Rescate en la urbe. Si bien la animación en stop motion es tan antigua como el cine mismo, recién en la década del 30 comenzó a ser utilizada con un cierto grado de complejidad técnica desde el contexto industrial norteamericano, obnubilando a los espectadores de todo el globo. En este primer y extenso período las figuras claves fueron Willis H. O’Brien, responsable de clásicos como El Mundo Perdido (The Lost World, 1925) y King Kong (1933), y el archiconocido Ray Harryhausen, artífice de La Bestia del Mar (It Came from Beneath the Sea, 1955), Jasón y los Argonautas (Jason and the Argonauts, 1963) y Furia de Titanes (Clash of the Titans, 1981), ejemplos icónicos del arte de fotografiar los micromovimientos de títeres austeros. Con el advenimiento de los CGI y la fanfarria de un Hollywood mimetizado con una usina de productos de corto plazo, la tecnología perdió mucho peso a partir de los 90 y/ o fue reducida a un componente más del combo polimorfo de los efectos visuales. Aun así, durante los últimos lustros lograron destacarse Henry Selick, realizador de El Extraño Mundo de Jack (The Nightmare Before Christmas, 1993), Jim y el Durazno Gigante (James and the Giant Peach, 1996) y Coraline y la Puerta Secreta (Coraline, 2009), y Nick Park, creador de Pollitos en Fuga (Chicken Run, 2000) y la saga de Wallace y Gromit, dentro de la cual sobresale el largo La Batalla de los Vegetales (The Curse of the Were-Rabbit, 2005). Hoy tenemos ante nosotros el eslabón final de esta cadena de correlatividades: Shaun, el Cordero: La Película (Shaun the Sheep Movie, 2015) es la adaptación para la pantalla grande de la serie televisiva homónima, la cual a su vez fue un spin-off del universo de Wallace y Gromit, en donde pudimos conocer de manera algo tangencial al secundario que luego pasaría a protagonizar una de las franquicias más exitosas de Aardman Studios. En esencia hablamos de un personaje muy sencillo dirigido al sector infantil, sustentado en su temple silente, el entorno campestre y un humor ingenuo en sintonía con el slapstick de rasgos más tradicionales, aunque siempre atento a las ironías implícitas en cada situación. La propuesta en cuestión explota con eficacia esa mixtura de picardía y candidez propia de Shaun, utilizando de punto de apoyo la fórmula del “campesino en la gran ciudad” para parodiar la vida metropolitana, la cultura de lo fútil, cierto sadismo en la imposición del orden público y en general la idiosincrasia británica, tan altiva e indolente como astuta y desconcertante (aquí otra de las travesuras del personaje desemboca en la pérdida de memoria del Granjero y la odisea de tener que “rescatarlo” en un inesperado viaje hacia la urbe). Simpática y extremadamente simple, la obra respeta el canon de los relatos de corazón tierno y ritmo apacible, ese que va a contramano de la banalidad de nuestros días…
Tengas la edad que tengas, no te prives de ver Shaun el cordero ya que es una maravilla. Una joyita para ver varias veces, pues es tan rica, que cada nueva vez que la veas seguro te vas a reír con algo que no habías descubierto anteriormente. Sin emitir una sola palabra, la película mantiene su ritmo e ingenio sin....
Tres años han pasado ya desde la última producción de Aardman Animation Studios. Piratas! seguía la línea de Wallace & Gromit y Pollitos en fuga en cuanto a clave de humor y animación. Y Shaun: El Cordero no es más de lo mismo, sino un perfeccionamiento del estilo que caracteriza a la compañía. Contar una historia con la técnica de Stop-Motion no es fácil en muchos niveles. La animación de por sí es una tarea trabajosa que requiere de un particular talento y ojo. Y si además le agregamos que los guionistas decidieron prescindir del dialogo a lo largo de sus 85 minutos de metraje, bien podría decirse que el desafío de entretener a buena parte del público era doble. El rebaño protagonista está dotado de un carisma y una chispa que por momentos recuerdan a estrellas del cine mudo como Buster Keaton o el mismo Chaplin, pero más británico aun. Sus expresiones y movimientos no necesitan mucho más que un buen acompañamiento sonoro (como el que tiene) para decir mucho sin abrir la boca. El miedo de que la película de la oveja Shaun se suceda como un episodio de la serie estirado forzosa y artificialmente se diluye cuando comienza la historia y en la migración de la oveja a la ciudad vemos un mundo de oportunidades bien aprovechadas por gags cortos que nunca pierden su funcionalidad a la historia principal. El primer candidato al Oscar para la mejor película de animación del año se asoma con una cobertura de lana y pocas palabras para escuchar, y a la vez mucho que decir.
Los entrañables personajes de Nick Park vuelven a la pantalla grande de la mano de la ovejita Shaun y sus amigos de la granja demostrando, una vez más, que la animación es una cuestión de chicos y grandes. Así como lo hicieran con “Pollitos en Fuga” (Chicken Run, 2000) y “Wallace y Gromit - La Batalla de los Vegetales” (The Curse of the Were-Rabbit, 2005), los genios de Aardman Animations -con el productor Nick Park a la cabeza-, vuelven a sorprendernos con sus maravillosos personajes de “plastilina” en stop-motion y una historia tan sencilla y simpática que ni siquiera necesita de diálogos para hacernos reír y enternecernos por partes iguales. Aquellos que estén familiarizados con el universo del amante del queso y su fiel compañero perruno, ya conocen al intrépido ovino que se ganó su propia aventura cinematográfica de la mano de los debutantes Mark Burton y Richard Starzak. “Shaun el Cordero – La Película” (Shaun the Sheep Movie, 2015) es una comedia animada basada en la acción, los gags, algunas referencias pop y una gran banda sonora muy al estilo inglés, cuya mezcla da por resultado una simpática propuesta para toda la familia. Burton y Richard no necesitan de palabras para contar las aventuras de estos animalitos de granja que, cansados de la rutina, se meten en mil y un problemas que los llevan a la gran ciudad. “Shaun” rescata el espíritu de los clásicos silentes, la comedia física, las melodías como herramienta y un sinfín de gestos y piruetas a cargo de los animados protagonistas. Acá no hay animalitos parlanchines, ni siquiera seres humanos que modulan una palabra inteligible, todo se basa en el fino humor inglés que se va hilando en una seguidilla de acontecimientos, de acciones y reacciones y, sobre todo, mil enredos. Shaun y sus amigas lanudas están agotadas de la rutina y el apretado horario de la granja que hace rato perdió su diversión. Este desgaste también se nota en la actitud del granjero, que fue perdiendo el entusiasmo y ocultando su cariño hacia los animalitos. El cordero decide patear el tablero y crear un magnifico plan para sacarse de encima a su dueño por un rato y gozar de las delicias del ocio y el descanso. Claro que las cosas no salen tan bien como lo esperaba y el granjero termina rodando cuesta abajo, hacia la gran ciudad, donde un accidente lo deja temporalmente amnésico y totalmente alejado de sus tareas de la estancia. Bitzer, su leal canino, intenta seguirle los pasos para traerlo de vuelta, pero la culpa también invade a Shaun que rumbea hacia la metrópolis sin saber que allá la esperan un sinfín de aventuras, nuevos amigos, un malévolo personaje y la meta de recuperar a su dueño. “Shaun” no es insolente, aunque juega un poco con el doble sentido, sigue la línea de sus predecesoras y se vale de los gags y cierto humor “inteligente”. Hay chistes escatológicos, pero también hay mil referencias para que disfruten los adultos, algunas tan sutiles que uno agradece la falta de subtítulos. La ternura y la honestidad de sus personajes también juegan un papel fundamental en esta historia que no se priva de casi nada y nos hace lanzar carcajadas y “AWWWWW” con muy poco. La gente de Aardman sigue demostrando que son los reyes en lo suyo, lástima que sus obras nos lleguen tan espaciadas. Pero cuando lo hacen son el refrescante perfecto entre tanta película animada en CGI que, a pesar de que muchas son geniales, carecen de ese toque más “natural” que suele brindarnos la técnica del stop-motion. Dirección: Mark Burton y Richard Starzak Guión: Mark Burton y Richard Starzak
Una absoluta delicia La oveja Shaun está basada en una serie de televisión animada mediante la técnica conocida como stop-motion. La serie, de origen británico, y producida por la Aardman Animations se emitió por primera vez en CBBC en marzo de 2007. Los personajes de esta serie, que constaba de cuatro temporadas de ciento veinte episodios en total, aparecieron por primera vez en 1995 en un cortometraje de Wallace y Gromit, que en Argentina se tituló Wallace & Gromit: una afeitada al ras. Era lógico pensar que de un tiempo para acá se debía producir el salto a la gran pantalla, sobre todo porque hablamos de unos personajes muy populares gracias al merchandising (lo que se viene a conocer como universo oveja, con especial atención al bebé Timmy, siempre pegado a su chupete; su mamá, fácilmente reconocible porque siempre lleva rulos; Shirley, la oveja más grande y gorda del rebaño; El Dúo, dos ovejas que siempre aparecen juntas, y como no Bitzer, el perro ovejero y mejor amigo de Shaun). ¿Y qué es esto de la stop-motion? Pues no se trata de dibujos animados tal y como los conocemos tradicionalmente, sino de fotografías de un objeto físico (en nuestro caso figuras de ovejas) que se modifican levemente entre fotogramas, y luego, al juntarlas todas, dan la apariencia de que se mueven. El estudio Aardman se especializó en este tipo de animación utilizando como elemento principal la plastilina (lo que se conoce como claymation). En una época en la que lo que prima son los efectos especiales por computadora, y la aplicación de las últimas tecnologías animadas dan como resultado que en ocasiones tengamos la percepción de acudir más a un parque temático que a una sala de cine es necesario alabar la dura y artesanal labor de una productora que apuesta por un tipo de animación mucho más tradicional. Y es que algo de especial tendrá esta Compañía cuando el propio Hayao Miyazaki, director de El viaje de Chihiro (2001) y otras joyas animadas, se ha declarado fan confeso admirador de todas sus producciones, destacando sobre todo su elegancia y el sofisticado humor británico que destilan sus trabajos. La oveja Shaun es una delicia animada llena de ingenio y escenas hilarantes; una auténtica metralleta de gags y referencias al slapstick más clásico, basada en una narración completamente visual y carente de diálogos. Logra arrancar la carcajada en más de una ocasión, lo que en estos tiempos que corren de comedias para el bostezo ya es todo un logro. La premisa desde la que parte el desarrollo argumental es tan simple como efectiva: la oveja protagonista decide tomarse el día libre, cansada de la rutina diaria de la granja en donde vive, pero las cosas se complicarán cuando por una serie de casualidades el pastor que las cuida acabe perdido en la gran ciudad. La acción y la diversión están servidas, con un puñado de ovejas recorriendo la urbe intentando pasar desapercibidas. Una historia encantadora llena de corazón y de humor, accesible y disfrutable para todo tipo de público.
Una Aventura Cuadro por Cuadro La oveja más famosa de la T.V británica llega a la pantalla grande con una ingeniosa historia que hará reír a grandes y chicos por igual. Preservando el estilo de comedia situacional que la hizo tan popular, los cineastas Mark Burton y Richard Starzack construyeron un simpático relato sin diálogos en el que demuestran que se puede decir mucho sin la necesidad de proferir palabra alguna. Shaun, El Cordero (2015), llega de la mano de Aardman Animations, el mismo estudio responsable de joyitas del stop-motion como Pollitos en fuga (2000) y Wallace y Gromit, la Batalla de los Vegetales (2005). Además, también son los productores de la serie de T.V de Shaun: el Cordero, que se emite desde 2007 por la CBBC de Londres y cuenta con 4 temporadas y más de 100 episodios emitidos. En dicha serie, cada capítulo constituía una unidad autónoma que no se conectaba con los demás. Los conflictos –en general ocasionados por alguna travesura de Shaun- comenzaban y se resolvían en el mismo episodio. En este sentido, la película funciona como un capítulo largo en el que estos simpáticos y expresivos ovinos viajan a la “Gran Ciudad” para rescatar a su granjero, que sufre de amnesia temporal como producto de un accidente originado en un plan de Shaun para tomarse un día libre del tedioso y monótono trabajo campestre. Shaun The Sheep Movie First Look Still En ese periplo citadino de enredos, aventuras y problemas, el rebaño buscará a su dueño e intentará pasar desapercibido entre la muchedumbre, generando divertidos segmentos narrados con una prodigiosa fluidez e inteligibilidad. Burton y Starzack utilizan la ausencia de diálogos a su favor y construyen una multiplicidad de gags al mejor estilo “slapstick”, que por momentos nos recuerdan a glorias del cine mudo como Chaplin o Buster Keaton. La variedad de situaciones que atraviesan los personajes están matizadas por un humor a la vez ingenuo e inteligente, que entretiene a los más pequeños y permite el goce de los adultos con sus diversas referencias subliminales. La narración es dinámica en todo momento y está sostenida por una excelente banda sonora que puntúa las escenas en su tonalidad adecuada y permite potenciar la expresividad de los personajes. En este sentido, es similar a (e igual de efectiva que) Minúsculos, el valle de las hormigas(2014), aquella maravillosa cinta del año pasado en la que la ausencia del lenguaje y la relevancia de la música eran aspectos igualmente importantes. Por otro lado, la animación es perfecta y le da ese tono sencillo, puro y colorido a una historia que nunca busca ser más de lo que es. En ese sentido, el uso del stop-motion es genial y demuestra que, cuando hay un buen guión y una historia honesta para contar, no hace falta invertir millonadas en espectaculares efectos especiales para conmover al público. Shaun: El Cordero es, en definitiva, una hermosa y tierna película para toda la familia.
Hacer animación de la vieja escuela, no es una actividad corriente. Trabajar personajes de arcilla ("claymation") y el stop motion en estos días, tampoco para ser redituable económicamente. Excepto para Aardman studios, una compañía británica con sede en Bristol que ya lleva ganados 4 Oscars por sus producciones. Su primer largo fue "Chicken run" en 2000 y seguramente los conocés porque son los creadores de los increíbles "Wallace & Grommit" (cuatro films de 30' de duración y una peli ganadora del Premio de la Academia en 2005, "The curse of the Were-Rabbit"), saga que tiene fans en todo el mundo. "Shaun la oveja" (hay que decirlo, en la versión original lo del cordero no está, hablamos de "sheep" y no de "lamb") era una serie de TV (40 episodios de 7 minutos) que la rompieron generando merchandising en 2007. Ahora su universo (transcurre en una granja) toma forma en esta nueva aventura en la campiña inglesa. ¿Por qué Aardman logra un producto tan elaborado y lejos de los standares corrientes que están de moda en todo el mundo? Por el sello particular de la productora, que enfoca sus ambientes muy a la inglesa, con todo el respeto por los modos de vida anglosajón y la particular postura que le da a sus personajes. Son todos, muy simples pero a la vez, ingeniosos y tiernos. Aquí la historia es la de un granjero que lleva adelante una granja en las afueras de una gran ciudad. En dicho lugar, su principal ayudante es un perro, que se encarga de "administrar" las actividades del resto de los animales. Cierto día, luego de una travesura de Shaun,( la oveja que da título a la película), el dueño y patrón de esa estancia, perderá la memoria y se extraviará en la ciudad. La misión será entonces ir a ese complejo lugar y rescatarlo para traerlo de vuelta a la vida de granja. Mark Burton y Richard Starzak dirigen un film que sorprende a públicos de todas las edades. Presentan una historia cálida, humana y atractiva dentro de un envase único: la cinta no tiene diálogos y dura nada menos que 85 minutos. El audio se reparte entre los efectos de sonido (bien de lo corpóreo que domina la escena) y una excelente banda de sonido con hits ingleses de los 80' y 90'. Shaun es un líder expresivo, sutil e ingenioso. Y la aventura de adentrarse a desafiar la vida en la ciudad para rescatar a su amo, es una tarea que se presenta realmente divertida. Burton y Starzak, se toman el tiempo para hacer jugosas observaciones de la vida moderna en las grandes ciudades y rescatar el valor de la amistad y la camaradería entre sujetos de la misma especie. Esta es una cinta que muestra que no todo tiene que ser estridente, brillante (en cuanto a la fotografía) y cargada de diálogos filosos. No, Aardman sigue mostrando que ellos, juegan a otra cosa. Saben construir escenarios donde sus simpáticos personajes se destacan y divierten a la audiencia. Y lo potencian con un trabajo de los rubros técnicos que ya son su marca registrada. "Shaun el cordero" (sorry), es una muy buena apuesta familiar. Los sorprenderá. Eso sí, está en otra línea y no esperen lo que podrían ver en una producción de Dreamworks o Pixar. Aquí, hablamos de otra técnica, otros objetivos y enfoques. Animarse a descubrirla.
Rebelión en la ciudad Shaun es un cordero que vive junto al resto del rebaño en una linda granja donde hay otros animales, entre ellos un perro controlador. En las primeras imágenes vemos como el dueño del lugar llegó allí cuando era joven y entusiasta, y armó la granja con ganas, pero ahora que han pasado los años todo se ha vuelto monótono, cada día es igual al otro, realizando las mismas tareas de forma repetitiva, y esa falta de motivación también repercute en los animales. Es entonces que Shaun decide mover algunas cosas de lugar y con ayuda de sus compañero hacer que el granjero se tome un día libre. Pero por esas cosas locas que pasan en esta clase de historias, nada sale bien; una casa rodante sale volando, un colectivo se descontrola y cosas vuelan por el aire, para que finalmente el amable granjero termine en un hospital de la ciudad, y sin memoria. Con algo de culpa por la mala maniobra, y sintiéndose desprotegido, Shaun se toma el bus a la ciudad para buscar al granjero desaparecido, pero detrás de él llega todo el rebaño y también el perro. Lo que sigue son las locas y surrealistas aventuras de esos animales de granja sueltos en la ciudad, fuera de su hábitat, interactuando con lo desconocido y utilizando todo su disparatado ingenio para recuperar a su adorado granjero y escapar de un malvado empleado de la agencia de control de animales. Los creadores de los increíbles Wallace y Gromit, han vuelto con una hermosa historia que tiene gracia, humor, aventuras, pero también mucha ternura y una mirada muy original sobre las diferencias entre la idiosincrasia de la ciudad y la del campo. Como todo film de Aardman Animations la estética merece un capitulo a parte, la animación es excelente, los personajes y sus expresiones son sublimes y cada detalle vale la pena ser admirado. Shaun es una historia simple, pero con un gran contenido, llena de cosas para disfrutar, tanto desde las imágenes como desde el guión. Es una buena película para enseñarles a los chicos -acostumbrados al entretenimiento liviano, moralizante y rápido de Disney o Pixar- que además de entretenerse hay cosas que vale la pena apreciarlas, y de paso que conozcan buenas canciones como "House of Fun" de Madness o "Feels like summer" de Tim Wheeler, entre otras.
Cordero de cine Decir que veinte animadores trabajaron en esta película, produciendo dos segundos de la misma por día no dice si la película es buena o mala, pero sí habla a las claras de la dedicación artesanal y rigurosa que hay detrás de esta gran película llamada Shaun, el cordero. Esta animación cuadro a cuadro, preciosa por donde se la mire, llevó más de seis años en desarrollarse y sin estridencia pero de forma evidente, ahí radica gran parte de inusual belleza. No una película linda, sino bella. Los ridículos personajes, caricaturescos y humorísticos, destilan la mencionada belleza y los decorados poseen también una fuera de lo común original y personalidad. El personaje protagónico, Shaun, encara una aventura fuera de serie al salir de la granja en busca de aventuras, pero será el rescate de su amo lo que someterá a nuestro héroe cordero –y a sus compañeras de rebaño- a los mejores momentos del film. En épocas donde un film tan pero tan limitado como Minions lleva cifras récords, podemos recuperar acá varias cosas perdidas. En primer lugar un relato sólido, completo, donde nunca se detienen las acciones y donde todo fluye y se entiende. También se agradece la mencionada belleza, un valor de segunda línea para muchos cineastas que hacen películas familiares (le llamo familiar para indicar que a los espectadores de cualquier edad le va a gustar esta maravilla). No menos importante es el sentido del humor. Un humor gracioso, por momentos disparatado, por momentos sutil, siempre efectivo, es la forma más inequívoca de inteligencia que la película puede ofrecer. Los estudios Aardman y varios de sus colaboradores, creadores de Wallace & Gromit y Pollitos en fuga, entre muchos films y series, entre las cuales figura la serie de Shaun the Sheep. El refinamiento estético, la inteligencia, el humor nunca ofensivo ni tampoco tonto, son las banderas que ha levantado el estudio y sus miembros. Siempre es una excelente noticia que una película como esta llegue a las salas. El consejo más que obvio es que hay que ir a verla. Es una verdadero oasis, una isla diferente a todo que nos permite disfrutar del cine. No hay diálogos en la película, las imágenes hablan por sí mismas. ¿Cuántas veces podemos decir algo así de una nueva película? De lo mejor del año en cine de animación, por supuesto.
Pura diversión y ternura, sin una palabra Después de dos largometrajes magistrales como Pollitos en fuga (2000) y Wallace y Gromit - La batalla de los vegetales (2005), las siguientes películas de Aardman Animation no habían logrado llegar a esas cimas: ni Lo que el agua se llevó ni Operación regalo ni ¡Piratas! Una loca aventura transmitían esa consistencia, esa alegría animada (la que más lo hacía era Lo que el agua se llevó). En mayor o menor medida, las tres evidenciaban un estancamiento, cierto facilismo y apego a fórmulas ajenas. Para peor ofrecían más animación digital y menos stop-motion. Si bien el personaje de Shaun ya aparecía en el corto ganador del Oscar Wallace & Gromit: Una afeitada al ras (A Close Shave, 1995), la serie protagonizada por la oveja en cuestión fue creada en 2007 por el fundamental Nick Park, director de ese y otros cortos de Wallace & Gromit y también de Pollitos en fuga y La batalla de los vegetales. La llegada de la película de Shaun el cordero pone otra vez a Aardman en su noble camino, disfrutable y encantador, en el cine. Aardman vuelve a invitarnos a un mundo que logra ser mullido a pesar de estar hecho de arcilla: estamos otra vez en la plenitud física del stop-motion, en sus dimensiones palpables, en su atractivo espacial. Shaun quiere un día libre y las cosas no salen tal como fueron planeadas. Y junto al granjero, el perro Bitzer y el resto de las ovejas terminarán en la ciudad. El film va encadenando de una manera tan artesanal, tan cariñosa, tan sólida las peripecias que no es justo contar más detalles argumentales. Los directores y guionistas Burton y Starzak no se ven afectados por llevar el mundo de Shaun de una serie a un largometraje. Hay coherencia y, sobre todo, hay cohesión: hay unidad en la acción, en la lógica, en el humor. Y el humor recupera lo mejor de Aardman: esa capacidad para hacer chistes principales y secundarios, en segundo plano o incluso en una esquina del encuadre. Porque aquí todo en la imagen es aprovechable, es una delicia, es una posibilidad de regocijo. El diseño de las calles, del campo, de cada criatura (ese perro dientudo), las referencias al mundo actual (el teléfono que no carga la foto, uno de esos chistes brevísimos), todo aporta brillo a esta aventura con humor que sabe que un cuento eficaz depende menos del frenesí que de la gracia y del ritmo. Ah, y todo esto sin necesidad de diálogos, con notoria capacidad para la progresión narrativa y para aprovechar cada gesto moldeado por las manos de animadores asombrosos. Las perspectivas para el futuro del cine y del mundo serían mucho mejores si el gran éxito animado del año hubiera sido Shaun -ya estrenada en decenas de países- y no los Minions.
Las ovejas sólo quieren divertirse Del estudio de animación que nos regaló "Pollitos en fuga" y a Wallace & Gromit, otra belleza para que disfrutemos todos, junto a los más chicos. Aardman Animation, que estuvo detrás de peliculones y exitazos como "Pollitos en fuga" y esos enormes personajes que son Wallace y Groomit, lo ha hecho de nuevo. Se toma sus tiempos, porque la elaboración de un largometraje en stop motion involucra mucho más que la animación digital, pero también es cierto que para elaborar un guión con tantos gags, y tantos guiños cinéfilos, no sólo hay que tener tiempo. Se necesita talento. Y un dato no menos importante: la película no tiene diálogos, más que gruñidos, interjecciones, murmullos y monosílabos. Los personajes son Shaun, la oveja, más otras ovejas, un perro, tres cerditos y el granjero. Shaun se ha cansado de la vida rutinaria del lugar, y se le ocurre un plan, para que, engañando al granjero, las ovejas puedan divertirse. Pero por supuesto que las cosas no salen como la protagonista lo planeaba, el granjero termina en la ciudad y los animales deben ir en su búsqueda, porque, además, hay algo que une a las ovejas con el granjero. Eso que se llama cariño. La película se basa en una serie de cortos animados (40, de unos 7 minutos cada uno) que comenzaron a emitirse en 2007, en los que la historia cambiaba, pero el eje se mantenía: una aventura en la que los animales debían resolver algún entuerto sin que el granjero se llegara a enterar. Aquí, como están planteadas las situaciones, hay que emprender un rescate, muchísimo humor y no sólo para los más chicos. El hecho de que la película casi no tenga diálogos no hace más que reforzar el poder de las imágenes animadas, el gag visual, las acciones se desarrollan con un chiste tras otro, y el carisma de todos los personajes hace que la visión del filme sea una auténtica delicia. Vayan dos ejemplos: las visitas a la perrera y al restaurante, con las ovejas famélicas. Por fin una película en la que todos pueden divertirse y encontrar de qué reírse, desde los más pequeñitos hasta los mayores, con un mensaje sencillo. La solidaridad y la amistad, cuando no el amor, es lo que nos mueve.
Publicada en edición impresa.
Escape a la victoria Una película menor de una factoría mayúscula como Aardman que, de todas maneras, vale la pena ver (y disfrutar). Aardman, la productora que construyeron los geniales Nick Park, David Sproxton y Peter Lord hasta transformarla en la más importante factoría de animación artesanal stop-motion (cuadro por cuadro) del planeta, nos regaló en formato de largometraje joyas como Pollitos en fuga o Wallace y Gromit - La batalla de los vegetales. Esta, al igual que ¡Piratas! está un par de escalones por debajo de aquellas gemas, pero sigue siendo un prodigio técnico y, por momentos, también artístico. Spinoff de Wallace y Gromit, Shaun el cordero se convirtió -antes de llegar a la pantalla grande- en una exitosa serie de televisión. En su primera película, el cordero vive con el resto del rebaño en la granja Mossy Bottom. Aburrido de la dinámica cotidiana, Shaun pretende engañar al granjero y tomarse un día libre para ir a la ciudad. Pero -claro- en el universo de las desventuras y enredos de Aardman nada sale tal como estaba previsto. El buen hombre (algo torpe y bruto) se golpea la cabeza, pierde la memoria y se termina convirtiendo en exitoso peluquero (en vez de esquilar ovejas corta cabelleras humanas). Shaun y sus compinches harán todo lo posible por reestablecer el orden (la granja es tomada por unos caóticos cerdos), pero mientras intentan recuperar al amnésico patrón deberán enfrentar también al hilarante villano de turno, un empleado de la perrera municipal. Maestros del slapstick, los creadores de Aardman (en este caso, la dupla de guionistas y directores integrada por Mark Burton y Richard Starzak) ratifican su inventiva y desprejuicio, aunque en ciertos pasajes los hallazgos en el terreno de la comedia física y las referencias para atraer al público adulto no son suficientes como para mantener siempre al film a las alturas que el estudio suele alcanzar. Más allá de no ser la obra maestra que siempre puede esperarse de Aardman, se trata de una propuesta de visión imprescindible para los amantes de la animación.
Shaun: El cordero es uno de los mejores estrenos de animación que pasaron por el cine este año y aporta otra gran película a la filmografía del estudio inglés Aardman. Una compañía que no desilucionó hasta ahora con las producciones que brindó para el cine, especialmente cuando trabajan las historias a través de la animación stop motion. A diferencia de ¡Piratas! una gran película del 2012 que no tuvo suerte en los cines, la aventura de la oveja Shaun está más dirigida a un público familiar y puedes ser disfrutada por espectadores de distintas edades. Este trabajo de Richard Starzak y Mark Burton captura con mucha precisión el espíritu de los viejos cortos animados de Nick Park, donde surgieron estos personajes en la década del ´90. En el caso de Starzak, quien fue responsable de los efectos especiales del famoso video de Peter Grabriel, Sledgehammer, es el artista que más trabajó con el personaje de la oveja, ya que se dedicó a desarrollar la exitosa serie de televisión que sigue vigente desde el 2007. Shaun en esta ocasión vive una aventura mucho más épica cuando debe viajar a la ciudad junto con sus compañeros de la granja para rescatar a su dueño. Por lo general los cortos de la oveja se desarrollan en un ambiente rural donde intervienen pocos personajes. Para esta película Starzak y sus colaboradores tuvieron que crear escenarios más ambiciosos con el objetivo de darle vida a la ciudad donde se desarrolla el conflicto. Como suele ser cotidiano en los trabajo de Aardman siempre llaman la atención los numerosos detalles que presenta la animación en la ambientaciones y el diseño de los personajes. Sin utilizar diálogos y un manejo extraordinario del humor, que por momentos remite a los viejos cortos de Tex Avery, la película presenta una excelente comedia de enredos donde no hay una sola escena desperdiciada. El film de Shaun logra ser entretenido desde los primeros minutos y la narración no tiene baches. Por el contrario, la historia se vuelve cada vez más desopilante a medida que la situación de los protagonistas se complica. La escena en que las ovejas se visten como humanos y entran a comer en un restaurante elegante es probablemente uno de los mejores momentos cómicos que ofreció la cartelera de cine este año. Es importante destacar también la excelente música de Ilan Esshkeri que jugó un papel muy importante en esta producción, ya que ante la ausencia de diálogos la banda sonora se convirtió en un elemento clave en la narración de la historia. No sería nada raro que el año que viene Shaun termine nominada al Oscar en la categoría de Mejor Película Animada porque tiene todos los méritos para destacarse entre lo mejor del 2015 en este género.
Estamos de acuerdo en que la vida en una granja es bastante monótona. El día comienza muy temprano, al cantar del gallo, y las actividades son netamente rutinarias. Ni que hablar para los animales, porque además están atados a las decisiones de sus dueños. Es por eso que las ovejas campesinas deciden tomarse un día libre, para lo cual necesitarán deshacerse de Bitzer, el perro que se encarga de mantener en orden al rebaño. Primero eso, luego el granjero. Sin embargo, algo saldrá mal y el “papá” humano de Shaun acabará en la gran ciudad, internado en un hospital y con un cuadro de amnesia. Sí, la fiesta duró poco. Ahora los animales no sólo están arrepentidos de lo que provocaron, sino que además extrañan al señor granjero. Es por eso que no tendrán mejor idea que subirse a un colectivo (auch) y dirigirse hacia la jungla de cemento en busca del único ser que los mantiene alimentados, aseados y cuidados como corresponde. Los estudios Aardman, situados en Reino Unido, nos tienen acostumbrados a un estilo de animación claymation (plastimación, en español), una de las subcategorías que tiene la técnica de Stop Motion. Desde los geniales Wallace y Gromit, han entregado producciones originales muy diferentes a otras películas que estamos acostumbrados a ver, tanto en el tono humorístico como en lo visual. shaun_el_cordero_loco_x_el_cine_1 Una de las particularidades de este nuevo film, y que no es la primera vez que se da, es que los diálogos entre personajes no son precisamente hablados. Más bien se emplea una suerte de balbuceo que, junto con las señas y los gestos faciales, permite entender lo que se insinúa. De repente, el recurso se vuelve muy interesante; menos charla y más trabajo. Incluso hasta hay poca música, apelándose más bien a los sonidos. En mi caso, como tía de un niño de 3 años, tenía vistos los cortos animados de Shaun y me divertían mucho. Creo que fui con expectativas demasiado altas. La peli es simpática y tierna, pero no tan divertida como otras de sus antecesoras. Lo que sí no faltan son las referencias o guiños a otras películas. Atentos a “El silencio de los inocentes” (que en España se conoce como “El silencio de los corderos”, ja, menuda coincidencia), uno de los homenajes que más gracia me causó. El mayor mérito yace en la realización, lo complejo que es trabajar este tipo de animación. shaun_el_cordero_loco_x_el_cine_2 Shaun, el cordero: La película es una aventura apta para cualquier edad. Como siempre, los más pequeños no captarán esos chistes que fueron pensados por adultos y para adultos, pero tendrán su buena cuota de humor slapstick, amorosos animalitos y un villano tan malévolo como predecible. Por momentos inteligente, por momentos más bien infantil, el film ha tenido muy buena aceptación desde su estreno local el pasado febrero. Después de esta experiencia, me queda claro que si veo a alguien moverse extrañamente por las calles de la ciudad, podría tratarse de un grupo de corderos disfrazados que se dieron a la fuga y que ya no pueden confiar en ningún individuo, a menos que haga Cuac, Oink o Guau. De la misma forma, ya no confíes en las ovejitas saltando la cerca, porque probablemente sea el viejo y conocido truco; la Beee de la victoria que te provocará mucho sueño y terminarás como el granje… Zzzz.
Todo transcurre con normalidad en la vida de Shaun y su rebaño, aunque esa normalidad trae consigo una aburrida rutina que llevó al hastío a todas las ovejas de la granja Mossy Bottom. Hasta que un día, Shaun y su rebaño planean tomarse una jornada libre, lamentablemente para las ovejas nada saldrá como lo esperaban, y lo que en un principio iba a ser un día de descanso, termina convirtiéndose en una aventura en la gran ciudad, tratando de recuperar a su dueño, bastante lejos de casa. Va el pastor con su rebaño De los creadores de Pollitos en Fuga, y Wallace & Gromit nos llega la primera película basada en los cortos para la television de Shaun The Sheep, aquella oveja que nació en 1995 y fue introducida en un capítulo de Wallace & Gromit, luego fue llevada de vuelta a la serie en 2002, y finalmente en el año 2007 tuvo su propia serie de cortometrajes. Para los que nunca vieron los cortos, la película no les resultará para nada extraña ya que los personajes involucrados son pocos y sus roles en la cinta están bien identificados ya que en la genial introducción se nos presentan los que serán los protagonistas de esta historia: Shaun y su rebaño, Bitzer y El Granjero. shaunLa Gran Aventura Lego nos brindó una de las mejores películas de animación de los últimos años, y aunque parecía que fue hecha con la técnica stop-motion, toda la cinta fue animada por computadora emulando las cintas al estilo brickfilm (animación con legos). A diferencia de La Gran Aventura Lego, Shaun el Cordero: La Película, utiliza el clay-motion real (técnica igual al stop-motion en la que se trabaja con plastilina), trabajo que les tomo a los encargados de animar los personajes casi seis años, por lo que la cinta está impregnada de ese encanto que ni todo el CGI del mundo puede alcanzar y solo la animación cuadro por cuadro tiene. Cada detalle de los personajes, los escenarios, la animación, absolutamente todo está bien cuidado y nada se deja librado al azar, inclusive hay guiños a series y películas de la actualidad, la fotografía es hermosa y junto a la animación, destilan esa nostalgia para los que crecimos viendo a Wallace & Gromit en Caloi En Su Tinta. El guion tampoco se queda atrás, y gracias a un libreto que sabe llevar al espectador a donde quiere, la historia brinda momentos irreverentes, emotivos y hasta alguna que otra escena de suspenso. La magia de todo yace en su animación, la música que encaja en cada cuadro de manera perfecta y en los nulos diálogos de la película, absolutamente todas las “líneas” de la cinta son ruidos provenientes de los humanos y los animales. Conclusión Shaun el Cordero: La Película hace su aparición en la gran pantalla de una forma esplendida, dotada de una bella y puntillosa animación, una música y una historia que está a la altura de la propuesta donde todo se amalgama de forma perfecta. Shaun, su rebaño, Bitzer y El Granjero nos muestran que una cinta de animación con las técnicas clásicas nunca pasan de moda, tanto es así que ya se está barajando una posible secuela. Aardman –estudio a cargo de la cinta– nos brinda otra joya para recordar. Absolutamente recomendada.
Cautivante primer film de la oveja de “Wallace & Gromitt” No es cordero, es oveja. Y no es dibujo animado, sino plastilina. Muñequitos de plastilina y otros materiales movidos a mano, cuadro a cuadro, dentro de una enorme cantidad de maquetas. A 24 cuadros por cada segundo de proyección en una película de 85 minutos, hay que sacar la cuenta. Y no es una multitud de empleados la que se turna para este trabajo, sino un pequeño grupo de artistas y artesanos. Ellos, con el talento que tienen y la cariñosa dedicación que ponen, hacen que los muñequitos tengan gracia, y también su entorno, y la historia que viven. Y que todo eso parezca totalmente sencillo y fácil de hacer. Aún más: hacen que nos olvidemos de ellos, y lleguemos a creer que las ovejas se mueven solas, y hasta deciden por su cuenta. Y lo que estas pícaras deciden es tomarse el día libre. Para eso duermen al granjero mediante el viejo método de hacerle contar ovejas. Pero algo sale mal, y el hombre se despierta amnésico en medio de La Gran Ciudad (así dice el cartelito indicador en medio del camino). Hay que ir a rescatarlo. Ésa es la historia, que incluye otros animales, empezando por el perro que las pastorea y un perro ciruja que las ayuda. Y varios humanos, desde el granjero miope hasta el cazador de animalitos perdidos, el malo de esta película tan buena que no tiene nada de malo. Una delicia, desde el logo de la productora hasta el consejo final después del último crédito. Protagonista, Shaun la oveja, creada por Nick Park en 1995 como personaje secundario de "Wallace & Gromitt", y con programa propio (episodios de siete minutos) desde 2007. Éste es su debut en el largometraje. Autores, Richard Starzak y Mark Burton, segunda generación de Aardman Animations, la pequeña y maravillosa empresa de Nick Park y Peter Lord de donde salieron "Wallace & Gromitt", "Pollitos en fuga", "Lo que el agua se llevó, "Creature Comforts", "¡Piratas!" y demás joyitas para grandes y chicos.
Para los paladines del movimiento, de la militancia del laburo, de la producción constante (sea de un trabajo rutinario o de sus sueñitos mongoloides), tomarse un día libre es imposible, una cagada, es de débil vaguear; incluso lo piensa gente que suele estar en los bordes del hiperconsumo y por fuera de las ideas dominantes, pero que no escapa a la volteada masiva del liberalismo económico reinante a nivel global, al “time is money” del capitalismo salvaje, y no repara en la importancia del ocio, del no hacer nada. Shaun no, él ve una publicidad gráfica que lo incita a tomarse el día, a cortar con la producción, y ya fue, lo hace. Así arranca una de sus travesuras análogas a las que generaba en su serie inglesa, spin-off de los famosos Wallace & Gromit. A partir de la travesura genera -al igual que en Babe 2– que la granja se traslade a la gran ciudad. El granjero pierde la memoria y de casualidad -en una burlona visión de los héroes superficiales de nuestro entorno- se transforma en una celebridad menor mientras el grupo de ovejas, al mando de Shaun y el perro Bitzer, lo buscan tratando de zafar de la autoridad: un vigilante cazador, amo y señor de una cárcel para animales callejeros. Explotada en detalles y colores, con una profunda textura de un fenomenal stop motion que tardó seis años en terminarse, y sin depender de la banca hollywoodense, Shaun, el Cordero: La Película es, ante todo, libre; un caso similar al de la perfecta Mary and Max del genio australiano Adam Elliot, otra stop motion que también venía de la periferia y que también superaba a muchas provenientes del núcleo duro de la industria de la animación, que este año tiene a la muy buena Intensamente como mascarón de proa. Lo determinante en Shaun es que propone un humor “buenas vibras” alejado de la acidez de la animación para adultos y de las canchereadas psicodélicas de la animación infantil actual; además de no pasarse de sensiblera ni molestarnos con lecciones morales sobre la familia o la superación de las dificultades, generando un producto verdaderamente ATP que no subestima la comprensión del imberbe ni incomoda a la genitalia canosa. La de Shaun es una historia directa (simple), muda (aprendan verborrágicos al pedo), con gags, slapstick, persecuciones, buena música (hasta hay chanchos bailando Primal Scream, compañeros) y el corazón más grandote del año.
Shaun, el cordero, es un ovino bastante inteligente que cansado de la vida sedentaria en la granja, idea un ingenioso plan para tener un día libre en el mundanal mundo. Los animadores de Aardman Studios, responsables de Wallace & Gromit y Pollitos en Fuga, le dan vida a esta oveja y su universo valiéndose de la técnica de animación cuadro a cuadro, y llevando a la pantalla una historia rural, con mucho humor físico y gags infantiles, sin dejar de lado alguna bromas irónicas y doble sentido destinadas al público adulto. El choque del campo y la Urbe, en versión para toda la familia. Una cinta que rescata la tradición del cine animado mas clásico.
Ah, Aardman, no sabíamos cuanto te necesitábamos. El excelente estudio británico, hogar de delicias como Pollitos en Fuga y Wallace & Gromit, vuelve a marcarse otro fabuloso tanto con Shaun the Sheep, una simple pero entrañable aventura que resulta gratificante y divierte a la vez que emociona. Rebosante de adorables personajes y un carismático protagonista, Shaun the Sheep establece en su introducción a los habitantes de una granja y su aburrida rutina diaria. Que en menos de cinco minutos y sin diálogo alguno se disponga el centro emotivo de la película es un gran punto a favor, una increíble característica que nada tiene que envidiarle a Disney y a Pixar. Lo que parecía un simple día de descanso entre rutina, se transforma en una aventura por regresar al status quo que la granja tuvo cuando las cosas se salgan de control y los animales terminen sin dueño, perdido y con amnesia en la gran ciudad. Mark Burton y Richard Starzak, directores y guionistas, marcan en menos de hora y media una historia que funciona tanto para los más pequeños como para los más grandes, que sabrán sacarle jugo a una película que ofrece incontables guiños para aquellos que sepan observarla con detenimiento. El constante ridículo y el sinsentido de todas las situaciones es abrazado como el corazón del film, acompañado con una excelente animación stop motion y un diseño espectacular de todas las criaturas que pululan la pantalla. En este apartado, es usual ver que grandes actores le dan voces a personajes animados, pero en el caso del mundo de Shaun the Sheep nadie habla, sino que todos son balbuceos y gruñidos animales, lo que genera aún más ternura y simpatía por todos los involucrados. Todo lo que se transmite usualmente por diálogos acá son miradas, gestos, sonidos, y ese ingenio por transmitir emociones sin palabras aumenta el valor de la película en forma exponencial. Shaun the Sheep es una maravillosa fábula animada, divertida y emotiva al mismo tiempo, que no decepciona en absoluto y posiciona a Aardman como una opción secundaria cuando el dominio de ciertas compañías parece omnipotente. Una verdadera perlita.
Por una nueva rebelión en la granja Fundamentalistas de la animación cuadro a cuadro, los creadores de Wallace & Gromit y Pollitos en fuga proponen aquí una película para los más chicos, protagonizada por un cordero rebelde. Y lo hacen con una pudorosa maestría británica. Shaun, el cordero es lo más reciente del estudio británico Aardman Animation, fundamentalistas de la animación cuadro a cuadro y creadores de Wallace & Gromit y Pollitos en fuga. A diferencia de aquéllas, Shaun, el cordero –de humor sencillo y naïf, menos dado a referencias y alusiones– está apuntada a un público más pequeño, aunque por supuesto los adultos no quedan excluidos. Poco conocido en Argentina, el cordero del título protagonizó, entre 2007 y 2014, una serie televisiva de cortos de siete minutos, en la que destacó como una clase bastante poco habitual de oveja rebelde. Su rebeldía es el disparador de este primer largo.En la granja donde Shaun –que es una cría– pasta junto a los suyos, los días se repiten. A la mañana, bien temprano, el granjero salta de la cama, se afeita, le pega un chiflido al perro Bitzer, juntos arrean a las ovejas y cuando cae la tarde, de vuelta al corral. Aburrido de tanta regimentación, un día Shaun organiza la (inocente) rebelión. Hacen desaparecer la tabla de horarios que organiza la rutina diaria, distraen a Bitzer con ayuda de un pato que cobra en rodajas de pan lactal por el servicio (y que tiene manos, como suelen tener todos los animalitos de Aardman), meten al granjero, que es de sueño muuuy pesado, en una casa rodante, y se toman el día libre. Pero, claro, la casa rodante se pone en movimiento y sale disparada rumbo a La Gran Ciudad (que se llama así), con el granjero tan dormido como Little Nemo en la clásica historieta de Winsor McKay. Preocupado por el destino del dueño, Shaun parte en su rescate, y detrás de él va el resto del rebaño.El estilo Aardman siempre fue abundante en peripecias, renuente a caracterizaciones y psicologías. Sigue siéndolo. La acción se deja llevar por el simple encadenamiento de sucesos, de uno en otro. Ni siquiera es efecto dominó, que presupone el empujón de cada secuencia por la que viene detrás. Tal vez por su ambientación campestre, Shaun, el cordero no es vertiginosa, ni frenética: las acciones se suceden con naturalidad, como sin planificación previa. Lo cual es muy propio del “dejarse llevar” de los chicos chicos. Los personajes están pintados, cuando esto sucede, con una única característica, que puede ser incluso colateral. La rebeldía de Shaun no es sistemática, lo único que caracteriza al granjero es su sueño pesado y aparece un villano, un empleado de lo que en Argentina tiempo atrás se conocía como “La Perrera”, que persigue a ovejas y corderos con una suerte de picana, asumiendo eventualmente algún don propio de Terminator.Lo que rige a los personajes no es su carácter, sino su simple condición de agentes de la acción: minimalismo animado, que recuerda la ausencia de psicologismo de mucho cine contemporáneo no animado. La política de eliminación de todo lo prescindible incluye el habla: los personajes no hablan ningún idioma conocido. Balbucean apenas una guturalidad entrecortadas, que recuerda la “lengua” de su connacional Mr. Bean. Escrita y dirigida por Mark Burton (con antecedentes como guionista, incluyendo Madagascar) y Richard Starzak (director de la serie), Shaun, el cordero es, en términos de animación, tan sencilla y minimalista como el proyecto todo. La técnica es transparente, con detalles que hacen visible la plastilina y la “lana”, de brillo bien sintético. Por mucho que domine la técnica de stop motion, Aardman tiene, en relación con su maestría, una ética de bajo perfil, muy británica. Casi como si les diera pudor hacerlo tan bien.
La rebelión ya es rutina Siguiendo la línea dejada anteriormente por películas como Babe (Babe, el chanchito valiente, 1995) y Chicken Run (Pollitos en fuga, 2000), el cordero Shaun llega a la pantalla grande para deleitarnos con una historia tan desopilante como tierna y divertida. De la mano del director primerizo Mark Burton y el experimentado en televisión Richard Starzak, Shaun se nos presenta como una historia de ansias de libertad de parte de un grupo de ovejas que no quieren más que tomarse un día libre de la rutina y que gracias a un elaborado plan lo conseguirán, pero no sin consecuencias. Ambos directores han trabajado antes en producciones de similares características técnicas, tanto en producción como elaboración de sus guiones, y en el caso específico de Starzak, en la dirección de varias series televisivas de Stop Motion, tales como ¨Creature Comforts¨ y la homónima ¨Shaun the Sheep¨ de la cual deviene la película. Con una factoría técnica no tan distinta a lo ya visto en la serie de televisión, la película destaca en gran parte por su muy buen guion que recrea un humor apto y entendible para realmente todo público, y reclama suspiros por sus personajes y situaciones que enternecerían al corazón más duro. Es importante resaltar que la misma no es una película solo para niños, y no encasillarla tampoco en un ¨Apto todo público¨, ya que el adulto que concurra a verla la disfrutará con creces, y posiblemente hasta más que un niño. Shaun, el cordero es una apuesta más que interesante entre los estrenos de la semana y hasta posiblemente el más completo, ya que sin necesidad de diálogo alguno y a fuerza de un humor tan descabellado como inteligente termina ganando la simpatía de cualquier espectador.
Excelente filme animado La película de los creadores de Wallace & Gromit y Pollitos en fuga es también un homenaje al cine mudo clásico. Si cuando no podemos dormir nos aconsejan que contemos ovejitas para conciliar el sueño, la nueva aventura en stop motion de Aardman Animations (creadores de Wallace & Gromit y Pollitos en fuga), Shaun, El cordero (inexplicable traducción de oveja), viene a desenterrar el somnífero y popular dicho. Basada en la serie de tevé homónima de la oveja negra, dirigida por Richard Starzak y Mark Burton, no hace más que despertar al público de una bofetada de simpatía. Si hay algo que cansa tanto a humanos como a animales es la rutina, la agotadora rutina que hay que respetar a rajatabla hasta desfallecer. Shaun se levanta un día cansado de hacer lo mismo de siempre, sale del establo y ve un colectivo con una publicidad reveladora, en la que se lee “Tómate el día”, lo que no hace más que decidirlo a tomarse el día libre y pasar un buen rato con el rebaño al que pertenece. En la rutinaria granja también viven los burlones chanchos, el perro Bitzer, un pato sobornable, un búfalo de pocas pulgas y, por supuesto, el granjero. Mirá cuáles son los nueve estrenos de la semana Para lograr el objetivo tienen que poner en acción un plan: hacer dormir al patrón para que no se entere y distraer a Bitzer para que puedan trabajar tranquilos. Una vez que logran dormir al granjero, lo llevan a una caravana abandonada y lo encierran con llave. Cuando Bitzer descubre el plan, la fiesta se les acaba y van en busca del patrón. Es ahí cuando surge el problema. Por querer abrir la puerta del remolque, lo mueven bruscamente y lo hacen zafar de la traba, lo que hace que empiece a rodar cuesta abajo hasta la gran ciudad. Y tendrán que ir en busca del granjero y enfrentar los peligros de la ciudad. Charles Chaplin fue quien dijo que la llegada del cine sonoro venía a echar a perder el arte más antiguo del mundo, el arte de la pantomima. Para el genio de bigote breve, el cine hablado aniquila la gran belleza del silencio. Sin embargo, Chaplin sabía que el avance del cine sonoro era imparable y tuvo que introducir sus adelantos de a poco, como por ejemplo la música. ¿Qué es Shaun, El cordero sino un profundo homenaje a esa primera etapa del cine, en la que no hacía falta hablar porque todo estaba tan bien hecho que se entendía a la perfección? Sólo acción acompañada con música y algunos subtítulos necesarios eran suficientes para disfrutar una película. Al igual que en Chaplin, los personajes de Starzak y Burton no articulan palabras y usan la música con fines expresivos y marcando coreografías inolvidables, como cuando se desencadena una pelea en un restaurante. Si bien la historia cuenta con un desliz en el que se nota un cierto egoísmo (ver cuando se escapan de la Retención de animales), la nueva animación de Aardman gana por su contundente nobleza y simplicidad. Las buenas películas no son las que nos hacen preguntar qué es el cine. Al contrario, las buenas películas son las que nos hacen olvidar por completo del cine, porque la historia que cuentan están tan bien contadas que no hay tiempo para pensar en otra cosa que no sea el destino de sus personajes, entre risas y onomatopeyas tiernas y efectivas.
Shaun, la oveja, al igual que todas sus compañeras, está cansada de hacer el mismo trabajo en la granja todos los días. Por lo que decide tomar un día libre con el propósito de lograr hacer eso, tiene que asegurarse de que el agricultor no se de cuenta del cambio, deben engañarlo, dormirlo a él, y distraer a su fiel perro guardián. Pero la situación se desvirtúa. Imprevistos de todo orden hace que sucedan más hechos de lo que pueden manejar. El granjero termina expulsado de la granja y cae en la gran ciudad. Nada es como era antes, por lo que las ovejas irán arrepentidas a su rescate. Una confusión con el criador, una caravana y una cuesta muy empinada, todos ellos conducen a la gran ciudad, y le toca a Shaun y al rebaño para volver a todos salvo a la hierba verde de la casa. Construir una historia con la técnica de animación llamada Stop-Motion no es sencillo, si bien sigue la línea de Wallace Gromit” y “Pollitos en fuga” (2000) en cuanto a la necesidad de trabajar con el humor, “Shaun el cordero: La película” se diferencia de sus predecesoras, pues lo que se instala aquí es la plenitud y vigencia del humor físico, como en la época del cine silente, con Charles Chaplin, Buster Keaton, Stan Laurel, y Oliver Hardy, pueden ser reconocidos en cada personaje a partir de los detalles de su presentación, construcción y posterior desarrollo. De estructura lineal sencilla, los personajes no hablan, ni necesitan hacerlo, buena parte es ganada por los temas musicales, una lastima que no sean traducidas las letras, ya que las mismas van contando los temas inherentes a lo que se está viendo en pantalla. Al mismo tiempo, y casi constantemente, la música incidental juega como inter- textualidad sobre la imagen, claro que es un guiño para la gente mayor. Este es un filme que se va a estrenar tarde en relación a las vacaciones de invierno, sobre todo por el público al que apunta, los niños. Pero no deja de ser una bocanada de aire fresco.
Que la rutina sea moldeada como una plastilina La gran virtud de una película sin voces es que deja lucir las imágenes, los gestos y la música. Así como se plantea la necesidad de salir de la rutina de la vida diaria, también, por la forma en la que está hecha, nos hace salir del cotidiano audiovisual para fortalecer otros sentidos. Luego de la serie de Shaun el cordero, aparece la película que, además de retomar el humor y estilo de estos cortos, redobla la apuesta. Los personajes, que están hechos mediante la técnica del stop-motion, tienen mejor calidad y definición. Y en cuanto al humor hay una apuesta grande en el minuto a minuto que se sostiene durante todo el film, proporcionando constantes guiños al espectador y explotando los sentidos para fomentar la comicidad. En este caso, la aventura comienza luego de encontrarse todos en la granja enmarañados en una rutina ya imposible de seguir. Shaun tendrá la idea de romper con el aburrimiento por un día. Pero al no salir el plan tal cual como lo pensó, la situación se descontrolará y todos se verán en la necesidad de salir en busca de su dueño por las calles de la ciudad. El hecho de ir a la ciudad hace que se trabajen temáticas comunes de las películas de animales, sobre todo de perros, como son las perreras. Pero también le permite explorar sobre temáticas como la comunicación y las modas. Sin embargo, la perrera y la moda le dan lugar a la sátira. En el caso de la moda, los límites entre ser un pionero y rozar el ridículo son finitos y así lo demuestra el granjero haciendo un paso exitoso en el mundo de la peluquería con su estilo de “esquilero de ovejas” en cabezas humanas. En el caso de la perrera, se muestra el desquicio de la captura de casi cualquier animal, llegando a tener cautivo a un pez. Como si fuera poco lo contado, todo el film está acentuado por un minucioso acompañamiento musical que subraya y da más color a cada una de las escenas. El mejor ejemplo del impacto que tiene la música en la película es ese silbido que perdura en la mente del espectador aún luego de terminado el metraje. Es interesante de resaltar que la forma en la que está hecha Shaun el cordero obliga a verla más de una vez, porque deja a cada paso un significante que no siempre logramos captar a primera vista. Esa apuesta grande a lo visual resulta un desafío y un gran entretenimiento.
Escuchá el audio (ver link). Los sábados de 16 a 18 hs. por Radio AM750. Con las voces de Fernando Juan Lima y Sergio Napoli. Un espacio dedicado al cine nacional e internacional. Comentarios, entrevistas y mucho más. ¡No te lo pierdas!
Crítica emitida por radio.
El comienzo de “Shaun, el cordero” es impactante. Una secuencia de montaje con un ritmo vibrante que, desde la secuencia de títulos, da cuenta de varios años de historia de una granja de las afueras de una ciudad paradigmática (llamada, con sutil sentido del humor, “Big City”), desde los tiempos donde el dueño de la granja y sus animales vivieron tiempos de prosperidad, felicidad y sueños compartidos, hasta la actualidad, donde se presenta como gris y rutinaria en donde las ovejas sufren de la autoridad del perro pastor y de la desidia cansina del patrón del pequeño campo. Es cuestión de que Shaun, la oveja más inquieta del rebaño, vea un cartel de publicidad en un colectivo que llama al goce y al descanso para que la película se ponga en marcha. “Para nosotras, la libertad” parecen decir las ovejas recordando aquel clásico film mudo de Rene Clair. Y la referencia no es gratuita, “Shaun, el cordero” no necesita de palabras para narrar con maestría, llevando al stop motion los mejores recursos de Buster Keaton (humor físico y lleno de gags) y de Chaplin (burla a la autoridad y personajes que recorren la marginalidad) el film nos envuelve inevitablemente. Las ovejas deciden engañar al perro y dormir al jefe para disfrutar de un poco de tiempo libre, pero el plan no sale del todo bien, y lo que quería ser una simple salida de la rutina se transforma en un problema mayor: el Jefe termina accidentado en Big City y sufre la perdida de su memoria. El perro va a su rescate. La granja queda a mano de los animales, reina la anarquía y el desorden. Es así que, arrepentido, Shaun decide ir en busca del Jefe acompañado del rebaño de ovejas. Para cumplir su objetivo, las ovejas deberán enfrentar la cruda realidad de la ciudad. Yendo del campo a una gran urbe se transforman en parte de la masa de animales callejeros perseguidos por un cruel y patético carcelero de animales. Deberán enfrentar el hambre y el desprecio de la alta sociedad. Como es previsible, en este tipo de películas, logran su objetivo y rescatan al Jefe. Al igual que en “Metropolis”, una gran película muda sintomática de la república de Weimar, los trabajadores (las ovejas) hacen un esfuerzo inmenso y transitan una experiencia de intensa autonomía para volver al punto de partida, paradojicamente el punto que desencadenó el conflicto. Las ovejas hacen lo que hacen porque están cansadas de la rutina, las fuerzas que desencadenan sus acciones parecen ir muy lejos, por tanto, parecen concluir las ovejas, mejor volvamos a la granja y dejemos que los que saben ordenen nuestro mundo. En “Metropolis” el obrero se da la mano con el burgués en un plano emblemático. Aquí, y sin tantos preámbulos, Shaun se da la mano con el perro. Esta película de animación para niños parece hablarle a los grandotes burgueses de la Europa en crisis, como si quisiera llamarlos a abandonar el capitalismo hiper concentrado y de la hiper comunicación que reina en “Big City” para reconstruir un añorado estado de bienestar donde las ovejas puedan volver a sonreír. Luego de una gran dosis de libertad y desparpajo, el film parece querer convencernos que no hay nada más lindo que volver al orden. Pero después de lo que la misma película nos mostró, ya no podemos creerle.
La gente de Aardman Animations está entre la más creativa del mundo conocido. Entre otras cosas (buenas) inventaron al inventor calvo y el perro sin boca Wallace y Gromit, que se convirtieron en ídolos globales. El trabajo de los Aardman -que, en largos, han hecho también la bella Pollitos en Fuga- se basa en la plastilina, aunque han cometido algún sacrilegio digital (Lo que el agua se llevó). El cordero Shaun es parte del universo de Wallace y Gromit (aparece en el tercer corto de la dupla, Una afeitada al ras) y hace un tiempo es dueño de su propia serie de TV. Si con estos antecedentes aún no le dieron unas ganas locas de ir al cine a ver a estos animalejos de diseño cómico y tierno a la vez (aunque sin exagerar), vamos por otro lado: la historia de un montón de corderitos que, por un extraño y absurdo azar, tienen que viajar a la gran ciudad para rescatar a su dueño es la excusa para satirizar la vida moderna y para reír de sus sinrazones. También de varios lugares comunes del cine, desde la persecución hasta la acción a destajo. Aquí hay síntesis y plano justo -cine puro: prácticamente no hay diálogos aquí-, ganas de divertirse y divertir al espectador con una generosidad notable (vean qué hermosos son los decorados hechos prácticamente a mano, vean qué impresionante es la animación de gestos mínimos y potencia máxima). En fin, que Shaun es de lo mejor que le pasó al cine este año, y si no va, se la pierde. Ya sabe.
El silencio de los corderos Shaun es un cordero desea romper con la rutina de la granja donde vive. En busca de un momentáneo lapso de libertad, termina engañando al granjero y a su perro guardián. Todo sale peor de lo planeado, y terminan el perro, el granjero y las ovejas, de viaje en la gran ciudad. Shaun: El Cordero (Shaun The Sheep Movie) no resulta una historia radicalmente novedosa. Son sus elecciones para contarla que la hacen admirable. Primero, nadie habla en la película. Cuando algún humano lo hace, resulta apenas un murmullo. Cuando un animal intenta comunicarse, ni una palabra. Destaca el talento para narrar de forma tan clara y simple. Se deja de lado el bombardeo de color y movimiento para dar lugar a una narración más límpida y artesanal. La candidez de la propuesta, así como el tono amable de lo narrado, logra transmitir el espíritu de un bello cuento infantil. Sin la urgencia del impacto ni de pasarse de rosca, maneja con simpatía una aventura que fluye con pequeños gestos, con la mirada puesta en el detalle. La candidez de la propuesta, así como el tono amable de lo narrado, logra transmitir el espíritu de un bello cuento infantil. Es que Shaun resulta una película diferente a las animaciones actuales. El estudio Aaarman, el de Pollitos en Fuga y Wallace y Gromit: La Batalla de los Vegetales, se caracteriza por un manejo magistral del stop motion. En el caso de esta última obra, además, depuran la visión actual de la pirotecnia animada. Shaun: El Cordero elige utilizar de forma destacable el tiempo y el espacio. Tanto en el ritmo narrativo, como en su austeridad visual, los directores Burton y Starzak consiguen dar aire a una maquinaria muchas veces deglutida por el frenesí sensorial. En esa idea de distraer más que entretener, se ceba a los chicos con un bombardeo multicolor sin justificación. Por eso, Shaun es bienvenido, así como el tierno discurrir de su impecable historia sencilla.
Shaun, el cordero: una joya por donde se la mire Hastiado de la monotonía que propone la vida en la granja, Shaun decide tomarse un día libre. Pero los planes para librarse del granjero y del perro guardián salen muy mal, al punto de que Shaun y los demás corderos deberán embarcarse en una misión de rescate en la ciudad. Shaun no es un desconocido, sobre todo en el universo infantil. Vio la luz junto a Wallace y Gromit y accedió a su propia serie de TV, emitida en estas tierras por el Disney Channel. Lo que merecían Shaun y los suyos era una película propia, y ese milagro de pura creatividad que es la productora británica Aardman les dio (y nos dio) con el gusto. El resultado es, sencillamente, maravilloso. “Shaun, el cordero” tiene mucho de las comedias mudas clásicas. Lógico, teniendo en cuenta que no hay diálogos durante la hora y media de aventura. Ni falta que hace, porque la acción se sostiene con el ritmo justo, a puros gags, por momentos propios de los enredos a la Buster Keaton y por momentos anclados en la cultura popular. Es un espectro amplísimo, simple e inteligente, sintonizable con el mismo disfrute por los más chiquitos y por los adultos. “Pollitos en fuga”, “Lo que el agua se llevó”, “Wallace y Gromit”, “Piratas”... El aporte de Aardman al cine moderno de animación es excepcional. “Shaun” está confeccionada con la misma y depurada técnica de stop-motion. Los escenarios y personajes se sienten entonces más próximos, palpables. Por supuesto, reales. Y no por eso hay una pérdida de expresividad; al contrario. Si algo les sobra a Shaun, al perro Bitzer, a Timmy (el corderito que acarrea el osito de peluche) y a su mamá (siempre con los ruleros puestos) es capacidad para transmitir emociones. Hay un villano que no les da respiro a los corderos, pero ellos están decididos a recuperar a su querido granjero... que tiene amnesia y se convierte en un estilista famoso. Mejor no contar más. El experimentado guionista Mark Burton hace su debut en la dirección acompañado en la tarea por Richard Starkaz, para quien poner en escena a Shaun y a sus amigos no es una novedad. Lo hizo varias veces en la serie de TV. La dupla juega de memoria y ofrece una película divertidísima, tierna y original.
“De los creadores de Pollitos en Fuga y Wallace y Gromit llega Shaun el cordero: La película”. Con ese título te venden la película y sin dudas genera mucha expectativa. Shaun, es un cordero que cansado de la rutina de la granja decide crear un plan para que el granero se quede dormido y tengan todos los animales un día libre. El plan sale mal y el granjero termina en la gran ciudad con amnesia. Shaun y todo su rebaño se irán de la granja para buscar al hombre que los crió y alimentó toda su vida. En la ciudad se encuentran con que no saben dónde ir y con un empleado de una perrera municipal. Así que además de buscar al granjero tienen que escapar constantemente del hombre que los persigue.
Saber entretener "Shaun, el cordero" es una de esas películas de animación a las que el espectador en general le tiene poca confianza. Suele no atraerle el hecho de que sea filmada en stop motion (animación de imágenes fijas sucesivas) y que no sea de un estudio conocido por estos lares como Pixar, Disney Animation Studios o Dreamworks. En este caso el estudio de animación es Aardman Studios, que tiene su reconocimiento mayor en Europa y que son del Reino Unido. Han sido los responsables de otro buenos títulos como "Pollitos en fuga", "Wallace & Gromit" y "Pirates". En esta ocasión vuelven con una historia buenísima que se vale de su creatividad, ritmo y gestualidad para mantener deleitados a espectadores de todas las edades. El argumento de la película es simple, pero universal. Apela a valores sanos como la amistad, el trabajo en equipo, el valor del hogar y el respeto a las responsabilidades que tenemos sobre los demás. Todo lo logra con un uso de la narración que se nota está muy bien pensado y planificado. El film es mudo y sin embargo comunica muy claramente la historia que quiere contar y el mensaje que quiere dejar en el público. Esto es muy bueno para el cine de animación pero no tanto para los estudios competidores ya que demuestra que con un presupuesto moderado, una excelente técnica de animación basada en la vocación pura de los artistas y un argumento sustancial bien planificado, se puede entregar una película de calidad que además entretenga mucho. Es una pena que este tipo de animaciones no tenga mucha publicidad en nuestro país y pasen bastante desapercibidas. Ojalá la gente se le anime y recuerde que no sólo los tanques como Pixar o Disney ofrecen buenos productos animados. "Shaun, el cordero" es un entretenimiento al cual darle una oportunidad sólo para confirmar que muchas veces lo bueno viene en empaque chico. Muy divertida y llega a tocarte de una manera que te conecta al 100% con ella.