es otra cosa) y la que nos retrotrae a la idea de “presencia cinematográfica”. Como Tom Cruise –otro actor infravalorado pero con más suerte taquillera–, Roberts no tiene lo que los especialistas llaman un “enorme rango actoral”. No. Y no lo necesita. Lo suyo es axiomático, es verdadero, se comunica por línea directa con el espectador, como si ambos estuvieran dentro de la misma película, con la única diferencia de que ella está ahí, presente, y uno afuera, mirándola. Y claro, esa sonrisa, que aun cuando no explota del todo (Regresa a mí tiene muy pocos momentos de alegría) nos hace sentir que estamos en buenas manos, encaminados, seguros. Aquí encarna a Holly, la madre de Ben, un joven adicto a los opioides (Lucas Hedges) que ha regresado a su casa para Navidad después de un breve período de internación para desintoxicarse. El reencuentro es celebratorio pero con dudas. Hay besos y abrazos –con su madre, su hermana, sus dos medios hermanos menores, y un poco menos con su circunspecto padrastro–, pero todos sabemos que detrás del iluminado arbolito hay tensiones, hay pasado, hay una historia oscurísima. Y la película del director de Pieces of April –padre en la vida real del coprotagonista– va dando cuenta de todo eso, ya que, en medio de lo que parecen ser unas apacibles y conciliatorias celebraciones, hechos y protagonistas del pasado reciente de Ben reaparecen para convocarlo a seguir siendo parte de ese universo del que está tratando de salir. La película tiene una sólida primera mitad en plan drama familiar, pero uno que maneja cierta intriga respecto a los traumas que se vivieron en esa casa que hoy parece una postal navideña interracial. Pero aquello del “pasado que vuelve” se torna demasiado literal y en su segunda mitad la película derrapa y se vuelve una suerte de thriller de bajo voltaje y pobre ejecución, con una madre tratando de rescatar a su hijo de “las malas compañías” que no quieren dejarlo ir. A lo largo de todo el film es notable como Hedges (un gran actor de 22 años que se lucía en Manchester junto al mar como el sobrino que estaba a cargo de Casey Affleck) y Roberts elevan un material que sería más apto para lo que antes solía llamarse “película de la semana” (esos telefilmes sobre temas actuales y “acuciantes”) y lo convierten en algo más potente que eso. Por los ojos de Julia pasan las historias y las dudas, los miedos e inseguridades del reencuentro con un hijo que ama y que sabe que, en cualquier momento, puede volver a perder, o perder del todo. No le hace falta decir grandes cosas (de hecho, el guion es tan flojo que es mejor cuando mira, abraza, toca y sufre sin hablar), pero su rostro expresa todo lo que una madre puede sentir ante una situación como esa. Y Hedges está más que capacitado para seguirle el ritmo sin tampoco sobreactuar su rol de adicto en recuperación. Pero no, no es una gran película. Ni siquiera una realmente buena. Es mediocre, pasable, tolerable. Y es, otra vez, la prueba de que muchas veces hay actores que le dan vida y gracia a un film menor con su sola presencia, su carisma, su capacidad de generar una conexión con el espectador. Julia Roberts lo viene haciendo hace exactamente 30 años, casi sin fallas. Es la reina de ese curioso arte de la transferencia que se produce entre un actor/actriz y quienes los miramos en una pantalla. Es un monumento vivo a la empatía.
Quizás el primer film sobre el tema haya sido “Figlio mio, infinitamente caro”, de Valentino Orsini, 1985, con Ben Gazzara como el padre que quiere comprender al hijo toxicómano, y en ese intento lo acompaña hasta los infiernos (el hijo era un jovencísimo Sergio Rubini, hoy también director). Acercándose a la angustia y la dureza de aquel film, este año nos llegaron dos de Estados Unidos: el ya estrenado “Beautiful boy: siempre serás mi hijo”, de F. van Groeningen, basado en las memorias de David y Nic Sheff, padre e hijo en la vida real, y el que ahora vemos. Si se quiere, es una historia navideña. Pero navideña de estos tiempos. Una señora, su hija adolescente, su segundo marido y las dos criaturas que tuvo con él se preparan para las fiestas. Sin que nadie lo invite ni lo espere, cae de visita el hijo mayor de esta mujer. Dice que le permitieron salir de la clínica donde se está desintoxicando, y espera reivindicarse un poco respecto a otras Navidades. La hermana y el padrastro sospechan lo peor. De a poco sabremos que él ha sido de lo peor, y que en el bajo ambiente la noticia de su reaparición está causando un malsano interés. La mascota de la familia puede ser la primera víctima. Cada miembro de la familia puede serlo. Sólo la madre le brinda apoyo al hijo, y se lo seguirá brindando, pase lo que pase. Este es un drama de sentimientos fuertes, con algo de cine policial en su parte última, como para reforzar el suspenso y la negrura de la historia. Vale la pena verla, porque está bien realizada, muy bien interpretada, y tiene mucho para decir. Al frente, sacándose chispas, Julia Roberts y el promisorio Lucas Hedges. Guionista y director, Peter Hedges, hombre de buen oficio especializado en conflictos dentro del hogar, y padre del antedicho Lucas.
Como si fuese una Training Day más dramática y menos barriobajera, Ben is Back aborda la subrayada temática de la drogadicción desde una óptica casera y minimalista, que es empujada por las fabulosas actuaciones de Julia Roberts y Lucas Hedges, hijo del director Peter Hedges.
Maldita Navidad Los Burns se preparan para una Navidad feliz. Los pequeños Lacey y Liam ya tienen los trajes para el acto en la iglesia y Ivy canta y se ve como un ángel en el escenario; Holly, su mamá, los mira con orgullo. ¿Qué puede salir mal? Cuando los cuatro vuelven a casa, Holly detiene el auto repentinamente. Al igual que una figura fantasmagórica, frente a ellos está Ben, el hijo mayor en un regreso fugaz del instituto donde se recupera de su adicción a las drogas. La escena parece sacada de una película de terror. “No salgas”, le dice Ivy a su mamá, pero ella cede al amor y se arroja en un abrazo que podría ser una postal de Navidad si la vida fuese menos complicada. En Regresa a mí, la visita claramente inesperada trae tensiones. Mientras el joven cuenta algo sobre cómo viajó del instituto a Westchester en un auto donde los acompañantes se tiraban pedos o algo así, la risa de Holly (Julia Roberts) es ficción pura: la mente está puesta en las pastillas que hay que tirar del botiquín del baño y en cómo va a tomar esto Neal, el padrastro de Ben. El director y también guionista Peter Hedges (padre de Lucas Hedges, el protagonista) sabe cómo manejar la incomodidad de esta reunión. Los diálogos se escuchan contracturados, el bochinche que hacen Lacey y Liam no ayuda y Ivy parece leer las inseguridades de su madre y confirmarlas en voz alta. Luego de una muestra de orina (que da negativo; al fin una buena noticia) y la condición de que Ben estará bajo la mirada atenta de su madre durante sus 24 horas de visita, ambos salen a la calle. Sin embargo, respirar aire fresco no garantiza ningún tipo de tranquilidad. Allá afuera, en las calles heridas por el viento frío que trae la Navidad y los shoppings que sirven como refugio, las consecuencias de la adicción de Ben están agazapadas, listas para torturarlo. Algunos encuentros con personas de motivaciones dudosas anticipan un clima peligroso. Holly también enfrentará fantasmas del pasado. En una secuencia rarísima, se cruza con el médico (jubilado y senil) que le dio calmantes a Ben a los 14 años tras un accidente de ski. “Le aumentó las dosis y le arruinó la vida”, le comenta con bronca liberada. Y remata con un “ojalá sufra una muerte espantosa”. En ciertas familias, las adicciones se tratan de ocultar bajo la excusa de la desintoxicación; no importan las razones ni las consecuencias de los actos, lo que importa es mantener el problema lo más lejos posible y que este vuelva solucionado. Regresa a mí no es una sucursal de Beautiful boy: siempre serás mi hijo a pesar de coincidir en el flagelo que la droga produce en los jóvenes blancos, lindos y ricos. Paulatinamente succionada por el thriller, la película puede ser una sorpresa para un espectador desprevenido. Luego de que el perro de la familia es secuestrado por los enemigos que Ben dejó en la ciudad (menos villanos reales que caricaturas), madre e hijo emprenderán una búsqueda nocturna por los rincones desconocidos por parte de ella, familiares por parte de él. Regresa a mí (hay que concederle esto) puede ser impredecible: en un momento, los protagonistas hablan sobre la culpa, la hipocresía social y el rol de padres e hijos y en otro, son parte de una persecución silenciosa a la madrugada. A medidas que el film se introduce en el terreno del thriller el asombro es mayor, pero el peligro por caer en el ridículo también. Holly tiene muchas preguntas para hacer y tal vez esa noche sea su oportunidad para saber aquello que no se atrevió a enfrentar en el pasado. Regresa a mí es mejor cuando se centra en estas deudas internas que en el peligro del mundo exterior.
Cuando un fantasma se aparece en Navidad Culpa, descenso a los infiernos, una mater dolorosa: no hay duda de que los signos católicos marcan el relato, pero eso no impugna el valor de un film que se siente verdadero. Es acertado el título de distribución local de esta película, cuyo original es Ben is Back. Aunque el hogar al que vuelve Ben, adicto en recuperación, está constituido por una familia ensamblada de madre, segundo marido, hermana biológica y hermanos “postizos”, a quien vuelve es claramente a su madre Holly, a quien lo une un lazo indestructible. Más allá de las circunstancias concretas (rehabilitación, abstinencia, tentación de reincidencia, vuelta atrás), de lo que habla Regresa a mí es de ese lazo que sostiene sobre todo la madre, como una roca en medio de la tormenta, mientras el hijo adolescente se arriesga a empaparse allá afuera. Es la clase de película que Hollywood no está en condiciones de filmar si no es con manipulación emocional, superficialidad, sordidez, moralina y falta de compromiso con los personajes. Sin eludir del todo otros de los riesgos posibles –la gravedad de tono, el suspenso final–, el realizador y guionista Peter Hedges logra aquí abstraer su película del sistema Hollywood y convertirla en algo más parecido a un “film de autor” que a una hamburguesa más en la máquina. Cuando Ben (Lucas Hedges) se presenta en casa para Navidad sin previo aviso, en medio del aislamiento y la nieve, Holly (Julia Roberts) y su hermana Maggie (Kathryn Newton) lo ven como una aparición, un fantasma, una presencia imposible. Signo tal vez del lugar que Ben pasó a ocupar en la familia a partir del momento en que se convirtió en adicto. Maggie no está feliz con su regreso, debido a una licencia en la clínica donde está internado. Su padrastro Neal Beeby (Courtney B. Vance) es más rotundo: le dice que se vaya. Holly lo acepta en casa, a cambio de la promesa de no tocar ningún paquetito raro. Ben jura abstinencia y manifiesta deseos de pasar la navidad con los suyos. Todo parece estar bajo control hasta la noche que vuelven a casa, encuentran todo tirado y no está Ponce, el amado terrier familiar. Culpa sobre culpa para Ben, que carga sobre sus espaldas con un hecho grave y sale ahora a la ruta en busca de Ponce (y de quienes se lo llevaron). Detrás de él va, claro, Holly, que no está dispuesta a quedarse esperándolo. Podría decirse que Holly es una madre posesiva y sobreprotectora, si no fuera que Ben necesita un poco de posesión y sobreprotección. Al muchacho le cuesta manejar su situación y sus relaciones de antes, que incluyen un yonqui en mucho peor estado que él y un “poronga” de la zona al que, según afirma el personaje anterior, “una vez que empezaste a trabajar con él no lo podés dejar”. El de Ben desde el momento en que sale de casa es un descenso a los infiernos, y este último es el escalón postrero: habrá que prestar un servicio peligroso antes de salir con una recompensa en las manos. La cuestión es que junto con ésta viene también una tentación que puede echar todo a perder, y Ben está ahora frente a ese dilema. Culpa, descenso a los infiernos, navidad, tentación, una mater dolorosa llamada Holly, que en inglés suena a sagrada: no hay duda de que los signos católicos marcan el derrotero de Regresa a mí. Tampoco hay duda de que eso no impugna el valor de la película, como tampoco sucede con las de Coppola, Scorsese o Tarkovski. Lo importante es que la historia se sienta verdadera, y así se siente la de Regresa a mí. Hedges, que ya mostraba virtudes semejantes en alguna película previa (los guiones de A quién ama Gilbert Grape y Un buen chico, la película propia Fragmentos de Abril) y no se distrae con chucherías visuales ni retorcimientos de guion. Narra el drama humano del modo más despojado posible, apoyándose sobre lo que de más humano tiene una película: los personajes y los actores. En relación con los primeros, ningún psicologismo. No se sabe cuándo, cómo ni por qué por qué Ben empezó a inyectarse. Tampoco qué rol jugó Holly entonces. Lo que importa es el ahora, en el ahora es cuando los jugadores juegan las cartas definitivas. Hijo del realizador, Lucas Hedges (que hizo del también conflictuado hijo de Casey Affleck en Manchester junto al mar) está perfecto en el papel de Ben: se lo ve desesperado, sensible, con deseo de reparar lo que rompió. Hace tiempo se sabe que Julia Roberts es algo más que una cara bonita. La suya es una actuación de entrañas y dientes apretados, de amor incondicional y límites bien puestos, de hipertensión y falta de pudor.
El problemático Ben Burns regresa a su casa en víspera de navidad y solo su madre Holly lo recibe con los brazos abiertos. Pronto esa visita se convierte en un problema cuando los fantasmas del pasado comienzan a aflorar y es entonces cuando Holly debe luchar por su familia. Usualmente no soy fan de los dramas, pero debo decir que la propuesta me sorprendió y no parece ser hecha con intenciones para contentar a los de La Academia. El director Peter Hedges lleva muy bien el conflicto, que tiene como protagonista la adicción a las drogas y como una familia sobrelleva ese drama y no tiene reparos en explorar las diferentes dimensiones que conllevan. Conocido por su dirección como La extraña vida de Timothy Green (2013) se caracteriza por su tono convincente y ausencia de diálogos forzados. De esa manera Julia Roberts y Lucas Hedges logran transmitir una química efectiva que pone a prueba la interpretación de ambos actores. Conmovedora, autentica y eficaz son las palabras que podría describir esta gran propuesta lejos de los tanques que uno esta acostumbrado.
Una madre dispuesta a todo Regresa a Mí (Ben is Back, 2018) es una película dramática dirigida y escrita por Peter Hedges (La Extraña Vida de Timothy Green). Protagonizada por Julia Roberts y Lucas Hedges (Manchester Junto al Mar, Boy Erased), el reparto se completa con Kathryn Newton (No Me Las Toquen, Big Little Lies), Michael Esper, Courtney B. Vance, David Zaldivar, Rachel Bay Jones, Mia Fowler, Jakari Fraser Alexandra Park, entre otros. En vísperas navideñas, Holly Burns (Julia Roberts) lleva en coche, de regreso a casa desde la iglesia, a su hija adolescente Ivy (Kathryn Newton) y sus niños Lacey (Mia Fowler) y Liam (Jakari Fraser). Su sorpresa es enorme cuando, antes de llegar, ve a través del vidrio que su hijo Ben (Lucas Hedges) está en el porche. Debido a su adicción a las drogas, Ben pasó los últimos meses en rehabilitación y aún no debería haber salido de allí. Sin embargo el joven le dice a su madre que su sponsor le recomendó pasar las fiestas con su familia ya que reconectarse con ellos le hará bien. Alegre como también preocupada, Holly intentará estar lo más alerta posible con respecto a las acciones de su hijo, sin embargo eso no será suficiente y Ben volverá a estar metido en problemas. Con un tópico similar al de la reciente Beautiful Boy: Siempre Serás mi Hijo (2018), Regresa a Mí nos muestra de una forma muy auténtica cómo es convivir con un familiar que fue adicto. Las preocupaciones, el estricto control, el no poder confiar del todo en el otro y los miedos están ultra presentes en el personaje de Julia Roberts, una madre que mantiene las esperanzas y se pone firme cuando la situación lo requiere. La ambientación navideña e invernal es la perfecta atmósfera en la que podría desarrollarse la historia: arrepentimiento por los errores del pasado, el perdón de los demás y la necesidad de unión se mezclan en esta alegre festividad. Lucas Hedges (hijo del director) ya viene demostrando lo inteligente que es al elegir sus papeles dramáticos. En esta ocasión, la dupla de Julia Roberts y él como madre e hijo constituye el alma del filme, y si no fuera por sus buenas actuaciones habría sido muy posible que la película no llegara a buen puerto. Desde el comienzo el director nos sumerge dentro de la familia Burns, haciendo que sea muy fácil para el espectador empatizar de inmediato con los protagonistas. A su vez, Kathryn Newton en el rol de la hermana de Ben hace una digna labor a la hora de ser la voz de la razón de su madre. No obstante, la película se siente como si pudiera ser dividida en dos partes, ya que por sobre la mitad el drama pasa a convertirse en un thriller. Aunque el interés sigue estando presente, es imposible obviar los hechos inverosímiles o las situaciones puestas a favor del guión, lo que nos hace llegar a la conclusión de que menos es más: si se quedaba en el terreno de lo dramático, el filme hubiese sido más satisfactorio. Con unos minutos finales donde Julia Roberts está inmensa en su papel, consiguiendo que su desesperación traspase la pantalla, puede que el desenlace de Regresa a Mí sea considerado por muchos como muy abrupto. Sin embargo, no deja de ser realista, lo que convierte a la película en un claro ejemplo de lucha día tras día.
Es frondosa la filmografía que con el tema drogas satura el mercado cinematográfico. Pero son pocas las que se acercan al asunto con objetividad y, fundamentalmente, con el cuidado y la sensibilidad suficientes para abordar contenidos casi inabordables. Pero hay directores, autores como Peter Hedges, que por experiencias que lo acercan de una manera especial al tema de las adicciones logran ingresar y moverse en el tema con fluidez y la suficiente comprensión para lograr equilibrio. Experimentado escritor en la materia, recordemos que fue el guionista de "Quién ama a Gilbert Grape", un filme donde la gordura de uno de sus integrantes condicionaba la vida de una familia numerosa en la que Di Caprio adolescente ya se destacaba. Hedges es dueño de suficiente sentido común y veteranía cinematográfica para tocar estos temas. "Regresa a mí" es un drama familiar donde hay un adolescente adicto, Ben, que hizo pasar muy mal su época de consumo a toda su gente cercana y ahora regresa. Pero todo no es tan fácil, su regreso parece ser temporario, dado que está internado en un centro de rehabilitación. Pero la Navidad es un fuerte incentivo para convocar sentimientos y ahí está Ben frente a la madre, sus hermanos y parientes para probar quizás que la convivencia es posible. Convivencia temporaria se supone. Una familia con expectativas, con miedo. Una madre dispuesta a todo por ese hijo pero también por toda la familia. Lo que sigue es complicado y había que resolverlo con inteligencia y Hedges como director y guionista la tiene. Así, el drama familiar puede mantenerse en una línea moderada, no caer en excesos convencionales ni estrépitos lacrimógenos. SOLIDO ELENCO Hay un buen elenco, una figura como Julia Roberts que cubre todas las expectativas y un chico como el hijo del director, Lucas Hedges ("Manhattan", "Lady Bird"), que se mete en el personaje. Todos acompañados por figuras como Kathryn Newton, una de las sufridas víctimas de "Actividad Paranormal 4", que aquí también es una víctima familiar pero capaz de ofrecer otra mirada sobre la causa de sus sufrimientos compartidos con la familia. Un filme difícil, resuelto con ausencia de golpes bajos y la mesura y sensibilidad de un director inteligente.
Roberts está impecable en su personaje, su actuación no tiene discusión. Cabe destacar que su regreso era muy esperado por este papel fuerte que le tocó interpretar, y esperamos verla más seguido en la pantalla grande porque es un talento indiscutido. En cuanto a Hedge, su interpretación no es exagerada porque sin dudas se entiende bien a lo que quiere apuntar, con respecto, y junto a Courtney B. Vance se complementan muy bien como dupla. “Regresa a mi” es una película que está muy bien desarrollada y que no tiene inconsistencias reveladoras. Es un dramon de los buenos para ver con pañuelo en mano.
El golpe bajo de las drogas. Hace unos meses fue llevada a la pantalla la complicada relación entre un padre y su hijo adicto a las drogas en Beautiful Boy: Siempre serás mi hijo (Felix Van Groeningen, 2018). Cual complemento o efecto rebote, la llegada de Regresa a mí trae consigo la sensación de estar ante situaciones vistas o que se encuentran rodeadas por el mismo efecto que apela a la sensibilidad en estos films dramáticos. Holly (Julia Roberts) es una madre de cuatro hijos que se divide entre el bienestar de la familia que formó con su segunda pareja y la estabilidad de su hijo mayor Ben (Lucas Hedges), un adicto en recuperación que sorpresivamente vuelve al hogar para la víspera de navidad. El director Peter Hedges, también padre del actor protagonista, perfila la historia a contar hacia un público de facilidad emocional. Los elementos dramáticos a los que recurre varían entre intentos de golpe bajo y una visión de la adicción más cercana a la moralina de autoayuda y superación personal. Holly y su familia se ven dispuestos a aceptar una vez más a Ben, pero al mismo tiempo no se permiten el confiar del todo en él. Es allí que el film alterna entre las tentaciones y el sufrimiento del personaje que lleva más de 70 días sin consumir drogas, con las inseguridades y los miedos de una madre que quiere proteger y creer en el bienestar de su hijo. Pero es en la forma en que la historia dispone los elementos principales, incluyendo lo que ocurre con los personajes como la manera visual de contarlo, donde la misma no logra sentirse natural. Julia Roberts — y Lucas Hedges, sobre todo— demuestran, momentáneamente, la fuerza interpretativa que permite que algunas situaciones resulten más realistas, pero es el exceso melodramático lo que devela más una intención de emocionar a la fuerza que la de realmente construir lo verosímil del relato en base a un buen guion; y es allí donde se expone la poca naturalidad del mismo. Incluso, el film se fragmenta en dos, un 2×1 cinematográfico, cuando el eje y la tensión emocional pasa en gran parte por recuperar al perro de la familia, tras haber sido robado por un viejo dealer de Ben. Toda la búsqueda del animal está dispuesta para dotar a la historia de un suspenso como intento de hacer que el público se preocupe realmente por Holly y Ben, quienes deben entrar en relación con las viejas asociaciones del último, una excusa también para unir y entender más a madre e hijo, cada cual luchando su propia batalla en pos de proteger al otro. Pero esta construcción narrativa hace que el film se sienta dividido, sin poder alcanzar en ningún aspecto el nivel suficiente como para que uno se interese realmente por los personajes y su situación. Así, Peter Hedges desaprovecha y minimiza un tema relevante como la adicción a las drogas y pone la mirada en emocionar al público sin los condimentos adecuados para lograrlo.
Regresa a mi es la nueva película de Peter Hedges, que desde La extraña vida de Timothy Green (2012) no había vuelto a sentarse en la silla de director. Para su nuevo filme eligió como protagonistas a Julia Roberts y a su hijo Lucas, toda una promesa cumplida de la actuación que viene construyendo una interesante filmografía. La dupla protagónica no sólo resultó un hallazgo sino que básicamente son todo en la película. Julia Roberts logra una interpretación memorable, como hacía tiempo no se veía, y Lucas Hedges se consolida en su prometedora carrera. En Regresa a mi, Ben (Hedges) vuelve a su casa en la víspera de Navidad. Su madre Holly (Roberts) lo recibe feliz pero con el temor de que recaiga en sus adicciones. La condición de su hijo afecta a toda la familia y la tranquilidad del hogar se verá inevitablemente alterada. Roberts y Hedges se ponen al hombro la película y construyen personajes sensibles y complejos. La crudeza de la historia y el drama combinan a la perfección con el clima frío y nevado, a la vez que contrastan con el espíritu navideño del momento. El director logra retratar el flagelo de las adicciones en el seno familiar sin golpes bajos y corriéndose de un lugar moralista. Incluso se permite algunos momentos de humor. Lo que comienza como un drama sobre la drogadicción de a poco se va convirtiendo en algo parecido a un thriller. Es cuando la película da ese giro que pierde un poco el rumbo y no se sabe muy bien hacia dónde quiere ir, aunque al final sale airosa. La tensión de la cinta es una de sus grandes virtudes, tanto ante la posibilidad de una recaída de Ben como por los sucesos que tiene lugar promediando la película. Regresa a mi es eficaz a la hora de cumplir lo que se propone, tiene un guion agudo y actuaciones que lo son todo.
POR LOS BORDES AFECTIVOS El nombre clave a tener en cuenta en Regresa a mí no es el de Julia Roberts, por más que sea la verdadera figura convocante. Es –en un punto lógicamente- el de Peter Hedges, realizador de La extraña vida de Timothy Green, Dani, un tipo de suerte y Fragmentos de Abril, además de guionista de Un gran chico y ¿A quién ama Gilbert Grape? Estamos hablando de un cineasta acostumbrado a construir dramas de crecimiento, muchas veces situados en franjas acotadas de tiempo y/o espacios, con situaciones que marcan un antes y un después para los protagonistas. Esas construcciones, donde lo afectivo y lo íntimo juegan roles decisivos, transitan desfiladeros estrechos, donde cualquier exceso puede llevar a que todo descarrile. Regresa a mí no escapa a estos parámetros y en un punto se puede decir que es la película más arriesgada de Hedges, ya desde su mismo planteo: Ben (Lucas Hedges, hijo del director), un joven en rehabilitación por una adicción a las drogas, arriba de manera totalmente inesperada al hogar familiar, justo en la víspera de la Navidad, desatando toda una serie repercusiones con su regreso, que van escalando en dramatismo y afectan principalmente a su madre Holly (Roberts). Ese presente frenético –con apenas breves instantes de paz- está condicionado de manera constante por acciones y eventos pasados, ya que la adicción de Ben ha dejado un tendal de heridos y resentidos por el camino. Por eso el relato arranca como un drama de reconciliación materno-filial, pero luego va creciendo en tensión hasta fusionarse con el suspenso y el policial, alejándose de toda chance de comedia o aunque sea ligeros toques de humor, como en las anteriores películas del cineasta. Si el film va acumulando cada vez más giros en la trama que lo acercan a lugares peligrosos desde la manipulación, nunca termina de descarrilar por completo, porque Hedges tiene bastante claro cuáles son los límites para no afectar la dignidad de los personajes. En Regresa a mí hay muchas secuencias que un cineasta como Iñárritu (o el Cuarón de Roma) hubiera convertido en un concierto de miserabilismo, pero que no salen de lo angustiante y opresivo, a partir de decisiones plenamente conscientes de dónde pasar a otra secuencia o cambiar el plano. El otro aspecto es el desempeño actoral: lo de Roberts es pura sabiduría, ya que nunca cede a la tentación de convertir todo en un festival lacrimógeno; y si lo de Lucas Hedges puede parecer un tanto inexpresivo, en un punto funciona para manifestar la procesión por dentro que lleva adelante su personaje, esa culpa constante que lo carcome y que conduce a que cada acto con el cual intenta redimirse no sea más que una prolongación de su hundimiento personal y moral. El plano final de Regresa a mí resume sus dificultades, pero también sus méritos: el exceso melodramático pone a los protagonistas en un lugar definitivamente problemático, que amenaza con culminar en un enorme golpe bajo, pero la secuencia se corta en el momento justo, cerrando con un plano realmente muy bueno. Si la historia se trata en buena medida de un intento de redención, la película en buena medida encuentra el instante preciso para escapar a las tentaciones manipuladoras y redimirse, quedando como un drama desparejo e imperfecto, pero aun así honesto.
Toda familia es un mundo y "Regresa a mí" dirigida por Peter Hedges es un claro ejemplo de esto. Desde la primera escena ya nos sitúa en contexto y empezamos a conocer a los primeros personajes. Una familia ensamblada con Julia Roberts a la cabeza que en plena víspera navideña recibe una sorpresa inesperada, su hijo mayor Ben, interpretado por Lucas Hedges, llega a casa después de un tiempo. Luego de pasar una noche buena tranquila, se encuentran con un posible intento de robo en su casa, lo que deja a todos desconcertados. La hermana de Ben y su padrastro, quienes no están muy contentos con su arribo, relacionan lo sucedido directamente con él. Al revisar todo completamente se dan cuenta que no falta nada material pero se sorprenden al ver que se llevaron algo mucho más importante para la familia... Éste es el punto de partida del verdadero conflicto ya que Ben sabe perfectamente que para poder ayudar a sus seres queridos tiene que volver a enfrentar a personas de su pasado, lo que pone a sus familiares y principalmente a su madre, quien no lo dejara ni a sol ni sombra, en un tobogán de emociones. La película aborda el problema de las adicciones en los adolescentes y como la familia cumple un rol fundamental a la hora de ayudar a ese ser querido. A pesar de que la trama es interesante y cuenta con personajes muy bien interpretados hay varias escenas que se sienten de relleno y pueden llegar a aburrir al espectador. No por eso hay que dejar de verla, siempre vale la pena ver Julia Roberts en un nuevo personaje. Por Keila Ayala
Se encuentra protagonizada por Julia Roberts, (ganadora del Oscar por “Erin Brockovich”, 2000) y Lucas Hedges (nominado al Oscar como mejor actor de reparto por “Manchester junto al mar” 2016, además es el hijo del director), sobresale muchísimo la actuación de ella y tiene un papel para lucirse, aunque Hedges no se queda afuera, juntos logran momentos muy emocionantes y jugados en un duelo actoral en el cual ambos aportan personajes muy sólidos. A la cinta la complementa un buen elenco secundario integrado por: Kathryn Newton, David Zaldivar y Courtney B. Vance, que son una parte importante en la historia. Una vez más vemos como una familia lucha contra las drogas y su desintoxicación, bajo un paisaje helado, en épocas de navidad y algún momento sale a la luz secretos de la familia. Una de las tantas escenas magistrales es en la iglesia, en la casa, en la ruta, entre otras, papeles muy humanos, fuertes, donde está el perdón, las miserias, los valores, la rendición, una nueva oportunidad y no deja de ser desgarradora.
Cierto, dan pocas ganas de ir al cine a ver un drama sobre una madre que lucha contra la adicción en la que ha caído su hijo. Y los dramones para llorar en la sala hace mil años que cedieron el trono de la taquilla a géneros más livianos. Pero si su curiosidad le permite cruzar esa frontera, al fin y al cabo está Julia Roberts, se encontrará con Ben is back, un relato sensible e inteligente sobre ese tema duro. Mejor dicho, sobre cómo madre e hijo hacen lo posible por encontrar una salida. El director y guionista Peter Hedges -padre de Paul, el protagonista-, pone todas las cartas sobre la mesa. La ambivalencia de un vínculo al que la madre quiere y no quiere volver, porque tiene hijos más chicos, una pareja, una vida de risas y regalos de Navidad. Con la ambigüedad que impone la desconfianza, en ella y en el espectador, que ve con su punto de vista. ¿Le creemos a este chico? Parece ir por el buen camino, ¿será? Con el aporte de sus actores, Regresa a mí es una película atrapante, sensible, que construye tensión más allá de su núcleo dramático central. Aunque su potencia se resiente un poco cuando incorpora, hacia el final, y acaso como una concesión, elementos de thriller.
Un poderoso drama con Julia Roberts Ben Burns (Lucas Hedges) es un adolescente con problemas de adicciones que vuelve a casa por sorpresa la víspera de Navidad. Su madre (Julia Roberts) que ha formado una nueva familia es la única que lo recibe con los brazos abiertos. La estadía del joven se convierte en una difícil prueba para todos los habitantes del hogar mientras antiguos fantasmas dirán presentes en forma de tentaciones, viejos rencores y malas influencias, un peligroso cóctel que puede derivar en una tragedia. Peter Hedges dirige este drama con toques de thriller y le entrega a su hijo Lucas la responsabilidad de un papel con muchos matices, del que sale muy bien parado. El joven actor que ya había brillado en Tres anuncios por un crimen y Manchester junto al mar logra conmover y generar empatía gracias a sus dotes y también por contar con una compañera de elenco increíble como es Julia Roberts. La actriz de Mujer Bonita encuentra en esta madraza sobreprotectora y amorosa un personaje que le permite desplegar una veta dramática poco explotada en su carrera. La película podría funcionar como un complemento de la recientemente estrenada Beautiful Boy, solo que además de la cuestión intimista de la interacción entre padres e hijos, aquí se le agrega un aditamento que es el suspenso y cierto aire de policial, en una mezcla de géneros que no resulta forzada y que ayuda a sacar a la historia del lugar común de los melodramas familiares típicos. Julia Roberts y Lucas Hedges protagonizan el filme Julia Roberts y Lucas Hedges protagonizan el filme El realizador no pretende nunca ahondar en una trama en la que abundan los golpes bajos, un recurso bastante utilizado en este tipo de filmes, por el contrario se preocupa por profundizar en las emociones de los personajes, acercándonos de esta manera a un conflicto real, sin artificios, ni diálogos impostados, naturalismo en su máxima expresión. Tampoco hay momentos edulcorados, de hecho algunas secuencias lucen bastante sórdidas y ciertas escenas amargas logran conmover. Sin dudas, Regresa a mí es una película adulta, efectiva y honesta. La enésima prueba del talento de Roberts y la confirmación de que Lucas Hedges es uno de los mejores intérpretes de su joven generación. Vale la pena enjugar una lágrima en la oscuridad de la sala.
La adicción a las drogas y el subsecuente drama familiar es un tema que ha sido muchas veces transitado por el cine. En ese sentido “Regresa a mí” no es nada original porque vuelve sobre ese tópico, pero se concentra más en la lucha obstinada de una madre por salvar a su hijo. La madre es Julia Roberts (que brilla en este papel) y el hijo es Lucas Hedges (el excelente actor joven de “Manchester junto al mar” y “Lady Bird”). Hedges interpreta a Ben, un adolescente que está internado en un centro de rehabilitación y sorpresivamente regresa a la casa de su familia para pasar la Navidad. La única que lo recibe con optimismo es la madre. El resto de la familia desconfía, y tiene toda la razón. El pasado reciente de Ben es el infierno tan temido. El director Peter Hedges (padre del protagonista y guionista de “A quién ama Gilbert Grape” y “Un buen chico”) acierta en su tono de drama despojado, y además lo plantea como un drama urgente que no busca explicaciones ni psicologismos, sino que necesita una solución en el aquí y ahora. Por momentos la película se tiñe de un suspenso cercano al policial, y eso aumenta su intensidad, aunque algunos excesos propios del melodrama desgraciadamente empañan el resultado final.
La eterna lucha de una madre "Regresa a mí" es una película que recién llega a los cines este año en Argentina, pero se estrenó en 2018 en Estados Unidos. Realmente queda poco claro por qué tan olvidada quedó para la entrega de los Oscars, más que nada por las tremendas actuaciones de Julia Roberts y, fundamentalmente, Lucas Hedges, una gran promesa del cine contemporáneo. Ben (Hedges) es un drogadicto en recuperación y regresa a su casa en vísperas de Navidad para sorpresa de su madre (Roberts), quien le da la bienvenida afectuosamente pero con miedo a que suceda lo peor. Es éste el puntapié inicial de la película. La cinta de Peter Hedges es un auténtico drama con todas las letras apoyado en los personajes y sus actores. Más allá de ciertos toques de comedia familiar para alivianar la historia, lo que se cuenta es realmente oscuro y es una temática que, aunque sea recurrente en otras películas, es difícil que genere el impacto que consigue ésta, con una manera de retratarlo muy realista, sin dejar lugar al efectismo ni los golpes bajos de manera inorgánica. Cada uno de los personajes está bien construido, pero es la relación madre-hijo la que prepondera en todo el film. Ese amor incomprensible y deseo de bienestar de la madre, la culpa del hijo, el dolor en cada una de sus miradas... Impecable. Ya lo demostró en "Boy Erased", "Manchester By The Sea" y muchas más, Lucas Hedges es un actorazo a tal punto que termina eclipsando a una brillante Julia Roberts. La estética de la película, ya desde el comienzo, va acorde al tono hostil y cargado de la cinta, con una banda sonora que acompaña correctamente cada momento. Tampoco se destaca tanto a nivel artístico, pero como ya dijimos, reside en el trabajo actoral (y su dirección) el poder de esta obra. Con unos tópicos fuertes y crudos durante todo su metraje, la película tiene el final que tenía que tener. A muchos podrá no terminar de gustarle, pero la última escena es literalmente el mensaje central de la cinta. "Regresa a mí" es muy recomendable; especial para llorar, sentir y comprender el amor de una madre. Puntuación: 8/10 Manuel Otero