Dos tipos audaces Socios por accidente 2 no es una película con altas ambiciones, y como tal cumple con lo mínimo (con todo lo bueno y lo malo que implica) como para hacer reír a toda la familia que está dispuesta a ver una comedia. Nicanor Loreti (Diablo) y Fabian Forte (La Corporación) vuelven a reunirse detrás de cámaras para esta segunda parte donde la acción es el entretenimiento puro, siguiendo el legado dejado por películas de hace más de 30 años, como Extermineitors o Los SuperAgentes El film parte desde una idea simple, con un guion más sencillo aún, pero suficiente con lo que pretende, donde lo más rescatable es la buena química entre los dos protagonistas: José María Listorti y Pedro Alfonso. Si bien es verdad que el guion no los lleva a tener que exigirse, habiendo participado ambos en la primera película, uno espera que sus limitaciones actorales hayan disminuido, pero no sucede. Todo lo salva la buena relación que transmiten a través de la pantalla y algunos gags que se dan en el film (que oportunamente son reiterativos y hacen que pierdan fuerza, pero los chascarrillos de Listorti hacen que no se hunda la pareja). Dentro de tanta previsibilidad, la película depende totalmente del gran trabajo que imponen sus dos directores, quienes se encargan prácticamente de lograr que el film no caiga por completo y mantienen la estética. Claramente no estamos frente a una secuela de The Godfather, pero desde el inicio uno sabe qué está buscando ver al momento de ingresar a la sala donde proyectan esta película: entretenimiento para toda la familia y olvidarse por un rato de lo cotidiano. Teniendo en cuenta esto, podemos decir que Socios por accidente 2 es un digno producto que cumple con la premisa de divertir y entretener. No hay que buscarle otra vuelta.
Nueva incursión de la exitosa dupla conformada por el animador José María Listorti y el ex productor Pedro Alfonso en la comedia. Nueva entrega de “Socios por Accidente 2” (Argentina, 2015), aunque en esta oportunidad el guión ha querido que la asociación no sea por accidente sino por decisión de uno de ellos para poder de esta manera recuperar su puesto de trabajo perdido. Nicanor Loreti y Fabián Forte retoman la historia de Rody (Alfonso) y Matías (Listorti) un tiempo después de donde se la dejó la primera entrega, potenciando en esta oportunidad al personaje de Listorti, más empoderado y con mayor protagonismo. Con una novia hueca (Luz Cipriota), su ex (Anita Martinez) como encargada de una empresa de eventos, su hija que ha avanzado en la relación con su novio, y las mismas ganas de superarse como traductor, todo se desencadena cuando justamente en una presentación del embajador Ruso (Mario Pasik) se comienza a idear un complot para asesinarlo. Rody volverá a la vida de Matías para alertarlo del peligro que corre e intentando resolver y desenmascarar a quien está detrás del plan para asesinar al embajador, también buscará poder regresar a INTERPOL luego de ser expulsado en la misión anterior. Loreti y Forte narran con pocas ganas esta parodia de las clásicas comedias norteamericanas de espionaje, en una versión de cabotaje en la que aún se notan las hilvanadas y los trazos gruesos y estereotipos, es por eso que “Socios por accidente 2” demuestra el apuro con el que fue realizada para su estreno. En ese apuro es que muchos puntos que se sugieren en una primera etapa del film terminan resolviéndose de manera apresurada y resienten aún más a una trama que no consigue levantar más sonrisas que las que la dupla conseguía en la serie de cámaras ocultas que presentaban hace tiempo en el programa Showmatch. Algunos giros y participaciones especiales de Campi, Christian Sancho y Nicolás Vazquez tampoco logran superar todas las falencias anteriores, al contrario, todo esto no hace más que compartimentar la narración generando la sensación de proliferación de sketches estancos y aislados del resto de la historia. Hay que destacar el trabajo de Luz Cipriota como la novia tonta de Matías, con una hiperbolización de características negativas sobre la belleza y el estereotipo de acompañantes de protagonistas masculinos hasta que se revela su verdadera identidad y nacionalidad. En síntesis “Socios por Accidente 2” es una reentré de la primera entrega con menos despligue y con menos ideas y con la clara intención de explorar el romance para potenciar la venta de entradas durante el receso invernal sin otra intención más que la de presentar un producto ya probado y sin variaciones.
Más allá del humor infantil La existencia de un cine netamente comercial en varias regiones de Latinoamérica ha estado siempre presente, en todos los tiempos y circunstancias, más allá de la censura, crisis económicas o de exhibición. Su fin comercial, con anclaje en la televisión (de donde toma su razón de ser), lo excede de problemas de financiación. Lo que no se entiende es el motivo de desgano de productores al no brindarle herramientas a quienes aportan sus ideas (Fabián Forte y Nicanor Loreti en este caso), con el fin de hacer un producto de dichas característica -pasatista, intrascendente y de entretenimiento-, pero no necesariamente impresentable. La segunda parte de Socios por accidente (2014), la comedia de acción protagonizada por José María Listorti (también productor) y Pedro Alfonso, es aún más floja que su antecesora. El guion no es lo suficientemente sólido –se nota que cada escena conduce de manera forzada a un chiste sin ningún otro sentido narrativo- y su producción es tan precaria que se hace evidente en pantalla. Esta secuela introduce a Luz Cipriota a la trama como la infantil y hueca novia de Matías (Listorti) que discute con su hija ya adolescente. El tipo, excesivamente estúpido (resabio de la primera), está posicionado como traductor del embajador ruso (Mario Pasik) amenazado de muerte por terroristas. Tal motivo justifica un viaje a la provincia de La Rioja donde el diplomático dará un discurso. Ante el eminente atentado aparece el agente secreto de Interpol que interpreta Alfonso para evitar el crimen. Listorti y Alfonso vuelven a la acción, en el medio quedan su hija, novia e infinidad de personajes provenientes de la televisión que hacen un pequeño aporte. Sin dudas lo mejor de la película. A saber, Gabriel Schultz como un guardia de seguridad, el comediante Martín “Campi” Campilongo como un viejo médico –el más divertido-, Anita Martínez, Cristián Sancho, Daniel de la Vega, el mismo Fabián Forte, y muchos más. En este punto la película se presenta como una serie de sketch televisivos al mejor estilo Sin codificar. Pero no todo es color de rosa, porque más allá del humor básico y burlón dirigido a niños muy pequeños, tenemos una producción que carece de los elementos mínimos para solventar un producto digno. Basta ver algunas escenas mal resueltas como el escaso público en el boliche reconstruido –evidentemente- con ocho personas, para entender que los productores apostaron por la franquicia y olvidaron darle consistencia argumental y económica al asunto. Socios por accidente 2 (2015) es un producto descuidado sin ninguna necesidad. Si bien no es -ni anhela ser- una gran película podría haber sido una efectiva comedia de aventuras. Pero incluso para eso se queda a mitad de camino, pudiendo ser mucho mejor de lo que es, teniendo en cuenta sus pocas pretensiones. Así y todo, nada quita que sume medio millón de espectadores.
Peor que la primera Uno de los grandes males de la historia del cine argentino es su confusión entre el humor televisivo y el cinematográfico. Los personajes que han hecho reír a las personas en un medio, siempre pueden ser trasladados a otro como si nada. Independientemente de si a uno le gusta lo que hacen en televisión, las características del cine son muy diferentes, y se nota. Socios por accidente 2 es una secuela de una exitosa buddy movie nacional estrenada el año pasado. Como en las más clásicas versiones del género, el tonto y el listo, el pusilánime y el fuerte forman una pareja despareja que vive una aventura que los termina uniendo. Si ya la primera película era pobre, la segunda es muy inferior. Había, en el primer film muchas limitaciones, pero también una intención de hacer algo mejor al promedio del mal cine de vacaciones de invierno nacional. Matías (José María Listorti), traductor de ruso, debe ser el traductor oficial de la visita del primer ministro ruso –qué parece más bien un concejal de un barrio perdido, a juzgar por el entorno que lo rodea- y Rody (Pedro Alfonso) seguirá cerca, lo que desde la primera escena ya se sabe los meterá en otra aventura. Nadie juzga las intenciones de producto ligero y efímero destinado a una época del año. Lo que se juzga es el resultado. Los directores (capaces de hacer films más interesantes que este, como ya lo han demostrado) tienen frente a ellos un guión imposible, sin ideas interesantes, y filman a los actores sin demasiadas ganas tampoco. Los gags carecen de todo tipo de timing y las actuaciones son especialmente fuera de tono. Sin la improvisación televisiva a mano, el trabajo actoral consiste en posar frente a la cámara para hacer la versión degradas de chistes prehistóricos. Hay films imperfectos que a fuerza de puro encanto se vuelven interesantes, pero no es el caso de Socios por accidente 2, que no cumple ni como entretenimiento, ni como film de acción, ni como comedia tampoco. Hace un cine ligero y efímero es mucho más difícil de lo que algunos creen. La colocación de productos y canjes en cámara son tan forzados que hasta parece que no les importara que se note su presencia absurda.
Ese viejo cine “para toda la familia” Estrenada hace exactamente un año, Socios por accidente encontraba algo parecido a una virtud en no ser el bochorno que hubiera podido esperarse. Esto gracias al profesionalismo y la firme convicción de sus directores, Fabián Forte y Nicanor Loreti, ambos hijos dilectos del Festival Buenos Rojo Sangre y reconocidos en el ámbito más indie del cine de género local, de no confundir encargo y obligación con desgano y pereza. En esta segunda parte, ni siquiera el oficio de la dupla es suficiente para salvaguardar la integridad de un film cuyo guión nació feo, carente de timing, apolillado, anclado en ese cine argentino “para toda la familia” de los ’80 y ’90 que delegaba la responsabilidad de su éxito artístico en las espaldas del “comediante” de turno (Guillermo Francella, en nueve de cada diez casos), su capacidad de empatía con el público y la popularidad generalmente otorgada por su amplia rotación en la pantalla chica. El último entrecomillado no responde a un menosprecio al protagonista de Extermineitors, Un argentino en Nueva York y Papá es un ídolo. Sí a que ese rol sea ocupado otra vez por un monstruo bicéfalo con los rostros de los inefables José María Listorti y Pedro “Peter” Alfonso, quienes vuelven a ponerse en la piel de un traductor ruso y un agente de Interpol ahora para salvaguardar la integridad del mandatario de las tierras de Putin ante un inminente atentado durante su visita a la provincia de... ¡La Rioja!Socios por accidente 2 acrecienta la raigambre televisiva de su antecesora valiéndose no sólo de un desarrollo planísimo y reglamentario, sino también de varios exponentes del conglomerado audiovisual de Marcelo Tinelli (Campi, Paula Chaves y Anita Martínez) para cederles cameos o roles secundarios con el fin de que se “luzcan”. Obviamente no lo hacen, pero al menos comprueban que para erigirse como ejes cómicos les falta un largo, larguísimo trecho, aun cuando puedan ser buenos haciendo imitaciones, animando algún magazine vespertino o bailando/ patinando/ cantando por un sueño. Incluso Listorti no tiene pruritos en reservarse espacio para un número musical gratuito, inexplicable y digno de la pista de baile de Showmatch, cuya inclusión se entiende sólo si se tiene en cuenta que él es uno de los productores y, por ende, amo y señor del proceso creativo detrás de una película concebida única y deliberadamente con fines recaudatorios. Lo cual no tendría nada malo, salvo cuando, como en este caso, se nota demasiado.
Una vuelta poco convincente Hace casi un año se estrenaba Socios por accidente, una comedia policial anclada en la fórmula de la buddy-movie hollywoodense (dos opuestos que se terminan complementando) y con sendas estrellas del universo televisivo (José María Listorti y Pedro Alfonso) incursionando en la pantalla grande. El resultado artístico fue apenas correcto, pero la apuesta comercial salió muy bien: 560.000 espectadores (tercer film argentino más visto de 2014). Los mismos protagonistas, los mismos realizadores y prácticamente el mismo equipo técnico regresan con esta apurada y poco convincente secuela que involuciona en todo aquello que se podía haber mejorado. Una lástima porque los codirectores que aceptaron otra vez el "encargo" habían demostrado no poco talento en sus trabajos previos (Fabián Forte hizo La corporación y Nicanor Loreti filmó Diablo). En Socios por accidente 2 nos reencontramos con Matías (Listorti) convertido en prestigioso traductor de lengua rusa, con una bella novia llamada Jessi (Luz Cipriota) y una relación muy mejorada con su hija adolescente, Rocío (Lourdes Mansilla). La llegada del primer ministro ruso (Mario Pasik), que lo elige como intérprete, parece una gran oportunidad profesional, pero es entonces cuando aparece en escena Rody (Peter Alfonso), el agente que asegura que hay una confabulación internacional para asesinar al visitante y que además quiere proteger a su "amigo". La acción se traslada a La Rioja (los productores se encargarán de destacar una y otra vez los múltiples encantos de la provincia), donde se irán acumulando situaciones torpes, bromas remanidas, sobreactuaciones varias y breves participaciones (o meros cameos) de famosos como Paula Chávez, Nico Vázquez, Campi, Gabriel Schultz y Christian Sancho. Si bien no es lo más irritante del film, resulta particularmente penoso el rubro del product placement: la cantidad de chivos y publicidades encubiertas (o no tanto) es abrumadora y demasiado obvia (en Hollywood es todo un arte cómo incluir productos en la trama de manera ingeniosa y hasta podría decirse artística). Un detalle más que hace de Socios por accidente 2 un film tan efímero como olvidable.
Una leve mejoría Es mejor que la anterior y tiene algunos chistes eficaces, pero en general todo es bastante pavo. Si durante todo el año la calidad no abunda entre los estrenos masivos, cuando llegan las vacaciones de invierno directamente hay que resignarse a que los cines se conviertan en un campo minado de dibujos animados, dinosaurios o propuestas como Socios por accidente 2. Después del éxito de taquilla de la primera entrega -la vieron más de medio millón de espectadores-, José María Listorti y Pedro Alfonso se erigen como los herederos de la saga de los Superagentes y vuelven a formar la pareja dispareja de Matías y Rody, un torpe traductor de ruso y un eficaz agente de Interpol, que esta vez tienen una aventura en La Rioja. Hay una leve mejoría con respecto a la anterior, también dirigida por Nicanor Loreti y Fabián Forte. Los mecanismos están más aceitados: quizá porque ya no hay necesidad de presentar a los personajes, la historia va directo al grano. Listorti y Alfonso ya se conocen y parecen estar cada vez más cómodos trabajando juntos: la dupla fluye más, aunque el ex productor de Tinelli sigue siendo bastante más duro que su compañero, que tiene más oficio como comediante. Lo que tal vez más favorece a la película en comparación con la previa es que hay menos acción y un tono más decididamente humorístico, con lo cual se da vía libre para el delirio. Alguna escena va en esa dirección, como la que muestra a Listorti detrás de un arbusto, en medio del desierto -el imponente paisaje riojano está bien aprovechado-, intentando evacuar por vías naturales una bomba que tiene en su estómago, mientras Alfonso lo espera enfundado en un traje antiexplosivo y animándolo al grito de “hoy te convertís en héroe”. Decir que ése es el punto más alto de Socios por accidente 2 es toda una síntesis. Hay otro par de chistes de cierta eficacia, pero en general son bastante pavos, aun teniendo en cuenta que este producto está dirigido a un público infantil. El registro es exageradamente caricaturesco, algo que sufren sobre todo los insoportables personajes femeninos (a cargo de Luz Cipriota y Anita Martínez, que hacen lo que pueden con lo que les tocó). Igual, la saga va en ascenso: un dato que mitiga la desazón de saber que habrá una tercera parte.
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Otra vuelta La primera entrega de esta saga vendió unas cuantas butacas, razón suficiente para hacer una segunda parte, así Listorti y Alfonso -la dupla salida de Showmatch- vuelven a la pantalla grande a ver si repiten la racha. Al igual que en la primera película, el galán y el perdedor emprenden una aventura que les permite mostrar sus gracias, alguna que otra escena de acción, chicas lindas, escenas de baile, humor demasiado accesible y muchísimos PNT. En esta secuela Matías (Jose María Listorti) se ha convertido en un exitoso traductor de ruso, con una novia linda y hueca (Luz Cipriota) y Rody (Pedro Alfonso) quiere recuperar su puesto en Interpol; así, ambos volverán a unir fuerzas para evitar un atentado al primer ministro ruso. El resultado de este filme es el esperable, sin grandes pretensiones y con una correcta dirección, le da al publico infantil/familiar casi dos horas de entretenimiento simple, con humor y acción, como lo hizo hace muchos años la saga de Los Súper Agentes. La química entre ambos actores sigue funcionando y sosteniendo un guión flojo que se burla de las clásicas películas de agentes secretos. Se destacan las pequeñas participaciones de Anita Martinez y Campi, quien interpreta a un surrealista medico riojano. Con conocidos gags ya testeados en la tele, y a fuerza de empatía con el público, esta dupla parece haber vuelto para quedarse, y tiene todos los condimentos para convertirse en una entretenida saga que aparecerá cada año para las vacaciones de invierno.
José María Listorti y Peter Alfonso ya iniciaron la tarea de la saga. Entre el traductor de ruso y el agente de Interpol en esta segunda entrega demuestran que tendrán películas para rato. Con no pocos efectos especiales y un humor directo sus seguidores estarán contentos y hacia el final, como hacen en EEUU ya anuncian la tercera… Los directores Fabián Forte y Nicanor Loreti saben mucho de cine, conocen la receta de la comedia de acción, no innovan y sólo buscan entretener.
La gracia del primer film fue un accidente Contra lo que se temía, la primera película de este equipo resultó mejor de lo esperado. Contra lo que se esperaba, la nueva resulta mucho menos atendible. Se aplica para ella la clásica frase: "Nunca segundas partes fueron buenas". Dicha frase acepta unas cuantas excepciones, pero éste no es el caso. ¿En qué falla? El público menudo sigue queriendo a los personajes del traductor ruso y el agente secreto, sus madres y hermanas mayores quieren a los actores, se pasa el rato sin exigencias, es cierto, pero falla la poca gracia de los chistes, fracasa el mínimo suspenso, la intriga es demasiado previsible, falta el elemento sorpresa, también falta un malvado que realmente cause miedo y risa a los chicos, y sea digno de memoria, y la malvada, la mujer fatal rubia, mimosa y traicionera, figura clave de la historia, es medio blandita, y encima decepciona a padres y niños mayores con un atuendo que parece sugestivo, pero es casta y deliberadamente restrictivo. A su favor, la rubia está encarnada por Luz Cipriota, y tiene una de las mejores frases: "¡Una selfi con las monjis!", que ya está en el tráiler. Y el popular Campi (por Campilongo) tiene el personaje más gracioso: un médico campechano, bien de provincia, insertando regionalismos en cada línea. Lástima que aparece una sola vez. En cambio, las "monjis" aparecen varias veces, pero cada vez con menos gracia. Y no tienen un buen remate, lo que las hubiera salvado. Por encima de estos reproches, seguramente el año próximo habrá una nueva aventura de estos socios accidentados. Y con el tiempo las nuevas generaciones recordarán a los protagonistas como héroes de su pervertida infancia. Ya lo dice la cancioncita de los créditos finales, "Socios por accidente,/ ¡qué loca está la gente!" Rodaje en Capital Federal, Chilecito y Aimogasta, con aporte de Campi Locaciones (por Campitelli).
Cuando se estrena una secuela como es la de Socios Por Accidente, una película horrorosa, olvidable, detestable y sobre todo vergonzosa, es normal que uno piense que va a ver más de lo mismo, o incluso peor. Pero afrontémoslo, no había manera de hacer algo peor que Socios Por Accidente, así que ¿hay realmente mérito en una mejora, si tan solo se podía ir hacia arriba después de la primer película? Que parezca un accidente Loreti y Forte insisten una vez mas con Listorti y Alfonso, en esta especie de buddy movie venida a menos, de la que nos llega la secuela. Que para sorpresa de todos… no es mala. Así es, Socios por Accidente 2 no apesta. Plot twist tremendo! Esta vez tenemos estructura narrativa, desarrollo de personajes, y hasta algún que otro intento de vuelta de tuerca. O sea, tenemos una película. Matias está en la cresta de la ola, es un traductor exitoso, esta de novio con una pendeja linda, y su hija lo quiere. Digamos que todo bien, hasta que nuevamente se topa con Rody, quien le informa que en realidad, lo que parecía un trabajo soñado como traductor del primer ministro ruso, es en realidad es un complot para matarlo. Y en el proceso, de paso, matar al propio Matias. Una vez más deberán trabajar juntos, ahora para desactivar la célula terrorista que intenta llevar a cabo el atentado. Mejoró el lápiz Esta vez, hay un guion con forma (hago hincapié en esto, porque la película anterior salió SIN GUIONISTA ACREDITADO, así de desastrosa era la cosa). Que sea malo o bueno, disfrutable o no, ya es cuestión del espectador. Pero el guion está ahí, la historia tiene forma y se narra de manera consistente. Es más, incluso se narra todo desde un flashback inicial, utilizando de manera interesante este recurso narrativo para sembrar duda e incertidumbre. Las actuaciones no variaron en absoluto. Listorti es realmente poco creíble y roza lo desastroso, en cambio Pedro Alfonso, vuelve a demostrar que al menos es el más sobrio de los dos. Y como sobrio, cumple con las directivas y lleva adelante una labor aceptable, convirtiéndolo a priori en mejor actor que su coequiper. Lo que si funciona mejor sin dudas, es la dupla. Esta más aceitada y tienen mejores momentos. De hecho, se los nota más orgánicos y más relajados. Completa el trío Luz Cipriota, componiendo una clásica rubia tarada y lo hace bien. Nada más que añadir. Cristian Sancho tan solo es casi un extra mudo y no aporta mucho. Sí hay un muy buen cameo de Campi, que es realmente gracioso. Puntito alto de la peli, sin dudas. En general, la historia esta bien, incluso logro sacarme algunas risas, cosa que la anterior había fallado estrepitosamente. Hay para largo Que Loretti y Forte son tipos capaces, que han realizado películas de factura altísima dentro del cine de genero no es novedad. Ambos son tipos brillantes, que aún no entiendo que hacen con esta (¿saga?) de películas. Ambos hacen de esta segunda entrega un producto mucho más pulido, con apenas pocos meses entre guión, rodaje y post-producción. Algo que en un comienzo parecía imposible. Seguramente tendremos más entregas de Socios por Accidente, y a este ritmo, quizás anualmente por desgracia. Pero si al menos mantienen los estándares de la segunda, lograran un mínimo aprobado con lo justo. Quizás en el futuro se animen a más, y le pongan verdadermente todo el sabor y gustito que pueden llegar a ponerle a una película, y se alejen de la comedia para grandes y chicos tan solo un poco. Pero lo único que espero en el futuro es que no vuelva Agapornis, quien compone y empeora lo único que se podía empeorar de la primera entrega, la canción de la película. Espantosa canción a cargo de los coverteros seriales. Horrible. Conclusión Sin brillar, y sobre todo sin convencer demasiado, Socios por Accidente 2 supera fácilmente a su antecesora (la cual quedó segunda cómoda entre mis peores del 2014), Con un guión por lo menos bien estructurado y chistes que esta vez sí funcionan un poquitito mejor, le alcanza para ser un producto cerrado y bastante solido dentro de un género como la comedia familiar. Si uno no va con demasiadas pretensiones, y tiene en cuenta que la dupla actoral está compuesta por Listorti y Alfonso, por ahí llegue a pasarla un bien. Quizás la tercera sea la vencida.
Si el año pasado Socios por accidente parecía una película (era fallida, no funcionaba pero había una intención seria de contar algo interesante, aunque erraba el tiro), esta segunda parte es directamente un producto de apuro, hecho para aprovechar que no habrá entradas para todos los estrenos grandes de vacaciones de invierno. Quizás el negocio funcione; el cine quedará para otra ocasión.
Crítica emitida por radio.
Hace un año en la crítica de Socios por accidente decía que era “una miseria digna” en alusión a la icónica escena de Esperando la carroza (1985), la explicación era que se trataba de un film para un público en específico y que estaba bien hecho. En esta secuela ocurre lo mismo pero para mi sorpresa es mejor. Primero que nada a nivel cinematográfico los directores Nicanor Loreti y Fabián Forte levantaron más la vara y brindaron buenas secuencias de acción y persecuciones que no son comunes de ver en materia nacional y menos aún con un presupuesto acotado. La Provincia de La Rioja como principal locación sirvió para mostrar un mayor despliegue visual que en la primera entrega. Otra cosa para destacar es que hay muchas referencias al palo cinéfilo argentino (de género) ya sea en nombres o cameos. Algo que pasará totalmente inadvertido por el espectador común pero que le sumará puntos a quienes estén más comprometidos con esto y se crucen con esta película. En cuanto a la historia, no hay que pedirle mucho, es una excusa para que sucedan situaciones graciosas al dúo protagónico. Del cual hay que recordar que no son actores y que por lo tanto no hay que exigirles que actúen bien. Nos encontramos ante un producto hecho para ser consumido por quienes ven Showmatch, sus programas satélites y seguidores de Twitter de esta categoría de famosos argentinos. En ese sentido la película cumple y es buena. Lo que hay que rescatar por sobretodo es que está muy bien filmada y logra entretener a quien no sea fan de Listorti y Alfonso.
Es costumbre nacional que, al momento del comienzo de las vacaciones de invierno, llegue a la pantalla grande una película apurada, de resultados cuestionables y con un elenco de figuras televisivas, la cual tendrá un importante éxito en términos de taquilla, no así de crítica. Por más que a alguno le pese, Socios por Accidente no fue la producción pésima que se vaticinaba y, si bien tampoco era buena, llevó 550 mil espectadores a las salas, lo cual la convirtió en uno de los films argentinos más vistos del 2014 y le garantizó de inmediato una secuela. Dicha primera parte tenía ciertos méritos, del lado de una dupla de directores que con los recursos a disposición trataron de hacer una buddy movie digna antes que caer en el facilismo habitual de este tipo de realizaciones. Sin embargo, eso es exactamente de lo que adolece esta continuación. Los realizadores Nicanor Loreti (Diablo) y Fabián Forte (La Corporación) han dado cuenta en los últimos años de estar para cosas mejores, no obstante en esta oportunidad su trabajo no ayuda a maquillar un guión de poco sentido del humor y menor sentido, el cual está demasiado arraigado en lo peor que tiene para exponer nuestra pantalla chica. José María Listorti hace gala de los recursos que aprendió a lo largo de una carrera junto a Marcelo Tinelli, con cambios en la entonación de algunas palabras o con el esperable baile, aunque sin decir "es mágico" o su famoso "oh oh oh" -los deben tener guardados para la tercera parte-. Es Pedro Alfonso, con su única expresión facial, quien tiene los únicos dos chistes buenos de la película -el enano que maneja el auto y el de la ensalada "de acá"-. Es que la comedia brilla por su ausencia, porque se pone en escena ese humor rancio de hace unos años atrás y se recurre a humoristas cuya labor puede funcionar en televisión, como Anita Martínez o Campi, pero que no lo hace en pantalla grande con un guión que no los acompaña. En esta ocasión hay una suerte de desinterés a la hora de poner a punto el proyecto, con formas que sí se cuidaban en la primera parte. En aquella, el villano ruso era el polaco Edward Nutkiewicz, quien le daba cierta credibilidad a cada línea, mientras que poner a Mario Pasik como un primer ministro de Rusia de visita en la Argentina lleva a que la propuesta parezca un largo gag hecho para televisión. Ni hablar de que se sitúa en La Rioja, como para lucir las bellas locaciones de la Provincia y así tener un apoyo económico de dicho Gobierno. Hay pocos cameos innecesarios, de aquellos cuya suerte de gracia reside en el hecho del famoso en cuestión -Gabriel Schultz, Paula Chaves-, pero eso tampoco implica que se haya puesto mayor empeño en otro tipo de recurso humorístico. Alguna vuelta de tuerca en la historia ayuda a una producción sin timing cómico, en la que la publicidad "encubierta", que con descaro se muestra en cámara, supone el epítome de la falta de esfuerzo.
Las películas para las vacaciones de invierno ya constituyen un subgénero. Buscan llegar a toda la familia apostando a lo seguro, por lo que suelen recurrir a personajes o ideas surgidos de medios como la televisión. El éxito de Showmach permitió que José María Listorti (conductor y mano derecha de Marcelo Tinelli) y Pedro “Peter” Alfonso (productor devenido en bailarín y actor) protagonizaran una buddie movie: Socios por Accidente. Estrenada en 2014, consiste en una trama de espionaje en la que Matías (Listorti), un intrascendente traductor de ruso, es reclutado por el agente Rody (Alfonso) para una misión. Por supuesto, todo sazonado con acción, humor y más caras de la TV argentina. Lo que diferenció a este producto de las últimas de Los Bañeros, por nombrar ejemplos cercanos, es que los directores Nicanor Loreti y Fabián Forte le pusieron entusiasmo al trabajo. Si bien no deja de ser un entretenimiento blanco y pasatista, al menos tiene cine: buena iluminación, buen sonido, algún que otro giro argumental y una preocupación por contar algo coherente, para no quedarse en una sucesión de chistes sin hilo conductor. Loreti venía de debutar con Diablo y Forte había dirigido varios films, como La Corporación; ambos carecían de experiencia en el rubro de cine Apto Todo Público, pero la unión de energías le sumó al proyecto. El éxito permitió que, apenas un año después, llegara Socios por Accidente 2. Esta vez, Matías viaja a la provincia de La Rioja para ser el traductor del primer ministro ruso (Mario Pasik). Lo acompañan Rocío (Lourdes Mansilla), su hija, y Jess (Luz Cipriota), su bella aunque frívola novia… y también Rody, ahora detrás de una organización que pretende atentar contra el mandatario. No tardarán en descubrir que Matías lleva en su organismo una bomba que le fuera suministrada mediante sueros, sin que se diera cuenta. Cualquier clase de estímulo puede provocar el estallido, de manera que el dúo deberá resolver pronto la cuestión e identificar a los asesinos que merodean en los alrededores. Más acción, más humor, más caras televisivas. Nuevamente, los chistes más logrados son los que parecen dignos del trío Zucker-Abraham-Zucker, responsable de ¿Y Dónde está el Piloto? y La Pistola Desnuda, con sus desopilantes juegos de palabras y situaciones absurdas. Además, como muchas de estas películas, sirve de excusa para mostrar escenarios naturales de diferentes partes del país, oficiando de guía de turismo encubierta. En la primera parte, los personajes dieron vueltas por Misiones. Ahora les toca andar en parajes riojanos, pero Forte y Loreti se las arreglan para que los planos generales de cerros y mesetas estén integrados en una trama más directa que la de su predecesora. Listorti se aferra a su inexplicable carisma y desfachatez, y siempre sale bien parado. Alfonso tiene una falta de vergüenza ideal para el rol, como un chico jugando, y termina haciendo buena pareja con José María. También regresa Anita Martínez, y se suman los ya mencionados Luz Cipriota, Mario Pasik, Cristian Sancho y Campi como un gracioso médico local. Socios por Accidente 2 y su primera parte recuperan el cine de vacaciones hecho con ganas y diversión, al estilo de la saga de Brigada Z en los 80 y la de los Extermineitors en los 90. Si generarán el mismo culto que aquellos placeres culpables, sólo el tiempo lo dirá.
Dos torpes en apuros Socios por accidente 2 confirma la dudosa regla que dice que las segundas partes nunca son buenas. Si la primera era aceptable, se debía a que en ella se vislumbraba un intento por hacer del cine de género nacional algo digno de ver. Lamentablemente, en esta nueva entrega desaparece por completo todo lo que en aquélla había de esperanzador. Después de un año de la primera historia, Rody (Peter Alfonso), agente secreto suspendido de Interpol, vuelve a aparecer en la vida de Matías (José María Listorti), el reconocido traductor de ruso. Esta vez, su objetivo es salvarlo para que no explote (literalmente), ya que unos terroristas lo quieren utilizar como hombre bomba para atentar contra la vida del primer ministro de Rusia (Mario Pasik), que llega al país (a La Rioja) a reforzar las relaciones diplomáticas. Matías sigue viviendo con Rocío (Lourdes Mansilla), su hija de 15 años, y con un nuevo personaje, su joven novia llamada Jessi (Luz Cipriota). La tarea de Rody consistirá en prevenir y evitar el atentado y tratar de que Matías elimine de su organismo la bomba que le hacen ingerir en un evento (sí, una sofisticada bomba que al tragarse se transforma en el explosivo mortal). Lo que hacen los directores Nicanor Loreti y Fabián Forte (responsables de las películas Diablo y La Corporación, respectivamente) no es ni parodia ni homenaje ni cita, es copiar y pegar a secas. Y ya se sabe que el séptimo arte no consiste en copiar y pegar formas y recursos cinematográficos, lo que se traduciría en un mero plagio. El ralentí, por ejemplo, es algo que se tiene que usar si está justificado, si la película lo requiere, y no pensar primero en la cámara lenta y después en la escena en la que se la pueda utilizar. Y los clisés no tienen que parecer clisés, o al menos nos tenemos que olvidar que lo son (ni hablar de las marcas y publicidades, que aparecen del modo más burdo). Es indiscutible que la comedia consiste casi exclusivamente en hacer divertir al público, sin importar demasiado la reflexión intelectual, pero eso no quiere decir que haya que caer en el chiste fácil con tal de provocar la risa. Por último, no se puede dejar de mencionar uno de los problemas principales de Socios por accidente 2: el registro televisivo que tienen incorporado Alfonso y Listorti, que no hace más que transformar la película en un unitario en el que los sketches y gags se dosifican con la intención de que el producto parezca cine, aunque en el fondo siga teniendo la impronta de la televisión.
¿Hacia falta una segunda película? Digamos que la respuesta hay que buscarla en las boleterías, la primera llevo muchos espectadores, claro que, habida cuenta de la proveniencia de los mismos, casi mayoritariamente cautivos de una televisión que tiene como estandarte programas “Gran Hermano” o “Showmatch”. Como decían en su espectáculo de hace años el grupo Les Luthiers: “El que piensa pierde”. Qué se puede esperar de una segunda parte cuando la primera, en sí misma, era una falta de respeto al cine, en particular el nacional. Hablar de la idea directriz de las acciones de los personajes y del guión sería una falacia, todo es tan pueril, comenzando como un gran flash back para terminar temporalmente un poco después de la escena de inicio. Novedoso al extremo, luego cada secuencia y/o escena es de tan evidente propósito de constituirse en excusas para pegar un sketch tras el otro, resultando demasiado televisivos, demasiado tontos. Sin embargo, parece que algo han aprehendido, pues no se cometen los mismos horrores que en la predecesora, se cometen otros, por supuesto, casi tan groseros como los de la primera, que a mitad de la segunda década del siglo XXI lo efectos especiales sean de peor factura que los Geoerge Melies, lo que es mucho decir. Podría haber sido una comedia de aventuras, pero es tal el desprecio que se tiene por el espectador al que apunta que se nota la ausencia de trabajo en los personajes, en su desarrollo y en el chiste extremadamente fácil. Lo que termina por ser ya no sólo una falta de respeto sino un defecto, intrascendente y más frívolo que de entretenimiento, que en realidad sería ese su único objetivo desde el producto, pero no lo logra. De qué va la historia. Comienza con el secuestro de la hija de Matías, quien ahora es un traductor de gran prestigio de la lengua rusa, está de novio con Jess, una joven tan hermosa como hueca, y se encuentra ante el mayor desafío profesional de su vida con la llegada del primer ministro ruso (Mario Pasik) a la Argentina. El alto funcionario del gobierno ruso ha sido amenazado de muerte, según se comenta por un grupo de terroristas (creo que quien lo amenaza es su profesor de teatro, no por la actuación sino por la elección). Ello hará que se vea involucrado en una historia impensada para él, (lo de impensado es general del personaje). Imprevistamente se cruzará en su camino Rody (Pedro Alfonso), como un agente secreto que tiene la tarea de desenvolverlo de los conflictos en los que se envuelve el traductor idiota. Resta lo de llenar las arcas…..definiéndose como una producto sumamente descuidado, plagado de lugares comunes, mal resueltos, chabacanos, se podría decir humor básico, pero seria insultar a lo humoristas, sin ser práctica a la hora de la comedia ni audaz a la hora de la aventura. Aburrida en extremo, por suerte no se la nota presuntuosa, lo que sería cartón lleno, además lo de las boleterías, el otro tema a vislumbrar.
¡Estamos en la B! “Hagamos tres chistes seguiditos, tres chistes; no te pido 28 chistes seguidos como Will Ferrell. ¡Te pido tres!”. Este podría ser yo, frente a la pantalla, como un improbable Tano Pasman cinéfilo mirando Socios por accidente 2. Este tipo de películas se construyen sobre la base de dos conceptos: uno es el divertimento pasatista para las vacaciones; el otro es el de producto por encargo. Antes de seguir, aclaremos que desde aquí no hay ningún tipo de prejuicio negativo sobre ninguna de estas dos posibilidades: por lo general son estructuras reconocibles por un público mayoritario, pensadas para la recaudación, pero que pueden tener su encanto si los involucrados hacen lo suyo con un mínimo de respeto hacia el espectador. Cosa que no ocurre, lamentablemente, en estas producciones pensadas parar el lucimiento de artistas que sobresalen -a su manera- en la televisión, pero que carecen de una idea concreta de cómo debe ser algo para reproducir en una pantalla grande como la del cine. Ya el año pasado (aquí) hablábamos de cómo el público era parte del problema, así que no repetiremos conceptos, sólo confirmar que tampoco puede pedirse demasiado respeto cuando el destinatario no se lo tiene a sí mismo. Por lo tanto, la idea de “entretenimiento pasatista” que se tiene es muy floja, básicamente repetir los morcilleos televisivos sin mayores variantes porque se supone que ese público irá buscando exclusivamente eso. Hay algo de cierto en esta presunción… y da una idea de la pobreza general. Lo más inexplicable en el contexto de una película como Socios por accidente 2 es lo fallida que resulta la idea de “película por encargo”. Digamos que Fabián Forte y Nicanor Loreti no sólo son tipos con pericia narrativa (lo han demostrado en las películas que han filmado por su cuenta), sino que además suelen abordar historias que tienen puntos de conexión con un cine mainstream o de género. Que una comedia de acción les salga tan mal, sin gracia y mucho menos timing, tal vez tenga que ver con una imposibilidad que viene desde el germen del producto: se nota lo hecho a las apuradas, con algunos chistes elaborados pero torpemente ejecutados, con una falta de rigor notable en la puesta en escena (pensemos en cualquier comedia de acción yanqui y, por mala que fuera, todo se ve más o menos profesional), lo que habla no sólo del apuro general sino de la falta de interés en que la película luzca, al menos, bien. Porque el inconveniente de Socios por accidente 2 no es que la hayan hecho para juntar unos pesos, sino que eso se nota demasiado y repercute negativamente en un intento de entretenimiento de lo más aburrido e interminable, a pesar de sus escasos 89 minutos. ¡Estamos en la B!
Una comedia de corte familiar y sólo para fanáticos. Luego del gran éxito de “Socios por accidente” en julio del 2014 con la dupla protagónica de: José María Listorti y Pedro Alfonso, vuelven a las salas con una segunda parte, acompañados por algunos que siguen siendo de la partida Anita Martinez, Lourdes Mansilla y las nuevas figuras que son: Luz Cipriota y Mario Pasik, entre otros. Todo comienza a alta velocidad bajo un bello paisaje que refleja una de las tantas bellezas de nuestro país. Han secuestrado a Rocío (Lourdes Mansilla) ahora de unos 15 años y que es la hija de Matías (José María Listorti) quien junto a Rody (Pedro Alfonso) agente secreto intentarán salvarla. A través del flashback la historia va unos días atrás previo a dicho suceso. Ahora Matías es un traductor muy importante de la lengua rusa y es el encargado de asistir al primer ministro ruso (Mario Pasik) en la Argentina. Matías se encuentra de novio con una atractiva mujer Jess (Luz Cipriota) que sigue manteniendo las mismas diferencias con su ex Sabrina (Anita Martinez) quien ya no se encuentra más saliendo con Rody. El alto funcionario del gobierno ruso (Mario Pasik) ha sido amenazado de muerte y sin querer se encuentra involucrado Matías. Él tiene una bomba muy especial que es un explosivo mortal y la tiene dentro de su cuerpo. Si esta explota pueden morir todos los que se encuentren a su alrededor por lo tanto hay que desactivarla antes que sea demasiado tarde. Infaltable que se encuentre un grupo de terroristas y Rody como agente secreto intentará salvarlos a todos. Esta segunda parte es una secuela de una exitosa buddy movie nacional estrenada el año pasado, y la dupla de Listorti y Alfonso funciona porque ellos juntos tienen muy buena química, ambos saben posar frente a cámara con todo su cuerpo, es algo que han aprendido de la televisión pero el cine no es televisión y sería bueno que a la hora de ser parte de un elenco hubiesen tomado algunas clases de actuación. Su narración se encuentra rodeada de varios sketches como si fuera televisión y no se ven variantes, con un humor muy básico, filmada en La Rioja, con una banda sonora pegadiza, varios sponsor, momentos escatológicos, luchas y varios cameo entre los que se incluyen: Gabriel Schultz, Paula Chávez, Christian Sancho, Nicolás Vazquez. Cabe destacar a Martín “Campi” Campilongo en una participación que resulta un acierto. Es una comedia de corte familiar, podríamos decir que ya se han hecho otras similares en los setenta. Y como en pocos días comienzan las vacaciones de invierno hay que estrenar este tipo de historias para los que son fans. Aunque sea tan floja como su antecesora, en definitiva los que la van a pasar de maravilla en los cines son los buscadores de este tipo de pasatiempos y para ellos la buena noticia es que se viene una tercera parte. Dentro de los créditos finales se pueden ver escenas extras.
"Socios por Accidente 2" propone una nueva aventura para Matías y Rody, personajes interpretados por los geniales de José María Listorti y Pedro Alfonso, quienes demuestran que la química que tienen sigue aún más fuerte que nunca. Historia para toda la familia, con efectos especiales, gags que funcionan y un inicio y final que sorprenden desde lo técnico de la realización. Fabian Forte y Nicanor Loreti dirigen esta secuela, que repite la presencia de Lourdes Mansilla y Anita Martinez, sumando a Luz Cipriota, Christian Sancho, Mario Pasik e invitados de lujo como Paula Chaves, Nicolás Vázquez, Gabriel Schultz y Martín Campilongo (todos muy bien en sus personajes). Todo está dado para que la pases genial en la sala de cine, si la primera parte te gustó. Sacá tu entrada y disfrutala.
El éxito sigue pasando por su gancho mediático José María Listorti y Pedro Alfonso volvieron con "Socios por accidente 2", haciendo lo que saben y pueden. Socios por accidente, con José María Listorti y Pedro Alfonso, se estrenó el año pasado para prologar las vacaciones de invierno y terminar la temporada con 560 mil entradas vendidas, cifra nada despreciable. La secuela entró a la cartelera el pasado jueves, con 15 días de ventaja respecto de la primera. Aunque teniendo a varios tanques como rival, apenas 5 mil personas fueron a verla ese día en 150 salas del país. No obstante, se quedó entre las cinco primeras, detrás de Minions, Intensa mente, Jurassic World y Dragon Ball Z. Buddy movie local, al estilo de Los Superagentes (Tiburón, Delfín y Mojarrita) que en los 70 convocaban a un público masivo, necesitado de risas y sin mucha propuesta familiar foránea, Socios... se sostiene en un decente trabajo de producción, con un guión muy flojo y el protagónico de un par de figuras atractivas secundadas por muy buenos actores que poco pueden hacer por sacar adelante el relato. Cuarenta años atrás, a un Víctor Bo prácticamente de adorno y un Ricardo Bauleo pasable -–aunque no inexperto--, los compensaba un Julio de Grazia enorme, que se ponía el humor de la saga al hombro. Ahora son dos nombres salidos debajo del ala de Marcelo Tinelli los que lideran el reparto, uno de ellos productor (Listorti), ninguno gran actor, con la bella Luz Cipriota como señuelo visual para los hombres, y los secundarios de Anita Martínez y Mario Pasik, nada menos. En los roles de Matías y Rody, un torpe traductor de ruso y un eficaz agente de Interpol, este dúo de opuestos se reencuentra después de los enredos compartidos en la frontera con el Paraguay. Llegan a La Rioja para proteger a un ministro ruso que viene a presentar a un pájaro salvado de la extinción por un trabajo de colaboración entre países. Nunca se sabe por qué al pobre ruso lo quieren matar, pero la policía internacional lo protege, Rody es la cara visible y Matías sigue siendo el distraído que cae en el medio de todos los líos, sin comerla ni beberla. Una narración sin ton ni son hace avanzar a duras penas la historia. Y aunque Listorti y Alfonso parecen afianzar su código interno, el éxito de este título seguirá pasando por su gancho mediático.
Luego del éxito obtenido con la primera parte, llega Socios por accidente 2 a los cines Argentinos. Matías (Listorti) es ahora un traductor de lengua rusa de gran prestigio y tiene una novia muy joven y hermosa. En el mayor desafío profesional de su vida (la llegada del primer ministro ruso a la Argentina) se ve envuelto en una historia que jamás hubiera imaginado y Rody (Pedro ALfonso), inesperadamente se cruzará en su destino una vez más. Nicanor Loreti (Diablo) y Fabian Forte (La Corporación) vuelven a estar detrás de cámara para Socios por accidente 2. La película parte con un guion simple, demasiado lleno de agujeros y situaciones que solo estan para que Listorti haga “su gracia”. Listorti en Socios por accidente no fallaba ni deslumbraba, estaba bien y punto. En Socios por accidente 2, falla con sus chistes, sus gags y su intento de Olmedo. La película pareciera ser una parodia de las comedias de espionaje norteamericanas, pero si ya de por si pensamos que esas son parodias de los filmes de espionaje…Parodia de parodia, no es buena idea. Son buenas las apariciones de Campi, Christian Sancho, Gabriel Schultz y Nicolás Vazquez. En Socios por accidente 2 el personaje femenino lo interpreta Luz Cipriota y esta bien la rubia hueca y naif que compone así como también las escenas de acción que interpreto ella misma. Pedro Alfonso, no esta mal y tiene buena química con Listorti, pero tampoco esperemos (ni le pidamos) que sea Marlon Brando. Para el publico adolescente televisivo que apunta Socios por accidente 2, seguramente funciones y mas pensando en el estreno en las vacaciones de invierno. En pocas palabras, Socios por accidente 2 no esta a la altura de la primera entrega que pareciera haber tenido un mayor trabajo en el guion y en la producción y que gracias a eso, y al publico al que esta dirigida la película, supero el medio millón de espectadores. Cifra que seguramente este filme consiga, pero espectadores y calidad no van de la mano.
Matías es ahora un famoso traductor de ruso al que le encargan su trabajo más difícil: traducir al Primer Ministro ruso (Mario Pasik) que está de visita en Argentina. Tiene una novia (y que novia! es Luz Cipriota) que se llama Jessi y su hija Rocío (Lourdes Mansilla) lo tiene como un padrazo. Rody, un seco Pedro Alfonso, se mete de nuevo en la vida de Matías, pero esta vez para protegerlo y a la vez derrocar a sus, ahora enemigos, los rusos. En el comienzo la película hace un recorrido por el presente de los personajes que aparecieron en la primera. La ex de Matías (Anita Martinez) coordina el evento en el que el Primer Ministro ruso dará su discurso, Rocío esta en órbita con su novio y Rody, que aparece “por accidente”, está en mala relación con la Interpol. Una serie de enredos en donde el Ministro da su discurso es la causa del punto fuerte del argumento: Matías descubre que tiene una bomba dentro de su cuerpo. Rody explica que el motivo por el cual los rusos colocaron la bomba en el cuerpo de Matías fue para hacer detonar a éste cuando se encuentre cerca del Ministro y así, asesinarlo de carambola. Ahora, la pareja de El Trece luchará por sobrevivir y se las tendrá que ver con lo malos. Como en la 1, Matías insiste en ser un padre sobreprotector, su ex lo basurea, se pelea con Rody por estupideces y se asusta con cualquier cosa, los mismos métodos de la primera comedia. La película juega (de nuevo) demasiado con anticipar lo que va a pasar con el personaje en cuestión exageradamente cuando este contradice el hecho. Una buena, José María esta vez usa mas sus gags personales: bailes en las cámaras ocultas de Videomatch, algunos que otros gargajos atragantados y gritos al estilo de “Es mágico”. El personaje de Luz Cipriota, Jessi, se caracteriza por la ingenuidad y el prototipo de “rubia buenísima y tarada”. A veces divierte, pero se envuelve en una sobreactuación difícil de llevar para el espectador que está en una media de cinefilia para arriba. También aparecen Martín Campi, que será un médico, un divertido Gabriel Schultz, que hará de seguridad en el hotel que se aloja Matías, Cristian Sancho será de los malos y en el final habrá dos sorpresitas. La familia está apta para ir a ver Socios por Accidente 2, se va a entretener, que no es lo mismo que morir de risa. El fanático de José María Listorti va a tener un poquito mas de el y no se tendrá que guiar por algun prejuicio con Pedro Alfonso, porque para el papel de policía serio y correcto, está correcto. Claramente la producción y las intensiones de la película son otras, pero es llamativo ver como Nicanor Loreti se aleja tanto de su Diablo (2011).
Es muy complejo situarse a hacer la review de esta película. Básicamente, porque uno es una bolsa de prejuicios e ideologías muy difíciles de ser dejados de lado y, además, se enfrenta muchas veces a "lo correcto", lo que sabe que su perfil de lector genérico quiere leer. Pero, más allá de eso, está la búsqueda no de objetividad, sino de justicia. Y hay que intentar dejar todo lo que uno tiene encima en pos de ser justo. Socios por Accidente 2 es la continuación de las aventuras de Matías (José María Listorti), uno de los pocos traductores de idioma ruso en la Argentina, y Rody (Pedro Alfonso), un agente de Interpol, en una misión en la que intentan evitar un atentado al Primer Ministro ruso (el inigualable Mario Pasik) que se encuentra en la Argentina en un viaje diplomático. Desde el comienzo, desde el film anterior en realidad, queda bien claro que es una película argentina de entretenimiento para que la familia vaya a ver durante las vacaciones de invierno, con fuerte apoyo en lo mediático gracias a varios personajes que conocemos de la cotidianeidad televisiva; un ejemplo extremo de esto es el humorista Campi, quien interpreta a un médico caracterizado de viejo, en vez de recurrir a un actor entrado en años (¡habiendo tantos!). Pero no venimos a cuestionar la ética o funcionalidad económica de la película. Obviamente queremos que todas las películas del mundo nos vuelen la cabeza como Mad Max: Fury Road, pero no todo el mundo quiere lo mismo. Algunos hombres sólo quieren ver el mundo arder (!). La historia es clara, simple, y fácil de seguir: Matías, traductor asignado a una conferencia del Primer Ministro ruso, será utilizado para detonar una bomba que asesine al diplomático, mientras que Rody, actuando de oficio tras haber sido suspendido de Interpol después de la misión de la primera película, vuelve a asociarse con él para salvar la vida de todos y, además, desbaratar la banda de los malos. Como el objetivo es tan claro y tan simple, la acción avanza en una sola dirección y sirve de excusa para hilvanar una serie de situaciones cómicas en la que el dúo se ve involucrado. Humor sano y para toda la familia, sin culos ni tetas, pero tampoco con mucha lucidez: quien ha visto mucha comedia reconoce la acción e intuye la reacción. Pero, con la gente que colmaba la sala, funcionó de maravillas. Siempre me llamaron la atención las carcajadas del público en un film nacional cuando se putea: alguien dice "boludo", "mierda", "cagar", y la gente se descostilla. La factura técnica de la película se sitúa un poco por encima del standard, teniendo incluso escenas muy buenas (como la pelea dentro del ascensor, por ejemplo). Hay algo más, un pequeño plus de autor a la hora de contarla que la aleja de las películas del montón. Lo más flojo de la película son las actuaciones: exceptuando a Anita Martínez y a Mario Pasik, el resto son olvidables. Alfonso está un poco menos sobreactuado que en el film anterior, pero aún sigue siendo poco creíble su personaje. Pero, directamente, "el error" es el cast, lo cual genera una paradoja sin respuesta: si el chiste de la película es que los protagonistas sean ellos por la exposición mediática que tienen ¿debemos o no cuestionar sus actuaciones? ¿Qué película queremos ver, y qué película estamos viendo? ¿Existiría Socios por Accidente como tal, si Matías y Rody fueran personajes legítimos y no papeles pensados para estos dos productos made in Tinelli? ¿Hubiesen llegado las dos películas a concretarse? VEREDICTO: 6.0 - PRESCINDIBLE Si bien no es el tipo de películas que queremos ver, Socios por Accidente 2 no deja de ser coherente y llevadera, sin ser espantosamente idiota. Es por lejos la mejor película argentina para las vacaciones de invierno que se ha estrenado en los últimos años, pero, no olvidemos, que sus principales rivales han sido bazofias como Bañeros 4 e Incorregibles.