El periodismo como servicio público. Durante el período de entrega de los premios mainstream suele salir a la luz de manera muy clara una concepción del cine que lo vincula a la superficialidad y la estupidez a menos que esté basado en hechos verídicos y relevantes a nivel social, una noción no del todo precisa pero sin dudas evidente hasta cierto punto (en términos más generales, nadie come arte… guste o no). Por la atención mediática que reciben las epopeyas acerca de casos reales, resulta incuestionable que películas como La Gran Apuesta (The Big Short, 2015), Puente de Espías (Bridge of Spies, 2015), El Renacido (The Revenant, 2015), En Primera Plana (Spotlight, 2015), Joy (2015), La Chica Danesa (The Danish Girl, 2015) o Steve Jobs (2015) pasan al centro del candelero por unos meses, año a año, más allá de que cumplan o no los “requisitos” para que lo merezcan y/ o queden nominadas para tal o cual galardón. La propuesta que hoy nos ocupa, Sólo la Verdad (Truth, 2015), es un eslabón un poco más humilde -a nivel formal- de esta cadena de referencias: la obra analiza la controversia que generó la difusión en 2004, en el programa periodístico 60 Minutos, de unos memos firmados por el Teniente Coronel Jerry B. Killian, pruebas del trato preferencial que se le dio a George W. Bush en 1972 y 1973, cuando el susodicho estaba cumpliendo el servicio militar en Texas. Con la campaña presidencial de fondo, aquella en la que John Kerry pierde por décimas y en la que Bush obtiene su reelección, Dan Rather (el conductor de 60 Minutos y “presentador estrella” de CBS) y Mary Mapes (productora del programa) fueron objeto de una multitud de ataques por parte de las huestes republicanas, quienes remarcaban que ningún experto pudo autentificar los memos porque sólo se disponía de duplicaciones. Dos méritos muy interesantes de esta ópera prima de James Vanderbilt, responsable por ejemplo del excelente guión de Zodíaco (Zodiac, 2007), pasan por la exactitud y el didactismo con los que se abarcan las muchas aristas de un entretejido en el que confluyen la contienda política (la estrategia de desviar la atención hacia los documentos para sacar de foco a la historia sobre las influencias de la dinastía petrolera de los Bush y su gesta en pos de que el “nene” no combata en Vietnam), los designios de los multimedios (Viacom, el propietario de CBS, le soltó la mano al equipo de investigadores ya que el conglomerado compartía intereses con el gobierno del momento) y el periodismo en tanto servicio público (lo que implica que la perspectiva crítica debe estar siempre alerta, dejando de lado todo “oficialismo” o andamiaje conservador relacionado con la triste ponderación del statu quo). Ahora bien, el maravilloso trabajo en materia de diálogos y en lo que respecta a una suerte de caza de brujas escalonada no hubiese tenido el efecto deseado si no fuese por el gran desempeño de Robert Redford como Rather y de Cate Blanchett como Mapes: mientras que el primero consigue una interpretación ajustada y elegante que nos reenvía a muchas otras de su prolongada carrera, la segunda se luce a pura firmeza porque todo el peso del relato cae sobre sus hombros, en uno de esos personajes que recorre a la inversa el camino del héroe (Mapes arranca convencida de la legitimidad que le otorga la experiencia, para luego de a poco contemplar cómo su mundo se viene abajo en términos laborales). Tampoco se puede obviar la presencia del inoxidable Stacy Keach y de los encargados de componer al resto del atribulado equipo de 60 Minutos (Dennis Quaid, Topher Grace y Elisabeth Moss). Si en primera instancia podemos afirmar que Sólo la Verdad funciona como otro vehículo político para Redford, una “versión mejorada” de las correctas Causas y Consecuencias (The Company You Keep, 2012) y Leones por Corderos (Lions for Lambs, 2007), también es factible concluir que la realización toma la forma de un espléndido vehículo actoral para Blanchett, una australiana con una de las trayectorias más resplandecientes de la industria. Recién arribando al desenlace encontramos un dejo entre melodramático y simplista que por fortuna no llega a desdibujar los puntos a favor ganados a lo largo de un desarrollo muy inteligente, que sabe balancear los distintos componentes del retrato en cuestión (los ideales versus la corrupción y el pragmatismo) y que no escapa a los motivos del Hollywood de centroizquierda (en esencia demócrata, y por ello un tanto difuso en sus dogmas políticos).
Truth, la opera prima del guionista James Vanderbilt (Zodiac, The Loosers, Amazing Spiderman), nos lleva al año 2004, al centro del programa periodístico más prestigioso de ese momento, 60 minutos. Una productora, Mary Mapes (Cate Blanchett), empieza a trabajar en una historia para Dan Rather (Robert Redford), la principal figura de noticias de CBS. La información que maneja: George Bush, que en ese momento esta en medio de su campaña de reelección para presidente, habría usado influencias y favores para no ir a la guerra de Vietnam. Para investigar reúne a un equipo: Mike Smith (Topher Grace), Roger Charles (Dennis Quaid) y Lucy Scott (Elizabeth Moss), y comienza a hurgan entre archivos, testigos, rumores y memos. El gran problema que tiene la película es que no toma partido. Sin entrar en demasiados detalles, nunca queda claro que paso. Fue todo falso? Fue falsa una parte pero verdad la historia? Fue todo verdad? Al final de la película seguimos sin saberlo. Ha sido tan pasteurizada la historia, que llega al punto de un relato de los hechos, y para este tipo de historias, que nos muestran un hecho trascendental en la historia de un país, profesión, etc., HAY QUE TOMAR PARTIDO. No podemos contar una historia de esta importancia lavándonos las manos, tenemos que decir que pensamos, y hacernos cargo de eso. Por momentos homenajea (por no decir que copia) a “El Informante” de Michael Mann, con planos, melodías, etc., ya que esa película también transcurre en el programa 60 minutos. Sinceramente se nota mucho que es una opera prima, la música en muchas partes trata de generar emociones falsas, esta forzada, y nos saca de clima. Las actuaciones son correctas (todos los que trabajan son grandes actores) pero por desgracia le queda grande el proyecto al director. Una lastima, porque podría haberse transformado en una pieza de recreación histórica que es fundamental para el momento que se vive en los medios, como se hacen los reportajes, los intereses que hay en el medio, y los controles que tendría que haber. Pero cae en la nada, y quedara en el olvido.
Un elegante thriller político y periodístico sumamente efectivo de punta a punta. Es muy interesante ver el nacimiento y "la cocina" de una noticia, además de los sufrimientos, ansiedades y padecimientos por los cuales pasa...
La manipulación política de la prensa siempre ha sido una constante en la historia de Estados Unidos. Ya sea en la invasión a Cuba a fines del siglo XIX, en la injustificada incursión genocida en Vietnam o la arbitraria invasión a Kuwait e Irak, en todos los casos los datos y las justificaciones fueron inventadas para manipular a la prensa y a los congresistas para que se aprueben los gastos de empresas bélicas diseñadas en alguna reunión corporativa con el objetivo de exportar los “beneficios” de la tortura, la violación y el asesinato, que vienen en un combo junto a una democracia tutelada sin sociedad civil que no representa las necesidades de los pueblos invadidos. La ópera prima como director del exitoso guionista y productor James Vanderbilt (Zodiac, 2007; The Amazing Spider-Man, 2012), Sólo la Verdad (Truth, 2015), es la adaptación de las memorias de la periodista Mary Mapes, productora de noticias del canal CBS y del conocido programa 60 Minutos, despedida tras la controversia en torno a la documentación que supuestamente probaba que George W. Bush y su séquito habían falsificado el legajo del servicio militar durante la Guerra de Vietnam del entonces presidente y candidato a un segundo mandato. La película narra la investigación que comienza justo después de la revelación por parte de Mary (Cate Blanchett) y Dan Rather (Robert Redford) de los abusos, vejaciones y torturas perpetrados por el ejército estadounidense en las cárceles de Abu Ghraib. En medio de la campaña electoral de Bush y Kerry en 2004 por la presidencia, los ataques por la patética labor de ambos durante la Guerra de Vietnam fueron una de las armas que enarbolaron los partidarios para complicar al oponente. En una sociedad beligerante como la norteamericana, la foja de servicios debe ser intachable y ambos contendientes parecían no tener todos sus papeles al día en este sentido. Tras la divulgación de la información en el programa 60 Minutos, surgen varias irregularidades y se cuestiona la veracidad y la autenticidad de los documentos. Mary y todos los involucrados quedan expuestos por las fallas en la verificación de la información y son sujetos a ataques de diversa índole. La magnífica actuación de Cate Blanchett, acompañada de un gran elenco y un Robert Redford absolutamente consagrado como adalid del progresismo y reconocida voz crítica, apuntalan esta interesante obra sobre la finalidad del periodismo y la necesidad de la búsqueda de la verdad en un momento en el que el entretenimiento vulgar y grosero ha reemplazado a las noticias en los noticieros. Desgraciadamente la película extiende su duración innecesariamente -en términos cinematográficos y narrativos- para ofrecer un homenaje a los protagonistas de la historia, en especial a la carrera de Dan Rather, tras el anuncio de su retiro en 2006. A pesar de esto y de la claridad sin medias tintas de los presupuestos políticos que subyacen a las acciones de los protagonistas, Sólo la Verdad logra hacer llegar su mensaje ético por fuera del manto conspirativo -ese que los norteamericanos tienden a ver debajo de cada piedra- para que las máximas de la honestidad periodística se impongan por sobre la manipulación, las mentiras y el odio que entierran la verdad.
"Si la realidad no coincide con la historia, problema de la realidad", enuncia, palabras más, palabras menos, un viejo dicho que circula dentro del mundo del periodismo. En tiempos donde la credibilidad de la profesión está más desprestigiada que nunca, resulta valiosa una película que aborda una investigación periodística desde la ética y rigor de quienes la llevan adelante, aunque luego quede trunca (y el medio donde trabajan se desentienda ante cualquier dificultad). En ese sentido, puede verse a Sólo la verdad como la contracara de la ganadora del Oscar En primera plana, donde la información develada logra su cometido (desbaratar una red de pedofilia) Basada en un caso real, la película transcurre en 2004 y tiene como escenario a la poderosa cadena CBS News, donde se emite el prestigioso programa "60 minutes", conducido por el no menos prestigioso Dan Rather (Robert Redford). Allí, la experimentada productora Mary Papes (Cate Blanchett) y un grupo de colaboradores planean un informe que promete ser una bomba: el mismísimo George W. Bush, que va por la reelección en su país, habría eludido responsabilidades en su rol como piloto durante la guerra de Vietnam. La hipótesis se sostiene con las viejas herramientas del periodismo de investigación: algunas fuentes (ex compañeros de Bush que afirman que éste fue favorecido por su padre, entonces diputado) y un par de documentos (memorandos donde se afirma que el entonces soldado se ausentó a evaluaciones). La primicia es anunciada y la adrenalina corre por todo el equipo periodístico, pero las fuentes irán desdiciéndose y la veracidad de los documentos será puesta en duda. Mapes y su gente, incluído Rather, pasan de ser valientes cuestionadores del poder a meros vendedores de pescado podrido. Sólo la verdad muestra los claroscuros de un oficio que, aún actuando de buena fe, siempre corre el riesgo de cegarse y querer imponer su versión a toda costa. También indaga sobre la doble moral de la corporación mediática, que si todo sale bien se arrogan el mérito, pero si algo falla dejan desprotegidos a sus empleados (luego de someterlos a una investigación interna, Mapes fue despedida y Rather obligado a renunciar). Las más de dos horas que dura la película no resultan excesivas en absoluto. La trama es ágil, por momentos vertiginosa (aunque toma un poco a la ligera las presunta falsedad de los documentos), y cuenta con una actuación notable (otra vez, y van...) de Cate Blanchett como una adalid del periodismo noble, acompañada por un sólido Redford. Periodismo en estado puro.
Con la dignidad en el medio Luego de que En primera plana (Spotlight, 2015) gane el Oscar a la mejor película, se estrena un film que puede leerse en paralelo: Solo la verdad (Truth, 2015) relata un hecho verídico de gran repercusión mediática en Estados Unidos que confronta nuevamente medios de comunicación con poder político. Esta vez no será un periódico el encargado de denunciar al poder eclesiástico sino un programa de televisión al gobierno de turno: El noticiero de la CBS “60 minutos” conducido por el respetado Dan Rather (Robert Redford) mostró unos documentos en 2004 que produjeron un escándalo conocido como el "Rathergate" (por el apellido del locutor de aquel noticiero). Su productora Mary Mapes (una genial Cate Blanchett) es la encargada de conseguir los informes para el programa y accede a unos archivos que ponen en jaque la versión oficial del por entonces presidente y aspirante a la reelección George W. Bush, en las fuerzas armadas y su papel en Vietnam. El país se encuentra inmerso en la guerra contra Iraq y Afganistán y en este contexto, surge el escándalo: Las pruebas confirman que el ex presidente había evitado participar en la Guerra de Vietnam por las influencias de su padre al unirse a la Guardia Nacional Aérea de Texas, además de haberse ausentado durante meses de la base a la que estaba destinado. El acoso del poder político recae sobre la veracidad de los documentos y con ellos, la integridad periodística de la productora y conductor del programa de prestigiosos 24 años en el aire. Lo que se vuelve una denuncia válida se convierte en una persecución ideológica sobre ella, y el veterano presentador de noticias, llegando incluso a instancias legales. Solo la verdad desnuda las consecuencias políticas de tocar ciertos intereses en pos de la verdad, en una persecución ideológica no vista desde tiempos del macartismo. Una vez más el poder determinando qué puede decirse y que debe permanecer oculto en los medios de comunicación, dilapidando cualquier intención de ética y moral periodística. El hecho generó polémica por la autenticidad de los informes, provocando la renuncia de la cadena CBS de su famoso conductor y productora. Pero la película inteligentemente sólo dedica la primera mitad al hecho y continúa con la batalla ideológica acechada sobre ellos. Lo que se pone en juego es la dignidad de las personas y la libertad de expresión, dejando el conflicto mediático en segundo plano. La película abre un abanico de incertidumbre sobre aquello que vemos y creemos como “verdad” en la televisión (de ahí el título del film), detrás de un caso exclusivamente norteamericano del que no hubo mucha repercusión en el resto del mundo pero que atraviesa dilemas comunes a las situaciones políticas globales. Si bien no está a la altura de En primera plana cómo film de denuncia (recordemos que la ganadora del Oscar revela el heroísmo periodístico frente a las presiones del poder), Solo la verdad se introduce en vericuetos legales para resaltar la dignidad de los periodistas implicados; su mensaje es tan valedero y decisivo como aquella, y pone el acento en la necesidad de una libertad de expresión cercenada por los grandes agentes de poder. Una cosa de todos los días en cualquier parte del mundo.
Solo la verdad pude llegar a ser apasionante si te gusta el mundo del periodismo y la política. Está basada en un escándalo mediático muy reciente, protagonizada por actores de primera línea y muy bien escrita. ¿Entonces por qué no hace tanto ruido? La respuesta es por la reciente Spotlight, ganadora del Oscar a mejor película y mejor guión original, donde nos encontramos con otra historia real reciente sobre periodistas tras una investigación. A mi entender esta última tuvo más repercusión (más allá de sus cualidades artísticas y técnicas) por el tema que abordaba: sacerdotes pedófilos, algo de impacto e interés mundial. En cuanto el estreno que ahora nos ocupa es sobre la verdad o falsedad de la carrera militar del ex presidente norteamericano George W. Bush. Si bien aquí te metés en la historia no deja de parecerte muy ajena y eso le resta aún con las poderosas interpretaciones que se brindan. Cate Blanchett está genial como siempre pero ya estaba nominada por Carol. Aquí su personaje es duro y si bien es apático te ponés de su lado casi de inmediato. Robert Redford está muy bien como el legendario conductor de 60 Minutes Dan Rather, muy solemne, y el resto del cast lo acompaña con creces: Topher Grace, Dennis Quaid y Elisabeth Moss, entre otros. El director y guionista James Vanderbilt, luego de escribir blockbusters tales como las dos últimas Spider-man y maravillas como lo que hizo en Zodiac (2007) se embarca en lo que es su ópera prima y hace un buen laburo manejando tiempos pero tampoco se luce con planos. De hecho la fotografía es bastante chata. En líneas generales la película cumple con lo que pretende que es informar sobre un hecho controversial y lo que les sucedió a los periodistas luego de ello. Si te gustan este tipo de propuestas es una gran opción, sino hay varias cosas en cartel.
La integridad ante todo. A destiempo, tras el paso de la fiebre del Oscar, si Solo la verdad se hubiese estrenado en paralelo a la ganadora En primera plana -2015- hubiese generado una mayor cobertura y debate no en el terreno cinematográfico, sino en el del periodismo y la credibilidad de la investigación periodística en los últimos tiempos.
Una historia verídica donde la caza del periodismo fue un hecho evidente en la campaña de reelección de presidente George W. Bush, con una increíble Cate Blanchett a la cabeza del film. Durante las campañas presidenciales de Estados Unidos, el torbellino de noticias e investigaciones sobre los candidatos de cada partido no dejan de surgir. Hoy, un ejemplo clarísimo es la controversia con el pre-candidato Donald Trump del partido Republicano. En Solo La Verdad la cuestión es la misma y reportajes principalmente sirven para persuadir el voto de la gente liberal que debe decidir entre dos partidos muy distintos. El film se ubica en plena campaña presidencial del año 2004 donde Mary Mapes, una productora de la cadena de televisión CBS News, encara una investigación con un grupo de periodistas para sacar a la luz un vergonzante secreto del presidente Georg W. Bush durante sus años de servicio militar en Texas. Para ello, Mapes y su equipo consiguen unos memos firmados por el Teniente Conorel a cargo del joven Bush, donde se dejaba en evidencia el trato especial que él tenía y también cómo eludió la guerra de Vietman. Cuando esa información se hace noticia en su programa 60 Minutos, conducido por la gran celebridad del canal Dan Rather, una ola de contraataque republicano reclama la autenticidad de los documentos, lo cual genera un gran problema legal para los miembros del equipo como para la cadena de noticias. Solo la verdad es un film político que sigue principalmente a Mary Mapes, una pieza muy importante para el canal donde trabaja. La interpretación de Cate Blanchett es impecable, su personaje queda expuesto ante el público y es transparente en todo lo que siente, mientras que una vez más se convierte en una fuerte mujer que lucha por sus ideales a pesar de los cientos de problemas que esto conlleva. A la par suya también esta Robert Redford, quien encarna a Dan, con un trabajo no menos que excelente. El guionista James Vanderbilt en esta oportunidad debuta como director al adaptar la novela Truth and Duty: The Press, the President, and the Privilege of Power, escrita por la misma Mary Mapes. El recorrido de la historia no cansa ni mucho menos aburre: Vanderbilt esta hecho para contar historias y no fallar en el intento.
Todos los hombres del presidente Bush. Si el arribo a la cartelera argentina de Sólo la verdad no hubiera estado en carpeta desde hace varios meses, sería inevitable pensarlo como consecuencia directa del sorpresivo Oscar a Mejor Película para En primera plana. Pero lo cierto es que, más allá de tener al periodismo como ámbito común, el parentesco no va más allá de lo cronológico y temático. En términos de forma y contenido, la dupla funciona como reverso perfecto, con el galardonado film de Tom McCarthy haciendo del oficio una actividad digna de los espías de John le Carré (invisible, gris, plena de tiempos muertos y empantanamientos burocráticos, ejecutada por hombres y mujeres regidos por la voluntad inquebrantable de su profesionalismo) y Sólo la verdad apostando por la épica de la disciplina concebida como cuarto poder, una definición de manual permitida que la emparienta con un ejercicio casi altruista y de la cual los personajes se apropian. El primer largometraje como realizador del hasta ahora guionista y productor James Vanderbilt (Zodíaco, El sorprendente Hombre Araña) está más cerca del idealismo y romanticismo de salón de la serie The Newsroom que del naturalismo sucio y sincopado de En primera plana, aun cuando su aura de pesimismo sugiera lo contrario. Similar es un punto de partida “real”, en este caso lo ocurrido a mediados de 2004 con la producción del programa 60 minutes y la puesta en marcha de una investigación que en teoría iba a poner contra las cuerdas la carrera política de George W. Bush, por entonces en plena campaña electoral para un segundo periodo en la Casa Blanca. La recopilación de información sobre el supuesto beneficio de permanecer en la Guardia Nacional de Texas y no prestar servicio en la Guerra de Vietnam, su chequeo, la búsqueda de fuentes y la preparación del envío, siempre con la productora Mary Mapes (Cate Blanchett) a la cabeza, conforman el centro de la primera y mejor parte del film. Esto porque, por un lado, Vanderbilt construye su intriga con vértigo y coherencia, pero sobre todo porque, al igual que McCarthy, se inmiscuye en el mundo del trabajo limitándose a mostrar a un grupo de personas tratando de hacer el suyo de la mejor forma posible. Sobre la mitad del film, Mapes deja de funcionar sólo como anclaje moral (entrega, profesionalismo, rigor) para convertirse en uno también emotivo (los intentos de equilibrar trabajo y familia, los traumas con el padre alcohólico), obligando al espectador identificarse con ella ante el tembladeral posterior a la emisión del programa. Las consecuencias fueron escandalosas no para el mandatario republicano, sino para el equipo de la CBS, cuya imposibilidad de probar la veracidad de los documentos terminó con varios miembros obligados amablemente a renunciar, ella despedida después de una investigación interna y el legendario presentador Dan Rather, hasta ese momento una de las voces más creíbles de la pantalla chica estadounidense, retirándose un par de años después. No es casual que él esté interpretado por Robert Redford. Al fin y al cabo, la última hora exhibe una corrección política en línea con sus últimos trabajos como director, dejando de lado la investigación para convertirse en una crítica al corporativismo que se ilustra con la alineación de los ejecutivos del programa con las obligaciones económicas del canal. Los periodistas, entonces, como meros corderos de los leones empresariales.
Lo que no tiene es remedio Sobre un hecho real, Cate Blanchett y Robert Redford le ponen el cuerpo a un affaire periodístico. En primera plana, con su Oscar a la mejor película entregado hace semanas, volvió a poner en el centro la importancia y el lugar que debe ocupar el periodismo de investigación. Basada en hechos reales, lo que hicieron los periodistas del The Boston Globe no tuvo la repercusión mediática que el affaire de 60 minutos, de la cadena CBS, que en 2004, y en plena campaña para la reelección de George W. Bush, difundió un informe en el que quedaba mal parado el mismísimo Presidente de los EE.UU. Bush había -no dijeron habría- hecho trampa, conseguido favores para disimular su flojo desempeño en el Ejército, sobre lo que había -y no habría- construido buena parte de su ascendente carrera política. El tiempo de verbo fue el detonante. No sólo de que la Casa Blanca le cayera encima al canal de noticias, al programa y en especial a su principal figura, el periodista Dan Rather. Fue un hecho que trascendió, Rather debió pedir disculpas al aire. Igual, al año siguiente no le renovaron su contrato. Lo que sucedió fue que la fuente que consiguieron los periodistas se echó para atrás cuando las papas comenzaron a calentarse en el horno. Todo se embrolló también con unos documentos oficiales que parecían, ahora, apócrifos. La verdad pasaba a ser un término subjetivo. Y cayeron Rather y la productora del programa, que fue quien estuvo metida de lleno en el informe. En la producción del programa. cate Blanchett es protagonista. Foto: Distribution Company En la producción del programa. Cate Blanchett es protagonista. Foto: Distribution Company James Vanderbilt eligió debutar detrás de cámaras como realizador con este tema, tras ser guionista de, por ejemplo, Zodíaco, de David Fincher: con una cuestión moral, que conlleva complejidades, aprietes, conveniencias corporativas y alguna deslealtad. Dentro de la inmensidad de preguntas que Sólo la verdad le plantea al espectador, está la de si es posible llegar a la verdad, y si es imparcial ese trabajo que cuestiona la rectitud moral de Bush. Cuando se lo tache de fraude y en Internet no sólo se valgan de la burla y del descrédito, ¿cómo se recompone una imagen? ¿Hay autonomía en los medios? Porque Dan Rather (Robert Redford) es como un símbolo de independencia, pero también, de un hombre que no tiene decisión sobre lo que está pasando. Sobre Cate Blanchett cae todo el peso del relato, porque la película se (re)construye sobre su personaje, sus movimientos, su coraje, su entrega. Cierto alegato casi al finalizar el filme enciende aún más su actuación, que como siempre está un escalón por encima del resto, en un elenco de grandes actores, tal vez no estrellas, que integran entre otros Dennis Quaid, Dermot Mulroney, Topher Grace. La reflexión a la que lleva Sólo la verdad, y la cuota de entretenimiento que tiene el filme, lo vuelven un combo recomendable.
La historia de una investigación periodística que pudo cambiar el devenir político de EEUU y que abortada brutalmente, a punto de dejar sin trabajo a sus responsables. Tiempo de reelección de George W Bush, y una productora de la CBS que descubre que el presidente en su juventud hizo todo tipo de manejos para evitar ser enviado a Vietnam. Si bien la película se enreda en demasiados detalles de lo que ocurrió cuando se mostro el informe, y como se acuso a los responsables, testigos que se dieron vuelta, acusaciones de complot, productora y conductor quedaron fuera. A pesar de sus defectos interesante, gran trabajo de Cate Blanchet, bien Robert Redford.
Una investigación periodística que se convierte en odisea En el mismo año del triunfo de En primera plana en el Oscar, el guionista de Zodíaco, James Vanderbilt, ha elegido el ambiente de la investigación periodística para iniciarse como director. El título original es tan ambicioso como abierto a infinitas controversias, Verdad, y apunta a un caso que, aunque conocido, no tuvo entre nosotros la comprensible y ruidosa repercusión que mereció en los Estados Unidos. Se trata de la investigación que en 2004, en vísperas de la reelección de George W. Bush, puso en el aire la cadena CBS en su famoso ciclo 60 minutos y que revisaba el pasado del presidente, alegando que se había valido de sus influencias familiares para ingresar en la Guardia Aérea Nacional de Texas y así evitar su participación en Vietnam. Con todo, el film no se ocupa especialmente del compromiso militar de Bush, sino de las dificultades que debió afrontar el equipo de investigación periodística, especialmente la productora May Mapes (Cate Blanchett) y el veterano presentador, famosa figura de la televisión, Dan Rather (Robert Redford) para concretar ese servicio y sobre todo en las críticas, los cuestionamientos y hasta las persecuciones que tuvo que sobrellevar después de su difusión. El libro de Mapes, Truth and Duty: The Press, The President and the Privilege of Power, provee la base para el material ficcional que Vanderbilt organizó con apreciable claridad -no exenta de algunos estereotipos ni de algunos abusos discursivos- y volcó en imágenes con el nervio y el dinamismo necesarios, aunque es notorio que el film gana en intensidad y atractivo a partir del momento en que comienzan los rechazos, en los que los blogs tienen intervención activa; aumentan las presiones y en la misma medida que éstas se incrementan, las desmentidas proliferan. Por supuesto, el punto de vista es siempre el de Mapes, cuyo personaje se adueña con justicia del centro de la historia (porque lo exige el guión y lo hace inevitable la poderosa presencia de la siempre admirable Cate Blanchett). El film mismo lo hace suyo, aunque no deja de resultar curioso que en el fondo, Truth no celebre un triunfo como suele suceder en otros films sobre controversias periodísticas. Para algunos espectadores, el hecho de que Sólo la verdad no provea una conclusión cierta de la historia real puede resultar un poco frustrante. Como ya es habitual, Cate Blanchett es, aun en medio de un elenco en el que el brillo actoral es previsible teniendo en cuenta los nombres convocados, el motor que le transmite su vigoroso empuje. Algo más pálido se ve el personaje de Redford, más por el tratamiento del guión que por falta de compromiso del actor.
En primera plana En la línea de la reciente ganadora del Oscar, esta película que reconstruye el caso real de una investigación periodística tiene un notable elenco encabezado por Cate Blanchett, Robert Redford y Dennis Quaid. Apenas un mes después del sorpresivo premio Oscar a En primera plana, llega a la Argentina otro film centrado en el universo periodístico y basado en una historia real. Dirigido por el hasta ahora guionista y productor James Vanderbilt, Sólo la verdad narra las vivencias del equipo del legendario programa 60 Minutes que en 2004 hurgó en el pasado de un George W. Bush por entonces en plena carrera para un segundo periodo en la Casa Blanca. El equipo del noticiero está compuesto por Mary Mapes (Cate Blanchett) y un grupo de periodistas (Dennis Quaid, Elisabeth Moss y Topher Grace). La primera parte del film los muestra dedicando varias semanas a cruzar datos, buscar documentos y entrevistar a las distintas fuentes que aseguran que el mandatario republicano fue protegido por la Guardia Nacional de Texas para evitar la Guerra de Vietnam. Lo hará de forma diametralmente opuesta a En primera plana, mutando el grisáceo y burocrático universo del film de Tom McCarthy por uno más cercano al tono épico y grandilocuente de clásicos como Todos los hombres del presidente o la serie The Newsroom. Los problemas para los investigadores comienzan después de la emisión del programa, cuando la imposibilidad de probar la veracidad de los documentos ponga contra las cuerdas al equipo de la CBS, incluyendo al legendario presentador Dan Rather (Robert Redford). A partir ahí, Sólo la verdad desplazará al periodismo a un segundo plano para centrarse en los avatares personales de Mapes (los traumas con el padre, la contención familiar) y la investigación a cargo de una consultora contratada por los ejecutivos del canal. El resultado es, entonces, una crítica corporativista políticamente correcta.
Al mismo tiempo que En primera plana, en los Estados Unidos se estrenó también este film sobre periodismo, otra vez basado en un caso real. Aquí de lo que se trataba era de una noticia que no era cierta pero fue puesta al aire como tal, y las consecuencias que tal decisión tuvo para los involucrados. La noticia era la posibilidad de que George W. Bush hubiera evitado sus deberes militares en Vietnam, algo que finalmente se reveló como falso. El film, con bastante precisión y sin ceder (del todo) a la necesidad del drama, muestra cómo funciona ese delicado sistema de contrapesos, de chequeos y de contrachequeos que implica el auténtico periodismo de investigación, un universo que -suele creerse de modo erróneo- pasa por un campo de negociación entre interesados. Lo mejor del film consiste en que los actores parecen realmente personas con las que podríamos hablar en el mundo que vivimos, y de hecho Cate Blanchett, en estado tenso pero humano, está mejor aquí que en Carol, donde sobreactúa cada gesto. Otra cosa interesante es que Redford parece en su salsa, lo que también es un valor para esta película.
Interesa, pero el caso real daba para más Hace unas semanas vimos una de las mejores películas que se hayan filmado sobre una investigación periodistica, "En primera plana". Las cosas que hacían de esa crónica de las pesquisas sobre casos de pedofilia en la iglesia católica son justamente las que no se encuentran en esta recreación de la caída de un astro del programa de noticias "60 minutos" encarnado por Robert Redford. Según la historia real y relativamente reciente, fue la productora del programa interpretada por Cate Blanchett- la que aceleró el final de la carrera del rostro de las noticias de CBS Dan Rather, al lanzar con poco tiempo de preparación una historia sobre cómo George W. Bush eludió ir a Vietnam anotándose en la Guardia Nacional justo en medio de su campaña por la reelección presidencial. "Sólo la verdad" está llena de muy buenos actores que por momentos brindan excelentes actuaciones, empezando por la protagonista, pero tiene un grave problema estructural, narrativo y de enfoque que la vuelve mucho menos interesante de lo que podría haber sido. Es que el film estructurado en varas partes que alargan el asunto innecesariamente, partiendo de la investigación de la noticia en si misma, los posteriores intentos por defender su rigor informativo, la posterior claudicación y disculpas en vivo del reportero televisivo y luego el juicio interno para despedir o no a los involucrados en el programa en cuestión. Y a eso hay que agregarle los problemas personales y biográficos de la productora encarnada por Cate Blanchett. Si bien lo que se narra tiene sus puntos atractivos, no siempre es así, y hay muchas situaciones que se repiten sin necesidad y que atentan contra el ritmo del conjunto.
La caza del periodismo En 2004 el presidente de Estados Unidos, George W.Bush, obtuvo su reelección y volvió a ser el líder de la primera potencia mundial por cuatro años más, pero días antes de las elecciones estuvo a punto de no lograrlo por la labor de un equipo de periodistas. Mary Mapes (Cate Blanchett) es una de las productoras más talentosas de la televisión y se encuentra al mando del programa “60 Minutes” conducido por un periodista de larga trayectoria llamado Dan Rather (Robert Redford), un día se le presenta una historia que puede poner en jaque la elección ya que todo indica que a fines de los 60 el actual presidente usó una serie de influencias para no combatir en la Guerra de Vietman. La investigación se pone en marcha y Mapes y su equipo conformado por Mike Smith (Topher Grace), Lucy Scott (Elisabeth Moss) y el Teniente Coronel Roger Charles (Denis Quaid) logran poner al aire un informe que detalla y fundamenta con entrevistas todos los permisos otorgados, las ausencias sin aviso, traslados y protección que tuvo Bush hijo en su paso por el servicio militar. Esto es la primera parte de la película ya que luego de emitir el programa descubren que en algunos blogs y foros (las redes sociales de la época) se empezó a divulgar que habría documentos falsificados y textos que se creían escritos en máquinas de escribir de la década del 70 parecían haber sido hechos en Word y fotocopiados para que parezcan viejos por lo que los testimonios también pueden haber sido comprados. Escrita y dirigida por James Vanderblit, Solo la verdad (Truth) se centra en la visión de Mary Mapes, casi como un thriller atrapante dividido en dos partes (investigación y escándalo posterior) con un ritmo acorde deja todo en manos del atractivo que genera que haya sido una historia real y muestra como es la producción de un informe para la TV norteamericana y los intereses que se generan detrás, aunque hubiese sido interesante si ahondaba más en estos. El principal acierto son las actuaciones ya que Cate Blanchett compone con exactitud todas las emociones por las que pasó la verdadera Mary luego de que se generase el escándalo. Además Robert Redford con menos minutos en pantalla encarna al reconocido periodista que también sufrió el embiste y su cabeza salió rodando. Una película correcta que no hace una crítica mordaz pero que engancha en sus 125 minutos de duración y ponen en debate la función del periodismo televisivo, además no hace falta estar muy familiarizado con el caso ni con los avatares de la política.
A veces poner una película frente a otra puede servir para dejar claro ciertas diferencias. A SOLO LA VERDAD le tocó la (mala) suerte de darse a conocer mundialmente para las mismas fechas que lo hizo EN PRIMERA PLANA, la película de Tom McCarthy que terminó ganando el Oscar a la mejor del año. Y la comparación la mata. O, si no la mata, desnuda muchos de sus problemas. En otro momento, quizás, uno podría no darse cuenta tan fácilmente de ciertas falsedades, imposturas y trucos que tiene la película, pero puesta una frente a la otra las diferencias se hacen más que evidentes. Todo lo que en aquel filme suena realista y verdadero, aquí se vuelve forzado, “hollywoodizado” al extremo. No se trata de una mala película y es cierto, también, que el mundo de las noticias televisivas tiene códigos que no son iguales a los de la prensa escrita, pero de todos modos el guión, el tratamiento visual y las actuaciones se revelan como mucho más convencionales y de “fórmula” que en el otro filme. SOLO LA VERDAD se centra también en un caso de investigación periodística real, el que realizó el programa de TV “60 Minutos” en 2004 tratando de desacreditar los archivos del servicio militar del entonces presidente George W. Bush, que en ese entonces buscaba la reelección. El filme se centra en el trabajo del equipo de producción que encabezó Mary Mapes (Cate Blanchett) tratando de conseguir testimonios en cámara y datos fehacientes que confirmaran que Bush había mentido en su record militar y que lo había hecho para evitar ir a la Guerra de Vietnam. La información que Mapes recoge con la ayuda de Mike Smith (Topher Grace), el Coronel Roger Charles (Dennis Quaid) y Lucy Scott (Elisabeth Moss, desaprovechada) no termina de ser del todo concluyente pero igualmente se hace el segmento que condujo el famoso presentador de noticias de la CBS, Dan Rather (Robert Redford). Ahí recién empezaron los problemas ya que, quizás, la información podía estar equivocada. O, al menos, dejaba los suficientes huecos abiertos y dudosos como para ser cuestionada por los defensores del presidente. Lo interesante del filme respecto a EN PRIMERA PLANA es que tiene una mirada mucho más cínica y probablemente más realista de las relaciones entre los medios y el poder. Allá donde el Boston Globe podía ir contra la Iglesia sin demasiados contratiempos políticos, a la CBS se le complica ir a fondo contra Bush porque, bueno, hay demasiados intereses cruzados de por medio y todos ellos salen a la luz cuando los periodistas de investigación dejan un bache no del todo bien cubierto en el informe. La información que tienen puede ser cierta, pero si las pruebas no están de acuerdo a los parámetros y la medida del buen periodismo de investigación, todo puede desarmarse rápidamente. Hasta las carreras profesionales de quienes cometieron esos errores. El problema de la película es que, más allá de que su mirada global sobre las relaciones entre los periodistas, los dueños de los medios y el poder político y militar sea sensata, la forma en la que la historia se desarrolla no escapa de lo convencional. Cuando EN PRIMERA PLANA se estrenó muchos la acusaron de ser un “telefilme” por su estética simple y sin demasiado “vuelo”. Pero en realidad es ésta la película a la que esa acusación le cabe un poco más, ya que le impone a ese universo sucio y complicado una estética prolija y algo glamorosa, una serie de “lecturas” (digamos, “bajadas de línea”) que los personajes se hacen entre sí cuando es obvio que son mensajes al espectador y otras líneas narrativas de prefabricado suspenso que tienen más que ver con un episodio de CSI que con el realismo de redacción puro y duro de la película de McCarthy. Esos momentos de “alto impacto” –confrontaciones subrayadas, héroes y villanos casi exagerados, escenas de falso sentimentalismo– conspiran contra la credibilidad de un filme que, de todos modos, sostiene su interés gracias a una historia de por sí riquísima en contradicciones y a un elenco extraordinario sostenido por la enorme Blanchett, que mejora cualquier cosa en la que le toque actuar. Aún una película sobre la televisión que parece hecha para la televisión…
Se encuentra muy bien narrada, es ágil y muestra una gran investigación periodística que indaga como fueron los hechos que involucran a la iglesia en un caso de pedófila, como refleja la reciente ganadora del Premio Oscar a la Mejor película “En primera plana” aunque ambas tocan diferentes temas. Una vez más se pueden ver las sólidas actuaciones de Blanchett y Redford y además resulta ser un efectivo thriller periodístico. Al encontrarse basada en hechos reales puede resultar aún más interesante.
Es inevitable hablar de Truth, un drama sobre la labor periodística, y no hacer referencia a Spotlight, la excelente película de Tom McCarthy que se llevó el Premio Oscar en la última entrega. Hay grandes diferencias entre una y otra, desde el caso abordado al formato para el que la investigación se pensó, sin contar que entre el resultado final de ambas hay un abismo. Inmensidad que se extiende desde lo fílmico a lo informativo, en primer término porque objetivamente una producción es superior a la otra –más allá del tópico trabajado-, sino por sobre todo porque una se centró en el triunfo de los reporteros por sobre una organización que cubrió por años los delitos más atroces, mientras que la otra se enfoca en uno de los fracasos más rotundos de la profesión.
NO TODOS SON EXITOS Otro film sobre el periodismo de investigación. Esta vez se asoma al mundo de la televisión. Otro caso real. Cuenta una metida de pata de la cadena CBS. en el 2004, cuando creyeron encontrarle un desliz a Bush en el plan campaña presidencial. Al comienzo el guión es algo recargado con datos y nombres. Pero de a poco van quedando en el centro de la historia la productora que impulsó esta investigación (otro soberbio trabajo de la incomparable Cate Blanchett) y el presentador estrella del noticiero (Redford) que son la cara del canal. El film muestra los intereses que se mueven detrás de las grandes noticias, la desesperación de algunos periodistas por fiarse solo de indicios, y las idas y vueltas de un sistema de pruebas y contrapruebas que alimentan un sistema que necesita contrastes y revelaciones. Una obra consistente, bien contada, segura, que demuestra que es difícil buscar la verdad en medio de un sistema donde los dueños del poder se van encargando a cada paso de borrar las huellas de sus patinadas.
Una película más Al igual que en la laureada En primera plana, una vez más el cine decide inmiscuirse en la tarea periodística reflejando un resonante caso de investigación, pero esta vez no tanto en las repercusiones políticas y sociales que trajo, sino en cómo afectó la vida de los periodistas que realizaron aquel trabajo. En efecto, Sólo la verdad sigue las consecuencias a las que se enfrentaron la productora de CBS News, Mary Mapes, y el presentador, Dan Rather, luego de que revelaran que el ex presidente George W. Bush había evitado sus responsabilidades durante su servicio militar durante la guerra de Vietnam. El film exhibe en forma concreta el desarrollo de la investigación, su publicación y las derivaciones que tuvo ese trabajo, centrándose más en esta última etapa que en las anteriores, que sólo sirven como preámbulo de lo que la película realmente quiere contar. No resulta virtuosa su puesta en escena ni trascendencia en su relato, ya que se trata de una estructura clásica en la cual lo único importante es contar la historia. Ni más ni menos. A diferencia de En primera plana, donde absolutamente todos los elementos eran en favor de la trama, sin destacarse uno por sobre otro, aquí las actuaciones de Cate Blanchett (principalmente) y de Robert Redford son el sostén de un guión pobre de emociones e impacto. La carga dramática que le aportan los intérpretes es lo único que puede sacar un poco de la monotonía que posee la película, que por momentos parece ser más un documental que una ficción basada en hechos reales. En determinadas circunstancias, la transcripción textual de lo sucedido puede ser sugestiva en una estructura documental, pero en un film narrativo, tanta literalidad quita ritmo y provoca pocas sensaciones en el espectador. Esta falencia dramática lleva a que la película sólo resulte atractiva para saber su final y no por su historia en sí. En Spotlight todo el proceso investigativo y su repercusión social resulta atrapante y transmite cierta emoción. En cambio, aquí todo transcurre con mucha pasividad, acotándose la historia sólo a lo concerniente a los periodistas, un universo muy pequeño y quizás lejano al público en general. A pesar de los esfuerzos de Blanchett y Redford (y del elenco en general), los personajes nunca logran transmitir empatía, resultando muy distantes hacia el espectador, lo cual agrega aún más a la falta de emotividad, que apunta a exhibir una trama dramática la cual nunca llega a explotar. En definitiva, Sólo la verdad resulta atrayente para conocer una situación periodística determinada, que quizás será destacada por su temática para quienes estamos metidos (en mayor o menor medida) dentro de los medios, pero para el espectador común no pasará de ser una película más.
Cate Blanchett y Robert Redford investigan a George W.Bush y de paso cuestionan al cuarto poder. Todos los medios del presidente Apenas dos meses atrás Spotlight era galardonada como la mejor en película de 2015 y complacía a los amantes de la corrección política cinematográfica. Aquél film buscaba redimir la vapuleada figura del periodista como paladín de la verdad con la poca imaginación del plano-contraplano y algunas buenas actuaciones de un numeroso ensamble de actores prestigiosos. Exactamente lo mismo podríamos decir de Sólo la verdad, la única diferencia es que el tema de investigación de esta película no es lo suficiente interesante para 120 minutos de metraje. No hay red de pedofilia, ni espionaje presidencial, ni el asesinato encubierto de un presidente, no: aquí se investiga si George W.Bush gozó de beneficios durante su servicio en la fuerza aérea estadounidense. No será mi campo de especialización y quizás sea un ignaro, pero a mi me parece que hay cosas más terribles para investigar sobre el predecesor de Obama. Ok, ustedes me dirán – y con razón – que el cine no es el “qué” sino el “cómo”; bueno, lamento decirles que las escasas loas audiovisuales de la cinta tampoco ayudan demasiado a la tediosa trama. Lo curioso de todo ésto, es el que director del film es el guionista de la excelente Zodiac, una drama periodístico de esos que muchos podrían decir que no pasa nada, pero que funciona en todos los aspectos en los que Sólo la verdad fracasa espectacularmente. Los mártires millonarios 60′ Minutes es el programa de investigación periodística más importante y respetado de la televisión norteamericana. Durante el cuestionado primer mandato de George W. Bush, un equipo de investigadores liderado por Mary Mapes (Cate Blanchett) elucubró un informe sobre el fraudulento pasaje en el servicio militar que luego fue presentado por Dan Rather (Robert Redford) en el programa mencionado previamente. El informe ocupó el centro de la agenda mediática y causo una importante controversia en un año previo a las elecciones de 2005. Rápidamente, los republicanos empezaron a cuestionar la documentación y la pericia utilizada para darle credibilidad a la investigación, algo que puso en aprietos a CBS, la cadena encargada de la transmitirla. Así será como Mapes y cía. intentarán develar el complejo entramado de influencias que entorpecen el alcance a la verdad. El principal problema del argumento es que en su hincapié por demostrar la culpabilidad de Bush, se convierte paulatinamente un panfleto Demócrata. La hipótesis del informe es el eje central de la trama y no se usa el caso como crítica a los conglomerados mediáticos y la ética periodística, apenas hay dos o tres líneas al respecto y en ellas la protagonista expresa que “la noticia es más importante que los detalles”, es decir, lo que importa es inventar la noticia, no las pruebas. Entonces tenemos 20 minutos de debates sobre fuentes del Microsoft Word y acrónimos de instituciones militares que no van a ningún lado y hasta por momentos tenemos que sentir empatía por millonarios periodistas que toman whisky en su costosa propiedad en Park Avenue. Digo “tenemos” porque el director siente que es una obligación agregar dramatismo con música estupideces mundanas como un diálogo sobre la Times New Roman. Lo peor es que estamos forzados a identificarnos con personajes que son contrariados con razonamiento sensatos y completamente lógicos, o sea, es un panfleto que no sirve porque pone al espectador del lado de los Republicanos!. La inventiva visual y narrativa brilla por su ausencia en la gastada formula de plano general-medio-closeup. Lo único que se salva es la interacción entre Blanchett y Redford, dos interpretes con mucho oficio y que siempre es un placer verlos actuar. Conclusión Sólo la verdad es un panfleto de compromiso artificial y con una clara intención por autopoclamarse seria y necesaria. Un entretenimiento pasable para los amantes de la temática.
Mentiras verdaderas Algo del orden de la imperiosa necesidad de transpolación cultural pone en juego éste filme, lo que podría derivar en una lectura casi ficticia del mismo. Por un lado presenta los resortes del poder en relación al discurrir del llamado cuarto poder, el periodismo, en ese orden el director muestra a las claras sus intenciones de no tomar partido de manera definitiva, sólo mostrar los hechos, reales supuestamente, basados en el libro "La verdad y del deber”: La prensa, el presidente y el privilegio de poder” ("Truth and duty: The press, the president, and the privilege of power") escrito por Mary Mapes, protagonista de ésta historia. Esa posición ideológica, pues el no tomar partido lo es, termina transformando al texto fílmico en un ícono del maniqueísmo a ultranza. La otra variable podría ser leída con la sola intención de mostrar el grado de nacionalismo por el que está atravesado el ciudadano medio de los EEUU, y que una denuncia de esa naturaleza podría inclinar la balanza en una elección presidencial. Mientras veía la proyección pensaba, tratar de no ir a la guerra, no importan los medios ¿es tan grave? Ese es el ejercicio de extrapolación que debe realizar el espectador vernáculo de esta realización. En estas tierras en épocas del servicio militar obligatorio era moneda corriente, el fin lo justificaba. La historia se centra temporalmente durante el proceso eleccionario de los estadounidenses de 2004. Sumido el estado en la conflagración bélica contra Iraq y Afganistán, todo indica que George W. Bush será reelegido presidente de los Estados Unidos. Una productora de noticias de la cadena televisiva CBS, Mary Mapes (Cate Blanchett). y su colega y mentor, el indiscutido y premiado presentador Dan Rather (Robert Redford), descubren una historia que podría cambiar el curso de las elecciones. La familia de George Bush había utilizado todo tipo de influencias para evitar que en la década del ’70 deba ir a guerra de Vietnam, o bien al menos los documentos, no los originales sino sus fotocopias, demostraban esa injerencia familiar. La emisión del programa especial de “60 Minutos” presentó estos hechos luego de una investigación realizada por todo un equipo liderado por los nombrados anteriormente. Que este hecho tome publico conocimiento en ese momento desencadeno un búmerang periodístico que forjó a que Rather, y sobre todo Mapes, tengan que lidiar contra el poder establecido para demostrar la autenticidad del informe, intentando situar la verdad más allá de los beneficios políticos y financieros que se ocultan en los medios de comunicación. La producción transpira clasicismo por todos sus poros, ni malo ni bueno, formalismo a ultranza desde su estructura narrativa, enclavada en una especie de thriller periodístico, de desarrollo lineal, progresivo, sin manipulación de ninguna naturaleza, situación que promueve al fácil funcionamiento del proceso para sostener la atención es su horizonte. Y lo logra. Del mismo modo es que son utilizados todos los elementos del lenguaje cinematográficos por el director James Vanderbilt, la selección de partes de realidad, los movimientos de cámara, el montaje clásico narrativo, y el sonido puesto tanto en función rítmica como dramática, pero principalmente el guión literario, con el antecedente que Vanderbilt es el guionista de la muy buena “Basico y letal” (2003) y la excelsa “Zodiac” (2007). Pero las verdaderas estrellas se encuentran en los actores, situación por declinación pone en relevancia al director, pero aquí nada sorprende, la performance de Cate Blanchet, verdadera columna vertebral de toda la película, es sencillamente sobresaliente, claro que a esta altura no sorprende. No le va en saga el inoxidable Robert Redford (nunca ganó un premio de la Academia por actuación), mientras que todo el conjunto de actores es superlativo, empezando por Stacy Keach en el rol del informante Teniente coronel Bill Burkett, y el equipo periodístico conformado por Topher Grace (Mike Smith), Dennis Quaid (Teniente coronel Roger Charles), y Elisabeth Moss (Lucy Scott). Lo que le faltó al texto es tomar partido y no ser sólo una exposición de los sucesos, cerrándolo con el destino de cada uno de los periodistas en un escrito antes de los créditos. Una leve oportunidad perdida.
El mítico conductor Dan Rather y su productora Mary Mapes escribieron una página en la historia del periodismo televisivo cuando investigaron, para el programa 60 minutos, los agujeros negros en la biografía oficial del presidente George W. Bush, por entonces en plena campaña de reelección. Pero un documento inconsistente, presentado como prueba, terminaría costándoles caro. Este film llega después del Óscar a Spotlight, otro film sobre periodistas en busca de una verdad resbalosa, si bien en la segunda mitad el guión se ocupa más del drama personal de Mapes, interpretada con garra y belleza por Cate Blanchett. La elección de Redford como Dan Rather puede leerse como un guiño a la relación entre periodismo y cine.
Saber es poder ¿Qué es la verdad? ¿Es lo que reproducen los medios de comunicación? ¿Existe verdad por fuera de ellos? ¿Existen mecanismos correctos e incorrectos para llegar a la verdad? ¿Cuáles son? ¿Qué grado de respaldo documental es suficiente para validar o autenticar una información? ¿Cuál es el status de poder que otorgan las verdades públicas a quienes las pronuncian? ¿Puede la verdad ser utilizada para ocultar otras verdades? En tal caso, ¿Existe una deontología de la verdad? ¿Acaso hay verdad sin credibilidad? Estos y muchos otros interrogantes (la lista sería interminable) podrían plantearse a partir del visionado de “Sólo la verdad” (Truth, 2015). Basándose en hechos reales, el experimentado guionista –pero debutante director- James Vanderbilt (Zodiaco, 2007), se sumerge en el mundo del periodismo de investigación y propone interesantes reflexiones sobre las luces y sombras de la profesión, la importancia de la aplicación de sus códigos ético/prácticos, los intereses corporativos en juego y el oscuro entramado que se teje constantemente con el poder político. La película retoma los sucesos desencadenados en 2004 a partir de la publicación de un informe periodístico en el programa “60 minutos”, en el cual se denunciaba al entonces presidente George Bush de haber usado sus influencias para ingresar a la Guardia Nacional entre 1972 y 1973 y así evitar la Guerra de Vietnam. Dicho informe fue objeto de fuertes cuestionamientos por parte de sectores republicanos, que alegaban que era imposible autentificar una parte de las pruebas documentales suministradas por el programa. Esto motivó una investigación interna en la cadena CBS que, a su vez, derivó en una larga serie de presiones y hostigamientos al presentador de ese entonces, Dan Rather (Robert Redford), y a la productora del programa, Mary Mapes (Cate Blanchett). ‘Truth’-La-vuelta-de-Redford-al-periodismo1 Partiendo de un título tan sugerente como provocativo, Vanderbilt explora detalladamente el apasionante mundo del periodismo investigativo en todas sus etapas: búsqueda de pruebas documentales, chequeo de fuentes, consultas a especialistas, la edición a contrarreloj, la articulación del discurso final, etc. En ese sentido, la película retrata con cruda frialdad las trabas, presiones y tentaciones que atraviesan al periodismo político de investigación, un género que, por otra parte, recibe cada vez menos inversiones debido a sus altos costos y a su baja rentabilidad comercial. Reivindicativa del periodismo de calidad y crítica de la banalidad del entretenimiento informativo, el film a cada paso transmite una nostalgia -en cierta forma romántica- que nos reenvía a épocas pasadas en donde la vocación de servicio público primaba por sobre la voracidad del rating y las audiencias. Al mismo tiempo, esa nostalgia insinúa un llamado de atención, un reclamo por profesionales comprometidos con su labor que valoren la noción de que una sociedad mejor informada es una sociedad más libre. Así lo atestiguan los personajes de Mapes, Rather y su equipo de investigación, que luchan por revelar informaciones de alto calibre con las elecciones presidenciales como telón de fondo. Cate Blanchett brilla en la piel de Mary Mapes y brinda una interpretación repleta de matices, acorde a lo que nos tiene acostumbrados. Si bien el resto del elenco acompaña (Robert Redford realiza una excelente labor), la personalidad y la presencia de la australiana de 46 años termina llevándose todos los aplausos. Coyunturalmente, la temática de Sólo la Verdad puede resultar un tanto redundante por su cercanía con el estreno de Spotlight (2015), ganadora del último Óscar a mejor película. Sin embargo, el depurado guión y la frescura de la narración la convierten en un producto verdaderamente atractivo para todo tipo de público. Más aún, se trata de un film que, además de entretener, seguramente motivará largas reflexiones sobre el poder, sobre la verdad y sobre la capacidad de los medios de comunicación para influir directa o indirectamente en la opinión pública.
Como En primera plana, este es otro biopic acerca de un grupo de periodistas enfrentados a un poder mayor. La diferencia con la última ganadora del Oscar es que, en vez de ver una investigación que avanza, aquí el éxito es casi instantáneo, y lo que sigue es su destrucción por etapas. Truth (título original) retrocede a las presidenciales norteamericanas de 2004, cuando la vara que decidía la elección del primer mandatario parecía ser su nacionalismo, medido por la participación de John Kerry y George W. Bush en Vietnam. Liderado por la periodista Mary Mapes (Cate Blanchett) y el prestigioso presentador Dan Rather (Robert Redford), un equipo del programa 60 minutos, de la cadena CBS, consigue la copia de un memo que probaría la deserción de Bush en aquella guerra. Pero tras la difusión de la noticia, blogs de aficionados republicanos y luego la competidora cadena ABC refutan la autenticidad de los memos, y desde entonces para la apasionada periodista todo es cuesta abajo. Hay otra diferencia con En primera plana, aún mayor: aquí realmente se sienten las garras del poder. El comprometido protagónico de Blanchett hace a la tensión aún más palpable.
Es difícil no relacionar en forma directa a "Truth" con "Spotlight". Las dos han sido estrenadas en fechas similares y en ámbos casos se trata de equipos periodísticos de medios de alto impacto que han avanzado en investigaciones complejas, de las que dejan marca. En "Spotlight", la cuestión era en un tabloide y el rival, la iglesia. Aquí el juego es contra un político republicano (Bush hijo en 2004), quien supuestamente habría evitado , gracias a sus poderosas influencias, ir a cumplir servicio a Vietman, en tiempos complicados para Estados Unidos... Traigo esta referencia porque ambas películas comparten un contexto real, que potencia la velocidad y fuerza de la trama, pero a la vez, restringe y contiene a sus protagonistas (excepto la brillante e indomable Cate Blanchett que todo lo puede) dentro de los márgenes de la historia real. Sí, podemos hablar de drama político y sentarnos a debatir el poder de los medios a la hora de influenciar a la opinión pública... pero lo cierto es que lo que juzgamos aquí es si el producto es entretenido y la cinta ofrece algo atrayente para el público. ¿Hay intriga? Seguro. La cuestión es, ¿cuánta adrenalina produce una situación así? Digo esto porque es interesante plantearse que los dramas de "oficina", no distan mucho de estas recreaciones de hechos verídicos que se disfrazan de thrillers. No señores, hay que prestar atención. Este es un hecho biográfico hecho y derecho. Y eso le juega en contra. A pesar de los esfuerzos de uno de los responsables de la excelente "Zodíaco" que este director, James Vanderbilt, escribiera allá por 2007. Algo sucedió en el guión, que encorsetó el film, sellando su suerte y definiendo un camino que logra transmitir los hechos, como en un documental, dejando poco lugar para la emoción pura y las esperables vueltas de tuerca que hacen las delicias de las audiencias. Y "Truth" no logra sentirse una propuesta integral visceral, por más esfuerzo y carisma que le pongan Blanchett y el legendario Robert Redford. Los dos (productor y conductor) son el eje que organiza y asume los riesgos de avanzar con una investigación de gran impacto para la opinión pública. Ellos manejan un noticiero prestigioso (en CBS, nada menos que "60 minutes") y cuando reciben la información de unos archivos comprometedores para Bush, se lanzan a la exclusiva con ferocidad, sin medir riesgos ni responsabilidades. El resultado, es "Solo la verdad", un registro prolijo de una historia que no posee mucho peso específico y cuyo mayor resultado es el aporte coral de un puñado de buenos actores (Topher Grace, Dennis Quaid, Stacy Keach) que muestran algo de cohesión para transmitir los riesgos de una investigación en contra de un poderoso dentro del Establishment. Vanderbilt propone un recorrido sin demasiadas sorpresas que de a ratos, interesa. El problema es que no hay fuego que perdure demasiado: todos sabemos que sucede cuando a los políticos se los acusa de algo, terminan libres a pesar de no ser inocentes. En Argentina, y en el resto del mundo, todos somos concientes de cuál es el final de la historia. Lo cual, no es nada bueno. "Truth", previsible y secuencial, con aceptables actuaciones y un clima que prometía más, pero no cumplió.
En un momento en el cual el mundo entero está planteándose el verdadero poder de los medios y sus responsabilidades para con la gente, llega a la cartelera la película Solo la verdad, que cuenta la verdad o los entretelones sobre una investigación que sufrió el presidente George W busch en la campaña previa a su posible reelección. Mary Mapes es la jefa de un grupo de reporteros que siguiendo una pista, desentraña una realidad shockeante respecto del presidente de los Estados Unidos: El mandatario se ausentó sin permiso de sus compromisos con el servicio militar de su país. Así comienza una investigación que, para sorpresa de toda la cadena de noticias para la cual Mary trabaja, termina teniendo como resultado la puesta en jaque de la verosimilitud del equipo de investigación y el total olvido del objetivo de lo investigado. Planteada más como una película dramática que como una película de investigación, Sólo la verdad nos muestra como los medios subyugados bajo el poder político, pasan de ser informantes a ser creadores de opinión en un mundo en el cual las emisoras de TV son cada vez más un miembro activo de la familia. La genial Cate Blanchett encarna el personaje de Mapes, en una brillante y emotiva actuación que opaca la de su nominación de este año en el melodrama Carol. Y esta no es la única nominación para la que esta película debió ser tomada en cuenta pero fue sospechosamente obviada. Por por un lado el guión es atrápante y muy prolijo, con diálogos que sin dejar de ser en ningún momento creíbles, son de una profundidad admirable, y por otro lado el cast que reúne la película no deja a Blanchett sola, sino que la complementa con actuaciones igual de potentes. El genial Robert Redford retorna al cine encarnando a Dan Rather, figura de la TV que termina siendo de las primeras víctimas de esta nueva estructura de mando en los noticieros, y que es la que hasta hoy día vemos alrededor del mundo entero. Una película muy importante para ver no tanto por la forma en la que está dirigida, que es correcta sin ser deslumbrante, sino por la historia que cuenta y la reflexión a la cual lleva al espectador.
Muchas son las películas en las que el periodismo es reflejado como una tarea aguerrida y que muchas veces se contrapone a las rutinas naturales de una familia. Pero en “Solo la verdad” (USA, Australia, 2015) de James Vanderbilt, la construcción del verosímil va más allá, porque muestra no sólo la cocina de uno de los programas más vistos y con mejor reputación de la historia, sino que se mete de lleno con los cuestionamientos morales que marcaron a fuego a un grupo de periodistas y productores. Cate Blanchett, Robert Redford, Dennis Quaid y Topher Grace conforman el elenco central de “Solo la verdad”, otorgandole un verosímil único a cada uno de los papeles, y que pese a la estructura y puesta clásica del filme, sacan adelante la historia brindando su plus y configurando el contexto ideal para que el filme prenda en el espectador.
Detrás de Spotlight. Truth posee una debilidad argumental que le ha quitado popularidad y que ha hecho que en su momento fuera eclipsada por la gran ganadora del oscar, Spotlight: su trama no es lo suficientemente controversial. Está basada en un hecho verídico y es una película impecable en todas su aristas, pero no posee la contundencia suficiente como para impactar en forma masiva. Trata, lisa y llanamente, de una investigación orientada a descubrir si George W. Bush finalizó o no su instrucción militar, lo que claramente es interesante pero no escandaloso. El mundo de la noticia queda al desnudo en esta oportunidad. Truth quizás no cuente una historia impactante, pero expone al periodismo y al corporativismo mediático en el contexto de la política con enorme talento cinematográfico y un reparto sin desperdicios. Es un placer extraordinario ver a Kate Blanchett y a Robert Redford compartir la pantalla grande, lo que sin dudas se constituye como el mayor mérito del filme, aunque no el único. Truth es, quizás, la película que un profesor de periodismo prefiriera enseñarle a sus alumnos para resumir los gajes del oficio. Es una gran propuesta en su género, muy bien guionada, dirigida y actuada. No es tan impactante como Spotlight, pero vale la pena de principio a fin.
Crítica emitida en Cartelera 1030-sábados de 20-22hs. Radio Del Plata AM 1030