Pecados de guerra. Si bien establecer una clasificación de las “películas mediocres”, por llamarlas de alguna manera, parece a simple vista una tarea sencilla, en realidad no lo es tanto cuando nos vemos en la obligación de explicitar el origen específico de sus deficiencias. Podríamos afirmar que primero tenemos las propuestas insufribles a nivel esencial (esperpentos condenados al olvido por premisas de género fallidas), luego vienen los films que repelen en lo que respecta a su esquema ideológico (mamarrachos extremistas de variada índole), y finalmente están las obras incompetentes en cuanto al apartado formal (“promesas” echadas a perder a raíz de una acumulación de sonseras que dejan poco margen para el disfrute)...
Tiempo de caza es un film que cumple con su cometido de entretener, pero que lamentablemente se olvida apenas se sale del cine ya que la historia es buena pero poco creíble. La fotografía y las locaciones elegidas para la filmación son espléndidas y le dan un buen marco a los sucesos. Actoralmente se luce por lejos Travolta ya que su personaje está muy elaborado, mientras que...
Encabezada por Robert De Niro y John Travolta, Tiempo de Caza es una película que llega tarde en la carrera de sus protagonistas y que deja pasar la interesante oportunidad de revivir el espíritu del cine de acción de los 70s y 80s. Mano a mano Benjamin Ford (De Niro) es un militar norteamericano retirado que vive recluido en una cabaña en medios de los Apalaches. Hasta allí llegará Emil Kovac, un turista en busca de aventura. Lo que en un comienzo parece ser una simple amistad entre dos personas amantes de la caza, lentamente tomará un inesperado giro. Kovac es un ex-soldado de origen serbio que llegó hasta allí sediento de venganza. Comenzará así un juego del gato y el ratón, un combate cuerpo a cuerpo entre dos ex militares que lucharon en la guerra de Bosnia y que sacará a la luz viejos rencores que nunca fueron olvidados. Todo tiempo pasado fue mejor Luego de una rápida lectura de la sinopsis, y más sabiendo que De Niro y Travolta forman parte del elenco, es muy difícil no sentirse atraído hacia una película como Tiempo de Caza. Pero antes debemos tener en cuenta algunas cosas: - Primero y principal, los De Niro y Travolta de hoy no son los mismo de hace 20 años. Durante todo ese tiempo Robert hizo merito suficiente para dejar casi en el olvido aquella brillante carrera que construyó con grandes papeles en películas como Toro Salvaje, El Padrino 2 o El Francotirador, y pasó a hacer cosas como las innecesarias secuelas de La Familia de mi Novia, Showtime con Eddie Murphy o Las Dos Caras de la Ley, aquella olvidable cinta que lo juntó una vez más con Al Pacino y desearíamos nunca haber visto. Y por su parte, Travolta siempre fue reconocido por la intermitencia de su carrera, por lo cual no mucho se puede agregar acerca de su presencia en la película. - Otro punto a tener en cuenta es el director. En este caso la dirección recayó en los hombros de Mark Steven Johnson, máximo responsable de crímenes cinematográficos como Daredevil y Ghost Rider. En el mundo del cine siempre está la posibilidad de reivindicarse, pero este no es el caso. - Y por último, aunque Tiempo de Caza parte de una más que interesante premisa, el desarrollo de su trama, sumado fechas y hechos históricos cuestionables y a situaciones completamente inverosímiles y algunas otras casi risibles, hace imposible que el film comience sea tomado en serio. Dicho esto, uno también debe admitir que Tiempo de Caza es una película medianamente entretenida. Hay muchas razones para ofuscarnos y criticar al film de arriba a abajo. Pero también es cierto que si uno deja pasar todas estas evidentes fallas, encontrará un film que se mueve de forma rápida y que difícilmente aburra. Para esto habrá que remontarnos a nuestros primeros años, cuando uno veía cine por el simple hecho de divertirse y poco le importaban los diálogos, las actuaciones, el desarrollo de la historia o el poco creíble enfrentamiento final. Recuerdo que hace algunos años, cuando el proyecto se anunció por primera vez, los actores principales iban a ser Travolta y Nicolas Cage, volviendo a Tiempo de Caza en una especie de reunión post-Contracara. Por eso mismo no hay que dejarse engañar con la presencia de De Niro, esto no la vuelve una película que deba ser tomada en serio. Más allá de la reciente (y justa) nominación al premio Oscar que obtuvo por El Lado Luminoso de la Vida, De Niro, hoy en día, ya no es sinónimo de prestigio ni calidad. La presencia de Nicolas Cage sin lugar hubiera enfatizado el hecho de que esto no es más que una película de clase B (si, a eso llegó Nicolas Cage), lo cual haría que inmediatamente la miremos con ojos más permisivos. Volviendo al film, pareciera que la única motivación de De Niro al momento de actuar es imaginar la casa en la playa que se comprará con el dinero que se hizo trabajando aquí. Al actor se lo nota desganado y con poco interés por el material. Por su parte, Travolta pocas veces estuvo peor. Hay momentos en que su actuación es risible, con un acento forzado y un look tan extraño que más que otorgarle credibilidad nos resulta un tanto distractor. Tiempo de Caza cuenta con una interesa fotografía. La película se ve muy bien, sobre todo en las escenas que transcurren en el bosque (las cuales son la gran mayoría). Desgraciadamente resultan muy evidentes algunos arreglos de luz y color hechos en post-producción, sobre todo al comienzo y durante el final. Los efectos especiales también son de muy baja calidad, lo cual nos lleva a pensar que la producción no contó con mucho dinero al momento de llegar a la post (o decidieron no invertir más luego de ver un primer corte del film). Conclusión Tiempo de Caza no es más que es una buena oportunidad desperdiciada. Si bien se puede rescatar que la película es divertida por momentos, resulta lamentable (y hasta triste) ver a lo que llegaron Robert De Niro y John Travolta. Aunque en gran parte del mundo el film se estrenó directo a DVD sin siquiera pasar por los cines, por alguna inexplicable razón llegó a las pantallas argentinas, y quienes acudan sin ningún tipo de prejuicio y buscando matar noventa minutos, probablemente salgan un tanto más contentos que este humilde servidor. - See more at: http://altapeli.com/review-tiempo-de-caza/#sthash.kYy6hUXO.dpuf
El evangelio según De Niro No sabemos qué le ocurrió últimamente al gran actor americano. Tal vez no supimos “leer” correctamente La misión (The mission, 1986), pero lo cierto es que Tiempo de caza (2012), así como La revelación (Stone, 2010), son films que pueden denominarse “evangelistas”. No hay que ser un genio para darse cuenta. Basta seguir la historia de redención de un personaje interpretado por Robert De Niro -en los tres casos mencionados- y prestar atención a los planos “milagrosos” para captar el mensaje sagrado. Tiempo de caza arranca con un ex militar parco (personaje habitual de De Niro) aislado en una cabaña en el bosque preparado para salir de cacería. Los flashbacks dan cuenta del oscuro pasado que carga sobre sus hombros cometiendo atrocidades al servir a su país en la intervención en Serbia. Pero los pecados del pasado siempre vuelven (y son mencionados en los diálogos hasta el hartazgo) y aparece el personaje de John Travolta pronunciando un acento espantoso y tratando de vengarse para encontrar la paz en su interior. Lo que sigue es la cacería pero no de venados sino de uno contra otro, con simbólicas e inverosímiles vueltas de tuerca que harán cambiar de roles a los protagonistas. Uno será el cazador y el otro el cazado en la persecución. La trayectoria de éstos dos “atormentados” está filmada como una película de terror de serial killers. El perseguido se arrastrará para sobrevivir y suplicará clemencia, mientras que el otro apelará a su sanguinaria experiencia bélica para atraparlo. Las connotaciones bíblicas continúan al ser el personaje de De Niro capturado y colgado de una pierna, mientras que el personaje de Travolta será ensartado en la boca por un anzuelo. El recorrido pasa por una capilla, con un haz de luz que ilumina a la víctima, y las panorámicas del cielo con los rayos de luces surgiendo entre las nubes cierran el relato. No sabemos cuándo ni porqué Robert De Niro comenzó a buscar la salvación. Lo cierto es que con este tipo de historias, difícil la encuentre.
Torturame que me hace bien Hay dos clases de torturas que atraviesan el universo maniqueo de Tiempo de caza (Killing season), proyecto que por cambiar de manos en la dirección y en el elenco resulta más que penoso en el balance final. La primera tortura es la del espectador que deberá soportar una trama esquemática que gira en torno a la venganza de un soldado serbio (John Travolta), quien tras 18 años de búsqueda da con el paradero de otro soldado norteamericano (Robert De Niro en reemplazo del rol para Nicolas Cage), integrante de un cuerpo de la OTAN que había intervenido en 1995 en el conflicto entre Bosnia y Serbia. La segunda tortura es la explícita que abraza los elementos del gore, método de expiación de pecados y culpas que ambos adversarios utilizan en beneficio propio exhibiendo su cuota de sadismo y la irremediable naturaleza asesina que los hermana de cierta manera. Ese detalle de la confraternización, sumado al paso del tiempo, es lo que provoca la risa nerviosa en el público que con absoluta justicia puede preguntarse si le están tomando el pelo o sencillamente si se encuentra ante una película mediocre como la que nos atañe. Es exactamente lo que sucede promediando la segunda mitad del film: un retroceso preocupante a lo políticamente correcto porque no pueden morirse ninguno de los dos protagonistas por una lisa y llana especulación comercial. Es decir, el maniqueísmo más absurdo en pos de una reflexión antibélica más absurda aún. Por otra parte, la mala elección de casting en el caso de Robert De Niro que ya no está para estos trotes –no está para trotar directamente- vuelve tan inverosímil esta suerte de cacería humana con plus redentor incluso para aquellos momentos donde se aprovecha la hostilidad del terreno y la tensión de esa lucha por sobrevivir en los bosques, donde se intercambian roles entre presa y cazador, es poco convincente. Tiempo de caza es un flechazo tan desviado que habría que preguntarse si Hollywood está perdiendo la puntería.
Jugando a ser rudos El póster de Killing Season parece indicar que algo no va andar del todo bien, quizás por cuestiones que no son fáciles de explicar y que radican lisa y llanamente en la percepción. Dos grandes, sí, como Travolta y Robert de Niro, pero a veces y por más empeño que estos dos monstruos le pongan a las actuaciones, si el desarrollo de la historia desborda de ridiculez, difícil resulta sacar a flote a la pequeña canoa cinematográfica. Su director nos invita a navegar sobre ella, pero hundirnos parece inminente. La trama es simple, para nada enredada y, positivamente, entretenida. Al menos hasta la mitad del metraje. Un ex militar (Robert de Niro), frío, solitario y con karmas post guerra reside en una cabaña alejada de todo urbanismo. Un soldado de origen serbio (John Travolta), emprende viaje hasta su morada, conservando en su interior una flameante sed de venganza. En tonos amigueros, entrando en confianza y entre trago y trago la relación se distiende, permitiendo al turista europeo romper el hielo y proponerle a su enemigo llevarlo a cazar. A partir de allí, entre malezas y árboles, se da inicio a una ferviente batalla cuerpo a cuerpo. Más allá de los protagonistas, Killing Season tiene dos puntos a favor, y quizás uno de ellos (el entretenimiento) se desmorone durante los últimos treinta minutos; que sólo dure poco menos de hora y media es un alivio para el público. El problema esencial de la proyección parece ensancharse y hacerse más profundo que incluso las sangrientas heridas que sufren los participantes de este ¿thriller? o intento de, y tiene que ver con las ridículas y poco coherentes determinaciones o escapes que se rifan entre los oponentes. De Niro y Travolta se torturan, se persiguen pero no se ejecutan. El jaque de uno hacia otro nunca termina de ser mate; los muchachos parecen tomarse demasiado tiempo para dar la puntada final y las formas de zafarse (aún cuando parece imposible) son tan absurdas que provocan la anulación total de la tensión y del suspenso que en algún momento del film se supo crear. En escala decreciente, Killing Season acaba enmarañándose en su propia liana de desconciertos, desaprovechando la capacidad de dúo protagónico estelar. LO MEJOR: dura poco. Pese a todo no aburre. LO PEOR: la lógica se toma sus vacaciones. Descalabro de resoluciones ridículas y poco verosímiles. PUNTAJE: 4,6
Me cuesta entender a Mark Steven Johnson (el responsable de "Killing Season"), cada vez que intento decifrar su estilo, vuelve con un trabajo en el que cambia su rumbo y desdibuja su estilo. Y si bien eso puede ser interesante (rara vez se repite), sus tópicos han sido variados y me da la impresión que sigue buscando un perfil en la industria. Sino, es difícil pensar que haya hecho la muy buena "Simon Birch" y haya sido a la vez, responsable de "Daredevil" y "Ghost Rider"... dos productos bastante discutibles por cierto. Aquí, Johnson se agenció dos actores top de la industria y los puso en un escenario hostil, a duelarse con un actual trasfondo ideológico-político. El resultado es una cinta que intenta mostrarse como un relato que arranca como thriller, pero se toma sus licencias para reflexionar sobre la naturaleza del conflicto en Bosnia. Kovac (John Travolta con una barbita interesante) es un serbio ex combatiente de las guerras yugoslavas en los 90. Sobrevive como asesino a sueldo de cierto prestigio. Cierto día, su asignación para cumplir es la de matar a Benjamin Ford (Robert De Niro), un coronel retirado que es bastante conciente del odio que generó su actuación en la guerra, que vive aislado y lejos de todo, en las profundidades de un bosque en los Apalaches. Hay que decir, que Kovac salió con vida milagrosamente 18 años antes de una serie de ejecuciones que Ford realizó con gente de su escuadrón. O sea, es una venganza. Lisa y llana. Eso parece. El centroeuropeo decide ir por su presa, se relaciona con el veterano combatiente y traban una relación extraña donde hay bastante desconfianza. Luego de una cena con bastante tela para cortar, deciden ir de caza juntos (la temporada del venado) y ahí comienza realmente la película, porque los velos se corren y los dos hombres vuelven a la histórica rivalidad, como si los años no hubiesen pasado... El guión está bien, aunque para mí gusto es demasiado didáctico en algunos momentos y peca de cierta ingenuidad a la hora de la resolución del conflicto. Es cierto sí, que Travolta y De Niro hacen lo suyo con relativa soltura, la pasan bien juntos y si no fuera por ellos, no existiría "Killing Season". Sus gestos, los contrapuntos y algunas escenas logradas (como la de la noche de la borrachera en la cabaña), redondean un producto aceptable, sin dudas. El acento de Travolta, bueno, es un tema aparte. Un thriller clásico, correcto y sin demasiadas luces, donde el relieve los ponen sus primeras figuras. Si lo suyo es seguir la carrera de estos grandes actores, reviste algún punto más de interés.
Temporada de patos. Robert De Niro es Benjamin Ford, un militar retirado que estuvo en distintas guerras del mundo al servicio de los Estados Unidos. John Travolta es Emil Kovac, un soldado serbio que fue capturado por el comando de Ford en la intervención de la OTAN a la guerra entre Serbia y Bosnia y sobrevivió al intento de su ejecución. Casi 20 años después, Kovac sale en búsqueda del ex soldado para cobrar venganza. Tiempo_de_Caza_EntradaMark Steven Johnson es el realizador de Tiempo de Caza (Killing Season), y sus antecedentes inmediatos como Ghost Rider, Daredevil y la comedia When in Rome, hacían temer lo peor para este film. Luego de ver el mismo esos miedos se convierten en una realidad dando cuenta que Tiempo de Caza es una muy mala película. Hay películas malas que son simpáticas y terminan siendo queribles (Battleship es un buen ejemplo), pero el quinto opus de Johnson es un desastre que lamentablemente no llega ni a ese premio consuelo. En primer lugar lo que falla enormemente en Tiempo de Caza es el desarrollo narrativo a cargo de Johnson. A lo largo de su progreso veremos cómo los roles de “gato” y “ratón” se ven intercambiados de manera totalmente inverosímil y ridícula por sus principales protagonistas. Primero De Niro es el cazado y torturado, pasando por medio de un golpe con un palo a ser el cazador, luego Travolta logra desatarse de una mesa y pasa a ser el gato nuevamente y así por los siglos de los siglos terminando su lucha en una iglesia que sirve para cerrar definitivamente y de manera demasiado obvia y solemne las “sutiles” (se enciende la alarma del útil medidor de sarcasmo de Los Simpsons) referencias religiosas. La aparición de las escenas de tortura es tan forzada que terminan siendo meros golpes de efecto invocados exclusivamente para generar “escenas impresionables” que nada suman al relato. Sigamos por la labor de Travolta. John: yo te banco en todas, pero ponerte en la piel de un vengativo soldado serbio y hablar por 90 minutos con ese acento forzado y ridículo es como demasiado. Es que uno ve a Travolta y es imposible disociarlo del Vincent Vega, Castor Troy o de Edna Turnblad de Hairspray (?), entonces se hace realmente harto complicado creer que pueda ser alguien que viene de los quilombos de la ex Yugoslavia y más dentro del marco de seriedad y solemnidad que propone la cinta. Como contraparte en este juego de gato y ratón tenemos a De Niro que sigue en franco descenso en su irregular carrera cinematográfica. El Francotirador, Buenos Muchachos, El Padrino II o Cabo de Miedo quedaron demasiado atrás en la historia. Solo el bálsamo de su excelente labor en El Lado Luminoso de la Vida (Silver Linings Playbook) de este año sirve a modo de esperanza para presagiar que en el futuro podrá haber alguna actuación que se acerque a los mejores años de Bobby. Tiempo de Caza demuestra que a veces las fórmulas en el cine tienen su lógica. Un mal director, sumado a dos actores en franco descenso artístico da como resultado un film carente de algún vestigio positivo. Si quieren disfrutar con temporadas de caza vean a Bugs Bunny y el Pato Lucas en los Looney Tunes cuando discutían sobre la época de cacería que le correspondía a cada uno y no este bodrio cargado de solemnidad y mística religiosa.
Esta es una historia que estuvo dando vueltas en Hollywood durante muchos años. En un principio se había anunciado a fines de los ´90 con John Travolta y Nicolas Cage, que venían de romperla en Contracara, de John Woo, y los iban a reunir nuevamente a raíz de ese éxito para este proyecto que sería dirigido por John McTiernan (Duro de matar). El argumento original transcurría en los años ´70 pero después lo adaptaron a la actualidad y la trama se relacionó con la guerra de Bosnia. Pasaron los años y finalmente decidieron hacerla con Travolta y Robert De Niro, quienes aceptaron este trabajo seguramente con el único propósito de mantener sus estilos de vida en Hollywood y pagar cuentas. En el caso de John el mantenimiento de los aviones que tiene supongo que le debe costar mucha plata. La dirección estuvo a cargo de Mark Steven Johnson, quien dirigió para Marvel, Daredevil y Ghost Rider y acá intentó trabajar un género diferente. Tiempo de caza fue destruida por la prensa, casi de manera unánime en Estados Unidos, y la verdad que es muy difícil argumentar una defensa convincente a favor de este estreno. Se trata de un film de muy bajo presupuesto que tiene la estética de una producción clase B mala que se concibió para el dvd. Lo mencioné el otro día en mi blog y lo vuelvo a repetir acá. Las películas de la saga El Francotirador, con Tom Berenger, están mucho mejor realizadas que esto y las secuelas que ni siquiera se hicieron para el cine, por lo menos son producciones dignas y entretenidas. Tiempo de caza es una propuesta inepta en muchos aspectos. Cuando empieza la película todo parece indicar que se trata de un film serio sobre la guerra de Bosnia donde se muestran imágenes crudas de las cosas que se vivieron en ese conflicto. Entonces la trama continúa en la actualidad y todo se viene abajo desde cuando Travolta entra en escena. El personaje que interpreta habla como si fuera el primo de Borat y a partir de ese momento no te podés tomar más nada en serio porque el tipo es desopilante. Es increíble que ni el director, un productor o el propio De Niro le avisaran a Travolta que su acento era ridículo y grotesco. De Niro que presenta una interpretación desganada tampoco pudo levantar esta historia con su presencia. Temporada de caza es un ejemplo contundente del cine tilingo. El director Mark Steven Johnson no tiene idea de cómo construir un thriller de acción y encima pretende ser profundo con reflexiones dramáticas sobre la guerra y simbología religiosas que hacen que todo este espectáculo sea completamente ridículo. La cacería que se desata entre los dos personajes es muy aburrida porque las situaciones que se plantean no van a ninguna parte. Un personaje captura al otro. La víctima se escapa y se vuelve cazador y así vuelve a repetirse lo mismo durante un largo tiempo que se vuelve insufrible. Películas como esta son las que generan que uno extrañe a Tony Scott. Un director que sabía trabajar la acción y el suspenso con productos entretenidos y bien realizados. Y sí, también sabía dirigir a Travolta. Si Tiempo de caza te genera curiosidad o te gustan algunos de los protagonistas la podés esperar en televisión que no te vas a perder nada.
Ni Dios los salva... La conjunción de dos actores con carreras en caída libre desde hace varios años como Robert De Niro (hay que hacer mucha memoria para recordar su último buen trabajo antes de El lado luminoso de la vida) y John Travolta podía dar como resultado dos cosas. La primera, un renacimiento absoluto, un borrón y cuenta nueva que abriera las puertas a la esperanza de una nueva etapa. La segunda, otro golpe para hundirlos aún más en una mediocridad que, con cada nueva película, parece más cuestionadora del pasado glorioso de ambos. Tiempo de caza es un digno exponente de la segunda tendencia. Dirigido por Mark Steven Johnson (Daredevil, Ghost rider) y financiado por fondos… ¡belgas!, el film comienza en plena guerra de los Balcanes, con un grupo de soldados ejecutando a sangre fría a sus enemigos serbios. Lástima que después de los disparos olvidaron chequear que ellos efectivamente estuvieran muertos. Ya en la actualidad, el único sobreviviente (un Travolta con tonada más cercana a Borat que a un europeo del este) viaja a los Estados Unidos dispuesto a calmar su sed de revancha pagándole con la misma moneda al autor de la masacre, quien ahora vive en medio de un bosque mientras divide su tiempo entre lecturas al calor del hogar y la gastronomía. El tipo, como si fuera poco, tiene en su haber un divorcio no superado (la mujer se fue con el padrino de la boda) y una relación distante con su hijo. El visitante se hace pasar por ocasional turista y establece un vínculo primeramente cordial con su futura víctima. Hasta este momento, el film se presenta como un duelo lingüístico entre dos personajes. Y lo hace medianamente bien, dándoles tiempo para que se explayen, conformando así la psicología de ambos. El problema comenzará después, cuando ambos vayan a cazar al bosque y no precisamente alces. Tiempo de caza pegará, entonces, un fuerte volantazo para centrarse en una persecución mutua, un juego de gato y ratón en el cada no más de cinco minutos se intercambian los roles, muchas veces a través de arbitrariedades inexplicables dentro de la lógica del relato. Cuando ya nada perecía peor, el film regala unos últimos veinte minutos plagado de símbolos religiosos machacados hasta el hartazgo. Esto incluye no sólo referencias constantes a la iglesia y al poder de Dios, sino también un punto culminante dentro una capilla y una serie de planos -el del final, que aquí no se adelantará, es inolvidable- que, lejos de llevar a la redención, muestran que a De Niro y Travolta ni siquiera Dios puede salvarlos de un nuevo fracaso.
Cuando falla la puntería Uno, Emil Kovac (John Travolta), fue soldado serbio; el otro, Benjamin Ford (Robert De Niro), estadounidense. El destino los cruzó en la guerra en Bosnia. Y cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel. Ah, no: esto último es lo que habría escrito Borges. Pero acá no hablamos del poema de un genio sino de una película de Mark Steven Johnson: pasamos, de un salto, de Juan López y John Ward a algo así como un capítulo de Tom & Jerry. Tiempo de caza apela al más elemental -por no decir ridículo- juego del gato y el ratón, desde que Kovac, ya en la actualidad, va a buscar a Ford, retirado cual ermitaño en medio de un bosque. La guerra se trasladará de los Balcanes a los Apalaches. Las persecuciones mutuas tendrán, también, algo de la vieja serie Batman, aunque sin humor. A saber: cada vez que uno tenga al otro a merced, le dará largas peroratas y, finalmente, chances de zafar y contraatacar. Como cazadores, Kovac y Ford dejan bastante que desear. Excepto que la gran metáfora de esta película, plagada de alegorías bélicas y religiosas, sea que en el fondo ninguno pretende matar al otro. En ese caso, lo ocultan bien, ya que los personajes o Mark Steven Johnson (Daredevil, Ghost Rider) no nos ahorran sadismo. En Tiempo de caza, combinación de drama bélico y filme de acción mano a mano, predomina el gore, aunque, atenti, en la naturaleza se agazapa el alegato onda new age, con epifanías incluidas. La composición de Travolta bordea la parodia. Su acento, como escribió el colega Ezequiel Boetti en otroscines.com , parece el de Borat. De Niro luce cansado y no sólo al encarnar al ex combatiente, que, norteamericano al fin, justifica su salvajismo señalando el salvajismo ajeno. Por lo demás, no alcanza con suspender momentáneamente la incredulidad: la película sigue siendo inverosímil. Sólo apta para espectadores que disfruten viendo a viejas estrellas, aunque ya no brillen como antes.
Una vez más, los traumas que provocan los conflictos bélicos son el disparador de una película de un director estadounidense. En esta oportunidad, la idea original era reunir a John Travolta con Nicolas Cage para revivir los buenos resultados de la dupla en Contracara , de John Woo. Finalmente, el escogido para acompañar a Travolta fue Robert De Niro. A sus 70 años (11 más que Travolta), De Niro empieza a despedirse de este tipo de roles con alta exigencia física (de todos modos, esta vez su performance en ese sentido es admirable). Sería aconsejable que, independientemente de esa cuestión, eligiera mejor sus trabajos, en honor a una carrera llena de momentos de gloria (basta con recordar sus papeles en Toro salvaje, Taxi Driver, El padrino II o, más cerca en el tiempo, Analízame ). Travolta tiene una carrera más despareja y, de hecho, en esta película le toca en suerte el papel más exótico: el de un soldado de origen serbio sediento de venganza luego de la sangrienta intervención del ejército norteamericano en la guerra de Bosnia, que se inició en 1992, duró casi tres años y provocó unas 100.000 víctimas, entre civiles y militares, y cerca de dos millones de desplazados de ese territorio que perteneció durante años a la ex Yugoslavia. Obvia y explícita hasta la médula, la película lleva al enfrentamiento entre sus dos protagonistas al terreno de la cacería: un bosque donde el objetivo inicial, los animales, cambia rápidamente por uno nuevo y previsible, ese militar retirado encarnado por De Niro que vive en soledad, lejos de la ciudad, para olvidar las miserias de las guerras en las que estuvo involucrado. La película es un muestrario desinhibido de crueldades y sofisticados -y otros no tanto- métodos de tortura con resoluciones dramáticas bizarras que, sobre todo en la última media hora, aniquilan la tensión y el verosímil. Un par de veces, mediante ampulosos flashbacks , el director Mark Steven Johnson (que ya había dado muestras de mediocridad en Daredevil y Ghost Rider ) nos introduce en la violencia injustificable de una guerra. Lo paradójico es que el recurso que articula su nueva película, el que estructura los momentos de mayor intensidad, es justamente el que nace a partir del impacto que genera el pequeño catálogo de atrocidades de Tiempo de caza , un auténtico paso en falso de dos estrellas experimentadas que necesitan con urgencia un mejor mánager.
Guerra y venganza La obsesión del cine estadounidense por retratar las campañas militares emprendidas por su país es un hecho que puede darse por cierto. Y aunque suelen tener sus preferencias –la Segunda Guerra Mundial y la de Vietnam son sus favoritas, aunque las diferentes incursiones en Medio Oriente vienen sumando de a mucho–, también es cierto que hay películas para todas las guerras posibles. Aun así puede decirse que la participación de los Estados Unidos en el conflicto de los Balcanes en los ’90 es de las más invisibles para el cine. Tiempo de caza, quinto largometraje de Mark Steven Johnson, se mete de lleno con una ficción que tiene como disparador y fondo los horrores de esa guerra, una de las más crueles de la historia universal. El film cuenta el enfrentamiento de dos ex combatientes, uno de origen serbio (John Travolta) y otro norteamericano (Robert De Niro), vinculados a partir de un hecho ocurrido entre ellos durante la guerra. El objetivo del relato, que tiene como núcleo el tema de la venganza y las heridas que las guerras dejan abiertas, pareciera ser replicar la brutalidad de ésa, en particular en el duelo personal que sostienen estos dos soldados en la actualidad, con la intención de erigirse en fábula moral y antibélica. Curiosamente, el guión no ahorra en crueldad sino que, todo lo contrario, la coloca en primer plano y la lleva al extremo en escenas de tortura y otras de estética gore, pero carentes por completo del brutal sentido del humor o del espíritu lúdico que el gore puede tener en ciertos films de horror. En Tiempo de caza subyace la idea errónea de que para narrar lo atroz es necesario filmar atrocidades. La pregunta surge sola: ¿el cine necesita volverse sádico para mostrar que las guerras son el mayor espanto que puede generar la humanidad? Está probado que puede filmarse la guerra o, como en este caso, sus consecuencias, de forma maravillosamente descarnada, sin caer en una exhibición grotesca y torpe de la maldad humana. La abrumadora introducción de Rescatando al soldado Ryan puede ser un buen ejemplo al respecto. No: acá no hay ni belleza ni respeto, ni espacio para sutilezas, sino un regodeo pornográfico en la tortura y la violencia. Pero además la película cae a veces en una puesta en escena que se acerca peligrosamente a “Los especiales de Luis Buñuelo”, aquel sketch de Todo x 2 pesos en donde los personajes declamaban sus líneas de cara al horizonte y sin mirarse nunca a los ojos. Un síntoma que habla de las pretensiones de una película falsamente aleccionadora.
Nada interesante para ofrecer El film cuenta a grandes rasgos la historia de dos viejos y siniestros combatientes hermanados por sus atrocidades. Un intento fallido de continuación de Contracara. Tiempo de caza comienza con una explicación sobre lo que fue la guerra en Bosnia y las matanzas étnicas. Enseguida se muestra a una patrulla descubriendo en un tren que estaba a punto de ser quemado los cadáveres de cientos de personas desnutridas que atiborran los vagones de la formación y luego la cámara registra la ejecución mediante un tiro en la nuca a los responsables de la masacre. De ese pasado devastador escapa Benjamin Ford (Robert De Niro), recluido en una cabaña en la montaña y jubilado de las fuerzas de la OTAN, el organismo internacional que intervino en el conflicto entre Bosnia y Serbia en 1995. Pero se sabe, lo hecho, hecho está, el que las hace, las paga y así, entonces el pasado que siempre vuelve esta vez tiene el cuerpo y la voz de Emil Kovac (John Travolta, en plan eslavo, acento gutural inolvidable y un cabello y barba renegridos para la caricatura), un muchachote grande, de vacaciones, que primero se gana la confianza de Benjamín para luego mostrar su verdadera identidad como un ex combatiente serbio de un grupo paramilitar que busca saldar cuentas con el ex coronel y de paso aliviar un poco su atormentada alma de genocida. Lo que sigue es un juego del gato y el ratón ejecutado con arco y flechas –como para dar cuenta de que los contendientes conservan algo de nobleza y claro, son cazadores después de todo–, torturas varias, largas parrafadas sobre el sinsentido de la guerra, la responsabilidad, los demonios que acechan en la noche, el sentido mismo de la vida, la religión claro y el dolor que se infligen ambos para expiar sus culpas. Dos viejos y siniestros combatientes en suma, que se encuentran en un campo de batalla para ellos solitos, hermanados por sus atrocidades pero en el fondo con mucho material como para empezar de nuevo. El proyecto que nació como una suerte de continuación de Contracara, el extraordinario film de John Woo de 1997, fue derivando a otra cosa (esta cosa dirigida por Mark Steven Johnson, responsable de las mediocres Ghost Rider y Daredevil), con De Niro en el papel que estaba reservado para Nicolas Cage. Quién sabe qué hubiera sido de Tiempo de caza si se hubiera reeditado el memorable enfrentamiento Travolta vs. Cage, pero en honor a la nostalgia, seguramente hubiera sido una película mucho más interesante.
Juguemos en el bosque El tema de la venganza es bastante habitual en el cine. Heridas que intentar reparar, deudas del pasado, las variantes son muchas, pero la fórmula es similar: un personaje busca a otro para ejecutar ese castigo que cree que el otro se merece. Y esa es la base de la historia de esta película también. Emil Kovac (John Travolta) es un sobreviviente de la guerra de los Balcanes. Un sobreviviente peculiar, ya que no sólo superó las batallas, sino también un fusilamiento ejecutado por el ejército de la OTAN. Y conoce el rostro de su fallido verdugo. Casi veinte años después logra saber el nombre de ese soldado, se trata del retirado Benjamin Ford (Robert De Niro, desperdiciando su talento una vez más). De alguna manera que no se explicita en el filme, Kovac logra ubicar a Ford en su remota reclusión: una cabaña en medio del bosque donde vive solo y alejado de su familia desde que volvió de aquella guerra. Y allí va a buscarlo. Para vengarse, claro. La película tiene momentos de suspenso bien logrados, pero avanza a los tumbos, con muchos altibajos, debido a la pobreza del conflicto que sustenta la historia. En un principio se plantea como una propuesta casi de asesino psicópata, sin embargo ese desconocido que pretende pasar por amigo ante Ford da a conocer sus verdaderas intenciones muy de golpe, rompiendo de manera brusca el ritmo que hasta entonces llevaba el filme, y allí comienza la persecución, la cacería. El director Mark Steven Johnson aprovecha la cruel intimidad del encuentro cara a cara, de la persecución a pie, y esos son los momentos en los que el filme alcanza cierta tensión, pero se desvanece en cuanto aparecen los largos e inconsistentes diálogos entre el desvariado Kovac y su aterrada presa. Hay mucho recurso sangriento también, después de todo la ventaja de ser un exsoldado es que se llega a esa mezcla de Mc Gyver y Rambo: gente capaz de resolver situaciones de emergencia con mínimos elementos. Con personajes que no aportan solidez, y una historia algo forzada, "Tiempo de Caza" parte de un buen intento como película de suspenso, pero se desdibuja en el camino, y no logra cumplir ese objetivo.
Robert de Niro y John Travolta, cazador y cazado, intercambiando roles, víctimas del horror de la guerra, solitarios seres que sostienen sus vidas vacíos de afectos. Planteos obvios, grandes actores, mucha violencia. ¿Alcanza? No mucho.
Con ROBERT DE NIRO y JOHN TRAVOLTA sacándose chispas en los roles protagónicos, la cinta revive el espíritu de las películas de acción de los setenta, eso sí con algunas licencias y momentos poco creíbles de un guion que puede romper el clima. Mas allá de eso, el filme funciona, es entretenido y avanza de manera fluida. Una excelente fotografía y una dirección de arte que aprovecha los decorados naturales del bosque, generando una atmosfera inquietante que ayuda al clima general del filme. Para pasar el rato y pochoclear, sin muchas pretensiones.
La crueldad a pleno Lo primero que llama la atención en esta película es la atractiva caracterización de John Travolta de ex combatiente serbio que, lógicamente, habla en inglés con un fuerte acento centroeuropeo. Travolta logra, contra lo que se podría esperar, que su composición no sea nada divertida, sino que logre el dramatismo y la crueldad del caso. Es que "Tiempo de caza" es cine de la crueldad a pleno, con dos ex combatientes de la guerra de Bosnia que se encuentran en tiempo presente y juegan a una extraña guerra privada. Los dos protagonistas casi excluyentes del film son Travolta y un más convencional Robert De Niro, que no hace otra cosa que simplemente otra variante de los personajes duros que tantas veces se le ha visto hacer con todo su talento. Sólo que esta vez es De Niro el que recibe su "Cabo de miedo" en la forma de ese en principio aparentemente amistoso serbio que le arregla el auto en medio del bosque donde vive, cuando trataba de ir a comprar medicamentos para los dolores de las viejas heridas de combate. Pero pronto quedan en evidencia las verdaderas intenciones del extraño y comienza una batalla de hombre a hombre en la que ambos actores parecen jugar a ver quién puede ser más sádico que el otro. Ahí es donde el film deja de ser algo que podría definirse como un drama de acción para directamente convertirse en algo parecido a una película de terror, ya que el nivel de crueldad es tan imaginativo como inusitado. Las cosas que se hacen estos dos parece salidas de los dibujitos del gato y el ratón que mira Bart Simpson, y realmente, el director Mark Steven Johnson, conocido por buenas adaptaciones de comics como "Daredevil" y "Ghost Rider, logra darle verosimilitud a las cosas más tremendas e impensables, incluyendo las torturas más creativas. Cada tanto uno de los personajes está a merced del otro, y el guión se las arregla para que la situación se invierta sin darle tiempo de reacción ni al contrincante ni al espectador. Para que esto sea posible no sólo bastan los dos excelentes actores, sino también muy sólidos rubros técnicos que ayudan a mostrar adecuadamente las cosas más delirantes de narrar. Por eso la película se sostiene muy bien, para quien tenga estómago y para quien se banque el desenlace humanista un tanto extemporáneo luego de que haya corrido tanta sangre.
Unidos por la miseria. Fuera de sus dos nombres listos para pegar en los posters, cuesta creer que Tiempo de Caza (Killing Season, 2013) no esté condenada a las góndolas del material directo a DVD. Hace años, el proyecto parecía mostrar promesa: originalmente bajo la dirección del gran John McTiernan (Duro de matar, La caza del Octubre Rojo), el film iba a ser una excusa para reunir a John Travolta y Nicolas Cage tras el éxito del delirio de John Woo que fue Contracara. Pero entonces Cage se bajó, McTiernan se borró y Travolta fue el único en mantenerse en la producción, que recién años después logró sumar a Robert De Niro. Por desgracia, para ese momento Travolta y De Niro ya eran sólo sombras de quienes fueron hace décadas. Bajo la mano de Mark Steven Johnson (quien viene de los ridículos fracasos superheroicos Daredevil: El hombre sin miedo y Ghost Rider - El vengador fantasma, así como la inerte comedia romántica La fuente del amor), y un guión digno de olvidar, este duelo de actores en caída entristece bastante. Tras un breve y premonitorio (al menos, en cuestión de su temible calidad) prólogo situado en la Guerra de Bosnia, el film presenta a Benjamin Ford (De Niro, otra vez haciendo el acto de anciano gruñón en clave de sí mismo), un veterano de guerra estadounidense que vive aislado de todos en una cabaña internada en los montes Apalaches. Su soledad, causada por las heridas de guerra que aún quedan dentro de él (tanto metafórica como literalmente), es interrumpida por la sorpresiva llegada del ex-soldado serbio y supuesto turista Emil Kovač (Travolta, que interpreta a su personaje con la misma credibilidad de un antagonista de James Bond), con quien comparte una noche amistosa de historias de caza y Jägermeister. Estas escenas, que establecen la floja psicología de sus protagonistas, son lo más decente del film; decente, claro, si ignoramos como John parece salido de audicionar para ser villano de Rocky y Bullwinkle, si no le prestamos atención al sonambulismo de Robert, y si pasamos por alto la blanda dirección de Johnson. Al día siguiente, Kovač y Ford salen a capturar presas, pero el europeo no tarda en revelar su verdadera historia: en realidad, él era un criminal de guerra que el americano creyó haber matado en sus años como coronel, y que tras casi dos décadas de búsqueda apareció para combatirlo, lograr que confiese sus crímenes de guerra y despacharlo. Es así como se da inicio a la más improbable de las luchas, con los dos ancianos intercambiandose en los roles de cazador y cazado con una serie de torturas que incrementa en estupidez y inverosimilitud. Es obvio que Johnson y el escritor Evan Daugherty (Blancanieves y el cazador) fueron inspirados para estas partes por el trauma causado por films setentosos como La violencia está en nosotros y El francotirador, que emplearon el shock para estudiar la cultura moral de su época. Sin embargo, los responsables de esto no tienen idea de como hacer eso, y deciden presentar estos fragmentos como si se tratara de una secuela no autorizada a El juego del miedo. Tampoco ayuda que De Niro y Travolta no estén dispuestos de interés o físico para estos intercambios, y que el intento del realizador para cubrirlos sea inútil (el uso obvio de dobles de riesgo, cortes flojos, tomas de archivo y terribles efectos especiales es algo que plaga al film). Pero la razón por la cual todo termina de desplomarse es como los traumas de la guerra son usados como excusa para lo que, esencialmente, es un sangriento capítulo en carne y hueso de los Looney Tunes. Todo hasta los últimos veinte minutos, donde la producción se vuelve un melodrama que abusa de su público con simbolismo barato y una moraleja que parece un chiste tras lo visto antes. Así concluye una tortura, dentro y fuera de la pantalla.
Si uno se precipitara a adelantar palabras, ya sea por la atracción que genera una dupla de actores prestigiosos en el cine de acción y respetados por la industria cinematográfica o bien por saber que se trata de un duelo de "quien caza a quien", podría entusiasmarse al punto tal que nada estaría al alcance de dicha expectativa. Benjamin Ford, interpretado por el siempre tan eficiente Robert De Niro, es un veterano de guerra que en su haber presenta un vendaval de batallas que impactaron bruscamente en su forma de ser. Agotado de tanta sangre, lucha y con sus años a cuestas, decide alejarse de su familia y priorizar su propia armonía. La historia transcurre en una región aislada de todo tipo de civilización, donde predominan los paisajes exóticos, los animales y las armas de caza. En este sitio es en donde vive, desde que se retiró de sus funciones, dicho ex soldado tratando de buscar aquello que siempre añoró: cambiar las tareas que le empleaba a su arma, pasando de ser un instrumento de destrucción a tan solo un elemento de distracción. Los días de Ford eran rutinarios –las primeras escenas de su estadía así lo demuestra–, donde la paz que vislumbraba encontrar era un hecho fehaciente, o por lo menos eso era lo que pensaba. Todo marchaba en los carriles de la normalidad, cuando el trayecto de este estadounidense se ve ofuscado por la aparición de un turista europeo, al cual lo hospeda en su hogar y, tras largas charlas e intercambios de ideales, logran entablar una amistad impensada. Este sujeto, llamado Emil Kovac y caracterizado por un John Travolta casi irreconocible, tanto por el acento que emplea –parecería que hubiese vivido mucho tiempo en Europa del Este– como por su apariencia, se había destinado a encontrar al soldado que estuvo a punto de asesinarlo en la guerra de Bosnia y, al hallarlo, no iba a hacer otra cosa que alcanzar el máximo sufrimiento en su víctima. A partir de allí, el film mantiene un hilo conductor que busca, malogradamente, entretener durante los casi 90 minutos de duración, ya que indaga en la tipicidad del juego del "gato y el ratón" y, con escenas fuertes –un flechazo atravesando la boca del actor de Face/Off es de lo mejor de la cinta–, denota una intención, por parte de la dirección, de tratar de generar una empatía subyugante para lograr persuadirlo. Hasta aquí podríamos decir que, con el panorama expuesto, estarían todos los condicionamientos dados para que esta película se destaque ampliamente, salvo por un detalle que no podemos dejar pasar desapercibido bajo ningún tipo de concepto: su director. El señor Mark Steven Johnson nuevamente logra decepcionar con un film, tal como sucedió con Daredevil en el año 2003 y, cuatro años después, con la primera parte de Ghost Rider. La manera en que se cuenta esta historia no expone originalidad, no abarca nuevas sintonías en la funcionalidad del género y deja varios acertijos sin explicaciones –jamás se entendió cómo y porque Kovac tardó tanto en tratar de ejecutar su venganza–. Vale la pena destacar que el tibio guión estuvo en manos de Evan Daugherty, nombre que escucharemos bastante seguido durante el próximo año ya que fue el encargado de adaptar Divergent –con el protagónico de Shailene Woodley– y fue el responsable de escribir el libreto de la nueva versión de Teenage Mutant Ninja Turtles, producida por el locuaz Michael Bay. De esta manera, y con los sinsabores de un film que daba para más, nos atinamos a enmarcar que pese a tener un dúo de excelencia, con una temática de interés general y un guionista muy prometedor, siempre existe en Hollywood una excepción a toda regla, donde aquel que termina siendo cazado no sería ninguno de los protagonistas –independientemente de lo que ocurra en la película– sino el propio público que se ve envuelto en una nueva desilusión.
Es posible que años atrás un estreno llamado Tiempo de caza, interpretado por Robert De Niro y John Travolta, hubiera sido un boom de taquilla y un infaltable en el TopTen de fin de año en el cine de acción. Pero lo dicho: todo eso si se hubiera estrenado quince, veinte años atrás. Pero el tiempo pasa. Pasa para el cine de acción, para sus protagonistas y, sobretodo, para los espectadores. Si comenzamos de atrás hacia delante, ¿son estos dos (¿ex?)monstruos del thriller referentes para la muchachada que llena las salas de hoy. Decididamente no. Johnny Travolta trascurre años en el candelero con buenas películas y desaparece otros en los que nadie sabe qué hace. Siempre fue así. Lo de De Niro es aun peor. Los jovencitos más irrespetuosos lo pueden tener como un aceptable comediante (¡justo él!), rotulo que se vio puesto en serio riesgo después de la incomprensible La gran boda, donde compartió el papelón junto a otros astros de aquellos años tan lejanos. ¿Y qué hay del cine de acción? Seamos francos. El cine de acción ya fue. Al menos, fue como cultura. Fue como lo fue el rock and roll, como lo fue el picado en el potrero (¿?). En tiempos donde las cosas han cambiado y los gigantes del cine intentan comprender cómo funciona el mundo fuera de los estudios, el director Mark Steven Johnson lanza a cámara un film extraño que combina la propuesta del cine más tradicional de acción con un drama de reflexiones complejas sobre el ser humano, su innata violencia y qué sucede con el después de las guerras más sangrientas. Es posible que la propuesta sea interesante y seduzca a muchos de aquellos que estén leyendo estas líneas. Al fin de cuentas, Rambo, la primera, la genial, no era más que eso: un excombatiente que se encuentra de regreso en su tierra averiguando cómo se retoma una existencia normal. Tiempo de caza parece acercarse a ese planteo en muchos aspectos: punto de partida, escenario, clima, estética. Desde su argumento plantea la búsqueda de venganza de un genocida serbio gatillado por un marine en su propia tierra. Décadas después, el serbio llega a Estados Unidos a cobrarse el pasado. La idea madre que Johnson trafica es sencilla: Estados Unidos planta guerras afuera y quiere ser amo y señor que indique comienzo y fin de la carnicería. Pero eso, tan sencillo en los papeles, puede complicarse en la realidad. Un planteo rico. La puesta del film, en cambio, será más lineal: una larga escena con estos dos personajes intercambiando palabras y torturas varias. ¿Qué falla en la película? Aquello que en Rambo funcionaba tan bien: los momentos de diálogo (en el film de Stallone, mínimas y excelentes líneas pop), las secuencias de acción (aquí violentísimas) y la transición de una a otras. Los giros narrativos, por llamar de algún modo a esa tortura alternada, se vuelven repetidos y previsibles. A estos tipos veteranos de guerra se les escapa el enemigo demasiadas veces por ataduras mal hechas; viejo recurso que deschaba a los filmes mediocres. Lo que falla, entonces, es la forma. Qué problema. Porque el cine, como experiencia dentro de una sala, es forma; las ideas habrán quedado en los bosquejos de guión, en el rodaje, pero es imposible disfrutarlas/analizarlas frente a la pantalla. En el cine se ven escenas, no ideas. Quienes se resisten a comprender esto, deben ver Tiempo de caza. Y entonces se convencerán.
Mirada a la guerra de Bosnia Con impresionantes escenas, que muestran en parte la crueldad de la guerra que se llevó a cabo en Bosnia, en 1992, el director estadounidense Mark Steven Johnson abre este filme, para el que contó con dos protagonistas de lujo: Robert De Niro y John Travolta. "Tiempo de caza", es la historia de una venganza. Pero a la vez refiere a dos hombres cuyas vidas quedaron marcadas para siempre, a través del horror y de la impotencia ante la imposibilidad de poder salvar a un familiar, o aceptar órdenes que indicaban se debía torturar y matar al enemigo. LOS REHENES Benjamín Ford (Robert De Niro), es un ex soldado norteamericano que en Bosnia, junto a otros compañeros, tomaron como rehénes a un grupo de bosnios y los fusilaron a sangre fría, tirándoles por la espalda. Emil Kovac (John Travolta), fue uno de esos rehénes a los que Ford intentó matar sin lograrlo. El hombre se hizo el muerto y luego de pasar una temporada en un hospital logró salvarse. Pero su pasado está teñido de sangre, ya que su hermana y su madre, también fueron víctimas de las vejaciones de los soldados durante la guerra. En el presente, ambos hombres se reencuentran. Aunque Ford al comienzo no sabe quién es ese cazador solitario que lo ayuda a poner en marcha nuevamente su auto, cuando se lo cruza en el camino (cerca de su cabaña en los montes Apalaches) y al que luego, como una forma de pagarle el favor, lo invita a su casa. Al principio ambos comen y beben y recuerdan lo que sucedió en la contienda bélica, pero Ford no sabe en verdad quién es Kovacs. JUEGO SANGRIENTO La decisión de ambos hombres de ir a cazar ciervos, le permite a Kovacs mostrarse quién es: un serbio que espera del otro una confesión convincente que le permita entender por qué aceptó fusilar a un grupo de hombres por la espalda. A partir de ese momento se abre una especie de juego del "gato y el ratón". Uno persigue al otro y ambos hombres se hieren, se humillan, se acechan y se esconden hasta que vuelven a reencontrarse, con la intención de llevar adelante un ritual de tortura, que haga sufrir al otro hasta sus últimas consecuencias, o hasta que no resista más y muera. "Tiempo de caza" es un drama psicológico, un thriller, en el que Evan Daugherty ("Blancanieves y la leyenda del cazador"), su guionista pone en marcha una historia que se apoya en la violencia y en la situaciones de tortura, pero no ahonda con mayor profundidad en la personalidad de sus protagonistas. Mientras que el director Mark Steven Johnson, si bien logra al comienzo algunas escenas de agudo suspenso, al final solo se dedica a cambiar de ángulos su cámara y a dejar que la sola presencia de De Niro y Travolta, despierten interés en el espectador, algo que ambos actores, como ocurre siempre, lo consiguen a través de su conocido profesionalismo.
Lógica mercantil En Hollywood hay toda una serie de películas que no entran en la categoría de grandes tanques, pero tampoco en la segunda línea. Pertenecen a una tercera o cuarta categoría, a la que podríamos llamar Clase C (o D incluso), que no apunta al público de cine arte, sino a algo más popular, posicionándose generalmente en los géneros de la acción o el policial, aunque quedan totalmente relegadas, a pesar que en la mayoría de los casos poseen en el elenco o el equipo de realizadores nombres con significativo potencial. Nicolas Cage ha ido desarrollando en los últimos tiempos una filmografía bastante abundante en este nicho, con films como Fuera de la ley, Trespass o Contrarreloj. Son proyectos que suelen tardar unos cuantos años en concretarse y cuando lo hacen, se realizan a través de coproducciones donde intervienen compañías de muchos otros países (Estados Unidos no puede hacer tantas porquerías en solitario, según parece, así que el resto del mundo, generoso, colabora), en medio de una visión mercantil apartada de la búsqueda de la calidad y que apunta en verdad a la cantidad, a producir más, no sólo para invadir y/u ocupar pantallas, sino además para sostener toda una cadena de producción permanente. En esta lógica capitalista están involucrados los dueños y jefes de productoras, estudios y distribuidoras, y lo mismo cuenta para los actores, directores, guionistas y equipos técnicos. Ya ni siquiera importa ganar dinero con un film, sino gastar dinero, moverlo de un lugar a otro. Marx y Adorno se hubieran hecho un picnic observando este panorama. Benjamin se habría suicidado nuevamente. Pues bien, Tiempo de caza forma parte de este juego de especulaciones monetarias, y para muestra bastan algunos datos: protagonizada por John Travolta (que debe estar asesinando su carrera por segunda o tercera vez, ya es difícil calcularlo) y Robert De Niro (quien en las últimas dos décadas hace films como si se tropezara con guiones, en vez de leerlos), con dirección de Mark Steven Johnson (que ya en Daredevil y El vengador fantasma había demostrado que no tenía grandes ideas) y guión de Evan Daugherty (quien también escribió Blancanieves y el cazador), fue en algún momento un proyecto que Travolta consideró como una potencial reunión con Cage, luego de Contracara, con John McTiernan como posible director. Finalmente se concretó con los nombres mencionados, figurando como originaria de Bélgica (¿?), estrenándose en Estados Unidos el 12 de julio de este año en apenas doce salas y recaudando en su primera y única semana poco más de 27.000 dólares. Sí, 27.000 dólares. Hasta tiene posibilidades de terminar cosechando más dinero en la Argentina. Da para preguntarse qué sucedió durante el proceso, si hubo intenciones en primera instancia de hacer un lanzamiento más masivo, si no se consiguieron pantallas, si los productores se asustaron con el producto final y ni siquiera intentaron realizar un estreno masivo para no perder dinero, o si incluso nunca hubo planes reales para tratar de encontrar el éxito. Los dos párrafos anteriores tienen su razón de ser en el hecho de que el film propiamente dicho respira un aire de inutilidad total, aunque tenía elementos como aspirar a algo más. El relato se centra en Benjamin Ford (De Niro), un veterano de la Guerra de Bosnia que vive aislado y recluido en su cabaña ubicada en las Montañas Apalaches. El tipo indudablemente carga con unas cuantas heridas, no sólo físicas, sino psicológicas, porque ha decidido vivir totalmente aislado de su familia, hasta que un día se le aparece medio de la nada Emil Kovac (Travolta), un serbio que viene a arreglar viejas cuentas pendientes. Y lo que inicialmente parecía que iba a ser el comienzo de una hermosa amistad, termina siendo una especie de cacería humana en el medio del bosque, con ambos guerreros recurriendo a sus antiguas habilidades bélicas, que incluyen el arco y la flecha. El problema es que Tiempo de caza arranca y cuando escuchamos a Travolta tratando de sonar como un serbio, ya cuesta otorgarle credibilidad al tono serio y ceremonioso de la historia (prácticamente no hay humor en la película). Si a todo eso le sumamos una actuación a reglamento de De Niro y que el director Johnson confunde crudeza con sadismo, la creación de climas con aburrimiento y el discurso político con las frases de ocasión para la tribuna, poco queda para rescatar. Tan defectuosa es, tan perezosa en su construcción, que a pesar de durar menos de noventa minutos, ya a la mitad su trama está agotada, no quedándole otra que recurrir a la misma vuelta de tuerca, una y otra vez, sin el más mínimo atisbo de imaginación. Tiempo de caza es un film que empieza y termina, y la verdad que no le importa a nadie. Ni siquiera a la gente que estuvo involucrada. Eso sí, se movió dinero en el medio.
CON TRAVOLTA ENTRE BORAT Y TERMINATOR Los personajes de esta película son dos: Benjamin Ford (Robert de Niro) y Emil Kovac (John Travolta). Ellos son mayores y combatieron en la guerra de Bosnia y ambos fueron asesinos impiadosos. Kovac formaba parte de los escorpiones, el grupo paramilitar serbio que fue parte de la matanza de Srebrenica. Ford fue parte del brutal ejército invasor estadounidense. Kovac, que sobrevivió de casualidad, va hacia EEUU en busca del oficial que ejecutó a sus compañeros. Ford vive alejado del mundo en una cabaña en medio del bosque. No recibe visitas, ni participa de los acontecimientos familiares. No conoce a su pequeño nieto y sigue celando al “nuevo” esposo de su ex, aun cuando ellos llevan más de 20 años juntos. Hasta allí llega con su plan de venganza el extraño Kovac, que quiere vengar su memoria. La película se convierte en una secuencia de caza humana de características desopilantes. Las situaciones en las cuales domina uno se alternan con las que domina el otro. Cuando todo hace creer que Kovac matará a Ford, este se repone y logra poner contra las cuerdas al serbio. Y cuando el desenlace parece ser la muerte del balcánico, todo muta y el viejo oficial estadounidense siente que su vida ha llegado a su fin. Como dos viejos comandos, como dos viejos torturadores, como dos viejos actores en una mala película, se tiran flechas, tiros, se cosen, cicatrizan en minutos, se reponen de golpes imposibles y se amenazan de muerte uno a otro sin parar. Las referencias religiosas permanentes no llegan a constituir un tema como para pensar, aun cuando el director las propone como un nudo central en el modo en que cada personaje observa el mundo y en clave esencial para entender el desenlace. Carente de sentido, de ritmo, de humor, de verosimilitud y de suspenso, Tiempo de caza es una película que pronto, muy pronto -tan pronto como esta nota llegue a su fin- caerá en el más profundo pozo del olvido. ¿De qué hablábamos?
Varios son los problemas que presenta esta producción dirigida por el estadounidense Mark Steven Johnson, quien no es un debutante pero si que es la primera vez que incursiona en el género. Había sido responsable de “Ghost rider” (2007) y “Daredevil” (2003), nada demasiado destacable, pero en esta ocasión hasta se nota la falta de pulso para establecer los tiempos correctos del relato en esa categoría que parece desconocer. Raro, ya que se vislumbra como un director técnico, no busquemos autoría donde no la hay, y al mismo tiempo que el equivalente peca de inverosímil, situación que al cierre, con un discurso que puede leerse como deplorable en el que todo pedido de arrepentimiento se justifica en olvido. La historia se centra en dos personajes, interpretados por actores de mucho peso dentro del star system, Robert de Niro, es el coronel retirado Benjamin Ford, participe de asesinatos y masacres en muchas de las guerras en las que participo, en cualquier lugar del planeta, intromisión estadounidense que la película justifica sin reparos, en éste caso específicamente en Bosnia, de donde es oriundo Emil Kovac, interpretado por John Travolta. Emil, único sobreviviente de una ejecución perpetrada por los yankees en la mencionada guerra, con activa participación de Ford, 20 años después busca venganza, razón por la cual viaja hacia los Montes Apalaches, donde éste vive casi como un ermitaño. Hasta el momento del encuentro, la primera media hora, el transcurrir del relato es clásico, eficaz, incluida la presentación de los personajes y el establecimiento del espacio físico en el que se desarrollará la acción, esto último posiblemente gracias a la dirección de fotografía realizada por el ya veterano Peter Menzies Jr., lo que resulte lo rescatable, si hay que rescatar algo. Luego del encentro entre los dos protagonistas el desarrollo narrativo se transforma en una del juego gato/ratón, cambiando los roles sin solución de continuidad de las formas y acciones más inverosímiles que se hayan podido elegir. Da la sensación que ambos participaron de la producción con el sólo fin de mantenerse activos, Robert de Niro casi sin esfuerzo interpretativo, aunque si físico, para conformar un personaje demasiado simple, en cambio Travolta se las tiene que arreglar para darle a su criatura una voz en inglés que se asemeje a algo parecido a un bosnio parlante en idioma extranjero, esa habrá sido al marcación del director. Los espectadores a la larga son los sufrientes, ya que el Johnson fue incapaz de transferir en las imágenes y las actuaciones el rigor afectivo que deberían poseer aquellos que sobreviven “traumados” por guerras, aquí dicho de manera explicita por uno de los personajes, a nivel particular, como tampoco lo puede trasladar a nivel general, por lo que el contenido sucumbe sin impregnar la empatía del espectador.
Paseando por las montañas Robert De Niro y John Travolta cargan sobre sus espaldas el protagónico de este thriller de acción que, con una historia sencilla y escudándose en las dos figuras, se torna interesante al comienzo pero promediando la mitad y hasta el final solo logra no aburrir. En una cabaña alejada de todo urbanismo, en una inhóspita región de los montes Apalaches, reside un ex veterano de guerra americano que se cruzará con un ex soldado de origen serbio que busca venganza. Ambos emprenderán una casería muy particular, como el juego del gato y el ratón, donde De Niro y Travolta se persiguen y torturan, pero nunca se ejecutan, colocando a los personajes al borde del ridículo una y otra vez, con situaciones completamente inverosímiles y algunas otras casi risibles, como aquella del final con redención incluida. Las formas de zafarse son tan absurdas que anulan aquella tensión y suspenso lograda en el comienzo. El film desaprovecha las posibilidades dramáticas de un terreno hostil y la tensión por sobrevivir a una lucha en dicho escenario. Algo que desarrolla muy bien el film polaco protagonizado por Vincent Gallo Essential Killing, filmado en un registro muy realista y casi sin diálogos que procura mostrar visual y visceralmente lo que un prófugo debe padecer para sobrevivir en los bosques nevados y perseguido por sus captores. Un De Niro en piloto automático y un Travolta que no genera empatía hacen que la excelente fotografía y los escenarios naturales terminen cobrando más relevancia que los protagonistas. Solo el buen ritmo y su corta duración (menos de hora y media) evitan que nos aburramos en un film que hasta intenta inútilmente reflexionar sobre la naturaleza de un conflicto bélico.
Cazadores cansados Pensar que en una peli tener nombres fuertes como De Niro o Travolta pueden hacer creernos que ya el filme -sea lo que sea- garpa..? Gran error gran. Un argumento remanido, un disparate fílmico que fué rotundo fracaso en los cines de Usa, recaudando apenas seguro los costos del catering de rodaje, lo cual hizo que en algunos países sea estrenada directo en DVD. La historia trae la llegada de un soldado serbio en busca de venganza hacia un militar yanqui que ahora vive jubilado en los bellos paisajes de los Montes Apalaches -siempre inmortales por aquella maravilla de "Deliverance "(La violencia está en nosotros, de John Boorman-, el tipo se hace pasar por turista y el otro se muestra hospitalario, pero de repente todo se trastoca, y el visitante quiere pasarlo a degüello para recordarle cuanto terrible fueron los hechos de aquél conflicto bélico europeo. Así se inicia un correría de gato y ratón, donde van rotando los mandos, ergo el filme se vulgariza y cae en un agujero del cual no retornará, donde todo es repetición, rutinario, de pura incredibilidad, y donde tampoco uno- a esa altura- le cree a los protagonistas. Lo de Travolta como el recién llegado es de una mediocridad apabullante, su acento más cercano a la caricatura de Sacha Baron Cohen en su peli "El Dictador", sumado a unos postizos que se notan de cotillón berreta son de no creer, De Niro al menos repite su tosquedad de a ratos y compone un ex militar ascético. Para calificarla, la podemos determinar como Regular en mérito a la fotografía y el paisaje agreste y salvaje que es lo mejor de esta propuesta, que si era solo decorado de estudios, la mandábamos directo a "Mala".
CAZADORES SIN SUERTE Comienza en plena guerra de los Balcanes: un grupo de soldados ejecutan a sangre fría a sus enemigos serbios. Pero uno queda vivo y años después, viajará a Estados Unidos para vengarse. El tema no dice nada y la película, menos. Es insólita, confusa y hasta provoca risa esa persecución que no acaba nunca, conversada y cambiante. Robert De Niro cada vez elige peor. Sus últimos papeles dan pena. Aquí es un solitario, que vive en el bosque, su mujer se escapó con el padrino de la boda y tiene una difícil relación con su hijo. Así que el que viene a matarlo mal o bien le pondrá un poco de entretenimiento a una vida tan apagada. Y Travolta es el sobreviviente de aquella matanza. Nunca fue un gran actor y aquí está más deslucido que nunca.
Uh, bueno, De Niro y Travolta son veteranos de Bosnia, parecen amigos, uno se quiere vengar del otro y van ahí uno contra otro en lo salvaje, y después vienen los reproches y las heridas terribles. Sí, quizá es un poco un lugar común grande, y lo que esperamos es ver a dos actores sacarse chispas. El problema es que el relato está filmado a desgano y sobreexplicado. Una menos.
Esta peli es mejor dejarla pasar o esperar a verla en casa muy tranquilos (en lo posible, ¡haciendo otra cosa!)... No es de malo lo que digo, pero realmente la dirección deja mucho que desear (comenzó bajo el mando de John McTiernan, uno de los nombres más grosos del cine de acción de los 80 y 90, y con Nicolas Cage y John Travolta como el dúo protagónico para repetir la fórmula de CONTRACARA. ¿Qué pasó en el medio? Problemas financieros que hicieron que el director se retirara y Robert De Niro ingresara a ocupar el lugar de Nicolas Cage). Las interpretaciones de los protagonistas, distan mucho de un buen resultado, sobre todo las peleas (creo que la vas a pasar bien analizando las revolcadas, las piñas, etc, jajaja - sí sí, te vas a reír -), por eso, Tiempo de Caza, es para esperar y verla en "casa".
Duelo de titanes Benjamin Ford es un veterano de guerra aislado del mundo; en su cabaña perdida en el bosque, cocina y escucha “Don’t take your guns to town”, de Johnny Cash, mientras se sienta a leer. En tanto en Belgrado, Emil Kovac es un serbio que se salvó de milagro tras ser ejecutado por un pelotón de la OTAN, en 1995. Casi veinte años después, Kovac (Travolta) reconoce a Ford (De Niro) en un archivo confidencial, y en cuestión de minutos ya está en los Apalaches, acechándolo; pocos minutos después, está en su cabaña, escuchando el disco de Johnny y brindando con alcohol serbio. La caza empieza como amistad, De Niro juega a ser la víctima del psicópata que compuso en Cabo de Miedo y este desdoblamiento, con un Travolta forzado pero noble en su composición, resulta un augurio de tono teatral, una delicia tête à tête del Actor’s Studio. El problema es pasar a la acción, hacer un infierno del “mano a mano”. Porque cuando la temporada de caza empieza y Kovac juega al gato y el ratón con Ford, el resto se torna obvio y las escenas de acción, inverosímiles. Todo el trabajo de Mark Johnson (poco prolífico director de Ghost Rider y Daredevil, dos adaptaciones de cómics) consiste en disparar situaciones entre Travolta y De Niro, que parecen disfrutar del rol y esa entrega es un paliativo para este film sin rumbo. La trama está puntuada por el tema de Cash y, sobre todo, por un chiste que Ford nunca acaba de contar; hasta que el film llega al final y su remate es un enorme moño. Sólo Kovac no lo entiende. Pero claro, él no es norteamericano.
Publicada en la edición digital #256 de la revista.
El texto de la crítica ha sido eliminado por petición del medio.