No existe la creatividad ni el humor inteligente. Por eso para que sepas si te puede llegar a interesar o no, te cuento un gag de la forma más "poética" posible que creo que te servirá como orientación: en una ducha de hombres está Torrente bañándose junto a un señor bien dotado y con "muchas ganas". Por lo tanto para salvar su pellejo tira su jabón...
La cuarta entrega de Torrente no agrega demasiado a la fórmula de la trilogía anterior, salvo la inclusión de un 3D no demasiado bien aprovechado y un mayor despliegue de producción (efectos digitales, explosiones, etc). El resto, es más o menos lo mismo: el ex detective y ahora desempleado José Luis Torrente haciendo de las suyas en una sociedad madrileña pauperizada (sí, hay comentario "social"), muchos desnudos siliconados y la incorrección política de siempre (escatología, misoginia, machismo, etc). Hay muchísimos cameos (la mayoría intrascendentes fuera de España, salvo para nosotros los del Kun Agüero y el Pipita Higuaín), referencias más o menos obvias a La fiesta inolvidable, de la dupla Blake Edwards-Peter Sellers (la secuencia de arranque), a la saga de James Bond (incluso desde los créditos iniciales), al subgénero carcelario (allí va a parar el antihéroe) y, claro, a las entregas anteriores de la propia invención de Segura, que lo ha convertido en el rey Midas del cine español. Si todo eso es suficiente o no como para animarse a esta comedia guarra, cada uno de ustedes sabrá evaluar con las cartas sobre la mesa.
Torrente en 3D La mayor apuesta de Torrente 4: Crisis Letal (2011) es la posibilidad de ver en tres dimensiones al policía español más políticamente incorrecto que ha dado el cine, y los cameos de varias figuras internacionales como los argentinos Kun Agüero y Pipita Higuain y el músico David Bisbal que, para desgracia de todos, también hace el insoportable tema original de la película. José Luís Torrente (Santiago Segura) es contratado para asesinar a una figura poderosa del ambiente. Como el tipo no tiene escrúpulos acepta por una buena cantidad de dinero. Lo que no se imagina es que le tendieron una trampa para culparlo del crimen que aún no cometió y va a parar directo a prisión donde ocurrirán los obvios y predecibles chistes al respecto. Torrente 4: Crisis Letal no llega a elaborar dos o tres secuencias desopilantes como sucedía en las anteriores películas de la saga, teniendo como único don el efecto que le da el 3D. En ese sentido la película dirigida, escrita y protagonizada por Santiago Segura tiene mayor despliegue visual con explosiones y choques de autos, pero menos humor físico. Con un comienzo prometedor contextualizado en la crisis que vive España -la crisis letal del título- el film se va perdiendo en chistes tontos y previsibles. Pero vale destacar ese monólogo en que Torrente despotrica contra el sorpresivo “negro” en la Casa Blanca, en referencia a Obama, o la poca importancia del título mundial obtenido en fútbol por ser una selección con mayoría de jugadores del Barcelona (recordemos que Torrente es hincha de Atlético Madrid). Sin embargo Segura se las ingenia para seguir adelante con su conejillo de indias y armar una trama para fanáticos repleta de xenofobia, intolerancia, fascismo, machismo y todas las cosas que le hacen mal a España y al mundo, condensadas en este gordito desagradable que se dio en llamar Torrente.
Escatológicamente correcto Torrente 4 es la continuación de una interminable saga que tuvo buenas y no tantas. La tercera de ellas pasó directo al DVD y seguramente con el posible éxito de esta cuarta logrará ventas potenciales. En esta oportunidad, José Luis Torrente se ve sorprendido por la crisis europea y debe revolver basura en busca de comida mientras es amenazado por un grupo de niños con navajas que quieren comer del mismo tacho. Recordemos que Pepe Torrente es xenofóbico, racista, engreído y homofóbico, entre otras cosa, y lo deja bien en claro en cada párrafo, en especial el que le dedica a la tumba de El Fary, diciéndole: “Todo va fatal. Los socialistas nos han llevado a la ruina. Los homosexuales pueden casarse. Y hay un negro en La Casa Blanca, pero no de limpiador, de presidente! Lo único es que España ganó el Mundial, pero eso tampoco es tan bueno, porque medio equipo era del Barça”. Mientras la situación empeora en la vida de Torrente, un viejo amigo le ofrece un trabajo sencillo que podría sacarlo del pozo financiero. Pero no queda muy claro si su intención es ayudarlo o tenderle una trampa. Entre engaños, mujeres desprovistas de ropas, cárceles y muchos cameos (David Bisbal, Kun Agüero, etc.) la película posee buena producción y ritmo, aunque es necesaria verla sin prejuicios morales para poder disfrutarla al estilo Segura.
El policía más peligroso de España vuelve para imponer justicia... O algo así. Todos conocemos a Torrente. Corrupto, xenófobo, racista, homofóbico, narcisista, nihilista y… ¿Justiciero? Este policía de Madrid logró, a lo largo de tres películas, mostrar todos los lugares comunes de lo peor de la ley en una sola persona. Y ahora, en su cuarta parte (“en sobrecogedor 3D”) se las verá negras cuando él sea el ajusticiado y no el justiciero. Pero vayamos al principio. Torrente ya no forma parte del cuerpo de policía hace rato, por lo cual vivía como investigador privado y también, de a ratos, como ladrón de medio pelo y estafador. Ahora, trabajando independiente, le será asignada una peligrosa misión: convertirse en sicario. Luego de cobrar un adelanto, y proyectar con sus amigos más marginales y estúpidos el golpe, se da cuenta que cayó en una trampa, y ahora deberá buscar la forma de salir de la carcel ya que, esta vez, en serio es inocente, y hará todo lo posible para limpiar lo poco que quedaba de su buen nombre. Torrente 4: Crisis Letal es una nueva entrega en la saga que dirige, escribe y protagoniza Santiago Segura, quien logró crear una secuela acorde al resto de las entregas. La película no deja de ser graciosa ni un segundo. Parte por todo el sucio humor del oficial, parte por la idiotez de todos y, en esta ocasión, una buena parte también se la llevan los cameos. Durante la proyeccion nos cruzamos con el Sergio Aguero, Gonzalo Higuain, y reconocidos personajes españoles, como David Bisbal (responsable de la canción de la película), El Gran Wyoming, Goyo Gimenez (un artista de stand up) y TitoTorbe, un tipo que (me dijeron) es la estrella del porno amateur en españa. Los gags se mantienen intactos, y quienes vieron las anteriores entregas podran adelantar momentos que a veces ni se hacen, solo se insinuan para que los entendidos los capten casi como chistes internos. Otra cosa que levanta carcajadas son las referencias a otras peliculas o series, como puede ser Sueños de Libertad, Fuga a la Victoria (esa película en la que actuaron Stallone y Pelé), o incluso de Glee, la serie musical/adolescente. Si lo suyo es el humor sucio, negro y escatológico y las escenas de acción en las que todo explota, esta es su película. Y sino, bueno, no digan que no les avisé.
Incorrección sin límites El ex policía se mueve entre prostíbulos y cárceles. Seamos sinceros: la corrección política no se lleva bien con el cine; mucho menos, con las comedias. José Luis Torrente, personaje creado e interpretado por Santiago Segura, no tiene, felizmente, afanes pedagógicos. Tampoco pretensiones de generar empatías: tal vez por esto, o tal vez porque las genera muy secretamente, arrastra multitudes. Su propuesta tiene algo de goce dionisíaco, de catarsis irreflexiva y primaria. “Por suerte, no todo el mundo se parece a Torrente; apenas la mayoría”, explica Segura. En todo caso, a esta altura, a Torrente se le puede criticar su fidelidad a sí mismo: sigue siendo xenófobo, racista, homofóbico (aunque sea fanático de las pajillas con amiguetes en el asiento delantero de su auto), retrógado, vil. En esta cuarta entrega, que no se impone fronteras morales ni de buen gusto, él se mueve en un territorio propicio: prostíbulos y cárceles de una España empobrecida, en crisis, más intolerante que nunca. Allí está Torrente, antihéroe y perdedor (lo que hace más “tolerable” a su discurso), luchando contra niños por comida de la basura, durmiendo con travestis feroces en la vereda, subalquilando un pequeño departamento a una multitud de sudacas. En su monólogo inicial, nostálgico, ante la tumba de El Fary, lloriquea: “Ahora, Fary, los maricones se casan. Los socialistas arruinaron a España. Y en la Casa Blanca han puesto a un negro. No para limpiar, sino como presidente. Sólo falta que pongan a una tía. Eso sí, el año pasado ganamos el Mundial. Pero no importa: eran casi todos del Barsa ”. La película, tridimensional, con efectos especiales sofisticados -que contrastan con la precariedad de personajes impresentables- arrastra a Torrente a un presidio, donde abundarán las parodias a películas como La gran evasión o Escape a la victoria . El cenit es un partido de fútbol entre un equipo del director penal, formado por jugadores del Real Madrid, como Gonzalo Higuaín, frente al dirigido por Torrente, con camisetas del Aleti y un arquero tullido. El Kun Agüero queda afuera por “no entender nada de fútbol”, según palabras del técnico/ex policía, quien manda a un vasco (“A tí te gusta la violencia, ¿no?”) a quebrar a un jugar negro de su propio equipo. Aunque en el humor torrentiano predominan -como siempre- los trazos gruesos, Segura confirma su agudeza para captar conductas sociales. Y su talento como actor: Torrente podría tener su correlato en cualquier país y, sin embargo, es casi imposible imaginarlo sin la impronta de Segura. Es probable que los defensores de la delicadeza y el vanguardismo le opongan reparos a esta película. Seguramente, tendrán razón. Es una pena... para ellos, que no podrán disfrutar a pleno de una propuesta para reírse de lo que no hay que reír y que, por lo tanto, causa más risa. Desde luego: sensibles abstenerse.
En la cuarta parte de la serie comenzada en 1998, Santiago Segura vuelve a hacer honor a lo peor que un canalla como el personaje que él mismo encarna puede mostrar en cámara, en este caso en 3D. Un ejemplo: escupir (en forma virtual) a la platea. El par de escupitajos que el personaje de marras lanza a cámara en los primeros minutos de proyección sintetizan la idea de cine que tiene su autor, quien hace más de una década viene perpetrando, cada vez con menos gracia, los mismos gags. Y es seguro que Segura lo seguirá haciendo. José Luis Torrente, ex policía, es ahora seguridad privada. Pero como es impresentable (malhablado, gordo fofo, sucio en el más amplio sentido del adjetivo, machista y reaccionario trasnochado), suele meterse en problemas. A pesar de su permanente impunidad, esta vez va a parar a prisión por un crimen que no cometió. Rodeado de la peor lacra, se suma a un plan de fuga ajeno, para luego encontrar a quien lo puso en la cárcel. Torrente es un "guarro casposo" que considera a las mujeres objetos o simples prostitutas, y así aparecen, sin excepción: desnudas, sacudiendo sus siliconas. La trama es burda, pero lo peor es la sexualidad de bajo fondo y la escatología, que desdibuja aquellas transgresiones que por novedosas y osadas fueron motivo de risas en la primera entrega. Analizar Torrente 4 , más allá del fenómeno de taquilla en su país, en el intento de darle alguna justificación intelectual no tiene el menor sentido. Es curioso: en otros tiempos, películas como ésta eran muy justamente defenestradas sin más, mientras que ahora pueden darse el lujo de aparecer en festivales como el Bafici. Evidentemente habrá que repensar la mirada del cine porque comedias buenas y hasta transgresoras se siguen haciendo, pero que a ésta se le dé tanto lugar es demasiado.
Para los amantes del humor más desatinado Uno de los argumentos en contra de la crítica es que muchas veces analiza las películas sin tener en cuenta que no es lo mismo Godard que los hermanos Farrelly y que debería verse a cada film por lo que pretende. Si bien esa afirmación es de algún modo válida, el problema para quien debe tomarse el tiempo de considerar al cine como arte o creación es que no puede juzgar la intención del responsable a cargo, sino el resultado obtenido, aquello que se ve en pantalla. Este punto no es ajeno a la hora de evaluar a Torrente 4: Lethal Crisis 3D, la nueva película del desagradable policía madrileño creado por el español Santiago Segura, a la que se podría despreciar por burda, grosera y contraria al buen gusto (estético y político). En parte tendrán razón quienes así la juzguen. Torrente 4 es vulgar y escatológica y hace humor a partir de temas tan delicados como la corrupción, el machismo, la homosexualidad, la xenofobia y el racismo. Y no duda un instante en utilizar a discapacitados de todo tipo, extranjeros, viejos o individuos embrutecidos como material conductor de ese humor. En suma, una película despreciable. Pero vamos: ¡que es divertida, joder! Ningún recurso es malo per se a la hora de hacer cine, la cuestión es para qué y con qué resultados se los utiliza. Y la lista de incorrecciones enumerada no es gratuita, sino que está puesta al servicio de un personaje notable como José Luis Torrente, un ahora ex policía que no duda en abusar de cualquiera con tal de conseguir un beneficio personal, por mezquino que sea. Notable porque retrata con dureza y gracia a un sector de la sociedad que no es para nada gracioso, sin perder de vista ni un segundo que se trata de una crítica. Claro que para notarlo hay que tener habilitada al menos cierta capacidad simbólica y las facultades mentales mínimas, como aquella que permite distinguir entre el bien y el mal. Juzgar a Torrente 4 como racista, homo o xenofóbica, o lisa y llanamente de derecha, es como pretender que Miki Vainilla es una expresión literal de Diego Capusotto (de quien Segura se declaró fanático), sin entender que se trata de una burla del objeto retratado. Una crítica con los pies en el barro. En cuanto al cargo de machista, pues, no hay nada que hacer: sin dudas es culpable, teniendo en cuenta el papel de mero accesorio y juguete sexual que tiene la figura femenina, no sólo para el personaje, sino como recurso cinematográfico. Es cierto que mientras la película juega con ese humor ramplón, por el otro se permite recurrir a los trucos más clásicos del slapstick e incluso a un tono hasta infantil (la escena de Torrente entrando de incógnito a una casa ajena es una seguidilla de gags viejos, inocentes y efectivos). Aun con su gracia (y siendo bastante superior a Torrente 3: el protector), debe decirse que esta cuarta entrega tiene algunas tuercas flojas. La utilización del 3D es una de ellas, tanto que son pocas las escenas que lo justifican y ninguna demasiado efectiva (tal vez, apenas pueda verse como válida aquella que lleva a su non plus ultra el conocido chiste del jabón en el baño). Otro punto flojo que comparte con la tercera entrega es la ausencia de un compañero fuerte: el trabajo de Kiko Rivera no consigue acercarse a los personajes construidos por Javier Cámara y Gabino Diego en las dos primeras. Y apenas algunos de los muchos cameos serán disfrutados por el público nacional (los del cantante David Bisbal o los futbolistas Agüero e Higuaín), pero la mayoría pertenecen a una fauna española demasiado de entrecasa que aquí no suman la gracia que debieran. En suma, Torrente 4 hará reír a los amantes del humor más desatinado, pero no a quienes se avergüenzan de ese tío desubicado que arruina las fiestas familiares con eructos, pedos y chistes de pésimo gusto. Están avisados.
Duro de amordazar Si James Bond amenaza con una inminente aventura número 25, la pregunta sería: ¿Torrente llegará a dicha cifra? Con esta cuarta entrega que incorpora la tecnología en 3D (aunque casi ni se note porque las bondades de la profundidad en este caso no aparecen) Santiago Segura confirma que su creación está más viva que nunca y que con inteligencia y sin traicionar un ápice la esencia de su personaje puede dejar plasmada la enorme crítica sobre el estado socioeconómico actual de España con una catarata de apuntes cómicos dichos a la velocidad de la luz y a un ritmo que no decae ni siquiera en la última parte de la trama, sin dudas la más débil dentro del conjunto. Como siempre ocurre en este tipo de propuestas, la historia es prácticamente un pretexto en el que se insertan una serie de subtramas explotadas hacia lo desopilante con el ojo siempre atento al guiño cinéfilo. Ya era notorio en su película Obra maestra (a decir verdad dirigida por David Trueba y protagonizada por Santiago Segura) la afición del cineasta por Alfred Hitchcock o el cine de suspense más reconocible. En este caso en particular serán Vértigo y Cabo de miedo uno de los platos fuertes del homenaje que nos tiene preparado Segura y compañía. Sin embargo, el gran hallazgo lo constituye sin duda el escenario carcelario adonde nuestro antihéroe irá a parar tras ser víctima de una treta (hombre equivocado en el lugar equivocado) y en el que participará de un operativo de fuga durante un partido de fútbol entre reos y funcionarios carcelarios, cuyo equipo está integrado nada menos que por jugadores del Real Madrid como el Kun Agüero y el Pipita Higuain, entre otros, demostrando una vez más Santiago Segura su capacidad intacta para amalgamar elementos de la cultura no sólo española sino más allá de sus fronteras. Pero lejos de la escatología habitual; el desfile de pechos turgentes y colas bien paradas, subyace lo más interesante de la propuesta que confirma que el actor, productor y director español busca constantemente elevar la apuesta desde el punto de vista técnico hasta el nivel del discurso políticamente incorrecto, el cual encuentra en cada capítulo un espacio de acción en la más pura realidad. Así lo demuestra la mirada cínica acerca de la crisis económica, cuya principal víctima será el propio Torrente; sobre los inmigrantes latinos que ya forman parte de la sociedad española y por supuesto sobre la corrupción policial, aspecto que se inició en los orígenes. El argumento en sí es mejor dejarlo de lado para que el público no pierda sorpresas así como la galería de personajes y cameos de famosos que pululan durante los casi 90 minutos de metraje. Sin más para agregar, basta decir que Torrente 4: Crisis Letal es la mejor parodia de la saga que no defraudará a fanáticos ni a aquellos que se acerquen por primera vez al retorcido y bizarro universo de este policía duro de amordazar.
Anexo de crítica: La extraordinaria Torrente 4: Lethal Crisis (2011) no sólo es la mejor secuela de la saga, ubicándose apenas por debajo de la original de 1998, sino que además rankea en punta entre las propuestas más salvajes y caóticas de los últimos años. Esta sátira de espíritu anarquista y humor muy ecléctico pone en evidencia las características más monstruosas de la policía en particular y del ser humano en general: toda la hipocresía, estupidez y moralinas burguesas van a parar a la misma cloaca desde la cual el protagonista manipula a sus compañeros circunstanciales, denigra a las mujeres, saca a relucir su xenofobia, roba a manos llenas, disfruta de su fascismo simpaticón y en términos prácticos asesina a todos los que se cruzan en su camino (sean accidentes o no). únicamente resta señalar al responsable de tanta crueldad para con el palurdo promedio… ¡muchísimas gracias, Santiago Segura! ¡Y viva El Fary, coño!-
"¿Dónde vas, Torrente...?" En 1999 se estrenó en Argentina "Torrente, el Brazo Tonto de la Ley"; la segunda y tercera entrega no tuvieron distribución el país, ni siquiera en DVD. Ahora, gracias al sistema de proyección digital que abarata costos de distribución, llega la cuarta aventura del desagradable José Luis Torrente. El actor, escritor, productor y director Santiago Segura comenzó desde muy joven a delinear personajes marginales, sexópatas e inadaptados. Torrente es la versión más acabada de sus criaturas. Guarro, corrupto, amoral, sucio, racista y desalmado, es además un perdedor y paria en un sistema que fabrica criaturas como él, pero no tan completas. Ahora, el ex policía Torrente se ve envuelto en una trama llena de traiciones y sed de venganza. Por motivos que desconoce acaba en la cárcel y para descubrir el por qué debe escapar e iniciar una investigación. Claro que lo hará con la ayuda de los secuaces más frikis que haya mostrado el cine. Segura es hábil para convocar a los más bizarro del medio español. No duden que si hubiera tenido a su alcance a Zulma Lobato la habría incluido en el filme. El humor de Segura es directo, escatológico, básico y politicamente incorrecto. Pero tiene el mérito de no ser culposo. Al contrario de los Farrelly que manejan un estilo similar, estos necesitan justificarse en un trasfondo moral que de algún modo los redima. Segura no necesita de eso, él va como un cabezazo directo a los dientes, más que tensando la cuerda, rompiéndola, con el único fin de provocar la risa. Ni más, ni menos. "Ahora hay un negro en la Casa Blanca" se queja ante la tumba de su admirado Fary, cantante popular español fallecido hace un par de años. Tiene sub-alquilado su departamento a "sudacas" indocumentados que valen para él unicamente el dinero que estos le dan y se lamenta por el hecho de que los homosexuales puedan casarse. La trama queda en segundo plano, está claro que no tuvo interés en desarrollarla y sí en poner la mayor cantidad de gags posibles, como así también en incorporar muchos cameos. Así podemos ver las breves participaciones del Kun Agüero, David Bisbal y el "pipita" Higuaín, por citar a los que pueden ser reconocidos aquí. En pelis anteriores, Segura supo contar nada menos que con José Luis López Vázquez y Oliver Stone. Esta cuarta entrega de "Torrente" está muy lejos de la calidad de la primera, que nunca fue superada por sus sucesoras. El tono de comedia negra y el buen pulso cinematográfico se perdió a cambio de dar "más de los mismo", slogan con el Segura promocionó oportunamente la segunda entrega. El mismo Segura que prometió seguir haciendo filmes de Torrente siempre que la última sumara un sólo espectador más que la anterior. Está claro que ahora sólo busca satisfacer al espectador medio que no busca la calidad que Segura es capaz de ofrecer, sino una sucesión de gags zafados y apariciones sorpresivas de la fauna mediática española. Y él lo sabe, y lo explota. Experto en autopromoción, Segura llegó a Buenos Aires para estar presente en el estreno local. Sus películas sólo son conocidas gracias a la web y la posibilidad de bajarlas porque alguien decidió compartirlas; entonces una legión de frikis, snobs y sinceros admiradores de alguien que, a no dudarlo, ama el cine, intentan encontrarlo pese al magro manejo de prensa de la distribuidora que hasta ahora no supo sacarle el jugo mediático a un tipo siempre dispuesto a dar espectáculo. "Torrente 4 - Lethal Crisis" se presenta en 3D, formato que ayuda a obtener una mayor recaudación y que Segura apenas aprovecha para un par de chistes. Con todo, es de celebrar que aunque no sea lo mejor que pueda dar, igual se estrene en Argentina.
Siempre bruto y eficaz Torrente, el brazo tonto de la ley (1988) fue, en su momento, un mazazo de incorrección que dejó a todos boquiabiertos. El oficial José Luis Torrente, la infame creación de Santiago Segura, estaba en el peor lado de todo: racista, misógino, corrupto, traicionero, cobarde y extremadamente desagradable. Y a pesar de todo eso –o quizás precisamente por eso– se constituía en un personaje querible (entrañable, diría algún presentador de la vieja guardia). Y claro, es difícil replicar el impacto, y mucho menos la sorpresa, de ese primer golpe. Llegaron entonces las secuelas y estas se dedicaron a repetir la fórmula ganadora. Lo mismo sucede con la cuarta entrega, que viene a ofrecer más de lo mismo, que es también lo que esperamos, porque a esta altura las películas de Torrente son como los discos de esas bandas que siempre suenan igual pero siempre gustan porque nos dan lo que les pedimos. Y si cada entrega se encarga de repetir más o menos la formula, también lo que hace es ampliarla un poco, o más bien aplicarla a algún otro contexto. Así, si la segunda parte se propuso como una parodia de las películas de James Bond y la tercera como una burla al film El guardaespaldas (que a Segura no le gustaba ni un poquito) este nuevo capítulo tiene como referente en su primera parte, ubicada en un escenario carcelario, a Escape a la victoria (aquella de John Huston, con Stallone, Pelé y Ardiles, entre otros, tratando de huir de un campo de concentración en medio de un partido de fútbol entre prisioneros y oficiales nazis) y, en su última parte, a las películas de acción del tipo Arma Mortal o Duro de Matar (el título Lethal crisis, ya da una pauta de ello), con un despliegue obsceno (no podía ser de otra manera) de tiros, explosiones, persecuciones, coches que vuelan y destrucción en general. Lo otro que viene a ofrecer como novedad Torrente 4 es el 3D, que más allá del gancho que todavía pueda lograrse con este tipo de artilugios, a Segura le sirve fundamentalmente para redoblar su apuesta por lo escatológico y arrojar asquerosidades varias a la cara del espectador. Que, para este caso, es el uso lógico y adecuado del efecto, aquel que el fan del personaje sabrá apreciar y festejar entre la sonrisa y el desagrado. El humor de Torrente es así: básico, bruto y eficaz, y sigue despertando carcajadas que se mezclan con el asco o la incomodidad. Es así como todavía funciona, y como reza un dicho conocido ¿si no está roto, para que arreglarlo?
“Torrente” de gags gruesos ahora en 3D Aunque en la Argentina las últimas dos secuelas de «Torrente» nunca se estrenaron en los cines (y apenas llegaron directo a dvd a principios de este mes), con su policía políticamente incorrecto, Santiago Segura logró algo casi impensable en el cine español: una saga de films nada pretenciosos con una notable fuerza comercial. Si abusa o no exprimiendo el mismo concepto ya es otro tema, pero en este caso por lo menos, ofrece algo diferente en lo técnico, y es permitirle al espectador ver las diabluras de Jose Luis Torrente ahora cometidas en 3D, lo que ayuda a darle un toque divertido a esta sucesión de chistes guarros. La trama sobre los problemas y enredos qe le surgen a Torrente luego de aceptar ser custodio en una boda es más bien leve, casi se podría decir sólo una excusa para el bombardeo de chistes un poco con el estilo del «hit & miss» de los hermanos Zucker de «¿Y dónde esta el piloto?». En ese sentido no se le puede acusar de nada a Segura, porque el formato le queda bien a su Torrente, más allá de que las dos primeras tenían algo más parecido a un argumento, y ésta la verdad que no. Lo que sí atenta un poco contra esta cuarta parte de la saga es la insistencia en reemplazar un buen cast por un ejército de cameos o invitados especiales, que al menos desde el punto de vista argentino no tienen gran atractivo por ser parte de la cultura y el show business español y no estar lo suficientemente transculturizados. Dicho todo esto, se puede recomendar «Torrente 4: crisis letal» como una comedia muy divertida que aprovecha al máximo las posibilidadses del moderno 3D digital.
En los ’90, Santiago Segura era un ascendente actor y comediante español, famoso por sus trabajos en las primeras películas de Alex de la Iglesia: Acción Mutante y El Día de la Bestia. Pero el estrellato llegó con un film enteramente suyo, escritor, dirigido y protagonizado por él. Estrenada en 1998, Torrente: el Brazo Tonto de la Ley cuenta las andanzas del personaje del título: un oficial de policía maleducado, fascista, homofóbico, misógino, ladrón, sexópata... Una porquería humana, bah. Claro que siempre en clave de parodia, nunca como algo serio. Como dijo Segura, es “una crítica al español caduco, cuaternario, mezquino y miserable que sigue habiendo, pero que está a punto de extinguirse”. La película fue un éxito de público y de crítica, y generó dos secuelas: Torrente 2: Misión en Marbella y Torrente 3: El Protector (con escenas filmadas en Argentina). Ahora llega la cuarta parte, ¡y en 3D! En Torrente 4: Lethal Crisis, nuestro antihéroe está más caído en desgracia que nunca. Tras provocar una tragedia en un casamiento de gente de la alta sociedad, ya nadie lo puede ni ver. Come basura de las calles, duerme con viejos travestis (¡!) y debe compartir su departamento con inmigrantes ilegales. Su lamentable presente parece cambiar cuando un hombre lo contrata para matar a un poderoso empresario. Pero todo termina siendo una trampa y Torrente cae preso. Eso no impedirá que escape y comience a buscar a quien quiso ensuciarlo. Es verdad: a esta altura ya no hay sorpresas ni en lo referente al protagonista ni a la historia. De todas maneras, los chistes escatológicos y las salidas del depravado policía siguen provocando risa. Además, Segura vuelve a demostrar que es un gran cinéfilo. La película parodia a los film de cárceles y de fugas, como El Gran Escape y hasta Escape a la Victoria, ya que Torrente y un grupo de reclusos organizan un partido de fútbol como pantalla para la huida. Entre los actores secundarios podemos encontrar a Kiko Rivera (el mediático hijo de Isabel Pantoja), como ayudante de Torrente —a la manera de Javier Cámara en la primera parte—, y Enrique Villén, que había participado en Torrente 3, pero haciendo otro personaje. También está la aparición especiales de un amigo de Segura: El Gran Wyoming, otrora conductor de la versión española de Caiga Quien Caiga, entre otras cosas. Imperdibles los cameos de los futbolistas Sergio “Kun” Agüero, Gonzalo “Pipita” Higuain, Cesc Fabregas y Sergio Ramos. Por su parte, David Bisbal actúa brevemente y canta el tema de la película. Con respeto al uso de la tecnología en tercera dimensión, casi ni se nota, y los que sí se ve en relieve son elementos como barrotes y charcos de agua. Sí queda simpático cuando las escupidas del protagonista parecen venirnos a la cara, pero no hay mucho más. De todos modos, si uno se mete en la historia, pronto se olvida el 3D. Torrente 4: Lethal Crisis está muy lejos de ser una obra maestra. Difícilmente cambie la historia del cine. No obstante, es un delirio hiperentretenido, alocado y salvaje, como sólo Santiago Segura sabe hacer.
Sin moldes ni códigos “No tiene madre”, decían antes cuando alguien se manejaba por el mundo como lo hace el policía madrileño José Luis Torrente. Y es que decir que Torrente se sale de los códigos de la ley española es poco. ¡Ese hombre se sale de todos los ?códigos! Y sus películas otro tanto. Inclusive se salen de los moldes de la comedia, porque hacen reír pero con métodos que no a cualquiera le resultarán graciosos. En algunos casos, abollando los moldes del comportamiento social. Torrente ya no tiene nada que perder. Como agente del orden, le va cada vez peor; como hombre, está en la ruina; como ciudadano, ni hablar. Una síntesis de todo aquello pareciera estar en la escena ?en que, después de salirse de la cola por un vale de comida, para no arruinar su imagen frente a un conocido, se sirve de un tacho de desperdicios la comida que arrojaron desde un restaurante. Ni siquiera tiene corazón para compartirlo con un puñado de niños hambrientos. Pero una vez más aflora el humor corrosivo (también se decía así antes): los chicos son los que sacan ?corriendo del basural a ese policía bravucón que, con los dedos manchados de salsa, se ha convertido en una caricatura. La película es así, combina esas situaciones casi “intimistas”, donde el humor y el cinismo se dan la mano de manera extraña, con secuencias de gran despliegue visual, como fiestas de la alta sociedad, persecuciones en vehículos (con choques y explosiones técnicamente admirables). Pero la cosa se complica verdaderamente para Torrente cuando acepta un encargo desleal, con tan mala suerte que va a parar a la cárcel por intentar cumplirlo. Torrente toca fondo en esta cuarta entrega (sólo se proyecta en 3D) de la serie de películas diri-?gidas, escritas y protagonizadas por Santiago Segura, que en la taquilla va justamente ?en la dirección contraria, para arriba, sobre todo en España, y que han logrado convertir ?al personaje en todo un objeto de culto de las nuevas generaciones. Baste para comprobarlo, ?verificar las presencias en el filme de varios famosos que no han querido perderse la oportunidad de pasar un buen momento: desde David Bisbal, que interpreta dos canciones de la banda sonora (la última, con video incluido en los títulos finales), hasta los futbolistas argentinos Sergio “Kun” Agüero y Gonzalo “Pipita” ?Higuaín, incluidos dentro de la historia.
Y un día, volvió el tonto A Torrente le llegó la onda 3D. Buscavidas como es, inescrupuloso y atorrante, no podía perderse la oportunidad de ver su “gallarda” imagen cinematográfica, enriquecida por las bondades tecnológicas de los últimos tiempos. Hay que recordar que el personaje creado por Santiago Segura (“el brazo tonto de la ley”), se dio a conocer en las postrimerías del siglo XX, en plena agonía, bah: 1998. Ahora, bien entrado ya el siglo XXI, se imponía un retoque; después de haber hecho escala en los capítulos 2 y 3, llegó por fin a las tres dimensiones, no es cuestión de quedarse afuera de los avances tecnológicos de la industria. En esta entrega, Torrente ya no es policía y apenas sobrevive como investigador privado. Al comienzo del film, se lo ve a cargo de la seguridad en una boda fastuosa. Su personalidad grosera y provocativa en seguida lo mete en problemas y como una cosa lleva a la otra, pronto se origina un escándalo descomunal que arruina los festejos y debe huir de manera por demás indecorosa. Sin dinero, con hambre, desaliñado, sucio, subalquila su departamento a una legión de inmigrantes indocumentados, roba desperdicios de los bares y restaurantes y hasta se disputa basura callejera con una pandilla de niños. Con lo cual, las maravillas de los trucos 3D lo único que hacen es realzar las miserias por las que atraviesa este marginal. Así, de desventura en desventura, por ahí, le cae un “negocio”. Personas poderosas le encargan un asesinato por una módica suma de dinero, imposible de rechazar. Pero resulta que las cosas no siempre son como las pintan, y todo se complica de manera ingrata. Como consecuencia, el ex policía va a parar a la cárcel. Una buena parte de sus nuevas aventuras suceden, como se imaginarán, en ese ambiente penitenciario, donde se encontrará no sólo con parientes, sino también con todo tipo de especímenes de la fauna humana genéricamente considerada transgresora. Habrá además, como no puede faltar en la tradición esperpéntica española, deformes y discapacitados, algunos chulos hermosos y putos jodidos dispuestos a todo. Un curita amanerado está incluido asimismo en el colectivo carcelario, quien hace poderosos esfuerzos por humanizar un poco a esos brutos alejados de la mano de Dios. Disparates por doquier Hay disparates por doquier, cameos con famosos (Pipita Higuain, Kun Agüero, David Bisbal, entre otros), homenajes a escenas gloriosas del cine comercial de todos los tiempos, y mujeres zarandeando sus traseros y sus tetas para amenizar la velada. Aunque no faltarán las siempre ponderadas matronas quejosas y gritonas, porque como todos saben, en el universo de Torrente, las mujeres, o son putas o son brujas. El capítulo cuatro, subtitulado “Crisis letal”, aprovecha otros recursos del género como las persecuciones automovilísticas aparatosas, con incendios y destrozos al por mayor, y otros detalles más bien bizarros, en los que la grosería y la crueldad con intenciones satíricas van de la mano. La película divide aguas entre las opiniones, a los devotos del personaje les encanta, a los más sensibles y exigentes, los aburre bastante. Según los anuncios del final, habrá que esperar hasta 2017 para ver como termina la saga (Dios mediante). Y un día, volvió el tonto
Acariciando lo asqueroso La comedia, se sabe, permite hablar de cualquier cosa bajo su manto de socarronería: sólo de esa forma, por ejemplo, puede existir un personaje como el policía José Luis Torrente. Xenófobo, homofóbico, retrógrado, ignorante, cobarde, traidor, misógino, desagradable, el panzón agente es una representación por la vía del exceso de la sociedad más reaccionaria. Este tipo de personajes son interesantes, porque se toman la libertad de permitirnos la risa sobre cuestiones imposibles de reírse con una especie de hábeas corpus moral: sabemos que estamos en el terreno de la comedia y que lo que vemos no es otra cosa que una parodia. El problema comienza -y de ahí sus límites- cuando el público no logra discernir el nivel de parodia y cree lo que la caricatura construye. Podrá decirse que ya no es culpa de la obra ni del artista, sino de aquel que no logra comprender el juego. Pero el problema de Torrente, en su cuarta parte, es que Santiago Segura (su creador y quien le pone el cuerpo) no encuentra cómo ampliar el universo de su personaje y va a lo seguro: el chiste ramplón como único recurso, el comentario políticamente incorrecto ya como sobreactuación, la exhibición de tetas porque sí. Puede sonar más menos gracioso -tampoco es que nos espantemos fácilmente-, pero el asunto es tan de fórmula que uno comienza a dudar de la honestidad de los responsables. Así como estamos, Torrente 4 parece estar del lado de los que se ríen cuando ven un africano porque creen que es motivo de risa. Sin embargo… siempre hay un sin embargo. Porque así son los artistas -y Segura es uno de los buenos-, siempre encuentran la forma de renovarse. Torrente 4: lethal crisis halla sorpresivamente la salvación en un elemento con el que muchos han fracasado: el uso del 3D. Se ha dicho por ahí que la tecnología estereoscópica no estaba bien utilizada en el film. Gran error. Claro que la aplicación de las tres dimensiones se hace en el tono y la forma en la que Torrente podría hacerlo: el policía escupe a cámara varias veces, un culo en la ducha sobresale de la pantalla ostensiblemente, un celular lleno de mierda pende de una cuerda en un grosero primer plano. Se podrá juzgar que si el futuro de la tecnología encuentra su cima en este muestrario de escatologías, el cine se hunde como expresión artística. Hay algo de razón, pero en verdad hacer ese análisis es no entender el juego. ¿Acaso esperaban profundidad de campo y reflexión sobre el espacio en el cine? ¿Por qué minimizar el carácter revulsivo de esa mierda en primer plano? Porque los escupitajos de Torrente en 3D vienen a burlarse de este artilugio que ha sido vendido como panacea y recurso artístico, y que no es más que un espejito de color para recaudar más y sostener la industria. Antes que a John Waters lo hagan filmar a Divine comiendo mierda en 3D en alguna remake, Segura les ganó de mano. El español, en ese gesto, se desmarca de la rutina en la que se ve envuelta su saga y devuelve al cine su categoría de brutal, ordinario y salvaje entretenimiento, que también es una posibilidad del séptimo arte -sepan disculpar los del estómago sensible-. Y, por si fuera poco, inaugura un nuevo subgénero: la escatología en 3D, que esta sí es toda una experiencia. Si el humor guarro es una de las formas de la comicidad en cine, por qué motivo no iba a existir quien se diera el lujo de experimentar con la imagen y las herramientas que aportan las nuevas tecnologías en ese campo. Si esto funciona, además, es porque la ordinariez estereoscópica es coherente con el personaje y fluye dentro del relato, sin convertirse en un recurso forzado o exhibicionista: Torrente no escupe porque ahora el escupitajo sale de la pantalla, sino que el 3D permite darle otro tratamiento a ese comportamiento del protagonista que era habitual. A esta altura, seguramente no importe demasiado de qué se trate Torrente 4: lethal crisis, ni sus guiños cinematográficos bruscos, ni sus excesivos cameos sólo disfrutables –en la mayoría de los casos- para los españoles, ni sus chistes que funcionan a veces y otras son demasiado repetitivos o facilistas. Lo que Segura tal vez esté pensando es en que Torrente volverá recién cuando algún trasnochado reedite el olorama y nos pueda hacer sentir el aroma de esos pedos que se tira el oficial de policía con singular excitación.
De arremetida, parecía que el guarrísimo Torrente nos iba a tirar todo chiste en 3D encima. Pero más allá de un par de gags de apertura, Torrente 4: Lethal Crisis no se emboba con el artilugio para explotar los chistes soeces que lo hicieron famosísimo en España y un personaje de culto en Argentina. El problema de esta nueva entrega de Torrente es que a nuestro amigazo Santiago Segura lo ciegan los famosos que pululan por toda la película, desde los rulos de David Bisbal a nuestros futboleros Kun Agüero y Pipita Higuaín. Torrente siempre le va a negar al famoso esa habilidad que le dio la fama y esa reiteración perjudica a la película. Pero ninguna de las muchas objeciones que pueden hacérsele a la película (él nos diría “nada de mariconadas”) impide el goce de este gran regreso de nuestro detective favorito.
VideoComentario (ver link).
No es necesario emitir juicio sobre Torrente. No es necesario e, incluso, es superfluo. Pero la experiencia de asistir a Torrente 3D en el marco del Bafici y mucho más aún a las 10.30 de la mañana, sobria y sin amigos alrededor es única y merece ser recordada. La película es más de lo mismo, un compendio de humor alegremente vulgar, xenofobia y sexismo que resulta tan gracioso (aún sobrio, recién levantado y rodeado de cinéfilos) que pone fuera de cuestión todo asunto fílmico asociado su realización o construcción. Lo que se puede decir es que Santiago Segura es implacable en el armado de su James Bond castizo y decadente. Y que después de la primera o la segunda Torrente de tu vida, no te queda más que sentarte ante la pantalla, suspender el juicio y entregarte a tu lado más adolescente y primitivo para morirte de risa. El 3D, realmente, es un detalle accesorio que no hace más ni menos gracioso el producto final. Aunque la audiencia cinéfila de la función de prensa recibió con algarabía el fogonazo de un pedo prendido como lanzallamas y unas tetas que parecían al alcance de la mano. Incluso una reputada intelectual (que solía ser de izquierda y ahora es columnista en la revista de La Nación) rió a prótesis batiente cuando Torrente dijo que para el trabajo sucio era mejor contar con la mano de un compadre… como para una pajilla. No se puede saber bien por qué Torrente funciona tan bien siendo un producto tan cercano a Midachi o Sofovich. Quizás porque hablado en gallego nos resulta más gracioso, quizás porque apela al guarro que todos llevamos dentro. Pero Torrente 4: Lethal Crisis es la demostración de que Segura puede hacer reír hasta las piedras, o lo que es lo mismo, a un grupo de críticos que esperaba los títulos para correr a ver lo último en crítica social de un director japonés.
¿Hacia falta? Esa es la pregunta. Una más de este personaje siniestro creado por la sagaz mente de su director, también intérprete: Santiago Segura. El problema mayor es que el personaje esta claramente agotado, por eso sólo hay un par de gags que mueven a risa, un par de guiños que no molestan, pero visiblemente son más de lo mismo que había otorgado en la primera entrega y repetido en las dos siguientes, lo diferencia sólo el hecho de estar notoriamente más apoyadas en cuestiones temporales, más actuales que oportunas, desde el guión. Como ejemplo sólo diré que aparecen el “Kun” Agüero y el “Pipita” Higuaín, como sendos jugadores de fútbol, lo interesante podría instalarse en que no es Messi el elegido, lo que podría ser tildado de lo que realmente es, una inclusión oportunista, y en estas elecciones, entonces, habría que darle la diestra al director. Si bien desde su debut en la pantalla, Torrente, esta en deuda con sus seguidores, ya que todavía no queda claro si es un ex policía devenido en detective, o es un detective que se anuncia como ex policía. Se trata de un personaje misógino, homofóbico, burdo, reaccionario, xenófobo, sucio, todo un monumento de lo inmoral. Si bien allá por el año 1998, cuando hace su irrupción la primera de la saga, podría haber sido vista como transgresora, ahora debe recurrir al 3D, pero los resultados dan cuenta que la utilización de este adelanto tecnológico no esta en relación a nada más que subir la apuesta de lo escatológico, lo impresentable, y a poder hacer algún número más importante en las boleterías, sobre todo en razón de que la segunda recaudo muy poco en la relación costo / beneficio, y más específicamente a la tercera parte, que nunca se estreno en cines, fue presentada directamente en edición DVD. La historia es mínima. José Luís Torrente es empleado bajo contrato fortunarío para asesinar a un capo mafia devenido en figura de la alta sociedad española. La palabra escrúpulos no figura en su diccionario, aceptar era la consecuencia lógica, pero otra de sus características más sobresalientes es, por si fuera poco, un gran cobarde, razón por lo cual contratará a otros tantos lumpen del barrio para que realicen el trabajo Nunca se imagina que le están tendiendo una trampa para culparlo del crimen que nunca llegará a cometer. En definitiva, Torrente va a la cárcel por un delito que no cometió, (debería ir por muchos otros, pero no fue descubierto). Allí pergeña una fuga, para ello insta al jefe del presidio a un partido de fútbol de presos contra carceleros. (¿Le resulta conocido?) Mujeres desnudas, chistes de ducha en la cárcel, con un negro bien dotado incluido, y otra tanta catarata de clisés y obviedades, pero esta vez en un 3D muy discutible. Sólo para fanáticos, muy fanáticos de este tipo de pavadas. Se lo merecen.
El terror regresa aggiornado Cualquiera que haya visto la saga Scream en la década del noventa, sabe de qué se trata esta propuesta de terror adolescente que vuelve comandada por el especialista Wes Craven y con el guión de Kevin Williamson. La fórmula es la misma pero está aggiornada a los tiempos que corren y el resultado es tan inquietante como entretenido. En Scream 4, el realizador juega con el "cine dentro del cine" una vez más y luego de un comienzo construído a la manera de cajas chinas sorprende al espectador. La escritora Sidney Prescott (Neve Campbell) está preparada para volver a Woodsboro, comunidad que hace diez años fue aterrorizada por un asesino serial, y se reencuentra con sus viejos compañeros de andanzas: el sheriff (David Arquette) y la reportera Gale (Courteney Cox). La trama también incluye nuevos personajes como su prima Jill (Emma Roberts) y una galería de adolescentes tan incautos como sospechosos. El juego del gato y el ratón está servido cuando unas estudiantes aparecen asesinadas. Las "reglas" que siguen los diferentes personajes para sobrevivir (al igual que en las películas anteriores y, en ésta, ni ser gay les ofrece una salida); los oportunos toques de humor (la saga de Puñalada dentro de la historia) o las chicas solas y desprotegidas, son las que movilizan la trama. Esta cuarta entrega se apoya más en la original y está modernizada por la tecnología, y la web como medio para transmitir los crímenes. Plagada de referencias a los asesinos Michael Myers de la saga Halloween; Jason de Viernes 13 y Cara de Cuero, de La masacre de Texas, el film es un verdadereo festival que juega con el horror y se sabe burlar de sí mismo. En tanto, el asesino de máscara blanca se esconde en las sombras y espera mientras la lista de sospechosos aumenta minuto a minuto.
En Torrente 4, el español Santiago Segura vuelve a encarnar al policia corrupto, malhablado, sucio y racista más popular del cine ibérico. En esta oportunidad, Torrente es encarcelado por un crimen que no cometió. Para escapar de la cárcel y limpiar su nombre idea un plan inspirado en la pelicula Escape a la victoria. Tras una primera cinta original y divertida, la saga fue derivando en una sucesion de chistes faciles sin gracia, un vehiculo para escenas escatológicas, misoginas y de racismo que rozan siempre el mal gusto.El actor y director posee un indudable talento para la comicidad pero por desgracia, esta cuarta parte cae en los mismos excesos que su antecesora, convirtiéndose en un producto vulgar, sin gracia. sólo para incondicionales de la guarrería española.
Esta es la primera parte de un diario sobre las (muchas) películas vistas por este columnista en estos días, con comentarios sobre lo equivocados que están todos, incluso el propio columnista. Jueves 21 de abril. En el Cinemark Palermo, a las 14.30, veo Pase libre de los hermanos Farrelly, que siguen anal-izando (sí, “anal” e “izando”, con todas las resonancias fecales y fálicas que tenga ese guión insertado en medio de la palabra) a la sociedad americana con ferocidad, chistes bestiales, lucidez y ternura. Aquí tienen una muy buena crítica sobre la película escrita por Horacio Bernades: En ese texto, Bernades se acuerda de otros hermanos, los Coen, que desprecian y/o odian el mundo que muestran. Sin embargo, mal que le pese a Bernades (y a mí), los Coen son más valorados críticamente y más premiados que los Farrelly. Bernades, seguramente, está equivocado. Y yo también: la última película de los Coen, ese western sin alma, Temple de acero, es la película más valorada de 2011 por buena parte de la crítica argentina. Eso puede verse en este site: http://www.todaslascriticas.com.ar/ Volviendo a los Farrelly, la función a la que asisto (14.30) tiene un problema de sonido: el Dolby –creo que es el Dolby– va y viene, pero esa intermitencia del sonido no me impide demasiado el disfrute. Creo que el sonido estaba en su momento de esplendor en el momento exacto, para poder escuchar con los detalles necesarios el estornudo-pedo que corona la mejor secuencia del film. ¡Qué equivocado está este columnista al preferir un chiste de mierda expandida en una bañadera por sobre algunas películas prestigiosas! Aclaración: lo de “chiste de mierda” no es un calificativo sobre el chiste sino una descripción fría de su componente principal. Lunes 25 de abril, al mediodía. Veo Torrente 4, de Santiago Segura. La charla que Segura dio en el Bafici fue veloz, ocurrente, repleta de apuntes inteligentes. La película, salvo por los primeros veinte minutos (en donde los chistes se suceden a velocidad, Torrente demuestra sus más asquerosas tropelías y “la crisis” es un tema presente) es otra de esas comedias haraganas que hacen desfilar burocráticamente personajes desganados (la muy extensa parte de la cárcel aprieta con lentitud botones muy gastados). Leo las críticas, y Torrente tiene más críticas a favor que Pase libre. Lo dicho: mucha gente equivocada. Leo en el afiche (y me cobran la entrada en ese sentido) que Torrente 4 es 3D (porque así lo decidieron quienes produjeron la película, o el propio Segura en solitario, o qué sé yo quién). Alguien debe estar equivocado, o se está haciendo el vivo: ponerse los anteojos esos, y pagar una entrada más cara, para ver unos –pongamos– 17 segundos en total de planos pensados para el 3D, es enojoso. La veo en el Cinemark Caballito, se ve y se escucha bien, y somos tres personas en total. Lunes 25 de abril, a la tarde. Veo El hombre que podía recordar sus vidas pasadas de Apichatpong Weerasethakul y Palma de Oro en Cannes 2010. Estoy familiarizado con el cine del tailandés, y en sus películas anteriores hay segmentos (su cine es fragmentario, y hace de esa fragmentación una marca de estilo) que me gustan mucho. El hombre... sin embargo, me resulta una película tremendamente estéril, una de esas a partir de las cuales los críticos que gustan de la película acumulan elogios cada vez más hiperbólicos ante la difícil (para mí, imposible) tarea de analizar e interpretar algo que quizás esté hecho para un consumo escasamente analítico, tal vez un poco emocional o mayormente sensorial. Seguramente yo sea el equivocado: no me interesa y no me emociona. Y lo sensorial –importante en mis disfrutes parciales de Blissfully Yours y Tropical Malady– se vio en mi caso bastante afectado por la proyección: vi la película en el Arteplex Centro, y lo que se me ofreció fue una imagen lavada, un sonido insatisfactorio y parte de la imagen que se escapaba de la pantalla. A diferencia de mi experiencia con la Palma de Oro 2009, La cinta blanca de Haneke, que no me gustó pero sobre la que pude garrapatear algo, no podría hacer una crítica de El hombre... Debería verla otra vez pero, sinceramente, preferiría incluso ver otra vez la de Haneke. Es que en el cine prefiero enojarme a quedar indiferente, impertérrito, no interpelado de ninguna forma. “Pero hay críticas superlativas por todos lados”, me digo al terminar de padecer la película. Salgo de la sala y salgo al mundo, que es mucho más misterioso que esta película y que cualquier película, y me digo que todos están equivocados y más tarde reveo (en DVD, y por enésima vez) la excelsa La comedia de Dios de João César Monteiro. Y de esa forma recompongo mi relación con el cine más extremo, con el menos habitual, con el más personal: con el cine firmado. Así las cosas, los dejo hasta la semana que viene, en la que seguiré equivocándome al comentarles otras películas que vi como Cruzadas, Scream 4 y Una esposa de mentira (con Adam Sandler). Mientras tanto, les recomiendo Scream 4, les ultra recomiendo Una esposa de mentira (creo que la volveré a ver) y me despido con una frase que no recuerdo si es de Oscar Wilde o de algún otro al que le gustaba equivocarse: “no nos haga creer en lo que usted dice, háganos creer en su decisión de decirlo”.
Torrente sufre la crisis que asola al país y vive en condiciones miserables, por lo que cuando se le ofrece matar a alguien por encargo se ve obligado a aceptar. Finalmente es utilizado como chivo expiatorio, siendo encarcelado por un crimen que no cometió. En prisión, toda su obsesión será escaparse para limpiar su nombre. Pienso que cuando Torrente, el brazo tonto de la ley tuvo su estreno allá en el lejano 1998 pocos pensaron que 13 años después se estrenaría una cuarta parte, menos que esta fuera en 3D. Que se convirtiera en un fenómeno social, en un clásico instantáneo, era algo innegable teniendo en cuenta que el éxito de público y taquilla sólo fue superado por su secuela, llegando a competir palmo a palmo con grandes tanques de la época. Hoy el espectador sigue firme junto a Santiago Segura, a quien la crítica especializada ha abandonado desde la segunda parte. Pareciera que para él sólo hay dos formas incompatibles de filmar a este ser miserable, una es jugar, valga la redundancia, sobre seguro, películas para fanáticos se podría decir, y otra es la innovación, el riesgo, para agradar al que escribe en los diarios. Entre una y otra nuevamente elige la primera, como ya hiciera en Misión en Marbella y El Protector, priorizando el chiste repetido, humor escatológico, desnudos por doquier y a un Torrente más racista, nacionalista y despreciable que nunca. Una película que no suma nada nuevo a la saga pero, como ocurrió siempre con cada estreno, es sumamente divertida. En el marco del Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires (BAFICI) se presentó Torrente IV: Lethal Crisis y el mismo Segura vino a promocionarla. Apunta como sus predecesoras al lado más bajo de cada uno, muestra las mayores miserias de un hombre horrible y el mundo decadente que transita cada día, y nos hace reír. No importa el color, religión, partido político o preferencias sexuales, todos son potenciales víctimas del maltrato de este personaje políticamente incorrecto, que nos permite la risa porque sabemos que se trata de una parodia. Si se la considera desde lo que aporta a la saga, esto es poco y nada, vuelve una y otra vez sobre chistes usados en las anteriores. Las vigilancias nocturnas y el '¿nos hacemos unas pajillas?', las participaciones especiales del Kun Agüero o David Bisbal (quien fue lo peor que tuvo la película porque se lo dejó intervenir más de la cuenta) emulando lo que se hizo con Carlos Moyá en la segunda, las escenas de sexo del propio Torrente y más, son elementos reciclados y allí reside su gracia, porque es lo que el fan espera. Uno se sienta con sus anteojos 3D sabiendo que de un momento a otro una de esas frases va a aparecer, porque de no hacerlo sería una desilusión. Un aspecto que realmente no suma nada es el uso del 3D que, a pesar de las reuniones con James Cameron y su equipo, es una herramienta que no está aprovechada. Una lástima teniendo en cuenta el crecimiento en los costos de producción que esto debe haber supuesto. Otro que ya es algo recurrente es el de las apariciones de ‘celebridades’, que sacando a los futbolistas del Real Madrid y al ya mencionado delantero de la rojiblanca, un espectador no español puede no conocer a nadie y en ese sentido perderse de muchos chistes, por así decirlo, internos. Con referencias a otras películas, principalmente las de James Bond y Victory (Escape a la Victoria), Torrente IV: Lethal Crisis está lejos en calidad de la original, pero no defrauda, manteniéndose a la par de las otras dos, siendo incluso superior a la tercera. El enorme éxito de taquilla que tuvo a lo largo de toda España hace suponer que en breve se hará realidad esa placa que promete Torrente 5: Episodio Final para el 2017.
La cuarta entrega del antihéroe español creado por Santiago Segura viene en tres dimensiones, este condimento se suma a lo habitual de Torrente, chistes chabacanos, mujeres desnudas y lugares comunes. En esta última secuela (que no será la última de la saga), después de caer en una trampa, Torrente se encuentra cara a cara con la cárcel; es allí donde transcurre la mayor parte del film. Vemos las andanzas y las mil un maneras con que Torrente pretende escapar de allí, apadrinado por su tío Gregorio, quién lo cuida de los demás presos; recordemos que Torrente es un ex policía. La trama es sencilla, casi sin argumento, pues lo que interesa al publico de Torrente son los chistes guarros y las ridiculeces del protagonista. El recurso del 3D esta bastante desaprovechado, son pocas las situaciones en las que esta bien utilizado; la película en 2D hubiese sido exactamente igual. Lo que llama la atención y abunda sobremanera son los cameos, desde la pornostar española María Lapiedra hasta el Pipita Higuain, pasando por un sin fin de personajes casi desconocidos para el publico argentino, muchas figuras españolas, desde cantantes hasta jugadores de fútbol. Realmente una exageración de figuras, cabe recordar que a veces menos es más. El film es demasiado burdo, y mientras que en la primera película Torrente era una novedad, a esta altura se ha transformado en un cliché andante. Cayendo en todas las banalidades posibles y repitiendo el mismo chiste, una y otra vez. Claro esta que quién va a ver este film espera eso; para los amantes de este personaje tan particular, Torrente 4 es sin duda la favorita de la saga.
Feo, sucio y malo. Todo aquello por lo cual se puede amar (u odiar, dado que acá no hay término medio) a esa criatura llamada José Luis Torrente está en la primera película de la saga, cuyos minutos iniciales nos mostraban de qué venía la cosa, con el protagonista “apatrullando” la ciudad. Santiago Segura creó una caricatura implacable del Dasein franquista, un policía facho, corrupto, obeso, roñoso, putañero, racista, cobarde, misógino, alcohólico y merquero, que obligaba a su padre tullido a mendigar para luego dejarlo sin comer, o le proponía a su compinche retardado de ocasión hacerse “unas pajillas”, sin mencionar sus aborrecibles intimidaciones a los inmigrantes latinos, su fervor hooliganesco por el Aleti y su devoción incondicional por El Fary. En otras palabras, el gordo las tenía todas. Se lo aceptaba con carcajadas o se lo rechazaba con asco. Torrente: el brazo tonto de la ley, de hecho, tuvo un éxito impresionante, sin precedentes en la historia de la taquilla española. Hubo dos secuelas: Torrente 2: Misión Marbella y Torrente 3: El protector. Aun con guiños al film original, el acrecentado presupuesto permitió introducir más persecuciones, más tiroteos, más explosiones y más chicas siliconadas, en detrimento de lo que realmente importaba, que era el propio Torrente. La flojísima tercera parte, con su insufrible sucesión de cameos, hizo pensar en el ocaso inminente del personaje. Poco quedaba de sus andanzas nocturnas por callejones, burdeles y bares de mala muerte. Parecía que había decidido abandonar esos recovecos marginales para mudarse definitivamente a lugares más coquetos. La premisa 3D (cuyo efecto a posteriori termina por ser irrelevante) no implicaba augurios alentadores con respecto a Torrente 4: Lethal Crisis. Para colmo la introducción, en la que nuestro héroe echa a perder una boda de alta sociedad, insinúa que veremos más de lo mismo. A esta le siguen unos espectaculares créditos a la James Bond con música de David Bisbal, que dan cuenta del estatus icónico alcanzado por la invención de Segura. Afortunadamente, algo persiste de la vulgaridad maliciosa del viejo Torrente en esa reflexión frente a la tumba de El Fary: “Todo va fatal. Los socialistas nos han llevado a la ruina. Los homosexuales pueden casarse. Y hay un negro en La Casa Blanca, pero no de limpiador, no, ¡de presidente! Lo único es que España ganó el Mundial, pero eso tampoco es tan bueno, porque medio equipo era del Barça”. Junto a los actores acostumbrados de la saga, como Tony Le Blanc, Luis Cuenca o El gran Wyoming, la cuarta Torrente exhibe una pintoresca bandada de personajes mediáticos muy populares en España (Belén Esteban, Kiko Rivera, y varios más, todos desconocidos en Argentina) y un abultado encadenamiento de cameos, que va desde Bisbal hasta Kun Agüero y Pipita Higuaín. Como en la entrega anterior, estas apariciones resultan demasiado forzadas y rozan por momentos lo publicitario. Más efectivas a nivel referencial son las alusiones al agente 007, a Escape a la victoria y a las películas de presidiarios. Si hay algo para celebrar, en todo caso, es el regreso de Torrente a los paisajes que mejor le sientan, los de una Madrid devastada por la crisis económica. Este contexto pone de relieve las cualidades crueles y vomitivas que lo hicieron famoso. Con su calva grasosa, su traje cochambroso, su camisa mugrienta y su calzón palometeado, vuelve el brazo tonto de la ley. Le guste a quien le guste.
La ley y la trampa ¡Que viva España! Bueno, esos gritos se escuchaban cuando este Estado plurinacional ganó el mundial de fútbol... y claro, sólo allí. ¿Y la crisis económica? ¡También amerita unos vítores para refrescar esa alma angustiada por la desocupación! Las cuitas de José Luis Torrente (Santiago Segura) no distan mucho de este retrato hispánico contemporáneo, mezcla de desolación y Unión Europea. En esta ocasión, el ex policía devenido en “investigador privado” se ve obligado a aceptar un sangriento encargo a cambio de una recompensa económica que sus ansias de mujeres, alcohol y todo lo que el dinero puede comprar le impiden rechazar. Pero a su incompetencia inicial para efectivamente realizar esta tarea, se le suma tanto la dudosa colaboración del joven Julito “Rin-Rin” (Kiko Rivera), como la incapacidad de deducir los posibles inconvenientes de su torpe accionar. Caído en desgracia, Torrente deberá recurrir a sus viejos amigos y a su irracional y díscola astucia para escapar, nadie sabe cómo, de su conflictivo destino con la ley. ¿Es Torrente un crítico de la sociedad española actual? Torrente es sencillamente un guarro: su lugar en el mundo es tan molesto como inofensivo. No obstante, en los anales de la cinematografía, este obeso y sucio “detective” es ya un ícono de la comedia contemporánea. En esta nueva entrega del film dirigido, escrito y protagonizado por Santiago Segura, se comprueba este estatuto y se corre el riesgo de aseverar las bondades del producto sin pensar si nos ha convencido o no, cual si el éxito y la fama bastaran. De hecho, la recaudación de las películas de Torrente I, II y III (El brazo tonto de la ley, Misión en Marbella y El protector) y la afluencia de estrellas que participan en la presente producción (el “Kun” Agüero, David Bisbal, “Pipita” Higuaín, Jorge Castro, entre otros) reflejan al factor comercial como un motor del film más crucial que las razones “estrictamente” artísticas que pudieran tener estas apariciones y tanta fanfarria para Segura. Tampoco debe obviarse el detalle del 3-D, que podría recibir la misma consideración que la lluvia de astros. Debería tener algún sentido o producir determinado efecto (en Torrente, podríamos imaginar heces voladoras o apabullantes senos de travestis), pero carece de intención y constituye otra guirnalda dentro del decorado general. De todos modos -por razones técnicas- el efecto tridimensional es apreciado mayormente en los títulos de crédito iniciales y finales, los cuales han sido creados por un equipo que sin duda merece reconocimiento (¿una manera de provocar el aplauso?). Hasta aquí, parecería que la finalidad tiene un peso central en el análisis de cualquier film, y nada puede estar más lejos de la verdad. En primer lugar, porque se desconoce la dirección que el creador internamente pretendió imprimirle a su obra y, segundo, porque sería en exceso utilitario de nuestra parte creer que habría que explicar tal teleología del arte en el siglo XXI. Si notamos que Torrente 4 yerra en su rumbo es porque éste viene marcado tanto en su guión como en sus tres precuelas: constituirse en una parodia social. Precisamente es lo patente de esta intención lo que permite notar la superficialidad de los motivos y adiciones centelleantes. Es algo análogo a lo que ocurre con varias películas estadounidenses que suscitan el comentario “los yanquis tienen autocrítica”, mientras que, en realidad, se trata sólo de una vía de escape “legal” tan inofensiva como su contraparte republicana. Ahora más que nunca, para Segura y su Torrente: lethal crisis.
La saga va hacia lo Segura Para empezar, hay que decir que Torrente tiene una importante cantidad de seguidores en la Argentina y por ende, era muy esperado este regreso. Por lo tanto, es bueno tratar de separar esta crítica, y dedicar un espacio para los fans de la saga, y otro para el espectador que se acerca por primera vez a un film de este calibre... Para los fans, "Torrente 4" es un regreso a las fuentes, luego del paso errático que había significado la anterior. Santiago Segura, un cómico impresionante, regresa con un arsenal de recursos a su disposición listo a recuperar la gloria extraviada. A ustedes, les digo, esta última producción, es Segura llegando al firmamento. Así de simple. Contó con todos los resortes técnicos, económicos y personales para hacer de esta cinta lo que le viniera en gana. Y lo hizo. Juntó amigos, ídolos deportivos y musicales, actores de renombre... Y la pasó muy bien!!! Esta cuarta entrega de la legendaria serie de films sobre el policía José Luis Torrente es la primera película española filmada en 3D, todo un lujo de producción... Y les digo, hay escenas que justifican el formato elegido, largamente. Fijense que regreso con gloria. Segura viene por todo....Qué hay de nuevo en esta entrega de Torrente? Bien, encontrarán un universo de "cameos" imperdibles, que darán pies a pequeños gags todo el tiempo, de manera que al final de la proyección tendrán que descansar la mandíbula para volverla a su lugar. Seguidores, ir en masa y adorar al Dios, Santiago Segura, que les trae un gran producto para que disfruten a tope su humor escatológico, sexista, bajo e intolerante. En suma , si lo conocés y ya lo habías elegido, esta parte no te va a defraudar,... y hasta puede que quieras volver a verla... Ahora bien, no todos conocen a Torrente. Si, aunque no lo crean, hay gente que va al cine, y nunca le pareció interesante ver alguna de estas películas. Para ellos, es bueno caracterizar un poco el personaje y contarles de que va la historia... A ver, Torrente es un policía... digamos... especial. Es torpe, desubicado, grosero y racista. A cada paso de su camino va tratando de sacar ventaja de su medio y de estafar a diestra y siniestra, sin importarle nada. Bebe, le gustan las mujeres de mal vivir (ejem!!) y no tiene problemas en producir sonidos tremendos con su intestino delgado...(!), siempre está quebrado y encima, en la última película, ya dejó de pertenecer a la fuerza policial... Aquí es un marginal hecho y derecho... Es gordo, pelado y tiende a desvertirse con facilidad (!!) y... Bueno, es un personaje el hombre!!! ... Ustedes se dirán..."pero esto, es interesante???", "me va a gustar???", "la historia, vale la pena??" Momento. No son parámetros que se deben aplicar a cintas como esta. Aquí la intención clara es hacer reír de la manera más potente que se pueda imaginar. Y eso sólo se consigue si la audiencia acuerda aceptar y acompañar lo que desde la pantalla se transmite. Digamos que Torrente logra esa empatía, casi de inmediato, si tu objetivo es pasarla bien. No entrás a esta función a ver un thriller, un drama de época o un documental. Entrás claramente a ver una comedia fuerte, donde todo, está permitido. Todo. Esto es así porque Torrente, hace todo lo que quisiéramos hacer en nuestra vida (perdón por la sinceridad), pero nuestro Super Yo no nos deja. José Luis dice lo que tiene que decir, no se guarda nada y siempre está en el límite, es odiado visceralmente por su desparpajo, incompetencia y vulgaridad. En ese sentido, el film hasta tiene una concepción casi terapeútica... El recrea nuestras fantasías más salvajes y el balde de pochoclos en nuestro regazo se mueve espasmódicamente todo el tiempo: este tipo si que sabe hacernos reir. Para que se den una idea vaga, es un capocómico en llamas dispuesto a atravesar cualquier límite para lograr su objetivo... A ver, si a vos no te gusta el humor de un sujeto de esta calaña, ni se te ocurra ir a verla: Torrente no es para corazones débiles ni estómagos delicados. La historia es bastante simple. A nuestro anti-héroe lo han despedido de la fuerza, no tiene un duro, va por la vida tratando de sobrevivir como puede... y les digo, no le va tan mal! Dentro de lo adverso que se presenta el panorama, le ofrecen un trabajo ilegal, complicado para sus posibilidades, pero dado que no tiene mucho margen para elegir, Torrente lo acepta: hay que matar a alguien. Las cosas salen mal (como se esperaba), y José Luis irá a parar a la cárcel. Desde allí tendrá que planear un plan de fuga para salir y retornar a las calles a buscar a quienes lo engañaron... El libro es una excusa sin dudas para el lucimiento personal de Santiago Segura, quien a estas alturas, ha desarrollado un perfil alto en el medio, siendo venerado por sus colegas y llegando a un estadío donde su capacidad de hacernos pasarla bien, no tiene límites. No importe que tipo de historia cuente, el hombre es un elegido y nos descotillaremos viéndolo moverse en la pantalla. Y no hay mucho más para decir, es una película que será amada u odiada. Yo me encuentro claramente en los del primer bando, vale aclarar. Me parece que es una cinta honesta, divertida y que hace lo suyo con dignidad. El lenguaje que utiliza y los mecanismos con los que juega para hacerlo, bueno, son otra cosa... Quizás a cierta gente sensible le afecte. Yo creo que es un humor que ya derribó los umbrales de "la decencia y el buen gusto" y partió derecho a un prostíbulo a hacer de las suyas... "Torrente 4" es un festín para los amantes de este tipo de género aunque si no estás en sintonía con lo que propone, ni se te ocurra asomarte por las salas...
Publicada en la edición impresa de la revista.
Acidez entretenida Torrente 4: Lethal Crisis 3D, es la 4ta entrega que hace el director y actor Santiago Segura, sobre las aventuras del policía más desagradablemente divertido de España, José Luis Torrente, un tipo racista, homofóbico, sucio, pero por sobre todo, políticamente incorrecto. En esta nueva aventura, se muestra al policía pasar por un mal momento que lo lleva a aceptar un trabajo que lo sumergirá en una serie de eventos desafortunados, entre ellos, terminar en la cárcel, donde pondrá en marcha junto a otros reclusos, un plan para escaparse y vengarse de quienes lo traicionaron. Para aclarar un poco el panorama, la saga del detective español no ha tenido mucha repercusión en Argentina en sus anteriores entregas, de hecho, 2 de ellas pasaron directamente al DVD y son difíciles de encontrar en algunos videoclubes, pero en esta ocasión se puede evidenciar un reconocimiento más generalizado por parte del público, quizás, por la innovación de ver una película de comedia y española en 3D, algo que resultó como gancho para interesar a muchos que no tenían ni idea de la existencia de este personaje. La cuestión es que tanto para los que ya lo conocemos, como para aquellos espectadores que recién se comienzan a acercar, Torrente 4 se configura como una comedia burda y desagradable, pero a la vez inteligente y desafiante, trazando la figura de un hombre que representa los mayores defectos de la sociedad, aquellos que señalamos en los demás, pero que muchas veces tenemos nosotros mismos como producto del entorno en el que vivimos, aunque no queramos verlo. Creo que esta cuestión es la que consagra a la saga como un "Placer Pecaminoso" y lo que la hace tan atractiva para mucha gente y, en esta entrega en particular, Segura se supera logrando una comedia de calidad, con todos los ingredientes ácidos que suelen resultar divertidos al público español y al argentino. Se vuelve a repetir el desfile de personalidades famosas del deporte, en esta ocasión el Kun Agüero, Pipita Higuaín, Sergio Ramos, entre otros, y por otro lado la aparición de celebrities españolas como David Bisbal y Belén Esteban que le suman al absurdo del film. En fin, Torrente 4: Lethal Crisis 3D es una buena comedia pero que no es apta para todo público, en el sentido de que el humor utilizado no es universal, sino por el contrario, apunta a aquellos espectadores que se divierten con la desgracia ajena, que poseen un humor irónico y negro, donde lo políticamente incorrecto es la clave del entretenimiento. Para aquellos que se sienten identificados con este tipo de humor, les recomendaría buscar y ver las cintas anteriores, sobre todo la primera, que según mi criterio es la mejor de todas.