Los brazos de las corporaciones. Las leyes económicas del capitalismo conducen a una reducción de los márgenes de ganancia al interior de los distintos mercados. Los monopolios acumulan ganancias invirtiendo en activos que se sometan a sus lineamientos de seguridad mientras que los pequeños emprendedores quedan con la misión de expandir el mercado e innovar sin ayuda, fracasando en la mayoría de los casos pero generando una pequeña brecha en muy pocas ocasiones. Esta alianza económica permite el sometimiento total de los mercados nacionales a las corporaciones multinacionales mientras que a través de la publicidad y el marketing la pesadilla capitalista es vendida como sueño americano. El deporte es una gran inversión dentro del capitalismo, ya que el público se compenetra con el deporte, sintiéndolo, de manera tal que lo económico pasa a un segundo plano en el imaginario individual y social, y la posibilidad de generar ganancias a través de venta de entradas, el merchandising y los derechos televisivos y publicidades produce un negocio muy rentable a corto y largo plazo. Las enormes ganancias generan un gran desequilibrio, ya que trabajadores con salarios mínimos pagan por ver jugadores millonarios y compran productos de empresas con grandes dividendos a otros trabajadores mal pagados en una espiral de pobreza que solo beneficia a las corporaciones. Un Golpe de Talento (Million Dollar Arm, 2014) es una fabula deportiva sobre los manejos empresariales dentro del deporte en Estados Unidos. Basada en una historia real sobre unos deportistas de la India que ahora juegan en las ligas de beisbol norteamericanas, el film relata la búsqueda de talentos de un representante independiente, JB (Jon Hamm). Mirando la televisión después de un fracaso comercial, la idea de reconvertir a jugadores de cricket de India en jugadores de beisbol mediante un concurso de talentos surge en la mente de JB como la única posibilidad de mantenerse a flote tras la caída de su principal prospecto contractual. De esta manera comienza la búsqueda de inversores para su inesperado concurso. El viaje a la India es un éxito y dos jóvenes de clase media son llevados a Estados Unidos para comenzar un entrenamiento intensivo con el fin de presentarlos a los reclutadores de los equipos. Con un gran elenco, en el que se destacan las actuaciones secundarias de Alan Arkin y Bill Paxton y un guión entretenido y cálido, el film conduce al espectador a través de la adaptación de Rinku y Dinesh a la cultura norteamericana de la chatarra y la opulencia y al nuevo deporte con sus reglas y habilidades. La película ofrece una visión sobre el deporte como un negocio dejando entrever que no todo es inocente, pero no indaga en sus contradicciones ni en sus negociados, poniendo el énfasis en el factor humano y no en el deporte como negocio. Esta visión, a la vez que ofrece un enfoque humano, intenta limpiar la imagen de un deporte marcado por la especulación financiera y la concentración monetaria. La obra deja entrever la punta del iceberg pero no analiza el interesante impacto sociocultural del proyecto de imponer a mediano plazo el beisbol en un país que adoptó el deporte de la clase alta de la metrópoli imperial como deporte nacional, en una paradoja de un país cuya independencia fue un ejemplo de cambio pacífico y ahora es una nación emergente de dudosa independencia política y económica.
Un atípico estreno de Disney que logró colarse en la cartelera argentina. En los últimos años este estudio desarrolló numerosos filmes deportivos, basados en historia reales, que en los países latinos terminaron directamente en el Disney Channel. En la mayoría de los casos eran muy buenas películas pero tenían que ver con deportes que no son populares en nuestro país y por ese motivo las historias no generan interés en los cines. Podemos citar los casos de The Rookie (2002), con Dennis Quaid, sobre un jugador veterano de béisbol; Milagro (2004), con un excelente Kurt Russell, que narró la hazaña de la selección estadounidense de hockey sobre hielo en los Juegos Olímpicos de 1980; Invencible (2006), protagonizada por Mark Wahlberg, que se centraba en un jugador de fútbol americano; y Secretariat (2010), la historia del caballo de carrera que ganó la Triple Corona en Estados Unidos y estableció varios récords en esa disciplina. Un golpe de talento entra en la misma categoría. A diferencia de los filmes mencionados, esta producción no fue un éxito comercial en la taquilla norteamericana y recibió críticas regulares por parte de la prensa de ese país. John Hamm, conocido actor de la serie Mad Men, obtuvo con esta película su primer rol protagónico en una producción de los grandes estudios hollywoodenses, donde interpreta una especie de clon de Jerry Maguire. Un agente deportivo que en un momento complicado de su vida profesional decide crear un atípico concurso en la India para reclutar jugadores de béisbol en las Grandes Ligas de los Estados Unidos. Si bien no es un rol que vaya a disparar su carrera en el cine, Hamm está muy bien en esta producción que tiene todos los elementos que uno puede esperar de un film deportivo de Disney. Craig Guillespie, quien previamente hizo la remake de La hora del espanto, estuvo a cargo de la dirección, donde no pudo evitar los clichés que tiene el cine hollywoodense a la hora de retratar la cultura de la India. Esa tal vez es la mayor debilidad de esta producción. De todos modos la película es entretenida y se deja ver si no hay otra alternativa más interesante. Por eso me sorprendió que llegara a la cartelera, ya que es una propuesta que zafa en la televisión pero no es un film lo suficientemente atractivo como para pagar una entrada de cine.
Show me the money a la hindú No es casualidad que Jon Hamm haya decidido aceptar el protagónico de Un golpe de talento (Million Dollar Arm, 2014), de Craig Gillespie, ya que le ofreció la posibilidad de salir, por un momento, de la atemporalidad de Mad Men para tener un cercano contacto con la realidad y el presente, en una historia que a fuerza de emoción habla de la amistad, la familia y la pasión por lo que uno hace. En Un golpe de talento se cuenta la historia verídica de cómo un representante de deportistas, decide de un día para otro aceptar una descabellada propuesta para poder así hacer crecer a su negocio, que claramente va hacia la catástrofe financiera. Su socio (Aasif Mandvi) le comenta la posibilidad de encontrar en jugadores de cricket, un deporte completamente ajeno a él (primer contraste), y en la India, los dólares que necesitan para resurgir el negocio. Hacia allí volará raudamente JB Bernstein (Jon Hamm), a encontrar a buenos lanzadores para el béisbol, y pese a lo arriesgado de la empresa el representante decide apostar por la “innovación”. En el contraste entre los norteamericanos y los hindúes, en la confrontación de usos y costumbres, como así también en el impedimento de poder comunicarse, es que Craig Gillespie va conformando una primera parte de su film que se acerca mucho a un viaje iniciático (recordar películas como Comer Rezar Amar o más recientes como La increíble vida de Walter Mitty, por citar sólo algunos casos) en el que el protagonista comienza en un estado para luego terminar en un estadio superior. Bernstein se relacionará, luego de asistir a varios establecimientos de cricket, con los dos más veloces tiradores, Rinku (Suraj Sharma) y Dinesh (Madhur Mittal), y con ellos intentará estructurar la base del negocio para luego poder venderlos a las ligas mayores de béisbol en su país natal. Pero a su viaje a India, Bernstein no irá solo, lo acompañará un viejo “cazatalentos” interpretado con maestría -cuándo no- por Alan Arkin con el que se establecerá un vínculo de respeto y admiración que permanecerá hasta el final. Al regresar a Estados Unidos, los obstáculos con los que se irá encontrando Bernstein no sólo serán culturales, sino, básicamente, de trabajo y rutinas. Rinku y Dinesh, junto con el intérprete Amit (Pitobash Tripathy), que quiere ser coach de equipo, se deslumbrarán por las bondades del american way of life, descubriendo la TV, la pizza y el alcohol (por culpa del cual harán perder una gran segunda oportunidad a JB con un ex representado). Y en ese desbande, ni siquiera el estricto entrenador contratado por Bernstein (en la piel de Bill Paxton) podrá domar a estos pequeños hindúes que sólo quieren seguir siendo malcriados en un país desconocido y con pocas obligaciones. Tampoco podrá sumar corrección Brenda (Lake Bell), inquilina de Bernstein, que funcionará como una suerte de conciencia del protagonista, hasta claro está, el amor pueda mucho más que cualquier alquiler de por medio. Película de contrastes, con una lograda dirección de cámaras y excelente banda de sonido (con matices musicales hindúes y sonidos que generan gran tensión, fundamentalmente hacia el final). Quizás sobren varios minutos principalmente de la segunda etapa (entrenamiento en USA y posible venta y prueba de Rinku y Dinesh), de la que se destacan momentos de humor en una fórmula ultra probada y que tiene a Jerry Maguire (1996) como referente cercano e inspiración.
Un Golpe de Talento es una historia real. Esto tiene que quedar bien clarito. Disney quiere que quede bien claro; porque este cuento de hadas medio nabo no es un invento de una mente creativa sobre la tierra de las oportunidades. No. Esto es más progre. Es una historia real de un genio del marketing que ideó un reality para llevar a dos chicos de la India a jugar al baseball a los Estados Unidos. El genio es JB (Jon Hamm), un agente de deportistas que ante la imposibilidad de conseguir estrellas para su empresa idea el programa de TV y se la juega por dos pibes que nunca en su vida jugaron al baseball. McCarthy y Gillespie, caras visibles de esta producción Disney, en unos lapsos bastante largos de esta especie de biopic (no sport movie, por desgracia) se olvidan del baseball, del cricket y de los indios para meternos en la cabeza como sea que la familia es lo más importante de la vida. Y JB es un soltero que está con una modelo diferente cada día y que formar una familia lo tiene sin cuidado. Oh pobre JB, qué infeliz, nos dicen una y otra vez los nuevos muchachos de Disney. Ellos o Disney o los productores o quien sea que tenga injerencia y deseos de transmitir tal subnormalidad constantemente durante las largas dos horas. Y toda esta boludez de este subtexto, que de tan arriba molesta la superficie de una trama que pintaba bien, destruye todo. Porque no importa si la historia es real o si la pareja de beisbolistas indios hicieron las pavadas que hacen acá o no, importa la ficción, importa la trama, cómo nos cuentan este cuento de hadas real o irreal. Este neoclasicismo grasa y conservador tan común hoy en día nos tiene que brindar, al menos cada tanto, una buena trama bien narrada; y acá no hay nada mínimamente adulto en la manera en cómo nos lo cuentan, sólo queda la berretada de querer transformar a JB en un feliz hombre de familia hecho y derecho a toda costa. Y su viaje del espíritu donde de un día para el otro deja de importarle la guita y se transforma en un tipo considerado y familiero. Y la película, en definitiva, es más un homenaje al pseudofilántropo JB que a los dos deportistas indios. Le hubieran puesto “El Gran JB”, compañeros, y nos ahorrábamos el caretaje. Paradójico que rompan tanto las pelotas con lo de la historia real si después no nos van a mostrar nada verdadero para el alma. Puro artificio del peor. Porque no hay verdad en ningún lado, pero eso sí, todo pasó. ¿Y? Nos hubieran mentido un poco.
Sobre béisbol, cricket y choque de culturas Esta es es una película de béisbol, con algo de cricket, y mucho de choque cultural. En realidad este último aspecto de "Un golpe de talento" es lo que interesa verdaderamente de una comedia bien escrita, pero sobre todo muy bien actuada por un elenco tan heterogéneo como el asunto que plantea el argumento. Según una historia verídica que tuvo lugar en el 2007, el actor de la serie "Mad Men", Jon Hamm interpreta a un agente deportivo cuya carrera está experimentando una crisis terminal. Al borde de la desesperación, hacienfo zapping, mira un partido de cricket y tiene la idea totalmente loca de viajar a la India y hacer una competencia para convertir a un jugador de cricket en el próximo crack de las grandes ligas del béisbol estadounidense. Tal vez la mejor parte del film que por otro lado tiene muchos momentos muy convencionales y previsibles- es ese alocado viaje a la India donde el protagonista busca a sus nuevos superastros deportivos. Especialmente por lo colorido de cada escena, pero además por la inigualable presencia del siempre bienvenido Alan Arkin como un coach veterano metido de narices en esa misión totalmente delirante. Los diálogos entre Hamm y Arkin tienen momentos brillantes que justificarían por si solos la entrada al cine. Lo divertido es que el viaje da sus frutos, por lo que todos vuelven a los Estados Unidos con dos jóvenes indios totalmente fuera de lugar en un ambiente occidental, y pronto queda claro que no sólo no tienen la menor idea sobre béisbol, sino que en primer lugar tampoco sabían mucho sobre cricket. Hay una escena muy divertida con respecto a los chicos y un ascensor que sirve como graciosa demostración de su carácter de "peces fuera del agua", pero luego el guión agota un poco con este tipo de interacción entre los personajes. Está claro que para el espectador argentino ni el béisbol ni el cricket son temas que puedan llegar a interesar ni siquiera medianamente, mucho menos justo cuando está a punto de empezar el Mundial de Fútbol, y es por eso que en general toda la segunda parte del film está más dedicada a lo que podríamos llamar el cine deportivo (no por nada este tipo de films generalmente nos llegan directo al DVD). En todo caso, la película nunca baja del todo el nivel, y en ese tramo final agrega a otro muy buen actor de reparto, Bill Paxton. Para los fans de "Pi: una aventura extraordinaria" hay otro atractivo adicional, la presencia de Suraj Sharma, el chico famoso por pasarse casi un film entero en un bote salvavidas con un tigre de Bengala.
Lanzamiento de emociones Los tiempos cambian y el representante de deportistas Jeff Bernstein (Jon Hamm) ve cómo se apagan las estrellas que alguna vez iluminó con su asesoría. Este playboy que emana superficialidad y se pierde por el lujo, las modelos y el perfume del dinero, vive una encrucijada profesional. Pero gracias al fortuito zapping televisivo, aparece la figura de Susan Boyle (en el momento en que deslumbró por primera vez al jurado del Britains Got Talent 2009) y en el canal siguiente ve un partido de cricket en India. ¡Eureka! La obviedad pega el primer zarpazo en Un golpe de talento: armar un reality de lanzadores en la India (llamado Million Dollar Arm, título original del filme) para luego exportarlos a las ligas mayores de beisbol en los Estados Unidos. Para ello, Jeff viaja a Asia (bancado por un millonario oriental) y da con sus elegidos: Rinku (Suraj Sharma) y Dinesh (Madhur Mittal) que adaptan su peculiar forma de tirar al béisbol. El proceso de reclutamiento atrapa, pero de vuelta en América, todo se licúa cuando se ingresa a un espiral de pseudopaternidad de un Jeff ausente y despreocupado con sus discípulos. De yapa, aparece una vecina, la buena de Brenda (Lake Bell) quien con su media sonrisa parece más una madre confidente de “los niños” que la eventual conquista del ejecutivo. La película en el ámbito casero pierde fuerza, se repite y ahonda en la soledad de Rinku y Dinesh, perdidos en una tierra lejana que los paraliza. Su motor es cierta ingenuidad y espiritualidad (rezan, meditan) y las pocas veces que tienen vida social (fiestas), arruinan el momento. Nada nuevo. Al ver que Un golpe de talento se basa en una historia real, aumenta la frustración de esta oda de sentimentalismos, ganas de sentar cabeza y formar una familia. El director Craig Gillespie debería haber apretado el acelerador, más vértigo y menos lágrima.
Manager en busca del destino John Hamm (de Mad Men) es el protagonista de este film donde también aparecen el conocido Bill Paxton y un trío de actores de la India, en una fusión de cricket y béisbol. Las películas basadas en hechos reales no tienen un valor extra como obras de arte, a lo sumo pueden parecer un poco más curiosas o graciosas cuando vemos que el absurdo que retratan realmente ocurrió. Un golpe de talento (originalmente titulada Million Dollar Arm) cuenta la historia de J.B. Berstein, un representante de deportistas que descubre que las reglas de su trabajo y la forma de entender el deporte han cambiado. Decepcionado por la realidad (un poco en esto la película remite a Jerry Maguire) descubre una idea disparatada que le permite volver a entrar al juego y sorprender con algo inesperado. Decide buscar en la India (donde el deporte más importante es el cricket) jóvenes que participen de un programa de televisión llamado El brazo del millón de dólares, y a los ganadores llevarlos a Estados Unidos para que participen de las grandes ligas de béisbol. El coqueteo con el exitoso film ¿Quieres ser millonario? ayuda al espectador a interesarse por la historia, pero ya en Estados Unidos se trata de una película deportiva con humor y, ya que estamos, una historia de amor. Un golpe de talento es una película para sentirse bien; emocionante, simpática y agradable. Muy bien contada, con actores conocidos, como John Hamm (nada menos que el protagonista de la serie Mad Men) y Bill Paxton, y un trío de actores indios que obviamente son pura simpatía y derroche de carisma. Aunque el film está basado en hechos reales y en Internet es fácil buscar data sobre todo que cuenta, aconsejo que no lo hagan porque la película se disfruta mucho viviéndola en directo, sin avisos previos, sin saber qué pasará con los personajes. El director Craig Gillespie (el mismo de Enemigo en casa, Lars y una chica real y Noche de miedo) vuelve un poco al comienzo de su carrera, bastante rara, por cierto, y parece sentirse cómodo con el deporte, aun cuando este film sea el más popular de su carrera y el que tenga el menor número de elementos perturbadores. Pero como demuestra la aparición del film Sus dos pasiones (The pride of the Yankees, 1942) con Gary Cooper, el deporte siempre ha sido un espacio de emoción cinematográfica genuina y los héroes que se generan alrededor de él siempre conmueven. En ese aspecto, Hamm consigue, con su estilo de la vieja escuela, dar con el perfil ideal para la historia.
En busca de un jugador JB Bernstein (Jon Hamm) es un representante deportivo que junto con su socio atraviesa problemas económicos debido a la falta de clientes. Tratando de salir del pozo idea un reality para buscar una nueva estrella deportiva. La particularidad del reality es que se desarrolla en la India, ya que el deporte más popular del lugar es el cricket, y por eso creen que allí podrán encontrar un buen lanzador de baseball. El choque cultural es el motor de esta historia con mucho de comedia, y las dificultades que el protagonista atraviesa en la India durante la búsqueda de jugadores no son nada comparadas con lo complicada que es la adaptación de los ganadores del reality cuando deben ir a Estados Unidos a realizar su entrenamiento. Para los jugadores indios -Rinku (Surak Sharma) y Dinesh (Madhur Mittal)- todo es nuevo, no tienen la menor idea de donde están parados, y como si eso fuera poco tampoco entienden el juego que deben aprender a jugar profesionalmente en menos de seis meses, el tiempo que dura el reality. Berstein es un hombre bastante egoísta y de mal carácter que solo los ve como una inversión, por eso no puede ayudarlos ni darles la contención necesaria para que se adapten a su nueva vida. Y aquí es cuando la historia pasa de comedia a drama romántico y meloso, cuando una mujer aparece en su vida, y le enseña la importancia de la amistad, los sentimientos, y todas esas cosas. La historia es muy entretenida, llena de humor, con buenas actuaciones y una mirada muy interesante sobre India, pero el guión desbarranca al marcar un cambio demasiado abrupto en la personalidad del protagonista, quien resulta más interesante cuando es un soberbio egocéntrico, que cuando se transforma en una especie de padre adoptivo de indios desvalidos. Es una comedia comercial con todo lo esperable de Disney, mucho humor, actores lindos, y una enseñanza que no sirve para nada, pero que seguramente llene muchas butacas.
Una historia real como soporte, el deporte como excusa pero que no es lo importante de la película y una historia: la de un agente de figuras deportivas que inventa un reality y sueña con lograr dos ídolos buscados en la India. Una película como las de antes, del hombre frío que reacciona a tiempo para diferenciar entre el éxito y lo que verdaderamente importa en la vida. No hay ahorro de lugares comunes, pero bien llevado, con el atractivo de John Ham. El resultado es un entretenimiento blando como un teleteatro lujoso.
UN GOLPE DE TALENTO nos presenta a un agente deportivo que desarrolla una estrategia muy poco convencional para que los jugadores de cricket indios puedan jugar en la Mayor Liga de béisbol americano. Entretenida cinta familiar, desarrollada en un ámbito muy localista, pero que, pese a eso, logra mantener la atención del espectador gracias a las contundentes actuaciones, y una acertada puesta en escena. Aunque previsible, por momentos logra momentos de pura emoción.
Viaje al prejuicio La primera mitad de la séptima temporada de Mad Men culminó con Don Draper (Jon Hamm) distanciándose de aquel hombre cínico, manipulador, imperativo y misógino que supo ser, convirtiendo el desenlace en un auténtico enigma: ¿Acaso lo visto en los últimos capítulos es una pantomima a la espera de un zarpazo final consecuente con el accionar del personaje o, por el contrario, se trata del inicio de una parábola emocional con gustito a moraleja? Que a menos de un año del punto final de la ficción ideada por Matthew Wiener, Hamm le ponga al cuerpo a un hombre con valores iniciales similares a los de su criatura televisiva, al que le hacen falta apenas un par de horas para volverse más bueno que La-ssie, es una señal de alerta. No necesariamente por un paralelismo artístico entre Mad Men y Un golpe de talento, pero sí por la evidencia del daño generado por una resolución calculada únicamente para la obtención del aplauso de una platea biempensante, independientemente de la traición a cuanta lógica psicológica exista. Ostentosamente rico y orgullosamente soltero, JB Bernstein es un empresario deportivo cuyo trabajo nunca queda del todo claro (¿representante? ¿publicista? ¿relacionista público?), pero que sin duda le reporta una torta de dólares. O al menos le reportaba. Independizado vaya uno a saber de dónde, de qué o de quién hace tres años, según dice por ahí, ahora está a punto de entrar en bancarrota. La salvación llega gracias a un video de Susan Boyle (¿?) y la posterior idea de concretar un reality show para buscar un par de lanzadores de béisbol en... India, dándoles a los finalistas la oportunidad de probarse en las grandes ligas locales. El viaje será, claro está, una oportunidad para que Craig Gillespie (el mismo de Lars y la chica real y Noche de Miedo 3D) apelmace imágenes, sonidos y referencias tipificadas sobre la vida en aquel país dignas del programa de viajes de Iván de Pineda, con el agregado de la certeza de que allí subyace lo más parecido a la barbarie que el cine norteamericano haya dado en años. La comparación con Slumdog Millionaire es inevitable, pero lo cierto es que la propuesta estética de Danny Boyle se correspondía con un punto de vista que hacía de la idealización y la estilización sus normas. Aquí, en cambio, mugre, pobreza, vacas sueltas por la calle, mujeres lavando ropa a la vera de los ríos, mal olor y sobre todo una población primitiva y simiesca constituyen distintas postas de una experiencia zoológica. Debe agradecérsele al film que la audición dure apenas una hora, destinándole la segunda a una fabulita de superación para algunos física (los dos pibes no tienen idea de béisbol) y para otros espiritual. Allí estará Bernstein dispuesto a darse contra la pared y aprender acerca de las bondades del amor y la amistad, algo inédito en la historia del cine. Vale cruzar los dedos, entonces, para que Don Draper no caiga en la misma bolsa.
Noble entretenimiento En el mundillo de Hollywood se asegura que toda película debería poder sintetizarse con un breve concepto. En ese sentido, Un golpe de talento sería algo así como una mezcla de Jerry Maguire: amor y desafío con Slumdog Millionaire - ¿Quién quiere ser millonario? Es que esta nueva incursión de Disney en el universo de las películas deportivas describe las desventuras laborales y afectivas de un otrora exitoso y siempre ambicioso agente de estrellas (Jon Mad Men Hamm) y lo vincula con la historia real de unos ignotos jóvenes de la India que desembarcaron en la poderosa liga profesional de béisbol de los Estados Unidos. El guión del siempre eficiente Tom McCarthy (Visita inesperada, Up, una aventura de altura) dirigido con convicción (y sin miedo al ridículo) por Craig Gillespie (Lars y la chica real, Noche de miedo) tiene como protagonista a JB Bernstein, un representante californiano que se ha quedado sin clientes y se embarca en un proyecto insólito: organizar en distintas zonas de la India una suerte de reality televisivo llamado (como el film) Million Dollar Arm, con la idea de encontrar un par de lanzadores con capacidad suficiente como para triunfar en el béisbol norteamericano y, así, explotar un mercado masivo y virgen como el de ese país asiático. Las cosas, claro, no serán fáciles (la película aborda los choques culturales jugando muchas veces con los clichés y los estereotipos), sobre todo porque se encuentra con muchos más entusiastas del cricket que de la especialidad que él busca. Con financiamiento de un millonario chino (el film sintoniza con la creciente globalización incluso en los deportes más tradicionales de los estadounidenses), finalmente encuentra dos candidatos (Suraj Sharma y Madhur Mittal), que lo acompañarán a Los Ángeles para su entrenamiento y posterior presentación ante los buscadores de talentos de los principales equipos. Aquí entran en escena varios personajes secundarios que potencian la labor de Hamm. Por un lado, dos veteranos expertos del béisbol (Bill Paxton y el interminable Alan Alda); y, claro, la contraparte femenina para la inevitable subtrama romántica (una estudiante de medicina que subalquila un sector de su casa y pondrá en jaque el costado más machista de este solterón empedernido, interpretada con gracia por Lake Bell). Aun cuando pueda resultar un poco superficial y estereotipada (sobre todo cuando transcurre en la India y se excede en el pintoresquismo local o cuando quiere mostrar la inocencia de los queribles jugadores indios en la selva mediática norteamericana), Un golpe de talento resulta siempre disfrutable. Una película digna, noble, porque no esconde nada de su esencia ni se disfraza de algo que no es. Cine popular bien entendido (y realizado)
Jon Hamm es un actor de indudable carisma, y que tiene un ángel especial para la comedia (su patético personaje en Damas en guerra, por ejemplo). Sin embargo, su gran personaje hasta el momento ha sido Donald Draper, el protagonista de Mad Men, la excelente serie de la cadena televisiva AMC. Allí, Hamm interpreta a un personaje bastante fatalista, alguien que sabe vender optimismo pero que hacia adentro es un infierno de inconformismo social, productivo, humano, sexual. Ese carisma del actor, a pesar de ese personaje oscuro y existencialista, permite no obstante que Draper sea un héroe a su pesar. Uno quiere que Draper gane, aunque sabe que Draper nos decepcionará constantemente. Por eso que no deja de ser llamativo que habiéndose convertido en una estrella de culto para el público adulto que mira una serie tan prestigiosa como Mad Men, Hamm haya elegido para su primer protagónico en cine una historia bastante positiva, trillada en sus conflictos; una comedia dramática familiar y deportiva, con el sello de Disney impreso a fuego. Con el aura de la historia basada en hechos reales -aunque uno sepa que todo resulta manipulado en pos del espectáculo- sobre dos chicos de la India que son llevados a los Estados Unidos para jugar al béisbol, Un golpe de talento funciona en sus propios términos de historia que busca reivindicar moralmente a su protagonista, construir un universo sólido donde hay pérdidas pero en la que todo llega a buen puerto, y que tiene el tufillo a historia real con elementos inverosímiles pero incuestionables. Que para eso están las habituales fotos que vemos sobre los créditos y que vienen a confirmar que aquello que vimos, pasó en la realidad. El problema de la certificación del verismo, pero con el cual el ecléctico Craig Gillespie no se complica demasiado: durante todo el metraje campea un aroma juguetón, falaz pero simpático, como de cuentito amable. Para que todo eso funcione es necesario un protagonista como Hamm, que rinde tanto en la comedia como en el drama (es un actor que construye a partir de la mirada, con ojos que saben ser vivos pero también pesarosos) haciendo menos evidente cada paso calculado que va dando la película, pero a la vez un grupo de actores indios (Pitobash, Suraj Sharma, Madhur Mittal) que saben ser simpáticos sin ponerse molestos, una coprotagonista femenina (Lake Bell) que puede ser esa chica de la cual enamorarse pero también la que tira las frases justas y dolientes, y veteranos (Alan Arkin, Bill Paxton) que cumplen roles de reparto con total rigor y solvencia. Es decir, bajo otras circunstancias Un golpe de talento sería una película realmente insoportable en su buena onda constante, pero hay aquí un grupo de profesionales que saben sacarle oro a las piedras y convertir un cliché en algo un poco más digno. Claro que la mirada sobre la India es totalmente estereotipada, pero incluso la película se hace cargo con un diálogo brillante en el que el protagonista se interpela sobre su propio racismo al suponer que todos los indios juegan al cricket. Si la analizamos bajo los parámetros de las producciones deportivas de Disney, Un golpe de talento está en el nivel de Jamaica bajo cero, contando una épica de lo imposible aunque aquí con un espíritu un poco menos ambicioso. Es que detrás del telón que muestra, se adivina una operación publicitaria que salió bien pero que no deja de ser eso mismo: la visión de alguien -el protagonista- que entiende mucho de marketing pero poco de humanismo. Y la película no hace demasiados esfuerzos por disimularlo. Tal vez el director Gillespie entendió que es bastante inmoral seguir sosteniendo algunos discursos que el cine norteamericano ha vertido en su historia, y por eso revirtió el drama: aquí la mirada no está tan sostenida en esos chicos de la India que consiguen un futuro en América (aunque eso está patente, pero lateralizado) y sí más en el tipo que vio el negocio sin notar a las personas detrás de eso. Seguramente la presencia del guionista Tom McCarthy también influyó: ya trabajó temáticas vinculadas con la mirada hacia el otro en Visita inesperada, y sabe cuándo algo es un cliché que motoriza una trama y cuándo algo un elemento que puede ser ofensivo políticamente. Comprendiendo esas complejidades que historias como estas tienen, a pesar de su aparente simpleza, es que Un golpe de talento se convierte en un drama familiar amable y simpático.
Raga del homerun Existe una lógica comunión entre los comerciales para Snickers y Altoids que Craig Gillespie supo dirigir y este, su cuarto largometraje, que transmite sueños y esperanza más allá del umbral cotidiano. Esta es la razón por la cual Un golpe de talento encuentra asilo en Disney Pictures. Y el emprendimiento tiene, con sus buenas y malas, un balance positivo. J.B. Bernstein (interpretado por Jon Hamm, conocido por su protagónico en la serie Mad Men) es un manager de béisbol en apuros económicos al que accidentalmente, mientras mira cómodo la televisión, se le prende la lamparita viendo un match hindú de criquet transmitido por la tevé británica. Bernstein se ilusiona, viaja a la India y, a base de entrenamiento, transforma a dos anónimos hindúes en jugadores profesionales (Million Dollar Arm, el título original del film, alude a la clase de jugador que necesita para ganar un millón de dólares). La historia está basada en un hecho real y el guión de Thomas McCarthy (director del mediocre éxito independiente The Station Agent) no hace nada para ocultarlo. Amena, si bien plagada de lugares comunes, como el choque cultural, sólo el don de Gillespie para vender una historia salva a la película; pero de a ratos.
¿Quién quiere ser beisbolista? En Un golpe de talento, el nuevo filme de Disney, un mánager de estrellas del béisbol viaja a la India y organiza un concurso televisivo. Hace unos años fue ¿Quién quiere ser millonario?. Luego, el éxito de Una aventura extraordinaria (La vida de Pi), la película del niño, el tigre, la barca y 20th Century Fox. Ahora Disney hizo su propia historia con especias, y va detrás de un objetivo similar: tender nuevos puentes entre el tercer y el segundo mercado cinematográfico del mundo, Hollywood e India respectivamente (ambos detrás del líder Nigeria, aunque a muchos les parezca increíble) y multiplicar espectadores. El resultado se llama Un golpe de talento (“El brazo del millón de dólares”, en el original), un filme con un elevado estándar técnico y artístico, pero que transmite una pasión más bien escasa y hasta se comporta de un modo anodino. ¿Una causa? El empobrecido enfoque del tema. El béisbol y el cricket no son disciplinas muy populares en la Argentina, pero el amor al deporte es bastante generalizado. Terreno fértil para una obra de estas características, entonces. Sin embargo, el relato no contagia. Un manager de estrellas del béisbol que intenta abrirse camino como independiente, está acuciado por las deudas y con su socio toma una decisión casi desesperada. El hombre viaja a la India, organiza un concurso de talentos, selecciona a dos jugadores de cricket (un deporte muy similar) y se los lleva de regreso a Estados Unidos. Allí los pone en manos de un buen entrenador, para que los transforme en las nuevas figuras de la liga norteamericana, en un tiempo récord. Suena bien, en principio. Entonces, ¿dónde no cuaja ese enfoque? El cuento está contado con la perspectiva de un empresario que quiere crecer. Abrir un nuevo camino en su territorio, con una “mercadería” exótica entre sus manos. Un tema que no es ni bueno ni malo en sí mismo, pero que se queda en la categoría de lo predecible. Tampoco explora con suerte a los personajes que viven esas circunstancias. De los muchachos traídos desde la India, con su desarraigo, las presiones, la adaptación, se hace un retrato muy parcial. La vecina, un romance cantado en el camino del manager. El mismo empresario, quien de a ratos pareciera tratar a sus invitados como mascotas, niños o bienes de su propiedad, no sale muy beneficiado por los trazos que lo pintan, aunque se noten algunos intentos de reparación. Se deja ver, pero Disney puede hacerlo mejor.
El país de los sueños JB (Jon Hamm) es un representante de deportistas que está al horno con fritas. Una súper corporación le choreo su mejor cliente y ahora se encuentra a punto de cerrar su emprendimiento. En un momento de inspiración se le ocurre la idea de organizar un concurso en la India para conseguir dos jóvenes aspirantes a jugadores de béisbol profesional. El problema es que en el país asiático el béisbol es casi desconocido, allá se juega un deporte algo parecido llamado cricket. Hay que tirar una pelota y golpearla con un palo, pero las reglas y los lanzamientos son bastante distintos. La misión de JB es encontrar dos muchachos que lancen rápido y que acepten viajar a Estados Unidos para tener su prueba y poder convertirse en un jugador de las ligas mayores a cambio de un millón de dólares. La idiosincrasia, la diferencia en las culturas, la presión, el abandono y la poca bola de JB, el distanciamiento de sus familias y demás cuestiones serán los condicionantes que tendrán los jóvenes ganadores para ganar el concurso. La trama de Un Golpe de Talento (basada en una historia real) sería como si Jerry Maguire perdiera al crack de Rod Tidwell y para evitar la quiebra de su empresa tuviese la idea de organizar un reality show y cuya máxima su esperanza fuesen dos Older Jamal cualquieras que pueden lanzar rápido una pelota de cuero. ¿Y qué tienen que ver la opera cumbre de Cameron Crowe y la película de Danny Boyle protagonizada por Dev Patel con esta de la factoría Disney? Es qué Un Golpe de Talento podría conformarse de la ecuación de Jerry Maguire – Fútbol Americano + Beisbol + Slumdog Millionaire. Posee la redención de un manager, la épica del film deportivo y el premio a modo de rescate de una realidad adversa. Jon Hamm pone la piel a JB y cumple con esa cuota de cinismo, estirpe y carisma que tiene que tener un agente deportivo para resultar querible y despreciable a la vez. La traslación de “business man” y solterón a hombre comprometido y “familiero” es llevado con total solvencia por el actor de la serie televisiva Mad Men. Un cascarrabias Alan Arkin, un sutil Bill Paxton y una radiante Lake Bell componen el elenco secundario que arropa y acompaña a Hamm y los pibes de la India en su travesía. Un Golpe de Talento resulta un entretenimiento sencillo y franco. Craig Gillespie (Noche de Miedo, Lars y la Chica Real) dirige con absoluto convencimiento una película que transita todos los lugares comunes de los films deportivos pero lo hace desde una sinceridad y compromiso que hace de Un Golpe de Talento un entretenimiento sencillo y franco. En sus más de dos horas no posee una sorpresa y uno puede adivinar sin mucho esfuerzo la secuencia siguiente sin problemas. Pero como la película en ningún momento busca trascender más allá de la diversión pasatista podemos aceptarla y transitar junto a ella el alegre camino de dos jóvenes hindúes que buscan triunfar en el campo de los sueños o mejor dicho en “el país de los sueños”.
Un titulo decentemente narrado a pesar de su predictibilidad. Si hay una cosa que las películas sobre deporte nos han demostrado es que aun a pesar de todas las evidencias que comprueben lo contrario, lo improbable puede pasar. La última persona o el último equipo del mundo que uno piensa, puede terminar teniendo pasta de campeones. Este tipo de películas se llaman en los Estados Unidos, muy adecuadamente, “crowdpleasers” (placer de multitudes). Lo que sí, son armas de doble filo, principalmente porque al tener un final anunciado —en particular las basadas en hechos reales como el título a ser reseñado—, tienen que construir un suspenso hacia un final que el espectador percibe como feliz sin importar la victoria o derrota deportiva. El cómo se maneje eso es lo que marca la diferencia entre una película excelente o moderadamente buena. ¿Cómo está en el papel? MillionDollarArm_thumbLGJB Bernstein es un representante de atletas que tiene su propia agencia. La misma está teniendo serios problemas para despegar, ya que no pueden cubrir las demandas (“pretensiones”) de ciertos atletas. Las deudas lo agobian, sus socios se están hartando y ya no sabe para donde mirar para encontrar una solución… hasta que su amigo le hace ver un partido de cricket y se le prende la lamparita. “¿Qué tal si traemos de la India al mejor lanzador de cricket y lo convertimos en un lanzador de baseball de ligas mayores?”. JB partirá a la India en busca de dos candidatos para dicho puesto y los traerá a los Estados Unidos para probarlos ante diversos entrenadores. Esto representará una experiencia que terminará por cambiar la vida, no solo de los candidatos, sino de la del mismo JB. La mejor manera —o al menos, la más resumida— de definir a Un Golpe de Talento sería “Jerry Maguire en la India”, solo que sin tanto Show me the Money y elevando un poco la melosidad que esa peli tenía sabiamente controlada. Por sus propios meritos, la película sabe manejar la enorme predictibilidad que lleva a cuestas a base de buenos arcos de personaje y situaciones cómicas (la gran mayoría explotando el concepto de “pez fuera del agua” a más no poder) que te sacan una sonrisa por lo menos. Pero lo que no puedo evitar destacar es el subtexto positivo que transmite la película, y con esto no me refiero a la tesis del “talento que se encuentra donde menos se lo espera” (aunque uno de los pocos momentos brillantes de la peli es el cómo establece esta tesis a través de la cantante Susan Boyle), sino de la importancia de divertirse haciendo lo que a uno le gusta, tratando de olvidar —o por lo menos darle su justo lugar— al enorme negocio que hay detrás de todo y que ejerce presiones innecesarias tanto como inmerecidas. ¿Cómo está en la pantalla? Un Golpe de Talento está bien filmada y bien editada, mucho no voy a criticar por ese costado. Lo que si voy a destacar es la banda de sonido de A.R. Rahman, que es la segunda vez que lo oigo en una peli desde Slumdog Millionaire. Million-Dollar-Arm-Movie-Review-Image-1Por el costado de la actuación, Jon Hamm entrega un rol bastante sólido. Este caballero con cada rol cinematográfico que se le presenta tiene la difícil tarea de hacerle olvidar al espectador que está viendo a Don Draper (su personaje de Mad Men) y aunque lo consigue en este título, bordeando con oficio los momentos cómicos, no puede evitar notarse aunque sea un guiñito del legendario publicista de los años ’60 al que dio vida; algo que supo erradicar en títulos anteriores pero que aquí no pudo borrar del todo. No obstante, es un buen laburo interpretativo; le sienta, se le cree y eso es todo lo que importa. Sin embargo me veo obligado a destacar que las dos mejores actuaciones de la película son las de los intérpretes secundarios. Bill Paxton, como el entrenador de los chicos, y Alan Arkin como el cazatalentos que ayuda a reclutarlos. Pero tienen una contra, y esa contra es mas a causa del guion que del talento de ellos, me estoy refiriendo a que no les dan tiempo suficiente para lucirse o los ponen en el marco de algunas escenas que cualquier actor podría hacerlas y no gente de su talento. Alan Arkin se pasa la mitad de la película dormido y tiene dos o tres líneas de dialogo interesantes. Mi punto es que no es un rol que exija mucho a nivel interpretativo, y no necesitaba de alguien con el talento de Arkin. Uno intuye que el estudio quería hacer sentir cómoda a la contraparte de la vida real teniendo a un actor de peso haciendo su papel. Pero en quien me quiero detener es Bill Paxton. La vida, la sabiduría, la serenidad y la simpatía que le sabe insuflar a su personaje de entrenador en lo poco que aparece es tal que te da rabia que no tenga más presencia en el metraje. Llegas a sentir que el personaje se merece una película propia, si y sólo si Bill Paxton lo interpreta. Conclusión Aunque predecible pero llevadera gracias a su labor interpretativa, Un Golpe de Talento es un digno exponente del cine shampoo; entretenido, cumplidor y para pasar el rato. Quedará a criterio del espectador si esos son meritos suficientes para pagar por verla.
Viva la diversidad cultural Crítica en PDF.
Las películas deportivas son toda una especialidad de Hollywood. Y las películas deportivas de Disney son, dentro de ese subgénero, un universo casi con sus propias reglas. La historia real que se cuenta en UN GOLPE DE TALENTO es, claro, perfecta para este grupo de películas cuya familia incluye a un “abuelo” célebre (CUPIDO MOTORIZADO) y a un “padre” como JAMAICA BAJO CERO, cuyo gran éxito en 1993 derivó en una larga lista de “hijos” entre los cuales se cuentan DUELO DE TITANES, THE ROOKIE, INVINCIBLE, MIRACLE, ANGELS IN THE OUTFIELD y muchas otras, la mayoría no estrenadas en la Argentina por motivos obvios: suelen centrarse en deportes muy poco populares aquí como el béisbol, el hockey sobre hielo o el fútbol americano. Por motivos no del todo claros –pero que, imagino, tienen que ver con la misma idea de globalización de los deportes estadounidenses que vende la propia película–, este filme de Craig Gillespie (LARS AND THE REAL GIRL) se estrena en la Argentina. Protagonizada por Jon Hamm (la estrella de MAD MEN) y la comediante/actriz/directora Lake Bell (cuya comedia indie IN A WORLD es bastante recomendable), es la historia de un agente deportivo que, ante la perspectiva de tener que cerrar su empresa, no se le ocurre mejor idea que organizar un concurso de talentos para pitchers de béisbol en la India, un país enorme en potencial mercado pero sin tradición ninguna en la materia, salvo por las ligeras similitudes que el lanzamiento de béisbol tiene con el del cricket, el deporte más popular allí. milliondollararmSí, una cruza casi perfecta entre JERRY MAGUIRE y SLUMDOG MILLONAIRE, con un toque de la citada JAMAICA…, que centraba su historia en el improbable “triunfo moral” de un equipo de bobsled de ese país en los Juegos Olímpicos de invierno, también basada en un caso real. La película tiene dos partes claramente diferenciadas. La primera transcurre en la India, cuando Don Draper (perdón, JB Bernstein, a quien Hamm encarna como una versión medio desaliñada de su personaje televisivo), habiendo vendido la idea de un reality show sobre béisbol en la India, tiene que lidiar allí con las complicaciones e inesperados placeres de hacer el show y encontrar potenciales beisbolistas en ese extenso y complicado país. La segunda será en Los Angeles, lidiando con la adaptación de los dos rookies a la vida y costumbres norteamericanas y –obviamente, ya que la película está más centrada en él que en los jugadores– en la readaptación/humanización de este agente que solo piensa en dinero y contratos. El recorrido de la película es tan obvio como placentero. No hay casi sorpresas: el filme recorre todos los tópicos posibles de este tipo de historias casi como si tuviera un chart a seguir o con la inevitabilidad de una bola eficientemente lanzada en ese mismo deporte. El hombre frío humanizado por estos dos nobles jóvenes extranjeros y por la “vecina de al lado” a la que no le prestaba atención, las idas y vueltas de la evolución deportiva de los insospechados beisbolistas, los simpáticos personajes secundarios que vienen con una lección de vida ad hoc y los villanos de turno en la piel de deportistas egocéntricos, agentes tramposos y multimillonarios insensibles. Todo está ahí y casi todo funciona bastante bien, más allá de una extensión algo exagerada de 124 minutos. million-dollar-armUn punto a favor del filme es su capacidad para sortear esas vallas narrativas con cierta gracia. Desde lo actoral, gracias a la presencia de Hamm, Bell y de secundarios de lujo como Alan Arkin y Bill Paxton; y por otro lado debido a un guión (de Tom McCarthy, otra cara del indie) que encuentra algunos toques graciosos dentro de un campo minado de potenciales clichés de turismo y hasta de explotación cultural. Es cierto que la película podría ser entendida dentro de un paquete promocional similar al que vende la historia (digamos, exportar el béisbol a países donde no se lo practica demasiado, de la misma manera que la NBA logró internacionalizarse), pero si bien ese combo está inscripto en cada fotograma (el pack parecería incluir el reality show original y la película hecha a partir de la historia por ellos mismos generada) es indudable que el producto en sí funciona la mayor parte del tiempo, muchas veces gracias al hecho de no tomarse demasiado seriamente a sí mismo. A la medida –pequeña, pero amable– de la historia y de los personajes.
“UN GOLPE DE TALENTO”: CAMINO A LAS GRANDES LIGAS Basada en una historia real, la película del director Craig Gillespie cuenta la historia de dos chicos indios que son descubiertos por un cazatalentos estadounidense llamado J.B. Bernstein, que junto a su compañero Ash Vasudevan (Aasif Mandvi) tienen una empresa que se dedica al manejo de jugadores de distintos deportes como el baseball o el fútbol americano. Jon Hamm es el protagonista de “Un golpe de talento” que dura apenas más de dos horas en el que su trabajo como manager deportivo ha caído en desgracia. Ante estas complicaciones, él decide ofrecerle un negocio al señor Chang (Tzi Ma), un inversor de deportes interesado en atletas asiáticos: ir en busca de talentos a la India, una fuente de nuevos espectadores y consumidores del deporte. Allí J.B. y Ash se encontraron al principio con una importante decepción por no poder encontrar un verdadero talento, al menos un joven que pudiera lanzar la pelota a 80 millas por hora. Sin embargo, el reality siguió pasando ciudad por ciudad hasta encontrar a Rinku Singh (Suraj Sharma) y Dinesh Patel (Madhur Mittal). Ellos dos fueron finalmente seleccionados para viajar a Norteamérica y comenzar a entrenarse con Tom House (Bill Paxton) para ser pitchers de baseball. Al poco tiempo iban a tener que realizar una prueba, ya que J.B. Bernstein había prometido llevar a cabo esta búsqueda en el plazo de un año, pero ellos no iban a estar listos. Todos iban a quedar decepcionados con el protagonista por no preocuparse debidamente por estos chicos pero él cambiaría su forma de actuar producto de la relación que comenzaría con su vecina, Brenda. Dos jugadores, un manager en apuros, una relación amorosa y un entorno de negocios iban a transformarse en una nueva oportunidad en la vida de todos, incluido Amit Rohan (Pitobash Tripathy) quien los acompaño desde India para llegar a cumplir su anhelo de ser director técnico de este deporte. “A million dollar arm” (por su título en inglés) es un relato interesante, basado en una historia que se volvió real para la vida de dos muchachos que jamás lo hubiesen imaginado, donde lo importante dejan de ser los negocios y pasan a ser las personas que se esfuerzan por alcanzar un objetivo: ser jugadores de baseball. A pesar de esto, el largometraje se centra demasiado en la vida de este empresario desdichado sobre quien el director – por momentos – centra la historia, quedando Dinesh y Rinku fuera de escena. Gillespie si bien muestra los cambios de ánimo por los que van atravesando, pasando de la decepción a la ilusión y del fracaso a la alegría, deja sin explotar muchas aristas de la vida de estos nuevos talentos más allá del momento en que los descubren y de lo que, a grandes rasgos, es evidente desde un comienzo.
“Sigue el procedimiento, y no fallarás”. Así debe rezar algún mandamiento sobre la eficacia cinematográfica que los encargados de este film seguramente tomaron en cuenta antes de poner manos a la obra. “Un Golpe de talento” dista de ser perfecta, pero se posa sobre un género que suele ser infalible; y tiene el plus de la magia de Disney. Recuerdo como si fuera ayer la primera vez que vi “Angels”, con Christopher Lloyd cuidando a los beisbolistas desde el cielo. ¿Algo más reciente e igual de conmovedor? “Moneyball”. El misterio con el béisbol permanece: no lo entendemos (yo viví en Venezuela, estuve en un campo, como parte del público viendo partidos…créanme, es chino) pero el cine nos lo acerca desde el irresistible lugar del “underdog”. Más o menos conocido, regresando a las canchas o recientemente descubierto, siempre hay un Rocky Balboa listo para que lo alentemos, y eso permite que las tramas se desdoblen y que el espectador deposite una dosis de esperanza en múltiples sitios. En “Un Golpe de talento” los condimentos son muchos: hay negocios, romance, diferencias culturales (el film cuenta la historia –real- de dos jóvenes hindúes que fueron llevados a USA a jugar béisbol tras ganar un concurso), una idea de familia y un sueño imposible. Digamos mejor improbable. No nos gustará por igual el desarrollo de cada una de estas líneas (¿realmente van a ser tan torpes los chicos? ¿Tan incapaces de adaptarse? Quizá el guión no debió insistir tanto en este aspecto), pero en definitiva se trata de gente que, en cada paso del camino, tiene todas las de perder. Y el público va a querer verlos ganar, aún cuando la resolución pueda ser la más predecible de todas. Compramos sueños si la venta es buena. Así comienza el film: con JB Bernstein (Jon Hamm) practicando el discurso (‘speech’) para lograr que un jugador de fútbol –americano, ojo- firme con su agencia. Y quizá sea hora de refrescar esto de la buena venta (el “good pitch” que, en inglés y en una película sobre béisbol tiene un doble sentido riquísimo). Porque vender sueños no es tarea fácil. Si tomamos este paquete como ejemplo, veremos que se trata de un esfuerzo preciso y delicado. Los actores hindúes están bien elegidos. Hablan su idioma y también el inglés y la transición no hace ruido. Por otro lado, no puede ser este un film de superestrellas porque se corre el riesgo de dejar de creer. Aunque hay mega actores a los que siempre les compramos todo -hace poquito estrenó peli Tom Cruise, como para que se fijen-, digamos que Jon Hamm es un tipo que todavía puede transmitirnos frescura y un dejo de “adorabilidad” (no está en el diccionario la palabra). Como contraparte femenina, Lake Bell tiene una cualidad similar. ¿No la ubican? Ahí está Google, van a ver que ‘la tienen’. No está en tooodos lados todavía. Así como los buenos actores de carácter, que no agarran cualquier secundario que les caiga sobre la mesa. Alan Arkin y Bill Paxton están aquí. Es cuestión de ver lo que eligen rodar, de verlos trabajar. Paxton no hizo mucho cine en los últimos años, y Arkin nunca resta. Pero hay que saber pararse y no restar. Por eso, hay que saber vender un sueño. Y de eso se trata “Un Golpe de talento”.
Million Dollar Babe... Ruth. Así como en Argentina se juega al fútbol hasta con una bola de trapo y sin calzado; en Estados Unidos se juega al béisbol en el patio de atrás de cualquier casa, y en India se practica el cricket en casi todos los colegios. Esto no significa que haya que encasillar a un país o lugar en el mundo, con algún pasatiempo en particular. ¡Pero! Verlo planteado desde el punto de vista de este nuevo film, hace que las cosas cambien… Porque cuando los yanquis se quedaron sin ideas y sin talento en el deporte local, se tomaron un avión a la capital Hindú, con tal de conseguir nuevos y poderosos brazos lanzadores. Disney volvió a hacerse cargo de un film respaldado por la inoxidable frase: “Basado en hechos reales”, y puso como protagonista a un actor que nos tiene más bien acostumbrados a las series televisivas; Jon Hamm. Junto a él, el enorme Alan Arkin y varias caras hindúes, entre ellas, la de Suraj Sharma de ‘Una aventura extraordinaria’ (Life of Pi, 2012). Million_Dollar_Arm_42286 El asunto es simple. Un par de cazatalentos norteamericanos radicados en Los Ángeles, viajan a la India en busca de la nueva sensación del béisbol. El problema es que allá no se lo juega, aunque sí cricket. Y no son demasiadas las diferencias entre un pitcher y un lanzador de pelotas; más que nada es una cuestión de potencia. Hay que encontrar a alguien que pueda arrojar una bola a más de 140 km/h. Para ello, organizan un certamen que mediante una exhaustiva selección a lo largo del país, busca a dos finalistas que tengan la posibilidad de hacer carrera beisbolista en los Estados Unidos de América. Yeah Babe! De divertido no tiene nada… Ya que pese al millón de dólares que los ganadores se llevan a casita, las presiones del ambiente y del negocio en sí mismo, harán que estos pobres chicos obtengan más fallas que triunfos. Por más que a simple vista parezca sencillo, ambos deportes tienen sus diferencias; en especial cuando sus jugadores son talentosos lanzadores, pero nunca practicaron ninguno de los dos. Sí. A los problemas culturales, el obvio desarraigo, la edad púber de los jóvenes y las tensiones permanentes, hay que sumarle el hecho de que unos totales inexpertos de la materia, deban aprenderlo todo en un par de meses y bajo la cruda mirada del Míster Chang capo del negocio. First-Look-At-Million-Dollar-Arm-VF Básicamente, la historia se trata de asumir riesgos en todo sentido, y aunque la idea esté más que explotada, no se puede negar que el drama existió y que la adaptación al film tiene sus buenos momentos. Quizás la mayor responsabilidad, recae en mostrar cuán distintos somos los occidentales de los orientales, sin tropezar con el cliché racista. Difícil tarea cuando se está manejando comercialmente a un par de chicos. Para eso, se usan personajes como el de la vecina linda y dulce que quiere de alguna manera, ser parte del corazón del protagonista masculino. Un golpe de talento (Million Dollar Arm, 2014) es una linda película del género biográfico y deportivo, como muchas otras que ya hemos visto. Sin estar por encima de ellas, ofrece una entretenida trama, cargada de maratones que persiguen sueños y de los famosos “procesos de selección” que aunque no nos guste admitirlo, siempre nos entusiasman.
Otra historia real llevada a la pantalla por la factoría Disney Se relata la experiencia de un entrenador de béisbol norteamericano que marcó huella al buscar talentos nuevos en otro deporte y país. Si la marca es Disney, la película, sea realizada para cine o televisión, tiene garantizada una producción impecable; hogares soñados en barrios ideales; exteriores que parecen sacados de un catálogo de agencia de turismo y dramas de novela y comedias de invariable happy end. Un golpe de talento cumple con los requisitos para contar la historia real del representante de deportistas, JB Bernstein (Jon Hamm), quien promovió un concurso de talentos deportivos en la India para encontrar a la nueva estrella de béibol norteamericana, cuando su exitosa carrera se viene a menos. Acostumbrado al compromiso, el valor de la palabra y la mutua fidelidad entre jugador y manager, un buen día lo recibe el revés de que los millones que se mueven detrás del deporte de alto reniento lo han convertido en un negocio frío y con reglas mercantilistas. Berstein se ve ante la encrucijada de verse acabado o adaptarse y dar un giro a su historia. Un partido de criquet televisado enciende la chispa y JB propone encontrar al próximo gran lanzador de béisbol entre jugadores indio, a través de un reality que llama El brazo del millón. Y a la India se encamina e n un viaje de ida y vuelta, que transformará su carrera pero también su vida, cuando deba hacerse cargo del bienestar de tres jóvenes indios, desarraigados y obligados a adaptarse en tiempo récord a una cultura diferente. Las biopics son un subgénero usualmente utilizado por la factoria de Walt, que busca héroes en la épica cotidiana del hombre común, y encontrarlo en los deportes es un latiguillo. De cal y de arena Para el caso de El brazo del millón de dólares - tal la traducción literal del título original- parece haber buscado elementos de gancho similares al de la oscarizada ¿Quién quiere ser millonario?, de 2008. Está claro que las distancias cualitativas son muchas, y diferencia de aquella, donde se profundizaban en las circunstancias y motivaciones de todos los personajes, el anunciado como "drama" Un golpe de talento se queda en la superficie de un cuento con condimentos exóticos y minutos sobrantes. Los muchachos con destino de gloria asegurado por una trama previsible y parecen simples souvenir traídos de un paseo por la India, y sus historias son simples excusas para centrarse en el personaje de Berstein. Los aciertos en la cinta pasan por el elenco que tiene a la cabeza de Jon Hamm, que sale de la etiqueta del publicista de la serie televisiva Mad Men; secundado por un genial Alan Arkin en el papel del veterano cazatalentos que acompaña JB en su aventura al otro lado del mundo. El reparto de jóvenes hindúes -una garantía de venta del filme en un de los mercados cinematográficos más grandes del mundo- le dangracia a la propuesta con interpretaciones frescas. La fotografía impecable en un recorrido visual por las locaciones asiáticas y música étnica moderna en la banda de sonido para enmarcarlo, son de lo más atractivo de la realización, si de justificar su vista en cine se trata.
Un golpe de talento es una gran película excelentemente actuada que brinda mucho más de lo que promete. Seguramente si no te gustan los films sobre deportes al leer la sinopsis no te va a surgir ningún deseo de verla, pero en esta oportunidad realmente vale la pena su visión ya que no es el clásico relato mechado con competencias o partidos. En este caso predominan temas como...