Sentimientos que curan es otra muy buena película del cine independiente que vas a disfrutar de principio a fin. La historia es sincera, íntima y tiene la dualidad de la vida misma: momentos tristes que a pesar de todo podés verlos desde el punto de vista del humor. El buen ritmo y fluido guión hacen ...
Mark Ruffalo y Zoe Saldana se reúnen en Sentimientos que curan, dirigida por Maya Forbes. Cameron es un hombre bipolar pero eso no le impide tener un matrimonio junto a Maggie y sus dos bellas hijas; cuando ella vuelve a la universidad para estudiar, él debe hacerse cargo de las pequeñas Amelia y Faith. En su debut como directora, Maya Forbes trae una comedia protagonizada por Mark Ruffalo (Begin again) y Zoe Saldana (Guardianes de la galaxia). El guion también estuvo a cargo de Forbes, mientras que la producción la dejó en manos de J.J. Abrams y el mismo Ruffalo, entre otros. Maggie (Saldana) y Cameron (Ruffalo) viven felices y casados junto a sus dos hijas, Faith (Ashley Aufderheide) y Amelia (Imogene Wolodarsky), en una enorme casa en las afueras de Boston. El problema está en que Cam es maníaco depresivo y su condición, a medida que avanza, no le permite mantener una relación estable con su familia, por lo que deciden internarlo. Luego de un tiempo en la casa de reposo, en donde recibió angustiosas visitas, Cam es liberado. Pero la situación económica familiar ha cambiado: Maggie no pudo mantener la casa, y ahora ella y las niñas viven en un pequeño departamento en la ciudad. Ella decide aplicar para estudiar en Nueva York, y tras ser admitida y becada, le pide a Cam que cuide de Amelia y Faith por 18 meses durante su ausencia. A pesar de sus dificultades, Cameron acepta, pero esto representa tanto un desafío para él, quien debe aprender a relacionarse con sus hijas otra vez, como para Faith y Amelia, que tendrán que vigilar a su padre. Ruffalo como el padre bipolar está perfecto y Saldana como la madre que debe ocuparse de todo también: ambos logran un buen equilibro entre la ternura y la seriedad que sus personajes exigen. Por su parte, Wolodarsky y Aufderheide añaden un toque de ingenuidad y simpatía a la película, para poder descontracturar un poco la trama. Con un soundtrack bellísimo protagonizado por George Harrison y otros artistas independientes de menor calibre, Forbes crea un retrato íntimo y precioso sobre lo que ocurre cuando la relación entre padres e hijos se da vuelta. Sin embargo, Sentimientos que curan por momentos pareciera repertirse a ella misma, sin avanzar mucho en la historia, pero de todas formas logra entretener. Sentimientos que curan no es la mejor comedia del año, pero aun así toca algunas fibras sensibles del espectador. La dinámica entre las actuaciones de Ruffalo y Saldana ayuda mucho a la película. Por lo que aquel que busque una lindo retrato y no más que eso, saldrá complacido.
Hay oportunidades en que los títulos locales no tienen ninguna referencia al original y que, además, pueden llegar a repeler a la gente que por curiosidad se acerca a los cines y lee el nombre de un filme. Nada más preciso que aquello que sucede con “Sentimientos que Curan” (USA, 2014), el almibarado nombre de telefilme que presentado por Virginia Lago con el que la distribuidora local rebautizó a “Infinitely Polar Bear”, una expresión que una de las protagonistas más pequeñas del filme utiliza para referirse a su padre, un enfermo maníaco depresivo llamado Cam (Mark Ruffalo) y a quien también con el correr de los años le han endilgado diferentes diagnósticos para clarificar lo que le pasa. Cam vive con su mujer Maggie (Zoe Saldana) y sus dos pequeñas hijas (Imogene Wolodarsky y Ashley Aufderheide), y a pesar de provenir de una de las familias más ricas de los Estados Unidos, no recibe ayuda, por lo que deberán subsistir con el poco dinero que Maggie consigue en sus trabajos temporales mal pagos. Pero mientras Cam sufre algunos episodios que los enfrentarán a la cruda realidad de darse cuenta que psicológicamente no está preparado para afrontar la realidad, a Maggie también se le revela la posibilidad de saber que otra vida es posible si ella toma la decisión de perfeccionarse en sus estudios, alejada de la familia, para así poder conseguir una fuente de dinero más grande y estable y que permita, además, que las niñas puedan acceder a una educación de calidad. La directora Maya Forbes, debuta en el cine con una historia autobiográfica, en la que la increíble, sólida y potente propuesta, se despega de los convencionalismos narrativos con una puesta despojada de fórmulas y que privilegia las emociones a partir de la imagen (con una lograda reconstrucción de época) y de la música (la banda sonora será clave para enfatizar emociones y sentimientos de los protagonistas). Cuando Maggie se aleja de sus hijas, y deja a Cam a cargo de todo, sabe que de esa decisión se desprenderá el futuro de la familia. Una prueba que deberán sortear sabiendo la importancia de la educación como meta para poder lograr obtener en el plano material cierta estabilidad, pero también en lo emocional. Cam se pone a prueba a sí mismo, y logra establecerse con su rol de padre disfuncional, brindándoles a sus hijas lo necesario para que puedan crecer de una manera creativa y mucho más libre. Con el correr de los minutos “Sentimientos que curan” pasa del biopic tradicional con protagonista con algunos problemas a una película que bucea en la relación y vínculo entre padres e hijos para elevar su propuesta hacia un plano en el que los obstáculos tan sólo son parte de la vida y se superan a fuerza de perseverancia y creatividad. Maggie regresa de tanto en tanto al universo de Cam, Faith y Amelia, y en el que a pesar de los reclamos e inconsistencias que encuentra en él, sabe, en lo profundo, que es lo mejor que sus hijas pueden tener. “Sentimientos que curan” es una agradable sorpresa, con una increíble interpretación de Ruffalo como este hombre bipolar que debe superarse para poder recuperar a su familia, pero que también encuentra en las jóvenes intérpretes (revelación y también descubrimiento) el apoyo necesario para que Forbes pueda hablar de su historia desde un lugar luminoso sin victimizarse.
Una agridulce comedia basada en hechos reales de la directora Maya Forbes que por primera vez dirige en la pantalla grande. Por cierto que le salió muy bien y tuvo una gran ayuda del elenco encabezado por Mark Ruffalo y Zoe Saldana a quienes apoyan con insuperables actuaciones las pequeñas, -por edad-, Imogene Wolodarsky y Ashley Aufderheide. Maggie, Cameron, Amelia y Faith son una familia normal, con sus idas y venidas hasta que Cam, el papá, se ve afectado por un trastorno maníaco compulsivo que se hace crónico en una bipolaridad. De allí viene el título en inglés y el juego de palabras que utiliza Faith cuando dice que su papá es un gran "oso polar", en vez de decir que sufre de bipolaridad. Los cuatro viven en Boston, él es de familia acaudalada pero venidos a menos. Ella no sólo es una muestra de lo que pasó con muchas mujeres al comenzar la revolución feminista: acceso al trabajo, los hombres tratando de que se queden en los hogares si tienen niños y además, el hecho del color de su piel en un distrito en que ella no es muy bienvenida. Maggie se esfuerza y aún así no logra conseguir un trabajo para mandar a las niñas a un buen colegio. Además, está la enfermedad de Cam, con lo que no es fácil tomar la decisión de alejarse mucho del hogar. El matrimonio empieza a resentirse y Maggie decide, haciendo de tripas corazón, dejar a Faith y a Amelia, en manos de este chico grande, que quiere pero le es muy cuesta arriba volver a ser el que era antes de enfermar. Las chicas serán ese faro que guíe al antes navegante, ahora fotógrafo mientras la madre, trata de estudiar y subir algún escalón más y a la vez, con esto, mantener a su esposo en un proyecto a mediano plazo para recuperarlo definitivamente. Como la película está ambientada en los 70s no hubo problemas en verlo a Mark Ruffalo con un cigarrillo en la boca casi permanentemente, para mí un poco excesivo. Todo lo demás, una espléndida construcción en equipo. Es tan encantadora y provocadora como "La Joven Vida de Juno" y marca esas tendencias sociales que están repercutiendo hasta hoy en día. Imogene y Ashley, dos actrices de aquí a la China, esperamos verlas muy pronto en alguna otra peli. No redunda en golpes bajos ni en escenas melodramáticas; todo lo contrario, donde hay tensión se tratará de resolver por la vía de una situación algo insólita, estridente, ridícula, bizarra -sobre todo-, o con ternura. Buena banda sonora, mejor fotografía, con impactantes coloridos (como una psicodelia) en este relato que a pesar de las dificultades, que fueron reales, resalta las fortalezas y las ganas de reconstruir con amor lo que el trauma separó y desordenó.
Con el sello de Sundance Una ópera prima bastante sólida y eficaz, pero que no puede quitarse la mochila cargada de lugares comunes de ese cine indie pensado para el festival creado por Robert Redford. Las películas del Festival de Sundance conforman un subgénero aparte dentro del panorama del cine independiente norteamericano al punto que ya tienen sus propias reglas y parámetros narrativos y estéticos. Sentimientos que curan es un muestreo fiel de todos esos lugares comunes. ?? Producida por J.J Abrams a través de su compañía Bad Robot, la ópera prima de Maya Forbes es un relato centrado en una familia disfuncional. O, mejor dicho, en un padre por fuera de los cánones habituales y la relación con sus hijas una vez que la madre (Zoe Saldana) hace las valijas para irse a estudiar a otra ciudad. ?? El problema es que Cameron (un Mark Ruffalo llamativamente desatado) tiene evidentes trastornos de bipolaridad que lo llevan a, entre otras cosas, fumar decenas de cigarrillos diarios y actuar regido únicamente por sus caprichos, convirtiéndose más en un compañero de colegio que en una figura de autoridad para sus hijas.?? Sentimientos que curan muestra la progresiva vinculación entre todos ellos a través de un camino poco rugoso y carente de vuelo. Suerte de historia mínima sobre la superación y el engranaje de los mecanismos familiares, no hay nada demasiado molesto en el film de Forbes, pero sí una medianía generalizada que hace de ésta una película tan eficaz como a la larga olvidable.
Produccion de J.J. Abrams y el debut en guion y dirección de Maya Forbes, con mucho de autobiográfico. Un hombre bipolar que queda a cargo de sus hijas mientras su esposa estudia y luego trabaja lejos. El soporte para un trabajo enorme de Mark Ruffalo, conmovedor, siempre exacto, lleno de matices, como la historia, en la que padre e hijas crecen juntos. Véala.
Un padre inestable Cameron (Mark Ruffalo) y Maggie (Zoe Saldana) se conocen durante los bohemios años sesentas, se enamoran y a pesar de que Cameron confiesa ser bipolar -sufre de síndrome maníaco depresivo-, ella no le da demasiada importancia, se casan y tienen dos hijas: Amelia y Faith (Imogene Wolodarsky y Ashley Aufderheide). Durante los primeros años de matrimonio tienen una vida feliz, en una casa en el campo. Cameron es un padre libre que le enseña a sus hijas a disfrutar de la naturaleza y ser creativas, no les pone límites ni le da demasiada importancia al colegio, es entonces cuando la vida ya no es tan feliz para Maggie. La enfermedad de Cameron se vuelve incontrolable y ella decide irse de la casa junto con sus hijas. Luego de una breve internación, Cameron trata de retomar su vida normal siguiendo un tratamiento, pero las cosas no serán fáciles. Maggie vive con sus hijas, tiene un trabajo que no le gusta y el dinero no le alcanza. Para poder tener un mejor futuro junto a ellas, decide ir a estudiar a Nueva York durante una año y medio para obtener una licenciatura y así conseguir un mejor trabajo cuando regrese al hogar. Para poder irse le propone a Cameron que durante ese tiempo se mude a su casa y se haga cargo de las nenas. La situación es apremiante y no hay demasiadas opciones, la rutina diaria con las niñas es todo un reto para un padre que día a día debe luchar con una enfermedad que lo desestabiliza emocionalmente. El filme narra de forma íntima, natural, sin golpes bajos la vida de los tres mientras tratan de adaptarse a tantos cambios. Las chicas deben acostumbrarse a un padre que no es como los otros padres, que hace cosas bastante fuera de lo común, que a veces expresa sus emociones desaforadamente y en otros momentos sus emociones parecen devorarlo. Con mucho amor y mucho empeño los tres logran encontrar un equilibrio que les permite funcionar como una familia. Como era de esperarse, Mark Ruffalo realiza una estupenda interpretación, y la química entre él y las pequeñas actrices es formidable, logrando que las escenas sean emotivas, graciosas, y creíbles. No es la historia de un hombre con una enfermedad, sino la historia de una familia que debe lidiar con una situación particular. Esta narrada con fluidez, buen ritmo y muy buenas canciones, aunque no profundiza demasiado sobre las complicaciones que implica convivir con una enfermedad psiquiátrica, y la energía y el esfuerzo que se debe poner para controlarla. La escritora y guionista Maya Forbes, debuta como directora con un buen filme que elige mostrar una enfermedad complicada de un modo bastante positivo, dando como resultado una película entretenida, emotiva y con muy buenas actuaciones.
A pesar de todo Hay ocasiones en las cuales importantes actores parecieran realizar algunos papeles buscando más el beneplácito de la crítica o los premios, que una destacable performance que provoque un crecimiento del film que protagonizan. Al ver Sentimientos que curan, ese gran intérprete llamado Mark Ruffalo pareciera haber caído en esa categoría/trampa. Este largometraje estadounidense narra la vida de un padre maníaco depresivo que trata de recuperar a su esposa intentando tomar responsabilidad por sus dos hijas, quienes no le hacen la tarea nada fácil. Sentimientos que curan es una producción demasiado fragmentada, que no permite que ninguna situación crezca emocionalmente; un film de momentos que tienen en común a sus protagonistas pero que nunca logra armar un contexto sólido y concreto como para alcanzar el sentimiento que pretende. Además, cae en lugares comunes, en circunstancias demasiado trilladas desde lo dramático, que provocan más un rechazo que una empatía. Como se dijo anteriormente, Ruffalo cae en el estereotipo del personaje enfermo que busca redimirse con la vida, resultando reiterativo en todo sentido, a pesar del esfuerzo que realiza por darle “volumen” a un rol que no lo permite. Tal vez, la tarea de Zoe Saldana resulta más creíble por ser un papel más acotado que el del intérprete de Hulk en Los Vengadores. En definitiva, Sentimientos que curan no logra alcanzar la potencia dramática que pretende, quedando a mitad de camino en todo. Nunca logra transmitir en forma concreta sus emociones, siendo un híbrido que sólo será recordado por la fallida actuación de Ruffalo. Más allá de esto, ¡te queremos Mark!
De bondades y sacrificios Lejos del filme sensiblero, que busca la lágrima fácil, emociona en buena ley y con elementos genuinos. Una película no puede nunca ser real, pero puede acercarse a la realidad. Sentimientos que curan tiene los suficientes elementos para mostrar cómo una familia, o sus miembros, pueden enfrentar desafíos cuando uno de los integrantes tiene, como Cameron, un temperamento autodestructivo. En verdad Cameron (Mark Ruffalo, que siempre fue un actor versátil, pero sigue sorprendiendo su mutabilidad) es un maníaco depresivo, algo que advierte años después de casarse con Maggie (Zoe Saldana, a años luz, por suerte, de Avatar). Juntos tienen dos niñas, y la historia que cuenta la guionista y directora Maya Forbes está basada en su propia niñez. Lo primero que conviene decir es que Sentimientos que curan está alejada de la película sensiblera, cursi, de llanto fácil, y que la directora no utiliza ni una herramienta manipulativa. Cam se interna para recuperarse de su enfermedad, sale y se encuentra, de a poco, con que su mujer, antes de caer en la pobreza, decide irse a Nueva York a estudiar para poder trabajar y mantener a la familia, por lo que Cam deberá quedarse y hacerse cargo de las niñas. Y de sí mismo, si puede. Eso es otro asunto. Ruffalo compone a Cameron como a un tipo mitad impulsivo, mitad consciente de lo que está haciendo, como si esas dos mitades no pudieran congeniar en una sola persona. Así, serán imprevisibles sus comentarios, sus acciones, su andar por la vida. Su personaje es complejo y sufre frustraciones, a la vez. Y hay que poner en perspectiva y en los años en que transcurre la historia (entre los ’70 y ’80) para comprender cómo en esa sociedad norteamericana Maggie pretendía abrirse camino. Un filme sobre sacrificios, sí, pero también sobre bondades y lo imprevisible que es el sentimiento humano.
Una película hecha a la medida de Sundance Wikipedia asegura que el Festival de Sundance se creó a fines de la década de 1970 “como una iniciativa de Robert Redford para reunir a un grupo de amigos y colegas que fomentarían y apoyarían el cine independiente, más allá de las exigencias del mercado”. Lo que difícilmente supiera el protagonista de El golpe, Los tres días del cóndor y Todos los hombres del presidente es que, casi cuarenta años después, esa independencia terminaría rendida antes los mandatos del mercado que supuestamente combatía, dando forma a algo que podría denominarse “películas Sundance”. Tan generalizado se ha vuelto el subgénero que hasta los grandes estudios tienen sus filiales dedicadas a proyectos de este tipo, uniformizando aún más sus reglas y normas: en nueve de cada diez casos se trata de relatos intimistas centrados en personajes con vaivenes psicológicos –si son adolescentes, mejor– y estructuras narrativas con la disfuncionalidad como norma, la (auto)superación como mandato y un optimismo a prueba de todo como fin. En ese contexto, el tránsito de Sentimientos que curan –enunciativa traducción del algo más elusivo Infinitely Polar Bear original– por todos estos lugares marca una de las últimas encarnaciones de esa derrota independentista.Mark Ruffalo es algo así como el Tom Hanks de esta corriente artística, un actor especializado en ponerle el cuerpo a norteamericanos comunes, laburantes, con alegrías y tristezas citadinas y cotidianas, de fácil empatía con el público. Incluso su Bruce Banner en Los vengadores es un tipo al que uno podría cruzarse en plena calle. El principal problema del film es precisamente él, que muta su habitual naturalismo por un exceso generalizado, compendiando tics, poses y gesticulaciones dignas del Al Pacino más crepuscular en todas las escenas en las que aparece. Que son muchas, ya que la ópera prima de Maya Forbes parece construida en derredor de su lucimiento.Ruffalo interpreta a Cameron, un maníaco-depresivo casado con Maggie (Zoe Zaldana) y padre de dos hijas. Que una de ellas preste la voz en off para hilar el relato es el único amparo que justificaría el unipersonal perpetrado por Ruffalo. Producido por el realizador J.J. Abrams (las nuevas Star Trek, la inminente Star Wars) a través de su compañía Bad Robot, el film despliega su núcleo cuando Maggie abandona los suburbios de Boston para estudiar en Nueva York durante un año y medio con el objetivo de insuflarle dinero a la alicaída economía familiar, delegando en su marido la responsabilidad de las hijas en común. Responsabilidad que en principio no sabe bien cómo canalizar –está más cerca de ser un compañero de colegio que de una figura de autoridad– pero que al final sí. Entre medio, Sentimientos que curan se apropia de la bipolaridad de su protagonista, oscilando entre la circunspección y el desborde.
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Pasemos de largo el espantoso título local (es cierto que el original, INFINITELY POLAR BEAR, tampoco ayuda mucho pero de todos modos…) para hablar de esta curiosa comedia dramática acerca de un padre de familia que es bipolar y queda al cuidado de sus dos pequeñas hijas cuando su esposa decide irse a Nueva York a terminar sus estudios. Mark Ruffalo encarna, con todos los recursos del caso, a Cam, un hombre que sufre de ese desorden desde muy joven y que, en pleno hippismo (cuando su curiosa manera de actuar era considerada más una excentricidad que otra cosa) se casó con Maggie, una chica negra (Zoe Saldana), con quien tuvo dos hijas, Amelia y Faith. Los problemas de Cam –que decide obviar casi siempre la medicación que debería tomar– lo convierten, casi, en un chico más de la familia: no puede mantener un trabajo y su esposa se irrita constantemente con él, pero sus hijas lo adoran ya que no les pone límites y juega y se divierte con ellas sin casi restricciones. Sin dinero y tras una crisis de Cam, Maggie se muda a un departamento en Boston que tampoco pueden sostener económicamente. Ya que su marido no puede mantenerlos, ella decide –cuando Cam está mejor y promete seguir su tratamiento– irse a Nueva York a terminar sus estudios y así poder conseguir un trabajo que sostenga a la familia. La idea de que Cam pueda hacerse cargo de las chicas solo durante un año y medio suena complicada, pero él se compromete a que podrá hacerlo. ¿Podrá? INFINITELY-master675-v2Claro que no puede o bien puede a su manera, o no puede como quisiera, debería o uno supone. Y las chicas viven ese período como un verdadero torbellino: por momentos divertido y fascinante, pero en otros peligroso y complicado. Con sus ritmos tan intensos como los de sus personaje, la cámara de Forbes sigue a Ruffalo en sus actitudes “bordes” alcanzando un alto grado de autenticidad pero, a la vez, un cierto agotamiento cinematográfico, poniendo al espectador siempre también al borde del cansancio, de la sensación de que la agitación constante en la que Cam y sus niñas viven empiezan a ser desbordantes para quien las mira. Lo mejor de la película es la honestidad y el cariño con el que Forbes se acerca al personaje de Ruffalo, más allá de que sus descuidos sean peligrosos para la integridad de su familia. Hay un evidente amor de Cam hacia ellas, más allá de que no sepa ni pueda controlar sus emociones o actitudes buena parte del tiempo. Para Ruffalo, un actor que habitualmente da medido, controlado y hasta oscuro, este papel le permite sacar a juego recursos y resortes actorales que no muchas veces utiliza, convirtiendo a su personaje en un torbellino de gestos, movimientos y palabras casi constante. infinitely-polar-bearEl filme transcurre a fines de los ’70 (se basa en la propia historia de la guionista y directora) y eso permite entrar en otros juegos interesantes de analizar, especialmente el eje racial ya que una familia “ensamblada” de esa manera no era común entonces. El, además, viene de una familia de dinero que se rehusa a ayudarlo, mientras que ella es de clase baja y no tiene familia a la vista. Las chicas, entre ambos mundos, se arreglan lo mejor que pueden, tratando de aceptar al padre y de entender a la madre, que toma esa arriesgada decisión en función de un mejor futuro que puede no ser tal. Nada es fácil en sus vidas y el espectador se pone, fundamentalmente, del lado de ellas. Y así llega al final del filme, un tanto agotado de tanta hiperactividad, pero esperanzado en la suerte de las chicas, una de las cuales terminará, claro, haciendo esta película sobre su historia.
Es fácil desestimar a Infinitely Polar Bear gracias a su extraño título o a su temática, la lucha de un padre diagnosticado con depresión maníaca para mantener a su familia a flote mientras su mujer sale a ganarse el pan de cada día. Pero el debut como directora de Maya Forbes, que cuenta su historia personal, exuda confianza y tiene una humanidad demoledora, que eventualmente termina por asimilar al espectador de una manera u otra. En la vorágine del film se encuentra un colosal Mark Ruffalo como Cam, el seguidor de un linaje de alcurnia al cual su enfermedad no le ha permitido terminar estudio alguno, conseguir trabajo o concluir cualquier proyecto, por más pequeño que fuese. Él cuenta con el amor de sus dos hijas, la mayor Amelia -Imogene Wolodarsky, hija de la directora y contrapartida fílmica de Forbes- y la radiante Faith -una explosiva Ashley Aufderheide-, pero no consigue recuperar esa chispa que tuvo con su esposa, la afligida Maggie que interpreta Zoe Saldana. Decidida a darle la mejor educación a sus hijas, Maggie decide retomar sus estudios para conseguirle un futuro mejor a su familia, pero la elección que debe tomar es drástica: mientras estudia, su inestable marido se debe hacer cargo de los retoños de la pareja. Infinitely Polar Bear no necesita de golpes bajos para establecer la condición de Cam como algo grave. Si bien el cuidar de sus hijas de manera rutinaria ejerce una clara presión sobre él, sus hijas entienden a su padre de una manera muy madura, y ambas ayudan a sobreponerse de la situación mientras que no pueden evitar sentirse avergonzadas cuando su padre interviene una y otra vez en sus vidas preadolescentes. La química entre el cuarteto es fantástica y muy real, ya sea en las interacciones de Ruffalo y sus precoces hijas, donde Wolodarsky y Aufderheide proceden a devorar toda escena en la que están presentes, o en las idas y vueltas de Ruffalo y Saldana. El elenco necesita sostener esta idea de una familia disfuncional, y en ese aspecto cumplen con creces. Forbes se lanza de lleno a contar su propia historia tanto como guionista como directora, y saltar alto le trajo sus buenos resultados. En menos de 90 minutos tiene resuelta la trama, con sus altibajos, sin recurrir al drama puro y duro, sino sobrellevar esa liviandad que pesa sobre un tema de este calibre. Hay una fluidez en su dirección que, acoplada a una agradable composición de los años '70 donde transcurre la acción, a veces transmite mucho más de lo que se dice. Infinitely Polar Bear es mucho más liviana de lo que aparenta ser en un principio, pero dicha ligereza no obstruye el camino de contar una historia de vida para nada simple y no menos carente de obstáculos. Gracias a la fuerza actoral presente y al pulso de una directora que sabe lo que hace, el resultado final es una emocionante y humana lucha contra la desestabilidad mental que prometía poco pero que en resumidas cuentas entrega a raudales.
Sentimientos que curan es una película independiente que representa la ópera prima de Maya Forbes, una guionista relacionada con el género de la comedia que trabajó en películas familiares como Monstruos vs.Aliens (Dreamworks) y Diario de Greg 3. Su primera labor como realizadora es una historia autobiográfica donde rememora su experiencia de crecer con un padre maníaco depresivo. Una película que se vio salvada por la interpretación de Mark Rufallo, quien saca adelante un personaje complicadísimo como el rol de un hombre que padece un trastorno mental y debe cuidar a sus hijas durante 18 meses. La buena química que tuvo Rufallo con Zoe Zaldana y las jóvenes que interpretan a sus hijas, entre ellas la hija de la directora, es el principal gancho de una producción que abordó un tema delicado de un modo muy hollywoodense. El film presenta un buen balance entre la comedia y el drama pero nunca va a fondo con el tema de la enfermedad que padece el protagonista. El rol de Rufallo inclusive en algunas escenas es trabajado como un papá copado que tiene algunas excentricidades, cuando padece una condición de salud complicada que nunca llega a ser tratada en profundidad. La directora Forbes en este caso tomó eventos de su vida personal para desarrollarlo en una película que brinda una historia amena y entretenida pero nunca se la juega con el contenido dramático que aborda. A no confundirse, Sentimientos que curan es una buena producción por la labor del reparto, pero podría haber sido mucho más interesante si exploraba con menos superficialidad la salud mental del protagonista y los efectos que esto genera en los vínculos de su familia. La directora sin embargo prefirió hacer una típica película Hallmark que se limita a brindar un pasatiempo entretenido.
Gracias a Mark Ruffalo se acepta hasta lo increíble Esto sí que es un canto a la vida, al amor y la amistad y todo elogio que se le parezca, al punto de que, al final, la directora y guionista Maya Forbes casi logra convencer al público de que la vida es bella, incluso para aquellos que padecen trastornos mentales bipolares (antes denominados "maníacos-depresivos"). Incluso, algo que "Sentimientos que curan" deja claro es que si la vida es bella, incluso puede ser mejor para dos nenas, si su madre "normal" las deja a cargo de su padre maníaco depresivo, bipolar, o lo que sea, siempre que sea un chiflado tan encantador como Mark Ruffalo. Basada en experiencias autobiográficas de su directora y guionista, el guión cuenta cómo Zoe Saldana se enamora de Ruffalo, y aun sabiendo de su condición mental, que entre otras cosas implica no poder conseguir un trabajo estable, decide casarse con él y tener dos hijas. Lógicamente, en algún momento su marido sufre una crisis, lo internan, la pareja se separa, y luego el padre hace todo lo posible para ver a sus nenas lo más que pueda. Pero por problemas económicos que, por ejemplo, le impiden mandar a sus hijas a un colegio privado, la madre decide terminar una carrera dejándolas a cargo de su padre un año y medio. Con un guión que deja muchas preguntas en el aire a las situaciones que plantea, y que se esfuerza todo el tiempo para rematar todo momento oscuro con una solución luminosa y feliz, "Sentimientos que curan" tal vez no sea convincente del todo, pero en la práctica funciona bien y es bastante divertida. Obviamente, todo el peso lo sostiene Mark Ruffalo, tan talentoso como para salir bien de escenas que lo obligan a sobreactuar un poco más de lo necesario. Son cosas de estos cantos a la bipolaridad.
Vivir la inestabilidad Hay muchos títulos de films que, en su traducción, ahuyentan más de lo que ayudan. Sentimientos que curan es uno de esos casos. Si no fuese por las referencias que leí acerca de este film, creo que nunca me hubiera acercado. Afortunadamente dejé los prejuicios atrás y pude ver este buen film. Su gran variedad de matices, entre la comedia y el drama, la ternura y la locura, está muy bien representado en el protagonista Cameron (Mark Ruffalo), por su enfermedad maníaco depresiva. La interpretación del actor sabe explotar muy bien esa inestabilidad emocional. Para repasar el detrás de escena de “Infinitely Polar Bear” (nombre original de la película), se trata de un film muy íntimo, es precisamente la historia personal de la directora y guionista del film, Maya Forbes, que retrata el momento en que su padre Cameron se tuvo que hacer cargo de ella y su hermana China Forbes (artista del grupo musical Pink Martini), a pesar de sus problemas psicológicos y emocionales. Su madre Maggie (Zoe Saldana), al ver la difícil situación económica de la familia, decide ir a estudiar un MBA a la Universidad de Columbia para conseguir trabajo con mayor facilidad. Para hacer eso, necesita que su marido cuide de las pequeñas por el lapso de un año. Lo curioso es que Cameron apenas puede mantener su situación emocional en equilibrio, y así aprende a llevar el rol de padre con mayor responsabilidad y presencia. Ese conflicto tan simple como duro, nos muestra una serie de situaciones que rodean entre lo absurdo, lo gracioso y lo peligroso, y que son interpretadas de manera excelente por Mark Ruffalo. El actor logra armar un gran personaje tan cómico y tierno, como duro y agresivo en sus momentos más difíciles. También es para destacar la actuación de sus hijas, Amelia (Imogene Wolodarsky, hija de la directora) y de Faith (Ashley Aufderheide), que interpretan bien la madurez y el fuerte, pero frágil, sentido común de los infantes para ayudar a su padre en la difícil tarea. Por momentos, la situación de la historia parece un grupo de niños cuidándose entre sí, y eso es destacable en la interpretación de todos los actores. Es una linda historia, bien contada y simple. Se trata de un film acotado y sólido, no se extiende de más, ni busca forzar un golpe emocional. Logra naturalmente transmitir y generar emociones en el espectador sin necesidad de apelar a grandes escenas dramáticas, más allá de algún momento triste. Ahora que lo pienso, si se busca apelar a un público necesitado de un film emocional y familiar, el título no está tan mal. Pero al hacer eso, se pierde un público mucho más amplio que busque humor o situaciones graciosas y absurdas, que en Sentimientos que curan abundan, y mucho. De una forma o de otra es un filme recomendable para todo tipo de público, en serio.
Autobiografía emocional Mark Ruffalo es un actor confiable, uno de esos fundamentales, que siempre dan lo mejor de sí, quizá porque posee el don o el secreto de la naturalidad aun en circunstancias difíciles, con personajes incluso bajo presión. Zoe Saldana tiene una gracia fotogénica insoslayable, y una sobriedad triste en su mirada y en sus expresiones que interactúan muy bien con Ruffalo. Las niñas actrices están ajustadísimas, con nada de actuación infantil, nada de esa sensación de querer mirar hacia afuera del cuadro para recibir instrucciones. La directora y guionista debutante Maya Forbes ofrece una historia autobiográfica sobre crecer en una familia de padre blanco y madre negra a fines de los 70 y principios de los 80, sobre la separación y la internación del padre, y sobre todo acerca del regreso del padre a hacerse cargo de las niñas en forma casi exclusiva mientras lucha con su condición de maníaco depresivo (el título original es un chiste-malentendido infantil a partir de la palabra bipolar). Las disputas familiares y las recaídas de Cameron (Ruffalo) son siempre matizadas por alguna salida sardónica, por componentes humorísticos y sobre todo por una ternura todoterreno que sobre el final hace sistema -podría decirse- emocional. El problema de esta película bien ambientada, bien musicalizada en sus dos líneas -composición para el film y canciones-, incluso ajustada en el timing de cada secuencia, es que su narrativa es tenue y dubitativa. Esas buenas secuencias, con diálogos certeros y afilados y con no poco sentido del humor, podrían ser muchas más o muchas menos, porque Sentimientos que curan tiene la lógica de un diario íntimo revisitado que no se juega por la lógica puramente episódica y desarticulada, pero tampoco da lugar a una narrativa sólida que pueda sostener con alguna clase de tensión o cohesión los diversos méritos desplegados.
El osito bipolar Sentimientos que curan (Infinitely Polar Bear -2014-) es la ópera prima autobiográfica, al mejor estilo Valeria Bruni-Tedeschi, de la directora Maya Forbes. Bien lograda desde los matices, alcanza altos niveles en la intimidad de una familia disfuncional y suma puntos extra por nunca caer en el golpe bajo. Las décadas de los 60, 70 y 80 estuvieron fuertemente marcados por la psicodelia que rondaba en los Estados Unidos, “en esa época todos se estaban volviendo un poco bananas”, dice la voz en off que emula la vida de la directora. Pero si a esto le sumamos la educación de dos nenas, hijas de padre blanco, Cameron -Mark Ruffalo- y madre negra Maggie -Zoe Saldana-, además con un padre diagnosticado maníaco depresivo, el cóctel resulta más que atractivo, no para vivirlo, pero sí para la pantalla grande. Si hay algo que mantiene en pie a este film debut son las actuaciones, el núcleo familiar formado entre Mark Ruffalo, Zoe Saldana, Imogene Wolodarsky -Amelia-, Ashley Aufderheide -Faith- no puede tener mejor desempeño. Ruffalo y Saldana, adeptos al mundo Marvel - Hulk y Guardianes de la galaxia-, son siempre cartas seguras de instantánea simpatía, empeño por darlo todo en cada personaje y culpables de esas miradas tanto tristes como esperanzadoras que hacen a la imagen de la película casi en su totalidad. Sin embargo, la sorpresa llega de la mano de las crianzas Imogene Wolodarsky y Ashley Aufderheide, ambas tienen la gran tarea de entrar en la piel de la directora y transitar/transmitir un camino que ningún niño debería. Se las ve en un claro crecimiento de principio a fin, una economía de gestos digna de actores consagrados y a años luz del típico problema infantil de mirar fuera de cuadro por instrucciones. Tal vez, el espacio más flaco del film de la escritora de Monstrous versus Aliens -2009-, sea en el ritmo. Al igual que su protagonista, Cameron, el largometraje sufre de altibajos muy pegados uno del otro y, si bien la enfermedad de Cam está retratada casi de forma impecable: ataques de nervios y ansiedad para con sus niñas, seguido de arrepentimiento extremo y ternura infinita, el ritmo de la película no cuenta con esa versatilidad. Acaso sea por culpa de la experiencia de Ruffalo y por falta de experiencia de la directora. Como conclusión, el film debut de la massachutense puede resultar lento, pero es de esas piezas que se aferran a los pensamientos en los días posteriores y la experiencia es totalmente satisfactoria. Por eso alcanza los 7 Santitos.
Se encuentra ambientada en la Boston de 1978 y van pasando los años, con una buena reconstrucción de época y con la soberbia actuación de Ruffalo quien por este trabajo sería digno de ganar algún premio. Es un hombre con trastornos en su personalidad que intenta recuperar a su esposa Maggie (Zoe Saldana, “Avatar”, “Guardianes de la galaxia”) y sus dos hijas Amelia (Imogene Wolodarsky, la vida real es la hija de Maya Forbes). Se destaca su actuación y Faith (Ashley Aufderheide,” Imborrable” serie por TV). El título en inglés "Infinitely Polar Bear” está relacionado con el personaje de Mark Ruffalo. Contiene muy buenos diálogos y una estupenda dirección de Maya Forbes, (debuta en la dirección, como guionista "Monsters vs. Aliens", "The Rocker".
PADRE DESCONTROLADO Lo mejor que se puede decir es que trata de un relato autobiográfico que intenta ser simpático, intimista y sensible. Pero claro, son muchos los lunares que estropean esta aspiración. Es la historia de una pareja con dos hijos. El es Cameron (Ruffalo) un bipolar. Ella sabía cuando se casó, pero bueno. Hoy, después de una severa crisis, lo internaron. Y ella lidia con las dos hijas, un presupuesto escaso y un porvenir poco prometedor. Por eso decide irse a Nueva York a capacitarse para tener mejores oportunidades. Y le deja las hijas al cuidado de este papi bipolar, que cada tanto tiene sus brotes, que vuelve al alcohol, que es un tiro al aire, que a veces parece un padre pintoresco y otras veces un loco lindo inmanejable. El film deja hacer a sus personajes, acumula escenas sueltas, no le preocupa el desarrollo dramático. Cuentas las idas y vueltas de una familia disfuncional desde los ojos de una de las hijas, pero es chata y reiterativa. Más que un homenaje a ese padre entrañable y desolado parece rescatar la idea de que al final siempre la familia es el mejor lugar para poder curarse.
La consagración de Mark Ruffalo El filme encumbra a uno de los mejores actores de Hollywood de su generación. Sentimientos que curan confirma al menos dos cosas: que el cine indie norteamericano es mucho más que un conjunto de películas hechas para festivales al estilo Sundance, como muchos insensatos creen; y que Mark Ruffalo es un actorazo, uno de los mejores de su generación y del actual panorama del cine de Hollywood. Hay un cine de autor y un cine de actor, que sería ese cine cuyas películas son reconocibles más por la labor de sus protagonistas que por la de sus directores. Y Sentimientos que curan es un filme en el que su actor principal la rompe y se impone por sobre todos y por sobre todas las cosas. Ruffalo es enorme como el Increíble Hulk e interpreta el papel de su vida en una película chiquita y conmovedora, que se toma licencias inverosímiles (con trampas y errores) pero que cumple con creces. La voz en off de Amelia, la hija mayor de Cameron Stuart (Mark Ruffalo), cuenta que a su papá le diagnosticaron depresión maníaca a fines de la década de 1960. Sin embargo a Maggie (Zoe Saldana), la madre, no le importó el detalle y se casó lo mismo y tuvieron dos pequeñas, ella (Imogene Wolodarsky) y Faith (Ashley Aufderheide), su hermana menor. Después de esta introducción con imágenes de viejas grabaciones caseras, el relato salta hasta 1978, a la casa de campo donde viven, cuando a Cameron le agarra un típico ataque de maníaco depresivo y bipolar y su mujer se da cuenta de que la situación es inmanejable y que se le escapa de las manos. A Cameron lo internan en un centro de rehabilitación. Maggie se muda a Boston con las niñas para conseguir un mejor trabajo. A pesar de que él viene de familia acaudalada, viven casi en la miseria y Maggie quiere que sus hijas vayan al mejor colegio. Conseguir un buen trabajo para costear los gastos de la casa y de la educación de las nenas se hace difícil sin la ayuda de un esposo. Es por esto que Maggie decide solicitar una beca en la Escuela de Negocios de Harvard. Obtener el título en 18 meses y regresar es el plan. Pero ¿con quién dejará a las chicas? El único que puede cuidarlas es Cam, a pesar de su inestabilidad psíquica. La decisión es dura para los dos. Para él porque tendrá que asumir una responsabilidad mayúscula; para ella porque se tendrá que ir lejos de sus hijas. El gran acierto de la directora Maya Forbes está sin dudas en el casting, porque a Ruffalo lo acompañan dos grandes promesas de la actuación, como las dos actrices que hacen de las hijas. La química que hay entre ellas dos y el actor es de una sensibilidad de otro orden. Y hasta Zoe Saldana está bien, a pesar de que interpreta al personaje menos comprensible de la historia. Sentimientos que curan es una película optimista, que no cae en golpes bajos, que sortea las dificultades con humor, con grandes actuaciones, con ritmo en la narración y con una banda sonora acorde al drama que cuenta. Pero el filme también significa el triunfo de Mark Ruffalo como actor, quien está excesivo, exasperante, desquiciado, desbordante, genial. Hacia el final se llora hasta por los codos al ver a ese inmenso actor mirándonos y entregándonos su arte así como si nada.
“Sentimientos que curan”, el título argentino para “Infinetely Polar Bear”, es una versión hiperrealista de personajes de Woody Allen. Y lo más sorprendente es que fueron inspirados por la realidad: la historia se parece mucho a la de la directora Maya Forbes, descendiente de una de las dos familias más antiguas de Boston. Maggie (Zoe Zaldana) y Cameron (Mark Ruffalo) tienen dos hijas, forman una pareja interracial, ella de clase media y él de clase alta -aunque vive casi en la pobreza- y bipolar. De ahí el juego de palabras inventado por la hija menor por la semejanza fonética entre bi polar y polar bear. ??Maggie es una mujer culta pero por su color de piel debe luchar por cada espacio profesional, además de hacerse cargo de la educación de sus hijas. Por eso decide dejar Boston para hacer una maestría en Nueva York. Y Cameron queda al frente del hogar. Sensible e ingenioso, el hombre tiene todos los tics allenianos, pero en versión políticamente incorrectas: fuma todo el tiempo, putea y toma alcohol, además de litio, clorpromazina y otras cuantas drogas. Y es como un niño al cuidado de sus hijas. Maggie lo resume así: “Vos tenés sangre azul. Cuando los blancos viven en la miseria, son excéntricos; cuando lo hacen los negros, no tiene ningún encanto”. Con un estilo entre el documental y la más formal de las películas, Forbes -una experimentada productora y guionista- evoca en su debut como directora su propia historia, pero pone en primer plano los afectos, con dosis justas de humor y drama.
Porque no todo en la vida es Star Wars, llega una inusual y muy estimable comedia dramática de la mano de J.J.Abrams. Directo de Sundance El Festival de Sundance es el evento más importante del “cine independiente” norteamericano y representa una de las pocas oportunidades de exposición para cineastas incipientes. Desde su inicio en 1983, esta celebración ha crecido al nivel de convertirse en un espacio de validación artística para muchos actores y actrices que no obtienen suficiente respeto gracias a su participación en el mainstream. Sentimientos que curan -hicieron lo que pudieron los traductores con Infinitely Polar Bear– es uno de estos casos; una propuesta que incluye la participación estelar de Mark Ruffalo y Zoe Saldana, la producción de J.J.Abrams (Bad Robot) y una directora debutante como Maya Forbes. Una película que funciona a beneficio de todos los integrantes, incluido el espectador. Amor bipolar Ruffalo interpreta a Cameron, un padre de familia maníaco-depresivo -no, no se transforma en Hulk- . que debe cuidar a sus dos hijas tras la decisión de su esposa, Zoe Saldana, de estudiar 18 meses en Nueva York para ulteriormente encontrar un trabajo que pueda sustentar el pobre estado económico de su familia. La trama se inserta temporalmente dentro de la década de los 70s pero a diferencia de muchos films sobre este período, la puesta en escena apenas lo hace notar sin exagerar nunca con peinados estrambóticos ni vestuario a lo Travolta – cof cof, American Hustle, cof cof -. Para ésto, Forbes recurre a una textura visual cercana al Super 8 sumado a algún que otro detalle tecnológico de la época. Luego de años escribiendo por encargo películas infantiles (Monsters vs.Aliens y El Diario de Craig 3, entre alguna de ellas), Maya Forbes obtiene la chance de firmar – y dirigir por primera vez- su guión más adulto y personal hasta la fecha; que si bien ahonda en temas serios, prioriza el humor y la fluidez del relato ante todo. Sin embargo, es la performance de todo el reparto lo que le da verdaderamente dimensionalidad al argumento. Ruffalo compone a un protagonista luminoso con pasajes oscuros sin caer nunca en el cliche del patetismo forzado. Saldana se limita a acompañar correctamente y tiene buena química pero queda opacada por las brillantes actuaciones de las jóvenes Ashely Aufderheide y Imogene Wolodarsky como las hijas del matrimonio. Si la película funciona es en gran parte por ellas dos. Pese a todas sus virtudes, es inevitable encuadrar a Sentimientos que curan dentro de géneros del “indie” – ¿indie de qué?, no sabemos- como el mumblecore o el coming-to-age. En esta gama de largometrajes, es común encontrar una pareja heterodoxa con aspiraciones peculiares, niños confundidos y música folk optimista con ukelele. No tengo nada en contra de los géneros…siempre y cuando se reconozcan como tal y no como una obra de arte de completa originalidad. Bueno, quizás estoy siendo demasiado quisquilloso, lo admito. Conclusiones Con un buen guión y grandes actuaciones, Sentimientos que curan es un film que le escapa a la grandilocuencia para contar una historia tan sencilla como disfrutable. A seguir esperando más de Sundance.
Escuchá el audio (ver link). Los sábados de 16 a 18 hs. por Radio AM750. Con las voces de Fernando Juan Lima y Sergio Napoli. Un espacio dedicado al cine nacional e internacional.
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Cameron y Maggie parecen una pareja feliz. Pese a que él venga de cuna de oro, ambos quieren llevar las riendas de sus propias vidas, y al poco tiempo de casarse, son bendecidos con dos hermosas hijas. Pero Cameron empieza a sufrir ataques maníacos depresivos y debe ser internado. Ante la ausencia de él, ella debe conseguir un trabajo y la única forma posible de lograrlo es estudiando por un año alejada de sus hijas; así es como Cameron debe hacerse cargo de las niñas mientras aún lidia con su enfermedad y subsisten aceptando a regañadientes la ayuda de la familia de Cameron. Sentimientos Que Curan puede sonar a uno de esos dramones que se hacen buscando ganar premios, y que apelan sin razón alguna al golpe bajo sólo para conmover al público más sensible y visceral que se emociona con cosas obvias. Bueno lectores, de eso (por suerte) van a encontrar poco y nada en este film. Si bien es un drama, la trama no va a girar en torno a los problemas económicos de los Stuart, o si Cameron perderá el derecho a ver a sus hijas debido a su enfermedad. Debo reconocer que cuando inició la película, tenía miedo que todo se encaminara a otro film sensiblero estilo En Búsqueda de la Felicidad, pero nada más errado de la realidad. En esta ocasión, vamos a ver una historia de superación y conocimiento, tanto propio y para con los demás. Como Cameron se irá dando cuenta de que es capaz de hacer cosas que los demás dudan, y por otro lado entablar por fin una verdadera relación de padre-hijo con sus pequeñas. Todo esto se vuelve creíble principalmente por el enorme papel que hace Mark Ruffalo. No solo por cargarse prácticamente toda la película a sus espaldas; si no por lo verosímil que se nos hace su personaje, con varios matices que veremos de forma natural: jocoso, volátil, amistoso y cariñoso. Pero como dije, Ruffalo no está solo y las chicas que interpretan a sus hijas Amelia (Imogene Wolodarsky) y Faith (Ashley Aufderheide) logran componer a las hijas de forma bastante aceptable. Se sabe que en el cine trabajar con chicos es peligroso, porque pueden dar como resultados personajes insoportables que lejos de encariñar al espectador, lo repelen. Por suerte en esta ocasión no se da y las pequeñas se complementan a la perfección con Ruffalo. Es una lástima que Zoe Saldana salga poco y nada en el film, aunque para la historia su presencia no se requiere demasiado. Si la película funciona, es por la acertada elección de Maya Forbes (directora y guionista) a la hora de escribir el guión. Como mencioné más arriba, evita caer en lugares comunes y logra construir una historia amena y llevadera que nos sacara más de una sonrisa; aunque como punto en contra podemos decir que para Cameron y sus hijas parece todo salir demasiado bien siempre, no mostrando un gran conflicto sinceramente. Sentimientos Que Curan es una película chiquita, que apunta a hacerle pasar un buen momento al espectador y conmover un poco pero sin buscar la obviedad; y en este apartado funciona y para quienes quieran escapar de los grandes tanques de Hollywood, acá tienen una opción más que válida.
El sentimiento de confusión que proporciona esta película mientras la estamos viendo es directamente `proporcional a la búsqueda de sentido sobre la misma. Se podría decir que es nada al mismo tiempo que quiere serlo todo, desprende en cada fotograma la idea de la independencia absoluta, simultáneamente se las arregla para constituirse dentro de los parámetros del “Sundance Festival”, ese que hace alrededor de 40 años creara Robert Redford. A esto le podemos agregar lo indefinido del titulo original “Infinitely polar bear”, algo así como “Infinitamente oso polar”, pero que en estas latitudes alguien se le ocurrió “Sentimientos que curan”, ni aparecen osos polares y definitivamente no estamos frente a la curación de nada, si algo no trata el filme es de un personaje en camino de ninguna recuperación de salud, ni de alguna absolución. No sólo desde las intenciones comerciales se puede oler esto, también narrativamente, sobre todo desde la estructura, es indefinible, arranca como un gran flash back, con una voz en off, quien se presenta como la hija mayor de un matrimonio conformado por Cameron (Mark Ruffalo) y Maggie (Zoe Saldaña), con características determinantes y muy significativas en su conformación. Él, es hijo de una familia rica de Boston; ella, es de raza negra, de origen pobre, luchadora incansable, con una historia oculta. Él, sufre de una enfermedad mental, diagnosticado como maniaco-depresivo, (el termino de bipolaridad surge hace muy pocos años); a ella, sólo le importa el afecto que él le demuestra. Así nos es presentada por Amelia (Imogene Wolodarsky) la hija mayor del matrimonio, quien esta interpretada por la hija de la realizadora. Precisamente conformada la pareja, la historia se inicia a un año del estreno de “¿Sabes quién viene a cenar” (1967) y dos antes del estreno de “Love story”, como dice la canción del dúo cubano “Buena Fe …. “Hay quien se atemoriza cuando entra en su cerebro La información de su hija va a casarse con un negro”…… Estructuralmente el filme se construye también con indefiniciones, si comienza con un retorno al origen de la historia, para desde ahí ir desplegando de manera lineal y progresiva la historia familiar, circulando hacia un contexto sólido sobre que va a versar, desde la instalación del verosímil. Para que en un momento crucial del relato, se rompa con la constante para instalarse de manera episódica, demasiado fragmentada, subtitulando los sucesos con los nombres de las estaciones temporales, lo que va en detrimento del crecimiento emocional del texto. En tanto desde el relato, va cayendo en demasiados lugares comunes, sin profundizar ningunos de los temas que presenta, Si algo sostiene todo son las actuaciones, una excelente performance de Zoe Saldana, pero una clase magistral de actuación de Mark Ruffalo, uno podría decir que parecería exagerado en la cantidad de manifestaciones que presenta en su interpretación, pero no es tan distante de la realidad, el compromiso corporal, el uso de la mirada para denotar sensaciones encontradas o perdidas, los cambios en los tonos de voz, todo un catalogo de recursos histriónicos sutiles y aparentemente inacabables. Claro que por momentos, y sólo desde la clínica psiquiatrita, parecería que estamos en presencia de un trastorno limite de personalidad, pero el diagnostico diferencial no esta del todo delineado. Todas esas cuestiones de indefiniciones nombradas al principio, la independencia a ultranza y sus parámetros Sundance, se ven reflejados en toda la producción, pero las preguntas que se instalan, ¿de que se trata todo esto? ¿es sólo otra historia de un enfermo?. son respondidas al finalizar la misma, cuando durante los créditos aparece la dedicatoria a los padres de la realizadora y las fotos de ambos en una imagen vista durante la proyección, lo que la termina definiendo como un homenaje y agradecimiento a sus padres. También podría pensarse en que todo es un opus para el lucimiento de Mark Ruffallo, quien es uno de los productores ejecutivos, de hecho, se roba la película, al tiempo que Hollywood le robo el “Oscar” el año pasado.
Sentimientos que curan nos trae una historia de una familia “tipo” (Madre, Padre y 2 hijas) que viven en el campo, en lo que parece ser una línea temporal entre la década del ´80 y el ´90 o un poco más, según los detalles escenográficos. El padre de familia (Cameron), padece la enfermedad maniaco depresivo, por lo que la vida que llevan es un tanto compleja. Todo el drama comienza cuando Cameron sufre de un trastorno serio de depresión cuando su esposa (Maggie) decide que la relación no da para más y busca separar a sus hijas del padre, por el peligro que ella cree que este les genera con sus cambios de personalidad. El padre es internado y la madre se muda a un chico departamento en una zona de bajos recursos juntos a sus dos hijas. Las distintas circunstancias dramáticas que nos propicia el film hacen que el padre se debe “hacer cargo” de las niñas, en una historia que saca a relucir lo mejor de Mark Ruffalo. Y pongo las comillas porque durante la película nos preguntamos constantemente si es el padre quien se hace cargo de las niñas o al revés y quien realmente ayuda a quien, que considero es algo mutuo mediante el cariño que se tienen. La película se lleva bien, con un Mark Ruffalo que hace de un difícil papel, fácil, en un film que usa el cambio de personalidad constantemente para formar las relaciones que busca exponer entre el padre y sus hijas, buscando llegar el sentimentalismo al público. ¿Lo logra? Si, lo logra. Pero no de la forma que nos imaginábamos en un principio. Si bien la historia es realmente simple, el punto más importante es cómo logra llegar al público desde digamos “la parte menos dura” de la enfermedad, es decir, la fase maniaca y no de la depresión, que como sabemos desde ese punto no hay quien no se sensibilice con el protagonista. Ojo, también tenemos de esas escenas, pero principalmente la película se enfoca más en el lado maniaco de la enfermedad. A su vez, y además del drama, se usa el recurso de la comedia perfecto, en los momentos justos y con la cantidad necesaria para profundizar la emoción en los espectadores. El título de la película puede ser un tanto engañoso, haciendo pensar al espectador que existirá una solución mágica al problema raíz, pero no es así, por más que el público se lo quede esperando. Con un fuerte uso del amor, la película avanza haciendo notar de que mientras el mismo exista, todo es posible y siempre hay una solución, siendo este el mensaje principal que se busca transmitir, aunque al final no termine encajando en todos los aspectos. Si bien la línea principal está clara, nos encontramos durante la película con varios temas extra a los que el film aprovecha y les hace una dura crítica, como el sistema educativo o la discriminación en la contratación laboral de mujeres con hijos, además de otros temas interesantes. En fin, Sentimientos que curan es de esas películas donde para algunos es una joya para otros queda con sabor a poco. Con una historia simple que utiliza el lado “menos crítico” de una enfermedad, quizás en abuso ya que nos quedamos con ganas de ver un poco más del otro aspecto, pero que termina logrando su cometido gracias al acoplamiento de la comedia y buenas actuaciones. Sin ser la joya del año en el género, es una muy linda opción para ver en familia.
Una historia que reivindica la humanidad "Infinitely polar bear" es un dramedia de corte independiente que trata acerca de cómo una familia de cuatro miembros, marido, mujer y dos hijas, sobrelleva la enfermedad psiquiátrica de uno de ellos, el hombre de la familia, que es interpretado por el siempre placentero Mark Ruffalo. Cam (Ruffalo), es un simpático maníaco depresivo que de vez en cuando pierde los estribos y hace sufrir a su esposa e hijas momentos de mucha inestabilidad (prácticamente lo despiden de todos lados por su condición) e incluso de miedo físico. El tema es que dentro de todo es una persona que tiene bastante controlada la enfermedad, aunque a veces tiene fuertes recaídas que hacen prácticamente imposible la convivencia. Su esposa Maggie (Zoe Saldana) es una mujer fuerte que durante mucho tiempo relegó sus capacidades laborales en pos de su familia y cuidar específicamente de su marido. La mala situación económica de la familia los lleva a tomar decisiones duras que sacarán sonrisas y sollozos por igual al espectador. La escritora y directora Maya Forbes nos regala el viaje de esta familia disfuncional, que con todas las diferencias que puede presentar con respecto a la familia del espectador, toca temas universales que atañen a todos. El sacrificio, la paciencia, la madurez, la ponderación de las cosas realmente importantes en la vida de una familia y sobretodo el amor, ese fenómeno que arregla todo y hace del mundo un lugar mejor para vivir. "Infinitely polar bear" es una película positiva, que sin golpes bajos nos pasea por la esencia de ser humano. Creo que todos los protagonistas hacen un buen trabajo, sobretodo Ruffalo y la más pequeña de sus hijas, la joven actriz Ashley Aufderheide, que le aporta frescura y ternura a la historia. El film cuenta un relato simple pero potente, quizás endulzado un poco de más, pero que de todas maneras logra el propósito de transmitirle al espectador la humanidad de sus personajes.