La adaptación cinematográfica de la primer novela de Fredrik Backman, nos trae la historia de Ove, un hombre mayor, ermitaño, que ya solo y en el ocaso de su vida, básicamente rindiéndose a la idea de esperar la muerte sin otro fin, conoce a una pareja Interracial por accidente, y de a poco, se da cuenta que todavía tiene algo que disfrutar en este mundo. Esta película esta dentro del genero de “El Abuelo que salto por la ventana y voló”, y tantas otras historias donde de alguna manera, se critica el tratamiento que tenemos hacia las personas de tercera edad. Una historia que de a poco nos muestra que ese hombre ermitaño, que alejaba a la gente, que los maltrataba de alguna manera, lo esta usando como un mecanismo de defensa para combatir la soledad. La cinta nos lleva de a poco a meternos en la vida de Ove (Rolf Lassgard) y de sus vecinos, Parvaneh (Bahar Pars) y Patrik (Tobias Almbord). Y al adentrarnos a sus vidas, vamos descubriendo lo que hay debajo de la primera impresión, y vemos desarrollar sus personalidades, haciéndolos de a poco más tridimensionales, y de esa manera, quererlos a pesar de sus falencias. Extraordinariamente actuada, con los climas precisos y una dirección que no invade, ni distrae permitiéndonos sentir que estamos espiando la vida de nuestros personajes, es una gran opción para los amantes de las historias simples, humanas, y sobre todo… universales.
Hacia una mejor comprensión humana En Man Som Heter Ove (2015) es una película sueca basada en la exitosa novela homónima de Frederik Backman publicada en 2012. El film, que fue visto en Suecia por 1,6 millones de espectadores, es uno de los nominados a los Oscar 2017 como Mejor Película de Habla No Inglesa. Un armonioso relato entre el drama y la comedia que se introduce en la vida de un irascible hombre cuyos nuevos vecinos transformarán su visión negativa de la sociedad. Ove, interpretado por Rolf Lassgård, es un hombre mayor que tiene una relación muy particular con el universo que lo rodea. Es antisocial, maniático del orden, terco, extremadamente arisco y muy escrupuloso a la hora de hacer cumplir las normas vecinales. Un día y luego de 43 años de servicio, Ove es despedido de su lugar de trabajo en una empresa. Sin embargo, esto parece no importarle, ya que el protagonista ha tomado la decisión de suicidarse para poder así reunirse con Sonja (Ida Engvoll), su esposa fallecida. Lo que Ove realmente no imagina es que quitarse la vida le resultará aún más difícil de lo que creía. En aquel preciso momento en que todo parece ir hacía una inevitable y trágica dirección, aparecen en el camino unos nuevos vecinos. Se trata de Parvaneh (Bahar Pars), una mujer iraní embarazada que llega al barrio junto a su marido y sus dos hijas. La alborotada aparición de esta familia a la casa de al lado hace que Ove frustre su intento suicida, seguido de la insistencia de esta simpática mujer que parece no percatarse de la irritabilidad del personaje y busca su ayuda como cualquier vecina que acaba de mudarse. Con el pasar de los días, la fortaleza y determinación de Parvaneh logra que Ove deje de encerrarse en sí mismo para colaborar con ella en circunstancias tales como prestarle una escalera, llevarla al hospital, cuidar de las niñas y hasta enseñarle a conducir. En pocas palabras, al indignado de Ove no le conceden siquiera un minuto de tiempo para matarse en paz. La película del reconocido director nórdico Hannes Holm (Adam & Eva), premiada como Mejor Comedia en los European Film Awards, narra a través de distintos flashbacks la dura historia de este hombre que, como podemos apreciar, lo ha perdido todo y no hace más que descargar su enfado hacía cualquiera que tenga la desdicha de cruzarse con él. Sin dudas, las tragedias que Ove tuvo que padecer desde su niñez han moldeado la personalidad de este rígido sujeto de pocas palabras. Pero también su amor por Sonja marcó un antes y un después en su vida: una luminosa mujer que supo acompañarlo y estimular sus deseos, su progreso en el mundo académico, y cuya fuerza de voluntad inspiró a Ove a seguir apostando al futuro, sobreponiéndose a los fantasmas del pasado. La participación de los otros personajes del barrio otorga pequeños momentos de encanto al desarrollo del film. Entre ellos, un ex alumno de Sonja, un gato callejero enfermo que Ove decide adoptar y un adolescente homosexual al cual el padre echa de su casa y va a pedir asilo a Ove. También está su antiguo amigo Rune, un anciano que actualmente se encuentra cuadripléjico y a quien la Municipalidad quiere enviar a una residencia. Con Rune compartían un gran entendimiento por las normas de convivencia, que en un pasado los llevó a erigirse como Presidente y Vicepresidente de la Comunidad, aunque el paso del tiempo y algunas diferencias hayan terminado separándolos. Pero si algo deja en claro el relato es que a pesar de su imagen gruñona y su excesivo sentido de la disciplina, Ove no puede dejar de ayudar a quien lo necesita. Un hombre llamado Ove (2015) es un film emocionante que equilibra de forma apropiada la tragedia con sutiles momentos graciosos. Una historia que busca la comprensión y la empatía a través del conocimiento profundo de un personaje que seguramente nos hemos cruzado alguna vez en nuestra vida.
Un Hombre Llamado Ove: El gruñón que se hace querer. Finalmente llega a la Argentina esta comedia dramática que supo ser nominada a varios premios Oscar y terminará tiernizando hasta el más duro de los corazones, empezando por el de su protagonista. Ove es un gruñón. Ni siquiera un quejoso carismático, simplemente un pobre hombre que odia al mundo. Durante las casi dos horas que dura esta comedia dramática sueca, exploraremos su vida hasta ahora. Se recorrerá el camino que lo llevo a ser un viejo cascarrabias que ni llegando a los sesenta años ya intenta realizar la mayor de las locuras: quitarse la vida. Basada en la novela homónima, el film cuenta con una cualidad literaria que tantas veces puede significar un obstáculo para el cine pero que en otras contadas ocasiones, como este es el caso, logra crear una experiencia verdaderamente especial. Puede compararse con dramas clásicos como por ejemplo Forrest Gump, con repaso de la sorprendente vida de su protagonista, y también en estructura con tantos romances dónde una mitad de la naranja cuenta en su vejez como llegó a encontrarse con el resto de su fruta. Lo veremos todo mediante una combinación de flashbacks, e incluso anécdotas una vez Ove empiece a conectarse con los nuevos miembros de su pequeño barrio. La historia se mantiene a un ritmo que aunque sentimental siempre se siente no solo llevadero sino también dinámico. Se trata de un drama sobre la vejez, que logra imbuir de humor y corazón la historia de vida de un hombre abatido sin sacarle un gramo de peso a las fatalidades de la vida. Por más que no quiera, una joven pareja que se muda con sus pequeñas hijas a la casa de enfrente terminaran causando que el pobre de Ove se la pase menos tiempo intentando suicidarse, y más compartiendo su vida con otros. Se trata de una cinta sobre conexiones humanas. Ove nos cuenta las razones por las que siempre le fue difícil crearlas, y como consiguió forjar la relación más valiosa en su vida… relación que perdió hace ya unos años. Toda la película es un desarrollo del personaje principal. No hay secuencia o escena que no sirva para revelar o cultivar algún aspecto de nuestro protagonista. La joven embarazada que se muda enfrente con su familia, los vecinos que viven en su barrio hace años e incluso algo de narración por parte del mismo Ove crean variedad dentro de un gran guion al que pocas veces se le ven los hilos. Algo muy difícil de lograr en un film tan dramático y sentimental como este. El ritmo que el montaje y guion le dan a la historia, así como el tono perfecto que las actuaciones logran son el mejor indicio de la excelente mano del director. Se combinan con un buen despliegue técnico, nunca ostentoso pero con momentos puntuales de un humilde y necesario brillo. Ningunos de estos aspectos logra ser casi nunca algo espectacular, pero no es necesario cuando el relato es el verdadero protagonista. Ove esta en el centro de una telaraña de personajes, con variados coloridos, que impactan la historia tanto como los fortuitos accidentes que minaron su vida en el pasado. Él se abrirá por completo a la audiencia, tanto como es necesario que uno se abra a los demás para no afrontar la vida solo. Aunque hacia lo último la cinta no este a la altura de lo mostrado en un principio, el final no se desinfla lo suficiente como para evitar que la película termine concluyendo de manera correcta. Puede hacerse muchas cosas peores que dedicarle dos horas de tu vida a esta tierna y por momentos mágica crónica de la vida de un golpeado hombre que intentará levantar cabeza entrando a los últimos capítulos de su vida.
Llega a los cines “Un Hombre Llamado Ove” (“En man som heter Ove”) del sueco Hannes Holm, para traernos un cálido retrato de la vida de este rezongón personaje que se hace querer. Ove (Rolf Lassgård), de 59 años, es un señor gruñón que ha perdido la fe en todo el mundo, incluido en él mismo; hasta que su visión negativa del hombre y la sociedad es puesta a prueba por una familia que se muda a la casa de al lado. La película relata cómo un hombre mayor, al perder la rutina de su trabajo, donde lo invitan a un retiro voluntario, comienza a pensar en la posibilidad de suicidarse para reunirse con su esposa ya fallecida. El problema es que con cada intento de suicidio siempre hay algo que lo interrumpe y lo obliga a no hacerlo, como si el destino lo forzara a seguir viviendo. Así es como, entre intento e intento, el protagonista narrará los acontecimientos más destacados de su vida, los cuales producen como resultado la persona que consigue ser actualmente. Si bien hay varios relatos de vida en la historia del cine con distintos resultados, la forma en la que está contado este film es bastante atractiva. Yendo y viniendo en el tiempo, como si se trataran de capítulos de un libro, vamos siendo testigos de la vida de Ove, narrada en una primera persona, haciendo de la cinta una experiencia interesante. La narrativa está muy bien ejecutada y su mayor virtud recae en mezclar los momentos dramáticos más profundos con unos toques de comedia atípicos e insólitos. El trabajo de Rolf Lassgård es magnífico y se encuentra elevado gracias al buen complemento que representan los actores secundarios (donde se destaca principalmente la vecina que compone Bahar Pars). En los aspectos técnicos se destacan la fotografía sencilla pero funcional a las distintas líneas temporales y estados de ánimo, y el maquillaje que le valió a la película una de las dos nominaciones que tuvo al premio Oscar (la otra fue Mejor Película de Lengua Extranjera). “Un Hombre Llamado Ove” resulta ser un film que nos muestra la evolución del protagonista en la recta final de su vida. Una historia con un corazón enorme que profundiza sobre los dramas de la vejez. Más allá de algún que otro cliché en el rol de personaje “gruñón querible con problemas sociales” (que quizás vimos muchas veces como por ejemplo en “Mejor Imposible” -1997-, entre tantos otros films), el relato triunfa por la sensibilidad con la que se narran los hechos, equilibrados con algunos buenos momentos de comedia, un mérito del director (quien también escribió el guion).
Un gruñón empedernido, que hace gala de su misantropía, que tiene 59 años y que intenta infructuosamente suicidarse. Con ese planteo la historia de Ove se acerca a la comedia absurda, se planta en una visión humanística y cuenta con oportunos flashbacks para explicar lo que ocurrió en la vida de ese hombre, una acumulación que roza el melodrama, para transformarlo en un ogro. En esa sociedad tan ordenada y supuestamente humana, el protagonista sufre tragedias, bullying, falta de amor, obsesión por los detalles y se muestra odioso y odiado. Culpa a todo el mundo de su vida miserable y se abisma en una sola solución. Una familia de inmigrantes, especialmente la señora embarazada despertará en él los ecos de una solidaridad perdida. El film, extenso, navega en situaciones ridículas y otras tiernas, en momentos directos a la lágrima pero también en el humor, y en definitiva se salva por el exacto retrato de un hombre en el borde de su tercera edad que se siente descartable y se obsesiona en ridículos ritos. Rolf Lassgard es el protagonista entrañable del film, con el tono exacto como para componer a su Ove. El director Hannes Holm navega con precisión ese equilibrio delicado entre emociones, golpes bajos y humor.
Este film sueco perdió el último Oscar a Film Extranjero a manos de la muy buena El viajante, de Asghar Farhadi. Es la ya trillada historia de un odioso hombre mayor que termina por reconciliarse con la vida. Por más que hay muy buenas actuaciones, la trama elige el golpe bajo y el maniqueísmo y deja de lado su potencial sentido del humor. Otro ejemplo de cine que nos dice cómo vivir y nos resuelve la vida en dos horas, para que pensar no sea un problema.
Película de fórmula, pero no por eso menos efectiva, la adaptación del best seller de Frederik Backman por parte del realizador Hannes Holm nos lleva a empatizar, aún en sus fallas y negatividad con el hombre que da título al film. Claro que está todo puesto a disposición del protagonista para que consiga aquello que se propone, pero aún sabiendo esto, la risa, el humor simple y honesto, terminan por configurar un todo que funciona se lo mire por donde se lo mire.
Luego de estar nominada en la última entrega de los Oscar como Mejor película de habla no inglesa y Mejor maquillaje, llega a las salas Un hombre llamado Ove, la nueva película de Hannes Holm que reflexiona sobre la importancia de los vínculos y la angustia de la vejez. La vida de Ove esta regulada más por la inercia que por el deseo. En la urbanización donde vive no lo soportan debido a sus estrictas y absurdas normas que le impone a la comunidad. La muerte de su mujer Sonja desmorona su entorno y ya no le encuentra sentido a sus días. Sumado a que luego de trabajar 43 años para la misma empresa, lo despiden. Su única evasión de la realidad ya no la tiene. Ove cuenta las horas para morirse, no hay otra cosa que quiera más que unirse finalmente con su amada Sonja, como le prometió. Finalmente decide quitarse la vida, el problema es que su entorno no le permite hacerlo en paz y, a cada intento, surgen nuevas circunstancias que lo evitan. Al mismo tiempo la mudanza de una nueva familia al barrio contribuye para que la vida de Ove dé un giro radical. A través de estos nuevos vínculos surgen aspectos de su personalidad que estaban ocultos y olvidados. Pasará de no tener nada ni a nadie a sentirse querido, acompañado y necesitado. A pesar de su fama como el vecino cascarrabias. Ove destierra su egoísmo y aboga por una sociedad más caritativa con el prójimo. Basada en la novela homónima de Fredrik Backman, y con un guion del propio Holm, la narrativa de la película juega con la estructura de dos tiempos y es fundamental para entender la vida de Ove. Cada episodio del presente y del pasado buscan analizar el momento en el que la miseria y la angustia se apropian del personaje y cómo en el tramo final su perspectiva cambia completamente. El relato avanza desde la comedia negra, con una mirada de a ratos cínica, que va mutando a un tono más dramático para concluir su resolución, que es predecible desde el primer acto.
Un gruñón demasiado sensiblero La comedia dramática -o, en este caso- el drama con escasos toques de comedia sobre un señor mayor solitario (viudo o soltero) gruñón, hosco y que no quiere a nadie y de alguna manera algo o alguien logra ablandarlo tiene numerosos exponentes. Entre ellos, St. Vincent (con Bill Murray), Mejor... imposible (muy buena comedia de James L. Brooks, con Jack Nicholson) y Gran Torino (gran cine de Clint Eastwood). Lamentablemente, Un hombre llamado Ove, que estuvo entre las nominadas al Oscar como mejor película de habla no inglesa este año, no llega a los niveles de ninguna de las mencionadas. Ove es un viudo muy amargado, intolerante y de malos modales, y la película de Holm -director de otras propuestas masivas suecas como las películas sobre la familia Andersson- lo deja en claro varias veces. En el presente vemos las relaciones de Ove con sus vecinos y en flashbacks, diversos episodios de su vida. La familia que lo cambiará se va acercando entre demasiada música que refuerza lo que ya sabemos, en un relato al que le cuesta horrores fluir y que para integrar los diversos tonos recurre a simplismos inadmisibles. Así, el humor negro de la primera parte suena extemporáneo, como un elemento (de) más que estira un relato demasiado gastado y adocenado para durar casi dos horas, sobre todo con una media hora final que nos asfixia -al cine y a nosotros- con burdos recursos y una grosera acumulación de golpes bajos.
Película con lección Todo el tiempo manipula al espectador con golpes bajos y escenas de pegajosa ternura. Pocas cosas más exasperantes que descubrir que la película que estamos viendo está intentando darnos una lección. Un hombre llamado Ove lo hace de principio a fin: es, una vez más, la historia de un personaje que cree que su vida ya no tiene ningún sentido (enviuda y, poco después, lo obligan a jubilarse tras 43 años de trabajo) pero, casi contra su voluntad, encuentra razones para seguir adelante gracias a una simpática y adorable vecindad. Si hay algo logrado aquí, es el retrato de este viejo cascarrabias, obsesivo, un superyó andante para todos sus vecinos, a los que persigue para que cumplan las normas de convivencia que él mismo estableció. Pero, por algún motivo, todos quieren o toleran a este tipo insoportable. Lo que podría haber sido un buen punto de partida para una comedia queda arruinado por aludes de golpes bajos, torrentes de melodrama barato y cataratas de ternura pegajosa. He aquí otra prueba de lo poco que significan los premios. Un hombre llamado Ove llegó a estar nominada por partida doble en los últimos Oscar: mejor película en idioma extranjero y mejor maquillaje. No se llevó ninguno: fue justicia.
Es verdad que cada uno de los seres humanos somos diferentes, cada uno de nosotros tenemos personalidades muy distintas, algunos pueden ser osados, extrovertidos, con mal carácter, serios y antisociales, estas últimas por ejemplo tienen mucho en común con la película “Un hombre llamado Ove”, cuyo protagonista deja muy en claro que posee de esas características pero que el fondo todo tiene una explicación. Ove es un hombre viudo de 59 años que empieza a afrontar la crisis de la tercera edad, desde que su mujer falleció de cáncer Ove se volvió un hombre ermitaño que evita el trato social con cualquier persona que esté a su alrededor, todo cambia cuando es despedido de su empleo, nuestro protagonista cree que ya no posee ningún propósito para seguir vivo y toma la terrible decisión de quitarse la vida para reunirse con su mujer ya muerta, pero Ove fracasa en su intento una y otra vez, de pronto llegan al vecindario nuevos vecinos, se trata de un matrimonio con sus dos hijas (y otro a punto de nacer) que poco a poco irán entablando una relación de amistad con nuestro protagonista. “Un hombre llamado Ove” es una historia sencilla en todo sus aspectos, pero está bien desarrollada y en ningún momento busca contar más de lo que debe, la película está narrada desde dos puntos de vista, una en el presente y otra en el pasado a modo de flashback, esta última es de vital importancia ya que cuenta el porqué Ove llego a convertirse en un hombre gruñón. Las actuaciones están todas muy acertadas, excelente el trabajo actoral por parte de Rolf Lassgård interpretando a Ove. La película estuvo nominada dos premios Oscars en la última entrega de premios, una como mejor largometraje extranjero y como mejor maquillaje, en ambas categorías pudo haber obtenido las estatuillas. “Un hombre llamado Ove” es una película hecha de puro corazón y que deja cautivado al público con su sencillez, una de esas películas que vemos y al salir de la sala nos deja bastante conformes, lo único negativo que le encuentro es el rápido desenlace, pero aun así no deja de ser conmovedora.
Con bastante humor negro y una fotografía prístina, esta película sueca sigue al veterano Ove, cascarrabias solitario y peleado con la vida, al punto que planea quitársela cuando se muda al lado de una mujer árabe, embarazada y con niños. La indignación por los intrusos ruidosos lo distrae de su tristeza. Fue nominada a dos Oscar, sin sorpresas, un film simpático, tierno y con una divertida pintura de personajes de ese micromundo de vecinos.
Un hombre solo y cascarrabias y con afán suicida tiene una nueva vecina, una chica que está embarazada y que comienza, con sus amistades, a mutar el paisaje gris del protagonista en algo más colorido. De esas “historias humanas” con algo de aleccionador pero que, gracias a su simpatía, logran despegarse de la medianía. Sí, es cierto, se trata de un producto sueco de exportación, pero no es para nada malo.
Un muerte ordenada. Alcanza con verlo a la cara para sospecharlo: Ove es un hombre hosco y malhumorado. También es suficiente con ver un par de sus actitudes para confirmar que es en extremo rígido. No necesariamente una mala persona, sino simplemente alguien muy preocupado por las reglas y el orden al que deben someterse todos los habitantes del pequeño barrio cerrado donde vive hace décadas. Aunque ella murió, Ove tuvo un gran amor que supo definir toda su existencia, por lo que cuando por sorpresa lo jubilan del trabajo al que dedicó su vida no hace ningún escándalo. Es la señal que estaba esperando, ya nada lo detiene de este lado y es tiempo de ir a reunirse con su esposa. Pone sus cosas en orden, viste su mejor traje y se prepara para suicidarse: pero es interrumpido por el escándalo de unos nuevos vecinos. Cada intento fallido de terminar con su vida viene acompañado por nuevos recuerdos, pero revivir cada pérdida que tuvo que sobrellevar lo ayuda poco a poco a hacer las paces y encontrar nuevos motivos para vivir; ayudado por una nueva vecina que como no conoce su historia se atreve a cuestionarlo sin cuidarse de tocar los temas espinosos que otros vecinos eluden. Una basurita en el ojo: Desde la sinopsis, la historia de Un Hombre Llamado Ove es una que ya fue abordada montones de veces en el cine. Su rasgo particular es que no pretende ninguna grandilocuencia, Ove no va a cambiar rotundamente la personalidad que tuvo toda la vida ni va a salir a combatir pandilleros en un Torino. Él sólo quiere que el mundo lo deje en paz, porque lo único que le interesaba del afuera ya no está ahí y no tiene idea de cómo lidiar con ese dolor. Cada flashback nos pone al tanto de la acumulación de eventos que le dieron forma al Ove actual. No es el personaje quien cambia a lo largo de la historia, sino que ocurre con nuestra forma de entenderlo, pues detrás de esa primera impresión odiosa hay en realidad un buen hombre que no sabe cómo expresar o manejar lo que le pasa. Casi todo en esta película tiene un tono costumbrista y medido, sin giros imprevistos ni búsquedas visuales complejas. Cada evento que sucede se ve venir de lejos, pero no importa demasiado porque el foco está siempre puesto más en el carisma de sus protagonistas que en sus acciones. Hasta el humor tiene el buen tino de ser bastante sutil, y aparecer en los momentos apropiados para que no desentonen con el clima general y la intención principal, que no es contar una historia rebuscada sino emocionar a su público. Conclusión: Una buena dosis de drama emotivo, cortado con toques de comedia, Un Hombre Llamado Ove no presenta nada novedoso pero entrega todo lo que promete.
La típica favorita de los Oscar. Que Un hombre llamado Ove haya sido nominada al Oscar al Mejor Film en Lengua Extranjera en representación del cine sueco, no solo no es ninguna sorpresa sino que activa la alarma de una serie de prejuicios que luego la película misma se encarga de confirmar, a partir de sus particularidades. Su relato contiene todos los elementos necesarios para que un film extranjero se convierta en una de las favoritas de la Academia. Cualquiera que esté atento a las nominaciones a los famosos premios habrá notado la predilección de sus electores por seleccionar por un lado películas de alto octanaje político y por otro a aquellas que apuntan directo al corazón. En ambos casos siempre atravesadas por un notorio color local. Un hombre... pertenece a este segundo grupo. Ove es un viejo gruñón y molesto para quien el resto de la humanidad está compuesto por imbéciles. Sus vecinos, los empleados municipales, la chica que lo atiende en el supermercado, los adultos, los jóvenes, los niños, las mujeres y los hombres. Su nivel de intolerancia por el otro casi lo convierte en un argentino más, sin embargo Ove es ciudadano de la civilizada Suecia. Pero su mal carácter tiene una razón de ser sobre la que la película irá dando cada vez más información a medida que el relato avanza. En principio esa razón parece ser la soledad a la que la viudez ha empujado al protagonista. Descreído de que la vida pueda mejorar sin el amor de su vida, Ove intenta cumplir con la promesa de encontrarse con ella en el más allá. Sus siempre fallidos intentos de suicidio le permiten a la película entrar en el terreno del flashback, para recorrer la historia de Ove y empezar a tratar de entender su amargo presente. Como ocurría con los cartoonescos intentos de suicidio de Jerry Lewis en Smorgasbord (1983), estos repetidos ensayos de prueba y error, siempre interrumpidos por la intervención inoportuna de las personas que rodean a Ove a pesar de su indiferencia, también coquetean con la comedia negra, aunque nunca alcanzan el nivel de absurdo desatado que con maestría puso en escena el gran comediante recientemente fallecido. Durante sus dos primeros tercios la película consigue construir un personaje cuyo ridículo nivel de misantropía despierta cierta simpatía. Pero al mismo tiempo va plantando la evidencia que permite anticipar la catástrofe de un final manipulador, en el que las limitaciones del presente son apenas la punta del témpano de la tragedia y donde cada flashback representa un escalón en el descenso hacia el miserabilismo for export que tanto le gusta nominar a los académicos estadounidenses. Como si Hannes Holms, director y guionista, estuviera empecinado en darle a Ove (y a cada espectador) una lección de vida en la que el dolor es siempre el camino por el que el personaje es obligado a transitar.
El ogro que se ablanda en bello retrato sueco Para muchos, el señor Ove es solo un viejo gruñón que vive exigiendo el cumplimiento de las normas. Por ejemplo, si quiere suicidarse y se rompe la soga, enseguida irá a reclamar a la ferretería la mala calidad del producto. Para otros, en cambio, se trata de un vecino diez puntos en todo sentido. Trabajador, habilidoso, muy serio y bien derecho, el hombre es un sueco de los que ya no vienen. El escritor Fedrik Backman, creador de este personaje, define sus necesidades básicas: "Un techo donde cobijarse, una calle poco ruidosa, una marca de coche y una mujer a la que serle fiel. Un trabajo en el que cumplir una función. Un hogar donde las cosas se rompan de vez en cuando, para tener algo que arreglar. Y el orgullo de tener el control". Eso es todo. El problema es que ahora el señor Ove se quedó viudo, jubilado antes de tiempo, y obligado a aceptar que la gente, y las cosas en general, son distintas. El aliento le llegará de otro lado: una vecina iraní muy hacendosa, madre de dos niñas esperando la tercera, y casada con un sueco medio inútil. Ella será como una hija. Y la historia, entonces, terminará siendo el retrato de una generación, la fábula del ogro que se ablanda, y la pintura de una sociedad que se renueva. Linda historia, con gotas de buen humor y alguna lagrimita. Dicho sea de paso, fue candidata al Oscar 2017, y la extranjera más exitosa en EE.UU. de 2016. Director, Hannes Holm. Intérpretes, bien compradores, Rolf Lasgard y Bahar Pars, que llegó a Suecia a los 18 años y hoy es una de sus mejores actrices.
Basada en el bestseller de Fredrik Backman, la película sueca dirigida por Hannes Holm no le será indiferente al público. Cascarrabias y solitario, Ove (Rolf Lassgård) perdió la fe en la humanidad y vive recordando su feliz pasado. Pero todo cambia cuando Parvaneh (Bahar Pars) y su familia se mudan al vecindario, dado que harán tambalear los oscuros planes que Ove tiene para su vida. Un hombre llamado Ove (En man som heter Ove, 2015) es un film que explora la comedia y el drama a la perfección. Porque si bien el tema obliga a la reflexión, hay instantes en los que surge tanto la risa como el llanto. Holm construye una historia que atraviesa todos los climas. Y la particularidad es que muestra la evolución del personaje principal: Ove no es así por casualidad y las razones de su carácter tienen cierta explicación. Las actuaciones son muy buenas, desde el protagonista (y los intérpretes que lo representan en su niñez y juventud), hasta los papeles más secundarios. Y es preciso mencionar al bellísmo y expresivo gato de raza Ragdoll que se lleva todas las miradas. Un hombre llamado Ove es una de esas películas que el espectador agradecerá haber ido a ver. Mezcla de emociones que se complementan en una gran historia.
Siempre es bienvenida la oportunidad de asomarse a la cinematografía de países diferentes al propio y a los productos del mainstream que estamos acostumbrados a consumir. En este caso, "Un Hombre Llamado Ove", llega desde Suecia, país desde el que hizo escuela Ingmar Bergman, siempre preocupado por la condición humana, como es el caso de la historia del personaje central de esta deliciosa y a la vez ácida en su humor comedia sobre la vida. Puede decirse que aunque estemos hablando de una cultura lejana en cuanto a idioma, clima, geografía, si la comparamos con Buenos Aires, podríamos sentirnos a millones de kilómetros; luego, si nos paramos en los zapatos de Ove y sus vecinos, esa distancia casi no se distingue. Qué hace de esta peli, que ya tiene 2 años circulando y fue nominada como mejor película extranjera para el Oscar, una historia que uno no quiere que termine: es que a este señor, al que lo jubila la tecnología y que vive en un condominio al que llegan forasteros de costumbres exóticas como invitar a comer a extraños que recién conocen, nos lo podríamos encontrar en cualquier vereda, como vecino o como pariente. Es un viejo gruñón que se ciñe a las reglas y quiere que todos las cumplan y esto tiene un por qué que lo va a ir explicando en flashbacks cada vez que Ove quiera alejarse de este mundo para encontrarse con su esposa en el más allá. Es la persona a la que más amó y que parecía estar siempre al servicio de los otros, y ella se enamora también a primera vista de Ove cuando lo encuentra durmiendo en un tren. Ove no puede olvidarla y visita todos los días la tumba de Sonja prometiéndole que pronto estará con ella; sin embargo una serie de sucesos, que le harán poner en orden su vida, sus amistades y sus rivalidades tontas (no aprecia a nadie que no maneje un Saab) y hasta adoptar una mascota y ser adoptado por una vecina iraní que lo cuidará y hasta lo hará reir. Parece como si la vida se hubiera ensañado con este hombre que a mayor dolor más se refugia en las reglas y en la soledad de sus recuerdos. Es una comedia con toques dramáticos y un humor negro que es bien nórdico. El director y responsable de la adaptación de la novela de Fredrik Backman es Hannes Holm (como curiosidad dirigió un documental sobre la historia de ABBA), quien ya dijimos llevó a esta película a 2 nominaciones al premio más codiciado de la industria cinematográfica occidental. El gigante que interpreta al Ove mayor fue excelentemente caracterizado como anciano y es, Rolf Lassgard, que es una cara conocida en el cine sueco. Resumiendo, una peli para disfrutar de principio a fin, que nos ayuda a ponernos en los zapatos de nuestros mayores y acompañarlos, aunque a veces no se dejen, a vivir en plenitud, cada momento y no quedarse en recuerdos. Enseña que todavía tienen mucho por dar.
El destino de los hombres de gran corazón Una historia simple y bien contada es difícil de encontrar. El director sueco Hannes Holm lo logra en Un hombre llamado Ove (En man som heter Ove, 2015), un relato emotivo sin golpes bajos. En tono de comedia dramática se tocan temas universales como el amor, la muerte y el destino que equilibran hacia otros de gran actualidad como la discriminación por condición sexual, racial o física. En un mundo posmoderno en que todo parece llevar al individualismo egocéntrico, Ove despabila desde una metáfora del compromiso con la vida y las relaciones humanas. La noción de comunidad es tan vieja como el mundo. Resulta imprescindible para entender al hombre como ser social. En los tiempos posmodernos en que la cultura individualista predomina por sobre los lazos de solidaridad, ciertos valores de unión humanitaria quedan relegados. Un hombre llamado Ove es un llamado a recuperarlos. La película sueca dirigida por Hannes Holm (Adam & Eva, 1997) es una comedia dramática que busca contar una historia simple y dejar un mensaje naif pero renovado: la vida vale la pena. Renovado desde un guión original mezcla de El cartero (Il postino, 1994), La vida es bella (La vita e bela, 1997) y El Principito (The Little Prince, 2015). Ove (interpretado de gran manera por Rolf Lassgard de grande y Filip Berg de joven) es un personaje abatido por sus circunstancias. Negado a entender el mundo más allá de su pasado, gruñe de dolor esa nostalgia que arrastra. Apabullado por una soledad cercana a la muerte, elige un destino fatal que siempre se ve interrumpido por los demás personajes: sus vecinos y amigos de toda una vida que él trata de olvidar. Como si fuese una versión sueca de Marcello Mastroianni en Sostiene Pereira (1995), Ove intentará salir del retrato de Sonja (Ida Engvoll), su esposa fallecida que parece ir marcándole desde el más allá otro destino. Cuando pareciera que el golpe bajo está a la vuelta de la esquina, Un hombre llamado Ove se mantiene firme en una narración que atrapa sin llegar a utilizar ese recurso trillado. Los saltos temporales bien editados ayudan a entender una historia interesante tanto en el presente de la pantalla como en el pasado. Con planos bien cuidados como lentos inserts en que el espectador avanza en la búsqueda silenciosa del protagonista y otros clásicos que parecen salidos de Cinema Paradiso (1988), la acción se desarrolla en un vecindario que irá abrazando a Ove hasta convertirlo en otra cosa. Destaca la actuación de la actriz iraní Bahar Pars como Parvaneh, la vecina que viene a entender y curar las heridas. ¿Existe el destino? ¿Qué es el amor? ¿Dónde quedan los recuerdos ? Preguntas que no interesa responder en la película, sino que sirven de sutiles rieles que van llevando la trama al desenlace y que sirven como contrapunto para hablar de la discriminación a las minorías, ya sea por su condición sexual, su origen étnico o alguna discapacidad. En tiempos de enfrentamientos raciales y segregación, la película es un llamado a contrarrestar la violencia con humanidad y acción. Una banda de sonido clásica hecha para emocionar en el momento adecuado ilustra esta cinta que está nominada a dos Oscars por Mejor Película Extranjera y Maquillaje. El dramaturgo francés Jean Racine dijo que la regla principal del arte es gustar y emocionar. Un hombre llamado Ove la cumple a rajatabla.
El sueco Hannes Holm es un cineasta de películas pensadas para grandes audiencias desde la comedia y el drama clásicos: “Un hombre llamado Ove” es su último trabajo, una cinta nominada a los últimos Premios de la Academia que cumple con el objetivo de entretener y emocionar, a partir de una premisa, pizcas de humor negro y emoción prototípicos pero eficaces. La cinta vuelve al subgénero del “viejo gruñón”, que ha sido realizado de modo más creativo en otras oportunidades (“Mejor imposible”, “Gran Torino”, “Up”) que en la cinta de Holm, que reitera varios de los lugares comunes de estas mejores versiones: un viudo amargado por la muerte de su mujer, la sonriente Ida Engvoll en plan “Amelie”, intenta quitarse la vida, pero el destino y sus molestos vecinos (una colección de personajes secundarios logrados, aunque algo unidimensionales y un poco obvios en su “diversidad”) continúan interponiéndose. La premisa permite al director un prólogo marcado por las risas incómodas, pero la cinta deviene en un drama emotivo pero convencional: hay algo de Ikea, de ensamble de manual (o quizás se trate de un prejuicio de quien escribe con los suecos) en la cinta, una convivencia forzada, prefabricada, entre los salpicones de humor negro y el previsible drama que subyace, que previenen que la película de Holm se eleve por encima de la media. La cinta vuelve al subgénero del “viejo gruñón”, que ha sido realizado de modo más creativo en otras oportunidades (“Mejor imposible”, “Gran Torino”, “Up”) que en la cinta de Holm, que reitera varios de los lugares comunes de estas mejores versiones: un viudo amargado por la muerte de su mujer, la sonriente Ida Engvoll en plan “Amelie”, intenta quitarse la vida, pero el destino y sus molestos vecinos (una colección de personajes secundarios logrados, aunque algo unidimensionales y un poco obvios en su “diversidad”) continúan interponiéndose. La premisa permite al director un prólogo marcado por las risas incómodas, pero la cinta deviene en un drama emotivo pero convencional: hay algo de Ikea, de ensamble de manual (o quizás se trate de un prejuicio de quien escribe con los suecos) en la cinta, una convivencia forzada, prefabricada, entre los salpicones de humor negro y el previsible drama que subyace, que previenen que la película de Holm se eleve por encima de la media. También prediseñada parece la estética “de suburbio” del cineasta, una prolijidad artificial que busca reflejar el esquematismo de su personaje: debajo de esa rigidez de Ove, como detrás de los pasos de comedia, Holm anticipa un océano de emociones cotidianas pero turbulentas, pero solo algunas de las tristezas reveladas cuando la colección de vecinos heterogéneos consiguen romper los diques emocionales de Ove, consiguen quebrar ellas mismas lo formulaico (por momentos, incluso, la vida pasada de Ove, los recuerdos de las muertes de sus padres, su relación con los chicos, la presencia del gato y su vida con su mujer, son como el horóscopo: impersonales a propósito, para que más gente pueda sentirse identificada por ese trazo grueso). La película de Holm es sin embargo amable con sus criaturas, y el relato fluye, divierte y hasta emociona entre los intentos fallidos de Ove, las historias mínimas de sus vecinos y alguna lágrima que se escapa aún al reticente que ve artificio en el dramón de ese viejo gruñón.
Un señor de gran corazón La comedia sueca aborda un la vida de hombre empeñado en morir. Suicidarse es más difícil de lo que se cree y muchas veces se torna una maniobra imposible de realizar. La fallida ejecución de ese acto íntimo y final se convierte automáticamente en un gag efectivo y gracioso, que deja en evidencia su alto grado de ridiculez. Es por eso que la comedia es el género ideal para abordar los intentos truncados por quitarse la vida. La película sueca Un hombre llamado Ove, basada en la novela de Fredrik Backman, recurre a ese elemento propio de la comedia para presentarnos la vida de un hombre empeñado en morir, pero también en defender valores perdidos. Después de 43 años de trabajar en el mismo lugar, los nuevos jefes jubilan a Ove, un señor cascarrabias y gruñón de casi 60 años que vive en un frío barrio de casas idénticas, rodeado de vecinos a los que detesta. Ove es además un viudo solitario que no puede superar la muerte de su mujer, historia que el director Hannes Holm cuenta con flashbacks que introduce cada vez que el personaje intenta suicidarse. El veterano pertenece a una vieja estirpe de hombres que creían en los valores de la honestidad, el trabajo, el sacrificio y el respeto al prójimo. Por más que los canallas lo llamen “pleitomaníaco”, Ove se queja de todo lo que considera que está mal hecho y de todo lo que cree injusto e indebido. El personaje interpretado por el actor Rolf Lassgård es sólido, creíble y entrañable, y por momentos recuerda al Jack Nicholson de Mejor imposible y al Clint Eastwood de Gran Torino. Lo cómico es que vez que Ove decide ponerle fin a su vida, algo lo interrumpe. Y encima llegan unos nuevos vecinos al barrio que de a poco comienzan a ganarse su confianza y cariño, sobre todo la joven embarazada y madre de la familia recién llegada, con quien entabla una amistad perdurable. Un hombre llamado Ove insiste en la benevolencia de los hombres, y en la reafirmación de valores que cree necesarios. Es también una película que cree en las generaciones venideras, a pesar de que las cuestiona en todo momento. De ahí que sea una película esperanzadora y optimista, que vislumbra la posibilidad de un mundo mejor. El plano final, con un gesto mínimo de un personaje secundario que cierra un portón como se debe, confirma la moral del filme, que es ni más ni menos que la moral de Ove.
Película sueca de 2016 dirigida por Hannes Holm, basada en el modesto best-seller de igual nombre escrito por Fredrik Backman. Llega a nosotros porque es pre-candidata a los Oscars 2017, en una lista de nueve, de las que solo quedarán finalmente cinco, y se anunciarán el 24 de enero. Mirá la lista de películas prenominadas al Oscar 2017. La historia cuenta la metódica vida de Ove, un hombre de edad mayor, solitario y obsesivo, que manifiesta su resentimiento y su ostracismo controlando el barrio en el que vive. A través de flashbacks que se dispararán cada vez que el protagonista se coloque en una situación limite, iremos accediendo a su historia y desentrañando los porqués. Al mismo tiempo de este desenrollarse la madeja de su historia, aparecerá una vecina persa que le hará rever su mirada hacia los demás, la infancia, lxs amigxs e incluso los gatos. Interesante la película por el cruce con ese enorme documental que vimos y recomendamos hace poco, La teoría sueca del amor, donde, justamente, lo que pone en cuestión como aquí, es la imposibilidad de vivir solos, de ser autónomos y de organizarnos por fuera de un concepto de comunidad, no desde un punto de vista utilitario, porque sea más sencilla la vida si otros me ayudan para decirlo fácilmente, sino por una cuestión de pulsiones vitales, porque no hay otra posibilidad. No sabemos si irá candidata al Oscar 2017 como mejor película extranjera, rubro que este año no ofrece entre las pre seleccionadas ningún título de origen iberoamericano, y que, como particularidad, ofrece 3 realizaciones de cine nórdico más, de Dinamarca, Noruega y Alemania. De esta lista ya vimos dos, junto con Toni Erdman, que también recomendamos ampliamente. Pero insistimos, es un título sugerible cuando nos preguntan qué ver, a pesar de sus obviedades y lugares comunes, porque es un buen producto que se consigue en streamming (cine online), y que siempre es un placer ver historias pequeñas habladas en idiomas no centrales, cosa que se valora, y asomarnos a Europa desde sus periferias nórdicas.
Ermitaño de la tercera edad Todos recuerdan a ese viejo del barrio que se quejaba cuando los chicos jugaban a la pelota en la calle. En cada edificio de departamentos está ese señor mayor que se queja cuando la música está muy fuerte. Todos vimos alguna vez a algún abuelo peleándose con la atención telefónica de servicio al cliente de esas compañías que nunca lo comunican con una persona de carne y hueso. El perfil del señor mayor hosco y gruñón parece ser universal según lo que describe Un Hombre Llamado Ove (En man som heter Ove, 2016), la película sueca que estuvo nominada a Mejor Película Extranjera en la última entrega de los Premios Oscar. Ove es un hombre de 60 años que, tras enviudar, intenta mantener encauzada la rutina de su vida, sin desviarse un centímetro. Vive en un pequeño barrio cerrado donde controla con exactitud cada detalle, desde el correcto estacionamiento de los autos, la recolección de la basura y el uso apropiado de las instalaciones. ¿A qué se debe su mal temperamento? Con una historia que recuerda al Bill Murray de St. Vincent (2014), el relato irá alternando entre el presente de Ove y su relación con sus nuevos vecinos, quienes le permiten reconectarse con el mundo y esos momentos clave de su pasado que definieron el costado frío de su personalidad. La dosificación de la información es clave y permite mantener el equilibrio dentro de una historia que evita caer excesivamente en la sensiblería y, en cambio, revela capa tras capa la esencia de su personaje principal. El trabajo de maquillaje sobre Rolf Lassgård, quien interpreta al gruñón de Ove, resulta increíble y explica el motivo por el cual también fue nominada a Mejor Maquillaje en los premios de la Academia. Tan importante como Ove son aquellos personajes secundarios que llenan de historias mínimas el relato y aportan un nivel de humanidad que permite la identificación de un rango mayor de espectadores. Con momentos de comedia, nostalgia y reflexión, Un Hombre Llamado Ove reúne todos los condimentos necesarios para convertir una historia convencional en un profundo estudio de personaje.
Su relato se divide en dos partes: la vida cotidiana del protagonista y el pasado cuando conoció a Sonja (Ida Engvoll, en una buena interpretación), que fue su esposa. La vida de este hombre, estructurada por su trabajo, sufre un cambio rotundo cuando lo pierde después de 43 años de hacer lo mismo. Lo comienzan a invadir los recuerdos de su esposa muerta (siendo joven) y piensa que lo mejor es suicidarse para estar al lado de la difunta. Pero el encuentro circunstancial con otros personajes, nos hará ir descubriendo que detrás de ese hombre existe un ser bonachón y de un gran corazón. Resulta una divertida comedia negra con un buen guión sencillo, toca temas fuertes como la soledad, la tristeza, el bajar los brazos, de las segundas oportunidades y también está el choque de culturas. Para ilustrar un poco más al espectador se utiliza el flashbacks y conocemos un poco más a este hombre. No aburre, por el contrario emociona y entretiene además de contener algunas críticas y momentos reflexivos. Hace lucir al film la banda sonora compuesta por Gaute Storaas y la fotografía de Goran Hallber, pasando por bellos lugares de España, entre otros. Cuenta con la gran actuación de su protagonista Rolf Lassgard. Este film estuvo nominado en dos rubros: a la mejor película de habla no inglesa en la última edición de los Oscar y Mejor Maquillaje. Fue basada en la famosa novela de Fredrik Backman, un best-seller.
“Un Hombre llamado Ove”, del director Hannes Holm (“La familia Anderson”, 2012-2013; “Maravillosa y amada por todos”, 2007; “Nunca ocurre lo que se espera”, 2000: “Eva y Adán”, 1997), es una “dramedia” que intenta instalar en el espectador un sentimiento de compasión sobre un personaje que no consigue inspirar ni siquiera lástima. Es la historia de un hombre gruñón, cascarrabias, solitario y resentido, en que las pérdidas han formado parte de su vida como una trágica constante. Ya se ha visto este tipo de personaje en variantes llevadas a una tipología lunaticus-lunática o fóbica en filmes como “St. Vincent” (Theodore Melfi, 2014) con Bill Murray, “Mejor... imposible” (“As good as It gets”, James L. Brooks, 1997), con Jack Nicholson, y “Gran Torino” (Clint Eastwood, 2008). Lo que lo diferencia a Ove de ellos es que no posee los trastornos típicos de esos personajes, sino más bien es un ser pasivo con alteraciones propias de una inconformidad provocada por la realidad de su tragedia: perdió el trabajo luego de 43 años de realizarlos, su nuevo estado social lo perturba y no logra adaptarse a su nueva vida.. Ove (Rolf Lassgård) es un viudo hosco, taciturno y amargado, cuyo presente es cuidar el vecindario donde vive, obligando a sus vecinos a vivir un régimen casi militar de convivencia que él se ingenió para establecer. Los flashbacks contaran la otra vida de Ove, su infancia, adolescencia, la muerte de su padre y de su esposa. Una familia iraní que se muda al vecindario, que se ve es un barrio obrero en alguna región fuera de los límites de Estocolmo, cambiará su vida radicalmente. Parvaneh, la joven embarazada a quien encarna la actriz sueca nacida en Irán, en 1979, Bahar Pars, poco a poco va dando color al gris mundo de Ove posibilitando que éste recuperara la fe en el ser humano y en él mismo. Con técnicas de encuadre casi televisivo y una musicalización por momentos empalagosa “Un hombre llamado Ove”, a pesar de haber sido seleccionada como candidata al Oscar como mejor película extranjera y mejor maquillaje, pasará a integrar el equipo de los filmes que son olvidados.
¿Todo tiempo pasado fue mejor? Esta incógnita atraviesa Un hombre llamado Ove, la película sueca basada en la adaptación de la novela de Fredrik Backman y dirigida por Hannes Holm (Los Andersson; Road Movie). Fiel a su cine nórdico la premisa responde a una trama nihilista que instaura el tabú del rencor al otro y pivotea entre el género drama, comedia dramática, que en términos cinéfilos resumimos en dramedia. A grandes rasgos, la génesis retrata la vida de un hombre de la tercera edad amargado con su vida y resentido con el mundo capitalista que lo rodea hasta que conoce una vecina más joven que busca contagiarle sus ganas de vivir… ¿Será capaz de cambiar su perspectiva? Sobre esta premisa pivotea las dos horas en curso de la trama, quizás algo previsible para el público pero peculiarmente genuina y noble, tuvo doble nominación en los Premios Oscar: Mejor Film extranjero y a Mejor Maquillaje, no ganó ninguno. El guión es lineal y poético, su narración unánime se limita al desarrollo del personaje central Ove (Rolf Lassgård), un hombre de 59 años que enviudó y vive solo en el departamento que construyó, a puro pulmón y esfuerzo de trabajo, junto al amor de su vida (Sonja) en un barrio cerrado. Allí transcurre gran parte del relato: puertas adentro Ove pasa sus días rememorando -flashbacks mediante- sus momentos más felices; mientras puertas afuera despotrica contra sus vecinos su superyo al verlos corromper las leyes que él estableció cuando era presidente de la asociación de vecinos; tales como por ejemplo: no tirar colillas de cigarrillos en el césped, ni dejar que sus mascotas hicieran sus necesidades allí. Este prisma describe un hombre onírico, cuyos valores están en peligro de extinción. En efecto, la primer escena inscribe su visión de la sociedad capitalista: el día que pierde el empleo al que dedicó 43 años de su vida (los ferrocarriles) unos jóvenes con MBA bajo la manga le informan “desde hoy su función en la empresa terminó, ya no necesitamos sus servicios pero tenemos un regalo de despedida: ¡ésta bonita pala!”; en este marco laboral Ove, indignado, se retira de inmediato mientras murmura “¿Sólo esto por 43 años de servicio leal? ¡Ya no saben lo que eso significa!”; y corre, desesperado, a comprar un ramo de rosas para visitar a Sonja en el cementerio y contarle, fiel a su rutina de antaño, lo sucedido. Frente a este espiral, priman otros valores, Ove es jubilado y pierde la poca fe que le quedaba; intenta quitarse la vida reiteradas veces. Esto dota el relato de misantropía y golpes bajos que conducen al espectador al contexto dramático buscado. Sin embargo, ocurren improvistos que impiden este desenlace. De modo tal, que su tristeza se transforma en ira y su constante critica en fuerza para sobrevivir. Estamos frente a una tragicomedia que pasa del humor negro al melodrama; y poco a poco converge en el segundo. El ritmo del relato tiene la emoción como único norte. La artística acompaña su impronta, mediante diálogos que establecen el híbrido entre comedia y drama cuando Ove conoce a Parvaneh (Bahar Pars, la actriz sueca), la nueva vecina inmigrante que se mudó en pleno embarazo junto a su familia. Mediante esta figura femenina y los recurrentes flashbacks acompañados por música risueña (a cargo de Gaute Storaas) Hannes muestra -cual efecto renacer- cómo una inesperada amistad construye una lección de vida para ambos y entretiene al espectador que comprende los recurrentes motivos del enojo; producto de terribles episodios traumáticos que vivió su familia al fallecer. Frente a estos, Parvaneh enfatiza que su perspectiva debe cambiar y luego lo hará su entorno, resumiendo en una hermosa frase: “la reviviscencia de la herida pasada es más fuerte que cualquier voluntad por olvidarla“, así circunscriben la muerte como el fin de la vida física pero no espiritual. En efecto, cabe destacar la fotografía, la artística, las locaciones y hasta elementos que permiten permear estas dimensiones: avanzan los minutos y un gato blanco se apodera de las escenas; causalmente tiene el mismo color de ojos que Sonja y podríamos percibir que es ella quien acompaña y cuida a Ove, sigilosamente. Un hombre llamado Ove rememora la comedia de Shakespeare: su humor roza la tragedia. Está empapada de doble mensajes frente al consumo; la vida; la muerte; el amor; el odio; la sociedad… y deja un mensaje positivo: Deconstruir el falso mito “todo pasado fue mejor” en haras de adaptarse al aquí y ahora; techné presente; y considerar que en la materia los seres se prolongan… Quizás este tinte filosófico esté anclado a los 54 años que tiene Hannes Holm; a modo conclusiones de sus andanzas y futura proyección. No obstante, ojalá pronto retome el carril de su filmografía antecesora con otros tópicos que lo alejen de rozar el cliché.
RELATO AGRIDULCE SOBRE LA VEJEZ Ove, cuya vida parece marcada por la fatalidad, se nos presenta como un hombre un tanto arisco sin el menor deseo de relacionarse con su pequeña comunidad de vecinos en la que ha implantado unas estrictas normas de convivencia. Sin embargo, a pesar de su flagrante aversión a la gente, siempre es empujado por una irrefrenable tendencia innata a ayudar a las personas que necesitan su ayuda. A través de numerosos flashbacks, el largometraje va profundizando poco a poco en la vida de Ove, marcada por la fatalidad desde su más temprana infancia. Cada uno de estos flashback ilumina al espectador para llevarle a comprender por qué Ove es como es, por qué reacciona como lo hace y por qué tiene tan pocas ganas de vivir. El momento presente nos muestra a un Ove jubilado en contra de su voluntad, que vive completamente solo y cada día visita la tumba de su esposa, mientras trata de soportar a sus nuevos vecinos, un matrimonio formado por un sueco y una mujer iraní; sin lugar a dudas, ella es el personaje más luminoso y vitalista de toda la película. En Un hombre llamado Ove, el director sueco Hannes Holm adapta la novela homónima, al parecer muy exitosa a juzgar por el hecho de que haya sido traducida a más de treinta idiomas, del escritor sueco Fredrik Backman. Holm dirige con solvente oficio una agradable película que sin embargo desaprovecha las innumerables posibilidades que el personaje ofrecía para elaborar un discurso más profundo acerca de las relaciones humanas, de las dificultades que se plantean en la convivencia entre desiguales, de la amargura de vivir en soledad, de la complejidad de huir del pasado y pasar página ante el dolor y de la fatalidad vital como determinante del carácter del ser humano. La historia se mantiene con buen ritmo, construyendo un relato llevadero y dinámico más allá de caer en algunos sentimentalismos. Se trata de un drama sobre la vejez, que logra imbuir de humor y corazón la historia de vida de un hombre abatido sin sacarle un gramo de peso a las fatalidades de la vida.
Una buena noticia es el estreno de una film sueco en Argentina y más si se trata de Un hombre llamado Ove, que este año estuvo nominada al Óscar como Mejor Film de Habla no Inglesa y logró colarse en la categoría Mejor Maquillaje. ¿De qué se trata Un hombre llamado Ove? Ove (Rolf Lassgård) es un hombre estricto y solitario que, tras la muerte de su esposa, ha decidido suicidarse. Mientras va recordando los sucesos que marcaron su vida, la llegada de unos nuevos vecinos podría cambiar sus planes. Un hombre llamado Ove: con qué te vas a encontrar Aunque el argumento puede sonar trágico, la película juega entre la comedia de humor negro y el drama sentimental. Siembre es interesante ver una película donde la construcción de los personajes es el motor de la historia, en vez de crear una trama estándar con protagonistas vacíos. Al hosco de Ove lo acompaña en el relato una mujer iraní embarazada (Bahar Pars) y madre de familia que intenta luchar contra la dureza de su vecino. Para nacer hay que romper un mundo, decía Hermann Hesse. Y cambiar -renacer- es salir del agobio interior para ver más allá. De eso se trata Un hombre llamado Ove y ese es el camino a recorrer. Me encanta animarte siempre a ir a ver otras cinematografías. Esta vez le toca a Suecia y toda esa frialdad que uno asocia con los países escandinavos dirá presente. Pero aún así, quizás por momentos llores. Y después te vas a reír. Comedia dramática, que le dicen. El director Hannes Holm contruye una película humana, con un guion que entretiene y convence. Un hombre llamado Ove es de esas pequeñas películas que disfrutarás ver. Puntaje: 9/10 Título original: En man som heter Ove Duración: 116 minutos País: Suecia Año: 2015